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Número 47 Junio 2007 Nuevos heraldos sacerdotes Salvadme Reina

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Número 47 Junio 2007

Nuevos heraldos sacerdotes

Salvadme Reina

Page 2: Nuevos heraldos sacerdotes Salvadme ReinaEn efecto, las oblaciones y holocaustos de la Antigua Ley no era sino prefigu-ras del sacrificio perfecto de la Cruz, en la cual el Hijo de

Señor Jesucristo, camino, verdad y vida, rostro humano de Dios

y rostro divino del hombre, enciende en nuestros corazones

el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos. […]

Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu,

que ilumine nuestras mentes y despierte entre nosotros el deseo de contemplarte, el amor a los hermanos,

sobre todo a los afligidos, y el ardor por anunciarte

al inicio de este siglo.

Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro,

para que nuestros pueblos tengan en ti vida abundante, y con solidaridad construyan

la fraternidad y la paz.

Señor Jesús, ¡Ven y envíanos! María, Madre de la Iglesia,

ruega por nosotros. Amén.

(Oración del Papa Benedicto XVI para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano)

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Sagrado Corazón de Jesús. Catedral de Asunción (Paraguay)

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SumAriOSalvadme Reina

Periódico de la Asociación Cultural Salvadme Reina de FátimaAño V, número 47, Junio 2007

Director Responsable: Eduardo Caballero Baza

Redacción y Administración C/ Cinca, 17

28002 – Madrid R.N.A., Nº 164.671

Dep. Legal: M-40.836- 1999

www.salvadmereina.org [email protected]

Con la Colaboración de la Asociación Internacional Privada de Fieles de

Derecho Pontificio Heraldos del Evangelio

www.heraldos.org

Consejo de Redacción: Guy Gabriel de Ridder, Juliane Vas-concelos A. Campos, Luis Alberto

Blanco Cortés, Mariana Morazzani Arráiz, Severiano Antonio de Oliveira

En España: C/ Cinca, 17

28002 – Madrid Tel. sede operativa 902 199 044

Fax: 902 199 046

Montaje: Equipo de arte gráfica de

los Heraldos del Evangelio

Imprime: Henargraf – Madrid

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y enviando una copia a la redacción.

El contenido de los artículos es responsabilidad de los respectivos autores

La voz del Papa – El en-cuentro del pueblo brasilero con el sucesor de Pedro

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6

La grandeza de la vocación sacerdotal (Editorial) . . . . . . . . . . . . . . . . .5

Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 El tesoro de la oración – Oración a la Virgen del Perpetuo Socorro

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33

Jesús y María: un solo Corazón

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34

La palabra de los Pastores

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

Sucedió en la Iglesia y en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41

Historia para niños... El mal conde y los dos amigos

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

Los santos de cada día – Julio

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

El ejemplo de las ardillas

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

Entrevista con Mons. Emilio Pignoli – Un obispo misionero

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30

Heraldos en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

Nuevos Heraldos sacerdotes

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20

Comentario al Evangelio – Sin honra no hay verdadera gloria

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12

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�      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

EscribEn los lEctorEs

Tienen usTedes una especial proTección divina

He recibido con gran alegría un ejemplar de su revista Heraldos del Evangelio, la he disfrutado sobrema-nera, en las latitudes en donde me encuentro llega muy poco buen ma-terial de lectura. Le agradezco since-ramente el haberme recordado.

Cuente usted con mis oraciones y permanente apoyo y fidelidad; ad-miro el finísimo apostolado realizado por los Heraldos del Evangelio. Sé que tienen una especial protección divina, ¡que Dios los bendiga!

Reiterando mis agradecimientos me despido deseándole bendiciones celestiales y la especial protección de María Santísima.

Jaime Manríquez Guerra, Presbítero Los Lagos (X Región) – Chile

promocionando la revisTa en sudáfrica

Mis agradecimientos por la edi-ción en inglés de Heraldos del Evan-gelio. La revista merece muchos elo-gios. Una amiga de mi hija, sin saber por qué, había elegida a santa Ele-na como patrona de su confirma-ción; pero al leer en la revista el artí-culo sobre la cruz, se sintió entusias-mada. Estoy promocionando la revis-ta en mi librería Catholic Centre Bo-ok Store, en Pretoria. ¡Que Dios ben-diga a los Heraldos!

María Ferreira Pretoria – Sudáfrica

la leo de una sola vez

Les pido por favor que no dejen de mandar nuestra querida revista Heral-dos del Evangelio. Por donde la vea, es

buenísima. El papel, las fotos, todo el contendido es tan hermoso que cuan-do la recibo la leo de una sola vez.

Francisco Cerrillo Cantoria, Almería - España

es la luz que nos muesTra el camino

Nos dio mucha alegría, a mi mari-do y a mí, cuando recibimos la revista y vimos en la portada a nuestro Niño Dios vestido de sacerdote.

Esta revista es la luz que nos mues-tra el camino que nos lleva a un en-cuentro con Cristo y su Iglesia.

Gracias por ser portadores de la Fe.

Remedios Lozano Navarro Baza, Granada- España

una fuenTe de sabiduría espiriTual y humana

Esta Comunidad de Religiosas Fi-lipenses Hijas de María Dolorosa de Puente Genil agradecen el bien que hacen con la revista. Es estupenda, una fuente de sabiduría espiritual y humana. Nos encanta leerla. Gracias por mandarla.

Filipense Hijas de María Dolorosa Puente Genil, Córdoba- España

me ayuda a Tener más fe cada día

Sirvan estas letras de agradeci-miento y estímulo por la preciosa re-vista que me envían todos los meses. Para mí es la mejor revista que difun-de el Evangelio y la devoción maria-na. Cuando llega a mis manos la re-cibo como un don del cielo. Es una manantial que nos inunda el alma de riqueza y nos marca sendas de per-feccionamiento y amor. ¡Es un rega-lo del Señor! Me ayuda a tener más fe cada día. Que la Santísima Virgen les bendiga a todos Vds. y a cuantos la recibimos.

Un cordial saludo para todos, con cariño.

José María Pinto Pinto Hornachuelos, Córdoba - España

nos inviTa a corregir nuesTros defecTos

En la revista todo es positivo, instructivo, edificante. No hay pá-gina de relleno. Leyéndola se apre-cia que los autores de los diferen-tes artículo tienen una fe sólida y su entusiasmo contagia y emocio-na. Nos invitan a corregir nuestros defectos, a crecer espiritualmente, a una continua conversión, a vivir el Evangelio.

Que el Señor les bendiga.Pedro Cuevas Pascual

Nambroca, Toledo - España

la revisTa nos explica el evangelio

Me es grato contactarme con uste-des para agradecerles por las revistas enviadas a mi hogar, lo cual nos re-fuerza la fe en Dios y la Virgen Ma-ría ya que contienen artículos exce-lentes que nos explican aspectos del evangelio que en ocasiones no llega-mos a comprender por nuestros pro-pios medios.

Abg. Juan Claudio Singre Álvarez Guayaquil - Ecuador

luz de las almas sanTas

Quiero agradecerle por su invita-ción a la Eucaristía por los noventa años de conmemoración de las apa-riciones de Nuestra Señora en Fáti-ma.

La fotografía del encuentro del Santo Padre con el superior de uste-des, el Padre Juan Clá, está muy bo-nita, refleja la bondad de las almas buenas y esa luz impresiona grata-mente.

Prof. Livio Tinizaray Loja - Ecuador

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Número 47

Junio 2007

uma destas crianças,

Nuevos heraldos

sacerdotes

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      �

Editorial

l verdadero y único sacerdote de la Nueva Ley es Nuestro Señor Jesucristo, como enseña el Apóstol: “Porque uno es Dios y uno también el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se dio a sí mismo como

rescate por todos” (1 Tim 2, 5) y “mediante una sola oblación ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados” (Heb 10, 14).

En efecto, las oblaciones y holocaustos de la Antigua Ley no era sino prefigu-ras del sacrificio perfecto de la Cruz, en la cual el Hijo de Dios derramó su San-gre para redimir al género humano. En el antiguo rito, el Sumo Sacerdote entra-ba una vez cada año al Santo de los Santos con la sangre, para ofrendar por sí y por el pueblo. En la Nueva Alianza “tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Heb 8, 1). “Entró de una vez pa-ra siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia san-gre, consiguiendo una redención eterna” (Heb 9, 12).

Por eso, solamente Cristo es el verdadero sacerdote; los demás son ministros suyos, afirma santo Tomás.

En consecuencia, el sacerdocio de la Nueva Ley tiene una dignidad mucho más alta que el del Antiguo Testamento, puesto que en virtud del sacramento del Orden el ministro sagrado actúa in persona Christi Capitis, haciendo las veces del Sacerdote propio, que es Cristo.

Este privilegio tan elevado inspiró bellísimas páginas a los padres y doctores de la Iglesia comentando la excelencia de la dignidad sacerdotal y la necesidad de alcanzar la santidad, como por ejemplo se lee en la Imitación de Cristo: “Co-mo sacerdote no has aliviado tu carga; antes bien estás atado con más estrecho vín-culo, y obligado a mayor perfección de santidad” (Lib. 4 c.5).

Pero si Cristo distribuye su gracia en los sacramentos por medio de los sacer-dotes, también por medio de éstos cumple la promesa hecha a los apóstoles an-tes de subir al cielo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).

Pues Jesucristo, cuyas “delicias están con los hijos de los hombres” (Prov 8, 31), anhelante de tomar contacto con ellos para santificarlos y hacerlos dignos de vi-vir en el cielo junto a Él, se vale de un puente humano –los pontífices– que son los sacerdotes, verdaderos mediadores entre los hombres y Dios.

Los Heraldos ya ejercían el sacerdocio común a todo bautizado en sus acti-vidades de evangelización, porque la Iglesia es “un reino de sacerdotes para su Dios” (Ap 1, 6). Con la ordenación presbiteral de varios de sus miembros y la constitución de una rama sacerdotal destinada no sólo a la atención espiritual ad intra, los Heraldos se regocijan por cumplir más plenamente su vocación evan-gelizadora, colocándose al servicio de los obispos en las diócesis respectivas.

LA GRANDEZA DE LA VOCACIÓN SACERDOTAL

Ordenación pres-biteral de Heraldos del Evangelio en la Basílica de San-ta María la Ma-yor, presidida por el Card. Bernard Law, el pasasdo 28 de abril

(Foto: Gustavo Kralj)

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El encuentro del pueblo brasileño con el Sucesor de Pedro

�      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

Viaje apostólico a Brasil

La autenticidad y el afecto de Benedicto XVI durante su viaje a Brasil conquistaron el corazón de un pueblo que lo recibió con muestras de

entusiasmo y profunda piedad.

dmond Rostand, bri-llante poeta francés, escribió: “Es duran-te la noche cuando es bello creer en la luz”.

De hecho, una persona que vivie-

ra en tinieblas, sin contacto alguno con la luz del astro rey, pero por un simple relato creyera en que ha-bría de nacer el sol, daría una her-mosa muestra de grandeza y fuer-za de alma.

Así es el espíritu del pueblo brasi-leño. Porque Brasil siempre quiso ver de cerca al más alto eslabón que aquí en la tierra nos liga con Dios. La fi-gura del párroco, del obispo, más la del cardenal, son cosas que encantan

Bienvenida en el Aeropuerto de Guarulhos – Apenas llegó, Benedicto

XVI comprobó el cariño y el amor de todo el pueblo brasileño hacia el Sucesor del

Apóstol Pedro

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      7

Con los jóvenes en el Estadio Pacaembú – Los 40.000 jóvenes presentes en el estadio reaccionaron con alegría y vivacidad a la llamada a la santidad realizado por el Papa. Atentos y devotos, sintieron el eco de las palabras de Benedicto XVI en lo íntimo del corazón.

los corazones católicos. Pero cuando surge frente a ellos el jefe de la Cris-tiandad, el Sucesor de Pedro, en cu-yos hombros reposa el don de la in-falibilidad, verlo llegar y tenerlo casi al alcance de la mano, es ver la luz en

la cual se creyó en medio de la oscu-ra noche de pruebas y tragedias que atraviesa Brasil.

A su vez, Benedicto XVI, al arri-bar por vez primera como Papa al continente americano, encontró un

Brasil profundamente cristiano y en-tusiasta del Sumo Pontífice. Ese des-cubrimiento mutuo de los más hon-dos sentimientos del alma fue reve-lándose en el curso de su estancia en tierras brasileñas.

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Benedicto XVI en el Estadio

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�      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

cuentro con los jóvenes en el Esta-dio Pacaembú, el día 10, estimuló en ellos el deseo de santidad y los aler-tó contra los peligros escondidos por detrás de las facilidades ilusorias del mundo consumista.

“Procurad resistir con fortaleza las insidias del mal existente en muchos ambientes, que os lleva a una vida di-soluta, paradójicamente vacía, al ha-ceros perder el bien precioso de vues-tra libertad y vuestra verdadera felici-dad. […]

“Para eso contáis con la ayuda de Jesucristo que, con su gracia, lo hará posible (cf. Mt 19, 26). La vida de fe y de oración os conducirá por los ca-minos de la intimidad con Dios, y de comprensión de la grandeza de los pla-nos que Él tiene para cada uno. […]

“Queridos jóvenes, Cristo os llama a ser santos. Él mismo os convoca y quie-re andar con vosotros, para animar con su espíritu los pasos de Brasil en este ini-cio del tercer milenio de la Era Cristia-

na. Pido a la Señora Aparecida que os conduzca con su auxilio materno y os acompañe a lo largo de la vida.”

Canonización de Fray Galvão

Un brasileño auténtico, en la ple-nitud del término, sólo puede ser un santo. En la misa celebrada el día 11 en Campo de Marte, con un gesto sin duda más elocuente que cualquier discurso, el Papa canonizó a un hijo de esas tierras, fray Antonio Galvão, para servir de ejemplo de que la san-tidad no es inalcanzable cuando se re-curre al amparo maternal de María.

“Queridos amigos y amigas, ¡qué be-llo ejemplo a seguir nos dejó Fray Gal-vão! ¡Qué actuales suenan para noso-tros, que vivimos una época tan llena de hedonismo, las palabras que apa-recen en la cédula de consagración de su castidad: ‘Quitadme la vida antes que ofendiere a vuestro bendito Hijo, mi Señor’. Son palabras fuertes, de un alma apasionada, que deberían hacer

Canonización de Fray Galvão – Más de un millón de personas participaron con

emocionada piedad en la ceremonia presidida por el Papa, en que proclamó al primer santo

brasileño.

Tan pronto como llegó a São Pau-lo, cuando saludó a Brasil en la per-sona del Presidente de la República, Benedicto XVI hizo gala de esa face-ta paternal y afectuosa, manifestando al mismo tiempo la grandeza de ser el dulce Cristo en la tierra:

“En las palabras de bienvenida que se me han dirigido. Presidente, oigo el eco de los sentimientos de cariño y amor de todo el pueblo brasileño para con el Sucesor del Apóstol Pedro. […] Brasil ocupa un lugar muy especial en el corazón del Papa, no solamente por-que nació cristiano y hoy posee el más alto número de católicos, sino sobre to-do porque es una nación rica en po-tencialidades, con una presencia ecle-sial que es motivo de alegría y esperan-za para toda la Iglesia.”

“Cristo os llama a ser santos”

Verdadero sucesor del que fue puesto como piedra fundacional de la Iglesia, Benedicto XVI, en su en-

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parte de la vida normal de cada cristia-no, consagrado o no, y que despiertan deseos de fidelidad a Dios dentro o fue-ra del matrimonio. El mundo tiene ne-cesidad de vidas limpias, de almas cla-ras, de inteligencias simples que se re-húsen a ser consideradas criaturas ob-jeto de placer. Es menester decir no a los medios de comunicación social que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del casamiento.

“Ese será el momento en que ten-dremos en la Santísima Virgen la me-jor defensa contra los males que afli-gen la vida moderna; la devoción ma-riana es garantía segura de protección maternal y de amparo en la hora de la tentación”.

“Duc in altum”

En el encuentro con los obispos de Brasil en la catedral de S. Paulo, el Santo Padre recordó la palabra de Jesús a los apóstoles: “Duc in altum” (Lc 5,4) y lanzó el desafío de un nue-

vo impulso evangelizador, recomen-dando que también ellos echasen las redes en alta mar.

“Entre los problemas que afligen vuestra solicitud pastoral está sin duda la cuestión de los católicos que aban-donan la vida eclesial. […] Por tanto, es necesario encaminar la actividad apostólica como una verdadera mi-sión dentro del rebaño que constituye la Iglesia Católica en Brasil, fomentan-do una evangelización metódica y ca-pilar con miras a una adhesión perso-nal y comunitaria a Cristo. Efectiva-mente, se trata de no medir esfuerzos para buscar a los católicos alejados y a los que poco o nada conocen de Jesu-cristo, a través de una pastoral acoge-dora que los ayude a percibir la Iglesia como el lugar privilegiado del encuen-tro con Dios y mediante un itinerario catequístico permanente.

“Una misión evangelizadora que convoque todas las fuerzas vivas de es-te inmenso rebaño. Mi pensamiento se

dirige, por consiguiente, a los sacerdo-tes, religiosos, religiosas y laicos que se abocan a la difusión de la verdad evan-gélica, muchas veces con dificultades inmensas. Entre ellos, muchos cola-boran o participan activamente en las Asociaciones, los Movimientos y otras nuevas realidades eclesiales que, en co-munión con sus Pastores y de acuerdo a las orientaciones diocesanas, llevan su riqueza espiritual, educativa y mi-sionera al corazón de la Iglesia, como preciosa experiencia y propuesta de vi-da cristiana.”

Padre tierno con sus hijos

Pero tal vez hayan sido los peque-ños episodios cotidianos los que me-jor reflejaron la solicitud de Benedic-to XVI. Seis veces se asomó al bal-cón del Monasterio de San Benito para bendecir a los fieles que espera-ban ansiosamente la ocasión de ver, algunos instantes, al “dulce Cristo en la tierra”. Ni el frío ni la lluvia ni las

Canonización de Fray Galvão – Los Heraldos auxiliaron la liturgia, recibiendo el

honor de acompañar al Santísimo Sacramento durante la comunión

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largas esperas pudieron hacer me-lla en el ánimo de miles de personas que, en la Plaza de S. Benito, obser-vaban las entradas y salidas del San-to Padre.

Al visitar la Hacienda Esperan-za, el Papa manifestó verdadera compasión por aquellos en los que la fragilidad humana se había ma-nifestado más: los drogadictos. Su desvelo lo hizo conceder una auxi-lio de cien mil dólares para favore-cer el desarrollo de esa obra carita-tiva.

Rosario ante la Patrona

El día 12 por la tarde, en la Basílica de Aparecida, el Papa hizo vibrar las cuerdas más sensibles de su mariano corazón, ofreciendo a Nuestra Señora Aparecida, Patrona de Brasil, el sim-bólico obsequio de la Rosa de Oro.

Después del rezo del rosario, sus alentadoras palabras calaron en el corazón de todos.

“El Papa vino a Aparecida con vi-va alegría para deciros primeramen-te: ‘Permaneced en la escuela de Ma-ría’. Inspiraos en sus enseñanzas, em-peñaos en recibir y guardar en el cora-zón las luces que ella, por mandato di-vino, os envía desde lo alto. ¡Qué bue-no es estar reunidos aquí en nombre de Cristo, en la fe, la fraternidad, la ale-gría, la paz, ‘en la oración con María, la Madre de Jesús’! (Hch 1,14).

“Me siento muy feliz de estar aquí con vosotros, en medio de vosotros. ¡El Papa os ama, reza por vosotros y suplica al Señor las más preciosas bendiciones para los Movimientos, las Asociaciones y las nuevas reali-dades eclesiales, expresión viva de la perenne juventud de la Iglesia! ¡Que seáis muy bendecidos! Vaya mi más afectuoso saludo a vosotras, fami-lias congregadas aquí y que represen-táis a todas las queridísimas familias cristianas presentes en el mundo en-tero. Me alegro de modo muy espe-

cial con vosotras y os envío mi abra-zo de paz.”

Inauguración de la Conferencia General del CELAM

Por fin, al inaugurar la 5ª Confe-rencia General del CELAM, el San-to Padre paseó su mirada por el vasto panorama de la realidad latinoameri-cana, sus problemas y esperanzas, pa-ra apuntar sabiamente la solución:

“La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos. […] En la actua-lidad, esa misma fe ha de afrontar se-rios retos, pues están en juego el de-sarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos. A este respecto, la V Conferencia Gene-ral va a reflexionar sobre esta situa-ción para ayudar a los fieles cristia-nos a vivir su fe con alegría y cohe-rencia, a tomar conciencia de ser dis-cípulos y misioneros de Cristo, envia-dos por Él al mundo para anunciar y

Basílica de Aparecida – Junto a los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y las distintas

vocaciones, el Papa recitó el Santo Rosario a los pies de la Virgen Aparecida.

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dar testimonio de nuestra fe y amor. […]

“Hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios: que ella se convierta en su ali-mento para que, por propia experien-cia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo con-trario, ¿cómo van a anunciar un men-saje cuyo contenido y espíritu no cono-cen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios. Para ello, animo a los Pastores a esforzarse en darla a conocer.”

Pujante demostración de fe y amor

En las palabras de despedida, el Papa exteriorizó una vez más sus sen-timientos de sincero afecto a todos los pueblos latinoamericanos presen-tes en Brasil:

“Quedarán grabadas para siempre en mi memoria las manifestaciones de

entusiasmo y de profun-da piedad de este pue-blo generoso de la Tierra de Santa Cruz, que supo dar una pujante demos-tración de fe en Cristo y de amor hacia el Su-cesor de Pedro. […] Te-ned todos la seguridad de que os llevo en mi co-razón, de donde brota la Bendición que os conce-do.”

* * *La puerta del avión

se cerró, pero no la de la eternidad. La estre-cha relación de los la-tinoamericanos pre-sentes en Brasil con el Santo Padre abre las puertas de una convi-vencia eterna y feliz en torno a la visión beatí-fica.

Aparecida – Por la mañana, el Papa celebró la misa inaugural de la 5ª Conferencia General del Episcopado de

América Latina y del Caribe (CELAM) ante una multitud de más de 150.000 personas (fotos izquierda). Por la

tarde, encabezó la sesión de apertura en el Auditorio del Santuario (foto superior)

Misa en Aparecida

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Sin honra no hay verdadera gloria

P. João Scognamiglio Clá DiasPresidente General

12      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

comentario al eVangelio – solemnidad del nacimiento de san juan Bautista

El pueblo de Israel ansiaba la gloria mundana y por eso rechazó a Juan el Bautista, que vino a restaurar la honra verdadera a fin de preparar la llegada del Mesías.

57 A  Isabel  le  llegó  el  tiempo  del  parto  y dio a luz un hijo. 58 Oyendo sus vecinos y parientes que el Señor le había mostrado la grandeza de su misericordia, se congra-tulaban con ella. 59 Y sucedió que al octa-vo día fueron a circuncidar al niño, y que-rían ponerle el nombre de su padre, Zaca-rías,  60 pero  su  madre,  tomando  la  pala-bra, dijo: «No, se llamará Juan.» 61 Le de-cían: «No hay nadie en tu familia que ten-ga ese nombre.» 62 Y preguntaban por se-ñas a su padre cómo quería que se llamara. 63 Él  pidió  una  tablilla  y  escribió:  «Juan 

es  su  nombre.»  Y  todos  quedaron  admi-rados.  64 Al  punto  se  abrió  su  boca  y  se soltó  su  lengua,  y hablaba bendiciendo a Dios. 65 Invadió el temor a todos sus veci-nos, y en toda la montaña de Judea se co-mentaban estas cosas; 66 todos los que las oían las guardaban en su corazón, dicien-do: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.80 Mientras tanto, el niño crecía y su espíri-tu se fortalecía. Y habitó en lugares desier-tos hasta el día de su manifestación a Israel. (Lc 1, 57-66 y 80)

I – Honra y glorIa: conceptos correlatIvos

“Nous avons assez de gloire, Mon-seigneur, mais venez vous rendre l’honneur” 1.

Esta frase, con la cual Talleyrand saludó y alentó al Conde d’Artois, que esperaba indeciso en Nancy el momento oportuno de marchar a Pa-rís para restaurar la dinastía de los

Borbón, pasados los fulgores napo-léonicos, fue laureada por la fama. Con ella finalizaba la carta escrita por Talleyrand al hermano del nue-vo rey de Francia, enviada a través de

a  EvangElio  A

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      13

cía sobre todas las gentes. Querían la grandeza para satisfacer sus propios intereses, financieros inclusive.

Cristo vino a traer la honra suprema

Por otro lado, el Señor les había reservado desde la eternidad una glo-ria muy superior, inconcebible hasta por los ángeles: más que un Mesías, el Cristo, Dios y Hombre verdadero. Se haría Hombre para que los hom-bres se hicieran hijos de Dios y com-partieran así la naturaleza del abso-luto y eterno Señor. Es decir, además de la gloria extrínseca de la cual go-zaban ya en superabundancia, recibi-rían una honra inconmensurable.

Sabemos que para alcanzar la ver-dadera honra el ser humano debe lle-

ria a los descendientes de Abraham. Sin embargo, era más bien una glo-ria extrínseca, en el siguiente sentido: la fama alcanzada por el pueblo de-bido a los actos del Omnipotente es-taba muy por encima de la escuálida virtud de sus beneficiados.

Ahora bien, después de tantos si-glos con una correspondencia no sólo insuficiente sino incluso defectuosa ante tamaña prodigalidad divina, la mentalidad del pueblo en general se había deformado; enfoque distorsio-nado –al mismo tiempo moral y psi-cológico– que era justamente una de las razones por las cuales esperaban un Mesías de marcado cuño político, un nuevo David o quizá otro Moisés, adaptado a las necesidades de aque-lla época, para otorgarles la suprema-

Vitrolles. Sus términos y las circuns-tancias históricas que la rodearon nos recuerdan el estado psicológico y moral en que se encontraba el pueblo judío al depararse con el Precursor a orillas del Jordán.

El pueblo judío estaba impregnado de gloria

Las milagrosas intervenciones de Dios desde el nacimiento de la nación elegida la habían hecho célebre a lo largo de los siglos, destacándola por sobre las demás. Las discusiones con el Faraón de Egipto y las diez plagas subsiguientes, la travesía del Mar Ro-jo, el maná en el desierto, las Tablas de la Ley, la toma de Jericó, los Jue-ces, los Reyes, etc., fueron realidades grandiosas que impregnaron de glo-

Juan Bautista vino a devolverle su honra al pueblo elegido, para que recibiera dignamente al Mesías

“Predicación de san Juan Bautista” por Domenico Ghirlandaio – Basílica de Santa María Novella, Florencia (Italia)

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g a r i n d i s p e n -sablemente a la realización plena de todas sus cua-lidades, sobre to-do de las virtudes morales. En vista de tal realización, s o n c o n d i c i o -nes esenciales: la doctrina, el ejem-plo y la gracia. En lo que atañe a la doctrina, las Escrituras no de-jaron una sola co-ma sin tratar; el pueblo judío co-nocía bien los principios teoló-gico-morales que debían pautar la conducta indivi-dual. La gracia nunca le falta a nadie. En cuanto al ejemplo, ade-más de la histo-ria de los héroes ancestrales, se les ofrecía ahora el arquetipo más alto. Las multitudes no tardarían en oír de los labios del Dios encarnado: “Sed perfectos como vuestro Padre ce-lestial es perfecto” (Mt 5, 48). ¿Pero quién había visto al Padre para imi-tar su perfección? Este problema lo levantaría Felipe, para recibir de Je-sús esta respuesta: “El que me ha vis-to a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?” (Jn 14, 9-10).

No cuesta entender que la honra verdadera debe involucrar al hombre en su integridad, dado que la esencia de esta cualidad consiste en la partici-pación de lo absoluto. No será autén-tica jamás en un relativista, porque son términos excluyentes. La narra-ción bíblica muestra que Dios daría a la humanidad la insuperable honra

de pertenecer a su Familia. Es impo-sible un ennoblecimiento de más al-tura, consistencia y belleza. Y por en-

cima de esta mara-villa les ofrecía ade-más un modelo antes inaccesible, pero que Él dejaría al comple-to alcance de nuestros sentidos: el Hijo del Hombre.

Qué insuficientes resultan las páginas de una biblioteca pa-ra contener las ma-ravillas de gloria que Dios le preparó a su pueblo y a toda la hu-manidad…

II – el papel del precursor:

restItuIr la Honra

No obstante, se ha-cía necesario un cam-bio radical de men-talidad por parte de quienes iban a recibir dones de tal calidad y en tanta cantidad. So-bre todo, era conditio sine qua non que tu-vieran el alma imbui-

da de honra. La misión del Precursor fue justamente ésa: hacer honrado al pueblo para que recibiera bien al Re-dentor.

Lamentablemente, el Evangelis-ta refiere la mala acogida brindada al Salvador con estas pungentes pala-bras al comienzo mismo de su relato: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron” (Jn 1, 11). ¿Por qué? Por negarse en el fondo de sus almas a es-ta llamada a la más alta perfección, la del propio Padre. Con esto se entien-de mejor la silueta de aquel casi ana-coreta del desierto, Juan Bautista, el Precursor.

Surge como “figura única en la his-toria, con la aureola de un prestigio so-brehumano, misteriosa y solemnemen-te erguida en el encuentro de ambos Testamentos” 2, porque tal fue la opi-

La honra de poder integrar la familia del Hijo de Dios sería extendida a toda la humanidad

“Niño Jesús y San Juan Bautista” – Liebfrauenmünster, Ingolstadt (Alemania)V

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Para alcanzar la verdadera

honra es indispensable

la plena realización de

todas las cualidades, sobre todo las virtudes

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nión que el Redentor mismo expresó a su respecto: “En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha surgi-do nadie mayor que Juan el Bautista. […] Porque todos los Profetas y la Ley han profetizado hasta Juan. Y si que-réis comprenderlo, él es Elías, el que ha de venir” (Mt 11, 11-14). En el mismo sentido opina santo Tomás de Aqui-no, afirmando que san Juan Bautista fue el término de la Antigua Ley y el principio de la Nueva, vale decir, de la era del Evangelio 3.

Profecías sobre el Precursor

La misma liturgia de hoy se sumer-ge en el misterio al relatar el procedi-miento utilizado para elegir su nom-bre, como veremos más adelante. Esa atmósfera que lo rodeaba se manifes-tó en los primeros anuncios sobre su futura aparición. Hacia el año 450 a. C., así fueron las palabras proféticas de Malaquías: “He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino de-lante de mí” (Mal 3, 1). Ya mucho an-tes (cerca del 539 a. C., cuando Ciro, rey de Persia, derrotó al rey Nabóni-des de Babilonia y publicó a conti-nuación un edicto liberando a los ju-díos) el Deutero-Isaías anunciaba la misión del Precursor: “Una voz clama en el desierto: abrid camino al Señor, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que se alcen todos los valles y se rebajen todos los montes y collados; que se allanen las cuestas y se nivelen los declives” (Is 40, 3-4).

El anuncio más inmediato a su concepción y misión es bello y gran-dioso: Zacarías, sacerdote en el Tem-plo de Jerusalén, cumplía su tur-no pese a su avanzada edad, sin ha-ber tenido descendientes y además sin posibilidad de llegar a engendrar-los. Venía el momento de ofrecer el incienso al Señor mientras el pueblo esperaba afuera. El mismo arcángel san Gabriel, que seis meses más tarde estaría ante la Santísima Virgen para anunciar la Encarnación del Verbo, se le apareció llenándolo de temor, pero tranquilizándolo en seguida con

estas promesas: “No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de go-zo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni li-cor; estará lleno del Espíritu Santo des-

de el seno de su madre, y hará que mu-chos hijos de Israel vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el es-píritu y el poder de Elías, para reconci-liar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los jus-tos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto” (Lc 1, 13-17).

Varón con “el espíritu y el poder de Elías”

Así, Juan aparecería como el hijo de la oración proferida en el Templo de Jerusalén por un sacerdote, lleno de enorme alegría al saber que ten-drá en su descendencia a un hombre de grandeza en presencia del Altísi-mo. A ese futuro varón se le conce-dería “el espíritu y el poder de Elías”. Sin embargo, no usará estos dones a la manera de su predecesor contra los sacerdotes de Baal o los capitanes y soldados de Acab. Con ello frustra-rá las febriles expectativas del pueblo judío al respecto de un Mesías por-tentoso, aureolado con toda especie

de glorias políticas y sociales. El Bau-tista predicará el cambio de menta-lidad (metanoia) en la línea de una profunda y genuina armonía, ya en el ámbito familiar, ya abarcando desde los rebeldes a los justos, y así procu-rará crear las condiciones necesarias para la llegada del Mesías. Esto re-quería su propia purificación, inclusi-ve de la mancha del pecado original, ya fue una de las principales razones por las que la Virgen María empren-dió el penoso viaje con la intención de brindar auxilio a su prima. Al en-trar en casa de Isabel, “ésta quedó lle-na de Espíritu Santo” (Lc 1, 41) e hizo la bella confesión: “apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno” (Lc 1, 44).

Su nacimiento también fue inu-sual, porque a esa edad era imposible que Isabel pudiera concebir, al pun-to de que la fe de Zacarías fue insu-ficiente cuando escuchó las claras pa-labras de san Gabriel: “¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy an-ciano y mi esposa es de edad avanza-da” (Lc 1, 18). Tal reacción comprue-ba la grandeza del milagro que seis meses después sería confirmado por el mismo arcángel: “Isabel, tu parien-te, concibió un hijo a pesar de su ve-jez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios” (Lc 1, 36-37). Si las circunstancias huma-nas que rodearon su venida al mun-do fueron singulares, las sobrenatu-rales se mostraron todavía más inten-sas; tanto, que un temor santo llena-ba el interior de quienes se enteraban de los hechos. La memoria de todos quedó marcada de forma indeleble, llevándolos a preguntarse muchas ve-ces: “¿Quién llegará a ser este niño?” (Lc 1, 66). Su mismo padre, asumi-do por el Espíritu Santo, respondería en su canto: “Y tú, niño, serás llama-do Profeta del Altísimo, porque irás de-lante del Señor preparando sus cami-nos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados” (Lc 1, 76-77).

“Entre los nacidos de mujer no

ha surgido nadie mayor que Juan el Bautista. […]

Él es Elías, el que ha de venir”

(Mt 11, 11-1�)

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Educado por el Espíritu SantoSu crecimiento y educación se die-

ron en un clima de contemplación, penitencia y continua oración. Dios fue su maestro, la ascética su com-pañía y su camino la santidad, lo que trajo el fortalecimiento de su espíritu (Lc 1, 80). Su modo de ser y de actuar refleja cuán lleno estaba del Espíritu Santo “desde el seno de su madre” (Lc 1, 25) y cuán grande era su docilidad para seguir sus enseñanzas.

“Más que un profeta”

Llegado el momento de realizar su misión pública se presentó vesti-do con ropas completamente ajenas a las costumbres de su época: “un vestido de pelo de camello y una co-rrea de cuero en torno a la cintura”, y su alimentación no iba más allá de “langostas y miel silvestre” (Mt 3, 4). Asumió el papel de profeta sin de-clararlo abiertamente, pero también en esto sus características lo colocan por encima de cuantos le precedie-ron. Él fue “más que un profeta” (Mt 11, 9). Por eso san Roberto Belarmi-no, en uno de sus sermones, comen-ta lo glorioso que fue para san Juan haber señalado un Mesías de apa-riencias tan humildes, y pese a esto haber tenido la osadía de llamarlo: “Cordero de Dios” (Jn 1, 29) e “Hi-jo de Dios” (Jn 1, 34). Además, de-bido a su inmediata cercanía con el Salvador, recibió la mayor clarivi-dencia a su respecto. Ningún profe-ta anterior gozó de tan alto discer-nimiento; todos anunciaban un futu-ro, mientras Juan apuntaba al Salva-dor en su presencia. Por su conduc-ta llegó a imponer respeto al mismo Herodes (Mc 4, 20), miedo a los fa-riseos (Mt 14, 5) y recibió altísimos elogios de los divinos labios de Je-sús (Mt 11, 11), habiendo sido califi-cado como el mayor hombre apare-cido hasta entonces. Su fama se es-parció de tal modo, que la gente de toda Judea y los habitantes de Jeru-salén buscaban a Juan (Mc 1, 5) pa-ra recibir el bautismo, entre ellos el

propio Jesucristo (cf. Mc 1, 9-11; Mt 3, 16-17; Lc 3, 21-22; Jn 1, 31-34). Las multitudes, publicanos y solda-dos le preguntaban: “¿Qué debemos hacer?” (Lc 3, 10-14).

Su alma no experimentó jamás la soberbia

Si prestamos más atención a la grandeza de san Juan, veremos cuán-to carecía ella de tintes humanos o socio-políticos, tan al gusto del pue-blo elegido en esa coyuntura históri-ca. Era un gran hombre, el más gran-de, pero en el campo sobrenatural y por acción de la gracia. Justamente como obra de ésta derivaban su mo-destia, humildad y desprendimiento. Su alma no experimentó jamás la so-berbia, la vanagloria o la ambición, vicios tan universales y compañeros de todas las clases, edades y cargos. Son pasiones que despuntan con el uso de la razón, y hasta puede que

lo precedan; fomentan el ansia casi irrefrenable de ser conocido, elogia-do y amado. Frecuentemente ensu-cian la inocencia primera y empañan el candor de los niños. “La soberbia busca la propia excelencia, y la vana-gloria busca la manifestación de esa excelencia” 4. La soberbia “tiene cier-to carácter general, ya que de ella pue-den proceder todos los pecados […]

Por la soberbia, el hombre desprecia la ley de Dios por la cual se prohíbe el pecado, según lo que dice la Escritu-ra: «Hiciste pedazos el yugo, rompis-te las ataduras y dijiste: No he de ser-vir» ” 5.

Vanagloria: gloria sin honra

Así, por amarnos de manera in-debida, creemos tener derecho a ser glorificados por los demás. As-piramos ansiosamente al elogio y al aplauso, y sentimos como un ultraje el éxito de alguien más: la tristeza por los bienes ajenos, tan frecuente en in-numerables almas.

La soberbia y su hija primogéni-ta, la vanagloria, no conocen lími-tes ni barreras; se cuelan hasta en los sagrados recintos de la vida re-ligiosa. Es lo que nos da a entender la gran santa Teresa: “Dios libre a las personas que le quieren servir de acordarse de su propia honra. Mirad que es mala ganancia; y, como he di-cho, la misma honra se pierde en de-searla, en especial en las mayorías, que no hay tóxico en el mundo que así mate como estas cosas de perfec-ción. Diréis que son cosillas natura-les, que no hay que hacer caso; no os burléis con eso, que crece como es-puma, y no hay cosa pequeña, en tan notable peligro, como son estos pun-tos de honra y mirar si nos hicieron agravio” 6.

La misma santa de Ávila decía: “Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar, para detenerse en ello: si soy más antigua, si he más años, si he tra-bajado más, si tratan a la otra mejor. Estos pensamientos, si vinieren, es me-nester atajarlos con presteza; que si se detienen en ellos, o lo ponen en plática, es pestilencia y de donde nacen gran-des males…” 7.

Infelizmente, los peores efectos de esta pasión se propagan en las sa-gradas filas de las almas que se en-tregan al servicio pleno de Dios, lo que explica el famoso adagio: “To-lle inanem gloriam de clero, et facile omnia vitia resecabis” – Saca la vana-

Juan verá el lento

declinar de su obra,

porque otro Varón mucho más luminoso

lo sucedió

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gloria del clero y fácilmente arranca-rás todos los vicios 8. A veces la so-berbia se manifiesta de forma colec-tiva, con enorme daño para la cari-dad y dando motivo de escándalos. En tales casos se busca la gloria de Dios como pretexto de la glorifica-ción propia. De ello nace también la envidia colectiva.

da. Juan fue el ejemplo para tantas almas que –en la penumbra de los claustros o en el silencio interior en medio de la agitación del mundo, y a veces desconocidas, olvidadas e inclu-so despreciadas– repiten con el Pre-cursor: “Illum oportet crescere, me au-tem minui” – Es preciso que él crezca y que yo disminuya (Jn 3, 30).

“Entonces llegó Jesús desde Galilea al Jordán para ser bautizado por Juan. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mt 3, 13-14)

“Bautismo de Jesús”, óleo de Benedito Calixto – Iglesia Matriz de Atibaia (Brasil)

Juan rechazó la gloria y creció en honra

Al extremo opuesto de estos de-sequilibrios, Juan verá el lento cre-púsculo de su obra, de su propio nom-bre y hasta de sus discípulos, porque lo sucedió otro Varón, mucho más lu-minoso. Frente a este cuadro, sin em-bargo, no se sentirá humillado en na-

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El desierto: recia imagen que simboliza

el vacío de las almas sin

honra, la arenosa inconsistencia de los vicios, la fugacidad

de las pasiones

Si Juan volviera hoy, ¿se presentaría como una voz que clama en el desierto?

Desierto de Saskatchewan (Canadá)

Todos los comentaristas son uná-nimes en atribuir al Precursor un es-pecial afán por extirpar de sus discí-pulos la envidia grupal, por haberse comparado con Jesús y sus apósto-les. Esta fue la razón por la cual en-vió una embajada (cf. Mt 11) al Cor-dero de Dios, pues deseaba curar la mezquindad de corazón de sus segui-dores y probablemente consagrarlos al Divino Maestro.

“Juan es su nombre”

Durante siglos la elección del nombre entre los judíos era un acto inseparable de la ceremonia de cir-cuncisión, que se realizaba en pre-sencia de a lo menos diez testigos. El nombre era impuesto inmediata-mente después de las oraciones ri-tuales. Lo más común era hacerlo coincidir con el del padre o referirlo a cierto rasgo espiritual o físico del recién nacido, o a algo que hubiera marcado la vida de sus padres o an-cestros 9.

La ceremonia finalizaba con un pequeño ágape.

La elección del nombre era ge-neralmente una prerrogativa pater-na, no obstante algunas excepcio-nes a lo largo de la Historia como la que comprobamos en el Evangelio de hoy: “Su madre, tomando la pa-

labra, dijo: «No, se llamará Juan»”. No nos engañaríamos pensando en los esfuerzos de Zacarías, durante el período de su mudez, para comu-nicar a Isabel los detalles de la apa-rición de Gabriel. Ella a su vez, co-mo madre, debía tratar de conocer por todos los medios posibles los pormenores del grandioso aconte-cimiento.

La reacción de los circundantes tal vez naciera del deseo de conso-lar al anciano Zacarías, viendo que su propio nominativo se perpetua-ba en su hijo único. Pero la decisión cupo al progenitor que, requirien-do una tablilla, escribió: “Juan es su nombre”; acto que no sólo marcó la definición del Precursor, sino el tér-mino del castigo impuesto por Ga-briel: “Al punto se abrió su boca y se soltó su lengua”. Cuando Zacarías entonó su canto, todos creyeron ha-ber descubierto el motivo del nom-bre “Juan”, es decir, “el que anun-cia”. Pero en realidad, sólo post fac-

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tum se llegó a en-tender a fondo su misión como Precur-sor y el por qué de sus características personales. Él pudo crear un clima con-trario a la influencia de los fariseos, escri-bas y sacerdotes de la época al incentivar la pe-nitencia, el cambio de mentalidad y la conversión. No le cupo realizar un solo milagro ni nada espectacu-lar, porque era preciso fijar la idea de un Mesías que habría de presen-tarse manso y humilde: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de cora-zón” (Mt 11,29).

Pórtico de entrada de la misión del Mesías

Sin embargo, pese a esta ausen-cia de milagros, el Bautista fue ele-gido para colocarse en el umbral que dio paso al Mesías en su misión pública: “He ahí el Cordero de Dios” (Jn 1, 29). Su profundo ascetismo y su propia predicación lo diferencia-ban claramente de anteriores cau-dillos revolucionarios con acentua-do cuño político. Juan atrajo a mu-cha gente de todas partes, hasta de la misma Jerusalén, la cual, preocu-pada con ese movimiento, le envió una embajada para averiguar con certeza quién era él. Los Evange-lios casi siempre presentan a las au-toridades de la época como malé-volas, envidiosas e incrédulas. Ade-más de saduceos, levitas y sacerdo-tes, estaban los famosos fariseos. Todos ellos se rehusaron categóri-camente a aceptar no sólo el bautis-mo sino la doctrina misma de Juan (cf. Lc 7, 33).

El desierto, imagen de las almas sin honra

A esta embajada enviada por el Sanedrín y constituida por fariseos (cf. Jn 1, 19-28) Juan se declaró co-mo la voz que clamaba en el desier-

III – conclusIón: el desIerto de nuestra época

La predicación de Juan permane-ce válida hasta hoy para nosotros, y seguirá siendo indispensable hasta la consumación de los siglos, dado el orgullo que heredamos desde nues-tra salida del Paraíso. Un vicio que

nos sigue los pasos hasta nuestra muerte.

Si Juan viniera en los días de hoy, ¿aparecería como una voz que clama en el desierto? Bas-ta echar una mirada atenta a la aridez de la humanidad ac-tual, que tras perder la noción

del pecado no levanta ya sus ojos a Dios y no se cansa de em-

plear todos los esfuerzos por secar desde la fuente el rocío de la gracia que cae del Cielo.

Queda implorar que, como ha-ce dos milenios, nuevamente las ora-ciones de la Virgen de Nazaret hagan llover al Justo sobre este terrible de-sierto en que existimos y nos move-mos actualmente.

1 “Tenemos bastante gloria, Señoría, pero venid a devolvernos la honra”. André Castelot, Tayllerand ou le cy-nisme, Librairie Académique Perrin, París, 1980, p. 472.

2 Tertull., “Ad Marc.” – 33: PL 2, 471.3 S. Tomás de Aquino, “Suma Teológi-

ca” III, q. 38 a. 1 ad 2.4 Ídem, II-II, q. 162 a. 8 ad 2.5 Ídem, II-II, q. 162 a. 2.6 Sta. Teresa de Ávila, “Camino de Per-

fección” c. 12, 4-8.7 Ídem, c. 12, 3-4.8 Apud S. Tomás de Aquino, “Super

Evangelium S. Matthæi lectura”, c. 23, 1.1.

9 “Suma Teológica” III, q. 37 a. 2.

to, recia imagen que simbolizaba el vacío de las almas sin honra, la are-nosa inconsistencia de los vicios, el ardor fugaz de las pasiones. Esos terrenos yermos habían de volver-se sólidos y fecundos para recibir al Mesías.

Los males que habían dejado a todos en la tibieza se concentra-ban en una fuente denunciada por el propio Precursor: “Raza de víbo-ras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira de Dios que se acerca? […] No creáis que basta con decir en vuestro interior: «Tenemos por padre a Abra-ham»” (Mt 3, 7 y 9).

Y más tarde el Salvador les di-rá: “¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?” (Jn 5, 44).

Ahí puede verse la perfecta rela-ción entre las misiones del Precursor y del Emmanuel, “el que anuncia” y “Dios con nosotros”. Ambos quisie-ron brindarnos la verdadera honra para que nuestra gloria fuera genui-na.

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“San Juan Bautista” – escultura colonial de la Iglesia de la Santísima Trinidad – Asunción (Paraguay)

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Nuevos Heraldos sacerdotes

P. José Luis de Zayas

E20      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

De la fórmula “præsto sum” usada cotidianamente por los Heraldos, hasta el momento de responder “ad sum” en la celebración litúrgica de ordenación sacerdotal, su vida es un continuo acto de obediencia a la voz de Dios.

ntre los Heraldos del Evangelio, cuando un su-perior se dirige a alguno, se oye invariablemente la firme respuesta: Præs-

to sum! (“¡Estoy listo!”). Pues un He-raldo debe estar siempre dispuesto pa-ra todo, listo para obedecer cualquier orden, a desempeñar cualquier misión que le sea confiada en pro de la Igle-sia y de la salvación de las almas. Pa-ra quien consagra su vida a Dios, la voz del superior indica la voluntad divina.

Así es como el Heraldo se ejercita en la escucha de la voz de Dios, que en tantas circunstancias de la vida se manifiesta también de manera menos sensible, pero no por ello menos cla-ra. El Heraldo, al ingresar en el insti-tuto religioso muchas veces en la flor de la juventud, lo hace porque escu-chó definidamente la irresistible voz de la gracia, que lo llama a esta voca-ción singular. Y sin saberlo todavía, como Samuel al sacerdote Elí, res-ponde “præsto sum!”, tal como segui-

rá haciéndolo a lo largo de su vida co-mo consagrado.

El Señor es quien llama afectuosamente a los ordenandos

Para ejercer el sagrado ministerio sacerdotal, es Dios también el que eli-ge a los suyos llamándolos afectuosa-mente por su nombre. No hay sacer-dote que no haya oído claramente es-ta llamada del Señor. En el acto litúr-gico de ordenación es la voz del mi-nistro de Dios, del superior, la que de

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      21

nuevo se hace oír claramente llaman-do al candidato, a lo cual éste debe responder: Ad sum! (“Aquí estoy”).

Y tal como todos los días, el Heral-do, ejercitado en la obediencia, siem-pre atento a la voz de Dios, debe pro-nunciar aquel supremo y sublime “præsto tum!”, haciendo el voto de obe-diencia y castidad a su superior general en las manos del obispo ordenante.

En este momento culminante de la celebración, tal vez los nuevos sa-cerdotes hayan recordado el primer “præsto sum” que pronunciaron en su vida, con el corazón desbordan-te de alegría por haber encontrado el tesoro que tanto buscaban y ahora realizaron: la vocación sacerdotal.

La ceremonia de ordenación

Así fue como el día 28 de abril en la Basílica Papal de Santa María la Mayor, en la celebración presidi-da por el cardenal Bernard Francis Law, arcipreste de dicha basílica, fue-ron ordenados más de siete presbíte-ros (Pedro Rafael Morazzani Arráiz, Santiago Morazzani Arráiz, Mar-cos Faes de Araújo, Steven Schmie-der, José Francisco Hernández Medi-na, Fernando Gonzalo Elizondo, Ja-vier Gonzalo Elizondo) y cuatro diá-

Invitados ilustres – Se destacó entre ellos la honrosa presencia

del Exmo. Prof. Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo

Pontificio para los Laicos, en compañía de su esposa Lidice;

de los Embajadores ante la Santa Sede de Gran Bretaña, D. Francis Martin-Xavier Campbell;

de España, D. Francisco Vázquez Vázquez; de Paraguay, D.

Gerónimo Narváez Torres; y del Comendador Massimo Sansolini,

Sediario Pontificio. Numerosos participantes en la camapaña “Salvami Regina” vinieron de Italia entera a participar en la

celebración litúrgica.

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P. João Clá saluda al Papa Benedicto XVI

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22      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

conos (François Bandet, Joshua Se-queira, Walmir Bertoletti y Eduardo Caballero).

El Fundador de los Heraldos del Evangelio, P. João Scognamiglio Clá Dias, presentó los candidatos ante el cardenal, que los aceptó en nom-bre de la Iglesia. En seguida, el cele-brante les preguntó si querían asumir las obligaciones propias de su nueva condición. Después, al postrarse en el suelo, todos invocaron sobre ellos la intercesión de la Santísima Virgen, de los ángeles y de los bienaventura-dos, rezando la Letanía de Todos los Santos, para que esos nuevos minis-tros sean agradables a Dios, santos e inmaculados en su presencia.

El acto de ordenación se realiza por la imposición de las manos y por la oración de consagración que hace el cardenal sobre cada uno. El Espí-ritu Santo es quien se posa sobre los ordenandos.

lo largo de la Audien-cia General del día 23 de abril en la Pla-

za de San Pedro, el Papa Bene-dicto XVI recibió paternalmen-te los saludos del Fundador de los Heraldos del Evangelio, el P. João Clá Dias. Al saber que algunos miembros de esta Aso-ciación serían ordenados sacer-dotes, el Santo Padre, además de saludarlos, les prometió sus oraciones.

El P. João renovó su pro-mesa de fidelidad al Santo Pa-dre como asimismo la disponi-bilidad de los Heraldos en el servicio de la Iglesia, y le agra-deció de antemano su viaje a Brasil.

Regocijo de toda la IglesiaComo primer concelebrante junto

al Padre Superior General, João Clá Dias, estuvo presente Mons. Lucio Angelo Renna, o. carm., obispo dioce-sano de San Severo, emérito de Avez-zano, el cual erigió canónicamente la Sociedad de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli y ordenó a los primeros sacerdotes y diáconos de los Heraldos del Evangelio. Concelebraron tam-bién Mons. Karell Kasteel, Secreta-rio del Pontificio Consejo Cor Unum; el P. Fernando Guimarães, c.s.s.r., je-fe de gabinete de la Congregación pa-ra el Clero; Mons. Piero Amenta, ofi-cial de la Congregación para el Cul-to Divino; Mons. Giovanni d’Ercole, f.d.p., jefe de gabinete de la Secreta-ría de Estado; Mons. Angelo di Pas-quale, Protonotario Apostólico y Ce-remoniero Pontificio emérito. Junto a ellos, los canónigos del Capítulo Libe-riano Mons. Granito Tavanti, Camar-

lengo; Mons. Michal Jagosz, prefecto del Museo Liberiano; Mons. Tomma-so Passanctilli; Mons. Paul B. McIner-ny, secretario personal del cardenal Bernard Law; Mons. Gino di Cioc-co, canónigo honorario; Mons. Mi-chel Berger y Mons. Alberto Vallini, coadjutores del Capítulo. Y también Mons. Jean Marie Gervais, oficial de la Penitenciaría Apostólica, y el Padre Romolo Mariani, f.d.p.

La ceremonia estuvo a cargo de Mons. Adriano Paccanelli, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas de la Basílica, con ayuda del P. Sandro de Oliveira y del Collegium Liberianum.

El broche de oro de la celebra-ción fue el mensaje de felicitación del Santo Padre enviado por el Emmo. Cardenal Tarcisio Bertone. En las pá-ginas siguientes el lector podrá apre-ciar los momentos más importantes de la ceremonia, así como el texto del telegrama del Papa.

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Benedicto XVI envía una especial bendición apostólica

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Emmo. Sr. Cardenal Bernard Francis LawArcipreste de la Basílica Santa María la MayorCiudad del Vaticano

on motivo de la ordenación de siete presbíteros y cuatro diáconos pertenecientes a la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli, de los Heraldos del Evangelio, en dicha Basílica, el Santo Padre se une a la alegría común invocando sobre los ordenandos una abundante efusión del Espíritu Divino pa-

ra un fecundo servicio a la Iglesia. Mientras asegura a cada uno su recuerdo en la oración para que correspondan fielmente a la llamada a la perfección evangélica, invocando la constante protección del Corazón Inmaculado de la Virgen María, envía a Vuestra Eminencia, a los neo-diáconos y a los neo-presbíteros, a los familiares y amigos, al Presidente General y a todos los miembros de la familia espiritual de los Heraldos del Evangelio, una especial bendición apostólica.

Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad

texto del telegrama por la secretaría de estado

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El celebrante invoca al Espíritu Santo

sobre los diáconos: “Te pedimos, Señor,

que envíes tu Espíritu Santo sobre ellos, para fortalecerlos

con los siete dones de tu gracia y que así puedan ejercer

con fidelidad su ministerio.”

Imposición de las manos sobre el neo-diácono español Eduardo Caballero. Es el momento más solemne de la ceremonia, en que el ordenando recibe el sacramento del Orden por manos del celebrante.

El neo-presbítero Santiago Morazzani Arráiz, de Venezuela, formula los votos en las manos del celebrante, el cual concluye diciendo: “Dios, que te inspiró este buen propósito, te conduzca siempre más a la perfección.”

El diácono Joshua Sequeira, de la India,

formula los votos: “¿Prometes respeto y obediencia al obispo

diocesano y a tu legítimo superior? –

Prometo.”

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A la izquierda, el celebrante impone las manos sobre el neo-presbítero Pedro Morazzani Arráiz, de Venezuela. Al centro, el celebrante unge las manos del neo-presbítero Steven Schmieder, de los Estados Unidos. A la derecha, José

Francisco Hernández Medina, neo-presbítero español, recibe el cáliz y la patena: “Pon en práctica lo que vas a celebrar, conformando tu vida con el misterio de la cruz del Señor.”

Concluido el rito de ordenación, todos los concelebrantes

saludan gozosamente a los sacerdotes recién

ordenados. A la izquierda, el P. Romolo Mariani

saluda al diácono Walmir Bertoletti, de Brasil; a la derecha, el P. João Clá

saluda al neo-presbítero Santiago Morazzani Arráiz, de Venezuela.

Al término de la celebración

el cardenal Law se arrodilló

ante cada uno de los nuevos

sacerdotes para recibir de

ellos la primera bendición,

emocionando a todos los

presentes con este bellísimo y piadoso gesto.

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Primera Misa

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2�      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

an Benedetto in Piscinula, la iglesia confiada a los Heraldos por el Vicaria-to de Roma, fue elegida por los nue-vos sacerdotes para celebrar su prime-ra misa. San Benito habitó el lugar ha-

ce casi 1.500 años, durante su permanencia en Ro-ma como estudiante. Ahí fue donde el choque con la sociedad pagana (hoy diríamos secularizada) hi-zo brotar en su alma inocente la vocación religiosa.

La primera misa del P. Pedro Rafael Morazzani Arráiz, presidente de la Hermandad San

Benito, tuvo como concelebrante al P. João Scognamiglio Clá Dias, Fundador de los Heraldos del Evangelio. Foto 1: Canto

del salmo. Foto 2: Vista general de los participantes, con los padres del sacerdote en la primera fila. Foto 3: el diácono Joshua

Sequeira, de Bombay, India, ejerce su ministerio de anunciar la Palabra en el canto del

Evangelio.

4. El P. Fernando Gonzalo Elizondo y el P. Javier Gonzalo Elizondo concelebran la primera misa. 5. El P. Steven Schmieder durante la doxología. 6. El P. Marcos

Faes, presidente de la Hermandad Inmaculada Concepción, administra la primera comunión a una niña canadiense.

Heraldos en el mundo

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Primera Misa

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Ahí fue arrojada la semilla de la Europa cristiana, que los monjes de S. Benito cultivaron solícitamen-te con el ejemplo de sus numerosos santos a través de los siglos.

Para los recién ordenados presbíteros fue muy sugerente que su ministerio pudiera comenzar en esta iglesia, lanzándose al anuncio del Reino de Dios bajo el amparo y protección de san Benito, Patriarca de Europa.

7. Los fieles besan las manos del recién ordenado P. Marcos Faes. 8. El P. José Francisco Hernández Medina, procurador-general de los Heraldos del Evangelio, administra la comunión a sus padres. 9. El P. José Francisco celebra la primera misa asistido por Mons. Ángelo di Pasquale, Ceremoniero Pontificio emérito y Asistente

Espiritual de los Heraldos del Evangelio.

En su homilía, el P. Pedro Morazzani dejó aflorar toda su gratitud y reconocimiento al P. João Clá por la formación recibida como Heraldo del Evangelio (fotos 10 y 12). En la foto 11, la consagración del vino.

Heraldos en el mundo

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En la histórica iglesia de S. Benedetto in Piscinula, en Roma, el Prefecto de la Congregación para el Clero se reencontró con los Heraldos, evocando el tiempo de su permanencia en la Arquidiócesis de S. Paulo. A la izquierda, Mons. Hummes con el Rector de S. Benedetto, Mons. Ángelo di Pasquale, y el P. João Clá; a la

derecha, presidiendo la Eucaristía celebrada con algunos sacerdotes Heraldos presentes en Roma.

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Mons. Claudio Hummes: una visita histórica

2�      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

san Benedetto in piscinula

a acogedora iglesia de San Be-nedetto in Piscinula, donde S. Benito vivió algunos años de

su juventud, recibió el 22 de abril una visita digna de registrar en los anales de este templo milenario: el cardenal Mons. Claudio Hummes, Prefecto de la Congregación para el Clero, se reen-contró con los Heraldos en torno a la mesa eucarística.

Las palabras iniciales de su homi-lía reflejan la emoción del aconteci-miento, cuando muchos Heraldos volvieron a ver al que fue su pastor como arzobispo de São Paulo, Brasil.

“Quiero decirles que me siento muy feliz por la invitación a celebrar aquí. Me reencuentro así con los Heral-dos del Evangelio que vienen de nues-tra querida arquidiócesis de S. Paulo, en donde fui arzobispo prácticamen-te desde el tiempo en que los Heraldos del Evangelio tuvieron su nacimiento formal. He seguido su hermosa histo-

ria desde el comienzo, por eso me sien-to muy feliz también por pertenecer un poco a ella.

“Hay un capítulo muy especial aquí en Roma, con la concesión de esta igle-sia histórica, antiquísima, que nos ha-bla de todas las tradiciones y la Histo-ria de la Iglesia por su propia estructu-ra antigua, bonita, emocionante.

“Podemos estar en un ambiente que fue construido hace casi mil años, algo realmente muy especial que nos hace revivir la tradición de la Iglesia. En ver-dad, la tradición no es otra cosa sino la forma como la Iglesia vivió el Evange-lio a través de estos dos milenios: con amor, con fe y comunión. Una tradi-ción muy dinámica porque es compa-ñera de la Historia. Dios se hace Histo-ria y continúa haciendo Historia hasta el final de los tiempos.

“Nosotros hemos sido insertados en esta Historia de Salvación, en la espe-ranza escatológica del fin de los tiempos,

cuan-d o l a Historia t e r m i n e y podamos compartir tam-bién la vida eterna junto al Padre.

“Tenía un gran deseo de decir es-to desde el corazón a los Heraldos del Evangelio, para que sientan la fuer-te experiencia de tener un lugar aquí, en Roma, en el centro del cristianis-mo. Quiero saludar también, por su-puesto, a los que serán ordenados el sábado próximo, y hacer votos de un ministerio santo, fructífero, de acuer-do a lo que esperamos de los Heral-dos del Evangelio. Ustedes son He-raldos, quieren llevar el Evangelio al mundo. El P. João me contaba que es-tán en 60 países. Sigan creciendo así, sigan fortaleciéndose y siendo discípu-los fieles de Jesucristo como Heraldos del Evangelio.”

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90 aniversario de las apariciones en Fátima

Presentado el Proyecto Futuro y Vida en Palencia

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l pasado 13 de mayo, los Heraldos del Evan-gelio realizaron una solemne ceremonia en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas de

Madrid, con motivo del 90 aniversario de las aparicio-nes de la Virgen de Fátima. La Eucaristía fue presidi-da por el Vicario General del Arzobispado Castrense, Mons. Ángel Cordero Cordero, y concelebrada por el Presidente de los Heraldos en España, P. Pedro Paulo de Figueiredo, E.P. y por el capellán de la Academia de Infantería de Toledo, D. Serrano Arturo Calvo Aladro.

Al inicio de la misa D. Angel Cordero colocó la corona de la Imagen Peregrina del Inmacula-do Corazón de María de Fátima simbolizando así el reinado de María sobre los corazones. El Padre Pedro Paulo de Figueiredo pronunció la homilía recordando las palabras de S.S. Benedicto XVI a respecto de Nuestra Señora de Fátima, “que con su vehemente llamada a la conversión y a la peni-tencia es, sin duda, la más profética de las apari-ciones modernas”.

l pasado mes de marzo, los Heraldos del Evangelio de Palencia presenta-ron en varios colegios de la ciudad y

en el Seminario Menor el Proyecto Futuro y Vida, dirigido especialmente a los jóvenes de 11 a 13 años.

En estos colegios se pudo observar la buena acogida que dieron tantos los alum-nos como los profesores y la dirección de los diversos centros escolares que fue pre-sentado el proyecto a esta actividad cultu-ral de los Heraldos, que tienen como obje-tivo estimular el estudio y el buen compor-tamiento de los jóvenes, a través del depor-te, la música y las obras de teatro.

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P. Antonio Guerra

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entreVista con don emilio pignoli, oBispo de campo limpo (são paulo)

Un obispo misionero

Mons. Emilio Pignoli es un protagonista de la historia de los Heraldos del Evangelio: él fue quien erigió en su diócesis a esta Asociación de Fieles. Misionero

ardiente y pastor bondadoso, nos cuenta en una amena conversación algunos hechos de su vida, compartiendo un poco de su extensa experiencia pastoral.

Heraldos del Evangelio: Don Emilio ¿cómo surgió su vocación sacerdotal?

Desde niño siempre me gustó mu-cho ir a la iglesia. Incluso antes de ha-cer la Primera Comunión –en Cappela de Picenardi, en la provincia italiana de Cremona, donde nací– ya manifesté a la catequista mi voluntad de ser sacer-dote. Ella dijo que para ser sacerdote era preciso tener vocación, ser llamado por Dios. Yo la miré y pregunté:

–¿Pero cómo voy a saber si es Dios que me llama?

Ella me respondió:–Mire, es el deseo del corazón,

Dios habla al corazón. Cuando ha-gas la Primera Comunión, dile a Je-sús: “¡Yo quiero ser sacerdote, dame la vocación!”

El día de la Comunión hice exacta-mente lo que ella me recomendó: me quedé pidiendo, arrodillado y con la

mano en el rostro, repitiendo aque-lla invocación. Los demás ya habían vuelto a los bancos y acabé quedán-dome casi solo, arrodillado.

De hecho, nunca se apartó de mí el ideal del sacerdocio, de modo que cuando llegó el momento –en 1945– a pesar de varias dificultades que aso-laban Italia, ingresé al seminario.

HE: ¿Usted ya pensaba en ser misionero?

El Papa Pío XII, en la época, había hecho una fuerte llamada a la Igle-sia europea a favor de Latinoamé-rica, hablando sobre los emigrantes que venían hacia acá, traían su fe pe-ro nadie les acompañaba, exponien-do la situación de muchas parroquias sin sacerdotes, etc. Y en los semina-rios se comentaba eso.

En 1948, cuando llevaba ya tres años allí, el P. Ricardo Lombardi fue

a predicar a Cremona, realizando el curso “Por un mundo mejor” que tu-vo su importancia en la época. Él se hospedó en el seminario, y el rector le pidió que celebrara una misa y di-jera algunas palabras a los seminaris-tas. Habló sobre Latinoamérica, so-bre la situación de Brasil, de Argenti-na, de Venezuela... Sobre todo, mos-tró Brasil como un país inmenso y ne-cesitado de misioneros, donde ca-si no había sacerdotes, donde algu-nos obispos querían comenzar un se-minario en su diócesis pero no tenían fuerzas.

Y nosotros, seminaristas, pensá-bamos: “Aquí somos bastantes, ¿por qué no vamos allá? Ya que queremos consagrarnos a Dios y a la Iglesia, ¡va-mos adonde nos necesitan!” Enton-ces, muy entusiasmado por el asunto, conversé con el director espiritual. Él me aconsejó: “Despacio, despacio…

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Termine Filosofía, termine todo con buen provecho”. Y fue acompañán-dome en el discernimiento.

Un día llegó el rector a nuestra clase y leyó una carta de la Comi-sión Pro América Latina, de Roma, que decía que el Santo Padre ben-decía si algunos seminaristas se dis-pusiesen a ayudar en Latinoaméri-ca como misioneros. Días después el obispo de Cremona manifestó el de-seo de que la diócesis ayudase y oye-se esa llamada del Papa. Todo eso me animó.

Fui entonces a pasar unos días en el Colegio Pío Brasileño, en Roma, para aprender un poco de por-tugués. Encontré allí un se-minarista de Riberão Pre-to, que me motivó a escri-birle a Mons. Mousinho, obispo de la ciudad paulis-ta. Escribí, y él inmediata-mente me acogió, aconse-jándome hacer el curso de Teología en S. Paulo, pues así aprendería mejor la lengua, y ya me iría prepa-rando, además de ser útil.

Mi madre se entristeció bastante: “Pero hijo, termi-na tu formación. Yo que-ría asistir a tu primera mi-sa…” Respondí que si era la voluntad de Dios, yo vol-vería. Pero su corazón ya lo presentía… Cuando me besó en la despedida, me dijo: “Vete, hijo, Dios te bendiga… pero a tu madre no la verás más”.

Y así fue.

HE: ¿Cuándo llegó usted a Brasil?

El 20 de Octubre de 1953. Llegué a Riberão Preto y me asustó el ca-lor porque, habiendo salido de Italia cuando comenzaba el invierno, nadie me dijo que aquí era la época de los calores. Y la única sotana que había traído era de lana, calcetines de lana,

camiseta de lana. “¡Mi buen Jesús!” – pensé.

Cierto día, un sacerdote de allá me preguntó:

–¿Como está, se acostumbra?–Mire, aquí hace demasiado calor.

¡Dios mío! ¿No hay una región más fría?

Otro sacerdote que impartía cla-ses en el seminario, me oyó y me in-vitó a su parroquia, en Cravinhos, una ciudad mucho más fresca. El obispo lo autorizó y me trasladé. Allí no había

¿Pero cuál fue el motivo de venir a Brasil? Trabajar por las vocaciones, formar sacerdotes. Gracias a Dios, en estos años he podido ordenar a 112 sacerdotes, en breve ordenaré otros 8, y el próximo año 13 más.

HE: ¿Qué es lo que más le agrada del pueblo brasileño?

Aquí hay mucha gente de buena pasta, y lo que precisamos es evange-lizar profundamente a las personas, para que conozcan de verdad la doc-

trina del Señor y el camino de la Iglesia. Muchos están en la ignorancia religiosa y fácilmente son desviados por las sectas. Si consegui-mos buenos sacerdotes que entiendan al pueblo, sepan oír, visiten a las familias, den atención a los enfer-mos, entonces el Brasil es-tará salvado.

HE: Para nuestra alegría, la Providencia quiso que en determinado momento usted conociera a los Heraldos.

Realmente, vemos có-mo es la mano de Dios la que guía nuestras actitu-des cuando rezamos todos los días, invocamos el Espí-ritu Santo, para que Él nos oriente siempre y podamos hacer únicamente la santí-sima voluntad del Padre.

El P. Sandro y el P. Be-to fueron los primeros que me hablaron de los Heral-dos. Les manifesté mi de-seo de conocerlos y me in-vitaron a pasar un día en la Casa Matriz. Observé

tantas cosas buenas, todo muy dig-no, muy auténtico. Tuve una conver-sación en la cual me presentaron los Estatutos de la Asociación. Los leí al instante y apunté algunas cosas que creí que deberían cambiar. Me man-daron después una nueva versión,

seminarista y fui adoptado. De modo que cuando llegaba mi tiempo de or-denación, una comisión fue a ver al obispo para que fuera ordenado en Cravinhos. Me dieron todo: ropas, or-namentos, un viaje de regalo para ir a Italia, después de la primera misa.

“¿Cuál fue el motivo de venir a Brasil? Trabajar por las vocaciones”

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que yo envié a Mons. Geraldo Maje-la, que en esa época se encontraba en Roma. Él me respondió rápidamen-te, diciéndome que los Heraldos del Evangelio merecían ser apoyados.

Entonces aprobé los estatutos por un quinquenio, pensando: “Va-mos a ver, por los frutos se conoce-rá el árbol”. Y el árbol dio frutos en abundancia, tan rápido que me sor-prendió. Yo había firma-do el decreto aprobán-dolos como Asociación de Fieles para una expe-riencia, después varios obispos se adhirieron, y cuando todo aquello fue presentado a la Santa Se-de, listo, ya fue Asocia-ción de Derecho Pontifi-cio. Ocurrió muy rápido. Pero es esto, fue un ca-mino muy bonito.

HE: Don Emilio, ¿podría enviar un mensaje a los lectores?

Queridísimos lecto-res, debemos dar gracias a Dios por estas obras que Él suscitó a partir del Concilio Vaticano II, los movimientos seglares y las fraternidades nue-vas, que fueron surgien-do en la Iglesia. Debemos confirmar nuestra fe en el poder del Espíritu San-to, porque muchas cosas no proceden de la planifi-cación de nuestras curias ni de nuestros planes. Es el propio Dios quien conduce la historia de la salvación y también nuestras histo-rias.

Entre las más bellas historias es-tá justamente la de los Heraldos del Evangelio, que yo pude conocer de cerca aquí en São Paulo y en Ro-ma, en el importante trabajo de res-tauración de la iglesia de San Bene-detto in Piscinula, en el Trastevere

Romano. Es importante pensar en todo el impulso que ellos dan a tra-vés de las visitas a domicilio, de ora-ción en las casas y de celebración de las solemnidades. Su coro y orques-ta internacional conmueven al pue-blo, sobre todo en las periferias; no-sotros nunca conseguiríamos todo

Quiero dar la enhorabuena a to-dos los que se adhieren a los Heral-dos del Evangelio. Están en el buen camino y realmente debemos estar atentos, porque el Espíritu Santo, a través de ellos, de sus sacerdotes y de nuevas vocaciones, nos da todo el apoyo necesario para ver que nues-

tra Iglesia está reflore-ciendo. Es la realización del gran sueño del Beato Papa Juan XXIII, el cual deseaba un nuevo Pente-costés en la Iglesia. Este Pentecostés está pasan-do, una primavera en la Iglesia.

En Europa –pienso ahora en los lectores ita-lianos– la diferencia en-tre el invierno y la pri-mavera es una cosa fan-tástica, como de la muer-te para la vida. Aquí en Brasil no es tan marcada la diferencia entre las es-taciones, pero lo que in-teresa es la idea, o sea, la Iglesia debe reencontrar el fundamento de su fe.

Entonces, quiero que todos reciban con mucho amor y alegría el ejem-plo, el testimonio de vi-da y apostolado de los Heraldos del Evangelio y de las jóvenes de la So-ciedad de Vida Apostóli-ca Regina Virginum, que son las muchachas de la rama femenina de los Heraldos. Entre ellas hay

realmente verdaderos “ángeles” de Dios, que no parecen de verdad en el medio de una sociedad joven tan divergente. Son jóvenes que viven en un régimen de disciplina, una pro-funda oración y en el servicio, co-mo el que hacen a los niños allí en el Colegio Internacional.

Todo eso es un fruto bendecido que se está realizando con la gracia de Dios.

eso si no tuviésemos ese apoyo de los Heraldos.

Tengo también el gran placer de decir que el Colegio Internacional de los Heraldos está en el territorio de mi diócesis, y allí se levantará tam-bién un Santuario de Nuestra Señora de Fátima, que por ahora es una ca-pillita. Como todo cuando comienza, todavía está como un grano de mos-taza, pero sé que después crecerá.

“Quiero dar la enhorabuena a todos los que se adhieren a los Heraldos del Evangelio. Están en el buen camino”

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Oración a la Virgen del Perpetuo Socorro

h Madre del Perpe-tuo Socorro, gracias a este nombre mi corazón desborda confianza en ti. Ven-

go aquí, frente a tus pies, a presentar todas las necesidades de mi vida y de mi muerte. Vengo a llamar sobre to-das estas miserias tu materno soco-rro. ¡Oh Madre mía!, dígnate escu-charme desde el Cielo y darme una favorable acogida.

En todas mis dificultades y pe-nas, ¡ven en mi socorro, Madre ca-ritativa!

En el momento peligroso de la tentación…

Cuando tenga la desgracia de caer en pecado, para que me levantes…

Si algún lazo funesto me enca-dena al servicio del demonio, para que pueda romperlo…

Si vivo en la tibieza, para que Je-sucristo no me vomite de su boca…

Cuando sea negligente en acu-dir a Ti, para que en seguida te in-voque…

Para recibir dignamente los sa-cramentos…

En todos los ejercicios de un cristiano fervoroso, sobre todo en la oración y meditación…

Para que conserve o recobre la castidad…

Para que adquiera la humil-dad…

Para que pueda amar a Dios de todo corazón…

Para que, por amor a Dios, me avenga en todo con su santa volun-tad…

Para que cumpla fielmente los deberes de mi estado…

Cuando la enfermedad aflija mi cuerpo y abata mi alma…

Cuando la angustia y la tristeza se apoderen de mí…

Si Dios me sujeta al tormento de las penas interiores…

Si la Providencia me prueba con la pobreza o los reveses de la for-tuna…

Si encuentro en mi propia fami-lia motivo de dolor…

Cuando sea humillado, contra-riado, maltratado…

Para que obtenga la salud y el bienestar de quienes me son que-ridos…

Para que logre la liberación de las almas del Purgatorio…

Para que coopere en la salvación de los pecadores…

Para que obtenga la gracia de la perseverancia final…

Cuando sobrevenga mi última enfermedad…

En mi último suspiro…Cuando me presente ante tu Hi-

jo que ha de ser mi Juez…Cuando esté en el Purgatorio…En todo tiempo y lugar…Para que te sirva, ame e invoque

siempre…Para que te haga amar y servir

por muchos cristianos…Alabada, amada, invocada, ben-

dita seas por siempre, ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, esperanza mía, amor mío, Madre mía, felici-dad y vida mía. Así sea.

el tesoro de la oración

Ícono original de la Virgen del Perpetuo Socorro – Iglesia de S. Alfonso de Ligorio (Roma)

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Jesús y María: un solo Corazón

Carmela Werner Ferreira

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Dios siempre saca del mal un bien mayor. Para corregir los errores del jansenismo, surgió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de María. En sus infinitos tesoros de misericordia la humanidad encontrará remedio a los males de nuestra época.

orría el año 1635. En una localidad del oeste de Bélgica, el pueblo llena-ba el recinto sagrado pa-ra escuchar un sermón.

En el púlpito, el orador dirigía a la nu-merosa asamblea palabras como éstas: “Hermanos, no tenemos fuerzas para

resistir al pecado, a menos que estemos ‘predestinados’. Si la gracia nos domi-na, haremos el bien… pero si nos do-mina la concupiscencia, ¿qué más re-medio tenemos sino hacer el mal?”

Y continuaba: “Sepan que Cristo no murió por todos los hombres, si-no sólo por quienes ha querido sal-

var, a los cuales dio las fuerzas pa-ra no practicar mal alguno. Miren el crucifijo: es una expresión errónea del Señor, que en realidad no abre sus brazos a toda la humanidad. ¡Te-man por sus pecados! ¡Pueden apar-tarlos irremediablemente del rostro de Dios!”

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Sagrado Corazón de Jesús – Colección Privada

Imagen del Inmaculado

Corazón de María perteneciente a los

Heraldos del Evangelio

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      3�

Terminado el sermón, los fieles se retiraron un poco asustados. Les cos-taba creer en un Dios indiferente con una porción de sus criaturas, conde-nadas ya previamente, al tiempo que se comporta con el resto como un te-rrible Juez. Pero si el sacerdote lo de-cía, debía ser así…

Poco a poco, la devoción eucarísti-ca iba disminuyendo, así como la fre-cuencia a las confesiones porque –pensaban– de nada serviría el sacra-mento sin una perfecta y casi inalcan-zable contrición.

Dentro de este marco rígido y se-vero, el amor a la Madre de Dios también fue perdiendo intensidad y las oraciones en su honor fueron ex-tinguiéndose en los labios de los fie-les.

El jansenismo, falsa concepción de la justicia divina

El predicador que nos referimos era seguidor del tristemente célebre Cornelio Jansen, llamado Jansenio, obispo de Iprés. Su doctrina, conde-nada por la Santa Sede tras su muer-te, fue refutada por muchos santos. Sin embargo, sus enseñanzas echa-ron raíz profunda en la sociedad de entonces, sobre todo en Francia, Bél-gica y Holanda.

El jansenismo, junto a otros erro-res surgidos en el mismo período, significó un duro golpe en las cuer-das más delicadas del amor de Dios. Sumándose a los factores de degra-dación que fermentaban en el siglo XVII, logró arrancar de un inmenso número de almas cristianas el precio-sísimo hilo de oro que las mantiene ligadas a Dios en las tribulaciones de la vida: la confianza en el perdón y la misericordia del Salvador y la devo-ción a la Santísima Virgen.

La misericordiosa respuesta de la Providencia

En sus designios insondables y sa-pienciales, la Divina Providencia no deja nunca de extraer de los grandes males otros bienes mucho mayores.

La Historia demuestra que la res-puesta del Cielo ante las embestidas infernales consolida, explicita y hace progresar la obra de Dios. Por ello, la famosa expresión de S. Pablo: “Opor-tet hæreses esse – Es conveniente que haya herejías, a fin de que se desta-quen los de probada virtud” (1 Cor 11, 19).

Contra los errores difundidos en el siglo XVII, la revancha divina mar-có para siempre la fisonomía sagrada de la Santa Iglesia con la expresión más tierna y elocuente de la bondad del Señor y de su Madre Santísima: el mundo recibió la revelación de la de-voción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

El Corazón de Jesús y de María

Así como los primeros rayos de la aurora anuncian la llegada del astro rey, la gran revelación hecha por Je-sús a santa Margarita María fue sien-do preparada desde principios de aquel siglo por un brote de devoción al Corazón divino. Una pléyade de al-mas fervorosas extendieron esa prác-tica admirable, entre las que se desta-có san Juan Eudes.

Este varón verdaderamente evan-gelizador, que consagró su vida ente-ra a las misiones y la formación sacer-dotal en Francia, tuvo una devoción fecundísima a los Sagrados Corazo-nes de Jesús y de María.

Impelido por el soplo de una gra-cia singular, explicitó con unción y sa-biduría la atrevida devoción que une en uno solo a los Sacratísimos Cora-zones del Redentor y de su Madre:

“¿No sabéis que María nada es, na-da tiene ni nada posee sin Jesús, por Jesús y en Jesús; y que Jesús es todo, lo puede todo y lo hace todo en Ella? ¿No sabéis que fue Jesús quien hizo al Co-razón de María tal cual es, y quiso tor-narlo en una fuente de luz, de consue-lo y de toda suerte de gracias para quie-nes recurren a Ella en sus necesidades? ¿No sabéis que Jesús no tan sólo resi-de y asiste continuamente al Corazón de María, sino que Él mismo es el Co-

razón de María, el Corazón de su Co-razón y el alma de su alma, y que por lo tanto ir al Corazón de María es hon-rar a Jesús, invocar al Corazón de Ma-ría es invocar a Jesús?” 1.

De hecho, fue María Santísima la que trajo a la tierra al Hijo de Dios, quien habría de redimir a la humani-dad pecadora, estableciendo con to-das las almas cristianas un comercio admirable y transformador. En esta sublime y naciente Historia de la Re-dención, Jesús quiso tener muy cerca de sí a un Corazón conforme al suyo, exento de toda inclinación disonante con su divinidad. El Corazón de Ma-ría conservó todos los misterios y to-das las maravillas de la vida de su Hi-jo, empleando su completa capacidad natural y sobrenatural en un ejercicio continuo de amor a Jesús, el objeto único de todos sus afectos. No había nada en Jesús que María no percibie-ra, ya fueran sus manifestaciones in-teriores o exteriores, su humanidad o divinidad. Por medio de este amor, el propio Jesús estuvo siempre viviendo y reinando en el Corazón de su Ma-dre: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y ven-dremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23).

San Juan Eudes no invoca al In-maculado Corazón de María como si éste tuviera movimientos propios, sino como habiéndose disuelto por completo en el Corazón de Jesús, in-capaz de reflejar en sí cualquier co-sa que no sea a Dios. Su filial arrojo acuñó un término idéntico: el Sagra-do Corazón de Jesús y de María.

Nuevo manantial de gracias

Cuando se abren a esta devoción, las almas reciben gracias torrencia-les. Está destinada a mover más la voluntad que la inteligencia, el amor más que la razón. Se sabe, gracias a la experiencia multisecular de la San-ta Iglesia –eximia formadora de las almas–, que cuando alguno explicita una doctrina pero no conduce hacia las vías sobrenaturales a través del

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propio ejemplo, no ayuda a santificar a nadie. En cambio, ¿habrá quien lo haga mejor que Aquella que “conser-vaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lc 2, 51)?

Además, cupo a san Juan Eudes la gloria de haber sido el primero en ce-lebrar litúrgica y públicamente a los Santísimos Corazones. Compuso y celebró una misa para el Corazón de María en el año 1648, y otra en 1672 para el Corazón de Jesús, ambas con las debidas licencias de la autoridad eclesiástica y la presencia de miles de fieles. Dicho gesto contribuyó a pre-parar las cosas para que el mundo re-cibiera la revelación de esta devoción sublime como la más excelente entre todas, en cuanto manifestación del amor salvífico de Jesús.

Del silencio de la clausura al mundo

En 1673, Jesús reveló los tesoros de misericordia de su Corazón a los hombres.

Para dar testimonio de esta reve-lación al mundo, Dios no eligió a una autoridad célebre, ni a un orador fa-moso ni a un sabio. El Divino Maes-tro quiso mostrar una vez más que su fuerza se revela totalmente en la fra-gilidad, prefiriendo a una humilde re-ligiosa, forjada en el crisol de la pro-bación desde la más tierna infancia: santa Margarita María Alacoque, de la Congregación de la Visitación. Es-ta joven borgoñesa, de familia muy piadosa, fue por decirlo así instruida directamente por Nuestro Señor en los senderos espirituales: “Quien dice ‘escuela’ también dice ‘libros’. A Mar-garita María, Jesús le entregaba otro ‘manual’: su propio Corazón que es el ‘libro de la Vida’” 2.

Favorecida por experiencias místi-cas a lo largo de toda su vida, santa Margarita tuvo un alma moldeada se-gún los cánones divinos. Jesús le ha-bía revelado muchas veces que para cumplir su misión debía ser flexible y no oponer obstáculo alguno. “Yo me hice a mí mismo tu maestro y tu direc-

tor para disponerte al cumplimiento de este gran proyecto y para confiarte es-te gran tesoro que es mi Corazón, que aquí te muestro descubierto” 3.

A los veinte y seis años de edad y cuatro de vida religiosa se produ-jo la gran revelación del Corazón de Jesús, resorte propulsor de todas las gracias insignes que el mundo reci-bió para vencer la tibieza, la herejía y dejarse inflamar por el amor divi-no.

Era el día 16 de junio de 1675 en la octava de la solemnidad de Cor-pus Christi. Santa Margarita María rezaba arrodillada desde el coro, con los ojos fijos en el tabernácu-lo, cuando el Redentor se le apare-ció sobre el altar, descubriendo su Sacratísimo Corazón, y le dijo: “Es-te es el Corazón que tanto amó a los hombres, que no les negó nada hasta agotarse y consumirse para probarles su amor, y en reconocimiento no reci-bió más que ingratitudes a través de sus irreverencias y sacrilegios, y por la indiferencia y desprecio que ellos sienten por Mí en el Sacramento del Amor. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del San-tísimo Sacramento sea dedicada una fiesta particularmente dirigida a hon-rar mi Corazón en desagravio por las ofensas que recibe” 4.

Jesús llama a la puerta de nuestro corazón

¡Qué dolorosa queja salida de los labios de Jesús! ¡Tantas manifestacio-nes de afecto hacia sus criaturas y, en cambio, tanto repudio por parte de ellas!

Cada uno de nosotros ya debió sentir el golpe de la ingratitud, de la indiferencia o del olvido, cuando nos sacrificamos con recta intención por quienes estimamos, echando mano a todos los medios para brindarles un beneficio. Este menosprecio que cuesta aceptar, y que motiva tantas desavenencias en la humanidad pe-cadora, asume otro horizonte cuando tiene por objeto al propio Dios.

No se trata de un corazón con per-sonalidad humana, sino del que di-jo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”(Jn 14, 6). No les ofreció a sus hijos la promesa de bienes pasajeros, sino que derramó su sangre en la cruz para darles la vida eterna y el perdón de todos sus crímenes. Más aún: hi-zo de los pobres hijos de Adán y Eva el blanco de su afecto y de su ternu-ra, quiso establecer con ellos su reino sapiencial, quiso reunirlos como la gallina junta a sus polluelos bajo las alas y declaró que sus alegrías consis-tían en estar con los hijos de los hom-bres.

¿Qué recibió a cambio? La muer-te más infame y cargada de odio que nunca hubo en la tierra y el desacato de la gran mayoría de los hombres a lo largo de la Historia. Este es el Co-razón rodeado de espinas que viene a golpear la puerta de nuestras almas en busca de reparación y amor. ¿Ha-bremos de negarle lo que merece co-mo Dios y pide como amigo?

Una infinidad de tesoros al alcance de todos

Siendo todo su Cuerpo divino dig-no de adoración, ¿por qué eligió al corazón como señal sensible de su manifestación de misericordia? Pre-cisamente por ser el símbolo de su vo-luntad santísima, de su mentalidad, y el foco de irradiación de su santidad. Es el órgano físico en donde late el Verbo encarnado, el Arca preciosísi-ma que guarda la plenitud de la Ley: el amor.

Celebrando al Sagrado Corazón le tributamos homenaje a su personali-dad divina, insondablemente perfec-ta, que abarca las cualidades de to-dos los ángeles y hombres desde el comienzo de la creación hasta el final de los tiempos.

Es una invocación completa y uni-versal, destinada a regenerar a la hu-manidad –como decía S. Pío X–, lim-piarla de sus infidelidades y hacer-la gozar de la plenitud de sus dones, conforme la promesa a la vidente de

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Paray-le-Monial: “Como te prometí, poseerás todos los tesoros de mi Cora-zón y Yo te permito disponer de ellos se-gún tu beneplácito. No seas mezquina, porque estos tesoros son infinitos” 5.

El Corazón de Jesús y María, pináculo de toda la Creación

Si comparamos el orden estable-cido por Dios en la creación con una montaña imponente, veremos que cada ser ocupa armoniosamen-te el sitio que le corresponde, desde un grandioso Serafín hasta un pe-queño colibrí. En su pináculo está el Sagrado Corazón de Jesús y Ma-ría, en calidad de prototipo, ejem-plo y regla viva de todas las perfec-ciones de cada una de las partes del universo.

Viendo en el Hombre-Dios y en su Madre inmaculada el conjunto de to-das las cualidades creadas, no es difí-cil identificarlas y amarlas en los se-res que nos rodean. Así, encontra-mos algo de su infinidad en la cauda-losa catarata que derrama abundan-te agua desde que el mundo existe, sin nunca “cansarse”. Los medievales vieron reflejarse esta maravillosa ge-nerosidad divina en el pelícano, que a sus ojos se abría el pecho para ali-mentar a sus crías con su carne. En un plano más elevado, veremos los infatigables misioneros esparcidos en los sitios más recónditos de la tierra, manifestando el deseo que Dios tiene de salvarnos; las modestas religiosas que se dedican a la caridad e inmolan toda su existencia por el bien del pró-jimo, los Pontífices Romanos que nos enseñan la verdad…

Todos sin excepción tienen una vocación específica, cuya esencia y plenitud está en el Corazón inefa-ble que jamás se niega a conceder el inestimable don de la santidad a aquellos que se lo piden. Ninguno es más precioso, ninguno es conce-dido con más alegría por el Señor a través de la mediación de su Madre. Si los bienaventurados lo recibie-ron, ¿por qué nosotros no? La Igle-

sia repite cada día, a una sola voz con el pasado y el futuro, una ora-ción que traduce este anhelo: “Je-sús, manso y humilde de corazón, haced nuestro corazón semejante al vuestro”.

1 P. Jean-Michel Amouriaux, P. Paul Milcent, Saint Jean Eudes par ses

écrits, Médiaspaul, París, 2001, p. 140.

2 P. Gérard Dufour, Na escola do Cora-ção de Jesus com Margarida Maria, Loyola, S. Paulo, 2000, p. 19.

3 Ídem p. 20.4 P. Víctor Alet, s.j., La France et le Sa-

cre Cœur, Dumoulin Imprimeurs-Editeurs, París, 1892, pp. 227-228.

5 P. Gérard Dufour, op. cit., p. 68.

Aparición del Sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita María Alacoque

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La vocación es un don para la Iglesia de Dios

Cardenal Bernard Francis LawArcipreste de la Basílica Papal de Santa María la Mayor

Q

la palaBra de los pastores

Con motivo de la ordenación presbiteral y diaconal de algunos miembros de los Heraldos del Evangelio, el cardenal Bernand Law explicó el verdadero sentido de la vocación y lo que se espera de las personas llamadas por el Señor.

ueridísimos hermanos:La lectura que oí-

mos hace poco, toma-da del libro del profe-ta Jeremías, nos ayuda

a comprender el misterio de la voca-ción. Él escribe:

“Me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: «Antes de haberte formado yo en el seno mater-no, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo te constituí pro-feta de las naciones». Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expre-sarme, que soy un muchacho». Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un mu-chacho», pues irás a dondequiera que yo te envíe, y todo lo que te mande, di-rás. No les tengas miedo, que conti-go estoy yo para salvarte, oráculo de Yahveh. Entonces alargó el Señor su mano y tocó mi boca. Y me dijo: Mira que he puesto mis palabras en tu bo-ca” (Jer 1,4-9).

Damos gracias a Dios por esta nueva expresión de vida consagrada

El Dios que es, que era y siempre será quiso desde toda la eternidad es-te momento en su plan amoroso y providencial. Por la gracia de Dios es-tamos en esta Basílica donde se vene-ra a María, la Madre de Dios encar-nado. Aquí nos encontramos para re-zar con y por aquellos llamados por Dios a servir a la Iglesia como diáco-nos y presbíteros. Ellos la servirán co-mo miembros de la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Virgo Flos Car-meli que tiene sus raíces en los He-raldos del Evangelio. Demos gracias a Dios por esta nueva expresión de vida consagrada, y por el P. Joao Clá, que respondió con generosidad a la llama-da de Dios. En esta época en la cual en tantas partes del mundo se lamenta la crisis vocacional, es una gran ben-dición comprobar el fenomenal creci-

miento de los Heraldos y del Instituto Clerical en tan poco tiempo.

Damos gracias a Dios por todos aquellos que ayudaron y dieron asis-tencia a estos candidatos en el trans-curso de la formación y maduración para la ordenación diaconal y presbi-teral. Por ejemplo, el apoyo amoroso y las oraciones de los padres, abuelos, hermanos y hermanas, sacerdotes y personas consagradas que auxiliaron a estos hombres para que escucharan al Dios que los llama.

Vuestra vocación exige una dedicación total

Queridísimos, acordaos de que la vocación que recibisteis es un don misterioso y gratuito de Dios. Ese don, con todo, no es para nosotros si-no para su Iglesia. Es un don para su pueblo, el cual debe ver en nosotros a Cristo que permanece en medio de su pueblo y que, a través de los hom-

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La vocación es un don para la Iglesia de Dios

bres llamados al servicio en las órde-nes sagradas, continúa amando y san-tificando a su pueblo.

Ellos se convertirán en ministros de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pas-tor, porque ayudarán a edificar el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, pueblo de Dios y templo San-to del Espíritu.

Unidos al sacerdocio del obispo, los presbíteros y diá-conos serán consagrados pa-ra la predicación del Evan-gelio, para la santificación y guía del Pueblo de Dios, para la celebración del cul-to divino, especialmente del Sacrificio del Señor.

Estos encargos exigen una dedicación total, para que el Pueblo de Dios los reconoz-ca como verdaderos discípu-los de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir.

Queridísimos hijos can-didatos al diaconado, el Se-ñor os dio el ejemplo para que hagáis como Él hace. Como ministros de Jesucris-to, que se mostró como un siervo en medio de sus discí-pulos, permaneced siempre atentos y dispuestos a cum-plir la voluntad de Dios y servir con alegría y genero-sidad al Señor y los herma-nos. Acordaos de que nadie puede servir a dos señores, y, poniendo vuestra vida al servicio del Señor, rechazad los ídolos de la impureza y la avaricia, que escla-vizan a los hombres.

Las palabras de San Pedro

Oigamos de nuevo las palabras de san Pedro, tomadas de la segunda lectura de hoy:

“Sed, pues, sensatos y sobrios para daros a la oración. Ante todo, tened en-tre vosotros intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados. Sed hospi-talarios unos con otros sin murmurar. Que cada cual ponga al servicio de los

demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder reci-bido de Dios, para que Dios sea glorifi-cado en todo por Jesucristo, a quien co-rresponden la gloria y el poder por los si-glos de los siglos. Amén” (1 Pe 4, 7-11).

en ese estado de vida, os consagráis al Señor con un título nuevo y sublime, y uniéndoos a él con corazón indiviso, tendréis más libertad para dedicaros al servicio de Dios y de los hombres, co-mo deben ser los ministros de Cristo propagadores de los misterios de Dios.

Que nunca disminuya en vosotros la esperanza del Evangelio, de la cual

seréis no meros espectado-res sino heraldos y testigos. Conservad en una concien-cia pura el misterio de la fe, manifestad con vuestras obras la palabra de Dios que predicáis, para que en el pueblo cristiano, anima-do por el Espíritu Santo, se convierta en una ofren-da pura, agradable a Dios. Y cuando fuereis al encuen-tro de Dios en el último día, cada uno de vosotros podrá oírlo decir: “Muy bien, siervo bueno y fiel, ven a regocijarte con tu Señor” (Mt 25,21).

Una palabra a los candidatos al presbiterado

En cuanto a vosotros, di-lectísimos hijos prepara-dos para recibir el orden del presbiterado, que hace años sois Heraldos del Evangelio, recordad nuevamente las pa-labras de Dios al profeta Je-remías: “Mira que he puesto mis palabras en tu boca”. Por

la ordenación sacerdotal compartiréis la misión de Cristo, único maestro. En-tregad a todos aquella palabra de Dios que vosotros mismos recibisteis con alegría. Leed y meditad asiduamente la palabra del Señor para creer en aque-llo que habéis leído, enseñad lo que ha-béis aprendido en la fe, vivir lo que ha-béis enseñado. Vuestro propio ser, co-mo el de María, debe reflejar la santi-dad de Dios. Que podáis tener la gra-cia de cantar con María como Madre de Cristo, Sumo Sacerdote, y Madre nuestra: “Mi alma glorifica al Señor”.

Una reflexión para los candidatos al diaconado

Ya que libremente os aproximáis a la orden del diaconado, siguiendo el ejemplo de los diáconos escogido por los Apóstoles para el ministerio de la caridad, sed dignos de la estima del Pueblo de Dios, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. Elegisteis el celi-bato consagrado para volveros señal y anuncio de caridad pastoral, fuente de fecundidad espiritual en el mundo.

Animados de un sincero amor a Cristo y viviendo con total dedicación

“Queridísimos, acordaos de que la vocación que recibisteis es un don misterioso y gratuito de Dios”

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En el Evangelio de hoy, Simón Pe-dro habla a la Iglesia de entonces y de todos los tiempos: “Señor, ¿a dón-de vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68)

Esta Basílica, a través de la belleza de los mármoles y de las piedras, pro-clama la fe de la Iglesia de que Jesús es el Verbo Encarnado, carne y san-gre de María, la cual es reconocida por ello como Madre de la Iglesia.

El convite bautismal a la santidad es más urgente para los sacerdotes

Hijos míos, el convite bautismal a la santidad es más urgente en la vida de aquellos que son ordenados sacer-dotes, porque por la ordenación no-sotros ejercemos nuestro ministerio in persona Christi. Vuestras manos al-zarán el pan y el cáliz, vuestros labios pronunciarán las palabras de la consa-gración, pero será sólo por el poder de Jesucristo, el Eterno y Sumo Sacerdo-te, que el pan y el vino se transubstan-ciarán en el Cuerpo, Sangre y Divini-dad de Cristo. “Este es mi Cuerpo... es-ta es mi Sangre...”: son las palabras que

Dios pone en vuestra boca por medio de la ordenación sacerdotal.

Nuestro Santo Padre Benedic-to XVI, en la Exhortación Apostóli-ca Sacramentum Caritatis nos enseña, por este motivo:

“La doctrina de la Iglesia conside-ra la ordenación sacerdotal condición imprescindible para la celebración váli-da de la Eucaristía. En efecto, en el ser-vicio eclesial del ministerio ordenado es Cristo mismo quien está presente en su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pas-tor de su rebaño, sumo sacerdote del sa-crificio redentor. Ciertamente, el minis-tro ordenado actúa también en nom-bre de toda la Iglesia cuando presenta a Dios la oración de la Iglesia y sobre to-do cuando ofrece el sacrificio eucarísti-co. Es necesario, por tanto, que los sa-cerdotes sean conscientes de que nunca deben ponerse ellos mismos o sus opi-niones en el primer plano de su ministe-rio, sino a Jesucristo” (n. 23).

En el Evangelio de hoy concluye la narración de San Juan sobre la en-señanza de Jesús y la fe de la Iglesia en la Eucaristía. Muchas personas de

aquel tiempo se apartaron y muchos hoy se apartan de Jesús a causa de su enseñanza de que el pan y el vino se convierten en su Cuerpo y su San-gre. Con S. Pedro, sin embargo, ¡no-sotros proclamamos este Misterio de la Fe! La eucaristía es la fuente y el ápice de la vida sacerdotal y del mi-nisterio sacerdotal. Todo cuanto vo-sotros hacéis, todo cuanto tenéis co-mo sacerdotes, adquiere su significa-do y su fuerza del Ministerio salvífico de la muerte y resurrección de Cristo, presentes en la Eucaristía.

Reconoced, pues, lo que hacéis, imitad lo que celebráis, para que, participando del misterio de la muer-te y resurrección de Cristo, llevéis en vuestros miembros la muerte de Cris-to y caminéis con Él en la nueva vida.

Pueda María, la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia, la Reina del Cle-ro, la Señora de la Eucaristía, inter-ceder por vosotros y podáis así con-formaros siempre más en la Palabra que proclamáis, aquella Palabra que se encarnó y mora en medio de no-sotros.

“El convite bautismal a la santidad es más urgente en la vida de aquellos que son ordenados sacerdotes”

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Libro del Papa ya vendió más de un millón de ejemplares

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      �1

Más de tres millones de personas en los actos con el Papa

CIUDAD DEL VATICANO (VIS) – Durante el segundo año del pontifi-cado de Benedicto XVI, 3.368.220 fie-les y peregrinos tomaron parte en las audiencias generales y especiales, en los ángelus dominicales y en las cele-braciones litúrgicas presididas por el Santo Padre en Roma.

Según datos proporcionados por la Prefectura de la Casa Pontificia, entre el 10 de abril de 2006 y el 19 de abril de 2007 más de un millón de personas asistió a las audiencias ge-nerales de los miércoles y casi un mi-

llón y medio a los ángelus del domin-go en la Plaza de San Pedro.

la castidad: 20 de octubre de este año. La ceremonia la presidirá el cardenal Saraiva Martins, Presidente de la Con-gregación para las Causas de los Santos.

Albertina nació el 11 de abril de 1919 en San Luis, poblado vecino a la ciudad de Imaruí. Contaba 12 años de edad y se distinguía por su discre-ción, piedad y afabilidad, cuando el 15 de junio de 1931 fue atacada por un degenerado que daba por hecho el abuso de su fragilidad.

Pero no contaba con la fortaleza del que vive según la fe. A ejemplo de santa María Goretti, cuyo marti-rio había conmovido al mundo ente-ro pocos años antes, la jovencita bra-sileña no cedió. Enfurecido ante la inesperada resistencia, el agresor le descargó una violenta puñalada en la garganta, seguida por otras más. Al-bertina cayó al suelo cubierta de san-gre, pero virgen de cuerpo y alma.

El lugar donde se realizará la ce-remonia de beatificación será deter-minado por el postulador de la causa, Fray Paulo Lombardi.

OMA (Radio Vaticano) – A escasas dos semanas de su llegada a las librerías italia-

nas, el libro “Jesús de Nazaret”, de Be-nedicto XVI, ya ha vendido más de un millón de ejemplares: 510 mil en Italia desde el 16 de abril, 480 mil en Alema-nia y 100 mil en Polonia.

La edición griega incluye una car-ta de Bartolomeo I, Patriarca Ecumé-nico de Constantinopla, que expresa su “grande y ardoroso interés” en el li-bro del Pontífice Romano como estí-mulo al diálogo teológico con miras a la “definitiva superación” de la divi-

sión entre la Iglesia Católica y la Or-todoxa.

En el prefacio de este volumen (mientras avanza la preparación del segundo, según anticipó a los periodis-tas el cardenal Bertone, Secretario de Estado) el Papa dice que el libro “no es, en lo absoluto, una obra magisterial, sino únicamente la expresión de mi bús-queda personal del rostro del Señor”. Por ello, aseguro Benedicto XVI, el objetivo es “intentar presentar al Jesús de los Evangelios como el verdadero Je-sús, como el Jesús histórico en el verda-dero sentido de la expresión”.

Joven brasileña mártir de la castidad será beatificada en octubre

El Vaticano ha definido la fecha de beatificación de Albertina Berkenbro-ck, la heroica joven brasileña mártir de

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Los nuevos reclutas de la Guardia Suiza hicieron su solemne juramento el pasado 6 de mayo, en la Sala Pablo VI

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Guardia Suiza: heroísmo de la santidad

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Ceremonias del Vaticano dan la vuelta al mundo por televisión

Nada menos que 70 canales de televisión de 40 países de los cinco continentes emitieron la ceremonia del Vía Crucis en el Coliseo roma-no, el pasado Viernes Santo, y tam-bién la misa de domingo de Pascua, ambas presididas por S.S. Benedic-to XVI.

Todavía más interés despertó la bendición Urbi et Orbi enviada por el Papa el domingo de Pascua: fue trans-mitida por 108 señales de 67 países.

La misa de Pascua y la bendición Urbi et Orbi fueron divulgadas inclu-

so en Indonesia, la nación musulma-na más importante del mundo.

Se bautiza mujer china de 114 años

TAIPEI (Agencia Fides) – Cuan-do Mons. Luke Liu Hsien-Tang, obispo emérito de la diócesis de Hsing Chu, de-rramó el agua bendita en la cabeza de la Sra. Xu Song Re Ai, de 114 años, un caluroso y largo aplauso de los fieles re-cibió a la recién bautizada católica más anciana de la isla de Taiwán. Según in-forma el boletín semanal de la arquidió-cesis de Taiwán, “Christian Life Wee-kly”, el sacramento del Bautismo fue

administrado a la Sra. Song en la parro-quia de la Inmaculada Concepción el domingo de Pascua. El evento fue noti-cia en toda la prensa taiwanesa, católica o no. La diócesis preparó especialmen-te el rito de Bautismo para ella, y más de 200 fieles participaron en la solemne celebración del Bautismo de la Sra. Xu Song, presidida por Mons. Liu, quien afirmó: “Es muy probable que sea la ca-tólica más anciana del mundo”.

Aumenta el número de católicos en EE.UU.

LOS ANGELES (Radio Vaticano) – Un sondeo realizado recientemente

l recibir en audiencia al cuerpo de la Guardia Sui-za con motivo del juramen-

to de los nuevos reclutas, el Papa Be-nedicto XVI evocó el pasado de gene-roso heroísmo hasta el “sacrificio de la vida” del pequeño ejército del Vatica-no en defensa de la persona del Papa. En 1527, cuando ocurrió el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V, 147 guardias suizos murieron para salvar la vida del Papa Clemente VI.

Hoy el Papa los convoca a un heroís-mo todavía mayor: la santidad. “El Se-ñor os llama a la santidad, es decir, a ser sus discípulos, siempre dispuestos a escu-char su voz, a cumplir su voluntad y a rea-lizarla en el cumplimiento diario de vues-tros deberes. Esto os ayudará a ser ‘bue-nos cristianos’ y, al mismo tiempo, ‘solda-dos ejemplares’, animados por el espíritu evangélico, que hace que todo bautizado sea ‘levadura’ capaz de fermentar toda la masa y ‘luz’ que ilumina y calienta el am-biente en el que vive y trabaja”.

Como broche de sus palabras, el Papa añadió una norma de oro al re-gimiento militar de la Guardia Sui-za: “Participad con devoción en la san-ta misa y cultivad una devoción filial a María”.

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Junio 2007 · Heraldos del Evangelio      �3

a pedido de los obispos del estado de California muestra que la población católica crece a un ritmo tres veces superior al de la no católica, gracias a la influencia de los inmigrantes, prin-cipalmente los hispanos.

El objetivo del sondeo es pastoral, vale decir, busca una mejor atención de los fieles, pero sus resultados han aclarado también otros aspectos, co-mo la incidencia del aumento de ca-tólicos en la vida económica, social, política y religiosa de todo el país.

Actualmente el 30% de los cali-fornianos son católicos. La población no católica crece cada año en un 4%, mientras los católicos crecen a un rit-mo del 13%.

Situación semejante se aprecia en todo el territorio de los EE.UU., aun-que sin llegar a las espectaculares ci-fras de Los Angeles. De mantenerse esta tendencia, se calcula que el año 2025 habrá alrededor de 83 millones de católicos estadounidenses.

Publicados los “lineamenta” de la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo

CIUDAD DEL VATICANO (VIS) – Mons. Nikolas Eterovic, se-cretario general del Sínodo de los

Obispos, presentó el 27 de abril en la Sala de Prensa de la Santa Sede los “Lineamenta” de la XII Asam-blea General Ordinaria que se reali-zará en el Vaticano del 5 al 26 de oc-tubre de 2008 sobre el tema: “La Pa-labra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”.

El texto contiene un cuestionario general relacionado con los asuntos tratados, cuya finalidad es estimular una reflexión más profunda en todos los ámbitos de la comunidad ecle-sial. Las respuestas deben ser envia-das a la Secretaría General del Sí-nodo antes de fines de noviembre de este año.

Lecciones de modales para combatir la violencia

Sea amable. Sea cordial con los demás. No dañe la propiedad. Si al-guien le habla, escúchelo. Sea hones-to. No maltrate a su compañero. Por favor. Muchas gracias…

Estos y otros “valores básicos” se-rán temas de clase en las escuelas se-cundarias de Inglaterra a partir de septiembre “como parte de una ini-ciativa de las autoridades para comba-tir la creciente ola de violencia e irre-verencia por parte de los jóvenes”, in-

forma el diario británico “The Inde-pendent”.

El periódico aclara que las clases de buenos modales y de “inteligen-cia emocional” complementarán el currículum escolar tradicional, y que un proyecto puesto en práctica a títu-lo experimental ya habría conseguido una mejoría “dramática” en la con-ducta de niños de enseñanza prima-ria, incluyendo asistencia y notas es-colares.

Museo de cera en Fátima retrata la vida de Jesús

Un nuevo museo de cera que re-trata la vida de Jesucristo fue inaugu-rado en Fátima, en el municipio de Ourém.

El nacimiento en una gruta de Be-lén, las Bodas de Caná, la expulsión de los vendedores del templo, la Úl-tima Cena, el juicio y la Pasión de Cristo o la Resurrección y la Ascen-sión son algunos de los cuadros que el nuevo espacio ofrecerá a los visi-tantes.

Algunas escenas incluyen casca-das, otras reproducen el desierto, los ríos y el mar en dimensiones que lle-gan hasta los 160 metros cuadrados para algunos escenarios.

ons. Geraldo Lyrio Riocha, arzobispo de Ma-riana, es el nuevo presidente de la Conferen-cia Episcopal Brasileña (CNBB), elegido con

el 92% de los votos.En declaraciones a la prensa, Mons. Riocha afirmó que

“asumir la presidencia de la CNBB no es asumir un cargo, un poder, sino un servicio a la Iglesia, al Reino de Dios, al Evange-lio, a los hermanos y hermanas, a los que creen y a los que no, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, a los que yacen en medio del camino, a los excluidos del banquete de la vida”.

Para el cargo de vicepresidente fue elegido Mons. Luiz Soares Vieira, arzobispo de Manaus, y como secretario ge-neral, Mons. Dimas Lara Barbosa, obispo auxiliar de Rio de Janeiro.

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��      Heraldos del Evangelio · Junio 2007

El rector del santuario de Fáti-ma, Mons. Luciano Guerra –infor-ma la agencia Ecclesia– manifes-tó su complacencia ante el nuevo museo que, ponderó, “eligió un te-ma que se encuadra bien en Fátima y que contribuirá para enriquecer” el lugar.

La Misión Joven continuará “el curso que viene”, arropada por la familia

Madrid, Infomadrid, 9-5-2007.- En su habitual intervención en el in-formativo diocesano de la Cadena COPE el pasado domingo, el Car-denal Arzobispo de Madrid, Anto-nio María Rouco Varela, recordó a todos los oyentes que la Misión Jo-ven en Madrid no ha terminado to-davía, porque “va a seguir el curso que viene”, tras la visita de los jó-venes al Santo Padre en Roma el 8 de agosto. La característica primor-dial de esta etapa de post-misión se-rá que “la familia estará con la Mi-sión Joven”.

Asimismo, recordó que lo más importante de toda la etapa ha si-do “el gran testimonio de la orde-nación sacerdotal” que tuvo lugar el pasado sábado en los actos de clau-sura de la Misión, en el pabellón Madrid Arena de la Casa de Cam-po. El Cardenal resaltó la gran par-ticipación “de varios miles de per-sonas: muchos jóvenes, muchas fa-milias y muchos niños” y destacó el gran testimonio que ha supuesto, “espléndido por parte de los que se ordenaron, espléndido por parte de los seminarios, espléndido por par-te de las comunidades parroquia-les, de los movimientos, de la Asam-blea que nos rodeó, que rodeó el al-tar del Señor”.

Refiriéndose al diálogo entre la fe y la cultura para los jóvenes, el Cardenal afirmó que es muy impor-tante “entrar en el marco cultural donde ellos viven, comenzando por el de su propia familia”. “Es muy importante darles a ellos el cono-

seguridad y el traslado de varias sec-ciones para racionalizar mejor el tra-bajo.

La Biblioteca conserva ac-tualmente casi 75.000 manuscri-tos y 1.600.000 libros impresos, de los cuales casi 8.300 son incuna-bles. El Archivo Secreto Vaticano, que fue separado de la Biblioteca a principios del siglo XVII, contie-ne aproximadamente 150.000 volú-menes. Entre los manuscritos más importantes está el “Codex Vati-canus”, el más antiguo manuscrito de la Biblia que se conoce.

Beatificación de la Madre María del Carmen González Ramos

La ceremonia de beatificación de la fundadora de la Casa Madre de las Hermanas Franciscanas de los Sa-grados Corazones, María del Car-men González Ramos, congregó en la localidad malagueña de Anteque-ra a unas 10.000 personas llegadas de distintos puntos de España y de otros países.

El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió la ce-remonia de beatificación, la segunda que se oficia en España.

Más de un centenar de sacerdo-tes de diferentes diócesis españolas e iberoamericanas asistieron a los actos organizados con motivo de la beatificación, en un recinto al que los fieles accedieron tras el pago de una entrada, en la que estaba inclui-da la denominada “mochila del pe-regrino”.

El obispo de Málaga, Antonio Do-rado Soto, destacó en una carta que la Madre Carmen “se santificó en medio de las alegrías y las penas” y tuvo una “existencia sencilla, en la que supo des-cubrir la presencia amiga de Dios”.

La vida de Madre Carmen al fren-te de la Congregación pasó por gran-des pruebas y dificultades, calumnias, oposición dentro y fuera del institu-to.

cimiento de lo que supone el amor de los padres, la fraternidad vivida en casa, el contexto de la gran fami-lia, el paso de la familia al grupo de amigos, de la amistad, vivir eso en la comunidad de los creyentes, de la Iglesia”, continuó. “Todo eso supo-ne situarles en el verdadero camino que les puede llevar a una vida com-pleta, con sentido”.

Finalmente, animó a los jóvenes a que no olviden que tienen “Alguien que te quiere siempre, en todas las circunstancias, pase lo que pase, y ése es el Señor”. “No te desanimes -su-brayó-, Alguien te quiere, te ama y ha muerto y resucitado por ti”.

Biblioteca Apostólica Vaticana cerrada por restauraciones

CIUDAD DEL VATICANO (VIS) – La Biblioteca Apostólica Va-ticana permanecerá cerrada al públi-co durante tres años a partir del 14 de julio para restaurar una de las alas del edificio renacentista donde se en-cuentra instalada.

Dicho segmento necesita reformas estructurales, como reforzar el piso, con signos de franco deterioro, así como la adecuación de amplias áreas de construcción según las normas de

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Mons. Scherer recibe la bienvenida

como arzobispo

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urante la celebración euca-rística en la Catedral de S. Paulo (Brasil) el 29 de abril,

Mons. Odilo Scherer recibió de manos del Nuncio Apostólico, Mons. Lorenzo Baldisseri, el báculo que simboliza el comienzo de su actividad pastoral.

Cerca de tres mil fieles de las di-versas regiones episcopales dieron una calurosa bienvenida al nuevo ar-zobispo. En la homilía, Mons. Sche-rer expresó sus esperanzas y anhelos:

“La toma de posesión del obispo sus-cita inevitables interrogantes sobre có-mo ejercerá su misión, con qué propósi-tos llega, cuál es su programa de traba-jo. Éstas son preguntas normales y muy

comprensibles, dado que la Iglesia es-tá inserta en la sociedad y se encuentra en medio de situaciones que requieren orientación y decisiones concretas.

“El obispo debe responder sobre la celebración de la Liturgia, la catequesis y las vocaciones sacerdotales, sobre las pastorales y movimientos eclesiales, so-bre las relaciones de la Iglesia Católica con otras iglesias y comunidades cristia-nas y otras religiones; se le urge a decir una palabra sobre la pobreza y la violen-cia, la exclusión social y los rumbos de la política económica, los derechos huma-nos y la vida en situación de riesgo, so-bre cuestiones morales de todo tipo, so-bre desafíos que la ciencia coloca ante la fe. Se espera mucho del obispo, ya sea en la vida de la Iglesia como en la sociedad, y estoy muy consciente de que S. Paulo no difiere en esto de otros lugares.

“Por eso, querida Iglesia de S. Pau-lo, quiero convidarlos a todos a que per-severemos en la realización de la obra de Jesucristo, cada uno en su comu-nidad y en la vocación dada por Dios. Animo a los presbíteros para que sirvan en nombre de Cristo, Pastor de la Igle-sia, al pueblo de las comunidades que se les han confiado; a los diáconos, pa-ra colocarse al servicio de los más nece-sitados; a los laicos, para llevar la sal, la luz, la levadura y la vida del Evangelio a todas las estructuras de la vida social y de las actividades humanas; a religio-sas y religiosos y a los miembros de las nuevas comunidades, para que vivan sus carismas propios y sean páginas elo-cuentes del Evangelio, fácilmente com-prensibles, en medio de la comunidad eclesial y de toda la sociedad. Los con-vido a todos a irradiar la alegría de la fe y de la pertenencia a la Iglesia, a través del testimonio de una vida santa. […]

“Confío mi ministerio pastoral y toda esta querida Iglesia de S. Pau-lo al patrocinio y la intercesión mater-nal de Nuestra Señora de la Asunción y de la Señora Santa Ana, su madre; ruego también la intercesión y la ben-dición de los hijos santos de esta igle-sia, los Beatos Padres José de Anchie-ta y Mariano de la Mata, santa Pauli-na y san Antonio de Sant’Ana Galvão. Me encomiendo asimismo a la conti-nua oración de todo el pueblo de esta arquidiócesis.”

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El mal conde y los dos amigos

El conde se mostró inclemente: “¡Si no has vuelto antes que el sol se ponga en siete días más, la cabeza de tu amigo Talin rodará por el piso!”

sta historia ocurrió más de dieciséis siglos atrás. Todas las ciudades y al-deas de la antigua Arme-nia estaban de fiesta, y te-

nían buenas razones: el emperador Ti-rídates se había convertido al cristianis-mo.

La mayor parte de la población del país ya era cristiana, y la noticia los regocijó a todos… o casi. En verdad, también hubo quienes no recibieron la noticia con tanto entusiasmo.

Uno de estos últimos era el noble Kammo. Es difícil traducir los títu-los orientales de aquel entonces, pe-ro era lo que más o menos llamaría-mos un conde. Para facilitar las cosas, vamos a decirle el conde Kammo. Su autoridad se extendía sobre una pe-queña región situada a orillas del la-go Servan, en donde poseía un bien defendido castillo construido en una colina.

Pagano y seguidor de Zoroastro desde la niñez, el conde Kammo re-cibió la noticia de mal grado. No se atrevió a desafiar la autoridad impe-rial, pero en su fuero interno concibió el propósito de entorpecer al máximo la vida de los cristianos. Unos días

después encontró su blanco: un hon-rado comerciante de la ciudad, lla-mado Vardenis, cristiano fervoro-so y brazo derecho del párroco local. El malévolo conde consiguió testigos falsos para acusarlo de un crimen que no había cometido, y el pobre hom-bre fue llevado a juicio.

Como la facultad de juzgar recaía en manos del propio conde, dictar sentencia contra Vardenis fue cosa rápida y sencilla. Así, una triste tar-de de otoño, la desolada víctima es-cuchó en el salón del castillo su con-dena a muerte. Sin embargo se ani-mó a formular un último pedido al juez inicuo:

–Conde, os hago una petición fi-nal: antes de ser ejecutado, permitid-me visitar una última vez a mis ancia-nos padres en la aldea de Tumanyan.

El conde se irritó creyéndose ob-jeto de una artimaña. Tumanyan que-daba lejos. ¿Quién garantizaba que el condenado no aprovecharía la oca-sión para huir del país y no volver más? Pero éste le aseguró:

–Conde, podéis creer en mí. Os dejaré un rehén en mi lugar como garantía de mi regreso. Sabéis que aquí no tengo parientes cercanos,

pero sí un gran amigo llamado Talin. Estoy seguro que, por amor a Dios, consentirá en hacerme este favor su-premo.

El mal conde se rió, porque le pa-recía una necedad que alguien se pu-siera voluntariamente en semejante peligro. Pero con la intención de pro-bar la ingenuidad de un cristiano, au-torizó que Vardenis fuera a visitar a su amigo acompañado por guardias fuertemente armados. Cuál no fue su sorpresa cuando a las pocas horas el condenado volvió al castillo, esta vez junto a su fiel amigo Talin.

Contrariado, el conde se mostró inclemente:

–¡Ah, me doy cuenta que entre los cristianos hay gente bastante tonta como para correr este riesgo. Pues bien, tienes permiso para par-tir, ¡pero si no has vuelto antes que el sol se ponga en siete días más, la cabeza de tu amigo Talin rodará por el piso!

Con un gran abrazo los amigos se despidieron y Vardenis partió a ca-ballo rumbo a la distante Tumanyan, mientras Talin empezó a ver el paso de los días y las horas, encadenado en un húmedo calabozo.

Historia para niños... o para adultos llenos de fe

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Lo cierto es que aquella autori-zación al sentenciado para empren-der su viaje ocultaba razones ma-quiavélicas. El conde estaba segu-ro de que Vardenis no volvería. Ta-lin sería ejecutado inevitablemente en su lugar, y ello acarrearía el des-prestigio de los cristianos al com-probar que, por mu-cho que en sus igle-sias se predicara el amor al prójimo, a la hora de salvar el cuello un cristiano huía tal como cual-quier pagano. Ade-más, tratándose de alguien tan conoci-do, amigo personal y hombre de con-fianza del párro-co, el escándalo su-biría de punto. El conde se frotaba las manos con maligno placer mientras es-peraba el fatídico día de la ejecución.

Pasaron los días y la noticia se esparció en toda esa región de Armenia. ¿Volve-ría Vardenis? Llegó por fin el temido día séptimo y el sol caía peligrosamente en el horizonte. El in-feliz Talin era lleva-do al patio de ejecu-ción con las manos atadas al espalda. El siniestro verdugo es-peraba en un rincón, premunido con un enorme machete, y el conde miraba satisfecho desde una ubicación privilegiada.

Justamente cuando el sol estaba a punto de esconderse atrás de las montañas se escucharon gritos, un gran vocerío y un trote de caballo por fuera del castillo. ¡Era Vardenis que había regresado!

Sucio de polvo y exhausto, entró corriendo al gran patio. Al verlo, Ta-lin protestó:

–¿Por qué volviste, insensato? ¡Yo ya había ofrecido mi vida por la tuya! ¡Sabes que lo hice de corazón y tenía mi sacrificio por bien paga-do!

–¡Basta! Hace días atrás emití una sentencia de muerte. Ahora de-bo pronunciar otra ante lo que estoy viendo.

Se hizo un gran silencio y todos, espantados, clavaron la mirada en la enigmática figura del poderoso con-de. Éste prosiguió:

– H o y d e c r e t o la pena de muer-te contra… ¡contra la dureza de mi corazón! Nunca en mi vida me atreví a imaginar una amis-tad tan sincera. Por esto los perdono a los dos, con la con-dición de que me hagan partícipe del maravilloso don de su amistad.

Los amigos se mi-raron y Talin tomó la palabra:

– N o b l e c o n -de, entiendo vues-tros sentimientos. Sin embargo os pre-vengo que nuestra amistad es fruto del Bautismo, que nos otorga la ayuda ce-lestial para llegar a tan alto grado de dedicación al próji-mo. Por lo mismo, si realmente que-réis participar en ella, haceos bauti-zar, y siendo cristia-no, sabréis lo que es tener amigos verda-deros.

Así sucedió. Con-vertido gracias al magnífico ejem-plo de los dos amigos, días después el conde Kammo se hizo cristiano en una ceremonia pública y concu-rridísima. Y así, el cruel tirano dio paso a uno de los más benéficos y justos nobles que Armenia tuvo ja-más.

“En toda mi vida nunca me atreví a imaginar una amistad tan sincera”

–¡Nunca amigo mío! ¡No te aban-donaría nunca a una suerte tan amar-ga, a ti que te estimo tanto y que eres un hermano en la fe!

Seguían discutiendo cuando una súbita exclamación los interrumpió. Era la fuerte voz de Kammo, que de-cía con firmeza:

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1. Solemnidad de los Santos Após-toles Pedro y Pablo. Desplazada este año al 29 de junio.

Beato Ignacio Nazju Falzon, cléri-go († 1865). Tuvo una cuidadosa for-mación religiosa y recibió las órdenes menores, pero no quiso ser ordenado sacerdote por sentirse indigno. Dedi-có su vida al cuidado de los enfermos y a catequizar a los soldados ingleses heridos de guerra.

2. Beato Pedro de Luxemburgo, obispo († 1384). Siendo muy joven fue nombrado obispo. Gran devoto de la Pasión, fue favorecido muchas veces con visiones de Nuestro Señor Crucificado.

3. Fiesta de Santo Tomás Apóstol.San Heliodoro, obispo († s. IV-V).

Discípulo de san Valeriano de Aquilea, participó en el Concilio de Aquilea el año 381 contra la herejía arriana.

4. Santa Isabel de Portugal, reina († 1336).

Beata Catalina Jarrige, virgen († 1836). Terciaria dominica ejemplar en la asistencia a los pobres y abando-nados. Durante la Revolución France-sa ayudó a los sacerdotes no juramen-tados, suministrándoles pan y vino pa-ra la celebración de la Eucaristía.

5. San Antonio María Zaccaria, presbítero († 1539).

Beatos Jorge Nichols y Ricardo Yaxley, presbíteros, Tomás Belson, seminarista, y Humfredo Pritchard, mártires († 1589). Martirizados en Inglaterra durante las persecuciones de Isabel I.

6. Santa María Goretti, virgen y mártir († 1902).

Beata María Teresa Ledochowska, virgen († 1922). Noble alemana de la familia Ledochowska, fundó el Soda-

licio de San Pedro Claver, dedicado especialmente a auxiliar las misiones en África.

7. Beata María Romero Meneses, virgen († 1977). Nacida en Nicaragua en una acaudalada familia, decidió ha-cerse religiosa salesiana. Enviada a Costa Rica, se dedicó durante cuarenta años al servicio de los más necesitados.

al sacerdote Francisco Pacheco, mu-rió en la cárcel.

9. Santa Paulina del Corazón Ago-nizante de Jesús, religiosa († 1942).

Beatas Melania y Mariana Mag-dalena de Guilhermier, y María Ana Margarita de los Ángeles de Rocher, vírgenes y mártires († 1794). Religio-sas ursulinas que recibieron el mar-tirio durante las persecuciones de la Revolución Francesa.

10. San Apolonio de Sardes, már-tir. Murió crucificado en la persecu-ción de Laodicea.

11. San Benito de Nursia, abad († 547).

San Abundio, presbítero y mártir († 854). Muerto en Córdoba duran-te la persecución musulmana por proclamar su fe. Sus restos fueron arrojados a los perros y los anima-les salvajes.

12. Santos Nabor y Félix, mártires († 304). Soldados romanos martiriza-dos durante la persecución de Maxi-miano. Según la tradición, fueron se-pultados en Milán.

13. San Enrique II, emperador († 1024).

Beato Jacopo de Varazze, obis-po († 1298). Dominico, arzobispo de Génova, escribió la Leyenda Dorada (relatando la vida de diversos santos) para edificar al pueblo cristiano.

14. San Camilo de Lelis, presbíte-ro y fundador († 1614).

Beato Gaspar de Bono, presbítero († 1604). Religioso de la Orden de los Mínimos. Se destacó por el celo y es-píritu de pobreza, y como Provincial de la Orden en Valencia.

15. San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia († 1274).

8. Beato Mancius Araki, mártir († 1626). Encarcelado en Omura (Ja-pón) por haber refugiado en su casa

“San Pablo” – Fresco de la Basílica de Santa María la Mayor – Roma

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San David, obispo († 1082). Clunia-cense enviado en misión a evangelizar a los suecos. Elegido obispo de Väste-ras, tuvo un papel preponderante en el desarrollo de la Iglesia en Suecia.

16. Nuestra Señora del Carmen.Beato Bartolomé Fernández, obis-

po († 1590). Dominico, arzobispo de Braga. Actuó como “Primado de las Españas” en el Concilio de Trento y escribió diversas obras de teología y espiritualidad.

17. Beatos Ignacio de Azevedo y 39 compañeros, mártires († 1570).

Santa Edwiges, reina († 1399). Hi-ja de los soberanos de Polonia, se ca-só con el rey de Lituania. Llevó la fe católica a dicha nación, convirtiendo a su marido y a toda la población.

18. San Arnulfo, obispo († 640). Elegido como obispo de Metz, re-nunció al cargo para llevar una vida eremítica.

19. Beato Pedro Crisci, penitente († 1323). Nacido en Foligno (Italia), después de llevar una vida mundana, distribuyó sus bienes entre los pobres y adoptó una vida penitencial.

20. San Apolinario de Rávena, obispo y mártir († s. II).

San José Barsabas, discípulo de Jesús. Designado por los apóstoles junto a san Matías para ocupar el lu-gar de Judas.

21. San Lorenzo de Brindisi, pres-bítero y doctor de la Iglesia († 1619).

Beato Gabriel Pergaud, presbítero y mártir († 1794). Durante la Revolu-ción Francesa murió encarcelado en un barco-prisión.

22. Santa María Magdalena, discí-pula del Señor.

San Gualterio, fundador († 1224). Fundó en Italia la Casa de la Miseri-cordia para cuidar a enfermos sin re-cursos.

23. Santa Brígida, viuda y funda-dora († 1373).

San Juan Cassiano, abad († 435). Escribió importantes obras sobre la vida monástica que serían utilizadas más tarde para constituir la regla be-nedictina.

24. San Sharbel Makhluf, presbí-tero libanés de la Orden de los Maro-nitas († 1898).

Santa Eufrasia, virgen († s. V). Proveniente de una familia senato-rial, prefirió llevar una vida eremíti-ca en el desierto de Tebaida.

25. Fiesta de Santiago Apóstol.

Beata María del Carmen Salles y Barangueras, virgen y fundadora († 1911). Constituyó en Madrid la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, dedica-da a la educación femenina basada en una sólida formación religiosa y moral.

26. San Joaquín y Santa Ana, pa-dres de la Virgen María.

Beatos Vicente Pinilla y Manuel Martín Sierra, presbíteros y mártires († 1936). Durante la Guerra Civil Es-pañola fueron sacados violentamente de una iglesia y fusilados.

27. Beato Bertoldo de Garsten, abad († 1142). Adoptó las reformas cluniacenses en la abadía de Garsten (Austria). Fue muy favorecido con los dones de profecía y poder tauma-túrgico.

28. Beata Alfonsa de la Inmacula-da Concepción, virgen († 1946). Re-ligiosa clarisa de Kerala (India). Se ofreció como víctima por los sacer-dotes, religiosos y almas consagradas, llevando dentro del convento una vi-da de terribles sufrimientos causados por enfermedades.

29. Santa Marta, en cuya casa de Betania se hospedaba Jesús.

San Lázaro, hermano de Marta y de María. Cuatro días después de muerto, fue resucitado por el Señor.

30. San Pedro Crisólogo, obispo y doctor de la Iglesia († 450).

Beata María de Jesús Sacramen-tado, virgen († 1959). Fundadora de las Hijas del Sagrado Corazón de Je-sús, que se dedican especialmente al cuidado de los enfermos.

31. San Ignacio de Loyola, presbí-tero y fundador († 1556).

San Justino de Jacobis, obispo († 1860). De la Congregación de la Mi-sión en Etiopía, se entregó a una inten-sa actividad apostólica favoreciendo la institución del clero indígena.

“San Pedro” – Fresco de la Basílica de Santa María la Mayor – Roma

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El ejemplo de las ardillas

En gran parte de Europa, y prácticamente en toda Norteamérica, no hay un solo niño que no se haya divertido con uno de los más encantadores y pintorescos animalitos que existen en el mundo…

na de las experiencias más memorables de la infancia consiste, sin duda, en los primeros contactos con los ani-

males, sean domésticos o no, con los cuales los niños buscan siempre hacer “amistad”.

A la pequeña santa Catalina La-bouré le encantaba dar de comer a las palomas blancas que volaban alrede-dor de su casa; el comunicativo y buen bambino llamado Juan Bosco ejercita-ba su innato deseo de ayudar y prote-ger ocupándose de los perritos calleje-ros que deambulaban en su calle.

En gran parte de Europa, y prác-ticamente en toda Norteamérica, no

hay un solo niño que no se haya di-vertido con uno de los más encanta-dores y pintorescos animalitos que existen en este mundo: las ardillas.

Extremadamente versátiles, se las puede ver subiendo y bajando por los árboles con una agilidad que parece desafiar la ley de la gravedad; ora in-vaden el área donde comen los pája-ros para robarse las semillas, ora sal-tan entre las hojas otoñales en busca del mejor sitio para esconder una va-liosa nuez.

Su larga cola frondosa ondula con elegancia en todas direcciones, como un balancín. Cuando llueve o nieva la usan como paraguas, quedando muy bien protegidas contra gotas y copos.

No es fácil ganarse su amistad. Si las ardillas grises, que logran vi-vir en la ciudad, ya son huidizas, to-davía más lo son los pequeños y ra-pidísimos chipmunks (las famosas ar-dillas de librea) que sólo viven en los bosques.

Una manera de atraerlas es de-jar afuera de la casa de campo al-gún tipo de nuez, primero lejos del edificio y después un poco más cer-ca cada día. Si todo sale bien, algún tiempo después la pequeña y ater-ciopelada ardilla, con sus grandes y desconfiados ojos negros, visitará nuestra ventana por las mañanas a la espera de su diaria ración de se-millas.

Ryan Francis Murphy

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El ejemplo de las ardillas

En cierta ocasión realizamos un experimento interesantísimo que nos había enseñado un sacerdo-te amigo, que tenía el don de con-quistar la confianza de las escu-rridizas ardillas. Colocamos en el marco de la ventana una serie de semillas por separado: avellanas, nueces, almendras y cacahuetes. Al poco rato apareció nuestra amigui-ta, percibiendo algo apetitoso. Ob-servó todas las semillas muy aten-tamente, acto seguido mordió la nuez y salió disparada para dejarla a buen recaudo. Volvió poco des-pués para llevarse la almendra. Y así, ordenadamente, llegó el turno de todas las semillas, desde la más valiosa hasta la más corriente. Sólo al final tomó los comunes y baratos cacahuetes.

* * *Cuando pasan los años y se lle-

ga a la edad adulta, no es raro que

las desilusiones de la existencia ha-gan olvidar a las personas las útiles lecciones aprendidas en los dulces años de infancia.

Un niño o una niña que hayan observado aquel procedimiento de las ardillas podrían sacar una en-señanza para la vida entera. Estos animalitos eligen invariablemente lo mejor y más importante en pri-mer lugar; sólo después toman lo secundario, lo de menos valor. Pa-recerá muy sencillo pero infeliz-mente no es lo que hacemos siem-pre.

Sabemos y damos por senta-do que Dios existe. Conocemos sus mandamientos. Sin embargo, ¡cuántas veces es el último perso-naje en la mente del hombre co-mún! Al tomar una decisión o de-sear algo, ¿no es más frecuen-te pensar primero en el prestigio, el placer o las ventajas persona-

les que ganaremos en tal o cual si-tuación? Qué rara es la siguiente preocupación: “¿Será lo que Dios quiere de mí?”

Para nuestra desdicha, la mayo-ría de las veces actuamos con me-nos discernimiento que una ardi-lla. Tomamos primero lo menos importante, lo terrenal, y dejamos para después –a veces para nunca– lo más valioso, lo celestial. Por esta razón la pobre humanidad se aflige con tantas tristezas y amarguras.

Las ligeras ardillas no poseen inteligencia, propiamente, pero si pudieran hablar, quién sabe si una de ellas, saltando al marco de nues-tra ventana, no nos repetiría la en-señanza de Cristo, nuestro Señor, el Creador de los hombres y de las ardillas: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas esas co-sas se os darán por añadidura” (Mt 6, 33).

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Page 52: Nuevos heraldos sacerdotes Salvadme ReinaEn efecto, las oblaciones y holocaustos de la Antigua Ley no era sino prefigu-ras del sacrificio perfecto de la Cruz, en la cual el Hijo de

¡Madre nuestra, protege a la fami-lia brasileña y latinoamericana!

Ampara bajo tu manto protector a los hi-jos de esta patria querida que nos acoge,

Tú que eres la Abogada junto a tu Hijo Jesús, brinda al pueblo brasileño la paz constante y la prosperidad completa,

Concede a nuestros hermanos de toda la geografía latinoamericana un verdadero ar-dor misionero que irradie fe y esperanza,

Haz que tu clamor de Fátima por la con-versión de los pecadores se haga realidad, y transforme la vida de nuestra sociedad,

Y tú, que desde el Santuario de Guada-lupe intercedes por el pueblo del conti-nente de la esperanza, bendice sus tierras y sus hogares. Amén.

(Benedicto XVI, oración después del rosario en el santuario de Aparecida, 12 de mayo de 2007)

Imagen milagrosa del Santuario de Nuestra Señora Aparecida (Brasil)

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