Índice - invire

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Índice Seguir a Jesús en pobreza, castidad y obediencia desde los excluídos A. La vuelta a las fuentes.................................................................................... 7 B. Un ejemplo de la espiritualidad ignaciana: Ignacio de Loyola nunca habla de formación cuando esta palabra configura la iniciación a la VRA en estos tiempos........................................................................................... 13 1. ¿Formación o probación?........................................................................ 13 2. Los Ejercicios Espirituales como referente normativo de todo proceso de formación en la espiritualidad ignaciana................ 16 3. Anotaciones de los Ejercicios Espirituales (EE)..................................... 17 4. Primera semana....................................................................................... 18 5. Segunda semana...................................................................................... 23 6. Tercera semana........................................................................................ 28 7. Cuarta semana......................................................................................... 30 C. Seguimiento en pobreza, castidad y obediencia................................. 33 1. Aproximación cristológica....................................................................... 34 2. Siervo servidor ........................................................................................ 36 3. Dialéctica Amo-siervo............................................................................. 38 4. La muerte del siervo............................................................................... 41 5. Vivir en pobreza, castidad y obediencia................................................. 43 5.1. Vivir en pobreza.............................................................................. 46 5.2. Vivir en obediencia.......................................................................... 50 5.3. Vivir en castidad............................................................................. 53 Seguir a Jesús en pobreza, castidad y obediencia desde los excluídos - Toni Catalá

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Page 1: Índice - Invire

Índice

Seguir a Jesús en pobreza, castidad y obedienciadesde los excluídos

A. La vuelta a las fuentes.................................................................................... 7

B. Un ejemplo de la espiritualidad ignaciana:Ignacio de Loyola nunca habla de formacióncuando esta palabra configura la iniciación a la VRAen estos tiempos........................................................................................... 13

1. ¿Formación o probación?........................................................................ 132. Los Ejercicios Espirituales como referente normativo

de todo proceso de formación en la espiritualidad ignaciana................ 163. Anotaciones de los Ejercicios Espirituales (EE)..................................... 174. Primera semana....................................................................................... 185. Segunda semana...................................................................................... 236. Tercera semana........................................................................................ 287. Cuarta semana......................................................................................... 30

C. Seguimiento en pobreza, castidad y obediencia................................. 331. Aproximación cristológica....................................................................... 342. Siervo servidor........................................................................................ 363. Dialéctica Amo-siervo............................................................................. 384. La muerte del siervo............................................................................... 415. Vivir en pobreza, castidad y obediencia................................................. 43

5.1. Vivir en pobreza.............................................................................. 465.2. Vivir en obediencia.......................................................................... 505.3. Vivir en castidad............................................................................. 53

Seguir a Jesús en pobreza, castidad y obedienciadesde los excluídos - Toni Catalá

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TALLER de reflexión personal y comunitaria........................................ 58

DIA DE RETIROEl hombre rico y Lázaro, el pobre.......................................................... 59

SIGNOS............................................................................................................. 69A) Orando con los pobres............................................................................. 71B) Introducción y reflexión personal........................................................... 77C) Ejercicios para educar en la solidaridad............................................... 90D) De humor con los pobres......................................................................... 93

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necesitamos de cara al mundo con-creto en el que vivimos hacer verdad,que sea, que seamos “un recinto deverdad, de paz, de justicia y de amor,en donde los hombres y mujeresencuentren motivos para seguir espe-rando”.

5. Vivir en pobreza, castidad yobediencia

Nos dice J.B.Metz: “cuando conlos votos no se arries-ga nada, sino que sólose evita algo, adquie-ren fácilmente rasgosmasoquistas”16. Losvotos expresan enconcreto nuestro mo-do de seguir al Señoren vida apostólica. Elreto hoy es arriesgarpara adquirir mayorlibertad. Sobra decirque riesgo no es teme-ridad, sino que se tratade una osadía: la de dejarse llevar porel Espíritu.

Cuando los votos se viven desdeel “status confessionis” y no desde el“status perfectionis” y se viven anteel Padre de NS Jesucristo y no ante

un “dios amo”, dejan de ser un“ideal” para ser nuestra herida reali-dad personal en el seguimiento delcrucificado.

Los votos nos hieren y nos due-len, y esto no podemos ocultarlo yesto no es masoquismo porque estaherida nos lleva a sanar: porque vivi-mos la herida en nuestra tendencia a

la posesión, podemossanar a los esclaviza-dos por el dios dine-ro; porque estamosheridos en nuestratendencia a la exclu-sividad en la ternuray en el cariño, pode-mos crear espaciosmás amplios de ternu-ra y de consuelo, por-que estamos heridosen nuestra tendenciaa dictar nuestra pro-pia vida, nos abrimosdisponiblemente aotras posibilidades de

vida por causa de la Buena Noticia.Las heridas, si curan bien, quedan enel cuerpo como recordatorios. Sólocuando nuestro yo prepotente se sien-te herido, puede empezar la historiade seguimiento.

Si en la VRA no somosconscientes de que es

inviable por más tiempoorar a una divinidadque no me lleve a la

aceptación compasivade la realidad que me

envuelve, de los hermanosy hermanas que me

rodean, no tenemos futuro,porque no estamos orando

al Padre de NuestroSeñor Jesucristo

16 Metz J.B. Pasión de Dios, pasión del mundo. Herder

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El hablar de “nuestra herida reali-dad personal y comunitaria” suponeel plantearnos qué percepción antro-pológica tenemos, qué percepción deser hombre y mujer tenemos, másallá de nuestras formulaciones “idea-listas”, “líricas”, “pseudo-utópicas”y, en el fondo, profundamente, “libe-rales”, en el sentido teológico del tér-mino. Con frecuencia “El evangeliose reduce al palacio de cristal de laBondad de Dios y la Grandeza delalma humana” (A.v.Harnack). Estono lo diremos así, pero... en la prácti-ca posiblemente tenga razónMoltmann cuando afirma que la cruzde Cristo ha desaparecido de la reli-giosidad y del cristianismo deEuropa.

Los votos sólo van a tener senti-do, como hemos visto, desde elCrucificado, desde el Excluido conlos excluidos. Si la Cruz como expre-sión ultima y radical del desvivirse deJesús por las criaturas más amenaza-das, no es el referente de los votos,éstos se convierten en un viaje a nin-guna parte, o mejor dicho un viaje ala frustración, a la insatisfacción y alsin sentido.

Es urgente releer los votos, yesto es tarea de todos y todas y nosólo de teólogos y teólogas, desde eldescentramiento, desde la abnega-ción y mortificación (palabras ennuestra cultura horribles y feas!).Es urgente pasar del “ego-centris-mo” y del “comunitari-centrismo” al“ptojo-centrismo”, pasar a que lospobres (ptojoi) de Jesucristo17

sean el referente normativo denuestra vida religiosa. En estemomento no se trata de todos ytodas tengamos que estar en lamisma misión con ellos. Con fre-cuencia esta ansiedad angustia amuchos y muchas, y ante estasangustias nos defendemos ideológi-camente. De lo que se trata es detener todos y todas el mismo refe-rente común, que no es ideológicosino radicalmente teológico.

Es urgente no seguir por mástiempo justificando los votos sólo porsu función: castidad igual a más soli-daridad, pobreza igual a más compro-miso con los pobres, obediencia iguala más disponibilidad... No hay mayormentira que una media verdad. Losvotos no se justifican desde la racio-

17 Un estudio fundamental sobre el tema de los pobres como los pobres de Jesucristo en Gutiérrez G.“Em busca dos pobres de Jesus Cristo. O pensamento de Bartolomeu de las Casas”. Sao Paulo 1995.

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nalidad instrumental: ¿Para qué sir-ven? ¡No sirven para nada! Sólo “sir-ven” en la medida en que hacen denuestra vida servicio para aliviar elsufrimiento de Dios en el mundo. Losvotos, entonces, nos reconcilian conel “Cristo puesto en Cruz” al dejarnosclavar en ella con él. Los votos “sir-ven” en la medida en que nos devuel-ven a nuestro lugar de criaturas.

Sólo desde la reconciliaciónexperimentada ante la Cruz, volve-mos al mundo con ojos limpios ycomo “cauces de misericordia”(J.I.González Faus). La vida se con-vierte en cauce de misericordia (ser-vicio) cuando los votos no nos “justi-fican” sino cuando, en la justifica-ción del Crucificado, somos capacesde generar vida a nuestro alrededor,precisamente porque nos encontra-mos existencialmente redimidos.

A menudo, nuestra vida cotidianay nuestros estilos de vida falsean dehecho las afirmaciones funcionales,utópicas y, en el fondo, maximalistas.En los actuales estilos de vida reli-giosa no es verdad que los votos, porel hecho de profesarlos públicamen-te, nos hagan mágicamente más soli-darios, más disponibles, más com-prometidos... Esto es pensamientomágico.

En muchos contextos sigue intro-yectado, a pesar de las formulacionesque hacemos en sentido contrario,que somos de “otra pasta”, y que, enel fondo, nosotros/as somos los que“más” hemos dado al Reino. En lavida cotidiana esto es evidente. Esimpresionante la cantidad de juicioshechos desde la falsa concienciasobre “el otro”. (Podemos afirmar,por ejemplo, el papel del seglar yestar en un continuo reproche, por-que, en el fondo, no dedica las mis-mas horas que nosotros que estamostodo el día..., Nosotros no somos unafamilia y, por lo tanto, nuestro modoeconómico de estar en la vida es otro,y desde este modo juzgamos al seglarque exige más sueldo...).

Normalmente se confunde elideal con la situación de hecho. Sesigue escribiendo sobre el “ideal” y el“deber ser” de la VRA, pero se anali-za poco lo que de hecho está pasan-do. En quince años dando ejerciciosme atrevo a afirmar que, en el 80% delas entrevistas, “el tema” ha sido lafrustración y el desgaste comunitario.¿Qué pasa?: nos medimos desde eldeber ser y no desde lo que somos.

O los votos tienen sentido en símismos como un modo de “estar enla vida” o no sirven para casi nada.

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Urge, por lo tanto, redescubrir ladimensión existencial y carismáticaque los votos tienen en sí mismospara no andar compulsivamente bus-cando el sentido de ellos en la fun-ción. Sólo la misión no “justifica”los votos.

La misión de Cristo es una y enella se participa desde la diversidadde carismas. Es evidente que, aunquelos procesos de discernimiento sonlentos, hoy en la Iglesia estamos asis-tiendo a diversos modos carismáticosde servir la misión de Cristo. No setrata ya de clérigo, religioso/a,laico/a. La pluralidad es evidente, ydesde la VRA estamos alentandootros “modos de estar” en el mundocomo seguidores de Jesús. (Para par-ticipar plenamente de la misión en laeducación no hacen falta votos; paraser solidarios y arriesgar la vida encontextos de tercer mundo y perife-ria, no hacen falta votos...).

Es evidente que “justificar” lovotos únicamente en la misión no noslleva a ningún parte. Y lo que es más,sí que nos puede llevar a regresioneselitistas solapadas. Regresión, porqueen la medida que “avanzamos” en laformulación sobre lo que debe ser laVRA en la vida cotidiana, podemosseguir en anclados/as de hecho en unestilo de vida “perfecto”.

Si sólo la misión justificara losvotos, seguiríamos siendo (de hecholo somos, a pesar de que en las for-mulaciones lo neguemos) un cuerpode élite, como si otros carismas noparticiparan en plenitud de la misiónde Cristo. Los votos son un modo devivir y compartir la misión de Jesúsde Nazaret el Cristo. Se trata de unmodo de “mística”.

5.1. Vivir en pobreza

Es realmente una incomodidadseguir hablando de pobreza y estilosde vida cotidiana. Son muchos añoslos que llevamos a vueltas con eltema y sigue creando desazón y sufri-miento. Da la impresión de que es unvoto muy amenazado y que no sabe-mos cómo procesarlo. Por mucho quenos duela, ya que de momento nosabemos dar otro nombre a este voto,me imagino que en el futuro encon-traremos otro nombre que no enmas-caré nuestra realidad. Nos tenemosque decir bien claro que los pobres nosomos nosotros. Si no nos lo deci-mos, nos mentimos; y entonces laspalabras no dicen nada.

La pobreza es la pobreza, y nomerece la pena que dediquemos máshoras de reuniones y de capítulos a

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discutir qué es la pobreza. Basta“aplicar” sentidos a nuestros barriosperiféricos o a los centros históricosde nuestras ciudades, pasearlos, oler-los y sentirlos. Basta salir a 15 minu-tos de donde estoy escribiendo esto,para entrar en una favela y “saber”,“saborear”, que sus olores no sonnuestros olores, sus caras de sufri-miento no son nuestras caras, que sushabitaciones (¿?) no son nuestrashabitaciones... Esto, que es tan evi-dente, no es asumido como tal evi-dencia.

Creo sinceramente que no se tratade experimentar senti-mientos de culpa,(aunque sentirlos, nova mal de vez en cuan-do), sino de caer vital-mente en la cuentaque nuestros estilos devida, aunque no sepa-mos cómo se tienenque configurar en elfuturo, no están en camino de evan-gelio. Da la impresión que queremos“estar en la procesión y repicando lascampanas”. Y esto, a la vez, no puedeser: o estamos en la procesión o esta-mos repicando. Sólo asumiendo estacontradicción o esta imposibilidadactual, nos pondremos en camino. Elasunto no está en cómo hacer paraque las crecientes vocaciones prode-

centes de ámbitos populares y ruralesse vayan adaptando a la Institución.Es la Institución la que tiene quecuestionarse sobre la vigencia deciertas adquisiciones y valores quesiempre “han sido así”.

Si nos vienen gentes de estosámbitos, (porque, al fin y al cabo ycon muchas contradicciones, a ellosnos hemos acercado), nos vemosforzados a cambiar nuestros esque-mas de formación, lo que entende-mos por estudios, la vivienda, etc.,tendrán que cambiar. Esto nos puedeaterrar, pero en esas estamos. Aquí

es donde se concretalo anterior de la for-mación y probación:¿qué queremos de loscandidatos y candida-tas en el seguimientodel Señor en po-breza?

¿Queremos hom-bres y mujeres adiestrados en la sabi-duría, en el conocimiento...? ¿o que-remos otros estilos de vida más sen-cillos, más despojados de tantos pla-nes, programas y proyectos en unapastoral burocratizada? Sé que nopodemos ser simples ni ingenuos eneste tema, y que hay diversidad decarismas en cuanto a la pobreza den-tro de la VRA. Sé que no se trata de

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Dice J. B. Metz:“cuando con los votos no

se arriesga nada, sinoque sólo se evita algo,adquieren fácilmenterasgos masoquistas”.

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despojarnos por despojarnos y quehacen falta un mínimo de medios.Pero es urgente no quedarnos tan sóloen el tema de la austeridad. Es unasalida fácil y que no va a ningunaparte.

La austeridad en si misma no esigual a la pobreza que nos piden lospobres y el voto, que vamos a seguirllamando de pobreza, en el segui-miento. No tenemos resuelta la rela-ción con el dinero. Seguimos colandomosquitos y tragando camellos. Laausteridad no entiende de gratuidad yde fiesta. Los pobres sí que entiendeny por eso se les reprocha que malgas-ten. Ya escribí una vez que “el derro-che de los pobres es lo más denosta-do por aquellos que han hecho deldinero su dios” y muchas austerida-des son un culto sacrificial al diosdinero. El dinero, si no no se lo suda,du duele gastarlo. Decía muy bien A.Paoli que, en la VR, el dinero seentiende muy bien como valor deuso, pero no como valor de cambio:llueve del cielo y para eso está, paragastar. Estas últimas situaciones nomerecen comentario.

De momento los pasos que hayque seguir dando, tendrían que con-sistir en renunciar a algo que sepuede percibir como “pecado de

juventud”, como señalaba anterior-mente en referencia a los años pasa-dos. Y es que el lugar donde se vive-modifica la sensibilidad. Esto es evi-dente. No se trata ya de si estamostodos trabajando con los pobres, cosaque no es posible ni puede ser. Setrata de algo más hondo ¿estamosdispuestos a modificar la sensibili-dad?, ¿estamos dispuestos a aplicarsentidos?

Si el voto de pobreza sólo es fun-cional, la respuesta es evidente: si mimisión no está con los pobres ¿paraqué tengo que asumir ciertas incomo-didades? Sin disposición del cora-zón, el lugar de vida no modifica lasensibilidad. Se trata de conjugardisposiciones del corazón y modosde estar en la vida: las dos cosas senecesitan.

En este sentido, el voto de pobre-za como disposición del corazón con-siste en vivir de tal modo que no hacefalta buscar razones ni acciones espe-ciales para justificar nuestra peque-ñez y precariedad. Es un proceso depérdida de miedos. Este procesosupone en la VRA un discernimientomuy hondo para desembarazarse detodo aquello que impide expresarseen ella desde lo que uno/a es, sin estaren la continua lucha agotadora de

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mostrar y hacer lo que uno/a no es.Sería bueno caer en la cuenta de loque en una comunidad se puede deciro no se puede decir, lo que es social-mente aceptado, y que es mejorcallar: el prestigio social y el statusfamiliar de origen.

Existen muchascompet i t iv idadestácitas, muchosesfuerzos por seguirdando la imagen. Laimagen “perfecta”no es asunto de con-tenido, sino deestructura. En uncontexto puede ser elcumplimiento estric-to de las reglas. Enotro, puede ser elcompromiso por lospobres y la inser-ción... Porque laimagen ideal no deja de ser una cons-trucción social y no necesariamente“exigencia” evangélica. Normal-mente la imagen a dar mata la bús-queda personal y libre (dentro delcarisma y misión común) del justolugar de criatura agraciada.

La pobreza es llegar a poderexpresar lo que somos. Sólo en esti-los de vida cercanos a los pobres y en

“vecindad” con ellos podemosponernos en camino de unir lo impo-sible: la pobreza evangélica comoaceptación de la propia limitación yprecariedad junto con la posibilidadde aliviar sufrimiento. No es nadafácil. La sensibilidad no se conviertecomo podemos convertir nuestro

aparato ideológico:es un proceso lento,pero que no nos ven-drá sólo desde lainterioridad, sinofundamentalmentedel ponerse a tiro delos pobres y exclui-dos.

Es evidente que,hoy por hoy, lapobreza en la VRAno está en el mismoplano que la pobrezas o c i o l ó g i c a .

Necesitamos perder miedo a decirnosesto, porque está causando estragosel querer estar por imperativo y por“imagen” en donde la sensibilidad yla propia psicología a muchos ymuchas no les permite estar. Tenemosque decirnos que la “opción por lospobres” no lleva, mágicamente, amás libertad, más ternura, más acogi-da... más existencia evangélica. Peroen ningún momento tendríamos que

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Si la Cruz, como expresiónúltima y radical del

desvivirse de Jesús por lascriaturas más amenazadas,

no es el referentede los votos, éstos se

convierten en un viajea ninguna parte,

o mejor dicho, en un viajea la frustración,

a la insastisfacción yal sin sentido

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negar que ellos son los preferidos delPadre, que directa o indirectamenteson los que tienen que configurarnuestra misión.

En el mundo de la pobreza haymucho sufrimiento, mucha ternura ymucha violencia, esto no lo podemosolvidar. No todo religioso y religiosapuede llevar adelante una misióndirecta con los pobres. Hemos vistoque nuestro Dios no pide sacrificios:pide misericordia y el que hombreviva. Es tremendo el “sacrificarse”por los otros. Tarde o temprano sepasará factura. Es necesario tomarseradicalmente en serio que Dios noquiere sacrificios. No podemos sepa-rar nuestra relación con Dios y nues-tro modo de relacionarnos con “elotro” y con “lo otro”.

En este voto es donde se impo-ne un profundo cariño y respetopara con los hermanos y hermanasmayores de nuestras congregacio-nes. He visto con dolor cómo enmuchos ambientes de VRA, al jubi-lado y jubilada se le declara unapersona sin necesidades y se leobliga a una “austeridad” de vidaque la imponen superiores y supe-rioras que visten con un esplendorque ni Salomón. ¡Cuidado con lamarginación de nuestro mayores

improductivos dentro de nuestrascongregaciones!

5.2. Vida en obediencia

Porque el voto nos hiere en nues-tra tendencia a dictar nuestra propiavida, nos abrimos disponiblemente aotras posibilidades de vida por causade la Buena Noticia. Una vez más laherida nos recuerda que la tendenciaa dictar y planificar nuestra vida esuna seducción de Satanás.

En el Bautismo renunciamos aSatanás, cada noche de la Pascua,renovamos las promesas: “¿Renun-ciáis a todas sus seducciones, comopuede ser: el quedarse en las cosas,medios, instituciones, métodos,reglamentos, y no ir a Dios?”. Esobvio que el voto de obediencia es,ante todo, una profunda disposicióndel corazón: que Jesús y su Reinosean la causa y origen de nuestra dis-ponibilidad, de nuestro caminar, denuestro estar ágiles y vigilantes paravivir en la libertad del evangelio.

Da la impresión de que, cuandose nos burocratiza la VRA y perde-mos a Jesús y a sus pobres como elreferente de nuestro vivir, no sabe-

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mos muy bien que hacer con el votode obediencia. Siempre he dicho queda la impresión de que este voto noconfigura el vivir cotidiano.

Es un voto que normalmente estáencerrado en un armario de la habita-ción y que, un par de meses antes deque venga la época de los destinos ode los cambios, lo sacamos del arma-rio le quitamos el polvo, con másmenos ganas, y loponemos junto almapa de la provinciao distrito calculando“por dónde nos va avenir” el jefe o lajefa de personal de laempresa, es decir, lossuperiores mayores.En muchos casos, yani se saca del arma-rio.

Cuando se olvida que el voto es“según constituciones”, entramos ensituaciones sin salida. El voto nosvincula al carisma y misión de la con-gregación. No es un voto indiscrimi-nado de obedecer arbitrariedades o“manías” de superiores y superioras.Se siguen dando muchas tensiones einfantilismos por olvidar esto tan evi-dente: ni “padre superior” ni “madresuperiora”, sino hermanos y herma-

nas en una búsqueda común, en losque unos tienen la misión de recordarel carisma.

La obediencia se nutre evangéli-camente cuando hay un profundoaprecio por la propia vocación ycarisma. El absoluto es el Señor y,después, el carisma fundacional. Lafigura de los superiores y superioraslocales está en crisis en muchos con-

textos porque todosperdemos la referen-cia común: “segúnconstituciones” ymodo de procedersegún ellas.

El voto deobediencia se des-virtúa cuando se dansituaciones, (y sesiguen dando), depatrimonialización

de la congregación por parte de algu-nos y algunas. Cuando no hay garan-tes del carisma sino “amos” y “amas”de obras e instituciones, es imposiblepedir obediencia a nadie. ¿Cuándonos convertimos en “dueños y due-ñas”? La respuesta es clara: el día enque encerramos el voto en el armario.Veremos que los tres votos son inse-parables: cuando me convierto en“amo” y “ama”, no estoy faltando

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En los actuales estilosde vida religiosa no esverdad que los votos,

por el hecho de profesarlospúblicamente, nos hagan

mágicamente mássolidarios, más disponibles,

más comprometidos...Esto es pensamiento mágico

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sólo a la obediencia; estoy faltando ala castidad, porque me “caso” con loque no debo casarme.

Por tanto, si el referente es elSeñor Jesús y el carisma fundacional,el voto de obediencia nos tiene quehacer sensibles por lo tanto a nopatrimonializar ni a fomentar cliente-lismo. Esto es experiencia del Señor.Jesús es itinerante porque su referen-cia es el Padre y el dolor de losexcluidos de su pueblo (Mt 4,23),cuando lo quieren retener en un lugaro hay riesgo de fomentar clientelis-mo, dependencias insanas que matanla libertad... se marcha a otra aldea.Jesús cura a los enfermos, pone a lagente en pie, los manda en paz a suscasas, y él se marcha a otro lugar.Jesús no quiere clientes.

El voto de obediencia será unvoto enfermo, si lo seguimos pensan-do de arriba a abajo. Tiene que ser alcontrario: de abajo a arriba. Sólo enla medida en que no se pierda lalibertad y la agilidad en el seguimien-to, el voto dirá algo. Cuando en untrabajo hemos hecho lo que teníamosque hacer, cuando ya vamos de “sabi-dillos” y “sabidillas”, ya controlamosla realidad, lo sabemos casi todo de laobra o del barrio... entonces a otracosa.

Cuando todo va bien es cuandonormalmente caemos en la tentación,bajo especie de bien, de creer quetenemos que seguir. Y es al contrario:los que hemos hecho voto de obe-diencia nos tenemos que poner enmarcha hacia otras misiones. Es dra-mático ver en la VRA las “instalacio-nes” que se dan en todos los lugaresde misión. La famosa instalación sepuede dar en cualquier misión, por-que siempre está arraigada en el pro-pio yo. Ignacio de Loyola diría en el“propio amor, querer e interés”.

Precisamente en este momento enque el laicado entra de lleno en nues-tras misión y obras, podemos caer enla cuenta que es un tiempo de gracia.Caemos en la cuenta que ellos tienenque ser los estables, y nosotros ynosotras, que hemos hecho el voto deobediencia estar disponibles para ir adonde más falta hagamos. Se estánterminando los tiempos de patrimo-nialización y de vivirnos comoimprescindibles.

Es evidente, también, que no setrata de la movilidad por la movili-dad. Se puede estar en una misiónmucho tiempo sin clientelismos yviviendo una profunda libertad y dis-ponibilidad, todos hemos visto her-manos y hermanas que lo han vivido

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así. Como también hemos visto quela movilidad a veces es indicador deque uno o una no sabe que hacer enningún lado.

El futuro está en recuperar agili-dad, lo profético no está en loestrambótico, sino en la no adecua-ción al mundo presente. El voto deobediencia nos lleva a salir de la tie-rra y, sin saber a dónde somos lleva-dos, nos toca saludar desde lejos laciudad “cuyo arquitecto y construc-tor es Dios” (Heb 11). Repito que eltiempo del laicado es un tiempo pri-vilegiado para recuperar lo carismá-tico de la VRA. No podemos perderla ocasión.

5.3. Vivir en castidad

Al hablar de pobreza y obedien-cia, hemos andado a vueltas con elvoto de castidad. Los separamos paraentendernos, pero los tres son tresmodos de considerar lo mismo: lalibertad del Evangelio.

Este voto toca lo más específicoy nuclear de nuestros carismas enVRA, es el que le da de un modoespecial la especificidad carismáti-ca. Somos hombres y mujeres heri-

dos porque hemos experimentadoque el Señor Jesús y su BuenaNoticia no sólo no pide la capacidadde trabajo, sino la totalidad de nues-tra persona. Este voto toca de llenonuestra capacidad afectiva, nuestracapacidad de ternura y nuestras rela-ciones de alteridad, cuya expresiónmás honda y sacramental es elmatrimonio. Este voto nos descolocay nos coloca en modos culturales devivir “atípicos”.

No nos podemos engañar encuanto a la dificultad del voto.Dificultad que no viene fundamental-mente de la abstinencia sexual.Estamos mejor que en otros momen-tos de la historia desde ese aspecto.La dificultad está en que orientar losafectos supone un duro aprendizaje ycapacidad de ternura en dinámica deBuena Noticia: querer de verdad a lagente y sobre todo a los pequeños, yno perder la libertad ante nuestrastendencia posesivas.

Es un aprendizaje lento porqueestá lleno de trampas. Necesitamosacompañantes en este camino deaprendizaje a vivir des-centrados.Asumir la soledad,: no pedir a lacomunidad que me dé lo que nopuede ni debe darme, no estar conti-nuamente sufriendo por no ser el cen-

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tro (nos sigue encantando poder ser,como cantaba Cecilia “el muerto y lamuerta en el entierro, el novio y lanovia en la boda y el niño y la niña enel bautizo”). Es un proceso, posible-mente, de toda una vida.

Debemos acompañar y no prote-ger. Durante el noviciado, precisa-mente porque la gente rompe con loanterior, se dan riesgos auténticos deregresiones a etapas anteriores de laevolución personal:necesidades de afectopor inseguridad, nostal-gias, celotipias, necesi-dad de llamar la aten-ción... Sólo en la medi-da que los adultos refe-renciales sean ca-pacesde entrar en diálogosobre el mundo afecti-vo y sexual, no paraproteger ni para hurgarsino para acompañar nos podremosorientar en este voto. Es una constan-te en juniores y junioras el que diganque no es nada fácil en el noviciadopoder expresarse en los temas afecti-vos con libertad y espontaneidad. Seconvierte normalmente en tema deinterrogatorio pseudoterapéutico conel “gurú” o la “gurú” de turno.

Las heridas familiares, en lamedida de los posible, tendrían que

“ventilarse” en el postulantado. Enel caso de la vida religiosa femenina,la familia está demasiado presente,excesivamente presente. Creo queno vale el decir “es que los hom-bres...” El tema es complicado y sepresta a cosas muy raras. Pero tene-mos que abordar por lo menos que loque caracteriza la vida religiosa esotro modo afectivo de estar en lavida.

Es curioso cómoen muchos contextosestá feo hablar de lasamistades con el otrosexo o con gente defuera y se acepta co-mo normal estar pen-diente de la familiahasta la cuarta genera-ción. Esta excesivapresencia del mundofamiliar no ayuda a

sanar heridas ni en el noviciado nien ninguna otra comunidad. Pareceque la familia tiene que ser “perfec-ta”. En la cultura actual esto esimposible.

Esto genera sufrimiento inútil enla gente que no puede expresar lo queha vivido y viven los suyos, porqueotros narran “excesivas historias delo bien que va su familia”. Este análi-sis es muy discutible pero es un tema

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Tenemos que decirnosque la “opción por los

pobres” no lleva,mágicamente,

a más libertad, másternura, más acogida...

más existenciaevangélica

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que está presente y que afecta a lonuclear de la vida religiosa.

El resituarse afectivamente de“otra manera” en la vida, no es tareapara sólo el noviciado, sino que esprocesual. El que la ruptura entrenoviciado y juniorado no sea tanfuerte no creo que sea sólo asunto delos formandos, sino de diseñar pro-cesos en los no quede el diseño en elpapel sino en el contraste entre losformadores sobre sus respectivosestilos y modos de situarse anteellos.

La abnegación no es voluntaris-mo, el desvivirse sólo puede surgirdel núcleo afectivo de la persona. Lapersona abnegada es la que va descu-briendo en el día a día el serviciocomo el elemento esencial de la VidaReligiosa apostólica. Un servicio queno se queda en las palabras sino enlas obras.

Es un proceso lento el aprender aestar en la vida de tal modo que lafamilia no siga siendo el referenteafectivo. Esto nos lo tenemos quedecir, porque en ello va el ser o no serde la VRA. El dejar padre, madre yhermanos es dejar padre, madre yhermanos. No se trata de fundamen-talismos. Todos somos conscientesdel daño que ha causado hasta tiem-

pos recientes una lectura de ese tipo,profundamente inhumana y que hagenerado sufrimiento inútil, desarrai-gos incurables, etc. Pero el no haceruna lectura fundamentalista no im-plica el dejar de vivir la radicalidadevangélica de este tipo de seguimien-to carismático.

Si hemos dejado lo que más que-ríamos es porque hemos encontradoel tesoro escondido y la perla precio-sa. Si en nuestras vidas no hay tesoroescondido ni perla preciosa, Jesús ysu Misericordia entrañable para conlos cansados y agobiados de su pue-blo, no hay posibilidad de vivir estavida de castidad. Sólo desde laMisericordia, como personas heridaspor ella, nos pondremos en caminode ternura y de búsqueda de los máscarentes de nuestra gente. Es perdertiempo y energías a estas alturas, que-rer mantener lo que no se puede man-tener: mi trabajo en la misión del ins-tituto y mis afectos en la familia.Perdemos agilidad si este tema nonos lo decimos crudamente.

Habrá que discernir. Este sí quees territorio de discernimiento y nolas pérdidas de tiempo en discernircosas de sentido común: que haycasos y casos, situaciones y situacio-nes. Esto es evidente, como evidentees que en este tema nos jugamos el

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futuro de este carisma, ni mejor nipeor que los otros, pero sí de éste dela VRA en pobreza, castidad y obe-diencia. Las personas de discerni-miento este tema lo “ven”, las perso-nas que no disciernen sobre este temahacen casuística.

Tomar al Señor Jesús y a losexcluidos como referencia vital no esuna huida hacia adelante. Sé que lospobres no nos curan denuestras carenciasafectivas. Sería utili-zarlos. Más bien nos“complican” la vida.De lo que se trata es decrecer en Compasiónen el sentido más noblede la expresión: en noestar mirándonos con-tinuamente, en ir másallá de nuestros raquíti-cos mundos, que construimos cuandola pasión por el Señor se rutiniza.

Sólo en la medida que tejemosrelaciones de cariño y amistad congentes que comparten este modo deseguimiento, vamos adelante. En lamedida que aprendemos a compartirlas heridas, a no ocultar nuestrosretrocesos y desenfoques en este viviren castidad, en la medida que encon-

tramos palabras de aliento y oramosnuestra soledad, crecemos en elseguimiento.

Ante tanta soledad y abandono,ante tanta criatura del Padre bloquea-da y paralizada, los y las que hemosprofesado castidad, no podemos que-darnos colando mosquitos y tragandocamellos. Colamos el mosquito deuna película, por ejemplo, por un

asunto de centímetrosde vestido y nos traga-mos el camello de vivirblindados ante tantademanda de una pala-bra de acogida, de unbeso de cariño o de ungesto de ternura.

Pobreza, obedien-cia y castidad: uncamino lleno de em-

boscadas, pero apasionante en el se-guimiento del Señor Jesús. Sincera-mente, no creo que tengamos querefundar mucho. Sí que creo en elreto de no olvidar en la VRA que nohemos sido llamados y llamadas per-sonas de un barro distinto al comúnde los mortales, que no vamos a vivirninguna perfección, pero que sí quepodemos, por pura gracia y fortalezadel Espíritu, hacer un poco más visi-

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Es tremendo el“sacrificarse” por los

otros. Tarde o tempranose pasará factura.

Es necesario tomarseradicalmente en serio

que Dios no quieresacrificios

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ble que lo único que importa en estahistoria es ser cauces de Misericordiay que los pobres de Jesucristoencuentren respiro y dignificación. El

futuro de la VRA sólo en manos deDios está.

Toni Català sj.Centro Arrupe. Valencia

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