ovejerodemocracia

48
1 Para exploraciones generales y comparaciones de distintas estrategias de fundamentación cfr. Dahl (1989); Gutmann (1993); Nelson (1980); Garzón Valdés (1994); Nino (1991); Ackerman, Rosenkrantz (1991); Macpherson (1980); Habermas (1992). Félix Ovejero Lucas 309 TEORÍAS DE LA DEMOCRACIA Y FUNDAMENTACIONES DE LA DEMOCRACIA Introducción P arece que la democracia es buena cosa. Parece, también, que no está muy claro por qué. Si un politólogo del futuro o de otro planeta, ingenuo e inteligente (los convenientes atributos de tales invitados), llegada la ocasión, entretuviera sus horas en repasar nuestras alabanzas, no podría por menos que mirar con cierta ternura nuestra pasión por la democracia y con desconfianza nuestras explicaciones. «Desde luego -pensaría- todos la querían, aunque cada uno por razón distinta, razón que, además, era discutida por el vecino. Quienes elogiaban sus virtudes para recoger la voluntad colectiva se encontraban con sofisticados teoremas que mostraban la imposibilidad de traducir inequívocamente muchas voluntades en una voluntad colectiva o con prudentes réplicas que recordaban que los representantes políticos difícilmente están en condiciones de atender a sus representados; quienes apreciaban sus virtudes educativas sobre la ciudadanía no podían desatender sin deshonestidad una investigación empírica que revelaba la pobre atención hacia lo público de sus presuntos protagonistas, los ciudadanos de las modernas democracias. Algunos se acordaban de la estabilidad social, el progreso económico, la justicia o corrección de las decisiones democráticas y de mil cosas más. Inmediatamente, otros tantos replicaban con contraejemplos a cada uno de esos motivos. En fin, demasiadas razones y demasiado frágiles». A buen seguro, nuestro confundido investigador no podría por menos que concluir que el acuerdo acerca de la bondad de la democracia era de vuelo corto, que los fundamentos morales de la democracia no estaban claros 1 . Si llegaran a sus manos, las siguientes páginas quisieran oficiar como una invitación a que ocupe su tiempo en menesteres más provechosos: el

Upload: mike

Post on 30-Sep-2015

221 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Diversas tesis sobre la democracia en un articulo de Felix Ovejero. Se distingues tres tipos diferentes de teorias, fundamentaciones y explicaciones

TRANSCRIPT

  • 1 Para exploraciones generales y comparaciones de distintas estrategias de fundamentacin cfr. Dahl (1989);Gutmann (1993); Nelson (1980); Garzn Valds (1994); Nino (1991); Ackerman, Rosenkrantz (1991); Macpherson(1980); Habermas (1992).

    Flix Ovejero Lucas 309

    TEORAS DE LA DEMOCRACIAY FUNDAMENTACIONES

    DE LA DEMOCRACIA

    Introduccin

    Parece que la democracia es buena cosa. Parece, tambin, que no est muy claro porqu. Si un politlogo del futuro o de otro planeta, ingenuo e inteligente (losconvenientes atributos de tales invitados), llegada la ocasin, entretuviera sus horasen repasar nuestras alabanzas, no podra por menos que mirar con cierta ternuranuestra pasin por la democracia y con desconfianza nuestras explicaciones. Desdeluego -pensara- todos la queran, aunque cada uno por razn distinta, razn que, adems, eradiscutida por el vecino. Quienes elogiaban sus virtudes para recoger la voluntad colectiva seencontraban con sofisticados teoremas que mostraban la imposibilidad de traducirinequvocamente muchas voluntades en una voluntad colectiva o con prudentes rplicas querecordaban que los representantes polticos difcilmente estn en condiciones de atender a susrepresentados; quienes apreciaban sus virtudes educativas sobre la ciudadana no podandesatender sin deshonestidad una investigacin emprica que revelaba la pobre atencin hacialo pblico de sus presuntos protagonistas, los ciudadanos de las modernas democracias. Algunosse acordaban de la estabilidad social, el progreso econmico, la justicia o correccin de lasdecisiones democrticas y de mil cosas ms. Inmediatamente, otros tantos replicaban concontraejemplos a cada uno de esos motivos. En fin, demasiadas razones y demasiado frgiles.A buen seguro, nuestro confundido investigador no podra por menos que concluir que elacuerdo acerca de la bondad de la democracia era de vuelo corto, que los fundamentos moralesde la democracia no estaban claros1.

    Si llegaran a sus manos, las siguientes pginas quisieran oficiar como una invitacin aque ocupe su tiempo en menesteres ms provechosos: el

  • 2 A lo largo del texto se distinguir entre fundamentaciones de la democracia y teoras de lademocracia. Vale la pena precisar el sentido de esa distincin. El asunto central que nos ocupar, lafundamentacin, se refiere a las justificaciones normativas, a por qu es buena la democracia. La teora seentiende en su sentido ms estricto y comn en filosofa de la ciencia: un conjunto de enunciados (leyes) queconjuntamente constituyen una definicin. Desde el punto de vista positivo, interesan las teoras -definiciones- queencuentran referentes. De todos modos, una teora que no tiene modelos, sistemas reales, en los que se realice,puede resultar interesante para propsitos normativos o analticos. As se podra decir que las democraciascontemporneas no son modelos de la teora de la democracia republicana (en realidad, la crtica reaccionaria a laCarl Schmit, Mosca, Pareto o Michels no haca sino percibir imprecisamente esta circunstancia: se critica como falsademocracia -republicana- lo que de hecho es -un sistema de- una democracia diferente, un modelo de otra teora:la democracia competitiva). Junto a las dos dimensiones mencionadas, fundamentacin y teora, habra queaadir la ontologa social, entendiendo por tal una serie de tesis acerca del -para decirlo clsicamente- ser socialque acompaan a fundamentaciones y teorizaciones. As por ejemplo, la teora de la democracia como un mercadopresume un mundo social compuesto por homine oeconomici, por individuos que persiguen sus intereses (Ovejero,1995a).

    Tambin debe distinguirse la idea de fundamentacin normativa en el sentido aqu utilizado de la idea defundamentacin -ms exigente- que acompaa a la evaluacin de los proyectos polticos de cierta hondura. En esteltimo caso se requiere no slo la vertebracin normativa con los valores, con el ideario inspirador, sino tambinla compatibilidad con el conocimiento terico disponible, la realizabilidad prctica y la estabilidad reproductiva.Sobre estos aspectos cfr. Ovejero 1995a.

    3 Implcitamente se est presumiendo aqu un compromiso entre mtodo y teora que requiere algunasprecisiones. Desde luego: a) la distincin conceptual es clara, una cosa es qu explica (teora) y otra cmo se explica(mtodo); b) distintas teoras pueden compartir un mismo procedimiento explicativo (p.e. la explicacin funcionalpresente en marxistas y funcionalistas); c) en principio una misma teora puede adoptar -aunque resulta difcil pensarque no se requiera un ajuste categorial- distintos formatos explicativos. (As ha sucedido con la teora neoclsicadel equilibrio general neoclsico y la teora de la explotacin marxista que han encontrado diferentes formulacionesmatemticas). Pero no es menos cierto que las teoras constrien el mbito de los procedimientos de explicacin:el qu explica limita en buena medida el cmo se explica. Por ejemplo, no se ve el modo en el que las teoras fsicascontemporneas podran adoptar un formato intencional o funcional.

    4 Diagnstico que vale sobre todo para la que aqu se llamar fundamentacin instrumental. El esqueletoargumental se puede anticipar sumariamente: a) fundamentar requiere reconocer que se fundamenta, x; b) reconocerx requiere una teora sobre x (al modo como la teora atmica permite identificar a los tomos); c) una teoraestablece -al menos- una relacin -un vnculo causal, p.e.- entre dos entidades (p.e.: la democracia es un sistemaque permite maximizar el bienestar), entre x e y; d) esa relacin es, a la vez, una pieza de la fundamentacin (xse justifica por y). Por tanto, la teora, que es una estipulacin acerca de aquello sobre lo que recae, es tambin lapremisa que garantiza la fundamentacin. Por ejemplo, el juicio la democracia es un sistema que al expresar laspreferencias permite maximizar el bienestar, sirve para estipular, reconocer y fundamentar la democracia. Si nose expresan las preferencias (y se maximiza el bienestar) no estamos ante una democracia y la democracia se justificaprecisamente porque -en ella- se expresan las preferencias (y se maximiza el bienestar).

    La necesidad de una teora que permite saber qu es lo que se fundamenta se hace ms manifiesta cuandonos encontramos frente a procesos complejos en los que no hay un reconocimiento independiente, desde fuera dela teora, de lo que se est fundamentando. Es lo que sucede con el mercado (Ovejero, 1994a). Con todos losmatices, esa circunstancia no concurre cuando se trata de derechos especficos acerca de cuya caracterizacin nohay problema: los derechos al voto, a la ciudadana, la eutanasia, de los animales, etc.

    310 Flix Ovejero Lucas

    problema de los fundamentos morales no tiene solucin en tanto los disputantes estn manejandodiferentes ideas de democracia y diferentes ideas de fundamentacin2; y, claro, si hay diferenciasen lo que se fundamenta y en cmo se fundamenta, difcil ser resolver el problema de lafundamentacin. Tambin quisieran prevenirlo contra cualquier intento de empearse ensolucionar el problema: no hay manera. La dificultad no es circunstancial, sino esencial. Adiferencia de lo que sucede con otras fundamentaciones morales, la fundamentacin de lademocracia exige una teora de la democracia, que permita reconocer qu estamosfundamentando, y esa misma teora impone una diferencia en el procedimiento defundamentacin3. Las pginas que siguen mitigarn el dogmtico hermetismo de estediagnstico4. De momento baste con abundar en lo dicho: Las diferentes estrategias

  • 5 Por lo dems, la reconstruccin traicionar un poco a todo el mundo, pero eso hay que atribuirlo, ademsde a las ignorancias del traidor, a la falta de anatomas tericas claras y distintas en la obra de los traicionados.Incluso el utilitarismo, tantas veces presentado como ejemplo de teora normativa precisa, est cargado deambigedades empezando por la propia nocin de utilidad. Las ideas sobre utilidad son bien diversas: comosatisfaccin de deseos; como bienestar recibido; como elecciones realizadas; como sustancia; como propiedad ltimaa la que se reducen las dems. Cada una de las ideas se asocia a un asunto distinto y, en ocasiones, a una mtricadiferente. En particular las ideas que se manejan en teora econmica, en teora de juegos y en teora moral sondiferentes. Estas cosas conviene recordarlas, entre otras razones porque las crticas a las -muchas- debilidades delutilitarismo -indistincin entre personas, derechos, etc.- empiezan por concederle un crdito para el que no tieneavales. Avales que, por cierto, son particularmente necesarios para una teora consecuencialista: si se juega a evaluarpor los resultados, comparando sus eficiencias, hay que estar en condiciones de especificar las funciones mtricas,hay que poder echar las cuentas (y, tambin, disponer de las teoras que nos relacionen acciones y consecuencias:vamos, un sueo). De otro modo, nos encontramos, amn de con la falta de nervio intelectual propia de lassimplificaciones pseudocientficas, con una ilusin de rigor, conocida falacia que resulta particularmentedeshonesta cuando se acompaa -como sucede con frecuencia con los utilitaristas- de condenas a los rivales pocooperacionales, especulativos, etc.

    Curiosamente parece que todos confan en que los economistas tengan claro qu sea eso de la utilidad.Y lo cierto es que entre stos, los que realmente saben del asunto confiesan que los economistas no lo tienen claro(Sen, 1991: 278). En el caso de la teora normativa, en el utilitarismo, las cosas son mucho ms graves que en lateora econmica. Esta necesita una idea de utilidad (ordinal) muy pobre, muy elemental, para -al menos- construirsu caja de herramientas. Por contra, el utilitarismo necesita una idea fuerte de utilidad, que incluya la posibilidadde comparaciones interpersonales de utilidad. El problema es que, sin eso, el utilitarismo no es nada, y eso esimposible (Haussman, 1995). Cfr. infra nota 25.

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 311

    de fundamentacin manejan diferentes ideas de democracia y diferentes ideas acerca de lo quese entiende por una correcta justificacin.

    La primera parte de la exposicin se ocupar de justificar la naturaleza del problema dela fundamentacin moral de la democracia (PFD en lo sucesivo). Me referir a tres enfoquesdiferentes que abarcan las distintas maneras de abordar la fundamentacin (instrumental (FI),histrico (FH) y epistmico (FE)), cada uno de ellos asociados a diferentes teoras de lademocracia: competitiva, comunitaria y republicana. Por ms que en la vecindad de las diferentesperspectivas se puedan reconocer sin esfuerzo diferentes corrientes de la filosofa polticacontempornea, debe advertirse que el criterio discriminador es prioritariamente metodolgico,que se refiere sobre todo a procedimientos, no a tesis sustantivas5. De hecho, cada una de las

  • 6 No hay ortopedia en la precisin: de forma distinta. No hay inconsistencia entre sostener que lasdistintas perspectivas se ocupan de distintos asuntos y afirmar que se enfrentan a problemas parecidos. Por ejemplo,dos teoras pueden tener problemas de consistencia, sin que el problema sea el mismo. Cada una lo tiene de distinta-interna- forma. A la vez podemos reconocer que toda teora satisfactoria -para ciertos problemas explicativos, p.e.-debe ser consistente. Del mismo modo, se puede aspirar a identificar los criterios de calificacin que debe satisfacertoda genuina fundamentacin de la democracia, Cfr. nota siguiente.

    7 Precisamente el que la nica genuina fundamentacin moral sea la FE permite sostener sin inconsistenciala simultaneidad de inconmensurabilidad entre los enfoques y la superioridad de la FE. Se trata de superioridadrelativa a una dimensin especficamente moral que, como se ver, no se encuentra en la FH o en la FI.

    312 Flix Ovejero Lucas

    estrategias de fundamentacin es compatible con distintos argumentos, aunque no con todos.El repaso de las diferentes perspectivas ayudar a mostrar lo que hay de sinsentido del

    problema de PFD: cada perspectiva se ocupa de diferentes asuntos, asuntos que no siempretienen que ver con la fundamentacin normativa. Como se ver, tan slo la perspectivaepistmica establece una relacin fuerte entre democracia y moralidad. Relacin que le permitesalvar una serie de dificultades en las que -de distinta forma6- incurren las otras perspectivas:ausencia de poder discriminador, esto es, incapacidad para fundamentar la democracia y slo lademocracia; vinculacin circunstancial entre democracia y moralidad; inevitable nihilismo en-y por tanto frustracin de- el empeo fundamentador; irrealidad de los supuestos empricos-antropolgicos, sobre todo- comprometidos en la argumentacin. Dificultades que se traducenen el vaciamiento moral de la idea de democracia. Dificultades que, como se ver en la partefinal, no aparecen en la perspectiva en la que se anan FE y teora republicana. En ese sentido,se puede decir que la FE se muestra como la nica fundamentacin genuina7.

    0.1. Tres perspectivas sobre la democraciaPor que, despus de todo -se podra preguntar nuestro personaje-, aquello de la

    democracia no era un simple artilugio para organizar un patio de vecinos un poco grande? Si esees su sentir, se complacer al encontrar muchos autores que entienden la democracia como uninstrumento, un sistema de toma de decisiones, una tcnica que permite traducir muchasvoluntades en una, un conjunto de reglas para coordinar preferencias individuales. Pero su gozono se prolongar mucho. No tardar en comprobar que algunos otros estaban fascinados con unaespecie de principio democrtico que traspasaba con impudicia ms de dos mil quinientos aos.Los griegos, las repblicas italianas, las mil formas del parlamentarismo, para ellos -an si condispar intensidad- todo era democracia, sin importar que en unos casos no existiesenrepresentantes o que, cuando existan, representaran

  • 8 'Sobre tales cambios cfr. Finley (1973); Dunn (1993); Macpherson (1980), Ostrogorski (1993); Manin(1991); Held (1987); Gauchet; Manent; Rosanvallon (1993). Desde una intencin afn a la del presente trabajoresulta de especial inters las calas histricas (Grecia, las repblicas italianas, las revoluciones democrticas, elparlamentarismo y sus fases) y la perspectiva de Manin (1995).

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 313

    cosas diferentes; que unas veces no hubiera elecciones y otras poco ms que enormesescenografas electorales; que otro tanto sucediera con la separacin de poderes o con las formasde insercin poltica (y que entre stas, por encima de superficiales similitudes, las diferenciasfueran abismales, como suceda con los partidos polticos, verdaderas instituciones proteicas)8.A buen seguro, nuestro observador acabara por concluir que ramos unos metafsicosrecalcitrantes, empeados en una democracia esencial ms all de las democracias. Quiz -sediga- no se trate ni de reglas ni de principios: como suceda con tantas de sus pequeasmitologas, desde sus dioses hasta sus ritos, no intentaban sino dotar de sentido a biografapasada a lo que simplemente era historia. Tambin encontrara otros autores dispuestos aalimentar esta opinin, a coincidir en una interpretacin social, histrica de la democracia. Ensuma, concluira, aquellas gentes no tenan nada claro que era eso de la democracia,confundidos como estaban entre tres ideas: a) un producto histrico; b) un conjunto de reglas(la de mayora, p.e.) al servicio de resolver algunos problemas domsticos; c) una metafsicapor encima de sus encarnaciones histricas, un principio difcilmente asible, pero que sevalora por s mismo.

    Consideraciones aparte acerca de nuestra mudabilidad de humores, nuestro estudiosoempezara a pensar que al menos dispona de una explicacin para el embrollo de PFD. Cadaenfoque estaba hablando de cosas distintas bajo el mismo rtulo y, obviamente, sin acuerdoacerca de qu se est fundamentando el dilogo de sordos resulta inevitable. La solucin al PFDdependera del acuerdo acerca de la idea democracia. Se trata de un problema soluble,complicado, pero soluble. Bastaba con precisar el concepto y encarar la tarea fundamentadora.Desafortunadamente, tampoco estaba claro qu se entenda por solucin aceptable, cmo abordarla fundamentacin. El desacuerdo del concepto se acompaaba del desacuerdo en elprocedimiento. Cada una de las perspectivas contemplaba de manera diferente el empeofundamentador. Y en cierto modo pareca obligado. Pues si la democracia se entiende comosimple historia, lo que toca es explicarla o, en todo caso, comprenderla, desde la red deacontecimientos sociales y morales en la que se inserta; si, por contra, la democraciasimplemente es un conjunto de reglas para tomar decisiones acerca de la vida colectiva, sejustifica como cualquier instrumento desde la finalidad para la cual se construye, y su vida seagota en la medida en la que otra herramienta la sustituya de un modo ms eficaz; finalmente,si la democracia es un principio, la cosa es ms peliaguda, porque ms que justificar, justifica,fundamenta, y la

  • 9 Cfr. J. Mill (1978); J. S. Mill (1956); Schumpeter (1976); Dahl (1956); Singer (1983); Downs (1957);Buchanan, Tullock (1962); Barry (1970); Schmidtz (1990); Wittman (1989).

    10 El mercado neoclsico queda a la vez descrito y justificado como mecanismo ptimo de asignacin derecursos. Slo es mercado aquello que cae bajo tal caracterizacin, aquel sistema de asignacin que es eficaz (yaqu se puede sustituir eficaz por un detallado inventario de condiciones: informacin simtrica, produccininstantnea, ausencia de economas de escala, de externalidades, etc.). El mercado queda justificado por sueficiencia y la eficiencia asegurada por definicin. Cfr. Ovejero, 1994a, introduccin. Sobre los lmites de lascomparaciones, referidas a las preferencias, entre mercado y democracia cfr. Durilcavy, Margetts (1995).

    11 Como se ver, este tornar las preferencias como dadas traza lnea de demarcacin en las teoras de lademocracia, entre una idea segn la cual la democracia se agota en el proceso de agregacin de las preferencias yotra idea para la que la democracia tiene que ver sobre todo con su formacin en pblica discusin. Vale la penaadvertir que a tornar las preferencias como dadas se puede llegar desde: a) la presuncin de que la razn es ajenaa ellas, que son cuestin de gustos, al modo como la racionalidad es ajena a escoger entre una lata de atn y una deanchoas; b) la presuncin de que el individuo es el nico tribunal de evaluacin y determinacin de sus preferencias.Sobre las preferencias en las distintas ideas de democracia cf. Sunstein (1991; 1993); Ferejohn (1993).

    314 Flix Ovejero Lucas

    dificultad radica en determinar que es lo que fundamenta: algunos dirn, con no escaso tino, lasbuenas decisiones morales.

    1. La democracia como instrumento9Un conjunto de perspectivas entienden -y fundamentan- la democracia al modo como se

    da cuenta y se justifica una artefacto: la estilogrfica es una herramienta para escribir; eldisco compacto es un sistema para almacenar informacin sonora. En ese aserto haydescripcin y razn de existir, teora y fundamentacin. Estas perspectivas acostumbran a utilizarargumentos que guardan similitudes con ciertas defensas -no muy refinadas, todo hay quedecirlo- del mercado10. Los votantes, como sucede con los consumidores, se enfrentaran adiversas opciones y elegiran segn su parecer, segn sus preferencias, de modo que, al fin, elestado social (la voluntad general) obtenido sera aquel que satisface al mximo nmero deindividuos. La democracia se presentara como un modo de reunir las preferencias en unavoluntad general. Las preferencias de los individuos se tomaran como dadas11, no seranargumento pblico, no se formaran como resultado o en la actividad poltica. La parte pblicade la democracia se agota en la reunin de las preferencias privadas, preferencias que se forman-por as decir- antes de la democracia y que tienen que ver, segn la perspectiva, con la seleccinde lites, el bienestar colectivo o los intereses en conflicto. La democracia no sera otra cosa queun instrumento imparcial, un conjunto de reglas que permite traducir muchas voluntades enpocas, una funcin matemtica que tiene como dominio las preferencias de los individuos

  • 12 Funcin imposible en condiciones medianamente razonables (dominio universal, transitividad,unanimidad, ausencia de dictadura, independencia de las alternativas irrelevantes) como demostr el teorema deArrow (1951). Por cierto que se ha tomado esta circunstancia como argumentacin en contra de la democraciarepublicana y en favor de una democracia liberal (o de competencia) que se limita a seleccionar lites, a ejercer lalibertad negativa (Riker, 1982; Hardin, 1993). Argumentacin que descuida: a) que los teoremas de eleccin por supropia formulacin -no comprometida con qu se elige, con sobre qu recae la eleccin afectan a la democracialiberal-competitiva; b) que hay razones para pensar que una democracia deliberativa -en la cual antes de votar hayque fundamentar pblicamente las preferencias y en donde las preferencias no son sobre inters- reducerazonablemente el conjunto de preferencias y con ello debilita el axioma del dominio universal, uno de los quesostiene el teorema de imposibilidad de Arrow. Cr. (Coleman, Ferejohn, 1986; Christiano, 1993; Miller, 1993).

    13 Se podra decir que la idea de democracia cae bajo una descripcin funcional al modo como se habla dedescripciones funcionales en filosofa de la cognicin. La democracia o el disco son simples realizaciones de ciertosprocesos causales en los que ciertos inputs (preferencias, sistemas de lectura) causan ciertos outputs (voluntadgeneral, sonidos). Las propiedades funcionales pueden instanciarse materialmente de modo diverso. Lo importantees que caben diversas -al menos una- realizaciones de una misma descripcin funcional. En el caso de la democraciano resultaran inimaginables diversos mecanismos de realizacin; un supuesto lector mental de preferencias, votacininformtica, etc. Mecanismos que de diferente forma causan -realizan- el proceso de obtencin de las preferencias.

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 315

    y como rango una voluntad general12. La democracia quedara justificada en la medida en quepermite identificar esa voluntad general y realizarla operacionalmente, obtener determinadosresultados: la identificacin de los ms capaces, el mximo de utilidad social o un equilibrioapaciguado de los conflictos. Aquello que se evala, justifica y da sentido a ese conjunto dereglas que es la democracia es su potencialidad para acceder a cierto estado final, susconsecuencias, y es -la deseabilidad de- el estado final lo que lleva a construir el instrumentodemocracia.

    Sucede lo mismo con la estilogrfica o el disco compacto. Se justifican y construyenporque permiten acceder a una situacin o producir un estado de cosas y porque el estado osituacin es deseable. El objetivo es el que da sentido a la construccin del instrumento. Interesauna buena audicin y por eso hay que quedarse con el disco compacto: es el que mejor se ajustaal propsito y precisamente por eso ha sido creado. El artefacto se justifica (a) en la medida enque el propsito resulta lcito y (b) en la medida en que el artefacto permite conseguirloptimamente, en tanto produce eficazmente ciertos resultados o estados del mundo (sonidos,escritura). El primer aspecto es propiamente moral y el segundo, finalmente, emprico: afirmauna relacin causal entre la herramienta y el estado final de cosas que produce13. En ese sentido,en tanto la carga de la prueba moral recae exclusivamente en el propsito, la democracia no tienems dimensin moral propia que pueda tener una mesa, un artefacto. Desde el punto de vistamoral, lo realmente importante, lo discutible o justificado es el estado final. Lo otro, elmecanismo, tan solo se puede discutir empricamente, acerca de si es cierto

  • 14 Como se ver, esta premisa es la que reclama una teora de la democracia. Teora que, en principio(Lewis, 1983), siempre se puede describir funcionalmente: un proceso causal siempre admite una descripcinfuncional, la descripcin de como a travs de un proceso ciertos inputs dan lugar a ciertos outputs. Es unacaracterizacin funcional los trminos adquieren su significado por el rol causal que se le adscribe en la teora a laentidad a que se refiere; as, p.e., un alimento es una sustancia que cuando es digerida produce/causa la nutricinde los organismos. El rol causal del concepto alimento admite diversos ocupantes. Cuando se trata de un artefactola funcionalidad remite a un propsito para el que se crea. En el caso que nos ocupa, como se dijo en la nota anterior,diversos ocupantes (lector mental, etc.) instancian (realizan) la obtencin de las preferencias o -directamente-propician la maximizacin.

    15 O determinar las preferencias, lo que los individuos quieren satisfacer. Obviamente las dos ideas(determinacin de preferencias y satisfaccin) no son equivalentes en la fundamentacin de la democraciaporque: a) la determinacin de las preferencias puede no traducirse en la satisfaccin; b) la satisfaccin(bienestarismo objetivo) puede prescindir de la determinacin por va democrtica; e) la maximizacin del bienestar,an si compatible con la democracia, puede no estar relacionada directamente con las preferencias entendidas comoexpresin de los deseos: por ejemplo, las preferencia podran recaer sobre las lites polticas y stas estaranobligadas a averiguar -y satisfacer- los deseos; en este caso las preferencias no tienen que ver directamente con lasatisfaccin de los deseos, se limitan a actuar sobre ciertos actores -las lites- que estn obligados a escrutarlas ysatisfacerlas. Por lo dems, tampoco ha de confundirse (d) la satisfaccin de preferenciar con el sentimiento -ocreencia- de satisfaccin.

    16 Este requisito -tremendamente fuerte- viene dado por el carcter consecuencialista del utilitarismo.Mientras que las ticas deontolgicas simplemente se limitan a tomar la forma negativa (no hacer x, no esdeseable la institucin w), las consecuencialistas toman la forma de: hgase Y, donde Y se corresponde conla nica estrategia ptima. Las primeras son compatibles con muchas acciones (y, z,...) y en ese sentido son pocoexigentes; por contra, las segundas exigen mucho, slo son compatibles con una accin, con el ptimo, con Y. Essabido que el utilitarismo, que exige actuar segn el ptimo, requiere hroes sin tregua, individuos pocoutilitaristas (en el sentido del homo oeconomicus). Sobre estos aspectos del consecuencialismo cfr. los trabajosde Railton, Parfit y Scheffler incluidos en Scheffler (1988). Sobre el sentido comn de tales exigencias morales,de reclamar que se acte segn el mximo bienestar colectivo cfr. Kagan (1989).

    316 Flix Ovejero Lucas

    o no que permite obtener ciertos resultados. Precisamente por eso es de desear que el instrumentosea el mejor. Si no es as, dejar de estar justificado: habida cuenta de que lo que acta comocimiento fundamentador es la buena audicin o la mxima utilidad, que son los valores nodiscutidos (aunque discutibles), resulta razonable exigir que se escoja el mejor instrumento parasu realizacin. El disco de vinilo, romanticismos aparte, deja de estar justificado cuando sedispone del disco compacto. De la misma manera, la democracia, como el disco, es superablee inevitablemente est llamado a ser superada. El artilugio, porque es instrumento, slo sejustifica si es el mejor para producir lo que produce.

    1.1. Los rasgos de la justificacin instrumentalEn general, la justificacin de Y (la democracia, el disco compacto) desde X (la

    resolucin de los conflictos, la audicin) exige mostrar: a) que existe una vinculacin -causal-de Y con X14; b) que esa vinculacin es ptima respecto al propsito que da sentido a Y; c) queX es bueno o interesante en algn sentido. La fundamentacin utilitarista es un buen ejemplo deestas justificaciones. En su caso, las tesis fundamentadoras seran: a) la democracia permiterealizar15 el bienestar; lo hace mejor que cualquier otro marco institucional16; c) el bienestar esun asidero ltimo no discutible.

  • 17 Por lo dicho en la nota anterior esta crtica slo valdra para las fundamentaciones consecuencialistas,no para las deontolgicas. Para stas basta con la existencia de una conexin razonable -no la mejor- entre el valorfundante y aquello que funda.

    18 Es importante destacar el requisito de que la vinculacin sea ptima. Lo que realmente fundamenta -elvalor no discutido- es Y. X es simplemente un instrumento para la realizacin de Y. Y siempre resulta razonablecuando se persigue un objetivo escoger el mejor medio para su consecucin.

    19 Las crticas por esta va han sido diversas: el objetivo de maximizacin del bienestar es compatible consituaciones de desigualdad; se ignoran consideraciones relativas a dimensiones importantes que no quedan recogidasbajo la utilidad (autorrealizacin, respeto, amor); se muestra indiferente al cmo, a la va por la cual, se obtiene elbienestar; etc. Cfr. Sen, Williams (1982); Elster, Roemer (1991); Anderson (1993).

    20 La teora de la eleccin social muestra de muchas maneras -desde el teorema de Arrow- la imposibilidadde una funcin que tomando como argumento las preferencias individuales se traduzca sin problemas -deconsistencia, de pluralidad- en una nica preferencia colectiva. Para un repaso general de tales resultados cfr.Mueller (1989); con una mayor sensibilidad hacia los problemas que aqu nos ocupan cfr. Wriglestorth (1985).

    21 Al cabo, un modo de salvar los problemas del teorema de Arrow es relajando la hiptesis democrtica,esto es, asumiendo que las preferencias de un individuo, de un dictador, son las preferencias sociales. Por otra parte,si lo que importa es el bienestar, antes que la libertad para elegirlo (y no hay que olvidar que nos manejamos conteoras consecuencialistas para las que la libertad por s misma no es relevante) o si no se asume el supuesto de suyoarriesgado de que los individuos saben -sin ms- qu es lo mejor para ellos, podra muy bien pensarse en que unadictadura provista de una especie de lector mental o hermeneuta universal es lo que mejor se acomoda a lajustificacin utilitarista. Buena parte de los argumentos que discuten las preferencias (o bienestarismo) subjetivas,privadas implcitamente apuntan en esta direccin, cfr. Sunstein (1991; 1993); Ferejohn (1993). En el mismosentido muchos de los argumentos que repiensan la idea de representacin y que recuerdan que la voluntad generalse manifiesta de formas ajenas a las elecciones cfr. Paterman (1970); Manin (1987).

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 317

    [De lo dicho se sigue que la crtica -interna, compartiendo enfoque- a unafundamentacin puede: a) mostrar que no existe tal vinculacin; b) mostrar queexisten instituciones que mantienen una conexin ms discutible, menos frgil,con el valor fundante17; c) discutir el presunto inters del objetivo ltimo. Lasdos primeras crticas son internas en sentido estricto, comparten mtodo ycomparten criterio de valoracin. La ltima, an si de acuerdo en la perspectivainstrumental, critica el objetivo, el valor. La realizacin de una sola de lastareas es condicin suficiente para desmontar el empeo fundamentador. En elcaso del utilitarismo, para seguir con el ejemplo, se podra discutir: a) si lautilidad es un buen baremo; b) si la democracia garantiza la maximizacin delbienestar; c) si no existen sistemas de organizacin poltica que garanticen deun modo mejor el bienestar18. Todas esas crticas son posibles y todas se hanejercitado. Se ha discutido que el bienestar sea un correcto criterio ltimo paraevaluar las acciones y los estados sociales19; que la democracia -entendidacomo un conjunto de reglas de agregacin- permita realmente pasar de unmodo inequvoco desde las preferencias de los individuos a la voluntadgeneral20; y que no existan procedimientos mejores para realizar el bienestarque la agregacin democrtica21].

  • 22 Aunque obviamente siempre hay supuestos empricos como en cualquier argumentacin moral, supuestospresentes en la primera premisa. En ella se esconde una afirmacin acerca de una secuencia causal entre una accin(o institucin) y unas consecuencias, afirmacin que puede ser compatible o no con las observaciones.

    23 Para lo cual se necesita una teora. Precisamente radica aqu una de las dificultades mayores de lasestrategias consecuencialistas: la ausencia de instrumentos poderosos, de teoras, que nos permitan operacionalizardoctrinas tan -presuntamente- operacionales como el utilitarismo. Lo cierto es que a la vista de la incapacidad paraechar las cuentas (entre otras razones por los problemas de la unidad de medida: la utilidad, cfr. nota 5), una teoracuyo argumento fundamental es que hay que echar las cuentas y dejarse de historias queda en un triste papel. Alfinal el utilitarismo tambin acaba pasteleando para acomodarse a las intuiciones morales. Si realmente fuera unateora poderosa, con potencia de clculo, las predicciones -acerca de que accin es la que realmente maximiza lautilidad- tendran que ir por delante y an en contra de las intuiciones, podran, por ejemplo, promover un sorteo paramatar unos pocos individuos y transplantar sus rganos a muchos otros. Y son pocos -Singer (1979) sera unaexcepcin- los utilitaristas dispuestos a discutir lo natural.

    318 Flix Ovejero Lucas

    Pero no interesa ahora la patologa, slo la anatoma, la estructura de la justificacin; enparticular, dos aspectos que permiten reconocer la peculiaridad de la fundamentacininstrumental. Primero, la fundamentacin es interna al plano axiolgico: arranca desde premisasmorales ms bsicas, anteriores slo en sentido lgico, no histrico o epistmico. Cuando unutilitarista trata de justificar la libertad de prensa no escapa del plano axiolgico22, no apela acircunstancias histricas, a condiciones sociales o a principios acerca de procedimientos deargumentacin, a condiciones (epistmicas) de formacin de juicios morales. Dira, por ejemplo,que la libertad de prensa permite conocer mejor los deseos de los individuos y disponer para susatisfaccin mecanismos institucionales mejor engrasados. Vincula unas acciones o valores conun valor o criterio ms fundamental, no discutible, como el bienestar23 (aunque si lafundamentacin se quiere completa -y un poco paradjica- dar razones en favor de ese valor,del bienestar). Trata de mostrar que la accin o el valor est directamente relacionado con-maximiza- la utilidad. En ese respecto la fundamentacin se asemeja a las explicaciones de laciencia. Cuando predecimos un eclipse con las leyes de la mecnica clsica no salimos delplano emprico: pasamos de las premisas a las conclusiones en una inferencia estricta, sin quemedien juicios acerca de las condiciones de conocimiento o sobre las reglas de funcionamientode las comunidades cientficas. Del mismo modo, tampoco la fundamentacin instrumental dacuenta de las acciones morales desde premisas histricas, desde la sociologa o la biografa, nidesde las condiciones en que se construyen los juicios morales. Es en ese sentido en el que sehabla aqu de fundamentacin interna.

    El segundo extremo tiene que ver con cierta ambigedad inevitable de la primerapremisa, con aquella que establece una vinculacin entre el valor que justifica (X) y lo que sejustifica (Y), entre la utilidad y la democracia, por ejemplo. La ambigedad se presenta sobretodo cuando nos enfrentamos

  • 24 Por ejemplo, cuando se intenta justificar (o criticar) la eutanasia, una cosa es el principio (el derecho alpropio cuerpo, la vida como valor esencial, p.e. y otra aquello que se fundamenta, sobre lo que no parece haberdesacuerdo al identificarlo. Pero esto, que vale -como se dijo en la nota 4- para sucesos poco complejos, reconociblespretericamente por as decir, resulta ms complicado en el caso de instituciones o procesos.

    25 El utilitarismo lo muestra bien. El criterio utilitarista de justificacin es bien conocido, aunque haadoptado diversas frmulas, segn lo que se maximice: la utilidad agregada, el bienestar medio o per cpita, elproducto de los bienestares individuales. La justificacin de la democracia se sostiene en dos premisas: una primera,nuclear, que vincula las preferencias con la utilidad, que describe la utilidad como la satisfaccin de las preferencias;una segunda que afirma que la democracia es la expresin de las preferencias. De modo que si la utilidad seexpresa a travs de las preferencias y la democracia acta como el indicador de las preferencias, es obligado concluirque la democracia es la expresin del bienestar. Por definicin (instrumental), la democracia queda justificada.

    En todo caso, una discusin pormenorizada de la fundamentacin utilitarista requerira una caracterizacinanterior ms morosa. En tal caso, seguramente, quedara claro que la propia falsa precisin de la utilidad -y lacircularidad que esa impresin alimenta- afecta al ncleo mismo de la justificacin. No se insistir lo bastante enla ambigedad de la utilidad. El uso que aqu se hace, poco refinado, se ajusta ms al comn entre filsofospolticos pero ni an entre economistas, la ms precisa idea de funcin de utilidad resulta clara; unas veces se piensacomo una especie de propiedad substantiva asociada a los bienes, que proporcionan utilidad, a sus consumidores,y en otras como un simple orden de preferencias. En el primer caso, las complicaciones vienen por el esencialismoy las preferencias se relacionan con la utilidad como las virtudes opiceas con el opio; en el segundo, lascomplicaciones proceden de que el orden no anda referido a una propiedad estable como pueda ser el peso, lalongitud o la temperatura, sino a lo que cada individuo en cada instante ordena. (Represe en lo que sucede si setoma otra idea de bienestar, de utilidad, lo que se ha llamado bienestarismo objetivo, que separa el bienestar dela satisfaccin de las preferencias manifestadas inmediatamente por los individuos porque duda que stas tengan quever con aqul. En ese caso, el conjunto de la argumentacin queda reconstruida. No es causal que ese bienestarismoobjetivo acompae con frecuencia a otra idea de democracia, republicana, segn la cual, la democracia es laformacin de las preferencias, a travs del dilogo pblico que lleva a los individuos a reconocer sus realespreferencias).

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 319

    a la justificacin de instituciones, en tanto estas requieren alguna caracterizacin que permitareconocer a la institucin. En principio, la caracterizacin de lo que se justifica debe serindependiente de la perspectiva justificatoria24. No se considerara con muchos vuelos unajustificacin de x en nombre de y que arrancara estipulando que x es y. Por ejemplo, laafirmacin la democracia permite realizar el bienestar exige, si no se quiere vaca, una ideade democracia que no incluya inmediatamente la idea de bienestar. Necesitamos saber qu esla democracia, necesitamos una teora de la democracia que nos permita reconocer lademocracia, al modo como la teora atmica -que caracteriza al tomo por una serie depropiedades: cargo, masa, spin, etc.- nos permite reconocer un tomo. Desafortunadamente, lapropia caracterizacin instrumental de la democracia impone una referencia a los objetivos, quees, de facto, a la vez que una teora de la democracia, una justificacin del por qu de lademocracia.

    Para justificar la democracia, para ver si satisface el criterio moral, necesitamos saber ques una democracia. Para saber qu es una democracia necesitamos, a su vez, una teora de lademocracia, una estipulacin de qu es la democracia. Pero es el caso que, en virtud de lacaracterizacin instrumental, la estipulacin de qu sea la democracia supone, de forma ms omenos implcita, una apelacin a fines (la democracia es aquello que permite conseguir x),apelacin que cancela el empeo fundamentador25. En buen hacer la premisa la democraciapermite x debera ser un simple juicio

  • 26 En el sentido sealado en la nota 2, esto es, una teora como una definicin que incorpora un conjuntode conceptos y de relaciones entre conceptos (de leyes). Como all se dijo, una teora no puede no encontrar sistemasreales a los que referirse. Sin embargo, teoras sin referentes pueden cumplir una funcin normativa. As por ejemplola teora del socialismo de mercado es una teora sin modelos, aunque nosotros podramos estar interesados enconstruir sistemas reales que fueran modelos de dicha teora. Lo mismo se podra decir de la democracia republicana.

    27 En principio, separar la fundamentacin instrumental (la democracia permite la maximizacin de ciertovalor x) de la caracterizacin funcional (la democracia es un sistema para x) debilitara en parte las anterioresobjeciones. Se tratara de explorar la posibilidad de mantener la primera sin comprometerse con la segunda, de talmodo que la teora de la democracia -siempre necesaria para identificarla- no adoptar en forma ms o menos veladaun tono funcional. De todos modos: a) hay razones para pensar (Lewis, 1983) que, como se apunt en las notas 13y 14, la premisa que relaciona la democracia como productora -como causa de ciertos resultados es traducible enuna caracterizacin funcional, y an ms en el caso de un artefacto construido (algo que es/sirve para x), comosucede de un modo u otro con las instituciones; b) si la teora de la democracia pudiera prescindir de una descripcinen forma de consecuencia, necesitaramos alguna otra premisa adicional que nos permitiera relacionar a la -teorade- democracia con el valor justificatorio, con lo que el problema reaparecera.

    320 Flix Ovejero Lucas

    emprico que nos informa de que la democracia, adems de una serie de rasgos que la identifican,se da la circunstancia de que permite x. No sucede de este modo en la FI. En sta, dichapremisa es, adems de una pieza de la argumentacin moral, una apretada teora de lademocracia26 -y en ese sentido una definicin- que afirma que la democracia es el sistema quepermite x (maximizar la utilidad, seleccionar lites, etc.). Teora que caracteriza funcionalmentea la democracia como causante de ciertos resultados, precisamente los mismos que sirven parajustificarla.

    1.2. Los lmites de la fundamentacin instrumentalLos dos aspectos mencionados, conjuntamente, debilitan el proyecto fundamentador. La

    democracia se muestra inevitable y trivialmente justificada: de una parte no se sale del planomoral y de otra, en virtud de su caracterizacin instrumental, la democracia viene descrita(funcionalmente) desde los fines27. En ese sentido, la democracia se muestra vacuamente moral,resulta moral por definicin. Una vez establecida estipulativamente la calidad moral de lademocracia -no otra cosa es una definicin: una estipulacin- la empresa misma de justificacinmoral se revela un sinsentido. La

  • 28 Desde otro punto de vista se podra decir que hay una tensin entre: a) externalizar la fundamentacinmoral, en cuyo caso la primera premisa (la democracia permite x) es un juicio emprico y toda la enjundia moralqueda en una premisa (x es deseable) que no compromete a la democracia; b) internalizar la fundamentacin, encuyo caso la primera premisa se convierte en una estipulacin de qu sea la democracia (la democracia es el sistemaque permite x) y, en tanto la democracia es sinnima de x, de lo que se trata es de discutir sobre x. En uno y otrocaso, hay una teora de la democracia. En la primera opcin implcitamente, a travs de un conocimiento bsico quesirve de soporte a una tecnologa (la argumentacin es la propia de las inferencias tecnolgicas: x produce y; y esdeseable; por tanto: constryase x). Pero, en ese caso, resulta difcil rescatar la intuicin que se oculta detrs dejuicios como la democracia es moral. En la segunda opcin la presencia de la teora es ms inmediata y derivade la caracterizacin funcional aludida en las notas 13 y 14.

    29 Sin embargo, la frecuente comparacin entre intuiciones morales versus teoras normativas yobservaciones versus teoras empricas tiene un alcance limitado. Los abundantes estudios empricos sobre la justiciaconfirman razonables dudas acerca de dicho alcance: a)no hay -ni siquiera en principio- acuerdo general acerca delas intuiciones compartidas, mientras que las observaciones -con todas las reservas recordadas por ms de cien aosde filosofa de la ciencia- siguen teniendo su funcin de tribunal ltimo; b) las intuiciones -mejor, los juicios quesostienen a las intuiciones- no se muestran consistentes, mientras que las observaciones -sus enunciados- s: nopuede haber sistemas reales -modelos- inconsistentes; e) la propia exploracin emprica de los criterios normativos-en su mbito explicativo (Elster, 1995)- muestra que los propios determinantes subjetivos de muchas intuiciones(egosmo, p.e.) estn en desacuerdo con muchas intuiciones, mientras que nada parecido cabe imaginar en el otroterreno.

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 321

    consecuencia es el carcter escasamente moral de la democracia en la FI28. Circunstancia que semuestra de diversos modos:

    1. La FI deja la moral fuera de la democracia. Se ampara, como se ha visto, en un par dejuicios fcticos, que relacionan ptimamente la democracia con determinado estado de cosas, yuno moral que reconoce como deseable ese estado de cosas. La democracia slo aparece en laprimera parte. Al igual que un puente o cualquier otro instrumento tecnolgico, sirve a unpropsito moral, pero no es propsito moral o lugar de la reflexin moral. Un arma o unmedicamento, son productos tcnicos que se construyen porque se juzga deseable el estado finalque contribuyen a alcanzar. Si hay que discutir moralmente algo es el estado final, los objetivos.Pero esa es ya una discusin que prescinde de la democracia, una discusin sobre valores comocualquier otra. La democracia no es el argumento de la obra moral.

    2. La vinculacin entre democracia y moral es circunstancial. La vinculacin no es fuerteen ningn sentido. La segunda premisa, que afirma una relacin ptima entre la democracia yun cierto estado de cosas, reconoce implcitamente la posibilidad de que otro sistema puedasatisfacer mejor al mismo objetivo: la democracia est justificada mientras sea el mejor medioy, por ende, no es condicin necesaria de ningn estado de cosas deseable. Dicho de otro modo,la democracia es superable.

    La dbil vinculacin entre democracia y moralidad se deja ver tambin desde otraperspectiva, desde la incapacidad de la FI para rescatar una slida intuicin moral que asociainseparablemente democracia a progreso moral. Pues es el caso que una vez se asume que lademocracia puede ser superada cabe pensar en separar la democracia de la idea de progresomoral. Cierto es que la intuicin es siempre un endeble asidero -aunque, con reservas, es de lospocos disponibles en los negocios morales29- y no conviene fiarlo todo en ella; sin embargo, enel presente caso sirve como ndice de

  • 30 Siempre cabe la rplica de que el significado de la superacin de la democracia se aclarar o disolvercuando dispongamos de otro instrumento mejor, al modo como sucede en la ciencia donde ignoramos hoy laspreguntas que las nuevas teoras o escenarios nos llevarn a realizar y las viejas preguntas se contestan o dejan deser significativas a la luz de las nuevas teoras. Pero la comparacin ms adecuada no es esa, sino -dichoclsicamente- con ciertas -no todas- categoras kantianas, ciertas condiciones a priori en las que se funda laposibilidad de la experiencia; o, en versin ms moderna, y menos comprometida metafsicamente, con el conjuntode convenciones desde las que construimos el conocimiento. Pensemos por ejemplo, en lo extraa que resulta la ideade superar el principio de causalidad (no confundir con la explicacin causal). Desde luego, no podemos imaginarun modo de refutarlo. Sencillamente, nos permite entender el mundo y es desde l desde donde producimos juiciosempricos. Podemos reconocer que en ocasiones erramos al identificar una causa, pero eso no quiere decir que noexista una causa. Ms abajo, al referirnos a la fundamentacin epistmica, se ahondar en la comparacin.

    31 Otra cosa es que no existan problemas tcnicos derivados de la imposibilidad de obtener una funcin deeleccin social, problemas que invitan a pensar que la teora de la eleccin colectiva se debera llamar la ciencia delpesimismo democrtico. Cfr. nota 12.

    32 Obviamente para productos con algn rasgo de bien pblico, sin posibilidad de consumo exclusivo, quees lo propio de buena parte de los asuntos polticos. No hay problema en que uno coma paella y otro cocido; perootra cosa es la eleccin de un emblema o de los colores de la bandera. De todos modos, cfr. notas 70 y 71.

    33 Que no admiten transacciones (se trata de A o B, sin posibilidades intermedias), que no requiere razonesy con soluciones alternativas costosas, con costos fijos (sin posibilidad de un tiempo A y otro B), como puedan serla apertura hacia la izquierda o la derecha de la puerta de un ascensor en una escalera con vecinos diestros y zurdos.Cfr. notas 70 y71.

    322 Flix Ovejero Lucas

    algo poco complicado pero importante: sencillamente no sabramos qu significa separardemocracia de progreso moral. La FI, que reconoce superable la democracia, se ve en laobligacin de hacer inteligible esa incapacidad y no parece estar en condiciones de hacerlo30.

    3. Para la FI la democracia aparece como un conjunto de reglas que permiten obtener lavoluntad general a partir de voluntades individuales. En el lmite la democracia viene a ser unaespecie de termmetro que traduce neutralmente los estados de opinin en un valor reconocible,la voluntad general. La pertinencia de esa idea31 no parece discutible cuando pensamos en gustosltimos32 o intereses muy acotados33. No todas las elecciones son (igualmente) morales. Lafalacia que asimila eleccin a eleccin moral descuida que no es lo mismo elegir un programapoltico que elegir un postre (o que elegir una conjetura explicativa). Sin embargo, desde laperspectiva de la FI no hay diferencia entre el postre y el cmo vivir. Las elecciones no requierenrazones, las preferencias slo remiten a ellas mismas, son palabra ltima. Hacer de toda eleccincuestin de gusto, acaba por dejar a la democracia

  • 34 Se han aducido muchas razones en favor de la regla de la mayora: que economiza la violencia, en tantotraduce la fuerza mayor; que resulta ms eficaz, en tanto resulta fcilmente asumida; que tiene bajos costos denegociacin; etc. La ms slida es la que se relaciona con el Teorema de May, teorema que demuestra que la reglade mayora se infiere de un conjunto de principios axiomas bastante razonable: inambigedad, anonimidad,neutralidad, respuesta positiva. Demostracin que se interpreta a veces (Ackerman, 1980: 277-ss) como una muestraconcluyente de que dicha regla traduce una elemental idea de igualdad liberal: no tratar a nadie comoincondicionalmente superior; la opinin de cada uno es tan buena como la de otro. Sin embargo, esta argumentacinno est exenta de dificultades. En primer lugar, la igualdad de poder poltico abarca bastante ms que la regla de lamayora: las loteras -que aseguran igualdad de probabilidad de acceso al poder- o, incluso, las dictaduras, dondetodos tienen el mismo poder, es decir, ninguno. Por otra parte, an aceptando la mencionada interpretacin delteorema de May, las cosas no son sencillas: si los individuos son igualmente arbitrarios -esto es, si no se introducealguna reserva a la fundamentacin de los juicios- tener o no en cuenta la opinin de la mayora no es igualmenterespetuoso, sino igualmente irrelevante. Finalmente, hay que ser cauto con equiparar una sociedad mximamentelibre con una sociedad mximamente democrtica entendida como una sociedad que Somete todo a decisionescolectivas y otorga a todos sus miembros un igual poder en lo que se decide (una sociedad que satisficiera talesrequisitos estara en condiciones de decidir como me tengo que peinar yo difcilmente se la podra calificar comosociedad libre). Dicho de otro modo: el requisito de que los ciudadanos tengan el mximo poder decisional noequivale que sean mximamente libres (Van Parijs: 1995:8).

    Lo anterior no quita para reconocer buen sentido en la regla de la mayora. Pero eso exige: a) evitarconfundir la igualdad poltica con la igualdad de peso poltico (Dworkin, 1990); b) relacionar la mayora con losprocesos de persuasin y argumentacin (cfr. la evolucin de Nino: 1989); c) repensar la idea de igualdad polticadesvinculndola de la idea liberal de que todas las opiniones valen lo mismo, idea que en rigor se revela pocorespetuosa con las distintas ideas (el respeto se asegura desde la disposicin a tomarse las ideas en serio, esto es, adiscutirlas; y discutir una idea supone reconocer la posibilidad de que valga menos -o ms que las dems, en ningncaso presumir -esto es, afirmar por derecho, por principio- que todo vale lo mismo, asunto que es materia devaloracin nacional (Beitz, 1989)).

    35 Eso no impide que se pueda justificar la regla de mayora por las otras razones recogidas en la notaanterior. Cfr. Offe (1992: cap. 4).

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 323

    sin defensas, sin posibilidad de ser justificada. Si todo es igual, todo da lo mismo y no hayrazones para escoger nada. No hay diferencia moral entre dedicar los recursos pblicos -o la vidade uno: en este nivel las dos elecciones se equiparan- al culturismo o a organizacioneshumanitarias.

    An ms, la propia idea de mayoras o minoras, desprovista de vnculos con laargumentacin, pierde todo sentido. Si no hay ninguna razn para A antes que para B, la idea deque en algn sentido la mayora tenga razn pierde cualquier significado34, habida cuenta de queno hay nada parecido a la razn en ningn sitio35. No es slo que la democracia deje de ser elargumento de la obra moral, es que tampoco es el escenario, porque lo que se representa noparece tener que ver con la moral.

    Las manifestaciones de esta circunstancia se dejan ver de distintos modos. Por una parte,la democracia acaba por desembocar en un pluralismo relativista desprovisto de todo vigormoral, incapaz de aceptar razones en favor de las diferentes ideas o proyectos de vida. La propialibertad se torna

  • 36 Para una formulacin ms precisa cfr. ms abajo nota 51.37 Toda teora normativa tiene supuestos empricos ms o menos explcitos. Por ejemplo, la utopa del

    mercado neoclsico, supone -no slo una irreal idea acerca de las condiciones de produccin sino tambin- un irrealmodelo antropolgico a la vista de las capacidades de computacin -comparacin, ordenacin, rapidez de actuacin-de la especie humana; el socialismo tradicional ha manejado unas condiciones de abundancia y/o de sanidad nomenos irreales. El primer requisito para que sea considerada es que tales supuestos no sean falsos, que resultencompatibles con el conocimiento disponible. Sobre la irrealidad de los supuestos de comportamiento cfr. Ovejero(1994b: 336-ss) y para un repaso sencillo de la literatura reciente, referida en general a los supuestos de racionalidad:Palmarini (1995).

    38 Cfr. Sandel (1982); Walzer (1981; 1990); Rorty (1983); MacIntyre (1983) Taylor (1995), Unger (1987).Importa destacar que estos autores comparten -en diverso grado- una buena disposicin hacia el liberalismo y lademocracia. No al liberalismo como filosofa poltica, sino a un conjunto de instituciones -la democracia entre ellas-que intentan recuperar o reinterpretar sobre cimientos nuevos. Para una presentacin -socrtica- sistemtica yen rplica a los crticos liberales cfr. Bell (1993). Con particular inters en las estrategias de argumentacin y en esesentido ms cercano a los aspectos de fundamentacin aqu considerados, Ingran (1995).

    324 Flix Ovejero Lucas

    en el simple instrumento de una eleccin sinsentido -no en un valor defendible por s mismo- yla imparcialidad en simple indiferencia moral. Por otra, al hacer de la democracia una mera reglade agregacin de preferencias y de las preferencias una cuestin de gusto privado, se traza unaaguda demarcacin entre un escenario privado en donde la opcin carece de razones, y de todajustificacin, y un escenario pblico en donde ya slo cabe la confrontacin y el equilibrio oagregacin de los gustos. De manera que la reflexin moral queda expulsada de todas partes.Sin criterios de valoracin, se concluye que cualquier preferencia vale lo mismo que cualquierotra, lo que equivale a decir que ninguna vale nada y, al fin, a recalar en el nihilismo. As lascosas, la idea misma de fundamentacin moral pierde todo sentido. La paradoja liberal pareceentonces inevitable: si todo vale lo mismo, si nada es mejor que otra cosa, si no hay razn paraelegir, resulta difcil justificar la propia libertad (de eleccin)36.

    En suma, la FI: a) subordina la fundamentacin al valor que sirve para fundamentar y,con ello, desprovee a la democracia de contenido moral; b) no establece una vinculacin fuerte,necesaria, entre la democracia y la moralidad; c) reconoce la pertinencia de la pluralidad peroal precio de asumir un relativismo incondicional que hace imposible el discurso moral, unnihilismo que, por definicin, hace naufragar cualquier fundamentacin. (Hay una dificultadadicional: d) el irrealismo emprico37 de los presupuestos implcitos en la idea de individuos queeligen segn sus preferencias. Dificultad que se expone a continuacin, en tanto constituye elpunto de partida de la FH).

    2. La democracia como historia38Si nuestro conveniente cientfico interplanetario, sin abandonar su aprecio por las cosas

    tangibles y su descreimiento por la especulacin, antes que un pragmtico optimizador deimprecisos objetivos es un pulcro historicista,

  • 39 Es lo que en buena medida sucede con el magnfico esfuerzo de Ackerman (1993) por proporcionaravales histricos a su sensato republicanismo, a su repblica capaz de cimentarse en ciudadanos activos -slo- enciertos periodos revolucionarios, pero no supererogatorios. Esfuerzo que, todo hay que decirlo, en no pocasocasiones recuerda los titnicos esfuerzos de muchos marxistas durante muchos aos por acomodar la filologa ylas buenas razones. Cfr. en la misma lnea buena parte de los trabajos incluidos en Elster, Slagstad (1988).

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 325

    en el buen sentido, en l de Ranke, un amigo de los datos y de la reconstruccin totalizadora delos modos de vida de las gentes, muy bien puede comulgar con una visin comunitaria de lademocracia, para la cual, la idea de fundamentacin, en su sentido convencional, tiene escasosentido. Al fin, razonar, nadie se preocupa por los fundamentos morales del Paleoltico o delRenacimiento, simples productos histricos, y tampoco nadie debera hacerlo con la democraciao el mercado. Tan solo cabe entenderlos, explicarlos y, a lo sumo, ya en la vecindad del terrenomoral, comprenderlos. Los filsofos polticos que exprimen la constitucin norteamericana o losFederalists Papers y sus principios tratando de mostrar su calidad de guas o procedimientospara resolver problemas contemporneos39 deberan, antes que otra cosa, atender a la historiamenuda, a los conflictos entre sus gestores o a los escenarios morales en los que se desenvolvan.Esa es la nica manera lcita y provechosa de encarar aquellos asuntos. Lo otro es simplefilosofa de la historia: tratar de cuadrar en el orden de la secuencia histrica las confusiones dela moral, querer confundir la lgica con la historia.

    La democracia es, si defendible, modo de vida, estar compartido. Y la vida no se explica,sino que se cuenta a la vez que se entiende. La correcta tarea es la propia de un narrador o, entodo caso, de un antroplogo que cuenta historias completas sin desatender capilar social alguno.Las preguntas y las justificaciones vienen despus, cuando ya no hay remedio, cuando la red serompe y quimricamente se quiere reconstruir desde un simple cabo. El intento fundacionista es,l mismo, testimonio de una realidad moral fragmentada, de una sociedad que ha perdido susargamasa moral compartida. Precisamente porque han desaparecido los nortes que imprimandireccin y sentido a la vida de las gentes, es por lo que surge el insensato problema de por quel norte. Slo cuando las vidas se vacan de sentido aparece el problema del sentido. El PFDresulta interesante no como programa de investigacin, embarcado como est en un falsoproblema, sino como testimonio de otro asunto, el verdaderamente importante, la presencia deuna sociedad atomizada, sin alma colectiva. La aspiracin trascendental, ese punto de vista msall de los puntos de vista, la instancia metamoral, es una quimera que revela con su simpleexistir la ausencia de

  • 40 Hay aqu un error importante que se deja ver en ciertas crticas comunitaristas a la Teora de la Justiciade Ralws. El conjunto de esa argumentacin ignora la naturaleza de los instrumentos (la teora de la eleccinracional) y an el propsito de Ralws. Pero hay algo ms. La inexistencia fctica, o mejor, la falta de trazoshistricos, del individuo que est tras el velo de la ignorancia se toma como un argumento contra la fundamentacinde principios de justicia, por tratarse de un individuo irreal, de un supuesto imposible. Pero un individuo sinatributos no es un individuo con falsos atributos. Sin embargo, una argumentacin que sin trampas llevara desdepremisas no valorativas hasta un valor -esto es, si salvase la falacia naturalista- se mostrara extraordinariamenterobusta (sera el equivalente a la obtencin en inteligencia artificial de propiedades semnticas desde reglassintcticas). Cualquier teora moral que arrancase sin restricciones ticas (ese ha sido siempre el propsito delutilitarismo) obtendr una fundamentacin independiente de compromisos especficos y por tanto tendra un alcanceincondicionado, se mostrara vlida para cualquier escenario, al modo como una teora emprica que no hacereferencia a circunstancias locales vale para todas las circunstancias.

    Otra cosa -discutible- sera decir que en realidad Ralws est comprometido con un sujeto concreto: unhomo eoconomicus o un machista (no afectivo, independiente, autnomo, etc.). Pero en este caso la crtica lcitatendra que destacar su falsa universalidad, antes que su falsedad o su sesgo ideolgico. Que la mecnica clsica novalga para cuerpos con velocidad prxima a la velocidad de la luz no quiere decir que sea falsa: sencillamente, nose refiere a tales situaciones. Por supuesto lo anterior no debilita, por ejemplo, la crtica feminista a buena parte dela teora tica por su ignorancia de las experiencias morales, los valores, intereses y problemas que han encarnadoy padecido las mujeres, pero invita a precisar el lugar (la reflexin, la teora, o la realidad, el mundo) y la naturaleza(normativa o positiva) exacta de las crticas: que ignore un objeto de investigacin no hace falsa o inconsistente auna teora, slo alude a cmo se desarrolla su aplicacin. Por ejemplo, no se puede a la vez criticar la subordinacinmaterial de la mujer y criticar -por sesgada- una teora normativa interesada en precisar la idea de autonoma: laprimera crtica exige un punto de vista, la posibilidad de que la subordinacin no exista, que es precisamente la ideade autonoma, idea que intenta perfilar la teora moral. No se puede criticar la vocacin de universalidad -s la falsauniversalidad- a la vez que se insiste en la importante distincin entre gnero y sexo, distincin que presume unprincipio de universalidad. An ms no se puede sostener que, en sentido fuerte, las perspectivas tericas estncondicionadas por el sexo y criticar a las teoras normativas por sesgadas, cuando justamente -con esa calidad-confirman aquel juicio (en tal caso, ni siquiera cabra esperar que esa afirmacin resulte inteligible para el otro sexo).

    326 Flix Ovejero Lucas

    asideros morales: la necesidad de encontrar -para decirlo a la antigua usanza- sentido a la vida,cosa que slo sucede cuando la vida no tiene sentido.

    Desde esta perspectiva, el proyecto anterior y, en general, el PFD, reposa en un cmulode errores. Hay: a) errores de principio: la democracia es historia y la historia se explica, secuenta o se recrea, pero no se fundamenta ni se demuestra; b) errores de procedimiento: si hayque abordar la democracia con mirada moral no es para evaluarla, para echarle cuentas desdeunos valores o propsitos ltimos, ms all de la historia, sino para comprenderla, para hacerlainteligible en su interna necesidad, desde unas redes morales, sociales o lingsticas en las quese inserta como una pieza ms; c) errores metafsicos: no hay individuos descarnados, anterioresa sus deseos e intereses. Los individuos son nudos de voluntades y propsitos tramados por susbiografas40, no eligen sus preferencias, son sus preferencias y stas,

  • Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 327

    simples sedimentos de sus circunstancias; d) errores de asunto, de objeto: la idea de un escenarioen donde se contraponen preferencias tiene que ver con la negociacin y el trapicheo de interesesy eso es precisamente carencia de cemento moral, pues es sabido que cuando hay moralidad bienafincada en la vida no hay conflicto ni por ende necesidad de convenir principios,procedimientos -como la idea de justicia- para resolver desacuerdos; e) errores de vacuidad oincluso de consistencia: la idea de una eleccin desde ninguna parte es irracionalidad osinsentido; para elegir se necesitan criterios para comparar y valorar (no todo vale igual, aunquese pueda elegir de todo) y afirmar lo contrario es incurrir en la indeterminacin moral, recalaren la creencia de que todo vale y por tanto desahuciar -singular paradoja liberal- desde elprincipio un -ya de por s insensato- proyecto fundamentador cuya condicin de posibilidad esque se puedan dar razones en favor de.

    2.1. La argumentacin historicistaLas anteriores razones sugieren por donde irn las modificaciones de la FH en las dos

    dimensiones del PFD, en la idea de democracia y en el procedimiento de argumentacin. Por lopronto y en negativo, para la FH la democracia es cualquier cosa menos una herramienta, unescenario indiferente en donde los individuos muestran, renen o negocian sus preferencias. Lademocracia es una cultura en sentido fuerte, antropolgico, un conjunto de conductas, demaneras de vivir que impregnan las decisiones de las gentes y que en su conjunto dotan designificacin a las relaciones entre las gentes. La democracia es vida compartida, es valorsentido, valor en actuacin. No es un sistema para dejar coexistir neutralmente los distintosvalores, si no la encarnacin de los valores de la comunidad: la democracia si es neutra deja deestar justificada (en el sentido de justificacin que se ver: como inteleccin desde lacircunstancia histrica). La democracia no es, tampoco, un procedimiento para determinar losbuenos valores, sino un modo de -un valor que permite- estar en los valores. Garantiza lacohesin, pero no se justifica porque la garantice, sino porque los individuos la viven. Lacohesin se alcanza porque no responde al clculo, porque el compromiso con los valores essentido. Participar de los valores de la comunidad puede tener consecuencias benficas como lacohesin o la estabilidad emocional, pero slo se obtienen tales beneficios si la participacin essincera, si se est en los valores sin calcular sus resultados. Resulta imposible decidir sentirlos valores porque de ese modo estar mejor. No hay clculo que haga til, conveniente ointeresante la democracia, precisamente porque los valores no se eligen o calculan por susresultados. Tienen resultados porque no se atiende a los resultados.

    Las gentes no conviven en la democracia, sino que viven democrticamente. Es culturaen grado superlativo, habida cuenta de que las distintas

  • 41 La descripcin aqu realizada sintticamente se corresponde con una estrategia explicativa que ha cuajadoen una importante tradicin del pensamiento social, el historicismo, en la que tambin se produce una parecidacolusin de argumentos positivos, metodolgicos y normativos (Ovejero, 1994a: primera parte).

    328 Flix Ovejero Lucas

    culturas se mueven en democracia. Pero no se trata de un concepto ms abstracto, de una especiede metacultura, ni tampoco de simple escenario donde discurre la obra de la coexistencia dediferentes culturas. Es el argumento de la obra. La imagen no es la de una pecera en donde secrea un pequeo ecosistema, un habitculo sin vida propia, lugar neutro, perfectamentesustituible, en donde transcurre la vida de sus pobladores, sino la de un organismo superior que,a la vez que organismo l mismo, es el ecosistema en donde encuentran su morada -patria, dirnmuchos comunitaristas- otros organismos, que viven y contribuyen a la vida del primero, eninteraccin con l y con otros.

    Vara el concepto y vara el procedimiento. Por lo dicho, malamente se puede pensar enuna fundamentacin comunitaria de la democracia. Al menos a la manera antes vista. Para laFH de lo que se trata es de entender la democracia y eso no remite a unos valores previos, msbsicos. La nica prioridad es histrica, gentica, como la que se da entre la semilla y el rbol:ste no se deduce de aquella, aunque sea su resultado. No hay valor fundante, no hay axiomasanteriores, en sentido lgico, desde los que se muestre la bondad o funcionalidad de lademocracia. La inteleccin se realiza desde un conjunto de valores que mutuamente se soportane iluminan. Ni siquiera cabe decir que se justifique por qu.... La idea misma de justificacinest fuera de lugar. Es historia que se impregna como naturaleza y, percibida como tal, est msall de la preguntas acerca de su justificacin. Como el personaje de Casablanca nadie sepregunta por qu respira.

    Pero s cabe preguntarse cmo se respira. Si la democracia es modo de vida, la tareaintelectualmente correcta es descriptiva, narrativa, antes que fundamentadora. Los planosanalticos no son ni internos a una nica secuencia causal ni, por supuesto, jerarquizados.Sociologa, tica y psicologa se confunden y complementan al entender qu es la democracia.La posible comprensin moral de la democracia es radicalmente desde la historia y sta es-para decirlo con las magnficas metforas de Marx- totalidad determinada, sntesis demultiplicidad de determinaciones: no hay un principio moral (o una secuencia causal)fundamental que justifique (o explique), sino una red de valores y/o modos de vida que dibujaninflexiblemente la singularidad irrepetible de cada sociedad.

    El por qu democracia no se contesta operacionalmente, sino desde totalidadesconcretas, al modo del historiador41: un historiador muy del diecinueve para el cual el correctoproceder se parece ms al quehacer del artista que reproduce en otro soporte -en la narracinreconstructiva- la misma totalidad de sentido, que al del fsico, que al cientfico que relaciona

  • 42 Este uso de necesidad es poco pulcro. Necesidad en su uso moderno, tiene un sentido bien precisoexpresado mediante una clusula modal (es necesario que), el uso propio de la lgica o la matemtica, comocuando, por ejemplo, decimos que los teoremas se siguen necesariamente de los axiomas. El tipo de relacionesque interesan al historiador-narrador es, en todo caso, causal o funcional, y relaciona dos sucesos, no dos premisas.Si se retiene el uso extendido y licencioso es para atender la interesante intuicin que hay detrs de la aspiracin arescatar la peculiar urdimbre que hace de cada sociedad un objeto nico, una articulacin irrepetible: intuicin quese traduce en la bsqueda de un producto de conocimiento -que quiere reproducir aquel objeto- en el que cada piezase convierte en nica -al modo como sucede con las piezas de un rompecabezas- y sostiene y es sostenida por lasotras. En ese sentido, metafrico, la necesidad interna es una necesidad derivada de una imposible necesidad delo real: imposible, obviamente, porque son los enunciados, no los hechos los que, en todo caso, guardan relacionesde necesidad (ovejero, 1994a: cap. II).

    43 Cfr. infra. nota 46 y 47.

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 329

    axiomas con teoremas. Tan solo en ese sentido se puede hablar de justificacin: como lareconstruccin de la necesidad interna42 que alienta a cada circunstancia histrica especfica.No hay prioridades, como no las hay entre las palabras que componen una lengua ni entre loselementos de una genuina obra de arte. Por eso, cuando despus construimos un diccionario oun rompecabezas, las palabras o las piezas aparecen todas igualmente bsicas, en soporte mutuo.En el mismo sentido, la democracia se entiende -y se sostiene- en una red moral que ayuda asostener. Nuestro conocimiento intenta reproducir conceptualmente ese telar, esa singularcombinacin que dota de identidad a cada cultura. No hay, como en la perspectiva instrumental,una fundamentacin que era, a la vez y mediada una inevitable teora de la democracia, unaestipulacin: aqu no hay, en el sentido al uso, fundamentacin; ni tampoco, diran estos autores,estipulacin, en tanto la democracia es, est, no se construye, ni conceptual niinstrumentalmente.

    Por supuesto, la caracterizacin de la democracia como forma de vida es ms bien magra.Pero como suceda en el caso anterior, se trata de hacer justicia a perspectivas diferentes yreunirlas ms que por sus tesis substantivas (una confusa amalgama de conjeturas histricas, tesismorales y principios epistemolgicos)43 por sus trazos metdicos y estrategias teorizadoras. Enel presente caso la forma de vida expuesta resulta compatible con formulaciones de muydiversa inspiracin: wittgensteinianas, para las que los individuos habitan -son, conviene insistir-una red cultural y lingstica, un juego de lenguaje, que dota de significado a comportamientosy elecciones; neoaristotlicas, que recrean -y no pocas veces fantasean- acerca de cmo eran lasdemocracias antiguas; medievalizantes y organicistas, en las que se toman argumentos -acercade vidas preadas de sentido- del pensamiento reaccionario clsico, unas veces con resonanciasescolsticas, otras directamente bblicas y casi siempre con tonos nacionalistas-, oliberal-culturalistas, defensoras de la buena coexistencia entre gentes distintas, que reescribennuestras democracias contemporneas con tintes comunitarios, como

  • 44 Desde un punto de vista propiamente metdico, la argumentacin historicista se corresponde con elmoderno coherentismo que con enorme brillantez ha rescatado bastantes de las intuiciones -aludidas en la nota 42-historicistas, narrativas, nego-hegelianas y de bastante historiografa marxista. Sobre el moderno coherentismoy sus distintas versiones cfr. Rescher (1973); Haack (1993: caps. 1 y 3).

    45 Sobre la fantasiosa recreacin comunitaria de las sociedades comunitarias, cfr. Phillips, 1993; sobre suslmites normativos y sus paradojas cfr. Kymlicka, 1988. Para una reconstruccin de Aristteles de enorme calidadfilolgica y analtica poco del gusto comunitarista (sostiene y documenta, por ejemplo, la centralidad del conceptode derecho), cfr. Miller (1995). Vale decir que, en perfecta consonancia con lo apuntado en las notas 46 y 47, haycierta paradoja aadida en ciertas estrategias comunitaristas de sugerir soluciones de entonces a nuestros problemasde hoy y, an ms, en exprimir las citas para parejo fin.

    46 Dificultades de esta naturaleza invitan a distinguir entre tres tipos de comunitarismos: una teora polticareferida a los sucesos morales; una filosofa poltica que permite realizar valoraciones y fundamenta valoraciones;una -vulgar- teora del conocimiento como un conjunto de ideas acerca de la naturaleza de las categoras analticas.Distinciones que no salvan -sino que perfilan- las dificultades (Ovejero, 1995b).

    330 Flix Ovejero Lucas

    un valor o identidad cultural que hace posible que distintas ideas de bien convivan sin tensin44.

    2.2. Los lmites de la fundamentacin histrica45La FH abandona cualquier ilusin trascendental, cualquier intento de asentar principios

    (morales, epistmicos o tericos) desde los que anclar la argumentacin. Los valorescompartidos por la comunidad constituyen el lmite de la razn prctica. Acciones ycomportamientos se calibran por su ajuste a los valores de la sociedad en la que surgen. Losindividuos se proveen de identidad como parte que son de la ciudad y su horizonte moral loconstituye la propia ciudad. Si no fuera porque alimenta la ilusin del sujeto trascendental, cabradecir que los individuos estn presos de la ciudad. Pero el sujeto es inevitablemente histricoy lo correcto es afirmar que los individuos son ciudad. Como en el poema de Kavafis: Laciudad ir en ti siempre. La ciudad siempre es la misma. Otra no la busques no la hay, ni caminosni barcos para ti. La pregunta no es qu quieres? sino quin eres?. Los individuos noeligen lo que son, sino que lo conocen, se (re)conocen. Frente a la antropologa de consumidor,del individuo que escoge sus gustos, propia de la FI, la FH se queda con tipos como elenamorado, el creyente o el homo/heterosexual: a pesar del lxico viciado no se eligen -no hay-preferencias sexuales; no se decide querer ni cabe la amenaza de dejar de querer; no se escogecreer en Dios. Los valores no se eligen, en los valores se est.

    Sin embargo, la perspectiva historicista resulta menos brillante en sus tesis positivas queen sus crticas. Hay problemas muy de principio, en la frontera de la inconsistencia, derivadosde la complicada coexistencia de tesis epistmicas, tericas y normativas. Tesis de naturalezabien diferente -que invitan a distinguir entre distintos comunitarismos46- pero difciles de

  • 47 Precisamente por eso la crtica comunitarista muestra las dificultades apuntadas al referirnos a lacoexistencia de tres comunitarismos. El comunitarismo terico explicara la imbricacin entre la moderna sociedadfragmentaria y las reglas de juego convenidas (democracia, justicia). Pero en tal caso, lo que no tendra sentido esel reproche del comunitarismo como filosofa moral por la prdida de lazos, reproche que se mostrarainoportunamente trascendental, echando las cuentas desde criterios funcionales para otra -o cualquier- sociedad, quees precisamente lo que prohbe el comunitarismo epistmico.

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 331

    suscribir simultneamente. Para ser ms precisos, resulta complicado sostener que: (1) la morales el resultado de las condiciones histricas, tesis positiva acerca de la naturaleza de moral (unproducto histrico); (2) Las sociedades modernas son condenables por haber perdido -Comoresultado de su propia desintegracin- la conexin con ideas morales densas, como la virtud ola buena vida, tesis normativa; y (3) no hay lugar para la condena moral suprahistrica, querequerira una valoracin transcendental de todo punto imposible habida cuenta el carcterinevitablemente contextual de las categoras analticas, regla metodolgica derivada de una tesisepistmica. La tesis (3) invalida la (2) y la (1), la condena y la universalidad. Naturalmente esamisma dificultad alcanza tambin a las ideas sobre la democracia. En el caso de la democracia-y la justicia- las tres dimensiones mencionadas se traducen en: a) la tesis de que la democracia-y la justicia- tienen que ver con escenarios de negociacin, con mercadeo de intereses; (b) lacrtica a la moderna democracia -y la justicia- de individuos atomizados porque nada tiene quever con ideas como la virtud, la buena vida, la amistad o la religin; c) la crtica a los intentosde justificar trascendentalmente la democracia o la justicia.

    Pero no es sta la ocasin de explorar los problemas del comunitarismo, por msconsecuencias que arrastren en su propia apreciacin de la democracia. Ahora interesa sobre tododestacar como, con otros argumentos, la FH acaba recalando en dificultades parecidas a las dela FI: a) carece de vigor discriminatorio; b) vaca a la democracia de vnculos slidos con lamoralidad; c) recala en una antropologa pobremente realista; d) coquetea con un nihilismo nomuy diferente del que denuncia. Dificultades que invitan a pensar que tampoco ahora nosencontramos con una genuina fundamentacin moral de la democracia.

    1. La historia explica, no justifica. Dar cuenta de la pertinencia de la democracia comoun modo de vida, narrar su funcionalidad dentro de -para los procesos que conforman unasociedad, no supone decir nada acerca de su bondad. Mejor, supone reconocer su bondadrespecto a aquello que existe. Eso justifica cualquier cosa, lo que existe por el simple hechode existir siempre debe explicarse y, por ende, quedar fundamentado47. De manera que la FHcarece de potencia discriminadora, incapaz de condenar nada, compatible con todo. Desde suinevitable contemporaneidad cualquier

  • 48 En ese sentido -pese a Rorty- aparece comprometido con cierto realismo moral, en tanto acepta algoparecido a que los enunciados morales describen estados del mundo y son verdaderos con independencia de lasopiniones de los individuos (Boyd, 1988).

    49 Por esta va la FH acaba coincidiendo con la tradicin analtica ms clsica. La vieja tesis intuicionistasegn la cual no hay posibilidad de fundamentar los juicios morales, que todo es una cuestin de adscripcin a losvalores, no est muy lejos de la tesis que afirma que no hay en la valoracin otra cosa que historia o que la intuicinno es ms que educacin y biografa. En todo caso, el comunitarismo, a diferencia de intuicionismo, aade unaconjetura sobre el origen de las intuiciones: la historia. En uno y otro caso se produce la misma resignacin, sea antela propia biografa, sea ante el juego de intuiciones: no hay modo de escapar al aparato moral de evaluar/percibiry, por tanto, no hay lugar para la calibracin racional.

    332 Flix Ovejero Lucas

    cosa parece bien48. Y, claro es, cuando no hay posibilidad de discriminar, no hay valoracin denada. Tampoco de la democracia, que queda de ese modo fuera del horizonte de la reflexinmoral.

    2. No hay, por tanto, una vinculacin fuerte entre democracia y moralidad. Tan solo haycircunstancial compaa temporal. Al modo como suceda con la justificacin instrumental, peropor otras razones, la democracia es superable, en la medida en que caduquen los nutrientessociales e histricos que la alimentan.

    3. La confianza en los valores no arranca de una consideracin razonada que juzgaimposible, por trascendental, sino del cobijo afectivo y referencial que proporcionan. Losindividuos se sienten bien al participar de los valores de la comunidad porque son los valores dela comunidad. Pueden tener creencias adecuadas moralmente, pueden valorar la libertad o laigualdad, pero la raz de su querencia es psicolgica; no es electiva, porque los aprecien, nitampoco es epistmica porque crean que tienen que ver con las buenas condiciones para laformacin de los juicios. De otro modo: la eleccin moral privada desaparece -se disuelve-en un proceso de causacin social, de formacin de las creencias desde lo pblico ms propiade la psicologa social que de la reflexin tica.

    Las preferencias, que algo tienen que ver con la democracia, se desproveen de todacalidad moral. Los individuos andan presos de sus biografas. La correcta percepcin de quesiempre se elige desde alguna parte, de que no hay sujetos descarnados, se prolonga en la urgenteinferencia de que no hay ms: como nadie puede escapar a s mismo, carece de sentido laaspiracin a cualquier fundamentacin, afincada en ninguna parte49. Eso es lo mismo que afirmarque no hay lugar para la eleccin de objetivos, para la eleccin moral. Si la FI vaciaba laspreferencias de dimensin moral agotndolas en los gustos, la FH hace lo propio con la biografa.En el lmite, los individuos determinados -sentenciados y abrumados- por su biografa, semuestran incapaces para la culpa y la responsabilidad. Sarmentosos de historia acumulada,autmatas de su propia historia y sin lugar para una eleccin genuina, resultan amorales. Comodice un buen poeta colombiano a propsito de los listos: su misma certeza los aniquila.

  • 50 Con frecuencia en este terreno se maneja imprecisamente una palabra tan proteica como sentido con-perdn por el abuso- sentido (significado) diferente en distintos contextos. En todo caso, conviene recordar que:a) el que una creencia proporcione sentido (estado psicolgico) a mi vida obviamente no quiere decir que la creenciatenga sentido (est bien fundamentada, como estado metodolgico); b) aun si la creencia tiene consecuenciaspsicolgicas benficas, la creencia no se suscribe por tales consecuencias benficas; stas son un subproducto dela propia sinceridad de la creencia: slo porque la creencia realmente tiene sentido para m, porque me la creo(estado epistmico), proporciona sentido a mi vida (estado psicolgico). Pace Pascal, a cierto Pascal, no es posiblecreer -en Dios o en lo que sea- porque me conviene creer (por las ventajas aun si inciertas de la eterna salvacin opor saber Dios qu).

    Cierto es que a veces se afirma correctamente que A cree en x porque le conviene y existe slidapsicologa social que muestra que muchas creencias se mantienen porque -en algn sentido- interesan. Pero convieneprevenirse de nuevo contra la falacia de la ambigedad: el porque de la psicologa social se refiere a las causasde la creencia; el porque que aqu nos ocupa es epistemolgico, tiene que ver con las razones que fundamentanla creencia. En ningn caso A, preguntado sobre su creencia en x, dir que le interesa creer en x. Es ms, sicontestase tal cosa, podramos estar seguros de que no cree en x. La sinceridad es inseparable de la creencia, aunde la creencia que interesa tener. La creencia no admite la voluntariedad. No se puede, a la vez, afirmarsinceramente: hay buenas razones para creer que es el caso que x y no creo que sea el caso que x. Otra cosaes que existan buenas razones para aceptar la creencia. La aceptacin conlleva, por as decir, un refuerzoepistemolgico. De ese modo habra lugar para mantener creencias simultneas que, sin embargo, no resultanaceptables. Para la distincin entre creencias y aceptacin cfr. el brillante ensayo -muy Oxford- de L. Cohen (1992).

    Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia 333

    Si la FI resolva en gustos e intereses, que no permitan razones, la FH resuelve enhistoria, tambin impermeable a la racionalidad. En la FI, las preferencias, lo privado, pordefinicin, era ajeno a la fundamentacin y lo pblico era poco ms que la agregacin de lassinrazones privadas. En la FH la prioridad -aun causal- recae en la esfera pblica: se forma sinatender a las voluntades de los individuos, las preferencias privadas se calibran por suadecuacin a lo pblico y slo porque lo pblico es pblico, compartido, no porque se valore ycomparta. Para la FH los valores no se profesan, sino que identifican. Los valores compartidosproporcionan sentido e identidad a las gentes. En la perspectiva de la FH, el reconocerse comomiembros de la comunidad otorga horizonte a los individuos y de esta manera, les proporcionaconfianza.

    Confianza que no arranca de una eleccin razonada de los valores colectivos que, en elparecer comunitario, parecera presumir individuos anteriores a s mismos. As las cosas, el nicoresquicio para juzgar las preferencias es su ajuste a valores sociales densos (Williams), fuertes(Taylor), a la moralidad compartida.

    Pero si las cosas son as, a fuerza de proporcionar certidumbres se desemboca en elescepticismo, cuando no en la inconsistencia. Pues, si es el caso que los valores no dependen delas elecciones, sino que son estas ltimas las que se juzgan desde los valores compartidos, habrque admitir la posibilidad de que los individuos se puedan comprometer en acciones que sonvaliosas aun si ellos no lo juzgan as, aun si no creen que, para ellos, tales acciones tengansentido. Pero si yo no le veo sentido a una accin, no s de qu modo podr otorgar sentido a mivida. Si los valores no dependen en alguna medida de las preferencias de los individuos, se hacedifcil satisfacer precisamente aquel rasgo que se reconoce como ms propio de los valoressociales compartidos, a saber, que para que un valor dote de sentido a la vida, para que se sienta,ha de ser credo. Para que una creencia proporcione norte a un individuo, es necesario que lahaga propia, esto es, que tenga una relacin sincera con ella, que se la crea (aun si es falsa oincorrecta). Para que Dios dote de sentido a mi vida, he de creer en l. nicamente entoncesexperimentar las consecuencias benficas de una vida dotada de sentido50. Es en escenariosvacos de sentido, alienados, desintegrados, en medio de la muchedumbre solitaria, dondeme encuentro con individuos

  • 51 Este argumento crtico, el problema del liberalismo y el bien (Douglas, Mara, Richardson, 1990), seextiende ms all de la idea de democracia. En su versin habitual afirma que el liberalismo se encontrara endificultades para conciliar su agnosticismo respecto a la idea de bien, el ideal de imparcialidad que inspirara a lademocracia liberal, con la defensa de sus ideales (libertad, cierta igualdad elemental) y/o con la crtica a los ideariosintolerantes, totalitarios o integristas. En una formulacin ms precisa la dificultad compromete a tres aspiracionesque cuajan en tres argumentos de complicada coexistencia: a) el ideal de imparcialidad que lleva a sostener que todaslas ideas tienen igual valor; b) la adscripcin a algunas de ellas y la consiguiente afirmacin de las ideas liberales;e) la racionalidad de esa adscripcin, esto es, la afirmacin de que hay razones para pensar que unas ideas sonmejores que otras.

    334 Flix Ovejero Lucas