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Régimen de sanidad y arte de bien vivir Antonia Morel d' Arleux Universidad del Franco-Condado (Besaron) Desde principios del siglo XVI y dentro de la humanística cristiana, aparecen señales inconfundibles de una nueva actitud mental y cultural frente a los factores determinantes de la buena salud y de la conservación de la vida 1 . Fuera de los tratados profesionales de medicina fundados todavía en la terapéutica greco-árabe medieval, se desarrolla toda una serie de obras seudocientíficas que intentan renovar el saber medical enriqueciéndolo con teorías filosóficas y morales y planteándolo a nivel de realidades biológicas y sociales concretas, como pueden ser la dieta, el hábito, la educación, la genética, etc. Sus autores, clérigos y laicos, proponen una disciplina a la vez física y espiritual basada en la observación, en el razonamiento y en las experiencias individuales. El régimen alimenticio y la higiene van a ocupar el centro de una nueva concepción del buen vivir. La consideración del cuerpo como un organismo independiente que necesita cuidados especiales se encuentra también en los tratados de preparación a la muerte. La necesidad de imponer la vida terrenal como valor autónomo es un lugar común en la doctrina del bien morir 2 . Las llamadas Artes de bien morir de la época completan su doctrina con las 1 Sobre el tema en general, véase Luis G. Granjel, Historia de la medicina española renacentista, Salamanca, Ediciones Universitarias, 1980, pp. 39-60; así mismo los trabajos franceses siguientes: Jean Ceard, «La diététique dans la médecine de la Renaissance», en Pratiques et discours alimentaires a la Renaissance, Actes du Colloque de Tours, J. C. Margolin et R. Sauzet, dir., 1979, Paris, Maisonneuve et Larose, 1982, pp. 21-36; y finalmente Roland Antonioli, «La diététique dans l'éducation de Gargantua», en La médecine dans la vie et dans l'oeuvre de Frangois Rabelais, Lille, Service de reproduction de théses de l'Université de Lille III, 1977, pp. 180-195. 2 Alberto Tenenti sostiene que desde principios del siglo XVI la conciencia colectiva va cediendo progresivamente a las exigencias de la naciente cultura moderna y de la sensibilidad laica. El hombre afronta su destino orgánico afirmando su amor por la vida y proclamando como valor primordial la existencia terrestre (cfr. II senso della morte e Vamare della vita nel Rinascimento, Turín, Einaudi, 1957, pp. 242-244 y 268-269). Las mismas observaciones aparecen en los análisis sociológicos de la muerte de Sttuíia Aurrci. Actas del lll Congreso ile la AISO, III. Toulouse-Pamplona, 1996 AISO. Actas III (1993). Antonia MOREL D'ARLEUX. Régimen de sanidad y arte de bien vivir

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Régimen de sanidad y arte de bien vivir

Antonia Morel d' ArleuxUniversidad del Franco-Condado (Besaron)

Desde principios del siglo XVI y dentro de la humanística cristiana, aparecen señalesinconfundibles de una nueva actitud mental y cultural frente a los factores determinantesde la buena salud y de la conservación de la vida1.

Fuera de los tratados profesionales de medicina fundados todavía en la terapéuticagreco-árabe medieval, se desarrolla toda una serie de obras seudocientíficas que intentanrenovar el saber medical enriqueciéndolo con teorías filosóficas y morales y planteándoloa nivel de realidades biológicas y sociales concretas, como pueden ser la dieta, el hábito,la educación, la genética, etc. Sus autores, clérigos y laicos, proponen una disciplina ala vez física y espiritual basada en la observación, en el razonamiento y en lasexperiencias individuales. El régimen alimenticio y la higiene van a ocupar el centro deuna nueva concepción del buen vivir.

La consideración del cuerpo como un organismo independiente que necesita cuidadosespeciales se encuentra también en los tratados de preparación a la muerte. La necesidadde imponer la vida terrenal como valor autónomo es un lugar común en la doctrina delbien morir2. Las llamadas Artes de bien morir de la época completan su doctrina con las

1 Sobre el tema en general, véase Luis G. Granjel, Historia de la medicina española renacentista,Salamanca, Ediciones Universitarias, 1980, pp. 39-60; así mismo los trabajos franceses siguientes: JeanCeard, «La diététique dans la médecine de la Renaissance», en Pratiques et discours alimentaires a laRenaissance, Actes du Colloque de Tours, J. C. Margolin et R. Sauzet, dir., 1979, Paris, Maisonneuve etLarose, 1982, pp. 21-36; y finalmente Roland Antonioli, «La diététique dans l'éducation de Gargantua», enLa médecine dans la vie et dans l'oeuvre de Frangois Rabelais, Lille, Service de reproduction de théses del'Université de Lille III, 1977, pp. 180-195.

2 Alberto Tenenti sostiene que desde principios del siglo XVI la conciencia colectiva va cediendoprogresivamente a las exigencias de la naciente cultura moderna y de la sensibilidad laica. El hombreafronta su destino orgánico afirmando su amor por la vida y proclamando como valor primordial laexistencia terrestre (cfr. II senso della morte e Vamare della vita nel Rinascimento, Turín, Einaudi, 1957, pp.242-244 y 268-269). Las mismas observaciones aparecen en los análisis sociológicos de la muerte de

Sttuíia Aurrci. Actas del lll Congreso ile la AISO, III. Toulouse-Pamplona, 1996AISO. Actas III (1993). Antonia MOREL D'ARLEUX. Régimen de sanidad y arte de bien vivir

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consabidas Artes de bien vivir3 en las que se enseña que el hombre, aunque esté de pasosobre la tierra, debe vivir plácida y alegremente el transcurso de su existenciaaprovechándose de los bienes que Dios ha puesto a su disposición. Por supuesto, nocomo propietario, sino como usufructuario. Así considerada, la noción de usufructocomporta el ejercicio de las virtudes indispensables en la hora de servirse de los bienesajenos: sobriedad, templanza, moderación y mesura, son conceptos claves, casisinónimos, en el «arte de bien vivir», que oponiéndose a la codicia y al exceso excluyenel amor exacerbado de los bienes terrenales.

La misma preocupación vital aparece en los Regimientos y en las Artes. A pesar desu marcada tendencia doctrinal, ambos difunden un ideal de vida fundado en el aprecio delas cosas materiales, sugieren delicias y placeres modulados que ponen de evidencia laafirmación renacentista de la carne. Detrás de los imperativos corporales, como prevenirla enfermedad, fortalecer el cuerpo, seleccionar los alimentos y bebidas o hacer ejercicio,se oculta la nueva mentalidad que rechaza el miedo a la muerte.

Por supuesto, la toma de conciencia del propio cuerpo y la extrema vigilancia de lasalud vienen a completar las preocupaciones éticas de los tratados. La civilidad cortesanaque proclama los valores congénitos de un vivir refinado (la elegancia, la cortesía, labelleza, la armonía, etc.), marca los Regimientos de sanidad dirigidos a los nobles conteorías que insisten en la educación de los sentidos hasta entonces considerados comovulgares: el gusto, el olfato y el tacto. El «arte de vivir», sobrio pero saludable,constituye el tema central de reuniones cortesanas alrededor de una mesa bien provista.De manera significativa algunos Regimientos se llaman Banquetes o Convites desanidad A.

Complemento indispensable de toda disciplina espiritual, la salud corporal esnecesaria para combatir los desórdenes patológicos, las llamadas pasiones del ánima quealteran el equilibrio humoral. De aquí que los remedios de la «vera medicina» pasen porel conocimiento de sí mismo, por el control de dichas pasiones y por la perfectaconcordia del cuerpo con el espíritu. Las ideas platónicas y senequistas aportan a losRegimientos y a las Artes una filosofía de la consolación y de la confianza personal queayuda al cristiano a disfrutar el momento presente y a huir de la melancolía y del temorde la muerte. Afirmar así la propia personalidad significa desligarse de creencias

Philippe Aries, L'homme devant la mort, París, Seuil, 1983, t. II, pp. 19-24, así como en Georges Vigarelo,De la sobriété. Conseils pour vivre longtemps de Luigi Cornaro, Grenoble, Jéróme Millón, 1991, pp. 18-24.

3 Véase Antonia Morel d'Arleux, «Los tratados de preparación a la muerte», en Estado actual de losestudios sobre el Siglo de Oro, Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de Oro, M.García Martín, I. Arellano, J. Blasco y M. Vitse, eds., 2 vols., Salamanca, Ediciones Universidad, vol. II,pp. 719-734.

4 Luis Lobera de Ávila, Vanquete de nobles cavalleros e modo de bibir desde que se levantan hastaque se acuestan, y habla de cada manjar, qué complexión y propiedad tiene e qué daños y provechoshaze... [s. 1., s. i., s. a]. La primera edición apareció en Alemania en 1530 (B. N. M.: R. 1750). Se vuelve aeditar en Alcalá de Henares por Joan Brocar, en 1542, bajo el título Vergel de sanidad y orden de bivir ansíen tiempo de sanidad como de enfermedad. Así mismo véase Pedro Mejía, «Los dos coloquios del convite»en Diálogos o coloquios, Sevilla [s. i.], 1547, B. N. M.: R. 3791. (Cito por la edición Diálogos del ilustrecaballero Pero Mexía, Madrid, Francisco Xavier García, 1767, pp. 70-123).

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esotéricas, incidencias extraordinarias y poderes invisibles que los anteriores Regiminamedievales derivaban a la astrología, alquimia, cabalística y fascinología. En las nuevasobras, el autor se declara el transmisor de las corrientes científicas que, en su opinión,son eficaces, de sus propias experiencias, y procura de esta manera ser útil a su prójimoeconomizándole la visita al médico.

DE LA PREPARACIÓN A LA MUERTE A UN ARTE DE BIEN VIVIR

En las Artes de bien morir y bien vivir que suceden a las Ars moriendi del siglo XV,los preceptos desligados del peso iconográfico de las escenas de lucha contra el demoniodurante la agonía, sugieren sobre todo el ejercicio de una religiosidad cotidiana, vigilantey activa5. La conservación de la salud, las buenas condiciones físicas son indispensablespara acumular el material espiritual necesario que asegure un lugar en el cielo. La vidaya no se presenta como un paso fugaz sobre la tierra o como una mísera estancia, sinocomo un periodo digno de prolongarse y de vivirse sana y santamente. Ayudado por lavirtud de la templanza, el cristiano podrá servirse sin temor de los bienes materiales queson necesarios al cuidado y conservación de su cuerpo.

Los tratados de inspiración erasmista insisten en la preparación de un cuerpo sano ypurificado por un régimen de sobriedad capaz de conducir a una muerte sin sufrimientosy sin tentaciones. Erasmo, en su Enchiridium y en su De preparatio ad mortem, comodice Marcel Bataillon «multiplica las comparaciones de la vida del cuerpo para despertaren el hombre el sentimiento de una vida más preciosa»6. En sus Coloquia, el humanistaholandés ataca las tendencias hipócritas de una educación rutinaria que impone abstenersede alimentos materiales para después manchar el alma con alimentos inmundos7.

De la misma manera, Alejo Venegas critica la práctica del ayuno «ilegítimo» en suAgonía del tránsito de la muerte. Para él, la muerte se convierte en algo más que unpaso a la otra vida: es la inspiradora directa de toda una serie de medidas éticas que tienenque realizarse a lo largo de la existencia y que constituyen el aparejo cotidiano para laeternidad. Sus palabras al propósito adquieren los acentos erasmistas:

5 Morel d'Arleux, op. cit., pp. 724-727.Marcel Bataillon, Erasmo y España, México-Madrid-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,

1991, p. 193.7 Erasmo expresa su opinión sobre el ayuno en varias ocasiones, principalmente en sus Convivía y

en el Enchiridium. En este último tratado escribe: «Ayuno. Buena obra es esta a lo que parece de fuera.Mas, ¿a qué te tira esa abstinencia? Si es porque lo manda la Iglesia bien hazes, mas si es por codicia deahorrar gasto o porque quieres ser tenido por santo, ya tu ayuno va enlodado» (Bataillon, op. cit., p. 197).En el Banquete profano, uno de los convives, Christian, exclama: «Mañana es un día de ayuno prescrito porla Iglesia. Proveeros contra el hambre ahora, cargad el navio en previsión de la tempestad que amenaza; laguerra es inminente, armad vuestro estómago de víveres» (cfr. Erasmo, Convivium profanum, en Erasme:cinq banquets, ed. J. Chomarat y D. Menager, París, Vrin, 1981, p. 50).

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El que come por comer y duerme por dormir, come y duerme como las bestias que no tienenotro fin. Desta manera el que vive por vivir, vive mal, mas ha de comer para vivir y vivirpara servir a Dios8.

Adoptar una práctica alimenticia adecuada a cada complexión significa a los ojos delmaestro Venegas una buena medida preventiva contra la debilidad del «agonista» ante losataques del demonio. Apoyándose en Galeno, teoriza sobre las diferencias humorales yexplica su estrecha relación con las pasiones del ánima. Al final, llega a la conclusión deque los pecados proceden de las malas condiciones del organismo9.

La terrible idea de la agonía desaparece en la obra diluida en los sucesivos momentosdedicados al cuidado del cuerpo, un cuerpo en estrecha relación con la Naturaleza.

Otros autores como Bernardo Pérez de Chinchón en su traducción del Preparatio admortem10, y el anónimo traductor del Carro de las donas de Francesc Eximenic, reflejanen sus obras las ideas erasmistas del bien vivir, aconsejando una alimentación sana para«prevenir la enfermedad de la muerte»11.

A finales del siglo XVI, las Artes de bien morir que siguen las enseñanzas delCardenal Belarmino contienen todavía la filosofía corporal de la presentación a lamuerte. En el mundo en que el cristiano tiene que vivir y santificarse, la moderación y latemplanza no son únicamente las leyes que deben regir la conducta, sino las virtudes quedebe poseer todo el que quiera salvarse. El hombre sobrio debe evolucionar según larazón y no según las pasiones. Así mismo, la muerte se ve sometida a la ley de lamesura12.

Sin embargo, en el siglo XVII, la pedagogía del bien morir, bajo la aplicación de lasmedidas contrarreformistas, perderá su dimensión «profana». La ética del bien vivirdesaparecerá incluso en los títulos de las Artes, dará paso a una disciplina corporalrigurosa fundada en el sacrificio, ayuno, penitencia y abstinencia, revalorizando «labuena muerte» que privilegia la enfermedad purificadora13.

8 Alejo Venegas, Agonía del tránsito de la muerte, Toledo, Juan de Ayala, 1555. Cito por la ediciónde Miguel Mir, NBAE, XVI, Madrid, Bailly-Baillére, 1911, p. 123a.

9 Alejo Venegas, op. cit., pp. 183b-189a y 23a.10 Erasmo, Preparación y aparejo para bien morir, trad. de Bernardo Pérez de Chinchón, Anvers,

Martín Nució, 1555. B. N. M.: U. 3951 («Prólogo al lector»).11 Francesc Eximenic, Tratado de la vida y de la muerte del hombre cristiano o Carro de las donas,

Valladolid, Juan de Villaquirán, 1542, ff. iiij y vii, B. N. M.: 8495.12 La obra de San Roberto Belarmino circuló por España durante la segunda mitad del siglo XVI en

latín. Fue traducida al castellano en el siglo XVII. Véase la traducción de Jerónimo de Funes, Arte de bienmorir, Barcelona, Sebastián y Jayme Materad, 1624, B. N. M.: R. 22979. Véanse igualmente los tratadossiguientes: Libro intitulado de la salud del cuerpo y del alma, Medina del Campo, s. i., 1597, B. N. M.: R.6838; Andrés Bonilla Calderón, De cómo se debe regir el christiano para vivir buena y concertada vida yprepararse para una buena muerte, Granada, Pedro de la Cuesta, 1619; Fray Luis de Fondoni, De la muertey del modo de aparejarse para ella, Valencia, Chrisóstomo Garríz, 1621, y Fray Alonso de Vascones,Pictima del alma en vida y en muerte para ayudar a bien morir y aprender a bien vivir, Madrid, JuanGonzález, 1624.

13 Morel d'Arleux, op. cit., pp. 728-730 y «Arte de bien morir en los conventos femeninos del sigloXVII» en / Congreso Internacional del Monacato Femenino en España, Portugal y América, León,Secretaría de Publicaciones de la Universidad, 1993, t. II, pp. 91-104.

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ETICA Y DIETÉTICA DEL BIEN VIVIR

Si los filósofos y moralistas relacionaron la preparación espiritual con el régimenalimenticio, los autores de los Regimientos de sanidad, científicos y profanos, van amanifestar la misma preocupación. El axioma aristotélico, «quod animi mores corporasequuntur», será el lugar común alrededor del cual va a girar la materia médica. El doctorFrancisco Vargas, cuando elogia uno de los tratados de su colega Luis Lobera de Ávila,señala la obligación cristiana de restaurar y conservar la salud porque la considera comoel fundamento de toda armonía social: «Sin ella ni el sabio acierta, ni el bueno obra, nipelea el soldado, ni gobierna el capitán, ni hace la reja el herrero, ni el arca elcarpintero»14.

Otros médicos célebres como Cristóbal Méndez, Nicolás Monardes y FranciscoNúñez, se expresan del mismo modo en el prólogo de sus obras15.

Pero si la salud proporciona una existencia apacible y alegre, permitiendo que cadauno ejerza bien su oficio, la prolongación de la vida llega a ser el imperativo al quetodos los individuos deben aspirar. De aquí la importancia de la sobriedad para vivirmuchos años. Cristóbal Méndez escribe: «Los bien regidos y moderados por haber sidotemplados y haberse gobernado con orden viven largo tiempo»16. La finalidad ética de suLibro del exercicio corporal se encuentra explicada por una serie de reglas dietéticas:

Este régimen de sanidad no es para los que tienen por Dios el vientre, satisfaciendo sudesordenado apetito, sino para los hombres bien gobernados deseosos de viviralegremente la vida que Dios le diere, sin achaques17.

La dieta, es decir «la tasa y regla en el comer y en el beber», como la define el doctorFrancisco del Rosal18, es el eje de la nueva orientación de los Regimientos del siglo

14 L. Lobera de Ávila, Libro de las quatro enfermedades de los cortesanos, que son: catarro, gotaarthética, sciática, mal de piedra y de ríñones, de hígado, e mal de bubas y otras cosas útilísimas, Alcalá deHenares, Juan de Brocar, 1544, «El doctor Francisco de Vargas al benévolo y humano lector», f. ij.

15 Cristóbal Méndez, Libro del exercicio corporal y de sus provechos, por el qual cada uno podráentender qué exercicio le sea necesario para conservar su salud, Sevilla, Gregorio de la Torre, 1553,«Tractado Primero. Capítulo Primero: "Qué sea salud"», ff. v-vi, B. N. M.: R. 12270; véanse también:Nicolás Monardes, Sevillana medicina de Juan de Avinón que trata el modo conservativo y curativo de losque habitan la muy insigne ciudad de Sevilla, la qual sirve y aprovecha para qualquier otro lugar destosreinos, 1545 (cfr. ed. de Javier Lasso de la Vega y Cortezo, Sevilla, Enrique, 1885, p. 2); y, finalmente,Francisco Núñez de Coria, Aviso de sanidad, del pan y carnes, pescados y cosas de leche y huevos,Madrid, Pierres Cusin, 1562, B. N. M.: R. 10204, «Prólogo».

16 Méndez, op. cit., f. iv.17 Ibid., f.vii.18 Francisco del Rosal, «Dieta», en Alfabeto primero de origen y etimología de todos ¡os vocablos

originales de la lengua castellana, 1601, ed. facsímil de Manuel Alvar Esquerra, Madrid, C.S.I.C, 1992, p.265. Las alusiones a la medicina abundan en la obra, así muchos vocablos se explican desde la ópticamédica, incluso a veces la asimilación nos parece muy forzada. Por ejemplo, al definir el vocablo «escaso»dice: «De "esca", comida, por la gran tasa, regla y medida que nuestros antepasados pusieron en elcomer»; así mismo definiendo la palabra «mesa» escribe: «del latín "mensa", que es medida, por la que se

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XVI. Además, el vocablo «regimiento» sinónimo de dieta, ya ha perdido el carácterrígido, casi militar, que definía en la Edad Media una práctica medical severa yrutinaria19, para significar ahora una higiene de vida reglamentada que preserva ymantiene la salud. La definición que dos siglos después da el Diccionario de Autoridadesconvenía ya en aquella época: «el modo de regirse o gobernarse en la comida y en labebida, especialmente con moderación y templanza»20.

Pero todo precepto que propone para cuidarse un comportamiento restrictivo seconvierte irremediablemente en reserva moral. La nueva existencia sugerida por elrégimen conlleva una renuncia. El hecho de adoptarla significa que la misma vigilanciareiterada con espíritu de control, con el dominio de sí mismo que comporta, puedeproporcionar a la larga la satisfacción del deber cumplido, lo que eleva la obligación alnivel de la complacencia y hasta del placer voluptuoso21. Inspirándose en Platón, elveneciano Platina escribe a finales del siglo XV su De honesta voluptate, iniciando asíla corriente dietética basada en un placer moderado. Dicha corriente se difundirá por todaEuropa durante la primera mitad del siglo XVI. Platina, en el prólogo de su obra,advierte a los lectores que está buscando el verdadero placer que se encuentra en la buenaobservancia de la templanza y la mesura, en el buen vivir22.

A la dietética de la sobriedad corresponde cierta ética sensual que encuentra en losConvivía de Erasmo el marco ideal para desarrollarse. Siguiendo a Platina, el humanistaparece buscar en el banquete el arte de restaurar a la vez el cuerpo y el espíritu. En elBanquete profano, además de precisar un régimen alimenticio refinado y conveniente quedebe reglamentar toda sociedad armoniosa, pone en boca de Agustín la mejor réplicaplatiniana sobre el placer controlado:

dice en el comer, y así "aza", la del vino, como tasa, porque ha de ser tasado y medido el comer y el

beber».19 «Regimiento: manera de regir», en J. Coraminas, Diccionario crítico etimológico de la lengua

castellana, Madrid, Gredos, 1983. La idea de reglas o preceptos que sirven para regir el concierto en la

comida y en todo lo demás tocante al enfermo, la expresa Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana

o española, (Madrid, Turner, 1979), Í . V. regla. Lo que viene a corroborar el alcance restringido y

específico de los Regimina medievales, que sólo dictaban normas para curar las enfermedades y no para

prevenirlas.2 0 Diccionario de Autoridades, 1726, ed. facsímil, R.A.E., Madrid, Gredos, 1979.21 Véanse al respecto las consideraciones utópicas de Tomás Moro que incitan a la búsqueda de

sensaciones íntimas y exquisitas para alcanzar la plenitud a través de los momentos de la vida más banales

y cotidianos. Cfr. De óptimo reipu., statu., deque nova ínsula utopia libellus vareaureue..., Basileau, Ioannes

Frobenius, 1518, B. N. M.: R. 40494. Cito por la edición Voyages au pays de nulle part, Paris, Robert

Laffond, 1990, pp. 172-173.2 2 Platina (pseudónimo de Bartolomeo Sacchi), De honesta voluptate, Roma, 1473, B. N. M.: R. 2i-8,

traducido y adaptado por Desdier Christol bajo el título Platina en francoys, le livre d'honneste volupté et de

toutes viandes et chases que l'homme mange, quelles vertus ont, et en quoy nuysent ou proffitent au corps

humain..., Lyon, 1505.

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Si fuera soberano pontífice, exhortaría a todos los cristianos a vivir en una constantesobriedad [...] daría a cada uno el deseo de comer cualquier alimento para la salud delcuerpo, con la única condición de que sea con moderación y con acción de gracias23.

El acto de bendecir la mesa encuentra en el gesto del anfitrión Dromón el reflejo delmás puro espíritu de devoción cristiana significativo de un consentimiento divino.

También aparece explícito el elogio de los banquetes en las obras de algunoserasmistas. Pedro Mexía en su coloquio El convite, además de sugerir un régimen desanidad conveniente, señala que los banquetes no solamente deben permitirse, sino queson necesarios y provechosos, ya que Cristo los aprobó y autorizó teniendo a bienencontrarse en ellos24. Igualmente Antonio de Torquemada defiende las ventajas de labuena alimentación que permite conservar la salud, aunque al mismo tiempo denuncialos daños que se siguen de comer con exceso. Por consiguiente, concluye: «la multitudde platos estragan y corrompen los humores, destruyen y desconciertan el organismo»25.

En efecto, la ola creciente de banquetes suculentos que nobles y caballeros tenían porcostumbre celebrar, provoca un movimiento de protesta y de reprobación que afecta a losRegimientos europeos. En Francia, Nicolás de la Chesnay traduce en 1507 la obra deBenito de Norcia, titulándola La nef de la santé, en la que incluye un tratadito de lacondenación de los banquetes y del elogio de la dieta y de la sobriedad. La obra denunciaostensiblemente la glotonería y la embriaguez que pueden provocar el desequilibrio delos humores y desencadenan las pasiones del ánima26.

En España, la parte doctrinal de los Regimientos que desarrolla el tema del freno delas pasiones, procede de las teorías de Avicena y de Galeno que Arnaldo de Villanovainterpretó en el siglo XIV27 y que seguirán en vigor en algunos tratados científicos del

23 Erasmo, Le banquet profane, ed. J. Chomarat y D. Menager, p. 51 .24 Pero Mexía, «Coloquio del Convite», en Diálogos, pp. 70-123.2 5 Antonio de Torquemada, Colloquio que trata de la desorden que en este tiempo se tiene en el

mundo y principalmente en la christiandad, en el comer y bever, con los daños que della se siguen, y quan

necesario sería poner remedio en ello..., Mondoñedo, Agustín de Paz, 1553, B. N. M.: R. 3243. Cito por la

edición de M. Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, II, NBAE, vol. VII, Madrid, Bailly-Baillére, 1907,

pp. 524-526. Véase también el «Diálogo de la cena» de Pedro de Mercado, en el que el autor opone el

deleite que produce comer bien con moderación al mal regimiento que provocan los manjares consumidos

abundamente (cfr. Diálogos de filosofía natural y moral, Granada, H. de Mena, R. Robert, 1558, B. N. M.:

R. 1025).2 6 Nicolás de la Chesnay, La nef de la santé, avec le gouvernail du corps humain et la condennation

des banquetzs, et la louenge de la diépte et sobriété, et le traietié des passions de lame traduit de Benott de

Norcia, Paris, Anthoine Vérard, 1507, B. N. P.: Res. TclO 51A, f. iüi.2 7 El De virus coráis de Avicena trata del origen de las pasiones del ánima, la alegría, la cólera, la

tristeza, sentimientos susceptibles de causar o de curar las enfermedades. Las influencias del

temperamento sobre el espíritu son analizadas por Galeno en algunas de sus obras, como el Liber de

ingenio sanitatis, el Liber de regimine sanitatis y el Liber virtutibus naturalibus. Igualmente Arnaldo de

Villanova, en el siglo XIII, recoge las teorías de Avicena, Averroes y Abulcasis en su Régimen sanitatis,

que se publicó en la Escuela de Salerno con el título de Régimen salernitatum, desde 1470. Para un estudio

completo del personaje y de su obra, véanse: Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos, Madrid,

B.A.C., 1965, pp. 479-512; y Juan García Font, Historia de la alquimia en España, Madrid, Editora

Nacional, 1976, pp. 115-136.

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siglo XVI28. De igual modo, la reprobación de los banquetes se encuentra en los tratadosmedicinales de los doctores de Carlos V, Francisco de Villalobos y Luis Lobera deÁvila29. A veces las críticas se confunden con los ataques a las teorías platinianas delplacer. Gaspar de Tejada edita en 1548 su Banquete virtuoso, obra que imita a losRegimientos, pero que olvida significativamente el aspecto corporal y consagra sudoctrina a ensalzar las virtudes cardinales y a vituperar a los que tienen el deleite comonorte de su conducta30.

Pero si los Banquetes de sanidad de los humanistas intentan asociar el placer a lasabiduría, la dietética a la ética, con la buena intención de mejorar la calidad de vida enuna sociedad que aspira a vivir de manera refinada, los Regimientos van a poner alservicio de la medicina teorías filosóficas que completan esta visión.

DE LA PEDAGOGÍA DE LA SALUD AL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

La preocupación humanista de asociar la civilidad al cultivo del placer corporalmoderado y reglamentado procede igualmente del pensamiento filosófico de Erasmo y deLuis Vives. Sin entrar en detalles, conviene recordar la deuda contraída con los manualesconsagrados a la educación de los niños. El De civitate morum puerilium y el De rationestudii pueribus contienen algunos capítulos sobre la dieta31. Pero sobre todo en laIntroducción a la sabiduría, Luis Vives dedica parte de su materia pedagógica al régimende sanidad y a la higiene de vida: administración de alimentos, regularización del sueño yejercicio físico. En estos tres terrenos, se trata de buscar no tanto el placer como el talempleo de las fuerzas corporales y espirituales. Procura encontrar un régimen ideal de

28 Las ediciones españolas más conocidas son: en latín, la del doctor Diego Álvarez Chanca, Hispali,Jacobum Cromberger, 1514, B . N. M.: R. 16441; en castellano, la de Juan Lorencio, incluida en el Libro demedicina de Macer, Granada, Andrés de Burgos, 1518, B. N. M.: R. 9017; la anónima, titulada Thesoro depobres, con el regimiento de sanidad de Arnaldo de Villanova, Burgos, Alonso de Melgar, 1524, B. N . M.:R. 13136; y para terminar, el «Tratado de refrenar las pasiones del ánima» recopilado por Alonso deChirinos en su Menor daño de medicina, Sevilla, Juan Cromberger, 1538, B. N. M.: R. 2457.

29 Lobera de Ávila comienza su Vanquete de nobles caballeros e modo de bivir con las frasessiguientes: «Porque los cavalleros y señores ansí de España y de Francia y de Alemania, como de Italia yde otras partes, usan agora y tienen mucho en costumbre de hazerse los unos a los otros vanquetes y bever"autant" que agora dizen. Diré unas cosas que el buen vanquete ha de llevar e los daños que de usarlosmucho se siguen, y particularmente de cada uno que en los tales vanquetes entra, y el daño y provecho quehazen y sus complexiones» (op. cit., «Prólogo»). En sus Diálogos de medicina, el doctor López deVillalobos reprueba los banquetes y recomienda levantarse de la mesa con hambre: «Porque la gente se hadado / al muy sobrado comer, / que el muy harto no ha plazer / antes se halle lisiado, / que dar con hambrees buen modo / para gozar la comida / y es penosa y triste vida / andar harto el tiempo todo». Cfr. FranciscoLópez de Villalobos, Los problemas [...] que trata de los cuerpos naturales y morales, y dos diálogos demedicina, Zaragoza, Georges Coci, 1554, f. xix, B. N. M.: R. 31738.

30 Tejada, apoyándose en la autoridad de Séneca, afirma que el deleite sólo procede de las cosas«torpes, civiles y bajas»: «Pussieron en torpe lugar nuestro bien / aquellos que juntan virtud con deleyte / yassí se depinta tan pérfido afeyte / [...] que mal encadenan el mal con el bien». Cfr. «Contra los que dijeronque el deleyte era un bien», Memorial de crianga y vanquete virtuoso para criar hijos de grandes y otrascosas, Caragoca, Georges Coci, por Pedro Bernuz, 1548, B. N. M.: R. 30423.

31 Erasmo, De civitatem morum puerilium, Parisiis, Christiani Wecheli, 1537, B. N. M.: U. 1739; LuisVives escribe su De ratione studii pueribus en 1523.

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comidas y una conducta cotidiana en la que la limpieza se aplique a la vez al cuidado delcuerpo y del espíritu32.

Por el contrario los Regimientos, por su especificidad científica, conceden mayorimportancia al cuidado del cuerpo. Sus autores, eclesiásticos o laicos, los dedican enparticular a sus superiores, amigos o gente pobre de un lugar, y, en general, a todos losque deseen curarse y vivir con salud sin necesidad de recurrir al médico. Ordenadosmetodológicamente alrededor de los dos ejes ya definidos, ética y dietética, su estiloretórico es demostrativo. Dentro de la ética se incluyen: la organización de los horariosde comida, del sueño, de los baños, del ejercicio y de las relaciones sexuales, así como elorden en el que se deben tomar los alimentos. Del dominio de la dietética son losconsejos sobre el valor nutritivo y sobre las propiedades de los alimentos, los daños ybeneficios que procuran, las normas para condimentarlos, cómo evitar las enfermedadesy, en algunos casos, se añade un repertorio de remedios cuyos componentes naturalesproceden del reino vegetal. El escritor «naturalista» compone su propio programabasándolo en sus experiencias personales, en el culto a la Naturaleza y declara siempreestar al servicio de la verdad.

En 1518, Juan Lorencio dedica al Arzobispo de Granada su Libro de medicina con laintención de servirle eficazmente en sus problemas de salud. También lo destina a todoslos hombres que «no tienen hacienda ni un médico a mano»33. Traductor del filósofonaturalista Macer, Lorencio subraya la necesidad de servirse de la razón y delconocimiento de sí mismo para dominar la mala inclinación que lleva a los hombres adesear una gran variedad de alimentos en cada comida. En el capítulo titulado «Maneracomo se debe el hombre de ayunar», explica la utilidad de seleccionar los manjares quecrían buena sangre y, por lo tanto, buena complexión, cualidades necesarias parafavorecer las buenas costumbres y estimular las virtudes34.

Tampoco el traductor del maestro Juliano era médico. En su Thesoro de pobres de1524, propone un Regimentó para que los hombres se sepan curar solos. Aconseja notener en cuenta los pronósticos ni las recetas de los doctores. En una prosa más bienlacónica y científica, donde abundan los términos que definen la sobriedad («razonable»,«conveniente», «templado», «discreto», etc.), expone las teorías dietéticas del bien

32 Luis Vives, Introductio ad sapientiam, Brugis, Huberti de Josek, 1524. Traducido al castellano porDiego de Astudillo, Introducción a la sabiduría, Anvers, Juan Steelsio, 1558, B. N. M.: R. 1600.

33 Juan Lorencio Otevanti, natural de Florencia, vivió en Valladolid durante la primera mitad del sigloXVI. Cfr. «Prólogo» y capítulo 1 en Libro de medicina llamado Macer [...] que trata de los mantenimientos[...].

34 Ibid., capítulo 1: «El hombre puede servirse de las cosas buenas creadas por Dios para elmantenimiento de su vida y su salud... y conocer las cosas contrarias para que se pueda guardar dellas conentendimiento bueno».

35 Cfr. «Prólogo» en Thesoro de pobres con un regimiento de sanidad [...]. En el capítulo 3 delRegimiento, el autor anónimo escribe: «Conviene a los hombres seguir lo que más agrada a la natura deaquella complexión singular que lo prueba y lo sabe que es mejor para él, y lo más le cumple». Al finaltermina confirmando el interés que supone disponer del tratado en casa: «Obra útilísima en medicina, talque en los lugares donde fácilmente no se pudiere haver médico cada qual lo podrá ser de sí mesmo,

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Mucho más original y ameno es el Regimiento que en 1541 edita en Sevilla elclérigo Fernán Flores. Tomando parte de su materia científica del doctor italiano MiguelSavonarola, confiesa escribir una obra que califica de «familiar», a partir de susexperiencias y de sus lecturas. En su dedicatoria al Duque de Medinasidonia, se excusa demeterse en un terreno que no es de su incumbencia, ya que su profesión es la de«medicar ánimas»36. Para el canónigo Flores, cada hombre debe vigilar su organismo,reconocer y seleccionar los alimentos que le convienen y establecer su propio régimen,siempre atento a todo lo que pueda alargar su vida.

Aunque el plan de la obra sigue de cerca la tradicional división de los Regimientosen lo que se refiere a los alimentos «no naturales» que rigen el organismo37, el relatoseudocientífico aparece constantemente interrumpido por anécdotas, refranes y ejemplossacados de la vida cotidiana y narrados con auténtico gracejo andaluz. Nos sorprende subenevolencia a la hora de hablar del acto sexual o del consumo del vino. Las ventajasque se derivan del uso moderado del coito sobrepasan los perjuicios que tal acto acarrea.Comenta al propósito: «Si es debidamente hecho, torna al hombre osado, alegre, ligero;duerme y come mejor, conforta la virtud y aún quita el dolor de cabeza»38.

Como algunos de los autores de Regimientos, indica la época y el momentoadecuado para practicarlo. Así dice: «En la primavera se hace mejor y más suavemente sino estuviese en medio la Cuaresma y Cuatro Témporas; en estío, mucho menos poraquello que dice el proverbio, "Junio, Julio y Agosto, señora no os conozco" y menos

porque guiado por este Regimiento, vivirá sano y si alguna enfermedad sobreviniere, por él se podrácurar», ibid., f. xxx. v.

36 Cfr. Regimiento de sanidad de todas las cosas que se comen y se beven, con muchos consejos,interpretado de la lengua latina e italiana de Miguel Savoranola de Ferrara en lengua castellana por elpronotario Fernán Flores, canónigo de la Iglesia colegial de Jerez de la Frontera, Sevilla, Dominico deRobertis, 1541, B. N . M.: R. 1714. En su dedicatoria al Duque de Medinasidonia escribe: «Este tratado bienpuede ser reprehendido de presumptuoso porque quiero meter la voz en miesse agena, que siendo yosacerdote cuya profession es de medicar ánimas, he querido componer este tratado, [...] pero bien dice elproverbio que no hay mejor médico que el bien acuchillado».

37 El galenismo medieval estaba ordenado conforme al esquema de las seis cosas no naturales queconservan la vida y preservan el cuerpo de la enfermedad, es decir: el aire, la comida y la bebida, elejercicio y el reposo, el sueño y la vigilia, la excreción y la secreción, y finalmente, las pasiones del ánima.Las cosas naturales se refieren a la fisiología, son: los elementos, los temperamentos, los humores , laspartes, los miembros, las facultades, las acciones y sus espíritus con sus anejos: la edad, el sexo, el color, lasalud de las partes orgánicas, el t iempo, la región, la manera de vivir, etc. Las cosas contranaturales, sonlas que se derivan de la terapéutica: antídotos y preparaciones farmacéuticas. Algunos aspectos de la visióndel cuerpo en los tratados de medicina cortesana han sido analizados por Jeanne Allard en «Le corps vupar les traites de diététique dans l'Espagne du Siécle d'OD>, en Le corps dans la société espagnole des XVIeet XVIIe siécles, Etudes réuníes et présentées par Augustin Redondo, París, Publications de la Sorbonne,1990, pp. 91-101.

38 Cfr. Regimiento de sanidad, op. cit., f. giiij. A menudo, en los tratados de medicina de la época, seobserva una actitud positiva, favorable a la práctica sexual moderada y sana. El doctor Juan Méndez Nieto,en sus Discursos medicinales que tratan de las maravillosas curas y sucesos [...] afirma rotundamente: «Nose hallará hombre que sea continente y casto si no fuera por especial privilegio y gracia de Dios», en Viday obra de Juan Méndez Nieto, ed. Luis G. Granjel, Salamanca, Universidad, 1989, Libro 3, Discurso 25 , p .435.

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que todos los tiempos no se debe usar el otoño, pues ya se dice: "Si quieres estar sanoen otoño, apártate del cono"»39. En cuanto a la forma conveniente, será la posición «acaballo» porque dice que esta «pelea» hecha en pie es dañosa y de gran peligro.

También Flores intenta ser a la vez teológico y científico. Para él, cada hombre tieneun número determinado de días en su existencia, pero los ignorantes del régimen y delbuen orden de vida mueren antes del curso de su naturaleza. Para terminar surazonamiento, expone la conocida metáfora del fuego: el calor natural alimenta elinterior del cuerpo que es asimilado a la candela, la llama que alimenta la vida.Guardando la moderación en todas las cosas, la mecha empapada de aceite puedeconsumirse paulatinamente, de aquí la necesidad de regenerar la candela con materiaspuras40.

En las últimas décadas del siglo XVI, aparece todavía una obra que se puede situar enla trayectoria final de los Regimientos. Se trata de la Nueva sabiduría de la naturaleza delhombre que Miguel de Sabuco edita en nombre de su hija Oliva. El tratado contiene uncoloquio del «conocimiento de sí mismo» para que los hombres «entiendan su naturalezay sepan las causas naturales porque viven, mueren o enferman y así podrán vivir feliceshasta llegar a la muerte natural de vejez y pasarla sin dolor»41.

Por las materias tratadas, podemos asegurar que la obra pertenece a la serie de «artesde bien morir y de bien vivir» de espíritu erasmista. Sin embargo, el copioso contenidofilosófico-científico la coloca más bien dentro de la línea de los Regimientos de sanidad.Desde el principio, con franqueza inusitada, el autor critica y elogia el saber de la «veramedicina»42. Inspirándose en Platón, declara que la salud procede de la concordia del almay del cuerpo. Sostiene la importancia de la dieta y reconoce la necesidad de la templanza:«señora y gobernadora de la salud»; de la mesura: «hay que saber tomar el medionecesario de todo bien»; y para terminar, hace una apología entusiasta de la alegría,contento y placer para gozar los bienes que en este mundo Dios ha puesto a sudisposición43. Pero ante todo para bien regir y conservar la salud hay que componer elánima con el cuerpo, suprimir la discordia con toda una serie de efectos físicos quepurifican el espíritu: expulsar la enfermedad estornudando, destilar las narices, atraer losmalos humores de la boca, escupir, llorar, sudar y evacuar. Así el cuerpo contribuirá aelevar el espíritu hasta el supremo bien. En resumen, el conocimiento y el controlpropio del organismo es la mejor arma para luchar contra la muerte y la tristeza.

Desde el principio del siglo XVI, todo el saber de la medicina se pone en tela dejuicio. La observación del cuerpo, el razonamiento fundado en la experiencia hacenoscilar las convicciones rutinarias, los dogmas y supersticiones de la doctrinaescolástica. Los Regimientos de sanidad y las Artes de bien vivir humanistas desarrollan

39 Cfr. Regimiento de sanidad, f. gvi.40 Cfr. íbid., f. xii.41 Oliva de Sabuco, Nueva sabiduría de la naturaleza del hombre no conocida ni alcanzada [...] la

qual mejora la vida y salud humana, Madrid, P. Madrigal, 1587, B. N. M.: R. 976.42 La obra contiene un Diálogo de la «vera medicina» en el capítulo titulado «Coloquio de auxilios y

remedios con los quales el hombre podrá entender, regir y conservar la salud», cfr. Nueva sabiduría de lanaturaleza del hombre, p. 177.

43 Ibid., pp. 271 y ss.

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una pedagogía de la salud que profundiza en el terreno del dominio y de la vigilancia delcuerpo, con todo lo que el cuidado personal comporta de hedonismo. Insistiendo en lavirtud de la sobriedad, transforman el ascetismo espiritual en culto de la vida, enpreocupación por el honesto placer.

A través del régimen y de la higiene, descubrimos una nueva sensibilidad que aspira aconservar y a prolongar la vida, lo que al mismo tiempo nos revela una conciencia másprecisa del tiempo, una mejor apreciación de la intensidad, como si el hombre quisieraconjurar, por el conocimiento del cuerpo, la enfermedad, la tristeza y la muerte.

En los dos tipos de tratados, la orientación hacia el momento presente se focalizahacia el propio individuo que busca por sí mismo sus propias reglas de bienestar fuera dela concepción cristiana de la eternidad celeste.

Mentalidad y comportamiento que sin duda reflejan los nuevos cambios sociales yculturales que afectan a la Edad Moderna: el crecimiento de la esperanza de vida, el accesomás libre a los placeres del cuerpo y la mayor importancia concedida a los detallescotidianos.

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