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1 PREFACIO EL ENCUENTRO CON LA FE Y ahora comienzo este mi pregón tras escuchar los sones de la magistral partitura de Abel Moreno, “La Madrugá”, interpretada por la prestigiosa Banda Municipal de Música de Coria del Río. Retrocediendo en el tiempo y recordando aquella otra “madrugá”, relato el encuentro con la fe de un niño, un niño que yo conocí. Era madrugada de Viernes Santo, la tristeza por la muerte de Nuestro Padre Jesús era manifiesta y el silencio más respetuoso se apoderó del barrio. Él se presentó a la puerta de su casa, como hacía cada año. Aquella madrugada, a pesar de su corta edad y casi derrotado por el sueño, le esperó. Desde una sencilla habitación le miraba a través de la ventana, último obstáculo hacia el encuentro con Dios. Aquel niño tuvo el privilegio de tenerle muy cerca, como el amor de una madre y un padre con su hijo al que nunca abandonan. La imagen difunta del rostro de ese Cristo le rompió el alma. Ese encuentro estaba escrito. Con la “izquierda alante” ese Cristo muerto en la Cruz reviró por Gravina camino de su casa, camino del Cerro, era el Señor de la Vera-Cruz. Y mientras la estela del Crucificado centenario se perdía, los párpados de ese niño iban cayendo como los faldones de su paso, quedando dormido por el arrullo de las bambalinas del palio de la Concepción Inmaculada. Cada año, ese niño seguía esperando a su Padre para verlo pasar de cerca, pero ya nunca más volvió a pasar por su casa, ya nunca más pasó por la plazoleta. Por eso decidió salir a su encuentro y acompañarle cada Jueves Santo desde el Cerro. Desde entonces, aquel niño fue sumando primaveras y hoy quiere decirle a su pueblo el amor que inunda su corazón y la fe que le tiene al Señor del Cerro.

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PREFACIO

EL ENCUENTRO CON LA FE Y ahora comienzo este mi pregón tras escuchar los sones de la magistral partitura de Abel Moreno, “La Madrugá”, interpretada por la prestigiosa Banda Municipal de Música de Coria del Río. Retrocediendo en el tiempo y recordando aquella otra “madrugá”, relato el encuentro con la fe de un niño, un niño que yo conocí. Era madrugada de Viernes Santo, la tristeza por la muerte de Nuestro Padre Jesús era manifiesta y el silencio más respetuoso se apoderó del barrio. Él se presentó a la puerta de su casa, como hacía cada año. Aquella madrugada, a pesar de su corta edad y casi derrotado por el sueño, le esperó. Desde una sencilla habitación le miraba a través de la ventana, último obstáculo hacia el encuentro con Dios. Aquel niño tuvo el privilegio de tenerle muy cerca, como el amor de una madre y un padre con su hijo al que nunca abandonan. La imagen difunta del rostro de ese Cristo le rompió el alma. Ese encuentro estaba escrito. Con la “izquierda alante” ese Cristo muerto en la Cruz reviró por Gravina camino de su casa, camino del Cerro, era el Señor de la Vera-Cruz. Y mientras la estela del Crucificado centenario se perdía, los párpados de ese niño iban cayendo como los faldones de su paso, quedando dormido por el arrullo de las bambalinas del palio de la Concepción Inmaculada. Cada año, ese niño seguía esperando a su Padre para verlo pasar de cerca, pero ya nunca más volvió a pasar por su casa, ya nunca más pasó por la plazoleta. Por eso decidió salir a su encuentro y acompañarle cada Jueves Santo desde el Cerro. Desde entonces, aquel niño fue sumando primaveras y hoy quiere decirle a su pueblo el amor que inunda su corazón y la fe que le tiene al Señor del Cerro.

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PRESENTACIÓN

CON LA VENIA Reverendo Sr. Cura Párroco de Santa María de la Estrella. Reverendo Sr. Cura Párroco de San José. Sr. Presidente y Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías. Sr. Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Coria del Río. Sres. Hermanos Mayores. Autoridades. Cofrades de Coria. Señoras y señores. Mi gratitud más extensa al Consejo General de Hermandades y Cofradías por ofrecerme el reto más honroso que a un cofrade de Coria le puede brindar: ser pregonero de nuestra Semana Santa. Gracias por su disposición en todo momento, en especial a su Presidente, con el que tantos lazos nos unen desde la infancia. Agradecer las cordiales palabras que ha tenido el presentador con mi persona, fruto del afecto al pregonero, pues soy consciente de mis limitaciones y no encuentro otro pretexto para estar ante vosotros que el amor a Cristo y a su Bendita Madre y poder decir con sencillas palabras lo que desborda de mi corazón de cristiano, cofrade y coriano. Felicitar a Don Manuel Rojas por la maravillosa pintura que anuncia nuestra Semana Santa y que con gran entusiasmo ha sido acogida por todos. Gracias Manuela, mi esposa, por el apoyo y el amor que siempre me has demostrado, trabajando para fortalecer nuestra familia cristiana junto a nuestro pequeño Sebastián, a quien tanto queremos. Y a Victoria, que verá la luz la próxima primavera. A ella prometí alzar mi voz para que, en el seno materno, también pueda oír las palabras de su padre. A mis padres, que orgullosos estamos mis hermanos y yo por vuestra entrega, ejemplo de humildad y valores católicos que cada día transmitís a nuestra familia. Gracias a mis Hermanos y compañeros de Junta de Gobierno por todo el apoyo y el cariño recibido y a aquellos que con sus oraciones me alientan en esta hora de responsabilidad. Agradecer a quienes con vuestra presencia me ofrecéis la fuerza y la confianza que requiero y también a todos aquellos de quien tantas palabras de ánimo y ofrecimiento he recibido desde que se dio a conocer mi designación como pregonero. Por último, mi agradecimiento más profundo a Ti Señor, por fijarte en este siervo de entre un mar de grandes cofrades y permitirme, asomado a este tan privilegiado balcón, expandir a los aires de mi pueblo tus enseñanzas. La paz, la seguridad que vienen de Ti y tu eterno amor por mí, llenan mi corazón.

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El pregonero se pone a los pies del Señor del Gran Poder, aún no siendo digno de ello y al amparo de su Bendita Madre la Virgen María, que es Estrella, luz y faro de guía, patrona de todos los corianos. A Ti Madre, te pido esa iluminación necesaria para que en la soledad del pregonero, el aquí presente pueda discurrir con firmeza en la travesía de su pregón. A Ti, Virgen del Carmen, que tu Santo Escapulario me proteja ¡cómo no acordarme de Ti! Fue un dieciséis de julio de hace treinta años, en uno de esos percances que uno tiene a veces de chiquillo, cuando me ofreciste tu salvavidas como haces con tantos marineros de esta bendita tierra. Y a Ti, Virgen del Rocío, dame el consuelo del peregrino de poder llegar a tu aldea, verte y terminar este cometido.

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LA SEMANA SANTA

Parece que fue ayer pero ayer ya es hoy y sobre la mesa, la Semana Santa. Muchos son los pregoneros que han pasado por esta tribuna, como variados y magníficos han sido los pregones por ellos exaltados. Muchos son los mensajes, sentimientos y vivencias que hemos podido compartir y sentir como algo nuestro. Se me vienen al recuerdo muchos momentos de reconocimiento por los entonces aquí presentes, con tantas palabras bellas y evangelizadoras. Pero los mejores pregones que existen, los más valiosos, son aquellos que nos regalan esas personas que desde la entrega y el esfuerzo se ofrecen al Señor por los más desfavorecidos y todo desde el silencio y el anonimato, llevando la senda que Cristo nos marca y que en la mayoría de los casos no son ni tan siquiera reconocidos. Ellas sí nos regalan el mejor pregón. El mejor pregón de la Semana Santa no se escribe, se vive. Ya hace días que la melancolía se hizo dueña de nuestra calma interna y el cofrade espera impaciente el momento. La previa del gozo nos va preparando para la felicidad, para el júbilo. El Domingo de Ramos quitará el precinto y se abrirán las puertas del Cielo para ver a Jesucristo y a María durante siete días. La Semana de Pasión la tenemos en lo más profundo de nuestras almas, así nos la transmitieron nuestros padres, nuestros abuelos, como nos transmitieron la Fe, el amor a Cristo y a su Bendita Madre. Ese amor a Dios es el responsable de que hoy sea yo quien se ponga aquí para exaltar nuestra Semana Santa. Uno sólo tuvo que hacer una metamorfosis de sí mismo y expresar todo lo que Él nos transmite, mis vivencias como cofrade, sabiendo que tendrá delante a un pueblo generoso que en todo momento va a comprender al pregonero. Ojalá estas palabras que hoy tengo el honor de pregonar, porque así lo quiso Dios, sean de amor y esperanza para todos los rincones de nuestro pueblo cristiano: desde la más alta clase social hasta los más desfavorecidos, a los creyentes y a los que no lo son, a los marginados, a los privados de libertad, a los que conviven con la lacra de la droga, a los enfermos, a los que se sienten en soledad; cómo no acordarme de ellos, también son nuestros hermanos. A todos ellos quisiera que llegaran mis palabras para que con la Fe podamos tener la esperanza de conseguir un mundo más justo. No les dejemos en la cuneta de la vida. Entre todos hemos de poder hacer un mundo más de Dios. Aún cuando faltan meses para conmemorar nuestra Semana de Pasión, nosotros los cofrades ya contamos los días, vivimos impacientes por ver nuestras imágenes y nuestras cofradías procesionar por nuestras calles donde a diario peregrinamos en cientos de cometidos. La Semana Santa es la mejor manifestación pública de religiosidad, reflejo del amor de un pueblo por la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

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El mejor instrumento que tiene la Iglesia son las Hermandades, dignas de elogio por la dedicación que los cofrades ofrecemos y brindamos con nuestro esfuerzo, pero no podemos dejar atrás el culto interno de ésta donde Cristo se hace presente en el Sacramento de la Eucaristía. La familia cofrade debe participar y alimentarse de Ella y hacerla extensiva en su entorno. La Iglesia vive para la Eucaristía. Las Hermandades tienen comienzo y fin en Ella, donde recobran mayormente su sentido. Hagamos formación y catequesis y no vivamos una religiosidad efímera; necesitamos estar formados para dar respuesta a lo que la sociedad nos pide como verdaderos cofrades. Cualquier norma debe comprender la caridad como el mejor impulso de sus obras. Debemos exprimir al máximo nuestros recursos. Hay que tener claro que ser cofrade es una responsabilidad de caridad ante los demás, ante los más necesitados. No debemos dar la espalda y no debemos esquivar la demanda de caridad social del momento. Nuestra tarea consiste en animar a los cristianos y a los no cristianos en realizar obras de amor. Como dice San Pablo a los romanos: “a nadie debáis nada más que amor”. Nuestra Semana Santa está llamada a crecer hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro, expresando el buen hacer de tantas hermanas y tantos hermanos cofrades comprometidos que se prestan a vivir todo el año según lo que llevan dentro de su corazón, como fieles en Cristo. Hacia fuera, como auténticos apóstoles por nuestras calles. La Semana Santa se hace vida. Cristo camina, nosotros lo llevamos. Las procesiones recuerdan el peregrinar de Jesús y atestiguan en el cristiano el compromiso de seguir su santo ejemplo. Quien quiera seguir a Cristo en ese camino, deberá llevar siempre consigo la Cruz y una Fe muy grande en Dios; de otro modo, ni procesión ni camino tendrían sentido. Debemos aprender de su humildad, de su dolor y de su Cruz.

CRISTO, TÚ ERES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA Coria, que hace de sus calles pasajes del Evangelio, es siempre amante del recuerdo de la Pasión de Jesús: Espera impaciente la entrada triunfante de Nuestro Señor que montado va en un pollino aclamado por dar tanto amor. Amor que no fue suficiente te abandonan sin dar un motivo te traiciona Judas al besarte y por eso te vemos cautivo. Allí en San José te presentan te presentan después del maltrato y te imponen la injusta sentencia al lavarse las manos Pilato.

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Y te vemos subir el Convento cargando la Cruz del pecado empieza el penoso destino el penoso destino al Calvario. En el Calvario apagaste la luz dos ladrones están a tu lado Jesús ha muerto en la Cruz Cargando con nuestros pecados. En la tarde del Viernes Santo las campanas lloran de tristeza y al verte salir en la urna la plazoleta entera te reza. Jesús resucita en mi pueblo que amanece radiante y florido de alegría le da tres abrazos a su Madre que tanto ha sufrido.

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MARÍA DE NAZARET , MADRE DE TODOS LOS CORIANOS Excelsa Madre de Dios, ejemplo de madre verdadera, eres María, hermosa, fiel y sencilla, en tus entrañas latió la verdad y el verbo se hizo carne en tu virtud.

El ángel te saluda “Ave María” llena de Gracia estás ante el Señor mujer bendita eres por tu amor y en Ti se cumplió la profecía. Y eres Santísima Virgen de la Estrella, Madre Nuestra y Patrona, y eres Madre Mía del Rocío, Blanca Paloma y Señora, y María Santísima de la Victoria de niños protectora, y por Blas Infante te vemos Dulce Nombre de María, y por San José y por tu pueblo desborda Gracia y Esperanza, y marineando hermosura Tú, Virgen del Carmen, por tu pueblo marinero, y Tú Virgen de Cerro eres pura y limpia Concepción Inmaculada, y a Ti Virgen de la Soledad que te tengo enfrente desde niño, ¡cuánto te quiero!

¡Cuanto amor y qué legado nos dan cada día! Y a ti, madre, que devoción la tuya; tú que has sabido dar vida, sangre de tu sangre y que la ofreces por nosotros, manantial de amor, cariño y entrega. ¿Quién sabe mejor que tú de protección? Al nombrarte se nos alegra el alma. ¡Qué admiración y qué respeto más grande! No hay palabra más hermosa para todo ser humano que la palabra MADRE.

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MUJERES DE DIOS Y si de algo nos tenemos que sentir los corianos orgullosos es de esas mujeres de Dios. En ellas se ve reflejado el amor de Nuestro Señor. Son el verdadero manifiesto del Evangelio de Cristo. Viven intensamente unidas a Dios para poder dar su amor con palabras y obras a los demás. Son gloria de Nuestra Iglesia. Allí, en ese lugar emblemático del recorrido donde es cita y parada de obligado cumplimiento de cada una de nuestras Hermandades, siempre nos esperan. Los Ángeles del Señor en la tierra reciben a Cristo y a María. Allí, donde la palabra de Dios se hace expresión por medio de estos Ángeles bajados del Cielo, las Hermandades acudimos a paso de chicotá agradeciendo tantas obras de caridad con una labor inagotable de amor hacia los más desfavorecidos. Son un regalo de Dios. Ellas son quienes más saben de caridad y de las necesidades de este pueblo. Esas mujeres que te acompañaron en ese camino de penitencia siguen con nosotros y sólo con mirarlas sentimos paz en el corazón. La vida de una Hija de Madre Angelita es una Cruz constante, llevada con amor y entrega a todos los hermanos que sufren alguna necesidad, es una nazarena de clausura y de sonrisa sincera, todo ello inmerso en una vida de pobreza y penitencia. Ellas cumplen la voluntad del Padre.

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A TI COSTALERO DE CORIA Según el diccionario, costalero es aquel que lleva a hombros el Paso de una procesión.

Su autor hizo una definición errática, nunca vio Nuestra Semana Santa. No conoce nuestros sentimientos, nuestra fe, ese amor a nuestros Cristos y a nuestras Vírgenes. No conoce nuestra pasión, nuestras costumbres. No conoce de esos sudores derramados a cambio de alimentarse de esa sangre de Cristo que cae por sus pies y llega a calar por esas trabajaderas testigo de lo que ahí debajo se ama a Nuestro Padre. No conoce de ese pasear elegante a su Madre para hacer más soportable su dolor. El costalero es pasado al contemplar con nostalgia el paso de su cofradía. A ti costalero que también eres presente y que tantos sentimientos derramas; A ti que sabes de “crujios” de madera, que con tus ensayos anuncias nuestra Semana de Pasión; A ti noble atlante de faja, morcilla y saco que en la soledad de tu dolor ofreces tu esfuerzo y gran poder, a semejanza de como Él hizo por nosotros; A ti que vas fijando los costeros por las calles de tu pueblo; A ti que sabes de respeto a un capataz que con voz soberana os mima aliviando tu caminar; A ti estibador ejemplo de sacrificio, fe y devoción; A ti costalero que además eres futuro ¡cuántos niños con envidia sana sueñan con llegar a ese palo bendito! A ti quiero darte mi mejor definición. No te olvides costalero que siempre serás Cirineo. Ustedes aquí presentes me tenéis que perdonar estas palabras las quiero a un cofrade dedicar. Un costalero valiente de una Hermandad con solera ahora un buen penitente que salió de la ribera. Que bien andaba ese paso y que cortas las mecías no se movía un clavel cuando por Santamaría tu Virgen del Carmen pasaba buscando al que tanto sufría. Ya queda poco amigo para verla salir desde aquella esquina nazarenos que preceden la salida de tu Madre Bendita la parroquia se queda desierta y tú solo en su capilla con tu amigo inseparable compañero en las penas y alegrías una silla de ruedas

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¡qué golpe te dio la vida! y con humildad y paciencia por todos los carmelos rezas recordando travesías debajo de unas trabajaderas como antaño siempre hacías, amigo Francisco, qué fe la tuya, la esperas de recogida tú nunca la abandonas, Ella es tu Madre, la Virgen María.

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DOMINGO DE RAMOS

ENTRADA TRIUNFANTE DEL SEÑOR Y llegó el otoño. Estación de recogida de cosecha, de la caída de las hojas de los árboles, de nostalgia, de tardes que se acortan, estación de la vejez; la literatura así la representa. Día histórico e inolvidable aquel veintitrés de octubre. Desde los primeros rayos del alba, la luz lo iba inundando todo y tiñó de plata las aguas del Betis que se desbordaron de alegría dejando un ambiente primaveral en la atmósfera de este pueblo grande como si de Domingo de Ramos se tratase. Alrededor del medio día y con tu llegada las primeras gotas de agua cayeron, agua bendita derramada del cielo; las azoteas se tiñeron de blanco y Coria estaba preparada para el momento. ¡Y qué momento! El Señor de la Salud quería estar con su Madre para no dejar huérfanos a tantos niños, a tanta inocencia. Ya Darío Fernández, en su taller, hablaba con Ella y María le decía querer estar con su Hijo en un lugar con gente sencilla. Se acordaba de Egipto, lugar de destierro, tras el aviso del Altísimo para la protección de un Jesús niño ante la sangrienta matanza de Herodes. Allí, durante todo ese tiempo, habitaron con gente humilde, afable y hospitalaria. No fue muy difícil encontrarle ese lugar en Coria: la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Salud en su Sagrada Entrada en Jerusalén, donde arropará a todos sus niños y les transmitirá ese manantial de vida y grandeza que nos ha traído. Esta será la primera primavera que tengamos el honor de estar con Ella y ya estamos impacientes y melancólicos de poder verla pronto procesionar junto a su Hijo por las calles de nuestro pueblo. Ya pregonó Don José Tomás que tarde o temprano llegaría y no sabía si se llamaría Amor, Caridad o Victoria. Y llegó, es hermosa, siempre será Reina de su Hermandad y de todos los niños y quisiera, si ustedes hermanos me lo permiten, que el aplauso más grande lleno de amor, vida y esperanza que pueda retumbar sobre las paredes de esta su Casa sea para Ella, la Madre de Dios y de nombre María Santísima de la Victoria. A Ti Virgen de la Victoria te pido con todo cariño que ilumine a todos los niños y los tengas en tu memoria. Y a Ti Señora te pido ilumina a esa madre en la duda de no cometer la locura de ese derecho asesino.

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Y pueda observar la hermosura y verte tu cara bonita y rezar a su Madre Bendita y ver tu belleza y finura. Y mirándote y enseguida de algo grande no te olvides por esos niños que te piden seas Victoria de la vida. Y cuando llegue el Domingo de Ramos rezaremos por todos los niños y pediremos verte pronto pasear con tus hijos. Domingo de Ramos, día que abrirá las puertas de la Gloria dando comienzo a nuestra Semana Grande, que borrará del corazón de todos los corianos la inquietud mostrada en los días previos. El aire es limpio, puro y en este día azul y con este sol de la infancia que el poeta Antonio Machado dejara escrito antes de emprender su último viaje, el cofrade desborda felicidad, los naranjos se engalanan de azahar que ya perfuma nuestras calles; en lo más alto de la espadaña ya repican sus campanas. Coria recibe con la ilusión de un chiquillo este día hermoso. La larga espera ha acabado. Todo está preparado y ya suenan los primeros sones cofrades. El cristiano espera con anhelo este día donde la Iglesia celebra la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén y Coria, que es niña, recibe cada año con palmas y ramas de olivo a Jesús, montado en un pollino acompañado por los apóstoles, que viene como Rey de Reyes ante la mirada alegre e inocente de todos los niños. Aclamado entre Hosannas y Aleluyas, entra triunfante en el corazón de todos los que le amamos. Cristo de la Salud, hoy te aclamamos y alabamos. Mañana te rechazamos y te abandonamos. Imagen tierna, humilde y llena de amor hacia los más pequeños; es la predilección de Jesús por los niños, el mejor fruto que Dios nos ha regalado. Dejad que los niños se acerquen a mí. Y con túnica blanca y azul escapulario, los niños de la mano de sus padres acompañan en su entrada triunfal a Cristo que aliviará a muchos hermanos sedientos de salud. Cofrades mayores, contagiar nuestro amor a Cristo y nuestros sentimientos al transcurrir de la infancia de los niños y poder así ver reflejado en sus ojos la ilusión y el gozo cuando les reciba cada Domingo de Ramos. Dibujar en sus sueños el deseo de ser cofrade y poder sentir lo que significa ser nazareno. Mimar y cuidar nuestra cantera cofrade y enseñarles lo que unos jóvenes de Coria hicieron para que hoy esta Hermandad sea elogiada por todos.

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LUNES SANTO

JESÚS ES PRENDIDO Y ABANDONADO Y a Ti Señor, a pesar de tu inocencia, te prendieron y te abandonaron. Judas traiciona y vende a Jesús por treinta monedas. Todo es mentira en los labios de Judas. No ha aprendido ninguna enseñanza y menos aún la del amor, tan bien enseñada por el Maestro. Miente cuando besa o más bien mancha su mejilla, y lo que debe de ser signo de amor, lo convierte en una señal de traición, dejando una marca de falsedad y de engaño en su rostro. Jesús, en esa mirada silenciosa, le da a Judas la oportunidad de corregir todo lo que estaba haciendo, pero él estaba decidido. Su orgullo le había nublado el corazón. El Señor da una oportunidad a quien le hace el mal. Jesús acepta el beso de Judas para que este sepa que no ha sido rechazado por Él. Tras ser delatado y entregado, se acercaron a Jesús y lo apresaron. Sus discípulos dispersos le abandonaron. Jesús se quedó sólo aquella noche, Divino Cordero abandonado por todos que acepta en su cuerpo todas nuestras debilidades. Él sabe el destino que le espera. Cautivo viene Jesús desde su barrio, la Blanca Paloma. La luz de la tarde nos deja ver la sobrecogedora imagen de la humildad en Jesús Cautivo. Va regalando amor por donde va dejando huella. Y detrás, toda la fe de su pueblo que nunca le abandona. Jesús con su mirada va cautivando los corazones de todos los corianos. ¡Que dulzura en su mirada! Las calles de nuestro pueblo enmudecen de respeto cuando transita el paso del Señor. ¡Miradle!, atado de manos va por una sociedad egoísta, cada vez más pobre, más abandonada en los placeres de la vida y en sus libertinajes; una sociedad que vive desorientada en el relativismo del “todo vale”, donde se ridiculiza el matrimonio y la familia, donde se eliminan nuestros símbolos religiosos y donde se persiguen cristianos que llegan incluso a la pérdida de la vida terrenal por ser firmes en la fe; en el ataque a Nuestra Madre Iglesia y al hombre sabio y humilde que la guía, el Santo Padre Benedicto XVI, en la indiferencia al hermano... No hay peor prisión que un corazón cerrado y vacío, y contra ello Él nos ofrece la mejor lección: amor y perdón. Todos tenemos que pedir perdón a Cristo porque todos hemos llegado a Cristo con cobardía alguna vez, negándole como Pedro. Las primeras palabras de este mi pregón las comencé a escribir desde la cárcel. Allí también se puede ver al Cautivo y todo por el fracaso del hombre. Y en la noche veo a ese preso en su soledad, despreciado y olvidado por el mundo. En su Getsemaní de cuatro paredes, ellos sufren su penitencia diaria. La sociedad que se aleja de Dios está destinada al fracaso. Siempre hay esperanza y ella llega si estamos a su lado. Él siempre nos espera. Tengamos una oración para que el Señor mueva y cambie sus corazones, se arrepientan del mal que hayan hecho y encuentren el camino de la redención y del perdón. Que el Señor tenga para ellos su misericordia.

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En el Huerto de los Olivos te prendieron sin razón ¡porqué Dios mío, qué dolor! y te dejaron cautivo. Lunes Santo sin clemencia Coria se une ante el Señor estás cautivo por tu amor no opusiste resistencia. Todo el barrio te acompaña nadie oculta su tristeza es tu pueblo quien te reza y te lleva en sus entrañas.

En tu cabeza tres potencias símbolo de divinidad qué grandes eres Majestad y que admirable tu presencia. Vas atado de ambas manos qué humildad en tu semblante cuando vas por Blas Infante soportando tu dolencia Tú vas junto a un olivo y una mata de esparraguera. Eres la luz de tu barrio que iluminas cuando te asomas eres Tú Jesús Cautivo Señor de la Blanca Paloma. Blancos son los nazarenos que van escoltando a su Hijo, desembocando ante la triste mirada de María con ese largo y elegante caminar de la cofradía. Dulce Nombre de María, buscando al Hijo de sus entrañas. Nombre dulce como el sueño de un niño, como dulce es el amor de una madre que sufriendo el dolor de un hijo se entrega por él. Dulce Nombre de María, que también eres Merced de todos los cautivos corianos, vas caminando en palio de malla blanco para que desde el balcón de arriba, los que partieron de entre nosotros también puedan verte con gozo y alabando. En ti, Dulce Nombre de María, contemplamos el desconsuelo y la angustia. Tus lágrimas, semillas derramadas por Coria, harán brotar la esperanza y la ilusión de las muchas madres que sufren. Eres Merced de cautivos de muchos cautivos corianos de aquellos que viven sufriendo con pena, dolor y con llanto.

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En foto yo vi en una celda a la Reina del Lunes Santo era un cautivo de Coria a quien daba consuelo y agrado. Qué ilusión nos da el verte paseando bajo palio cuando bajas por calle Nueva y allí te espera mi barrio. Coria ya cuenta los días para verte en sus calles este año cuántos recuerdos de antaño Dulce Nombre de María.

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MARTES SANTO

EL DOLOR DE LA INJUSTICIA

Coria amanece envuelta en un ambiente de tumulto y preocupación. Allí en su barrio, donde un gallo nos anuncia la tercera negación de Pedro, la angustia, la amargura y la tristeza se van apoderando del corazón de todos los corianos, de un pueblo que se siente seguidor de Cristo y que le ama. Padecemos el dolor de la injusticia. Desde la Blanca Paloma hasta el barrio de San José llevan atado de manos a Jesús a los sumos sacerdotes. Estos, por envidia, lo entregan al gobernador romano para ser juzgado. Cada Martes Santo en la parroquia de San José, donde es llevado ante el pueblo de Coria, vemos la estremecedora figura de Jesús que, tras haber sido flagelado, azotado y coronado de espinas, es presentado por Pilato. El barrio de la Paz nos presenta la Pasión de Nuestro Señor con un Cristo maniatado, de aspecto obediente, con mirada hacia el Padre, que parece querer ocultar las lágrimas de la desolación; con torso desnudo, dejando ver sus heridas. Observamos que en su delicada cabeza, traspasada con insoportables espinas, tiemblan los poderes del cielo. Con su presencia nos da el mejor anuncio de la paz, de una paz tan necesaria entre nosotros. Va escupido y abofeteado su divino rostro, sus serenos ojos cegados por la lluvia de sangre, borrando la hermosura de su divina cara. Tan desfigurado lleva su cuerpo que parece no verse su humana presencia. Varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, va despreciado y humillado por la justicia del hombre. Señor, ¿quién te puso así? Un cobarde e inmoral Pilato nos presenta a Jesús para que le juzguemos. Él, sabiendo de su inocencia, señala a Cristo: Ecce Homo. El cargo que pesa sobre Jesús es espurio. Prefirió la injusticia a la justicia. Dos mil años después, ¿qué hemos aprendido? ¿Cuantas veces actuamos como Pilato? Por comodidad e interés nos importa más, antes que hacer justicia, mirar para otro lado. A veces preferimos crucificar a quien no nos interesa. Por cada injusticia que hagamos, estamos condenando a Jesús. Pilato, con su injusta sentencia, permite a Jesús alcanzar el compromiso sagrado; su muerte por la salvación de todos. Y el pueblo de Coria, pide tu liberación y arropa tu desnuda presencia. En ese hermoso caminar por nuestras calles, te reza por la Paz del mundo. Paz que rodeará la tarde del Martes Santo. La Paz rodeaba la tarde y el agua te estuvo esperando eran lágrimas de tristeza era Coria que estaba llorando. Al ver tus manos atadas presentado junto a Pilato Coria que tanto te ama no pudo evitar ese llanto.

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Cuando supo la injusta sentencia cuando vio tu cuerpo sangrando Jesús de la Paz Tú no llores que Coria te sigue arropando. Desnudo siempre caminas paseándote por tu barrio regalándonos amor y Paz en la tarde del Martes Santo. Pilato ha llenado de tristeza al pueblo de Coria por una injusta sentencia. Detrás el dolor de una madre que sale de su parroquia, la Virgen de Gracia y Esperanza en la plaza de San José; donde le espera todo un barrio dispuesto a acompañar a su madre en ese amargo caminar tras los pasos de su Hijo. Y con Ella a su lado, San Juan, dónde en ese íntimo diálogo que mantienen parece querer dar consuelo a la pena de María. ¡Qué belleza de imagen! Ella, que tantas pasiones recoge, va llena de Gracia y cada Martes Santo renueva la Esperanza para dar aliento por las muchas injusticias que ocurren en este mundo. Cómo brilla y que bien huele el palio de Gracia y Esperanza que se pasea resplandeciente envuelto en la fragancia de sus calles, de sus esquinas y sus plazas. Esta Hermandad evangelizadora, orgullo de todo un barrio, cada Martes Santo va dejando un aroma de paz y esperanza, mensajes de amor a un pueblo ávido de tanta gracia divina. Me apena ver tu mirada la tarde del Martes Santo cuando vas detrás de tu Hijo presentado junto a Pilato. Cuántas lágrimas nos enseñas paseándote por tus calles enseñándonos a toda Coria lo que puede sufrir una madre. Por Santa Ángela te acompañan y te aclaman por Cervantes y te esperan de madrugada cuando llegas a Pascual Márquez. Con la gubia que templanza la que en su día tuvo Fernando nos duele verte llorando porque Tú eres nuestra Esperanza.

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MIÉRCOLES SANTO

EL PODER DE DIOS

Paseando por el pasado y buscando en el recuerdo, se dibuja en mi memoria aquellos años de mi niñez donde cada Miércoles Santo caminabas a orillas de nuestro Guadalquivir, rodeado del aroma de Carlos de Mesa; hoy estampa añorada del entonces primer día de la Pasión en Coria del Río. Ahora, en el ecuador de nuestra Semana Grande, cuando entre el gentío de Santa María de la Estrella se abre el portón de la Gloria y los corazones casi se paralizan, al pueblo de Coria se le congela la expresividad al ver el terrible rostro ensangrentado del Señor y divisa, rodeado entre un mar de capirotes morados, la portentosa humildad en la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.

Qué dolor en tu rostro cuánto te quiere tu pueblo cuánto has hecho por Coria siempre serás el mejor de los ejemplos.

Son momentos sin palabras, describirlo mucho cuesta. El nerviosismo en los

nazarenos se palpa, se va acercando la hora y todo el mundo te reza. Es un sentir de emociones tras un año de espera. Los costaleros se preparan y se introducen en sus trabajaderas.

Al salir la Cruz que guía y marca el camino, cientos de nazarenos la siguen. Los

ciriales nos van anunciando que el canasto, con la presencia del Señor, está cerca. Nos queda muy poco para verlo cruzar el dintel.

La parroquia se despeja y un silencio claustral sobreviene cuando los González,

con voz firme y emocionada, ordenan la primera “levantá” martillo en mano. El silencio se transforma en rachear de zapatillas, el nerviosismo en tranquilidad, el descanso en esfuerzo, la espera en presente ¡ya está saliendo el Hijo de Dios que se entrega por nosotros! Dueño del Poder infinito que acepta la carga de la envidia, el odio, el egoísmo, el engaño, las injusticias...

Él sabe su destino, no se resiste a nada. Padece todo el peso del madero. Al salir

del pretorio comienza su largo caminar, el más doloroso. Sobre su humilde túnica morada, que cubre sus llagados hombros, soporta el pecado de todo ser humano. Sus cabellos bañados en sangre caen bajo la corona de espinas. Su rostro herido y desfigurado por las llagas, la sangre y el sudor del esfuerzo. Con los pies desnudos y ensangrentados lo vemos encorvado por el enorme peso del travesaño de la Cruz, signo máximo de nuestra salvación.

Ahí lo tenéis… ¡miradlo! Todos los que le acompañan se estremecen al

contemplar su penoso destino hacia el Calvario. Para Él, no hay aliento ni miradas, sólo contempla las pisadas de su lento andar. Se encuentra abatido, en el umbral de la muerte y no se resiste a nada; por ello, quiero que sepas Gran Poder que nunca estarás solo, que toda Jerusalén, hoy Coria, te sigue y acompaña.

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Sobre el poder de Dios camina la madrugada y entre un sinfín de penitentes, cuatro nazarenos de la Hermandad de la “Borriquita” escoltan al nazareno de la Gloria. Campana con sonidos fúnebres que siempre os recordaran.

¡Qué detalle nazareno! vestiste túnica de cola, como antaño lo hicieron ellos; ¡Qué detalle nazareno! en un libro de terciopelo, portaste mucha historia; ¡Qué detalle nazareno! tu Hermandad nunca olvida a aquellos que se fueron; ¡Qué detalle nazareno! entre olor a incienso y azahar demostraste tu respeto.

Cargado con el madero camina no muy deprisa el peso de la injusticia lo saben tus costaleros. Qué suerte tenéis costaleros juntar tu sudor con el suyo y aliviar el esfuerzo más duro yo quiero ser cirineo. Cuando subes el Convento el silencio se hace norma todo el mundo se transforma porque viene el Nazareno. Jesús del Gran Poder Gran Poder de la vida enséñanos a llevar la cruz de cada día.

En el camino hacia el Calvario tuvo lugar un encuentro: Jesús vio entre la multitud a su Madre, la Virgen María, la del Carmen. Se detuvo un momento y contempló la indescriptible pena que soportaba. La tarde va cayendo y nos dedica su repertorio de azules y grises. La brisa que sopla y que viene río arriba va perfumando de azahar y sabroso aroma marinero la salida de la Estrella de los mares, la Virgen del Carmen; Estrella del mar que guía a todos los carmelos. Virgen marinera para nuestra tierra marinera, donde muchos hogares corianos se ganan el pan de cada día. Rodeada de ese olor a mar Tú, Virgen del Carmen, vienes navegando entre una marea humana iluminada por esa candelería que es heraldo de la vida repleta de nombres de niños corianos. La luz del Miércoles Santo con aroma de carmela camina por nuestra orilla y aliviarte yo quisiera de esa Cruz que Tú recoges que tu mirada nos refleja el dolor y el desconsuelo la amargura con la pena

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y te decimos Madre Mía que eres bella entre las bellas en esta tierra mariana donde tanta fe despiertas al encuentro con un Hijo le sigues de penitencia donde acuden tus carmelos que tu hermosura les llenan de ese amor a Nuestra madre a su río y a su ribera Bendita Madre del Carmen eres Reina y marinera.

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JUEVES SANTO

EL AMOR DE DIOS Con el amor que corría por mis venas cuando de niño contemplaba la dulce y apagada mirada de tus ojos; Con el dolor de ver la sangre derramada de tu cuerpo en el jardín más hermoso; Con la ilusión de contemplar el descanso más sangriento en el árbol divino; Con la certeza de emprender la plácida búsqueda del amor más desbordante; Con el recuerdo de aquel niño que quiso ir a tu encuentro, quiero adentrarme en mi infancia para evocar momentos imborrables como: Aquel hábito de nazareno blanco y verde, único en mi casa, mezclado con túnicas negras y capas blancas que tú madre, me preparabas para hacer mi primera estación de penitencia en la Vera-Cruz. Aquel nazareno que cada Jueves Santo postulaba en la entrada de un mercado de abastos, hoy casi olvidado. Cuántos recuerdos amigo Ángel. El beso de una madre a sus hijos, Antonio y Pepe, cada Jueves Santo cuando nos disponíamos todos juntos a acompañar el cuerpo crucificado del Señor. Y me acuerdo de tantos y tantos momentos...como el de aquel día cuando a mi madre dije: ¡mamá quiero ser nazareno del Cerro! Jueves Santo, comienzo del triduo Pascual. La última cena donde Cristo instituyó la Eucaristía. Lavatorio de los pies, donde Jesús se entrega y nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás, a vivir como servidores unos de otros, el mejor camino para seguir a Jesús y demostrarle nuestra fe y nuestro amor. El canto del “Christus factus est”. Jueves Santo del olor a miel, a mantilla, a humildad, a dolor, a obediencia, a aroma de azahar de los naranjos de tu placita mezclado con nubes de incienso, a Cristo crucificado. En la agonía de la muerte, desde el púlpito de la Cruz, nos predicó siete palabras, breves pero llenas de amor, dignas de ser grabadas en el corazón de todo cristiano. ¡Que mejor herencia para el ser humano! Todo se ha consumado en la Cruz, ha llegado tu hora; Cristo paga la deuda del pecado del mundo con su muerte, la manifestación suprema del amor de Dios. Viene de Dios y a Dios vuelve y cada Jueves Santo, al bajar los treinta y tres umbrales que alzan la ermita que corona Coria, la campana de tu espadaña llora al ver tu presencia. Dios está en la calle y entre oraciones, lo vemos perderse entre el respeto, lo vemos perderse en el silencio. Nunca hubo encuentro más emotivo que el de este pregonero con su Cristo de la Vera-Cruz y allí, en la ermita de San Juan Bautista, donde Coria presume de historia, donde dice la leyenda que llegó en carabela; los franciscanos bajaban río abajo a predicar el amor a la Cruz y a mostrar su devoción a las llagas de Nuestro Señor, las cinco llagas sangrantes que tus nazarenos junto a la Cruz en el Calvario, llevamos como escudo de la Hermandad.

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Tú, que nos dejas la huella más verdadera, te busco para encontrar mi paz en tu

descanso, para comprender el silencio y el máximo recogimiento de tu capilla. Me consumo en el dolor que hiere mi corazón mientras contemplo tus manos clavadas en el patíbulo junto a tu rostro difunto y demacrado en la muerte más agónica. Siento la amargura con el llanto de mis ojos, recibo el amor más verdadero. Ojalá pudiera quitarte esos clavos y bajarte de tu Cruz para no angustiar más mi mirada. El aire abraza tu cuerpo y besa el dolor consumido y recoge todo el gemido del Cristo que muere en el Cerro, y quisiera quitarte ese hierro y bajarte del árbol divino que lección nos dejas rabino y a tu lado encontramos la luz cuanto amor Señor de la Vera-Cruz me has regalado desde niño. Sentid hermanos y gozad la salida del palio de Nuestra Madre del Cerro, la Santísima Virgen de la Concepción. No hay trabajo más perfecto que el de esos costaleros que, al milímetro, van sorteando la dificultad de los arcos de su capilla. No hay esfuerzo más agradecido que el que hacéis en el imponente pasear de Nuestra Madre por los peldaños de su calle que, acompañada en el dolor por su pueblo quiere estar a la Vera de la Cruz lo más cerca de su Hijo. Cinco lágrimas entristecen tu semblante. Jamás vi dolor más hermoso. Paso fino y con estilo, hermosura y filigrana, qué postal más elegante. Ahí va la morena más guapa, ahí va la pura y limpia sin pecado original con sus tres azucenas, ahí va la Concepción Inmaculada. Madre Mía de la Concepción la muerte de un Hijo llora eres Mujer redentora Morena fragancia de amor. Y como olvidar el detalle en el paso de la Santísima Madre de la Concepción Inmaculada. Entre los cirios que lloran, uno lucero va en memoria de aquellos que, ya concebidos, no tuvieron la oportunidad de nacer; dando el mejor mensaje al decirle al pueblo de Coria y al mundo entero que los católicos estamos a favor de la vida y repudiamos ese holocausto silencioso, fracaso de nuestra sociedad y vergüenza de nuestro tiempo, que es el aborto. Y sin tiempo a limpiarnos las lágrimas derramadas por la pérdida de nuestra querida hermana Carmen, el estreno del presente año nos vuelve a llenar de tristeza. Silencio, respeto y mucho dolor recibimos el día de Reyes mi familia del Cerro. Nuestra querida Josefa también nos abandonó; su efímera luz se escondió para siempre. Las tres centinelas del Cerro ya gozan de la gloria del Señor.

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A las siempre humildes e ilustres del Cerro, cuántas velas encendidas a Nuestro Señor y a su Madre Inmaculada, cuántas encendidas por nosotros. Permitidme hermanos que sea hoy el aquí presente y en un respetuoso silencio quien en nombre de todos encienda una en su memoria. Hermosas flores del Cerro fría y triste quedaba la ermita al ver el final de la historia con letras de amor escritas. El jardín más hermoso de Coria se quedó sin tres de sus flores ya partieron para la Gloria Carmen, Josefa y Dolores. Brillad, luceros resplandeced, estrellas que ya tenéis en el cielo a las tres centinelas eternas.

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VIERNES SANTO

Y LLEGÓ EL VIERNES SANTO

En la soledad de la madrugada, el frío y el silencio se unen a la tragedia. Todo se ha cumplido en la Cruz. De vuelta a casa, el antifaz de un nazareno esconde su amargura. Y no encuentro consuelo, la pena me invade, ha llegado el momento. La tristeza llega a mi barrio, al barrio que me enseñó a amar, a sentir, a reír, a llorar, donde sembré mis ilusiones; allí aprendí a ser cofrade, ese barrio me lo ha dado todo. Viernes Santo en Coria. Día de máximo dolor, día de riguroso luto, hoy todo es oración. Todo se ha consumado. Cristo ha muerto. El sagrario se nos presenta desnudo como desnuda se nos mostrará la Verdad a todos, el Santísimo Cristo Yacente, dación absoluta de amor. Tanto amor dio Dios al mundo que entregó a su Hijo. Y después de la Cruz, Coria le prepara un sagrario de plata para su entierro. La tarde se tiñe de duelo y se puebla de ribetes negros. Una palmera anciana, hoy más enferma que nunca, llora tu muerte. Coria, de luto, llora ante el paso de un Dios que muere; el Dios que duerme, al que Buiza le imprime un hálito de esperanza. Jesús triunfante, Cautivo de amor, Rey de la Paz, Gran Poder de Dios que muere en la Vera-Cruz, se nos presenta dormido en su urna de caoba y plata. Suenan tres golpes secos y lentamente se alza esa urna a pulso, para que no se abran más las llagas de ese Cristo Yacente. Escoltado en la seriedad de la muerte por un interminable cortejo de capirotes negros, vemos a quien sin miedo a la justicia y con valentía humilde llena de amor verdadero se acercó a Ti, mi Señor, que eres la Verdad; la verónica con el rostro ensangrentado de Jesús que, entre cristales, viene para que la brisa no corte más sus heridas. Silencio, que viene Dios muerto por amor, el autor de la vida. Viernes Santo, Viernes Santo, en silencio va el penitente, sale mi Cristo Yacente, entre lágrimas y llanto. Pepita Peña en el Cielo al Yacente ve pasar que años llevaba sin verle debido a su anciana edad. Y en silencio viene su madre al quedarse sin el hijo de sus entrañas. Silencio roto por los tenues acordes que acompañan abatida a la Virgen María en su Soledad.

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Coria acompaña a María en su dolor más profundo. Ella, ha presenciado la muerte más cruel e injusta. Ya no llora, ya no tiene lágrimas que derramar ante tanto dolor, pero ahora lo hace desde el cielo, y lo hace por las ofensas que nosotros cometemos hacia Dios. ¿Quién no se entristece al mirarla? ¿Quién no sufre al verla sin consuelo? La fe es lo único que la mantiene. Todo lo envuelve un ambiente de la más negra tristeza. Soledad, siempre Tú Soledad, la que me vio crecer, la que me vio jugar. Y Tú siempre con tu dolor Soledad. Pero quiero que sepas Soledad que nunca estarás sola, tus hijos del barrio y tus hijos de Coria siempre estaremos a tu lado. Cuánto nos acordamos de aquellos que se fueron y que dedicaron su vida para estar contigo, para darte consuelo; cuánto nos acordamos de Manolita. Tú también supiste lo que es perder a un hijo y como Ella, también quisiste estar a su lado. Allí, en la plazoleta, te echamos de menos. Soledad, que dejas tu capilla para enterrar a tu Hijo y toda la fe de un pueblo te acompaña en el abandono en que te ves sumida. Capilla que quedará custodiada por esos dos ángeles que un día bajaron del Cielo adornando su presbiterio y que mi padre, con mucho amor, recuperó para nuestra querida Hermandad. Y a tu paso por ese palio, que son paramentos entristecidos de luto y duelo en las honras fúnebres de Nuestro Señor, vas dejando el destello de tu mirada y una huella indeleble de tu belleza en todos los hogares corianos. Soledad, Tú que te mantienes en la misma Cruz de donde pendía Jesús, a Ti acudimos cada día para que nos enseñes a llevar la nuestra. Soledad, tu imagen dolorosa nos da la mejor lección de fortaleza y en Ti encontramos sentido a los sufrimientos de cada día. Y vosotros costaleros, que suerte tenéis de poder pasear a quien viene coronada de amor por sus hijos, que suerte poder recibir la fragancia de amor en forma de infinidad de pétalos que recibe Nuestra Madre, que suerte tenéis soleaeros de poder enmarcar vuestro caminar por esas esquinitas, testigo de vuestra elegancia, donde abrís las puertas para el regreso a su capilla. Pero si tenemos que hablar de costaleros, esta Hermandad ya lleva años trabajando con cariño y entrega por tener la mejor cuadrilla no para el Viernes Santo sino para todos los días del año. Esa cuadrilla que trabaja por nuestros mayores. Sí, vosotros “costaleros de la residencia” que con vuestro esfuerzo dais la mejor chicotá al paso del amor, de la caridad y de la esperanza y que remedia de soledades a muchos ancianos en nuestra Coria querida.

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La noche en silencio llora y una tristeza ilumina toda la cara divina de una mujer sabedora que se está acercando la hora de pasear de madrugada y ver tu cara angustiada belleza y amor verdadero que te quiere el mundo entero mi Soledad Coronada.

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DOMINGO DE RESURRECCIÓN

EL TRIUNFO DE LA VERDAD

Dios cumple lo prometido en las Sagradas Escrituras. Pasados tres días desde su crucifixión y muerte, amanece el domingo más radiante, donde brillará con fuerza un azul celestial, y la luz deslumbrante iluminará a nuestro pueblo que se vestirá de gala para recibir el día más solemne de la Semana Santa.

Un aroma de resurrección dará los buenos días a mi Virgen de la Soledad y a

todo el pueblo que acompañará a la Reina de Coria en busca de Jesús Resucitado, su Hijo, que nos inundará de alegría a todos y liberará de dolor a los muchos corazones que días antes habrán llorado de tristeza.

En un gesto de inmensa y desbordante felicidad, Jesús y María volverán a

encontrarse y se darán tres abrazos que quedarán grabados para siempre en la retina de nuestros corazones.

La Resurrección es un acontecimiento único y que se repite año tras año. El

llanto se convierte en alegría y esperanza para todos los cristianos. Es el triunfo del Señor, donde el amor vence a la muerte, donde podremos encontrarnos por fin con Dios y tener vida eterna.

Con la firme esperanza de la resurrección tú, Señor, vivirás para siempre en el

Cielo, en el Sagrario y en nuestros corazones. Ayúdanos a vivir y a resucitar cada día, en la alegría de estar contigo.

¡CRISTO VIVE! Es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe.

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EL TRIUNFO DE LA VIDA

Y con el triunfo de la Resurrección, el triunfo de la vida. Dice el Señor: “Antes de formarte en el vientre te elegí; antes de que salieras del seno materno te consagré” (Jer. 1:5) Los cristianos somos portadores de la mejor noticia que se ha transmitido a los hombres, la Fe. La Fe cristiana es un gran sí a la vida y así es como lo han entendido nuestras Hermandades y su Consejo, al incluir en la Protestación de Fe de cada hermandad coriana la histórica y acertada iniciativa de la defensa del Sagrado Don de la Vida. Con ello, nuestras Hermandades caminan como apóstoles de la Verdad y de la Vida, que desde la Fe y el razonamiento, testimonian una vez más la necesidad de concienciar educando, formando, con la voluntad firme de ayuda, con amor, con misericordia, con oración. Por eso… A Ti, Virgen de Guadalupe, que Nuestra Santa Madre Iglesia te encomienda la custodia de la vida, que hoy en Coria eres Victoria de ella con Dulce Nombre y que con Gracia y Esperanza navegas en nuestros corazones con el nombre de Carmen. A Ti, Virgen de Guadalupe, que eres Pura y Limpia Concepción Inmaculada y que siempre nos amparas en nuestra Soledad, te pido Reina Nuestra que seas la Estrella permanente que guíe e ilumine el camino que, lleno de Rocío, nos lleve al encuentro de tu Bendito Hijo Nuestro Señor Jesucristo.

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FIN DEL PREGÓN

Comienza la cuenta atrás. El cofrade ya se prepara para su Semana Grande, el nerviosismo ya camina con nosotros, las túnicas ya están preparadas; las puertas del Templo se han abierto de par en par y una ola de capirotes blancos ya anuncia la Pasión del Señor. Abrid las puertas del Cielo, abrid las puertas a la Gloria que ya suena el llamador, ya es Semana Santa en Coria. Despiértate Coria, despiértate pueblo que quiero que seas testigo testigo del Evangelio y que todos los corianos tengamos el privilegio de poder recibirlo y transmitirlo al mundo entero. Ya se preparan las flores de tu Parque Carlos de Mesa ya se preparan los lirios amapolas y azucenas. Ya estamos en primavera y que sabia es la naturaleza que te devuelve todo tu aroma y tus aires de nobleza. Y que contento está tu río y las aguas benditas que navegan pregúntaselo a Bonanza y a Sanlúcar de Barrameda. Y ahora que mi voz se apaga, llegando al término de este mi pregón, con las últimas líneas de mi estación penitencial desde el atril, quiero hacerlo con la palabra HUMILDAD, porque el Señor alza a los que se humillan. El Señor se sirve de nosotros, somos instrumentos para dar luz; no apaguemos la luz de la Verdad porque iluminando a través de la humildad encontraremos la caridad, la piedad y el perdón de Nuestro Señor. Hermanos despertad, porque no es lo mismo ser católico que parecerlo. He dicho.

Este pregón se terminó el 22 de febrero de 2012, Miércoles de Ceniza. Inicio del Tiempo de Cuaresma.