ponencia luis cuntín

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APUNTES PARA UNA REFLEXIÓN SOBRE LA DURACIÓN DE LAS ETAPAS EN EL ESCULTISMO DE MSC, A PROPÓSITO DEL PROCESO DE DEFINICIÓN DE OBJETIVOS EDUCATIVOS GENERALES, ELEMENTOS DEL MÉTODO Y SISTEMA DE RAMAS PRESENTADOS EN “DESENCADENA2”, ALARCÓN, CUENCA, AGOSTO DE 2010. Por Luís G. Cuntín Docampo . Se me pide que, como asesor experto en materia de desarrollo social en el Comité del Programa de Jóvenes, diga una palabra para contribuír a vuestra reflexión sobre cuál debe ser la estructuración temporal de referencia de las ramas, una reflexión que se enmarca en vuestro debate sobre Objetivos Educativos Generales, Elementos del Método y, precisamente, Sistema de Ramas a desarrollar en el Desencadena2. No he querido hacer un texto cerrado al respecto, pues no es posible formular una opinión definitiva sobre esta cuestión y, además, mi propio estilo me hace preferir una intervención que provoque vuestra reflexión formulada al calor del propio encuentro. Así que esto es sólo un esquema, un recordatorio de lo que hablaremos. En todo caso la imposibilidad de pronunciarse de modo concluyente no excluye que tenga mi propio parecer, y ya que considero que mi mejor servicio es decir lo que pienso, lo diré apasionadamente. No obstante, debo señalar el porqué de mi prudencia inicial, y también el de mi pasión. No hay, desde el punto de vista de las ciencias sociales, obviamente, una evidencia inequívoca de en qué momento preciso se producen los cambios en los procesos de socialización, justamente porque son procesos, que determinarían matemáticamente cuál es la concreción del Método en su versión para una rama concreta más adecuada para un individuo. Y no la hay por la complejidad de tales procesos, por su variabilidad de unas sociedades a otras, de unos momentos históricos a otros (y pensad que alguien como yo, de 50 años, ha visto ya cambiar, y sigue viendo cambiar aceleradamente, la forma en que en nuestro medio cultural y social se dan). Tampoco por lo convencional y variable que es el Método en sus formas concretas, y dado que lo estáis revisando no encontramos por ese lado una referencia inequívoca. Además venís de realidades que al respecto tienen tradiciones matizadamente distintas. 1

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Ponencia de Luis Cuntín en el Desencadena2.

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Page 1: Ponencia Luis Cuntín

APUNTES PARA UNA REFLEXIÓN SOBRE LA DURACIÓN DE LAS ETAPAS EN EL ESCULTISMO DE MSC, A PROPÓSITO DEL PROCESO DE DEFINICIÓN DE OBJETIVOS EDUCATIVOS GENERALES, ELEMENTOS DEL MÉTODO Y SISTEMA DE RAMAS

PRESENTADOS EN “DESENCADENA2”, ALARCÓN, CUENCA, AGOSTO DE 2010.

Por Luís G. Cuntín Docampo.

Se me pide que, como asesor experto en materia de desarrollo social en el Comité del Programa de Jóvenes, diga una palabra para contribuír a vuestra reflexión sobre cuál debe ser la estructuración temporal de referencia de las ramas, una reflexión que se enmarca en vuestro debate sobre Objetivos Educativos Generales, Elementos del Método y, precisamente, Sistema de Ramas a desarrollar en el Desencadena2.

No he querido hacer un texto cerrado al respecto, pues no es posible formular una opinión definitiva sobre esta cuestión y, además, mi propio estilo me hace preferir una intervención que provoque vuestra reflexión formulada al calor del propio encuentro. Así que esto es sólo un esquema, un recordatorio de lo que hablaremos.

En todo caso la imposibilidad de pronunciarse de modo concluyente no excluye que tenga mi propio parecer, y ya que considero que mi mejor servicio es decir lo que pienso, lo diré apasionadamente. No obstante, debo señalar el porqué de mi prudencia inicial, y también el de mi pasión.

No hay, desde el punto de vista de las ciencias sociales, obviamente, una evidencia inequívoca de en qué momento preciso se producen los cambios en los procesos de socialización, justamente porque son procesos, que determinarían matemáticamente cuál es la concreción del Método en su versión para una rama concreta más adecuada para un individuo. Y no la hay por la complejidad de tales procesos, por su variabilidad de unas sociedades a otras, de unos momentos históricos a otros (y pensad que alguien como yo, de 50 años, ha visto ya cambiar, y sigue viendo cambiar aceleradamente, la forma en que en nuestro medio cultural y social se dan). Tampoco por lo convencional y variable que es el Método en sus formas concretas, y dado que lo estáis revisando no encontramos por ese lado una referencia inequívoca. Además venís de realidades que al respecto tienen tradiciones matizadamente distintas.

Ahora bien, como no puedo sustraerme de la impresión de que a veces volvemos sobre debates fundamentales que deberían estar superados ni tampoco de que, con frecuencia, confundimos nuestras propias inercias con elementos característicos del Escultismo, me parece que podemos alcanzar algunas certezas razonables. Éstas son las que con entusiasmo os propongo.

Es un hecho que la definición de objetivos que poseemos en este momento no es terminal y no está desglosada en etapas. Por tanto hemos de discutir desde generalidades básicas del Método y de nuestra identidad, y sobre un dato que nos viene dado, que tiene un notable valor orientador, pero que no supone tampoco al fin y a la postre nada incuestionable: la extensión sobre el abanico de edades con las que trabajamos de los distintos ciclos educativos; la prueba es que también ha cambiado constantemente en los últimos tiempos.

Dicho esto, empecemos por el final. Me parece que la discusión es, en el fondo, si ampliamos la Ruta un año, con el efecto colateral de dejar todas las etapas en tres. Tomando el esquema documental que

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tenéis en vuestro poder, esto ajusta mejor que en la actualidad la duración de las etapas en el Escultismo a los ciclos educativos o, explicado de otro modo, a la permanencia de las chicas y chicos en los distintos tipos de centros de enseñanza. Por otra parte no condiciona negativamente un posible enfoque opcional catequético del progreso en alguna rama; un enfoque que bien puede ser exigencia y demanda concreta en algún contexto en que estemos presentes. Tiene, además, aquella ventaja adicional de los tres años de cara a establecer programas de progreso, pues permitiría generalizar en todas las ramas una dinámica de atención sucesiva que vosotros mismos os proponéis: integración, compromiso, servicio.

Así visto, el posible problema de ampliación dela Ruta es, a mi juicio y con todo respeto, un problema falso, por trasposición de otros. Veamos: no está generalizada en nuestra tradición una duración hasta los 20 o 21 años, pero acaso lo que haya que cuestionar es nuestra tradición al respecto; ¿y los responsables, siempre escasos y necesitados de una formación específica?, pero esa es una cuestión de gestión y animación de los recursos humanos; ¿y el actual poco impacto de la ruta con su escasez de efectivos?, acaso esté provocado por un mal diseño metodológico o por dirigirse a individuos que no están aún en condiciones de jugar en plenitud el juego que les proponemos. ¿O es que tal vez tenemos muchos y entusiastas pioneros y pioneras?

Vayamos ahora por otro camino convergente con éste. Hablando en general, y no puedo ni quiero entrar en cuestiones de sicología evolutiva, el Escultismo de matriz francesa, el nuestro, desde los años 50 del pasado siglo, ha desarrollado versiones del método para la segunda infancia (Lobatos), la preadolescencia (Rangers o Scouts), la adolescencia (Pioneros) y la primera juventud (Ruta). Atreviéndonos, en una abstracción resumidísima, a formular un esquema podríamos pensar (de hecho en Galicia ya lo pensamos hace años) a modo de orientación en el siguiente:

Si la segunda infancia es un tiempo de experimentación a través del juego, de formulación de valores básicos, de pensamiento concreto y de un cierto gregarismo, con el Lobatismo proponemos sistematizar aquella experimentación haciéndola fuente de valores formales; introducir un sentido simbólico e histórico; ayudar a descubrir, más allá de lo gregario, lo comunitario.

Si la preadolescencia es el tiempo de la vivencia frustrante de los primeros desajustes entre los deseos y la realidad, de crisis de identidad, de individuación, de dispersión de intereses, con el Rangerismo proponemos el descubrimiento de los propios valores y capacidades, de la responsabilidad individual, de lo interpersonal (también en la relación con Dios), de la posibilidad de, con la ayuda de los otros, llevar a cabo nuestros propósitos.

Si la adolescencia acusa esos rasgos que hemos mencionado con una crisis de los valores y certezas recibidos (bueno, en el caso de que se reciban), con un expresivo despertar a la afectividad, o al menos a lo erótico, con un acendrado espíritu crítico, con una búsqueda desde la afinidad, a veces con exigencias desmedidas, de amistades íntimas, con el ensayo de una personalidad que se proyecta socialmente con singularidad, con el Pionerismo proponemos un marco comunitario en el que dar que sentido a esos procesos para elaborar una cierta visión del mundo y de sus posibilidades de transformación evangélica.

Si la primera juventud es tiempo de iniciación en la vida adulta, de formulación de un proyecto personal, de manifestación definida de una personalidad propia y de un desfase entre

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capacidades y posibilidades reales de ejercerlas, la Ruta propone (o debería proponer, porque yo personalmente no tengo claro qué ofrecemos en este momento) una comunidad de referencia, ya no omnipresente, que ofrece el espacio para ensayar, enjuiciar y celebrar un compromiso adulto en conjunto, y para seguir, enjuiciar y celebrar después otro compromiso, éste personal, en colaboración con otros ajenos a ella, al Movimiento, aun a la Iglesia, como prueba de que la vivencia personal en el mundo de los ideales del Escultismo es posible y antesala de una vida comprometida socialmente y vivida en comunión eclesial sin el amparo del Movimiento.

Bueno, ya estoy oyendo las críticas, y ensayando las respuestas:

Hoy esos perfiles, en términos de socialización, no son tan claros. Es cierto, no lo son, pero tampoco lo han sido nunca. La verdad es que los cambios a los que nos enfrentamos constantemente son de tres tipos, y relacionados entre sí: de ritmo, anticipación de unos elementos (por ejemplo, del despertar sexual) y retraso de otros (por ejemplo, la mencionada definición de un proyecto de vida); de contenido de la socialización (por ejemplo, en cuanto a que deja de ofrecer referencias generales de orden religioso o moral, y comienza a ofrecerlas al respecto del medio ambiente), de contexto general de valores y agentes que intervienen.

¿Y los Castores? En mi opinión plantean algún problema de autonomía básica para poderles aplicar el Método Scout. Por ello, aun reconociendo que hay contextos donde ofrecer esta etapa es un servicio valioso a la sociedad y a la Iglesia, u otros donde hacerlo juega en nuestro favor en términos de implantación, su desarrollo y generalización no me parece en este momento una prioridad. De hecho, y podemos discutirlo, los esfuerzos en ese sentido a veces funcionan como cortinas de humo para no ver el problema serio que tenemos con la Ruta.

Nuestras versiones del Método no van en esa línea. ¡Caramba!, pues en alguna medida deberían ir, creo yo, por fidelidad a nuestra propia identidad.

En una dinámica como la que estamos metidos, de revisión del Programa, lo primero es definir el público objetivo y sus características. En este nivel, si bien conocemos cómo es nuestra infancia y juventud, “la pregunta del millón” es si toda ella constituye nuestro público o sólo una parte, y, en este caso cuál.

Lo siguiente es definir, en relación evidente con lo anterior, nuestra oferta, en Scout “Programa”, ahí estamos. Si utilizásemos criterios de lo que se denomina “planificación estratégica”, diríamos que lo primero a fijar es nuestra “visión”, “misión” y “valores”. Nuestra tradición, la Carta MSC 2009 particularmente, son elementos claros en ese sentido, pero yo, trascendiendo mi papel de asesor, y como scout, ex-responsable, padre de una ruta de 18 años, un pionero de 15 y un lobato de 10 (“rota”, “pioneiro” y “lobeco” en gallego), ciudadano y miembro activo de la Iglesia, creo que no tenéis bien definido en un nivel básico y generalizadamente asumido un conjunto de cosas que al final son determinantes de que, con la misma Carta y partiendo de la misma tradición, se pueda trabajar ya no en sentidos distintos, que no es malo, sino contradictorios, que desde luego no es bueno. Mi lista, y a poco que profundicéis en ella veréis que tiene también que ver con la duración en el tiempo del período de permanencia en cada rama, es la siguiente:

¿Cómo se concreta nuestra confesionalidad?

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¿Cuál es el papel de chicas y chicos en el juego institucional?

¿Qué significa educación integral en términos de praxis educativa?

¿Qué papel juegan o deben jugar las familias?

¿Por qué alguien decide ser responsable?, ¿qué le damos?

¿Tenemos claro que el Escultismo es un juego, pero un juego social dirigido?

¿Debemos subrayar o no nuestra identidad?

Incluso sería interesante ver cómo definimos cada uno esa identidad. En todo caso, yo creo más, y estoy dispuesto a discutirlo, en un Escultismo como propuesta que como respuesta, máxime en una sociedad plural.

Desde ese punto de vista lo urgente es responder a esas y otras preguntas semejantes; después fijar un Programa que responda a tramos característicos del proceso de desarrollo que identificamos en nuestra sociedad; revisar luego el que sea linealmente coherente y, en cada etapa, con la sicología y la fase de socialización de cada edad, para, por último, ajustarlo y perfilar sus elementos.

Y si lo anterior es obvio acaso, no lo son tanto estas dos reflexiones con que termino:

Los límites de edad y ciclo educativo no son más que orientaciones convencionales; al final tienen mas que ver con la visualización social del Escultismo que con su esencia, y la historia del Método está para demostrarlo. El límite superior del tiempo en que se vive como scout ha de darlo no la edad, sino, en un período razonable, de acuerdo a la madurez relativa en función del método Ruta, la satisfacción de unos objetivos.

El Escultismo, como juego social dirigido, siempre ha partido de los intereses y características de cada edad, pero también siempre, y esto cada día se olvida más, le ha propuesto a cada una la aventura de ir más allá de sus posibilidades espontáneas de desarrollo, poniéndola en tensión.

¡Vamos, que soy del modelo B!

En fin, en vivo y en directo, hablaremos partiendo de este esquema.

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ANEXO: OPCIONES DE ARTICULACIÓN TEMPORAL DEL SISTEMA DE RAMAS

(TOMADO DEL DOCUMENTO DE TRABAJO SOBRE OBJETIVOS EDUCATIVOS)

Modelo A← Primaria ← ESO ← Bachillerat

o/EGM← Universidad/EGS/Trabajo

←º

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←º

←º

←º

←º

←º

←º

←º

←º

← 1º

← 2º

← 1º← 2º

← Castores

← Lobatos

← Rangers

← Pioneros ← Rovers

← Modelo B← Primaria ← ESO ← Bachillerat

o/EGM← Universidad/EGS/Trabajo

←º

←º

←º

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←º

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← 1º

← 2º

← 1º← 2º← 3º

← Castores

← Lobatos

← Rangers

← Pioneros ← Rovers

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