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ATLAS DE CULTURAS DEL AGUA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO Y AGUA: TZOTZILES Dr. Daniel Murillo Licea Instituto Mexicano de Tecnología del Agua Introducción La región de Los Altos de Chiapas se localiza en el estado mexicano de Chiapas, entre los 16° y los 17° de latitud norte. Zona montañosa, con una altitud superior a los 2000 m.s.n.m., se caracteriza por temperaturas tendientes a frías. La temporada de lluvia dura seis meses que coincide con las elevadas temperaturas de verano y con canícula. La temporada de secas se da en invierno con temperaturas mínimas que suelen alcanzar grados bajo cero y, en consecuencia, con la presencia de heladas. En cuanto a su relieve, existe una alternancia entre planicies y elevaciones de roca caliza y esto produce una característica como la escasa presencia de corrientes superficiales de agua. En esta región existen, aproximadamente, 946 comunidades, que pertenecen a 15 municipios, todos considerados como predominantemente indígenas. En algunos de estos municipios hay población de habla tzotzil y de habla tzeltal. Municipios Población total 1. Amatenango del Valle 6,559 2. Chalchihuitán 12,256 3. San Juan Chamula 59,005 4. Chanal 7,568 5. Chenalhó 27,331 6. Huixtán 18,630 7. Larráinzar 16,538 8. Mitontic 7,602 9. Oxchuc 37,887 10. Pantelhó 16,262 11. San Cristóbal de las Casas 132,421 12. Tenejapa 33,161 13. Teopisca 26,996 14. Zinacantán 29,754 15. Cancuc 20,688 Altos de Chiapas 452,658 Fuente: INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000. (Soares, 2006). En este punto vale una advertencia para esta cultura indígena: existen variaciones lingüísticas en diferentes comunidades y municipios. Es por ello que algunas palabras están escritas con variaciones (específicas de cada autor consultado, informante, comunidad) y se

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ATLAS DE CULTURAS DEL AGUA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO Y AGUA: TZOTZILES

Dr. Daniel Murillo Licea

Instituto Mexicano de Tecnología del Agua

Introducción

La región de Los Altos de Chiapas se localiza en el estado mexicano de Chiapas, entre los

16° y los 17° de latitud norte. Zona montañosa, con una altitud superior a los 2000 m.s.n.m.,

se caracteriza por temperaturas tendientes a frías. La temporada de lluvia dura seis meses

que coincide con las elevadas temperaturas de verano y con canícula. La temporada de

secas se da en invierno con temperaturas mínimas que suelen alcanzar grados bajo cero y,

en consecuencia, con la presencia de heladas. En cuanto a su relieve, existe una

alternancia entre planicies y elevaciones de roca caliza y esto produce una característica

como la escasa presencia de corrientes superficiales de agua. En esta región existen,

aproximadamente, 946 comunidades, que pertenecen a 15 municipios, todos considerados

como predominantemente indígenas. En algunos de estos municipios hay población de

habla tzotzil y de habla tzeltal.

Municipios Población

total 1. Amatenango del Valle 6,559 2. Chalchihuitán 12,256 3. San Juan Chamula 59,005 4. Chanal 7,568 5. Chenalhó 27,331 6. Huixtán 18,630 7. Larráinzar 16,538 8. Mitontic 7,602 9. Oxchuc 37,887 10. Pantelhó 16,262 11. San Cristóbal de las Casas 132,421 12. Tenejapa 33,161 13. Teopisca 26,996 14. Zinacantán 29,754 15. Cancuc 20,688 Altos de Chiapas 452,658

Fuente: INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000. (Soares, 2006).

En este punto vale una advertencia para esta cultura indígena: existen variaciones

lingüísticas en diferentes comunidades y municipios. Es por ello que algunas palabras están

escritas con variaciones (específicas de cada autor consultado, informante, comunidad) y se

tratará de hacer diferencias específicas en los puntos de la ficha, mencionando a qué

comunidad se refiere la información. Existe una cosmovisión generalizada, con pequeñas

variantes por comunidades y es por ello que esta ficha será ilustrativa, mas que exhaustiva.

COSMOVISIÓN:

El mundo y el tiempo

Para los tzotziles el mundo se representa con tres estratos principales: el cielo, la tierra y el

inframundo. El inframundo está lleno de cavernas que se conectan unas con otras, es la

base del mundo y es el reino de la humedad, de las aguas subterráneas. Enmedio se

encuentra la tierra (Osil-balamil), el mundo del hombre que proviene de la Cuarta creación

(Gossen, 1990: 46). Arriba está Winajel, el cielo, dividido en tres capas: la primera “no tiene

sustancia propia; sus fenómenos visibles son, en realidad, una intensa penetración de lo que

sucede en los dos niveles superiores” (Gossen, 1990: 42). En el segundo se encuentran las

estrellas y la luna y en el tercero, el sol, “Nuestro padre”. El sol viaja por el cielo cada día y

los puntos cardinales son identificados como lados del sol. Así, siguiendo a Gossen (1990:

53-55), los puntos cardinales son:

Este: Calor creciente, cualidad de buen presagio y orientación positiva.

Oeste: Calor menguante, incipiente muerte del ciclo vital, orientación negativa.

Norte: El lado del cielo a la derecha, máximo calor, comparte buen presagio y

orientación positiva.

Sur: El lado del cielo a la izquierda, noche y mundo subterráneo, comparte

orientación negativa.

Como puede observarse, las categorías de puntos cardinales están dadas por el

preponderante movimiento del sol. En los puntos intercardinales existen seres que detienen

el cielo (Gossen, 1990: 43; Vogt, 1993: 31; Köhler, 1995: 125-126). Köhler habla acerca de

que estos seres pueden encontrarse en los puntos solstilciales, más que en los puntos

cardinales. (Köhler, 1995: 85-98).

Así, el mundo es cuadrado para los tztoziles, quienes encuentran un cuadrado perfecto con

las esquinas del mundo y un centro, que, para cada pueblo tzotzil, es el centro del universo

o “el ombligo del mundo”. Así lo consigna Vogt (1993) para el poblado de Zinacantán,

Gossen (1990) para el poblado de San Juan Chamula, Köhler (1995) para el poblado de San

Pablo, en el municipio de Chalchihuitán, y Holland (1963) para el poblado de Larráinzar. El

poblado es el centro del mundo y el orden de las cosas. Este centro del mundo alude a la

ceiba sagrada, el árbol mítico de la antigua cultura maya, mencionado en el Chilam Balam y

cuya efigie puede apreciarse en varias ocasiones en el Códice Dresde. El árbol sagrado ha

sido modificado, a partir de la cultura sincrética de los indígenas de culturas mayances, para

dar paso a la aparición de la cruz verde o azul, centro del mundo, al cual se solicita

abundancia. (Murillo, 2005).

Por otro lado, Gossen también hace una excelente clasificación del tiempo, basándose en

trabajo de campo realizado con chamulas. Para Gossen (1990), los chamulas tienen cuatro

series temporales importantes en sus relatos, que se diferencian como creaciones. Cada

una de ellas ha sido más satisfactoria que la anterior, pero el elemento creador fue el sol,

que trajo orden a la Tierra y permitió nuevas creaciones. Según Gossen, las categorías de

tiempo se dan de la siguiente forma:

Las opiniones respecto de la antigüedad de la Primer Creación varían entre 300 y

80,000 años. En cuanto a la Cuarta, jamás se dice que empezó hace más de 400

años y, de acuerdo con algunos informantes, acaso haya comenzado hace apenas

120 años, que es el máximo límite del recuerdo genealógico (Gossen, 1990: 45).

Sin embargo, siguiendo al mismo autor, los chamulas identifican sucesos dentro de esta

cuarta creación, que delimitan tiempos específicos. En el estudio realizado por Guiteras

Holmes, las categorías de tiempo están dadas a partir de la individualidad de su informante,

de la siguiente forma:

Al considerar la secuencia temporal, hace la distinción entre: 1) la época en que

ocurrieron cosas que no vimos nosotros ni nuestro padres, cuando comenzó el

mundo y sólo dioses vivían sobre la Tierra; 2) lo que mi abuela vio y acerca de lo cual

me habla; 3) lo sucedido cuando yo era pequeño; 4) lo que está pasando hoy.

(Guiteras Holmes, 1986: 239).

Estas dos visiones no se contradicen sino que refuerzan la idea de una memoria

genealógica no mayor de 120 años para acontecimientos recientes. Además, en el

testimonio del informante de Guiteras Holmes aparece un tiempo mítico (donde son

protagonistas los dioses) y tres tiempos delimitados por la edad del ser humano: la vejez (lo

que contaba la abuela), la niñez y la edad adulta.

Mitos y leyendas u otros relatos:

Existe una gran cantidad de relatos tzotziles que aluden a mitos y leyendas. No es

pertinente hacer un recuento exhaustivo en este documento, aunque sí anotar algunos

ejemplos representativos. De la obra magnífica de Gary Gossen (tres libros con relatos

tzotziles) se toman algunos ejemplos. Otros más son retomados de la obra de Calixta

Guiteras, de Enrique Pérez López y otros más de quien esto escribe, del municipio de San

Juan Chamula, durante un trabajo de investigación en la comunidad de Pozuelos.

El origen de los ojos de agua

Los padres-madres del pasado platicaron y explicaron a sus hijos cómo surgieron los ojos de

agua, los manantiales y todas aquellas fuentes de agua que hay sobre la tierra. Pues bien.,

decían entonces que esos ojos de agua quedaron ahí desde el día en que el Vaxakmen se

orinó en los lugares por donde pasó a caminar sobre la faz de la tierra, que así fue como

nacieron los manantiales, no importaba que la tierra no fuera fértil o con humedad, aunque

fuera tierra reseca, en el lugar donde Vaxakmen se orinaba surgían las corrientes del vital

líquido, aparecían los manantiales y pozos.

Por todos los lugares donde pasó a orinarse el dios Vaxakmen, hay agua; en ocasiones

encontramos manantiales a muy poca distancia, eso nos indica que Vaxakmen orinó muy

seguido, pero al contrario, hubo lugares en donde nunca pasó tal vez y por eso no hay agua,

la tierra es muy seca y los hombres sufren por la escasez de agua.

¿Pero quién fue Vaxakmen? ¿Por qué era muy poderoso y hacía este tipo de cosas?

Vaxakmen fue un dios muy poderoso: él fue el creador, el formador y hacedor de todas las

cosas, su obra más grande fue haber creado el mundo, el universo, el hombre, los animales,

las plantas y todo cuanto existe aquí sobre la sagrada tierra.

Sin embargo, Vaxakmen no sólo hizo las cosas, sino que les dio uso y destino a cada uno de

ellos, él ayudó a construir la iglesia del Patrón San Juan, en nuestro pueblo.

Este dios fue como los hombres, era muy trabajador, enseñó a trabajar la tierra para sembrar

el maíz, el frijol y las verduras, que son nuestro sustento diario.

Vaxakmen no sólo sabía trabajar la tierra, también era hábil para labrar la piedra, hacía

metates, de él aprendieron los que todavía hoy hacen los metates que algunos aún utilizan;

también fabricaba cajas y bancos de madera, sabía hacer de todo, sus conocimientos eran

infinitos ya que él formó y creó todo lo que existe. (Pérez López, 1998:29-30).

El popchón

Hubo una creciente, dice mi madre, que casi iba a sumir la iglesia y que llegó a San

Miguel, a Santa Marta y a Magdalena. Hay un animal el popchón que está

tapando el sumidero. Las almas de las gentes llamaron al alma del maíz la x’Ob

para que buscara el camino del agua, pero no lo pudieron hacer. Trató la x’Ob de

San Pedro, la de San Miguel, la de Santa Marta, pero no pudieron. Sólo la x’Ob de

Magdalena pudo matar la popchón, que tenía la cabeza dentro del sumidero. La

x’Ob, la Madre del Maíz de Magdalena, bailó, engañó, cantó y por eso volteó la

cabeza el popchón y ella le enterró en la cabeza el tsutsún tak’in [punta metálica de

flecha], abriéndolo en dos, y corrió el agua y así se abrió el camino del agua

(Guiteras Holmes, 1996: 175).

La Xpak’inte’ y el temascal

Cuentan que una ocasión un muchacho la encontró en la tarde cuando había mucha niebla.

Dicen que este muchacho lo mandaron a buscar hierbas para el temascal. Entonces se fue

a buscar, que vino por una vereda por aquí abajo, entonces que encontró a su mamá, que

tenía puesto su rebozo, entonces le hablaron y que le dijeron:

Apúrate porque tu papá está muy enojado y ya no nos vamos a bañar en el

temascal, porque tu papá está muy bravo, nos puede pegar, mejor apúrate, nos vamos a la

casa de tu abuelita.

Su abuelita vivía aquí en la comunidad de El Pinar, entonces se fueron y que se

fueron en un camino muy amplio y bonito. Entonces su mamá de verdad lo empezó a buscar

donde se había ido su hijo cuando vio que no regresaba y se empezó a preocupar, y así

pasó la noche.

Amaneció al siguiente día, entonces pensó que ya habían matado a su hijo, y estaba

muy arrepentida de haberlo mandado a buscar las hierbas. Pero dicen que el muchacho lo

habían llevado aquí nomás abajo, rumbo a Nitjom, en donde hay un árbol frondoso y que

está hueco en el tallo, dicen que ahí lo fueron meter, que según era su mamá y que le había

dicho que mejor se durmieran dentro del temascal, que para él era su temascal. Entonces

cuando amaneció, según que era su mamá que le dijo que ella iba a ver cómo estaba su

abuelita y que lo esperara ahí, entonces se quedó dormido otra vez. En un rato más vio que

empezaba a aclarar y estaba amaneciendo, entonces vio que estaba durmiendo dentro del

tallo de ese árbol, entonces no se explicaba cómo es que había llegado hasta ahí, y que se

desorientó y bajó hacia Nitjom, y empezó a caminar en las lomas del campo, pero no se

acordaba dónde estaba y dónde quedaba su casa. Así lo cuentan que sucedió.

Entonces después que pudo recordar dónde vivía, regresó. Entonces su mamá le

preguntó, por qué es que se había ido hasta ese lugar, entonces contestó que porque para

él era su mamá que lo había llevado.

Andrea Díaz Gómez (Murillo, 2005).

La cruz y el Tzonte’witz

Antes aquí en Pozuelos crecía mucha helada en la tierra. Pero un día vino un señor que se

llama Miguel y me dijo:

Tío, ¿por qué no ponemos nuestra cruz, así como le hacen los demás parajes, qué

tal si juntamos le gente y le proponemos que se ponga una cruz en nuestra comunidad?

Porque antes El Pinar y Pozuelos era el mismo paraje. Entonces le dije que estaba

bien, y por eso un día platiqué con algunas personas mayores que yo y les hice la propuesta

de poner una cruz en la comunidad, entonces dijeron:

Si hay alguna persona que organice y le avise a la gente para que cooperen para

hacer la cruz, nosotros estamos de acuerdo, pero si tú quieres organizar, adelante, te

apoyamos me dijeron.

Un día convoqué a una reunión a toda la gente en mi casa, entonces les platiqué

nuestra propuesta, y les pareció bien, entonces lo mandamos hacer la cruz en el paraje de

Sactzu y lo llevamos a Tzonte’witz en el centro ceremonial, porque ahí vive San Juan,

porque el San Juan que está en la iglesia, ahí sólo junta su comida como si fuera su cocina.

Sí, ahí vive. Los que saben cómo debe ser, se van a dejar ofrendas en el cerro

porque ahí vive el señor. Pero es cierto que ahí vive, porque desde que fuimos a dejar la

cruz en el cerro, ahora ya no ha crecido mucho la helada; sí crece todavía, pero ya es

poquito, no como antes que era demasiado lo que crecía, cuando se derretía parece que

hubiera caído un aguacero muy fuerte porque quedaba mucha agua. Hasta que pensamos

cómo hacer disminuyó, ahora crece pero ya es poco.

Sólo llevamos velas y veladoras esa vez al Tzonte’ witz, no me acuerdo cuántas

llevamos de cada cosa, pero sólo eso llevamos. Entonces cuando llegamos ahí, dijeron los

compañeros:

¿Ahora quién va a rezar? ¿Por qué no haces favor de rezar? me dijeron.

Desde entonces me nombraron como el rezador.

Salvador López Collazo. (Murillo, 2005).

Los Anjeles

Los Anjeles son mayores que nosotros o son primeros que nosotros y por eso quedaron

como Anjeles y ahora viven en los cerros, porque ahí es la casa que les dio Jesús. No hay

superiores, porque el dios los repartió parejo en cada cerro. Pero ellos también tienen hijos y

pecan también como nosotros y también comen.

Ellos comen maíz también, que ellos comen la esencia del maíz y lo que comemos

nosotros es lo que ellos dejan.

Existen varios tipos de Anjeles, existen Anjeles malos.

Existen los Tzajal Anjel (Anjeles rojos), Suy Anjel (Anjeles grises) y Pop Anjel. El Pop

Anjel es el que tira las milpas cuando pasa un viento fuerte. El Tzajal Anjel es el malo.

Por eso cuando van a pedir en los cerros sus milpas y se mueren, quiere decir que

es un Tzajal Anjel el que vive ahí. En cambio los Anjeles verdes, ésos son buenos porque

son los que nos dan de comer, son los que nos dan la vida y nos cuida, ellos cuidan nuestro

nahual en el cerro y en el cielo, ellos nos dan los alimentos.

En cada cerro están los Anjeles verdes, nomás que están revueltos todos con los

demás Anjeles, están los Tzajal Anjel, el Suy Anjel y el Pop Anjel, son Anjeles malos. Por

eso cuando algunas personas que están enojados contigo, van a hablar a los Anjeles malos

y nos morimos, porque dicen que le ha vendido nuestra alma a los Anjeles malos.

Salvador López Collazo (Murillo, 2005).

Los Totil-me’il y los Vaxakmen

Los Totil-me’il es para nuestra alma, porque ellos son los que nos reúnen, hay Totil-me’il en

el cielo, hay Totil-me’il en la tierra y hay Totil-me’il en los cerros. Ellos son los que nos

cuidan y nos dan los alimentos, tienen una comitiva como un presidente, un secretario y

unos que tienen la lista de los nombres en el cielo y en la tierra. En la tierra son los que

hacen las fiestas y caminan con sus banderas, con sus tambores y sus músicas, ellos son

los Totil-me’il. Por eso cuando una persona va a tapar en el camino a uno de ellos, esta

persona se muere rápido.

Los Vaxakmen son los que cargan la tierra, el cielo y todo lo que hay en la tierra,

hicieron todas las iglesias cuando estuvieron aquí en la tierra, están en el cielo. Dicen que el

Vaxakmen es el padre celestial o el padre eterno, él es el dueño de todo, todas los niveles

de cielo, él lo hizo todo.

Salvador López Collazo (Murillo, 2005).

Los santos del Tzonte’witz

Existen tres santos en el Tzonte’witz. Dos San Juan, uno menor y otro mayor, y el otro es

San Lorenzo. Los Zinacantecos llegan a este lugar porque dicen que una vez la iglesia de

San Lorenzo en Zinacantán se quemó, pero uno de los viejitos de Zinacantán soñó que San

Lorenzo se había escapado al cerro de Tzonte’witz. Por eso existen tres lugares donde se

puede rezar, y se dice que ellos son los dueños del cerro y que abastece de agua a todos

los lugares aledaños al cerro, incluso hasta San Cristóbal, porque tienen manantiales y ojos

de agua alrededor del cerro. Por eso llegan a dejar sus ofrendas la gente.

Manuel Díaz Gómez (Murillo, 2005).

La hija del dios subterráneo

Hace mucho tiempo, un hombre fue a revisar sus trampas y en una de ellas halló a una

inmensa serpiente. En el primer momento quiso matarIa, pero cuando el animal le pidió que

la llevara a su casa, accedió a hacerlo. Resultó ser uno de los hijos del dios subterráneo.

Como recompensa, el dios le entregó por esposa a una hermosa hija de piel blanca.

Cuando la joven se ponía a hacer tortillas, preparaba una gran cantidad con muy poca

masa. Cuando iba a buscar maíz, sólo recogía dos mazorcas; lo mismo hacía con los

frijoles, de los cuales tomaba únicamente dos vainas. El hombre la regañó por recoger tan

poco y le golpeó la nariz, que empezó a sangrar. La joven se restañó la sangre con una

mazorca de maíz, creando así el maíz rojo. El dios subterráneo vino al rescate de su hija. La

mujer les dejó a sus dos hijos una olla mágica que producía comida, pidiéndole que no se lo

contaran a su padre. Los niños la desobedecieron y el padre halló la olla y la rompió. La

joven regresó y se llevó a sus hijos. En ese momento, sobrevino una gran tormenta

eléctrica, pues ella era la hija del dios subterráneo que produce la lluvia. (Gossen, 1990:

387).

Se aconseja consultar la recopilación de cuentos completos, con separación de narrativa

antigua y narrativa reciente de Gary Gossen, (lamentablemente sin traducción al español),

Four creations, ficha completa en la bibliografía.

(Para interrelacionar elementos, ver también: Deidades y personajes míticos

relacionados con el agua, Ceremonias, ritos, fiestas y danzas, Lugares sagrados,

Toponimia hídrica).

Deidades y personajes míticos relacionados con el agua:

Existen tres categorías para las deidades en los pueblos tzotziles. La primera corresponde a

los dioses ancestrales, los Totilme’il. La segunda corresponde a las deidades de los cerros y

la tercera a los santos introducidos por la doctrina cristiana. Por ejemplo, dentro de la

primera categoría se encuentra el sol como deidad, llamado también “Nuestro padre” y

mencionado también como Jesucristo (Gossen 1990: 43 y Köhler, 1995: 17). La primacía del

sol en la cultura tzotzil es importante, ya que es el dios que creó el mundo y realizó las

subsecuentes creaciones de los hombres. En este mundo politeísta aparecen otras

deidades, como la diosa de la tierra y la diosa de la luna. En la cosmogonía chamula la luna

es la madre del sol, quien salpicó su cara con agua caliente y por ello quedó ciega de un ojo.

Con menos luz, tendría que alumbrar la tierra de noche (Gossen, 1990: 406). Pozas

menciona:

Chultotic, el sol, tiene su madre que es Chulmetic, la luna; tenía también un padre,

pero murió hace mucho tiempo (Pozas, 1987: 231).

El siguiente grupo de deidades es el de los dioses de los cerros. Generalmente,

identificados como Anjeles, los dioses de los cerros tienen a su cargo el mantenimiento de

ojos de agua, del bosque, de la abundancia y de los animales. Su manifestación es,

también, la del rayo. Es a estos dioses que los tzotziles les rinden culto a través de las

fiestas del tres de mayo, cuando inicia el periodo de siembra. Sin embargo, los dioses de los

cerros mantienen una correspondencia con las entidades “santas” del cristianismo. En

algunos relatos aparecen santos que se han ido a vivir a los cerros y el hecho de que en el

cerro sagrado Tzonte’witz existan tres altares (uno dedicado a San Juan Mayor, otro a San

Juan Menor, santos patronos de Chamula, y a San Lorenzo, patrono de Zinacantán) es una

huella de este sincretismo de la cultura tzotzil. Los dioses ancestrales (Totil Me?iletik), que

representan a los padres y madres antiguos, también se encuentran en los cerros. La

simbología de esto es bastante complicada y merecería un estudio particular, para dilucidar

los elementos de la cultura maya antigua de los elementos cristianos y qué papel juegan

unos y otros en la cultura sincrética actual de los tzotziles. (Murillo, 2005).

El tercer grupo de deidades de los Tzotziles son los santos que están en las iglesias. En

Pozuelos no existe ninguna iglesia, sólo altares particulares, así que la referencia más

cercana es la iglesia de San Juan Chamula, un lugar que también merece una descripción

etnográfica exacta. Según Vogt (1993: 36), 42 figuras de santos se resguardan en las tres

iglesias del centro ceremonial. El patrón de la iglesia de San Juan Chamula es San Juan

Bautista, que se encuentra en el altar mayor. Sin embargo, respondiendo al principio del

hermano mayor y el hermano menor, existe otro San Juan que está:

...en la nave del templo junto a otros santos; esta última imagen es la que sacan en

andas en procesiones, a la que le traen ramas de laurel para que las bendiga, para

usarlas como remedio, en los casos de dolores y enfermedades. (Pozas, 1987: 104).

También hay algunos santos que no tienen mayordomos:

No todos los santos que hay en el templo tienen mayordomos; hay un grupo de

santos viejos, alineados a una de las paredes del templo, a los que no se les rinde

culto, no se les quema copal, no se les prende candela, nada se sabe de ellos

porque nadie los conoce; estos santos no tienen mayordomos. (Pozas, 1987: 104-

105).

Hay una modalidad de santos o cajitas habladoras y cuya función es comunicar a su dueño

los designios divinos. Generalmente estos santos parlantes permanecen en custodia de las

personas en sus propias casas. (Guiteras Holmes, 1986: 227).

Los Anjeles

Este ser sobrenatural se asemeja a los dueños de los cerros, los dueños del agua, atraen la

lluvia y se transforman en rayos o en viento. Se asemejan a los chaques de la antigua

cultura maya, los ayudantes del dios Chac. Los Anjeles son femeninos y masculinos, viven

en los cerros y en las cuevas, habitan en los manantiales. Algunas veces se enojan y hacen

que el agua escasee; ello sucede cuando el Anjel está enojado o se hace algún acto en las

inmediaciones del manantial, que le molesta. En algunos casos, se ha mencionado el hecho

de que dos novios estén haciendo el amor como una conducta indeseable frente a un

manantial y que ha acarreado la ira del Anjel (Burguete, 2000: 245). Para señalar los

diferentes modos en los que el Anjel puede enojarse, cabe recordar una observación que

hizo Pozas durante su trabajo de campo en Chamula, durante la década de los cincuentas

del siglo pasado:

En las regiones donde el agua puede aprovecharse para el riego de los sembrados,

no se hace, porque se enoja el “Ángel” (el rayo). Excepcionalmente, y pidiéndole

permiso al “Ángel”, puede aprovecharse el agua para riego. (Pozas, 1986: 248).

El que los cerros sean considerados sagrados obedece a la presencia de seres

sobrenaturales, también, pero no sólo a ello. Los cerros son la casa del Dueño de la Tierra o

del Anjel, lugares que hay que respetar y cuidar. Los cerros son los que guardan también a

los animales, los naguales de los habitantes tzotziles, en corrales donde son protegidos. A

este respecto, Vogt (1992: 115-116) menciona que cada ser tiene un animal compañero y

que estos animales nacen al mismo tiempo que el ser al que están unidos. Los animales se

encuentran en corrales en las montañas sagradas y reciben todos los cuidados de los

“mayores” o ancestros. Si el animal corre peligro o es dejado fuera del corral, el alma

humana padecerá enfermedades y correrá la misma suerte del nagual (Murillo, 2005).

Pero los cerros no son sólo el lugar donde habitan los animales y son cuidados, sino que

también son los depósitos de agua y, en gran parte de la tradición mesoamericana, los

recipientes o bodegas de agua, como lo explica López Austin: “[el dios Yahwal Balamil] del

interior de la tierra y a través de las cuevas libera las nubes cargadas de agua. Yahwal

Balamil se ostenta como dueño de todos los productos de la tierra”. (López Austin, 2000:

110). Un elemento interesante en cuanto al Anjel, es que es el padre de la diosa del maíz,

X’ob (Guiteras-Holmes, 1986: 225). En la comunidad de Pozuelos, San Juan Chamula, una

habitante mencionó:

Sí, esos son los Anjeles, dueños de la tierra y del agua. (...) No hace nada, no lo sé si

hace algo. (...) No sé cuántos son, no lo podemos saber. (...) Así vivimos y se sabe

que toda la tierra tiene dueño y que están en todos lados. (...) Ya saben dónde se

puede hablar, por eso que se llevan ofrendas en cada fiesta de Santa Cruz. (...) Sólo

se le llevan ofrendas que son las velas, que se hace cada año. (...) Sí, solamente los

que saben rezar o hablar con los Anjeles, que se le solicita que nos tome en cuenta y

que crezca lo que producimos. [PGC]. (Murillo, 2005).

El Anjel en Pozuelos es categorizado como Chauk, en lengua tzotzil, y en la descripción de

una entrevistada se hace patente la referencia a la tradición, de nuevo:

Es un Chauk, en tzotzil así se le llama. (...) No sé cómo son, sólo dicen que son los

dueños de la tierra, pero no sé cómo son. Así lo cuentan nuestros ancestros. (...) No

sé cuántos son. [RMG]. (Murillo, 2005).

Los Anjeles también están “en cada uno de los cerros dicen que ahí están los Anjeles”

[ADG], (Murillo, 2005). Y, por supuesto, no son sólo cuidadores del agua, sino del entorno

natural en general, incluyendo la fauna. Los Anjeles son seres que tienen bajo su protección

a la naturaleza.

Pukuj

De forma general, los seres sobrenaturales son llamados Pukuj, en lengua tzotzil. Algunos

de ellos se describen a continuación.

El Valapa’tok

Es un ser que grita, que vive en las proximidades del Tzonte’witz y con el cual es mejor no

establecer comunicación: expresamente algunos pobladores de Pozuelos dicen que no hay

que contestarle, porque contesta al diálogo y su visión es terrible. Tiene varias patas y su

andar es errabundo, lo mismo puede desplazarse hacia un lado que hacia otro. Su

presencia en absoluto es agradable y lo mejor es evitarlo. Del Valapa’tok se dice:

Hay veces si lo escuchamos en la noche cuando toman trago, escuchamos cuando

lo llegamos a traer nuestro marido, escuchamos que grita en el cerro que le

llamamos Tzonte’witz, y escuchamos que no es una persona que está gritando. Mi

abuelo decía cuando lo escuchamos dice que es Valapa’tok o es el diablo, y nos dice

no le contestemos o no lo imitemos, porque algunos niños son muy traviesos y lo

imitan, entonces nos dice que no le contestemos, porque si no, dice que viene a

nuestro lado. Por eso sabemos que existen, en el cerro de Tzonte’witz, por eso

cuando escuchamos no lo contestamos, y le digo a mis hijos que no le contesten. Mi

abuelo dice que está en todas partes del mundo. Sí existe en el cerro de Tzonte’witz

o en las montañas, porque se ve que está muy solitario ahí [DHD]. (Murillo, 2005).

Gossen (1990:348) recopiló dos relatos sobre el Valapa’tok, en su libro sobre los chamulas y

su aspecto repugnante se ve reforzado por “un horrible doble cuerpo, todo velludo”, que,

además, “devoraba con sus dos bocas, defecando al mismo tiempo que comía”. En uno de

los relatos de uno de sus informantes, Mariano Gómez Méndez, este ser llora por la

espalda. En el otro, llora de hambre y su llanto se asocia con las lluvias del mes de junio

(Gossen, 1990: 369).

Los nahuales

Otros seres de los que hablan los pobladores de Pozuelos son de los nahuales, las almas

compañeras, con formas de animal, que tienen los indígenas tzotziles. Estos nahuales viven

en el cerro y el destino de ambos seres está anudado: lo que suceda con uno, sucederá con

el otro. En Pozuelos sólo se registraron algunas menciones, pero lo importante es que estos

seres son protegidos por el Anjel. Mientras el Valapa'tok era un ser solitario, el nahual tiende

a ocupar el territorio con los demás nahuales; mientras el Valapa’tok vivía en soledad, el

nahual es protegido por el Anjel y convive con otros de su misma especie. El nahual también

tiene una comunicación especial con su contraparte humana y con los dioses. Podría

decirse que el nahual representa al intermediario entre el alma del hombre y el corazón de

los dioses y, en ese sentido, su papel es total y absolutamente comunicativo. Un testimonio

habla de la relación entre el ser humano, el nahual y el Anjel:

Los Anjeles verdes, ésos son buenos porque son los que nos dan de comer, son los

que nos dan la vida y nos cuidan, ellos cuidan nuestro nahual en el cerro y en el

cielo, ellos nos dan los alimentos [SLC].

La Llorona

En las culturas tzotziles a esta mujer pukuj se le llama también Xpak’inte’. La Llorona es una

mujer que toma diversas formas, que tiene el don de transformarse en personas conocidas

para la futura víctima y que., generalmente, lleva a los hombres a lugares apartados o a las

simas, en donde sufren accidentes o la muerte. Un lugar identificado donde La Llorona ha

llevado a algunos hombres, es precisamente el paraje de Nitjom (cerca de San Juan

Chamula), donde se encuentra una serie de manantiales de uso común. (Murillo, 2005). Se

le identifica con dos lugares, considerados como peligrosos. Uno de ellos es el bosque,

donde busca una sima y tira a los hombres. El otro son las cuevas.

El sombrerón

Forma parte de un constructo cultural en la zona de los Altos de Chiapas. El sombrerón es

un personaje con un sombrero grande, pequeño, y que puede ser identificado como un

personaje que aparece durante la colonia española. El sombrerón en Pozuelos se describe

como “Que es sombrerón y chaparro dicen, chaparro, pero [con] el sombrero negro” [SDL].

(Murillo, 2005). En otros casos es un personaje que busca la reivindicación de los indígenas

y que se aparece a los viejos hacendados. Este personaje pudo haber “viajado” en la

tradición oral de los tzotziles que viajaban a tierra caliente, por ejemplo, las haciendas del

Soconusco, a trabajar y se identifica con esa zona de trabajadores migrantes agrícolas.

También se dice que es el “dueño de la tierra, de la riqueza y del inframundo” y cuida a los

animales. (López Calixto, 2000).

El Negro

Este es un ser también importado de las haciendas de tierra caliente, personaje que viajó en

la tradición oral de los trabajadores asalariados en las haciendas cafetaleras hacia sus

pueblos de origen. De todos los personajes sobrenaturales, el Negro es el que se presenta

como más humano, tal vez por ello en Pozuelos se le dan características fantásticas:

Dicen que existen los negros. (...) Dicen que vuela en la noche y que si nos

encuentra en la noche cuando salimos dicen que nos puede llevar [ADG]. (Murillo,

2005).

Procedencia: INI. Inventario original: 3519. Fondo Alfonso Fabila.

Fecha: ca. 1957. Sitio: Huixtán. Autor: Alfonso Fabila. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI.

Fotografía: Daniel Murillo, 2004

Fotografía: Daniel Murillo, 2004

Fotografía: Daniel Murillo, 2004

Ceremonias, ritos, fiestas y danzas:

El agua y los rituales del tres de mayo

La celebración más importante en cuanto al agua es la del tres de mayo, en toda la región

tzotzil. Identificada como inicio del periodo de lluvias, generalmente cuenta con una

organización religiosa y con simbolismos y ofrendas para su realización. En la comunidad de

Pozuelos, en San Juan Chamula, la celebración se realiza paralelamente en el manantial de

la comunidad y en el cerro sagrado Tzonte’witz. En Pozuelos se llevan ofrendas al manantial

Pozuelo y a las cavernas de rayo, además de la celebración del santo patrono, San Isidro

Labrador. En cuanto a esto, un entrevistado cuenta:

Para el día tres de mayo, sólo hacemos fiesta aquí. Aquí tenemos un santo que se

llama San Isidro labrador y celebramos la fiesta este día, se hace el cambio del

Martoma, y el santo también cambia de casa, así como de una cruz. San Isidro es el

patrono de nuestra comunidad que le pedimos favor para que abogue por nosotros

con Dios. [MDG]. (Murillo, 2005).

En cuanto a la celebración en el cerro Tzonte’witz, es de remarcar que los habitantes de

Pozuelos van primero a Chamula, al centro ceremonial, para de ahí salir hacia el

Tzonte’witz. Allí confluyen habitantes de varios parajes y juntos comparten tanto los gastos

como la celebración. La división del trabajo en esta celebración es importante: los hombres

acuden a la celebración mientras las mujeres permanecen haciendo comida. Esta

conjunción de dos elementos (el agua y el fuego) también tiene que ver con el principio de

frío-caliente en la cultura tzotzil. Se considera, entonces, que el chulel (alma) de los hombres

tiende a ser caliente y a tomar más calor durante la celebración, mientras que el alma de las

mujeres en más fría y es por ello que quedan a cargo del fuego del hogar y de la comunidad.

A continuación, presentamos el fragmento de un rezo dirigido a los dioses de la

lluvia, dicho por el Va’lej de Pozuelos y grabado por quien esto escribe, mediante el trabajo

de campo realizado en 2004.

1 Te pedimos que nos des vida

2 para el próximo amanecer,

3 el próximo año

4 por eso te pongo en tus manos y pies

5 nuestras velas y nos tomes en cuenta

6 y que sigamos viviendo

7 para el próximo amanecer,

8 el próximo año

9 estas ofrendas que te traemos

10 es cooperación de toda la gente

11 te traigo estos doce hilos,

12 doce velas,

13 tres veladoras,

14 tres descansadores de tu corazón

15 tómalo y recíbelo,

16 por favor San Juan,

17 tómanos en cuenta con nuestro señor Jesucristo

18 que está en medio del cielo.

19 Aquí venimos y estamos en tu tierra,

20 por eso perdónanos y háganos el favor

21 así permítanos venir a hablarte

22 para el próximo amanecer,

23 el próximo año.

24 así también que cuides a nuestro nahual

25 también están los Anjeles y los rayos,

26 te pedimos favor para que intercedas por nosotros

27 señor Jesucristo,

28 San Juan,

29 perdón por favor,

30 mándame a tu siervo,

31 a tu policía

32 el dueño del mar,

33 el dueño de los lagos

34 mándame los tres manantiales,

35 los tres ojos de agua.

36 Dios mío,

37 hay Anjel y hay rayo ahora,

38 sombra del mar,

39 sombra del cerro

40 nueve cuevas y nueve cerros,

41 jóvenes cuevas y jóvenes cerros,

42 hazme el favor de mandar a tus policías

43 y distribúyelos en cada cerro.

44 Por eso te pido favor

45 que me cuides mi paraje.

46 Estoy sentado en la tierra roja y amarilla

47 donde no manantial,

48 no hay ojo de agua,

49 no hay nada.

[SLC] (Murillo, 2005).

En otras comunidades la fiesta del 3 de mayo las figuras religiosas que intervienen en este

rito son chamanes, mayordomos, personas ancianas, músicos, coheteros, ayudantes

hombres y mujeres (Vogt, 1993: 147-148) para Zinacantán. Los rituales tienen que ver con

una preparación de dinero y ofrendas para las fiestas, con el arreglo de los manantiales y

sitios sagrados (los kalvarios), la realización de la fiesta que incluye una peregrinación ritual,

el mofrecimiento de ofrendas y la comida final. Este recorrido ritual puede durar varios días y

se puede realizar en paralelo en varios lugares sagrados. Para el caso de Zinacantán, Vogt

(1993) identificó trece episodios, lo que delimita el carácter exhaustivo para describir una

fiesta de estas dimensiones.

El agua y el viernes santo

En San Juan Chamula hay otras celebraciones importantes donde el agua juega un papel

preponderante. Dentro de las festividades de la semana santa, el viernes santo, se hace lo

siguiente: los treinta Pasiones, cargos religiosos también, relacionados con San Juan se

reúnen para traer agua del manantial en doce cántaros, uno por cada apóstol, durante el

jueves de la semana santa, por la tarde. Para el viernes, con el agua traída del manantial se

lava la ropa de la figura que representa a Jesucristo. La ropa se lava en casa de la autoridad

actual y el agua se prepara con manzanilla, laurel y rosas y la ropa se acomoda en cajas

grandes especiales. El mayordomo correspondiente tiene a su cargo la ropa y en su casa

debe guardar la caja grande que la contiene. La ropa, según una entrevistada de la

comunidad de Pozuelos menciona como “Dios”: “Son muy variados, algunos son de lana,

otros de mantas especiales para la ropa de Dios” [PGC], igual a la que utilizan los hombres

de la comunidad. Esta actividad de lavar la ropa de los santos es común en los pueblos

tzotziles y se realiza en fiestas determinadas, generalmente con los santos patronos de cada

pueblo. Así lo consigna Pozas (1987), por ejemplo. (Murillo, 2005).

El Carnaval

En San Juan Chamula existe esta festividad, durante el mes de febrero. Se trata de una

representación del caosy y del orden del mundo, de una recomposición del cosmos tzotzil a

través de una fiesta y de varios aspectos rituales. En Chamula participan 2,066 personas en

el carnaval (Gossen, 1999) y los principales organizadores y actores son los denominados

Pasiones o Paxyonetik que representan a los barrios de Chamula. Durante el carnaval

aparecen hombres vestidos de monos que representan las fuerzas del caos. El carnaval es

una “destrucción ritual y reconstrucción de la sociedad chamula” (Gossen, 1999, traducción

propia). Es importante porque aparecen elementos de la cosmovisión tzotzil y el carnaval

está lleno de simbolismos que incluyen el ascenso del sol al cielo, tributo de agua de los

manantiales de cada barrio, danzas, y el regreso del orden cósmico al mundo.

Lugares sagrados:

Los manantiales son pasajes, puertas de entrada de comunicación con los seres que

gobiernan el universo y que delimitan su estancia a través de la tierra. Para el caso de los

zinacantecos:

Toda el agua proviene de la colina situada inmediatamente al norte del manantial;

por lo tanto el santuario ubicado en esa colina es también un vínculo de

comunicación con el Señor de la Tierra. Por otra parte, se llega a los dioses

ancestrales (antepasados inmediatos de los Mayordomos) por medio de las cruces

de las casas y del Kalvario, lugar de reunión de los dioses ancestrales de este grupo

de pozo. (Vogt, 1993: 164).

El hecho de que los actuales pobladores de los Altos de Chiapas hablen de los manantiales

que fueron dejados por sus ancestros es reflejo de la identidad local y del cuidado con sus

tradiciones. Son lugares importantes porque es un elemento de continuidad con su propia

cultura y su propio ser, así como lo es el Tzonte’witz y los centros ceremoniales (como el de

San Juan Chamula), para la reproducción de su cultura. El agua del manantial tiene otra

dimensión, la simbólica. Son lugares sagrados donde habitan los Anjeles, donde se pide

lluvia y mantenimientos. Todos los manantiales sagrados en los Altos de Chiapas se

identifican con una cruz verde o azul, aún en parajes de uso común, como Nitjom, cerca del

municipio de San Juan Chamula.

Las cuevas de rayo son también lugares donde moran los Anjeles, lugares de culto, lugares

de entradas al mundo sobrenatural. En cuanto a este tipo de cuevas, un entrevistado de la

comunidad de Pozuelos, San Juan Chamula, menciona que:

Lo que han dicho es que hay un lugar cuando lo miran donde sale el rayo. Lo miran

los viejitos, lo miran donde sale el reflejo del rayo, pues no ahí es una cueva sagrada,

ahí sale el rayo dicen. (...) Entonces qué vamos hacer, pues vamos a poner cruz,

pues vamos a rezar cada año, ahí donde empiezan a poner las cruces o llegan a

rezar cada año, ahí se empieza pues la fiesta.(...) Sí, donde llegamos a rezar

nosotros allá, hay más allá arriba, y por eso así lo hacen la fiesta, ahí enfrente de mi

casa, ahí hay cerca [cuevas de rayo], más adelante también hay, ahí hay bastante.

Bueno dice así la gente...[MHG]. (Murillo, 2005).

El cerro Tzonte’witz, lugar sagrado, tiene una significación importante en la colectividad del

municipio de Chamula en general. Se trata de un lugar sagrado, donde se dan festividades y

existen altares dedicados al Dueño de la Tierra o a Dios. En el cerro Tzonte’witz existen tres

altares, donde se celebra el tres de mayo, donde se pide agua y abundancia en cosechas: el

De San Juan Mayor, San Juan Menor y San Lorenzo. El hecho de que existan dos kalvarios

dedicados a San Juan forma parte del principio del Hermano Mayor y el hermano Menor en

los pueblos tzotziles. Este parece ser un principio de la cultura maya antigua, como lo

Menciona Vogt (1992: 96).

En la cima del Tzonte’witz existe un camino pavimentado para llegar a los tres lugares y en

San Juan Mayor hay una construcción de cemento, techada, para la festividad. Tanto en

San Juan Menor como en San Lorenzo hay también construcciones, de menor tamaño y

más modestas. La festividad del tres de mayo se realiza en los tres kalvarios y existen

cruces con los nombres de los distintos parajes, como huella de la presencia de cada uno de

ellos en la celebración y culto a los seres sobrenaturales.

La cotidianidad, la vigilia, el sueño y lo simbólico son parte de la misma existencia y todo

está conectado, no existen diferencias sustanciales. La importancia tanto del agua como del

fuego para los tzotziles de Pozuelos está patente en sus actividades cotidianas: el cuidado

de la milpa, el acarreo de leña, el traer agua, teñir la lana, tejer, cocinar... Y se hace patente

también al observar su forma de vida, sus costumbres, los lugares que tienen como

sagrados, el espacio en sus hogares, la importancia del fogón. Todo ello también tiene un

papel importante en la diferenciación frío-caliente, presente en la cultura tzotzil. El mundo

sobrenatural, como lo llamamos desde nuestra cultura, juega un papel sustancial en la vida

cotidiana de los habitantes de Pozuelos, pero para ellos es una dimensión de la propia vida.

Los rituales que llevan a cabo los tzotziles están ubicados en tres lugares principales:

El comportamiento ritual puede desplazarse lo mismo en los bosques (como por

ejemplo en cuevas y delante de los pozos de agua), en las milpas (como cuando se

celebran ceremonias de bendición del maíz), y en el hogar (por ejemplo, ante el altar

familiar y durante las ceremonias de curación). En otras palabras, el espacio sagrado

puede trascender a las otras categorías espaciales. (Gossen, 1990: 41).

Procedencia: INI. Inventario original: 3519. Fondo Alfonso Fabila.

Fecha: ca. 1957. Sitio: Altos de Chiapas. Autor: Alfonso Fabila. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI.

Kalvario. Fotografía: Daniel Murillo, 2004.

Manantial en el paraje Nitjom. Fotografía: Daniel Murillo, 2004.

Fotografía: Daniel Murillo, 2004

Toponimia hídrica

En los Altos de Chiapas hay varias comunidades o parajes con nombres que hacen

referencia al agua.

En San Juan Chamula, está Pozuelos.

Chamula- Agua espesa, como de adobe.

En Zinacantán están los parajes:

Vo’ch’ojvo.- Cinco ojos de agua.

T’zajal nab- Hondonada llena de agua.

Shulbó- manantial con piedra en forma de cuernos.

Navenchauc- casa del rayo.

Yalentay- Lugar en que cae la helada.

Masan- zancudos de agua.

Jok’Ch’enomal Vo’ (Jobchenón)- Pozo de agua.

Yaaltzi- Agua de perro.

Chiquinibalbo- Agua por donde está el árbol de encino.

Chenalhó- agua de la caverna.

CONOCIMIENTO:

Alma y nagualismo

Dentro de los tzotziles se reconoce la existencia de un alma íntima del ser humano, lo que

se denomina como Ch’ulel, instalada en el corazón de los humanos y otorgada por los

dioses ancestrales. Esta alma tiene trece partes y la pérdida de una de ellas hace que la

persona que la ha perdido sufra un desequilibrio. Generalmente se acude a chamanes,

rezadores o curanderos para que traigan el alma de vuelta, a través de rituales específicos.

Vogt ha descrito con detalle uno de esos rituales de aflicción (Vogt, 1993). Con sus

especificaciones y diferencias, Köhler ha descrito otro, en la comunidad de San Pablo

(Köhler, 1995) y varias observaciones sobre la pérdida de alma se encuentran en el trabajo

de Guiteras Holmes (1986). Los chamanes tienen un papel importante en los pueblos

tzotziles, ya que tienen los conocimientos para sanar, y estos poderes les han sido

otorgados por los padres y madres a través de tres sueños por los que el aprendiz de

curandero debe pasar para obtener su sapiencia (Vogt, 1993 y 1992; Laughlin, 1992). Los

zinacantecos reconocen que los sueños son parte de la vida:

Los asuntos diarios de la vida cotidiana, “sobre la faz de la tierra” (ta sb’a b’alamil),

se resuelven en el mundo de los sueños, el mundo de los espíritus. No hay descanso

durante la noche. (Laughlin, 1992: 396).

Y el mismo autor menciona:

Todo aquello que sea interpretado como consejo divino advierte y da cuenta de la

“carga” del que sueña. No sólo se comunica íntimamente con los dioses en sus

sueños, sino que puede dirigirse a ellos mediante sus rezos y pedirles ayuda.

(Laughlin, 1992: 25).

El Ch’ulel puede ser afectado o perderse, debido a un susto por una caída. Los chamanes

serían los encargados, también, de atraer el Ch’ulel perdido. En San Juan Chamula existe la

creencia de que una caída puede perjudicar al Ch’ulel. Cuando una persona cae en un

cuerpo de agua su alma queda en ese lugar y hay que recogerla:

Los pequeños casi siempre dejan el chulel en el agua, que es donde más juegan; los

grandes, por los caminos, en el río, cuando van a las fincas. (Pozas, 1987: 214-215).

Las almas de los hombres son más calientes y fuertes que las de las mujeres; los niños

nacen fríos; los ancianos tienen más calor. “El servicio que se rinde a la comunidad

aumenta el calor, ya que los funcionarios han estado en íntimo contacto con las deidades

que gobiernan la vida y la muerte” (Guiteras Holmes, 1986: 237).

El alma del tzotzil está ligada, también, a un animal, su nagual, que se considera como

compañero animal. Lo que suceda a uno le sucederá al otro. Por ello, si el nagual de una

persona ha sido dejada fuera del corral que hay en los cerros, por los dioses ancestrales, el

hombre sufrirá una enfermedad y será labor del shamán o curandero ayudarle a que el

animal vuelva a su corral y sea cuidado de nuevo (Vogt, 1993: 37-40).

Algunos principios en los tzotziles

Algunos autores identifican principios simbólico-culturales presentes en los pueblos tzotziles

y que reproducimos someramente en este apartado.

a) En las ocasiones rituales existe una marcada división del trabajo. Así, los hombres se

dedican a la agricultura y a los rezos a los dioses; las mujeres se dedican a la cocina, al

cuidado de los niños y al tejido. (Vogt, 1992: 93)

b) Existen réplicas del universo en las comunidades tzotziles y éstas aparecen desde la

disposición en las casas, la construcción de las mismas hasta en el comportamiento en

los rituales. (Vogt, 1992: 93).

c) Hay una dicotomía importante entre elementos mayores y menores (en el poblado de

Zinacantán existe lo b’ankilal y el ¿its’inal). Así, hay pares que representan algo de

mayor representación y de menor representación. (Vogt, 1992: 94).

d) Existe una primacía a seguir el paso del sol, según la cultura tzotzil, al contrario de las

agujas del reloj, así se invoca también la primacía de la mano derecha; el valor de la

derecha es de positivo, verdadero o auténtico. (Gossen, 1990: 54).

e) También hay una primacía del concepto de “arriba”, ya que lo más alto tiene

características positivas y lo que se encuentra más abajo tiene características negativas

que pueden ser dañinas. (Gossen, 1990: 58-59).

f) La diferenciación entre lo caliente y lo frío también es una característica bidimensional en

los tzotziles. Existe la primacía al calor, debido, sobre todo, a la simbología del dios sol

entre este grupo indígena. Los hombres tienen más contacto con lo caliente y las

mujeres con lo frío, ya que éstas últimas generalmente están descalzas en sus hogares.

El ciclo vital es aumento de calor y los alimentos, rezos y bebidas (pox) en los rituales

aumentan el calor del cuerpo, lo que es bueno. (Gossen, 1990: 59-60). De aquí se

desprende el siguiente principio cultural. El principio del fogón podría estar alimentado

por el mito de que la luna es la madre del sol, es decir, quien lo cuida y alimenta, hasta

que éste crece y la enceguece, según el mito ya citado.

g) La primacía de la masculinidad está más que sobreentendida en las patrifocales

comunidades tzotziles. En el mito, el sol enceguece a la luna, el maíz le es dado al

hombre por un dios, que lo sacó de su ingle; en los templos, los santos están ubicados a

la derecha, las imágenes femeninas, a la izquierda. (Gossen, 1990: 63-66).

h) La luz es primordial en este encuentro de contrarios y tiene una primacía esencial por su

característica unida con el calor del sol. Lo luminoso es el día, lo bueno, lo deseable, lo

que asciende. Lo obscuro es la noche, lo peligroso, cuando el mal está suelto. El vestido

tradicional de los hombres chamulas es un ropón blanco, mientras que las mujeres

utilizan faldas negras. (Gossen, 1990: 61-63).

i) La diferenciación de hermano mayor y hermano menor se ve de nuevo aquí, en la

primacía de lo antiguo sobre lo nuevo. El hombre de mayor edad es el que tiene los

conocimientos, la experiencia, que debe ser consultado para las celebraciones de las

fiestas o para solventar conflictos en la comunidad. Hay naguales mayores y menores,

antiguos y jóvenes. La ubicación de los cargos de mayor edad al final de la fila de las

procesiones demarcan el principio del sistema de cargos que ha sido mencionado líneas

arriba, y que tiene que ver con la supremacía de lo viejo; en este sentido, el que

encabeza la fila es el que menos rango tiene. Esto también aplica al tamaño de las velas

que se utilizan en los rituales tzotziles. (Gossen, 1990: 66-69).

j) Existen conductas buenas y malas. Malas son las que atentan contra el principio de

perpetuación de la sociedad y se salen del orden moral. Asimismo, una conducta buena

es hacer un bien para el colectivo, en reciprocidad con los demás habitantes de una

comunidad. El menosprecio por los deberes (familiares, comunales o de festividades)

son malas conductas que perturban el orden establecido. (Guiteras Holmes, 1986: 238-

239).

k) Los sueños son parte de la vida y son fuente de conocimiento. Es a través de los sueños

que los curanderos, H’ilol, parteras y rezadores adquieren información y conocimientos

otorgados por seres sobrenaturales (Laughlin, 1992; Holmes, 1986; Gossen, 1990; Vogt,

1993, Murillo, 2005).

Calendarios

En cuanto a la regencia del tiempo entre los tzotziles es importante mencionar la

conservación del calendario maya, sobre todo para la agricultura. En el caso del paraje

Pozuelos de San Juan Chamula, se mencionó el uso del calendario maya para las labores

de campo, pero este conocimiento sólo lo sabían oralmente algunas personas mayores. Se

sabe que la mayoría de los pueblos tzotziles utilizan el calendario maya, que consta de “365

días, compuesto de dieciocho meses de veinte días y un mes de cinco días” (Gossen, 1990:

48). Para el caso de Larráinzar, la descripción del calendario es la siguiente:

Este sistema divide los años en 18 meses de 20 días cada uno y un mes de cinco

días. Cada mes de 20 días se destina tradicionalmente a determinadas actividades

agrícolas. Por ejemplo, durante el mes Mukta sak (marzo 2-21) las tierras de las

regiones templadas están preparadas para emplear las técnicas de roza; se planta

maíz, frijol, calabaza y papa. En mok (marzo 22-abril 10), el mes siguiente, se siguen

las mismas actividades de la región fría. (…) Como en los tiempos prehispánicos, las

tierras nuevas se preparan durante los meses de invierno. (Holland, 1963: 33).

Descripción de los principales sistemas hídricos:

Las fuentes de abastecimiento de agua en muchas comunidades tzotziles parten de los

pozos o manantiales comunitarios, de los manantiales de uso común y de las líneas de agua

entubada que provienen de otros lugares de abastecimiento, en algunos casos, el cerro

Tzonte’witz. El agua en estas comunidades tzotziles proviene, entonces, tanto de la lluvia

como del subsuelo.

Los habitantes reconocen exactamente de dónde proviene el agua que usan en sus

comunidades y también reconocen su dimensión sagrada. Generalmente los pozos son

denominados como de origen ancestral, encontrado por los viejos pobladores y por ello el

pueblo adopta, algunas veces, el nombre otorgado a los elementos ahí hallados. Muchas

veces el agua (Véase Toponimia hídrica). Una razón poderosa para mantener los

manantiales en buen estado es la presencia de los seres sobrenaturales, dioses o anjeles.

Esta actitud, difícil decir si se trata de una conservacionista o que se desprende de sus

creencias, ha ayudado a mantener el follaje alrededor de los manantiales, ya que se trata de

lugares sagrados. El mantenimiento de los manantiales en la zona es común y la

responsabilidad compartida de cuidar el entorno del mismo también.

En algunas comunidades se han preparado pozos artificiales, como forma alternativa de

obtener agua de lluvia, como menciona un poblador de San Juan Chamula:

...Así cuando es tiempo de lluvia, así como ahorita como está lloviendo, ahora ya

tenemos pozos, no tan cercas de las casas pero así como aquí ya un pozo; mas allá ya

hay otro pozo donde se deposita el agua, con pozo. Así escarbado la tierra, pues, y ahí

se junta el agua. Ya cuando se junta el agua pues ahí nomás aprovechamos para tomar,

o sea, ahí sirve para todo el alimento, ahí donde aprovechamos cuando es tiempo de

lluvia, pero cuando no es tiempo de lluvia pues no hay nada aquí, se queda

absolutamente seco, y tenemos que ir a buscar donde está el agua, así cuando era yo

más joven, más niño. [MHG]. (Murillo, 2005).

Y en otras comunidades, sobre todo por medio de la Comisión Nacional para el Desarrollo

de los Pueblos Indígenas (CDI) se han introducido sistemas para obtención de agua de

lluvia y filtros purificadores. No se ha realizado una evaluación de su funcionaiento y

adopción por parte de las comunidades.

Hay parajes en los que se encuentran manantiales de uso común. Pueden ser utilizados por

cualquier paraje vecino. Lo interesante de estos manantiales es que también tienen cruces

y, por supuesto, también habitan anjeles. El hecho de que varias comunidades puedan ir a

tomar agua de estos manantiales se explica por un hecho ocurrido en el pasado, en el

inconsciente colectivo y que perdura hasta nuestros días: los ancianos o los ancestros

dejaron esos manantiales para uso común, sin restricciones ni nombrando dueño a nadie.

Generalmente los manantiales comunes están organizados de la siguiente manera: en cada

uno de ellos (así como en las cuevas cercanas) existen cruces. Frente a ellas se encuentra

el manantial u ojo de agua que se divide en tres pequeños cuerpos de agua. El primero se

utiliza para agua potable de los habitantes de los parajes aledaños. El segundo se utiliza

para que tomen agua los animales, y el tercero es para que las mujeres laven la ropa. Así se

mantiene un orden en el mantenimiento del agua y se evita la contaminación del agua

potable. Generalmente es en este tercer cuerpo de agua que se encuentran piedras o tablas

en donde las mujeres se hincan y tallan la ropa.

La tercer fuente de agua es la entubada, que viene de otras fuentes o de los cerros, como el

Tzonte’witz. Éste tiene varios ojos de agua que corren hasta formar un pequeño arroyo.

Aunque los manantiales son sagrados para los tzotziles, el agua del manantial se entuba,

mediante ceremonias especiales. Hay tanques en los distintos parajes para almacenar esta

agua y existen grupos organizados para el mantenimiento del sistema. Las tuberías llegan

hasta las casas y los pobladores tienen, generalmente, una sola llave de la que toman el

líquido para lavar, hacer comida y demás tareas domésticas.

Tanque de almacenamiento de agua. Fotografía: Daniel Murillo, 2005.

Almacenamiento de agua en los solares de las viviendas. Fotografía: Daniel Murillo, 2005.

Fotografía: Daniel Murillo, 2005

Cruces en el Tzontewitz. Fotografía: Daniel Murillo, 2005.

Fotografía: Daniel Murillo, 2005

Descripción de la organización para la gestión del recurso hídrico y los otros recursos

que dependen del agua:

En los casos recogidos en la zona de Chamula y Zinacantán por Araceli Burguete (2000),

aunque abordados desde la antropología jurídica, queda patente el sistema de negociación

entre la introducción de agua entubada y las prácticas tradicionales que conllevan lo

simbólico. En varios de esos casos se constata que el mayordomo encargado tuvo que

ofrecer ofrendas especiales al Dueño de la Tierra o Anjel, no sólo para satisfacer su propio

sistema normativo tradicional, sino para mantener en paz tanto a la comunidad como a los

dioses. Como aporte de su investigación, la autora menciona:

Puede verse la gran capacidad de adecuación y respuesta que las sociedades

chamula y zinacanteca han desarrollado para el manejo del conflicto producido en la

región por una combinación explosiva de variables que, a su vez, resulta de los

cambios en la economía, la escasa oferta y el incremento de su demanda del agua y

el explosivo crecimiento de la población. Así, el cuadro de disputa es permanente.

Pese a esta situación crítica, la flexibilidad de los sistemas normativos indígenas ha

permitido que la disputa no alcance un mayor grado de conflicto. Puede preverse que

la rigidez de la aplicación de la norma estatal no permitirá a estas sociedades

adecuarse a constantes transformaciones que sufren como consecuencia de su

incorporación –entre otras cosas— a la economía del mercado. (Burguete, 2000:

290).

Generalmente, también, existen dos tipos de organización para el cuidado del agua: el

religioso y el social. El religioso ha sido mencionado en apartados anteriores y tiene que ver

con la figura del Martoma Vo’ o Mayordomo del agua que encabeza todo un grupo ritual de

personas que mantienen una comunicación con los dioses. La otra parte es un grupo de la

comunidad que se dedica a distribuir el agua a través de las tuberías y de los tanques de

almacenamiento, dan mantenimiento a las líneas de tubería y están en contacto directo con

el grupo religioso.

Agua y género:

El enfoque cultural de las comunidades tzotziles en general es completamente patrilineal,

esto da como consecuencia que la división del trabajo sea específica y que, en general,

pueda resumirse en una diferenciación de tareas para el hombre y para la mujer. Esto,

aunado también a las consecuencias económicas y a los cambios y adecuaciones en las

unidades productivas, ha traído como consecuencia que, en la mayoría de las veces, el

hombre es quien trabaja en al milpa, trae el sustento a casa y se ocupa de cargos religiosos,

de la organización de fiestas y celebraciones y de llevar ofrendas a los dioses. Los rezos, la

preparación de los altares, las cruces y las peregrinaciones a estos lugares sagrados son

hechas por los hombres. Las mujeres tienen a su cargo el cuidado de los hijos, la

preparación del alimento, el cuidado del hogar y de los animales domésticos y las labores de

tejido y preparación de la ropa tradicional. Además, las mujeres son las encargadas de

acarrear el agua y la leña a la casa.

Pese a que esta diferenciación de tareas haga patente la reproducción de los esquemas

tradicionales, en las comunidades tzotziles se observa una característica importante: si los

hombres son los encargados de los rezos y de la organización de las celebraciones a los

dioses, parecería que son ellos los que tienen también a su cargo la reproducción de

tradiciones a través de sus relatos orales; sin embargo, se pudo observar que son las

mujeres las depositarias de este saber ancestral, ya que ellas, en mayor medida, cuentan

historias relacionadas con su propia tradición, leyendas y mitos, además de la descripción

de algunos ritos en relación con los kalvarios y las cruces en los manantiales. La mujer en

Pozuelos tiene un papel por demás importante: es la que cuida el hogar, como el centro de

su existencia, pero por ello mismo cuida las tradiciones de su hogar ampliado, el lugar

donde vive, el paraje y la comunidad. Las mujeres, por otro lado, participan de manera

diferenciada en los rituales del tres de mayo: mientras los hombres acuden a rezar y a llevar

sus ofrendas a los dioses, las mujeres preparan la comida, misma que es parte del ritual

completo, ya que todas estas celebraciones terminan en comidas. Los dos elementos

naturales que aparecen en el ámbito doméstico son el agua y el fuego; el agua y la leña.

Con lo visto hasta este momento, se puede decir que estos dos elementos, cuando son

llevados al hogar, son responsabilidad de las mujeres. Los hombres tienen a su cargo la

petición de lluvia, la abundancia en los cultivos y evitar la sequía tanto fluvial como en los

manantiales.

El principio masculino-femenino de las culturas prehispánicas mesoamericanas se

reproduce: lo masculino viene del cielo, es el agua de lluvia. Lo femenino viene de la tierra,

es el agua subterránea. El día es masculino, la noche es femenina. (Murillo, 2005).

Algunos autores han identificado, en otras comunidades mayances, la aparición de estas

diosas, como Köhler (1995:19), en la comunidad tzotzil de San Pablo, municipio de

Chalchihuitán; o Villa Rojas (1995: 423) en comunidades tzeltales en el municipio de

Tenejapa (en este último caso ligadas a lagunas).

La mujer acude a los manantiales, cuando el agua entubada escasea, para llevar el líquido a

su hogar. En ocasiones la figura del cántaro ha cambiado y las mujeres usan recipientes de

diversos materiales, pero la imagen y la función son las mismas. Llevar agua al hogar es

procurar sustento, mantener la vida cotidiana, tener agua para beber. El mismo principio se

aplica para la leña: mantener el fogón encendido en la cocina. Los fogones de leña que se

utilizan en las cocinas de las indígenas tzotziles generalmente tienen la característica de

estar ubicados al centro de la habitación o a la derecha de la entrada. Esto puede explicarse

mediante el predominio de la derecha en los pueblos tzotziles y en el ritual específico de

construcción de una casa. En el rito para construir una casa nueva se delimita el cosmos:

cada uno de los cuatro palos que sostiene la choza son los pilares del universo. El techo es

el cielo y debajo de la tierra se contiene el inframundo. Hay que hacer un sacrificio de una

gallina y enterrarla en el centro de la habitación. Con esto quedan marcadas las

dimensiones tzotziles: el cielo, el inframundo, los cuatro puntos cardinales y el centro, “el

ombligo del mundo”. (Vogt, 1993: 84-90).

El fogón tiene varios usos: no sólo sirve para cocinar y mantener la comida caliente, sino

que sirve para calentar la habitación y secarse en tiempos de lluvias. Las mujeres también lo

utilizan para teñir el hilo de lana con que hacen sus textiles. El hecho de que el fogón esté al

centro puede ser la contraparte simbólica del centro del mundo, donde se encuentra el calor

que, por otro lado, es una metáfora de las horas más calientes del día, cuando el sol está en

su cenit. El fogón cumple, entonces, el papel crucial de mantener el calor. De proveer

alimento a los habitantes de las casas.

Anteriormente, en la comunidad de Pozuelos (San Juan Chamula) la gente bajaba a San

Cristóbal para vender carbón y leña. Ha habido un cambio en esto, posiblemente por el uso

extendido de las estufas de gas, pero una entrevistada cuenta su historia y hace mención a

un elemento importante: dejaron de vender leña y carbón porque se estaban acabando los

bosques:

Íbamos de vez en cuando y llegábamos a ofrecer en las casas, para ver quién quería, le

vendíamos principalmente a los mestizos, porque ellos son los que vivían ahí, no es

como ahora que ya vienen de otros lugares como los zinacantecos y otras gentes. Pero

íbamos de vez en cuando porque no se vendía bien. (...) Lo vendíamos muy barato, lo

vendíamos en pesos y tostones. (...) Sí, era muy difícil, ya se empezó a vender más,

cuando crecí un poco. Porque se murió mi mamá, entonces crecí con una media

hermana y ella vendía carbón también, por eso miraba que si vendía un poco más. (...)

Sí, era muy difícil, ahora está mejor, ahora se vende más las cosas, así como ya soy

grande , ya sé qué puedo hacer y qué puedo vender, vendo mis tejidos, vendo mis hilos,

otras cosas. Ahora ya no vendo leña ni carbón. (...) Porque mi esposo me dice que no

acabemos con los árboles. [RMG]. (Murillo, 2005).

De esta forma, el trabajo que las mujeres desarrollan para el abasto de agua y leña al

interior de las unidades domésticas presenta un rasgo común a otras formas del quehacer

femenino, que es la “invisibilidad social”. Es decir, el trabajo en la esfera reproductiva no es

reconocido por los diferentes miembros de las familias y tampoco por la comunidad en su

conjunto, dado que no es considerado trabajo propiamente dicho, por no poseer un valor de

cambio. Dicha situación se refuerza y perpetua a través de los agentes externos,

encargados de desarrollar políticas y programas de desarrollo comunitarios, toda vez que,

en la gran mayoría de los casos, se contemplan sólo a los hombres como interlocutores

válidos, partiendo de la falsa premisa de que los proyectos son “neutros” y que los

beneficios se extenderán de manera automática a toda la familia y comunidad. (Soares,

2006).

Por otra parte, los datos encontrados con relación a la división sexual del trabajo para el

abasto de ambos recursos naturales al interior de las unidades domésticas, matizan la

imagen generalizada planteada por una serie de autoras, entre ellas Bezencon (1993), de

que las mujeres son las encargadas de las actividades reproductivas y, por ello, son ellas

quienes recogen agua y leña. De hecho, en Pozuelos y El Pinar existe una

complementariedad de funciones y solidaridad entre los miembros de las unidades

domésticas, a fin de asegurar los volúmenes requeridos de los recursos naturales. De esta

manera, a pesar de que sean las mujeres las principales responsables del abasto, tanto del

agua como de la leña en sus hogares, llama la atención la fuerte participación de los hijos,

niños y niñas y, en menor proporción, también de sus maridos. Es de destacar que a partir

de los seis años de edad los niños y niñas ya tienen la obligación de acompañar sus mamás

al leñado, actividad que desarrollan al regreso de la escuela y que cuenta con la misma

prioridad que la propia alfabetización. (Soares, 2006).

En un estudio realizado por el IMTA (Soares, 2006) en dos comunidades tzotziles se

menciona lo siguiente:

“Con relación al tiempo dedicado por los miembros de las unidades domésticas al

aprovisionamiento del agua en los meses de escasez, encontramos que la periodicidad es

elevada, dado que tienen que abastecerse de una a tres veces diariamente. De hecho las y

los habitantes locales utilizan de 2 a 6 horas diarias para el abasto de agua. En principio

todos las y los habitantes de las comunidades, sean hombres o mujeres, pueden acceder al

agua, aunque el control y las decisiones relativas a la gestión del recurso hídrico sean

tomadas por los hombres del patronato del agua de cada localidad. La existencia de una

organización que regula el acceso al agua para uso doméstico, con representantes

exclusivamente del sexo masculino, en comunidades en donde tanto el abasto como el

manejo del agua al interior de las unidades domésticas es responsabilidad principalmente de

las mujeres, refleja que son los valores sociales y estereotipos culturales que están guiando

las prácticas comunitarias de organización y gestión de los recursos. De hecho la situación

de exclusión de las mujeres de los espacios de toma de decisión con relación al agua para

uso doméstico, no es exclusiva de Pozuelos o El Pinar, sino compartida por diferentes

regiones de Chiapas, conforme lo plantean Kauffer y García (2003), quienes encontraron en

su investigación sobre la presencia de mujeres en los comités de agua del estado, que

existen 1,000 comités de agua distribuidos a lo largo de Chiapas y que la participación de

mujeres en dichos espacios se reduce al 1%, es decir, solamente 10 comités cuentan con

presencia femenina.

“En estos términos, son las mujeres quienes conocen, más que nadie, las reales demandas

de las unidades domésticas en lo tocante al agua, por la sencilla razón de que son ellas las

responsables de manejar el agua dentro del hogar, ya sea utilizándola en el lavado de ropa,

preparación de alimentos, aseo de la vivienda, entre otras actividades demandantes de

dicho recurso; sin embargo son los hombres quienes determinan las prioridades para

utilización del agua al interior de las unidades domésticas y también son ellos quienes

establecen las sanciones para los incumplimientos. Es decir, son los hombres quienes

tienen el poder de decisión, inclusive en aspectos relacionados a las actividades

eminentemente femeninas. De hecho, en asamblea comunitaria en la comunidad de

Pozuelos, los hombres establecieron que los meses cercanos al periodo de estiaje, el agua

de las tomas domiciliarias no podría ser utilizada para lavar ropa, con la sanción de multa,

con valor de $400.00 (cuatrocientos pesos), para quienes incumplieran la disposición”.

(Soares, 2006).

Procedencia: INI. Inventario original: 3519. Fondo Alfonso Fabila.

Fecha: ca. 1955. Sitio: Chamula. Autor: Alfonso Fabila.

Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI

Procedencia: INI. Fondo Chiapas.

Fecha: ca. 1955. Sitio: Altos de Chiapas. Autor: desconocido. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI

Fotografía: Daniel Murillo, 2005

Fotografía: Oritia Ruiz, 2005.Archivo personal.

MECANISMOS DE EQUILIBRIO SOCIAL:

En las comunidades tzotziles la aplicación de normas es muy importante y forma la base de

la relación entre los miembros de la comunidad y de otras comunidades. Los lazos de

identidad y religión, por ejemplo, se ven mermados con la introducción de la religión

evangélica, lo que ha provocado una serie de conflictos internos y de desplazados por

razones religiosas. Muchos desplazados han formado sus propias comunidades, en donde,

a pesar de tratar de abrazar una nueva religión, la propia cosmovisión tzotzil está presente

en el lenguaje, el vestir, las actividades como el hilado y el tejido, la comida, la construcción

de casas y los patrones de asentamiento. En algunas comunidades de desplazados, como

El Duraznal, los pobladores han incorporado a sus actividades la elaboración de artesanías

y el riego con aguas negras, por ejemplo.

“Con relación a las razones de orden religioso, los adeptos de los grupos evangélicos están

en contra de los rituales del agua, debido no sólo al concepto de una variedad de dioses

implícito en la cosmovisión que alimenta de simbolismo los rituales, sino también a su

personificación en elementos naturales. Los conflictos religiosos por el agua, tanto en

Chamula como en Zinancantán –dos municipios ubicados en los Altos de Chiapas-, llegaron

a un extremo tal que coadyuvaron a la expulsión de los evangélicos del territorio, bajo el

argumento que el rechazo a la participación en los rituales del agua por los habitantes puede

provocar la ira de los dioses, con el consecuente agotamiento de las fuentes de agua

(Burguete, 2000; Kauffer y García 2004)”, (Soares, 2006).

Los mecanismos de control social son estrictos para las comunidades de los Altos de

Chiapas. Las reglas de uso de los recursos naturales, igualmente deben ser observadas: las

reglas para el uso del agua y de la leña, por ejemplo, son muy estrictas. El agua no se

considera como posesión de nadie, de ahí se explica el acuerdo de compartir agua de

distintos parajes y también así se explica la molestia cuando pobladores de otros parajes

tratan de apropiarse de manantiales para uso exclusivo. Aunque la propiedad de ciertos

manantiales existe, ésta se toma como parte de una comunidad en específico, no de un

dueño particular. En los Altos de Chiapas el agua es un bien común y los pobladores saben

cómo deben usar el agua, para lograr su, como lo llamaríamos desde el campo institucional,

“uso eficiente”. Desde las reglas claras de mantener tres reservorios para usos distintos en

los manantiales, hasta el uso del agua entubada, forman parte de la vida comunitaria. La

reprobación de ciertos actos de “robo de agua” lo demarcan de la misma forma. De hecho,

la cosmovisión indígena de esta zona permite que los manantiales sean cuidados y

conservados en buenas condiciones, así como el correcto uso del agua por los pobladores.

En este punto hay una confluencia de los derechos consuetudinarios, las reglas de

organización y uso y el mundo sobrenatural y simbólico.

El manejo de los recursos forestales en la región se ha visto afectado por los procesos de

urbanización y compra de tierras. Algunos terrenos del cerro sagrado de Tzonte’witz, como

era la costumbre, se les daba un uso comunal entre varios parajes, como Muquem, Sactzu y

Yolonab. Se podían aprovechar los árboles para construir casas, para la leña, para el mango

de azadones. Después, la tierra se distribuyó entre las tres comunidades, pusieron sus

callejones cada uno, y se repartieron los terrenos. El hecho de que las tierras tengan

“dueños” ha provocado una desregulación de las normas y los usos del bosque de carácter

comunal e indígena, cediendo paso a la tala indiscriminada de árboles, y a la amenaza

creciente de la desaparición de los manantiales que abastecen de agua al resto de las

comunidades de la zona. (Soares, 2006).

Por consiguiente, la forma actual de conseguir leña por parte de los parajes de los Altos es a

través de los árboles que tienen en sus parcelas y milpas, o acudiendo a lugares donde no

hay un “dueño”. Esto ha traído como consecuencia que en muchos de los casos donde la

parcela más cercana no cuenta con los recursos forestales necesarios, se tengan que

invertir largas jornadas para traer la leña de más lejos, y hasta usar automóvil, en sustitución

de los animales de carga. (Soares, 2006).

Existe un sentido de cuidado hacia el bosque, aunque manejado desde un respeto simbólico

por lo sagrado. Las fuentes de agua se cuidan debido a que son lugares sagrados.

Procedencia: INI. Fondo Chiapas.

Fecha: ca. 1955. Sitio: Altos de Chiapas. Autor: desconocido. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI

Procedencia: INI. Fondo Chiapas.

Fecha: Junio 1955. Sitio: Chamula. Autor: desconocido. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI

Fotografía: Daniel Murillo, 2005

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INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA

Familia lingüística: Macro-maya.

Grupo: tzeltalan de lenguas mayas.

Nombre propio: Tzotzil, Tsotsil, que significa “Hombres verdaderos”.

Nombre atribuido: Tzotzil.

Área cultural: Altos de Chiapas.

Etnohistoria:

Por la falta de estelas y documentos que registraran periodos y hechos acaecidos en la zona

ocupada por tzotziles y tzeltales, es difícil definir el tiempo de ocupación de su territorio.

Existen pocos vestigios arqueológicos y ciudades importantes identificadas cerca de esa

zona, como Toniná o Copanaguastla. Sin embargo, existe la hipótesis de que los grupos

tzotziles y tzeltales provienen de Guatemala y que hayan habitado la misma zona que

actualmente pueblan (Romano Delgado, 2002: 26). Durante la conquista se sabe que

Zinacantán era un centro importante y que el señor de esa ciudad, Cuzcácuatl ofreció su

apoyo a los españoles conquistadores, así que la primera expedición al área fue

aproximadamente en 1524. Los chamulas fueron los que presentaron más resistencia,

constante durante toda su etnohistoria. Se establece una encomienda, a cargo de Diego de

Mazariegos, en 1528 y en 1531 la Corona Española decretó la formación de Ciudad Real,

en territorios poblados por tzotziles, tzeltales, tojolabales y zoques (Obregón, 2003: 9-10).

Frailes dominicos trataron de concentrar a los grupos dispersos de tzotziles en lugares que

fueron llamados “Reducciones” y en Chamula se establecieron tres de estos centros,

aunque los diversos parajes continuaron funcionando con su organización subadministrativa

(Gossen, 1990: 21). Los chamulas y otros grupos de tzotziles participaron marginalmente en

la revuelta tzeltal de los años 1712 a 1715 y encabezaron la rebelión Cuzcat de 1869-1870,

que promovía la devolución del poder a los indígenas. Durante el periodo porfiriano las

tierras agrícolas para sustento escasearon y eso provocó que, con el Movimiento

Revolucionario, los indígenas fueran reclutados tanto por un bando o por otro, con la

promesa de conseguir tierras. Es durante el periodo del presidente Lázaro Cárdenas que el

territorio de los indígenas aumenta. En el caso de Chamula, lo hace de 240.61 a 364.56

kilómetros cuadrados. Y es a partir de 1937-38 que se les exige, mediante la oficina de

Asuntos Indígenas, que el puesto mayor de organización política sea ocupado por un

hombre joven, bilingüe, en lugar de un anciano monolingúe, con el fin de tener contacto más

directo con los poderes federales. (Gossen, 1990: 22-23). Un hecho importante es que

durante varios años las comunidades tzotziles han entrado en un proceso de

“reindinización”, con hechos como la expulsión de ladinos de algunas cabeceras

municipales, como Larráinzar, en 1974 (Obregón, 2003: 14). Casi veinte años después,

surge el movimiento zapatista, que recupera esta tradición de defensa y expansión de

espacios identitarios y territorios.

Áreas ocupadas por el grupo étnico o cultura:

La región de los Altos de Chiapas cuenta con 946 localidades, pertenecientes a quince

municipios, distribuidas como a continuación se describe:

Municipios Población total Localidades

1. Amatenango del Valle 6559 37 2. Chalchihuitán 12256 38 3. Chamula 59005 110 4. Chanal 7568 15 5. Chenalhó 27331 91 6. Huixtán 18630 53 7. Larrainzar 16538 62 8. Mitontic 7602 15 9. Oxchuc 37887 91 10. Pantelhó 16262 129 11. San Cristóbal de las Casas 132421 84 12. Tenejapa 33161 54 13. Teopisca 26996 90 14. Zinacantan 29754 48 15. Cancuc 20688 29 Altos de Chiapas 452658 946

Fuente: INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000. (Soares, 2006).

La región es eminentemente rural, con una concentración poblacional en la ciudad de San

Cristóbal de las Casas, de hecho la población de dicha ciudad abarca alrededor del 30%

de la población total de los quince municipios de los Altos de Chiapas.

La región de los Altos de Chiapas posee una población de 452658 habitantes, de los

cuales 221036 son hombres y 231622 mujeres. Según los índices de masculinidad de

cada municipio, reflejados en el cuadro II, la distribución de la población entre hombres y

mujeres se mantiene con una proporción mayor de mujeres, -salvo en los casos de

Chalchihuitán, Chenalhó, Oxchuc y Pantelhó-. Si bien las diferencias entre el número de

hombres y mujeres en dichas localidades son prácticamente despreciables, llama la

atención el bajo índice de masculinidad de Chamula. Ello puede estar reflejando la

migración masculina en búsqueda de escenarios mas propicios para el desarrollo. (Soares,

2006).

Formas de asentamiento:

Comunidades dispersas, que se denominan con el nombre genérico de Sna (casa, en

tzotzil) y que se han traducido como parajes. Es común que los habitantes llamen paraje a

sus comunidades.

Sistema de culto:

Católico-sincrético, aunque hay comunidades de desplazados evangélicos.

Sistema económico:

En la mayoría de los municipios de los Altos de Chiapas el crecimiento económico se

concentra en el sector primario. “Si contabilizamos los quince municipios, es decir, la

totalidad de municipios de los Altos de Chiapas, la participación del sector agropecuario

para el año 2000 alcanzó el 56% del total de la población ocupada por sector, cifra que

tampoco es despreciable”. (Soares, 2006).

“Con relación a la marginación, los municipios indígenas de los Altos de Chiapas presentan

los índices más altos del estado. De hecho, de los 119 municipios existentes en la entidad,

los Altos ocupan índices de marginación tan alarmantes como el lugar 111 de Cancuc o el

110 de Mitontic, entre otros. Dichas cifras son todavía más impactantes si tomamos en

cuenta que Chiapas es el estado de mayor índice de marginación de la república mexicana.

Desde esta perspectiva, dichos municipios son los más marginados de todo el país.

Nuevamente San Cristóbal de las Casas se destaca por no pertenecer a la lista de los

marginados del estado, dado que ocupa el segundo lugar de marginación, perdiendo

solamente para la capital del estado Tuxtla Gutiérrez”. (Soares, 2006).

Autores principales:

Vogt, Evon

Gossen, Gary

Holmes, Calixta Guiteras

DESCRIPCIÓN DE LA ECO REGIÓN

Oferta de suelos y relieve:

Los Altos de Chiapas están localizados en el estado de Chiapas, entre los 16° y los 17° de

latitud norte. La región es montañosa, con una altitud superior a los 2000 m.s.n.m. y se

caracteriza por temperaturas tendientes a frías. Existe una estacionalidad del clima en la

zona, es decir: por un lado una temporada de lluvias restringida a seis meses, con sequía

intraestival (canícula), que coincide con las elevadas temperaturas del verano y por el otro,

una temporada seca invernal con temperaturas mínimas que alcanzan grados bajo cero, con

heladas que imponen severas limitaciones a la producción agropastoril. El relieve de la

zona, caracterizado por planicies de diferentes extensiones, que se alternan con conos

volcánicos y con elementos de paisaje cárstico típico, está conformado por rocas calizas de

aproximadamente dos millones de años. Dicha conformación paisajística impone una

característica de extrema relevancia para el desarrollo de las actividades productivas en la

región: la ausencia de corrientes superficiales de agua. Sus suelos se derivan de las rocas

calizas y presentan las características de ser delgados, pesados, inundables, ácidos, ricos

en nitrógeno total y en materia orgánica. La vegetación natural de los Altos de Chiapas esta

constituida por comunidades arbóreas de pino-encino, pinares, encinares o bosques de

niebla, las cuales están vinculadas a la disponibilidad de humedad. Sin embargo, en la

actualidad la vegetación natural está cediendo lugar a un mosaico de cobertura vegetal

estrechamente relacionado con la actividad agroforestal en la zona (Alemán, 1998).

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CONTACTOS:

Dr. Daniel Murillo Licea. Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

[email protected].

Dra. Denise Soares Moraes. Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

[email protected]

Dra. Araceli Burguete Cal y Mayor. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en

Antropología Social. [email protected]