necesidad y fin del arte - george w. f. hegel

10
NECESIDAD Y FIN DEL ARTE Georg W. F. Hegel* En el umbral de toda ciencia se presenta esta doble cuestión: ¿ Exis- te el objeto de esta ciencia? ¿Cuál es? En las ciencias ordinarias no presenta dificultad alguna la pri- mera de estas dos cuestiones. Incluso, no se plantea. Sería ridículo preguntarse si en geometría hay una extensión; en astronomía, si el sol existe. Sin embargo, incluso en el círculo de ciencias no filosó- ficas, puede surgir la duda sobre la existencia de su objeto, como en la psicología experimental y en la teología propiamente dicha. Cuando estos objetos no nos son dados por los sentidos, sino que los hallamos en nosotros como hechos de conciencia, podemos pregun- tarnos si no son más que simples creaciones de nuestro espíritu. Así, lo bello ha sido representado como no teniendo realidad fuera de nosotros mismos, sino como un sentimiento, como una fruición, como algo puramente subjetivo. Esta duda y esta cuestión despiertan en nosotros la necesidad más elevada de nuestra inteligencia, la verdadera necesidad cientí- fica, en virtud de la cual un objeto no puede sernos propuesto sino a condición de ser demostrado como necesario. Esta demostración científicamente desarrollada satisface a la vez las dos partes del problema. Da a conocer, no sólo si el objeto es. sino qué es. En lo que concierne a lo bello en las artes y para probar que es necesario, habría que demostrar que el arte o lo bello son resultados de un principio anterior. Estando fuera de nuestra ciencia este prin- cipio, no nos queda más que aceptar la idea del arte como una es- * Hegel, De lo bello y sus formas (Estética), Col. Austral, Espasa-Calpe, Argentina, Buenos Aires, 1946, pp. 33-45. Versión española de la traduc- ción francesa de Charles Bénard de las Lecciones sobre la estética, publi- cadas con el título de Esthétique, 2 vols., París; 1875., Estas lecciones fueron recogidas por el discípulo de Hegel, G. Hotto, quien inició su pu- blicación en 1835, es decir, cuatro años después de la muerte de su maestro. De lo bello y sus formas es el primero de los tres volúmenes que, en esta edición española, presentan la estética hegeliana. Los otros dos llevan en ella, respectivamente, los títulos de Sistema de las arta y Poética. 71

Upload: monchie-horror

Post on 26-Oct-2015

308 views

Category:

Documents


6 download

TRANSCRIPT

Page 1: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

NECESIDAD Y FIN DEL ARTE

Georg W. F. Hegel*

En el umbral de toda ciencia se presenta esta doble cuestión: ¿ Exis-te el objeto de esta ciencia? ¿Cuál es?

En las ciencias ordinarias no presenta dificultad alguna la pri-mera de estas dos cuestiones. Incluso, no se plantea. Sería ridículopreguntarse si en geometría hay una extensión; en astronomía, si elsol existe. Sin embargo, incluso en el círculo de ciencias no filosó-ficas, puede surgir la duda sobre la existencia de su objeto, comoen la psicología experimental y en la teología propiamente dicha.Cuando estos objetos no nos son dados por los sentidos, sino que loshallamos en nosotros como hechos de conciencia, podemos pregun-tarnos si no son más que simples creaciones de nuestro espíritu. Así,lo bello ha sido representado como no teniendo realidad fuera denosotros mismos, sino como un sentimiento, como una fruición,como algo puramente subjetivo.

Esta duda y esta cuestión despiertan en nosotros la necesidadmás elevada de nuestra inteligencia, la verdadera necesidad cientí-fica, en virtud de la cual un objeto no puede sernos propuesto sinoa condición de ser demostrado como necesario.

Esta demostración científicamente desarrollada satisface a la vezlas dos partes del problema. Da a conocer, no sólo si el objeto es.sino qué es.

En lo que concierne a lo bello en las artes y para probar que esnecesario, habría que demostrar que el arte o lo bello son resultadosde un principio anterior. Estando fuera de nuestra ciencia este prin-cipio, no nos queda más que aceptar la idea del arte como una es-

* Hegel, De lo bello y sus formas (Estética), Col. Austral, Espasa-Calpe,Argentina, Buenos Aires, 1946, pp. 33-45. Versión española de la traduc-ción francesa de Charles Bénard de las Lecciones sobre la estética, publi-cadas con el título de Esthétique, 2 vols., París; 1875., Estas leccionesfueron recogidas por el discípulo de Hegel, G. Hotto, quien inició su pu-blicación en 1835, es decir, cuatro años después de la muerte de sumaestro. De lo bello y sus formas es el primero de los tres volúmenes que,en esta edición española, presentan la estética hegeliana. Los otros dosllevan en ella, respectivamente, los títulos de Sistema de las arta y Poética.

71

Page 2: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

pecie de lema o corolario; lo que, por lo demás, tiene lugar en todaslas ciencias filosóficas cuando se las trata aisladamente; pues, for-mando todas parte de un sistema que tiene por objeto el conoci-miento del universo como un todo organizado, están en mutuarelación y se suponen recíprocamente. Son como los anillos de unacadena que se cierra sobre sí misma, formando un círculo Así, de-mostrar la idea de lo bello por su naturaleza esencial y necesaria,es una tarea que no debemos realizar aquí y que pertenece a laexposición enciclopédica de la filosofía en su totalidad.

Lo que es pertinente hacer en esta introducción, es examinar losprincipales aspectos bajo los cuales el sentido común se representaordinariamente la idea de lo bello en el arte. Este examen críticonos servirá de preparación para la inteligencia de los principios máselevados de la ciencia. Colocándonos en el punto de vista del senti-do común, vamos a someter a examen las siguientes proposiciones:

a) El arte no es un producto de la naturaleza, sino de la actividadhumana.

b) Está esencialmente hecho para el hombre y, como se dirige a lossentidos, recurre más o menos a lo sensible.

c) Tiene su fin en sí mismo.

a) El arte como producto de la actividad humana

A esta manera de considerar el arte se ligan varios prejuicios quees necesario refutar.

1° Encontramos primero la vulgar opinión de que el arte seaprende conforme a reglas. Pero lo que los preceptos pueden comu-nicar se reduce a la parte exterior, mecánica y técnica del arte; laparte interior y viva es el resultado de la actividad espontánea delgenio del artista. El espíritu, como una fuerza inteligente, saca de supropio fondo el rico tesoro de ideas y formas que desparrama porsus obras.

Sin embargo, para evitar un prejuicio no es preciso caer en el otroextremo, diciendo que el artista no tiene necesidad de la propiaconciencia, porque en el momento que crea debe encontrarse en unestado particular del alma que excluye la reflexión; a saber, la inspi-ración. Sin duda, hay en el talento y en el genio un elemento que nobrota más que de la naturaleza; pero necesita ser desenvuelto porla reflexión y la experiencia. Además, todas las artes tienen un ladotécnico que no se aprende más que por el trabajo y el hábito. Elartista necesita, para no verse detenido en sus creaciones, esa habi-

72

Page 3: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

lidad que le confiere maestría y le permite disponer fácilmente delos materiales del arte.

Pero esto no es todo: cuanto más alto esté colocado el artista enla escala del arte, más debe haber penetrado en las profundidadesdel corazón humano. Bajo este aspecto hay diferencia entre las ar-tes. El talento musical, por ejemplo, puede desarrollarse en unaextremada juventud, aliarse a una gran mediocridad de espírituy a la debilidad de carácter. Otra cosa ocurre con la poesía. Es aquí,sobre todo, donde el genio, para producir algo maduro, sustancialy perfecto debe haberse formado en la experiencia de la vida ypor la reflexión. Las primeras producciones de Schiller y Goethese hacen notar por la carencia de madurez, por un verdor salvaje ypor una barbarie aterradora. Fue a una edad madura a la quese deben esas obras profundas, plenas y sólidas, frutos de una ver-dadera inspiración, y trabajadas con esta perfección de forma queel viejo Hornero ha sabido dar a sus cantos inmortales.

2o Otra manera de ver, no menos errónea, con respecto al arteconsiderado como producto de la actividad humana, se refiere allugar que ocupan las obras de arte comparadas con las de la natu-raleza La opinión vulgar juzga las primeras como inferiores a lassegundas, basada en el principio de que lo que sale de las manosdel hombre es inanimado, mientras que los productos de la natura-leza son orgánicos, vivientes en su interior y en todas sus partes. Enlas obras de arte la vida no es más que una apariencia superficial;el fondo es siempre de madera, de tela, piedras o palabras.

Pero no es esta realidad exterior y material la que constituye laobra de arte; su carácter esencial es el ser una creación del espíritu,el pertenecer al dominio del espíritu, el haber recibido el bautismodel espíritu; en una palabra, no representar más que lo que ha sidoconcebido y ejecutado bajo la inspiración y la voz del espíritu. Aque-llo que nos interesa verdaderamente, es lo realmente significativo enun hecho o en una circunstancia, en un carácter, en el desenvolvi-miento o desenlace de una acción. El arte lo aprehende y nos lomanifiesta de manera más viva, más pura y clara que como se en-cuentra en los objetos de la naturaleza o en los hechos de la vidareal. He aquí por qué las creaciones del arte son más elevadas quelos productos de la naturaleza. Ninguna existencia real expresa loideal como lo expresa el arte.

Por otra parte, bajo la relación de la existencia exterior, el espí-ritu sabe dar a aquello que saca de sí mismo, a sus propias creacio-nes, una perpetuidad, una duración que no tienen los seres perece-deros de la naturaleza.

73

Page 4: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

3" Esta elevada posición propia de las obras de arte, sufre tam-bién la crítica de otro prejuicio del sentido común. La naturalezay sus producciones son, se dice, obras de Dios, de su sabiduría ybondad; los monumentos del arte no son más que obras del hombre.Prejuicio que consiste en creer que Dios no obra en el hombre ypor el hombre, y que el círculo de su actividad no se extiende fuerade la naturaleza. Es ésta una opinión falsa, aunque no se puededescartar totalmente si queremos formarnos una verdadera idea delarte. Lejos de ello, es la proposición contraria la verdadera: Diosobtiene mucho más honor y gloria de la actividad del espíritu quedel producir de la naturaleza; pues no solamente hay algo de di-vino en el hombre, sino que lo divino se manifiesta en él bajo unaforma mucho más elevada que en la naturaleza. Dios es espíritu y,por consecuencia, el hombre es su verdadero intermediario y su órga-no. En la naturaleza, el medio por el cual Dios se revela es de exis-tencia puramente exterior. Lo que no se sabe a sí mismo es másinferior en dignidad que lo consciente.

b) Principio y origen del arte

El arte está reconocido como una creación del espíritu. Puede, pues,preguntarse qué necesidad tiene el hombre de producir obras dearte. Esta necesidad ¿es accidental, es un capricho o una fantasía,o bien una tendencia fundamental de nuestra naturaleza?

El arte tiene su origen en el principio en virtud del cual el hom-bre es un ser que piensa, que tiene conciencia de sí; es decir, queno solamente existe, sino que existe para sí. Ser en sí y para sí, esreflexionar sobre sí mismo, tomarse por objeto de su propio pen-samiento y por ello desenvolverse como actividad reflexiva; he aquílo que constituye y distingue al hombre, lo que le hace espíritu.Ahora bien, esta conciencia de sí mismo la obtiene el hombre de dosmaneras: teórica la una, práctica la otra; una, por la ciencia; laotra, por la acción. Por la ciencia, cuando se conoce a sí mismoen el despliegue de su propia naturaleza, o se reconoce en lo exte-rior, en lo que constituye la esencia o razón de las cosas. Por la ac-tividad práctica, cuando una tendencia le empuja a manifestarseen lo exterior, en lo que le rodea, y así a reconocerse en sus obrasAlcanza este fin por los cambios que hace sufrir a los objetos físicos,a los cuales marca con su sello, y en los cuales reconoce sus propiasdeterminaciones.

Esta necesidad reviste diferentes formas, hasta llegar a aquel modode manifestación de si mismo en las cosas exteriores que llamamos

74

Page 5: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

arte. Tal es el principio de toda acción y de todo saber. El arteencuentra en él su origen necesario. Cuál sea su carácter especialy distintivo, por oposición a la manera de manifestarse la acti-vidad política, religiosa y científica, es lo que veremos más adelante.

Pero aquí tenemos más de una falsa opinión que refutar en lo queconcierne al arte como dirigiéndose a la sensibilidad del hombre yproviniendo más o menos del principio sensible.

1° Es la pimera, aquella que representa el arte como teniendopor fin la excitación de la sensación o del placer. En este sistema,las investigaciones sobre lo bello en las artes se limitan a un análisisde las sensaciones o de las impresiones que nos producen. Pero éstasno pueden conducir a nada fijo y científico. La sensibilidad es laregión oscura e indeterminada del espíritu. La sensación, siendopuramente subjetiva e individual, no suministra materia más quea distinciones y clasificaciones arbitrarias y artificiales. Admite comocausas los elementos más opuestos. Sus formas corresponden a ladiversidad de los objetos: se distingue el sentimiento del derecho,el sentimiento moral, el sentimiento de lo sublime, el sentimientoreligioso. Pero, por lo mismo que el objeto se da bajo la forma desentimiento, ya no aparece en su carácter esencial y propio. Se haceabstracción precisamente del objeto mismo y de su idea, para noconsiderar más que los diversos estados o modificaciones del sujeto.Todos estos análisis minuciosos de las sensaciones y de las particu-laridades que éstas pueden ofrecernos concluyen por ser fastidiosasy desnudas de todo interés.

2" A esta manera de estudiar el arte se entroncan las tentativasque se han hecho para perfeccionar el gusto, considerado como sen-tido de lo bello; tentativas que tampoco han producido nada másque vagas, indeterminadas y superficiales consideraciones. El gustoasí concebido no puede penetrar en la naturaleza íntima y profundade los objetos, pues ésta no se revela a los sentidos, ni incluso alrazonamiento, sino a la razón, a esta facultad del espíritu, únicaque conoce lo verdadero, lo real, lo sustancial en todas las cosas-Así, lo que se ha convenido en llamar buen gusto, no osa atacar losgrandes efectos del arte; guarda silencio cuando los caracteres exte-riores y accesorios dan lugar a la cosa en sí misma. Cuando, enefecto, son las grandes pasiones y los movimientos profundos delalma los que están en escena, ya no se trata de toda esa ostentaciónde minuciosas y sutiles distinciones por las cuales se preocupa elgusto. Éste siente entonces al genio planeado por encima de estaregión inferior, y se retira ante su potencia.

7-5

Page 6: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

¿Cuál es, pues, la parte de lo sensible en el arte y su verdaderopapel ?

Hay dos maneras de considerar los objetos sensibles en su relacióncon nuestro espíritu. La primera es la simple percepción de los ob-jetos por los sentidos. El espíritu entonces no aprehende más quesu lado individual, su forma particular y concreta; la esencia, la ley,la sustancia de las cosas le escapan. Al mismo tiempo, se despiertaen nosotros la necesidad de apropiárnoslas para nuestro uso, con-sumirlas o destruirlas. El alma siente su dependencia frente a estosobjetos; no puede contemplarlos libre y desinteresadamente.

La otra relación de los seres sensibles con el espíritu, es la del pen-samiento especulativo o ciencia. Aquí la inteligencia no se contentacon percibir el objeto en su forma concreta y en su individualidad,sino que separa el lado individual para abstraer la ley, lo general,la esencia. La razón se eleva así por encima de la forma individual,percibida por los sentidos, para concebir la idea pura en su univer-salidad.

El arte difiere a la vez de ambos modos, ocupa el medio entre lapercepción sensible y la abstracción racional. Se distingue de la pri-mera, en que no se obstina en lo real, sino en la apariencia, en laforma del objeto, y que no siente ninguna necesidad interesada deconsumirlo, hacerle servir para un uso, de utilizarlo. Difiere de laciencia, en que se interesa por el objeto particular y su jornia sensi-ble. Lo que le gusta ver en él, no es ni su realidad material, ni laidea pura en su generalidad, sino una apariencia, una imagen dela verdad, algo de ideal que en él aparece; aprehende el lazo de am-bos términos, su acuerdo e íntima armonía. Así que la necesidadque siente es totalmente contemplativa. En presencia de este espec-táculo, el alma se siente libre de todo deseo interesado.

En una palabra, el arte crea a su designio imágenes, aparienciasdestinadas a representar ideas, a mostrarnos la verdad bajo formassensibles. Por ello, tiene la virtud de remover el alma en sus másíntimas profundidades, hacerla probar los puros goces ligados a lavisión y contemplación de lo bello.

Ambos principios se encuentran igualmente combinados en elartista. El lado sensible está encerrado en la facultad que crea,en la imaginación. No es por un trabajo mecánico, dirigido por re-glas adquiridas, como ejecuta sus obras. No es tampoco por un pro-cedimiento de reflexión semejante al del sabio que busca la verdad.El espíritu tiene conciencia de sí mismo; mas no puede aprehenderde una manera abstracta la idea que concibe; no puede represen-társela más que bajo forma sensible. La imagen y la idea coexisten

76

Page 7: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

en su pensamiento y no pueden separarse. Así, la imaginación es undon de la naturaleza. El genio científico es más bien una capacidadgeneral que un talento innato y especial. Para sobresalir en las artesse precisa un talento determinado, que se revela en la adolescenciabajo la forma de una inclinación viva e irresistible, acompañada deuna cierta facilidad para manejar los materiales del arte. Esto es loque ha hecho al pintor, al escultor, al músico.

c) Fin del arte

Tal es la naturaleza del arte. Si se pregunta cuál es su fin, se ofre-cen de nuevo las opiniones más diversas.

1° La más corriente es la que le da por objeto la imitación. Esel fondo de casi todas las teorías sobre el arte. Pero, ¿a qué vienereproducir lo que ya la naturaleza ofrece a nuestras miradas? Estetrabajo pueril, indigno del espíritu al cual se dirige, indigno delhombre que lo produce, no conduciría más que a revelar su impo-tencia y la vanidad de sus esfuerzos; pues la copia siempre quedarápor debajo del original. Por otra parte, cuanto más exacta es laimitación, menos vivo es el placer. Lo que nos place, no es imitar,sino crear. La más pequeña invención sobrepasa todas las obrasmaestras de la imitación.

Se dirá en vano, que el arte debe imitar la naturaleza bella. Esco-ger no es imitar. La perfección en la imitación es la exactitud; pero,la elección supone una regla. ¿Dónde tomar el criterium? ¿Quésignifica, por otra parte, la imitación en la arquitectura, en la mú-sica e incluso en la poesía? (A lo más, explicaría la poesía descrip-tiva; es decir, el género más prosaico.) Es preciso concluir que si elarte emplea en sus composiciones las formas de la naturaleza y lasestudia, su fin no es copiarlas y reproducirlas. Su misión es más alta,su procedimiento más libre. Rival de la naturaleza, como ella y aunmejor que ella, representa ideas; se sirve de sus formas como desímbolos para expresarlas; y las conforma, las rehace sobre un tipomás perfecto y más puro. No en vano se llaman sus obras creacionesdel genio del hombre.

2° Un segundo sistema sustituye la imitación por la expresión.El arte, entonces, tiene por fin, ya no el representar la forma exte-rior de las cosas, sino su principio interno y vivo, en particular lasideas, los sentimientos, las pasiones y estados del alma.

Menos grosera que la precedente, esta teoría, por la vaguedad enque se mantiene, no es menos falsa y peligrosa. Distingamos aquí doscosas: la idea y su expresión, el fondo y la forma. Ahora bien, si el

77

Page 8: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

arte está destinado a expresarlo todo, si la expresión es el objetoesencial, el fondo es indiferente. Siempre que el cuadro sea fiel, laexpresión viva y animada, lo bueno como lo malo, lo vicioso, lo odio-so, lo feo como lo bello, tienen derecho a figurar en él con igualtítulo. Inmoral, licencioso, impío, el artista habrá cumplido su tareay alcanzado la perfección desde el momento que haya sabido darnosfielmente una situación, una pasión, una idea, falsa o verdadera. Esclaro que, si en este sistema el lado de la imitación ha cambiado,el procedimiento es el mismo. El arte no es más que un eco, unalengua armoniosa; un espejo viviente donde vienen a reflejarse todoslos sentimientos y todas las pasiones. La parte baja y la parte nobledel alma, en él se disputan el puesto. Lo verdadero, aquí, es lo real,los objetos más diversos y más contradictorios. Indiferente sobre elfondo, el artista no se aplica más que a dárnoslo bien; se cuida pocode la verdad en sí. Escéptico o entusiasta sin elección, nos hace par-ticipar en el delirio de las bacantes o en la indiferencia del sofista.

Tal es el sistema que toma por divisa la máxima del arte por elarte, es decir la expresión por sí misma. Se conocen sus consecuen-cias v la tendencia fatal que desde siempre ha impreso en las artes.

3" Un tercer sistema es el del perfeccionamiento moral. No sepuede negar que uno de los efectos del arte no sea el dulcificar y de-purar las costumbres (emollit mores). Ofreciendo al hombre enespectáculo de sí mismo, templa la rudeza de sus tendencias y pasio-nes, le dispone a la contemplación y a la reflexión, eleva su pensa-miento y sentimientos ligándolos a un ideal que le hace entrever, aideas de orden superior. Desde siempre, el arte ha sido mirado comoun potente instrumento de civilización, como un auxiliar de la reli-gión: es, con ésta, el primer maestro de los pueblos; es un mediode instrucción para los espíritus incapaces de comprender la ver-dad de otro modo que bajo el velo del símbolo y por imágenes quese dirigen tanto a los sentidos como al espíritu.

Pero esta teoría, aunque superior a las precedentes, no es másexacta. Su error es la confusión del efecto moral del arte con suverdadero fin. Esta confusión tiene inconvenientes que no chocanal primer golpe de vista Que se tenga cuidado, sin embargo, queasignando al arte un fin extraño, no se le arrebate la libertad, que essu esencia y sin la cual no hay inspiración; no se le impida producirlos efectos que de él se esperan.

Entre la religión, la moral y el arte existe una eterna e íntimaarmonía; pero no dejan de ser formas esencialmente diversas de laverdad y, conservando los lazos que les unen, reclaman una com-pleta independencia. El arte tiene sus leyes, sus procedimientos, su

78

Page 9: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

jurisdicción particular; no debe herir el sentido moral, pero es alsentido de lo bello al que se dirige. Cuando sus obras son puras,su efecto sobre las almas es saludable; mas no tiene por fin directoe inmediato el producirlo. Al buscarlo corre el riesgo de perderlo yerrar el suyo. Suponed, en efecto, que el fin del arte sea instruir bajoel velo de la alegoría: la idea, el pensamiento abstracto y generaldeberá estar presente al espíritu del artista en el momento de lacomposición. Busca, entonces, una forma que se adapte a esta ideay le sirva de ropaje. ¿Quién no ve que este procedimiento es elopuesto al de la inspiración? De él no pueden nacer más que obrasfrías y sin vida; su efecto, por tanto, no será ni moral ni religioso,no produciendo más que aburrimiento.

Otra consecuencia de la opinión que hace del perfeccionamientomoral el objeto del arte y de sus creaciones, es que este fin se imponede tal modo al arte y le domina hasta tal punto, que éste no tieneya ni la elección de sus temas. El moralista severo querrá que norepresente más que los asuntos morales. En esto quedaría el arte.Este sistema ha conducido a Platón a excluir los poetas de su repú-blica. Por tanto, si bien se debe mantener el acuerdo de la moraly del arte y la armonía de sus leyes, se deben también reconocer susdiferencias e independencia.

Para comprender bien la distinción de la moral y del arte, es pre-ciso haber resuelto el problema moral. La moral es el cumplimientodel deber por la libre voluntad; es la lucha entre la pasión y larazón, el impulso y la ley, la carne y el espíritu. Se desliza sobreuna oposición. El antagonismo, en efecto, es la ley misma del mun-do físico y moral; pero esta oposición debe ser superada. Éste es eldestino de los seres que se realiza incesantemente por el desplieguey progreso de las existencias.

Ahora bien, en moral, este acuerdo entre las potencias de nuestroser para restablecer la paz y la felicidad, no existe. Lo propone comofin a la voluntad libre. Pero el fin y su cumplimiento son cosasdistintas. El deber es tender al fin incesantemente y con todo es-fuerzo. Así, bajo este aspecto, moral y arte tienen el mismo principioy el mismo fin: la armonía del bien y de la felicidad, de los actos yde la ley. Pero difieren en que en la moral el fin nunca se alcanzacompletamente. Aparece separado por el medio; la consecuenciaestá igualmente separada del principio. La armonía del bien y de lafelicidad debe ser resultado de los esfuerzos de la virtud. Para con-cebir la identidad de ambos términos es preciso elevarse a un puntode vista superior que no es el de la moral. En la ciencia, de igualmodo, la ley aparece distinta del fenómeno; la esencia, separada de

79

Page 10: Necesidad y Fin Del Arte - George W. F. Hegel

su forma Para que esta distinción se borre, se precisa un modode concepción que no es el de la reflexión y la ciencia

El arte, por el contrario, nos ofrece en una imagen visible la ar-monía realizada de los dos términos de la existencia, de la ley de losseres y de su manifestación, de la esencia y de la forma, del bien yde la felicidad. Lo bello es la esencia realizada, la actividad con-forme a su fin e identificada con él; es la fuerza que se despliegaarmoniosamente bajo nuestros ojos, en el seno de las existencias yque borra las contradicciones de su naturaleza: feliz, libre, llena deserenidad, en medio del sufrimiento y del dolor. El problema del artees, por tanto, distinto del problema moral El bien es el acuerdobuscado; lo bello, la armonía realizada.

El verdadero fin del arte es, por consiguiente, representar lobello, revelar esta armonía. Éste es su único destino. Cualquier otrofin, la purificación, el mejoramiento moral, la edificación, la ins-trucción, son accesorios o consecuencias. La contemplación de lobello tiene por efecto producir en nosotros una fruición serena ypura, incompatible con los placeres groseros de los sentidos; elevaal alma por encima de la esfera habitual de sus pensamientos, lapredispone a nobles resoluciones y acciones generosas por la estrechaafinidad que existe entre los tres sentimientos y las tres ideas delbien, lo bello y lo divino