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    POPULISMO Y LIDERAZGO EN LA DEMOCRACIA ARGENTINA.UN CRUCE COMPARATIVO ENTRE EL MENEMISMO Y ELKIRCHNERISMO

    por Daro A. Rodrguez*

    I. Introduccin

    Hace ya algunas dcadas que los conceptos de populismo y de liderazgoforman parte del vocabulario comn, en el universo de las ciencias sociales,para pensar la nueva gramtica que define a la poltica latinoamericana (Panizza2005, De la Torre y Arnson 2013). En este marco, el caso argentino es unescenario privilegiado para observar los trazos distintivos de procesos

    refundacionales protagonizados por liderazgos emergentes en inditos esce-narios de crisis econmicas y polticas. El menemismo y el kirchnerismorepresentan, sin lugar a dudas, los ciclos decisivos para pensar hoy el devenirreciente de la democracia argentina. El objeto de este trabajo es entoncescomparar en qu medida podemos identificar la presencia del fenmenopopulista tomando como referencia las fases de emergencia, de constituciny de consolidacin de los liderazgos presidenciales de Carlos Menem (1989-1995)1y Nstor Kirchner (2003-2007).

    Frente a la polisemia constitutiva del concepto de populismo (Laclau1977), optamos por entenderlo como un tipo de relacin movilizada por ellder a los fines de estructurar sus bases de apoyo definiendo, en esta opera-cin, un estilo de liderazgo. Dicha definicin supone, bsicamente, descar-tar la visin historicista que niega la posibilidad de que el concepto de

    * Doctor en Ciencias Polticas, Sciences Po, Francia. Doctor asociado al Centro de Estu-dios e Investigaciones Internacionales (CERI-Sciences Po / CNRS). E-mail:

    [email protected] Aclaremos que nos concentraremos en este trabajo en su primer mandato presidencial.

    POSTData19, N2, Octubre/2014-Marzo/2015,ISSN 1515-209X,(pgs. 637-680)

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    populismo viaje en el tiempo2. Pero adems, nos alejamos tambin de aque-llos estudios que lo conciben como un tipo de discurso constitutivo de aque-llas identidades sociopolticas que vuelven visible, siempre de manera con-

    tingente, a toda sociedad democrtica (Laclau y Mouffe 1985). Sin descar-tar el inters y pertinencia de esta mirada, optamos en este trabajo por reco-rrer otra direccin menos transitada en clave comparativa. Nuestro foco deatencin ser el tipo de relacin que los liderazgos presidenciales de CarlosMenem y Nstor Kirchner establecieron con un conjunto de actores polti-cos a los fines de organizar sus bases de poder.

    Antes de adentrarnos en nuestro estudio, nos preguntamos cmoentender el concepto de liderazgo poltico y cmo pensar su articulacin con

    el fenmeno populista. Precisemos entonces que el liderazgo ser aqu en-tendido en su correspondencia con la idea de la representacin poltica. Siesta nocin se define por un movimiento circular (Laclau 1998), el liderazgoser pensado, dada su inscripcin en un contexto histrico-institucional,como la existencia de un lazo poltico entre los representantes y los represen-tados en razn del cual se establecen los sentidos que organizan, siempretransitoriamente, toda comunidad poltica3.

    En el escenario de la democracia de lo pblico (Manin 1996), don-

    de se constata la composicin de bases de apoyo fluctuantes y fragmentadas,la accin de los nuevos liderazgos se revela central en el proceso de(re)constitucin permanente de lazos de representacin poltica. Conside-rando esto justificamos una mirada que piensa a los liderazgos a partir de sucapacidad creadora sobre las identificaciones de los representados (movi-miento descendente del acto representativo), sin por ello dejar de considerarcmo los liderazgos inscriben su decisin en contextos histrico-institucionalesque condicionan su accionar (movimiento ascendente del acto de represen-

    tacin). En resumen, si la propuesta de pensar a los liderazgos a partir de larepresentacin poltica queda validada en virtud del movimiento circularque esta idea supone, la idea del liderazgo no pierde por ello su atributoespecfico: la capacidad instituyente sobre su contexto histrico de inscrip-

    2 Es decir aquella perspectiva, encarnada principalmente en el trabajo de Germani (1962),que concibe a esta experiencia como una etapa de transicin en el desarrollo latinoame-ricano.

    3 Para un estudio sobre la categora de liderazgo poltico que incluye la formulacin de un

    esquema de anlisis para examinar histricamente su proceso de legitimacin, verRodrguez (2012).

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    cin y sobre las identificaciones de los representados. Por ltimo, dicha idease distingue tambin del concepto de populismo, tal como decidimos aqudefinirlo, en tanto este ltimo alude al establecimiento de un tipo de rela-

    cin poltica informal mediante la cual el lder establece un lazo directo conlos representados encarnndolos en tanto pueblo, esto es, como unidad in-mediata e indiferenciada (Peruzzotti 2008).

    Presentemos, por ltimo, algunas consideraciones metodolgicas. Elanlisis comparado propuesto tiene como objetivo identificar las similitudesy diferencias que marcaron a los liderazgos seleccionados tomando comoreferencia diferentes recortes temporales en la historia reciente de una mismaunidad nacional. En funcin de los objetivos ya identificados, nuestro estu-

    dio pretende abordar de manera exhaustiva diferentes contextos histricosque marcaron el devenir del menemismo y del kirchnerismo proponiendoun estudio a travs de las diferentes etapas que signaron el devenir de ambosprocesos. Dos escenarios privilegiados de observacin fueron seleccionados(los procesos electorales y las manifestaciones ciudadanas) para pensar lasrelaciones establecidas con dos actores polticos centrales en este proceso: elPartido Justicialista (PJ) y la opinin pblica.

    Nuestro plan de trabajo es el siguiente: empezaremos pensando el

    lugar de los liderazgos en la democracia argentina sealando sus aspectosdistintivos en el desarrollo del proceso de metamorfosis de la representacin(Manin 1996). Esto nos permitir una comparacin general entre losliderazgos de Menem y Kirchner a travs de la emergencia, respectivamente,de las nociones de neopopulismo (Weyland 1996) y de nuevo populismo(De la Torre y Peruzzotti 2008). Luego, nos adentraremos en el estudio delos liderazgos buscando identificar la presencia o ausencia de un estilo popu-lista en el despliegue de sus modos de articulacin poltica (Novaro 1996)

    durante el proceso de llegada al poder (emergencia del liderazgo); la con-quista del poder (constitucin del liderazgo) y la estabilizacin del poder(consolidacin del liderazgo). Cerraremos nuestro estudio con la presenta-cin de nuestras conclusiones comparativas identificando diferentes pistasde anlisis para pensar la relacin entre populismo y democracia, o msconcretamente, para volver sobre la clsica pregunta sobre el lugar delperonismo en el rgimen poltico argentino.

    Nuestra hiptesis de trabajo es que los rasgos populistas de ambos

    liderazgos presentan diferentes grados de intensidad en funcin de su ins-cripcin contextual en cada una de las etapas antes presentadas pudendo

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    tipo movimientista5. Fue slo a partir de 1983 que se estableci un tipo derepresentacin institucionalizada centrada en el rol central del parlamento yde los partidos. De la mano de este proceso se reforz el esquema bipartidista

    de competencia poltica donde los partidos tradicionales se afirmaron comocanales de expresin de las preferencias ciudadanas y como instancias consti-tutivas de las identidades polticas (Quiroga 2006). Pero la euforia partida-ria dur apenas algunos aos. Ya para principios de los noventa la ciudada-na se revel decepcionada de cara a las promesas de la institucionalizacinpartidaria y del progreso econmico que auguraron las promesas de la tran-sicin a la democracia. En otros trminos, la regularizacin institucional denuestro rgimen poltico, lograda gracias a la aceptacin de los comicios

    como fuente de legitimacin democrtica y de los partidos polticos comoprincipales actores del juego electoral, fue acompaada por una metamorfo-sis del formato partidario de representacin poltica (Pousadela 2005). Asentonces, la crnica debilidad de los partidos argentinos coloc desde siem-pre a los lderes polticos en el centro del proceso de identificacin represen-tativo6. Dicho lugar se reactiv, particularmente, en el marco de las respecti-vas crisis que delimitaron la pasada dcada de los noventa.

    Las radicales y decisivas situaciones de caos econmico y poltico que

    la Argentina sufri en el curso de los aos 1989 y hacia fines de 2001 pue-den ser pensadas como contextos donde se hizo patente la dramtica amena-za de desarticulacin del lazo social y poltico que funda toda comunidadnacional. Ambas situaciones constituyeron, adems, el escenario de emer-gencia de liderazgos de tipo personalista, que con sus semejanzas y diferen-cias, encaminaron una reconstitucin de la autoridad poltica, reconfigurandoy redefiniendo los lazos representativos. En este proceso, el peronismo serevel como un actor poltico institucional central de su proceso de salida.

    Desde sus orgenes esta fuerza poltica se defini por una identifica-cin inmediata entre el lder y el partido (Mustapic 2002). La palabra dellder se present como la natural expresin de la verdad y su presencia devinola autoridad inapelable (Novaro y Palermo 1996). Reproduciendo en estesentido la lgica populista por excelencia, la accin del lder se present y se

    5 Nos referimos con dicho clivaje al juego poltico donde impera una lgica de antagonis-mo radical y las fuerzas polticas no se reconocen como partes del sistema.

    6 El carcter hiperpresidencialista del sistema de gobierno argentino, que lleva a que la

    figura presidencial sea el centro de las expectativas sociales, debe tambin ser considera-do a la hora de pensar el lugar que ocuparon en su seno los liderazgos polticos.

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    legitim como el reflejo inmediato no posible de ser distorsionado delsentimiento del pueblo. Nada poda interferir este natural juego de espejosdonde el lder fundaba su autoridad como intrprete privilegiado de la vo-

    luntad popular (Touraine 1988) en una operacin donde la lealtad al mxi-mo conductor devino su principio organizador por excelencia. Estos princi-pios se constituyeron en los pilares de un tipo de organizacin personalizadarevelando el conjunto de sus rasgos genticos, ms all de los procesos decambio y mutacin que esta fuerza fue experimentando a lo largo del tiempo.

    Finalmente, en base a lo analizado, podemos presentar ahora las dife-rentes formas en la que el fenmeno populista se hizo presente en la demo-cracia argentina desde 1989. Si la pretensin del lder de superar las media-

    ciones representativas estuvo presente en los dos casos analizados, expresan-do diferentes modelos de decisionismo poltico, sus contextos histricos deinscripcin nos permiten a su vez distinguirlos. La dcada neoliberal revella mutacin de las representaciones institucionales en un contexto dedesmovilizacin poltica y desagregacin del mundo social donde el lder,investido del poder delegado, devino el salvador frente a la situacin de cri-sis. Los procesos de transformacin estructural se legitimaron en un contextodonde una idea de lo poltico como capacidad de reforma y accin sobre lo

    social qued desplazada y subordinada frente al dominio despersonalizadode la tcnica y el imperio natural de la gestin. El esquema de representacio-nes neoliberal comprendi la pretensin de borrar los trazos del conflicto enlas sociedades generando sentimientos de apata y desmovilizacin en buenaparte de la ciudadana. En definitiva, la comunidad poltica autoriz a quehablen y a que decidan en su nombre actualizando el despliegue del princi-pio delegativo de gobierno como patrn rector de la dinmica representativa(ODonnell 1997).

    Por su parte, la era del nuevo populismo se defini por una inditaaceleracin de un proceso de fragmentacin poltico-partidaria donde se afir-m un tipo de liderazgo que busc reactivar la poltica como sede de antago-nismos sociales y voluntad de reforma. Dicha voluntad, marcando un con-traste con la dcada anterior, se tradujo en una expansin de los derechosciudadanos dando cuenta de un remarcable proceso de institucionalizacin.Sin embargo, marcando ahora una continuidad con la etapa anterior, esteproceso no adopt un progreso lineal y homogneo en el terreno del fortale-

    cimiento institucional: este contexto se caracteriz tambin por la emergen-cia de gobiernos decisionistas que relegaron el lugar de los mecanismos de

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    control de los otros poderes del Estado alentando estilos de gestin ejecutivistasen el tratamiento de los asuntos pblicos (Iazzeta 2007). No obstante, adiferencia del pasado, asistimos en la actualidad a nuevo proceso de

    protagonismo ciudadano definido por acciones que buscan anular la distan-cia representativa (Schnapper 2004) y donde sobresale el carcter inorgni-co de movimientos que particularizan sus reclamos definindose por su viru-lenta negatividad en su presencia permanente en el espacio pblico (Cheresky2006). En este nuevo escenario, en otras palabras, el proceso definido porcambios generales y graduales que hacen a la emergencia de un formatopersonalizado de representacin (Manin 1996: 279) se superpone con unfenmeno ms episdico y transitorio que alude al rechazo del lazo poltico

    que une los representantes con los representados (Pousadela 2005).Este juego de cruces comparativos, esbozados hasta aqu de maneramuy general, ser abordado en detalle, a continuacin, a travs del estudiocomparativo entre las diferentes fases que marcaron los procesos de legitima-cin de los liderazgos de Carlos Menem y Nstor Kirchner dando cuenta delos diferentes grados de intensidad en los que el estilo populista se hizopresente.

    III.El origen de los liderazgos: el proceso de llegada al poder

    III.1. Carlos Menem: de la victoria en las internas

    partidarias al triunfo de 1989

    A la luz de los resultados de los comicios legislativos de 19877 sequebr la tendencia que marc la secuencia de triunfos radicales desde los

    comicios fundacionales de 1983, dando cuenta del proceso de deterioro queexperiment la figura de Alfonsn al calor del acelerado agravamiento de lasituacin econmica y de las contramarchas en el campo de la lucha por losderechos humanos. La dilucin de los apoyos radicales se constat en casitodos los distritos del pas, pero su cada fue particularmente determinanteal perder el control del ms importante de todos ellos: la Provincia de Bue-

    7 El radicalismo perdi estos comicios al sumar el 37% de los votos quedando por detrs

    del Partido Justicialista, ahora unificado bajo la gida de la conduccin renovadora, quealcanz el 41% de los sufragios (Fuente: Ministerio del Interior, Repblica Argentina).

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    nos Aires8. Antonio Cafiero fue elegido entonces como gobernador despejandoel camino hacia su principal objetivo: la conquista del poder presidencial decara a las prximas elecciones de 1989. En este marco, Menem avanz rpida-

    mente en la articulacin de su estrategia de acumulacin interna de poder.Paradjicamente, el triunfo de Cafiero en la provincia y su instalacin como elmejor candidato del justicialismo para los prximos comicios, le permiti aMenem avanzar en la realizacin de sus sueos presidenciales de manera deci-dida: ya haba encontrado su principal adversario, el otro frente a quindiferenciarse, pudiendo estructurar as el principal clivaje de oposicin que lepermiti ir definiendo su esquema propio de apoyos polticos a nivel interno eir trazando los rasgos bsicos de su imagen pblica frente a la sociedad.

    Hacia finales de 1987, el caudillo riojano decidi configurar su pro-pio espacio de poder y romper amarras de forma definitiva con los sectoresde la Renovacin lanzndose a la riesgosa aventura poltica que supona lacarrera por la presidencia. En este escenario, la ventaja que Cafiero le sacabapareca insuperable: el electo gobernador de la Provincia de Buenos Airescontrolaba la estructura poltica ms importante del pas, ahorainstitucionalizada y aceitada en su funcionamiento gracias a la accin delproyecto renovador. Sin embargo, la capacidad del gobernador riojano para

    ir constituyendo un esquema alternativo de respaldos, demostrando unainfinita audacia e innegables dosis de realismo poltico, por un lado, y laconfiguracin de un contexto poltico y econmico que fue diluyendo pro-gresivamente el capital poltico de Alfonsn, por el otro, se revelaron como lasdos dimensiones claves a la hora de analizar y explicar el triunfo de Menemen los comicios internos de julio de 1988.

    De cara a dicho objetivo si bien Cafiero cont con la ventaja de mane-jar el aparato partidario, dicho control no dejaba de imponerle una alta

    rigidez a la hora de articular sus apoyos. Aprovechando esto, la accin deMenem se concentr, a partir de un esquema de accin ms flexible, ensumar a todos aquellos sectores que haban sido marginalizados por la con-duccin renovadora y a las redes polticas operantes ms cerca de la basemilitante que de la cima partidaria (Novaro 2009)9. A travs entonces del

    8 En este territorio, el Frente Justicialista Renovador sum el 45,08% de los votos rele-gando al segundo puesto a la Unin Cvica Radical, que debi conformarse con un37,55% (Fuente: Ministerio del Interior, Repblica Argentina).

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    En efecto, el partido poda ostentar ahora un mayor orden interno, pero no por ellodej de conservar un formato de organizacin fragmentado donde las estructuras

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    contacto directo de Menem con estos actores, fue naciendo el menemismobonaerense cuyo desarrollo fue progresivo hasta asumir una forma ms defi-nitiva luego de que se consumara la alianza con la estructura controlada por

    tradicionales caudillos sindicales10.Respeto de las estrategias de campaa, el clivaje que busc instalar

    Cafiero para seducir a los votantes partidarios consisti en presentarse, encontinuidad con el discurso renovador, como aquella figura que encarnabala modernidad y la ruptura con el pasado, que representaba un proyectopoltico en el que imperaba el peso de los procedimientos, en oposicin ala vuelta atrs que supona la figura del mesinico caudillo riojano. Por suparte, la posicin de Carlos Menem fue retomar el clivaje instalado y ape-

    lar a cautivar al electorado partidario mediante la defensa de la moviliza-cin de la identidad histrica, en su contacto inmediato con el pueblo, yen abierta contracara a la vigencia de las mediaciones partidarias y el reinode las estructuras polticas11. Desde la expresin del afecto y la empata,Menem se present como aqul candidato que encarnaba sin mediacioneslos intereses del pueblo y que, gracias a sus cualidades carismticas, podasalvarlo de todos sus males (Novaro y Palermo 1996). Los resultados de lasinternas justicialistas realizadas el 3 de julio de 1988 proclamaron oficial-

    mente la frmula presidencial presidida por Carlos Menem, derrotandoas al gobernador bonaerense y principal referente partidario a nivel nacio-

    territoriales y sindicales, ms alejadas de la conduccin, contaban con importantesgrados de autonoma. Para un anlisis sobre las particularidades organizacionales del

    justicialismo, ver Gutirrez (1998) y Levitsky (2005).10 Nos referimos a la alianza establecida con Luis Barrionuevo, dirigente del municipio

    bonaerense de San Martn y con Herminio Iglesias, jefe poltico de la localidad deAvellaneda. Luego, a este esquema se le sum la inclusin de la figura en ascenso del

    intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde, lder indiscutido de la terceraseccin electoral de la Provincia de Buenos Aires.11 Tal como queda ilustrado en los diferentes mensajes de campaa pronunciados por

    Menem: No tenemos el aparato pero tenemos la formacin y el empuje de las bases.Ningn aparato gan una eleccin, s la doctrina justicialista y la militancia, como la deustedes (Fuente: Acto partidario. Provincia de Santa Fe (Menem: tenemos lasbases y no el aparato, diarioClarn, 30-04-1988); Representamos al peronismodel pueblo, el de los sentimientos, y por eso no me molesta que me digan que soy uncaudillejo peronista del interior. Me molestara, s, que me comparan con un doctorcitode la socialdemocracia o del Fondo Monetario que traiciona a la patria (Acto parti-

    dario. Provincia de Buenos Aires. Menem dice no estar molesto, diarioClarn, 10-05-1988).

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    nal, Antonio Cafiero12. El aparato partidario fue derrotado en manos delimperio de un esquema inorgnico, compuesto por una multiplicidad deredes polticas superpuestas y conducidas por una figura mesinica que en-

    carnaba los deseos del pueblo despertando su esperanza.De cara a las elecciones presidenciales, buena parte de la dirigencia

    radical no recibi con malos ojos el triunfo inesperado del caudillo riojanoen las internas del peronismo. Se supona que frente a su imagen poco seria,aventurera e identificada con la vigencia del imaginario tradicional delperonismo, el radicalismo podra establecer una ntida oposicin que le per-mitira afirmar la defensa de sus principios fundamentales (Waisbord 1995).Pero lo que no pudo anticipar dicha dirigencia fue que dado el descalabro

    generalizado que experiment el sistema econmico argentino, de formaprecipitada desde fines de 1988, la interpelacin de tipo mesinica, organi-zada sobre la base de la figura redentora de un salvador providencial (aunquerespetuoso de los patrones bsicos de funcionamiento democrtico) resulta-ra particularmente atractiva para un electorado desencantado respecto delos pilares que organizaron el consenso radical durante la dcada de los ochenta.

    Por el contrario, para los actores financieros, la victoria de CarlosMenem represent la realizacin de sus peores pesadillas. En ese momento,

    el candidato riojano encarnaba la vuelta al pasado populista alentando eltemor generalizado en los empresarios: cmo lograra Menem controlar alactor sindical y sus reivindicaciones salariales? En qu medida su figuralograra realizar las necesarias reformas y establecer un efectivo plan dereordenamiento de la economa? El escenario alent en estos actores reaccio-nes defensivas de tipo especulativo. Se generaliz as, durante los meses de

    junio y julio, la crisis hiperinflacionaria, situacin de caos social definida porun alza incontrolable de los precios domsticos; por la prdida de las funcio-

    nes esenciales de la moneda nacional como reserva de valor y principio deintegracin de la propia sociedad; por la dilucin de la legitimidad de laautoridad poltica al cuestionarse su capacidad para asegurar un tipo deorganizacin viable. En definitiva, en este marco, el propio lazo social seencontr amenazado poniendo en riesgo la propia supervivencia de la comu-nidad poltica (Kessler y Sigal 1997).

    12 Menem se alz con el triunfo alcanzado un poco ms del 53% de los votos, en el marco

    de un proceso electoral donde se registr una elevada participacin de los afiliados peronistas(Menem ser el candidato del peronismo, diarioClarn, 10-08-1988).

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    En el curso de este dramtico momento, se realizaron las eleccionespresidenciales de 1989 en la cuales Carlos Menem fue elegido como presi-dente de los argentinos. Su estrategia electoral combin las interpelaciones

    ms tradicionales al pueblo peronista, con la defensa y el respeto de lainstitucionalidad democrtica. En esta mezcla entonces entre innovacin ytradicin, la campaa de Menem revel en qu medida sus mecanismos deapelacin a la ciudadana se distanciaron de aquellos esquemas de accin quehaban condenado al peronismo a la derrota en octubre de 1983 (Novaro yPalermo 1996). Por su parte, en el caso del radicalismo, se constaron astambin rupturas en relacin con el discurso que organiz su campaa en elcontexto de la vuelta a la democracia y, principalmente, respecto del lugar

    que pas a ocupar la necesidad de reformar la economa, estableciendo unmodelo de liberalizacin de mercado. La escena electoral se estructur deeste modo en torno de la presencia casi exclusiva de estas dos alternativas,cuyos clivajes de oposicin fueron permanentemente redefinidos al calor delcatico desarrollo de la crisis hiperinflacionaria.

    Carlos Menem fue consolidando tambin, en este contexto, su ima-gen como un outsiderde la poltica nacional buscando expresar el sentir deuna ciudadana que comenzaba a expresar un declarado desencanto frente a

    los partidos polticos y los sindicatos (Nun 1995)13

    . A travs de una tcnicade exposicin meditica constante, el lazo que busc instalar se edific entorno al contacto inmediato con el pueblo peronista y en base a una interpe-lacin ms general a la opinin pblica. Su presencia se multiplicaba en laparticipacin de las multitudinarias y populares caravanas, y su figura sereproduca y construa mediticamente movilizando al electorado a travs deuna relacin cara a cara. Al comando del menemvil se consumaba el ritofestivo en el que el lder entraba en el espacio cotidiano del electorado ms

    popular, apelando a la configuracin de una figura de tipo religiosa, quebendeca a los nios y realizaba declaraciones de amor sin distinciones, prome-tiendo la salvacin de todos los argentinos. En este sentido, a medida que sefue acercando la fecha de los comicios, las interpelaciones de los mensajes deMenem fueron cada vez ms generales, buscando borrar todo tipo de divi-

    13 En este sentido, cabe mencionar la encuesta realizada por la consultora Catterberg &Asociados sobre la imagen de los partidos. As en mayo de 1984 su imagen positiva era

    del 84% mientras que la negativa era del 14%; en junio de 1988, la imagen positiva eradel 63% mientras que la negativa era del 35% (Catterberg 1991).

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    siones, eliminando cualquier antagonismo, y haciendo pie en la imprescin-dible unin de todos los argentinos14.

    Los resultados del 14 de mayo de 1989 le dieron la clara victoria a la

    frmula justicialista presidida por Carlos Menem con un 47,49 por ciento de losvotos superando a la Unin Cvica Radical, que alcanz el 32,34 por ciento15.Estos resultados no pueden explicarse sin considerar el proceso de deterioro quefue experimentando la situacin econmica argentina y el gobierno presididopor Ral Alfonsn. Pero la referencia a la situacin de crisis no lo explica todo.Sobre la base de esta superficie de inscripcin creemos que debe considerarse deque manera la figura pblica de Menem fue sumando voluntades mediante elejercicio de una especfica forma de construccin de poder poltico y del estable-

    cimiento de un particular lazo de identificacin con el electorado.Respecto de la primera dimensin, cabe remarcar de qu manera lainstrumentacin de una tcnica de acumulacin poltica donde prim la cons-titucin ms vasta y heterognea de respaldos, alentando modelos flexibles deorganizacin, fue operativa en funcin de las caractersticas del peronismo entanto estructura poltica. En relacin con la segunda, se debe resaltar de quforma la construccin de una figura carismtica, atractiva para el paladar po-pular, logr vincularse afectivamente con sus preocupaciones cotidianas alen-tando la configuracin de una relacin no mediada. En este proceso el liderazgopresidencial de Menem apel a la construccin de un lazo representativo po-pulista fundado en un contacto inmediato con la gente ms all de los soportesinstitucionales de tipo partidario que respaldaron su candidatura.

    III.2. Nstor Kirchner: la inesperada llegada

    a la presidencia (2001-2003)

    Si al cabo de una dcada la situacin de descontrol hiperinflacionariopareca superada como consecuencia de la aplicacin de un efectivo plan de

    14 Tal como lo ilustran claramente los siguientes extractos de sus mensaje pblicos decampaa: No queremos ms enfrentamientos entre los argentinos, ni entre civiles ymilitares, porque es necesario el concurso de todos para salir de esta crisis, que es la msgrave de la historia de nuestro pas [] Yo necesito de todos, no importa de dondevengan ni de qu partido provengan, sino que estn dispuestos a luchar por el bien denuestra patria (Acto de la militancia peronista, Provincia de Buenos Aires, Menem

    seal que no debe esperarse que haga milagros, diarioLa Nacin, 28-04-1989).15 Fuente: Ministerio del Interior, Repblica Argentina.

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    estabilizacin, hacia fines de 2001, una nueva crisis asol a la sociedad ar-gentina llevando a la cada del gobierno conformado por la alianza entre laUCR (Unin Cvica Radical) y Frepaso. Sostenemos aqu que los rasgos cons-

    titutivos que asumi el liderazgo presidencial de Nstor Kirchner inaugura-do gracias a su victoria prrica en abril de 2003 deben ser pensados a la luz delos acontecimientos que signaron a dicho proceso. En el mismo se revel,como ya hemos mencionado, una situacin indita de crisis de representa-cin bajo el teln de fondo de un proceso de metamorfosis del lazo represen-tativo (Pousadela 2005). Sobre este particular contexto se inscribi la accininstituyente del liderazgo presidencial de Nstor Kirchner (2003-2007).

    La crisis de representacin se revel en el caso argentino en dos esce-

    narios especficos: las elecciones de renovacin legislativa en 200116y lasmanifestaciones pblicas que provocaron la cada del gobierno de la Alianzaa fines de dicho ao. Durante las semanas que siguieron a los comicios legis-lativos de octubre qued nuevamente demostrada la incapacidad del gobier-no para aplicar diferentes polticas que pudieran revertir el curso regresivo dela economa, agravando as los problemas que agobiaban al Estado nacionalen materia de financiamiento. La negativa del Fondo Monetario Internacio-nal de permitir descomprimir esta situacin de asfixia fiscal mediante el

    desbloqueo de nuevos prstamos desat un descontrolado proceso de fugade los capitales17. Frente a esta situacin el gobierno decidi aplicar la inmo-vilizacin de los ahorros privados. Esta accin establecida para evitar el retirode divisas del pas, ante la inminencia del colapso final, no produjo otroefecto que acelerar los tiempos de la ya incontenible cada. En respuesta aesta situacin se generaliz un proceso de huelgas y movilizaciones socialesque obligaron la renuncia anticipada del presidente Fernando De la Ra(1999-2001). Por primera vez en la historia argentina un gobierno surgido

    de elecciones libres y competitivas era derrocado como consecuencia de unalzamiento popular. Entre la destitucin del principal mandatario y los pri-meros das de enero, cinco presidentes se sucedieron a la cabeza del ejecutivodando cuenta de una indita situacin de inestabilidad poltica desde elretorno de la democracia. El 2 de enero el ex gobernador bonaerense, Eduar-

    16 Recordemos que en dichas elecciones el voto nulo y el voto blanco sumaron el 34,6%y que la abstencin electoral alcanz el record histrico del 25% (Fuente: Ministerio delInterior, Repblica Argentina).

    17

    Se agrava la situacin financiera: el FMI no enva los fondos esperados, diarioLaNacin, 06-12-2001.

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    do Duhalde, asumi el control de los destinos del pas con su economa endefaulty en pleno estado recesivo, y con una ciudadana enrarecida que con-tinu saliendo a las calles expresando tanto su ira como su desesperanza. Al

    cabo de un ao de gestin se logr, muy lentamente, recomponer losindicadores macroeconmicos y se cumpli, finalmente, con la promesa deconvocar a la realizacin de los nuevos comicios presidenciales18.

    Luego de diferentes intentos fallidos, la decisin de Duhalde de respal-dar la candidatura de Nstor Kirchner19le permiti al presidente en funcioneslograr que un candidato por l propuesto alcanzara un repunte inmediato enlos sondeos preelectorales20. El candidato patagnico cont de este modo conel respaldo institucional de la estructura partidaria del justicialismo bonaeren-

    se. En una escena electoral definida por un extraordinario grado de fragmenta-cin y por una completa incertidumbre respecto de los resultados, los diferen-tes candidatos fueron desplegando sus estrategias electorales buscando seducira un electorado que se mostr, hasta ltimo momento, ajeno e indiferente alcurso de la campaa. Desde un armado poltico propio (el Frente para laVictoria) Kirchner despleg una estrategia de campaa centrada en un con-traste sin matices con la experiencia neoliberal encarnada en la figura de CarlosMenem. En este marco, la incorporacin del ex ministro duhaldista Roberto

    Lavagna al eventual gabinete kirchnerista dieron sustento a la otra dimensinque compuso la estrategia de oposicin con la figura de Menem: la pretensinde construir un pas serio, en el que la normalidad de las cosas antes que lacrisis y la excepcin poltica deviniera el nico y deseable horizonte poltico.Respaldado por la estructura partidaria del justicialismo, Kirchner busc po-ner en acto un lazo poltico con la ciudadana de tipo institucional en contrastedirecto con el populismo mesinico que encarnaba la figura de Menem.

    18

    Dicha convocatoria fue el resultado de la presin contra el gobierno duhaldista frente ala ola de rechazo pblico que despertaron los asesinatos de los militantes socialesMaximiliano Kosteki y Daro Santilln.

    19 Recordemos que Nstor Kirchner se haba desempeado hasta ese momento comogobernador de la austral provincia de Santa Cruz de manera ininterrumpida desde sutriunfo en las elecciones provinciales de 1991. En el marco de la crisis de 2001, suproyecto poltico era presentarse como candidato a la presidencia en las elecciones de2007.

    20 Segn una encuesta realizada por la consultora Ibope y publicada en el diario LaNacin, Nstor Kirchner obtena el 15,5% seguido por Menem con el 13,6%, luego

    Carri con el 12% y finalmente Rodrguez Sa con el 11,2% (Kirchner primero enuna encuesta, diarioLa Nacin, 02-02-2002).

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    La hora de la verdad lleg finalmente el 27 de abril cuando los prime-ros resultados oficiales anunciaron las tendencias definitivas del escrutinio21.En trminos generales, estos resultados revelaron un claro proceso de atomi-

    zacin en la distribucin de las preferencias electorales. Los partidos tradi-cionales de nuestro sistema, el PJ y la UCR, quedaron diluidos en su presen-cia frente al imperio estelar que detentaron las diferentes personalidades po-lticas. Con modestos porcentajes, Carlos Menem y Nstor Kirchner logra-ron el pasaje a la segunda vuelta. Pero cuatro das antes del ballotage, Menemanunci la renuncia a su candidatura. Kirchner se constituy as no slo enun presidente por accidente, dada la forma azarosa que defini a su procesode seleccin, sino adems, en un mandatario cuya base electoral era mani-

    fiestamente endeble y visiblemente ajena.

    IV. El proceso de constitucin de los liderazgos:la conquista del poder

    IV.1. Andar a tientas en el medio del caos (1989-1991)

    Desde su llegada anticipada a la presidencia, Menem afirm la nece-sidad imperiosa de realizar un drstico plan de ajuste que permitiera al Esta-do, gracias a un recorte radical de sus gastos y a una supresin de sus funcio-nes, recuperar su licuada capacidad financiera. La idea de reformar el aparatoestatal, de desregular la economa, de privatizar los servicios pblicos fuemonopolizando el programa de gobierno y el mensaje menemista contras-tando abiertamente con aquello prometido durante la campaa electoral. Lasituacin de crisis que sufra la Argentina exiga la aplicacin de soluciones

    drsticas y extraordinarias. El caos econmico reinante redujo el conjunto dealternativas polticas provocando una situacin de disponibilidad que habi-lit, no slo el curso de mltiples reconfiguraciones identitarias (Aboy Carls2001), sino tambin, la tolerancia frente a radicales procesos de transforma-

    21 Carlos Menem logr alzarse con la victoria con el 24,45% de los votos; Nstor Kirchnerocup el segundo lugar con un 22,24% seguido por el candidato Lpez Murphy conun 16,37%; el tercer lugar qued en manos de Rodrguez Sa con un 14,11% y, poruna mnima diferencia, sumando el 14,05% de los votos, Elisa Carri qued relegada

    al ltimo puesto del pelotn de los presidenciables (Fuente: Ministerio del Interior,Repblica Argentina).

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    cin y ajuste estructural. En concreto, la crisis hiperinflacionaria supuso,segn el relato menemista, la puesta en riesgo de la comunidad polticacomo tal22en un contexto donde, slo la desarticulacin de la matriz popu-

    lista de desarrollo, permitira su regeneracin. Las primeras polticas en estadireccin que contaron con el respaldo de la bancada justicialista23, repre-sentaron los ejes cardinales de la gestin econmica presidida por NstorRapanelli (representante del poderoso grupo multinacional Bunge & Born),en el intento del gobierno de mostrar al mundo empresario su decididavocacin de realizar una reforma refundacional. As, luego de un primermomento donde la relacin con los principales actores econmicos estuvomarcada por la incertidumbre y la desconfianza, el curso sostenido de los

    proyectos de reforma fue acercando estos grupos al gobierno, dando los pri-meros signos de una alianza que se revel tan duradera, como indita, entreel peronismo y los sectores dominantes (Sidicaro 2002)24.

    En concreto, la legitimacin del proyecto de reforma estructural supu-so la produccin de un mensaje pblico donde Menem apareca como aquellder soberano capaz de restablecer el orden y asegurar la pacificacin del pas25.Pero, al mismo tiempo, dicha figura se duplic en la promocin de otra ima-

    22 Menem afirmaba en este sentido: Recibimos y este no es un pretexto, todo elmundo lo sabe un pas sumergido en lo profundo de un abismo econmico-social.Con las reglas de convivencia econmica civilizada rotas. Con el espectro de la disgrega-cin social convertido en siniestra realidad (Fuente: Discurso presidencial, Cmara

    Argentina de Comercio, 30-11-1989).23 La realizacin necesaria de un proceso de transformacin estructural se expres en la puesta

    en marcha de los pilares de la economa popular de mercado: la reforma del Estado y la leyde emergencia econmica. Recordemos dichas leyes fueron rechazadas por la UCR aunqueesta fuerza dio el qurum para su tratamiento legislativo. Luego de arduas negociaciones

    entre ambos partidos, se respet aquello que haba formado parte del acuerdo entre Menemy Alfonsn para que el primero aceptara su asuncin anticipada (Diputados aprob lareforma al Estado en una polmica sesin, diarioClarn,10-08-1989).

    24 Otro indicador claro en este sentido fue la decisin de Menem de incorporar a la alianzade gobierno a buena parte del elenco partidario de la UCeD, fuerza ubicada a laderecha del espectro poltico y defensora a ultranza de las mximas del liberalismoeconmico. Se desarticulaba de este modo la base de apoyos populista en la que hist-ricamente se haba respaldado el peronismo.

    25 En este sentido, Menem sostena: Como mandatario de la ciudadana, tena unanecesidad dramtica el ltimo 8 de julio. O me transformaba en un simple testigo de la

    crisis, o me decida a encarar una transformacin en serio (Fuente: Discurso presiden-cial durante la Apertura de las Sesiones Ordinarias de la Asamblea Legislativa, 1-5-1990).

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    gen, ya presente durante el proceso poltico que marc su llegada a la presiden-cia: la imagen del hombre comn de lenguaje llano y coloquial que guiado porsus pasiones, por sus sinceros sentimientos, lograba encarnar los deseos del

    pueblo de manera inmediata (Novaro 2000)26. Asimismo, esta doble imagense asoci con otro de los elementos que compusieron su figura: su emergenciaen tanto dirigente ajeno al mundo de la corporacin partidaria. Es decir, comoaquella autoridad capaz de colocarse por encima de las banderas polticaslogrando expresar la unidad del cuerpo poltico y pudiendo sintonizar con elclima de desapego partidario que, como ya hemos sealado, comenzaba ainstalarse en la poblacin argentina. La configuracin de esta doble imagen yde su presentacin como aqul hombre ajeno al mundo de los partidos actua-

    lizaban, nuevamente, la puesta en acto de una relacin de identificacin con laciudadana de neta factura populista27. El anlisis del lugar que el PJ ocup eneste proceso nos permitir completar la caracterizacin de dicha relacin.

    A principios de abril de 1990, en un contexto de alta incertidumbrepara el gobierno se convoc a la realizacin de una movilizacin popular conel objeto de ratificar el rumbo adoptado por la gestin. Se program as laconvocatoria a la Marcha del S a las privatizaciones, del S a la Reforma delEstado, en un marco donde las tradicionales mediaciones institucionales

    aparecieron desplazadas28

    . La histrica plaza de Mayo se vio desbordada elviernes 6 de abril por una multitud superior a los 60.000 ciudadanos que sereunieron para expresar su adhesin al rumbo gubernamental29. Miles depersonas manifestaron su apoyo al presidente Carlos Menem recreando un

    26 Este tipo de operacin qued tambin ilustrada, primero, en su participacin en even-tos deportivos (que daban cuenta de un presidente humanizado) y en programastelevisivos (desde los cuales renovaba su contacto cotidiano con la gente), pero tambin

    a partir de su decisin de difundir sus problemas privados quebrando as la frontera queprotega la esfera ms reservada de su intimidad.27 Contrariamente, tomando el discurso menemista como objeto de estudio, autores

    como Aboy Carls (2001) destacaron de qu modo el intento de Menem de recompo-ner el vnculo representativo a partir de un mensaje netamente inclusivo supuso ladilucin de la tensin constitutiva del populismo entre el orden y la ruptura.

    28 Esto qued ilustrado por el hecho de que la misma no fue organizada por el justicialismo,sino a partir de la accin de sus allegados ms directos a la figura de Menem y de unconjunto de figuras mediticas que, aprovechando su incidencia sobre la opininpblica, se constituyeron en verdaderos defensores de la causa menemista sin estar

    identificados por ello con el partido.29 Masivo acto de apoyo a la gestin de Menem, diarioClarn, 07-04-1990.

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    lazo directo con su persona y ensalzando su independencia frente a cualquiertipo de maquinaria poltica30. Tambin, por supuesto, hubo una muy buenacantidad de simpatizantes de origen popular identificados con el peronismo

    y movilizados a travs de su estructura, que por primera vez compartan laplaza con los miembros de los sectores ms acomodados de la ciudad yadherentes en buena parte a la UCeD. Extraamente, en este aconteci-miento pblico, los polos de la escala social se encontraron en la mismavereda poltica, unidos en la identificacin con la figura de Carlos Menem31.Las repercusiones de este suceso pblico fueron inmediatas. En este contexto,el vnculo entre el presidente y el PJ entr en su impassems pronunciado.

    La relacin entre Menem y el justicialismo durante esta etapa estuvo

    marcada por un complejo juego signado por la oscilacin entre la distancia ysu acercamiento cuando primaron los clculos para sumar apoyos electora-les32. En esta primera etapa, Menem busc estructurar una base de respal-dos amplia, fluida, marcada por su heterogeneidad y su carcter inorgni-co33. En este proceso, el justicialismo fue no slo desplazado de su papel departido de gobierno, al negarle un rol activo dentro del mbito de toma de

    30 Respaldando esto cabe mencionar la encuesta de opinin realizada durante la Marchadel S y publicada en un diario nacional, segn la cual el 63% de los participantes

    expres que en ese momento votara por Menem y slo el 10% que lo hara por elPartido Justicialista (Menem busca armar una nueva coalicin, diarioClarn, 15-04-1990).

    31 Se anticiparon as los rasgos centrales de la coalicin poltica en la que se respaldarelectoralmente el presidente durante los aos sucesivos para alcanzar, en los comiciospresidenciales de 1995, su expresin ms acabada (Gervasoni 1998).

    32 Esta ambigedad estuvo tambin presente en la posicin del partido frente al gobierno.Si por un lado sus dirigentes expresaban su desconfianza frente a las reformas neoliberalesen curso, por el otro, hacan prueba de su lealtad. Una ilustracin de esto fue el

    documento aprobado por el Consejo Nacional partidario donde se aseguraba que el PJacompaar con indeclinable solidaridad la gestin del presidente admitiendo el disen-so pero rechazando el internismo exacerbado. En el texto se aboga a su vez por unaactualizacin de la doctrina peronista para superar la nostalgia de los que quieren volveral paraso perdido de los modelos de posguerra en nombre de un progresismo contra-dictorio (Puntos centrales del documento peronista, diarioClarn, 31-03-1990).

    33 Retomando lo dicho por Sidicaro (1995), su base de referencia fue, en este momento,un agregado de lmites muy porosos que funcionaba con la lgica ms bien de unacontra-elite donde los seguidores de turno se disputaban sin contemplaciones elbeneplcito del lder. En los momentos fundacionales del gobierno menemista dos

    sectores estructuraron su inorgnica base de respaldos. Por un lado, los llamados sectoresrojo punz ligados algunos a sectores sindicalistas y otros al nacionalismo carapintada,

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    decisiones polticas34, sino que tambin fue relegado en tanto estructura demediacin y agregacin de intereses polticos y sociales reivindicando la tra-dicin del peronismo como movimiento poltico. No obstante, este esque-

    ma tendi progresivamente a modificarse. Inesperados acontecimientos quemarcaron la segunda mitad del ao 1990 habilitaron la reconfiguracin dela relacin entre el gobierno menemista y el justicialismo.

    Durante el mes de junio, se consumaron las primeras privatizaciones y enel mes de julio se anunci un nuevo plan de ajuste35. La inflexible decisin delgobierno de avanzar en esta direccin aliment nuevas tensiones en el frentepartidario. En este contexto, Cafiero anunci la realizacin de una consulta electoralpara reformar la constitucin y habilitar su reeleccin. Si Menem por su parte

    dio formalmente su apoyo a las aspiraciones del gobernador bonaerense36, nadiese mostr sorprendido cuando las corrientes menemistas instaladas en el territorioprovincial, en alianza con la UCeDe y otras fuerzas polticas, hicieron abiertacampaa por el No a la reeleccin del mandatario provincial (Novaro 2009).

    Ante el contundente rechazo electoral a la reforma, sus consecuencias no se hicieronesperar: Cafiero fue reemplazado por Carlos Menem al mando del partido37.

    La retirada de Antonio Cafiero del juego de la competencia polticaen vistas de las elecciones de renovacin ejecutiva a realizarse en septiembre

    de 1991 impuls al vicepresidente Eduardo Duhalde a lanzar, junto con elapoyo presidencial, su candidatura en la provincia38. Menem pudo, de este

    y que acompaaron al presidente desde la primera hora (entre ellos podemos nombrara Luis Barrionuevo, Alberto Kohan, Csar Arias y Julio Mera Figueroa) y por otro ladolos celestes con credenciales ms partidarias (Eduardo Bauz, Eduardo Menem, JosLuis Manzano, Carlos Corach).

    34 Recordemos que Antonio Cafiero, presidente nacional del partido, fue apartadosistemticamente de la mesa chica de decisiones, integrada exclusivamente por referen-

    tes orgnicos del menemismo. Adems, en esta misma lnea, cabe mencionar que lacomposicin del primer gabinete de ministros fue anunciada sin que los principalesmiembros de la dirigencia partidaria estuvieran al tanto, y esto se repiti con otrasdecisiones de peso, como fueron el proceso de privatizaciones y la aplicacin de refor-mas financieras e impositivas (Novaro 2000).

    35 Medidas para acentuar el ajuste y la apertura de la economa, diarioClarn, 01-07-1990.

    36 Plebiscito: Menem dio su apoyo al s, diarioClarn, 31-07-1990.37 Recordemos que Carlos Menem pidi luego una licencia y fue reemplazado por su

    hermano Eduardo (PJ: Asume Menem y pide licencia, diarioClarn,09-08-1990).38

    Un ao despus, en agosto de 1991, gracias a su victoria aplastante en las internaspartidarias, Duhalde logr oficializar su postulacin como candidato del Partido

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    modo, hacerse del control absoluto de dicha estructura en el plano nacional,y colocar a un aliado directo como referencia partidaria en el central territoriobonaerense39. El gobierno habilit, a partir de este momento, un proceso de

    reafirmacin de su base de apoyo partidaria abriendo la etapa de la hegemonamenemista al interior del justicialismo. El proceso de configuracin de unaestructura disciplinada, consolidada a partir del flujo constante de recursosestatales y afirmada como slido respaldo al gobierno, encontr en este procesosu acto bautismal. Las elecciones legislativas de 1991 consolidarn este procesoinaugurando la fase de estabilizacin del poder menemista.

    A partir del primero de abril de 1991, la Ley de Convertibilidadentr en vigor luego de ser aprobada por la mayora de los diputados

    justicialistas y sus aliados ubicados a la derecha del espectro poltico40. Lareorganizacin econmica que esta ley supuso fue integral no pudiendo serpensada sino en relacin directa con la ola de reformas estructurales en cur-so. Los primeros resultados positivos de su aplicacin41 le permitieron almenemismo ir despejando progresivamente las dudas de cara a las eleccionesde medio trmino en las cuales se consum la completa subordinacin delPJ a la estructura presidencial42.

    Justicialista provincial dando curso a un proceso de notable afirmacin y expansin dela presencia de dicha estructura partidaria en el territorio bonaerense.

    39 Cabe aclarar que la autoridad de Duhalde en la provincia, consumada luego de que seefectiviz el control del congreso partidario, en la primera semana de diciembre, supusoun relegamiento de los sectores ms fieles a la figura del presidente. El menemismo noalcanz as, a pesar de sus denodados intentos, una verdadera instalacin en la provinciade Buenos Aires al encontrar la resistencia permanente de aquellos sectores ex-cafieristas,que luego de la derrota electoral de su lder se pasaron en masa al duhaldismo, constitu-yendo un slido polo de poder con cierto grado de autonoma frente al ejecutivo

    nacional (Duhalde control el control el Congreso del PJ bonaerense: hubo seriosincidentes, diarioClarn, 09-12-1990). Para un anlisis sobre el justicialismo a travsde la relacin entre el plano nacional y provincial, ver Ollier (2007).

    40 La cmara de diputados aprob la ley de convertibilidad, diarioClarn, 28-03-1991.

    41 Desde el mes de mayo de 1991, los aumentos en los precios fueron decreciendo. Enjulio se registr una suba del 2,6% en el costo de vida, siendo la ms baja desde febrerode 1986 (En julio el costo de vida subi 2,6; los precios mayoristas 0,4, diarioClarn,03-08-1991). A partir del mes de septiembre ya se constat un proceso de deflacin enlos precios internos (ndices de un pas con estabilidad, diarioClarn, 04-09-1991).

    42

    Proceso que se reflej en la incorporacin de diferentes figuras extrapartidarias comocandidatos a gobernador dentro de las filas del PJ.

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    Cuando lleg la hora de las urnas, la expresin de la voluntad ciuda-dana en apoyo a la gestin menemista fue categrica43revelando as el carc-ter instituyente que defini a la accin del liderazgo presidencial. La adhe-

    sin al conjunto de reformas neoliberales no fue el resultado de un compro-miso previo existente en la ciudadana (Palermo 1999). Apenas un ao an-tes, solamente una franja reducida de la poblacin argentina manifestabauna adhesin efectiva a dicho proyecto de transformacin estructural44. Con-cluido el ciclo electoral el escenario fue abiertamente otro.

    IV.2. En bsqueda de la popularidad (2003-2005)

    Desde el primer momento, el principal desafo de la gestinkirchnerista fue la configuracin de una base propia de apoyos bajo un climadonde imperaron los resquemores frente a su desconocida persona y unaincertidumbre generalizada alentada por la difusin de desalentadores pro-nsticos sobre el futuro del pas en el corto plazo45. No obstante, para sor-presa de todos, a pocos meses de iniciado su gobierno, Kirchner logr contarcon un sostn muy importante en la opinin pblica46. Adentrmonos en-

    tonces en el estudio del proceso por el cual el liderazgo kirchnerista modific43 El Partido Justicialista triunf en diez de las doce provincias que renovaron sus autoridades

    legislativas y ejecutivas en septiembre. Sumando as los porcentajes que obtuvo el gobier-no nacional durante todo el proceso electoral, realizado entre los meses de agosto y diciem-bre en las diferentes provincias del territorio, el mismo alcanz el 40,22% de los votos,sumando un total de 61 diputados y relegando a un lejano segundo lugar a la UninCvica Radical que debi conformarse con el 29,03% de los votos; aunque dicha fuerzapoltica logr, en razn de las distorsiones presentes en el sistema electoral argentino, la

    conquista nada despreciable de un total de 43 bancas en la cmara baja (Fuente: Minis-terio del Interior, Repblica Argentina).44 Segn Mora y Araujo (2011) las preferencias a favor de un estatismo clsico eran del

    33% en medio de la crisis hiperinflacionaria mientras que las neoliberales eran de un22% y para 1992, la suma de las primeras se redujo a un 19% cuando aquellas querespaldaban la constitucin de un orden neoliberal ya eran mayoritarias con un 38%.

    45 Ver al respecto la edicin del 15-4-03 del diario La NacinTreinta seis horas de uncarnaval decadente.

    46 Segn la consultora Poliarqua, en el mes de julio de 2003, un 83% de la poblacintena una imagen positiva de Kirchner, siendo la misma siempre superior al 55% hasta

    el fin de su mandato (Despus de cuatro aos de gestin, la imagen de Kirchner siguesiendo alta, Diario Clarn, 25-05-2007).

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    el mapa poltico argentino logrando la constitucin de un electoradoposelectoral (Cheresky 2004). En dicho anlisis, ocuparn una importan-cia central tanto su decisin de corte reformista, que ampli el horizonte de

    lo posible, como su accin en el curso del proceso electoral de 2003, en elcual Kirchner fue perfilando su estrategia poltica de construccin de podery definiendo su relacin con el PJ. Ambos procesos deben pensarse en formaarticulada siendo el capital poltico ganado en el primer terreno lo que habi-litar su accin en el segundo.

    Cuando Kirchner asumi como presidente las perspectivas de creci-miento ya haban cobrado una realidad palpable47. Pero an su horizonte desuperacin pareca muy lejano. El contexto histrico-institucional en el que

    se inscribi la accin kirchnerista no slo se defini por el despliegue de unasituacin de crisis indita, tanto en el frente econmico como social, sinotambin por un cuadro donde la ciudadana, todava bajo la inercia de la olacontestataria de 2001, se mantuvo en un estado de movilizacin latente. Aesto cabe agregar, claro est, la extrema fragmentacin del sistema partidarioy la ola de rechazo indita en la opinin pblica hacia las mediaciones repre-sentativas48. En este complejo escenario, y buscando lograr una sintona condicho clima, la accin de Kirchner se orient a potenciar la desarticulacin

    de dicho sistema y a poner en marcha un proceso de reconfiguracin de lasrelaciones entre el Estado y la sociedad en sentido inverso a lo realizadodurante la gestin menemista (1989-1999) y en sintona en parte conlo que la gestin de Eduardo Duhalde ya haba insinuado49. Un ao despusdel momento ms explosivo del ciclo de protestas (2001-2002) Kirchnerrecuper dicho contexto, apropindose de su reclamo de cambio y transfor-

    47 Kirchner hered por primera vez en dcadas un pas que, aunque ostentaba un pano-

    rama muy negativo en el terreno social, con alarmantes ndices de pobreza y desempleo,contaba con un PBI en expansin, una inflacin controlada y una situacin de relativoorden en materia de las cuentas pblicas (Cherny, Feierherd y Novaro 2010).

    48 A modo de ilustracin, cabe mencionar el estudio de Latinobarmetro (2003) dondeslo el 8% de la poblacin argentina manifestaba confiar mucho o algo en los partidospolticos.

    49 Los trazos esenciales del modelo productivo con inclusin social fueron el fortaleci-miento de la capacidad de consumo del mercado interno y la intervencin del Estadoen la economa, mediante el establecimiento de un esquema de control de precios, deaumento del gasto pblico, de fijacin de diferentes subsidios, de promocin de un

    esquema de re-industrializacin de la economa y a partir de la nacionalizacin dedistintos sectores estratgicos.

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    macin y potenci, al mismo tiempo, el carcter disruptivo de su accinpoltica diferencindose as de las anteriores gestiones presidenciales. Suliderazgo se legitim en su vocacin instituyente.

    En lneas generales, sus medidas inaugurales tuvieron como objetivola reestructuracin de las bases de poder de importantes corporaciones delorden nacional. Sin perder tiempo, durante la primera semana de gestin,Kirchner orden un reemplazo de la cpula de las fuerzas armadas50y pocotiempo despus puso en marcha el proceso de renovacin de la Corte Supre-ma de Justicia51. El otro terreno en el que se despleg su accin transformadorafue en la poltica de derechos humanos52. Estas acciones, junto con larenegociacin de la deuda externa, devinieron rpidamente los pilares cons-

    titutivos de su figura como lder soberano, capaz de poner en acto una accinpoltica autnoma y transformadora. Pero dicha imagen no supuso que sedesarticulara su contracara: su presentacin como lder que se fusionaba conel pueblo53. La presentacin de Kirchner como aqul lder que se mostrabaen contacto directo con las cotidianas preocupaciones de la ciudadana, queestaba en definitiva cerca de la gente se materializ en la articulacin de sumensaje pblico contra las diferentes corporaciones que distorsionaban, en

    50 Escoba nueva, diarioPgina/12, 25-05-2003.51 Hay un cambio cualitativo en la Corte, seal Fernndez, diarioLa Nacin, 1-07-

    2003.52 Como resultado de la iniciativa presidencial, el Congreso Nacional argentino estableci,

    en agosto de ese mismo ao, y por resolucin de la mayora presente en ambas cmaras,la nulidad de las cuestionadas Leyes del Perdn (como se las llam pblicamente)permitiendo que la Cmara Federal de Justicia pudiera reabrir, en diferentes provinciasdel territorio nacional, las causas por los crmenes de lesa humanidad cometidos durantela dictadura.

    53

    Dicho lazo fue particularmente recreado a travs de la estrategia presidencial de utilizarla cadena nacional para establecer un dilogo directo con la ciudadana en la luchacontra la corporacin judicial (Que el Congreso se haga cargo de su rol, diarioPgina/12, 05-06-2003). Esta idea aparece, asimismo, en sus mensajes pblicos en los queKirchner adverta: No me van a colocar ningn by passen el medio para conectarmecon la gente. Las viejas corporaciones polticas le han hecho mucho dao al pas y esmejor el contacto directo con la poblacin para alcanzar las soluciones ms rpido(Kirchner culp al duhaldismo por la crisis, diarioLa Nacin, 17-08-2005). Discur-so presidencial en el Saln Blanco de la Casa de Gobierno); Por eso, soy solamente unhombre comn, un argentino como ustedes, que tiene responsabilidades importantes

    y que le toca trabajar temporariamente de presidente (Discurso presidencial en ocasindel Acto del Da de la Bandera, 20-6-2003).

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    su prctica representativa, la presencia de la voz del pueblo54. En el curso dela lucha contras las corporaciones fue tomando forma, por ltimo, su pre-sentacin como un lder poltico ajeno al mundo de los partidos. Kirchner

    busc efectivamente la construccin de un lazo expresivo de interlocucincon la gente denunciando, en el curso del proceso de refundacin, loscondicionamientos de la oscura realidad de intereses corporativos y partida-rios. Kirchner apareca entonces como un outsider, negando cualquier ins-cripcin partidaria y explotando su histrico posicionamiento en la ms leja-na periferia del Partido Justicialista. Se actualiz, a travs de estas operacionesy tal como pudimos observar en el caso de Menem la presencia de unlazo representativo de factura populista.

    Pero si hasta ahora hemos indagado las medidas que marcaron los ini-cios de la gestin kirchnerista permitiendo recomponer su debilitada autori-dad poltica, y reportndole as los primeros apoyos en la opinin pblica,apenas hemos presentado el estudio de un captulo central en la epopeya portransformar la sociedad argentina. Nos referimos, claro est, al lugar que ocupel Partido Justicialista en el curso de la lucha que Kirchner protagoniz contralas principales corporaciones identificadas como responsables de la decadenciade nuestro pas. La relacin con el partido ser analizada a travs del proceso

    electoral 2003. Fue precisamente en el mismo que comenz a tomar cuerpo elproyecto poltico, conocido pblicamente con el nombre de la transversalidadpoltica a partir del cual se comenz a estructurar, durante la fase de constitu-cin del liderazgo kirchnerista, la base siempre heterognea y fluida de susrespaldos polticos y sociales. En este sentido, dos fueron sus pilares: la fluc-tuante opinin pblica y la estructura justicialista. Las tensiones entre losmismos, que habilitaron tanto como limitaron su accin poltica transformadora,quedaron de manifiesto en las elecciones legislativas de 2003.

    La decisin de los diferentes gobernadores provinciales de realizar loscomicios de forma escalonada configur una escena poltico-electoral defini-da en tanto proceso55. El pas se encontr as en una suerte de campaa

    54 Ella se expres tambin mediante un estilo en el que sobresali la vocacin de Kirchnerde sortear las formalidades del protocolo presidencial buscando, cada vez que la situa-cin lo permita, mezclarse con la gente en cada acto gubernamental, sumergindose enese mar de contencin emocional que el pblico movilizado le prodigaba a su figura.

    55 El ciclo electoral se inaugur en las provincias de La Rioja y Santiago del Estero, a fines

    del mes de abril, y culmin siete meses despus cuando se llevaron a cabo las eleccionesprovinciales en los distritos de Corrientes, Entre Ros, San Luis y Tierra del Fuego.

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    permanente donde los diferentes resultados que fueron dejando las urnasritmaron la composicin de la nueva escena poltico-partidaria. Kirchner seinvolucr de forma decidida en ella en el intento de lograr articular los ci-

    mientos de un poder poltico exclusivamente fiel a su mando. La campaaasumi entonces el tono de un plebiscito prolongado (Cheresky 2004: 55)en un contexto donde la accin presidencial fue decisiva en la composicinde la oferta poltica en diferentes distritos, desplegando una doble estrategia(Vommaro 2004). Por un parte, Kirchner busc construir un sostn propioal interior del peronismo, y por otra parte, avanz en otra direccin, incitan-do la conformacin de un espacio poltico que superara las fronteras de estafuerza poltica.

    En pocas palabras, las elecciones de senadores y diputados en losdiferentes distritos provinciales, y de las autoridades ejecutivas, de septiem-bre de 2003 dieron cuenta, en el proceso de composicin de la oferta polti-ca, de la presencia del influjo del liderazgo regenerador del presidente enuna tensin-articulacin con las formas ms tradicionales de hacer poltica y,en la distribucin de las preferencias electorales, de la presencia larvada de lacrisis de representacin. Por un lado, la accin extra-partidaria y partidariailustr el efecto configurador sobre la definicin de las candidaturas que

    ejerci el liderazgo presidencial56

    ; por el otro, los fenmenos del voto enblanco y la abstencin electoral reflejaron la persistencia de la desafeccinpartidaria en el comportamiento del electorado57. Finalmente, al cierre deeste largo proceso electoral, el kirchnerismo sali fortalecido al obtener losprimeros apoyos polticos y legislativos exclusivamente fieles a su proyecto58.

    56 Las elecciones en las provincias de Ro Negro, Misiones y en la Ciudad de Buenos Airesilustraron los primeros intentos kirchneristas de adentrarse en los terrenos provinciales

    y construir una base de apoyos propia por fuera de la estructura justicialista. La referen-cia al caso de la Provincia de Buenos Aires fue en cambio reveladora de los lmites dedicha accin ya que en dicho distrito, controlado por la autoridad de Duhalde, Kirchnerse vio imposibilitado de incidir en la composicin de las listas del Partido Justicialista.

    57 Recordemos que para el cargo de diputados nacionales el voto en blanco, registrado enla Provincia de Buenos Aires por ejemplo, estuvo por encima del 17% cuando en laspresidenciales, pocos meses antes, no lleg al 1% (Fuente: Ministerio del Interior,Repblica Argentina).

    58 Cuando Kirchner triunf en las elecciones presidenciales de abril la mayora peronista,reflejando las diferentes opciones partidarias que marcaron la presentacin fragmentada

    del justicialismo, se encontraba dividida en tres bloques legislativos. El peronismoalineado con el gobierno, nutrido fundamentalmente a partir de los legisladores del PJ

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    Pero an su accin se encuadraba bajo la tutela y el condicionamiento de laautoridad de Duhalde, quien si bien ya no detentaba la presidencia, s podaejercer, en funcin de su poder en la provincia de Buenos Aires, un legitima-

    do liderazgo al interior del Partido Justicialista. Diferentes acontecimientos,que marcaron a los primeros meses del ao 2004, alumbraron la agudiza-cin de las tensiones entre Kirchner y Duhalde reconfigurando el respaldopoltico-partidario en el que se asent el gobierno nacional. Recin un aodespus, tras los comicios legislativos de octubre 2005, el kirchnerismo lo-grara finalmente que su mayoritario apoyo virtual se tradujera en un respal-do institucional propio.

    La tensin entre el proyecto encarnado por el liderazgo presidencial y

    el respaldo partidario del justicialismo bonaerense se agudiz con el correrdel ao 2004 y alcanz su mxima expresin a mediados del 2005. En unprimer trmino, esta tensin se reflej a travs del proyecto de latransversalidad poltica. Este proyecto fue una operacin poltica dirigidapor el liderazgo presidencial a los fines de lograr compensar el dficitfundacional de apoyo que sufri su gobierno y de encaminar un proceso detransformacin del justicialismo promoviendo un viraje hacia la izquierda,congruente con las credenciales setentistas levantadas por el presidente

    Kirchner (Torre 2004: 1). Pero los sucesos que marcaron la realizacin delCongreso Justicialista de Parque Norte, en marzo de 2004, hicieron naufra-gar dicho proyecto59. No obstante, en lo que rest del ao los diferentessectores en pugna buscaron aquietar las aguas de manera que los conflictospuertas adentro del peronismo no interfirieran negativamente sobre el cursodel proyecto nacional encarnado por el gobierno. Pero esta situacin de rela-tiva calma se alter cuando la escena poltica preelectoral, en vistas de loscomicios legislativos de 2005, volvi a tensar la cuerda entre el liderazgo

    presidencial del Kirchner y la figura de Duhalde, abriendo el segundo cap-tulo en el devenir de esta siempre conflictiva relacin.En este sentido, la configuracin de la escena poltica en la Provincia de

    Buenos Aires revel una centralidad indita sobre el desarrollo del proceso elec-

    bonaerense, contaba con noventa y cuatro miembros en la cmara de diputados (Cherny,Feierherd y Novaro 2010).

    59 En el mismo quedaron plasmados los lmites que ostent el liderazgo kirchnerista paralograr el realineamiento de la estructura justicialista y se hicieron explcitos los

    enfrentamientos entre dicho liderazgo y los referentes del partido encolumnados tras laautoridad de Duhalde.

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    toral nacional dado que en este distrito se origin la disputa y posterior fracturaal interior del peronismo, obligando la presentacin dividida entre, por un lado,el PJ referenciado en el liderazgo de Eduardo Duhalde, y por el otro, el Frente

    para la Victoria (FPV). En pocas palabras, luego de marchas y contramarchas,para principios de julio de 2005 se anunci, finalmente, la presentacin de laslistas separadas de ambas fuerzas polticas60. La alianza de gobierno sufri asun duro golpe y la divisin entre el PJ y FPV se concret primero en la Provin-cia de Buenos Aires y luego en distintos territorios provinciales61. Se consum,entonces, la separacin entre los sectores referenciados en el duhaldismo y losorganizados en torno de la figura presidencial poniendo fin a una relacin decooperacin poltica signada, sin embargo, por significativos y repetidos

    desencuentros. Una nueva fractura se produjo al interior de peronismo, aun-que los sentidos y caractersticas que la definieron y las consecuencias que dela misma se desprendieron permitieron colocarla en un terreno distinto62.En este escenario de enfrentamiento con la estructura justicialista, las organi-zaciones populares de los movimientos de desocupados pasaron a ocupar unlugar cada vez ms destacado dentro de la coalicin oficial63.

    Cuando lleg la hora de atender el veredicto de las urnas,especficamente, en la provincia de Buenos Aires, el triunfo del FPV fue claro

    60 La historia secreta de la ruptura del PJ, diarioLa Nacin, 3-07-2005.61 El PJ y el FPV se presentaron de forma dividida en las provincias de Buenos Aires, de

    Catamarca, de La Rioja, de San Luis, de San Juan, de Misiones y de Santiago del Estero(en estas ltimas dos provincias, el FPV se present con otro nombre). Luego en otrasprovincias no hubo competencia entre ambas fuerzas y, entonces, el Partido Justicialista,solo o en alianza con otros partidos, se llam directamente Frente para la Victoria: enCapital Federal, en Tucumn, en Mendoza, en Ro Negro, en Santa Fe, en Tierra delFuego, en Crdoba, en Entre Ros, en Neuqun, en Corrientes (en estas ltimas cuatro

    provincias el FPV se present tambin con otro nombre). Finalmente, unas terceras, enlas que el FPV se present bajo la sigla del PJ: en Salta, en La Pampa y en Formosa.62 Dos fueron los elementos novedosos: primero la fragmentacin en la oferta poltica y

    segundo la exitosa operacin de desarticulacin del sistema partidario de un liderazgoque busc desbordar los siempre borrosos lmites del peronismo.

    63 Desde su llegada al poder en 2003 Kirchner busc establecer, a partir de una poltica deperfil productivista y de no criminalizacin de la protesta, afianzar la alianza con lasorganizaciones piqueteras de origen sindical ms cercanas al imaginario peronista. Du-rante los aos 2004, 2005 y 2006 una buena parte de ellas se incorporaron al espaciokirchnerista ocupando lugares en las listas electorales y en el seno de la estructura de

    gobierno. Para un anlisis de la relacin entre los movimientos de desocupados y elkirchnerismo, ver Natalucci y Prez (2010).

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    y contundente en todas las secciones electorales64. Las murallas del territoriobonaerense que haban logrado resistir los embates del liderazgo de Kirchneren los comicios legislativos de 2003 (gracias al peso del liderazgo partidario

    de Duhalde) cayeron ahora categricamente habilitando su entrada en elestratgico distrito. Su accin logr entonces lo que ni siquiera Carlos Menemen la cima de su popularidad haba podido alcanzar a pesar de sus repetidosintentos65. Rpidamente los resultados nacionales produjeron una clarareconfiguracin de los bloques parlamentarios, afines y contrarios al gobier-no. Sin embargo, estos reacomodamientos no impidieron que la configura-cin de la coalicin de respaldo kirchnerista66mantuviese su caractersticogrado de heterogeneidad y fragmentacin interna. Y es ms, este formato

    ms flexible, ms catico en su organizacin, no pareci ser un problemapara el liderazgo presidencial, todava reticente a aceptar cualquier ofertapara presidir al derrotado Partido Justicialista, sino todo lo contario67.

    En definitiva, a la luz de estos resultados electorales, el kirchnerismoinaugur su entrada en la segunda fase del proceso de construccin de supoder poltico. Atrs qued el dbil respaldo electoral obtenido en las elec-

    64 Cristina Fernndez de Kirchner, primera candidata a senadora por el FPV, obtuvo un

    poco ms de 40% de los votos en todo el distrito sacndole una diferencia de ms de20% a su competidora ms prxima, Hilda de Duhalde, la candidata del PJ (Fuente:Ministerio del Interior, Repblica Argentina).

    65 Dos dimensiones cabe considerar para explicar esto: la conquista de la popularidadalcanzada por el liderazgo presidencial y la transformacin de la vida poltica (en trmi-nos de la desarticulacin de los electorados partidarios y la consolidacin de un formatopersonalizado de representacin) en el territorio bonaerense.

    66 El FPV logr pocas semanas despus de las elecciones legislativas constituirse en labancada mayoritaria con 107 miembros, mientras que el PJ disidente debi conformar-

    se con la constitucin de un minoritario sub-bloque compuesto de cuarenta legislado-res, desde donde se busc articular un polo de resistencia crtica frente a la avanzada delgobierno nacional (El duhaldismo form un subloque en Diputados, diarioLaNacin, 31-08-2005). Pero los movimientos y los saltos de vereda en el interior delperonismo no se hicieron esperar y el kirchnerismo recibi as con los brazos abiertos aviejos compaeros y nuevos adherentes a la causa oficial, logrando controlar lamayora legislativa en la cmara de diputados durante los primeros meses de 2006.

    67 Concretamente, la variopinta alianza de gobierno se compuso a partir de la agregacinde diferentes actores: organismos de defensa de los derechos humanos, organizacionessociales de protesta, distintos sectores del sindicalismo y las representaciones de empre-

    sarios, los dirigentes extra-partidarios o ajenos al peronismo y finalmente, el magma dedirigentes partidarios de origen provincial, inscriptos en la estructura territorial del PJ.

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    ciones presidenciales de 2003 y el acompaamiento de mayoras parlamen-tarias prestadas. La soledad en el poder dej entonces su paso a la emergenciade un gobierno legitimado en las urnas y un slido respaldo institucional

    (Cherny et al. 2010: 39).

    V. La consolidacin de los liderazgos: la estabilizacin del poder

    V.1. Los aos dorados (1991-1995)

    Si la doble imagen de Menem como lder soberano y fusional, a partir

    de la cual se organiz un tipo de relacin populista con la ciudadana yaestuvo presente en las etapas anteriores, en este nuevo contexto la primera deellas, constitutiva de un tipo de lazo delegativo, asumi una nueva forma.Durante la nueva fase que inaugur la victoria en los comicios legislativos de1991, Menem no slo se present como aquella figura poltica que lograba,en virtud de la puesta en acto de su decisin, poder avanzar en el camino dela transformacin estructural de la Argentina, sino que adems su autoridadapareca ahora como la principal garanta de lo ya conquistado68. Pero ade-

    ms, en el curso de este proceso, su representacin ya no fue la del ldersolitario que gobernaba verticalmente desde la cima del poder. Menem apa-reci en esta nueva etapa, acompaado en el ejercicio de su funcin de go-bierno por su ministro de economa, Domingo Cavallo, quien presentadocomo el inventor de la mgica solucin a todos los problemas argentinos seconvirti, rpidamente, en un defensor sin descanso de las polticas oficiales.El proyecto presidencial se dot ahora de una legitimidad de tipo tcnica,ms all de cualquier bandera poltico-ideolgica. A partir de entonces, se

    pudo constatar la emergencia de un modelo de liderazgo dual que le permi-ti a Menem extender su capacidad de mando bajo el imperio de un forma-to de accin poltica que dej de fundarse exclusivamente en una lgica detipo discrecional para dar lugar a un patrn ms institucionalizado, ms

    68 La puesta en marcha del plan de convertibilidad dio rpidamente sus frutos. Loshogares bajo la lnea de pobreza en el rea metropolitana de la Provincia de Buenos Aireslograron descender categricamente desde el histrico 38%, a fines del ao 1989, a un

    ms tolerable 14% durante 1993 (Novaro y Palermo 1996) y la populacin ocupadacreci del 35,7% en 1990 al 37,4% en 1993 (Torre y Guerchunoff 1996).

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    consensuado de gobierno (Margheritis 1999)69. Este proceso cobr consis-tencia con el correr de la primera mitad de la dcada y qued ilustrado en elproceso de reconfiguracin que experiment el Partido Justicialista.

    El proceso que se inici con nitidez, luego del triunfo alcanzado en laselecciones legislativas de 1991, ilustr el pasaje de un modelo de gobiernodonde el partido qued relegado a la configuracin de otro donde el

    justicialismo devino el partido de gobierno (Novaro 2009). La coalicinde apoyo menemista dej progresivamente de estar fundada en el formato dela contra-elite (Sidicaro 1995) y comenz a experimentar un evidente pro-ceso de institucionalizacin gracias al cual los diferentes actores miembrosocuparon sus respectivas posiciones de poder, inscribiendo su accin en un

    esquema de apoyos ms formalizado. En este marco, la conquista de la mxi-ma jefatura del peronismo y el establecimiento del acuerdo poltico con losprincipales jefes polticos a nivel distrital (principalmente con EduardoDuhalde) en torno a la sucesin poltica dentro de esta fuerza70, le permitie-ron al presidente superar los diferentes escollos en la realizacin de sus ambi-ciones reeleccionistas71.

    Asimismo, a la luz los cambios generales ya analizados que fue experi-mentando la vida poltica, el Partido Justicialista present, durante la prime-

    ra dcada de los noventa, una serie de transformaciones tanto en el planoorganizacional e institucional, como en su dimensin identitaria. Muy bre-vemente, el peronismo se desindicaliz (Gutirrez 1998) y se configur

    69 Este proceso que dio cuenta de la moderacin del estilo decisionista de gobierno quedilustrado tambin en la tendencia decreciente, a partir de 1991, a la promulgacin delos decretos de necesidad y urgencia (Ferreira Rubio y Goretti 1995). La presencia deun estilo poltico ms institucionalizado se revel, finalmente, en una clara transforma-

    cin definitiva de la imagen pblica de Menem donde el caudillo de frondosas patillasy largo cabello arremolinado dej su lugar al prolijo mandatario presidencial de saco ycorbata, presentado como el principal artfice de una Argentina que formaba parte delprimer mundo.

    70 Este acuerdo entre ambos liderazgos estall luego de 1997 frente a los intentos deMenem de lograr una tercera presentacin consecutiva a las elecciones presidenciales de1999. Esta situacin de doble comando someti al justicialismo a un proceso defragmentacin interna que diluy su implantacin nacional presentndose ahora comouna confederacin de aparatos provinciales (Leiras 2007: 156).

    71 Segn la carta institucional vigente hasta 1994, el presidente de la Nacin slo poda

    desempear sus funciones como mxima autoridad del ejecutivo durante un solomandato.

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    como maquinaria electoral, sin por ello perder completamente suenraizamiento en su mundo popular de referencia, deviniendo gracias asu capacidad de adaptacin un actor partidario plenamente incorporado

    al juego poltico electoral y democrtico. En concreto, podemos decir que elPartido Justicialista se organiz propiamente como canal de comunicacin yagregacin de los intereses y demandas locales frente al ejecutivo nacional(Novaro 1999). Esta fuerza se afirm, en definitiva, en su capacidad decontrol y disciplinamiento de las dirigencias provinciales (reacias en su ma-yora a la aplicacin de los planes de reforma estructural motorizados desdeel ejecutivo) como tambin en tanto caja de resonancia de las voces de estospoderes sub-nacionales transformndose en una suerte de correa de transmi-

    sin entre los mismos y el poder central. La presentacin del partido entanto articulador de consensos como maquinaria electoral que administrabacuantiosos recursos, logrando la garanta de imprescindibles apoyos y unifi-cado detrs del respeto incuestionado a la autoridad presidencial, se revelen los procesos electorales que se desarrollaron entre los aos 1993 y 1995.

    Los resultados nacionales de los comicios legislativos del 3 de octubrede 1993 realizados de manera unificada en todo el pas le permitieron al PJalzarse con una nueva victoria72. El peronismo consolid su imperio electoral

    a nivel nacional, avanzando sobre distritos que antes le haban sido hostiles yreafirmando su presencia en aquellos donde siempre cont con importantesbase de apoyo. Esta fuerza poltica demostraba as su efectividad en tantoaparato, reactualizando la vigencia del dogma peronista en un nuevo contex-to. Una vez realizada la reforma constitucional en 1994, el camino hacia lareeleccin presidencial apareca despejado pero la explosin de la crisis delTequila, a fines de 1994, pareci complicar la realizacin de las ambicionesmenemistas.

    72 Este partido obtuvo el 42,46% de los votos superando a la UCR por ms de diezpuntos. En tercer lugar, se destac el partido de la derecha militar Modin el cual obtuvoun poco ms del 5% de los sufragios (Fuente: Ministerio del Interior, Repblica Argen-tina).

    73 La recomposicin de las reservas internas calm los nimos de los diferentes actoreseconmicos y polticos permitiendo reconstruir la confianza en el rgimen deconvertibilidad cambiaria vigente. La rpida reaccin del gobierno en su objetivo detransmitir certidumbre respecto del rumbo econmico se tradujo en un directo acom-

    paamiento de las fuerzas propias del oficialismo, tanto de los sindicatos enrolados en laCGT, como del propio PJ (Novaro y Palermo 1996).

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    A pesar de la situacin de incertidumbre que provoc esta crisis finan-ciera, los logros del sistema de convertibilidad eran innegables para una bue-na parte del electorado y cualquier situacin que pudiera ponerlo en riesgo

    activaba automticamente sus mecanismos defensivos y conservadores (Novaroy Palermo 1996). La campaa entonces, de cara a las elecciones presidencia-les de 1995, se organiz precisamente a partir del efecto decisivo que genersobre la misma esta situacin de crisis en el marco de la cual el liderazgomenemista demostr, nuevamente, su capacidad para alejar los frentes detormenta73. Desde el propio Partido Justicialista se establecieron los ejes dela campaa electoral a partir de la presentacin de la figura del presidenteMenem como aqul lder con el poder de decisin para superar la situacin

    de crisis, exhibindose como el exclusivo garante de los pilares del modelo.Frente al contexto de inestabilidad externa, Menem apareci como aquellafigura que poda asegurar la preservacin de la estabilidad econmica, ha-cindose portavoz, al mismo tiempo, de un mensaje de cambio74.

    Los resultados de la eleccin expresaron cabalmente este sentir defen-sivo presente en la ciudadana. El justicialismo sum ms del 49 por cientode los votos, superando de este modo su anterior performance en 1989cuando el mismo candidato a presidente conquist algo ms del 47 por

    ciento de la voluntad del electorado. El partido radical realiz la peor elec-cin de su historia, hasta ese momento, obteniendo el 16,8 por ciento de lossufragios, siend