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REFLEXIONES SOBRE LA RURALIDAD: IDENTIDAD Y CULTURA CAMPESINA USMEÑA. UNIVERSIDAD DEL BOSQUE ESPECIALIZACION EN PSICOLOGIA SOCIAL, COOPERACION Y GESTION COMUNITARIA. POR: ANDREA MILLÁN HINCAPIE.

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REFLEXIONES SOBRE LA

RURALIDAD: IDENTIDAD Y

CULTURA CAMPESINA

USMEÑA.

UNIVERSIDAD DEL BOSQUE

ESPECIALIZACION EN PSICOLOGIA SOCIAL, COOPERACION Y GESTION COMUNITARIA.

POR: ANDREA MILLÁN HINCAPIE.

La aventura que voy narrar en estas líneas, inició aproximadamente en el mes de

septiembre del año 2011, en un lugar llamado Vereda Olarte, cuando mi compañero y

yo, decidimos hacer un ejercicio de investigación cualitativa con la comunidad campesina

de Usme en la ciudad de Bogotá. El acercamiento inicial se hizo desde mi rol laboral en

una ONG Española, allí empecé a “leer” algunas narrativas

de las mujeres campesinas que decidieron optar por trabajar

las huertas caseras como modelo productivo y no como un

ejercicio doméstico tradicional. Allí me di cuenta de la

importancia del rol de la mujer campesina en la economía

familiar y su empoderamiento comunitario a través de su

derecho al trabajo de la tierra.

Posteriormente percibí que la comunidad campesina

de las diferentes veredas tenían otras prepcupaciones que se habían empezado a tornar en

conflictos sociales y territoriales, dados por la lucha y resistencia campesina ante el

fenómeno político de la expansión urbana, a través de la

implementacion de las estrategias y herramientas del Plan

de Ordenamiento Territorial (POT), es decir la pretención

gubernamental de correr el borde urbano e invadir la zona

rural, zona que por siglos se ha caracterizado por ser

eminentemente agrícola y pecuaria como modelo

económico y social ancestral. Para comprobar mi hipótesis,

que día tras día leía en las miradas, voces y relatos

campesinos, en encuentros esporádicos, formales y no

formales, decidí con mi compañero de trabajo de grado hacer un ejercicio de identificación y

elaboración de un diagnóstico participativo de las problemáticas percibidas por los

habitantes de la de la zona rural en general. El hallazgo fue la confirmación de mi

hipótesis, “ el conflicto que estaba causando la expansión urbana” y ahora la pregunta

debia trascender ¿Si la expansión urbana estaba afectando a la población usmeña, de qué

manera la estaba afectando? ¿Y en qué medida? Surgió así, la idea de plantear un

ejercicio de Investigación Acción Participativa para la construcción de un glosario desde

la voz y narrativas campesinas acerca, de lo que para ellos es: identidad campesina,

tierra, campo, campesino, expansión urbana, mujer campesina, trabajo del hombre

campesino y trabajo de la mujer campesina .

Este ejercicio de participación observante, nos permitió acercarnos cada vez mas a

la vivencias cotidianas campesinas, sus afectos y sus angustias vitales. Y así nació la

firme preteción de ir más a fondo para desenmarañar la pita… encontrar el entramado de

significados que se construyen alrededor de la problemática evidenciada por la comunidad

campesina “LA EXPANSION URBANA” . Fue así como nos planteamos una aventura

extrema, entablar contacto con líderes y lideresas campesinas, campesinos y campesinas

de a pie, agentes institucionales públicos y privados; asistimos a precabildos, cabildos,

mercados campesinos, reuniones de la mesa de concertación de bordes; cartografiamos

la realidad social, realizamos entrevistas a porfundidad, historias de vida, recorridos

ecológicos guiados, registramos visualmente las vivencias de los campesinos y el territorio

con fotografias y videos llenas de vida… en fin! Una aventura para nunca olvidar y mucho

aprovechar.

¿A que reflexiones he llegado preliminarmente?

El análisis de contexto me ha llevado a dilucidar que este territorio rural está en

medio de dos fuerzas sociales, políticas, económicas y culturales; la primera la que tiende

a preservar las tradiciones campesinas, el arraigo y amor por

la tierra como patrimonio cultural “el patrimonio del campesino

es la tierra”1, la vida en torno al trabajo de la tierra que

provee el sustento familiar con una economia de subsistencia

y no como grandes terratenientes, la soberania alimentaria y

como bien los dícen los campesinos y campesinas “ la

libertad, el aire puro y el contacto con la madre tierra”; por

otro lado, la segunda fuerza que apoyada y reforzada por las

tendencias de orden mundial y netamente capitalistas,

pretenden hacer de la zona rural un territorio altamente comercial, tecnificado y productivo,

( no significa que hoy en día, no sean productivas estas

tierras), donde prevalecerá la economía a gran escala y

avasallante, equipamentos y corredores viales que

conectarán el oriente colombiano con el sur del distrito

capital, lo que garantizará el ingreso de productos y

materiales vitales para “vivir” en la urbe; viviendas de

interés prioritario e interes social que

“desescongestionarán” la ciudad, atacarán de frente las

urbanización ilegal que propician asentamientos urbanos ilegales en el cinturón sur

oriental de la ciudad, que actualmente se encuentran en condiciones de vulnerabilidad

social.

1 Acercamiento a la construcción del Concepto de identidad campesina en el ejercicio de investigación social.

La primera fuerza a la que hago mención apunta al Desarrollo humano y la segunda

fuerza hace referencia al crecimiento económico, ahora bien, yo me pregunto, ¿qué será

más importante en nuestro medio, en nuestro pais, en nuestra ciudad? Si entramos a

revisar detenidamente los planes de desarrollo de la nación y de la localidad de Usme

podemos encontrar fácilmente la respuesta: el desarrollo y crecimiento económico del pais

y la ciudad prevalece sobre la preservación de las tradiciones, las culturas, donde el

desarrollo humano esta visto y directamente relacionado con crecimiento economico. No

significa que mis lentes y mi postura política frente a estos hechos estén en contravía al

crecimiento económico o a favor aserrimo del desarrollo humano, pero me gustaría ser

“maga” y encontrar la fórmula real de hacer una mescolanza que permitiera potencializar

habilidades e instaurar capacidades que fundamenten procesos de desarrollo humano y a

su vez garanticen el crecimiento y la sostenibilidad económica de las personas, de las

familias y de la nación entera, todo esto en condiciones de igualdad y equidad. Pero como

no soy maga, ni economista, pero si, un gran ser humano, he decidido continuar mi labor

de acompañamiento social a las comunidades con la convicción constante de construír

nuevas y mejores formas de interacción, instauración de

capacidades a partir de lo que la comunidad perciba y defina

como desarrollo y por supuesto la potencialización de

habilidades sociales y comunitarias que faciliten la

supervivencia y la existencia en un territorio ancestral dotado

de sentido y significado , la exigencia del derecho a la vida, a la

protección y a la permanencia en el territorio que se ha

heredado y la visibilización de una postura política campesina

que refleje los acuerdos comunitarios en contra de la expansión urbana a los límites rurales

y promueva la protección y cuidado ambiental.

Las estrategias de la expansión urbana, las he logrado interpretar como un proceso

de globalización y también como un intento -esperado y

desesperado- de las grandes estructuras

gubermanentales del país por homogenizar a la población

en torno al capitalismo como única y mejor forma de vida

en la ciudad de Bogotá, generando prácticas excluyentes y

desconociendo que en el rincón sur oriental de la gran

urbe existe una inmensa porción de tierra fértil, verde,

fuente de vida, fuente de agua, fuente de alimentos que

abastecen la ciudad y por supuesto un inmenso capital

social que se traduce en una fuente de sabiduría popular, riqueza cultural, patrimonio

material e inmaterial y un entramado de sentidos y significados en torno a la tierra,

protección ambiental como tesoro del pasado, presente y futuro.

Mucho hemos hablado con los campesinos y las campesinas acerca de lo que ellos

consideran su identidad campesina y bastante he

reflexionado acerca de lo que son los procesos

identitarios. Este fenómeno de la expansión urbana ha

puesto de manifiesto la capacidad que tienen los

campesinos y campesinas para adaptarse a las exigencias

de lo local y distrital como lo extralocal y por supuesto

transformar su cotidanidad.

La identidad campesina ha trascendido del mero “no simple” trabajo de la tierra con

el azadon, el jornal y el aislamiento en las fincas donde diariamente se cultivan deliciosos

productos que emana la madre tierra, ha trascendido a las reuniones de concertación

política con instituciones gubernamentales para conversar acerca de las consecuencias de

la expansión, ha trascendido a los escenarios de participación ciudadana como la mejor

estrategia de aprendizaje y entendimiento de las narrativas de los técnicos de las oficinas

públicas que hablan de presupuestos participativos, de proyectos sociales, gestión de

recursos públicos para el agro, el tratado de libre comercio y demás.

Los campesinos y campesinas, los líderes y lideresas han logrado evidenciar que el

parte del poder esta representado en la información, el acceso a ésta, además del

conocimiento y la apropiación de las nuevas tecnologías (la ausencia de telefonía fija en la

zona, señal de celular e internet, no ha sido un obstáculo total). El poder de la información

ya no está solo en cabeza de las instituciones públicas, ya esta en cabeza de la comunidad

que ha hecho un esfuerzo mayúsculo para entender los lenguajes técnicos de los

funcionarios que buscan “enredar” a los campesinos como estrategia intitucional de

persuación a favor de lo que se considera en contra de la identidad campesina, es decir:

vender las tierras, cambiar la tradicion agrícola y pecuaria, migrar hacia las zona urbana de

la ciudad, aceptar las imposiciones de metrovivienda, aceptar la imposición de los nuevos

bordes urbanos, entre muchos otros hechos coyunturales. Los Usmeños rurales-

campesinos ya entendieron las dinámicas institucionales del ejercicio del poder para lograr

los fines propuestos, se puesieron con mas ainco su ruana de lana de oveja virgen “ que

los distingue como verdaderos campesinos” y tomaron las riendas de la resistencia civil

pacífica: paros en la vía a Usminia, plantones frente a la alcaldía, reuniones de

concertación en el salón comunal de la vereda la Requilina y lo más importante la unión

campesina para hacer frente al monstruo llamado “operación urbanistica nuevo Usme”

como estrategia de implementación del Plan de ordenamienrto territorial que nunca fue

concertado con la comunidad.

La cohesión social campesina, más allá de consolidar una visión grupal de lo que se

quiere de Usme rural para el futuro, legitimó todo un proceso político para la designación de

delegados, representantes comunales y la conformación de una mesa de concertación de

bordes que ha venido ejecutando acciones por más de 10 años a través de reuniones con

instituciones y funcionarios para detener el proceso de la expansión y la construcción de

cientos de “Jaulas” como llama don Excelino Salazar a las casas de vivienda de interés

social y la construcción de la vías que atravesarían las

veredas más afectadas (Requilina, Soches, Uval, Corinto y

Chiguaza) y que rompería el equilibrio perfecto del

ecosistema. Esta mesa de concertación de bordes ha logrado

visibilizar la postura política de los campesinos y campesinas y

ha puesto en boca de la opinión pública los antecedentes

ilegales de la expansión: las excavaciones sin hacer

consultas previas, la compra de terrenos masivamente y la

presión psicológica a los campesinos para que salgan,

vendan y entreguen sus tierras “porque si no es a las

buenas, será a las malas” como señala una lideresa

campesina en una de las entrevistas realizadas en el marco

de la investigación social. Tal fue la agresión al territorio

que hasta el cementerio indígena Muisca que se

desconociá hasta el momento en la hacienda el Carmen salió afectado, 135 restos

humanos y más de 300 mil fragmentos de cerámica encontrados en el cementerio indígena

de Usme2 y deteriorados tras la excavación, donde se insiste construír un futuro sin

2 http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/necropolis-de-usme-400-anos-de-historia-muisca-por-descubrir.html

escuchar las voces del pasado, pero esto da cuenta que hasta los Dioses ancestrales han

ayudado en esta lucha.

A partir de la definición de Renato Rosaldo de que la “cultura otorga importancia a

la experiencia humana, al seleccionar a partir de ella y organizarla y en general se refiere a

las formas en las cuales la gente da sentido a su vida”, mi humilde entendimiento me

permite leer que la expansión urbana podría convertirse en el proceso de Aculturación de

una minoría a la que yo he llamado Usmeños rurales- campesinos porque ese nuevo

modelo de ciudad al que el gobierno le está apostando el “todo por el todo” es un modelo

completamente diferente a lo que ancestralmente se practica en la zona que he venido

describiendo línea tras línea. Aquí los hombres y mujeres se levantan a las 4:30 de la

mañana, desayunan con lo que provee la madre tierra y los animales. Los hombres

trabajadores salen a sus tierras a hacer lo que mejor saben hacer o a jornalear en otras: “la

vida del campo es muy dura, ellos se van de las 7 a 5, si el día estuvo lluvioso, así le tocó

trabajar y si calienta tienen que trabajar… Claro que al hombre le toca trabajar mucho,

aguantarse todo el día sacando papa o desyerbando a uno no le ha tocado eso, les toca

duro…es una actividad más pesada… Siembran papa,

alverja haba y cubios”3 . Mientras tanto las mujeres se

quedan en casa, con un trabajo NO menos duro “cocinar,

lavar la ropa, arreglar la casa, ver por los hijos, ver por el

esposo, ordenar las vacas, ver la chiva, la vaca y sembrar

la huerta”4. Entonces yo me pregunto, ¿cómo sería la vida

de estas familias campesinas, si no se encontraran

3 Acercamiento a la construcción del Concepto de trabajo de hombre campesino en el ejercicio de investigación social. 4 Acercamiento a la construcción del Concepto de trabajo de mujer campesina en el ejercicio de investigación social.

habitando su entorno natural y cotidiano? Muy seguramente los hombres tendrían que

jornalear en la Bogotá urbana en la “rusa”, las mujeres seguirían siendo amas de casa, o

lo que es peor aún, tendrían que salir en busca de oportunidades laborales con escasas

condiciones de igualdad y equidad. Ya no se tendría la certeza de una seguridad

alimentaria y el crecimiento tranquilo de los hijos en un lugar diferente al campo, es decir

en la “selva de cemento; ¿acaso esto no sería un proceso de Aculturación? O ¿por lo

menos una transición tan radical y agresiva a otros modos de vida dolorosos, con una

amplia sensación y percepción de inseguridad y desesperanza y angustia vital? Si

tomamos otra referencia de Rosaldo “la cultura como conjunto de significados compartidos”

¿De qué manera los nuevos Usmeños campesinos -no rurales sino urbanos-, compartirán

esos significados que alguna vez fueron en ese momento histórico y en ese espacio

determinado? ¿Cuáles serán esos nuevos significados construidos en ese territorio hostil y

con vecinos a los que posiblemente mirarían con extrañeza y cierta desconfianza? Estas

últimas preguntas que me planteo y a las que no me puedo dar aún respuesta, son un

cúmulo de suposiciones que me he planteado en caso de que se llegue a conjurar ese plan

macabro llamado “operación urbanística nuevo Usme” planteado por Metrovivienda y su

gerente Francesco Ambrosi.

Este corto ejercicio reflexivo en torno a la ruralidad me ha permitido también

reconsiderar el concepto que traía trazado años atrás acerca de la identidad (entre

muchos otros) como un “algo” rotundamente establecido que me da un lugar en el mundo y

una visión de sí mismo en comparación a otros; ahora lo considero como un proceso

social “individual y colectivo” que tiene cabida en un tiempo y en un espacio particular, con

unos actores particulares, proceso que es fácilmente permeable por las influencias y

coyunturas locales e interlocales, que exige una constante figura de adaptación y

transformación para mediar con esas fuerzas extrínsecas del contexto, poniendo de

manifiesto el ejercicio de la mente humana, en suma: “la identidad como proceso

transicional de ajustes a las necesidades y exigencias del entorno”5.

La participación observante con la comunidad campesina de la vereda Requilina y

de acuerdo a los datos recabados en trabajo de campo, me ha permitido “leer”

parcialmente que existen tres fuentes que dan vida a la identidad campesina Usmeña. La

primera está relacionada con la tenencia de la tierra. La segunda por la permanencia de

al menos tres generaciones familiares en el territorio como la perfecta manifestación de

anclaje y sentido de pertenencia. Y la tercera, por la transmisión cultural familiar en torno

a las pautas interaccionales, roles conyugales, parentales y sistemas de trabajo. Los

relatos evidencian al hombre rural como trabajador de

la tierra proveedor de la economía de subsistencia, la

mujer rural, que se dedica a la crianza de los hijos,

labores domésticas y en “algunos casos” el trabajo en la

huerta como fuente de empoderamiento en términos

de género, social y económico.

La identificación de símbolos, comprensión de narrativas

y el reconocimiento de unas historias locales me han

llevado a entender que la lectura que pueda hacer de la

cultura de los Usmeños rurales campesinos, no será un concepto generalizable, sino la

descripción y comprensión de unas culturas identitarias, constantes movimientos,

revoluciones y vivencias sociales de actores particulares que están siendo afectados por

hechos coyunturales de orden político y económico que marcan las vivencias a nivel social

5 Revista Colombiana de Antropología vol. 36 (2000).la antropología de las identidades en las tensiones contemporáneas. Bogotá,

Colombia.

y familiar que orientarán la plasticidad y capacidad de transformación para acceder a los

contextos locales y globales.

La intervención y reivindicación social y política con este

grupo de personas habitantes rurales debe empezar desde el

reconocimiento de: a) la existencia de un grupo social

llamado “campesinas y campesinos” como seres humanos y no

como unos “cuantos” que trabajan la tierra para abastecer la

zona urbana de la ciudad. Según Carlos Salgado Aramendez,

“No existe un concepto claro sobre el campesinado que permita entender a qué tipo de

sujeto social se refieren las políticas públicas”, más específicamente de ruralidad del

Distrito. b). La existencia de un territorio rural con características y movimientos

identitarios propios, NO su conceptualización a partir de lo que es “eminentemente

urbano” con el pleno reconocimiento de que el territorio, no solo hace referencia a una

porción de tierra con unos límites establecidos, hace referencia a una construcción social

de sentido que hace que el territorio se constituya en la piel del campesino. c) La

invisibilidad por parte de las instituciones del estado en lo

que se refiere a su presencia real y efectiva en el territorio y

la inversión social para visibilizar la existencia de las

culturas y derechos campesinos. La Política pública de

Ruralidad del Distrito ayuda a re-afirmar mi postura “La

presencia institucional es deficiente, fragmentada y de difícil

accesibilidad para la población rural”, “ las instituciones están

alejadas de los problemas de la población rural” d) las

necesidades, problemáticas y vulnerabilidades históricas y

consecuentes de la implementación de las estrategias del

plan de ordenamiento territorial como la valoración real de la existencia, la pertenencia y el

derecho a vivir en un territorio que ha sido heredado ancestralmente. La situación más

graves es, sin duda, la vulneración de los derechos humanos de los habitantes rurales, hay

problemas específicos con el derecho a la vida y en general con aquellos asociados a la

calidad de vida, desconocimiento de la contribución y cargas asumidas por la población

rural como efecto del desarrollo urbano, altos niveles de pobreza y déficit en acceso a

servicios sociales, precariedad en la vivienda rural, desigualdad de oportunidades y baja

capacidad de la población para acceder a los servicios,(Decreto 327 de 2007. Política

pública de ruralidad). e) El respeto por la diversidad multicultural, la importancia de la

recuperación y visibilización de la memoria histórica que permanentemente remiten a

experiencias y sucesos que dan cuenta de los procesos-movimientos identitarios y por su

puesto la valoración de las minorías como fuente de sabiduría popular.

REFERENCIAS

1. Castro, Fabián, Millán, Andrea. Expansión urbana y reconversión del páramo de

Sumapaz como problema prioritario para un grupo de 10 campesinas y Campesinos (8

mujeres y 2 hombres) Habitantes de la zona rural de la localidad V de Usme. Texto no

publicado.

2. Revista Colombiana de Antropología vol. 36 (2000).la antropología de las identidades

en las tensiones contemporáneas. Bogotá, Colombia.

3. Rosaldo, Renato. (2000). Cultura y Verdad. La reconstrucción del análisis social.

Ediciones Abya-yala. Quito Ecuador.

4. Alcaldía Mayor de Bogotá. Política Pública de Ruralidad. Decreto 327 de 2007.

5. Lindón, Alicia. (2002). La construcción social del territorio y los modos de vida en la

periferia Metropolitana. Revista Territorios- universidad de los Andes.

6. Salgado Aramendez, Carlos. Cuadernos de Tierra y Justicia No. 6. Los campesinos

imaginados.

7. Geertz, Clifford. (2003). La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa.

8. Fotografías: Archivo personal.

REFLEXIONES SOBRE LA RURALIDAD: IDENTIDAD Y CULTURA CAMPESINA USMEÑA.