reseña 1 - conflicto y paz en colombia
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Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de ciencia política y relaciones internacionales
Conflicto y paz en Colombia
Gustavo Salazar Arbeláez
Mariana Acevedo Vega
Reseña I: Oquist, Henderson y Smith
6 de marzo de 2015
PARA UNA INTERPRETACIÓN DE LA VIOLENCIA: PRIMEROS FUNDAMENTOS PARA EL
DERRUMBRE DEL ESTADO Y LA IDENTIDAD NACIONAL
El estudio de un conflicto tan tormentoso como fue el periodo de La Violencia requiere
intrumentos que permitan su deconstrucción. Hay que partir no solamente de que hay una
distancia cronólogica de casi setenta años, sino también de que es necesario encontrar
ciertas bases teóricas que aclaren la situación frente a la que nos encontramos cuando
emprendemos su estudio. De tal manera, poder entender este tipo de acontecimientos
sociales e históricos que se nos presentan no puede hacerse sin tener idea de cómo
relacionarlos o, al menos, de cómo encontrar dentro de ellos una especie de lineamiento que
pueda dar una explicación suficiente para empezar el proceso de recuperación social frente
a lo sucedido. La Violencia no se escapa de ser uno de esos tipos de periodos que reclaman
justificación histórica y una interpretación crítica importante, pues no se puede negar que,
todavía en la actualidad, manetiene sus ecos en los procesos políticos colombianos. Es por
esto que se hace necesario encontrar los recursos suficientes para elaborar una teoría fuerte
y decisiva que establezca los fundamentos para un estudio abarcador del fenómeno de La
Violencia y los fantasmas que ella dejó y que hasta el día de hoy sobreviven en el
imaginario social colombiano. Por esto mismo, no hay que buscar que el proceso histórico
encaje en las teorías, sino que habrá que buscar que la teoría nos permita entender y aclarar
La Violencia de manera que se nos devele de una manera completamente diferente a como
usualmente se nos presenta.
Con tal fin, me propongo en esta reseña realizar una primera lectura de lo sucedido en los
años anteriores y en el periodo mismo de La Violencia a partir de las intepretaciones que
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presentan tres autores: Oquist (1997), Henderson (2006) y Smith (1997). Con la lectura que
ellos relizaron y sus justificaciones intentaré sostener la tesis de que: para 1946, Colombia
todavía no había formado su propia identidad nacional a causa de los enfrentamientos
surgidos de la división de la clase política en un bipartidismo que terminó por hacer
inefectiva la autoridad del Estado y su parcial derrumbamiento. Como consecuencia de
esto, se da el surgimiento de La Violencia como un fenómeno que se dio en la periferia del
país, pero que a su vez, no impidió que se siguieran los procesos de modernización en el
centro. Todo esto lo intentaré desarrollar de la siguiente manera: en primer lugar, trataré
sobre las identidades nacionales siguiendo la posición de Smith (1997). En segundo lugar,
mostraré por qué Oquist (1997) habla de un derrumbe parcial del Estado como resultado de
los enfrentamientos entre la clase política colombiana. En tercer lugar, abordaré la forma en
la que Henderson (2006) sostiene que la modernización y La Violencia se dieron al tiempo
gracias a que esta última se desarroyó, en su mayor parte, en la periferia. Por último,
intentaré dar una conclusión que muestre la relación entre los autores y que esclarezca un
poco la lectura que se le quiere dar a este periodo del conflicto colombiano.
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Lo primero que habrá que decir al respecto del texto de Smith (1997) es que se centra en
destcar el problema de la identidad tanto desde el punto de vista psicológico como desde el
colectivo. Inicia su expocisión mostrando el problema de la identidad en Edipo Rey de
Sófocles haciéndo énfasis que el yo está constituido por múltiples identidades y roles que se
desempeñan en diferrentes ámbitos:
“La historia de Edipo subraya claramente el problema de la identidad, ya que desvela
cómo el yo está contituido por múltiples identidades y roles: familiares, territoriales, de
clase, religiosos, étnicos y sexuales. También pone de manifiesto cómo todas estas
identidades se basan en clasificaciones sociales que pueden ser modificadas o incluso
abolidas” (Smith, 1997, p. 3).
También hace presentes que hay tres categorias que constituyen al yo individual: el genero,
el espacio o territorio y lo socioeconómico.
Ahora bien, como ya he dicho, hay otro tipo de identidad: la identidad colectiva. Toda ella
gira en torno a algo que es evidente y es que cuando se habla de colectividad, de cierta
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manera, se está dando por sentado que hay una comunidad política que dentro de sí misma
debe contener instituciones y códigos sociales que permitan la vida armoniosa entre los que
la conforman. Sabemos que ya en las ciudades griegas se hablaba de constituciones y de
legislación acerca de cómo se debía vivir en la Polis. No hay que olvidar que los dos
diálogos más grandes que elaboró Platón fueron Las Leyes y La República, los cuales,
tratan sobre el desarrollo del pensamiento sobre la vida en comunidad. Además, todos estos
tratados sobre política abarcan no solamente la población, sino también el territorio
geográfico que habitan. Este tipo de eementos fueron los fundamentos para lo que después
se entenderá en el mundo occidental por nación, es por eso importante destacarlo en este
espacio.
Siguiendo con la línea argumentativa y tesis central que lleva el autor, debemos mostrar los
principales elementos del modelo occidental de nación moderna. El primero de ellos es la
importancia que tiene para este modelo lo espacial o territorial, y es que para occidente,
tiene que haber una correspondencia histórica y espiritual entre el territorio, que debe ser
bien compacto y definido, y el pueblo que lo habita:
“El territorio histórico es aquel donde la tierra y la gente se han influido mutuamente
de forma beneficiosa a lo largo de varias generaciones. La oatria se convierte en la
depositaria de recuerdos históricos y asociaciones mentales; es el lugar donde nuestros
sabios, santos y héroes vivieron, trabajaron, rezaron y lucharon, todo lo cual hace que
nada se le pueda comparar” (Smith, 1997, p. 8).
El segundo elemento corresponde a una comunidad de leyes e instituciones con una única
voluntad política. Cada una es distinta de acuerdo a la comunidad para la que fue creada.
Sin embargo, se puede entender que es muy común que entre ellas tengan puntos centrales
en las que se asemejen. Su punto central está, como bien expresa Smith (1997), en que:
“conlleva la existencia de ciertas instituciones colectivas de carácter regulador cuya
finalidad es dar expresión a sentimientos y objetivos políticos comunes” (p. 9).
El tercer elemento tiene que ver con el segundo. Como dije, muchas de estos documentos
en los que se expresan las leyes de una comunidad política tienen semejanzas unas con
otras. Una de las que se repite con más frecuencia es que aparece como uno de los pilares
centrales optar por un sentido de igualdad legal entre los miembros de una comunidad. Esto
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tiene que ver con todos los procesos de generación de ciudadanía que surgieron como
efecto de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Los derechos y los deberes se
incorporan como parte fundamental de la tradición moderna de Nación y Estado:
“Los derechos políticos y legales son considerados en la concepción occidental parte
integral de su modelo de nación, lo cual supone que existen unos derechos y unas
obligaciones recíprocas mínimos enntre los miembros, y que, en consecuencia, los
extranjeros quedan excluidos de dichos derechos y deberes” (Smith, 1997, p. 9).
El último elemento que queda por tratar es el cívico. Se supone que una comunidad, al
compartir los mismos derechos y deberes y también la misma constitución legal e
institucional, debe contar con una existencia de valores y tradiciones comunes que
condense lo esencial de tal comunidad. A todos estos componentes se les ha asignado el
nombre de cultura cívica:
“Es preciso que las naciones tengan una cierta dosis de cultura colectiva y una
idiología cívica, una serie de suposiciones y aspiraciones, de sentimientos e ideas
compartidos que mantengan unidos a sus habitantes en su tierra natal” (Smith, 1997, p.
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Todos estos elementos generan el modelo de identidad nacional occidental. De allí se puede
entender que todos estos factores unidos tienen una fuerte capacidad homogenizadora de la
sociedad. Genera, de cierta manera, una relación con aquel individuo del que se habló al
inicio, así como también genera una capacidad de diferenciación con otras comunidades, es
decir, da una identidad. Con estos pilares, se hace mucho más sencillo darle un significado
con mucho más contenido al concepto de nación que es, a fin de cuentas, a lo que quiere
llegar el autor para darle unión al problema de la identidad y de la nacion:
“Se puede definir la nación como un grupo humano designado por un gentilicio y que
comparte un territorio histórico, recuerdos históricos y mitos colectivos, una cultura de
masas pública, una economía unificada y derechos y deberes legales iguales para todos
sus miembros” (Smith, 1997, p. 13).
Ahora bien, otro punto esencial dentro del recorrido argumentativo de Smith es el del
nacionalismo, el cual define como: “un movimiento ideológico para lograr mantener la
autonomía, unidad e identidad de una nación” (Smith, 1997, p. 68). Esto es de suma
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importancia, porque es alrededor de la identidad y el mantenimiento de una nación que se
pueden garantizar la libertad, seguridad, derechos, deberes, pasado, proyectos a futuro y en
general, todo lo que pueda caracterizar el espíritu de una comunidad como proyecto
históritco presente y vigente que está en peresente continuo, es decir, que viene
realizandose. Por tanto, el nacionalismo aspira a mantener vigentes todas esas
caracteristicas que componen la nación.
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En este momento tendremos que realizar un salto enorme al caso colombiano, más
específicamente, adentrarnos al periodo de La Violencia. Oquist también se acerca a este
problema intentando entender qué fue lo que pasó en Colombia durante 1946 y 1956, años
en los que eventos políticos fueron la chispa que encendió un incendio de violencia que
afectó grandes territorios del país.
Después de realizar un recuento de lo sucedido en Colombia durante este preriodo de
tiempo, Oquist decide hacer una revisión bibliográfica buscando explicaciones teóricas que
permitirían comprender. Se centra en hacer un paneo teórico en causas políticas, socio-
económicas, institucionales, psicológicas, culturales y raciales. Comenta muchas de ellas, y
lo realiza de manera que expone muchos de los textos que se convirtieron en paso
obligatorio para todo aquel que estudiara La Violencia. Sin embargo, para efectos de esta
reseña me centraré en la propuesta interpretativa que él mismo realiza, la cual, a mi parecer,
es la parte central de este texto. La tesis central de Oquist es que hubo un derrumbamiento
parcial del Estado a causa de las fuertes luchas bipartidistas:
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“[La hipótesis es que] Un derrumbe parcial del Estado ocurrió como un resultado de
las intensas luchas partidistas. La clase dirigente estaba dividida hasta el punto que la
autoridad efectiva del Estado fue reducida. Esto tuvo lugar a nivel nacional, regional y
local. Es el derrumbe parcial del Estado el que explica la simultanea evolución de
numeross conflictos hacia La Violencia. Esta simultaneidad de multiples luchas físicas
coercitivas, es lo que explica la intensidad de La Violencia. La duración se puede
atribuir en parte, a la dificultad para reimponer la autoridad estatal en algunas
regiones” (Oquist, 1997, p. 45).
Este es el punto que defenderá Oquist durante todo su recorrido teórico. Según su
explicación del proceso, el Estado colombiano en el siglo XIX no tenía manera de prestar
seguridad en todo lo ancho del territorio nacional. Normalmente las revueltas las contenían
los caudillos locales, y la autoridad estaba en él, en el latifundista o en el sacuerdote. Fue
apenas en la década de los veinte cuando se empieza a construir el actual Estado
colombiano. Sin embargo, este obtuvo inmediatamente un carácter intervencionista, no
pluralista lo cual significaba que se dejaba el manejo del Estado y el control del gobierno en
una pequeña clase dirigente y además de esto, se mantenía la exclusion del otro partido. De
esta manera, se siguieron formando las hegemonías partidistas como herencia de las
tensiones políticas del sigo XIX.
Durante los años treinta el Estado adquirió la fuerza suficiente para intervenir todos los
movimientos económicos importantes dentro del país. Es decir, era un Estado que
económicamente era intervencionista y que se venía fortaleciendo. Los cambios
económicos tan rápidos tuvieron un impacto fuerte en la estructura social la cual se vio
inmensamente debilitada. Por eso mismo el Estado tuvo que buscar menguar ese
debilitamiento de la clase social que ya estaba expresando su descontento a través de la
creación de movimientos agrarios, de sindicatos, aparecieron huelgas, etc. Para lo cual el
Estado ya pudo asumir la situación y empezar aa dar respuesta a las situaciones.
El problema era que todo esto no dejaba de lado que en el campo de lo político todavía se
estaban manejando las mimas dinámicas de políticas partidistas hegemónicas. Todo se
manejaba por palanca, y los grandes empresarios se veían envuentos políticamente en los
enfrentamientos partidistas que buscaban poner en riesgo la estabilidad del otro partido.
Como consecuencia de esto, es decir, de la tensión constante por excluir al otro partido, se
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generó una pérdida enorme de la capacidad del Estado para responder a los problemas
sociales:
“Cuando la rivalidad entre partidos empezó a restar autoridad y efectividadal Estado,
algunos jefes de los partidos buscaron prolongar las coaliciones para defender intereses
comunes y básicos de la clase dominante y evitar una guerra civil. La dinánica de la
rivalidad de los partidos mostró ser invencible, sin embargo, y la lucha partidista
continuó en todos los niveles de la sociedad” (Oquist, 1997, p. 48).
El problema se basa en que ninguno de los dos podía permitirse ser excluido del poder del
Estado, lo cual terminó por generar una tensión entre jefes políticos que buscaban generar
una única hegemonía partidista, que terminó generando un derrumbe parcial del Estado. Ya
no se acatabn las ordenes del gobierno liberal, se generaron divisiones en el ejercito y la
policía que se veían como instituciones totalmente desacreditadas, los grupos dominantes
de la sociedad perdieron el control sobre los campesinos y los mayordomos de las
haciendas por lo que recurrian a bandas armadas que utilizaban para atacar a sus enemigos
políticos y para proteger sus intereses económicos. Como se puede ver la clase política en
vez de generar las condiciones para generar paz, extendió las voluntades hegemónicas
partidistas a todas las clases sociales, de manera que al final la vida se definía por el color
de un partido. Situación que puso a la periferia en una condición mucho más peligrosa, en
cuanto que el Estado todavía no tenía presencia en algunas zonas rurales, tenía mucho
mejor cubrimiento en los cascos urbanos: “la contracción, ineficacia, y en algunos casos
ausencia del poder Estatal, condicionaron a la agudización de estos conflictos y
frecuentemente a su violenta expresión” (Oquist, 1997, p. 52).
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