parcial 1 - literatura siglo xix

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Federico Santilln - DNI: 35.170.239

Comisin: Lunes 15-17hsLiteratura del Siglo XIX

2do Cuatrimestre 2015

Literatura del Siglo XIX2do. Cuatrimestre 2015 Primer parcial

Federico SantillnDNI: 35.170.239 [email protected]: Valeria Castell-Joubert

Lunes 15-17hsUnidad 1. Consigna 3.

Ante la pregunta que provoca la escritura del Discurso de Rousseau sobre la depuracin o la corrupcin de las costumbres por las ciencias y las artes, l comienza con un epgrafe de la Epstola a los Pisones, de Horacio, que lee: "[...]somos seducidos (o engaados) por las apariencias del bien", para luego aclarar que no es la ciencia lo que maltrata en el discurso, sino que defiende la virtud. La virtud como los principios y costumbres de una sociedad con valores humanos.

Lo que Rousseau argumenta es que las ciencias y las artes no hacen ms que imponer una falsa apariencia de virtudes de civilizacin sobre el pueblo, y as ocultar las cadenas que lo esclavizan, crean un velo de lenguaje civilizado que pule las asperezas de las costumbres rsticas naturales y cubre a la poblacin bajo un manto de sociedad en la que los hombres no harn ms que lo que las cadenas de la convivencia en las que son contenidos les obliga a hacer. Y estas, no solo perpetan a los hombres bajo un dominio jerrquico, sino que corrompen las relaciones de confianza fraternal que se necesitara para romper las cadenas de la dominacin, de convivencia y amistad genuina. Es clave que estas relaciones humanas sean de amistad sincera, y no de falsos vicios de cortesa que generan las sospechas, las sombras, los temores, la frialdad, la reserva, el odio, [que] se oculta[ba]n sin cesar bajo ese velo uniforme y prfido de cortesana [], que debemos a las luces de nuestro siglo. (Rousseau, p. 151) Es decir, las artes vanaglorian las relaciones de dominacin al ahogar el sentimiento de aquella libertad original, y se hacen denominar civilizados a pueblos que aman su esclavitud. (p.149)

Es a las ciencias y las artes a las que les atribuye el participar en la formacin de vicios de cortesa que corrompen "las costumbres y la probidad," (P. 153) y a su vez, crean una mscara de civilizacin que oculta la verdadera naturaleza de las relaciones humanas, y con una cronologa, muestra esto a medida que las ciencias y las artes progresan en las grandes civilizaciones a lo largo de la historia. Hace un breve recorrido sobre la decadencia de los valores en Egipto, Grecia, Roma y Constantinopla, y lo contrapone con los de los persas, los escitas, los germanos, los espartanos y los mismos romanos, que en sus tiempos ms humildes, anteponan la virtus, la virtud por las leyes y el deber a la patria, y, con Cicern como ejemplo, Rousseau prioriza el deber de los "prncipes de la elocuencia" (P. 175) para con el deber cvico, y el valor del otro como conciudadano de la patria, a la que se le deba.

Es esa transparencia en las relaciones, que Starobinski denomina transparencia reciproca de las conciencias, la comunicacin total y confiada (1971; p.17), lo que las artes ayudan a distorsionar mediante el engao de la falsa civilizacin al crear apariencias de todas las virtudes sin tener ninguna. (Rousseau, p.149) Y es esto mismo lo que cataliza el pensamiento de Rousseau sobre la naturaleza humana y la importancia de la transparencia en la naturaleza de sus intenciones. Como seala Starobinski, en un pequeo episodio, el pequeo Rousseau es acusado de arruinar un simple peine slo con evidencia circunstancial, y el mero valor de sus palabras podra haber resuelto el caso. Pero la desconfianza que le muestran lo termina condenando. Los buenos modales de los profesores encubrieron un engao por la apariencia de la justicia, la cual se produjo como consecuencia de una fatalidad impersonal. (Starobinski, 1971; p.18) Es la virtud de los hombres honrados, distorsionada ante ellos hasta ser anulada, lo que se corrompe mediante las falsas apariencias de civilidad; mediante el culto a la discusin filosfica sobre el bien, el vicio y la virtud, al diferenciarse despectivamente de otros pueblos al considerarlos brbaros; y mediante el abandono de las costumbres y los verdaderos valores cvicos del pueblo, que consideran los lujos como un valor, y el valor de un hombre para el Estado "segn al consumo que se le hace"(P. 163), segn un valor de cambio.

Sin embargo, reivindica los hombres que vencieron grandes imperios sin muchos tesoros ms que "su bravura y su pobreza" (P. 164), reivindica el valor de la ignorancia, que facilita el camino para la disciplina para con las leyes, y el abandono de las comodidades que ayudan a perfeccionar las artes, a extender el ocio, y a enervar el verdadero valor para que las virtudes militares se desvanezcan. Los mismos romanos, segn Rousseau, vieron su virtud militar desaparecer mientras el cultivo de las bellas artes suba, y "si el cultivo de las ciencias es perjudicial para las cualidades guerreras, an lo es ms para las cualidades morales" (P. 168). La preservacin de los valores, costumbres y cualidades morales de la ciudadana ante el ocio es lo que Rousseau intenta defender.

Para regresar a la cita del principio: [...]somos seducidos (o engaados) por las apariencias del bien, podemos reconstruir la crtica que Rousseau le dirige a las ciencias, las artes, y las letras, es decir, a todo el sector acadmico a quienes se dirige en el discurso, y que encubri, paradjicamente, de manera eficaz. Rousseau se resiste a la idea de que estas apariencias del bien encubran como un manto, o guirnaldas de flores, el verdadero mal que la falta de valores humanos originarios genera; Starobinski dir que el mal es velo y ocultamiento tras el velo, es mscara, es cmplice de lo artificial y no existira si el hombre no tuviera la peligrosa libertad de negar lo dado naturalmente por medio del artificio. Es en manos del hombre, y no en su corazn, donde todo degenera. (1987, p. 32) Las guirnaldas de flores son slo una mscara del bien que encubre los valores naturales del hombre, sin embargo, debajo de ella, stos permanecen ocultos, no perdidos.

Bibliografa:

-Rousseau, Jean-Jacques, Del contrato social, Discurso sobre las ciencias y las artes, Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, Madrid, Alianza, 2008, Ed. de Mauro Armio

-Adorno, T. W., Horkheimer, El concepto del iluminismo, en Dialctica del iluminismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1987, Trad. H. A. Murena

-Starobinski, Jean, Discurso sobre las ciencias y las artes, en Jean-Jacques Rousseau: La transpariencia y el Obstculo, Madrid, Taurus Ediciones, 1983, Trad. Santiago Gonzlez Noriega

-Starobinski, Jean, La palabra Civilizacin, en Remedio en el mal. Crtica y legitimacin del artificio en la era de las luces, Madrid, 2000, Machado. Unidad 2. Consigna 2.

Tanto el narrador de El Hombre de la Multitud como Auguste Dupin muestran caractersticas de la flaneurie, transportadas en el sentido de un observador urbano que deambula por la ciudad y su multitud, y muestra el pasaje de la borrosa figura del flaneur hacia la figura del detective. Sin embargo, Benjamin afirma que de l se podra inferir qu le iba a ocurrir al flneur cuando le fuese quitado su ambiente natural, ya que con respecto a las ciudades de Poe, la Pars de Baudelaire conserva algunos rasgos del buen tiempo antiguo.

Tanto el Narrador de El Hombre... como Dupin ejercitan las prcticas de la flaunerie en su modo de observar la ciudad y su gente; el primero lo hace desde la ventana de un bar, en el que usa la observacin aguda sobre la fisonoma de los transentes para descubrir las historias que estas personas llevan en su interior, mientras que Dupin se jactaba de que, frente a l, los hombres llevaban una ventana por la cual poda verse su corazn,(Poe, 423), y lo lleva a cabo tanto interiormente en la deduccin de los pensamientos de su narrador, como externamente para deducir el misterio de la vctima de la Rue Morgue mediante la observacin de las marcas que su asesino dej en su cuello; el Narrador mismo reconoce carteristas por su fisionoma elegante. Dupin es capaz de reconstruir la ciudad en su mente para rastrear los pasos de su compaero y reproducirlos para l, en una especie de trabajo didctico de la flaunerie.

Ambos sujetos observadores comienzan su anlisis con el fin de entretenerse a s mismos, como un pasatiempo, y en su entretenimiento hacen un reconocimiento de las caractersticas de la ciudad moderna. En El Hombre..., el Narrador hace un reconocimiento de la multitud con el pasar del da, y encuentra la fisionoma de las clases sociales que aparecen en determinadas horas del da. Mientras que en El Misterio de la Rue Morgue, Dupin, de actitud fra y abstrada,(424) describe brevemente la ciudad con calles rotas y montaas de adoquines, bajo la oscuridad de las noches parisinas, y la recrea mediante los testimonios del asesinato en la prensa. Tanto Dupin como su compaero se encierran en su mansin con las persianas cerradas durante el da para hacer sus actividades, y cuando llega la noche, salen a pasear por la ciudad. Y es eso mismo a lo que se remite la atencin de estos personajes, ya que esta atraccin por el lado oscuro de la ciudad no es ajena al narrador de El Hombre de la Multitud. A medida que la noche se haca ms profunda, tambin era ms profundo mi inters por la escena dice.(251) Cuando llega la noche, y el Narrador reconoce el cambio de las clases sociales que transitan frente a l, es cuando el personaje oscuro, viejo y siniestro, le llama la atencin, enorme capacidad mental, cautela, penuria, avaricia, frialdad, malicia, sed de sangre[...] terror excesivo y suprema desesperacin, y no se ve ms que abstrado del bar hacia la noche londinense, para seguir al viejo hasta pasar por el barrio ms ruidoso de Londres, donde cada cosa ostentaba los peores estigmas de la pobreza y el crimen [...] La ms horrible inmundicia se acumulaba en las cunetas. Toda la atmsfera estaba baada en desolacin(255) Dupin mismo encuentra la primera noticia sobre la Rue Morgue en la edicin nocturna de la Gazette des Tribunaux.

En El Hombre..., aunque el Narrador est inmerso en la multitud, se diferencia de ella. Ambos sujetos mantienen una cierta distancia con su objeto de estudio. Cuando se introduce a Dupin, se remarca que su mtodo de observacin es altamente intuitivo, y cuando se lo compara con el jugador de ajedrez, se dice que triunfa el jugador ms concentrado, no el ms penetrante, para diferenciarlo del mtodo de la polica, que no se distanciaba lo suficiente como para tener la perspectiva necesaria para resolver el caso.

Y es esta distancia que mantienen los sujetos una de las caractersticas de los flaneurs. El Narrador, que persigue al viejo manteniendo una distancia cautelosa, primero observa la avenida desde una ventana, y una vez en la calle, demuestra una leve inmersin en ella al sealar que su enfermedad le requiere taparse la boca.(252) Por otro lado, Dupin es sealado con vivir con pequeos ingresos en una decrpita y grotesca mansin, con los libros como sus nicos lujos, en una parte aislada y solitaria[...](422-423) en la que se aislaba con su compaero para leer, escribir y conversar un lugar de estudio que tambin se le podra adjudicar al bar de El Hombre de la Multitud, una posible referencia a un bar contemporneo a Poe, que contaba con extenso material de lectura y era lugar de reunin para conducir negocios comerciales, y que se le adjudicaba ser el centro absoluto para la inteligencia americana.(Hayes, 2002, p.3).

Dupin se mantiene por fuera de los mrgenes de la ciudad y de la burguesa, ya que de su antigua fortuna le queda muy poco; una caracterstica del flaneur, que es estticamente atrado a la multitud, se mueve slo a travs de la ciudad y sus multitudes (Werner, 2004; p.7) pero que se las arregla para permanecer social y econmicamente afuera de ella. (Werner, 2004; p. 14) Y dentro de esta marginalidad, los flaneurs se ven atrados por figuras igualmente marginales y criminales.

Ya antes que el Narrador descubra en el viejo un diamante y un pual, se haba sentido atrado por su carcter criminal, y sto no hizo ms que incrementar su inters. Ya haba observado a los carteristas en la multitud y no le haban generado gran inters; sin embargo, ningn crimen es cometido por el desconocido, y la mera cualidad de su fisionoma criminal lo sustrajo del bar hasta su persecucin. Dupin y el compaero expresan en todo momento un inters superlativo por los crmenes en la Rue Morgue, una simpata por el acusado, y especialmente, el grado de salvajismo que encontraban en la victima. La actitud criminal del Viejo desconocido no es ms que buscar el anonimato que la multitud le proporciona; cuando por fin lo deja ir, el Narrador lo denomina el arquetipo del profundo crimen. Se niega a estar solo.(Poe, 256) Este Profundo Crimen no es ms que aquello que ha estado describiendo todo su viaje; es el crmen ms all de las leyes, aquello caracterstico de la ciudad moderna; es la marginalidad misma. La traduccin misma de Julio Cortzar denomina al stranger como extranjero; no un desconocido por conocer, sino un eterno marginal de la civilizacin, como lo es el orangutn que comete los crmenes de la Rue Morgue. A propsito de Poe, Baudelaire dice que afirm imperturbablemente la maldad natural del hombre, una fuerza misteriosa que de no considerarla una multitud de acciones humanas permanecern inexplicables. Estas acciones slo tienen atractivo porque son malas.(Baudelaire, 1984, 245-246). Bibliografa citada:-Poe, Edgar Allan, Cuentos/1, Buenos Aires, Alianza, 1996. Ed y traduccin de Julio Cortzar

-James V. Werner, The Detective Gaze: Edgar A. Poe, the Flaneur, and the Physiognomy of Crime, American Transcendental Quarterly 15.1 (Marzo 2001)

-Benjamin, Walter, Sobre Algunos Temas en Baudelaire, Edicin Electrnica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofa Universidad ARCIS

-Werner, James, American Flaneur, The Cosmic Physiognomy of Edgar Allan Poe, New York,.Routledge, London, Taylor & Francis e-Library, 2005

-Hayes, Kevin J., Cultura visual y palabra en El hombre de la multitud De Edgar Allan Poe, 2002, Traduccin de Mario Rucavado Rojas.

-Baudelaire, Charles, Edgar Poe, su vida y sus obras y Nuevas notas sobre Edgar Poe, en Escritos sobre literatura, Bruguera, Barcelona, 1984, Trad. Carlos Pujol.

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