panorama del uruguay en la década de los sesenta

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Uruguay ayer y hoy (1967-2007) Clase 1: Panorama del Uruguay en la década de los sesenta Programa Claeh en línea | Instituto Universitario CLAEH Zelmar Michelini 1220, Montevideo CP: 11400 Tel. (598 2) 900 7194 | http://www.claeh.edu.uy [email protected]

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Page 1: Panorama del Uruguay en la década de los sesenta

Uruguay ayer y hoy (1967-2007)

Clase 1: Panorama del Uruguay en la década de los sesenta

Programa Claeh en línea | Instituto Universitario CLAEH Zelmar Michelini 1220, Montevideo CP: 11400 Tel. (598 2) 900 7194 | http://www.claeh.edu.uy

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Panorama del Uruguay en la década de los sesenta Por Milita Alfaro

CONTENIDO Y OBJETIVOS Esta es la primera de dos clases que abarcarán el panorama del Uruguay de los años sesenta hasta 1973. Estas clases procuran suministrar herramientas de análisis y promover la reflexión en torno a la coyuntura inmediatamente anterior al golpe de Estado de 1973, uno de los períodos más ricos y complejos de la historia uruguaya del siglo XX. A los efectos de su adecuada compresión, el enfoque ha sido ordenado en tres bloques (los dos primeros serán desarrollados en la primera clase y el tercer bloque en la segunda). El primero de ellos propone un panorama sumario del Uruguay de los años sesenta. El segundo aborda el nuevo escenario político emanado de las elecciones de 1966. Por último, el tercer bloque está centrado en la consideración del tramo 1968-1973 bajo la modalidad de “análisis de coyuntura”. Sin perjuicio de apelar al seguimiento cronológico del período como hilo conductor del relato, el planteo pone un énfasis muy marcado en la articulación entre la visión que periodiza y la que tematiza. Esta combinación entre el análisis coyuntural y una perspectiva estructural de más largo aliento responde a uno de los principales objetivos que persigue nuestro enfoque: habilitar la conexión entre el pasado y el presente a través de la reflexión en torno a ciertas líneas de larga duración que subyacen en todo proceso histórico. Asimismo, dada la índole extremadamente polémica de los asuntos que involucra el período y fundamentalmente la coyuntura 1968-1973, conviene precisar que hemos optado deliberadamente por un enfoque donde los temas quedan abiertos a múltiples lecturas. Desechando las visiones de cierre perfecto, proponemos la confrontación crítica de distintas visiones interpretativas, tomando distancia de toda “historia oficial”, sea del signo que fuere. En lugar de encerrar el período en una lectura única y empobrecedora, nuestro propósito es problematizarlo, cuestionando certezas e interpelando a los actores de manera exigente.

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RECORRIDO

Clase 1 1. Panorama sumario de los años sesenta - El Uruguay de la(s) crisis. - Desafíos y respuestas: la búsqueda de modelos alternativos. - El correlato electoral de la crisis: las elecciones de 1958 y los gobiernos blancos. 2. Las elecciones de 1966 - Reforma constitucional. - El retorno colorado y la administración Gestido.

Clase 2 3. Análisis de coyuntura 1968-1973 - Justificación cronológica de la coyuntura. - Caracterización de actores. - Escenarios y conflictos. - Vinculación de la coyuntura con la estructura.

PAUTAS DE LECTURA

El desarrollo de la clase está estructurado de acuerdo a distintos niveles de lectura. Como complemento del relato central, se incluyen cuatro tipos de recuadros: Recuadros Preguntas y Temas para el Debate. Su objetivo es promover la lectura crítica del texto a partir de la formulación de preguntas o de la sugerencia de enfoques que contribuyan a problematizar los temas abordados. En algunos casos, es conveniente proceder a su consideración luego de haber incorporado la base informativa y conceptual contenida en la clase. Muchas de ellas serán retomadas en los foros de discusión del curso guiados por el tutor. Recuadros Indicadores. Incluyen cuadros con información demográfica, económica y política.

Recuadros Citas. Contienen fragmentos de textos o referencias a autores que enriquecen o complementan los temas desarrollados. Recuadros Reseñas Biográficas. Aportan un brevísimo perfil de algunas figuras particularmente relevantes dentro del período. Por último, con respecto al uso de comillas, cabe señalar que, en general, se recurre a ellas cuando se utilizan categorías aportadas por diferentes autores. En los casos en que se justifique, una nota al pie de página indica el origen de las mismas a los efectos de facilitar la profundización en ellas.

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1. PANORAMA SUMARIO DE LOS AÑOS SESENTA Desde el punto de vista de las grandes etapas por las que atraviesa el proceso histórico nacional a lo largo del siglo XX, la década de 1960 remite a la quiebra de un determinado modelo de país. En efecto, mientras que en el primer tramo del siglo, 1900-1930, se completa la versión más clásica de ese modelo y entre 1930 y 1955 el país asiste a su despliegue, los años sesenta están asociados a la crisis inexorable del “Uruguay feliz” que había alcanzado su apogeo en el entorno de 1950. En términos generales, los indicadores económicos del segundo lustro de los cincuenta configuran el punto de partida más visible de la crisis del modelo. No obstante ello, la nueva coyuntura que se abre en el país demuestra hasta qué punto el colapso económico opera como detonante de una situación en la que anidan muchas otras crisis: crisis de modelo de desarrollo, crisis de imaginario colectivo, crisis del Estado inclusivo y del modelo social hiperintegrador, crisis de inserción internacional, crisis de las formas tradicionales de articulación entre política y sociedad.

El Uruguay de la (s) crisis Pasemos revista de manera sumaria a los desafíos que enfrenta el país de los años sesenta desde muy diversos ámbitos de la realidad nacional:

- crisis económica. Al estancamiento del agro –presente desde la década de 1930- se suma ahora el estancamiento industrial derivado del agotamiento de la ISI (industrialización por sustitución de importaciones). En el marco de una nueva coyuntura internacional, el modelo -que había alcanzado su apogeo durante el neobatllismo- evidencia las insuficiencias de un impulso industrialista que nunca apostó a la transformación real de las estructuras económicas del país sino que se basó en la transferencia de utilidades del sector rural al industrial, a través del dirigisimo estatal y la regulación política del mercado. Endeudamiento externo, proceso inflacionario, fuga de capitales y auge de la especulación financiera son los efectos más traumáticos de la crisis económica de aquellos años.

- crisis de inserción internacional. En el contexto del nuevo orden mundial que emerge

del fin de la segunda guerra, los años sesenta marcan el desenganche de nuestros países de las economías centrales. Pasamos de la dependencia a la marginación. Nuestro mayor problema ya no es la subordinación sino la pérdida de nuestro lugar –periférico- en el mundo. Con sus planes de estabilización impuestos a las estancadas economías latinoamericanas como contrapartida del otorgamiento de créditos, el FMI (Fondo Monetario Internacional) es la expresión paradigmática del mundo bipolar y del nuevo orden de posguerra.

Preguntas y Temas para el Debate 1 Ante esta crisis generalizada que cambió la fisonomía del país pero demoró casi 20 años en erosionar el sistema político, proponemos reflexionar en torno a estos asuntos: Pese a su desenlace, ¿el carácter gradualista del proceso puede vincularse con el “país del más o menos”, con la “sociedad amortiguadora” y la “dialéctica del impulso y el freno”*? Frente al trámite muy moroso que caracteriza a la coyuntura, analice críticamente la siguiente afirmación: El Uruguay tradicional había construido una trama muy resistente de anticuerpos que finalmente sólo se quiebra en los extremos del conflicto, guerrilla y Fuerzas Armadas. (Cfr. Carlos Real de Azúa, Uruguay, ¿una sociedad amortiguadora?, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1985.)

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- crisis demográfica. Aunque los indicios de estancamiento y envejecimiento poblacional ya estaban perfilados en las cifras emanadas del censo de 1908, los uruguayos tomaron conciencia cabal de ellos en 1963, año en que se realizó el segundo censo de población del siglo XX. Como resultado del descenso en las tasas de natalidad, del aumento de la emigración y de la detención del flujo inmigratorio, nuestro crecimiento poblacional había caído a un exiguo 1% anual. Sumado a ello, los altísimos niveles de urbanización y la creciente “montevideanización” del país, evidenciados por el censo de 1963, completaron el panorama de una realidad demográfica que ya por entonces resultaba inquietante.

Indicadores 1

Evolución de la Deuda Externa Bruta (1955 – 1965)

(en millones de dólares)

1955 181.1 1956 158.8 1957 193.9 1958 220.9 1959 255.5 1960 286.7 1961 306.2 1962 433.1 1963 412.0 1964 471.8 1965 480.8

Evolución de la tasa de inflación (1950 – 1960)

1950 - 4.2 1951 14.7 1952 13.9 1953 6.6 1954 11.8 1955 8.8 1956 6.7 1957 14.7 1958 17.5 1959 39.5 1960 38.8

Términos de intercambio y poder de compra de las exportaciones de

mercaderías (Índice base 1961=100)

Año Términos de intercambio

Volumen físico de las exportaciones

Poder de compra

1951 168.3 78.7 132.5 1955 114.7 90.3 103.6 1956 101.1 114.8 116.1 1957 105.9 67.3 71.3 1958 93.2 88.5 82.5 1959 95.6 63.3 60.5

Fuente: NAHUM, Benjamín. Manual de Historia del Uruguay. Tomo II, 1903-1990. Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1996, pág. 221.

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- crisis del orden político tradicional. En el marco de la “patridocracia uruguaya”1, la

progresiva pérdida de centralidad de los partidos y el creciente protagonismo asumido en los años sesenta por diferentes actores extra o antipartidarios (Fuerzas Armadas, corporaciones, guerrilla) son claros síntomas de quiebre del orden político tradicional. También lo es la pérdida de legitimidad del arbitraje electoral y la irrupción de la violencia que se expresa muy tempranamente en acciones tales como el asalto a la Universidad por parte del MEDL (Movimiento Estudiantil de Defensa de la Libertad) en 1960, o el asesinato de Arbelio Ramírez, perpetrado en la explanada de la Universidad en ocasión de la visita de Ernesto “Che” Guevara a Montevideo en 1961.

Asimismo, el período está signado por una honda crisis al interior de los partidos tradicionales. Los problemas que los aquejan no son nuevos pero alcanzan su máxima expresión en el contexto de los sesenta: vaciamiento ideológico derivado de una intensa fragmentación que promueve la coexistencia bajo un mismo lema de sectores con orientaciones disímiles o incluso antagónicas; crisis de liderazgo y desorganización interna provocadas por la desaparición física de figuras de hondo arraigo (Luis Alberto de Herrera, Luis Batlle Berres, César Batlle Pacheco, Benito Nardone, Javier Barrios Amorim, Daniel Fernández Crespo); bloqueos e ineficiencias resultantes de la coparticipación a nivel del Ejecutivo colegiado y de la Administración pública; peso del andamiaje clientelístico que coadyuva a la despolitización y al ahuecamiento ideológico de los partidos en la

1 Cfr. Gerardo Caetano, José Pedro Rilla y Romeo Pérez, “La partidocracia uruguaya”, en Cuadernos del CLAEH Nº 44, Montevideo, 1988.

Preguntas y Temas para el Debate 2 ¿Cuáles son a su entender las implicancias –políticas, sociales, económicas, culturales- del mapa demográfico que presentaba el Uruguay de los años 60? ¿Considera que pueden haber influido de alguna manera en las claves de la crisis que epiloga en el golpe de Estado de 1973?

Indicadores 2

Población según censos nacionales y estimaciones oficiales

Año Uruguay Montevideo Mdeo./Uy*100 1800 30685 1829 74000 14000 18.9 1935 128371 23000 17.9 1852 131969 33994 25.8 1860 223238 57916 28.9 1879 438245 1882 505207 1884 164028 1889 215061 1892 728447 1900 915647 1908 1042686 309231 29.7 1930 655389 1963 2595510 1202757 46.3 1975 2788429 1237227 44.4 1985 2955241 1311976 44.4 1996 3137188 1344839 42.9

Fuente: Caetano, G; Rilla, J.: Historia contemporánea del Uruguay. De la colonia al siglo XXI. (e.c) Segunda edición corregida y aumentada. Montevideo, 2005, CLAEH-

Fin de Siglo, pág. 479.

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medida en que la suerte electoral de los candidatos no depende de propuestas o programas sino de su capacidad de atender demandas particularistas (empleo, jubilación, teléfono, tarjeta de pobre, etc.)

Aunque el fenómeno alcanza su expresión culminante en la coyuntura 1968-1973, la transformación en el rol de las Fuerzas Armadas es otro síntoma de crisis política en el Uruguay de los años sesenta. En el marco del proceso de “pentagonización” que las acopla a la estrategia diseñada por los Estados Unidos para los ejércitos latinoamericanos, la década del sesenta marca un punto de inflexión decisivo en el perfil de unas Fuerzas Armadas que abandonan su tradicional subordinación para aproximarse progresivamente al centro de la escena política.

- crisis del Estado inclusivo y del “modelo social hiperintegrador”2. La década de 1960 también es la de la crisis del Estado de plena concurrencia que entiende la voluntad general como la voluntad de todos y cada uno de los ciudadanos. Un Estado que pretende atender todas las demandas sin lesionar ningún interés y que, en función de su vocación integradora, termina capturado por una multiplicidad de reclamos contrapuestos. En el marco de la crisis económica y la drástica reducción del excedente, esa interpenetración del Estado con la sociedad redunda en pérdida de dinamismo y eficiencia de la gestión pública.

2 Cfr. Germán Rama, La democracia en Uruguay, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1987, pág. 79 y sigs.

Citas 2 Francisco Panizza habla de “dicotomización de lo social” para referir a la proliferación de discursos políticos que llevan a la creación de un “otro” cuya expulsión es presentada como condición necesaria para la reconstitución de la unidad perdida. Ese ‘otro’, dice Panizza, asumirá diversas identidades de acuerdo a las también diversas narrativas políticas dicotomizadoras de lo social que se producen en la época. Pero el ‘otro’ adquirirá una negatividad más radical y extrema cuanto más aguda se haga la crisis del orden social: los sindicatos, el comunismo, la dependencia, la oligarquía, la subversión apátrida, la ‘patria para naides’ serán algunos de los ‘otros’ que harán parte de estos imaginarios de la dicotomización de lo social. Tomado de F. Panizza y A. Pérez Piera, Estado y Sociedad. Uruguay 2000, FESUR, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1988.

Citas 1 Hay una desproporción muy grande entre la cantidad de trabajo que se pide y lo que se puede conseguir. No se puede conseguir más que uno o dos empleos públicos en el año y no se da abasto con todas las solicitudes. (…) La vida del dirigente político es una vida muy sacrificada. Tiene que andar siempre a la pesca en un trabajo de hormiga porque hay que estar yendo continuamente de un lado para el otro para poder enterarse de las cosas, conseguir lo que pueda haber. (…) Lo que nos han enseñado los viejos es que un dirigente lo que debe tener es una gran retentiva y ser muy fisonomista. Para reconocerlo en cualquier lado y preguntarle por la familia. Cuando uno está ocupando un cargo de dirigente seccional, tiene que poner mucha atención en eso. Cuando se le presenta una persona y le da el nombre, uno se tiene que acordar, grabárselo, y si lo ve al cabo de tres años, tiene que poder decirle: ‘Adiós, Fulano, ¿cómo le va?’ Fragmento de entrevistas efectuadas en 1967 a dirigentes de clubes seccionales blancos y colorados. Tomado de Germán Rama, El club político, Editorial Arca, Montevideo, 1971.

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La “corporativización de la política”3 es uno de los efectos más visibles de la crisis del Estado inclusivo. Para obtener la consideración oficial, en el Uruguay de la crisis ya no alcanza con ser ciudadano; se necesita un encuadre corporativo. Sin la mediación estatal, los grupos de presión actúan directamente enfrentados entre sí, lo que contribuye a explicar la agudización de la conflictividad y la polarización social características del período. Asimismo, en contraposición con las metáforas que definen al Uruguay clásico (la “sociedad amortiguadora”, el “país de cercanías”, el “país del más o menos”), los años 60 son años de conflicto en los que priman los mitos rupturistas. Desde polos opuestos, el estoy solo con mi pueblo del presidente Pacheco o el habrá patria para todos o para nadie de los tupamaros son claros ejemplos de la fractura del modelo hiperintegrador.

Desafíos y respuestas: la búsqueda de modelos alternativos

En la misma medida en que fueron difíciles y problemáticos, los sesenta también fueron años muy fermentales. La crisis operó como desafío creativo, los uruguayos se replantearon una vez más su viabilidad como nación y la sociedad asistió a una lluvia de diagnósticos y proyectos de muy variado signo: formulaciones desarrollistas, dependentistas y neoliberales; propuestas de cambio inspiradas en la perspectiva de un “socialismo nacional”; interpretaciones provenientes de la reflexión académica y, en particular, del Instituto de Economía de la Universidad de la República. Al igual que en el 900, los uruguayos volvían a debatir en torno al “problema nacional” pero, en contraste con la encrucijada crítica de comienzos de siglo, ninguno de los proyectos de los sesenta concitó apoyos sociales suficientes como para sacar al país del atolladero en el marco del juego democrático. Sin embargo, muchas de las claves del período remiten a ese amplísimo espectro de “respuestas a la crisis” que pasamos a enunciar muy brevemente. Entre las respuestas desde la sociedad, la novedad más decisiva radica en el proceso de unificación sindical que culmina con el nacimiento en 1966 de la CNT (Convención Nacional de Trabajadores). Sin duda no es casual que la concreción de la central única, vieja aspiración largamente postergada, se haya logrado en este contexto. Tampoco lo es la masiva sindicalización de amplios sectores de clases medias que, abandonando la actitud prescindente y diferenciadora de otrora, se pliegan activamente a la vida gremial y contribuyen a ampliar decisivamente la capacidad de convocatoria alcanzada por la central en estos años.

3 Cfr. Jorge Lanzaro, Sindicatos y Sistema político, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1986.

Preguntas y Temas para el Debate 3 ¿Qué le sugieren sobre la sociedad de su época otras proverbiales metáforas uruguayas tales como “la Suiza de América”, el “país modelo”, el “laboratorio de los locos” o “como el Uruguay no hay”?

Citas 3 No menos removedoras resultan las visiones sobre la crisis proyectadas desde la ensayística. Las mismas se plasmarán en la publicación de libros tan emblemáticos como El país de la cola de paja de Mario Benedetti (1960), El Uruguay como problema de Alberto Methol Ferré (1971) o El impulso y su freno. Tres décadas de batllismo y las raíces de la crisis uruguaya (1964), donde Carlos Real de Azúa intentaba desentrañar los orígenes del colapso de los 60 a través de la implacable requisitoria del viejo modelo batllista.

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La “unidad obrero-estudiantil” es la otra novedad que registra un escenario social transformado en su correlación de fuerzas. La consigna “obreros y estudiantes, unidos y adelante” había nacido en 1958 cuando los obreros en lucha por reivindicaciones salariales coincidieron en las calles montevideanas con la movilización de los estudiantes universitarios en pro de la Ley Orgánica y el Cogobierno. En el marco de la polarización y la conflictividad agudizadas por la crisis, los trabajadores y el estudiantado servirán de sustento al “movimiento popular” que es uno de los actores decisivos del período. Por su parte, algunas de las respuestas implementadas desde el escenario político apelan a recursos tan tradicionales y previsibles como la iniciativa de reforma constitucional que dará como resultado la entrada en vigencia de la Constitución de 1967. Otras respuestas políticas, como el Ruralismo de Benito Nardone, la guerrilla urbana, el perfil populista y autoritario del pachequismo o la creciente autonomización de las Fuerzas Armadas, resultan bastante más novedosas y a ellas volveremos a medida que avancemos en el desarrollo cronológico del período. Otras, por último, están directamente asociadas al recambio de los partidos en el gobierno como correlato electoral de la crisis. Pero antes de enumerar los modelos alternativos ensayados por las administraciones blancas, repasemos sumariamente algunas de las transformaciones que se procesan al interior del sistema de partidos con el telón de fondo de la crisis. A nivel de los partidos tradicionales, la década de los sesenta remite a la “derechización” del Partido Colorado en virtud del “parricidio ideológico” procesado dentro de la lista 15 por Jorge Batlle que, a contrapelo de los postulados dirigistas e intervencionistas defendidos por su padre, apuesta a la apertura económica, la desregulación de los mercados y la iniciativa privada. Mientras tanto, el Partido Nacional vive transformaciones igualmente decisivas. En 1958 se produce la reunificación blanca que vuelve a unir bajo el mismo lema a herreristas y nacionalistas independientes, saldando la vieja fractura que persistía desde 1933. A ello se suma la alianza del herrerismo con el ruralismo y, al mismo tiempo, la progresiva consolidación de un polo centrista nucleado en torno a la UBD (Unión Blanca Democrática), de entonación desarrollista. Tales cambios permiten constatar un viraje por demás significativo dentro de la lógica pendular que siempre orientó el posicionamiento de los dos partidos tradicionales en el espectro ideológico. Por primera vez, el Partido Colorado es hegemonizado por su ala derecha, mientras que en el Partido Nacional comienza a ganar terreno un espacio de centro izquierda que en la coyuntura 1968-1973 dará lugar al nacimiento del Movimiento Por la Patria, liderado por Wilson Ferreira Aldunate. En cuanto a la izquierda y al espacio social cristiano, los 50 y los 60 son también años de renovación. A nivel del Partido Comunista, el XVI Congreso celebrado en 1955 deja como saldo el fin de la “era Gómez” y el

Preguntas y Temas para el debate 4 A lo largo del siglo XX, los uruguayos hemos reformado la Constitución en 1919, 1934, 1942, 1952, 1967 y 1997. ¿Qué reflexiones le sugiere esta vocación reformista que determinó incluso que en 1980, en plena dictadura, los militares resolvieran plebiscitar un proyecto de reforma constitucional que, al ser rechazado por la ciudadanía, terminaría abriendo el camino de la transición y la restauración democrática?

Preguntas y Temas para el Debate 5 ¿Qué novedades inciden en la reorientación de esa dinámica pendular en el Uruguay de la posdictadura?

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advenimiento de la “era Arismendi”. En la década de 1960 y bajo la conducción de su nuevo Secretario General, el partido logrará concretar tres objetivos fundamentales: una central sindical única (la CNT), un frente político aglutinador de la izquierda (el Frente Izquierda de Liberación, FIDEL) y un Partido Comunista vigoroso. Mientras tanto, la trayectoria del Partido Socialista en la década resulta igualmente renovadora pero bastante menos exitosa. La crisis del liderazgo histórico de Emilio Frugoni marca la entronización de Vivián Trías en la conducción del partido. Remite asimismo a los reveses electorales de la Unión Popular, frente creado con el propósito de congregar a sectores progresistas y ciudadanos independientes en torno al “socialismo nacional”4 de Trías pero que, en función de rupturas y enfrentamientos internos, terminó colocando al partido al borde del colapso. Por último, las elecciones de 1962 configuran un hito trascendente para la trayectoria del espacio social cristiano. Por primera vez, en el seno de la vieja Unión Cívica, los sectores progresistas –siempre minoritarios ante el núcleo conservador- logran constituirse en mayoría. Nace así el Partido Demócrata Cristiano que, como lo veremos en su momento, pocos años más tarde será protagonista junto a la izquierda y otros sectores, de una de las más novedosas respuestas a la crisis implementada desde el sistema político: la creación del Frente Amplio.

El correlato electoral de la crisis: las elecciones de 1958 y los gobiernos blancos

En contraste con el transcurrir moroso que caracteriza el período, resulta sorprendente la celeridad y radicalidad con que la crisis impacta en el escenario electoral. En efecto, el resultado de los comicios de 1958 configura un viraje histórico que, luego de 93 años de hegemonía colorada, lleva al gobierno al Partido Nacional, con una ventaja de más de 120.000 votos sobre su tradicional adversario. Sustentado en la alianza del herrerismo con el ruralismo, el triunfo blanco marcaba la llegada al gobierno nacional de dos enemigos históricos del batllismo, Luis Alberto de Herrera y Benito Nardone. Fieles a una concepción de país heredada del siglo XIX, sus propuestas confluían en la promoción del modelo agroexportador como destino manifiesto y en la convicción de que el dilema de la nación no pasaba por la lucha de clases sino por la inveterada dicotomía campo/ciudad.

4 Cfr. Gerardo Caetano y José Pedro Rilla, “La izquierda uruguaya y el ‘socialismo real’. Visión histórica de algunas trayectorias”, en Hugo Achugar, editor, La herencia del socialismo real, FESUR, Montevideo, 1991.

Indicadores 3

Desempeño electoral de la izquierda y del PDC en los comicios (1962 y 1966)

Año Lema Sufragios % sobre total

FIDEL 40.886 3.5 PDC 35.703 3.0

1962

UNION POPULAR 27.041 2.3

FIDEL 69.750 5.7 PDC 37.219 3.0

PARTIDO SOCIALISTA 11.559 0.9

1966

UNION POPULAR 2.655 0.2

Preguntas y Temas para el Debate 6 Atendiendo a los rasgos estructurales que han caracterizado al sistema político uruguayo en la larga duración, ¿qué ingredientes novedosos presenta el liderazgo de Benito Nardone? En esa misma perspectiva, ¿qué le sugiere su posterior partidización?

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En contraste con este accionar estrictamente gremial y deliberadamente neutral respecto de la política partidaria, en las elecciones de 1958 Nardone adhiere al Partido Nacional y al herrerismo. Aunque no hay cifras que lo avalen porque no marcó votos, seguramente fue factor decisivo en el categórico triunfo blanco. Como suele suceder con los movimientos basados en un fuerte componente carismático, el ruralismo no sobrevivió a la desaparición física de su líder ocurrida en 1964.

A poco de andar, el resultado de semejante viraje en la política económica evidencia claros síntomas de fracaso. Entre otras cosas, porque su aplicación requería la transferencia del liderazgo estatal al sector ganadero y éste, lejos de responder a la convocatoria del gobierno, deja pasar su oportunidad y no logra constituirse en un sustento sólido para el nuevo modelo. Con el saldo de un crecimiento insignificante a nivel agropecuario y de un marcado descenso de la actividad industrial, el balance del primer gobierno blanco pone en

Indicadores 4

Resultado de las elecciones nacionales del 30 de noviembre de 1958

Lema Sufragios % sobre total

PARTIDO NACIONAL 499.425 49,7 Martín R. Echegoyen (Herrera- Ruralismo) 241.939 24,1 Salvador Ferrer Serra (Unión Blanca Democrática) 230.649 22,9 Ángel M. Cusano (Nacionalismo Intransigente) 26.522 2,6 Al lema 315 0,0 PARTIDO COLORADO 379.062 37,7 Manuel Rodríguez Correa (Lista 14) 215.881 21,5 César Batlle Pacheco (Lista 15) 154.110 15,3 Washington Fernández (Lista 16) 8.514 0,8 Al lema 557 0,1 UNIÓN CÍVICA 37.625 3,7 Dardo Regules PARTIDO SOCIALISTA 35.478 3,5 Emilio Furgoni PARTIDO COMUNISTA 27.080 2,7 Francisco R. Pintos UNIÓN DEMÓCRATA REFORMISTA 19.979 2,0 Juan José Aguiar OTROS 6.713 0,7 TOTAL 1.005.362

Fuente: Banco de Datos, Área Políticas y Relaciones Internacionales, FCS-UDELAR, citado en: Caetano, G; Rilla, J.: Historia contemporánea del Uruguay. De la colonia al siglo XXI. (e.c) Segunda edición corregida y aumentada. Montevideo, 2005, CLAEH-Fin de Siglo, pág. 542.

Preguntas y Temas para el Debate 7 ¿Qué rasgos estructurales del empresariado nacional contribuyen a explicar que, luego de décadas de protestas contra los precios políticos de la economía y contra la regulación del mercado, ahora que cuenta con un gobierno que defiende sus intereses, el sector rural no sea capaz de hegemonizar el cambio?

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evidencia una situación por demás problemática. Al agotamiento del modelo neobatllista venía a sumarse ahora el agotamiento del otro proyecto desde el cual el país tradicionalmente se había pensado a sí mismo: el proyecto ruralista. El Uruguay de los sesenta se enfrentaba a otra crisis, la crisis hegemónica, expresada en la incapacidad de generar consensos sociales que sirvieran de sustento a una nueva hegemonía.

En ese contexto, la campaña electoral de 1962 alimentó las expectativas del batllismo en torno a sus posibilidades de recuperar el gobierno. Sin embargo, el resultado emanado de las urnas volvió a darle la mayoría al Partido Nacional, aunque favoreciendo ahora al sector emanado del acuerdo alcanzado entre la UBD de Daniel Fernández Crespo y el llamado “herrerismo ortodoxo” encabezado por Eduardo Víctor Haedo, conglomerado que la jerga popular bautizó como “ubedoxia”.

Reseñas biográficas 2 Quizás sea preciso esperar hasta los 2000 para encontrar en la política uruguaya otro caso de simbiosis entre creador y creación como la protagonizada por Benito Nardone respecto de Chico Tazo, el exitoso personaje construido por este montevideano nacido en 1906 que fue figura clave del proceso político que estamos repasando. En los años 40 comenzó a cimentar su liderazgo de entonación populista desde dos ámbitos decisivos: las audiciones radiales de CX 4 en las que Chico Tazo defendía los intereses de los botudos del campo contra los manejos de los galerudos de la capital, y los Cabildos Abiertos organizados por la Liga Federal de Acción Ruralista fundada por Nardone en 1954.

Reseñas Biográficas 1 Nacido en 1873, Luis Alberto de Herrera inicia en los albores del siglo XX una dilatada trayectoria política que se extiende hasta su muerte en 1959. A lo largo de 60 años, despliega una intensa actuación que comienza bajo el signo del “imperio informal” británico y las últimas guerras civiles, y termina en la era de la bomba atómica y de la “guerra fría”. Figura consular dentro del Partido Nacional, construyó su liderazgo proyectándose como una suerte de “anti Batlle”, enemigo radical del estatismo y de los impuestos y defensor acérrimo del agro y de la libre empresa. Campechano, ingenioso, dotado de un inagotable sentido del humor, fue uno de los caudillos con mayor magnetismo y poder de comunicación de nuestra historia. Pese a confiar más en el pragmatismo táctico que en las definiciones programáticas, su discurso remite a un corpus ideológico con marcadas permanencias: una categórica identificación con el proyecto agroexportador y una visión idílica de la estancia como modelo de convivencia; un conservadorismo de cuño paternalista respecto de la “cuestión social”; una desconfianza visceral hacia las “ideas foráneas” y una radical oposición al Panamericanismo en materia de política internacional. Candidato a la Presidencia de la República en siete oportunidades, resultó derrotado en todas ellas ya que, si bien en 1958 vivió el histórico triunfo de su Partido, en aquella ocasión integró junto a Nardone la fórmula presidencial promovida dentro de una propuesta de reforma constitucional que eliminaba el Ejecutivo colegiado y que no fue acompañada por la ciudadanía.

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Fruto de pactos electorales de última hora tendientes, entre otras cosas, a neutralizar la influencia de Nardone dentro del Partido, la coalición triunfante se caracterizaba por su heterogeneidad social y su diversidad ideológica. Sin perjuicio de ello, puede afirmarse que, en términos generales, era expresión de sectores urbanos allegados a la banca y el comercio y que sus vinculaciones con el sector rural eran mucho más laxas que las del anterior gobierno. Desde ese perfil y en su permanente búsqueda de alternativas difíciles de hallar, el segundo gobierno blanco se caracterizó por sus oscilaciones entre la aplicación de un liberalismo a ultranza y algunos tímidos ensayos de entonación desarrollista. En esta última perspectiva, cabe destacar la identificación de algunas de sus figuras (especialmente la de Wilson Ferreira Aldunate, Ministro de Ganadería entre 1963 y 1966) con el diagnóstico elaborado por la CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico) y con las profundas transformaciones que proponía como “respuesta a la crisis” en su Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social de 1965. En contraposición con la visión fondomonetarista que apelaba al control del déficit fiscal y a la retracción del crédito como principales herramientas capaces de combatir el proceso inflacionario, la CIDE puso el acento en el carácter estructural de la crisis y en un vasto plan de reformas (la agraria, entre otras) que era imprescindible llevar adelante para revertirla. Aunque en 1966 el Consejo Nacional de Gobierno aprobó por unanimidad los lineamientos emanados de la labor de la CIDE, no hubo voluntad política para llevar a la práctica sus propuestas. Lejos de toda intención reformista, el segundo gobierno blanco culmina en medio de un caos económico signado por la agudización del proceso inflacionario que se torna explosivo y por una creciente especulación con moneda extranjera que da lugar a verdaderos escándalos financieros como el crac bancario de 1965 y la moratoria del BROU ante sus acreedores.

Citas 4 Ahora que sabe lo que son, ayúdelos a irse votando la lista 15, decía uno de los eslóganes a los que apeló Luis Batlle en la campaña electoral de 1962. El otro era un jingle basado en la popular retirada de la murga La Línea Maginot: Se van, se van los blancos, Los asaltantes se van, Se van los chicotazos Y los UBD se van. Después de cuatro años De tenerlos que aguantar, Votando la lista 15 Ya no volverán jamás. Finalmente, la mayoría de la ciudadanía confió en los que proclamaban: La alternativa es clara: o gana la UBD o todo sigue como está.

Citas 5 Para comprender el fenómeno de la CIDE y el tenor de sus propuestas, es preciso remontarse a los años 50 y al impacto de la CEPAL y de sus análisis en torno a los problemas del desarrollo económico en América Latina. Al igual que en el resto del continente, el estructuralismo cepalino incidió decisivamente en el plantel de docentes e investigadores de nuestra Facultad de Ciencias Económicas cuyo Decano por entonces era el Cr. Luis Faroppa y entre cuyo estudiantado descollaba el futuro Cr. Enrique Iglesias. Creada en 1960 por el entonces Ministro de Economía Juan Eduardo Azzini, la CIDE tuvo como cometido inicial la formulación de programas de desarrollo económico en el marco de la implantación de la Ley de Reforma Monetaria y Cambiaria. Luego se le encomendaría también el diseño de proyectos que la Alianza para el Progreso estipulaba como requisito imprescindible para acceder a su ayuda financiera. Aunque ello le valió la radical oposición de la izquierda (desde el Partido Comunista hasta el semanario Marcha), un nutrido contingente de técnicos y universitarios se incorporó a sus tareas de planificación. Entre otros nombres, los de de Samuel Litchtensztejn, Alberto Couriel, Danilo Astori, Ricardo Zerbino o Alberto Bensión dan cuenta de la pluralidad ideológica de aquel elenco encabezado por Enrique Iglesias en calidad de Secretario Técnico del organismo.

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LAS ELECCIONES DE 1966

Luego del fracaso del segundo colegiado blanco, 1966 marca el retorno al gobierno del Partido Colorado. Pero antes de referir a este nuevo viraje en el mapa político nacional, es preciso dar cuenta de otra preocupación que centró la campaña electoral de aquel año.

La reforma constitucional

Al igual que en otras coyunturas pasadas, en los comicios de 1966 los uruguayos volvieron a centrar la problemática del país en cuestiones de tipo jurídico e institucional, como si las raíces de la crisis no respondieran al estancamiento económico sino a las ineficiencias del Colegiado. En cierto modo, la iniciativa reformista suponía un nuevo intento en la búsqueda de alternativas a la crisis. No obstante ello, resulta llamativo que, en aquel contexto, en lugar de girar en torno a programas de gobierno tendientes a superar los desafíos económicos y sociales del momento, el eje de la campaña electoral se haya centrado fundamentalmente en la confrontación entre distintas propuestas de reforma constitucional. A este respecto, en noviembre de 1966 se plebiscitaron básicamente tres proyectos5 que, al margen de sus diferencias, coincidían en el retorno al Poder Ejecutivo unipersonal: la “reforma amarilla” promovida por el Partido Comunista y el FIdeL; la “reforma gris” diseñada por el herrerismo; y la “reforma naranja” propuesta por el Partido Colorado en acuerdo con sectores del Partido Nacional entre los que figuraba el Movimiento Nacional de Rocha. En virtud del resultado emanado de las urnas, este último proyecto se convirtió por abrumadora mayoría en la nueva Constitución que entró en vigencia en 1967. Las principales modificaciones contenidas en la nueva Constitución remiten fundamentalmente a tres áreas:

5 La “reforma rosada” nacida de una iniciativa popular auspiciada por el Partido Colorado, terminó quedando de lado ante la elaboración de un proyecto conjunto por parte de colorados y nacionalistas, lo que determinó que alcanzara una votación ínfima en el plebiscito.

Indicadores 5

Evolución de la tasa de inflación

(1961-1973)

1961 22.5 1962 10.9 1963 21.2 1964 42.4 1965 56.5 1966 73.5 1967 89.3 1968 125.3 1969 20.9 1970 16.4 1971 23.9 1972 76.5 1973 97.0

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- disposiciones tendientes al fortalecimiento del Poder Ejecutivo. En este aspecto, la novedad más trascendente radica en la eliminación del Colegiado y en el restablecimiento del Ejecutivo unipersonal. En esa misma dirección, cabe mencionar las siguientes disposiciones: régimen de leyes de urgente consideración; plazos instaurados a nivel de la Asamblea General para el tratamiento de los vetos interpuestos por el Poder Ejecutivo; restricciones al Poder Legislativo en materia de gastos y creación de cargos; posibilidad de disolución de las Cámaras y llamado a elecciones parlamentarias; régimen de mayorías parlamentarias que dificulta la censura a los Ministros. En consonancia con la agudización de la conflictividad social característica de aquellos años, la Constitución también amplía los alcances de las Medidas Prontas de Seguridad.

- impulso a la planificación y tecnificación administrativa. Recogiendo en este

aspecto iniciativas contenidas en el diagnóstico de la CIDE, la Constitución de 1967 apunta a fortalecer la eficiencia del Estado y las políticas públicas a través de la creación del Banco Central, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y la Oficina del Servicio Civil.

- normas regulatorias del funcionamiento de los partidos políticos. En un claro

intento por superar los bloqueos que los afectaban desde tiempo atrás pero que afloraron con especial énfasis en el contexto de la crisis, la nueva Carta adopta disposiciones tendientes al fortalecimiento de la democracia interna de los partidos y a la difusión de sus Cartas Orgánicas y Programas de Principios.

Indicadores 6

Plebiscito constitucional 27 de noviembre de 1966

Departamento Reforma

“Naranja” Reforma “Gris” Reforma

“Amarilla” Reforma “Rosada”

Montevideo 294.630 54.801 68.473 524 Canelones 75.074 25.195 4.008 140 Maldonado 23.184 4.676 1.073 25

Rocha 25.067 5.853 589 11 Treinta y Tres 17.862 3.970 433 17 Cerro Largo 25.936 7.835 526 33

Rivera 32.486 5.275 714 19 Artigas 17.817 2.218 249 16 Salto 28.846 9.546 1.230 40

Paysandú 29.769 4.248 1.214 48 Río Negro 16.170 3.063 1094 10 Soriano 25.792 9.453 1.199 37 Colonia 41.102 7.440 1.616 45

San José 25.298 6.168 1.160 42 Flores 10.138 2.840 256 15 Florida 19.280 5.497 531 12

Durazno 22.953 3.951 512 23 Lavalleja 25.674 7.985 762 25

Tacuarembó 29.909 5.081 676 38 Total 786.987 175.095 86.315 1.120

Fuente: Banco de Datos, Área Política y Relaciones Internacionales, FCS-UDELAR, citado en Caetano, G; Rilla, J.: Historia contemporánea del Uruguay. De la colonia al siglo XXI. (e.c) Segunda edición corregida y aumentada. Montevideo, 2005, CLAEH-Fin de Siglo, pág. 559.

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El retorno colorado y la administración Gestido

Mientras el Partido Nacional llega a la coyuntura electoral del ‘66 jaqueado por los fracasos de sus dos administraciones, el Partido Colorado lo hace dividido en cinco fórmulas presidenciales que reflejan de manera inequívoca el hondo fraccionamiento desencadenado en su interior tras la muerte de Luis Batlle Berres (1964). Aunque una de esas fórmulas estaba presidida por Jorge Batlle, su hijo y su más legítimo heredero, la que se impone en las urnas es la encabezada por el Gral. (R) Oscar Gestido y Jorge Pacheco Areco.

Indicadores 7

Resultado de las elecciones nacionales del 27 de noviembre de 1966

Lema Sufragios % sobre total

PARTIDO COLORADO Oscar D. Gestido – Jorge Pacheco Areco (UCB y FCU) 607.633 21,3 Jorge Batlle – Julio Lacarte Muró 262.040 17,5 Amilcar Vasconcellos – Renán Rodríguez 77.476 6,3 Zelmar Michelini – Aquiles R. Lanza 48.022 3,9 Justino Jiménez de Aréchaga – Nilo Berchesi 4.064 0,3 Al lema 389 0,0 PARTIDO NACIONAL 496.910 40,3 Martín R. Echegoyen – Dardo Ortiz 228.309 18,5 Alberto Gallinal – Juan P. Zeballos 171.618 13,9 Alberto Heber Usher – Nicolás Storace 96.772 7,9 Al lema 211 0,0 FIDEL 69.750 5,7 Adolfo Aguirre González – Enrique Pastorino PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO 37.219 3,0 Adolfo Gelsi Bidart – Miguel Saralegui PARTIDO SOCIALISTA 11.559 0,9 UNION POPULAR 2.655 0,2 Enrique Erro – Francisco Mariño OTROS 6.036 0,5 TOTAL 1.231.762

Fuente: Banco de Datos, Área Políticas y Relaciones Internacionales, FCS-UDELAR, citado en: Caetano, G; Rilla, J.: Historia contemporánea del Uruguay. De la colonia al siglo XXI. (e.c) Segunda edición corregida y aumentada. Montevideo, 2005, CLAEH-Fin de Siglo, pág. 544.

Preguntas y Temas para el Debate 8 Si la Constitución de 1967 configura una “respuesta a la crisis”, ¿qué interpretación de la misma emana de las modificaciones contenidas en ella?

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Con este resultado electoral se completaba un significativo periplo del electorado en torno a las opciones ideológicas ofrecidas por blancos y colorados. En efecto, entre 1954 y 1966 y a través de cuatro comicios sucesivos, los uruguayos recorren el espectro completo dentro del sistema de los partidos tradicionales: en el ‘54 sus votos benefician al batllismo; en el ‘58 le dan la oportunidad al sector conservador del Partido Nacional; en el ‘62 favorecen al ala más progresista de dicho partido; por último, en el ‘66 apoyan a la derecha del Partido Colorado. Claro indicio de una creciente inestabilidad y volatilidad del electorado que sin duda remite a la honda crisis económica y social que vive el país pero que también refleja la incapacidad del sistema político de presentar opciones claras y de implementar alternativas de gobierno sólidas y convincentes. En semejante contexto, puede resultar llamativo el ascenso a la Presidencia de la República de un hombre carente de las dotes de un líder como lo era Gestido. Sustentada en una heterogeneidad de grupos entre los que se contaron la lista 14 y los “senadores colorados” separados de la lista 15 por discrepancias con Jorge Batlle (Manuel Flores Mora y Alba Roballo, entre otros), su candidatura tropezó incluso con serias dificultades para encontrar un compañero de fórmula. Zelmar Michelini fue una de las muchas figuras que rechazaron el ofrecimiento de la vice presidencia que finalmente aceptó Jorge Pacheco Areco, personaje absolutamente menor dentro del elenco político de entonces. Sin embargo, en medio del clima de inestabilidad económica, de especulación y corrupción propios del segundo lustro de los sesenta, el perfil de hombre austero y honrado que ostentaba Gestido operó como factor decisivo que lo prestigió ante la ciudadanía. Asimismo, su extracción militar contribuyó a proyectar una imagen de hombre de orden y a generar expectativas en torno a su eficiencia y su ejecutividad, cualidades que parecían imprescindibles para sacar al país del atolladero. En contraste con ello y por razones de muy diversa índole, la breve gestión del Gral. Gestido al frente del Poder Ejecutivo se caracterizó por un desempeño errático en el que la política de movimientos pendulares alcanza su clímax. La designación de Amílcar Vasconcellos, Zelmar Michelini y Luis Faroppa al frente del Ministerio de Economía y Finanzas, Ministerio de Industria y Oficina de Planeamiento y Presupuesto respectivamente, marcan el inicio de un intento desarrollista que fracasa estrepitosamente al cabo de pocos meses. El alto poder de veto de los sectores ganaderos y bancarios, las presiones devaluacionistas del FMI, la falta de cohesión política necesaria para impulsar un proyecto semejante y la ausencia de apoyo popular dieron por tierra con aquel ensayo. En el mes de noviembre, con una inflación que alcanza la tasa récord del 135% y en medio de intensas movilizaciones estudiantiles y de una prolongada huelga bancaria, el Presidente Gestido decreta la implantación de las Medidas Prontas de Seguridad, lo que provoca la inmediata renuncia del elenco desarrollista.

Reseñas biográficas 3 Oscar D. Gestido nació en Montevideo el 28 de noviembre de 1901. Hizo la carrera de las armas, egresando de la Escuela Militar a los 20 años como Alférez. Ingresó entonces a la Escuela Militar de Aviación donde se graduó como Piloto Aviador a los 24 años. Fue Agregado de la Embajada uruguaya en Francia, Subdirector de la Aeronáutica Militar, interventor de PLUNA, director de AFE y, habiendo pasado a retiro militar, se dedicó a la política. Integró el Colegiado entre 1963 y 1967 por la minoría colorada no quincista, consolidando su espacio dentro del partido luego del fallecimiento de Luis Batlle Berres. Fue el candidato más votado del Partido Colorado en las elecciones de noviembre de 1966 y llegó a la Presidencia de la República, restablecida por el plebiscito constitucional que se realizó simultáneamente con la elección presidencial, el 1º de marzo de 1967, cuando tenía 65 años de edad. (Tomado de NAUM, Benjamín, Manual de Historia del Uruguay 1903-1990, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1995)

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En el mes de noviembre, la devaluación decretada por el flamante Ministro de Economía, el Dr. César Charlone, duplicó el valor del dólar y configuró la señal inequívoca de que la política económica volvía a asumir los lineamientos del FMI. Pocos días más tarde, el 6 de diciembre de 1967, el Presidente Gestido fallecía victima de una fulminante crisis cardíaca, Jorge Pacheco Areco asumía la titularidad del

Poder Ejecutivo y el país ingresaba en una nueva coyuntura.

Citas 6 En una conferencia pronunciada en 1984, Héctor Rodríguez, protagonista de aquellos episodios como dirigente de la CNT, los evocó en estos términos: Durante esos cien días [se refiere a los primeros meses de la administración Gestido], creo que todas las corrientes que actuamos en el movimiento sindical –y creo que acá cabe una autocrítica que nos abarca a todos- no supimos medir la importancia que tenía, en las condiciones de la América Latina de 1967, que un pequeño país rompiera con el FMI y no supimos orquestar, de común acuerdo, una política de movilización orientada hacia ese centro fundamental de ruptura con el Fondo. Las cosas continuaron como si esto no hubiera ocurrido y creo que nos cabe a todos los que en ese momento teníamos una responsabilidad de dirección sindical, revisar crítica y autocríticamente este período. Tomado de Héctor Rodríguez, Unidad sindical y huelga general, Centro Uruguay Independiente, Montevideo, 1985, pág. 35.

Preguntas y Temas para el Debate 9 A su entender, ¿qué factores pueden haber incidido para que en 1967 el movimiento sindical haya asumido una postura que más de veinte años después Héctor Rodríguez considera errónea? ¿Cómo interpreta la autocrítica de Rodríguez en el nuevo contexto de los años ochenta?

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