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SEGURIDAD PARA LAS MUJERES: ENTRE LA INVISIBILIZACIÓN Y LAS VIOLENCIAS.TRANSCRIPT
SEGURIDAD PARA LAS MUJERES: ENTRE LA INVISIBILIZACIÓN Y LAS
VIOLENCIAS.
“Realmente no se qué fue lo que aquella noche me decidió
Llamar a la policía, pero siempre digo que fue el
Verme limpiando mi propia sangre”
Lorraine Mujer Britanica.
Introducción El tema de la seguridad humana con enfoque de género/mujer, ha sido poco abordado en los estudios sobre seguridad en el país, de hecho abordar el tema de la seguridad de las mujeres no ha sido un imperativo a nivel nacional ni internacional; después de más de cuatro décadas de esfuerzos por visibilizar la realidad de seguridad de las mujeres en el mundo, solo en el año 2010 el conjunto general de las organizaciones de Naciones Unidas, creó una entidad para la igualdad de género y empoderamiento de la mujer, más conocida como ONU mujeres, que fue establecida en ese año y empezó a operar en el año 2011. Las dificultades para incluir el enfoque de género/mujer en los análisis sobre seguridad ha generado serias dificultades en los discursos y en las prácticas de exigibilidad de derechos ya que solo se ha restringido su análisis a las situaciones de conflicto armado “Entre los factores que influyeron para el retraso de la inclusión del enfoque de género a nivel internacional y en particular en las organizaciones de la ONU en el tema de seguridad se encuentra el hecho de que desde la desaparición del mundo bipolar, las guerras convencionales entre los Estados han perdido protagonismo y las poblaciones civiles sufren de forma más aguda las consecuencias de las mismas, evidenciándose en la mayoría de los casos la afectación directa sobre las mujeres, llegando incluso a convertirse en objetivos de violación y muerte en los conflictos étnicos y religiosos”( Londoño, 2010). Sin embargo los adelantos en términos de exigibilidad de derechos alcanzados en convenciones y tratados internacionales para favorecer a las mujeres han sido avances importantes en términos de visibilización pero necesitan de compromisos estatales para su operatividad que logren una articulación mas asertiva de la articulación seguridad humana/seguridad para las mujeres. En las últimas décadas el tema de la seguridad ha cobrado importancia como
agenda para los países, desde su enfoque tradicional militarista hasta nuevos
enfoques basados en el liberalismo político, que la caracterizan ambos como:
personal, individual, pública, urbana, democrática, nacional, ciudadana y
humana, partiendo desde lo que se denominó en los años 80, la seguridad
nacional. (Seminario permanente de violencia, 2005 (Massolo, 2005). Desde
esta década el tema de la seguridad ha estado enmarcado en la pregunta por
el sujeto y por una concepción más humana que permita abarcar aspectos de
la vida de las personas que procuren un desarrollo más integral a nivel
individual y societal.
El concepto de Seguridad Humana fue acuñado por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1993 y ampliado por el asiático Mahbub
ul Haq en su Informe de Desarrollo Humano de 1994. Aunque la seguridad
humana no fue precisamente definida en el reporte, identifica dos componentes
principales: La seguridad ante amenazas crónicas como el hambre, las
enfermedades y la represión y la protección contra alteraciones súbitas y
violentas en el modo de vida – ya sea en los hogares o en las comunidades.
Este informe además estableció siete tipos de seguridad humana: Seguridad
económica, Seguridad política, Seguridad alimentaria; Seguridad en la salud;
Seguridad ambiental; Seguridad personal; Seguridad de la comunidad. (Lopez,
2007)
Así como el paradigma de género/mujer con las nuevas dinámicas sociales
propias del desarrollo económico y político “el concepto de seguridad también
ha venido evolucionando a través del tiempo y bajo diferentes pero
convergentes influencias. Con el fin de la guerra fría y el surgimiento de la
globalización, el estudio de la seguridad ha cambiado, así como su rol en las
nuevas relaciones internacionales” (Londoño, 2010) dadas las condiciones que
vinieron luego a marcar su rumbo en la geopolítica mundial con los
acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, dando lugar a nuevas
configuraciones relacionales entre los estados con política de defensa
Estaunidense.
En los avances al concepto de seguridad, ha sido recurrente encontrar que los
enfoques diferenciales han sido poco abordados y no han tenido la relevancia
requerida dentro de los marcos conceptuales y las acciones afirmativas que
deben realizar los estados; entre estos se encuentra el tema de la seguridad
para las mujeres como una de las problemáticas que mas oscurece la realidad
social del país; sin embargo, es importante destacar que la articulación género
y seguridad humana fue posible mediante la evolución de este concepto,
basado en la protección del individuo.
Abordar el tema de la seguridad de las mujeres nos remite necesariamente a
revisar una serie de categorías que inciden y condicionan la situación de
seguridad o inseguridad de estas en lo público y lo privado, enmarcadas en un
orden estructural que determina todo un entramado histórico de condiciones
inequitativas para las mujeres.
En ese sentido la seguridad humana en correlación directa con el enfoque
feminista de seguridad para las mujeres articula situaciones consideradas de
inseguridad que surgen como consecuencia de la violación sistemática de
derechos fundamentales tales como el derechos a una vida libre de violencias,
las dificultades de acceso a la justicia, la inequidad salarial, el acoso sexual, la
violencia en la ciudad y la feminización de la pobreza, situaciones propias y
enmarcadas en un orden societal, cultural y político de discriminación por
razones de género que obliga a una revisión diferencial de la situación de
seguridad humana para las mujeres.
La hipótesis planteada por el ejercicio que se desarrollará a continuación está
orientada al análisis y la mirada diferencial de la seguridad humana con
enfoque de género/mujer en términos reflexivos, ya que mientras la seguridad
humana de los hombres se encuentra mediada por factores externos propios
del desarrollo y de las dinámicas bélicas; la seguridad de las mujeres está
relacionada con la condición histórica de discriminación y desigualdad ejercida
históricamente contra estas por el hecho de ser mujeres, que establece unas
dinámicas particulares de vulnerabilidad promovidas por escenarios de
inseguridad pública y privada, sin que se generen a nivel administrativo ni
cultural una consciencia que ayude a establecer mecanismos de sensibilización
y protección que contrarresten estos riesgos.
Es necesario entonces un enfoque de seguridad humana para las mujeres que
reconozca los marcos de desigualdades históricas y las condiciones
diferenciales de las mujeres en la sociedad. En ese sentido quisiera desde esta
reflexión retomar algunos ejes temáticos como claves para encaminar el
análisis y el debate, dejando en claro que siendo éste un problema de carácter
estructural son muchas las variables involucradas que requieren de un estudio
más exhaustivo; sin embargo para este ejercicio solo se retomaron los
siguientes puntos de análisis: seguridad pública y privada de las mujeres en el
marco de las violencias basadas en el género, donde se aborda las diferentes
violencias que se ejercen contra las mujeres haciendo particular énfasis en los
feminicios por el carácter político y explicativo del término.
En un segundo punto se retoma el tema de la feminización de la pobreza,
como unos de los factores que son causa y efecto para el deterioro de las
condiciones del desarrollo a escala humana de las mujeres. En ciudades
seguras para las mujeres? expongo algunas de las situaciones y condiciones
que encuentran las mujeres para habitar la ciudad desde el territorio hasta las
dinámicas de participación social y política.
Y por último en violencias contra las mujeres en contextos de conflicto armado,
se retoma algunas de las dinámicas que los contextos bélicos acarrean en la
vida y cuerpo de las mujeres, propias y particulares de su condición de género
en la sociedad. De acuerdo con las disertaciones expuestas se pretende
argumentar las dificultades que existen tanto para el abordaje como para la
práctica de un enfoque de seguridad género/inclusiva en el marco del enfoque
de la seguridad humana.
Inseguridad en la casa, una constante histórica en la vida de las mujeres
Desde la década de los 70s las mujeres organizadas en los movimientos
sociales a nivel mundial empezaron a develar el manto de violencia e
impunidad que se escondía tras el velo de lo privado como categoría de paso
restringido y a partir de allí develar que la seguridad del estado, la militarización
y la protección del territorio eran dinámicas que afectaban la seguridad de las
mujeres en lo público y en lo privado y que el estado no garantizaba a las
mujeres una vida segura y libre de violencias.
La violencia contra las mujeres ha sido a lo largo de varios siglos el arma de
guerra del sistema patriarcal1, en las últimas décadas hemos sido testigos de
un sinnúmero de investigaciones producto de la corriente ideológica feminista
que evidencian una problemática que hasta entonces había sido invisibilizada
en el espacio de lo privado: la problemática de la seguridad de las mujeres
como consecuencia de las violencias basadas en el género que se han ejercido
milenariamente contra ellas.
Esta problemática empezó a hacerse visible gracias al surgimiento y
consolidación de los movimientos sociales emergentes con mayo del 68 y toda
la revolución social, política y cultural que esto conllevó; a partir de allí los
movimientos de mujeres empezaron a evidenciar las sistemáticas violaciones
de los derechos humanos a las que fueron sometidas por mucho tiempo y a
exigir reivindicaciones políticas, como el voto, la ley de cuotas y demás
relacionadas con los derechos ciudadanos, haciendo especial énfasis en los
derechos sexuales y reproductivos.
Aunque existen en la sociedad normas y parámetros de orden nacional e
internacional creados para que las mujeres puedan ser libres de decidir sobre
sus cuerpos y sus vidas y para que puedan ejercen sus derechos y más
concretamente su derechos a una vida libre de violencias, tales como: Belem
do pará 1994, Conferencia de Beijing 1995, entre otras, así como también
instrumentos legales nacionales tales como lay 1257 de 2008: ley de violencia
1 Por sistema patriarcal se retoma el concepto de la antropóloga Marta Moia que lo define como
un orden social caracterizado por las relaciones de dominación y opresión establecidas por unos hombres sobre otros y sobre todas las mujeres y criaturas. Así, los varones dominan la esfera pública, gobierno y religión, y la privada, que se refiere al hogar. La también antropóloga feminista Marcela Lagarde, explica que el patriarcado se caracteriza por tres aspectos. El primero es la oposición entre el género masculino y el femenino, asociada a la opresión de las mujeres y al dominio de los hombres en las relaciones sociales, normas, lenguaje, instituciones y formas de ver el mundo. El segundo punto se refiere al rompimiento entre mujeres, basado en una enemistad histórica en la competencia por los varones y por ocupar los espacios que les son designados socialmente a partir de su condición de mujeres. Finalmente, Lagarde apunta que el patriarcado se caracteriza por su relación con un fenómeno cultural conocido como machismo, basado en el poder masculino y la discriminación hacia las mujeres.
contra las mujeres, auto 092 de 2008, de protección a las mujeres en condición
de desplazamiento forzado y ley 355 de 2008, que despenaliza el aborto en 3
circunstancias. La pregunta sería entonces ¿garantiza este marco legislativo la
seguridad para las mujeres?
Todas estas reivindicaciones políticas y legales estuvieron enmarcadas en un
contexto de políticas públicas que si bien contribuyeron de alguna manera a
tratar el problema (en unos países más que en otros) no solucionaban su base
estructural que seguía y sigue siendo la condición de discriminación de las
mujeres en la sociedad por razones de género.
La ubicación de la mujer dentro del contexto familiar por cientos de años
instaurado por el poder patriarcal apoyodo en la religión y la cultura, ha traído
multíples consecuencias para el desarrollo de la vida social de las mujeres;
estas características se suman y adquieren otro matiz en el territorio de lo
privado anclado al poder masculino que atropella, asedia e invisibiliza sus
derechos sobre la base del control y el uso de la fuerza física.
La violencia contra las mujeres adquiere unas dimensiones especificas en la
casa y en la calle, estos dos ámbitos aunque coinciden en la presencia de las
violencias difieren en la forma como estas son ejercidas así como en los
actores que la ejercen; en la esfera de lo privado las mujeres sufren violencias
del orden de lo físico, económico, patrimonial, sexual y psicológico; los actores
que la ejercen son en la mayoría de los casos sus parejas, padres, hermanos y
familiares cercanos. Mientras que en la esfera de lo público las mujeres sufren
violencias sexuales, físicas, psicológicas, económicas, simbólicas donde en la
mayoría de los casos su agresor es un desconocido; sin embargo tanto en la
casa como en la calle estas violencias son ejercidas en su mayoría por
hombres, por lo que en los análisis feministas se habla de feminicidios.
Feminicidio es un término que apareció en la segunda mitad del siglo pasado y
que tiene una validación actual. Al remitirnos al término feminicidio hablamos
de un fenómeno invisibilizado durante milenios, el asesinato de mujeres
cometido por hombres por el hecho de ser mujeres.
Tipos de feminicidio mas recurrentes:
Femicidio no íntimo:
Son aquellos asesinatos cometidos por hombres con quienes la víctima
no tenía relaciones íntimas, familiares, de convivencia, o afines a estas.
Frecuentemente, el femicidio no íntimo involucra el ataque sexual de la
víctima.
Femicidio por conexión:
Además del femicidio íntimo y el no íntimo, existe una tercera categoría
para clasificar las muertes por femicidio: los femicidios por conexión.
Con esta categoría se hace referencia a las mujeres que fueron
asesinadas “en la línea de fuego” de un hombre tratando de matar a una
mujer. Este es el caso de mujeres parientes, niñas u otras mujeres que
trataron de intervenir o que simplemente fueron atrapadas en la acción
del femicida.
Feminicidio familiar:
Asesinato de uno o varios miembros de la familia cometido por un
hombre. Está basado en relaciones de parentesco entre la o las víctimas
y el victimario.
Feminicidio íntimo:
Asesinatos de mujeres “cometidos por hombres con quien la víctima
tenía o tuvo una relación íntima, familiar, de convivencia o afines a
estas” (Carcedo y Sagot, 2002). Se subdividen en feminicidio infantil y
familiar.
Feminicidio sexual sistémico:
El feminicidio sexual es el asesinato de mujeres que son secuestradas,
torturadas y violadas. Sus cadáveres, semidesnudos o desnudos son
arrojados en las zonas desérticas, los lotes baldíos, en los tubos de
desagüe, en los tiraderos de basura y en las vías del tren. Los asesinos
por medio de estos actos crueles fortalecen las relaciones sociales
inequitativas de género que distinguen los sexos: otredad, diferencia y
desigualdad. Al mismo tiempo, el Estado, secundado por los grupos
hegemónicos, refuerza el dominio patriarcal y sujeta a familiares de
víctimas y a todas las mujeres a una inseguridad permanente e intensa,
a través de un período continuo e ilimitado de impunidad y
complicidades al no sancionar a los culpables y otorgar justicia a las
víctimas. Se divide en las subcategorías de organizado y desorganizado
y toma en cuenta a los posibles y actuales victimarios. (Atencio, 2010).
Hablar de feminicidios implica reconocer el carácter político de los asesinatos
de mujeres que les niega el lugar de sujeta activa, en igualdad; el concepto de
feminicio permite interrelacionar factores de riesgo producto de la opresión
histórica ejercida contra las mujeres en lo público y en lo privado, sus
circunstancias y actores, siendo un avance importante y polémico que pretende
mejorar los sistemas de justicia. El feminicidio es la culminación de una ruta
sistemática de violencias, producto de la falta de operancia del estado en su
obligación de proteger.
Las violencias en lo privado nombradas como violencia intrafamiliar son un
flagelo que puede terminar en feminicidio y socava la capacidad de miles de
mujeres y sus hijos e hijas en el país frente a la mirada impávida de una
sociedad dependiente, indiferente y temerosa; en el año 2011 según registros
del sistema de información para la seguridad y la convivencia de Medellín
SISC, entre enero y octubre del 2011, 4.706 personas fueron afectadas por
violencia intrafamiliar, entre estas 3.882 fueron mujeres, en las comunas
4,16,8,9 y 2; de la cantidad de casos que se presentaron es importante
destacar el subregistro que en el caso de la violencia intrafamilar, pasa por el
mito de que este tipo de violencia es “normal” de las familias y por esto no es
denunciada.
Ciudades seguras para las mujeres?
Actualmente, la mayoría de la población latinoamericana es urbana y por la
misma dinámica del desarrollo los procesos contemporáneos de urbanización
han tenido un carácter violento de desigualdad social, segregación espacial,
lucha por la sobrevivencia en la pobreza, falta de planeación, ineptitud,
corrupción y autoritarismo de los poderes públicos (Massolo, 2005).
El Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos
(UNHABITAT) identifica tres causas principales del incremento de la
delincuencia urbana:
1. Las causas sociales: atribuidas a las situaciones de exclusión social
debidas al desempleo o la marginación prolongada, el abandono escolar
o el analfabetismo, y las modificaciones estructurales de la familia,
reconociendo que la violencia intrafamiliar es también causa de la
violencia en las calles.
2. Las causas institucionales: principalmente la inadecuación del sistema
de justicia penal (policía, justicia y cárceles) a la delincuencia urbana y a
su crecimiento. “La justicia es lenta, inadaptada a la resolución de
conflictos urbanos, sobrecargada y arcaica en su modo de trabajo, sus
procedimientos y su lenguaje son inaccesibles a la mayoría”.
3. Las causas ligadas al entorno: urbanización incontrolada, carencia de
servicios urbanos, ausencia del concepto de seguridad en las políticas
urbanas, surgimiento masivo de espacios semi-públicos (“mall”),
ilegalidad de los barrios transformados en zonas bajo control de
pequeñas mafias locales. (Seminario permanente de violencia, 2005)2
2UN-HABITAT, Programa Ciudades Seguras, Un enfoque democrático en materia de seguridad
ciudadana. Documento Conceptual. En www.unhabitat-rolac.org
Teniendo en cuenta lo anterior, se percibe que existen condiciones
diferenciales en la apropiación de lo público, la ciudad no es vivida de igual
manera por las mujeres que por los hombres, los y las jóvenes, etc, existen
territorios de miedo, lugares prohibidos para las mujeres en ciertas horas del
día y de la noche, la ciudad constituye para las mujeres una amenaza ya sea
por miedo a una violencia delincuencial o miedo a la violación, al acoso, al
insulto, al estigma fundado en creencias discriminatorias para las que habitan
lo público, al uso del transporte público (taxis), el conflicto armado, entre otros.
Lo público no solo se refiere a la apropiación que tengan las mujeres de la
infraestructura física de las ciudades, también aquí cabe preguntarse por la
incidencia de éstas en los espacios de participación política y cultural, sea de
manera organizada o como independiente. Organizadas en movimientos
sociales las mujeres han incidido, pero esa incidencia se ha dado de manera
informal, sobre todo en lo que se refiere a procesos de paz, el estado no ha
reconocido a las mujeres ni sus organizaciones como actoras políticas.
Son muchas las dificultades que viven las mujeres en la participación política,
incidir en espacios locales de decisión las obliga a ponerse en el lugar de la
carencia de posibilidades reales frente a los “poderosos” sin la alternativa de
propuestas viables para la potenciación de la participación política propio del
desequilibrio entre los géneros. El poder es ejercido persistentemente por
sujetos con mayores posibilidades reales de incidencia política para tomar
decisiones de acuerdo al control sobre los recursos, la dependencia y el miedo.
Teniendo en cuenta la participación de mujeres en escenarios como P.P, J.A.L
y J.A.C que son claves para la incidencia, son pocas las iniciativas que se
tienen en cuenta para mejorar sus condiciones de vida y no existen las
garantías de seguridad necesarias.
La relación de amenazas con vulnerabilidades establece tanto la inseguridad
pública para acceder a la infraestructura como el riesgo para la participación
política como problemáticas que inciden en la seguridad humana y determinan
las posibilidades desiguales frente alternativas de elección que muestren
posibilidades de transformaciones de condiciones como: la pobreza, la
marginalidad, los asentamientos subnormales, el analfabetismo, el trabajo
informal, la falta de servicios públicos, entre otros. Cuya erradicación es
imperante para alcanzar un desarrollo humano sostenible, base para la
seguridad humana.
Feminización de la pobreza, factor condicionante de la seguridad humana
Los indicadores que se han encargado de medir la pobreza la han
conceptualizado como “la carencia, escasez o privación de bienes materiales
asociados a un estado por el cual transita la persona que no le permite acceder
a los bienes mínimos de subsistencia o necesidades fundamentales” (Corredor,
1999); el concepto mismo de pobreza ha estado asociado al indicador que
pretende medirla, el cual en muchas ocasiones no permite una visión integral
de la problemática, generando vacíos en la implementación de la política y el
gasto social.
El indicador línea de pobreza determina el concepto de pobres, como aquellas
personas que no tienen la capacidad para satisfacer sus necesidades básicas,
dentro de las restricciones propias de su comunidad, mientras que el indicador
NBI considera pobres a quienes que no cuentan con los bienes y servicios
necesarios para la satisfacción de sus necesidades básicas.(Fresneda, 2007).
Las mujeres son el grupo poblacional que más afecta las lógicas del mercado y
la exclusión social, al ser quienes ancestral y culturalmente han asumido la
alimentación y el bienestar de la familia, soportando en la mayoría de los casos
situaciones de empobrecimiento como consecuencias de las crisis económicas,
políticas y sociales y sus propias condiciones de género.
La situación socioeconómica de las mujeres es un problema que si bien abarca
circunstancias similares a otros grupos poblacionales, adquiere características
que la hacen particular y como tal obligan a un análisis desde otras miradas,
estas características están relacionadas con la influencia que puede tener en la
situación de pobreza, el que como mujeres, no se tenga acceso a la educación,
ni al trabajo digno, que se gane menos con el mismo trabajo y nivel profesional,
que su vida esté condicionada por el embarazo adolescente y la jefatura de
hogar, en ese sentido, un análisis de la condición de pobreza debe pasar por
una mirada diferencial a partir de las realidades de las mujeres que padecen de
esta condición y con ellas sus familias.
La distribución inequitativa del ingreso deja sectores sociales por fuera de los
beneficios del desarrollo, en el caso particular de las mujeres, esta exclusión
esta mediada por factores estructurales de su condición de género
tradicionalmente arraigada en la sociedad, factor necesario para entender las
dificultades que tienen las mujeres para acceder al enfoque de seguridad
humana, ya que sus situaciones de riesgo requieren de transformaciones en la
manera de percibir el desarrollo y las prácticas culturales ancladas en la
estructura patriarcal.
Por esa razón constituye un factor importante acercarse a los elementos
contextuales que en el aspecto socioeconómico regulan la sociedad en la que
las mujeres se desenvuelven así como también los factores que relacionan su
condición de género como escenario en este caso negativo para que las
mujeres y sus hijos e hijas tengan una mejor calidad de vida y con esto la
garantía de una vida libre de violencias.
El cuerpo de las mujeres no es botín de guerra ni territorio de violencias
Esta es la premisa de las mujeres de la Ruta pacifica que reclaman a los
actores en conflicto que no ejerzan violencias contra las mujeres en el marco
del conflicto armado urbano y rural, donde las vidas y los cuerpos de las
mujeres son utilizados como botín de guerra, objeto de amedrentamiento y
para realizar prácticas que infundan terror, estas formas de accionar han sido
utilizadas por todos los actores en pugna, tanto en las zonas rurales como en
las áreas urbanas en las últimas décadas.
De acuerdo con el informe de violencia contra las mujeres en el conflicto
armado “Las principales formas de violencia que emplean los actores armados
contra las mujeres, jóvenes y niñas Colombianas, además de las relacionadas
con el derecho a la vida como las ejecuciones extrajudiciales y la desaparición
forzada, son: la violencia sexual en diversas formas, los trabajos domésticos
forzados; la imposición de normas y códigos de conducta; los castigos por sus
relaciones afectivas y vínculos familiares con actores armados del bando
contrario; amenazas y ataques a las organizaciones de mujeres o tentativas de
cooptación de las mismas; reclutamiento forzado de mujeres y niñas; amenaza
a la vida e integridad que en muchas ocasiones obliga al desplazamiento
forzado; ente otras.”(Mesa de Trabajo Mujer y conflicto armado, 2006)
.
En la ciudad los grupos armados, ejercen en las comunas prácticas de control
que obliga a la población a desplazarse de sus viviendas por miedo a las
amenazas. Muchas mujeres, particularmente pobladoras de los barrios
populares de la ciudad, continúan soportando el control de sus vidas y
prácticas sociales y políticas por parte de los armados en los barrios, que
incluyen determinación e imposición de las formas de vestir, de comportarse,
relacionarse y los sitios a frecuentar y horarios de circulación, así como
organizaciones a las que pueden pertenecer.
La constante en los embarazos (más de 8.500 casos de embarazo en mujeres
menores de 19 años, en el año 2007.) en adolescentes y sobre todo los que
tienen como progenitores a soldados, policías y violentos de la ciudad, y la red
de trata de mujeres, particularmente la de mujeres indígenas que opera en la
ciudad, la venta de niñas menores de 10 años como vírgenes, son algunas de
las realidades por ellas manifestadas” (Ruta Pacifica de las Mujeres, 2008).
La violencia contra las mujeres en contextos de conflicto armado es una
dinámica de guerra anclada en las bases del control del territorio, los recursos y
el poder político de las regiones que genera unas formas especificas de control
en hombres y en mujeres; tanto las mujeres que están vinculadas como las que
están fuera de la dinámica bélica se ven sometidas a formas de control
autoritario en donde se recrudece las violencias basadas en el género en el
marco del uso de la fuerza y la sevicia.
Conclusiones
Pareciera que con un marco legislativo como el actual, el tema de la violencia
contra las mujeres y en consecuencia la inseguridad de éstas fuera un
problema resuelto, pero la realidad es que las dificultades de las mujeres para
acceder a la justicia son muchas, el contexto en vez de disminuir acrecienta el
número de denuncias por violencias basadas en el género y la cultura sigue
generando, promoviendo y alimentando imaginarios que son las razones y las
bases que soportan el contexto de discriminación y violencia.
Entre las formas de inseguridad de las mujeres presentadas en esta ponencia
la violencia intrafamiliar es uno de las amenazas más constantes en la vida de
las mujeres, que socava y des potencia sus capacidades, su participación real
y efectiva, su carácter de sujeta política frente a un ejercicio del poder que se
asume como un imperativo de la fuerza y la autoridad regidas por la imposición
y la dependencia emocional y material.
Al hacer entonces una remisión al concepto de seguridad humana con el
enfoque de género, seguridad de y para las mujeres es posible entrever que las
condiciones de desigualdad social ancladas a la estructura patriarcal no les
permite acercarse de manera equitativa al modelo de desarrollo integral
humano y a su vez les condiciona la posibilidad de acceder tanto a los
derechos fundamentales como a los derechos humanos de las mujeres.
Al acercarnos a la apropiación del espacio público por las mujeres en clave de
género se identifican dos situaciones generales: -el derecho de las mujeres a
habitar la ciudad esta mediado por las situaciones de peligro consecuencia de
las dinámicas de violencia urbana que afectan de manera diferencial a las
mujeres; -las constantes presiones y hostigamientos obligan a las mujeres en
los espacios de participación política a delegar la posibilidad de la toma de
decisiones en otros u otras o a priorizar propuestas ajenas en el marco de la
dependencia y el control, dejando como consecuencia que sus necesidades y
apuestas sean invisibilizadas.
Haciendo un recorrido por las variables recogidas en las paginas anteriores es
posible establecer que: el miedo impide a las mujeres la apropiación como
sujeta del espacio público y privado y el libre ejercicio de los derechos; la
brecha salarial y la feminización de la pobreza afectan el ingreso de miles de
mujeres al desarrollo económico; las violencias basadas en el género
determinan la negación a la autonomía, a la libertad; la guerra utiliza y destruye
los cuerpos y las vidas de las mujeres; todos estos parámetros básicos para
hablar de seguridad humana que en el caso de las mujeres remite mas al
fracaso del modelo de seguridad del estado como garante de la protección y de
la sociedad como imperativo ético, en su obligación de prevenir y sancionar los
crímenes en contra de las mujeres y todo el entorno de discriminación.
Así pues La seguridad de/para las mujeres sigue siendo como muchas otras
una de las deudas históricas más importantes que la humanidad tiene para con
las mujeres y es característica básica de una sociedad que se piense lo
humano como la posibilidad de todas y todos de vivir con libertad, autonomía y
pleno ejercicio de los derechos.
Tanto en tiempos de paz como se tiempos de guerra la vida y el cuerpo de las
mujeres han sido utilizados, discriminados, invisibilizados y saqueados y esta
condición no depende de que la sociedad este atravesando por un periodo de
violencia, aunque la violencia determine formas especificas de agresión contra
las mujeres; así como tampoco depende de la situación de riesgo
socioeconómico y no es cierto que está anclado a las poblaciones más
vulnerables; la seguridad humana de las mujeres es una problemática de salud
pública que impide sentar las bases para el desarrollo integral humano y que
tiene consecuencias nefastas para la sociedad que la soporta.
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