reseña 1 - conflicto y paz en colombia

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Pontificia Universidad Javeriana Facultad de ciencia política y relaciones internacionales Conflicto y paz en Colombia Gustavo Salazar Arbeláez Mariana Acevedo Vega Reseña I: Oquist, Henderson y Smith 6 de marzo de 2015 PARA UNA INTERPRETACIÓN DE LA VIOLENCIA: PRIMEROS FUNDAMENTOS PARA EL DERRUMBRE DEL ESTADO Y LA IDENTIDAD NACIONAL El estudio de un conflicto tan tormentoso como fue el periodo de La Violencia requiere intrumentos que permitan su deconstrucción. Hay que partir no solamente de que hay una distancia cronólogica de casi setenta años, sino también de que es necesario encontrar ciertas bases teóricas que aclaren la situación frente a la que nos encontramos cuando emprendemos su estudio. De tal manera, poder entender este tipo de acontecimientos sociales e históricos que se nos presentan no puede hacerse sin tener idea de cómo relacionarlos o, al menos, de cómo encontrar dentro de ellos una especie de lineamiento que pueda dar una explicación suficiente para empezar el proceso de recuperación social frente a lo sucedido. La Violencia no se escapa de ser uno de esos tipos de periodos que reclaman justificación histórica y una interpretación crítica importante, pues no se puede negar que, todavía en la actualidad, manetiene sus ecos en los 1

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Page 1: Reseña 1 - Conflicto y Paz en Colombia

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de ciencia política y relaciones internacionales

Conflicto y paz en Colombia

Gustavo Salazar Arbeláez

Mariana Acevedo Vega

Reseña I: Oquist, Henderson y Smith

6 de marzo de 2015

PARA UNA INTERPRETACIÓN DE LA VIOLENCIA: PRIMEROS FUNDAMENTOS PARA EL

DERRUMBRE DEL ESTADO Y LA IDENTIDAD NACIONAL

El estudio de un conflicto tan tormentoso como fue el periodo de La Violencia requiere

intrumentos que permitan su deconstrucción. Hay que partir no solamente de que hay una

distancia cronólogica de casi setenta años, sino también de que es necesario encontrar

ciertas bases teóricas que aclaren la situación frente a la que nos encontramos cuando

emprendemos su estudio. De tal manera, poder entender este tipo de acontecimientos

sociales e históricos que se nos presentan no puede hacerse sin tener idea de cómo

relacionarlos o, al menos, de cómo encontrar dentro de ellos una especie de lineamiento que

pueda dar una explicación suficiente para empezar el proceso de recuperación social frente

a lo sucedido. La Violencia no se escapa de ser uno de esos tipos de periodos que reclaman

justificación histórica y una interpretación crítica importante, pues no se puede negar que,

todavía en la actualidad, manetiene sus ecos en los procesos políticos colombianos. Es por

esto que se hace necesario encontrar los recursos suficientes para elaborar una teoría fuerte

y decisiva que establezca los fundamentos para un estudio abarcador del fenómeno de La

Violencia y los fantasmas que ella dejó y que hasta el día de hoy sobreviven en el

imaginario social colombiano. Por esto mismo, no hay que buscar que el proceso histórico

encaje en las teorías, sino que habrá que buscar que la teoría nos permita entender y aclarar

La Violencia de manera que se nos devele de una manera completamente diferente a como

usualmente se nos presenta.

Con tal fin, me propongo en esta reseña realizar una primera lectura de lo sucedido en los

años anteriores y en el periodo mismo de La Violencia a partir de las intepretaciones que

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presentan tres autores: Oquist (1997), Henderson (2006) y Smith (1997). Con la lectura que

ellos relizaron y sus justificaciones intentaré sostener la tesis de que: para 1946, Colombia

todavía no había formado su propia identidad nacional a causa de los enfrentamientos

surgidos de la división de la clase política en un bipartidismo que terminó por hacer

inefectiva la autoridad del Estado y su parcial derrumbamiento. Como consecuencia de

esto, se da el surgimiento de La Violencia como un fenómeno que se dio en la periferia del

país, pero que a su vez, no impidió que se siguieran los procesos de modernización en el

centro. Todo esto lo intentaré desarrollar de la siguiente manera: en primer lugar, trataré

sobre las identidades nacionales siguiendo la posición de Smith (1997). En segundo lugar,

mostraré por qué Oquist (1997) habla de un derrumbe parcial del Estado como resultado de

los enfrentamientos entre la clase política colombiana. En tercer lugar, abordaré la forma en

la que Henderson (2006) sostiene que la modernización y La Violencia se dieron al tiempo

gracias a que esta última se desarroyó, en su mayor parte, en la periferia. Por último,

intentaré dar una conclusión que muestre la relación entre los autores y que esclarezca un

poco la lectura que se le quiere dar a este periodo del conflicto colombiano.

*

Lo primero que habrá que decir al respecto del texto de Smith (1997) es que se centra en

destcar el problema de la identidad tanto desde el punto de vista psicológico como desde el

colectivo. Inicia su expocisión mostrando el problema de la identidad en Edipo Rey de

Sófocles haciéndo énfasis que el yo está constituido por múltiples identidades y roles que se

desempeñan en diferrentes ámbitos:

“La historia de Edipo subraya claramente el problema de la identidad, ya que desvela

cómo el yo está contituido por múltiples identidades y roles: familiares, territoriales, de

clase, religiosos, étnicos y sexuales. También pone de manifiesto cómo todas estas

identidades se basan en clasificaciones sociales que pueden ser modificadas o incluso

abolidas” (Smith, 1997, p. 3).

También hace presentes que hay tres categorias que constituyen al yo individual: el genero,

el espacio o territorio y lo socioeconómico.

Ahora bien, como ya he dicho, hay otro tipo de identidad: la identidad colectiva. Toda ella

gira en torno a algo que es evidente y es que cuando se habla de colectividad, de cierta

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manera, se está dando por sentado que hay una comunidad política que dentro de sí misma

debe contener instituciones y códigos sociales que permitan la vida armoniosa entre los que

la conforman. Sabemos que ya en las ciudades griegas se hablaba de constituciones y de

legislación acerca de cómo se debía vivir en la Polis. No hay que olvidar que los dos

diálogos más grandes que elaboró Platón fueron Las Leyes y La República, los cuales,

tratan sobre el desarrollo del pensamiento sobre la vida en comunidad. Además, todos estos

tratados sobre política abarcan no solamente la población, sino también el territorio

geográfico que habitan. Este tipo de eementos fueron los fundamentos para lo que después

se entenderá en el mundo occidental por nación, es por eso importante destacarlo en este

espacio.

Siguiendo con la línea argumentativa y tesis central que lleva el autor, debemos mostrar los

principales elementos del modelo occidental de nación moderna. El primero de ellos es la

importancia que tiene para este modelo lo espacial o territorial, y es que para occidente,

tiene que haber una correspondencia histórica y espiritual entre el territorio, que debe ser

bien compacto y definido, y el pueblo que lo habita:

“El territorio histórico es aquel donde la tierra y la gente se han influido mutuamente

de forma beneficiosa a lo largo de varias generaciones. La oatria se convierte en la

depositaria de recuerdos históricos y asociaciones mentales; es el lugar donde nuestros

sabios, santos y héroes vivieron, trabajaron, rezaron y lucharon, todo lo cual hace que

nada se le pueda comparar” (Smith, 1997, p. 8).

El segundo elemento corresponde a una comunidad de leyes e instituciones con una única

voluntad política. Cada una es distinta de acuerdo a la comunidad para la que fue creada.

Sin embargo, se puede entender que es muy común que entre ellas tengan puntos centrales

en las que se asemejen. Su punto central está, como bien expresa Smith (1997), en que:

“conlleva la existencia de ciertas instituciones colectivas de carácter regulador cuya

finalidad es dar expresión a sentimientos y objetivos políticos comunes” (p. 9).

El tercer elemento tiene que ver con el segundo. Como dije, muchas de estos documentos

en los que se expresan las leyes de una comunidad política tienen semejanzas unas con

otras. Una de las que se repite con más frecuencia es que aparece como uno de los pilares

centrales optar por un sentido de igualdad legal entre los miembros de una comunidad. Esto

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tiene que ver con todos los procesos de generación de ciudadanía que surgieron como

efecto de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Los derechos y los deberes se

incorporan como parte fundamental de la tradición moderna de Nación y Estado:

“Los derechos políticos y legales son considerados en la concepción occidental parte

integral de su modelo de nación, lo cual supone que existen unos derechos y unas

obligaciones recíprocas mínimos enntre los miembros, y que, en consecuencia, los

extranjeros quedan excluidos de dichos derechos y deberes” (Smith, 1997, p. 9).

El último elemento que queda por tratar es el cívico. Se supone que una comunidad, al

compartir los mismos derechos y deberes y también la misma constitución legal e

institucional, debe contar con una existencia de valores y tradiciones comunes que

condense lo esencial de tal comunidad. A todos estos componentes se les ha asignado el

nombre de cultura cívica:

“Es preciso que las naciones tengan una cierta dosis de cultura colectiva y una

idiología cívica, una serie de suposiciones y aspiraciones, de sentimientos e ideas

compartidos que mantengan unidos a sus habitantes en su tierra natal” (Smith, 1997, p.

10).

Todos estos elementos generan el modelo de identidad nacional occidental. De allí se puede

entender que todos estos factores unidos tienen una fuerte capacidad homogenizadora de la

sociedad. Genera, de cierta manera, una relación con aquel individuo del que se habló al

inicio, así como también genera una capacidad de diferenciación con otras comunidades, es

decir, da una identidad. Con estos pilares, se hace mucho más sencillo darle un significado

con mucho más contenido al concepto de nación que es, a fin de cuentas, a lo que quiere

llegar el autor para darle unión al problema de la identidad y de la nacion:

“Se puede definir la nación como un grupo humano designado por un gentilicio y que

comparte un territorio histórico, recuerdos históricos y mitos colectivos, una cultura de

masas pública, una economía unificada y derechos y deberes legales iguales para todos

sus miembros” (Smith, 1997, p. 13).

Ahora bien, otro punto esencial dentro del recorrido argumentativo de Smith es el del

nacionalismo, el cual define como: “un movimiento ideológico para lograr mantener la

autonomía, unidad e identidad de una nación” (Smith, 1997, p. 68). Esto es de suma

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importancia, porque es alrededor de la identidad y el mantenimiento de una nación que se

pueden garantizar la libertad, seguridad, derechos, deberes, pasado, proyectos a futuro y en

general, todo lo que pueda caracterizar el espíritu de una comunidad como proyecto

históritco presente y vigente que está en peresente continuo, es decir, que viene

realizandose. Por tanto, el nacionalismo aspira a mantener vigentes todas esas

caracteristicas que componen la nación.

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En este momento tendremos que realizar un salto enorme al caso colombiano, más

específicamente, adentrarnos al periodo de La Violencia. Oquist también se acerca a este

problema intentando entender qué fue lo que pasó en Colombia durante 1946 y 1956, años

en los que eventos políticos fueron la chispa que encendió un incendio de violencia que

afectó grandes territorios del país.

Después de realizar un recuento de lo sucedido en Colombia durante este preriodo de

tiempo, Oquist decide hacer una revisión bibliográfica buscando explicaciones teóricas que

permitirían comprender. Se centra en hacer un paneo teórico en causas políticas, socio-

económicas, institucionales, psicológicas, culturales y raciales. Comenta muchas de ellas, y

lo realiza de manera que expone muchos de los textos que se convirtieron en paso

obligatorio para todo aquel que estudiara La Violencia. Sin embargo, para efectos de esta

reseña me centraré en la propuesta interpretativa que él mismo realiza, la cual, a mi parecer,

es la parte central de este texto. La tesis central de Oquist es que hubo un derrumbamiento

parcial del Estado a causa de las fuertes luchas bipartidistas:

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“[La hipótesis es que] Un derrumbe parcial del Estado ocurrió como un resultado de

las intensas luchas partidistas. La clase dirigente estaba dividida hasta el punto que la

autoridad efectiva del Estado fue reducida. Esto tuvo lugar a nivel nacional, regional y

local. Es el derrumbe parcial del Estado el que explica la simultanea evolución de

numeross conflictos hacia La Violencia. Esta simultaneidad de multiples luchas físicas

coercitivas, es lo que explica la intensidad de La Violencia. La duración se puede

atribuir en parte, a la dificultad para reimponer la autoridad estatal en algunas

regiones” (Oquist, 1997, p. 45).

Este es el punto que defenderá Oquist durante todo su recorrido teórico. Según su

explicación del proceso, el Estado colombiano en el siglo XIX no tenía manera de prestar

seguridad en todo lo ancho del territorio nacional. Normalmente las revueltas las contenían

los caudillos locales, y la autoridad estaba en él, en el latifundista o en el sacuerdote. Fue

apenas en la década de los veinte cuando se empieza a construir el actual Estado

colombiano. Sin embargo, este obtuvo inmediatamente un carácter intervencionista, no

pluralista lo cual significaba que se dejaba el manejo del Estado y el control del gobierno en

una pequeña clase dirigente y además de esto, se mantenía la exclusion del otro partido. De

esta manera, se siguieron formando las hegemonías partidistas como herencia de las

tensiones políticas del sigo XIX.

Durante los años treinta el Estado adquirió la fuerza suficiente para intervenir todos los

movimientos económicos importantes dentro del país. Es decir, era un Estado que

económicamente era intervencionista y que se venía fortaleciendo. Los cambios

económicos tan rápidos tuvieron un impacto fuerte en la estructura social la cual se vio

inmensamente debilitada. Por eso mismo el Estado tuvo que buscar menguar ese

debilitamiento de la clase social que ya estaba expresando su descontento a través de la

creación de movimientos agrarios, de sindicatos, aparecieron huelgas, etc. Para lo cual el

Estado ya pudo asumir la situación y empezar aa dar respuesta a las situaciones.

El problema era que todo esto no dejaba de lado que en el campo de lo político todavía se

estaban manejando las mimas dinámicas de políticas partidistas hegemónicas. Todo se

manejaba por palanca, y los grandes empresarios se veían envuentos políticamente en los

enfrentamientos partidistas que buscaban poner en riesgo la estabilidad del otro partido.

Como consecuencia de esto, es decir, de la tensión constante por excluir al otro partido, se

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generó una pérdida enorme de la capacidad del Estado para responder a los problemas

sociales:

“Cuando la rivalidad entre partidos empezó a restar autoridad y efectividadal Estado,

algunos jefes de los partidos buscaron prolongar las coaliciones para defender intereses

comunes y básicos de la clase dominante y evitar una guerra civil. La dinánica de la

rivalidad de los partidos mostró ser invencible, sin embargo, y la lucha partidista

continuó en todos los niveles de la sociedad” (Oquist, 1997, p. 48).

El problema se basa en que ninguno de los dos podía permitirse ser excluido del poder del

Estado, lo cual terminó por generar una tensión entre jefes políticos que buscaban generar

una única hegemonía partidista, que terminó generando un derrumbe parcial del Estado. Ya

no se acatabn las ordenes del gobierno liberal, se generaron divisiones en el ejercito y la

policía que se veían como instituciones totalmente desacreditadas, los grupos dominantes

de la sociedad perdieron el control sobre los campesinos y los mayordomos de las

haciendas por lo que recurrian a bandas armadas que utilizaban para atacar a sus enemigos

políticos y para proteger sus intereses económicos. Como se puede ver la clase política en

vez de generar las condiciones para generar paz, extendió las voluntades hegemónicas

partidistas a todas las clases sociales, de manera que al final la vida se definía por el color

de un partido. Situación que puso a la periferia en una condición mucho más peligrosa, en

cuanto que el Estado todavía no tenía presencia en algunas zonas rurales, tenía mucho

mejor cubrimiento en los cascos urbanos: “la contracción, ineficacia, y en algunos casos

ausencia del poder Estatal, condicionaron a la agudización de estos conflictos y

frecuentemente a su violenta expresión” (Oquist, 1997, p. 52).

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