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    Peter Singer tica prctica

    Captulo 10

    El medio ambienteUn ro se agita por barrancos selvticos y desfiladeros rocosos hacia el mar. Lacomisin hidroelctrica del estado ve el agua caer como energa sin explotar.Construir una presa a travs de uno de los desfiladeros proporcionara tres aosde empleo para un millar de personas, y un trabajo para un perodo ms largopara veinte o treinta. La presa almacenara agua suficiente para asegurar que elestado pudiera satisfacer econmicamente sus necesidades de energa para laprxima dcada. Esto estimulara el establecimiento de industrias queconsumen mucha energa, las que a su vez contribuiran a la creacin de

    empleo y al crecimiento econmico.El accidentado terreno del valle del ro lo hace slo accesible para los que estnms en forma, pero, no obstante, es un lugar magnfico para ir de excursin. Elmismo ro atrae a los que se atreven a deslizarse por sus rpidos en balsas.Adentrndose en los valles protegidos hay bosques de raros pinos Huon,muchos de ellos con ms de mil aos. Los valles y desfiladeros son el hogar demuchas aves y animales, entre los que se encuentra la especie, en peligro deextincin, del ratn marsupial, la cual rara vez se ha visto fuera de este valle.Puede que tambin haya otras plantas y animales raros, pero nadie lo sabe, yaque los cientficos todava han de investigar la regin completamente.

    Se debera construir la presa? ste es un ejemplo de una situacin en la quetenemos que elegir entre grupos muy diferentes de valores. La descripcin sebasa vagamente en una propuesta de presa en el ro Franklin, en el suroeste dela isla de Tasmania, estado australiano del mismo nombre. (El resultado de lapropuesta lo podemos encontrar en el captulo 11, pero deliberadamente hemodificado algunos detalles, por lo cual la descripcin anterior hay queconsiderarla como un caso hipottico). La eleccin entre diferentes valores sepoda haber planteado igual de bien utilizando otros muchos ejemplos: laexplotacin de bosques vrgenes, construir una fbrica de papel que arroje

    agentes contaminantes en la costa, o abrir una nueva mina al borde de unparque nacional. Un grupo diferente de ejemplos planteara temas relacionados,pero algo diferentes: la utilizacin de productos que contribuyan a la reduccinde la capa de ozono, o al efecto invernadero; la construccin de nuevas plantasnucleares; etctera. En este captulo vamos a analizar los valores que sirven debase a los debates sobre estas decisiones, para los que los ejemplos que hemosvisto pueden servir como punto de referencia. Nos centraremos particularmenteen los valores en juego en las polmicas sobre la conservacin de las zonassalvajes o vrgenes puesto que aqu son ms evidentes los valoresfundamentalmente diferentes de las dos partes. Cuando hablamos de anegar el

    valle de un ro, la eleccin que se nos presenta est totalmente clara.

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    En general, se puede decir que los que estn a favor de la construccin de lapresa estn valorando el empleo y una mayor renta per cpita para el estadopor encima de la conservacin de una zona salvaje, de plantas y animales(tanto comunes como pertenecientes a especies en peligro de extincin), y deoportunidades para realizar actividades de recreo al aire libre. Sin embargo,

    antes de empezar a profundizar en los valores de los que construiran la presa yde los que no lo haran, analicemos brevemente los orgenes de las actitudesmodernas hacia el mundo natural.

    La tradicin occidental

    Las actitudes occidentales hacia la naturaleza surgieron de la combinacin delas del pueblo hebreo, como se representaban en los primeros libros de laBiblia, y la filosofa de los antiguos griegos, particularmente la de Aristteles. Encontraste con otras tradiciones antiguas, por ejemplo la de la India, tanto para

    la tradicin hebrea como la griega los seres humanos eran el centro deluniverso moral, de hecho no slo el centro, sino a menudo la totalidad de losrasgos moralmente importantes de este mundo.

    El relato bblico de la creacin, en el Gnesis, deja clara la posicin hebrea dellugar especial que ocupan los seres humanos en el plan divino:

    Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestraimagen, conforme a nuestra semejanza; y seoreeen los peces del mar, en las aves de los cielos, enlas bestias, en toda la tierra, y en todo animal quese arrastra sobre la tierra.

    Y cre Dios al hombre a su imagen, a imagen deDios lo cre; varn y hembra los cre.

    Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad ymultiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla y seoreaden los peces del mar, en las aves de los cielos, y entodas las bestias que se mueven sobre la tierra.

    Hoy en da los cristianos debaten el significado de esta concesin de "seoro";y los que se interesan por el medio ambiente afirman que debera contemplarseno como una licencia para hacer lo que queramos con otras cosas vivientes,sino como una instruccin para cuidar de ellas, en nombre de Dios, y darcuentas a Dios de cmo las tratamos. Sin embargo, hay poca justificacin en eltexto en s mismo para darle tal interpretacin; y dado el ejemplo que Diospuso cuando ahog a casi todos los animales de la tierra con objeto de castigara los seres humanos por su maldad, no es de extraar que la gente piense queno merece la pena preocuparse porque se vaya a anegar el valle de un ro.Despus del diluvio, hay una repeticin de la concesin de seoro en un

    lenguaje ms siniestro: "El temor y el miedo de vosotros estarn sobre todo

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    animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se muevasobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados".La implicacin es clara: actuar de un modo que cause miedo y pavor a todo loque se mueva en la tierra no es impropio; en realidad es actuar segn decretodivino.

    Los primeros pensadores cristianos influyentes no tenan dudas de cmo sehaba de entender el seoro del hombre. "Tiene Dios cuidado de los bueyes?"pregunt Pablo, en el trascurso de una discusin sobre un mandato del AntiguoTestamento que deca que haba que dejar descansar al buey de uno ensbado, pero era slo una pregunta retrica, l dio por hecho que la respuestadeba ser negativa, y se hubo de explicar el mandato en trminos de beneficiopara los humanos. San Agustn comparti esta lnea de pensamiento:refirindose a relatos del Nuevo Testamento en los cuales Jess destrozaba unahiguera y haca que se ahogara una piara de cerdos, San Agustn explic estosdesconcertantes incidentes diciendo que pretendan ensearnos que

    "abstenerse de matar animales y destrozar plantas es el colmo de lasupersticin".Cuando el cristianismo predominaba en el Imperio Romano, tambin absorbielementos de la actitud de los antiguos griegos haca el mundo natural. Lainfluencia griega fue atrincherada en la filosofa cristiana por el ms grandeescolstico medieval, Santo Toms de Aquino, cuyo trabajo fue la unin de lateologa cristiana con el pensamiento de Aristteles. Aristteles consideraba lanaturaleza como una jerarqua en la que los que tienen menos poder derazonamiento existen por el bien de los que tienen ms:

    Las plantas existen por el bien de los animales, y lasbestias por el bien del hombre: los animalesdomsticos por su uso y comida, los salvajes (o, encualquier caso, la mayora de ellos) por la comida yotros accesorios de la vida, tales como el vestido ydiversas herramientas.

    Puesto que la naturaleza no hace nada en vano o sinningn fin, es innegablemente cierto que ha creadoa todos los animales por el bien del hombre.

    En su principal obra, la Summa Theologica, Santo Toms de Aquino sigui estepasaje de Aristteles casi al pie de la letra, aadiendo que esta posicin seatiene al mandato de Dios, como consta en el Gnesis. En su clasificacin de lospecados, Santo Toms slo tiene lugar para los pecados contra Dios, nosotrosmismos o nuestros vecinos. No hay posibilidad de pecar contra animales nohumanos o contra el mundo natural.ste fue el pensamiento de la corriente principal del cristianismo durante almenos sus primeros ocho siglos. Hubo espritus ms moderados, naturalmente,como San Basilio, Juan Crisstomo y San Francisco de Ass, pero para la mayorparte de la historia cristiana, no han tenido ningn impacto relevante en la

    tradicin dominante. Por tanto, vale la pena hacer hincapi en los rasgosprincipales de esta tradicin occidental dominante, puesto que stos pueden

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    servir como punto de comparacin cuando discutimos diferentes puntos devista sobre el entorno natural.Segn la tradicin occidental dominante, el mundo natural existe para elbeneficio de los seres humanos. Dios dio al ser humano seoro sobre el mundonatural, y a Dios no le importa cmo lo tratemos. Los seres humanos son los

    nicos miembros moralmente importantes de este mundo. La naturaleza en smisma no tiene ningn valor intrnseco, y la destruccin de plantas y animalesno puede ser pecaminosa, a menos que con esta destruccin se haga dao aseres humanos.Aunque esta tradicin sea dura, no excluye una preocupacin por laconservacin de la naturaleza, siempre y cuando esa preocupacin puedarelacionarse con el bienestar humano. Claro est que normalmente se puederelacionar. Uno podra, totalmente dentro de los lmites de la tradicinoccidental dominante, oponerse a la energa nuclear sobre la base de que elcombustible nuclear, tanto en bombas como en centrales, es tan peligroso para

    la vida humana que es mejor dejar el uranio en la tierra. De manera similar,muchos argumentos en contra de la polucin, la utilizacin de gasesperjudiciales para la capa de ozono, la quema de combustibles fsiles, y ladestruccin de los bosques podran expresarse en trminos del dao queproducen en la salud y el bienestar humano por parte de los agentescontaminantes, o los cambios climticos que se producirn como consecuenciade la utilizacin de combustibles fsiles y la prdida de bosque. El efectoinvernadero por tomar slo un ejemplo del peligro que acecha nuestro medioambiente amenaza con traer consigo un aumento en el nivel del mar queinundar reas costeras bajas, entre ellas el frtil y densamente poblado delta

    del Nilo en Egipto y la regin del delta bengal, que cubre el 80% deBangladesh y que ya ha estado sujeta a violentas tormentas estacionales quecausan inundaciones desastrosas. Tan slo en estos dos deltas estn en peligrolos hogares y el sustento de 46 millones de personas. Un aumento en el niveldel mar podra tambin borrar del mapa islas enteras como las Maldivas, ya queninguna de ellas se encuentra a ms de uno o dos metros sobre el nivel delmar. Por tanto, es evidente que incluso en el marco de una moral centrada enel ser humano, la conservacin del medio ambiente tiene un valor de la mayorimportancia posible.Desde el punto de vista de una forma de civilizacin basada en cultivar la tierray ofrecer pasto a los animales, las zonas vrgenes pueden parecer una manerade desperdiciar la tierra, un rea intil que necesita ser despejada para que seaproductiva y valiosa. Hubo un tiempo en que las poblaciones rodeadas detierras de labranto parecan oasis de cultivo entre los desiertos de bosques olas accidentadas laderas de montaas. Ahora, sin embargo, una metforadiferente es ms apropiada: los restos de zonas vrgenes que nos quedan soncomo islas en un mar de actividad humana que amenaza con sumergirlas. Estoda a las zonas salvajes un valor poco frecuente que proporciona la base paraun fuerte argumento en favor de la conservacin, incluso dentro de lostrminos de una tica centrada en el ser humano. Dicho argumento se hacems fuerte an cuando adoptamos un punto de vista a largo plazo. En este

    aspecto tremendamente importante de los valores del medio ambiente noscentraremos ahora.

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    Las generaciones futurasUn bosque virgen es el producto de los millones de aos que han pasado desdeel origen de nuestro planeta. Si se tala, puede que crezca otro bosque, pero lacontinuidad se ha roto. La ruptura en los ciclos de vida natural de las plantas yanimales trae consigo que el bosque no sea nunca igual que hubiera sido si no

    se hubiese talado. Los beneficios que surgen de la tala del bosque empleo,ganancias para los negocios, exportaciones, y cartn y papel para embalar msbarato son beneficios a corto plazo. Incluso si el bosque no se tala, pero seanega para construir una presa que cree electricidad, es probable que losbeneficios duren tan slo una o dos generaciones: despus de eso, una nuevatecnologa har que tales mtodos de generar energa se hagan obsoletos. Sinembargo, una vez que el bosque se tala o se anega, el vnculo con el pasadodesaparece para siempre. ste ser un coste que soportarn todas lasgeneraciones que nos sucedan en este planeta. Es por este motivo por lo quelos especialistas en medio ambiente llevan razn al hablar de las zonas vrgenes

    como un "patrimonio mundial". Es algo que hemos heredado de nuestrosantecesores y que debemos conservar para nuestros descendientes, si es quequerernos que la hereden.En contraste con muchas sociedades humanas ms estables y orientadas en latradicin, nuestro carcter cultural y poltico moderno tiene gran dificultad enreconocer los valores a largo plazo. Los polticos son conocidos por no ver msall de las siguientes elecciones; pero incluso si lo hacen, sus asesoreseconmicos les dirn que deben restarle importancia a cualquier beneficiofuturo hasta el punto de que se pueda fcilmente hacer total caso omiso delfuturo a largo plazo. A los economistas se les ha enseado a aplicar un tipo de

    descuento a todos los bienes futuros. En otras palabras, un milln de dlaresdentro de veinte aos no tiene el valor de un milln de dlares hoy, inclusoteniendo en cuenta la inflacin. Los economistas reducirn el valor del milln dedlares en un porcentaje determinado, normalmente en relacin con los tiposde inters reales a largo plazo. En trminos econmicos esto tiene sentido,puesto que si tenemos mil dlares hoy, podramos invertirlos de manera quevalgan ms, en trminos reales, dentro de veinte aos. Pero el uso de un tipode descuento implica que los valores obtenidos de aqu a cien aos sean muyinferiores, en comparacin a los valores obtenidos hoy; y los valores obtenidosdentro de mil aos apenas cuenten. Esto no es debido a la incertidumbre de sen este planeta habr seres humanos u otras criaturas sensibles en esemomento, sino simplemente debido al efecto acumulativo del tipo de inters enel dinero que se invierte ahora. Sin embargo, desde el punto de vista del valorinapreciable y eterno de las zonas salvajes, aplicar un tipo de descuento nos dauna respuesta errnea. Hay cosas que una vez que se pierden, no se puedenrecuperar con todo el dinero del mundo. Por tanto, justificar la destruccin deun viejo bosque sobre la base de que nos proporcionar unos estupendosbeneficios exportadores no es vlido, incluso aunque pudiramos invertir esosingresos y aumentar su valor de ao en ao; porque sea cual sea la cantidaden la que aumentemos su valor, nunca podr recomprar el vnculo con elpasado que representa el bosque.

    Este argumento no demuestra que no exista ningn tipo de justificacin paratalar cualquier bosque virgen, pero implica que cualquier justificacin que se d

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    debe considerar totalmente el valor de los bosques para las nuevasgeneraciones tanto en el futuro ms remoto como en el ms cercano. Estevalor estar evidentemente relacionado con la importancia biolgica opaisajstica de dicho bosque; pero a medida que disminuyen las verdaderaszonas vrgenes en el planeta, cada parte del mismo cobra importancia, puesto

    que las oportunidades para disfrutar de estas zonas se hacen menores, y sereduce la posibilidad de que se conserve una seleccin razonable de las zonasms importantes.Podemos estar seguros de que las generaciones futuras aprecien las zonasvrgenes? Quiz estn ms contentos sentados en centros comerciales con aireacondicionado, delante de los juegos de ordenador ms sofisticados quepodamos imaginar. Es posible. Pero hay varias razones por las que no hemosde dar demasiada importancia a este posibilidad. En primer lugar, la tendenciaha ido en la direccin contraria: el aprecio por la naturaleza nunca ha sido tangrande como lo es en la actualidad, especialmente entre aquellas naciones que

    han conseguido solucionar sus problemas de pobreza y hambre y les quedanrelativamente pocas zonas salvajes. Las zonas salvajes son valoradas como algode una belleza inmensa, como reservas del conocimiento cientfico que anestn por adquirir, por las oportunidades de recreo que ofrecen, y porque amucha gente simplemente le gusta saber que queda algo natural relativamentepoco tocado por la civilizacin moderna. Si, como todos esperamos, lasgeneraciones futuras son capaces de satisfacer las necesidades bsicas de lamayora de la gente, podemos esperar que en los siglos venideros, ellostambin valorarn la naturaleza virgen por los mismos motivos que nosotros lavaloramos hoy.

    Los argumentos en favor de la conservacin basados en la belleza de las zonassalvajes a veces son tratados como si tuvieran poca importancia debido a queson "meramente estticos". Esto es un error. Hacemos un gran esfuerzo porconservar los tesoros artsticos de las primeras civilizaciones humanas. Es difcilimaginar, por ejemplo, una cantidad de dinero por la que estaramos dispuestosa aceptar la destruccin de las obras del Louvre. Cmo comparamos el valoresttico de las zonas vrgenes con el de las obras del Louvre? Aqu, quiz, eljuicio sea irremediablemente subjetivo, por lo que contar mis propiasexperiencias. He visto las obras del Louvre y de otras muchas grandes galerasde arte en Europa y los Estados Unidos. Creo que tengo un sentido razonablepara apreciar las bellas artes; sin embargo, no he tenido en ningn museoexperiencias que hayan satisfecho mi sentido esttico de la forma en que lo hahecho el pasear por un paraje natural y detenerme para observar la vista quedesde un pico rocoso domina un frondoso valle, o sentarme junto a un arroyoque se desliza por cantos cubiertos de musgo, entre altos helechos que crecena la sombra de una bveda selvtica. No creo que sea el nico porque, paramucha gente, la naturaleza virgen es la fuente de las mayores sensaciones devaloracin esttica, que llegan casi hasta una intensidad espiritual.No obstante, puede que sea cierto que esta valoracin de la naturaleza no seacompartida por gente que viva de aqu a uno o dos siglos. Pero si las zonassalvajes pueden ser la fuente de un disfrute y una satisfaccin tan profundos,

    sera una gran prdida. Hasta cierto punto, el que las futuras generacionesvaloren la naturaleza es cuestin nuestra; o, al menos, es una cuestin en la

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    que podemos influir. Mediante nuestra conservacin de las reas vrgenes,ofrecemos una oportunidad para las generaciones venideras, y con las pelculasy libros que produzcamos, creamos una cultura que podemos entregar anuestros hijos y a los hijos de stos. Si pensamos que pasear por el bosque,con los sentidos armonizados en la valoracin de tal experiencia, es una forma

    de pasar el da que recompensa mucho ms que los juegos de ordenador, o sipensamos que llevar la comida y una tienda de campaa en una mochiladurante una semana mientras caminamos por un paraje natural desarrolla msel carcter que quedarnos viendo la televisin durante el mismo tiempo,entonces tenemos que animar a las generaciones futuras a amar la naturaleza.Si acaban prefiriendo los juegos de ordenador, habremos fracasado.Por ltimo, si conservamos intacta la naturaleza virgen que tenemos ahora, lasgeneraciones futuras al menos tendrn la posibilidad de dejar sus juegos deordenador para ir a ver el mundo que no ha sido creado por los seres humanos.Mientras que si destruimos lo que tenernos, esa posibilidad se habr ido para

    siempre. De la misma forma que con razn nos gastamos grandes sumas enconservar ciudades como Venecia, incluso aunque las generaciones futuraspuede que no estn interesadas en tales tesoros arquitectnicos, debemosconservar la naturaleza incluso aunque sea posible que las generaciones futurasmuestren poco aprecio por ella. As no seremos injustos con estasgeneraciones, como lo han sido con nosotros algunos miembros de lasgeneraciones pasadas, cuyas acciones irreflexivas nos han privado de laposibilidad de ver animales como el dodo, el manat de Steller, o el "lobo"marsupial tasmanio. Debemos tener cuidado de no causar unas prdidas igualde irreparables en las generaciones que nos sucedan.

    Aqu, tambin, el esfuerzo por disminuir el efecto invernadero merece lamxima prioridad. Porque si por "zona salvaje" entendemos esa parte denuestro planeta no afectada por la actividad humana, quiz sea demasiadotarde: puede que no quede ninguna zona salvaje en nuestro planeta. BillMcKibben ha afirmado que reduciendo la capa de ozono e incrementando lacantidad de dixido de carbono en la atmsfera, ya hemos provocado el cambioque se produce en su libro, The End of Nature: "Al cambiar el tiempo, hacemosque cada punto de la tierra est hecho por el hombre y sea artificial. Hemosprivado a la naturaleza de su independencia, lo cual es fatal para su sentido. Laindependencia de la naturaleza es su sentido, y sin l no quedamos nada msque nosotros".ste es un pensamiento profundamente preocupante. Sin embargo, McKibbenno lo desarrolla con objeto de sugerir que podramos abandonar nuestrosesfuerzos para invertir la tendencia. Es cierto que en un sentido del trmino, la"naturaleza" est acabada. Hemos atravesado un momento decisivo en lahistoria de nuestro planeta. Como dice McKibben, "vivimos en un mundo post-natural". Nada puede deshacer eso: el clima de nuestro planeta est bajonuestra influencia. Sin embargo, todava tenemos muchas cosas que valoramosen la naturaleza, y quiz todava sea posible salvar lo que queda.De esta forma, una tica centrada en el ser humano puede ser la base defuertes argumentos en favor de lo que podramos denominar "valores medio

    ambientales". Tal tica no implica que el crecimiento econmico sea msimportante que la conservacin de las zonas vrgenes; al contrario, es bastante

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    compatible con una tica centrada en el ser humano que vea el crecimientoeconmico basado en la explotacin de los recursos irreemplazables como algoque produzca beneficios para la presente generacin, y posiblemente lasiguiente o incluso la otra, pero a un coste que tendrn que pagar todas lasgeneraciones venideras. Sin embargo, a la luz de nuestro anlisis sobre el

    especiesmo en el captulo 3, tambin debera quedar claro que es malolimitarnos a una tica centrada en el ser humano. Ahora nos hace faltaconsiderar desafos ms fundamentales a este enfoque occidental tradicionalsobre temas medio ambientales.Existe valor ms all de los seres sensibles?Aunque se pueden conducir algunos debates sobre temas medio ambientalesimportantes recurriendo slo a los intereses a largo plazo de nuestra propiaespecie, en cualquier exploracin seria de los valores medio ambientales untema central ser la cuestin del valor intrnseco. Ya hemos visto que esarbitrario afirmar que slo los seres humanos tienen valor intrnseco. Si

    encontramos valor en experiencias conscientes humanas, no podemos negarque haya valor en al menos algunas de las experiencias de los seres nohumanos. Hasta qu punto se extiende el valor intrnseco?A todos, ysolamente, los seres sensibles?O ms all del lmite de la sensibilidad?Para analizar esta cuestin sern tiles algunos comentarios sobre la nocin de"valor intrnseco". Algo tiene valor intrnseco si es bueno o deseable en smismo, lo que contrasta con el "valor instrumental", es decir, valor como mediopara alcanzar otro fin o propsito. Nuestra propia felicidad, por ejemplo, tienevalor intrnseco, al menos para la mayora de nosotros, en el sentido de que ladeseamos por s misma. El dinero, por otra parte, tiene slo un valor

    instrumental para nosotros. Lo queremos por las cosas que podemos comprarcon l, pero si naufragramos en una isla desierta, no lo querramos (mientrasque la felicidad sera tan importante para nosotros en una isla desierta como encualquier otro sitio).Ahora volvamos a considerar por un momento el tema de anegar el ro descritoal principio de este captulo. Si la decisin se hubiera de tomar slo sobre labase de los intereses humanos, pondramos en la balanza los beneficioseconmicos de la presa para los ciudadanos del estado frente a la prdida quesupondra para excursionistas, cientficos y otras personas, tanto ahora comoen el futuro, que valoran la conservacin del ro en su estado natural. Ya hemosvisto que como este clculo incluye a un nmero indefinido de generacionesfuturas, la prdida del ro salvaje supone un coste mucho mayor del que en unprincipio podramos imaginar. Incluso as, una vez que ampliemos la base denuestra decisin ms all de los intereses de los seres humanos, tenemosmucho ms que poner frente a los beneficios econmicos de construir la presa.Dentro de los clculos deben ahora ir los intereses de todos los animales nohumanos que viven en el rea que ser anegada. Puede que unos pocos seancapaces de emigrar a una zona vecina que resulte adecuada, pero la naturalezano est llena de huecos libres a la espera de un ocupante. Si hay territorio quepueda mantener a un animal autctono, lo ms probable es que ya estocupado. Por tanto, la mayora de los animales que viven en el rea inundada

    morirn: o bien de hambre o se ahogarn. Como ni ahogarse ni morirse dehambre son maneras fciles de morir, al sufrimiento que trae consigo estas

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    muertes no debera, como ya hemos visto, drsele menos importancia de la quedaramos a un sufrimiento equivalente experimentado por un ser humano. Estoaumenta de forma significativa la importancia de las consideraciones contra laconstruccin de la presa.Y, qu hay del hecho de que mueran animales, independientemente del

    sufrimiento que experimentarn al morir? Como ya hemos visto, se puede, sinser culpable de discriminacin arbitraria por motivos de especie, considerar lamuerte de un animal no humano que no sea persona menos importante que lamuerte de una persona, puesto que los humanos tienen la capacidad de prevery planear el futuro que no tienen los animales no humanos. Esta diferenciaentre causar la muerte a una persona y a un ser que no sea persona no quieredecir que la muerte de un animal que no sea persona debera tratarse comoalgo sin importancia. Al contrario, los utilitaristas toman en consideracin laprdida que la muerte causa en los animales: la prdida de toda su futuraexistencia, y las experiencias que hubieran tenido en sus vidas futuras. Si la

    propuesta de una presa trajera como consecuencia la inundacin de un valle yla muerte de miles, o quiz millones, de criaturas sensibles, a estas muertes seles debera dar una gran importancia sea cual sea la evaluacin de los costes ybeneficios que resulten de la construccin de dicha presa. Adems, para losutilitaristas que aceptan la posicin total analizada en el captulo 4, si la presadestroza el hbitat en el que viven los animales, es pertinente que esta prdidasea continua. Si la presa no se construye, se supone que los animalescontinuarn viviendo en el valle durante miles de aos, experimentando susplaceres y dolores caractersticos. Se podra cuestionar si la vida para losanimales en un ambiente natural les produce un excedente de placer por

    encima del dolor, o de satisfaccin por encima de la frustracin de preferencias.Llegados a este punto, la idea de evaluar los beneficios es casi absurda; peroeso no quiere decir que la prdida de futuras vidas animales debieradescartarse a la hora de tomar nuestra decisin.Sin embargo, puede que eso no sea todo. Deberamos tambin darimportancia no slo al sufrimiento y a la muerte de animales individuales, sinoal hecho de que toda una especie pueda desaparecer? Qu ocurre con laprdida de rboles que han estado ah miles de aos? Cunta importancia sitiene alguna hemos de dar a la conservacin de los animales, las especies, losrboles y el ecosistema del valle, independientemente de los intereses quetengan los seres humanos tanto econmicos como cientficos o de recreoen su conservacin?Aqu nos encontramos con un desacuerdo moral fundamental: un desacuerdosobre la clase de seres que deben tenerse en cuenta en nuestrasconsideraciones morales. Veamos lo que se ha dicho en favor de extender latica ms all de los seres sensibles.

    Veneracin por la vidaLa posicin tica desarrollada en este libro es una extensin de la tica de latradicin occidental dominante. Esta tica extendida traza la lnea de divisin dela consideracin moral alrededor de todas las criaturas sensibles, pero dejaotros seres vivientes fuera de dicha lnea. Anegar los antiguos bosques, la

    posible prdida de una especie entera, la destruccin de varios ecosistemascomplejos, la obstruccin del mismo ro salvaje, y la prdida de esos

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    desfiladeros rocosos son factores a tener en cuenta slo en cuanto que afectande forma negativa a las criaturas sensibles. Es posible una ruptura ms radicalcon la posicin tradicional? Se puede demostrar que todos o algunos de estosaspectos de la inundacin del valle tengan valor intrnseco, de manera que hayaque tenerlos en cuenta independientemente de sus efectos sobre los seres

    humanos o los animales no humanos?Extender una tica de forma admisible ms all de los seres sensibles es tareadifcil. Una tica basada en los intereses de las criaturas sensibles se encuentraen un terreno familiar. Las criaturas sensibles tienen necesidades y deseos. Lapregunta "Qu se siente al ser una zarigeya que se est ahogando?" almenos tiene sentido, incluso aunque sea imposible que demos una respuestams precisa que "Debe ser horrible". Para alcanzar decisiones morales queafecten a las criaturas sensibles, podemos intentar aadir los efectos que lasdiferentes acciones tienen en todas las criaturas sensibles afectadas por lasacciones alternativas que se abren ante nosotros. Esto nos proporciona al

    menos alguna gua aproximada de lo que podra ser lo correcto. Pero no haynada que se corresponda con lo que significa ser un rbol que agoniza debido aque sus races se han inundado. Una vez que dejemos a un lado los interesesde las criaturas sensibles como nuestra fuente de valores, dnde encontramoslos valores? Qu es bueno o malo para las criaturas no sensibles, y por quimporta?Se podra pensar que mientras nos limitemos a las cosas vivientes, la respuestano es difcil de encontrar. Sabemos lo que es bueno o malo para nuestrasplantas del jardn: el agua, el sol y el abono son buenos; el calor o el froextremo son malos. Lo mismo se puede aplicar para las plantas de cualquier

    bosque o zona salvaje.Entonces, por qu no considerar su florecimiento como bueno en s mismo,independientemente de su utilidad para las criaturas sensibles?Un problema es que sin intereses conscientes que nos guen, no tenemos formade evaluar la importancia relativa que hay que dar al florecimiento de diferentesformas de vida. Tiene ms valor conservar un pino Huon de dos mil aos queuna mata de hierba? La mayora de la gente dira que s, pero ese criterioparece tener ms que ver con nuestros sentimientos de admiracin por la edad,tamao y belleza del rbol, o con la cantidad de tiempo que hara falta parareemplazarlo, que con nuestra percepcin de un cierto valor intrnseco en elflorecimiento de un rbol viejo que no tiene una joven mata de hierba.Si dejamos de hablar en trminos de sensibilidad, la lnea divisoria entre losobjetos vivientes y los objetos naturales inanimados se hace ms difcil dedefender. Sera realmente peor talar un rbol viejo que destrozar una preciosaestalactita que ha tardado incluso ms en crecer? Con qu criterio se podraemitir ese juicio? Probablemente la mejor defensa conocida de una tica que seextiende a todas las cosas vivientes es la que hace Albert Schweitzer. La fraseque utiliz, "veneracin por la vida", se cita a menudo; los argumentos que lofrece en defensa de tal posicin son menos conocidos. Este pasaje es uno delos pocos en los que defendi su tica:

    La verdadera filosofa debe comenzar con los hechosms inmediatos y comprensivos de la conciencia. Y

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    esto se puede formular de la siguiente forma: "Yosoy vida que desea vivir, y existo en medio de lavida que desea vivir" . .. Como en mi propio deseode vivir hay ansia de ms vida, y de esa misteriosaexaltacin de la voluntad que se denomina placer, y

    terror frente a aniquilacin y esa herida en el deseode vivir que se denomina dolor; lo mismo se obtieneen todo el deseo de vivir que me rodea, bien si seexpresa para mi comprensin, o bien si permaneceen silencio.

    Por tanto, la tica consiste en esto, que yoexperimente la necesidad de practicar la mismaveneracin por la vida hacia todo deseo de vivir, quehacia la ma propia. De ah que ya tenga el

    fundamental y necesario principio de moralidad. Esbueno mantener y amar la vida; es malo destruirla ydetenerla. Un hombre es realmente tico slocuando obedece a la turbacin que se le presentapara ayudar a toda vida que es capaz de auxiliar, ycuando se desva para evitar daar a algo viviente.l no pregunta hasta qu punto esta o aquella vidamerecen comprensin como valiosa en si misma, nitampoco hasta qu punto es capaz de sentir. Paral, la vida como tal es sagrada. No rompe en

    pedazos el cristal que se refleja en el sol, no arrancauna hoja de su rbol, no rompe una flor, y tienecuidado de no aplastar a ningn insecto al andar. Sitrabaja a la luz de una lmpara en una noche deverano, prefiere mantener la ventana cerrada yrespirar aire sofocante, antes que ver cmo caen ensu mesa un insecto tras otro con las alas hundidas ychamuscadas.

    Una posicin similar ha sido defendida por el filsofo norteamericanocontemporneo Paul Taylor. En su libro Respect for Nature, Taylor afirma quecada ser viviente "busca su propio bien de su propia manera exclusiva". Unavez que entendamos esto, veremos a todos los seres vivientes "como nosvemos a nosotros mismos" y por tanto "estamos preparados para darle elmismo valor a su existencia del que damos a la nuestra".No est claro cmo debemos interpretar la posicin de Schweitzer. Sureferencia al cristal es desconcertante, ya que el cristal no tiene vida enabsoluto. Sin embargo, dejando esto a un lado, el problema que surge con lasdefensas que ofrecen tanto Schweitzer como Taylor para sus posturas ticas esque utilizan el lenguaje de una forma metafrica y luego plantean susargumentaciones como si lo que hubieran dicho fuera literalmente cierto. Quiz

    a menudo hablemos de plantas que "buscan" agua o luz para sobrevivir, y estaforma de pensar en las plantas facilita el que aceptemos hablar de su "deseo de

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    vivir", o de que "busquen" su propio bien. Pero una vez que nos detenemos areflexionar sobre el hecho de que las plantas no tienen conciencia y no puedenactuar de una manera intencionada, es evidente que todo este lenguaje esmetafrico. Tambin podramos decir que un ro busca conseguir su propio bieny lucha por alcanzar el mar, o que el "bien" de un misil consiste en explotar

    junto con su objetivo. Schweitzer nos lleva a engao cuando intentapersuadirnos de que existe una tica de veneracin para toda vida al referirseal "ansia", "exaltacin", "placer" y "terror", ya que las plantas no puedenexperimentar ninguna de estas sensaciones.Adems, en el caso de plantas, ros y misiles, es posible dar una explicacinpuramente fsica de lo que ocurre; y en ausencia de conciencia, no existe unabuena razn por la cual debamos tener un mayor respeto por los procesosfsicos que gobiernan el crecimiento y la descomposicin de las cosas vivientesque por los que gobiernan las cosas no vivientes. Puesto que esto es as,cuando menos no es evidente el motivo por el cual debemos venerar ms a un

    rbol que a una estalactita, o a un organismo unicelular que a una montaa.Ecologa profundaHace ms de cuarenta aos el ecologista norteamericano Aldo Leopold escribique exista la necesidad de una "nueva tica", una "tica que tratara de lasrelaciones del hombre con la tierra y los animales y las plantas que crecen enella". La "tica de la tierra" que propuso, extendera "los lmites de lacomunidad hasta incluir suelos, aguas, plantas y animales o, de forma colectiva,la tierra". El incremento de la preocupacin por la ecologa a principios de losaos setenta condujo a un resurgimiento del inters por este tema. El filsofonoruego Arne Naess escribi un artculo breve, pero muy influyente, en el cual

    distingua entre extremos "profundo" y "superficial" dentro del movimientoecologista. La forma de pensar ecolgica superficial se limitaba al marco de lamoral tradicional; los que pensaban de esta manera luchaban por evitar lacontaminacin en nuestro suministro de agua para que bebiramos agua sana,y queran conservar la naturaleza para que la gente pudiera seguir disfrutandode sus paseos por ella. Los ecologistas profundos, por otra parte, queranconservar la integridad de la biosfera por su propio bien, sin tener en cuenta losposibles beneficios que los seres humanos podran conseguir al adoptar esaactitud. Posteriormente, varios escritores ms han intentado desarrollar algunaforma de teora medio ambiental "profunda".Mientras que la veneracin por la tica de la vida pone nfasis en losorganismos vivientes individuales, las propuestas por una tica ecolgicaprofunda tienden a tomar algo ms grande como el objeto de valor: especies,sistemas ecolgicos, incluso la biosfera en su conjunto. Leopold resumi lasbases de su nueva tica de la tierra de la siguiente forma: "Una cosa est biencuando tiende a conservar la integridad, estabilidad y belleza de la comunidadbitica. Est mal cuando tiende en sentido contrario". En un documentopublicado en 1984, Arne Naess y George Sessions, un filsofo norteamericanoinvolucrado en el movimiento ecolgico profundo, establecieron variosprincipios para una tica ecolgica profunda, empezando por los siguientes:

    El bienestar y la prosperidad de la Vida humana y nohumana sobre la Tierra tienen valor en s mismos

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    (sinnimos: valor intrnseco, valor inherente). Estosvalores son independientes de la utilidad del mundono humano para los fines humanos.

    La riqueza y diversidad de formas de vida

    contribuyen a la realizacin de estos valores ytambin son valores en s mismos.

    Los humanos no tienen derecho a reducir estariqueza y diversidad a menos que sea para satisfacernecesidades vitales.

    Aunque estos principios se refieren slo a la vida, en el mismo documentoNaess y Sessions dicen que la ecologa profunda utiliza el trmino "biosfera" deuna manera ms global, para referirse tambin a las cosas no vivientes tales

    como ros (cuencas), paisajes y ecosistemas. Dos australianos que trabajan enla tendencia profunda de la tica medio ambiental, Richard Sylvan y ValPlumwood tambin extienden su tica ms all de los seres vivientes,incluyendo en ella la obligacin de "no poner en peligro el bienestar de losobjetos o sistemas naturales sin un buen motivo".En la seccin anterior cit la afirmacin de Paul Taylor en el sentido de quedebemos estar dispuestos no slo a respetar toda cosa viviente, sino a dar elmismo valor a la vida de toda cosa viviente que damos a la nuestra. ste es untema corriente entre los ecologistas profundos, a menudo extendido ms allde las cosas vivientes. En Deep Ecology, Bill Devall y George Sessions defienden

    una forma de "igualitarismo biocntrico":La intuicin de la igualdad biocntrica consiste enque todas las cosas de la biosfera tienen igualderecho a vivir a florecer y a alcanzar sus propiasformas individuales de desdoblamiento y auto-realizacin dentro de la mayor Auto-realizacin. Estaintuicin bsica consiste en que todos losorganismos y entidades de la ecosfera, como partesde un todo interrelacionado, tienen igual valorintrnseco.

    SI, como esta cita parece sugerir, esta igualdad biocntrica descansa en una"intuicin bsica", se enfrenta con algunas intuiciones fuertes que apuntan ensentido contrario como, por ejemplo, la intuicin de que los derechos a "vivir yflorecer" de los humanos adultos normales deben preferirse a los de lalevadura, y los derechos de los gorilas a los de la hierba. Sin embargo, si de loque se trata es de que tanto los humanos como los gorilas, la levadura y lahierba son todos partes de un todo interrelacionado, todava se puedecuestionar cmo esto establece que tienen igual valor intrnseco. Se debe aque todo ser viviente juega su papel en un ecosistema del cual todos dependen

    para su supervivencia? Pero, en primer lugar, si esto demostrara que losmicroorganismos y las plantas tienen valor intrnseco en su conjunto, no aporta

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    nada sobre el valor de los microorganismos o plantas individuales, puesto queno se necesita ningn individuo para la supervivencia del ecosistema en suconjunto. En segundo lugar, el hecho de que todos los organismos sean partede un todo interrelacionado no implica que todos tengan valor intrnseco, ymucho menos igual valor intrnseco. Puede que tengan valor slo porque sean

    necesarios para la existencia del conjunto, y el conjunto puede que tenga valorslo porque apoya la existencia de los seres conscientes.La tica de la ecologa profunda, por tanto, no ofrece respuestas persuasivas ainterrogantes sobre el valor de las vidas de los seres vivientes individuales. Peroquiz, stas no sean el tipo de preguntas que hay que hacer. Puesto que laciencia de la ecologa se centra ms en los sistemas que en los organismosindividuales, la tica ecolgica podra ser ms admisible si se aplicara a un nivelsuperior, quiz a nivel de especies y ecosistemas. Detrs de muchos intentospor extraer valores de la tica ecolgica a este nivel yace alguna forma deholismo, alguna idea de que las especies o el ecosistema no son solamente un

    grupo de individuos, sino una entidad en su propio derecho. Este holismo sehace explcito en el libro de Lawrence Johnson,A Morally Deep World. Johnsonest dispuesto a hablar de los intereses de una especie, o de un ecosistema, enun sentido que difiere del de la suma de intereses de cada miembro de laespecie, y para afirmar que los intereses de una especie, o un ecosistema,deben tomarse en cuenta, junto con los intereses individuales, en nuestrasreflexiones morales. En The Ecological Self, Freya Mathews sostiene quecualquier "sistema que se realice a s mismo" tiene valor intrnseco en la medidaen que busca mantenerse o preservarse a s mismo. Mientras que losorganismos vivientes son paradigmas de sistemas que se realizan a si mismos,

    Mathews, al igual que Johnson, incluye especies y ecosistemas corno entidadesholsticas o un yo con su propia forma de realizacin. Mathews incluso incluye alecosistema global entero, siguiendo a James Lovelock, al referirse a l con elnombre de la diosa griega de la tierra, Gaia. Sobre esta base ella defiende supropia forma de igualitarismo biocntrico.Existe, por supuesto, una verdadera cuestin filosfica acerca de si una especieo un ecosistema se puede considerar como el tipo de individuo que puede tenerintereses, o un "yo" que se realice; e incluso si puede, la tica ecolgicaprofunda se enfrentar a problemas similares a los que identificamos alconsiderar la idea de la veneracin por la vida. Porque es necesario, no sloque se diga que los rboles, las especies y los ecosistemas tienen intereses,sino que tengan intereses moralmente pertinentes. Si cada uno ha de serconsiderado como un "yo", habr que demostrar que la supervivencia o larealizacin de esa clase de yo tiene valor moral, independientemente del valorque tenga debido a su importancia al sostener vida consciente.En nuestro anlisis sobre la tica de la veneracin por la vida vimos que unaforma de establecer que un inters es moralmente pertinente es preguntarse loque supone para la entidad afectada no tener ese inters satisfecho. La mismapregunta se puede plantear sobre la autorealizacin: qu supone para el yo norealizarse? Dichas preguntas ofrecen respuestas inteligibles cuando se hacensobre seres sensibles, pero no cuando se hacen sobre rboles, especies o

    ecosistemas. El hecho de que, como seala James Lovelock in Gaia: A NewLook at Life on Earth, la biosfera pueda responder a acontecimientos en formas

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    que se parecen a un sistema que se mantiene a s mismo, no demuestra en smismo que la biosfera desee conscientemente mantenerse a s misma.Denominar al ecosistema global con el mismo nombre que la diosa griegaparece una buena idea, pero puede que no sea la mejor manera de ayudarnosa pensar claramente en su naturaleza. De forma similar, a menor escala, no hay

    nada que se corresponda con lo que supone ser un ecosisterna anegado poruna presa, puesto que tal sentimiento no existe. En este aspecto, tanto losrboles corno los ecosistemas y las especies son ms como rocas que comoseres sensibles y, por tanto, la divisin entre criaturas sensibles y no sensiblesconstituye hasta ese punto una base ms firme para un lmite moralmenteimportante que la divisin entre cosas vivientes y no vivientes, o entreentidades holsticas y otras entidades que no se podran considerar comoholsticas. (Sea cuales fueren estas otras entidades: incluso un tomo es,tomado desde el nivel adecuado, un sistema complejo que "busca" mantenersea s mismo).

    Este rechazo de la base tica para una tica ecolgica profunda no implica queel caso de la conservacin de lo salvaje no tenga fuerza. Todo lo que implica esque un tipo de argumentacin la del valor intrnseco de las plantas, especieso ecosistemas es, en el mejor de los casos, problemtica. A menos que sepueda situar en una posicin diferente y ms firme, deberamos limitarnos aargumentos basados en los intereses de las criaturas sensibles, presentes yfuturas, humanas y no humanas. Estos argumentos bastan para demostrar que,al menos en una sociedad en la que nadie necesite destrozar lo salvaje conobjeto de obtener comida para sobrevivir o materiales para protegerse de loselementos, el valor que tiene conservar las zonas importantes de naturaleza

    virgen que quedan sobrepasa en mucho a los valores econmicos que seobtienen con su destruccin.Elaborar una tica del medio ambienteA largo plazo, el conjunto de virtudes ticas ensalzadas y el conjunto deprohibiciones ticas adoptadas por la tica de sociedades especficas, siemprereflejarn las condiciones bajo las cuales se debe vivir y trabajar con el fin desobrevivir. Esta afirmacin queda cerca de ser una tautologa, puesto que si latica de una sociedad no tuviera en cuenta lo que se necesita para sobrevivir,dicha sociedad dejara de existir. Muchos de los principios ticos que hoyaceptamos se pueden explicar en estos trminos. Algunos son universales y sepuede esperar que sean beneficiosos para la comunidad en cualquier condicinen la que viven los humanos. Evidentemente una sociedad en la que a losmiembros de la comunidad se les permite matar con impunidad no serduradera. Por el contrario, las virtudes paternales del cuidado de los hijos, yotras virtudes como la honestidad, o la lealtad hacia el grupo, fomentaran unacomunidad estable y duradera. Otras prohibiciones podran reflejar condicionesespecficas: la prctica entre los esquimales de matar a los padres ancianos queya no pueden valerse por s mismos, se cita a menudo como respuestanecesaria a la vida en un clima muy duro. No cabe duda de que el lento ritmode los cambios en las condiciones climticas o de la emigracin a otras regionesdej tiempo para que los sistemas de tica produjeran los ajustes necesarios.

    Ahora nos enfrentamos a una nueva amenaza para nuestra supervivencia. Laproliferacin de seres humanos, junto con las consecuencias del crecimiento

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    econmico, se parecen a las viejas amenazas de acabar con nuestra sociedad, ytambin con todas las dems. Todava no se ha elaborado una tica que hagafrente a esta amenaza. Algunos principios ticos que tenemos son exactamentelo contrario de lo que necesitamos. El problema, como ya hemos visto, es quelos principios ticos cambian lentamente y es poco el tiempo que nos queda

    para desarrollar una nueva tica del medio ambiente. Dicha tica consideraraque todas las acciones que son perjudiciales para el medio ambiente sonticamente discutibles, y las que son innecesariamente perjudicialessencillamente son malas. Eso es lo que hay de grave en la afirmacin que hiceen el primer captulo sobre que los temas morales que surgen al conducir uncoche son ms serios que los que surgen por una conducta sexual. Para unatica del medio ambiente la virtud supondra guardar y reciclar los recursos, y locontrario sera el despilfarro y el consumo innecesario. Por poner slo unejemplo: desde la perspectiva de una tica del medio ambiente, nuestraeleccin de esparcimiento no es ticamente neutral. Actualmente vemos la

    eleccin entre las carreras de coches y el ciclismo, entre el esqu acutico o elwindsurf, como slo una cuestin de gustos. Sin embargo, hay una diferenciaesencial: las carreras de coches y el esqu acutico requieren el consumo decarburantes fsiles y liberan dixido de carbono a la atmsfera, mientras que elciclismo y el windsurf no. Una vez que nos tomemos en serio la necesidad deconservar nuestro medio ambiente, las carreras de coches y el esqu acuticodejarn de ser una forma aceptable de entretenimiento, al igual que ya no loson hoy las peleas de gallos.Las lneas generales de una verdadera tica del medio ambiente son fciles dediscernir. En su nivel ms fundamental, dicha tica favorece la consideracin de

    los intereses de todas las criaturas sensibles, incluidas sucesivas generacionesque se extienden hacia un futuro lejano. Viene acompaada de una esttica deaprecio por los lugares salvajes y la naturaleza virgen. En un nivel msdetallado, aplicable a las vidas de los moradores de ciudades y pueblos, nofomenta las grandes familias. (Aqu forma un gran contraste con algunascreencias ticas existentes que son reliquias de una poca en la que la tierraestaba mucho menos poblada; tambin supone un contrapeso a la implicacinde la versin "total" del utilitarismo analizada en el captulo 4). Una tica delmedio ambiente rechaza los ideales de una sociedad materialista en la cual elxito se calibra por la cantidad de artculos de consumo que uno puedeacumular. En su lugar, juzga el xito en trminos de las capacidades propias yla consecucin de una realizacin y satisfaccin reales. Promueve la frugalidad,en la medida en que es necesaria para minimizar la contaminacin y asegurarque todo lo que se puede volver a usar se vuelva a usar. Tirar a la ligeramateriales que se pueden reciclar constituye una forma de vandalismo o derobo de nuestra propiedad comn en los recursos del mundo. As, las diversasguas del "consumidor verde y los libros sobre las cosas que podemos hacerpara salvar nuestro planeta reciclar lo que usamos y comprar los productosms medio ambientales que podamos son parte de la nueva tica que senecesita. Incluso pueden resultar slo una solucin provisional, un trampolnhacia una tica en la que se cuestiona la misma idea de consumir productos

    innecesarios. Puede que el windsurf sea mejor que el esqu acutico, pero si

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    seguimos comprando nuevas tablas con el fin de estar a la ltima en el tema dediseos de velas y tablas, la diferencia es slo marginal.Debemos examinar de nuevo nuestro concepto del despilfarro. En un mundobajo presin, este concepto no se limita a una limusina con chofer y champnfrancs. Las vigas que provienen de un bosque suponen un despilfarro, puesto

    que el valor del bosque a largo plazo es mucho mayor que el uso que se hacede las vigas. Los productos de papel desechable son un despilfarro, ya que losviejos bosques de madera dura estn siendo transformados en virutas yvendidos a los fabricantes de papel. "Dar un paseo por el campo en coche"supone un despilfarro de combustible fsil que contribuye al efectoinvernadero. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando escaseaba lagasolina, haba carteles que preguntaban: "Es realmente necesario su viaje?"El llamamiento a la solidaridad nacional contra un peligro visible e inmediatoera muy efectivo. El peligro sobre nuestro medio ambiente es menos inmediatoy mucho ms difcil de ver, pero la necesidad de suprimir los viajes innecesarios

    y otras formas de consumo innecesario es igual de grande.En lo que se refiere a la comida, el mayor despilfarro no est constituido por elcaviar o las trufas, sino por la ternera, el cerdo y las aves de corral. Un 38 porciento de la cosecha mundial de cereales se destina a la alimentacin deanimales, as como grandes cantidades de soja. En este planeta hay tres vecesms animales domsticos que seres humanos. Solamente el peso de los 1.280millones de cabezas de ganado mundial sobrepasa al de la poblacin humana.Mientras observamos con tristeza el nmero de nios que nacen en las partesms pobres del mundo, pasamos por alto la superpoblacin de animales degranja, a la cual nosotros mismos contribuimos. El enorme desperdicio de

    cereal con el que se alimenta a los animales de granja ya se ha mencionado enlos captulos 3 y 8. Eso, sin embargo, es slo parte del dao ocasionado por losanimales que criamos. Los mtodos de cra intensiva que utilizan energa deforma intensiva en las naciones industrializadas son responsables del consumode grandes cantidades de combustibles fsiles. Los fertilizantes qumicos,utilizados para cultivar pienso para el ganado vacuno, los cerdos y las gallinasque se cran en granjas de cra intensiva, producen xido nitroso, otro gas quecontribuye al efecto invernadero. Luego est la prdida de bosques. En todaspartes, a los moradores de los bosques, tanto humanos como no humanos, seles est echando. Desde 1960, el 25 por ciento de los bosques de AmricaCentral han sido talados para el ganado. Una vez talados, los suelos pobrestendrn pasto durante unos cuantos aos; luego los ganaderos tendrn quemarcharse a otra parte, La maleza toma el lugar del pasto abandonado, pero elbosque no volver a existir. Cuando se talan los bosques para que pueda pastarel ganado, se liberan billones de toneladas de dixido de carbono a laatmsfera. Finalmente, se cree que el ganado mundial produceaproximadamente un 20 por ciento del metano liberado a la atmsfera, y elmetano retiene veinticinco veces ms calor del sol que el dixido de carbono. Elabono de las granjas de cra intensiva tambin produce metano ya que, adiferencia del estircol que cae de forma natural en los campos, no sedescompone en presencia del oxgeno. Todo esto nos lleva a una razn

    convincente, adems de la que desarrollarnos en el captulo 3, para seguir unadieta basada mayormente en plantas.

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    El nfasis en la frugalidad y en una vida sencilla no implica que la tica delmedio ambiente desapruebe el placer, sino que los placeres que valora noprovengan de un consumo exagerado, deben provenir de estrechas relacionespersonales y sexuales, de estar cerca de los nios y de los amigos, de laconversacin, del deporte y del esparcimiento que estn en armona con

    nuestro medio ambiente en lugar de daarlo; de una alimentacin que no estbasada en la explotacin de las criaturas sensibles y no tenga corno coste latierra; de la actividad creativa y el trabajo de todo tipo; y (con el debidocuidado para no arruinar lo que tiene valor) de saber apreciar las zonasvrgenes del mundo en que vivimos.