person a jes populares veracruz

Personajes veracruzanos.indd 1 23/08/10 10:28

Personajes populares de Veracruz


Comisin Organizadora del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave para la Conmemoracindel Bicentenario de la Independencia Nacional y del Centenario de la Revolucin Mexicana

Mtro. Fidel Herrera BeltrnGobernador Constitucional del Estado

Dip. Leopoldo Torres GarcaPresidente de la Mesa Directiva

del H. Congreso del Estado

Magdo. Reynaldo Madruga PicazzoPresidente del Tribunal Superior de Justicia

sCONSEJO CONSULTIVO

Dr. Enrique FlorescanoPresidente Ejecutivo

Dr. Porfirio Carrillo CastillaSecretario Ejecutivo

Lic. Domingo Alberto Martnez ResndizSecretario Ejecutivo

Lic. Reynaldo Escobar PrezSecretario de Gobierno

Dr. Vctor Arredondo lvarezSecretario de Educacin

C. ngel lvaro PeaSecretario de Turismo y Cultura

Lic. Salvador Snchez EstradaSecretario de Finanzas y Planeacin

Lic. Ranulfo Mrquez HernndezSecretario de Desarrollo Social y Medio Ambiente

Dr. Ral Arias LovilloRector de la Universidad Veracruzana

Dra. Olivia Domnguez PrezDirectora del Archivo General del Estado

Lic. Sergio Villasana DelfnDirector del Instituto Veracruzano de Cultura

Dip. Fernando Gonzlez ArroyoRepresentante del Poder Legislativo

Magdo. Alejandro Hernndez ViverosRepresentante del Poder Judicial

Gral. Sergio Ayn RodrguezRepresentante de la Secretara de la Defensa Nacional

Vicealm. C.G. DEM. Sergio Javier Lara MontellanoRepresentante de la Secretara de Marina

Dr. Carlos Luna EscuderoRepresentante del Sector Empresarial

Profr. Romeo Ramrez JimnezRepresentante Social

sSUBCOMISIONES

Lic. Miguel Limn RojasEducacin y Cultura

Dr. Arturo Gmez-PompaRecuperacin y Salvaguarda

del Patrimonio Natural, Histrico y Cultural

Mtro. Francisco Arredondo e Ing. Miguel HernndezConservacin y Desarrollo del Espacio Pblico

Lic. Dionisio Prez-Jcome y Arq. Miguel EhrenzweigObras y Proyectos

Antrop. Julio Csar Eloss MoctezumaPreservacin y Desarrollo de los Pueblos Indgenas

Dr. Flix Bez-JorgePublicaciones

Profr. Juan Nicols Callejas y Lic. Salomn BazbazFestejos y Conmemoraciones


Personajes populares de Veracruz

s

Flix Bez-Jorgecoordinador


Primera edicin: 2010

Distribucin mundial

Diseo de portada e interiores: Mnica Zacaras NajjarIlustracin de la portada: retrato de Cirilo Promotor Decena (detalle)

Mario Cruz Tern

D. R. 2010, Comisin Organizadora del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave para la Conmemoracin del Bicentenario de la Independen cia Nacional y del

Centenario de la Revolucin Mexicana / Secretara de Educacin-Gobierno del Estado de Veracruz; km 4.5 Carretera Federal Xalapa-Veracruz, 91190

Xalapa, Veracruz

www.centenariosveracruz.gob.mx

Se prohbe la reproduccin total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-33-0003-2

Impreso en Mxico Printed in Mexico

Bez-Jorge, Flix (coord.) Personajes populares de Veracruz / coord. y prl. de Flix Bez-Jorge ; ed. de

la Comisin Organizadora del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave para la Conmemoracin del Bicentenario de la Independencia Nacional y del Centenario de la Revolucin Mexicana. Mxico : Gobierno del Estado de Veracruz, Secretara de Educacin del Estado de Veracruz, Universidad Veracruzana, 2010

315 p. ; 23 x 17 cm ISBN 978-607-33-0003-2

1. Cultura popular Mxico Veracruz-Llave 2. Mxico Veracruz-Llave Vida y costumbres 3. Mxico Veracruz-Llave Biografas I. Comisin Organizadora del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave para la Conmemoracin del Bicentenario de la Independencia Nacional y del Centenario de la Revolucin Mexicana, ed. II. t.

Library Congress F1391 Dewey 920.00917262 B116p


7Presentacin

a

Flix Bez-Jorge

Los personajes populares arraigan en el imaginario colectivo con cimientos ideacionales un tanto diferentes a los que caracterizan la entronizacin de los protagonistas histricos. Las biografas de las figuras del pueblo crecen en extensin y colorido con suma facili-dad, dado que pueden enriquecerse cotidianamente al amparo de la dinmica que caracteriza la comunicacin oral y la socializacin ayuna de formalidades. Las celebridades histricas, en contraste, se fincan y transitan pausadamente en los imaginarios sociales. Esta diferencia refiere bsicamente al encasillamiento que la educacin formal ejerce sobre los personajes de la Historia, acotamiento que emana de su manejo en los marcos de la historiografa y de su uso poltico en los rituales cvicos. Sin embargo, las diferencias adverti-das entre las figuras de uno y otro tipo no deben entenderse en tr-minos de estricta oposicin. En determinados y sobresalientes casos, una celebridad popular llega a ser registrada como un genuino actor histrico, as como una figura principal de ese campo puede ser asu-mida como imagen popular; tal es el caso de algunos de los persona-jes que se presentan en este libro.

De acuerdo con el orden de ideas antes expuesto, al interesarse en ampliar su conocimiento en torno a los protagonistas que se inclu-yen en esta obra, el lector deber acudir a los veneros de la cultura popular, a las plticas de los innumerables cronistas del acontecer cotidiano, antes que a tratados histricos o a rigurosos ensayos aca-


8dmicos. En efecto, ninguno de los personajes populares perfilados en estas pginas son recordados en los festejos oficiales, prctica que es contraria a la construccin de efemrides acerca de las celebri-dades de la historia. En sentido diferente, su vigencia es parte de los identitarios regionales, estatales o nacionales. Cobijados por el afecto y reconocimiento del pueblo, asumen el papel de referentes que encarnan aoranzas, logros, imgenes vinculadas a los intere-ses colectivos y a sucesos especficos de los ciclos vitales individuales, variables que explican su condicin de ncleos de autoidentificacin que dinamizan la memoria social. A un tiempo distintos y cercanos a la realidad inmediata, son seres de carne y hueso al mismo tiempo envueltos en los claroscuros de la leyenda, condicin que los hace diferentes (pero no ajenos) a las personas ordinarias, sin olvidar que este halo de misterio a veces envuelve tambin a las figuras histri-cas. En todo caso, son individuos verdaderos a los que se han adicio-nado las fantasas y rememoraciones de los dems.

Expresado sin afanes esencialistas, no hay duda de que pueblo es una nocin polisemntica y multicomprensiva, acaso tan inasible como la simblica imagen de Proteo. Su amplio campo significan-te implica oscilacin (y ambigedad) en determinadas operaciones nominativas, toda vez que identifica fenmenos de compleja y su-brayada particularidad, en los que las categoras de tiempo y espacio cumplen funciones de intensidad y grado diverso. Estas categoras inciden en la dinmica inherente a la continuidad y reelaboracin de las manifestaciones culturales propias de la tradicin, y en la di-versidad casi infinita de formas de ordenacin comunitaria que con-llevan funciones transculturativas de variada factura simblica, as como expresiones propias del campo poltico.

Integran esta obra diez sntesis biogrficas de otros tantos per-sonajes populares del estado de Veracruz, cifra que desde luego no agota la enorme cantera de celebridades de este tipo que caracteri-za a la entidad, incuestionable evidencia de imaginarios fascinantes. Luis Arturo Ramos escribi el ensayo en torno a la figura de Santa-


9na Rodrguez Palafox, al que el pueblo llam Santann Rodrguez o el Tigre de Sotavento. Bandolero o alzado, este mulato carismtico fue el azote de los guardias rurales (sangriento flagelo del campesi-nado) galopando en los llanos y las cumbres entre Oaxaca y Vera-cruz. Tiempos convulsos aquellos en los que Porfirio Daz mante-na en un puo a Mxico, mientras Teodoro A. Dehesa funga como jefe poltico de la entidad.

Narrador excepcional, Luis Arturo Ramos se adentra en la cam-paa que el poeta Salvador Daz Mirn organizara para atrapar a Santann, infructuosa accin resumida en certeras lneas que mue-ven a risa: luego de cerca de 45 das de una persecucin para l penosa, el vate desert. En un escueto parte de guerra dirigido al general Ramrez, Daz Mirn enlist el botn producto de su ms cercano encuentro con el enemigo, por si faltara algo, en un sitito llamado El Burro: una cama de tablas, unas chaparreras, un meta-te, diversos cacharros, un tenate con comestibles y varios racimos de pltanos.

En 1922 Hern Proal atemoriz a los casatenientes del puerto de Veracruz al encabezar el Movimiento Inquilinario. Segn lo explica Octavio Garca Mundo, las protestas en contra de las excesivas ren-tas por parte de los activistas revolucionarios se haban quedado en el papel, razn por la cual los inquilinos ms explotados y las pros-titutas son los primeros en oponerse enrgicamente a las altas ren-tas. El citado historiador presenta los puntos crticos de este recor-dado suceso que antes examinara en un ensayo mayor. La figura de Hern Proal se presenta con toda la fuerza que caracteriz sus ra-dicales planteamientos de renovacin social. Si bien este lder naci en Tulancingo (Hidalgo), su militancia poltica en el puerto jarocho lo ha convertido en parte de su imaginario. Arriba a Veracruz en 1903 despus de licenciarse de la Marina Nacional, en la que sirvi a bordo del buque Zaragoza. En 1922 Proal ocup la Secretara Gene-ral de la seccin Veracruz del Partido Comunista Mexicano, convir-tindose en un luchador obrero conocido y respetado. En opinin de


10

Garca Mundo, su quehacer es sinnimo de humanismo, para unos; lder fracasado, hombre de mala ley, para otros. En otras palabras, Hern Proal encarn la utopa en el Veracruz de los aos veinte: Ante las masas en lucha, con su nico ojo sano, brillante, dominaba e impona.

En un ensayo sustentado en informacin de primera mano, Ar-mando S. Lpez Macip examina el quehacer religioso y poltico del controvertido sacerdote orizabeo Rafael Ra lvarez. Aborda con acuciosidad la vinculacin de este clrigo al proyecto pastoral de Ra-fael Guzar y Valencia, quinto obispo de Veracruz canonizado en el ao 2006. Durante su juventud (vehemente orador y polmico escri-tor), Ra lvarez particip activamente en las acciones dirigidas a contrarrestar la poltica anticlerical instrumentada en Veracruz por el gobernador Adalberto Tejeda, en los aos treinta.

La habilidad desplegada por Ra lvarez como prroco en Ori-zaba ocupa varias pginas del escrito de Lpez Macip; detalla las distintas acciones altruistas que lo llevaron a convertirse en un lder social. Destaca a propsito sus actividades orientadas a que en el in-terior de las empresas se instalaran altares y que una vez normaliza-da la situacin en cuanto a la libertad de cultos, se celebraran misas en las plantas industriales en fechas significativas. Se ocupa tambin de sus esfuerzos conciliatorios que lograron el cese de las sangrien-tas pugnas intergremiales entre los obreros de Orizaba. Ra lvarez fund escuelas catlicas, promovi actividades culturales diversas, construy un parque infantil y un teatro, as como la Escuela Nor-mal Nocturna Orizabea. Apoy su trabajo pastoral promoviendo la creacin de congregaciones religiosas en su ciudad natal, campo de su notable liderazgo social, no ajeno a las controversias.

La voz de Toa la Negra (nombre artstico de Antonia del Car-men Peregrino lvarez) llen toda una poca de la cancin romn-tica. Los claroscuros de su vida han sido centro de mltiples relatos legendarios. La mezcla de talento, misterio y circunstancias dice Andrea Lpez Monroy en su artculo la convirtieron en uno de los


11

personajes ms populares de Mxico y de Veracruz. Nacida en La Huaca, bravo y emblemtico barrio del puerto jarocho, la cantante mostr desde muy joven los privilegios de su timbrada voz, con ecos de mar y de bullanga. El texto establece slidos cimientos para em-prender un abordaje biogrfico de mayor alcance. A partir de un examen de las escasas fuentes disponibles, la autora detalla los as-pectos centrales del ciclo vital de Toa, articulado siempre a su que-hacer artstico.

Andrea Lpez Monroy dedica pginas enteras a la vinculacin de Toa la Negra con Agustn Lara, alianza de primera importancia para la historia de la msica romntica mexicana, desarrollada al amparo de la xew, la famosa estacin radiofnica fundada por Emi-lio Azcrraga, empresario que con acierto bautizara a Antonia del Carmen con su nombre artstico. Personaje de indiscutible entraa popular, su inolvidable estilo discreto, casi imperceptible fue con-gruente con su poca. Artista evocada con cario que transit por la vida dejando tras de s una estela de misterios.

Las miradas mltiples contribuyen a establecer en su correcta di-mensin a las figuras populares que el imaginario colectivo constru-ye a partir de la oralidad, como es el caso de Juanote, apodo carioso con el que los xalapeos conocieron a Juan Herrera Vsquez. se es el sentido de los testimonios que Rebeca Bouchez Gmez reuni con un grupo de entusiastas admiradores de este estibador, ejemplo de bonhoma y humildad a toda prueba que casi desde su infancia se dedic a trabajar como cargador de nmero, licencia que otor-gaba el Ayuntamiento. Amigo de hombres de negocios, personaje ligado a la msica, respetado por todas las jerarquas ciudadanas, Juanote encarn la honradez, la responsabilidad y el respeto.

En efecto, segn se seala en uno de los textos que integran esta especie de collage, son muchas las lecciones de vida que este persona-je dej. Se le ubica como ejemplo de la cultura del trabajo. Apegado a la tradicin y a los principios de la convivencia social, su muerte fue llorada por Xalapa. Conoci todos los recovecos de esta ciudad,


12

construyendo su propio espacio al transitarla cotidianamente. Ubi-cado en la calle principal, estaba al alcance del inters colectivo. Ro-berto Williams Garca, Rubn Morante, Lourdes Hernndez Qui-oes, Vidal Elas, Mara Eugenia Domnguez Villegas y Rubn Ricao expresaron sus miradas acerca de Juanote, como resultado del homenaje organizado en el vigsimo aniversario de su muerte. Se incluye tambin un poema de Myra Landou y fotografas de Roy Dudley.

El historiador Bernardo Garca Daz traza los perfiles biogrficos de dos destacados personajes de la cuenca del Papaloapan: el poeta Guillermo Chzaro Lagos y el guitarrista y laudero Cirilo Promo-tor Decena. El teln de fondo de sus textos es la historia cultural de la que fuera la seorial Tlacotalpan, y las vicisitudes que enfrent la re gin durante buena parte del pasado siglo. El son jarocho (gnero musical que gana terreno en las llanuras costeas desde las postri-meras de la poca colonial) anima las pginas dedicadas a estos pro-tagonistas de la cultura popular.

Garca Daz ahonda en la jarocha idiosincrasia de la poesa de Guillermo Chzaro Lagos, observando que sta no fue una adqui-sicin temprana. Sera preciso que transcurrieran ms de cuatro dcadas de su vida y que regresara a la costa veracruzana, a los hmedos llanos ganaderos y a su mtico ro, para que encontrara aquellos que iban a ser los grandes temas de su obra potica. So-bresaliente animador de la cofrada de decimeros, en opinin del autor, el recitar emocionado de Guillermo Chzaro se ha vuelto imprescindible no slo en Tlacotalpan, sino dentro del universo fes-tivo sotaventino. Su obra, observa Garca Daz, ha disfrutado de la difusin que brinda la letra impresa, representa uno de los gran-des valores de la oralidad y de la prdiga escritura del estado de Veracruz.

En el apunte biogrfico de Cirilo Promotor (oriundo de la peque-a congregacin de Mata de Caa) Bernardo Garca Daz destaca sus dotes musicales y su extraordinaria habilidad de artesano cons-


13

tructor de jaranas, que lo llevara a ser reconocido en 1996 como uno de los grandes maestros del arte popular en Mxico y a obtener en 2009 el Premio Nacional de Ciencias y Artes. El autor examina con detalle su estilo de vida muy antiguo, apegado a la naturaleza y a sus ritmos. No slo se trataba de levantarse al alba y acostarse no mucho despus de ponerse el sol [] sino de cambiar las activida-des de acuerdo con los ciclos estacionales y agrcolas que marcaban la poca de siembra y de cosechas. El papel de maestro que Cirilo Promotor ha ejercido en las nuevas generaciones de cultivadores del son jarocho es subrayado por el autor, a partir de su labor en los talleres impartidos en la casa de cultura de Tlacotalpan. Indica en este sentido que con su estilo callado y sobrio, dejara una huella profunda en innumerables ejecutantes, algunos de los cuales se con-sagraran muy tempranamente.

Historiador acucioso de la cultura popular, Horacio Guadarra-ma escribi las semblanzas biogrficas de Luis Pirata Fuente y de Francisco Rivera Paco Pldora, figuras imprescindibles del imagi-nario jarocho. Estrella indiscutible del futbol, bohemio empederni-do aun a costa de su propio desempeo deportivo, el Pirata conci-ta el comentario nostlgico, el anecdotario interminable y, siempre, el calificativo que detalla sus formidables jugadas. Genuino hroe del pueblo, Luis de la Fuente de Hoyos fue un mediocampista na-tural, muy peligroso en el juego areo y dueo de una poderosa patada, espe cialmente con la pierna izquierda. Fue de los primeros futbolistas mexicanos que jugaron en Europa, en el club Racing de Santander, en 1934. Debut en el campeonato mexicano (temporada 1942-1943) con el club Marte. Para los porteos el Pirata se convierte en gran dolo cuando en la campaa 1945-1946 llev al Veracruz a su primer ttulo, y despus a ganar la copa en 1947-1948. El tex-to de Guadarrama pinta de cuerpo entero la imagen carismtica de quien ha sido considerado el ms grande futbolista mexicano, cuya estela deportiva y azarosa vida bien merecen un grueso volumen. El autor transcribe una crnica del notable periodista Francisco Mar-


14

tnez de la Vega (firmada con el seudnimo de Pioquinto) en la que describe su desempeo en un juego internacional: Ver a Fuente es un espectcu lo aparte. Tienen todos sus lances en la cancha un sello especial de calidad, que produce la sensacin en el espectador de que as debiera ser siempre el futbol.

El estudio de la cultura popular del puerto de Veracruz se asocia necesariamente al nombre de Francisco Rivera Paco Pldora, cronis-ta inigualable del que poco se ha escrito. Poeta vernculo, charlista notable, periodista satrico, tena gracia, zumba, pimienta fina, como bien lo anota Horacio Guadarrama en un ensayo ampliamen-te documentado.

Redactaba y lea cada ao el Bando Solemne del Carnaval explica el autor en el cual, adems de dar a conocer pblicamente el testamento de Juan Carnaval y de mandar lnea sobre el com-portamiento a seguir de todos los amantes de las fiestas carnes-tolendas, se pitorreaba sin ambages de las sacrosantas autorida-des locales y de todo aquello que anduviera chueco, ante la presencia de sus amigos de juerga, todos disfrazados.

Las tres obras fundamentales de Paco Pldora son Veracruz en la his-toria y en la cumbancha, con una seleccin de poemas jarochos (1957), Estampillas jarochas (1988) y Sobredosis de humor (1996), en verso. Es-cribi tambin La noche, un cuento corto y los ensayos As naci la bamba y Algo sobre el danzn. Tambin incursion en el tea-tro, escribi varias comedias donde recrea el humor local. Cuando en los aos sesenta Agustn Lara viva en Veracruz con Roco Du-rn, Francisco Rivera participaba en los programas de radio para la xew que se transmitan a control remoto desde la Casita Blanca, mientras fuera de ella la gente suba a los toldos de los automviles y escuchaba en altavoces los programas. A stos eran invitados Pedro Vargas, Toa la Negra, Alejandro Algara y Rebeca, Pepe Guzar y Amparo Montes, entre otros famosos cantantes.


15

Beisbolista estelar, ciudadano cercano a todas las clases sociales, Beto vila marc su huella para siempre en la cosmovisin jarocha. Su nombre es sinnimo de disciplina y esfuerzo dirigidos, con defi-nido propsito, al xito. La aficin mexicana sigui paso a paso su brillante carrera en las Ligas Mayores y en los diferentes circuitos nacionales e internacionales, en particular en 1954, cuando alcanza la cima al obtener la corona de bateo de los Indios de Cleveland. Las primeras andanzas deportivas de Beto vila se ligan a los tiempos legendarios del beisbol en Veracruz, en los que una plyade de pe-loteros cubanos emocionaba a los fanticos de los Rojos del guila. Su destacado desempeo en la Liga Mexicana lo llevara a jugar en Cuba, contexto en el que es apreciado su talento por los buscado-res de las Grandes Ligas. Los habitantes de Veracruz guardan vivo recuerdo del apotetico recibimiento que le brindaran a su arribo en 1954, despus de obtener el ms alto porcentaje con el bate en la Liga Americana.

El ensayo que prepar para este volumen se centra bsicamente en su quehacer deportivo, referido a distintas pocas y escenarios del beisbol. Estas lneas no agotan, desde luego, su ciclo vital que, sin lugar a dudas, merece un estudio de mayor envergadura que debe incluir el detalle de sus mltiples redes sociales, as como el examen de su actividad poltica.

Este libro constituye una muestra significativa de la riqueza del imaginario popular del estado de Veracruz y retrata apenas una pe-quea parte de la rica cantera de personajes que han ganado un sitio en la entraa del pueblo. En cada caso, es evidente que la dimensin de ellos merece el desarrollo de semblanzas biogrficas ms amplias. Dejando a un lado las perspectivas con las que los autores han enfo-cados sus ensayos, estimo que el resultado es til para trazar nuevos derroteros en el estudio de la cultura popular de la entidad, tema que ha merecido escasa atencin en las pesquisas de las disciplinas humansticas en Veracruz.


Bandidos y poetas en los tiempos de don Porfirio

a

Luis Arturo Ramos


imagen i. Escena de revolucionarios a caballo.


19

Procedan los facultativos al reconocimiento de los cadveres emitiendo su informe sobre si estn bien muertos. [Los facultativos responden] que todos presentan lesiones que determinan su muerte inmediata; que se encuentran ya en esta-do de descomposicin [el cual] es el signo ms caracterstico de estar bien muerto.

Diligencias de identificacin de los cadveres de los bandoleros Santana Rodrguez y Eduardo Daz

De Santann a cimarrn Santana Rodrguez Palafox naci al bandidaje en virtud del deter-minismo porfirista y a la fama pblica por obra de las circunstancias que envolvieron su vida. Al margen de sus merecimientos de bandi-do o alzado, su leyenda se cocina en el perol de los medios aderezada por los ingredientes de quienes lo persiguieron y mataron al final de sus siete aos de bandolero, justo a los tres meses de su incipiente aventura revolucionaria.

A pesar de su notoriedad internacional, Santana nunca abandon la feraz extravagancia del paisaje sotaventino, como la igualmente extravagante retrica del periodismo modernista abund en adjeti-var. Santann termin siendo, ms que un smbolo del escarmiento o una tipologa del criminal en descampado, un fenmeno meditico al que las plumas ms intencionadas se regodearon en construir. Con su gavilla de desarrapados usurp durante cinco meses la represen-tacin de la barbarie que el rgimen de Daz intentaba eliminar hasta de la imaginacin ilustrada. Fue en los peridicos capitalinos (y no en los llanos y sierras veracruzanas) donde el Tigre de Sotavento, pa-riente ontolgico de aquel otro felino con residencia en Santa Julia, amenaz la condicin ednica (en trminos econmicos, morales y hasta estticos) de una regin llamada a convertirse en ejemplo de la poca poltica y la mucha administracin.

En tiempos de don Porfirio, los llanos y cumbres de Sotavento ca-ban holgadamente en los pergaminos escriturales de ciertas ilustres


20

familias. El patriarca Teodoro A. Dehesa en ese entonces funga, en estricto orden de importancia, como compadre de don Porfirio y gobernador del estado de Veracruz. Detentaba, como otros pro-pietarios conspicuos, las tres cuartas partes de un territorio donde laboraba como campesinos libres el 78% de la poblacin.

Los que conocieron a Santana lo identifican como mulato y ase-guran que lo marcaban dos cicatrices de lesiones antiguas hechas, al parecer, con instrumentos cortantes. Una, situada tras la oreja iz-quierda; otra, en el dorso del antebrazo del mismo lado, justo arri-ba de la mueca. Tena la mano izquierda menos desarrollada que la derecha y su torso resultaba desproporcionado para el tamao de sus piernas. Ojos aceitunados, pelo negro, nariz afilada y altera-da ligeramente en la parte media. Era de frente espaciosa, abulta da y tena una estatura de ciento noventa y seis centmetros. No por nada lo apodaban Santann. No saba escribir, pero s firmar con su nombre y sus dos apellidos; el segundo de los cuales salido quin sabe de dnde, porque su mam se llamaba Mara y se apellidaba Prez. Santana naci en la hacienda de Horcones, congregacin de Bellavista, municipio de San Juan Evangelista, en el sur del estado de Veracruz, algn impreciso da del mes de julio de 1879. Hasta su temprano matrimonio con una joven de Soteapan (que algunos juzgaron como la ms hermosa de la sierra), cultiv con su madre una pequea parcela y cuid un esmirriado hato de ganado porcino y caballar.

Durante el Porfiriato, hasta cumplir con la ley poda resultar pe-ligroso. Santana Rodrguez es un buen ejemplo de ello porque sus desgracias comenzaron aquel da de mayo de 1903 en que acudi a la tesorera municipal de San Juan Evangelista a pagar el impues-to personal a que estaba obligado todo ciudadano que ganara 35 o ms pesos al mes. Dijo tener veinticuatro aos, ser casado, oficiar de jornalero y vivir en Los Amates, congregacin de la hacienda Buena-vista, propiedad de un gringo de apellido Cokrell y administrada por un estadunidense de nombre Voigt Robert o Roberto Voigt. El caso


21

es que para diciembre del mismo ao, siete meses despus, el diligen-te y cumplido joven Santana fue aprehendido bajo una triple acusa-cin: rapto y estupro en agravio de una joven del lugar, y abigeato. Para entonces, el cuidado de la propiedad privada y la proteccin de la moral y las formas pblicas obligaba a perseguir de oficio los tres delitos. De ellos slo queda registro de la tercera querella. sta la present el administrador de la hacienda Buenavista. A la larga, el chisme vernculo se sublima en la leyenda y sta atribuye a la envidia de Roberto Voigt el origen de las acusaciones. Celoso del capital y la consorte del joven Santana, el administrador urdi el enredo para quedarse con la mujer cuyo nombre an ignoramos. Lo cierto es que sta no volvi a aparecer ni para defender a su marido. La que tra-t de hacerlo fue Mara Prez, madre del indiciado, la cual lleg a la crcel de Acayucan con la multa fijada, aunque demasiado tarde para salvar a su hijo: Santana ya iba de leva rumbo a Oaxaca.

Si bien las causas de la aprehensin parecen oscuras y hasta con-tradictorias, las consecuencias resultan precisas. Santana Rodrguez fue consignado por el robo de una yunta de bueyes, encarcelado en Acayucan y remitido al 25 Batalln Federal de la 9 Zona Militar con sede en Juchitn. Santana desert y fue aprehendido poco tiem-po despus. Cuando escap por segunda ocasin todava ignoraba que sera la huida y no el bandidaje su profesin de vida. Lo que s saba era que slo el monte y la gavilla podran protegerlo como Dios manda. Cuando se incorpor a la banda de Dionicio (sic) Re-yes, afamado ya en la zona como abigeo, haba cumplido cabalmente con todas las asignaturas curriculares de los pobres: acusacin-crcel-leva-desercin-persecucin y robo en colectividad. Pasaran muchos aos antes de que tal categora acabara sustituida por el concepto de delincuencia organizada.

Nadie sabe con certeza lo acontecido durante los aos que Dio-nicio y Santana recorrieron las montaas entre Oaxaca y Veracruz huyendo de los rurales, robando ganado y, posiblemente, asaltando en descampado. El ltimo registro previo a su internacionalizacin


22

como bandido se remonta a 1908 y corre a cargo de su viejo amigo, el tesorero municipal de San Juan Evangelista, el mismo que cinco aos atrs lo vio entrar en su oficina para pagar puntual sus impues-tos y que a partir de tal momento se empecin en recordarlo como un joven alto, delgado, vestido de charro, con semblante risueo, [y] tan humilde y carioso que le inspir condonarle los impuestos atrasados. Frente a l, Santann resumi en un alarde de talento su particular concepto del determinismo social y los alcances del oficio de perseguido:

Crame, seor, que me han hecho ladrn a la fuerza. Rob a don Marcelo Gmez dos mancuernas de vacas por primera vez, inducido por mi amigo Dionicio Reyes, y el producto de la ven-ta lo dediqu a que mi madre fuera a Catemaco a rezarle a la Virgen del Carmen, para que le quitara a la justicia la idea de perseguirme, porque mientras ms estuviera en el monte, ms tena que robar para mantenerme. La justicia an me persigue, y yo sigo metido en el monte, en donde me tiene a sus rdenes como siempre.

De cimarrn a Tigre de SotaventoEl 30 de abril de 1910, un grupo de comerciantes, agricultores y ganaderos envi desde Tlacotalpan de Porfirio Daz un ocurso dirigido al gobernador Teodoro A. Dehesa al considerar:

amenazados sus intereses de campo por el auge y desarrollo de los abigeos y asaltantes en el curso de los ros Papaloapan y San Juan Tesechoacan [] El ltimo asalto y homicidio perpetrado [ocurrido el 6 de marzo] en aguas del ro San Juan, en las ca-noas de Julio Mendoza, por una gavilla bien organizada de fo-ragidos [sic] antes ya conocidos por reincidentes cuatreros. [Por tal motivo] los suscritos, fiados en el celo, patriotismo y justicia de su sana administracin [solicitan] el establecimiento de un


23

cuerpo permanente de Rurales del Estado [] a fin de perse-guir abigeos y ser garanta para las canoas que comercian por estos contornos.

En efecto, el canoero Julio Mendoza, prspero comerciante que vi-sitaba con sus cuatro canoas y ocho remeros los pueblos ribereos comprando, vendiendo e intercambiando productos y mercancas, haba sido asaltado y asesinado (de un disparo que le perfor el cr-neo) por una partida de piratas pluviales. Los rurales acantonados en San Andrs Tuxtla aprehendieron a 29 personas, entre las cua-les se encontraban dos mujeres. Un chicuelo de apellido Daz, al que los rurales colgaron por los pulgares, responsabiliz del crimen a Santann y su gavilla luego de sealar el sitio donde se encontraba enterrado y roto por hacha o cincel [] el cofre de hierro del fina-do Julio Mendoza.

Si la gota que derram el vaso de la preocupacin local escurri desde el ro San Juan, no pasara lo mismo con la que desbord las orillas del recipiente nacional. Esto ocurrira un mes despus, cuan-do Santann, al mando de seis hombres, entre ellos un negro cu-bano, asalt el mismo da (mediante un doble y vertiginoso golpe de mano) la hacienda Buenavista, en Veracruz, y La Pomona, en Oaxaca. En la primera cobr con la vida de su detractor (el gringo para algunos alemn Robert Voigt, que segua administrando la hacienda) aquella vieja cuenta pendiente. En La Pomona perdon la existencia al gerente y sbdito, ste s alemn sin lugar a dudas, Guillermo Gienger. De acuerdo con la nota diplomtica que con fe-cha del 27 de junio remiti el encargado de negocios ad interim de la embajada de Alemania a la Secretara de Estado, con copia a la de Relaciones Exteriores, Santann se apoder de 300 pesos en efecti-vo, una cabalgadura y cosa de doscientos pesos en armas. El dato importa si se toma en cuenta el confesado inters del bandolero por abandonar la causa del bandidaje en favor de la que deseaba hacer suya, y a la que se incorporara mes y medio despus.


24

El 3 de julio El Imparcial, peridico capitalino dirigido por el bar-do veracruzano Salvador Daz Mirn, introdujo la resea del asal-to a las haciendas Buenavista y La Pomona con este prrafo: Una nueva pgina de horror, de sangre y de pillaje hay que agregar a esa historia de crmenes que ha cometido el terrible facineroso Santann, el tristemente clebre bandido, que ha organizado su gavilla en este estado. Adems de acumular adjetivos, el corresponsal consign la alarma de los propietarios americanos y termin con una aterrado-ra afirmacin: Ante los constantes asaltos de Santann, los gerentes de las haciendas Santa Isabel y Taveo han tenido que emigrar, para no ser vctimas de la rapia del bandido que no respeta nada y todo lo destruye. Un da despus, El Imparcial atribuy a Santann la res-ponsabilidad directa del asesinato del canoero Julio Mendoza.

La versada o los cuarenta y cinco das de Daz Mirn Contemplada desde la capital del pas, la rapia impune atribuida a Santann evidenciaba la incapacidad del gobernador Teodoro De-hesa para poner orden en su territorio. El hecho fue aprovechado por los diarios afines a las aspiraciones de Ramn Corral, entonces secretario de Gobernacin, por la candidatura a la vicepresidencia que le disputaba Dehesa. Daz Mirn, amigo de su paisano, pero consciente del futuro de su oponente, vislumbr la oportunidad de quedar bien con ambos sin enemistarse con ninguno.

Dueo ya de los adjetivos ms viriles de la gramtica castellana, don Salvador aspiraba a detentar tambin la gloria atribuida a la es-pada, y justamente inquieto por la situacin de sus lares sotaventi-nos, obtuvo el permiso de don Teodoro y se propuso ante la federa-cin como cabeza de la cruzada libertadora, bajo el argumento de que l solito, con un puado de rurales y en menos de los quince minutos que estos casos exigen, sometera a la bestia apocalptica re-presentada por el Tigre de Sotavento y su cuadrilla de malhechores.

El 20 de junio el poeta Daz Mirn apareci en Tlacotalpan dis-puesto a perseguir al enemigo natural y jurado de los ahorros de


25

la Nacin y el fruto del trabajo de tantos aos de sosiego. Semanas despus, desde San Juan Evangelista, patria y ombligo de la zona de operaciones de Santana, el vate compendi en una carta dirigida a su jefe, el general Ramrez, la nueva estrategia dispuesta para some-ter al elusivo bandido, ante el fracaso de las anteriores; y de paso, un breve recordatorio acerca de la razn fundamental de su presencia en la zona: Suplico a usted que en mi nombre salude a nuestro gran presidente, a quien tengo tanto cario como reverencia, y al seor ministro de Gobernacin [Ramn Corral] al cual soy adictsimo.

Las malas lenguas y las buenas plumas llenaron los ojos de los letrados y los odos de los analfabetos con mofas y leyendas en pro-sa y en verso, con octoslabos perfectos como los de Tablada, cuya jiribilla obliga a citar aqu: Hay vates de pistolita / y vates de pisto-ln / Unos van a Santa Anita / y otros van a Santann, o mediante ripiosas rimas con las que la voz popular subsana o corrige la fal-ta de datos concretos y celebra los desencuentros e improbables en-cuentros entre el bardo y el bandolero. La derrota de Daz Mirn se yergue sobre el pedestal del octoslabo sotaventino, contra el que no pueden nada sus marciales endecaslabos. Nada ms demoledor para el espritu del poeta y sus ansias civilizatorias que las risotadas malhechotas de las coplas vernculas, a cuya consonancia en on obligaban los apelativos de los involucrados. Ms que por la historia regional, Santann y Daz Mirn quedaron unidos por el indisoluble lazo de la rima consonante.

La leyenda resume la infructuosa persecucin en varias ancdotas que giran en torno a la capacidad del bandido para disfrazarse, he-cho improbable dada su elevada estatura y la espontaneidad de sus apariciones, accin permitida por la topografa de la zona y el gusto que tanto perseguidor como perseguido sentan por el buen tabaco. De improviso en un descampado, o techados por el follaje montuno, o en la veranda de una casa pueblerina, un afable mocetn a pie o a caballo, tan carioso y diligente como el descrito por el tesorero de San Juan Evangelista, se apersonaba ante el vate y, sabedor de su


26

debilidad por los buenos Vegueros, le obsequiaba una caja. Ambos fumaban cara a cara durante algunos momentos, y antes de que el aromtico humo de los puros se disipara, el espigado mocetn desa-pareca en la oscuridad del monte. Era entonces cuando el poeta se percataba de que su inconspicuo benefactor haba sido el mismsimo Tigre de Sotavento. La tarjeta que invariablemente acompaaba a la caja de finos Vegueros, o al rollito de humilde tabaco recortado, lo confirmaba mediante un pareado malamente escrito: Del bandido Santann / al poeta Daz Mirn. La presencia recurrente de los pu-ros en estos espordicos encuentros amerita explicacin antropol-gica o psicoanaltica. La primera advertira un rito entre guerreros enemigos; la segunda, quizs el prstamo simblico de los tamaos que haca falta para someter al bandido.

Luego de cerca de 45 das de una persecucin para l penosa, el bardo desert. En un escueto parte de guerra dirigido al general Ramrez, Daz Mirn enlist el botn producto de su ms cercano encuentro con el enemigo, por si faltara algo, en un sitio llamado El Burro: Una cama de tablas, unas chaparreras, un metate, diversos cacharros, un tenate con comestibles y varios racimos de pltanos.

Daz Mirn regres a Tlacotalpan de Porfirio Daz a principios de agosto, y luego viaj hacia la capital para preparar la hermosa oda pica con la que conmovera a los asistentes a la inauguracin del monumento a la Independencia.

De la gavilla a la guerrillaDesde el frustrado levantamiento de 1906, reducidos grupos mago-nistas seguan operando en la sierra de Soteapan. La rebelin orga-nizada y acaudillada por integrantes del Partido Liberal Mexicano (plm) haba aglutinado a miembros de diferentes sectores sociales. El movimiento fue sometido en caliente y sus dirigentes muertos, forzados a abandonar la zona o entinajados en San Juan de Ula. Para mediados de 1910, los magonistas realizaban a pequea esca-la actividades de concientizacin y acciones requisitorias (cada


27

fe exige una retrica precisa) para la compra de armas. Una de sus prioridades consista en liberar e incorporar a sus filas a los indge-nas yaquis, vendidos como esclavos a los propietarios de haciendas azucareras y tabacaleras. Los alzados eran conocidos como los Serra-nos y operaban bajo el mando del jefe Hilario Salas y de su lugar-teniente, el coronel Cndido Donato Padua.

No obstante que actuaban en la misma zona, no fue sino hasta el 19 julio de 1910 cuando la gavilla de Santann entr en contac-to con los magonistas. Antes de esa fecha (apenas el 14 del mismo mes) el bandolero haba suscrito, por interpsita persona, un plan antirreeleccionista con los maderistas de la regin. Sus simpatas por las causas sociales las haba manifestado a medio monte a un aterrado agente viajero, cuando le anunci que ni l ni sus compa-eros tenan nada que temer, pues l no pensaba perjudicar a los pobres [] Slo tena pensado colgar a todos los ricos que cayeran en sus manos. De ah, tal vez, su incomprobada fama de Chucho el Roto llanero y la razn por la cual, de acuerdo con el propio Daz Mirn, toda la gente del campo lo protege y gracias a ello ha podi-do escapar hasta ahora.

Desde el 10 de julio Santann haba mandado recado al coronel Padua anuncindole su deseo de incorporarse a sus Serranos. Cndi-do Donato Padua baj de la sierra la noche del 18 con algunos hom-bres a su mando para esperarlo. Santann apareci la madrugada del 19 y le manifest de inmediato no tener compromisos polticos con nadie, para refrendar que nicamente se defenda de las fuerzas del gobierno y que conforme lo persiguieran tena que robar para l y los suyos. Por su parte, Padua expuso sus vnculos con el Partido Liberal y advirti que estaba a punto de estallar un movimiento ge-neral para derrocar a Porfirio Daz. El proyecto agrad al bandido y formul un pacto de alianza.

Pero mientras los Flores Magn celebraban calurosamente su in-corporacin a las fuerzas revolucionarias, otros, ms cautos, razona-ban sesgada o abiertamente su recelo. Fue Hilario Salas, cabeza del


28

plm en la zona, el que sintetiz los peligros y beneficios del pacto en una carta enviada a Donato Padua:

Me parece su entrevista con Santann magnfica, posible es que preste valioso contingente, pero la relacin con l debe ser muy privada, porque este amigo est colocado en una situacin bas-tante peligrosa por los asesinatos que cometi (tratndose ms del americano), creo prudente que no haga ningn movimiento ahorita mientras me dan aviso de la fecha en que se har.

Se refera al levantamiento general convocado por Madero y que se haba pospuesto en diversas ocasiones en espera de condiciones ms propicias.

A partir de ese momento Santann y su gavilla, ya incorporados a la causa magonista, se concentraron en el campamento general de la sierra de Soteapan y permanecieron ah buena parte del tiempo empleado por Daz Mirn y sus rurales en buscarlo por la sabana. Padua ley con aire festivo la nota de primera plana de un peridi-co capitalino que consign el encuentro a balazos que el vate haba sostenido con la gavilla del Tigre de Sotavento: Si no estuviera aqu con ustedes coment Santann a los Serranos seguramente creye-ran esta noticia.

Las dos misiones de SantannEl 24 de septiembre el coronel Padua orden a Santann expedi-cionar las faldas de la sierra, acompaado de sus inseparables gue-rrilleros Eduardo Daz y Fermn Corts, as como de una escolta de seis hombres al mando de Espiridin Prez [] La expedicin tena por objeto conocer de vista el sitio que [Padua] le haba indicado [a Praxedis Guerrero] para el desembarque de las armas, procedentes clandestinamente de Nueva York o Nueva Orlens. El sitio elegido fue la barra de Sontecomapan, al pie de la sierra de Soteapan. Tena Santann, adems, encomendado abrir una brecha por la falda de la


29

serrana, hasta alcanzar la otra vertiente, a cuyos pies se encuentra San Andrs Tuxtla, plaza que pensaban tomar en cuanto se diera la orden del levantamiento general.

Santann regres diez das despus aquejado por el paludismo. No obstante, acord con Padua la conveniencia de liberar e integrar al contingente magonista a un grupo de yaquis que desempeaban trabajos forzados en la finca azucarera San Carlos, prxima a Jlti-pan, Veracruz. Al da siguiente, el 6 de octubre, Donato Padua sali del campamento acompaado de cuatro de los suyos, para no des-pertar sospechas durante el largo trayecto a recorrer. El jefe serrano pensaba, como en efecto sucedi, incrementar su guerrilla con ma-gonistas acampados en las inmediaciones de la finca.

El 11 de octubre Padua y su gente arribaron a la finca San Carlos, y la noche del 12 atacaron y sometieron sin mucha dificultad a los guardias. Liberaron a veinticinco hombres y catorce mujeres con muchos pequeuelos de varias edades y sexos que dorman en el te-rreno acorralados por un cerco de pas. Padua advirti al instante la situacin y trat de dejar abandonadas a las mujeres y nios para no entorpecer el regreso a la sierra. La velocidad de la marcha resultaba obligatoria para evitar que los rurales les cortaran la retirada o los alcanzaran; pero los yaquis le rogaron no dejarlos atrs porque su-friran las consecuencias del golpe a manos de sus burlados amos.

Padua reconsider y acept transportarlos ro abajo en las dos ca-noas dispuestas para el caso. El trayecto se realiz con ominosa lenti-tud ante la falta de gasolina para que la canoa con motor remolcara la segunda embarcacin colmada de fugitivos. Al amanecer del da siguiente llegaron con retraso al punto donde habran de desembar-car. La lenta marcha a pie se dificult an ms debido a las deplora-bles condiciones del camino.

Para la noche del 14 de octubre, fecha en que deberan haber al-canzado el campamento serrano, guerrilleros y libertos haban cum-plido apenas la mitad del trayecto. Padua orden un alto para des-cansar y mand a algunos de sus hombres a conseguir bastimento.


30

Media hora despus, los vigas magonistas avistaron a los rurales. Donato Padua y ocho de sus muchachos se desplegaron y los espera-ron pecho a tierra. Protegidos por la abundante maleza y ayudados por la luz de la luna, que en esos momentos alumbraba divinamen-te, los mantuvieron a raya. Los Serranos hicieron huir al enemigo luego de causarles algunos muertos y heridos, y tomaron prisionero al gua de los rurales quien inform de la proximidad de los solda-dos. Ante la situacin y consciente de sus propios heridos, entre ellos una mujer encinta, Padua orden reemprender la marcha y, con el fin de evitar nuevos encuentros con el enemigo, reorganiz la reti-rada por otro camino. De nuevo rumbo a la sierra, mand aviso a Santana indicndole que estuviera pendiente de su llegada para salir de inmediato a emboscar a sus perseguidores.

Santana, temeroso de que en palabras de Padua le ocurriera lo que a los jinetes en las carreras (el que se qued, se qued), se apresur a auxiliar a su coronel ignorando no slo sus rdenes, sino que ste haba modificado la ruta de escape. El 16 de octubre baj de la sierra con un contingente de 59 hombres del que formaban parte sus inseparables Fermn Corts y Eduardo Daz.

El 17 de octubre, a eso de las once, Santana lleg al sitio ocupado tres das antes por el campamento de Padua. Esa misma maana, avanzando desde la direccin opuesta, el coronel Jasso, al mando de 29 hombres adscritos al 24 batalln de las Fuerzas Estatales, entr a Huazuntln, poblacin localizada a dos kilmetros del sitio donde se encontraba Santana. El coronel Jasso se percat de la gran canti-dad de plumas de gallina acumuladas detrs de una casa; al pregun-tar a los lugareos la razn del desplumadero, stos le informaron que el da anterior se haba celebrado una boda. Jasso sospech y apresur el paso. Minutos despus su vanguardia, compuesta por seis rurales de la federacin, avist a los magonistas entretenidos en recoger las chcharas que los yaquis haban abandonado en el cam-pamento. El tiroteo se desat al instante y luego de cuarenta y cin-co minutos de combate, los magonistas se dispersaron dejando en el


31

campo nueve cadveres, entre ellos los de Santann y sus fidelsimos Eduardo Daz y Fermn Corts.

La muerte de Santana, como sus inciertas actividades, tiene varias versiones, todas ellas confusas y hasta contradictorias. Tanto como a la bala que lo mat, su muerte obedeci al entusiasmo, a la des-obediencia y a los malos entendidos. Un testigo ocular, seguramente miembro del 24 batalln, relat a un diario de la capital los aconte-cimientos, tres meses y medio despus de ocurridos. El testigo asen-t que el propio coronel Jasso carg contra Santann, el cual, al ad-vertir la arremetida, le apunt con su rifle; pero un soldado del 24, apellidado Curiel, dispar instantneamente sobre el bandido, que al recibir el tiro rod por el suelo. Curiel brinc sobre Santann y con el marrazo le dio un terrible golpe sobre el carrillo derecho. De acuerdo con el testigo, las ltimas palabras del bandolero fue-ron: No me coman. En la nebulosa de la agona, sometido luego de una extenuante y larga cacera de siete aos, Santana Rodrguez temi sufrir la suerte de la presa. Pero los rurales, cuyo comporta-miento en el combate haba merecido la furia del coronel Jasso, no devoraron a Santana sino que lo remataron a tiros. Lo mismo hicie-ron con Eduardo Daz, su lugarteniente y amigo hasta la muerte.

El parte militar suscrito por el coronel Jasso consigna austera-mente las acciones con el escueto estilo de la profesin:

Tengo la honra de participar a usted que hoy a las 11 am y a mil quinientos metros al norte de la congregacin de Huazuntln, municipio de Mecayapan, cantn de Acayucan del estado de Veracruz, fuimos atacados por sorpresa por los bandidos que, a las rdenes de Santana Rodrguez, se encontraban parapetados en el lugar [] despus de cuarenta y cinco minutos de mutuo ataque y muertos los primeros cabecillas, se dispersaron por el monte [] En mi concepto los bandidos era de setenta a ochen-ta hombres.


32

El Imparcial del 22 de enero de 1911 prest sus pginas a la versin del ms tenaz persecutor del bandido, el recientemente ascendido a mayor Francisco Crdenas, el mismo que dos aos despus de la entrevista participara de manera activa en los asesinatos de Madero y Pino Surez:

El seor Crdenas nos dijo [] que entre las diez y once de la maana, la primera descubierta de rurales dio alcance a los fa-cinerosos [] Inmediatamente rompieron fuego contra ellos, siendo contestado por el enemigo. Santann y sus secuaces se parapetaron, entonces entr a la refriega el seor Crdenas quien de un certero balazo logr poner fuera de combate al te-rrible Santann.

La tercera versin de los hechos corri a cargo del coronel Donato Padua. En ella los bandidos, con Santann a la cabeza, porque los Serranos huyeron a los primeros tiros, cargaron a pecho descubierto contra las fuerzas militares alineadas en posicin de tiradores.

ColofnEl coronel Jasso mand hasta Acayucan, a lomo de bestia, ocho de los nueve cadveres para que la autoridad competente procediera a decidir cul de todos era Santana y cul su lugarteniente. La fi-liacin de los otros pareca no importar mucho. El noveno cadver presentaba tan avanzado estado de descomposicin que se volvi imposible su traslado. Tampoco importaba mucho, porque a partir de la prueba irrefutable de la putrefaccin, el noveno cadver tam-bin estaba bien muerto.

El juez de primera instancia del cantn de Acayucan orden foto-grafiar los cuerpos; sin embargo, no aparece por ningn lado algn testimonio grfico de la exacta catadura de Santann. Don Jos Ma-ra Leyva, farmacutico constituido por default en mdico forense, constat que Santana Rodrguez recibi cuatro heridas de bala: una


33

en el frontal derecho en la lnea donde comienza el nacimiento del cabello (que seguramente sera crespo y apretado, pasita, como dicen por los alrededores), otra en el hombro derecho, una ms en la lnea media del esternn y otra a cuatro centmetros de la anterior. Todos los proyectiles lo atravesaron de lado a lado, aunque noms tres de ellos, a diferencia de lo ocurrido con Rosita Alvrez (muerta, por cierto, diez aos antes), hubieran podido causarle la muerte. La ltima herida consignada en las Diligencias fue producto de la bayo-neta que busc su cara. El marrazo entr por el labio de arriba del lado derecho y en su camino ascendente alcanz la oreja del mis-mo la do, destrozando de paso parte del maxilar superior.

La enumeracin no refleja necesariamente el orden en que ocurrie-ron las lesiones. Las heridas de bala en el pecho y aquella que le atra-ves la masa cerebral y sali por la interseccin del parietal derecho y el occipital, difcilmente pudieron ser causadas en la refriega. En este caso la bala busc la sien para rematarlo y regalarle de paso la gracia de un descanso que ni la propia Virgen del Carmen alcanz a concederle. La proximidad de los orificios de las balas que traspasaron el pecho confirma que sus ms empecinados persecutores, los rurales del cabo Crdenas, lo remataron a muy corta distancia. Resulta obvio que el balazo en el hombro lo desarm y el bayonetazo, a juzgar por la estatura de Santana y la direccin ascendente desde el labio supe-rior hacia la oreja derecha, fue infligido cuando an permaneca de pie. La peticin de No me coman, escuchada por el testigo ocular, se tambalea. Nadie en esas condiciones atroces perdera su tiempo en otra cosa que no fuera una solicitud a nuestra Seora de Catemaco.

Los impactos que terminaron con su lugarteniente presentan ca-ractersticas similares y permiten inferir un procedimiento seme-jante; tambin sostienen la versin de que ambos fueron rematados. Eduardo Daz muri de tres balazos en el lado derecho del pecho, a una distancia de tres centmetros uno de otro y con un tiro en el parietal izquierdo. Diana perfecta que ameritara una felicitacin en cualquier prctica de tiro.


34

En las ropas del Tigre de Sotavento los soldados encontraron y re-mitieron al juez de Acayucan un documento firmado por Ricardo Flores Magn y Praxedis Guerrero en Los ngeles, California, fe-chado el 20 de septiembre de 1910. Ambos jefes del Partido Liberal Mexicano, auspiciados por el lema Reforma, libertad y justicia y En nombre de la causa de la emancipacin de Mxico, acreditaban a Santana Rodrguez como comandante militar de los grupos revo-lucionarios que organice. Lo que no asientan las Diligencias es que tena treinta y un aos en el momento de su muerte.

El 14 de enero de 1930, Adalberto Tejeda, gobernador constitu-cional del estado de Veracruz, firm un decreto mediante el cual or-denaba que la villa de San Juan Evangelista llevara el nombre de vi-lla Santana Rodrguez, en homenaje a uno de los precursores de la Revolucin en el estado. Hasta la fecha el pueblo, centro geogrfico del solar sotaventino, sigue viviendo bajo la gida del santo evange-lizador y Santana Rodrguez reaparece de vez en cuando, por bio-grafa y epidermis, como un oscuro bandolero apodado Santann.


35

Bibliografa

Barrera Bassols, Jacinto. El bardo y el bandolero: la persecucin de Santann por Daz Mirn, Mxico: Benemrita Universidad Aut-noma de Puebla, 1987.

Flower Salamini, Heather. Movilizacin campesina en Veracruz (1920-1938), Mxico: Siglo XXI, 1979.

Velzquez Liceaga, Amelia. Santann: hroe o bandido?, tesis de maestra, Xalapa: Universidad Veracruzana.

AgradecimientosAgradezco a Jacinto Barrera Bassols, Amelia Velzquez Liceaga y a Heather Flower Salamini la informacin y los datos utilizados en esta crnica a destiempo.


Hern Proal y la utopa

a

Octavio Garca Mundo


imagen ii. Hern Proal (1950) en una imagen de Joaqun Santamara.


39

El 20 de diciembre de 1924 es deportado del puerto de Veracruz Hern Proal, en un vagn especial agregado al Ferrocarril Interocenico escoltado por un fuerte piquete de soldados, con destino a la capital de la Repblica.

Rafael Ortega Cruz, Las luchas proletarias en Veracruz

Quin fue este hombre y por qu fue deportado varias veces del puerto de Veracruz y vigilado hasta por un alto mando militar, como el general Arnulfo R. Gmez? Por qu sufri constantes amenazas a su vida e intentos de asesinato y soborno?

Hern Proal naci en Tulancingo, Hidalgo, el 17 de octubre de 1881. Lleg al puerto de Veracruz en el ao de 1903, instal una sas-trera y comenz su lucha a favor de los obreros, la cual alcanz mo-mentos culminantes en 1922, cuando destac a nivel nacional como lder del Movimiento Inquilinario del Puerto de Veracruz.

Este luchador social no surge de la nada: en 1894, es decir, a los trece aos, trabaj como empleado en un establecimiento de la ciu-dad de Mxico y despus instal por cuenta propia un changarro; desde esa poca ya sustentaba ideas comunistas, porque haba ledo muchos libros disolventes, segn declar en una entrevista a la re-vista Sucesos.

En 1897 se alist de marinero en la Armada Nacional y pertene-ci a la tripulacin del barco de guerra Zaragoza; cuando se licenci, se estableci en el puerto en el ao 1903, como qued asentado antes.

El problema de la vivienda y las rentas en la ciudad de Veracruz, hacia 1922, mostraba diversos aspectos. Por una parte, las condicio-nes de insalubridad e inseguridad que presentaban las vecindades eran altamente alarmantes, como veremos ms adelante; por otra, el precio del alquiler era desorbitado y los propietarios no daban man-


40

tenimiento a las viviendas ni otorgaban garantas de seguridad a los inquilinos. Adems de estas circunstancias, en virtud de la vigencia de una ley civil promovida y promulgada en 1920 por el gobernador Antonio Nava, que derogaba la impulsada por Cndido Aguilar en 1917, los propietarios podan, al amparo de las disposiciones de este ordenamiento legal, lanzar a la calle a los inquilinos con base en subterfugios legaloides, sin reconocer derecho alguno que pudiera concederles su antigedad como arrendatarios.

Ante la posibilidad de obtener mayor lucro por las infectas habi-taciones que alquilaban, los dueos de las viviendas, aprovechando la coyuntura que la vigencia de la ley civil totalmente enemiga de los inquilinos les brindaba, desalojaban a los morosos o trataban de imponer alzas desmesuradas en el precio de las viviendas, accio-nes que el morador se vea obligado a aceptar ante la disyuntiva de ser desalojado sabiendo lo difcil que le sera conseguir una nueva habitacin o pagar el nuevo y leonino precio de alquiler que se le requera. La escasez de espacios para vivir era un arma contundente en manos de los propietarios.

He aqu algunos textos periodsticos de El Dictamen que confir-man nuestros asertos:

Por vencimiento de contrato se promovi el juicio. No por falta de pago, sino por el vencimiento de contrato fue promovido jui-cio de lanzamiento. Probable arreglo extrajudicial entre las dos partes [] Una pobre anciana fue arrojada del cuarto que habi-taba [] el presidente municipal la quiso ayudar, pero ya ha-ban sacado sus cosas del cuarto y se tuvo que ir a vivir con una vecina que le dio cobijo [] Dos demandas contra inquilinos que no pagan las rentas. Deban, uno desde julio y otro desde octubre. El juez les dio diez das para pagar las deudas o el lan-zamiento [] Un administrador de casas fue acusado y qued detenido. La seora Juana Garca acus a Florencio Domn-guez de que la enga, pues le pidi la casa que renta para ha-


41

cer reparaciones y no la quiere volver a dar, no obstante contra-to y estar al corriente en sus pagos [] Con fianza y depsito vive un inquilino, pero ser lanzado. El inquilino Daniel Vz-quez, del patio Tanitos de la calle de la Palma, al presentar su escrito de amparo contra el acuerdo del juez, hizo constar que tienen en poder los seores Cangas hermanos, propietarios del predio en cuestin, dos meses de renta adelantados, adems la fianza de la seora Mercedes Rodrguez Malpica [] Un hus-ped que no paga el cuarto acus a la duea de la casa. Dice el quejoso que no est en huelga sino nicamente por carecer de trabajo, hace meses que no le paga a la seora Rosa Tibulero viuda de Tejada [] Un inquilino que apela a la pistola cuando le cobran. Jos Aguilar, un inquilino de la casa de huspedes La Paloma [] Un fiador que pagar ms de mil pesos de rentas vencidas [] tienen que liquidar la cantidad de mil cien-to cincuenta y cinco pesos por concepto de renta de casa que la seora Mara Cruz Gonzlez qued a deber en el espacio de 16 meses.

Llama la atencin que otros iniciadores del Movimiento Inquilinario tambin eran marineros, como Proal, pertenecientes al vapor nacio-nal Tehuantepec: Nicols Sandoval, Jos Serralta, Macario Lpez y Pedro Ruiz (este ltimo ejecutado en Mrida con Carrillo Puerto, el 3 de enero de 1923), miembros de la Unin de Marineros y Fogone-ros del Golfo, en su mayora radicados en Veracruz y que en su es-tancia en Yucatn tuvieron conocimiento del problema inquilinario en Mrida y de la ley inquilinaria que, como paliativo, se aprob en esa entidad.

En relacin con lo anterior, el trabajo de organizacin poltica de Proal le debi haber permitido conocer de la problemtica inquili-naria en Yucatn ya que, como escribi Araiza: Rafael Garca el Negro, Mio Olivares, y otros muchos ms, fueron testigos de la la-bor de Hern Proal en ayuda de las organizaciones de los trabajado-


42

res de la zona martima, desde la Unin de Marineros y Fogoneros del Golfo [] hasta llegar a la Federacin de Obreros de Mar y Tie-rra. Adems de que Macario Lpez fue integrante del Sindicato Revolucionario de Inquilinos.

Porfirio Sosa Osorio, miembro del Partido Comunista y uno de los ms cercanos colaboradores de Proal, platic que por esos prime-ros aos del siglo xx viva en la casa del lder un activista peruano apellidado Montoya, que lo ayudaba en la edicin de un peridico dirigido a los trabajadores del puerto. Por su parte, Luis Araiza es-cribe que a iniciativa de la Federacin de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, se convoca al Primer Congreso Preliminar Obrero en el puerto de Veracruz, del da 5 al 17 de marzo de 1916, en el cual qued constituida de manera provisional la Confederacin del Tra-bajo de la Regin Mexicana, antecedente de la crom. En ese primer congreso preliminar Hern Proal es electo como presidente de la di-rectiva. Para el ao de 1922, era Secretario General de la Seccin en Veracruz del Partido Comunista. Las inquietudes polticas y el acti-vismo social de hombres como l se enmarcaban e interrelacionaban con un Mxico convulso y en un mundo incipientemente caracteri-zado por un capitalismo imperialista y que, por otra parte, empeza-ba a conocer las ideas socialistas del anarquismo y el marxismo.

La expresin trnsito al imperialismo debe su celebridad prin-cipalmente a los anlisis hechos por liberales como Hobson y socia-listas como Lenin. Esta frase fue la expresin de las nuevas necesida-des del capitalismo occidental en su relacin con el resto del mundo. Ahora lo importante, adems de seguir comprando a precios muy bajos las materias primas destinadas a la industria o artculos colo-niales valiosos y vender los productos de la industria occidental a buen precio, era exportar a aquellos pases los capitales disponibles o sobrantes, resultantes de la expansin de la produccin moderna en Occidente.

La era del libre comercio se haba cumplido; la competencia entre las naciones se endureci todava ms. Por eso las potencias


43

recurrieron al proteccionismo y se enfrascaron en conflictos de redistribucin del mundo, lo cual las llev a la Primera Guerra Mundial.

Esta nueva fase del capitalismo profundiza la subordinacin y explotacin de los pases dependientes, como Mxico. La si-tuacin econmica de campesinos, obreros y clase media se tor-na insoportable, por eso inician una revolucin en nombre de una i dea de repblica diferente a la de los conservadores y sus socios extranjeros.

No obstante el movimiento armado, la situacin econmica, so-cial y poltica del pas an era precaria: Mxico estaba saliendo de los conflictos militares propios de una revolucin inconclusa, como la califica Adolfo Gilly, que haba dejado un milln de muertos y paralizado la produccin del campo y de la incipiente industria. En el terreno poltico, los militares peleaban entre s para hacerse del mando y entraban en componendas con quienes detentaban el po-der econmico y poltico del antiguo rgimen, dejando de lado los ideales de una verdadera transformacin del pas, como la plantea-ban Zapata, Madero y Villa. Esas realidades socioeconmicas subsis-tentes, sern caldo de cultivo para que se difundan y arraiguen en la clase obrera las ideas socialistas, como alternativas para remediar la situacin de subordinacin, opresin, explotacin y miseria de la inmensa mayora de mexicanos.

Uno de esos problemas no resueltos era el de la escasez de vivien-das y las altas rentas en el puerto de Veracruz, lo cual no era priva-tivo de esa ciudad, sin embargo por diversas circunstancias se haba agudi zado en sta: por el auge econmico debido a las actividades martimas como primer puerto de la Repblica, por la ocupacin constitucionalista en 1915 y su transformacin en capital de la rep-blica al arribo de don Venustiano Carranza seala Ortega Cruz, pero sobre todo por el aumento demogrfico en el puerto jarocho, debido a que buena parte de la poblacin rural fue empujada hacia las ciudades huyendo de la violencia en el campo:


44

Por lo cual pasa de 29 164 habitantes en 1910 a la cantidad de 54 225 en 1921. Este aumento poblacional es aprovechado por los dueos de patios de vecindad, viviendas y hasta de casas de huspedes y hoteles, en su mayora en manos de espaoles, para aumentar las rentas hasta en un 500%, es decir, para especular con la necesidad de viviendas de la poblacin.

La mayora de los obreros porteos tenan un salario entre 1.63 y 2.91 pesos por da. Los empleados federales de correos de menor ca-tegora ganaban 2 pesos diarios, o sea, 60 pesos mensuales. La brecha entre salarios y costo de vida se podra apreciar con el siguiente dato: las rentas en los patios de vecindad fluctuaban entre 15 y 35 pesos, y el precio de los zapatos ms baratos era de 5 pesos. Es decir, un obrero tena que destinar en promedio de 25 a 50% de su salario slo para pagar la renta. Adems, se enfrentaba un desempleo galo-pante: con motivo de la crisis [] varias empresas comerciales han comenzado a dar de baja a sus empleados y a otros les anuncian que dentro del trmino legal de un mes, quedarn sin colocacin.

El 25 de abril de 1922 El Dictamen comunica que se redujo a la mitad la cantidad de obreros que trabajaban en la zona federal. Por otra parte, no era nada nuevo que los polticos ganaran sueldos exor-bitantes con respecto al salario de los obreros.

Piden aumentarse el sueldo los regidoresEl alcalde $500 y los ediles $300 (mensuales) porque eso gana-ban como obreros. Propuesto por el alcalde y aprobado por unanimidad. En ese mismo mes de enero, el 5, llegan los reyes magos: los magistrados se haban aumentado el salario [] ga-narn 800 pesos.

Las amas de casa seran las ms afectadas por la desmedida ambicin de los rentistas ya que, adems del alza desmesurada en las rentas, las condiciones de salubridad eran psimas: falta de agua corriente,


45

uno o dos baos para un patio de vecindad con 100 150 personas, estado ruinoso de los cuartos de tablas. Esta situacin, entre otras, les haca la vida imposible a ellas, a sus hijos y esposos. Se piensa que sta es la razn principal por la cual las mujeres representaban la mayora en el Movimiento Inquilinario. No slo era un problema de sus esposos y el bajo salario en sus trabajos; sino era una problem-tica que vivan cotidianamente. Adems, otro resultado del proceso revolucionario fue el descenso de la poblacin masculina; los censos de poblacin del estado de Veracruz de los aos 1910 y 1930 nos in-forman que para 1910 haba 493 495 hombres y slo 487 535 muje-res; en cambio, para 1930 haba 685 145 hombres y 692 150.

Un editorial del peridico El Dictamen que ataca a Proal y al Sin-dicato Revolucionario de Inquilinos demuestra, sin proponrselo, la magnitud del problema de las viviendas y las rentas, y sobre todo, la postura poltica del mencionado peridico:

Resolver este problema no es cuestin de reunir a los sufrientes y aconsejarles que no paguen las rentas [] entonces dnde nos meteramos? Dos terceras partes de la poblacin de Vera-cruz vive en montn, incmodamente, sin bastante aire, sin bastante luz [] tenemos que resignarnos con lo que hay y pa-gar lo que nos piden por ello, empujados y urgidos por la necesidad.

La huelga contra el pago de rentas estalla el 5 de marzo de 1922; a mediados de mayo del mismo ao el gobernador del estado, Coronel Adalberto Tejeda, enva una comisin para investigar la situacin de los inquilinos. De las visitas efectuadas a los patios de vecindad por dicha comisin, acompaada de algunos propietarios de patios y dirigentes del Sindicato Revolucionario de Inquilinos, el peridico El Dictamen elabora dos amplios reportajes; en ellos no puede ocul-tar la realidad que se viva, debido a la presencia de los enviados gubernamentales. De dichos reportajes citamos algunos prrafos:


46

Viaje dantesco a travs del infierno conocido vulgarmente por Los Patios

Las inmundas pocilgas que son vergenza de Veracruz, cotiza-das como si fueran palacios [] Las accesorias son de madera comprada hace probablemente un millar de aos; no tienen puertas [] Estas accesorias costaban en 1910, solamente $10; en 1918 ganaban $15, en la actualidad van de $30 a $35 [] Dentro hay lo que se llaman cuartos [] costaban anterior-mente $6, hoy se cobran $15 por cada uno, se calcula una pobla-cin igual al patio Variedades (150 vecinos) y tienen para el servicio un bao y un inodoro [] Hay un cuarto que habita un seor Porfirio [] mide escasamente las dimensiones de u na sepultura [] no puede dormir en cama, porque no cabe den-tro y duerme sobre tablas, y por ese cuarto, le cobran mensual-mente $12.50. Con el mayor entusiasmo del mundo, Porfirio tena que irse a la huelga.

La inducida escasez de viviendas (debido a que ni se construan ni reparaban por el afn de lucro) dio como resultado los altos costos de las rentas, que no fueron originados por las leyes de la oferta y la de manda. Esta situacin era aeja en Veracruz. En el ao de 1915, el gobernador del estado, general Cndido Aguilar, haba ex-pedido varios decretos para tratar de solucionar dicha cuestin. Uno de ellos, el nmero 34 del 10 de julio de 1915, consignaba en su parte medular: Lo que ha dado lugar a que muchos propietarios, por in-moderado afn de lucro pretendan subir sin consideracin alguna el precio de las rentas [] Por lo que se decreta lo siguiente: Artculo primero. Se restringe a los propietarios [] el derecho de aumen-tar las rentas y pensiones en ms del diez por ciento. La medida del gobernador provoca la reaccin de los propietarios de patios de vecindad y de viviendas, que en octubre de ese ao pidieron se les deje en libertad de fijar las utilidades que debe obtener el capital in-vertido en sus propiedades.


47

Por su parte, Venustiano Carranza, el 15 de diciembre de 1916, en la ciudad de Quertaro, expide los decretos que modifican la Ley de pagos vigente. En uno de ellos determina: Respecto a las casa-habitaciones, se establece que las rentas de $30.00 o menos se redu-cirn un 40% de su anterior valor; las rentas de $30.00 a $50.00 se reducirn a la mitad y las mayores de $50.00 pagarn el 75%.

Los inquilinos porteos tambin responden y en diciembre de ese mismo ao de 1916 publican un llamamiento para formar el Sin-dicato de Inquilinos. Entre los firmantes de este manifiesto se en-contraba rsulo Galvn, futuro dirigente campesino y miembro del Partido Comunista. El sindicato es constituido el 26 de dicho mes y el da 30 enva un memorndum al gobernador del estado Cndido Aguilar, en el cual abordan el problema y explican las artimaas de que se valen los propietarios para eludir la ley, aumentar las rentas y desalojar a los inquilinos que no pueden pagar los incesantes au-mentos y piden, entre otras cosas:

Segundo. Se nombre una comisin compuesta por un miembro del H. Ayuntamiento, un mdico, un ingeniero, un vecino de la localidad y un propietario para que en vista del estado [] de las fincas [] dictaminen sobre si son habitables o no, y en caso de serlo, que valoricen el importe de las rentas [] siendo tam-bin facultad de dicha comisin, la revisin de todos los contra-tos y desechar los que contengan clusulas onerosas o perjudi-ciales para cualquiera de las partes.

Es casi seguro que este memorial del sindicato sirvi de antecedente para la comisin enviada hasta mediados de 1922 por el goberna-dor Tejeda, para investigar la situacin de los inquilinos, reseada arriba.

El 28 de noviembre de 1917 el gobernador Cndido Aguilar ex-pide el Decreto nmero 17, el cual no intenta frenar los abusos de los propietarios de patios de vecindad, sino slo sirve para reformar y


48

adicionar algunos artculos del Cdigo civil referentes al inquilinato, que rega antes de la Revolucin. No obstante, el 29 de julio de 1920 el gobernador sustituto del estado, Antonio Nava, deroga el decreto citado, aduciendo:

que a la fecha son crecientes el restablecimiento de la paz y de la normalidad de los pobladores en general; o lo que es lo mis-mo, han desaparecido las causas que motivaron el decreto; as se impone la justicia de que vuelvan a imperar los ms de los preceptos de la legislacin antigua que fueron reformados, sin duda alguna transitoriamente.

La derogacin del decreto expedido por Cndido Aguilar pone de manifiesto el concepto que la nueva clase en el poder tiene del proce-so revolucionario de 1910, al sostener que se haba reformado algunas leyes inquilinarias debido al clima de la guerra revolucionaria, pero al desaparecer sta se impone la justicia dice de que vuelvan a impe-rar los ms de los preceptos de la legislacin antigua [porfirista] que fueron reformados, sin duda alguna transitoriamente. Ese decreto del gobernador Nava demuestra que para los polticos y los econmi-camente poderosos la Revolucin mexicana, slo fue la lucha armada, no la transformacin radical econmica, poltica y social del pas.

La creacin del Sindicato de Inquilinos en diciembre del ao 1916 fue un ensayo de los activistas revolucionarios, como vimos, fracas por la poltica conservadora del gobernador Nava. En enero de 1921 otro brote de protesta contra la elevacin de rentas firmado por Manuel Valle, Marcos Barrera y J. P. Snchez con sus gestiones ante la H. Legislatura del Estado no tuvo resultado.

Los abusos de los propietarios de patios de vecindad adquiran ta-les dimensiones, que en enero de 1922 el Sindicato de Cargadores y Abridores de Comercio protest ante la Comuna por aquella into-


49

lerable situacin: Es verdaderamente desagradable que cada da se toleren ms los abusos de los administradores de patios, quienes cla-ramente de golpe y porrazo aumentan los alquileres de las infectas pocilgas que rentan.

El Dictamen del 18 de enero de 1922 comenta al respecto que el regidor Benjamn Garca propuso que se contestara a los firmantes que el Ayuntamiento iba a crear colonias obreras, a lo cual el alcal-de manifest que ojala fuera verdad tanta belleza. Este ambiente poltico, local, estatal y nacional, ante la miserable vida en los patios de vecindad, era el que imperaba en el puerto de Veracruz. Es decir: desde la poca seriedad de los porteos y polticos del Ayuntamiento hasta las leyes que no cambiaban la situacin e incluso la derogacin de las leyes que pretendan mejorar la situacin inquilinaria.

La burguesa toda del puerto de Veracruz y la mayora de los actores polticos de todos los niveles no alcanzan a comprender la magnitud del problema de las viviendas, el cual va a ser fuertemente influido por el pensamiento revolucionario de la poca, que se orien-taba hacia un cambio radical no slo en el aspecto de las viviendas sino tambin en cuanto a las caducas estructuras sociales que persis-tan, muy a pesar del movimiento armado de 1910. Desde el puerto se planteaba, si bien anrquicamente, una necesidad nacional.

Fundado apenas en 1919, el Partido Comunista Mexicano tena en 1922 un contingente muy pequeo para colocarse a la vanguardia de las luchas sociales del pas. Por lo tanto y a efecto de fortalecerse, apoy los movimientos populares de la poca, de los cuales el ms importante era el inquilinario del puerto de Veracruz. As, un anar-quista, Hern Proal, era el secretario general de la seccin en Vera-cruz del Partido Comunista Mexicano; esta diferencia doctrinaria quiz sea una de las debilidades del movimiento, puesto que algu-nos estudiosos piensan que la concepcin anarquista no se plantea la lucha ms all de sus alcances econmicos, porque para ellos, la lucha poltica corresponde a intereses corruptos. Se trataba del viejo sentido de la huelga: la negativa a producir, representa la quiebra de


50

la burguesa; no comprar en las tiendas, el fracaso del comercio; no pagar las rentas, la bancarrota del propietario del inmueble.

Lo que olvidaban los anarquistas (sta es una de las razones por las cuales su tentativa fue fallida) era que la burguesa contaba con recursos inmensos que pesaban no slo econmicamente, sino tam-bin desde el punto de vista poltico, y por ello contaba con la com-plicidad del Estado. La secuencia de los hechos ms relevantes en la creacin del Sindicato Revolucionario de Inquilinos, segn El Dic-tamen, fue ms o menos as:

29 de enero de 1922. Las prostitutas presentaron sus quejas en contra de los arrendadores de las casas que ocupaban, alegando un precio exagerado del alquiler.

31 de enero. El Ayuntamiento aprueba un impuesto adicional a las partidas de cobros a pensiones de aguas y contribuciones de fincas urbanas.

2 de febrero. Asamblea de inquilinos en la Biblioteca del Pueblo, de donde saldra posteriormente, al dividirse la unin, lo que sera el Sindicato Revolucionario de Inquilinos (sri).

2 de febrero. Asamblea de propietarios para acordar que los inquilinos sean quienes paguen el nuevo impuesto municipal.

3 de febrero. El Ayuntamiento, tratando de calmar el des-contento de los inquilinos, urge a los propietarios para que en un plazo de quince das mejoren las condiciones de salubridad de las viviendas en un nmero de 25 patios.

4 de febrero. Mitin encabezado por Hern Proal en el par-que Jurez.

5 de febrero. Se organiza el sri; Hern Proal, secretario del Interior, virtual jefe del Movimiento Inquilinario.

A partir de esa fecha comienza propiamente la gran lucha del pro-letariado porteo en contra de los explotadores, que culminara con los sangrientos sucesos del 6 de julio de 1922.


51

Las protestas por parte de los activistas revolucionarios en con-tra de las excesivas rentas se haban quedado en el papel; es por esa razn que los inquilinos ms explotados y las prostitutas fueron los primeros en oponerse enrgicamente a las altas rentas:

Las mujeres que habitan en la zona de tolerancia presentaron sus quejas en contra de los arrendatarios de las casa que ocu-pan, por ser exagerados los alquileres que les cobran [] El al-calde municipal Garca mand citar antier a dichos arrendata-rios, para una junta [] la que se efectu con la asistencia de los propietarios, subarrendatario Enrique Gmez, Luz Estra-da, Ponciano Ramos, Mara Perrons y otros, as como buena cantidad de las mujeres inquilinarias [] Uno de los propieta-rios, seor Enrique Gmez, para demostrar que no es mucha la ganancia que tienen, como dicen las mujeres, comenz a hacer nmeros, manifestando primero que paga de contribuciones $218 mensuales por tres patios que tiene con ms de 36 acceso-rias (y cuartos interiores), que le producen una renta mensual de seis mil cuatrocientos ochenta pesos, de los que tiene que de-ducir gastos de contribucin, luz, agua, etc. mil novecientos setenta y nueve pesos, quedndole una utilidad de cuatro mil quinientos un pesos mensuales.

A pesar de la alteracin de las cifras que hace el propietario explo-tador, ya que quedan claras las contradicciones y los abultamien-tos, puede verse que las ganancias que por estas leoninas activida-des obtenan no eran para echarse en saco roto. Los propietarios arrendaban sus casuchas a las mujeres pblicas a precios que llega-ban incluso a los 150 pesos mensuales, mientras que las accesorias y cuartos interiores destinados a usos habitacionales domsticos al-canzaban quiz las ms caras cifras: hasta de 35 pesos. O sea que los propietarios, as vistos, eran lenones a ultranza, sin riesgo de ningu-na especie.


52

No obstante que estas mujeres eran las ms explotadas, como siempre, la doble moral de la sociedad las marginaba:

No podrn ir a bailes pblicos las mujeres de conducta dudosa [] Se gestionan que los jueces de distrito no amparen a muje-res de mal vivir [] Si persiguen a las mujeres alegres, no les producen los bailes [] Ayer aprob la Comuna un nuevo Re-glamento para impedir que las meseras se embriaguen con los clientes y para obligar a los dueos a que les paguen sueldos [] Las meseras gestionan su derogacin ante el alcalde. Pero no lo consiguieron. Dicen que no estn conformes con el Regla-mento porque tiende a impedirles que se puedan ganar la vida, mxime en estos momentos que las ventas en cantinas son me-nores [] Siendo imposible, por tal motivo, que los dueos de ellas [las cantinas] puedan pagarles sueldos como el Reglamen-to exige.

Al interpretar estas noticias, debemos tener en cuenta que el regla-mento aludido trata de protegerlas, pero las mujeres que trabajan en las cantinas no viven de eso los dueos no les pagan sueldos sino de la prostitucin. Slo sta permite un salario a las mujeres que la ejercen y permite a los dueos de las cantinas obtener ganancias con la venta de bebidas embriagantes que propician estas meseras. En el fondo est viva la imagen de una sociedad econmicamente en cri-sis. Las prostituas tienen que ganarse la vida de este modo, e in-clusive en su defensa deben gestionar la derogacin del reglamento dictado, porque si para los hombres no hay trabajo, mucho menos para las mujeres.

Por supuesto, son tambin estas mujeres las que primero declaran el Estoy en huelga y no pago renta, el 6 de marzo de 1922.

Proal anda activando la cuestin en este sentido; y parece que las prdicas del compaero han dado resultado, pues esta no-


53

che muchas de esas mujeres intentaban ya sacar a la calle col-chonetas, camas y sillas de las que son alquiladas para con todo ello formar una gran hoguera [] Mara Gonzlez, que es la que trabaja con ms actividad la cuestin del inquilinato y que fue la que envi el telegrama al Presidente de la Repblica, re-cibi ya la contestacin al mensaje; y ha manifestado que el Presidente le contest que ya las autoridades dictaron rdenes para la aprehensin de esos individuos que viven explotndolas [] Desde ayer, los vecinos de algunos patios, aceptando las su-gestiones de Proal, declararon de manera terminante y rotunda que por ningn motivo pagarn los alquileres mientras no sean disminuidos hasta el 2 por ciento sobre el valor catastral mani-festado por los dueos de fincas.

Proal pone el dedo en la llaga de la doble moral burguesa:

El 11 de marzo celebr un mitin en la zona de fuego y diri-gindose a las mujeres galantes dijo:

Ustedes merecen un voto de confianza del comit de huel-ga y de todos los habitantes de Veracruz, porque fueron las pri-meras en decretar la huelga que hoy ha tomado proporciones gigantescas: ustedes son en realidad verdaderas heronas, por haber puesto la primera piedra de este edificio gigantesco que hemos ahora levantado; son las iniciadoras y por tanto merecen un estrechsimo abrazo de fraternidad. El Sindicato Rojo de Inquilinos les abre los brazos y les llama con todo cario sus queridas hermanas. S, seores, y no se ran [porque la palabra hermanas caus risas entre el auditorio]. Estas pobres y despre-ciadas mujeres, no solamente son nuestras compaeras, sino tambin nuestras hermanas, porque analizando las cosas resul-ta que ellas son de carne y hueso como nosotros, y no hay moti-vo para excluirlas de la hermandad, tanto ms, cuanto que son carne de explotacin de los burgueses.


54

El discurso de Hern pinta de cuerpo entero a un humanista y socia-lista, al reconocer a las prostitutas como seres humanos explotados tanto o ms que los proletarios, ya que no slo abusan de su fuerza de trabajo sino incluso las despojan de su dignidad como mujeres; y en ese sentido las homenajea, pero tambin por haber sido las inicia-doras de la huelga. El da 12 de marzo de 1922, al recibir el mencio-nado peridico, muchas personas ms se han de haber redo porque las llam hermanas, sobre todo las clases pudientes y moralistas del puerto.

Proal es un lder hbil y dueo de una gran capacidad organizati-va. A poco ms de un mes, dispone de delegados en cada patio y de comisiones de proselitismo y acercamiento que ganan rpidamente adeptos a la causa, sobre la base de la verdad ms descarnada. El ac-tivista no oculta la llaga, pone el dedo en ella y aprieta salvajemente. En medio del vaho pestilente que pone al descubierto, se despierta el nimo popular y el movimiento se vigoriza poderosamente. A me-diados de marzo son cerca de 100 los patios de vecindad en huelga de pagos de renta. Hacia el 23 de marzo, Proal es arrestado, pero una gran movilizacin inquilinaria lo rescata de la crcel y sale li-bre, con una fuerza mucho mayor en la confianza que la masa le proporciona.

Lo que a continuacin se presenta es un forzado resumen de los hechos de marzo de 1922:

La doctrina de Proal se popularizaLos inquilinos de otros tres patios resolvieron no pagar rentas [] para hoy se anuncia que se declararn tres o cuatro patios ms [] los inquilinos comunicaron ya al sindicato que hoy mismo harn la notificacin respectiva a los propietarios; no hacindola a las autoridades [] pues las autoridades no estn capacitadas para impartirles ninguna ayuda [] Con toda se-riedad nos explicaba ayer el lder Proal, cul haba sido el acuerdo tomado por el s. r. de i. [] Nos deca que el 2% que


55

se haba resuelto pagar era anual [] Suponiendo por ejemplo que una casa est manifestada en $1 000, y que esa vivienda se componga de dos accesorias, la cantidad anual que debern pa-gar los inquilinos ser de 20 pesos, de tal manera que tocar a diez pesos por cada accesoria o sean 80 y tantos centavos por mes; si la casa se compone de cuatro cuartos toca a $5 anuales o sean 42 centavos al mes [] Los propietarios del patio San Salvador, declarado primeramente en huelga, ocurrieron ya ante uno de los jueces locales, en demanda de garantas y pi-dindole que acordaran el lanzamiento de los inquilinos rebel-des al pago, basndose en la Ley de inquilinos dictada por el ex gobernador Antonio Nava y reformada por el ex gobernador Gabriel Garzn Cossa, y en la que se establece que procede el lanzamiento de los inquilinos que no pagan las rentas al termi-nar los primeros diez das en que sea solicitado el lanzamiento [] los inquilinos han recibido una nota del s. r. de i. [] que por ningn motivo abandonen sus viviendas, aun cuando se les trate de arrojar por la fuerza y que no se atienda ninguna orden del juez [] En el fondo, la protesta, la resistencia de los inqui-linos hllase justificadsima. En la forma adolece del impulso comunista que le dio Proal [] Pero al mismo tiempo, lo que hoy sucede con los inquilinos tendr a la larga un resultado de-sastroso; pues el capital se guardar muy bien de construir ms [] Si se aprovecha este movimiento [] si se le encauza por buen camino [] pudiera tener resultados beneficiosos para el inquilino, sin por ello quebrantar los justos derech

person a jes populares veracruz

Documents