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    NUESTRAS FUERZAS MENTALES DE PRENTICE MULFORD

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    XVI

    LA LEY DEL MATRIMONIO

    El elemento ms refinado en la naturaleza es femenino. La fuerzaconstructiva ms grande en la naturaleza es masculina. El elemento de mayorclarividencia que existe es femenino. La capacidad para hacer lo que la mentefemenina ve que ha de ser hecho es masculina. La mujer puede ver muchomejor el modo de hacer un buen esfuerzo en los ms duros trances de la vida;y el hombre, por el contrario, es ms apropiado para ejecutar en estos mismostrances, pues la organizacin masculina, relativamente ms tosca, est mejor

    dispuesta para esta accin. Los ojos espirituales de la mujer ven siempremucho ms lejos que los del hombre, penetran ms fcilmente en lo por venir.En cambio, el brazo del hombre, o sea su fuerza, tiene mayor poder paraejecutar aquello que los ojos femeninos ven que ha de ser hecho. Los ojosespirituales de la mujer, o sea su intuicin, estn siempre mucho ms abiertosque los del hombre. Por esta razn, suelen ser siempre mucho clarividentes lasmujeres que los hombres. Por esta razn tambin, las mujeres son las primerasque comprenden y sienten toda nueva revelacin. Respecto a las verdades quehoy se encaminan hacia nuestro mundo, son las mujeres mucho msdespiertas creyentes que los hombres. Igualmente por esta razn, los msfieles seguidores de Cristo fueron las mujeres. De ah que se haya convertidoen adagio popular la frase de que la mujer siempre va a la conclusin, y esto

    es debido a que su capacidad para predecir los resultados en todo negocio ysealar al hombre de quienes hay que fiar y de quienes no, o sea, dicho enotras palabras: su facultad de sentir la verdad es mucho ms aguda que en elhombre, debido al mismo principio y a la misma ley, aunque aplicada en otradireccin, que hace que cuanto ms delicadamente se haya ajustado y

    construido todo instrumento meteorolgico, sea tanto ms sensible a lasvariaciones de la atmsfera y nos d indicaciones tanto ms precisas de loscambios futuros. Por eso las mujeres han sido las ms devotas y persistentesconservantes de lo religioso, y lo mantenido por ellas ser el norte para juntarun da en un total y fuerte conjunto lo que llaman los hombres Ciencia yllaman Religin las mujeres. Los ojos espirituales de la mujer son los primerosque han vislumbrado estas verdades, aun en medio de los falseamientos einterpretaciones incompletas en que se han producido, no por defectos de la

    verdad misma, sino por la ceguera de nuestros ojos, los cuales estas verdadesvienen a alumbrar.

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    La mirada de la mujer, en todas las situaciones de la existencia, sersiempre ms clara que la del hombre; y el hombre tendr siempre tambinmayor poder para la exteriorizacin de la idea que debe a la clara previsin dela mujer. Para cada poder especial que el hombre tiene, existe una clarividencia

    femenina que indicar dnde y cmo ha de ser ejercido este poder. Estaclarividencia femenina est predestinada a completar la fuerza de accin delhombre, y cuando estos dos elementos viven juntos y obran juntosy enltimo resultado siempre es as- entonces puede decirse que existe el

    verdadero matrimonio.

    La fuerza femenina o mente femenina es un complemento en absolutonecesario de la fuerza o mente masculina. En el ms elevado reino de laexistencia donde estos dos elementos, el masculino y el femenino, en la formade un hombre y de una mujer, comprenden sus verdaderas relaciones mutuasy viven segn estas relaciones, la unin de estos dos espritus produce la sumade poder que difcilmente lo comprende nuestra dbil inteligencia humana,pues en esos dominios de la existencia todo pensamiento, toda idea, todaaspiracin, se convierte en una realidad. Pero, adems, ese gran poder, quesolamente puede desarrollarse en los ms elevados rdenes de la existencia,hace tambin posible, en ms inferiores planos de la vida, convertir enrealidades lo que suele la gente calificar de sueos y castillos en el aire.

    La piedra angular de este poder est en el matrimonio, esto es, elmatrimonio de la mujer verdadera y del hombre verdadero, el matrimonioeterno de un hombre con una mujer, la eterna unin y consiguiente fruicinmental del hombre predestinado a ser eternamente el marido de la mujer que asu vez le est predestinada.

    Para cada hombre creado hay tambin creada una mujer, que estdestinada a l, a l solamente, como la nica y verdadera esposa que ha de

    tener en este mundo y en todos los otro mundos. Cada uno de ellos verrealizados en el otro sus ideales y todas sus ilusiones de casado. Y cuando la

    vida eternal de ambos se haya relativamente completado, y cuando amboshayan comprendido sus relaciones y de un modo apropiado hagan uso de ellasmutuamente, vivirn en eterna luna de miel. Son muchas las parejas con buena

    voluntad unidas, pero que no pueden hallar en su unin toda la felicidadapetecible, que no pueden vivir felices en la presente encarnacin; peroseguramente se unirn otra vez, en posteriores encarnaciones, como hombre y

    mujer, y aunque llevarn otros nombres y sern distintos individuos fsicos,sus espritus o sus YOms elevados se reconocern el uno al otro.

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    La que es la verdadera esposa de un hombre, disfrute o no su mente osu espritu de un cuerpo fsico, es decir, est o no encarnada, es la nica mujerque le puede dar o inspirar a aquel hombre las ms elevadas ideas que puederecibir sus masculina mente. Y estas ideas salidas de dicha fuente se adaptarn

    en todo a su modo de ser y sern perfectamente apropiadas a su peculiarinteligencia, a su personal trabajo, a su negocio o a sus empresas, en elmomento que las reciba de ella; de ninguna otra inteligenciapuede recibir elhombre ideas y pensamientos que tan bien y enteramente se adapten a susespeciales necesidades. El verdadero marido de esta esposa, est encarnado ono su espritu en un cuerpo fsico, es el nico hombre en todo el universo quepuede poner en ejecucin y exteriorizar entera y perfectamente las ideas ypensamientos de su esposa.

    Esta apropiacin y perfecta compenetracin del uno en el otro es loque constituye una verdadera unidad. Ella, por la mayor finura y mayorsensibilidad de su organizacin, recibe las ideas de los ms elevados dominiosde la mente. Ella es, si se puede decir as, la sensible placa fotogrfica querecibe la impresin de la luz. l es, en cambio, la ms apropiada inteligencia,en un plano de la vida relativamente tosco, para poder en ejecucin las ideasas recibidas. Pero no es la del hombre la inteligencia ms fuerte paraengendrar las ideas, o, dicindolo ms propiamente: para recibir los ms

    elevados y ms poderosos pensamientos. Todas las ideas fundamentales hansido tradas a este mundo por las mujeres. El hombre, inconscientemente, hatomado o absorbido de la mujer estas ideas, y luego, sin darse cuenta de ello,les ha dado predicamento. Detrs de cada gran empresa o progreso en lahistoria del mundo se encuentra una mujer, generalmente desconocida,inspirando a un hombre o a muchos hombres el hecho glorioso o la empresaextraordinaria. Madame Roland es quien inspir a la Gironda la peticin deun gobierno constitucional para Francia. Josefina es quien inspir a Napolen

    las ideas que hicieron triunfal su carrera, hasta que se separ de ella. La reinaIsabel de Espaa fue la que con su pertinencia oblig al vacilante Fernando aayudar a Coln para el descubrimiento del Nuevo Mundo, cuya existencia lehizo adivinar su intuicin femenina, elevndose por encima de lo que la gentellama la razn. Detrs de Washington est su esposa, que comparti con l laspenalidades de Valley Forge, y fue tambin la no conocida fuente de donde lsac todas las ideas y todo el poder que luego emple su mente para asegurarla independencia de los americanos. Detrs de todo triunfo alcanzado por un

    hombre, en un grado o fase cualquiera de la vida, en todo xito comercial o

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    industrial, ha sido siempre y en todas partes su verdadera inspiradora unamujer, visible o invisiblemente.

    El poder de la mujer es hoy ms grande y su accin ms extensa de lo

    que ella misma cree, pues el poder y los efectos de la mente femenina llegan atodas partes, y todos los hombres tiene acordada con l la propia sensibilidado capacidad de sentir y de absorber el pensamiento femenino. La mente deuna mujer puede gozar de gran abundancia de cosas nuevas, inventadas; y todaidea o pensamiento de este orden puede ser absorbido o inconscientementetomado de ella por algn hombre en relacin ms o menos estrecha con ella.La mente de una mujer puede estar llena de ideas de negocios y de capacidadcomercial, y del mismo modo pueden ser ellas absorbidas por un hombre,apropindoselas enteramente, mientras que nadie creer en los dones que le hahecho la mujer, ni siquiera ella misma. Es una verdad reconocida que unopuede dar a otro ideas o pensamientos de gran valor, slo cambiando con lunas pocas palabras y hasta sin ninguna. Lo peor, y algunas veces sucede as,es que siendo nosotros dueos de un espritu ms elevado o perfecto,podemos ser en cierta porcin absorbidos por una mente mucho ms inferioro ms tosca, con la cual estemos en relaciones ms o menos estrechas,mientras que los elementos absorbidos a nuestra vez sern de una naturalezabaja y grosera; de este modo podemos llegar a obrar dominados por ella,

    gobernados por su pensamiento. De esta manera no estaremos en el plenouso de nosotros mismos, es decir, en el uso de nuestro superior poder, que esnuestro pensamiento, sino que usaremos de otro que es muy inferior, y debidoa esto no prosperaremos en nuestros negocios ni adelantaremos tanto comopodramos en nuestro arte. ste es el peligro que quiso sealar un antiguoescritor cuando dijo: No vayas nunca con tus inferiores.

    No es la mujer el ms dbil sino el ms puro de los sexos. La mujer es,

    con respecto al hombre, lo que la delicadsima aguja magntica de la brjularepresenta con respecto al timn que dirige el rumbo de la nave. Siendo, pues,un instrumento tan delicado, la mujer tiene necesidad de ser protegida y de serescudada contra las fuerzas brutales de que el hombre se vale para su accin,del mismo modo que el ingeniero guarda y protege sus ms delicadosinstrumentos de precisin y el marino su brjula o sextante.

    Si, pues, el delicado instrumento destinado a recibir los ms elevados yms claros pensamientos est obligado a luchar al mismo tiempo con las

    fuerzas ms bajas de la naturaleza, o, en otras palabras, a hacer el trabajo delhombre, el instrumento recibir de ello gran dao y perder su sensibilidad,

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    con lo cual el hombre ya no podr recibir por medio de l todo lo querecibiera a estar el instrumento mejor protegido, y como consecuencia de estoel hombre recibir tambin dao en su salud y en su fortuna.

    Por esta razn Cristo alab a Mara, por haber escogido lo mejor nohaciendo de s misma una mujer a la que el trabajo consume y mata, lo quellaman una mujer de su casa, como Marta haba hecho. Mara, no fatigando sucuerpo, pudo mantener la mente sana y fuerte y apta para recibir ideas muyelevadas. Cansando y fatigando con exceso el cuerpo, hacemos ms difcil parael espritu su accin sobre ese mismo cuerpo, aumentando tambin susdificultades para alcanzar lo que est por encima de las ms bajas corrientesespirituales que nos rodean, o sea los pensamientos que se ciernen en las mselevadas y adelantadas regiones de la existencia.

    Es una idea propia solamente de los pueblos brbaros la de que eltrabajo domstico ha de ser el trabajo exclusivo de la mujer. Los trabajosinteriores de una casa, como hacer la comida, arreglar las camas, lavar, cuidarde los nios y otras muchas obligaciones que recaen sobre una mujer ensolamente una maana, resultan mucho ms fatigantes que guiar el arado oque uno solo cualquiera de los trabajos masculinos; cuantas ms cosascontenga la mente, teniendo que hacerlas todas en un tiempo dado, tanta ms

    fuerza o sea material mental proyectamos fuera de nosotros en distintasdirecciones y en un tiempo dado tambin; y esto fatiga ms prontamente queel dirigir nuestra energa en una sola lnea de esfuerzo, como hace el hombreque escribe y el que labra la tierra, o el que trabaja en la fragua, en el despachoo en el banco del carpintero. Convertida, pues, la mujer en lo que llamamosuna mujer laboriosa, queda embotada y oscurecida su clarividencia espiritual,su facultad e adquirir nuevas ideas, pues la energa que necesitaba paraejercitar esas esenciales capacidades se ha convertido en fuerza muscular. Si el

    hombre tambin se fatiga con exceso, su poder para recibir la idea femenina ypara obrar de conformidad con ella queda igualmente disminuido.

    Si un hombre no quiere o no puede reconocer estas relaciones de suesposa con l y no hace uso de ellas, obra lo mismo que el marino queposeyendo una buena brjula la tuviese encerrada en la bodega o la rompiesepara no servirse de ella. Si el hombre se burla continuamente de lasimpresiones, intuiciones o sugestiones de su mujer, referentes a su propia vidao a sus negocios o empresas, puede llegar finalmente a estropear su gua

    espiritual, como sucede con la brjula que se deja arrinconada o de la que sehace un uso impropio. En otras palabras: embota la inteligencia de la mujer,

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    mata sus intuiciones y ciega la fuente de su inspiracin, acabando por rompersu comunicacin con las esferas superiores y destruir su capacidad para atraerde las ms elevadas corrientes de materia mental aquellos elementos de fuerza

    verdaderamente constructora, perjudicando de este modo la salud de ella y su

    propia salud, perjudicando la inteligencia de ella y su propia inteligencia; deesta manera es arrastrado el hombre hacia ms bajos y groseros planos de la

    vida, y arrastra a ellos consigo a su verdadera mujer.

    Hay en la naturaleza fuerzas divididas o separadas, a las cuales Dios, oel Espritu infinito del bien, ha mandado juntarse para que hagan UNA SOLAFUERZA.

    La fbula mitolgica que nos pinta a Minerva, la diosa de la Sabidura,

    surgiendo sbitamente, en la plenitud de su poder, del cerebro de Jpiter,representa la superior capacidad femenina para la absorcin de los mselevados y ms poderosos pensamientos y la cual, con su superior sapiencia,transmitir al hombre los granos de oro que luego ste, con su capacidadespecial y su fuerza especial, moldear y les dar variadsimas formas debelleza.

    Con frecuencia se formula esta pregunta: Por qu la mujer, encomparacin con el hombre, ha hecho tan poca cosa en los campos msactivos del esfuerzo humano, en la esfera de los negocios y de los inventos?

    La respuesta es que, sin el femenino cerebro detrs del suyo, el cual le sugeraideas originales o grandes pensamientos, el hombre hubiera realizado menos oquiz nada de cuanto ha hecho, as se trate de las conquistas que ha alcanzadoen los campos de batalla como de las logradas en el campo del arte o de losgrandes descubrimientos. El hombre absorbe sus ideas de la mujer, sinsaberlo. El hombre ha sido en todos estos casos el inconsciente instrumentode la idea, mientras que la mujer ha sido la que ha dado esta idea,

    inconscientemente tambin. Ni uno ni otro saben que las principales partes desu real existencia son invisibles, y que estas partesfilamentos, como sidijramos, del espritu- se extienden lejos, muy lejos del cuerpo, juntando,mezclando, atrayendo, dando y recibiendo toda clase de elementos invisiblesque constituyen el pensamiento. De esta manera, y sin saberlo ella misma, lamujer va elaborando su obra; la mujer ha sido la inspiradora. La verdaderainspiradora de todo hombre que ha hecho alguna cosa grande, sea sta lagrandeza del bien o la grandeza del mal, la grandeza de Lucifer o la grandeza

    de Cristo.

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    La adoracin rendida a la Virgen Mara por la Iglesia Catlica nosignifica sino que la misin y principalsima funcin de la mente o espiritualorganizacin femenina es la de traer a la tierra, que es el ms bajo y ms toscoplano de la existencia, mayor sabidura, mayor conocimiento y mayor verdad.

    El alma o la energa espiritual de Mara supo llegar a la esfera mental superiorde donde vino el Espritu de Cristo; y ciertamente que sin esta aproximacin ysin esta relacin de Mara con tan elevado reino de la mente no hubierapodido jams dar al espritu de Cristo un cuerpo que tan bien se apropiase asu superior exaltacin. Y solamente cuando los hombres adoren y reverencienel espritu femenino, considerndolo como un mensajero de verdad que tienela misin de traer a la tierra siempre mayores sumas de conocimiento, tan sloentonces sern los hombres capaces de poseer y de saber emplear poderes

    iguales y aun superiores a los de Cristo.La divinidad no es meramente masculina. La divinidad, o sea el poder

    de la Donacin, para que pueda obrar como tal ha de ser a un mismo tiempofemenina y masculina. Cuando aspiramos a cosas nobles, cuando deseamoscosas levantadas, con nuestra plena capacidad para realizarlas, verdaderamenteproyectamos nuestra mentalidad, una parte de nosotros mismos, hacia las mselevadas y ms poderosas corrientes de la espiritualidad. El espritu femeninotiene mayor poder para lanzar al espacio su mente que el espritu masculino; y

    si bien el hombre logra exponer por medio de la palabra o en otras formas deexpresin grandes y hermosas ideas, es porque tales ideas le han sido tradasen su rusticidad, como quien dice, por alguna mujer, visible para l o invisible.La mujer puede no haber sido capaz de exteriorizar aquellas ideas en la formaque el hombre lo ha hecho, siguiendo su modo peculiar de expresin; pero lamujer da la idea, del mismo modo exactamente que yo puede dar a otro undiamante en bruto para que lo talle y lo pula, cosa que la mujer no se halle tal

    vez en condiciones de hacer tan perfectamente. Sea como quiera, la mujer es

    la que halla los diamantes, y cuando lo hace para su verdadero esposo,encuentra una inmensa delicia en hallar lo diamantes de la idea, delpensamiento, de la invencin. A la vez, si la unin de ambos es completa yperfectsima, halla tambin el marido un placer inmenso al poner en accin, alexteriorizar la idea que le ha sido dada. Si la mujer, debido a conveniencias dela vida, se viese obligada a trabajar como si fuere un hombre, entonces sloencontrara tierra y piedras en vez de diamantes.

    Cuando la mujer sienta despreciado el verdadero valor de sus relacionescon el hombre, no afirmar este valor y lo obligar a su reconocimiento

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    provecho de su verdadero matrimonio cuando los dos se unen en el mismopropsito de adelantar y perfeccionar su mentalidad, lo que da por necesarioresultado una ms fuerte salud del cuerpo, y sobre todo cuando tienen o sedan a s mismos una gran aspiracin o propsito noble que cumplir en la vida.

    Comprenderse perfectamente que si el espritu de uno de ellos es enalguna manera bajo, o rastrero, o vulgar, ese espritu experimentar dao, yaun peor que el dao, ser causarlo tambin al otro, en el caso de que persistaen ese modo mental. Los dos han de aspirar y de ambicionar igualmente hacerde s mismos poderes siempre crecientes para el bien de todos los hombres.Cuando el hombre reconoce en la mente femenina que es su compaera unafuente para l de nuevas ideas, que proceden de las corrientes ms elevadas delespritu; y cuando la mujer, a su vez, reconoce en el hombre el poder paracoger esas ideas y exteriorizarlas en la realidad del presente plano de vida, en elcual su ms delicada organizacin no puede competir con la masculina,podemos decir que existe el verdadero matrimonio. Y cuanto msfundamenten la unidad de su vida sobre estas bases, y pidan y deseen conmayor persistencia ser guiados por la divina inspiracin, o sea por la siemprecreciente abundancia de ms claros y ms sabios pensamientos, se darnmutuamente nueva vida para el cuerpo y nueva vida y nuevo poder para lamente. As revestirn sus espritus con nuevos cuerpos, para vivir ltimamente

    en la forma que deseen, ya en el mundo visible y fsico, ya en el mundoinvisible del espritu, en su propia esfera, ponindose en camino de llegar alconocimiento de los poderes hasta ahora desconocidos o de los cuales hemostenido muy vaga idea en nuestro presente estado de atrasada e imperfectacivilizacin. Y el uno al otro se educarn tanto ms y mejor cuanto ms seamen; y el amor suyo de maana ser ms exaltado y ms intenso que su amorde hoy, pues su unin es de aquellas de que nos habla uno de los maestros dela antigedad, de la cual nos dijo que tienen el perfume de la vida en la vida,

    nunca de la muerte en la muerte, como ha de suceder forzosamente en ciertasuniones carnales, no santificadas por el mutuo amor y la aspiracin de hacersemejores, ms puros y ms poderosos maana que hoy. Slo una unidad deaspiracin para adquirir cada da mayor bondad, mayor poder, mayordivinidad, es lo que puede procurarnos lo que ahora con tanta frecuenciasolicitamos en vano, o sea el amor que arde eternamente, el amor que no secansa nunca.....

    La razn de que los sacerdotes de ms de una religin estn obligadosal celibato no estriba precisamente en que el matrimonio, en el ms elevado

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    sentido de su significacin, sea para ellos un dao o un peligro, sino en que laesposa del verdadero sacerdote, el hombre de una mentalidad ms elevada quela de los hombres que lo rodean en el plano terrenal de la existencia, no vivenunca en este mundo, sino en el mundo invisible de los espritus, y desde all

    le va sugiriendo constantemente nuevas ideas, nuevos propsitos, nuevasverdaderas, nuevas inspiraciones; y si el sacerdote se uniese estrechamente enesta vida con otra persona corporal, no slo su vida sera cada vez ms y msabsorbida por esa persona, sino que se rodeara tambin de otras muchaspersonas, sin duda de orden ms atrasado, que con sus mentalidades inferioresllegaran a formar en torno de l una barrera, separndolo tal vezcompletamente de su compaera espiritual, de su verdadera esposa, alejandoas las dos mitades de la unidad, siquiera temporalmente, pues, en realidad, la

    separacin de las dos mitades que forman o han de formar con el tiempo unaunidad es siempre tan slo accidental. Cuando Napolen abandon a Josefina,que era su verdadera esposa, y se cas con Mara Luisa, le abandon al propiotiempo su buena fortuna, pues absorbi de la princesa austraca un ordeninferior de pensamientos, que lo dejaron ciego y torcieron enteramente sujuicio, alejndolo para siempre de las verdaderas fuentes de su fuerza y suinspiracin. Josefina le haba aconsejado que no emprendiese jams la fatalcampaa contra Rusia; y tal confianza tuvo siempre Napolen en el juicio y en

    las intuiciones de Josefina, que muchas veces aun solicit su consejo despusde la separacin. A pesar del orden inferior de pensamientos que lo rodeabanen virtud de sus nuevas relaciones cotidianas, ms de una vez sigui todava lainspiracin de su verdadera esposa, lo mismo que antes, pues la influenciamental de la persona con quien hemos estado en muy ntima asociacin seren nosotros dominante, con extensin mayor o menor, a despecho de todoslos esfuerzos que hagamos en contra de ella. Cuanto ms baja sea la esferamental en que vivimos, ms fuerte ser esa inclinacin y menos podremosescapar de ella.

    No es posible a ningn hombre ni a ninguna mujer mantener siempreseparado aquello que Dios, o sea la Infinita Fuerza del Bien, ha juntado una

    vez. De igual manera estamos destinados el uno para el otro, como estndestinados los planetas al sol en torno del cual describen sus rbitas.

    Est en las posibilidades de la existencia que los dos sujetos de unperfecto matrimonio vivan el uno en el mundo fsico y el otro en el mundoespiritual e invisible. Otra de las posibilidades que habrn de ser reconocidasen lo futuro es la de que la continua unin o mezcla de las mentes o espritus

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    de los dos esposos da nacimiento muchas veces a la unin terrenal o visible,con lo cual se puede adelantar mucho camino para la unin espiritual y eterna.

    Y si el hombre que se halla en esta situacin se una con otra mujer, al morirpuede ver todo el mal que ha hecho separndose de su verdadera esposa,

    siquiera temporalmente, y muchas veces, como resultado de esa falsa unin,otra rencarnacin ser inevitable antes que su espritu alcance la fuerza o laclaridad de visin suficientes para reconocer a la mujer que le est destinada.

    Y aqu he de decir que al hablar de sacerdotes y sacerdotisas me refieroa todo hombre y a toda mujer que se inspire o trabaje en los campos de lapoesa, de la literatura, del arte, de la ciencia, de la gobernacin de los puebloso de cualquier otra de las actividades mentales que brillan con luces eternas ydan a los humanos todo bien. El hombre y la mujer que pueden o tienencapacidad para hacer alguna cosa mejor de cmo es actualmente hecha deesta manera dando a su existencia mayor esplendor y ms duradera felicidad-,sean mdicos o maestros, sean artistas o cientficos, digo en verdad que lostales poseen vocacin sacerdotal, son verdaderos sacerdotes.

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    CMO EST DIOS EN NOSOTROS

    Como espritu, somos cada uno de nosotros una parte de Dios, o seadel Espritu o Fuerza Infinita del Bien; y como partes de ese todo, poseemosun poder que ha de ir creciendo siempre, que no puede disminuir jams. En elpasado, este poder ha crecido constantemente y ha ido formando nuestrainteligencia, nuestro presente estado mental. El poder de nuestra mente ha idocreciendo, hasta llegar a las actuales cualidades de luz y de claridad, a medidaque ha pasado a travs de gran nmero de existencias muy distintas de la que

    goza hoy nuestroYO

    , y en cada una de esas pasadas existencias hemos idoaumentando inconscientemente este poder. Toda lucha o combate mentalyase trate de la lucha contra el dolor, o contra ambiciones insanas, o para lograrmayor habilidad y destreza en la ejecucin de alguna cosa, o para obtenersiempre mayores progresos en alguna ciencia o arte, o contra nuestrodesfallecimiento o nuestros defectos- constituye siempre un nuevo impulsodel espritu hacia la adquisicin de mayor poder y hacia una ms grande,aunque siempre relativa, perfeccin de nosotros mismos, perfeccin que nosda la felicidad, porque la felicidad est en el deseo de perfeccionarnos.

    Cada da aumenta en nosotros lo que nos es propio, aquellas cualidadesque son nuestras propias cualidades, y la insatisfaccin y el descontento quesentimos por nuestras cadas y nuestros desfallecimientos son una prueba deesto que decimos. Si nuestra mentalidad no fuese iluminndose y aclarndose,no veramos las propias faltas como hoy las vemos. Puede que estuvisemosmucho ms contentos de nosotros mismos antes que ahora, cuando nuestroespritu nos lleva por caminos de mayor rectitud en todos los conceptos; y es

    que ahora, al contemplarnos a nosotros mismos, nos vemos con frecuenciaoscilar hacia ms bajas direcciones; y hasta, a causa de que nuestros ojos hansido ms o menos sbitamente abiertos a la luz, podemos inclinarnos a creerque nuestros defectos han aumentado, y no es en verdad as. La parte de Diosque vive en nosotrosel aumento constante de nuestro propio poder- hahecho que visemos alguna o algunas de las imperfecciones de nuestrocarcter, con lo cual puede afirmarse que esas imperfecciones nuncaestuvieron tan cerca de su correccin como ahora. La ms grande prueba deesto reside en que podemos ver de esa manera en nosotros mismos el defectoque antes nunca habamos visto ni sentido.

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    Puede suceder, y sucede con frecuencia, que debajo de la casa en quevivimos exista un subterrneo o cueva llenos de podredumbre y de aireviciado. Es mucho ms peligroso para nosotros ignorar la existencia de taninfecto lugar, pues puede perjudicarnos la salud, que el hecho de descubrir su

    existencia, pues una vez descubierto puede ser destruido. En nuestraarquitectura mental pueden tambin existir ciertas cavidades llenas deelementos perniciosos, y no hay por qu descorazonarse de que Dios, que esten nosotros, nos las descubra y nos las muestre; como tampoco hay ningunanecesidad de decir: Soy una criatura tan miserable, que estoy seguro de quenunca podr corregir todos mis defectos, porque todos nos podemos

    corregir, y aun he de afirmar que todos nos estamos constantementecorrigiendo. Toda protesta de nuestra mentalidad contra una cualquiera de

    nuestras fallas, por pequea que sea, constituye un verdadero impulso que dael espritu hacia nuestro adelantamiento, pero guardmonos mucho de querercorregir todas nuestras faltas y nuestros defectos en una hora sola, en un da,en una semana, en un ao. No est marcado en nuestra existencia el tiempoen que haya de realizarse cada uno de nuestros progresos; pero en cuantodescubrimos la posibilidad de hacer un positivo adelanto, vemos en seguida eldefecto que ha de ser corregido; o en otras palabras, est constantemente

    viniendo hacia nosotros una ms grande perfeccin, una forma cada vez ms y

    ms elevada de nuestro carcter, un ms complicado empleo de la Fuerza...dejando ya de inquietarnos, cuando vemos esto, la idea de que somos una muyimperfecta criatura, pues hemos hallado al comps de nuestro deseo quesomos en realidad uno de los templos de Dios, cuyo esplendor nosotros

    mismos iremos aumentando de continuo.

    Ninguno de nuestros talentos nunca deja de aumentar continuamente,como no deja de crecer el rbol al llegar el invierno. Si estamos aprendiendo apintar, a representar, a hablar en pblico, o a hacer cualquier otra cosa, y

    abandonamos enteramente su prctica durante un mes o un ao o ms, yluego la reanudamos, observaremos, despus de un pequeo espacio detiempo, que un gran progreso y adelanto se ha operado en esa especialidad denuestro talento, a pesar de haberlo tenido inactivo; que se nos ocurren ideasnuevas con respecto a l y que hasta poseemos nuevos poderes para suejecucin.

    Todos preguntan: Cul es el objeto de la vida? Y en cierto sentido,nadie puede saber el objeto o finalidad de su propia vida. Existe un destinoque le da su finalidad determinada, una ley que la gobierna y la dirige hacia esa

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    transmitir exacta y puntualmente nuestro mensaje. De igual modo el hombreque haya alcanzado el estado mental de que hablo, regulada la direccin de suespritu por adecuados mtodos, tendr tambin absoluta confianza de quehade cumplirse todo aquello que desee.

    Antes que los hombres conociesen el modo de hacer uso de laelectricidad, la electricidad exista lo mismo que hoy y con los mismos poderesque hoy; pero en lo referente a servirse de ella nada o muy poco saban y nopodan, por consiguiente, convertirla en portadora de mensajes, puesignoraban el modo de dirigirla. El extraordinario poder del pensamientohumano se halla actualmente en nosotros en condiciones similares. Hoy estepoder es miserablemente desperdiciado, pues no conoce el hombre la manerade concentrarlo y dirigirlo. Y aun diremos que sucede algo peor quedesperdiciarlo y malgastarlo, pues, a causa de su ignorancia y de los hbitosadquiridos en su larga existencia, dirige sus fuerzas mentales hacia las peoresdirecciones, lanzando continuamente contra los dems los dardos de su mala

    voluntad, de su envidia, de sus burlas o de otra cualquiera de las formas quereviste la perversidad de sentimientos, y como todo esto son elementos realesaplicados con ignorancia y mala direccin, sucede que no slo han de causardao y perjuicio a los dems, sino que nos lo harn tambin a nosotrosmismos.

    Ah est la piedra angular para el buen xito de todo esfuerzo, en lapresente existencia o en las existencias futuras. En el reino del espritu nohemos de tener nada por imposible. Nunca, mentalmente, arrojemos condesprecio ni aquella idea que nos parezca de momento ms inservible, pues nopodemos saber lo que hay detrs de una puerta que est cerrada. Decimos queuna cosa es imposible slo porque a nosotros nos parece que es imposible,debido principalmente a haber sido educados en la peligrosa costumbre de

    exclamar siempre Imposible! Frente a toda idea nueva. Nuestra mente escomo una crcel llena de puertas, cerradas todas por fuera, y cuyo nicoprisionero somos nosotros mismos. Para Dios, todas las cosas son simples.Dios obra en nosotros y por nosotros. Decir Imposible!cuando se trata dehacer algo o de hacernos a nosotros mismos algo, es un gran pecado. Es negarel poder de Dios para obrar por nosotros; es negar el poder del InfinitoEspritu para hacer por nosotros mucho ms de lo que nosotros somoscapaces de comprender en la actualidad. Decir Imposible! es lo mismo que

    poner nuestra relativamente dbil y muy limitada comprensin como ley

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    sempiterna del universo. Es una audacia slo comparable a la de querer medirel espacio infinito con una de nuestras medidas terrenales.

    Cuando decimos Imposible! o bien No puedo! nos ponemos a

    nosotros mismos en condiciones de imposibilidad, en situacin de no poderrealmente. Ese pensamiento ser el ms grande obstculo de toda posibilidad,aunque nunca logre destruirla totalmente, pues siempre seguiremosimpulsados hacia arriba, porque en realidad nada puede detener y paralizar eleterno y constante mejoramiento de todas las cosas, incluso de nosotrosmismos.

    Cuando decimos Es posible que yo sea tambin uno de esos grandes

    artistas a quienes tanto admiro! abrimos la puerta del templo del arte que hay

    en nosotros; y cuando decimos : Es imposible! mantenemos cerrada esamisma puerta. Nuestro No puedo! es el pestillo que nos la cierra otra vez.Nuestro Yo puedo! es el poder que lo levanta y nos abre la puerta

    nuevamente.

    El espritu o la mente de Cristo tuvo fuerza para mandar sobre loelementos de la naturaleza y para calmar la tempestad. Nuestro espritu comouna parte que es de la infinita Unidad, tiene en germen, y en espera de gozarde l, el mismo poder. Cristo, con su gran poder de concentrar los elementosinvisibles de su superior mentalidad, volva estos elementos invisibles en

    visibles, y los materializ en substancias alimenticias: los panes y los peces.ste es un poder inherente en todo espritu, y todo espritu va aumentandocontinuamente este su poder. Vemos, por ejemplo, a un nio sano y fuerte;hoy puede levantar tan slo una libra de peso, pero reconocemos que en esadbil criatura se encierra el poder, la posibilidad de que, transcurridos veinteaos, sea capaz de levantar con igual facilidad un peso de doscientas libras.Del mismo modo podemos predecir que el poder del espritu, que se halla

    ahora, como quien dice, en su infancia, ser en lo futuro el ms grande de lospoderes. La razn de estar sufriendo ahora una existencia tan infeliz, la razn

    verdadera de que seamos tan infelices en este plano de la vida, no es otra sinoque desconocemos enteramente la ley, y as obramos casi siempre en contrade ella, y ella a su vez nos proporciona, por este nico motivo, tan slodolores y tristezas, en vez de los triunfos y alegras que debera darnos.

    Esta ley no puede ser enteramente comprendida por nosotros, sino pormedio de los pasados recuerdos o de las pasadas experiencias de algn otro,no importa el grado de poder que ese otro haya podido alcanzar. Estos

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    personalidad, personalidad que puede ser muy distinta a aqulla y sobre la cualobrarn tambin muy distintamente los elementos exteriores.

    Nuestro cuerpo, segn ha dicho la ciencia de los hombres, es un

    compuesto de hierro, de cobre, de magnesio, de fsforo y de otros muchosprincipios minerales o qumicos, combinados y vueltos a combinar fsica yqumicamente. Pues bien, en nuestro espritu, en nuestra mentalidad, tenemoslos elementos invisibles correspondientes a todos esos minerales, pero enestado de mayor finura, de mayor sutilidad, y esos principios se hallandistintamente combinados y en muy diversas proporciones en cada uno de loscuerpos espirituales, del mismo modo que en su orden sucede con los cuerposfsicos. Cmo ha de ser posible, pues, que pueda nadie hallar la accinapropiada a su individual combinacin o personalidad, si no es dentro de smismo?

    Existen ciertas leyes generales, pero cada individualidad ha de hacer deellas una aplicacin particular. Es una ley general que el viento impulse lamarcha de los buques, de vela; pero no todos los buques hacen uso de lexactamente en la misma forma. Es una ley general que la mente humana seauna fuerza y que esta fuerza, constantemente en accin, obtenga determinadosresultados fuera de nuestro cuerpo; pero las cualidades de nuestra mente y la

    intensidad de su poder para la obtencin de dichos resultados dependen engran parte de la calidad y naturaleza de aquellos con quienes nos asociemos.Por esa razn, aun viendo que otro obtiene buenos xitos siguiendo tal o cualmtodo o camino, no por eso hemos de elegir nosotros sus mismasasociaciones o amistades ni su manera especial de vivir. Todo lo ms podemosensayar su mtodo a ttulo de experimento, pero sin olvidar jams que se tratasencillamente de un ensayo. Hemos de huir del error, tan comn entre loshombres, de la copia servil y de la idolatra de los dems.

    Cristo de Nazaret suplic muchas veces a algunos de sus seguidores queno lo adorasen. No me llamis buenodeca-; nadie es bueno sino Dios.Cierto es que Cristo dijo tambin: Yo soy el camino de la verdad, yo soy la

    vida, pero con ello quisoreferirse, segn la ms recta interpretacin del textoque se me ofrece, a ciertas leyes generales de las cuales era conocedor y pormedio de las cuales, como un espritu que era tambin gobernado por ellas,haba adquirido determinados conocimientos. Nunca hizo Cristo la afirmacinde que su vida individual, con todas las enfermedades y los grandes defectos a

    ella inherentes, hubiese de ser copiada. Rog al Espritu infinito del bien quele diese mayores fuerzas y lo libertase delpecado del miedocuando decay su

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    espritu al acercarse el momento de la crucifixin; y haciendo esto dejreconocido que l tambin, como espritu que era, aunque muy poderoso,necesitaba ayuda igualmente que los dems espritus. Y sabiendo esto yconocindose a s mismo, Cristo se niega a que sus seguidores lo tengan por

    Dios o por el espritu infinito; y no tan slo esto, sino que les dice tambinque cuando deseen humillarse delante de ese omnipotente y nuncacomprendido poder, al cual ha de rogar y pedir la mente humana para laobtencin de todo bien, adoren a Dios solamente, al eterno e infinito poderde accin que llena el inconmensurable universo, al poder que ningn hombreha visto y que ningn hombre ver, pues no es posible verlo ms que en sus

    variadsimas expresiones, o sea en el sol, en los astros, en las nubes, en elviento, en las plantas, en las flores, en los animales, en el hombre o en alguna

    de las futuras formas humanas, siguiendo la ascensin hacia grados de lamente siempre ms elevados y ms llenos de poder, pero sin llegar jams a lafuente de donde viene este poder y sin que nos sea posible nunca sino verformas o expresiones de l, pues de lo contrario llegara a ser la criatura msgrande que el Creador.

    Este poder est actualmente en accin en todo hombre, en toda mujer,en todo nio vivientes sobre este planeta, o sea, haciendo uso de la expresinbblica: Dios obra en nosotros y por medio de nosotros.Todos nosotros formamos

    parte del Infinito poder, un poder que constantemente nos atrae y nos guahacia ms elevados, ms stiles y ms felices grados de existencia.

    Todo hombre y toda mujer, no importa cul sea su manera de ser o sugrado de inteligencia, son hoy una mujer o un hombre ms fuertes y mejoresde lo que fueron antes, a despecho de toda aparente contradiccin. Existe enla naturaleza humana, y en toda otra clase de naturaleza o de espritu que semanifieste por medio de la materia, cuando se ha llegado a cierto crecimiento

    de la mente, el deseo inconsciente de mejorarse y perfeccionarse. Este deseoes el que obra en el peor de los borrachos, hacindolo rodar miserablementepor el fango de la calle... Obra tambin sobre el ms grande de losembusteros, sugirindole, aunque sea muy dbilmente al principio, que la

    verdad es cosa muchsimo mejor. Y as va obrando el deseo sobreinnumerable personas a quienes calificamos de indignas o ruines. CuandoCristo fue preguntado acerca de cuntas veces podra un hombre perdonaruna ofensa, contest en forma en que quiso dar a entender que no tienelmites el perdn que el hombre ha de conceder a los defectos y situacionesespiritualmente atrasada de los dems. No hemos de poner lmite alguno a los

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    ello, no por eso dejar de recibir el castigo de su mala accin; quiz no por

    las leyes de los hombres, pero con toda seguridad por las leyes naturales odivinas, que tienen su castigo apropiado para cada uno de los pecados quepuede cometer el hombre, desde el mayor al ms pequeo, o que tiene el

    hombre por ms pequeo. Y todos esos castigos nos son infringidosconstantemente, y hoy, por tanto, hay infinidad de hombres que estnsufriendo por los pecados que han cometido en su ignorancia de la ley de vida;y el dolor de esos castigos pesa ahora tan atrozmente sobre ellos, que hahecho nacer en su espritu un ms grande deseo del que sentan antes porconocer ms y mejor toda la ley. De esta manera va creciendo en nosotros eldeseo, y por este camino hallamos respuesta a toda clase de preguntas; porquees una ley inflexible de la naturaleza que todo aquello que pide con fuerza la

    mente humana llega un tiempo en que lo ha de alcanzar, y cuantas ms son lasmentes que piden una misma cosa o que buscan las respuestas a una preguntadeterminada, tanto ms pronto se lograr el cumplimiento del deseo o sehallar la respuesta anhelada. En relativamente muy pocos aos fue hallado elcumplimiento del deseo expresado por la mente humana en el sentido deobtener medios para viajar ms de prisa, y fue inventada la aplicacin del

    vapor. Dese la mente humana hallar medios para transmitir ms rpidamentesus ideas a todos los confines de la tierra, y fue inventado el telgrafo. Pero

    esto no son ms que cosas sin importancia alguna con relacin a losdescubrimientos y al empleo de los ms grandes poderes, no tan slo de lospoderes que estn fuera de nosotros, sino con referencia a los invisibleselementos que constituyen el hombre y la mujer, a los invisibles elementos queme hicieron a m y os han hecho a vosotros tales y como somos.

    En lo futuro nuestra pobre raza humana ir librndose de todas lasbajas y ruines formas de expresin, no por el miedo de los castigos que lepuedan sobrevenir a causa de haber violado la ley, sino que ser impulsada a

    seguir ms sabios caminos en virtud del amor deleitoso que nos produce elhecho de observar fielmente la ley cuando hemos logrado descubrirla pornosotros mismos. Comemos moderadamente, porque la experiencia nos haenseado que el ms grande placer de la comida viene de la moderacin.Somos amables, y benvolos, y bien mirados por nuestros amigos, noprecisamente por tener fijo en la mente el miedo de perder a esos amigos en elcaso de no portarnos con ellos como corresponde, sino porque as nos placemucho ms y damos satisfaccin a la tendencia que en nosotros existe de

    proceder as. La ley humana, en cuanto la inteligencia del hombre hapretendido interpretar la ley divina, ha dicho constantemente en el pasado:

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    DE LA FUERZA Y MANERA DE ADQUIRIRLA

    Si un da se hallase una medicina con la cual fuese posible dar a loshombres y a las mujeres y a todo ser viviente la fuerza de carcter necesaria, osea el poder y la capacidad para dirigir toda clase de negocios, para influirsobre los dems y para gobernarse a s mismos, con seguridad que semejantemedicina tendra rapidsima aceptacin. Sin embargo, cada uno de nosotrospuede, mantenindonos en ciertas y determinadas condiciones mentales,adquirir continua y seguidamente esta necesaria fuerza de carcter, con la

    circunstancia de que la Fuerza que una vez hemos adquirido por medio de lascondiciones mentales aludidas, ya no la hemos de perder jams. La primera deestas condiciones es la de mantener la propia mentalidad en el constante deseode adquirir dicha fuerza. El deseo de obtener algo o de adquirir unadeterminada cualidad mental es un verdadero poder, siempre en accin, paraconvertir en realidad aquello que deseamos, lo mismo si es para bien que paramal.

    La fuerza es una substancia tan real, aunque invisible, como son reales

    todas las cosas que vemos. La fuerza que una vez hemos adquirido nos sirvepara atraer hacia nosotros nuevas fuerzas y nuevos poderes, en virtud de la leysegn la cual toda clase de elementos visibles e invisibles atraen a sussemejantes. Los ms pequeos fragmentos de mercurio se renen y formanuna sola masa; los rboles de una misma especie crecen mejor si vivenreunidos formando un bosque; las ovejas re renen en rebao con las ovejas,no con los bueyes ni otros animales; los vagabundos se unen siempre con los

    vagabundos, porque el espritu humano dbil y lleno de desaliento se dirige

    naturalmente hacia otro espritu humano lleno tambin de desesperanza y dedebilidad, del mismo modo que los hombres fuertes, emprendedores y deenrgica voluntad se unen, se asocian y trabajan de acuerdo con otroshombres que tienen las mismas dotes.

    Qu es la fuerza? Si hemos formado un propsito o hemos proyectadoun negocio cualquiera, y para llevarlo adelante lo hemos comunicado apersonas que demuestran por l indiferencia y aun hostilidad, y en tal situacinpodemos, sin embargo, mantener fuerte el espritu, lleno de confianza y de

    entusiasmo, por el negocio proyectado, es dable entonces afirmar queposeemos la fuerza. Si a los primeros ataques que se nos dirigiesen nos

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    sentimos ya desalentados y descorazonados, es que carecemos de la fuerza. Elvendedor de baratijas o pequeo comerciante que va de puerta en puerta, quepersiste en ofrecer a todo el mundo sus artculos, a despecho de toda clase deregaos y de puertas que se cierran violentamente ante l, y sabe mantenerse a

    pesar de todo en un estado de nimo alegre y animado, demuestra tenerfuerza. La fuerza de Cyrus W. Field fue la que finalmente convirti en unxito grandioso la empresa de tender un cable a travs del Atlntico, a pesarde los ms repetidos fracasos, a pesar de las frecuentes roturas y gravespercances que se sufrieron, y a pesar de las invectivas y despropsitos que ensu desesperanza y su despecho le dirigieron sus propios colaboradores. Estacualidad que Field demostr entonces, es uno de los ms grandes poderes delespritu; y la verdadera esencia, la raz, el origen y la piedra angular de este

    poder consiste y descansa en la firme y persistente resolucin de adquirir lafuerza necesaria y en mantenernos constantemente en un estado mental enque nos imaginemosa nosotros mismos aumentando sin cesar en fuerza y enpoder.

    Cuando mantenemos en nosotros aquella firme resolucin y ese estadomental, no slo nos atraemos las fuerzas de que hablo, las cuales ya noperderemos jams, sino que tambin proyectamos al exterior, noche y da, unacorriente de fuerza o substancia mental que impulsa nuestros planes o

    propsitos y lleva adelante nuestros intentos, accionando sobre otrasmentalidades, estn cerca o lejos, y despertando en ellas ideas favorables anuestros propsitos, de manera que si llegamos a reunirnos fsicamente conalguna de estas personas que han de ayudarnos o colaborar en nuestra obra,nos dir, despus que le hayamos expuesto nuestros planes.Esto es precisamentelo que necesito, o bien: He aqu tambin lo mismo que yo pensaba acerca de eso.

    Esta fuerza es el poder que ms prestamente nos quita de encima el

    peso abrumador del desaliento. Esta fuerza es el poder que, despus de unanoche de tristeza y aun quiz de desesperacin, se aduea de nosotros por lamaana, nos renueva la esperanza y la confianza en nosotros mismos, nosofrece nuevos planes y nuevas ideas y nos hace descubrir nuevasoportunidades de xito. Esta fuerza es la cualidad o elemento mental que noshace descubrir y pone a la vista toda clase de equivocaciones o de errores,encarrilndonos otra vez en el buen camino, si acaso lo hemosinadvertidamente dejado. Esta fuerza es la que nos lleva siempre de cara alxito y nos aparta de toda quiebra o ruina. Siempre hallaremos este elementoen todo triunfo de un hombre de negocios. Esta fuerza es uno de los poderes

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    espirituales, y lo mismo puede usar de ella un hombre malo que un hombrebueno; servir igual al buen samaritano en la curacin de toda clase de heridasy en el consuelo de los desvalidos, como al fariseo para hacer sus largasplegarias; puede hacer uso de este poder lo mismo aquel que se entretiene con

    insanas habladuras en desgarrar el carcter mental del prjimo, atrayndosede este modo corrientes de elementos perjudiciales, que por aquel otro, buenamigo de sus amigos, que no aspira sino a hacer el bien a los dems. Ypodemos ir adquiriendo y fortaleciendo en nosotros esta cualidad con slodesearla ardientemente, o pedirla, estando solos y retirados. Pero podemosadquirirla todava ms fcilmente si la deseamos o pedimos en compaa depersonas que tienen alguna fe en la verdad de la ley, porque cuantas ms seany ms fuertes las mentalidades que se junten para pedir esta fuerza, mayor ser

    la parte que cada una de ellas reciba, debido a esta cooperacin en la demanda.El que tenga este libro en la mano lea otra vez las palabras que

    anteceden, pues conviene al poder del escritor hacer que llegue una verdad tanadentro como sea posible, cosa de tanta importancia como lo es en la vidacotidiana el sustento o alimentacin habitual.

    Esta fuerza es el elemento mental que nos aparta de todo miedo, y es laque nos da en todos los actos de la vida el necesario tacto y habilidad. A

    medida que aumente en nosotros esta fuerza, podemos levantarnos yafirmarnos delante de aquellos mismos que en otro tiempo nos despreciaron onos humillaron, y aun crecer mucho por encima de ellos merced a nuestrapropia voluntad enrgicamente ejercida. ste es el poder constantementeempleado contra aquellos que con gran trabajo logran abrirse paso en elmundo. No importa que nos portemos amable y benvolamente con losdems, si carecemos de fuerza, si no tenemos la habilidad de hacernos valer,de hacernos justicia; si se ofuscan nuestros sentidos, aunque sea

    temporalmente, al dirigirnos alguien un desprecio o al reirnos, ni tendremosningn xito en el mundo, ni siquiera obtendremos aquello a que tenemosperfecto derecho.

    Esta fuerza es la cualidad o elemento mental que, en el caso de recibiralgn golpe moral muy doloroso o de sufrir alguna desgracia o ruina noesperadas, nos mantiene firmes o nos reanima y levanta rpidamente parapoder, olvidando cualquier turbacin y perdiendo de vista lo pasado, dedicartodas nuestras energas a proseguir adelante. Esta fuerza es el elemento

    espiritual que ha de regir y gobernar a los elementos materiales. En el mundofsico se producen a menudo accidentes y cadas. Mientras unas casas vayan en

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    decadencia, otras irn en pujanza; los negocios pueden que no marchen bientodo el tiempo que habamos credo; algunos de nuestros amigos puede caeren la mayor necesidad y miseria. Ensayos y pruebas han de hacersecontinuamente en cada una de las fases de la vida, hasta que dejan de ser

    meros ensayos para convertirse en elementos que aumentan nuestra fuerza.Lo que puede parecernos ahora alto como una montaa, en lo futuro, debidoa poseer mayores fuerzas, no nos parecer sino una pequea y accesiblecolina. Puede que hoy no sintamos el menor miedo por alguna persona o cosaque en nuestra infancia nos llen de terror. Por qu? Porque hoy somos msfuertes y ms sabios; y sabidura es la que ve con los ojos de la mente, noaquella que retiene en la memoria un pequeo o grande nmero de asertos ode opiniones sacadas de los libros o de los dems hombres.

    Por quviene la fuerza a nosotros cuando nos proponemosmentalmente en actitud de desear o de pedir esta fuerza, es un misterio, y loser probablemente siempre. Pero no vamos a ocuparnos en elesclarecimiento de esta clase de misterios.

    El misterio de la existencia ir siempre creciendo, y pretender suresolucin sera lo mismo que querer hallar los lmites del espacio infinito. Loque necesitamos es conocer todo aquello que ha de producirnos algn bien en

    la hora presente.Es una verdad inconcusa que podemos adquirir incesantemente nuevas

    fuerzas por el solo y simplsimo hecho de pedirlas; y est tanto ms en lasposibilidades del humano espritu adquirirlas, cuanto el mundo material puedeser totalmente subyugado y ominado. El infortunio absoluto es, pues, unimposible; y en el caso de que se produzca alguna vez, tenemos siempre elpoder de rehacer nuestra fortuna. Puede uno andar perdido por la calle, sinalimento y sin abrigo; pero si llega un da a adquirir completa confianza en

    este poder, no hay duda que sentirla verdad de que, manteniendo sumentalidad en disposicin de estar constantemente pidiendo esa fuerza, esafuerza ha de venir por ltimo a l, y as vencer todas las dificultades de su

    vida. Esa Fuerza le vendr en forma de un amigo o en la de una idea quepuede ser puesta en accin inmediatamente. Pedir o demandar la fuerza quenos falta es lo mismo que ponernos en conexin con las ms elevadas esferasde la fuerza mental, de donde nos han de venir los elementos o los espritusindividuales que nos den, en una forma u otra, la necesaria ayuda; pero se ha

    de tener presente que toda clase de ayuda individual, proceda de seres visibleso invisibles, no puede ser nunca duradera o perdurable. Adems, en cuanto,

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    proyectamos en forma de corriente invisible son fuerzas que actan sobreotras mentes, y es tan real su accin, aunque invisible, como la accin denuestro brazo para abrir una puerta. La verdadera fuerza no acaba con laaccin de nuestros msculos, sino que puede ir, y aun quiz se halle en todos

    los momentos, muchos centenares de millas lejos de nuestro cuerpo, actuandosobre otra u otras mentalidades, afectndolas en bien o en mal segn seanbuenos o malos los pensamientos originados en nuestra mente.

    Esta fuerza es la que nos da todos los das una nueva idea, un nuevoplan para llevar adelante los negocios, cambiando para cada caso el mtodoque hemos de emplear. La fertilidad de invencin es una fuerza, y la fuerzaque ha engendrado o dado nacimiento a una idea nueva es la misma que ha dellevarla a feliz trmino. Aunque sea el inventor un hombre por dems tmido,si pide con sinceridad la fuerza necesaria para presentar al pblico su invento,no hay duda alguna que la obtendr. Sucede ahora con frecuencia que elproductor de una idea nueva, de una provechosa invencin, se deja morir dehambre en un rincn de su casa, mientras que el hombre que conocenicamente el modo de hacer uso de la fuerza para explotar la idea, se apoderade lo que es una verdadera propiedad del inventor y se labra una gran fortuna.

    Muchas veces una artista lleno de talento es tan desgraciado que ni se

    abre camino, ni logra vender medianamente sus cuadros, a causa de que no hasabido cultivar sus amistades ni ha acertado a presentarse en adecuada formaante la sociedad; mientras que otro artista de cualidades muy inferiores hallarfcilmente mercado para sus obras, pues ha sabido presentarse de un modofavorable ante el mundo. Si pretendemos hacer frente de un modo absoluto alas corrientes del mundo, entonces, por muy valiosas que sean nuestras obras,muy difcilmente vendr la gente a comprrnoslas.

    Constituye tambin una parte muy importante en el negocio de la vida y

    de nuestra propia felicidad, el hecho de saber hacernos agradables a los dems:y para lograr esto, hemos de empezar por hacernos agradables interiormente,no exteriormente tan slo. El mtodo por el cual obtengamos hoy unsealado triunfo en cualquier asunto o negocio, no ser por cierto, el mismomtodo que habremos de emplear veinte aos despus. Nuevas fuerzas, estoes, nuevos artificios, nuevas trazas e invenciones estn viniendocontinuamente a nosotros. Esta fuerza es la que dio nacimiento al ferrocarril,aunque despus algo hubo de perfeccionarse el invento, y algo habr, sin

    duda, que lo sustituya con ventaja. Esta misma fuerza es la que engendr eltelgrafo, pero todava es el telgrafo un medio de transmisin asaz lento. Las

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    mentes que se hallan en estado de simpata, aunque estn los cuerpos en queviven esas mentes muy lejos unos de otros,puedencambias mutuamente ideas,pensamientos y noticias. Cuando se halla dado por completo con el modo dehacer uso de esa fuerza mental, mantenindola y educndola, quedarn

    tendidos a travs del espacio invisible alambres por los que corrern vivosdestellos de la inteligencia, cruzando los mares y los continentes, sin queningn monopolio puede apoderarse de su explotacin. La atmsfera sertambin un da cruzada por el hombre, y con velocidades mucho mayores quelas del ferrocarril; para cada necesidad, para cada deseo, para cada aspiracinde la mente humana, existe una fuerza, un poder, un espritu que trae a latierra los medios para su cumplimiento material.

    La fuerza que, a travs de innumerables edades, ha hecho al hombre taly como es hoy, es la misma fuerza que lo har en lo futuro ms de lo que es.

    El monopolio de los ferrocarriles, que hoy son propiedad del Estado yregidos por reglamentos especiales; el monopolio de las lneas telegrficas, ytodo otro monopolio que se ejerza sobre cosas semejantes, sern con eltiempo destruidos y sustituidos ventajosamente, no por la fuerza destructorade la violencia, sino por la fuerte, la pacfica, la constructora fuerza deinvenciones nuevas, las cuales hallarn en cosas que hoy son despreciadas y

    tenidas por de poca importancia, nuevos poderes naturales y nuevos podereshumanos que cada uno de nosotros podr emplear libremente... Talesmaravillas se obrarn entonces como jams se hayan visto otras semejantes.

    Uno de los modos de adquirir nuevas fuerzas consiste en tratar denuestros negocios, de nuestros planes o de nuestras intenciones con quienesnos liguen estrechos lazos de simpata.

    El xito en el mundo de los negocios est regido constantemente por

    esta ley. Los grandes sindicatos y las poderosas corporaciones industriales hanpodido ser formados por sus creadores gracias a la comunin de mentalidadesy haber tratado el asunto largamente y en comn. Y a medida que hablan,despiertan el uno en el otro y mutuamente se sugieren nuevas ideas y nuevosmtodos de accin. La primera o primordial idea puede parecer que ha venidode un hombre o de una mujer determinada. Pero con seguridad que muchas

    veces no se le hubiera ocurrido la tal idea de no ser por la previa combinacinde pensamientos y de ideas exteriorizados por las distintas mentalidades quehan tratado juntas la cuestin. Todos esos elementos mentales forman unacombinacin, y de esta combinacin brota el pensamiento o la idea que en el

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    mal. Rogarno es ms que proyectar fuera de nosotros un pensamiento con unfin o propsito determinado. Una maldicin o una malquerencia es, pues, unafuerza malfica, la cual obra en virtud de una ley que es sin misericordia en suaccin.

    Si tres o cuatro personas empiezan a murmurar malvolamente de otrapersona que est ausente y hablan con burla del carcter y de los actos de esapersona, lanzan a travs de la atmsfera una verdadera corriente de fuerza ode elementos mentales que perjudican horrorosamente a aquella persona dequien hablan, pues la persona a quien con tanta desconsideracin tratan sentir,de una manera u otra, los efectos de la fuerza as generada, experimentando depronto un desaliento o una angustia, o una irritacin que no sabr cmoexplicarse. Esos estados mentales acaban por daar gravemente al cuerpo, amenos que la persona que tan malamente se ve tratada no lance da y nochecontra todos sus enemigos la corriente mental de su benevolencia y de superdn. Su bondad es el poder ms fuerte y lograr siempre desviar lacorriente de la malevolencia que se dirija contra ella. sta es la razn por lacual tanto nos encarg Cristo que amsemos a nuestros enemigos. Lacorriente mental de la bondad es el ms fuerte de los poderes espirituales.

    Todos deseamos adquirir mayor poder; y lo perdemos cuando dirigimoscontra otra persona cualquier clase de perversos pensamientos.

    No es sino la idea de la paz y de la no-combatividad que informa elcuaquerismo la que ha hecho y hace progresar tanto esa doctrina. Las ideaspacficas son un poder constructor; las ideas de guerra y de maldad sonsiempre poderes destructores.

    Cristo nunca quiso recurrir a la violencia ni a las armas, pues saba queexiste en los elementos una fuerza mucho ms poderosa por conquistar y queesta fuerza sera generada y empleada ms tarde por la mente del hombre.

    Cuando se desea que el xito en algn negocio o empresa signifique alpropio tiempo un xito igual para otros, el modo mental o la plegaria que hade determinar el xito real tiene en esas condiciones un poder mucho mayorque si hubiese deseado el triunfo para s nicamente, importndole muy pocolo que se refiere a los dems. Un xito verdadero en la vida significa, junto conlos medios que nos permitan cubrir todas las necesidades y todos los gustos, lasalud y la capacidad para gozar de lo que el dinero sabiamente gastado nospuede proporcionar. Por el ms sabio de los egosmos hemos de deseary deesperarcordial y sinceramente que todas aquellas personas que nos rodeen o

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    estn asociadas con nosotros gocen de una fortuna y de una felicidad iguales alas nuestras. No hemos de querer jams que nuestros amigos permanezcanpobres mientras nosotros hemos adquirido grandes riquezas, ni hemos depermitir tampoco que nuestros amigos se vean obligados a cobijarse en una

    barraca mientras habitamos nosotros en un palacio, ni hemos finalmente dedejas que nuestros amigos se presenten ante el mundo llenos de haraposmientras vamos elegantemente vestidos. Menos an hemos de consentir jamsque nuestros amigos dependan de nosotros, que necesiten de nuestragenerosidad para vivir, Hemos de desear, por el contrario, que sean iguales anosotros, en todo iguales y que puedan, al par de nosotros, mantenerse a smismos, sin ayuda ajena.

    Todos somos, en cuanto miembros de la sociedad de un cuerpo nico.Si uno solo de los miembros de este cuerpo nico est enfermo moralmente ofsicamente, todos los dems miembros en alguna manera habrn de padecerpor ello. Cuanto mayor sea la salud mental y fsica, o ms grande sea tambinla relativa perfeccin que nos rodee y est en torno de nosotros, tanto mssanos estaremos y ms perfectos seremos.

    Existe una cierta fascinacin en contemplar el trabajo de una poderosamquina de vapor, viendo cmo algunas toneladas de hierro y de acero, que

    un centenar de hombres podra muy difcilmente levantar, se mueven congran facilidad y rapidez pasmosa; como la hay tambin en la contemplacin dela incesante cada de las aguas de una catarata. Y esta fascinacin se explicaporque en la humana naturaleza existe el amor a la fuerza. Nuestro espritu,ante la contemplacin de tales espectculos, se pone en ms estrecha relacincon los elementos de fuerza, y atrae a s mayor cantidad de esos elementos ylos retiene por toda la eternidad. Adems, esta fascinacin y admiracin quenos causa la contemplacin de la fuerza constituye al mismo tiempo nuestra

    propia plegaria y nuestro deseo de adquirir la fuerza, deseo que esinmediatamente satisfecho. Es tambin altamente provechoso estarse unahora contemplando el incesante vaivn de las olas del mar que estallan contralas rocas de la costa. El singular descanso y la profunda tranquilidad de nimoque experimentamos al pasar un buen rato sumidos en la contemplacin delgrandioso ocano provienen de que estamos absorbiendo sus elementos defuerza, enriquecindonos espiritualmente en esa preciosa cualidad; y al volvera la vida cotidiana estamos seguros de haber adquirido nuevos poderes quepodremos emplear donde y cuando nos convenga, ya en el desarrollo de algnnegocio importante, ya en alguna forma de arte, ya en la buena direccin de

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    una familia. Y cuando, por la noche, siquiera un momento, levantamos losojos hacia el inmenso espacio estrellado, y tratamos de formarnos una idea delos innumerables soles que brillan en l, con los incontables planetas que giranen torno, y tratamos luego de comprender la fuerza que representan todos los

    ros, y todas las cascadas, y todos los mares que se mueven en nuestrodiminuto planeta, comprendemos que comparada con la fuerza infinita que semueve encima de nuestras cabezas, lo que vemos aqu en la tierra no es sinoun dbil aleteo... Adems, hemos aprovechado el tiempo en la absorcin de loque siempre ms necesitamos, o sea elementos de fuerza. sta es una de lasms apropiadas maneras para adquirir la fuerza necesaria. Porque as llega a sumayor intensidad nuestro deseo de la fuerza; porque toda intensa admiracines una adoracin verdadera, y toda adoracin verdadera es una ardiente

    plegaria por la adquisicin de la cualidad o cualidades que posee y soncaractersticas en aquello que adoramos.

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    XIX

    EL MAESTRO INTERNO

    La fe es la substancia de las cosas que esperamos. Si mantenemos en lamente una imagen o representacin de nosotros mismos en perfecta salud yllenos de fuerza y de actividad, ponemos en accin las fuerzas que han dehacernosde conformidad con nuestro deseo. De este modo construimos con lasubstancia invisible de pensamiento un YOespiritualel YOesperado,relativamente perfecto- y este enteespiritual, con el tiempo, llegar a dominaral cuerpo material y lo har semejante a s mismo. Si tenemos dbil el

    estmago, esforcmonos en no creerlo as y en representrnosloimaginariamente como si fuese muy fuerte. Si nuestros pulmones son dbiles,vemoslos con los ojos de la mente como si fuesen duros y resistentes. Sinuestro cuerpo es dbil tambin y perezoso, vemonos imaginativamentecomo cuando ramos muchachos, y llenas nuestras piernas de fuerza y deagilidad, hallbamos un gran placer en saltar y brincar por el campo y entrepar a los rboles.

    De esta manera exteriorizamos la substancia de la cosa o la condicin del

    cuerpo esperadao deseada ardientemente. Y cuanto ms persistamos en vernosas mejorados imaginativamente, al observar el cambio gradual que se operaen nuestras condiciones fsicas, aumentar tambin nuestra fe en que es unagran verdad esta ley de que hablamos. Mantengamos persistentemente ennosotros mismos esta fe en nuestra salud y nuestra fuerza, y esto con crecienteactividad y vigor, semana tras semana, ao tras ao, hasta fijar en nuestroentendimiento la idea de que estamos libres de toda enfermedad, llegando aconvertir la costumbre de imaginarnos as en un hbito inveterado, o, como

    suele decirse, en una segunda naturaleza.Aquello en que ms persistentemente pensamos o que mantenemos fijo

    siempre en la imaginacin es en lo que tenemos una fe ms absoluta. Si nosimaginamos ver una aparicin o un fantasma, las ms de las veces acabaremospor convertir en realidad lo que es producto de nuestra imaginacin. Elenfermo crnico se ve, con los ojos de la mente, como realmente incurable,hacindose de s mismo las peores representaciones, las ms desagradablesimgenes, y de este modo, inconscientemente, pone en accin la referida ley.

    El enfermo que se considera realmente enfermo est construyndose, enverdad, un cuerpo en que toda enfermedad tiene su asiento. Llegaremos a

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    debilitar realmente nuestro estmago, si nos lo representamos siempre comoun estmago de veras dbil. La gran equivocacin de hoy da consiste en que,apenas sentimos que algn rgano experimenta una pequea indisposicin ouna fatiga excesiva, su dueo ya no se preocupa ms que de aquel rgano,

    considerndolo como realmente enfermo, cuando no est la enfermedad msque en su propia imaginacin, y la mayor desgracia estriba en que, las ms delas veces, le ayudan a ello las personas que lo rodean. Como todo pensamientoexteriorizado es substancia, de esto resulta que el impaciente ha debilitado,por la accin de su propio espritu, ya su estmago, ya sus pulmones, yacualquier otro de sus rganos fsicos.

    No siempre puede decirse que toda cosa material es el producto deespirituales e invisibles fuerzas. Lo que pensamos no es otra cosa, ante todo,que invisible substancia; pero tan pronto como se ha producido empieza aatraer elementos substanciales que son de su mismo orden. No importa, pues,que seamos tanto o cunto ms dbiles, mientras mentalmente nosimaginemos giles; fuertes y vigorosos, con lo cual lograremos que nuestrocuerpo espiritual sea realmente fuerte, gil y vigoroso. Este cuerpo espirituales el que ha de atraernos los elementos substanciales de la salud y de la fuerza.Siempre, mentalmente, nos hemos de versanos y fuertes, aunque est enfermonuestro cuerpo. sta es una cosa sencillsima, pero que encierra una ley

    maravillosa, que puede obrar los ms grandes milagros. Cuando mentalmentenos imaginamos enfermos, aunque lo estemos en realidad, ponemos en accinesta misma ley, pero en las peores condiciones para nosotros.

    La representacin imaginaria de un cuerpo sano y vigoroso se traducereal y substancialmente, aunque en elementos invisibles, en cuerpo sano y

    vigoroso, rebosante de salud. sta es una realidad espiritual, y el cuerpomaterial, bajo su influjo, crecer en forma semejante a esta realidad espiritual.

    Si nuestro cuerpo es dbil, procuremos no verlo con los ojos de la mente tal ycomo es, sino lleno de salud, de vida, de placentero vigor. No hemos deconsiderarnos nunca como verdaderamente invlidos, teniendo que pasarnosla vida clavados en una silla o retenidos siempre en casa, esto ni aun cuandonuestro cuerpo se halle en tales condiciones. Practicamos en nosotros una

    verdadera autocuracin cuando nos vemos corriendo y saltando, con los ojosde la mente; y, en cambio, mantenemos en nosotros y agravamos nuestrainvalidez si nos contemplamos siempre como verdaderos e incurablesinvlidos. No esperemos nunca ni temamos la enfermedad o los dolores demaana, no importa que estemos enfermos hoy o padezcamos grandes

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    dolores. No esperemos nunca nada sino ms fuerza, ms salud. En otraspalabras: que adquirir siempre mayor salud y mayor fuerza sea nuestracotidiana aspiracin o constante ensueo.

    Ensueosignifica mucho ms de lo que el mundo entiende. El estado deensueoque durante algn tiempo puede mantener a una persona en la mscompleta inconsciencia de lo que pasa en torno de ella es una fuerza capaz deobrar grandes cosas en el poderoso reino del espritu, acerca del cual tan pocoes lo que sabemos. Solamente que en la actualidad, como la persona cuyoespritu se desprende del cuerpo material, hasta quitarle toda conciencia, notiene conocimiento alguno de los poderes de que puede usar en aquel estado,tampoco tendr ninguna fe en ellos; y sin fe, naturalmente, la mayor parte delos resultados que podra obtener se frustran.

    Aqul que no tiene conocimiento alguno de las minas de oro, ni de lasformaciones o estratificaciones en que es hallado el precioso metal, ni de losmtodos para extraerlo del suelo, puede estar gozando durante aos enterosde grandes territorios aurferos, y no har ms que rellenar con sus riqusimastierras los barrancos o bajos de los mismos. Sin conocimiento alguno deltesoro que guarda la tierra de que es dueo, no tendr fe en l. Estamosactualmente, con respecto a nuestros poderes mentales o espirituales, en una

    condicin anloga. Sin embargo, cada una de nuestras imaginaciones orepresentaciones mentales es una realidad invisible; y cuanto mspersistentemente y ms firmemente es mantenida la imaginacin, tanto ms seacerca ella a ser convertida en cosa que nuestros sentidos fsicos podrn ver,sentir y tocar. Pidamos, pues, durante nuestros estados de ensueo cotidiano,salud y fuerza, con toda la persistencia que nos sea posible. Cuanto mspersistente sea nuestra aspiracin en dicho sentido durante el da, tanto msfcilmente entrar nuestro espritu en los dominios de la fuerza durante la

    noche, recuperando as ms prontamente el vigor perdido. Pero si durante elda no pensamos ms que en la debilidad y en las enfermedades, nuestroespritu por la noche se hallar mucho ms apto para conectarse con lascorrientes de los elementos de debilidad y de toda clase de dolencias,ponindonos de este modo en las peores condiciones posibles.

    Por pura ignorancia, puede uno guardar en su cuarto una gran cantidadde plvora, creyendo que es una substancia enteramente inofensiva, y en elmomento, ms impensado la menor chispa de fuego puede determinar la

    explosin, destruyendo con ella su casa y su cuerpo. De manera anloga est lahumanidad atrayndose constantemente sobre s misma toda clase de dolores

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    y de miserias, por hacer, debido a su ignorancia, un mal uso de sus fuerzasmentales. Segn sea lo que pensamos o imaginamos, podemos reunir grandescantidades de plvora o de oro puro. Entregarnos todos los das a unmomento de ensueo o aspiracin ardiente es poner en accin una gran

    corriente de fuerzas positivas. Cuanto ms duradera y ms intensa sea laabstraccin, ms grande resultar la fuerza que obra por separado y aparte desu instrumento habitual, que es el cuerpo. As, cuando por un tiempodeterminado logramos olvidar o perder la conciencia de nuestro ente fsico yde cuanto lo rodea, no hay duda que nuestro poder metal o espiritual estobrando entonces fuera de nuestro cuerpo fsico, quiz muy lejos de l. Todoslos poderes llamados ocultos, todos los milagros de que nos dan fe los librosantiguos, eran desarrollados y conseguidos exactamente por ese mtodo. Si la

    substancia mental puede ser concentrada en un volumen suficiente,construyendo la representacin de una imagen determinada, producirinstantneamente en substancia visible esa misma imagen. Tal es el verdaderoy nico secreto de la magia. Magia significa la instantnea produccin de lo

    visible por medio de la concentracin a que nos referimos.

    El poder espiritual de Cristo, concentrado en una imaginacin o pinturamental, llegaba a transformar esta imaginacin en substancia visible, comohizo con los panes y los peces. Todas las mentes, todos los espritus, poseen

    en embrin estos poderes; todos son capaces de anlogas posibilidades.

    La fe es verdaderamente lo mismo que ungrano de mostaza, al cual, en lotocante a su crecimiento y propagacin, es comparada en los Evangelios. Peroeste grano de la fe puede germinar y crecer lo mismo para el mal que para elbien; y si es para el mal se convertir pronto en un rbol al cual todos losrepelentes pjaros agoreros vendrn y construirn su nido. Nuestrasimaginaciones o representaciones de maldad significan que tenemos fe en esta

    maldad. El temor que sentimos por una enfermedad o un mal cualquierasignifica que tenemos fe en la perpetuidad y los progresos de la talenfermedad. Padecemos acaso un ligero desarreglo de estmago o de losriones o de otro rgano cualquiera, y, aunque nuestra dolencia no haya dedurar ms que un solo da o muy pocos das, empezamos a contar con ella, demanera que no pensamos ya sino en el rgano indispuesto y no acertamos ya aconsiderarlo mentalmente como un rgano sano, y aun es probable quealguien nos diga que lo tenemos en muy peligrosas condiciones. Hasta el fcilque demos a esa afeccin un nombre que nos sugerir la idea de grandessufrimientos, de grandes debilidades y, por fin, de la muerte. Todo esto

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    contribuye a fortalecer nuestra fe en el mal; adems, la fuerza de otrasmentalidades puede ayudar a la nuestra en el crecimiento y progresos de esafe. Nuestros amigos y aun nuestros conocidos se mostrarn ansiosos por elestado de nuestra salud, y, llenos de temores, nos recordarn a cada punto los

    cuidados y las preocupaciones que nos conviene tomar. Por lo tanto, todocontribuye a que nos veamos dbiles y enfermos. No procuramosrepresentarnos mentalmente en completo estado de salud la parte u rganoafectado; nadie en torno de nosotros lanza su corriente espiritual de salud y de

    vigor; los elementos mentales que de todas partes se proyectan sobre nosotrosson todos de naturaleza destructora, son todos elementos malficos. Si algnamigo nos dice: Espero que sigas mejor, lo hace con un acento y unaexpresin que bien claramente denotan su temor de que no ser as; y de este

    modo constantemente va aumentando nuestra fe en el mal. Adquirimossiempre la substanciade la cosa temida, del mismo modo que de la cosadeseada. En el caso que antes he supuesto, adquirimos la substancia de laenfermedad y del mal. Nos atraemos los elementos de la enfermedad y de ladebilidad en virtud de la misma ley o fuerza que, dirigida de otra suerte, podraatraernos los elementos de la salud. Estamos educados de manera que es msfirme nuestra fe y nuestra creencia en lo malo que en lo bueno. Dice la Biblia:De conformidad con su propia fe, le ser dadoa cada cual, y nos ha sido

    dada la enfermedad a causa de que nuestra fe en ella es mucho ms grande.La naturaleza no envejece nunca, en el sentido que damos nosotros a

    esta palabra. No hace ms que cambiar por otras nuevas sus ya gastadas oestropeadas envolturas fsicas o dgase formas de expresin. Decimos, porejemplo, que el rbol envejece y muere; pero, es que no vemos cmo, enmuchos casos, del tronco podrido de un rbol viejo surge un rbol nuevo, quees en realidad el mismo rbol? No hay aqu sino que el espritu o fuera delrbol que llamamos viejo ha materializado una nueva forma de expresin, y

    este proceso ha ido desarrollndose a travs de innumerables edades. Todaespecie de rboles ha tenido en los antiguos tiempos una expresin materialms tosca o grosera que en la actualidad, y por medio de sucesivasreproducciones ha ido progresando y mejorndose cada vez ms.

    En toda clase de organismos vivientes vemos que existen ciertosperodos de descanso destinado a la reunin de fuerzas, preparndose para

    verdaderas renovaciones, como en ciertos mariscos que mudanperidicamente la concha, como en las serpientes que mudan la piel, como enlos pjaros que mudan el plumaje. Adems, en todos los organismos vivos se

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    producen continuamente cambios que nuestros ojos fsicos no puedenapreciar. Durante esos perodos de muda, los animales se sienten dbiles ypermanecen inactivos, y es que su naturaleza pide un cierto descanso mientrasse opera esta reconstruccin, la cual existe tanto en lo interno del organismo

    como en lo externo.

    Toda ley natural que observamos en las ms bajas formas de laorganizacin viviente, ejerce igualmente su accin en las ms elevadas; esta leyde la renovacin fsica acciona tambin sobre la humanidad. Existen en la vidade cada persona ciertos perodos en que su actividad, sus fuerzas y todas susfunciones parece que disminuyen de intensidad, y es que se halla entonces enel proceso de su muda, para lo cual nos proporciona la naturaleza perodos dedescanso. Si obedecisemos siempre sus mandatos, en el espacio de unaspocas semanas o de algunos meses gozaramos de una ida renovada, con uncuerpo enteramente nuevo. Todo lo que la naturaleza exige de nosotros es quedemos al cuerpo y a la mente el descanso necesario mientras nos estamosrenovando.

    Al hablar de las personas de mediana edadsuponemos siempre que hanalcanzado ya las tales la suma mayor de su poder y de su actividad, firmementeconvencidos de que, despus de ese perodo, vamos declinando en forma

    gradual, como se marchitan y amarillean las hojas de los rboles. Esta nuestrafe en la vejez y en la debilidad, en virtud de la ley espiritual que ya conocemos,es la que nos envejece y debilita.

    En cuanto hemos pasado un poco de la mediana edad, en la que hemosllegado a la plenitud de nuestras fuerzas fsicas, entramos en un perodo dereposo y de reconstruccin, durante el cual el cuerpo viejo dar nacimiento aun cuerpo nuevo, o bien, dicho en otra forma, el cuerpo viejo se rehara smismo produciendo un cuerpo totalmente nuevo. Durante el proceso de esta

    construccin se requiere un gran espacio de descanso y sosiego. Nuestro YOespiritual, tan real como invisible, se halla ocupado en el proceso de dichareconstruccin, en el bien entendido de que nunca nos habr de ser tanpenoso este perodo como lo es para todo el cuerpo que viene a la vida fsicade la infancia y de la adolescencia.

    Pero es el caso que nunca consentimos en este necesario descanso,nunca nos entregamos voluntariamente a l, obligando a la exhausta y cansadaorganizacin fsica a seguir trabajando cuando ya no est apta para ello, ytomamos errneamente nuestroperodo de muda, y, por consiguiente, de

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    debilidad temporal y pasajera, por una forma cualquiera de enfermedad odolencia. Y as fijamos en la mente, en virtud de nuestra fe extraordinaria en elmal, la idea de la enfermedad, y por este camino acabamos por ponernosrealmente enfermos. De suerte que mientras la naturaleza se ha esforzado en

    procurarnos un cuerpo nuevo, rejuveneciendo el ya exhausto y gastado,hacindonos ms fuertes, nos oponemos a sus designios y nos hacemos anosotros mismos cada vez ms dbiles.

    En la inmensa mayora de los casos, los hombres no puedenproporcionarse el descanso que al llegar a la mediana edadexige la naturaleza;se ven obligados a trabajar da tras da, ao tras ao, para ganarse lasubsistencia; pero esto no modifica en nada los resultados del proceso. Lasleyes de la naturaleza no tienen para nada en cuenta la conducta que observanlos hombres, y menos an los mviles de su conducta. As la humanidad, porpura ignorancia, desobedece a estas leyes, y creyndose obligado el hombre aganarse, incesantemente la vida, trabaja y sufre y se agota, para morir al finmiserablemente en el lecho de la enfermedad y del dolor.

    En muchos casos, el hbito adquirido es tan fuerte, que los hombres nopueden poner trmino a su labor, ni saben salirse de la esfera especial de suactividad, y es como si no tuviesen capacidad para dar un descanso a su

    espritu o a su cuerpo, y no hallan deleite ms que en el trabajo, pese a que,fuerza de bregar en tales condiciones, aumentan su infelicidad a medida que sehacen ms y ms dbiles, del mismo modo que muchas mujeres de su casa secomplacen en trajinar hasta matarse y no se sienten felices si no estnagobiadas siempre de trabajo.

    Estas personas, cuando sienten que su mente y su cuerpo se aproximanal estado especialsimo del verdadero descanso, se alarmanextraordinariamente y temen por su poder y su fuerza, que sienten disminuir,

    sin comprender que no se trata ms que de pasar un tiempo relativamentecorto en medio de una cierta inercia, de una relativa inactividad. En cambio, siestuviesen debidamente educadas en lo fsico y en lo moral, sabran que elpoder espiritual va a dedicar entonces toda su fuerza en recobrar las energasgastadas, para dedicarlas a la reconstruccin de un cuerpo nuevo, pues elespritu no puede ejercer al mismo tiempo toda su accin en el sistemaexterno y en el interno. Cuando pone toda su fuerza en uno de ellos, el otroha de descansar.

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    La gran fuente natural para la recuperacin de las fuerzas es eldescanso. La tierra que se deja descansar o el barbecho va reuniendo nuevasfuerzas para una futura produccin. La madre cuyo cuerpo y cuya mentetrabajan lo menos posible durante la gestacin es la que da nacimiento a los

    nios ms fuertes y llenos de salud.

    Por descanso entendemos el descanso de la mente y el del cuerpo. Eldescanso mental es tan necesario como el descanso fsico. La inmensa mayorade los hombres actuales no tienen un concepto exacto de lo que es o significael descanso mental, el dejar en sosiego la inteligencia. En ellos la ansiedad, laangustia, el desasosiego, forman ya un hbito o segunda naturaleza que nopueden abandonar. Ricos y pobres proceden lo miso. Esto conduce alagotamiento de fuerzas, al decaimiento, a la enfermedad; y proviene de que loshombres y las mujeres de hoy da no aciertan a tener una firme creencia enque todos, como partes que son de Dios o del Infinito Espritu, poseen unpoder espiritual que, educndolo y teniendo fe en l, subvendra a susnecesidades, les concedera una perfecta salud y convertira en deliciosasrealidades lo que no es ahora para ellos sino un ensueo. El hombre estllamado a vivir en aquellos tiempos en que cuando diga: ! Quiero esto oaquello , persistiendo en esa actitud mental, la cosa deseada se realizar: pormedio de las invisibles fuerzas, su cuerpo, si duerme; por medio de sus

    propias energas, si est despierto.

    Lo que entendemos actualmente por la palabra muerteno es ms que elacto que cumple el espritu al abandonar el cuerpo envejecido y gastado, puesencierra en s mismo la potencia para penetrar en su cuerpo nuevo. Por laignorancia y la violacin de esta ley natural, los hombres de todos los tiemposhan quitado al espritu la oportunidad de hacer uso de esa gran potencia suya.El hombre no muere; nicamente el cuerpo es el que muere. Cada uno de

    nosotros goz ya de otro cuerpo antes de la existencia presente. Y este cuerpoes el que muri, como otros cuerpos haban ya muerto antes que l. Nuestraverdadera vida es la vida mental o espiritual. Pero no estamos condenados atener que sufrir siempre la muerte del cuerpo, como ha sido hasta hoy. Unt