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LA DELACION EN TIEMPOS DE ROSASDISCIPLINA Y CONTROL SOCIAL Prof. Sebastin Miglioranza(UBA UM)

() Pero dejemos esto, porque en Buenos Aires el aire oye, la luz ve, y las piedras o el polvo repiten luego nuestras palabras a los verdugos de nuestra libertad Amalia, de Jos Mrmol

Durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas en la Provincia de Buenos Aires (1835-1852), se dieron un conjunto de fenmenos sobre los cuales intentaremos descifrar ciertas claves de comprensin. Por un lado, la creacin y el accionar de un sistema de control social protagonizado por la Mazorca (generalmente confundida con la Sociedad Popular Restauradora) y por otro, el desarrollo de una poltica tendiente a instaurar un orden poltico-institucional desde una lgica especfica del poder. En base a las fuentes consultadas, el objetivo del presente trabajo es centrarse en el perodo comprendido entre 1838 y 1842 en la ciudad de Buenos Aires y algunos pueblos de la campaa bonaerense. La seleccin del mencionado espacio temporal, responde a que el mayor nmero de arrestos, persecuciones, ejecuciones y embargos a bienes unitarios, se dieron en los aos en donde el rgimen debi enfrentar importantes crisis tanto en el frente interno como en el externo. Para la visin de varios autores contemporneos a Rosas e historiadores del siglo XX que siguieron la tradicin mitrista y la Nueva Escuela Histrica; el accionar coercitivo por parte del gobierno rosista, respondi a una alocada escalada de terror, tpica de una tirana. Autores que pertenecieron a la historiografa liberal, vieron en Rosas un momento de obstruccin en el proceso para la construccin del Estado Nacional y sus prcticas fueron observadas como parte de una barbarie irracional. Por otro lado, historiadores revisionistas, encontraron en la figura del Restaurador de las Leyes, el fiel defensor de la soberana nacional, minimizando la etapa de persecuciones y crmenes polticos, al verla como algo normal dentro de todo fenmeno de guerra civil. Es constante en autores como Julio Irazusta, justificar el castigo a los responsables y hacer comparaciones del contexto con la etapa de la Revolucin Francesa y otras guerras europeas[endnoteRef:1]. [1: Vase Irazusta, Julio; Vida poltica de Juan Manuel de Rosas a travs de su correspondencia. Editorial Andes, Bogot, Colombia. 1975. Vol. 3, pg. 276. ]

La Renovacin historiogrfica que comienza a darse en nuestro pas en los ltimos 30 aos, aport nuevas preguntas y respuestas sobre los mismos procesos histricos. Con el objetivo de descifrar an mejor una historia poltica, la lectura de las fuentes y textos se comenz a realizar en clave econmica, social y hasta cultural en muchos casos. Esta apertura, junto al desarrollo de una gran cantidad de trabajos realizados sobre el rosismo, ha ayudado a desmitificar la figura de Rosas y de su gobierno. De esta manera, con nuevos interrogantes sobre la lectura de fuentes, podemos abordar diferentes temticas de estudio. Uno de ellos, es el anlisis del sistema policaco del rosismo, su mquina coercitiva, los momentos ms difciles en los cuales ste oper, y un aspecto poco estudiado hasta el momento como fueron las denuncias de vecinos y sus consecuencias, hacia aquellas personas consideradas enemigos del rgimen. Hemos seleccionado una serie de escritos sobre la cuestin, que a nuestro entender, forma parte del marco general de comprensin sobre el rosismo en relacin a su idea de orden y autoridad. De ah se desprende la posibilidad de un mejor anlisis sobre nuestro objeto de estudio: el sistema de Polica, la Mazorca y las denuncias por parte de la poblacin civil, las cuales han sido relevadas del Archivo General de la Nacin (AGN) y del Archivo Histrico Provincial de La Plata (APdLP).

La Sociedad Popular Restauradora estaba compuesta en su mayora por miembros de la elite portea adherentes al rosismo. Fue una especie de organizacin para-policial, cuyo objetivo era identificar a los unitarios del resto de la poblacin. La Mazorca, puede ser considerada un grupo de choque con el objetivo de intimidar y perseguir a los opositores al rgimen de Rosas a travs de mtodos aberrantes: golpizas, cascoteo de casas particulares en las noches, degollamiento de las vctimas luego del sometimiento a vejaciones cargadas de sadismo. Sumado a lo anterior, se produjo una eficaz guerra propagandstica por parte del gobierno, que buscaba identificar a los amigos y los enemigos. A los primeros se los equiparaba como buenos federales, federales netos o apostlicos, y a los segundos como decembristas unitarios, logistas o anarquistas. Con el tiempo, se radicalizara la forma de llamar a los unitarios, y estos pasaran a ser impos, inmundos y salvajes, entre otros apelativos. La presencia de la mujer dentro de las manifestaciones callejeras del mundo de la poltica fue muy frecuente, sobretodo en festejos importantes como los del 25 de Mayo, fiestas para celebrar victorias militares o cualquier festejo dentro del calendario federal. Gabriel Di Meglio, destaca la importancia de la presencia femenina en todo tipo de prcticas populares y conocidas para la poca, ms an en relacin a nuestro tema en cuestin: () la circulacin de rumores; en mercados y calles se encargaban junto a los hombres de propagar informaciones. Las de menor condicin social podan repartir pasquines en contra de un gobierno, auxiliar en los das de elecciones y realizar tareas de espionaje. Intervenan en discusiones por cuestiones polticas que a veces daban lugar a peleas violentas que llevaban a la realizacin de juicios.[endnoteRef:2] [2: Di Meglio, Gabriel; Mueran los salvajes unitarios. La Mazorca y la poltica en tiempos de Rosas, Editorial Sudamericana, Bs. As. 2007. Pg. 19. ]

Una referente clave en la organizacin de agrupaciones como la Sociedad Popular Restauradora y la Mazorca, ser la propia mujer del gobernador, Encarnacin Ezcurra; quien dirigi durante la ausencia de su marido (entre 1833 y 1835 Rosas encara la campaa en la frontera contra los indios) el sistema policaco y de control que ms adelante ser perfeccionado. El elemento clave para la intervencin de Encarnacin Ezcurra en la vida poltica tuvo que ver con el fuerte vnculo que sta tena con la plebe. Di Meglio destaca que ya desde 1810, la poltica haba sido un asunto que vena involucrando a la mayora de la poblacin portea[endnoteRef:3]. Ezcurra hizo prctica de este hbito y supo interpretar ciertas necesidades de los sectores subalternos como la misma plebe y sociedades africanas. La red de contactos que supo establecer la mujer del gobernador despus de su muerte en 1838 seguira en manos de su hermana Mara Josefa brind un entramado de denuncias y figuras delatoras a disposicin del rgimen. La red aseguraba una serie de beneficios para aquellos que podan ofrecer informacin sobre supuestos enemigos del rosismo. En la novela Amalia de Jos Mrmol, esta prctica logra asustar y espantar a los opositores. En la obra, Mrmol representa una imagen de la vida poltica en Buenos Aires durante el ao de 1840. El autor para esa fecha, todava resida en la ciudad. Ms tarde sera parte del grupo intelectual exiliado en Montevideo por su oposicin a Rosas. [3: Vase Di Meglio, Gabriel; Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la poltica entre la Revolucin de Mayo y el rosismo. Editorial Prometeo Bicentenario, Bs. As. ]

La literatura antirosista (que la hubo en cantidad y en calidad literaria) reflej mejor que muchos escritos, la metfora unitaria sobre el perodo de Rosas. Con un lenguaje recargado, Amalia sintetiza las caractersticas de la etapa del terror; figuradas en la denuncia, la persecucin, en el silencio ante verdaderos confidentes, el cuchillo, la sangre y la muerte. Es un texto donde se explica lo que suceda en el espacio pblico cargado de violencia desde la ptica unitaria, para dar lugar al espacio privado, donde el rosismo supo entrar en las casas de adversarios y opositores, de la mano del miedo y el silencio. Mrmol ha querido figurar en una imagen femenina, la contraposicin a otra imagen femenina como fue la de Encarnacin Ezcurra. Para 1840, la casa de Amalia y la ciudad dejan de funcionar como un lugar de acuerdo Ahora todo est cerrado, vigilado, acotado. Los sirvientes delatan a la lite a la que prestan servicios.[endnoteRef:4] [4: Torre, Claudia; Letras y divisas. Ensayos sobre literatura y rosismo. Edit. Santiago Arcos Instrumentos. Bs. As. 2004. Pg. 85. ]

Los enemigos del rosismo fueron grupos diferentes: algunos extranjeros, federales cismticos y unitarios; pero bajo el ttulo de estos ltimos, la Sociedad Popular Restauradora identific a todos en conjunto. En el caso de los extranjeros, Rosas trat de no meterse mucho con ellos. La buena relacin con el representante ingls en Buenos Aires, hizo que el diplomtico interfiriera en varios casos. Existieron algunos casos de ciudadanos ingleses acusados de complicidad con los unitarios. Muchos de ellos vinculados al comercio o al trabajo en el puerto[endnoteRef:5]. El unitario pas a ser sinnimo de aristcrata, enemigo del pueblo y extranjerizante. Por otro lado Rosas oblig a utilizar la divisa punz y el color colorado como representacin oficial. Su obligatoriedad se volvi cada vez ms fuerte y la Sociedad Popular Restauradora era la encargada de controlar que tanto hombres como mujeres lo utilicen en sus ropas. Sobre todo entre los aos 1838 y 1843, Rosas empez a darle rdenes directas a su fiel club de adictos, que, segn Di Meglio, se volvi cada vez menos espontneo y por momentos se asemej a una dependencia del gobierno. Las rdenes eran bsicamente vigilar a personas sospechadas de unitarias o de oposicin al rgimen. [5: Vase Archivo Provincial de La Plata, Exte. 53, Leg. 133, 1842. Caso contra un ingls acusado por cmplice de unitarios. ]

Octubre de 1840 y abril de 1842, fueron los meses de fuerte violencia por parte de la Mazorca. Este grupo del cual no se sabe cuntos lo integraban, estara compuesto por 30 o 40 personas. Lo interesante es ver que la mayora de los miembros de la Mazorca, eran policas. Formaban un grupo parapolicial distinguido del resto de los integrantes de la fuerza pblica en actividad; lo cual no significa que todos los policas eran mazorqueros. Los mazorqueros eran miembros de la Sociedad Popular Restauradora, pero los otros integrantes de la misma no cometan asesinatos. Esto por momentos se hace confuso debido a que haba integrantes de la Sociedad Popular Restauradora que podan realizar amenazas pblicas de represalias contra los unitarios y los colaboradores de los franceses, o que podan romper los vidrios de una casa o destruir algn objeto o vestuario de color celeste. Pero las muertes eran causadas por un pequeo grupo, que termin siendo denominado la Mazorca, no sabemos si por sus mismos integrantes, por otros rosistas o por sus enemigos, aunque stos parecen haber sido los que terminaron achacndole el nombre[endnoteRef:6]. [6: Di Meglio, Gabriel; Mueran los salvajes unitarios. La Mazorca y la poltica en tiempos de Rosas, Editorial Sudamericana, Bs. As. 2007. Pg. 78.]

Las muertes producidas en la etapa del terror (1840 y 1842) no fueron tantas en relacin con las acaecidas en enfrentamientos blicos y fusilamientos. Las Tablas de Sangre de Rivera Indarte[endnoteRef:7] marcan un nmero un tanto exagerado. Para este contemporneo, las vctimas del rosismo habran sido en catorce aos, sin contar los cados en guerra, 5.800, entre, degollados, fusilados y asesinados en una poblacin de 700.000 habitantes. Ricardo Salvatore establece que la magnitud del terror no es fcil de determinar y que el nmero de vctimas entre 1829 y 1852 oscila entre un mnimo de 250 y un mximo de 6000. Di Meglio habla de poco ms de ochenta casos de ataques mazorqueros en el perodo rosista. Las mismas cifras aportadas durante el juicio contra Rosas en 1857 contradicen an ms estos nmeros. Pero el acuerdo est en que lo que ms horroriz a la poblacin afectada fue el mtodo violento: asesinatos a domicilio, sensacin de total indefensin y de estar expuestos a hombres capaces de todo. La imagen de cuerpos mutilados, sus cabezas en piquetas expuestas en espacios pblicos durante das, entre otras prcticas; hicieron que el recuerdo del horror perdurase sobre el perodo, ms an en una ciudad que nunca haba vivido tal grado de violencia poltica. [7: Vase edicin de El Ateneo, Buenos Aires, 1930. Biblioteca Nacional. ]

Los mazorqueros ms famosos fueron Victorica, quien se encargaba de manejar al cuerpo en sus actividades ms cotidianas como la seguridad urbana, el control y denuncia de opositores al sistema y el reclutamiento de vagos para el Ejrcito. Cuitio y Parra, se encargaban ms de la vigilancia poltica. Silverio Bada, Manuel Troncoso, Fermn Surez y Leandro Aln, los mazorqueros ms reconocidos que seran ejecutados en 1853. Nunca se lleg a saber en qu momento abandonaban sus tareas habituales como policas y se convertan en mazorqueros. Las rdenes para actuar como tales venan directamente del gobernador de manera oral. Ante el avance del poder de la polica, en especial sobre aquellos que podan ser considerados vagos o mal entretenidos, otros personajes supieron actuar como defensores de pobres: alcaldes de barrio, tenientes alcaldes y jueces de paz. El estar en contacto ms frecuente con el vecino o vivir en el mismo barrio, hizo que muchos salieran en defensa de estos ante la posibilidad de ser capturados por comisaros y vigilantes, para luego ser enviados al Ejrcito. De este modo, vemos que la ciudad tena una enmaraada trama de personajes y organizaciones que poda poner algunos frenos a la accin de la Polica. Di Meglio observa que an en un perodo en el cual el gobierno contaba con ms poder que el que nunca haba tenido, la existencia de tantas organizaciones entrecruzadas era un lmite para sus maniobras legales. Pero la Mazorca no tena lmites, ya que actuaba fuera de todo orden, vinculndose slo a la persona de Rosas, Encarnacin Ezcurra y la Sociedad Popular Restauradora. La existencia de una lnea de accin coordinada entre la actuacin del denunciante, la figura del teniente alcalde y la justicia, es clara en casos de delacin donde es afectado un individuo acusado de unitario, demostrndose en el veredicto judicial, la causa real de denuncia. stas estaban vinculadas a conflictos personales como una deuda y peleas en pulperas y lugares de trabajo. La intencin del denunciante fue convertirlas en causal de denuncia poltica[endnoteRef:8]. [8: Vase APdLP, Extes. 16, Leg. 130 y 33, Leg. 130 (1840) y 24, Leg. 133 (1842). Casos contra vecinos por injurias contra Rosas. ]

Hubo casos donde las personas fueron acusadas de delitos comunes, pero al caer sobre ellas la sospecha o la denuncia de ser unitarios, se complicaba la acusacin por considerarse este punto un agravante. Muchos partes sobre personas presentados por los comisarios denunciando delitos tpicos, contenan el agregado de ser estas proclives al sector unitario, haber pertenecido a gobiernos anteriores o demostrar poca o nada simpata con la causa federal. Adems, la existencia de partes de policas que muestran la existencia de pagos a vecinos denunciantes, revelan la disposicin por parte de algunos sectores de la poblacin, en obtener un beneficio por dicho accionar[endnoteRef:9]. [9: Vase AGN, Archivo de Polica, Libro 120, 1840: rdenes superiores. Dispone: que de los 2,000 pesos que ha entregado el salvaje unitario Bonifacio Salvadores, ms de los cinco personeros, se entreguen 500 al denunciante Jos de los Santos, 500 los aprehensores, y los 1,000 restantes al sargento herido Viviano Daz. Entre otras rdenes similares. ]

As como haber prestado servicios a la causa de la federacin permita acceder a cargos y era el principal mrito para los rosistas, quien hubiera sido cismtico o unitario estaba en problemas si se lo acusaba de otro delito. Esto es importante: salvo pequeas excepciones y los casos de abierta oposicin al sistema, no se haca una persecucin de los opositores en los primeros aos del segundo gobierno; pero aquel que era acusado por una razn no poltica tena en la poltica un prontuario que contribua a dirimir su situacin. Por eso mismo, varios asuntos privados pasaron a zanjarse por la filiacin poltica de los implicados.[endnoteRef:10] [10: Di Meglio, Gabriel; Mueran los salvajes unitarios. La Mazorca y la poltica en tiempos de Rosas, Editorial Sudamericana, Bs. As. 2007. Pg. 135. ]

Al caer el rgimen, los opositores a Rosas dijeron que durante su gobierno, se haba estimulado el espionaje por parte de la poblacin de origen africano. Esto es poco probable, segn los autores, no hay datos fehacientes y en cantidad. Lo que s es cierto es que, al comenzar la crisis de 1838, muchos esclavos negros, a cambio del beneficio de obtener su libertad, realizaron denuncias contra sus amos por opiniones unitarias o por conspirar contra Rosas[endnoteRef:11]. [11: Vase APdLP, Exte. 60, Leg. 130, 1840. Caso contra una esclava negra por exclamar injurias contra la Federacin. ]

La poblacin negra estaba nucleada en cantidad dentro de las llamadas Sociedades Africanas, que se convierten en un instrumento poderoso de movilizacin de la poblacin en la ciudad. Estas Sociedades venan actuando con cierta autonoma desde la dcada del 20 y tenan como principal objetivo ayudar a los esclavos a comprar la libertad. Durante el rosismo, logran ms poder a cambio de ceder independencia frente al gobierno: son incluidas en los festejos importantes, las fiestas patrias, como integrantes del Ejrcito y otras funciones. Por otro lado los negros deban estar movilizados en beneficio del rgimen cuando ste lo requera. En el ao de 1838, hay coincidencia en los autores en que Rosas todava no haba logrado controlar del todo a la elite. Gran parte de ella era realmente federal, pero aquellos que tenan un pasado unitario o haban seguido a los federales cismticos no eran fciles de sumar como seguidores a la causa. La principal arma que posea Rosas para terminar de conquistar a la elite, era el mantenimiento del orden. Ese preciado orden que se vena buscando desde terminada la Revolucin de Mayo, y por el cual Rosas, segn Halpern Donghi en su texto Revolucin y Guerra; haba logrado ser su heredero ms eficaz y real.Di Meglio considera que la causa federal supo ser sacrilizada por parte de Rosas. Al pelear por una causa santa, se demonizaba al enemigo de la misma. No slo de la causa, sino de la religin catlica. Es claro el ejemplo de sacerdotes pidiendo desde sus plpitos luchar por la santa federacin y colocar el retrato del gobernador en el atrio de las iglesias. Segundo, la causa federal fue vinculada a una causa patritica. Apelar a este sentimiento era importante en la regin del Ro de la Plata, que se haba invocado el sentimiento patriota tanto en las luchas de la independencia como en la guerra contra Brasil en la dcada del 20. La crisis producida por los franceses en el bloqueo al puerto de la ciudad, aument por ejemplo este sentimiento en la poblacin. Rosas supo aprovecharlo bajo la tradicin republicana de mantener y asegurar el bien comn, el cual estaba por encima del individuo. Tercero, tanto para Di Meglio como para otros, existi un ingrediente clasista aprovechado por el gobierno para legitimar su actuacin. Hay que tener en cuenta el componente plebeyo del sector federal en Buenos Aires, al ser este heredero del Partido Popular de Manuel Dorrego. Es verdad que gran parte de la elite era federal, pero pareciera que la simbologa que utilizaron, sus usos y costumbres dentro del terreno simblico; hicieron que se identificaran ms fcilmente con los sectores populares urbanos que ya desde 1820, en su mayora eran seguidores del federalismo. Para Di Meglio, el rosismo no buscaba transformar la sociedad, pero hubo ciertas tensiones sociales que aparecieron en el proceso de enfrentamiento y lucha contra los unitarios. Rosas supo aprovecharlo al considerar que la plebe actuaba de manera espontnea y no dirigida por l mismo, como pensaron sus oponentes. La justificacin del accionar de la plebe por parte de Rosas, tuvo que ver para el autor, en que el gobernador necesit legitimarse ante la misma plebe, y al mismo tiempo colaborar a su desmovilizacin real. Si se consideraba que la plebe rosista estaba representada por el accionar de la Mazorca, Rosas avanzaba en la construccin de su gran objetivo: establecer el orden. Se intent enviar un mensaje a la elite opositora, controlando a la vez a los sectores populares. A travs de escasas herramientas, como la Polica, la Mazorca y el entramado de denuncias; la elite tuvo miedo ms an en 1840 y 1842. El autor considera que el terror no fue tan popular, fue una poltica de gobierno () el rgimen rosista desmoviliz cualquier posibilidad de accin colectiva de sus mismos partidarios plebeyos y fue moldeando una sociedad con una agitacin poltica muy inferior a la que haba dado lugar el ascenso del Restaurador[endnoteRef:12]. [12: Ibidem. Pg. 197. ]

De todas maneras, desde el primer da en que Rosas asumi como gobernador, qued claro a los vecinos que el costo de salvar y mantener la Confederacin sera alto. El Estado aplicara una poltica de mano dura y poca tolerancia durante su mandato. En la misma proclama anunciada por Rosas ese da quedaba establecido que se perseguira a muerte al impo, al sacrlego, al ladrn, al homicida, y sobre todo al traidor La necesidad de restablecer un orden federal significara una guerra declarada no slo contra los unitarios, sino tambin contra cualquiera que osara violar las leyes o ir en contra de la religin catlica. Para Ricardo Salvatore, el rosismo supo establecer mecanismos legales para fijar un gobierno republicano de excepcin, el cual debi concentrar buena parte de las facultades de los otros poderes y suspender ciertas libertades individuales. En principio, aquellos cuyas libertades seran coartadas constituan una minora: eran ciudadanos de los sectores acomodados que el propio rgimen haba definido como subversivos, anarquistas y traidores de la Patria[endnoteRef:13]. [13: Salvatore, Ricardo; Consolidacin del Rgimen Rosista (1835-1852), Nueva Historia Argentina, Tomo III. Editorial Sudamericana, Bs. As., 1998, pg. 328. ]

Coincide con Jorge Myers, en relacin a que el orden poltico rosista que se instala a partir de 1835 no era de corte liberal en funcin del poco inters en defender derechos individuales. Le interesaba s defender los derechos de los pueblos, la independencia de la Confederacin. Su obsesin para mantener su legitimidad, estaba dada en la opinin pblica, para lo cual Rosas organizaba elecciones en donde participaba un gran porcentaje de la poblacin y con esto meda el grado de aceptacin a la causa. Desde ya eran elecciones plebiscitarias donde el resto de la oposicin no tena chance alguna de participar. Hay coincidencia en que el gobernador utiliz diferentes instrumentos para mantener su poder y a la vez lidiar contra los opositores. Estos iban desde el otorgamiento de cargos pblicos por la demostrada fidelidad hasta la confiscacin de tierras y la persecucin por otra parte. Dicho accionar, sumado a la suma del poder pblico, muestra claramente un poder dictatorial, pero Salvatore dice que no alcanza para mostrar al gobierno de Rosas como totalitario. Centraliza en los hechos ocurridos a partir de 1838, la profundizacin de un rgimen dictatorial, cargado de censura a la prensa, persecucin a todo tipo de crtica en distintos espacios pblicos y privados. Para ello, Rosas intent armar un sistema de informacin orientado a controlar las acciones y expresiones de todos los ciudadanos. Esto signific la elaboracin de listas con los nombres de opositores, control sobre el vocabulario utilizado al referirse a la Confederacin y al propio gobernador y hasta control de la vestimenta. Pero puntualiza que el Estado se encontraba en un grado incipiente de desarrollo, que le imposibilitaba controlar la totalidad de la vida social y privada. Coincide con Di Meglio, en que el rgimen libr una especie de guerra santa contra los unitarios. Las listas de opositores que hicimos referencia comenzaron a circular cada vez ms seguido desde 1835, y aquellos que figuraban en las mismas eran candidatos a ser estigmatizados no slo por la polica o la Mazorca, sino tambin por los propios vecinos. Tanto la censura, como la persecucin y la confiscacin de bienes, se volvieron moneda corriente y se profundizaron a partir de 1839-1840. La invasin a Buenos Aires por parte del ejrcito del unitario Lavalle en este ltimo ao, provoc como represalia el embargo de un importante nmero de propiedades de unitarios, ya que el gobierno consideraba que eran ellos los responsables de la guerra y deban soportar los costos de la misma. Pero Salvatore asigna al terror ejercido desde el gobierno lo que contribuy ms a crear el estado de miedo que hizo gobernable a la provincia. El terror de Estado, fue instaurado de manera selectiva, afectando principalmente a miembros de la elite, sectores ilustrados identificados como unitarios. La intensidad de su accionar estuvo marcada por los hechos que generaron crisis al sistema. En coincidencia con Gelman, la crisis de los estancieros, la invasin de Lavalle y el bloqueo francs principalmente. Una vez resuelto esto, el terror disminuy. Rosas lleg a devolver varias propiedades confiscadas, ordena desmantelar la Mazorca en 1846, y en 1848 permite el regreso de exiliados polticos. Para abordar la cuestin del sistema policaco dentro del orden rosista y su correspondiente entramado de informaciones y delaciones en la sociedad civil, creemos pertinente hacer un anlisis sobre las diferentes herramientas que utiliz Rosas desde un principio para construir autoridad. Sin comprender los significados de orden, disciplina y autoridad para el rosismo; es imposible lograr una aproximacin a la temtica en cuestin. Algunos autores han trabajado estos temas, entre ellos Jorge Gelman y Jorge Myers, utilizando diferentes categoras de anlisis.Para Gelman, Rosas buscar lograr establecer una autoridad reconocida a travs de la resolucin de varios aspectos y frentes de conflictos. Intenta fijar una variedad de alianzas en el sector externo, donde se asegura la defensa de Buenos Aires evitando la agresin por parte de otras provincias. Tambin en relacin al vnculo con los gobiernos provinciales, Rosas sale en algunas oportunidades, a la ayuda financiera para que las cuentas en negativo no sean un causal de posibles reclamos y guerras hacia la propia Provincia de Buenos Aires. En este caso, los ejemplos son evidentes con la alianza que establece con Lpez en Santa Fe y Quiroga en La Rioja. Otra cuestin no menor es solucionar el problema de la frontera con el indio. A partir de la campaa de 1833, Rosas logra fijar una serie de negociaciones y pactos con indios que sern sus aliados, en un contexto de frontera flexible donde el blanco y el indio intercambiaban sus mercaderas y vveres sin mayores problemas. Nada sin lograr algo a cambio: los indios amigos se establecern en territorio autnomo obteniendo ciertos beneficios por parte del gobierno de Buenos Aires. Dentro de la ciudad y campaa, el objetivo central, es reconstruir el orden y la disciplina. Aunque Rosas aoraba el orden perdido bajo el rgimen colonial y haba apoyado en el 20 la salida propuesta por el grupo de los centrlistas-rivadavianos, se proclama ahora heredero del federalismo dorreguista y adopta el republicanismo y establece una accin poltica destinada a reconstruir el consenso social perdido y a orientar a los sectores populares movilizados[endnoteRef:14]. [14: Gelman, Jorge; Rosas bajo fuego. Los franceses, Lavalle y la Rebelin de los estancieros. Editorial Sudamericana, Bs. As., 2009, pg. 31. ]

Intenta al principio unir a los diferentes sectores sociales, sobre todo los vinculados con la elite que posea tierras y los acaudalados comerciantes de la ciudad; tratando de no sensibilizar a las mayoras populares (federales), que pretendan un ajusticiamiento hacia el sector unitario por el asesinato de Dorrego y el accionar de Lavalle como principal enemigo. La idea de Rosas desde los primeros aos del segundo gobierno, fue la de lograr incluir a los sectores acomodados, los cuales deban acompaarlo, e intentar encauzar a las mayoras populares bajo un mismo objetivo de gobierno. Hacia los ltimos aos de la dcada del 30, veremos que dicho plan fracasa; y Rosas debe reforzar su discurso y accionar en contra de todo aquel que no lo acompae en su camino hacia la instalacin definitiva de un orden federal de carcter republicano, basado en Buenos Aires. En esos aos, varias cuestiones internas y externas harn que el sistema de control y disciplinamiento se refuerce hacia la poblacin. Lograr la fidelidad de los funcionarios de gobierno, su brazo burocrtico, para que estos aseguren el orden tanto en la ciudad como en la campaa; obteniendo en muchos casos el beneficio del ascenso social debido a los cargos desempeados. Gelman ve aqu, que Rosas utilizar ambos mtodos para lograr el orden: por un lado la bsqueda del consenso entre distintos sectores sociales bien diferentes cada uno con sus propios intereses. Por otro lado, el mtodo de la coercin fijar una caracterstica la cual nos interesa en el presente trabajo analizar con ms detalles, especficamente entre los aos ms duros para el rgimen. Si bien Rosas logra la Suma del Poder Pblico y las Facultades Extraordinarias, vemos en este aspecto una prolongacin del modelo rivadaviano en lo concerniente a la instalacin de un Estado fuerte, que intenta a travs de sus instituciones jvenes, establecer el orden tan ansiado. Pero en otros aspectos veremos ms como el gobierno hace uso de un modelo coercitivo hacia los sectores de la poblacin que se levantarn contra su proyecto de manera dscola. Estos mecanismos intentarn asegurar una verdadera comunidad federal: el discurso poltico, la propaganda y el accionar del ejrcito y la polica. Aqu es donde observamos el carcter republicano y moderno del rgimen, donde en pleno siglo XIX, se van afianzando las herramientas punitivas de control social hacia la poblacin, por parte de un Estado cada vez ms fortalecido (no slo en estas tierras sino tambin en Amrica Latina). En los primeros aos, logra reformular el sistema de milicias y el entramado burocrtico del Estado, asegurando cargos para los federales ms dedicados y confesos. Un porcentaje importante de este cuerpo de personas, formarn parte de las filas del sistema de control (tenientes alcaldes, jueces de paz, etc.) El intento entonces es el de institucionalizar el disciplinamiento, logrando un consenso para tener controladas a los sectores subalternos y evitar los conflictos generados entre las elites de poder. La plebe, deba reconocer y respetar a los sectores de la elite gobernante, sin pretender lo que podramos llamar un anticipado enfrentamiento de clases. Pero esto se ve modificado a travs del discurso y del accionar de gobierno a partir de 1838, debido a los problemas que Rosas debe enfrentar. La idea desde un inicio por parte del gobernador era que la elite acompae el proyecto y la plebe no lo cuestione acompaando desde abajo. Despus de la invasin de Lavalle en 1840, la poltica se recrudece. No slo en su discurso sino tambin en su accionar. El gobierno establece una alianza ms firme y directa con los propios sectores subalternos, valindose de ellos, en contra de aquellos sectores de la elite que ven en la figura de Rosas la de un tirano desptico. Otro punto donde el sistema se recrudece y muestra su decisin es en el campo de las confiscaciones y embargos al patrimonio y bienes de los unitarios, o de aquellos federales dbiles que ya para 1840 (ao en que se realizan la mayor cantidad de expropiaciones), se vern afectados no slo en la ciudad sino tambin en la campaa. No slo se expropiaran bienes personales de las casas de unitarios, como mobiliario y artculos suntuosos; sino tambin propiedades. Segn Gelman, una de cada 10 propiedades fueron confiscadas en el perodo. Desde el punto social estos embargos afectaron sobre todo a una parte muy significativa de las elites econmicas, mientras que los sectores ms humildes o aun los medianos propietarios apenas fueron tocados en trminos relativos[endnoteRef:15]. [15: Ibidem. Pg. 184. ]

El autor ubica en 1840, precisamente a partir de octubre, el momento en que Rosas rompe con la elite. A partir de ese momento, no habr lugar para indefiniciones y todo aquel que no demuestre lealtad absoluta a la causa rosista, ser identificado y perseguido por los personeros del orden pblico. El enfrentamiento se mueve ahora de estar en un plano discursivo a un plano de la accin concreta y generalizada. No es que ser un mtodo nuevo a aplicarse, sino que toma relevancia y ocupa el primer orden en el sentido de reaccin contra el enemigo. Para Gelman, el consenso que logra Rosas durante los aos de gobierno, ms an entre 1838 y 1842, se debe a su capacidad de ejercer coercin sobre la poblacin. Jorge Myers, en su texto Orden y Virtud se ha propuesto mover los ejes de discusin en torno al complejo sistema de poder que instal Rosas en la Provincia de Buenos Aires. El principal objeto de estudio es el discurso poltico del rosismo entre 1829 y 1852, con dos hiptesis centrales: por un lado, el lenguaje hablado por el rosismo el cual se encuentra dentro de un lenguaje esencialmente republicano y adems, la relacin de este discurso con las prcticas del gobierno en su accionar, que fueron ms complejas de lo que comnmente se cree. En este segundo punto, Myers trae alguna de las hiptesis del Facundo de Sarmiento, donde la visin entre discurso y accin, estaba ms representada en una fuerte dosis de irona y falsedad por parte del rosismo. Para Sarmiento, el discurso federal se intentaba instalar como verdadero en prcticas totalmente opuestas. La complejidad en dicha relacin, lleva a pensar que bajo un criterio de anlisis en clave republicana; aclara mucho ms que la visin sarmientina[endnoteRef:16]. [16: Myers, Jorge; Orden y Virtud. El discurso republicano en el rgimen rosista. UNQ. Bs. As. 2002. Pg. 14. ]

Myers ubica al rgimen de Rosas como el emergente a travs de un largo y contorsionado proceso de una severa crisis de legitimidad que haba afectado a las instituciones polticas tanto de la provincia de Buenos Aires como de otras regiones del pas[endnoteRef:17]. Pero seala que la construccin de dicho rgimen, no fue producto de un proyecto pensado a largo plazo e incluso construido de antemano; sino ms bien edificado de manera gradual, por parches. Ms preocupado en resolver los problemas a corto plazo y a medida que la realidad poltica lo llevara a tomar accin sobre los mismos. Resalta una realidad imbuida de urgencia. Objetivos urgentes a resolver: autoridad pos-revolucionaria y un orden jurdico institucional acorde a las nuevas realidades del Ro de la Plata, instalando un poder Ejecutivo fuerte desde el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. [17: Ibidem. Pg. 18. ]

El autor reconoce que Rosas centraliza su poder en el hecho concreto de ejercer las Facultades Extraordinarias y la Suma del Poder Pblico, pero en su construccin concreta, fueron otros caminos los que el gobernador utiliz para ejercer su poder, tanto dentro de la provincia como fuera de ella: () mediante una eficaz neutralizacin y/o eliminacin de sucesivos rivales (Paz, Quiroga, Lavalle, etc.), por una poltica de beligerancia permanente contra todos los conatos de oposicin, utilizando la guerra civil o su amenaza como arma de gobierno, y por la instrumentacin de mecanismo informales de coercin entre los sectores populares del campo y de la ciudad[endnoteRef:18]. [18: Ibidem. Pg. 20. ]

Coincidiendo con Gelman y otros autores, desde la perspectiva del rosismo, la instalacin del tan ansiado orden, se vio obligado a enfrentar amenazas constantes, tanto en el frente interno como en el externo. En el lenguaje rosista, un punto central donde se hace imperiosa la defensa de la Repblica, es crear la figura del conspirador, cargada de fuertes cuestiones ideolgicas. Esto no era nuevo para el Ro de la Plata, tanto en 1810 con la Revolucin y su etapa inmediata posterior como en la poca rivadaviana; existi un discurso poltico pblico donde la figura del traidor y/o conspirador se haba intentado instalar. El criterio que toma Myers, lo lleva a recrear la figura del conspirador que aparece en la Roma Clsica, cuando peligra la Repblica y son identificados en los discursos y textos de Cicern y Salustio, la figura conspirativa que mostr Catilina en su famosa conjura contra la Repblica. Este conspirador ira ms all que atentar contra un gobierno o contra los mismos integrantes de su propia clase social y poltica; atentara contra la Repblica. Bajo el significado de Repblica, se encuentra el poder delegado por el pueblo, el pueblo es el soberano bajo estas circunstancias. Atentar entonces contra los valores que sta (la Repblica) representa, es atentar contra las mayoras, contra todos. Acabar con la figura de este conspirador, no es solamente resolver un problema entre integrantes de una elite de gobierno o sancionar algunos personajes dscolos que rechazan medidas o formas de gobernar; es acabar con el enemigo del pueblo, el cual ser identificado con la figura del salvaje e inmundo unitario entre otros apelativos. La conspiracin ser vista por el rosismo como una rebelin aristocrtica dirigida a destruir la voluntad soberana del propio Pueblo. La imagen del conspirador en el universo simblico de los rosistas, figura ms como agente del desorden y del escndalo que del absolutismo[endnoteRef:19]. [19: Ibidem. Pg. 54. ]

Ese molde catilinario que los publicistas del rosismo usarn para catalogar a los enemigos, construira una imagen arquetpica del unitario. ste se convertira en ejemplo de subversin del orden. Esta figuracin y estigmatizacin, ira hacia todo aquel que atente contra el orden establecido y el modelo de Repblica rosista. En las fiestas federales, la imagen de grandes figuras representando a militares unitarios como Paz o Lavalle, servirn para que el pueblo, vea la forma de disciplinamiento y lo que ocurrira si ellos actuasen como esos muecos que ahora son quemados en la plaza pblica simulando la personificacin del mismo Judas[endnoteRef:20]. [20: Vase Salvatore, Ricardo; Fiestas Federales: representaciones de la Repblica en el Buenos Aires rosista, Entrepasados, V:11, 1996. Bibliografa BARRENECHE, Osvaldo; Dentro de la Ley, todo. La justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno argentino, Ediciones Al Margen, Bs. As., 2004. BARRENECHE, Osvaldo; Crime and the administration of criminal justice in Buenos Aires, Argentina, 1785-1853. Tesis de doctorado de la Universidad de Arizona, USA, 1997. CAIMARI, Lila; La Ley de los profanes. Delito, Justicia y Cultura en Buenos Aires (1870-1940), FCE, Bs. As., 2007.CAIMARI, Lila; Usos de Foucault en la Investigacin Histrica, D.T.: Nro. 39, Universidad de San Andrs, 2005. DI MEGLIO, Gabriel; Mueran los salvajes unitarios. La mazorca y la poltica en tiempos de Rosas, Editorial Sudamericana, Bs. As., 2007. DI MEGLIO, Gabriel; Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la poltica entre la Revolucin de Mayo y el rosismo, Editorial Prometeo Bicentenario, Bs. As., 2005. FOUCAULT, Michel; Microfsica del poder, Las ediciones de la piqueta, Madrid, Espaa, 1992. FOUCAULT, Michel; Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisin, Editorial Siglo XXI, Bs. As. 2003. GAYOL, Sandra-KESSLER, Gabriel (Comp.); Violencias, delitos y justicia en la Argentina, Editorial Manantial, Bs. As., 2002. GELMAN, Jorge; Rosas estanciero. Gobierno y expansin ganadera, Claves para todos, Centro de Estudios de Historia Argentina, UNLP. GELMAN, Jorge; Rosas bajo fuego. Los franceses, Lavalle y la Rebelin de los Estancieros, Edit. Sudamericana, Bs. As., 2009. GONZLEZ BERNALDO, Pilar; Civilidad y poltica en los orgenes de la Nacin Argentina: las sociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862, FCE, Mxico, 2000. GONZLEZ BERNALDO, Pilar; El levantamiento de 1829 y el rgimen de Rosas. En: Nociones Bsicas de Sociologa, T. Di Tella-C.Lucchini (comp.), Edit. Biblos, Bs. As. 2002. HALPERN DONGHI, Tulio; De la Revolucin de Independencia a la Confederacin rosista, Historia Argentina 3, Editorial Paids, Bs. As., 2000. HALPERN DONGHI, Tulio; Revolucin y Guerra. Formacin de una elite dirigente en la Argentina criolla, Editorial Siglo XXI, Bs. As., 2002. IGLESIA, Cristina; Letras y Divisas. Ensayos sobre literatura y rosismo. Arcos Editor, Bs. As., 2004. IRAZUSTA, Julio; Vida poltica de Juan Manuel de Rosas a travs de su correspondencia, Editorial Andes, Bogot, Colombia. 1975. MRMOL, Jos; Amalia, EUDEBA, Bs. As., 1964. MYERS, Jorge; Orden y Virtud. El discurso republicano en el rgimen rosista. Universidad Nacional de Quilmes, Bs. As., 2002. PAGANI, Rosana-SOUTO, Nora-WASSERMAN, Fabio; El ascenso de Rosas al poder y el surgimiento de la Confederacin (1827-1835), en Goldman, Noem (comp.), Nueva Historia Argentina, Editorial Sudamericana, Bs. As., Tomo III. 1998. RIVERA INDARTE, Jos; Tablas de Sangre, Tomo 3, Edit. El Ateneo, Bs. As., 1930. SAENZ QUESADA, Mara; Mujeres de Rosas, EMECE, Bs. As., 2005. SALVATORE, Ricardo; Fiestas federales: representaciones de la Repblica en el Buenos Aires rosista, Entrepasados, V: 11, 1996. SALVATORE, Ricardo; Expresiones federales: formas polticas del federalismo rosista, en Caudillos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema. EUDEBA, UBA, FFyL, 1998. SALVATORE, Ricardo; Consolidacin del Rgimen Rosista, Nueva Historia Argentina, Editorial Sudamericana, Bs. As., Tomo III. 1998. SALVATORE, Ricardo; Wandering paysanos: state order and subaltern experience in Buenos Aires during the Rosas era; US Durke University Press, Durham, EEUU, 2003. SALVATORE, Ricardo; Subalternidad, derechos y justicia penal, Cap. 2: El poder hegemnico de la ley. Legalidad y cultura poltica en la poca de Rosas, Barcelona, Espaa, Edit. Gedise, 2009. SARMIENTO, Domingo Faustino; Facundo, EUDEBA, Bs. As., 2011. SOLOMIANSKY, Alejandro; Identidades Secretas: la negritud argentina, Beatriz Viterbo Editora, Rosario, Santa Fe, 2003. SZUCHMAN, Mark; Order, family and community in Buenos Aires 1810-1860, Standford University Press, Standford, EEUU, 1988. ]

Es interesante detenerse en el relato que analiza Myers sobre los rasgos definitorios que la propaganda del rosismo asigna al unitario. Primero, en coincidencia con Gelman y Di Meglio, habla de su carcter elitista. Dentro de una sociedad plebeya, cualquier persona ms educada, con mayor grado de instruccin, sera vista como anti popular, extranjerizante y enemiga de un orden visto como democrtico. Los unitarios, cercanos a las nuevas tendencias europeas en lo referente al mundo de la cultura y la poltica; seran vistos como aliados de las potencias extranjeras y de intentar imponer modos y costumbres anti criollos. En segundo lugar, les asignaban caractersticas vinculadas a la rebelin. La prensa rosista resaltaba ciertas caractersticas psicolgicas que atentaban contra el orden vigente. El tercer atributo estipulado a los unitarios y expuesto en la prensa oficial era el de alienados mentales. Un grupo de personas fuera del sistema, sin gusto hacia los buenos valores de la familia cristiana, con furias colricas y faltos de comprensin. Dignas personas para estar encerradas en manicomios o lugares apartados del resto de la sociedad normal.

A modo de conclusin, observamos la existencia de prcticas denunciatorias durante el perodo abordado, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en pueblos de la campaa. Estas pueden ser consideradas como parte de la organizacin del poder del Estado rosista. Una estructura que se bas en un entramado de control y disciplinamiento social encausado por el sistema de polica, la Sociedad Popular Restauradora y la Mazorca, junto a los propios vecinos. Se observa que el Estado rosista pudo sostenerse en un espacio disciplinar amplio, utilizando no slo a la propia Polica, sino tambin a instituciones que actuaron fuera de la legalidad, en muchos casos siguiendo el aporte de vecinos delatores. La existencia de esa lnea de exclusin-inclusin que separa al delincuente del ciudadano, al enemigo poltico del buen vecino, la cual no tiene un nico lugar de expresin, sino una variedad de espacios en tensin constante; ya que ms que desaparecer, se observa la profundizacin de un impulso social desde abajo, de una demanda de castigo social hacia personas consideradas enemigos desde el propio lenguaje poltico del poder. Rosas no posey una organizacin disciplinar al estilo moderno, a pesar de tener como principal objetivo la instalacin de un orden institucional, basado en conceptos ligados a la idea de republicanismo. El poder estatal tuvo que valerse de un discurso y guerra propagandstica, eficaz sobretodo en tiempos de peligro. La recepcin de este discurso por parte de la poblacin, signific un apoyo por parte de algunos sectores de la sociedad, lo cual segn varios autores convirti al enfrentamiento entre federales y unitarios en una cuestin de clase.Durante su segundo gobierno, Rosas supo movilizar las capacidades del Estado Provincial para crear una prctica de control social efectiva sobre las personas. Siempre intent encuadrar bajo su rbita a la elite disconforme y enemiga del gobierno. Por otro lado, el control sobre la plebe fue constante y supo utilizarla en beneficio propio cuando su gobierno se vio amenazado por enemigos contra el sistema. La misma literatura anti rosista de la poca, si bien est cargada de una marcada imaginacin, seala el papel de relevancia que tenan algunos personajes como las negras empleadas domsticas en el trabajo de denunciar, basndose en ciertas caractersticas o escuchas. La represin por parte del rgimen tuvo pocas de mayor actividad, donde la persecucin hacia los enemigos polticos se mezcl con el accionar contra los delitos o pleitos comunes (robos, etc.) Estos ltimos, si bien no son el objeto de estudio del presente trabajo, nos servirn para estudiar la metodologa de la polica y los distintos aspectos de la justicia del rosismo. Los mtodos represivos, de vigilancia sobre reuniones opositoras y denuncias policiales, recrudecieron a medida que avanz el perodo. La situacin se agrav luego de estallar el conflicto franco-argentino que llev al bloqueo del puerto de la ciudad de Buenos Aires. A pesar que 1840 es un ao donde se observa un mayor nmero de liberaciones de presos polticos, ese ao es considerado por varios autores como el ao del terror. Fueron frecuentes los casos de unitarios destinados al servicio militar y pocos los delincuentes polticos ejecutados hasta el mes de octubre, donde se dan las ejecuciones de gran impacto para la poblacin y ms an, para los enemigos del rgimen, muchos de ellos exiliados en el exterior. Tambin se dieron las mayores confiscaciones al patrimonio de los sectores unitarios. Sin la necesidad de desplegar grandes recursos al aparato represivo, el Estado rosista se vali de las propias redes de sociabilidad existentes para identificar al otro, al diferente, al culpable de delitos, tanto comunes como polticos. La observacin sobre la conducta del vecino, form parte de prcticas encerradas en sistemas de temor hacia la autoridad, inters por obtener ciertos beneficios personales o para la comunidad a la cual pertenecan (como es el caso de sociedades africanas), o solucin de conflictos personales escondidos en hechos sociales motivos de denuncia.

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