palmeras porteñas

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PALMERAS PORTEÑAS PALMERAS PORTEÑAS colección azulejo colección azulejo Fabio Márquez Fabio Márquez Jorge Fiorentino Jorge Fiorentino BIODIVERSIDAD URBANA

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Cuaderno N° 3 de la Colección Azulejo - Programa Biodiversidad Urbana - Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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Page 1: Palmeras Porteñas

PALMERAS PORTEÑASPALMERAS PORTEÑAScolección azulejocolección azulejoFabio MárquezFabio Márquez

Jorge FiorentinoJorge Fiorentino

BIODIVERSIDAD URBANA

Page 2: Palmeras Porteñas

Márquez, Fabio - Fiorentino, JorgePalmeras porteñas / Fabio Márquez -1ª ed.- Buenos Aires

52 p. 15 cm. (Colección Azulejo; N° 3)

MAR570

Contacto:[email protected]

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PALMERAS PORTEÑASPALMERAS PORTEÑASPALMERAS PORTEÑASPALMERAS PORTEÑASPALMERAS PORTEÑAS

Fabio MárquezFabio MárquezFabio MárquezFabio MárquezFabio Márquez

Jorge FiorentinoJorge FiorentinoJorge FiorentinoJorge FiorentinoJorge Fiorentino

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IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

HistoriaHistoriaHistoriaHistoriaHistoria

DescripciónDescripciónDescripciónDescripciónDescripción

PaisajePaisajePaisajePaisajePaisaje

Otras consideracionesOtras consideracionesOtras consideracionesOtras consideracionesOtras consideraciones

FichasFichasFichasFichasFichas

GlosarioGlosarioGlosarioGlosarioGlosario

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

ÍNDICEÍNDICEÍNDICEÍNDICEÍNDICE

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PRESENTACIÓNPRESENTACIÓNPRESENTACIÓNPRESENTACIÓNPRESENTACIÓN

Las palmeras son protagonistas de la historia de nues-

tra ciudad desde hace mucho tiempo. Su presencia escueta

les da un valor particular y distintivo al resto de la

vegetación presente.

Testigos de la historia porteña y nacional, ya sea en la

Plaza de Mayo o en la entrada de algún centenario edifi-

cio público, ofrecen un valor ornamental exótico y signifi-

cativo.

Este nuevo cuaderno acerca información para compren-

der otro aspecto de la composición de la diversidad bioló-

gica que posee nuestra ciudad. Es nuestro deseo que

sirva para aportar nuevos elementos de valoración del

patrimonio natural que poseemos todas las vecinas y ve-

cinos que habitamos la Ciudad de Buenos Aires.

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INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN

Av. Sarmiento (parque Tres de Febrero) con las alineaciones de pindó a fines del siglo XIX.(1)

Esta publicación se complementa con el cuaderno N° 1 de esta misma Colección Azulejo,

extendiendo la divulgación acerca del material vegetal existente en los espacios públicos de la

Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con las mismas premisas de acercamiento de información,

sobre la composición de la diversidad biológica existente en la ciudad, este librito propone una

aproximación a esta familia vegetal tan particular.

La naturaleza nos regala infinitas obras de arte desarrolladas a través de millones de años

de evolución. A las palmeras también podemos apreciarlas como objetos artísticos que embelle-

cen la ciudad, para el disfrute de los que vivimos en ella y para los visitantes circunstanciales.

Como toda obra de arte hay que sensibilizarse para asimilarla y poder valorar todo lo que nos

ofrece. Si nos permitimos una pausa para observar contemplativamente una palmera en la

ciudad, mirándola atentamente y compenetrándonos con su forma, textura y volumen, la

percibiremos como un ser vivo muy especial. Resulta difícil asociarla a otros elementos

vegetales como árboles o arbustos. Acercándonos y apoyando la palma de la mano en su

tronco, miraremos hacia arriba para jugar a descubrir que emociones nos provoca.

Si bien esta propuesta de aproximación es viable a cualquier otro elemento de la naturaleza,

en el caso de las palmeras merece una atención especial ya que encontrándolas siempre en la

ciudad, generalmente no nos damos la oportunidad de apreciarlas en su real magnitud.

Ninguna de las palmeras porteñas posee cocos comestibles o dátiles almibarados, —elementos

que asociamos indefectiblemente a ellas—, por lo que su presencia ha sido exclusivamente

ornamental. En el habla popular se expresan frases como “estar colgado de la palmera” o

“haber si te ubicás en la palmera”, como referencias metafóricas a situaciones de personas

con poco sentido de la ubicación. Reconociéndolas y aprendiendo a apreciarlas, podremos

disfrutarlas en cuestiones más concretas, como el vivir en una ciudad que posee este

patrimonio natural.

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HISTORIAHISTORIAHISTORIAHISTORIAHISTORIA

Plaza de Mayo rodeada por pindós, plantadas en la gestión de Torcuato de Alvear (foto de 1889).(1)

Las palmeras no son un componente natural distintivo de la flora original de la zona de

nuestra ciudad, aunque una de ellas, la pindó (Syagrus romanzoffiana), alcanzó las cercanías,

pudiendo encontrársela de manera aislada en el área que hoy ocupa Buenos Aires. Esta

especie estaba distribuida a lo largo del río Paraná, desde Misiones hasta el Delta. Uno de los

brazos del mismo, recibió el nombre de Paraná de las Palmas, por la existencia de numerosos

ejemplares, hoy desaparecidos por la acción del hombre. Palma es un sinónimo de palmera que

actualmente se utiliza poco.

La incorporación de palmeras en la trama urbana, principalmente tuvo que ver con la

introducción de especies foráneas que fueron traídas hacia la mitad del siglo XIX, por

particulares que la cultivaron en sus propiedades como un elemento vegetal exótico. Un poco

más tarde, fueron utilizadas en la formación de los espacios verdes públicos, siempre en

cantidades relativamente limitadas, frente al resto de los componentes botánicos. Sin embar-

go, la primera palmera utilizada a gran escala en el espacio público fue la pindó, ya que en el

Delta se disponía de grandes cantidades de ejemplares con importante altura, eligiéndolas por

la rapidez con la que constituye paisaje de manera vertical. Plaza de Mayo fue rodeada por

numerosas pindó en alineaciones paralelas a las veredas perimetrales.

Otro antecedente histórico del empleo de las pindó tuvo a Domingo Faustino Sarmiento como

protagonista, quien habiendo concluido su mandato presidencial, se dedicó con entusiasmo a la

creación del parque Tres de Febrero. Es en esta circunstancia que, entre tantas acciones,

decide plantar palmeras pindó a ambos lados de la avenida principal de acceso al parque, —que

actualmente es la avenida Sarmiento— y que, a partir de entonces, pasó a denominarse avenida

De las Palmeras o De las Palmas. El fracaso de muchas de ellas hizo que los detractores de la

obra del sanjuanino, las denominaran como “las escobas de Sarmiento”, ya que las mismas se

mantuvieron erguidas con sus hojas secas bastante tiempo. Posteriormente, —según cita la

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memoria municipal del año 1912—, parte de estas palmeras son preparadas para ser

transplantadas a otros sectores del parque Tres de Febrero, permaneciendo solamente algu-

nos ejemplares ubicados al este de la actual avenida Del Libertador.

En el empleo de las palmeras en espacios públicos, debemos mencionar a las palmeras fénix

(Phoenix canariensis) existentes en la Plaza de Mayo, las que datan de fines del siglo XIX. En

1883, siendo intendente de Buenos Aires Torcuato de Alvear, compra la Recova que dividía en

dos a la actual Plaza de Mayo (entonces eran dos plazas, Victoria y 25 de Mayo) y ordena su

demolición, que es realizada en tan solo cinco días. La tarea también incluía la tala de los

árboles y palmeras que rodeaban la plaza, pero las palmeras no fueron retiradas. Cuando

Carlos Thays la interviene paisajísticamente, originando las trazas que aún perduran, transplantó

algunas de ellas al parque Tres de Febrero, dejando las restantes en el sector donde hoy se

encuentra la Pirámide de Mayo (cuando esta se implantó en el lugar actual, las mismas fueron

retiradas) y agregó ocho fénix distribuidas simétricamente, que hoy alcanzan una altura

monumental. Las fénix son las palmeras exóticas utilizadas desde hace más de un siglo con

mayor asiduidad, tanto en parques públicos como privados, encontrándose escapada de cultivo,

actuando como especie invasora en la región. Siendo las aves las transportadoras, ingeriendo

sus frutos para luego evacuar las semillas.

Otra especie exótica bastante popular desde fines del siglo XIX, ha sido la Washingtonia

filifera, de la que podemos encontrar individuos añosos de gran altura tanto en espacios

públicos como privados.

Fue en épocas relativamente recientes que se generalizó cierta utilización de las palmeras,

especialmente en el ámbito privado, en parte por la idea banal de querer imitar escenarios que

se plantean en geografías tropicales, como imaginario popular de lugares paradisíacos. Lle-

gando a utilizarse sobremanera y con dudoso gusto.

La Plaza de Mayo a fin del siglo XIX, con la remodelación de Carlos Thays recién realizada.(2) 11

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DESCRIPCIÓNDESCRIPCIÓNDESCRIPCIÓNDESCRIPCIÓNDESCRIPCIÓN

Las palmeras constituyen un elemento singular dentro del paisaje urbano de nuestra ciudad.

Con una frecuencia sumamente baja, en lo que a la totalidad del patrimonio verde respecta y

localizadas habitualmente dentro de los espacios verdes urbanos, se destacan por su aspecto

característico que las hace únicas, entre todos los componentes del reino vegetal: un tronco

erguido, cilíndrico, de igual diámetro en casi toda su extensión, coronado por un penacho de

hojas en su extremo, habitualmente de gran desarrollo, sostenidas por pecíolos de mayor o

menor tamaño.

Debemos aclarar que la palmera no es un árbol. Existe una confusión popular, estimulada por

la existencia de bibliografía que describe a las palmeras como si las mismas se tratasen de

árboles, cuando en realidad los árboles y las palmeras tienen características específicas que

los diferencian.

Resulta también bastante común encontrar que se denominen como palmeras a ciertas

especies de monocotiledóneas e incluso de gimnospermas, pertenecientes a familias diferentes,

por el solo hecho de presentar un aspecto similar, es decir, poseer un solo tallo coronado por

un rosario de hojas, tales como las dracenas (Dracaena sp.), cordilines (Cordyline sp.) o las

cicas (Cycas revoluta). En principio y para que no queden dudas al respecto, las palmeras

pertenecen a la clase monocotiledóneas. Son plantas que en su semilla poseen un solo

cotiledón u hoja embrionaria (recordar germinación de la semilla de maíz en la escuela),

mientras que todos los árboles pertenecen a la clase dicotiledóneas, o sea con dos cotiledones

en la semilla (germinación escolar de la semilla de poroto).

Las palmeras son vegetales de aspecto leñoso, provistas mayormente de un solo estípite,

que es como se denomina a su tronco, o en menor grado de varios estípites, siendo en ambos

casos no ramificados, salvo contadas excepciones, tal el caso de algunas palmeras africanas

pertenecientes al género Hyphaene. Este estípite se puede presentar liso, anillado, con

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15Conjunto de washingtonias en la plaza Brig. Gral. J. Facundo Quiroga, parque Tres de Febrero.

indumento fibroso o con cierta rugosidad producto de los restos de las hojas que ya han caído

que perduran en el tronco.

Su estructura anatómica diferente al de las especies leñosas que se denominan árboles y

arbustos, hace que su “madera“ no tenga las características de estos últimos. En lo que

respecta a su tamaño, el mismo puede ser prácticamente nulo o inexistente, tal el caso de las

palmeras acaules o sin tronco (a significa privativo y caule es la denominación en latín del

tronco), hasta estípites que pueden alcanzar alturas que sobrepasan los veinte metros. Su

diámetro puede variar según las especies de que se trate, desde unos pocos centímetros

hasta valores mayores al metro. No obstante, las palmeras que tienen estípite pasan los

primeros años de crecimiento como si no lo tuvieran, ya que este período es empleado por la

planta para el desarrollo en grosor de su tallo, el que posteriormente se mantendrá práctica-

mente invariable durante toda la vida de la palmera. Es también en esta etapa en la que las

palmeras pueden ocasionar inconvenientes cuando están ubicadas en lugares de tránsito

peatonal, ya que sus enormes hojas pueden dificultar el mismo e incluso ser peligrosas por la

presencia de espinas en partes foliares.

Las hojas, que siempre son perennes (ya que permanecen más de una estación de crecimien-

to), llegando a subsistir sobre la planta durante muchos años, son habitualmente de gran

tamaño y por su aspecto se las denomina palmadas, por su analogía con la forma de la palma

de la mano o pinnadas por su similitud con una pluma (del latín penna). La lámina de la hoja, es

decir su parte laminar principal, rara vez se presenta completa sino más bien como hendida, tal

el caso de las palmeras de hoja palmada en la que la misma se encuentra particionada en

segmentos o bien dividida en fragmentos más o menos lineares y uniformes denominados

pinnas, que es lo típico en las palmeras de hojas pinnadas. Estas hojas se encuentran unidas

al cuerpo principal de la palmera por pecíolos de desarrollo variable, en algunas ocasiones

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acompañados por la presencia de espinas en sus márgenes.

Las hojas se desarrollan a partir de una única yema apical, que se encuentra protegida por

la base de todas las hojas. Es sumamente vital para esta clase de vegetales proteger este

único centro activo de crecimiento, ya que su pérdida implica la muerte del ejemplar, tal como

ocurre cuando se cosechan las yemas de las palmeras denominadas palmito (Euterpe edulis),

para la comercialización del alimento de igual denominación. De hecho, la protección proporcio-

nada por la base de las hojas es tan efectiva que muchas veces les ha permitido sobrellevar

incendios naturales o provocados a ejemplares que después de haber perdido todo su follaje

vuelven a rebrotar.

Sus flores no son solitarias sino que se agrupan en inflorescencias (conjunto o agrupación

de flores), que en el caso de las palmeras que nos ocupan son laterales y consideradas

individualmente, las flores son generalmente unisexuales pudiendo hallarse en un mismo pie o

en plantas distintas (pies femeninos y pies masculinos). Las flores que son de pequeño tamaño

son habitualmente poco vistosas si se las considera en forma individual, cobrando interés

cuando se las contempla en conjunto dada su uniformidad cromática. Constituyen una colorida

nota temporal que luego continuará con frutos carnosos de colores y tamaños variados, según

la especie de palmera de que se trate.

Vale mencionar que la semilla más grande de todas las especies vegetales del mundo

pertenece a una palmera cuyo nombre científico es Lodoicea maldivica, comúnmente denominada

coco de mar, originaria de las islas Seychelles y Maldivas (ubicadas en el océano Índico), que

llega a pesar hasta veinte kilogramos y que por su aspecto se la denomina vulgarmente “culo

de negra”.

Las flores están protegidas por una hoja modificada, denominada espata, en ocasiones

leñosa y de grandes dimensiones, que frecuentemente puede observársela caída al pie.

Entrada principal al cementerio de la Chacarita, con dos fénix en su frente. 17

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19Dos fénix en la barranca de la plaza San Martín de Tours en una mañana brumosa, Recoleta.

Otra característica peculiar de las palmeras, es la particularidad de su sistema radicular

constituido por numerosísimas raíces de aspecto fibroso y tamaño similar, que exploran un

volumen del suelo muy próximo al estípite y que posibilitan por tal causa efectuar transplantes

de ejemplares adultos con excelentes posibilidades de éxito, gracias a la posibilidad de

conformar y consolidar un terrón de transplante que contenga una gran cantidad de raíces en

un volumen discreto. Para graficar con mayor claridad las raíces de las palmeras, podemos

compararla con una brocha de afeitar invertida.

Cuando se transplanta una palmera es aconsejable colocar un colchón de maíz amarillo en el

fondo del hoyo donde va a ser implantada, para favorecer la adaptación al nuevo emplazamiento.

Es muy importante el correcto turorado, especialmente en aquellas palmeras que poseen un

estípite con cierta altura, por un período de por lo menos un año. En las fotografías de las

páginas 26 y 28 se pueden apreciar distintos tipos de tutorados de palmeras, siendo muy

diferentes al tutorado de árboles.

En el mundo existen alrededor de cuatro mil especies de palmeras. Dentro de esta amplia

familia denominada en la actualidad como Arecáceas y anteriormente Principales, Palmáceas o

Palmeras, sólo se hace referencia en esta publicación a aquellas especies que encontramos con

mayor o menor asiduidad en los espacios públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

(parques, plazas o veredas).

Partiendo de esta divergencia básica y fundamental existen otras diferencias morfológicas

que se enumeran a continuación:

Los árboles tienen madera, las palmeras no.

La constitución anatómica de los tejidos del tronco de los árboles, es muy diferente al de las

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palmeras ya que éstas últimas no presentan la estructura de anillos de crecimiento anuales,

que al dejar de ser funcionales se transforman en madera. Para hacerlo más sencillo, del

tronco de los árboles podemos hacer tablas, del de las palmeras no.

Los árboles tienen ramificaciones, las palmeras habitualmente no.

Las palmeras no tienen ramificaciones, salvo en especies excepcionales ya citadas (sin

presencia en nuestra ciudad). A diferencia, los árboles tienen numerosísimos puntos activos

de crecimiento (yemas), que al crecer desarrollan ramas de distintos órdenes que constituyen

la forma y estructura característica de cada especie. Las palmeras en cambio, sólo poseen una

sola yema apical, conformando la imagen característica de un tronco o estípite con un grupo de

hojas dispuestas radialmente en su extremo, su pérdida provoca la muerte sin posibilidad de

rebrotar. Los árboles poseen puntos activos de crecimiento en el extremo de cada rama y

posibilidad de rebrote, aún ante la pérdida de todas ellas, sean éstas yemas apicales o

axilares.

Los árboles tienen crecimiento en grosor del tronco, las palmeras no.

El crecimiento secundario de los árboles es el que provoca el aumento en grosor de tronco y

ramas. Las palmeras en cambio, habitualmente poseen el mismo grosor de tronco desde el inicio

de su crecimiento, ya que carecen del tejido meristemático de crecimiento denominado cámbium,

que es el responsable del crecimiento en grosor del tronco de las leñosas durante toda su

vida.

Las raíces de las palmeras presentan características propias.

Las raíces de los árboles tienen un sistema de crecimiento con ramificaciones y crecimiento

secundario similar al de la parte aérea, a diferencia de las palmeras que presentan raíces de

aspecto y tamaño muy similares entre sí, sin crecimiento en grosor.

Alineaciones de pindó en el paseo De los Derechos Humanos, parque Indoamericano, Villa Soldati. 21

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PAISAJEPAISAJEPAISAJEPAISAJEPAISAJE

Vista parcial de la Plaza de Mayo, donde se aprecian las fénix plantadas por Thays.

En el paisaje urbano de la Ciudad de Buenos Aires, las palmeras ocupan un lugar trascenden-

te. A pesar de no ser muchas, su importante presencia las convierte en las protagonistas del

espacio del que participan.

Muchas de nuestras plazas y todos los parques de nuestra ciudad cuentan con su

presencia dentro del patrimonio verde que albergan. Habitualmente se la ha utilizado aislada,

donde reluce por la fuerza de su imagen y el profundo contraste que se establece con el resto

de la vegetación, aunque también se las ha utilizado conformando agrupaciones mono o

multiespecíficas (palmeras de una sola o varias especies). También se las ha empleado en

ciertos lugares especiales difiniendo alineaciones.

Resulta menos frecuente su utilización conformando macizos, ya que este tipo de estructura

anula prácticamente la imagen individual de cada ejemplar, desaprovechando entonces la

característica más significativa que motiva e implica el uso de palmeras en el paisaje.

Llegan también a ocupar espacios reservados al arbolado de alineación de vereda, mediante

plantaciones efectuadas por cuenta de los propios vecinos o frentistas, los que en muchos

casos, interpretan el empleo como signo de ostentación, ya que las palmeras en general

admiten ser transplantadas en estado adulto, generando “paisaje instantáneo“, situación que

por lo general no se produce al utilizar otro tipo de vegetales de gran porte definitivo.

Quizá actualmente existe un abuso en la utilización de palmeras, especialmente en la órbita

privada. Aparece en situaciones tan insólitas, que constituyen una negación de los valores

intrínsecos del paisaje y un menoscabo de éste, queriendo transculturizar un elemento que no

siempre se adapta a su entorno, más allá de las propias y valiosas características estéticas

y ornamentales que sin lugar a dudas las mismas poseen.

Las palmeras son esencialmente aportadoras de verticalidad, como columnas sobre la tierra

que soportan con su penacho de hojas al cielo por techo.

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25Conjunto de palmeras en el parque Gral. Paz, Saavedra.

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OTRAS CONSIDERACIONESOTRAS CONSIDERACIONESOTRAS CONSIDERACIONESOTRAS CONSIDERACIONESOTRAS CONSIDERACIONES

Las características morfológicas de las palmeras son diferentes del resto de las especies

vegetales que se emplean en la construcción del paisaje urbano. De por sí, no resultan

convenientes para utilizar en el arbolado de veredas, porque no proporcionan los beneficios

ambientales de los árboles. Pensemos que una de las funciones más reconocidas de los árboles

urbanos es la de ofrecer sombra (entre otras), la que es mínima en el caso de las palmeras.

Además sólo podrían utilizarse ejemplares adultos, dado que el empleo de plantas jóvenes

dificultaría la transitabilidad por la presencia de hojas a nivel peatonal. Existe el agravante

de que la caída de las hojas de ejemplares adultos, casi siempre de grandes dimensiones,

puede ocasionar daños importantes. Por todo esto, las palmeras cumplen básicamente un rol

ornamental y su uso debería ser restringido a los espacios verdes.

Resulta notable la constitución del sistema radicular, conformado por infinidad de raíces de

aspecto suculento y similar desarrollo, que se concentran en un volumen de suelo muy próximo

al individuo, esta característica permite realizar el transplante de grandes ejemplares con

gran factibilidad de éxito, por la posibilidad de conformar un terrón de transplante que

conserve gran cantidad de raíces. Esta propiedad, de posibilitar el transplante de ejemplares

adultos, ha resultado en contra del hábitat natural de nuestras palmeras silvestres, que han

sido diezmadas para su comercialización. Las raíces además, presentan actividad solamente

durante la estación cálida, siendo por ello aconsejable efectuar los transplantes, cualquiera

sea el tamaño que se trate, en primavera o en pleno verano, para lograr un inmediato

enraizamiento del nuevo ejemplar.

Si bien es poco frecuente la pérdida de palmeras por causa de enfermedades o plagas,

merecen destacarse por su agresividad algunas situaciones que pueden ser terminales. Las

palmeras son bastante rústicas con respecto a su estado fitosanitario, pero son atacadas por

algunas plagas que pueden ser fatales, como las que mencionamos a continuación:

Pindós jóvenes recién plantadas (tutoradas), en el parque de Flora Nativa Benito Quinquela Martín. 27

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Vaquita de la palmera (Coraliomela quadrimaculata o C. brunnea): este coleóptero en su

estadío adulto pone huevos en la base y las larvas suben a las hojas. Producen dos

generaciones anuales, una en primavera y otra en verano y se la combate pulverizando con

acefato, especialmente en primavera. Ataca especialmente a las fénix y pindó, produciendo

perforaciones en las pinnas y reduciendo la superficie foliar, generando un atraso en el

desarrollo de la planta. La intensidad del daño está relacionada con la cantidad de larvas

presentes, que pueden llevar a la muerte a la palmera.

Hay dos tipos de oruga que son particularmente dañinas para las palmeras. Ambas son

conocidas vulgarmente como “orugas de las palmeras“ y sus características son las siguientes:

Opsiphanes invirae amplificatus: es una mariposa que en su estadío de oruga (de color verde,

cubierta con pelos sedosos y cuernos en su cabeza), produce agujeros en las hojas jóvenes

que luego, cuando se despliega la hoja adulta, perdura agujereada reduciendo la superficie

fotosintetizadora. En este caso se recomienda pulverizar piretroides.

Paysandisia archon: es una polilla cuyo nombre científico alude a la ciudad de Paysandú en la

hermana República Oriental del Uruguay, que es donde se detectó por primera vez. Las larvas

de esta polilla de color blanquecino se encuentran en el interior de las pinnas de las hojas

formando galerías, siendo el adulto una polilla de color castaño oliva con alas posteriores

anaranjadas, de aproximadamente siete a diez centímetros de expansión alar. Esta plaga

provoca que las nuevas brotaciones de hoja sean dañadas en lámina y pecíolo, provocando el

quiebre de las nuevas hojas y con ello la pérdida de superficie fotosintetizadora necesaria

para el crecimiento y desarrollo de la palmera. Estos ataques suelen ser bastante graves

Fénix adultas transplantadas y tutoradas, Av. 9 de Julio, plazoleta Yitzhak Rabin. 29

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sobre todo en el caso de palmeras jóvenes recién implantadas, y pueden llevarla a la muerte

por desnutrición. Se la combate con clorpirifós y acefato.

Las palmeras también pueden padecer podredumbre, provocada por hongos presentes en el

suelo que pudren las raíces, evidenciándose por el amarillamiento de las hojas y el ablanda-

miento del estípite. En este caso no hay vuelta atrás ya que es irreversible la muerte de la

palmera, teniendo que retirarla y luego poner cal en la tierra dejando pasar un tiempo de

hasta dos años, antes de volver a plantar otro individuo.

El otro enemigo implacable que poseen algunas palmeras resulta un tanto más sofisticado y

de un proceso mucho más lento. Está focalizado en una especie arbórea nativa denominada

Ficus luschnatiana, de nombres vulgares higuerón, agarrapalo o iba-poí. Este pariente de los

más cotidianos gomeros y Ficus benjamina, tiene la particularidad de que sus semillas trans-

portadas en el tracto digestivo de los pájaros que ingieren sus frutos, pueden germinar y

desarrollarse sobre el cuerpo de las palmeras sin contacto con el suelo. Las palmeras más

atacadas son aquellas que presentan troncos con rugosidades por la persistencia de partes

foliares, tales como las fénix y las yatay, que favorecen la instalación y posterior germinación

de la semilla que, en principio podrá vivir a expensas de la humedad y los nutrientes que el

sitio le proporciona para luego ir desarrollando un sistema radicular que crecerá hasta

arraigarse en el suelo y comenzar entonces a formar su estructura arbórea, abrazando y

estrangulando a su huésped durante un tiempo prolongado hasta provocar su muerte.

Este proceso que suele durar muchos años puede ser visto en distintas etapas en diferen-

tes paseos de la ciudad de Buenos Aires, e incluso en su plaza más emblemática, la Plaza de

Mayo, donde existe actualmente una palmera fénix afectada por esta especie. Vaya paradoja

que la única especie nativa que se encuentra en la Plaza de Mayo, es el nativo higuerón

estrangulando una exótica fénix.

Un “agarrapalo” prendido de una fénix en Plaza de Mayo. 31

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FICHAS DE PALMERASFICHAS DE PALMERASFICHAS DE PALMERASFICHAS DE PALMERASFICHAS DE PALMERAS

Hojas Palmadas

Pecíolo sin espinas

Hojas color verde oscuro brillante, péndulas, copa esferoidal.

Trachycarpus fortunei

Hojas color verde agrisado o glauco, rígidas, copa esférica. Estípite simple o múltiple.

Trithrinax campestris

Pecíolos con espinas

Multicaule, de hojas verde agrisado, medianas, rígidas, con segmentos bífidos.

Chamaerops humilis

Palmeras monocaules

Hojas de 0,90 a 1,50 m de largo, con estípite de 0,30 m de diámetro, engrosado en

su base.

Livistona chinensis

Hojas de 2 m de largo, con estípite cilíndrico liso, muy desarrollado.

Estípite de 0,60 a 1 m de diámetro.

Washingtonia filifera

Estípite menor a los 0,60 m de diámetro.

Washingtonia robusta

Las palmeras que figuran en las fichas son las que pueden encontrarse, con diverso grado

de asiduidad, en espacios públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las claves de

identificación han sido resumidas y con lenguaje accesible para facilitar la búsqueda.

Claves de las palmeras descriptas en las fichas

Doble alineación de yatay en la plaza Monseñor Laffite, Monte Castro. 33

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Hojas Pinnadas

Pecíolo sin espinas

Pinnas de las hojas dispuestas en varios planos alrededor del raquis. Color verde

claro, estípite liso, cilíndrico de 0,30 a 0,60 m de diámetro.

Syagrus romanzoffiana

Pinnas de las hojas dispuestas en dos planos, color verde oscuro, pecíolo terminado

en vaina abrazadora. Estípite liso y cilíndrico, no mayor de 0,20 m de diámetro.

Archontophoenix cunninghamiana

Pecíolo con espinas

Pecíolo bien notable, con pinnas dispuestas en dos planos formando una “V”.

Butia yatay / B. capitata

Pecíolo muy corto con pinnas dispuestas casi en 180°.

Palmeras multicaules

Estípites curvos delgados de 6 a 8 m de altura y 0,10 a 0,12 m de diámetro.

Phoenix reclinata

Estípites rectos de 8 a 12 m de altura y 0,20 a 0,50 m de diámetro.

Phoenix paludosa

Estípite grueso

Hojas verde oscuro, anchas y densas. Estípite alto y grueso.

Phoenix canariensis

Hojas recurvadas, grisáceas y semidensas. Estípite alto y de grosor medio.

Phoenix sylvestris

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Nombre vulgar: Palmera china o excelsa

Nombre científico: Trachycarpus fortunei

Origen: Este y centro de China.

Altura: De 8 a 10 m.

Follaje: Hojas palmadas de 0,50 a 1 m dediámetro con pecíolo de igual lon-gitud. Color verde oscuro brillanteen su haz y ceniciento en su en-vés.

Estípite: Monocaule, cubierto por fibrasnegras provenientes de la base delos pecíolos.

Frutos: Arriñonados, negros, de alrededorde 1 cm de largo.

Observaciones: Muy decorativa en sus primerosaños, condición que va perdiendocon el correr del tiempo, a medi-da que la copa se va reduciendoa un penacho superior. Es una delas palmeras que mejor tolera elfrío, aunque son sensibles losejemplares jóvenes. Es de creci-miento medio.

San Nicolás al 3500, esq. F. Beiró, Villa Devoto.

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Nombre vulgar: Caranday

Nombre científico: Trithrinax campestris

Origen: Centro y oeste de la Argentina,llegando por el este hasta EntreRíos y oeste del Uruguay.

Altura: De 4 a 10 m.

Follaje: Hojas palmadas, rígidas y pun-zantes de 40 a 80 cm de diáme-tro y pecíolo de igual longitud.Color verde glauco. Por la dispo-sición de sus hojas su copa pre-senta un aspecto esférico.

Estípite: Monocaule o multicaule, cubiertopor los restos de las hojas viejas.

Frutos: Globosos, pardo amarillento de 2cm de diámetro.

Observaciones: El resto fibroso de sus hojas erautilizado en tapicería (crin vege-tal). Forma hermosos palmaresnaturales en la provincia de SanLuis (Palmar de Papagayos), y enlas regiones serranas de Córdo-ba. Es de crecimiento lento.

Jardín de Invierno, parque Tres de Febrero.

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Nombre vulgar: Palmito europeo

Nombre científico: Chamaerops humilis

Origen: Cuenca del Mediterráneo.

Altura: 2 a 3 m.

Follaje: Hojas palmadas, rígidas de 60 a90 cm de diámetro, con los seg-mentos bífidos y pecíolos de 50cm, con espinas color verde glau-co.

Estípite: Multicaule, de aspecto cespitosopor la presencia de estípites dedistinta altura.

Frutos: Globosos de color amarillento-castaño.

Observaciones: Palmera de aspecto arbustivo ycrecimiento lento, pero muy rús-tica en cuanto a necesidades parasu cultivo, pudiendo desarrollarseincluso en condiciones de mediasombra.

Parque Rivadavia, sobre Av. Rivadavia.

Page 41: Palmeras Porteñas

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Nombre vulgar: Latania

Nombre científico: Livistona chinensis

Origen: China, Japón, Taiwán.

Altura: Habitualmente entre 3 y 6 m, pu-diendo llegar hasta los 10 m.

Follaje: Hojas palmadas de 1 a 2 m dediámetro con la extremidad de lossegmentos péndulos y pecíoloespinoso de hasta 1 m de largocolor verde brillante.

Estípite: Monocaule, anillado con restos debases foliares en su parte supe-rior. Diámetro: 30 cm con basealgo más gruesa.

Frutos: Alargados de 15 a 20 mm,azulados.

Observaciones: Palmera de muy lento crecimien-to, lo que ha ido en detrimento desu difusión, siendo más utilizadacomo especie de interior, en vir-tud de su lento desarrollo.

Parque Lezama.

Page 42: Palmeras Porteñas

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Nombre vulgar: Washingtonia

Nombre científico: Washingtonia filifera

Origen: California y norte de México.

Altura: De 8 a 20 m.

Follaje: Hojas palmadas grandes, de másde 2 m de diámetro, con segmen-tos filamentosos largos y colgan-tes. Pecíolo largo con espinas.Color verde brillante.

Estípite: Monocaule, liso de 0,60 a 1,00m de diámetro.

Frutos: Pequeños, negros, ovoides, me-nores a 1 cm.

Observaciones: Es junto a su congénereWashingtonia robusta, y Phoenixcanariensis de las palmeras máscultivadas en el mundo, debido fun-damentalmente a su rápido cre-cimiento. Muy rústica, resiste lasequía no tolerando los excesosde humedad, se adapta a zonascosteras y a suelos pobres.

Plaza Roma, sobre la esq. de L. N. Alem y Tucumán.

Page 43: Palmeras Porteñas

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Nombre vulgar: Washingtonia

Nombre científico: Washingtonia robusta

Origen: California y norte de México.

Altura: De 20 a 30 m.

Follaje: Hojas palmadas grandes, de másde 2 m de diámetro, con segmen-tos filamentosos largos y colgan-tes. Pecíolo largo con espinas.Color verde brillante.

Estípite: Monocaule, liso, de menor diáme-tro que Washingtonia filifera, loque la diferencia y crea confusiónpor la alusión que se le hace a sunombre. No supera lo 40 cm dediámetro.

Frutos: Pequeños, negros, ovoides, me-nores a 1 cm.

Observaciones: Rústica, muy empleada por surápido crecimiento, tolera mejorlos excesos de humedad queWashingtonia filifera. Es tambiénresistente a la sequía y tolera dis-tintos tipos de suelos.

Jardín de Invierno, parque Tres de Febrero

Page 44: Palmeras Porteñas

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Nombre vulgar: Pindó

Nombre científico: Syagrus romanzoffiana

Origen: Chaco, Formosa, Misiones, surde Brasil, Paraguay, Uruguay.

Altura: De 12 a 15 m.

Follaje: Hojas pinnadas de 2 a 4 m de lar-go, con sus pinnas insertadas envarias filas, lo que le confiere unaspecto plumoso. Color verde cla-ro a mediano.

Estípite: Monocaule, liso, cilíndrico, de 30a 50 cm de diámetro.

Frutos: Ovalado, similar a una aceituna,de color amarillo-anaranjado.

Observaciones: Es la única palmera cuya distri-bución natural pudiera haberseextendido hasta la ciudad de Bue-nos Aires. Su elegante porte, uni-do a su crecimiento rápido, ha he-cho de esta palmera una de lasmás utilizadas a escala urbanamundial. Tolera muy bien lostransplantes.

Plaza Holanda, parque Tres de Febrero.

Page 45: Palmeras Porteñas

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Nombre vulgar: Seafortia

Nombre científico: Archontophoenix cunninghamiana

Origen: Este de Australia

Altura: 8 a 10 m

Follaje: Hojas pinnadas, ligeramente ar-queadas, con pinnas verde oscu-ro en ambas caras.

Estípite: Monocaule, de hasta 20 cm dediámetro, cilíndrico, liso.

Frutos: Frutos esféricos, rojos, peque-ños.

Observaciones: Delicada, cuando es joven, pre-fieren situaciones de media som-bra y es afectada por las heladas,por lo que su uso está limitado aubicaciones protegidas.

Terrada al 4000, esq. S. M. del Carril, Agronomía.

Page 46: Palmeras Porteñas

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Nombre vulgar: Yatay

Nombre científico: Butia yatay

Origen: Corrientes, Entre Ríos, Misiones

Altura: En cultivo rara vez supera los 10m, creciendo en su ambiente na-tural puede superar los 20 m.

Follaje: Hojas pinnadas, arqueadas dehasta 3 m de longitud y pinnasdispuestas en dos planos forman-do una “V”. Color verde agrisadoo glauco.

Estípite: Monocaule, con tronco rugosoproducto de la persistencia de lasbases de las hojas viejas. Diáme-tro de 45 a 60 cm.

Frutos: Fruto aovado de 5 cm de largo,color naranja, comestible.

Observaciones: Esta palmera es el elementoconstitutivo del Parque NacionalEl Palmar en Colón, provincia deEntre Ríos. Es muy rústica,longeva y de muy lento crecimien-to.

Parque de la escuela Primera Junta, Caballito.

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Nombre vulgar: Palmera reclinada

Nombre científico: Phoenix reclinata

Origen: África.

Altura: Entre 5 y 10 m.

Follaje: Hojas pinnadas de 2 a 3 m de lon-gitud con pinnas dispuestas envarios planos. Color verde brillan-te.

Estípite: Multicaule, numerosos estípiteshabitualmente inclinados, no rec-tos, rugosos por persistencia derestos foliares. Diámetro entre 10y 15 cm.

Frutos: Dátiles de color anaranjado dealrededor de 2 cm.

Observaciones: Palmera sumamente decorativa,que requiere de un gran espaciopara su desarrollo en virtud de lapresencia de sus múltiplesestípites inclinados. Rústica, pue-de crecer en pleno sol o en me-dia sombra.

Pza. R. González Fernández, parque Tres de Febrero.

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Nombre vulgar: Fénix paludosa

Nombre científico: Phoenix paludosa

Origen: Asia.

Altura: Entre 6 y 10 m.

Follaje: Hojas pinnadas, similares a lasde Phoenix canariensis pero demenor tamaño, de entre 2 y 3 m.Color verde brillante.

Estípite: Multicaule, gran cantidad de ta-llos. Los estípites son rectos yrugosos por persistencia de res-tos foliares. De diámetro de cadauno de ellos entre los 10 y 40 cm.

Frutos: Rojos o púrpuras de 15 mm delargo.

Observaciones: Palmera de aspecto cespitoso porla gran cantidad de estípites quevan desarrollando continuamentedesde el pie de la planta. Su cre-cimiento lento. De pequeña, cuan-do presenta una sola cabeza,puede confundirse con Phoenixcanariensis.

Pza. R. González Fernández, parque Tres de Febrero.

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Nombre vulgar: Fénix

Nombre científico: Phoenix canariensis

Origen: Islas Canarias, España.

Altura: Puede superar los 20 m.

Follaje: Hojas pinnadas muy grandes dehasta 5 y 6 m de longitud, arquea-das, constituyendo un denso fo-llaje. Color verde brillante.

Estípite: Monocaule, recto y rugoso por lapersistencia temporal de los res-tos de hojas. Diámetro entre 0,80y 1,00 m.

Frutos: Ovoidales, similares a dátiles, decolor pardo dorado, de 2,5 cm delongitud.

Observaciones: Es sin lugar a dudas una de laspalmeras más cosmopolitas ycultivadas en el mundo, principal-mente por su rusticidad y singu-lar belleza. Su crecimiento es len-to. Admite ser transplantada aúnen ejemplares sumamente desa-rrollados.

Parque Avellaneda,al lado de la casona.

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Nombre vulgar: Fénix silvestre

Nombre científico: Phoenix sylvestris

Origen: India.

Altura: De 15 a 20 m.

Follaje: Hojas pinnadas, grandes, de en-tre 4 y 5 m de longitud, muy simi-lar a las de Phoenix canariensisde las que se diferencia por sucolor verde agrisado o glauco.

Estípite: Monocaule, recto y rugoso por lapersistencia de restos foliares.De diámetro entre los 40 y 60 cm.

Frutos: Dátiles de 3 cm de largo de coloranaranjado.

Observaciones: Palmera poco común y muy si-milar a la Phoenix canariensis,con quien se la suele confundir,existiendo inclusive híbridos en-tre ambas. Rústica y de crecimien-to lento.

Parque Avellaneda, frente a la casona.

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Phoenix canariensis Chamaerops humilis Trachycarpus fortunei

Washingtonia filifera Phoenix reclinata Archontophoenix cunninghamiana

Detalle de algunos estípites

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GLOSARIOGLOSARIOGLOSARIOGLOSARIOGLOSARIO

Acaule: sin estípites o tallos.

Envés: cara inferior de la lámina foliar.

Espata: bráctea amplia que envuelve las inflorescencias.

Especie exótica: especie extraña de la fitoregión.

Especie nativa: especie autóctona o indígena de la fitoregión.

Espina: órgano endurecido y puntiagudo, con tejido vascular.

Haz: cara superior de la lámina foliar.

Inflorescencia: sistema de ramificación que remata en flores.

Monocaule: con un solo estípite o tallo.

Multicaule: con varios estípites o tallos.

Restos foliares: bases foliares o pecíolos remanentes en el estípite.

Vaina: parte basal de las hojas que abraza total o parcialmente el estípite.

Yema apical: rudimento de un vástago vegetativo ubicado en el ápice de la palmera.

Detalle de hojas palmadas con segmentos filamentosos (Washingtonia filifera joven).

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BIBLIOGRAFÍABIBLIOGRAFÍABIBLIOGRAFÍABIBLIOGRAFÍABIBLIOGRAFÍA

· “Árboles Autóctonos Argentinos”, José Santos Biloni. Ed. Tipografia, Buenos Aires, 1990.

· “Libro del Árbol. Tomos 1 y 2”, Milan J. Dimitri y José Santos Biloni. Celulosa Argentina,

Buenos Aires, 1976.

· “Palmeras. Cultivadas en Buenos Aires”, Roberto D. Tortosa y Adriana Bartola. Ed. L.O.L.A.,

Buenos Aires, 2005.

· “Árboles Urbanos”, Biota Rioplatense IV, de Héctor B. Lahitte, Julio Hurrell, Juan José Valla,

Leandro Jankowski, Daniel Bazzano, Ana Jesús Hernández. Ed. L.O.L.A., Buenos Aires, año

1999.

· “La Plaza de Mayo, escenario de la vida argentina”, Ramón Gutiérrez y Sonia Berjman.

Cuadernos del Águila, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, año 1995.

· “Tratado de Botánica”, E. Strasburger, F. Noll, H. Schenk y A.F.W. Schimper. Ed. Manuel Marín

y Cía., Barcelona, 1970.

REFERENCIAS DE IMÁGENESREFERENCIAS DE IMÁGENESREFERENCIAS DE IMÁGENESREFERENCIAS DE IMÁGENESREFERENCIAS DE IMÁGENES

(1) “Buenos Aires 4 siglos” – Luis Molinari – Ed. TEA S.A. – Buenos Aires, s/f.

(2) “Plazas y parques de Buenos Aires, La obra de los paisajistas franceses” – Sonia Berjman

– GCABA – Fondo de Cultura Económica – Buenos Aires, 1998.

····· Las fotografías utilizadas fueron obtenidas por Jorge Freitas y Fabio Márquez.

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Foto de tapa:

grupo de Washingtonia filifera,

en el parque Tres de Febrero.

Foto de tapa:

grupo de Washingtonia filifera,

en el parque Tres de Febrero.

La ciudad es un producto artificial construido porel hombre de manera disciplinadora sobre lanaturaleza, con todos los conflictos ambientalesque esto acarrea, especialmente para la salud delas personas. Los elementos naturales quecomponen la flora y fauna de Buenos Aires sonfundamentales para atenuar los efectos nocivosde la vida urbana. La viabilidad de optimizar lacalidad y cantidad de la diversidad biológicafavorable para el hábitat urbano, tiene que vercon conocer sus componentes, su historia y susposibilidades de desarrollo, para accionar enconsecuencia. La biodiversidad de la ciudad,además de aportar al mejoramiento ambiental,construye y sostiene el paisaje urbano con ladinámica que poseen los seres vivos. Los colores,movimientos, sonidos, texturas y formas queposeen aves, mariposas, árboles, arbustos, nosembellecen las rutinas de nuestra vida.La biodiversidad urbana tiene que ver con el

ambiente y el paisaje, como un importante factorde calidad para la vida humana. La divulgación desu presencia es para reconocer situaciones ymejorar la capacidad de valorarla, aprendiendo averla, oírla y sentirla. Haciendo necesario queseamos todos los habitantes de Buenos Aires susprincipales promotores de cuidarla y enriquecerla.

BIODIVERSIDAD URBANABIODIVERSIDAD URBANA

Foto de contratapa:

Phoenix sylvestris

en el parque Avellaneda.

Foto de contratapa:

Phoenix sylvestris

en el parque Avellaneda.

colección azulejocolección azulejo

Cuaderno N° 1Origen del Arbolado PorteñoCuaderno N° 1Origen del Arbolado Porteño

Cuaderno N° 2Mariposas PorteñasCuaderno N° 2Mariposas Porteñas

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PALMERAS PORTEÑASPALMERAS PORTEÑAS

En el paisaje porteño encontramosdiversos elementos naturales. Entre ellos,las palmeras son excepcionales, ya sea porlas particularidades de sus formas, comopor su significancia en el imaginario popular.Estos elementos verticales, como

columnas coronadas, imponen claramenteprotagonismo en el lugar donde seencuentren. Muchas son parte de la imagende importantes espacios urbanos,especialmente las más añosas, que llegan aalturas extraordinarias.Son parte de nuestro patrimonio natural,

constituyendo paisaje y formando parte denuestra cultura.Integran la biodiversidad de la ciudad

—este ecosistema urbano dominado por elhombre— como uno más de sus componentes.

En el paisaje porteño encontramosdiversos elementos naturales. Entre ellos,las palmeras son excepcionales, ya sea porlas particularidades de sus formas, comopor su significancia en el imaginario popular.Estos elementos verticales, como

columnas coronadas, imponen claramenteprotagonismo en el lugar donde seencuentren. Muchas son parte de la imagende importantes espacios urbanos,especialmente las más añosas, que llegan aalturas extraordinarias.Son parte de nuestro patrimonio natural,

constituyendo paisaje y formando parte denuestra cultura.Integran la biodiversidad de la ciudad

—este ecosistema urbano dominado por elhombre— como uno más de sus componentes.

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