opiniÓn martes 4 de octubre del 2016 demagogia proteccionista · -30- opiniÓn martes 4 de octubre...

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LA POSTURA ANTIGLOBALIZACIÓN EN PAÍSES DESARROLLADOS Y SU INFLUENCIA EN LA REGIÓN Demagogia proteccionista E l reciente debate entre los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos ha vuelto a sacar a la luz la peligrosa ten- dencia mundial hacia el pro- teccionismo. Una tendencia que viene ga- nando adeptos en ese país y particularmente en Europa desde la Gran Crisis de los años 2007-2008. Esta vez, además, se trata de un proteccionismo cargado de nacionalismo y xenofobia. Las estridentes expresiones proteccionis- tas más recientes provienen de Estados Uni- dos, donde paradójicamente el desempleo, causa a la que comúnmente se atribuye el re- surgimiento del proteccionismo, ha regresa- do a sus niveles más bajos de los últimos años. Sin embargo, la presencia del ‘outsider’ Do- naldTrumphaconducidoalosestadouniden- ses a una campaña electoral atípica. Trump ha revivido con gran eficacia los más rancios argumentos proteccionistas, exhibiendo a la vez su lograda ignorancia populista. Pero no se trata solo de Trump. La candi- data demócrata, Hillary Clinton, se ha visto forzada a adoptar una postura antiglobaliza- ción. Si bien esa postura proteccionista no es nueva –ya desde el Senado votó consistente- mente en contra de la aprobación de tratados de libre comercio–, esta vez en campaña ha anunciado su oposición al Tratado Trans- pacífico de Cooperación Económica (TPP) en cuya negociación ella misma jugó parte importante. En Europa, el sentimiento proteccionista tiene en el alto desempleo una razón funda- mental: vastos sectores de la población sien- ten que la globalización ha erosionado el mo- delo de Estado de bienestar del que gozan por más de 60 años. A esto se suma el surgimiento de peligrosos movimientos nacionalistas en Austria, Francia, Holanda y Alemania. En estas circunstancias, las negociaciones del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTPI) entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se encaminan direc- tamente al fracaso. Igual suerte correrá el intento que por más de 15 años lleva a cabo el Mercosur para lograr un tratado de libre co- mercio con la UE. Después del ‘brexit’, Fran- cia, con sus arraigados subsidios agrícolas y sin el contrapeso que en este tema ejercía Inglaterra, rechazará cualquier acuerdo con potencias agrícolas como Brasil y Argentina. ¿Qué debe hacer el Perú ante estas nuevas tendencias? Debemos reconocer de inicio que nuestro país tiene la enorme ventaja de pertenecer a la Alianza del Pacífico (AP): el único proyec- to latinoamericano de integración abierto al mundo. A diferencia del Mercosur, las cuatro economías de la AP están ya expuestas a la competencia de los países más avanzados del mundo y sus industrias no dependen de la protección ni de subsidios estatales. En ca- da uno de los países miembros, existen seg- mentos productivos altamente competitivos que servirán de base para poder participar en la nueva forma que hoy tiene el comercio internacional; una forma de organizar la producción en la cual se intercambian insu- mos y partes de un producto final cruzando las fronteras para integrarse en cadenas de valor internacionales. Al margen de la corriente antiglobali- zación en algunos países desarrolla- dos, la AP posee la ventaja respecto al resto de América Latina de tener vigentes tratados de libre comer- cio con Europa, Asia y Nortea- mérica que difícilmente serán revocados. En cualquier ca- so, además, es improbable que esos países se cierren de manera importante al comercio con los países miembros de la AP. México, al concentrar 80% de su intercambio comercial en Estados Uni- dos, pareciera ser el país más vulnerable al eventual mayor proteccionismo nor- teamericano. Sin embargo, esa vulnerabilidad es, a mi jui- cio, solo una percepción genera- da por la demagogia electoral de Trump. Sectores enteros de la indus- tria y el comercio de Estados Unidos y millones de consumidores dependen es- trechamente de la relación be- neficiosa con México. Cual- quier intento de obstruir esa relación mutuamente ventajo- “Las negociaciones del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTPI) se encaminan directamente al fracaso”. sa encontrará un freno formidable por parte de miles de empresas estadounidenses que operan en territorio mexicano. Una clara prescripción de política para el Perú y sus socios de la AP es profundizar su proceso de integración homologando va- rios aspectos de sus políticas públicas, par- ticularmente en el ámbito del tratamiento tributario, la innovación y la política labo- ral. Entre tanto, existe una medida que se debe adoptar sin demora: la armonización de las reglas tributarias aplicables a los mer- cados de capitales de los cuatro países para lograr la operatividad del Mercado Inte- grado Latinoamericano (MILA), una tarea que bien puede liderar el presidente Pedro Pablo Kuczynski con el fin de consolidar lo que será el mercado de valores más grande de América Latina. ILUSTRACIÓN: GIOVANNI TAZZA Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE) ROBERTO Abusada Salah

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Page 1: OPINIÓN Martes 4 de octubre del 2016 Demagogia proteccionista · -30- opiniÓn martes 4 de octubre del 2016 la postura antiglobalizaciÓn en paÍses desarrollados y su influencia

-30- OPINIÓN Martes 4 de octubre del 2016

LA POSTURA ANTIGLOBALIZACIÓN EN PAÍSES DESARROLLADOS Y SU INFLUENCIA EN LA REGIÓN

EL ACUERDO DE PAZ ENTRE EL GOBIERNO COLOMBIANO Y LAS FARC

Demagogia proteccionista

El Perú no es Colombia

Profesor de derecho internacional en la Universidad del Pacífi co

ALONSO

Gurmendi Dunkelberg

E l reciente debate entre los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos ha vuelto a sacar a la luz la peligrosa ten-dencia mundial hacia el pro-

teccionismo. Una tendencia que viene ga-nando adeptos en ese país y particularmente en Europa desde la Gran Crisis de los años 2007-2008. Esta vez, además, se trata de un proteccionismo cargado de nacionalismo y xenofobia.

Las estridentes expresiones proteccionis-tas más recientes provienen de Estados Uni-dos, donde paradójicamente el desempleo, causa a la que comúnmente se atribuye el re-surgimiento del proteccionismo, ha regresa-do a sus niveles más bajos de los últimos años. Sin embargo, la presencia del ‘outsider’ Do-nald Trump ha conducido a los estadouniden-ses a una campaña electoral atípica. Trump ha revivido con gran efi cacia los más rancios argumentos proteccionistas, exhibiendo a la vez su lograda ignorancia populista.

Pero no se trata solo de Trump. La candi-data demócrata, Hillary Clinton, se ha visto forzada a adoptar una postura antiglobaliza-ción. Si bien esa postura proteccionista no es nueva –ya desde el Senado votó consistente-mente en contra de la aprobación de tratados de libre comercio–, esta vez en campaña ha anunciado su oposición al Tratado Trans-pacífi co de Cooperación Económica (TPP) en cuya negociación ella misma jugó parte importante.

En Europa, el sentimiento proteccionista tiene en el alto desempleo una razón funda-mental: vastos sectores de la población sien-ten que la globalización ha erosionado el mo-delo de Estado de bienestar del que gozan por más de 60 años. A esto se suma el surgimiento de peligrosos movimientos nacionalistas en Austria, Francia, Holanda y Alemania.

En estas circunstancias, las negociaciones del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTPI) entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se encaminan direc-tamente al fracaso. Igual suerte correrá el intento que por más de 15 años lleva a cabo el

E l Sí en Colombia no ganó el plebiscito pero, al menos a es-te lado del Putumayo, la idea de un acuerdo de paz ha gana-do más de un adepto. Inspira-

dos por la experiencia colombiana, ciertos políticos y periodistas peruanos han ex-perimentado una repentina epifanía: que el Perú debió haber hecho con Sendero lo que Colombia intentó hacer con las FARC. Esta propuesta, que no tiene precedentes en nuestra historia, es inaceptable y, fran-camente, desinformada.

A diferencia de las FARC, que hoy son poco más que mercenarios sin ideología, Sendero Luminoso tenía (y sigue teniendo) una ideología macabramente clara: gene-

Mercosur para lograr un tratado de libre co-mercio con la UE. Después del ‘brexit’, Fran-cia, con sus arraigados subsidios agrícolas y sin el contrapeso que en este tema ejercía Inglaterra, rechazará cualquier acuerdo con potencias agrícolas como Brasil y Argentina.

¿Qué debe hacer el Perú ante estas nuevas tendencias?

Debemos reconocer de inicio que nuestro país tiene la enorme ventaja de pertenecer a la Alianza del Pacífi co (AP): el único proyec-to latinoamericano de integración abierto al mundo. A diferencia del Mercosur, las cuatro economías de la AP están ya expuestas a la competencia de los países más avanzados del mundo y sus industrias no dependen de la protección ni de subsidios estatales. En ca-da uno de los países miembros, existen seg-mentos productivos altamente competitivos que servirán de base para poder participar en la nueva forma que hoy tiene el comercio internacional; una forma de organizar la producción en la cual se intercambian insu-mos y partes de un producto fi nal cruzando las fronteras para integrarse en cadenas de valor internacionales.

Al margen de la corriente antiglobali-zación en algunos países desarrolla-dos, la AP posee la ventaja respecto al resto de América Latina de tener vigentes tratados de libre comer-cio con Europa, Asia y Nortea-mérica que difícilmente serán revocados. En cualquier ca-so, además, es improbable que esos países se cierren de manera importante al comercio con los países miembros de la AP.

México, al concentrar 80% de su intercambio comercial en Estados Uni-dos, pareciera ser el país más vulnerable al eventual mayor proteccionismo nor-teamericano. Sin embargo, esa vulnerabilidad es, a mi jui-cio, solo una percepción genera-da por la demagogia electoral de Trump. Sectores enteros de la indus-tria y el comercio de Estados Unidos y millones de consumidores dependen es-trechamente de la relación be-neficiosa con México. Cual-quier intento de obstruir esa relación mutuamente ventajo-

“Las negociaciones del Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTPI) se encaminan directamente al fracaso”.

da uno de los países miembros, existen seg-mentos productivos altamente competitivos que servirán de base para poder participar en la nueva forma que hoy tiene el comercio internacional; una forma de organizar la producción en la cual se intercambian insu-mos y partes de un producto fi nal cruzando las fronteras para integrarse en cadenas de

Al margen de la corriente antiglobali-zación en algunos países desarrolla-dos, la AP posee la ventaja respecto al resto de América Latina de tener vigentes tratados de libre comer-cio con Europa, Asia y Nortea-mérica que difícilmente serán revocados. En cualquier ca-so, además, es improbable que esos países se cierren de manera importante al comercio con los países

México, al concentrar 80% de su intercambio comercial en Estados Uni-dos, pareciera ser el país más vulnerable al eventual mayor proteccionismo nor-teamericano. Sin embargo, esa vulnerabilidad es, a mi jui-cio, solo una percepción genera-da por la demagogia electoral de Trump. Sectores enteros de la indus-tria y el comercio de Estados Unidos y millones de consumidores dependen es-trechamente de la relación be-neficiosa con México. Cual-quier intento de obstruir esa relación mutuamente ventajo-

sa encontrará un freno formidable por parte de miles de empresas estadounidenses que operan en territorio mexicano.

Una clara prescripción de política para el Perú y sus socios de la AP es profundizar su proceso de integración homologando va-rios aspectos de sus políticas públicas, par-ticularmente en el ámbito del tratamiento tributario, la innovación y la política labo-ral. Entre tanto, existe una medida que se debe adoptar sin demora: la armonización de las reglas tributarias aplicables a los mer-cados de capitales de los cuatro países para lograr la operatividad del Mercado Inte-grado Latinoamericano (MILA), una tarea que bien puede liderar el presidente Pedro Pablo Kuczynski con el fi n de consolidar lo que será el mercado de valores más grande de América Latina.

rar una “revolución cultural” que instale un régimen en donde todos los peruanos vivan de la agricultura de subsistencia y se sometan a la voluntad de un “partido” que sancione cualquier oposición con la muerte. ¿Qué negociación se puede hacer con seme-jantes propuestas?

Tácticamente, además, negociar con Sen-dero hubiera sido imposible. En Colombia, el Estado está en condiciones de negociar porque, luego de un largo proceso de lentas décadas, el confl icto está militarmente es-tancado con las FARC constantemente al bor-de de la derrota, pero nunca completamente derrotadas. El mero hastío de la población permite entonces un acercamiento para poner la realidad sobre el papel. Colombia básicamente está comprando una paz que de todas formas llegaría por medios milita-res, solo que demasiado lento para su gusto.

La derrota de Sendero, en contraste, fue bastante repentina. El cambio de estrategia de las FF.AA. para colaborar con las rondas campesinas de 1989 y la equívoca creencia

senderista de haber alcanzado el “equilibrio estratégico” en 1990 confl uyeron para que Sendero pase a la defensiva rápidamente. La captura de Abimael Guzmán, apenas dos años después, fue el golpe de gracia. Sendero estaría en rápido retroceso por el resto de la década hasta pasar a la irrelevancia táctica a partir de mediados de los 90. Negociar con Sendero nunca fue necesario. La solución militar siempre fue una mejor alternativa.

Es por estos motivos que el único momen-to en el que siquiera se habló de negociar fue luego de la captura de Guzmán, más con el propósito de dividir a los senderistas que quedaban libres, que de lograr una paz ver-dadera. Así, pues, las “negociaciones” se detuvieron inmediata y estratégicamente después de que Guzmán declarase pública-mente el fracaso de su “lucha armada” y la necesidad de un “acuerdo de paz”.

Desde entonces, el pensamiento Gonzalo ha terminado por incorporar la narrativa de un acuerdo de paz como parte de su ideología terrorista. En 1993, ya desde prisión, Guz-

mán difunde un documento titulado “Asu-mir y combatir por la nueva gran decisión y defi nición”. En él, el líder senderista explica que si bien la “guerra popular” fracasó con su captura, fue solo porque el mundo vivía un “gozne entre la culminación de una etapa de la revolución proletaria mundial y la futura gran ola de la revolución proletaria mundial”.

Así, para el Sendero de hoy, el “acuerdo de paz” terminó convirtiéndose en una es-trategia para poder amnistiar a sus líderes y reorganizar su “partido” hasta que pue-dan volver a generar las condiciones para la “lucha armada”. El mismo documento así lo admite. Los senderistas de hoy deben “cambiar el lenguaje” y “diferenciar el blan-co principal de ataque, hoy, en esta coyuntu-ra”. Guzmán concluye que “[e]l viejo topo, como nos enseñara Marx, no desaparece, sigue hozando”. Es por esto que incluso hoy sería inaceptable permitir que Sendero par-ticipe en nuestra democracia.

El Perú no es Colombia, y Sendero no es las FARC. Dejemos de pretender que lo son.

ILUSTRACIÓN: GIOVANNI TAZZA

Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE)

ROBERTO Abusada Salah