prevención de la violencia

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75 D e todos es sabido lo importante que es la infancia en el devenir de las personas. Efectivamente, la personalidad se va fraguando desde esta etapa, en la que se ponen las bases de lo que será después el adulto tanto a nivel cognitivo como a nivel emocional. El bebé, el niño, es un ser muy indefenso que necesita figuras de apego que le den seguridad y le ayuden a estructurarse. Estas figuras normalmente son los padres, que le proporcionarán unas relaciones afectivas positivas y un medio suficientemente bueno donde poder madurar convenientemente. Esto ayudará a crear, en el sentido metafórico, una envoltura psíquica cuya función será de contención, y que lo protegerá de los avatares de la vida. Cada uno de los padres desempeña un rol en la estruc- turación del niño Según Didier Houzel, todo pasa como si las cualidades de solidez y de resistencia de la envoltura psíquica se situaran en el polo paterno y las cualidades de receptividad y de flexibilidad en el polo materno. El autor nos dice que se requiere una alianza equilibrada y articulada de los as- pectos maternos y paternos para dar a dicha envoltura las cualidades plásticas necesarias para dicha contención emocional y constituir las bases de la identidad. Esta articulación entre las dos funciones es necesaria y fundamental para el ejercicio de una función parental que dé seguridad, y que a la Elena Gayán Psicóloga clínica. Psicoterapeuta Miembro Asociación Internacional Pareja y Familia (AIPCF) [email protected] PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA Y DE LA TENDENCIA ANTISOCIAL vez ayude a que la persona pueda contener sus frustraciones, sus arrebatos pulsionales, que pueda elaborarlos, comprender lo que le sucede, ser dueño de sus actos y además re- conocer y respetar al otro en su singularidad y en sus diferencias. ¿Qué sucede cuando estos padres, estas figuras de apego, no responden a estos pa- trones, cuando la familia está desorganizada por un traumatismo como la muerte de uno de los padres, o una separación?

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De todos es sabido lo importante que es la infancia en el devenirde las personas. Efectivamente, la personalidad se va fraguandodesde esta etapa, en la que se ponen las bases de lo que serádespués el adulto tanto a nivel cognitivo como a nivel emocional.

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De todos es sabido lo importante que es la infancia en el devenir de las personas. Efectivamente, la personalidad se va fraguando desde esta etapa, en la que se ponen las bases de lo que será

después el adulto tanto a nivel cognitivo como a nivel emocional.

El bebé, el niño, es un ser muy indefenso que necesita figuras de apego que le den seguridad y le ayuden a estructurarse. Estas figuras normalmente son los padres, que le proporcionarán unas relaciones afectivas positivas y un medio suficientemente bueno donde poder madurar convenientemente. Esto ayudará a crear, en el sentido metafórico, una envoltura psíquica cuya función será de contención, y que lo protegerá de los avatares de la vida.

Cada uno de los padres desempeña un rol en la estruc-turación del niño

Según Didier Houzel, todo pasa como si las cualidades de solidez y de resistencia de la envoltura psíquica se situaran en el polo paterno y las cualidades de receptividad y de flexibilidad en el polo materno. El autor nos dice que se requiere una alianza equilibrada y articulada de los as-pectos maternos y paternos para dar a dicha envoltura las cualidades plásticas necesarias para dicha contención emocional y constituir las bases de la identidad.

Esta articulación entre las dos funciones es necesaria y fundamental para el ejercicio de una función parental que dé seguridad, y que a la

Elena Gayán Psicóloga clínica. Psicoterapeuta Miembro Asociación Internacional

Pareja y Familia (AIPCF)[email protected]

Prevención de la violenciay de la tendencia antisocial

vez ayude a que la persona pueda contener sus frustraciones, sus arrebatos pulsionales, que pueda elaborarlos, comprender lo que le sucede, ser dueño de sus actos y además re-conocer y respetar al otro en su singularidad y en sus diferencias.

¿Qué sucede cuando estos padres, estas figuras de apego, no responden a estos pa-trones, cuando la familia está desorganizada por un traumatismo como la muerte de uno de los padres, o una separación?

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SaluD

Hay muchos niños que son capaces de superar estas dificulta-des porque en su vida han encontrado figuras de apego que han podido darles esta seguridad, serán las personas que llamamos resilientes: aquellas capaces de superar los traumas vividos en etapas madurativas cuando aún no estaban preparados para ha-cerles frente.

Sin embargo, otros irán creciendo con estas dificultades y em-plearán mecanismos de defensa inadecuados para poder adap-tarse, presentado síntomas de que algo no va bien. Son los ni-ños que encontramos con trastornos del comportamiento: niños violentos, antisociales o en el lado de la tristeza; niños pasivos, deprimidos.

¿Cómo se resuelven los conflictos psíquicos en el mundo de los adultos y de los niños?

En la clínica, cuando tratamos diferentes trastornos que aquejan a las personas nos damos cuenta de que muchos de ellos están en relación o son consecuencia de haber borrado de la mente algo que no quieren saber, porque les produce dolor.

Es decir, a pesar de dichos mecanismos de defensa la concien-cia no borra el contenido de lo que sucede, sino que desplaza el afecto, el sentimiento que provoca a otro lugar o a otro contenido, y la consecuencia puede ser la desconexión o la confusión.

Por ejemplo, estamos celosos de lo bien que le va a nuestra pare-ja y entonces en una conversación, por una tontería, nos enfada-mos con ella violentamente, la hacemos de menos, creamos un conflicto que no sabemos cómo resolver porque la causa no es explícita, sino latente.

un niño acaba de tener un hermano y está celoso de él porque le ha quitado el trono donde hasta entonces era el rey. El niño no es capaz de decir: “¡Estoy harto de que hagáis más caso al pequeño que a mí, todo para él y nada para mí, me siento abandonado!” Sin embargo, se hará pipí en la cama cuando ya había dejado de hacerlo, o tirará de la cuna al hermano cuando no lo vean sus padres.

¿Cuál será la reacción de los padres? ¿Comprenderán la reacción del niño, explicándole lo que le sucede, o le reñirán y lo castigarán? Según la respuesta hare-mos un niño que conocerá su mundo interno, o por el contrario un niño rebelde y violento. Otra opción que puede elegir es la de ser un niño miedoso, tímido, con incapacidad de expresar lo que siente.

Por otra parte, hay personas que creen que es mas útil tomar las cosas a broma o banalizar los conflictos, reírnos de nuestros propios problemas, dar consejos: “¡ah, no te preocupes, eso que te pasa lo superarás, el tiempo todo lo cura!”. Y consejos de este tipo vienen a tapar, a hacer olvidar algo que si lo tuviéramos en cuenta lo afrontaríamos, nos ayudaríamos de verdad.

Los niños son sensibles a la problemática de los padres y les quieren ayudar toman-do el rol de un adulto

Muchas personas adultas, cuando no han podido dar solución a sus problemas psíquicos, caen en la enfer-medad física, depresión, trastornos psicosomáticos… entonces es el cuerpo el que habla ante la imposibili-dad de la mente de hablar de lo que verdaderamente le duele. Y es que muchas veces no estamos preparados para el mundo afectivo, para hablar de las emociones, de nuestros sentimientos, de lo que nos produce un dolor psíquico, dolor del alma.

los niños son sensibles a este sufrimiento de los pa-dres e inconscientemente quieren reparar al adulto, olvidándose de vivir su vida de niño.

a veces, por diferentes causas el medio en el que se desarrolla el niño es un medio hostil, donde el niño su-fre de menosprecio, de abandono, interrumpiendo su proceso madurativo e impidiendo la construcción de unas bases psíquicas que le den seguridad.

La carencia o las deficiencias en la envoltura psíquica serán como llevar una piel sin protección, una herida en carne viva que no permitirá servirle de contención frente a la excitación. De ahí que a veces surja la vio-lencia, producto del dolor y de no poder contenerlo, o elaborarlo y asimilarlo directamente. Violencia que proyectará sobre el otro en un afán de sacar a flote aquello que le duele.

El sentimiento de culpa

En los niños el sentimiento de culpa está muy genera-lizado: por ejemplo, la culpa por sentirse responsables de la separación de los padres. Muchos niños lo creen y es otra causa de preocupación infantil.

En ocasiones, los padres que no tienen sus conflictos resueltos se apoyan en los hijos como si fueran sus salvadores, colocándoles en el lugar de un adulto que podría curar sus heridas. los niños se transforman en niños duros en el exterior, niños de mal carácter, vio-lentos, incluso pegan a los más pequeños, a veces son incluso tiranos con la madre y/o el padre. Sin embargo, a nivel interno son niños frágiles, inseguros, con mu-cha necesidad de cariño.

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Mar ía E lena Gayán a ragón Miembro de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y FamiliaPsicóloga clínica. col.B699

Terapeuta de Pareja y Familia (AIPPF) Psicoterapeuta: Niños, adolescentes, adultos

Tel. 639 235 873 gayane lena@hotmai l.com

así, en ciertos casos límites podemos tener un futuro niño antisocial, según habla D. Winnicott cuando de refiere a “La tendencia antisocial” (T.A.) como una forma de expre-sar que algo va mal en el mundo interno de esa persona, por no haber tenido un medio facilitador que lo pudiera

contener. Sería una forma de hacer pagar a la sociedad el haber sido privado de, o haber perdido, algo bueno y necesario en su desarrollo emocional durante su primera infancia.

D. Winnicott y también Bowlby consideran la conducta an-tisocial como un “Trastorno de carácter”; no lo consideran un diagnóstico sino un síntoma que aparece en diferen-tes tipos de personas, incluso en las que aparentan cierto grado de normalidad. Para estos autores sería una forma rígida de estructurarse la persona, para defenderse de la negligencia, del abandono o de haber sido sometido a una educación familiar muy rígida donde las necesidades del niño no han sido atendidas convenientemente.

El robo y la destructividad

En la T.a. hay dos aspectos o tendencias fundamentales: el robo y la destructividad. El robo es una manera de bus-car algo en alguna parte, algo de lo que la persona ha per-dido en su infancia, a nivel simbólico. al no encontrarlo, lo busca de una manera real. El robo también puede ir unido a la mentira como reacción a la privación.

Otra tendencia es la destructividad, la violencia psíquica y física que la persona con este trastorno dirige hacia otro/a. Se puede pensar como una forma de poner a prueba el medio, o a la persona más cercana afectivamente, para probar si es lo suficientemente fuerte como para contener la tensión que sus propios impulsos producen, y así poder confiar en el medio y en la persona que resiste.

Por otra parte, ellos/as, al sentirse rechazados social-mente, se aíslan, mostrando en algunos casos conductas adictivas como el abuso de alcohol, las drogas o entrando en la delincuencia como una manera de buscar un límite a su sufrimiento.

Siendo conscientes de la dificultad social de curar a estas personas cuando ya se han “transformado” en delincuen-tes, debido a las dificultades del proceso de rehabilitación es conveniente insistir más en la prevención en la infan-cia. a este respecto, en su libro El proceso de madura-

ción en el niño Winnicott da consejos de cómo tra-tar al niño: favoreciendo el juego, dándole cariño sin seducirlo, aceptando su espontaneidad pero al mismo tiempo poniéndole

ciertos límites, necesarios para que más tarde vaya acep-tando las normas necesarias para la vida.

ConclusiónEn este artículo he intentado mostrar, a partir de los co-nocimientos que nos proporciona la práctica clínica, los avatares por los que se pasa en el proceso de maduración infantil y su repercusión en el adulto. Encaminar y atender adecuadamente al niño ayudará al adulto a estar más se-guro de sí mismo, porque podrá conectar con lo positivo de la infancia: el juego, la creatividad, la ilusión y la espe-ranza.

Cuando hay dificultades en el proceso de maduración, será necesario ayudarles en este proceso a él y a los pa-dres, acudiendo a un profesional, un terapeuta de familia que trate al grupo familiar.

En la terapia familiar se irán apropiando de su historia común, tomando conciencia de dónde se encuentran las dificultades y desvelando contenidos, afectos a los que antes no se podía acceder porque estaban reprimidos. De esta forma, se irá elaborando un aparato psíquico grupal; una envoltura psíquica que protegerá a los miembros de la familia evitando así lo traumático de una separación o de un divorcio, estableciendo así vínculos más positivos con la pareja y con los hijos y tratando el problema desde la infancia para prevenir futuros trastornos, que exigirían tratamientos más complejos.

la terapia se constituirá en un camino para la autonomía y libertad personales, y ayudará a vivenciar los momentos agradables y felices que nos proporciona la existencia sin miedos ni culpas.

Muchas personas adultas, cuando no han podido dar solución a sus problemas psíquicos, caen en la enfermedad física, depresión, trastornos psicosomáticos… entonces es el cuerpo el que habla ante la imposibilidad de la mente de hablar de lo que verdaderamente le duele