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242. El espacio-tiempo como lo in-fundado Lo in-fundado es la esenciación originaria del fundamento. El fundamento es la esencia de la verdad. Por ende, concebido el espacio-tiempo como lo in-fundado y captado más determinante, [de modo] virante, desde el espacio-tiempo, se inaugura así con ello la virante referencia y la pertenencia del espacio-tiempo a la esencia de la verdad. Lo infundado es la unidad originaria de espacio y tiempo, aquella uniente unidad que primero les deja discrepar en su separación. Pero lo in-fundado es también antes la esencia originaria del fundamento, de su fundar, de la esencia de la verdad. ¿Qué es lo in-fundado? ¿Cuál es su modo de fundar? Lo in-fundado es el permanecer-ausente del fundamento. ¿Y qué es el fundamento? Es el acoger–que se vela, porque [es] un portar, y este como transelevar de lo por fundar. Fundamento: el ocultarse en el portante transelevar. In-fundado [es] el permanecer fuera; como fundamento en el ocultarse, un ocultarse en el modo del rehúso del fundamento. Pero rehúso no es nada, sino una destacada especie originaria del dejar irrealizado, dejar vacío; por tanto, una especie destacada de inauguración. Solo que lo in-fundado, como esenciación del fundamento, no es ningún simple rehusarse como sencilla retirada y partida. Lo in-fundado es in- fundado. En el rehusarse lleva el fundamento, en un [380] modo destacado, a lo abierto, es decir, a lo primeramente abierto de aquel vacío, que por tanto es un determinado. En tanto que el fundamento también y justamente funda aún en lo infundado y sin embargo no funda propiamente, se encuentra en la oscilación. In-fundado es el oscilante rehúso del fundamento. En el rehúso se abre el vacío originario, sucede el claro originario, pero al mismo tiempo el claro, con ello se indica en él la oscilación. Lo in-fundado es el protoesencial ocultamiento aclarante, la esencia de la verdad. Pero entonces [ahí] la verdad es la aclarante ocultación del Ser, es como in-fundada, antes fundamento, que solo funda como el portante dejar transelevar del acontecimiento. Pues el oscilante rehúso es la seña en la que el ser-ahí, cabalmente la persistencia de la aclarante ocultación,

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En este pasaje, como en ningún otro.

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Page 1: Parágrafo 242 de Beiträge

242. El espacio-tiempo como lo in-fundado

Lo in-fundado es la esenciación originaria del fundamento. El fundamento es la esencia de la verdad. Por ende, concebido el espacio-tiempo como lo in-fundado y captado más determinante, [de modo] virante, desde el espacio-tiempo, se inaugura así con ello la virante referencia y la pertenencia del espacio-tiempo a la esencia de la verdad.

Lo infundado es la unidad originaria de espacio y tiempo, aquella uniente unidad que primero les deja discrepar en su separación.

Pero lo in-fundado es también antes la esencia originaria del fundamento, de su fundar, de la esencia de la verdad.

¿Qué es lo in-fundado? ¿Cuál es su modo de fundar? Lo in-fundado es el permanecer-ausente del fundamento.

¿Y qué es el fundamento? Es el acoger–que se vela, porque [es] un portar, y este como transelevar de lo por fundar. Fundamento: el ocultarse en el portante transelevar.

In-fundado [es] el permanecer fuera; como fundamento en el ocultarse, un ocultarse en el modo del rehúso del fundamento. Pero rehúso no es nada, sino una destacada especie originaria del dejar irrealizado, dejar vacío; por tanto, una especie destacada de inauguración.

Solo que lo in-fundado, como esenciación del fundamento, no es ningún simple rehusarse como sencilla retirada y partida. Lo in-fundado es in-fundado. En el rehusarse lleva el fundamento, en un [380] modo destacado, a lo abierto, es decir, a lo primeramente abierto de aquel vacío, que por tanto es un determinado. En tanto que el fundamento también y justamente funda aún en lo infundado y sin embargo no funda propiamente, se encuentra en la oscilación.

In-fundado es el oscilante rehúso del fundamento. En el rehúso se abre el vacío originario, sucede el claro originario, pero al mismo tiempo el claro, con ello se indica en él la oscilación.

Lo in-fundado es el protoesencial ocultamiento aclarante, la esencia de la verdad.

Pero entonces [ahí] la verdad es la aclarante ocultación del Ser, es como in-fundada, antes fundamento, que solo funda como el portante dejar transelevar del acontecimiento. Pues el oscilante rehúso es la seña en la que el ser-ahí, cabalmente la persistencia de la aclarante ocultación, llega a ser plenamente señalada, y eso es la vibración del viraje entre llamado y pertenencia, la plena-apropiación, el Ser mismo.

La verdad funda como verdad del acontecimiento. Por ende, este es concebido desde la verdad como fundamento: el fundamento-originario. El fundamento-originario se abre solo como lo que se oculta en lo in-fundado. Sin embargo, lo infundado es íntegramente disimulado en el no-fundamento (cfr. abajo).

El fundamento-originario, que fundando es el Ser, pero en cada caso esenciando en su verdad.

Cuanto más fundamentalmente llega a ser plenamente fundado el fundamento (la esencia de la verdad), tanto más esencialmente esencia el Ser.

Pero la plena fundación del fundamento tiene que osar el salto a lo in-fundado y medir y persistir a lo in-fundado mismo.

Lo in-fundado como permanecer-ausente del fundamento en el sentido mencionado es el primer claro de lo abierto como el “vacío”.

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¿Pero qué vacío es aquí mentado? No aquel vacuo de las formas de ordenamiento y marcos para lo calculable ante la mano de espacio y tiempo, no la no esencialidad de [lo] ante la mano dentro de ella, sino el vacío espacio-temporal, [381] la fisura originaria en el oscilante rehusarse. Sin embargo, ¿no tiene este que chocar con una pretensión, un buscar, un querer hacia adelante, para que pudiera ser un rehusarse? Ciertamente, pero ambos esencian en cada caso como acontecimiento, y ahora solo vale determinar la esencia del vacío mismo, eso quiere decir: pensar la in-fundabilidad de lo infundado; cómo lo in-fundado funda. Propiamente, eso es pensar únicamente a partir del fundamento-originario, del acontecimiento, y en la íntegra realización del salto primero a su vibrante viraje.

Sin embargo, lo in-fundado como el permanecer ausente del fundamento debe ser la esenciación de la verdad (del aclarante ocultamiento). Permanecer ausente del fundamento, ¿es eso no esencialidad de la verdad? Pero el oscilante rehusarse es, sin embargo, precisamente claro para el ocultamiento, por tanto presenciación de la verdad. Ciertamente, “presenciación”, mas no en el modo como presencia lo presente ante la mano, sino esenciación de lo que primero fundamenta presencia y no es esencialidad del ente, y no solo eso.

“Permanecer-ausente” como rehusarse (oscilante) del fundamento es esenciación del fundamento como in-fundado. El fundamento requiere lo in-fundado. Y el aclarar, que sucede en el rehusarse, no es un simple fisurar y bostezar (cháos – contra physis), sino el disponente ensamblar de las re-mociones [des-plazamientos] esenciales, cabalmente de esto aclarado, que aquel ocultarse deja instalar en él.

Y eso por esto, porque la verdad como aclarante ocultación [es] verdad del Ser como acontecimiento, del acaecimiento apropiador, vibrando de un lado a otro, que fundándose en la verdad (de la esenciación del Ahí), en ella y solo en ella, se conquista también el claro para su ocultarse.

El acontecimiento dispone y predispone la esenciación de la verdad. Por ende, la apertura del aclarar de la ocultación no es originariamente simple vacío del ser vacuo, sino el dispuesto vacío disponente de lo in-fundado, que conforme a la disponente seña del acontecimiento es un dispuesto, y esto es aquí [un] ensamblado. [382]

El “vacío” no es tampoco la simple insatisfacción de un aguardar y de un deleitar. Es solo como ser-ahí, esto es, como la contención [retención, reticencia] (cfr. Prospectiva, 13. La contención), el refrenarse ante el oscilante rehúso, por lo que se funda el espacio-tiempo como el paraje del instante de la decisión.

El “vacío” es también y propiamente la plenitud de lo aún-indecidido, [lo] por decidir, lo in-fundable que muestra el fundamento, la verdad del ser.

El “vacío” es la cumplida necesidad del abandono del ser, pero esta ya movida a lo abierto y, por tanto, referida a la unicidad del Ser y a su insaciabilidad [inagotabilidad].

El “vacío” no como lo heredado [dado en conjunto, dado en dote] de una menesterosidad, cuya necesidad, más bien necesidad de la contención, que es en sí germinante proyecto, la disposición fundamental de la pertenencia más originaria.

La denominación de [en cuanto] “vacío” para lo que se abre al oscilante rehúso en el acaecimiento-apropiador de la contención no es, por ende, adecuada, e incluso demasiado determinada por la difícilmente superable orientación al espacio cósico y el tiempo procesual.

Lo que se abre para la ocultación es originariamente la lejanía de la indecidibilidad sobre si el dios se mueve ausentándose de nosotros o acercándose a [quedándose en] nosotros. Eso quiere decir: en esta lejanía y en [lo] indecidible suyo se indica la ocultación de aquel, lo que a consecuencia de esta inauguración denominamos el dios.

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Esta “lejanía” de la indecidibilidad es previa a cada “espacio” abstraído y a cada tiempo destacado que transcurre. Ella también esencia previamente a toda dimencionalidad. Algo tal primeramente emerge [despega] a partir de la recuperación de la verdad y, por tanto, del espacio-tiempo en el ente, a saber, en primer lugar en lo cósico ante la mano y en lo que cambia bruscamente.

Solamente donde algo ante la mano es mantenido fijamente y establecido fijamente, emerge [despega] el flujo del “tiempo” fluyéndole por delante y el “espacio” circundándole. [383]

Lo in-fundado como primera esenciación del fundamento funda (deja esenciar al fundamento como fundamento) en el modo de la temporización y espaciamiento.

Pero aquí está el lugar crítico para el correcto concepto de lo in-fundado. Temporización y espaciamiento no pueden llegar a ser captados desde la representación-corriente-de-tiempo-y-espacio, sino que, a la inversa, estas representaciones, según su procedencia, tienen que mantener [sustentar] su determinación a partir del primero y esencial temporizar y espaciar.

¿De dónde tiene el temporizar y espaciar su uniente origen y separación? ¿De qué especie es la unidad originaria, que se lanza por separado a esta división, y en qué sentido están aquí precisamente unidos los separados como esenciación de la in-fundabilidad? Aquí no se puede tratar de alguna “dialéctica”, sino solo de la esenciación del fundamento (por tanto, de la verdad).

La ensambladura de esta esenciación tiene que llegar a ser planteada, una y otra vez, en el proyecto: La esencia de la verdad es aclarante ocultación. Esta acoge el acontecimiento y deja, portándole, transelevar su vibración a través de lo abierto. Portando-dejando elevar es la verdad el fundamento del Ser. El “fundamento” no más originario que el Ser, sino el origen como lo que deja surgir [plenamente originar] este, el acontecimiento.

Pero la verdad como fundamento funda originariamente como [lo] in-fundado. Y esta misma funda como la unidad de temporización y espaciamiento. Por tanto, ellos tienen su esencia a partir de donde el fundamento es el fundamento, a partir del acontecimiento.

La seña es el oscilante rehusarse. El rehusarse no solo crea el vacío de la desposesión y la dilación, sino, con estas, el vacío como un en sí extasiante, extasiando en [lo/a lo] venidero y, con ello, al mismo tiempo, emergiendo un sido, que tropezando con lo que viene, caracteriza el presente como inserción en el abandono, pero como lo recordante-dilatante. [384]

Pero este abandono es en sí, porque originariamente recordando-aguardando (la pertenencia al ser y el llamado del Ser), no es simple hundirse y apagarse en un no tener, sino, a la inversa, el presente alzado y solo expulsado a la [erigido y solo dirigido más allá a la] decisión: Instante. En este están insertos los éxtasis y él mismo esencia solo como la agrupación de los éxtasis.

El dilatar recordante (recordando una velada pertenencia al Ser, dilatando un llamado del Ser) plantea a decisión el Si o el Si-no del asalto del Ser. Más claramente [evidentemente], la temporización como este ensamble del rehusarse (del oscilante), funda de modo in-fundado el ámbito de la decisión. Pero con el éxtasis en lo que se rehúsa (eso es cabalmente la esencia del temporizar) estaría, sí, ya todo decidido. Pero lo que se rehúsa se rehúsa oscilando, dona así la posibilidad de la donación y acaecimiento. El rehusarse ensambla plenamente el éxtasis del temporizar; como oscilante es, al mismo tiempo, [la] más originaria fascinación. Esta fascinación es el comprensor en el que el instante, y con ello, la temporización es prendida (¿cómo lo originario in-fundado? ¿El “vacío”? Ni él ni la plenitud). Esta fascinación admite la posibilidad de la donación como esenciante posibilidad, le otorga espacio. La fascinación es el otorgamiento de espacio del acontecimiento. El abandono es a través de la fascinación un planteado-firmemente, al estar pendiente.

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El “permanecer ausente” del fundamento, su infundabilidad, es dispuesta a partir del oscilante rehusarse, temporizando y espaciando, extasiando y fascinado sobre todo. El otorgamiento de espacio funda y es el paraje del instante. El espacio-tiempo, como la unidad de la originaria temporalización y espaciamiento, es originariamente incluso [por sí mismo] el paraje-instante, este la in-fundable esencial espacialidad-tiempo de la apertura de la ocultación, esto es, del Ahí.

¿De dónde, por tanto, la separación en temporización y espaciamiento? A partir del éxtasis y fascinación, que se reclaman fundamentalmente diferentes, a partir de la unidad del oscilante rehúso. ¿De dónde la [385] partición de éxtasis y fascinación? A partir del oscilante rehúso, y este el pleno hacer señas como la esencia inicial del acontecimiento, inicialmente en el otro inicio. Esta esencia del Ser única y singular, y con ello, satisfaciendo a la más íntima esencia del Ser; también [la] physis [es] única y singular.

Si aquella temporización y aquel espaciar [son] la esencia originaria del tiempo y del espacio, entonces su procedencia, infundable, fundando lo in-fundado, [se ha] hecho visible a partir de la esencia del ser. Tiempo y espacio (originariamente) no “son”, sino que esencian.

Pero el oscilante rehúso mismo tiene este originario ensamble uniente del rehusarse y del oscilar a partir de la seña. Esta es el inaugurarse de lo que se oculta como tal, a saber, el inaugurarse para el y como el acaecimiento-apropiador, como llamado a la pertenencia en el acontecimiento mismo, esto es, en la fundación del ser-ahí como del ámbito de la decisión para el Ser.

Pero esta seña viene solo al hacer señas en la resonancia del Ser a partir de la necesidad del abandono del ser y dice solo de nuevo: ni a partir del llamado ni a partir de una pertenencia, sino solo a partir del entre de ambos, que vibra plenamente, se abre el acontecimiento y se vuelve realizable íntegramente el proyecto del origen del espacio-tiempo como unidad originaria a partir de lo infundado del fundamento (la red, cfr. El salto, 142. La esencia del Ser).

Espacio es la fascinante in-fundación del comprensor.

Tiempo es la extasiante in-fundación de la agrupación.

La fascinación es infundable comprensor de la agrupación.

El éxtasis es infundable agrupación en el comprensor.

Si éxtasis resulta ser agrupación y fascinación [resulta ser] comprensor, yace así en eso, en cada caso, un giro contrario. Pues éxtasis parece ser desvanecimiento [dispersión] y fascinación [parece ser] extrañamiento. Este giro contrario es precisamente lo esencial y la remisión a la originaria referencialidad recíproca, como fundamento de su separación. [386]

El tiempo otorga espacio, jamás fascinando.

El espacio otorga tiempo, jamás extasiando.

Pero tampoco tienen algo en común como unidad [¿Pero tampoco tienen en común la unidad?], sino su [carácter] uniente, que les deja emerger [despegar] en aquella inseparable referencialidad, el espacio-tiempo, el in-fundar del fundamento: la esenciación de la verdad. Pero este e-merger [des-pegar] no es rasgadura, sino en contraparte: el espacio-tiempo es solo el despliegue de la esencia de la esenciación de la verdad.

La in-fundación del fundamento no está, con ello, agotada en su esencia, sino solo aclarada [puesta en evidencia] como fundación del Ahí.

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El espacio-tiempo es el agrupante comprensor fascinante-extasiante, lo correspondiente in-fundado disponente así ensamblado, cuya esenciación se vuelve histórica en la fundación del “Ahí” a través del ser-ahí (sus vías esenciales de la recuperación de la verdad).

El espacio-tiempo, en esta esencia originaria, no tiene aún en sí nada del “tiempo” y del “espacio” que se conoce habitualmente y, sin embargo, encierra el despliegue de estos en sí, a saber, en una mayor riqueza que la que hasta ahora pudo asomar a través de la matematización de espacio y tiempo.

¿Cómo se viene de espacio-tiempo a “espacio y tiempo”?

Así planteada, la pregunta es aún equívoca [ambigua] y malinterpretable.

Queda por distinguir anticipadamente:

1. la historia sida de tópos y chrónos dentro de la exposición del ente como physis sobre el fundamento de la no desplegada alétheia (cfr. La fundación, 241. Espacio y tiempo — el espacio-tiempo, págs. 378 y ss.);

2. el despliegue de espacio y tiempo a partir del espacio-tiempo, concebido propia y originariamente como lo infundado del fundamento dentro del pensar del otro inicio;

3. la potenciación de espacio-tiempo como esenciación de la verdad dentro de la fundación venidera del ser ahí a través de la recuperación de la verdad del acontecimiento en el ente transformado a partir de aquí; [387]

4. la auténtica clarificación, subsunción, respectivamente [o bien, o mejor, o sea], apartamiento [allanamiento] de las dificultades que desde siempre han cercado lo que en la anterior historia del pensar se conoce como espacio y tiempo; por ejemplo, la pregunta por la “realidad” del espacio y del tiempo; por su “infinitud”, por su relación con las “cosas”. Todas estas preguntas no solo permanecen incontestables, sino por el momento impreguntables, mientras no sean concebidos espacio y tiempo a partir de espacio-tiempo, esto es, mientras la pregunta por la esencia de la verdad no sea preguntada fundamentalmente como la pregunta previa de la pregunta por el fundamento de la filosofía (¿cómo esencia el Ser?).

La conexión [trabazón] de espacio-tiempo con espacio y tiempo y el despliegue de estos a partir de aquella, en parte se deja poner en claro de manera más pronta, ante todo, si se intenta extraer espacio y tiempo mismos de la anterior exposición, pero captar, sin embargo, en la dirección de esta, en su figura pre-matemática. (cfr. Ser y tiempo sobre la espacialidad del ser-ahí; la temporalidad [temporeidad] como historicidad).

Pero permanece decisiva la pregunta: ¿Cómo viene a lo que en espacio y tiempo admite [da cabida a] la matematización? La respuesta yace en la meditación sobre aquel suceso, que lo in-fundado apenas fundado plenamente, ya queda sepultado a través del no-fundamento (cfr. el primer inicio).

El comprensor de la fascinación tiene la incerrada amplitud de las veladas posibilidades de la seña.

La agrupación del éxtasis tiene la inmedida, extraña a la medida lejanía de lo heredado asignado y [lo] encomendado como tarea.

Lo abierto de lo in-fundado no es carente de fundamento. Infundado no es el no a cada fundamento como carencia de fundamento [profundidad insondable], sino el sí al fundamento en su oculta amplitud y lejanía.

Lo in-fundado es así el paraje del instante del “entre”, en sí temporalizando-espaciando-contravibrando, como el cual tiene que ser fundado el ser-ahí. [388]

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Lo in-fundado es tan poco “negativo” como el oscilante rehúso; ambos, por cierto, mentados inmediatamente (“lógicamente”), encierran un “no”; no obstante, es el oscilante rehúso el primer y supremo fulgurar de la seña.

En efecto, más originariamente concebido, esencia en él1 un “No”. Pero es el No originario, que pertenece al Ser mismo y, por tanto, al acontecimiento.

El camino contrario desde el “espacio” y desde el “tiempo” (cfr. supra págs. 386 y ss. y 241. Espacio y tiempo — el espacio-tiempo):

El modo más seguro de tomar así el camino contrario, que espacialidad y temporalidad [temporeidad] de la cosa, del instrumento, de la obra, de la maquinación y todo del ente lleguen a ser hechas visibles, en una exposición, como recuperación de la verdad. El proyecto de esta exposición está determinado inexpresamente por el saber en torno al espacio-tiempo como [lo] infundado. Pero la exposición misma tiene que despertar, a partir de la cosa, nuevas experiencias. La impresión de que se trata de una sobrentendida descripción en sí es inofensiva, porque, sí, este camino de exposición quiere descubrir en dirección al espacio-tiempo. El camino desde aquí y el camino desde el ente tienen que encontrarse [cruzarse, toparse, intersectarse]. En la prosecución del camino desde el “ente” (pero ya inserto en lo abierto de la disputa de tierra y mundo) está entonces la oportunidad de otorgar ensamble al debate anterior de espacio y tiempo en la confrontación inicial (cfr. El pase que mueve a réplica).

1 En el oscilante rehúso.