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Partidos movimiento: la democratización y sus retos en una perspectiva transcivilizacional

criStiano gianolla

introducción

La crisis política experimentada por los regímenes democráticos liberales es una cuestión abierta para intelectuales y políticos, llama-dos a explicar la falta de responsabilidad de la clase política, la bús-queda de participación política, las crecientes dudas sobre la función de los partidos y la apatía política que todo esto genera en la ciuda-danía (Santos y Avritzer, 2005; Mair, 2002). Las respuestas tentativas detectan nuevas formas de responsabilidad en la “audiencia” (Manin, 2014), en la “visión” de una aceptación política de la “democracia plebiscitaria” (Green, 2010) y, en resumidas cuentas, en el replan tea-miento de la representación democrática como un ejercicio delibe-rativo o de “defensa” (Urbinati, 2006b, 2006a). Estos enfoques res-paldan la ortodoxa falta de alternativas al modelo representativo revelando la inclinación a reforzar una forma de régimen elitista que provoca una mayor radicalización de las crisis políticas. Como resul-tado, la población se siente incapaz de influir en el sistema democrá-tico; considera que su participación es inútil y residual. Ése es el centro neurálgico de la crisis: los ciudadanos no participan en la po-lítica electoral porque están desilusionados con este modelo de de-mocracia elitista, se sienten comprimidos tras una línea política abis-mal (Santos, 2007a, 2007b) que divide a gobernantes y gobernados, a representantes y representados, a encargados de tomar las decisio-nes y ciudadanos comunes. La respuesta del sistema a las exigencias de los movimientos populares y democráticos se considera tradicio-nalmente una carga para la condición de gobernabilidad que exige

cri

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‘Partidos movimiento: la democratización y sus retos en una perspectiva transcivilizacional’, in Boaventura de Sousa Santos and José Manuel Mendes (Eds.), Demodiversidad: imaginando nuevas posibilidades democráticas, AKAL, Ciudad de México, 2017, pp. 533-570; Published in Portuguese (Edições 70, Coimbra 2017);

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renovar la capacidad de control social por parte de las elites políticas (Crozier et al., 1975). La línea abismal en la política se justifica por la estabilidad del gobierno, su necesidad reduccionista de simplificar la diversidad social en formas institucionales y su capacidad para to-mar decisiones eficientes y eficaces, y hacerlas aceptables para la so-ciedad. Por el contrario, los ciudadanos plantean la búsqueda de una política incluyente en lugar de excluyente, exigen mover la línea po-lítica abismal hacia más, no menos, participación y descentralización.

Los partidos movimiento emergentes intentan mover la línea política abismal centrándose en la participación popular y experi-mentando con formas híbridas de participación para desradicalizar la representación. La atención superficial a sus ideas y propuestas políticas, que las tacha de populistas, crea confusión discursiva en torno a la alternativa emergente (provocando la defensa de la pers-pectiva elitista de la representación), más aún porque el populismo es un término utilizado también para calificar fenómenos políticos muy distintos.1 El objetivo del presente capítulo es evaluar compara-tivamente el origen político, el contexto, el discurso participativo y el potencial democratizador de los nuevos partidos movimiento en India y en Italia, donde me centraré en dos casos concretos (Santos,

1 Canovan (1981) propone una tipología populista que incluye el “populis-mo agrario” (Rusia y Estados Unidos a finales del siglo xix y Europa oriental después de la Primera Guerra Mundial), dividido en tres subcategorías, y el “populismo político”, dividido en cuatro. Estas cuatro subcategorías son: la “dictadura populista” (como el peronismo y Huey Long en Luisiana), la “de-mocracia populista” (centrada en la democracia participativa y directa, como en Suiza), el “populismo reaccionario” (fuerzas xenófobas y nacionalistas de derecha) y el “populismo de los políticos” (la construcción de una unidad elec-toral). Para diferentes especialistas, el populismo es una ideología, un estilo discursivo o una estrategia política (Gidron y Bonikowski, 2013). Entre quie-nes sostienen que el populismo es una ideología, véanse Akkerman (2003), Mudde (2004), Abts y Rummens (2007) y Wyatt (2013). Moffitt (2014) propo-ne entender el populismo como un “estilo político”, una categoría que abarca diferentes experiencias sociales y políticas. Jansen define el populismo como una “práctica política” y lo analiza desde la perspectiva de la sociología política. Identifica la movilización populista como “un modo flexible de animar el res-paldo político” combinando movilización popular y retórica populista (Jansen, 2011: 77ss.).

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2014: 181-186): el Aam Aadmi Party (aaP-Partido de la Persona Común) y el Movimento 5 Stelle (M5S, Movimiento 5 Estrellas).2 Los siguientes apartados proporcionan una breve contextualización teórica que adopta la perspectiva de las epistemologías del Sur (San-tos, 2014) para categorizar la línea política abismal. Los siguientes cinco apartados efectúan un análisis comparativo del aaP y el M5S, y el penúltimo especula sobre el reto que supone para ellos el populis-mo y cómo se enfrentan a él. La conclusión aborda la cuestión de cómo afectan los partidos-movimiento a la línea abismal.

de la línea Política aBiSMal a la deMocracia de Mayor intenSidad

Un análisis adecuado de las causas originarias y las consecuen-cias políticas de la crisis política exige dedicar un espacio a explicar el tema específico de este capítulo. En él me centro en el potencial democrático de las “epistemologías del Sur”, tal como las elabora Boaventura de Sousa Santos (véase, entre otros, Santos, 2014) para proporcionar una breve explicación de dos dicotomías que fomen-tan la “línea abismal” política: Estado frente a sociedad civil y re-presentación frente a participación. Para introducir este breve ejer-cicio teórico empezaré con la noción de “línea abismal” que subyace a la perspectiva epistemológica. Santos (2007a) elabora una teoría que presenta el colonialismo y la modernización occidentales como el pensamiento abismal basado en metafóricas “líneas abismales” que separan lo importante de lo carente de importancia, lo visible de lo invisible, lo existente de lo inexistente, lo universalmente válido de lo vernáculo. Las líneas abismales provocan una fractura radical en-

2 En estas páginas me centro claramente en la repercusión del aaP y el M5S sobre la línea política abismal. No hay espacio aquí para efectuar un análisis crítico completo de ambos movimientos. En mi tesis doctoral (Gianolla, de próxima publicación) ofrezco un análisis detallado del aaP y el M5S. El trabajo de campo y la recopilación de datos etnográficos se produjeron entre enero y abril de 2014 en India, y entre enero y julio de 2015 en Italia. Las declaraciones de activistas y líderes del aaP y del M5S están anonimizadas con una etiqueta y un número, por ejemplo: Activista01, Líder103, Municipal01, etcétera.


tre los dos lados de la divisoria: “lo que más caracteriza al pensa-miento abismal es, pues, la imposibilidad de la presencia de los dos lados de la línea” (Santos, 2007a: 45 [ed. cast.: 30]). Santos desarro-lla la teoría de las líneas abismales como una evolución histórica de la modernidad colonial occidental; sin embargo, con la teoría del fascismo social (véase más abajo) amplía dicha aplicación a los siste-mas de gobierno, incluidos los occidentales; y, lo más importante, resalta que las líneas abismales son metafóricas, no geográficas. Yo propongo usar esta metáfora y aplicarla a los regímenes democráti-cos liberales definiendo las líneas “políticas” abismales como aque-llas que en la práctica dividen el interés (acciones y decisiones) de la elite (políticos, líderes de opinión y gestores neoliberales) y el de la sociedad en general, cuando en teoría el primero debería ser un refle-jo del segundo. A “este lado de la línea” la política varía entre “regu-lación y emancipación” del discurso político, un debate entre gobier-no y oposición, y “al otro lado de la línea” la política varía entre “la apropiación y la violencia”, la cooptación invitacional o la asimila-ción de ideas políticas y la marginación y negación de las alterna-tivas políticas. Los ciudadanos y sus movimientos y organizaciones de base se mantienen al otro lado de la línea; las invasiones de este lado de la línea política abismal rara vez tienen lugar e implican una aclimatación al sistema político a medida que se ajustan a él. Los movimientos de la línea abismal se producen mediante revolucio-nes o reformas. En el primer caso son abruptos e irrebatibles; en el segundo, progresivos y mediados.

La compleja realidad política que encuentra aquí una mera gene-ralización teórica aporta diversas pruebas validatorias que son la cau-sa de las crisis políticas. La divisoria entre el Estado y la sociedad civil es especialmente característica de la modernidad occidental, donde la esfera de la política se corresponde con los asuntos del Estado, o la esfera pública política tal como la elabora Habermas (1996). San-tos y Avritzer critican el reduccionismo político afirmando que “la democracia liberal confinó la democracia al ámbito político, conce-bido estrictamente como el campo que concierne a las áreas de in-tervención del Estado. Esto convirtió el proceso democrático en algo susceptible de constituir una isla de democracia en medio de un am-plio océano de despotismo social” (Santos y Avritzer, 2005: lxii). La


vida cotidiana de las personas es política en un sentido más amplio. Santos detalla seis estructuras sociales, cada una caracterizada por su forma política concreta, su racionalidad legal y su epistemología. La política del Estado se limita en general a la estructura social de la ciudadanía; las otras cinco estructuras son: hogar-lugar, producción, mercado, comunidad y espacio-mundo (Santos, 2002: 353-416; 2003: 297-374). El poder del Estado y la política, el derecho y la episte-mología (ciencia moderna), forman parte de una constelación po-lítica en la que —aunque sólo la estructura de la ciudadanía se en-tien de como la esfera formal de la democracia— las seis estructuras sociales interactúan para enmarcar la vida social, la política, el dere-cho y la epistemología. El liberalismo político enmarca las institu-ciones del Estado como una organización formal ceñida a la vida pública del ámbito ciudadano; es incapaz y poco dado a captar la in-terrelación de esta esfera principal de la política con las otras cinco, relegadas a la vida privada o a la vida pública no política. Quienes vi-ven en los regímenes democráticos liberales, tal como los entiende la modernidad occidental, pertenecen en general a una familia y a otras redes de relaciones personales, están implicados en entornos profesionales, involucrados en la lógica del mercado, pertenecen a comunidades (étnicas, culturales, sociales y demás) y, con la misma importancia, experimentan relaciones internacionales crecientemen-te globalizadas. Si bien los teóricos liberales esconden el impacto político de estas estructuras sociales tras el “velo de la ignorancia” (Rawls, 1999), todas ellas tienen su política “informal” o “privada” (o formas de poder), su derecho y su epistemología, interactúan con la política del Estado, el derecho y la ciencia, y producen marcos bo-rrosos en los que la frontera entre la política pública y las relaciones privadas (o el espacio de la sociedad civil) es indefinida e indefinible.

Pasando del análisis político al social, la reducción de la demo-cracia introduce el dominio antiliberal del derecho (o la falta de de-recho) o “fascismo social” (Santos, 1998: 23-30; 2002: 453-456; 2005: 22-28; véase también 2014: 49-51). El fascismo social es el dominio de un régimen opresivo y discriminatorio en sociedades formalmente liberal-demócratas: la ley existe, pero la capacidad del Estado para aplicarla en igualdad de condiciones está reducida por la creciente importancia de actores políticos privados, y políticamente


limitada a zonas consideradas “civilizadas” y excluida en zonas del nuevo “estado de naturaleza”. La división público-privado fomenta el fascismo social que se produce con la connivencia del Estado, ya sea por la implicación directa de éste, ya por la aceptación pasiva del abuso que se produce en las estructuras sociales no políticas, sean “privadas” o públicas. Santos define seis formas de fascismo social, aclarando que no es un régimen político sino “social y civilizatorio” en el que el dominio de los regímenes representativos liberales cons-tituye una compañía cómoda para la perversión política neoliberal.3

La línea política abismal se mantiene mediante una rígida apli-cación de la representación, que aumenta el sentimiento de impo-tencia política, más allá de optar por una u otra de las formaciones políticas que se presentan a las elecciones. Panikkar detecta el pro-blema de la reversibilidad, la ausencia de responsabilidad de obliga-da observancia por parte de los miembros de la elite, y resalta que la cuestión no es individual sino sistémica: “la dificultad consiste, hoy día, en hacer que este proceso sea reversible una vez que se ha descubierto que el poder escapa ya a la autoridad del pueblo, puesto que ha sido transmitido a un sistema tecnocrático que se ha libera-do de toda dependencia, tanto con respecto a las masas como a los políticos” (Panikkar, 1995: 83 [ed. cast.: p. 120]). Kothari (2005: 16) sostiene que la política india “está influida por la lucha entre el pro-ceso democrático y los impulsos tecnocráticos de la elite, que mili-tan contra dicha aspiración popular”. Aclara que el interés de la elite y el paradigma del desarrollo son los obstáculos para la democrati-zación, y no el supuesto atraso político debido a las tradiciones de India, que en realidad proporcionan resiliencia democrática contra la deriva autoritaria. “Esta elite es más dada a ponerse a la altura de

3 Santos explica que, “como régimen social, el fascismo social puede co-existir con la democracia política liberal. Más allá de sacrificar la democracia a las demandas del capitalismo global, esto trivializa la democracia hasta tal gra-do que ya no es necesario, o incluso ya no es conveniente, sacrificar la demo-cracia para promover el capitalismo” (Santos, 2007a: 61 [ed. cast.: 44]). Y “como el fascismo social coexiste con la democracia liberal, el estado de excepción co-existe con la normalidad constitucional, la sociedad civil coexiste con el estado de naturaleza, el gobierno indirecto coexiste con el gobierno de la ley” (Santos, 2007a: 62 [ed. cast.: 46]).


otras sociedades que a trabajar para proporcionar condiciones equi-tativas y humanas a sus propios conciudadanos” (Kothari, 2005: 16).

En el complejo e interestructural ámbito de la política, la línea abismal reduce lo político a lo institucional, silenciando o cooptan-do las voces que se sitúan al margen de la representación institucio-nal. Algunos ejemplos hacen referencia a la representación política de las protestas contra grandes infraestructuras, como la campañas No-tav o No-DalMolin en Italia o la Narmada Bachao Andolan, contra las presas del río Narmada, en India.4 Estas luchas no sólo inquietan al ciudadano, sino también al miembro de una familia, a la comunidad, e impactan en el modo de vida y en las condiciones de trabajo de las personas afectadas: la modernidad occidental no engloba en la responsabilidad política una amplia imagen de la vida de los representados. Y un régimen no podría decidir meramente sobre dicha complejidad con un sistema puramente representativo, centrado en la estructura social de los ciudadanos: la participación desde abajo y la interacción entre representantes y representados, la responsabilidad y la transparencia son condición sine qua non para establecer regímenes políticos más democráticos.

4 Otras formas de exclusión política abismal están relacionadas con la res-tricción de los derechos de los ciudadanos en una sociedad de clase creciente-mente controlada y racionalizada, en la que el mercado invade las áreas priva-das relacionadas con la sanidad, la enseñanza, la seguridad, el acceso a bienes y servicios básicos, desde el agua y los alimentos sanos hasta el acceso a la energía (gas, electricidad, combustible) e Internet. Mientras la agenda neoliberal au-menta la depredación del mercado sobre dichos bienes y servicios, estos siguen siendo fundamentales para el nivel de vida, y son cada vez más importantes para interactuar con el paradigma democrático. La lógica del mercado define las condiciones de trabajo, niega la perspectiva de un futuro profesionalmente reconocido para la juventud, relega a profesionales bien preparados a la depen-dencia de dinámicas de mercado incontrolables. El Estado es una entidad cada vez más débil en comparación con actores internacionales y no estatales, con una función neutralizada y sustancialmente reducida; en el plano político sigue siendo una autoridad fundamental de legitimación, pero su política no regula las estructuras sociales “privadas”. El Estado es incapaz de preservar la condi-ción de humanidad, y para el mercado la humanidad no puede ser una condi-ción, porque no está reconocida como valor añadido. En estas circunstancias, las exclusiones radicales son estructurales.


Partidos movimiento emergentes como el aaP y el M5S son un espacio privilegiado para entender el límite de los regímenes demo-cráticos liberales, porque los exponen a una severa crítica y propor-cionan espacio para el pensamiento alternativo. Son proyectos po-líticos controvertidos y embrionarios que inevitablemente incluyen contradicciones, aunque podría cuestionarse que en un grado más elevado que empresas políticas más maduras. Me centro en su po-tencial y al mismo tiempo los comparo con la siguiente metodolo-gía: los analizo mediante cinco categorías diferentes, esbozando las diferencias entre ellos en cada categoría y extrapolando la respuesta de cada uno a la crisis política (sistematizada en la conclusión). Las cinco categorías son: origen, contexto político, participación, divi-sión Estado-sociedad civil, y posición ideológica.

origen, de MoviMiento a Partido

Fundado el 26 de noviembre de 2012, el aaP está arraigado en el Territorio de la Capital Nacional de Delhi (en adelante “Delhi” o “estado de Delhi”) y se encuentra cada vez más presente en otros estados indios, en especial el Punjab. Su principal líder, Arvind Ke-jriwal, eligió el activismo social como vocación vital, renunciando a trabajos en grandes empresas o en la administración pública (Baca-ni, 2007; Sachdeva, 2014: 25-28; Wyatt, 2015). Luchó desde organi-zaciones de base por la transparencia del Estado, contra la corrup-ción, por la participación ciudadana y contra la política neoliberal. Se unió al Mazdoor Kisan Shakti Sangathan (MkSS-Unión para el Poder de Trabajadores y Agricultores) por obtener el derecho a la información (di), aprendiendo técnicas de auditorías públicas que importó a Delhi (Baviskar, 2010). Recibió el prestigioso pre-mio Ramon Magsaysay al liderazgo emergente en 2006 y afirmó definitivamente su reputación en todo el país con una destacada par-ticipación en la campaña llamada India contra la Corrupción (iac-In-dia Against Corruption) de 2011-2012. iac estaba liderada por el activista ghandiano Anna Hazare; como otros activistas sociales in-dios, éste practica una politización no institucional de la vida civil y mantiene una distancia formal respecto a la política de partidos.


Kejriwal chocaba con dicho punto de vista y proponía cambiar la política india entrando en el sistema; recibió el apoyo de muchos colaboradores de iac y otras personalidades importantes, y for-mó el aaP. La oleada de moralización suscitada por iac dio el im-pulso adecuado para abogar por un cambio político radical, y el aaP ofrecía un enfoque participativo, evocando el concepto gand-hiano de swaraj o auto gobierno, traducido como participación y descentralización.5

En 2013, el aaP sorprendió a muchos en las primeras elecciones a las que se presentó, las de la asamblea de Delhi, en las que obtuvo 28 de 70 escaños (29.5 por 100 de los votos) y formó un gobierno en minoría con apoyo externo.6 Afrontando la hostilidad de otros partidos, que se negaron a debatir el jan lokpal, o proyecto de ley contra la corrupción, el gobierno de Kejriwal dimitió transcurridos sólo 49 días. Tres meses más tarde, aunque el aaP daba un enorme paso adelante, presentando candidatos a 432 de los 543 escaños del Parlamento nacional, sólo obtuvo un 2.1 por 100 de los votos, que le permitieron disponer meramente de cuatro escaños (Aashish, 2014). Pocos meses después, el partido volvió a sorprender obte-niendo 67 de los 70 escaños (con un porcentaje de voto del 54.3 por 100) en las elecciones de 2015 a la Asamblea del estado de Delhi.

El M5S surgió dentro de la trayectoria del cómico Beppe Grillo (Greblo, 2011; Santoro, 2012 y 2014; Scanzy, 2012; Caracci, 2013), con el apoyo de Gianroberto Casaleggio (1954-2016), experto en comunicaciones de Internet y mercadotecnia. La trayectoria profe-sional de Grillo comenzó en la década de 1970, tocó cuestiones

5 El libro de Kejriwal titulado Swaraj (2012) recuerda el Hind Swaraj de Gandhi (Gandhi, 1938), aunque Gandhi sólo está presente pero sin ser men-cionado. La idea política del aaP —basada en la descentralización— está sim-plificada en la aldea modelo de “Ralegan Siddhi” (dinamizada y revitalizada por Anna Hazare) y Hiware Bazar, estudiado y documentado por Kejriwal en 2009 (Kabir, 2011; Pawar, 2014).

6 Negándose inicialmente a formar un gobierno de coalición (Ali, 2013a, 2013b), los líderes del aaP decidieron consultar al electorado (Ali, 2013c; Pan-dey, 2013a, 2013b, 2013c) y formaron gobierno con el apoyo externo del Par-tido del Congreso sobre la base de un programa de gobierno de 18 puntos presentado por el aaP (Pti, 2013b).


sociales y políticas, como el medio ambiente, la libertad de prensa, la justicia social y, últimamente, la difusión por Internet (Biorcio y Natale, 2013: 20-21; Caracci, 2013: 48-49; Mello, 2013: 181-182). El tránsito de Grillo al M5S incluye la creación de un exitoso e in-novador blog, www.beppegrillo.it, en enero de 2005. Seis meses más tarde, Grillo y Casaleggio utilizaron la red social meetup.com para facilitar la creación de grupos locales por parte de los seguido-res del blog de Grillo. Por toda Italia proliferaron los grupos loca-les, y menos de tres años después Grillo los invitó a presentarse a las elecciones locales en forma de listas cívicas “certificadas” que de-fendiesen los temas y los valores propugnados por él en su blog (Grillo, 2008). Grillo y Casaleggio organizaron importantes even-tos públicos nacionales de protesta, los llamados “V-Days” (días de a tomar por culo, “vaffanculo-Day”) entre 2007 y 2008, que reunie-ron a cientos de miles de personas en las plazas italianas (Mello, 2013: 187-188; Monina, 2013: 57-58). El 4 de octubre de 2009 —día de san Francisco—, Grillo, Casaleggio y sus seguidores fundaron en Milán el M5S; la fecha elegida simboliza la pobreza del movi-miento y su respeto por la naturaleza y el medio ambiente (Fo et al., 2013: 136 y 188).

Inicialmente, Grillo quería regenerar la izquierda italiana (Tra-vaglio, 2012: ix y xix-xx) pero partidos y líderes se mostraron poco receptivos a sus exigencias, lo cual provocó desconfianza. Por esa razón, Grillo y el M5S se muestran reacios a formar coaliciones con los partidos políticos tradicionales y su objetivo es, por el contrario, cambiar el sistema de partidos desde dentro. Los resultados electo-rales del M5S se consolidaron lentamente a partir de 2008, hasta explotar por primera vez en 2012 (Colloca y Marangoni, 2013: 71-76; Vignati, 2013: 50-57), alcanzar el éxito nacional en 2013 (cuan-do el movimiento obtuvo un porcentaje de voto del 25.5 por 100 en todo el país) y ganar en 2016 las elecciones municipales de Roma y Turín. Los representantes del M5S tienen en general poca o prácti-camente ninguna experiencia de partido previa y operan bajo una austera reducción del gasto político, recortando su propio salario y su pensión política. El M5S rechaza oficialmente las estructuras de partido y tiene organismos y cuadros mínimos, potenciando un ac-tivismo de red para la aplicación de la democracia directa mediante


instrumentos de deliberación y toma de decisiones online y amplian-do la participación de la población común.7

reSPueStaS a laS criSiS PolíticaS

El aaP emergió en India durante la tercera fase del sistema de partidos establecido después de la independencia (deSouza, 2000), una época de crisis para el Partido del Congreso creado por Gan-dhi y Nehru (el principal partido de la uPa-Alianza Progresista Uni-da), y tras tres décadas de políticas neoliberales. Además de la con-solidación nacional del nacionalista y comunalista Bharatiya Janata Party (BJP), la uPa gobernó India durante dos mandatos consecuti-vos (2004-2014), reduciendo sus políticas a favor de los estratos más débiles de la sociedad y con una corrupción desbocada que provocó insatisfacción con los dirigentes políticos. La activista social Aruna Roy explica claramente este aspecto: “Desde la independencia, el Congreso siempre ha tenido una fuerte retórica a favor de los po-bres. La uPa ii (2009-2014) fracasó también políticamente, porque no abordó de manera adecuada y competente sus áreas de interés tradicionales. Con la dilución de ese foco, y una gran corrupción, perdió la simpatía de su grupo de votantes tradicional” (Roy, 2014). Las campañas rti (derecho a la información-Right to Information) e iac (India contra la corrupción-India Agaisnt Corruption) repre-sentaron movilizaciones nacionales de las que el aaP se convirtió en controvertido y no unánimemente reconocido heredero político a partir de 2013; y el aaP entró en política sin abandonar su movili-zación social: “el estilo del aaP fusiona o hibrida la protesta, la re-solución de problemas locales y la democracia directa con la gober-nanza parlamentaria” (Visvanathan, 2014).

La de 1990 fue también una década de inflexión en Italia, con un paisaje político fuertemente rediseñado por una serie de aconteci-mientos, como el punto culminante de la guerra entre el Estado

7 La bibliografía sobre el M5S es muy amplia, incluidos los análisis críticos; véanse, por ejemplo, Dal Lago (2013); De Rosa (2013); Mello (2013); Biorcio y Natale (2013); Bodgnon y Ceccarini (2013), (2015); Monina (2013); Greblo (2011); Biorcio (2015a).


italiano y la mafia, seguido por la reorganización de las relaciones entre ambos (Bolzoni, 2012) y las investigaciones de “manos lim-pias” (mani pulite), que revelaron un sistema de corrupción política que abarcaba todo el sistema de partidos (Pasquino, 1994; Morlino, 1996). La Liga Norte (Lega Nord-ln) y Forza Italia (fi) son ejem-plos de partidos nuevos o revitalizados tras la crisis política. Este periodo se caracterizó por la importancia de Silvio Berlusconi, el líder de fi, cuyo destino político y personal decayó en 2011, con la acentuación de la crisis económica por la que se instituyó el gobier-no técnico de Mario Monti. El M5S ya había emergido al margen del sistema de partidos y logró ocupar un espacio político también vacío debido a los nuevos escándalos de partidos surgidos veinte años antes, como Italia de los Valores (Italia dei Valori-idv) y el ln, y a la debilidad de la izquierda parlamentaria.

Tanto el aaP como el M5S responden a una crisis de credibilidad del sistema de partidos tradicionales y surgen como respuesta de la sociedad civil, una respuesta moral desde abajo en torno a dos líde-res respetados. Si bien ambos movimientos emergieron a partir de iniciativas centralizadas, se basan en el compromiso voluntario de los ciudadanos con una renovada esperanza política que lleva a los movimientos al frente del éxito electoral. La progresión temporal y geográfica es diferente —más de 4-5 años para el M5S y 1 año para el aaP— y con diferente intensidad geográfica, en Delhi y algún estado más el aaP y en toda Italia el M5S. Sin embargo, su relación con la política es la diferencia más asombrosa: ambos quieren cam-biar el sistema, pero el aaP asume el simbolismo y la estructura de un partido, con su líder en el frente político, y el M5S los rechaza, prefiriendo el simbolismo y la organización informal del movimien-to, con su líder convertido en noble garante.

rePlanteando la ParticiPación

La principal innovación aportada por el discurso político del aaP es el swaraj, una forma de entender la democracia que supera los lí-mites de la representación, empoderando a unidades políticas locales (barrio y aldea); el aaP contextualiza la propuesta de Gandhi (1962)


e intenta reconciliar la sociedad urbana contemporánea con el pro-yecto descentralizado de Mahatma. La opción de centrarse en uni-dades urbanas está relacionada con el origen del aaP, Delhi, y con la complejidad de la India rural, donde la innovación política exige más tiempo. La “ley de swaraj de Delhi” es el instrumento legislativo que el aaP se disponía a introducir en el otoño de 2014, aunque la caída de su gobierno frenó el proceso. Líder103 (2014), sociólogo, experto en Gandhi y líder nacional del aaP, explica que esta legislación va más allá de la idea original del panchayati raj (introducido con las enmiendas 73 y 74 de la Constitución india en 1993).8 Tiene dispo-siciones que atribuyen al mohalla sabha (o consejo de barrio de 3.000 a 4.000 habitantes) competencias basadas en la paridad de género, establecen reservas para minorías, castas oprimidas y pueblos indíge-nas, proponen innovaciones democráticas tales como el derecho de destitución y una interrelación diferente entre representantes y re-presentados. Las competencias del mohalla abarcan las áreas de en-señanza, sanidad, seguridad, asuntos sociales (incluida la atención a pobres, ancianos, discapacitados y otras personas vulnerables) y la capacidad de investigar, sancionar y recompensar a funcionarios pú-blicos y organismos municipales, gestionar el presupuesto y contra-tar trabajadores, deliberar acerca del uso del suelo, decidir sobre la concesión de licencias para la venta de alcohol, etcétera. En el dis-curso del aaP, el swaraj introducirá lentamente la igualdad social con independencia de la religión, la casta y el género; éste es, sin embar-go, un asunto controvertido en India, donde la participación y la tradición están relacionadas con la opresión y el feudalismo comu-nal. El enfoque urbano del aaP es una prueba para la forma de abor-dar este legado y mostrará si las prácticas participativas emancipado-ras pueden subvertir esa lógica y qué debe hacerse para lograrlo.

El discurso participativo del M5S es el de cambiar el canon demo-crático representativo por la “democracia directa” mediante el uso de las tic (tecnologías de la información y la comunicación): “al intro-ducir la democracia directa, ya no necesitaremos partidos: sobre una

8 El sistema del panchayati raj proporciona descentralización constitucio-nal, pero afronta diversas dificultades de aplicación (deSouza, 2003; Goel y Rajneesh, 2009; Mathur, 2013).


base igualitaria, todos decidiremos cualquier cosa, tanto a escala local como nacional” (Casaleggio, en Fo et al.: 191). La existencia del M5S es la realización parcial de este paradigma, porque los grupos loca-les emergieron de forma espontánea mediante el uso de platafor-mas de internet, a partir del blog de Grillo y de meetup.com. La in-fraestructura de tic permite a los miembros de M5S aplicar una for ma avanzada de democracia digital. Los grupos locales tienen, en general, libertad para usar las plataformas que prefieran, incluido software de fuente abierta como Airesis y Parelon, o la preferida por el Partido Pirata, la retroalimentación líquida. Los grupos del M5S aplican el experimentalismo y amplían el concepto de demodiversidad (Santos, 2006: 39), desarrollando múltiples formas de organización democrática local. A escala nacional, la plataforma utilizada es el sis-tema operativo de M5S, denominado “Rousseau”, que se está desarro-llando en Casaleggio Associati (la asociación privada controlada por el cofundador del M5S y su hijo Davide). Los críticos sostienen que equiparar internet a una libertad ilimitada y a la expansión de la de-mocracia es simplista, demagógico y manipulativo (Etling et al., 2010; Morozov, 2011; Tibusi y Bilancetti, en Gucchi et al., 2015). El M5S responde que está efectuando una revolución cultural que necesita tiempo, pero que es un gran ejemplo por su dimensión múltiple, des-de la escala municipal a la europea, y otros partidos van muy a la zaga. Entre otras funciones, el sistema operativo del M5S permite debatir y enmendar proyectos de ley en todos los planos administrativos, elegir candidatos para las elecciones, tomar decisiones sobre posturas políticas o sobre una línea política. Éstas son las funciones que amplían la interacción entre los miembros del M5S y su participación en la vida política. Además de incipiente, tentativa y experimental, la de-mo cracia digital del M5S es innovadora y está expandiendo la partici-pación. Unida a la innovación de la democracia digital, la descen-tralización del M5S es un punto clave para entender su forma y su fuerza políticas. Los activistas siguen colaborando con las bases en las luchas sociales y políticas, no pertenecen al movimiento meramente en un plano virtual; el M5S es una red, pero no un movimiento pu-ramente virtual. Los representantes elegidos siguen interrelacionán-dose con las bases, llevando los problemas de los ciudadanos a las instituciones.


El aaP y el M5S fomentan el compromiso con el movimiento lo-cal, amplían la participación antes de las elecciones (véase más ade-lante) y mantienen a sus representantes electos involucrados, remo-delando la relación entre representantes y representados. Mientras que el aaP se dedica más a hacer la participación legalmente viable, el M5S se centra en aplicar la participación mediante internet e in-corporarla a diferentes procedimientos políticos. Una vez en el po-der, ambos potencian las solicitudes sociales desde la base.

la Sociedad civil dentro de laS inStitucioneS eStataleS

En un ámbito preelectoral, el aaP establece un puente entre el Estado y la sociedad civil, convirtiendo las elecciones en una expe-riencia participativa en la selección de candidatos y utilizando el diálogo para redactar los manifiestos políticos. Kejriwal reafirma el llamamiento del aaP a encomendar un liderazgo nuevo y honrado, afirmando que el aaP toma “sólo buenas personas, sólo esas perso-nas… sólo en circunstancias excepcionales tomamos personas de otros partidos. Normalmente no tomamos personas de otros parti-dos” (Kefriwal, 2014). Líder103 resalta la importancia de este as-pecto como sigue: “El aaP tiene que ir más allá de la creación de una elite autoperpetuada en las secciones desfavorecidas y desampara-das, para conducir a la emancipación masiva y a la unidad de todas las secciones más débiles, lo que a su vez fortalecerá la ciudadanía democrática y la construcción de la nación” (Líder103, 2014). Por esta razón, el aaP elaboró en detalle la selección de candidatos en un documento inicial que constituyó la declaración de intenciones del partido (Aam Aadmi Party, 2012).9 Rakesh Parikh, líder del par-

9 Paradójicamente, aparte de constituir una importante innovación, este procedimiento fue criticado por estar demasiado elaborado en este documento inicial (Shukla, 2013). Los procedimientos de selección de candidatos del aaP tienen por objetivo fomentar la participación, la transparencia, el compromiso y la identificación con los electores (Lalchandani, 2015; Tripathi, 2013; Roul, 2014). En la primera fase del procedimiento de selección de candidatos, antes


tido Rajasthan, escribió acerca de esta preocupación inmediata-mente después de la derrota en las elecciones nacionales de 2014: “La tarea más importante para nosotros era la de detectar cuál sería el mejor candidato posible entre los ciudadanos comunes que soli-citaban ser candidatos bajo las siglas del aaP. Además, teníamos que buscar personas merecedoras que tal vez no lo hubiesen solicitado, pero que sería mejor que se uniesen al proceso político. La nación estaba a favor del cambio y parecía el momento adecuado para en-viar buenas personas al Parlamento”.10

El aaP se reunió con simpatizantes y ciudadanos comunes de Delhi para redactar su manifiesto político. El partido adoptó dos procedimientos distintos. En 2013, reunió ideas por separado en los 70 distritos electorales del estado de Delhi (Pti, 2013a; Khande-kar, 2013; Aam Aadmi Party, 2013). En noviembre de 2014, inau-guró el “Diálogo de Delhi”, consultas temáticas sobre cuestiones determinadas inicialmente mediante una campaña puerta a puerta (comenzada en septiembre de 2014), en previsión de las elecciones que se celebrarían en Delhi en febrero de 2015 (Aam Aadmi Party, 2015; tnn, 2015).11

de la primera victoria electoral de 2013 en Delhi, Kejriwal había resaltado las virtudes, los defectos y los retos planteados por el procedimiento de selección. Por una parte, permite filtrar a los candidatos por motivación (así como por todas las demás características); por otra, incluye la posibilidad de suscitar hos-tilidad en el partido por parte de los no seleccionados y proporciona instrumen-tos para la subversión dentro y fuera del partido (Kejriwal, 2013). Kejriwal cree que la capacidad de un candidato para obtener un escaño en las elecciones es un componente importante que debe considerarse a la hora de efectuar la selección (Kefriwal, 2013), y el procedimiento de selección adoptado en las elecciones de Delhi de 2015 confirma que la “capacidad de victoria” se encontraba entre los criterios más importantes —si no el más importante— para la inclusión en las listas. Por ejemplo, Fateh Singh, candidato del aaP en Gokulpuri, conocido dalit, exmiembro del BJP, en uno de los tres escaños reservados para minorías que el partido perdió en 2013 (Lalchandani, 2014).

10 Página de Rakesh Parikh en Facebook, 17 de mayo de 2014 [https:www.facebook.com/drrakeshparikh/posts/703605366365159].

11 Para dar continuidad al Diálogo de Delhi, el gobierno del aaP creó la Comisión del Diálogo de Delhi (web oficial: http://www.delhi.gov.in/wps/wcm/connect/doit_ddc/ddc/homenew).


El aaP conquistó el imaginario político simbólico con el patrón de una elevada exigencia moral, capaz de atraer a los activistas socia-les indios que dan al partido una imagen política innovadora. Kavita Srivastava no se ha afiliado, pero reconoce que el aaP ha logrado ganar una batalla desde el frente del activismo social: contra la elite política, el aaP ha logrado introducir la lucha política en el ámbito electoral. Srivastava sostiene que “el éxito del aaP es que ha hecho algo que nadie más ha logrado hacer, que es darle la vuelta al sistema más corrupto y lleno de delincuentes, el sistema electoral” (Shrivas-tava, 2014). Intelectuales gandhianos como Partibha Jain coinciden sustancialmente al afirmar: “con la desmistificación de la gobernan-za y dando más voz a la aam aadmi o población común. Confiando en los conocimientos de ésta. […] Una de las consecuencias impor-tantes de la aparición del aaP es que está creando en el sistema polí-tico supuestamente inexpugnable un contramovimiento a favor de la limpieza, del estilo de vida austero, de la simplicidad” (Jain, 2014).

Uno de los objetivos políticos del M5S es introducir al ciudadano común en la institución, y los 136 parlamentarios que obtuvo en 2013 son el mayor grupo de nuevos rostros jamás visto en el Parla-mento italiano (ningún otro partido recibió un apoyo tan masivo en sus primeras elecciones). Rostros nuevos, sin antecedentes penales, representan una significativa innovación moral para la política ita-liana. Cuanta más experiencia electoral va adquiriendo el M5S, más se estructura y reproduce su sistema de selección de candidatos. Ini-cialmente, y en cierta medida hasta la fecha, el procedimiento era completamente libre en el ámbito local, en el que cada grupo podía definir su procedimiento de selección; esto es lo que ocurrió, por ejemplo, en 2015 en la ciudad de Latina, pero no en núcleos más grandes, como Roma, donde la selección se realiza mediante el siste-ma operativo del M5S. En caso de conflicto local, el sistema de demo-cracia digital del partido sirve también de espacio para resolver conflictos entre candidatos y grupos rivales.

El procedimiento utilizado por el M5S en las elecciones regiona-les del Lazio en 2013 es uno de los mejores ejemplos participativos e independientes; duró unos tres meses y “fue una experiencia ex-traordinaria de democracia directa desde abajo” (Activista02, 2015). Hay dos procedimientos principales, uno para la selección de candi-


datos y otro para la redacción del programa.12 MPRegional02 resu-me la experiencia afirmando que los procedimientos estuvieron de-finidos completamente desde abajo por los activistas, empezando por el nivel provincial, adoptando primero las normas de selección compartidas (definidas en reunión física y votadas online) y aplicán-dolas después. La selección de candidatos se produjo en dos pasos, a escala provincial y después regional, mediante selección transparente por cv y evaluando el expediente activista de los mismos. Las provin-cias se controlaban mutuamente los candidatos en cumplimiento de las normas de selección compartidas, además de las establecidas den-tro del M5S, que incluyen que el candidato debe carecer de antece-dentes penales, no ser miembro de ningún partido político en ese momento y no haber ocupado con anterioridad un cargo de repre-sentación política durante más de un mandato. La redacción colecti-va del programa electoral se produjo como un ejercicio híbrido de reuniones físicas e interacción virtual (con el software de retroali-mentación líquida y meetup.com) en las que participaron cientos de personas divididas por debates temáticos, después resumidos en un documento sucinto. “Resumir todas las propuestas en un progra-ma que no sea un mero programa de 100 páginas, sino un programa con ciso, capaz de hablar de las cosas clave, y que para nosotros siga sien do un punto de referencia, fue una tarea difícil” (MPRegional02, 2015).

Ambos movimientos aplican de manera constante el proceso participativo para seleccionar a sus candidatos y sus programas elec-torales, una forma de forjar la política a través de la sociedad civil, intentando atraer a personas “comunes” y comprometidas (sin ante-cedentes penales) a las instituciones. El aaP promueve la sociedad civil y la implicación de renombrados activistas, mientras que el M5S selecciona directamente los candidatos de sus grupos de base, que pueden incluir tanto activistas sociales reconocidos por su compro-miso en otros movimientos como nuevos activistas. Asimismo, los grupos del M5S gozan de mucha libertad para establecer sus proce-dimientos selectivos, en comparación con la directiva con estructura

12 Sobre la redacción colectiva del programa, véase también Gianolla, 2014.


de partido del aaP. El resultado es dual. Por una parte, los represen-tantes del partido movimiento eliminan la elite política, aportando nuevo entusiasmo y moralizando a dicha elite. Por otra, los repre-sentantes carentes de experiencia son una debilidad formal que tanto el aaP como el M5S tuvieron que afrontar al comienzo de sus man-datos institucionales; esto también se reflejaba en la acusación de que carecían de visión política e ideológica (véase más abajo). Estas alegaciones pierden consistencia con el tiempo y con la acumulación de experiencia política.

ideología y orientación Política

La posición ideológica del aaP y el M5S es, declaran ambos, neu-tral. Los dos afirman no seguir directriz ideológica alguna y que su ideología es la democracia participativa. Ambos partidos son criti-cados por esta posición ubicua. Ésta es, sin embargo, una caracte-rística política estratégica de los partidos movimiento que merece un mayor análisis.

Otros partidos consideran un defecto la falta de ideología formal por parte del aaP. Una representante del Partido del Congreso en-trevistada en Jaipur sostiene que la carencia de ideología del aaP hace que el partido tenga solución para los problemas sencillos, pero no disponga de soluciones duraderas para los problemas de India. También resalta que esta vaguedad ideológica se debe a la diversi-dad de las personas que se han unido al partido, con opiniones dife-rentes y contradictorias y sin un marco ideológico. El aaP tiene poco tiempo de vida (conrep01, 2014). Con una perspectiva muy similar, el profesor Bhowmik, de Bombay, añade que el aaP carece de identidad de clase (Bhowmik, 2014).

Aruna Roy sostiene que la credibilidad de muchos líderes de la iac derivaba de su participación previa en la campaña rti, pero la anterior campaña incorporaba un arco ideológico más amplio, que incluía todos los grupos sociales que luchaban contra la corrupción. “La coalición arcoíris no presentaba necesariamente un consenso en cuestiones económicas más amplias y en otros temas relaciona-dos con la igualdad, como el laicismo y la erradicación de la pobre-


za” (Roy, 2014). El aaP heredó esta vaguedad ideológica. Shrivasta-va resalta que una orientación ideológica es fundamental, porque no basta contar sólo con buenas personas y buena voluntad (Srivastava, 2014).

El discurso ideológico del aaP es reacio a admitir que la buena política se dé sólo en el antiguo marco ideológico, y tiende a sub-vertir la lógica. Activista103 (2014) sostiene que “la corrupción […], el gram swaraj y la descentralización del poder son nuestra principal agenda. Estamos intentando cambiar el sistema para lo-grarlo”. Líder105 (2014) vuelve a exponer la centralidad de la anti-corrupción afirmando que “no hay nada malo en el capitalismo, pero el problema surge cuando los capitalistas entran en colusión con la política, porque entonces empiezan a manipular las políticas que rigen sus propias ambiciones”. El aaP sostiene que la distinción entre posiciones liberales y socialistas es obsoleta, y defiende que la intervención estatal debería proteger el emprendimiento individual y, al mismo tiempo, controlar la colusión entre corrupción y capital. Líder103 (2014) aclara que la posición del aaP se centra en el swa-raj, esto es, la ideología más allá de la importancia del Estado (so-cialista) o del capital (liberal) desarrollada en el siglo xx:

Capitalismo, socialismo… son etiquetas útiles para entender los modelos y los sistemas económicos del siglo xx. Nosotros estamos en contra de las cuatro Ces […] corrupción en las altas instancias, capita-lismo de compinches, centralización y comunalismo, y castismo. […] Y entonces la respuesta es el swaraj, que es la democracia participativa en el plano político, que es la justicia económica para todos, que es la dig-nidad y la identidad sociales y la ética personal. […] Lo que no somos está muy claro. No somos comunales, no somos capitalistas, no somos socialistas. Pero ellos dicen: “No tenéis ideología”. Nosotros decimos que el swaraj es una ideología. […] En el siglo xxi, los seres humanos están intentando reinventar la democracia para conseguir que el Esta-do y el capital dejen de estar en el centro y volver a situar al ciudadano en el centro. […] En el siglo xx, el Estado se situó en el centro y el ciudadano quedó al margen, en el modelo soviético; y el capital se con-virtió en el centro y el ciudadano se convirtió en la periferia en el mo-delo democrático liberal. Y, en todas partes, los partidos se convirtie-


ron en el rostro de la sociedad, el patrón de la sociedad, los guardianes de la sociedad. Nosotros tenemos que reinventar la importancia, la necesidad, el valor y las funciones de la ciudadanía. Y eso es la demo-cracia participativa (Líder103, 2014).

El M5S sostiene que el problema ideológico es una cuestión fal-sa porque, dentro de las instituciones, los partidos de todas las ideologías no se atienen a los principios que defienden y acaban en los mismos escándalos o en traición a la ideología democrática. En consecuencia, el M5S es posideológico porque no afirma represen-tar sólo a personas o valores de izquierda o de derecha, sino a ambos, es decir, a “las personas”, que toman decisiones políticas mediante un enfoque participativo en la forma comunicativa y organizativa alternativa creada por el movimiento, en especial con la interacción de los grupos locales y la interacción de la democracia digital. El movimiento no supera o amalgama la izquierda y la derecha tal como emergen en la sociedad, sino la falsa divisoria política entre ellas dentro del marco institucional. Incorpora entre sus temas y votan-tes tanto a la izquierda como a la derecha sociales (Corbetta y Vig-nati, 2013; Colloca y Corbetta, 2014; Tronconi, 2013; Bordignon y Ceccarini, 2015, 2013, 2012),13 carece del tradicional principio ideo-lógico unificador (Colloca y Corbetta, 2014), y ésta es una de las razones por las que constituye un laboratorio político (Diamanti, 2014).14

Como en el caso del aaP, la estrategia del M5S se centra en las políticas, no en la política, y ésta es también la razón por la que algu-nas políticas son para democratizar la política (carencia de antece-

13 Diversos analistas han demostrado que la inicial oleada de activistas y votantes era originalmente simpatizante de la izquierda (Biorcio y Natale, 2013: 55-57; Pedrazzani y Pinto, 2013: 104-116). Sin embargo, con el tiempo, el M5S ha logrado la aprobación de ciudadanos que normalmente votan a par-tidos de tradición liberal y nacionalista. El M5S está, por lo tanto, creando una nueva representatividad política, al margen de la izquierda y la derecha (Bior-cio y Natale, 2013: 65-66; Pedrazzani y Pinto, 2013: 118-121).

14 Senador04-ex sostiene que la falta de ideología y de estructura de parti-do crea un vacío de ideales políticos que deben alcanzarse, y fragmenta la opi-nión personal de representantes y activistas.


dentes penales, patrimonio pero no exceso de salarios y dietas para los representantes, límite de dos mandatos, etc.). El análisis de los electorados del M5S muestra la amplia gama de posiciones ideoló-gicas, y mayor variación, con respecto a otros partidos políticos; de hecho los votantes del M5S son ideológicamente heterogéneos (Colloca y Corbetta, 2014). Centrándose en las políticas, el M5S su-pera o abarca la división de su electorado en casi todos los temas, aunque algunos asuntos controvertidos suponen un gran reto para su unidad. La línea política nacional se establece en dos pasos. La asamblea parlamentaria decide sobre cuestiones no problemáticas, basando la deliberación en el programa del movimiento a escala na-cional (Movimento 5 Stelle, 2009) y otros documentos fundadores, como la carta de Florencia (Grillo y Casaleggio, 2009). Los asun-tos delicados se debaten en todos los niveles: los grupos locales, las plataformas locales y nacionales online, etcétera. Cuando el grupo parlamentario no puede tomar una decisión política, se invita a los afiliados al M5S a expresar su opinión mediante el voto. Un ejemplo es el de los matrimonios entre personas del mismo sexo: tras meses de debate interno, el M5S decidió rápidamente el tema convocando una votación online sobre la cuestión: “¿Apoyas la introducción en nuestro sistema jurídico de las uniones civiles entre personas del mismo sexo?”, y el 85.4 por 100 de los 25,258 votantes se manifestó a favor (Grillo, 2014). Un senador del M5S explica la filosofía de este método:

Ésta es una cuestión fundamental que implica también […] una cuestión de conciencia […] con respecto a la cual no hay una respuesta acertada o errónea, sino que cada uno responde de acuerdo con su pro-pia cultura, sus propias experiencias, sus propios… sus propios deseos, su propia experiencia de apertura también en relación con otros países en los que esto se ha hecho. De modo que es importante que haya orientaciones, después de lo cual, como parte de una delegación que se expresa en forma de voto sobre los asuntos más importantes, es más fácil establecer —y estamos ahí para eso— digamos las mejores formas organizativas para hacer y realizar lo que en última medida es una orientación expresada por los ciudadanos (Senador01, 2015).


La ideología para el aaP y el M5S es la política centrada en los ciudadanos, con un Estado fuerte que interviene como mediador para modular los excesos de poder y riqueza. Este tipo de ideología es un triunfo político, porque es de distinto tipo que las ideologías emergidas en el pasado. Mientras que el socialismo y el liberalismo se centran en un marco teórico del que deriva la metodología, los partidos movimiento afirman que su ideología es un marco meto-dológico del que deriva un marco teórico. Aceptan la falta de visión política manteniendo que dicha visión se construirá colectivamen-te. Por traducirlo a la filosofía de Gandhi, fines y medios deben ser igualmente válidos y valiosos, de modo que verdad y no violencia van de la mano. Mientras que las ideologías convencionales dan prefe-rencia a la teoría y a los fines, una ideología participativa da preferen-cia a la metodología y a los medios; de hecho, el aaP y el M5S abo-gan por una nueva ciudadanía basada en los deberes, el principal de los cuales es la participación. La cuestión es cómo asegurarse de que de una metodología valiosa derivan fines y objetivos políticos va-liosos. La respuesta es que la participación es un objetivo democrá-tico evidente en sí mismo y que con la práctica, como algo opues-to a la teoría, proporcionará la respuesta a esta pregunta, desde aba jo; una práctica basada en el supuesto de que el enfoque en múltiples escalas —de lo local a lo global—, el compromiso perso-nal y la responsabilidad (deber y participación) son una garantía contra la alienación y la subversión de los fines políticos y una for-ma de reconciliar intereses sociales opuestos en pos de un diálogo político innovador.

Con esta ideología metodológica, el aaP y el M5S crean una va-riable política imprevista en el mercado electoral. Mientras que los partidos en general controlan el mercado mediante la orientación política, el aaP y el M5S reúnen simpatizantes de todas las posicio-nes políticas. La prueba es la victoria transversal del aaP en Delhi en 2015 y el similar apoyo transideológico reunido por el M5S en diferentes elecciones desde 2012, y evidente en 2016, cuando el movimiento perdió sólo una de cada 20 segundas vueltas, demos-trando que siempre que hay opción entre el movimiento y un par-tido tradicional, ya sea de izquierda o de derecha, la mayoría de los votantes del partido excluido en primera vuelta apoya al M5S.


el reto PoPuliSta y el reto al PoPuliSMo

El aaP y el M5S son considerados, en general, partidos populistas. Para entender las repercusiones de esto investigaré brevemente el concepto y la teoría política implicados por el populismo. Mudde sostiene que vivimos en un “Zeitgeist populista” porque el populismo forma parte de las políticas de las democracias occidentales y es una ideología de núcleo poroso que puede combinarse con otras ideolo-gías de izquierda o de derecha (Mudde, 2004).15 Canovan sostiene que “el populismo es una sombra proyectada por la propia demo-cracia” (Canovan, 1999: 3), y Panizza afirma que es el reflejo de la democracia, capaz de degenerar y también revitalizar sus promesas (Panizza, 2005). Enfrentados a esta pluralidad de significados, ¿por qué iba a prevalecer una interpretación negativa que descalifique a los emergentes partidos movimiento?

La actual interpretación negativa que se le da en Europa emer-gió en las tres pasadas décadas y hace referencia a la demagogia (Taguieff, 1984; Collovald, 2004: 25, 79-90; Tarchi, 2015: 7-17): es adop tada desde arriba por la elite política para disminuir la identidad política de la lucha en las bases (Mendes, 2005). En India, el término no es menos controvertido y se utiliza para indicar la movilización popular y las políticas que benefician a los grupos sociales más mar-ginados, aunque puede ir unido a regímenes autoritarios, como el estado de excepción de Indira Gandhi (Wyatt, 2013; Subrahmaniam, 2014). Sharma atribuye al populismo dos características principales:

15 El populismo no es una categoría radical, sino que identifica una serie de conceptos y características que de manera general y poco sistemática se agru-pan para describir diferentes fenómenos (Taggart, 2000; Gidron y Bonikowski, 2013). En el siglo xix, en Rusia y Estados Unidos, determinó la lucha por los derechos y los intereses de los agricultores, su inclusión en el área de la repre-sentación (Canovan, 1981; Collovald, 2004, 2005), y estuvo relacionado con una valoración de las personas, en especial las más vulnerables. Mudde sostiene que el populismo contemporáneo (desde la década de 1980) se caracteriza principalmente por partidos de derecha que dan prioridad al liderazgo fuerte sobre la participación. Sin embargo, no diferencia entre distintos partidos po-pulistas, generalizando la aplicación de la ideología porosa a todos los partidos que contraponen el pueblo a la elite (Mudde, 2004).


el deseo por parte de los políticos de ser aceptados por el pueblo y la interpretación negativa caracterizada por una tendencia a la simplifi-cación, las promesas no realistas, la abolición de la mediación institu-cional y la incuestionabilidad del líder (Sharma, 2014). Biorcio sos-tiene que la interpretación del populismo depende del significado asignado al concepto de “pueblo” (Biorcio, 2015b: 13): en su versión demagógica, el populismo implica un pueblo ignorante, disminuido, desempleado, incapaz y, por consiguiente, fácil de manipular. Esta interpretación incluye la sumisión del pueblo y la manipulación por parte del líder, y, potencialmente, la adopción de un régimen autori-tario (Urbinati, 1998; Akkerman, 2003; Abts y Rummens, 2007). Asi-mismo, el pueblo es estigmatizado, porque su propia ignorancia per-mite la aparición y el éxito de los partidos populistas (Collovald, 2005).

Las pruebas sobre el terreno muestran una imagen distinta: des-de las bases, el pueblo es la categoría de lo subalterno al establish-ment político, que ve cómo se ponen obstáculos a su reivindicación de que redistribuya el poder; por esta razón, el recurso al pueblo es una exigencia democrática de participación del demos (no del etnos, el pueblo excluyente) en la democracia.16 Esta noción de populismo desde abajo se utiliza para potenciar la lucha política de las pobla-ciones locales (Mendes, 2004). De hecho, “el populismo es la única forma legítima de política democrática” (Chatterjee, 2011: 15) para aquellos a quienes Chatterjee considera los últimos estratos de la sociedad india, a los que denomina la “sociedad política”. Se refiere, por ejemplo, al amplio grupo de chabolistas urbanos y trabajadores informales de India, que se corresponden con los inmigrantes do-cumentados e indocumentados en Occidente (Chatterjee, 2011: 24; 2004). Chatterjee sostiene que estos grupos sociales crean asociacio-

16 Los llamados partidos populistas de derecha (es decir, el Frente Nacio-nal, la Liga Norte, Amanecer Dorado) apelan a lo étnico y son, en consecuencia, etnocentristas o racistas: son antidemocráticos. El populismo demagógico es una estrategia de comunicación política para conseguir consenso, pero no es parti-cipativo, porque excluye de la esfera pública a grupos de personas, como inmi-grantes (incluidas las sucesivas generaciones), pueblos indígenas y otros grupos sociales por razones de cultura, religión, raza, clase económica, orientación se-xual y sexo.


nes informales para defender sus derechos morales, más que jurídi-cos o políticos, y negociar su dignidad ontológica y el apoyo electoral con las elites políticas. Al negociar a través de la movilización polí-tica y la alianza con otros grupos políticos, la sociedad política exige la excepción a la norma y subvierte la dinámica demagógica popu-lista. Chatterjee sostiene que el pueblo define sus exigencias y los políticos las incorporan a sus promesas políticas; el líder populista, el significante vacío (Laclau, 2005) y el uso del discurso demagógi-co se crean desde abajo, desde las necesidades morales básicas de subsistencia y medios de vida, “el uso instrumental del voto sólo es posible dentro de un campo de política estratégica. Éste es el mate-rial de la política democrática que tiene lugar sobre el terreno en India. Implica lo que parecen ser avenencias constantemente varia-bles entre los valores normativos de la modernidad y la aserción moral de las demandas populares” (Chatterjee, 2004: 41; véase tam-bién 2013). Sobre esta base, el aspecto demagógico del populismo revierte en un aspecto completamente moral, democrático pero no liberal, porque defiende la reivindicación básica de supervivencia y sustento de los más necesitados y desatiende los derechos de pro-piedad y las normativas empresariales inscritos en las leyes y en la Constitución.

Hay dos razones principales que descalifican una percepción eli-tista del populismo (entendido meramente como demagogia). En primer lugar, el populismo se reconoce ampliamente como insurgen-cia de los ciudadanos desde abajo contra sus representantes y como alarma sobre el mal funcionamiento de la democracia (Taggart, 2000: 109; Laclau, 2005: 139; Pasquino, 2005: 31). En segundo lugar, la apelación al pueblo no es una prerrogativa de los partidos populistas, sino que pertenece a todas las familias de partidos (Mastropaolo, 2005: 59-60). Si asumimos el “populismo de los políticos” (Canovan, 1981) como sinónimo de demagogia de un líder político para obtener consenso y apoyo electorales, todos los políticos recurren al popu-lismo en cierta medida (Taggart, 2000: 107). Mair sostiene que una versión del populismo (como la adoptada por el Partido Laborista en Reino Unido) no es una amenaza a la democracia constitucional, sino que “puede de hecho redundar en interés de los líderes, al ofrecer un medio para legitimar el gobierno dentro de un contexto de despoliti-


zación generalizada” (Mair, 2002: 90). Por consiguiente, si bien el aaP y el M5S incluyen un rasgo populista, es una miopía política des-cartar su discurso político, su innovación y su presencia efectiva sobre la mera base de esta etiqueta tan amplia y generalizadora.

concluSión

Los partidos movimiento son respuestas experimentales a la desafección de los ciudadanos, rediseñan la relación entre ciudada-nos comunes y políticos, involucrando a los primeros en la política y convirtiendo a la elite política en una imagen más cercana de la sociedad civil. El entusiasmo y el apoyo reunidos por ellos demues-tran que “los ciudadanos se han distanciado sólo de la política habi-tual, cuando ante una situación socioeconómica intolerable e injusta no parece disponible ningún cambio” (Santos, 2015). Cuestionan la división entre Estado y sociedad civil, reestructuran la interacción representantes-representados, adaptando los ideales participativos a los mecanismos y el ritmo de las instituciones, y a la política posi-deológica defendida por la dimensión del movimiento. Con su in-novación inicial de la política india e italiana, el aaP y el M5S efec-túan un leve movimiento de la línea política abismal, porque recrean la afección política de los ciudadanos, les permiten elegir a sus can-didatos (o ser candidatos), definir programas políticos y abrir un es-pacio de participación desde abajo. Un movimiento más amplio de la línea exige que los partidos movimiento muestren consistencia, inclusividad y creatividad en el espacio participativo que crean. Lo hacen si logran oponerse a las causas de las que mana el fascismo social mediante la creación de nuevas solidaridades, lo que repudia también la falta de democracia en las otras cinco estructuras socia-les. Como resultado, los partidos movimiento abren un debate más amplio sobre las seis epistemologías propias de las seis estructuras sociales, abren un espacio que puede definirse como “diálogo intra-cultural” entre el conocimiento de la familia, del lugar de trabajo, del mercado, de la comunidad y del espacio-mundo, por una parte, y el del Estado, por otra, para producir una explicación normativa demodiversa (Santos, 2006: 40).


La comparación entre India e Italia es extremadamente fasci-nante. Por una parte, su diferencia cultural, económica y social pare-ce no influir en la estructura principal del análisis anterior, puesto que tanto el aaP como el M5S luchan contra problemas políticos si-milares y aportan respuestas comparables. Las pruebas demuestran que ambos asumen el ideal de política honrada y transparente, sus-citando una interacción diferente entre las elites y la sociedad. Expe-rimentan la participación en sus circunscripciones locales, donde los conflictos y la resolución de los mismos someten a tensión la idea de la horizontalidad y constituyen un reto y una oportunidad con res-pecto a la posideología metodológica asumida. Por otro lado, dife-rentes conflictos sociopolíticos potencian estrategias diversas; el M5S responde a la transición experimentada por el Estado de un país relativamente pequeño como Italia. El aaP, por el contrario, se en-frenta a la enormidad de una diversidad territorial, lingüística, cul-tural y religiosa en la que la participación de las bases en general compite, complementa y estimula al Estado de diferentes formas. Esto explica sus métodos participativos relativamente distintos y por qué el aaP ha optado por una estructura y un simbolismo de partido, mientras que el M5S mantiene una dimensión de movimiento deses-tructurado.

La cuestión sigue siendo el efecto indeseable de la línea política abismal y la segregación filosófica de la comunidad atomizada ins-crita en la modernidad occidental, que es un obstáculo para la de-mocratización de las seis estructuras sociales. Los movimientos pierden fuerza con la institucionalización (Alberoni, 2014) y los partidos tienden a crear normas oligárquicas (Michels, 1915). Esta es la fuerza de la línea política abismal: tras sufrir un leve giro de-mocrático, vuelve a su posición original y más allá. Aislando la so-ciedad mediante la creación de un nuevo mecanismo de control y sanción —para limitar e impedir la aparición de similares tenden-cias democráticas insurgentes en el futuro— y separando las seis estructuras sociales con fronteras más sólidas, la línea política abis-mal refuerza el fascismo social y aumenta la desilusión en muchos de quienes estaban comprometidos con la alternativa fracasada. Por esta razón, los partidos movimiento deben responder con responsa-bilidad epistemológica, asumir la práctica de traducir las diferentes


experiencias de la vida tal como se forja en las seis estructuras socia-les. Esto implica que deben preservar sus dos dimensiones, puesto que perder la primera neutralizaría el potencial institucional de la segunda, y, al mismo tiempo, sin la segunda, el potencial político de la primera para mover la línea política abismal es extremadamente limitado e incluso peligroso.

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