perfil misionero de un obispo dominico: fray reginaldo toro

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“Perfil misionero de un obispo dominico: Fray Reginaldo Toro” , en Segundas Jornadas de Historia de la Orden Dominicana en la Argentina, San Miguel de Tucumán, UNSTA, 2005. PERFIL MISIONERO DE UN OBISPO DOMINICO: FRAY REGINALDO TORO Gabriela Alejandra Peña Centro de Estudios Filosóficos y Teológicos (CEFYT) [email protected] Reginaldo Toro fue un hombre de intensa y variada actividad apostólica. Desde sus primeros años en la Orden de Predicadores le tocó asumir responsabilidades y desempeñar cargos diversos. Fue profesor, formador de los aspirantes a la vida religiosa, prior conventual y provincial, fundador, capellán y director de una congregación religiosa y finalmente obispo. No obstante, por encima de todo, fue un predicador y un misionero. Cabe preguntarse si las tareas propias de los cargos jerárquicos que ocupó la mayor parte de su vida son compatibles con la actividad de anuncio directo del Evangelio, que requiere disponibilidad, apertura y contacto directo con los destinatarios primeros de ese anuncio, generalmente, la gente sencilla del pueblo. Y si lo son ¿cómo pudo llevarlas a cabo en forma armónica, complementaria, sin que el interés y la atención por unas fuera en desmedro de las otras? En este trabajo intentaremos responder estas preguntas, ampliando nuestra mirada también a la inquietud que sobre este tema supo despertar en quienes le rodeaban y compartían la labor eclesial. Por esta razón, nos referiremos tanto a las actividades desplegadas por el obispo personalmente cuanto a las que otros llevaron a cabo bajo su supervisión e inspiración, pues unas y

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Semblanza de Fr. REgiinaldo toro obispo de Córdoba (Argentina) de 1888 a 1904

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REGINALDO TORO: FRAILE Y OBISPO MISIONERO

Perfil misionero de un obispo dominico: Fray Reginaldo Toro, en Segundas Jornadas de Historia de la Orden Dominicana en la Argentina, San Miguel de Tucumn, UNSTA, 2005.

PERFIL MISIONERO DE UN OBISPO DOMINICO: FRAY REGINALDO TOROGabriela Alejandra PeaCentro de Estudios Filosficos y Teolgicos (CEFYT)[email protected]

Reginaldo Toro fue un hombre de intensa y variada actividad apostlica. Desde sus primeros aos en la Orden de Predicadores le toc asumir responsabilidades y desempear cargos diversos. Fue profesor, formador de los aspirantes a la vida religiosa, prior conventual y provincial, fundador, capelln y director de una congregacin religiosa y finalmente obispo. No obstante, por encima de todo, fue un predicador y un misionero.Cabe preguntarse si las tareas propias de los cargos jerrquicos que ocup la mayor parte de su vida son compatibles con la actividad de anuncio directo del Evangelio, que requiere disponibilidad, apertura y contacto directo con los destinatarios primeros de ese anuncio, generalmente, la gente sencilla del pueblo. Y si lo son cmo pudo llevarlas a cabo en forma armnica, complementaria, sin que el inters y la atencin por unas fuera en desmedro de las otras?En este trabajo intentaremos responder estas preguntas, ampliando nuestra mirada tambin a la inquietud que sobre este tema supo despertar en quienes le rodeaban y compartan la labor eclesial. Por esta razn, nos referiremos tanto a las actividades desplegadas por el obispo personalmente cuanto a las que otros llevaron a cabo bajo su supervisin e inspiracin, pues unas y otras reflejan, a nuestro juicio, la orientacin y el perfil que l quiso imprimir a su obispado y son signo de su propia experiencia espiritual.

1- CONSIDERACIONES PRELIMINARES1.1 EL CONCEPTO DE MISINPara comenzar analizaremos el concepto misin, a fin de precisar a qu nos referimos cuando hablamos del perfil misionero de Fray Reginaldo Toro. En el siglo XIX el trmino se asociaba a la predicacin kerigmtica, al primer anuncio del evangelio a los no creyentes y se denominaba as a los establecimientos formados en pas de infieles para convertirlos al cristianismo (Bergier, 1854: 468). En esta perspectiva, sera difcil considerar al Padre Reginaldo un misionero, puesto que su actividad no se desarroll fuera del pas ni entre infieles.No obstante, si consideramos que la palabra misin significa una potestad o comisin especial que algunos han recibido de Dios para instruir a sus semejantes, anunciarles sus leyes y su divina palabra sin atender a su conocimiento previo de la doctrina cristiana y a que en este trmino se encierran diversos conceptos, tales como el acto de enviar la Iglesia a sus misioneros, el encargo que se confa a los enviados y la ejecucin de tal encargo (Sacramentum Mundi, 1973: 630), el conflicto desaparece. Es evidente que la labor desarrollada por este dominico constituy la ejecucin del encargo recibido para instruir a los hombres en la Palabra de Dios. Se trata de lo que algunos autores denominaron misiones internas, para diferenciarlas de las misiones extranjeras o externas, tambin llamadas ad gentes, que se realizan fuera de los limites de una iglesia constituida (Hernndez, 1961: 22) . Las misiones internas estaban recomendadas en el antiguo Cdigo de Derecho Cannico cuando determinaba: Deben los Ordinarios velar para que, al menos cada diez aos, procuren los prrocos proporcionar a sus feligreses lo que se denomina una misin sagrada.[footnoteRef:2] [2: Cdigo de Derecho Cannico, canon 1349.]

Sabiendo que la actividad desplegada por el Padre Toro era, sin lugar a dudas, una tarea misionera, pasemos a analizar de qu manera la llevaba a cabo y cmo compatibilizaba esta labor con sus responsabilidades y funciones jerrquicas.

1.2 EL CONTEXTO DE LA ACTIVIDAD MISIONERA DEL OBISPO TORO1.2.1 PANORAMA ECLESIALEn la perspectiva de la actividad misionera, la Iglesia universal viva en el siglo XIX una situacin muy particular. Despus de la experiencia de la revolucin francesa y del imperio napolenico, que haban significado un retroceso en la prctica de la vida cristiana y en la actividad eclesial, haba en Europa en general una nueva conciencia de que la labor de evangelizacin era urgente tanto en los pases tradicionalmente cristianos cuanto en los territorios de infieles. De ah que la sensibilidad misionera de esta poca incluyera por igual a las actividades que se realizaban en la propia patria y a las que tenan lugar en sitios lejanos, en particular debido a que el imperialismo colonial que se desarroll en la segunda mitad de esa centuria puso a la mayora de los pases del Viejo Mundo en contacto directo con pueblos y culturas hasta entonces desconocidos.Este nuevo inters por la cuestin misionera abarc a todos los fieles religiosos, sacerdotes y laicos - y se tradujo en la creacin de obras de ayuda a las misiones, organizadas a nivel nacional o internacional. Estas se dedicaban a la recoleccin de fondos, la promocin de la oracin y las vocaciones y la concientizacin general a travs de diversas publicaciones, y respondan a una tendencia general a afrontar la cuestin en forma organizada y sistemtica, generando proyectos misioneros para la Iglesia universal, en particular a travs de la recientemente reorganizada Congregacin de Propaganda Fide. El siglo XIX en general y la segunda mitad en particular, constituyen un perodo de verdadero despertar misional(Comby, 1994: 142 y ss).La Iglesia latinoamericana no tiene un papel tan definido y unvoco en esta nueva corriente de inters evangelizador como las de Europa , Asia y frica, ya que por un lado es destinataria de numerosos esfuerzos misioneros, y por otro es responsable de apoyar y sostener a las misiones. Los principales problemas eclesiales en la regin no eran, precisamente, la evangelizacin de los infieles, sino la cristianizacin y re cristianizacin del pueblo en vistas a la prdica liberal, positivista y anti-eclesial que los gobiernos desarrollaban en muchos de sus pases. De ah que las principales cuestiones a resolver fueran la formacin del clero, la educacin cristiana, la difusin de la prensa catlica, la reorganizacin territorial de la Iglesia y la atencin pastoral de los inmigrantes (Pazos, 1992: 880 y ss).En Argentina, la situacin coincida con la problemtica general del continente, aunque su habitual mirada hacia Europa no la dejara ajena a la inquietud general. La masiva afluencia de inmigrantes daba nuevo rostro a las ciudades y favoreca la creacin de nuevos centros poblados en el interior, en particular en las zonas frtiles, haciendo necesaria una re-estructuracin de la actividad pastoral para poder atender a todos en forma ms eficaz con los mismos recursos escasos de siempre. Las leyes laicas sancionadas por los gobiernos liberales ponan a la Iglesia institucional y a muchos fieles en situaciones nuevas, a las que no siempre saban cmo responder y determinaban la prdida de espacios de decisin e influencia por parte de la organizacin eclesistica, a menudo traducidos en la adopcin por parte de la poblacin de nuevas costumbres, no siempre de raigambre cristiana (Di Stefano y Zanatta, 2000: 307 y ss).En este contexto eclesial, Fray Reginaldo Toro intentar responder a la necesidad de evangelizacin del pueblo en sintona con las inquietudes de la Iglesia universal, pero sin dejar de atender a las particularidades del rebao concreto confiado a su cuidado.1.2.2 SITUACIN PARTICULAR EN LA DICESIS DE CRDOBAEl inters por esta forma de anuncio del Evangelio provena, en el caso del obispo dominico, del conocimiento de la realidad de su dicesis y de las personas confiadas a su cuidado pastoral. La situacin de ignorancia religiosa, poca prctica sacramental y la consiguiente relajacin de costumbres propia de muchos curatos, particularmente en la campaa, le era conocida desde su juventud, pero l mismo expresaba que estas necesidades las hemos observado de un modo ms inmediato desde que nuestro cargo pastoral nos puso en contacto diario con nuestros diocesanos y particularmente las hemos palpado con ocasin de las misiones que llevamos dadas en algunos curatos de nuestra campaa.[footnoteRef:3] [3: ARCHIVO DEL ARZOBISPADO DE CRDOBA (en adelante: AAC) , legajo 53, tomo I, Carta pastoral, Crdoba, 6 de julio de 1889. ]

A menos de un ao de haberse hecho cargo de su obispado informaba a las autoridades nacionales que haba visitado las parroquias, comenzando por las que haca ms tiempo que esperaban dicha visita. En esa ocasin haba observado que la mayor parte del pueblo practicaba la religin catlica, que el clero era por lo general ilustrado, virtuoso y sumiso al Prelado- an con algunas excepciones - , pero que se podan temer para el futuro algunas consecuencias negativas, derivadas de la aplicacin de las leyes laicas que se haban sancionado a nivel nacional y de la existencia de gobiernos liberales en casi todo el pas, con la consecuente propagacin de ideas opuestas a la religin y las costumbres cristianas (Barbero, Astrada y Consigli, 1995: 218-220). En este punto su anlisis era agudo y profundo, basado en criterios realistas y concretos. De ah que en su carta al ministro de Culto, Justicia e Instruccin Pblica escribiera que la ley de matrimonio civil resultaba un obstculo para la tarea misional, ya que se careca en los pueblos pequeos de oficinas donde realizar el trmite matrimonial, debiendo las parejas permanecer unidas de hecho, sin poder recibir el sacramento an cuando hubiera sacerdotes dispuestos a administrarlo. Junto a su propuesta de instalar ms oficinas habilitadas para esos fines, seala las posibles consecuencias a largo plazo de esta relajacin de las costumbres. Tambin menciona el incremento de los hijos ilegtimos y otros detalles que nos permiten deducir que estaba autnticamente interesado por la situacin que viva el pas y su gente[footnoteRef:4]. [4: AAC, Copiador de Cartas Secretara del obispado. 1882-1902, carta al ministro de Justicia, Culto e Instruccin Pblica de la Nacin, Crdoba, 7 de febrero de 1891.]

Por otra parte, era conciente de algunas dificultades especficas de la tarea misionera: lo extenso del territorio de la dicesis, la escasez de clero y los gastos que deban cubrirse para concretar esta labor.Adems de su conocimiento de la realidad, lo impulsaba a trabajar por la realizacin de misiones su conviccin de que la conservacin y el aumento de la religin en el pueblo [era] tan necesaria para el mantenimiento del mismo orden nacional y que reciba gran impulso con la frecuencia de las visitas cannicas y misiones .[footnoteRef:5] [5: Idem, Ibidem.]

2- LA ACTIVIDAD MISIONERA DE REGINALDO TOROLa actividad misionera, segn dijimos, fue constante en la vida de Fray Reginaldo, quien, como religioso dominico, se haba sentido llamado a predicar la Palabra de Dios, a la que se accede previamente por la contemplacin y el estudio. Aunque su vocacin por el anuncio del Evangelio, propia de la Orden de Predicadores, se manifest prioritariamente en la tarea docente, las misiones constituyeron una alternativa siempre vlida. A diferencia de aquella, dirigida principalmente a los aspirantes al sacerdocio y la vida religiosa, esta labor lo pona en contacto directo con la gente sencilla, con el pueblo cristiano que necesitaba conocer la Palabra de Dios o fortalecer su fe.Durante toda su vida religiosa, la mayor parte de la cual transcurri en Crdoba, se entreg a la predicacin y a las misiones.En el mbito de la ciudad, extenda su ministerio ms all de los lmites de la iglesia dominicana, predicando en las de la Compaa, Santa Teresa, Colegio de Hurfanas y en la Catedral. Las misiones propiamente dichas las desarroll en diversos puntos de las sierras de Crdoba (La Estancita y Tanti son dos de las localidades ms beneficiadas por este servicio) y en otras provincias vecinas. As, por ejemplo, en 1877 lo hizo en agosto y septiembre en Jachal, El Rodeo y Cerro Negro en la provincia de San Juan y posteriormente pas a Mendoza para desarrollar trabajos similares. No obstante, el grueso de la tarea misionera tendra lugar durante su obispado (Gonzlez, 2000: 111-112).Esta labor fue amplia y abarc diversos aspectos: por un lado el trabajo misional directo y por otro la animacin misionera de la comunidad cristiana en general. En este sentido, este obispo del siglo XIX tuvo clara conciencia de algo que la Iglesia ha reiterado una y otra vez y ha reforzado a la luz de la misionologa ms reciente: la tarea de anuncio del Evangelio no puede desarrollarse con xito y obtener buenos resultados si las comunidades cristianas no se comprometen en tal sentido; y las comunidades necesitan ser animadas para asumir ese compromiso.

2.1 TRABAJO MISIONAL DIRECTO El obispo Toro hizo de cada una de sus tareas episcopales una ocasin para anunciar el evangelio, administrar los sacramentos y compartir la fe con su pueblo. As, las visitas cannicas, ms all de las formalidades administrativas, fueron la oportunidad para desarrollar misiones en los curatos[footnoteRef:6], la inauguracin de una capilla o alguna festividad especial serva para el mismo fin, y en ocasiones simplemente se desarrollaban porque se detectaba la necesidad. Cuando era posible, l mismo participaba en las misiones, y si no, se ocupaba de velar para que otros lo hicieran. An cuando las visitas las realizaban sus colaboradores y delegados, ocurra de la misma manera[footnoteRef:7]. Tanto se esforz que an durante el perodo de la enfermedad previa a su muerte, en que su actividad se haba reducido al mnimo, las personas que estaban a cargo del obispado y que haban aprendido de su ejemplo continuaron fielmente esa costumbre y mantuvieron encendido el celo por el anuncio del evangelio[footnoteRef:8]. Tan solo en los primeros catorce meses de su obispado particip personalmente en misiones en Los Reartes, Santa Rosa y San Agustn con ocasin de la visita al curato de Calamuchita entre marzo y abril de 1889; Den Funes, Cruz del Eje, Soto, La Higuera, San Carlos, Salsacate y Villa del Trnsito en abril y mayo del mismo ao y algunos meses despus en Alta Gracia y Monte Cristo. No pudiendo ir personalmente a La Rioja, en agosto de ese ao envi a su Vicario General, monseor Castellano, para que hiciera otro tanto (Gonzlez, 2000: 122-123). [6: l mismo lo expresaba en la carta anteriormente mencionada, al decir:He practicado la visita cannica personalmente o por medio de mis encargados []y puedo asegurar a V.E. que debido a las misiones que he procurado que se tengan al mismo tiempo, el fruto obtenido ha sido satisfactorio.(Idem, Ibidem. El subrayado me pertenece).] [7: Por ejemplo : en agosto de 1889 el vicario parti a visitar el curato de San Martn acompaado de dos padres jesuitas y de otro sacerdote con el fin de dar misiones(AAC, Copiador de cartas secretara del obispado. 1882-1902, f 138). ] [8: Solamente a manera de ejemplo puede decirse que as ocurri en 1902 en el curato de Calamuchita, visitado por el obispo auxiliar Filemn Cabanillas, que fue acompaado por los jesuitas Padre Vicente Campos y Padre Ladislao Valenzuela, quienes recorrieron toda la jurisdiccin parroquial dando misiones en cada pueblo o capilla que el prelado visitaba.]

En las visitas procuraba ir acompaado por sacerdotes, generalmente del clero regular, para que reforzaran y complementaran su trabajo ocupndose especficamente de la predicacin. Jesuitas, redentoristas, mercedarios y, por supuesto, sus hermanos dominicos, adems de algunos curas del clero secular eran quienes compartan trabajos e inquietudes. Los miembros de diferentes familias religiosas trabajaban por separado algunas veces y en otras ocasiones lo hacan en forma conjunta. Tambin era frecuente que, en vez de acompaar la visita, los misioneros llegaran antes y prepararan el terreno espiritual, o que permanecieran unos das despus de la conclusin de la misma, a fin de reforzar las enseanzas y la labor realizada. Adems, por supuesto, de las numerosas misiones independientes de la presencia del obispo, que se llevaban a cabo en cualquier otra oportunidad.[footnoteRef:9] [9: En mayo de 1894 el diario Los principios daba cuenta en su edicin del da 13 que los jesuitas se encontraban misionando en la zona de Calamuchita, los dominicos en Jess Mara y los mercedarios en otras regiones de la provincia y que en unos das ms el obispo partira a Jess Mara para completar la tarea realizando la inspeccin cannica. El mismo diario informaba respecto de esta misin el 10 de mayo de 1894 que los Padres dominicanos eran acompaados por los curas de Ro Ceballos y Totoral y el capelln de Colonia Caroya, todos del clero secular. En julio del mismo ao el obispo compartira tarea apostlica en Arroyito con los Padres Infante y Villarubia de la Compaa de Jess, Pedraza de la Orden de la Merced y Correa, del clero diocesano.(Cfr. Los Principios, Crdoba, 10 y 13 de mayo de 1894 y 12 de julio de 1894)]

La actividad que se desarrollaba en las misiones era similar en casi todos los casos. La duracin era de aproximadamente diez das. En primer lugar se pona sobre aviso al prroco del lugar a fin de que preparara a los fieles para participar de la misin y obtener sus beneficios espirituales. Esto serva tambin para que los feligreses organizaran la recepcin de los misioneros, que en ciertas ocasiones, segn los recursos y la creatividad de la gente en cada lugar, poda llegar a ser una verdadera fiesta. As ocurri en 1894 en Villa Concepcin, en el curato de San Justo, donde el obispo fue recibido en la estacin de trenes con 16 carruajes de lujo, ms de seiscientos hombres a caballo y la banda de msica del pueblo. A continuacin sola haber una pltica en la capilla, que, si el prelado estaba presente, estaba a su cargo. Luego el obispo se dedicaba a las actividades mandadas por el derecho cannico y los sacerdotes misioneros predicaban, celebraban la misa, escuchaban confesiones, celebraban matrimonios y preparaban para el sacramento de la confirmacin. Tambin desarrollaban otros actos de piedad, especialmente los que estaban enriquecidos con indulgencias, conocidos como prcticas del jubileo. Un relato de 1902 da cuenta del cierre de la misin en San Agustn, que se hizo con la mayor pompa y que puede servir para ilustrar acerca de las costumbres de la poca en este campo. Dice lo siguiente:Se coloc una hermosa cruz de fierro en el pretil conmemorativa de dicha misin y principalmente como obsequio de la Parroquia al Redentor en el principio de siglo lo que se hizo con toda solemnidad con el canto de un Te Deum y bendicin papal Que el obispo participaba personalmente en la tarea no puede dudarse. No solamente porque los relatos coinciden en atribuirle la pltica inicial, sino tambin porque en julio de 1894 el peridico cordobs deca que la concurrencia a la misin en Villa Concepcin haba sido tan numerosa que siete sacerdotes inclusive el seor obispo no dan abasto[footnoteRef:10]. [10: Los Principios, Crdoba, 12 de julio de 1894. El subrayado me pertenece.]

Con respecto a la valoracin que se haca de estas misiones, debemos decir que el juicio era positivo, pero realista. Aunque se insista una y otra vez en que los resultados obtenidos eran muy buenos, siempre se aclara que no eran ptimos, que los esfuerzos realizados en las misiones no eran suficientes aunque colaboraran a reavivar la fe del pueblo y que esto se deba a su carcter espordico, a la escasez de misioneros y a la falta de recursos materiales para desarrollarlas en mejores condiciones. Esto se agravaba por el hecho de que la amplia extensin de las parroquias y el nmero reducido de sacerdotes no permita que la tarea fuera continuada y profundizada posteriormente.En este punto podemos observar cmo la actividad misionera directa guarda estrecha relacin con la tarea de tipo administrativo cannico que le competa como prelado, ya que dos de las actividades ms caractersticas de su servicio episcopal en Crdoba fueron la creacin de nuevas parroquias, particularmente en la campaa, y la admisin de nuevas rdenes religiosas en la jurisdiccin diocesana. Lo primero procuraba reorganizar el trabajo pastoral permanente, a fin de anunciar y sostener la fe, reforzar lo que se haba realizado durante las misiones o, en el mejor de los casos, responder a las situaciones que haban manifestado la necesidad de la misin[footnoteRef:11]. La segunda medida apuntaba a contar con ms y mejores agentes para la accin pastoral y misionera. [11: Doce parroquias de duracin permanente fueron creadas durante su obispado: Morteros, San Francisco, La Carlota, Marcos Juarez, Cruz Alta, Colonia Caroya, Laboulaye, Arroyito, Sampacho y Canals en el interior provincial y San Vicente y San Jernimo en la ciudad capital. Otras, que no tenan sede fija o estaban asentadas en pueblos cuya importancia haba disminuido, se establecieron en los centros ms poblados de su territorio a fin de reorganizar su actividad pastoral: Punilla, que se estableci en Cosqun, San Javier, que lo hizo en Villa Dolores, Pocho , en Salsacate y Santa Mara, cuya sede pas a ser Alta Gracia. (Cfr Gonzlez, 2000:127)]

En definitiva, como fruto de su experiencia directa el obispo se esforzara por todos los medios posibles para involucrar a la comunidad toda en la tarea misionera, aumentar los recursos humanos y materiales y profundizar la actividad de anuncio del evangelio.

2.2 LA ANIMACIN MISIONERA DE LA COMUNIDAD CRISTIANAA menos de un ao de su asuncin a la silla episcopal, Fray Reginaldo Toro daba origen a la Sociedad Cooperadora de las Misiones Catlicas, institucin destinada a comprometer a los cristianos de su dicesis en el apoyo a las misiones que se desarrollaban en el territorio del obispado.En la carta pastoral que estableca esta agrupacin el prelado explicaba la urgencia de la realizacin de misiones en todo el territorio a su cargo, apelaba a la buena disposicin de los sacerdotes regulares y seculares para ofrecerse como misioneros y recordaba a todos los fieles cun honroso y saludable ser para cualquiera el asociarse a la realizacin de tan nobles fines, sea erogando su bolo, sea concurriendo con su trabajo personal.La sociedad, establecida bajo el patrocinio de San Francisco Solano, tena por objetivo promover y fomentar con recursos pecuniarios la obra de las misiones catlicas en todas las parroquias del obispado de Crdoba, adems de promover un plan integral que permitiera que se desarrollaran en todos los lugares durante casi todo el ao.[footnoteRef:12] [12: AAC, legajo 53, tomo I, Carta pastoral, Crdoba, 6 de julio de 1889.]

La Sociedad constaba de un Centro Diocesano y una filial en cada parroquia., a la cual podan asociarse los fieles de ambos sexos con la condicin de pagar un peso con veinte centavos al ao para ser invertidos en las misiones.El Centro diocesano se encargaba de determinar en que fechas y sitios tendran lugar las misiones, informar a los centros parroquiales correspondientes, conseguir los sacerdotes misioneros y costear sus gastos de conduccin, permanencia y retribucin. Deba anotar en un libro especial los trabajos realizados en cada misin, consignando nmero de comuniones, confesiones, confirmaciones y matrimonios, nombre de los misioneros y de los pueblos visitados. Tambin llevaba el registro de los socios, las cuentas propias y de cada centro parroquial y tomaba cuenta de la obra que cada filial desarrollara a favor de las misiones. En el mbito ms puramente espiritual estaba encargado de hacer celebrar cada semana una misa en el altar de San Francisco Solano en la Catedral por los bienhechores de la Sociedad. Los centros parroquiales desarrollaban similar tarea en su mbito jurisdiccional, pudiendo tambin informar al Diocesano acerca de las necesidades ms urgentes de la parroquia y los puntos ms necesitados de accin misionera. Cuando se llevaba a cabo una misin en su zona deban fomentar la participacin masiva y ordenada en la misma.[footnoteRef:13] [13: AAC, legajo 53, tomo I, Estatuto de la Sociedad Cooperadora de las Misiones Catlicas en la dicesis de Crdoba, Crdoba, 6 de julio de 1889.]

La Sociedad de las Misiones Catlicas qued oficialmente establecida el 24 de julio de 1889 y a partir de entonces se propag rpidamente. El 29 de julio se designaban, a pedido del correspondiente prroco, los vocales para los centros parroquiales de San Justo, Remedios, Ro Segundo, Santa Rosa, San Jernimo, Sobremonte y Colonia Caroya. El 18 de agosto se haca otro tanto con algunas parroquias ms, cuyos nombre no hemos identificado y el 7 de septiembre con las de Anejos Norte, Totoral., Trnsito y Chalacea. Tambin se inauguraron filiales en muchas ms parroquias, que no podemos precisar pues la solicitud solo incluye el nombre del prroco y no el de su sede parroquial. [footnoteRef:14] [14: AAC, Copiador de cartas secretara del obispado. 1882-1902, f 131 -332.]

Fiel al espritu de su tiempo, el celo misionero del obispo Toro no solo se manifest en la obra de apoyo a las misiones en su dicesis, tambin se ocup de restaurar la Obra de la Propagacin de la Fe, instalada por su antecesor Manuel lvarez en 1877. Esta tena por objetivo organizar en la dicesis la grandiosa obra de la Propagacin de la Femediante la recoleccin de limosnas y la oracin. En 1891 y como estaba a punto de desaparecer por muerte de casi todos los miembros de su Comisin Central, Toro determina restaurarla, nombrando nuevos miembros y otorgando un nuevo impulso a su accin.[footnoteRef:15]En 1898, la dicesis fue visitada por el Padre Fernando Terrien, Delegado por los Consejos Centrales de dicha Obra para recoger limosnas entre los catlicos de la dicesis. En esa ocasin, el obispo Toro da a conocer la encclica sobre la actividad misionera escrita por Len XIII en 1894 y la acompaa de una carta pastoral para sus fieles. En ella insiste en la grandeza de la labor de anuncio del Evangelio entre los que no conocen a Dios y en la urgencia de que todos los cristianos sientan esta como una responsabilidad propia. Tal como lo enseaba y ejecutaba la Iglesia de Roma, la ayuda a las misiones no poda quedar limitada a esfuerzos espordicos e individuales, sino que deba hacerse en forma organizada y sistemtica, tambin en la dicesis del obispo Toro. Por eso y para apoyar en forma ms efectiva esta inquietud de solidaridad universal, decide nombrar un nuevo Director Diocesano, recomienda a los curas que formen comisiones parroquiales para que los fieles se asocien donando 0,20$ mensuales o $ 2 al ao y rezando ciertas oraciones y concede indulgencia a ciertas celebraciones que dispone se realicen en fechas pre-establecidas para fomentar el espritu de este apostolado. Es significativa la exhortacin que en dicha pastoral dirige a los sacerdotes, pues expresa el sentimiento universal que animaba su pensamiento y su corazn: [15: AAC, Libro de autos. 1876-1905, f 143. La Obra de la Propagacin de la Fe haba sido fundada en Francia bajo la inspiracin de Pauline Jaricot, quien , siguiendo el modelo de las misiones protestantes, haba organizado un sistema de recoleccin de limosnas para las misiones extranjeras. El surgimiento de esta y otras obras de apoyo a las misiones como la organizacin de la Santa Infancia o Infancia Misionera corresponde al inters de la Iglesia universal por la evangelizacin de los pueblos no cristianos, propia del siglo XIX, a la que nos hemos referido en el apartado 1.2.1 Panorama Eclesial. (Cfr. Comby, 1998: 149) ]

Sacerdotes del Seor! Haced con vuestra santa explicacin que los feligreses busquen los medios para conseguir la gracia y viviendo asociados con tan pequeo sacrificio alcancen la conversin del mundo entero. La caridad vence las dificultades y hace, con la fe, lo que Dios promete[footnoteRef:16]. [16: ARCHIVO DE LAS HERMANAS DOMINICAS DE SAN JOS (ADSJ), carpeta 2, seccin labor episcopal, documento 7, Carta pastoral, Crdoba, 23 de mayo de 1898. ]

3 CONSIDERACIONES FINALESLlegado este punto de la exposicin, estamos en condiciones de concluir que el obispo de Crdoba, Fray Reginaldo Toro desarroll una obra misionera de carcter realmente integral. Conociendo profundamente su regin y seriamente comprometido con la situacin del momento, comprendi los efectos que el laicismo y el abandono de la fe podan causar en la gente. Imposibilitado de evitarlo, se aboc a aligerar sus efectos. En el mbito urbano, la educacin poda ofrecer una respuesta vlida. En el espacio rural, en cambio, haba que implementar otras soluciones. All las misiones podan ser un medio eficaz de re-cristianizacin e implantacin de las costumbres ticas y religiosas. Por otra parte, permitan desarrollar el sentido comunitario, pues en ellas podan y deban tomar parte todos los cristianos de cualquier condicin y, de esta manera, favorecan la madurez del compromiso de los fieles en la extensin del Reino. Su firme compromiso con sus ovejas y con su patria no le impidi participar de la universal responsabilidad misionera de la Iglesia y sentirse solidario con los hombres que no conocen a Dios y con los misioneros que procuraban anunciarles el Evangelio, y animar a los cristianos a abrir sus corazones a la realidad de esos hermanos, tan necesitados como los ms cercanos. En su corazn la caridad alcanzaba dimensiones universales, aunque no por eso se volva algo terico y abstracto, sino que estaba en permanente bsqueda de nuevas manifestaciones, de nuevos requerimientos a los cuales dar nuevas respuestas.Segn su costumbre, detectada la necesidad, Fray Reginaldo no perdi tiempo para ofrecer soluciones. Las misiones no eran sino una manifestacin de su original vocacin de predicador, llamado a buscar los mejores medios para hacer crecer la semilla de la Palabra en el terreno de los corazones humanos, hacindola carne en las situaciones, los tiempos y los lugares concretos.

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