¿realmente invadieron los Árabes hispania

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1 ¿Realmente invadieron los árabes Hispania? Por: Eduardo Manzano Moreno | 13 de febrero de 2014 La batalla de Guadalete, pintada por Martinez Cubells (1845-1914). En muchos foros y páginas de internet es fácil encontrar entradas y comentarios que afirman con rotundidad que la conquista árabe del año 711 -esa que aprende cualquier alumno de primaria- nunca tuvo lugar: todo sería una patraña inventada por historiadores que, o bien han intentado disfrazar la verdad, o bien se han mostrado torpemente crédulos respecto a lo que cuentan crónicas escritas mucho tiempo después de que el rey Rodrigo perdiera su reino. ¿Qué habría ocurrido entonces en la célebre de batalla de Guadalete? Los defensores de esta teoria -que tienen respuestas para todo- aseguran que todo habría sido una guerra entre visigodos, uno de cuyos bandos seguiría todavía practicando el arrianismo, la herejía que creía que Cristo no es de la misma naturaleza que el Padre, como proclama todo católico cuando

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Artículo sugerente en el que el autor, Eduardo Manzano pasa revista a las teorías que niegan la invasión musulmana de la Península Ibérica

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¿Realmente invadieron los árabes Hispania? Por: Eduardo Manzano Moreno | 13 de febrero de 2014

La batalla de Guadalete, pintada por Martinez Cubells (1845-1914). En muchos foros y páginas de internet es fácil encontrar entradas y comentarios que afirman con rotundidad que la conquista árabe del año 711 -esa que aprende cualquier alumno de primaria- nunca tuvo lugar: todo sería una patraña inventada por historiadores que, o bien han intentado disfrazar la verdad, o bien se han mostrado torpemente crédulos respecto a lo que cuentan crónicas escritas mucho tiempo después de que el rey Rodrigo perdiera su reino. ¿Qué habría ocurrido entonces en la célebre de batalla de Guadalete? Los defensores de esta teoria -que tienen respuestas para todo- aseguran que todo habría sido una guerra entre visigodos, uno de cuyos bandos seguiría todavía practicando el arrianismo, la herejía que creía que Cristo no es de la misma naturaleza que el Padre, como proclama todo católico cuando

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recita el credo. Los arrianos habrían ganado ese enfrentamiento, siendo el resultado una Hispania desgajada del orbe católico y progresivamente arabizada y convertida al islam a través de contactos mercantiles y culturales a lo largo del siglo IX. Cómo es posible que semejante dislate haya alcanzado tanta repercusión es uno de los temas que trata Alejandro García Sanjuán, profesor de la Universidad de Huelva, en un excelente libro que acaba de publicar sobre el asunto. La ocurrencia proviene originariamente de un escritor llamado Ignacio Olagüe, quien en su juventud, antes de la Guerra Civil, había frecuentado los círculos fascistas de Ledesma Ramos, como ya demostró en su momento mi colega del CSIC, Maribel Fierro. Tras la contienda, Olagüe parece haberse convertido en un autor desocupado y con bastantes posibles, que le permitían entre otras cosas escribir infumables tratados sobre La Decadencia Española y alguna que otra olvidada novela. En 1969 convenció al historiador francés Ferdinand Braudel para que avalara la publicación de un no menos infumable libro titulado Les arabes n´ont jamais envahi l´Espagne, más tarde traducido al español en 1974 por la Fundación Juan March, cuando todavía la presidía el después ministro franquista, Cruz Martínez Esteruelas. La prolija argumentación de Olagüe intentaba convencer al lector de que, siendo imposible que los ejércitos árabes hubieran tenido la capacidad logística para alcanzar un territorio tan alejado de sus bases en Oriente, no existían testimonios contemporáneos fiables que demostraran su llegada a Hispania.

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Acogida con frialdad en el momento de su aparición, en las tres decadas siguientes la obra de Olagüe vino a captar la atención de variopintos grupos de gentes: eruditos deseosos de mostrar conocimientos inesperados, amantes de las teorías de la conspiración, historiadores despistados que la consideraban una idea "desmitifiadora" o "provocadora", y algún arabista empeñado en ofrecer contra viento y marea su inaudita interpretación personal del pasado andalusí. Para embrollar más las cosas, la idea fue también acogida con entusiasmo por grupos de musulmanes conversos españoles, tal vez comprensiblemente hartos de tener que estar todo el día demostrado lo respetable de sus creencias frente a quienes solo se empeñan en descalificarlas: si se confirmaba que el islam había llegado pacíficamente la península -debieron de pensar- tal vez se podían deslegitimar los absurdos argumentos de tanto aprendiz de reconquistador como últimamente venimos padeciendo en nuestro país. Las evidencias históricas son, sin embargo, tozudas. Mucho. Y lo que esas evidencias demuestran más allá de cualquier duda razonable es que los árabes si que conquistaron Hispania en torno al año 711 de nuestra era. Hay muchas pruebas de ello. Las más evidentes son las

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monedas: al poco de poner un pie en la península, el conquistador Musa ibn Nusayr comenzó a emitir piezas de oro con leyendas en latín y fechadas en 712 ó 713 y en las que se leía la profesión de ley musulmana: Non deus nisi Deus (No hay más dios que Dios).

[En la foto, un sólido de oro con la inscripción en latín In Nomine Domini Non deus nisi Deus. Está acuñada en Hispania en el año 94 de la Hégira 712-713. Se conserva en el Museo Arqueológico Nacional]. En los años siguientes, los conquistadores acuñaron monedas bilingües -en latín y en árabe- y finalmente monedas únicamente en árabe. Además, han llegado hasta nosotros innumerables precintos y sellos de plomo con inscripciones en árabe que citan a los gobernadores que aparecen en las fuentes escritas. Estos sellos de plomo han aparecido en lugares tan interesantes como Ruscino, cerca de Perpiñán, con seguridad un campamento militar desde el que se enviaban expediciones en Francia y se recolectaban tributos. No es verdad, por otra parte, que no existan testimonios escritos contemporáneos de la conquista. En la lejana Inglaterra, Beda el Venerable (735) hablaba de la llegada de los "sarracenos" hasta las Galias, igual que lo hacía en Roma el redactor del Liber Pontificalis. Contamos, además, con dos crónicas latinas, una escrita en 741 y la otra en 754, que ofrecen cantidad de informaciones sobre quiénes eran los nuevos señores. de dónde venían y que lugares habían conquistado. Es cierto que las crónicas árabes tardan seis o siete décadas más en aparecer, pero esto no tiene nada de particular. La conquista fue llevada a cabo por soldados y todavía habría de tardar algún tiempo hasta que la sociedad árabe andalusí comenzara a tomar cuerpo. Tambén Tito Livio escribió mucho después de la conquista romana de Hispania y no por ello nadie duda de la llegada de las legiones romanas. En cuanto a la cantinela de que es imposible que los ejércitos del siglo VIII hubieran recorrido tan gigantescas extensiones, conviene no tomarse este argumento demasiado en serio. Sabemos que, por regla general, la gente no se movía mucho en la Edad Media, pero cuando lo hacía, no se detenía ante nada. Además, si intentáramos pensar el pasado con los parámetros de nuestros cómodos sillones del siglo XXI, resultaría imposible entender las pirámides de Egipto, las campañas de Alejandro

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Magno, las conquistas de las legiones romanas o la construcción de las catedrales. Propongan una empresa similar a cualquiera de éstas en su próxima reunión de comunidad de vecinos y cuéntenme después si es posible entender la historia desde nuestros propios esquemas. Así pues, la próxima vez que escuchen a alguien decir que hay teorías que afirman que los árabes nunca conquistaron Hispania, intenten ofrecer a su interlocutor las pruebas que demuestran que decir tal cosa es un enorme disparate. Es posible que en muchos casos consigan que su contrincante les conceda la razón, pero estén preparados también para encontrarse con la más rotunda e irracional negativa a aceptar la evidencias más palmarias. Y es que, como decía el gran Rafael Sánchez Ferlosio, "nunca nadie convence a nadie de nada".