paleografía: la escritura gótica

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1 LA ESCRITURA GÓTICA. Vamos a estudiar una nueva escritura que, como evolución de la denominada carolina, hace su aparición durante la segunda mitad del siglo XII y principios del siglo XIII. En este tiempo en toda Europa, incluida España, se produjeron cambios de carácter económico, social, religioso y cultural que transformaron la vida de los habitantes de la época. Entre otros señalamos los movimientos heréticos, el desarrollo del comercio, los cambios en el sistema educativo, el desarrollo de los gremios o el cambio del arte románico al gótico Los eclesiásticos sigue siendo uno de los grupos en los que mayor uso se hacía de la escritura. Además de los libros para los actos litúrgicos hay que señalar la abundancia de los libros doctrinales de los clérigos así como el uso de la escritura para el día a día de las comunidades monásticas y regulares. La vida cotidiana de los eclesiásticos llevaba aparejado la elaboración de Actas Capitulares, administración de bienes y prebendas de la comunidad y de las personas, organización y contabilidad de los señoríos. También los laicos tenían sus señoríos y necesitaban a los amanuenses para la administración de sus explotaciones agrícolas y ganaderas y el comercio de sus productos. La comunidad Cisterciense aspiraba a que su grupo viviera del trabajo personal en el más absoluto retiro en sus granjas y explotaciones agrícolas que debían hallarse lejos de cualquier aglomeración urbana; el sistema de visitas anuales a los distintos enclaves monásticos por parte de la abadía de Citeaux mantenía la unidad religiosa y la similitud de explotación agrícola; el capítulo general reunía a todos los abades donde se intercambiaban informaciones sobre técnicas, métodos de cultivo y organización de la propiedad, con lo que los cistercienses se convirtieron en modelos a imitar en el sistema de explotación agrícola y en implantación de técnicas que proporcionaban mayores rendimientos a sus explotaciones al tiempo que favorecieron y mucho la extensión de nuevos cultivos. Si este tema es de gran interés para el momento histórico en que aparecieron los cistercienses, es de escaso interés para el estudio de la escritura y los códices, ya que es de sobra conocido su escasa afición a la actividad intelectual, pero no así al uso de la escritura para la administración de sus dominios. Otro tanto podemos decir de los Franciscanos, dominicos, jerónimos y su escasa vinculación con la producción de códices, no así con la preparación de documentos. El papa demandará después de los Franciscanos y de los Dominicos que dediquen los conocimientos adquiridos en la enseñanza universitaria para combatir la herejía cátara. Hacemos también mención de los señoríos de las Órdenes Militares y de necesidad y uso de la escritura en la explotación y administración de los mismos.

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A lo lardo del siglo XII se inicia la gran transformación de la escritura pasando del tipo de letra carolingio hacia el comúnmente denominado como “gótica”. Este nombre se lo aplicaron los humanistas italianos en oposición a otros modelos grafico al que denominaban “antiguo”; gótico significaba para ellos algo bárbaro, mientras que el nombre de antigua lo aplicaban a la escritura que ellos creían que era romana y clásica

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Page 1: Paleografía: La escritura gótica

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LA ESCRITURA GÓTICA.

Vamos a estudiar una nueva escritura que, como evolución de la denominada carolina, hace

su aparición durante la segunda mitad del siglo XII y principios del siglo XIII. En este tiempo

en toda Europa, incluida España, se produjeron cambios de carácter económico, social,

religioso y cultural que transformaron la vida de los habitantes de la época. Entre otros

señalamos los movimientos heréticos, el desarrollo del comercio, los cambios en el sistema

educativo, el desarrollo de los gremios o el cambio del arte románico al gótico

Los eclesiásticos sigue siendo uno de los grupos en los que mayor uso se hacía de la escritura.

Además de los libros para los actos litúrgicos hay que señalar la abundancia de los libros

doctrinales de los clérigos así como el uso de la escritura para el día a día de las comunidades

monásticas y regulares. La vida cotidiana de los eclesiásticos llevaba aparejado la elaboración

de Actas Capitulares, administración de bienes y prebendas de la comunidad y de las

personas, organización y contabilidad de los señoríos. También los laicos tenían sus señoríos y

necesitaban a los amanuenses para la administración de sus explotaciones agrícolas y

ganaderas y el comercio de sus productos.

La comunidad Cisterciense aspiraba a que su grupo viviera del trabajo personal en el más

absoluto retiro en sus granjas y explotaciones agrícolas que debían hallarse lejos de cualquier

aglomeración urbana; el sistema de visitas anuales a los distintos enclaves monásticos por

parte de la abadía de Citeaux mantenía la unidad religiosa y la similitud de explotación

agrícola; el capítulo general reunía a todos los abades donde se intercambiaban

informaciones sobre técnicas, métodos de cultivo y organización de la propiedad, con lo que

los cistercienses se convirtieron en modelos a imitar en el sistema de explotación agrícola y

en implantación de técnicas que proporcionaban mayores rendimientos a sus explotaciones

al tiempo que favorecieron y mucho la extensión de nuevos cultivos. Si este tema es de gran

interés para el momento histórico en que aparecieron los cistercienses, es de escaso interés

para el estudio de la escritura y los códices, ya que es de sobra conocido su escasa afición a la

actividad intelectual, pero no así al uso de la escritura para la administración de sus dominios.

Otro tanto podemos decir de los Franciscanos, dominicos, jerónimos y su escasa vinculación

con la producción de códices, no así con la preparación de documentos. El papa demandará

después de los Franciscanos y de los Dominicos que dediquen los conocimientos adquiridos

en la enseñanza universitaria para combatir la herejía cátara. Hacemos también mención de

los señoríos de las Órdenes Militares y de necesidad y uso de la escritura en la explotación y

administración de los mismos.

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El comercio se desarrollará de forma importante en toda Europa desde finales del XII y a lo

largo del siglo XIII, debido al desarrollo industrial y de intercambios comerciales. Este

desarrollo llevará consigo la aparición de los gremios y cofradías de mercaderes y de

artesanos, cada uno en defensa de sus propios intereses. Este despliegue de la actividad

comercial dio ocasión a la aparición y multiplicación de los documentos necesarios para la

seguridad en el ámbito de las relaciones comerciales.

Las lenguas romances empiezan a ser el vehículo de expresión para los documentos y para la

literatura, tanto como para el pueblo. Los poetas laicos como el francés Thibaut o Teobaldo

(1201-1253) hacen sus composiciones en legua vernácula. En Alemania la leyenda del santo

Grial, cáliz de la última cena de Cristo, se convierte en manantial de vida y constante juventud.

San Francisco de Asís con su Cántico al sol, se convierte en el pionero italiano, aunque será

Dante Alighieri con la Divina Comedia el escritor que muestra la madurez literaria. En el siglo

XIII se forman grandes colecciones acerca de los milagros de la Virgen en lengua romance:

Gonzalo de Berceo o Alfonso X, entre otros muchos.

Frente a las escuelas monásticas, situadas en entornos rurales, adquieren mayor importancia

las escuelas catedralicias, situadas en las ciudades. Desde finales del siglo XII y principios del

siglo XIII comienzan a aparecer las primeras universidades en las ciudades. Bolonia es

reconocida como tal universidad el año 1158. Los obispos consideran a las universidades como

un lugar para formar a aquellos que han de ejercer sus tareas de predicación y de enseñanza;

el poder civil a su vez capta la importancia del nuevo movimiento intelectual para sus

necesidades de encontrar personal preparado para realizar las tareas que los tiempos les

demandan. La actividad intelectual se inicia en los medios eclesiásticos con el resurgir del

aristotelismo y del derecho eclesiástico centrado en el estudio de los Decretales (1234) donde

se ha recogido todo el derecho canónico, cuya influencia en Occidente no se discute por

cuanto es aplicado por todos los tribunales de la Iglesia a los que se encuentran sometidos los

clérigos. Paralelamente nadie discute la importancia de la aplicación del derecho romano en

la sociedad civil.

Aparecen las primeras escuelas sitas en los centros urbanos, y encomendadas por los

concejos a los maestros que se habían preparado y obtenido la licencia de enseñar en las

universidades. Los alumnos concertaban con sus maestros las enseñanzas que iban a recibir

que solían estar circunscritos a la enseñanza de la gramática y de la escritura y las cuatro

Page 3: Paleografía: La escritura gótica

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reglar aritméticas, y los honorarios que habrían de pagar. Las familias burguesas que se lo

podían permitir mantenían en sus casas a un estudiante universitario que enseñaba los

rudimentos de la escritura y de la lectura a los niños de la familia.

Las universidades.- La aparición de la Universidad en la ciudades de Europa a finales del siglo

XII y la extensión de estas instituciones a los largo del siglo XIII como comunidades de

maestros y escolares es, en lo que a nosotros toca, el fenómeno social más destacado de la

época. La ciencia y la cultura habían sido patrimonio de las escuelas monásticas y episcopales.

El movimiento intelectual se inicia en los círculos eclesiásticos atraídos por la cultura clásica:

el aristotelismo. La difusión del Derecho Romano y su utilidad para la monarquía hacen que su

estudio sea favorecido por el poder civil. La nueva situación económica permite que un grupo

numeroso de personas se decidan a acudir a las aulas en la búsqueda de una mejor

preparación para los quehaceres de la nueva sociedad que se va gestando y que demanda

una mayor preparación, los monarcas pretenden extraer de la universidad los funcionarios

del reino. Según el pensamiento de Alfonso X, la existencia del Estudio General, o de las

Universidades tuvo una causa material, el acrecentamiento del saber; otra formal, como el

desarrollo de las corporaciones; otra final, como era el servir a Dios, de forma que según Las

Partidas eran “ayuntamiento de maestros et de escolares que es fecho en algunt logar con

voluntad et con entendimiento de aprender los saberes”. Ya en el siglo XIII en la universidad

se distinguen los estudios de: Artes, Derecho o Decretos, Medicina y Teología. En la facultad

de Artes se enseñaban las sietes artes liberales: Trivium (gramática, retórica y lógica) y

Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Algunas se especializaron en la

enseñanza de idiomas como es el caso de Alfonso X quien en 1254 creó “estudios y escuelas

de latín e arávigo en Sevilla”; o la creación de escuelas especializadas en el ars notariae y ars

dictaminis, relacionadas con el arte de redactar documentos y el arte de la oratoria de

Bolonia.

Todo este nuevo contexto cultural lleva consigo un mayor número de estudiantes que

necesitan libros para el estudio, y un mayor número de personas que enseñan y hacen uso

frecuente de la escritura; así como un mayor número de personas que en sus trabajos tienen

que realizar las tareas propias de una contabilidad de las explotaciones agrícolas, comerciales

y de la administración general, de la administración de justicia o de la redacción de

documentos. Las personas que escriben han aumentado en número. El soporte de la escritura

que hasta estas fechas ha sido el pergamino como soporte exclusivo, a partir del siglo XII es

insuficiente porque la fuente de su producción es reducida; es necesario hacer uso del papel

que es más barato y se puede fabricar en grandes cantidades. En el ámbito de los estudiantes

Page 4: Paleografía: La escritura gótica

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y maestros, que pronto se convierten en agrupaciones importantes, como en Bolonia o Paris,

se crearía inmediatamente la necesidad de multiplicar con rapidez los textos de las distintas

materias; así surgen los grupos de amanuenses o calígrafos cuya actividad consiste en copiar

los libros y venderlos a cambio de un salario.

La aparición en la sociedad de todas estas nuevas actividades transforma también el arte de

escribir. Ahora se impone una manera de escribir en la que importa mucho la mayor rapidez

en el trazado de las letras, a lo que hay que unir una forma más cursiva y personal en la

actividad de los profesionales de la escritura; todo este cambio se va a realizar sin abandonar

los tipos gráficos establecidos en cada época y aprendidos en las escuelas del momento y en

las universidades

1.- El nombre de la nueva escritura.

A lo lardo del siglo XII se inicia la gran transformación de la escritura pasando del tipo de letra

carolingio hacia el comúnmente denominado como “gótica”. Este nombre se lo aplicaron los

humanistas italianos en oposición a otros modelos grafico al que denominaban “antiguo”;

gótico significaba para ellos algo bárbaro, mientras que el nombre de antigua lo aplicaban a la

escritura que ellos creían que era romana y clásica. Esta escritura gótica, de formas angulosas

y fracturadas, despertó tal aversión entre los primeros humanistas que Petrarca, en una carta

a Boccaccio, manifestaba que por razones estéticas y prácticas de dificultad para su lectura

creía que había sido inventada para cualquier cosa menos para ser leída.

En España se le ha llamado “gótica” o “alemana”, según las denominaciones acuñadas por

Terreros; y “monacal” tal como la llamó Merino, ambos paleógrafos hispanos del siglo XVIII.

Para el primero este tipo de escritura era “estrecha y erizada de ángulos y puntas, muy

regular en su formación, pero difícil de leer, porque muchos caracteres tienen una misma

figura, por faltarle la proporción de gruesos y delgados, sin líneas mixtas para suavizar el paso

de unos a otros” (PE, pág. 35); para el segundo, esta escritura de tipo monacal “en el siglo XII

se extendió por toda Europa con increíble velocidad”.

No se ha podido establecer una doctrina absolutamente segura sobre la fecha y lugar de

aparición de este tipo de escritura. Unos lo sitúan en la Italia Meridional, en concreto en

Montecasino, pasando luego al norte de Francia, donde adquirió caracteres propios; según

esta hipótesis, la escritura gótica evolucionaría en territorio francés, pero desde la llamada

Page 5: Paleografía: La escritura gótica

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escritura beneventana. Otros, como Schiaparelli y Cencetti, sostienen que la evolución de la

escritura se produce de forma continuada, sin saltos, y con razón afirman, que la gótica, no es

una escritura nueva que vino a desterrar y a sustituir a la minúscula carolingia, sino que

representa esta última en un período evolutivo, debido principalmente a la exageración y

amaneramiento en su trazado. Por su parte J. Boussard, afirma que los inicios de este tipo de

letra hay que buscarlo en Inglaterra, desde donde pasó al Continente, y que el origen está

vinculado al uso de una pluma con tallado oblicuo. Cencetti, sitúa en la parte nororiental

francesa y de la Inglaterra Normanda las primeras manifestaciones de estas formas góticas en

la escritura; desde aquí se extendió a toda Francia y a Alemania en las postrimerías del siglo

XII.

Naturaleza y origen gráfico.- (Marín, 288 y ss.) La escritura gótica gráficamente, no es sino la

propia escritura carolina, sometida a una de fenómenos gráficos, derivados en gran parte de

las nuevas condiciones a que fue sometida el correspondiente instrumento escriptorio, o sea

la pluma de ave, a la que se dio un corte en forma oblicua hacia la izquierda.

Las consecuencias gráficas de dicho corte fueron estas:

1.- predominio del ángulo sobre la curva; allí donde la carolina tenía un trazo ondulado, la

gótica lo descompone, convirtiéndolo en ángulos; una “O” se convierte en un exágono

2.- Gran contraste entre trazos gruesos y trazos finos; los trazos descendentes son más

espesos, los ascendentes muy finos.

3.- Se cumplen las reglas enunciadas por el alemán W. Meyer e comienzos del siglo XX: una, el

encuentro de dos letras con curvas contrapuestas (b+o, o+c, p+o) las cuales se yuxtaponen,

siendo común a ambas el trazo que las une; y dos, sobre la forma redonda de la “r” en forma

de “2” cuando sigue inmediatamente a una letra curva con convexidad hacia la derecha

1.- La escritura gótica en España.

El tema de la escritura gótica lo vamos a desarrollar a partir del estudio de dos fuentes

escritas distintas: por un lado, los códices o libros, (escritura textual o libraria) escritos con

esmero y de forma caligráfica, como corresponde a aquellas obras manuscritas que estaban

destinadas a la lectura para muchas personas y durante mucho tiempo; por otro lado, los

documentos, escritos más al correr de la pluma y con escritura más cursiva, cuyo cometido es

dejar constancia de unos derechos u obligaciones que hacen referencia a una o unas personas

o institución concreta y que sólo tienen interés para el autor y para el o los destinatarios.

Page 6: Paleografía: La escritura gótica

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Tracemos el esquema general de la escritura gótica entre mediados del siglo XIII hasta finales

del siglo XV. El inicio coincide, en Castilla, con el reinado de Alfonso X, el Sabio, y finaliza con

el reinado de los Reyes Católicos; mientras que en Aragón se inicia con el reinado de Jaime I y

finaliza con Pedro, el Magnánimo.

Dentro de este amplio espacio de tiempo histórico hay que distinguir tres períodos: uno,

desde mediados del siglo XIII hasta finales del siglo XIV; dos, entre finales del siglo XIV y

principios del siglo XV; y tres, desde principios del siglo XV hasta finales de la misma centuria.

En el primer período, tenemos una escritura gótica de aspecto fracturado y de formas muy

angulosas; es una escritura que se da en toda Europa, incluida España. Este tipo de escritura

exige un trazado muy lento y dificultoso y lleva aparejado una dificultad de lectura de los

escritos. Se usa sobre todo para los códices, pero también la encontramos en los

documentos, aunque en menor medida. Es la gótica fracturada de los códices. Todavía

podemos destacar diferencias importantes entre la escritura usada para escribir los códices

más solemnes, de aquella que se usó para escribir los documentos; pero también algunos

códices o libros se escribieron con escritura cursiva propia de los documentos, sobre todo

aquellos libros destinados al uso escolar o con fines literarios o cronísticos. En el ámbito de

los documentas en este período nos encontramos con una gótica cursiva fracturada que

denominamos de Privilegios y de Albalaes.

En el segundo de los períodos señalados observamos cómo las letras van lentamente y por

propia evolución abandonando esa forma angulosa y fracturada a favor de una ondulación y

asimilación de unas líneas curvas. Se trata de un período intermedio en el que se abandona la

rigidez del primero y se camina hacia una escritura de trazado más rápido. Hablamos de la

escritura precortesana.

En el tercero de los periodos marcados, las letras presentan unas forma curvas y se han

abandonado totalmente la angulosidad y fracturación. Estamos ya el la gótica cursiva

redonda, con su trazado envolvente que le da un aspecto muy peculiar y castellano. Estamos

hablando de la cortesana y de la procesal.

A.- La escritura gótica fracturada. Los códices.

Este tipo de escritura gótica se dio en toda Europa, hasta el punto de poder afirmar que se

dio una uniformidad gráfica en este momento en todo el continente Europeo. Por su parte en

la Península Ibérica vemos aparecer la angulosidad en la escritura en la segunda mitad del

siglo XII, con manifestaciones gráficas muy similares en todas las regiones peninsulares. A

modo de ejemplo citamos algunos manuscritos: la Biblia, de 1162; las Obras de Santo Martino,

Page 7: Paleografía: La escritura gótica

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de 1185, y el Breviario y Ritual de los Sacramentos, de 1187; los tres conservados en San Isidoro

de León. La Exposición del Antiguo Testamento por San Paterio, de la Biblioteca del Escorial,

de 1171; El Codex Calixtinus, de 1173, en el Archivo de la Corona de Aragón y el Codex Calixtinus

de la catedral de Compostela que es de mediado el siglo XII.

1.- Característica gráficas generales.

La escritura gótica es una evolución gráfica nacida al amparo de las causas culturales y

librarias que se expusieron más arriba y por una evolución de la formas de la escritura

carolina. En esta evolución hay que destacar la importancia “del instrumento escriptorio, o

sea, la pluma de ave, a la que se dio un tajo o corte especial en forma oblicua hacia la

izquierda”.

También es necesario dejar constancia de que existió una gótica libraria distinta según se

tratara de libros de iglesia para el coro o para la celebración de la misa o los actos litúrgicos,

con letras de grandes dimensiones y una regularidad casi geométrica; otro tipo gráfico

distinto lo encontramos en los libros destinados a usos universitarios donde podemos

señalar: la littera parisienses, la littera oxoniensis, de Oxford, la littera bononiensis, de Bolonia,

cargados de abreviaturas técnicas, especialmente los de derecho; y un tercer tipo gráfico que

es el utilizado para escribir manuscritos de escasa categoría caligráfica cuya escritura se

aproxima más a lo cursivo que a lo caligráfico.

En la escritura gótica libraria señalamos los caracteres siguientes:

• Predominio del ángulo sobre la curva. Se van eliminando las formas curvas y

redondeadas de las letras y en su lugar vemos aparecer los rectilíneos y cortados con

una orientación vertical.

• Fuertes contrastes entre los trazos gruesos y los perfiles; los trazos descendientes

son gruesos, mientras que los ascendentes son muy finos.

• Reducción de los astiles en altura y práctica eliminación de los trazos inferiores en las

letras que deberían tenerlos; y las letras son más anchas que altas. Casi toda la letra,

con sus astiles altos y bajos, queda dentro de la caja de escritura.

• Las líneas de escritura se muestran muy compactas, sin espacios en blanco.

• Unión de las letras con curvas contrapuestas, según la conocida ley de Meyer, lo que

se produce cuando se juntan las consonantes: b-d-p-q con las vocales o-e, donde un

solo trazo lo comparten dos letras.

Page 8: Paleografía: La escritura gótica

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• Observar, también las formas de algunas letras como: d- rectilínea primero y después

siempre uncial- y la r en forma redonda, semejante a un 2 cuando sigue

inmediatamente a una letra curva con convexidad hacia la derecha.

Este tipo de escritura se dio en toda la Península Ibérica tanto como en toda Europa, pasando

a ser la escritura más común que haya tenido el continente europeo a lo largo de la evolución

de la escritura durante los siglos. Ello lleva consigo que sea muy difícil de determinar el lugar

donde pudieron ser elaborados o copiados los distintos manuscritos que conocemos de

finales del siglo XII y durante el siglo XIII, salvo que contemos con esos datos expresamente

anotados en cada manuscrito; por esta vía se soslayan las adscripciones interesadas de

algunas piezas a los lugares donde se conservan en la actualidad.

En el siglo XIII las características señaladas, de angulosidad y trazos cortados de las letras, se

acentúan aún más que en la centuria anterior. Las fuentes a examinar en este caso son las

obras escritas en las cancillerías hispánicas, como las de Alfonso X de Castilla y León, las de

Jaime I de Aragón, o de Teobaldo I de Navarra.

Entre los códices hay que distinguir unos que van escritos en “gótica caligráfica” y otros que

han sido escritos en “escritura gótica redonda”.

a.- Gótica caligráfica.- Quedan dentro de este grupo los códices escritos en el escriptorio de

Alfonso X, el Sabio: Lapidario, Libros del saber de Astronomía, Grande e General Estoria y Libros

del Ajedrez, dados y tablas. Estos ejemplares, todos elaborados a lo largo del siglo XIII,

presentan unas formas de un gótico perfecto, con letras estrechas, alargadas y muy juntas.

Las letras van fracturadas, con la líneas curva facetadas, con forma de bisel en los remates de

los astiles, tanto bajos como altos, astiles que no rebasan la caja del renglón

b.- Gótica redonda.- Dentro del campo librarlo o de los códices encontramos desde finales del

siglo XIII hasta el siglo XV, la letra cursiva gótica de formas pequeñas y redondo y de trazado

rápido. En este tipo gráfico están escritos: el Cantar de Mío Cid y Ordenamiento de Alcalá de la

Bilioteca Nacional de Madrid, la Grande e General Historia del Escorial.

c.- Gótica cursiva.- No faltan ejemplares de códices escritos en cursiva, con las formas gráficas

propias de las escrituras denominadas: albalaes, Las Partidas del Escorial, de 1330;

precortesana, El libro del buen amor de la Academia Española escrito en 1389; y cortesana,

Reprobación del amor mundano del arcipreste de Talavera de 1466.

Page 9: Paleografía: La escritura gótica

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CÓDICE CALIXTINO. LIBRO DE LA PEREGRINACIÓN.LIBRO IIII.

Page 10: Paleografía: La escritura gótica

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TRADUCCIÓN DE ESTA PÁGINA DEL CÓDICE CALIXTINO.

CAPITULO IIII. DE LOS TRES HOSPITALES DEL MUNDO.

El Señor instituyó en este mundo tres columnas muy necesarias para el sostenimiento de sus

pobres, a saber: el hospital de Jerusalén, el de Mont-Joux y el de Santa Cristina, que está en

Somport. Estos tres hospitales están colocados en sitios necesarios; son lugares santos, casas de

Dios, reparación de los santos peregrinos, descanso de los necesitados, consuelo de los

enfermos, salvación de los muertos, auxilio de los vivos. Así pues, quienquiera que haya edificado

sobre lugares sacrosantos poseerá sin duda alguna el reino de Dios.

CAPÍTULO V. DE LOS NOMBRES DE ALGUNOS QUE REPARARON EL CAMINO DE SANTIAGO.

AIMERICO..

Estos son los nombres de algunos “camineros” que en tiempos de Diego, arzobispo

compostelano, y de Alfonso, emperador de España y Galicia, y de Calixto, papa, repararon por

piadoso amor de Dios y del Apóstol, el comino de Santiago desde Rabanal hasta Puertomarín,

con anterioridad al año del Señor de 1120, reinando el rey Alfonso de Aragón, y el rey de Francia

Luis el Gordo: Andrés, Rogerio, Alvito, Fortún, Arnaldo, Esteban y Pedro, que construyó el puente

del Miño destruido por la reina Urraca. Descansen en paz eterna las almas de éstos y las de sus

colaboradores.

CAPÍTULO VI. DE LOS BUENOS E MALOS RÍOS QUE EN EL CAMINO DE SANTIAGO SE HALLAN.

CALIXTO, PAPA.

Estos son los ríos que se encuentran desde Port de Cize y Sompor hasta Santiago. Del Somport

procede el saludable río llamado Aragón, que riega España. De Port de Cize, en cambio, sale el

sano río que por muchos es llamado Runa y baña Pamplona. Por Puente la Reina pasa el Arga y

también el Runa. Por el lugar llamado Lorca, en su parte oriental, pasa el río que se llama Salado.

Allí guárdate de beber ni tu ni tu caballo, pues el río es mortífero. En nuestro viaje a Santiago,

encontramos a dos navarros sentados a su orilla que estaban afilando sus navajas, con las que

solían desollar las caballerías de los peregrinos que bebían aquella agua y morían. Y a nuestras

preguntas contestaron, mintiendo, que era buena [para beber].

Page 11: Paleografía: La escritura gótica

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B.- LA ESCRITURA GÓTICA CURSIVAS EN LOS DOCUMENTOS.

Desde finales del siglo XII la escritura presenta varias formas distintas, según se trate de

códices o de documentos: por un lado, la gótica a la que nos hemos referido antes que se

usaba para la elaboración de la copia de códices; de otro lado, ya en el ámbito de los

documentos, se ha ido formando la que denominamos minúscula diplomática cuyo

desarrollo hemos de vincularlo a la aparición del “privilegio rodado” durante el reinado de

Fernando II de León (1157-1188) y Sancho III (1157-1158) y durante los reinados de Alfonso VIII

de Castilla (1158-1214), Alfonso IX de León (1188-1229) y Fernando III de Castilla y de León

(1230-1252); por estar esta escritura vinculada al nacimiento de aquel tipo documental,

algunos autores la denominan letra de privilegios. En cuanto al reino de Aragón hay que

señalar el reinado de Jaime I el conquistador, como el momento de especial importancia para

la evolución de la escritura gótica en aquel reino.

La documentación correspondiente a los reinados señalados reúne una serie de

características que conviene recordar:

1.- sustitución de la lengua latina en los documentos públicos y privados por las lenguas

vernáculas y dialectos romances: castellano, catalán, gallego, valenciano, etc; sustitución que

en la documentación entre particulares comienza a producirse a lo largo del siglo XII y que

solo en el siglo XIII se incorpora a los documentos preparados y expedidos por la cancillería

regia, en el reinado de Fernando III, el Santo, en Castilla y León, y de Jaime I, el conquistador,

en Aragón. El latín queda reservado para los documentos eclesiásticos y aquellos otros

preparados y expedidos para las cancillerías de otros Estados y para las relaciones con la

Santa Sede.

2.- Aparición y desarrollo de renacido Derecho Romano; la formación de un notariado o

escribanos públicos profesionales, a cuyo cargo corre la redacción de la mayoría de los

documentos entre particulares y los de las corporaciones locales.

3.- La gótica cursiva se regionaliza y se realizan escrituras claramente distintas, no solo en

Europa con relación a la Península Ibérica, sino también dentro de la Península, se distinguen

perfectamente la del reino de Castilla, con la del reino de Aragón, incluso con variantes

catalanas o valencianas, la del reino de Navarra, más influenciado por las formas gráficas

allende los Pirineos.

Page 12: Paleografía: La escritura gótica

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4.- Disminuye el número de abreviaturas en los documentos escritos en lengua romance,

siempre y cuando no tengan destino escolar o universitario, donde pueden aumentar y no

poco. La mayor parte de las abreviaturas se habían elaborado ligadas durante siglos a la

escritura en la legua latina donde hay conjugaciones y declinaciones de sustantivos y de

adjetivos. En las lenguas romances las declinaciones con las desinencias latinas

desaparecieron y las conjugaciones tomaron nuevas formas. Como estamos al comienzo del

uso de las lenguas romances las formas abreviadas no habían tenido tiempo de formarse y

menos de prosperar en la escritura.

La escritura gótica cursiva formada. Escritura de privilegios.

Esta escritura de diplomas o documentos, nacida y desarrollada en las cancillerías reales

enumeradas, no presenta la angulosidad de las letras empleadas en los códices propiamente

góticos, sino que es más redonda, aunque con un grado escaso de cursividad y es de trazado

muy regular, con cierta separación de las letras y de la parte de las letras que van en la caja

del renglón. Se mantiene en sus formas a lo largo de todo el período desde durante el siglo

XIII, pero siendo usada para los documentos más solemnes emanados de la chancillería real,

aunque a veces también era usada por otras oficinas no reales de expedición de documentos,

como vemos en este documento que se adjunta:

Page 13: Paleografía: La escritura gótica

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Page 14: Paleografía: La escritura gótica

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En oposición a la letra más cursiva, y que evolucionará continuamente desde el siglo XIII hasta

el siglo XVI, que fue usada para escriturar los diplomas reales menos solemnes y para la

escrituración de todos los documentos realizados entre los particulares del reino, y que

recibirá primero el nombre de “albalaes”, después el de precortesana, cortesana, y por ultimo

el de procesal.

En la gótica cursivo se denota un claro contraste de trazos gruesos y finos y se mantiene

alguna tendencia a la unión de curvas contrapuestas.

Marcado contraste en el cuerpo de las letras, que es de tamaño pequeño, mientras que

presenta una prolongación de los astiles por encima y por debajo de la caja de escritura; al

mismo tiempo en los caídos se aprecia una cierta tendencia a prolongarse en paralelo a la

línea del renglón y hacia la izquierda. Su trazado esmerado hace que la lectura sea muy fácil.

De entre las letras queremos destacar: a de capelo, poco prolongado y en forma de ángulo

obtuso; la d que preferentemente adopta la forma uncial; la R mayúscula para señalar el

sonido fuerte de la doble “rr”; la z que en posición de final de palabra tiene forma de un “5”,

y se distingue perfectamente la ç (con cedilla).

La escritura gótica cursiva usual. La letra de albalaes

Ya en el siglo XIII y de manera especial desde el comienzo del reinado de Alfonso X (1252-

1284), las formas de las letras adquieren otra manera de ejecutarse mucho más cursiva; a la

par que se desarrolla la minúscula diplomática, se conforma otro tipo gráfico más cursivo y

con una mayor angulosidad dando lugar a otro tipo gráfico que conocemos con el nombre de

“albalaes”. Terreros y Pando en su estudio sobre la escritura del siglo XIV, distingue entre la

escritura de los despachos reales a la que denomina “letra de privilegios”, a la que ya nos

hemos referido antes, y otra, “que ya desde el siglo precedente se usaba en los albalaes,

cédulas, órdenes y cartas de menos importancia de los reyes y en las cartas misivas,

instrumentos y comercio común de los vassallos”; mientras que la grafías de los documentos

reales más solemnes era muy cuidada, en los otros documentos era más “rasgada y poco

diferente en substancia de la letra cortesana y procesada” “que se usa en los instrumentos y

comercio común de los vasallos”. Por su parte Fray Martín Sarmiento señala que mientras en

los documentos reales se hizo uso de “los caracteres franceses”, los escritores de los

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“instrumentos de los contratos particulares” comenzaron a “enredar y alterar” la escritura

con rasgos y abreviaturas.

El nombre de albalaes.- En su día Cenccetti escribió que en la corona de Castilla “para los

documentos de menor importancia se desarrolló durante el siglo XIII, la denominada “letra de

albalaes”, una cursiva caracterizada por el grosor de los trazos horizontales y por la no

repugnancia a los trazos hacia la izquierda”. Este autor recordando que el paleógrafo español

Terreros le dio el nombre de “albalaes” afirma que “cree oportuno conservarlo”.

Por su parte nuestro insigne paleógrafo Millares Carlo afirma que “a partir del padre Terreros,

los paleógrafos españoles designaron esta escritura con el nombre de letra de albalaes,

denominación impropia en lo que concierne al siglo XIII, pues, según se verá, el albalá, como

tipo diplomático definido, no aparece, que sepamos, hasta los tiempos de Pedro I (1350-

1369)”.

Podemos suscribir la afirmación de Millares si creemos que fue la cancillería real quien

inventó el documento que esa misma cancillería denominó “albalá”; la aparición de este tipo

documental en la cancillería regia se produjo durante el señalado reinado de Pedro I, y, por

consiguiente, es impropio darle el nombre de albalaes a un tipo de escritura que es anterior,

en casi un siglo, a la aparición del tipo documental y su uso por parte de la regia cancillería.

Rechazamos, sin embargo, el razonamiento de Millares porque, de un lado, vincula

directamente la aparición de un tipo documental con el uso de ese mismo documento por

parte de la cancillería real, supuesto mucho más que dudoso, al menos en este caso; y de otro

lado, vincula la evolución de la escritura a la propia cancillería real, supuesto mucho más que

incierto, también en este caso. Parece conveniente alejarnos del criterio clásico de ver toda la

Paleografía y la Diplomática desde la óptica de la cancillería real, no solo en lo que hace a la

creación de los tipos documentales, sino también en lo que toca a la evolución de la escritura.

Ello no es obstáculo para asumir que una vez que la cancillería real hace suyo un tipo

documental o hace uso frecuente de una forma de escritura, el organismo real hace de espejo

en el que se miran otras oficinas menores en la preparación y expedición de documentos con

lo que la publicidad a favor de uno y a otra está asegurada, porque las otras cancillerías

menores tenderán a imitar los usos cancillerescos, tanto en el campo de los tipos de

documentos como en el de las formas de la escritura.

Conviene señalar ahora que el documento denominado albalá, en su origen, era una carta de

pago usada en el ámbito del comercio entre particulares mucho tiempo antes de que fuera

incorporado al conjunto de documentos elaborados y expedidos por la cancillería real. El

albalá era un pasaporte o quitanza sobre las mercancías de forma que “albalá se muestra a

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los guardias cuando piden razón de lo que lleva o transporta el mercader o pasajero”; se

trataba de un documento que obligatoriamente debía poseer y, en su caso, mostrar el

comerciante durante el transporte de sus mercancías; era, por tanto, un documento de uso

frecuente entre los que ejercían esta actividad comercial y era redactado por los propios

comerciantes, según sus conocimientos del arte de escribir, esto es, con una escritura

personal y de trazado rápido y muy cursivo; se trataba de un documento de tipo comercial,

alejado de las solemnidades de los diplomas elaborados y expedidos por la cancillería real. El

vocablo “albalá” aparece incluido entre los arabismos del siglo XIII y su significado está

vinculado al de “recibo” en el leguaje romance peninsular. Por otra parte la escritura que

denominamos “albalaes” aparece en un momento histórico en el que la lengua vulgar o

romance se usa de manera ordinaria para los documentos entre los particulares, fenómeno

lingüístico que se produce con anterioridad a que durante el reinado de Fernando III se

incorporara el romance como lengua usual en la preparación y expedición de diplomas reales.

Desde esta perspectiva podemos afirmar que fue en el ámbito de la documentación de uso

muy frecuente entre los particulares donde se produjo esa transformación de la escritura de

minúscula diplomática en escritura de albalaes.

Peculiaridades gráficas.- Para realizar un estudio de una escritura no podemos fijarnos

solamente en el aspecto externo que dicha escritura presenta, aunque no podemos olvidarlo,

antes al contrario debemos analizar su estructura interna. De entre los elementos intrínsecos

que más ayudan a distinguir una escritura cursiva de otra, destacamos el estudio de las letras

y la forma en que han sido trazadas, así como el sistema de unión entre ellas; dejamos ahora

aparte el análisis de las abreviaturas o los signos de puntuación y otros elementos gráficos de

la escritura. Sabemos que una letra ligada o unida a otra, bien sea la que precede o la que le

sigue, con facilidad pierde mucho de los rasgos que le son típicos o característicos cuando

aparece en solitario. No debemos olvidar que en el acto de escribir intervienen no solo la

personalidad del autor, sino también la aceleración o no del ritmo de la escritura, los impulsos

motrices, la espontaneidad del acto de escribir, aparte de los instrumentos escriptorios, la

materia sobre la que se escribe, sin olvidarnos de la filosofía o mentalidad de un determinado

escritor que subyace a todo el quehacer de una persona en su actividad y también en el acto

de escribir, como creemos que ocurre en este caso.

Para llevar a buen puerto el estudio propuesto tenemos que introducir un elemento de

análisis: el ductus de la escritura. Se trata de determinar “en qué manera los trazos de las

letras fueron realizados, esto es, el orden y el sentido o dirección en que los trazos fueron

realizados”. Para Mallon el ductus es el elemento conductor y organizador de toda la historia

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de la escritura. Gilissen, por su parte, además de lo señalado, incorpora al método analítico el

estudio de lo que denomina “ductus completo”, es decir, el análisis de los trazos no escritos o

dibujados en el aire por el escriba en los movimientos que hace con la mano para escribir los

distintos trazos de cada una de las letras, que son el reflejo de la mentalidad o filosofía de la

escritura de la que hemos hablado antes.

Con la aplicación de esos instrumentos de análisis, llegamos a la conclusión de que en la

cultura gráfica latina, a la que nosotros pertenecemos, los movimientos básicos realizados

por los amanuenses son los que siguen: de arriba hacia abajo; de abajo hacia arriba; de

izquierda hacia la derecha, esto es, en la escritura se avanza hacia la derecha. Según una

representación gráfica tendríamos el esquema siguiente:

Este ductus se cumple de forma inalterable en la escritura latina a lo largo de su historia y

desarrollo. Es necesario añadir que las direcciones señaladas para los trazos de las letras no se

hacen solo con líneas rectas, sino que se acompañan de trazos curvos para aquellas letras que

así lo exigen, como son: a, b, c, d, e, g, h, o, p, q, s, tanto por portar su forma un ojo o bucle

como porque en su trazado se necesita hacer uso de la línea curva.

Si ahora analizamos el ductus de las letras más características de la escritura de albalaes

veremos aparecer algunos elementos nuevos, que no hemos conocido en la escritura de

tradición latina y que da como resultado una forma peculiar en algunas de sus letras:

d: es una de las letras más típicas, junto con la “f” y la “s”. En principio la “d”, podemos

tomarla como un desarrollo de la forma de la uncial. Primero se traza su ojo dentro de la caja

del renglón; después se realiza el astil superior que gira sobre sí mismo por la izquierda del

primero, hace un bucle muy tumbado y casi paralelo a la caja del renglón, y se dirige hacia la

derecha para enlazar con la letra siguiente:

,

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f: trazada de arriba hacia abajo con su astil duplicado: se usa a principio y en medio de

palabra:

= defiendo:

Pero también se hizo uso de una “f” de un solo trazo, como vemos en una

suscripción notarial:

= Gil Pérez la fis escriuir por mandado del rey.

A veces encontramos que la “f” inicial de palabra se ejecuta de un solo trazo sin levantar la

pluma del soporte, aunque en apariencia pudiera parecer que realiza dos trazos

independientes: = et non fagan; en un último movimiento, y ahora

levantando la pluma, traza una raya corta y horizontal a la línea del renglón para unir con la

letra siguiente, raya que sirve, también, para diferenciar la “f” de la “s” larga.

g: cuya cabeza se divide en dos partes: una a modo de “u” de la que sale una prolongación

por la parte baja del renglón que con frecuencia se incurva hacia la izquierda; mientras que la

parte de la “u” se cierra por arriba mediante una línea recta que sirve para unir con la letra

siguiente:

, = yo agora; , = algo.

h, n: prolongan su trazo último hacia abajo, lo curvan hacia la izquierda por debajo de la caja

del renglón y lo giran hacia la izquierda, y, a veces, se prolonga el giro envolviendo algunas

letras:

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, = ocho; =ocho; , = don

p: el astil principal va trazado de arriba hacia abajo; después se gira hacia la izquierda para

subir, cruzar el astil recto inicial y cerrar el ojo propio de la letra volviendo hacia la izquierda;

todo el trazado se realiza sin levantar la pluma del soporte: ,

q: trazado el ojo en espiral, se desciende hasta superar la línea del renglón; después se gira

hacia la izquierda para subir por detrás de los trazos realizados, envolviendo la letra en

muchas ocasiones: ,

s: esta letra adopta dos o tres formas: una, sobresale su cabecera por encima de la caja del

renglón y sus caídos se prolongan mucho por debajo de la caja de escritura; su aspecto

destaca más por tratarse de una letra tamaño grande al lado de unos letras de muy pequeño

tamaño:

, = sus; = así

Podemos encontrar esta “s” a principio y en medio de la palabra, pero al principio lleva doble

signo, mientras que en medio de palabra puede ser de doble trazado o de un solo trazo:

= usaron;

Otra, en forma de seis o de sigma , cuando va al final de palabra: en forma de espiral

de esta manera: el bucle se inicia de izquierda a derecha, y girando hacia la izquierda dentro

de la caja del renglón, termina su trazado hacia arriba y hacia la derecha, sin levantar la pluma

del soporte.

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También encontramos esta modelo de “s” : ; es frecuente encontrarnos con la “s”

trazada de una sola vez, sin levantar la pluma del soporte, y con esta forma:

, = mandásemos, como si de una “” se tratara aunque con el ojo muy

alargado por debajo de la caja del renglón.

Z: a veces presenta su forma genuina, como la conocemos hoy nosotros; con frecuencia

presenta una forma muy parecida a la de una con la que se puede confundir:

= Gallizia; = fezieron

y: el astil bajo se prolonga por debajo de la caja del renglón; gira hacia la izquierda para,

subiendo, envolver el núcleo de la letra y finalizar por encima y hacia la derecha: ,

En las letras analizadas podemos observar y destacar la permanente prolongación de su trazo

último y su consecuente giro hacia la izquierda para, en ocasiones, llegar a envolver el núcleo

de la propia letra. Este trazo envolvente no nace para unir o ligarse con la letra que le sigue en

ningún caso, puesto que se realiza en la dirección contraria, hacia la izquierda por donde no

se unirá con la letra que le sigue por la derecha; tendremos que señalar que ese trazo es un

ductus propio de una forma de las letras de nuestro alfabeto latino elaborado durante este

período de evolución de la escritura.

Las letras del alfabeto latino no son otra cosa sino signos convencionales asumidos por los

amanuenses de la cultura latina; como tales signos convencionales admiten muchas

variaciones en aquellos elementos que no le son sustanciales. Desde esta perspectiva la

prolongación de los astiles hacia la izquierda y su intento de envolver el núcleo de la letra son

elementos no necesarios y no conocidos en la cultura y desarrollo de la escritura latina.

Debemos pensar en buscar alguna influencia externa a nuestra cultura para dar una

explicación a este rasgo peculiar que se sobrepone a nuestras formas gráficas latinas y que

se manifiestan en la escritura de albalaes. Las formas de las letras se muestran ahora como un

vehículo de cultura en sí misma, sin renunciar a su carácter de signos convencionales, que

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sirven para transmitir las ideas y los contenidos de cada una de las culturas que en el tiempo

han sido.

Desde mediado el siglo XII y a lo largo de todo el siglo XIII en la Península Ibérica coexistieron

tres culturas distintas, dos de las cuales, la árabe y la hebrea, tenían una misma cultura

gráfica. Mientras la latina se escribe de izquierda a derecha y se enlazan las letras con la que

le sigue por la derecha, la escritura árabe y hebrea se traza de derecha a izquierda y se enlaza

con la siguiente letra de su izquierda.

En la escritura árabe y en la escritura hebrea la prolongación de los astiles hacia la izquierda y

su tendencia ascendente se manifiesta con claridad, sin que en ningún caso esta prolongación

llegue a ser envolvente. No son trazos envolventes del núcleo de la letra porque en la

escritura árabe se unen con la letra que les sigue por su izquierda. En cambio si en la escritura

latina hacemos la prolongación de los astiles altos y bajos de algunas letras hacia la izquierda,

puesto que tenemos que unir esos astiles con la letra de la derecha, nos vemos obligados a

realizar por arriba esa unión con la letra siguiente. Por esta vía estamos realizando un trazado

o prolongación de la letra que nada tiene que ver con la tradición gráfica latina.

Estas prolongaciones no las hemos conocido en la escritura latina hasta este momento. No

son, por tanto, un elemento sustancial de la cultura gráfica latina, no son necesarios para que

nosotros entendamos lo que escribimos; es más, son totalmente innecesarios, se ha alterado

una parte de los signos convencionales de nuestra manera de hacer determinadas letras a lo

largo de su evolución histórica. Los elementos a los que nos estamos refiriendo son nuevos y

no han sido utilizados a lo largo del desarrollo y variaciones a los que ha estado sometida la

escritura latina; incluso podemos considerarlos como adornos superfluos, aunque

consideramos que este calificativo es inadecuado para referirnos a unas manifestaciones

culturales propias de momento concreto de la evolución de la escritura.

Este planteamiento nos llevaría a concluir que las personas que idearon y consolidaron estas

formas gráficas, de un lado, no eran de nuestra cultura, y de otro lado, aquellas formas

fueron asumidas por personas que pertenecían a la cultura latina, porque desde entonces son

parte de la cultura latina. Los primeros incorporaron los signos convencionales latinos; los

segundos asumieron el ductus de otra cultura gráfica. Así la escritura de albalaes,

desarrollada sobre todo en la Corona de Castilla y León, llegó a ser el resultado de una mezcla

de culturas.

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Tenemos que recordar algunos acontecimientos históricos de interés para el tema que

tratamos de entre los ocurridos en la Península Ibérica y de manera especial en la Corona de

Castilla y León durante el siglo XIII.

Toledo tenía una larga tradición en el desarrollo de la actividad traductora que hemos de

remontar a la época del arzobispo don Raimundo (1126-1152), momento en el que se traducían

obras árabes y hebreas al latín. Durante el reinado de Fernando III, esta actividad se

consolidó; Alfonso X, el sabio, gustaba de vivir rodeado “de doctores musulmanes y judios” y

en aquella escuela se traducían obras árabes y hebreas al castellano.

La presencia en Toledo de grandes maestros cristianos, musulmanes y judíos proporcionaba

a esta ciudad la gloria de la sabiduría, al tiempo que exigía la existencia de amanuenses, de

una y otras culturas, que escribían los trabajos encomendados por los maestros; amanuenses

que estaban en continuo contacto y sometidos a permanente influencia gráfica de los unos

sobre los otros. Este intercambio permanente lleva consigo el conocimiento del romance y/ o

el árabe y el hebreo y que unos y otros doctos amanuenses sabían escribir en caracteres

latinos, árabes o hebreos indistintamente.

El paleógrafo español Terreros y Pando a este respecto afirma: “de aquí nace que en el siglo

XII y mitad del XIII, la mayor parte de las escrituras de Toledo, aún a vistas de los reyes, se

otorgaran en legua árabe; algunas son bilingües, repitiéndose en ambas lenguas, árabe y

latina, un mismo texto. La Iglesia primada de Toledo guarda entre los tesoros de sus archivos

tan gran número de escrituras árabes que acaso pasan de dos mil…de todas estas la menor

parte es de moros, la mayor es de caballeros cristianos, de monjas, de clérigos y de los

mismos arzobispos; por donde se ve que es muy mal argumento la letra árabe para concluir

que el escrito es cosa de moros… aún del siglo XIV se hallan escritos árabes y hasta el fin de él

usaron los escribanos de Toledo la galantería de poner en los instrumentos su firma bilingüe,

galantería correspondiente a la que tenían los artesanos también en su maniobra…”.

Menéndez Pidal, a la hora de hablar de las fuentes desaparecidas a partir de las cuales se

elaboró la Primera Crónica General, nos indica la existencia de un Cronicón, hoy perdido, que

nos sitúa ya entonces ante la existencia de la literatura aljamiada.

Los más destacados focos culturales del sur peninsular fueron conquistados por los cristianos

del norte, para la Corona de Castilla y León, durante el reinado de Fernando III, el Santo:

Córdoba en 1236; Murcia en 1241-1245; Jaén en 1246 y Sevilla en 1248; y además de estos

habría que contar otros centros de menor importancia estratégica que no cultural. En los

relatos cronísticos se nos dice que “ocho años duró el rey don Fernando en la frontera, que

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non tornó a Castilla desque della salió… tres años e cinco meses fue tiempo de su vida

después que Sevilla fue ganada”. Una estancia tan prolongada de un rey con sus jefes

militares, con sus tropas y con su cancillería, aunque no fuera toda, en tierras en las que la

cultura estaba muy desarrollada y era, especialmente en lo que a la escritura se refiere, bien

distinta de la de los conquistadores, necesariamente hubo de dejar una profunda huella en

todos los órdenes de la vida y no menos en el arte de escribir. Los cronistas dejan constancia

de la admiración sentida por los cristianos que participaron en aquellas conquistas; del estado

de ánimo de la admiración hasta el de la imitación solo hay un paso, máxime si ya existían los

antecedentes de la escuela de traductores de Toledo.

No podemos por menos de recordar que la aparición de la escritura de albalaes en Castilla y

León es coincidente con la conquista de los grandes focos culturales de la época que estaba

situados en las ciudades y villas ocupadas por los árabes; los judíos habitaban y ejercían su

actividad en muchas ciudades y villas cristianas del reino castellanoleonés; la palabra “albalá o

albará”, usada como vimos, en sustitución de la castellana de “recibo”, es árabe.

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Transcripción del documento en escritura denominada de albalaes.

Don Sancho por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de León, de Gallizia, de

Seuilla, de Córdoua, de Murçia, de Jahen, del Algarbe, al conçeio de la çibdat de Burgos, cabeça

de Castiella e nuestra cámara, salut e graçia.

Viemos uuestra petición en que nos embiastes dezir que algunas vezes acaeçen en

uuestro logar que dos onmes an una casa de consouno, et el vno dellos á las tres partes de la casa

e el otro el quarto, en guisa que el que á la quarta parte non puede auer ý posada e non la quiere

legar al otro que á ý las tres partes. E que por esta razón reçiben danno amas las partes, et

pediades nos merced que os diésemos ley dello porque sopiésedes conmo auríades de fazer

quando tal cosa conmo esta acaesçiese.

Sobresto tenemos por bien e mandamos que si dos onmes an o ouieren daquí adelante

vna casa de consouno et el vno á las tres partes e el otro el quarto de casa en guisa que el que á

el quarto non pueda auer morada en lo suyo e non lo quiere legar al otro que á las tres partes,

que los alcaldes fagan venir amas las parte ante sí e aquel que más diere por el luguero de la casa

que la tenga e que partan el luguero segunt la quantía que cada vno ouiere en la casa.

Et de esto uos mandamos dar esta nuestra carta seellada con nuestro seello colgado.

Dada en Toledo XV días de deziembre, era de mill e CCC e XXVII annos.

LA GÓTICA CURSIVA ARAGONESA-CATALANA.

En un inventario realizado en el año 1341 se acusa las diferencias de la lengua y la forma de

escritura de la Corona de Castilla y la Corona de Aragón: “De las dichas cosas de voluntad de

las partes fueron fechas dos cartas partidas por ABC, la una de las cuales fue librada a los

dichos procuradores escripta en letra e lengua castellana, et la otra al dicho don Pedro de

Villanueva escripta en letra e lengua catalana”.

La escritura aragonesa y también la catalana se dan en la Corona de Aragón desde mediados

del siglo XIII, en pleno reinado de Jaime I, hasta finales del reinado de Pedro el Ceremonioso.

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Hacia mediados del siglo XIII encontramos una escritura aragonesa-catalana en la que, de un

lado, las letras que quedan dentro de la caja del reglón, son de tamaño y formas muy

pequeñas y presentan los contraste y claroscuros propios de la gótica y mantienen las formas

redondeadas; y de otro lado, los astiles que sobresalen, por arriba o por debajo de la caja del

renglón, terminan incurvándose, los de arriba hacia la derecha y los abajo hacia la izquierda;

en este aspecto se puede establecer cierta similitud de esta escritura con la que en Castilla se

llama escritura de privilegios.

Entre las grafías a destacar están la forma de la “g”: presenta un trazo inferior prolongado

hacia la izquierda y vuelto sobre sí mismo, realizando un bucle por debajo de la línea de

escritura

La gótica catalano-aragonesa desde el primer tercio del siglo XIV empieza a recibir la

influencia de la bastarda francesa. Esta escritura se caracteriza porque algunas letras: f, p, s,

en sus trazos inferiores tienden a acabar en forma puntiaguda en lugar de las formas

redondeadas más propios de la tradicional escritura aragonesa y catalana.

A mediados del siglo XV, durante el reinado de Alfonso, el Magnánimo, (1416-1458) la letra

humanística se considera plenamente asentada.

Es la cancillería real aragonesa la que estructura y mantiene este tipo de escritura con sus

variantes y su evolución durante los siglos de la Baja Edad Media. Al mismo tiempo que esta

cancillería sirve de espejo en el que se miran los notarios que elaboran la documentación

entre particulares e imitan este tipo de escritura de procedencia cancilleresca. Los notarios

trazan la escritura con gran cursividad y con gran cantidad de abreviaturas y cláusulas

etceteradas, por lo que esta escritura notarial se convierte en algo peculiar; los paleógrafos la

denominan “notular”. Por esta vía de imitación de la escritura de la cancillería, y a través de

la enseñanza en las escuelas o por los maestros del arte de escribir, esta forma gráfica

cancilleresca, se convierte en escritura usual de notarios y juristas, de mercaderes y

artesanos, y de la Administración concejil. Los mercaderes y artesanos hacen uso muy

frecuente de la escritura para el desarrollo de sus actividades aunque dotan a su escritura de

una destacable cursividad.