notas aclaratorias acerca de los tergiversados hechos de lucanamarca

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1 BREVES NOTAS ACLARATORIAS ACERCA DE LOS TERGIVERSADOS HECHOS DE LUCANAMARCA EN LA GUERRA POPULAR DEL PERÚ (Documento para entregarlo a la Sala Penal Nacional como parte de la Defensa Judicial en el “Megaproceso”) “Una gran revolución no puede evitar pasar por una guerra civil. Esta es una ley. Si no se ve más que el lado negativo de la guerra y no su lado positivo no se tiene más que una visión parcial de la guerra.” Presidente Mao Tsetung “Nuestra revolución es de los más pobres de los pobres, de los que no tienen un mundo, de los que tienen que hacer ese mundo, porque éste los ha expulsado, los ha marginado, los aniquila todos los días. Nosotros representamos al proletariado y nos unimos con el campesinado pobre, del levantamiento de ellos depende el destino de la revolución.” “Nuestro problema es unir a los pobres, los pobres nunca contra los pobres, el pueblo nunca contra el pueblo.” Presidente Gonzalo (II Sesión Plenaria del Comité Central Ampliado. Enero, 1983) “… debemos buscar que la verdad se abra paso y que los hechos queden históricamente registrados tal cual han sido; como a nadie escapa, los episodios vividos son ya parte imborrable de nuestra historia, sirvamos pues, a que a las generaciones futuras lleguen nítidos e imperecederos.” Presidente Gonzalo (Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial. Agosto, 1986) La Guerra Popular dirigida por el Partido Comunista del Perú, bajo la Jefatura del Presidente Gonzalo, e iniciada el 17 de mayo de 1980, es el más grande movimiento social revolucionario de la historia peruana, abarcó casi todo el país, constituyéndose la mayor movilización y acción armada de las masas populares, principalmente campesinas pobres, que registra nuestra historia. Sin embargo, ha sido y es negada en su verdadero carácter, se montan sucesivas campañas negras para desprestigiarla y alimentar opinión pública en contra imputándola de “terrorismo”, siguiendo los dictados del imperialismo yanqui; los hechos ocurridos en su proceso son deliberadamente tergiversados, con los propósitos de desprestigiarla, aislarla, encubrir con un manto de impunidad la política genocida del Estado peruano en su guerra contrarrevolucionaria, lo mismo que a las Fuerzas Armadas, Policiales y complementarias. Pero además usan dichos torcimientos y falsificaciones en procesos judiciales para justificar penas draconianas como la cadena perpetua, teniendo su punta de lanza contra el Presidente Gonzalo, camarada Míriam y Comité Central del Partido Comunista del Perú. Los enfrentamientos armados de Lucanamarca y lugares aledaños, el 3 de abril de 1983, son uno de los hechos que han sido burda y reiteradamente tergiversados para fabricar un supuesto “paradigma” de “masacre de una población inerme”, empezando por presentarlo como un hecho al margen del proceso de la guerra o desligando del plan de la Fuerza Armada de utilizar masas contra masas, siguiendo la vieja norma imperialista de contraponer nativos contra nativos, conformando mesnadas para destruir el Nuevo Poder surgido y restablecer su viejo poder. Este documento busca servir a que los hechos se registren tal cual realmente han sido.

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BREVES NOTAS ACLARATORIAS ACERCA DE LOS TERGIVERSADOS HECHOS DE LUCANAMARCA EN LA GUERRA POPULAR DEL PERÚ

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BREVES NOTAS ACLARATORIAS ACERCA DE LOS TERGIVERSADOS HECHOS DE LUCANAMARCA EN LA GUERRA POPULAR DEL PERÚ

(Documento para entregarlo a la Sala Penal Nacional como parte de la Defensa

Judicial en el “Megaproceso”)

“Una gran revolución no puede evitar pasar por una guerra civil. Esta es una ley. Si no se ve más que el lado negativo de la guerra y no su lado positivo no se tiene más que una visión parcial de la guerra.”

Presidente Mao Tsetung “Nuestra revolución es de los más pobres de los pobres, de los que no tienen un mundo, de los que tienen que hacer ese mundo, porque éste los ha expulsado, los ha marginado, los aniquila todos los días. Nosotros representamos al proletariado y nos unimos con el campesinado pobre, del levantamiento de ellos depende el destino de la revolución.” “Nuestro problema es unir a los pobres, los pobres nunca contra los pobres, el pueblo nunca contra el pueblo.”

Presidente Gonzalo (II Sesión Plenaria del Comité Central Ampliado. Enero, 1983)

“… debemos buscar que la verdad se abra paso y que los hechos queden históricamente registrados tal cual han sido; como a nadie escapa, los episodios vividos son ya parte imborrable de nuestra historia, sirvamos pues, a que a las generaciones futuras lleguen nítidos e imperecederos.”

Presidente Gonzalo (Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial.

Agosto, 1986) La Guerra Popular dirigida por el Partido Comunista del Perú, bajo la Jefatura del Presidente Gonzalo, e iniciada el 17 de mayo de 1980, es el más grande movimiento social revolucionario de la historia peruana, abarcó casi todo el país, constituyéndose la mayor movilización y acción armada de las masas populares, principalmente campesinas pobres, que registra nuestra historia. Sin embargo, ha sido y es negada en su verdadero carácter, se montan sucesivas campañas negras para desprestigiarla y alimentar opinión pública en contra imputándola de “terrorismo”, siguiendo los dictados del imperialismo yanqui; los hechos ocurridos en su proceso son deliberadamente tergiversados, con los propósitos de desprestigiarla, aislarla, encubrir con un manto de impunidad la política genocida del Estado peruano en su guerra contrarrevolucionaria, lo mismo que a las Fuerzas Armadas, Policiales y complementarias. Pero además usan dichos torcimientos y falsificaciones en procesos judiciales para justificar penas draconianas como la cadena perpetua, teniendo su punta de lanza contra el Presidente Gonzalo, camarada Míriam y Comité Central del Partido Comunista del Perú. Los enfrentamientos armados de Lucanamarca y lugares aledaños, el 3 de abril de 1983, son uno de los hechos que han sido burda y reiteradamente tergiversados para fabricar un supuesto “paradigma” de “masacre de una población inerme”, empezando por presentarlo como un hecho al margen del proceso de la guerra o desligando del plan de la Fuerza Armada de utilizar masas contra masas, siguiendo la vieja norma imperialista de contraponer nativos contra nativos, conformando mesnadas para destruir el Nuevo Poder surgido y restablecer su viejo poder. Este documento busca servir a que los hechos se registren tal cual realmente han sido.

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I. INICIO Y DESARROLLO DE LA GUERRA POPULAR EN AYACUCHO

1. Las décadas del 60 y 70 del siglo XX significaron la ardua y fragorosa brega del Presidente Gonzalo y la Fracción Roja, fundada, forjada y guiada por él, para concretar y rematar la reconstitución del Partido Comunista del Perú como un Partido de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta, pensamiento gonzalo y que preparó el inicio de la lucha armada. Fracción cuyo desarrollo se inició en el Comité Regional de Ayacucho, y que como Lenin enseñara: “En el Partido, la fracción es un grupo de hombres unidos por la comunidad de ideas, creado con el objetivo primordial de influir en el Partido en determinada dirección, con el objetivo de aplicar en el Partido sus propios principios en la forma más pura posible. Para eso, es necesaria una auténtica comunidad de ideas” (1) Plantearon el Presidente Gonzalo y camarada Míriam: “Desde comienzos de los años 60 trabajamos por preparar el inicio de la lucha armada en una sociedad como la peruana semifeudal, semicolonial y de capitalismo burocrático, con un sistema estatal de pseuda democracia burguesa y de caducos partidos políticos parasitarios: una sociedad cuya opresión y explotación, desde siglos atrás sume al pueblo en el hambre, la miseria, la ignorancia y el atraso que constriñe sus fuerzas productivas impidiendo el desarrollo y la democracia que las masas demandan y necesitan. Nuestra acción se desenvolvió deslindando con la llamada izquierda y especialmente combatiendo al revisionismo, cuyos partidos no son sino socios menores de los otros y sostén del viejo sistema”. (2) En el curso de dichas décadas y como se registra en la profusa documentación pública y ampliamente difundida, el Partido Comunista del Perú partiendo de su ideología, marxista-leninista-maoísta, pensamiento gonzalo fundamentó sólidamente la necesidad de transformar la sociedad peruana en crisis general a través de una Revolución Democrática, desarrollando la Guerra Popular, teoría militar más alta del proletariado establecida por el Presidente Mao Tsetung y aplicada y desarrollada de manera creadora a las condiciones específicas de la revolución peruana por el Presidente Gonzalo, Guerra Popular que “… siguiendo el camino de cercar las ciudades desde el campo cree bases de apoyo revolucionarias destruyendo progresivamente el viejo Estado reaccionario terrateniente-burocrático a fin de crear una República de Nueva Democracia”. (3) Para el Partido Comunista del Perú, el análisis de la situación del país debe partir de tres problemas fundamentales, que son en síntesis: “1) El Estado peruano es terrateniente-burocrático, una dictadura de terratenientes feudales y grandes burgueses bajo control del imperialismo norteamericano: contra éste, el pueblo lucha por la construcción de un Estado de Nueva Democracia que requiere la destrucción del viejo orden existente. 2) El Estado peruano, como todo Estado, se sustenta, defiende y desarrolla utilizando la violencia: frente a ésta el pueblo necesita de la violencia revolucionaria siguiendo el camino de cercar las ciudades desde el campo. 3) Las elecciones son un medio de dominación de terratenientes y grandes burgueses: no son para el pueblo instrumento de transformación ni medio para derrocar el poder de los dominantes, de ahí la justa orientación de usarlas sólo con fines de agitación y propaganda”. (4) Se analiza y demuestra que el pueblo peruano se hallaba soportando profunda crisis, hundido en creciente pauperización, hambre, miseria, ausencia de derechos, ultrajes, haciendo que la situación sea insostenible, todo lo que hacía evidente la existencia de una situación revolucionaria en desarrollo, expresada en que los de abajo ya no podían ni querían seguir viviendo como lo venían haciendo por siglos, y que los de arriba no podían seguir administrando como hasta entonces, condiciones que generaron en las masas una creciente protesta popular expresada en movilizaciones y luchas como el infatigable movimiento

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campesino, el ascendente movimiento huelguístico del proletariado y del movimiento popular en general, produciéndose una crisis política en bases y cimientos mismos del Estado. Sólo cabía una salida revolucionaria. En esta coyuntura muchos planteaban la necesidad de la revolución, solo el Presidente Gonzalo y el Partido Comunista del Perú asumieron la decisión de concretarla y lo hicieron. Señalemos que “… El Presidente Gonzalo establece que la revolución peruana en su curso histórico ha de ser primero democrática, luego revolución socialista y tendrá que desenvolver revoluciones culturales a fin de pasar al comunismo, todo en un proceso ininterrumpido aplicando la Guerra Popular y especificándola”. (5) Se define el carácter de la sociedad peruana semifeudal, semicolonial sobre la cual se desenvuelve un capitalismo burocrático, se fija los “blancos de la revolución democrática, el imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad, siendo uno de ellos principal según el momento por el que atraviesa la revolución: hoy en el período de la guerra agraria el blanco principalmente es la semifeudalidad”. (6). Se especifica las tareas a cumplir en esta etapa: 1) Destruir el dominio imperialista, principalmente yanqui; 2) Destruir el capitalismo burocrático, confiscando el gran capital monopolista estatal y no estatal; 3) Destruir la propiedad terrateniente feudal confiscando la gran propiedad asociativa y no asociativa, entrega individual de la tierra bajo el lema “Tierra para quien la trabaja” a los campesinos pobres primero y principalmente; 4) Apoyar el capital medio al que se le permite trabajar imponiéndole condiciones. Asimismo se define las clases sociales a las cuales unir: el proletariado, el campesinado principalmente pobre, la pequeña burguesía y la burguesía media, considerando al proletariado clase dirigente y al campesinado fuerza principal; plasmando una dictadura conjunta de obreros, campesinos y pequeños burgueses bajo la hegemonía del proletariado, respetando los intereses de la burguesía media. Y en el Nuevo Estado aplicar la “táctica agraria de combatir la evolución de la semifeudalidad apuntando a la propiedad asociativa y conjurando la no asociativa, neutralizar al campesinado rico, ganarse al campesinado medio y apoyarse en el campesinado pobre”. (7). Así mismo “Reafirmándose en el marxismo-leninismo-maoísmo, el Presidente Gonzalo enarbola el principio de que la reforma agraria es la destrucción de la propiedad terrateniente feudal, entrega individual del campesinado bajo el lema de ‘tierra para quien la trabaja’ y que se logra con Guerra Popular y Nuevo Poder, dirigida por el Partido Comunista; igualmente la tesis de Lenin de que existen dos caminos en el agro: el terrateniente que es reaccionario, evoluciona la feudalidad y lleva a viejo Estado y el campesino que es avanzado, destruye la feudalidad y lleva a Nuevo Estado”.. (8). Y aplicando la tesis de Marx sobres los tipos de campesinado revolucionario y conservador señala: “El campesinado revolucionario está por destruir la feudalidad y reparto de tierras en forma individual. El campesino reaccionario está por el mantenimiento de la propiedad feudal y del orden existente, a lo sumo por la evolución no por su destrucción. El campesino revolucionario representa el futuro, el campesino reaccionario representa el pasado”. (9) Finalmente: “Esta tarea no es fácil pero Marx nos enseñó: ‘Hacer la historia sería evidentemente cómodo si no se emprendiese la lucha más que con las probabilidades absolutamente seguras de victoria’. Tengamos presente estas palabras de quien fundó el marxismo y partiendo de la existencia de situación revolucionaria en desarrollo centremos en preocuparnos por desarrollar las condiciones subjetivas a nuestra revolución, en los instrumentos para llevarla adelante, Partido, frente único y lucha armada principalmente en el primero, pues es ‘el heroico combatiente’ que maneja los otros dos, con el criterio de que el frente único es para la lucha armada y que ésta es el crisol en que se forjan y desarrollan el frente único y el propio Partido; así pues, la clave de la cuestión es

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desarrollar la actividad política de las masas, principalmente del campesinado pobre en función de iniciar la lucha armada, no hay otro camino ni otra perspectiva. El Presidente Mao Tsetung escribió: ‘En China la forma principal de lucha es la guerra y la forma principal de organización el Ejército. Todas las demás formas, como las organizaciones y luchas de las masas populares son también muy importantes y absolutamente indispensables y de ningún modo deben ser dejadas de lado, pero el objetivo de todas ellas es servir a la guerra. Antes del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas tienen por finalidad prepararla…’ Estas sabias palabras, sin olvidar nuestras condiciones específicas, son plenamente válidas para nosotros: el problema en el Perú es iniciar la lucha armada, será comenzar la forma superior de lucha y la lucha definitiva por cumplir la revolución democrática-nacional; el inicio de la lucha armada es el norte de la acción política de los comunistas y los revolucionarios en la actualidad. Nuestra tarea inmediata, hoy, es desarrollar la creciente protesta popular en función de iniciar la luchar armada. ¡Desarrollemos la creciente protesta popular!”. (10) Y tener la comprensión y convencimiento de que “así, debemos entender que la lucha revolucionaria será dura, violenta, cruelmente contestada por la reacción y mandará sus negras huestes a combatirnos armados hasta los dientes embestirán a la clase obrera, al campesinado, a las masas populares; extenderán sus garras siniestras, sangrientas, así será: nos tenderá cercos, buscará aislarnos, aplastarnos, borrarnos, pero nosotros somos el futuro, somos la fuerza, somos la historia”. (11)

2. Sobre el trabajo del Partido en Ayacucho en las décadas del 60 y 70, digamos

que “a mediados de 1950 se inicia la lucha por reactivar el Partido que había quedado deshecho después del golpe de Estado de Odría. Posteriormente en el Partido empieza a abrirse paso la lucha contra el revisionismo: este proceso se da en medio de la repercusión de la revolución cubana y principalmente porque empieza a desenvolverse a nivel mundial la lucha entre marxismo y revisionismo. Comienza a discutirse el camino de la revolución, se vuelve a hablar de la lucha armada”. (12) Entonces empiezan a destacarse las posiciones políticas del Presidente Gonzalo que sienta bases de la línea roja y adhiere a las posiciones del Presidente Mao en la lucha entre marxismo y revisionismo. A fines de los 50 y comienzos de los 60 se desenvuelve un gran movimiento campesino que moviliza de 300 a 500 mil campesinos en la parte central y sur del país luchando por la tierra, en los siguientes años crece un gran movimiento de la lucha huelguística de la clase obrera y una lucha universitaria desarrollada a más alto nivel. Todo este proceso repercute en el Partido. El Presidente Gonzalo forja la Fracción Roja del Partido en Ayacucho, con ideas claras de que el Partido Comunista del Perú es para tomar el poder, asumiendo el marxismo, adhiriendo al Presidente Mao y el Partido Comunista de China, prestando especialísima atención al trabajo campesino, concibiendo que el camino es del campo a la ciudad. Así, Ayacucho es cuna de la Fracción Roja. Desde el año 62 el Presidente Gonzalo se aboca a reconstituir el Partido en el Comité Regional de Ayacucho, como un Partido proletario, clandestino y ligado a las masas, teniendo como centro el trabajo campesino y no el universitario o magisterial como en forma torcida e interesada se imputa. Del año 60 al 69 el Presidente Gonzalo guió a la Fracción Roja bajo la política estratégica de seguir el “Camino de cercar las ciudades desde el campo”. En arduo proceso de lucha de dos líneas se barrió el revisionismo y se pasó a apoyar las luchas del campesinado pobre que en esos años se concretan como la invasión de Pomacocha y la de Ccaccamarca. De ellas se saca la lección de que no basta con tomar la tierra si no hay un movimiento revolucionario armado que prosiga hacia la meta de culminar la Revolución Democrática, pues el riesgo es que

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vuelvan a insertarse en el sistema imperante y una camarilla de nuevos gamonalillos se imponga. Se realiza el I Congreso de la Federación Provincial de Campesinos de Huamanga, las masas pobres de la ciudad de Ayacucho son organizadas en la Federación de Barrios, se organiza el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y se conforma la Fracción Femenina del FER. Pero lo trascendental es que pese a la oposición de la Nueva Dirección Central del PCP, el Presidente Gonzalo montó el “trabajo especial”, esto es el trabajo militar del Regional y le dio tres funciones: política, militar y logística, desarrollando la lucha contra el militarismo, mercenarismo y foquismo. El año 65, el Presidente Gonzalo se opuso a que el Partido se disuelva y se ponga a la cola del MIR y el ELN en un supuesto frente. El trabajo campesino se desarrolló en las provincias de Huamanga, Huanta, La Mar, Cangallo, Víctor Fajardo, la parte norte de Apurímac y este de Huancavelica. En mayo del 69 el Presidente Gonzalo establece el Programa Agrario del Partido y se concreta la I Convención Regional de Campesinos de Ayacucho, en la que se reúnen representantes del campesinado pobre, por primera vez. Diversas organizaciones de masas deciden dar un paso importante conformando el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho. Más tarde, la Fracción Femenina del FER deviene en Movimiento Femenino Popular y se vertebra el Frente Revolucionario de Estudiantes Secundarios (FRES). En junio del 69, los días 20, 21 y 22, se desarrollan movilizaciones de estudiantes y padres de familia en las ciudades de Ayacucho y Huanta contra el decreto 006 dispuesto por el régimen fascista de Velasco, la lucha en defensa de la Educación Popular fue apoyada resueltamente por el Frente de Defensa del Pueblo, extendiéndose a otras provincias. Frente a la represión que provoca decenas de muertos entre estudiantes secundarios, universitarios y campesinos, la lucha popular se amplía, y el régimen fascista de Velasco se ve obligado a derogar el mencionado decreto, y recibe su primera derrota política. Del 69 al 76, el Presidente Gonzalo guió a la Fracción Roja en la aplicación de la política estratégica de “Reconstitución del Partido para la Guerra Popular”. En medio de la lucha contra el régimen fascista de Velasco y contra el liquidacionismo de derecha surgido en el Partido, que pretendía destruirlo legalizándolo, en febrero de 1970 se produjo la ruptura interna y en el II Pleno del Comité Central la Fracción Roja asumió la conducción del Partido. El problema fundamental de esa lucha fue el problema campesino, en esencia el asumir la confiscación de la tierra como planteó la Fracción Roja y no la expropiación que planteaba el liquidacionismo de derecha. El año 72 la Fracción Roja establece el Plan Estratégico del Comité Regional de Ayacucho, lo que significó de trascendencia para impulsar el trabajo campesino en todo el ámbito de la región de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica y fortalecerlo con el desplazamiento de militantes. A partir del 74-75 se intensifica la movilización campesina, se realizan convenciones campesinas importantes como la Convención Regional de Mujeres Campesinas, se multiplica la organización de Movimientos de Campesinos Pobres y un persistente trabajo de politización a través de las Escuelas Populares tanto en campo como en ciudad, prestándose atención prioritaria al trabajo campesino en el Comité Zonal Andahuaylas-Cangallo. En esos intensos años el Partido desarrolla en forma inédita un trabajo con intelectuales para orientarlos a revolucionarios y hacerlos comunistas, concretándose el Centro de Trabajo Intelectual Mariátegui (CTIM), difunde las publicaciones de Allpa para el movimiento campesino, y se publica la revista “Rimariyña Warmi” del Movimiento Femenino Popular, sienta la línea específica clasista del SUTEP y encabeza la lucha en Defensa de la Universidad Peruana, impulsa el Congreso Nacional de Docentes de la Universidad Peruana (FENDUP), y la previa concreción, en medio de lucha, del Sindicato de Docentes de la Universidad San Cristóbal de Huamanga.

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La brega de la Fracción Roja guiada por el Presidente Gonzalo, permite que el trabajo de Ayacucho sirva a la Reconstitución del Partido en otros lugares del país, para aplastar el año 75 al liquidacionismo de izquierda que pretendía destruir el Partido encerrándolo entre cuatro paredes y negaba la importancia del trabajo campesino y el trabajo de masas en general. Así, al establecerse el Plan de Construcción del Partido en abril de 1977 y en 1978 el Esquema de la Lucha Armada, el Comité Regional de Ayacucho entró a la reorganización general del Partido para, poniendo el centro de trabajo en el campo, pasar a desarrollar la lucha armada como forma principal de lucha y las fuerzas armadas revolucionarias como principal forma de organización, y poniéndose base para la construcción de los tres instrumentos de la revolución. En este punto, y para concluirlo, nos interesa tratar sobre algunas características de la región de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica, particularmente lo referente al peso de la semifeudalidad en ella, más aún cuando algunos organismos gubernamentales y personajes la han negado expresamente. Los tres departamentos de la región Centro-Sur del país conforman una de las regiones más pobres, atrasadas y olvidadas durante toda la historia republicana, que concentra una población básicamente campesina de casi un millón y medio de habitantes, el 80% de ellos en pobreza y el 65% en extrema pobreza, una agricultura atrasada y en crisis, sometida al control de gamonales y gamonalillos en medio de las más densas relaciones serviles, y un poder local prepotente y despótico. Región con los más altos índices de mortalidad infantil, desnutrición, tuberculosis, analfabetismo. Todo lo que evidencia una semifeudalidad en caducidad y un movimiento campesino latente y cada vez mayor. La región, además de constituir una unidad económica poseía una rica tradición de lucha y constituye un agreste terreno montañoso por encima de los 3,000 metros sobre el nivel del mar. Nos sirve exactamente, para la región, lo que se plantea: “El caduco sistema semifeudal sigue subsistiendo y marcando al país desde sus bases más profundas hasta sus más elaboradas ideas y, en esencia, manteniendo persistente el problema de la tierra, motor de la lucha de clases del campesinado, especialmente pobre que es la inmensa mayoría”, y que la semifeudalidad, problema básico de la sociedad, se expresa en tierra, servidumbre y gamonalismo, esto es la inmensa mayoría del campesinado es campesinado pobre sin tierras o con muy pocas lo que da lugar al minifundio sometido a la voracidad del latifundio, un “sistema de servidumbre que como dijera Lenin se presenta de una y mil formas pero su esencia es la sujeción personal”, y el gamonalismo que “no designa solo una categoría social y económica sino todo un fenómeno representado no tan solo por los gamonales propiamente dichos sino también comprende una larga jerarquía de funcionarios, intermediarios, agentes, parásitos, etc., y que el factor central del fenómeno es la hegemonía de la gran propiedad semifeudal en la política y en el mecanismo del Estado sobre el cual se debe atacar en su raíz”. “Gamonalismo, manifestación política de la semifeudalidad sobre la cual se sostiene este régimen de servidumbre en el que actúan mandones y lacayos representantes del viejo Estado en los más recónditos pueblos del país, aunque cambien de ropaje según el gobierno de turno; factor contra el cual se dirige la punta de lanza en la revolución democrática en cuanto guerra agraria”. (13) Hasta la década del 70 seguían subsistiendo en la región haciendas donde se mantenía el sistema de prestación personal (diversas modalidades del pongaje), el pago de la renta de la tierra seguía realizándose en trabajo, productos y principalmente en dinero. La inmensa mayoría de campesinos carecían de tierras o las tenía muy pocas; la aplicación de las leyes agrarias que no son sino de compra venta de la tierra, incrementaron la parcelación de los minifundios, con la introducción de la hipoteca y la acción de los usureros se promovió un nuevo

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proceso de concentración dentro de las formas evolutivas de la semifeudalidad, y el despojo y usurpación de tierras contaba con el apoyo y respaldo del poder local. En las comunidades, los campesinos ricos devenían en gamonalillos, despojando tierras e imponiendo modalidades feudales en la explotación de los pastores. La iglesia católica continuaba siendo la mayor propietaria de tierras a través de sus haciendas y sistema de “cofradías”, haciendas como Chaca, en las alturas de Huanta, o Ayrabamba y Ayzarca en Cangallo, o de las SAIS y Granjas Comunales en Huancavelica y Andahuaylas, son algunos ejemplos de la propiedad terrateniente y la evolución de la semifeudalidad. Era proverbial que en el caso de Huanta, por ejemplo, los campesinos no hubieran logrado nunca una resolución favorable de los jueces para impedir la usurpación de sus tierras y el desalojo violento, que como en las alturas del distrito de San José significó el ataque y agresión judicial contra los campesinos propietarios, el incendio de sus chozas, robo de sus productos, obligándolos por años a vivir en cuevas. Por otro lado, en su misión de defender el sistema actual y su lógica de ataque contra el Partido Comunista del Perú, la llamada Comisión de la Verdad y Reconciliación, afirma en su “Informe Final” que al ingresar el PCP a la zona (se refiere a la provincia de La Mar) el sistema de haciendas había desaparecido por completo, y que su desmembramiento se habría producido a raíz de la guerrilla del 65, de la “reforma agraria” de los años 70 y la “toma de tierras” por Vanguardia Revolucionaria en 1974, y que por tanto “el grupo subversivo… emprendió una lucha armada injusta contra el Estado democrático…”. Esas son afirmaciones falsas, absurdas, incoherentes y contradictorias, que apuntan a negar la base campesina de la Guerra Popular y su acción de barrimiento de la semifeudalidad. La pretensión idealista de que los viejos regímenes se caen por sí solos, y no se requiere de un proceso revolucionario para derribarlos, es simple elucubración o argucias de sus servidores para desviar el blanco de la Revolución Democrática. En el año 65, la acción del ELN de Bejar, y no el MIR, en la provincia de La Mar, Ayacucho, fue efímera no duró ni 3 meses y se redujo al aniquilamiento del hacendado Carrillo, propietario de la hacienda Chapi. El ELN inmediatamente después fue aniquilado casi totalmente por el ejército; si bien el ELN expresa la lucha de nuestro pueblo desde un punto de vista pequeño burgués pero mostró la factibilidad de la lucha armada, tenía serios problemas de línea militarista burguesa, no estaba ligado al campesinado por desconfianza y creerse redentores. Lo que resulta extraño es que en este caso sí la llamada CVR la elogia como “gran movimiento”, que “ha quedado grabado en la memoria de los pobladores”, que “los liberó de la opresión y del abuso gamonal” y utilice eso para contraponerlo y atacar al Partido Comunista al que califica de “acción criminal”. Con tales apreciaciones prueba su total falta de objetividad y su parcialidad subjetiva se debe a las antiguas ideas políticas revolucionaristas pequeño burguesas de sus Comisionados y apoyantes. Sobre la aplicación de la ley agraria de Velasco Alvarado, en los años 70, digamos que primero probó totalmente la subsistencia de la semifeudalidad, segundo fue otra ley más de compra-venta, que mantuvo las formas serviles de explotación, fomentó la gran propiedad asociativa, implementó sistemas burocráticos de administración y control directo del Estado sobre la renta de la tierra, a la vez facilitó y promocionó la penetración del capitalismo burocrático en el campo y nuevas modalidades de concentración de la tierra, lo que significa usurpación de tierras de los campesinos pobres, su ruina y expulsión del campo. En Ayacucho no hubo mayor variación, en Huancavelica significó la mayor concentración de varios latifundios en uno solo de más de 60 mil hectáreas, la llamada SAIS Huancavelica, y en Apurímac, tras la “toma de tierras” promovida por Vanguardia Revolucionaria el año 74 y la firma de las Actas de Toxama y Huancahuacho entre Gobierno y VR, sirvieron de común acuerdo a desaguar la

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masiva y pujante lucha campesina en la provincia de Andahuaylas, esa “toma de tierras” no sirvió a liberar ni darle tierra al campesinado, sino a aplicar los planes corporativos del gobierno fascista de evolucionar la semifeudalidad siguiendo el camino terrateniente en el agro.

3. Todo el proceso de la Reconstitución, la brega de dos décadas bajo la Jefatura y

dirección personal del Presidente Gonzalo y de la Fracción Roja, posibilitaron contar con un Partido de nuevo tipo preparado para iniciar la Guerra Popular y dirigirla hasta la conquista del Poder en todo el país, en ese proceso forjó un contingente histórico armado con la ideología del proletariado y que con la dirección del Presidente Gonzalo estaba presto a asumir la conquista del Poder a través de la Guerra Popular. Tomemos lo que nos plantea sobre el tercer momento del Partido, que inicia el 80 para adelante, en el documento fundamental sobre Línea Militar: “En el tercer momento del Partido… se plasma la aplicación y desarrollo del camino: este tercer momento tiene cuatro hitos: 1) Definición; 2) Preparación; 3) Inicio; 4) Desarrollo de la guerra de guerrillas”. 1) Definición. “En esencia, el Partido toma el acuerdo histórico y trascendental de iniciar la guerra popular en el Perú, fue definido en el IX Pleno Ampliado de junio del 79. Acuerdo que fuera logrado en medio de tres intensas luchas: la primera, contra la línea oportunista de derecha que se oponía a iniciar la lucha armada negando situación revolucionaria, inexistencia de condiciones y que había “estabilidad”; se los expulsó y el Partido acordó una nueva etapa y una nueva meta. La segunda lucha fue contra una nueva línea derechista que consideraba que iniciar la lucha armada era imposible, que era un “sueño”, que no había necesidad de tomar ese acuerdo porque era una cuestión de principio. La tercera lucha fue contra las divergencias en la izquierda, en la que se vieron los matices sobre cómo desarrollar la guerra popular estableciéndose que el matiz proletario era el del Presidente Gonzalo y por lo tanto era el que debía imponerse; todo el Partido hizo un compromiso de guiarse por la dirección del Presidente Gonzalo. En cuanto a la construcción de las fuerzas armadas se tomó la medida de formar cuadros militares, grupos propios para acción y minar las fuerzas reaccionarias apuntando a soldados. En estrategia y táctica se replanteó el sistema orgánico.” (14) El acuerdo histórico de ILA, Iniciar la Lucha Armada, generó un vigoroso y febril movimiento por su plasmación en los hechos. En la región además de la retransmisión de la IX Sesión Plenaria y la adopción de acuerdos específicos en todas las bases y niveles, es de gran importancia el desarrollo de los recorridos y la aplicación de la investigación en función de definir los regionales, recorridos e investigaciones en los que el Presidente Gonzalo, un buen grupo de docentes universitarios, militantes hombres y mujeres y campesinos de la región participaron reconociendo las características particulares de la zona y estudiando tanto su proceso histórico como sus carencias y potencialidades económicas, concluyendo que los tres departamentos Ayacucho, Apurímac y Huancavelica eran una unidad histórica. . De ellos destaquemos las importantes reuniones de investigación con campesinos en Tayacaja, Huancavelica, la reunión con cuadros en el propio Huancavelica, la reunión en Ayacucho, y la más importante de todas con cuadros y militantes de Andahuaylas-Cangallo, que es definido como el Comité Zonal Principal del Comité Regional Principal. Todas ellas desenvueltas bajo la dirección personal del Presidente Gonzalo. El Informe del trabajo de investigación sobre el problema campesino presentado por la camarada Norah, secretaria del Comité Zonal Principal de Andahuaylas-Cangallo, es saludado y estudiado por todo el Partido; ella, segundo miembro del Comité Permanente, pasó a dirigir el Zonal para garantizar el Inicio.

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2) Preparación. “En este hito se sanciona el Programa del Partido, la línea política general de la revolución peruana y los Estatutos partidarios, se resuelven problemas de estrategia política referentes a la violencia revolucionaria, la guerra popular y Partido, Ejército y Frente Único y se asume la siguiente decisión: “¡Forjar en los hechos la I Compañía! Florezca la violencia concretada en iniciar y desarrollar la lucha armada; abramos con plomo y ofrendemos nuestra sangre para escribir el nuevo capítulo en la historia del Partido y nuestro pueblo y forjemos en los hechos la I Compañía. Perú, 3 de diciembre de 1979”. Fueron establecidas “las directrices que ha de tener la guerra popular, los planes militares y la construcción de los tres instrumentos y su ligazón con el Nuevo Poder” (15). Fue sancionado el Plan de Inicio guiado por la consigna ¡Iniciar la Lucha Armada! “…que era la condensación de la política principal que debía plasmarse militarmente, y cuyo contenido comprendía primero, las tareas políticas a cumplir, esto es iniciar la lucha armada, boicotear las elecciones, impulsar armadamente la lucha armada por la tierra y sentar las bases de lo nuevo especialmente del Poder; segundo, formas de lucha: guerrilla, sabotaje, propaganda y agitación armadas, aniquilamiento selectivo con o sin armas modernas; tercero cronograma, días del inicio y duración del Plan, acciones simultáneas para fechas específicas; cuarto, consignas: ‘¡Lucha Armada!’, ‘¡Gobierno de obreros y campesinos!’ y ‘¡Abajo el nuevo gobierno reaccionario!’. (16) En el trabajo del Regional se cumple con la retransmisión de los eventos partidarios cumplidos en este proceso: la I Conferencia Nacional (Noviembre- Diciembre 79), la II Sesión Plenaria del Comité Central (17-28 Marzo 80) y la Primera Escuela Militar del Partido (2-19 Abril 80), ajustarse a la militarización del Partido y fortalecer el trabajo con nuevos desplazamientos. “La preparación se dio en lucha contra las posiciones derechistas que negaban condiciones y decían que el Partido no estaba preparado o que las masas no nos iban a apoyar, desertando la cabeza de estas posiciones las cuales fueron aplastadas.” (17) 3) El 17 de mayo de 1980, el Partido Comunista del Perú inició la Guerra Popular, guiado por el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo, para Conquistar el Poder para la clase y el pueblo y construir la República Popular de Nueva Democracia; y plasma el tercer hito, llamado del “Inicio”, “así la lucha de clases del proletariado y pueblo peruano han dado un salto en su largo proceso: la lucha política pasó a continuarse como guerra revolucionaria… De esta manera nuestro Partido dejó atrás un lastre histórico de más de cincuenta años y superando un negro y podrido electorerismo impuesto a las masas, con dinamita y plomo comenzó a escribir la auténtica liberación popular, unido desde el inicio armado a las masas populares, principalmente campesinas, masas que siempre han sostenido las acciones más heroicas de la revolución peruana” (18), probando desde el inicio su esencia guerrillera y que es guerra popular, no terrorismo, siendo Ayacucho, Huancavelica y Apurímac el principal campo de batalla entre revolución y contrarrevolución armadas, ante todo Ayacucho, la constante y heroica fragua, hermosa tierra donde el pueblo con mente proletaria y brazos campesinos, como resultado de todo el intenso trabajo preparatorio dio vida y vio lo nuevo hecho realidad, donde precisamente el campesinado pobre mas que nadie ofrendó heroicamente su generosa sangre, y es con las masas de esta región como veremos más adelante, que el genocidio del Estado reaccionario se han ensañado siniestro e insaciable a través de sus Fuerzas Armadas, Fuerzas Policiales y Fuerzas Complementarias. El tercer hito duró todo el año 80, con dos planes exitosamente cumplidos: Iniciar la Lucha Armada (mayo a julio 80) e Impulsar la Guerra de Guerrillas (julio a diciembre 80). Así se resolvió el problema de cómo iniciar la lucha armada, de pasar de efectivos de paz a efectivos de guerra, fue clave la militarización del Partido a través de acciones y el magistral Plan de Inicio. Se pasó a plasmar las

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tareas de políticas establecidas por el Partido, esto es: iniciar la lucha armada, boicotear las elecciones, impulsar armadamente la lucha campesina por la tierra y sentar las bases de lo nuevo, especialmente del nuevo poder enarbolando las consignas: “Lucha Armada”, “Gobierno de obreros y campesinos” y “Abajo el gobierno reaccionario”, a través de las formas orgánicas militares: destacamentos y pelotones con o sin armas modernas y las diversas formas de lucha, acciones guerrilleras de: propaganda y agitación, movilizaciones, cosechas e invasiones, sabotajes, asalto y enfrentamiento, principalmente en el campo, destacándose los hitos del boicot armado en Chuschi, la acción que dio inicio a la Guerra Popular, y los golpes contundentes al gamonalismo en Ayrabamba y Ayzarca, remeciendo las bases semifeudales del Estado. Se cumplieron además con los primeros sabotajes a torres de alta tensión, a puentes y carreteras, y asaltos a campamentos mineros para confiscar dinamita. Es una especificación de la Guerra Popular en el Perú hacer del campo el teatro principal de las acciones y de las ciudades complemento necesario. “Los comienzos fueron modestos, casi sin armas modernas, se combatió, se avanzó y construyó de lo pequeño a lo grande y del material débil fuego inicial devino el gran incendio turbulento y rugiente que se expande sembrando revolución y explosionando más impetuosa guerra popular.” (19) 4) Profundamente enraizada en las masas campesinas, principalmente pobres de Ayacucho, aplicando los “tres con”: vivir con las masas, trabajar con las masas y luchar con las masas, la Guerra Popular elevando e intensificando más las acciones guerrilleras, pasó a desenvolver el cuarto hito: Desarrollo de la Guerra de Guerrillas, “Se cumplió con un plan que duró de mayo 81 a diciembre 82 y tiene un período previo, de enero 81, Abrir zonas guerrilleras en función de Bases de Apoyo”; implicó un salto ideológico-político al poner como base de unidad partidaria el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento guía del Presidente Gonzalo; militarmente se abrieron las guerrillas como un abanico en todo el país. “Conquistando armas y medios, removiendo el campo con acciones armadas y Batir para avanzar hacia las Bases de Apoyo”, planes parciales cumplidos siendo el último “Batir”, el eslabón con el siguiente plan; se avanzó en arrasar las relaciones feudales de producción apuntando contra el gamonalismo como punta de lanza y combatiendo los operativos policiales conjuntos; se cumplieron multitud de asaltos a puestos policiales y aniquilamientos selectivos al poder gamonal, generándose una gran movilización de masas campesinas que se incorporaban a las milicias, dando lugar a un vacío de Poder de la reacción y surgen así y se multiplican los Comités Populares. Aparecen así y se especifican las Bases de Apoyo.” (20) De este período resaltamos algunas acciones más importantes en las cuatro formas de lucha y los distintos procedimientos. En combates guerrilleros audaces y directos golpes contra las fuerzas policiales, del asalto a la Cárcel de Ayacucho, en aplicación de la política de fuga del Partido, donde por primera vez actuó la Compañía Guerrillera, se jaqueó la ciudad y se arrancó decenas de prisioneros de guerra; asaltos a puestos policiales como el de Luricocha, que ha sido el primero, ingenioso e intrépido asalto usando metralletas de palo, luego prosiguieron los asaltos a Quinua, Tambo, Quicapata, Totos, Yanaocro, Aqchi, San José de Secca, Vilcashuamán entre otros, a los que hay que sumar el que todos los operativos policiales, incluidos los de sus cuerpos especiales, llenos de sus abusos, atropellos y crímenes, fueron derrotados y obligados a abandonar amplias zonas del campo, para refugiarse en capitales provinciales y departamentales, acciones que permitieron arrancar armas al enemigo, fuente principal de armamento de la guerrilla, y lo que es fundamental, asestar duros golpes a la propia moral de los aparatos estatales reaccionarios y su contingente, además de asaltos a minas para la confiscación de dinamita y otros medios. Los muy importantes arrasamientos, invasiones y levantamientos de cosechas,

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levantando en armas al campesinado, fuerza principal de la revolución, las que remecieron el campo ayacuchano apuntando contra las bases semifeudales del Poder estatal reaccionario en el agro, como blanco principal, descargando contra ellas el peso de la acción reivindicadora armada, elevando la centenaria e indesmayable lucha campesina por la tierra, contra gamonales de viejo y nuevo cuño como en Ayrabamba, Ayzarca, Palermo, Toxama, Pincos, Allpachaca, Wayllapampa, Chaca, entre muchos otros, y contra las propiedades asociativas, entre ellas, las denominadas “Granjas Comunales” que concentraban la tierra y en las que se utilizaba trabajo gratuito del campesinado pobre, manejadas y controladas por el poder local u organismos del Estado en su beneficio, no de las masas, así mismo contra propiedades de prepotentes gamonalillos lacayos del lejano o ausente Poder central. Se hicieron multitud de tomas de pueblos, entre ellas Acosvinchos, Vinchos, Cayara, Pomatambo, Occoruro, Huancasancos, Lucanamarca, Sacsamarca, etc., sembrando en el campesinado con profunda y generalizada campaña de agitación y propaganda armada como jamás partido alguno ha hecho en el país, a la que se suma la toma de emisoras radiales, volantes, afiches y pintas, de mucha importancia para el adoctrinamiento de las masas en la ideología y política del PCP, y de agitación de problemas concretos por los cuales las masas bregan, de esta manera se concretaron masivas movilizaciones de decenas de miles de masas y la progresiva incorporación y organización del campesinado principalmente pobre en Partido, guerrillas y organismos de Frente-Nuevo Poder. Multitud de acciones de sabotaje a la luz eléctrica, bancos, locales y entidades públicas como juzgados, gobernaciones, jefaturas de trabajo, y oficinas de contribuciones, registros electorales, municipios y locales de Acción Popular en ciudades y distritos, así como voladuras de puentes y carreteras, todas ellas dentro del objetivo político de golpear económicamente al Estado peruano, socavar y generar vacío al funcionamiento del Poder reaccionario, así como entrabar sus planes y los operativos militares. Dentro de los mismos objetivos políticos de la Guerra Popular también se han hecho aniquilamientos selectivos a quienes fueron condenados directamente por las masas: prepotentes gamonales y gamonalillos, recalcitrantes representantes del Poder local, conocidos opresores y enemigos del pueblo, cabezas negras contrarrevolucionarias y a connotados agentes represivos masacradores de combatientes, en el campo ajusticiados en Juicios Populares luego de ser discutidos en Asambleas Populares. A este respecto, la política específica establecida por el PCP, que ha guiado los aniquilamientos selectivos es muy clara y señala expresamente contra quiénes apuntar y sobre juicios populares y Jurado:

“Buscar resolver problemas de tierras uniendo al conjunto y dividiendo a la reacción. Aplicar esa política con paciencia, si ellos han ganado serrucharles por lo bajo y encajonaremos a los pillos. Nuestro problema es unir a los pobres, los pobres nunca contra los pobres, el pueblo nunca contra el pueblo.” (21) “Aplicar la política de clases en comunidad. La reacción aplica plan con gamonales y campesinos ricos que quieren la tierra para ellos, nosotros aplicar el dividirlos y aniquilar al más recalcitrante” (22) “Sobre los juicios populares, pensar en si no es conveniente la existencia de un Jurado, esto es un conjunto de personas que juzgan como conciencia colectiva, así, es el propio pueblo el que juzga como conciencia colectiva.” (23)

Así, la ardorosa Guerra Popular se inició y se desarrolló en las zonas campesinas más pobres del país, principalmente en las provincias de Huamanga, Huanta, La Mar, Cangallo y Víctor Fajardo, del departamento de

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Ayacucho, en Huancavelica y en la provincia de Andahuaylas, Apurímac, región donde desde los 60, como ya señalamos, los militantes del PCP bajo la dirección de la Fracción Roja, Jefaturado por el Presidente Gonzalo, construyeron un sólido vínculo con las masas pobres del campo, dentro de éste ámbito se encuentra la actual provincia de Huancasancos (hasta el 94 fue parte de Víctor Fajardo), al centro-oeste ayacuchano, zona sobre los 3,000 m.s.n.m principalmente ganadera, de la cual el organismo gubernamental llamado Comisión de la Verdad (CVR), dijo absurdamente: “Esta no es una zona donde existiera lucha por tierras”, para pretender negar contra toda evidencia el problema básico de la semifeudalidad, esencialmente el gamonalismo que es su manifestación política y el problema de la tierra que es el motor de la lucha de clases en el campo, sustentado en múltiples formas de relaciones serviles, en un necio intento de negar las causas y quitar base a los fundamentos de la Guerra Popular, para el período de Guerra Agraria, e imputar que “el grupo subversivo…emprendió una lucha armada injusta contra el Estado democrático” (24). En los distritos de Sancos, Lucanamarca y Sacsamarca de la provincia de Huancasancos, el secular sistema semifeudal y el gamonalismo constituido por prepotentes gamonalillos, mandones y lacayos, a través del sistema del Poder local tenían la hegemonía en la política y en el mecanismo del Estado, explotando y oprimiendo a las masas campesinas mediante un régimen de servidumbre en sus diversas expresiones, desenfrenándose en todo tipo de abusos, concentrando tierras con numerosa ganadería, despojando propiedades mediante el Poder local y con el apoyo y respaldo de toda la maraña del Poder Estatal reaccionario. Contra este gamonalismo y formas de propiedad semifeudal se atacó en su raíz, movilizando a miles de campesinos pobres de las comunidades de toda esa zona como Lucanamarca, Huancasancos, Sacsamarca, Sarhua, Tiquihua, Manchiri, Umaru, Hualla, Pampacangallo, Carapo, Portacruz, entre otras, quienes con sus propias manos y la dirección del PCP, concretaron Comités de Reparto, germen del Nuevo Poder, en los arrasamientos de las Asociativas, “Granjas Comunales”, de Sacsamarca y Caracha en Sancos, de miles de cabezas de ganado, y a propiedades de abusivos gamonalillos como Antenor Molina en Sancos quienes poseían 8 estancias, 1800 ovinos, 80 vacunos, 120 alpacas y 2 tiendas, y de Marciano Huancahuari en Lucanamarca, odiado por las masas, por ser un mandón vitalicio, pues como vieja autoridad había pasado por todos los cargos como parte del Poder local, sin interrupción, y que lo usó para convertirse en una de las personas con mayor cantidad de pastos y ganado, que maltrataba a sus pastores y abusaba de sus vecinos usurpándoles tierras con documentos fraguados. Todo lo visto era un insulto en una zona de extremada pobreza, que es la otra cara, donde los pobres que son la inmensa mayoría, no tenían tierras o las tenían muy reducidas, situación que se puede corroborar con las declaraciones en el “Megaproceso”, hechas por viejas autoridades de Lucanamarca en los años 80, llamadas en condición de testigos, que manifestaron que allí hay “gente que no tienen nada, solamente pasan su vida con el peonaje”, y que los pastores de ganado en las estancias, que dedican las 24 horas del día de toda su familia a ese trabajo, ganaban entonces 60 soles al mes, a lo que se suma el conocido hecho de que en el campo de cada tres campesinos que pueden trabajar, solamente uno trabaja y esa mano de obra desocupada es canalizada bajo las formas centradas en relaciones serviles, como el trabajo gratuito y otras modalidades feudales, como la aparcería, por el gamonalismo. Por ello, éstas acciones de arrasamiento eran largamente esperadas y en ellas tomaron parte centenares de campesinos, “aproximadamente entre ochocientos a mil personas” en el caso de Lucanamarca, como declaró el ex-alcalde Gualberto Tacas Rojas en el “Megaproceso”. Dicho sea de paso. Que en ese distrito, Marciano

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Huancahuari fue el único a quien se le arrasó ganado, y no a “todos los que tenían más”, como imputan al PCP para desprestigiarlo; lo prueba la declaración en el “Megaproceso” de la Sra. Edda Huaripaucar en ese sentido; arrasamiento de ganado, bienes y tierras, beneficiando a miles de los más pobres, quienes directamente hicieron realidad su reivindicación fundamental contra el gamonalismo. En resumen, el proceso de desarrollo de la Guerra Popular que avanzó en transformar el campo, golpeando contundentemente las relaciones semifeudales de explotación y opresión, derrotó a las fuerzas policiales, socavó el Poder gamonal, las autoridades del viejo poder renunciaron masivamente, dando lugar a un vacío de Poder de la reacción. Es en estas condiciones que surgen y se multiplican los Comités Populares y las Bases de Apoyo en el Departamento de Ayacucho, durante y principalmente a fines de 1982, pero como antecedente de 1980 ya habían surgido los Comités de Reparto, compuestos por campesinos nombrados por las masas para dirigir la distribución de bienes y ganado en los arrasamientos. En el caso de los diversos pueblos de la provincia de Huancasancos, los Comités Populares surgen y comienzan a marchar en los últimos meses de 1982, pasando a formar parte del Sistema de Bases de Apoyo de la Guerra Popular. En Sancos, Sacsamarca y Lucanamarca, como sucedió en todo el campo ayacuchano, resultado del largo proceso del trabajo campesino desenvuelto desde los años sesentas y principalmente por el fragor de la guerra revolucionaria, el PCP estaba profundamente fundido y se había ganado el apoyo consciente de la inmensa mayoría de los más pobres del campesinado, contando con militantes nativos, combatientes organizados en milicias, plasmando la construcción del Nuevo Poder, Comités Populares integrado por cinco comisarios, así llamados para destacar su condición de Comisionados, removibles en cualquier momento. En cuanto sistema de Estado, se conformaron como una dictadura de Nueva Democracia, Comité de Frente Único que plasma la dictadura conjunta de obreros, campesinos y pequeños burgueses, bajo la hegemonía del proletariado, por la dirección del Partido, respetando los intereses de la burguesía nacional (campesino rico en el campo). En cuanto sistema de gobierno, se ejerció el Poder a través de Asambleas Populares, en las que todos ejercitaban el derecho de opinar, elegir, juzgar o sancionar, aplicando la Nueva Democracia, la verdadera democracia, también usando la dictadura y coerción contra los enemigos del pueblo, sustentado en las Fuerzas Armadas revolucionarias. Se avanzó en organizar la vida social de las masas en todos los planos, en la producción orientando la actividad hacia el trabajo colectivo, favoreciendo a los más pobres, principalmente; se organizó el comercio, el trueque, arrieraje; y se ha ejercido justicia verdadera, se organizó la salud, educación y la recreación, así como velar por la marcha de las organizaciones populares y la seguridad colectiva e individual contra el enemigo. De esta manera, se fue plasmando la más profunda movilización, politización, organización y armamento de las masas por el PCP como jamás ha hecho Partido alguno. En síntesis, el surgimiento y marcha del Nuevo Poder en Ayacucho y después en distintas regiones del país, ha sido una realidad material, un acontecimiento inédito que ha plasmado nuevas relaciones sociales de producción guiado por una justa y correcta política partidaria; un auténtico poder popular, miel que las masas ya han probado, lo conocen y lo han vivido, ¡jamás lo olvidarán! pero como las clases y la lucha de clases no desaparecen al establecerse el Comité Popular, lo que veremos es su mayor encarnizamiento, debido a que las clases explotadoras, el gamonalismo derrocado, desenvuelve furiosa resistencia y maquina la destrucción del Nuevo Poder y restablecimiento de su viejo poder, bajo plan y dirección de las Fuerzas Armadas genocidas. Así, desde el año 83 la

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guerra es en torno a restablecimiento-contrarrestablecimiento, esto es de la guerra contrarrevolucionaria por aplastar el Nuevo Poder, y restablecer el viejo, y de la Guerra Popular por defender, desarrollar y construir el Poder Popular recién surgido, dura contienda librada entre las Fuerzas Armadas reaccionarias y el Ejército Guerrillero Popular.

II.- EL ESTADO PERUANO SE HA GUIADO POR UNA POLÍTICA GENOCIDA A LO LARGO DE SU GUERRA CONTRASUBVERSIVA. El Partido Comunista del Perú había previsto que, al iniciarse la guerra popular, al Estado peruano no le convenía que la Fuerza Armada ingresara de inmediato, pues había estado doce años gobernando como una dictadura militar y salía desprestigiadísima, además de las propias contradicciones del campo reaccionario, por el temor que el Presidente Belaúnde tenía de que los militares utilizaran su intervención para dar un golpe de Estado e irlo tomando parte por parte. Y así fue. El gobierno de Belaúnde decidió combatir a la guerra popular como terrorismo, siguiendo el patrón establecido por el amo imperialista Ronald Reagan, lanzando sus fuerzas policiales, para ahogar en sangre la revolución armada, principalmente en el ámbito ayacuchano desde el inicio mismo, y atropellando los más elementales derechos, desencadenó la acción contrarrevolucionaria brutal y sanguinaria sobre militantes, combatientes revolucionarios y masas principalmente campesinas, allanando y saqueando domicilios, han asesinado, robado, incendiado domicilios, pretendiendo así amedrentar y apartar a las masas de la lucha armada, pero en contra de ese deseo la acción contrarrevolucionaria atizó la guerra popular, y ésta se expandió vigorosa no solo en Ayacucho sino en todo el país. Primero utilizó sus fuerzas policiales: GC, GR, PIP, y sus correspondientes cuerpos antisubversivos: Sinchis, Llapan Atiq, Dircote, etc., con la asesoría, planificación, dirección y apoyo logístico de las Fuerzas Armadas las que en medio de sus crímenes y violaciones de los derechos fundamentales, aplicando la política reaccionaria de robar todo, quemar todo y matar a todos, fueron derrotadas y abandonaron el campo. Toda esa acción brutal, desenfrenada, de las fuerzas policiales antisubversivas, obedece a la línea y política genocida que aplicó el Estado peruano y ha guiado su guerra contrasubversiva, y se refleja desde su propia formación. Estas siniestras fuerzas policiales antisubversivas, ante todo en el departamento de Ayacucho actuaron peor que en los tiempos de la guerra con Chile, como denunciara el Partido Comunista en sus documentos, se comportaron como una verdadera fuerza de ocupación. El pueblo ayacuchano, en campo y ciudades, los detestaba y, a la vez, los temía, pues a sus detenciones arbitrarias, atroces torturas, asesinatos y desapariciones cotidianas, se sumaban la prepotencia desenfrenada en sus borracheras, riñas y escándalos, en todas partes. Todo aquello era práctica generalizada, particularmente de los denominados sinchis, quienes eran vistos por el pueblo como torturadores, violadores, asesinos; durante los operativos que realizaban en zonas rurales las masas evitaban encontrarse con ellos, se retiraban para evitar se los asesinara, que violaran salvajemente a las jovencitas, incluso a niñas, como medio infame y abyecto para someterlas, y a quienes desde helicópteros las balanceaban en el aire, amarradas de los pies, para obligarles a dar falsas confesiones; con esos helicópteros transportaban los cuerpos encostalados de los detenidos, que luego de ser torturados y muertos eran arrojados desde lo alto a los ríos. Cometieron horrendas matanzas como en Chalcos, provincia de Sucre, Ayacucho, donde ebrios capturaron a un grupo de profesores acusándolos de terroristas y luego de presionarlos, diciéndoles “corran, escápense por donde puedan” los asesinaron a tiros en setiembre del 82; y en Socos, Huamanga, masacraron a 34 campesinos entre hombres, mujeres y niños, en noviembre de 1983. Esos son solo algunos de los innumerables crímenes perpetrados por esas fuerzas represivas.

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Más las fuerzas policiales que estaban militarizadas, así como la doctrina contrasubversiva provino de las Fuerzas Armadas, pese a contar con la dirección y apoyo de aquellas, terminaron en estruendosos fracasos, sufriendo derrotas; en dos años y siete meses ya no pudieron con las fuerzas armadas revolucionarias y se replegaron del campo a capitales provinciales o departamentales de las zonas de emergencia. Ante la derrota de las fuerzas policiales y principalmente ante el surgimiento del Nuevo Poder, se quebró la reticencia de Belaúnde a la intervención de las Fuerzas Armadas; se impuso la necesidad de clase de los explotadores y opresores y les encomendaron a las tres juntas: Ejército, Marina y Aviación, la primera como fuerza principal, el restablecimiento del orden público con el apoyo de las fuerzas policiales, poniendo en estado de emergencia y bajo control político-militar a la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, desde diciembre de 1982. Las operaciones se dan bajo dirección del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que actúan según lo dispuesto por el Consejo de Defensa Nacional encabezado por el Presidente de la República, de ahí la directa e ineludible responsabilidad del Estado peruano y sus gobernantes de turno en todo lo ejecutado durante su gestión. Cuando ingresó la Fuerza Armada hacía casi tres años que estudiaba la guerra revolucionaria en el país, más aún, como ya vimos, asesoró y planificó las acciones de las fuerzas policiales, así entró con ventaja y, obviamente, contando con mayores y mejores medios humanos y materiales. El Manual del Ejército sobre Guerra no Convencional Contrasubversión ME 41-7, editado por el Ministerio de Defensa en 1989, prueba fehacientemente la política contrasubversiva que aplicaron de oponer masas a masas, mediante la formación de mesnadas, guiada por la política genocida del Estado peruano, en todo el proceso de su guerra contrarrevolucionaria, dice: “A nivel nacional corresponde al Ejecutivo la dirección general de todas las acciones de la guerra contrasubversiva en los diferentes campos”, que “el apoyo de la población es necesario para la contrasubversión”, para ello, el problema consiste en encontrar una minoría activa favorable y “organizarla para movilizar a la mayoría neutral contra la minoría contraria”, “identificar a los miembros y la organización del Partido… así también a las bases de apoyo y la fuerza local”, para eso “optimizar la infiltración”, “formar redes de colaboradores e informantes”, “combatir… empleando procedimientos similares a los de los subversivos”, “realizar operaciones sicológicas”, etc. Lo que sigue es la “destrucción de la Organización Política Administrativa Local (OPA)”, siendo “por definición, (que) los miembros de la OPA no son elementos armados… debe primar el objetivo de la eliminación total”. Sobre éstas bases proceden al “establecimiento de Comités de Autodefensa “CADS” (páginas 58 al 106). De inmediato puso en marcha su plan de mesnadas, en el que ya había venido avanzando la policía, de utilizar masas contra masas, siguiendo la vieja norma imperialista de contraponer nativos contra nativos. Primero utilizó contingentes previamente escogidos, preparados entre licenciados y el pequeño grupo de campesinos conservadores ligados al gamonalismo y abigeato, a los que manejó como agentes e infiltrados dentro de las masas campesinas, unidos a la red de espionaje que desde la década del 70, recomenzaron a montar. Sobre esta base de agentes, infiltrados, espías y soplones, más las viejas autoridades derrocadas, gamonalillos y lacayos, conformaron las mesnadas tal como han escrito en su Manual: “El problema consiste en encontrar una minoría activa favorable” a la contrarrevolución, la que bajo el plan y mando militar, en acciones coordinadas con los operativos policiales y militares (cuyos miembros también actuaron disfrazados de campesinos o policías), desataron el terror blanco en el campo, presionando y sometiendo a las masas, desarrollando crueles matanzas, torturas, violaciones, robos, saqueos e incendios, comportándose como una verdadera fuerza de ocupación, contra militantes, combatientes, dirigentes del Nuevo Poder y masas avanzadas, miembros o

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ligados al PCP, aplicando la siniestra política de matar a todos, robar todo y quemar todo. El PCP en la Sesión Ampliada del Comité Central de noviembre de 1985, hace la evaluación del ingreso de las Fuerzas Armadas, su intervención genocida y sobre política contrasubversiva de oponer masas contra masas mediante la formación de mesnadas, concluyendo:

“Con ingreso de las Fuerzas Armadas, cambia la situación y su objetivo es acabarnos. Al ingresar las Fuerzas Armadas no han montado un cerco, toma puntos fuertes, ciudades como Ayacucho y monta operativos buscando utilizar a parte de las masas presionándolas, así surgen las mesnadas. Luego, paralelamente, comenzó a formar civiles en el Ejército, como Gavilán por ejemplo; amplían el número de oficiales; el Ejército y la Marina disfrazados de campesinos y con mesnadas nos golpean en la parte norte y sur del CRP (Comité Regional Principal). El primer golpe fue en Huambo, Huaychao, Iquicha, Uchuraccay, ante éstos hechos Belaúnde saludó a los campesinos que habían actuado contra nosotros, por tanto, responde de las matanzas. Aplicaron un plan elaborado por la Marina, asesorada por el imperialismo yanqui y aplicado por el Ejército, pensaron que usando masas podrían separarnos de las masas y tomar posiciones” (página 22) (25)

El plan de un pueblo contra otro fue la política estatal seguida desde comienzo de la guerra contrasubversiva. Ese plan de mesnadas ya lo comenzaron a aplicar con los Sinchis y los “Llapan Atiq” a modo de ensayo en la provincia de La Mar, en la zona de Chungui y “Oreja de Perro”, a fines de 1982; perpetran abusos y atropellos en los pueblos donde el PCP comenzó a organizar el Nuevo Poder, en los que detienen, torturan cruelmente, realizan correrías usurpando el nombre del Partido Comunista y cometen masacres; así presionan a las masas obligándolas a organizarse en “rondas” en Mollebamba y Oronqoy, Pallqas, Ninabamba y Santa Carmen. Con los “ronderos” de Mollebamba los “Llapan Atiq” de Andahuaylas incursionan en Oronqoy donde detienen a un campesino, le torturan quitándole las uñas y cortándole la lengua en presencia de la población, colgando su cadáver en un poste del Colegio, lo hicieron para escarmentar y así presionaron a organizarse en “rondas”. En enero de 1983 masacraron a 40 campesinos en el templo de Pallqas e imputan al PCP de éste hecho, luego fuerzan a organizarse en “rondas”. En lo sucesivo, en base a las mesnadas, los Sinchis y después el Ejército, desatan el terror blanco y genocidio, literalmente arrasando los pueblos de toda la zona, dejándolos pampa, desapareciéndolos; los cientos de miles de desplazados son resultado directo de estos hechos de la guerra contrarrevolucionaria genocida, que en los años posteriores los generalizaron en todo el país, aplicaron el método de “secar el estanque para matar el pez”, esto es, aislar la guerrilla de su base de masas. El problema de fondo, el hecho político y militar que el Estado peruano y la llamada Comisión de la Verdad ocultan, tuercen y falsean de manera premeditada por interés y posición de clase contrarrevolucionaria, es el proceso de restablecimiento del viejo poder que la fuerza armada ha preparado y desenvuelto a través de esos supuestos “levantamientos campesinos” que no son sino la acción contrarrevolucionaria genocida de mesnadas encabezadas por la ralea de viejas autoridades, lacayos y otros ligados al gamonalismo derribados del poder, ya que la lucha de clases y fuerza de resistencia de los explotadores derrocados, ante el surgimiento del Nuevo Poder se hizo encarnizada en grado sumo, pues se sirven de las ventajas de la fuerza de la costumbre y las tradiciones de la vieja sociedad, de la larga experiencia del Estado en el manejo militar, de la economía, el Poder. Y como contraparte, el PCP ha desenvuelto una respuesta para sofrenarlo, un contrarrestablecimiento del Nuevo Poder perdido, a través de una heroica guerra popular del campesinado principalmente pobre, defendiendo, desarrollando y construyendo los Comités Populares y Bases de Apoyo, proceso en el que como un aspecto negativo, se han

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presentado limitaciones, errores y excesos como hechos aislados, pero jamás como política del Partido. Solo viendo dentro de este marco histórico de la guerra se puede entender correctamente los hechos. Reducirlo a un conjunto de hechos de una supuesta “rebelión” campesina contra la guerra popular es encubrir la verdad histórica para exculpar la política genocida del Estado y las Fuerzas Armadas. Pues bien. El 28 de enero de 1983, conformaron mesnadas en Acobamba, el 14 de febrero en la Comunidad de Colcabamba, provincia de Tayacaja, ambas en Huancavelica, colindantes con Huanta. Sin embargo, centran en la parte norte y centro-oeste del departamento de Ayacucho, en Huanta y Huancasancos respectivamente. En las comunidades ubicadas en las punas de Huanta, a casi 4000 m.s.n.m, puntos estratégicos por su ubicación entre los valles y la ceja de selva ayacuchana, desde donde la guerra popular se expandía incontenible, la infantería de Marina que asumió el control de la provincia, impulsó la organización de mesnadas clandestinamente en todos los pueblos donde habían surgido y marchaban los Comités Populares y eran Bases de Apoyo de la Guerra Popular. Diversos hechos prueban la existencia de una permanente coordinación de elementos del poder local derrocado y especialmente de licenciados con el Comando Político-Militar de Huanta y Ayacucho, y con los Sinchis de Tambo, además de la presencia de marinos y Sinchis que actuaron disfrazados de campesinos organizando y dirigiendo a la ralea de contrarrevolucionarios. En Uchuraccay las viejas autoridades ya empiezan a maquinar en forma clandestina, desde octubre del 82, promovidos por personas como Fortunato Gavilán, teniente-gobernador, preparados con anticipación por la Fuerza Armada, para oponerse y actuar contra la guerrilla. En ese mismo mes esos elementos contrarrevolucionarios del poder local deciden detener a 6 guerrilleros para asesinarlos pero la mayoría de las masas en Asamblea se opone y los dejan ir. Igual actividad contrarrevolucionaria de complot, coordinaciones y aglutinación de cabezas negras de elementos reaccionarios contra la Guerra Popular también desenvuelven en las demás comunidades de la zona, maquinaciones que fueron denunciadas por las masas ante el PCP, y sus cabezas más recalcitrantes y más activas en Uchuraccay y Huaychao, fueron juzgados y sentenciados a muerte en juicios populares en diciembre del 82. Con el ingreso de las Fuerzas Armadas, a fines de diciembre, y de la Marina en la provincia de Huanta, centran en la organización de Mesnadas con el objetivo de golpear y acabar con las guerrillas. Intensifican operativos militares y las patrullas de infantes de marina y Sinchis que incursionan a todas las comunidades, entre ellas a Uchuraccay y Huaychao, presionan con amenazas de matar a toda la población si no asesinaban a todo extraño que llegase a pie. Las declaraciones de comuneros en Uchuraccay en reiteradas ocasiones ante el periodista Luis Morales, publicadas por el Diario de Marka ante la llamada comisión Vargas Llosa y testimonios ante el juzgado y durante el juicio oral, del Proceso Uchuraccay, revelan el plan genocida puesto en marcha por la Marina y los Sinchis desde los primeros días de enero: “han venido en helicópteros… y nos han dicho: sáquenle los ojos, la lengua, a la gente que no conocen, que son enemigos”, “nosotros no vendremos por tierra, sólo en helicóptero. Y si algún desconocido viene por tierra, lo matan”. Es la orden que dieron públicamente en todas las comunidades simultáneamente avanzaron en organizar y coordinar la acción de las mesnadas, siendo las viejas autoridades de Uchuraccay quienes coordinan y encabezan, así desenvuelven varias reuniones clandestinas intercomunales de viejas autoridades de Uchuraccay, Huaychao, Cunya, Paria, Qarhuaurán, Pampalca, y otras comunidades en los primeros días de enero, en las que acuerdan poner en marcha el plan genocida de la Fuerza Armada de perpetrar en todas partes una matanza despiadada de militantes del PCP, de combatientes de la guerrilla y milicias, y de comisarios del Nuevo Poder. Las horrendas masacres cobardes y arteras se inician en Huaychao. El 15 de enero de 1983 las mesnadas de Huaychao y Macabamba, siguiendo el plan trazado por la Marina, “salieron a saludar a los guerrilleros y los guiaron a su sala de asambleas…

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escucharon sus discursos… luego, calmadamente se acercaron a los senderistas, sacaron las hachas, cuchillos y piedras que habían escondido bajos sus ponchos y los aporrearon hasta matar a 7 de los 8 subversivos” (26). En los días siguientes, con igual crueldad, las mesnadas de Uchuraccay asesinan a 5 guerrilleros; en total, sólo en la tercera semana de enero, en las distintas comunidades altoandinas de Huanta, son atrozmente masacrados 24 combatientes del PCP, al mismo tiempo, “las autoridades de las comunidades coordinan el patrullaje de la zona, estableciendo sistemas de vigilancia desde las cumbres de los cerros, utilizando cornetillas como señal de alarma y pernoctando en las laderas de las montañas”, como ha registrado hasta la propia autodenominada CVR (27), buscando exaltar toda esa acción bárbara de las mesnadas, a la que llama “rebelión multicomunal” contra el PCP, falseando los hechos para encubrir el plan y responsabilidad del Estado peruano y las Fuerzas Armadas, cuando todos esos hechos lo que muestran claramente es precisamente que las masas presionadas bajo control de las mesnadas, dentro del plan de la Marina fueron sometidas a militarización. El 23 de enero, las atroces matanzas son cínicamente saludadas, justificadas y apoyadas públicamente por el general Noel y el propio Presidente Belaúnde, quien no solo avalaba sino llamaba al genocidio elogiándolo como “ejemplo de patriotismo”. El mismo día Noel envía patrullas militares terrestres y helitransportadas llevando alimentos para esas comunidades “como reconocimiento del Presidente Belaúnde por las acciones emprendidas” contra el Partido Comunista del Perú (28), pero parte de las masas de esos pueblos rechazaron esa insolencia como correspondía; a las mesnadas les reiteraron la orden de continuar con ese tipo de acciones, “Matando a todo extraño que llegara a la comunidad a pie”, como declararon los comuneros de Uchuraccay al periodista Luis Morales, noticia publicada en el Diario de Marka. El 26 de enero 8 periodistas que iban hacia Huaychao buscando descubrir la verdad sobre las bárbaras matanzas, ya que la opinión publica dudaba de las informaciones oficiales dadas por el general Noel (periodistas extranjeros decían: “Aquí estamos viendo cosas que solo hemos visto en Vietnam”, igualmente Virgilio Roel declaró: “sendero se ha ganado para su causa a muchas comunidades indígenas… por eso se ha adoptado la lucha antisubversiva aplicada en Vietnam y perfeccionada por ellos. Método que consiste en utilizar a las propias poblaciones contra la insurgencia guerrillera”) (29), son artera y cobardemente asesinados en Uchuraccay, junto al guía Juan Argumedo y Severino Huascar Morales, comunero del lugar, reventándole en la cara del Estado peruano un grave escándalo político y rebelando ante el mundo el plan genocida de las Fuerzas Armadas de usar mesnadas y enfrentar masas contra masas en la guerra contrarrevolucionaria. Por esos días la revista Equis publicó que los Sinchis estaban siendo aleccionados en un Fuerte de los Estados Unidos en lucha antiguerrillera y que es un plan de “psicotización”, y que ese plan lo están aplicando los Sinchis directamente asesorados por la CIA, la que ha capturado el Servicio Nacional de Inteligencia, que depende directamente de Belaúnde, (por eso Huaychao y Uchuraccay fue un plan salido desde la propia presidencia de la República). Además plantea que la GC y todos sabían que los periodistas iban a esa zona, éstos han pasado 3 puestos en los que han sido registrados; media hora después salió un grupo de Sinchis al mando de un teniente hacia Huaychao donde maquinaron con Gavilán y otros para matar a los periodistas. A esto se debe sumar que la hermana del guía Argumedo, denunció que vieron a un moreno que daba órdenes, además fotos tomadas por los propios periodistas prueban que actuaron Sinchis disfrazados de comuneros. Al respecto, la “Comisión Investigadora” presidida por el señor Vargas Llosa, responsabilizó a los comuneros de Uchuraccay de la masacre de los periodistas, encubriendo y exculpando escandalosamente la responsabilidad del gobierno y de las Fuerzas Armadas; sin embargo, en el juicio oral sobre el caso Uchuraccay, el Tribunal Especial a cargo del proceso en la sentencia declaró comprobada la presencia de

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personal militar y policial en Uchuraccay el día de la masacre, después de 4 años en base a hechos y testimonios contundentes e inocultables. El PCP en 1983, dijo: “En Uchuraccay han usado infiltrar un grupo y mover un “pueblo” contra otro, pero el plan les ha reventado en la cara con el asesinato de los ocho periodistas” (30). El 27 de enero las mesnadas de Uchuraccay tienen una reunión con sus pares de Huaychao, Cunya, Paria, Qarhuaurán, Pampalca y otras comunidades donde asistieron unos trescientos amarillos, abigeos y Sinchis disfrazados, no es pues toda la masa que concurre; una parte va hacia Iquicha donde detienen a 14 campesinos, considerados simpatizantes del PCP, cruelmente golpeados son conducidos a Uchuraccay, a quienes Fortunato Gavilán los amenaza con matarlos “haciéndoles chicharrones”. Son juzgados y surgen divergencias entre las cabezas negras: una parte opina que no deben matar a todos, que no pueden matar a copoblanos y terminan condenando a muerte a dos. Las mesnadas presionan a otras comunidades bajo amenaza a actuar de la misma manera contra el PCP. Sobre éstos hechos, en la II Sesión Plenaria del Comité Central- Ampliado del PCP definió:

“Nosotros vamos a responder medida por medida y va a pesar el interés de la masa” (página 35) “Si nosotros desenvolvemos a fondo la política agraria, si el pelotón golpea a esas mesnadas recibiremos el apoyo de las masas. El pelotón debe unir a la masa, denunciar a los Sinchis, el Ejército que lo dirige y aniquilar a los infiltrados parte por parte” (Página 67).

Inmediatamente después de la muerte de los periodistas, el Comando Político Militar de Ayacucho prohibió todo acceso del periodismo a las zonas rurales con el claro objetivo de ocultar el desenfreno genocida y baño de sangre en el campo ayacuchano, por las mesnadas y las Fuerzas Armadas que continuaron desenvolviendo con carta blanca y total impunidad. ¿Cuántos bárbaramente asesinados fueron ocultados y permanecen en el olvido hasta hoy? La reacción inmediata de varias comunidades en esa zona ha sido de rechazo a la acción genocida de las mesnadas, por ejemplo comunidades de Acco, Balcón, etc., les han impedido el paso a los de Uchuraccay hacia Tambo, lo que expresaba la reacción popular probando que las mesnadas no eran sino grupos de amarillos y abigeos, el sector de campesinos conservadores o reaccionarios. En la parte sur de Ayacucho la primera matanza usando mesnadas fue en Huambo. Pero es en la actual provincia de Huancasancos, en Sacsamarca, Sancos y Lucanamarca donde se va a expresar el mayor desenfreno y encarnizamiento de la lucha de clases, el enfrentamiento cruento del viejo poder del gamonalismo derrocado contra el naciente Nuevo Poder. Es el mismo plan contrarrevolucionario: un grupo de viejas autoridades derribadas, licenciados, gamonalillos y secuaces, en un proceso de constante relación y coordinación con las Fuerzas Armadas fueron agrupados y organizados clandestinamente en mesnadas, en esos pueblos. Y, una vez cumplida esta fase, inician las crueles matanzas contra militantes del Partido, Comisarios, milicianos, masas avanzadas y sus familiares, con el expreso objetivo de destruir los Comités Populares, escarmentar, amedrentar, presionar y someter a las masas, descabezando la base social de la guerra revolucionaria campesina, en arteras acciones simultáneas y coordinadas con las fuerzas militares-policiales y mesnadas. Lo dicho queda demostrado de manera irrefutable con las declaraciones dadas por las ex-autoridades de Lucanamarca en el Megaproceso. No han podido ocultar hechos que fueron totalmente evidentes, como que desde el ingreso de la Fuerza Armada tuvieron contacto, reuniones, y permanente coordinación con el mismo General Noel, las bases antisubversivas en Huancapi y Huancasancos y con patrullas militares y policiales en operativos contra la Base de Apoyo, y presionaron y forzaron a las masas a organizarse en rondas y participar en el genocidio:

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“Antes había llevado a Huamanga memoriales… la decisión que tomamos (de agruparse en mesnadas) fue por la explicación verbal del General Noel”. “… los militares que venían nos dijeron organícense como puedan… nos organizamos por la indicación verbal de los militares… los que no eran parte del sendero hicimos una asamblea cumbre entre Huancasancos, Sacsamarca y Lucanamarca”. “… no íbamos a esperar a que nos maten como cualquier animal por el Ejército, porque ya estábamos indicados como subversivos, todos rojos, hasta quemaban casas, ese era el objetivo del Ejército y de las fuerzas combinadas, entonces nosotros teníamos que organizarnos…” “(autoridades y licenciados) Nosotros teníamos que contradecir la política de Sendero, y teníamos que organizarnos en forma clandestina para enfrentarlos… (si no) el Ejército a nosotros nos barría”. (31)

De manera coordinada desatan las matanzas en los tres distritos de Huancasancos. En Sacsamarca, la mesnada luego de complotar un “plan de resistencia clandestina”, el 15 de febrero, asesina a Walter Huaccachi y Eladio Laccsa, Comisarios del Comité Popular, les incrustan una barreta en el estómago, luego los apedrean hasta matarlos; además detienen a otra cantidad de milicianos a quienes los desaparecen; en los periódicos de la fecha se habla de ocho masacrados. Simultáneamente las mesnadas envían una Comisión a Huancapi para dar cuenta al Ejército. El 16 de febrero, el Ejército incursiona en Sancos a bordo de 3 helicópteros con mesnadas de Sacsamarca como guías; dejan fuerzas en distintos puntos y entran al pueblo disparando indiscriminadamente contra las masas que estaban reunidas en Asamblea Popular. Los periódicos de entonces informaron de cuarenta muertos y un poblador dijo: “mataron sin ninguna explicación a cualquier persona”. Fue una matanza para escarmentarlos, luego proceden a restablecer el viejo poder nombrando a las viejas autoridades entre las cabezas negras y amenaza a la población con un ultimátum, ordenando matar a las nuevas autoridades del Comité Popular y a los mandos de la milicia, de lo contrario, debían atenerse a la respuesta del Ejército. El 20 de febrero, fuerzas mixtas del Ejército, Sinchis y mesnadas entran en dos camiones a Lucanamarca cuando las masas estaban reunidas en Asamblea Popular con un contingente de combatientes del PCP. Se produce un enfrentamiento y matan a diecisiete, según testimonios del ex –secretario de esa Municipalidad, quien además dice: “ya sabíamos que alguien iba a morir por lo que nos tardamos en ir a la plaza” (32), quedando demostrado, una vez más, la coordinación del Ejército con las mesnadas. Hasta la llamada CVR ha registrado que el Ejército ingresó con el “apoyo de algún sector de la población”, además de registrar la muerte de veinticinco de los guerrilleros, se habla de enfrentamiento pero no reportan ningún herido ni prisionero. El Ejército restablece el viejo poder con las cabezas negras y ordena matar a Oligario Curitumay, Comisario del Comité Popular, de lo contrario el Ejército arrasaría a la población. A partir del 20 de febrero las mesnadas de Sancos y Sacsamarca desatan el terror blanco y la persecución de milicianos, Comisarios y masas estancia por estancia, realizando matanzas y quemando chozas. En Sancos se produce enfrentamiento de las mesnadas con los combatientes milicianos del lugar que resisten y luchan contra la ofensiva contrarrevolucionaria. La denominada Comisión de la Verdad narra la ferocidad con que actúan las mesnadas en ese enfrentamiento buscando ensalzarlas; ya mueven a una parte de masas presionadas entre ellas a mujeres, que son “las que dan la iniciativa arrojando piedras”. Es importante reparar que las mesnadas estaban armadas, se prueba con un testimonio recogido por dicha “Comisión”: “... a uno de ellos lo mataron, después a una chica también, y ahí es justo donde aprovechan dispararle a J. L. L… ya estaba herido entonces lo han seguido y ahí lo han destrozado” (33). Los cuerpos de los asesinados son arrojados en una quebrada, pero al día siguiente llega el Ejército y les ordena enterrarlos en una fosa común, sin

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conocerse cuántos fueron los muertos. La llamada CVR celebrando esos hechos, dice, desde ese momento “eligen nuevas autoridades, comenzando una nueva etapa en la historia de Huancasancos, en la cual resalta la formalización de la alianza entre el Ejército y la comunidad”, es decir, el restablecimiento del viejo poder, así la Comisión creada por el Estado, llamada “Comisión de la Verdad y la Reconciliación” para resguardar los intereses del mismo Estado explotador, evidencia como en muchas partes aquí, que avala la política genocida del Estado cumplida por sus FF.PP, FF.AA y Fuerzas Complementarias, aquí, es obvio que avala que hayan sometido y obligado a las masas a participar como carne de cañón en la guerra contrarrevolucionaria. En los días posteriores, fuerzas combinadas del Ejército y los Sinchis, juntamente con las mesnadas, desarrollan una verdadera cacería, perpetrando desapariciones y matanzas de familiares, milicianos y autoridades del Nuevo Poder en la zona, de éstas algunos son de conocimiento público: el 21 de febrero desaparecen a cuatro personas; el 24 de febrero fuerzas militares conjuntas en operativo terrestre y helitransportados asesinan a cinco campesinos y los entierran en el puente Marita, Sancos, el mismo día desaparecen a Gilver Curitumay, de 16 años, hermano de Oligario; el 26, el Ejército asesina a Hugo Calderón y otra cantidad no precisada de comuneros en Pallqa. El 28 de febrero fuerzas combinadas conjuntamente con un grupo de mesnadas realizan una matanza de diecinueve milicianos en Lucanamarca; sobre éste execrable hecho, el ex –gobernador Timoteo Huaripaucar en el Megaproceso dijo: “Los que hemos estado en contra de Sendero hemos estado ahí participando en el enfrentamiento”, “ése 27 de febrero ya tenía conocimiento que el Ejército estaba en Huancasancos y los subversivos estaban en Lucanamarca, entonces mandamos un mensajero para que les avisen y vengan, con ese aviso llegaron”. (34) El 22 de marzo, las mesnadas, luego de capturar en su estancia a Oligario Curitumay, obligan a participar a las masas presionadas y lo asesinan de la forma más horrorosa, haciendo presenciar a toda su familia: “maniatado y vendado los ojos… lo arremeten con palos, tiran de los cabellos hasta dejarlo inconsciente, ‘semimuerto’. Luego ponen su cuerpo sobre una ruma de ichu, le echan kerosene y le prenden fuego” (35); salvaje forma de quemar, práctica generalizada en las Fuerzas Armadas y mesnadas, imputan a los revolucionarios lo que ellos sí hacían. A todo lo señalado, debemos sumar y reparar en la Carta dirigida a Belaúnde por Amnistía Internacional en relación a la guerra contrasubversiva del Estado en Huancasancos por esos días. En ella se dice: “Amnistía Internacional ha recibido información sobre gran cantidad de muertos que parecían haber sido ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por fuerzas conjuntas militares… en los distritos adyacentes de Lucanamarca, Sacsamarca, Huancasancos…”, “… comuneros de los distritos ayudaron a los servicios de seguridad en la captura y muerte de guerrilleros…”, “No se tiene noticias de que hubiese prisioneros…”, “La información disponible sugiere que la mayoría de los presuntos miembros o colaboradores de ‘Sendero Luminoso’ detenidos en esa fecha fueron interrogados y luego ejecutados extrajudicialmente…”, “Noticias de prensa de fecha 26 de marzo informaron sobre la matanza de 18 militantes de ‘Sendero Luminoso’ en los tres distritos a manos de comuneros…”. III.-LOS ENFRENTAMIENTOS ARMADOS DE LUCANAMARCA Y OTROS SOFRENARON EL PLAN CONTRARREVOLUCIONARIO DE USAR MESNADAS Como muchos intelectuales que están bastante lejos de ser comunistas o revolucionarios registran, Eduardo Toche por ejemplo, la matanza masiva empieza con el ingreso de las Fuerzas Armadas en diciembre del 82. En una “Información General” de Amnistía Internacional, del 1 de noviembre de 1994, se dice: “Desde enero de 1983, Amnistía Internacional viene recibiendo información, incluidos informes pormenorizados y testimonios de tortura, “desapariciones” y ejecuciones extrajudiciales generalizadas a manos de miembros de las fuerzas de seguridad. La organización ha documentado los casos de 4,200 personas al menos, que

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“desaparecieron” tras haber sido detenidos por las fuerzas de seguridad. Otros varios millares de personas que han muerto a manos de las fuerzas estatales en ejecuciones extrajudiciales, medio millar al menos en 19 matanzas distintas documentadas por la organización”. Efectivamente, la mayor política genocida del Estado peruano a través de sus fuerzas armadas la aplicaron en los años 83 y 84 con el objetivo político de restablecer su autoridad, su poder gamonal completamente cuestionado en el campo, un serio problema de pérdida de poder político indudablemente, al surgir 200 Comités Populares, que fue lo que les desesperó. Sus planes militares tenían por objetivo exterminar al PCP y la guerrilla aplicando el genocidio, barrerlos organizando mesnadas en torno al caduco poder enfrentando falsamente pueblos contra pueblos. “Pero ¿para qué se aplicó el genocidio?, para contener la Guerra Popular que iniciada el 80 logró establecer a fines del 82, el Nuevo Poder plasmado en Comités Populares, para aplastar la guerra de guerrillas, para apartar a las masas de la guerra revolucionaria, para destruir el Nuevo Poder y conjurar su desenvolvimiento, para impedir el desarrollo de la Guerra Popular; para lograr éstos objetivos políticos reaccionarios las Fuerzas Armadas, el Ejército, la Marina de Guerra, Fuerza Aérea, las tres solidariamente y con planificada distribución de planes genocidas, las tres instituciones mataron en 1983 a 1767 hijos de las masas y desaparecieron a 730, hasta ese año sólo hubo 14 bajas en las masas y ningún desaparecido; en total 2497 asesinados del seno de las masas el 83. ¿Y el año 84? Ascendió el espiral de la política genocida contra las masas: 2522 muertos y 2881 desaparecidos, total 5403 hijos de las masas asesinados, es, pues, el año 84 la cumbre más alta del genocidio perpetrado por las Fuerzas Armadas” (36) Así, pues, ante ese bárbaro ingreso de las Fuerzas Armadas, ante todas esas atrocidades e innúmeras matanzas de las Fuerzas Armadas y usando mesnadas, esos golpes contrarrevolucionarios de restablecimiento del viejo poder sometiendo y obligando a masas presionadas a apoyarlos, montando vigilancia o integrando operativos de arrasamiento contra comunidades o pueblos, asesinando guerrilleros o masas, es en estas circunstancias que la Dirección del Partido Comunista preparó la respuesta, teniendo como objetivo político sofrenar y quebrar todo ese plan genocida contrarrevolucionario del que formaba parte la siniestra política de enfrentar masas a masas moviendo mesnadas, que la propagandizaban cínicamente como la “rebelión” campesina contra la Guerra Popular. En el caso específico de Lucanamarca la llamada CVR se ve obligada a registrar que “decide acatar las órdenes del Ejército, pero además acuerda enfrentar decididamente al PCP-SL y una de las primera acciones es retomar el sistema de vigías” (37). Además, hay que sumar que las mesnadas, como declaró el ex –gobernador en el Megaproceso, recogieron armas : “recuperamos desde que nosotros nos organizamos, sabíamos quienes tenían armamentos viejos, dónde estaban y teníamos que pedir uno por uno”, es decir, estaban armados igual que en Sancos, esto a fines de febrero. Primero, en diciembre de 1982 se baja la Circular de 9 puntos redacta por el Comité Permanente a las bases del Partido, fue previo al ingreso de la Fuerza Armada, cuyo contenido transcribimos a continuación:

“1. El Plan se está aplicando bien; en general el remate es muy exitoso, por eso la reacción se ve obligada a replantear su lucha contra nosotros apuntando a una mayor o directa participación de las fuerzas armadas. Así lo que demuestra es el fracaso de todos sus operativos anteriores. 2. Hay que aplicar con firmeza y decisión la consigna “Quien no teme morir cortado en mil pedazos se atreve a desmontar al emperador” y rematar el Plan teniendo muy en cuenta las nuevas circunstancias. 3. Deben estudiar más y guiarse por los “Dos artículos importantes”. 4. Cuidar más la clandestinidad, el secreto y la vigilancia partidarias y militares. 5. Se debe pasar a aplicar de inmediato lo acordado en la V Sesión; esto es hostigar y dar vueltas con el enemigo, buscando golpear las fuerzas por los puntos más débiles. Nuestro principio es despreciar estratégicamente al

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enemigo y tenerlo tácticamente muy en cuenta; sujetarnos firmemente al principio básico de la guerra; aplicar más y mejor la movilidad y la sorpresa, aplicar cuidadosamente la dispersión relativa para movilizar a las masas y la concentración para golpear, prestando muchísima atención a que las fuerzas puedan fácilmente concentrarse. 6. Esforcémonos más no solamente por mantener vínculo con las masas sino que debemos desarrollarlos, principalmente con el campesinado pobre. 7. Clave del Plan en marcha son las siembras; ahora nuestro problema es movilizar, politizar y organizar y armar a las masas en función de futuras cosechas y nuevas invasiones, especialmente de las que hemos ya sembrado. En general, preocupémonos de los diferentes problemas concretos que benefician directamente a las masas, especialmente las cuestiones de la tierra a través de beneficios concretos que la lucha armada les da, es cómo podemos unir bajo nuestra dirección al pueblo, recordando que la conquista del poder es la reivindicación básica y decisiva. 8. Ahora es cuando más debemos adoctrinar a las masas sobre la Guerra Popular y su aplicación; los campesinos mismos son los que tiene que asumir la lucha armada para desarrollarla. 9. Desarrollar una campaña de propaganda y agitación sobre:

1) Unir al pueblo para aplastar el nuevo operativo militar reaccionario. 2) Incorporarse a las Fuerzas Armadas Populares. 3) Apoyar la Lucha Armada.

En esta Campaña debemos desenmascarar más al reaccionario gobierno de Belaúnde, señalar a las fuerzas policiales que no deben seguir sirviendo como carne de cañón, a los soldados que no pueden combatir al pueblo del cual son sus propios hijos; y lo que es principal debemos plantear nuestras consignas sobre ¡Lucha Armada!, ¡Gobierno de Obreros y Campesinos!, ¡Tierra para quien la trabaja!, ¡No a los campos de concentración!, ¡No a las torturas y violaciones!, etc. Al denunciar al gobierno debemos destacar que están poniendo en marcha un mayor plan de “matar a todos, quemar todo y robar todo”. Por eso la clave es unir al pueblo, fortalecer las fuerzas armadas populares y apoyar la lucha armada aplicando la defensa activa, pues nada se conquista ni defiende sin lucha. Todo esto debe estudiarse y aplicarse de inmediato y tenerlo en cuenta para el Plan Complementario. Recordemos lo ya visto: una fuerza armada tiene sólo la fortaleza de la sociedad que sustenta; a la fuerza armada hay que despreciarla estratégicamente y tenerla tácticamente muy en cuenta; recordemos que sólo las guerras justas triunfan, que la guerra popular es invencible, y tengamos muy presente lo que el Presidente Mao dijo: “Bajo la dirección del Partido Comunista mientras existan los hombre se podrá hacer toda clase de milagros. ¡Aplastemos el nuevo operativo militar reaccionario! ¡Rematando el gran hito y derrotando al enemigo marchemos a conquistar Bases! ¡Viva la Guerra de Guerrillas!”. (38)

El ingreso de la Fuerza Armada y su directa participación implicaba un cambio cualitativo en la situación de la guerra, así previsto por el Partido con anticipación de más de un año en el V Pleno donde se acordó “ante el probable ingreso de las FF.AA. a combatirnos, estar preparados” y “ el problema consiste en mantener la estrategia y variar la táctica” (V Pleno del Comité Central 1981); por ello la Dirección Central convocó a un Comité Central Ampliado (CCA) para enero del 83 y en setenta días se

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debatió y acordó cómo responder al ingreso de la Fuerza Armada, y la respuesta fue eminentemente política: las 4 tareas, 1) Crear el EGP ( hasta ese momento sólo había pelotones, destacamentos y milicianos); 2) Crear la República Popular de Nueva Democracia (RPND) y el Movimiento Revolucionario de Defensa del Pueblo (MRDP) en ciudad; 3) Reorganizar el Partido para ajustarlo al cambio cualitativo y 4) El IIº GRAN PLAN DE DESARROLLO ESTRATEGICO DE LA GUERRA POPULAR: “CONQUISTAR BASES (DE APOYO)” después del Iº: PLAN DE DESARROLLO ESTRATEGICO DEL INICIO 1980-83 siendo parte de aquella respuesta la acción de Lucanamarca, estratégica zona de altura para las líneas militares tendidas por el Ejército en la zona. En pleno desarrollo del CCA el Comité Permanente se reunió con todo el Buró Político y en tercera instancia todo lo acordado se bajó al Ampliado, y todo el CCA aprobó la respuesta. Ningún dirigente del CCA estuvo en la ejecución de la respuesta inmediata; pero acordada se comunicó a los mandos intermedios y la aplicaron. La manera de dirigir de la Dirección Central del PCP, ubicada a cientos de kilómetros de distancia, era estableciendo la política, los planes estratégicos y planes estratégico-operativos, es lo que se hizo en el CCA del 83, cómo se plasme escapaba a la Dirección, porque atañía a la responsabilidad específica de quienes aplicaron. El 8 de enero se decretó el primer paro en Ayacucho, desde la clandestinidad, por disposición armada del Partido, en apoyo a la Guerra Popular y en contra del ingreso de la Fuerza Armada; se paralizó totalmente una ciudad de 80,000 habitantes, ya con presencia de las tres Fuerzas Armadas. Cuando la Fuerza Armada desata la desenfrenada masacre con las mesnadas y la acción militar reaccionaria, como en los periódicos de entonces se informaba de “matanzas a senderistas” en Huancaraylla, Pariabamba, Huambo, Andarapa (Andahuaylas), Aguayro, Chuschi, Pomabamba (donde a un campesino le pusieron dinamita en el vientre y lo volaron), Paccha, Vinchos y Pomacocha, varias decenas incluidos a niños, vilmente masacrados, a los que se sumaron las atroces matanzas en las comunidades de la parte alta de Huanta; así también se habló de violentos enfrentamientos en Huambalpa, Umaru, Huancaraúma, Sacsamarca, Huancasancos y Lucanamarca, en los que realizaron operativos conjuntos el Ejército, Sinchis y mesnadas, asesinando vilmente a campesinos, milicianos, combatientes de los pelotones y Comisarios del Nuevo Poder, sin que se reporte ningún prisionero. “La República” del 20 de febrero informó: “mueren 50 terroristas en Fajardo”, “El Observador” el mismo día: “En Ayacucho matan a 40 guerrilleros”, y en “Caretas” de abril 83: “En febrero, una sucesión de feroces enfrentamientos, en los que la intervención de la fuerza pública fue decisiva, significó un duro revés para el Senderismo. No sólo perdió en combate alrededor de 60 guerrilleros, sino que fue erradicado de Huancasancos y Sacsamarca.” La Dirección del Partido al disponer la respuesta especificó una correcta política de diferenciar, ya que en el plan genocida de oponer masas contra masas habían masas presionadas, que eran usadas como carne de cañón y parapetos protectores por mesnadas y fuerzas represivas. Ahí se planteó:

“Escoger los puntos más importantes… golpear a los cabecillas principales, reducir el golpe, no es correcto ir y matar a todos, eso es actuar en forma desesperada y darle en la yema del gusto a la reacción” (39)

Bueno es precisar que nunca se dijo tocaran a mujeres, menos a menores de edad, al contrario, la Dirección partidaria planteó directivas y orientaciones para su correcta aplicación:

“Reducir el radio de ataque y ampliar el radio de educación. A los malvados aniquilarlos en la forma más sencilla, expeditiva y menos cruel posible”. (40) “Los elementos políticamente ajenos. No ver tras todo discrepante o capa intermedia a un traidor, podríamos ampliar el radio de ataque demasiado”. (41) “… a los enemigos odiados del pueblo que tienen deudas de sangre con quienes claman justicia liquidarlos; reducir radio de ataque sino generarán

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acciones contraproducentes, esto es automático. Ver en las ejecuciones si han cometido errores y analizar por qué”. (42)

La política partidaria en los aniquilamientos selectivos que, dicho sea de paso, ha sido un porcentaje largamente inferior dentro de las cuatro formas de lucha, siempre fue coherente, clara y la Dirección del Partido especificó según las circunstancias de desarrollo de la guerra popular, ajustándose a una correcta política proletaria, tal es así que, los aniquilamientos anteriores al 3 de abril fueron rigurosamente selectivos, un número muy reducido y ejecutados en Juicios Populares, donde los campesinos movilizados políticamente y respaldados por la guerrilla, ellos mismos agarraban a sus explotadores y sometían a un juicio, en los que a menudo, debido al odio de clase centenariamente contenido en estas masas, menudeaban patadas, golpes, etc., sobre aquellos, la Dirección Central incluso especificó: “hacer una barrera para que sean juzgados y a que el pueblo exprese sus agravios (si una campesina lo escupe o cachetea es el exceso pero no permitir que lo apuñalen), hacer el juicio y definida la sanción ejecutarla en la forma más expeditiva, sin crueldad, porque eso es reaccionario, la sevicia es reaccionaria”. (43) La situación varía al ingresar las Fuerzas Armadas y ante las bárbaras matanzas que desatan usando mesnadas más masas presionadas organizadas militarmente, para restablecer y defender el repudiado poder del gamonalismo, ahí se da la polarización, donde el sector de los campesinos conservadores o reaccionarios dirigidos por la Fuerza Armada y el campesinado revolucionario bajo la dirección del Partido se han enfrentado cruentamente, con las armas y medios con que disponían, en éstas circunstancias el costo en ambas partes obviamente se ha incrementado con una clara diferencia en la guía política que cada cual aplicó: el Estado peruano, el Ejército y las mesnadas se guiaron por una política genocida, y el PCP se ha defendido representando los intereses de las masas, aplicando golpes selectivos a los contrarrevolucionarios recalcitrantes, en los que hubo expresiones aisladas de extremismo militarista burgués como excesos, absolutamente al margen de la línea política del PCP, como el ocurrido en Lucanamarca el 3 de abril del 83, como veremos más adelante. En síntesis, el PCP ha aplicado abiertamente su política de golpes selectivos, no indiscriminados, contra comprobados enemigos del pueblo y la revolución, afirmando explícitamente que “en nuestra guerra revolucionaria aplicamos y aplicaremos una política de prisioneros y lucha cual corresponde a las leyes de la guerra”. (44) Así mismo en la Sesión Ampliada del Comité Central del año 1985, se precisó que: “Debe reducirse el radio de ataque, dividirlos y eliminarlos parte por parte, siempre aislar a los más recalcitrantes”. En Febrero de 1991, en el II Pleno del Comité Central se establece: “Apuntar a aniquilamiento selectivo contra sus aplicadores del más alto nivel posible”. En el mismo año en Directivas de Mayo para Lima Metropolitana dispuso:

“Insistimos en que no se debe golpear a los policías de calle, sino a los especializados en acciones contrasubversivas. Aplicar la norma en el aniquilamiento selectivo: primero a las Fuerzas Armadas (Marina, Ejército y Aviación), Fuerzas Policiales especializadas en acción contrasubversiva; a los genocidas, a todos los que tengan deudas de sangre y a los torturadores, luego a las rondas, ahora apuntan a organizarlas también en las ciudades. Aplicar diferenciación, apuntar a los más recalcitrantes, volantear explicando por qué o dejar cartelones, hacer pintas. Diferenciar cabezas negras de masas presionadas; aplicar doble política, penetrarlas, socavarlas hasta insurreccionarlas; a las masas presionadas hacerles comprender que las usan contra sus propios intereses, que trafican con su desocupación, su hambre, sus necesidades para que actúen como carne de cañón ante la carencia de soldados y policías”. (Página 13)

En la Sesión Preparatoria del II Pleno se precisa un conjunto de cambios políticos como por ejemplo ya no golpear a las cooperativas, o preocuparse por ajustarse al

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artículo 9º de la Convención de Ginebra y esto es febrero 91, en febrero 92 en las reuniones preparatorias del III Pleno nos propusimos suprimir la tercera forma de lucha o sea los aniquilamientos selectivos. Y en aplicación a lo avanzado del III Pleno del Comité Central de 1992 en Carta de apoyo a la petición de conversaciones por el Presidente Gonzalo y la camarada Míriam para terminar mediante un Acuerdo de Paz se suscribió un llamado a la supresión del aniquilamiento selectivo y ajustarse explícitamente al artículo 3º. de los Convenios de Ginebra. Así, pues, la acción de respuesta en Lucanamarca, el 3 de abril de 1983 fue una acción defensiva luego del salvaje ataque de las Fuerzas Armadas y sus fuerzas complementarias, las mesnadas, para restablecer su caduco y odiado poder gamonal con horrorosas masacres y fue parte de la respuesta a ese atroz ingreso y baño de sangre que desató en la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. Ese 3 de abril se producen un conjunto de enfrentamientos de la guerrilla con las mesnadas en Yanaccollpa, Ataccara, Llachua, Muylacruz y Lucanamarca; siguiendo un plan operativo táctico que elaboraron los mandos intermedios responsables en la zona, en aplicación de la respuesta dispuesta por la Dirección partidaria, y dirigieron dicha acción dentro del Plan Complementario del Batir II que aplicaba el Partido y cuando el CCA se hallaba reunido. Los tres primeros lugares son estancias donde los gamonalillos y campesinos ricos, principalmente las cabezas de las mesnadas tenían una ganadería numerosa, como dijeron los distintos “testigos” de ese distrito en el “Megaproceso”: tenían 700, 800 y hasta más de 1000 cabezas de ovinos, además de vacunos, llamas, y algunos poseían varias estancias, utilizaban pastores y obviamente estaba defendida por grupos organizados, porque esperaban la respuesta y ataque de la guerrilla después del restablecimiento del viejo poder. ¿Sino para qué organizaron el sistema de vigilancia?; entonces allí se producen los primeros enfrentamientos en las primeras horas de la mañana. Los combatientes de la guerrilla eran esencialmente campesinos pobres, constituían las fuerzas organizadas del Comité Cangallo-Fajardo que el Partido dispuso convergieran para dar un golpe contundente a las mesnadas de Lucanamarca, las más activas y agresivas de la zona que servían al plan genocida que las Fuerzas Armadas y mesnadas perpetraban impunemente y con total carta blanca, actuando con una crueldad inaudita y entre cuyas víctimas figuraban los propios familiares de algunos combatientes, que fueron quemados vivos, otros destrozados, molidos a hachazos, pedradas, etc., entonces se puede entender el profundo odio que sentían hacia las mesnadas y sería la causa objetiva de por qué se presentó como un hecho aislado y exceso el extremismo militarista. Los guerrilleros no poseían muchas armas modernas, sino armas elementales, “algunos tenían armas, algunos tenían hacha, machete, palo, todos venían así con sus armas hasta con cuchillo”, “ellos andaban con carabina, con escopeta…” como han declarado las autoridades del poder local en ese entonces, en el Megaproceso. Esto explica que la lucha con las mesnadas, que movieron masas presionadas, se ha dado con ese tipo de armas de ambas partes, en la que han participado también mujeres. Las mesnadas de la población de Lucanamarca se encontraban haciendo trabajar la reparación de la carretera en el lugar conocido como Muylacruz, por orden del general Noel, para el desplazamiento y operativos del ejercito que era la real y verdadera finalidad, cubierta por las denigrantes repartijas de alimentos, que era más simbólica, no alcanzaba para todos, como dijeron las viejas autoridades en el Megaproceso; la acción cívica la desenvolvieron para vender la imagen de un ejercito “bondadoso”. Al ser informadas las cabezas negras que ejercían de viejas autoridades, organizan el enfrentamiento contra la guerrilla: envían un grupo de 15 integrantes de la mesnada para enfrentarlos, se produce el choque en Ranracruz donde una parte es aniquilada y la otra en el mismo Muylacruz. Otro grupo es enviado como Comisión a Huancasancos para que informen y guíen a las Fuerzas Armadas. La mayor parte se repliega a Lucanamarca donde se concentran mientras envían mensajeros a los anexos para que acudan mesnadas en su ayuda. Ponen en práctica un plan de enfrentamiento hecho

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por el Ejército, como manifestaron las mencionadas ex-autoridades en el Megaproceso: “Siempre nos decían, si viene cualquier cosa, suban (al cerro Calvario) y de ahí se defienden, preparen piedras o cualquier cosita y nos hemos juntado ahí”, “dijimos allí vienen más paisanos por lo que entre todos íbamos a tener más fuerza”, “algunos valientes esperaron y se enfrentaron”, “en la parte de arriba esperábamos enfrentarnos con palos y teníamos cuchillas y navajas”, “de los anexos con huaraquitas vinieron para defendernos”. Lo que pretenden encubrir es que estaban organizados y dirigidos por licenciados y contaban con las armas que ellos mismos señalaron antes que las recogieron de las casas. Cuando los combatientes guerrilleros ingresaron a Lucanamarca en las últimas horas de la tarde se produce un violento enfrentamiento con las mesnadas que usan a las masas presionadas para protegerse. Pensaron rebasarlos y revertir el ataque de la guerrilla como sucedió en Sancos con los milicianos el 16 y 20 de febrero:”yo organicé a la gente, con honda nomás. Creíamos que solo tres o cuatro tenían balas, les íbamos hacer gastar las balas para después atacar”, “sólo cuatro o cinco tenían metralletas” (declaraciones de Gualberto Tacas ex-alcalde a Revista Caretas, abril 1983). Ni las cabezas negras, ni las Fuerzas Armadas se imaginaron la magnitud del ataque, mas por el contrario, las mesnadas estaban esperanzadas en que el Ejército llegaría en su auxilio. Las mesnadas una vez vencidas y reducidas, y toda la gente reunida en la plaza, son juzgadas, se aplica la política de diferenciarlos: “a las mujeres las separan a un lado y a los hombres que estábamos en la lista negra nos llaman nombre por nombre” (Teófanes Allcahuamán, Megaproceso); “¿Habían hombres, mujeres y niños? Dijo: Eran puros hombres los que estaban de posición de cúbito dorsal o boca abajo”: “¿Dónde estaban las mujeres y los niños del pueblo? dijo: Estaban a un lado” (Marcelino Casavilca, Megaproceso), que entre los que quedaron “Habían ancianos, niños, yo misma estaba con mi hijo a la espalda, había mucha gente del pueblo” (Edda Huaripaucar, Megaproceso). Las dos personas citadas coincidieron en precisar que en la plaza de Lucanamarca fueron muertos no más de 10 personas, solo hombres, al resto se les dejó vivos, versión que confirma la declaración de la última: que esperaron como dos días al general Noel con los 10 muertos y en vista que no llegaba los enterraron. Así, en la plaza fueron reunidas muchas personas, hombres y mujeres y los hechos prueban de manera fehaciente que se aniquiló selectivamente, no a todos, ningún menor ni mujer ha sido muerto en el mismo pueblo; el mismo Gualberto Tacas dijo: Que fueron separados “un humilde muchacho, otro humilde muchacho, otro hombrecito”, “de nosotros, a muy pocos han masacrado” (Caretas, Ibid.). Ante la población reunida la guerrilla explicó las razones de la respuesta contra las mesnadas y concluyó la acción, procediendo a la retirada, en forma ordenada, como confirman las versiones de Marcelino Casavilca y Edda Huaripaucar en el Megaproceso, coincidente con el reportaje ya aludido de Caretas, Abril 83: Los guerrilleros “se reunieron, vocearon sus números (del 1 al 32) y abandonaron al pueblo”, además dijeron que se fueron agitando sus consignas. Todo lo demás son un conjunto de absurdas imputaciones e invenciones, como la temeraria afirmación sin pruebas, falsedad inmensa de que: “en los instantes que las mujeres habían sido rociadas con kerosene para ser quemadas” un niño gritó “vienen los guardias” y eso les salvo a la población de ser completamente masacrada. Imputan a la guerrilla, lo que las Fuerzas Armadas y mesnadas sí hacían, para desprestigiarla. Hay evidencia de que las Fuerzas Armadas y mesnadas maquinaron las versiones que debían darse torciendo los hechos en los llamados testimonios, patraña desbaratada incluso porque en el reportaje de Caretas hecho inmediatamente después de los hechos del 3 de abril, no se mencionan para nada. El Partido Comunista del Perú hizo un inmediato análisis de los hechos en la II Sesión Plenaria del CCA, señalándose:

“Nos hemos enfrentado a siniestras masacres: Huaychao, Uchuraccay, Huambo, Lucanamarca y las hemos superado, hoy los combatientes están ajustándoles las clavijas… Les están ajustando las cuentas a

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algunos verdugos y si ha habido exceso ha sido eso, exceso”. (página 322)

Y en julio de 1983, analizando la misma acción se dijo: “…ayudar a comprender a las masas que representamos sus intereses, los extremos de matanza militarista no sirven a esto, sacar lección de casos como Lucanamarca, en primer lugar no podemos dar razón a la reacción, quienes actuaron deben autocriticarse, nosotros apuntamos al 90% unido para defender al pueblo”.

Posteriormente, en noviembre de 1985, en la Sesión Ampliada del Comité Central, nuevamente se evalúa esta acción armada en sus dos aspectos y se plantea:

“El Partido respondió golpeando contundentemente a la mesnada en Lucanamarca, esto sofrenó a las mesnadas: este es el principal aspecto de esta acción pero tiene también otro aspecto que es negativo: el extremismo militarista. Hay otros casos de estos, por ejemplo Soras, pero son casos aislados y producto de la desesperación. Lenin dice que uno en la acción armada puede tener un margen de exceso pero el problema consiste en no sobrepasar el límite, esto quiere decir no convertirlo en política general” (página 22)

Así, se destaca su importancia política: El haber sofrenado y quebrado el uso de mesnadas y formación de rondas, planes que tuvieron que posponer hasta un segundo momento el 91, 92, pero a diferencia del primero 83-84 esta vez los armaron, aunque con armas muy elementales fusiles de bala por bala que los campesinos llamaban “soc-soc” y repartieron pocos pero siempre comandados por sus licenciados, organizados e instruidos por el Ejército como escribe Hermoza Ríos el Jefe del Comando Conjunto de esas épocas. ¿De dónde sacan algunos Comisionados que Apurímac tuvo 500,000 ronderos armados? Se precisa su aspecto negativo: el exceso, el extremismo militarista que nunca ha sido política general del Partido Comunista del Perú. Efectivamente, en los pueblos de la provincia de Huancasancos fue derrotado el plan reaccionario de mesnadas con los golpes dados a los gamonalillos, cabezas negras, déspotas y mercenarios, la base social del Ejército para lanzar al pueblo contra la guerrilla; esta situación obligó a la Fuerza Armada a poner Bases Antisubversivas en Sancos y Lucanamarca para mantener los restablecimientos y controlar directamente a la población en los meses y los largos años siguientes; pero si bien sometieron a las masas, procediendo con ferocidad como fuerza de ocupación, deteniendo, torturando, violando a las mujeres, desapareciendo y asesinándolas, mediante ese terror blanco obligaron a masas presionadas a hacer vigilancia día y noche, a participar en operativos de pillaje y matanzas en los pueblos vecinos, usándolos como escudos protectores y carne de cañón, así mismo obligaron a toda la población a entregarles leña, carne, alimentos, etc. Sin embargo no pudieron organizar los denominados “Comités de Autodefensa” (CADS), sino recién en 1994 cuando les entregan armas, pero ese mismo año apenas retiran las Bases antisubversivas se desintegraron y quedaron en nada, lo que demuestra que las masas siempre estuvieron en contra de ser usadas como mesnadas. En síntesis, en el curso de la Guerra Popular que había entrado a un salto cualitativo la contundente respuesta del Partido Comunista del Perú al ingreso de las Fuerzas Armadas en la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, llevando adelante el Gran Plan de Conquistar Bases en esta región y en todo el país, que implicó golpear los restablecimientos, desarrollar cosechas y aplicar la defensa, desarrollo y construcción de los Comités Populares, como expresión de las Bases de Apoyo, desbarató sus protervos planes de barrer del mapa al Partido Comunista y destruir la Guerra Popular y el Nuevo Poder, sofrenando su plan contrarrevolucionario genocida de uso de mesnadas, de oponer masas contra masas y la acción militar reaccionaria,

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siendo el golpe en Lucanamarca el 3 de abril parte de esta respuesta. Las imputaciones de que estas acciones eran “represalias”, “venganzas”, “furiosa reacción” venganza del líder Abimael Guzmán, que “la finalidad de dicha masacre fue dar escarmiento”, demuestran una posición política expresa para atacar al doctor Guzmán como una persona peligrosa, un monstruo, un psicópata, etc., etc., es decir un argumento ad hominen como lo hizo la CVR buscando chivo expiatorio y no causas objetivas o como la acusación pretende aplicar “derecho de autor” y no de hecho en franco retroceso del derecho penal peruano; además de su idea estrecha, pues la sacan del contexto de la guerra que se estaba desarrollando, y específicamente del hecho político y militar de fondo que se estaba produciendo: restablecimiento y contrarrestablecimiento. El hecho histórico real es que la guerra popular enfrentó y prevaleció derrotando el plan de aniquilamiento que la Fuerza Armada elaboró en defensa del viejo Estado de explotación y opresión. El Partido Comunista del Perú respondió pasando a construir un Ejército Guerrillero Popular de 3000 combatientes en tres fuerzas: Principal, Local y de Base, incorporando milicianos y no obstante la matanza feroz e inmisericorde que perpetró, la Fuerza Armada fracasó ruidosamente en sus objetivos, la heroica guerra popular quebró su plan de uso de mesnadas y formación de “rondas” a nivel nacional con que pensaban el año 83 barrer cabal y completamente al PCP y acabar con la guerra revolucionaria; las cabezas negras contrarrevolucionarias fueron duramente golpeadas y aisladas y las masas expresaron resistencia y rechazo al siniestro plan de mesnadas, por lo que tuvieron que posponerlas hasta 1989 ó 90-91 cuando las reimpulsan en un ámbito más amplio. Es ante esa derrota política y militar, y desprestigio del Estado peruano y sus Fuerzas Armadas, comprendiendo que no era tan fácil derrotar a la guerra popular, prosiguieron su guerra contrarrevolucionaria recurriendo al más negro, protervo e infame genocidio, una de las más grandes infamias de la historia republicana del Perú, con el apoyo de la ralea de cabezas negras y obligando a participar a masas presionadas bajo su control, se lanzaron al más inmisericorde aniquilamiento del campesinado y la destrucción de comunidades y pequeños poblados. El 4 de abril del 83, un grupo de cabezas negras en Lucanamarca se ensañan y asesinan cruelmente a los padres de Oligario Curitumay, con odio ciego y rabioso continúan, ellos sí con la venganza; según la ya citada Carta de Amnistía Internacional al Presidente Belaúnde, del 4 al 10 de abril masacraron a 69, el 6 de abril las fuerzas represivas y mesnadas de Lucanamarca se ceban con la Comunidad de Espite, “a raíz del cual se produce una considerable pérdida de vidas”, “además de los 305 guerrilleros que se informa fueron muertos en el mes de mayo por el Comando de Ayacucho, se dice que 70 fueron muertos en Sacsamarca en un mismo día (21 de mayo)”, “que entre el 6 de mayo y 8 de junio de 1983 murieron 374 terroristas”. Algunos de esos hechos del irrefrenable baño de sangre de ese período recién hoy se están dando a conocer a la opinión pública, en “QueHacer” de marzo-abril 2006, se informa: “En 1983 se produjo en Umasi una masacre de comuneros, profesores y alumnos provenientes de las comunidades aledañas (entre ellas Raccaya) a manos de patrullas del ejército”, “… fueron sorprendidos por una patrulla militar. Ninguno sobrevivió al ataque. Según testigos hasta ahora se encuentra una fosa común con 41 cadáveres detrás de la escuela del pueblo”. Esta y otras innumerables masacres hasta hoy impunes, demuestran cómo la guerra contrasubversiva se guió por una política genocida de exterminio. Y el genocidio continuó insaciable no sólo en Ayacucho, en sus frustrados afanes de aislar a las guerrillas de las masas campesinas, pobres en especial, y se extendió en todo el país, y la reacción armada se cebó hasta el hartazgo con la carne y sangre del pueblo desarmado, expresando características macabras. Los siguientes ejemplos que señalamos, ilustran muy expresivamente cómo procedieron las Fuerzas Armadas en su guerra contrasubversiva: El General Luis Cisneros Vizquerra declaró “tendrían que comenzar a matar senderistas y no

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senderistas porque ésa es la única forma cómo podrían asegurarse el éxito. Matan sesenta personas y a lo mejor ahí hay tres senderistas”. Lo dijo durante el año 82, antes de que ingresaran directamente. Cuando lo hacen, dentro de la larga lista de innúmeras masacres figura el genocidio de Accomarca, que la CVR trata con pañuelo de seda y la prensa lo oculta o empequeñece, lugar donde asesinaron 90 campesinos incluidos ancianos, niños y mujeres, a ellas las violaron salvajemente, a todas, y luego de encerrarlas en casas diferentes a cada grupo mataron a todos con disparos, después quemaron las casas con los muertos adentro y a los bebés los arrojaron en medio del fuego. Al final celebraron haciendo fiesta. El perpetrador directo del abominable y horrendo hecho: Telmo Hurtado, declaró con total desparpajo ante la llamada “Comisión Investigadora del Senado”: “Yo la considero correcta”, “uno no puede confiar en una mujer, un anciano o un niño… los (terrucos los) comienzan a adoctrinar desde los dos años, tres años, llevando cosas, poco a poco, a fuerza de engaños, de castigos, van ganándolos a su causa”. Años después su “valentía” y “heroísmo” fue premiado con la impunidad, el ascenso y la protección del Estado. Igualmente fueron premiados muchos otros mandos genocidas, lo que prueba claramente que se esmeraron en cumplir muy bien las órdenes y los planes genocidas del Estado y por ello el reconocimiento. El Estado peruano se ha opuesto reiteradamente a que la auténtica verdad histórica de los hechos sea conocida, para encubrir su política genocida, aplicada por las Fuerzas Armadas, Fuerzas Policiales y Fuerzas Complementarias, y para imputar al Partido Comunista del Perú de “terroristas”, “principal perpetrador de crímenes y violaciones de los derechos humanos”, etc. Con ese propósito creó por decreto la llamada “Comisión de la Verdad y Reconciliación”, la que se convirtió en el cerebro de la manipulación y tergiversación de los hechos acontecidos. En el caso específico de Lucanamarca recogió solo los testimonios del poder local, los gamonalillos, las mesnadas y los familiares de los fallecidos el 3 de abril, obviando que el Ejército aprovechándose de nuestro repliegue se mantuvo en las zonas de guerra como los “vencedores” desde 1992 hasta el 2001, además que los editó de acuerdo a cómo le convenía, e ignoró los de la parte contraria, silenciando todo el genocidio que las Fuerzas Armadas y mesnadas hacían desde comienzos del año 83 en la zona y luego continuaron. Parte de esta confabulación y manipulación de hechos es el show montado con los desentierros en noviembre del 2002, traficando con el burdo argumento de que: “El proceso de búsqueda, recuperación, identificación y restitución a sus familiares de restos de víctimas exhumados de fosas clandestinas (sic), está comprendido dentro del mandato de la Comisión de la Verdad y Reconciliación”, que “es conveniente entender el significado religioso y social que esta tarea reviste para los familiares de las víctimas que durante años han vivido un largo y distorsionado duelo, cubierto de una cruel incertidumbre creada por las ansias de saber si esos restos son de sus seres queridos, para así poder darles sepultura y procesar su muerte”, como ha escrito en su folleto “LUCANAMARCA: una terca esperanza” y bajo el fatuo título “Desenterrando la Verdad”, la tal CVR con rico financiamiento norteamericano. Falso. No hubo ninguna fosa clandestina de quienes murieron ese tres de abril, todos fueron enterrados por sus propios familiares conforme a sus tradiciones y costumbres, por tanto sabían exactamente de la ubicación de los restos de cada fallecido, lo que ha sido confirmado en el Megaproceso, con las declaraciones de la Señora Heráclides Misaico, ella dijo que enterró en Llachua a sus muertos, y la Señora Edda Huaripaucar declaró: Después de esperar dos días al General Noel, en vista que no llegó enterraron a los 10 muertos en el cementerio de Lucanamarca. La propia denominada CVR, contradiciéndose, ha registrado en el mismo folleto: “Las autoridades locales junto con los sobrevivientes y los familiares de las víctimas procedieron a enterrar los restos en los lugares donde ocurrieron los hechos”, así mismo el perito Estrada Moreno en el Megapoceso dijo: “ese enterramiento no fue realizado por los que realizaron estas acciones sino por los familiares… hubo allí un enterramiento

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cuidadoso”. ¡En cambio cierto es que sí existen en Lucanamarca y en los demás pueblos de la provincia de Huancasancos multitud de fosas clandestinas de los asesinados y desaparecidos por el Ejército y las mesnadas!, cuya ubicación hoy se conoce por las denuncias de las propias masas, pero a la llamada CVR no le interesó investigar, identificar y restituir esos restos a sus familiares. Por todo ello, el espectáculo montado con la exhumación, filmaciones, misa, entierro, incluido el hipócrita “perdón” de Toledo, cuando en enero del 2003 viajó expresamente para el entierro de esos restos, y prometió construir aulas de la escuela que nunca cumplió, no ha sido sino un artero uso político, con gran cobertura de los medios de información, maquinado para generar opinión pública en contra del PCP, imputándole haber realizado “matanza indiscriminada” de la población “por venganza” o “para dar escarmiento” y para desprestigiar la revolución y a los revolucionarios poniendo de blanco al Presidente Gonzalo. ¿Pero qué han podido demostrar con todo el despliegue pomposo que hicieron con ese equipo denominado “Plataforma Conjunta de Trabajo en la Investigación de Fosas Comunes” que realizaron todo su trabajo en cinco días, del 9 al 14 de noviembre del 2002, no en dos semanas como dijo el perito Estrada en el “Megaproceso”? Nada que pruebe las imputaciones. Han desenterrado los restos de sesenta y dos personas, de los que, el tiempo que habría transcurrido, desde que murieron, “es realmente difícil de establecer”, según el mismo perito, por ejemplo, no es posible diferenciar la temporalidad de si esos restos son de los hechos del 3 de abril o pueden ser de las matanzas perpetradas por el Ejército o las mesnadas ocurridas en fechas inmediatamente anteriores o posteriores, teniendo en cuenta además, según el propio perito, debido al ritual del tullo pallay que practican los comuneros, los huesos hallados están mezclados con huesos de entierros realizados en diversas etapas de la historia de Lucanamarca. Todo lo que han hecho es describir dónde fueron recogidos y las circunstancias y condiciones en que se encontraron un conjunto de restos y osamentas, a los que les han dado una identificación esencialmente tomando la información del recuerdo de los familiares respecto a la ropa con que fueron enterrados. Así, no hay nada con base científica que lleve a confirmar y probar que los restos encontrados de niños, mujeres y ancianos corresponden a los que murieron ese 3 de abril; la farsa de los desentierros bajo el tráfico de que es “un primer paso en la búsqueda de la verdad, justicia y reconciliación” ha sido arteramente manipulada por la llamada CVR para presentar como pruebas de la imputación contra el Presidente Gonzalo y el Comité Central del PCP, el haber “decidido y planificado” el aniquilamiento de toda la población de Lucanamarca, por lo que, recomendaron que “al abrir juicio a los responsables de ese delito, allí donde fuera posible, sería un segundo paso”, salta el verdadero interés de fondo, pues, basándose en ese informe, después de más de 21 años de ocurridos los hechos, recién hicieron la denuncia penal, el autoapertorio de instrucción y luego la acusación fiscal, cuando ya la acción penal ha prescrito por el tiempo transcurrido. Más aún fueron los promotores de la presión política contra el Poder Judicial que abrió el juicio a los dirigentes del PCP en noviembre 2004 sin incluir este caso como ellos dicen “emblemático”; bueno es recordar que precisamente por esa presión e injerencia política el Estado Peruano quebró el juicio de aquella fecha. ¿Eso es decir la verdad? ¿Eso es servir a la reconciliación? ¿O es actuar de lacayos de un Estado explotador y sometido a la política Bush de guerra mundial al terrorismo?

IV.- HOMENAJE A LOS HÉROES DEL PUEBLO

Desde 1980 la lucha popular se elevó a un nivel nunca antes visto. La Guerra Popular, en esencia una guerra campesina bajo dirección proletaria, movilizó e incorporó a miles de mujeres, hombres, jóvenes transformándose en el más grande movimiento

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social revolucionario de la historia peruana. Asumiendo “La rebelión se justifica”, el pueblo, principalmente el campesinado pobre, se irguió como un gigante con fuerza colosal, rompiendo cadenas, conquistando la tierra, barriendo la servidumbre e ideas de sumisión y servilismo, mostrando la caducidad y fragilidad del Estado y sus fuerzas represivas, y privándolas de iniciativa durante más de una década, empezando a construir en los Comités Populares la nueva sociedad, cuya miel empezó a saborear y sus frutos a cosechar. Guerra Popular que ha aportado e inspirado a los revolucionarios del mundo. En el curso de este proceso, nuestro pueblo ha dado muestras de inmenso coraje, sabiduría e iniciativa para enfrentar los fracasos y dolorosas pérdidas, y secándose las lágrimas, limpiándose las manchas de sangre ha enterrado a los caídos, volviendo a luchar con redoblado vigor, confiando en sus propias fuerzas para recuperar lo perdido, una y otra vez. Esa incansable brega y sangre derramada no ha sido ni será estéril, ha hecho avanzar el Camino Democrático y nos ha aproximado más aún a la verdadera e inevitable emancipación. Su ejemplo, experiencias y lecciones son la base, el cimiento del futuro. La pléyade inmarcesible de comunistas, combatientes e hijos del pueblo, sin temer prisión, torturas, destierro y la propia muerte, ha desplegado su heroísmo y lo ha transformado en una llameante y roja bandera que flamea, convocando, enseñando el camino. Destacamos el glorioso ejemplo de la camarada Norah, la más grande heroína del Partido y la Revolución, y el de miles de héroes, principalmente campesinos pobres que han entregado sus vidas en aras del interés del pueblo, convertidos en mente comunista y brazo campesino. Al rendirles nuestro solemne homenaje les agradecemos haber podido combatir junto a ellos, aprendiendo de su desinterés absoluto y su entrega sin límites, de su optimismo y firme convicción en el futuro, sirviendo de todo corazón al pueblo. Debemos seguir siempre el camino luminoso por ellos abierto. Lamentamos hondamente la pérdida inevitable de vidas que la guerra popular ha significado para las dos partes en contienda, con el consiguiente sufrimiento y dolor para familiares y amigos. Causa dolor que sin embargo la emancipación del pueblo se haya postergado una vez más, no obstante, esas dos décadas de guerra popular han avanzado en la destrucción de la semifeudalidad, que está carcomida, que ya no será como lo fue en el siglo XX; aunque subsista el carácter semicolonial que se ha acentuado, el desarrollo general de la conciencia política del pueblo potencia su espíritu antiimperialista, rechazando principalmente a la superpotencia hegemónica única como enemigo principal de los pueblos del mundo; y en cuanto al capitalismo burocrático que se desenvuelve agrilletado a la semifeudalidad y sometido a la semicolonialidad está evolucionando provocando un mayor rechazo de las masas al neoliberalismo, causante de creciente desocupación y exigen ardorosamente aunque desorganizados aún sus derechos y demandas sociales. La lucha de clases de las masas contra las tres montañas y el camino burocrático continúa aunque en nuevas condiciones, es que éste camino evolutivo, antipopular, por su carácter de clase, jamás resolverá los problemas y demandas del pueblo, en tanto el camino democrático no logre concluir la tarea del cambio del modo de producción y transformación de las relaciones sociales de la sociedad; más ¿qué ha hecho, en estos 14 últimos años el Estado peruano por la reconstrucción post-guerra de los pueblos en las zonas donde se desarrolló el conflicto bélico? ¿y qué por la reconciliación? ¿cree la estatal CVR que ha servido a algo en estos 5 años desde su autoconstitución? ¿cree que poniéndose por encima puede disparar a todas las instituciones de su sistema? y finalmente ¿qué sostén social tiene? ¿de los de abajo? ¡ninguno!. En julio de 1993, en el marco de la Ronda de Conversaciones para un Acuerdo de Paz, el Presidente Gonzalo y camarada Míriam en el documento: Lineamientos para “Documento de Bases para un Acuerdo de Paz” que presentó al Estado, plantearon entre otros puntos:

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“10. Conforme la paz vaya restableciéndose la legislación debe ajustarse al más estricto respeto de los derechos fundamentales, tanto de la persona como los económicos y sociales; así mismo atender las demandas del pueblo por democracia y desarrollo, fundamentalmente sus demandas básicas. Plan Especial de Desarrollo para las zonas afectadas por la guerra que beneficie principalmente al campesinado, a las masas pobres de las barriadas y a los trabajadores, prestando atención sustantiva a los inválidos, huérfanos y viudas de guerra”.

Pero no se llegó a ningún Acuerdo de Paz, principalmente por responsabilidad del Estado peruano, no obstante que era una necesidad insoslayable para el pueblo, la nación y la sociedad peruana en su conjunto. Y desde entonces, no obstante los largos años transcurridos, nada importante se ha hecho por esos pueblos, y la dura realidad de esas zonas es registrada actualmente incluso por los medios de prensa que están lejos de ser revolucionarios. En “Quehacer”, número 159, marzo-abril 2006, hay reportajes sobre la situación actual de diversos pueblos del centro-oeste de Ayacucho, como Umasi, Raccaya, Canaria y Cayara en Víctor Fajardo, y del Norte, en Huanta: Uchuraccay, Huaychao, Nacabamba, Tupín, Cunya, Huaynacancha, etc., que como fueron siempre “siguen abandonados a su suerte”. De los distritos de Canaria y Cayara, donde el Ejército perpetró masivas y bárbaras matanzas como ya señalamos, dice: “A pesar de que todos los hechos de violación de los derechos humanos (por las FF.AA.), los casos de desaparecidos y la destrucción de casas y bienes de esos pobladores están plenamente comprobados, a la fecha los deudos y habitantes… no han obtenido la justicia que esperan ni dinero para reparar los daños ocasionados”, sino que ellos mismos por iniciativa y acción comunal, mediante faenas colectivas, reconstruyen servicios, levantan colegios y hasta es la Municipalidad la que paga los sueldos de los profesores para que puedan estudiar los hijos de los comuneros. En toda la zona alta de Huanta, esos pueblos que fueron usados como carne de cañón, enfrentándolos pueblos contra pueblos en la guerra contrarrevolucionaria, “Se sienten abandonados por el Estado, a pesar de que sus padres habían sacrificado sus vidas defendiéndole” (Ibid). Igual que antes del inicio de la guerra popular, hoy en la post-guerra, continúan subsistiendo al margen del Estado, bajo el poder local pero practicando cada vez más sus propias maneras de “justicia comunal”. Así mismo en “El Comercio” del 4 de octubre del 2003, hay un reportaje sobre Lucanamarca: “Viaje a la tierra del olvido”, donde registran la pobreza extrema y abandono en que vive la población de este distrito y sus ocho anexos. Y en “Caretas” del 2006 dice sigue dividido Lucanamarca entre los pro y los contra senderistas. En la actualidad, la situación general de las masas en los pueblos del campo ayacuchano no es distinta a la realidad de los pueblos mencionados. Pero hay otro aspecto que registramos y destacamos: Con el proceso de la Guerra Popular se ha producido un logro principal y trascendental, se ha desarrollado su conciencia política, principalmente de las masas pobres del campo, y ellas hoy vienen desenvolviendo un conjunto de luchas demandando al Estado peruano atención a sus derechos fundamentales, en que también las mujeres campesinas son parte activa e importante como registra la citada revista “Quehacer”: “Desde la época de la violencia las mujeres han ido asumiendo otros roles”, pasando a desenvolverse incluso como dirigentes comunales. Es cierto que el Estado y diversas ONGs se han visto obligados a desenvolver acción cívica y planes en esas zonas que, al fin y al cabo, son el subproducto de la revolución. El Partido y la Guerra Popular han obligado a que los gobernantes y las clases explotadoras para combatirlo tengan que preocuparse y hablar del campo, haciendo promesas y ofrecimientos que generalmente han quedado en palabras, así mismo, en función de votos, se hacen planteamientos y propuestas por los distintos partidos políticos de la gran burguesía en cada proceso electoral, como sucedió en las últimas elecciones y como también ahora se viene haciendo, desde su posición e

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interés de clase, y todo eso sólo demuestra la existencia invariable de la explotación y opresión en que viven las grandes mayorías y el secular abandono, hambre, miseria, ignorancia y atraso en que son hundidas, las causas objetivas planteadas por el PCP para el inicio de la Guerra Popular, problemas y demandas fundamentales hasta hoy insatisfechas, más aún con mayor agravamiento en medio de una grave crisis social e incremento de la pobreza y pobreza extrema. En el proceso de revertir los logros y avances de la guerra popular, con la presencia de las FF.AA hasta el 2001 y buscando restablecer el viejo poder desprestigiado y rechazado por las masas, pasaron a aplicar algunos planes como el Programa de Apoyo al Repoblamiento (PAR) promoviendo el retorno de algunos grupos de desplazados, como los de Uchuraccay y otros, construyendo casas de adobe sólo para un sector de los pobladores, servicios higiénicos y posta médica, o como recientemente habilitaron luz eléctrica y teléfono en Huaychao; pero como informa la referida revista, no tienen cómo pagar el consumo, a más que la mayoría de las casas y hasta los locales comunales “no tienen luz porque a pesar de que hay energía eléctrica, no hay enchufes ni focos”. En Lucanamarca, el 2003 el gobierno ofreció ventanas y techos solamente para 30 familiares directos de los muertos del 3 de abril, pero a condición de que construyan la casa previamente, cada quien con sus medios, incluso viudas y ancianos, sin tener recursos ni apoyo de ningún tipo, allí últimamente, según Caretas del 6 de julio del 2006, con ayuda alemana inauguraron una panadería y se ha dicho que “es una manera de asegurar los ingresos económicos de las familias de Lucanamarca”. Sólo llevan migajas a todos esos pueblos que en absoluto son solución a sus necesidades y demandas fundamentales, constatándose igual que antes y siempre, que el sistema imperante es una falsa democracia, de falsos derechos y libertades, de falsa preocupación por las necesidades elementales del pueblo, y de real opresión y explotación al servicio de las clases explotadoras, y del amo imperialista principalmente yanqui. Pero además ha registrado un hecho político de importancia y palpitante actualidad, que no es sólo de Lucanamarca sino un problema general de todas las zonas donde se ha desarrollado la guerra, y por tanto un problema de la sociedad peruana en su conjunto: “La estructura social del pueblo está resquebrajada, enfrentada desde aquel mes de abril por resentimiento y sospechas entre las familias – quienes estaban con los terroristas (revolucionarios) y quienes no, quienes motivaron la tragedia – y una noción de autoridad debilitada en medio de la pobreza”. Es que si bien la gran epopeya de la Guerra Popular en el Perú se desenvolvió como una guerra campesina cuyo ámbito principal fue el campo también abarcó la ciudad como complemento desde el Inicio, e involucró a la sociedad peruana en su conjunto y se ha plasmado como el movimiento de transformación social más trascendente en beneficio de los de abajo en la historia peruana hasta hoy; con todas sus limitaciones, errores y excesos ha dejado importantes logros principalmente para el pueblo. ¿Qué logros se han obtenido en estas dos décadas de proceso revolucionario en el Perú? En lo que respecta a las tres montañas que pesan sobre los hombros del pueblo: la semifeudalidad ha sido carcomida, socavada y se observa una creciente descomposición de las comunidades y por consiguiente un debilitamiento mayor del Poder local, cuestionado sistemáticamente por las propias masas, más donde estuvo el Nuevo Poder; y, si no ha sido una base económica totalmente destruida, su fuerte socavamiento ha reactivado el problema de la tierra, la productividad del campo, el problema de los precios y la usura o esquilmación de los grandes especuladores (como los paperos en Huancavelica); menos se puede negar que sí subsisten aún zonas donde el Estado peruano o no está o es muy débil aún, esta realidad ya no la pueden ocultar y son los propios comuneros o campesinos quienes la ponen en evidencia. Por lo demás, nuevos pueblos están surgiendo donde otros fueron desaparecidos en la guerra y sus caracteres son bastante diferentes, por ejemplo la mayor concentración de casas, su ordenamiento arquitectónico en calles, los servicios básicos mínimos de luz, agua o carreteras; en fin, evidente subproducto de la

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revolución que resumen el real avance en el socavamiento de la primera y más pesada montaña de opresión de nuestro pueblo. En cuanto al sometimiento al imperialismo, la guerra popular en el Perú desenmascaró y golpeó los planes de sujeción semicolonial del imperialismo principalmente el norteamericano que pretende reducirnos a un simple proveedor de materias primas, negar la producción nacional e impedir nuestra conformación de nación con su propia economía, su propio territorio y su propia cultura parte de la cual el lenguaje bilingüe que existe. No obstante, ante el fracaso de la revolución por insuficiente desarrollo de sus fuerzas, por un problema de dirección política proletaria en un momento en que nuevos, complejos y muy serios problemas se tenían que resolver en todos los niveles, el imperialismo lanzó una ofensiva general contrarrevolucionaria anticomunista, y en el Perú impulsaron su neoliberalismo y privatización que prácticamente se vendió el país al martillo por la dictadura y las empresas mineras globalizadas se apoderaron a precio de ganga de nuestros yacimientos mineros y para el pueblo nada recayó más que pérdidas de vidas, beneficios y daño a su medio ambiente. Pero si este carácter de sujeción al imperialismo es el que más se ha acentuado, el antiimperialismo se manifiesta no con profundidad pero sí con mayor extensión en las diversas clases sociales, en el proletariado minero, más conciente que ayer, su lucha paraliza las grandes mineras explotadoras, el campesinado exige no contaminen sus tierras, la pequeña burguesía pide aumentos a sus profesionales tecnificados y hasta la burguesía media se opone al nefasto Tratado de Libre Comercio; políticamente partidos nuevos que canalizan la grave crisis de la izquierda peruana aparecen levantando la bandera antiimperialista y llegan a canalizar el voto radical de la extrema pobreza. De modo que su acentuación promueve también rechazo antiimperialista. Y más de cien años de capitalismo burocrático ¿qué dio para el pueblo peruano, la nación peruana y la sociedad peruana? nada para el pueblo sino la explotación o constreñimiento de sus fuerzas productivas, el atraso de la nación ubicada entre los últimos lugares de América y el mundo, y un lento proceso evolutivo del camino capitalista atado a la semifeudalidad y el dominio imperialista. El Perú tiene 50% de pobreza en general, 25% de pobreza extrema y las necesidades básicas y los derechos fundamentales siguen sin ser atendidos; la brecha entre explotadores u opresores y explotados u oprimidos se ha ahondado más como registran conocidos economistas. Y el atraso de 30 años en el agro y de 30 años en la producción industrial se agudizaron en la dictadura fujimorista que introdujo el neoliberalismo, la privatización y la globalización. Pero como la revolución pese a su repliegue no se detiene constata que en el camino del pueblo hay un proceso evolutivo del capitalismo pequeño burgués o burguesía media que combate al capitalismo burocrático y como el gran Lenin nos enseña, la revolución nada ha de temer de un desarrollo capitalista del campo; dijo también con insistencia los comunistas en tiempos de reveses o derrotas deben apoyar todo lo que sirva al pueblo, desenmascarar lo que se le oponga y bregar porque el pueblo forje su propio camino de emancipación en medio de esas pequeñas pero significativas jornadas de lucha, pues, pese a todo el pueblo nunca deja de luchar. Y como el Pdte Mao concluye confianza en el Partido y confianza en las masas. Destaquemos, el Perú de los de abajo aprendió a luchar y construir lo nuevo de la nada, un Ejército Guerrillero Popular, un Nuevo Poder, un Partido militarizado y una Jefatura con gran desinterés absoluto, servicio al pueblo y entrega total a los ideales del comunismo por 50 años, lo que le dio la gran autoridad que hasta hoy ha logrado tener pese a lo que digan lo contrarios. Su experiencia política es mayor, su conciencia revolucionaria más clara y tiempo al tiempo, apoyemos entre tanto su denodada lucha con nuestra lucha política sin armas en este nuevo momento de la IV etapa partidaria y partamos por apoyar la nueva especificación de la política fundamental de 1992 a las condiciones actuales planteada por el Presidente Gonzalo y la camarada Míriam: ¡Solución Política! ¡Amnistía General! y ¡Reconciliación Nacional!

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Perú, setiembre del 2006. NOTAS:

(1) Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial. PCP, Agosto 1986.

(2) II Carta del Presidente Gonzalo y camarada Míriam al presidente Fujimori. Julio 1993.

(3) Desarrollemos la creciente protesta popular. PCP, Setiembre 1979. (4) Contra las ilusiones constitucionales y por el Estado de Nueva Democracia.

PCP, Abril 1978. (5) Bases de Discusión. PCP. Revolución Democrática. (6) Ibíd. (7) Ibíd. (8) Ibíd. (9) Ibíd. (10) Desarrollemos la creciente protesta popular. PCP, Setiembre 1979. (11) Somos los iniciadores. I Escuela Militar, 19 de abril de 1980. (12) Bases de discusión. PCP. Línea Militar (13) Bases de discusión. PCP. Revolución Democrática. (14) Bases de discusión. PCP. Línea militar. (15) Ibíd. (16) Ibíd. (17) Ibíd. (18) No votar: sino generalizar la guerra de guerrillas para Conquistar el Poder para

el pueblo. PCP, Febrero de 1985. (19) Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial. PCP, agosto

1986. (20) Bases de discusión. PCP. Línea militar (21) II Sesión Plenaria del CCA ( II SP del CCA). PCP, Enero – 1983 (22) Ibíd. (23) Ibíd. (24) CVR, Tomo I, Página 259. (25) Sesión Ampliada del CC. PCP, Noviembre de 1985. (26) QueHacer 159, Marzo – Abril 2006, páginas 43 – 44. (27) CVR, Tomo V, página 131. (28) El Comercio, 24 de Enero de 1983. (29) El Observador, 7 de Febrero de 1983 (entrevista a Virgilio Roel). (30) II SP del CCA. (31) Acta 38º del Megaproceso, de 3 de Abril del 2006. (32) Acta 38º, Ibíd. (33) CVR, Tomo V, página 71. (34) Acta 38º del Megaproceso. (35) CVR, tomo V, página 73 (36) Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial. (37) CVR, Tomo V, página 72. (38) II SP del CCA (39) Ibíd. (40) Ibíd. (41) Ibíd. (42) Ibíd. (43) Ibíd. (44) Desarrollemos la Guerra de Guerrillas.