repaso escuela teocratica

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1-.Herodes aceptó enseguida la gloria que solo debía darse a Dios. ¡Qué diferente del rechazo inmediato y enfático que manifestaron Pablo y Bernabé ante la excesiva muestra de alabanza y honra! No debemos desear gloria por ningún logro que alcancemos en nuestro servicio a Jehová. 2-Los jóvenes cristianos deben esforzarse arduamente en su servicio a Dios y pedir su ayuda a fin de ganarse un buen nombre. 3-Cuando Áquila y Priscila —un matrimonio cristiano— oyeron la valiente exposición que hizo Apolos en la sinagoga, decidieron llevárselo consigo para darle explicaciones más profundas (léase Hechos 18:24-26). Era lo más amoroso que podían hacer. No cabe duda de que abordaron la conversación con tacto y con deseos de ayudarle, y que hicieron todo lo posible para que no se sintiera criticado. Al fin y al cabo, lo que le faltaba era conocer mejor los comienzos de la congregación primitiva. Y seguro que él agradeció que le aclararan aquellos detalles esenciales. Así, con esta nueva información, “ayudó mucho” a sus hermanos de Acaya y dio un poderoso testimonio (Hech. 18:27, 28). 4-Comprendiendo que los deseos de Festo de ganarse las simpatías de los judíos lo colocaban en peligro de muerte, Pablo invocó su derecho como ciudadano romano diciéndole: “Estoy de pie delante del tribunal de César, donde debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú también estás descubriendo bastante bien. [...] ¡Apelo a César!”. Por lo general, una vez hecha esta reclamación, no había vuelta atrás. Así lo admitió el propio gobernador: “A César has apelado; a César irás” (Hech. 25:10-12). Al exigir la revisión del caso en un foro más alto, el apóstol sentó un precedente para todos los cristianos. Si la autoridad “dicta injusticias en nombre de la ley” y ataca las buenas nuevas, nosotros las defendemos valiéndonos de los medios legales a nuestro alcance (Sal. 94:20, Nueva Biblia Española). 5-En el día convenido, los judíos romanos llegaron “en mayor número” al hospedaje de Pablo, quien estuvo exponiéndoles el mensaje, “dando testimonio cabal respecto al reino de Dios y tratando de persuadirlos respecto a Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los Profetas, desde la mañana hasta el atardecer” (Hech. 28:23). En este testimonio podemos destacar cuatro puntos. Primero, que el apóstol se centró en el Reino de Dios. Segundo, que trató de llegarles al corazón persuadiéndolos. Tercero, que basó sus argumentos en las Escrituras. Y cuarto, que no pensó en su propia conveniencia, pues les predicó “desde la mañana hasta el atardecer”. ¡Qué ejemplo tan sobresaliente! ¿Y cuáles fueron los resultados? Aunque “algunos creían” y “otros no”, al surgir disputas todos “empezaron a irse” (Hech. 28:24, 25a). El apóstol concluyó

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1-.Herodes aceptó enseguida la gloria que solo debía darse a Dios. ¡Qué diferente del rechazo inmediato y enfático que manifestaron Pablo y Bernabé ante la excesiva muestra de alabanza y honra! No debemos desear gloria por ningún logro que alcancemos en nuestro servicio a Jehová.

2-Los jóvenes cristianos deben esforzarse arduamente en su servicio a Dios y pedir su ayuda a fin de ganarse un buen nombre.

3-Cuando Áquila y Priscila —un matrimonio cristiano— oyeron la valiente exposición que hizo Apolos en la sinagoga, decidieron llevárselo consigo para darle explicaciones más profundas (léase Hechos 18:24-26). Era lo más amoroso que podían hacer. No cabe duda de que abordaron la conversación con tacto y con deseos de ayudarle, y que hicieron todo lo posible para que no se sintiera criticado. Al fin y al cabo, lo que le faltaba era conocer mejor los comienzos de la congregación primitiva. Y seguro que él agradeció que le aclararan aquellos detalles esenciales. Así, con esta nueva información, “ayudó mucho” a sus hermanos de Acaya y dio un poderoso testimonio (Hech. 18:27, 28).

4-Comprendiendo que los deseos de Festo de ganarse las simpatías de los judíos lo colocaban en peligro de muerte, Pablo invocó su derecho como ciudadano romano diciéndole: “Estoy de pie delante del tribunal de César, donde debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú también estás descubriendo bastante bien. [...] ¡Apelo a César!”. Por lo general, una vez hecha esta reclamación, no había vuelta atrás. Así lo admitió el propio gobernador: “A César has apelado; a César irás” (Hech. 25:10-12). Al exigir la revisión del caso en un foro más alto, el apóstol sentó un precedente para todos los cristianos. Si la autoridad “dicta injusticias en nombre de la ley” y ataca las buenas nuevas, nosotros las defendemos valiéndonos de los medios legales a nuestro alcance (Sal. 94:20, Nueva Biblia Española).

5-En el día convenido, los judíos romanos llegaron “en mayor número” al hospedaje de Pablo, quien estuvo exponiéndoles el mensaje, “dando testimonio cabal respecto al reino de Dios y tratando de persuadirlos respecto a Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los Profetas, desde la mañana hasta el atardecer” (Hech. 28:23). En este testimonio podemos destacar cuatro puntos. Primero, que el apóstol se centró en el Reino de Dios. Segundo, que trató de llegarles al corazón persuadiéndolos. Tercero, que basó sus argumentos en las Escrituras. Y cuarto, que no pensó en su propia conveniencia, pues les predicó “desde la mañana hasta el atardecer”. ¡Qué ejemplo tan sobresaliente! ¿Y cuáles fueron los resultados? Aunque “algunos creían” y “otros no”, al surgir disputas todos “empezaron a irse” (Hech. 28:24, 25a). El apóstol concluyó señalándoles que, aunque ellos rechazaban el mensaje, las naciones sí iban a escucharlo (Hech. 28:28; Sal. 67:2; Isa. 11:10). Y sabía bien lo que decía, puesto que había visto en persona cuántos gentiles habían aceptado la proclamación del Reino (Hech. 13:48; 14:27).

Al igual que él, no tomamos como algo personal el que la gente rechace las buenas nuevas. A fin de cuentas, sabemos que el número de los que van a entrar en el camino de la vida será relativamente pequeño (Mat. 7:13, 14). No obstante, cuando alguien demuestra la debida actitud y se pone de parte de la adoración verdadera, lo recibimos de todo corazón y sentimos una alegría inmensa (Luc. 15:7).6-

7-_La primera profecía mesiánica, registrada en Génesis 3:15, se cumplió en el año 33 de nuestra era, cuando se dio muerte a Jesucristo en un madero de tormento (Gál. 3:13, 16). No obstante, en el momento en que Jehová pronunció aquella profecía, para él era como si ya se hubiera pagado el precio del rescate, pues nada puede impedir que lleve a cabo lo que se propone. Por lo tanto, basándose en el futuro sacrificio de Jesucristo, Jehová pudo perdonar los pecados de los

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descendientes de Adán que tenían fe en dicha promesa. El rescate también hace posible la resurrección de personas de tiempos precristianos (Hech. 24:15).

8-. Cuando afrontamos situaciones tan desconcertantes que no sabemos qué pedir en oración, “el espíritu mismo aboga por nosotros”, y Jehová, el “Oidor de la oración”, acepta algunas oraciones pertinentes registradas en su Palabra como si las hubiéramos hecho nosotros (Sal. 65:2)

9 (Léase Romanos 12:13.) El amor por nuestros hermanos nos impulsará a “compart[ir] con los santos según las necesidades de estos” y de acuerdo con nuestras posibilidades. Aun si nuestros recursos son escasos, hacemos bien en compartirlos. Pablo dijo lo siguiente sobre los cristianos de Macedonia: “Durante una gran prueba, bajo aflicción, su abundancia de gozo y su profunda pobreza hicieron abundar las riquezas de su generosidad. Porque según lo que verdaderamente podían hacer —sí, yo testifico, más allá de lo que verdaderamente podían hacer— fue esto, mientras espontáneamente siguieron rogándonos con fuerte súplica por el privilegio de dar bondadosamente y de tener participación en el ministerio destinado para los santos [de Judea]” (2 Cor. 8:2-4). Aunque eran pobres, aquellos cristianos eran muy generosos. Consideraban un privilegio compartir lo que tenían con sus hermanos necesitados de Judea.

La frase “sigan la senda de la hospitalidad” vierte una expresión griega que transmite la idea de tomar la iniciativa. La Epístola a los Romanos, de C. E. B. Cranfield, traduce así dicha expresión: “Buscad las oportunidades [...] para ser hospitalarios”. Una manera de seguir este consejo sería invitando a alguien a comer, lo cual es una hermosa muestra de amor. Pero si estamos atentos, encontraremos muchas otras oportunidades de ser hospitalarios. Por ejemplo, si no tenemos los medios o las energías para ofrecer a alguien una comida, ¿podríamos invitarlo a tomar una taza de café o de té, o un refresco? Eso también es hospitalidad.

La hospitalidad es una cuestión de actitud. El término griego que se traduce “hospitalidad” está compuesto por dos palabras que significan “amor” y “extraño”. ¿Qué actitud tenemos hacia los extraños, como por ejemplo los extranjeros? Los publicadores que se esfuerzan por aprender otro idioma para predicar a los extranjeros que viven en su territorio están siguiendo la senda de la hospitalidad. Claro, muchos de nosotros no podemos hacer eso. Lo que sí podemos hacer es tratar de ayudar a los extranjeros con el folleto Buenas nuevas para gente de todas las naciones, que contiene un mensaje bíblico en muchos idiomas. ¿Ha tenido usted alguna buena experiencia en el ministerio con este folleto?

10-Pablo escribió a la congregación de Roma: “Vístanse del Señor Jesucristo, y no estén haciendo planes con anticipación para los deseos de la carne” (Romanos 13:14). Los cristianos se visten de Jesús, como si de una prenda se tratara. Procuran imitar sus cualidades y acciones hasta el grado de convertirse en un reflejo —aunque imperfecto— de su Amo (1 Tesalonicenses 1:6).

21 Lograremos ‘vestirnos del Señor Jesucristo’ si nos familiarizamos con su vida y nos esforzamos por vivir como él, imitando su humildad, su amor a la justicia, su odio hacia la impiedad, su amor por sus hermanos, su renuncia a formar parte del mundo y su aguante paciente ante el sufrimiento. No hacemos “planes con anticipación para los deseos de la carne”, es decir, no nos centramos en alcanzar objetivos que satisfagan los deseos carnales. Más bien, antes de tomar una decisión o abordar un problema, cada uno de nosotros se pregunta: “¿Qué haría Cristo? ¿Cómo le gustaría que reaccionara?”.

22 También podemos imitar a Jesús “predicando las buenas nuevas” con empeño (Mateo 4:23; 1 Corintios 15:58). Esta es otra forma en la que los cristianos seguimos el modelo que puso Cristo.