principio de incertidumbre

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breve cuento escrito por borges

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Principio de incertidumbre

Algunas cosas parecen ms fciles de lo que son en realidad. Digo esto teniendo en cuenta que yo, hasta hace no muchos aos, me sentaba detrs de la mquina de escribir, me concentraba un poco, y de la nada empezaban a aparecer historias. Algunas de ellas incluso decentes. Ahora, en cambio, desde hace ya bastante no puedo recordarlo con exactitud, pero creo que fue desde poco antes de que me mudara a esta ciudad minscula y olvidada ya no puedo escribir nada, y cualquier vestigio de creatividad me parece lejano e incluso inalcanzable.Para colmo el dinero que gan con el modesto xito de mi pasado literario est empezando a desvanecerse, mi editor me llama cada dos das con tono cada vez ms impaciente a ver cmo va el avance de mi prximo libro que an no he empezado - , y temo que mi salud empeora. Al menos eso siento yo, aunque el mdico diga que lo nico que tengo es una leve hipocondra y me recete ibuprofeno. En cierta ocasin le pregunt al Dr. Fernndez cunto tiempo pas desde que entr a la universidad hasta que pudo por fin ejercer su profesin? Me respondi unos 8 aos. Entonces, al mismo tiempo que tomaba mi abrigo y mi paraguas y me diriga hacia la puerta para salir del consultorio, le dije: 8 aos para recetar ibuprofeno?, yo con un curso de una semana puedo recetarlo tan bien como usted. Entonces Fernndez, abriendo sus ojos bien grandes detrs de sus enormes anteojos de carey, me respondi: si no est conforme con mi diagnstico puedo pedir que lo deriven a otro profesional. Yo a usted no le digo como escribir sus novelas Sr. Del Prado. Dndole ya la espalda, con la amarga sensacin de sentir que el mundo no me comprende, ni yo a l, recuerdo haberle respondido: me gustara que pudiera hacerlo, doctor.Siento que siempre busco las respuestas en los lugares equivocados. Haber venido a este pueblo del sur, en medio de la nada, rodeado de montaas nevadas, araucarias peladas, y lagos transparentes calm mi ansiedad y me ayud a alejar los recuerdos dolorosos de mi esposa, pero no fue suficiente para devolverme la creatividad. Temo no poder escribir nunca ms, y ciertas preocupaciones de mi pasado lentamente empiezan a retornar, un poco transformadas, pero las presiento, s que estn ah. Casi puedo escuchar el correr de los das marcndome el tiempo de la publicacin del siguiente libro, mientras observo cmo mi cuenta bancaria lentamente se vaca, como un vaso con un agujero minsculo en la base, o como la arena que cae en un reloj de arena. S, por otro lado, que probablemente estoy exagerando un poco, y que la situacin no es tan apremiante.Hace un ao y medio decidimos con Mercedes divorciarnos, y hace un ao ella se fue a vivir a Espaa. A pesar de que el divorcio fue una decisin conjunta y pacfica, no tard en arrepentirme, y en ver que el desarrollo de las cosas no iba a favorecerme. Empec a dormir mal, padeciendo pesadillas de todo tipo en algunas, me reprobaban profesores de la secundaria y me hacan repetir de ao; en otras, Mercedes ya se haba marchado haca mucho tiempo pero yo no era capaz de tolerar la idea - y luego tuve una etapa bastante larga de insomnio casi total. Lo primero que pens fue en canalizarlo a travs de un libro, pero los resultados parciales autobiogrficamente humillantes. Todo empez una tarde en que pas a buscarla de sorpresa por el trabajo, y la vi salir con un hombre que yo jams haba visto. Un hombre ms joven que yo, ms flaco que yo, y, por sobre todas las cosas, ms feliz que yo. Me los qued mirando sentado sobre el capot de mi auto, con unas flores en la mano, mientras ellos caminaban a las carcajadas por una concurrida avenida. Una cuadra ms all de la puerta de su oficina, se separaron amablemente, con un beso en la mejilla y ella se tom un taxi hasta nuestra casa. Cuando, entrada la noche y estando los dos solos, le pregunt con muchos nervios y en medio de tartamudeos, quin era su jocoso compaero de trabajo, ella respondi con evasivas, violencia y, para mi sorpresa, tambin con tartamudeos. Pens que yo la estaba espiando, pero logr convencerla de que slo pasaba por ah de casualidad y pensaba llevarla a almorzar; cosa que por otro lado era indiscutiblemente cierta.A partir de esa noche algo se solt. Con el correr de los das me fui enterando de cosas de las que hubiera preferido no enterarme, y que en su momento no entend - o es acaso ahora que no las entiendo? y la separacin pareci la solucin obvia. Recuerdo haberme sentido un poco como dentro de la novela La insoportable levedad del ser, pero no en el lugar del hombre, Toms, sino en el de la mujer, Teresa, que viene a ser algo algo as como la vctima sentimental. Ah empez mi insomnio, bloqueo literario, deseos de irme de la ciudad, vergenza, etcDe vez en cuando la llamo a Mercedes por telfono para saber cmo est en Espaa. Tengo siempre la sensacin de que es ms feliz de lo que me cuenta, y que usa eufemismos para que yo no me sienta tan miserable. Y es cierto que a pesar de todo, y muy a nuestra manera, nos queremos y nos preocupamos por el otro. En mis noches de insomnio temo que ella se olvide de m por completo, o que yo deje de importarle. Sigo, en cierta forma, especulando con sus sentimientos con respecto a m.Este ltimo mes he notado cmo mis actividades fueron de lo ms banales. Mir durante demasiadas horas videos en internet sobre cuestiones hogareas: crtese el pelo ud. Mismo, aprenda a cambiar un enchufe sin llamar al electricista, configure su computadora porttil en menos de 15 minutos a mi me llev exactamente 38, los cont - . Todo esto, ahora que puedo analizarlo, evidencia que tengo una necesidad de sentirme independiente, completo, fuerte. Exactamente lo opuesto a como me sent cuando tom la decisin de venir a este pueblo maldito. No me parece enteramente mal: siempre me visualic a mi mismo como una especie de boy scout bajo el mantra yo-puedo-hacerlo-solo-gracias. Pero la realidad es que me aterra pensar que soy un intil. Eso es inseguridad. S, es eso, estoy ms inseguro de m mismo que nunca.La ltima vez que fui al bar del pueblo, despus de mi cerveza de costumbre tom tambin unos whiskies, y empec a pensar en el libro que debo escribir, pero del que siento cada vez con ms fuerza que soy incapaz de hacerlo. Es una sensacin muy parecida a la que tuve tiempo atrs cuando buscaba constantemente en mi mente l o los errores que comet para que Mercedes busque a otro hombre: que no soy lo suficientemente bueno, que los dems me ven como un fracasado o un farsante, que en el pasado slo tuve un poco de suerte. Cuando sal del bar caminando, soplaba un viento helado que me congelaba la cara. Me sub el cierre de la campera, me puse el gorro de lana, met las manos en los bolsillos, y empec a caminar lentamente a mi casa, rodeando la orilla del lago en la oscura noche. Todo me daba vueltas lentamente, como en esos juegos de las ferias en los que se sientan un montn de personas en un disco gigante que gira, mientras la fuerza centrfuga los empuja hacia fuera, y a veces una persona que se para en el centro es capaz de mantener el equilibrio. Ahora no recuerdo exactamente cmo se llaman.En cierto momento, vi mi cara reflejada perfectamente en el agua del lago. Vi mi cara y vi tambin la luna: triste, distante, indiferente; e inmediatamente pens en lo derrotado que estaba. No era un libro imposible de escribir el que me derrotaba, ni una cuenta bancaria poco abultada: era la sensacin permanente de no poder convivir con las decisiones que haba tomado, ni con los errores que haba cometido. La vida me haba pasado por encima, y la fuerza centrfuga de las cosas me alejaba cada ms del centro. Intent consolarme un poco con ese pensamiento de Kundera que dice algo as como que si todas las acciones suceden slo una vez, entonces juzgarlas no tiene sentido, su fugacidad las hace leves, y con el tiempo son poco ms que ancdotas. Por otro lado, con ese criterio se anulan todas las culpas, y se justifican maldades o inoperancias, as que no me era muy til.Cerr los ojos y me dej caer en la arena. El suave oleaje me golpeaba las botas, pero yo saba que por un rato no podra mover las piernas. Se me vino de golpe una imagen de Mercedes. No era una imagen, era como un recuerdo borroso, un video casero o un sueo, pero yo saba que s haba pasado. Ella me deca con naturalidad, mirando por momentos un lugar que no eran mis ojos, que a veces no se necesita un verdadero motivo para disolver una pareja, - refirindose a unos amigos nuestros de hace muchos aos- que no hay siempre culpas que echar, que a veces las cosas simplemente dejan de funcionar porque no es el momento correcto para que funcionen. Es el azar, la mecnica cuntica aplicada a los sentimientos, la teora del caos, todo junto. Puede ser un xito, fallar rotundamente, o funcionar bien por un lapso de tiempo impredecible. Que uno debe solamente estar agradecido por lo que le ha tocado y arrepentirse de la menor cantidad posible de cosas.Ahora, con los pies mojados y casi congelados, con el viento helado soplando ferozmente contra mi cara descubierta y roja, me pregunto si Mercedes no intent darme alguna pista o adelanto con ese monlogo que no supe interpretar del todo, porque, tal vez, no era el momento correcto para interpretarlo - y si no ser hora de dejar de ser tan duro conmigo mismo, levantarme, secarme y seguir adelante. Me tomar slo un instante ms, dejar que el tiempo decida.