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De los “Diarios” de Alejandra Pizarnik: “Pensé con tristeza en el lenguaje. ¿Para qué escribo? Respondí con una escena imaginaria: vivo en el Tíbet, sola, en una choza. Nunca hablo con nadie, pues ignoro el idioma de mis vecinos. ¿Por qué no habla un niño recién nacido? Porque sus deseos y temores son demasiado intensos. El silencio, el llanto y el grito son expresiones del deseo puro. Lo terrible de la conversación: nunca se está preparado para dialogar, no existen ensayos previos, de nada valen las experiencias de otros diálogos. Escribir es mi mayor ingenuidad, es querer contener lo que se desborda… Pero si lo mío es el sueño, es el silencio. Dominio acechado. Entonces, escribir para defenderlo, para merecer mi espacio silencioso. Cada vez que interviene la razón, que me preocupa por leyes de armonía –heredadas o no-, que escamoteo y sustraigo el caos, la mentira se me vuelve evidente, se aparece como una visión, como si fuera una revelación sobrenatural. La moral es la gramática del deseo. Las palabras no pueden ser vividas como un rostro amado. Las palabras son cosas y las cosas palabras. Al no poder creer en la realidad de las cosas, las nombro y luego creo en sus nombres: el nombre se vuelve real y la cosa nombrada es el fantasma del nombre. Ahora sé por qué escribo poemas tan inmóviles. Es mi sueño de un materialismo del sueño. El desamor, los ojos cerrados, el deseo que se evapora frente a los rostros reales, la sabiduría

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De los “Diarios” de Alejandra Pizarnik:

“Pensé con tristeza en el lenguaje. ¿Para qué escribo? Respondí con una escena imaginaria: vivo en el Tíbet, sola, en una choza. Nunca hablo con nadie, pues ignoro el idioma de mis vecinos.¿Por qué no habla un niño recién nacido? Porque sus deseos y temores son demasiado intensos. El silencio, el llanto y el grito son expresiones del deseo puro.Lo terrible de la conversación: nunca se está preparado para dialogar, no existen ensayos previos, de nada valen las experiencias de otros diálogos.Escribir es mi mayor ingenuidad, es querer contener lo que se desborda… Pero si lo mío es el sueño, es el silencio. Dominio acechado. Entonces, escribir para defenderlo, para merecer mi espacio silencioso.Cada vez que interviene la razón, que me preocupa por leyes de armonía –heredadas o no-, que escamoteo y sustraigo el caos, la mentira se me vuelve evidente, se aparece como una visión, como si fuera una revelación sobrenatural.La moral es la gramática del deseo.Las palabras no pueden ser vividas como un rostro amado.Las palabras son cosas y las cosas palabras. Al no poder creer en la realidad de las cosas, las nombro y luego creo en sus nombres: el nombre se vuelve real y la cosa nombrada es el fantasma del nombre. Ahora sé por qué escribo poemas tan inmóviles. Es mi sueño de un materialismo del sueño.El desamor, los ojos cerrados, el deseo que se evapora frente a los rostros reales, la sabiduría apócrifa de la que se duerme en la espera. ¿Para qué tanta espera? Para llegar al día de hoy, a mi voz que habla para no decir. Deseo muerto, compañero traidor. Hablábamos con palabras vivas y he aquí las sombras repentinamente.Pero habrá un tiempo para los cuerpos enlazados y un tiempo para salvar las distancias olvidadas. Y aprenderás a reconciliarlos, a reconciliarte.”.