politica e tica

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Roitman Rosenmann, Marcos. "Sin principios no hay ética política" en La jornada [México, Distrito Federal] 15 de Febrero de 2015 [en línea] Recuperdado de http://www.jornada.unam.mx/2015/05/22/ (Consultado el 22 de Marzo de 2015)

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Sin principios no hay tica polticaMarcos Roitman RosenmannDomingo 15 de Febrero de 2015

La poltica se ha definido, genricamente, como el arte de lo posible. No es posible negociar sin principios ni valores. Los actores polticos deben reconocerse, defender su proyecto, sea cual fuere su ideologa. La poltica no es un juego que se resuelve en ganar, si para ello se renuncia a la conciencia tica. Sin principios la poltica acaba siendo un conjunto indeterminado de actos tendientes a justificar la indignidad. Baste recordar los acuerdos de San Andrs.

En Espaa, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, aludiendo a Izquierda Unida, sentenci: "Se vive muy cmodo en el 12 por ciento, siendo un partido bisagra del PSOE, siendo fiel a tus principios y sabiendo que vas a ser minoritario". Que un poltico argumente la necesidad de renunciar a los principios y valores bajo el paraguas de ganar a toda costa es inquietante. La moraleja: no vale la pena mantener principios si pierdes.

Me parece que tal opinin muy extendida en el mbito deportivo: no importa jugar mal y ganar nos sita en el mundo donde el quehacer poltico se reduce a gozar del poder por el poder. El EZLN lo aclara magistralmente: En la historieta del poder, el problema de la relacin entre la moral y la poltica es ocultado (o desplazado) por el de la relacin entre poltica y xito, y entre poltica y eficacia. Maquiavelo resucita en el argumento de que, en poltica, la moral superior es la eficacia y la eficacia se mide en cuotas de poder, es decir, en el acceso al poder (...) En consecuencia, ahora hay una tica de la eficacia poltica que justifica los medios que sean necesarios para obtener resultados.

Los principios y los valores marcan la diferencia. En lenguaje cotidiano, no todo puede adscribirse a lgica del poder o conseguir xitos electorales. Los ejemplos no son pocos. Albert Einstein, por principios, renunci a la presidencia de Israel, ofrecida por los sionistas. Emile Zola ese genio de la literatura no claudic y, a pesar de las presiones, escribi Yo acuso, dirigido al entonces presidente de Francia, desenmascarando el amao de juicio contra el teniente Dreyfus, acusado de traicin a la patria. Su actitud le vali el exilio. Sin embargo, descart vender ms libros y gozar de la fama a cambio de su silencio.

Salvador Allende tampoco renunci a sus principios ni acept chantajes a cambio de seguir en el gobierno. Fue fiel a la Unidad Popular. Mantuvo sus principios y defendi el programa poltico, muchas veces en contra de su partido, el socialista. Hoy la izquierda mundial lo reconoce como patrimonio universal. Vidas ejemplares donde figuran hombres y mujeres como Scrates, Giordano Bruno, Jos Mart, Rosa Luxemburgo, Tina Modotti, Haydee Santamara o Garca Lorca. Sin olvidarnos de la gente que lucha desde el anonimato poniendo como aval sus principios, conciencia y dignidad. Ellos son un valor agregado abajo y a la izquierda. No se puede renunciar a los principios izando la bandera del pragmatismo electoral, soslayando la memoria histrica, renegando de la conciencia poltica y abandonando los principios ticos en la lucha emancipadora de los pueblos por la democracia y la justicia social.

Los principios, as como los valores ticos del bien comn, la justicia social y la dignidad, son irrenunciables. En Amrica Latina, durante las dictaduras, hubo militares que no aceptaron la ordenanza de ley debida para violar los derechos humanos. Su actitud los enfrent a sus compaeros de armas. Fueron repudiados, expulsados, perseguidos, torturados o asesinados. Pudieron guardar silencio, mirar hacia otro lado y conseguir un ascenso. Sin embargo, prefirieron no traicionar su conciencia. Seguro que tenan miedo, pero no fueron cobardes. Actuaron en consonancia. Saban a lo que se enfrentaban. Vivir acorde con los principios no es fcil. Supone una crtica diaria de lo hecho.

Dnde situar, pues, la afirmacin "vivir en la comodidad de la oposicin y los principios"? El sitio adecuado es la mentira poltica. Federico II, rey de Prusia, convoc en 1778 a un concurso de ensayos bajo el ttulo "Es conveniente engaar al pueblo?" Sostena que era necesario hacerlo en beneficio de la propia gente. Condorcet, rechazando tal afirmacin, aunque sin nimo de presentarse al concurso, respondi a tal felona: "Es imposible concluir un error a partir de una verdad sin haber razonado en falso; o bien que todo razonamiento falso presupone una proposicin falsa. No ser, pues, la verdad la que habr conducido a un error funesto, sino una opinin falsa la que habr conducido a una falsa conclusin". Por tanto, en poltica es mejor decir la verdad que mentir y engaar.

La poltica no se construye desde la mentira o las verdades a medias. Resulta contraproducente, aunque se obtengan rditos inmediatos. La democracia se fundamenta en conceptos ticos del bien comn, justicia social y responsabilidad. Mantiene una relacin unvoca entre lo que se dice y lo que se hace. Acaso no demandamos a los partidos polticos que cumplan su programa? Vivir con principios, mantener la dignidad y no perderla por el camino no es tarea fcil. En eso consiste tener conciencia y levantar un programa emancipador. Otra cosa es justificar lo injustificable a cambio de un puado de votos y del poder. Para ese camino no se necesitan alforjas.

Roitman Rosenmann, Marcos. "Sin principios no hay tica poltica" en La jornada [Mxico, Distrito Federal] 15 de Febrero de 2015 [en lnea] Recuperdado de http://www.jornada.unam.mx/2015/05/22/ (Consultado el 22 de Marzo de 2015)