qh 179 los recicladores y su servicio ambiental a la ciudad

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    E n Lima, como en la mayora deciudades de la regin, la gestinde residuos urbanos es dual: lo

    que ya no tiene uso, esto es, la basura,

    es recogido por el servicio brindado porlas municipalidades directamente o atravs de una empresa concesionaria;y lo que puede transformarse en insumopara la industria los desechos esrecuperado y conducido a procesos dereciclaje. Esta recuperacin pocas vecesse hace por la va oficial, no forma partede las polticas municipales. Las perso-nas y familias que se dedican a buscar,limpiar, segregar y vender materialescon valor comercial que son descartadospor hogares, comercios y oficinas losllamados recicladores son una leginde trabajadores invisibles que requierende la intermediacin de acopiadores almenudeo para que sus productos alcan-

    cen la esfera de los grandes depsitosy de los mayoristas que abastecen a lasindustrias. Su relacin con los municipios,como tantas otras pequeas economasen la ciudad, transcurre entre programasparciales e inestables, cuando no entre in-comprensin e incluso represin directa.

    ***Pasadas las seis de la tarde, Margarita y

    su hija Sonia salen de casa en Indepen-dencia, al norte de la ciudad y abordanuna mototaxi que las llevar hasta el para-dero de la avenida Tpac Amaru. Desdeall, en micro, tardarn entre cincuentaminutos y una hora en llegar a la cuadradiez de la avenida Brasil, punto de partidade su caminata alrededor del mercado de Jess Mara. Buscan plstico, botellas de

    plstico, tambin cartn. Pasan revistaa las papeleras del damero comercial ylos tachos de algunas galeras previoacuerdo con los vigilantes, adems

    del rpido escrutinio de los paquetes dedesperdicios puestos en fila en las veredaspor los vecinos. Deben adelantarse al pasodel camin recolector de la municipalidad.En cuestin de horas, madre e hija hanrecuperado varias docenas de envases deagua, refrescos y gaseosas de los cientosque se consumen durante la jornada.Sumando lo de Margarita y compaaa lo que recogen los cerca de veinte milrecicladores que se calcula operan enLima, unas 1800 toneladas de productosque an pueden sernos tiles se salvande ir a rellenos sanitarios, ahorrando as-tronmicos clculos sobre la degradacinde la materia y varios millones de solesa los municipios, que no solo pagan por

    enterrar su basura en Portillo Grande(sur), Zapallal (norte), Huaycoloro (este)o CASREN (Callao), sino tambin porhacerla llegar hasta alguno de esos puntos.

    ***Diversos compromisos internaciona-

    les de carcter ambiental y relacionadoscon tratados comerciales, han apretadoel paso al Per en la generacin de ins-titucionalidad y normativa sobre medioambiente. Debido principalmente a laconflictividad alrededor del intenso ciclode acumulacin econmica basado enexplotaciones mineras y energticas, laregulacin de impactos ambientales seha convertido en un tema de necesidadpoltica. El apremio, sin embargo, no ha

    llegado an a las ciudades y sus viejosproblemas: contaminacin del aire, aguasresiduales, manejo de basuras y desechos.

    * Sociloga por la Universidad Nacional Mayorde San Marcos. Investigadora de desco .

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    La conciencia pblica no ha asimiladolos pasivos ambientales urbanos comoparte de la agenda, salvo en los casos delos vecindarios directamente afectados.

    Desde el punto de vista de los vecinos,el manejo de las basuras y los desechoses un tema de limpieza pblica y ornatoantes que un asunto ambiental. Arrojardesperdicios a deshora o a la calle espercibido como un problema pblicoque, incluso, tiene impacto al momentode evaluar la gestin de un alcalde; no as el que los residuos se arrojen en botaderosa cielo abierto en lugar de llevarlos a relle-nos sanitarios debidamente controlados(salvo que seamos vecinos de un botaderoclandestino). Asimismo, que aquello quepuede ser reutilizado o reciclado se recojay se entierre junto con la basura es cosa queinquieta bastante menos de lo que debiera,teniendo en cuenta la cantidad de residuos

    que genera una ciudad del tamao deLima y la vida til que le quedan a susrellenos. En apariencia, todo se solucionacuando los residuos desaparecen de lascalles como en Leonia, una de las ciu-dades invisibles de Calvino: una vezdesechadas las cosas nadie quiere tenerque pensar ms en ellas. En Lima, losvecinos pueden permitirse ese lujo. Lasautoridades no.

    ***En una jornada regular, alrededor

    de las once de la noche Margarita ya haenviado de vuelta a casa a su hija: porla maana tiene colegio. Luego, dejarala calle tras compactar las botellas hastahacerlas caber en sus dos grandes bol-sas de polietileno. Subira a una de lasltimas cster de la noche, de regreso aIndependencia. A esa hora nadie mira

    mal, nadie se queja de los bultos. Todosestn demasiado cansados o, como ella,se afanan con sus propios paquetes. Alllegar a la casa, antes de que el sueo la

    venza, separara los anillos que quedande las tapas de las botellas, alistaratodo para llevarlo al depsito. Quiz sedistraera con los encartes y revistas queencontr en su caminata. Pero no todaslas noches puede cumplirse la secuencia.Margarita nos recuerda algunas de susmalas jornadas. La vez que un serenole quit su bolsa a Sonia, ponindola enevidencia y avergonzndola a tal puntotiene doce aos que la chica se planty no quiso ayudar ms, solo regresarse al barrio. No eran ni las ocho de la noche,pero Margarita la acompa para queno se vaya solita pensando. O la vezque empez tarde y estaba apurada, conel camin de basura a un par de calles:

    se cort con un vidrio y el temor de unainfeccin la devolvi a casa.

    ***Varios municipios limeos han en-

    sayado frmulas para regular el trabajode los recicladores. Las ms interesantesapuntan a integrarlos al sistema oficial,aunque an hay muchos pendientes paraque esas experiencias se asienten. En lasimgenes de eficiencia en la gestin pbli-ca, los recicladores aparecen como perso-najes reidos con la modernidad porqueson representados desde su condicinde precariedad laboral y marginalidadsocial, antes que por lo que ellos mis-mos los ms organizados llaman suservicio ambiental. Por el contrario, losvendedores de nueva tecnologa (nuevoscamiones, nuevos contenedores, nuevossistemas) aparecen como la punta de lanza

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    de la limpieza, aunque las ms de las vecessus relaciones con el poder pblico, pordecirlo as, huelen un poquito mal.

    ***

    Es junio de 2010 y se inaugura el PrimerCongreso Nacional de Recicladores delPer. El escenario: el moderno centro deconvenciones del Real Felipe, inauguradohace un par de aos con ocasin de laCumbre de las economas Asia-Pacfico.Exequiel Estay, de Chile, se dirige a loshermanos peruanos. Como secretario delMovimiento Latinoamericano de Reci-cladores, saluda oficialmente a WalterCorrea, representante del Movimiento deRecicladores del Per. Durante la maanase presentarn las alianzas posibles conla empresa privada. Desde la tarima sehablar con optimismo de las nuevasleyes, pero los ajustes que se anunciana los programas municipales que los

    recicladores conocen y valoran generantantas expectativas como dudas. Por lamesa del escenario pasan funcionariosde gobierno, alcaldes, pequeos empre-sarios, recicladores asociados y ejecuti-vos de corporaciones. Sin embargo, pormomentos hay ms accin en el llano:desde chiquillos formando bandadashasta animados grupos de mujeres queen el fondo de la sala entre comentariosy risas se miden con los modelos dexito citados: Podr? Para quin vamosa trabajar?Ser lo mismo?

    Ms temprano, hubo un plantn en lasafueras. La otra organizacin de referen-cia: la FENAREP (Federacin Nacional deRecicladores). Entre sus bases ms fuertesse cuentan los chatarreros, papeleros y bo-telleros de la margen izquierda del Rmac,con dcadas en el negocio. Preocupados

    por el reglamento de la Ley del Recicladorque ser presentado aqu por ministrosde Estado, dicen que no han venido adar la contra, sino a hacerse or.

    Detrs de la divergencia entre am- bas centrales se mueven dos imgenesde organizacin. Por un lado, la de losluchadores gremiales (conquistar dere-chos, defender el trabajo) y, por el otro, elgestor de negocios (hacer microempresa,generar alianzas). Siendo dos mitosdistintos, lo comn est en el sedimentovital de los hombres y las mujeres que,dedicados al reciclaje, buscan una maneraorganizada de enfrentar la bsqueda dereconocimiento legal, la resistencia frentea la represin municipal, la mejora de losingresos. La nueva Ley, que ambas orga-nizaciones ven como un triunfo, puede serla oportunidad para conciliar visiones.

    Con la renovacin de las gestiones

    municipales en el 2011, las autoridadestienen una oportunidad para ir tras losrecicladores. No para perseguirlos, sinopara alcanzarlos. Porque estos hombresy mujeres que empezaron en el rubro trasun prolongado perodo de desempleo, elfracaso de un pequeo negocio o ante lasimple falta de oportunidades, les llevanla delantera. Conscientes del poco o nuloprestigio social de su trabajo, con poca ins-truccin escolar, sin capacitacin laboral,han logrado una ley con la cual esperanganar su plata trabajando dignamente, enorden, sin ser perseguidos o comparadoscon delincuentes o, como en algunos bo-letines municipales, con perros callejeros.Si en tan difciles condiciones ellos y ellashan podido hacer de aquello que la ciudaddesprecia un modo de vida, podr estaciudad verlos sin desprecio? n