expresiones de la sociedad civil argentina. la experiencia del movimiento piquetero. del menemismo...

28
V Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea, Bs. As. 2014 Expresiones de la sociedad civil argentina. La experiencia del Movimiento Piquetero. Del menemismo al kirchnerismo. Hugo Hernán Bubenik (UBA-IIGG-UTDT) Introducción El objetivo del trabajo es analizar el Movimiento Piquetero argentino desde la década menemista hasta la llegada del kirchnerismo al Gobierno en tanto expresión particular de una porción de la sociedad civil, la del sector de los desocupados y, junto a ella, la de “los nuevos pobres”. A tales efectos, reconstruye a) el proceso de surgimiento del Movimiento Piquetero argentino como así también b) describe el modo en que éste intervino en el espacio público al intentar influir sobre las políticas públicas y c) analiza su contribución democrática al instalar nuevas demandas sociales en la agenda pública. El trabajo presenta, en la primera sección, los puntos más relevantes de la discusión teórica sobre la Sociedad Civil contemporánea; en la segunda sección, ahonda sobre el contexto histórico argentino y mundial de surgimiento del Movimiento Piquetero a la vez que destaca los principales cambios sociales-culturales experimentados en los años del “ajuste neoliberal” y el surgimiento de los “nuevos pobres” 1

Upload: debates-actuales-de-la-teoria-politica-contemporanea

Post on 21-Jul-2016

498 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

V Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea, Bs. As. 2014Hugo Hernán Bubenik (UBA-IIGG-UTDT)

TRANSCRIPT

V Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea, Bs. As. 2014

Expresiones de la sociedad civil argentina. La experiencia del Movimiento Piquetero. Del menemismo al kirchnerismo.

Hugo Hernán Bubenik (UBA-IIGG-UTDT)

Introducción

El objetivo del trabajo es analizar el Movimiento Piquetero argentino desde la

década menemista hasta la llegada del kirchnerismo al Gobierno en tanto expresión

particular de una porción de la sociedad civil, la del sector de los desocupados y, junto a

ella, la de “los nuevos pobres”. A tales efectos, reconstruye a) el proceso de surgimiento del

Movimiento Piquetero argentino como así también b) describe el modo en que éste

intervino en el espacio público al intentar influir sobre las políticas públicas y c) analiza su

contribución democrática al instalar nuevas demandas sociales en la agenda pública.

El trabajo presenta, en la primera sección, los puntos más relevantes de la discusión

teórica sobre la Sociedad Civil contemporánea; en la segunda sección, ahonda sobre el

contexto histórico argentino y mundial de surgimiento del Movimiento Piquetero a la vez

que destaca los principales cambios sociales-culturales experimentados en los años del

“ajuste neoliberal” y el surgimiento de los “nuevos pobres” en Argentina; en la tercera

sección, describe el modo en que el Movimiento Piquetero se asoció con vistas a orientar

políticas del Gobierno Nacional a su favor y su contribución democrática en tanto instaló

nuevas demandas sociales en la agenda pública; finalmente, en la cuarta sección, presenta

un conjunto de conclusiones.

1. Hacia un concepto de la Sociedad Civil. De Habermas a Cohen y Arato.

Jürgen Habermas en Facticidad y Validez (1998) define al espacio público político

como una estructura de comunicación que funciona como si fuera una “caja de resonancia”

para los problemas que han de ser elaborados por el sistema político (las instituciones) dado

que éstos no pueden ser resueltos en otra parte debido a su especificidad. Para Habermas, la

1

Sociedad Civil se constituye en ese marco a partir de asociaciones de base voluntaria más o

menos espontáneas que recogen los problemas de la sociedad en el ámbito de la vida

privada de los individuos, para luego, condensarlas y trasmitirlas al espacio de la opinión

pública política.

En tal sentido, la esfera de la opinión pública dentro de la teoría habermasiana, se

torna un punto de gran relevancia teórica debido a su potencialidad crítica – política ya que

en tal espacio es donde se forman y lucha por las políticas públicas. En consonancia con

ello, en Historia crítica de la Opinión Pública. Investigaciones sobre una categoría de la

sociedad burguesa (1990) Habermas distinguió dos significados posibles de Opinión

Pública según se la contemple como: a) instancia crítica (instancia ideal) donde los

ciudadanos particulares entran en comunicación racional con los representantes de las

distintas instituciones y que, por ello, tienen la posibilidad de realizar un debate político

abierto y democrático (donde se critican las pretensiones de validez de los argumentos); o

b) como una instancia receptiva (instancia real) de ciudadanos aislados sin posibilidad de

comunicación certera con los instalados en la notoriedad pública y, ante los cuales, sólo

puede reaccionar por aclamación (nunca por diálogo) ya que aquellos sólo utilizan una

“divulgación manipulativa” de los mensajes enviados a la sociedad.

Posteriormente, en el mismo trabajo, Habermas definió dos ámbitos de

comunicación políticamente relevantes en el espacio público, siendo éste el lugar donde se

reproduce la comunicación humana, y con ello, las manifestaciones de la sociedad civil. El

primero de tales ámbitos es el de las opiniones informales (personales, no públicas)

mientras que el segundo es el de las opiniones formales (institucionalmente sectorizadas).

A partir de ello, la primera se dividen según el grado de discusión entre a) opiniones no

discutidas (evidencias culturales); b) opiniones poco discutidas (experiencias personales); y

c) opiniones frecuentemente discutidas (experiencias de la sociedad industrial); mientras

que el segundo grupo, está constituido por lo que él llama opiniones quasipúblicas que

pretenden mostrarse ante la sociedad como la “Opinión Pública” a pesar de no serlo

realmente dado que no existe la discusión pública racional.

Teniendo en cuenta ese marco teórico, el propio Habermas señala en Facticidad y

Validez (1998), que los nuevos movimientos sociales, como luego profundizan Cohen y

Arato, mantienen un comportamiento de políticas duales en las que éstos actúan

2

simultáneamente como actores “ofensivos” en tanto tratan de poner sobre la mesa temas

cuya relevancia afecta a la sociedad en su conjunto y actúan, a su vez, como actores

“defensivos” en tanto tratan de mantener las estructuras asociativas existentes y las

estructuras del espacio de la opinión pública aún cuando intenten crear espacios públicos

subculturales. Con ello, tal como señalan Enrique Peruzzotti y Martín Plot en Critical

Theory and Democracy. Civil Society, Dictatorship and Constitutionalism in the

Democratic Theory of Andrew Arato (2012), Cohen y Arato, a través de su noción de

sociedad civil, reformularon la teoría crítica a partir de la versión habermasiana recién

descrita partiendo de la diferenciación existente en la modernidad entre el Estado y la

Sociedad Civil y el peligro que existe en que tal situación sea revertida.

En tal sentido, los autores tratan de entender de qué modo es posible contribuir a la

democratización de las sociedades actuales enmarcadas en instituciones más o menos

formales. Para ello, desarrollaron una teoría sistemática de la sociedad civil que pudiera ser

adecuada a las condiciones actuales de existencia. De ahí, que surgieran los dos conceptos

más relevantes de su teoría, el de la Revolución Autolimitada y el de la Reforma Radical

Desde Abajo que en ambos casos incluyen la preocupación por el encuadre institucional de

las sociedades actuales. Lo cual, implicó una ruptura tajante con la visión previa (juvenil)

de los autores de corte revolucionario (Peruzzotti y Plot, 2012).

Tal situación, entonces, los ha llevado a pensar que en las sociedades actuales existe

una estrecha relación entre la sociedad civil y el constitucionalismo, en tanto la sociedad

civil puede impulsar reformas sustanciales aunque de modo autolimitado, es decir, como un

poder constituyente originario con capacidad de automoderarse. Asimismo, la sociedad

civil, puede ser distinguida por su carácter movimientista como por su institucionalización

dado que la movilización necesita, en alguna medida, de ser institucionalizada para ser

efectiva. En tal sentido, reconstruyeron el concepto de sociedad civil en términos de mundo

de la vida habermasiano con vistas a desarrollar una teoría que pudiera contribuir con los

proyectos de democratización, originariamente pensada para los países de Europa del este.

A partir de la construcción del marco teórico del presente trabajo, se ha podido

observar que los modelos de análisis basados en el Espacio Público, y específicamente el

habermasiano, observan como relevantes algunos ejes en particular: a) la forma asociativa

de los grupos en tanto Movimientos Sociales; b) el de la participación políticamente

3

orientada, es decir, que apunta a influenciar directamente las decisiones de políticas

públicas; y c) el modo en que contribuyen a la democracia al intentar instalar nuevas

demandas sociales en la agenda pública política. Así, pueden resumirse en la Tabla 1, los

ejes principales que serán observados en lo que resta del trabajo para el caso del

Movimiento Piquetero argentino.

Tabla 1. Modelo Teórico del Espacio Público

a) Forma Asociativa Movimiento Social

b) Modo de Participación Participación Política Orientada

c) Contribución Democrática Instalación de Nuevas Demandas Sociales

2. La antesala del Movimiento Piquetero: contexto, cambios sociales y nueva pobreza.

A partir del modelo teórico del espacio público previamente reconstruido, en esta

sección se presentarán las condiciones que dieron posibilidad de surgimiento al

Movimiento Piquetero en las postrimerías de la década del noventa. En tal sentido, se

describe tanto el contexto económico y social argentino previo como así también se señalan

los factores que produjeron un cambio sustancial en la estabilidad social con posibilidades

de crecimiento concretas que habían caracterizado a la Argentina de las décadas previas.

Durante décadas la sociedad argentina se había caracterizado por una clara

tendencia hacia la integración. Lo cual, había llevado a la República Argentina a ser uno de

los pocos países latinoamericanos donde su “sociedad salarial” tuvo, como señala Robert

Castel (1995), un desarrollo considerable. No obstante, como se verá en esta sección, el

proceso de reformas estructurales del Estado orientadas al mercado, iniciadas en la década

del setenta, pero que en Argentina encuentra su máxima expresión en los noventa, implicó

el desmantelamiento de la antedicha “sociedad salarial” junto con el surgimiento de los

“nuevos pobres” que, con el tiempo, y tras un largo proceso de confluencia con “los pobres

estructurales”, darían lugar al Movimiento Piquetero.

A nivel global, entre 1973 y 1979 se explicitó la crisis económica de los países

capitalistas centrales que ya se venía gestando en esa parte del mundo al combinarse: la

detención de los aumentos de la productividad que había caracterizado al período previo, la

disminución de la relación capital / trabajo y la caída de la tasa de beneficio con los

4

“shocks” derivados del alza del precio del petróleo: en la “primera crisis del petróleo”

(1973) como consecuencia de la guerra de Yom Kippur, promovida por los Estados Árabes

contra Israel, y la “segunda crisis del petróleo” (1979) tras la revolución de los Ayatolás en

Irán. Lo cual, obligó en la década de 1980, a los países latinoamericanos (con la excepción

de Chile que empezó algunos años antes) a enfrentar una serie de crisis de balanza de pagos

y un largo período de recesión producto de la retracción de capitales y la elevación de la

deuda externa (López y Díaz Pérez, 1990).

El caso argentino, en términos económicos, muestra entre 1989-1999 la

implementación de un proyecto económico que, en varios aspectos, continuaba al iniciado

en la década del setenta durante la última dictadura militar. Éste se orientaba a la

desregulación de los mercados, la eliminación del déficit fiscal y la privatización de las

empresas estatales. De este modo, Argentina experimentaba, para principios de la década

de 1990, un cambio sustancial con respecto a la forma de intervención del Estado en la

sociedad, continuando así con el pasaje desde un esquema “estado-céntrico” hacia otro

“mercado-céntrico” (Bresser Pereira, 1998; Palermo, 1999; Borón, 2003). Lo cual, afectó

las principales características sociales previas del país, a saber: su integración social, su

estructura social con “posibilidades de ascenso” y su “pleno empleo” (Svampa, 2005;

Della, 2010). Así, el proceso de reformas orientadas al mercado se expresó en un profundo

proceso de descolectivización en las grandes zonas industriales del país que confinó,

fundamentalmente, a la clase media a un proceso de empobrecimiento.

Dicho cambio de orientación estatal hacia el mercado, en resumidas cuentas,

transformó negativamente las bases de la sociedad argentina llevándola al

empobrecimiento. Tal situación de vulnerabilidad social permite destacar: un primer punto

de debilitamiento de la clase media en 1991, con el inició una política de ajuste y de la

reestructuración económica y del aparato del Estado, y un segundo punto, en 1995, con la

entrada de la recesión y la masificación de la desocupación (Svampa, 2005; Della, 2010) tal

como se puede observar empíricamente en el Gráfico 1, extraído del informe “Distribución

del Ingreso, Pobreza y Crecimiento en Argentina” del Ministerio de Trabajo Nacional

(2005), que presenta la evolución creciente de la pobreza en hogares y la desigualdad social

medida a través del Índice de Gini-ITF desde principios de la década de 1990 hasta la

5

“Crisis del año 2001”, para luego comenzar a descender, más allá del período histórico que

ocupa al presente trabajo.

De este modo, en el marco del desarrollo de la economía nacional recién referido, se

hacían presentes modificaciones sustanciales de lo que había caracterizado a la sociedad

argentina de los ochenta años previos: la igualdad de condiciones en la sociedad para

progresar económica y socialmente. En ese marco, las reformas orientadas al mercado de

finales del siglo XIX no hicieron más que socavar las garantías y protecciones propias de

una sociedad incluyente e introducir la novedad de “sectores medios urbanos pauperizados”

tras una larga experiencia de depreciación salarial agudizada por la crisis

hiperfinflacionaria de los ochenta (Kesler y Di Virgilio, 2008; Dalle, 2010) y ciertas

modificaciones de la Ley Nacional de Empleo de los noventa que al flexibilizarlo no hizo

más que acelerar el proceso de empobrecimiento de la sociedad que, para esos años,

alcanzó el 67% del área del Gran Buenos Aires y entre los años 2001-2002 el 40% de la

población total del país (Kesler y Di Virgilio, 2008; Keseler, 2000).

Fuente: Ministerio de Trabajo de la Nación.

6

3. El Movimiento Piquetero. Asociación, participación y contribución democrática.

Como señala Maristella Svampa (1995), el Movimiento Piquetero en su proceso de

conformación y asociación tuvo dos afluentes principales: por un lado, el de las “acciones

disruptivas” intermitentes de los corte de ruta y levantamientos populares que fueron

registrados en el interior del país a partir de 1996 y, por otro lado, la acción territorial y

organizativa que se había gestado en el Conurbano Bonaerense desde la década de 1970

producto de las transformaciones sociales introducidas por la descolectivización referida en

la sección previa. En ese marco, los “nuevos pobres” salieron a manifestarse desde “el

barrio hacia las rutas” para reclamar por la defensa del empleo a la vez que rechazar las

medidas de ajuste aplicadas por los gobiernos neoliberales. Con todo ello, como señalan

Svampa y Pereyra (2009), surgió una nueva identidad social: “la piquetera”; una nueva

modalidad de organización entre los desempleados, la asamblea; y un nuevo tipo de

demanda social: los planes sociales. De tales novedades se ocupa el presente apartado.

El origen del Movimiento Piquetero: ruta y territorio.

El lugar específico de inicio del movimiento de desocupados que nos ocupa

comenzó en las localidades petroleras de Cutral-Co y Plaza Huincul en la Provincia de

Neuquén entre 1996 y 1997 y General Mosconi y Tartagal en la Provincia de Salta en 1997

tras la privatización de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, más conocida

como YPF. Así, la experiencia piquetera se inició en aquellos lugares donde fueron,

previamente, desarticulados tanto los marcos sociales que cohesionaban a la sociedad como

las redes laborales preexistentes.

La importancia de los cortes de rutas acaecidos en esos años marcó el punto de

inicio de la acción colectiva llevada adelante por parte de un conjunto de actores que, en

otros contextos, no hubieran reaccionado frente al Gobierno y la situación vivida. Tal grupo

de actores, constituidos en ciudades del interior del país, era heterogéneo dado que estaba

conformado por sectores desiguales de la antes “clase trabajadora” y “nuevos pobres”. La

descolectivización produjo así, una posibilidad de encuentro (confluencia social) basada en

una situación de desarraigo producto de la desestructuración de las industrias locales como

7

del retroceso del Estado. De ahí que, tanto los piquetes como las puebladas, comenzaran a

conformarse como métodos válidos de acción y reclamo frente al Estado Nacional dada la

visibilidad que estos tenían frente a la sociedad y, por ende, su capacidad para instalar las

demandas propias del Movimiento frente al Gobierno de turno (Svampa y Pereyra, 2009).

En sus comienzos, éstos movimientos de desocupados tuvieron una fuerte impronta

sindical proveniente, por un lado, de la movilización de los gremios docentes y estatales de

todo el país y, por el otro, de las líneas sindicales que se oponían a las políticas orientadas

al mercado de Carlos Menem, es decir, la Confederación de Trabajadores Argentinos

(CTA) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), las cuales, intentaron articular las

demandas del amplio sector de desocupados que había en el país a efectos de “hacerlas

saltar” al ámbito nacional. Lo cual, como se verá más adelante, lo lograron con cierta

rapidez debido a la extensión de la protesta como a su repercución en el espacio público

político, es decir, por su visibilidad.

Por otro lado, el proceso de descolectivización que tuvo lugar en otros sectores del

país como el Conurbano Bonaerense, el Gran Rosario, y el Gran Córdoba, a diferencia de lo

sucedido en las localidades del interior del país recién mencionadas, fue producto de un

proceso mucho más largo (y paulatino) de deterioro de las condiciones de vida de la

población. Como se señaló en el apartado precedente, la inscripción territorial de las clases

populares como de las medias bajas que conformaron la “nueva pobreza” varió hacia “el

barrio”. De ahí, que éste emergiera como espacio de acción y organización de base, y con

ello, el surgimiento de organizaciones de desocupados territoriales como el Movimiento

Teresa Rodríguez y otros que, posteriormente, confluyeron en la Coordinadora de

Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. No obstante, lo que constituyó el núcleo de

acción contestataria fue la politización de la experiencia del trabajo barrial que se estaba

realizando y la visibilidad que ésta fue tomando a través de las ollas populares y cortes de

ruta que, tal como se observa en la Tabla 1, representaban sus principales repertorios de

protesta para la instalación de demandas en la agenda pública.

8

Tabla 1: Formato de manifestación según tipo de organización

Fuente: Schuster et al. (2006).

Modo asociativo del Movimiento Piquetero argentino. Fases y aprendizaje.

Partiendo de tal situación, resulta relevante analizar el modo en que el Movimiento

Piquetero fue organizándose hasta convertirse en un actor político relevante de la política

argentina. En tal sentido, pueden rastrearse tres lógicas principales: la sindical; la político-

partidaria y, finalmente, la de acción territorial. Tales lógicas, como se verá, impartieron

caracteres diferentes sobre la dinámica del movimiento como sobre su forma de influir en

las políticas orientadas hacia dicho sector de la sociedad civil.

Con respecto al primero de los puntos, Maristella Svampa y Sebastián Pereyra

(2009) sostienen que la vertiente organizativa sindical del Movimiento Piquetero tuvo una

influencia dual tanto por la intervención directa de los sindicatos en la organización de los

desocupados como por la presencia de referentes que, previamente, habían tenido alguna

trayectoria sindical más o menos importante, lo cual dominó su dirección en los primeros

años del movimiento. Por cuanto los partidos políticos de izquierda, afirman, que éstos

aportaron sus estructuras tal como se observa con el Polo Obrero (dependiente del Partido

Obrero) o el Movimiento Territorial de Liberación (del Partido Comunista Argentino). Por

último, refieren la centralidad de la lógica barrial conforme lo ya señalado. Con todo ello,

es posible reconstruir el proceso organizativo del Movimiento Piquetero argentino, el cual,

puede diferenciarse en tres: 1) la etapa fundacional (1996-1999); 2) la etapa de “entrada a la

política nacional” (1999-2001); y 3) la etapa de “nueva movilización” (2001-2003).

9

Durante los primeros años del gobierno de Menem, la política en los barrios tendió a

recluirse en su dimensión más reivindicativa. Así, durante el período de privatizaciones

1990-1995, las protestas giraban en torno a las tarifas se los servicios públicos privatizados

pero para 1996, arrancaron las primeras movilizaciones que demandaban ayuda alimentaria,

lo cual, haría de los reclamos asistenciales el centro del Movimiento Piquetero. En ese

marco, las primeras formas de protestas empleadas fueron: las ollas populares, y las

marchas con vistas de conseguir planes asistenciales. El 6 de septiembre de ese mismo año,

se realizó una importante “marcha contra el hambre, la represión y la desocupación” en

Plaza de Mayo que fue el punta pié inicial para la creación de los primeros movimientos de

trabajadores desocupados. Y, durante 1997, dentro de las primeras organizaciones de

desocupados, se dieron debates sobre los ejes que deberían orientar la acción estratégica de

cada una de las organizaciones.

Así, en la primera etapa de conformación y movilización del movimiento piquetero

argentino, extendida entre 1996 y 1999, se dio el surgimiento de los primeros grupos

independientes de desocupados como así también la consolidación de un primer modo de

relacionamiento con el Estado basado en los reclamos por parte de los desocupados hacia el

Gobierno quien impulsaba la represión en provincias petroleras y la criminalización de la

protesta social en el resto del país combinándola con la multiplicación de subsidios. Éstos

eran a cambio de una contraprestación laboral que, a la postre, generaría una situación de

fuerte dependencia por parte de las organizaciones piqueteras dado que dichos planes

sociales constituyeron su principal recurso de financiamiento y razón de ser.

La segunda etapa organizativa, extendida entre 1999 y 2001 por su parte, señala más

bien el ingreso del Movimiento Piquetero a la vida política nacional en tanto actor central

de las movilizaciones sociales por su visibilidad y su creciente importancia reclamativa. Tal

período marcó, así, una situación de creciente autonomía en los principales espacios

políticos nacionales como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Conurbano

Bonaerense además de otras grandes ciudades del país. Con ello, durante el año 2000, las

organizaciones piqueteras ganaron la escena política nacional a partir de varios cortes de

rutas y piquetes que conformaron progresivamente una “segunda ola” de proyección

política de la cuestión piquetera tal como se observa en el cuadro 2, extraído de Schuster et

10

al. (2006), que presenta un fuerte crecimiento de las protestas de tipo piqueteras frente,

fundamentalmente, a las protestas de tipo sindical y empresarial además de las partidarias.

En ese período, no obstante, hacia el interior del Movimiento Piquetero, se

desarrollaron tres lógicas organizativas diferentes: un primer momento de cooperación que

permitió potenciar las distintas variantes piqueteras hasta crear la imagen de un potencial

movimiento piquetero unificado tras el “corte de Mosconi” de mayo del año 2000 dado que

allí varias organizaciones llamaron a lanzar una “cumbre piquetera”; un segundo momento

desplegado durante el año 2001, cuando se volvió necesario definir espacios de poder y

liderazgos al interior del movimiento (pero de incompatibilidad) entre las distintas

organizaciones que se acercaron a la asamblea de julio de 2001 para acordar un “plan de

lucha” que rechazaba el plan de ajuste y definía un espacio de reivindicaciones basado en la

liberación de los detenidos y procesados por los cortes de ruta y la ampliación de planes

trabajar; y, finalmente, un movimiento de conflicto cuando la ilusión de un movimiento

unificado desaparece, desde la I Asamblea hasta la junta de la II Asamblea piquetera,

marcado por la polarización creciente entre el eje FTV-CCC y las organizaciones

vinculadas a las líneas de partido. En ese marco, la caída de De la Rúa llevaría a la

postergación de la III Asamblea piquetera y pondría fin a los intereses de unificación del

movimiento.

11

Gráfico 2: Evolución de la protesta según tipo. 1989-2002

Fuente: Schuster et al. (2006).

La tercera etapa organizativa del Movimiento Piquetero argentino, por otro lado, se

abrió finalmente, tras las jornadas trágicas de diciembre de 2001 que impulsaron la apertura

de un nuevo espacio político marcado por las movilizaciones sociales donde confluyeron

los piqueteros con otros movimientos sociales de carácter mayormente político-

reivindicativo, aunque claramente antipartidario, hasta la llegada de Néstor Kirchner a la

Presidencia de la Nación. En ese marco, los reclamos por planes sociales como por trabajo

fueron, nuevamente, el centro de las movilizaciones del Movimiento Piquetero argentino.

Nuevas demandas y participación política orientada: los planes sociales.

Como se señaló en el apartado previo, durante el segundo gobierno de Menem la

reforma de la Ley Laboral dio un marco para el cambio de la forma de intervención del

Estado sobre la relación capital-trabajo, habilitando una nueva modalidad de “contratación”

y de intervención estatal reducida. Con ello, se intentaron diferentes estrategias de

contención de desempleo en un contexto de descolectivización. Una primera estrategia

estaba en dinamizar el sector privado a partir de la implementación de planes sociales que,

ante su fracaso, llevó a una segunda estrategia que abarcaba una batería programas de

emergencia ocupacional que, a la postre, sería complementado con líneas de microcréditos

para empresas.

El modelo central del segundo tipo de estrategia fue el Plan Trabajar cuyo objetivo

central era contribuir al ingreso familiar de jefes y jefas de hogar y desocupados a efectos

de aumentar su empleabilidad. Ello, se lograría capacitándolos para la ejecución de

proyectos de mejoramiento barrial. Ahora bien, como se puede observar en el Gráfico 3, a

lo largo del período es apreciable un crecimiento considerable de los reclamos por

asistencia social en general y, como también se observa en la Tabla 2 que desagrega las

demandas sociales por tipo de organización, el Movimiento Piquetero argentino centró casi

el 50%, el 48% en realidad, de sus reclamos en temas de asistencia social y trabajo. Lo

cual, según señalan Svampa y Pereyra (2009) además, contó con efectividad perfecta en sus

reclamos, dado que tanto los “piquetes” como los cortes y las manifestaciones fueron

siempre levantadas tras la obtención de los planes sociales específicamente reclamados.

12

De este modo, las organizaciones de desocupados fueron introduciéndose a una

lógica de acción directa que implicaba tanto un trato “cara a cara” con los municipios,

reconvirtiendo al desocupado quejoso en un sujeto activo, piquetero, que llevó a la

resignificación de los planes sociales en tanto ya no eran “dados por el gobierno” sino

“arrancados”. Con todo ello, durante el gobierno de la Alianza, se modificó el modo de

implementación de los planes sociales, dado que el Gobierno buscó lograr una mayor

transparencia en la distribución de recursos a través de la participación de organizaciones

de la sociedad civil en la gestión de los programas a efectos de satisfacer sus demandas.

Con tal dirección, a fin de convertirse en “beneficiarios” los movimientos

piqueteros debieron “legalizar” su condición convirtiéndose en Organizaciones No

13

Gráfico 3: Evolución de las principales demandas sociales.

Fuente: Schuster et al. (2006).

Tabla 2: demandas sociales según tipo de organización.

Fuente: Schuster et al. (2006).

Gubernamentales, con personería jurídica y presentar proyectos que debían ser puestos en

marcha tras la aprobación del Ministerio de Trabajo. Sin embargo, estas modificaciones

tuvieron “consecuencias indeseadas de la acción piquetera”, por un lado, debido al

fortalecimiento de las grandes organizaciones y, por el otro, a la autonomía de las

organizaciones más pequeñas. Lo cual tendría, potencialmente, un efecto negativo sobre su

capacidad de colocar sus reclamos en la agenda pública. A pesar de ello, el reconocimiento

pleno de la consolidación de las organizaciones piqueteras sería durante el gobierno de

Rodríguez Saá, quien otorgó 120 mil nuevos planes sociales a estas organizaciones sociales

que, claramente, habían logrado instalar sus demandas particulares como sostenerse en el

tiempo. Lo cual, se hace evidente, con los datos agregados anteriores y posteriores a la

“Crisis del año 2001” donde se observa que los planes sociales aumentaron de trescientos

mil a poco más de dos millones de beneficiarios (Svampa, 2005; Svampa y Pereyra, 2009).

4. Conclusiones

A lo largo del presente trabajo se ha analizado el Movimiento Piquetero argentino

desde la década menemista hasta la llegada del kirchnerismo al Gobierno en tanto

expresión particular de una porción de la sociedad civil, la del sector de los desocupados y,

junto a ella, la de “los nuevos pobres”. A tales efectos, se reconstruyó en las primeras

secciones el debate existente en la literatura teórica-filosófica sobre el concepto de

Sociedad Civil habermasiano de espacio público para luego, a partir de ella, revisar la

visión de Jean Cohen y Andrew Arato sobre la Sociedad Civil.

De tal revisión, se ha destacado un conjunto de cuestiones de relevancia para

entender el Movimiento Piquetero argentino, a saber, a) su forma asociativa; b) su

participación políticamente orientada; y c) el modo en que contribuyen a la democracia.

Partiendo de tal situación teórica, luego, se ha reconstruido a) el proceso de surgimiento del

Movimiento Piquetero argentino como así también b) se describió el modo en que éste

intervino en el espacio público al intentar influir sobre las políticas públicas. De ello, se

presentan a continuación las principales conclusiones alcanzadas.

Como se observó en la primera parte empírica del trabajo, el surgimiento del

Movimiento Piquetero argentino se enmarca en un contexto de desregulación y

14

descolectivizacion producto de una nueva orientación en lo que refiere a la intervención del

Estado. Dicho cambio de orientación estatal hacia el mercado, en resumidas cuentas,

transformó negativamente las bases de la sociedad argentina llevándola al

empobrecimiento. En ese marco, los “nuevos pobres” salieron a manifestarse desde “el

barrio hacia las rutas” para reclamar por la defensa del empleo a la vez que rechazar las

medidas de ajuste aplicadas por los gobiernos neoliberales para converger con los pobres

estructurales que ya atravesaban tal situación.

En lo que refiere al primero de los puntos para la teoría del espacio público aquí

utilizada, es observable que se dio una situación de movimiento social, entendiendo por ello

un movimiento con activistas dispuestos a reclamar en la esfera pública por los bienes que

consideran necesarios a distribuir a la vez que presentan ciertos rasgos crecientes de

organización y estabilidad en tanto la misma lógica de obtención de sus demandas y su

relación con el Gobierno, los llevó a tal situación.

Con respecto al segundo de los puntos, es decir, a su participación política

orientada, es notorio un interés por hacer llegar a la esfera pública sus reclamos de modo

directo a efectos de orientar las políticas públicas del gobierno. Como se ha observado, el

Movimiento Piquetero argentino además de mantenerse a lo largo del tiempo en sus

reclamos como en su modalidad ha logrado influenciar sobre la distribución de los planes

sociales como sobre las políticas relacionadas al trabajo y la reconversión laboral.

Por último, en lo que refiere a su contribución democrática en tanto instalación de

nuevas demandas, es observable como dicho movimiento ha podido instalar en la esfera

pública de modo claro sus reclamos como objetivos y ha obtenido respuestas satisfactorias

por parte del Gobierno. Ahora bien, una vez que estas demandas fueron cumplidas, el

movimiento, comenzó a perder la relevancia central que había tenido. Con todo ello, se ha

observado el potencial del piquete como modo de protesta y la estabilidad que estos actores

tuvieron aún atravesando intentos fallidos de organización institucional como los de la I y II

Asamblea Piquetera.

De este modo, conforme a lo señalado en la sección teórica del trabajo, el

Movimiento Piquetero argentino ha mantenido a lo largo del período estudiado un

comportamiento dual “ofensivo” en tanto trató de poner sobre la mesa temas cuya

relevancia afectaban a la sociedad en su conjunto como “defensivo” en tanto trató de

15

mantener las estructuras asociativas existentes como las del espacio de la opinión pública

política preexistentes a efectos de alcanzar sus objetivos de máxima. Lo cual resultó en un

movimiento más o menos organizado con alta efectividad para conseguir y orientar

políticas públicas en su favor a partir de la visibilidad social que cobraron sus protestas.

5. Bibliografía

Adamovsky, Ezequiel (2009): Historia de la clase media argentina: apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003, Buenos Aires, Planeta.

Andrews, Geoff (1991): Citizenship, Londres, Laweence y Wishart.

Beiner, Ronald (1992): “Citizenship” en What’s the matter with Liberalism?, Berkeley, University of California Press.

Berry, Jerry (1999): The New Liberalism. The Rising Power of Citizen Groups, Brookings Press.

Borón, Atilio (2003): La trama del neoliberalismo: mercado, crisis y exclusión social. Buenos Aires, CLACSO.

Bresser Pereira, Luiz (1998): “La reforma del Estado de los años noventas: lógica y mecanismos de control” en Desarrollo Económico, N° 150.

Cohen, Jean y Arato, Andrew (2002): Sociedad Civil y Teoría Política, Madrid, Fondo de Cultura Económica.

Dahl, Robert (1991): Los dilemas del pluralismo democrático. Autonomía vs. Control, México D.F., Alianza.

Dalle, Pablo (2010): “Estratificación social y movilidad en Argentina (1870-2010) Huellas de su conformación socio-histórica y significados de los cambios recientes”, S/d.

Gerchunoff, Pablo y LLach, Lucas (1998): El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas, Buenos Aires, Ariel.

Habermas, Jürgen (1998): Facticidad y Validez, Madrid, Editorial Trotta.

Habermas, Jürgen (1990): Historia crítica de la Opinión Pública. Investigaciones sobre una categoría de la sociedad burguesa. Barcelona, Gustavo Gilli.

Kessler, Gabriel (2000): “Redefinición del mundo social en tiempos de cambio. Una tipología para la experiencia de empobrecimiento” en Svampa, Maristella (Ed.): Desde

16

abajo. La transformación de las identidades sociales, Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento.

Kesseler, Gabriel y Di Virgilio, María Mercedes (2008): “La nueva pobreza urbana: dinámica global, regional y argentina en las últimas dos décadas” en Revista de la CEPAL N° 98.

López., Andrés y Días Pérez, José (1990): “Tristezas y melancolías del capitalismo. Las transformaciones en la economía mundial y los países no desarrollados” en Realidad Económica N° 92/93. Losada, Leandro (2009): Historia de las Elites en la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana.

Lvovich, Daniel (2000): “Colgados de la soga. La experiencia del tránsito desde la clase media a la nueva pobreza en la ciudad de Buenos Aires” en Svampa, Maristella (Ed.): Desde abajo. La transformación de las identidades sociales. Buenos Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento.

Palermo, Vicente (1999): “¿Mejorar para empeorar?” en Novaro, Marcos (Comp.): Entre el abismo y la ilusión. Peronismo, democracia y mercado. Buenos Aires, Norma.

Peruzzotti, Enrique y Plot Martin (2012): Critical Theory and Democracy. Civil Society, Dictatorship and Constitutionalism in the Democratic Theory of Andrew Arato, Nueva York, Routledge.

Schuster, Federico et al. (2006): “transformaciones de la protesta social en Argentina 1983-2003)”, Documento de Trabajo N° 48. Grupo de Estudio sobre Protesta Social y Acción Colectiva (GEPSAL), IIGG-FSOC-UBA.

Smith, Martin (1995): “El pluarlismo” en Marsh, David y Stoker, Gerry (Comps.): Teoría y métodos de la Ciencia Política, Madrid, Alianza.

Svampa, Maristella (2005): La Sociedad Excluyente, Buenos Aires, Taurus.

Svampa, Maristella y Pereyra, Sebastián (2009): Entre la ruta y el barrio. Las experiencias de las organizaciones piqueteras, Buenos Aires, Biblos.

Truman, David (1951): The Governmental Process. Political Interest and Public Opinion, Nueva York, Alfred Knopf.

Fuentes

http://www.trabajo.gob.ar/left/estadisticas/descargas/toe/toe_02_06_distribucionIngreso.pdf

17