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Orgaoo äe su Veoerable Oröeo Cercera y (ofraäías Dirección y Administración: PP. MERCEDARIOS Silva, 39.—Madrid (12) Tit I erce b 13 DE ABRIL DE 1930 <>- <D- • NÚM. 4 T.1 1\./1 JL 10 RESUCITÓ, NO ESTÁ AQUÍ, por Fr. M. Escánez.—LA SOCIEDAD SIN DIOS, por Fr. R. Del- gado.—EL DÚO DE LOS PÁJAROS, por Sergio M. Dun.—EL ILMO. P. RAIMUNDO MELCIIOR MAGI, por Fr. G. Vázquez. —Ei. TRATAMIENTO DE JESÚS A SU MADRE, por Fr. V. Núñez.— VAYAMOS AL CAMPO, por Fr. 0.—Los CRUCEROS, por Fr. G. Placer.—UNA REPÚBLICA MONÁSTICA, por Fr. G. V.—LA CONQUISTA DEL AIRE, por Fr. R. Sanjurjo.—Ocuo DÍAS DE RETIRO ESPIRITUAL, por Fr. R. Delgada—DE PUERTO Rico, por Fr. E. García.—ODA A SANTO TOMÁS DE AQUINO, por Fr. J. S. Crespo.—¿,CuÄx p o COMENZARON A VESTIRSE LAS IMÁGENES?, por 0.--PREVENTORIO INFANTA BEATRIZ, por A. Arnäiz.—IN MEMORIAM, por Fr. L. Santamarfa.—NoTiciAs.—BIBLIOGRAFÍA.—INDULGENCIAS DEL MES. RESUCITÓ, NO ESTA AQUÍ... ... Y fijé en el alborear dichoso de un día, cuyo recuerdo no morirá. Estaba destinado a ser el «Día», por excelencia, que hizo el Señor para que de veras nos regocijásemos en él... Nunca tanta rosa de luz hubo en el aire, ni sobre las llores tanto aljófar como en aquel divino amanecer. Quiso Jesús escoger aquella auro- ra vestida de lirios amarillos como los que crecían en las húmedas már- genes del Cedrón, para elevarse, ra- diante, a través de la pesada losa del sepulcro, dejándola intacta y sin romper uno solo de sus sellos (1) del (1) Por lo dicho se comprenderá cuánto ye- rran los pintores que representan al Salvador sa- l iendo del sepulcro con la losa apartada a un lado. No fue así. La atravesó milagrosamente sin quitarla ni moverla. Quien la movió fue el ángel que luego descendió del cielo. (Math. 28, 2). mismo modo y por el mismo infinito poder con que había querido también al nacer en este mundo, que perma- neciese intacto e inmaculado el pu- rísimo y virginal claustro materno de su bienaventurada Madre... Fué aquella, dice un autor moder- no, «una de esas albas serenas que hacen pensar en los inocentes que duermen y en la belleza de las pro- mesas, y en que el aire, limpio y benigno, parece haber sido conmo- vido un momento antes por un vuelo de ángeles. Días virginales que se preparan con lúcidas palideces, con alegre verecundia, con frescos estre- mecimientos, con alentadoras can- dideces» (1). No lloraron nunca las últimas ma- tutinas estrellas, como en aquel glo- (I) Papini. L a de Cristo.

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Orgaoo äe su VeoerableOröeo Cercera y (ofraäíasDirección y Administración:

PP. MERCEDARIOSSilva, 39.—Madrid (12)Tit I erceb

13 DE ABRIL DE 1930

<>- <D- • NÚM. 4

T.1 1\./1 JL 10RESUCITÓ, NO ESTÁ AQUÍ, por Fr. M. Escánez.—LA SOCIEDAD SIN DIOS, por Fr. R. Del-

gado.—EL DÚO DE LOS PÁJAROS, por Sergio M. Dun.—EL ILMO. P. RAIMUNDO MELCIIOR

MAGI, por Fr. G. Vázquez. —Ei. TRATAMIENTO DE JESÚS A SU MADRE, por Fr. V. Núñez.—VAYAMOS AL CAMPO, por Fr. 0.—Los CRUCEROS, por Fr. G. Placer.—UNA REPÚBLICA

MONÁSTICA, por Fr. G. V.—LA CONQUISTA DEL AIRE, por Fr. R. Sanjurjo.—Ocuo DÍAS DE

RETIRO ESPIRITUAL, por Fr. R. Delgada—DE PUERTO Rico, por Fr. E. García.—ODA A

SANTO TOMÁS DE AQUINO, por Fr. J. S. Crespo.—¿,CuÄx po COMENZARON A VESTIRSE LAS

IMÁGENES?, por 0.--PREVENTORIO INFANTA BEATRIZ, por A. Arnäiz.—IN MEMORIAM, porFr. L. Santamarfa.—NoTiciAs.—BIBLIOGRAFÍA.—INDULGENCIAS DEL MES.

RESUCITÓ, NO ESTA AQUÍ...... Y fijé en el alborear dichoso de

un día, cuyo recuerdo no morirá.Estaba destinado a ser el «Día», porexcelencia, que hizo el Señor paraque de veras nos regocijásemosen él...

Nunca tanta rosa de luz hubo en elaire, ni sobre las llores tanto aljófarcomo en aquel divino amanecer.

Quiso Jesús escoger aquella auro-ra vestida de lirios amarillos comolos que crecían en las húmedas már-genes del Cedrón, para elevarse, ra-diante, a través de la pesada losadel sepulcro, dejándola intacta y sinromper uno solo de sus sellos (1) del

(1) Por lo dicho se comprenderá cuánto ye-rran los pintores que representan al Salvador sa-liendo del sepulcro con la losa apartada a unlado. No fue así. La atravesó milagrosamentesin quitarla ni moverla. Quien la movió fue elángel que luego descendió del cielo. (Math.28, 2).

mismo modo y por el mismo infinitopoder con que había querido tambiénal nacer en este mundo, que perma-neciese intacto e inmaculado el pu-rísimo y virginal claustro materno desu bienaventurada Madre...

Fué aquella, dice un autor moder-no, «una de esas albas serenas quehacen pensar en los inocentes queduermen y en la belleza de las pro-mesas, y en que el aire, limpio ybenigno, parece haber sido conmo-vido un momento antes por un vuelode ángeles. Días virginales que sepreparan con lúcidas palideces, conalegre verecundia, con frescos estre-mecimientos, con alentadoras can-dideces» (1).

No lloraron nunca las últimas ma-tutinas estrellas, como en aquel glo-

(I) Papini. L a de Cristo.

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con una poderosa sacudida, han rotolos sellos de la sepultura y han apar-tado la piedra, sentándose tranquilos,y disponiéndose, como decíamos, atestimoniar ante el mundo la verdadincontestable de tan inefable pro-digio.

Por eso, en fin, el sol, al elevarseaquella mañana memorable sobre lassuaves y verdes colinas de Palesti-na, creo yo debió derramar muchasrosas, más rosas que nunca, sobre el

divino Triunfador, apresurándosetambién él a coronarlo de ellas a sumodo como anticipo o muestra de lasrosas de muchos corazones que, apartir de aquel día habían de ofrecér-sele, sangrientas como la del Suyopor los padecimientos, pero irresisti-blemente atraídas y presas por losdulces y suaves «vínculos de suamor».

FR. MIGUEL ESCÁNEZSan Claudio (Oviedo), 1-IV-930.

1

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Poyo (Pontevedra).—Coristado de la Provincia de Castilla con el Rvdmo. P. General.

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— 122 —

rioso alborear, tan resplandecienteslágrimas de gozo y de luz al comen-zar a desvanecerse tenuemente en elcárdeno y rosado manto del cielo...

Estremecíase la campiña al soplode la auroral y fresca marea, conperfumes de romero y de mastranzos,de menta y de mejorana...; sobre lasladeras de las colinas, blanqueabanlos guindos en flor, temblaban, tras-parentes como vidrios de esmeralda,los tiernos renuevos de las vides, lafronda virginal de los almendros yterebintos, de los trigales y alcocerescargados de rocío...

Sollozaban su mejor canción lospájaros, saludando la riente alboradade ámbar, humedeciendo gozosos supico parlero en las gotitas de agua-miel que tiemblan en las fiorecillpsde los setos, en el fonje y vacío ta-piz de las praderas, en los húmedosramblizos de los montes...

... Y, camino del sepulcro del Se-ñor, pasa María Magdalena y Juanade Casa y María de Betania y Salo-mé... Llevan en sus manos ungüen-tos y perfumes de nardo, en sus ojoslágrimas, en su pecho amor...

Cuando han entrado en el huertode Arimatea, han encontrado el se-pulcro de su Señor vacío, apartada lapiedra, y, sobre ella, sentado, unángel resplandeciente que les dice:«resucitó, no está aquí». ¿Por québuscáis entre los muertos al quevive?

¿No recordáis lo que dijo en Gali-lea, que sería entregado a los peca-dores y que resucitaría al tercer día?Id y decid a sus hermanos que Jesús

ha resucitado y que pronto volverána verle'.

¡Sí! Y lo vió su Madre benditaantes que nadie (1), y lo vió Magda-lena, y lo vieron los Apóstoles.

Llevaba en su Humanidad Santísi-ma un vestido de luz; luz de nácar yrosa en su rostro, luz de azabache ensus ojos, luz de púrpura en sus llagas,luz de amor en su corazón...

Luchó El, divino Adalid del amor,contra todos los odios del infierno yde los hombres... Y triunfó.

Triunfó en Jesús la vida sobre lamuerte, la luz sobre las tinieblas, elamor sobre el odio, la misericordiasobre el pecado, la mansedumbre yla paciencia sobre el rencor y la trai-ción...

Por eso lo corona su Padre degloria sobre todos los mortales, y loconstituye «prenda de nuestra he-rencia», ensalzándolo sobre «losprincipados y potestades, y virtudesy dominaciones..

Por eso hace bajar, allí, dos ánge-les resplandecientes para que comonotarios celestes, al pie de aquel mis-mo glorioso sepulcro, den ante loshombres irrefragable testimonio dela resurrección de Cristo. Ellos hanhecho extremecer la campiña toda

(1) No puede dudar de esto ninguno que estéen su sano juicio. Los Evangelistas, en su conci-sión maravillosa, han evitado todo lo que en al-guna manera pudiera aparecer superfluo. Hancuidado de hacer constar la aparición de Jesús atodos aquellos de quien en alguna manera podríacaber duda. Sobre María dejaron asentado en eltexto lo que realmente bastaba, al afirmar que erasu Madre. Las consecuencias que de ello se deri-ven (y esta aparición es una) las sacaran loshombres con su luz natural. Para eso se la dióDios.

— 125 —00...000000oo00000000000000000000O00000cmocemm0000000000nnoonoon0000n0000nononon00000ceo0000OOOOOOe%

LA SOCIEDAD SIN DIOS%000000ranoo”..‹....00noocb00000000.30000000000000000000000000e.00nocr00000000000000000000000000000o000000°

El hombre es religioso y sociable.

Empezamos por afirmar que elhombre es por su propia naturalezasociable, y, también, es religioso. Sipor naturaleza es el hombre sociable,la sociedad es hija de la naturaleza y,por tanto, de Dios. El hombre, porser criatura de Dios, le debe dar culto,es decir, debe ser religioso; luego lasociedad, por la misma razón, debedarle culto, debe ser religiosa. Nohay, pues, ni debe haber sociedad sinDios, sociedad irreligiosa.

El hombre lleva en su mismo na-cimiento la tendencia a la

Sociedad.

Abramos las áureas páginas dellibro por excelencia de la humanidad,la Biblia, y con profundo respeto,con adorable veneración, leamos suprimera página, y veremos cómo elhombre ha nacido para vivir en so-ciedad.

En un principio creó Dios el firma-mento y los hermosos luminares quelo alumbran; echó los fundamentosde la tierra, rodeándola con los pla-teados galones de los mares y alfom-brándola con el verde terciopelo delas plantas; dió existencia a las flores,y creó las aves que, extendiendo susvaporosas alas de vistosos y varia-dos colores, remontan su vuelo haciael cielo... Creó los monstruos quesurcan los mares y la naturalezatoda... Estaba concluido el magníficopalacio del universo, el grandioso

templo de la creación, pero en aquélfaltaba un rey y en éste un sacerdote.Dios, tomando consejo de su poder,de su sabiduría y de su amor, dijo:«Hagamos al hombre a nuestra ima-gen y semejanza». Y al potente ecode la palabra creadora de Dios surgióel hombre, como una aparición dulcí-sima en medio de la floresta perfuma-da del Edén, llevando en su inteli-gencia una chispa de la inteligenciainfinita, en su alma sonidos divinos yen su corazón la llama vivificante delamor, con la frente erguida en actitudde mirar al cielo, extendidas y libreslas manos como dispuestas a empu-ñar el cetro de la creación. Y el hom-bre, al percibir el aroma de las flores,el murmullo de las aguas, el rumorde las selvas, el trino de las aves; elhombre sintióse feliz, cayó de rodillasy adoró a su Creador, a su soberanoDueño y Señor.

Y Dios, tomando forma visible, sele aparece y le habla como un padrehabla con su hijo. Pero el hombrecomprende que le falta algo a la ple-nitud de su grandeza; adivina que noestá organizado para vivir solo en lasoledad del mundo; Dios se adelantasonriente y apacible a Adán y, al ver-lo solo, concibe un gran horror a lasoledad, y exclama: «No es bueno queel hombre esté solo; hagámosle unacompañera semejante a él que puedaservirle de ayuda».

Y hay entonces un momento gran-dioso, verdaderamente sublime, en la_

historia de -la humanidad. El hombredescansa a la sombra de un corpu-lento árbol, junto a una cristalinafuente, y duerme, y sueña que es pa-dre de innumerables generaciones,innumerables como las estrellas delcielo. Dios se acerca a Adán, tomauna de sus costillas, plasma en ellala mujer, poniendo en su frente todoslos encantos de los cielos. Al des-pertar, no se encuentra solo. Junto aél hay una mujer, su compañera, suesposa, Dios amoroso se la presentaa Adán que, arrebatado de gozo, ple-no de entusiasmo, enajenado de feli-cidad, exclama: «He aquí el completode mi grandeza, mi corona, mi felici-dad, mi gloria». De los ojos de aqué-lla, casta y pura, salen rayos amoro-sos dirigidos al corazón del hombre,y que al llegar al corazón de Dios,los devuelve convertidos en arenasde fuego que funden ambos corazo-nes. Ya no son dos corazones, sinouno solo; ya no son dos carnes, sinouna sola carne.

Dios ha dado ser a la familia, basey fundamento de la sociedad. El hom-bre, pues, no ha sido creado para vi-vir en la soledad, tiene ya constituidapor Dios la sociedad conyugal.

El hogar a través de las páginasbíblicas.

Es cierto que, a consecuencia delpecado original, la familia, la primerasociedad, experimentó una sacudidaterrible: nuestros primeros padresfueron arrojados del perfumado jar-dín del Paraíso, condenados a comerel pan con el sudor de su frente, al

dolor y a la muerte, pero no a viviren la soledad y aislamiento.

A través de las narraciones bíbli-cas vemos siempre el bendito hogaraclamado por los videntes de Israel,encargados de conducirlo por los ás-peros desiertos de la vida. Ya esIsaías que, viendo en el hogar aquelsantuario en donde se guarda el dul-ce y suave rescoldo, decía: «¡Oh, viel hogar y en él me he confortado!»Ya es el sabio del pueblo de Dios, quelo compara a un pozo de cristalinasaguas, cuando exclama: «Bebe el aguade tu pozo y no comparta el extrañocontigo los manantiales de tu alegría».Ya es el autor de los Proverbios:«Regocíjate, hijo mío, con la esposade tus juveniles años; que sea para tíla gacela de las gracias y la cierva delos amores». Ya es el Salmista Reycantando: «Bienaventurados los quetemen al Señor y andan por sus ca-minos: eres dichoso porque esperascon el trabajo de tus manos en lo re-tirado de tus moradas. Tu esposa seasemejará a una abundante viña; ytus hijos, como retoños de oliva, y lapaz y la dicha morarán contigo».

El hombre a través de la Historia.

Siempre que con serena imparcia-lidad se estudie la historia del hom-bre a través de todos los siglos, leencontramos en todas las épocas yedades formando grandes o pequeñosnúcleos de sociedad, y no se le en-cuentra, por mucho que los defenso-res de la teoría de Rousseau han in-vestigado, viviendo solo o aislado,para venir más tarde por medio de lascontinuas evoluciones, transforma-

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ciones, a constituir el hombre social.Quedará vagabundo por los inmen-sos abrasados arenales del desierto,bajo los ardientes rayos de los trópi-cos, perdido por entre las selvas, sealimentará de yerbas y raíces silves-tres, pero siempre se le encuentra vi-viendo constituyendo sociedad, aun-que sea viviendo bajo rústicas y rudi-mentarias chozas, cubiertas de pielesde osos blancos, bien las hojas depalmera.

Constitución natura/ del hombre.Si estudiamos la constitución natu-

ral del hombre, sus inclinaciones ysus tendencias, tenemos que conve-nir que existen en él necesidades ur-gentes e imperiosas, que no puedesatisfacer por sí solo; dulces afectosrevelados en todas las manifestacio-nes de su vida, y que dicen relación aotro; facultades nobilísimas que nopuede ejercitar si no es en estado«social».

Veamos al hombre en su larga ca-rrera por este erial de la vida desdela cuna hasta la tumba. ¿A cuántasnecesidades y contingencias no estáexpuesto? Yace en su cuna, duerme,¿quién ha de velar su sueño? Llora,gime, tiene hambre, sed, está tiritan-do de frío, sus tiernas carnes estáncubiertas con unos cuantos jironesque es necesario sustituir; ¿quién hade enjugar sus lágrimas, interpretarsus gemidos, llevar alimento a suboca, cristalinas aguas a sus labios,calor a sus entumecidos miembros yresguardar y poner a cubierto suscarnes de las diversas intemperies deltiempo? El por sí mismo es incapaz

de procurarse nada de esto; nace dé-bil, ignorante, no sabe darse cuentade lo que su alrededor pasa; su in-fancia es de meses, años.

Dejad al niño como planta solitaria,abandonado en su infancia, ¿qué lesucedería? Necesariamente tenía queperecer víctima del hambre, del frío,del calor, de una enfermedad, o deotros mil incidentes a que continua-mente está expuesto. ¿Qué sería dela frágil existencia del hombre en suinfancia si no estuviera rodeado, pro-tegido, de los solícitos cuidados dela sociedad familia? ¿De qué mediospodría valerse para salir triunfante detantas dificultades, obstáculos, peli-gros, necesidades, etc., etc., comoencontrará al abrir por primera vezlos ojos a la luz del día?

La lucha de las pasiones.

Hay un inesperado momento en lavida del hombre. Cuando traspasalos umbrales de la niñez para palparlas tristes y dolorosas realidades delvivir, el niño llega a ser adolescente.Entonces se entabla una fuerte y re-cia lucha entre la materia y el espíritu;las pasiones hierven, los sentimien-tos se hacen impetuosos, torpes an-sias, brutales apetitos le abrasan, ysu corazón semeja un mar tempestuo-so por las avasalladoras corrientesde las pasiones. ¿Qué sería del inex-perto joven, abandonado a la caldea-da vorágine de sus impetuosos ape-titos, si lo constituimos fuera de la«Sociedad», que viene a ser, despuésde los sentimientos religiosos y delos poderosos auxilios de la gracia,el gran freno, el positivo auxiliar,

para reprimir, sujetar y vencer lasmalas y torcidas inclinaciones, y co-mo refulgente y espendorosa antor-cha, como faro luminoso, en mediodel embravecido mar de la vida, irra-dia prácticas enseñanzas, provecho-sas orientaciones, que le instruyen,le educan y moralizan?

Viene más tarde la edad viril connuevas e imperiosas necesidades. Delcorazón del joven surge un afecto, elsentimiento del amor; pero ese afecto,ese amor, dicen relación a alguiencon quien comunicarse; busca otrocorazón con quien unirse, despiertael amor conyugal y el paterno con to-das las hermosas realidades de lapaternidad. ¿Cómo podría el hombrever cumplidas y satisfechas estas no-bles aspiraciones de su corazón sinoviviendo en «Sociedad» con sus se-mejantes?

Necesidades de la ancianidad.

Cuando el hombre creía empezabaa vivir, con sorpresa, conoce que sehalla en la ancianidad y, entonces,gastadas sus energías, perdidas susfuerzas, debilitadas sus facultades,enfermo y achacoso, se encuentraque vuelve a estar tan necesitado decuidados como estuvo en la infanciay, algunas veces, quizá más.

Por donde se ve que en todas lasedades y circunstancias de la existen-cia necesita el hombre de la ayuda,favor y auxilios de sus semejantes,necesita vivir en «Sociedad», en con-tinuo roce con ellos para llenar y sa-tisfacer todas las exigencias de sunaturaleza.

El hombre y sus facultades.

¿Qué quiere, qué busca, la inteli-gencia humana? Conocer la verdad.Pero esta nobilísima facultad queda-ría completamente inactiva, paraliza-da, si el hombre no viviese en «So-ciedad», si no se comunicase con sussemejantes. Los progresos en el or-den moral, intelectual, social, etc., et-cétera, son debidos al estudio, a lainvestigación, al libro, a la lectura, alas tradiciones, al ejemplo, a la vir-tud... a la comunicación de ideas, desentimientos, de impresiones, de unoscon otros.

La inteligencia nunca está satisfe-cha; ella quiere indagarlo todo, sa-berlo todo y, ávida siempre de mas,vuela más allá del tiempo, baja a lasentrañas de la tierra, penetra en losabismos del mar, quiere sorprendertodos los secretos de la naturaleza,y cansada, rendida, aún exclama conun poeta: «¡Luz! ¡Luz, más luz!» ¿Po-dría el hombre calmar esa sed que

siente su inteligencia, que la inquietasi no formase «Sociedad»?

Tiene el hombre otra maravillosafacultad, la de expresar sus pensa-mientos, sus afectos, por medio de lapalabra. ¿Pues a qué fin—exclama ungran pensador—nos concedió elCreador el habla, este intérprete delalma, esta expresión fiel del pensa-miento, este «don» precioso con elque comunicamos con nuestros se-mejantes nuestros pensamientos,nuestros pesares, nuestras alegrías ynuestras más íntimas satisfacciones?La contestación es clara; porque en-tró en los designios del Supremo Ha-

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00 0o 0 0:22::::=- 128 —

cedor el crearnos para la vida socia-ble.

El amor, la amistad, la gratitud, lacompasión, etc., etc., fuera del co-mercio de las ideas y de los senti-mientos humanos, ¿qué son?, ¿cuáles la finalidad de su existencia? Lomismo se puede preguntar de sus con-trarios el odio, ja venganza, la ene-mistad. Estos sentimientos, estosafectos, inclinaciones y tendencias,no son artificiales, no son adquiridospor la educación, sino nacidos y for-

Un compañero mío que hizo toda sucarrera en Italia, me explicó la equi-valencia de ambas frases. En Españano tenemos judíos hace varios siglosy hemos olvidado, felizmente, suscostumbres. Una de ellas, por lo vis-to, consiste en reunirse en la Sinago-ga, sobre todo en días de penitencia,clamando a Dios cada uno por sulado, y gritando cuanto más puede.

Cosa parecida están haciendo entrenosotros los periódicos anticristianos(ya no se llaman anticlericales), sobretodo «El Sol». Sus redactores no seponen de acuerdo para nada y las pa-ginas del periódico semejan con fre-cuencia una pelea de gatos.

Hace pocos días, en primera plana,un redactor manejaba el incensario enhonor de los radicales franceses quehan hecho gratuito el primer año delbachillerato, facilitando así a los po-bres el acceso a las carreras. Pero en

mados en las profundidades de nues-tro ser; son connaturales al hombre;razón que prueba, una vez más, quefuimos creados para la vida social yque la « asociación» es el gran teatrodonde Dios quiere que cumplamos elfin para que fuimos creados: amar yservir a Dios y mediante esto conse-guir la felicidad eterna, la posesiónde Dios.

FR. R. DELGADO CAPEÁNS

O. de M.

la columna siguiente, otro articulistasostenía que el coste de los libros detexto en España no es una estafa, co-mo creen cuantos los pagan. Ochentao cien pesetas de libros pésimos nodeben asustar a nadie.

Pocos días después, otro redactorse encara con el Papa, que ordenódesagravios y oraciones por las atro-cidades cometidas en Rusia. El Papase deja engañar por los corresponsa-les que allá tiene, como antes le en-gañó Mussolini, que no ha cumplidonada de lo prometido.

Pero otro redactor arremete con elDuce, al que acusa de traidor, porhaberse entregado en brazos de laIglesia, que es dueña de Italia y delfascismo, por la enseñanza en sustres grados.

¿Habrá manera de enseñar un pocode armonía a estos gatos, digo, aestos hebreos?

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2 7,

El dúo de000000000.00000000

EL RUISEÑOR

Rey de la selva, sobre las florespolicromadas tengo mi asiento;y mis arpegios y mis canciones

sobre sus alas se lleva el viento.

LA GAVIOTA

De un polo al otro, rápida y libre,

surqué la inmensa llanura azul;

amiga y socia llamé a la nube;

supe del cielo la latitud.

EL RUISEÑOR

Con nuestros cantos

y nuestros vuelos,

LA GAVIOTA

tú por la tierra,

yo por el mar,

LOS DOS

ambos a dúo, las alabanzas

cantamos siempre de Jehová.

LA GAVIOTA

Rocé las olas que blandamente

buscan la orilla para jugar.

Crucé y traspuse la nube ingente

que va preñada de tempestad.

EL RUISEÑOR

Dentro del bosque, del río a la vera,

lavé mis plumas y, con mi acento,

detuve al águila en su carrera,y esclavo 117 IÓ llamé al silencio.

00000000003...0000.:00 0 00 0 0 0 .0.2 .0. 0 0 . 0.

Os—ol

os pájaros000 000000000 0 .000000 0 ..o

Siempre contentos

y vencedores,

LA GAVIOTA

tú por la tierra,

yo por el mar,

LOS DOS

ambos a dúo, las alabanzas

cantamos siempre de Jehová>.

LA GAVIOTA

Como la góndola, sobre las aguas

mecí mi cuerpo leve y gentil;

conté a los peces todas mis ansias,

sus soledades ellos a Iní.

EL RUISEÑOR

Canté y mis cantos (estrofas líricas

como las notas de mi laúd),

armonizaron con mis fatigas,

y el sol de otoño les dió su luz,

¡Hosanna! ¡Hosanna!

LA GAVIOTA

Cielos y tierramares y bosques;

al par cantad,

LOS DOS

las maravillas del Dios inmenso,

del siempre grande, de Jehová.

SERGIO M. DUN

Poyo, 23-111-1930.

Una Sinagoga de hebreos(O una pelea de gatos)

— 151 —

do Colegio de la Compañía, pidió alP. Magí que redactara sus constitu-ciones (1).

Muerto el Sr. Belträn fijé el P. Magí

en el mismo Seminario al ser trasla-dados allí en 1789 los restos del Inqui-sidor, a los seis años de su muerte,ocurrida en Madrid El sermón es no

El Ilmo. P. Raimundo M. Magí, Obispo de Guadix.(Retrato existente en el Convento del Puig.)

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El Ilmo. P. Raimundo Melchor Magí (1732-1803)

Los trabajos que tenernos del PadreMagí no corresponden al prestigioque disfrutó en vida. Fué un gran pre-dicador y sus luces y consejos dieronbrillo a otros, pero, como tantos hom-bres de todos los tiempos, no concentró sus energías en trabajos querepresentaran su gran talento.

Melchor Magí nació en Vinaroz,provincia de Castellón, el 6 de enerode 1732. El 9 de Diciembre de 1745vistió en Valencia el hábito merceda-rio, anteponiendo a su nombre el deRaimundo, y el 6 de enero de 1748hizo su profesión, al cumplir los die-ciséis años.

En Valencia continuó sus estudios,y cuando estaba en el cuarto año deTeología, el Maestro Fray José Ma -ries, nombrado Vicario general deItalia y Procurador de la Orden en laCuria Romana, lo llevó consigo a Ro-ma, previa oposición en Tarragona algrado de lector.

En Roma terminó sus estudios yleyó dos años de Teología, ensan-chando los horizontes de su inteligen-cia con variados conocimientos, yadquiriendo la flexibilidad y amplitudde miras que encantaba a sus con-temporáneos.

Vuelto a España continuó enseñan-

do hasta graduarse de Presentado oLicenciado. Su fama de predicador lotrajo a Madrid, donde se hizo notarpor su juicio elevado y por su erudi-ción de buena ley. Fué predicador deSu Majestad y obtuvo una de las doceplazas de Maestro en Teología por suprovincia de Valencia.

Fué propuesto para visitador enAmérica entre los varios que nombróCarlos III para la famosa reforma in-tentada en 1772, pero esquivó tan pe-sada comisión, so pretexto de no per-tenecer a la provincia de Castilla. Lasuya de Valencia le eligió Provincialen 1784.

La firma del P. Magí aparece algu-nas veces en la censura de libros yLlorente vió en el archivo de la Inqui-sición un informe suyo, basado en lasideas de Benito XIV y harto más com-prensivo que solían serio nuestros in-quisidores, juristas y no teólogos (1).Tenía la fecha de 1782.

El Inquisidor General D. FelipeBeltrán, Obispo de Salamanca y pai-sano del Mercedario, se guiaba por élen todos sus actos, y al fundar el Se-minario de Salamanca en el extingui-

(1) Llorente: Historia de la Inquisición, II, pá-gina 31.

quien pronunció su oración fúnebre

(1) Debo esta noticia al docto catedrático dela Universidad salmantina D. Leopoldo Juan Gar-cía, mi querido condiscípulo. En la biblioteca delSeminario hay muchas cartas del P. Magí.

menos sólido que brillante, y demues-tra lo que su autor hubiera podidohacer con la pluma.

El mercedario se declara desde elprincipio «testigo fiel y ocular, e inse-

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El tratamiento de Jesús a su Madre0...ceen500.000.00ezezec000000...eneee...000.00enens0000e

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parable sirviente del difunto», y cele-bra su acierto en la erección del Se-minario, que le costó diez años defatigas.

Pondera también su discreción enla censura de libros, permitiendo lalectura de la Sagrada Escritura enlengua vulgar, como hacía doscientosarios venían reclamando las mayoresinteligencias de España, y los máscelosos promotores de la vida espi-ritual. Sabido es que la versión apro-bada fué la del P. Scio.

No todo fué, sin embargo, blanduraen el señor Beltrán, pues algunas ve-ces hubo de mostrarse enérgico in lacondenación de libros y personas, apesar de tener grandes valedores, co-mo sucedió en el proceso de Olavi-de en 1778.

Lo que no dice el orador y nos re-velan los documentos, es que en casi

En cierta Universidad había un es-tudiante ya mayor en días, de luengay densa barba. Pero una mañana deprimavera sintió que le molestaba yse afeitó sin más consideraciones.Fue recibido en el claustro con la na-tural sorpresa, y sus condiscípulosrodeäronle diciendo: Con que ¿hadesesterado usted ya?

Hace unos años llegué a Madrid enel expreso de Irún, sobre las seis de

todo eso el Inquisidor apenas hizootra cosa que dejarse guiar por elMercedario (1).

La Academia de Nobles Artes deSan Carlos de Valencia encomendóal P. Magí el discurso, para la distri-bución de premios del 9 de octubrede 1786, nombrándole académico dehonor. El discurso se imprimió en lasactas al año siguiente y nuevamenteMadrid en 1796.

En 1798 fué nombrado el P. MagíObispo de Guadix y Baza, diócesisque gobernó con celo e inteligenciaescribiendo varias pastorales que lehonran. Pasó a mejor vida en Guadixel 25 de septiembre de 1803.

FR. GUILLERMO VÁZQUEZ

(1) El Sermón de Honras ocupa las páginas303-343 del tomo I de la Colección de SermonesEspañoles, editados en Madrid por Sancha en1797. Hay además una primera edición suelta.

la madrugada. Los cocheros estabanen huelga y no veíamos otro recursoque cargar con nuestras maletas. Ungolfillo se ofreció a llevar la mía,mientras otro se acercaba a una se-ñora italiana que había venido en elmismo tren.

—¡Una vettura! (un coche)—excla-maba la buena mujer.

—¿Quiere que le eche la buenaven-tura?—interpretó el golfo.

La necesidad y mi palabra conven-cieron a la buena señora de que debíaconfiarse a tan curioso gula.

Jesús no prodigó a su Madre santí-sima las efusiones de ternura, en pú-blico al menos. Tenía un motivo po-deroso para reprimir esos afectossantos, que los demás hombres reser-vamos también para la intimidad.

El había venido a salvar el mundocon su pasión y muerte y necesitabapreparar a su Madre para tan durotrance. Una blandura excesiva en sutrato no podría menos de hacer másdoloroso para ella el golpe fatal.

María tuvo, sin embargo, plenaconfianza en su Hijo, de la cual esbuena prueba la escena de las bodasde Cana. Viendo el apuro en que seencontraba la familia del novio, laVirgen dice a Jesús: No tienen vino.Y Jesús le respondió: ¿Qué nos va ami ni a ti, mujer, en eso? No llegótodavía mi hora. La Santísima Vir-gen ordenó, sin embargo, a los ser-vidores ponerse a las órdenes de Je-sús, y el Salvador adelantó la horade los milagros, convirtiendo el aguaen vino.

Jesús empleó una expresión pareci-da en la cruz, cuando antes de expirarencargó a San Juan el cuidado de suMadre: Mujer, he ahí a tu hijo. Y alDiscípulo: he ahí a tu madre. En me-dio de los terribles dolores de suagonía, Jesús se preocupa de la so-ledad de su Madre, pero •no la prodi-ga excesivos cariños, que hubierandestrozado aún más su corazónamante. Sus palabras son a la vez deamor y de fortaleza.

Sin embargo, ese tratamiento: Mu-jer, resulta excesivamente duro encasi todas las lenguas modernas y hal lamado la atención de muchos expo-sitores. ¿Resultaba así también en lalengua usada por el Salvador?

No es fácil asegurarlo, pues notenernos documentos suficientes de

ella, pero hay motivos para sospe-char que no. En muchas lenguas an-tiguas y en algunas modernas, comoel alemán, la palabra mujer significaa la vez señora. Asi meine Frau debetraducirse unas veces por mi mujer,otras mi señora o señora mía. Unse-re liebe Frau es la expresión más co-rriente para designar a Nuestra Se-ñora, aunque literalmente signifiquenuestra querida mujer. Así tambiénJungfrau significa la Virgen (literal-mente joven mujer).

Los expositores citan no pocosejemplos griegos y orientales de lapalabra mujer con ese matiz de respe-to, que muy bien podría tener igual-mente la palabra usadeor Jesús y quelos evangelistas tradujeron por gyné.

Esta misma palabra tiene, induda-blemente, carácter honorífico en va-rios pasajes evangélicos, por ejem-plo, en San Mateo, 15, 28, en que elSeñor, dirigiéndose a la Cananea,que con extraordinario amor y humil-dad pedía la curación de su hija, ledice: Oh mujer, grande es tu fe; ¡há-gase como lo quieres!

Pero ¿cuál era la lengua habladapor Nuestro Señor? En los pasadossiglos se discutió mucho acerca deesto. Unos creyeron que había sidoel hebreo clásico, otros que el griego,y algunos sostuvieron opiniones ex-travagantes.

La verdad es, sin embargo, que elhebreo bíblico se había corrompidosiglos antes del Salvador. La lenguavulgar de Palestina en tiempo de Je-sucristo, era un dialecto derivado delhebreo bíblico con muchos elementossiriacos o arameos. Algo parecido alo que sucedió entre nosotros con ellatín para dar lugar a las lenguas mo-dernas.

FR. V. NÚÑEZ

ANeCDOTAS

Vayamos al campo..A. 00%.

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Se puede andar sin patinar, haymovimientos sin convulsión, hay enla vida excitaciones suaves y conve-nientes, hay diversiones que no supo-nen ningún espasmo, ni una actividadcardíaca peligrosa. El vigor es unacosa dulce y ordenada que se llevamuy bien con la tensión del esfuerzo,de la actividad profesional.

Pero para saber muy bien todo esto,hay que salirse de los dominios delcaballo vapor y vivir una temporadaen medio del campo.

Si la inquietud mecánica produceuna inquietud que va al mismo espíri-tu, después de hacer estragos en unaserie de órganos, la quietud exteriordel campo se hace luego íntima, des-pués de restablecer el equilibrio de lavida orgánica y sensible. Aquí todoestá firme, en su lugar: las casas, laspiedras, los caminos, las huertas...Cierto que esta quietud es interrumpi-da algunas veces por el andar acom-pasado de un caballo o un borrico,pero, no lo temais, este movimientono hace daño, sino provecho. Cadavez que veo uno de estos borricos, amí me llena de ternura y edificación.Lo digo en serio. El animal sabe quesobre él gravita una complicada jerar-quía, pues monta sobre sus lomosdesde el señor de casa hasta el últimomono; siente un amor sobrio al pese-qre, y con tal que se le satisfaga, rin-

A mi querido tío Nazario

de una apreciable cantidad de tra-bajo. Consume poco y produce mu-cho, ley de una vida sana; por el con-trario, los organismos enfermos pro-ducen poco y consumen mucho. ¡,Queyo soy hombre y el borrico es unabestia? De acuerdo, pero yo no tengomejor título de existencia; como élpude no haber existido, vengo de lanada.

El campo, pues, no sólo está llenode semillas físicas, sino también delas morales. El ver cómo las plantasempiezan por ser diminutas hasta per-derse de vista, cómo el misterioso im-pulso vital va rompiendo la corteza dela semilla y luego sale de la tierrapara crecer y adquirir con la flor lacapacidad de reproducirse, infundehábitos de disciplina y orden; seaprende a odiar la violencia y super-ficialidad urbana que cree que lascosas se producen al conjuro de pa-labras altisonantes, sin las etapas quehay que andar por fuerza. No hagaisguerra a una persona, un hecho, unainstitución, sin estar bien seguros desu esterilidad.

Tengo a la vista infinidad de balsasde agua, que son sementeras de arroz.El arroz es una cosa que deberíamoscomer con una profunda veneracióny gratitud. Los heroísmos que ocultaun granito de arroz no son fáciles demedir. Para comprender el heroísmo

de los balleneros vascos de la EdadMedia o de los grandes navegantesdel siglo XVI, hay que atravesar elOcéano en sus diversas latitudes yver los peligros que encierra y con-trastar los débiles maderos que ser-vían de embarcación. Pues para com-prender algo lo que cuesta el arrozhay que meterse en barro hasta cercade la cintura y moverse y dar vueltaspor espacio de varios meses. ¡No hayque despreciar a un pueblo que escapaz de producir el arroz!

Tierra armoniosa ésta de Levante.Por haber armonía hasta la hay entrelos dos elementos que más crudaguerra se hacen en el mundo, guerraque es una de las partes constitutivasdel orden universal: el elemento secoy el húmedo. Mar y tierra las veis auna misma rasante. En otras partesal mar lo encierran entre prisionesroquizas como a una monstruosa fie-ra; aquí el azul de la tierra y el marparecen una misma cosa.

La escuela de Wundt ha demostra-trado el parentesco que hay entre elcolor azul y la pacificación interior.

Para un norteño tiene este campoun inconveniente; como todo es huer-ta no hay prados, y en consecuenciahay pocas vacas. Aquí no vereis unade esas vacas pirenaicas con sus ho-cicos blanquecinos, sus ojos claros yel pelo dorado, tocando las clásicascampanillas que las lleva prendidas alcuello. ¡Cosa preciosa! Las vacas nosaben tocar otro instrumento, peroese lo tocan muy bien, formando aveces triple acorde.

Dicen que el campo disminuye lasensibilidad, que el campesino es me-

nos sensible al dolor. Bueno, que alcabo del año habrán desaparecidoalgunas neuronas, se vuelve uno pa-quidermo y no tienen recibo las cos-quillas. Sin embargo, esto es unaventaja respecto a la hipersensibilidadurbana.

Dicen que reduce el campo las pers-pectivas de la vida, resumiéndola endos o tres necesidades fundamen-tales.

Creo, sin embargo, que más valencuatro ideas claras que cuatrocientassin orden ni concierto. De la culturaurbana se pueden decir muchas cosas,es muy imperfecta. En buena parte esinspiración del maquinismo del siglo.Prevalece por el momento lo que semide con fórmulas de precisión minu-tísima: la ecuación, la curva ascen-dente o descendente, sistema de coor-

dinadas; es un método muy útil y legí-timo, pero dentro de su terreno. Peroel maquinismo inspira desvío a lassustancias y actividades, que por serinmateriales no son verificables porel método experimental. El primerefecto es, pues, la mutilación de lasfacultades, las más decisivas del hom-bre.

Pero hay algo más. Se preguntaqué marca es la mejor y en conse-

cuencia vemos desfilar el uniformismomás riguroso en forma de automóvi-les. Paralelo a esto, se pregunta quénombre suena más en el mundo de lainvestigación experimental, que es loque importa, por ser la más visible. Yvereis una legión de ciudadanos como

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ESTUDIOSGALLEGOS LOS CRUCEROS

(CONTINUACIÓN)

— 136 —

fabricados en serie. Se dispensan deltrabajo de discurrir, les basta concreer a la autoridad de moda y estoles da derecho a llamarse intelectua-les. La moda en todo, en el vestir, enel andar y en pensar por delegación.Negación de la personalidad que nose concibe sin la actividad discur-siva.

No hace mucho, viajando el queesto escribe, se cansó de oir un dis-parate, que tomado en un sentido general encerraba una verdadera blas-femia. En cuanto me puse a hablar, seinvoca la autoridad como argumen-to decisivo. Cuando yo tenga algunaduda en anatomía o fisiología, no ten-dré inconveniente en presentarme aese señor; pero háganse ustedes car-go de que esa frase se sale de la ana-tomía para atacar los fundamentosmismos del pensamiento humano yaquí no le reconozco competencia alque ustedes invocan como autoridadsuprema, vine a decirles.

Expuse los absurdos que había queadmitir en el caso, y que ellos noestaban dispuestos a admitir. He aquíun caso típico que no escasea en lacultura urbana.

Gracias al Señor hay en Españabastantes hombres de cultura másamplia y ellos serán, así lo espero,los que la han de dar el impulso y eltono dominante.

Sí, hay que salir fuera y contem-plar el mar y la tierra, desde donde seve más cerca al Creador que desdela putrefacción de la vida urbana.

Fu. O.

Estudios rápidos—¿De modo que no está usted con-

forme conmigo en apreciar la inter-vención de la Iglesia en el mejora-miento de la clase trabajadora?

– No, señor, ni remotamente. Y us-ted perdone.

—Pues m is opiniones coincidencon las de «El Sol» de esta mañana.

—Lo suponía, pero, mire usted:para formarme idea cabal de las co-sas, yo he estudiado muchos arios yobservado lo que pasa en variasnaciones, y no estoy dispuesto aabandonar mis juicios por seguir losde cualquier zascandil, sin más títulosni autoridad que su audacia.

—¿Tan baja idea tiene usted de loshombres de pluma?

—No de todos felizmente, pero síde bastantes que conozco, y de cuyaligereza dan fe sus lucubraciones.

Suscripción para una becaSe nota un resurgir hermoso, en todos

los países, en favor de la formación sacer-dotal. Contribuir a ello es obra muy delagrado de Dios. Ofreced vuestras oracio-nes y limosnas a este fin.

La mies es mucha y pocos los opera-rios. Contribuid a formar sacerdotes, se-gún vuestros medios, y tendreis parte enla salvación de muchas almas.

Pesetas.

Suma anterior 2.327,00De una suscriptora de LA

MERCED 30,00De don Urbano Parcero 25,00De una terciaria 5,00

TOTAL. 2.387 00

Algo de historia.

La erección de estos monumentos,descontada la parte principal que enello tiene el pueblo, se debió, por loregular, a los frailes y a miembrosdel clero secular. No es tarea fácildeslindar lo que a cada uno corres-ponde.

Desde luego, los benedictinos tie-nen la primacía, y seguidamente losbernardos, en lo que a Ordenes res-pecta.

Los primeros, que colonizaron mu-chas partes de Galicia, en todas dejanhuellas de su fervor, y los segundos,que al fin no son más que una ramade aquellos, no desmintieron su co-mún origen, el espíritu del santoPatriarca Benito, que subió a lasmontañas, donde todavía alentaba elculto de Satanás, y con dichos y ac-ciones volvía de su error a los pa-ganos.

No quiere decir esto que antes deladvenimiento de los monjes a Galiciano existiesen cruceros, los había sinduda; pues, como apunté al principio,éstos no son producto de una escuelao institución particular, sino de unaidea, de la fe cristiana, del sentir ge-neral del pueblo.

Cuando en una comarca ponía suasiento cualquier Comunidad, muypronto una red de caminos irradiabadel Monasterio o Convento para ser-

vicio de sus necesidades. Inmediata-diatamente, al borde de los caminos,la sed de amor de aquellos buenosmonjes tornaba forma plástica en loscruceros. En algunos de ellos se veasimismo un monje encapuchado decara al sendero.

Con posterioridad de tiempo, llega-ron otras Ordenes, pero ya no mo-násticas, y también dejaron estela decruceros, allí, hasta donde llegaba suinfluencia. Franciscanos y jesuitas,los erigieron en diversas partes, conpropiedades que responden a los finesde cada grupo. Algo diré en otro apar-tado.

Tampoco es raro encontrar al piede un crucero esta inscripción: «Estecrucero lo mando acer Don BernardoBalladares, Can. de la Santa Iglesiade Santiago.—Año 1745». Esta se leeen el lugar de la Somoza y parroquiade Cursantes (La Estrada).

En efecto, los canónigos y otrasdignidades eclesiásticas que volvíana su pueblo, acostumbraban eri-gir o donar algo que perpetuase sumemoria y, como en el caso citado,su devoción era levantar cruceros.

Decía no ha mucho un humoristagallego: Donde hay un crucero hubosiempre un pecado, y cada crucero esuna oración de piedra que hizo bajarel perdón del cielo, por el arrepenti-miento de quien lo pagó y por el gransentimiento de quien lo hizo.

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Estas palabras responden a unavieja tradición, según la cual, si lasdesgracias descargan sobre una casapara ahuyentar ese mal hado (quellama la gente), basta con levantar uncrucero. Asimismo corre entre lospaisanos que cuando fué robado el

Monasterio de Armenteira, los ladro-nes, arrepentidos, fueron a confesar-

se, y en penitencia tuvieron que levan-tar cruceros con el fruto de su latro-cinio.

Por eso abundan tanto esos monu-mentos en el valle del Sainés. Estaleyenda, sin dejar de serio, nos da unnuevo dato para estudiar el sentidoreligioso del pueblo y sus manifesta-ciones externas.

El arte en los cruceros.

Poco será lo que en esto diga. Dejola palabra al humorista y buen escri-tor gallego antes citado, quien, bajolos auspicios del Seminario de Estu-dios Gallegos, prepara un documen-lado trabajo sobre la materia.

Aquí bien será advertir que en todocrucero se transparenta la corrienteartística dominante; desde los másantiguos hasta los modernísimos.

En algunos ejemplares el crucerose muestra lo más simple posible,pues se reduce a una cruz monolíticaque surge del suelo y alcanza hastametro y medio de altura, sin otrosadornos que algún atributo de la Pa-sión en el arranque de los brazos.

Desde la época románica se cons-truyeron monumentos de esta claseen Galicia, de una manera sistemá-tica. Anteriormente los había ya. De

la antigüedad de algunos nos hablanlos caminos laterales, que habiendoestado a nivel de la base, ya quedaésta a dos metros de altura. Otrostomaron ya el color de los pinos,entre los cuales tienen su asiento, elcolor de esas coníferas que hace pró-ximamente mil ochocientos noventa ysiete años (según la Era vulgar), die-ron la madera para la cruz en que ex-piró nuestro Salvador.

De una manera general, todo cru-cero consta de un basamento, sobreel cual se alza un fuste que termina enun capitel o en un simple nudo, basede una cruz de piedra, con la imagende Jesucristo en una cara y de la Vir-gen Santísima en otra. Esto hablandoen general.

Por la traza de sus adornos y per-fección escultórica se puede recono-cer el siglo a que pertenecen. El ba-samento, o más bien pedestal, si al-guna vez se queda a flor de tierra, lofrecuente es que se coloque sobregradas. En las caras. del pedestal,siempre prismático, se graban las ins-cripciones y se esculpen escenas delPurgatorio.

Los que levantaron estos crucerosconocían los cinco órdenes de la ar-quitectura clásica, pero los interpre-taron a su manera. Las basas recuer-dan la forma toscana. En muchasaldeas y frente a un lado de la basa,vése una mesa, también de piedra ytrabajada, donde es costumbre en eldía del Corpus Christi hacer alto laprocesión, y desde allí dar la bendi-ción con el Santísimo.

Sobre la basa, de sabor arcaico,

surge el fuste de la columna, elegan-te y airoso. En esta segunda parte dela columna, se guardan algo más loscánones clásicos; con todo, hay unavariedad sorprendente.

Entre las más comunes se distin-guen las formas: poligonal, lisa yestriada; todas son cilíndricas, es de-cir, suben siempre de igual diámetro.No faltan fustes dentados, imitandoun tronco cuyas ramas se cortaronjunto a su axila y horizontalmente almismo tronco.

Cuando el fuste es estriado, con osin listeles, no admite ningún adorno.Ya sea poligonal, lisa o dentada, laforma del fuste, con frecuencia .se veadornada con medio y alto relieves.Estos representan las figuras más va-riadas. Los benedictinos prodigan losfrailes y santos de su Orden. En unapartado lugar de Poyo pequeño(Pontevedra), un, fuste ostenta entreotras cosas un San Ignacio de Loyola(le pusieron rótulo), con un símbolotan raro, como es una custodia en lamano izquierda.

Se transparenta aquí la influenciade los jesuitas, quienes quizá restau-raron también la misma iglesia de laparroquia. Algunos fustes están cu-riosamente historiados, como el casoantes citado de San Miguel de Lores.Por lo común estas estatuillas adosa-das a la columna, descansan sobreUna pequeña repisa o una cartela. Noentro en más detalles.

Igual rebeldía de formas y procedi-

miento se puede observar en los ca -piteles.

Aquí el artista tiene más ancho cam-po para su inspiración, por eso sonmás diversos los derroteros que toma.Nada de cánones clásicos, ni reglarde escuela. Libertad. Bástale con dis-poner una base para el Crucifijo, quelo demás, ello de por sí se vendrá alcincel. Cuestión de temperamentos.Ya sabrá él buscar más correlaciónentre la arquitectura y el suelo sobreel cual se levanta, que la que existeentre la poesía y el ambiente dondese produce. Primero producir.

¿Existe algún divorcio aparenteentre los capiteles de nuestros cruce-ros? IManifiesto!

Lo mismo es ver un severo dóricoromano, como un hatórico o egipcio,salvo que aquí la diosa Hator se sus-tituye por mascarones, o serafinesalados. Las formas piramidales o cú-bicas, propias del estilo bizantino,conviven sin rubor con sus descen-dientes los capiteles románicos, detransición y ojivales puros.

Ante esto ya nadie se extrañará dever asomarse entre dos calículos ysobre el cestillo de hojas de acanto deun capitel corintio, bien la descarnadacalavera, bien el rostro mofletudo 'ybonachón de un angelote. Todo con-siste en darle buena y elegante base ala cruz sobrepuesta..

Toda la columna se endereza a eso.

FR. G. PLACER

(Continuará).

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ES! Una república monástica

El Monte Athos

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Más grande que la de San Marinoy más pequeña que la de Andorra,pero más curiosa que ninguna deellas, es la república formada porunos veinte monasterios cismáticosen el Monte Athos, el más oriental delos tres promontorios que la penínsu-la Calcídica, cerca de Salónica, in-troduce a guisa de dedos en el marEgeo.

Mide unos 50 kilómetros de largopor 10 de ancho, con una superficie de314, cubierta en buena parte de olivos,higueras, castaños, viñas y huertas.El pico más elevado alcanza 1.935metros, y en la cima tiene una capillade mármol.

Durante la dominación turca fuérespetada su autonomía y ningúnmahometano penetraba en el territo-rio. Ahora forma parte del reino deGrecia, que tiene allí un delegado,pero los monjes continúan gobernán-dose por el sínodo que forman veintedelegados, uno de cada monasterio,residentes en el de Karyés.

Está prohibida absolutamente la en-trada en la península, no sólo de mu-jeres, sino de animales hembras, ylos rebaños que pastan en el montese forman exclusivamente de cabritosy carneros, de cuya lana se visten losmonjes.

Son éstos unos cinco mil, habiendobajado bastante el número desde la

guerra. Hay monasterios de vida co-mún (o cenobíticos) y otros llamadosidioríthmicos, donde cada monje pro-vee a su subsistencia. Los superioresde los primeros se llaman higumenosy los de los segundos epistratos.

Los monjes proceden de todas lasnaciones adheridas al cisma de Cons-tantinopla, habiendo monasteriosgriegos, rusos, servios, rumanos,búlgaros, georgianos... cada Uno delos cuales se sirve de su lengua yliturgia propia. Hay además muchosermitaños dispersos por el monte,aunque adheridos a determinados mo-nasterios.

Su alimentación es pobrísima, com-puesta de legumbres y algún pescado,rara vez de carne. Tres días a la se-mana son de ayuno riguroso y enellos no usan tampoco aceite. La co-mida principal suelen hacerla entrenueve y diez de la mariana y la cenasobre las cinco de la tarde, acostán-dose temprano para levantarse pocodespués de media noche a maitines.Al amanecer descansan un poco an-tes de volver a prima.

No usan de instrumentos en losoficios, sino de voces solas, distin-guiéndose los rusos por sus magní-ficas polifonías, casi siempre a cuatrovoces. Los oficios son larguísimos,ocupando unas cinco horas diarias,pero suele cantarlos un grupo de

monjes, permaneciendo los demás ensilencio.

Las iglesias están decoradas conmosaicos hermosísimos, de reflejosdorados y contienen verdaderos teso-ros, de valor inapreciable, materialy artísticamente. Son, como era natu-ral, de estilo bizantino con múltiplescúpulas y brazos iguales o de cruzgriega.

La mayor riqueza del Athos la for-man, sin embargo, los manuscritos,que no bajarán de trece mil, dondehan aparecido obras importantísimasque se creían definitivamente perdi-das. Las iluminaciones de los libroslitúrgicos constituyen un museo in-comparable.

Por el contrario, las habitacionesde los monjes suelen ser pobres y nomuy limpias. Un benedictino belgaque estuvo allí últimamente (1), dicecon cierta malicia que si las mujeresno estuvieran tan 'lejos tendrían mu-cho que hacer en lavar, planchar, co-ser y remendar, y darían al Athos unaspecto muy diferente del que ahoratiene, aunque los monjes son general-mente simpáticos y hospitalarios.

Hasta principios del siglo XIX fueel Athos un gran centro cultural y deallí salían obispos y profesores deTeología para todo el Oriente. De cienaños acá los monjes se hicieron másretraídos, aislándose completamentedel movimiento intelectual y aun olvi-dándose de la Iglesia. Aun así y todo,su prestigio e influencia es grandeentre los cismáticos y será imposiblereconquistarlos para la iglesia católica

(1) V. Irenikon, todo el A° 1929.

sin ganar antes a los monjes delAthos.

Publican una revista, pero la faltade alimento hace imposible todo tra-bajo serio. Su aspecto es venerable,sobre todo en la liturgia, en que apa-recen con largos mantos sobre losque se destacan su luenga barba, mu-chas veces blanca, cubriendo la cabe-za con un birrete redondo, del quedesciende un amplio velo sobre loshombros.

La ignorancia en que viven delmundo y de la Iglesia hace que mu-chísimos de ellos no sospechen si-quiera que están en el cisma, vivien-do en absoluta buena fe. ¡Quiera elSeñor traerlos de nuevo a la unidadde su iglesia!

Con tener tanta oración comulganpocas veces al año, contentándoseordinariamente con pan bendito, perono consagrado. La confesión es tam-bién poco frecuente. Su método devida sirve para comprender la denuestros monjes de la antigüedad yhace resaltar más la vitalidad de laIglesia Católica, donde el progresoes ley interna.

Los abades o higumenos no predi-can nunca, contentándose con la lec-tura de las Escrituras y Santos Pa -dres.

El origen de los principales monas-terios del Athos se remonta a SanAtanasio el Athonita en el siglo X.Durante la Edad Media hubieron desufrir frecuentes asaltos de los pira-tas, lo que explica su aspecto de for-taleza, con recinto amurallado y ensitios casi inaccesibles.

Ejea de los Caballeros (Zaragoza).—Niñas de las clases del Colegio de Hermanas Mer-cedarias de la Caridad.

— 142 — 4 143 —

Las Iglesias contienen, además delos mosaicos, una multitud de leoneso imágenes sagradas, cuya venera-ción e incensación ocupa gran partede la liturgia. La devoción de losgriegos a la Santísima Virgen no esinferior a la nuestra.

El altar mayor está separado de laiglesia por una especie de retablo oiconostasio con una puerta en medio(la puerta Real), que se abre algunosmomentos durante la misa. Tal dis-posición común en Oriente, era tam-bién general en Occidente, sobre todoen las iglesias donde había coro. EnEuropa ha ido desapareciendo, aun-

Indudablemente que progresamos.Dentro de pocos meses, otro nuevoalarde de la mecánica moderna pres-tará sus servicios en el Atlántico; merefiero a esas gigantescas islas quepronto empezarán a servir de enlaceentre la vieja Europa y la jovenAmérica, y que serán puntos de apoyopara atravesarlo por la vía aérea,habiendo sido bautizados con el nom-bre de «Amaródromos».

Las víctimas del aire que cayeronal atravesar el Océano, el desgastede los aparatos y aviadores en vuelostan enormes como supone el mante-nimiento del volante durante siete uocho mil kilómetros, hicieron pensara los técnicos en la posibilidad de

que algunos querrían mantenerla enEspaña todavía.

En Francia y países vecinos seabolió en el siglo XVI con motivo delprotestantismo, para dar satisfacciónal pueblo fiel que deseaba ver y estarcerca de la Sagrada Eucaristía.

Al abrirse la puerta o puertas deltrascoro (pues a veces eran dos), éstepresentaba el aspecto de un puente,y así se llamaba. Sobre él había ungran crucifijo, que subsiste en algu-nas catedrales españolas. En las deFrancia y Bélgica aparece colgadodel techo, por haber desaparecido elpuente.

construir puestos en medio del Océanopara el amaraje de aparatos aéreos,siendo bien acogida la iniciativa porlos grandes financieros del país deltío Sam.

Quizá tarde muy poco en ser insta-lado el primero de estos amaródro-

mos entre New-York y las islas Ber-mudas.

De un artículo publicado en «Ibé-

rica» por el Sr. Durán, tomo los si-guientes datos:

Los amarödromos son a manerade islas de acero de 335 ni. de lon-gitud, de 55 de ancho en los extremosy 100 en el medio; están apoyadossobre 32 columnas, hundidas unos8 m., unidas a cámaras de flotación,

calculadas para soportar 1.000 tone-ladas cada una. Cada cámara tieneuna profundidad de 16 m., y debajode ellas se encuentran los tanques de

lastre unos 6 m. más abajo cargadosde hierro, pero con distintos pesos,que oscilan entre 250 a 450 toneladas,según la carga que cada uno debasoportar.

Están calculados de modo y ma-nera que su superficie esté 25 m. so-bre el mar, y como las olas, aun enlos mayores temporales, no exceden

de 10 m., de ahí que siempre puedanaterrizar los aparatos con garantíasde seguridad.

Entre las Bermudas y New-York,se ha encontrado una meseta alta,

La conquista del aire

3 g2 :2 2 ¡Ocho días de retiro espiritual!o

O Og 8

....00000000 ou000000000000000000000000000000.00-.000 00000000 00.00000000000000000000000000000000. 0

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—• 144 — 000.....00000000 ..000000000000000000000000000000000.0..0 0. 00000000 o .0000000000000000000000000000000.4

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lo suficiente para el anclaje, y porconsiguiente este amaródromo estará

fijo. Los sondeos del Atlántico apenaspermiten esperar poder anclar losotros, y así se proveerán de grandesdiscos de acero, que estarán a unos300 m. de profundidad, sostenidos porgruesos cables. Claro es que se move-rán hacia el Norte o Sur, pero comovan provistos de focos para la nochey de potentes estaciones de radio, nosignifica gran cosa esta dificultad.

El coste de un amarádromo, el pri-mero que va a instalarse, asciende a2.500.000 dólares, y como serán pro-piedad de E. U. ya se ven en elhorizonte brumas, pues en caso deguerra podría mandar a Europa, enmenos que decirlo, miles de aparatosaéreos cargados de toda clase de,„,bombas y gases asfixiantes.

Pero confiemos en la paz que sealeja cada vez más del mundo, pesea conferencias y otros enseres delmismo género, pues mientras Cristono reine en todos los pueblos, elmundo no la hallará.

Entre Estados Unidos y Europa secolocarán ocho, y ya se piensa encolocarlos para ir a la América Espa-ñola, y en el Pacífico para ir al Japóny Australia.

En la parte ancha van colocados,de un lado, los talleres y hangares, yde la otra el hotel, donde los viajerospodrán descansar con todo conforty detenerse si el mal tiempo impideel viaje hasta el próximo amaródromo.

Al parecer, su estabilidad está re-suelta por el curioso experimentohecho por su inventor Mr. Edwar R.Armstrong, que sometió en un lagoun amaródromo y un modelo deltrasatlántico «Majestic», que es elmayor barco del mundo, hechosambos a escala igual, y produciendocon una máquina una tempestad, elbarco se hundió, mientras el amaró-dromo la resistió como si nada. Y larazón, dice el articulista de «Ibérica»,consiste en que el mar, por fuerte quesea un viento y una tormenta, a 15m, de profundidad de la superficie,las aguas permanecen enteramenteen calma; un barco siempre se en-cuentra en la zona afectada, pero unamaródromo tiene su asiento en laparte inamovible, y aunque se za-randee su superficie, deja pasar lasolas con indiferencia, sin que ledañen en lo más mínimo.

Para nosotros no deja de tener in-terés esta cuestión, pero hoy porhoy debíamos, con nuestro entusias-mo y nuestros sacrificios, ayudar a larápida inauguración de la línea dedirigibles Sevilla-Buenos Aires quesi no está estancada poco le falta, nosea que otras naciones nos lleven ladelantera, y con ello la supremacíay cariño de las jóvenes Repúblicasque con tanto org' Litio ge llaman hijasde España.

FR. R. SANiupio

Poyo, Febrero de 1930.

1. 0 ¡Ocho días de retiro espiritual!

¡Ocho días de gracias especialísimas!¡Ocho días de silencio profundo, ex-

cepcional, pero en que todo habla,

interiormente, al alma! ¡Ocho días de

ocupación constante, de tratar el alma

con Dios y Dios con el alma! ¡Ocho

días en que el hombre va a vivir la

vida de la verdad y va a tener el valor

para vivirla! ¡Ocho días de gracias,

de ilustraciones, de santas y sublimes

aspiraciones hacia lo infinito, hacia

Dios!

2.° El gran problema de la vida,

el único importante, el «unum est ne-cesarium», el «ulónde vienes?, ¿a

dónde vas?», pa ga por delante del

ejercitante, recordándole las grandes

y capitales verdades de la Fe. El

hombre procede de Dios, fué creado

a su imagen y semejanza; al proceder

de Dios, debe ser todo de Dios, debe

estarle sumiso como obra de sus

manos. ¡Señor, yo soy tuyo!

El hombre no fué creado para que

viviese a su capricho, sino para amar

y servir a Dios, sometiéndose total-

mente a su dominio y mediante esto

salvar su alma. Si ama y sirve a

Dios, salvará su alma; y si no sirve a

Dios, sometiéndose totalmente a su

dominio, no la salvará, la perderá...

Las criaturas no son el último fin

del hombre... El bien, último fin del

hombre, ha de hartar su apetito ra-

cional de felicidad con hartura plena,

con hartura eterna... ¿Pueden las

criaturas dar al hombre esta hartura?

No. La hartura de las hermosuras

humanas, del dinero, del placer, de la

sabiduría, de la grandeza, de la glo-

ria..., ¡todo es mentira! ¡Sólo Dios es

el único que no miente, el único que

puede llenar el corazón de la criatura!

Todo lo demás ¡dura poco!..., ¡muy

poco!..., ¡nada!... No es más que un

poco de ruido.., y luego... ¡la oscu-

ridad del sepulcro!..., ¡el silencio

eterno del olvido..., la nada!...3. 0 ¡El pecado! ¿Pensamos seria-

mente en lo monstruoso de la culpa?

«El pecado, negación absoluta por

parte del hombre, de la afirmación

absoluta por parte de Dios, es el mal

por excelencia, el único que pone

horror a Dios y a sus ángeles.»

¡Un movimiento de soberbia,

acto de orgullo, vuelve en horrendos

demonios a aquella innumerable le-

gión de ángeles antes hermosos,

plenos de belleza, de gracia y de

poder!

¡Nuestros primeros padres, creados

en justicia y santidad, pecaron! •

— 146 -- - 147 —

Cayó el soberbio envuelto en sus

propias redes, pero la imprecación

arrojante del altivo, aquel funesto

«¡non serviam!», halló eco, repercutió

en el desgraciado corazón del hom-

bre... «¡Non serviam!», exclama con

frecuencia la criatura... Pero la cria-

tura ingrata a su Dios, siente desga-

rrado su corazón con las asquerosi-

dades del pecado y su conciencia

grita, clama, por las negras amargu-

ras de un remordimiento sin fin.

4. 0 ¿Quién hay que dude de las

eternas penas del Infierno?

La culpa de la criatura es una

ofensa infinita contra Dios, a quien se

ofende. Al imponer el castigo la Jus-

ticia divina, con la eternidad de la

pena, suple la intensidad infinita que

debiera hallar el pecador en el cas-

tigo... ¡Y aún hay quien no tema el

pecado!...

5.° ¡La vida! Y ¿qué es la vida?

La vida es... ¡llanto!..., ¡ilusión!...,¡amargos y crueles desengaños'....

¡nada!..., ¡sombra que pasa!..., ¡humo

que se disipa!...¡El hombre nace, marcha, vuela, se

agita, desaparece envuelto en las

nefastas sombras de la muerte!... ¡Es

preciso morir!.,.

¡El vivir es morir! Cada latido de

nuestro corazón es un movimiento en

el péndulo del reloj de nuestra vida...

¡El sepulcro nos espera, diciéndonos,

con soberana elocuencia, que todas

las glorias, grandezas humanas; que

todas las riquezas, placeres, hermo-

suras..., todas caben y terminan en

la fría y solitaria tumba!... Y des-

pués, ¿qué queda? ¡Un puñado de

polvo! ¡Un montón de cenizal...

¡Nada!

6.° Después de la muerte vendrá

un día en que el lúgubre sonido de

una trompeta nos llamará de las lo-

bregueces del sepulcro, y todos cuan-

tos subimos al monte de las misericordias para burlarnos de Cristo,

iremos presurosos al valle de la jus-

ticia para ver a Cristo glorioso en-

vuelto entre nimbos de luz... ¡Buenos

y malos, grandes y pequeños, reyes

y vasallos, sabios e ignorantes, todos,

absolutamente todos, serán juzgados

por el Juez Supremo! ¡Oh, terrible

sentencia la que oirán los réprobos!...¡Oh, qué dulces acentos arrullarán

el oído de los justos!...

7.° ¡Señor! ¡Señor!, exclamará el

alma arrepentida ante la enormidad

de la culpa. ¡Señor, piedad, miseri-

cordia, perdón!

8.° Jesucristo es Rey, Rey inmor-

tal, Rey de todos los siglos a quien

adoran los ángeles, los serafines ylas potestades. Rey único, Rey de

reyes y Señor de los que dominan,

Rey grande sobre toda la tierra, Rey

anterior a todos los tiempos, Rey al

que se le debe honor y gloria por

los siglos de los siglos.

Este Rey nos convida a seguirle

a la conquista de un reino, cuya pose-

sión nos ofrece. ¿Quién hay que no le

siga?...

9.° ¡Día feliz! Jesucristo va a rea-

lizar la obra suprema de su amor en

los precisos momentos en que iba a

empezar la obra suprema de su su-

premo dolor. En un rasgo sublime,

propio de un Dios, abre su adora-

ble pecho, arranca un pedazo de su

propia carne y la da a sus discípulos,

diciéndoles: «Tomad y comed, este

es mi cuerpo.» Vuelve de nuevo a

llevar la mano a su dulcísimo Co-

razón, coge un «puñado» de su propia

sangre y se la da a beber a sus dis-

cípulos, diciéndoles: «Tomad y bebed,

esta es la sangre que será derramada

por los pecados del género humano.»

¡Gracias, Jesús mío, gracias!

¿Buscamos el alimento para la vida

del alma? En el Pan eucarístico está.

«Yo soy el Pan vivo—dice Cristo —,

el que come de este Pan asegura la

vida eterna.» ¡Cristo es la vida!...¡Señor! ¡Señor! Danos siempre de

ese pan. No nos dejéis morir.10. 0 ¡Nos encontrarnos en la cum-

bre del Gólgota! El gran Capitán,

Cristo, va a dar la última batalla. ¡La

Pasión! La suprema enseñanza de la

vida, ofrecida a nuestra debilidad y

cobardía, por Jesús, víctima inocente,

que carga sobre su Persona el peso

de todas nuestras iniquidades. En

sus sangrientos sudores, en sus in-

sólitas turbaciones, en sus desgarra-

doras tristezas de muerte, en el ingrato

abandono de sus discípulos, en la trai-

ción del uno y en la negación del otro,

en sus supremas angustias, en su

Cruz..., allí, y sólo allí, está nuestra

salvación...

11 ° Surrexit, non este hic. «Re-sucitó; no está aquí» —dice el ángel a

las piadosas mujeres. ¡Jesucristo ha

triunfado de la muerte, del pecado y

del infierno!

12.° ¡Hemos finalizado los ocho

días de retiro espiritual! ¡Cuán dife-

rente es la vida a través de la contem-

plación de las verdades cristianas!

¡Qué transformación gloriosa, tran-quilizadora, es la del corazón hu-

mano! ¡Qué feliz se siente el hombre

al salir de los Ejercicios Espiri-

tuales!

P. DELGADO, O. DE M.

- 149 —

Muy recordado y querido PadreDirector: Con motivo del magno acon-tecimiento de la inauguración de laiglesia de la Merced, en Ponce, sepublicó un artículo que firmaba «UnaTerciaria Mercedaria», y que merecióde los protestantes un reparo... alcual gustoso contesto para quitarlestodo escrúpulo.

A defenderse tocan.

No debe andar muy fuerte en Histo-ria el escritor protestante que en lasegunda página de Puerto Pico Evan-gélico (!) febrero 1.° de 1930, se atre-ve a calificar de ¡irónico! el siguientepárrafo de historia mercedaria: «...ja-lones—no talones, que enmendaríacualquiera que supiera castellano—,de las gloriosas rutas de los Merce-darios por Guatemala, Ecuador, Pa-raguay, Argentina, Perú y Chile son,respectivamente, los Padres Merce-darlos, Marco Pérez, Martín de laVictoria, Juan de L. Lázaro, Valderra-ma, Antonio Bravo, Sebastián de Tru-jillo y A. Rendón. Ellos, y sus incan-sables continuadores, coronaron sushazañas logrando que la Virgen de laMerced fuese declarada y proclamadaPatrona excelsa de Quito, protectoracontra los terremotos; Patrona de lasarmas en Argentina y Perú, con hono-res de Capitán General con mando enplaza, generalísima de los ejércitos yen Chile, solemnemente, canónica-mente coronada». (De «El Día» dePonce, diciembre 21 de 1929).»

A ese párrafo, rigurosamente histó-rico, precede, en el semanario pro-testante que lo trascribe, el siguientetítulo: «Una pacífica Virgen haciendoel papel de un Foch o un Calles. ¡Quéironía, señores Mercedarios!»

A los protestantes del aludido se-manario ha parecido irónica una Vir-gen de la Merced, Capitana generalí-sima de los ejércitos.

Pues ironías tendreis para rato:a) Irónico llamaréis—si sois con-

secuentes--al Espíritu Santo, Autorde la Biblia, cuando describe a Moi-sés (el piadosísimo y compasivo Moi-sés), hincado y con los brazos haciael cielo orando por la destrucción delos ejércitos enemigos; dando órdenesirrevocables a los Levitas para pasare cuchillo a los idólatras del becerrode oro (no malicien los protestantesalguna alusión) y, entonando su gran-dioso Himno, a la orilla del Mar Rojo,mientras los egipcios se ahogan.

b) Irónico os parecerá David (elrey cortado al beneplácito de Dios) ySalo món—'/ Pacifico—; no dándosetregua ni descanso a sus ejércitoshasta lograr ver limpios de enemigoslos términos de sus vastos dominios.

c) ¿Qué os ocurrirá, asustadizosprotestantes, cuando, leyendo Histo-ria, topeis con una mujer de corazónhondamente compasivo, de admirablepenetración de ingenio, de excepcio-nal talento, modelo de esposas, de-chado de madres e ideal de reinas...;cabalgando intrépida y arengando con

bríos sobrehumanos para que sussoldados se lancen a la toma de Gra-nada? ¡Viva Isabel la Católica!

d) ¿Conocéis vosotros a la tierna,simpática y angelical Doncella de Or-leans? ¡Vaya ironía sangrienta! Unaniña, virgen de cuatro lustros, vesti-da de hierro, jinete en brioso corcel,blandiendo descomunal montante, a lavanguardia siempre, pisando los talo-nes al enemigo y haciéndole mordercien veces el polvo de la derrota; San-ta Juana de Arco fué siempre paravuestros ascendientes la más cruelironía. Vuestra abuela espiritual—lafamosa Isabel de Inglaterra—os tras-mitió, a falta de hijos que no quisotener, el odio a esa ironía y a otrasdos más: Felipe II y San Pío V.

e) Por cierto, que este excelentePontífice dominico, os resultará másantipático si os recuerdo que come-tió el horrendo pecado de bautizar ala Pacífica Virgen, María, pintada enel estandarte de la nave capitana deDon Juan de Austria, con el irónicotítulo de Nuestra SeTiola de las Vic-torias.

f) Y no os hablo de España que,al postrarse ante las Imágenes de Ma-ría, la aclama, con los astures, pa-trona de la Reconquista en su Virgende Covadonga y celebra, sin distin-

ción de regiones, la fiesta de la Inma-culada, ¡pero cómo!, sublimando a laBella sobre una peana en que gracio-sas se apoyan, cruzadas, la banderanacional y el arma de la Infantería dequien la Inmaculada es Patrona...

g) Volved, hijos pródigos, vuestras diatribas contra la Iglesia católi-ca, ya que Ella, entusiasmándose conla Pacífica Virgen, la saluda a bocallena: «Fuerte y Terrible cual ejércitoalineado en guisa de librar una bata-lla». Y a la Pacífica Virgen aplica lode la sabiduría: «Yo obtuve la primacía entre todas las criaturas; yo fuquien aplasté a los soberbios sin ayu-da de nadie».

Os he paseado por los vergeles dela Sagrada Escritura y los amenoscampos de la Historia. Confío en quese os irá quitando el hipo irónico.

Nunca os repetiré bastante que loscatólicos detestamos el error, la here-jía y el vicio, tanto como amamos alos engañados, a los herejes y peca-dores.

Rogando queda por vuestra conver-sión este humilde capellán.

FR. ENRIQUE GARCÍA

Mercedario.

Ponce y Febrero 18 de 1930.

DE PUERTO RICO

9t*

--$4 , Ola a Santo Tomas de Aquino

«A los muy Reverendos Padres Procurador General y Postulador

de Nuestra Orden Fr. Miguel López y Fr. Amerio S. Blanco, como

muestra de agradecimiento por los premios enviados generosamente

para la velada literaria de Santo Tomás de Aquino celebrada en el

monasterio de Poyo el presente año de 1950.»

- 151 -

Ojalá sepa yo (cual el platero

cuyos dedos mil veces trabajaron

el brillante metal y retocaron

coronas para el vencedor primero),

ojalá sepa yo (pues hoy enciendo

de nuevo mi turíbulo fragante

a gloria de Tomás), himno brillante

cantar a su loor: esto pretendo.

Si fué tan celebrada

Ja clava del Alcida

porque con ella arrebató la vida

a monstruos de fiereza no igualada,

¿qué canto soberano

merecerá la pluma que esgrimía

tu vencedora mano,

Tomás, y parecía

la espada que un arcángel belicoso

blandiera victorioso

contra monstruos de error y de herejía?

Tu pluma es rayo que el Señor fulmina:

rayo que a un tiempo mata e ilumina.

¿Visteis al águila de rego vuelo,

al águila rapaz de negras alas

dejar el nido que sentó en el cielo,

bajar ciel firmamento las escalas,

afincar en las lanas de la presa

las uñas retorcidas,

y, aleteando, remontar con priesa

de su nido las crestas escondidas

por ver el pico del hambriento hijuelo

chupar de/palpitante corderuelo?

Tal fuiste Tú: del encumbrado asiento

de la Verdad.., oteaste en lo profundo

del valle del error a la Mentira:

ligero cual el viento

tu garra en ella se clavó con ira

y después la dejaste palpitando

para los corvos picos de tu bando.

Mas, ¿cómo ha de espantarse quien tevea/

los monstruos derrotar de la herejía

si niño todavía

vencías en pelea

la sirena falaz de Citerea?

Más temible serpiente

despedazó tu brazo adolescente,

que no la encarecida

que Juno levantó contra ei Akida:

aún la cuna en brazos le llevaba

y el niño reposaba;

-mas Hera la dolosa

nunca olvidando su primer deseo

la sierpe venenosa

condujo hasta el dormido gineceo:

HerácIes despertó; por vez primera

sintiendo su valor dentro del pecho,

salta gel lecho fuera

y marcha hacia la víbora derecho:

allí fuera de ver al t'erro infante

apretar en el cuerpo ensortijado,

y ver mover el aguijón silvante

la sierpe a iodo lado

hasta que al fin vencida,

con el vientre escamoso lacerado,

cayóse ante el Ale/da.

Otro tanto se cuenta del Pelida

Aquiles, el de rubia cabellera:

Cuando ni aún el bozo

su rostro sombreaba fijé su gozo

seguir a la carrera,

con su bien afilada jabalina

cual el viento ligera,

al león que se erina

con flotante melena ensortijada,

al jabalí de agudos colmillares

y a los ciervos de tímidos andares

y erguida cornamenta complicada.

Pues quien así se adiestra,

imberbe aún, con animales fieros,

¿podrá maravillarnos si se muestra

cual un dios entre todos los guerreros

cuando hasta Troya vengativo corre,

allí en el chispear de los aceros,

vuelo de dardos y rodal de coches,

escudos de la altura de una torre,

desafíos en pos de los reproches?

Pues.., jóvenes hermanos,

tal fue Tomás; mejor que el héroe griego

vencía en sus tempranos

años las bestias del maligno fuego...

¿no habría, responded, de brillar luego

como el mejor atleta

de Nuestro Dios, él, que sujetaJa valiente cintura

con angélico cíngulo, que era

cual fuerte tahalí del que pendierala fuerza toda de su espada pura?

Acepta, pues, Tomás, el bello canto

que forjé para tí con amor tanto.

(Es incienso oloroso la alabanza,

que a los héroes coloca en semejanza

con el Señor). Que plasmen escultores

tu figura con mármoles de nieve;

que el orfebre renueve,

retratándote en oro sus primores

y que la fe levante

por darte honor basílica gigante..

más que las materiales

perecederas obras de las manos,

place a los inmortales

oir alados himnos horacianos

que grabarán sus nombres

en la memoria eterna de los hombres.

Decid si no que fuera

de los antiguos púgiles, de aurigas

que vencieron corriendo a la carrera,

de los que en las olímpicas fatigas,

por diestros tiradores

del disco, fueron dichos vencedores?

Sus estatuas o fueron destrozadas

o yacen ocultadas

en el avaro suelo; los laureles

que daban otro tiempo de sus ramas

verdes coronas.., fueron a las llamas:

sólo los versos fieles

con que su esfuerzo Píndaro cantaba

lograron que su nombre y su victoria

vivan aún del mundo en la memoria...

FR. J. SANTIAGO CRESPOO. de M.

San Juan de Poyo 5-111-930.

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(1.5) (5)

¿CUANDO COMENZARON A VESTIRSE

LAS IMÁGENES SAGRADAS?

Preventorio Infanta Beatriz

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El Manual de Arqueología Sagra-da que estudié siendo muchacho,decía que a principios del sigloXVII, y como consecuencia del ba-rroquismo, la afición excesiva almovimiento hizo vestir las imáge-nes sagradas para darles en las pro-cesiones el aspecto de personasvivas.

Como me lo dijeron lo creí algu-nos arios, hasta que ví en los inven-tarios de sacristía del conventomercedario de Huete, de 1569, va-rios mantos de Nuestra Señora.Después leí que la reina Doña Isa-bel de Valois (-'1- 1568) había dado untraje suyo negro para vestir unaVirgen de los Dolores, y de ahí pro-cedía el aspecto que conservan enEspaña las imágenes de esa advo-cación, que parecen efectivamentedamas de la corte de Felipe II.

Pero hace tres arios publicó elBoletín de la Academia de la Histo-ria unos inventarios de la Catedralde Toledo del tiempo del CardenalDon Gil de Albornoz, por 1350, y enellos figuran muchas vestiduras deimágenes sagradas. La costumbrede vestirlas se remonta en España,por consiguiente, al siglo XIV yseguramente al anterior.

No sólo no es invención de la épo-

ca barroca, sino que a fines del si-glo XVI muchos estaban cansadosde tales vestidos y deseaban que lasimágenes se hicieran de bulto o detalla. Prueba muy curiosa de elloencontramos en el proceso incoado.en 1584 por la Inquisición de Valla-dolid contra el célebre humanista yprofesor de Salamanca FranciscoSánchez de las Brozas, o el Bro-cense.

Varios oyentes suyos le acusaron,entre otras cosas, de haber dicho«que había demasía en esto de ves-tir las imágenes de Nuestra Señoray otros santos, porque las vestíancon vestiduras poco honestas y derameras.., y que el desnudarlas es-tos arios pasados y quitarles lasvestiduras q u'era señal que las que-rían ir quitando (las imágenes) (1).

El Brocense era buen cristiano,pero hombre destemplado y algoatrabiliario. Los estudiantes se es-candalizaban con sus salidas, pero.el Maestro Francisco Sancho, deca-no de Teología, declara que le di-vertían mucho, sin darles mayorimportancia.

G.

(1) Colección de Dtos. Inéditos para la H. deE.II, 8 yll.

El día 6 de Enero, festividad delos Reyes Magos, de tan gratos re-cuerdos para los mayores y de tanagradables sorpresas para los ni-ños, que la esperan ilusionados, fu éen el Preventorio de Guadarramaun día grande. No es extraño; estedía siempre fué grande para todoslos niños; pero € ste año lo fué so-bremanera para los de este Preven-torio, porque en él hicieron diez ni-ñas y ocho niños, esmeradamentepreparados durante tres meses, suprimera Comunión.

El Dios enamorado de los niños,el que los sentó sobre sus rodillas,el que los acarició y bendijo, el quereprendió a sus discípulos porquelos impedían llegarse a él, lo dispu-so todo del mejor modo para dar aldía, al mismo tiempo que expresivasignificación, esplendor y brillan-tez. La tierra que, en invierno, des-provista de las galas con que laviste la primavera y llena de char-cos y lodazales, semeja un cuerpodesnudo, llagado y sucio, amanecióaquel día pulcramente vestida deblanco.

La nieve cubría la planicie de losvalles y las cumbres de las monta-ñas, según expresión de un poeta,

'« como un tapiz undívago de pétalos,como un manto de fúlgidos jazmi-nes, como flores desprendidas delárbol del ensueño», y descendía si-lenciosa « como nubes de azucenasfrescas» posándose en las ramas es-queléticas de los árboles cercanosfigurando encajes caprichosos baja-dos de los cielos y « fantásticas ara-ñas del templo de lakierra».

Blancos, como el vestido con queDios adornó la tierra, fueron losprimorosos vestidos y las gasas on-dulantes con que las HermanasMercedarias vistieron a sus niñas,y blancos también los lazos de do-rados flecos con que adornaron asus niños; pero muy más blancas,como las alas de sus ángeles deguarda, eran sus almas inocentes ypuras, que para mayor limpieza,acababan de bañarse en las aguasde la Penitencia, como las palomasse bañan en las cascadas que saltande las montañas.

En un altar que tenía por fondoun lindo nacimiento comenzó la Mi-sa. Los demás niños, la mayoría delos cuales había ya comulgado, di-rigidos por una hermana, cantaronhermosos motetes, tan afinada y ar-tísticamente, que sus voces pare-

El general Primo de Rivera, cuya muerte, acaecida en París el 16 de Marzo, ha causado enEspatia la más honda impresión.

IN MEMORIAM— 154 —

cían las de los ángeles que en todomomento entonan las alabanzas delSeñor y que entonces se dejaban oira través de los labios de sus herma-nitos de la tierra.

Llegaba la hora de la Comunión;los 18 niños aguardaban modestos yrecogidos con las manecitas juntassobre el pecho; el Sacerdote, tenien-do al Señor sobre el altar, hizo conbrevedad, por no retardar por mástiempo la anhelada y divina unión,una plática sencilla, ponderando lasublimidad del momento y la gran-deza del bien que Dios les hacía, yen seguida, envuelto en los cándidosvelos eucarísticos, fue tomando elSeñor posesión de aquellos corazon-citos.

Sonaron de nuevo los acordes dela música; con expresión de sublimeemoción, abrieron los niños sus de-vocionarios para dar gracias, y,terminada la Misa y puestos en pie,extendieron decididos sus manossobre el altar donde acababan decomulgar por vez primera para re-novar al Señor, que aún estaba ensus corazones, y con pleno conoci-miento de lo que hacían, las solem-nes promesas del Bautismo.

Terminada la ceremonia, llegó loque todos se pueden imaginar; be-sos y caricias de los padres, que nofaltaron a pesar de lo crudo del

tiempo, enhorabuenas de parientesy amigos y alegría completa portodo el día.

Día grande fué este para todoslos niños del Preventorio, porque elárbol de Navidad amaneció cuajadode juguetes y regalos y las mesitasdel alegre comedor se vieron a to-das horas cubiertas de dulces y ju-gosas frutas y porque a la noche enel cine se rodaron graciosas pelícu-las; pero para los que fué extraordi-nariamente grande fue para los ni-ños que hicieron la primera Comu-nión, porque los Reyes les trajeronel mejor, el más regalado y dulcebien, a Jesús.

Es esta la primera vez que se hahecho una primera Comunión eneste Preventorio, aún no inaugura-do oficialmente, y en el que, no obs-tante, hay ya un centenar de niñosde ambos sexos, número que muypronto se duplicará.

Dios quiera fortalecer a estos tier-nos enfermitos, con los cuales, sa-biamente dirigidos por eminentesmédicos, prodigan cariñosas lasfinezas de su caridad las HermanasMercedarias , y sobre todo Diosquiera que con la salud del cuerpoconserven largos arios la inocenciade sus almas y el fervor del día desu primera Comunión.

A. ARNA1Z

No es otra mi intención al escribirestas lineas que la de tomar parte enel duelo nacional por la perdida delgran español general Primo de Rive-

ra. Nada nuevo he de decir a los lec-tores de LA MERCED que no lo sepanya por las amplias informaciones dela prensa diaria, pero quiero que

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quede estampado en sus páginas elhondo sentimiento producido por lamuerte de este hombre providencial,cuya gloriosa actuación durante másde seis años he seguido siempre confervoroso entusiasmo. Providencialhe dicho no sólo mirando a los planesde la sabiduría divina cine dispone ydirige todas las cosas, sino a la si-tuación angustiosa en que se hallabaEspaña el ario 23 y de la cual no pa-recía posible salir sin el acto heroicoy gallardo del 13 de septiembre,

Su obra, magnífica y espléndida enconjunto, subsistirá en sus líneas ge-nerales, a pesar de la saña y enconocon que está siendo combatida, yquedará siempre como ejemplo vivode lo que puede hacer por el bien dela nación todo aquel que quiera go-bernarla con el corazón lleno de idea-les y el entusiasmo patriótico con quelo hizo él. Sin contar otros muchosbeneficios de su actuación, nadie lenegará el de haber restaurado la auto-ridad, el de haber obtenido la pacifi-cación social y, sobre todos, el dehaber resuelto el problema de Marrue-cos. por cuya sola hazaña España ledebe gratitud perdurable. Y en efecto,el pueblo español, hondamente con-

movido ante el cadáver del gran pa-triota, empezó a pagar esa deuda eldía del entierro con la más espontá-nea y grandiosa manifestación deduelo que se haya tributado jamás apersonaje alguno y en la que tomaronparte principal las mujeres, más agra-decidas que nadie y reconocidas a loque para ellas significa la pacificaciónde Marruecos.

Nadie podrá tampoco desconocerel prestigio internacional que alcanzóEspaña en estos seis años, como loatestiguan las pruebas de considera-ción y de afecto que en varias ocasio-nes hemos recibido de los países ex-tranjeros. Y, sobre todo, como diceun escritor en «La Lectura Domini-

cab, se ha hecho más en pro delacercamiento de España a sus hijosde América en los seis años de labordictatorial que en todo el tiempo quehabía transcurrido desde que nues-tras antiguas colonias declararon suindependencia.

Creo haber cumplido mi propósitoy ni una palabra más. Sólo pido a loslectores de LA MERCED, aunque ya séque no es necesario, una oración porel eterno descanso de este hijo escla-recido de España.

F. LORENZO SANTAMARIA

NOTICIASMADRID

Buena Dicha.—Del 11 al 19 de marzose celebró en esta iglesia la novena al glo-rioso Patriarca San José. Durante los nue-ve días, el P. Ricardo Delgado cautivócon su elocuente y sugestiva palabra alnumeroso auditorio. El coro de señoritas,Como siempre, muy bien en la ejecuciónde los diversos cantos, en algunos de loscuales tomó parte el público, secundandocon entusiasmo los deseos, repetidamentemanifestados, de su director P. Miguélez.

La comunión del día 19 muy numerosa, yla Misa, cantada por los elementos dichos,reforzados por las niñas del Colegio dedon Juan de Alarcón, resultó solemnísima

Y muy del agrado del público.Ejercicios Espirituales.—Dirigidos

Por el Rvdmo. Padre Inocencio, empeza-ron el 30 de marzo, para terminar el 6 deabril. La concurrencia ha sido muy nume-rosa y edificante la puntualidad y el fervorcon que han asistido a ellos.

HERENCIA (Ciudad Real).El día 11 de marzo se comenzó en la

iglesia de los PP. Mercedarios, de estaVilla, una novena solemne en honor delPatriarca San José, y durante ella practi-caron los Ejercicios Espirituales, que di-r igió el R. P. Comendador, la V. O. T. dela Merced, la Congregación de las MadresCristianas, la obra de las Marías de losSagrarios Calvarios y la Archicofradía delos Jueves Eucarísticos,

Los sermones fueron pronunciados por

el R. P. Comendador Fr. Fernando Díez yel P. Fr. Fidel González.

Terminaron el día 19 con una numerosaComunión general; y para más feliz rema-te de los Ejercicios Espirituales, se orga-nizó una procesión el sábado siguiente,que salió de la Merced para la parroquia,regresando otra vez al Convento, con elfin de ganar las indulgencias del JubileoSacerdotal del Santísimo Padre. A esteacto precedieron dos días de preparación,en que el R. P. Comendador explicó a losfieles las condiciones y gracias del Jubileoextraordinario,

BIBLIOGRAFIAEL INSTITUTO DE LAS HERMANAS MERCEDA-

RIAS DE LA CARIDAD, por el R. P. Ricar-do Delgado Capeáns.—Editorial Mer-cedaria. Apartado 254. Madrid.-1930.

Un librito de 74 páginas con algunosgrabados. No podía la « Editorial Merce-daria» estrenarse en cosa que pueda sermás grata a toda la familia mercedaria, la,cual ha de recibir con plácemes el intere-sante trabajo. Si los merece el autor porescribirlo, no menos el floreciente y bene-mérito Instituto que en tan poco tiempo hahecho tanta historia. La que recoge estamonografía sabe a poco. La obra maravi-llosa del Instituto merece más amplio rela-to para que sea conocida y admirada.Pero bueno es empezar. Seguramente esun ensayo. Esperamos con ansia la se-gunda edición. Mientras tanto, este libritoviene a llenar un vacío.

— 158 — - 159 —

La Semana Santa Predicada. Sermo-

nes de Semana Santa, por D. To-

más Gillin. Pbro. Licenciado en

Teología. Rector del Santuario deNuestra Señora de la Antigua de

Orduña (Vizcaya). Predicador deS. M. De la Academia Hispano -

Americana, de Cádiz, y Ateneo Li-

terario de Vitoria, etc., etc,— Ma-

drid, 1930.—Bruno del Arno. Edi-

tor.—Apartado 5.003.—Precio: 5 pe-

setas.

Algunos de los sermones que for-

man el volumen que hoy recomenda-

mos a nuestros lectores, fueron ante-

riormente impresos con otros del au-

tor, y tal éxito lograron que la edición

se agotó en breve espacio de tiempo,

•siendo continua la demanda de ejem-

plares por el ilustrado clero de Espa-ña y América. En vista de la insistente

demanda, el editor solicitó autoriza-

ción para reproducirlos, agregándo-

los a su biblioteca «La Predicación

contemporánea», pero la excesiva

modestia del Sr. Gillin impedía que

se llevase a cabo dicho proyecto, por

entender que carecían de mérito para

figurar en colección tan prestigiosa.

Logró el editor convencerle de lo con-

trario, y hoy podemos ofrecer a los

lectores el primer volumen de los que

aparecerán (D. m.) del autor, en el

que se han reunido todos los sermo-

nes referentes a la Semana Santa,

que constituyen una verdadera Sema-

na Santa Predicable, dejando para un

nuevo volumen los sermones de asun-

tos varios.

El mejor elogio que pudiéramos

hacer de estos sermones es copiar las

palabras del Ilmo. Sr. Obispo de Pla-

sencia, antiguo maestro del autor en

la cátedra de Oratoria Sagrada en el

Seminario de Salamanca, el cual de

cía que el señor Gillin «había formado

un manojito de flores oratorias en las

que se destacan la originalidad y leerudición», añadiendo, «el aroma que

se desprende de tan escogidas flores,

es aroma de virtud, es la exhortación

a la plegaria, es la lección práctica,

es el aviso saludable, el despertador

del alma pecadora, el remordimiento

del impío, el látigo que sacude del

letargo al indiferente, el dique que de-

tiene al malvado... Conocedor del

asunto que maneja y conocedor tam-

bién de la época en que vive, aplica el

remedio a la dolencia, apostrofa a

ricos y pobres, defiende el orden so-

cial y busca en la enseñanza divina la

solución del problema que hoy agita

a los pueblos. Como buen predicador

camina entre escollos y precipicios,

pero sin apartar jamás la vista del

cielo...»

Después de tan autorizadísimas pa-

labras sólo nos resta añadir que los

sermones del Sr. Gillin fueron pro-

nunciados en diferentes ciudades es-

pañolas, y algunos en la Real Capillaante S. M. el Rey D. Alfonso XIII y losEmmos. Sres. Nuncio de S. S. y

Obispos de Sión y Marruecos.

Los sermones que comprende estevolumen, son: I, Dolores. II, La Cad-dad (Mandato). III, Pasión. IV, Lassiete palabras. V, Soledad. VI, Triun-fo de la Iglesia (Resurrección).

R. P. Antonin de l'Assomption, re-ligieux trinitaire . LES ORIGINES

DE L'ORDRE DE LA TRES SAINTE

TRIN1TA D'APRÉS LES DOCUMENTS,

Rome. Imprimerie de la Maison

Editrice St. Cajetan. 1925. 172

páginas en 4.° con numerosos y

magníficos grabados. 35 liras.

Hace tiempo que conocía esteprecioso libro, pero no hablé de élen LA MERCED hasta que alguienme indicó la conveniencia de hacer-lo. La obra me parece definitiva yel venerable y laborioso autor pue-de estar satisfecho. De las órdenesantiguas sólo los dominicos presen-tan un monumento semejante. Losdemás tenemos que tomar por mo-delo al Padre A ntonino para escla-recer nuestros orígenes a la luz dedocumentos seguros.

Esa tarea ofrecía dificultades es-

peciales en este caso por ser mucholo que había que desmontar paraedificar en firme. Algunos al derri-bar pretendieron arrojar también losmateriales útiles. Creo que el ha-berse redactado la obra en francésobedece en gran parte a la necesi-dad de anular el mal efecto causa-do en la nación vecina por la obrade Paul Deslandres: L'Ordre desTrinitaires... que con bastante lige-reza negaba todo valor a los docu-mentos de la Orden. La mayor par-te de los que hoy ofrece el PadreAntonino están tomados de los re-gistros vaticanos y eso basta paramedir su absoluta veracidad.

Nuestros lectores saben que elPadre Antonino, aunque escribe enfrancés, es español y honra a Es-paña con su virtud y trabajos.

Esta obra suya nos explica a losmercedarios muchas cosas. SanJuan de Mata encontró dificultadespara hacer aprobar su método devida, y los monjes no dejaron deacusar a los trinitarios de vagos,a pesar de que la regla había pasa-do por el tamiz del Obispo de Parísy del Abad de San Víctor. No pue-de negarse al Santo la gloria de ha-ber allanado el camino a todas lasórdenes de vida activa que luego sefundaron, y muy especialmente anosotros.

Por todas estas razones recomen-

fr

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damos fervorosamente este libro atodos los religiosos y a cuantos seinteresan por la historia eclesiás-tica.

FR. G. y.

* * *

Almanach de L'Ordre Sacre, Royalet Militafte de la Merci. 1930.Supplèment du « BOLETIN DE LA

ORDEN DE LA MERCED » . Imprime-

nie «della Madre de Dio». Rome.Via Tor de'Specchi, 5, A.

Muy interesante, original y ame-no es este Almanaque Mercedarioque acaba de publicar el R. P. De-metrio de Ser Leo, O. de M. y Ar-chimandrita de Helípolis y Cholín.Grabados, estadísticas, datos y cu-riosidades referentes a la Orden dela Merced. Un folleto en 4.° de 191páginas. Lo deben conocer no sola-mente los religiosos, cofrades y ter-ciarios, también las personas afec-tas a la Orden. Está escrito en fran-cés.

Plácemes a su autor, y que prepa-re el de 1931. Será bien recibido.

NECROLOGIAHerencia.—El día 8 de febrero, confor-

tada con los Santos Sacramentos y la

Absolución general de la Orden, falleció

cristianamente la terciaria doña Francisca.

Antonia Heredero. A su familia, a quien

mucho aprecia esta Comunidad, le reitera

su sentido pésame.

—El día 15 de enero falleció cristiana-

mente la terciaria doña Micaela Aragonés;

y el 17 de febrero doña Misericordia Mar-

tínez.

—El 12 de febrero doña Venancia Al-

varez. Doña Tertuliana Villarejo (en mar-

zo). Doña Margarita Abeldaña en (mar-

zo). Señorita María Josefa Almoguera (en

marzo).

Indulgencias del mes de mayo.

Día 5.—Invención de la Santa Cruz. Ab-

solución general.

Día 7.—Solemnidad de San José. Abso-

lución general e indulgencia plenaria.

Día 8.—Aparición de San Miguel Ar-

cángel. Absolución general.

Día 24.—Cuarto sábado. Indulgencia

plenaria asistiendo a la Misa de Nuestra

Santísima Madre.

Día 29.—Ascensión del Señor. Absolu-

ción general.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.