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14 de marzo de 2012 Universidad Nacional de Colombia
Aron Raymond. Paz y Guerra entre las Naciones
José Luis Ramos Cañón código: 06622650
La reseña que se propone únicamente abarca los dos primeros capítulos del libro, paz y
guerra entre las naciones de Aron Raymond, este libro fue escrito en 1962, en cuanto al
autor se puede señalar fue un sociólogo de nacionalidad Francesa. Los capitulo que se
reseñaran se titulan: Estrategia y Diplomacia de la Unidad de la Política extranjera. Y El
Poder y la Fuerza o de los Medios de la Política.
En este primer capítulo el autor desarrolla a partir de los postulados de Clausewitz, sobre la
naturaleza y las finalidades de la guerra, en este acercamiento teórico lo primero que trabaja
es la distinción entre lo que se llama la guerra absoluta y la guerra real y a partir de esto
postula como la guerra se constituye como un instrumento de la política, que parte de un
motivo político; que se estructura en un pueblo, un ejército y un gobierno que decide. Y
como acto político, que pretende el sometimiento de la voluntad del adversario, la guerra se
somete a dos dimensiones que contribuyen a este objetivo, que son la diplomacia y la
estrategia, en este punto se resalta como estas dos dimensiones se vinculan a las decisiones
políticas y como cada una de ellas se interfiere en momentos precisos.
Como un primer acercamiento a las relaciones entre la política, la guerra, y la estrategia, se
parte de una descripción de algunos ejemplos tomados básicamente de la primera y de la
segunda guerra mundial, en donde se refleja como los objetivos engendrados desde lo
estratégico, como el carácter militar de la confrontación, se sobreponen a los intereses
políticos. En general se habla de cómo se renuncia a los intereses o las finalidades políticas
por la llana idea de eliminar al adversario. Se resalta como en algunas ocasiones las
victorias militares se pueden tornar en derrotas políticas, en la medida que los costos finales
se tornan demasiado altos, o que en estos casos se autoriza el todo vale, sin tener en cuenta
los costos políticos de las estrategias militares y por último se habla de cómo no se calcula
el fortalecimiento de un aliado, que en el futuro puede ser un potencial enemigo. Por
último se hace un paralelo con la guerra de Corea y como esta constituye un referente
inverso, en donde los intereses políticos priman sobre la estrategia.
En ese mismo orden de ideas el autor presenta un nuevo referente de análisis, en el que se
sitúan la mayoría de las guerras. Se trata de cómo las estrategias deben estar alimentadas
por las finalidades, orden político, y los recursos de los cuales se dispone, en este caso pone
como ejemplos algunas ocasiones en las que el enemigo adquiere mayores medios
militares, en estos casos la apuesta no es por vencer sino por no perder, algunos ejemplos
usados son: la guerra de los siete años, la batalla de Verdun y el ataque de los japoneses
sobre pearl harbor. En todos los casos lo que se evidencia es como lo que se pretendía era
desgastar moralmente al adversario, o por lo menos llevarlo a un escenario en el que este no
pueda aspirar a la victoria y por lo tanto se provoque un acuerdo de paz negociada. Esta se
presenta como una posibilidad riesgosa, pues los cálculos ya sean militares o psicológicos
son siempre muy dudosos.
Posteriormente se desarrolla el principio de vencer o no perder en el marco de las guerras
subversivas, y como es el debilitamiento moral en los ejércitos lo que consolida estos
movimientos insurreccionales como revoluciones. Para luego entrar a hablar de los
levantamientos subversivos en el escenario de los regímenes coloniales. En ambos casos se
tiene que señalar un componente crucial y es como se construyen distintas asimetrías, por
un lado, sólo uno de los actores tiene los medios militares para imponerse sobre el otro, por
otro lado, se presenta otra asimetría en cuanto a los niveles de apasionamiento de las partes
enfrentadas. Como uno de los asuntos cruciales se establece la rivalidad absoluta, pues en el
escenario de una confrontación nacionalista contra un imperio colonial, la única posibilidad
lógica seria la aniquilación del contrario; pero en lugar de plantear este escenario de guerra
total, se plantea el sostenimiento a los intereses por medio de alianzas con los sectores más
moderados del nacionalismo.
Lo referente a la estrategia se concluye con un acercamiento a como la política interfiere en
los planes de batalla, pues las estrategia no pueden tornarse independientes de los efectos
sobre la política, pues esto puede desencadenar efectos negativos en el orden político, esto
muy ligado a los asuntos de legalidad, como ejemplos se destaca el conflicto en Laos y el
conflicto independentista en Argelia.
En la relación de la diplomacia y la estrategia se habla de cómo lo diplomático se vale de lo
militar tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz, se presentan dos escenarios, el
de Estados Unidos y el de Francia, lo que se devela de estas situaciones es la importancia
del tener una fuerza militar con el potencial para ejecutar los objetivos propuestos desde la
diplomacia, una fuerza con carácter tanto defensivo como ofensivo. En este punto se
puntualiza sobre una inversión en la diplomacia con la entrada de la Bomba Atómica, pues
los medios violentos están dados de manera previa, lo que se enfatiza es la coalición y el
mantenerse fuerte dentro de esa coalición, por lo tanto, las guerras o las disputas se tornan
mas políticas que bélicas.
Para el segundo capítulo las cosas se tornan más concretas, pues se pretende hacer una
distinción conceptual y operativa de los conceptos de fuerza, potencia y poder y como estos
interactúan y se vinculan, en medio de las relaciones políticas. De esta forma la fuerza que
se define prácticamente con la capacidad militar, se separa del potencial por ser el uso de
los recursos de la fuerza en medio de unos intereses y unos objetivos, para luego con el
poder que se encarna bajo la idea de los detentores del poder. Esto con el fin de establecer
las diferentes dinámicas que se establecen en el orden interno y en el orden externo, en
cuanto a las tres categorías.
Posteriormente se intenta establecer cuáles son aquellos componentes que generan poder
dentro de una unidad política, después de hacer un rastreo, el autor propone tres principios:
1) espacio o territorio 2) los recursos, en armas y en hombres 3) la posibilidad de la
movilidad y la acción de la colectividad. Esta visión se desarrolla ampliamente en el texto.
Para luego referirse a cómo opera el poder en los escenarios de paz y de guerra, develando
una inversión en las relaciones diplomáticas, pues se dice se sustrae la visión del grande
que impone su voluntad al estado más pequeño, por la simple designación de ser un estado
grande y poderoso, pues la simple designación no determina gran cosa, pues se tiene el
poder pero no es utilizable por las mismas consecuencia negativas que puede generar. Por
lo tanto el poderío se vincula más a la posibilidad de implementar sanciones de tipo
económico, que en algunos casos puede resultar un fracaso, en otros casos son medidas de
presión muy eficientes.
En última instancia lo que se evidencia es como la diplomacia en tiempos de paz opera bajo
la lógica de presiones tanto económicas como políticas o ya sea por medio de la violencia
simbólica o clandestina. En términos concreto el autor no entiende la diplomacia fuera de
estas relaciones y sin vínculos directos con el potencial militar.
Por último se intenta por parte del autor establecer cuáles son aquellos criterios para los
cálculos de fuerza, en épocas de guerra. En este orden de ideas se señala una relación
directa entre el potencial económico y el potencial militar bajo la premisa de la
movilización de la acción colectiva, lo que sería poner los distintos medios de producción
al servicio de la guerra, para concluir que la importancia de una industria es fundamental en
las posibilidades de triunfo posteriores. Para finalizar esta idea, el autor propone un marco
comparativo entre los regímenes totalitarios y los democráticos, resaltando como los
cálculos de fuerza son mal entendidos o manipulados por los regímenes totalitarios, para
demostrar esto el autor se enfoca en el caso Alemán e Italiano durante la segunda guerra
mundial y como la dirección se basaba en cálculos de fuerza equivocados.
Desde loa análisis hechos por Raymond Aron a lo largo de los dos capítulos, se puede
resaltar el aporte que este da al análisis del desarrollo de los conflictos bélicos, en el marco
de las relaciones políticas tanto internas como externas, aunque el aporte teórico se puede
tornar reducido, pues la mayoría de argumentos se desarrollan alrededor de los postulados
de Clausewitz y la exposición se torna en la simple validación práctica de las tesis
elaboradas por Clausewitz.