quillagua, luna que asombra

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Juan Vásquez Trigo Historia y turismo del pueblo, del valle y su desierto Luna que asombra Quillagua Juan Vásquez Trigo

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El libro "Quillagua, Luna que Asombra" es un trabajo histórico - turístico que entrega una completa visión del pasado y del presente de Quillagua, y de sus territorios inmediatos.Patrocinado por SQM, fue lanzado en abril de 2014 en el marco de la Fería Internacional del Libro del Zicosur, en Antofagasta.El propósito de su autor, Juan Vásquez Trigo, es que sea el libro que identifique a los quillagüeños quese hicieron parte en sus páginas con sus conocimientos y vivencias, las que se proyectan hacia quienes buscan información y quieren descubrir la riqueza natural y cultural del valle.

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  • Juan Vsquez Trigo

    Historia y turismo del pueblo, del valle y su desiertoLuna que asombra

    Quillagua

    Juan Vsquez Trigo

  • Juan Vsquez Trigo

    Historia y turismo del pueblo, del valle y su desiertoLuna que asombra

    Quillagua

  • 6 Historia de Quillagua

    Quillagua

    Nombre Quillagua. En espaol antiguo Quillahua.Tambin se le conoci como Pueblo del Loa.

    Etimologa El topnimo Quillagua es de origen quechua, en que Killa es Luna (sustantivo) y Wa es una interjeccin que expresa asombro o sorpresa. De

    este modo, Quillagua es Luna que Asombra o Sorprende. Para los Quillageos, por uso, tradicin e identificacin, el

    sentido del nombre es Luna en el Agua. Tambin se interpreta por algunos antroplogos

    comoEclipse de Luna, al asociarse la palabra Killa a Wauy (eclipse, morir).

    Poblacin 122 habitantes

    Coordenadas 213933 Latitud S - 69320 Longitud W

    Altura Promedio 800 msnm

    Ubicacin Geogrfica Desierto de Atacama,Curso medio - inferior del ro Loa.

    Distancia a Antofagasta 280 Km.

    Comuna Mara Elena

    Provincia Tocopilla

    Regin Antofagasta

    Mara Elena, capital de la Comuna.Pueblo de Quillagua. Valle del ro Loa.

  • Q uillagua es ms que un oasis y un poblado: es un lugar de frontera, de encuentro e intercambio, de trnsito de viajeros, lugar de ferias desde tiempos prehispanos, a tiempos del salitre y del Ferrocarril Longitudi-nal que sigue siendo un crucero de caminos.

    Como frontera y punto de encuentro, confluirn entre muchos ms, los atacameos

    y tarapaqueos que desde tiempos inmemoriales se enfrentarn por el dominio del

    valle, hasta fijar su linde en un algarrobo y respetando sus respectivas parcialidades,

    hasrta integrarse y complementarse culturalmente. En la Colonia ser disputada por

    Corregimientos y en tiempos de las Repblicas ser el lmite entre Bolivia y Per,

    dispuesto en el ya emblemtico algarrobo.

    Conocer desde el ltimo tercio del siglo XIX de la verdadera fiebre que provocar el

    salitre, cuando en el Cantn del Toco se instalen pioneras oficinas para explotar esos

    salitrales; y con ello vendr el ferrocarril, como cordn umbilical entre la Pampa y

    Tocopilla; surgirn pueblos y que se irn casi sin dejar rastros.

    Quillagua florecer una y otra vez como eje agrcola, proveyendo de verduras y alfal-

    fa a esa industria que creca, que levantaba centrales hidroelctricas en el Loa para

    propulsar ese creciente desarrollo. Con El Longino, los buenos auspicios se duplica-

    rn, llenndose sus calles de viajeros y la estacin de algaraba ante cada arribo de

    locomotoras y convoyes cansinos. Mientras la alfalfa es de reconocida calidad en

    Chile, haciendo de la agroindustria, desde la dcada del 30, y la ganadera otras fuen-

    tes potentes, complementarias y sinrgicas para sus habitantes.

    Todo empieza a cambiar, en los aos 50 cierran las postrimeras oficinas del Toco y en

    los 70 el ferrocarril deja de pasar, mientras las aguas del ro vital pierden su caudal

    con la construccin del embalse de Conchi. El desvo de la Ruta 5 Norte es casi un

    eplogo. Muchos emigrarn, sin perder los vnculos con San Miguel y su poblado. Y

    unos y otros, residentes y migrantes, deben enfrentar adversidades, para proyectar-

    se a travs de su historia, de sus escenarios naturales y de su Patrimonio Cultural,

    hacia nuevos horizontes, entre ellos el turismo, que hacen de Quillagua y su entorno

    lugares fascinantes, donde la Luna sorprende en los cielos luminosos del oasis per-

    sistente, enclavado en el desierto ms rido del planeta.

    Palabras del Autor:

  • Una Obra Patrocinada por SQM

    Libro acogido a la Ley de Donaciones Culturales.

    Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

    Produccin

    JUAN VSQUEZ TRIGO

    [email protected]

    Fotografa Actual

    Juan Vsquez Trigo

    Fotografa Histrica y Actual

    Archivo Juan Vsquez Trigo

    Aportes de Quillageos

    Correccin de Pruebas

    Ninoska Pearanda Tapia

    Diseo

    Pablo Garca

    www.filete.cl

    Impresin

    Registro de Propiedad Intelectual

    Nro. 199.877

    ISBN: 978-956-351-306-6

    Reconocimientos del Autor:

    A SQM y Corporacin Museo del Salitre.

    Al especial acompaamiento de Carolina Vsquez y Javier Silva.

    A quienes aportaron con informacin y fotografas: Vctor Palape y Seora,

    Juan Iglesias, Margarita Palape, Miguel Palape, Edwin Lpez, Adolfo Soza,

    Guillermo Burgos, Harold Middleton, Daniela Piano, Octavio Lpez, Andrs Soto,

    Ren Huerta, Paul Maluenda y Juan Jos Gianmarino.

    Valle de Quillagua, marzo de 2014

  • A los Quillageos, con su Fe en San Miguel y en la

    Virgen del Rosario, con sus partidas y retornos, con sus

    sueos y esperanzas, con esa energa y fuerza que les

    hace ser hijos del valle y del pueblo de Quillagua.

  • Quillagua es ms que un oasis y un poblado: es un lugar de frontera, de encuentro e intercambio, de trnsito de viajeros, desde tiempos prehispanos, a tiempos del salitre y del Ferrocarril Longitudinal.

  • 12 Generalidades Contexto Geogrfico

  • 13 Quillagua

    Presentacin SQM

    E s para esta Corporacin, estrechamente vinculada y comprometida con la Historia del Norte Gran-de, presentar este libro que trata del pasado y los sueos de un pueblo, de un valle que, se proyec-tan en sus interesantes reas de extensin, llegando a convocar un enriquecedor relato que se inicia

    tempranamente en la prehistoria y que se mantienen y reservan, en un devenir que conocer ciclos

    con sus altos y bajos, pero siempre con el constante sentido de pertenencia, de ser y sentirse punto de

    encuentro de caminos, de etnias y nacionalidades, de lo atacameo y lo tarapaqueo, de lo costero y

    las tierras altas.

    Quillagua es tan luego prehispano, donde fue un eje, una bisagra, en el intercambio entre las etnias de

    este territorio y de confluencia casi ilimitada desde las tierras altas y todo el centro oeste sudamerica-

    no. En su amplia gama de convergencias y de representaciones simblicas, como las que se encuentran

    en sus geoglifos, petroglifos y aldeas agrcolas, con huellas troperas que van y vienen, se encuentra el

    sentido de este Patrimonio Cultural de entonces.

    Su rol en tiempos republicanos y coloniales tendrn la misma impronta, que este valle de ro Loa sea l-

    mite y frontera, pero siempre convocando, encontrando a las partes espaola e indgena, peruana y bo-

    liviana, del Descampado, donde era un lugar privilegiado por sus remansos que otorgaban proteccin

    y descanso. En tanto, en las pampas tarapaqueas desde la primera dcada del siglo XIX, comenzar a

    desarrollarse la industria del salitre.

    Y el valle, ser historia salitrera, desde el ltimo tercio del siglo, cuando en el Cantn del Toco se insta-

    len las primeras oficinas elaboradoras, lo mismo que en el sur tarapaqueo, lo cual llevar al desarrollo

    de la agricultura de la alfalfa en el valle, entre otros productos de sus tierras, para proveer a tanta gente

    convergiendo, una vez ms, hacia este territorio que convoca. Los ferrocarriles empezarn a cruzar las

    pampas y cerros. Quillagua se volver tambin Longino, ms tarde Panamericana.

    Y su gente, sus habitantes a quienes va dirigido este mensaje, harn suyo este legado, estos recuerdos

    de fases prsperas, porque si algo han tenido, es la capacidad de superar, de seguir perteneciendo, in-

    cluso cuando muchos han emigrado, conservando esos vnculos intangibles con su pueblo y su patrono

    San Miguel y la Virgen del Rosario.

    En esta nueva fase, la mirada se direcciona entre otros puntos y temas, hacia el turismo. Quillagua

    tiene un potencial que se apreciar en estas pginas que presento, y que son opcin de posibilidades

    ciertas en sus atractivos naturales y culturales, en aquellos intangibles, como la Fe y la Identidad lo-

    grada. Este libro no cierra un ciclo, sino que presenta ante los lectores las dimensiones y estatura que

    tiene y en que puede basarse parte importante de las expectativas, de este pueblo y su gente que tienen

    mucho que decir y contar al visitante.

  • 15 Quillagua

    Presentacin CorporacinMuseo del Salitre

    E s para esta Corporacin, estrechamente vinculada y comprometida con la Historia del Norte Gran-de, presentar este libro que trata del pasado y los sueos de un pueblo, de un valle que, se proyec-tan en sus interesantes reas de extensin, llegando a convocar un enriquecedor relato que se inicia

    tempranamente en la prehistoria y que se mantienen y reservan, en un devenir que conocer ciclos

    con sus altos y bajos, pero siempre con el constante sentido de pertenencia, de ser y sentirse punto de

    encuentro de caminos, de etnias y nacionalidades, de lo atacameo y lo tarapaqueo, de lo costero y

    las tierras altas.

    Quillagua es tan luego prehispano, donde fue un eje, una bisagra, en el intercambio entre las etnias de

    este territorio y de confluencia casi ilimitada desde las tierras altas y todo el centro oeste sudamerica-

    no. En su amplia gama de convergencias y de representaciones simblicas, como las que se encuentran

    en sus geoglifos, petroglifos y aldeas agrcolas, con huellas troperas que van y vienen, se encuentra el

    sentido de este Patrimonio Cultural.

    Su rol en tiempos republicanos y coloniales tendr la misma impronta, que este valle de ro Loa sea l-

    mite y frontera, pero siempre convocando, encontrando a las partes espaola e indgena, peruana y bo-

    liviana, del Descampado, donde era un lugar privilegiado por sus remansos que otorgaban proteccin

    y descanso. En tanto, en las pampas tarapaqueas desde la primera dcada del siglo XIX, comenzar a

    desarrollarse la industria del salitre.

    Y el valle, ser historia salitrera, desde el ltimo tercio del siglo, cuando en el Cantn del Toco se insta-

    len las primeras oficinas elaboradoras, lo mismo que en el sur tarapaqueo, lo cual llevar al desarrollo

    de la agricultura de la alfalfa en el valle, entre otros productos de sus tierras, para proveer a tanta gente

    convergiendo, una vez ms, hacia este territorio que convoca. Los ferrocarriles empezarn a cruzar las

    pampas y cerros. Quillagua se volver tambin Longino, ms tarde Panamericana.

    Y su gente, sus habitantes a quienes va dirigido este mensaje, harn suyo este legado, estos recuerdos

    de fases prsperas, porque si algo han tenido, es la capacidad de superar, de seguir perteneciendo, in-

    cluso cuando muchos han emigrado, conservando esos vnculos intangibles con su pueblo y su patrono

    San Miguel y la Virgen del Rosario.

    En esta nueva fase, la mirada se direcciona entre otros puntos y temas, hacia el turismo. Quillagua

    tiene un potencial que se apreciar en estas pginas que presento, y que son opcin de posibilidades

    ciertas en sus atractivos naturales y culturales, en aquellos intangibles, como la Fe y la Identidad lo-

    grada. Este libro no cierra un ciclo, sino que presenta ante los lectores las dimensiones y estatura que

    tiene y en que puede basarse parte importante de las expectativas, de este pueblo y su gente que tienen

    mucho que decir y contar al visitante.

    Sergio Bitar Chacras

    Presidente CMS

  • Procesin de San Miguel por las calles de Quillagua. Cerca de 1960.

  • ndice

    00 Espacio y entorno de Quillagua

    Contexto y Generalidades

    II Primera Parte

    Historia de Quillagua

    00 PrehistoriadelValle

    00 QuillaguaenlaColonia

    00 EntiemposdelasRepblicas

    00 EntiemposdelSalitre

    00 Desarrolloagrcola

    00 QuillaguayelFCLongitudinal

    00 LaCarreteraPanamericana

    II Segunda Parte

    TurismodeQuillagua

    00 Elpoblado

    00 Circuitoarqueolgico

    00 Circuitorecreativoydeobservacin

    00 Circuitohistrico

    00 Glosario

    00 Bibliografa

  • 18 Historia de Quillagua

    Vista panormica de Quillagua y el valle.

    "Porque si en la ribera uno encuentra una planta de

    chillagua, puede hacer sogas de paja con ellas a condi-

    cin que se dedique a tejer un rato en lugar de quebrar

    piedras en el criadero. Y si uno encuentra una planta

    coa la puede vender en Quillagua o encenderla en la

    cata porque es la planta sagrada de los atacameos y

    con ella se espanta todo lo que ofende a la tierra donde

    uno vive. O si encuentra una planta de caman tiene

    que cultivarla porque ella da la salud y mejora el nimo

    y da ms vida, segn creen en Quillagua. Lo mismo si

    encuentra una mata de colan porque se puede mezclar

    con unas ramas de chacha y curar el reumatismo si le

    duelen las piernas. Pero todo esto obliga a recorrer el ro

    y a sortear la corriente y a conocer los vados y a rom-

    perse los pies contra las piedras (. . . ) En el ro crece una

    hierba que los lugareos le dicen bis- bis y la usan para

    ablandar el sobado de los cueros. Uno aprende a cono-

    cer los secretos del ro y todo resulta un tanto ms fcil.

    Hay otra planta que le dicen moco-moco y que la usan

    para curar heridas. Se coloca como un emplasto encima de

    la herida y al da siguiente empieza a sanar. El ro lame

    las hierbas y las cuida con su suave lengua de amor".

    Mario Bahamonde

  • 19 Quillagua

    Contexto y GeneralidadesEspacio y entorno de Quillagua

  • 20 Generalidades Contexto Geogrfico

    Mapa parcial del Desierto de Atacama, desde zona del Loa, elaborado por Amadeo Pissis, siglo XIX.

  • 21 Quillagua

    Espacio y Entorno de Quillagua

    El ro Loa

    Q uillagua nace del encuentro de un ro y del desierto. El ro, es el Loa, que comienza su vida en las alturas de la Cordillera de los Andes,

    en los faldas del volcn Mio, ms precisamente

    en los cristalinos Ojos del Mio, que tambin se

    encuentra en una zona de frontera y de conjun-

    cin entre las regiones de Antofagasta y Tarapa-

    c, que luego sigue direccin sur, retoma al norte,

    luego al noroeste y finalmente rumbo al ocano

    en un curvo trazado que lo convierte en el curso

    de agua ms largo de Chile, con sus 440 km.

    En su prolongado cauce va sumando nuevas

    aguas y bros de sus afluentes, entre stos el ro

    San Salvador a la altura de Chacance, habiendo

    transcurrido antes por el puente y embalse de

    Conchi, el esplndido Pukar de Lasana y el oasis

    y poblado de Chiu Chiu.

    As, el Loa, que viene bajando desde los Andes,

    como una delgada cinta verde delimitada por

    abruptos muros rocosos, se constituye en vida

    en medio del desierto de Atacama, saturado de

    ocres y arenas, y donde sus aguas obstinadas se

    abren paso bajo soles que evaporan y suelos que

    le absorben hacia los interiores planetarios, sin

    hacerle persistir en sus afanes de continuar.

    Hasta que consigue arribar, despus de andar

    casi 350 km, hasta Quillagua y sus remansos que

    le dan el carcter de oasis. El Loa, adicionar en

    esta zona las salinas aguas del ro Salado y luego

    proseguir su itinerario como cansino, hasta el

    Ocano Pacfico. En su desembocadura dio vida,

    desde hace milenios, a asentamientos de pes-

    cadores y recolectores, como en Caleta Hueln,

    una rstica aldea de pescadores del Formativo,

    habiendo conectado los mundos y las culturas de

    los Andes y del litoral.

    El Valle de Quillagua

    Quillagua, con sus mltiples atributos, ser punto

    de encuentro entre las culturas alto andinas, in-

    clusive de ms all de los Andes, hasta las costas

    y tierras interiores de Atacama y Tarapac. Desde

    cada uno de estos parajes los caminantes y cara-

    vaneros descendieron por sus flancos, trazando

    rutas de intercambio. Algunos estuvieron de paso

    en trayectos ms extensos hacia otros confines,

    en tanto que otros haran del valle su residencia,

    quedndose all, formando aldeas y dando lugar

    al desarrollo cultural permanente del valle, rea-

    vivado y fortalecido por nuevas corrientes mi-

    gratorias. Tanto ir y venir, desde tantos lados, de

    tantos mundos y sus testimonios, fueron motivo

    que en sus cerros y paredes rocosas, se dibujaran

    geoglifos y petroglifos, que tan luego dan cuenta

    de trayectos y transectas, como de cosmovisiones,

    creencias, sueos e incluso de expectativas, temo-

    res y anhelos de quienes transitaron siglos atrs

    por estos parajes.

    Y as ser Quillagua, un valle en medio del ro y del

    desierto, en una zona reseca, que es definida como

    endorreica, es decir de cursos de agua que no al-

    canzan a llegar al nivel de base que es el mar, donde

    slo ros excepcionales, como el Loa, llegan a juntar

    sus aguas con el ocano, convirtindose en el nico

    curso exorreico de la Regin de Antofagasta.

  • Horizontes del Desierto de Atacama.

  • 24 Generalidades Contexto Geogrfico

    Medio Fsico y Biogeogrfico

    La configuracin actual del valle de Quillagua

    se form desde hace 40 mil aos atrs, cuando

    grandes volmenes de agua bajaban desde las

    tierras altas, arrastrando materiales en forma

    catica, con inusitada fuerza, desplazando inclu-

    so enormes bloques de rocas y, especialmente,

    disectando el plano inclinado que constituye la

    Depresin Intermedia, hasta horadar la profunda

    quebrada principal, ampliarla con suscesivos ate-

    rrazamientos, hasta llegar inclusive a desnudar

    en muchos sectores, la geologa del sector, con

    sus pliegues, estratos y coberturas de aluviones

    contemporneos. Luego, desde hace 9000 aos

    aproximadamente y por un proceso climtico de

    aumento de las temperaturas y desertificacin,

    la intensidad de las aguas fue disminuyendo, lo

    mismo que la cantidad de vegetacin.

    La zona de Quillagua se distingui por esos ate-

    rrazamientos y ampliacin del valle, que harn

    de este un lugar propicio para agricultura, el

    pastoreo y, por lo tanto, para tempranos asenta-

    mientos humanos, lo cual se logr con el ingenio

    y esfuerzo para construir canales y diques, para

    contener las crecidas del ro y dar forma a las pri-

    meras fanegadas y cultivos que comienzan a ser

    fundamentos de un valle prdigo.

    En sus planicies crecern bosques y bosquetes de

    chaares y algarrobos, mientras en el borde del

    ro se establecer toda una comunidad vegetal de

    herbceas y matorrales, donde la Brea, la Grama

    Salada, la Chilca y el Cachiyuyo sern representa-

    tivas de la flora del linde de las aguas del Loa y las

    tierras del desierto. Entre las especies de la fauna

    se encuentran los zorros Chilla y Culpeo, adems

    de roedores y reptiles, entre stos ltimos la Sala-

    manqueja del Norte Grande o Gecko. Las aves son

    ms abundantes y se hallan representadas por

    Peucos, Tucqueres, Chunchos, Pidenes, Taguas,

    Cerncalos, Loicas, Chincoles y Chercanes, adems

    de variedades de patos silvestres, taguas y garzas

    que estacionalmente llegan hasta sus aguadas y

    vados.

    Todo esto en medio del Desierto de Atacama, el

    ms rido del mundo, donde las temperaturas

    promedio de 18 Celsius ms que reflejar la in-

    tensidad del sol durante el da, informan sobre la

    tremenda oscilacin trmica de 30 y ms, que di-

    ferencian las temperaturas diurnas y nocturnas.

    Las mujeres y hombres de Quillagua, los quilla-

    geos, pueden sentir el murmullo y las vibracio-

    nes que originan las aguas en su descenso en los

    meses de verano, originadas en las precipitacio-

    nes estivales de los sectores andinos, conocidas

    como el "invierno altiplnico". Pero han crecido

    sin sentir la gara fresca: son hijos de la tierra

    sin lluvias, de los cielos azules y luminosos, de

    transparencias nocturnas, donde las galaxias y

    nebulosas extienden su velo en un firmamento

    descubierto de nubes. Es el desierto absoluto, el

    Clima Desrtico en su mxima expresin, con

    precipitaciones prcticamente nulas.

    Salamanqueja del Norte Grande o Gecko (Phyllodactilusgerrhopygus).

    Desierto y valle, confluyen en cielos luminosos y pocas veces nublados.

  • Garza Grande (Ardea alba egretta) entre la vegertacin de orillas del Loa.

  • Vista del valle del ro Loa en las proximidades del Tranque Santa F.

  • 28 Historia de Quillagua

    Los hermanos Malvina y Armando Soza Salazar, cerca de 1956, formando parte del Baile Gitanos de Quillagua.

  • 29 Quillagua

    Primera ParteHistoria de Quillagua

  • Esquina de calaminas, de sombras y sol, en el cruce de calles Loa y San Martn. Pueblo de Quillagua.

  • 32 Historia de Quillagua

  • 33 Quillagua

    El Poblamiento

    L a zona de Quillagua debi ser lugar de para-da y fogones, coto de caza y lugar de descan-so en las andanzas de los primeros grupos hu-

    manos que arribaron por lo menos hace 12.000

    aos atrs del actual territorio del norte chileno,

    en el horizonte denominado Paleo-Indio. Eran

    bandas de cazadores de la macro-fauna pleisto-

    cnica, como mastodontes y gliptodontes, la que

    desaparecer con los cambios climticos que lle-

    van a la desertificacin y a las ecologas actuales.

    En la Fase Formativa y, dentro de sta desde 3000

    aos atrs, se encuentran los mayores registros

    de la zona que desde ya se relacionarn con las

    conexiones entre las tierras ms altas y la cos-

    ta, en la que Quillagua se transforma en un eje

    y punto privilegiado para acceder al mar, con el

    referente de la prxima Caleta Hueln, ms tarde

    Puerto del Loa, resultando lugar de trnsito y des-

    canso entre los pre-caravaneros provenientes de

    las zonas atacameas y tarapaqueas, que bus-

    caban generar el intercambio complementario a

    sus ecologas, ampliar sus reas de influencia y

    establecer relaciones con las etnias del litoral, en

    que Quillagua lugar estartgico por concentrar

    los recursos hdricos y agro-forestales.

    La intensificacin de las redes de intercambio for-

    talecieron los circuitos caravaneros, a la vez que

    motivaron los primeros asentamientos permanen-

    tes, dando paso a formas sedentarias basadas en la

    recoleccin y horticultura, hasta llegar a la agricul-

    tura, mientras se desarollaban la alfarera, cestera,

    metalurgia y textilera, las cuales se cualificarn e

    intensificarn por el inters y los requerimientos

    multi-tnicos por establecer sus colonias o con-

    verger en este "puerto de intercambio" en medio

    del desierto, un escaln de encuentro, un cruce de

    caminos y viajeros, lugar de ferias y trueques en

    que tal es como si fuese un rincncosmopolita pre-

    histrico, arribaban los camanchakos costeros, los

    atacameos y tarapaqueos; aquellos del noroeste

    argentino o de Bolivia, en la bsqueda constante de

    establecer interacciones comerciales y de colocar

    sus excedentes, complementando a su vez sus pro-

    ducciones naturales y culturales.

    Prehistoria del Valle

    El valle de Quillagua fue un punto de confluencias de etnias de diversas ecologas, desde las tierras altas al litoral, constituyndose en una zona de intercambio econmico y especialmente socio-cultural.

    es fcil convencerse () de que esta rejin pre-cisamente en Quillagua, parece haber sido de-signada como un lugar de reunin, de concentra-cin, tal vez de feria, o de lugar de reposo durante largas jornadas, a travs de la pampa (palabra quichua y aimar que significa estencin, llanura, desierto, etc.), pues este osis presta consolador abrigo a los atrevidos que atraviesan esos es-tensos pramos. Los intercambios comerciales, escasos y rudimentarios, solo consistieron, en la coca y qunoa trada del interior por los es-pedicionarios aimares; el pescado y los maris-cos que trasportaban los changos; las pastas de cobre, tradas por estos mismos, etc., productos que se almacenaban all, por rden del empe-rador incsico. Ajentes del imperio, es decir, los incas, estaran en contnua romera conduciendo estas sustancias hasta la Corte del Inca. Animal de carga ha debido de ser la llama.

    Luis Vergara Flores, doctor e investigador tocopillano, que a fines del siglo XIX y comienzos del XX realiza

    estudios en Quillagua, 1905.

  • 34 Historia de Quillagua

  • 35 Quillagua

    El valle y sus aldeas, con sus recursos, sern as

    un lugar estratgico, articulando las relaciones

    interregionales e interculturales, integrando gru-

    pos tnicos, que al comienzo se encuentran y

    chocan por el predominio del rea, desarrolln-

    dose el concepto de rea de frontera (Aguero et

    al, 1997, 1999), pero que luego co-existen, como

    aconteci con las culturas Atacamea y Pica Ta-

    rapac que en primera instancia se ubicaron en

    los flancos del valle, de banda a banda. Y sern

    los unos y los otros quienes hace 1000 aos atrs,

    en el periodo Intermedio, establecern los prime-

    ros asentamientos, basndose en las condiciones

    ecolgicas propicias para los cultivos y asenta-

    mientos, en lugares como Ancachi y La Capilla.

    Estas aldeas se construyeron con las materiales

    de la zona, como la anhidrita; greda y yeso como

    argamasa, troncos de algarrobo para envigar

    y cubierta de carrizos y sorona para proveer la

    sombra y abrigo, incorporando luego nuevos ma-

    teriales y estilos arquitectnicos.

    Cada uno estos grupos de viajeros llegados de

    todos los puntos cardinales, no slo trocarn pro-

    ductos, sino que adems impregnarn detalles y

    smbolos de sus propios espacios geogrficos y

    de sus expresiones tnicas, que sern llevados a

    la cermica, los textiles, la cestera y la orfebre-

    ra, mientras los pasos de humanos y animales

    van trazando los surcos de sus andanzas en ese

    inmensurable desierto que rodea al valle con su

    voraz apetito de sequedades.

    Entre las grandes influencias externas llegar el

    Tiwanako, cuya presencia en la zona es conside-

    rado epigonal o marginal, aunque no por eso me-

    nos relevante hallndose muy presente en sitios

    como Ancachi. Esta civilizacin circundante del

    lago Titicaca se manifestar en la instalacin de

    colonos y todas sus prcticas cotidianas y litrgi-

    cas, como las tabletas de rap para insuflar alu-

    cingenos y en las expresiones caractersticas en

    textilera, cestera y cermicos, todo lo cual ser

    clave en el desarrollo del Periodo Intermedio, ha-

    cindose sentir en las expresiones cotidianas y

    rituales desde el 500 DC hasta el 900 DC.

    Cuando disminuye la presencia e influjo cultural

    del Tiwanako comienza una fase Intermedia Tar-

    da, en que las etnias que confluyen provendrn

    de San Pedro de Atacama y todo lo que es la Cul-

    tura Likan Antai o Atacamea; en el curso medio

    El arte rupestre, con sus estilos y representaciones, da cuenta del intenso trnsito de caravaneros, por este verdadero eje vial que fue el valle de Quillagua y su zona inmediata.

    Indgenas quechuas ante la fortaleza - centro litrgico de Sacsayhuamn.

    Mujer Kolla y estela ltica en Tawanaku, cerca de 1917.

  • 36 Historia de Quillagua

    del Loa, de Lasana y desde latierras altas, la pre-

    cordillera y altiplano de los Andes Centrales; por

    el norte, de las Culturas Arica y Pica Tarapac y;

    vnculos muy especiales con las etnias del litoral,

    como los Camanchakos, todo lo cual se ve ms

    fortalecido por la dinmica de relaciones e inter-

    cambio entre todas stas comunidades, ayllus o

    poblados de tan dismiles espacios geogrfico .

    econmicos.

    Prosigue la Fase de los Desarrollos Regionales

    (900 al 1400 DC) en que se acentan las interac-

    ciones de las culturas atacamea y Pica - Tarapa-

    c sobre el estratgico valle, siempre con relacio-

    nes con todo el centro-oeste sudamericano y sus

    etnias. La consolidacin de estas culturas conlle-

    varn un periodo de intensificacin productivas

    y de mayor crecimiento poblacional en el valle.

    La fase llega a su trmino con el arribo del Tahuan-

    tinsuyu en su amplia expansin hacia los territo-

    rios del sur, que les permitir expandirse hasta el

    ro Maule, en la zona central de Chile, llegar a los

    espacios de Quillagua -Atacama a partir del ao

    1438 DC, principalmente durante los reinados de

    los Inkas Pachactec y Tpac Yupanqui, quedando

    incluido esta parte suroccidental de Sudamrica

    en la demarcacin o provincia denominada Co-

    llasuyu, siguiendo su dinmica de establecer Mi-

    timaes (colonos especializados) en la zona, hasta

    consolidar su hegemona por disuacin tcnica o

    por la imposicin de sus ejrcitos.

    Con sus condiciones de frontera, confluencias

    y recursos, Quillagua ser parte de, al menos un

    ramal, del Qhapaq an, el Camino del Inka, que

    una los territorios del Inkanato, debiendo cumplir

    una vez ms el rol de consagrarse como punto in-

    termedio en las redes viales, y para los contactos

    "Era un pueblo de agricultores, que tambin se

    dedicaban a la caza y a la pesca secundariamen-

    te. Tena tropa de llamas y eran probablemente

    comerciantes ambulantes entre la costa y el inte-

    rior, como se colige de por los productos de am-

    bas zonas hallados en sus sepulturas. Conocan el

    riego y sembraban maz y qunoa, mantenindose

    adems, en parte de las vainas de los algarrobos

    del valle, como lo hacen actualmente los habitan-

    tes en tiempos de escasez. Conocan el uso de los

    metales, a lo menos del cobre (...). Eran alfareros

    y se dedicaban a la cestera en la cual eran exper-

    tos obreros. Pero indudablemente la industria ms

    desarrollada entre ellos era el tejido, como se v

    por el enorme nmero de telas que han dejado.

    Estas son de las ms diversas clases y calidades.

    Algunas son finas y tejidas en diversos colores,

    con frecuencia ricamente adornadas. Otras son

    burdas y lisas como para el uso diario..

    Su religin era probablemente animista y deben

    haber practicado el culto de los antepasados.

    Crean en una vida futura, como se prueba por el

    entierro del cadver con todo lo que podra necesi-

    tar en el otro mundo...".

    Ricardo Latcham, arquelogo, 1933.

  • 37 Quillagua

    los valles y oasis, con sus posibilidades agrcolas,

    los yacimientos mineros susceptibles de explotar

    y los puertos como el del Loa.

    Es probable que el primer contacto entre las po-

    blaciones indgenas del valle se hayan producido

    en el viaje de regreso de Diego de Almagro desde

    Chile, sin desestimarse que tambin haya sido lu-

    gar de trnsito y de aprovisionamiento de Pedro

    de Valdivia, dada la cantidad de recursos, como el

    agua, maz, algarroba y forraje que la zona ofre-

    ca para estas primeras expediciones de descu-

    brimiento y conquista.

    Alineaciones de piedra en los cerros frente al acceso a Quillagua, que constituiran un eventual e indito tipo de geoglifo, actualmente en estudio, asocindose adems a un asentamiento prehispano y huellas troperas.

    y tributacin de las etnias costeras. Evidencias de

    esta presencia inka se encuentran principalmente

    en las aldeas y cementerios, hoy sitios arqueolgi-

    cos. Es significativo que la voz Quillagua sea de

    origen quechua, el idioma impuesto por los inkas

    en los territorios que dominaron.

    La fase Inka termina con el impacto cultural que

    significa la expansin espaola en Amrica, co-

    menzada en 1492, la cual ya en 1520 estaba pre-

    sente en el actual territorio peruano, comenzando

    desde ciudades como Arequipa las exploraciones

    y avances sobre el territorio tarapaqueo, hacia

    puntos de inters geogrficos y econmicos, como

  • 38 Historia de Quillagua

    La consagracin de San Miguel como Patrono de Quillagua tiene races coloniales. En la fotografas, una procesin en 1965. Una joven cfrade gitana en el valle en los aos 60.

  • 39 Quillagua

    Un territorio entre dos Virreinatos

    P rcticamente todo el territorio sudamerica-no occidental qued comprendido dentro del Virreinato del Per. Dentro de las divisiones

    que los virreinatos posean, Quillagua era parte

    del Corregimiento de Arica, formado el 17 de julio

    de 1565. Una dcada despus, en 1575, expues-

    tos los nativos y los terriorios a las encomiendas

    otorgadas a Lucas Martnez Vegaso y a Andrs Ji-

    menez, entre otros, registra una poblacin, com-

    prendiendo Pica y el Loa, de 636 indgenas, de los

    cuales 160 eran tributarios (Villalobos, 1979).

    La zona permanecer bajo esa jurisdiccin, con-

    tinuando con litigios en torno a su pertenencia

    al Corregimiento de Atacama, lo cual concluir

    zanjado refrendndose que era parte del Corre-

    gimiento de Arica y, por lo tanto de la Audiencia

    de Lima y Virreinato del Per, procedindose en

    1578 a deslindar la provincia de Tarapac, con

    respecto a las de Lpez y Carangas a travs de

    mojones hispnicos o indgenas, que podan ser

    una estaca enterrada en el suelo o una apacheta,

    inclusive un rbol o accidente geogrfico. Recin

    el 29 de marzo de 1768, cuando el Virrey Manuel

    de Amat y Junient, separa a la provincia tarapa-

    quea del corregimiento de Arica y nombra como

    su gobernador a Antonio O`Brien, se convertir en

    Corregimiento o Tenientazgo de Tarapac, con ju-

    risdiccin sobre Quillagua.

    Colonizacin de Quillagua

    As, en los albores coloniales el territorio quilla-

    geo fue pretendido por las comunidades de Pica

    y Atacama, que libraron violentos enfrentamien-

    tos antes de 1660, por obtener esa parcialidad, tan

    relevante por la amplitud del valle para cultivos,

    presionados a su vez por las encomiendas y mer-

    cedes entregadas por la Corona a conquistadores.

    Antes de esa fecha parecieran haber prevalecido

    los Atacamas. De hecho se registra la de venta de

    tierras realizada en el valle de Quillagua en 1588

    efectuada por Domingo Lanchemir en nombre del

    cacique de Atacama, Pedro Niquitaya vende 200

    fanegadas de sembraduras de maz "... en la puna

    y valle de Quillagua y valle de dicha cancha que

    corre desde el camyno que va a la mar el ro abajo

    enterndose en la dicha cantidad en el valle ques

    el dicho valle abajo hasta Quillagua y distrito de

    Atacama" (Citado por Odone, 1995). La venta se

    realiz a Juan Bautista, con la autorizacin del co-

    rregidor de Atacama, Velsquez Altamirano.

    Finalmente piqueos y atacameos definieron

    un punto intermedio, prximo al "pueblo viejo"

    que pudo corresponder al "Pucara de Quillagua"

    (Villalobos, 1979), en que unos y otros, respetan-

    do el lmite que cortaba el valle en la parte de

    arriba para los atacamas y la de abajo para los

    piqueos, iban a recolectar frutos del algarrobo,

    sin cultivar la tierra.

    Quillagua en la Colonia

    Plano del Virreinato del Per con sus Partidos o divisiones, fechado en 1795.

  • 40 Historia de Quillagua

    El primer antecedente de ocupacin del valle qui-

    llageo se remonta a fines del siglo XVII, hacia

    1680, cuando el capitn espaol Juan de los Ros,

    "portero del Loa", mantena su ganado "mulas,

    vacas y cerdos" en Quillagua, informndose que

    tambin ese uso era efectuado por Pedro de los

    Ros, Alonso y Francisco, sin tener concesin al-

    guna, presumindose que resultaba prioritario el

    control de Puerto del Loa, donde haban indge-

    nas que tributaban en pescado, el que deba ser

    conducido al interior.

    Desde Pica, en la precordillera tarapaquea, que

    avanzados los tiempos coloniales, que se produ-

    cir el Descubrimiento del Valle de Quillagua,

    cuanto legalidad del otorgamiento de derechos,

    ya que fue el 22 de septiembre de 1704 que el

    presbtero de Pica, don Antonio de Barboza, veci-

    no de ese oasis, solicita para s ese territorio que

    estaba desierto y eriazo desde la Gentilidad , y

    que por 200 pesos corrientes se adjudic, luego

    de los pregones de rigor, las fanegadas de tierra

    en ambas bandas del valle quillageo, teniendo

    la obligacin de obtener agua y lograr produccin

    agrcola de sus sementeras, lo cual no concret

    perdiendo los derechos adquiridos.

    Mapa del Curato de Pica, elaborado por Patricio Advis Vitaglish, en su obra La Iglesia Colonial de San Antonio de Matilla. Los vnculos de Quillagua con Pica y Huatacondo se entreveran en distintos momentos prehistricos, coloniales e incluso contemporneos.

    Lazos que se mantienen: presencia de quillageos en Pica, dcada del 70, en una constante que se mantiene con otros pueblos de las regiones de Tarapac y Antofagasta.

  • 41 Quillagua

    En 1718 hay una nueva insistencia por parte del

    tambin cura de Pica, el doctor Francisco Nez

    de Vega, quien compra al Juez de mesuras y com-

    posicin de tierras, Juan Antonio Urra, veinte fane-

    gadas en el valle de Quillagua, pero tampoco logra

    produccin, quedando de nuevo en abandono.

    Aos despus, en octubre de 1740, Juan Ventura

    Hidalgo, de la vecindad de Pica, pide licencia al Te-

    niente General de la Provincia, Bartolom de Loa-

    yza y Valds, para sacar agua desde una acequia

    de los gentiles y regar unos terrenos del valle, lo

    cual le fue concedido el 3 de diciembre de ese ao.

    Hidalgo, junto con sus hijos Manuel Jos, Pedro

    Ramn y de Silvestre Coruncho, vecino de Hua-

    tacondo que a la fecha se encontraba "desecado",

    lograrn por primera vez, en tiempos hispnicos,

    hacer producir la zona, por lo cual se les otorgaron

    otras 30 fanegadas, en el sector de Comanchaca.

    Severas disputas en cuanto a la pertenencia a

    Atacama o Tarapac suceden cuando lleg des-

    de Chiuchiu el General,Gregorio Navarro, en

    compaa del cura del pueblo y violentamente

    se apoderaron del trigo y otros frutos de esas tie-

    rras que los Hidalgos tenan en sus graneros. Por

    Vista de Arica, donde radicaba el Corregimiento que comprendi hasta Quillagua por el sur. Grabado de 1750, por A. Simeon, en la obra de Mariano Paz Soldn.

    esto, acudieron a la autoridad de Pica, quedan-

    do plenamente establecido que el Valle y hasta

    Tucopilla, eran parte del Corregimiento de Arica,

    luego parte del Corregimiento de Tarapac. Como

    parte de esa controversia surgen una serie de an-

    tecedentes. Villalobos (1979) llega al testimonio

    del indio Diego Altina, de 80 aos, que en 1742

    testifica lo que presenci de muchacho en Ataca-

    ma, donde el cura de Chiuchiu acompaado del

    Corregidor, mand juntar todos los principales,

    llegando hasta un algarrobo en Chacance, donde

    el anciano, Francisco Laucar, le cont que en ese

    algarrobo mataron a su abuelo, que vino de ca-

    pitn de los indios de Pica, despus de lo cual se

    partieron las tierras del valle, en que hacia aba-

    jo son las tierras de los indios piqueos, y de ah

    para arriba son las tierras de Atacama, quedando

    desde entonces los indios de Pica en posesin de

    las tierras de Quillagua.

    Ese mismo ao el maestro de campo Jos Daz de

    Zevallos reafirma lo anterior e indica que de una

    "punta para abajo en que est el pueblo antiguo per-

    tenece a esta jurisdiccin y de ah para arriba a la

    de Atacama". Consta que ms que cultivar sus par-

    cialidades, recolectaban los frutos de los algarrobos.

  • 42 Historia de Quillagua

    Plaza de San Pedro de Atacama. Quillagua en su situacin de frontera y punto de encuentro ver confluir lo atacameo y lo tarapaqueo. Grabado de Rudolf Amandus Philippi, 1854.

    Calle de Pica, vinculada como Curaro y administrativamente con Quillagua y Guatacondo desde tiempos coloniales. Fotografa de Albert Plageman. Album de Vistas de Pica y sus Alrededores, publicado en 1888.

  • 43 Quillagua

    Nias atacameas en Conchi Viejo. Curso superior del ro Loa. Fotografa de Roberto Gerstmann, cerca de 1940.

    Dentro de la poltica de control y evangelizacin

    de la poblacin indgena por parte del Virreinato

    del Per, se propendi a concentrar a los habi-

    tantes nativos de los valles y oasis tarapaqueos,

    eligindose por sus caractersticas a Quillagua

    como uno de estos pueblos de indios. El 17 de

    septiembre de 1764 se dispone que se reduzcan

    los indios a poblacin para que as gocen del be-

    neficio espiritual y temporal, del que carecen es-

    tando divididos y dispersos por sierras y monta-

    as x(...) por lo que sera conveniente se redujese

    a poblacin en el parage de Quillagua abundante

    de tierras y agua.... El documento contina pre-

    cisando que se haga saber esto al Corregidor de

    Atacama y al cura de Chiu-Chiu, de forma tal que

    no obstaculicen ni intervengan, ya que el paraje

    de Quillagua se encuentra dentro de la jurisdic-

    cin del Corregimiento de Arica.

    En los aos posteriores, integrantes de las fami-

    lias Hidalgo y Caruncho y otras que se suman,

    establecieron trabajos en Quillagua. El ao 1756,

    Agustn Coruncho (o Caruncho) y Manuel Hidal-

    go compraron a Juan de Agramonte, en 500 pesos,

    16 fanegadas. En 1784 Agustn Coruncho vendi

    5 fanegadas a Mariano Lzaro Sierra, en 800 pe-

    sos. Por aquel entonces, tambin tenan cultivos

    en la localidad la familia Barreda, cuyos terrenos

    lindaban con los de Caruncho, todo lo cual indica

    que Quillagua comenz hacia fines del siglo XVIII

    su despegue agrcola, direccionado a proveer a

    los centros mineros, como Huantajaya y Santa

    Rosa, entre otros, en que la tierra fue ganando

    plusvala, impulsada por los Hidalgo y los Carun-

    chos, que tienen una raz indgena, proveniente

    ya sea de Pica, como de Huatacondo, a lo que se

    sumarn otras parcialidades y familias, hasta

    sentar los cimientos de lo que ser el valle en el

    siglo XIX.

  • 44 Historia de Quillagua

    El rbol de la Raya: Frontera peruano - boliviana

    D espus de las guerras de independencia de Espaa y cuando se constituyen las rep-blicas, en este caso y zona las repblicas del Per

    y de Bolivia, el lmite entre ambos pases se ha-

    llaba en el Valle de Quillagua (Antonio Raimon-

    di, 1879), en el sector conocido hasta hoy como

    La Parte o tambin La Otra Banda, en la margen

    izquierda del ro Loa, tal cual como se haba vis-

    to en el siglo XVIII entre los corregimientos de

    Arica, luego Tarapac y Atacama. Se seala que

    all haba un algarrobo poco coposo el que era

    llamado el rbol de la Raya, que serva como

    mojn demarcatorio para los lmites entre las

    repblicas del Per y Bolivia, correspondindole

    a la primera todo el territorio que va desde ese

    rbol hacia el oeste y hasta llegar a Tucupilla

    (Tocopilla), por lo cual la quebrada homnima o

    de Duendes, que habra constituido el lmite ms

    meridional peruano-boliviano. En Quillagua, por

    lo tanto, desde el rbol de la Raya haca el este,

    corresponda a territorio bajo soberana boliviana.

    Este lmite, adems de sus connotaciones para

    Quillagua y para las repblicas, tambin incida

    en aspectos cotidianos, como lo era la tributa-

    cin que deban pagar sus habitantes en el caso

    de hallarse en territorio boliviano, mientras que

    quienes habitaban en territorio peruano no tenan

    esta obligacin de tributar. Crnicas de la poca

    sealan que el 26 de abril de 1873 desde la Prefec-

    tura de Puerto La Mar (Cobija despus), oficiaron

    el nombramiento como corregidor de Quillagua

    del vecino Jos Carruncho (Caruncho) en vista de

    sus mritos ciudadanos. Sin embargo ste se neg

    a aceptar dicho cargo aduciendo que su naciona-

    lidad era peruana, hallndose sus tierras un poco

    ms abajo del lugar llamado La Parte y por lo tan-

    to no deba pagar tributo, como si hubiese aconte-

    cido en caso de reconocerse como boliviano.

    Tiempos de las Repblicas

    Mapa de Per y Bolivia, trazado por J. Rapkin y publicado por John Tallis & Co. Siglo XIX, en que el lmite entre ambos pases de sita en el ro Loa.

    Para el caso de Tocopilla y de los territorios ubi-

    cados entre ese punto y el Loa, que en la pers-

    pectiva de la historiografa y estudios de lmites

    peruanos concluyen en la prolongacin de su

    soberana al sur, hasta la quebrada de Tocopilla,

    donde el Dr. Ramn de la Fuente, Juez de 1ra Ins-

    tancia de Tarapac en 1843, incluso hall unas

    columnas que marcaban la frontera entre ambos

    territorios, discrepando las fuentes bolivianas,

    reafirmndolas como parte de su litoral, expre-

    sadas a su vez en las cartografas internacionales

    de la poca en los que, por exceder los alcances

    de este estudio centrado en Quillagua, no se en-

    tra en mayor anlisis.

  • 45 Quillagua

    Tiempos de las Repblicas

    Plano del Departamento de Moquegua, sealando como lmite sur del Per a la quebrada de Tocopilla. Del Diccionario Geogrfico y Estadstico del Per de Mariano Paz Soldn, 1877.

    Plano del Litoral de Bolivia, elaborado por Von H. Wagner en 1876. En ste se identifica la zona de las salitreras del Toco.

    Trfico de carretas por el Desierto de Atacama, a fines del siglo XIX y comienzos del xx. En las redes camineras Quillagua era un punto relevante por la existencia de agua y forraje.

  • 46 Historia de Quillagua

    Quillagua en Tiempos del Salitre

    En la Pampa del Tamarugal, a ms de 220 km li-

    neales de Quillagua, que deban cubrirse por lar-

    gos caminos de carretas, en los aos 1809-1810

    comenzaba a escribirse uno de los grandes cap-

    tulos de la historia del Norte Grande. Fue en las

    planicies del norte de Tarapac, en lugares como

    Zapiga, Negreiros, Matamunqui, Sal de Obispo y

    Chinquiquiray, que se comienzan a instalar las

    Oficinas de Parada, dando inicio a la industria

    del salitre, que ya se explotaba en rsticos obra-

    jes desde el siglo XVIII, utilizndose como insumo

    para la fabricacin de la plvora. Los yacimientos

    de caliche se hallaban en una franja que se si-

    tuaba hacia el centro-este de la Cordillera de la

    Costa y en el margen occidental de la Depresin

    Intermedia,en una franja comprendida entre la

    quebrada de Tiliviche y Taltal.

    Las oficinas de Parada haban sido posible gra-

    cias a los industriales tarapaqueos Matas de la

    Fuente y Sebastin de Ugarrisa, interesados en ex-

    plotar los calichales de Tarapac, quienes encon-

    traron la respuesta en el naturalista Tadeo Haenke

    (Bohemia 1761- Cochabamba 1816), quien aporta

    la tcnica de cmo separar la soda o alcal mineral

    y obtener salitre potsico. La industria comenz

    un rpido desarrollo, efectundose los primeros

    embarques con destino a El Callao, superando los

    23.000 quintales (un quintal equivale a 46 kg). En-

    tre marzo de 1812 y enero de 1813, se haban le-

    vantado 10 de estos planteles, con alcanzarn una

    produccin de 70 mil quintales al ao.

    Las paradas, llamadas as por el tiempo breve

    de instalacin y posterior traslado, funcionaban

    Tiempos del Salitre

    lixiviando el caliche en fondos de cobre o fierro de

    50 galones (220 litros), calentados por medio de

    hornos alimentados con lea, en que la mezcla

    obtenida luego de la saturacin se vaciaba con

    grandes cucharones a un estanque clarificador o

    chullador y despus a las Bateas para su crista-

    lizacin. Este momento de la industria es descrita

    por el norteamericano John H. Blake, quien reco-

    rre y estudia la zona en 1838:

    El trabajo es todo al aire libre. Los equipos consisten

    en algunas tinajas de cobre, de cincuenta galones [220

    litros], montadas dentro de murallas hechas con colpas

    de sal, y bateas rectangulares de madera para la crista-

    lizacin del salitre. El caliche es tronado de sus mantos,

    que siempre estn contiguos a la officina.

    En estas primeras dcadas no haba grandes

    compaas chilenas, inglesas o de otras naciona-

    lidades, con pocas excepciones se trat de em-

    presarios vinculados a la economa tarapaquea,

    especialmente a la plata de Huantajaya, quienes

    atienden una primera demanda clara, cual era

    procesar el salitre como insumo para la fabrica-

    cin de plvora. Sin embargo, cuando se ponen

    en valor y se difunden los atributos del salitre

    como abono, se acrecentarn las exportaciones

    desde 1829 - 1830 en adelante.

    La todava joven industria requera de muchos

    insumos y medios logsticos para ser extrado,

    elaborado y transportado hasta los puertos de

    embarque para su exportacin. Lo mismo que

    la poblacin de trabajadores y sus familias y las

    propias faenas requeran recursos de todo tipo.

  • 47 Quillagua

    Calichera y trabajos de elaboracin en una Parada Salitrera. Fotografas de William Letts Oliver, 1863.

  • Cada una de estas fases de extraccin y en los

    campamentos y pueblos se efectu a travs de

    carretas tiradas por mulas, lo cual hizo requerir

    de forraje para sustentar ese ganado mular. Los

    valles de la precordillera tarapaquea se aboca-

    ron entonces a producir principalmente la alfal-

    fa, adems de las verduras y frutas para quienes

    trabajaban y vivan en la pampa. Quilllagua se

    incorpora con el denominado Ciclo del Choclo

    (Carmona, 2013), en que provea principalmente

    de maz, en menor medida de alfalfa, a las ofici-

    nas salitreras de la muy cercana zona del Toco,

    adems de contar con otros productos hortcolas

    para consumo domstico. En esta etapa se regis-

    tra un notorio crecimiento de la poblacin del

    Cantn del Toco, oscilando de 4.887 habitantes en

    1895 a 27.963 en 1930, coincidiendo con la fase de

    esplendor salitrero..

    Intervencin peruana en El Toco

    Per haba basado sus ingresos fiscales, durante

    dcadas en la explotacin del guano, explotado

    por compaas extranjeras en su costa sur, es-

    pecialmente en las islas Chinchas. De esa forma

    mantuvo algn grado de indiferencia ante la in-

    dustria salitrera, hasta que el crecimiento de sta

    se hizo evidente, adems que le mermaba sus ga-

    nancias por las exportaciones de guano. Recin

    en 1873, el presidente Manuel Pardo inicia una

    poltica de Estado para controlar la industria del

    nitrato, estableciendo el 18 de enero de 1873 el

    estanco del salitre, como medida para el control

    estatal de su comercializacin y exportacin.

    Luego, en 1875, se promulga la nacionalizacin

    de la industria, expropindose las oficinas sali-

    treras existentes, crendose la estatal llamada

    Compaa Salitrera del Per.

    El Per ir ms all: para conservar la supremaca

    sobre la produccin del salitre y monopolizar su

    venta y exportaciones, dirige su mirada hacia los

    territorios salitreros que se encontraban en terri-

    torio boliviano, precisamente en El Toco, prximos

    a Quillagua. Entre Estados y empresarios, tendr

    lugar una serie de acuerdos por medio de los cua-

    les se buscar que esa zona se mantenga sin pro-

    ducir. De esto da cuenta Pedro Hoogsgaard, comi-

    sionado para prospectar esa zona (En la Geografa

    del Per de Antonio Raimondi, 1879):

    ... Con este objeto se dieron varias leyes y decre-

    tos, tendientes a monopolizar al salitre, por par-

    te del Gobierno. Mas como se sabia que existan

    algunos depsitos de esta sustancia tambin en

    el territorio de la vecina Repblica de Bolivia, era

    preciso, para poder monopolizar con buen xito

    este importante artculo, saber las condiciones

    en que se hallaba el salitre de Bolivia, para poder

    evitar la competencia al peruano. Cuando sobre-

    viene la Guerra del Pacfico, en este orden se en-

    contraba la propiedad de esta industria y, cuan-

    do Chile se apodera y hace cargo, reconocer los

    certificados emitidos por el Estado peruano, a la

    vez que resolver el impedimento de produccin

    sobre la zona de El Toco.

    Presidente Manuel Pardo y Lavalle, mandatario peruano que inicia una poltica estatal para el control de la industria salitrera, incluyendo intervenciones en la zona del Toco.

  • 49 Quillagua

    El coronel boliviano Rufino Carrasco, quien inicia una revolucin en 1877 desde Quillagua.

    Episodios en la Guerra del Pacfico

    Quillagua fue el valle del lmite peruano - bolivia-

    no. Antes de la guerra, en 1878 Quillagua era se-

    alado como una aldea del Departamento de Ta-

    rapac y del Distrito de Pica, que contaba con 77

    habitantes. Al momento de la ocupacin chilena

    el censo levantado por los oficiales del regimien-

    to de Artillera de Marina el 8 de septiembre de

    1879, haba en Quillagua solo 14 casas o ranchos

    y de stos solo 7 estaban habitados. "La poblacin

    se compona de 13 bolivianos y 5 mujeres de esta

    nacionalidad y 8 peruanos ... total 26 habitantes".

    (Vicua Mackenna, 1880).

    Desde los primeros meses de la guerra se trans-

    form en un punto estratgico para los tres pa-

    ses beligerantes, ya que para Chile fue parte de

    la lnea de defensa de los territorios ocupados en

    Antofagasta y para contener los avances de tro-

    pas desde Bolivia y de Tarapac. En los informes

    sobre el territorio se resaltaba a esta aldea, como

    crucero de diversos caminos, tanto en direccin

    a la costa como hacia el interior y longitudinal-

    mente, como el que se haca a travs de la pam-

    pa, por donde podan traficar carretas a media

    carga, eso es con 20 a 25 quintales, de 46 kilos

    Revoluciones desde Quillagua

    Desde estos lindes peruano-bolivianos tuvieron lu-

    gar hechos propios de las convulsiones polticas de

    la poca de organizacin de las repblicas, con sus

    caudillismos y asonadas golpistas. En los primeros

    das de mayo de 1870 se haba descubierto el im-

    portante mineral de plata de Caracoles, unos 200

    km al norte de Antofagasta, en territorio de Bolivia,

    donde por su relevancia econmica, se produjeron

    dos revoluciones, la segunda de las cuales se gesta

    en el poblado de Quillagua y que se conoci como

    la Revolucin de Carrasco, iniciada el 25 de marzo

    de 1877 por el Coronel Rufino Carrasco y Juan de

    Dios Rivera Quiroga, quienes salen desde el valle

    con rumbo a Caracoles, librando en el trayecto un

    tiroteo con las tropas del Subprefecto de ese mine-

    ral, el teniente coronel Exequiel Apodaca, quien le

    sali al encuentro, sin lograr impedir que llegase y

    se apoderase del pueblo y se dispuso a marchar so-

    bre Antofagasta. La asonada culmina con la derrota

    de los revolucionarios en enfrentamientos librados

    los das 29 y 30 de ese mes en Caracoles y sus

    proximidades, hasta donde concurrieron las fuerzas

    gobiernistas y concluida en Antofagasta.

  • 50 Historia de Quillagua

    cada uno, tiradas por cuatro mulas y donde haba

    abundantes aguas, pero venenosas y que haban

    costado la vida de muchas tropas.

    Luego de la ocupacin de Antofagasta, desde el

    14 de febrero de 1879, se movilizan fuerzas chile-

    nas por todo el territorio, en que un episodio bli-

    co destacado es el Combate de Topater (Calama,

    23 de marzo). Tambin se desplazan tropas ha-

    cia el sector de Quillagua y El Toco, donde el Alto

    Mando chileno presuma la existencia de un fuer-

    te contingente enemigo, pero que en todo caso la

    "aldea rural de Quillagua", era punto estratgico

    para establecer la lnea del Loa, disponindose la

    Toma de Quillagua el 25 de abril de 1879, por las

    tropas comandadas por el teniente Manuel Ro-

    drguez, de la Guardia Nacional de Caracoles, por

    rdenes del coronel Pedro Lagos.

    Seguidamente en el Distrito de Quillagua el Co-

    mandante de Artillera de Marina, Jos Ramn

    Vidaurre, quien con 300 hombres ocup las sali-

    treras del Toco, cubriendo adems los puertos de

    Cobija y Tocopilla. Fue Quillagua hasta donde co-

    menzaron a arribar centenas de trabajadores sali-

    treros chilenos, expulsados del territorio peruano,

    optndose por este camino, ya que a quienes ha-

    ban llegado hasta Iquique, se les encarcel en el

    edificio de la Aduana. En el trayecto por el desierto,

    uno de estos grupos debi ser asistidos de agua y

    alimentos por el Ejrcito a la altura del Salar So-

    ledad Vieja (Salar Sur Viejo) a 48 millas del valle.

    Los partes oficiales informan que al 10 de mayo ya

    haban arribado a Quillagua unos 40 trabajadores

    y otros 200 venan en camino por la pampa.

    En la zona de Quillagua tempranamente se haba

    dispuesto que un contingente de 312 hombres

    permaneciese en la zona. Despus, en la proximi-

    dad del pueblo se ubicar el campamento del Re-

    gimiento Santiago y otros escuadrones, con 1.350

    plazas. Los Aliados por su parte, se concentraron

    en Guatacondo, desde donde podan controlar el

    arrieraje de ganado desde Argentina, lo cual re-

    sultaba clave para provisionarse, a la vez que se

    hallaban prximos a la lnea del ro Loa y atentos

    a los movimientos de las fuerzas chilenas.

    Oficina Salitrera en Antofagasta, 1979. Fotografa Sociedad Daz & Spencer.

  • 51 Quillagua

    El hecho blico mayor en esta espacio fue el lla-

    mado Combate de Quillagua, aunque los princi-

    pales sucesos ocurren en el Monte de la Soledad.

    Se trat de una avanzada peruana al mando del

    coronel Belisario Surez, que en los primeros das

    de octubre de 1879 practica un reconocimiento

    con 80 jinetes del Hsares de Junn. En Quillagua

    se hallaba el vivac del Regimiento Santiago y fue

    el da 10, que se aproximan a ste, siendo detec-

    tados por un viga, al que disparan sin herirle,

    retirndose luego, seguidos por 30 Cazadores a

    Caballo, al mando del Teniente Belisario Amor,

    hasta el sector del Monte de la Soledad, donde

    esperaban parapetadas fuerzas de infantera pe-

    ruanas, ante cuya superioridad numrica, el te-

    niente Amor, opt por la retirada. No obstante lo

    cual, segn el parte chileno, los peruanos esca-

    pan en precipitada fuga, dejando mucho de sus

    equipos abandonados.

    En cambio, segn Paz Soldn y basado en el parte

    oficial peruano, establece que el coronel Surez

    exploraba con 32 jinetes esta zona, enfrentndo-

    se en dos oportunidades a los Cazadores chilenos,

    para lo cual se desplegaron en formacin de gue-

    rrilla y otra vez, hasta que fueron sorprendidos

    por el escuadrn Exploradores del Desierto, con-

    formado por trabajadores de las salitreras movi-

    lizados, que les sometieron a un intenso fuego

    de fusilera, a lo cual se respondi con un nuevo

    despliegue y obteniendo la captura de 9 prisione-

    ros, identificados con nombres y grados, adems

    de dos muertos, entre ello el clebre merodeador

    Rojas y un herido, adems de carabinas Reming-

    ton y aperos diversos.

    Una vez concluidas las acciones blicas en Tara-

    pac y Antofagasta, una de las tareas ms inme-

    diatas emprendidas por el Estado chileno fue el

    restablecimiento de la industria salitrera. Ser

    en esta fase que se activarn con mayores bros

    las oficinas del Toco. Como complemento a la

    historia, el ao 2003 se produjo el hallazgo de un

    fuerte chileno, ubicado inmediatamente al este

    de Quillagua.

    Antofagasta. Fotografa de Eduardo Spencer, 1879.

    Jos Ramn Vidaurre, Jefe Militar de Quillagua.

  • 52 Historia de Quillagua

    Desarrollo Salitrero del Toco

    El panorama del Toco y Quillagua empieza a verse

    conmovido en esa misma dcada, de los 30, que

    comenzaba a exportarse el salitre y que se instala-

    ban plantas de elaboracin en el desierto tarapa-

    queo. Sin embargo no ser sino hasta 1870 - 1875,

    que las exploraciones de la zona se harn ms in-

    tensivas, con consiguientes descubrimientos de

    salitrales.

    Es hacia 1873-1875 cuando la propiedad salitre-

    ra en El Toco se define, identificndose casi una

    treintena de terrenos salitrales, entre cuyos pro-

    pietarios principales se encontraban la Sociedad

    Pedro Lpez Gama y Ca., la Sociedad Francisco S.

    Ojeda., y la Sociedad Unin El Toco. En el perio-

    do 1876-1879 los salitrales sern predominados

    por el norteamericano Juan G. Meiggs y, desde el

    ltimo ao en menor proporcin por el Estado

    chileno. Desde 1883 la hegemona en la zona la

    tendr Enrique Squire y, desde 1885 comenzar el

    ingreso de empresarios alemanes y de la Anglo-

    Chilean Nitrate & Railways Co.

    En el plano de Von H. Wagner (ver Pg. ), del Lito-

    ral de Bolivia, ya se encuentran demarcados los

    terrenos de las salitreras del Toco en 1876. Segn

    Isaac Arce, estos haban sido descubiertos por el

    ao 1874, a la vez que identifica a la firma que

    los adquiri y los explot aunque en forma pri-

    mitiva y rutinaria, estando constituida por Oje-

    da y Ca., y que debi ser una oficina de parada

    por la descripcin entregada. A la que despus

    se agregara la casa britnica Backus y Johnson

    construyendo una oficina de mquina, la que

    trabaj con mayor xito que la anterior.

    En 1878 se registra la primera exportacin por el

    Toco, efectuada por el empresario alemn Otto

    Harnecker, propietario de la oficina Unin, que

    despach 28.000 quintales de salitre, que se in-

    crementaron a 66.000 quintales al ao siguiente.

    El ao 1879, la guerra la sorprendi elaborando

    para el Gobierno del Per, por lo que se confis-

    caron sus bienes por Chile, a titulo de captura

    blica. El Teniente Bianchi escribe una carta a

    Benjamn Vicua Mackenna (1880), fechada en

    "Hotel Toco", en las proximidades de la Estacin y pueblo del Toco, cerca de 1910.

  • 53 Quillagua

    Oficinas Salitreras del Toco, en 1911. Fotografas de Domingo Silva Narro.

  • 54 Historia de Quillagua

    Retrato de Quillageos en tiempos del esplendor salitrero.

    Quillageos en el Kiosco de la Plaza, dcada del 60.

    La Sra. Amalia Gmez, ao 1949.

  • 55 Quillagua

    Quillagua en 1879 en que se refiere a los "famo-

    sos" establecimientos salitreros del Toco, indican-

    do que se encuentran all tres oficinas, la Buena

    Esperanza que est en trabajo, la Rica Ventura

    (sic) que qued arruinada por el terremoto del 9

    de mayo de 1879 (1877) y la Porvenir, donde se

    estableci el destacamento chileno.

    Terminada la guerra siguen instalndose nuevas

    empresas o se amplan, como Sez y Lara que

    ensanchan sus instalaciones de beneficio, trans-

    portando sus productos, en carretas, a la Caleta

    Duendes, cerca de Tocopilla, en donde, para los

    efectos de la movilizacin, tena muelles, bodegas,

    campamentos y todos los elementos del caso.

    Los salitrales de la Zona

    Dos fueron los principales cateadores y explora-

    dores del territorio del Toco: el francs Mximo

    Latrille y el chileno Juan Palma. Isaac Arce (1997)

    seala que Latrille "...no dej rincn del Toco

    que no explor, escribiendo continuamente en

    El Mercurio de Valparaso sobre esta importan-

    te regin desde 1876.... Estos escritos y anuncios

    en la prensa rindieron frutos, ya que el emporio

    y centro financiero de salitre se hallaba en Valpa-

    raso. Latrille form parte de la mayor compaa

    que comenzar a explotar unos aos ms tarde la

    zona: The Anglo - Chilean Nitrate & Railways Co.,

    constituida en Londres.

    En 1880 Billinghurst se refera a los salitrales del

    Toco, sealando que los terrenos entre Quillagua,

    El Toco, los cerros de Conchi y el mineral del Inca,

    no correspondan a la formacin del Tamarugal,

    sino que especialmente aquellos que se ubican

    entre los cerros de la Joya y Miscanti son de la

    formacin del nitrato, expresando que cateos que

    se han realizado en esa zona desde hace tiempo,

    han confirmado la existencia de caliches de una

    ley bastante regular.

    De hecho, aunque las Paradas parecan exclusivas

    de Tarapac, donde se inicia la industria, en 1886

    el mismo Billinghurst registra funcionando la ofi-

    cina de parada Virjinia en el Cantn del Toco, la

    cual era propiedad del italiano Daro Schiattino,

    quien la recupera a cambio de certificados y ven-

    de las 4 estacas que la componan a la Sociedad

    Santa F del Toco. En 1890 Billinghurst menciona

    a otra parada en la zona, que se llamaba preci-

    samente Toco, lo cual ratifica la existencia de

    este tipo de oficinas en la zona hasta finales del

    siglo XIX, y en particular, aunque no exclusiva-

    mente, en el Cantn del Toco, ya que Antofagas-

    ta tambin tiene antecedentes de Paradas, como

    la Esmeralda, en Aguas Blancas, levantada en

    1879 por Emeterio Moreno & Co., y Central de

    1873 y que embarc ese mismo ao por el puerto

    antofagastino.

    Sin embargo, uno de los pasos mayores se haba

    dado el 22 de julio de 1888, cuando se constituye

    en Londres la Anglo-Chilean Nitrate & Railways

    Co., sociedad que tena como propsito adquirir

    892 estacas salitreras en el Cantn del Toco, que

    proyectaba levantar una Oficina de Mquina, esto

    es con cachuchos y aplicacin de vapor, capaz de

    producir 5.000 a 6.000 toneladas mensuales de

    salitre, adems de construir un ferrocarril entre

    ese cantn y el puerto de Tocopilla, de trocha an-

    gosta (1,067 m) y obra de Manuel Ossa Ruiz.

    Para la compaa, el capital de 500 mil libras es-

    terlinas y la inversin en el tendido ferroviario y

    su maquinaria, con 200 mil libras esterlinas, la

    llevaban, segn Billinghurst, a constituirse en

    una de las mayores iniciativas realizadas en la

    industria hacia 1890, agregndose adems que

    con su materializacin se vino a dar vida a una

    zona salitrera completamente virgen y casi aban-

    donada, resaltando que haba prosperado pese

    a la frrea oposicin de John Thomas North, ya

    convertido en rey del salitre y preponderante en

    la industria de la poca.

    El Ferrocarril de Tocopilla al Toco de la Anglo Chi-

    lean Nitrate & Railways, puesto en marcha el 15 de

    noviembre de 1890, dar mayor impulso a la insta-

    lacin de oficinas o consolidacin de stas, como los

  • 56 Historia de Quillagua

    establecimientos San Andrs y Santa Isabel (1890).

    En tanto, Henry Sloman adquiere a Eduardo Squire

    otras 16 estacas salitreras, con las cuales sentar

    fundamentarn su predominancia en la zona.

    En 1894 la AngloChilian Nitrate & Railways Co.,

    levanta la oficina Peregrina (1894) y Santa Ana.

    Desde 1892 se pusieron en marcha las importan-

    tes oficinas salitreras del empresario alemn Hen-

    ry Brarens Sloman (primero Buena Aventura y ms

    tarde las otras que conformarn el Grupo Sloman);

    oficina Leonor de Eduardo Squire; oficina Iberia

    (1894), de Lacalle Hermanos; Santa F de Compaa

    Salitrera Santa F del Toco, entre otras. A la vez, las

    salitreras se ubicaron y dispusieron de acuerdo a

    los dos ramales de este ferrocarril, distinguindose

    aquellas localizadas al norte del mismo (como San

    Andrs, Santa F, Iberia, Grutas, Prosperidad, Rica

    Aventura y Buena Esperanza), y las situadas prxi-

    mas al ramal sur (como oficinas Empresa, Peregri-

    na, Santa Isabel, Coya Sur, Jos Francisco Vergara y

    las tardas, y mayores que operaron con el sistema

    Guggenheim, Mara Elena y Pedro de Valdivia.

    Cuando ya se aplica el concepto de cantn para

    ese grupo de oficinas que embarcaba por Toco-

    pilla, ste distrito salitrero comprenda el Llano

    de la Paciencia, la Pampa del Miraje y la Pampa

    Negra, actuando como su eje el poblado del Toco.

    En trminos productivos este cantn lleg a expor-

    tar en los aos 1906-1907, 4.742.696 quintales de

    salitre, en que la slo la oficina Empresa aportaba

    con 1.357.237 quintales, convirtindose en la mayor

    planta elaboradora de la zona en este periodo.

    Alemanes en El Toco

    Si bien se ha visto que en este cantn hubo em-

    presas de distintas nacionalidades, es indudable

    la importancia de los alemanes, desde el primer

    exportador del cantn, Otto Harnecker, propieta-

    rio de la oficina Unin; luego la empresa de Flsch

    & Martin, culminando con quien trabaj para sta

    por ms de 2 dcadas, Henry Sloman (1848-1931),

    quien comienza su independencia empresarial

    con la oficina Buena Esperanza en 1892, para lue-

    go conformar el llamado Grupo Sloman, contan-

    do con muelles propios en Tocopilla y habiendo

    construido el tranque que lleva su nombre.

    Sloman, generador de grandes riquezas, construye

    en 1922 la Chilehaus en Hamburgo, un edificio que

    Salitreras del Toco en 1904. Del Archivo del Ministerio de Hacienda. Tomado de la tesis de Adriana Capaldo.

  • El industrial salitrero Henry B. Sloman, al centro, con personal administrativo de las oficinas Santa F, Iberia, Prosperidad, Rica Aventura, Buena Esperanza y Peregrina. Cerca de 1912.

    57 Quillagua

    asimila una nave y que es Patrimonio de la Huma-

    nidad por la Unesco, y que no es osado sealar que

    representa no slo los logros de este empresario,

    sino tambin toda la vida, productividad y ganan-

    cias que produjo la zona, la cual fue a territorios

    lejanos, hallando al menos en Sloman un legado

    de esta fase en ese edificio de 10 pisos, en que su

    arquitecto Fritz Hger, plasm los requerimientos

    de su acaudalado mandante, en toda la holgura

    que le permiti el oro blanco.

    A comienzos de los aos 20 los capitales alema-

    nes, como Henry Sloman, comienzan su retirada

    de la industria salitrera, hallndose adems en

    pleno desarrollo la produccin de nitratos sint-

    ticos. De este modo, estas oficinas son adquiridas

    durante este periodo por la Compaa de Salitres

    de Tarapac y Tocopilla, incluyendo el Tranque

    Sloman y las llamadas Chacras del Loa, lugar

    de recreo a 4 km de oficina Rica Aventura.

    Cuando Sloman vuelve a Hamburgo, en 1898,

    ya su riqueza es tremenda. Sus activos que para

    1912 alcanzaban los 60 millones de marcos y

    un ingreso anual de 3 millones de esta misma

    moneda, lo convirtieron en el hombre ms rico

    de Hamburgo, permitindole adems fundar en

    1924 el Henry Brarens Bank AG Finanzas, que

    ms tarde fue Sloman KG.

    Tranques en el Ro Loa

    Dada la proximidad de las oficinas salitreras

    con el ro Loa, hubo industriales, en ambos ca-

    sos alemanes, que pensaron abordar la provisin

    de energa a travs de centrales hidroelctricas,

    dando origen a la construccin de los tranques

    Santa F y Sloman.

    El primero fue levantado por la Compaa Salitrera

    Santa F del Toco, la que hace construir el tranque

    que se encuentra terminado en 1900, para producir

    electricidad para la oficina homnima y su campa-

    mento. La electricidad generada permite que en la

    oficina Santa F se utilice un ferrocarril de traccin

    elctrica por primera vez en la industria salitrera

    para las operaciones en sus faenas. El tranque con-

    sista en un muro de piedra canteada de 38 pies de

    altura (11.6 m), que represaba las aguas del ro Loa,

    del que distaba, la oficina, unos 6 km. Para generar

    electricidad contaba con una turbina Francis de

    150 rpm, la que conectaba con la Casa de Fuerza,

    donde haba un generador Siemens Schuckerts de

  • Postal de la construccin del Tranque Sloman, circulada en 1909, cuando esta obra de ingeniera alcanzaba los 37 metros. Coleccin de Guillermo Burgos Cuthbert.

    Tranque Sloman hacia 1960

  • 59 Quillagua

    3 fases, 24,3 Amperes y 5,000 Volts a 300 rpm. Lue-

    go, era transmitida por una lnea elctrica de 4,5 ki-

    lmetros hasta la oficina, donde era reducida a 220

    volts para ser distribuida en faenas y campamento.

    Ms tarde, en 1905, el empresario Henry Sloman

    construye entre ese ao y 1911 el Tranque Sloman

    para proveer de energa elctrica a sus estableci-

    mientos que constituan todo el grupo de oficinas

    ya sealado en el Cantn del Toco. Esta obra sig-

    nific una inversin de 100.000 libras esterlinas en

    obra gruesa, equipos e instalaciones. La central

    tena una potencia instalada de 550 hp, con la

    cual provea las planta y el campamento. Poste-

    riormente se le suma una casa de fuerza de tres

    motores diesel de 400 hp cada uno. Toda esta ener-

    ga era repartida entre las diferentes oficinas del

    grupo Sloman, hasta cesar sus funciones en 1965.

    El pueblo del Toco

    El gelogo Francisco San Romn en 1894 seala

    que al interior del Departamento de Tocopilla, los

    trabajos de la industria salitrera y toda la activi-

    dad de las oficinas de las proximidades ha lleva-

    do a que se ha aglomerado una poblacin que

    lleva el nombre de El Toco i que no contiene me-

    nos de 1,500 habitantes. En Quillagua, a la orilla

    del Loa, hai un grupo de habitantes, en su mayor

    parte indjenas, dedicados a la agricultura, i en

    Colupito(al SW de Quillagua) camino a Cobija i

    Tocopilla, algunos residentes que viven del hos-

    pedaje o socorro que suministran a los viajeros

    de esos desiertos estriles. Este poblado del Toco

    se mantuvo como centro informal, comenzn-

    dose a comienzos de siglo las gestiones estatales

    para formalizarle y transformarle en un centro

    urbano, con un trazado y una funcionalidad res-

    pecto a las salitreras del sector y vinculado al

    ferrocarril de Tocopilla al Toco, lo cual queda ex-

    presado en el Memorando de 1904 enviado por el

    Alcalde de Tocopilla al Ministro del Interior, a fin

    de proceder a la fundacin del pueblo, adjuntan-

    do el respectivo plano y su posible ubicacin, el

    que fue aprobado en sesin del 6 de abril de 1904.

    El 10 de mayo de ese mismo ao, el Alcalde de

    Tocopilla solicita a la Comisin Consultiva del

    Norte, encomendada por el Ministro del Interior,

    a que se cree la Comuna del Toco. Para esa fecha

    el pueblo ya contaba con un destacamento espe-

    cial de 40 policas montados, que se solicitaba se

    incrementase a 60, que slo signicaban costos al

    fisco en cuanto personal, armamento, trajes y ca-

    ballera, ya que en otros aspectos eran financiado

    por los mismos industriales salitreros. A ese con-

    tingente se sumaban otros 60 Cuerpo de Jendar-

    mes, con dependencia del Ministerio del Interior.

    En documentos de la misma comisin se desta-

    caba la importancia que tendra la creacin del

    poblado, donde podran establecerse comercios

    que proporcionaran las mercaderas precios

    Locomotora elctrica en la oficina Santa F del Toco.

    Tranque Santa F en la dcada del 20.

  • 60 Historia de Quillagua

    equitativos, pudiendo, un comercio libre, com-

    batir con ventaja los monopolizadores de hoy

    da, en alusin directa al sistema de pulperas

    imperantes en las oficinas salitreras.

    El fisco, a travs del ministerio de Prieto, autoriza

    1. Podr crearse la poblacin del Toco en terre-

    no de propiedad fiscal que no contengan salitre,

    ni otra sustancia fsil que pueda ser aprovechada

    por el Estado. 2. El nuevo pueblo podr ubicarse

    en el espacio comprendido entre la Estacin de

    Toco y la Oficina Iberia de Lacalle y C.; en un

    punto prximo la lnea frrea y al oriente de

    esta lnea. En esa, rejin no existe salitre. 3. La

    extensin de terrenos necesaria para ubicar sta

    poblacin ser de 26 hectreas y ser diseada

    conforme al plano adjunto. El fisco se reserva

    adems el derecho de 10.000 m2 de terreno y es-

    tablece que queda obligada la Municipalidad a

    construir los edificios pblicos como el Registro

    Civil, la Subdelegacin y del Juez Subdelegado.

    En el Censo de la Repblica de 1907 El Toco es

    registrado con una poblacin total de 169 habi-

    tantes, de los cuales 106 son hombres y 63 muje-

    res. En 1920 todo el Cantn del Toco contaba con

    9.075 habitantes.

    Crisis del Salitre

    La Primera Guerra Mundial fue el preludio del fin

    para la industria salitrera. Desde all en adelan-

    te se sucedern una serie de momentos compli-

    cados, como en 1916 y siguientes, hasta la ms

    fuerte y decisiva, la gran crisis de los aos 1929-

    1930. Los pases europeos, especialmente Alema-

    nia aceleraron durante y despus de la Primera

    Guerra Mundial sus investigaciones, llegando a

    perfeccionar las Plantas Fijadoras de Nitrgeno,

    con mrito mayor en los cientficos alemanes Fritz

    Haber y Carl Bosch. Esto conlleva la prdida del

    monopolio del salitre chileno, por la produccin de

    Cargando salitre a granel en un muelle de Tocopilla, por medio de rampas hacia los lanchones. Este fue el puerto de embarque de las oficinas del Toco.

  • 61 Quillagua

    Ferrocarril del Toco a Pampa Joya, atravesando el Puente Teresa, construido entre 1926 y 1928.

    Patio de Locomotras del Ferrocarril de Tocopilla al Toco, cerca de 1900.

  • 62 Historia de Quillagua

    abonos sintticos que en costos y formas de pro-

    duccin no podan contrarrestar las tradicionales

    oficinas Shanks, como las que operaban en la zona

    del Toco, con la excepcin de los planteles del Sis-

    tema Guggenheim, aplicado en las oficinas Mara

    Elena (1926) y Pedro de Valdivia (1930), de capita-

    les norteamericanos y que seguirn atendiendo la

    demanda, especialmente de Estados Unidos, des-

    tinada en importante medida para fines blicos.

    Esto trajo consigo la reduccin de mercados, con-

    llevando la paralizacin de decenas de oficinas

    salitreras que involucraron cesanta y que hi-

    cieron peregrinar por las pampas de Tarapac y

    Antofagasta a los trabajadores, en bsqueda de

    oportunidades laborales.

    En el Toco, en particular, en 1929 paralizarn las

    oficinas, Grutas, Santa Isabel, Peregrina y Santa F,

    todas la cuales operaban con el Sistema Shanks,

    obsoleto por su imposibilidad de competir con

    las oficinas Guggenheim y mucho menos con los

    abonos sintticos. Intentos postrimeros, como la

    explotacin de los calichales de Pampa Joya, para

    ser beneficiados en Rica Aventura, coincidirn con

    esa crisis. Se perda adems el que haba sido uno

    de los principales mercados para el salitre chile-

    no, Alemania, en una zona donde sus principales

    empresarios haban sido de esa nacionalidad. Se

    estima que unos 50 mil obreros permanecieron

    trabajando en Tarapac y Antofagasta, mientras

    120 mil iniciaron el xodo, establecindose en las

    ciudades mayores o iniciando el retorno al centro

    y sur del pas. Tres oficinas del Toco continuarn

    en la dcada del 50: Prosperidad, Empresa y Rica

    Aventura, ahora de la Compaa Salitrera de Tara-

    pac y Antofagasta (COSATN).

    En Tarapac, el cierre de oficinas acontecer de

    igual forma, mantenindose en general en am-

    bas provincias una reducida cantidad de oficinas

    Shanks, propiedad de la COSATN y de socieda-

    des privadas, cerrando Chacabuco en 1938. Con la

    Segunda Guerra Mundial habr un breve repunte,

    construyndose la oficina Victoria en 1944 que con

    altibajos se mantendr hasta su cierre en 1979. Para

    aquellas oficinas que superan los aos 30, resulta-

    rn fatales las dcadas del 40 y 50, en que siguen

    cesando sus funciones, unas tras otras, a ambos

    lados del ro Loa, mantenindose hasta 1960 y 1961

    con oficinas Humberstone y Santa Laura; ms al

    sur, en Taltal, las oficinas Santa Luisa que perdura

    hasta 1943 y las oficinas Chile, Flor de Chile y Ale-

    mania hasta 1960, 1966 y 1968, respectivamente.

    Con el cierre de oficinas paralizarn tambin los

    ferrocarriles vinculados a esta industria o que de-

    pendan exclusivamente de ella, con las excepcio-

    nes del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, del FC

    de Tocopilla al Toco, que segua porteando desde

    las oficinas Guggenheim, y del estatal FC Longitu-

    dinal Norte, que persistir hasta 1975.

    Para Quillagua todo esto signific una tremen-

    da prdida de la demanda de sus producciones

    de alfalfa y verduras, las que adems careceran

    desde la paralizacin del Longino, del medio ex-

    pedito para colocarla en otros mercados del Nor-

    te Chico o Zona Central.

    Oficina Rica Aventura.

  • 63 Quillagua

    La guitarra y el canto, junto al ro o en las casas y locales del pueblo, fueron una constante entre los quillageos. Fotografas 1940 - 1950.

  • 64 Historia de Quillagua

    Perpectivas de la agricultura, ganaderas e innovacin presentes en forma de historia y de proyeccin en el valle quillageo.

  • 65 Quillagua

    Desarrollo Agrcola

    Por la extensin, amplitud y ubicacin privilegiada

    del valle, se desarrollan desde tiempos coloniales

    los diferentes ciclos agrcolas quilagueos, en que

    se pueden distinguir una fase incipiente o inicial

    asociada a proveer de forraje (alfalfa) a los mulares

    utilizados en los circuitos econmicos y de movili-

    dad de esa poca, asociados a las faenas mineras y

    labores pesqueras que se realizaban en la costa, en

    que para Quillagua fueron claves su vnculos con el

    Puerto del Loa. Cuando se inicia la industria salitre-

    ra en el muy prximo Cantn del Toco, vendr una

    segunda fase en que se provea de maz y alfalfa a

    esos centros industriales y urbanos y; finalmente

    la fase de esplendor de la alfalfa que paradjica-

    mente se sita desde la Crisis del Salitre en 1930,

    asocindose a la apertura de nuevos mercados y la

    previa puesta en marcha del Ferrocarril Longitudi-

    nal Norte, extendindose hasta fines de los 70.

    Proyectos de Irrigacin

    Las aguas del ro Loa se tornaban ms accesibles

    en la zona de Quillagua. Eso motiv a que se pro-

    yectaran en la zona una serie de obras hidralicas,

    de diques y canalizaciones, tendientes a regar di-

    ferentes sectores de la Pampa del Tamarugal.

    En 1857 don Juan Williamson, un antiguo vecino

    de Tarapac, empresario salitrero y dueo de un

    rea considerable de terreno en la quebrada de Qui-

    llagua proyect construir un dique en el sector

    de Calartoco, unos kilmetros al sur del poblado,

    donde se produce un estrechamiento de la que-

    brada del Loa. Los planos fueron confeccionados

    por el ingeniero Buchwald, por encargo de la Jun-

    ta Central de Ingenieros del Ministerio de Obras

    Pblicas del Per.

    Con el proyecto se pretenda levantar por medio

    de este dique el nivel de las aguas y hacerlas des-

    bordar sobre la planicie del Tamarugal e irrigar

    las pampas del Tambillo. Este empresario cons-

    truy una acequia regadora de ms de 2 leguas

    de longitud (casi 20 km), con un socabn de 400

    varas (334 m), en los flancos de los cerros, para

    irrigar sus tierras. El terremoto del 23 de enero

    de 1878, es el que seala Billinghurst que tantos

    males ocasion a los pueblos del interior y obras

    al interior de la provincia tarapaquea, destruy

    la acequia, quedando desde entonces esos terre-

    nos incultos y estriles".

    La calidad de las aguas, agrega Billinghurst, por

    esos aos, no era tan mala como en 1873, cuan-

    do funcionaba la mquina de amalgamacin

    de Chacance, la cual arrojaba al ro sus relaves,

    que contenan una importante proporcin de

    sulfato de cobre.

    Barros (2010) citando a Vidal Gormz (1878), se-

    ala la existencia de diques artificiales y cana-

    les al este de la desembocadura del Loa, usados

    para irrigar por los indgenas, los cuales fueron

    afectados por el gran terremoto de 1877: Hacia

    el oriente de la desembocadura del ro Loa exis-

    tan enormes diques artificiales construidos con

    grandes rocas por los antiguos indios para cana-

    lizar el ro y utilizar sus aguas para la irrigacin

    del valle; pero esas viejas y colosales obras des-

    aparecieron por completo con el terremoto del

    9 de mayo, sin dejar huellas de labor humana,

    obligando al ro a cambiar de curso a causa de

    los escombros lo que induce a suponer que

    el terremoto del 9 de mayo ha sido para el ro Loa

    mucho mayor que cuantos haba experimentado

    durante muchos siglos.

    Las aguas del Loa

    Ya en los libros y estudios hidrogrficos de la se-

    gunda mitad del siglo XIX se hablaba sobre la ca-

    lidad de las aguas del ro, en cuanto a que stas

    y para la zona de Quillagua, se vean afectadas

    principalmente por la afluencia del ro Salado, al

    sur de Chiu-Chiu, el que portaba muchas sales en

    suspensin daando las aguas del Loa. Hacia 1880

  • 66 Historia de Quillagua

    Quillageo ante los maizales, que junto con la alfalfa, fueron protagonistas principales de la historia agrcola del valle.

    Entre los maizales. Fotografa de la dcada de los 80.

    Representantes de Quillagua en el Congreso Nacional de Cooperativas Agrcolas. 1969.

  • 67 Quillagua

    se estimaba su caudal en 6.500 litros por segundo,

    antes de la afluencia del Salado, que al sumarse

    llegaba a los 12.000 litros por segundo. En esos

    aos slo se utilizaban para regar los sembros de

    Chiu-Chiu, las plantaciones de Calama, un peque-

    o potrero que haba en El Toco y los alfalfales y

    algarrobos de Quillagua.

    Destilacin de las Aguas

    Esta misma salinidad hizo que las aguas fuesen

    propicias slo para algunos cultivos, como la al-

    falfa y el maz, verduras, como las acelgas y el

    desa