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    Posicionesfilosofa, poltica, psicoanlisis

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    Publicacin del colectivo PosicionesAo 1, Nmero 1. Noviembre del 2002

    Aparece dos veces por aoPrximo nmero: Marzo del 2003

    Comit de redaccin:Alejandro Lezama, Santiago Rosso y Sebastin Waingarten

    Enviar correspondencia a [email protected]

    Diseo de tapa: Black and Red

    Ediciones Parusa

    Registro de la propiedad intelectual en trmite

    ISSN 1666-8790Se termin de imprimir en el mes de Diciembre de 2002.En los Talleres de Copia y Grfica - Buenos Aires - Argentina

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    "A nuestra herenciano la precede ningn testamento"

    Ren Char

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    Indice

    Peliminar ....................................................................................................................................11

    Habermas y la silla en la cabeza ...............................................................................13

    Lingstica y psicoanlisissegn Jean-Claude Milner..............................................................................................21

    Elementos de la ideologa psicoanaltica ............................................................31

    Notas sobre el noventismo ..........................................................................................53

    Dilogo sobre el movimiento piquetero.............................................................61

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    Nuestra poca no hace lugar a la interrogacin sobre los fundamentos de los saberes quela rigen. Las reflexiones tericas sobre la historia, la poltica y el psicoanlisis se handesplegado en su especificidad desconociendo un suelo comn de categoras, problemas y

    conceptos. En consecuencia, la situacin contempornea del saber presenta como formassintomticas la pobreza con que los discursos se clausuran sobre s mismos, o la preca-riedad del eclecticismo con que entrelazan sus elementos.

    La descomposicin de la articulacin de las prcticas en la vida social tiene su contrapar-tida hoy en la ausencia de un terreno donde se discuta el modo de su inteligibilidad. Te-nemos que hacer frente a la ilusin de que en el alejamiento de nuestro valle de lgrimaspuede hallarse validacin y autenticidad.

    La tarea que nos proponemos encuentra su rbrica en una confesin de Bachelard:Racionalista ?? Tratamos de llegar a serlo.

    Posiciones, octubre del 2002

    Preliminar

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    Spinoza posibilita pensar la razn no solo como res cogitans,tambin como res extensa.

    De una conversacin con Juan Carlos Marn.

    Si en el campo de la reflexin tica existe algo que pueda llamarse debatecontemporneo, ste podra caracterizarse como una reedicin de la can-nica discusin entre contextualistas e universalistas, formulable de la si-guiente manera: Puede pensarse un principio moral con independencia delcontexto donde se aplica? O a la inversa: Cmo obtener un principio ge-

    neral de justicia partiendo de la eticidad de las formas concretas de vida?En este debate, uno de sus principales organizadores es el concepto de uni-versal, y uno de sus protagonistas ms notables es Jrgen Habermas.

    La modernidad traz distintas posiciones para abordar lo universal. Men-cionaremos la puntuacin que Habermas le atribuye a Hegel en su tarea deobjetar el formalismo kantiano1. El objetivo que nos proponemos es ex-plorar la nocin habermasiana de Etica del Discurso como relevo de la ra-

    zn prctica kantiana en trminos de razn comunicativa. Este adjetivo re-sume la impronta dialgica con que Habermas lee la racionalidad moder-na, sobre todo en su versin monolgica (kantiana).

    En su proyecto de revisar la razn prctica kantiana, Habermas retoma lasobjeciones de Hegel y las confronta con las premisas de la tica del Dis-curso. La tica habermasiana se obtiene a partir de las consecuencias quearrojan las crticas hegelianas y de las premisas formales que se conservan

    de la tica kantiana. De esa solucin evaluaremos hasta qu punto se logra

    Habermas y la silla en la cabeza

    1Jrgen Habermas Escritos sobre moralidad y eticidad. Ediciones Paidos, 1998.

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    constituir una sntesis cabal, y cunto termina por el contrario resultandoen una solucin de compromiso entre ambos elementos.

    Repasemos primero las cuatro crticas de Hegel a Kant que retomar Ha-bermas:

    A- La crtica al formalismo, es decir, la objecin de Hegel contra la abs-traccin de todo contenido determinado de las mximas de accin yde los deberes. Ya que esta operacin conduce inevitablemente a jui-cios tautolgicos.

    B- La crtica al universalismo abstracto del imperativo categrico. He-gel objeta la exigencia de separar lo universal de lo particular, de

    dejar de lado el contexto del problema para que los juicios mora-les sean vlidos.

    C- La crtica a la impotencia del simple deber, segn la cual se estable-ce una rigurosa separacin entre el ser y el deber-ser. Separacin queno contempla cmo se ponen en obra las ideas morales, o cmo searticulan las normas justas con el mundo de la vida.

    D-La crtica contra el terrorismo de la pura intencin. O tambin, laobjecin al corte radical entre las exigencias puras de la razn prc-

    tica y los procesos histricos en los que la razn se realiza. Para He-gel la tica debe estar emplazada en lo histrico.

    Partiendo de estas objeciones a la teora moral kantiana, Habermas articu-la sus consecuencias en la tica del Discurso. Pero antes de evaluar el re-sultado de esta tarea, repasemos las caractersticas bsicas que mencionaHabermas de la moral para Kant.

    Para explicar el carcter deontolgico de la tica kantiana, Habermas mencio-na la estricta pretensin de Kant de referirse solamente a los juicios nor-mativos susceptibles de fundamentacin en relacin con acciones correc-tas o justas, dejando de lado las cuestiones de la vida buena. En este sen-tido, la justificacin de acciones a la luz de normas vlidas supone un ca-rcter cognitivista: esas normas son enunciables y por lo tanto tales enuncia-dos normativos no solo tienen que tener su fundamentacin, sino que de-ben poder dar cuenta de la validez de sus fundamentos.

    Por ltimo, Habermas se refiere a la naturaleza universalizante del impera-tivo kantiano para subrayar el carcterformalistade esta tica: las normas de

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    acciones justificadas moralmente tienen que poder alcanzar a todos los se-res racionales, consigna de donde se desprende su carcter universalista, queexpresa la exigencia de validez general de la tica por sobre las intuicionesde una determinada cultura o una determinada poca.

    A partir de estas caractersticas, y especialmente de la ltima, Habermaspropone la siguiente tesis en lo que formula como la Etica del Discurso:todo aquel que trate en serio de participar en una argumentacin no tiene ms remedioque aceptar implcitamente presupuestos pragmticos-universales que tienen un conteni-do normativo; el principio moral puede deducirse entonces del contenido de estos presu-puestos de la argumentacin con tal que se sepa qu es eso de justificar una norma de ac-cin. (p. 102). Esta afirmacin ubica al procedimiento de argumentacin

    moral en el lugar del imperativo categrico, procedimiento a partir del cualHabermas compone su principio D: slo pueden pretender validez aquellas nor-mas que pudiesen contar con el asentimiento de todos los afectados como participantes enun discurso prctico. Y contina afirmando: A su vez, el imperativo categricoqueda rebajado a un principio de universalizacin U, que adopta en los discursos prc-ticos el papel de una regla de argumentacin: en el caso de normas vlidas los resultadosy consecuencias laterales que, para la satisfaccin de los intereses de cada uno, previsible-mente se signa de la observancia general de la norma tienen que poder ser aceptados sin

    coaccin alguna por todos. (p. 101)

    Se ve cmo el imperativo habermasiano se fortalece al incluir el armaznkantiano en el procedimiento del discurso prctico enunciado como princi-pio D. Habermas transforma los presupuestos universales del imperativokantiano en principios bsicos de la comunicacin, ya que en las prcticasargumentativas los participantes deben contemplar que todos los afectadosparticipan como iguales y libres en la bsqueda cooperativa de la verdad.

    En esta tarea colectiva, los participantes deben someterse a la nica fuerzacoercitiva de las prcticas comunicativas: los buenos argumentos. Sin em-bargo, este sometimiento orientado al mutuo entendimiento utiliza la capa-cidad de generalizar y abstraer sus presuposiciones de manera de trazar ensu horizonte la posibilidad de una comunidad ideal que incluya a todos lossujetos capaces de lenguaje y accin. La potencia de la tica del Discursoconsiste en posibilitar la conexin de la justicia y el bien comn, articulan-do dos aspectos que la moral kantiana siempre mantuvo separados. Esta po-

    sibilidad no es otra que aquella que logra satisfacer los intereses de cada in-dividuo atendiendo al lazo social que une objetivamente a cada uno con to-dos.

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    En las prcticas discursivas la dimensin moral traspasa los lmites de todacomunidad concreta, ya que el convenio de la accin comunicativa estable-ce como destinatarios a todos, es decir, a ese universal en acto que es la co-munidad ideal. Se dice en acto no tanto porque constituye la estructuracomn que antecede a los individuos sino porque se convierte en el hori-zonte receptivo de todas las prcticas comunicativas, en el sentido de diri-girse a un nivel superior de reflexin. Esa estructura comn es el discurso,estructura que por el solo hecho de habitarla vuelve ineludible la necesidadde universalizar cada vez que nos comunicamos. El lenguaje que precedelas prcticas discursivas y traza la lnea del horizonte a que debe aspirar to-do argumento racional, desactiva la importancia que Kant otorgaba a la ra-zn comofactum, como experiencia del sentirse obligado por el deber-ser,

    y repone como universal la capacidad del discurso de exceder toda situa-cin (particular) de habla.

    Explicitemos con ms detalle la apropiacin habermasiana de la crtica deHegel.

    1- Respecto del formalismo, Habermas no est dispuesto a concederle alautor de la Filosofa del Derecho que la definicin formal del principio mo-

    ral solo arroje enunciados tautolgicos. Y la defensa que Habermas propo-ne consiste en referirse a los contenidos sustanciales que acompaan a losenunciados normativos.

    2- La misma solucin se aplica a la objecin que Hegel realiza del univer-salismo abstracto. A pesar de las crticas al idealismo y al monologuismode la tica kantiana, la tica del Discurso no necesita abandonar la dimen-sin universal, ya que el cuidado por los resultados y por las consecuen-

    cias que toda accin comunicativa tiene presente la releva de los atollade-ros de la abstraccin. Aqu tambin Habermas rescata algo. Cmo hacerpara neutralizar la inevitable abstraccin de toda norma en su aplicacinlocal? Ah donde Hegel efecta la prdida universalista de la razn prcti-ca, Habermas sostiene que en la pragmtica tambin se establecen las re-glas de su aplicacin. Reglas que conservan la aspiracin moral y univer-salista de la consideracin kantiana.

    3- Sobre la impotencia del deber-ser, Habermas reconoce que Kant nopuede eludir el golpe que la crtica hegeliana le asesta a la separacin entrerazn y sensibilidad o inclinaciones y deber. Pero a una tica del Discurso

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    que ha diluido estos dos reinos en esa sustancia nica y homognea que esel lenguaje comunicativo, esta objecin no la alcanza. El discurso prcticoexige la inclusin de todos los intereses afectados en cada caso.

    4- Habermas cree entrever en la virtud o en la pura intencin la posibili-dad de universales, ya que su vigencia es el resultado de las prcticas co-municativas de la vida misma. Para decirlo en sus trminos: las mximasno son ilusiones que brotan de los filsofos, sino que se encuentran ah ya.Sin embargo, s le concede a Hegel que el formalismo produjo el descui-do de la vida buena, de las preferencias de las distintas tradiciones cul-turales, aquello que Hegel llama eticidad. Impasse que Habermas, o mejorla tica del Discurso, resuelve postulando los presupuestos comunicati-

    vos de la argumentacin como fundamento concreto de la validez univer-sal de los principios morales.

    Hasta aqu el recorrido de Habermas. Por un lado observaremos que ex-trae como saldo de las crticas de Hegel a la tica de Kant los mismos pro-blemas que la tica del Discurso tampoco ha podido resolver, y que po-dran resumirse en la siguiente frmula: las abstracciones necesarias queexige una tica deontolgica, cognitivista, formalista y universalista, se

    conservan en su aplicacin a todos los contextos particulares posibles? Opor el contrario, el rigor de la moral al contextualizarse se traduce comomera prudencia? Dijimos Habermas resuelve la conexin crtica entre lamoralidad kantiana y la eticidad hegeliana mediante el Principio D, que lamoral fundamentada en una ley universal se traduce en elpara todosque su-pone cualquier argumentacin racional. Sin embargo, para Habermas esepara todos se realiza, paradojalmente, en comunidades unitarias y nun-ca entre miembros de distintas culturas que no compartan como suelo co-

    mn el mismo mundo de la vida. An contra la tica del Discurso, He-gel conserva su filo crtico: las acciones y normas problemticas son tam-bin aqu separadas de contextos particulares posibles para ser evaluadasabstractamente. El problema entonces vuelve a ser el de la neutralizacinde los contextos ante la aplicacin de las normas universales, ya que si nose contemplan los motivos operantes en los mundos de la vida, las ideasmorales no tendran ninguna consecuencia para la prctica.

    En este punto consideramos que la conexin entre lo universal y lo parti-cular en Habermas no llega a constituir una sntesis cabal, sino que amboselementos terminan conviviendo en una mezcla sin perder su composicin

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    originaria. Para Habermas, cuando alguien le dirige la palabra a otra perso-na, incluso si lo hace para cuestionar los presupuestos de su interlocutor,no puede no suponer el consenso (entendido como un contrato implcitoentre los hablantes) si quiere que el otro lo comprenda, si quiere comuni-carse con l o hasta persuadirlo de su error. En ese sentido todo desacuer-do se realizara sobre un trasfondo de acuerdo tcito, o de mnimo consen-so que hace posible toda comunicacin. Este suelo de presupuestos, esteconsenso implcito del "mundo de la vida" solo puede ser transformadopor aquellas prcticas sociales que se propongan la revisin de las normascomo una rectificacin permanente de las mismas y no como una accinviolenta o estratgica llevada a cabo por una vanguardia.

    Sin embargo, distintos contextos de argumentacin son pensables. Serapensable que hay contextos en donde la mejor argumentacin ser la re-trica, otros, donde la lgica pueda hacer valer sus derechos propios, pe-ro otros tambin para decirlo con un giro donde una silla en la cabe-za puede resultar el argumento ms probo. El anlisis del poder de losmedios, por ejemplo, ha subrayado la importancia de los modos de repre-sentacin sobre la realidad histrica, y de la visibilidad sobre la importan-cia real de un tema; se ha reemplazado, tal como dice Musil, la cantidad

    de efecto por el efecto de la cantidad: en nuestro contexto actual cul-tural todo xito se mide mediante un patrn de valoracin comercial (Mu-sil, en El hombre sin atributos afirmaba como un contraargumento avant leletre: es muy difcil medir con exactitud el valor de un hombre o de unaidea). Todos sabemos, en el contexto latinoamericano de discusin quenos toca, lo que vale una discusin en el parlamento, y lo que valen o pu-dieron valer 30.000 desaparecidos como artilugio de argumentacin, porqu no decirlo, consensuado. La presin militar o comercial funciona

    en el mundo globalizado como un operador discursivo que compone final-mente el recinto de la discusin posible, as como los tpicos y modos dela misma. El dilogo entre naciones nunca depende de mecanismos lim-pios de representacin de intereses sociales. Toda Latinoamrica y su ex-periencia poltica de los ltimos 40 aos es el testimonio ms fiel del de-sarreglo entre, por ejemplo una representacin democrtica y un bombar-deo, o desapariciones organizadas por organismos de seguridad desde lassombras o an desde la luz obscena de la impunidad.

    Es evidente que la aplicacin de un imperativo moral encuentra obstculosal relacionarse con situaciones concretas. Por eso la Etica del Discurso su-

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    pone como condicin de su realizacin la presencia en las prcticas discur-sivas del proyecto de una comunidad ideal de habla. Esta suposicin buscaser la potencia transformadora de esas prcticas, transformacin que alcan-zara a las normas jurdicas existentes, en el sentido de que estas deberan serel resultado de la propia racionalidad comunicativa, es decir, de la norma ti-ca fundamental que consiste en considerar al otro como interlocutor y nocomo un objeto. Si para Habermas la Etica del Discurso no puede resolverel problema de la aplicacin de la ley universal, esta s consigue proyectar losmundos de la vida en la direccin de una constante universalizacin.

    Al mirar de cerca los mundos de la vida latinoamericanos, el proyecto ha-bermasiano quedara pasmado por la materialidad de las razones vigentes. Su ra-

    zn ideal, siempre ms supuesta que real en la historia, le impide pensar losdecursos concretos de la racionalidad en juego. Sin embargo, y si nos abs-tenemos de abrazar su ideal de la razn comunicativa, pero conservamosese ideal para dirigir la construccin racional en el terreno tico-poltico, es-taremos recuperando la modernidad del gesto de Habermas. Gesto que,frente a los oscuros y trascendentales fundamentos de algunas teoras, dig-nas de la ms estricta antimodernidad, adquiere un relieve nada desprecia-ble: aqul que exige la inteligibilidad de las razones de los actos en los con-

    textos particulares. La modernidad es el sujeto, la ciencia y la historia. Perotambin es la subversin del sujeto, la crtica a los fundamentos de la cien-cia y la revisin del estatuto de la historia.

    En cada poca conviven diferentes ideales de razn y diferentes razones.Las relaciones entre violencia e historia ordenan el nudo problemtico detoda tica. En los grandes momentos la primera oficia de partera de la se-gunda, ni Marx ni Freud han cedido frente a las incursiones de la historia

    en donde otros cayeron en el marasmo. Al contrario, cuando la opcin con-siste entre ceder ante el verdugo o sostener un lugar en elpolemos, la raznnunca saldr fortalecida si es el mismo horror el que traza los lmites de es-ta. La poca que nos toca vivir, heredera de la razn ideal de Habermas, esdespojada de las virtudes comunicativas y de la promesa universalista deldilogo. Pero, como toda poca, la nuestra conserva la capacidad de torsinde sus fundamentos. Extraviada por la razn ideal, hoy es llamada a produ-cir los conceptos que reordenan el ideal de razn.

    Santiago Rosso y Alejandro LezamaMarzo del 2002

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    Lingstica y Psicoanlisissegn Jean-Claude Milner

    1.

    A principios de los aos 60, Jean-Claude Milner era un destacado estudian-te de lacole normale suprieureen Pars, donde asisti a los cursos de Roland

    Barthes, Gaston Bachelard, Georges Canguillem, Jacques Derrida y LouisAlthusser. Junto a otros alumnos como Pierre Macherey, tienne Balibar yJacques-Alain Miller, tambin perteneci al grupo Izquierda Proletaria, don-de se apoyaba y se estudiaba a la llamada revolucin cultural china lleva-da a cabo por Mao Zedong. Es probable que a su dedicacin a la lingsti-ca, la epistemologa y la poltica se haya sumado un inters por el psicoan-lisis cuando, en enero de 1964, Althusser invitaba al entonces desconocidoJacques Lacan a celebrar su seminario en la Universidad, adems de propo-

    ner a sus alumnos el trabajo sobre la obra lacaniana. Diez aos ms tarde,se lo encuentra, en pleno fervor del lacanismo, brindando un ciclo de char-las en el Departamento de Psicoanlisis de Vincennes, ms tarde publicadascomo El amor por la lengua, donde se arriesgan un conjunto de tesis so-bre las relaciones del psicoanlisis con la lingstica. Que la respuesta a lapresentacin de ese trabajo haya consistido en algunos casos en un violen-to silencio, no hizo sino confirmar al autor que all se haba topado con unaverdad, aun opaca para l mismo. Cuatro aos ms tarde, Milner publica su

    reescritura de dicho trabajo.

    El libro El amor dela lengua, establece al comienzo de su Pro-logosquese encargar de establecer cul es el deseo del lingista; quizs por ello serecibe en principio como un trabajo que concierne al psicoanlisis enextensin. Solo que, pronto en su recorrido se aprecia que, por unatorsin moebiana, el supuesto exterior de la extensin se vuelve el inte-rior de la intensin, y lo que pareca ser de inters marginal para un psi-

    coanalista se descubre como cuestin esencial para los fundamentos delpsicoanlisis.

    Esta reescritura del trabajo de 1974 debe ser encuadrada dentro del proyec-

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    to anunciado en la Introduccin a su libro La obra clara, donde entra enjuego esta misma topologa: Hacer constatar claramente que hay pensamiento enLacan. Pensamiento; es decir algo cuya existencia se impone a quien no lo pens. [...]Situar algunos relieves exteriores con los que tropez el discurso lacaniano y que este dis-

    curso contorne, erosion, no sin recibir su forma y no sin conferirles una. Llmese a es-to un materialismo discursivo.

    Para Milner se trata, pues, de leer a Lacan, es decir, de interpretarlo, lo queexcluye cualquier hermenutica pues implica, en un doble movimiento:hacerse interpretar por l, pasar por el molino de los significantes de laorientacin lacaniana (Vincennes, 1974); para estar en condiciones de ha-cer uso de ellos, de anudarse a travs de ellos a una posicin.

    Interroguemos el nombre dado a esa posicin: qu es un materialismo dis-cursivo? La enseanza de Althusser destac que, entre las filosofas del siglopasado, el marxismo es la que puso en primer plano la lnea de demarcacinentre idealismo y materialismo como constituyente del pensamiento occi-dental; por otra parte, el estructuralismo francs de los aos 60, y el pensa-miento que surge de sus impasses, ha concentrado sus energas en discutirel estatuto del discurso. Se trata de establecer entonces una conjuncin.

    El concepto de materialidad depende para Milner, al igual que para todopensador francs formado en la epistemologa bachelardiana, de la idea delfuncionamiento de las marcas de escritura en los dispositivos de la cienciadesde que surge como moderna: la ciencia, a partir de Galileo, no es otracosa que la construccin de una escritura repetible, cuyas reglas de uso noprestan atencin al sentido de lo que esa escritura podra designar, y queasegura por esto su transmisibilidad integral a todo aquel que se interiorice

    sobre el uso de dichas reglas.

    Otro rasgo es tomado por Milner como esencial a la ciencia moderna, y es-ta vez es tomado de las epistemologas de tradicin anglosajona: la cienciadebe limitarse a derivar de su sistema estructurado de marcas exclusivamen-te proposiciones que sean falsables, es decir, cuyo referente sea directa o in-directamente representable en una configuracin espaciotemporal dada(ms especficamente, debe ser posible para toda proposicin perteneciente

    al campo de la ciencia la construccin de una configuracin en tiempo y es-pacio representacionales, de tal forma que la tornara falsa). Este ltimo ras-go asegura una apropiacin del concepto de letra matemtica o matemaque

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    despeja un sinnmero de ambigedades bastante extendidas entre los textoslacanianos, y es portadora de consecuencias fundamentales para una lecturade la lingstica y del psicoanlisis mismo.

    Milner encuentra en la utilizacin de las escrituras de la ciencia lo que dife-rencia a la lingstica de las gramticas diversas. Se dedic a evaluar segnlos rasgos enunciados las dos grandes escuelas que hegemonizaron la lin-gstica durante la segunda mitad del siglo que acaba de finalizar: el estruc-turalismo que se inicia con el Curso de lingstica estructuralde Ferdinand deSaussure, y la escuela de Cambridge, alineada bajo la figura de Chomsky.

    Segn el anlisis de Milner, la operacin realizada por Saussure en el Cur-

    so ... consisti en el gesto, verdaderamente kantiano, de formular las con-diciones de posibilidad de una ciencia del lenguaje, asegurando as la entra-da en el campo de la ciencia de las prcticas ya presentes en su poca bajola forma de la gramtica comparada. La constitucin misma del conceptode signo, el mito de su gnesis a partir de las masas amorfas del flujo sono-ro y la idea o el sentido, se muestra anloga desde este punto de vista a ladistincin kantiana entre los fenmenos y las cosas en s. Pero la potenciadel paradigma sausssuriano reside en la inversin explcita que realiza de la

    relacin de determinacin entre las distinciones (diferencias) y las propie-dades; no son ms las ltimas las que permiten las primeras sino al revs:destitucin en acto de la metafsica. Se hace entendible a partir de esto quelos estructuralistas reivindicaran los trabajos de Saussure como punto departida para la extensin de los procedimientos de literalizacin de la cien-cia a los objetos culturales, y con esto, la inclusin de las disciplinas socia-les en cnones de rigurosidad acordes con la ciencia moderna.

    Tomado de Saussure, otro rasgo comn a muchas lingsticas estructuralis-tas fue su carcter minimalista: ste prescribe que todo elemento toma suidentidad exclusivamente de la oposicin con los otros elementos del siste-ma, tomados individualmente y en su multiplicidad,y solo cuentan las diferen-cias puras, de donde resultan exhaustivamente todas las propiedades de los elementos decualquier sistema. En su versin minimalista, el estructuralismo no reconocela presencia de estratos en la lengua: no hay asignaciones de tipos de rela-ciones especficos para los niveles de los fonemas, lexemas, semantemas,

    etc 1. Esto constituye uno de los puntales de la crtica que hace Milner a lamatriz terica importada por Lacan en el psicoanlisis a travs de los tra-bajos de R. Jackobson, generatriz de posiciones centrales durante ms de la

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    mitad de su enseanza.

    Por el lado del llamado programa generativo de la escuela de Cambrid-ge, es evidente que sus principios tambin estn ligados a la literalizacinde su objeto2. Se diferencia del estructuralismo por un conjunto de elec-ciones conceptuales y metodolgicas, que dan lugar a zonas distintas de vi-sibilidad (principalmente Milner destaca el hecho de que, a diferencia de loque encontramos, por ejemplo, en Saussure, las unidades se toman por da-das empricamente; as, la sintaxis transformacional trabajar privilegiada-mente con la oracin y las categoras gramaticales clsicas). Por otra parte,la asociacin de la gramtica generativa con el cognitivismo neodarwinistaes considerada por Milner como fortuita: debida a un fenmeno estricta-

    mente sociolgico, es decir, no terico; poco importa para la teora de lalengua que el saber que se elucubra de ella sea supuesto como competen-cia de un individuo biolgico o como forma de la estructura. El despeje delos elementos de cognitivismo, biologicismo y neodarwinismo que impreg-nan la teora transformacional se hace segn la lnea de demarcacin althus-seriana entre Proposiciones Cientficas y Filosofa Espontnea del Cientfi-co 3.

    Milner destaca un ncleo comn a ambas escuelas, y es que tanto los estruc-turalistas como los transformacionalistas instituyen, por vas distintas, elaxioma de lo discernible (es decir, aqu, lo matematizable) en el campo de loshechos del lenguaje. Ahora bien, dejando de lado el esquematismo intrnse-co de la ciencia, lo primero que llama la atencin es la osada que implica in-tentar extender el imperio de las letras matemticas hasta un dominio tan in-dmito como lo es precisamente el de los hechos de lenguaje. Esto lo expe-rimentan cotidianamente, por ejemplo, los poetas y los psicoanalistas, para

    quienes la realidad del equvoco, la incalculabilidad del sentido, la infinitud ac-tual de la Contingencia, conforman la estofa y el resorte de su praxis. Tene-mos incluso, como extremo de la serie de la desconfianza hacia la ciencia, alos puristas (figura construida por Milner con el objeto de ironizar todoheideggerianismo en materia de lenguaje) para quienes lo real del lenguaje es-t imposibilitado de todo acceso a la representacin; para quienes, segn selee al final del captulo 2 de El amor ...: la lengua puede funcionar como agal-ma, tesoro, objeto a [...] Se trata de un amor autntico, el amor mismo de la lengua, fuen-

    te evidentemente de ridculo cuando se hace pblico. [...] A diferencia del avaro de Moli-re, al purista le falta el tesoro desde siempre: nadie le garantiza que sea poseedor de la pu-reza de la lengua, motivo de su deseo, nadie a no ser un reino de los muertos, conjunto iner-

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    te de citas por medio del que se convoca a los autores a decir lo puro. [...] Cada vez quehabla, pues, le acecha la degradacin y, si escapa, es que ha franqueado victoriosamente elAqueronte, volviendo, como un Orfeo moderno, con una flor que la luz marchita de inme-diato: lo puro como tal.

    Por su parte, las consecuencias de los trabajos del segundo Wittgensteinpermiten afirmar en forma rigurosa que no existe una totalidad componi-ble de elementos que pueda ser llamada una lengua, sino solo formas ml-tiples y heterogneas de uso de locuciones articuladas con otras prcticas.Para tal heterotopa, para tal inconmensurabilidad, para esta realidad delequvoco que introduce un cortocircuito en los estratos, en las formas querigen las lenguas, queda reconocido el nombre que acu Lacan en fran-

    cs 4 : lalangue. Se trata de lo que Saussure excluy al considerar la lengua co-mo una forma, y del punto posible de articulacin del psicoanlisis con lalingstica, pues lalangue, lo real que resiste a las redes que teje la lingsti-ca, es para el psicoanlisis la sustancia, la materia de los fantasmas, el con-junto de los lugares donde habita el deseo.

    Las preguntas de Milner trazan a partir de aqu el siguiente recorrido: pri-mero, cmo puede pretender la lingstica que aquello que toma por ob-

    jeto es pasible de ser matematizado? Se hace necesario separar en prime-ra instancia del cmo es de la lengua las cuestiones acerca del origen,del lugar y la funcin que tienen en la realidad los hechos del habla; cues-tiones tradicionalmente vinculadas al concepto de lenguaje, y que perte-necen al dominio de lo imaginario, de manera que solo cuenta lo que per-mite la construccin de una escritura repetible (el elemento desgajado delos accidentes de la realidad). Pero sabemos que las lenguas, tanto toma-das en su conjunto como separadamente, son una clase inconsistente -es

    decir, no se pueden representar o describir sin caer en contradicciones-, yhay que admitir que solo se atienen al rgimen de la escritura cientfica porpeticin de principio 5. Incluso as, al decir de Milner, lalengua est en tran-ce continuo de infectar la lengua, cuando en su despliegue las vas trazadas porla escritura cientfica se enrarecen, adquieren viscosidad, se entrecruzan alinfinito, y las referencias aseguradas, de un momento a otro, se desvane-cen. Existe en este punto una va alternativa al proceder de la ciencia, queya de esto no quiere saber nada? Existe una manera de situar este no-re-

    presentable que no dependa de la fe en el testimonio del purista? Aqu esdonde Milner, lingista, juega su partida por una verdad: si la realidad delas lenguas representada por las escrituras de la ciencia toca, aqu y all,

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    puntos de inconsistencia donde las referencias establecidas por esa escri-tura desfallecen, es por esta cada misma de lo representable que se pue-de situarlo que lo excede.

    Esta es la eleccin crtica, como vemos hecha por Milner de la formade la relacin de la lengua (del lingista) con lalangue; de la que deriva la si-guiente tesis: la lengua es el soporte de lalangueen su carcter de no-todo.Implica que del lado de la lengua se produce una imposibilidad por el he-cho de que la lingstica, al autorizarse a emitir proposiciones universalizan-tes acerca de ella (es decir, proposiciones que toman por objeto siempre ala ocasin regular), debe permitir la construccin de una existencia que lasniegue (segn la exigencia de falsabilidad); y a la vez que, del lado de lalan-

    gue, siendo imposible la construccin de cualquier lmite que la circunscri-ba, tambin lo es la de cualquier operador universal lcito 6.

    A su vez, resulta de esto que solo de lalangue, en tanto es desde ahora el es-pacio donde se engancha el deseo del lingista y aparece su verdad, puedeemerger la letra que el lingista traza de la lengua, como lo muestra Milnerpor el isomorfismo que establece entre la regla descubierta y el Witz, y delo que da testimonio el jbilo del lingista en el instante de su emergencia

    (cobra aqu valor de testimonio que el autor nos remita a su propia expe-riencia como lingista, entre otras).

    2.

    En el pensamiento de Milner, la lingstica pretende ser para el discursoanaltico el referente por excelencia que atestige la vigencia de la literaliza-cin matemtica para el campo de la antiphysis, relevo del lugar que ocupa-

    ba, en los tiempos de esplendor de la apuesta estructuralista, la antropolo-ga de Levy-Strauss. Poco importa ahora la forma que la lingstica tome,mientras pueda anudar su deseo de ser una ciencia con una tica de la ver-dad. El discurso psicoanaltico, a su vez, es para la lingstica lo que man-tiene abierta la posibilidad de nombrar aquello que insiste en sus redes, elreal que la causa.

    Las relaciones entre lingstica y psicoanlisis son entonces bidireccionales

    pero asimtricas, no recprocas: ambas no forman un conjunto cerrado so-bre s. En Los nombres indistintos, Milner propone para figurarlas la topo-loga del coss-cap:

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    La lengua es ese punto infinitamente multiplicado donde contingencia y contacto ope-ran, la lnea de puntos en que del imaginario lenguaje se desgarra lalengua real, no sinque se dibuje la simblica red de los paradigmas. Estructura heterclita, y sin embargotendida hacia la regularidad, no podra figurarse mejor que por un aesfrico descosindo-

    se de un esfrico: aesfrico de lo real y esfrico imaginario, pero tambin costura invisibley zurcido cuadriculado de lo simblico: la lengua se prestar entonces gustosa a dejarsetomar por un objeto (a). Nada menos asombroso que verla, a la vez vaciada y de nuevoinflada con valores infinitamente variables, animando el deseo de algunos

    Podra surgir aqu una pregunta, que es tambin una consecuencia y un re-doblamiento de la cuestin, con respecto al trmino y al lugar de lalangue:cmo podra ste, si no es como semblante, aspirar a constituir un nombre

    unvoco para el conjunto inconsistente de lugares de los equvocos? Milnerrespondera, con Lacan, que no hay discurso que no sea del semblante.Queda por establecer el valor del discurso terico se que intenta instituir.

    Entre lingstica y psicoanlisis, queda cernido un real para el pensamien-to. Con lalenguase trata, como dira Milner, de un concepto paradjico, esdecir, de una nominacin que por no ceder en un punto paradjico delcampo conceptual, anota en ste la esquizia, el entre-dos que lo constituye:

    en ltima instancia, la tensin absoluta entre el Uno y el heterosmltiple.

    Se trata, tambin, de la lectura por parte de Milner de una salida en el pen-samiento de Lacan al impassede la posicin estructuralista. Se trata propia-mente de una salida, porque no recae en ninguna posicin anterior a la cr-tica estructuralista: ni el vaco de pensamiento que caracteriza a la sofsticao la postmodernidad (el pensamiento identificado con el heteros), ni la posi-cin trascendentalista que impone a prioripropiedades estructurales mni-

    mas a todo campo posible de experiencia (imperio irrestricto del Uno, co-mandado por el afn de dominar eliminar a lalengua).

    Esta salida conlleva un conjunto de elecciones, establece para el pensa-miento un campo, una orientacin y un modo, que no se pretende el ni-co vlido, pero s guardar fidelidad (transferencia) con un espritu, con unconjunto de investigaciones, y con un corpustextual. Milner lo formula entrminos de imperativo:

    de que el equvoco, la homonimia sea lo Real de lalengua no se sigue que no haya queinscribir en lalengua lo que fuere; de que todo pensamiento sea, por cuanto nombra, equ-

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    voco, no se sigue que no haya que pensar; de que todo nombre sea mltiplemente ambi-guo no se sigue que no haya que nombrar; de que la univocidad sea lo imposible no sesigue que no deba ordenar un deseo. Hay que hablar, y pensar, y nombrar, y, singular-mente, hay que hablar, pensar, nombrar, la homonimia- sin perjuicio de concentrarla en

    un solo significante, que es un nombre propio: Lacan

    Sebastin WaingartenOctubre del 2002

    Bibliografa de Jean-Claude Milnerdisponible en castellano

    El amor por la lengua, Nueva Visin, 1974

    La obra clara, Bordes Manantial, 1990

    Los Nombres Indistintos, Bordes Manantial, 1994

    Introduccin a una ciencia del lenguaje,Bordes Manantial, 1994

    Lo triple del placer, del Cifrado, 1995

    El amor de la lengua, Visor, 2001

    Notas

    1 Este rasgo de minimalismo relevado por Milner en la lingstica estructuralista,cuyo modelo es Jakobson, sera ajeno a los criterios de cientificidad modernos, quesolo exigen, como hemos visto, falsabilidad y literalizacin. Ahora bien, para Mil-

    ner el minimalismo constituye un resurgimiento de rasgos de la episteme antiguay una incompatibilidad con el ideal de ciencia moderna (cf. La obra clara, Cap. Pri-mer clasicismo lacaniano;y Los nombres indistintos, Cap. Lalengua), mientras que

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    nosotros preferimos otra apreciacin de este minimalismo que caracteriza a cier-tas lingsticas estructuralistas: se tratara de una resistencia a la reestructuracindesu campo conceptual impuesta por los hallazgos de regiones no reductibles en elter de las diferencias puras, como los Speech Actsde Austin y Searle, o los shifters,

    descriptos por el mismo Jakobson (sobre el concepto de reestructuracin, cf. Ba-libar, Nombres y lugares de la verdad, cap. El efecto de verdad de las ciencias en la ideo-loga).

    2 Basta pensar en la sintaxis transformacional, eje de las investigaciones chomskia-nas. La utilizacin de modelos computacionales como mtodo de investigacin y

    validacin terica proporciona el funcionamiento ciego nomolgico, que es elcarcter inequvoco de toda literalizacin.

    3 Para estos ltimos conceptos cf. Althusser Louis, Curso de filosofa para cientficos(1967), obra ya clsica en el campo de la epistemologa de las ciencias conjeturales.La referencia de Milner a esta obra no es explcita, pero se sabe que se form enella y se la ve operar en su avance. Milner hace un anlisis de la ideologa cognitivis-ta en Introduccin a una ciencia del lenguajeCap. 3.1.

    4 Ms exactamente, el trmino cumple su funcin en el discurso por no pertene-

    cer completamente al francs, por ubicarse en ese borde donde se desdibuja el l-mite que circunscribe la lengua. Nombre para el equvoco y la homofona, staconstruido por equvoco y homofona. No es el nico caso en la enseanza de La -can de una nominacin que es a la vez mimesisdel objeto que constituye su refe-rencia: pinsese en las clases sobre la escritura de Joyce, y la topologa de las cade-nas borromeas.

    5 O sea, como destaca Milner, por una demanda, en el sentido que toma este tr -

    mino en la enseanza de Lacan, es decir, en tanto implica irreductiblemente la di-mensin imaginaria. Como desarrollamos en este trabajo, la apuesta del autor resi-de en la posibilidad de que en esa demanda se articule un deseo.

    6 El entendido habr reconocido en esto la lgica estricta que anima el matemalacaniano de las frmulas de la sexuacin, tal como son introducidas por Lacan,por ejemplo, enEl Atolondradicho. La lgica de las mismas puede sostenerse aun-que se introduzca en ellas otra funcin que la flica; como lo demuestra el uso que

    hacen de las mismas F. Regnault en Dios es Inconciente, y J-C. Milner en El amorde la lengua.

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    Elementos de la ideologa psicoanaltica

    Alejandro Lezama fue invitado por la residencia del Servicio de Psicopatologa del Hos-pital Parmenio Piero de la Ciudad de Buenos Aires el 22 de marzo y el 5 de abril del2001, en el marco del espacio de formacin de residentes mdicos y psiclogos. Se repro-ducen aqu, en versin revisada y corregida, las dos charlas pronunciadas.

    1.

    Creo que uno de los lugares en donde se ven ms problemas en esta disci-plina que es el psicoanlisis es en la relacin con la formacin. Es dondems claro se ve, ya que en lo clnico siempre hay ms posibilidades de invisi-bilizar los problemas: el paciente se resiste o no cede su goce, o bien laculpa es del analista porque no entiende bien, o no aplica bien la teora; pe-ro nunca el problema es de la teora, o de ciertos conceptos. Por el contrario,

    creo que hay que revisar ciertos conceptos que pudieron haber funcionadobien en su momento en trminos de investigacin, de reposicionamientoconceptual, o de deconstruccin a partir de Lacan. Desde ah voy a tratar dehablar.

    Hay una cuestin que es muy difcil de plantear en ciertas capillas, a pesarde que es una cosa casi obvia, y es lo siguiente: que el horizonte de liber-tad, o autonoma, o de posibilidades simblicas de un sujeto est en rela-

    cin, siempre, con el horizonte colectivo de libertad o autonoma.

    El orden histricosocial introduce para Castoriadis una ontologa, una nue-va forma de pensar el ser de las cosas. Castoriadis dice que en occidente laontologa siempre ha sido pensada desde una perspectiva identitaria. Esta-mos acostumbrados a pensar el ser a partir de la mesa desde Aristteles,no estamos acostumbrados a pensar el ser a partir de un sueo. Casto-riadis lo dice as:

    El hombre existe siempre en la sociedad y por la sociedad. La sociedad es siempre his-trica, y tiene unaforma particular y singular (...).

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    Lo que podriamos hacer llamar, en un ambito hospitalario, como pato-logas, y que prefiero llamar, siguiendo a Badiou, limitaciones en la sub-jetividad, tienen siempre un estatuto histrico, social y simblico, a pesarde que la institucin psicoanaltica, con su escolstica y su dogmtica, hacemucho para no pensar esto. Este mismo impensado es sntoma del proce-so histrico y social en que estamos insertos.

    Desde los 60 lo histricosocial, en lo que refiere al campo terico, se abordadesde las teoras de la ideologa. La idea que se tiene en general de la ideo-loga es la que introdujeron los primeros marxistas y que consista en hablarde ciertos falsos elementos de la conciencia, de ciertos contenidos errneossobre en ese momento se deca la lucha de clases, o las condiciones de

    existencia, es decir, la realidad del poder: de la dominacin y la explotacin.Esta es una teora de 1930, que desarroll completamente Antonio Gram-ci. La teora de la ideologa est muy avanzada, ya no se habla ms en esostrminos. Uno de los ltimos que han dado un gran impulso al estudio y lateora de la ideologa, que algunos llamaran lo imaginario, es Althusser. Voya leerles una cita del texto Prctica Terica y Lucha Ideolgica:

    En una sociedad dada los hombres participan en la produccin econmica, cuyos meca-

    nismo y efectos son determinados por las relaciones de produccin. Tambin participan enla lucha poltica, cuyo mecanismo y efectos son regulados por la estructura de las relacio-nes de clases, y los mismos hombres tambin participan en otras actividades, como la ac-tividad religiosa, ya sea de una manera activa, por medio de prcticas conscientes; o deuna manera pasiva y mecnica, por medio de reflejos, actitudes, juicios, etc. Estas ltimasconstituyen la actividad ideolgica, y son sostenidas por una adhesin voluntaria o invo-luntaria, conciente o inconciente, a un conjunto de representaciones de ndole filosfica, ju-rdica, moral o esttica que forman lo que se llama el nivel de la ideologa.

    Lo distintivo de esta definicin es que la ideologa funcionaen las prcticas, noes el contenido de representacin de alguien que es menos progresista queuno (risas), no es un problema de la conciencia que se tenga de la vida so-cial en la que se est, se trata de un orden, dice Althusser, propiamente in-conciente. El inconciente del que habla Althusser es un inconciente de lasprcticas, o sea, qu nos hacen hacer las prcticas. Desde esta perspectiva, seentiende que en los procesos sociales hay elementos ideolgicos que pe-

    san con gran fuerza de inercia representacional y producen impasses ograndes problemas incluso en el nivel terico. Estas cuestiones son de unorden de realidad distinto al de los hechos que competen a la epistemolo-

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    Con Althusser se podra decir que el psicoanlisis es un campo ideolgico:un campo de categoras unidas por cierta lgica en formulaciones, vincula-dos a una red de prcticas, con un modo de reproducirse institucionalmen-te, que produce efectos en la subjetividad, en articulacin con otros cam-pos ideolgicos, por ejemplo la teora lacaniana requiere para su hiptesisdel inconciente la idea de Un dios en la cultura.

    La tesis que quiero proponerles es que hay impasses problemticos que el psicoa-nlisis produce, como institucin y como teora por no tener hiptesis acerca de el nivel dearticulacin o de autonoma relativa, con otros campos, como por ejemplo, con lo histri-cosocial. Cunto hace el discurso psicoanaltico para expulsar de su campo,para no hacer conceptual la relacin con los procesos histricosociales? En

    la clnica podemos describir efectos, pero no tenemos ninguna idea de losprincipios con los que pensamos cuando, segn casi todas las epistemolo-gas ms o menos convencionales, una ciencia trabaja con principios, y noleyendo los efectos.

    La escolstica de la institucin psicoanaltica est endurecida para no acep-tar que la teora tiene agujeros conceptuales, nudos problemticos en refe-rencia a problemas que son concretos. Y no hablo de los problemas de co-

    laboracin tcnica sino de aquello que puede llegar a requerir de la consti-tucin, en las fronteras, de ciencias nuevas, al modo en que en su momen-to se constituy la fsicomatemtica o la bioqumica. Lo que se hace hoyen da es suturar estos agujeros con elementos ideolgicos de la teora. Sise considera que el psicoanlisis es una ciencia del Sujeto eternizado, y lohistrico o poltico como aquello que slo cuenta en tanto imaginario ,o tambin por ejemplo, que el sujeto es independiente en forma absolutadel organismo biolgico, entonces la sutura est lograda: La estructura (me-

    tafsica del sujeto) es siempre la misma. Logramos una metafsica, no al estilode Hegel, que pretenda englobar el conjunto total de las prcticas de laCultura, sino una metafsica mucho ms empobrecida que se limita a la ba-se de una supuesta totalidad estoy diciendo que en cuanto a cosmovisinHegel, por lo menos, tena una teora que responda por el Arte, el Dere-cho, el Estado, o la Historia.

    No es lo que hicieron Freud y Lacan. Este ltimo deca claramente: que

    renuncie quien no pueda pensar la subjetividad de su poca. O bien pen-semos en todos los intentos de Freud para definir diferencialmente al psi-coanlisis con respecto a la Religin, la Literatura, la Filosofa, o la Teora

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    social, entre otros campos. Por ejemplo, en Moiss y la religin mono-testa, Freud deja abierto un campo problemtico de filiaciones y diferen-ciaciones con el campo de saber de la Religin. Hoy ese texto qued re-ducido a un elemento mtico, pero entendido en un sentido incorrecto: co-mo un cuento falso e impropio para el pensamiento, en vez de como unamatriz de significaciones y definiciones con un peso histrico y social. Par-ticularmente creo que no es casual que nosotros, en un pas como la Ar-gentina, en una ciudad como Buenos Aires, tengamos dificultades para pensary asumir en el pensamiento que el psicoanlisis, su teora y su clnica, est hecho de prc-ticas que estn tejidas y consisten en el nivel de lo histrico y social.

    Un ejemplo del problema planteado, es una hiptesis muy poco considerada

    y sin embargo muy rica en consecuencias: en nuestra coyuntura hay una mo-dificacin ideolgica del estatuto del Estado, es decir, de aquello que se su-pone que encarna la Ley simblica. Existe la ficcin de que en ciertas prcti-cas estatales debera encarnarse en trminos de representacin y de prcti-ca concreta la ley simblica. El Estado que existi desde los aos 30 al50, el Estado Nacional, interpelaba y constitua al Ciudadano como soportematerial de esa interpelacin; la Ley estaba articulada como fundamento dela vida social, instituyendo en primer lugar obligaciones, y despus derechos.

    Haba que perder algo para luego ser acreedor de ciertos derechos. Uno delos dispositivos prcticos donde esto se jugaba era en la educacin pblica ymasiva. Hoy la Ley es la ley de goma, es decir, no funciona la ficcin de una ley igua-litaria para todos sino que la ley depende en primer lugar de la cuestin del mercado. Nopuede sostenerse la ficcin de lo Universal que requiere toda Ley. Hoy no es tan im-portante la figura del Ciudadano como la del Consumidor, o sea, quien tienela capacidad de comprar y vender, de operar en el mercado. De donde pode-mos decir que los consumidores son el nuevo soporte del lazo social.

    Un ejemplo de esto lo tenemos en la educacin, donde una de las quejasms comunes de los alumnos es que se aburren. Y quin dijo que losalumnos se tienen que entretener? Pues, los medios masivos de comunica-cin, cuyo mensaje es: hay que consumir lo que entretiene, lo que gus-ta, o sea, lo que se goza de forma fcil 1. En lo que era para nosotros laModernidad, lo que quedaba excluido del lazo social, en relacin al Logos, ala Ley, a las formas prcticas de instituir la Razn, eran la locura y el deli-

    to. Hoy, cuando la Ley es la ley del dinero, en ese estatuto casi real quese introduce, los efectos en la subjetividad instituida configuran un objetoclnico muy distinto al pensado estrictamente por Freud.

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    Esto ha provocado tambin transformaciones profundas en las prcticasen Salud, y especficamente en el sector heterogneo de lo que se denomi-na Salud Mental. Pinsese, por ejemplo, en los cambios en las formas en lasque circulan y los valores que toman los diagnsticos psicopatolgicos. Undiagnstico de alguna enfermedad psiquitrica unas dcadas atrs, cuan-do el lazo social se defina predominantemente en trminos de una racio-nalidad compartida, implicaba una seria exclusin de aquel quien lo porta-ba, y esto tena incidencias subjetivas precisas. Hoy en da, el mismo diag-nstico de una enfermedad psiquitrica sanciona a quien lo porta de unamanera completamente distinta: lo ubica como consumidor potencial deuna teraptica (a instalarse en forma compulsiva o voluntaria, poco im-porta), y sta se presenta en la mayora de los casos como una opcin pre-

    ferible a una exclusin ms violenta y radical.

    Voy a terminar comentndoles algo que Althusser dice en relacin a la His-toria. Segn l hay dos tipos de historia: la de las leyes histricas, donde elobjeto est bien definido, es una entidad ontolgicamente cerrada, conclui-da, que es el nivel que conceptualizan las epistemologas clsicas, como lasde Popper o Hempel, y por otra parte, otra forma de concebir la historiaque parte de que la historia est viva, se juega en la actualidad del presente.

    Es decir, se trata de una historia cuyo objeto no concluy, y esto es unaperspectiva terica y tica a la vez que puede abrir una posibilidad nueva alpensamiento. O sea, el sujeto, el lenguaje, la cultura y la historia son con-juntos fallados sobre los que es necesario pronunciarse con conceptos nue-vos, y no repetir un saber como si fueran conjuntos clausurados.

    2.

    Althusser produjo su obra ms significativa en los 60 y 70. Francia tenauna coyuntura especfica, se haba recuperado recientemente de la segundaguerra mundial. Uno de los movimientos de resistencia ms fuertes fu elPCF (Partido Comunista Frnces). La resistencia en Francia fu muy sin-gular a partir de esto. Althusser fue miembro del partido an cuando, lue-go del mayo de 1968, dimiten un grn nmero de sus discipulos y alumnos,que luego pasaron a criticarlo por entender que quedarse era sinnimode aprobar la lnea poltica del partido.

    La otra cuestin a partir de la cual se critica a Althusser para no leerlo, esque se lo juzga desde un texto que es Ideologa y aparatos ideolgicos del Esta-

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    do, es un texto central en su obra, pero digamos, es eso, slo untexto. Des-pus Althusser hace muchos pasos distintos, va pasando de posiciones te-ricas, epistemolgicas, filosficas, histricas y polticas, digamos va pasan-do a otras posiciones, de una posicin primera muy fuerte a una posicinfinal muy compleja. En general nadie tiene acceso a la bibliografa de Alt-husser, de hecho hoy se estn publicando textos inditos en Francia. Sontres razones simples por las cuales se lo conoce mal.

    Hay dos grandes posiciones, que como en toda obra se pueden periodizar,aunque en realidad hay muchas discusiones sobre los criterios de la periodi-zacin de una obra. Qu es lo que se entiende como un cambio de posicinen una obra. Por ejemplo la obra de Lacan tiene muchas periodizaciones he-

    chas y hay que ver con cul uno acuerda. Es muy distinto si uno se afirmaen la topologa, que si sostiene una lectura slo ligada al matema, etc.

    Creo que se puede dividir a Althusser en dos grandes momentos, un pero-do que va del 61 al 65-67, que es un perodo donde Althusser era un epis-temlogo muy sagaz, donde apostaba a una disciplina de tipo epistemol-gica, que para l era una especie de refundacin de lo que en su momen-to se llam el Materialismo Dialctico; y que trabajaba especialmente so-

    bre la concepcin de la historia de Marx, y en cmo esta constitua un nue-vo horizonte cientfico. El propuso lo que se llam lectura sintomal, sonlos veinte primeros puntos de un libro que se llama Leer El Capital. Eseera un Althusser cuyo problema, en esa poca, era, ms ac del marxismo,si se poda armar una disciplina terica a partir de la cual poder situar cier-tos criterios cientficos para las teoras o disciplinas sociales, por ejemplo,para la Historia o para el Psicoanlisis. Althusser siempre pens al psicoa-nlisis. Tuvo una posicin. Cuando a Lacan lo excomulgan de la IPA, l

    es quin le consigue un lugar en la Escula Normal Superior, a la vez que es-cribe un artculo de invitacin al trabajo terico tiltulado: Freud y Lacan.Ac en Buenos Aires no se ve eso, ac parece que Lacan siempre gozo dela misma estima intelectual.

    Entonces, deca que a Althusser le interesa algo que es especfico, que escmo armar una prctica terica que no sea estrictamente cientfica, peroque sin embargo, est muy ligada a la ciencia, que pueda sostener los crite-

    rios de evaluacin de la cientificidad de las distintas ciencias. El Materialis-mo Dialctico era la Teora que poda permitir explicar el efecto del cono-cimiento. Era una reflexin, digamos que haba surgido a partir de la aper -

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    tura que permita fundamentalmente El Capitalde Marx: pensar en unnuevo continente para el conocimiento cientfico: la Historia. La historiaas como la entendemos es puro sentido comn, no tiene valor de ciencia.Para los historiadores la Historia tiene reglas para ser pensada. A qu es laHistoria? el sentido comn responde: es el pasado. Pero el pasado vienea ser millones de cosas. Antes la Historia era la historia poltica, en generalligada a algunos personajes de la poltica, despus, a partir de algunos dis-cursos ms ligados al socialismo, hubo una historia ligada a procesos socia-les, a la conformacin de ncleos populares. Hoy hay historia de lo quequieran, digamos ha estallado un poco la disciplina, y se plantea la historiade lo micro dejando de lado toda concepcin de totalidad histrica.

    Por otro lado Althusser pasa por un perodo crtico, en el cul estn inclui-dos el Cursode filosofa para cientficos y Lenin y la filosofa que son los tex-tos que representan el primer corte con la concepcin de una prctica te-rica ligada a una epistemologa general, en funcin de la Historia, a losdiscursos histricos, a la capacidad de discriminar o no la especificidady cientificidad de las disciplinas tericas. Estos dos textos son del 68, yah l hace el primer corte, a partir de all, hay otro perodo hasta el 77-78. Este momento consiste en que una vez concebido qu es lo que tiene

    que ser una disciplina terica para dar cuenta de la especificidad de las dis-ciplinas sociales, no se puede hacer, el proyecto parece irrealizable, porquees enorme lo que tendra que hacer esa teora llamada Materialismo Dia-lctico. Es una disciplina imposible, pues debera tener la capacidad delectura de todas las disciplinas sociales, en una determinada clave, y en susarticulaciones en tanto prcticas en funcin de la produccin del efectode conocimiento. De hecho l, sienta las piedras angulares de esa teo-ra, pero no lo completa, pasa a otra posicin. Hubiera sido una clave

    esencial para poder reformularnos en el terreno de la cientificidad la insis-tente pregunta freudiana sobre: qu es el psicoanlisis?. La preocupa-cin fundamental, que es una preocupacin que en algn momento asu-me Foucault, es: por qu el marxismo y el psicoanlisis se dicen cient-ficos? y por qu no son elementos ideolgicos como cualquier otrocorpus de saber sin demostracin falseable o epistemolgica? Es unapregunta muy difcil, porque por el lado de las escuelas marcadas y alinea-das en la epistemologa positivista, o sea, la epistemologa dominante en

    las reflexiones epistemolgicas contemporneas, se piensan crticas clavesen las cuales al psicoanlisis se le hace muy difcil hacerse reconocer comociencia. Cules seran los procedimientos que tiene un analista para ve-

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    rificar sus tesis?. Realmente se hace difcil, porque, por el lado de la ex-perimentacin, la experiencia que se produce en relacin a la clnica esirrepetible; si se necesita abrir en un lugar algn el aval de la experiencia,cualquier experiencia de repeticin se hace otra. Por el lado de la ex-perimentacin, en tanto lo que est acostumbrada a hacer la ciencia, laciencia clsica, es muy difcil sostener una validacin. Por el lado de la ar-gumentacin demostrativa o lgica hay que considerar cmo con un buenargumento se podra probar un objeto terico en el campo cientfico. Enla va de la argumentacin est la Teologa, que tiene argumentaciones muysagaces. Hay que ver dentro de la argumentacin, qu tipo de argumenta-cin tiene el psicoanlisis, cmo construye sus referentes y cmo constru-ye sus juicios analticos. Un lugar donde sintomticamente ha ido a parar

    el intento de validacin cientfica o metodolgica es a la argumentacinsobre el acto analtico y sus efectos, es sobre la discusin en relacin alpase, de lo cual se habla poco en trminos epistemolgicos pero no seescatima nada en trminos corporativos. Qu es el pase? El pase es unaexperiencia, en donde se da cuenta de que hubo anlisis y uno testimoniacmo fue la travesa por el campo fantasmtico de su propia neurosis.

    El dispositivo es, en general, as: un analizante relata, una vez que termin

    su anlisis, a alguien que va a recoger su testimonio, del trabajo y transfor-macin de las posicin neurtica en su anlisis, y este tercero relata, a su vez,el testimonio frente a un tribunal, un pequeo tribunal de 2 o 3 personas.Se supone que el criterio del tribunal sanciona algo en funcin del fin deanalisis y el atravesamiento fantasmtico de ese sujeto. O sea, si hubo actoanaltico y se puede sostener que hubo cambio de posicin subjetiva al res-pecto. Pero, por qu el pase termina siendo esto? La primer cuestin es queel psicoanlisis sabe bastante poco lo que es una institucin, no posee un

    componente terico fuerte como para pensar la institucin. Se piensa en loinstitucional bajo los mismos conceptos, de modo analgico y con muchamenos potencia, que se piensa la clnica. Por qu me detengo en la cues-tin del pase? porque me parece que fu un lugar a donde fueron a pararlas preocupaciones epistemolgicas; de cmo decir, sostener, frente a unacomunidad, al menos la analtica, de que lo que se hace no tiene que ver conla magia, no tiene que ver con la sugestin de la transferencia, no tiene quever con un discurso ideolgico bien organizado; aunque indudablemente,

    como cualquier discurso bien organizado, produce efectos de sugestin oproduce una interpelacin directa al individuo y una composicin de otrosvalores, produce un efecto de subjetividad. As no es lo mismo un sujeto que

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    pas por un discurso religioso que otro que no, o incluso un sujeto que pa-s por un discurso literario, por un aparato simbolco de saber esttico, queotro que no haya sido interpelado por una construccin simbolica organi-zada y productiva de los efectos de subjetividad ideolgicos.

    Por qu el psicoanlisis no es un discurso ideolgico? Althusser, en unescrito sobre Lacan, que se llama Tres notas sobre la teora de los discursos,dice que el psicoanalisis, en tanto teora regional nunca tuvo una teorageneral, que siempre la necesit (en este momento estamos en el 66), yque los efectos de no tener una teora general se ven claramente. Cu-les son? el primer efecto, es que el psicoanlisis tiende a suturarlos proble-mas de articulacin diferencial con otras ciencias en una misma problem-

    tica.

    Se puede concebir erroneamnte una teora general, al modo aristotlicoen vulgata que concibe una teora general como si la teora particu-lar o regional tuviera que ser una parte de la extensin de la teora gene-ral. Esta no es la nica manera de armar una teora general, no es quehay problemas ms grandes que otros y los abarcan, sino que cada campoterico tiene su propia especificidad problemtica. Por ejemplo, la lgica es

    una teora general y no hay ninguna disciplina que se pueda meter abajode la lgica. Las relaciones entre la teora general y la teora regional soncomplejas, son las relaciones que no son ni de extensin (esas son relacio-nes ms imaginarias), ni de inclusin (a la manera de la teora de los conjun-tos).

    Althusser dice que el psicoanlisis tiende a suturar qu quiere decir sutu-rar? tiende a explicar una cantidad de fenmenos con conceptos de la cl-

    nica, que son conceptos de la prctica clnica, y no son conceptos tericosespecficos. Explica que el intento de Freud, fue un intento de hacer unateora general (porque se da cuenta que es necesario estar ligado a lateora general), cul es la argumentacin?. Los escritos que tiene Freudsobre la Religin, los escritos que tiene sobre la Sociedad, los escritos quetiene sobre la Razn, sobre la Ilusin, sobre la Literatura, sobre la Antro-pologa, las diferenciaciones con respecto del nivel somtico. El argumen-to es el esfuerzo de Freud y an el de Lacan por pensar la relacin diferen -

    cial del objeto terico psicoanaltico con respecto al de otras ciencias conlas que se establece la problemtica de la cientificidad en una coyuntura de -terminada. Freud intenta colocar su objeto terico al nivel de los dems ob-

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    jetos tericos, y Althusser reconoce esto en un lugar especfico que tienegran importancia en la obra de Freud: cuando ste discrimina la pulsindel instinto. Freud trata de armar relaciones diferenciales, no solo definien-do negativamente sino positivamente, no solo esto no es esto, sino la di-ferencia especfica entre pulsin e instinto.

    El problema de no tener una teora general consiste prcticamente en nopoder pensar las relaciones entre prticas y entre ciencias o disciplinas te-ricas. No hay posibilidades de pensar relaciones, porque si digo, por ejem-plo: la neurosis es efecto de la dominacin del capitalismo, entoncescuando hagamos la revolucin, la neurosis se va por acto espontneo. Ob-tenemos un razonamiento silogistico que tiene en sus premisas la imposibi-

    lidad de pensar la complejidad de sus articulaciones, un razonamiento quees una sutura. El psicoanlisis produce cantidad de razonamientos bajo con-ceptos impropios e inespecficos, pues no tiene pensada la relacin diferen-cial y positiva de su objeto con el de otras disciplinas, pero adems desdednde se puede pensar la relacin diferencial si no es desde una teora ter-cera?

    El gran problema de la interdisciplina es ste: si uno tiene que armar la re-

    lacin entre dos teoras, desde dnde las configurara? Desde un lugar ter-cero, nicamente. Pero si el lugar tercero siempre es la ideologa, si el lugartercero siempre es el sentido comn, que no es cientfico, que es ideolgi-co, o sea, si es una forma del discurso dominante, nos encontramos con laimposibilidad de pensar tericamente y recaemos en una prctica de repre-sentcin ideolgica. Es necesario una disciplina formalizada que pueda darcuenta de los criterios para discriminar las relaciones entre disciplinas. Otroejemplo de sutura: (y est reconocido por Lacan), que fue la gran sutura de

    los 60-70: la lingstica. Lacan en un perodo de su obra intenta sostenera la lingstica (analgicamente, metafricamente), como una especie de lamadre de las ciencias sociales. Las Ciencias Sociales en su conjunto, des-de la Historia, la Sociologa, el Psicoanlisis, la Antropologa fundamental-mente, ven ah la posibilidad de argumentar y probar sus hiptesis con cier-tos criteriosprestadosde formalizacin, ms argumentativos que cientficos.

    Freud finalmente crea en la experimentacin: pngase a leer a Freud y van

    a ver que Freud crea en la experimentacin, y en el mismo relato clnicobusca guardar los criterios partiendo de la experimentacin con los distin-tos casos y problemas clnicos. Para nosotros, y para, por ejemplo, un fil-

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    sofo como Juranville, Freud no llega a formalizar tericamente el incons-ciente, aunque sea l quin abre de alguna manera, sienta las piedras angu-lares del campo, pero no llega a dejar formalizado al inconsciente para sertransmisible por la va terica. Para Freud es siempre necesario la experien-cia clnica, igual que para los chamanes, para quienes es siempre necesario unritual social de composicin e identidad social del curandero; ah se trans-mite, y ese es el problema. Cmo nos diferenciamos de ese tipo de disci-plinas? Porque los chamanes tambin tienen efectos clnicos y simblicos.El que no lo crea que lea la Antropologa Estructural deLevi-Strauss, dondeest clarsimo que la magia produce efectos simblicos, efectos de transfor-macin clnica.

    El problema entonces es cmo juzgar las relaciones diferenciales entre dosteoras y cmo no suturar?, porque cuando es a travs de unateorizacin, yuna teora empieza a ocupar todo el campo todo el campo de proble-mas el psicoanlisis se puede desvivir diciendo que no es una cosmovi-sin, pero cuando le piden explicacin sobre un fenmeno, cualquiera sea,se comporta como los porteos en el caf: siempre tiene algo que decir.Realmente se conforma un dispositivo de sutura y de imposibilidad de pen-samiento, pues la sutura al ser ideolgica impide pensar problemas rea-

    les.

    El problema es cmo delimitar la potencialidad de una teora, y muchoms en el espectro, en el campo, de las Ciencias Sociales, cmo limitar elobjeto, y si no, obviamente, el psicoanlisis a falta de relaciones diferen-ciales se sostiene de formaciones ideolgicas.

    La otra vez le una cita larga de lo que es la ideologa y hoy les voy a dar

    una definicin simple (ni siquiera es althuseriana, pero para que tengamostodos una herramienta): las ideologas son, las representaciones, imgenes,rituales, actos, conductas, que norman y pautan el funcionamiento de lasformaciones econmicosociales.

    Qu es un aparato ideolgico? es un dipositivo material de enunciacinque norma y pauta ciertas representaciones, ciertas imgenes, ciertas for-mas de estar, ciertas formas de hacer con el saber. El aparato ideolgico

    puede ser la institucin psicoanaltica contempornea, que pauta, implcita-mente, una manera de hacer con el saber analtico, por eso conocemos muypocas preguntas crticas sobre lo que hay que hacer sobre el saber psicoa-

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    naltico. Althusser dice que cuando se transmite un saber, tambin se trans-mite qu hay que hacer con el saber, donde la escuela sera un aparato ideo-lgico fundamental, al igual que la Universidad, la iglesia, y el Estado enel sentido del cuerpo administrativo. Hay aparatos represivos: la polica,los militares, etc., y otros que son de convencimiento y persuasin, que ins-tituyen la subjetidad, ya que no hay subjetividad previa a ellos.

    Aqu la cuestin de la ideologa se vincula con la del sujeto, y este es el pro-blema que se plantea desde otra lnea y con otro tipo de consideraciones.Castoriadis se preguntar: cmo lograr un nivel de autonoma en un suje-to, cuando se parte de que el sujeto no tiene autonoma previa con respec-to a la estructura social? Es preciso pensar el sentido amplio de los modos

    de institucionalizarse a travs de los aparatos ideolgicos del Estado:aquellos que estructuran que es lo que hay que hacer, cmo se tiene quecomportar, en una palabra, la ritualidad moderna. La ideologa tiene exis-tencia material en las prcticas, no slo en la representacin, sino en la ca-dena inercial de prcticas que sostenemos con el cuerpo es lo que Althus-ser llamaba la funcin Trgerde los individuos ms all de la representa-ciones que tengamos de ellas.

    Por ejemplo, muchos son lo hospitales pblicos que se sostienen con servi-cios gratuitos, los psiclogos trabajan gratuitamente en los hospitales pbli-cos, que en gran parte se sostienen as, sin pensar, sin tener una tctica conrespecto al aparato del Estado. Cmo puede ser que una corporacin depsiclogos que se supone que son intelectuales sea ms lega que la corpora-cin de camioneros, o de la administrativos del hospital, que no puedan sos-tener una tctica y decir no, esto se hace de otra manera. Se meten en laprctica sin pensar los efectos, ni lo que constituye eso a nivel de lo profe-

    sional, ni como identidad. Hay que ponerse a pensar la propia prctica y la re-lacin de sta con otras prcticas, pues ellas tienen un efecto de estructura-lidad propio. Otro ejemplo: si alguno tiene una idea o representaciones so-bre cierto problema, y las ha querido describir y las ha dado a leer, ve que laprctica de la escritura tiene reglas propias, tiene una lgica propia, tiene re-quisitos propios, que no es lo mismo que slo pensar, que la prctica de larepresentacin, para decirlo de una forma general, es una cosa y la escrituraes otra. Esto es lo que dice Althusser, que las prcticas tienen reglas propias,

    que en s sostienen ciertas inercias institucionales, ciertas formas de ser-en-el-mun-do histricosocial, es una red de prcticas lo que sostiene a una ideologa.

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    Althusser, encuentra un nivel ms de lo inconsciente, incluso l formulaque lo inconsciente necesita de lo ideolgico para producir sus efectos, porejemplo, que un chiste o un sueo, o incluso un sntoma corporal no se si-tua en el cuerpo estrictamente, es primero en el nivel ideolgico del cuer-po en lo que se cree que es el cuerpo; sobre esas representaciones semonta el mecanismo inconsciente.

    Para Althusser, la crtica de la ideologa es una crtica que es muy extensa,porque va desde las teoras que no son teoras a las practicas, al conjuntode representaciones, pero para criticar la ideologa, es necesario tener la po-sibilidad de pensar algo que no sea ideologa. Uno no puede criticar laideologa de un paciente que tenga un sntoma corporal, con otra ideolo-

    ga, de hecho puede hacerlo, pero es un acto de poder; y no se puedesostener terica y ticamente hablando lo que se est diciendo, o lo quese est haciendo, lo que se est disponiendo como dispositivo, con otro sta-tus que otra simple ideologa.

    Con qu estatuto, con qu dignidad intervenimos? Si el psicoanlisis setransforma en otro sntoma, y no puede resolver sus transferencias sinoque las extiende en la institucin y de esto hay signos permanentes en la

    institucin, se pasa de la neurosis privada a una neurosis institucional.

    Se plantea desde la visin estructuralista del psicoanlisis un discurso queva ms all del discurso, como nosotros muchas veces le criticamos, y es-cuchamos que se trata de la estructura del lenguaje, cuando hoy hay mu-chas posiciones sobre la estructura del lenguaje. Hay de dos clases, para es-quematizar, la de Chomsky (en relacin a la gramtica generativa) y una po-sicin un poco ms formalista, que hoy est muy criticada (sobre sta for-

    malista se basaba al menos el primer Lacan). Qu es la estructura del len-guaje? qu son las redes significantes si no nos sirven para sostener un ni-vel de discurso terico, si no se permiten sostener en la argumentacincontempornea el psicoanlisis como teora? Porque sin sostener unaformalizacin va el significante (que es una formalizacin que de algunaforma intenta matematizar, armar cierto nivel de estructura lgica), no seda cuenta del inconsciente, no hay fenmeno de lo inconsciente.

    El inconsciente es algo que se hipotetiza, como las estrellas: no es que unolo ve, lo que ve es el efecto; pero es necesaria la teora del significante pa-ra, a partir del efecto, poder dar cuenta de que hay algo que los produce

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    mediante ciertas modalidades y no otras.

    Yo creo que en este nivel tenemos problemas, y es bsico. Si tenemos pro-blemas con esto, ya ni hablar de si la anorexia es o no una nueva estructu-ra, eso es otro problema menor. En todo caso: qu quiere decir estructu-ra?, qu se sostiene como estructura? desde dnde se sostiene que hayuna estructura? cules son los conceptos que pueden sostener crticamen-te, tericamente una estructura?. Esto deriva directamente para el psicoa-nlisis en el problema de la formacin. Los psicoanalistas tenemos proble-mas en cmo transmitir nuestra prctica, (no hablo de hacer un relato delo que hicimos), tenemos problemas en producir los conceptos, (y enton-ces hace cien aos que venimos con los mismos conceptos, como si la

    puesta en prctica de la disciplina tuviera que hacerlos durar inmemorial-mente), tenemos problemas en cmo relacionarnos con otras disciplinas,en qu hacer con otros discursos y teoras, hay relaciones conceptuales yrepresentacionales que, a mi gusto, estn suturadas, por ejemplo con la his-toria o la economa, o la poltica, que en general tendemos a poner en unlugar que nosotros llamamos imaginario.

    Imaginario es: de esto no se piensa, porque esto es menor, depende de

    la estructura simblica, que en s depende de las concepciones generales dela novela familiar, y entonces: no hay ms que novela familiar.

    La ltima tesis de hoy: me parece que, tal como est el estado actual del psi-coanlisis, estamos viviendo en una filosofa espontnea y no cientfica, enuna ideologa contempornea que le da ms lugar al individuo que a otrasestructuras, a otros conceptos, que incluso no sabemos qu hacer con otrasestructuras y otras formas de determinacin. Por ejemplo: se puede pen-

    sar en un nivel de determinacin de las estructuras histricas? espero ques, es ms, hay mucho dicho, ni hablar con las econmicas ...

    Entonces hoy el problema crtico que tenemos es cmo sostener un nivelde regionalizacin de la teora, de intensidad de la teora, sin sostener nive-les degradantes de sutura? Si un lmite no es pensado, es de hecho. El he-cho de que no se puso un lmite terico a la cuestin o un lmite a la po-tencialidad de la clnica y de la teora, se sintomatiza en que fcticamente la

    sociedad cree menos que el psicoanlisis le va a cambiar la vida (hace 20aos se crea en eso), y de hecho Lacan crea en eso. Lacan estaba en con-tra del partido comunista francs (que propona la revolucin para cambiar

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    el mundo), porque tena la idea de armar una clnica generalizada, donde selograra un objetivo final, una fraternidad discreta; l vea que la fraterni-dad mancomunada que propona la teora de la revolucin francesa era de-masiado y tena un efecto claramente segregatorio, y que era preciso, con elreconocimiento del otro, armar una especie de fraternidad discreta. Va-mos a ver si tienen alguna pregunta.

    Pregunta: me cuesta pensar en este elemento terico neutro, porque las teo-ras y las prcticas se vuelven todo el tiempo a lo ideolgico (como nivel desuturacin). Cmo pensar este elemento terico que no fuera ideolgico?.

    Respuesta: La cuestin para m es sta: toda teora tiene su escritura, tiene su

    formalizacin, pero con la formalizacin de la teora no alcanza. Para darcuenta de la teora uno tiene que hablar, tiene que meterse en ciertas prc-ticas (en algn grupo de estudio, en algn hospital, etc.), cuando uno habla,no dice la letra, la frmula, tiene que decir ms cosas, todo lenguaje inclu-ye otras representaciones, hay siempre un nivel ideolgico que acompaa lacuestin terica. Lo que no quiere decir que no se pueda recoger finalmen-te una posicin terica, no ideolgica, que quiere decir, que pueda tener al-gn tipo de validacin demostrativa.

    Intervencin: Que uno tenga que explicar algo cientficamente para que ten-ga fundamento es una ideologa de por s.

    Respuesta: Vos decs que el procedimiento cientfico es ideolgico tambin.Eso es algo que se ha dicho, en lo que se llama post-estructuralismo, quees que todo es ideolgico. Ah hay una cosa muy grave: Cmo sostenemosla clnica con un estatuto diferencial?

    Intervencin:Tener una ideologa sobre algo, depende de cmo se desarrollala ideologa, porque la ideologaper seno tiene nada de malo.

    Respuesta: El problema que yo encuentro a esa posicin (que Althusser ha-ba avistado) y con el cual los postestructuralistas caen en un terreno dile-mtico es: desde dnde se va a hablar de la ideologa con cierta autoridad,si no es desde un punto de vista conceptual, terico, formal o cientfico?.

    Yo creo que son posiciones en la filosofa. La posicin de muchos postes-tructuralistas es: no existe la Verdad, hay racionalidades dbiles, y enton-ces no nos diferenciamos de ninguna sabiduria menor de la vida, y esto ya

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    es un problema porque, a m me parece, esta posicin donde se reconocecomo ideologa todo lo que se dice, in extremisno se puede sostener, c-mo puede sostenerse algo y al mismo tiempo que lo que yo te digo no estan as? Lo que yo te digo es una forma de representar una cosa pero no tiene nada

    que ver con la verdad:la ideologa es eso. Entonces esto que yo digo cmose sostiene si no est en vinculacin y en articulacin, o en direccin a unhorizonte en el cual haya una pregunta por la verdad?

    Pregunta: sta posicin puede sostenerse al interior de la filosofa?

    Respuesta: El post-estructuralismo, en el cual est el ltimo Foucault, Derri-da, Vattimo, Deleuze, y muchos lacanianos contemporneos, contienen algu-

    nas de estas posiciones que acabo de describir.

    Pregunta:cmo penss estas tomas de posiciones?

    Respuesta: Yo creo que es una cada en algo que es clsico en la filosofa, quetiene que ver con el escepticismo; y Althusser incluso lo tematiza en elCurso de filosofa para cientficos; l dice: cuando hay una crisis de laciencia, hay tres posiciones a tomar: a) estn los que se meten dentro de la

    vieja ciencia, se aferran de ciertas hiptesis y tratan de hacer algo con esoa pesar de que hay crisis, son como los caprichosos de la ciencia, b) la se-gunda posicin son los que toman la crisis al modo espiritualista, siempreligada a la religin, al espritu de lo efmero, y entonces comienzan a des-confiar de la ciencia, de los discursos en general, del esfuerzo de concep-tualizar, y sera una especie de salida un poco ms religiosa, una crisis de es-piritualidad que hubo muchas veces en la historia, y c) hacer como Pascal,Kant y otros, que empiezan a cuestionar el fundamento de la filosofa es-

    pontnea en el cual vive su propia disciplina, vive su prctica, y empiezan acuestionarla, empiezan a expresar que esa disciplina y esa prctica est to-mada por una cobertura ideolgica, e incluso hacen esto sin tener una filo-sofa final, o un lugar terico que resuelva esto, pero por lo menos adop-tan una funcin de filosofa crtica. Yo creo que estamos en un momentocon caractersticas de crisis.

    Para Althusser la nica posibilidad real de pensar por un medio no ideol-

    gico (y no solamente de pensar la crtica de la ideologa), es con la aparicinde una ciencia nueva. Por ejemplo, antes de Freud tenamos la problemti-ca ideolgica del individuo, la interioridad, la conciencia; y haba dos posi-

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    bilidades: o todo del sujeto era mecnico y biolgico y explicado anatmi-ca, fisiolgica y qumicamente; o estaba la conciencia, de la que Descarteshizo el modelo. Para los conciencialistas el cuerpo no exista y para los bio-logicistas Descartes deliraba, con la cuestin del cogito, sus preguntas eransin sentido. Freud introduce una nueva posicin que es pensar fundamen-talmente el cuerpo con la cuestin de la pulsin, de la erogeneidad, delcuerpo ergeno; y cmo eso se ve en efectos en el pensamiento, en la cl-nica, en los sntomas, etc.

    Qu pasa: el freudismo tambin trae un impasse, a travs de esta cuestin dellugar que le da el freudismo al yo en relacin al inconsciente, hay un im-passeque Lacan avizora y sobre el que acta poltica y tericamente, de una

    forma muy interesante, atacando a todo lo que l llama adaptacionismo,concepciones de que el yo se ligara a un determinado tipo de sociedad.Fjense que en el fondo, toda la teora de Lacan, a mi gusto, depende deuna posicin crtica-poltica. Dnde haba ido a parar institucionalmenteel psicoanlisis? Fue albergado, fue recogido, fue recepcionado en unaideologa: la norteamericana (como deca algn autor por ah, Freud creaque le llevaba la peste a los yanquis, y lo que Freud no saba era que la pes-te estaba en los EE.UU., que tambin l se la poda pescar).Y fue algo te-

    rrible, de hecho Lacan combate durante toda su obra con eso, nunca lepierde el paso, aunque se puede explicar que a nivel subjetivo, sus analistasestaban ligados a esta posicin.

    Me parece que estamos en un momento as, hoy el psicoanlisis no solo esadaptacionista, sino que es asistencialista, cosa que es algo que jams sepropuso el psicoanlisis: siempre se propuso como revulsivo, como trans-formador, como subversivo; dira que el psicoanlisis est funcionando al

    paso que le inscribe la ideologa contempornea, la ideologa de mercado.Me parece que hoy el aparato ideolgico ms importante, y que instituye elcorrelato subjetivo de la economa neoliberal son los medios, son El GranHermano, (es raro el fenmeno, cmo la gente se mete en experiencias deese tipo?, qu podemos decir clnicamente de esa gente? esa pregunta nosla tenemos que hacer: son voyeurs, son exhibicionistas? eso est induda-blemente sobredeterminado). All hay preguntas que son difciles de hacer,porque uno vive en la substancia ideolgica de su tiempo, entonces hay

    cosas que le parecen naturales justamente una de las claves de lo ideol-gico es pasar como natural y universal cuando son construcciones cultu-rales orientadas polticamente. El lugar que tienen hoy los medios en la cul-

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    tura es dominante ideolgicamente, aparte de que los medios realmente tie-nen una lgica difcil de pensar, pero evidentemente tienen una lgica pro-pia. Por ejemplo, uno de los problemas ms grandes que traen los medios,es lo que producen como subjetivacin en relacin a la pedagoga, que esesto: para los maestros, docentes, incluso docentes universitarios, una de lascrticas ms difciles de poder contrarrestar es cuando el alumno dice meaburro. Quin les dijo que no se iban a aburrir? estudiar es complejo:sentarse, gastarse el cuerpo, los ojos, en algo que no es el programa de Ti-nelli o el Gran Hermano, la subjetividad de la poca est acostumbrada aeso, no est instituido eso, est instituido algo ligado a un tipo de goce es-pecfico, y de ah que es muy difcil investir otras prcticas, gozar con otrotipo de trabajo, gozar pensando es muy difcil para nuestra poca porque es

    ms fcil ver las cosas en la tele, y eso es un elemento prctico-ideolgicoque genera un tipo de subjetividad especfica, que hay que pensar mucho,que para m est muy ligado al consumo, muy ligado a las caractersticas delconsumo. Y eso es muy importante al nivel de la clnica, pues el dispositi-vo del psicoanlisis dice querer instalar otro modo de gozar.

    Cmo es que se genera un efecto de subjetivacin tan fuerte, una marcatan fuerte y no estamos preparados para pensarla? No tenemos un lugar

    para lo histrico-coyuntural, eso es imaginario, entonces no se sabe quhacer con eso, entonces funcionamos adaptados, nuestros pacientes y no-sotros mismos nos adaptamos, terminamos absolutamente agarrados a laideologa del momento, en lugar de interpretar el sntoma nosotros mismosterminamos en el lugar del sntoma, y no cuestionamos al sntoma que seproduce en nuestra coyuntura histrica.

    Esto pasa siempre: si no se piensa en ciertas cosas, esas cosas nos piensan,

    si vos no te pones a pensar y a trabajar sobre ciertas cosas, esas cosas nose olvidan de vos, la ideologa consumista, el trabajo de la interpelacin co-tidiana y permanente de los medios, la forma de interpelacin institucio-nal sobre la individualidad, la creacin de las figuras del individualismo,donde cada cual anda por su camino, ligado a sus propias cosas, hace quesea muy difcil poner algo en comn. Esto hace 30 aos no era as, y noestoy hablando del proyecto de revolucin, estoy hablando simplemente anivel de ideologa, no era as ms all de los proyectos polticos concretos

    que estuvieron en juego.

    En resumen: hay que tener cuidado de creer que la nica determinacin es

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    la determinacin del inconsciente y no ponerse a pensar ningn otro tipode determinacin, porque terminamos totalmente enganchados a otros ti-pos de determinacin que no podemos pensar desde la teora (porque su-turamos), entonces no sabemos qu nos produce lo qumico, biolgico fi-siolgico o anatmico, no sabemos qu nos produce la historia, ni qu nosproducen lo modelos sociales contemporneos ni lo queremos saber, loque es peor.

    La ideologa solo produce problemas para los cuales ya hay respuesta, pro-cede como la polica: te dan primero el documento y despus te lo piden,te piden lo que ya te dieron cuntas veces han visto a psicoanalistas ha-cerse falsas preguntas? Uno tiene miedo de las verdaderas preguntas.

    Pregunta:Eso vendra a ser como una cuestin de actitud de cada uno

    Respuesta: No de actitud, sino de posicin. Porque la posicin qu hace?,pone lo que vos asums como actitud, pero al nivel de la teora. Y esto traeconsecuencias, trae problemas: por ejemplo: cules son los modos proba-torios de esta tesis?, bueno, ah es donde hay que empezar a darse la cabe-za contra la pared. Para Freud el problema era en general dar cuenta de la

    experiencia clnica, esta situacin es compleja ya en Freud, porque todos lostextos suyos que tenemos, todos los Historiales son fracasos clnicos, sobe-ranos fracasos clnicos.

    Lacan hizo un gran trabajo frente a la epistemologa, la filosofa y a la lin-gstica, pero hay muchos lugares donde todava no tenemos definidonuestro objeto, por no poder cernir el lmite, y para eso hay que trabajarteoricamente. Trabajar las hipte