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PRESENTACIÓN La historia y la vida humana estÆn compuestas de un nœmero ilimitado de experiencias que nos permiten crecer, desarrollarnos, explorar y madurar. Son estas experiencias las que nos permiten cambiar y adaptarnos al mundo en el que vivimos. El hombre necesita para su desarrollo conocerse a sí mismo y a los que lo rodean por medio de una serie de sensaciones y experiencias nuevas. Este desarrollo necesario para el proceso de maduración nos da herramientas que nos permiten interrelacionarnos con las personas de forma inteligente, crítica, objetiva y digna. La revista Estudios InterØtnicos, como cualquier órgano divulgativo acadØmico, ha superado la gesta y la crisis de mantenerse constante durante 5 aæos. En este difícil trabajo se encuentra reflejado el cuidado tesonero de una madre entusiasta y trabajadora. En su trabajo estÆ reflejada una realidad nacional que aceptamos pero desconocemos, porque hablar de etnias en un país analfabeta y descriminador es siempre un tema difícil. Presentar por primera vez la revista Estudios InterØtnicos no es sólo un cambio, es un reto: conducir al Instituto de Estudios InterØtnicos a la madurez editorial. El futuro se nos presenta lleno de retos porque de hoy en adelante no sólo mantendremos una revista constante, sino aportaremos al tema datos importantes recabados en investigaciones nacionales sobre la realidad Øtnica de Guatemala. La necesidad de participar en la crítica costructiva y propuesta de solución gestadas en el ambiente acadØmico, que es el mÆs imparcial de los existentes en nuestro país, es una responsabilidad ineludible . Muchos de estos cambios serÆn difíciles pero podremos superarlos. Los artículos que conforman este nœmero de la revista Estudios InterØtnicos enfatizan la temÆtica de gØnero. Espero que al leer este material puedan llenarse de esa sensación de cambio y madurez y, a la vez, nos permitan dedicar este nœmero a inmortalizar el nombre de quien le dio vida a esta revista: con mucho cariæo para Licda Irma Violeta Córdova de León de Yraheta. Su trabajo nos compromete y nos motiva. Cristel Ruiz Bode Directora del Instituto de Estudios InterØtnicos Universidad de San Carlos de Guatemala

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PRESENTACIÓN

La historia y la vida humana están compuestas de un número ilimitado de experienciasque nos permiten crecer, desarrollarnos, explorar y madurar. Son estas experiencias lasque nos permiten cambiar y adaptarnos al mundo en el que vivimos.

El hombre necesita para su desarrollo conocerse a sí mismo y a los que lo rodean pormedio de una serie de sensaciones y experiencias nuevas. Este desarrollo necesario parael proceso de maduración nos da herramientas que nos permiten interrelacionarnos conlas personas de forma inteligente, crítica, objetiva y digna.

La revista Estudios Interétnicos, como cualquier órgano divulgativo académico, hasuperado la gesta y la crisis de mantenerse constante durante 5 años. En este difícil trabajose encuentra reflejado el cuidado tesonero de una madre entusiasta y trabajadora. En sutrabajo está reflejada una realidad nacional que aceptamos pero desconocemos, porquehablar de etnias en un país analfabeta y descriminador es siempre un tema difícil.

Presentar por primera vez la revista Estudios Interétnicos no es sólo un cambio, esun reto: conducir al Instituto de Estudios Interétnicos a la madurez editorial.

El futuro se nos presenta lleno de retos porque de hoy en adelante no sólomantendremos una revista constante, sino aportaremos al tema datos importantes recabadosen investigaciones nacionales sobre la realidad étnica de Guatemala. La necesidad departicipar en la crítica costructiva y propuesta de solución gestadas en el ambienteacadémico, que es el más imparcial de los existentes en nuestro país, es una responsabilidadineludible . Muchos de estos cambios serán difíciles pero podremos superarlos.

Los artículos que conforman este número de la revista Estudios Interétnicos enfatizanla temática de género.

Espero que al leer este material puedan llenarse de esa sensación de cambio y madurezy, a la vez, nos permitan dedicar este número a inmortalizar el nombre de quien le diovida a esta revista: con mucho cariño para Licda Irma Violeta Córdova de León de Yraheta.Su trabajo nos compromete y nos motiva.

Cristel Ruiz BodeDirectora del Instituto de Estudios Interétnicos

Universidad de San Carlos de Guatemala

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MUJERES GUATEMALTECAS. LA LUCHA DEL SI-LENCIO Y EL CORRAL

Aura Marina Arriola*

* Aquí crédito académico

En primer lugar quiero felicitar aNorma1, a las compañeras de Tierra Vivay a todas las que colaboraron en lapublicación de estas entrevistas amujeres que, de una u otra forma,estuvimos involucradas en el proceso delucha. La lucha, no sólo contra losopresores de siempre, sino contra loscautiverios que se originan en los modosde vida y en las culturas genéricas; enlas redes y los nudos de los poderesmúltiples, que trenzan las relacionesentre mujeres y hombres, permitiendouna primerísima desmitificación de lasrelaciones de poder, opresión, sumisión,rebelión, resistencia y lucha.

Porque la resistencia y la lucha delas mujeres guatemaltecas contra lasdictaduras y contra la cultura del odio ydel terror que han generado y, además -haciendo más complejo aún el cuadro-contra el machismo que impregna esacultura, ha sido una lucha en la que elsilencio ha sido un arma y el anonimatoun instrumento para combatir el miedoy resistir por múltiples canales ymúltiples vías. Cuántas mujeres de lasdiferentes etnias que habitan nuestraGuatemala pluricultural han hecho unacontribución valiosa a esa historia aúnocul ta , que es la pe lea de los

guatemaltecos por lograr un mundomejor. Por eso es que considero injustobuscar heroínas individuales más«chingonas» como dicen los mexicanos,que otras (aunque hay personalidadesque han des tacado) : l a mujerguatemalteca ha sido una heroínacolectiva, que en silencio, la mayor partede las veces, ha luchado en la historiade nuestro país con una tenacidad y unamodestia tan grande, que ha logradocrear una resistencia digna, silenciosay colectiva; labor de luciérnagas audacesy anónimas, que han hecho que estanoche de desgracia e infortunio seamenos cruel y despiadada.

Por ello, considero importante estelibro, porque lo veo como un estímulopara que historiadores escriban sobre elmurmullo subterráneo que ha conmovidola vida de nuestra entrañable Guatemalay hagan que las mujeres hablen de susvidas y sus múltiples rebeliones. Perotambién, para que antropólogas analicenlas múl t ip les contradicc iones yambigüedades de nuestra cultura, la quenos han impuesto conquistadores,«Señores Presidentes», liberacionistas,esbirros militares y civiles y, quepresenta características específicascuando se trata de la opresión hacia la

1 Stolz Chinchilla, Norma. Nuestras Utopías. Mujeres guatemaltecas del siglo XX.Agrupación de Mujeres "Tierra Viva", Magna Tierra editores. Guatemala, 1998.

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mujer. Porque como dice QuetzalíIxmucané «las mujeres nos debemoscuidar de lo malo, (porque) las bromasy las risas son del diablo» ... Muchospadres de familia aconsejan a sus hijosque no se enamoren de una muchachaque platica con varones. Que se fijenen una señorita decente y honesta,hogareña. Es decir que respeta todas lasreglas y que sabe cocinar».2 Losestereotipos culturales que modelan lavida guatemalteca hacen que la rebeliónde la mujer sea terriblemente dolorosapara la mayoría de nosotras, aunquetambién hay casos excepcionales quepasan por la vida casi sin ningúnconflicto ni ninguna rebelión.

El cantautor Ricardo Arjona dice ensu canción «Noticiero» « aquí no esbueno el que ayuda sino el que no jode,acuérdese». En efecto, en muchasentrev i s tas vemos cómo son deopresivas, explotadoras, humillantes yde una intolerancia extrema, las formasde relacionarse con sus subordinadosque establecen los dueños de lasfábricas, los finqueros, el ejército, todala estructura de represión que gobiernaa Guatemala, que se denuncia en todasu brutalidad en el dramático testimoniode las torturas que sufrió YolandaAguilar Urízar, todavía muy joven.Además, se esbozan las relacionesdesiguales y opresivas que existen entreladinos e indígenas. Y también la luchaque hemos tenido que realizar connuestros propios compañeros demilitancia, porque la vida interna de lasorganizaciones revolucionarias hareflejado todas las opresiones de lasociedad. El costo que ha sufrido el

pueblo de Guatemala, y principalmentetodos aquellos que de una forma u otrase han rebelado, es tan alto que deberíaser recordado en Guatemala y en elmundo como un delito de genocidio y deetnocidio a nivel del Holocausto. Lamemoria y la conciencia plena de esamemoria deben ser perennes para evitarque esos hechos se perpetúen en unaespiral sin fin.

Pero por otra parte, también en ell ibro se esboza la neces idad dedesarrollar las formas de solidaridadentre las mujeres, porque muchas vecesla extrema competitividad que existeentre nosotras es un elemento quecontribuye a doblegar la resistencia y aaumentar la opresión. Hay en el mundoactual la necesidad de una ética quelleve al surgimiento de un nuevo sentidode la cultura y de la libertad. Unacultura que cuestione críticamente larelación dependiente de las mujeres y suservidumbre voluntaria al poder de loshombres. Una cultura que haga real lamáxima reivindicación de las mujeres,su verdadero y profundo objetivo: elderecho a la vida, la suya y la de susseres queridos. El derecho al cuerpo, ala salud, a la felicidad, a la satisfacciónde las necesidades; el derecho aencontrar lo que uno es y todo lo queuno puede ser, libre de la subordinaciónque producen los cautiverios a los quenos somete el poder. Una cultura queponga sobre nuevas bases las relacionesentre los hombres y las mujeres y, entretodos, un nuevo concepto del poder.Concepto que se e s tá ges tandolentamente en las luchas que hoycomienzan a darle una forma polifónica

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a esa nueva resistencia que buscasoluciones concretas al casos mortal enque se debate el mundo.

Por la solidaridad, o sea por elconcepto del otro en nosotros, hemosluchado las mujeres guatemaltecas,aunque no siempre la hemos vistoreal izada en la práct ica. Por elaltruismo, la sinceridad, la justicia, elrespeto por los otros, por la dignidadhumana, muchas mujeres han donado lavida en medio de horribles sufrimientoso han hecho sacrificios que a veces leshan costado todas sus posibilidades devivir con equilibrio y de llevar a la vidacotidiana sus más sencillos sueños. Porel derecho de hablar y de pensar, por la

defensa de una cultura, hemos luchadomiles y miles de guatemaltecos desde losnegros días de la conquista española. Y,todo ello, anónimamente, como unmensaje en la botella para que de algunamanera aquello en lo que se creía, o quenos parecía bello, pueda ser creído oparezca bello a los que vendrán. Perohoy, cuando se acerca el año 2000, eshora de empezar a hablar. Porque hoyirrumpen en el mundo y en Guatemalanuevos horizontes críticos y es la horade participar. El andamiaje de nuestroimaginario, como el material de nuestrossueños, tiene un lenguaje que reclamauna forma de interpretación. Y en ellalas mujeres guatemaltecas tenemosnuestra peculiar y propia interpretación.

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Cuando se reflexiona acerca delos roles que a las mujeres y los hom-bres corresponde desempeñar en lasociedad guatemalteca actual y sepretende que estos roles contribuyanen la construcción de una sociedadmás equitativa, desde el punto de vis-ta del género, surgen interrogantesrelacionadas con la asignación depapeles o roles dentro del conglomeradosocial y con la formación de lasidentidades de los hombres y las mujeresde nuestro tiempo.

En este sentido, se hacen necesariosestudios que exploren los procesosideológicos y culturales que a través dela historia han conducido a las mujeresy los hombres ( indiv idua l ycolectivamente) a desenvolverse en susrespectivos papeles genéricos. Porcons igu iente , resu l ta va l iosa lacomparación de los estereotipos propiosde cualquier sociedad patriarcal con elcomportamiento real de los mismos conel fin de distingir las relaciones decorrespondencia o de contradicciónentre ellas.

Para poder llegar a ello se debe

empezar por conceptualizar el con-junto de fenómenos del imaginariocolectivo, es decir, la ideología y re-lacionarla con la globalidad de losproductos sociales.

En las ideologías se contienen lasideas y las representaciones generadaspor la práctica humana (los sistemasorganizados de representaciones, comolos religiosos o políticos) que a su vezcondicionan su desempeño individual ycolectivo (los sistemas de opiniones oac t i tudes como los háb i tos ycostumbres). Esto no quiere decir quelas relaciones entre ambos sistemas oaspectos de la ideología deban ser deidentidad y correspondencia absoluta, laidentidad entre los mismos puede serparcial e incluso de cortradicción.

El comportamiento se vinculadirectamente con las actitudes de lasmujeres y los hombres , comopredisposiciones ante manifes-tacionessociales que determinan una manera deactuar y de pensar. Estas son las formasbajo las cuales se representa la ideologíaen la vida cotidiana. Debe recordarsela existencia de una correlación directa

PENSANDO LA IDENTIDAD DE GÉNERO

Anna Carla Ericastilla(*)

*Licenciada en Historia, Escuela de Historia, Universidad de San Carlosde Guatemala.

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entre las actitudes y la extracción so-cial de las personas: todas ellas ma-nejan de manera espontánea y pocoorganizada una concepción del mun-do en su vida diaria. Por lo tanto,entran en juego factores psicológi-cos y sociológicos que se funden enla mente humana y su percepción desu entorno.

Es te conjunto de re lac ionescomponen lo que conocemos por cultura«. . .abarca también los modos decomportamiento de los distintos grupossociales, al igual que las prácticas yactitudes mediante los cuales esos modosse explicitan». [l] Según Víctor HugoAcuña no todos los grupos humanos sonproductores de formas manifiestas deacción colectiva, algunos construyen suidentidad en las interacciones de la vidacotidiana en sus preceptos y prácticasculturales: su acción es más silenciosa,más lenta y a su vez más difícil depercibir .

Es el caso de las mujeres comosujetos históricos, ya que al desarrollarmayoritariamente sus actividades en elámbito privado de la sociedad supresencia ha pasado desapercibida. Sia esto se añade que la concepción de losmismos es emanada de una sociedadpatriarcal se comprende que la presenciafemenina se invisibilice (consciente oinconscientemente). Debe recordarseque el desempeño social que cada unade las mujeres y los hombres esdeterminado por múltiples factores, porsobre los que se encuentra el género alcual se pertenece.

El género no es sinónimo de sexo.El género conlleva la interiorización devalores y actitudes asignados por lasociedad en que se vive. La base de lacategoría de sexo es fisiológica, mientrasque la de género es una construcciónsocial. La identidad sexual no estábasada en el sexo biológico sino en laasignación del rol mujer/hombredeterminante de la identidad de género[2] La identidad de género es uno delos elementos participantes en laconstrucción social de la imagen, la quese relaciona con los roles que laspersonas desempeñan en la sociedad ylos signif icados culturales de losmismos, es decir, de ellas como agentesparticipativos de la cultura y de lasociedad. Los otros e lementosconstitutivos de la misma, como lo hacever Norma Carrillo, son los procesos desocialización, adaptación de roles,cambio cultural y control social.

En este sentido, debe entenderse laimagen como la representación de losobjetos y de los seres humanos en lamente, es decir, la forma en que seperciben las mujeres y los hombres unosa otros. La imagen se construye en larelación con otras personas, a manerade representaciones que sirven paraident i f i car se como par te de lacolectividad. Esto da lugar -siguiendo aNorma Carrillo- a la formación deidentidades como un proceso históricoy colectivo que se sirve tanto de símboloscomo de estereotipos, en tanto queimágenes de aceptac ión soc ia l ,generalmente muy simplificadas ydistorsionadas, que responden a su

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función de conservación del sistemasocial v igente ya que regulan laconvivencia manteniéndola entre losmárgenes de lo aceptado o ilícito. Sonlas normas que autorizan el papel adesempeñar en el conglomerado social.

En lo que concierne a las mujeres,la imagen condic iona sucomportamiento restringiéndola al papelde apéndice masculino, ubicándoladentro del binomio «mala mujer» o«buena mujer» sin que existan lospuntos intermedios: «. . . (las mujereshan) vivido durante milenios unaexistencia a menudo clandestina y engran medida olvidada, pero siempremucho más rica que la norma social enque estaba atrapada, siempre por encimade los prejuicios y los estereotipos». [3]

La mayoría de los estereotipos nocorresponden con la realidad vigentes ino que han s ido generados enformaciones sociales del pasado que seprolongan hasta el presente cuandomuchas de las condiciones sociales quele dieron origen han sido superadas.Alqunos de estos estereotipos se basanincluso, en influencias culturales ajenasal entorno en que se desempeñan lasmujeres y los hombres afectados porellos.

No se puede lograr una sociedadequitativa en cuanto a los roles de génerosin estudiar cuáles han sido éstos en elpasado y que determinan el presente,cuáles han sido sus bases sociales y cómose corresponden o contradicen con elpresente. En términos de la Historia degénero y de la historia de las mujeresfalta mucho trabajo por hacer.

NOTAS:

[1] Alted Vigil, Alicia. Historia Contemporánea. No. 5. Universidad dePaís Vasco. País Vasco, 1991. Pág. 313.

[2] Facsio, Alda. Cuando el género suena cambios trae. Metodologíapara el análisis del fernómeno legal. ILANUD. Costa Rica, 1996.Pag . 54

[3] Montero, Rosa. «Historias de Mujeres». El País, España, febrero 5de 1995. No . 207, Año XX, 3a . época. Pag . 56 .

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INTRODUCCIÓN

La reflexión acerca de las mujeres yla política en Guatemala no puedehacerse sin recorrer el período 1944-1954 con una mirada inédita.Parafraseando a Urania Ungo(1997:159), «desde una ciertaperspectiva intelectual, ética y política».Este conocernos y reconocernos esfundamental, como una forma devalorar el camino que otras mujeres hanabierto para que ahora estemos ubicadasen la esfera pública y la política conotras perspectivas. Sin esos primerospasos, no habría itinerario.

Se nos ha enseñado que la Revoluciónde Octubre del 44 fue un período de«diez años de primavera en el país de laeterna dictadura», como lo calificóCardoza y Aragón. En efecto, Guatemalase había caracterizado por padecer depoderes absolutos que ni laIndependencia logró sanar. Así, de1851 a 1944 hubo tres dictadores quedurante la mayor parte del tiempomantuvieron un orden opresivo en todoslos aspectos: político, ideológico,económico, social y cultural.

ENTRE LINEASPARTICIPACIÓN POLÍTICA EN LAS MUJERES EN

GUATEMALA -1944-1954-

AnaSilvia Monzón*

La Revolución del 44 significóruptura con lo anterior y generó unagran movilización social, especialmenteen la capital y entre las capas mediasurbanas, dueñas de las ideas necesariaspara desear y luchar por un cambioradical en el estado de cosas.

Ahora bien, se suele hablar demuchos nombres de hombres queparticiparon de una y mil formas en eseproceso, pero muy poco se sabe aún delpapel, las energías vitales que muchasmujeres desplegaron apoyandodecididamente ese movimiento social.Movimiento que resulta importantepara las guatemaltecas ya que es cuandose logra aunque parcialmente el voto yse amplían las oportunidades deeducación y trabajo. Es el momentocuando las mujeres logran ingresar a laUniversidad, espacio que hasta entoncesles estaba vedado.

Todas estas razones hacen necesarioaproximarnos al conocimiento de laRevolución del 44 desde una visióndiferente. Atendiendo las voces de lasmujeres, de las pocas que aún viven deesas generaciones, buscando sushuellas.¿Quiénes fueron? ¿Cómo

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participaron? Esas son preguntas quehan guiado nuestra lectura entre líneas.

La exposición de nuestros hallazgos,incluye en esta oportunidad, unplanteamiento teórico e histórico de laconstrucción de las mujeres comosujetos políticos e históricos y,posteriormente, por razones de espacio,se presenta una versión resumida de«Las mujeres del 44, como mariposassaliendo de la noche», que correspondeal capítulo cuatro de la tesis mencionada.

En el trabajo más amplio, se hace unretrato de la vida de las mujeres enGuatemala en el siglo XIX, y algunosantecedentes importantes para saberqué significó la Revolución de Octubrede 1944 para la sociedad guatemalteca.

Aunque de manera sucinta, sepresentan los efectos que a nuestrojuicio tuvo ese hecho en la vida de lasmujeres, destacando el exilio quemuchas sufrieron y que no ha sidosuficientemente visibilizado.

Por último se da a conocer algrupo «Mujeres de Dolores» queformaron, primero espontáneamente,las madres, hijas, hermanas, esposas delos exiliados como una forma deapoyarse mutuamente, pero significótambién -para algunas- salir de suámbito doméstico y realizar demandaspúblicas. Aunque se tuvo muy pocasreferencias acerca de este espacio,consideramos importante darlo aconocer.

Reconstruir una historia con escasosdatos y muy dispersos ha resultadodifícil, pero ha valido la pena. En eseproceso, se recurrió a fuenteshemerográficas, bibliográficas y tambiénorales. Agradezco el tiempo y ladisposición de las mujeres queaccedieron a recordar para miinvestigación algunos sucesos inclusodolorosos.

Al profundizar en la búsqueda deinformación, advertí además que enalgunas personas todavía subsiste elmiedo a hablar de ese período, tantraumático resultó en sus vidas y tanlógica su actitud si asumimos que lahistoria política de este país ha estadosignada por la impunidad.

Como en toda investigaciónhistórica, siempre quedan fuentes québuscar, matices qué investigar. Por lopronto, espero que este aporte académicocontribuya al conocimiento de lahistoria de las mujeres en Guatemala,

HISTORIA DE LAS MUJERES,GENERO Y PARTICIPACIÓN

POLÍTICA PRIVADO

El análisis de los fenómenossociales desde la perspectiva históricaha estado permeado por una historia«oficial» escrita en masculino. Así, yaen el siglo IV a.c. Jenofonte sancionabacomo natural y divino un orden en quemujeres y hombres ocupan espaciosexcluyentes. Decía Jenofonte «... eldios, me parece a mí, hizo a la

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naturaleza en consecuencia: la mujerpara las ocupaciones del hogar y alhombre para la s de fuera»(Textos...1994:54).

Y por los registros que se tienen, lahistoria que se ha escrito y difundido esla de las ocupaciones «de fuera», esdecir, de los espacios públicos;invisibilizando los aportes de lasmujeres, a los que se les ha asignadoescaso valor e importancia.

En este sentido, Marcela Lagardeplantea que «las mujeres como sujetossomos parte del olvido en el discursodominante sobre el pasado y sobre elpresente. Somos parte del olvido en laMemoria del Mundo y, lo más dolorosoes que somos parte del olvido denosotras mismas».

«Hemos sido formadas por unamemoria que nos ignora y ni siquierapodemos recordar nuestros pasados. Denuestra existencia sólo tenemosfragmentos desordenados. Las mujeresdesconocemos en gran medida nuestrahistoria y nuestra identidad» (Lagarde1994).

Es la búsqueda de esa memoriadesconocida, la necesidad de construir alas mujeres como sujeto histórico, loque ha motivado el especial interés delas mujeres, tanto en la academia comofuera de ella, por interrogar al pasado yal presente acerca de la presencia yparticipación social de las mujeres.

De esta cuenta, se ha llegado aafirmar que «la inclusión de las mujeres

en la historia implica necesariamente laredefinición y ampliación de nocionestradicionales del significado histórico,de modo que abarque la experienciapersonal y subjetiva lo mismo que lasactividades públicas y políticas» (Scott1996:267).

En esta redefinición, el género,como categoría de análisis histórico hasido fundamental. Tal como lo expresaJoan Scott en su ensayo «El género: unacategoría útil para el análisis histórico»:«el término género forma parte de unatenta t i va de la s femini s ta scontemporáneas para reivindicar unterritorio definidor específico, de insistiren la insuficiencia de los cuerposteóricos existentes para explicar lapersistente desigualdad entre mujeres yhombres» (Scott 1996: 287).

Posteriormente, Scott (citada enTextos..1994:21) define esta categoríacomo «una construcción cultural ysocial que se articula a partir de lasdefiniciones normativas de lo masculinoy de lo femenino, la creación de unaidentidad subjetiva y las relaciones depoder tanto entre hombres y mujerescomo en la sociedad en su conjunto».

Esta conceptualización en relacióndialéctica con las categorías analíticasde clase y etnia contribuyen actualmentea una aproximación más completa alconocimiento de la historia de lasmujeres en diferentes sociedades ymomentos.

Es preciso reconocer que han sidoacadémicas feministas especialmente de

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países como Francia, Inglaterra, España,Italia, Alemania y en América deEstados Unidos y México, quienes hanabierto brecha en este campo de lasciencias sociales.

Sus aportes teóricos y metodológicosconstituyen un corpus de conocimientoque ha permitido develar los orígenes dela opresión, las formas de discriminacióny marginación que han caracterizado lasrelaciones entre géneros y más aún,como resultado de esta «relectura» delos hechos históricos, puede ahorasustentarse una cuestión que pareceríaobvia pero es fundamental: que laopresión femenina no es natural, es unaconstrucción histórico cultural.

Es decir, no se está ante un ordennatural e inmutable sino ante un «ordensocial, histórico, cambiante y sujeto a lavoluntad de fuerzas políticas y sociales»(Barbieri 1991: 6).

LAS MUJERES EN LA HISTORIA;LA HISTORIA DE LAS MUJERES

Asunción Lavrín, historiadoralatinoamericana, señalaba en 1974 el«síndrome de la mujer célebre», que selimita a hacer un «recuento de laparticipación de algunas mujeresnotables en algunos de los episodioshistóricos de nuestras naciones», yconcluía que la historia «no se puede nise debe reducir nunca al estudio de lasexcepciones» (Lavrin 1974:9-11).

Proponía esta autora adoptar otraperspectiva: «la de la mujer como un ser

en relación íntima con la sociedad deque forma parte y de la que es la otramitad numérica e indispensable» y cuyapresencia en los procesos históricos nopuede seguir ignorándose.

Esta propuesta se resume en lo queMargarita Ortega llama «pasar de lafase de las mujeres en la historia a lahistoria de las mujeres» (1998). Esdecir, construir a partir de la categoríaanalítica de género el sujeto históricomujeres, teniendo en cuenta, además,que éstas constituyen un «colectivosocial inarticulado» que desde diversasclases, etnias y razas han hechohistoria.

En Guatemala, aún no se ha«agotado», a mi juicio, la etapa de lasmujeres en la historia, se carece de unnúmero suficiente de biografías demujeres, especialmente académicas oque hayan participado políticamente, loque se debe en parte, a la incorporacióntardía de las mujeres a estos ámbitos, yaque es hasta la segunda mitad de ladécada de los 40 que ellas ingresan enmayor número a la Universidad y alámbito de los partidos políticos,sindicatos y organizaciones sociales.

Por otro lado, esta carencia tambiénse debe como ya se ha señalado, a lainvisibilización secular de los aportesde las mujeres.

En cuanto a mujeres que participaronpolíticamente en la década 1944-1954,objetivo de este trabajo, es precisoseñalar que en 1994 el Dr. CarlosGonzález Orellana con la colaboración

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de la periodista Atala Valenzuela y laLicda. Julia Urrutia, inició el proyectode editar un libro con la biografía de 10mujeres destacadas de esa época, sinembargo, éste no se ha concretado ysalvo ocasionales artículos como «Lasmujeres y la Revolución del 44» deLorena Carrillo (Siglo XXI, 1993) y las«semblanzas» que han aparecidoesporádicamente en los periódicos comolas de Dora Franco, Laura Pineda oGloria Menéndez, no se cuenta aún conuna historia de las mujeres en eseperíodo fundamental de la historiapolítica de la sociedad guatemalteca.

Esto me ha motivado a realizar unaversión de esa historia desde unaperspectiva diferente, poniendo en elcentro, como sujetas, a las mujeres;quienes aportaron desde diversosespacios sus energías vitales a lamovilización social que implicó laRevolución de 1944.

Es importante señalar que esarevolución y esa década fueron vividascon más intensidad en la capital delpaís, como apunta Carrillo (1993) «lagran mayoría de mujeres tenía otrosritmos, otro idioma, otro paisaje y otracultura». Fenómeno que considero,salvando las distancias, aún continúa.

Contribuir a la construcción de lahistoria de las mujeres guatemaltecastiene pues un sentido político paraayudar a «alterar esa eterna ydesagradable sensación que tenemossiempre de movernos en la ausencia deun pasado significativo» (Fempress1991) y para que, parafraseando a

Marcela Lagarde, no sigamos siendodesconocidas para nosotras mismas.

VOZ PÚBLICA, SILENCIOPRIVADO. CARACTERIZACIÓNDE LA PARTICIPACIÓN DE LAS

MUJERES EN LA POLÍTICA

La «Política», así con mayúscula«se origina, existe y termina en funcióndel nacimiento y la desaparición delEstado». En esa misma perspectiva,Teresa Nevado (1993:20) indica que ladefinición más corriente de políticaplantea que «es la manera de dirigir ydecidir sobre los asuntos públicos, todoaquello que está en relación con elEstado».

Como todos los conceptos queexpresan relaciones sociales, el de lapolítica ha ido variando históricamente,desde la Grecia clásica que se presentacomo el modelo, pasando por el imperioromano, la edad media, la ilustración ypor último las revoluciones burguesasque expresan el antecedente másinmediato del perfil de una sociedaddemocrática, por lo menos para lacultura occidental.

Ahora bien, si algo ha caracterizadoa la política, a la actividad política, hasido la exclusión de unos y unas sujetos/su je tas de l « lugar» dondesimbólicamente se toman las decisiones.Y las mujeres, según Nevado,constituyen «el último grupo que seincorpora a la vida política» (1991:22).

Para comprender esta «tardía»incorporación femenina a la política, es

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preciso revisar cómo se ha ido «formandoun espacio de la política y la ciudadaníaque [sigue siendo] limitado» (Astelarra1995:10). De hecho, esta es una de lasinterrogantes básicas del feminismo a lahistoria «oficial».

En la antigua Grecia se distinguía«entre la polis, sede de la política y laactividad pública y el oikos, o el ámbitode lo doméstico» (Astelarra 1995:10).Solamente los ciudadanos libres(únicamente hombres) tenían permitidoexpresarse e intervenir en los asuntospúblicos y eran, de hecho, un númeroreducido. Estaban expresamenteexcluidas las mujeres y los esclavos,quienes permanecían en el oikos a cargode las actividades productivas.

La construcción simbólica y real dela polis y el oikos expresabajerarquización, poder de dominio,espacios excluyentes entre sí, de talmanera que lo valioso e importante seasociaba a lo público, y lo secundario,postergable al ámbito privado,doméstico.

Como apunta Astelarra (1995:11)«la voz pública, aquella que hablaba ennombre de toda la comunidad, reflejandosus aspiraciones y proyectos, se convirtióen la voz del ciudadano libre, el varón».

A las mujeres y los esclavos se lesvedó esa «voz pública» y se les relegó al«silencio privado». Desde entonces loque ocurre en ese espacio, el doméstico,no se considera importante, ni digno deser incorporado al discurso y a lapráctica de «la Política».

Para justificar esta exclusión se harecurrido a discursos que declaran«inferior» al otro (en este caso, la otra),se le descalifica y se llega a plantear que«la mujer no quiere el poder, la mujerno necesita el poder, a la mujer el poderle sienta mal, no se conviene con ella»(Valcárcel 1994:115).

Las explicaciones tradicionales,nos dice Amelia Valcárcel, «algunas degénero psicologista, otras sociales»,recurren a los estereotipos de que «lasmujeres son tímidas y rehuyen losenfrentamientos. Prefieren permaneceren la sombra. Saben quizá manejar,pero no mandar. Las mujeres que sonverdaderas mujeres (subrayado de laautora) no necesitan imponerse,alcanzan sus objetivos por otras vías...Las mujeres no tienen la costumbre delpacto ...están ausentes del teatro delpoder...y no conocen sus trucos».(1994:116,117).

Asimismo, Nevado plantea que «la«Política» ha ignorado tradicionalmentea las mujeres como grupo social.Sencillamente porque [ellas quedan]fuera del concepto de política (...) noson sujetos políticos, [y] lo que elEstado regula queda alejado del ámbitode la vida y participación femenina»(1991:22)

El sujeto político de la polis griegaera muy limitado, condición que seamplía en la época de la Ilustración y«su traducción política fundamental:las revoluciones burguesas», que dibujannuevos sujetos políticos basados endiscursos de igualdad, libertad y

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fraternidad cuyo origen es la RevoluciónFrancesa.

Sin embargo, pronto fue evidenteque «si bien [esa revolución] rechazabalos privilegios derivados del linaje, noiba a suceder lo mismo con los deldinero y los del sexo, de modo que laclase obrera (...) fue excluida de laparticipación en la gestión pública; altiempo que las mujeres, incluidas las dela burguesía, continuaban marginadasdel poder político y jurídico» (Roig1981:8).

Es un lapso importante para laconstrucción del sujeto político mujeres,aunque su derecho a ocupar el espaciopúblico fue ignorado.

En Francia, a pesar de que «miles demujeres se unieron durante la Revolucióna Danton y Condorcet para forzar laspuertas de Versalles y de la AsambleaNacional», luego fueron excluidas delpoder.

Es el momento (1791), sin embargo,en que Olimpia de Gouges francesa(1748-1793), escribió la «Declaraciónde los Derechos de la Mujer y laCiudadana» y fue a la guillotina porello, «acusada por sus antiguoscorreligionarios de ser una conspiradoraque había abandonado las virtudespropias de su sexo» (Roig 1981:9).

En un lugar distante, MaryWollstonecraft inglesa (1759-1797)publicó su manifiesto «Vindicación (oDefensa) de los Derechos de la Mujer»(1792) donde, inspirada en la

Declaración de los Derechos del Hombrey del Ciudadano (1789), en la Bill ofRights de los Estados Unidos queprotegía las libertades individuales delos ciudadanos contra el imperio delEstado y especialmente en la Declaraciónde De Gouges, reclamaba el derecho a lainstrucción de la mujer y alreconocimiento de sus derechos cívicosy políticos (Bensadon 1993: 59).

Estos escritos constituyen unverdadero legado para las mujeres queposteriormente han accionado por serreconocidas como «sujeto político».Son, asimismo, los antecedentesinmediatos de los movimientos quepersiguen cambios en la condición delas mujeres y que, un siglo más tarde, seconcretan en las luchas sufragistas queexigen el derecho de voto para lasmujeres .

A la par del derecho al voto, lasmujeres y los hombres solidarios queexcepcionalmente han existidodemandaban, en consonancia con lasideas de la Ilustración, el derecho de lasmujeres a la educación, ya que paraellas «lo cotidiano era el analfabetismo;la cultura oral, su habitual forma deexpresión» (Ortega 1994: 243).

El acceso a la instrucción se ligabaal derecho al trabajo que ya para el sigloXIX era considerado una mercancía. Sehabía consumado también la separacióntajante entre el lugar de la producción yel de la reproducción, recluyendo eneste último a las mujeres, «llegando a suapogeo la ideología de la mujer en elhogar» y la reprobación unánime contra

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el trabajo femenino (visible yremunerado, se entiende).

Tal era el escenario histórico a finesdel siglo XIX, contexto en el que lasmujeres luchaban por ser consideradasiguales, no «ciudadanas de segundaclase» (aspiración que continúa vigente).En opinión de Nevada, «hay que esperara los grandes cambios sociales que seproducen en Europa y Norteamérica enla década de los treinta y cuarenta(período de entreguerras y posguerra)para que las mujeres inicien por fin uncamino lento, aunque sin retorno» parair construyendo su ciudadanía. (Nevada1991: 22).

Por otro lado, María MilagrosRivera un poco menos optimista indicaque «dos siglos después de la RevoluciónFrancesa y dos o tres generacionesdespués de la obtención del derecho alvoto, [se constata que] ser sujetapolítica no da acceso a lo mismo que sersujeto político (no hay, por tantoigualdad), ni significa tampocodiferencias exentas de subordinación»(Rivera 1994:70).

Por tanto, el nuevo feminismo(segunda mitad de este siglo) «defiendela idea de que todo es político, que losproblemas personales de las mujeresson, en realidad problemas políticos»(Roig 1981: 50).

Se rebate así el axioma de que a lasmujeres no les interesa la política y seplantea que «es el contenido y la formade la organización pública política» quelleva todavía el sello masculino, lo que

no atrae a las mujeres.

Esta visión de la política desde elfeminismo más reciente, no correspondeobviamente a lo que significaba hacemedio siglo la participación política delas mujeres, especialmente de sociedadescon rasgos feudales como era el caso deGuatemala.

La vida social y cotidiana estabaentonces signada por espacios, lugares y«deber ser» muy marcados: la clasesocial, la pertenencia étnica y racial, elser mujer u hombre, perfilabanidentidades bastante más rígidas queahora. Aunque siempre ha habidotransgresoras y transgresores y procesosque impugnan el orden o los ordenesestablecidos.

Estos son los escenarios que heanalizado de la historia de laparticipación política de las mujeres enla década 1944-1954 en la sociedadguatemalteca. Espacio y tiempo en elque se sientan las bases para que lasmujeres guatemaltecas inicien laconstrucción de su identidad comosujetas históricas y políticas.

LAS MUJERES DEL 44 «COMOMARIPOSAS SALIENDO DE LANOCHE»,

Un bosquejo histórico de la situaciónde las mujeres guatemaltecas endiferentes momentos, desde el sigloXIX hasta la Revolución de Octubre del44 perfila su escaso acceso a laeducación que no fuera la religiosa,

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visibilizándose sin embargo, algunosnombres de mujeres excepcionales quepor su condición de clase y etnia(criollas, peninsulares de familiasadineradas) recibieron una educaciónmás esmerada.

Por otro lado, la mayoría de lasmujeres -indígenas y ladinas- vivía encondiciones de suma pobreza y su vidaestaba signada por la realización deduros trabajos para sobrevivir. Lesestaban reservadas las labores deservidumbre en las casas de lospeninsulares y criollos y oficios comovendedoras, costureras y otros.

En el campo su actividad eraevidente, Claudia Dary (1998:8) relatapor ejemplo «que la mujer gualanteca[del oriente del país] de los siglos XVIIIy XIX, tanto la española como la ladina,dedicaban gran parte de su tiempo -como hoy en día lo hace- a las tareas delhogar, en especial a la cocina, el lavadode ropa y la vajilla (...) la costura, lafabricación de cigarros de tabaco, tusa,papel, la elaboración de cerámica y desombreros, fueron otras de lasactividades a las que con especialahínco se dedicaban las mujereszacapanecas».

A finales del siglo XIX e inicios delXX, algunas mujeres empezaron aejercer el magisterio, esta era, sinembargo, una actividad poco remuneraday en general se consideraba «indecente»que las mujeres (de las clases medias y

altas por supuesto), trabajaran fuera desu casa.

Contrario a esta idea, Norma Stoltzapunta que «el censo de 1921 reportaque las mujeres eran más de la mitad delos trabajadores no agrícolas y el 18 porciento de todos los trabajadores», esdecir que aún «tomando en cuenta[inexactitudes] en el censo de esa época,su contribución a la producción socialantes de la industrialización debe hacersido grande» (1977:7).

Ayer como ahora, la limitación parael acceso de las mujeres a la educaciónno impedía su vinculación al trabajo(además del doméstico), pero por esamisma razón éste en general eraprecario, mal remunerado y pocovalorado.

Además, es preciso agregar elconservadurismo que sujetabaideológicamente a las mujeres; persistíauna doble moral que por un ladojustificaba la explotación de su mano deobra y por otro, le negaba los mínimosderechos como ciudadana, aún a lasmujeres educadas.

Ahora bien, como antecedentesimportantes de la participación políticade las mujeres guatemaltecas no puededejar de mencionarse algunasasociaciones formadas en los años 20período que se significó por una fuerteagitación y organización sindical anivel centroamericano y de Guatemalaen particular.

Acuña (1993:302) apunta «en

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Guatemala conocemos las siguientesagrupaciones: el Centro Femenil, 1921,fundado en ese año y primera asociaciónde las obreras de ese país, el SindicatoCatólico de Señoras y SeñoritasEmpleadas de Comercio y Talleres,también de 1921, y la Idealista Femenilde Jutiapa, existente en 1926. En eseaño la dirigencia de la FOG [FederaciónObrera de Guatemala] expresaba susatisfacción por la participación demujeres organizadas, en particular lascostureras, en la elección de surepresentante ante la COCA[Confederac ión Obrera deCentroamérica]».

Asimismo, este autor señala que enla «insurrección de 1920 en contra deEstrada Cabrera, las mujeres instalaroncomedores populares, actuaron comovivanderas, cocineras, enfermeras,lavanderas , propagandis tas ycombatientes».

Por último destaca un hechosignificativo «en noviembre de 1925más de cien mujeres guatemaltecasprotagonizaron una acción colectivaúnica en la historia de América Centralen el período liberal... la huelga de lasescogedoras de café del beneficio LaModerna, de propiedad alemana, situadoen la capital».

«Las obreras demandaron, entreotras cosas, la jornada de ocho horas, lasupresión de multas y un aumento desalarios... la lucha terminó exitosamente.Empero, pocas semanas después lospropietarios del beneficio procedieron adespedir a la mayoría de las escogedoras

aduciendo falta de grano. Las mujeresretornaron al paro pero fueronderrotadas» (Acuña 1993: 305).

En la época liberal, las mujerescentroamericanas en general y deGuatemala en particular, como advierteAcuña «lucharon por sus derechossociales y políticos en el marco que leimponían las determinaciones de género,etnia y clase. Intentaron rechazaralgunas de las discriminaciones quesufrían y buscaron hacerse ciudadanas ypersonas activas en las luchas laborales,pero no llegaron a plantearreivindicaciones específicas... degénero...» (Acuña 1993:305).

Coincidimos con este análisis yveremos más adelante que esta situaciónse repite -con otras peculiaridades- en ladécada 1944-1954, cuando las mujeresen mayor proporción que en los 20s,encuentran espacios para desarrollaruna gran actividad política, pero no enfunción de intereses de género, sino deun proyecto nacionalista, democrático,en «beneficio de las grandes mayorías»lo cual no demerita obviamente suparticipación.

Era la exigencia del momento yposiblemente -en mi opinión-si elproceso de la Revolución de Octubre nohubiera sido coartado como fue, elpensamiento y la acción de las mujereshabría dado pronto un salto cualitativoen sus planteamientos.

Para mayor claridad en la exposiciónen torno a la participación política delas mujeres, se tomarán en cuenta varios

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aspectos: a las mujeres como electo-ras; su participación en partidospolíticos; en organizaciones sociales;y en organizaciones de mujeres,tomando como re ferenc iacronológica el período 1944-54.

VOTO PARA LAS MUJERES?

«El despertar de las mujeres» iniciacon la participación activa de lasmujeres francesas en 1789 y lasdemandas de una de sus mayoresrepresentantes, Olimpia de Gouges; asícomo con las inglesas y MaryWollstonecraft, en las postrimerías delsiglo XVIII. Fueron fundamentales enla elaboración de su pensamiento y suaccionar, los postulados de la RevoluciónFrancesa, las ideas enciclopedistas y elascenso de la burguesía que «en unprincipio se declaraba [incluyente] eigualitaria» (Roig 1981:8).

Basándose en este planteamiento deigualdad, «la lucha de las primerasfeministas se centraría, sobre todo, enconseguir el pleno acceso al mundo dela educación (...) al profesional sinexclusiones y al de la vida pública, y,primordialmente en la obtención delvoto femenino» (Roig 1981:9).

La segunda mitad del siglo XIXmarca el inicio de movimientos másorganizados en torno a esareivindicación. El primer país quereconoce el derecho al voto de lasmujeres es Nueva Zelanda en 1893.

Paradójicamente Inglaterra yEstados Unidos, países donde se originóel movimiento sufragista, el voto sealcanza hasta 1918 (sólo para mujeresmayores de 30 años) y 1920respectivamente.

En las sociedades de la época, ladiscusión en torno al voto femeninodespertaba solidaridades, pero tambiénreacciones abiertamente misóginas.Guatemala no escapaba a esa situación,es interesante el dato de que en elperíodo 1876-1946, 15 trabajosacadémicos de graduandos en Derechofueran dedicados al tema del sufragio yde estos, 5 plantearan discusionesrespecto al derecho de las mujeres alsufragio.

Asimismo, Norma Stoltz aporta lasiguiente visión con relación al votofemenino: «dado el contexto de unaeconomía agrícola [caracterizada porrelaciones de producción precapitalistas]no es sorprendente que el derecho delvoto femenino nunca [fue considerado]como parte de las reformas de la épocaliberal».

«Uno de los intelectuales másrespetables de ese período [opinaba] queel sufragio de la mujer no era necesarioen Guatemala porque «no habíafuncionado» en otros países». Acordecon las ideas dominantes en esa época(liberal), señalaba que «la mujer notiene derecho al sufragio porque lanaturaleza la creó para la casa y paraestar ocupada con el sinnúmero dedifíciles tareas familiares como el dar

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de comer y educar a los niños,enseñándoles [valores] morales y losderechos y obligaciones que tendríanmás tarde como ciudadanos. El destinode madre no le permite ocuparse de lapolítica. (subrayado es mío)» (Stoltz1977: 5,6).

Para 1945, momento en que la«Comisión de los Quince» (integradapor hombres) elaboraba una nuevaConstitución enmarcada en elmovimiento de Octubre del 44, doscuestiones que se discutieron muchofueron el voto del analfabeto y el votofemenino. Al respecto, García Laguardia(1996:23, 31) traslada la opinión de dosdiputados integrantes tanto de laComisión de los Quince como de laAsamblea Nacional Constituyente:

«Mi opinión sobre el voto delanalfabeto y el voto femenino (dijoFrancisco Villagrán) fue la siguiente: serestringiera el segundo a la mujer quesupiera leer y escribir, porque la presiónque ejerce la religión en ellas, presiónde tipo confesionario, es muy fuerte. Encuanto al voto del analfabeto, pedí quese suprimiera...»

Por su lado, Alberto Paz y Pazindicaba que «la discusión en torno alvoto del analfabeto y de la mujer tuvo,como era natural, dos polos: uno el de latendencia popular, en el sentido de queen un país con mayoritaria poblaciónanalfabeta era injusto privar de suopinión a esa mayoría; se argumentabaque ser letrado no garantiza el buencriterio ni elude la presión de lospatronos y otros elementos sobre el

votante. En cuanto a la mujer, se teníaya la experiencia de otros países, dondeincluso había dirigentes políticosfemeninos...».

Es evidente que no existíaunanimidad respecto al voto femenino yque algunas razones para limitarlo serelacionaban con su práctica religiosa yel analfabetismo. Esto último se alegabatambién para el caso de los hombres.

Como plantea Carrillo (1991:18) «laopinión que privaba desde antes deconcederse el voto a las mujeres era lade que tendría que ser (...) un voto decalidad más que de cantidad».

Esta opinión era compartida por lasmismas mujeres que promovían el votofemenino y que habían organizado unComité Pro-ciudadanía, cuya directivaestaba integrada por Graciela Quan(cuya tesis al graduarse como abogada -1943-proponía precisamente laciudadanía opcional para las mujeres);Gloria Menéndez Mina, MagdalenaSpínola, Romelia Alarcón Folgar,Clemencia de Herrarte, Laura Bendfelt,Adriana de Palarea y María AlbertinaGálvez, la mayoría de ellas, intelectualesy artistas (Domínguez 1998).

Ese movimiento no fue masivo, perono por ello menos significativo, porqueconstituía el primer paso en laconstrucción de la ciudadanía de lasmujeres en Guatemala.

En el ámbito de los partidospolíticos, según plantea Carrillo, desdela campaña electoral de diciembre 1944,

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«todos proponían reformas [e] in-cluían el problema de los derechospolíticos de la mujer aunque variabala forma en que eran expresados[sus] ofrecimientos al respecto».

Así, por ejemplo, desde el PartidoLiberal (que antes fuera el PartidoLiberal Progresista de Ubico), que loconsignó como «ciudadanía a la mujer»,hasta la coalición del Frente PopularLibertador y Renovación Nacional(integrada por estudiantes universitariosy maestras/os) que manifestaba«incorporación de la mujer a la vidapolítica del país, revisión del derecho desufragio», el ambiente político erafavorable a conceder ese derecho,aunque limitado a las mujeres alfabetas,como ya se indicó.

En ese sentido, es importante elanálisis de Lorena Carrillo cuandoplantea que «el derecho al voto asíconcedido dejó fuera de su ejercicio a lagran mayoría de mujeres guatemaltecas,pues hay que recordar que en 1950 el80% de [ellas] eran analfabetas. De eseporcentaje una alta proporción debió serde mujeres indígenas, que eran en un95% analfabetas. Pero, aún así, laconcesión de ese derecho a algunasmujeres(...) representaba un importantepaso en la democratización de la vidapolítica del país» (subrayado es mío)(1991:19).

Ahora bien, la conciencia política delas mujeres, incluidas las que accedieron

al voto, fue elaborándose en otrosterrenos y con otras perspectivas que lamisma fuerza de los acontecimientosimponía: las propuestas revolucionariasvrs. las resistencias conservadoras queal amparo de la libertad de expresiónreinante venían consolidándose.

Era una época en la que se tolerabanpoco «las medias tintas», se estaba afavor o en contra de la revolución, y enel caso de las mujeres, salvo excepciones,su posición y participación política eideológica estaba mediada por el hecho«de [su relación con] hombres queestaban en uno u otro bando».

Es significativo indicar que laprimera elección en la que participaronlas mujeres como votantes fue la de1950, cuando ganó la Presidencia elCnel. Jacobo Arbenz Guzmán con el65% de los 400,000 votos emitidos, enésta «se calcula que sólo la mitad [de lasmujeres que podían votar] ejerció talderecho» (Política y ...1978:20).

Tanto en la campaña electoral de1945 como en la de 1950, muchasmujeres: maestras, esposas de activistas,sindicalistas, desplegaron un grantrabajo organizativo «por la revolución»,aunque en posiciones subalternas. Sinembargo, aún con esas limitacionesdescollaron algunos nombres como losde la Profa. Consuelo Pereira, Zoila LuzMolina, Martha Delfina Vásquez y otras(Ver anexos).

Por otro lado, Carrillo señala que«las fuerzas adversas a la revoluciónsupieron (...) movilizar hábilmente todo

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el conservadurismo subyacente en lasociedad y en las mujeres especialmente(...) confiando en haber capitalizado asu favor el enorme cúmulo dedesconfianzas, temores e inseguridadesque les despertaba la revolución,[posteriormente] el régimen de CastilloArmas premió a las mujeres suinclinación real o posible por elconservadurismo político, homologandoel voto femenino al del varón,cambiándolo de optativo a obligatorio apartir de la Constitución de 1956 [perosólo para las alfabetas porque el votopara todas las mujeres guatemaltecas sedio hasta 1965 ASM]».

De hecho es necesario acotar aquí eldato de que en 1955 Rosa de Mora (deideas conservadoras) se convierte en laprimera mujer diputada de Guatemala.Es decir, que entre 1944-1954 si bienhubo mucha movilización de las mujeresen torno a la revolución, no llegaron apriorizar como demanda su presencia enlos organismos de decisión política.

Cierro aquí la parte relacionada alas mujeres como electoras, paraanalizar su participación en los partidospolíticos.

MUJERES Y PARTIDOS POLÍTICOS

Si el derecho al voto para lasmujeres tuvo férreas oposiciones en lasllamadas «democracias liberales», suincorporación a los partidos políticos -instituciones intrínsecas a los sistemasdemocráticos- que expresan la historia eintereses de los grupos sociales, no hasido menos limitada.

Las formas de organización, losperfiles de quienes «hacen política» y elaccionar de los partidos políticos hansido excluyentes y han privilegiado elespacio público, de tal forma que lasmujeres han encontrado «barrerasinvisibles» (y otras no tanto), quedesalientan su participación a esosniveles.

Aún en épocas recientes, sudiscriminación en el acceso a laeducación y la «división del trabajosegún los ro les sexua les[estereotipados]», que asignan a lasmujeres la responsabilidad casi exclusivadel trabajo doméstico y el cuidado deniñas y niños, «hacen casi imposibleque (...) dispongan de tiempo como paracanalizar sus preocupaciones yactividades hacia el mundo público dela política» (Roig 1981:50).

Por otro lado, como sucede en otrosespacios (el académico, por ejemplo),«las mujeres que trabajan en el campode la política tienen que adaptarse almodelo masculino, pasan por [mujeresexcepcionales] y marginan en la prácticasu propia lucha específica» (Roig1981:50).

En un artículo del Colectivo LunaLlena (22/7/94) ellas muestran que«tras un análisis estrictamente legal(Ley Electoral y de Partidos Políticos deGuatemala), no hay ninguna norma quelimite la participación de la mujer en laactividad política o su lucha por tenerpoder político [sin embargo] en laactualidad las mujeres preparan la

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comida para los eventos políticos;limpian o decoran las instalaciones yelaboran las actas de las sesiones en lasque los políticos toman las decisiones».

Es preciso observar que aún cuandoen los últimos diez años la presencia delas mujeres ha aumentado relativamenteen partidos políticos y organismos delEstado; se ha alcanzado en dosocasiones la Presidencia del Congreso ylas mujeres políticas se esténorganizando en el Foro de Mujeres dePartidos Políticos; falta mucho paralograr equidad en la representaciónciudadana que, por ahora, sigue siendomayoritariamente masculina.

En el Congreso de la República, porejemplo, el porcentaje de mujeres -hastaeste año- no había rebasado nunca el10%.

Contrastando estas situaciones conla realidad que se vivía en 1944, resultade gran valor destacar la incorporaciónde algunas mujeres a los nuevospartidos que se empezaron a formar enjulio de 1944.

Según Villagrán (1993:6,7) secrearon ocho partidos además delPartido Liberal que quedaba del régimenanterior. De estos, dos eran los másrepresentativos de las fuerzas socialesque habían venido luchando por elderrocamiento de Ubico, fuerondecisivos en el posterior movimiento deOctubre y en la década siguiente: elFrente Popular Libertador (FPL) yRenovación Nacional (RN).

De todos los documentos consultadossólo se encontró referencia de lassiguientes «mujeres destacadasmilitantes del FPL» como las llamaAlfonso Bauer en su libro «Escritos deun militante de la Revolución deOctubre»:

Maestras: María Luisa Silva Falla,Zoila Luz Méndez, Blanca García,Martha Delfina Vásquez, VictoriaMoraga, Julia Meléndez y Ara deDéleon, Chita Ordóñez Juárez deBalcárcel , Isabel Casti l lo (deQuetza l tenango) d ir igente deasociaciones de vecinos y doña MélidaMontenegro de Méndez.

Del partido Renovación Nacional seaveriguó solamente el nombre de JuliaUrrutia quien, junto a otras dos mujeres,formó parte del grupo fundador.

Es de suponer que hubo muchasotras mujeres «no tan destacadas», elDr. Carlos González dice al respecto«fui testigo de mujeres que se alineabancon su partido para promoverpar t i c ipac ión , organizac ión ,alfabetización», es decir, invirtieronenergías vitales, ideas y tiempo en unproyecto político inédito hasta entoncesy que asumían como una «causa justa».

En la búsqueda hemerográficarealizada se encontró la mención aalgunos actos públicos llevados a cabopor estos dos partidos con relación a lasmujeres: uno que ya fue reseñado, entorno al voto femenino, 1945; otro delFPL en 1953 y que consistió en un«homenaje a la mujer revolucionaria y a

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los héroes de Octubre».

Sin embargo, la imagenpredominante de las mujeres eratradicional (la hermana, esposa), dehecho su militancia en los partidospolíticos era a nivel de base, sin llegar aocupar cargos directivos. Aún así,significaba un gran avance respecto a laanterior situación sociopolítica.

Un espacio que será necesarioinvestigar posteriormente, ya que no seencontraron referencias en estaoportunidad, es el de la incorporaciónde mujeres al Partido Guatemalteco delTrabajo (comunista) que surgióminoritario, tuvo una corta vida legal yluego fue proscrito.

OTROS ESPACIOS DEPARTICIPACIÓN

Otros espacios importantes en losque participaron las mujeres en esaépoca, fueron la realización enGuatemala (21-27 agosto 1947) delPrimer Congreso Interamericano deMujeres, patrocinado entre otras porGabriela Mistral y Victoria Ocampo.

Entre las delegadas guatemaltecashabía representantes de organizacionescomo: Unión de Mujeres Democráticas;la Sección Femenina del Partido AcciónRevolucionaria; el Sindicato Central deCostureras; la Rama Femenina delPartido Renovación Nacional; Sindicatode Trabajadoras en Beneficios de Café;y el Sindicato de Trabajadores de laEducación (La Cuerda 31/5/98).

La información anterior permitevisualizar otros espacios de acción delas mujeres que no aparecen registradosen las historias escritas acerca de ladécada 1944-54.

Otro espacio en que las mujerescanalizaron sus inquietudes fue el delperiodismo, se destaca la revista Azulfundada por Gloria Menéndez Mina, yNosotras, por Luz Valle, ambas revistassurgieron a inicios de los años cuarenta.Azul contenía «temas e interés para lamujer como son el arte, la música,poesía y todo lo que envuelve la cultura»(Domínguez 6/8/98, Gordillo 1997:25).Es decir, que su discurso estaba dirigidoa un público de élite ya que la mayoríade las mujeres -como ya se haobservado- era analfabeta.

En 1953 aproximadamente surgióel periódico Mujer, órgano de difusiónde la Alianza Femenina Guatemalteca(Carrillo;1993). Lamentablemente enesta oportunidad no se encontró mayorreferencia de esta publicación.

Un espacio que se perfilóimportante, por las perspectivas queabría a las mujeres, fue el de laUniversidad y que hasta entonces, leshabía sido negado.

Ya se ha indicado que las primerasmujeres en ingresar a la Universidad-de quienes se encontró referencia-,fueron Brenda Strecker (1902?) que seinscribió en la Facultad de Medicina,pero no continuó por la burla a que fuesometida por los estudiantes. Asimismo,

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se mencionó a la Licda. Luz CastilloDíaz Ordaz de Villagrán, quien segraduó como Abogada en 1926, pero nopudo ejercer su profesión por no gozarde plenos derechos civiles y políticos(Chavarría,1993).

Las primeras graduadas queaparecen con sus títulos, son la Dra.Rosa María Escobar (1942) médica y, laLicda. Graciela Quan (1943) abogada.

La información anterior permitevisualizar otros espacios de acción delas mujeres que no aparecen registradosen las historias escritas acerca de ladécada 1944-54.

Lo que es valioso rescatar, a mijuicio, es que desde distintos espacios ycon diferentes propuestas y acentos lasmujeres estaban «despertando».

PARTICIPACION DE LAS MUJERESEN ORGANIZACIONES SOCIALES

Si acerca de la participaciónfemenina en partidos políticos existeescasa información, es menos aún la quenos indique su presencia en otrasorganizaciones sociales. Se encontraronsolamente datos aislados (casi perdidos)entre los cientos de páginas consultadas.

Iniciaremos con la Confederación deTrabajadores de Guatemala, creada en1944. Antonio Obando Sánchez (deoficio carpintero, activista sindicaldesde los años 20) relata, «cambiamosimpresiones con varios de los

compañeros y decidimos reunirnos enuna casa [donde vivía] doña Graciela deGarcía...redactamos un programa delucha en el que predominaba lacapacitación de los obreros ytrabajadores...de esa reunión surgió elacuerdo de fundar la escuela Claridad»(1978:122,123).

Más adelante narra que fue electoSecretario General y que las señorasGraciela de García y Marta Enríquezfueron electas Secretaria de Actas yAcuerdos y Tesorera respectivamente;luego destaca que «por su trabajo decapacitación y lucha contra eloportunismo, los sindicatos votaron quela representación de nuestra Escuelafuera asesora de la Confederación,cargo que ejecutó Graciela de García»(1978:123)

En esta escuela de capacitaciónpolítico sindical también participóMatilde Elena López (exiliadasalvadoreña) escritora e intelectual«una de las dos compañeras máscercanas a María Vilanova de Arbenz(Bauer 1994:31; Schlesinger 1987:64).

La escuela Claridad fue disuelta en1946 bajo el argumento de que allí «seejercía un disimulado magisterio alservicio de las tesis comunistas»(Villagrán 1993:62).

Otras organizaciones fuertes son elSindicato de Trabajadores de laEducación-STEG, surgido en 1945 «decuyas filas saldrán algunas de lasf iguras más descol lantes delsindicalismo de la época» (Larrave

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1976:32).

Es importante analizar la afirmaciónanterior ya que refleja una situaciónmuy generalizada, espacios conmayoritaria presencia femenina son«liderados» por hombres. Esto sedesprende del dato que nos proporcionael Censo de Población de 1950 conrelación al número de maestras 5524,respecto al de maestros, 2567 (en laEnseñanza primaria, secundaria yespecial) (Jiménez 1994:19).

Las maestras y maestros estabanafiliadas/os de hecho al STEG (quellegó a ser uno de los sindicatos másorganizados y fuertes) y contribuían conuna cuota (que les descontaban de susalario) al mantenimiento del sindicato.Aunque la incorporación de mujeres eranumerosa, no había una proporciónequitativa entre el aporte -inclusomonetario- y la representación demujeres en cargos directivos.

Uno de los pocos nombres demujeres que surge como «de muchorespeto» en las filas del STEG, es el dela Profa. Consuelo Pereira.

De la Confederación NacionalCampesina de Guatemala (1950) quellegó a agrupar a 200,000 personas en elcampo, no aparecen datos -por lo menosaccesibles- que nos permitan saber de laparticipación femenina en ese espacio.

Una organización que surge hacialos años 50 fue la Alianza de laJuventud Democrática, punto deconvergencia de muchos estudiantes,

hombres y mujeres , de losestablecimientos de educaciónsecundaria, así como de jóvenes obreros.Ellos y ellas organizaban seminarios,talleres, festivales culturales.

Una de las primeras mujeres queperteneció a esta Alianza fue la maestraAdilia Chinchilla García, primeraPresidenta de la Asociación deEstudiantes del INCA (Instituto Normalde Señoritas Centroamérica) y quientambién estuvo afiliada al FrentePopular Libertador.

No fue posible obtener más datos,tanto de esta como de las otrasorganizaciones ya mencionadas, salvoque según el Decreto 48 del 10 de agostode 1954, «se declaran disueltas, por serintegrantes activas del frentecomunista».

Quince organizaciones entre partidospolíticos, sindicatos del campo y laciudad, asociaciones culturales, deestudiantes universitarios, la yamenc ionada Al ianza Juveni lDemocrática y la Alianza FemeninaGuatemalteca fueron proscritas (Larrave1976:50). También se canceló elregistro legal de unos 533 sindicatoslocales (Schlesinger 1987:245).

Estas medidas fueron apenas elinicio de una situación que desde el«triunfo de la Liberación en 1954» secaracterizó por «centenares de asiladospolíticos; muchos muertos sobre tododirigentes campesinos; 100,000 presospolíticos sin proceso; despidos masivosde empleados públicos y de la empresa

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privada; las principales organizacionessindicales disueltas y todas sin excepciónacéfalas...» (Larrave 1976:50).

Estos hechos, a mi juicio, incidieronen que se estableciera «una conspiracióndel silencio» por el lado de quienesasumieron el poder y el «miedo ahablar» por parte de quienes fueronperseguidos/as y, con razón si se tomaen cuenta que la historia política de lasociedad guatemalteca se ha escrito conla letra de la represión masiva yselectiva que, casi sin interrupción,extendió un «manto de impunidad»desde 1954 hasta - con otros matices- eldía de hoy.

ALIANZA FEMENINAGUATEMALTECA

Esta organización perfila un avanceen la participación política de lasmujeres guatemaltecas de las clasesmedias. Se funda en 1951 y la integraninicialmente, entre otras: ConcepciónCastro, María Saucedo, DoloresMontenegro, Dora Franco, Leonor Paz yPaz, Irma Chávez, quien llegó a ser laSecretaria General, y Esther de Urrutia.Es de hacer notar que la Sra. MaríaVi lanova de Arbenz apoyódecididamente el trabajo de estaorganización.

Alianza Femenina Guatemaltecallegó a tener mucha presencia política,contaba con una Secretaría de AsuntosDepartamentales, cargo que ocupóLaura Pineda. El propósito eraestablecer filiales en los departamentos,

de hecho esto se logró especialmente enEscuintla, Zacapa, Quetzaltenango, SanRosa, Izabal (Valenzuela, 1998:EP;Stoltz 1998: 150).

Estela Castañeda de Borges haceuna relación de las formas de trabajo deAlianza Femenina, aclarando que éstasurgió «no [para] competir conorganizaciones como los sindicatos.Pero sí, para darle énfasis a lasnecesidades específicas y demandas dela mujer. Por ejemplo, el voto, salariosjustos, etc.»

«Teníamos un periódico [llamadoMUJER, Asm] e íbamos a las fincas.Especialmente visitábamos aquellas queestaban cerca de la capital o que eranpropiedad del Estado... Mientras loshombres se reunían para hablar detemas laborales, nosotras nos reuníamoscon las mujeres. Les explicábamos laReforma Agraria y los procedimientospara que con sus esposos pudieransolicitar tierra o trabajar en agricultura.También hablábamos sobre el trato queles daban sus esposos».

Pero este trabajo encontrabaresistencias, así Castañeda cuenta que«la gente que se oponía a nuestrotrabajo impulsó una campaña paradesacreditarnos. Le decían a la genteque éramos comunistas, que noscomíamos a los niños [o que] íbamos amandar a sus hijos a la Unión Soviéticapara hacerlos «jabón de coche». Sinembargo, a pesar de la campañaanticomunista, desarrollamos unaorganización fuerte» (Stoltz 1998: 55)

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Por otro lado, María Jerez Rivera deFortuny, integrante de AlianzaFemenina, a través de su historiarecogida en el libro «Nuestras Utopías»(Stoltz 1998:150,151) nos permitevisualizar la composición de estaorganización, así como otros ámbitos deacción de Alianza Femenina:

«...nos establecimos legalmente yabrimos una oficina, a la cual empezarona llegar mujeres de diferentes grupossociales. En esa época había muy pocasmujeres profesionales..la mayoría eranmaestras y unas pocas abogadas. A laoficina llegaron muchas mujeres delmercado, algunas amas de casa, esposasde líderes políticos y algunastrabajadoras de oficina como yo».

«La idea no sólo era organizar a lamujer guatemalteca, sino relacionarlacon la Federación DemocráticaInternacional de Mujeres (FEDIM).Aprendimos mucho de nuestroscontac tos con es tas sedesinternacionales, a través de las revistasy otros materiales que nos enviaban.Fue a través de ellos que entendimosque el movimiento femenino no estabalimitado a uno u otro país durante uno uotro período, sino que era más fuerte eimportante, que debería organizarsepermanentemente (subrayado es mío)».

El espacio internacional cobróimportancia y por esa razón AlianzaFemenina se empeñó en «mandaralgunas delegadas invitadas por laFEDIM a sus reuniones de consejos o acongresos internacionales» entre losque destaca la participación de Ester de

Urrutia, Secretaria de Organización deAlianza, en el «Primer Congreso de losPueblos por la Paz», realizado en Moscúen 1952 (Stoltz 1998; Convergencia1998).

Una actividad sin precedentes llevadaa cabo por esta organización de mujeresfue el «Congreso Nacional de AlianzaFemenina Guatemalteca», en noviembrede 1953".

Como relata María Jerez de Fortuny,«después de un período de muchotrabajo y esfuerzo realizado en todo elpaís, era nuestro deseo que esa reuniónfuera el trampolín para lanzarpúblicamente la organización.... Todofue muy bien, las discusiones estuvieronmuy interesantes y se aprobaronresoluciones que iban a servir de basepara nuestro trabajo futuro» (Stoltz1998: 151).

El «Mensaje a las mujeresguatemaltecas» emitido por el Congresomencionado, revela las preocupacionesde las mujeres organizadas en AlianzaFemenina. Resulta interesante, porejemplo, su aceptación de la unidad enla diversidad cuando indican «lasdelegadas a nuestro Congresoprofesamos diversos credos religiosos ytenemos diferentes ideas políticas. Perohemos podido trabajar unidas (...) habíamujeres campesinas, obreras, pequeñascomerc iantes , amas de casa ,profesionales, y, sin embargo, hemospodido trabajar en unidad».

Luego asumen como «necesidades yaspiraciones comunes», su oposición a

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la guerra (recién había terminado la 2¬.Guerra Mundial) y su idea de que losconflictos deben resolverse «sinrecurrir a la violencia». Por otro lado,«Los ideales del progreso, de lademocracia, del bienestar, de laindependencia patria, de la paz. Nosune el deseo de forjar para nuestroshijos un futuro mejor».

En este Mensaje planteanreivindicaciones para las mujeres dediferentes espacios: tierra y créditopara las campesinas, protección laboralpara las obreras, ayuda estatal para laspequeñas comerciantes, igualesoportunidades para las profesionales y,aliviar el costo de vida para las amas decasa.

Igualmente, contemplan los derechospolíticos para las mujeres: voto para lasanalfabetas, igualdad ante la ley.

Estos planteamientos perfilan unaconciencia política más desarrolladarespecto al papel de las mujeres en lasociedad, proceso que fue abruptamentecoartado como se verá posteriormente.

Una actitud que caracterizó aAlianza Femenina fue su apoyo algobierno de Jacobo Arbenz, así lomanifestó por ejemplo en abril de 1953a través de la prensa:

«Alianza Femenina Guatemaltecaapoya decididamente la actitud patrióticadel gobierno de la República...aldenunciar valientemente frente a losEstados miembros de las NacionesUnidas y del Consejo de Seguridad, los

hechos que desde hace algunos añosvienen amenazando nuestra dignidad ysoberanía nacionales...»

En marzo de 1954, pocos mesesantes del derrocamiento del gobierno deArbenz, «cientos de miles de mujeres[de los departamentos] acudieron... [ala capital] para patentizar su apoyo ysolidaridad al Presidente Jacobo Arbenzy a sus cuatro puntos fundamentales degobierno, contra la intervención yanquiy en la defensa de los derechos de lamujer, como mujer y en representaciónde su esposo, estuvo presente doñaMaría Vilanova de Arbenz».

Esta intensa actividad desplegadapor numerosas mujeres identificadascon el proceso de la Revolución del 44,pero que también estaban en camino detomar conciencia de su identidad comomujeres, lamentablemente no tuvofuturo.

Así lo plantea María Jerez deFortuny «...no nos imaginamos que tansólo ...meses después nosotras yorganizaciones similares dejaríamos deexistir como resultado de un golpecontrarrevolucionario. Nuestraorganización apenas tenía 3 añoscuando se dio el golpe».

Y concluye afirmando «fue realmentevergonzoso; de haber tenido laoportunidad de acumular un poco másde experiencia, podríamos haber hechocosas muy importantes» (Stoltz1998:151).

Este último comentario no deja de

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reflejar lo que generalmente perci-ben las mujeres de sus acciones: quenunca son suficientes en calidad ycantidad, que siempre pudo habersehecho mejor.

UN ANÁLISIS NECESARIO:

Al visualizar la Revolución deOctubre en términos de las relaciones degénero, es pertinente señalar que si bieneste proceso abrió espacios de expresión,movilización y organización de todoslos sectores sociales, lo simbólico eideológico y, las prácticas culturales encuanto al «deber ser hombre» y el«deber ser mujer», continuaroninalterables y solamente empezaron aser visibles algunos cuestionamientoshacia el final de esa década.

Algunos de los dirigentes de laRevolución intuían que algo debíahacerse para superar la discriminaciónhacia las mujeres, como es el caso deManuel Galich en relación al ingreso delas mujeres a la Universidad.

Sin embargo, la realidad iba por otrolado, por ejemplo, en lugares alejadosde la capital, la Revolución solamentese atisbaba y la situación cotidiana delas mujeres, especialmente indígenas,seguía signada por el abuso, como lorelata el mismo Galich en la siguientehistoria que se desarrolló en elmunicipio de Nebaj, Quiché, siendo elMinistro de Educación:

«Vino entonces lo más patético. Losdoctores les hicieron preguntar [a los

indígenas principales del lugar, ASM],porqué se oponían a la campaña contrael tifus, explicando que las quemas delos ranchos y ropas eran indispensablespara extirpar el piojo, agente transmisorde la enfermedad. Ellos respondieronque todo eso lo entendían y que estabande acuerdo con tales quemas... Seoponían por otra razón: porque losencargados de la campaña, con elpretexto de la misma, desnudaban a susmujeres e hijas y abusaban de ellas(subrayado es mío). Indicaron que si secambiaba de modo, ellos no sólo no seopondrían, sino ayudarían a lacampaña...»

«Omito las palabras que me dictó laindignación... los inicuos desnudadoresde mujeres no eran sino especímenes dela más inferior escala, perteneciente algénero de los «señores generalesministros» que han gravitado por 4siglos y medio sobre aquellos pueblos degran evolución espiritual...» (Galich1994: 261).

Hasta allí queda la denuncia de eseabuso contra las mujeres. PosteriormenteGalich se extiende haciendo unarelación histórica de los indígenas enGuatemala y sus propuestas para tratarel tema que era, en todo caso, un asuntorelevante en ese momento.

Desde otra perspectiva LorenaCarrillo (1993) retrata las identidades yrealidades de las mujeres en esa época:«... las de la clase media seguían siendomayoritariamente amas de casa y paralas que leían Azul [revista femenina,ASM], se anunciaban los patrones

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Vogue en el almacén El Cairo y Agua deColonia Chambley en el almacénRosemberg. Para las obreras, la doblejornada propia y el alcoholismo de susmaridos siguió siendo el pan de todoslos días. Las campesinas, a pesar de lareforma agraria, no figuran visiblementeen los comités agrarios y las militantes,muchas veces actuaban más comoesposas de funcionarios y dirigentes,que como emancipadas mujeres deizquierda».

Asimismo, plantea que «las mujeresque no apoyaron el régimen o que erancontrarias al mismo, también fueronciudadanas, votaron [algunas ASM] yejercieron la ciudadanía ampliada enlos espacios recién abiertos».

Por último, Carrillo concluye en«que la revolución no transformó por sísola a todas las mujeres» y, a mi juicio,ni a todos los hombres.

Esta situación ha sido común aotras «revoluciones» (el ejemplo máscercano es Nicaragua 1979): lasmujeres aportan sus energías a la causade los oprimidos porque ven en ésta, unaposibilidad de cambio a su condicióntambién oprimida. Sin embargo susintereses, o no son tomados en cuenta oquedan en el último lugar de las«reivindicaciones» en el plan político.

Al reclamar las mujeres sus espaciosespecíficos, se les tilda de divisionistas,egoístas y se les pide -en aras de lacausa- «paciencia», que su momentollegará en cuanto la coyuntura lopermita. No obstante, como entrar a la

discusión de los intereses de las mujeresimplica pérdida de privilegios ytrastocamientos en las relaciones degénero, este debate se pospone.

Luego, prevalecen otros intereses, serealiza otra pacto «entre hombres»,generalmente con un alto costo en vidasy retrocesos en la calidad de vida de losque quedan y... las mujeres vuelven aser demandadas para sostener y reiniciartejidos sociales, convocadas a otrascausas . Quedan nuevamente ,parafraseando a Rosa Sánchez (1998),postergadas.

El poco o mucho avance que lograndesde su especificidad como mujeres,sufre un retroceso y, por eso se tiene lapercepción de estar iniciando eseproceso de construir nuevas identidades,transgrediendo los «deber ser», una yotra vez.

Por eso hago otra lectura de la citade Carrillo (1993), atribuida a MatildeMontoya, en el sentido de que «[lasmujeres del 44 ASM] fuimos unageneración de mujeres que no se atrevióa romper con todo».

Considero que no estaban dadas lascondiciones, que ni siquiera se loplantearon y que además a 50 años, esocontinúa sucediendo. Las mujeres dehoy «tampoco nos atrevemos a rompercon todo» porque estamos atrapadas aúnen los «cautiverios», como los llamaMarcela Lagarde. Somos mujeres conun pie en el nuevo milenio y lasexpectativas que genera un movimientofeminista más elaborado y avanzado,

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pero nuestra práctica de vida aún estásignada por el simbólico mujer queellas, las del 44, empezaron a conocer y,algunas lúcidas, a cuestionar.

REFLEXIÓN FINAL

Acercarme al conocimiento de unperíodo fundamental en la historia deGuatemala, buscando entre líneas losnombres, las acciones, los sueños de lasmujeres me permite ahora tener unavisión distinta y me motiva a indagarmás al pasado para que esos nombres yesas vidas se conozcan, quedenregistradas.

Algo que es importante resaltar esque ellas estuvieron allí, aportaron -como ya se ha dicho- su tiempo,energías, ideas por una causa queconsideraban justa. Aquí tomo laspalabras de Gabriela Cano y VerenaRadkau, quienes analizando otrarealidad, nos revelan coincidencias: lasvidas de las mujeres en esa época«estaban marcadas por una sociedad entransición y sujeta a cambios profundos.Pero los procesos históricos, a diferenciade los planteamientos teóricos, noavanzan en saltos o rupturas bruscas,sino que arrastran mucho de bagajeviejo al seguir nuevos caminos» (Cano,Radkau 1991:458).

Para las mujeres del 44, la primeratarea se asociaba a cambios para lasmayorías, dado los niveles de pobreza yatraso que prevalecían antes de laRevolución. De allí su aporte a laalfabetización, a los programas dirigidos

a la niñez; también su incorporación alas organizaciones sindicales -pocovisibilizada todavía-. Asimismo, suactividad al interior de los partidospolíticos fue importante, sin embargo,generalmente su trabajo se hacía a nivelde «las bases», por lo que las «figurasmasculinas» son las que más hanquedado en la memoria.

La obtención del derecho al voto fueun espacio ganado en esa época, si biencon restricciones. Aún así, constituyeel antecedente más concreto para irdefiniendo la ciudadaníade las mujeres guatemaltecas, en laperspectiva que la cultura occidentalotorga al sufragio como elemento clavede la democracia.

Luego, muchas de ellas fueronperfilando otra calidad en suparticipación, construyendo loscimientos de nuevas identidades comomujeres. La Alianza FemeninaGuatemalteca constituye un ejemplo enese sentido, a esta organización seasocian nombres de mujeres,escasamente conocidas y que es precisoreconocer y valorar.

La contrarrevolución, sin embargo,cortó de tajo y abruptamente estosbrotes de organización, movilización yparticipación social. Es asombroso elgrado de impunidad y la ligereza con laque trataron cualquier espacio socialconstruido en el proceso de laRevolución, todo era «comunista» y porlo tanto, debía desaparecer.

Esa nueva situación afectó de

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diversas formas a las mujeres, demandósus energías y se puso de manifiesto quemuchas, que no habían participadoactivamente en esos años, salieran desus casas para apoyar al hijo, la hija, elhermano, la hermana, el padre, lamadre, el esposo. Las mujeres siempreestuvieron presentes, aunque noreconocidas.

Ese es el sentido político de esteaporte a la elaboración de la historia delas mujeres en Guatemala.

Por último deseo dejar estas palabrasque escribí cuando estaba terminandode construir el capítulo de «Las mujeresdel 44, como mariposas saliendo de lanoche»:

Tejer esta historia con fragmentosde aquí y de allá ha resultado unaexperiencia inédita y emocionante paramí. A través de las palabras, dichas yescritas, por mujeres de esa época heimaginado y «sentido» su vitalidad, sussueños y aspiraciones. Suspreocupaciones por cumplir con eldeber ser madre y esposa, pero sinrenunciar a ese mundo nuevo que seabría ante sus ojos.

He imaginado y he sentido esoporque al fin y al cabo yo, mujer de hoy,del fin del milenio, soy heredera de esasmujeres. Las reconozco como misancestras.

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VILLAMAR, Marco Antonio. 1994.NUESTRAS HORAS DE LA VERDAD.En: Revolución 1944-1994. Unarecordación histórica (publicaciónespecial de Crónica). Guatemala,Anahté S.A. pp. 16-22.

ARTICULOS DE PRENSA

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GEREDA VALENZUELA, Sylvia Laheroína del siglo XIX. Siglo Veintiuno,

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LUNA LLENA. 1994. Participaciónfemenina de cara a las elecciones. SigloVeintiuno 22/7/94.

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VALENZUELA, Ata la 1994.Protagonismo y evolución de la mujer apartir de la Revolución de Octubre.Prensa Libre 24/10/94.

La Hora 19/10/95

Nuestro Diario, varios números de1944,1953.

Prensa Libre, varios números de 1953

ENTREVISTAS

Aura Azucena BolañosJulia UrrutiaAtala ValenzuelaCarlos Gonzalez OrellanaPaulina SotoGuillermo García

Programa radiofónico Voces de Mujeres,emisiones

de las siguientes fechas:

19/10/199322/10/1994�/10/1996, todos dedicados al tema«»Las mujeres y la Revolución deOctubre 1944"

NOTAS:

1 Este artículo forma parte de la tesisdel mismo nombre que la autorapresentó como requisito de graduaciónde la Primera edición del Diplomado enEstudios de Género, 1997-1998,Universidad Rafael Landívar/FundaciónGuatemala/AECI.

2 Socióloga. Feminista, Consultora einvestigadora de temas relacionadoscon las mujeres y la niñez. Coordinadoradel programa radiofónico Voces deMujeres.

La mayoría de biografías escritas serefieren a poetisas, por ejemplo:Biografía de Magdalena Spínola(Meneses A., Clara, 1985); Poetisasdesmitificadoras guatemaltecas (MéndezDe la Vega, Luz, 1984). Recientemente,se han realizados dos tesis acerca de laobra literaria de Luz Méndez De la Vega(Johana Godoy, 1996) y de MargaritaCarrera (Mónica Albizúrez, 1996).También se han encontrados dosbiografías sobre Dolores Bedoya deMolina (Morales, Fabiola y Arango,Luis).

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Al respecto es ilustrativo el datoque recoge Clara Meneses Alvarez enrelación a Berta Strecker quien(posiblemente en 1902) «al tener eltítulo de bachiller fue la primera mujerque se inscribió en la Facultad deMedicina, dejando estos estudios porquelos estudiantes le hacían una guerrafría, teniendo como único propósito elegoísmo, que una mujer se pusiera alnivel científico de ellos; a ese respecto,dijeron en un periódico que: «La mielno se había hecho para el pico del zope»(Meneses 1985:11-12). De hecho, fuehasta 1942.. que egresó la primeramédica de la Universidad de San Carlos.Dra. Rosa María Escobar.

La Universidad de San Carloseditará próximamente un libro dememorias de la Sra. María Vilanova deArbenz, escrito por ella, y que se titula«Jacobo y yo».

En los últimos dos años se conocede algunos esfuerzos por recoger eltestimonio de las experiencias demujeres en los años de la guerraespecialmente del período 1978-1984).También debe indicarse que el «Informede Rescate de la Memoria Histórica-REMHI (1998), elaborado por la IglesiaCatólica contiene un capítulo específicode testimonios de mujeres afectadas porla violencia durante la guerra.As imismo, la Conferenc iaLatinoamericana de Religiosas-CLARestá llevando a cabo la investigación«Rescate de la Memoria Histórica -1959a la fecha- de las Mujeres en la VidaReligiosa», en 22 países incluidoGuatemala.

Por otro lado es importante anotarun dato reciente: la presentación el 31de julio 1998, del libro «Nuestrasutopías: mujeres guatemaltecas delsiglo XX» de Norma Stoltz Chinchilla.En este libro se reúnen las historias-testimonio de 23 mujeres de diferentesedades y profesiones; 3 de ellas vivieronla Revolución del 44. Las demás hanparticipado en las últimas décadas endiversos espacios. La mayoría ha vividoen exilio.

No obstante ese apoyo de lasmujeres, en 1793 los convencionistasfranceses respondieron negativamente alas siguientes preguntas: a) debepermitirse la reunión de mujeres enParís?, b) pueden las mujeres ejercer losderechos políticos y tomar parte activaen los asuntos del gobierno?, c) puedenlas mujeres deliberar,reunidas enasociaciones políticas o en sociedadespopulares?. Esta negativa instauró lamuerte política de las mujeres. (Michel,1983:67).

Según los Record Guinness «el votode la Sra. Lily Maxwell de Manchester,depositado el 26 de noviembre de 1867,fue declarado ilegal el 9 de noviembrede 1868. Finalmente se otorgó elderecho a votar a algunas mujeresseleccionadas en Gran Bretaña, en1918» (PL 30/7/98)

Así, por ejemplo, Condorcet en1788 planteó ante la Asamblea Nacional(Francia): «el derecho de ocuparsedirectamente, o por representantes, enlos asuntos de su país, es un derecho que