octavio corvalan

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  • 7/25/2019 Octavio Corvalan

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    La Brasa, realidad de lo improbable

    Por Octavio Corvaln1

    Una de las empresas de consecuencias ms perdurables, al mismo tiempo que inusitadaen la provincia, fue la creacin deLa Brasa, institucin cultural fundada en Santiago delEstero en septiembre de 1925. Fue una sociedad de poetas, casi anrquica en su

    estructura pero efectiva en sus realizaciones. Inslita, de vanguardia, inquieta, trajo a laindolente capital santiaguea un sbito despertar al siglo XX cuando muchas de sushermanas todava estaban adormecidas en un pasado que cada da se haca ms lejano.De pronto sonaron en la provincia voces extraas, nuevas; se oyeron las estridencias deljazz, se dijeron cosas inauditas hasta entonces desde el estrado de esta asociacin que

    introdujo en la lejana provincia a los viajeros que sacudieron a la misma Buenos Airesen la dcada del 20.Aunque Canal Feijo retaceaba sus mritos diciendo que no la hizo solo ramos una

    pandilla- conviene establecer que probablemente tal pandilla no habra alcanzado arealizar la inmensa labor si l no hubiera estado en el eje del mismo. La prueba de quesu gravitacin en el grupo fue mucho mayor de lo que l quera admitir est en el hecho

    de que La Brasa fue decayendo rpidamente hasta su parlisis total despus del trasladode Canal Feijo a Buenos Aires, all por 1947. (Es cierto tambin que por esos aoshubo hechos que trastornaron definitivamente la vida del pas. Quizs en el nuevoescenario ya no hubiese un papel para entidades como La Brasa, de Santiago, o LaCarpa, de Tucumn tambin debilitada hasta su extincin despus de 1948- pero la

    pujanza de Canal Feijo para toda aventura espiritual continu lozana en la capital y, encambio, aquella brasa provinciana se apag en su ausencia).Marta Cartier de Hamann ha escrito un bien documentado trabajo sobre esta singularinstitucin (La Brasa, una expresin generacional santiaguea, Santa Fe, Colmegna,1977), monografa que me exime de entrar en detalles biogrficos o histricos. Meinteresa, en cambio, subrayar el entusiasmo del grupo hacia toda incitacin cultural y

    poner de relieve el volumen gigantesco de lo realizado en todos los aspectos, el ardorinagotable, la juventud, el talento y la capacidad creadora de aquellos alucinados de1925.La pandilla estaba integrada por Ciro Torres Lpez, Manuel Gmez Carrillo, Emilio

    Wagner, Orestes Di Lullo, Emilio Christensen, Oscar R. Jurez, Carlos AbregVirreyra, Pedro Ciquegrani, B. Ponce Ruiz y Santiago Dardo Herrera. Msicos comoGmez Carrillo y Cinquegrani, poetas y dramaturgos como Jurez, Abreg Virreyra,antroplogos como los hermanos Wagner. Un verdadero equipo interdisciplinario quese aboc a la tarea de hacer cosas, con entusiasmo y desinteresadamente. Durante esosaos (de 1925 a 1940) aparecieron obras fundamentales en la investigacin histrica,

    1Tomado de Octavio Corvaln,Bernardo Canal Feijo o la pasin mediterrnea, Santiago del Estero,UNSE, 1988, pp. 21-27.

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    arqueolgica y sociolgica; se publicaron libros de poesa que sealaron la llegada delas nuevas brisas vanguardistas a Santiago del Estero; se realizaron composiciones

    pictricas de trascendencia en la plstica nacional (como algunas de Antonio Berni y lasde Ramn Gmez Cornet); Gmez Carrillo compuso su Rapsodia santiaguea,

    primera obra musical de relieve basada en temas folklricos de la provincia y hasta

    nacieron obras dramticas de envergadura como El Hada Veriluna de EmilioChristensen, en cuya primera puesta (Teatro 25 de Mayo de Santiago del Estero)intervinieron actores y actrices de gran prestigio en la escena nacional como GloriaFerrandiz, Ilde Pirovano, Orestes Caviglia y Elisardo Santalla.Esta rpida ojeada al ingente dossier de La Brasa no puede mostrar ms que undesvado reflejo despus de cincuenta aos. Adems, hace falta pensar en el estado de lacultura de provincia, all por 1928, para darse cuenta de lo que signific la tarea,individual y colectiva, de aquellos hombres. El pblico de Santiago tuvo acceso a la

    pintura de Berni, de Spilimbergo, de Petorutti, en las exposiciones propiciadas por LaBrasa. Pudo escuchar la palabra de Waldo Frank, de Keyserling, de Rafael Alberti, deDieu La Rochelle, para mencionar slo unos pocos extranjeros ilustres que visitaron el

    pas por aquellos aos, gracias al empeo personal y a las vinculaciones que algunosmiembros de La Brasatenan en Buenos Aires. Tambin goz Santiago de conciertosde cmara y de un teatro de avanzada, todo lo cual es ya una hazaa bastante llamativa

    pues no son muchas las provincias argentinas que puedan ufanarse de un historialparecido. Gracias a ese empuje tremendo se form en Santiago del Estero un gusto, unaavidez, un estmulo y una atmsfera que ms tarde dara frutos desconcertantes en todoslos campos del arte.

    El motor que impuls tan descomunal laboriosidad fue, sin duda, Bernardo Canal Feijodesde el comienzo. El manifiesto de La Brasa es producto de su pluma y es undocumento del fervor esttico que animaba al grupo. Manifiesto lleno de seales cuyoverdadero sentido pas seguramente inadvertido para muchos de sus contemporneos

    pero que hoy adquieren especial rotundidad en cuanto importan una clara conciencia delmomento histrico y un conocimiento del medio que no se enga ni un instante. Eltono del Manifiesto, entre humorstico y resignado, es el mismo de otros anuncios deCanal Feijo sobre sus propios objetivos y su prevencin acerca de las dificultades conque deba enfrentarse para cumplirlos. Las reservas mentales aumentan nuestra

    perplejidad puesto que, tanto su vocacin como la de sus colaboradores resulta un tantomisteriosa al animarse y animarlos a emprender una aventura de tal calibre a sabiendasde su probable frustracin o dificultad. Transcribo los pasajes ms relevantes delManifiesto como ilustracin de lo que llevo dicho:

    La Brasaquiere ser lo que hace falta: un centro de pura actividad espiritual. Como aqu lascosas, las grandes iniciativas mueren, tal vez, de un exceso de organizacin, La Brasa hatratado primero de descubrir el modo de no acabar de constituirse. No es una sociedad de

    beneficencia, no es una empresa comercial de corretajes artsticos. Es una inquietud, unproblema de porvenir planteado entre muchos. [...] Al revs de todas las otras corporaciones enella el qurum es cualitativo, ocurriendo no pocas veces que se hace ms de ausencias que demiembros presentes, como la "atmsfera" de las bibliotecas. Sus sesiones son pblicas ycarecen de objeto predispuesto, de donde toman su alto nivel de improvisacin siempre. [...]As, y tambin al principio, La Brasa se propone organizar conferencias, conciertos,exposiciones de arte, pruebas de estmulo artstico, y propiciar todo acto de afirmacinespiritual que pueda servir eficazmente al problema de cultura que se ha planteado. [...] Hoy,como ya est conseguida la prueba decisiva, y toda voz de exaltacin se anticipa en la magna

    sinfona de Primavera, La Brasa lanza al aire su grito de llamada cordial a todos los hombres deespritu; a los que creen que la cultura es una justificacin de la vida, y el arte su ms altaaspiracin.

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    A pesar de lo dicho al principio, se me ocurre oportuno subrayar algunas lneas.Represe, por ejemplo, en la reiterada aparicin de las palabras esprituy espiritual.La

    Brasa, estaba, sin duda, empapada de esa "filosofa del espritu" alemana de origen, querigi a toda una generacin antes de que llegaran otras filosofas ms pragmticas, ms

    populistas, y se desvalorizaron las actividades espirituales. La institucin santiagueaera, pues, una entidad que contaba entre sus hermanas a la Sociedad Wagneriana deBuenos Aires, a la Sociedad Filarmnicade Tucumn, y tantas otras que cubrieron unmomento muy especial de nuestra historia cultural. Sociedades desinteresadas, sinfines de lucro como se aclara hoy, encabezadas por una minora de hombres y mujeres

    de cultura refinada, que no propulsaban una cultura popular sino para enaltecerla y

    que no cedan a los mediocres reclamos del pblico grueso sino que pretendanincorporar a sus respectivos medios las expresiones ms altas del espritucontemporneo. As pens y obr Victoria Ocampo en Buenos Aires exponindose a lasmismas crticas que sufrieron sus amigos del interior.

    En segundo lugar, para seguir reflexionando sobre el Manifiesto deLa Brasa, es notableesta desconfianza en los estatutos demasiado minuciosos que terminan por hacer morirde su propio veneno (como dice el Manifiesto en otro lugar) a las instituciones. NotieneLa Brasani estatutos ni comisin directiva; se rene los sbados con los miembrosque se hallen presentes y sin orden del da (sus sesiones son pblicas y carecen de

    objeto predispuesto). En estas dos ltimas expresiones parece haber dado Canal Feijocon una frmula eficaz para funcionar en la perezosa atmsfera provinciana.

    Como se sabe, una de las preocupaciones mayores de Bernardo Canal Feijo fue lahistoria. Desde su juventud anduvo desempolvando archivos con la sospecha de que enlos viejos papeles estaba escondida la respuesta a las preguntas del presente. l fuequien descubri y coment- la tozudez de los fundadores de nuestras ciudades que

    ponan en marcha, desde el da mismo de la fundacin, todo un aparato legal yadministrativo como si desearan afirmar, as fuera verbalmente, la existencia de algoque slo era aspiracin todava. l alert sobre los textos de las actas capitulares durantelos siglos XVII y XVIII cuando la funcin del cabildo mediterrneo (se refiere al deSantiago del Estero) se reduce al Acta, a un acta cuyo objeto aparente es, a menudo,solamente dejar documentada de un modo solemne, precisamente la falta de asunto.

    (Teora de la ciudad argentina, 1951). Esas Actas confiesan con frecuencia: Nohabindose reconocida cosa alguna sobre que tratar, cerramos este Acuerdo, y lofirmamos ante Nos por falta de escribano, o algo parecido. La letra se impone a la

    irrealidad de la ciudad; queda constancia para siempre de que Santiago del Estero tenaun Cabildo, aunque ste no tuviera funcin que cumplir. El Acta reemplazaba al acto,para recurrir a la fraseologa de Canal Feijo. Evidentemente l quera que en La Brasalas cosas fueran diferentes, que hubiera ms acto que acta, por eso de cide que nohabr estatutos, ni comisin directiva ni lgicamente- actas. Le asustaba nuestratendencia, tal vez demasiado hispnica para nuestro mal, de abstraer la realidad, dealejarnos conceptualmente de ella, de hacer castillos en el aire en fin.

    La Brasa no prometa gran cosa pero hizo mucho. Probablemente su actividad msnotoria, si no la ms eficaz, haya sido la conferencia. Esta especie literaria se cultiv

    profusamente a lo largo del pas. La palabra hablada, la voz y ademn de losconferencistas, llegaba mucho ms pronto y ms hondo que la lectura de los oradores,

    por otra parte, tenan ese don singular de cautivar, literalmente, al espectador. Adems,la conferencia traa el mensaje vivo de un pensamiento que tardaba en llegar al libro y

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    constitua un medio prctico de estar al da con las ideas. La Brasainvitaba a todas laspersonalidades que llegaban al pas, a tal punto que, leyendo las crnicas de los diariosde entonces pareciera que los ilustres viajeros pasaban directamente de Buenos Aires aSantiago del Estero. La Brasavena a ser algo as como una oficina regional de Sur

    puesto que los famosos visitantes de Victoria Ocampo (quien, desde luego, tambin

    ocup su tribuna), digamos Ralph Boggs, el conde de Keyserling, Waldo Frank,Jimnez de Asa, hablaron ante el pblico santiagueo reunido porLa Brasaen el salnde actos de la Biblioteca Sarmiento. Por otra parte, los argentinos destacados que lahonraron fueron innumerables: Alfonsina Storni, Ricardo Rojas, Defilippis Novoa,Pedro Miguel Obligado, Enrique de Ganda, Oliverio Girondo, Samuel Eichelbaum,Ernesto Sbado, Berta Singerman, etc.

    La iconografa de La Brasaparece una galera de celebridades del siglo XX. All estWaldo Frank rodeado por los bailarines Gmez Basualdo (un creador de danzas y fielinformante de Canal Feijo sobre leyendas y mitos santiagueos). Ms all, HomeroManzi con varios comprovincianos sonrientes (tambin rodeado de bailarines nativos);

    por ah Roger Caillois con Victoria Ocampo y, siempre, el incansable Canal Feijo,especie de presidente tcito de la institucin ms algn otro miembro conspicuo:Mariano R. Paz, Emilio Christensen, Moiss Carol.

    La Brasafue, indudablemente, una bella aventura donde el coraje intelectual, el fervorpor las bellas artes y la pasin por la cultura tuvieron su momento de apogeo en la viejaciudad de Aguirre. La pandilla que la emprendi, en la que nadie reclam nunca el

    silln presidencial, estaba comandada implcitamente por Bernardo Canal Feijo.

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