primeras notificaciones espontáneas de sospechas de reacciones adversas a los nuevos...

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Primeras notificaciones espontáneas de sospechas de reacciones adversas a los nuevos antiinflamatorios selectivos sobre la ciclooxigenasa-2 Sr. Editor: He leído con interés el artículo pu- blicado recientemente por Pedrós et al 1 en su Revista en relación con las primeras notifica- ciones espontáneas de sospecha de reaccio- nes adversas a los nuevos antiinflamatorios se- lectivos de la COX-2, y me gustaría hacer varias puntualizaciones. En el año 1997, en los EE.UU. fallecieron 16.500 pacientes por efectos graves gastroin- testinales atribuidos a los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) clásicos 2 . En 1998, en Es- paña se estimó que el número de fallecimien- tos por esta misma razón era de 2.000, y el de hemorragias digestivas de 25.000 3 . Los inhibi- dores selectivos de COX-2 (coxibs) han de- mostrado que su capacidad para lesionar la mucosa digestiva es significativamente menor que la de los AINE clásicos 4-6 . Pedrós et al 1 cuestionan esta última evidencia basándose en una observación cuya interpretación es, al menos, dudosa. En su trabajo, los AINE clási- cos más prescritos, como son el diclofenaco, naproxeno e ibuprofeno, han sido excluidos porque se comercializaron cuando aún no es- taba en funcionamiento la tarjeta amarilla. Por otra parte, desde el momento de su aproba- ción por las autoridades sanitarias, el uso de los coxibs se ha reservado a aquellos pacien- tes con artrosis o artritis reumatoide con riesgo elevado de presentar complicaciones digesti- vas, en concreto aquellos con edad avanzada, historia de úlcera péptica o hemorragia gas- trointestinal, o tratamiento concomitante con anticoagulantes o glucocorticoides orales. En esta población es evidente que pueden apare- cer efectos adversos gastrointestinales inde- pendientes del tipo de intervención que se re- alice. De hecho en la tabla 1 de Pedrós et al 1 se incluye a un paciente de 81 años con epis- taxis que estaba tomando acenocumarol (INR 7,5) y al que es muy difícil que se le hubiera prescrito un AINE clásico. Finalmente, los nú- meros absolutos que exponen y analizan di- chos autores carecen de significado si no se conoce el número de pacientes que recibieron la medicación o el número de prescripciones de cada medicamento. Este inconveniente se debe sumar al hecho de que los datos utiliza- dos 1 derivan de informaciones pasivas de efectos adversos de medicamentos. En este escenario es arriesgado diferenciar un efecto causal de una simple coincidencia. Un ejem- plo claro es, en la tabla 2, una significativa mayor toxicidad hepática en los AINE, que por mi parte (y la de los autores) no merece nin- gún comentario. En la actualidad existe un debate sobre la se- guridad cardiovascular de los coxibs, en parte por los resultados de dos estudios de seguri- dad «gastrointestinal» que tienen un segui- miento corto y un poder estadístico muy limita- do para detectar diferencias significativas reales entre los coxibs y los AINE clásicos 4-9 . Los datos aportados en el trabajo al que hago referencia 1 no pueden tomarse como una evi- dencia en ningún sentido. Aparte de las críti- cas al análisis reflejadas en el párrafo anterior, los autores incluyen en el epígrafe de aconte- cimientos cardiovasculares el edema periféri- co, sin especificar qué criterios o nomenclatu- ras emplearon para proceder de esa forma. En su artículo sólo aparece un infarto agudo de miocardio en un paciente de 84 años con hi- pertensión y dislipemia, lo que hace suponer que las otras reacciones adversas eran de me- nor importancia. Aunque no se relata, segura- mente en el grupo de AINE no se registró nin- guna notificación espontánea de infarto agudo de miocardio debido, quizá, a la inexistencia del presente debate en el tiempo analizado. La atribución de los efectos cardiovasculares de los coxibs a la inhibición de los prostanoi- des que protegen la integridad vascular es una visión parcial de los hechos. La homeostasia vascular depende también de varios factores solubles, como el óxido nítrico, no relaciona- dos con los prostanoides 7 . Además, en la pla- ca aterosclerótica se expresa COX-2 con un papel, quizá importante, en su rotura 9 . En la discusión, Pedrós et al 1 no dejan claro si los efectos adversos de los coxibs (o cuáles de ellos) son, o podrían ser, específicos de clase o molécula. Por ejemplo, recientemente Whel- ton et al 10 han demostrado en un estudio com- parativo que, a diferencia del rofecoxib (como refieren Pedrós et al), el elecoxib no produce aumentos significativos en la presión arterial. Es posible, por tanto, que existan diferencias relacionadas más con la molécula que con la clase. Todos estos comentarios no tratan de minimi- zar ni discutir el perfil de seguridad de los co- xibs. Los efectos cardiovasculares y renales de estos medicamentos y sus interacciones con otros, como con dosis bajas de aspirina, nece- sitan estudiarse con más detalle 6,7 . Hasta que esa información esté disponible, debería man- tenerse una actitud prudente en lo que se re- fiere a la publicación de datos sobre este tema. Juan J. Gómez-Reino Carnota Servicio de Reumatología. Hospital Clínico Universitario. Santiago de Compostela. A Coruña. España. 1. Pedrós C, Laporte JR, Cereza G. Primeras notifi- caciones espontáneas de sospechas de reaccio- nes adversas a los nuevos antiinflamatorios se- lectivos sobre la ciclooxigenasa-2. Med Clin (Barc) 2002;118:415-7. 2. Singh G, Triadafilopoulus G. Epidemiology of NSAID-induced GI complications. J Rheumatol 1999;26(Suppl 26):18-24. 3. Lanas A. Impacto económico de los efectos se- cundarios gastrointestinales asociados a antiin- flamatorios no esteroideos en el Servicio Nacio- nal de Salud. Med Clin (Barc) 2000;114(Suppl 3):46-53. 4. Silverstein FE, Faich G, Goldstein JL, Simon LS, Pincus T, Whelton A, et al. Gastrointestinal toxi- city with celecoxib vs nonsteroidal anti-inflam- matory drugs for osteoarthritis and rheumatoid arthritis: the CLASS study: a randomized contro- lled trial. JAMA 2000;284:1247-55. 5. Bombardier C, Laine L, Reicin A, Shapiro D, Burgos-Vargas R, Davis B, et al. Comparison of upper gastrointestinal toxicity of rofecoxib and naproxen in patients with rheumatoid arthritis. N Engl J Med 2000;343:1520-8. 6. FitzGerald GA, Patrono C. The coxibs, selective inhibitors of cyclooxygenase-2. N Engl J Med 2001;345:433-42. 7. Patrono C, Coller B, Dalen JE, Fitzgerald GA, Fuster V, Gent M, et al. Platelet-active drugs. The relationship among dose, effectiveness, and side effects. Chest 2001;119:39S-63S. 8. Mukherjee D, Nissen SE, Topol EJ. Risk of car- diovascular events associated with selective COX-2 inhibitors. JAMA 2001;286:954-9. 9. Konstam MA, Weir MR, Reicin A, Shapiro D, Sperling RS, Barr E, et al. Cardiovascular throm- botic events in controlled, clinical trials of rofeco- xib. Circulation 2001;104:2280-8. 10. Whelton A, Fort JG, Bello A, Puma JA, Norman- din D, Verburg KM. Cyclooxygenase-2 specific inhibitors and cardiorenal function: a randomi- zed controlled trial of celecoxib and rofecoxib in older hypertensive osteoarthritis patients. Am J Ther 2001;8:85-95. Sr. Editor: Hemos revisado con gran interés el artículo publicado recientemente en relación con las primeras notificaciones espontáneas de sospechas de reacciones adversas a los nuevos antiinflamatorios selectivos de la COX-2 1 . En él, los autores realizan una serie de consi- deraciones que nos gustaría comentar basán- donos en los datos de seguridad obtenidos en los ensayos clínicos prerregistro, ensayos clíni- cos postautorización y análisis de aconteci- mientos que han sido publicados reciente- mente. En primer lugar, los antiinflamatorios no esteroi- deos (AINE) clásicos y más prescritos, como el diclofenaco, naproxeno e ibuprofeno, quedan excluidos de este análisis, dado que se comer- cializaron cuando aún no estaba en funciona- miento la tarjeta amarilla. Por otra parte, desde el momento de su comercialización el uso de los coxibs viene reservándose a la población con mayor riesgo de presentar complicaciones digestivas y cardiovasculares: edad avanzada, historia de úlcera péptica o hemorragia gas- trointestinal y tratamiento concomitante con an- ticoagulantes o glucocorticoides 2 . Este hecho supone un sesgo importante cuando se compa- ran los efectos adversos entre los coxibs y los AINE que han sido utilizados en este análisis. Si bien coincidimos con los autores en que los inhibidores de la COX-2 no están desprovistos de toxicidad digestiva, la evidencia acumulada señala que los coxibs son fármacos más seguros para el tubo digestivo que los AINE clásicos 3-5 . La incidencia de úlceras gastroduodenales diagnosticadas por endoscopia en pacientes que toman coxibs es similar a placebo tras tres meses de tratamiento y hasta un 52% inferior a los AINE clásicos tras 6 meses de tratamien- to 4,5 . Estos resultados indican un gran impacto en términos de salud pública, ya que en Espa- ña más de 6.000.000 de personas consumen anualmente AINE durante al menos un mes y producen más de 25.000 hemorragias y 2.000 muertes anuales 8 . En cuanto a la afirmación de que estos fárma- cos pueden dar lugar a acontecimientos cardio- vasculares adversos, la evidencia actual indica que el celecoxib presenta un perfil de seguridad cardiovascular comparable al resto de los AINE convencionales 5 y superior al del rofecoxib 10 . En un estudio aleatorizado que comparaba celeco- xib a dosis de 200 mg con rofecoxib (25 mg), el cambio de la presión arterial sistólica media a las seis semanas respecto la basal fue de 2,6 y –0,5 mmHg, respectivamente, y la incidencia de edema periférico casi se duplicó en el grupo del rofecoxib (9,5 frente al 4,9%; p = 0,014). El artículo de Mukherjee et al 9 que los autores mencionan en su discusión no es un metaanáli- sis ni presenta nuevos datos clínicos, como muy bien se ha descrito en un editorial de esta Revis- ta que exponía las limitaciones metodológicas del mismo que impiden extraer conclusiones válidas. 516 Med Clin (Barc) 2002;119(13):516-9 CARTAS AL EDITOR 48.208 48.843

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Primeras notificaciones espontáneas de sospechas de reacciones adversas alos nuevos antiinflamatorios selectivossobre la ciclooxigenasa-2Sr. Editor: He leído con interés el artículo pu-blicado recientemente por Pedrós et al1 en suRevista en relación con las primeras notifica-ciones espontáneas de sospecha de reaccio-nes adversas a los nuevos antiinflamatorios se-lectivos de la COX-2, y me gustaría hacer variaspuntualizaciones.En el año 1997, en los EE.UU. fallecieron16.500 pacientes por efectos graves gastroin-testinales atribuidos a los antiinflamatorios noesteroideos (AINE) clásicos2. En 1998, en Es-paña se estimó que el número de fallecimien-tos por esta misma razón era de 2.000, y el dehemorragias digestivas de 25.0003. Los inhibi-dores selectivos de COX-2 (coxibs) han de-mostrado que su capacidad para lesionar lamucosa digestiva es significativamente menorque la de los AINE clásicos4-6. Pedrós et al1cuestionan esta última evidencia basándoseen una observación cuya interpretación es, almenos, dudosa. En su trabajo, los AINE clási-cos más prescritos, como son el diclofenaco,naproxeno e ibuprofeno, han sido excluidosporque se comercializaron cuando aún no es-taba en funcionamiento la tarjeta amarilla. Porotra parte, desde el momento de su aproba-ción por las autoridades sanitarias, el uso delos coxibs se ha reservado a aquellos pacien-tes con artrosis o artritis reumatoide con riesgoelevado de presentar complicaciones digesti-vas, en concreto aquellos con edad avanzada,historia de úlcera péptica o hemorragia gas-trointestinal, o tratamiento concomitante conanticoagulantes o glucocorticoides orales. Enesta población es evidente que pueden apare-cer efectos adversos gastrointestinales inde-pendientes del tipo de intervención que se re-alice. De hecho en la tabla 1 de Pedrós et al1se incluye a un paciente de 81 años con epis-taxis que estaba tomando acenocumarol (INR7,5) y al que es muy difícil que se le hubieraprescrito un AINE clásico. Finalmente, los nú-meros absolutos que exponen y analizan di-chos autores carecen de significado si no seconoce el número de pacientes que recibieronla medicación o el número de prescripcionesde cada medicamento. Este inconveniente sedebe sumar al hecho de que los datos utiliza-dos1 derivan de informaciones pasivas deefectos adversos de medicamentos. En esteescenario es arriesgado diferenciar un efectocausal de una simple coincidencia. Un ejem-plo claro es, en la tabla 2, una significativamayor toxicidad hepática en los AINE, que pormi parte (y la de los autores) no merece nin-gún comentario.En la actualidad existe un debate sobre la se-guridad cardiovascular de los coxibs, en partepor los resultados de dos estudios de seguri-dad «gastrointestinal» que tienen un segui-miento corto y un poder estadístico muy limita-do para detectar diferencias significativasreales entre los coxibs y los AINE clásicos4-9.Los datos aportados en el trabajo al que hagoreferencia1 no pueden tomarse como una evi-dencia en ningún sentido. Aparte de las críti-cas al análisis reflejadas en el párrafo anterior,los autores incluyen en el epígrafe de aconte-

cimientos cardiovasculares el edema periféri-co, sin especificar qué criterios o nomenclatu-ras emplearon para proceder de esa forma. Ensu artículo sólo aparece un infarto agudo demiocardio en un paciente de 84 años con hi-pertensión y dislipemia, lo que hace suponerque las otras reacciones adversas eran de me-nor importancia. Aunque no se relata, segura-mente en el grupo de AINE no se registró nin-guna notificación espontánea de infarto agudode miocardio debido, quizá, a la inexistenciadel presente debate en el tiempo analizado.La atribución de los efectos cardiovascularesde los coxibs a la inhibición de los prostanoi-des que protegen la integridad vascular es unavisión parcial de los hechos. La homeostasiavascular depende también de varios factoressolubles, como el óxido nítrico, no relaciona-dos con los prostanoides7. Además, en la pla-ca aterosclerótica se expresa COX-2 con unpapel, quizá importante, en su rotura9. En ladiscusión, Pedrós et al1 no dejan claro si losefectos adversos de los coxibs (o cuáles deellos) son, o podrían ser, específicos de claseo molécula. Por ejemplo, recientemente Whel-ton et al10 han demostrado en un estudio com-parativo que, a diferencia del rofecoxib (comorefieren Pedrós et al), el elecoxib no produceaumentos significativos en la presión arterial.Es posible, por tanto, que existan diferenciasrelacionadas más con la molécula que con laclase.Todos estos comentarios no tratan de minimi-zar ni discutir el perfil de seguridad de los co-xibs. Los efectos cardiovasculares y renales deestos medicamentos y sus interacciones conotros, como con dosis bajas de aspirina, nece-sitan estudiarse con más detalle6,7. Hasta queesa información esté disponible, debería man-tenerse una actitud prudente en lo que se re-fiere a la publicación de datos sobre estetema.

Juan J. Gómez-Reino Carnota

Servicio de Reumatología. Hospital Clínico Universitario.Santiago de Compostela. A Coruña. España.

1. Pedrós C, Laporte JR, Cereza G. Primeras notifi-caciones espontáneas de sospechas de reaccio-nes adversas a los nuevos antiinflamatorios se-lectivos sobre la ciclooxigenasa-2. Med Clin(Barc) 2002;118:415-7.

2. Singh G, Triadafilopoulus G. Epidemiology ofNSAID-induced GI complications. J Rheumatol1999;26(Suppl 26):18-24.

3. Lanas A. Impacto económico de los efectos se-cundarios gastrointestinales asociados a antiin-flamatorios no esteroideos en el Servicio Nacio-nal de Salud. Med Clin (Barc) 2000;114(Suppl3):46-53.

4. Silverstein FE, Faich G, Goldstein JL, Simon LS,Pincus T, Whelton A, et al. Gastrointestinal toxi-city with celecoxib vs nonsteroidal anti-inflam-matory drugs for osteoarthritis and rheumatoidarthritis: the CLASS study: a randomized contro-lled trial. JAMA 2000;284:1247-55.

5. Bombardier C, Laine L, Reicin A, Shapiro D,Burgos-Vargas R, Davis B, et al. Comparison ofupper gastrointestinal toxicity of rofecoxib andnaproxen in patients with rheumatoid arthritis. NEngl J Med 2000;343:1520-8.

6. FitzGerald GA, Patrono C. The coxibs, selectiveinhibitors of cyclooxygenase-2. N Engl J Med2001;345:433-42.

7. Patrono C, Coller B, Dalen JE, Fitzgerald GA,Fuster V, Gent M, et al. Platelet-active drugs.The relationship among dose, effectiveness, andside effects. Chest 2001;119:39S-63S.

8. Mukherjee D, Nissen SE, Topol EJ. Risk of car-diovascular events associated with selectiveCOX-2 inhibitors. JAMA 2001;286:954-9.

9. Konstam MA, Weir MR, Reicin A, Shapiro D,Sperling RS, Barr E, et al. Cardiovascular throm-botic events in controlled, clinical trials of rofeco-xib. Circulation 2001;104:2280-8.

10. Whelton A, Fort JG, Bello A, Puma JA, Norman-din D, Verburg KM. Cyclooxygenase-2 specificinhibitors and cardiorenal function: a randomi-zed controlled trial of celecoxib and rofecoxib inolder hypertensive osteoarthritis patients. Am JTher 2001;8:85-95.

Sr. Editor: Hemos revisado con gran interés elartículo publicado recientemente en relacióncon las primeras notificaciones espontáneasde sospechas de reacciones adversas a losnuevos antiinflamatorios selectivos de la COX-21.En él, los autores realizan una serie de consi-deraciones que nos gustaría comentar basán-donos en los datos de seguridad obtenidos enlos ensayos clínicos prerregistro, ensayos clíni-cos postautorización y análisis de aconteci-mientos que han sido publicados reciente-mente.En primer lugar, los antiinflamatorios no esteroi-deos (AINE) clásicos y más prescritos, como eldiclofenaco, naproxeno e ibuprofeno, quedanexcluidos de este análisis, dado que se comer-cializaron cuando aún no estaba en funciona-miento la tarjeta amarilla. Por otra parte, desdeel momento de su comercialización el uso delos coxibs viene reservándose a la poblacióncon mayor riesgo de presentar complicacionesdigestivas y cardiovasculares: edad avanzada,historia de úlcera péptica o hemorragia gas-trointestinal y tratamiento concomitante con an-ticoagulantes o glucocorticoides2. Este hechosupone un sesgo importante cuando se compa-ran los efectos adversos entre los coxibs y losAINE que han sido utilizados en este análisis.Si bien coincidimos con los autores en que losinhibidores de la COX-2 no están desprovistosde toxicidad digestiva, la evidencia acumuladaseñala que los coxibs son fármacos más segurospara el tubo digestivo que los AINE clásicos3-5.La incidencia de úlceras gastroduodenalesdiagnosticadas por endoscopia en pacientesque toman coxibs es similar a placebo tras tresmeses de tratamiento y hasta un 52% inferiora los AINE clásicos tras 6 meses de tratamien-to4,5. Estos resultados indican un gran impactoen términos de salud pública, ya que en Espa-ña más de 6.000.000 de personas consumenanualmente AINE durante al menos un mes yproducen más de 25.000 hemorragias y 2.000muertes anuales8.En cuanto a la afirmación de que estos fárma-cos pueden dar lugar a acontecimientos cardio-vasculares adversos, la evidencia actual indicaque el celecoxib presenta un perfil de seguridadcardiovascular comparable al resto de los AINEconvencionales5 y superior al del rofecoxib10. Enun estudio aleatorizado que comparaba celeco-xib a dosis de 200 mg con rofecoxib (25 mg), elcambio de la presión arterial sistólica media alas seis semanas respecto la basal fue de 2,6 y–0,5 mmHg, respectivamente, y la incidenciade edema periférico casi se duplicó en el grupodel rofecoxib (9,5 frente al 4,9%; p = 0,014).El artículo de Mukherjee et al9 que los autoresmencionan en su discusión no es un metaanáli-sis ni presenta nuevos datos clínicos, como muybien se ha descrito en un editorial de esta Revis-ta que exponía las limitaciones metodológicas delmismo que impiden extraer conclusiones válidas.

516 Med Clin (Barc) 2002;119(13):516-9

CARTAS AL EDITOR

48.208

48.843