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AÑO XXV - Nº 284 MAYO 2020 | Encuéntranos en periodicodistritovillaverde @DistritoVillav periodico_villaverde Distritovillaverde VILLAVERDE SE QUEDÓ EN CASA Distribución: Villaverde Alto n Villaverde Bajo n Ciudad de Los Ángeles n Los Rosales n Butarque n San Cristóbal Para anunciar su empresa, llámenos al 652 283 674 - www.distritovillaverde.com Vecinos y vecinas nos ofrecen su testimonio sobre estas semanas de confinamiento Seguimos adelante

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AÑO XXV - Nº 284 MAYO 2020

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V I L L AV E R D E S E Q U E D Ó E N C A S A

Distribución: Villaverde Alto n Villaverde Bajo n Ciudad de Los Ángeles n Los Rosales n Butarque n San Cristóbal

Para anunciar su empresa, llámenos al 652 283 674 - www.distritovillaverde.com

Vecinos y vecinas nos ofrecen

su testimonio sobre estas

semanas de confinamiento

Seguimosadelante

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2 MAYO 2020 - NÚMERO 284

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Miércoles, 23:54. Último correo antes de dormir. Es del profesor de Física y Química de mi hija, que hace 2º de

la ESO. Mañana a las 12:30 se reunirá con los alumnos por videollamada con una de esas aplicaciones a las que últimamente damos mucho uso. La tengo que instalar. Es el primer profesor que lo hace. Mañana mi hijo, de 4º de Primaria, tiene otra. También la primera.

Esta semana mis hijos están conmigo. Tengo custodia compartida. Desde que empezó el confinamiento hemos seguido el mismo ritmo semanal. El ministro dijo que el régimen de visitas no podía suspenderse. Es decisión de los padres. Mis hijos siguen trasladándose de una casa a otra, con los riesgos que conlleva.

Jueves. Teletrabajo desde las 7:30. A las 9:00 levanto a los niños.

Como maestro y como padre de dos niños pequeños menores de tres años, el confinamiento está siendo un reto en todos los sentidos

de la vida: en el familiar, personal y laboral, pues se han abierto puertas que jamás pensábamos que íbamos a ser capaces de ver, mirando el horizonte que marca el cuadro que se pinta a través de nuestras ventanas.

Una situación nueva, desconocida, que nos ha pillado a contrapié y nos ha exigido reinventarnos en todos los planos de la vida, pues hemos tenido que modificar nuestras costumbres, nuestra manera de relacionarnos, de afrontar los problemas... todo entre las cuatro paredes de nuestras casas, cada una con sus características, peculiaridades y

A las 10:00 ya están estudiando. Nos vestimos, como si saliésemos. Esta tarde habrá que limpiar.

El niño entra en el blog del colegio donde cuelgan los deberes de cada asignatura. Salvo los de Música y Educación Física, que ayer me enteré por el grupo de madres de que están en otro. Usa su tablet. Las tareas de la niña las recibo por e-mail. Hay profesores que las quieren por correo en PDF, otros por Classroom. No tenemos impresora ni escáner.

Mi hijo, a mi lado en la mesa del salón donde he instalado mi ordenador del trabajo, me pregunta dudas. Sus tareas las corrigen ellos mismos, cuando los profesores cuelgan las soluciones. No enviamos nada. Pienso qué vamos a comer hoy. Compré el lunes, pero ya no tengo fruta ni verdura. Voy al cuarto de mi hija. No entiende las reacciones químicas. Le digo que se lo pregunte luego al profe. Vuelvo al salón, el niño distraído. Antes de conectar con su profesora hago un parón, recojo ropa, tiendo. En la nevera hay sobras. Hoy comeremos eso. La tablet de mi hijo no va bien. Usa mi móvil.

13:45. Recupero mi teléfono. 97 WhatsApp. Algún correo más para mi hija. No tengo tiempo. Luego.

Terminan. Tienen hambre. Tendrán que esperar hasta las 15:00.

Las tardes son más relajadas. Descanso, juego, algo de ejercicio en casa. Meriendan. Pienso la cena. Después de aplaudir, las duchas.

situaciones que solo se conocen de puertas para adentro, viviendo una realidad distorsionada pendientes del calendario.

Ahora mismo estoy preocupado por los tres espacios que ocupan mi vida actualmente, como son mi familia, mi trabajo y mi estado emocional, que intento casar como piezas de puzle para mantenerme equilibrado, aunque muchas veces alguna pieza no encaja, se descompensa y me lleva a una montaña rusa que me hace enfrentarme a esta situación no siempre de la misma manera, con las mismas ganas ni con la misma intensidad.

En este confinamiento, estoy viviendo una catarata de emociones, en la que me costó acoplar la situación al principio de no poder salir de casa, pues mi cabeza se negaba a aceptar que algo así pudiera estar pasando. He sentido frustración por no poder ayudar a mi hijo de dos años a comprender lo que estaba ocurriendo y por no saber aliviarle sus sensaciones que, entre la crisis evolutiva de su edad, unido a los celos por su hermano recién nacido y el no poder salir de casa a correr, saltar, jugar... le han llevado a tener episodios de ansiedad,

Tengo suerte. Ni mis hijos, ni nadie de mi familia, ni yo misma hemos caído enfermos. Puedo estar en casa gracias al teletrabajo. Soy funcionaria. No me han hecho un ERTE, sigo cobrando lo mismo. Tengo internet, portátil, dos tablets y mi hija además móvil. Gracias a eso se mantienen en contacto permanente con sus amigos. Llevan bien el confinamiento. Yo, a pesar del estrés, de las noticias de conocidos que han perdido a algún familiar, del agobio que supone cualquier salida aunque sea tirar la basura que se acumula en el

estrés, terrores nocturnos... siendo muy duro verlo a través de los ojos de padre. He sentido rabia por no poder hacer nada para cambiar esta situación y tener que modificar los hábitos de vida a los que estaba acostumbrado. He sentido incertidumbre por conocer cómo estaban mi alumnado y sus familias, pues no con todos tengo la posibilidad de mantener una comunicación en los canales habituales del colegio, con miedo de que esta situación pudiera afectarles a nivel emocional. Además me he sentido desorientado por no saber cómo llegar a ellos, inquietud por poder descubrir la mejor manera de que sientan que estoy a su

tendedero y que solo tiro cuando voy a la compra; a pesar de echar muchísimo de menos los besos de los que tengo lejos… a pesar de eso, lo llevo bien. A ratos con ansiedad que calmo con tilas y con la determinación de no ver muchas noticias. No pienso en los plazos. Los días pasan y cada vez más organizados. Pienso mucho en los que están mal, en los niños cuyos padres no pueden o no saben cómo ayudar a sus hijos, en los que no han podido dejar de trabajar, en los que se han quedado sin trabajo, en los que se juegan la salud y

quién sabe si algo más cada día informándonos, en los que están solos en el hospital, en los que están atendiéndolos allí… y sobre todo pienso en las madres que tienen que dar a luz en estos días.

La semana que viene estaré sola y echaré de menos todo el estrés. Me sentiré sola a ratos, acompañada siempre de las llamadas y videollamadas con la familia, los amigos, el amor… Pero hoy estoy contenta. Celebro un aniversario, aunque sea en la distancia, igual que celebré mi cumpleaños el 21 de marzo.

lado sin poderles mirar a los ojos, tocar, escuchar... como estábamos acostumbrados a hacerlo mientras jugábamos en el patio del colegio.

A pesar de cada vez que se prorrogaba el estado de alarma, cada vez que se iban sucediendo los hechos y se actualizaban los datos, siempre he tenido la esperanza de que toda esta situación pasara rápido, de que pronto podremos recuperar nuestra vida tal y como la conocíamos aunque tomando precauciones para evitar que algo parecido pueda volver a ocurrir. Pues lo esencial es invisible a los ojos, ya lo decía El Principito: recargando nuestras pilas con un buen café con amigos, una

Confinados

Vidas en ‘pause’

'Tengo suerte. Ni mis hijos, ni nadie de mi familia, ni yo misma hemos caído enfermos'

merienda con familiares, una conversación en la que nos sentimos cómodos al conectar visualmente con quien tenemos enfrente... pequeños gestos, momentos y vivencias que antes las dábamos por habituales y no siempre las aprovechábamos, y ahora las anhelamos, las echamos de menos y queremos que vuelvan a formar parte de nosotros. Nuestras vidas están en “pause”, un “pause” que pronto se activará y nos tendremos que dar cuenta de que todos somos importantes con nuestras acciones para que el “play” de nuestra vida nunca vuelva a quedarse en “stand by”.

'Una situación nueva, desconocida, que nos ha pillado a contrapié y nos ha exigido reinventarnos en todos los planos de la vida'

AMAYA LAMOLDA

CARLOS CHAMORRO

DURÁN

Seguimosadelante

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3MAYO 2020 - NÚMERO 284

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“La cruz verde nunca se apaga”. Este lema, tan utilizado estos días por el colectivo farmacéutico, ha sido la máxima durante las últimas semanas de Mónica y Bea, hermanas y farmacéuticas al frente de Farmacia El Espinillo. Aquí, el equipo de esta

farmacia trabaja incasable los siete días de la semana para prestar la mejor atención posible en tiempos de coronavirus.

Nos cuentan que estos días han sido especialmente intensos, pero que gracias a todas las medidas de prevención que tomaron desde el primer momento, y sobre todo gracias al esfuerzo de cada uno de los miembros del equipo de Farmacia El Espinillo, han podido superar las semanas más duras de la crisis de una manera ejemplar.

“Sin duda ha sido intenso, pero sumamente satisfactorio, haber podido ayudar a nuestros vecinos, no solo del Espinillo sino de todo Villaverde Bajo, durante estos días. Hay gente que lo está pasando francamente mal, y saber que se pueden apoyar en nosotros, contar con su farmacia, saber que estamos ahí día tras día, es un gran alivio para ellos, y sin duda para nosotros es lo que nos mueve a seguir trabajando, nuestra fuente de energía, vamos”, nos explican las chicas de Farmacia El Espinillo. También nos dicen que “hubiera sido imposible haber superado estas semanas sin la ayuda de nuestros vecinos, ¡no podemos

estar más orgullosas del barrio! Se han volcado con nosotros, han respetado todas las medidas de protección, han seguido todos los consejos sanitarios y nos han dado muchas, muchas muestras de cariño”.

También destacan que estos días ha habido un cambio en la forma en que nos relacionamos, especialmente en la oficina de farmacia, y desde aquí trabajan para que el paciente tenga en su mano todas las facilidades posibles para realizar sus consultas y sus compras, tanto físicamente como de manera online, y mediante envíos y reparto a domicilio.

Las chicas de Farmacia El Espinillo, además, son muy activas en redes sociales, y raro es el día en que no nos encontramos en su Instagram o en su Facebook, @farmaciaelespinillo, fotos o vídeos con consejos de actualidad, recomendaciones o asesoramiento, siempre en clave positiva y cargados de “buen rollo”. A través de sus redes sociales, además, asesoran de manera privada y casi inmediata a todo aquel que necesite realizar una consulta o un pedido de parafarmacia y que prefiera hacerlo desde la tranquilidad de su casa, aunque aseguran que están deseando poder reencontrarse físicamente con todos los vecinos que llevan semanas sin ver.

“Sin duda, lo que más estamos echando de menos es la actividad, la vida que tenía el barrio. Poder ver a nuestros vecinos, volver a ver abiertos los bares, la floristería, las peluquerías, el dentista… Ver salir a los chicos del instituto, a los niños ir a la academia de inglés o al Gomibolas… En definitiva, la alegría diaria que sin duda era una

seña del Espinillo”, nos cuentan.“Estamos seguras de que esto va a pasar pronto, de

que lo superaremos y lo haremos juntos, y que dentro de poco volveremos a hacer todas estas cosas. Mientras tanto, ¡cuidaos mucho! Os echamos de menos”.

En nuestro trabajo se entremezcla lo profesional y lo personal íntimamente. Los primeros días, supongo que como todo el mundo, todo esto se ha visto con perplejidad, como si no nos estuviera

ocurriendo a nosotros, en Europa y en pleno siglo XXI. Luego lo hemos ido admitiendo con resignación y tristeza.

Profesionalmente (somos médicos veterinarios) no entendemos la propagación tan rápida por todo el mundo (es como si lloviera coronavirus), ni la malignidad del microorganismo. Como estamos dentro del grupo de trabajadores esenciales (sanidad),

En lo relativo a las consecuencias que nos va a traer la pandemia del COVID-19, ahora mismo no podemos ni imaginarnos lo que nos va a suponer y hasta

cuándo no empezaremos a normalizar nuestra situación. Sin embargo, sí nos convendría hacer unas reflexiones.

Si nuestra sanidad pública hubiera estado mejor equipada, con más profesionales y mejores medios, no se habrían perdido tantas vidas.

Si en las residencias de mayores hubiera habido una política de cuidar y atender a nuestros mayores con unos criterios más humanos y no con criterios

no hemos dejado de trabajar en nuestra labor de intentar curar a nuestras mascotas. No se trabaja a gusto, ya que hay muchas limitaciones, como las distancias, guantes, mascarillas, miedo, etcétera.

Atendemos en nuestro centro con todas las precauciones posibles. También atendemos telefónicamente y por correo electrónico todo lo que podemos. Además también funciona nuestro servicio de transporte con las limitaciones establecidas.

Así vamos pasando los días, intentando aparentar una normalidad dentro de la anormalidad, y con todas las preocupaciones propias de una situación como ésta, luchando todo el equipo codo con codo, con buen humor y sin desaliento.

Esperemos que esto pase rápidamente y que todos salgamos lo mejor parados posible.

Por último, estamos viendo que en estos momentos tan duros las mascotas están resultando ser uno de los mejores bálsamos para la sociedad.

Ánimo.

de negocio, no estaríamos hablando de que la mayoría de personas fallecidas por el COVID-19 han sido personas mayores precisamente dentro de esas residencias.

Las consecuencias de este virus han pillado por sorpresa a la mayoría de los países: la rapidez de su expansión y su virulencia no están permitiendo reaccionar con los medios, ni humanos ni de equipamiento, para hacerle frente. Sin embargo, sí estamos a tiempo de prepararnos y así poder hacerle frente si otra vez se nos presenta una situación similar.

Es maravillosa la actitud de la mayoría de los ciudadanos, que todas las tardes apoyamos y reconocemos la labor de todas las personas de la sanidad y de los

servicios públicos, pero tenemos que ir más allá en apoyo de la sanidad pública. Tenemos que exigir a nuestros gobernantes e instituciones que la doten económicamente y con los medios y personal necesarios. A pesar de que tenemos uno de los

mejores sistemas sanitarios del mundo, se ha comprobado que es totalmente necesario hacerlo.

Todos algún día llegaremos a la edad a la que necesitemos por un motivo u otro ser usuarios de una residencia de mayores. Ahora que podemos, tenemos que exigir que en todas las residencias de mayores, tanto públicas como concertadas o privadas, se atienda a todas las personas con criterios de humanidad y solidaridad, y no con criterios económicos y de negocio. En todas tendría que haber un control mucho mayor sobre la atención sanitaria, la alimentación y demás servicios que reciben las personas mayores.

JOSÉ LUIS GAYO BAÑOS Y SU EQUIPO

JUAN PRESA

(Plataforma de Villaverde en Defensa del Sistema Público de Pensiones)

‘La cruz verde nunca se apaga’

Trabajando codo con codo

Algunas reflexiones

'Estamos seguras de que esto va a pasar pronto, de que lo superaremos y lo haremos juntos [...]. Mientras tanto, ¡cuidaos mucho! Os echamos de menos'

EQUIPO FARMACIA

EL ESPINILLO

Seguimosadelante

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4 MAYO 2020 - NÚMERO 284

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Acabé Enfermería el año pasado con unas ganas imparables de cuidar. Este febrero acepté aumentar mi jornada y doblar turnos

de trabajo porque quería ayudar. Vivía en un pueblo de la Sierra Norte, e iba al trabajo en un escaso transporte público, en el que el último autobús salía a las 22:00. Mi turno acababa a esa hora, pero últimamente no. No podía arriesgarme a no poder volver a

“Dicen que una vez un estudiante le preguntó a la antropóloga y poetisa Margaret Mead cuál consideraba ella que era

el primer signo de civilización. Y su respuesta fue: ‘Un fémur fracturado y sanado’. En la vida

casa ni tampoco a contagiar con quien vivía, mis padres. Miré pisos de alquiler, pero no había nada económico donde pudiera vivir sola.

Escuché algo acerca de los hoteles para sanitarios. Rellené un formulario y al día siguiente hice las maletas para ir a mi habitación. Me fui con todo lo necesario por si en algún momento cerraban los supermercados. Me despedí de mis padres con la mascarilla, no podía ni darles un abrazo. Sentíamos

salvaje un fémur nunca sana, porque solo puede hacerlo si alguien se preocupa de cuidar al herido”. Este fragmento de un artículo de El País nos introduce a la importancia del tema que nos atañe, los cuidados, algo que lleva algún tiempo pasando

que me iba a la guerra. Pero no pudimos, nos tuvimos que abrazar y decirnos que nos queríamos.

Llegué a la habitación, dejé mis cosas y me fui a trabajar. Un turno desesperante. Muchas horas con el EPI puesto procurando que los pacientes sintieran una pequeña desconexión y sonrisa detrás de una mascarilla y unas gafas de extraterrestre; animando a aquellos que respiraban peor y se agobiaban por ello; cogiendo vías con las gafas totalmente empañadas… Trabajando en equipo como nunca habíamos hecho. Cuando me quité el EPI noté que tenía un dolor punzante en la cabeza.

Volví al hotel, una enfermera me contó que en su hospital había muerto un número impresionante de personas. Cené sin ganas, me duché sin energía y llamé a mis padres y hermana para contarles qué tal había ido todo. Me dormí esperando levantar sin el dolor de cabeza fruto del estrés y cansancio, suponía. Me desperté con mayor dolor de cabeza y articulaciones y con congestión nasal. Esa tarde tenía que ir a trabajar. “Si duermo un poco más se me pasará”. No mejoraba. Llamé a la supervisora y me dijo que fuera a hacerme el test al hospital y que no fuera a trabajar.

“¿Fiebre o sensación de falta de aire?”. “No”, dije. “Vuelve en unos días, seguramente seas un falso negativo”, dijo el médico. A los dos días me hice el test, pero yo ya me encontraba mucho mejor.

desapercibido y que parece que con esta crisis sanitaria se ha puesto en valor.

He trabajado durante dos años y pico en el Servicio de Ayuda a Domicilio del Ayuntamiento de Madrid. Dejé de trabajar algo después de que comenzase la pandemia y el confinamiento. Lo hacía como trabajador social: no acudía directamente a los domicilios de las usuarias, sino

que me encargaba de la gestión de los cuadrantes, pero esto me hacía estar en contacto constante tanto con cuidadoras como con cuidadas, de hecho era parte de esa estructura dedicada a los cuidados. Esto sirvió para darme cuenta de la precariedad y la falta de reconocimiento a las que se ven sometidas las personas encargadas de cuidar. Todos los días salían en televisión médicos, enfermeras, incluso policías, pero no salen las cuidadoras. Siendo conscientes

“Habrá sido un constipado”. Me llaman para decirme el resultado, soy positiva.

Lloro. Pero lloro por mis padres, porque hasta ayer había estado con ellos por casa; lloro por las compañeras con las que estuve merendando en el cuarto de Enfermería sin una mísera mascarilla; lloro porque el día siguiente me tocaría trabajar e igual no encontraban a otra enfermera; y sobre todo lloro porque me tengo que quedar encerrada 15 días en la habitación sin poder ayudar en esta tremenda situación. Me quedo en el hotel, porque también es para pacientes hospitalizados. Paso de ser enfermera a ser paciente en un segundo, vaya shock.

En mi unidad hemos sido 15 los sanitarios contagiados (a día de hoy). No se gestionó bien ni había suficiente información acerca de los falsos positivos. Nos sentíamos impotentes. Pasaron 15 días de aislamiento en los que me tocó cumplir años (lejos, pero más cerca que nunca de mi familia), hacer videollamadas, andar en círculos y la cita habitual de las 20:00 para

aplaudir a todos mis compañeros y los pacientes que luchan por vivir.

Ayer me hicieron el segundo test, y ya me han llamado. Soy positiva otra vez. Llevaba sin síntomas 13 días. Vuelvo a llorar. Esta vez lloro por todos los que creen que son negativos y no lo son y están por la calle porque no hay tests suficientes o no quieren hacérselos por equis motivos que no me gustaría comentar. Y lloro sobre todo porque de nuevo no puedo ayudar en esta tremenda situación.

“Sé siempre positivo, verás la vida con otro color”, suelen decir. Pues esta vez, quiero ser negativa.

Pasado exactamente un mes desde el primer síntoma, puedo decir que soy negativa. Qué alegría. Vuelvo a ser enfermera activa, pero el miedo a que me vuelva a contagiar o contagie sigue estando como al inicio de la crisis. Intentaré pensar de forma más “positiva”. ¡Qué lio!

Doy todo mi apoyo a las personas que han perdido a familiares, amigos o conocidos en esta situación. Nunca les olvidaremos.

de su invisibilidad, quizá porque es un trabajo extraordinariamente feminizado, lo llevan a cabo con la convicción de ser imprescindibles para sostener la vida. Lo hacen sabiendo que las personas a las que cuidan no tienen la posibilidad de que lo hagan sus familiares. Son ellas las que intentan hacer la vida de las personas mayores un poco más fácil. Al igual que aquella primera homínida que cuidó de la persona con el fémur roto, permiten que estas personas puedan seguir viviendo, ya que, en muchos casos, son la única oportunidad que tienen de poder acceder a comida o medicamentos básicos.

Durante este confinamiento he tenido tiempo de mantener muy actualizadas las redes sociales, y en ellas encuentro numerosos mensajes de agradecimiento a las personas mayores, que como todas sabemos son las grandes afectadas por este virus. Me he visto obligado a cuidar de una persona mayor completamente dependiente a causa de este virus. Afortunadamente no se ha llevado por delante la vida de ningún familiar, pero durante su convalecencia han sido necesarios mis cuidados, unos cuidados imprescindibles que, a diferencia de los anteriores, no se ven remunerados y son, mayoritariamente, realizados por mujeres. Esto me llevó a plantearme varias cuestiones que,

De una rotura de fémur al COVID-19

Más positiva que nunca

aún todavía, me rondan la cabeza. Nosotras, las nietas, las hijas, las sobrinas... tenemos la oportunidad de devolver a nuestras abuelas, tías, madres… un poquito de todo lo que han hecho por nosotras a lo largo de nuestra vida. Es una responsabilidad, que en otras circunstancias podríamos delegar en otras personas de nuestra propia familia o incluso en terceros. Nos vemos en la obligación para con ellas de cuidarlas, con el mayor de los cariños y atenciones, al igual que hicieron ellas con nosotras. Es tiempo de cuidados compartidos, atención y responsabilidad; no solo de la responsabilidad de no salir a la calle, que la estamos cumpliendo con creces, sino de la responsabilidad de cuidar, de cuidar colectivamente, de asumir que los cuidados no deben caer siempre en las mismas, en las que no comenzaron a cuidar con el inicio de esta crisis sanitaria, sino que llevan haciéndolo toda la vida y seguirán haciéndolo cuando esto pase.

Es por esto que debemos construir una sociedad en la que los cuidados estén reconocidos y bien remunerados, ya que esto permitirá dotar de la dignidad que merece esta labor necesaria para sostener la vida. No quiere decir esto que nos olvidemos de familiares y amigas, sino que la red sea suficientemente amplia para que, cuando éstas falten, podamos mantener una vida digna.

'Debemos construir una sociedad en la que los cuidados estén reconocidos y bien remunerados, [...] dignidad que merece esta labor necesaria para sostener la vida'

'Paso de ser enfermera a ser paciente en un segundo, vaya shock. En mi unidad hemos sido 15 los sanitarios contagiados (a día de hoy)'

ALBA MARÍA ALONSO SEGURA

ENFERMERA

PEDRO RODRÍGUEZ GUERRERO

Seguimosadelante

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5MAYO 2020 - NÚMERO 284

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El confinamiento es para mí un ejercicio difícil, como para el resto de los vecinos. En mi caso, lo llevo teletrabajando e

intentando desconectar un poco de todo lo que está pasando con el COVID-19, viendo películas, leyendo libros; a las 20:00 salgo a agradecer a todas las personas que nos ayudan, como los sanitarios, personal de limpieza, supermercado, policías... y la verdad que se me está haciendo muy pesado eso de no poder salir de casa, solo a lo más necesario para poder comer y llevar la compra a personas que más lo necesitan en Villaverde Alto, que es donde vivo; o incluso poder abrazar a la gente que más quiero en días especiales como

Hola, somos una pareja, ya jubilados, de Villaverde Bajo. Somos Angelines y Vicente. Yo, Angelines, soy nacida y criada en Villaverde;

como siempre digo: villaverdera por los cuatros costados. Vicente, de la localidad vecina de Getafe. Llevamos juntos ya unos pocos de años, ja, ja… pero nunca tan juntos como en esta cuarentena. Es complicado cuando somos un matrimonio que siempre estamos rodeados de gente, sobre todo de nuestros hijos. Cosa que procuramos hacer a menudo, como todos los padres: tomar un café con tus hijos y tener una tertulia es suficiente, no necesitas mucho más…

Para todos están siendo días muy difíciles y de mucha tristeza, aparte de tener que resistir el confinamiento, que a veces cuesta mucho. Entonces, casi sin darnos cuenta, empezamos a hacer vídeos con un poquito de humor para compartirlos con hijos y familia: ya que no podemos vernos, al menos

mi cumpleaños o el de mi padre, y no poder celebrarlo como años anteriores.

Al principio no sabía cómo aportar mi granito de arena para que todos los vecinos de Villaverde pasaran mejor el confinamiento, y como fundador de la Asociación Sociocultural Gente de Villaverde empecé a realizar “campañas” por las redes sociales como #AplausosSolidarios para que la gente vea más calles aparte de la suya; #SaludosSolidarios para animar a la gente a quedarse en sus casas, en la que participaron personas que trabajan en Villaverde, compañeros de Locomedia, personajes públicos como Paco Collado, El Dioni, Fortu de Obús, Calaíta, Sony

transmitirles a través de los vídeos que estamos bien y con la moral alta.

Nos dimos cuenta de que les hacíamos felices al ver los vídeos, empezamos a mandárselos a los amigos, y también nos decían que en ese momento en que nos veían se olvidaban un poco de lo que estamos viviendo. Así que, pensándolo mucho porque nunca hemos subido cosas a las redes sociales, empezamos a subirlos a Facebook. La respuesta de la gente ha sido muy buena, nos han animado a seguir haciéndolo, aunque hay días que cuesta porque los ánimos están bajos. Pero una cosa que empezó medio en broma nos está ayudando a nosotros a llevar esto.

Lleva su tiempo pensar qué vas a grabar. Los preparativos, intentar que el vestuario se adapte al personaje, contando que nos vestimos con nuestras ropas de calle, no tenemos disfraces… Es gracioso, porque la gente nos pregunta de dónde sacamos tantas

López, Escoberito (grupo Sombra y Luz), Tony Antonio (humorista), productores musicales como Timmy Ropero o Miguel Sáez, locutores de radio como Alberto Vega (Kiss FM), Antonio Alfonso Hernando (ex del Grupo Prisa), Agustín Bravo (COPE y

cosas, que tendremos un baúl lleno, ja, ja, ja… Pero como digo no es así, nos apañamos con lo que tenemos. Eso sí, el estar en casa y saber que no puedes hacer nada de lo que estabas acostumbrado a hacer, creo que como a cualquier persona, agudiza el ingenio.

Vicente de por sí ya es ingenioso, tiene facilidad para transformar, como por ejemplo ya lo ha hecho, su mono de trabajo, que lo guarda de recuerdo, en un uniforme de policía. Yo soy un poco más la que lleva el tema del dialogo… Claro, es verdad que también hablo mucho más que él, ja, ja, ja…

presentador de TV); Feria de Abril 2020 #QuedateEnCasa; y sobre todo no nos olvidamos de los más pequeños, que nos pueden mandar sus dibujos a través de sus padres por correo electrónico o en nuestras redes sociales de Gente de Villaverde,

que continuamente estaremos realizando más campañas. Son momentos de unión y dejar las diferencias.

Pero pronto acabará esto y podremos abrazar a toda nuestra gente querida.

De una manera o de otra, tenemos todos que intentar tener la cabeza entretenida en algo, en lo que sea: todos tenemos algo que nos gusta, y ahora es el momento de aprovecharlo. No sabemos lo que va a durar esto tan cruel que está pasando, pero lo que hay que pensar es que no podemos dejarnos llevar por la tristeza. Yo hay días que no tengo ganas ni de poner la radio, pero miro a Vicente y pienso que si me ve mustia cómo se va a sentir él. Y creo, aunque no se lo he preguntado, que él piensa lo mismo.

Y así, poniendo un poquito de ganas y esforzándonos unos días más que otros, vamos pasando los días, que a veces son muy largos. Gracias, como he dicho antes, a los videos, que nos ayudan a que el día se haga más ameno. Bueno, también hacemos bizcochos y rosquillas, como casi todo el mundo, que hemos sacado nuestra vena repostera estos días, ja, ja, ja… De ahí que sea complicado encontrar harina y levadura.

Solo esperamos que estos vídeos no molesten a nadie: los hacemos con todo nuestro cariño, y para nosotros es como aportar nuestro pequeño granito de arena a la sonrisa. Hay veces que, cuanto peor sea la situación y más duro sea el día a día, más hay que sonreír.

Cuando todo esto empezó, cogimos todo con muchas ganas: hacer ejercicio, cocinar, limpieza general de la casa… pero creo que nadie pensábamos que esto iba a durar tanto, y peor aún, sin saber cuándo va a terminar. Por eso hay que acogerse a algo, de todo hay que sacar el lado positivo: estar con la familia por ejemplo, que por horarios de trabajo hoy en día apenas estamos juntos y te pierdes muchas facetas nuevas de los hijos… O como nuestro caso, al estar los dos solos, también aprendes a estar más atento el uno con el otro, a hacer cosas juntos y a

El confinamiento, desde Gente de Villaverde

Desde casa con humor

'El confinamiento es para mí un ejercicio difícil, [...] pero Pronto acabará y podremos abrazar a toda nuestra gente querida'

darte cuenta de que lo que tenemos en casa es lo más valioso, que a veces no lo valoramos aunque lo sepamos.

Vicente y yo somos muy distintos en algunas cosas. Yo siempre ando liada con algo: grupo de mujeres, asociaciones, repartir juguetes a niños sin recursos en Reyes con la ayuda de otras compañeras… Vicente es más tranquilo, pero siempre me apoya en casi todo lo que yo hago.

El día a día de hoy no cambia mucho al que están llevando el resto de vecinos, pero lo que sí intentamos es no ver mucha televisión. Es una manera de eludir un poco lo que está pasando, aunque no por eso dejamos de estar informados, claro. Lo peor de todo esto es no poder ver y abrazar a los tuyos. Yo lo llevo fatal, pero siempre pensando que volveremos a abrazarnos, que es lo importante. Tanto mis hijos, que están en sus casas, como nosotros, estamos llevando el confinamiento a rajatabla. Aun estando cerca de ellos no nos vemos: creemos que la única manera de protegernos es ésta.

Ya que me han dado la oportunidad de poder escribir en el periódico, quiero decir que estoy muy orgullosa de ser de donde soy, de Villaverde, y que aunque después de 60 años (que son los que tengo, je, je…), como es de comprender, la mayoría de mis vecinos no son los mismos, nunca he tenido problemas con nadie. Aprovechamos para decir a nuestros vecinos que os cuidéis mucho, y que cuando estéis tristes veáis alguno de nuestros vídeos, ja, ja…

Os voy a dejar [en los recuadros que acompañan a este texto] un poquito de poesía que he escrito yo. Espero que os guste. Un abrazo a todos, cuidaos.

ENRIQUE MANCEBO

VICENTE Y ANGELINES

(vecino de Villaverde Alto

y fundador de la Asociación

Sociocultural Gente de

Villaverde)

Cuando vuelva a ir a Madrid moreno mío,unos churros en San Ginés me voy a comer.Pasearé por la calle, la Gran Vía,Hasta que no pueda más con mis pies.

Cuando estemos ya todos unidosy tomando una cerveza en Lavapiés,será porque el virus ya se ha ido;al final hemos podido con él.

MADRIDEstoy encerrá en casa,Y es por ti,Madrid.Esto lo hago por sobrevivir.En mi retina te llevo,jamás yo te olvidaré,y cuando todo esto acabepor tus calles pasearé.

https://www.facebook.com/angelines.gutierrez.3

Seguimosadelante

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6 MAYO 2020 - NÚMERO 284

www.distritovillaverde.com periodicodistritovillaverde @DistritoVillav

Suena el despertador, levantar, bajar al perro, desayunar, andar, teletrabajar, comer, fregar, siesta, estudiar, aplaudir, tocar la guitarra,

cenar, ver una serie, dormir.Y mientras, la naturaleza nos

echará de menos. ¡Qué dices, ni pizca! Se arremolinan los gorriones en las aceras tan contentos. Quizás echen de menos el pan de la vecina del cuarto, pero poco… Total, estamos en primavera, y en primavera están más preocupados por otras cosas (emoji de guiño).

Despertar con pesadillas, suena el despertador, levantar, bajar al perro, andar, desayunar, hacer pan, teletrabajar (poco), limpiar la casa, comer, fregar, ver series, vaguear, ¿estudiar?, aplaudir, vaguear, ver partido antiguo, cenar poco, ver series. Dormir.

Los músicos hemos cambiado las tablas de los teatros por el aluminio y el plástico de los móviles o el ordenador. Yo, sin ir más lejos, ahora

La crisis sanitaria provocada por el coronavirus nos ha obligado improvisadamente a cada uno de nosotros a encerrarnos en nuestras casas. También

para mí, que llevo muchos años viviendo solo, esta situación resulta completamente distinta; es como una soledad forzada, una reclusión obligatoria y, hasta cierto punto, una falta de libertad.

Cierto es que los primeros días, sin tener muy claro ni la duración ni a lo que nos íbamos a enfrentar, parecía casi una experiencia interesante, una oportunidad para hacer aquello que nunca hemos tenido tiempo de hacer, alentados por las múltiples ideas y propuestas que han ido apareciendo en medios

de comunicación y en las redes sociales. Pero con el pasar de los días y de las semanas el panorama ha ido cambiando paulatinamente, convirtiéndose en algo menos atractivo, más real, y por ello en parte más angustioso.

doy clases online; bueno, en streaming o en como se llame, pero nos tiramos toda la clase colocando las cabezas, unas boca abajo, otras de lado. ¡Oye, que no te oigo! ¡Oye, que no te veo! ¡Oye, que no te note!... Pero al final nos reímos, tocamos la guitarra y hasta el lunes “Don Ramón” (Asfalto dixit).

Despertar (hoy es finde, no hay despertador), bajar al perro, andar, desayunar, hacer magdalenas, limpiar armarios, vaguear, comer, fregar, ver series (hoy no hay sueño), ver más series, coger la guitarra (dejar la guitarra), vaguear, aplaudir, ver otro partido antiguo, cenar, ver series.

Yo utilizo la Semana Santa para preparar un vídeo de mi

Sí, porque una cosa es lo que intentamos transmitir hacia el exterior, hacia los demás, esa sensación de control y de tranquilidad, y otra cosa es lo que sentimos dentro de nosotros, ese miedo latente frente a lo desconocido, esa imposibilidad de movernos y de socializar, solo interrumpidos por los aplausos de las ocho de la tarde o por las escasas salidas para comprar.

Así que, llegado a este punto, he pensado que lo mejor que se puede hacer para no dejarse llevar por el desánimo o incluso caer en cierta depresión es parar, desacelerar, y empezar a analizar cómo están las cosas a nuestro alrededor, cuál es la realidad que nos rodea, qué queremos de verdad y qué podemos hacer para conseguirlo.

No hace falta ser grandes cocineros, expertos del bricolaje o maniáticos de la limpieza y del orden si nunca lo hemos sido. Creo que es mucho más importante ahora levantar el pie del acelerador y reflexionar con tranquilidad, sin el ruido de los noticiarios, de los bulos o de los insultos mediáticos. A

próximo disco, lo coloco en YouTube (https://youtu.be/GE4TJUMWULE) y le doy la barrila a mis “contactos” para que entren. Y entran como los visigodos en Hispania: “primero despacio y luego más deprisa” (chiste recogido en un libro sobre respuestas a exámenes de Secundaria). Bueno, al final me dicen que les gustó. Espero que sean sinceros, y vosotros también.

Hoy el perro se ha puesto malo: le he bajado a las dos, a las cuatro y a las cinco. ¿Dormir? Pues poco. Despertar, desayunar, teletrabajar, ir al veterinario (miedo a que te pille la pasma), teletrabajar, comer,

lo mejor es un buen momento para hacernos esas preguntas que nunca nos hemos hecho, por incomodas o por miedo a conocer las respuestas.

Y la primera y la más importante debería ser: ¿somos de verdad felices? ¿Es felicidad la fiebre del consumismo, del éxito, de la acumulación de dinero, el vivir a toda velocidad sin disfrutar o aparentando frente a los demás lo que realmente no somos?

A lo mejor tiempos como éste, de incertidumbre, nos pueden ayudar a reflexionar sobre si es ahora el mejor momento para cambiar el rumbo, ahora que todavía podemos, y descubrir pequeñas cosas que siempre hemos tenido cerca pero nunca nos hemos parado a analizar, que nos pueden ayudar a disfrutar más de la vida, a

fregar, siesta (esta vez me la merezco), ver series, ¿estudiar? Otro día mejor. ¿Guitarra? Uff, no estoy inspirado. Aplaudir, ver una etapa antigua del Tour, menos mal que gana Induráin. Cenar, ver series.

Suena el despertador, bajar al perro….

De vez en cuando cambiamos rutina por melancolía, y de vez en cuando también por tristeza, ¿por qué negarlo? Pero algunas veces surgen palabras, notas y ritmos, y haces una canción. Yo os dejo

la mía. Espero que os guste y que pronto nos veamos en las tablas de cualquier teatro, auditorio, bareto o terraza donde nos tenéis que hacer un hueco a los músicos, pues sin música la vida no es vida.

sentirnos más útiles, y por qué no, a ser un poco más felices.

Una de las cosas más importantes que nos ha enseñado este confinamiento es la importancia que tienen las relaciones humanas, el contacto con los demás, la amistad, el cariño, el disfrutar las cosas juntos.

Otra de las cosas que hemos “descubierto” estos días es la importancia que tiene la empatía, la solidaridad, las redes sociales de apoyo mutuo, lo poco que cuesta echar una mano a quien lo necesita y lo mucho que recompensa recibir un “gracias” o una sonrisa.

Son muchas las cosas que no cuestan dinero, que no pueden monetizarse, pero que tienen para nosotros un valor muy

Diario de un músico de Villaverde

importante: compartir más tiempo con nuestra familia, con nuestros hijos, cuidar del medio ambiente donde vivimos para que siga permitiéndonos disfrutar de él, invertir parte de nuestro tiempo en aprender siempre cosas nuevas y compartirlas con los demás…

Resumiendo, aprovechemos ahora este tiempo de confinamiento para reflexionar y reorientar el rumbo de nuestras vidas, tomemos decisiones valientes y solidarias, para que cuando todo esto acabe podamos sentirnos orgullosos de nosotros mismos, de lo que hemos aprendido y de lo que hemos empezado a hacer para mejorar nuestra vida y la de los demás.

'A lo mejor es un buen momento para hacernos esas preguntas que nunca nos hemos hecho'

DANIEL SÁNCHEZ

GUTIÉRREZ CANTAUTOR

FRANCESCO CORTESE

Vienes en silencio, la boca sin palabras.Vienes aburrido del tedioso sofá.Vuelves de mañana a un ocaso tardío,piensas que la noche no termina jamás.

Piensas que mañana todo será distinto.Que falta un abrazo, que falta una verdad.Olas que golpean sin piedad en la playa.Dioses que castigan. Tormentas sin cesar.

Y no puedes creer que haya un final.Y no puedes ver dónde acaba el mar.Y no puedes ver que las horas van.Déjate llevar.

Vuelves a la calle que estaba ayer desierta.Vuelves a la vida dejada en un portal.Vuelves a la Luna, que en la Luna te esperanbesos que amenazan con salirse del mar.

Vuelves a unos brazos que creíste perdidos.Vuelves a los labios que soñaste besar.Miras en el cielo, que siempre fue un amigo.Vuelves con tus manos a dar felicidad.

Y no puedes creer que haya un final.Y no puedes ver dónde acaba el mar.Y no puedes ver que las horas van.Déjate llevar.

Y puedes creer que esto acabará.Y las olas sí, te bañarán.Y puedes creer que las horas van.Destruyendo el mal.

El confinamiento, una oportunidad para reflexionar

Seguimosadelante

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7MAYO 2020 - NÚMERO 284

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Nunca pensé que viviría una cosa así. A veces creo que es una pesadilla y que mañana todo volverá a la normalidad, pero pasan los

días y seguimos confinados en casa sin poder salir.

Pasaba los días leyendo, con música, viendo películas y escuchando noticias, pero llegó un día que me cansé de oír a los políticos echar peste por la boca. Y entonces me acordé de que tenía una espinita clavada desde

hace más de 15 años. Debido a una enfermedad degenerativa, mis manos ya no eran lo suficientemente rápidas para poder manejar el mando de una

videoconsola, y tuve que dejar de jugar con todo el dolor de mi corazón.

Y como ahora tenía todo el tiempo del mundo, pues me

Toda una vida de confinamiento

'Pido a quien corresponda soluciones para todos esos olvidados, que nadie se preocupa por ellos'

MARCOS DÍEZ

ROJAS

puse a buscar una solución para mi problema. Y encontré un dispositivo que lleva poco tiempo en el mercado que me permite jugar sin problemas. Y ahora estoy como un niño con zapatos nuevos.

Por otro lado, en estos momentos de confinamiento no quisiera olvidarme de las 100.000 personas en toda España que pasan confinadas toda su vida por la falta de accesibilidad de su edificio, y eso unido a la falta de ayuda externa. Ni de los 2,5 millones de personas en España que viven con este problema y solo pueden salir de vez en cuando. Pido a quien corresponda soluciones para todos esos olvidados, que nadie se preocupa por ellos.

LAURA GODOY. Una de las cosas que más duras se me están haciendo durante el confinamiento es no poder quedar para ensayar ni actuar con mis compañeras de Escena 17; para mí lo mejor del teatro es que necesita de personas para ocurrir y es una forma de reunirse, comunicarse y disfrutar en comunidad del arte y la cultura. Lo echo muchísimo de menos. Cuando me puede la tristeza, subo a la azotea de mi edificio y pienso en todas las funciones que vamos a disfrutar en cuanto acabe todo esto.

MAIJO PAZOS. Este confinamiento ha paralizado en seco toda nuestra actividad. En mi caso, y dedicándome a dar clases de teatro, he tenido que dejar a la mitad todo el proceso de trabajo que venía desarrollando desde el inicio del curso. No obstante, me siento muy afortunada de poder quedarme en casa y así contribuir a que este virus no se propague más. Desde este pequeño reducto (vivo en 45 metros) intento ocupar mi tiempo

viendo lo positivo, y recuperando todo eso que siempre nos quejamos que no podemos hacer por falta de tiempo. Así pues, he comenzado a preparar un nuevo montaje para nuestro espacio teatral Escena 17, que aunque no sepamos a ciencia cierta cuándo podremos abrir nuestras puertas al público, sé que después de esta tormenta podré estrenar este proyecto tan apasionante. También he retomado mi faceta pictórica, además de experimentar alguna nueva receta de cocina, y sobre todo leer, leer y leer.

ISABEL MARTÍN CONDE. Toda esta situación me está sirviendo para frenar un poco y darme cuenta de lo esclava que era de mi vida. Amo el teatro como las tonadilleras: a lo alto, a lo ancho y a lo largo. Espero muy pronto poder estar encima de un escenario, involucrándome en proyectos que me hagan crecer y en los que poder aprender y seguir desarrollándome como actriz.

SERGIO CABANILLAS. Desde que escuché que Shakespeare escribió Macbeth durante un confinamiento en su casa por la epidemia de peste que asolaba Londres y por la que tuvieron que cerrar todos los teatros durante varios meses, he intentado escribir mi obra maestra, aquella por la que se me ha de recordar una vez muerto. Ahora, echando la vista atrás, creo que alcancé el zenit de mi genialidad al día siguiente de aquel propósito, preparando unas lentejas con el relajante sonido de mis hijos gritando por toda la casa, cuando me di cuenta de que yo no soy Shakespeare. Así que decidí desempolvar mi vieja guitarra y recuperar un repertorio algo oxidado. De esta manera empecé a trabajar en un pequeño espectáculo de música, poesía y teatro que tenía aparcado y que espero poder estrenar algún día en nuestra sala Escena 17. Todo esto si logramos sobrevivir a la infección

económica que hemos pillado por efecto directo del maldito coñazovirus.

JAVIER MARTÍN. Confinado en este apostadero forzoso y como fondo un marco de ventana, cierro los ojos y me imagino paseando por mi barrio. Me hallo gratamente sorprendido porque, paseando por ese imaginario tan deseado, observo con detenimiento, placer y emoción que tenemos un barrio bonito y acogedor, lleno de árboles y pájaros. Es una sensación de libertad y de paz, y pienso lo afortunado que soy viviendo en este barrio... Y con un largo suspiro y un cierto halo de añoranza vuelvo a abrir los ojos con una media sonrisa en mis labios.

SARA GONZÁLEZ. Dedico casi todo el tiempo a estar con mis hijos. Intento que el mayor, con 5 años, haga sus tareas y no pase

demasiado tiempo pegado a pantallas. Intento que la pequeña, que ha empezado a caminar en la cuarentena, no se abra la cabeza, y la persigo por la casa mientras abre cajones y armarios sacándolo todo. Jugamos, bailamos, hacemos gimnasia, nos disfrazamos… Antes de la pandemia había empezado a escribir un nuevo texto teatral, pero me temo que ahora está estancado: no tengo la concentración para continuar. Espero poder retomarlo más adelante. Ahora, cuando tengo un rato libre, de lo que más disfruto es de la lectura. Entre las cosas que he leído en esta cuarentena está una biografía de Woody Allen, autor de la obra teatral Dios, una comedia, que estaba montando en Escena 17 con los alumnos de los jueves. ¡Cómo echo de menos a todos mis alumnos! Pero tengo que confesar que si de algo estoy disfrutando como nunca es de bajar a tirar a la basura.

Así pasa el confinamiento el equipo de Escena 17

EQUIPO DEL ESPACIO

TEATRAL ESCENA 17

▸ 01. LAURA GODOY.▸ 02. JAVIER MARTÍN.▸ 03. SERGIO CABANILLAS.▸ 04. SARA GONZÁLEZ.▾ 05. MAIJO PAZOS.▾ 06. ISABEL MARTÍN CONDE.

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8 MAYO 2020 - NÚMERO 284

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Soy José Antonio, un vecino del Espinillo que como todos los del Distrito está viviendo una situación nueva. Habría que retroceder muchos años

atrás en el tiempo para hablar de una catástrofe similar, y por lo tanto, cada paso que doy, cada decisión que tomo, está llena de dudas.

Procuro no escuchar mucho las noticias, sobre todo desde que veo opinar a tres representantes de las fuerzas del orden y solo a un sanitario. Podéis pensar de mi lo que queráis, pero hablamos de una pandemia.

Me preocupan mis vecinos: cuando todo acabe, algunos no volverán, al menos físicamente, a estar entre nosotros. Y también me preocupan las personas más vulnerables, las limpiadoras del hogar, los manteros, los que recogen chatarra o papel, los mendigos y también las

Crucemos los dedos para que el virus Covid-19 no mute y se encapriche en llevarse por delante a personas sin hogar, desahuciadas,

presidiarias, de enfermedad incurable, drogodependientes, alcohólicas… En definitiva, todas esas personas que en mayor o menor grado son socialmente excluidas, desheredadas, inconsciente o conscientemente no abrazadas por igual de manera individual y colectiva.

prostitutas, porque no tienen ingresos. Y me preocupan los inquilinos que no pueden pagar el alquiler, la luz, el agua o simplemente la hipoteca; y me preocupa el paro, que regresará a nuestros hogares, aunque algunos nunca han salido de él.

Personalmente, comencé el confinamiento con mi madre en una residencia, recién operada de la rodilla, y me encontré con que, de un día para otro, no podía visitarla. Afortunadamente ya está en casa. Poderoso Don Dinero. Cuando dijo que no podía pagar otro mes, se abrieron las puertas.

Uno se cuestiona, o al menos a mí me pasa, si es afortunado porque no le ha faltado ni siquiera durante el estado de alarma el trabajo, o quizá sería mejor no correr riesgos y no poner en riesgo a mi hija o mi pareja, y permanecer en casa con un ERTE o deberle horas a la empresa, que vete tú a saber cómo y cuándo se las terminará por cobrar, o si al dejar de ser necesario acabará en el desempleo.

Y por las tardes, aquí encerrado en casa, como todos, deseando volver a pasear por la Gran Vía de Villaverde o por el río Manzanares. Aunque, a decir verdad, todos los días me faltan

¿Estaríamos confinados en nuestras casas si solamente el virus arrebatase la vida a un colectivo concreto de personas excluidas? ¿Cerraríamos colegios y universidades por ello? ¿Paralizaríamos laboralmente el país? Mi repuesta me la reservo. Responded y guardaos también la vuestra. Sea la respuesta que sea, absolutamente nadie está por encima de los demás en valía social y tenencia de valores humanos. Por cierto, no se intente justificar o plantear respuesta aludiendo al interés general o a las matemáticas. ¿Sabes el total de personas excluidas, desheredadas socialmente que hay en nuestro país? ¿Qué es y cómo se conforma el interés general de un país? Éste no se valida y cuantifica numéricamente: los números son simplemente un factor más, deben ser un factor más en democracia.

De vuelta a nuestras respuestas a las anteriores

horas: además del tiempo que dedico a las tareas de casa, el resto de horas libres tengo que elegir entre escribir poemas, practicar la meditación o hacer deporte un rato, con lo cual siempre tengo que dejar para otro día alguna de ellas.

preguntas, la más que probable no coincidencia de éstas es consecuencia de falta de criterios comunes (no de si soy buena o mala persona), de principios generales basados en la cultura de lo común, de lo público. La cultura, la sociedad en la que vivimos, es un factor determinante de actitudes y valores personales; por ello cuando lo común, lo público, se relega, desplaza y abraza al interés personal, familiar, de grupo, de estatus social y económico, de forma de pensar e incluso de hacer, es cuando aparecen respuestas diferentes a preguntas de respuesta dada, respuesta común. No se trata de pensar igual y responder igual, sino de pensar en público (en común) y responder en público (si queremos mejorar nuestros barrios, nuestro distrito, nuestra ciudad).

Cuando alcancemos a comprender que lo público no solo

Lo mejor son los aplausos: uno se acuerda de los barrenderos, los jardineros, las cajeras de los supermercados, los reponedores, los transportistas, el personal de mantenimiento y tantas otras personas que no han parado

para que no nos falte de nada, o al menos lo más básico. Y por supuesto un aplauso para el personal sanitario, que aun sin EPIS, pero ésa es otra guerra, siguen a pie de los hospitales velando por nosotros. Como mi amiga Charo, enfermera del centro de salud de San Cristóbal, que no ha parado un solo momento y que cuando llega a casa sufre por no llevar consigo el virus y contagiar a su madre que vive con ella. Y también otro gran aplauso para las redes de cuidados de apoyo mutuo que, impulsadas por las asociaciones de vecinos, han dicho “las personas primero” y no han dejado de ayudar a sus vecinos más necesitados.

Pero no todo lo que sucede a mi alrededor es negro: el aire que nos rodea está más limpio que nunca, se ha vuelto a escuchar el canto de los pájaros y alguna rapaz se atreve a sobrevolar nuestro espacio aéreo, y el sonido estridente de la M-40 es ahora silencio. Nos decían que era necesario echar el freno, y nos ha hecho falta para echarlo una pandemia.

Parece que se alarga el confinamiento en el tiempo, y ya hay ganas de tomar el sol y una cerveza. Cuando leáis este artículo, mi pareja y yo estaremos participando en la red de cuidados y apoyo mutuo, porque la solidaridad es la ternura de los pueblos. Os animo a que no dejéis solos a vuestros vecinos después de esto.

es construir colegios, hospitales, parques y jardines, guarderías, centros de mayores; que no solo es dotar de presupuesto a comedores sociales, albergues, guarderías, ayudas a desempleados y colectivos vulnerables, etc.; cuando alcancemos a entender que lo público no solamente son ladrillos y dinero, y que el cimiento de lo público son las personas, ésas a las que ahora, cuando truena, se les llama héroes; esas a las que en ocasiones, cuando no tronaba, se las ha tachado ignorantemente o interesadamente de villanas; ésas que antes, ahora, y siempre, como simples mortales que no héroes de leyenda, con sus defectos y virtudes, ponen su cuerpo, mente y vida al servicio del interés general, de lo común, de lo público, de las personas; solo entonces, cuando comprendamos y entendamos la auténtica esencia

Una situación nueva

Solo te acuerdas de Santa Bárbara cuando truena

'Nos decían que era necesario echar el freno, y nos ha hecho falta para echarlo una pandemia'

de lo público, podremos combatir sin dolor ni llanto a la miseria, a la enfermedad, al horror.

Pasada la tormenta, que pasará pronto, las aguas volverán a su cauce. Extraordinarias personas en lo profesional y humano seguirán estando ahí, ejerciendo su labor en el anonimato, sin querer ser héroes y mucho menos villanos. Seguirán estando ahí en primera línea de batalla para que lo común, lo público, siga mejorando nuestras vidas, protegiendo y salvando vidas presentes y futuras.

Pasada la tormenta… ¿estarás tú a su lado fomentando, protegiendo, abrazando lo común, lo público? Yo sí estaré, tal vez por formación o deformación profesional, o vocación desconocida; antes, ahora, y siempre.

'Pasada la tormenta, [...] las aguas volverán a su cauce. Extraordinarias personas seguirán estando ahí, ejerciendo su labor en el anonimato'

JOSÉ ANTONIO

GARCÍA

UNO MÁS ENTRE

IGUALES

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