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Ficha 7 Filosofía Contemporánea (II): Friedrich Nietzsche (1844- 1900) Contenidos mínimos Marco histórico y conceptual Un nuevo marco científico: evolucionismo y positivismo La herencia de la Ilustración Comprensión El método genealógico Crítica de la cultura occidental: El nihilismo La voluntad de poder y el Superhombre.

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Ficha 7

Filosofía Contemporánea (II):

Friedrich Nietzsche (1844-

1900)

Contenidos mínimos Marco histórico y conceptual

• Un nuevo marco científico: evolucionismo y positivismo

• La herencia de la Ilustración Comprensión

• El método genealógico

• Crítica de la cultura occidental: El nihilismo • La voluntad de poder y el Superhombre.

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Unidad 7. Filosofía contemporánea II: Friedrich Nietzsche

Historia de la Filosofía IES San Tomé de Freixeiro (Vigo)

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A) Marco histórico y conceptual

1. Un nuevo marco científico: evolucionismo y positivismo

Charles Darwin (1809-1882) llevó a cabo una revolución científica de enormes proporciones, comparable a la ya emprendida por Copérnico en el siglo XVI. Durante muchos siglos predominó la creencia de que el mundo había sido creado y las especies permanecían inalterables. Esto era lo que defendían los fijistas, como Linneo y Cuvier. El evolucionismo supone una ruptura con este tipo de teorías y proporciona una visión inmanente sobre el origen de los seres vivos. Las ideas evolucionistas se fueron abriendo paso con dificultad. Empezaron tímidamente con Lamark y se afianzaron con Darwin. En 1859 Darwin publica El origen de las especies, en donde explica el proceso evolutivo basándose en dos factores: la multiplicación de la descendencia y la selección natural. Según esto, los descendientes son diferentes entre sí y, por otra parte, todos los individuos tienden a multiplicarse cuando se lo permite su medio. Ahora bien, tarde o temprano, llegan a saturar su hábitat, y se ven obligados a luchar entre sí por la supervivencia y en tal lucha perecen los individuos menos aptos y sobreviven los mejor adaptados (selección natural), siendo éstos los que se reproducen y los que transmiten sus caracteres a los descendientes.

Por otro lado, Auguste Comte (1798-1857), iniciador del positivismo francés, considerará como modelo de racionalidad el de la ciencia positiva o empírica. El método de la ciencia debe ser descriptivo, mera recopilación de datos observables, y debe extenderse a todos los campos de la realidad, también a la vida humana y a su actividad. En su Curso de filosofía positiva describe los tres estadios por los que pasa toda sociedad:

1. El estadio teológico, en el cual el hombre explica las cosas recurriendo a principios y fuerzas sobrenaturales y de carácter personal o antropomórfico.

2. El estadio metafísico, donde el hombre sustituye lo sobrenatural por lo abstracto, y recurre a fuerzas y causas a modo de entidades ocultas que explican la naturaleza.

3. El estadio científico o positivo, cuando el ser humano se conforma con el conocimiento de las relaciones entre fenómenos, esto es, las leyes.

Herbert Spencer combinó el positivismo evolucionista, al aplicar la teoría de la evolución a una explicación de los orígenes de la sociedad y de la explicación de los cambios sociales.

La filosofía de Nietzsche se va a encuadrar dentro de la escuela vitalista, escuela que reivindica la vida como una realidad singular que no puede ser entendida en términos ajenos a ella. Existe una estrecha relación entre vida y biología, por cuanto se valora lo instintivo, lo corpóreo, lo irracional, y lo que Darwin llamaría “lucha por la supervivencia” (algo que se refleja en su noción de “superhombre”). Además Nietzsche mostró un claro interés por las ciencias (de hecho a su segunda etapa se la llamó “positivista”). A pesar de ese interés, combate el cientifismo, aliado de la metafísica y de la inversión de los valores, al sustentar como verdad objetiva un hipotético orden eterno que la ciencia cree poder descubrir.

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2. La herencia de la Ilustración

La Ilustración, entendida en sentido amplio, no sólo como el movimiento que tiene lugar en el siglo XVIII, sino como aquel que iniciándose en el Renacimiento, y afianzándose en la Modernidad con Descartes y los enciclopedistas, abarca el positivismo y el auge de las ciencias decimonónico, ha dejado un legado que, por primera vez, algunos autores del siglo XIX ponen en cuestión. Entre estas ideas cabe mencionar:

a) La entronización de la razón como fuente válida para acceder al conocimiento. Sin embargo, esa razón acabó identificándose exclusivamente con el discurso científico y técnico, pues sólo ellos llevan a la Verdad, o con una razón instrumental, es decir, con un tipo de razón mutilada que se limita a calcular los medios más eficaces para conseguir los fines u objetivos establecidos, que nunca se discuten. Nietzsche va a reclamar el papel de lo irracional.

b) Esa razón iba a conducir necesariamente al progreso humano. La Ilustración pensaba la historia como progreso hacia un mundo mejor, pero frente a ello obtuvimos regreso a la barbarie (piénsese en las dos guerras mundiales que experimentó el siglo XX, los campos de exterminio nazi o las bombas atómicas como ejemplo de que, como decía Goya, “la razón produce monstruos”)

c) La libertad era otro ideal que recibimos de la Ilustración. La emancipación del ser humano iba a lograrse extendiéndose la educación por doquier y acabando con las monarquías absolutas. Sin embargo la emancipación devino en dominación, y la libertad se convirtió en opresión y totalitarismo (piénsese en el auge de los totalitarismos en el siglo XX luego de haber triunfado las revoluciones burguesas).

d) El pensamiento ilustrado, desde Bacon y Descartes, concibió la naturaleza como objeto de dominación y de explotación, proyecto realizado en la sociedad industrial moderna. La razón ilustrada se convirtió en controladora y dominadora, algo que resulta incompatible con la propia supervivencia humana que precisa del medio ambiente y de los otros seres que habitan en ella para su continuidad.

e) Finalmente la Ilustración identificó este discurso racional y cientifismo con la Verdad, excluyendo otro tipo de discursos de su relato.

Pues bien, tres autores del siglo XIX, los conocidos como “filósofos de la sospecha” (etiqueta de posible origen gadameriana), S. Freud, K. Marx e F. Nietzsche erigieron un discurso de desconfianza respecto a los dominantes en la tradición filosófica. Efectivamente, ésta, construida alrededor de la entronización de la razón y la verdad, deja un espacio de sombra que pretende olvidar o despreciar (las condiciones materiales en Marx; el inconsciente en Freud; lo instintivo-pulsional-vital en Nietzsche). Pues bien, las filosofías de la sospecha dirigen su mirada justamente sobre esa sombra, a la que atribuyen una relevancia no menor, y muchas veces mayor, de la antes atribuida al espacio iluminado.

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3. Contexto histórico de Nietzsche

El siglo XIX es el siglo de la Revolución industrial y del triunfo definitivo de las revoluciones burguesas. Esta época estará marcada por el Capitalismo (donde surge una nueva clase social, el proletariado), el estado burgués y, especialmente en Italia y Alemania, el nacionalismo unificador. Surgirán dos nuevas potencias europeas, Alemania, al unir Bismarck los diferentes territorios en torno a Prusia, e Italia, al conseguir Cavour su unificación, lo que supone la creación de un nuevo escenario político. Posteriormente, Alemania, con intereses expansionistas, intentará arrebatar el dominio mundial a Francia y Gran Bretaña lo que conducirá a una lucha de imperios que culminará, ya en el siglo XX, en la I Guerra Mundial.

El siglo XIX comienza con el Romanticismo y su exaltación de la libertad y la subjetividad frente a las reglas clásicas y el racionalismo filosófico. El romanticismo es en gran medida un movimiento anti-ilustrado, que tiene como precursor alemán a Goethe. Sus características principales son la exaltación de lo pasional y el sentimiento frente al racionalismo ilustrado y la revalorización de la tradición frente al progreso en el futuro. Nietzsche también va a reivindicar lo pasional y sentimental en su obra. 4. Biografía de Nietzsche (1844-1900)

Nace en 1844 en Rökken, en la Turingia prusiana, hijo y nieto de pastores luteranos, pierde a su padre cuando sólo tenía cinco años. Será educado en los ideales austeros de una familia muy religiosa, bajo la tutela de su madre y abuela paterna, además de su hermana pequeña Elisabeth. Sufre, desde muy joven, fuertes dolores de cabeza, probablemente debidos a transtornos en la vista. Con quince años ingresa como becario en la fundación Pforta, donde destaca como alumno aplicado e inteligente. Recibe formación científica, literaria y relixiosa. Posteriormente marchará a estudiar Teología primero y Filología Clásica después en la Universidad de Bonn. Contra los deseos de su familia, abandona la carrera eclesiástica y se dedica de lleno a la filología.

Con 24 años obtiene la Cátedra de Filología en la Universidad de Basilea. Allí conoce al historiador Burkhardt, con quien establece amistad, y a Wagner y su esposa Cósima. Publica en 1872 El nacimiento de la tragedia que será muy mal recibida en los círculos académicos, obra que debe mucho a la amistad que mantenía con Wagner. En 1878 rompe con Wagner y un año después abandona la docencia universitaria por sus problemas de salud. Desde entonces vivirá de una modesta pensión concedida por la Universidad y escribe y publica continuamente, aunque su obra apenas logra reconocimiento. A partir de aquí se convierte en nómada viajando por Suíza, Francia e Italia. En Roma conocerá a Lou Andreas Salomé, joven rusa con la pretenderá casarse, aunque ésta lo rechazará. Es éste un periodo de enorme productividad.

En 1889 estando en Turín, se le manifiestan claramente síntomas de locura. Cuando su obra logra fama internacional, él vive bajo el cuidado de su madre y hermana Elisabeth, que será quien se encargue de la publicación de las Obras completas, adulteradas en función de los criterios e intereses ideológicos de su hermana. Muere en Weimar en 1900.

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5. Obra de Nietzsche

Es habitual distinguir tres períodos en el desenvolvimiento de la obra de Nietzsche:

1. Período juvenil. El texto fundamental de este período es El nacimiento de la tragedia. El pensamiento de Nietzsche aun mantiene una gran dependencia de sus maestros reconocidos: Schopenhauer, de quien toma inicialmente el concepto de voluntad, y Wagner, que es su modelo para la metafísica del artista. En ella Nietzsche establece la distinción entre el espíritu apolíneo, que expresa el mundo como representación (artes plásticas) y el espíritu dionisíaco, que lo expresa como voluntad (música). Nietzsche exalta lo dionisíaco, que interpreta como encarnación de la voluntad de vivir, frente a lo apolíneo, que representa la huida ante la vida. El ideal estético del espíritu dionisíaco es el drama wagneriano, que pone en escena la fuerza incontenible de la vida.

2. Período llamado por unos positivista (Fink), por otros genealógico-deconstructivo (Vattimo). Comienza con Humano, demasiado humano y acaba en La Gaya Ciencia. Está marcado por su ruptura con Schopenhauer y Wagner y la elaboración de sus ideas plenamente originales: crítica de los valores, voluntad de poder. Nietzsche reprocha a Wagner el haber cedido, en su obra Parsifal, ante los ideales del cristianismo, intrínsecamente contrarios a las fuerzas de la vida. Se muestra crítico hacia el arte y la metafísica y se vuelve hacia el positivismo naturalista de la Ilustración, aunque sin caer en el culto al progreso.

3. Período de madurez. Iniciado con Así habló Zaratustra (1882), incorpora la gran idea final del Eterno Retorno. Las doctrinas de este período parten de la concepción de la vida como dolor, lucha e irracionalidad que había aprendido en Schopenhauer, pero rechazando la actitud de resignación ante ello. Nietzsche tenía la intención de presentar estas ideas en una obra sistemática que debía titularse La voluntad de poder, pero no pudo terminarla. Fue publicada después de su muerte con las anotaciones que se encontraron entre sus papeles póstumos. El Crepúsculo de los dioses (1888) pertenece a este periodo. El estilo utilizado por Nietzsche en sus obras es el aforismo, pues no

pretende ser sistemático ni claro (dos rasgos propios de la modernidad). Las ideas van apareciendo diseminadas a lo largo de sus obras, muchas veces se completan y otras se contradicen entre sí. Los aforismos son sentencias cortas y lapidarias de lectura rápida. Para entenderlos es preciso relacionarlos con otros, ya que, por sí sólos, carecen de sentido. Inspirados en Heráclito, también Nietzsche utiliza como aquel un lenguaje críptico, enigmático y provocador, más inspirado en las metáforas del arte y de la poesía, que en el discurso lógico y racional de la filosofía occidental.

6. Influencias

Las influencias intelectuales de Nietzsche son: • El pesimismo cósmico de Schopenhauer: Nietzsche comienza su

andadura filosófica influenciado por Schopenhauer, y en concreto por su obra El mundo como voluntad y representación. Aunque se ve marcado

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por la noción de “voluntad” de ese autor, rechazará la noción de voluntad de vivir de aquel, oponiendo la de voluntad de poder.

• La obra de arte total de Richard Wagner: Wagner fue un compositor y dramaturgo alemán, nacido en Leipzig en 1813 y muerto en Venecia en 1883. Lector apasionado de la filosofía de Schopenhauer, participó en movimientos revolucionarios de la época y escribió una serie de artículos sobre teoría del arte: El arte y la revolución, La obra de arte del porvenir, etc. Pretendió renovar la estética teatral de su tiempo con su concepción de la “obra de arte total”, que iba a mezclar música, poesía, escenografía y recitado. Compuso, entre otras obras, Lohengrin, El anillo del nibelungo, Tristán e Isolda, Sifrigdo, El crepúsculo de los dioses, Parsifal, etc. El joven Nietzsche, admirador de Wagner y amigo personal suyo y de su mujer Cósima (hija también del compositor Liszt), se dejó influir por los Wagner hasta el punto (más tarde se lamentaría de ello) de que acabó presentando su primer libro El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, como una fundamentación filosófica de la obra del compositor.

• La Grecia antigua y la Italia del Renacimiento: ya desde el Renacimiento se había comenzado a revalorizar la cultura griega antigua. El Renacimiento mismo pretende ser un resurgir de aquella cultura. Pues bien, a partir de Goethe, y en gran medida por influencia suya, se va a producir en Alemania una nueva revalorización de la cultura clásica (especialmente de la cultura griega antigua y la cultura del renacimiento italiano). Esta revalorización del mundo clásico propicia el surgimiento de una generación de estudiosos (historiadores y filólogos) de este mundo clásico. Algunos de ellos como Burckhardt, autor de libros como La cultura del renacimiento en Italia, Historia de la cultura griega, fueron decisivos en la fascinación de Nietzsche por el mundo clásico y en la manera de encararse éste con dicha cultura.

7. El vitalismo

A finales del XIX y principios del XX surge el vitalismo, corriente en la que se incluyen autores muy dispares reivindicando la vida como realidad primera y radical a la que todo lo demás debe subordinarse. Como el concepto “vida” puede entenderse en sentidos muy diversos –biológico, histórico, biográfico, metafísico,J- aparecen agrupados bajo el nombre genérico de vitalismo autores tan dispares como Bergson, Nietzsche, Ortega y Gasset,J

El vitalismo en filosofía se presenta como una doctrina contraria al racionalismo. Así, se puede entender la totalidad de la filosofía de Nietzsche como el intento más radical de hacer de la vida lo Absoluto. La vida no tiene un fundamento exterior a ella, tiene valor en sí misma. Y la vida entendida fundamentalmente en su dimensión biológica, instintiva, irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a partir de su oposición o afirmación respecto de la vida.

B. Pensamiento 8. El método genealógico

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El método genealógico será una de las aportaciones de Nietzsche a toda la filosofía del siglo XX, siendo aplicado en diversos campos por autores como Foucault, Deleuze o Derrida. Nietzsche aplica para desvelar el verdadero sentido de los conceptos este método, que consiste en estudiar el origen y la evolución de un concepto desde su sentido original hasta que adoptó el significado que se le da en el momento presente. Para ello aprovechará su carácter de filólogo para aproximarse a la Antigüedad y revelarnos una nueva interpretación crítica de la cultura occidental. Esta crítica se edificará sobre los pilares de dicha cultura:

• La metafísica originada en Grecia. • El cristianismo como discurso moral dominante. • La ciencia como modelo de verdad de la modernidad.

8.1 Apolo y Dionisos En su primera obra escrita y publicada –El nacimiento de la tragedia-, bajo la aparencia de una investigación filológica sobre el nacimiento y ocaso de la tragedia clásica griega, y empleando por primera vez el método genealógico, Nietzsche propuso una interpretación muy novedosa de la cultura helénica. Según su tesis, la visión del mundo y la cultura griegos aceptada habitualmente adolecía de un sesgo simplificador y, en definitiva, falsificador porque privilegiaba una cara de esa cultura, olvidando y negando otra. La cara privilegiada es la que Nietzsche representa mediante la figura del dios Apolo; la negada, la representada por el dios Dionisos. Con estas dos figuras Nietzsche identifica dos instintos, que caracteriza mediante categorías opuestas.

DIONISOS

APOLO

Arte del sonido, arte de la música Arte escultórica, arte de la imagen

La embriaguez El sueño

Infracción del Principium individuationis (principio de individualización): el éxtasis, el delirio, el exceso

Divinización del Principium indi- viduationis (principio de indivi- dualización): control del yo, equilibrio, mesura

La fealdad, lo desarmónico, la aceptación del dolor y el sufrimento

La belleza como proporción, armonía, negación del dolor (lo malo) y la violencia

El instinto, lo inconsciente Consciencia, racionalidad El sátiro: imagen primordial del ser humano, la naturaleza aun no sometida a las exigencias del conocimiento y la cultura

Sócrates: el desenvolvimiento exagerado de la racionalidad, la negación de los instintos espontáneos

Época de esplendor: fusión de Apolo y Dionisos. Sófocles y Esquilo: En definitiva, la concepción predominante de la cultura griega reducía ésta a imagen apolínea, cuando en realidad el mundo helénico se caracterizaba por la fusión integrada de los dos instintos. Esta fusión habría logrado su

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más completa expresión en la tragedia griega del período ático, tal y como aparece en las obras de Sófocles y Esquilo, concebida como “un coro dionisíaco que una y otra vez se descarga en un mundo apolíneo de imágenes” (Nacimiento de la Tragedia, 8). Por lo tanto, la representación del ideal cultural y estético del mundo clásico griego como un ideal de proporción, armonía y mesura sería una falsificación empobrecedora de la compleja realidad de ese mundo. Es este período, previo a Pericles (s. V a.C.) en donde también rige una religión politeísta que, junto con la moral heroica de la excelencia y del valor, afirmaban la vida. Inicio de la decadencia: privilegio de Apolo. Eurípides y Sócrates: Ahora bien, la imposición del ideal apolíneo habría comenzado ya en el propio mundo griego. Nietzsche identifica este giro en dos nombres: Eurípides y Sócrates: Eurípides sería el culpable del abandono de los elementos dionisíacos en la propia tragedia, aunque el gran inspirador de esa transformación sería Sócrates.

La visión que Nietzsche proporciona de Sócrates es, sin duda, históricamente muy discutible. Pero, más allá de su rigor histórico, la importancia de la diatriba antisocrática promovida por Nietzsche reside en el radical cuestionamiento, ya no sólo de la interpretación dominante sobre la cultura helenística, sino de la dirección predominante en todo el pensamiento occidental, que el ideal ilustrado pretendía llevar a su pleno cumplimiento, es decir, la entronización de la racionalidad lógica como criterio universal y exclusivo de valoración.

Para eso, comienza en discusión el lugar común según el cual el giro del mitos al logos, del pensamiento mítico y la narración simbólica, a la explicación lógica y el rigor conceptual, habría significado el paso del error a la verdad, entendida como el acercamiento más exacto al conocimiento del ser del mundo. De hecho, piensa Nietzsche, el ser del mundo es tan ajeno a la expresión conceptual como pueda serlo a la narración mítica. Las dos, en cualquier caso, son formas de mentira. El error del concepto –del discurso racional, lógico- es creerse verdadero. Y ese error es, acusa Nietzsche, el error socrático. Sócrates es “el hombre teórico”, “el prototipo del optimismo teórico” (Nacimiento de la Tragedia, 15), quien introduce en la cultura griega una unidireccionalidad que hasta entonces le era ajena: la creencia en la posibilidad de escrutar lo real hasta conocerlo en sí, a cambio del desprecio por la sensorialidad y la apariencia. El error socrático es, justamente, convertir la verdad, entendida al exclusivo modo de las reglas de la lógica, en el máximo bien, y el error, entendido como cualquier otro discurso con respecto al propio de la lógica (el primer principio de ésta es que un juicio no puede ser a la vez verdadero y falso) en el “mal en sí”.

Por eso la razón, el ideal de racionalidad entendido al modo excluyente que Nietzsche atribuye a Sócrates, puede ser identificado con un modo de tiranía y fanatismo.

Non se piense que tal tiranía puede ser corregida mediante el expediente democrático, es decir, recurriendo al consenso de la mayoría como dictaminador, ya no de la verdad, sino de lo más verosímil o, simplemente, de lo útil. Curiosamente, Sócrates aparece como paladín ideológico de la democracia, la cual, en la interpretación de Nietzsche, sería la manifestación de la decadencia de ese ideal. La dialéctica socrática, instrumento de la tiranía de la razón, es, para Nietzsche, el medio por el cual “la plebe sube hasta la

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cumbre”, desplazando el “gusto selecto” de las élites aristocráticas que hasta allí venían rigiendo los criterios culturales y políticos de los griegos. La consolidación de la decadencia. Platón: Platón cae también bajo la misma acusación de racionalismo exclusivista. Su teoría de los dos mundos (mundo de las ideas y mundo sensible) es para Nietzsche perfecta manifestación de la mentira de la razón: incapaz ésta de dar cuenta de la totalidad de lo real, inventa una realidad (el mundo de las ideas) a su imagen, proclamándola la única verdadera, y desterrando la riqueza del mundo de la sensorialidad al ámbito de lo aparente y de la opinión. Frente al dualismo platónico (que, por otra banda, cree Nietzsche observar en toda la tradición filosófica occidental), con su procura de lo inteligible verdadero y su rechazo de lo sensible aparente, Nietzsche reivindicará la sensorialidad: los sentidos no mienten, “no mienten en absoluto”. Si la sensibilidad es apariencia, como él mismo admite, entonces el mundo todo es apariencia. Heráclito tiene razón: “...el ser es una ficción vacía. El mundo aparente es el único: el mundo real es sólo una mentira...”. El arte como salvación: ¿Son el mundo y la vida absurdos sin sentido, azarosas presencias incomprensibles? Aparece el arte como recurso redentor: “...el arte, como un mago que salva y que cura: únicamente ella es quien de dar la vuelta a esos pensamientos de náusea sobre lo espantoso o absurdo de la existencia convirtiéndolos en representaciones con las que se puede vivir...”. Esta es la única justificación posible que el hombre puede legítimamente procurar para la existencia y el mundo.

Pero para que esa justificación sea plausible, la creación artística debe aspirar a integrar los dos instintos o potencias artísticas –lo dionisíaco y lo apolíneo- que pujan en la naturaleza humana, sin que ninguno de los dos abochorne y niegue la presencia del otro. Eso es lo que conseguirá la tragedia clásica pre-euripídea. Eso es lo que por un momento piensa Nietzsche que consiguió Wagner con sus óperas, si bien, posteriormente se desdirá de esa evaluación, decepcionado por la orientación de las últimas obras del compositor. 9. Crítica de la cultura occidental: El nihilismo

La filosofía de Nietzsche supondrá un enfrentamiento radical con buena parte de la tradición filosófica occidental, oponiéndose a su dogmatismo, cuya raíz sitúa en Sócrates, Platón y la filosofía cristiana. La distinción y oposición, realizada en sus primeras obras, entre lo apolíneo y lo dionisíaco, le llevará a desarrollar una original interpretación de la historia de la filosofía, según la cual el pensamiento se verá sometido a un alejamiento de la vida, a partir de la reflexión socrática, que le llevará a oponerse a ella, negándola mediante la invención de una realidad trascendente dotada de características de estabilidad e inmutabilidad, justo las contrarias de las que posee la única realidad que conocemos, contradictoria y cambiante. 9.1 La crítica de la metafísica Nietzsche se opone al dualismo ontológico, fiel reflejo del dualismo platónico: - Este mundo, sensible e imperfecto - El otro mundo, suprasensible y perfecto, fundamento de aquel.

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Según tal concepción, la realidad queda escindida en dos ámbitos: una realidad suprasensible, estática e imperecedera, frente a una realidad cambiante, sensible, perecedera... que es el producto residual, "despreciable" de la anterior. Frente a este esquema ontológico reaccionará Nietzsche esgrimiendo tres objeciones:

1. La infravaloración de la realidad sensible se debe a su mutabilidad, mientras que la razón humana opera con categorías inmutables (conceptos); pero el hecho de que la razón funcione con tales categorías no demuestra la "imperfección" ni la "dependencia" del mundo sensible, sino sólo la inadecuación de la razón para conocerlo... ¿Y si la razón no fuera la facultad adecuada para conocer el mundo?¿Es posible acceder de forma no racional al conocimiento del mundo? ¿Es la razón nuestra única posibilidad cognoscitiva?

2. El mundo suprasensible no es más que una ilusión, una ficción, una fantasía construida como negación del mundo sensible, única realidad para nosotros.

3. Recurrir a un mundo suprasensible lo interpreta, pues, como una reacción anti-vital, como una negación de la vida, (vida que está marcada por el sufrimiento tanto como por la alegría), como una venganza contra la naturaleza, propia de espíritus ruines que odian la vida, un producto del resentimiento contra la vida. Incapaces de aceptar un destino trágico, los hombres se rebelan contra esa vida que les aboca al sufrimiento y la niegan, convirtiéndola en un mero residuo de otra realidad, perfecta ésta, donde ahogan su resentimiento.

9.2 La crítica de la moral Nietzsche acusa a la moral platónico-cristiana de antinatural por ir en contra de los instintos vitales. Su centro de gravedad no está en este mundo, sino en el más allá, en la realidad en sí, o en el mundo sobrenatural del cristianismo. Se trata de una moral trascendente que no gira en torno al hombre, sino en torno a Dios y que impone al hombre un rechazo de su naturaleza, una lucha constante contra sus impulsos vitales, por lo que significa un rechazo general de la vida, de la verdadera realidad del hombre, en favor de una ilusión generada por el resentimiento contra la vida. Tal moral es síntoma y expresión de la decadencia de la cultura occidental.

La genealogía de la moral es una de las obras centrales del pensamiento moral de Nietzsche. En ella estudia la distinción bueno/malo, bueno/malvado, tratando de desenmascarar la moral de los esclavos.

Para Nietzsche “bueno” no es sinónimo de no egoísta, como pensaban los utilitaristas ingleses. La bondad se identifica con el mismo modo de ser de los nobles. “Bueno” es lo que hace el noble, el aristócrata. LLegó a esta conclusión a través del análisis filológico de las palabras. Comprobó que en todas las lenguas, “noble”, “aristocrático” son el origen a partir del cual se desenvolvió luego la palabra “bueno”. Paralelas simétricamente a estas palabras y estados de ánimo, aparecen “vulgar”, “plebeyo”, “bajo”, palabras que pasan a significar el concepto de “malo”. Por lo tanto, “noble” se identifica con “bueno”, y “plebeyo” con “malo”.

Hay dos tipos de moral deudoras de dos tipos de ser: La moral de los nobles era una moral creadora, liberadora de las energías

vitales.

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La moral de los esclavos, de los débiles, es aquella que enajena la acción de los individuos en virtud de un mandato divino (caso de la moral cristiana), de la sociedad (moral socialista) o de la conciencia (moral kantiana del deber por el deber). Los “débiles” son los incapaces de asumir el carácter trágico de la vida; y, como consecuencia, necesitan de un transmundo (el “mundo de las ideas” platónico, el “cielo” cristiano, el “deber puramente formal” kantiano, la “sociedad igualitaria y feliz del futuro” socialista, etc.) en el que refugiarse. “Esclavo” es, para Nietzsche, todo el que no es capaz de darse libremente su propia norma de actuación, todo el que sigue sistemas gregarios de moral (la moral de las iglesias, de los partidos, de la patria, o del Estado); por esta razón, a la moral de esclavos la denomina también moral de rebaño.

Considera, además, que toda la metafísica occidental es un producto de diversos tipos de moral. La moral es la que dice lo que está bien y lo que está mal. Es, por lo tanto, la que decide los valores por los que se rigen los individuos.

Estos valores son los que, en último término, mueven a los individuos a la hora de adoptar una teoría acerca del mundo, de la realidad o del ser. Puesto que la moral es la que fundamenta la metafísica, esa moral de esclavos que fue la dominante en la historia occidental generó una metafísica de esclavos. La metafísica sería o desenvolvimiento teórico de determinado tipo de valoración del mundo (de aquel, precisamente, que desprecia el “mundo sensible” a beneficio del “suprasensible”).

Lo que Nietzsche critica fundamentalmente en la moral, es que ésta lleva a la decadencia, a la aniquilación de la voluntad del hombre cristiano-occidental, al nihilismo. A fuerza de propugnar el “desinterés”, la acción al servicio de entes meramente formales, de rechazar el egoísmo, la acción, en lo que tiene de más propio, se desvaloriza y condena al sujeto a una anemia de la voluntad.

Nietzsche critica, así mismo, la moral de la compasión, base de la moral cristiana (que es asumida igualmente por Schopenhauer pese a su declarado anticristianismo). Moral que, al identificarse con que en el hombre hay de sufriente, con la debilidad humana, colabora a debilitar la propia voluntad humana, preparando a los individuos para mejor acoplarse al rebaño, a la uniformización general. 9.3 La crítica del conocimiento

Al margen de las diversas posturas defendidas por autores o escuelas

diferentes, cabe decir que el concepto mismo de verdad, en lo esencial, permanece incuestionado: la verdad es la adecuación entre la idea o el juicio y la cosa (teoría de la adecuación o adaequatio rei et intellectus). Todas las escuelas, de un modo o de otro, aceptaban unas condiciones básicas: hay algo, cosas, realidad, mundo, objeto posible del conocimiento; el sujeto del conocimiento dispone de instrumentos (percepción, entendimiento, razón) por medio de los que puede captar (conocer) ese algo, y otros (lenguaje natural, lenguaje formal) con los que expresar lo captado o conocido; finalmente, todos también, hasta cierto punto, coincidían en conceder al discurso conceptual el más alto grado en cuanto a la capacidad de representación del conocimiento verdadero.

La singularidad de Nietzsche reside justamente en romper frontalmente con este marco de coincidencias. Su filosofía niega toda posibilidad de conexión

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entre las facultades de conocer y el mundo exterior, que en él deviene de cognoscible en radicalmente incognoscible (la percepción exacta –es decir, la expresión adecuada de un objeto en el sujeto- es un absurdo contradictorio”, dirá en “Verdad y mentira en sentido extramoral”, 1).

¿No hay verdad para Nietzsche? En el sentido clásico de correspondencia entre la idea o el juicio y la cosa, no. Sujeto y objeto constituyen, piensa, “dos esferas absolutamente dispares” (ibid.), entre las cuales no es posible tender ningún puente discursivo que garantice coincidencia entre lo que un ámbito es, y lo que el otro ámbito dice o expresa. La exactitud no es posible. Sólo admite un cierto puente, que se caracteriza precisamente por la renuncia explícita a toda exactitud: una “transposición indicativa”, poética, meramente aproximativa, estética, en definitiva. Todo discurso, por más exacto que se pretenda, no es ni puede ser otra cosa que una ficción más o menos expresiva o eficaz, nunca exacta. Todo discurso es siempre metáfora, es decir, una imagen aproximativa pero definitiva e inevitablemente otra con respecto a lo por ella representado.

Pero aun así Nietzsche reconoce grados en los discursos. Grados, si no de verdad, de mentira. Lo que hace que el discurso conceptual sea especialmente mentiroso es justamente su pretensión de ser verdad exclusiva, de no reconocer su carácter meramente ficcional, imaginario. En el análisis de la construcción de los conceptos evidencia la inútil pretensión de reducir a unidad ideal (el concepto de “mesa” o de “honradez”) lo que es plural, suma imposible de múltiples singularidades únicas y diversas (las mesas, los actos honrados).

Una vez más, por debajo del ataque al concepto asoma el rechazo del dualismo platónico. Por eso la máxima dureza la reserva para la metafísica, mientras, especialmente en las obras del llamado segundo período, se muestra mucho más benévolo con la ciencia. Ésta, por lo menos, no comparte el inaceptable alejamiento de la sensorialidad. En tanto que en la ciencia se recurre a métodos que permiten afinar la percepción sensorial, ésta no está, como acontece con la metafísica, e incluso con las ciencias formales (lógicas y matemáticas), totalmente de espaldas a la realidad. 9.4 Las consecuencias de la metafísica y de la moral occidental: la

“muerte de Dios” y el “nihilismo”. Si Dionisos representaba todo lo vital, las pasiones fuertes, la música, etc.,

con la llegada del platonismo a Grecia y su reinterpretación cristiana posterior, los valores se invierten y todo lo vital es condenado en beneficio del mundo suprasensible. Esta desvaloración del mundo sensible, tiene que conducir, a través de dos milenios de dominio cristiano, al nihilismo. Por nihilismo (de nihil, “nada”) entiende la capacidad para querer, para valorar afirmativamente. Es la negación de la voluntad.

9.4.1 La muerte de Dios

La consumación del nihilismo se produce en la modernidad cuando Dios mismo y el mundo suprasensible pierden su valor. Esto lo simboliza con la expresión “Dios murió”. Con el término “Dios” se refiere a toda forma de realidad suprasensible (tanto el Dios cristiano, como el mundo de las Ideas platónico, o cualquier orden conceptual inteligible del mundo); y con la expresión “murió” da un paso más allá del simple ateísmo para considerar a

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Dios como un valor que rige durante los dos últimos milenios y que finalmente se desvaneció.

9.4.2 El “nihilismo”

El nihilismo es una consecuencia del aniquilamiento de la voluntad,

provocado por la metafísica (que desvaloriza el mundo) y por la moral (que condena toda acción interesada, frente a la que defiende un mundo idealista quimérico). Nietzsche encuentra dos aspectos distintos de nihilismo:

• Nihilismo en su aspecto negativo: constituye la esencia de la tradición platónica-cristiana. La metafísica, al someter a una devaluación al mundo sensible (lo único real), arrastró consigo una voluntad de nada. Avocó al europeo a un vacío que tiene su máxima expresión con la muerte de Dios en la modernidad. La muerte de Dios es el paso final que conduce al nihilismo, a una radical falta de sentido. El pueblo, la masa de los que no creen en Dios, no se dio cuenta todavía. Hacen bromas porque son superficiales, siguen haciendo su vida normal de todos los días y no llegaron a entender que si Dios murió, el mundo se volcó radicalmente diferente, pues, aquello que le daba sentido, “el sol en torno al que nos movíamos” desapareció.

• Nihilismo en su aspecto positivo: el propio nihilismo, que es una voluntad de negación, llevará, en último término, a negar los propios valores que conducen al nihilismo (la filosofía y la moral platónico- cristiana), por lo que se despejará el camino para la instauración de nuevos valores. Esta instauración de nuevos valores es asumida por Nietzsche como tarea personal en la parte de su obra que denomina “transvaloración de todos los valores”.

10. La voluntad de poder y el Superhombre 10.1La transvaloración de todos los valores

Si los valores dominantes hasta ahora conducían al colapso o a la debilitación de la cultura occidental, Nietzsche se propone organizar un nuevo sistema conceptual que no implique una desvalorización del mundo sensible ni de la voluntad de acción del hombre, y que, por lo tanto, tiene de superar el nihilismo actual. Con su filosofía positiva o afirmativa iniciará el intento de constituir todo un nuevo sistema de valores y de describir el tipo humano capaz de asumirlos: “el superhombre”.

Categorías fundamentales en su intento de organizar este nuevo sistema de valores son las de voluntad de poder y eterno retorno de lo mismo.

10.2 La voluntad de poder

Nietzsche entiende la voluntad de poder como el carácter más esencial de

la vida, vida es voluntad de poder. Aunque la expresión “voluntad de poder” es oscura y ambigua, podemos aproximarnos a su significado mostrando en principio contra qué va dirigida.

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1. En primer lugar, contra el sentido que tiene la expresión schopenhaueriana “voluntad de vivir”. Según Nietzsche lo que ya está vivo no quiere vivir, como pretendía Schopenhauer, sino que quiere más, quiere lo que aún no es, quiere poder. Se puede decir, en este sentido que la vida es voluntad de poder.

2. La emplea también contra la supuesta “voluntad de verdad” que sería consustancial al género humano según algunos pensadores. Tal voluntad de verdad no existe ya que lo que importa no es la verdad, sino aquello que refuerza a la vida, que la intensifica, y si la mentira, el engaño, la apariencia, sirven mejor a la vida que la verdad (como en el caso del arte) entonces peor para la verdad.

3. Tampoco se debe entender que voluntad de poder significa aspirar al poder, porque tal aspiración supondría una subordinación del individuo a los mecanismos sociales, políticos, o incluso psicológicos, de los que depende el poder (tal como se entiende corrientemente el poder). Es decir, no es a ocupar un alto cargo político, militar o social sin más, al que la voluntad aspira. Tal voluntad seguiría siendo la de un esclavo que sigue rigiendo su vida por lo ya establecido. La expresión “voluntad de poder” hay que entenderla mejor como “voluntad afirmativa de crear” o simplemente “voluntad de crear”. Hay que tener en cuenta que el modelo de hombre superior es para Nietzsche el artista.

6.2 El eterno retorno de lo mismo El eterno retorno de lo mismo es, junto con la idea de Voluntad de poder, otro término central y oscuro de la “filosofía positiva” de Nietzsche. La idea de eterno retorno está presente en el pensamiento griego: Heráclito, Pitágoras y Platón defienden una visión circular y cíclica del tiempo. Nietzsche también afirma que lo que ahora contece ya tuvo lugar otras veces. La idea de tiempo de Nietzsche se opone a la visión lineal de las religiones, en las que un hecho transcendental da sentido al pasado histórico y facilita claves para visionar el sentido del futuro. La visión nietzscheana del tiempo es cerrada e intramundana. Todo se explica desde este mundo. El eterno retorno significa superar el horror y la asfixia de aferrarse a la tierra. Se trata de decidir cuál es el valor del mundo. Sólo quien asume totalmente la vida en este mundo sensible, quien es capaz de amar sin tapujos este mundo y asumirlo, es capaz de soportar la idea del Eterno Retorno de lo Mismo. Nietzsche considera que éste es su pensamiento central, pues la idea del Eterno Retorno de lo Mismo divide en dos a la humanidad: 1. Por un lado, aquellos capaces de decir sí a la vida (a la vida en general y

a la suya en particular) se sentirán transportados a un mundo más pleno. Obviamente, si cada instante es eterno el valor de nuestras vidas es inconmensurable, y no hay ningún supramundo que pueda adquirir un valor superior.

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2. Por otro, aquellos para los que este mundo no es más que fuente de dolor, algo despreciable, sentirán caer sobre sí mismos “la carga más pesada”, la vida se les volverá intolerable.

Por esta razón, el Eterno Retorno de lo Mismo selecciona a los hombres en dos grandes grupos:

1. Por un lado el hombre superior, el hombre trágico. 2. Por otro, el esclavo, que no podrá seguir soportando la vida en esta

tierra, ya que la promesa de cualquier cielo futuro carecerá de valor (si cada instante es eterno su valor es infinito, pero además, si cada instante es eterno no hay forma de escapar de él).

La idea del Eterno Retorno de lo Mismo, es el eje central de la “nueva moral” propugnada por Nietzsche. Moral que podríamos formular así: “Puedes hacer lo que quieras, pero lo que hagas lo tienes que querer de verdad”. Es decir, lo que hagas, sea lo que sea, retornará infinitas veces, luego, todo querer a medias es imposible. El valor de tu acción será siempre infinito. No podrás excusar cualquier bajeza con el pretexto de “una vez y no más”.

6.3 El superhombre

Lo que Nietzsche entiende por superhombre no es una evolución biológica del hombre (aunque en algunos pasajes parezcaa entenderlo así). Por superhombre entiende el individuo capaz de asumir la idea del Eterno Retorno de lo Mismo. El superhombre es lo que está más allá del hombre en el sentido de que dejó atrás la miseria humana, el nihilismo, el resentimiento, la mezquindad. Es el hombre que vive la vida de modo absolutamente afirmativo. Y que superó, por tanto, toda visión moral del mundo (entendiendo por moral la renuncia, el sometimiento a valores extramundanos, etc.).

Algunos intérpretes consideran que hay cierto paralelismo entre el superhombre de Nietzsche y el hombre desalienado de Marx.

El amor eterno hacia la vida hace que el hombre se supere continuamente, el hombre es sólo un puente hacia el superhombre, en Zaratrustra expone la metamorfosis del espíritu, que atraviesa tres fases. Camello, león y niño. Camello: simboliza los que obedecen ciegamente, se arrodillan para que les pongan la carga, soportan las obligaciones sociales. León: simboliza el momento nihilista, que niega los valores tradicionales. Niño: es cuando se libera de los prejuicios, crea una tabla nueva de valores. El cristianismo ha domesticado al hombre, la nueva moral del superhombre la libera. El hombre superior no hace caso de los prejuicios de la gente. No cree en la igualdad, afirmo que esta igualdad es una artimaña de los débales de espíritu, cristianos y socialistas. El hombre como animal de rebaño debe rechazarse, si Dios a muerto solo queda el hombre como posibilidad abierta del superhombre, este superhombre se ríe de los valores del mundo suprasensible.

10 Proyección

Pocos filósofos contemporáneos influyeron más que Nietzsche en los

destinos de Occidente. Oteó la crisis de los fundamentos culturales que tenían

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que revolucionar nuestro tiempo, y a su doctrina pretende partir de la superación de esa crisis. Cuestiona la metafísica y la ética de los griegos, la moral y la teología judeocristianas, la filosofía y la ciencia modernas, y el culto de Europa a su cultura científica y artística. Con todo, al preconizar la negación de valores antiguos, anima a afirmar otros nuevos. De ahí la espada de dos filos con que la vanguardia del s. XX, al tiempo de derribar estructuras hechas, traza el perfil de estructuras por hacer. En estética, por ej., ¿cómo comprender sin Nietzsche el odio de los futuristas italianos a los museos y su amor a la agilidad, la fuerza, la velocidad?; ¿o la destrucción analítica de formas practicada por el primer cubismo en la búsqueda de la visión superadora, inédita? Además ejerció una gran influencia sobre personajes como Thomas Mann, Hermann Hesse, Robert Musil, André Gide, Rilke, etc. En la filosofía posterior a Nietzsche se siente su influjo en varias corrientes:

• El neokantismo de Berlín, pasado por Nietzsche, engendró la filosofía de la vida de Georg Simmel.

• La fenomenología debe a Nietzsche gran parte de la teoría de los valores de Max Scheler.

• Las filosofías de la existencia produjeron exégetas de Nietzsche tan agudos como Martin Heidegger y Karl Jaspers.

• En la Alemania que aclamó al nietzscheano Spengler entre sus primeros historiadores, el nazismo iba a servirse de Nietzsche para justificar los excesos de Hitler. Conviene, pues, para comprender nuestra época, una interpretación clara e imparcial de Nietzsche.

• Los postmodernos, en algunos casos a través de la lectura que de la obra de Nietzsche hace Heidegger, recogen su crítica de la noción de verdad, algo que se refleja en la concepción de aquellos del discurso como relato.

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Textos propostos polo Grupo de Traballo para a

preparación das PAAU

Textos Ficha 7 Nietzsche F. NIETZSCHE–texto 1

Nietzsche, O crepúsculo dos deuses Como o “mundo verdadeiro” deu finalmente en fábula. Historia dun erro. 1. O mundo verdadeiro acadable para o sabio, o piadoso, o virtuoso, –el vive nel, el é ese mundo. (A forma máis antiga da idea, relativamente intelixente, simple, convincente. Transcrición da tese “eu, Platón, son a verdade”) 2. O mundo verdadeiro, polo de agora inacadable, prometido, porén, para o sabio, o piadoso, o virtuoso (“para o pecador que fai penitencia”) (Progreso da idea: tórnase máis sutil, máis insidiosa, máis incomprensible, –faise femia, faise cristiá…) 3. O mundo verdadeiro, inacadable, indemostrable, imprometible, mais, en canto pensado, un consolo, un deber, un imperativo. (No fondo o vello sol, mais a través da néboa e o escepticismo; a idea faise sublime, pálida, nórdica, königsbergiana ) 4. O mundo verdadeiro – inacadable? En todo caso, inacabado. E en canto inacabado tamén descoñecido. En consecuencia, tampouco consolador, salvador, obrigatorio: por que había de obrigarnos algo descoñecido? (Mañá gris, primeiro bocexo da razón. Canto do galo do positivismo) 5. O “mundo verdadeiro” – unha idea que xa non serve para nada, xa nin tan sequera obrigatoria, –unha idea que se tornou inútil, superflua, unha idea xa que logo desmentida: ¡eliminémola! (Día claro; almorzo; retorno don bon sens e da ledicia; rubor de Platón; barullo infernal de todos os espíritos) 6. Eliminamos o mundo verdadeiro: que mundo nos queda? o aparente tal vez?... Pois non! Co mundo verdadeiro eliminamos tamén o mundo aparente!!! (Mediodía; instante da sombra máis curta: final do máis grande erro: apoxeo da humanidade: INCIPIT ZARATHUSTRA) F. NIETZSCHE; O crepúsculo dos deuses. Trad. Rafael Martínez (USC) Königsberg, capital da Prusia oriental, onde naceu e viviu I. Kant. F. NIETZSCHE–texto 2

Nietzsche, Fragmentos póstumos 1887-1889 Crítica do nihilismo. 1. (…) O nihilismo como estado psicolóxico ten aínda unha terceira e derradeira fórmula. Dados estes dous recoñecementos, que co devir nada se obtén e que non hai unidade que rexa o devir, na cal o singular poida subsumirse completamente como nun elemento do máis alto valor: non queda máis saída que condenar como fraude todo este mundo do devir e imaxinar un mundo que queda alén daquel, en canto mundo verdadeiro. Mais non ben o home vai tras el, como queira que ese mundo está construído

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apenas de necesidades psicolóxicas e para iso carece de todo dereito, xorde así a derradeira forma do nihilismo, a cal se cifra na falta de fe nun mundo metafísico –que se prohibe a crenza nun mundo verdadeiro . Chegados a este punto cómpre admitir a realidade do devir como única realidade, fica vedado calquera tipo de camiño oculto aos transmundos e falsas divindades – mais non se atura este mundo que xa nin queremos negar… No fondo ¿que sucedeu? Chegamos ao sentimento de ausencia de valor cando comprendemos que non é lícito interpretar o carácter total da existencia nin co concepto de “fin”, nin co concepto de “unidade”, nin co concepto de “verdade”. Con eles non se obtén nin se acada nada; a multiplicidade do acontecer carece dunha unidade que a transcenda: o carácter do existir non é “verdadeiro”, é “falso”…, non hai xa absolutamente ningunha razón para non quitar da cabeza a idea dun mundo verdadeiro… En suma: retiramos agora as categorías “fin”, “unidade”, “ser”, coas que nós engadimos un valor ao mundo – e agora o mundo aparece sen valor… F. NIETZSCHE; Fragmentos póstumos 1887-1889. II [99] / (351) Trad. de Rafael Martínez (USC) F. NIETZSCHE–texto 3

Nietzsche, A gaia ciencia, ("la gaya scienza") 341. O peso máis grande.— ¿E se un día ou unha noite un demo vai tras de ti ás agachadas deica a máis solitaria das túas soidades e che di: “Esta vida, como ti agora a vives e como a tes vivido, terala que vivir unha vez máis e innumerables veces máis; e nela non haberá nada novo, senón que cada dor e cada pracer e cada pensamento e suspiro e todo o indiciblemente pequeno e grande da túa vida terá que tornar a ti, e todo na mesma orde e sucesión – e así esta araña e este luar entre as árbores, e así este intre e eu mesmo. ¡O eterno reloxo de area da existencia é virado sempre de novo – e ti con el, migalliña de po!”? ¿Non te botarías polo chan renxendo os dentes e maldicindo o demo que así che falou? ¿Ou é que ti algunha vez viviches un instante inmenso, no que lle responderías: “ti es un deus e eu nunca oín nada tan divino”? Se tal pensamento se apoderase de ti, tal como ti es agora te transformaría e quizá te esmagaría; ¡a pregunta sobre todas e cada unha das cousas “¿queres isto outra vez e innumerables veces máis?” gravitaría sobre a túa acción como o peso máis grande! Ou, ¿como terías que estar reconciliado contigo mesmo e coa vida para non desexar xa nada máis que esta última eterna confirmación e resolución? F. NIETZSCHE; A gaia ciencia («la gaya scienza») L. IV, Sanctus Januarius. Trad. de Rafael Martínez (USC)