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103 El estudio de las profesiones: la potencialidad del concepto de profesionalización Mariano Sánchez (Universidad de Granada) Juan Sáez (Universidad de Murcia) 1. ¿Qué son las profesiones? Sabemos poco sobre las profesiones. Los estudios sobre la naturaleza de las profesiones comenzó alrededor de los años 30 del siglo pasado. Para los teóricos de aquellos tiempos las profesiones favorecerían “la libre circulación de ideas” siendo, en buena medida, “la solución a todos los males de la sociedad moderna” (Collins, 1990:11). Hoy no podría sostenerse de modo taxativo esta afirmación pero las profesiones, los profesionales y sus actividades son fundamentales en las sociedades modernas, postindustriales y tecnológizadas. De hecho los Estados se bosquejan y se diseñan en torno a las profesiones. En el imaginario social, en el subconsciente colectivo todavía se mantiene una actitud, una imagen positiva e idealizada de las profesiones y los profesionales. Aún a pesar de que, en gran medida y a diferentes niveles, se sigue ignorando profundamente en qué consisten las profesiones. Existen como existen los profesionales trabajando en las organizaciones e instituciones sociales. Es hora, pues, de hacer la pregunta: ¿y qué es, por tanto, una profesión? “Grupos de status”, de “posición”, de “interés”, “grupos socialmente idealizados”, “construcciones históricas”, “eventos históricos”… Las traducciones del concepto de profesión son múltiples y diversas, de acuerdo con teorías, escuelas, corrientes, enfoques… que han tratado de dar razón de ellas. En realidad no se ha encontrado una definición universal, ahistórica, acontextualizada que satisfaga, con sentido abarcador, las exigencias de los investigadores en el estudio de las profesiones. Con todo, la mayoría de ellos no tendrían inconveniente en subscribir algunas conclusiones obtenidas sobre ellas. 1ª. La concepción de profesión, de base weberiana, como ocupaciones socialmente idealizadas , organizadas como colectivos o comunidades asociativas cerradas, sigue siendo válida hoy. 2ª. Los estudios históricos muestran una amplia variabilidad . No es posible una definición universal, única, válida para todos los contextos y tiempos. 3ª. Existen ciertas unidades comunes dentro de las diversas variantes ocupacionales, lo que permite hablar de diferentes tipos de profesiones.

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El estudio de las profesiones: la potencialidad del concepto de profesionalización

Mariano Sánchez (Universidad de Granada)

Juan Sáez (Universidad de Murcia)

1. ¿Qué son las profesiones? Sabemos poco sobre las profesiones. Los estudios sobre la naturaleza de las profesiones comenzó alrededor de los años 30 del siglo pasado. Para los teóricos de aquellos tiempos las profesiones favorecerían “la libre circulación de ideas” siendo, en buena medida, “la solución a todos los males de la sociedad moderna” (Collins, 1990:11). Hoy no podría sostenerse de modo taxativo esta afirmación pero las profesiones, los profesionales y sus actividades son fundamentales en las sociedades modernas, postindustriales y tecnológizadas. De hecho los Estados se bosquejan y se diseñan en torno a las profesiones. En el imaginario social, en el subconsciente colectivo todavía se mantiene una actitud, una imagen positiva e idealizada de las profesiones y los profesionales. Aún a pesar de que, en gran medida y a diferentes niveles, se sigue ignorando profundamente en qué consisten las profesiones. Existen como existen los profesionales trabajando en las organizaciones e instituciones sociales. Es hora, pues, de hacer la pregunta: ¿y qué es, por tanto, una profesión? “Grupos de status”, de “posición”, de “interés”, “grupos socialmente idealizados”, “construcciones históricas”, “eventos históricos”… Las traducciones del concepto de profesión son múltiples y diversas, de acuerdo con teorías, escuelas, corrientes, enfoques… que han tratado de dar razón de ellas. En realidad no se ha encontrado una definición universal, ahistórica, acontextualizada que satisfaga, con sentido abarcador, las exigencias de los investigadores en el estudio de las profesiones. Con todo, la mayoría de ellos no tendrían inconveniente en subscribir algunas conclusiones obtenidas sobre ellas.

1ª. La concepción de profesión, de base weberiana, como ocupaciones socialmente idealizadas, organizadas como colectivos o comunidades asociativas cerradas, sigue siendo válida hoy.

2ª. Los estudios históricos muestran una amplia variabilidad. No es posible una definición universal, única, válida para todos los contextos y tiempos.

3ª. Existen ciertas unidades comunes dentro de las diversas variantes ocupacionales, lo que permite hablar de diferentes tipos de profesiones.

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4ª. Las profesiones pueden seguir distintas rutas y cualquier estructura ocupacional puede surgir en cualquier punto del espacio y el tiempo.

5ª. La profesionalización nunca responde del todo a una secuencialidad rígida ni a variables que trabajan en un solo modelo.

A tales conclusiones ya no pueden sumársele, sin más, aquellos fines clásicos que apostaban decididamente por las profesiones como instrumentos de cohesión social y a los profesionales como agentes altruistas que actúan a favor de la comunidad. Sin embargo, el estudio de las profesiones se ha convertido en un ámbito ambicioso de trabajo e investigación en la medida que nos permite evaluar las consecuencias, los efectos que se derivan de las acciones profesionales en sociedad. Las actividades profesionales resignifican la realidad social, porque la transforman, la atribuyen nuevos significados, definen sus dinámicas, interpretan las situaciones, identifican los problemas y proponen alternativas para resolverlos, poniendo en juego sus habilidades para ello. Las excelentes e impecables exploraciones -por su alta calidad y relevante rigor formal- realizadas sobre el profesionalismo- en Estocolmo, Goteborg, Upsala…- nos ha ido mostrando como la ideología del profesionalismo ocupacional si bien ha perdido “elevación” todavía sigue jugando su papel en una sociedad en la que la lógica profesional converge, compite, se superpone, se transversaliza con otras lógicas como la burocrática y la ocupacional (Freidson, 2001).

En los últimos tiempos la revitalización del campo de estudio sobre las profesiones ha sido de tal calado que los trabajos han sido tan numerosos y coherentes que nos permiten aumentar nuestra comprensión sobre las profesiones. Éstas son exploradas atendiendo a…

1º. Metodologías de carácter empírico e histórico.

2ª. La idea de proceso: esta idea es clave, en tanto que concibe la profesión como eventos históricos y, por tanto, sujetas al aquí y ahora de geografías y contextos, nacionales y locales, como formas dinámicas que se recrean de acuerdo con toda una serie de intereses formativos, culturales, sociales, políticos y económicos (Burrage, 1990).

Contra todo intento universalizador o esencialista, las profesiones se explican en su origen y en su tiempo, han sufrido variaciones al hilo de sus desarrollos y evoluciones (Rodríguez y Guillén, 1992), pero se mantiene una característica que ya era significativa en su tiempo: nuestra sociedad, como la de mitad de siglo XX, se caracteriza por ser una “sociedad en profesionalización”: como ya nos confirmó Goode (1960) un número

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creciente de ocupaciones sigue intentando adquirir los símbolos de estatus de las profesiones. La creciente complejidad de la sociedad occidental, los avances en el conocimiento y en la información, el desarrollo de las tecnologías, el aumento de parcelas de la vida personal y social que reclaman un número amplio de expertos profesionales, nuevas transformaciones y nuevas necesidades… están provocando el desarrollo de las profesiones clásicas así como el surgimiento de nuevas ocupaciones que desean convertirse en profesiones. Hasta el punto de seguir pensándose que el grupo profesional puede ser, es un instrumento preclaro de integración social: lo que nos recuerda las intenciones de Durkheim, tratando de reestablecer la quiebra del orden tradicional y proponiendo “agrupaciones” que se constituyeran en auténticas “comunidades morales” con gran incidencia en la sociedad.

“Como profesional de la vida profesional es casi toda la vida, la acción corporativa se hace sentir en todo el conjunto de nuestras ocupaciones que están orientadas en un sentido colectivo” (Múgica, 1998:88)

Es imposible, tras esta cita, no pensar en las profesiones sociales. Algunos teóricos de las mismas insisten, de modo tan idealizante como teleológico, en vincularlas a la creación de tejido social, transmitiendo “valores centrales”, haciendo “un uso racional del conocimiento”, libres frente a los excesos del laissez-faire, resolviendo problemas relacionados con la exclusión y la marginalidad, enclaves éticos en el proceso de diferenciación que siguen las sociedades… Pero el experto en profesiones prefieriría conceptualizarla, más o menos, del modo siguiente: como grupos ocupacionales que tras lograr el status de profesión, después de un recorrido preprofesionalizador, asumen la tarea de conducir y autorregular sus respectivos procesos de profesionalización consensuando, con la Universidad, la formación inicial de sus miembros más jóvenes mientras desarrolla su vocación de servicio a la comunidad, adquiriendo un determinado cuadro de saberes que conforman una cierta cultura sistemática y competencial con la que irán, autorreguladas por códigos deontológicos, dando respuesta a las situaciones que se les plantearán por las instituciones deseando ser recompensadas por la tarea y la actividad desplegada (Sáez, 2004).

Parsons, Wilensky, Durkheim, Goode…, toda una serie de teóricos e investigadores en el campo de las profesiones, fueron “revisados” por nuevos investigadores con nuevas visiones, diferentes planteamientos, distintos métodos de búsqueda… En los años 70 y 80 la revisión fue llegando a fondo. Pero también se llevan a cabo, por oposición y contrariamente, nuevos trabajos desde enfoques diferentes (neoweberianos, neomarxistas, etnometodológicos, fenomenológicos, el

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Interaccionismo de la Escuela de Chicago...), con lo que el conocimiento en la teoría de las profesiones, a pesar de las críticas vertidas, va creciendo. La negación no impide el análisis, antes bien es motivo para que algunas exploraciones se sirvan de las profesiones como objeto de estudio, para mostrar los recovecos de la sociedad de clases. Así, si bien es verdad que el número de trabajos no llevó la misma producción geométrica que en la época clásica, no por ello se paralizaron los estudios. Muy al contrario. Ya fuera porque el objeto de estudio permitía estudiar variables relacionadas con las profesiones hasta ahora poco abordadas (el papel del conocimiento, la cuestión autonómica, el tema del mercado, el Estado como actor, la formación de los profesionales...) y que, desde entonces, no han cesado de ser motivo de atención de los incentivados por explorar estos problemas, o ya porque se tenía más conciencia de la problematicidad del objeto que se estudiaba, o por las diversas razones que fueran, el hecho es que en la historia de la teoría de las profesiones son consideradas ya como clásicas algunas de las obras que fueron realizadas en este período: Tales como las de Etzioni (1969), Freidson (1970a y 1970b), Gross y Osterman (1972), Halmos (1973), Berlant (1975), Haug (1975), Larson (1977/79), Martín Serrano (1977/1982), Cullen (1978), Collins (1979), Glaser (1979), Derber (1982/1983), Johnson (1982) y Martín Moreno y de Miguel (1982).

Tanto esta última obra como la de Martín Serrano son las únicas que, en nuestro país, al menos en términos editoriales, abordan el tema el tema de las profesiones desde un enfoque teórico crítico y, en realidad, un ejemplo casi exclusivo que refleja la escasa preocupación de la sociología y la historia por el tema de las profesiones. Varios comentarios globales sobre cuestiones/tesis profundizadas por algunos de estos autores, u otros de los considerados como pertenecientes a estos años, pueden contribuir a aumentar la comprensión del tipo de asuntos que les preocupaba, adicionándose a las características más significativas de esta etapa, formuladas en su apartado pertinente.

• Los atributos clásicos que forman parte de la actividad de los profesionales, según Freidson y Johnson, son instrumentos utilizados por diversas ocupaciones para aumentar su poder con respecto a otros grupos sociales;

• La autonomía y la pericia o la competencia son el corazón político del profesionalismo sobre el que se debe trabajar más, según Freidson;

• Las profesiones no sirven a las necesidades sociales –en el decir de Johnson- sino que mas bien imponen las definiciones de necesidad;

• Las estructuras de las profesiones se van conformando y se corresponden, en el estudio de Berlant, con los objetivos monopolistas que persiguen;

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• Las profesiones deben estudiarse desde perspectivas políticas, y las actividades de los profesionales igual: de ahí que la mayoría de los autores representativos de esta época centran sus trabajos en el tema del poder calificando a las interpretaciones anteriores –las funcionalistas- como ideológicas;

• El mercado aparece con fuerza en la obra de M. Sarfatti, la verdadera dirección, a su entender, de las acciones de los profesionales. Las profesiones son organizaciones que intentan el dominio intelectual y organizativo de áreas de preocupación social: en primer lugar, las profesiones dependen cada vez más del mercado y tienden a controlarlo; en ese programa la ideología del profesionalismo, en segundo lugar, busca el apoyo del Estado para conseguir un refugio en el mercado y la protección ante la competencia.

• Freidson, Illich y Ehrenreich enfatizan en sus análisis la influencia política y cultural de las profesiones, mientras Johnson y Derber toman como eje de sus exploraciones las relaciones entre las profesiones y las élites económicas.

La lista de los temas podría ampliarse. Forman parte de ella aquellos que más reflejaban las preocupaciones de los estudiosos de esta época.

Un autor clave a la hora de explicar la evolución del concepto de profesión , resultado de investigaciones de nuevo cuño es la obra de Freidson La profesión médica. Temas nuevos como la autonomía, la competencia profesional, el papel del Estado y la política, la situación laboral en el empleo…, son realidades objeto de atención de los estudiosos de las profesiones. La época de los ideales o imperativos funcionalistas se han acabado. Al menos en el discurso del teórico de las profesiones.

2. La profesionalización de los profesionales como criterio organizador. Hagamos una aproximación al tema que nos ocupa siguiendo una periodización conocida en la teoría de las profesiones ( Collins, 1990). En la etapa clásica de la teoría de las profesiones, que llegaría a durar entre unos 15 y 20 años( 1950-1965/70), sale a la luz uno de los textos que más repercusión ha tenido en este campo de conocimiento: nos referimos al texto de Wilensky The professionalization of Everyone (1964) donde ya se van sentando las bases de lo que se iba entender en el estudio sobre las profesiones el concepto de profesionalización.

Los casos analizados por Wilensky le condujo al establecimiento de ciertas tesis, algunas de las cuales todavía no han sido revisadas a fondo. Así, los

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estudios empíricos que llevó a cabo le permitió formular las siguientes consideraciones:

- Entiende la profesionalización como aquel tipo de proceso por el que las ocupaciones pretenden llegar a ser profesiones. Este proceso o procesos está pleno de eventos de diferente naturaleza cuyo conocimiento nos permite comprender la profesionalización recorrida.

- Cada profesionalización se realiza a través de diferentes etapas y todas las profesiones han de pasar por ellas. Cabe decir, sobre este particular, que estas fases han de seguir una secuencialidad fija y que, por ende, todas las profesiones deberán sujetarse a una dinámica idéntica.

- Dado los resultados obtenidos “no todas las ocupaciones pueden lograrlo” (convertirse en profesiones), por lo que algunas ocupaciones desaparecerán si no encuentran su lugar en el sistema ocupacional.

- Sólo logran la profesionalización aquellos trabajadores que llegan a obtener el control de su propia formación (Collins, 1990:13).

La profesionalización es, pues, observada por Wilensky como un tema de poder y las ocupaciones procurar adquirir esta clase de poder y status que ofrecen las profesiones.

En los años siguientes, durante la etapa revisionista en la teoría de las profesiones, las profesiones sufrieron un fuerte varapalo por los teóricos críticos y los partidarios de la teoría del conflicto. No podían abordarse las profesiones desde la lógica altruista que los tiempos funcionalistas habían sistematizado. Los profesionales no se mueven por el desinterés sino más bien todo lo contrario. Actúan en pos de status, privilegios, y poder (Perkin, 1989).La profesionalización de las profesiones muestran un fuerte acento credencialista. El altruismo clásico pasó a ser estímulo por el interés personal o la utilidad conduciendo la ación de los profesionales (Hellberg, 1999).Los análisis sobre los procesos de profesionalización ponían de manifiesto dos fenómenos, muy vinculados al proceso credencialista.

1º. La asociación entre las credenciales académicas y la búsqueda de altas posiciones sociales.

2º. La expansión del sistema educativo y el movimiento inflacionista de títulos(Collins,1979; Larson,1979).

La formación se confirma, pues, como un medio fundamental de acceso al status y el privilegio. Las universidades son el espacio privilegiado para

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llevar a cabo este proceso. El modelo de Wilensky, en algunas de sus tesis, apenas es reconocido y se mantiene como “papel mojado” a la hora de estudiar la profesionalización. La crítica sienta la tesis contraria.

Los fenómenos de profesionalización no siguen una secuencialidad predeterminada: las diferentes profesiones no se desarrollan a través de los mismos caminos, ni llegan a los mismos resultados

La profesionalización, en tanto que proceso, es entendida como etapas que deben cubrir las ocupaciones que intentan profesionalizarse: al llevar a cabo las diferentes etapas e hitos que acontecen en el desarrollo de cada grupo profesional, desde sus antecedentes e inicios como ocupación hasta convertirse en profesión, se está reconstruyendo su proceso profesionalizador.

Así, en este sentido, en la formulación de hitos profesionalizadores, identificamos toda una serie de eventos históricos que tiene que ver con los avances de la profesión. Así se han podido detectar en relación con la emergencia, desarrollo y persistencia de la profesión eventos tales como creencia en el servicio a la comunidad, énfasis en la idea de vocación o llamada, creación de asociaciones profesionales, elaboración de códigos de ética, lucha por la autonomía para asegurarse el derecho exclusivo a la práctica profesional, defensa de la capacidad de autorregularse, demanda de formación especializada, creación de valores y actitudes compartidas acerca de la misma profesión, sus metas, competencias y responsabilidades, acotación de un campo de intervención profesional o jurisdicción laboral exclusiva, capacidad para la toma de decisiones personales mostrando niveles de autonomía personal..., todos estos eventos, y otros muchos más, actúan a modo de escala de profesionalización. Profesionalización basada en eventos externos e internos, en cualificaciones externas e internas que han promovido el desarrollo de la profesión, desarrollo no exento de esquirlas y asperezas (González; 1999) así como de avances y progresos.

También, sería deseable intentar construir la historia de los campos de conocimiento, los complejos disciplinares que se están ocupando de dar razón de ser de sus respectivas profesiones. Persiste, por tanto, la división parsoniana tan establecida en las universidades de nuestro tiempo. Para Parsons, el sistema profesional institucionaliza las disciplinas de orden intelectual y abstracto, que fomentan la investigación y el saber así como la transmisión del mismo (Parsons,1982).

“La mayoría de las profesiones, por no decir todas, buscan un sustrato académico orientado al logro de la exclusividad cognitiva” ( Larson, 1979).

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El campo disciplinar, por tanto, se sujeta a los mismos vaivenes profesionalizadores que el campo profesional, pero mantiene sus propias peculiaridades. Al fin y al cabo, las profesiones son construcciones históricas y ninguna “vive” un mismo proceso profesionalizador. Este arraigo del complejo campo disciplinar a campo profesional se debe a un factor importante: sin duda a la entronización del sistema universitario en la estructura de la sociedad (Parsons, 1976:544). La diferenciación disciplinar, su fragmentación de campos o matrices disciplinares la especialización a veces artificial...,todo ello ha dado lugar al surgimiento de nuevas ocupaciones que han deseado convertirse en profesiones. En este binomio la estructura del sistema universitario se convierte en piedra angular de:

- la formación de profesionales, incluso en profesiones cuya constitución histórica, en algunas geografías, se realizó al margen de la Universidad.

- la potenciación de los profesionales, reunidos en organizaciones complejas y asociaciones que fomentarán ese “servicio espíritu” que distingue a las profesiones de las ocupaciones;

- y, también del propio proceso de profesionalización de los formadores e investigadores universitarios, de los profesionales universitarios. La profesionalización de éstos depende, en buena parte, de la contribución que hagan al proceso de profesionalización de los prácticos. Esta posición, este enfoque ya estaba en Parsons (1979) y es el que sigue, en gran medida, dirigiendo las universidades.

“La fase absolutamente moderna del desarrollo del sistema profesional es peculiar del siglo presente; por cierto aún no podemos prever cuánto le falta para alcanzar la madurez o qué perspectivas importantes le están reservadas todavía. Sus dos focos más sobresalientes son el desarrollo de la universidad moderna, y la demanda y la posibilidad de utilización de la formación universitaria en una gama amplia de asuntos prácticos” (pág.542).

En los años 80, esta concepción de la profesionalización aún persistía, al menos a nivel de discurso. La oposición entre altruismo(desinterés) y egoísmo (utilidad), como dos maneras de entender la actividad profesional, se mantienen antinómicas e irreconciliables: en sus extremos, el altruismo, vocación de servicio de las profesiones(“comunidad de comunidades”, las llama Goode) hacia sus usuarios, es fuertemente cuestionado por los investigadores neoweberianos del profesionalismo al encontrar que tales grupos de status, más que la “versión ingenua” que pretenden darnos de sus fines y actividades, son colectivos, organizaciones, espacios garantizadores de los intereses monopolizadores de sus miembros así

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como protectores de sus campos de intervención y de las competencias asociadas a ella (Brante, 1990).

Durante un tiempo, esta oposición impregnó los trabajos sobre profesionalismo y profesionalización. Tuvo que intervenir, en los noventa, Mike Sacks (1995b) demostrando que esta oposición tan tajante no deja de ser simplona y reductora ya que el altruismo y el egoísmo forman parte de la actividad humana y, por tanto, el uno y el otro se manifiestan a la vez en todas las profesiones. El problema no es si sí o si no altruismo o egoísmo, sino más bien en qué nivel o grado se manifiestan altruísticamente los grupos profesionales, entre éstos y otros colectivos no profesionales e, incluso, entre las diferentes facciones de una misma profesión. La investigación futura sobre profesiones tiene otros retos que abordar: “ esa relevante y amplia cuestión de si los grupos profesionales ponen mayor énfasis en sus propios intereses que en el interés del público es de escasa relevancia tanto práctica como académica”( Sacks, 1995:264).Al fin al cabo, quien necesita asesoramiento legal acude al abogado; quienes tienen problemas mentales a los psiquiatras; aquellos que necesitan educación buscan los centros, los espacios y los profesionales cualificados para ello. A los destinatarios no les interesa saber cuáles son los motivos que llevan a los profesionales a ser expertos en sus respectivos campos de acción sino si realizan correctamente sus tareas y ejercen bien sus responsabilidades.

3. La imagen de las profesiones cambia Los estudios sobre profesiones van profundizando en ellas en todas sus dimensiones. Vamos sabiendo más sobre ellas al tiempo que se pone de manifiesto los errores y equívocos de las exploraciones clásicas de las insuficiencias de sus puntos de partida, de las carencias de sus métodos de trabajo, o de las limitaciones de sus resultados, muy escorados ideológicamente.

La “New power litterature” que llamaba Abbott (1988) en su famoso “Sistema de Profesiones”, se conformó como un grupo investigador formulándose otros objetivos en sus trabajos sobre los grupos profesionales. Y entre estos objetivos se encontraba poner en entredicho la línea de flotación de las investigaciones de carácter funcionalista. Entre los 80 y los primeros noventa los diferentes investigadores comenzaron a poner de manifiesto y formular las nuevas tesis que resultaban de los datos obtenidos. Así, los exploradores tradicionales...

- al no entrar a investigar mas que aspectos formales y distanciarse de los qué y cómo del funcionamiento de los profesionales allí donde laboran, no se percataron de que buena parte de la “actividad

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profesional descansa en meras actividades rutinarias” (Abbott, 1988);

- plantearon casi una relación idílica y simétrica entre profesionales y destinatarios de sus actividades obviando las relaciones de poder que algunos profesionales dominantes establecieron con otros grupos y sectores profesionales(Rueschmeyer, 1977);

- porque la investigación de casos históricos ha puesto de manifiesto que la relación entre los profesionales y sus clientes no siempre está medida por el conocimiento del experto sino que, con frecuencia, otros muchos factores intervienen(Freidson, 1986);

- en relación con la pretendida “homogeneidad” que se afirma existir entre las diferentes profesiones se entra en contradicción al defenderse que el status profesional alcanzado por un profesional o un miembro del mismo se relaciona de manera estrecha con el grado de complejidad de los conocimientos manejados, del “corpus de doctrina” connotativo a cada profesión(Larson, 1979); poniendo de manifiesto la tesis de Foucault cuando afirma que la Ciencia y la Disciplina marcan status profesionales;

- en ese mismo sentido un aspecto bastante débil de la teoría funcionalista en su conjunto es que dé por supuesto, en primer lugar, que los conocimientos sistemáticos o cuerpo de doctrina de los grupos profesionales son de igual valor para todos los grupos sociales y para todas las personas y que, en segundo lugar, se piense con rotundidad que “la sociedad”, para asegurarse los servicios que prestan los profesionales, actúe demandando una retribución adecuada para que garanticen la actitudes altruistas que se les presuponen cuando despliegan sus actividades(Rueschmeyer, 1983);

- si las profesiones representan un sector vital del sistema cultural en donde la racionalidad cognitiva será aplicada por los profesionales” a problemas que son más importantes para los valores de la sociedad” ¿a qué valores se hace referencia?; ¿cómo detectarlos en la realidad diaria? (González, 1999); ¿quién, por ejemplo, dice qué valores transmite esta o aquella profesión?

- de la misma manera el reduccionismo de la teoría funcionalista, sus contradicciones, y de las investigaciones realizadas en el campo de las profesiones, se pone de manifiesto con su versión de lo que es el proceso de profesionalización. Este fue entendido, tal y como apuntamos, en primer lugar, como secuencia de “pautas comunes” a todas las ocupaciones que deseaban convertirse en profesiones; y a las profesiones, que como tales funcionaban, les aplicó una secuencia evolutiva común considerada “necesaria”.

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Los trabajos más contemporáneos van poniendo al día lo que las profesiones son y el proceso real de profesionalización que siguen, cuestionando a fondo puntos de partida, metodologías utilizadas, interpretación de datos efectuados...La profesiones fueron revisadas a fondo. Y sobre todo aquellas concepciones impregnada de funcionalismo o positivismo desaforado. Así, para los revisionistas...

1) este planteamiento era fundamentalmente ahistórico al “esencializar” o “naturalizar” el proceso y soslayar las variables contextuales e históricas que en cada profesión acaecen hasta su constitución y después de ella;

2) los funcionalistas se ocupan, muy unidireccionalmente, de tomar como modelo exclusivo la tradición de las profesiones anglonorteamericanas centrándose fundamentalmente en la medicina( Freidson, 1970);

3) el estudio de las profesiones francesas - y algunas inglesas realizadas con otros presupuestos paradigmáticos - han mostrado secuencias diferentes, variables diversas, y fenómenos incluso opuestos ( Abbott, 1988), por lo que, además de su complejidad, han reflejado la escasa o nula homogeneidad que se les atribuía.

“Los estudios sobre profesiones han pasado gradualmente del naturalismo a la teoría. Empezó con estudios de casos y tipologías. Estos estudios llevaron a la idea de profesionalización. El proceso de profesionalización ha sido objeto de varias interpretaciones teóricas: como medio de control de relaciones sociales, para unos, y mecanismo de extorsión corporativa para otros; como canal de progreso individual, para unos y, para otros, como forma de ocultar funciones sociales. Todos coinciden en que una profesión era un grupo profesional con una pericia especial, basada en un aprendizaje extenso y en un conocimiento abstracto” (Rodríguez y Guillén, 1992:13).

Con esta interpretación de lo que hicieron los funcionalistas en sus estudios sobre las profesiones, era de esperar que las desaprobaran y las cuestionaran ampliamente. La conclusión para los críticos de los años setenta y ochenta es que el funcionalismo finaliza proponiendo una definición ideal de profesión, centrándose más en lo que las profesiones deben ser más que en lo que realmente son.

Así, uno de los temas a investigar, asociada a la profesionalización, es el tema de la autonomía que durante los años 70 y 80 se planteó en el estudio de las profesiones. En este planteamiento, el Estado y la política entra con fuerza en el debate, a través del binomio intervención - autonomía, pero también a nivel individual relacionada con la pericia técnica del profesional. La obra ya citada de Freidson, La profesión médica, es un estudio amplio,

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detallado y profundo sobre la profesión médica y el tema de la autonomía profesional.

Si los grupos profesionales se esfuerzan por lograr statu quo, el privilegio y la influencia social...además de “hacer realidad” muestran al mismo tiempo su capacidad de autonomía, ya que sin éste requisito es imposible lograr ese control de la propia actividad que la profesión busca. La cuestión de la autonomía va a convertirse, por tanto, en uno de los temas claves que en adelante provocará a la teoría de las profesiones, hasta el punto de que se convertirá e n una de las variables fundamentales en la explicación de los procesos de profesionalización (Murphy, 1982). Que esta afirmación tuvo eco puede constatarse en el número de trabajos que se han realizado, teniendo a la autonomía como concepto central de análisis, tanto en el terreno de la historia como en el de la sociología: la mayoría de las profesiones y los profesionales tienden a desarrollarse y mantenerse conservando su autonomía y su capacidad de autodirección, es decir de profesionalización, en una sociedad mercantilizada y sometida a competencias serviles, en muchos casos.

En ese intento de profesionalizarse las profesiones reformulan la experiencia cotidiana y resignifican la realidad social

En cualquier caso, recojamos algunas notas que caracterizan o van relacionadas con el concepto de profesionalización:

- Éste es un proceso,

- de carácter discontinuo, no lineal ni rígido,

- de avances y retrocesos, de contradicciones y riesgos,

- constituido por eventos y acontecimientos de diversa naturaleza,

- sujeto a variables de índole política, cultural, social, académica y económica no estrictamente relacionadas con los grupos profesionales,

- asociado a términos (autonomía, reconocimiento, visualización, monopolización del campo de acción, dominio de una jurisdicción laboral…) con los que, en los estudios, es identificada la profesionalización.

- dando cuenta de sucesos internos a las profesiones (jornadas, cursos de formación, publicaciones, revistas órganos de expresión del grupo…) y eventos externos (reconocimiento legal, apoyo político, ayuda económica…) que las legitima, las promueven o las limitan… (profesionalizándolas o desprofesionalizándolas).

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Todas estas notas y rasgos, identificadas a lo largo de nuestro desarrollo de fundamentación teórica permitirán entender mejor los capítulos siguientes dedicados a la profesionalización de algunos de los grupos profesionales que recogen este texto.

4. Referencias Abbott, A. (1988): “The System of Professions. An Essay on the Division of Expert Labour”. Chicago: University of Chicago Press.

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