nuevas piezas de arqueología cristiana …nuevas piezas de arqueología cristiana altomedieval en...

18
Desde la publicación de Arqueología cristia- na de la Alta Edad Media en Asturias (Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos, 1995) he tenido conocimiento de la existencia de la siguiente relación de piezas adscribibles al mismo periodo y temática: 1. Epigrafía: epitafio de Santa María de Bulla- so (Eilao). 2. Equipamiento litúrgico: ara de altar de la capilla de Santa Susana y San Daniel de la Casa de la Torre de San Martín del Valle- dor (Allande); tenante de altar, pila bautis- mal y pila de agua bendita de la parroquial de Santa María de Bullaso (Eilao). 3. Elementos arquitectónicos de iluminación: ventanas exentas de la capilla de Santo Tomás de Priandi (Nava) y la parroquial de San Bartolomé de Puelles (Villaviciosa). De estas piezas he dedicado un trabajo monográfico a la ventana de Puelles (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1996: 281-284), por lo que no será objeto de estudio en esta entrega. Las restantes disponen de escuetas menciones en obras generales de reciente aparición, o se encuentran inéditas. 1. Epitafio de Santa María de Bullaso (Eilao) (lám. 1; fig. 1). Ha sido escuetamente mencionada en dos obras de carácter general sobre la región (GRAN ATLAS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, 1996: 159; LÓPEZ ROCA, 1997: 153). En ambas se limita la cita a reseñar la existencia, postulando una cro- nología entre los siglos VII y X. Se encuentra empotrado en el muro S del pórtico occidental del templo parroquial, por lo que sólo es posible examinar el anverso. Por lo mismo, las dimensiones reales no pueden ser conocidas, apuntándose las de la superficie visi- ble. No obstante, el cuidado con el que ha sido empotrada permite suponer que las dimen- siones reales han sido respetadas. Se trata de una estela discoidal funeraria, labrada en esquisto, de contorno semicircular sobre vástago triangular invertido. La inscrip- ción se dispone a lo largo de una corona cir- cular que rodea un círculo central, delimitado por dos circunferencias concéntricas incisas. En el interior de este círculo se ha labrado una cruz latina incisa, con los brazos rematados por tra- zos incisos perpendiculares, sobrepuesta a un pequeño taladro situado en el centro geomé- trico de la circunferencia. La altura máxima apreciada es de 49’5 cm. La anchura es de 34 cm. El diámetro exterior del círculo es de 22, el interior de 18’5 cm. La inscripción se desarrolla hacia la derecha, a partir de una cruz incisa situada en el ápice de la corona circular. Ocupa 3/4 del desarro- llo de la misma. El cuarto superior izquierdo presenta incisiones indescifrables, de menor entidad que las de la leyenda, por lo que es Nuevas piezas de arqueología cristiana altomedieval en Asturias César García de Castro Valdés * * Arqueólogo.

Upload: others

Post on 03-Feb-2020

5 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Desde la publicación de Arqueología cristia-na de la Alta Edad Media en Asturias (Oviedo,Real Instituto de Estudios Asturianos, 1995) hetenido conocimiento de la existencia de lasiguiente relación de piezas adscribibles almismo periodo y temática:

1. Epigrafía: epitafio de Santa María de Bulla-so (Eilao).

2. Equipamiento litúrgico: ara de altar de lacapilla de Santa Susana y San Daniel de laCasa de la Torre de San Martín del Valle-dor (Allande); tenante de altar, pila bautis-mal y pila de agua bendita de la parroquialde Santa María de Bullaso (Eilao).

3. Elementos arquitectónicos de iluminación:ventanas exentas de la capilla de SantoTomás de Priandi (Nava) y la parroquial deSan Bartolomé de Puelles (Villaviciosa).

De estas piezas he dedicado un trabajomonográfico a la ventana de Puelles (GARCÍA

DE CASTRO VALDÉS, 1996: 281-284), por lo queno será objeto de estudio en esta entrega. Lasrestantes disponen de escuetas menciones enobras generales de reciente aparición, o seencuentran inéditas.

1. Epitafio de Santa María de Bullaso(Eilao) (lám. 1; fig. 1).

Ha sido escuetamente mencionada en dosobras de carácter general sobre la región (GRAN

ATLAS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, 1996: 159;

LÓPEZ ROCA, 1997: 153). En ambas se limita lacita a reseñar la existencia, postulando una cro-nología entre los siglos VII y X.

Se encuentra empotrado en el muro S delpórtico occidental del templo parroquial, porlo que sólo es posible examinar el anverso. Porlo mismo, las dimensiones reales no pueden serconocidas, apuntándose las de la superficie visi-ble. No obstante, el cuidado con el que hasido empotrada permite suponer que las dimen-siones reales han sido respetadas.

Se trata de una estela discoidal funeraria,labrada en esquisto, de contorno semicircularsobre vástago triangular invertido. La inscrip-ción se dispone a lo largo de una corona cir-cular que rodea un círculo central, delimitadopor dos circunferencias concéntricas incisas. Enel interior de este círculo se ha labrado una cruzlatina incisa, con los brazos rematados por tra-zos incisos perpendiculares, sobrepuesta a unpequeño taladro situado en el centro geomé-trico de la circunferencia. La altura máximaapreciada es de 49’5 cm. La anchura es de 34cm. El diámetro exterior del círculo es de 22,el interior de 18’5 cm.

La inscripción se desarrolla hacia la derecha,a partir de una cruz incisa situada en el ápicede la corona circular. Ocupa 3/4 del desarro-llo de la misma. El cuarto superior izquierdopresenta incisiones indescifrables, de menorentidad que las de la leyenda, por lo que es

Nuevas piezas de arqueología cristiana altomedieval en AsturiasCésar García de Castro Valdés *

* Arqueólogo.

dudoso que pertenezcan a ésta. La lectura per-mite postular que el texto legible está prácti-camente completo.

Transcripción

+ MAR ET ELLA SILET• IN DN II NA DE YOIA C I

Se aprecia el nexo ET, la abreviatura de Nsobre E en SILENT mediante pequeño trazohorizontal hacia la izquierda sobre el trazo ver-tical de la E, las abreviaturas de DOMINO–DN– y la de NONAS –NA– por síncopa, yla de DECEMBRIAS –DE– por abreviación. Lasletras finales son de difícil interpretación. La Ypodría no ser tal, sino dos trazos indepen-dientes, pues de hecho no están ligados. La Oes clara, así como la abreviatura siguiente, MILLE-SIMA –MA–, formada por un vástago con trazosuperior vuelto, al modo típico de la escrituravisigótica. A continuación una C, con trazo ver-tical inferior, a la que sigue un trazo vertical rema-tado en la parte inferior por una curva haciala derecha.

Lectura

<IN DEI NOMINE> MAR<TINVS> ET ELLASILE<N>T• IN D<OMI>N<O> IIN<ON>A(S) DE<CEMBRIAS> YO M<ILLE-SIM>A C<ENTESIMA> I

Traducción

Martín y Ella callan en el Señor. II de las nonasde diciembre, en Yo (Xío), (era) MCI (4 de diciem-bre del año 1063).

Se trata, por tanto, de la inscripción fune-raria o epitafio de un par de individuos llama-dos ¿Martinus? y Ella, fallecidos el 4 de diciem-bre del año 1063 en la localidad de Xío, quese encuentra a aproximadamente 1 km en líneade aire al NO de Bullaso, en la margen izquier-da del Navia. También es razonable suponer quese encuentran enterrados en la citada localidad,aun cuando no hubiera acaecido allí el falleci-miento. Nada presenta de especial el nombredel primero, corriente en las fechas. El delsegundo, Ella, excepcional en Asturias, encuen-tra paralelos en dos documentos de venta bar-

celoneses de 916 y 921, referidos a la adqui-sición de propiedades en el término de Moyá,condados de Manresa y Vic, por el conde Suñer,donde figura este antropónimo entre los con-firmantes de ambas piezas (UDINA MARTORELL,

1951: 178, 204). Se trata de un nombre godo: dospersonajes que lo portaban suscriben las actasdel III (589) y IX (655) concilios toledanos,siendo calificado el primero como vir illustris yel segundo como comes et dux (MARTÍNEZ DÍEZ

Y RODRÍGUEZ, 1992: 98, 514).

La fórmula funeraria representa una nove-dad en Asturias: SILENT IN DOMINO, frentea las más frecuentes que se refieren estricta-mente a atestiguar la defunción: OBIIT, OBUIT,OBIT, o a señalar el lugar de la tumba: HICREQUIESCIT, REQUIEVIT, REQUIEST, HICIACET, IACENS, SIPULTUS EST (GARCÍA DE

CASTRO VALDÉS, 1995: 197). Tampoco se encuen-tra en el corpus altomedieval vasco (AZKÁRATE

Y GARCÍA, 1996: 305-306), ni en el elenco deincripciones altomedievales gallegas de NúñezRodríguez (NÚÑEZ RODRÍGUEZ, 1979). Es extra-ña la expresión de la fecha, no precedida de laindicación de la Era. No obstante, estimo quela lectura ofrecida se ajusta a las posibilidadesde interpretación, y explica la ausencia de textoen el cuarto cuadrante de la corona circular.Tampoco ofrece total seguridad la interpreta-ción de los signos YO como topónimo, iden-tificable con el vecino Xío.

Los rasgos paleográficos merecen comen-tario. Se trata de letras mayúsculas de módu-lo alargado, grabadas sin excepción medianteincisión simple, fina, con extremos ensanchadosmediante trazos perpendiculares u oblicuos,que en alguos casos forman triángulos incisos,como en la M y A de la primera palabra. La Apresenta siempre trazo angular con prolonga-ción hacia abajo. La C –presente sólo comonumeral– es redonda, con trazo vertical haciaabajo, a modo de G. La D es redonda. La E,cuadrada, faltándole en trazo horizontal supe-rior. La I carece de remate superior. La L cons-ta de trazo vertical recto, sin prolongación haciaatrás. La M presenta trazo angular con prolon-gación vertical hacia abajo. La N es capital, contrazo oblicuo descendente de extremo izquier-do a extremo derecho. La O es ligeramente

202

ovalada, de extremos apuntados. La R presen-ta un ojal estrecho y cerrado. La S es inclina-da y de curvas abiertas. La T es de trazo hori-zontal vuelto hacia atrás, con bucle. La Y –enel caso de que la identificación propuesta serevelara cierta– consta de dos trazos separa-dos. Sólo se observa un signo de interpunción,consistente en un punto situado a media altu-ra del renglón, entre SILENT e IN. Como nexosfiguran ET, DN, NA, IA. La inscripción se iniciacon una cruz, práctica habitual en la epigrafíafuneraria y, en general, constructiva, de la EdadMedia. Los tipos de letra más significativos apun-tan a inscripciones del XI en la región. Así, laA de trazo angular aparece en Cartavio (1007)y Sangoñéu (1042); la M de similar rasgo, enCibea (1083); La R de ojal estrecho y cerrado,en Trevías (1000), Bárcena del Monasterio(1003), Cartavio y Cibuyo (1099); y la T esbel-ta de rasgo horizontal vuelto, en Trevías, Bár-cena del Monasterio, Cartavio, así como enCibea y Cibuyo (IBIDEM: DESP). Por su parte,la I numeral con trazo horizontal vuelto apa-rece en inscripciones cántabras: La Serna (ca.1067), Cervatos (1129), al igual que la T contrazo horizontal vuelto: La Serna, Santillana delMar (ca.1081), Pesquera (1085) y Cervatos(GARCÍA GUINEA, 1979: 580-581).

La presencia de una estela discoidal fune-raria altomedieval constituye igualmente unanovedad radical en Asturias, donde hasta elmomento no se conocían piezas similares(GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1995: 536). Es lla-mativo el contraste con la vecina Cantabria,donde este tipo funerario es relativamenteabundante, como atestiguan las piezas proce-dentes de las necrópolis de Pie de Concha(Bárcena de Pie de Concha); Izara (Campoode Enmedio); Retortillo (Campoo de Enmedio)–Museo de Santander nº55, 56, 57, 58, 59, 60–;Villaescusa (Campoo de Enmedio) –Museo deSantander nº75–; Espinilla (Campoo de Suso)–Museo de Santander nº76–; Cobejo (Molle-do); convento de San Francisco en la capital San-tander –Museo de Santander nº66, 67, 68–;Saro (Saro) –Museo de Santander nº70–; LasQuintanillas (Valdeolea); Arcea (Valdeprado delRío); Loma Somera (Valderredible); Selaya (Sela-ya) (BOHIGAS ROLDÁN, 1986: 57; 84; 85-86; 93; 94-

96; 136-137; 165-166; 169; 179; 181; 230); Salcedo

(Valderredible); Santa Marina (Valdeprado delRío) (LAMALFA Y FERNÁNDEZ, 1992: 512-514); Cér-digo 1 (Castro Urdiales) (BOHIGAS ET AL, 1992:

520); y Santa María de las Henestrosas (Valde-olea), con pie triangular invertido y cruz latinaincisa, fechada a partir del XII (BOHIGAS ET AL,

1992: 22-23, nº3). Se trata de estelas discoideasanepígrafas, con representaciones de cruces ensu mayor parte griegas, simples o patadas, inser-tas en ocasiones dentro de círculos delimita-dos por cicunferencias, en el anverso, de unasdimensiones semejantes a la de Bullaso, paralas que se proponen fechas entre los siglos IXy XI. Más al Este, las provincias de Vizcaya yÁlava ofrecen estelas discoideas con crucesgriegas y latinas, datadas en la Alta Edad Media:Los Castros de Lastra (Caranca, Álava), siglosIX-X; epitafio de Monico Munio (Museo Arqueo-lógico de Álava), siglo XI; San Julián y SantaBasilisa de Aistra (Zalduendo, Álava), siglos IX-X; epitafio de Nuninco (San Bikendi de Munt-xaraz, Vizcaya), siglo X; epitafio de Enego (Mar-zana, Vizcaya), siglos X-XI; epitafio de Belaco(Finaga, Basauri, Vizcaya), siglos IX-X, con laparticularidad de disponer la leyenda en el inte-rior de una corona circular, al modo de la deBullaso; epitafio de Muninco (Andikona, Bérriz,Vizcaya), siglos IX-X; Mendraka (Vizcaya), sigloXI (AZKÁRATE Y GARCÍA, 1996: 131-134; 137-138; 139-

140; 142-144; 164-165; 166; 167-168; 171-173; 200-201).La pieza asturiana viene a proporcionar un segu-ro jalón cronológico para este tipo arqueoló-gico, al contar con la fecha inscrita de 1063, ycontribuirá a asentar de modo más firme, enfunción de criterios internos, la seriación cro-nológica de los tipos de estelas discoidales.

Tipométricamente, la pieza de Bullaso podríainsertarse en el grupo A.2 –estelas discoideaspequeñas– definido por estos dos autores, aloscilar sus diámetros y alturas en torno a valo-res cercanos a los de la pieza asturiana (diá-metro inferior a 55 cm) (IBIDEM: 270-271). Losparalelos más claros, entre esta serie, están enlas estelas cántabras de Pie de Concha, Izara,Retortillo, Cobejo, San Francisco de Santander,Saro, Las Quintanillas y Selaya, así como en laalavesa de Munico Monio y las vizcaínas deFinaga y Mendraka, emparentadas formalmen-te con las cántabras citadas. En el corpus viz-caíno se dispone de otra estela con inscripción

203

circular, en una pieza de forma tabular : un epi-tafio anónimo de San Juan de Momoitio, fecha-do en los siglos IX-X (AZKÁRATE Y CAMINO,

1996: 210-211). Las necrópolis castellanas hanproporcionado algún ejemplo de estela discoi-dea anepígrafa con cruz incisa: Palacios de laSierra BG (Burgos), fechada en los siglos XI-XII (ANDRIO GONZALO, 1992: 531). El carácter epi-gráfico de la pieza de Bullaso viene a confirmarla aseveración de Azkárate y García Caminosobre la coexistencia de inscripción y estelafuneraria discoidal en el alto Medievo del Nortepeninsular (1996: 260-261).

Formalmente, este tipo posee un antece-dente en la epigrafía funeraria romana de laregión: la inscripción de La Lloraza (Oles, Villa-viciosa), cuya leyenda se reparte en rengloneshorizontales, y cuyo diámetro (40cm) se acer-ca al de la estela de Bullaso, aun cuando lasupere en altura (82 cm) (DIEGO SANTOS, 1985:

104-105). En modo alguno, por el contrario, pue-den admitirse como antecedentes tipológicoslas grandes estelas anepígrafas cántabras o lasestelas funerarias romanas de los Valles delDuero y del Ebro con remate o decoración dis-coidal, que por su volumen y concepción deco-rativa pertenecen a tradiciones diferentes dela representada por el tipo arqueológico de lapequeña estela medieval.

Aún más llamativa es la localización delhallazgo, en pleno valle del Navia, al Occiden-te de la región. Ello implica la necesidad deexplicar el vacío de más de 200 km lineales exis-tente entre las piezas cántabras y este primerejemplar asturiano. Al margen de la razón quese proponga, es necesario insistir en la falta deprospección, como ya se apuntaba en 1995(GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1995: 521), causadel desigual conocimiento que de estos tiposarqueológicos se posee en los distintos terri-torios de la Península Ibérica.

Ciñéndonos a la comarca donde se encuen-tra, el valle medio del Navia, en la vertienteoccidental de la Sierra de Carondiu, esta ins-

cripción es coetánea grosso modo de la pri-mera mención documental del valle –Ripa deNauia– (Libro Registro de Corias, 4 v A), inser-ta en la dotación fundacional del monasteriode San Juan Bautista de Corias, en 1044 (FLO-

RIANO CUMBREÑO, 1950, II: 11; GARCÍA DE CAS-

TRO Y RÍOS, 1997: 87).

2. Ara del altar de la Capilla de SantaSusana y San Daniel (Casa de la Torre.San Martín del Valledor, Allande) (lám.2 y 3; fig. 2).

Ha sido dada a conocer, mediante brevereferencia, por García Linares, quien la fecha enel siglo X, calificándola como “del período dela Monarquía Asturiana” (1996: 664). Se encuen-tra depositada en la capilla de Santa Susana ySan Daniel de la Casa de la Torre de San Mar-tín del Valledor (Allande), propiedad del mismoAntonio García Linares, a quien agradezco lacordial acogida y la facilidad para el estudio dela pieza. Procede, según me comunica ama-blemente el propietario 1, de una de las parro-quias de presentación episcopal del concejo deAllande. Aun cuando no podamos saber la pro-veniencia exacta, consta la seguridad del ori-gen allandés.

Se trata de una placa de mármol de con-torno trapecial, con unas dimensiones máxi-mas de 32 x 28’5 x 3’5 cm. El anverso, com-pletamente pulido, presenta una cruz griegapatada incisa, de un solo trazo, con botón cen-tral. Penden de los brazos laterales las letras Ay Ω, mayúscula la primera, con remates cur-vos hacia afuera en los trazos oblicuos, y minús-cula la segunda, sin ángulo de nexo entre lasdos curvas. El brazo inferior apoya sobre otracruz incisa, a modo de astil. Sobre el brazosuperior se encuentra el taladro para la depo-sición de la reliquia, en la actualidad tapado.

A ambos lados del brazo superior de la cruzhan sido grabados los siguientes caracteres epi-gráficos, verosímilmente con posterioridad alremate de la cruz:

204

1. En conversación mantenida el 5-5-1998.

1. Sector izquierdo, parte superior, junto altaladro: X.

2. Sector izquierdo, parte inferior, junto alremate de la cruz: IOANE.

3. Sector derecho, parte superior, junto altaladro: ¿A?, de trazo angular, de cuyo vér-tice parten dos nuevos trazos en ángulo,divergentes, que se dirigen hacia los rasgosoblicuos de la A. Podría interpretarse comouna torpe ejecución del anagrama VEREDIGNVM, con el que se inicia el Prefaciodel Canon en la plegaria eucarística del ritoromano, conforme a una convención icono-gráfica que representaba la V con una cruzinterior. De verificarse como cierta estainterpretación, hemos de admitir la pos-terioridad de este signo, claro indicio deromanización litúrgica, respecto a la labrade los motivos principales de la pieza. Seopone a ella, sin embargo, la posición delsigno, casi invertido, a todas luces inade-cuado para la expresión de inicio de la ple-garia eucarística.

4. Sector derecho, parte inferior, sobre el brazolateral de la cruz: V.

Ambos signos X y V pueden ponerse enrelación con el antropónimo IOANES. Consti-tuirían así las abreviaturas de X<RISTI>V<ERNVLVS>, referido al propio Ioanes, delmodo como el Adefonsus de la placa de Qui-loño se calificaba de Christi seruus (MIGUEL VIGIL,

1887, II: lám. N II 3).

El reverso de la placa carece de pulido, con-servando las huellas de la talla.

Los caracteres paleográficos que figuran enlas inscripciones son los siguientes. A abierta,sin trazo angular ; con trazo angular. E recta. Icon remate de trazos horizontales. N de trazoderecho curvo y trazo oblicuo descendente deextremo izquierdo a extremo derecho. O róm-bica. V angular.

Estos caracteres permiten una aproxima-ción cronológica. Así, la A abierta, sin trazohorizontal superior figura aparece en 976 (Car-tavio, Coaña), 1000 (Trevías, Valdés), 1021

(Fuentes, Villaviciosa) y 1083 (Cibea, Cangasdel Narcea); la O rómbica aparece en Asturiasen el 882 (La Riera, Somiedo), 927 (Bier-ces/Beroñes, Piloña), 940 (Llamas, Aller), 944(Serrapio, Aller), 951 (Argüelles, Siero; San Mar-tín de Salas, Salas), 1000 (Trevías, Valdés), 1007(Cartavio, Coaña), 1021 (Fuentes, Villaviciosa),1042 (Sangoñéu, Tineo), 1083 (Cibea, Cangasdel Narcea) y 1099 (Cibuyo, Cangas del Nar-cea) (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1995: DESP.).Este marco cronológico –2ª mitad del X y XI–se confirma por los paralelos tipológicos de lapieza. El más directo es el reverso de la ins-cripción fundacional de San Miguel de Teverga(Teverga), cuyo anverso conserva el texto fecha-do entre 1036 y 1048, proporcionando de estemodo un terminus ante quem, dado que la ins-cripción se adaptó al taladro del ara (IBIDEM: 99-

100, 631). Esta placa, subrectangular, es formal-mente idéntica a la del Valledor, de la que sólose diferencia por la presencia de la cenefa peri-metral con zig-zag. Muy similar es también laplaca de Santa María de Leorio (Gijón), fecha-da en 1051 (IBIDEM: 144-145, 641), con la parti-cularidad de presentar la decoración y la ins-cripción esculpidas en resalte y no incisas. Untercer ejemplo fue recogido por C. Miguel Vigilen 1887, correspondiente al ara de San Miguelde Quiloño (Castrillón) (MIGUEL VIGIL, 1887: 336;

GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1995: 192), que, enfunción de los caracteres epigráficos de la ins-cripción depositoria conservada (GARCÍA DE

CASTRO VALDÉS, 1995: 157-158), podría situarseen torno a fines del IX o principios del X.

Similitudes formales, que no tipológico-fun-cionales, se aprecian en la serie de placas astu-rianas y gallegas con cruz esculpida: inscripcio-nes procedentes de la Fortaleza ovetense,fechadas en 875 (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS,

1995: 88-89, 626; 121-122, 634); placa de la facha-da occidental de San Salvador de Valdediós(Villaviciosa) (IBIDEM: 675); inscripción fundacio-nal de San Martín de Salas, fechada en 951(IBIDEM: 95-96, 630); inscripción deprecatoriadel mismo templo (IBIDEM: 136-137, 638); placade San Martín de Churrio (La Coruña) (LUEN-

GO Y MARTÍNEZ, 1969); piezas del Museo Arque-ológico de Orense, placa de San Salvador deSamos (NÚÑEZ RODRÍGUEZ, 1978: 230). También,la placa en la fachada occidental de la ermita

205

de Santa Cruz de Montes de Valdueza (León),fechada probablemente en 905 (SÁINZ SÁIZ,

1996: 41-42); y la de Tubilla del Agua (Burgos)(PÉREZ DE URBEL, 1945: 516).

Se desprende de este recorrido una fechaen torno a la segunda mitad del X y primeradel XI, 950-1050 grosso modo, con mayor pro-babilidad en la primera mitad del XI.

Cuestión aparte es la del significado del per-sonaje cuyo nombre aparece en la placa: Iohan-nes. La ausencia de mención del cargo –pres-biter, monachus, diaconus– podría inclinar laopinión a excluir la pertenencia al clero, si inter-pretásemos la fórmula hipotética Christi vernu-lus como simple signo devocional. Ahora bien,no parece posible que el nombre de un laicofigurase en una pieza destinada a la consagra-ción. Parece, por tanto, razonable suponer quese trata del clérigo que la mandó hacer o quela labró con sus manos. Reforzaría esta hipó-tesis la torpeza de la inscripción, sin guardar lahorizontalidad en la disposición de las letras, nila uniformidad en el tamaño, así como el ya refe-rido paralelo de San Miguel de Quiloño.

Las primeras menciones no interpoladasespecíficas del territorio allandés datan de losaños 1085 y 1086 (GARCÍA DE CASTRO Y RÍOS,

1997: 88), refiriéndose al espacio situado al Estede las Sierras de Ourúa, Lagos y El Palo (GARCÍA

LARRAGUETA, 1962: 258-260). Las tierras del Valle-dor, al Oeste de dicha alineación montañosa,no aparecen como tales en la documentacióncatedralicia ovetense hasta tiempos del obispoPelayo (1098-1130), en sendas composicionesdocumentales del Liber Testamentorum. La pri-mera está atribuida a Fruela II (912):

In territorio Hor monasteria Sancti Martini etSancti Salvatoris ab omni integritate (GARCÍA

LARRAGUETA, 1962: 81).

La segunda figura en la donación de Truc-tino Veremúdiz (972):

In territorio Or nostras portiones in Villamnovam et in Tremulato et in Rovoreto et in Cor-nolio (IBIDEM. 110).

Ambos documentos son claras falsificacio-nes (FERNÁNDEZ CONDE, 1971: 169-176; 193-197),sin que se pueda prejuzgar sobre la existenciade donaciones preexistentes que sirvieran debase a la oficina del obispo ovetense. En cual-quier caso, en las fechas de compilación delcartulario, a principios del XII, está claramenteindividualizado el territorio del Valledor, conlos núcleos de San Martín, San Salvador, Vila-nova, Tremao, Robledo y Cornollo.

No obstante, el Registro Coriense contienemenciones a lugares del Valledor en fechasanteriores: Barras, Fonteta y Vilasonte apare-cen vinculados al patrimonio del conde Pinio-lo Xemeni, fundador del cenobio y fallecido en1049 (FLORIANO CUMBREÑO, 1950, I: 75; II: 265),que compartía la posesión del tercero conOveco Roderici. Éste, a su vez, es autor de unadonación en Robledo a Corias en 1072, y desu parte en Vilasonte en 1077. Por último, Enal-so, personaje calificado por el Registro comodompno, donó al monasterio cangués sendasposesiones en Vilanova y Tremao en 1089, conlo que se consolidaba la implantación del domi-nio monástico en el valle.

De los datos anteriores se colige una inte-gración señorial del Valledor en manos delconde Piniolo Xemeni como propietario prin-cipal, y de otros miembros de la aristocraciaposesora, como Oveco Roderici y Enalso, aprincipios del XI. A estos propietarios o susantepasados habría correspondido la erecciónde los primeros templos, dotados con clerodependiente, entregados al dominio monásti-co coriense a lo largo del XI. De ellos, el colo-cado bajo la advocación de San Martín alcan-zaría en tiempos plenomedievales –fines delXII/XIII– la condición parroquial, y como talfigura en el estadismo diocesano elaborado entiempo del obispo Gutierre de Toledo (1377-1389). Se da la circunstancia de que San Mar-tín del Valledor está asignado tanto al Arci-prestazgo de Grandas –dentro del arcedianatode Ribadeo– como al de Allande –dentro delarcedianato de Tineo. Dentro de este últimoarciprestazgo, San Martino de Valdeor carecede datos, y es seguido de una mención de SanSalvador, sin mayor especificación, mientras quela anotación en el arciprestazgo de Grandas

206

contiene los datos habituales sobre derechosde presentación, reparto de diezmos y alcan-ce de la procuración (FERNÁNDEZ CONDE, 1987:

165; 192). Esta doble anotación responde pro-bablemente a la confusión entre límites con-cejiles y límites arciprestales. Las entidadesde población del concejo de Allande se encuen-tran repartidas eclesiásticamente según la divi-soria de aguas Narcea-Navia. La cuenca delNarcea se integra en el arciprestazgo de Allan-de (La Pola, Besullo, Araniego, Villaverde, Villa-vaser, Villagrufe, Només, Celón, Beduléu, Lina-res, Villar de Sapos); la del Navia en el delGrandas (Montefurao, Berducedo, Valledor, San-tomillao de Ema, Santa Coloma).

En lo referente al la cuenca del Narcea, ladocumentación coriense y ovetense es másabundante. Los valles del Meirúa y del Argan-za se encuentran dentro del patrimonio fami-liar del fundador de Corias, Piniolo Xemeni, yde su hermano Sancio Xemeni. Ambos po-seen partes en San Juan de Villaverde y su villa,que donan al cenobio coriense, respectiva-mente, en 1044 y, cabe suponer, en torno amediados de la centuria (FLORIANO CUMBREÑO,

1950, I: 9-13; 71). Es de señalar que la posesiónen el valle del Arganza le viene a Piniolo Xeme-ni por parte de su madre Aragonti –fallecidaen 1003, como atestigua su epitafio conserva-do en el templo paroquial de San Miguel deBárcena, Tineo– (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS,

1995: 64-65), quien, a su vez, dispuso de ella através de su participación en la propiedad delmonasterio de San Miguel de Trevías (Valdés).A este cenobio había sido donado por NunioVistelani, capellán de Vermudo II de León (FLO-

RIANO CUMBREÑO, 1950, I: 67).

El valle del Prada está repartido entre losposesores del monasterio de Santa María deCelón, fundado por Tructino Enalso y su espo-sa Godigeva (IBIDEM: 97) en torno al año 1000y repartido entre los herederos del matrimo-nio. La disgregación del patrimonio era paten-te a fines de la centuria, cuando se atestigua,al menos, el siguiente reparto:

- Rodericus Moniz, famulus Christi, y su madredomna Lexauia donan sus portiones a SanSalvador de Oviedo en 1085 (GARCÍA LARRA-

GUETA, 1962: 258-259).

- Veremudo Guterriz, famulus Dei, donó su por-tio en el mismo a San Salvador de Oviedoen 1086 (GARCÍA LARRAGUETA, 1962: 259-260).

- En 1092 el abad Munio de Corias permu-tó su parte en Obona (1/3) por 2/5 delmonasterio de Celón con los herederos deObona. Posteriormente, el mismo abadMunio y sus sucesores continuaron la mismalabor de adquisición de partes del monas-terio de Celón, hasta completar 2/3 delmismo y convertirse en el maior patronusin eligendo abbate (FLORIANO CUMBREÑO,

1950, I: 96). Esta frase, así como otros testi-monios documentales (FERNÁNDEZ CONDE,

1971: 293), atestigua la existencia de autén-tica vida cenobítica en Celón, sometida pesea ello a la autoridad coriense.

La implantación de San Salvador de Ovie-do se hallaba finalizada a principios del XII,como atestigua el Liber Testamentorum. En elfalso testamento de Fruela II (912), se explici-ta el dominio episcopal en el monasterio deSan Andrés cum decaneis suis, en el monaste-rio de San Clemente de Notimas -el actualNomés- cum suis decaneis pernominatis infrasuos terminos et foris, entre las que se encuen-tran las ecclesias de Santiago de Linares y SanCipriano de Villavaser (GARCÍA LARRAGUETA,

1962. 82).

En 1214 Alfonso IX de León efectuó undeslinde de los dominios señoriales de San Sal-vador de Oviedo y San Juan Bautista de Coriasy de los bienes realengos en las Asturias occi-dentales (in totam terram tiniensem), cuyo resul-tado nos ha sido parcialmente conservado enel Registro de Corias (FLORIANO CUMBREÑO,

1950,I: 174-199, esp. 193-196). La pesquisa confir-mó los derechos corienses en el Valledor, sepa-rándolos con claridad del realengo.

De esta implantación señorial se derivó elreparto del derecho de presentación de losbeneficios parroquiales que figura en el esta-dismo diocesano del pontificado de Gutierrede Toledo (1377-1389). Al obispo de Oviedocorrespondían, en la cuenca del Narcea, SantoAndrés de la Puebla de Allande, San Cibriánde Villasel, San Crimente de Només, San Pedro

207

de Presnes, Santiago de Villar de Sapos y San-tiago de Linares; en la cuenca del Navia, SantaMaría de Verduzedo, San Martino de Or, SantaMaría de Pennafonte, Santa María de Tablada.Al abad de Corias, en la cuenca del Narcea,San Martino de Vesullo, San Iohán de Aranie-go, San Iohán de Villaverde y San Martino deBeduredo. Santa María de Çelón húsala apre-sentar el abbad de Çelón (FERNÁNDEZ CONDE,

1987: 165, 190-192).

La cuestión que ahora se plantea es la deinsertar el ara de altar –que fechamos por razo-nes tipológicas y paleográficas en torno a laprimera mitad del XI– en este panorama his-tórico. Concretamente:

1. ¿Corresponde el ara a un templo pertene-ciente a un dominio particular, siendo así eltestimonio de una cristianización –mejorhabría que decir eclesialización– dirigida eimpuesta por la aristocracia terrateniente?

2. ¿Corresponde por el contrario a un momen-to anterior a la integración señorial del terri-torio, y es por tanto testimonio de la cris-tianización por vía misional, a cargo de laactividad de un presbítero constructor delprimer templo?

3. ¿Corresponde a la construcción de un tem-plo una vez entregado el territorio al do-minio monástico, actuando el clero comoelemento de transmisión de la autoridadseñorial?

El hecho de tratarse de un ara de piedra,fechable en la primera mitad del siglo XI, auto-riza a proponer un contexto histórico para lamisma. Hito de referencia es el canon III, 9 delConcilio de Coyanza (1055), que reza en lasdos redacciones conservadas:

A. Omnis altaris ara sit lapidea et ab episcopisconsecrata.

B. Altaris vero ara tota sit lapidea et ab episco-pis consecrata. (GARCÍA GALLO, 1950: 293).

Entre los asistentes al sínodo figuraba elobispo Froilán de Oviedo (IBIDEM: 287), a quiencorrespondió consagrar para el cargo de abad

de San Juan de Corias a Ariano o Arias, quienlo ocupó entre 1043 y 1062, sucediendo en elpontificado de Oviedo a Froilán, desde 1073 a1094, fecha en la que se retiró a Corias, dondemurió en 1098 (FLORIANO CUMBREÑO, 1950, II:

49). El Registro coriense incluye un texto deta-llado del proceso:

Interea clarus in palacio comitis Pinioli ubi DeiArianus bonis pollebat moribus, a primeva etatestudiis litterarum traditus, fidelis et cantus exis-tebat. Hunc videns comes soli Deo militantemconfecit eum gradibus ecclesiasticis ordinari et aFroilano Ovetensi episcopo in Monesterio corien-si in ecclesia que nunc est Beatae Mariae in abba-tem consecrari abque omni iugo servitutits eccle-sie coriensi. (FLORIANO CUMBREÑO, 1950, I: 67).

Al final del mismo códice se incluye inclusola noticia del acta de la consagración abacial deArias, con la fecha de 1043, en la relación bio-gráfica de este primer abad (IBIDEM: 200).

La relación que de esta circunstancia hubode derivar entre Froilán y Arias pudo ocasio-nar que éste se convirtiese en firme valedor dela aplicación de los decretos conciliares en lostérminos de su jurisdicción. El ara allandesasería, así, un ejemplo de la puesta en acción delos decretos de Coyanza. Contaríamos, de estemodo, con una datación contextual para la piezaperfectamente coherente con la que propor-ciona el análisis paleográfico y tipológico, porlo que la hipótesis más adecuada entre las tresenumeradas líneas arriba sería la tercera.

Sin embargo, no se puede olvidar que elempleo de la piedra como material exclusivode la fabricación de altares fue prescrito en elcanon XVIIII del concilio de Epaon (517), inclui-do en la colección hispana (MARTÍNEZ DÍEZ Y

RODRÍGUEZ, 1984: 196).

3. Pila bautismal y pila de agua benditade Santa María de Bullaso (Eilao)

Inéditas hasta el momento, constituyen dosinteresantes elementos arqueológicos de laimplantación cristiana altomedieval en el vallemedio del Navia.

208

3.1. Pila bautismal. Fuera de uso en la actuali-dad, se encuentra en la capilla situada a laderecha del presbiterio, que hace las vecesde sacristía, colocada en vertical apoyadacontra la pared de la dependencia. (lám. 4).

Se trata de una pila de contorno oblongo-rectangular con esquinas redondeadas-labrada en un bloque de esquisto, con formade bañera. Las dimensiones exteriores son80 cm. de longitud, 56 cm. de anchura y 33cm. de altura. La cavidad interior mide 62x 43 x 21 cm. de profundidad. El rebordesuperior tiene un grosor de 4´5 cm. En loslados menores, este reborde está retran-queado respecto al contorno de la pieza. Eldesagüe, de 4 cm. de diámetro, se encuen-tra situado en el centro de unos de loslados, en la arista. El frente está decoradocon una serie de 11 baquetones paralelosverticales, de contorno rectangular, separa-dos por estrías de canto vivo. El fondo dela pila es plano. La disposición del desagüepermite asegurar que la pila careció desoporte, asentándose directamente sobre elpavimento.

3.2. Pila de agua bendita. Se encuentra situa-da en el tramo posterior del templo, sobreun pie de altar adosado a la pared que sos-tiene la tribuna de madera. (lám. 5).

Es una pieza de esquisto cilíndrica, de 35 cm.de diámetro y 22 cm. de altura. La cavidadinterior, de sección paraboloide, alcanza 27cm. de diámetro y 11 de profundidad. Pre-senta una decoración a lo largo de todo eldesarrollo vertical de la pieza, consistenteen una serie de baquetones verticales decontorno rectangular, paralelos, separadospor acanaladuras de sección triangular, decantos suavizados, rematados en ambas par-tes superior e inferior por sendos toros. Enla serie de baquetones ha sido retallada unacruz latina con cuadrado central y brazosde remates rectos, delimitada por profun-das incisiones agudas, que rompen la seriede baquetones y acanaladuras. Por el dise-ño de la cruz cabe suponer una fecha tar-día para esta modificación, avanzada ya laEdad Moderna.

La unidad de los motivos decorativos muevea considerar coetáneas ambas piezas. En elterritorio asturiano no han sido publicadosejemplares comparables. Tipológicamente, lapila bautismal es anterior a la irrupción de lostipos románicos en forma de copa, que hacensu aparición en Asturias, verosímilmente, a par-tir de la segunda mitad del XI (GARCÍA DE CAS-

TRO VALDÉS, 1995: 245). La presencia del desa-güe lateral, las dimensiones y la forma en bañeraindican la presencia del rito de inmersión deniños de muy corta edad, recién nacidos, lo queatestigua que estuvo al servicio de una comu-nidad plenamente cristiana en lo que a los ritosde paso se refiere. Dada la indigencia en lainvestigación de las pilas bautismales altome-dievales hispánicas, el aporte de referenciascomparativas ha de resultar forzosamente esca-so. En todo caso, pilas de contorno cuadran-gular o rectangular se encuentran en San Pedrode Beloncio (Piloña, Asturias), posiblementealtomedieval (IBIDEM: 242); Santa María de Villa-nueva de Valdecarzana, fechable hacia media-dos del XI (IBIDEM: 243-244); San Isidoro de León,coetánea grosso modo de la anterior ; Gormaz(Soria) (ORTEGO FRÍAS, 1973: 807-808); San Juliánde Bustasur (Las Rozas, Cantabria), cuyo tem-plo se hallaba en remate en 1112 (EÁLO DE SA,

1978: 230; GARCÍA DE GUINEA, 1996: 310-311); SanPrudencio de Armentia (Álava), fechada en lasegunda mitad del XII (BILBAO LÓPEZ, 1994: 24,

110); Soto de Bureba (Burgos), Santillán delAgua (Burgos), San Miguel de Rosales (Burgos),Santa María de Dosante (Burgos) y San Andrésde Quintanillalabón (Burgos), fechadas genéri-camente entre la segunda mitad del XII y pri-meras décadas del XIII (BILBAO LÓPEZ, 1996: 293,

f. 3; 292; 291; 278; 289; 47-48). El tipo pervivió entiempos bajomedievales, como atestiguan losejemplares góticos de Santa María de Rípodasy Santa María de Turrillas (Navarra) (DOMEÑO

MARTÍNEZ DE MORENTÍN, 1992: 85-87; 60-61).

Baquetones al modo de los de Bullaso, deli-mitados por sendos boceles, aparecen en lapila navarra de Santa María de Larrión, datadaen el XII, donde son interpretados como gallo-nes planos (DOMEÑO MARTÍNEZ DE MORENTÍN,

1992: 62-63). Otros ejemplares de la misma pro-cedencia –definidos como pilas aristadas, porposeer la copa dividida en dos sectores verti-

209

cales por una carena horizontal– incluyen latalla de los gallones de modo semejante al delas piezas asturianas: parroquiales de San Vicen-te de Ardanaz de Egüés, San Salvador de Eran-sus y Santa María de Elcano (IBIDEM: 42; 77).Decoración de baquetones paralelos excava-dos y no en resalte se encuentra en la pila deSusilla (Valderredible, Cantabria), fechada en elXII (EÁLO DE SA, 1978: 233) y en la de SantaMaría la Mayor de Navamuel (Valderredible,Cantabria), fechada “a muy finales del XII oprincipios del XIII” (GARCÍA GUINEA, 1996: 322-

323). La ausencia de baquetones en los otrostres lados de la pieza pone en guardia frentea la interpretación como gallones de una vene-ra, tema abundante en la iconografía de laspilas bautismales románicas.

Ambas piezas asturianas poseen, pese a todo,motivos decorativos de larga vigencia medieval.La aproximación a la cronología no puede, porello, basarse en los mismos. Tipológicamente,la forma en bañera parece desconocida en elinventario románico –desde mediados del XI aprimeras décadas del XIII–, mientras que encuen-tra analogías con pilas bajas, sin soporte, carac-terísticas de tiempos altomedievales, cuando nose ha alcanzado la canonización de los tipos ypervive la tradición de las instalaciones bautis-males de la Antigüedad Tardía. Por ello, y a títu-lo estrictamente provisional, proponemos paraestas piezas una fecha entre el siglo X y la pri-mera mitad del XI. Refuerza esta opinión la difu-sión en la relativamente cercana cuenca alta delNarcea de un tipo de pila bautismal sobre sopor-te cilíndrico y copa hemiesférica baja, decora-da con arquillos ciegos y acanaladuras radiales–Santiago de Cibea, Santa María de Agüera deCastanéu, San Salvador de Cibuyo–, que per-tenecen a monasterios documentados en la pri-mera mitad del XI y que cuentan con apoyoepigráfico para la datación (1083 para Cibea,1166 para Agüera de Castanéu) (GARCÍA DE

CASTRO VALDÉS, 1995: 245, nota 375). Si las pilasaludidas pueden derivar de los momentos fun-dacionales referidos por las inscripciones, laspiezas de Bullaso podrían corresponder a tiem-pos anteriores, tal y como proponemos.

4. Tenante de altar de Santa María de Bullaso (Eilao)

Se encuentra depositado junto a la pila bau-tismal. Consiste en un prisma cuadrangular deesquisto, con esquinas achaflanadas, lo que pro-duce una sección octogonal irregular. La altu-ra es de 57 cm. y la sección de 26 x 27 cm.En la superficie superior dispone de loculus paralas reliquias, cuadrangular, con una sección de9 x 10 cm. y una profundidad de 15 cm. Care-ce de decoración y la labra es muy tosca, difi-cultada por la calidad de la piedra.

Es pieza de tipología muy genérica, conascendencia altomedieval hasta tiempos avan-zados del Medievo. En Asturias contamos conel paralelo de San Salvador de Deva (Gijón),fechable a fines del X (GARCÍA DE CASTRO

VALDÉS, 1995: 207). La presencia de las pilas estu-diadas en el apartado precedente, con una cro-nología semejante, mueve a asignar al mismohorizonte esta pieza, que verosímilmente formóparte del primer altar erigido en el templo,constituyendo el soporte central único de unamesa de reducido tamaño.

5. Ventana exenta de Santo Tomás dePriandi (Nava) (lám. 6).

La primera noticia al respecto, acompaña-da de fotografía, se debe a Martínez Faedo yDíaz García (1995: 233-234). Posteriormente,la recogen, con fotografía, García de CastroValdés y Ríos González (1996: 45-46). Por últi-mo, ha sido objeto de estudio por ManzanaresRodríguez (1996: 53-54). Los primeros la des-criben como “pequeña ventana geminada decronología altomedieval”. Los segundos la inte-gran en el tipo de “ventanas concebidas comopiezas aisladas del paramento”, definido en 1995por García de Castro Valdés (1995: 247-252).Por su parte, Manzanares la inserta en la “serieasturiano-mozárabe”, señalando “un regusto demozarabismo” y asignándole fecha en “unmomento entre los siglos X y XI” 2.

210

2. Es notorio que la publicación de Manzanares no cite las referencias de los que le precedieron en la tarea. De igual modo, tampo-co menciona la lectura y transcripción de los epígrafes de Santiago de Sariego que publiqué en 1995 (pp. 250-251), al referirse a ellosdentro del mismo trabajo.

Está empotrada en el exterior del muromeridional de la capilla de Santo Tomás dePriandi (Nava), bajo el alero de la cubierta.Está labrada en una lastra rectangular de 65 x47 x 12 cm. Bífora, consta de dos huecos ver-ticales alargados, rectangulares rematados enarco de herradura –de 9 cm. de diámetro,según Manzanares–, prolongado aproximada-mente los 4/5 del radio. El parteluz tiene sec-ción rectangular. Junto con las jambas poseeimpostas voladas de perfil triangular. Sobre losvanos han sido taladrados otros dos huecos decontorno semicircular peraltado, de base hori-zontal. No figuran otros rasgos decorativos,como capiteles, collarinos, basas, molduracióndel trasdós o la rosca, motivos en las enjutaso en el fuste del parteluz...

Los paralelos más cercanos dentro del grupoasturiano son los ejemplares de San Lorenzode Cortina (Llaranes, Avilés), San Cipriano dePillarno (Castrillón) (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS,

1995: 247-248) y San Bartolomé de Puelles (Villa-viciosa) (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1996: 281-

284), caracterizados por poseer un pilarcillocomo parteluz y dos huecos cerrados –Corti-na– o de pronunciada prolongación del arco–Pillarno y Puelles–. No obstante, la diferenciade la pieza de Nava estriba en la proporciónalargada, la talla en pieza rectangular y la pre-sencia de los dos huecos superiores. En Astu-rias, dentro de una muy superior calidad for-mal, se encuentran vanos bíforos rematadosen arco de herradura y con tres huecos supe-riores en las tres ventanas de Santiago de Sarie-go (Sariego), talladas en piezas perfectamenterectangulares (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, 1995:

250-251). Tipos de ventana con dos series dehuecos circulares o subcirculares aislados delos vanos principales son relativamente abun-dantes en Vizcaya. A modo de ilustración, des-tacan las piezas bíforas dotadas de dos huecoscirculares: San Pedro de Arta (Markina-Xemein),San Miguel de Urrieldu (Gorozika-Muxika), SanLorenzo de Bermejillo (Güeñes), San Martínde Amatza (Iurreta-Durango), entre las quecarecen de elementos decorativos, si excep-tuamos la columnilla-parteluz (GARCÍA CAMINO

ET AL, 1987: 31; 32; 37). La peculiaridad del casonaveto estriba en que posee vanos rematados

en arco y huecos cerrados, circunstancia en laque no se encuentra ninguno de los ejemplosvizcaínos citados, ni otros similares, dotados demayor riqueza decorativa: San Lorenzo de Isla(Gautegiz de Arteaga) o San Salvador de Zaran-doa (Larrabetzu) (IBIDEM: 35; 37). En la Galiciameridional se han conservado ejemplos simi-lares a los vizcaínos, con una mayor calidad for-mal: San Lorenzo de Melias (Orense) o SantaEufemia de Ambía (Orense) (RIVAS FERNÁNDEZ,

1971; 1974).

Cronológicamente, por ello, parece segurala adscripción al siglo X, probablemente en susdécadas centrales, constituyendo una verosímilirradiación del cercano ejemplo de Santiago deSariego. Dado que en este templo la presen-cia de tres ventanas parece atestiguar la exis-tencia de una fábrica preexistente dotada detriple cabecera rectangular, semejante en suaspecto al testero de Santa Eufemia de Ambía(Orense), fábrica al servicio de una verosímilcomunidad monástica atestiguada en los añoscentrales del siglo X (GARCÍA DE CASTRO VALDÉS,

1995: 251), no parece descabellado suponer unarelación de dependencia entre el cenobio deSariego y este templo de Nava, separados porescasos 5’5 km en línea de aire.

Otro problema reside en la definición “cul-tural”, explícita en la propuesta de Manzana-res, al aludir al “regusto mozárabe” o a la“serie astur-mozárabe” en la que se integra estapieza. A este respecto, me limito a reiterar loexpuesto a propósito de la ventana de Pue-lles (1996: 283). Estas ventanas pueden consi-derarse traducciones populares de los vanosmás elaborados característicos de la arquitec-tura altomedieval de los siglos IX y X. Han deconsiderarse, por tanto, coetáneos a ellos, auncuando tipológicamente constituyan una copiade la arquitectura de escuela, ejemplificada,dentro de la comarca, por San Salvador de Val-dediós (consagrada en 893). Ni la forma enherradura de los calados, ni la decoración –ine-xistente en este caso– constituyen elementossólidos para afirmar la habitual clasificación deestas piezas como “ventanitas mozárabes”, enel supuesto improbable de que tal denomi-nación -el mozarabismo- responda a una enti-

211

dad culturalmente definible y arqueológica-mente identificable 3.

No poseemos menciones documentalescoetáneas del lugar de Priandi. La primera apa-rición está datada en 1227, año en el que DiegoOrdonniz, prior de Santo Tomás, suscribe comotestigo un documento de permuta del monas-terio de San Bartolomé de Nava. El mismopersonaje continuaba en el cargo en 1252(TORRENTE FERNÁNDEZ, 1982: 210-211). Este prio-rato disfrutaba del derecho de presentacióndel párroco a fines del XIV, según el estadismodiocesano del obispo Gutierre de Toledo(FERNÁNDEZ CONDE, 1987: 140).

BIBLIOGRAFÍA

ANDRIO GONZALO, J. (1992): “Estelas de la necrópolismedieval de Palacios de la Sierra (Burgos)”. III Congresode Arqueología Medieval Española, II. Comunicaciones,Oviedo, pp. 526-533.

AZKÁRATE GARAI-OLAUN, A. y GARCÍA CAMINO,I. (1996): Estelas e inscripciones medievales del País Vasco(siglos VI-XI). I. País Vasco occidental. Bilbao, Universidaddel País Vasco/Gobierno Vasco.

BILBAO LÓPEZ, G. (1994): Simbolismo e iconografía bau-tismal en el arte medieval alavés. Vitoria, Diputación Foralde Álava.

BILBAO LÓPEZ, G. (1996): Iconografía de las pilas bau-tismales del románico castellano. Burgos y Palencia. Burgos,La Olmeda.

BOHIGAS ROLDÁN, R. (1986): Yacimientos arqueológi-cos medievales del sector central de la montaña cantábri-ca. Santander, Asociación Cántabra para la defensa del patri-monio subterráneo.

BOHIGAS ROLDÁN, R., MOLINERO ARROYABE, J. T.,SARABIA ROGINA, P. M., GARCÍA ALONSO, M. (1992):“Aportación al Corpus de las estelas discoidales de Can-tabria (Edad Media y Moderna)”. III Congreso de Arqueo-logía Medieval Española, II. Comunicaciones, Oviedo, pp.519-525.

BOHIGAS ROLDÁN, R., GARCÍA ALONSO, M., SARA-BIA ROGINA, P. (1992): “Necrópolis de Santa María deLas Henestrosa (Valdeolea, Cantabria) (campaña 1986)”.Trabajos de Arqueología en Cantabria. Santander, Asocia-ción Cántabra para la defensa del patrimonio subteráneo,pp. 13-32.

DIEGO SANTOS, F. (1985): Epigrafía romana de Astu-rias. Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos.

DOMEÑO MARTÍNEZ DE MORENTÍN, A. (1992): Pilasbautismales medievales en Navarra: tipos, formas y símbo-los. Pamplona, Gobierno de Navarra.

EÁLO DE SA, M. (1978): El románico de Santander en suscinco colegiatas. Santander, Institución Cultural de Canta-bria.

FERNÁNDEZ CONDE, F. J. (1971): El Libro de los tes-tamentos de la catedral de Oviedo. Roma. Iglesia NacionalEspañola.

FERNÁNDEZ CONDE, F. J.(1987): La Iglesia de Asturiasen la Baja Edad Media. Estructuras económico-administra-tivas. Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos.

FLORIANO CUMBREÑO, A. C. (1950): El Libro Registrode Corias. 2 Vols. Oviedo, Instituto de Estudios Asturia-nos.

GARCÍA CAMINO, I., GONZÁLEZ CEMBELLÍN, J.M.,SANTANA EZQUERRA, A. (1987): “La arquitectura pre-rrománica vizcaína”. Kobie-Bellas Artes,4, pp. 7-37.

GARCÍA GALLO, A.(1950): “El concilio de Coyanza.Contribución al estudio del derecho canónico en la AltaEdad Media”. Anuario de Historia del Derecho Español, XX,pp. 275-633.

GARCÍA GUINEA, M. A. (1979): El Románico en Santander.2 vols. Santander, Librería Estudio.

GARCÍA GUINEA, M. A.(1996): Románico en Cantabria.Santander, Librería Estudio.

GARCÍA LARRAGUETA, S. (1962): Colección de docu-mentos de la catedral de Oviedo. Oviedo, Instituto de Estu-dios Asturianos.

GARCÍA LINARES, A. (1996): “La capilla de los SantosDaniel y Susana en la Casa del Valledor (Allande)”. BRI-DEA, 146.

GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C. (1995): Arqueologíacristiana de la Alta Edad Media en Asturias. Oviedo, RealInstituto de Estudios Asturianos.

GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C.(1996): “La ventanaaltomedieval de San Bartolomé de Puelles (Villaviciosa)”.BRIDEA, 147, pp. 281-284.

GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C. y RÍOS GONZÁLEZ,S. (1996): Introducción a la arquitectura en Asturias en lossiglos VIII-X. Pola de Lena, Ayuntamiento de Lena.

GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C. y RÍOS GONZÁLEZ,S. (1997): Asturias medieval. Gijón, Ediciones Trea.

212

3. Es de lamentar la pervivencia de conceptualizaciones manifiestamente ideologizadas y trasnochadas -como el concepto de mozára-be, o el de reconquista, o el de despoblación y repoblación- en el estudio de las manifestaciones históricas altomedievales. El presti-gio de quienes las elaboraron, cuya calidad intelectual está fuera de duda (Gómez Moreno, Sánchez Albornoz), pesa como un lastreen la erudición local, por no referirnos a los epígonos asentados en la academia.

LAMALFA DÍAZ, A. C. y FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (1992):“Aportación al mundo de las estelas medievales de lasmontañas cántabras”. III Congreso de Arqueología MedievalEspañola, II. Comunicaciones, Oviedo, pp. 512-517.

LÓPEZ ROCA, A. (1997): “Illano”. Asturias a través desus concejos. Oviedo, Prensa Asturiana, pp. 149-154.

LUENGO Y MARTÍNEZ, J. M. (1969): “La Santa Cruz deAranga”. Cuadernos de Estudios Gallegos, XXIV, 72-74, pp.41-48.

MANZANARES RODRÍGUEZ, J. (1996): “Santitomé dePriandi (Nava) y su ventanina mozárabe”. Crónica monu-mental asturiana. Tabularium I. Oviedo, Tabularium ArtisAsturiensis, pp. 49-60.

MARTÍNEZ DÍEZ, G. y RODRÍGUEZ, F. (1984): La colec-ción canónica hispana, IV: concilios galos e hispanos 1ª parte.Madrid, CSIC-Instituto Enrique Flórez.

MARTÍNEZ DÍEZ, G. y RODRÍGUEZ, F. (1992): La colec-ción canónica hispana, V: concilios hispanos 2ª parte. Madrid,CSIC-Instituto Enrique Flórez.

MARTÍNEZ FAEDO, L. y DÍAZ GARCÍA, F. (1995):“Carta arqueológica de Nava”. Excavaciones Arqueológi-cas en Asturias 3 (1991-1994). Oviedo, Principado deAsturias, pp. 232-235.

MIGUEL VIGIL, C. (1887): Asturias monumental, epigráfi-ca y diplomática. 2 vols. Oviedo, Diputación Provincial.

NÚÑEZ ROGRÍGUEZ, M.(1978): Arquitectura prerroma-nica. Historia da arquitectura galega. Santiago de Com-postela, COAG.

NÚÑEZ RODRÍGUEZ, M. (1979): “Inscripciones de laGalicia altomedieval”. Revista de Guimarâes, LXXXIX, pp.293-320.

ORTEGO FRÍAS, T.(1973): “Miscelánea arqueológicasoriana”. XII Congreso Nacional de Arqueología. Zaragoza,pp. 805-808.

PÉREZ DE URBEL, J. OSB (1945): Historia del condadode Castilla. 3 vols. Madrid, CSIC-Escuela de Estudios Medie-vales.

RIVAS FERNÁNDEZ, J. C. (1971): “Algunas considera-ciones sobre el prerrománico gallego y sus arcos de herra-dura geminados”. Boletín Auriense, 1, pp. 61-125.

RIVAS FERNÁNDEZ, J. C. (1974): “Una ventana gemi-nada prerrománica en Arcos de Valdeorras”. Boletín Aurien-se, 4, pp. 250-254.

SÁINZ SÁIZ, J. (1996): Arte prerrománico en Castilla yLeón. León, Ediciones Lancia.

TORRENTE FERNÁNDEZ, I. (1982): El dominio del monas-terio de San Bartolomé de Nava (siglos XIII-XVI). Oviedo,Universidad de Oviedo.

UDINA MARTORELL, F. (1951): El archivo condal de Bar-celona en los siglos IX-X. Estudio crítico de sus fondos. Bar-celona, CSIC-Escuela de Estudios Medievales.

VV.AA. (1996): “Illano”. Gran Atlas del Principado de Astu-rias. Vol. III: Oscos, Eo, Navia. Oviedo, Ediciones Nobel.

213

RESUMEN

Se publican seis nuevas piezas arqueológicas altome-dievales procedentes de Asturias (España): una esteladiscoidea funeraria fechada en 1063, un ara de altarfechada entre los siglos X-XI, una pila bautismal y otrapequeña pila de tipología altomedieval, un tenente dealtar y una ventana bífora, fechada en el siglo X. La este-la presenta la particularidad de ser la primera que apa-rece en territorio asturiano. Las investigaciones futuraspodrán contar con la valiosa referencia cronológica desu inscripción.

PALABRAS CLAVE:

Asturias. Arqueología medieval. Epigrafía.

RÉSUMÉ

On publie six nouvelles pièces archéologiques de l’HautMoyen Âge provenant des Asturies (Espagne): une stèlefunéraire datée en 1063, une ara altaris datée aux X-XIème siécles, une cuve baptismale et une autre peti-te cuvette, toutes les deux appartenant à l’Haut MoyenÂge d’aprés leur typologie, un support d’autel et unefenêtre à double vain, datée au Xème siécle. Il s’agît dela première stéle funéraire discoïdale que l’on trouveaux Asturies. L’on tiendra bien compte dans le futurde la valeur chronologique de l’inscription qu’elle porte.

MOTS CLÉ:

Asturies. Archéologie médiévale. Epigraphie.

214

Fig. 1. Estela discoideade Santa María de Bullaso.

Fig. 2. Ara de altar deSan Martín del Valledor.

215

1. Bullaso2. San Martín del Valledor3. Priandi

0-400400-800

800-1.600+1.600

1

2

3

Lám. 1. Estela discoideade Santa María de Bullaso.

Fig. 3. Mapa de Asturias con la situación de las piezas estudiadas en el texto.

216

Lám. 2. Ara de altar deSan Martín del Valledor.Anverso.

Lám. 3. Ara de altar deSan Martín del Valledor.Reverso.

217

Lám. 4. Pila Bautismal de Santa María de Bullaso.

Lám. 5. Pila de agua bendita de Santa María de Bullaso.

218

Lám. 6. Ventana bífora de Santo Tomás de Priandi.