muchos conocemos la historia de scaramouche, el bufón de ... · por supuesto, todo esto lo...
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Muchosconocemos lahistoriadeScaramouche,el bufóndedoble vida,elaventurero/abogadoqueayudaaunacausajusta,hemosleídoellibroovistolapelículadondeStewardGrangerseluceconlaespadayconlamáscaraveneciana de pico largo. Lo que quizás no conocemos tanto es la vida deRafael Sabatini (1875-1950), su autor, nacido de madre inglesa y padreitaliano,enJesi(Italia).Hijo—nosesabeconcertezasilegítimoono,yaqueno consta el casamiento de sus padres— de cantantes de ópera, con lamovilidadyvagabundeoquesupone,depaísenpaís,ciudadenciudad,algoasícomoloszíngarosolosteatrosambulantes,comoelquesevereflejadoenScaramouche.También lospersonajescuya legitimidaddecunaestáenentredichosoncomunesensusobras,nosabemoshastaquépuntoejercióalguna influencia su propio origen en ello.En su infancia y juventud pasótemporadas en Italia, temporadas en Inglaterra, con sus abuelos enLiverpool, también en Portugal, y temporadas en internados en Suiza.Sabatiniacabaporacumularunagranculturaydominarcincoidiomas,queusa en sus trabajos como traductor. Aunque a partir de 1890 empieza aescribir,compaginándoloconalgunosnegocios,suprimeranovelanove laluzhasta1902.Secasaporestaépocay tieneunúnicohijo.Entoncesselanza de lleno al mundo literario, en el que recibe el espaldarazo conScaramouche,en1921,repitiéndolounañodespuésconElCapitánBloodyotros muchos que a lo largo de su fecundísima vida literaria produjo.EstanovelasedesarrollaenlalaFranciadelosBorbones,André-LouisMoreau,unabogadovecomosuamigoelseminaristaPhillippedeVilmorin,muereaconsecuencia de un duelo injusto con el mejor espadachín de Francia, elMarquesdeLaTourd´Azyr,yMoreauseenrolacongruposrevolucionarios.Sutio,queessututor,sesientedececionado.Monroeseesconderáenunacompañía de cómicos haciendo el papel de Arlequin y descubrirá susaptitudes para la escena.Se harámuy famoso para ejecutar su venganzacontrasuenemigoLaTourD´Azyr.Durantelanovelasepalpaelambienteylos tumultosde laprerevolución francesayelautor tehacesentirtedentrodel protagonista, viviendo cada aventura y pensamiento.El siempre quisosaber quien fueron sus padres, y al final de la novela, se descubre elsecreto…nodigonada,paraquelaleais,queseguroosgustará.Lanovelafuepublicadaen1921yconstituyeelmayoréxitodesuautor,graciasalcualloslectoresdelaépocarecuperaronelgustoporlanoveladeaventurasdecorteclásico,fueadaptadaalcineen1952.
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Primeraedición:junio1999©NationalInstitutefortheBlind,TheImperialCancerResearchFund,andActionResearch©Delatraducción,ManuelPereiraQuintero,1999TraduccióncedidaporCírculodeLectores,S.A.(Barcelona,España)©Delapresenteedición,EditorialDebate,S.A.,O'Donnell,19,28009MadridI.S.B.N.:84-8306-198-8Depósitolegal:B.19.161-1999ImpresoenLimpergraf,Ripollet(Barcelona)ImpresoenEspaña(PrintedinSpain)
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HommessensiblesquipleurezsurlesmauxdelaRevolution,versezdoncaussiquelques
larmessurlesmauxquiFontamenée.
MICHELET
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CAPÍTULOI
Elrepublicano
Nacióconeldondelarisayconlaintuicióndequeelmundoestabaloco.Yéseeratodosupatrimonio.Aunquesuverdaderaascendenciapermanecíaobscura,desdehacía tiempo en la aldea de Gavrillac todos habían despejado el misterio que laenvolvía.LagentedeBretañanoerataningenuacomoparadejarseengañarporunpretendidoparentescoquenisiquierateníalavirtuddeseroriginal.Cuandounnobleapadrinaaunniñoquenose sabededóndehasalido,ocupándosedesucrianzayeducación, hasta los campesinos más ingenuos comprenden perfectamente lasituación. De ahí que los habitantes del pueblo no dudasen acerca del verdaderoparentesco que unía a André-LouisMoreau—como llamaron al muchacho— conQuintíndeKercadiou,señordeGavrillac,quehabitabalagrancasagrisque,desdeunaelevación,dominabalavillasituadaasuspies.
André-LouishabíaestudiadoenlaescueladelpuebloaltiempoquesehospedabaencasadelviejoRabouillet,elnotarioqueseencargabadelosasuntosdelseñordeKercadiou.Más tarde, a la edad de quince años, lo enviaron alLiceo deLouisLeGrand,enParís,paraqueestudiaraderecho,carreraque,cuandoregresóalpueblo,ejerciójuntoconelviejoRabouillet.Porsupuesto,todoestolosufragósupadrino,elseñordeKercadiou,quien,alponernuevamentealjovenbajolatuteladeRabouillet,demostróqueseguíaocupándosedelporvenirdesuahijado.
André-Louisaprovechóalmáximoestasoportunidades.Alcumplirveinticuatroaños,susabiduríaera tangrandequehubieraprovocadouna indigestión intelectualen cualquier mente ordinaria. Sus apasionados estudios acerca de la naturalezahumana,desdeTucídideshastalosEnciclopedistas,desdeSénecahastaRousseau,nohicieronmásqueconfirmarsuprecozintuicióndelairremediablelocuraquepadecenuestraespecie.Enestesentido,noapareceen todasuazarosavidaningún indicioquepermitapensarquehayacambiadodeopinión.
Físicamente era esbelto, de mediana estatura, con un rostro astuto, nariz ypómulosprominentes,yabundantecabellonegroquelellegabacasialoshombros.Teníalabocagrandeyensuslabiosdelgadossedibujabaunirónicomohín.Loúnicoque lo redimíade la fealdaderaelesplendordeunpardeojos luminosos, siempreinterrogantes, de un castaño obscuro tirando a negro.De su singular facultad paradiscurrir,asícomodesuraroygraciosodondelapalabra,danfesusmanuscritos—lamentablementedemasiadoescasos—,entreloscualesdestacansusConfesiones.Desus magníficas dotes oratorias, por entonces él mismo apenas si era consciente,aunque ya había alcanzado cierta fama en el Casino Literario de Rennes. Uno de
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aquelloscafés,ahoraubicuosenelpaís,dondelosjóvenesintelectualesdeFranciasereuníanpara estudiar ydiscutir las nuevas filosofías que influían en la vida social.Pero la fama allí adquirida no podía considerarse digna de envidia. Su carácterdemasiadotravieso,demasiadocáustico,loinclinabaaridiculizarlassublimesteoríasdesuscolegassobrelaregeneracióndelgénerohumano.Hastatalpuntoeraasí,queAndré-Louisllegóaquejarsedelainquinaquetodosletenían,argumentandoqueloúnicoquehacíaeraponerlosanteelespejodelaverdad,yquesialreflejarseseveíanridículos,noeraculpasuya.
Lógicamente, coneso loúnicoqueconsiguió fue exasperar a sus colegas, a talpuntoqueconsideraron seriamenteexpulsarlodelCasino, locual resultó inevitablecuando su padrino, el señor de Gavrillac, lo nombró representante suyo en losEstadosdeBretaña.LosmiembrosdelCasinoLiterariodeclararon,porunanimidad,queenunclubcomoaquél,dedicadoalareformadelasociedad,nopodíafigurarelrepresentanteoficialdeunnoble,unhombredeconfesadosprincipiosreaccionarios.
Y aquellos tiempos no se prestaban para tomar medidas a medias. Una débilesperanzahabíaasomadoenelhorizontecuandoelseñorNeckerlogróconvenceralreydequedebíaconvocarlosEstadosGenerales—loquenoocurríadesdehacíacasidoscientos años—; pero esa luz se había ensombrecido últimamente a causa de lainsolencia de la nobleza y del clero, pues ambos estamentos estaban decididos aasegurarquelacomposicióndelaAsambleaGeneralsalvaguardarasusprivilegios.
LaprósperaeindustriosaciudadportuariadeNantes—laprimeraenexpresarelsentirqueahoraseextendíarápidamenteportodoelpaís—,publicóenlosprimerosdíasdenoviembrede1788unmanifiestoqueobligóalamunicipalidadapresentarante el rey. El documentomanifestaba su rechazo a que losEstados deBretaña, apunto de reunirse en Rennes, fueran, como en el pasado, unmero instrumento enmanosde lanoblezaydelclero.TambiénpedíaparaelTercerEstadoelderechoavotarlosimpuestos.Paraponerfinalaamargaanomalíaquesuponíaelhechodequeel poder estuviera enmanos de aquellos que no pagaban impuestos, elmanifiestoexigíaqueelTercerEstadoestuviera representadoa razóndeundiputadoporcadadiezmilhabitantes,queéstesalieraestrictamentedelaclasequerepresentaba,yqueno fuera un noble, ni delegado, ni senescal, ni procurador ni intendente de unaristócrata;queladelegacióndelTercerEstado1fueraigualennúmeroalasdelosotrosdosestados,yqueentodoslosasuntoslosvotossecontaranporcabeza,yno,comohastaahora,porclases.
Estemanifiesto,queconteníaotraspeticionessecundarias,permitíavislumbraraloselegantesyfrívoloscaballerosquepaseabanociosamenteporelCEildeBoeufdeVersallesalgunosdelosdesconcertantescambiosqueelseñorNeckersedisponíaadesencadenar.De haber podido, era fácil adivinar cuál hubiera sido su reacción aldocumento. Pero Necker era el único piloto capaz de llevar a puerto seguro la
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zozobrantenavedelEstado.Siguiendosuconsejo,SuMajestadelreyvolvióaremitirelasuntoalosEstadosdeBretañaparaquelosolucionaran,peroconlasignificativapromesadeintervenirsilasclasesprivilegiadas—lanoblezayelclero—seresistíanal deseo del pueblo. Y por supuesto, las clases privilegiadas, precipitándoseciegamentehaciasudestrucción,seresistieron,loqueprovocóqueelreysuspendieralosEstados.
Yahoraeranesasmismasclasessenegabanaacatarlaautoridaddelsoberano.Laignorabandeliberadamente,queríanseguircelebrandosussesionesyprocedera laseleccionesasumanera,convencidosdequeasílograríansalvaguardarsusprivilegiosycontinuarsurapiña.
UnamañanadenoviembrePhilippedeVilmorinllegóaGavrillaccontodasestasnoticias.EraestudiantedeteologíadelSeminariodeRennesymiembrodelCasinoLiterario.Prontoencontróenaquelpueblo,desdetiempoatrásadormecido,elcaldode cultivo adecuado para encender su indignación. Un campesino de Gavrillac,llamadoMabey,habíamuertoaquellamañanaenlosbosquesdeMeupont,cercadelrío, a causa de los disparos del guardabosque del marqués de La Tour d'Azyr. Alinfortunado campesino lo sorprendieron robando un faisán que había caído en unatrampayelguardabosquecumplióalpiedelaletralasórdenesdesuseñor.
Enfurecidoanteunactodetiraníatanabsolutoydespiadado,elseñordeVilmorinpropusollevarelcasoanteelseñordeKercadiou.MabeyeravasallodeGavrillac,yVilmorin esperaba que el señor de aquel pueblo exigiría por lo menos unaindemnizaciónparalaviudaylostreshuérfanos,víctimasdeaquellabrutalidad.
Pero como Philippe y André-Louis eran amigos de la infancia, casi comohermanos,elseminaristasedirigióprimeroaéste.Loencontrósolo,desayunandoenunampliocomedordetechobajoyblancasparedes:elcomedordeRabouillet,únicohogarqueAndré-Louisconociera.Trasabrazarse,PhilippeexpusosuairadadenunciacontraelseñordeLaTourd'Azyr.
—Algoheoídoya—dijoAndré-Louis.—¿Y lo dices así, como si no te causara lamenor sorpresa?—le reprochó su
amigo.—Nopuedesorprenderningunabestialidadviniendodeunabestia.Yelseñorde
LaTour d'Azyr lo es; todo elmundo lo sabe.Fueuna locura queMabey intentararobarlesusfaisanes.Debiórobarlosdeotro.
—¿Esoestodoloqueseteocurredeciracercadelcaso?—¿Quémáspuededecirse?Soyunhombrepráctico,almenosesoespero.—Loquepuededecirseesloquemepropongodecirleatupadrino,elseñorde
Kercadiou.Voyaapelaraélendemandadejusticia.—¿ContraelseñordeLaTour?—preguntóAndré-Louisarqueandolascejas.—¿Porquéno?
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—Noseasingenuo,queridoPhilippe.Losperrosnosecomenalosperros.—Eresinjustocontupadrino.Esunapersonahumanitaria.—Todolohumanitarioquequieras,peroaquínoescuestióndehumanidad,sino
deleyesdecaza.Disgustado,PhilippedeVilmorinlevantólosbrazosalcielo.Eraunmozoalto,de
aspectodistinguido,unpardeañosmásjovenqueAndré-Louis.Vestíasobriamentedenegro,comocorrespondíaaunseminarista,conblancosvuelillosenlasmangasyhebillas de plata en los zapatos. Su caballera era negra, pulcramente peinada y sinempolvar.
—Hablascomounabogado—estalló.—Naturalmente.Peronomalgastesconmigotufuria.Dimequépuedohacer.—Quiero que vengas conmigo a ver al señor de Kercadiou y que uses tu
influenciaparaobtenerjusticia.Supongoquenoserámuchopedir.—Mi querido Philippe, estoy para servirte. Pero te advierto que será inútil.
Déjameterminarmidesayuno,yestaréatusórdenes.PhilippedeVilmorinsedejócaerenunabutaca,al ladode lachimenea,donde
ardían varios troncos de pino. Mientras aguardaba le comentaba a su amigo losúltimos acontecimientos que habían tenido lugar en Rennes. Joven, ardiente,entusiastaeinspiradoenlosutópicosideales,denunciabaapasionadamentelarebeldeactituddelosprivilegiados.
AAndré-Louis,queestabaal tantodelossentimientosdeunaclasealaque—comorepresentantedeunnoble—casipertenecía,nolesorprendieronlasnoticiasdesuamigo.PhilippedeVilmorin se exasperó alverque su amigoaparentementenoparticipabadesuindignación.
—¿Peroesquenoloentiendes?—exclamó—.Losnobles,desobedeciendoalrey,socavanloscimientosdeltrono.Noadviertenquesuexistenciadependedeesetrono,quesisederrumba,ellosseránlosprimerosencaer.¿Esquenoloven?
—Evidentemente no. Son las clases gobernantes, y nunca se ha visto que esasclasestenganojosparaotracosaquenoseasupropiobeneficio.
—Puesdeesonosquejamos.Esoesloquequeremoscambiar.—¿Queréis abolir las clases gobernantes? Es un experimento interesante. Creo
queésefueelplanoriginaldelacreación,perofracasóporculpadeCaín.—Loquevamosahacer—replicóVilmorin reprimiendosu furia—esponerel
gobiernoenotrasmanos.—¿Ycreesqueconesovaacambiaralgo?—Estoyseguro.—¡Ah! Probablemente estudiando teología has llegado a hacerte dueño de la
confianzadelTodopoderoso.SindudaÉltehabráconfiadosuintencióndehacerunnuevogénerohumano.
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ElascéticorostrodeVilmorinsecubrióconunanubedereproche:—Blasfemas,André—censuróasuamigo.—Te juro que hablo absolutamente en serio. Para lograr lo que quieres,
necesitarásnadamenosquelaintervencióndivina.Habríaquecambiaralhombre,noalsistema.¿PodríastúonuestrosfanfarronesamigosdelCasinoLiterariodeRennes,podríanlosdeningunasociedadculturaldeFrancia,esbozarunsistemadegobiernoque aún no se haya probado? Seguro que no. ¿Puede acaso mencionarse algúnsistema,quenohayaacabadoenelfracaso?MiqueridoPhilippe,elfuturosólopuedeleerseconcertezaenelpasado.Abactuadpossevaletconsecutio.Elhombrenuncacambiará.Siempreseráavaro,codicioso,vil.Hablodelhombreensentidogeneral.
—¿Pretendes decir que no puede mejorarse la suerte del pueblo?—le desafióVilmorin.
—Aldecirpueblo,terefieres,naturalmente,alpopulacho.¿Loabolirás?Éseseríael único modo de mejorar su suerte, pues mientras exista el populacho, estarácondenadoalamiseria.
—Por supuesto, hablas a favor de los que te dan de comer. Supongo que esnatural—afirmóVilmorinentretristeeindignado.
—Alcontrario,tratodehablarconabsolutaimparcialidad.Volvamosaesasideastuyas.¿Aquéformadegobiernoaspiras?Por loquedices, infieroque terefieresaunarepública.Bien,puesyalatienes.Enrealidad,Franciaeshoyunarepública.
Philippelecontemplódehitoenhito.—Loquedicesesparadójico.¿Dóndedejasalrey?—¿Elrey?TodoelmundosabequeenFrancianohayreydesdelostiemposde
LuisXIV.EnVersalleshayunobesocaballeroquellevalacorona,perolasmismasnoticiasqueme traesdemuestran lopocoquecuenta.Son losnoblesyelclero losqueocupan lasmáselevadasposiciones,conelpueblodeFranciaasuspies.Ellossonlosverdaderosgobernantes.PoresodigoqueFranciaesunarepúblicahechadeacuerdoconelmejorpatrón:eldeRoma.Entonces,comoahora,lasgrandesfamiliaspatriciasvivíanenellujo,reservándoseelpoderylariquezaycuantovalíalapenaposeer. Y el populacho, aplastado por los poderosos, gemía, sudaba, se moría dehambreyperecíaenlascovachasromanas.Yesoeraunarepública,lamásopulentaquehaexistido.
Philippeseimpacientaba.—Porlomenosadmitirás—arguyó—quenopodemosestarpeorgobernados.—Ése no es el problema.El problema es saber si estaremosmejor gobernados
sustituyendo la actual clase gobernante por otra. Sin ninguna garantía, no piensomoverundedoparaquenadacambie.¿Yquégarantíapodéisdar?¿Cuáleslaclasequetomaráelpoder?Yotelodiré:laburguesía.
—¿Qué?
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—Tesorprende,¿eh?Laverdadsueleserdesconcertante.¿Nohabíaspensadoeneso?Pues bien, ahora puedesmeditar en el asunto.Examina bien elmanifiesto deNantes.¿Quiénessonsusautores?
—YopuedodecirtequiénesobligaronalmunicipiodeNantesaenviárseloalrey.Fueronunosdiezmilobreros:tejedores,carpinterosderiberayartesanosdetodoslosoficios.
—Sí, pero estimulados, forzados por sus amos, los ricos comerciantes yarmadoresdeesaciudad—replicóAndré-Louis—.Tengolacostumbredeobservarlascosasdecerca,yporellonuestroscompañerosnomesoportanenlosdebatesdelCasinoLiterario.Yoprofundizo,mientrasqueellossequedanenlasuperficie.Detrásde los obreros y artesanos de Nantes, aconsejándolos, apremiando a esos pobres,estúpidoseignorantestrabajadoresparaquederramensusangreenposdelfantasmadelalibertad,estánlosfabricantesdevelamen,losdetejidos,losarmadoresyhastalos traficantes de esclavos. ¡Los negreros! ¡Los mismos hombres que viven y seenriquecen traficandocon sangrey carnehumanaen las colonias, dirigen aquíunacampañaennombredelsagradonombredelalibertad!¿Novesquetodoestoesunmovimientodemercaderesy traficantes,envidiososdeunpoderquesólosederivadelnacimiento?LosbolsistasdeParís,queposeenlostítulosdelaDeudanacional,viendolaruinosasituaciónfinancieradelEstado,tiemblanantelaideadequepuedaresidir en un solo hombre el poder de cancelar la deuda declarando la bancarrota.Para salvaguardar sus intereses, tratan de socavar el actual estado social y edificarsobre sus ruinas uno nuevo en el que ellos sean los amos. Y para conseguirlo,inflamanalpueblo.YaenDauphinhemosvistocorrerlasangre,lasangredelpueblo,pues siempre es su sangre la que se derrama.Ahora estamos viendo otro tanto enBretaña.¿Yquépasarásiprevalecenlasnuevasideas?¿Quépasarásidesapareceelpoder señorial?Habremos cambiado la aristocracia por la plutocracia. ¿Vale eso lapena? ¿Crees que bajo el yugo de los bolsistas, los negreros y los hombresenriquecidosporelinnobleartedecompraryvender,lasuertedelpuebloserámejorquebajoeldelanoblezayelclero?¿Setehaocurridopensaralgunavez,Philippe,qué es lo que hace el gobierno de los nobles tan intolerable? Es la ambición. Laambicióneslamaldicióndelahumanidad.¿Yesperasmenosambiciónporpartedeunos hombres que se han crecido precisamente en la ambición? Estoy dispuesto aadmitirqueelactualgobiernoesexecrable,injusto,tiránico,todoloquequieras.Peroabrebien losojosyverásqueelgobiernoconelquesepretendesustituiralactualpuedeserinfinitamentepeor.
Philippepermanecióunmomentopensativo;despuésvolvióalataque:—Perotúnohablasdelosabusos,deloshorribleseintolerablesabusosdelpoder
gobernantequehoynostiranizan.—Dondehayapoder,siemprehabráabusos.
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—Nosilaposesióndelpoderdependedeunaadministraciónjusta.—Laposesióndelpodereselpodermismo.Nopodemosdictarnuestrodeseoa
quieneslosustentan.—Elpueblosípodrá.Cuandotengaelpoder.—Otraveztepregunto:alhablardelpueblo,¿terefieresalpopulacho?¡Claro!¿Y
quépoderpuedeejercerelpopulacho?Puedegobernarsalvajemente.Puedematareincendiarporuntiempo.Peronopuedeejercerungobiernoduradero,porqueelpoderexigeunascualidadesqueelpopulachonotiene,ysilasposeedejadeserpopulacho.Elinevitableytrágicocorolariodelacivilizacióneselpopulacho.Porlodemás,losabusospuedencorregirse,sí,conlaequidad,perolaequidad,sinoseencuentraenalgunosprivilegiadosde la inteligencia,nosepuedeencontrarenningunaparte.ElseñorNeckerestáempeñadoencorregirabusosylimitarprivilegios.Esoestáclaro.ParaellosehadereuniralaAsambleaGeneral.
—Ygraciasalcielo,enBretañahemoscomenzadoyadeunmodoprometedor—exclamóPhilippe.
—¡Bah! Eso no es nada. Los nobles no cederán sin luchar. Una lucha fútil yridículasiquieres,perosupongoquetambiénlafutilidadylaridiculezsonatributosdelanaturalezahumana.
PhilippedeVilmorinsonrióconsarcasmo:—ProbablementetambiéncalificaráslamuertedeMabeydefútilyridícula,¿no?
Nomesorprenderíaoírteargumentar,endefensadelmarquésdeLaTourd'Azyr,quesuguardabosquefuemuypiadosoalmataraMabey,puestoquelaalternativaeraqueéstehubiesesidocondenadoagalerasdeporvida.
André-Louisacabódebeberel restode suchocolate,dejó la tazaen lamesayechósusillahaciaatrás:
—Confieso que no participo de tu misericordia, mi querido Philippe. MeconmuevelamuertedeMabey.Pero,unavezdominadalaimpresiónquelanoticiamecausó,nopuedoolvidarque,despuésdetodo,Mabeyestabarobandocuandolomataron.
LaindignacióndeVilmorinestalló:—¡Éseeselpuntodevistaquecabeesperardelasistentefiscaldeunnoble,del
representantedeunnobleenlosEstadosdeBretaña!—Philippe, no eres justo. ¿Por qué te enfadas conmigo?—gritó André-Louis
conmovido.—Meofendentuspalabras—confesóVilmorin—.Estoyprofundamenteofendido
portuactitud.Ynosoyelúnicoqueestáresentidoportustendenciasreaccionarias.¿Sabías que elCasinoLiterario está considerando seriamente tu expulsión?André-Louis se encogió de hombros: —Eso ni me sorprende ni me preocupa. Vilmorincontinuóapasionadamente:
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—Aveces piensoqueno tienes corazón.Siemprehablas ennombre de laLey,nuncaeneldelaJusticia.Creoquemeequivoquéalveniraverte.NoesposiblequemeayudesenmientrevistaconelseñordeKercadiou.
Philippecogiósusombreroconlaclaraintencióndemarcharse.André-Louissepusoenpiedeunsaltoyretuvoasuamigoporunbrazo:
—Tejuro—ledijo—queéstaeslaúltimavezquehablarécontigodeleyesodepolítica.Tequierodemasiadoparaenfadarmecontigoporlosasuntosdelosdemás.
—Esqueyohagomíosesosasuntos—insistióPhilippeconvehemencia.—Por supuesto… y por eso te quiero. Está muy bien que seas así. Vas a ser
sacerdoteylosasuntosdelosdemássontambiénlosdelsacerdote.Yo,encambio,soy un hombre de leyes, el representante de un noble, como has dicho, y en lascuestiones legales lo único que importa es el cliente. Ésa es la diferencia entrenosotrosdos.Sinembargo,nolograráslibrartedemí.
—PerotedigofrancamentequeprefieroquenovengasconmigoaveralseñordeKercadiou.Tudeberparacontuclienteteimpideayudarme.
ElenojodePhilippehabíapasado,perosudeterminación,basadaenlasrazonesexpuestas,permanecíafirme.
—Muy bien —dijo André-Louis—. Será como quieres. Pero nada podráimpedirmepasearcontigohastaelcastilloyesperartemientrasapelasanteelseñordeKercadiou.
Asílascosas,salierondelacasacomoexcelentesamigos,pueselcarácterdulcedePhilippedeVilmorinnoconocíaelrencor.YjuntossubieronporlacalleprincipaldeGavrillac.
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CAPÍTULOII
Elaristócrata
LasoñolientaaldeadeGavrillac,amedialeguadelcaminoprincipaldeRennes,permanecíaalmargendelajetreodeltránsitodelacarreteraprincipal.SituadaenunacurvadelríoMeu,seextendíaalospiesdelacolinacoronadaporlacasaseñorial.Gavrillacnosólopagabatributosasuseñor—parteendineroyparteenservicios—,sinotambiéndiezmosalaiglesiaeimpuestosalrey,loqueladejabaenunasituaciónbastanteprecaria.Sinembargo,apesardetodo,allílavidanoeratanduracomoenotroslugares.Porejemplo,allínosesufríatantacrueldadcomolaquepadecíanlosdesdichadosvasallosdelpoderososeñordeLaTourd'Azyr,cuyasvastasposesionessóloestabanseparadasdelaaldeaporlasaguasdelMeu.
ElcastillodeGavrillacteníaunaireseñorialquesedebíamásaestarsituadoenaquella elevacióndel terrenoque a cualquier otra característica especial.Hechodegranito,comotodaslascasasdeGavrillac,ypatinadoportressiglosdeexistencia,sufachada era lisa y sólo tenía dos pisos con cuatro ventanas en cada uno. Estabaflanqueado, a ambos lados, por unos torreones cuadrados. Situado al fondo de unjardín,ahoramustio,peromuyagradableenverano,yconsufachadaconterrazadebalaustradadepiedra,teníaelaspectodeloqueenrealidaderayhabíasidosiempre:laresidenciadepersonaspocopresuntuosas,másinteresadasenlaagriculturaqueenlaaventura.
Quintín de Kercadiou, señor de Gavrillac —pues éste era el vago título queostentaba, al igual que sus antepasados, aunque en verdad nadie sabía de dóndeprovenía—, confirmaba la impresión causada por su casa. Rudo como el granito,jamáshabíaaspiradoaperteneceralacorte,nisiquierahabíaservidoenelejércitodelrey.Esoderepresentaralafamiliaenlasaltasesferasselodejabaasuhermanomenor, Étienne. Desde joven, Quintín de Kercadiou se había interesado en losbosques y prados que rodeaban su castillo. Cazaba y cultivaba sus tierras,aparentemente no se distinguíamucho de cualquiera de sus rústicos aparceros.Nohacíaostentacióndesuposición,comotantolehubieragustadoasusobrina,AlinedeKercadiou.AlinehabíapasadodosañosenelambientedelacortedeVersalles,juntoasutíoÉtienne,y,portanto,teníaideasmuydistintasalasdesutíoQuintínacercadeloqueconveníaaladignidadseñorial.ApesardequeestaúnicahijadeuntercerKercadiou, salida del orfanato a la edad de cuatro años, había ejercido un tiránicodominiosobreelseñordeGavrillac,quienhacíalasvecesdepadreydemadre,jamáslogróconvencerleparaquerenunciaraaaquellavidasencilla.
La joven,cuyorasgodominantedecarácterera lapersistencia,seguía luchando
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asiduaeinútilmentedesdequeregresódelgranmundodeVersalles,unostresmesesatrás.
AlineestabapaseandoporlaterrazacuandollegaronAndré-LouisyPhilippedeVilmorin.Paraprotegersedel aire frío, envolvía su esbelto cuerpo enun abrigodepielblancaeibatocadaconunacofia,tambiénblanca,queapenassujetabasusrubiosrizos.Elairefríoavivabasusmejillasyparecíaañadirundestelloasusojos,queerandeunazulobscuro.
Ladoncella conocía aAndré-Louis y aPhilippedeVilmorindesde la infancia.Lostreshabíanjugadojuntos,yAndré-Louis—graciasalparentescoespiritualqueleunía a su tío— la llamaba «prima». Estas relaciones, casi de familia, habíancontinuado entre ella yAndré-Louismucho después de que Philippe, al crecer, sealejarade la intimidad infantilparaconvertirse, a losojosdeAline, enel señordeVilmorin.
Lamuchachasaludóconlamanoalosreciénllegadosypermaneció—conscientede su encantadora imagen—aguardándoles al final de la terraza, cerca de la cortaavenidaporlacualellosseacercaban.
—Sivenísaverami tío, llegáisenunmomentopocooportuno—lesdijoalgonerviosa—.Estáreunidoapuertascerradas.¡Oh,estámuyocupado!
—Esperaremos, señorita —dijo Vilmorin inclinándose galantemente sobre lamanoqueella leofrecía—.¿Quiénnoesperaríacongustoal tíopudiendoestarunmomentoconlasobrina?
—Señor abate—dijo ella con sorna—, cuando hayáis recibido las órdenes, ostomarécomoconfesor.Soistanperspicazcomocomprensivo.
—Peroningunacuriosidad—dijoAndré-Louis—.Nohaspensadoeneso.—Nologroentenderloquequieresdecir,primoAndré.—No tepreocupes,puesnadie loentiende—sonrióPhilippeyentoncesvioun
vehículo detenido ante la puerta del castillo. Era uno de esos carruajes que solíanverseenlasgrandesciudades,peroraravezenelcampo:unaespléndidacarrozadenogal,condoscaballosyescenaspastorilesexquisitamentepintadasenlospanelesdelasportezuelas.Teníacapacidadparallevaradospersonas,ademásdelpescanteparaelcochero,ydetrás,unestriboparaellacayo.Peroahoraelestriboestabavacío,puesellacayosepaseabapordelantedelapuertaluciendolaresplandecientelibreaazulyorodelmarquésdeLaTourd'Azyr.
—¿Cómo?—exclamóPhilippe—.¿EselmarquésdeLaTourd'Azyrquienestácontutío?
—En efecto —contestó la joven poniendo cierto misterio en su voz y en sumirada,enlocualPhilippedeVilmorinnoreparó.
—¡Oh, perdón! Servidor de usted—dijo Philippe inclinándose ante ella y, sinmásnimás,seencaminóhaciaelcastillo.
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—¿Quieresqueteacompañe,Philippe?—lepreguntóAndré-Louis.—Noseríagalantepresumirqueloprefieras—dijoVilmorinmirandoaAline—.
Nicreoquesirvaparanada;siquieres,puedesesperarme…PhilippedeVilmorinsealejóatodaprisa.Trasunmomentodesorpresa,Alinese
echóareírdeunmodoencantador:—¿Adondevacontantaprisa?—preguntó.—AveralseñordeLaTourd'Azyrytambiénatutío.—Pero no puede hacer eso.No pueden recibirle. ¿No le dije que estabanmuy
ocupados?Ytú,André,¿nomepreguntasporquéestántanocupados?Lajovenpronuncióestaspalabrasconunredobladomisterioquetraslucíaalegría
oburla,oquizásambascosasalavez.André-Louisnopudoadivinarlo.—Ya que es obvio que ardes en deseos de contármelo, ¿para qué te lo voy a
preguntar?—dijo.—Siempiezascontusironías,notelodiréaunquemelopreguntes.¡Oh,no!Te
enseñaréatratarmeconeldebidorespeto.—Esperonofaltartejamáselrespeto.—YmuchomenoscuandosepasquelavisitadelseñordeLaTourd'Azyrtiene
relación conmigo.Yo soy el objeto de esa visita—concluyómirando al joven conojosbrillantesyunosrisueñoslabiosentreabiertos.
—Segúnveo,atitepareceobvioloqueesoimplica…Perodeboconfesartequeparamínoestanobvio.
—¡Serástonto!Havenidoapedirmimano.—¡Diosmío!—exclamóAndré-Louismirándolafijamente,desconcertado.Ellafruncióelceñoydiounpasoatrásalzandolabarbilla:—¿Tesorprende?—Medisgusta—replicóél—.Dehecho,nolocreo;teestásburlandodemí.Parasacarlodedudas,elladijo:—Estoyhablandoenserio.Estamañanamitíorecibióunacartaoficialdelseñor
deLaTourd'Azyranunciándolequeveníaconesepropósito.Notenegaréqueesonossorprendióunpoco…
—¡Oh, ya veo! —exclamó André-Louis aliviado—. Comprendo. Por unmomento,casitemí…
Seinterrumpió,miróalajovenyseencogiódehombros.—¿Porquétequedascallado?¿TemisteacasoquemiestanciaenVersallesnome
hubiese servido de nada? ¿Crees que iba a permitir queme cortejaran como a unacualquiera? Pues fuiste un tonto. Conmigo hay que hacerlo de la forma adecuada;contandoenprimerlugarconmitío.
—Entonces, según las costumbres de Versalles, ¿su consentimiento es lo másimportante?
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—¿Yquéotracosapudieraserlo?—Tuconsentimiento,porejemplo.Ellaseechóareír.—Yosoyunasobrinamuysumisa…cuandomeconviene.—¿Yteconvendríasersumisasitutíoaceptaseesamonstruosaproposición?—¿Monstruosa?—repitióella—.¿Puedesaberseporquéteparecemonstruosa?—Pormuchasrazones—replicóél,irritado.—Dimeunaporlomenos—dijoellaconademánretador.—Queesdosvecesmayorquetú.—Notanto,notanto—replicóella.—Comomínimotienecuarentaycincoaños.—Peronoaparentamásdetreinta.Esrealmentemuyguapo…nomelonegarás.
Ni tampocoqueesricoypoderoso;eselnoblemás ilustredeBretaña.Harádemíunagranseñora.
—YaloeresporlagraciadeDios,Aline.—Vaya,esoestámejor.Avecespuedesllegarasercasicortés—dijoyempezóa
paseararribayabajoporlaterraza.André-Louislaseguía.—Algo más podría ser para demostrarte las razones por las cuales no debes
permitirqueesabestiamanchelabellezaqueDiostehadado.Ellafruncióelentrecejoyapretóloslabios.—Estáshablandodemifuturoesposo—ledijoentonodereprobación.—¿Escierto?¿Yaesunhechoconsumado?¿Consentirátutío?¡Demodoquevas
aservendidasinamoraunhombrequenoconoces!Yohabíasoñadoalgomejorparati,Aline.
—¿MejorqueserlamarquesadeLaTourd'Azyr?Eljovenhizoungestodeexasperación.—¿Acasoloshombresylasmujeresnosonmásquemerostítulos?¿Susalmasno
cuentan para nada? ¿No hay en la vida alegría ni felicidad aparte del poder y delplacerdelostítulosrimbombantesqueambicionanlaspersonascomoél?Yotehabíacolocadotanalto,tanalto,Aline,muchomásqueaningúnotroser,comoalgoquenoeraterrenal.Hayalegríaentucorazón,inteligenciaentumente,y,talcomopensaba,unavisiónquetepermitetraspasarlafalsacáscarayllegaralcorazóndelascosas.Yahoraveoquevasaentregartodoeso,vasavendertucuerpoytualmaporeltítulodemarquesadeLaTourd'Azyr.
—Eres poco delicado —replicó ella ceñuda, aunque sus ojos reían—. Y teprecipitasen tusconclusiones.Mi tíonodaráotroconsentimientoqueelnecesariopara que ese caballero trate de obtener el mío. Mi tío y yo estamos muycompenetrados.Novoyavendermecomosifueraunsacodepatatas.
Elpermanecióinmóvil,mirándolafijamente,conlaspálidasmejillascubiertasde
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rubor.—Tehasdivertidotorturándome—exclamó—.Perovoyaolvidarmeporqueme
hasaliviado.—Vuelves a precipitarte, primoAndré.Hepermitido ami tío que consienta en
queelseñormarquésmehagalacorte.Megustamuchoelaspectodeesecaballero.Considerandoqueesunapersonaeminente,mehalagasersupreferida.Lasuyaesuna posición que compartiría gustosa.El señormarqués no tiene tampoco nada detonto.Seráinteresantequemecorteje.Yquizáloseamáscasarseconél.Asíque,trasconsiderartodoesto,esprobable,inclusomuyprobable,quealfinalmecaseconél.
Él contempló el dulce rostro infantil, aquel óvalo de blanca pureza, y quedódesconcertado.
—¡QuéDiosseapiadedeti,Aline!—dijoconvozahogada.Aline taconeó el suelo. Pensó que André-Louis era desesperante y bastante
presumido.—Temuestrasinsolente.—ImplorarleaDiosnopuedeseruna insolencia,Aline.Yyonohehechootra
cosa, y lo seguiré haciendo, porque pienso que seguramente vas a necesitar misoraciones.
—¡Eresinsoportable!El rubor que invadía sus mejillas mostraba claramente la cólera que ahora
dominabaalajoven.—Esquesufro,Aline.¡Oh,primitamía,piensabienloquevasahacer!fíjateen
las realidades que vas a cambiar por esas falsedades. Realidades que jamásconocerás,porque la falsedad te lo impedirá.Cuandoel señormarquésdeLaTourd'Azyrvengaahacertelacorte,estúdialobien,consultatudelicadoinstinto;dejaquetunoblenaturalezajuzguelibrementeaeseanimal.Consideraque…
—Considero,señor,queestáisabusandodelabondadylaconfianzaquesiempreoshedemostrado. ¿Quién sois? ¿Quiénoshadadopermisoparaemplear conmigoesetonoinsolente?
Él se inclinó y volvió a ser el hombre frío e indiferente de siempre y, trasrecuperarsuhabitualtonozumbón,dijo:
—Osfelicito,señorita,porlarapidezconquecomenzáisaadaptarosalgranpapelquevaisainterpretar.—Adaptaosvostambién,señormío—replicóellavolviéndolelaespalda.
—¿Adaptarme a ser polvo vil bajo el altivo pie de la señora marquesa? —preguntó—.Esperoquesabréocuparmilugarenelfuturo.
EsafrasedetuvoaAline.Alvolversedenuevo,André-Louispercibióensusojosun brillo sospechoso. Y por un momento la burla del joven se tradujo enarrepentimiento.
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—¡Oh,Dios,hesidounnecio,Aline!—exclamóavanzandohaciaella—.Tepidoqueolvidesloquehedicho.
Al volverse, ella casi tenía la intención de pedirle perdón también. Pero lacontricióndeélhizoquenofueranecesario.
—Tratarédeolvidarlo—dijoella—,siempreycuandoprometasnoofendermedenuevo.
—No,noloharé—contestóél—.Peroyosoyasí.Lucharéporsalvartehastaelfin;lucharécontratimismasiesnecesario,meperdonesono.
Así estaban los dos, frente a frente, un poco como retándose, cuando otraspersonassalieronalporche.
El primero en salir fue el señor marqués de La Tour d'Azyr, conde de Solz,caballerodelasÓrdenesdelEspírituSantoydeSaintLouis,ygeneraldebrigadadelejército del rey. Era un caballero alto, de talante gentil, marcial, y expresióndesdeñosa. Ibamagníficamenteataviadoconcasacade terciopelomoradoadornadadeoro.Su chaleco, tambiénde terciopelo, tenía el tonodoradodel albaricoque.Elcalzónysusmediaserandesedanegra,yloszapatosderasoteníantaconesdelacarojayhebillascondiamantes.Suscabellosempolvadosse recogíanen lanucaconunaanchacintadeseda;debajodelbrazollevabauntricornioydesucintocolgabaunaespadaconempuñaduradeoro.
Ahora que estudiaba al caballero con absoluta imparcialidad, al ver lamagnificencia de su porte, la elegancia de susmovimientos, su gentil y desdeñosaexpresión, André-Louis tembló por Aline. Ante sus ojos tenía al irresistibleconquistador cuyos galanteos le habían convertido en la comidilla de todos, en ladesesperaciónde lasviudasconhijasenedaddemereceryen ladesolaciónde losmaridosconesposasatractivas.
Contrastandoconél,leseguíadecercaelseñordeKercadiou.LascortaspiernasdelseñordeGavrillacsoportabanaduraspenasuncuerpoquealoscuarentaycincoaños empezaba a inclinarse hacia la obesidad y una enorme cabeza llena deindiferenciahaciatodo.Surostroerasonrosadoyestabalevementemarcadoporlashuellasde laviruela,quede jovenestuvoapuntodeacabarconsuvida.Suatavíomostrabaundescuidorayanoeneldesaseo,yaesto,sumadoelhechodenohabersecasado nunca —despreciando el primer deber de un caballero, que es tener unheredero—,debíalafamademisóginoqueleatribuíanenlacomarca.
Detrás del señor de Kercadiou iba Philippe de Vilmorin, muy pálido ycontrolándose,conloslabiosapretadosyelceñofruncido.
Eneso,unelegantejovendescendiódelcarruajeysalióaencontrarseconellos.EraelcaballerodeChabrillanne,primodelseñordeLaTourd'Azyr,quien,entantoqueaguardabaelregresodesupariente,habíaobservadoconcrecienteinterés,ysinquenadienotarasupresencia,elpaseodeAndré-LouisconAlineporlaterraza.
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AlveraAline,el señordeLaTourd'Azyrseapartódesusacompañantesysedirigió hacia ella. El marqués inclinó la cabeza para saludar a André-Louis, conaquellamezcla de cortesía y condescendencia que le era habitual. Socialmente, eljovenabogadoestabaenunaextrañasituación.Por suorigen,nopodíaclasificarseentre los nobles ni entre los plebeyos, y mientras ninguna de las dos clases lereclamaba como suyo, ambas lo trataban con idéntica familiaridad. Devolviófríamentealmarquéssusaludoy,condiscreción,seapartódeélydeAlineparairareunirseconsuamigo.
Elmarquéstomólamanoquelajovenletendíaylallevóasuslabios.—Señorita—dijomirandoelazulprofundodesusojosqueasuvezlesonreían
—.Vuestro señor tíomehapermitido el honor de cortejaros. ¿Queréis hacerme elhonorderecibirmemañana?Tengoalgodegranimportanciaquecomunicaros.
—¿Degranimportancia,señormarqués?Casimeasustáis…Peroelserenorostrodelajovennodenotabatemoralguno.NoenbaldeAlinese
habíagraduadoenlaversallescaescueladelartificio.—Nadamáslejosdemiintención—dijoél.—Pero,señor,¿esunasuntodegranimportanciaparavosoparamí?—Esperoqueparalosdos—respondióél,lanzándoleunaardientemirada.—Despertáismi curiosidad, señor.Y, por supuesto, como soyuna sobrinamuy
sumisa,mesentiréhonradarecibiendovuestravisita.—Soyyoquiensesentiráhonrado.Queseamañanaaestahora,pues.Élvolvióainclinarseysellevólosdedosdeellahastasuslabios.Asuvez,ella
hizo una reverencia para romper el hielo. Después, sin otra cosa que esta meraformalidadsesepararon.
Lajovenestabaunpocoaturdidaantelainnegablebellezadeaquelhombre,antesu aire principesco y la seguridad que parecía emanar de su poderío. Casiinvoluntariamente,locomparóconelhombrequeacababadecriticarla—eldelgadoeimprudenteAndré-Louis,consucasacaparduscayaquelloszapatossencillosconhebillas de acero— y se sintió culpable de una imperdonable ofensa por haberlepermitido que criticara almarqués.Al día siguiente el señor deLaTour d'Azyr sepresentaríaanteellaparaofrecerleunagranposición,unencumbradotítulo.Yellayahabíamenoscabadoladignidaddeaqueltítuloprestándoseaoírpalabrasinsolentes.Nuncamásvolvería a tolerarlo;nocometeríaotravez lapuerilidaddepermitirle aAndré-Louis que se expresara en términos denigrantes al hablar de un hombre encomparaciónconelcualnoeramásqueunlacayo.
Estosargumentos,surgidosespontáneamentedesuvanidad,desuambición,ydesuenormedisgusto,noerandeltodoconvincentes.
Mientras tanto, el señor de La Tour d'Azyr subió a su carruaje, no sin antesdespedirsebrevementedelseñordeKercadiouydePhilippedeVilmorin,quien,en
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respuestaasuspalabras,sehabíainclinadoenseñaldesilenciosoasentimiento.La carroza partió. Detrás, muy derecho en su puesto, iba el lacayo de peluca
empolvadaconsucasacaazulyoro,mientraselseñordeLaTourd'Azyr,desde laventana,ledecíaadiósaAline,quienrespondíaasuvezconunademándelamano.
PhilippedeVilmorintomódelbrazoasuamigo,yledijo:—Vamos,André.—Pero¿porquénoosquedáislosdosacomer?—exclamóelhospitalarioseñor
deGavrillac—.Beberemosbrindandopor…—añadióhaciendounguiñodirigidoalajovenqueseacercaba.ElbuenodelseñordeGavrillaccarecíadeastucia.
Philippe deVilmorin deploró que una cita contraída anteriormente le impidieraaceptartalhonor.Semostrabamuygrave.
—¿Ytú,André?—lepreguntóasuahijado.—¿Yo?Nopuedoquedarme;tambiénhesidocitado,padrino—mintió—Ytengo
misupersticióncontralosbrindis…EnrealidadAndré-Louisnoqueríaquedarseallí.EstabaenojadoconAlineporel
risueñorecibimientoquelehabíadispensadoalmarquésdeLaTourd'Azyryporelsórdidonegocioquelaconvertíaenmercancía.Sufríaunaterribledesilusión.
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CAPÍTULOIII
LaelocuenciadeVilmorin
Mientras bajaban la colina,Vilmorin permanecía calladomientrasAndré-Louishablaba.Eltemadesuperoracióneralamujerensentidogeneral.Pretendíahaberladescubierto aquellamañana, y las frases que se le ocurrían sobre lasmujeres eranpoco halagüeñas y, en ocasiones, casi groseras. Philippe de Vilmorin apenas leescuchaba; aunque pueda parecer extraño en un joven francés de su tiempo, no leinteresabanlasmujeres.ElpobrePhilippeeraunaexcepciónenmuchosaspectos.
Frente aElBretónArmado—posada y casa de postas situada a la entrada delpueblodeGavrillac—,Philippeinterrumpióasucompañerojustocuandollegabaalaculminación de su diatriba contra las mujeres, devolviéndolo súbitamente a larealidad,puesentoncesadvirtiólacarrozadelmarquésdeLaTourd'Azyrparadaantelapuertadelmesón.
—Nopuedocreerquenomehayasestadoescuchando—dijoAndréasuamigo.—Dehaberestadomenosabsortoentupropiodiscurso,lohubierasnotadoantes
ytehabríasahorradolasaliva.Laverdadesquemedaspena,André.Parecequehasolvidadopor completo aquéhemosvenido.Sabesmuybienqueestoycitadoaquícon el marqués, quien desea que le explique mejor el asunto. Allá arriba, enGavrillac,nopodíaresolversenada.Noeraelmomentooportuno.Peroconfíoenelmarqués.
—¿Confías…enqué?—Enqueharácuantoestéensusmanosparareparareldaño.Seencargarádela
viudaydeloshuérfanos.Sinofueraasí.¿Porquéhabríadequereroírmedenuevo?—¡Meextrañatantacondescendenciaenél!—exclamóAndré-Louis,yañadió—:
TimeoDanaosetdonaferentes.—¿Porquélodices?—preguntóPhilippe.—Entremosylosabremos…anoserquemipresenciaseaunestorbo.Los jóvenes entraron en una habitación que siempre estaba reservada para el
marqués.Un fuegode leñaardía al fondode la estancia,y allí estaban sentadoselseñordeLaTourd'Azyrysuprimo,elcaballerodeChabrillanne.AlentrarVilmorin,ambosselevantaron.André-Louispermanecióenlapuerta.
—Os estoy muy agradecido por vuestra cortesía, señor de Vilmorin—dijo elmarqués en tono tan desdeñoso que desmentía la educación de sus palabras—.Sentaos,osloruego.¡Ah!¿ElseñorMoreaunosacompaña?—preguntóconfrialdad.
—Sinotenéisinconveniente,señormarqués…—¿Porquéhabríadetenerlo?Sentaos,Moreau.
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Hablabadespectivamente,mirandoaAndréporencimadelhombro,comoaunlacayo.
—Soismuyamable—dijoPhilippe—aldarme laoportunidaddeexplicaros elasuntoquetaninoportunamentemellevóaGavrillac.
Elmarquéssearrellanócómodamentecruzandolaspiernas,ytendióunadesusfinas manos hacia las llamas, para calentarse. Sin molestarse siquiera en volversehaciaeljovenqueestabadetrásdeél,replicó:
—Dejemos a un lado lo amable de mi concesión —dijo en tono sombrío yChabrillanne se rió. André-Louis consideró la facilidad con que reía el primo delmarquésycasi,casi,leenvidiótalcapacidad.
—Detodosmodososestoyagradecido—insistióPhilippe—porcondescenderaoírmeabogarporlacausadeesapobregente.
Elmarquésabriódesmesuradamentelosojos.—¿Quécausa?—exclamómirándoleporencimadelhombro.—¿Cómoquequécausa?Merefieroa lacausade laviuday loshuérfanosdel
infortunadoMabey.ElmarquésdejóvagarlamiradadeVilmorinasuprimo,quiendenuevoseechó
areír,dándoseestavezunapalmadaenlarodilla.—Meparece—dijolentamenteelmarqués—quehahabidounmalentendido.Yo
ospedíquevinieraisaquíporqueelcastillodeGavrillacnoeraelsitiomásadecuadoparatenerunadiscusión,yporquevaciléenhacerosrecorrerellargocaminoquehayhastamicastillo.Peroamí solamenteme interesanciertas frasespronunciadasporvosenelcastillodeGavrillac.Esacausadeesasfrasesporloqueestáisaquíyporloquequierooírvuestrasexplicaciones…siqueréishonrarmeconellas.
André-Louisempezóanotaralgosiniestroenelaire.SuintuicióneramásrápidaqueladeVilmorin,quienúnicamentesesentíaunpocosorprendido.
—No comprendo, caballero —dijo el joven seminarista—. ¿A qué frases osreferís?
—Parece, señor mío, que debo refrescaros la memoria —dijo el marquésladeándose en su cómodo asiento demodo que, al fin, quedó frente a Philippe deVilmorin—. Os referisteis, muy elocuentemente a pesar de estar completamenteerrado,ala«infamia»delhechodesumariajusticiarealizadoporuncriadomíosobreese talMabey, o como se llame ese ladrón. «Infamia» fue precisamente la palabraempleadaporvos.Ynoos retractasteisdeellani siquieracuando tuveelhonordeinformarosquemiguardabosqueactuóasícumpliendounaordenmía.
—Sifueunactoinfame—dijoVilmorin—,esoesalgoquenopuedecambiarlolaalcurniadelapersonaresponsable.Lejosdeserunatenuante,laalturadeesaalcurniaesunagravante.
—¡Ah!—dijoelmarquéssacandounatabaqueradeorodesubolsillo—.Unacto
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infame,decís…¿Hedeentenderqueyanoestáis tanconvencidodeesa«infamia»como,alparecer,loestabaisantes?
Philippe de Vilmorin estaba perplejo. No acababa de comprender adondepretendíairapararcontodoaquello.
—Semeocurrepensar, señormarqués, envistadevuestrodeseode asumir talresponsabilidad, que tal vez estáis convencido de tener alguna justificación queescapaamientendimiento.
—Asíestámejor,muchomejor.Elmarquéstomóunpocoderapéyluegosacudióelpolvoquehabíacaídosobre
elencajedesuchorrera.Entoncesprosiguió:—Mealegraqueporfincomprendáisque,nosiendovospropietario,no teníais
clara idea del caso y podíais haberos lanzado a una conclusión precipitada einjustificable.Queestoseaunavisoparavos,deahoraenadelante.Cuandoosdigaquedesdehacemesesmevienenmolestandoconparecidossaqueos,comprenderéistalvezqueeranecesarioimponeruncorrectivolobastanteenérgicoparaacabarconellos.Ahoraqueesagentuzasabeel riesgoquecorre,creoqueal finmiscotosdecazaquedaránprotegidos.Yaúnhayalgomás,señordeVilmorin.Nomeenojatantoel roboensícomoeldespreciohaciamiabsolutoe inviolablederecho.Hay, señormío, como no habréis dejado de observar, un diabólico espíritu de rebeldía en elambiente,ysóloexisteunmododehacerlefrente.Latolerancia,inclusolamásleve,laindulgenciamásinsignificantequepractiquemoshoy,nosobligarámañanaatenerquetomarmedidasmásduras.Estoysegurodequemecomprendéisydequetambiénapreciaréismi condescendencia al explicaros cosas que enmodo alguno tengoqueexplicarle a nadie. Si algo de lo que acabo de decir no os parece suficientementeclaro, os ruego acudáis a las leyes de caza, de las que vuestro amigo el abogadopuededarosunaidea.
Ydichoesto,elcaballerosevolviódenuevohaciaelfuego.Eracomosihubieradadopor terminada la entrevista.Y, sin embargo, elperplejoyvagamente inquietoAndré-Louis no tenía la misma impresión. El joven abogado pensaba que aquelladisertacióneratanextrañacomosospechosa.Sospechabaqueelaristócratafingíadarexplicacionesconpalabrascortesesmientrasque,enrealidad,nohacíasinoestimularyaguijonearconsutonocalculadamenteinsolentelaimpacienciadeunhombreconlasideasdePhilippedeVilmorin.Yestofueprecisamenteloquesucedió.
Philippesepusoenpie.—¿Pero es que no hay en el mundo otras leyes que las de caza?—preguntó
enérgicamente—.¿Nohabéisoídohablarjamásdelasleyesquenoestánescritas,lasleyesdelahumanidad?
Elmarquéssuspirófastidiadodetenerquecontinuarlaconversación:—¿Yquétengoyoqueverconlasleyesdelahumanidad?—dijoextrañado.
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Vilmorinlemiróuninstantesinsaber,enmediodesuestupor,cómocontestarle.—Nada,señormarqués;loveoclaramente.Peroojalánotengáisquerecordarlo
cuandoosveáisprecisadodeapelaraesasleyesdelasqueahoraosburláis.ElseñordeLaTourd'Azyrechóatráslacabezacongestoaltanero.—¿Quésignificanesaspalabras?Noes laprimeravezquehoyosexpresáisen
términosambiguosqueacasopudierancontenerunaveladaamenaza.—Noesunaamenaza,señormarqués,es…unaadvertencia.Unaadvertenciade
que actos como este que se ha cometido contra un ser humano, una criatura deDios…¡Oh,podéisburlaros,señor,peroesasgentestambiénsoncriaturasdeDios,nimásnimenoscomovosycomoyo…aunqueesaideapuedaherirvuestroorgullo!AlosojosdeAquelquetodolove…
—Porfavor,nomeechéisahoraunsermón,futuroseñorabate.—Os burláis, señor marqués. Os reís. ¿Os reiréis acaso cuando Dios os pida
cuentadelasangreydelsaqueoquemanchanvuestrasmanos?—¡Señor! —gritó el caballero de Chabrillanne haciendo restallar esa palabra
comounlátigoyponiéndoseenpiedeunsalto.Peroelmarquéslocontuvo.—Sentaos, caballero. Habéis interrumpido al señor abate y me gustaría seguir
oyéndole.Meinteresanmuchosusrarasteorías.Unpocoapartadodelosdemás,Andrétambiénsehabíapuestoenpie,realmente
alarmado ante la expresión que leyó en el hermoso rostro del señor de La Tourd'Azyr.Entoncesseacercóalachimeneaytomódelbrazoasuamigo:
—Serámejorquenosvayamos—ledijo.Pero Philippe de Vilmorin, dando rienda suelta a la pasión largo tiempo
reprimida,seprecipitósinreflexionar:—¡Oh,señor!—dijo—,pensadenloquesoisyloqueseréis.Deteneosapensar
cómovosylosvuestrosvivísexclusivamentedeabusosque,alalarga,sólopuedenacarrearotrosabusos.
—¡Revolucionario!—espetóelmarquéscondesprecio—.¿Tenéiseldescarodepresentarosantemíparasoltarmeesafétidajergadelosqueahoraoshacéisllamarintelectuales?
—¿Jerga? ¿Lo pensáis así de veras? ¿Os parece una jerga recordarle al señorfeudalcómooprimeensuprovechotodoloqueencuentraasupaso?¿Noejercesusderechossobrelasaguasdelrío,sobreelfuegodevorador,sobreelpan,lahierbaolacebada del pobre, en fin, sobre el viento que hace girar las aspas del molino? Laverdad de mi jerga os dice que el pobre campesino no puede dar un paso en elsendero,cruzarunpuentesobreelríonicomprarunavaradetelasintropezarseconla rapacidad feudaly sinque locarguencon impuestos feudales. ¿Noospareceyabastante,señormarqués?¿Debeexigirsetambiénlamíseravidadecadaunoenpagodel menor delito contra vuestros sacrosantos privilegios, sin que os importe que
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queden viudas y huérfanos desvalidos? ¿No estáis contentos si vuestra sombra nosobrevuela el país como unamaldición? ¿Acaso vuestro orgullo os hace creer queFrancia,estepacienteJobdelasnaciones,hadesufrireternamente?
Philippe se detuvo como aguardando una respuesta. Pero no hubo réplica. Elmarqués le contemplaba extrañamente, con ojos siniestros y sonriendo a medias,desdeñosamente.
—Vamonos,Philippe—dijoAndré-Louistirandodelamangadesuamigo.Peroeljovenseminaristaselibródesumano,ysiguióhablandoexaltado:—¿Noveiscómoseamontonanlasnubesanunciandotormenta?¿Imagináisquizá
quelaAsambleaNacionalconvocadaporNeckeryprometidaparaelañoquevienesóloosdaránuevosmediosparacontribuiralabancarrotadelEstado?Osengañáis.En esa reunión, el Tercer Estado, al que tanto despreciáis, será la fuerzapreponderanteyhallarálaformadeponerfinalallagagangrenosadelosprivilegiosquedevoraanuestrodesgraciadopaís.
Elmarquéssemovióensusillónyalfincontestó:—Tenéis,caballero,elpeligrosodondelaelocuencia.Esundonquenoemana
tantodevuestracausacomodevosmismo.Porque,despuésdetodo,¿quéesloqueme ofrecéis? Los platos recalentados de los efusivos discursos pronunciados envuestros salones literarios e inspirados enmíseros emborronadores de papel comoVoltaire, Jean-Jacques y otros.Entre vuestros jóvenes filósofos no hay ni uno sóloconsuficientetalentoparacomprenderquesomosunaclaseconsagradaporderechode antigüedad y que, al defender nuestros derechos y privilegios, nos asiste laautoridaddelossiglos.
—La humanidad—replicó Philippe— es más antigua que la aristocracia. Losderechosdelhombreempezaroncuandoelhombrefuecreado.
Elmarquésseechóareír,encogiéndosedehombros.—He ahí una respuesta que debía haberme esperado.Es lamisma cantinela de
todoslosfilósofos.EntoncestercióelcaballerodeChabrillanne:—¿Paraquétantosrodeos?—dijoasuprimoconimpaciencia.—Para llegar hasta este punto—respondió elmarqués—. Primero quería estar
bienseguro.—Afemíaqueahoranopodéistenerningunaduda.—Ahorano.Elmarqués se levantó y se volvió aVilmorin, quien no había comprendido el
sentidodelbrevediálogoentreLaTourd'Azyrysuprimo.—Señor abate—dijo el aristócrata—, realmente tenéis el peligroso don de la
elocuencia. Ese don puede arrastrar a otros hombres a su ruina. De haber nacidocaballero,nohubieraisadquiridocontantafacilidadesosfalsospuntosdevistaque
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proclamáis.ElseñordeVilmorinlemirófijamentesincomprender.—¿Dehabernacidoyocaballero?—repitiólentamenteyconfundido—.Perohe
nacido caballero, señor. Mi familia es tan antigua y mi sangre tan pura como lavuestra.
Elmarquésenarcólascejasypestañeóconindulgentesonrisa.SusojosobscurosylíquidosseclavaronenelrostrodePhilippedeVilmorin.
—Temoqueenesepuntooshanengañado.—¿Engañado…?—Vuestros sentimientos delatan la indiscreción en la que, sin duda, incurrió
vuestraseñoramadre.Después de aquel insulto brutal en son de burla, dicho con total frialdad,
sobrevinounsilenciosepulcral.André-Louispermanecíamudo,aterrado,mientrassuamigo escudriñaba el rostro del señor de La Tour d'Azyr como buscando unsignificadoqueseleescapaba.Súbitamenteentendiólavilafrenta.Lasangrelesubióa lasmejillasy la indignaciónardióensusojos.Unconvulsivoestremecimiento losacudió.Entonces, tras lanzar un grito inarticulado, alzó lamano y le propinó unabofetadaalmarquésensucaraburlona.
Comounrelámpago,elcaballerodeChabrillanneselevantóponiéndoseentrelosdoshombres.
André-Louishabíavistolatrampademasiadotarde.LaspalabrasdelseñordeLaTourd'Azyrerancomounajugadaenunaespeciedeajedrezverbal,calculadaparaexasperar al contrario impulsándole a reaccionar de un modo que le dejaraenteramenteasumerced.
Elmarquésestabamuypálido,exceptoenlamejilla,dondeseveíalahuelladelos dedos de Vilmorin. Pero no dijo una palabra. En su lugar, fue el caballero deChabrillannequienhabló,asumiendoelpapelquepreviamentelehabíanasignadoenaqueljuegovil.
—Caballero, ¿os dais cuenta de la gravedad de lo que acabáis de hacer?—lepreguntó fríamente a Philippe—. Y por supuesto, comprenderéis también lo queinevitablementetraeconsigo.
Philippe de Vilmorin no comprendía nada. El pobre hombre había actuadoimpulsivamente,porunsentimientodedecenciaydehonor,sintomarencuentalasconsecuencias.Peroal intuir lasiniestra invitacióndelcaballerodeChabrillanne,sideseó evitar tales consecuencias, fue por respeto a su vocación sacerdotal querigurosamenteleprohibíaprestarsealcombatedehonorqueobviamenteleimponíaelseñordeChabrillanne.
Retrocedió.—Dejemosqueunaafrentaborre laotra—dijoconvozapagada—.Elbalance
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sigueestandoafavordelseñormarqués.Conesodebebastarle.—¡Imposible! —dijo el caballero crispando los labios. Después habló
suavemente, pero con firmeza—: Habéis dado una bofetada, señor. No creoequivocarmesidigoquealseñormarquésnuncaanteslehabíasucedidoalgoasí.Sios sentíais ofendido, no teníais más que exigir la satisfacción quemerece vuestrohonor,decaballeroacaballero.Vuestraacciónnoparecesinoconfirmarlasospechaque tan ofensiva os pareció. En cualquier caso, una acción de esta naturaleza nopuedequedarinmune.
Como puede verse, el papel del caballero de Chabrillanne era echarle leña alfuego,paraasegurarquelavíctimanoescapase.
—No quiero que quede inmune—dijo el joven seminarista. Después de todo,había nacido noble, y la tradición de su clase renacía en él conmás fuerza que laescueladehumildadenlaquesepreparabaparasacerdote.Demodoquepensóquesu nombre y su honor le exigían pagar con la muerte antes que evitar lasconsecuenciasdesuacción.
—¡Perosinisiquierallevaespada,señores!—exclamóAndré-Louis,aterrado.—Esosearreglafácilmente.Puedecogerlamía.—Quierodecir—insistióAndré-Louisentreindignadoyasustadoporlasuertede
su amigo—, que no acostumbra a llevar espada, que jamás la ha llevado ni sabemanejarla.Esunseminarista,casiyamediosacerdote,y,portanto,leestáprohibidoaceptarelcompromisoenquevosleponéis.
—Todoesodebiórecordarloantesdedarlabofetada—dijodiplomáticamenteelcaballerodeChabrillanne.
—Esa bofetada fue provocada deliberadamente—dijo con rabia André-Louis.Despuéssecalmó,aunquenofuegraciasalaaltaneramiradadesuinterlocutor,porcierto—.¡Oh,Diosmío!¡Estoyhablandoenvano!¿Cómovanadesistirdeunplanyatrazado?¡Vamonos,Philippe!¿Noveslatrampaenlaquehascaído…?
Echándoloaunlado,PhilippedeVilmorinlecortósecamente:—¡Silencio,André!Elseñormarquésestáentodosuderecho.—¿Que está en su derecho? —dijo André-Louis dejando caer los brazos
desalentado.Elhombreaquienmásamabaenelmundohabíacaídoenlamismalocuraque
parecía dominar al resto de losmortales.Undistorsionado sentido del honor hacíaquedescubrierasupechoanteelcuchilloqueloibaamatar.Noeraquenovieralatrampa, sino que aquel sentido del honor le impulsaba a desdeñar cualquier otraconsideración. En ese momento, André-Louis vio en su amigo una figurasingularmentetrágica.Quizánoble,peronoporellomenoslastimera.
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CAPÍTULOIV
Laherencia
Philippe de Vilmorin quiso zanjar el asunto inmediatamente. En esto era a untiempoobjetivoysubjetivo.Presadeemocionesencontradas,yenconflictoconsuvocaciónsacerdotal,estabaimpacienteporacabarconaquellocuantoantes.Tambiénsetemíaunpocoasímismo.Lascircunstanciasdesueducación,ylavocaciónquehabíasentidoenlosúltimosaños,lehabíanquitadomuchodelbríoqueesnaturalenloshombres.En ciertomodo, sehabía tornado tímidoydelicado comounamujer.Comolosabía,temíaque,sipasabaelardordelmomento,pudierasobrevenirleunadeshonrosadebilidad.
El marqués, por su parte, también deseaba un inmediato ajuste de cuentas, ypuestoqueestabanpresenteselcaballerodeChabrillanneyAndré-Louisparaservirdepadrinos,nohabíaningunarazónpararetrasarelduelo.
Asílascosas,enpocosminutostodoestuvoarreglado,yporlatardeelsiniestrogrupodecuatrohombressedirigióhacialapistaparabochasquehabíadetrásdelaposada.Estabancompletamentesolos;nadiepodíaverles,nisiquieraatravésdelasventanasdelmesónqueestabandetrásdeltupidofollajedelosárboles.
Nohuboformalidadalgunaalahoradeelegirelcampodehonor,nitampocosemidieronlasespadas.Elmarquéssedespojódesucinturónydesenvainólaespada,perosenegóaquitarseloszapatosylacasaca,puesconsideróquenomerecíalapenatomandoencuentaloinsignificantequeerasucontrincante.Alto,flexibleyatlético,teníaantesíaunrivalnomenosalto,perodelgadoyenclenque.TambiénVilmorindesdeñóhacerningunodelosusualespreparativos.Reconociendoquedenadapodíaaprovecharle quitarse la ropa, se puso en guardia completamente vestido. Suspómulossalientesparecíanarder.
El caballero de Chabrillanne, apoyándose en un bastón, pues había cedido suespadaaVilmorin,contemplabaeldueloconsilencioso interés.Frenteaél, alotroladodeloscombatientes,estabaAndré-Louis,elmáspálidodeloscuatro,conojosfebrilesyretorciéndoselasmanossudorosas.
Su instinto le impulsaba a interponerse entre los contrincantes para evitar elencuentro. Sin embargo, ese generoso impulso quedaba anulado por la plenaconciencia de su inutilidad. Para calmarse, se aferró a la convicción de que aquelduelo no podía tener consecuencias realmente serias. Si el honor de Philippe leobligabaacruzarlaespadaconelhombreaquienhabíaabofeteado,lanoblecunadelseñordeLaTourd'Azyrtambiénleobligabaaprocurarnoherirgravementealjoveninexperto a quien había provocado de modo tan evidente y ofensivo. Después de
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todo,elmarquéseraunhombredehonor.Sóloseproponíadarunalección,duratalvez,peroqueelcontrariopudieraaprovecharenvida.Paraconsolarse,André-Louisseaferróobstinadamenteaestaidea.
Se cruzaron los aceros: comenzaba el combate. El marqués presentaba a suadversarioapenaselperfildesuesbeltafigura,conlasrodillasligeramentedobladascomo resortes,mientras queVilmorin permanecía cuadrado presentando un blancoperfectoyconlasrodillasrígidascomosifuesendemadera.Elhonoryelespíritudelealtadcompetitivaclamabanauntiempocontrasemejanteencuentro.
Como era de suponer, todo acabó enseguida. De joven, casi en su infancia,Philippehabíarecibidonocionesdeesgrimacomocualquieradolescentedesuclase.Asíqueconocía losrudimentosdelartedemanejar laespada.Pero¿dequépodíanservirle en aquel momento? Hubo tres quites, y entonces, sin ninguna prisa, elmarquésdeslizósupiealolargodelhúmedocésped,ysuelásticocuerposetendióenunaestocadaafondohastaromperlafrágilguardiadeVilmorin.Deliberadamente,lahojadelmarquésatravesóaljovenseminarista…André-Louissaltóconeltiempojusto para coger el cuerpo de su amigo por debajo de los brazos. Entonces se ledoblarontambiénaéllaspiernasporelpesoycayeronjuntosenlahúmedahierba.André-LouisapoyóensuhombroizquierdolacabezainertedePhilippe.Losbrazoslecolgabanflácidosylasangrequemanabadelaheridalehabíaempapadolasropas.
Conelrostropálidoyloslabiostemblorosos,André-Louislevantólosojoshastalosdelmarqués,quiencontemplabasuobraconexpresióngrave.Peroensucaranoseleíanisombraderemordimiento.
—¡Lehabéismatado!—gritóAndré-Louis.—Porsupuesto.Elmarquéslimpiólahojadelaceroconsupañuelodeencajes.Cuandoconcluyó
tandelicadatarea,manifestó:—Yaledijequeteníaelpeligrosodondelaelocuencia.Ysevolviópara irse,dejandoaAndré-Louis en libertadde interpretar su frase
como quisiera. Sin soltar el cuerpo de su amigo que se desangraba, André-Louisllamóalaristócrata:
—¡Vuelve,cobardeasesino,yrematatuobraasesinándomeamítambién!Elmarquésvolvióelrostro,llenodeira.PeroelseñordeChabrillanneledetuvo
cogiéndolo por el brazo. Aunque había tomado parte activa en los hechos, ahoraestabaunpocopálido.NoteníaelvalordelseñordeLaTourd'Azyryeramuchomásjoven.
—Vamonos—dijo—,sufuriaesnatural.Eranamigos.—¿Hasoídoloquemehadicho?—preguntóelmarqués.—Nadiepodránegarlo,nivosniningúnotrohombre—replicóAndré-Louis—.
Vos mismo acabáis de confesarlo al explicarme el motivo por el cual lo habéis
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matado.Porqueleteníaismiedo.—Ysiasífuera,¿qué?—contestóelcaballero.—¿Ylopreguntáis?Nadasabéisde lavidanide lahumanidadcomonoseael
modo de llevar elegantemente una casaca y de peinar vuestro cabello. ¡Oh, sí, ytambién blandir vuestras armas contra niños y sacerdotes! ¿Es que no tenéissensibilidad,nialma?¿Nocomprendéisqueesunacobardíamataraquienseteme,ydoblecobardíamatardeestaforma?Silehubieraisclavadounpuñalporlaespalda,por lomenosestaríaa salvoelvalordevuestravileza.Hubierasidounavilezasindisfraz.Perotemiendolasconsecuenciasdeunactocomoéste,escondisteisvuestracobardíabajoelpretextodeunduelo.
Elmarqués se libró de lamanode su primoy dio un paso haciaAndré-Louis,alzandoahorasuespadacomounlátigo.Perootravezelcaballeroledetuvo.
—¡No,no,Gervais!¡Déjalo,porelamordeDios!—¡Dejadlequevenga,caballero!—gritóAndré-Louisconvozronca—.Dejadle
queremateenmísucobardía.ElcaballerodeChabrillannesoltóasuprimo.Elmarquésavanzóconloslabios
lívidos y los ojos febriles hasta el jovenzuelo que tan abiertamente le insultaba.Yentoncessecontuvo.QuizádeprontoseacordódelparentescoqueelpuebloatribuíaalseñordeGavrillacconaqueljoven,asícomodelafectoqueelnobleleprofesaba.ProbablementepensóquenoleconveníatenerproblemasconelseñordeGavrillac,sobre todo ahora que la amistad de este caballero era para él tan importante. Sinembargo,ledolíaretirarsedespuésdehabersidoofendidoensudignidad.
Fuese lo que fuere, lo cierto es que el caballero se detuvo en seco, lanzó unaincoherenteinterjecciónqueeramezcladeiraydedesprecio,diomediavueltaysealejóapretandoelpasoconsuprimo.
Cuandoelposaderoysugenteacudieron,encontraronaAndré-Louisabrazadoalcuerpodesuamigo,murmurandoapasionadamentealsordooídodelqueyacíaensusbrazos:
—¡Philippe!¡Háblame,Philippe!¿Nomeoyes?¡Oh,Diosmío!¡Philippe!Unamiradabastóparaquetodoscomprendieranqueyanoerannecesariosniun
médiconiunsacerdote.LamejillaquedescansabacontraladeAndré-Louisteníauncolor plomizo, los ojos aparecían vidriosos y un poco de espuma sanguinolentaasomabaenloslabiosentreabiertos.
Mediocegadoporlaslágrimas,André-Louissiguió,dandotraspiés,elcuerpodesu amigo, que los otros llevaron a la posada.Ya arriba, en la habitación donde loacostaron,searrodillójuntoallechoyconlamanodelmuertoentrelassuyas,juróconrabia impotentequeelseñordeLaTourd'Azyrpagaríamuycaro loquehabíahecho.
—Letemíaatuelocuencia,Philippe—dijo—.Sinoobtengolajusticiaqueexijo
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poresteasesinato,juroquemetomarélajusticiapormimano,yloqueéltemíadeti,tendráque temerlodemí.Temíaque arrastraras a loshombres con tuverboyquedestruyeran el orden que a él le sostiene. Pues los hombres serán arrastrados, y tuelocuencia,ytusargumentos,ytusideasseránlaherenciaqueyorecibirédeti.Harémíos todos tuspensamientos.Poco importaqueyocreaonoen tuevangeliode lalibertad. Lo conozco, palabra por palabra, y esto es lo que importa para nuestropropósito, el tuyo y el mío. Y si todo fallara, tus ideas hallarán expresión en milengua.Asíalmenoshabremosfrustradosuvil intentodeacallar lavozque temía.Nosacaráningúnprovechodelasangrequemanchasualma.Mivozleperseguirámásimplacablementedeloquehubierahecholatuya.
Estepensamientoleregocijó,calmándoloyatenuandosudolor,loquelepermitióorarmuybajito.DespuéssucorazóntemblóalpensarcómoPhilippe,unhombredepaz,casiunsacerdote,unapóstoldelcristianismo,ibaapresentarseantesuCreadorcon el pecado de la ira en su alma. ¡Era horrible! Pero Dios vería lo justo de sucólera.Encualquiercaso,aquelpecadonopodíaensombrecerelamorquePhilippesiemprehabíapracticado, ni la noblepurezade sugran corazón.Despuésde todo,pensabaAndré-Louis,Diosnoeraunaristócrata.
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CAPÍTULOV
ElseñordeGavrillac
Por segunda vez en aquel día, André-Louis fue al castillo, con presteza y sinpreocuparseporloscuriososqueleveíanatravesarelpuebloniporlosmurmullosdelasgentesexcitadasporelsucesodelquehabíaformadoparteactiva.
Bénoit—elviejocriadoaquiengrandilocuentemente llamaban«senescal»—locondujoalahabitacióndelaplantabajaque,tambiéncongrandilocuencia,recibíaelnombre de biblioteca.Ciertamente la sala tenía algunos estantes donde dormían elsueño eterno algunos volúmenes maltratados, pero los útiles de caza—escopetas,reclamos,cuernosycuchillos—aparecíanallímásprofusamentequeloslibros.Losmuebles eran macizos, de roble intrincadamente tallado, y eran muy antiguos.Grandesvigasdemaderacruzabanelaltotechopintadodeblanco.
Allí estaba el robusto señor de Gavrillac paseándose inquieto cuando entróAndré-Louis.YaestabaenteradodetodoloocurridoenlaposadaElBretónArmado.ElseñordeChabrillanneacababadesalirdeallídespuésdeinformarledebidamente,yelseñordeKercadiouconfesóestarprofundamenteafligidoyperplejo.
—¡Qué pena me da! —exclamó—. ¡Qué pena! —repitió bajando la enormecabeza—.¡Unjoventanestimableyconunfuturotanprometedor!¡Ah,eseLaTourd'Azyresunhombremuyresentidoenestascuestiones!Quizátengarazón.Nolosé.Jamáshematadoaunhombreporunadiscrepanciadeopinión.Dehecho,nuncahematadoanadie.Noestáenminaturaleza.Silohiciera,yanuncamáspodríadormirtranquilo.Peronotodosloshombressomosiguales.
—Lacuestión,queridopadrino,consisteenquédebemoshacerahora—comentóAndré-Louisconaplomo,perointensamentepálido.
ElseñordeKercadioulemiródehitoenhito:—¿Qué diablos quieres que hagamos? Según he oído, Vilmorin abofeteó al
marqués.—Despuésdehabersidogroseramenteprovocadoporél.—Igualquetuamigoloprovocóconsulenguajerevolucionario.Elpobreteníala
cabeza llena de esas tonterías de los enciclopedistas. Eso les pasa a los que leendemasiado.Yonuncamehepreocupadomuchoporloslibros,André,nihevistoquedel estudio salga otra cosa que problemas. Inquieta a los hombres, les complica laexistencia, y destruye la sencillez, que es la única fuente posible de la paz y lafelicidad.¡Ojaláestedesdichadoasuntotesirvadeaviso,queridoAndré!Tambiéntúte has ido aficionando a esas especulaciones filosóficas que quieren trastornar elordensocial.Yavesloquesaledeahí.Unjovenfino,estimable,hijoúnico,yademás
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deunaviuda,seolvidadesímismo,desuposición,desudeberparaconsumadre.Seolvidadetodo,ysedejamatardeesamanera.Esmuytriste.Tejuropormialmaqueesmuytriste.
Sacóungranpañueloysesonólanarizconvehemencia.André-Louis tenía el corazón en un puño y sintió que la esperanza—nomuy
grandeporcierto—queteníaenelapoyodesupadrinosedesvanecía.—Veo—dijo—quetodasvuestrascríticasvancontraelmuertoyningunacontra
el asesino. Y, no obstante, no puedo creer que estéis de acuerdo con semejantecrimen.
—¡Crimen! —exclamó el señor de Kercadiou—. ¡Por Dios, muchacho, estáshablandodelseñordeLaTourd'Azyr!
—Sí,ydelabominableasesinatoquehaperpetrado…—¡Basta!—exclamóelseñordeKercadiouconénfasis—.Nopuedopermitirque
hablesdeélensemejantestérminos.Elseñormarquésesmiamigoyesmuyposiblequeestrechemosmásaúnnuestrasrelaciones.
—¿Apesardeesto?—preguntóAndré-Louis.ElseñordeKercadiouempezabaaperderlosestribos:—¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Lamento lo sucedido, pero no tengo
derecho a condenarlo. Es una regla establecida para ajustar diferencias entrecaballeros.
—¿Realmentecreéiseso?—¿Quédemoniosquieresdaraentender?¿Diríayoalgoenloquenocreo?Estoy
empezandoaenfadarmecontigo.—«Nomatarás»,dicetantolaleydeDioscomoladelrey.—Veoqueestásdispuestoasacarmedemiscasillas.Fueunduelo…André-Louisinterrumpióasupadrino:—Nosepuedellamardueloaunencuentrocondospistolasdondelaúnicaque
está cargada es la del marqués. Él invitó a Philippe a visitarle con la deliberadaintencióndearrastrarloaunadiscusión,ytrasexaltarleconsusinsultos,matarle.Unpoco de paciencia, mi querido padrino. No estoy hablando de algo que yo hayainventado,sinodeloqueelmismomarquésmehadicho.
Unpocodominadoporlagravedaddeljoven,elseñordeKercadioumiróaotraparte,seencogiódehombrosysedirigióalaventana.
—Sólo un tribunal de honor podría decidir en este asunto; y aquí no tenemostribunalesdehonor—dijo.
—Perosílostenemosdejusticia.Muyirritado,elseñorsevolviórápidamenteyclavólosojosensuahijado.—¿Y qué tribunal de justicia crees que escucharía la querella que tienes en
mente?
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—EnRennesestáeltribunaldelprocuradordelrey.—¿Ycreesqueelprocuradordelreyvaaescucharte?—Amí,quizáno.Perosivospresentaraislaquerella…—¿Poneryolaquerella?—saltóelseñordeKercadioumostrándosehorrorizado
antetalsugerencia.—Elhechohaocurridoaquí,envuestrosdominios…—¿QuieresqueyoacusealseñordeLaTourd'Azyr?Meparecequenoestásen
tus cabales. Estás loco, tan loco como ese pobre amigo tuyo que mira cómo haacabado por meterse en lo que no le importaba. El lenguaje que empleó aquí alhablarlealmarquésdelamuertedeMabeyeramuyofensivo.Talveztúnolosabías.Poresonomesorprendequeelmarquéshayabuscadolasatisfacciónqueexigíasuhonor.
—Yaveo…—dijoAndré-Louis.—¿Yaves?¿Quédiablosesloqueves?—leinterrumpiósupadrino.—Quetendréquehacerlotodoyosolo.—¿Y puedes hacerme el favor de decirme qué diablos piensas hacer?—Iré a
Rennesyexpondréloshechosanteelprocuradordelrey.—Estarádemasiadoocupadoparaescucharte.LamentedelseñordeKercadiouestabaunpoquitoaturullada,perocontinuó:—BastantesproblemashayyaenRennesconesalocuradelaAsambleaGeneral
conlacualelmaravillosoNeckercreequevaasanearlasfinanzasdelreino.¡Comosi un insignificante suizo empleado de banco, que además es un condenadoprotestante, pudiera tener éxito allí donde hombres como Calonne y Brienne hanfracasado!
—Buenastardes,padrino—dijoAndré-Louis.—¿Adondevas?—Ahoraacasa.MañanaaRennes.—Espera,muchacho,espera—dijoelachaparradocaballeroylepusounamano
enelhombro—.Ahoraescúchame,André,loquepiensashacerescosadecaballerosandantes,propiadelunáticos.Nadabuenosacarássipersistesenesaactitud.TúhasleídoDonQuijoteysabes loque lesucediócuandoseenfrentocon losmolinosdeviento.Esomismo,nimásnimenos,tepasaráati.Dejalascosascomoestán,hijomío.Noquisieraquealgomaloteocurriera.
André-Louislemiraba,sonriendotristemente.—Hoyhiceunjuramentoycondenaríamialmasilorompiera.—¿Quieresdecirqueteirás,apesardetodoloquetehedicho?—tanimpetuoso
comoinconsecuente,elseñordeKercadiouvolvíaamontarencólera—:Puesbien,entonces…¡vetealdiablo!
—Empezaréporvisitaralprocuradordelrey.
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—Ysitemetesenproblemas,luegonovengasaquíasuplicarmiayuda—estallóel señor de Kercadiou. Realmente estaba muy disgustado, y siguió tronando—:Puesto que has escogido desobedecerme, puedes romperte esa cabeza vacía quetienescontraelmolinodevientoeiralaperdición.
André-Louisinclinólacabezacongestoirónicoysedirigióalapuerta.—Si elmolino fuera demasiado grande—dijo desde el umbral—, ya veré qué
hagoconelvientoquelomueve.Adiós,padrino.YsaliódejandosoloalseñordeKercadiouque,conelrostrorojodeira,trataba
dedescifrar laúltima frasede suahijado.En realidad, sumentenoera lobastanteagudaparacomprenderniaAndré-LouisnialseñordeLaTourd'Azyr.Poresoahoraestaba igualmente enojado con los dos. Consideraba que esos hombres testarudos,que siguen obstinadamente sus impulsos, son realmente muy problemáticos eirritantes. Él amaba la vida tranquila y quería estar en paz con sus vecinos. Y leparecía tan obvio que ése era el mejor estilo de vida, que sólo los locos podíanempeñarseenvivirdeotramanera.
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CAPÍTULOVI
Elmolino
EntreNantesyRenneshabíaunserviciodetresdiligenciasporsemanaque,poruna sumade veinticuatro libras—más omenos equivalentes a guineas inglesas—,cubríaeserecorridoenunascatorcehorasdeviaje.Unavezporsemana,unadeesasdiligenciasseapartabadelacarreteraparapasarporGavrillacllevandoyrecogiendocartas, periódicos y, algunas veces, pasajeros.Generalmente,André-Louis utilizabaestos coches en sus viajes de ida y vuelta a la ciudad. Pero ahora tenía demasiadaprisaparaperderundíaesperandoelpasodeladiligencia.PoresoalquilóuncaballoenElBretónArmadoyaldíasiguientesepusoencamino.Trasunahoradevelozgalope, bajo el cielo gris, y recorriendo diezmillas a través de tediosas comarcas,llegóalaciudaddeRennes.
Cruzó a caballo el puente sobre elVilaine, y entró por la parte principal de laimportanteciudad,cuyostreintamilhabitantesparecíanhabersedadocitaalmismotiempoenlascalles.Laaglomeracióndegenteera tangrandequeobstruíaelpaso.Estaba claro que el desdichado Philippe no había exagerado cuando hablaba de laconmociónquesacudíaaquellaciudad.
SeabriópasolomejorquepudohastallegaralaPlazaReal,dondeelgentíoeramuchomáscompacto.EncaramadoenelpedestaldelaestatuaecuestredeLuisXV,un joven de pálido rostro arengaba a la multitud. Por su edad y por su ropaevidentementesetratabadeunestudiante,yungrupodecompañeros,ataviadosigualqueél,hacíanlasvecesdeguardiadehonorentornoalaestatua.
Porencimadelascabezasdelamuchedumbre,André-Louispudocogeralvuelounascuantasfrasesgritadasavivavoz:«…Eralapromesadelrey…SeoponenalamismavoluntaddelreyenBretaña…Elreyloshadisuelto…Losinsolentesnoblesdesafíanalpuebloyasusoberano…».
Denohaberlo sabidoyaporPhilippe, esas frases lehubieranbastadoaAndré-LouisparacomprenderqueelTercerEstadoestabaalbordedelarebeldía.Eljovenpensóqueaquellademostracióndefurorpopular leveníacomoanilloaldedoparasusplanes.Así,conlaesperanzadequelasituaciónpredispondríaalprocuradordelrey en su favor, se abrió paso atravesando la amplia Plaza Real, donde el gentíoempezabaahoraadispersarse.DejósucaballoenunaposadallamadaLaCuernadelCiervoysedirigióapiealPalaciodeJusticia.
En las obras de lo que más tarde sería la catedral, también se agolpaba elpopulacho. Pero André-Louis no se detuvo para averiguar el motivo de aquellaconcentración. Siguió andando y llegó al bello palacio italiano, uno de los pocos
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edificiosquesobrevivióalincendioquehabíatenidolugarhacíasesentaaños.No sin dificultad, llegó al gran vestíbulo llamado Sala de los Pasos Perdidos,
dondeesperómediahorahastaqueunujier sedignó informar aldiosquepresidíaaquel santuario de la justicia que un abogado de Gavrillac pedía humildementeaudienciaparatratarunasuntoimportante.
Probablemente el dios sedignó recibirlodebidoa lagravedadde loque estabaocurriendoenlacalle.Trasseracompañadoporlaanchaescalinatadepiedra,André-Louis pasó a una sala de esperamuy espaciosa, pero escasamente amueblada.Allíhabíaotraspersonasesperando,hombresensumayoría.
Asítranscurrióotramediahora,durantelacualAndré-Louissededicóapensarloque iba a decir en la entrevista. Mientras meditaba, comprendió que susprobabilidadesde éxito eranpocas anteunhombrequeveía las leyesy lamoral atravésdelprismadesuclasesocial.
Al fin le dejaron pasar por la maciza puerta de roble hasta elegante y bieniluminadosalóndondebrillabatantoeloroyhabíatantorasoquemásbienparecíalaalcobadeunadamiselaalaúltimamoda.
Eraunambientebastantefrívoloparaunprocuradordelrey,pero,almenosalosojosdelcomúndelagente,aquelpersonajenoteníanadadefrívolo.Estabasentadoalfinaldelaestancia,al ladodeunadelasventanasquedabanaunodelospatiosinteriores,detrásdeunamesaLuisXVadornadaconpinturasdeWatteauytaraceadadeoroynácar.Vestíaunacasacaescarlata, lucíaenelpechounacondecoración,yuna chorrera salpicada de diamantes como gotas de rocío caía sobre su pecho.Arrogantemente, el señor de Lesdiguiéres echó hacia atrás su imponente pelucaempolvada,mientrasAndré-Louishacíaunagenuflexión.
Al ver aparecer a aquel joven flaco, de lacio pelo negro, ataviado con casacaobscuraycalzóndemontar,conaquellasbotasdejineteenfangadas,elaugustorostrodel procurador del rey se arrugó juntando sus negras cejas sobre su enorme narizganchuda.
—¡SoisvoselqueseanunciacomoabogadodeGavrillacparacomunicarmeunaimportanteinformación?—refunfuñó.
El tono perentorio invitaba a hablar sin hacerle perder su precioso tiempo alprocurador del rey. El señor de Lesdiguiéres estaba acostumbrado a imponer supersonalidad, y no le faltabanmotivos, pues había visto amás de un pobre diabloasustarseanteeltruenodesuvoz.
Ahora esperaba hacer lo mismo con aquel joven abogado de Gavrillac. Peroesperóenvano.
André-Louisencontróridículoaaquelhombre.Sabíaquelapresunciónnoesmásquelamáscaradeladebilidadydelamediocridad.Yanteélteníaalapresunciónencarne y hueso. Eso era lo que él veía en la arrogancia de la cabeza, en el ceño
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fruncido,enlainflexióndesuvozengolada.Esmásfácilparaunhombredárselasdehéroe ante su ayudante de cámara, que ha visto dispersas las diferentes partes quecomponeneltodoimponente,queserloanteunestudiosodelahumanidaddedicadoaexaminaralgénerohumanosobreunamesadedisección.
André-Louis avanzó decidido, imprudentemente según pensó el señor deLesdiguiéres:
—YvossoissindudaelprocuradordeSuMajestadenBretaña—dijotratandoalaugustoseñorcomoaunmortalcualquiera—.¿Vossoiselqueadministralajusticiadenuestroreyenestaprovincia?
La sorpresa se reflejó en el orondo rostro, bajo la gran peluca profusamenteempolvada.
—¿Por casualidad vuestra visita tiene algo que ver con esa infernalinsubordinacióndelpopulacho?—preguntó.
—No,señor.Elprocuradorvolvióafruncirelceño:—Entonces,¿porquédemoniosvenísarobarmeeltiempocuandoesebarulloen
lascallesreclamatodamiatención?—Elasuntoquemetraeaquíesigualmenteimportante.—¡Esotendráqueesperar!—rugióelprocurador,coléricoyechandohaciaatrás
los encajes de subocamangapara alcanzar la campanilla deplata que estaba en lamesa.
—Unmomento, señor—el tono deAndré-Louis era perentorio, y lamano delseñor de Lesdiguiéres se paralizó en el aire ante tanto atrevimiento—. Seré muybreve.
—Yaoshedichoque…—Y cuando me hayáis oído —continuó André-Louis interrumpiendo la
interrupción—,convendréisconmigoenqueelcasoesdeextremagravedad.ElseñordeLesdiguiéresmirófijamenteasuinterlocutor.—¿Cómoosllamáis?—preguntó.—André-LouisMoreau.—Puesbien,André-LouisMoreau, si sois breveos escucharé, peroos advierto
quemeenojarési la importanciadevuestrademandanoestáa laalturadevuestraimpertinencia.
—Vosmismolojuzgaréis,señor—dijoAndré-Louis.Yactoseguidoexpusoelcaso,empezandoporlamuertedeMabeyhastallegaral
asesinatodePhilippedeVilmorin,perosindecirelnombredesuacusado,puestemióque,silomencionabaantesdetiempo,elprocuradornoledejaríaterminarsurelato.
André-Louis teníaeldonde lapalabra,decuyopoderaúnerapococonsciente,aunque pronto lo descubriría. Contó lo sucedido ciñéndose a la verdad, sin
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exageraciones, gracias a lo cual su demanda resultó tan sencilla como irresistible.Gradualmente el rostro del personaje se suavizó hasta reflejar, no sólo curiosidad,sinocasisimpatía.
—¿Yquiéneselhombreaquienacusáis?—preguntó.—ElmarquésdeLaTourd'Azyr.Esenombresonócomounpistoletazo.Lasimpatíadesaparecióinstantáneamente
delrostrodelprocuradoryensulugaraparecieronlacóleraylaarrogancia.—¿Cómo?—gritó,ysindartiempoaqueeljovenrespondiera—:¡Hayqueser
realmente imprudenteparavenirmeamíconunaacusacióncontrauncaballero taneminente como el marqués de La Tour d'Azyr! ¿Cómo os atrevéis a tildarle decobarde…?
—Másqueeso,lellamoasesino—agregóeljoven—ypidoquelajusticiaactúecontraél.
—¡Diosmío!¿Yquémásqueréis?—Esooscorrespondeavosdecirlo,señor.Aduraspenas,elprocuradorconsiguióserenarse:—Os daré un consejo—dijo el señor de Lesdiguiéres mordazmente—. No es
prudente acusar a un noble. Eso, en sí, ya es una ofensa punible. Y ahora,escuchadme. En el caso de Mabey, asumiendo que lo que contáis sea exacto, elguardabosqueexcedióenelcumplimientodesudeber,peroesalgotaninsignificantequenovale lapenadedicarle tiempo.Además,noesunasuntoquedebadecidirelprocuradordelrey,niningunacorte,comonosealacorteseñorialdelmarquésdeLaTour d'Azyr, puesto que el caso concierne estrictamente a su jurisdicción. Comoabogado,deberíaissaberlo.
—Como abogado estoy al tanto de ese punto, pero como abogado tambiénentiendoque si el caso se resolvierapor esavía, lomásqueobtendríamos sería elinjustocastigodelguardabosque,quiennohizootracosaquecumplirlasórdenesdesuseñor.YamínomeinteresaquecuelguenenlahorcaaBenet,elguardabosque,sinoalseñordeLaTourd'Azyr.
ElseñordeLesdiguiéresdiounpuñetazoenlamesa.—¡Diosmío!—gritóamenazador—.¡Enverdadsoisuninsolente!—Noesmiintención,señor.Soyunabogadoquedefiendeunacausa:lacausade
PhilippedeVilmorin.Vengoapedirlajusticiadelreyparaquesuasesinatonoquedeimpune.
—Pero vos habéis dicho que se trataba de un duelo, ¿no? —preguntó elprocuradordelrey,entreenfurecidoyextrañado.
—Hedichoqueledieronalasuntolaaparienciadeunduelo.Perofueunacosamuydiferente,comoosdemostrarésimeescucháishastaelfinal.
—¡Tómesesutiempo,señor!—dijoirónicamenteelseñordeLesdiguiéres,cuyo
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suntuososalónnohabíapresenciadojamásunaescenasemejante.Nicortoniperezoso,André-Louiscontestósolemnemente:—Muchas gracias, caballero. Puedo demostrar que Philippe deVilmorin nunca
practicó la esgrima, mientras que de todos es sabido que el marqués es un granespadachín. ¿Se le puede llamar duelo a un combate en el que sólo uno de loscontrincantes está armado? Pues la comparación vale también para un duelo tandesigualcomoelquetuvolugarallí.
—Éseeselfalazargumentoquesiempreseesgrimedespuésdelosduelos.—Peronosiempreconigualjusticia.Yenuncaso,almenos,tuvoéxito.—¿Éxito?Explicaosmejor…—Hace diez años, en el Delfinado. Me estoy refiriendo al caso del señor de
Gesvres,uncaballerodeaquellaprovinciaqueobligóabatirseendueloalseñordeLaRocheJeannine,ylomató.ElseñorJeanninepertenecíaaunafamiliapoderosa,queseempeñóenobtenerjusticiaapelandoalmismoargumentoqueahorapresentocontra elmarqués deLaTour d'Azyr.Como recordaréis, los jueces declararon quehabíahabidoprovocaciónintencionadaporpartedelseñordeGesvres,ylehallaronculpabledeasesinatopremeditado,yloahorcaron.
Elprocuradordelreysaltóensuasientoyladró:—¡Mal rayome parta! ¿Tenéis la desfachatez de sugerir que el señormarqués
debeserahorcado?—¿Porquéno,señor,silaleyloordena,ymásaúnsiexisteunprecedentecomo
elqueosacabodereferir,yquesepuedeverificarsindificultad?—¿Mepreguntáisporquéno?¿Tenéislatemeridaddepreguntármelo?—Sí, señor, la tengo; ¿podéis contestarme?Si nopodéis, pensaré quepara una
poderosafamiliacomoladeLaRocheJeannineesposiblehacercumplirlaley,esamisma ley que permanece muda e inerte cuando se trata de un pobre hombredesconocido que ha sido brutalmente asesinado por un noble. El señor deLesdiguiérescomprendióqueconargumentosnoconseguiríaconvenceraldecididojovenydecidióamenazarle.
—Osdaréunúltimoconsejo,queosmarchéisenseguida,yyapodéisdargraciasdequeosdejesalirdeaquísincastigo.
—¿Deboentender,caballero,queosnegáisaemprenderlainvestigacióndelcasoquehepresentado?¿Nadadeloqueoshedichohapodidoconmoveros?
—Loquedebéisentenderesquesidentrodedosminutosnoestáisfueradeaquítendréis que ateneros a las consecuencias. El procurador del rey hizo sonar lacampanilladeplata.PeroAndré-Louisnosecalló:
—Os he informado de que ha tenido lugar un así llamado «duelo» en eltranscursodelcualhamuertounhombre.Resultaextrañoquetengaquerecordarosavos,encargadodeadministrarlajusticiadelrey,quelosduelosestánprohibidospor
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laleyyqueesvuestrodeberabrirunainvestigación.EstoyaquícomoabogadodelaatribuladamadredePhilippedeVilmorinparaexigirosesainvestigaciónquedebéisasufamilia.
Detrásdeljovenabogadoseabriósuavementeunapuerta.Elprocurador,pálidodefuria,apenaspodíacontenerse:
—¿Queréisprovocarme,insolentetruhán?—bramó—.¿Creéisquelajusticiadelrey debe actuar sólo porque así lo quiere un desvergonzado plebeyo? Estoyasombradodemi paciencia convos.Pero os daré unúltimo aviso, señor abogado:refrenadesalenguaotendréisquearrepentirosdesuligereza.¡Sacadaestehombrede aquí!—levantó despreciativamente su enjoyadamano dirigiéndose al ujier queestabadetrásdeAndré-Louis.
El joven abogado titubeó un instante. Entonces, encogiéndose de hombros, sevolvióhacialapuerta.Aquéleraelmolinodeviento;yél,elcaballeroandantedelatristefigura.Atacarlomásdecercaseríaexponerseaserdespedazado.Noobstante,antesdesalir,André-Louissevolvió:
—Señor de Lesdiguiéres —dijo—, ¿puedo citaros un ejemplo curioso de laHistoriaNatural?Eltigrefuedurantesigloselreydelaselvayaterrorizabaatodoslosanimales,incluyendoaloslobos.Peroellobo,cazadortambién,undíasecansóde ser cazado. Se unió con otros lobos, y todos juntos, formando manadas paraprotegerse,descubrieronlafuerzadelgrupo,osea,delaasociación,yselanzaronalacazadeltigreconresultadosdesastrososparaéste.DeberíaestudiaraBuffon,señordeLesdiguiéres.
—Ya estamañana he tenido ocasión de estudiar a un bufón—replicó con unasonrisadesarcasmoelprocuradordelrey.Denoserporqueestabaconvencidodequesuretruécanoeramuy ingenioso,probablementenosehubieradignadoresponderle—.Ynoosentiendo—añadió.
—Yameentenderá,señordeLesdiguiéres.Yameentenderá—dijoAndré-Louisysalió.
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CAPÍTULOVII
Elviento
André-Louis acababa de romper su inútil lanza contra el poderoso molino deviento.LaimagenquijotescasugeridaporelseñorKercadioupersistíaensumente,yahora comprendía que sólo gracias a su buena suerte había escapado indemne deaquella entrevista. Ahora le quedaba sólo el viento, el torbellino. Y lo que estabaocurriendo en Rennes, reflejo de los graves sucesos deNantes, hacía soplar aquelvientoasufavor.
Volviócasicorriendoa laPlazaReal,donde laaglomeracióndelpopulachoeramayor.Según suopinión, allí estaba el corazóny el cerebrode aquella conmociónqueexcitabaalaciudad.
Pero la conmoción que André-Louis había presenciado allí antes no era nadacomparadaconlaqueencontróasuregreso.LaprimeravezhabíaunciertosilencioentornoalavozdeloradorquedenunciabaalPrimeryalSegundoEstadodesdeelpedestaldelaestatuadeLuisXV.Ahoraelairevibrabaconlavozdelamultitudquese levantaba furiosa.Aquí y allá los hombres alzaban sus puños y garrotes, y pordoquiersedesencadenabalamásfieraanarquíamientraslosgendarmes,enviadosporel procurador del rey, no lograban restablecer el orden en medio de aquellatempestuosamareahumana.
De todas partes brotaban los gritos de: «¡A palacio! ¡A palacio! ¡Mueran losasesinos!¡Mueranlosnobles!¡Apalacio!».
UnartesanoqueestabajuntoaAndré-Louisleexplicóelmotivodelacrecienteexcitación:
—¡Lehanmatado!Sucuerpoestáaúnalpiedelaestatua,yhacemenosdeunahoraqueasesinaronaotroestudiantecercadelasobrasdelacatedral.¡Claro,loquenoconsiguenporunavía,lointentanporotra!
Elartesanoestabaenardecido:—Nada los detendrá. ¡Cómo no pueden intimidarnos, por Dios que están
dispuestosaasesinarnos!EstándecididosaquelosEstadosdeBretañahaganloqueellosquieran.Loúnicoquelesimportaesdefendersusintereses.
André-Louislodejóconlapalabraenlabocaytratódeabrirsepasoatravésdeaquellaavalanchahumana.
Al pie de la estatua se encontró con un grupo de estudiantes que, rodeando elcuerpodelmuchachoasesinado,expresabansutemorysurabia.
—¿Quéhacestúaquí,Moreau?—dijounavoz.André-Louismiróasualrededoryseencontróconunhombrepequeño,deunos
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treintaaños,quelemirabaconciertaimpertinencia.EraLeChapelier,unabogadodeRennes,unprominentemiembrodelCasinoLiterariodeesaciudad,hombredeideasrevolucionariasyconexcepcionalesdotesdeorador.
—¡Ah,erestú,LeChapelier!¿Porquénotedirigesalagente?¿Porquénolesdices lo que tienen que hacer? ¡Vamos, hombre, sube! —dijo André-Louisseñalándoleelpedestal.
LeChapelierescudriñóelrostroimpasibledeAndré-Louistratandodedetectarlaironíaquesospechabaensuspalabras.Amboseranpolosopuestosensuspuntosdevista políticos y, como todos los miembros del Casino Literario de Rennes, aquelvigoroso republicanodesconfiabadeAndré-Louis.Dehaberprevalecido laopiniónde Le Chapelier contra la influencia de Vilmorin, André-Louis hubiera sidoexpulsado mucho antes de aquella tertulia intelectual de Rennes, cuyos miembrosestabanexasperadosporlasburlasqueélhacíadesusideales.
PoresoahoraLeChapeliersospechabaquelainvitacióndeAndré-Louiseraotradesusburlas,yaunquenoencontróensurostroningunaseñalde ironía,sabíaporexperiencia que aquella cara nunca solía delatar los pensamientos que tras ella seocultaban.—Nuestrasopinionesnopuedencoincidirenesto—dijoLeChapelier.
—Pero¿puedehaberaquídosopiniones?—repusoAndré-Louis.—Dondequieraquenosencontremossiemprehabrádosopiniones,Moreau,sobre
todoahoraqueeresdelegadodeunnoble.Yapuedesvercontuspropiosojosloquehacen tus amigos. No me cabe la menor duda de que estás de acuerdo con susmétodos—dijoconfríahostilidadLeChapelier.
André-Louis le miró sin sorprenderse. Después de todo, si siempre estabanenfrentadosenlosdebatesacadémicos,¿cómonoibaasospecharLeChapelierahoradesusintenciones?
—Si no te diriges a las gentes para decirles lo que deben hacer, lo haré yo—declaróAndré-Louis.
—¡Caramba! Si quieres que te atraviesen con una bala, no seré yo quien loimpida.Quizásasíquedemosentablas.
Apenas dijo esto, Le Chapelier se arrepintió, pues por toda respuesta, André-Louissubiódeunsaltoalpedestal.Ahoraestabaalarmado,puessólopodíasuponerque la intencióndeAndré-Louis era hablar en favor delPrivilegio, es decir de losnoblesaquienesrepresentaba.LeChapelierlocogióporunapiernaparaobligarloabajar.
—¡Esono!—gritó—.¡Bajadeahí, loco!¡Nopermitiremosqueloechestodoaperdercontuspayasadas!¡Bajadeahí!
PeroAndré-Louis,agarradoaunadelaspatasdebroncedelcaballo,lanzóalairesuvozque,comolasnotasdeunclarín,sobrevolólascabezasdelamuchedumbre:«¡CiudadanosdeRennes,lapatriaestáenpeligro!».
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Elefectofueinmediato.Unavibraciónsemejantealaspequeñasolasqueformael viento en el mar recorrió aquellas cabezas, seguida del más absoluto silencio.Todos contemplaron al esbelto joven que les arengaba, descubierto, con largasmechasdecabellonegrosobrelafrente,sutirillamediodeshecha,elrostropálidoylamiradafebril.
André-Louissintióunasúbitaoleadadegozocuandoadvirtióinstintivamentequesehabíaapoderadodeaquellamultitudpendientedesugritoydesuaudacia.
InclusoLeChapelier,aunqueseguíaaferradoasutobillo,yanotirabatratandodebajarlodelpedestal.ApesardequeseguíadesconfiandodelasintencionesdeAndré-Louis,aquellaprimerafrasehabíaconseguidoconfundirloyatraersuatención.
Entonces,lenta,impresionantemente,conunavoztanclaraquellegabaatodalaplaza,eljovenabogadodeGavrillacempezósudiscurso:
—Temblando de horror ante el vil asesinato perpetrado aquí, mi voz reclamavuestraatención.Antevuestrosojossehacometidoestecrimen:elasesinatodequiennoblemente,llenodealtruismo,alzósuvozcontralagarraquenosoprimeatodos.Por temoraesavozya la luzquepodíaarrojar,nuestrosopresoresenviaronasusgendarmesparasilenciarlaconlamuerte.
LeChapeliersoltóeltobillodeAndré-Louisyseloquedómirandoboquiabierto.Nosóloparecíahablarenserioporprimeravezensuvida,sinoquelohacíaafavordelcaminocorrecto.¿Quélehabíapasado?
—¿Qué otra cosa podéis esperar de los asesinos sino el asesinato?—prosiguióAndré-Louis—.Yotengoalgoquecontaros,algoqueosdemostraráqueestoquehaocurridoaquínoesnadanuevo;algoqueosrevelarácuálessonlasfuerzasalasqueosenfrentáis.Ayer…
Sehizounsilencio.Unavozseelevódelgentío,aunosveintepasos:—¡Esunodeellos!Inmediatamente sonó un disparo de pistola y una bala fue a incrustarse en la
estatuadebronce,justodetrásdeAndré-Louis.Instantáneamente la multitud se arremolinó, intensificándose hacia el lugar de
donde habían disparado. El pistolero pertenecía a un considerable grupo de laoposición,cuyosmiembrosquedaronrodeadosencuestióndesegundosysevieronenseriasdificultadesparaprotegerlo.
Al pie del pedestal se oyó la voz de los estudiantes haciéndole coro a LeChapelier, quien ordenaba a André-Louis que se ocultara. —¡Baja! ¡Baja ahoramismo!¡TeasesinaráncomoyahicieronconLaRiviére!
—¡Dejadles!—André-Louis abrió los brazos en un supremogesto teatral, y seechó a reír—: Aquí me tienen, a su merced. Dejadles que añadan mi sangre a lacrecidadel ríoquepronto lesahogará.Dejadlesquemeasesinen.Esunoficioqueconocenmuybien.Peromientrasestéaquí,nopodránimpedirmequeoshable,que
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osdigaloquepodéisesperardeellos.Ysoltóotracarcajada,entregozosoyeufórico.Se reía por dosmotivos. En primer lugar, le divertía descubrir con cuánta fluidezpronunciabafrasesqueemocionabantanardientementealamultitud;y,ensegundo,seacordabadel ingeniosocardenaldeRetz,quien, conelpropósitodedespertar lasimpatía popular hacia él, acostumbraba a contratar a sus compinches para quedispararansobresucoche.Deprontoseencontrabaenunasituaciónsimilaraladeaquelastutopolítico.Claroqueélnohabíacontratadoanadieparaqueledisparara,peronoporellodejabadeestarendeudaconaquelpersonaje,ydispuestoasacarelmáximopartidodeaquelacto.
Elgrupoque tratabadeproteger al asesino luchabaabrazopartido tratandodeabrirsepasoparaescapardelamultitudenfurecida.
—¡Dejadleshuir!—gritóAndré-Louis—.¿Quéimportaunasesinomásomenos?Dejadleshuiryescuchadme,compatriotas.
Entonces, cuando más o menos consiguió restablecer el orden, André-Louisempezósurelato.Expresándoseconunlenguajesencillo,aunquesinrenunciara lavehemencia,logróemocionaratodosaquelloscorazonesconloocurridoeldíaantesenGavrillac.Lagente llorabamientrasescuchaba ladescripciónde la situaciónenquesehallabanlaviudadeMabeyysustreshijoshambrientos«quesehanquedadohuérfanosenvenganzaporlamuertedeunfaisán».TambiénhubolágrimascuandoevocóalapobremadredePhilippedeVilmorin,unestudiantedeRennes,conocidode muchos allí, quien murió en un noble esfuerzo por defender la causa de losafligidos.
—El marqués de La Tour d'Azyr —continuó el orador— dijo, refiriéndose aPhilippedeVilmorin, que su elocuencia erademasiadopeligrosa, ypara acallar suvaliente voz, le asesinó. Pero ha fracasado en sus objetivos.Yo, amigo íntimo delpobrePhilippe,asumosuapostolado,yhoynoesmivozlaqueoís,sinolasuya.
AlfinLeChapelierpudocomprendereldesconcertantecambiodeAndré-Louis.—No estoy aquí —continuó el improvisado orador— sólo para pedir que
venguéisconvuestrasmanosaPhilippedeVilmorin,estoyaquíparadecirosloqueéloshubieradichohoysiestuvieravivo.
Hasta aquí André-Louis era sincero. Pero no añadió que no creía en aquellasideas,nodijoqueeraunaambiciosaburguesíalaqueenprovechopropioempujabaalpuebloacambiarelactualestadodecosas.Sinembargo,suauditoriocreyóquelasideasqueexpresabaeranlasquesentía.
Y ahora, con voz terrible, con una elocuencia que a él mismo le asombraba,denunciaba la inercia de la justicia del rey cuando los acusados eran los nobles.Sarcásticamente,serefirióalprocuradordelrey,elseñordeLesdiguiéres:
—¿Sabíais—preguntó a lamuchedumbre— que el señor de Lesdiguiéres sólosabe administrar justicia cuando resulta favorable a nuestros grandes nobles? ¿No
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seríamásjustoyrazonablequelaadministraradeotromodo?Hizounapausadegranefectodramáticoparadejarquesusarcasmohicieramella
en quienes le oían. Sin embargo, las dudas deLeChapelier despertaron de nuevo,poniendo en tela de juicio su naciente confianza en la sinceridad deAndré-Louis.¿Adóndequeríairapararahora?
Pero sus dudas se desvanecieron enseguida. André-Louis continuó hablandocomo se suponía que lo hubiera hecho Philippe de Vilmorin. Tantas veces habíadiscutido con el amigo muerto, tantas veces había participado en los debates delCasino Literario, que se sabía al dedillo todos los tópicos —en esencia aúnverdaderos—delosreformadores.
—¿Cuáles—gritóAndré-Louis—lacomposicióndenuestropaís?Unmillóndesus habitantes pertenece a las clases privilegiadas. Ellos son Francia. Porque,evidentemente, el resto no son más que objetos. No se puede pretender queveinticuatromillonesdealmascuentenparaalgo,niquepuedanserrepresentativasdeestagrannación,niquetenganotrodestinoquenoseaeldeservirdecriadosaaquelotromillóndeelegidos.Unainquietanterisamultitudinariaseoyóenlaplazaabarrotada,talycomoAndré-Louisquería.
—Viendopeligrarsusprivilegiosacausadelainvasióndeesosotrosveinticuatromillones de habitantes, en sumayor parte integrados por la «canalla», comodicenellos;posiblementecreadosporDios,peroevidentementesóloparaseresclavosdelos privilegiados, ¿cómo puede sorprendernos que el administrar justicia esté enmanos de gentes como el señor de Lesdiguiéres, gentes sin seso para pensar nicorazónparaconmoverse?Ellostienenquedefendersedelasaltodelacanalla,deesachusmaquesomosnosotros.Pensadtansóloenalgunosdeesosderechosseñorialesquepeligrarían seriamente si los privilegiadosobedecieranpor fin a su soberanoyadmitieranqueelvotodelTercerEstadotienetantaimportanciacomoeldeellos.
Trasunabrevepausa,siguió:—Si admitieran al Tercer Estado, ¿qué sería del derecho que poseen sobre la
tierra, los árboles frutales, las viñas? ¿Qué sería del privilegio que tienen sobre laprimera vendimia y para ejercer el control de la venta del vino? ¿Qué sería de suderecho a los impuestos que paga el pueblo y quemantienen su opulento estado?¿Quédelostributosquelesdanunquintodelvalordelasposesiones,yquehandepagárseles antes de que los rebaños puedan alimentarse en las tierras comunales?¿Quédelaindemnizaciónquelesresarcedelpolvolevantadoensuscaminosporlosrebañosquevanalmercado?¿Yquéseríadelimpuestosobrecadaunadelascosasque se venden en losmercados públicos, sobre los pesos y lasmedidas, y todo lodemás?¿Quéseríadesusderechossobreloshombresyanimalesquetrabajanenloscampos; sobre lasbarcasy lospuentesquecruzan los ríos, sobre la excavacióndepozos,sobrelasmadriguerasdeconejos,sobrelospalomaresyelfuego,pueshastaa
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la más pobre chimenea campesina le sacan provecho? ¿Qué pasaría con susexclusivosderechosdepescayde caza, cuyaviolación se considera tangravequepuedeinclusocastigarseconlapenacapital?
Alcabodeotrapausa,André-Louisprosiguió:—¿Yqué seríade sus execrablesy abominablesderechos sobre lasvidasy los
cuerpos del pueblo, derechos que, aunque rara vez ejercen, nunca han sidorevocados?Hoydía,siaunnoblequeregresadecazarseleantojaasesinaradosdesussiervosdelaglebapararefrescarselospiesensusangre,puedealegarqueteníaabsoluto derecho a hacerlo. Sin miramientos de ninguna clase, ese millón deprivilegiadoscabalgaysedivierteencimadeveinticuatromillonesdesereshumanos,esacanallaquenoexistesinoparasupropioplacer.¡Aydelquelevantesuvozparaprotestarennombrede lahumanidadycontraestosabusosyaexcesivos!Yaoshecontadoel asesinatoa sangre fríaquepresenciéporpocomenosqueeso.Vuestrospropiosojoshanpresenciadoelasesinatodeotroinfelizaquí,enestepedestaldondeestoyahora,yotromás,juntoalasobrasdelacatedral,sincontarquetambiénhabéissidotestigosdelfrustradoatentadocontramipropiavida.Entreesosasesinatosylacorrespondiente justicia que debería castigarlos, están los Lesdiguiéres, esosprocuradores del rey que en vez de instrumentos de justicia, sonmuros levantadosparaproteger losprivilegiosylosabusosdondequieraqueseejerzanesosderechosgrotescosyexcesivos.¿Cómopuedeextrañarnosquenocedanniunapulgada,queseresistanalaeleccióndeunTercerEstadocuyosvotospodríandaraltrastecontodosestosprivilegios,obligandoalosprivilegiadosasometersealaigualdadantelaley,almismonivelqueelmáshumildehombredelpueblo,proporcionándolealpaíseldinero necesario para salvarlo de la bancarrota que ellos mismos han provocadopagandoimpuestosenlamismaproporciónquelosdemás?Antesquecedera todoesto,prefierenresistirseinclusoalasórdenesdelrey.
Alllegaraestepunto,André-LouisrecordóunafrasequeVilmorinhabíadichoelmismo día de su muerte; en aquel momento no le dio ninguna importancia. Peroahorasedisponíaausarla:
—¡Sonlosnoblesquienes,desobedeciendoalrey,estánsocavandoloscimientosdeltrono!Ensulocura,nosedancuentadequesiesetronosederrumba,ellosseránlosprimerosencaer.
La frase fue ovacionada con un terrorífico rugido. Otra vez el auditorio vibrócomosacudidoporunoleajemientrasAndré-Louis sonreía irónicamente.Entoncespidiósilencio,yleobedecieronenelacto,loquelehizocomprenderhastaquépuntosehabíaadueñadodeaquellagente.Ensuvozcadaunodelospresentesreconocíasupropiavoz,unavozqueporfinexpresabalasideasquedurantemesesyañoshabíanrondadoaquellasmentessencillasperosinacabardedefinirse.
Ahoraeloradorsedisponíaaconcluir,hablandomástranquilo,exagerandomás
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losmovimientosirónicosdesubocasiemprerisueña:—Al despedirme del señor de Lesdiguiéres le cité un ejemplo sacado de la
HistoriaNatural deBuffon. Le dije que cuando los lobos andaban aislados por lajunglasehartarondehuirdeltigrequesiempreloscazaba.Entoncessereunieronengruposylestocóelturnodecazarellosaltigre.ElseñordeLesdiguiéresmecontestódesdeñosamentequenomeentendía.Perovuestra inteligenciaesmásagudaque lasuya.Yporesoestoysegurodequemecomprendéis.¿Verdadquesí?
Otra vez se oyó un gran rugido, ahoramezclado con risas. André-Louis habíaarrastradoaaquellasgentesaunextremotaldepeligrosoapasionamientoquebastabala menor incitación para que llegaran a cualquier exceso de violencia. Si habíafracasadoanteelmolino,porlomenosahoraeradueñodelviento.
—¡A palacio! —gritaban las gentes blandiendo garrotes, alzando los puños yalguna que otra espada—. ¡Apalacio! ¡Abajo el señor deLesdiguiéres! ¡Muerte alprocuradordelrey!
Evidentemente, André-Louis era el dueño del viento. Sus peligrosas dotesoratorias—undonqueenningunaparteesmáspoderosoqueenFrancia,puessóloallí las emociones del hombre responden con tanta vehemencia a la llamada de laelocuencia—lehabíandadoesepoderío.Aunaordensuya,eltorbellinoharíaañicosaquelmolino contra el cual antes había luchado envano.Pero eso francamentenoentrabaensusplanes.
—¡Esperad! —ordenó—. ¿Acaso es digno de vuestra noble indignación eseinstrumentomiserabledeunsistemacorrompido?
André-Louis confiaba en que sus palabras fueran comunicadas al señor deLesdiguiéres.Pensóqueerabuenoparaelalmadelprocuradordelreyqueporunavezalmenospudieraoírlapuraverdadsobresupersona.
—Eselsistemaensíloquedebemosatacaryderribar,noaunmeroinstrumento.Sinosprecipitamospodemosecharlotodoaperder.¡Antetodo,hijosmíos,nadadeviolencia!
¡«Hijossuyos»!¡Silohubieseoídosupadrino!—Yahabéisvistolosfunestosresultadosdelaviolenciaprematurapordoquieren
Bretaña, sin contar lo que oímos acerca de lo que ocurre en toda Francia.Nuestraviolenciaprovocaríaladeellos.Esolesvendríacomoanilloaldedoparaconsolidarsu poder. Enviarían a sus militares. Estaríamos frente a las bayonetas de losmercenarios.Osruegoquenoprovoquéiseso.Nolesfacilitéislascosas,nolesdeiselpretextoqueestánesperandoparahundirnosenelbarrodenuestrapropiasangre.
Delabsolutosilencioqueahorareinabaenlaplaza,súbitamentebrotóungrito:—Yentonces,¿quéhacemos?—Voyadecíroslo—contestóAndré-Louis—.La riquezayelpoderdeBretaña
están ligados a Nantes, una ciudad burguesa, una de las más prósperas del reino
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gracias a la energía de la burguesía y al trabajo del pueblo. Fue enNantes dondenacióestemovimiento,aresultasdelcual,elreyordenóladisolucióndelosEstadostalcomoestánahoraconstituidos.Unaordenqueaquellosquebasansupoderenlosprivilegiosyenelabusonovacilanendesobedecer.DejadqueenNantesconozcanlaverdaderasituaciónenquenosencontramos.AlcontrarioqueRennes,Nantestieneelpoderdehacerquesuvoluntadprevalezca.DejemosqueNantesejerzaunavezmásesepodery,mientrastanto,esperemos.Asítriunfaréis.Así,losultrajes,loscrímenesquesehanperpetradoantevuestrosojos,seránalfinvengados.
Tanabruptamentecomoantessubióalpedestal,André-Louisbajódelaestatua.Había terminado.Habíadichotodo—talvezmásdeloqueseproponíadecir—ennombre del amigo muerto que hablaba por su boca. Pero la gente no quiso queaquelloacabaraasí.Lasaclamacioneshicierontemblarelaire.Habíajugueteadoconlasemocionesdelagentecomounarpistahaceconlascuerdasdesuinstrumento.Yahora todos vibraban de pasión, como en una sinfonía cuya nota final era laesperanza.
Una docena de estudiantes cargaron en hombros al delgado André-Louishaciéndoloaparecerotravezporencimadelaclamorosamuchedumbre.
LeChapeliersemantuvojuntoaél,conelrostroenrojecidoylosojosbrillantes.—Muchacho—ledijo—,hoyhasencendidounahogueraqueiluminaráelrostro
deFranciaconunfulgordelibertad.Yentonces,dirigiéndosealosotrosestudiantes,añadió:—¡Al Casino Literario! ¡Enseguida! Tenemos que tomar medidas
inmediatamente;hayqueenviarundelegadoaNantesparaque les lleveanuestrosamigosdeallíelmensajedelpueblodeRennes.
El gentío retrocedió, abriéndole paso al grupo de estudiantes que llevaban enhombrosalhéroedelmomento.Haciéndolesseñalesconlamano,André-Louispidióa la gente que se dispersara. Debían regresar a sus hogares y aguardar allípacientementeloquesucederíadentrodepoco.
—Durante siglos enteroshabéis soportado la cargaconuna fortalezaqueesunejemploparaelmundo—dijohalagándolos—.Resistidunpoquitomás.Elfinalestáalavista,amigosmíos.
Siempre a hombros del pequeño grupo de estudiantes,André-Louis salió de laplazaysubióporlacalleRealhastallegaraunaantiguacasa,unadelaspocasquehabíansobrevividoalincendiodelaciudad.Enelpisosuperiordeaquellacasateníanlugar habitualmente las sesiones del Casino Literario. Allí estaban todos losmiembrosdelasociedadconvocadosporunmensajepreviodeLeChapelier.
Cuando se cerró la puerta, unos cincuenta hombres, jóvenes en su mayoría,excitados con la ilusión de la libertad, recibieron a André-Louis como a la ovejadescarriada,colmándoledefelicitaciones.
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Mientraslaspuertasdeabajopermanecíancustodiadasporunaguardiadehonorformadaporhombresdelpueblo,enelpisodearribacomenzaronlasdeliberacionessobre lasmedidasquedebíanadoptar inmediatamente.Laguardiadehonor resultórealmente necesaria, pues nadamás empezar a hablar losmiembros delCasino, lacasafueasaltadaporlosgendarmesqueLesdiguiéresenvióconordendearrestaralrevolucionario que había incitado al pueblo de Rennes a la sedición. La fuerzaenviada era de unos cincuenta hombres, pero quinientos hubieran sido pocos. Lamuchedumbre rompió sus carabinas, y hasta alguna cabeza. Poco acostumbrados aaquel estallido popular, los gendarmes se retiraron prudentemente.De lo contrario,loshubieranhechopedazosatodos.
Mientrasestoocurríaenlacalle,enelsalóndelpisodearriba,LeChapeliersedirigíaasuscolegasdelCasinoLiterario.Allí,sintemoralasbalas,nianadiequepudierainformardesuspalabrasalasautoridades,LeChapelierdioriendasueltaasuoratoria.Sudiscursoeratandirectoybrutalcomodelicadoyeleganteeraél.
ElogióelvigorylagrandezadeldiscursodelamigoMoreau.Sobretodo,alabósubuentino.LaspalabrasdeMoreauloshabíancogidoatodosporsorpresa,pueshastaentonces le consideraban el crítico más feroz de sus proyectos de reforma yregeneración.EsosincontarelreceloquedespertabaenellossunombramientocomodelegadodeunnobleenlosEstadosdeBretaña.Peroahoraconocíanlarazóndesuconversión. El asesinato de su amigo Vilmorin había originado aquel cambio. Enaquelcrimenbrutal,Moreauhabíadescubiertofinalmentelaverdaderamagnituddeaquelmal que ellos habían jurado expulsar de Francia.Y acababa de demostrarlesqueeraelmásfervienteapóstoldelanuevafe.Leshabíamostradoelúnicocaminorazonable.ElejemplotomadodelaHistoriaNaturaleraelmásindicado.Teníanqueunirse, como los lobos, asegurando la uniformidad de acción del pueblo; y enviarinmediatamenteundelegadoaNantes,queeralaciudadmáspoderosadeBretaña.LeChapelierinvitóasuscompañerosaelegiraldelegado.
André-Louis, sentado cerca de la ventana, apenas reaccionaba, escuchandoconfusoaquellacascadadeelocuencia.
Cuandoacabaronlosaplausos,oyóunavozqueexclamaba:—¡PropongocomodelegadoanuestrolíderLeChapelier!Le Chapelier echó hacia atrás su cabeza elegantemente peinada, que hasta ese
momentomanteníainclinada,comomeditando,ysurostropalideció.Nerviosamenteafirmóloslentesdeorosobresunariz.
—Amigosmíos—dijopausadamente—.Mesientoprofundamentehonrado,perosiaceptara,usurparíaunhonorquecorrespondeaotro.¿Quiénpuederepresentarnosmejor, quién es el más indicado para hablar con nuestros amigos de Nantes, ennombredelpueblodeRennes,queelcampeónquehoyhasidocapazdeinterpretaralaperfecciónlavozdeestagranciudad?Debemosconcederelhonordesernuestro
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mensajeroaquienlepertenece:aAndré-LouisMoreau.Levantándose en respuesta a la salva de aplausos que acogió esta proposición,
André-Louisinclinóligeramentelacabezaaceptando:—Que así sea—dijo—.Quizáme corresponda terminar lo quehe comenzado,
aunquetambiénpiensoqueLeChapelierhubierasidoundignorepresentante.Partiréestanoche.
—Partirás en el acto, muchacho —dijo Le Chapelier revelando el verdaderoorigen de su generosidad—.Después de lo sucedido aquí, estás en peligro.Debespartir secretamente.Ninguno de nosotros debe decir a nadie bajo ningún conceptoque te has ido.Nome gustaría que sufrieras ningún daño a causa de esto,André-Louis. Pero debes ser consciente del riesgo que corres y, si realmente deseasayudarnos a salvar a nuestra afligida madre patria, actúa con cautela, siempre ensecreto, incluso oculta tu identidad. O de lo contrario, el señor de Lesdiguiéres teecharáelguanteyentoncesestarásperdido.
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CAPÍTULOVIII
OmnesOmnibus
André-Louis salió de Rennes a caballo metiéndose en una aventura máscomplicadadeloquehabíapensadoaldejarlasoñolientaaldeadeGavrillac.Pasólanocheenunaposadadelcamino,de laquesalióaprimerahorade lamañanaparallegaraNantesalatardecerdelsiguientedía.
MientrascabalgabaatravésdelasanodinasllanurasdeBretaña,tuvotiempoparapasarrevistaatodoloquehabíahechoyasuactualsituación.Apesardesuinterésestrictamenteacadémicoenlanuevafilosofíaquepretendíacambiarelordensocialylas escasas simpatías que despertaba en él, súbitamente se había convertido en unrevolucionario revoltoso, encargado de propagar heroicamente la acciónrevolucionaria.DerepresentanteydelegadodeunnobleenlosEstadosdeBretaña,habíapasadodelmodomásabsurdoaserrepresentanteydelegadodelTercerEstadodeRennes.
Eradifícildeterminarhastaquépunto,enmediodeltorrentedesuoratoriayenelcalor delmomento había podido llegar a autosugestionarse. Pero lo cierto era queahora, al mirar fríamente hacia atrás, no podía engañarse acerca de lo que habíahecho.Cínicamente,habíapresentadoaquienesleescuchabansólounaspectodelagrancuestiónquesedebatía.
PeroyaqueeldesordenreinanteenFranciaservíadebaluartealseñordeLaTourd'Azyr,dándoletotalinmunidadparacometercualquiercrimen,aquelestadodecosastendríaqueasumirlasconsecuenciasdesuinjusticia.AsíjustificabaAndré-Louissusactos.Y gracias a eso no se arrepentía de llevar sumensaje de sedición a la bellaciudaddeNantes,cuyasampliascallesyespléndidopuertolaconvertíanenprósperarivaldeBurdeosyMarsella.
EnelmuelleLaFosseencontróunaposada,dondedejósucaballoycenójuntoaunaventanadesdelaqueveíalosbarcosdetodaslasnacionesancladosenelestuariodelLoira.Lapálida luzdel sol se reflejaba en las amarillas aguasdel ríoy en losmástilesdelosbuques.
Porlosmuelleslavidabullíaconunaefervescenciaquesólopodíaverseenlosmuelles de París. André-Louis vio marineros de países lejanos, exóticamentevestidos, hablando lenguas extrañas; corpulentas pescaderas con cestos llenos desardinas sobre las cabezas y voluminosas faldas arrolladas hasta los muslos,pregonandosumercancía;barqueroscongorrosdelanaycalzonesremangadoshastala rodilla, campesinos con chaquetas de piel de cabra y chanclos de madera quesonaban ruidosamente sobre el empedrado; carpinteros de ribera y peones de los
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astilleros, reparadoresde fuelles, cazarratas, aguadores, vendedoresde tintayotrosbuhonerosambulantes.Ydesparramadosenaquellamasaproletariaquehormigueabaconstantemente,tambiénvioaindustrialessobriamenteataviados,amercaderesconlargas casacas,y a algúnqueotro comerciante en su coche tiradopordos caballosabriéndosepasoentreelgentíoalosgritosde«¡Cuidado!»desucochero.Tambiéndevezencuandopasabaalgunadamaensusillademanos,ounabateremilgado,oun oficial uniformado de rojo montando a caballo con aire desdeñoso. Y, porsupuesto,nofaltó lagrancarrozadeunnobleconblasonesen lasportezuelas,yellacayo subido en el estribo posterior, con su librea resplandeciente y la pelucaempolvada. También vio capuchinos de hábito castaño y benedictinos vestidos denegro,ymuchísimoscuras—DiosestababienservidoenlasdieciséisparroquiasdeNantes—,yencontrasteconellos,aquíyallá,andrajososaventurerosygendarmesuniformadosdeazulyconpolainas,guardianesdelapaz.
Representantesdetodaslasclasessocialesdelossetentamilhabitantesdeaquellaindustriosaciudadengrosabanlacorrientehumanaquepasabaporlosmuelles,alpiedelaventanaqueservíadeatalayaaAndré-Louis.
Gracias al camarero que le sirvió en la taberna, André-Louis obtuvo noticiasacercadelestadodeánimoreinanteenlaciudad.Elmesero,queapoyabaalasclasesprivilegiadas,afirmóapesadumbradoquesenotabaciertodesasosiego.TodosestabanpendientesdeloquesucedieraenRennes.SieraciertoqueelreyhabíadisueltolosEstados de Bretaña, todo iría bien, y los descontentos no tendrían pretexto paranuevos disturbios. Ya había habido en Nantes algunos chispazos que alteraron elorden.Yesperabaquenoserepitieran.Acausadelosrumores,desdemuytempranoen lamañana, lamultitud acudía a los soportales de la Cámara deComercio pararecibirlasúltimasnoticias.Peroaúnnosesabíanada.NisiquieraseteníalacertezadequeSuMajestadhubieradisueltolosEstados.
Eran las dos, la horamás animada en laBolsa, cuandoAndré-Louis llegó a laPlazadelComercio.DominadaporelimponenteedificiodelaBolsa,laplazaestabatan concurrida que André-Louis tuvo que forcejear para abrirse paso hasta laescalinatadelpórticodecolumnasjónicas.Unasolapalabralehubierabastadoparaque ledejaranpasar,pero intuitivamentenodijonada.Suvoz teníaquecaer sobreaquellamultitudigualqueuntrueno,delmismomodoqueeldíaanteriorhabíacaídosobreelpueblodeRennes.Noqueríamalograr el efecto teatralde su apariciónenpúblico.
El edificio de la Bolsa estaba celosamente custodiado por una fila de ujieresprecariamentearmados,pues laguardiahabíasido improvisadaa todaprisapor loscomerciantesdelaciudadenprevisióndeposiblesdisturbios.UnodeestosujiereslecerróelpasoaAndré-Louiscuandoquisosubirporlaescalinata.
EldelegadodeRenneslesusurróunaspalabrasaloídoparapresentarse.
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Elujier le indicóconungestoquelosiguiera.Cuandollegaronalumbralde laCámara,André-Louissedetuvoyledijoasuguía:
—Esperaréaquí.Dígalealpresidentequevengaaverme.—¿Vuestronombre,caballero?André-Louis estaba a punto de contestar cuando, de pronto, recordó que Le
Chapelier le había aconsejado ocultar su identidad en vista de lo peligroso de sumisión.
—Minombrenolediránada.Notienelamenorimportancia.Soyelportavozdelpueblo,nadamás.
Elujiersefuey,alasombradelascolumnasdelpórtico,André-Louisdejóvagarlamiradasobrelamultitudderostrosaglomeradosasuspies.
Entonces llegó el presidente, seguido por otros hombres deseosos de saber lasnoticiasquetraíaaqueljovendesconocido.
—¿SoismensajerodeRennes?—Soy el delegado que envía el Casino Literario de aquella ciudad para
informarosdeloqueallísucede.—¿Cuálesvuestronombre?André-Louiscallóuninstante.—Creoquecuantosmenosnombrespronunciemosmejor.El presidente abrió los ojos desmesuradamente y se puso muy serio. Era un
hombre corpulento, de mejillas coloradas, autosuficiente. Tras un momento devacilación,dijo:
—EntradenlaCámara.—Convuestropermiso,señor,quierocomunicarmimensajedesdeaquí.—¿Desdeaquí?—dijoelgrancomerciantefrunciendoelentrecejo.—MimensajeesparaelpueblodeNantes,ysólodesdeaquípuedohacerlollegar
almayornúmerodehabitantes.Nosóloesmideseo, sinoeldeaquellosaquienesrepresento, que este mensaje sea escuchado por la mayor cantidad de ciudadanosposible.
—Decidme,caballero,¿esciertoqueelreyhadisueltolosEstados?André-Louismiróalpresidente.Sonriócomopidiendoperdón,ehizoseñashacia
lamultitud,queahoraseempinabaparavermejoralesbeltojovenquehabíahechosaliralpórticoalpresidenteyaotrosmiembrosdelaCámara.Elcuriosoinstintodelasmasas, les hacía presentir que aquél era el portador de las noticias que estabanesperando.
—Llamad también al resto de los miembros de la Cámara, caballero —dijoAndré-Louis—,yasípodréisoírlotodos.
—Queasísea.UnaordenbastóparaquelosmiembrosdelaCámarasereunieranenloaltodela
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escalinata,dejandodespejadoenelúltimopeldañounespacioenformadeherradura.AllísecolocóAndré-Louisdominandoatodoslosreunidos.Sequitóelsombrero
y lanzó el primer obús de una alocución que fue histórica, puesmarcó una de lasgrandesetapasdeFranciaensuavancehacialarevolución.
—¡PueblodelagranciudaddeNantes,vengoallamarosalasarmas!En medio del estupefacto, y más bien asustado, silencio que siguió a estas
palabras, André-Louis miró detenidamente a su público durante un instante yprosiguió:
—SoyundelegadodelpueblodeRennes,encargadodeanunciarosloqueocurre,y he venido a invitaros, en esta hora de peligro para nuestro país, a levantaros ymarcharensudefensa.
—¡Vuestronombre,vuestronombre!—gritaronvariasvoceshastaconvertirseenelgritounánimedetodalamultitud.
Eljovennopodíacontestaraaquellamasaexcitadacomolohabíahechoconelpresidente.Eranecesarioquemostrarasucompromisoyasílohizo:
—Minombre—dijo—esOmnesOmnibus,yesoestodo.Porahoraesbastante.No soy más que un portavoz. He venido a anunciaros que dado que las clasesprivilegiadasenlaasambleadelosEstadosenRenneshandesobedecidolavoluntaddelreyylanuestra,SuMajestadhadisueltolosEstados.
Laovaciónfuedelirante.Loshombresaplaudían,reíanygritabanfrenéticamente:«¡Viva el rey!». André-Louis aguardó hasta que la gente advirtió gradualmente lagravedad de su rostro y llegó a comprender que aquello no era todo. También elsilencioserestableciópaulatinamenteyAndré-Louispudoproseguir:
—Osregocijáisdemasiadopronto.Desgraciadamente,losnobles,ensuinsolentearrogancia,handecididonodarseporenteradosdelmandatoreal,yapesardetodopersistenenreunirsepararesolverlosproblemascomolesplazca.
Unsilenciodedesalientoacogióaqueldesconcertanteepílogode lanoticiaquehabíanrecibidocontantaalegría.Alcabodeunabrevepausa,André-Louiscontinuó:
—De modo que esos hombres que ya estaban contra el pueblo y contra todajusticia e igualdad, incluso contra la humanidad, ahora también se han rebeladocontraelrey.Antesquecederunapulgadaenlosexcesivosprivilegiosquehacetantodisfrutan, a expensas de lamiseria de toda una nación, se burlarán de la autoridadreal,incluyendoalmismísimosoberano.EstándecididosaprobarqueenFrancianoexisteotrasoberaníasalvoladelosparásitosyholgazanescomoellos.
Elpúblicoaplaudiódébilmente.Lamayoríapermanecióesperandoensilencio.—Estonoescosanueva.Siemprehasucedidolomismo.Enlosúltimosdiezaños
no ha habido unministro que, en vista de las necesidades y peligros del Estado yhabiendoaconsejadolasmedidasqueahorapedimoscomoúnicoremedioparaevitarque nuestra patria se precipite al abismo, no fuera expulsado de su cargo por la
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influencia de los privilegiados. Dos veces ha sido llamado el señor Necker alministerio,ydosveceslohandespedido,cuandosusinsistentesconsejosdereformaamenazaban losprivilegiosdel cleroyde lanobleza.Ahorapor terceravez lohanllamado, y al fin parece que tendremos Estados Generales a pesar de losprivilegiados. Pero lo que las clases privilegiadas no pueden evitar, estándeterminadas a inutilizarlo. A menos que tomemos medidas para impedirlo, losnobles y el clero convertirán los Estados Generales en un mero instrumento paraperpetuarlosabusosgraciasaloscualesviven,asegurandoqueelTercerEstadoestérepresentadoporquienesellosdesignen,ynegándonostodarepresentaciónefectiva.Nosedetendránantenadacontaldeobtenerestepropósito.Seburlandelaautoridaddelreyysilencianconbalaslasvocesqueselevantanparacondenarlos.Ayermismo,en Rennes, dos jóvenes que arengaban al pueblo, como yo hago ahora, fueronasesinadosainstigacióndelanobleza.Susangrepidevenganza.
Comenzando en un apagado murmullo, la indignación de los presentes fue enaumentohastatransformarseenunrugidodeira.
—CiudadanosdeNantes—continuóelorador—,¡lamadrepatriaestáenpeligro!Marchemosensudefensa.ProclamemosanteelmundoquelasmedidasparaliberaralTercerEstadodelaesclavitudsóloencuentranobstáculosenelfrenéticoegoísmode las clases encumbradas dispuestas a seguir recibiendo de las generacionesvenideraselodiosotributodedolorylágrimas.Labarbariedelosmediosempleadospor nuestros enemigos para perpetuar nuestra opresión, debe prevenirnos, pues sinduda intentarán establecer la aristocracia como un principio constitucional para elgobierno de Francia. El establecimiento de la libertad y la igualdad debe ser elobjetivodetodociudadanopertenecientealTercerEstado;ynuestraunidaddebeserindivisible,especialmenteentrelosjóvenesylosquehantenidoladichadenacerlosuficientementetardepararecogerporsímismoslospreciososfrutosdelafilosofíadeestesigloXVIII.
Ahora estallaban aclamaciones. André-Louis los había hechizado con suirresistibleretórica.Ynodejódeaprovecharaqueljúbilopopular:
—Juremos—gritóaplenopulmón—alzar ennombrede lahumanidadyde lalibertad un baluarte contra nuestros enemigos; oponer a su ambición sedienta desangre la serena perseverancia de los hombres cuya causa es justa. Dejemos aquíconstanciadenuestraprotestacontracualquiertiránicodecretoqueenelfuturonosdeclare sediciosos cuando lo único que nos anima son puras y justas intenciones.Juremosporelhonordenuestrapatriaquesiunodenosotrosfuesellevadoanteuninjusto tribunalyse intentaracontraélunodeesosactos llamadosdeconvenienciapolítica—quedehechonosonsinoactosdedespotismo—juremos,digo,darplenaexpresiónalafuerzaqueestáennosotrosyusarlaendefensapropiaconelcorajeyladesesperaciónquenosdictelaconciencia.
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Losaplausosapenasdejaronoírestasúltimaspalabras.André-Louisobservóconsatisfacciónqueinclusoalgunosricoscomerciantesleaclamabanyleestrechabanlamano, pues no sólo participaban pasivamente de aquel entusiasmo, sino que lolideraban. Eso le confirmó que la filosofía en la que se inspiraba el nuevomovimiento tenía su origen en la burguesía, y que si estas ideas se llevaban a lapráctica,lomáslógicoseríaqueaquellamismaburguesíaocuparaellugarqueahoradetentaba la aristocracia. Si podía decirse que André-Louis había encendido enNanteslaantorchadelaRevolución,noeramenosciertoqueaquellaantorchaselahabíaentregadolaopulentaburguesíadelaciudad.
Niquedecirtienecuálesfueronlasconsecuenciasdeaqueldiscurso.LaHistorianoscuentaqueeljuramentoqueOmnesOmnibuspropusoalosciudadanosdeNantesfuelapiedraangulardelaprotestaformalfirmadaporvariosmillaresdeciudadanos.Tampoco los resultados de esa poderosa protesta—que después de todo estaba enarmoníaconelsoberano—sehicieronesperar.¿QuiénpuededecirhastaquépuntoaquellaprotestaanimólamanodeNeckercuandoelveintisietedeaquelmismomesdenoviembreobligóalConsejoaadoptar lamássignificativayrazonablede todasaquellasmedidasqueel cleroy lanobleza sehabíannegadoaaceptar?EnaquellafechasepublicóelrealdecretoordenandoquelosdiputadoselegidosenlosEstadosGeneralesascendieranporlomenosamil,yquelosdelTercerEstadofuerantantoscomolosdelcleroylanoblezajuntos.
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CAPÍTULOIX
Lasecuela
Caía la tarde del siguiente día cuando André-Louis se acercaba a Gavrillac.Conscientede laalarmaquecausaría lapresenciadelapóstolde laRevoluciónquehabíallamadoalasarmasalpueblodeNantes,quisoqueseignoraraenloposiblesupaso por aquella ciudad. Por eso dio un largo rodeo, cruzando el río en Bruz yvolviéndolo a vadear unpocomás arriba deChavagne, aproximándose aGavrillacporelnorteparahacercreerquevolvíadeRennes,adondetodossabíanquehabíapartidounpardedíasantes.
Empezabaaanochecery,debíadehallarseaunamilladelpueblocuandoobservóque alguien a caballo avanzaba lentamente hacia él. Estaban a pocos metros dedistanciacuandonotóqueaquellapersonaseinclinabaparaverlomejor.Enseguidaoyóunavozdemujerllamándole:
—¿Erestú,André?¡Porfin!Un poco sorprendido, André-Louis detuvo su caballo, y entonces oyó otra
preguntaimpaciente,ansiosa:—¿Dóndeestabas?—¿Quedóndeheestado,primaAline?¡Oh!…viendomundo.—Desdeelmediodíaheestadorecorriendoestecamino,esperándote—lajoven
hablaba anhelosa, apresuradamente—. Esta mañana llegó desde Rennes unacompañía de gendarmes a caballo buscándote. Registraron el castillo y el pueblohasta que descubrieron que regresaríasmontado en el caballo que alquilaste en laposadaElBretónArmado.Allí están al acecho.Durante toda la tarde te he estadoesperandoparaavisarteyevitarquecaigasenlatrampa.
—¡MiqueridaAline!¡Cuántomeduelehabertecausadotantapreocupación!—Esonotieneimportancia.—Alcontrario,eslacosamásimportantequemehasdicho.Elrestosíquecarece
deimportancia.—¿Peronotedascuentadequehanvenidoaarrestarte?—preguntóellacadavez
másimpaciente—.TebuscanporsediciosoyporordendelseñordeLesdiguiéres.—¿Sedicioso?—preguntóAndré-LouisevocandolosacontecimientosdeNantes.
EraimposiblequeentanpocotiempotuvierannoticiasdeelloenRennes.—Sí, por sedicioso. A causa del discurso que pronunciaste en Rennes el
miércoles.—¡Ah,eso?—exclamóél—.¡Bah!Por el tono aliviado de André-Louis, de haber estadomás atenta, ella hubiera
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comprendidoqueaqueldesdénrevelabaeltemoralasconsecuenciasdeotramaldadmásgrave.
—Enrealidadnofuenada—comentóél.—¿Nada?—Casi sospecho que la verdadera misión de esos soldados ha sido mal
interpretada.AbuensegurohanvenidoparadarmelasgraciasdepartedelseñordeLesdiguiéres.YocontuvealpueblodeRennescuandoestabadecididoaquemarelpalacioconéldentro.
—Despuésdehaberloincitadoaquelohiciera.Supongoqueteasustastealverloquehabíasprovocado,yenelúltimomomentoteechasteatrás.PerodijistecosasdelseñordeLesdiguiéresqueélnoolvidarájamás.
—Escierto—dijoAndré-Louispensativo.PerolaseñoritadeKercadiouyalohabíaprevistotodoyalertóaljovenacercade
loqueteníaquehacer:—NopuedesentrarenGavrillac—ledijo—;tienesqueapeartedeesecaballoy
dejarqueyomelolleve.Estanochelodejaréenlacuadradelcastillo,ymañanaporlatarde,cuandoestésbienlejos,lodevolveréalaposada.
—¡Peroesoesimposible!—¿Imposible?¿Porqué?—Porvariasrazones.Unadeellasesloqueatipudierasucedertesiteatrevesa
hacertalcosa.—¿A mí? ¿Crees que me dan miedo esa partida de patanes enviados por
Lesdiguiéres?Yonosoylasediciosa.—Peroescasicomosilofuerassiayudasaunsedicioso.Ésaeslaley.—¿Yamíquemeimportalaley?¿Creesquelaleyseatreveríaconmigo?—Por supuestoqueno.Estásprotegidaporunode losabusosquedenunciéen
Rennes.Lohabíaolvidado.—Denuncia todo lo que quieras, pero mientras tanto aprovéchate de mi
condición.Ven,André,hazloquetedigo.Bajadetucaballo.Viendoqueél titubeaba, ella le tendió lamanoy locogióporelbrazo.Suvoz
vibrabafervorosamente:—Túno tedascuentade lagravedadde tusituación.Siesagente teatrapa,es
casiseguroque teahorcarán.¿Tedascuenta?Nopuedes iraGavrillac.Tienesquealejarte enseguida y desaparecer durante un tiempo, hasta que todo esté olvidado.Mientrasmitíonoconsigatuperdón,debesesconderte.
—Eso llevará mucho tiempo —dijo André-Louis—. Porque el señor deKercadioununcacultivóamistadesenlacorte.
—Perosíhacultivado ladelseñordeLaTourd'Azyr—lerecordóellaparasuasombro.
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—¡Esehombre!—gritóindignado,yluegoseechóareír—:¡Perosifuecontraélque levanté la cólera del pueblo de Rennes! Ya veo que no te contaron todo midiscurso.
—Símelocontaron,yesotambién.—¡Ah!¿Yapesardetodoquieressalvarme,amí,alhombrequebuscalamuerte
detufuturoesposo,seaamanosdelaleyodelasdelpueblo?¿OacasoelasesinatodelpobrePhilippeteabriólosojos,yalverelverdaderocarácterdeesehombre,hasdejadotuambicióndellegaraserlamarquesadeLaTourd'Azyr?
—Avecesnodemuestrasningunacapacidadderazonar.—Talvez.PeronollegoalextremodeimaginarqueelseñordeLaTourd'Azyr
muevaunsolodedoparasalvarmeamí.—En lo cual, comode costumbre, te equivocas. Puedes estar seguro de que lo
harásiyoselopido.—¿Sitúselopides?—elhorrorsedejótraslucirenlavozdeAndré-Louis.—Claroquesí.TodavíanohedadomiconsentimientoparasermarquesadeLa
Tourd'Azyr.Aúnloestoypensando.Yesasituaciónofreceventajas,entreotras,ladeasegurarselacompletaobedienciadelpretendiente.
—¡Ah,yaveo!Entiendo.Piensasdecirle:«Simenegáisesto,yomenegaréasermarquesa».¿Esesoloquequieresdecir?
—Sifuerapreciso,puedohacerlo.—¿Y no ves que eso te comprometería? Estarías en susmanos y faltarías a tu
palabradehonorsiluegolerechazaras.¿Creesquepuedoconsentirquepormiculpacaigasensusmanos?¿Creesquequerríaperjudicartedeesemodo,Aline?
EllasoltóelbrazodeAndré-Louis.—¡Oh,estásloco!—exclamólajovenperdiendolapaciencia.—Esposible,peroprefieroestarloco.Prefieroesoantesquetucordura.Contu
permiso,Aline,voyaentrarenGavrillacacaballo.—¡No,André,nodebeshacerlo!¡Tematarán!—alarmada,Alineretrocediócon
sucaballoparacerrarleelpaso.Yaeranochecerrada,perola lunaseabriópasoentre lasnubesparadisipar las
tinieblas.—Vete—le rogó ella—. Sé juicioso y haz lo que te pido.Mira, ahí viene un
carruaje.¡Ojalánonosencuentrenaquíjuntos!André-Louissedecidiórápidamente.Noerahombrequesecomplacieraenfalsos
heroísmos,niteníaelmenordeseodeconocerlahorcaqueelseñordeLesdiguiéresle destinaba. La tarea inmediata que se había impuesto estaba cumplida. Habíalogrado que todos oyeran—y en tono enérgico— la voz que el señor de La Tourd'Azyrcreíahabersilenciado.Perosibiensutareahabíaterminado,noteníalamenorintencióndequeacabarasuvida.
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—Aline,sólotepongounacondición.«.—¿Cuál?—QuejamáslepidasalseñordeLaTourd'Azyrquemeayude.—Yaqueinsistesyeltiempoapremia,laacepto.Yahoracabalgaconmigohasta
lavereda.Yaelcocheseacerca.LaveredaalaquesereferíaAlinepartíadelacarreteraaunastrescientasyardas
dedondeestabanyllevabadirectamente,colinaarriba,hastaelcastillo.Ensilencio,André yAline penetraron con sus cabalgaduras en el caminovecinal, bordeadodeespesossetos.Cuandollevabanrecorridasunascincuentayardas,ellasedetuvo:
—¡Ahora!—dijo.Éllaobedeció,seapeódelcaballoyleentrególasriendas.—Notengopalabrasparaagradecerteloquehaces—dijoél.—Noesnecesario—contestóAline.—Esperoquealgúndíatelopodrépagar.—Tampoco eso será necesario. Era lomenos que podía hacer. No quisiera oír
decir que te han ahorcado, ni tampoco lo querríami tío, aunque estámuy enojadocontigo.
—Esosupongo.—Nopuedesorprenderte.Fuistesudelegado,surepresentante.Confiabaenti,y
ahorahascambiadodecasaca.Conrazónestáindignado,tellamatraidoryjuraquenuncavolveráadirigirtelapalabra.Peronoquierequeteahorquen,André.
—Porlomenosestamosdeacuerdoenalgo,puesyotampocoloquiero.—Haré todo lo que pueda para que hagáis las paces. Y ahora… adiós, André.
Escríbemecuandoestésasalvo.—QueDiostebendiga,Aline.Ellasefueyélsequedóescuchandoelruidodeloscascosdeloscaballoshasta
que se extinguió en la distancia. Entonces, lentamente, cabizbajo, volvió sobre suspasos en dirección a la carretera, dudando qué rumbo tomar.De pronto se detuvo,recordandoque casi no teníadinero.No teníadónde esconderse en todaBretañaymientras estuviera allí, el peligro era inminente.Peropara salir de la provincia tanrápidamente como aconsejaba la prudencia, necesitaba caballos. ¿Cómo iba aconseguirlossisóloteníaunluisdeoroyalgunasmonedasdeplata?
Además, estaba muy cansado. Había dormido muy poco desde la noche delmartes,yhabíapasadolargotiempocabalgando,locualerafatigosoparaalguienquenoestabaacostumbradoamontaracaballo.Estaba tanexhaustoqueera imposiblepensar que pudiera llegar muy lejos aquella noche. Tal vez podría llegar hastaChavagne.Pero cuando llegara allí, necesitaría cenarydormir. ¿Yquéharía al díasiguiente?…
Dehaberlopensadoantes,Alinehubierapodidoprestarlealgunosluises.Estuvoapuntodeseguirlahastaelcastillo,perolaprudencialedetuvo.Antesdequepudiera
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hablar con ella, le verían los criadosy lanoticiade su llegada correríadeboca enbocaportodoelpueblo.
No tenía elección. Tendría que ir a pie hastaChavagne, pernoctar allí y seguirviajeantesdelamanecer.Conresolución,diomediavueltayobservóelcaminopordonde había venido. Pero volvió a detenerse. Chavagne estaba en el camino deRennes,siseguíaenaquelladirecciónsemeteríaenlabocadel lobo.Lomejoreradirigirsehaciaelsurotravez.Alpiedelosprados,habíaunabarcaquelellevaríaalaotraorilladel río.Asíevitaríapasarporelpuebloy,poniendoaguaentreélyelpeligroinmediato,aumentaríasusensacióndeseguridad.
AuncuartodemilladeGavrillac,estabaelsenderoqueconducíahastalabarca.Despuésdeveinteminutosandando,André-Louisllegóconlospiesdestrozados.Vioquehabíaluzenlasventanasdelacabañadelbarqueroydiounrodeoparaevitarla.Alamparodelaobscuridad,searrastrósigilosamentehastalapequeñaembarcación.Peroparasuconsternación,descubrióquelabarcaestabaatadaalaorillaconcadenaycandado.
André-Louis sonrió. Por supuesto, tenía que haberlo imaginado. La barca erapropiedaddelseñordeLaTourd'Azyryeralógicoqueladejaraamarradaparaquelospobresdiabloscomoélnodejarandepagarsusseñorialesderechos.
Viendoquenohabíaotraalternativa,André-Louisfuealacabañadelbarqueroygolpeósupuerta.Alabrirse,seechóhaciaatrásparaquelaluzquesalíadelinteriornoloiluminara.
—¡Necesitolabarca!—dijolacónicamente.Elbarquero,unpatáncorpulentoaquienAndré-Louisconocíamuybien,salióde
lacabañaalzandounfarol.Laluzdiodellenoenlacaradelviajero.—¡BenditoseaDios!—exclamó.—Veoquesabesquetengoprisa—dijoAndré-Louismirandofijamenteelrostro
perplejodelhombre.—Claro que sí, pues sabéis que en Rennes os espera la horca —masculló el
barquero—.YaquehabéissidotanneciopararegresaraGavrillac,lomejorseráqueosalejéisdeaquícuantoantes.Nodiréanadiequeoshevisto.
—Gracias,Fresnel.Tuconsejocoincideconmisintenciones.Peroporesomismonecesitolabarca.
—¡Ah,no,esono!—exclamóFresnel impetuosamente—,nodirénada,peroestodoloquepuedohacer,puesmipellejovaletantocomoelvuestro.
—Notendríasquehabervistomirostro.Olvidaquelohasvisto.—Esoharé,señor,peronadamás.Nopuedollevarosalaotraorilla.—Entoncesdamelallavedelcandadoyyocruzaréelrío.—Esonocambiaríanada.Nopuedo.Nadadiré,peronoquiero…nomeatrevo…
aayudaros.
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André-Louiscontemplóunmomentolaexpresiónadustayresueltadelbarquero.Suactituderacomprensible.Aquelhombre,quevivíaalasombradelmarquésdeLaTourd'Azyr,noseatreveríaahacernadaquefueracontralavoluntaddesutemidoamo.
—Fresnel—dijotranquilamente—,comobiendices,meesperalahorca,ytodopor el asesinato de Mabey. De no haber sido asesinado, yo no hubiera tenidonecesidad de denunciar el caso como lo he hecho. Simal no recuerdo,Mabey eraamigotuyo.Enhonorasumemoria,¿podríashacermeelpequeñofavorquetepidoparasalvarme?
Lasombraquecubríaelrostrodelbarquero,envezdeextinguirse,senublómás:—Lo haría si me atreviera, pero no me atrevo —dijo enojándose, como si
necesitara enfadarse para justificar su decisión—. ¿Es que no comprendéis que nopuedohacerlo?¿Queréisqueunpobrehombrecomoyoarriesguesuvidaporvos?¿Quéhabéishechonuncavos,ni losvuestros,pormíparapedirmeahoraalgoasí?Estanochenocruzaréiselríoenmibarca.Marchaosahoramismo,marchaosantesdequemearrepientayrecuerdequehablarconvossininformardevuestrapresenciapuedeserpeligroso.¡Asíquemarchaos!
Dispuestoaentrarensucabaña,elbarquerolediolaespalda,yAndré-Louissesumióeneldesaliento.
Enunrelámpago,André-Louiscomprendióquedebíaobligaraaquelhombreyqueteníalosmediosparahacerlo.RecordólapistolaqueLeChapelierlehabíadadocuandosaliódeRennes,unobsequioquealprincipiodesdeñó.NoestabacargadaniAndré-Louisteníamuniciones.Pero¿cómoibaasaberloFresnel?
Rápidamentesacóelarmadesubolsilloy,cogiendoalbarqueroporelhombro,loobligóagirarsobresustalones.
—¿Yahoraquéqueréis?—preguntóelbarquerofurioso—.¿Nooshedichoyaque…?
Bruscamentesecalló.Elcañóndelapistolaapuntabaasusien.—Necesito la llavedel candadode labarca.Eso es todo,Fresnel.Ome ladas
enseguida o yo mismo la cogeré después de levantarte la tapa de los sesos.Lamentaría tener quematarte, pero no vacilaré sime obligas. Es tu vida contra lamía,ynotepareceráextrañoquesiunodelosdostienequemorir,yoprefieraqueseastú.
Fresnelmetiólamanoenunbolsilloysacóla llave.CuandoseladioaAndré,susdedostemblaban,másdeiraquedemiedo.
—Cedoalafuerza—gruñómostrandolosdientescomounperro—,peronoosservirádemucho.
André-Louiscogiólallavesindejardeencañonarlo.—Me parece que me estás amenazando —dijo—. En cuanto me haya ido,
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correrásadelatarmeparaquelossoldadosmepersigan.—¡No, no!—exclamó el barquero advirtiendo el peligro en la siniestra voz de
André-Louis—.Osjuro,señor,queésanoesmiintención.—Creoqueserámejorgarantizarmiseguridad.—¡Por el amor de Dios! ¡No me hagáis daño, señor! —el bribón estaba
aterrorizado—.Notengoningunamalaintención.¡OslojuroporDios!Nodiréunasolapalabraanadie.Noharé…
—Prefieroestarmássegurodetusilencioquedetuspromesas.Perohoyestásdesuerte. Tal vez estoy loco, pero me repugna derramar sangre. Entra en tu casa,Fresnel.¡Vamos!Yotesigo.
Cuandoestuvieronenelinteriordelacabaña,André-Louisledetuvo.—Ahoradameunacuerda—ordenó,yelotroobedeciórápidamente.Cinco minutos más tarde, Fresnel estaba fuertemente atado una silla y
amordazadoconuntrozodemaderaenvueltoporunabufanda.Yaenelumbral,André-Louissedetuvoysevolvió:—Buenasnoches,Fresnel—ledijoalbarqueroencuyosojosbrillabaelodio—.
Nocreoquenadiemásnecesiteestanochetubarca.Peroyavendrámañanaalguienadesatarte.Mientrastantoresistecomopuedasloincómododetusituación,yrecuerdaqueestosedebetansóloatufaltadecaridad.Sipasaslanochereflexionandoeneso,no desaprovecharás la lección. Quizá mañana por la mañana te hayas vuelto tancaritativoquenisiquierarecuerdesquiénteató.Buenasnoches.
Salióycerrólapuerta.Desatarlabarcayremarhastalaotraorilla,impulsadoporlacorrienteplateadaa
laluzdela luna,nole tomómásdeseisosieteminutos.Metiólaproadelabarcaentre los arbustos que bordeaban la orilla sur del río, saltó a tierra y amarró laembarcación a un árbol.Unpoco desorientado enmedio de la obscuridad, decidiócruzarelhúmedopradoenbuscadelacarretera.
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CAPÍTULOI
Losintrusos
AlllegaralcaminodeRédon,André-Louis,obedeciendomásalinstintoquealarazón,sevolvióhaciaelsuryechóaandarcasimecánicamente.Noteníaunaideaclaradeadondeiba,nideadondedebíair.EnaquelmomentolomásimportanteeraponerlamayordistanciaposibleentreélyGavrillac.
TeníalavagaideadevolveraNantes,yunavezallí,empleandoelarmareciéndescubierta de su retórica, excitar al pueblo para que le protegiera como primeravíctimadelapersecuciónqueélhabíaanunciadoycontralacualleshabíallamadoalasarmas.Peroestaideanoeramásqueunaindefinidaposibilidadquenoacababadeconvencerle.
MientrastantosereíaasolaspensandoenFresnel,talcomolohabíadejado,conla boca tapada y los ojos echando chispas. «Para no ser un hombre de acción—escribiríamástarde—creoquelohicebastantebien»…EsunafrasealaqueAndré-LouisMoreaurecurremásdeunavezensusConfesiones.Constantementerecuerdaquenoesunhombredeacción,sinodedicadoalavidacontemplativa,yescomosipidiera excusas cadavezque la necesidad le obliga a actos violentos.Todopareceindicarqueestainsistentedistinciónfilosófica—porlodemásbastantejustificada—es una prueba de su obsesiva vanidad. Amedida que aumentaba su cansancio, sedeprimíamásacausadelosreprochesquesehacíaasímismo.NohabíasidosensatoinsultaralseñordeLesdiguiéres.«Esmuchomejor—escribeAndré-Louisenalgunapágina—sermaloqueserestúpido.Lamayoríadelasmiseriasdeestepícaromundonosonfrutodelamaldad,comonosenseñanloscuras,sinodelaestupidez.»Ydetodaslasestupideces,laquemásdetestabaAndré-Louiseralacólera.Sinembargo,se había encolerizado con un tipo como el señor de Lesdiguiéres: un lacayo, unfrívolo tipejo, un don nadie, a pesar de su poder para hacer elmal. Perfectamentehubierapodidocumplirlamisiónquesehabíaimpuestoasímismosinprovocarlasirasvengativasdelprocuradordelrey.
Ahora se veía lanzado a la aspereza de la vida, sólo con la ropa que llevabapuesta,unluisdeoroyunascuantasmonedasdeplata.Yconunconocimientodelaleyquenoleserviríaparaevitarlasconsecuenciasdesuinfracción.
También poseía el don de la risa, tristemente reprimida desde la muerte dePhilippe,uncarácterfilosóficoyesetemperamentooptimistaydesenfadadoqueeselbagajedelosaventurerosdetodaslasépocas.Perotodoeso,quehabríadecontribuirasusalvación,nolotomabaencuenta.
Yasíestuvocaminandocomounautómata,enmediodelaobscuridad,hastaque
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sintióqueyanopodíamás.Había rodeado laciudaddeGuichen,yahora,amediamilladeGuignenyasietemillasdedistanciadeGavrillac,suspiernassenegabanaobedecerle.
Saliendo del camino principal, ya había cruzado a campo traviesa el norte deGuignencuandodepronto,asuderecha,viounsetovivo,detrásdelcualsealzabauna alta construcción que debía de ser un granero en el límite de un gran prado.Inconscientemente,lasilenciosasombraqueproyectaba,lehizodetenerseensuafándeencontraruntechodondecobijarse.Sequedóunratovacilando,yluegosedirigióhaciaunaverjaquehabíasituadaunpocomásalláenelseto.Trasempujarla,llegóalpiedelgranero.Eratangrandecomounacasay,sinembargo,noeramásqueungrantecho sostenido por media docena de altos pilares de ladrillos. Pero, amontonadadebajodelcobertizo,habíaunagrancantidaddehenoqueharíalasvecesdecálidolechoparaunanochetanfríacomoaquélla.Enlospilaresdeladrillosseempotrabanfuertesvigasdemadera,cuyascabezassobresalíanamododeescaleraparaqueloscampesinos pudieran manipular el heno. Con las pocas fuerzas que le quedaban,André-Louissubióporunadeaquellasescalerashastallegaralomásaltodelmontóndehenodondesevioobligadoaarrodillarsepor faltadeespacioparaestardepie.Entoncessequitólacasacayelcuellopostizo,lasbotasllenasdefangoylasmediasmojadas. Hizo un hueco en el heno y allí se acostó. Poco después estabaprofundamentedormido,ajenoalastribulacionesquesufríaelmundo.
Aldespertar,elsolestabayamuyalto,asíquesupusoqueeldíadebíadeestaryamuyavanzado.Sediocuentadeestoantesdequepudiera recordarporquéestabaallí.Cuandoempezabaadespabilarse,llegóhastaélunmurmullodevocescercanasalasquealprincipionodio importancia.Experimentabaunaagradable sensacióndedescanso,eldeliciosocalordelapaja.
Perocuandorecuperólaconcienciadesusituación,sacólacabezafueradelhenoparaoírmejor,ysupulsoseaceleró,puesaquellasvocesnopresagiabannadabueno.Oyólavozdeunamujer,argentadaymusical,aunquealgoalarmada:
—¡Oh, Dios mío, Léandre, separémonos ahora mismo! Si mi padre llegaraahora…
Unavozdehombre,mássosegada,afirmó:—No,no,Climéne,estásequivocada.Novienenadie.Estamosseguros.¿Porqué
teasustasdelassombras?—¡Oh,Léandre!Tiemblosólodepensarquemipadrepudieraencontrarnosaquí
juntos.André-Louissetranquilizó.Obviamentesetratabadeunaparejadeenamorados
que,teniendomenosquetemerqueél,estabanmuchomásasustados.Lacuriosidadlehizoabandonarelcálidohuecodelhenoyaventurarseaecharunaojeada.Tendidobocaabajo, estiró lacabezaymiróhaciaabajo.Enelespaciodespejadoquehabía
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entreelgraneroyelsetoestabaapareja,jóvenesambos.Éleraunmozoapuesto,definoperfilycabelleracastaña,atadadetrásconanchacintaderasonegro.Vestíaconciertafatuidad,loqueaprimeravistanolefavorecía.Sucasaca,cortadaalamoda,eradeterciopelobastanteusado,decolorciruelayadornadaconunencajedeplatacuyo primitivo esplendor se había desvanecido. Por falta de almidón, los encajescolgaban como sauces llorones sobre sus delicadasmanos. Su calzón era de pañonegro,ylasmediasdelmássencilloalgodón,cosasambasquedesentonabanconlasuntuosidaddelacasaca.Calzabazapatosfuertesyprácticos,conhebillasbaratasdepastanegra.Deno serpor su simpáticoaspecto,André-Louis lehubiera calificadocomouncaballerodehábitospocohonrados.Perodejódeanalizarloparaestudiaralamuchacha.Estudioque sinduda le atraíamás, y eso a pesar de siempre andabaentrelibrosynoerasucostumbredesperdiciarsutiempotomandoenconsideraciónalasmujeres.
La niña—pues no eramás que eso y a lo sumo tendría veinte años—no sólotenía un rostro agraciado y un cuerpo atractivo, sino también una vivacidad y unagracia de movimientos que André-Louis nunca había visto coincidir en una solapersona. Y aquella voz musical, argentada, que le había despertado, poseía unamodulación que hasta en unamujer fea hubiera sido irresistible.Ataviada con unacapa con el capuchón echado hacia atrás, el sol arrancaba destellos de oro a sucabellera, levemente castaña,que enmarcabacon tirabuzones su rostroovalado.Latezeradeunatersurasólocomparablealadelospétalosdelasrosas.Desdedondeestaba,André-Louis no podía precisar el color de los ojos, pero el destello bajo lalíneaobscuradesuspestañaslehizosuponerqueseríanazules.
Sin saber por qué, André-Louis se molestó al ver a la jovencita hablando taníntimamente con aquel chico que, al parecer, llevaba los vestidos desechados poralgúnnoble.Aunquenosabíaaquéclasesocialpertenecíanambos,laconversaciónquesosteníaneraculta,tantoporeltonodevozcomoporelléxicoqueempleaban.André-Louisaguzólosoídos.
—Noestarétranquilahastaquenoscasemos—dijoella—.Sóloentoncessentiréqueestoyfueradesualcance.Y,sinembargo,sinoscasamossinsuconsentimiento,sóloaumentaremosnuestrastribulaciones.Estoydesesperada.
Evidentemente, el padre de la doncella era un hombre juicioso, que sabía verclaro a través de la deteriorada elegancia del joven sin dejarse engañar por sushebillasdepastabarata.
—MiqueridaCliméne—contestó elmuchachocogiéndole ambasmanos—,notienes por qué desesperarte.No te revelo el plan que he preparado para obtener elconsentimientodetudesnaturalizadopadreporquenoquierofrustrarteelplacerdelasorpresa.Peropuedesconfiarenmíyenelastutoamigodequientehehabladoyquellegarádeunmomentoaotro.
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¡Imbécilafectado!¿Sesabíadecarrerillaeldiscursooeraunidiotapedantequeteníaporcostumbreexpresarsedemodotanamanerado?¿Cómoaquellaencantadoramujer en flor desperdiciaba superfumecon semejantepresumidoque, para colmo,llevabaelridículonombredeLéandre?
Así pensaba André-Louis desde su observatorio. Mientras tanto, ella volvió ahablar:
—Es lo que desea mi corazón, Léandre. Pero me asalta el temor de que seademasiado tarde para tu estratagema. Hoy tengo que casarme con ese horriblemarquésdeSbrufadelli.Yaesmediodía,yestáal llegar.Vieneafirmarelcontrato,paraconvertirmeenlamarquesadeSbrufadelli.¡Oh!—ysoltóuntiernoquejido—.El solo hecho demencionar su nombreme quema los labios. ¡Si fueramío jamáspodríapronunciarlo,jamás!Detestoaesehombre.¡Sálvame,Léandre,sálvame,pueseresmiúnicaesperanza!
André-Louis estaba algo desencantado. Tampoco ella correspondía a susexpectativas. Evidentemente se había dejado contagiar por el tono afectado de suridículoamante.Nohabíaningunasinceridadensuspalabras.Loquedecíallegabaalamenteperosintocarelcorazón.TalveztodosedebíaalaantipatíaqueLéandreleinspirabaaAndré-Louis.
¡AsíqueelpadredeCliménequeríacasarlaconunmarqués!Esoqueríadecirquelajoveneradealcurnia.¡Y,noobstante,eracapazdeamaraaqueljovenaventurerodelajadoencaje!Desdeluego,reflexionóAndré-Louis,nootracosapodíaesperarsedeunamujer,puestodaslasfilosofíasafirmanquesonlascriaturasmáslocasdelalocahumanidad.
—¡Esonuncasucederá!—rugíaLéandreconardientepasión—.¡Jamástecasarásconél!—decíaalzandosuspuñosalazuldelcielo,comoAjaxdesafiandoaJúpiter—. ¡Ah, pero aquí viene nuestro amigo…—André-Louis no pudo oír el nombre,porqueenesemomentoLéandrelevolviólaespalda—:élnostraerábuenasnoticias,losé.
André-Louis miró también en dirección al seto, de donde salió un hombredelgado,vestidoconunacasacamugrientayun tricornio tanhundidoen lacabezaquele tapabaelrostro.Cuandosedescubrióparahacerunagranreverenciaante laamarteladapareja,André-Louissonriópensandoquesiélhubieratenidounacaradeperrocomoaquéllatambiénllevaríaelsombrerodeformaquelecubrieraelrostro.SiLéandre aparentaba vestir la ropa desechada por algún noble, el recién llegadoparecíaataviarseconladesechadaporLéandre.Apesardesuajadotrajeydesufeorostro,noobstantesubarbadecuatrodías,elreciénllegadocaminabagarbosamente,dándoselasdepríncipe.
—Señor—dijocontonoconspirador—,hallegadoelmomentodeactuar,pueselmarquésyaestáaquí.
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Abrumados, los jóvenes enamorados se separaron rápidamente. Climéne,retorciéndose lasmanos, labocaabiertayelpechopalpitandodebajode sublancochal; Léandre, también boquiabierto, era el vivo retrato de la estupidez y laconsternación.
Entretanto,elreciénllegadodecía:—Haceunahora estaba en laposada cuandoél llegóy,mientras almorzaba, le
estudié atentamente.Despuésde examinarlo, nomequedaningunaduda acercadenuestroéxito.Respectoasuaspectofísico,podríaextendermeacercadelafatuidadconquelanaturalezalehadotado.Peroéstanoeslacuestión.Loquenosinteresaessuingenio.Yconfidencialmenteosdigoqueleheencontradotanimbécilquepodéisestarsegurosdequecaeráentodaslastrampasquelehepreparado.
—¡Cuéntalotodo!¡Habla!—imploróCliménetendiendolasmanosenunademánde súplica que ningún hombre sensible hubiera podido resistir. Pero entonces secontuvoemitiendounchillido—:¡Mipadre!—exclamómirandoalosdoshombresqueestabanconella—.¡Ahíviene!¡Estamosperdidos!
—¡Huye,Climéne!—dijoLéandre.—¡Esdemasiadotarde!—sollozóella—.¡Yaestarde!¡Yaestáaquí!—¡Un poco de calma, señorita! Calmaos —dijo el amigo recién llegado— y
confiadenmí.Osprometoquetodosaldrábien.—¡Oh!—exclamólánguidamenteLéandre—.Puedesdecirloquequieras,amigo
mío,peroésteeselfindetodasmisesperanzas.Tuastucianuncapodrásacarnosdeesteaprieto.¡Nunca!
Un hombre muy corpulento, con cara de luna llena y una gran nariz,decentementevestidodeacuerdoconelgustoburguésseacercabadesdeelseto.Sindudaestabacolérico,peroloquedijodesconcertóaAndré-Louis:
—¡Léandre,eresun imbécil!Todo lodices flojamente, tuspalabrasno lograránconvencer a nadie. ¿Sabes lo que significan tus frases? Te voy amostrar cómo sehace—gritó tirando su sombrero al suelo. Entonces se puso al lado de Léandre yrepitiólasúltimaspalabrasqueaquélhabíapronunciadomientrasCliméneyelotroobservabantranquilamente:
—¡Oh!Puedesdecirloquequieras,amigomío,peroésteeselfindetodasmisesperanzas.Tuastucianuncapodrásacarnosdeesteaprieto.¡Nunca!
Ladesesperaciónvibrabaensumetaldevoz.EntoncessevolvióaLéandre.—Así es como se hace—le dijo irónicamente—.Tu voz tiene que expresar al
mismo tiempo pasión, desesperanza, frenesí. No estás preguntándole a nuestroScaramouchesi tehapuestounremiendoen loscalzones,sinoqueeresunamantedesesperadoqueexpresa…
De pronto se calló sobresaltado. André-Louis había soltado una carcajada alcomprenderloquesucedíaycómohabíasidovíctimadeunengaño.Elecodesurisa
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resonandobajolatechumbrequetanbienleocultaba,asustóalosdeabajo.El hombre corpulento fue el primero en recuperar el aplomo, y se expresó con
unodesushabitualessarcasmos:—¿Looyes?—legritóaLéandre—.¡Hastalosdiosesalláenloaltoseríendeti!
—Yentonces,dirigiéndosealtechodelgraneroyasuinvisiblehabitante,añadió—:¿Quiénestáahí?
André-Louisapareció,asomandoladespeinadacabeza.—Buenosdías—dijoamablemente.Al arrodillarse, el horizonte que abarcaba su vista se dilató y pudo ver lo que
pasabaalotroladodelseto.Allíhabíaunaenormeydestartaladacarretaatestadadeenseresdeutileríaqueunatelaimpermeablenotapabaporcompletoy,allado,unaespeciedecasaconruedas,decuyachimeneasalíalentamenteunacolumnadehumo.Trescaballosyunaparejadeburros,todoscojos,pacíantranquilamentelahierbaquerodeabalosvehículos.Dehaberlosvistoantes,aquellostrebejoslehubieranaclaradoaAndré-Louislaextrañaescenaqueacababadedesarrollarseantesusojos.Alotroladodelsetohabíamásgente,ya travésdelcercadodemataspasabanahoraotraspersonas: una muchacha de nariz respingona, que él supuso sería Colombina, laconfidenta; un joven delgado y dinámico, el arquetipo idóneo para encarnar aArlequín,yotromuchachoconcaradetonto.
Todo esto lo había comprendido André-Louis con una mirada, en los escasossegundosquetardóendecir«buenosdías».ElgordoPantalonereplicóasusaludo:
—¿Quédiabloshacéisahíarriba?—Lo mismo que vosotros ahí abajo. Soy un intruso. La entrada aquí está
prohibida.—¿Cómo?—dijoPantalonemirandoasuscompañerosyperdiendoenpartesu
acostumbradaserenidad.Aunqueeraalgoquehacíanconfrecuencia,ledesconcertóquealguienlodijeracontantacrudeza.
—¿Dequiénsonestastierras?—preguntótratandodeaparentarcalma.André-Louiscontestóponiéndoselasmedias:—CreoqueespropiedaddelmarquésdeLaTourd'Azyr.—Esunnombremuyrimbombante.¿Esmuyseveroesecaballero?—Ese caballero —dijo André-Louis— es el diablo en persona, o si queréis,
podríadecirsequeeldiabloesuncaballerocomparadoconél.—Y sin embargo—observó el joven de aspecto malvado que representaba el
papeldeScaramouche—,vosmismoconfesasteisquehabéisvioladosupropiedad.—¡Ah, pero es que yo soy abogado! Y como es sabido, los abogados son tan
incapacesdecumplirlasleyescomolosactoresdeactuar.Sinembargo,laNaturalezanos imponeciertas limitaciones, fueellaquienmevencióanocheal llegaryoaquí.PoresodormíenestelugarsintenerencuentaalmuypoderososeñormarquésdeLa
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Tourd'Azyr.Yalmismotiempo,señorScaramouche,yonoheproclamadomidelitotanabiertamentecomovuestracompañíadelalegua.
Trasponerselasbotas,André-Louissaltóalsueloenmangasdecamisayconlacasacaalbrazo.Mientrasse laponía, lospequeñosojosdePantalón leexaminarondetalladamente.Observóque susvestidos, si bien sencillos, estabanmodernamentecortados y eran de excelente paño, que su camisa era de fino cambray y que seexpresabacomounhombreculto.Pantalonedecidiósercortés.
—Osagradezcoquenoshayaavisado,caballero…—empezóadecir.—Ydebéishacermecaso,amigomío.LosguardabosquesdelmarquésdeLaTour
d'Azyr tienenordendedispararamatarcontra los intrusos. Imitadmey levantadelcampamento.
Alinstantesalierontodosporlaaberturadelsetovivohastaelejidodondeestabael improvisado campamento de los cómicos de la legua. Allí, André-Louis sedespidiódeellos.Perocuandoyaseiba,vioaunjovencomediantelavándoselacaraenuncubocolocadosobreunadelasgradasdemaderaqueservíandeescaleraalacasaconruedas.Alcabodeunmomentodevacilación,sevolvióalseñorPantalone,quienseguíaasulado,yledijo:
—Sinofueramuchopedir,¿mepermitiríaimitaraaquelcaballeroantesdeirme?—¡Hombre,nofaltabamás!—dijoPantalonedesbordantedeamabilidad—.Eso
noesnada.Rhodomontosfacilitaráloquenecesitéis.Enlavidarealesejoveneseldandidelacompañía,aunqueenelescenarioseaelmatamoros.¡Oye,Rhodomont!
Eljovenqueestabalavándosemiróatravésdelaespumadejabón.PantalonediounaordenyRhodomont,queenefectoera tangentil y amable como terrible en laescena,ledejóelcubolimpioalvisitanteparaquelousara.
André-Louissedespojódenuevodelcuellopostizoydelacasaca,searremangósu camisa y empezó a lavarse mientras Rhodomont le procuraba jabón, toalla, unpeine roto y grasa para el pelo. André-Louis rechazó esto último, pero aceptóagradecido el peine. Después de lavarse, con la toalla al hombro, se peinócuidadosamentelacabellerafrenteaunpedazodeespejocolgadoenlapuertadelacasaambulante.
MientrastantoelgentilRhodomontchachareabaasuladohastaque,depronto,elfino oído de André-Louis percibió, cercano ya, un ruido de cascos de caballos.Despreocupadamentemiróhaciaellugardedondeprocedíaelsonido,ysequedódepiedra, con el peine en alto.Por el caminovenían siete jinetes uniformados con lacasacaazuldelosgendarmes.
Enseguidasupocuálera lamisióndeaquella tropa.Fuecomosi la fríasombradelcadalsosehubieraproyectadosobreél.
Losjinetessedetuvieronfrentealcampamentoyelsargentoqueestabaalmando,gritó:
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—¡Eh,vosotros!Loscómicos,queseríanunosdoce,sequedaronpasmadosdemiedo.Pantalone
avanzódospasosconlacabezamuyerguida,casitanmajestuosocomoelprocuradordelrey.
—¿Qué diablos queréis?—dijo más bien mirando al cielo que al sargento. Yentonces,alzandolavoz,volvióapreguntar—:¿Quésucede?
Trascuchichearentresí,losgendarmesseacercaronmásaloscomediantes.André-Louis, en el primer escalón de la casa con ruedas, siguió peinándose la
cabelleradesgreñadademaneramecánicaeinconsciente.Estabapendientedelgrupode gendarmes que avanzaba, dispuesto a agarrarse a la primera solución que seofreciera.
Impaciente,elsargentofarfulló:—¿Quiénoshadadopermisoparaacamparaquí?Lapreguntano tranquilizódel todoaAndré-Louis.Nopodíaconsolarsecon la
idea de que aquellos gendarmes estuvieran dedicados solamente a perseguir a losvagabundosyalosintrusosenterrenosajenos.Esoerasólounapartedesumisión,tal vez con la esperanza de cobrar algún impuesto.Lomás seguro es que vinierandesde Rennes buscando a un joven abogado acusado de sedición. Entretanto,Pantaloneseguíagritando:
—¿Quequiénnoshadadopermiso?¿Quépermiso?Estoescampocomún,libreparatodoelmundo.
Más que sonreír, el sargento hizo una mueca y avanzó más, seguido por sushombres.
—Nohay—susurróunavozdetrásdePantalone—ningúncampocomún,enelsentidopropiodelapalabra,enlosvastosdominiosdelmarquésdeLaTourd'Azyr.Éste es un terreno acotado, y los alguaciles de campo del caballero cobran unimpuestoacuantostraenapaceraquíasusbestias.
PantalóndiomediavueltayvioaAndré-Louisconlatoallaalhombro,elpeineenlamanoymediodespeinado.
—¡Malditosea!—estallóPantalone—.¡EsemarquésdeLaTourd'Azyrdebedeserunogro!
—Yaoshedicholoqueopinodeél—ledijoAndré-Louis—.Encuantoaesoshombres,másvalequemedejéishablarconellos.Tengoexperienciaenlamateria.
Y sin esperar el consentimiento de Pantalone, André-Louis avanzó hacia losgendarmes.Habíacomprendidoquesólolaosadíapodíasalvarle.
Cuandoestuvoalladodelsargento,sindejardepeinarse,André-Louislemiróalacara,sonriendoingenuamente.Pero,sinhacercasodelasonrisa,elmilitargruñó:
—¿Túereseljefedeestabandadetrotamundos?—Sí… mejor dicho, lo es mi padre —y señaló con el pulgar hacia el señor
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Pantalone,queestabaasusespaldas—.¿Quéseleofrece,micapitán?—Llevarosatodosalacárcel.Hablabaentérminostajantes.Losactoresestabanaterrados.Conloduraqueera
lavidaerrantedelospobrescómicosdelalegua,ahoralosamenazabanconlacárcel.—¿Cómo,micapitán?Ésteesunterrenocomunal,libreparatodos.—Deesonada.—¿Dónde están los cercados?—preguntóAndré-Louis describiendo un amplio
círculoconelpeineparaindicarlaamplialibertaddeaquellugar.—¡Los cercados! —repitió con sorna el sargento—. ¿Para qué se necesitan
cercados?NosepuedepaceraquísinpagartributoalmarquésdeLaTourd'Azyr.—Perosinoestamospaciendo—sonrióingenuamenteAndré-Louis.—¡Vete al diablo! ¡Vosotros no estáis paciendo, pero vuestros animales sí!—
¡Sólounpoquito!—sedisculpóAndré-Louissonriendodenuevo.El sargento estaba cada vezmás furioso.—No se trata de eso. Se trata de que
estáiscometiendounroboyesosepagaconlacárcel.—Técnicamente,ustedllevarazón—suspiróAndré-Louissindejardepeinarsey
sosteniéndolelamiradaalsargento—.Perosihemoscometidounatransgresión,hasidoporignorancia.Leagradecemosmuchoelaviso.
Entoncespasóelpeineasumanoizquierday,metiendoladerechaenelbolsillodel pantalón, dejó oír un tintineodemonedas—.Lamentamoshaberos apartadodevuestro camino. Tomando en consideración la molestia que os hemos causado,¿querríaishacernoselhonordedetenerosenlapróximaposadaparabeberalasaludde…del…señordeLaTourd'Azyr,oaladecualquierotrodesuclase?
Elrostrodelsargentosedesencapotó,aunquenodeltodo.—Bueno,bueno—refunfuñó—,perotenéisquemarcharosdeaquí.¿Entendido?YseinclinóunpocoenlasillaalargandolamanoenlaqueAndré-Louiscolocó
unamonedadetreslibras.—Nosiremosdentrodemediahora—dijoeljoven.—¿Porquédentrodemediahoraynoahoramismo?—¡Oh,porquetenemosquealmorzar!Losdoshombressemiraron.Despuéselsargentocontemplolamonedadeplata
querelucíaenlapalmadesumano,ylaexpresióndesurostrosesuavizó.—Despuésde todo—dijo—,noesnuestrooficiohacerdealguacilesde lahoz
delseñordeLaTourd'Azyr.NosotrossomosdeRennes—losojosdeAndré-Louischispearon a punto de traicionarle—. Pero si permanecéis aquí mucho tiempo,cuidado con los guardabosques del marqués. No están dispuestos a enternecerse.Bueno,bueno…quetengáisbuenapetito,señores—sedespidió.
—Buenviaje,micapitán—contestóAndré-Louis.Elsargentovolviógrupasysushombreslesiguieron,perocuandoyaseiban,se
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volviódenuevo.—Oiga, señor—dijo dirigiéndose aAndré-Louis, quien enseguida estuvo a su
lado—.EstamosbuscandoauncanallallamadoAndré-LouisMoreau,deGavrillac,unfugitivodelajusticiaqueestácondenadoalahorcaporsedición.¿Porcasualidadhabéisvistoporaquíaalgúnindividuosospechoso?
—Creoquesí,vimosauno—dijoAndré-Louisaudazmenteycontentodepodercomplaceralsargento.
—¿Lohabéisvisto?—exclamóelgendarme—.¿Dóndeycuándo?—Anoche,enlascercaníasdeGuignen.—Sí,sí—dijoelsargentosintiendoquehabíaencontradounapista.—Vimosaunindividuoqueparecíatenermiedodequelereconocieran…Eraun
hombredeunoscincuentaaños…—¡Cincuenta!—exclamóelsargentodesalentado—.¡Bah!Elquebuscamosno
esmásviejoqueusted,delgado,desumismaestatura,yconelpelonegrocomoelsuyo.Abranbienlosojosduranteelviaje,señorcomediante.Elprocuradordelrey,en Rennes, pagará diez luises a quien le informe sobre el paradero de esesinvergüenza. Demodo que si tenéis los ojos abiertos y avisáis enseguida, podéisganarosdiezluises.Unagananciainesperadaparavosotros,¿verdad?
—Sería un magnífico golpe de suerte, mi capitán —contestó André-Louisriéndose.
Peroelsargentoyahabíaespoleadosucaballohaciéndolotrotarparaalcanzarasussoldados.André-Louisseguíasonriendo,ensilencio,comosolíahacercuandosupeculiarsentidodelhumorestabasatisfecho.
Entoncessevolvió,yregresódespacioadondeestabanPantaloneyelrestodelosactores.Pantalonefueasuencuentroconlosbrazosabiertos.André-Louiscreyóqueibaaabrazarle.
—¡Dios salveanuestro salvador!—declamóel corpulentoygordocomediante—.Yalasombradelacárcelsecerníasobrenosotros.Porqueaunquepobres,somoshonrados y ninguno ha sufrido jamás la ignominia de estar en prisión. Lo másprobable es que ningunode nosotros sobreviviría a esa experiencia. Pero gracias austed,amigomío,estamosasalvodeeso.¿Cuálessumagia?
—LamagiaqueenFranciaejercesiempreunretratodelrey.Comohabrápodidoobservar, los franceses son muy leales al rey. Lo aman, sobre todo en efigie,especialmentecuandoestáacuñadaenoro.Perotambiénlorespetansiesdeplata.ElsargentoseemocionótantoalverelnoblerostrodeSuMajestad,representadoenunamoneda de tres libras, que su enfado desapareció como por arte de magia, y haseguidosucaminodejándonospartirenpaz.
—¡Oh, es verdad, tenemos que levantar el campamento! ¡Hala, muchachos!¡Vamos,vamos!
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—Pero no nos iremos hasta después de almorzar —dijo André-Louis—. Elsargento se emocionó tantoquenosconcediómediahorapara almorzar.Esverdadquehablóde laposiblevisitade losguardabosques.Peronohayquehacermuchocasodeeso,ysivinieran,denuevoelretratodelrey,aunqueseadecobre,produciríael mismo efecto. Así pues, mi querido señor Pantalone, pueden almorzar a gusto.Puedoolerelguisadodesdeaquí,ysuaromamedicequenotengoquedesearosbuenapetito.
—¡Miamigo,mi salvador!—dijoPantalone abrazandoal jovenabogado—.Tequedarásaalmorzarconnosotros.
—Confiesoqueestabaesperandoesainvitación—dijoAndré-Louis.
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CAPÍTULOII
AlserviciodeTespis
Mientrasalmorzabaconsusnuevosamigosdetrásdelacasaconruedasybajoelsol, que suavizaba el rigor de aquella fría mañana de noviembre, André-Louisadvirtióqueloscómicoserantancuriososcomoalegresyatractivos.Alparecer,nolespreocupabanada.Yhastapodríadecirseque lesdivertían lasprivacionesde suvidanómada.Eranamablesyteatraleshastaenlosactosmáscotidianos;exagerabansusgestos;engolabanlavoz,buscabanlaspalabrasmásgrandilocuentes.Realmente,parecíanseresdeotromundo,unmundoirrealquesóloaludíaalarealidadcuandoponíanen escenauna farsa, a la luzde las candilejas.Estabanunidospor lazosdelealtad y compañerismo, y André-Louis reflexionó cínicamente que esta armoníapudiera ser la causa de su aparente irrealidad. En elmundo real, la ambición y lacompetenciaenvidiosaimpedíanquesurgieraunambientedeamistadcomoaquél.
La compañía la formaban once personas: tresmujeres y ocho hombres que sellamaban entre ellos por el nombre de sus respectivos personajes, nombres quealudíangenialmentealosarquetiposquerepresentabanyquenuncacambiaban,fueracualfuerelaobrateatralrepresentada.
—Somos—explicóPantaloneaAndré-Louis—unadelaspocascompañíasqueaúnconservan la tradiciónde laComediadelArte italiana.Noqueremosabusardenuestramemorianifrustrarnuestrotalentoconparlamentosaltisonantes,frutodelasdesdichadas lucubracionesdeunautor.Cadaunodenosotros es supropio autor almismotiempoqueactor.Somosimprovisadores.Improvisamosalestilodelanobleescuelaitaliana.
—Yamedi cuenta—dijoAndré-Louis—cuando sinquerer asistí al ensayodevuestrasimprovisaciones.
Pantalonefruncióelceño:—Veoqueustedesbastanteirónico,pornodecirmordaz.Esoestámuybien.Es
el temperamento que encaja con su fisonomía. Pero en este caso se equivoca. Elensayo que vio es excepcional entre nosotros. Simplemente era necesario paraadiestraraLéandreensupapeldegalán.Tratamosdeinculcarleelartequenolediolanaturaleza.Sisiguierafracasandoynohicierahonoranuestraescuela…Pero,enfin, no echemos a perder esta armonía anticipando cosas desagradables que esperopuedanevitarse.Contodossusdefectos,queremosanuestroLéandre.Yahoravoyapresentarlealosmiembrosdenuestracompañía.
PrimeroseñalóalamableyaltoRhodomont,aquienAndré-Louisyaconocía.—Suspiernassontanlargasysunariztanganchudaquelehanhechomerecedor
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de los papeles de furibundos capitanes—explicó Pantalone—. Sus pulmones hanjustificado nuestra elección. Hay que oír cómo ruge. Al principio le llamamosSpaventooÉpouvante1.Peroerannombresdemasiadovulgaresparatangranartista.DesdelostiemposenqueelgenialMondorasombrabaalmundo,nosehavueltoaveraunmatóntanimpetuosoenelescenario.PoresodecidimosconferirleelnombredeRhodomontqueMondorhizofamoso,yledoymipalabradeactorydecaballero,pues soy caballero, señor mío, de que nuestro bautismo ha quedado plenamentejustificado.
Susojillosbrillabanenelabotargadorostromientrasmirabaalactorelogiado.ElterribleRhodomontseruborizócomounacolegialacuandoAndré-Louissededicóaescrutarlosolemnemente.
—DespuéstenemosaScaramouche,aquientambiényaconoce.AveceshaceelpapeldeScapin,yotras,deCoviello.Perodéjemedecirlequeelpapelenelquemásse destaca es en el de Scaramouche. Incluso más de la cuenta, pues no sólo esScaramoucheenlaescena,sinotambiénenlavidareal.Tieneundonespecialparalaintrigay,enocasiones,puedellegaraseragresivo;nuncadejadeserScaramoucheyno pierde ocasión de demostrarlo. Podría decir algo más sobre él, pero soy denaturalezacaritativayamoatodoelmundo.
Scaramouchemiróburlónasumaestroysiguiócomiendotranquilamente.—Ustedesdosseparecenenelcarácter,puesScaramoucheesbastantemordaz—
ledijoPantaloneaAndré-Louis,ycontinuópresentandoasucompañía—:Esebribóndelagrannarizquehacemuecasconlacara, lógicamenteesPierrot.¿Acasopodíaserotro?
—Yopodríainterpretargalanesperfectamente—dijoelrústicoquerubín.—Una ilusión típica de Pierrot —comentó desdeñosamente Pantalone—. Ese
rufiángrandullónqueestáallí,eldelascejastupidas,queparecequenacióviejoycuyosapetitosaumentanconlosaños,esPolichinela.Lanaturalezaledesignóparaese papel. Ése tan ágil y pecoso es Arlequín; no el Arlequín con lentejuelas queúltimamentehadegeneradotanto,sinoelauténticoyoriginalprimogénitodeMomo,el estrafalario de la Comedia del Arte, harapiento, imprudente, cobarde y payasosinvergüenza.
—Comoverá, cada uno de nosotros—dijoArlequín imitando al director de lacompañía—hasidodesignadoporlanaturalezaparaelpapelquerepresenta.
—Físicamente, amigomío… sólo físicamente, o de otromodo no nos costaríatanto enseñar aLéandre su papel de galán enamorado.Aquí estáPasquariel, que aveces es boticario, a veces notario, otras lacayo y en ocasiones amable amigoservicial.TambiéncomohijodeItalia,tierradeglotones,esexcelentecocinero.Yporúltimo, estoy yo que, como padre de toda la compañía, represento dignamente elpapel de Pantalone, padre de la damisela, aunque a veces haga de cornudo, o de
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ignorantedoctor.PeroporreglageneralsiempresoyPantalone.Además,soyelúnicoquetieneunapellido.Unverdaderoapellido.MellamoBinet,señormío.
Entonces señaló a una rubia rolliza de unos cuarenta y cinco años que sonreíasentadaenelprimerpeldañodelacasaambulante.
—Yahoravienenlasseñoras:laprimeraporordendeantigüedadesMadame.Esdueña,madreynodriza,segúnlascircunstancias.Simpleyregiamente,laconocenporelnombredeMadame.Sialgunaveztuvootronombre,hacetiempoquelohaolvidado.Encuantoaesa
picaronazadelanarizrespingonaylabocagrande,esnuestragraciosaColombina.Yasíllegamosamihija,Climéne,unajovencitacuyotalentonotienerivalfuera
delaComediaFrancesa,alaquetieneelmalgustodeaspirar.La encantadora Climéne sacudió sus bucles castaños y rió, sosteniéndole la
miradaaAndré-Louis.Sus ojos, que ahora sí podía ver, no eran azules como antes había creído, sino
castaños.—Nolecrea,caballero.Aquísoyunareina,yprefieroserreinaaquíqueesclava
enParís.—Señorita—dijo André-Louis poniéndose solemne—, siempre será una reina
dondequieraquesedignereinar.Portodarespuesta,lajovenlededicóunatímidayseductoramiradaentornando
lospárpados.Mientrastanto,supadrelegritabaaLéandre:—¿Oíste? Frases como ésa son las que tienes que ensayar. Léandre enarcó las
cejasyseencogiódehombros:—¿Esafrase?¡Noesmásqueunlugarcomún!André-Louissoltóunacarcajada
deaprobación:—Léandre—ledijoaPantalone—tienemástalentodelqueustedleconcede.No
deja de ser sutil considerar una trivialidad una frase en la que se llama reina a laseñoritaCliméne.
Algunosdelospresentesseecharonareír,incluidoelseñorBinet:—¿Hacreídoquetieneeltalentodedecirlodeliberadamente?¡Bah!Sussutilezas
sontodasinconscientes.La conversación se desvió por otros cauces, y prontoAndré-Louis supo lo que
aúnignorabasobrelacompañíadelalegua.IbanhaciaGuichen,dondepensabanactuarenlaferia,quehabíadeinaugurarse
el martes siguiente. Al mediodía harían su entrada triunfal en la ciudad en cuyomercadomontaríanelescenario.
Elespectáculotendríalugarelsábadoporlanocheyconsistíaenelestrenodeunargumento1delseñorBinet,queestabansegurosdejaríaatónitosalospueblerinos.
Al llegar a este punto de la conversación, Pantalone suspiró y se dirigió a
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Polichinela,sentadoasuizquierda:—Vamos a echar demenos a Félicien—dijo—.No sé cómo nos las vamos a
arreglarsinél.—Yainventaremosalgo—dijoPolichinelasindejardemasticar.—Siemprediceslomismo,apesardequeereselmenosindicadoparapensar.—NomeparecetandifícilsustituiraFélicien—intervinoArlequín.—Sería fácil si estuviéramos en un lugar civilizado. Pero ¿cómo vamos a
encontrar entre los aldeanos de Bretaña a alguien que tenga ni siquiera su escasotalento?—dijoelseñorBinetvolviéndoseaAndré-Louisparaexplicarle—:Félicienera nuestro administrador, tramoyista, carpintero y gerente, y a veces, inclusoactuaba.
—SupongoqueharíaelpapeldeFígaro—replicóAndré-Louisriéndose.—¡Ah!VeoqueconoceaBeaumarchais—dijoBinet,contemplandoaljovencon
renovadointerés.—Esbastanteconocido.—TalvezenParís,peronosabíaquesufamahubierallegadohastalospáramos
deBretaña.—Sucede que yo viví algunos años en París. Estudié en el Liceo de Louis Le
Grand.Allímefamiliaricéconsusobras.—Esunhombrepeligroso—sentencióPolichinela.—Tienes razón—dijoPantalone—.Unhombre ingenioso, aunqueyo seapoco
amigodeusarlostextosdelosautores.Perosuingenioesresponsabledeladifusióndemuchasdelasnuevasideassubversivas.Creoqueesaclasedeescritoresdeberíanprohibirse.
—SeguramenteelseñordeLaTourd'Azyrpiensalomismo—dijoAndré-Louisapurandosuvaso,llenodelvinopeleóndeloscómicos.
De no haber recordadoBinet gracias a quién estaban allí acampados, y que yahabíatranscurridomediahoradesdelavisitadelossoldados,esecomentariohubieradadolugaraunadiscusión.Conunaagilidadsorprendenteenalguientancorpulento,Pantalonesepusoenpiedeunsaltoyempezóadarórdenes,comounmariscalenelcampodebatalla.
—¡Hala, muchachos! No podemos estar aquí todo el santo día tragando ytragando. El tiempo vuela y aún queda mucho por hacer si queremos entrar enGuichenalmediodía. ¡Avestirse!Hayquedesmontarelcampamentoenmenosdeveinteminutos.¡Vamos,señoras!Aversiosponéislomásguapasposible.Todoslosojos de Guichen estarán sobre vosotras, y de la primera impresión que causéisdependeránlosaplausos.
¡Vamos,vamos!Todosleobedecieronsinrechistar.Alinstante,todalavajillayloquesobródela
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comidafueapararacestasycajas.Enseguidaelterrenoquedódespejado,ylastresdamas,instaladasenelcarruaje.LoshombresyasubíanalacasaconruedascuandoBinetsedirigióaAndré-Louis:
—Ahora tenemos que irnos —dijo con cierto dramatismo—. Quedamos parasiemprevuestrosamigosydeudores.
Y le estrechó la mano a André-Louis cuyas ideas, en el último momento, sehabían reorganizado rápidamente. Recordando la seguridad que contra susperseguidoreshabíaencontradoentrelosmiembrosdelacompañíadelalegua,pensóqueenningúnotrositiopodríaestarmejoroculto,hastaquedejarandebuscarlo.
—Caballero—dijo—,vuestrodeudorsoyyo.Notodoslosdíassetieneladichadecomerentanilustrecompañía.
Sospechandoalgunaironía,losojillosdeBinetescudriñaronaljoven.Peroensucarasóloencontrócandorybuenafe.
—Mequedoaquíaregañadientes—siguiódiciendoAndré-Louis—.Sobre todoporquenoveomotivosparaquenosseparemos.
—¿Cómo?—dijoBinetfrunciendoelceñoyretirandolamanoqueAndré-Louisreteníaentrelassuyasmástiempodeldebido.
—Puede que haya reparado en el hecho de que soy una persona en busca deaventuras—explicóAndré-Louis—.Yenestemomentonotengorumbofijo.Poresonoesextrañoqueloquehepodidoobservar,tantoenustedcomoensudistinguidacompañía, me haya inspirado el deseo de seguirlos tratando. Usted ha dicho quenecesitabanaalguienparasustituiravuestroFígaro,creoquesellamabaFélicien.Notomeamalmisugerencia,perocreoquepodríadesempeñaresastareastandiversascomoingratas…
—Usted siempre con su peculiar ironía, amigo mío. Si no fuera por eso,podríamosdiscutirsuproposición—dijoBinetentornandosuspequeñosojos.
—Podemosdiscutirla,desdeluego.Simeacepta,tendráqueaceptarmetalcomosoy. En cuanto a mi sentido del humor, que según parece le causa recelo, podríaconvertirseenunacualidadmuyrentable.
—¿Cómo?—Devariasformas.Porejemplo,podríaenseñaraLéandreacortejaraunadama.Pantaloneprorrumpióenunaruidosaeinterminablecarcajada.—Porloqueseve,tieneustedmuchaconfianzaensucapacidaddeenseñar.La
modestianoessufuerte.—Lamodestianoeslacualidadprincipalenunactor.—¿Sesientecapazdeactuar?
—Creo que sí, en ocasiones —dijo André-Louis evocando su actuación enRennes y en Nantes, donde gracias a su capacidad histriónica había llegado alcorazóndelasmasas.ElseñorBinetsequedópensandounrato.
—¿Quésabedeteatro?—preguntó.
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—Todoloquehayquesaber—dijoAndré-Louis.—¿Noosdijequelamodestianoesvuestrofuerte?—Juzgueustedmismo.ConozcolasobrasdeBeaumarchais,Eglantine,Mercier,
Chenier y otros muchos de nuestros contemporáneos. Y por supuesto, he leído aMoliere,aRacine,aCorneille,améndeotrosgrandesescritoresfranceses.Entrelosautores extranjeros, estoy familiarizado con las obras de Gozzi, Goldoni, Guarini,Bibbiena, Maquiavelo, Secchi, Tasso, Ariosto y Fedini. De los clásicos de laantigüedad, conozco toda la obra de Eurípides,Aristófanes, Terencio, Plauto…—¡Basta!—rugióPantalone.
—Perosiestoessóloelprincipiodemilista—dijoAndré-Louis.—Puedeguardarelrestoparaotrodía.Portodoslossantosdelcielo,¿quéleha
llevadoaleeratantosautoresdramáticos?—Aunquesoyunapersonahumilde,estudioalaHumanidad,yhacealgunosaños
descubríqueelhombreestáíntimamenteretratadoenlasobrasdeteatro.—Esundescubrimientooriginalyprofundo—dijoPantalonemuyserio—.Amí
nuncasemehubieraocurrido.Sinembargo,escierto.Esunaverdadquedignificanuestroarte.Paramíestáclaroqueustedesunhombredetalento.Losupedesdeelprimermomento. Puedo leer en el alma de un hombre, y lo supe desde que dijo:«Buenosdías».Yahora,dígameunacosa:¿creequepodríaayudarmearedactarunargumento?Micabeza,atareadaconlosmildetallesdelaorganización,nosiempreestádespejadaparaesetipodetrabajo.¿Creequepodríaayudarmeeneso?
—Estoyseguro.—Claro que sí. Yo también estaba seguro. Los otros trabajos de Félicien los
aprenderá en un periquete. Bien, bien, si así lo desea, puede venir con nosotros.Supongoquequerráquefijeunsalario…
—Eslohabitual—dijoAndré-Louis.—¿Quéleparecediezlibrasalmes?—MeparecequenoesprecisamenteunPotosí.—Puedollegarhastaquince—dijoBinetdemalagana—.Lostiemposquecorren
sonmalos.—Yoharéqueseanmejoresparausted.—Nolopongoenduda.Entonces,¿estamosdeacuerdo?—Deacuerdo—dijoAndré-Louis.YasíentróalserviciodeTespis.
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CAPÍTULOIII
Lamusacómica
LaentradadeloscómicosdelaleguaenelpueblodeGuichennofuetantriunfalcomo deseaba Binet, pero sí lo bastante solemne como para dejar boquiabiertos aaquellosaldeanosqueveíanenaquellasfantásticascriaturasaseresvenidosdeotromundo.Enprimer lugar iba la silladeposta, traqueteandoy rechinando, tiradapordoscaballosflamencos.LaguiabaelobesoymacizoPantaloneconuntrajeescarlatayunaenormenarizdecartón.Detrás,enlacajadelcoche,ibasentadoPierrot,conuncamisónblancocuyasmangaserantanlargasquelecolgaban,unosanchoscalzonesdelmismocolorytocadoconunaespeciedesolideonegro.Teníalacaraenharinadaysoplabaunaestridentetrompeta.
Sobre el techo del coche, iban juntos Polichinela, Scaramouche, Arlequín yPasquariel. Polichinela vestía de blancoy negro; con su jubón a lamodadel sigloanterior,teníasendasjorobas,unapordelanteyotrapordetrás;ademásdeunablancagorguerayunantifaznegro.Ibadepie,haciendoequilibriosparasostenerseenmediodelvaivéndelcarruaje,y tocandoun tambor.Losotros tresestabansentadoseneltecho,conlaspiernascolgandohaciafuera.Scaramouche,todovestidodenegroalausanza española del sigloXVII, lucía grandesmostachos y rasgueaba una guitarradesafinada.Arlequín,conunremendadotrajedecuadrosconloscoloresdelarcoiris,llevabaunaespadademadera,unamascarillanegra,y entrechocabaunosplatillos.Pasquariel,disfrazadodeboticario,congorropuntiagudoydelantalblanco,hacíareíra los curiosos accionando una enorme jeringa de hojalata que emitía un dolorosochirrido.
Asomadas a las ventanillas de la silla de posta, e intercambiando frases con lagente,ibanlastresmujeresdelacompañía.Climéne,ladamaenamorada,bellamenteataviadadesaténfloreado,ocultabasusrizosnaturalesbajounapelucaenformadecalabazaqueledabaaspectodedamaalosojosdelachusma.Madame,ensupapelde madre de la joven enamorada, vestía con un esplendor tan exagerado que eraridículo.Supeinadoeraunamonstruosaestructuraadornadaconfloresyplumasdeavestruz.Colombinaestabasentadafrenteaellas,deespaldaaloscaballos,enactitudde falsamodestia, con su gorro de blancamuselina y su vestido a rayas verdes yazules.
Loincreíbleeraqueaquellaviejasilladeposta,queensusbuenostiemposhabíaservido de coche a alguna dignidad eclesiástica, no se desfondara y se limitara achirriarbajoaquellacargaexcesivaeirreverente.
DetrásveníalacasaconruedasconducidaporeldelgadoRhodomont,conlacara
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embadurnada de rojo y un enorme bigote que le daba un aire aún más terrible.Llevababotasaltasyceñidas,tahalídecuero,unsombrerodefieltrodealaanchaconpluma, y amedida que avanzaba, alzaba la voz amenazando ymaldiciendo. En eltechodelcarro,estabasentadoelgalánsolitario.Léandrevestía trajedesaténazul,con gorguera de encaje, espada pequeña, el cabello empolvado, lunares postizos,impertinentesyzapatosdetacónrojo.Encarnabaalperfectocortesano,ylasmujeresdeGuichenselocomíanconlosojos.Élconsiderabanaturaltodoaquello,ydevolvíasusmiradasconcoquetería.AligualqueCliméne,parecíaestarapartedelrestodelosmiembrosdelacompañía.
Al finalveníaAndré-Louis, conduciendo losdosasnosquearrastrabanel carrocargado con la utilería. Había insistido en ponerse una máscara con larga narizpostiza para hacerse el gracioso, pero en realidad era para disfrazar su verdaderaidentidad.Comonollevabaningúndisfraz,nadieleprestabaatenciónaaquelhombrequecaminabajuntoalosasnos,puesloconsiderabanunserdeltodoinsignificante,delocualélsealegrabaenelalma.
Así le dieron la vuelta a la ciudad, cuya animación ya empezaba a notarse,viéndoseaquíyallílospreparativosparalaferiadelasemanasiguiente.Devezencuando la cabalgata sedetenía, cesaban los trompetazosy el redobledel tambor, yPolichinelapregonabaavozencuelloquealascincoenpuntodeaquellatarde,enlaplaza del viejo mercado, la famosa compañía de improvisadores del señor BinetestrenaríaunacomediaencuatroactostituladaElpadrecruel.
Asíllegaronfrentealayuntamiento,quedominabaelmercadoabiertoaloscuatrovientosatravésdesussoportalesabovedadosdondesehabíancolocadogradasparaelpúblico.Desdelaplaza,lospicarosylosrácanosreaciosapagarlaentradapodríanverfugazmentealgunosmomentosdelaobra.
Pocoacostumbradoaltrabajomanual,paraAndré-Louisaquellafuelatardemásactivadesuvida.Levantaroneltabladoenunextremodelmercado,yélcomenzóacomprender cuan duro era ganarse quince libras mensuales. Al principio fueroncuatro dedicados a esa tarea,más bien tres, pues Pantalone sólo impartía órdenes.Despojados de sus galas, Rhodomont y Pierrot ayudaban a André-Louis en lacarpintería. Mientras tanto, los otros cuatro comían en compañía de las señoras.Media hora después, cuando llegaron los que estaban comiendo para relevarlos,André-Louis y sus compañeros fueron a comer, dejando aPolichinela al frente deltrabajo.
Cruzaronlaplazaendirecciónalapequeñaposadadondesehabíanalojado.Enelestrechopasillo,André-LouiscoincidióconCliméne,queyasehabíaquitadosuaristocráticovestido,mostrándoseahoraenapariencianormal.
—¿Legustaestetrabajo?—lepreguntóella.—Tienesuscompensaciones—dijoélmedioenbromaymedioenserio,sinque
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pudierasabersequépensabaacienciacierta.—¿Nadamásempezaryanecesitacompensaciones?—Dehecholasnecesitédesdeelprincipio—replicóél—.Ycomolasintuí,me
sentíatraído.Estaban absolutamente solos, pues los demás ya estaban en otra habitación
comiendo.André-Louis,queconocíamejoraloshombresquealasmujeres,nocomprendió
quelafemineidaddelajoven,sutileimperceptiblemente,seleofrecía.—¿Cuálessonesascompensaciones?—preguntóellaconafectadocandor.Casi
albordedelprecipicio,André-Louisdijoabruptamente:—Quincelibrasalmes.Porunmomento ella lemiró intrigada.Aquel hombre eradesconcertante.Pero
enseguidarecobrósupresenciadeánimo.—Yademás—dijoella—, tambiénhaycamaycomida.Noolvideestoúltimo,
puesyasucomidadebedeestarseenfriando.¿Noviene?—¿Nohacomidoaún?—preguntóél.—No—replicóellaconunmovimientodesucabeza—.Estabaesperando…—¿Aquién?—preguntóélinocentementeesperanzado.—Acambiarmedevestido,tonto—respondióellabruscamente.Habiéndolearrastradohastaeltajo,comoellacreía,ahorapodríadegollarle.Pero
André-Louisnoteníapelosenlalengua.—Y,porlovisto,dejólosmodalescolgadosenlaperchajuntoconsuvestidode
grandama,señorita.Elrostrodelajovenenrojeció.—Esusteduninsolente—sequejó.—Eso me han dicho varias veces. Pero no lo creo. Primero las damas—dijo
abriendolapuertaparacederleelpaso,yseinclinó,conunagraciaquelaconfundió,aunquenoeramásqueunacopiadelgarbodeFleury,delaComediaFrancesa, tanadmiradoporAndré-LouiscuandoestudiabaenelLiceoLouisLeGrand.
—Muchasgracias,señor—contestóellaentonodedesdén.Mientrascomían,Climénenovolvióadirigirlelapalabra.Encambio,sededicó
coninusualamabilidadalanhelanteLéandre,aquelpobrediabloqueenlaescenanolograbaactuarcomosuenamoradoporqueenlavidarealsíloestaba.
André-Louis devoró sus arenques y su pan moreno. Era una comida humilde,pero en aquel invierno de escasez, era lo único a que podían aspirar los pobres, ycomolosnegociosdelacompañíanoibannadabien,André-Louisestabaobligadoaaceptarfilosóficamentelossinsaboresdelasituación.
—Supongo que tiene usted un nombre —le dijo Binet en el transcurso de la
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comidayduranteunapausadelaconversación.—Claroquesí,creoquemellamoParvissimus.—¿Parvissimus?¿Acasoesunapellido?—preguntóBinet.—Enunacompañíadondesóloeljefegozadelprivilegiodetenerunapellido,no
seríacorrectoque lo imitaraquiennoesmásqueelúltimomono.Poreso tomoelnombrequemejormecuadraycreoqueesParvissimus,lomáspequeño.
A Binet le divertía aquello. Era curioso que aquel advenedizo tuviera tantaimaginación.
—¡Oh,estoysegurodequepodremostrabajarjuntosenlosargumentos!—Lopreferiríaahacerdecarpintero—confesóAndré-Louis.Apesardetodo,aquellatardetuvoquevolverasutarea,ytrabajarsinpararun
momento hasta las cuatro, hora en que el exigente Binet dio por terminados lospreparativosy leordenóaAndré-Louisquedispusiera la iluminación,queenparteeranvelasdesebo,yenparte,lámparasenlasqueardíaaceitedepescado.
Alascincoenpuntodelatardesonaronlostresgolpesdebastónyselevantóeltelón,dandoinicioalaobratituladaElpadrecruel.
EntrelasfuncionesqueAndré-LouisheredódeldesaparecidoFélicien,estabaladeportero,para lo cual teníaquedisfrazarsedePolichinela conuna larganarizdecartón.Asíloacordarondebuengrado,puesdeestemodoelseñorBinetestabamássegurodequeelreciénreclutadonoselargaríaconlosingresos,y,almismotiempo,André-Louis—quenoeraajenoaladesconfianzadePantalone—evitabaquenadieloreconocieraenGuichen.
Lapuestaenescenaresultóflojaentodoslossentidos;elauditoriofueescasoypoco entusiasta.En los primeros bancos delmercado apenas había unas veintisietepersonas;oncede lascualeshabíanpagadoveinteperraschicasporcabeza,ydocelasotrasdiecisiete.Enlosbancosdelfondo,habíaotrastreintapersonasaseisperraschicasporcabeza.Entotalserecaudarondosluises,diezlibrasydosperraschicas.CuandoeldomingoelseñorBinethubierapagadoelalquilerdelmercado,laluzylosgastosdelaposada,noquedaríagrancosaparapagarlesalosactores.AsíquenoeraextrañoqueelbuenhumordelseñorBinetsehubieraamargadoaquellanoche.
—¿Quélepareció?—lepreguntóaAndré-Louiscuandoterminólafunción.—Podíahabersidopeor,peroesdifícilimaginarlo.Sorprendido,elseñorBinetlo
miró:—¡Diosmío!—exclamó—.¡Esustedfranco!—Unaimpopularvirtudentrelosnecios,¿nocree?—Peroyonosoynecio—dijoBinet.—Poresosoyfrancoconusted.Lohagoenhonoralainteligenciaquesupongo
enusted.—¿Seguro?—preguntóBinet—. ¿Yquién diablos es usted para suponer nada?
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Sussuposicionessonpresuntuosas,señor.Y dicho esto, se sumió en el más profundo silencio, entregándose a calcular
mentalmentesusescasasganancias.Peroenlamesa,mediahoradespués,reanudóeltema.—Nuestra última adquisición, el excelente señor Parvissimus—anunció—, ha
tenidoeldescarodedecirmequenuestracomediahubierapodidoserpeor,peroquedifícilmentealguienpudieraimaginaralgoasí.
Ydiciendoestohinchósuscarrillosinvitandoalosdemásareírsedelanecedaddelcrítico.
—Es muy malo —dijo irónicamente Polichinela, quien se mostraba tan seriocomoRhodomont—.Peroesmuchopeorqueelpúblicohayatenidoladesfachatezdepensarlomismoqueél.
—Son una partida de ignorantes y maleducados —dijo Léandre sacudiendodesdeñosamentesubellacabeza.
—Teequivocas—dijoArlequín—.Hasnacidoparaelamor,queridoamigo,peronoparalacrítica.
Léandre que, como sabemos, era escaso de entendederas, miródespreciativamenteasuinterlocutorylepreguntó:
—Ytú¿paraquéhasnacido?—Nadielosabe—admitióconcandidez—.Nitampocosesabeporquénací.Tal
eselcasodemuchosdenosotros,queridoamigo,puedescreerme.—Pero¿porquédicesqueLéandreseequivoca?—preguntóBinetfrustrandoel
principiodeunabonitadiscusión.—Porque,porreglageneral,siempreseequivoca.Ytambiénporqueconsideroal
públicodeGuichendemasiadorefinadoparaapreciarElpadrecruel.—Seríamásexactodecir—intervinoAndré-Louis,queeraelverdaderocausante
del debate— que El padre cruel es demasiado poco refinado para el público deGuichen.
—¿Cuálesladiferencia?—preguntóLéandre.—Ninguna. Simplemente he sugerido que es unamaneramás feliz de decir lo
mismo.—Nuestroamigoesmuysutil—seburlóBinet.—¿Yporquéesunmaneramásfeliz?—preguntóArlequín.—Porque es más fácil acercar El padre cruel al refinamiento del público de
Guichen que aproximar al público de Guichen al poco refinamiento de El padrecruel.
—Aver, a ver, dejadme pensar—gimió Polichinela llevándose lasmanos a lacabeza.
Perodesdelaotrapuntadelamesa,sentadaentreColombinayMadame,Climéne
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sedirigióaAndré-Louis:—Legustaríamodificarlacomedia,¿noesverdad,señorParvissimus?—Yoloaconsejaría—dijoélinclinandolacabeza.—¿Ycómoloharía?—¿Yo?,puesmejorándola.—¡Porsupuesto!—ironizóella—.¿Perocómo?—Sí, eso, que nos diga cómo lo haría —rugió Binet, añadiendo—: Silencio,
damasycaballeros,quevaahablarelseñorParvissimus.André-Louismiróprimeroalpadre,luegoalahijaysonrió:—¡Diosmío!—exclamó—.Estoyentrelaespadaylapared.Siescapoconvida
de ésta, puedo considerarme afortunado. Pero ya que insistís, os diré lo que haría.Volveríaaleereltextooriginaldelaobra,yloescribiríadenuevomáslibremente.
—¿Eloriginal?¿Quéoriginal?—preguntóBinet,quesupuestamenteeraelautordelaobra.
—Pues el original, que creo que se titula El señor de Pourceaugnac y queescribióMoliere.
Alguien rió disimuladamente, pero no fue el señor Binet. Su orgullo estabaherido,yensusojosaparecióalgomuydistintoasuhabitualbondad.
—¿Me está acusando de plagiario?—dijo finalmente—. ¿Cree que le robo lasideasaMoliere?
—Siempreexiste—dijoAndré-Louisimperturbable—laposibilidaddequedosgrandesartistascoincidanensutrabajo.
El señor Binet estudió al joven atentamente. Le halló impenetrable y decidióarremeterdenuevo.
—Entonces¿nohaqueridodecirqueyoheplagiadoaMoliere?—Lo que he querido decir es que lo haga—fue la desconcertante réplica de
André-Louis.ElseñorBinetsequedópasmado.—¡Meaconsejaelplagio!¡Meaconsejaamí,AntoineBinet,queamisañosme
vuelvaunladrón!—¡Esunultraje!—clamóindignadaladamisela.—¡Unultraje!¡Ésaeslapalabra!Teagradezcoquelahayasdicho,queridahija.
Osea,señormío,queconfíoenusted,lesientoamimesa,disfrutaelhonordeentrarenmicompañía,yencimatieneelatrevimientodeaconsejarmequemeconviertaenun ladrón, que perpetre el peor robo que puede concebirse, el robo de las cosasespirituales, el robo de las ideas. Esto es intolerable. Temo haberme equivocadoprofundamente acerca de usted, del mismo modo que usted parece haberseequivocado conmigo. No soy un bribón, como usted supone, y no quiero en micompañíaaunhombrequeseatreveaaconsejarmequelosea.¡Esunultraje!
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Estaba colérico. Su voz retumbaba en la pequeña habitación y todos estabanamedrentados,conlosojosclavadosenAndré-Louis,queeraelúnicoabsolutamentetranquiloenmediodeaquelhuracándevirtuosaindignación.
—¿Sedacuenta,señor—dijoAndré-Louiscontodasusantacalma—dequeestáinsultandolamemoriadeunilustremuerto?
—¿Eh?—exclamóBinet.André-Louisargumentó:—EstáinsultandolamemoriadeMoliere,lagloriadenuestroteatro,yunadelas
másgrandesdenuestropaís,cuandosugierequehayavilezaenintentarloqueniélniningúnotrogranautorvacilaronenhacer.EstáenunerrorsisuponequeMolierese preocupó en ser original en materia de ideas. Está en un error si cree que lashistorias que nos relata en sus obras nunca antes habían sido relatadas. Comosupongo que sabe, aunque parece que lo ha olvidadomomentáneamente y por esotengo que recordárselo, la mayoría de sus temas salieron de las obras de autoresitalianos,quienesasuvezlossacarondesabeDiosdónde.Molieretomóesasviejashistoriasylasvolvióacontaradaptándolasasulenguaje.Yestoes,precisamente,loque le he aconsejado que haga. Su compañía es una compañía de improvisadores.Ustedes hilvanan el diálogo mientras actúan, lo cual es mucho más de lo que sepropusoMoliere.Puede,siloprefiere,aunquemeparecequeseríacederaunexcesode escrúpulo, ir directamente a Boccaccio o a Sacchetti. Pero ni siquiera entoncespodríaestarsegurodehaberllegadoalasfuentesoriginales.
Despuésdeestaexplicación,André-Louisquedabaairoso.Eraungranpolemista,capaz de hacer que lo negro pareciera blanco, y viceversa. La compañía quedóimpresionada, sobre todo Binet, quien en lo sucesivo disponía de un argumentodemoledorcontraaquellosqueenelfuturopudieranacusarledeplagiario,locual—dicho sea de paso—era en verdad.Disimuladamente, bajó la guardia y adoptó untonomásconciliador:
—¿Creeentonces—dijotraslalargaovaciónquetodosdedicaronaAndré-Louis—quenuestracomediaElpadrecruelpodríaenriquecerseconuna relecturadeElseñor de Pourceaugnac, obra que, tras pensarlo mejor, efectivamente presentaalgunassimilitudessuperficialesconlamía?
—Esopienso,siempreycuandolohagaconprudencia.LascosashancambiadodeMoliereacá.
Deresultas,elseñorBinetseretirótemprano,llevándoseconsigoaAndré-Louis.Toda la noche permanecieron juntos, y el domingo por la mañana volvieron areunirse.
Despuésde comer,Binet leyóante la compañía reunida lanuevaversióndeElpadrecruel,corregidayaumentadabajolasupervisióndeParvissimus.Nadiedudabaacerca de quién era el verdadero autor de aquel nuevo argumento. El lenguaje, lagarra que tenía la historia, hacía que aquellos que conocían la obra de Moliere
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enseguida captaran que, lejos de aproximarse al original, el nuevo argumento sealejabadeél.ElprotagonistadeMoliere, cuyonombredaba títuloa laobra,habíadevenidounpapelinsignificante,paragrandisgustodePolichinela,queeraquienloencarnaba. Pero los otros personajes habían crecido en importancia, salvo el deLéandre, que seguía siendo igual que antes.Dos grandes papeles eran ahora el deScaramouche,queinterpretabaaSbrigandini,yeldePantalone,quehacíadepadre.Había también un papel cómico para Rhodomont, quien personificaba al matóncontratadoporPolichinelaparaaniquilaraLéandre.Yenvistadelaimportanciaqueahora tenía Scaramouche, la obra fue rebautizada con el título de FígaroScaramouche.Lo cual no se consiguió sinuna tenazoposiciónporparte del señorBinet. Pero su inexorable colaborador, que en realidad era el autor de la nuevaversión,alfinlogróconvencerlo.
—Tenemos que estar a tono con nuestro tiempo, señor. Beaumarchais estáarrasandoenParís.SuFígaroesconocidohoyentodoelmundo.Tomemosunpocodesugloria.Esoatraeráalagente.TodospreferiránverunFígaroamediasantesqueverunadocenadePadrescrueles.Enconsecuencia,echemoslacapadeFígarosobrealgúnpersonaje,yproclamemosestoennuestronuevotítulo.
—Pero…yoestoyalacabezadelacompañía—empezóadecirBinetsinmuchaconvicción.
—Siestanciegoasusintereses,prontoseráunacabezasincuerpo.¿Ydequéleserviríaeso?¿AcasopuedenloshombrosdePantalonelucirlacapadeFígaro?Veoqueríe,porquelaidealeresultaabsurda.ElpersonajemásindicadoparalucirlacapadeFígaroesScaramouche,suhermanogemelopornaturaleza.
Así tiranizado, el tirano Binet cedió, consolado por la reflexión de que si noentendíaunapalabradeteatro,porlomenoshabíaadquiridoporquincelibrasalmesalgoqueleharíasanardespuésmuchosluises.
Elentusiasmoconquelacompañíaacogióelnuevoargumentolediolarazón.Laexcepción fue Polichinela, pues con las transformaciones había perdidoprotagonismo,ydeclaróquelanuevaversióneraunafatuidad.
—¡Ah!¿Teatrevesadecirquemiobraesfatua?—lepreguntóBinet.—¿Tuobra?—dijoPolichinelasacándolelalengua—.Perdón.Nomehabíadado
cuentadequeeraselautor.—Puesyavasiendohoradequeteenteres.—Me parece que como autor estás demasiado unido al joven Parvissimus—
insinuóPolichineladescaradamente.—Ysiasífuera,¿qué?¿Quéquieresdaraentenderconeso?—¡Oh,nada,supongoquelotienescercaparaquetecortebienlasplumas!—Atisíquetecortarélasorejassinotemuestrasunpocomásrespetuoso—dijo
elenfurecidoBinet.
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Polichinelaselevantólentamente.—¡Por Dios! —dijo—. Si Pantalone quiere hacer el papel de Rhodomont, lo
mejorseráquemevaya.Noresultanadadivertidointerpretandoaesepersonaje.Yasí,fanfarroneando,sefueantesdequeelseñorBinet,mudoderabia,pudiera
recobrarelhabla.
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CAPÍTULOIV
SaleelseñorParvissimus
Alascuatrodelatardedellunes,selevantóeltelónparaestrenarlaobraFígaroScaramouche ante un auditorio que llenaba las tres cuartas partes de la plaza delmercado.ElseñorBinetatribuyóeléxitoa laafluenciadegentequehabía llegadoparalaferiadeGuichenyalmagníficodesfilequesucompañíahabíahechoporlascallesdelpuebloalahoraenqueestabanmásconcurridas.André-Louis,encambio,lo atribuyó al título de la obra. Fue el nombre de Fígaro el que atrajo a lo másescogidode laburguesía, que llenabamásde lamitadde las localidadesdeveinteperras chicas y tres cuartas partes de los asientos de doce. El anzuelo habíafuncionado.Quecontinuaraonohaciéndolo,dependíadelmodoenqueelargumentoconcebido por él fuera interpretado por la Compañía Binet. Del mérito de suargumento no tenía duda. Los autores cuyos elementos había conjugado, estabanentrelosmejores,demodoqueenhonoralaverdadeléxitolescorrespondíaaellos.
Lacompañíaestuvoalaalturadeldesafío.ElpúblicosiguiócongustolasintrigasdeScaramouche,sedeleitóconlabellezaylozaníadeCliméne,seconmovióhastalloraranteeldurodestinoque,durantecuatrolargosactos,lamantuvoalejadadelosamantesbrazosdelbelloLéandre,chillódeplacerantelaignominiadePantalone,yseriódelasbufonadasdeArlequínydelacobardíadeRhodomont.
EléxitodelaCompañíaBinetenGuichenestabagarantizado.AquellanochelosactoresbebieronvinodeBorgoñaaexpensasdeldirector.Larecaudaciónllegóalasuma de ocho luises, es decir, elmejor negocio queBinet había hecho en toda sucarrera,yestabatansatisfechoquenocabíaensí.InclusollegóaadmitirquepartedeléxitosedebíaalseñorParvissimus.
—Susindicaciones—dijodefiniendoexactamentesuparticipaciónenlaobra—mefuerondegranayuda,comoadvertídesdeelprimermomento.
—Y también su pericia cortando las plumas—gruñó Polichinela—.No olvideeso.Esmuyimportanteteneralladounhombrequesepacortarbienlasplumas,ylotendréencuentacuandodecidametermeaautor.
PeronisiquieraestaburlapudomalograrlaalegríadelseñorBinet.Elmartesserepitióeléxitoartísticoyaumentóeleconómico.Diezluisesysiete
libras fue la enorme suma que después de la función André-Louis, el portero, leentregó a Binet, quien nunca había visto tanto dinero junto. Y menos en unamiserable aldea comoGuichen, que sin duda era el último lugar delmundodondehubierapodidoesperarsesemejantecaudal.
—¡Ah,esquehayferiaenGuichen!—ledijoAndré-Louis—.Hayaquígentede
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NantesydeRennesquevieneacompraryavender.Mañana,últimodíadelaferia,elpúblicoserámásnumerosoaún.Losingresosaumentarán.
—¿Aumentarán? Me conformaría con que siguieran como hasta ahora, amigomío.
—De eso puede estar seguro—afirmóAndré-Louis—. ¿Bebemos otra copa deBorgoña?
Yentoncesocurriólatragedia.Seanuncióconunasucesióndegolpesytrastazosque culminaron en un estrépito al otro lado de la puerta que hizo que todos sepusieranenpiealarmados.
Deunsalto,Pierrotcorrióaabrirlapuerta,yvioenelsuelo,alpiedelaescalera,aunhombretendidobocaabajo.Sequejaba,por tanto,aúnvivía.PierrotseacercóparadarlelavueltaalcuerpoydescubrióqueeraScaramouche,haciendomuecasyquejándoseamargamente.
TodosloscomediantesapretujadosdetrásdePierrotseecharonareír.—Siempre te dije que cambiaras tu personaje por el mío —gritó Arlequín
dirigiéndosealcaído—.Eresexcelentecayéndote.¿Cuántasveceslohasensayado?—¡Desalmado!—gritóScaramouche—.Heestadoapuntodedescalabrarme,¿y
aúnteríesdemí?—Es verdad. Deberíamos llorar porque no te has descalabrado del todo.
Levántate—contestóArlequíntendiéndoleunamano.Scaramouche cogió aquella mano, aferrándose a ella para incorporarse, pero
lanzóotrogritoyvolvióadesplomarse.—¡Mipie,mipie!—sequejó.Asustado,Binetseabriópasoatravésdelgrupodeactores.Noeralaprimeravez
queeldestinolejugabaunamalapasadadeesetipo.Aesosedebíasuaprensión.—¿Quétepasaenelpie?—Creoquemeloheroto—contestóScaramouche.—¿Roto?¡Bah!Levántateahoramismo—dijocogiéndoloparaponerloenpie.Scaramouche se incorporó sobre un solo pie dando alaridos, y cuando quiso
apoyar el otro, se le dobló y hubiera vuelto a caerse de no ser porque Binet losostenía.ElsalónsellenóconlosaullidosdelaccidentadomientrasBinetechabaporlabocasaposyculebras.
—¿Tienesquebalarcomounternero,estúpido?Estátequieto.Pronto, traedunasilla.
LlególasillayScaramouchesederrumbóenella.—Déjameecharleunvistazoaesepie.Sinhacercasodesusgritos,Binetlequitóelzapatoylamedia.—¿Qué tiene este pie?—preguntó examinándolominuciosamente—.Nada que
yopuedaver.
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Volvióacogerlo,sosteniendoeltalónenunamanoylapuntadelpieenlaotra,yentonceslediounavueltaaltobillo.ScaramouchechillódeagoníahastaqueCliménedetuvolamaniobradesupadreagarrándoloporelbrazo.
—¡Diosmío!¿Esquenotienessentimientos?—lereprochóasupadre—Sehahechodañoenelpie.¿Porquéletorturas?¿Creesqueasílovasacurar?
—Esquenoveonadaenesepie,nadaquejustifiqueesosgritos.Talvezsóloseloharozado…
—Sisóloselohubierarozadonogritaríatanto—dijoMadame,asomándoseporelhombrodeCliméne—.Talvezsehadislocadoeltobillo.
—Esometemo—gimióScaramouche.Binetseapartómuydisgustado.—Llevadloalacama—dijo—yquevengaaverlounmédico.Así lohicieron.Despuésdeveralenfermo,elmédico informóquenoeranada
grave,queevidentementealcaersesehabía torcidounpocoelpie,yquebastaríanunosdíasdereposoparaqueserecuperara.
—¡Unosdías!—gritóBinet—.¡Rediós!¿Significaesoquenopuedecaminar?—Esimposible,lomásquepodríahacerseríadarunpardepasos.El señor Binet le pagó al médico y se sentó a reflexionar. Bebió un vaso de
Borgoñadeunsolotragoysequedósentadomirandofijamenteelvasovacío.—¿Porquétendránquepasarmesiempreestascosas?—mascullósindirigirsea
nadie en particular. Los miembros de su compañía le miraban en silenciocompartiendo su consternación—. Tenía que haber previsto que algo así iba asucedermedesdeelmomentoenquelasuerteempezabaasonreírmeenmuchosaños.Ahoratodohaacabado.Mañananosvamos.¡Elmejordíadelaferia,enlacumbredeléxito,concercadequinceluisesalalcancedelamano!¡Oh,Diosmío!
—¿Vaasuspenderlafuncióndemañana?—preguntóAndré-Louis,yBinetylosdemássevolvieronaél.
—¿Acaso podemos representar el Fígaro Scaramouche sin Scaramouche? —exclamóBinetconsorna.
—Por supuesto que no—dijo André-Louis acercándose—. Pero sí podríamosreorganizarelreparto.Porejemplo,tenemosunexcelenteactorenPolichinela.
Elaludidohizounaprofundareverencia.—¡Esaalabanzameabruma!—dijoirónicamente.—¡Peroyatieneunpapel!—objetóBinet.—UnpapelinsignificantequePasquarielpodríainterpretar.—¿YquiénhaceeldePasquariel?—Nadie.Sesuprime.Laobranoseresentiráporeso.—Éstepiensaentodo—dijoburlónPolichinela—.¡Quéhombre!PeroBinetnoestabadeltodoconvencido.
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—¿SugieresquePolichinelapodríahacerelpapeldeScaramouche?—preguntóincrédulo.
—¿Porquéno?Tienebastanteoficio.—¡Otravezestoyabrumado!—comentóPolichinela.—¿Un Scaramouche con ese aspecto? —dijo Binet señalando con el dedo la
fachadePolichinela.—¡Afaltadealgomejor!—dijoAndré-Louis.—¡Primero me abruma y ahora me aplasta! —esta vez la reverencia de
Polichinelafuemagistral—.Dehecho, tendréquesalira tomarelaireantesdequemeruborice.
—¡Vetealdiablo!—ladróBinet.—Tanto mejor —Polichinela abrió la puerta, en cuyo umbral se detuvo para
declarar en forma terminante—: Escúchame bien, Binet, ahora no pienso hacer elpapeldeScaramouchebajoningunacircunstancia.
Ymuydignamentehizomutis.André-Louisalzólosbrazosylosdejócaer:—Lo has echado a perder todo —le dijo a Binet—. Esto hubiera podido
arreglarsefácilmente.Peroenfin,túereseljefe,ysiasíloquieres,nosmarcharemos.Y tambiénsalió.ElseñorBinetsequedóun ratopensando.Despuésse levantó
apresuradamenteyalcanzóaljovenenlapuertadelacalle.—Vamosadarunavuelta,amigoParvissimus—ledijoafablemente.Cogió por el brazo a André-Louis y se lo llevó a pasear por las calles más
concurridasdelpueblo.Despuésdeatravesar laplazadelmercado, sedirigieronalpuente.
—No creo que tengamos que irnos mañana —le anunció Binet—. De hecho,mañanaporlanocheactuaremosaquí.
—HablascomosinoconocierasaPolichinela.Estámuy…—NoestoypensandoenPolichinela.—Yentonces¿enquién?—Enti.—Mehalagas.¿Yenquésentidohaspensadoenmí?—preguntóAndré-Louis,
quehabíanotadoalgodemasiadolisonjeroparasugustoenlavozdelseñorBinet.—PuesparaquehagaselpapeldeScaramouche.—¡Sueñas!—dijoAndré-Louis—.¿Omeestástomandoelpelo?—Nadadeeso.Estoyhablandomuyenserio.—Peroyonosoyactor.—Perohasdichoquepodríasserlo.—Enciertasocasiones…Ysiacaso,enpapelesmenores…—Pues aquí tienes un gran papel. Ésta es tu ocasión de llegar a la cúspide.
¿Cuántoshombreshantenidounasuerteasí?
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—Esuna suerte queno ambiciono, señorBinet.Serámejor que cambiemosdetema.
André-Louis mostraba indiferencia, entre otras razones, porque intuía en laactituddeBinetalgovagamenteamenazador.
—Cambiaremosdetemacuandoamímeplazca—dijoBinetdejandotraslucirensusuntuosaspalabrasundestellodedureza—.Mañanapor lanocheactuarásenelpapel de Scaramouche. Tienes la figura ideal, la sagacidad y la mordacidadrequeridasparainterpretaraesepersonaje.Tendrásungranéxito.
—Lomásprobableesquetengaunrotundofracaso.—Esonoimporta—dijoBinetcínicamenteyenseguidaseexplicó—:Elfracaso
seríatuyo,perolosingresosyaestaríanenmibolsillo.—Muyamabledetuparte—dijoAndré-Louis.—Mañanaporlanocheharemosquinceluises.—Esunagrandesgraciaque te hayasquedado sinScaramouche—dijoAndré-
Louis.—Peroesunasuertequehayaencontradootro,señorParvissimus.André-LouissesoltódelbrazodePantalone.—Empiezaacansarmetuinsistencia—dijo—,regresoalaposada.—Un momento, señor Parvissimus. Si he de perder esos quince luises,
comprenderásquebusqueunacompensaciónporotravía…—Esonomeconcierne,señorBinet.—Perdón, señor Parvissimus.Me parece que sí te concierne—y diciendo esto
Binetvolvióacogerlodelbrazo—.Porfavor,teruegoquecruceslacalleconmigo.VamossólohastalaoficinadeCorreos.Allíquieroenseñartealgo.
André-Louis llegó con él hasta la puerta de Correos. Antes de leer la hoja depapelclavadaen lapuertade laestafeta,yahabíaadivinadosucontenido:pagabanveinte luises a quien ayudara a capturar a un talAndré-LouisMoreau, abogadodeGavrillac,unacusadodesediciónalquesebuscabaporordendelprocuradordelrey.
Binetleobservómientrasleía.TodavíaestabancogidosdelbrazoyPantalonenolosoltaba.
—Yahora,amigomío—dijo—,escogeentreserelcómicoParvissimusyactuarmañanacomoScaramoucheoserAndré-LouisMoreau,deGavrillac,eiraRennesavértelasconelprocuradordelrey.
—¿Ysiestuvierasenunerror?—dijoAndré-Louisocultándosetrasunamáscaraimperturbable.
—Me arriesgaré a equivocarme—dijo Binet—.Delante demí dijiste que eresabogado.Esofueunaindiscreción,queridoamigo.
Esdemasiadacoincidenciaquedosabogados,enunamismaregión, tenganqueocultarsealmismo tiempo.Comoves,nohayque sermuy ingeniosopara llegara
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descubrirte.Enfin,André-LouisMoreau,abogadodeGavrillac,¿quévasahacer?—Hablaremosdeesomientrasregresamos—dijoAndré-Louis.—¿Dequéhablaremos?—De un par de cosas. Debo saber cuál es el terreno que estoy pisando.
Caminemos,porfavor.—Muybien—dijoBinetmientras regresaban, sin soltarleelbrazopor temora
quefueraaescaparse.Peroeraunaprecaucióninútil.André-Louisnoerahombrequegastasesuenergíaenvano,ysabíaquesufuerzafísicanoeranadacomparadaconladelcorpulentoPantalone.
—Siyocedieraantetupersuasivaelocuencia—dijoAndré-Louissuavemente—,¿qué garantíame darás de no ir a venderme por veinte luises después de quemehayasutilizadocomoactor?
—Tedoymipalabradehonor—dijoenfáticamenteelseñorBinet.André-Louisseechóareír.—¡Oh, ahora me hablas de honor! Realmente, señor Binet, ¿crees que soy un
imbécil?—Talveztengasrazón—gruñóBinet,furioso,aunquerojodevergüenza—.Pero
¿quégarantíapuedodarte?—Nolosé.—Yadijequeseréfielamipalabra.—Hastaqueteresultemásrentablevenderme.—En tus manos está hacer que sea más rentable para mí no perderte. A ti
debemos el éxito que hemos tenido en Guichen. Como ves, lo confieso confranqueza.
—Enprivado—agregóAndré-Louis.ElseñorBinetpasóporaltoelsarcasmo.—LoqueaquíhashechopornosotrosconFígaroScaramouchepuedeshacerlo
enotraspartesconotrosargumentos.Comoeslógico,amínomeconvieneperderte.Ésaestugarantía.
—Sinembargo,estanocheestabasdispuestoavendermeporveinteluises.—Porque…¡rediós!…¡Mesacastedequicionegándomeunservicioquepuedes
prestarme!Siyofueratancanallacomosupones,tehubierapodidovenderelsábadopasado.Megustaríaquenoscomprendiéramosmejor,queridoParvissimus.
—Porfavor,notedisculpes.¡Seríaunalata!—Eslógicoqueteburlesdemí.Nuncapierdesocasióndeburlarte.Esotetraerá
muchosproblemasenlavida.Bueno,yahemosllegadoalaposadaytodavíanomehasdichocuálestudecisión.
André-Louislemiró.—Tengoqueceder,porsupuesto.Notengoelección.
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ElseñorBinetsoltóalfinsubrazoylediounacariñosapalmadaenlaespalda.—Biendicho,muchacho.Nololamentarás.Siyoséalgodeteatro,puedesestar
seguro de haber tomado la gran decisión de tu vida.Mañana por la noche me loagradecerás.
André-Louisseencogiódehombrosyavanzóhaciaelhotel.Binetlellamó:—¡Parvissimus!André-Louissevolvióparavercómoaquelenormehombreletendíalamanoala
luzdelaluna.—¿Sin rencor? Es algo que no me gusta acumular en la vida. Nos damos las
manosyolvidamostodoesto.André-Louis le contempló disgustado. Estaba a punto de estallar. Pero
comprendió que sería ridículo, casi tan ridículo como astuto y vil era Pantalone.Sonrióyestrechólamanoqueelotroleofrecía.
—¿Sinrencor?—insistióBinet.—Sinrencor—repitióAndré-Louis.
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CAPÍTULOV
EntraScaramouche
Vestido con el ajustado trajedeotros tiempos, tododenegrodesde lagorradeterciopelohastaloszapatos,conlacaraembadurnadadeblancoyunbigotillorizado;con su sable corto y una guitarra a la espalda, Scaramouche se contempló en elespejo,disponiéndoseamostrarsemordaz.
Pensó que su vida, que hasta hacía poco había sido esencialmente pacífica ycontemplativa, de pronto era mucho más activa. En sólo una semana, había sidoabogado,oradorpopular,forajido,tramoyista,carpintero,portero,yporúltimoestabaapuntodeconvertirseenbufón.ElmiércolesdelasemanaanteriorhabíadespertadolacóleraenelpueblodeRennes,yestemiércolesdebíadespertarlahilaridadeneldeGuichen.Anteshabíaarrancadolágrimas,yahorasumisióneraarrancarcarcajadas.Apesardequehabíaunadiferencia,habíaunasemejanza.Enamboscasoshabíasidocomediante, y el papel que enRenneshabía interpretado se parecía en algo al queahorateníaquerepresentarenGuichen.Alfinyalcabo,¿quéhabíasidoenRennessinouna especiedeScaramouche, un astuto intriganteque sembraba la semilladelmalestar ingeniosamente? La única diferencia consistía en que ahora salía alescenario con el nombrequemejor encajaba con su talante y su carácter,mientrasquelavezanteriorsehabíadisfrazadoderespetableabogadodeprovincias.
Trashacerunaprofundareverenciaante la imagenqueledevolvíaelespejo,seinsultó:
—¡Bufón! Al fin has encontrado tu verdadera personalidad. Por fin estás enposesióndetuherencia.Seguramentetendrásungranéxito.
AloírqueelseñorBinetlellamabaporsunuevonombre,bajó,yseencontróatoda lacompañíaaguardándoleenelvestíbulode laposada.Eldirector leexaminóconojos inquisitoriales,ysuhija, ladamisela, también lohizomirándolodearribaabajo.
—Noestámal—dijoBinetcomentandolacaracterizacióndelnuevoactor—.Almenostienelaaparienciadelpersonaje.
—Desgraciadamente los hombres no siempre son lo que aparentan —dijoCliméneirónicamente.
—Ésaesunaverdadque amínomeaplica—dijoAndré-Louis—.Porqueporprimeravezenmivida,parezcoloquesoy.
La señorita hizo unmohín y le dio la espalda. Pero los demás consideraron sufrasemuyingeniosa,seguramenteporquenolahabíanentendidobien.Colombinaleanimóconunasonrisa,yelseñorBinetaseguróqueAndré-Louisconseguiríaungran
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éxito,puesentrabaensupapelconmuchavivacidad.Después,convozqueparecíahaberpedidoprestadaalruidosocapitán,elseñorBinetordenóquetodosdesfilaransolemnementehastalaplazadelmercado.
El nuevo Scaramouche iba al lado de Rhodomont. El antiguo, cojeando y conmuleta,habíasalidounahoraantesparaocuparelsitiodelporteroahoravacanteporelcambiodefuncionesdeAndré-Louis.
Con Polichinela a la cabeza, tocando su gran tambor, y Pierrot soplando latrompeta, todos pasaron entre dos hileras de galopines que gozaban de aquelespectáculosinpagarnada.
Poco después sonaban los tres consabidos golpes de bastón, alzándose el telónparamostrar una lamentable escenografía—mezcla de jardín con bosque—dondeCliménemirabafebrilmentealolejos,aguardandoimpacientelallegadadeLéandre.Entrebastidores,elmelancólicogalán,esperabasuturnoparaentrarenescena.CasiinmediatamentedespuésdebíaseguirleScaramouche.
En ese momento, André-Louis experimentó una especie de vértigo. Trató derepasarmentalmenteelprimeractodeaquellacomediadelaqueeraautor,peroteníalamente en blanco.Confusoy sudoroso, retrocedió, hasta llegar a la pareddonde,bajoladébilluzdeunlámpara,estabapegadaunahojadepapelconunresumendelargumento de la obra. Estaba releyéndola cuando lo cogieron por un brazo y learrastraronviolentamentehacia losbastidores.Viovagamenteel rostrogrotescodePantalone,yescuchósuvozronca:
—Climénehapronunciadoyatresveceslapalabraqueapuntatuentrada.Antesdequepudieradarsecuentadeloqueledecían,fueempujadoalaescena,
donde permaneció unos instantes alelado, súbitamente deslumbrado por lascandilejas.Estabatanaturdidoqueunarisotadatrasotrafueelsaludoquelededicóelpúblicodesdelaplaza.Temblandounpoco,cadavezmásasustadoyconfundido,sequedóallí,inmóvil,recibiendoelruidosotributoasuestupidez.Climénelemirababurlona, saboreando de antemano su humillación. Léandre le contemplabaconsternado,yentrebastidores,elseñorBinet,dabasaltosderabia.
—¡Maldita sea! —farfulló dirigiéndose a los miembros de la compañía queestaban a su alrededor, tan preocupados como él—. ¿Qué va a pasar cuando elpúblicodescubraqueestedesgraciadonoesunactor?
Pero el público no descubrió nada. El miedo escénico que paralizaba aScaramouche sólo duró un momento. Comprendió que se estaban riendo de él, yrecordó que Scaramouche debe hacer reír, pero no ser motivo de risa. Tenía quesalvarlasituaciónvolviéndolaasufavorlomejorquepudiera.Entoncesconvirtiósuconfusión, su auténtico terror, en un terror deliberado, en una confusión fingida,muchomásexageraday,por lo tanto,másdivertida.Mirandoen ladistancia,dioaentenderalpúblicoquesuespantosedebíaaalguienqueestabafueradelescenario.
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Se escondió detrás de unos arbustos de cartón pintados y, cuando las risasdisminuyeron,sedirigióaCliméneyaLéandre:
—Perdonadme,belladama—dijo—,simibruscaapariciónoshapodidoasustar.Desdemi último problema conAlmaviva, ya no soy elmismo.Tampoco lo esmicorazón. Cuando venía hacia acá, allá en el prado, me encontré con un viejo quellevabaungarrote,ytuveelhorriblepensamientodequepudieraservuestropadreydequenuestrainocenteestratagemaparacasaroshabíasidodescubierta.Creoquefueelgarroteloquemeinspiróesaideatandescabellada.Ynoesquetengamiedo.Enrealidad,notengomiedoanada.Peronopudemenosquereflexionarquedehabersido vuestro padre, me hubiera roto la cabeza con su garrote, y todas vuestrasesperanzas habrían desaparecido conmigo. ¿Qué sería de vosotros sin mí, pobreschiquillos?
Lascarcajadasdelpúblicoanimarongradualmentealreciénestrenadoactorhastahacer que recobrara su presencia de ánimo. Evidentemente le creían un cómicoconsumado,muchomáscómicodeloqueélhabíaimaginado.Aquelhistrionismosedebíaenciertomodoaunacircunstanciaajenaasunuevooficiodeactor.EltemoraserreconocidoporalguiendeGavrillacodeRennes,lehabíaobligadoamaquillarseydisfrazarseexageradamente.Tambiénhabíadistorsionadosuvoz,aprovechandoelhechodequeFígaroeraespañol.EnelLiceoLouisLeGrandhabíaconocidoaunespañolquehablabaunfrancéschapurreado,pródigoengrotescossonidossibilantes.Muchas veces él había imitado aquel dejo para hacer reír a sus condiscípulos.Oportunamentesehabíaacordadodeaquelestudianteespañol,ypronunció todosuparlamento con aquel acento. El público de Guichen lo halló tan cómico en suslabios, como antes sus compañeros de estudios lo habían hallado en labios delridiculizadoespañol.
CuandoBinet, entre bastidores, escuchó aquella graciosa improvisación que nofigurabaenelargumento,sintióquetodossustemoressedisipaban.
—¡Rediós!—murmuró,riendoentredientes—.¡Todosuterroreraintencionado!Detodasmaneras,nolecabíaenlacabezaqueunhombretandominadoporla
confusión, como en un principio le había parecido André-Louis, hubiese podidorecobrarsuingeniotanrápidayeficazmente.Poresoaúnlequedabanalgunasdudas.
Cuando el telón cayó, al finalizar el primer acto, que transcurrió con un éxitonuncaantesconocidoenlosanalesdelacompañía—graciasalnuevoScaramouchesobre quien recaía el peso de aquella primera parte—, el señor Binet acudió alpequeñoespacioquehacía lasvecesde camerinoparahacerle algunaspreguntas aAndré-Louisyasísalirdedudas.
Allíestaba toda lacompañía reunida, felicitandoaldebutante.Scaramouche,unpoco excitado por el éxito —y aunque más tarde lo consideró una tontería—,aprovechó las preguntas de Binet para vengarse de Climéne por haber disfrutado
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tantoconsupasajeromiedoescénico:—Nomeextrañantuspreguntas—ledijoaBinet—.Esverdadquedebíavisarte
de mi intención de hacer desde el primer momento lo que se me ocurriera parapredisponer al público ami favor.Pero la señoritaCliméne estuvocasi apuntodearruinarlotodoalnegarseacorresponderalterrorqueyofingía.Nisiquierasemostróligeramenteasustada.Lapróximavez,señorita,avisaréporanticipadotodasycadaunademisintenciones.
La joven se ruborizó a pesar del maquillaje que embadurnaba su rostro. Perocuandosedisponíaacontestarle, tuvoqueaguantar la regañinadesupadre,que laculpabacon tantamásenergíacuantoqueélmismosehabíadejadoengañarpor laqueahorasejuzgabacomosupremaactuacióndeScaramouche.
EléxitodeScaramoucheenelprimeracto,serepitióalolargodetodalafunción.Completamentedueñodesímismo,yconelestímuloquesólodaeléxito,sesuperóa sí mismo. Imprudente, astuto, gracioso, encarnaba el auténtico arquetipo deScaramouche sin dejar de poner en el personaje mucho de lo que recordaba deBeaumarchais. De este modo, los más enterados del público notaban algo delverdadero Fígaro, lo cual les hacía sentirse en contacto con el gran mundo de lacapital.
Cuando el telón cayó definitivamente, Scaramouche yCliméne participaron deloshonoresdeléxitodeaquellanochesaliendoasaludaraescenamásdeunavez,pueslosespectadorescoreabanpidiendoquesalierandedetrásdelascortinas.
Más tarde, cuando ya el público se retiraba, el señorBinet se acercó aAndré-Louisfrotándoselasgruesasmanos.Conaqueljovenabogadohabíallegadolasuerte.ElinesperadoéxitodeGuichen,sinparangónenlahistoriadeaquellacompañíadelalegua,serepetiríayaumentaríaenotroslugares.Yasehabíaacabadoesodeacamparydormiralasombradelosárbolesyenlosgraneros.Laadversidadhabíaquedadoatrás.BinetlepusounamanoenelhombroaScaramouche,ylocontemplóconunasonrisa aduladoraqueni la pintura roja de susmejillas, ni la colosal nariz postiza,pudierondisimular.
—¿Y ahora, quéme dices?—le preguntó—. ¿Me equivoqué al asegurarte quetendríaséxito?¿Creesquellevotodaunavidaenelteatroparanosaberdescubriraun actor nato? Te he descubierto, Scaramouche. Te he descubierto incluso ante timismo, te he puesto en el camino de la fama y la fortuna. Y espero que me loagradezcas.
Scaramoucheserió,peronoeraunarisadeltodoagradable.—¡SiempreserásPantalone!—dijo.ElgranrostrodeBinetsenubló.—Veoqueaúnnohasolvidadomipequeñaestratagemaquealfinyalcaboha
servidoparahacerte justicia a timismo. ¡Perro ingrato!Elúnicopropósitoqueme
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animóeraconseguirtutriunfo.Sisigueshaciéndoloasídebien,llegaráshastaParís.Podrás entrar en la Comedia Francesa, y rivalizar con Taima, con Fleury y conDugazon.Cuandoesoocurra,talvezsentiráslagratitudqueledebesalviejoBinet.Porquetodoselodebesaesteviejotonto,perodebuencorazón.
—Si fueras tan buen actor en la escena como lo eres en la ida privada—dijoScaramouche—, hace tiempo que hubieras entrado por la puerta grande en laComediaFrancesa.Peronoteguardorencor,Binet.
Yseechóareír,tendiéndoleunamanoqueBinetestrechóefusivamente.—Mealegro—declaróeldirectordelacompañía—.Tengograndesplanespara
ti,muchacho.MañanairemosaMaure,dondehayferiaestefindesemana.EllunesnospresentaremosenPipriac.Ydespués,yaveremos.Esposiblequeestéapuntoderealizarseelsueñodemivida.Creoqueestanochehemostenidounarecaudacióndeunosquinceluises.Pero…¿dóndediablosestáesepillodeCordemais?
Cordemais era el nombre verdadero del antiguo Scaramouche, que taninoportunamente se había torcido el pie. El hecho de que Binet le llamara por sunombrerealindicabaalasclarasqueenlacompañíahabíadejadodeserparasiempreelintérpretedeScaramouche.
—Vamos a buscarle y luego brindaremos en la posada con una botella deBorgoña.Otalvezcondosbotellas…
PeronoencontraronaCordemais.Ningunode losmiembrosde lacompañía lehabíavistodesdeel finalde la función.El señorBinet sedirigióa la entrada.Allítampocoestaba.Alprincipio,Binetsedisgustó,ydespués,mientrasgritabaenvanosunombre,empezóainquietarse.Porúltimo,cuandoPolichinela,descubriólamuletadeCordemais,abandonadadetrásdelapuertadelataquilla,elseñorBinetsealarmóenserio.Laterriblesospechaqueleasaltólehizopalidecerinclusobajolacapademaquillajerojo.
—Perosiestanochenopodíacaminarsinmuleta—gritó—.¿Cómolahadejadoaquíysehamarchado?
—Talvezhaidoalaposada—sugirióalguien.—Perosinopodíaandarsinlamuleta—insistióBinet.Comoeraevidentequenoestabaenelteatroimprovisadoenlaplaza,nientodo
el espacio que abarcaba el mercado, todos decidieron ir a la hospedería dondeensordecieronalaposaderaconsuspreguntas.
—Sí—contestóella—.ElseñorCordemaisestuvoporaquíhaceyabastanterato.—¿Dóndeestáahora?—Volvióairseenseguida.Sólovinoporsumaleta.—¿Por su maleta?—Binet estaba a punto de sufrir un ataque de apoplejía—.
¿Cuántotiempohacedeeso?Laposaderamiróelrelojqueestabaencimadelachimenea.
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—Haráunamediahora.PocoantesdequepasaraladiligenciadeRennes.—¡La diligencia deRennes!—el señorBinet apenas podía hablar—. ¿Podía…
podíacaminar?—preguntóconansiedad.—¿Caminar?Cuandosaliódeaquícorríacomounaliebre,cosaquemepareció
unpocorara,puesayercojeabamucho.¿Sucedealgo?El señor Binet se derrumbó en una silla. Ocultó el rostro entre las manos y
empezóallorar.—Elmuygranujahaestadoactuandotodoel tiempo—exclamóCliméne—.Su
caídafueuntreta.¡Todoloplaneópararobarnos!—¡Quinceluises,porlomenos,talvezdieciséis!¡Oh,malditotraidor!¡Robarme
amí,quehesidocomounpadreparaél!…¡Y,sobretodo,robarmeenestemomento!Delatribuladoysilenciosogrupodemiembrosde lacompañía, todospensando
quesussalariosseveríanreducidos,brotóunacarcajada.ElseñorBinetmiróalgrupoconlosojosinyectadosensangre.—¿Quién se ríe? —rugió—. ¿Quién tiene el atrevimiento de reírse de mi
desgracia?André-Louis,aúnaureoladoporelrecienteéxitodesuScaramouche,diounpaso
alfrentesindejardereír:—¿Erestú?Notereiríastantosisemeocurrieraresarcirmedeestapérdidacomo
yosé.—¡Imbécil! —dijo Scaramouche con desdén—. ¡Elefante con cerebro de
mosquito! ¿Qué importa que Cordemais se haya ido con quince luises, si nos hadejadoalgoquevaleveintevecesmás?
ElseñorBinetlemirósincomprender.—Creoquehasbebidomásdelacuenta.—Sí,hebebidoenlafuentedeTalía.¿Esquenotedascuenta?¿Noveseltesoro
queCordemaisnoshadejadotrasdesí?—¿Quérayosnoshadejado?—Una idea genial para un nuevo argumento. Lo veo todo clarísimo. La nueva
comedia se titularáLas picardías de Scaramouche, y si el público deMaure y dePipriacnosedesternilladelarisa,seréyoquienenelfuturohagaelpapeldellerdoPantalone.
Polichinelasediounapalmadaenlafrente.—¡Genial!—exclamó—. ¡Sacar fortuna del infortunio, convertir la pérdida en
ganancia,aesolellamoyoauténticotalento!Scaramoucheinclinólacabezacortésmente.—Polichinela—dijo—,tellevoenelalma.Megustalagentequesabereconocer
misméritos. Si Pantalone tuviera lamitad de tu inteligencia, beberíamos Borgoñaestanoche,apesardelafugadeCordemais.
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—¿Borgoña? —bramó el señor Binet. Pero antes de que pudiera continuar,Arlequíndiounpardepalmadas:
—¡Esoestenervalor,señorBinet!¿Haoído,posadera?ElseñorBinethapedidovinodeBorgoñaparatodos.
—Yonohepedidonada.—Perolaposaderasílohaoído.—Todoslohemosoído—dijeronacorolosdemásmientrasScaramouchesonreía
dándolepalmaditasenlaespaldaaldesconsoladoPantalone.—Vamos, hombre, ánimo. ¿No decías que la fortuna nos abría sus puertas?
Venga,hagamosunbrindisporeléxitodeLaspicardíasdeScaramouche.YelseñorBinet,aunquearegañadientes,recuperóunpocoelánimoyempezóa
bebercomolosdemás.
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CAPÍTULOVI
Climéne
Las más exhaustivas investigaciones llevadas a cabo entre los muchosargumentosparalosactoresqueimprovisabanenlaépoca,nohanpodidosacaralaluzeloriginaldeLaspicardíasdeScaramoucheque,segúnseafirma,consolidó lafortuna de laCompañíaBinet. La comedia se estrenó en el pueblo deMaure, unasemana después de los sucesos antes narrados. La representó André-Louis, quienahoraeraconocido,tantoporlacompañíacomoporelpúblico,conelnombredesupersonaje:Scaramouche.SienelFígaroScaramouche sehabía lucido,en lanuevaobra,cuyoargumentoerasuperior,hizounderrochededestrezahistriónica.
Después deMaure, dieron cuatro funciones en Pipriac: dos de cada una de lasfarsas que ahora formaban lo más selecto del repertorio de Binet. En ambasScaramouchedesplegótodahabilidad.Tanbienmarchabatodo,queAndré-LouislesugirióaBinetlaideadeir—despuésdelasrepresentacionesdelasemanapróximaenFougeray—aprobarfortunaenelTeatroRealdelaimportanteciudaddeRédon.Enunprincipio,esaperspectivaasustóaBinet,perotraspensarlomejor,yhalagadoensuambiciónporAndré-Louis,cedióalatentación.
André-Louiscreíahaberencontradosuverdaderavocación,ynosóloempezóacogerle el gusto, sino que llegó a pensar que en su doble carrera de actor y autorpodríallegarasermiembrodelaComediaFrancesa,dondetendríamásposibilidadesde desarrollar su nuevo oficio. De bosquejar argumentos para los actores queimprovisaban en la escena, podría llegar a escribir diálogos, verdaderas obrasdramáticas,enelsentidoexactodelapalabra,magníficaseinolvidablescomediasalestilodeChenier,EglantineyBeaumarchais.
Estos sueños revelaban la afición que el sedicioso de Rennes sentía ahora poraquella profesión en la que lamadreAzar y el señor Binet le habían iniciado. Sutalentocomoautorycomoactoreraindudable.Ynohabíaquedescartarquepudieraconquistarunpuestopreeminenteentre losdramaturgosfranceses,realizandoasísusueño.Peroapesardeestasilusiones,André-Louisnodescuidabaelladoprácticodelascosas.
—¿Tehasdadocuenta—ledijoundíaaBinet—dequetufortunaestáenmismanos?
Ambos estaban sentados frente a frente, en la sala de la posada de Pipriac,bebiendo una botella de Volnay. Acababa de terminar la cuarta y últimarepresentacióndeLaspicardíasdeScaramoucheenaquelpueblo,dondeelnegociohabíasidotanbuenocomoenMaureyenGuichen,cosaqueellectorsindudahabrá
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deducidoyaporeldetalledequeestuvieranbebiendounexcelentevinodeVolnay.—Me daré cuenta,mi querido Scaramouche, cuando sepa lo que te traes entre
manos.—Consideroquelosincentivosquerecibosoninsuficientes.Porquincelibrasal
mesningúnhombrevendedonestanexcepcionalescomolosmíos.—Hayunaalternativa—dijoBinetsiniestramente.—Nolahay.Noseastonto,Binet.Binetseirguiócomosilehubieranpinchado.Ningúnmiembrodesucompañíase
atrevíaaenfrentarseconéltandirectamente.—De todos modos, puedes apelar a esa alternativa si quieres —prosiguió
Scaramouche con indiferencia— Sal y notifícale a la policía que puede echarle elguanteauntalAndré-LouisMoreau.PeroesoseráelfindetusueñodeiraRédonyde actuar por primera vez en tu vida, en un verdadero teatro. Sin mí no podráshacerlo, yyonovoy aRédonni a ningunaotrapartemás, ni siquiera aFougeray,hastaquehagamosuncontratomásjusto.
—¡Diablos!—se lamentóBinet—. ¿Crees que tengo almade usurero?Cuándohicimosnuestroanteriorcontratoyonoteníaideadequefuerastanvalioso,¿cómopodíatenerla?Perobastaquemelorecuerdes,queridoScaramouche.Soyunhombrejusto.Apartirdehoytedarétreintalibrasalmes.Tedobloelsueldoenelacto.Comoves,soyunhombregeneroso.
—Peronoambicioso.Ahoraescúchameunmomento.YprocedióaexponerunplanquedejómudodeterroraBinet.—DespuésdeRédon,iremosaNantes—dijo—,aNantesyalTeatroFeydau.ElseñorBinetibaacogerunacopayelbrazoseleparalizóenelaire.ElTeatro
Feydau era una especie deComediaFrancesa a escala provincial, y el granFleuryhabíaactuadoallíanteunodelospúblicosmásexigentesycríticosdeFrancia.Sólola idea de ir a Rédon le parecía al gordo Pantalone una temeridad.Y el teatro deRédoneraunguiñolcomparadoconeldeNantes.Yapesardetodo,aquelatrevidomuchacho a quien él había recogido por casualidad tres semanas atrás y que, deabogadodeprovincia,habíapasadoaconvertirseenautoryactor,seatrevíaahablardeNantesydelTeatroFeydausinmudardecolor.
—Pero¿porquénomeproponesiraParísyalaComediaFrancesa?—dijoBinetirónicamente,cuandoalfinpudorecobrarelaliento.
—Asudebidotiempo—respondióScaramouchecondesenfado.—¿Eh?Túestásborracho,amigomío.PeroAndré-Louisdetallóelplanqueteníaenmente.Fougerayseríaunaespecie
deensayogeneralparasaltaraRédon,yasuvez,RédonseríalomismoparaluegolanzarseaNantes.PermaneceríanenRédonmientraselpúblicopagaraporiraverlos,trabajando con ahínco para perfeccionarse y pulir hasta losmásmínimos detalles.
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Añadirían a su elenco tres o cuatro actores talentosos. Él escribiría tres o cuatronuevosargumentos,queseríanensayadosymejorados,hastaquelacompañíacontaraconunrepertoriodeporlomenosmediadocenadeobrasdeindiscutiblecalidad.Unaparte de los beneficios se destinaría a comprar mejores decorados y vestuario, yfinalmente, si todo salía bien, en un par de meses la Compañía Binet estaríapreparadaparaprobar fortunaen laciudaddeNantes.Ciertamentea lascompañíasqueibanalTeatroFeydausolíaexigírselesciertoprestigio.Pero,porotraparte,desdehacíamuchas generaciones enNantes no se había visto una compañía que hicierateatroimprovisado.Esoseríaunagrannovedad.YScaramouchesecomprometía,sitodo quedaba en susmanos, a resucitar la Comedia del Arte con todas sus viejasgloriasqueexcederíanlasexpectativasdelpúblicodeNantes.
—DespuésdeNantes,hablaremosdeParís—concluyó—.DelmismomodoquedecidiremoslodeNantesapartirdeloquepaseenRédon.
ElpoderdepersuasióndeAndré-Louis, quehabía sido capazde arrastrar a lasmultitudes, acabó arrastrando también al señor Binet. La perspectiva queScaramouche le presentaba, aunque audaz, era también tentadora, y comoScaramouche tenía respuestaspara todos sus reparos,Binetacabóprometiendoquepensaríaenelasunto.
—Redonnosmarcaráelrumbo—dijoAndré-Louis—,ynotengolamenordudaacercadecuálseráeserumbo.
Así, la gran aventura de Rédon acabó por parecer insignificante, al serconsideradacomounensayogeneralparahazañasartísticasdemayorenvergadura.En su momentánea exaltación, Binet pidió otra botella de Volnay. Scaramoucheesperóaqueladescorcharanparaproseguir:
—Lacosapareceposible—dijoconindiferenciaymirandoelvasoaltrasluz—,mientrasyoestéatulado.
—De acuerdo, mi querido Scaramouche, fue una suerte para ambos que nosconociéramos.
—Paraambos—repitióScaramoucheconénfasis—.Esomismoqueríayodecir.Asíquenocreoquevayasaentregarmealapolicía.
—¿Cómopuedes creermecapazde semejante cosa?Me tomas el pelo, queridoScaramouche.Tepidoquenuncavolvamosaaludiraesabroma.
—Yaestáolvidada—dijoAndré-Louis—.Yahoravolvamosamipropuesta.Simevoyaconvertirenelarquitectodetufortuna,sirealizotodoloqueheplaneado,enesamismamedida,debosertambiénmipropioarquitecto.
—¿Enlamismamedida?—Binetfruncióelceño.—Exactamente.A partir de hoy los negocios de esta compañía se harán en su
debida forma, y llevaremosun librode cajadonde se anote la entraday salidadeldinero.
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—Yosoyunartista—dijoelseñorBinetconorgullo—.Nosoyuntendero.—Hayunaspectocomercialentuarte,yhayquellevarlodeformacomercial.He
pensado en todo, así que no te molestaré con detalles que podrían perturbar elejerciciodetuarte.Loúnicoquetienesquedeciressíonoamiproposición.
—¿Yenquéconsiste?—Enqueyoseatusocioapartesigualesenlosbeneficiosdelacompañía.El mofletudo rostro de Pantalone palideció, sus ojillos se abrieron
desmesuradamenteescudriñandoelrostrodesuinterlocutor.Entoncesestalló:—¡Tienesqueestarlocoparahacermeunaproposicióntanmonstruosa!—Admito que hay en ella cierta injusticia. Pero ya he pensado en eso. Por
ejemplo,noseríajustoqueademásdetodoloquemepropongohacer,tambiénhagael papel de Scaramouche y escriba nuestros argumentos sin ninguna recompensa,aparte de las ganancias que recibiría como socio. Por ello, antes de que hayabeneficios que repartir, debespagarmeun salario comoactor, y unapequeña sumapor cada argumentoque escribapara la compañía.Estamedidanos conviene a losdos. Del mismo modo, recibirás un sueldo por tu interpretación de Pantalone.Despuésdeabonadosestosgastos,asícomoelsalariode losdemásactoresyotrosgastosdeviaje,alojamiento,etc.,elrestoseráelbeneficioquedividiremosapartesigualesentrelosdos.
Lógicamente el señorBinet se resistió a aceptar aquella proposicióny contestóconunnorotundo.
—Enesecaso,amigomío—dijoScaramouche—,abandonolacompañíamañanamismo.
Binetmontóencólera.Hablódeingratitudentérminossentimentales,yvolvióaaludir veladamente a aquella broma que hacía referencia a la policía y que habíaprometidonovolveramencionar.
—Puedes hacer lo que quieras, incluso el papel de soplón, si te gusta. Peroentoncesteverásdefinitivamenteprivadodemisservicios,ysinmínoeresnada,delmismomodoquenoerasnadaantesdequeyomeunieraatucompañía.
El señor Binet dijo que le importaban un comino las consecuencias. Él leenseñaríaaaqueldescaradoabogadodeprovinciaquealseñorBinetnadieleimponíanada.Scaramouchesepusoenpie.
—Muybien—dijoentreindiferenteyresignado—.Comoquieras.Peroantesdeactuar,consúltaloconlaalmohada.Alaclaraluzdelamañana,podrásvernuestrosproyectos en su justa dimensión. El mío promete fortuna para los dos. El tuyoanunciaruinatambiénparalosdos.Buenasnoches,señorBinet.Queelcieloteayudeatomarladecisiónacertada.
Finalmente, al señorBinetno lequedómás remedioque rendirse ante la firmeresolución demostrada por André-Louis. Desde luego, hubo más discusiones y el
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obesoPantalonenosedejóconvencersinodespuésdemuchoregatear,cosaquenodejabadesorprenderenalguienqueseconsiderabaunartistaynountendero.Porsuparte, André-Louis hizo un par de concesiones: renunciar a los honorarios de susargumentos y acceder a que el señor Binet percibiera un salario exageradamentesuperiorasusméritos.
Perofinalmentelacuestiónquedózanjada.Elarregloseanuncióalacompañíay,comoeradeesperar, esoprovocóenvidiasy resentimientos.Peronadagrave,puestodosedisipócomoporensalmocuandosesupoquebajo lanuevaadministraciónaumentarían los salarios de todos los miembros de la compañía. A esto se habíaopuesto tenazmente el señor Binet. Pero no había quien pudiera con el invencibleScaramouche.
—SihemosdeactuarenelTeatroFeydau,necesitamosunacompañíadecorosayno una cuadrilla de aduladores rastreros. Cuanto mejor les paguemos, mejortrabajaránparanosotros.
Así se desvaneció el resentimiento en la compañía. Todos, desde los primerosactores hasta los más insignificantes, aceptaron el dominio de Scaramouche, undominiotansólidoquehastaelpropioBinetdebíasometerseaél.
TodosloaceptaronmenosCliméne,puessufracasadointentodesubyugaraaqueladvenedizoqueaparecióciertamañanaenlasafuerasdeGuichen,habíaaumentadosuaparentedesdénhaciaél.Ellaprotestóporlaformacióndelanuevasociedad,seencolerizóconsupadrehasta llegara llamarle«estúpido»,deresultasde locualelseñor Binet perdió los estribos y le dio un cachete. Climéne anotó también estedisgustoentrelosagraviosinfligidosporScaramouche,yaguardabalaocasiónparaajustarlecuentas.Perolasocasionesnosepresentabanconfrecuencia.Scaramoucheestaba cada vezmás ocupado.Durante la semana que permanecieron enFougeray,apenas se le veía salvo en las representaciones, y unavez llegados aRédon, iba yvenía,raudocomoelviento,delteatroalaposadayviceversa.
ElexperimentodeRédonsalióapedirdeboca.Estimuladoporeseéxito,André-Louis trabajó día y noche durante el mes que pasaron en aquella industriosa ypequeña ciudad. Era una buena temporada, ya que el comercio de castañas, cuyocentroestáenRédon,sehallabaalasazónentodosuapogeo.Cadatardeelpequeñoteatrosellenaba,puesloscastañerosdivulgabanlafamadelacompañíaportodalacomarca, y el público se renovaba con gente de las cercanías y de pueblos máslejanos.Paraevitarquelasgananciasdisminuyeran,André-Louisescribíaunanuevacomediacadasemana.Ademásdelasdosqueyahabíaestrenado,escribiótrescuyostítulos eranEl matrimonio de Pantalone, El amante tímido y El terrible capitán.Sobretodo,estaúltimaaugurabaunéxitorotundo.InspiradaenelMilesgloriosusdePlauto, permitía queRhodomontyScaramouche se lucieran, aquél comocapitányéstecomosuayudante.PartedeestelogrosedebióalahabilidaddeAndré-Louisal
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ampliarlosargumentosindicandominuciosamentelaslíneasqueseguiríaneldiálogoyrepartiendoalgunostrozosdeestosparlamentos,aunquesinexigirquelosactoreslossiguieranalpiedelaletra.
Simultáneamente,mientraselnegocioibavientoenpopa,tambiénseocupabadelos sastres y decoradores, mejorando el vestuario de la compañía, que tanto lonecesitaba.Encontróunaparejadeactoresenapuroseconómicos,yloscontratóparapapelessecundarios,comolosdeboticariosonotarios,haciendoqueensusratosdeociopintaranelnuevodecorado,quedebíaestarlistoparalaconquistadeNantes,aprincipios de año. André-Louis nunca había trabajado tanto. Su impetuosoentusiasmo era tan inagotable como su buenhumor. Iba y venía, actuaba, escribía,creaba,dirigía,planeabayejecutabamientrasBinetseocupabadedescansar,beberBorgoñatodaslasnoches,comerpanblancoyotrosmanjaresexquisitos,sindejardefelicitarseporsuastuciaalasociarseconaqueljoveninfatigable.Trasdescubrircuanvanos eran sus temores a actuar enRédon, ahora empezaba a perderle elmiedo aentrarconsucompañíaenNantes.
Ese optimismo se reflejaba en todos los miembros de la compañía, menos enCliméne.La jovenyanomiraba condesdén aScaramouche, pues comprendíaquesus desaires no lograban zaherirlo. Pero a medida que se reprimía, aumentaba suresentimiento,ybuscabaatodacostaalgúndesahogo.
Un buen día, después de terminada la función, Climéne buscó la manera deencontrarseconAndré-Louiscuandoéstesalieradelteatro.Losdemássehabíanidoyayellavolvióconelpretextodehaberdejadoolvidadaalgunacosa.
—¿Puedesabersequétehehechoyo?—lepreguntóellasinambages.—¿Hacermetúamí?—sesorprendióAndré-Louis.Lajovengesticulóimpaciente.—¿Porquémeodias?—¿Odiarte,yo?Noodioanadie.Eslamásestúpidadelasemociones.Nuncahe
odiadoanadie…nisiquieraamisenemigos.—¡Quécristianotanresignado!—¿Porquéibaaodiarte?…¡Siteconsideroadorable!Nomecansodeenvidiara
Léandre.HastahepensadoseriamenteenponerleahacerelpapeldeScaramoucheypasaryoaldegalán.
—Nocreoquetuvieraséxito—dijoella.—Esoesloúnicoquemedetiene.Ysinembargo,considerandolainspiraciónde
Léandreensupapel,noparecedifíciltriunfar…—¿Aquéinspiraciónterefieres?—AladeactuarconunaCliménetanadorable.LosojosdelaactrizescudriñaronelrostrodeAndré-Louis.—¡Me estás tomando el pelo!—dijo y entró en el teatro en busca del objeto
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supuestamente olvidado. No había nada que hacer con aquel joven. No teníasentimientos.Noeracomolosdemás.
Cincominutosdespués,cuando lamuchachasaliódel teatro, loencontródondemismolohabíadejado,juntoalapuerta.
—¿Todavíaestásaquí?—preguntóconairedesuficiencia.—Te estaba esperando. Supongo que vas a la posada. Si me permites que te
acompañe…—¡Cuántagalantería!¡Cuántacondescendencia!—¿Acasoprefieresquenoteacompañe?—¿Cómo voy a preferir eso, señor Scaramouche? Sabes muy bien que ambos
seguimoselmismocaminoylacalleeslibreparatodos.Loquemeconfundeeselrarohonorquemehaces.
Élmiróatentamenteelrostrodeladamisela,yadvirtióunasombradedignidadofendida.Seechóareír.
—Talveztemíaqueesehonornofueradetuagrado.—¡Ah! Ahora lo entiendo —exclamó ella—. Quizá pensaste que yo debía
pedírtelo.Que soy yo quien debería cortejar a un hombre, y no al revés como yocreía.Tepidoexcusaspormiignorancia.
—Te diviertes siendo cruel conmigo—dijo Scaramouche—. Pero no importa.¿Caminamos?
Salieron juntos y anduvieron deprisa para protegerse contra el aire frío de lanoche.Caminaronunratoensilencio,aunquemirándosemutuamenteahurtadillas.
—¿Decíasquesoycruel?—dijoellaalfin,pueslaacusaciónlehabíadolido.Éllamirósonriendo.
—¿Puedesnegarlo?—Ereselprimerhombrequemeacusadeeso.—Pero supongo que no soy el primero con el que eres cruel. Sería un halago
demasiadograndeparamí.Prefieropensarquelosotroshansufridoensilencio.—¡Dios mío! Ahora resulta que también sufres—dijo ella medio en broma y
medioenserio.—Colocoesaconfesiónenelaltardetuvanidad.—Jamáslohubierasospechado.—¿Cómopodíashacerlo?¿Nosoyloquetupadrellamaunactornato?Heestado
actuandodesdemuchoantesdeconvertirmeenScaramouche.Poresohereídoysigohaciéndolocuandoalgomehiere.Cuandometratabascondesdén,yotambiénfingíadesdén.
—Tuactuacióneramuybuena—dijoellasinreflexionar.—Porsupuesto,soyunexcelenteactor.—¿Yporquéahoraestesúbitocambio?
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—Eslarespuestaalcambioquehenotadoenti.Tehascansadodeinterpretarelpapeldedamiselacruel,enmiopiniónunpapeldemasiadoaburridoeindignodetutalento.Siyofueraunamujercontugraciaytubelleza,nonecesitaríarecurriraesasarmas.
—¡Mi gracia y mi belleza! —dijo como un eco afectando sorpresa. Pero suvanidad halagada la había apaciguado—. ¿Y cuándo descubriste esa gracia y esabellezaenmí?
Éllamiróunmomento,contemplandosusencantos,laadorablefemineidadquedesdeelprimerdíalehabíaatraídoirresistiblemente.
—Ciertamañana,mientrasensayabasunaescenaamorosaconLéandre.Eljovensorprendióelasombroquedestellóenlosojosdelamuchacha.—Esofuelaprimeravezquemeviste—dijoella.—Antesnotuveocasiónderepararentusencantos.—Mepidesquecreademasiado—dijoponiendoensuspalabrasunatersuraque
élnuncahabíasentidoenella.—Entonces, ¿te niegas a creerme si te confieso que fueron esa gracia y esa
belleza lasquedecidieronmidestinoaquelmismodía, obligándomeaunirmea lacompañíadelaleguadetupadre?
Ella se quedó sin aliento. Ya no quería desahogar su rencor. Eso estabadefinitivamenteolvidado.
—Pero¿porqué?¿Conquépropósito?—Conelpropósitodepedirteundíaquefuerasmiesposa.La joven se volvió ymiró conosadía aScaramouche.En sus pupilas había un
brillometálico,yun leve ruborencendíasusmejillas.Climénecreyóbarruntarunabromademalgusto.
—Vasdemasiadodeprisa—dijo.—Siemprevoydeprisa.Fíjateenloquehehechoconlacompañíaenmenosde
dosmeses.Otrapersona,trabajandotodounaño,nohubieraconseguidonilamitad.¿Porquévoyasermáslentoenelamorqueeneltrabajo?Bastantemehereprimidoparanoasustarteconmiprecipitación.Bastantemeherefrenadopara imitar tufríatáctica.Heesperadopacientementehastaquetecansarasdemostrartecruel.
—Eresunhombredesconcertante—dijoellacompletamentepálida.—Esverdad—admitióél—.Sólolaconviccióndequenosoycomolosdemás
mehapermitidoesperarloqueheesperado.Maquinalmente,comodecomúnacuerdo,losdossiguieronandando.—Yaquesegúntúvoytanrápido—dijoél—,piensaque,despuésdetodo,hasta
ahoranotehepedidonada.—¿Cómo?—dijoellamirándoleasombrada.—Me he limitado a contarte mis esperanzas. No soy tan audaz como para
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preguntartesihedeverlasrealizadasenseguida.—Asíescomotienequeser.—Porsupuesto.Aella leexasperabaelaplomoquedemostrabaAndré-Louis.Poresoanduvoel
restodelcaminosinhablary,demomento,novolvieronatocareltema.Pero aquella noche, después de cenar, cuando ya Climéne estaba a punto de
retirarse a su alcoba, coincidieron solos en la habitación queBinet había alquiladocomosalóndereunionesdelacompañía.
Cuandoellaselevantóparairse,Scaramouchetambiénsepusoenpie,seacercóaCliméneyencendiólaveladesupalmatoria.Lajovenletendióunamanoblancaydefinosdedos,alargandounbrazodeliciosamentetorneadoydesnudohastaelcodo.
—Buenas noches, Scaramouche —dijo con tanta ternura que André-Louis sequedósinrespiración,mirándolaconardor.
Perosuturbaciónsóloduróuninstante.Tomólaspuntasdelosdedosqueellaleofrecía,einclinándose,losbesó.Despuésvolvióamirarla.Laintensafemineidaddeaquellamujerleseducíahastadejarlodesarmado.Teníaelrostromuypálido,losojosbrillantes, los labiosentreabiertosenunasensual sonrisay,bajoelchal,palpitabanunospechosquecompletabanelcuadrodesusencantos.
Tirando suavemente de sumano,André-Louis la atrajo hacia sí, y ella le dejóhacer.EntoncesScaramouche lequitó lapalmatoriay lapusosobreelmueblemáscercano.Actoseguido laestrechóentre susbrazos,yel levecuerpodeCliméneseestremeciómientraséllabesabamurmurandosunombrecomounaplegaria.
—¿Ahorasoycruel?—suspiróella.Portodarespuesta,élvolvióabesarla—.Mecreíascruelporquenoerascapazdever—murmuróCliméne.
EnesoseabriólapuertayentróelseñorBinet,quiennopudodarcréditoasusojos. Se quedó estupefactomientras los dos jóvenes, lentamente y con demasiadoaplomoparasernatural,seseparaban.
—¿Quésucedeaquí?—preguntóelseñorBinetalterado.—¿Noesevidente?—respondióScaramouche—.Climéneyyohemosdecidido
casarnos.—¿Ymiopiniónnoosimporta?—Claro que sí. Pero no puedes ser tan desalmado ni tener tanmal gusto para
negarnostuconsentimiento.—¡Ah!Esdecir,queyalodasporhecho,comoescostumbreenti.Peronocreas
que voy a entregarte mi hija así como así. Tengo planes para ella. Esto es unafechoría,Scaramouche.Hastraicionadomiconfianzayestoymuydisgustado.
Avanzóunos pasos, lenta y silenciosamente. Scaramouche se volvió aCliménesonriendo,yledevolviólapalmatoria.
—Si nos dejas solos, queridaCliméne, pediré tumano al señorBinet como es
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debido.La muchacha hizo mutis, algo confundida, pero más encantada que nunca.
ScaramouchecerrólapuertayseenfrentóalenfurecidoBinet,quesehabíahundidoenunsillónalladodelamesa.Enpie,delantedeél,eljovendijo:
—Miqueridopadrepolítico.Tefelicito.EstosignificaunpuestoenlaComediaFrancesaparaCliménedentrodepoco.Tútambiénbrillarásenelfirmamentodesugloria.ComopadredemadameScaramouche,llegarásaserfamoso.
El semblante de Binet, que miraba a André-Louis boquiabierto, se puso rojocomo un tomate. Su rabia aumentaba amedida que comprendía que, pormás quequisiera impedirlo, aquel joven acabaría por convencerle. Al fin pudo recobrar elhabla.
—¡Eres un maldito bandido! —gritó dando un puñetazo en la mesa—. ¡Unbandido! Primero te mezclas en mis asuntos y me despojas de la mitad de misganancias,ynocontentoconeso,ahoraquieresrobarmeamihija.¡Peromalrayomeparta si se la entregoaundonnadie como tú, sinoficionibeneficio, aquien sóloaguardalahorca!
Scaramouchetiródelcordóndelacampanilla.Semostrabasereno.Sonriente.Susojosresplandecían.Aquellanocheestabacontentodelmundoydelavida.RealmentedebíaestarleagradecidoalseñordeLesdiguiéres.
—Binet —dijo—, olvídate aunque sea por una vez de que eres Pantalone, ycompórtate como un amable suegro que acaba de obtener un yerno de relevantesméritos. Vamos a beber por mi cuenta una botella del mejor Borgoña que seencuentreenRédon.¡Ánimo,hombre!Cortalabilisconelvino,puesnadaestropeatantoelpaladarcomolosmaloshígados.
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CAPÍTULOVII
LaconquistadeNantes
La Compañía Binet debutó en Nantes —como puede aún leerse en algunosejemplares del Courrier Nantais— en la celebración de la Purificación con LaspicardíasdeScaramouche.Pero estavez los comediantesno entraronen la ciudadcomo solían hacer en las aldeas, desfilando y anunciándose por las calles. André-Louis imitó la formade anunciarsede las compañíasde laComediaFrancesa.Asípues,enRédonordenólaimpresióndecarteles,ycuatrodíasantesdelallegadadelacompañía a Nantes, los fijaron en la puerta del Teatro Feydau y en otros lugaresconcurridosde laciudad.Enaquelentonces losanunciosy loscartelesnoeran tanusuales, y llamaron bastante la atención del público de Nantes. El encargado depegarlos fue uno de los actores recién llegados a la compañía, un joven llamadoBasque,quienfueenviadopordelanteconestepropósito.
Aún pueden verse esos carteles en elMuseoCarnavalet. En ellos aparecen losactoressóloconsusnombresartísticos,aexcepcióndelseñorBinetydesuhija,sincontarqueelquehacíadeTrivelinoenunaobraaparecíacomoTabarinoenotra,locualhacíaapareceralelencocuandomenoslamitaddegrandedeloqueenrealidadera.EnesosafichesseanunciabaelestrenodeLaspicardíasdeScaramouche,a laque seguirían otras cinco comedias, cuyos títulos se mencionan, y otras nomencionadas,queseestrenaríansielfavordelpúblicodelacultaciudaddeNantesanimabaalaCompañíaBinetaprolongarsusrepresentacionesenelTeatroFeydau.Loscartelestambiéndecíanquelacompañíaseespecializabaenelgéneroteatraldelaimprovisación,alantiguoestiloitaliano,cosaquenoseveíaenFranciadesdehacíamediosiglo,yseexhortabaalpúblicodeNantesanoperderlaocasióndevercómoaquellos farsantes resucitaban las viejas glorias de la Comedia del Arte. Siempresegúnloscarteles,lapresenciadelacompañíaenNantesnoeramásqueelpreludiode una visita a París, donde rivalizarían con la Comedia Francesa, mostrando almundocuansuperioreselartedelosqueimprovisancomparadoconlosactoresquedepende,palabraporpalabraygestoporgesto,deltextodeunautoryquerepitenlomismocadavezquesalenaescena.
Erauncartelaudaz,yesoasustóalseñorBinet,apesardelapocalucidezquelequedaba con tanto Borgoña a su disposición. En su momento, protestóvehementemente,peroAndré-Louisnolehizoelmenorcaso.
—Yaséqueesunaosadía—fuelarespuestadeScaramouche—.Peroatuedadyadeberíassaberqueenestemundonosetriunfasinaudacia.
—Te prohíbo terminantemente que distribuyas esos carteles—insistió el señor
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Binet.—Esoyameloesperaba.Delmismomodoqueséquedespuésmeagradecerás
quetedesobedezca.—Nosllevasaunacatástrofe.—Tellevoalafortuna.Lapeorcatástrofequepudieraocurrimosseríatenerque
volveraactuarenlosmercadosdelasaldeas.OsllevaréaParís,aunquenoquieras.Déjamehacerlascosasamimanera.
Despuésde loscarteles,André-Louisescribióunartículoacercade laComediadelArteitaliana,anunciandosuresurreccióngraciasalgranmimoFlorimondBinet.ElnombredeBinetnoeraFlorimond,sinoPierre.PeroAndré-Louisteníaunagranintuición teatral. Aquel artículo era una ampliación del texto contenido en loscarteles. Y persuadió a Basque, que tenía relaciones enNantes, para que usara suinfluenciaconel findequeaquelartículosepublicaseenelCourrierNantais,dosdías antes de la llegada de la Compañía Binet. Basque lo consiguió, y no es deextrañar tomando en consideración el mérito literario y el interés intrínseco delartículo.
Asílascosas,enlaprimerasemanadefebrero,cuandollególaCompañíaBinet,yalaestabanesperandoconcuriosidad.DehabersidoporBinet,hubieranentradoenNantes como de costumbre, en una cabalgata carnavalesca, a golpe de bombo yplatillo.PeroAndré-Louisseopusotajantemente.
—Pondríamosenevidencianuestrapobreza—dijo—.Envezdeeso,entraremossinservistosparaqueelpúblicopongasuimaginaciónatrabajar.
Comodecostumbre,Scaramouchesesalióconlasuya.Binetyaestabacansadodepelearcontraeljoven,sobretodoahoraquelaluchaeradesigual,puesCliméne,obviamente apoyaba a su amado Scaramouche, reprobando los procedimientosanticuadosdesupadre.Metafóricamentehablando,elseñorBinetrindiólaguardia,ymaldijoeldíaenquehabíadejadoentrarensucompañíaaaqueljoventanatrevidoquehacíaconélloqueledabalarealgana.Estabasegurodequetardeotempranosuintrepidez acabaría hundiéndole.Mientras tanto, trataba de olvidar con el Borgoñaqueahora tenía en abundancia.Nuncahabíabebido tanto en suvida.Y tal vez lascosas no iban tan mal como imaginaba. Al fin y al cabo tenía que agradecerle aScaramouchetodoaquelBorgoña.Yaunquesetemíalopeor,albergabalaesperanzadequetodofuerabien.
Y así, temiendo siempre lo peor, aguardó entre bastidores a que el telón selevantaraenaquellaprimerarepresentacióndesucompañíaenelTeatroFeydau,queestaballenodeunpúblicocurioso,excitadoporloquehabíaleídoenloscarteles.
AunqueelargumentodeLaspicardíasdeScaramouchenohasobrevividoasuautor,segúncuentaAndré-LouisensusConfesiones,comienzaconunparlamentodePolichinelaenelpapeldecelosoenamoradoquetratadeconquistaraColombina,la
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doncella de Climéne, para que acceda a espiar a su ama. Empieza con piropos yzalemas, pero se equivoca, pues la alegre Colombina sólo se deja cortejar por losgalanes apuestos, y el jorobado tienequepasar a las amenazas, anunciandoque sevengarásinoleobedeceincondicionalmenteosiletraiciona.Tampocoasíconsiguesuobjetivo,y tienequerecurrira lasdádivas,con locualconsiguevenceral fin laresistencia deColombina, quien promete a Polichinela que espiará aCliméne y ledaráaéltodalainformaciónacercadelaconductadesuama.
La pareja actuó a las mil maravillas, y sin duda a esto contribuyóconsiderablemente el hecho de que estuvieran tan nerviosos ante un público tannumeroso. Polichinela se mostró orgulloso e insistente; Colombina, indiferente,desfachatada y zumbona, actuó con gran astucia para sacar el mayor partido alsobornoqueseleofrecía.Lasrisasenelteatrosereiteraronaugurandounéxitototal.PeroelseñorBinet,temblandoentrebastidores,añorabalasestruendosascarcajadasde los campesinos, que eran su público habitual, y sus miedos no hacían sinoaumentar.
ApenasPolichinelasalióporlapuerta,entróScaramoucheporlaventana.Eraunaentrada tan sensacional, que por lo general entusiasmaba a los espectadores por suinesperada comicidad.Pero no fue así en aquella ocasión.Pensando en eso al otrodía, Scaramouche decidió presentarse bajo un aspecto totalmente diferente.Suprimiría todas las payasadas y chistes groseros con que había deleitado aespectadoresmásrústicos,ytrataríadesergraciosoperoconsutileza.Presentaríaalpúblicoel arquetipodeungranbribóncómico, reservado,conciertadignidad,quemostrara un rostro solemne y expresara un humor atractivo pero sin chocarrerías.Probablementeelpúblico tardaríamásencomprenderloydescubrirlo,peroal finallesgustaríamás.
Coherente con este plan, actuó haciendo de amigo y aliado de Léandre, elenfermodeamor,aquiendabanoticiasdeCliménesiemprebuscandolaocasióndeconquistar a Colombina, y su otro designio, nada honrado: la bolsa de dinero dePantalone. También cambió el traje de Scaramouche. Acuchilló de rojo el jubónnegro,unpocoaloEnriqueIII.Eltradicionalgorrodeterciopelonegrosetransformóenunsombrerocónico,conelalavueltahaciaarribayunaplumaalaizquierda.Ysuinseparableguitarradesapareció.
Tras asistir a todas estas transformaciones, el señor Binet esperabadesesperadamentequeestallaralarisaquesiempresaludabalaapariciónenescenadeScaramouche. Pero no hubo risas y su desaliento fue total. Pronto advirtió algoinusitadamente alarmante en la actuación deScaramouche.Comode costumbre, elactor chapurreaba aquel francés con acento español, pero ahora no pronunciabaningunadelasfrasesgroserasquehacíanlasdeliciasdelpúblico.
Desesperado,seretorciólasmanos.
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—Noshaarruinado—sedijo—,yestomepasaporsertanimbécilycederleelcontroldetodo.
PeroelseñorBinetseequivocabademedioamedio.Cosaqueadvirtiócuandopoco después le tocó salir a escena y se encontró con un público atento y lasatisfacciónreflejadaentodoslosrostros.Noobstante,sólosesintiósegurodequesaldríandeallí convidacuandooyó losaplausosatronadoresalcaerel telónenelprimeracto.
PorsuerteelpapeldePantaloneenLaspicardíasdeScaramoucheeraeldelviejotimorato,despistadoeidiota,puesdenohabersidoasí,Binetlohubieraechadotodoaperderconsustemores.Perocomosumiedoaumentabalavacilaciónyelestuportan esenciales en supapel, lejosdeperjudicar su actuación, contribuyeron al éxito.UnéxitoquejustificótodaslasexpectativassuscitadasporloscartelesyelartículoconcebidosporScaramouche.
El éxito de Scaramouche no se limitó al público. Al final de la función, suscompañeroslerecibieronconunaovaciónenelgranvestíbulodelteatro.Sutalento,sus recursos y energías habían convertido aquella troupe de saltimbanquisvagabundos en una respetable compañía de actores de primera clase. Así loreconocieron generosamente todos en un discurso que leyó Polichinela, quienexpresó, como prueba de su confianza Scaramouche, que del mismo modo quehabíanconquistadoNantes,tambiénconquistaríanelmundobajosuguía.
En su entusiasmoolvidaronmencionar al señorBinet, quienya estababastanteenojadoporlaconcienciadesuinferioridadconrespectoaScaramouche.Yaunquehabía visto que el gradual proceso de usurpación de su autoridad tenía suscompensaciones, en el fondo de su corazón, el resentimiento apagaba cualquierchispadelagratituddebidaasusocio.Aquellanocheestabanervioso,tenso,ysufríaunsinfíndetemores.YdetodoelloculpabaaScaramouchetanamargamentequenisiquieraelrecienteéxito—casimilagroso—salvabaasusocioantesusojos.
Yahora,paracolmodemales, losdesucompañía lo ignorabanolímpicamente,losmismosactoresquecontantoesfuerzoélhabíaseleccionadoentrelosartistasqueencontraba aquí y allá, en la hez de los pueblos. Esto acabó de enfurecerlo,despertando sus peores instintos que tan sólo estabandormidos.Pero por profundaquefuerasurabia,nolecegóhastaelpuntodetraicionarse.Sinembargo,concibiólaideadereaccionarensumomento,antesdeconvertirseenunceroalaizquierdaensupropia compañía, en aquel elencoque él dominabahasta que aquel entrometidollegóparadestruirsuautoridad.
El señor Binet tomó la palabra cuando Polichinela terminó su discurso. Lamáscara de pintura que cubría su rostro le ayudo a disimular sus verdaderossentimientos,yfingiósumarsealoselogiosenhonordeScaramouche.Desdeluego,dioaentenderquetodoloqueScaramouchehabíalogrado,eragraciasaél,puesera
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sumanolaqueloguiaba.Segúnexpresó,queríadarlasgraciasaScaramouche,perolo hizo más bien en forma en que un señor agradece a su lacayo el escrupulosocumplimientodelasórdenesrecibidas.
Apesardesuspalabras,nopudoembaucaralacompañía,tampocodesahogarse.Conscientedelgestoburlónconquetodoslemiraban,sóloconsiguióincrementarsuamargura.Peroalmenoshabíasalvadosudignidaddejandoclaroqueéleraeljefedetodos.
Talvezseríaexageradodecirquenoconsiguióengañarlos.Puesenloqueasusverdaderossentimientosserefería,síloconsiguió.Descontandolasinsinuacionesenlasqueseatribuíaelmérito,todoscreyeronquesucorazónestaballenodegratitudcomo el de ellos. También lo creyóAndré-Louis, quien en su breve respuesta fuemuygenerosoconBinet,másdeloqueéstehabíasidoconél.
Acto seguido,Scaramouche anuncióque el éxito enNantes era aúnmásdulce,pueshacíaposiblelacasiinmediatarealizacióndesudeseomásardiente:convertiraCliméneensuesposa.Unafelicidaddelaqueeraindigno,comofueelprimeroenreconocer.EstadichaestrecharíamássurelaciónconsubuenamigoBinet,aquiendebía cuanto había logrado para sí y los demás. El anuncio nupcial causó granalegría,puesenelmundodelteatronohaynadatanimportantecomoelamor.Todosaclamaron a la feliz pareja, a excepción del pobreLéandre, cuyos ojos expresabanmásmelancolíaquenunca.
Aquellanoche,enlahabitacióndelprimerpisodelaposadadelmuelleLaFosse—lamismadelaqueAndré-LouishabíasalidoalgunosmesesantespararepresentarunpapelmuydiferenteanteelpueblodeNantes—,lacompañíafueunagranfamiliafeliz.Enrealidad,¿eratandiferente?,sepreguntabaAndré-Louis.¿Acasonosehabíacomportado como una especie de Scaramouche, un intrigante, elocuente peroinsincero, cínicamente disfrazado, que había expuesto opiniones que realmente noeransuyas?¿Quéteníadesorprendentesuéxitotanfulgurantecomoactor?¿NoerarealmentealgoparalocualdesdesiemprelaNaturalezalohabíadesignado?
Lanochesiguiente,representaronElenamoradotímidoconelteatrolleno,puesel eco de su exitoso debut de la primera noche se había divulgado y el lunes lacosecha de aplausos fue mayor. El miércoles pusieron en escena FígaroScaramouche, y el jueves por la mañana elCourrier Nantais publicó un artículoelogiandoalosbrillantesimprovisadores,cuyotalentoempequeñecíaaldelosmerosrecitadoresdelibretosmemorizados.
CuandoAndré-Louisleyóelperiódicoduranteeldesayuno,serióparasí,puesnoseengañabaacercadelafalsedaddeaquellaafirmación.Lanovedaddesuanteriorartículo,ylapresuntuosidadqueentrañaba,habíaconseguidoengañarloslindamente.Sevolvió para saludar aBinet y aCliméneque entraban en aquelmomento, y lesagitóelperiódicoporencimadesucabeza.
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—La cosamarcha bien—anunció—. Permaneceremos enNantes hasta PascuaFlorida.
—¿Deveras?—dijoBinetsecamente—.Paratitodomarchasiempremuybien.—Puedesleerlotúmismo—dijoScaramouchetendiéndoleelperiódico.El señorBinet leyó el artículo con el ceño fruncido y lo dejó en silencio para
dedicarseasudesayuno.—¿Tenía razón, síono?—preguntóAndré-Louis,quien sospechóalgoextraño
enlaconductadeBinet.—¿Enqué?—EnquererveniraNantes.—Sinolohubieracreídoasí,noestaríamosaquí—dijoBinet.Atónito,André-Louisdejóeltema.Despuésdeldesayuno,ScaramoucheyCliménesalierona tomarelairepor los
muelles.Eraundíasoleado,menosfríoquelosanteriores.Colombinaseunióaellos,aunque su indiscreción quedó atenuada por la presencia de Arlequín, quien corrióhastaalcanzarla.
André-Louis iba delante con Climéne, hablando de algo que empezaba apreocuparle.
—Últimamente tu padre se comporta conmigode unmodomuy raro—dijo—.Casicomosisúbitamentemeodiara.
—Sonimaginacionestuyas—repusoella—.Mipadre,aligualquetodos,teestámuyagradecido.
—Lo que demuestra es cualquier cosa menos agradecimiento. Está furiosoconmigo,ycreoquesécuáleselmotivo.¿Túno?¿Puedesadivinarlo?
—Nopuedo.—Sifuerasmihija,Climéne,ygraciasaDiosquenoloeres,detestaríaalhombre
queteseparasedemí.¡PobrePantalone!Cuandoledijequequeríacasarmecontigo,mellamó«bandido».
—Yteníarazón.Scaramouchesiemprehasidounmentirosoyunbandido.—Formapartedelanaturalezademipersonaje—dijoél—.Tupadresiempreha
queridoqueactuemossegúnnuestropropiotemperamento.—Sí.Poresotú,aligualqueScaramouche,tomascuantodeseas—dijoellacon
unaexpresiónamediascariñosayamediastímida.—Esposible—dijoél—.Esverdadquelearranquéalafuerzaelconsentimiento
paranuestromatrimonio.Noquiseesperaraqueme lodiera.Dehecho,cuandosenegó,seloarrebaté,ysiahoraquierequitármelo,lodesafiaré.Meparecequeestoesloquemásleduele.
Climéneseechóareíryempezóaresponderleanimadamente.Peroélnopudooírniunasolapalabradeloquedecía.Atravésdeloscochesqueibanyveníanporlos
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muelles, un carruaje, cuyo techo era casi todo de cristal, se acercaba a ellos. Dosmagníficoscaballostirabandeélyelcocheroibaelegantementevestido.
Enelcocheibasolaunajovenesbeltaconunabrigodepieles,ysurostroeradeunadelicadabelleza.Lajovenseasomóalaventanilla,boquiabiertayconlosojosclavadosenScaramouche,quiensequedómudo,inmóvil.
Climéne, a mitad de su frase, también se detuvo tirando de la manga de suprometido.
—¿Quésucede,Scaramouche?Pero él no contestó. Y en ese momento, el cochero, a quien la joven había
avisado,detuvoelcarruajejuntoaellos.Alverelespléndidocoche,lasblasonadasportezuelas, el majestuoso cochero y el lacayo de blancas medias de seda queinmediatamente saltó al detenerse el vehículo, su refinada ocupante le pareció aCliméneunaprincesadecuentodehadas.Ahoraaquellaprincesa,inclinándose,conlos ojos resplandecientes y las mejillas ruborizadas, le tendía a Scaramouche unamanoexquisitamenteenguantada.
—¡André-Louis!—lellamó.Scaramouche tomó la mano de aquella egregia criatura del mismo modo que
hubieratomadoladeCliméne,conunosojosradiantesquereflejabanlaalegríadeladamadelcocheyunavozquehacíaecoalaalborozadasorpresaquetintineabaenladeaquellajoven,éllallamófamiliarmenteporsunombre,comoellahabíahechoconél:
—¡Aline!
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CAPÍTULOVIII
Elsueño
—¡Abrid la puerta!—ordenóAline a su lacayo. Y después, a André-Louis—:¡Sube,siéntateamilado!—Unmomento,Aline.
Scaramouche se volvió a su novia, que no salía de su estupor, lo mismo queArlequínyColombina,queveníanatrásyenesemomentollegabanjuntoalcarruaje.
—¿Me permites, Climéne? —dijo él más como orden que como ruego—.Afortunadamentenoestássola,ArlequínyColombinateharáncompañía.¡Hastalavista,espérameparacomer!Ysinesperarrespuesta,subióalcoche.Ellacayocerróla portezuela, el cochero hizo restallar el látigo, y el carruaje partió a lo largo delmuelle,dejandoatrásalostrescómicosboquiabiertos.Entonces,Arlequínsoltóunacarcajada. —Nuestro Scaramouche es un príncipe disfrazado —dijo. Colombinaaplaudiómientrasdecíarisueñamente:—¡Estoescomounanovelaparati,Climéne!¡Quémaravilloso!
Climénedepusoelceñoysuresentimientodevinoturbación.—Pero¿quiénesella?—Porsupuesto,suhermana—dijoArlequíndelomásseguro.—¿Suhermana?¿Ytúcómolosabes?—Yoséloqueéltedirácuandovuelva.—Pero¿porqué?—Porquenolecreeríassitedijeraqueesadamaessumadre.Mientras veían alejarse el lujoso carruaje, caminaron en la misma dirección.
Dentro del cocheAlinemiraba aAndré-Louismuy seria, con la boca ligeramentecrispadayfrunciendolascejas.
—Te codeas con gentemuy excéntrica—fue lo primero que dijo—. Si nomeequivoco,laqueteacompañabaeralaseñoritaBinetdelTeatroFeydau.
—Noteequivocas.PeronosabíaquelaseñoritaBinetfuerayatanfamosa.—¡Oh! ¿Y eso qué importa?… —Aline se encogió de hombros, y con tono
desdeñoso,explicó—:Loquepasaesqueanocheestuveenlafunción.Poresolahereconocido.—¿EstuvisteanocheenelTeatroFeydau?¡Notevi!
—¿Tútambiénestabasallí?—¿Que si estaba?—gritó él para luego cambiar abruptamente de tono—: Sí,
estabaallí.En cierto modo le repugnaba confesar que había descendido a lo que ella
consideraría poco menos que los bajos fondos, pero al mismo tiempo estabasatisfechodecomprobarquesudisfrazysuvozlehacíanirreconocibleinclusopara
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alguiencomoAline,queloconocíadesdeniño.—Comprendo—dijoellaponiéndosemásseria.—¿Quéesloquecomprendes?—Laextraña fascinaciónqueejerce la señoritaBinet.Esnaturalqueestuvieras
anocheenelteatro.Tutonodevoztehadelatado.Medecepcionas,André.Talvezseaestúpidodemiparte,puesrevelaelpococonocimientoquetengodeloshombres.Sin embargo, no ignoro que la mayoría de los jóvenes modernos encuentran unirresistibleatractivoenese tipodemujer.Perono loesperabade ti.Fui lobastantetonta para imaginar que eras distinto, que estabas por encima de esos amoríostriviales.Creíaqueerasunidealista.
—Puralisonja.—Ya lo veo. Pero eso me hiciste creer. Hablabas tanto de moral, siempre
filosofandocon tantanaturalidad,quemeengañaste.Tuhipocresíaera tanperfectaque jamássospechéde ti.Yeres tanbuenactorquemesorprendequeno tehayasunidoalacompañíadelaseñoritaBinet.
—Enrealidad,formopartedeella.Eligiendodedosmaleselmenor,André-Louissintiólanecesidaddeconfesar.Al
principio,Alinesemostróincrédula,luegoconsternada,yporúltimo,disgustada.—Porsupuesto—dijoAlinealcabodeunapausa—.Asítieneslaventajadeestar
siemprecercadeella.—Ésafuesólounadelasrazones.Hubootra.Obligadoaelegirentreelteatroyla
horca,cometílaincreíbledebilidaddepreferirel tabladodelteatroantesqueeldelcadalso.Teparecerá indignodeunhombredemis altos ideales.Pero ¿quéqueríasque hiciera? Al igual que otros ideólogos, me he convencido de que esmás fácilpredicar que dar ejemplo. ¿Quieres que me baje del carruaje para que no tecontaminesconmiabyectapersona?¿Oquieresquetecuentetodoloqueocurrió?
—Cuéntamelotodoprimero.Despuésdecidiremos.ÉllecontócómohabíaencontradolaCompañíaBinetycómolaaparicióndelos
soldados le había impulsado a ver en ella un refugio donde ocultarse hasta que lasituaciónsecalmara.Estaexplicacióndeshizolaactitudglacialdelajoven.
—¡PobreAndré-Louis!¿Porquénomelodijisteantes?—Porque no me diste tiempo y, además, porque temí molestarte con el
espectáculodemidenigración.—Pero¿porquénonosmandasteavisode tuparadero?—protestóellaen tono
severo.—Ayerfuequepenséenhacerlo.Antesvaciléporvarioseimportantesmotivos.—¿Creístequetunuevaprofesiónpodríaofendernos?—Creíqueseríamejorsorprenderosconlamagnituddemiéxitofinal.—¿Esoquieredecirquepiensasconvertirteenungranactor?—preguntóAline
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casicondesprecio.—Esmuyposible.Peromeinteresamásllegaraserungranautor.Nohagasesa
muecadeasco.Esunoficiomuyhonrado.TodoelmundoseenorgullecedeconocerahombrescomoBeaumarchaisyChénier.
—¿Piensasigualarlos?—Pienso superarlos, aunque reconozcoque fueronellosquienesme trazaronel
camino.¿Quétepareciólafuncióndeanoche?—Muydivertidaymuybienconcebida.—Puestepresentoalautor.—¿Tú?¿Peronoesunacompañíadeimprovisadores?—Hasta los que improvisan necesitan un autor que trace el argumento, un
resumendelassituaciones,delosdiálogos,lasentradasysalidasdeactores.Esoesloquehastaahorame limitoaescribir.Perono tardaréencrearobrasdeunestilomásmoderno.
—Teengañas,mipobreAndré.Laobradeanochenohubierasidonadasin losactores.TenéislasuertedecontarconvuestroScaramouche.
—Confidencialmente,telopresento.—¿Tú?¿TambiéneresScaramouche?La jovensevolvióparamirarlodefrente.Élsonrió levementeyasintióconun
gesto.—¡Ycómonofuicapazdereconocerte!—Teagradezcoelelogio.Supongoqueimaginastequemiempleoenlacompañía
seríadetramoyista.Y,ahoraquelosabestodo,¿quépasaenGavrillac?¿Cómoestámipadrino?
Estababien,segúnellalecontó,yaunqueprofundamenteindignadoporsufuga,enelfondo,loquemáslepreocupabaerasusuerte.
—Hoyleescribiréquetehevisto—agregóAline.—Dilequeestoybienyqueprospero.Peronoledigasnadamás.Nitampocoen
quémeganolavida.Tambiénéltienesusprejuiciosyhayqueserprudente.Yahora,una pregunta que quiero hacerte desde que subí a tu carruaje. ¿Por qué estás enNantes,Aline?
—Estoydevisitaencasademitía,laseñoradeSautron.Conellafuianochealteatro.Nosaburríamosenelcastillo,peroahora todoserádiferente.Mi tía recibiráhoy,entreotras,lavisitadeLaTourd'Azyr.
André-Louissuspirófastidiado.—Aline,¿tehancontadoalgunavezcómomataronaPhilippedeVilmorin?—Sí.Primeromelocontómitío,yluegoelpropiomarqués.—¿Yesonotedecidióaponerendudaelproyectomatrimonial?—¿Quépodíahaceryo?Olvidasquenosoymásqueunamujer.¿Esperabasque
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juzgaraasuntosdeesanaturalezaquesonpropiosdeloshombres?—¿Porquéno?Puedeshacerloperfectamente,sobretodoporquehasoídoa las
dospartes.Loquetecontómipadrinoeslaverdad.Sinojuzgasesporquenoquieres—su tono se volvió duro—. Cierras los ojos a la justicia, que sería lo único quepodríadetenerteentuenfermizayartificialambición.
—¡Excelente! —exclamó ella mirándolo burlonamente—. ¿Sabes que erespatético?Noteavergüenzaqueteencuentreentrelavulgarfarándula,ydelbrazodeunafulanadeteatro,yahorameechasunsermón.
—Aunquemiscompañeros fueranvulgares, aunasípodría aconsejartedesdeelrespeto y la devoción que te tengo—dijoAndré-Louis con austeridad—. Pero noestoy entre personas vulgares. Una actriz puede ser honrada y virtuosa, cosaimposible en una dama que se ofrece en matrimonio por ambición, para alcanzarposición,riquezaytítulosnobiliarios.
Ellasepusopálidadecólera,ysedispusoatirardelcordóndelacampanilla.—Creoquelomejorseráquebajesdelcocheyvayasapracticarlavirtudenla
alegrecompañíadeesamujerzueladeteatro.—Nopermitiréquehablesdeellaenesostérminos.—Vaya,ahoraresultaquevamosaenfadarnosporsuculpa.¿Teheparecidopoco
delicadaalhablardeella?¿Cómodebonombrarla,comouna…?—Siquieresnombrarladealgúnmodo—interrumpióélconosadía—,hazlocon
elrespetoquedeberíasamiesposa.Elasombrosuavizólacóleradelajoven,perosupalidezaumentó.—¡Oh, Dios mío!—dijo mirándole horrorizada—. ¿Te has casado con… con
esa…?—Todavíano,peroloharémuypronto.Ydéjamedecirtequeesajovenaquien,
entuignorantedesdén,insultas,estanbuenaytanpuracomotú,Aline.Sutalentolahacolocadoenel lugarqueocupay la llevarámuchomás lejos.Yesunaperfectamujerqueseguíaúnicamenteporsuinstintonaturalalahoradeelegirasucónyuge.
Temblandodeira,Alinetiródelcordón.—¡Baja ahora mismo del coche! —dijo enérgica—. ¿Cómo te atreves a
compararmeconesa…?—…conesamujerquemuyprontoserámiesposa—completóélantesdeque
ella pudiera rematar su insulto. Acto seguido abrió la portezuela, sin esperar allacayo,ysaltóalacalle,desdedondeledijo:
—Saludademipartealasesinoconelquetevasacasar.¡Hala,hala!—legritóalcocherotrascerrardegolpelaportezuela.
Y el carruaje se alejó por el Faubourg Gigan dejando atrás a André-Louistemblandoderabia.Gradualmente,amedidaqueseacercabaalaposada,sufurorfueaplacándose.Yasíhastaqueacabóperdonandoasuamiga.Ellanoteníalaculpade
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pensar como pensaba. Su educación hacía que viera a todas las actrices comomujerzuelas, del mismo modo que veía como un acto honrado el monstruosomatrimoniodeconvenienciaalquelainducían.
Cuandollegóalaposadaencontróatodalacompañíasentadaalamesa.Nomásentrarsehizounrepentinosilencio,asíquesospechóquehabíanestadohablandodeél. Arlequín y Colombina habían hecho correr de boca en boca el cuento de unpríncipedisfrazado,recogidoporelcarruajedeunaprincesa,ylafantásticahistorianohacíamásquecreceramedidaquelacontabanunayotravez.
Climéne había permanecido callada y pensativa, cavilando acerca de lo queColombina llamaba sunovela romántica.Evidentemente suScaramoucheno era loqueparecía,puesdeotromodonohubiera tratadocon tanta familiaridadaaquellagranseñora,niellaaél.Ella lohabíaamado talcomocreíaqueera,yahora ibaarecibirlarecompensaporsudesinteresadoafecto.
HastalasecretahostilidaddelviejoBinetcontraAndré-Louissehabíaextinguidoante aquella revelación y le pellizcó cariñosamente el lóbulo de la oreja a su hija,diciéndole:
—¡Aja!Asíquefuistecapazdedescubrirloapesardesudisfraz.Elcomentariolaofendió.—Deningunamanera—dijo—.Siemprecreíqueeraloqueaparentabaser.Supadreleguiñóunojoconpicardíayseechóareír.—Sí,porsupuesto.Perosiendohijade tupadre,quees tambiénuncaballeroy
conocesusmodales,descubristeunasutildiferenciaentreesejovenylosquehastaahora, por desgracia, te habían rodeado. Tú sabes tan bien como yo que ese airealtanero,esacapacidaddemandarqueélposee,noseadquierenenunmohosobufetede abogados, y que su forma de hablar y sus ideas no son las del burgués que élpretendeser.Eresmuysagaz,Climéne.Estoyorgullosodeti.
Ella le volvió la espalda dándole la callada por respuesta. Las palabras de supadre la ofendían. Obviamente Scaramouche era un gran caballero, un pocoexcéntricosisequiere,perodeilustrecuna.Ycuandoellafuerasuesposa,supadretendríaquetratarladeotromodo.
CuandoAndré-Louisentróenelcomedordelhotel,porprimeravezellalemirótímidamente.Sóloentoncesadvirtióelgarboquedesplegabaalandaryesagentilezaenlosademanesquesóloposeenlosqueensuadolescencia tuvieronprofesoresdebaileymaestrosdeesgrima.
Ycasi le irritóverle trataraArlequíncomoaun igual,ymuchomásvercómoArlequíntratabaconlamismaconfianzadesiempreaaquelcaballero,máximeahoraquesabíaquiénera.
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CAPÍTULOIX
Eldespertar
—Todavía estoy esperando la explicación que me debes —le dijo Climénecuandosequedaronsolosen lasobremesadeaquellacomidaa laqueAndré-Louishabía llegado tan tarde. Él llenaba su pipa, pues desde que era actor se habíaacostumbrado a fumar. Los demás cómicos habían salido, unos para tomar el aire,otros, como Binet y Madame, para que André-Louis pudiera explicarle a solas aCliméne algo que a él no le parecía tan importante. Con toda su santa paciencia,encendiólapipayfruncióelceño:
—¿Explicarqué?—Explicarelsecretoqueocultasatodos,incluyéndomeamí.—¿Quésecreto?—¿Acasonoesunsecretoocultaratufuturaesposatuverdaderaidentidad?¿No
loeshacertepasarporunabogaduchodeprovincia,cosaquesevealaleguaquenoeres?Meparecemuyromántico,pero…enfin,¿tequieresexplicar?
—Entiendo—dijoélsoltandolapipa—.Sihayalgúnsecretoenmividaquenote haya contado ya, es porque no lo considero importante. Pero estás equivocada,jamáshepretendidoserloquenosoy.Ynosoynimásnimenosqueloqueparezcoser.
EstapersistenciaempezóaenojaraCliméne,alterándolelavozyenrojeciéndoleelrostro.
—Yesafinadamadelanoblezaalaquetratascontantaconfianzayquetehallevado en su coche,mostrando por ciertomuy poca consideración para conmigo,¿quiénes?
—Escomounahermanaparamí—dijoél.—¡Como una hermana!—Climéne estaba indignada—. ¡Arlequín nos dijo que
diríaseso,yledivertíamucho,peroyonoleveolagracia!Supongoqueesaespeciedehermanatendráalgúnnombre…
—Claro. Es la señorita Aline de Kercadiou, sobrina de Quintín de Kercadiou,señordeGavrillac.
—¡Oh! Un nombre de mucha alcurnia y abolengo para ser una especie dehermanatuya.
Porprimeravezdesdequeseconocían,André-Louisnotóen la jovenactrizunmatizdevulgaridadquenolegustónada.
—Parasermásexactos,talvezdebídecirqueesunasupuestaprima.—¡Unasupuestaprima!¿Ymepuedesexplicarquéclasedeparentescoesése?
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—Esoexigeunaexplicación.—Esoesexactamenteloquetepido,aunqueparecesreacioadarexplicaciones.—¡Oh, no se trata de eso! Simplemente es que no veo qué importancia pueda
tener.Pero,enfin,eltíodeesadama,elseñordeKercadiou,espadrinomío,porlocualellayyocrecimosjuntos.Enelpuebloaseguranqueesecaballeroesmipadre.LociertoesqueélcuidódemieducacióndesdeniñoyaéldeboelhaberestudiadoenLouisLeGrand.Ledebotodocuantotengo,mejordicho,cuantotenía,puespormipropiavoluntadme separédeél trasunadiscrepancia,yhoy sóloposeo loquepuedoganarmeenelteatro,oencualquierotraparte.
Frustradaensuorgullo,Climénesequedóaturdidaypalideció.Siaquelloélselohubieracontadoundíaantes,nolehabríaimpresionado,nolehabríadadolamenorimportancia.Peroahora,despuésdehaberlo imaginadocomounnoble,despuésdelasfantasiosassuposicionesdeArlequínyColombina,quelahabíanconvertidoenlaenvidiadetodalacompañía;despuésdequetodoslacreyerandestinadaaconvertirseenunagranseñora,aquelloeracomoecharleunjarrodeaguafría.¡Supríncipedeincógnitonoeramásqueeldesheredadobastardodeuncaballeroprovinciano!Esarevelaciónlaconvertiríaenelhazmerreírdetodalacompañía,detodosaquellosquehastahacíaunosminutoshabíanenvidiadosusuertedeheroínadenovelaromántica.
—Deberíashabérmelodichoantes—lereprochóconvozahogadaenunesfuerzoporaparentarserenidad.
—Talveztengasrazón.Pero¿quéimportatodoeso?—¿Quequé importa?—dijoCliméne reprimiendo su furia—.¿Nodicesque la
gente asegura que ese señor de Kercadiou es tu padre? ¿Y eso qué significaexactamente?
—Exactamenteloquetehedicho.Porqueesunrumoralquenodoycrédito.Unacorazonada me dice que no debo creer en esa hablilla. Además, una vez se lopreguntéal señordeKercadiou,ymedijoquenoeraél.El señordeKercadioueshombredehonoryyocreoensupalabra.Sobretodocuandocoincide,comoenestecaso,conmisintuiciones.Measeguróquenosabíaquiéneramipadre.
—Ytumadre,¿tampocosabíaquiénera?—preguntóCliméneconundesdénqueélnoadvirtió,puesenesemomentoellaestabadeespaldasalaluz.
—Noquisodecirmesunombre.Perosímeconfesóqueeramuyamigasuya.Lamuchacha contestó a estas palabras con una risita desagradable que hirió a
André-Louis.—Unaamigamuyíntima,puedesestarseguro,bobalicón.Y¿cuálesentoncestu
apellido?André-Louis reprimió la indignación que empezaba a arderle en las venas para
contestartranquilamente:—Moreau.Eselnombredelpueblodondenací.Enverdadnomelomerezco.De
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hecho,miúniconombre esScaramouche, puesme loheganado.Demodoqueyaves,querida—concluyó—,nuncateoculténingúnsecreto.
—Ya lo veo —replicó la joven riéndose mientras se disponía a levantarse—.Estoymuycansada…
Alinstanteélsepusoenpieparaayudarla,peroellalerechazóconungesto.—Voyadescansarhastaqueempiecelafunción—dijo.Yavanzóhacia la puerta, que él corrió a abrirle.Climénepasópor su lado sin
dignarseamirarlosiquiera.El romántico sueño de Climéne había terminado. El gloriosomundo que poco
antes había imaginado estaba hecho añicos, a sus pies, y lo peor de todo era queaquellosescombrossealzabancomoobstáculosque le impedíanvolveraaceptaraScaramouchetalcomoenrealidadera.
André-Louis sequedó fumando juntoa laventana, con lamiradaperdidaenelrío.Estaba intrigado.EraevidentequeCliméneestabadisgustadaconél,pero¿porqué?Haberconfesadoquenoteníapadre,niapellido,nopodíaperjudicarlealosojosdeunamuchachacriadaenaquelambientedeartistasambulantes.Ysinembargo,eraobvioqueaquellaconfesiónlehabíamolestado.
MediahoradespuéslaalegreColombinaloencontróenelmismositio,juntoalaventana.
—¿Aquísolo,mipríncipe?—lepreguntó,yaquelsaludotaningenuoiluminódepronto las tinieblas que André-Louis trataba de desentrañar en vano. SúbitamentecomprendióqueCliméneestabadecepcionadaaldesaparecerlaesperanzaquelalocaimaginación de los cómicos había engendrado a raíz de su encuentro con Aline.¡Pobreniña!,pensósonriendotristementeaColombina.
—Noseréyapríncipepormuchotiempo,puesprontotodossabránquenolosoy.—¿Noeresunpríncipe?¡Oh,entoncesseguramenteserásduqueo,comomínimo,
marqués!—Ni marqués ni duque, tan sólo soy un caballero andante. No soy más que
Scaramouche,ytodosmiscastillosestánconstruidosenelaire.La decepción invadió el candoroso rostro de la comedianta. —Yo había
imaginadoqueeras…—Yalosé—interrumpióél—.Yesoeslomalo.André-Louispudomedireldaño
que aquella fantasía había causado en Climéne por su conducta de aquella noche,puesdurantelosentreactosloscaballeretesentrabanmásquenuncaensucamerinoparamanifestarlesuadmiración.Hastaentoncesellasiempreloshabíarecibidocongrave circunspección y sin dejarles pasar de la puerta. Sin embargo, ahora semostrabacascabeleraycasiprovocativa.
Mientrasregresabanjuntosalaposada,André-Louis,conmuchotacto,reprendióaCliméneaconsejándolemayorprudenciaenlosucesivo.
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—Todavíanonoshemoscasado—replicóellaconaspereza—.Esperaaentoncespara criticarmi conducta.—Esperoque entonces nomedesmotivos—dijo él.—¿Esperas?¡Puessíqueesperastúcosas!
—Climéne,sinquererteheofendido.Losientomucho.—Noimporta—dijoella—.Túeresasí.Sin embargo, André-Louis no estaba preocupado. Comprendía la causa de su
enfado, por bien que la deploraba, y por eso mismo la perdonaba. Muy prontoadvirtióquetambiénsupadresehabíacontagiadoconelmalhumordelaactriz,cosaqueenelfondoledivertía.AnteelenojodePantalonedemostróuntolerantedesdén.En cuanto al resto de los cómicos, eranmuy cariñosos con Scaramouche. Tal vezporquelehabíanvistocaerdelaltopedestaldondesuimaginaciónlohabíacolocado,o porque se daban cuenta del desencanto que aquella ficción pasajera habíaprovocadoenCliméne.
La excepción era Léandre. Su habitual melancolía parecía por fin haberdesaparecido, y ahora sus ojos relucían con maliciosa satisfacción cuando veía aScaramouche,aquiensolíallamarconsorna:«mipríncipe».
Durantelamañanadeldíasiguiente,André-LouiscasinovioaCliméne.Locualnoeraextraño,puesestabamuyocupadopreparandolapuestaenescenadelFígaroScaramouche, que tendría lugar al siguiente sábado. Por otra parte, además de susocupaciones teatrales, ahora dedicaba todas las mañanas una hora a asistir a unaacademia de esgrima. De estemodo, no sólo procuraba rellenar una laguna en suformación, sino también ganar en gracia y desenvoltura para moverse por elescenario.AquellamañanasupensamientonoseapartabadeCliméneyAline.Ylomás curioso es que era Aline quienmás le preocupaba. La actitud de Climéne leparecía algo pasajero, nada serio. Pero pensar en la conducta de Aline ledesconcertaba,yloquemásleensombrecíaeraimaginarsubodaconelmarquésdeLaTourd'Azyr.
Estasmeditacioneslerecordaronlamisiónquesehabíaimpuestoyquecasihabíaolvidado.Habíajuradoqueharíaescucharentodoelpaíslavozqueelmarquéshabíasilenciadoconlamuerte.¿Yquéeraloquehabíacumplidodesujuramento?Habíaincitado al pueblo de Rennes y de Nantes con las mismas palabras que hubieraempleadoelpobrePhilippe, sí,pero luegohabíapuestopiesenpolvorosapara irarefugiarseenelprimercubilqueencontró,dedicándoseacosasquenadateníanquever con aquel juramento tan generoso. ¡Qué contraste entre lo prometido y surealización!
AsíhablabaAndré-Louisconsigomismo,reprochándosequemientraspasabasutiempohaciendodeScaramoucheyaspirandoarivalizarconautorescomoChénieryMercier, el señor de La Tour d'Azyr seguía vivo, haciendo su voluntadorgullosamente.Sabíaquelasemillasembradaporélhabíadadosusfrutos,puessus
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peticiones de Nantes para el Tercer Estado habían sido concedidas por Necker,gracias a su anónima arenga. Pero esto no tenía nada que ver con su misión, supropósitonoeraregeneraralgénerohumano,nisiquieracambiarlaestructurasocialdeFrancia.LoúnicoqueleimportabaeraqueelmarquéspagarabiencaralamuertedesuamigoPhilippedeVilmorin.YnolehizosentirsemuchomejordescubrirqueeralaposibilidaddequeAlinesecasaraconelmarquésloquehabíaestimuladosurencor recordándole su juramento.Tal vez fueraunpoco injusto consigomismo,ydescartabacomounmerosofismaelargumentoquehastaentonceslehabíaretenido:lacertezadequesisalíadesuesconditeloarrestaríanyloenviaríanaRennes,dondeleesperabalahorca.
EsimposibleleerestapartedesusConfesionessinsentirciertalástimaporél.Eraevidente el estado de confusión de su mente, atormentado por sentimientosencontrados,incapazdetomarunadecisiónacercadelprimerpasoadarparallegarasuverdaderameta.
Asílascosas,alsaliraescenaeljuevesporlanoche,laprimerapersonaaquienviofueaAline,ylasegunda,almarquésdeLaTourd'Azyr.Ocupabanunpalcoaladerecha del proscenio, casi encima del escenario. Con ellos había otras personas,entre otras una venerable anciana que André-Louis supuso sería la condesa deSautron. Pero él sólo tenía ojos para aquellas dos personas que tanto turbaban suespírituúltimamente.Veracualquieradelosdoshubierabastadoparadesconcertarle,peroverlosjuntosestuvoapuntodehacerleolvidarloqueteníaquehacerenescena.Porfinlogróreunirfuerzasyactuar.Ylohizoconinusualmaestría,porlocualfuemásaplaudidoquenuncaantesensubreveperosensacionalcarrerateatral.
Ésafuesuprimeraemocióndelanoche.Laotravinodespuésdelsegundoacto.Al entrar en el camerinodeCliméne se lo encontrómás llenode admiradores quenunca,yentreellosestabaelmarquésdeLaTourd'Azyr.Sentadoalfondo,juntoalaactriz, intercambiaba sonrisas con ella hablándole en voz baja. Estaban a solas,privilegioqueCliménenoconcedíaaningunodelosqueibanafelicitarla.Todoslosotros caballeretes de menor jerarquía se habían retirado al ver al marqués, comohacenloschacalesenpresenciadelleón.
André-Louissequedóunratomuyconfuso.Luego,recobrándosedesusorpresa,escudriñóalmarquésconojosinquisitivos.Teníaquereconocerlabelleza,lagraciayel esplendor de aquel noble, su aire cortesanoy su absoluto dominio de símismo.MásquenuncasefijóenaquellosojosobscurosquedevorabanelencantadorrostrodeCliméne,ytuvoquemorderseloslabiosderabia.
ElseñordeLaTourd'Azyrnoreparóenél.Perodehaberlohecho, tampoco lehubierareconocidodetrásdesumáscaradeScaramouche.Ydehaberloreconocido,esonolehubieraperturbadoenlomásmínimo.
André-Louissesentóaparteconlacabezadándolevueltas.Eneso,uncaballero
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ledirigiólapalabra,yélsevolvióparacontestarle.CliméneestabapocomenosquesecuestradayaColombina laasediabaunenjambredegalanteadores.Asípues, losvisitantesmenos importantesdebíanconformarseconMadameocon losmiembrosmasculinosdelacompañía.ElseñorBineteraelcentrodeunalegrecorroquelereíatodos sus chistes. Parecía haber emergido súbitamente de la tristeza de los últimosdías,recobrandosubuenhumor.Scaramoucheadvirtióqueconstantementelosojosde Pantalone, chispeantes de felicidad, contemplaban a su hija y a su espléndidoadmirador.
Aquella noche Climéne y André-Louis discutieron. Cuando de nuevo él leaconsejóquenoledieramotivosalmarquésparaquenosepropasara,ellalecontestóconinjurias.André-Louisquedóturbadoporeltonoviolentoqueporprimeravezellaempleabaconél.Tratódemostrarserazonable,yentoncesellalecontestó:
—Sitevasaconvertirenunobstáculoparamicarrera,cuantoantesterminemos,mejor.
—Entonces¿nomeamas?—Elamornotienenadaqueverconesto.Notolerarétusincesantescelos.Una
actrizparatriunfartienequeaceptartodosloshomenajes.—Estoydeacuerdo,siempreycuandolaactriznodénadaacambio.Pálidayconlosojosllameantes,sevolvióaél:—¿Quéestásdandoaentender?—Másclaroni el agua.Unamuchacha en tu situaciónpuede aceptar todos los
homenajesqueleofrezcancontalquelosrecibaconunadignareservaqueimpliquequenodaráencambiootrofavorquenoseaeldesussonrisas.Siesprudente,selasarreglaráparaqueesoshomenajesseancolectivosyqueningunodesusadmiradorestengajamáselprivilegiodeestarasolasconella.Siesjuiciosa,noalentaráningunaesperanzaquemástardenopuedadejardecumplir.
—¡Cómo!¿Quéinsinúas…?—Conozco estemundo.Y también al señor de La Tour d'Azyr. Es un hombre
despiadado,inhumano;quetomacuantoseleantoja,porlasbuenasoporlasmalas;sinimportarleladesgraciaquevasembrandoasupaso;unhombrecuyaúnicaleyeslafuerza.Piénsalobien,Climéne,ydimesinoesmideberadvertirte.
Entonces André-Louis salió de la posada, pues consideró denigrante seguirhablandodeltema.
Los días que siguieron no sólo fueron tristes para él, sino también para otromiembrodelacompañía,Léandre,queestabaprofundamentedeprimidoalverqueelmarquésnocesabadehacerlelacorteaCliméne.ElseñordeLaTourd'Azyrnoseperdía una función, reservaba siempre el mismo palco, y casi siempre iba solo oacompañadoporsuprimo,elcaballerodeChabrillanne.
Eljuevesdelasemanasiguiente,André-Louissalióapasearsoloporlamañana.
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Estaba disgustado, abrumado y humillado, y pensó que un paseo le aliviaría. AldoblarenlaesquinadelaplazadeBouffay,tropezóconunhombredelgado,vestidodenegroyconunapelucabajounsombreroredondo.Elhombrediounpasoatrásalverle, levantó sus lentes y le saludó asombrado:—¡Moreau! ¿Dónde demonios tehabíasmetido todos estosmeses?EraLeChapelier, el abogado y líder delCasinoLiterariodeRennes.—DetrásdeltelóndeTespis—dijoScaramouche.
—Noteentiendo.—Nohacefalta.Ytú,Isaac,¿cómoestás?¿Quétalandanlascosasdeesemundo
queparecehaberseparado?—¿Parado?—se echó a reír Le Chapelier—. ¿Pero de dónde has salido? ¡El
mundonoestáparado!—yseñalandouncaféquehabíaalasombradeunasiniestracárcel, agregó—: Vamos allí a beber algo mientras charlamos un poco. Eres elhombrequetodosbuscamos,tehemosbuscadoportodaspartes.¡Quécasualidadquenoshayamosencontrado!Cruzaronlaplazayentraronenelcafé.—¿Deverdadcreesque elmundo se ha parado? ¡PorDios! Supongo que no estás al tanto de la RealOrdenconvocandolaAsambleaGeneral,nidelostérminosenqueseexpresa,segúnloscualesvamosa tener loquepedimos, loque túpedistepornosotrosenNantes.¿No has sabido nada de las elecciones primarias? ¿Ni del tumulto que hubo enRenneshaceunmes?LaRealOrdendisponíaquelostresEstadoscelebrasensesiónconjuntamente en laAsambleaGeneral, pero en la bailía de Rennes los nobles semostraron recalcitrantes. Acudieron a las armas, y con seiscientos de sus vasallosbajo el mando de tu viejo amigo, el marqués de La Tour d'Azyr, quisieronamedrentarnosalosmiembrosdelTercerEstado,quisieronpulverizarnosparaponerfinanuestrainsolencia—seechóareírburlonamente,yprosiguió—:PerotejuroporDios que nosotros también nos enfrentamos a ellos con las armas. Seguimos elconsejo que nos diste en Nantes en noviembre. Dimos una batalla campal en lascalles,guiadosportutocayoMoreau,elpreboste,ylesperseguimosobligándolosarefugiarse en un convento franciscano. Aquél fue el final de su resistencia a laautoridaddelreyyaladelpueblo.
LeChapelierlecontóendetalletodoloacontecidoy,finalmente,llegóalasuntoque, como le había dicho, le habíamovido a buscarlo desesperadamente por todaspartes.
NantesibaaenviarcincuentadelegadosalaAsambleadeRennes,dondedebíanelegiralosdiputadosdelTercerEstado,quienespresentaríansupliegodedemandas.Rennes estaba bien representada, pero pueblos como Gavrillac sólo enviaban dosdelegados por cada doscientos habitantes, o incluso menos. Tres regiones habíanpedidoqueAndré-Louisfueraunodesusdelegados.Gavrillac loqueríaporqueeradeallíysesabíacuántossacrificioshabíahechoporlacausadelpueblo.Rennesloqueríaporquehabíaescuchadosudiscursoeldíaquemataronalosdosestudiantes,y
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Nantes,queignorabasuverdaderaidentidad,lereclamabaporqueeraelhombrequesehabíadirigidoalpueblobajoelseudónimodeOmnesOmnibus,exhortándolosconla demanda que luego evidentemente influyó en Necker a la hora de redactar laconvocatoria. Como no lo encontraban, las delegaciones se formaron sin él. Peroahora había una o dos vacantes en la representación de Nantes, y por eso LeChapelier había acudido a esta ciudad. André-Louis rechazó la propuesta de LeChapeliermoviendolacabeza.
—¿Teniegas?—exclamósuamigo—.¿Estásloco?¿Rechazaseldeseodevariasregiones? ¿Te das cuenta de que probablemente te elegirán como uno de losdiputados, que te enviarán como tal a la Asamblea General de Versalles pararepresentarnosenlahazañadesalvaraFrancia?
Pero aAndré-Louis no le importaba salvar a Francia. Lo que le importaba erasalvaralasdosmujeresqueamaba—aunquedemanerasdistintas—deunhombrealquehabíajuradoeliminar.Poresosemantuvofirmeensunegativa.
—Esextraño—dijoAndré-Louis—quehayaestadotaninmersoenfrivolidadesquenomedieracuentadequeNantesestápolíticamenteactiva.
—¡Activa!Másqueeso,estoesunacalderaalrojovivo.Lagenteestáapuntodeestallar.Sólolacreenciadequetodomarchabienmantienealpuebloacallado.Perobastaríaunainsinuaciónensentidocontrarioparaquetodosalteporlosaires.
—¿Deveras?—preguntóScaramouchepensativo—.Esedatopudieraresultarmeútil—yentonces,cambiandodetema—:¿SabíasqueelmarquésdeLaTourd'Azyrestáaquí?
—¿EnNantes?¡Yaúntieneeldescarodeestaraquí!LagenteaquínoesdócilyconocensuparticipaciónenlodeRennes.Parecementiraquenolehayanapedreadotodavía.Peroyaloharán,mástardeomástemprano.Sólohacefaltaquealguienlosugiera.
—Es muy posible que alguien lo haga —dijo André-Louis sonriendo—. Noaparecemuchoenpúblico,menosaúnenlascalles.Noestanvalientecomodicen.Enciertaocasiónledijequeenvezdecorajeloqueteníaeramuchainsolencia.
Al separarse, Le Chapelier exhortó de nuevo a su amigo para que aceptara suproposición.
—Si cambias de idea, estaré en la Posada delCiervo hasta pasadomañana. Sitienesalgunaambición,nodejespasarestaoportunidad.
—Creoquenotengoningunaambición—dijoAndré-Louisysealejó.Aquella noche, en el teatro, sintió elmaligno impulso de comprobar lo queLe
Chapelier había dicho acerca del estado de ánimo popular latente en Nantes. Serepresentaba El terrible capitán, en cuyo último acto Scaramouche ponía aldescubiertolacobardíadelfanfarrónRhodomont.
Después de las risotadas que la derrota del feroz capitán provocaba
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invariablemente, le tocaba a Scaramouche despedirle con una frase hiriente quevariabacadanochesegún la inspiracióndelmomento.AquellanocheScaramoucheconvirtióesafraseenunmensajepolítico.
—Asípues,¡oh,cobarde!,quedademostradatufanfarronería.Acausadetugranestatura,de tuenormeespadayde tugran sombrero, elpueblo teha tenidomiedocreyendo que eras tan terrible e inexpugnable como insolente. Pero al primerencuentroconunvaliente,tiemblasylloraslastimosamenteytugranespadasequedasindesenvainar.MerecuerdasalasclasesprivilegiadascuandohuyeronenlascallesdeRennes al verse enfrentadas a los hombres del Tercer Estado. Era unamorcillaaudaz, y André-Louis estaba preparado para todo: para la risa, el aplauso, laindignación,oloquefuera.Peronoparaloqueocurrió,puesunhuracándeaplausosfuriosossurgióinmediatamentedelanfiteatro,yfuetanrepentino,tanespontáneoquecasiseasustó,comounniñoquedeprontoseasustaalencenderconunacerillaunmontón de paja seca. Los hombres se subieron a los asientos, enarbolando sussombreros al aire, ensordeciendo a todos con sus atronadoras ovaciones. Y lasaclamacionessólocesaroncuandocayóeltelón.
Scaramouche quedó meditabundo, sonriendo para sus adentros. En el últimomomento había visto almarqués de La Tour d'Azyr asomando la cabeza entre lassombrasdesupalco:ensurostrohabíacóleraydespedíafuegoporlosojos.
—¡Dios mío! —exclamó Rhodomont recobrando el aplomo después de suhistriónicoterror—.Hastenidounamañaincreíblementefabulosaparasacarareluciruntematandelicado.André-Louislemirósonriendo.
—Esamañasuelesermemuyútilalgunasveces—dijoysefuealcamerinoparacambiarsederopa.
Asuntosrelacionadosconelargumentodeunanuevaobraquedebíaestrenarselanochesiguienteleretuvieronenelteatro,cuandoelrestodelacompañíayasehabíaido.Más tarde, llamó a unos hombres que llevabanuna silla demanoy en ella locondujeronalaposada.Eraunodelospequeñoslujosqueahorapodíapermitirse.
Pero en la posada le esperaba una reprimenda. Al entrar en la habitación delprimerpisoquehacíalasvecesdesalóndereunionesparalosartistas,seencontróaBinetdiscutiendovehementementeconalgunosactores.Nadamásverloentrar,BinetseencaróconScaramouche.
—¡Al fin has venido!—saludo al que Scaramouche sólo correspondió con unleve gesto de sorpresa—.Espero tus explicaciones acerca de la infortunada escenaquehasprovocadoestanoche.
—¿Infortunada?¿Tepareceuninfortunioqueelpúblicomeaplauda?—¿Elpúblico?Lachusma,querrásdecir. ¿Quieresprivarnosdelmecenazgode
las personas de buena familia por culpa de tu apoyo a lasmás bajas pasiones delpopulacho?
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Encogiéndosedehombros,André-Louissedirigióalamesa.Pantaloneestabaapuntodesacarlodesuscasillas.
—Estásexagerando.—Noexagero.Soyeldueñodeestacompañía.ÉstaeslaCompañíaBinet,yaquí
tododebehacersesegúnmicriterio.—¿Yquiénessonesaspersonasdebuenafamilia,cuyomecenazgomencionaste?—¿Creesquenohaygenteasíentrenuestropúblico?Puesteequivocas.Después
delafuncióndeestanoche,vinoavermeelmarquésdeLaTourd'Azyrymehablóen los términosmásseverosapropósitode tuescandalosoarranquepolítico.Meviobligadoadisculparme,y…
—Porqueeresunnecio—dijoAndré-Louis—.Unhombrequeserespetaseasímismohubierapuestoaesecaballerodepatitasen lacalle.El señorBinet sepusorojo.PeroAndré-Louissiguió:
—Dices que eres el dueño de la compañía, pero te portas como un lacayo alrecibirórdenesdelprimerinsolentequevieneadecirtequenolegustóunparlamentodeunodetusactores.Terepitoquesirealmentetuvierasunagotaderespetoportimismo,lehubierasechadoconcajasdestempladas.
Unmurmullodeaprobaciónsedejóoírentrevariosmiembrosdelacompañíaquehabíansidotestigosdeltonoarrogantequeantesemplearaelmarqués,porlocualsesentíanofendidosensucondicióndeartistas.
—Es más —continuó André-Louis—, un hombre digno, en otro terreno, sehubieraalegradodepoderdarleunapatadaenloscuartostraserosaesemarqués.
—¿Qué quieres decir? —vociferó Binet y André-Louis miró a todos loscomediantessentadosentornoalamesa.
—¿Dónde está Climéne?—preguntó alarmado. Léandre se puso en pie de unsaltoy,casitemblando,dijo:
—Poco después de acabada la función, salió del teatro con el marqués, y sefueronensucarruaje.YooícómoelseñordeLaTourd'Azyrlainvitabaatraerlaencochehastaaquí.
André-Louismiróel relojqueestabaen la repisade lachimeneayqueparecíatardarunaeternidadparaavanzarunsegundo.
—Esofuehaceunahora.Talvezmás.¿Yaúnnohallegado?BuscólamiradadeBinet.LosojosdePantaloneeludíanlossuyos.Denuevofue
Léandrequienlecontestó:—Todavíano.—¡Ah!André-Louissesentóalamesaysesirvióunacopadevino.Se hizo un silencio embarazoso. Léandre miraba a Scaramouche esperando su
reacción; Colombina le compadecía en silencio. Hasta el señor Pantalone parecía
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esperar que dijera algo. Pero sus primeras palabras decepcionaron a todos:—¿Mehandejadoalgodecomer?
Le acercaron los platos, yAndré-Louis comió tranquilamente, en silencio, y alparecer,conapetito.Binetsesentótambién,frenteaél,yempezóabeberunacopadevino.Alpocorato,tratódeiniciaralgunaconversacióninsustancial.Peroaquellosaquienes sedirigía lecontestaban lacónicamente,oconmonosílabos.Por lovisto,aquellanocheelseñorBinethabíacaídoendesgraciaconlosdesucompañía.
Al fin seoyóen lacalleel ruidodeuncarruajeyelpiafardeunoscaballos,yluegounasvoces,ylasonorarisadeCliméne.André-Louissiguiócomiendo,comosiaquellonotuvieranadaqueverconél.
—¡Qué magnífico actor! —le susurró Arlequín a Polichinela, quien asintiótristemente.
La damisela entró dándose aires de gran actriz, alzando la barbilla, los ojosrisueños, el gesto triunfal. Susmejillas ardían y su negra cabellera estaba un pocodesordenada.Llevaba en lamano izquierdaun ramode flores y en sudedo anularlucíaundiamante cuyobrillo cautivó inmediatamente a todos.Supadre se levantóapresuradamente para recibirla con inusitadasmuestras de afecto:—¡Al fin llegas,hijamía!
La llevó hasta la mesa. Ella se dejó caer en una silla, demostrando estar algocansada, un poco nerviosa, pero sin que la sonrisa desapareciera de sus labios nisiquieraalveraScaramouchealotroladodelamesa.SóloLéandre,quelaobservabaanhelante, descubrió algo parecido al miedo en sus pupilas, algo que el rápidomovimientodesusazuladospárpadosocultóenseguida.
André-Louis siguió comiendo tranquilamente sin mirar siquiera a Climéne.Pronto losmiembrosde lacompañíacomprendieronqueamenazaba tormenta,peroque no estallaría hasta que todos se hubieran retirado. Polichinela dio la señallevantándose,ytodossalierondelahabitación.Enmenosdedosminutosnoquedabaallí nadie salvo el señorBinet, su hija yAndré-Louis.EntoncesScaramouchedejócuchilloytenedor,bebióunacopadevinodeBorgoñaysearrellanóenlasillaparacontemplaraCliméne.
—Creo—dijo—quevuestropaseoencochehasidoagradable.—Muyagradable,señor.Imprudentemente,ellatratabaderemedarlafrialdaddeScaramouche,aunquesin
conseguirlo.—Yhasidounpaseoprovechoso,ajuzgarporlapiedrapreciosaquedesdeaquí
puedo ver.Debe de valer por lomenos doscientos luises, lo que esmucho dineroinclusoparaalguientanricocomoelmarquésdeLaTourd'Azyr.¿Seríaimpertinentequevuestrofuturoesposoospreguntara,señorita,quéesloquehabéisdadoacambiodeesasortija?
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Pantaloneseechóareírconunamezcladecinismoyenfado.—Nada—dijoCliméneairada.—Todoelmundosabequeunajoyaesunaespeciedeanticipo.—¡EnnombredeDios!Loquedicesesindecente—protestóBinet.—¿Indecente?—André-LouismiróaBinetconundespreciotanfulminanteque
el muy sinvergüenza se removió intranquilo en su asiento—. ¿Hasmencionado lapalabradecencia,Binet?Nomehagasperderlapaciencia,queesloquemásdetestoen lavida—yvolvió amirar aCliméne,queestaba con los codos apoyados en lamesaylabarbillaenlapalmadelasmanos,mirándoleentreindiferenteydesafiante.Entoncesdijo—:Señorita,porvuestrobienosaconsejoquepenséisunpocoadondeconducenvuestrospasos.
—Nonecesitovuestrosconsejosparasaberlo.—Yatieneslarespuestaquetemereces—dijoBinetriendo—.Esperoquehaya
sidodetuagrado.El rostro de André-Louis había palidecido ligeramente y sus ojos, que no se
apartaronunmomentodesuprometida,reflejabanunagranincredulidad.NisiquieraoyóelcomentariodeBinet.
—Noquisiera equivocarme¿peroestáisdiciendoque, conscientemente,queréiscambiarelhonradoestadodeesposaqueosheofrecidopor…porloqueunhombrecomoelmarquésdeLaTourd'Azyrpuedeofreceros?
ElseñorBinethizoungestodefastidiovolviéndoseasuhija.—Yaoyesloquediceestegazmoño.Ahoraverásconclaridadquecasarteconél
seríaturuina.Siempreestaríaatravesadoentucamino.Seríaelpeordelosmaridos,tequitaríatodaslasoportunidadesquesetepresenten,hijamía.
Ellaasintiósacudiendosulindacabeza.—Empiezoaaburrirmedesusestúpidoscelos—confesómirandoasupadre—.A
decirverdad,metemoquecomomaridoScaramoucheesimposible.AAndré-Louis se le encogió el corazón. Pero, siempre actor, no dejó traslucir
nada.Serióunpocoforzadamenteyselevantó.—Esvuestradecisión,señorita.Esperoquenotengáisquearrepentiros.—¿Arrepentirse?—exclamóBinetsindejardereír,aliviadoalverquesuhijaal
finrompíaconunnovioqueélnuncahabíaaprobado,exceptuandolaspocashorasenque creyó de verdad que era un excéntrico aristócrata de incógnito—. ¿Y por quéhabría de arrepentirse? ¿Porque acepta la proteccióndeunnoble tanpoderosoquepuede regalarle una joya tan valiosa que una actriz consagrada en la ComediaFrancesa no podría comprarse con el trabajo de todo un año? —Binet se habíalevantado y avanzó hacia André-Louis de forma conciliadora—. Vamos, vamos,amigomío,noseasrencoroso.¡Quédiablos!Noteinterpondrásenelcaminodemihija,¿verdad?Realmentenopuedesreprocharlesuelección.¿Sabesloquesignifica
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paraella?¿Notehasparadoapensarqueconelmecenazgodeuncaballeroasípuedellegar muy alto y muy lejos? ¿No ves la suerte maravillosa que ha tenido? Si laquisieras tanto como demuestra tu temperamento celoso, no podrías desearle nadamejor.
André-Louislemiróensilenciolargoratoyluegosetuvoquereír.—¡Eresabsurdo!—dijocondesprecio—.Eresun ser absolutamente irreal—le
diolaespaldaysedirigióalapuerta.La actitud deAndré-Louis, sumirada de asco, su risa y sus palabras, hicieron
estallarlairadelseñorBinetporencimadesuánimoconciliador.—¿Absurdoyo? Irreal, ¿eh?—gritó siguiendoaScaramoucheymirándolocon
suspequeñosojosdondeahorabrillaba lamaldad—.¿Soyabsurdoporqueprefieroparamihija lapoderosaproteccióndeesenoblecaballeroantesquecasarlaconunbastardodonnadiecomotú?
André-Louissevolvió,yaconlamanoenelpicaporte.—No—dijo—,meequivoqué.Noeresabsurdo,simplementeeresuncanalla,al
igualquetuhija,puesambosestáisenvilecidos.Ysalió.
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CAPÍTULOX
Contrición
LaseñoritadeKercadioupaseabaalsoldeundomingodemarzo,encompañíadesutía,porlaterrazadelcastillodeSautron.
Apesardesudulzura,deun tiempoaestaparteAlineestababastante irritable,rezumando cinismo. Lo cual hizo pensar a la señora de Sautron que su hermanoQuintín había descuidado un poco su educación. Parecía que estabamuy instruidaacercadetodoloqueunamuchachadebíaignorareignorabatodoloqueunaseñoritadebíaconocer.AlmenosesopensabalaseñoraSautron.
—Dígame, señora —le preguntó Aline—, ¿por qué los hombres son tanmujeriegos?
A diferencia de su hermano, la condesa era alta y sus modales, majestuosos.AntesdecasarseconelcaballerodeSautron,lasmalaslenguasdelpuebloladefiníancomoelúnicohombreen su familia.Desde suelevadaestatura,miróazoradaa supequeñasobrina.
—Francamente, Aline, haces preguntas que no sólo son desconcertantes sinotambiénindecentes.
—Quizásedebaaquelavidaesdesconcertanteeindecente.—¿Lavida?Unaseñoritanuncadebeopinarsobrelavida.—¿Por qué no, si una tiene que vivir? A menos que vivir también sea una
indecencia.—Loqueesindecenteesqueunajovencitasolteraquierasaberdemasiadoacerca
delavida.Encuantoatuabsurdapreguntasobreloshombres,deborecordartequeelhombreeslamásnoblecreacióndeDios,ysupongoqueasíquedasuficientementecontestada.
La señora de Sautron no estaba dispuesta a extenderse sobre el tema. Pero laseñoritadeKercadioueramuytestaruda.
—Entonces —dijo Aline—, ¿quiere decirme por qué los hombres buscanirresistiblementeloimpúdicodenuestrosexo?
La condesa se detuvo alzando las manos al cielo y miró a su sobrina muyenfadada.
—Aveces, ymás de la cuenta,mi queridaAline, quieres saber demasiado.LeescribiréaQuintínparaquetecaseenseguida,yesoserálomejorparatodos.
—EltíoQuintínmehadadopermisoparaqueyodecidasobreeso—lerecordóAline.
—Éseeselúltimoymástorpedesuserrores—afirmólaseñoraconvencida—.
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¿Dóndesehavistoqueunajovencitadecidacuándoserásumatrimonio?Eshasta…indelicado exponerla a pensar en semejantes cosas. Pero Quintin es un patán. Suconductaesinadmisible.¡QueelseñordeLaTourd'Azyrtengaqueesperaraquetúdecidas!—ydenuevoseenojó—.¡Esoesunaordinariez…escasiunaobscenidad!¡Diosmío!Cuandoyomecasécontutío,nuestrospadresloarreglarontodo.Leviporprimeravezcuandovinoafirmarelcontrato.Ydehabersidodeotromodo,mehubieramuertodevergüenza.Ésaeslaúnicamaneraderesolverestosasuntos.
—Nodudoquetengarazón,señora.Peroyaqueenmicasonoesasí,trataréelasunto de otra forma. El señor de La Tour d'Azyr quiere casarse conmigo. Le hepermitidoquemecorteje,ymegustaríaquealguienleinformaraquenoquieroquelosigahaciendo.
Lacondesasequedópetrificada.Sulargorostrosepusoblancocomoelpapelyrespirabacondificultad.
—Pero…pero¿quédices,Aline?—tartamudeó.Serenamente,Alinereiterósufirmedeseo.—¡Peroesoeshorrible!Nopuedesjugarasíconlossentimientosdeuncaballero
delacalidaddelmarqués.¿Porquéhacemenosdeunasemanamepermitistequeledijeraqueaccederíasasersuesposa?
—Lo hice en un momento de… precipitación. Pero después la conducta delmarquésmehaconvencidodemierror.
—¡Pero, Diosmío!—exclamó la condesa—. ¿Estás ciega para no ver el granhonor que te hace?Elmarqués hará de ti la primera damadeBretaña, ¿y eres tantonta,muchomás incluso queQuintin, que desprecias esa enorme suerte?Déjameadvertirte —dijo alzando un dedo admonitorio— que si continúas portándote tanestúpidamente, el señor de La Tour d'Azyr romperá definitivamente contigo y sealejaráindignado,yconrazón.
—Es justamente lo que más deseo, querida tía, y espero que me ayudéis aconseguirlo.
—¡Oh,estásloca,sobrina!—Es posible que en este momento lo único sensato sea dejarme guiar pormi
instinto. Mi resentimiento está justificado porque el hombre que aspira a ser miesposocortejaalmismotiempoaunavulgaractrizdelTeatroFeydau.—¡Aline!
—¿Acaso no es verdad? ¿O es que encontráis justificable la conducta delmarqués?
—Aline,eresmuyambigua.Avecesmeasombraelatrevimientodetuspalabras,yotras,loquemedejapasmadaestuexcesivagazmoñería.Tehaneducadocomoaunapequeñaburguesa.LaculpalatieneQuintin,queenelfondosiemprehatenidoalmadetendero.
—Nolepreguntabasuopiniónsobremiconducta,sinosobreladelseñordeLa
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Tourd'Azyr.—Pero es una indelicadeza fijarse en esas cosas. Deberías ignorarlas por
completo, y no concibo quién tiene la crueldad de enseñártelas. Pero ya que estásinformada,almenosdeberíastenerladiscrecióndecerrarlosojosanteasuntosqueestán fuera del… del ambiente apropiado para una señorita educada como Diosmanda.
—¿Estarántambiénfuerademiámbitocuandoestécasada?—Sieresjuiciosa,sí.Notendríasporquéenterarte.Soncosasque…quemarchitantuinocencia.Diosnoquiera que el señor de La Tour d'Azyr sepa que lo sabes. Si te hubieran educadocorrectamenteenunconvento,nadadeestosucedería.—Perosiguesincontestaramipregunta—exclamódesesperadaAline—.Noesmicastidadlaqueestáenteladejuicio,sinoladelseñordeLaTourd'Azyr.
—¡Castidad!—loslabiosdelaseñoradeSautrontemblarondehorror,unhorrorque se extendió a todo su rostro—. ¿Dónde aprendiste tan espantosa e indebidapalabra?
EntonceslaseñoradeSautroncontrolósusemociones,puessediocuentadequelomejoreraactuarconcalmayprudencia.
—Puestoquesabestanto,queridaniña,sobreloquedeberíasignorar,tediréquenohaynadamaloenqueuncaballerotengaesaspequeñasdistracciones.
—Pero¿porqué,señora?¿Porquétienequeserasí?—¡Oh,Diosmío!Mehacespreguntasquesonunmisteriode laNaturaleza.Es
asíporqueesasí.Porqueloshombressonasí.—Porquesonunosmujeriegos,querrádecir,osea,loqueyodecíaalprincipio.—Eresestúpidamenteincorregible,Aline…—Ustedpiensaesoporquenovemoslascosasdelamismamanera.Sinembargo,
tengoderecho a exigir quemientras elmarquésmehaga la corte, no se la haga almismotiempoaunagrisactriz.Sientoquemeestácomparandoconesaincalificablecriaturay,portanto,meinsulta.Elmarquésesunzoquete,cuyoscumplidossontanimbéciles como poco originales. Además, todo lo que salga de sus labios mecontamina,porqueestánmanchadosporlosbesosdeesapelandusca.
Tan escandalizada estaba la señora que por un momento enmudeció, y luegoexclamó:
—¡Dios mío! ¡Nunca hubiera creído que tenías una imaginación tan pocodelicada!
—Nopuedosoportarlo,señora.Cadavezquesuslabiostocanmisdedos,piensoenelúltimoobjetoquehantocadoycorroalavarmelasmanos.Lapróximavez,anoserqueseatanbuenaqueletransmitaantesmimensaje,pediréunaguamanilymelaslavaréensupresencia.
—Pero¿cómovoyadecírselo?¿Cómo?…¿Conquépalabras?—ladamaestaba
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realmentedemudada.—Confranqueza.Eslomássencillo.Dígalequesisuvidahasidoimpuraenel
pasado,ysihadeserimpuraenelporvenir,porlomenosdebeprepararseconpurezaparacasarseconunamuchachapura,virgeneinmaculada.
La condesa retrocedió espantada, llevándose lasmanos a la cabeza y haciendounamuecadehorror:
—¿Cómo puedes?—jadeó—. ¿Cómo puedes decir cosas tan terribles? ¿Dóndelasaprendiste?
—EnlaIglesia.—¡Ah!Peroen la Iglesia sedicenmuchascosascon…con lasqueno sedebe
soñar en estemundo.Miqueridaniña, ¿cómoquieres que le diga almarqués todoeso?
—Entoncesselodiréyo.—¡Aline!—Tengo que salvarme de su insulto. Estoy profundamente disgustada con el
marqués,ypormuydistinguidoqueseaconvertirmeenmarquesadeLaTourd'Azyr,prefierocasarmeconunzapateroqueseadecente.
Era tal su vehemencia y tan firme su determinación que la señora de Sautrondecidióunavezmásrecurriralapersuasión.Alineerasusobrina,yunmatrimonioasí era un honor para toda la familia.Tenía que evitar que se frustrara a cualquierprecio.
—Escúchame,querida—ledijo—,razonemosunpoco.Elseñormarquésestádeviajeynovolveráhastamañana.
—Escierto.Yyoséadondehaidoo,porlomenos,conquiénhaido.¡Diosmío!Yesarameratieneunpadre,yhastaunnovioquesevaacasarconella,yningunodelosdoshacenada.Supongoquecomparten suopinión,querida tía,yaqueungrancaballero debe tener sus distracciones —dijo mordazmente, y añadió—: Perdón,¿peroquéestabadiciendo,señora?
—Que pasadomañana regresarás aGavrillac. Elmarqués te seguirá en cuantopueda.
—Esdecir,cuandosehayaconsumidosulujuria.—Llámalo como quieras —la condesa estaba angustiada con la irreverencia
verbaldesusobrina—.EnGavrillacnoestarálaseñoritaBinet.Serácosadelpasado.Esmuydesagradablequelahayaconocidoenestemomento.Peronomenegarásqueesmuyatractiva.Razóndemásparadisculpara tuprometido.—Elseñormarquéspidióformalmentemimanohaceunasemana.Enparteparasatisfacerlosdeseosdelafamiliay,enparte…—seinterrumpiótitubeandounmomento,paraproseguircontono quejumbroso—… en parte porque no tenía gran interés en casarme, di miconsentimiento. Por las razones que le he explicado, ahora deseo retirar
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definitivamenteeseconsentimiento.Laseñoraestabafueradesí.—Aline,jamásteloperdonaría.TutíoQuintinsequedaríadesolado.Nosabeslo
quedices,nilacosatanmaravillosaquerechazas.¿Acasonoteimportatuposiciónnielcomportamientodebidoaunadamadetuclase?
—Sinofueraconscientedeeso,señora,hacemuchoquehubieraterminadocontodoesto.Sihetoleradoseguirconelmarqués,esporquecomprendolaimportanciaqueesematrimoniotieneavuestrosojos.Peroyoexijoalgomásdelmatrimonio,yeltíoQuintinhadejadoladecisiónenmismanos.
—¡QueDios leperdone!—dijo lacondesa—.Déjameguiarte. ¡Oh,sí!Déjameguiarte—su tonoeradesúplica—.Lepediréconsejoal tíoCharles.Peronohagasnada definitivo hasta que este infortunado asunto haya terminado. Charles sabrácómoarreglarlotodo.Elmarquésharápenitencia,yaquetutiraníaasíloexige,peronosepondrácilicionicenizaenlacabeza.Nolepedirásmás,¿verdad?
Alineseencogiódehombros,ydijoindiferente:—Nopidonada.Asílascosas,lacondesaconsultóelcasoconsuesposo,uncaballerodemediana
edad, aristocrático porte y con mucha mano izquierda. La dama adoptó con él elmismo tono que Aline había empleado con ella y que ella había calificado dedesconcertanteeindecente.Inclusohizosuyasalgunasfrasesdesusobrina.
Deresultas,ellunesporlatarde,cuandoalfinelcarruajedelmarquésdeLaTourd'Azyrsedetuvoanteelcastillo,fuerecibidoporelseñordeSautron,quienledijoquequeríahablarconélunmomentoantesdequesecambiaraderopa.
—Gervais,estásloco—fueronlasprimeraspalabrasdelseñorconde.—QueridoCharles, esonoesningunanovedad—respondióelmarqués—.¿De
quéparticularlocurameacusanahora?—respondióelmarquésechándosecuanlargoeraenunsofáymirandoasuamigoconunasonrisaqueparecíadesafiarelpasodelosañossobresurostro.
—Delaúltima.LaquehascometidoconesaactrizdelaCompañíaBinet.—¿Eso?¡Bah!Essólounpequeñoincidente.Noesningunalocura.—Síloesenestosmomentos—insistióelconde.Elmarquésleinterrogóconla
mirada,yelotroleexplicó—:Alinelosabetodo.Cómoseenteró,nolosé.Perolosabeyestáprofundamenteofendida.
Lasonrisadesapareciódelrostrodelmarquésyseincorporóansioso.—¿Ofendida?—Sí. Ya sabes cómo es. Sabes los ideales que se ha formado. Le ofende que
mientrasvienesaquíporella,almismotiempobusqueselamordeesaBinet.—¿Cómosabeseso?—preguntóelseñordeLaTourd'Azyr.—Alineselocontóasutía.Ylapobreniñapareceteneralgoderazón.Diceque
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notoleraráquebesessumanoconloslabiosmanchadosaúnde…vamos,yasabesaqué me refiero. Piensa en la impresión que esas cosas causan en un alma pura ysensiblecomoladeAline.Dicecosashorribles.Porejemplo,quelapróximavezquebesessumano,pediráunaguamanilparalavárselaentupresencia.
Elrostrodelmarquéssepusodecolorescarlata.Selevantó.Conociendosumalgenio, el condedeSautron estabapreparadopara cualquier exabrupto.Perono fueasí. El marqués se dirigió lentamente a la ventana, cabizbajo y con las manoscruzadasalaespalda.Ydesdeallí,sinvolverse,hablóconciertotonodetristeza.
—Llevas razón, Charles—dijo—, soy un loco. Un locomalvado. Todavíamequedasentidocomúnparaadmitirlo.Supongoqueestosedebeamiestilodevida.Nuncameheprivadodeningúncapricho.
Súbitamentediomediavuelta,yexclamó:—¡Diosmío,peroyoquieroaAlinecomonuncahequeridoanadie!Memoriría
derabiasisupieraquepormilocuralaheperdido—sediounapalmadaenlafrenteyañadió—:Soyunlibertino,debísuponerquesiellaseenterabademisdiabluras,medetestaría;ytejuro,Charles,quesoycapazdeatravesarelfuegodelInfiernoparareconquistarsurespetoysuaprecio.
—Esperoquenoseaparatanto—dijoCharles,yparaatenuarlatensasituaciónqueempezabaaaburrirleconsusolemnidad,bromeó—:Loúnicoquesetepideesque no juegues con fuego, un fuego que, en opinión de mi sobrina, no esprecisamentepurificador.
—Todohaterminadoconesaactriz.¡Todo!—aseguróelmarqués.—Tefelicito.¿Cuándotomasteesadecisión?—Ahoramismo.¡Ojalálahubiesetomadohaceveinticuatrohoras!—seencogió
dehombros—.Alfinyalcabo,veinticuatrohorashanbastadoparacansarmedeesamujercillaegoísta.¡Bah!—yunestremecimientodedisgustolerecorriódelacabezaalospies.
—Asítodoserámásfácil—dijocínicamenteelseñordeSautron.—Nodigaseso,Charles.Noestanfácil.Debíashabermeavisadoatiempo.—Lohehechoatiempo,siaprovechasmiadvertencia.—Harécualquierpenitencia.Mepostraréasuspies.Mehumillaré.Haréactode
contriciónyelcielomeayudaráaenmendarme—dijotrágicamente.Para el señor de Sautron, que siempre había visto al marqués tan arrogante y
burlón,aquellaconductaeraasombrosa.Hubieraqueridodesaparecerdeallíparaverlaescenaatravésdelojodeunacerradura.Lediounaspalmadasenelhombroasuamigo.
—QueridoGervais,teveoenunestadodeexaltaciónromántica.Bastaya.Sigueasíyteprometoquetodoirábien.Yoserétuembajador,ynotequejarásdemí.
—Pero¿porquénopuedoirahablarlepersonalmente?
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—Sieresinteligente,desaparecerásporuntiempo.Escríbelesiquieres.Cantalapalinodiaepistolarmente.Yoleexplicaréquenohasidoaverlasiguiendomiconsejo,yemplearétodomitacto.Soyunbuendiplomático,Gervais,puedesconfiarenmí.
Elmarquéslevantólacabezaymostróunrostroentristecido.Letendiólamanoalconde.
—Muybien,Charles.Préstameesteservicioycontarásconmiamistadparatodo.
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CAPÍTULOXI
RiñatumultuariaenelTeatroFeydau
DejandoenmanosdesuamigoelasuntodelaseñoritadeKercadiou,elmarquésde La Tour d'Azyr abandonó el castillo de los Sautron profundamenteapesadumbrado.VeinticuatrohorasconlaBineteransuficientesparaunhombredegustos tanversallescos.Ahorarecordabaeseepisodioconrepugnancia—inevitablereacciónpsicológica—admirándosedequehastalavísperalahubieraencontradotandeseableyreprochándoseaquelantojoquehabíapuestoenpeligrosurelaciónconlaseñorita de Kercadiou. Pero nada extraordinario había en su estado de ánimo, demodoquenonecesitóextendersemássobreeltema.Erasimplementeelresultadodelconflictoentrelabestiayelángelquehabitanentodohombre.
El caballero de Chabrillanne—que siempre estaba a su servicio— se sentabafrenteaélenlaenormeberlina.Entreelloshabíaunamesitaplegableyelcaballerosugiriójugarunapartidadepiquet,peroelmarquésnoteníahumorparaeso.Estabaensimismado.YcuandoelcocheempezóarodarporlascallesdeNantes,elseñordeLaTourd'AzyrrecordósurecientepromesadeasistiraveractuaralaseñoritaBinetaquella noche enLa amante infiel. Y ahora no quería verla ni en pintura. Esto leresultabadesagradablepordosmotivos.Porunaparte,erafaltarasupalabray,porotra, actuaba como un cobarde. Y lo que era peor: aquella mañana le había dadoesperanzasa laactrizdeofrecerleenel futuromásfavoresde losconcedidoshastaahora.Aquellamujervulgar—comoahoralajuzgaba—habíatratadodearrancarlepromesas con garantías para el porvenir. Habían hablado de llevarla a París, dealojarlaenunacasaamuebladay,alasombradesupoderosaprotección,hacerquelas puertas de los grandes teatros de la capital se abrieran de par en par ante sutalento.Noeraqueélsehubieracomprometidoexactamente,deloquesealegraba.Perotampocosehabíanegadocategóricamente.Ahoraseimponíaaclararlotodoconella,puesestabaobligadoaescogerentresuefímerapasiónporlacomedianta—yacasiapagada—ylaadoracióncasimísticaquesentíaporAline.
Suhonorleexigíasalirdeaquellafalsaposición.Porsupuesto,laBinetleharíaunaescena,peroélconocíaelremedioparacuraresosataquesdehisteria.Alfinyalcabo, el dinero todo lo puede. Tiró del cordón y se detuvo el coche. Un lacayoaparecióenlaventanilladelaportezuela.
—Al Teatro Feydau —ordenó el marqués. El lacayo desapareció y la berlinasiguiórodando.ElseñordeChabrillanneseriócínicamente.
—Serámejorquenoterías—ledijoelmarqués—.Nopuedescomprenderlo.—Yactoseguidoexplicóloquelesucedía.Eraunararaconcesiónenél,perosesentía
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obligadoaaclararlotodo.Reflejandolamismaseriedaddelmarqués,suprimodijo:—¿Porquénoleescribes?Yoentulugarnocomplicaríamáslascosas.—Las cartas pueden extraviarse, tergiversarse —respondió el marqués— Dos
riesgos a los que no quiero exponerme. Si ella nome contestara,me dejaría en laincertidumbre.Yyonoestaríaenpazhastasaberqueesarelaciónhaterminado.Elcochepuedeesperarnosmientrasestemosenelteatro.Despuésseguiremosviajetodalanochesifueranecesario.
—¡Malditasea!—hizounamuecaelseñordeChabrillanne.ElgrancarruajesedetuvoanteeliluminadopórticodelTeatroFeydauylosdos
caballerosdescendieron.Sinsaberlo,elmarquésdeLaTourd'AzyracababadecaerenmanosdeAndré-Louis.
Aquel mismo día, pero por la mañana, André-Louis estaba exasperado porqueCliménesehabíaausentadodeNantesencompañíadelmarqués,aunqueloquemásle indignaba era ver la muda complacencia con que el señor Binet hacía la vistagorda.
PormásqueAndré-Louisselasdieradeestoico,ypormuchohierroquequisieraquitarlealasunto,estabaatormentado.NoculpabaaCliméne,perosabíaquesehabíaequivocadorespectoaella.Segúnlaveíaahora,noeramásqueunafrágilbarcaaladeriva, a merced del primer viento que le prometiera avanzar. Estaba enferma deambición,yAndré-Louis se felicitabadehaberlodescubierto a tiempo.Ahora sólosentíaporellaunagranlástima.Lacompasióneraloquequedabadelamorqueellale había inspirado, eran las heces del amor, el desperdicio depositado en el fondodespués de vaciada la cuba del potente vino. Todo el odio de André-Louis seconcentrabaensupadreyensuseductor.
Lasideasquecruzabansumenteellunesporlamañana,cuandosedescubrióqueCliméne no había regresado aún de su excursión del día anterior en el coche delmarqués,eranbastantesiniestrassinnecesidaddequeelturbadoLéandrelasatizara.Hasta ahora ambos hombres se habían tratado conmutuo desdén. Pero de pronto,compartir aquella desgracia, los unía en una especie de alianza. Al menos esopensaba Léandre cuando aquellamañana buscaba aAndré-Louis en elmuelle queestabafrentealaposada.Allíloencontró,aparentementedespreocupado,fumandosupipa.
—¡Rediós!—dijo—. ¿Cómo puedes estar ahí tan tranquilo y fumando a estashoras?…
Scaramouchemiróalcieloydijo:—Nohacefrío,yhaybuensol.Aquíseestámuybien.—Noestoyhablandodeltiempo—replicóLéandredelomásexcitado.—¿Yentoncesdequéestáshablando?—¡DeCliméne,porsupuesto!
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—¡Oh!Esaseñoritayanomeinteresa—mintióAndré-Louis.Léandre se plantó frente a él. Era apuesto, sus cabellos estaban empolvados y
llevabamediasdeseda.Surostroestabapálidoysusojosparecíanmásgrandesquedecostumbre.
—¿Yanoteinteresa?¿Novasacasarteconella?André-Louiscontemplólanubedehumoquesalíadesupipa.—Nomeofendas.Nomeconformoconunplatodesegundamano.—¡Dios mío! —exclamó Léandre abriendo los ojos—. ¿Es que no tienes
corazón?¿SiguessiendoelmismoScaramouchedesiempre?—¿Quéesperasquehaga?—preguntóAndré-Louisligeramentesorprendido.—Noesperabaquelaperdierassinluchar.—Peroenvistadequeyasehaido—dijodandounachupadaasupipaaltiempo
queLéandreapretabalospuñosconrabiaimpotente—,¿cómovoyalucharcontraloineluctable?¿Luchastetúcuandoyotelaquité?
—Noeramía,asíquenomelaquitaste.Yosóloeraunpretendiente,encambiotúlaconquistaste.Peroaunquehubierasidodeotromodo,nosepuedeestablecerunacomparación.Lonuestroconellaerahonrado,pero¡estoeselInfierno!
SuemociónconmovióaAndré-Louis,quelecogióporunbrazo.—Eresunbuenmuchacho,Léandre.Mealegrahabertesalvadodeldestinoquete
esperaba.—Entonces no la amas—exclamó apasionadamente—.Nunca la amaste. Si lo
hubierashecho,nohablarías así. ¡Diosmío! ¡Dehaber sidominovia, y si hubieraocurridoesto,yomataríaaesehombre!¿Meoyes?Perotú,¡oh!,estásahífumandoytomandoel fresco,yhablandodeellacomosino laconocieras.Deberíapartirte lacaraportuspalabras.
SequitólamanodeAndré-Louisdelbrazoylomiródesafiante.—Si lohicieras—dijoAndré-Louis—estaríasdentrode tupapel.Soltandouna
imprecación,Léandrediomediavueltaparairse.PeroAndré-Louisledetuvo.—Unmomento,amigo,dimeunacosa:¿tecasaríasahoraconella?—¿Quesimecasaría?—losojosdel jovenchisporroteabandepasión—Siella
melopidiera,seríasuesclavo.—Esclavoeslapalabraexacta.UnesclavoenelInfierno.—ParamínohayInfiernodondeellaesté,hagaloquehaga.Yonosoycomotú,
yolaamodeverdad.¿Meoyes?—Hacemucho que lo sé—dijoAndré-Louis—, aunque no sospechaba que tu
enfermedadfueratanviolenta.Diossabequeyolaamabatambién,losuficienteparacompartircontigoeldeseodematar.Aunqueenmicaso,lasangreazuldelmarquésdeLaTourd'Azyrapenasmitigaríaesedeseo.MegustaríaañadirleelviscosofluidoquecorreporlasvenasdelabyectoBinet.
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Porunmomentosedejóarrebatar,yLéandredescubrió laseddevenganzaquehabíadetrásdesufríaapariencia.Eljovenquehacíalospapelesdegalánleestrechólamano.
—Sabíaqueestabasactuando—ledijo—;túsienteslomismoqueyo.—Miraaloqueconduceelrencor.Mehasdescubierto.Yahora,¿qué?¿Quieres
veralpreciosomarquésdespedazado?Yopuedoofrecerteesehermosoespectáculo.—¿Cómo?—seasombróLéandre,preguntándosesinoseríaotrade lasbromas
deScaramouche.—Seráfácilsialguienmeayuda.¿Quieresayudarme?—Harétodoloquemepidas—dijoLéandreimpetuosamente—.Daríamivida,si
fueranecesario.André-Louisletomóotravezporelbrazo.—Vamosapasearunpoco—dijo—ytediréloquevamosahacer.Cuandolosdosregresaron,losmiembrosdelacompañíayasedisponíanacomer.
Climéne aún no había vuelto. Elmalestar presidía lamesa. Colombina yMadameestaban angustiadas.La relación entreBinet y su compañía se hacía cada vezmástirante.
André-Louis y Léandre se sentaron donde siempre. Los ojillos de Binet nodejaban de espiarlos con un brillomaligno,mientras sus gruesos labios esbozabanunagrotescasonrisa.
—Porlovistoahorasoismuybuenosamigos—dijozumbón.—Eresmuy perspicaz, Binet—dijo Scaramouche en tal tono quemás que un
elogioaquelloerauninsulto—.Talvezpuedasadivinartambiénelporqué.—Esfácildeadivinar.—Siesasí¿porquénoselodicesalacompañía?—lesugirióScaramouchey,al
cabo de un rato, añadió—: ¿Por qué titubeas?No creo que tu desvergüenza tengalímites.
Binetechóhaciaatrássugrancabeza.—¿Estásbuscandopelea,Scaramouche?—¿Pelea?Estásdeguasa.Unhombredeverdadnoserebajaapelearcongente
como tú.Todos sabemos el lugar que ocupan en la estimación pública los espososcomplacientes. Pero, por todos los santos, ¿puedes decirnos qué lugar ocupan lospadrescomplacientes?
Binetselevantóentodasuenormecorpulencia.DeunmanotazoapartólamanoconquePierrottratabadecontenerle.
—¡Maldita sea!—rugió—. Si usas ese tono insolente conmigo, te romperé lacrisma.
—Sime rozas aunque sea con el pétalo de una rosa,me darás el pretexto queestoydeseandoparamatarte.
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Scaramoucheestabatantranquilocomodecostumbre,loquehacíaquesuactitudfueramuchomástemible.LosmiembrosdelacompañíasealarmaroncuandoAndré-Louissacódesubolsillounapistolaquenadiesabíaquetenía.
—Estoy armado, Binet —dijo—, esto es sólo una advertencia. Vuélveme aprovocary tematarécomosi fuerasunaasquerosababosa,quees a loquemás tepareces,unababosasinalmanicerebro.Cadavezque lopienso,medaasco tenerquecompartirestamesacontigo.Semerevuelveelestómago.
Rechazósuplatoyselevantó,añadiendo:—Voyacomeralpisodeabajoconloscriados.—Yotambiénvoycontigo—dijoColombina.Aquello fue como una señal. De haber sido un plan preconcebido, no hubiera
funcionado tan bien. Binet estaba convencido de que era una conspiración, puesdetrás de Colombina semarchó Léandre, y detrás de éste, Polichinela, y luego sefueron todos hasta dejarlo solo, sentado a la cabecera de una mesa vacía, en unahabitaciónvacía,roídoporlarabiayporelmiedo.
Sequedópensativoyasíloencontrómediahoradespuéssuhija,cuandoregresódesuexcursiónyentróenlasala.
Estabaalgopálida,yunpocoacoquinadaantelaperspectivadeenfrentarseconlasmiradasdetodalacompañía.Alverqueallísóloestabasupadre,sedetuvoenlapuerta.
—¿Dóndeestántodos?—preguntóhaciendounesfuerzoporfingirnaturalidad.El señor Binet alzó la barbilla y la miró con los ojos inyectados en sangre.
Fruncióelceño,apretóloslabiosycarraspeó.Contemplóasuhijacontentodeverlatan bonita, tan elegante con su largo abrigo de pieles, sumanguito y el sombrerodonderutilabaunahebilladediamantesdeimitación.Conunahijaasí,noteníaquetemerlealfuturonialastretasquepudieraurdirScaramouche.
Peroalhablarsutonodevoznodenotabaaqueloptimismo.—¡Alfinhasvuelto,cabezaloca!—refunfuñó—.Yaempezabaapreguntarmesi
ibasaactuarestanoche.Nomehubierasorprendidoquenollegarasatiempoparalafunción.Desdequehasescogidointerpretartunuevoyelegantepapelhaciendocasoomisodemisconsejos,nadapuedesorprenderme.
Lajovencruzólahabitaciónyseapoyóenlamesa,mirándoloconaburrimiento.—Notengonadadequearrepentirme—dijo.—Todoslosneciosdicenlomismo.Sifueraverdad,nolodirían.Ytúhaces lo
mismoqueellos.Túvasalotuyo,atuaire,apesardelosconsejosdelaexperiencia.Acabarásconmivida,hija,¿quésabestúdeloshombres?
—Demomento,nopuedoquejarme—dijoella.—Pero tal vez después descubras que habrías hecho mejor escuchando los
consejosde tuviejopadre.Mientras tumarqués teanhelaba,nohabíanadaqueno
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pudieras obtener de él.Mientras sólo le permitieras que te besara la punta de losdedos…¡malditasea!…eraentoncescuandoteníasquehaberconstruidotuporvenir.Aunque vivas mil años nunca volverás a tener otra ocasión como ésta, y la hasdesperdiciado…¿porqué?
Lamuchachasesentó.—Eressórdido—dijoenojada.—¿Sórdido,yo?Conozcomuybienesteascodemundoycreíquetútambiénlo
conocías. Tenías la carta de triunfo, y hubiera sido para siempre tuya si hubiesesjugado bien tus cartas, como yo te ordené. Bueno, pues ya has jugado tu carta, y¿dóndeestáeltriunfo?Elvientoselollevó.YhabráquedargraciasaDiossinosellevaotrascosas,porejemplo,lacompañíasiseguimoscomovamos.EsegranujadeScaramoucheloshaconfabuladoa todoscontramí.Siguiendosuejemplo, todossehan vuelto puritanos. No volverán a sentarse a la mesa conmigo. —Pantalonebalbuceabaentrerabiosoysarcástico—.FuetuamiguitoScaramouchequienlesdioelejemploaseguir.Nocontentoconeso,amenazóconmatarmeymellamó…Pero¿qué mas da? Lo que importa es el peligro que entraña que la Compañía BinetdescubraquepuedeabrirsepasosinelseñorBinetysinsuhija.Esecanallabastardomelohaidorobandotodopocoapoco.Ahoratieneensupoderalacompañía,yeslobastanteingrato,lobastantevil,parahacerusodeesepoder.
—Déjaloquehagaloquequiera—dijoellasindarleimportancia.—¿Dejarle?—seasustóPantalone—.¿Yquéserádenosotros?—Encualquiercaso,laCompañíaBinetyanoesimportante—dijoella—.Muy
prontoiréaParís,dondehaymejoresteatrosqueelFeydau.AllíestáelPalaisRoyal,elAmbigúComique, laComediaFrancesa. Inclusoesposibleque tengamipropioteatro.
LosojosdeBinetcasisesalíandesusórbitas,ypusosugordamanosobrelasdeCliméne.Ellanotóquesupadretemblaba.
—¿Tehaprometidoeso?¿Telohaprometido?Ella lemiró inclinando la cabezaengesto afirmativo,mirándolopícaramentey
conunasonrisitaensuslabiosperfectos.—Por lo menos no me lo negó cuando se lo pedí —contestó absolutamente
convencidadequetodosaldríaapedirdeboca.—¡Bah!—exclamóBinetconunamuecadedisgustoyretirandosumano—.¡No
te lo negó! —se burló de ella y añadió encolerizado—: Si hubieras seguido misconsejos,elmarquéshubieraaccedidoatodo,tehubiesedadocualquiercosaquelepidieras, pues él tiene poder para hacerlo. Pero has cambiado la certeza por laprobabilidad,yyoodiolasprobabilidades.¡Diosmío!Mehepasadolavidaviviendodeprobabilidades,ymuriéndomedehambre,pueslasprobabilidadesnosecomen.
SiCliménehubierasospechadolaconversaciónqueenaquelmomentoteníalugar
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en el castillo de Sautron, no se hubiese reído tan irónicamente de los funestosvaticinios de su padre. Pero estaba destinada a no saber nunca nada de aquellaentrevista,locualfuesumáscruelcastigo.Ellaculparíadetodo—tantoelfindesusesperanzasconelmarquéscomo la súbitadisgregaciónde laCompañíaBinet—alvengativoyruinScaramouche.
Detodasmaneras,aunqueelseñordeSautronnohubieraadvertidoalmarqués,los sucesos de aquella noche en el Teatro Feydau le hubieran dado suficientesmotivospara suspenderunaaventura llenadeemocionesdemasiadodesagradables.Encuantoaladisolucióndelacompañía,evidentementeseríaobradeAndré-Louis,aunquenoeraalgoquehubierabuscadodeliberadamente.
Pruebadeelloesqueenelintermediodelsegundoacto,Scaramoucheentróenelcamerino donde estabanPolichinela yRhodomont. Polichinela estaba cambiándosedetraje.
—Nohacefaltaqueosdisfracéis—advirtió—.NocreoquelaobrasigadespuésdemientradaconLéandreenelpróximoacto.
—¿Quéquieresdecir?—Yaloveréis—dijoponiendounpapelsobrelamesadePolichinela,queestaba
repletadecosméticosparamaquillaje—.Leedesto.Esunaespeciedetestamentoenfavor de la compañía. He sido abogado, y os garantizo que el documento está enorden.Todosvosotrosseréislosbeneficiariosdelosderechoscorrespondientesamipartecomosociodelacompañía.
—Pero ¿quieres decir que vas a dejarnos? —exclamó Polichinela alarmado,mientraslamiradasorprendidadeRhodomonthacíalamismapregunta.
Scaramouche se encogió de hombros elocuentemente. Polichinela dijomelancólico:
—Porsupuesto,estoestabaprevisto.Pero¿porquétienesqueserelúnicoquesevaya?Erestúquienhahechodenosotrosloquesomos,ereslaverdaderacabezadela troupe; noshasconvertidoenunaauténticacompañíade teatro.Si alguien tieneque irse, que sea Binet, Binet y su infernal hija. ¡Oh, si te vas, todos nos iremoscontigo!
—¡Ay!—añadióRhodomont—.Bastantehemossufridoconesebribón.—Yahabíapensadoenesaposibilidad—dijoAndré-Louis—ynoporvanidad,
sinoporconfianzaenvuestraamistad.Sisigovivodespuésdeésta,osprometoqueconsideraréesaposibilidad.
—¿Seguirvivo?—preguntaronlosdosactoresalunísono.Polichinelasepusoenpie.—¿Quélocuratienesenmente?—Por una parte, voy a darle una satisfacción aLéandre, y por otra, tengo una
peleapendienteconalguien…Enesemomentosonaronlostresgolpesdebastónenelescenario.
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—¡Me llaman a escena!—dijo Scaramouche—.Guarda ese papel, Polichinela.Aunquedespuésdetodo,quizánoseanecesario.
Ysalió.RhodomontyPolichinelasemiraronatónitos.—¿Quédemoniossetraeráentremanos?—preguntóRhodomont.—Lomejorseráiraverlo—contestóelotro.A pesar de lo que le dijo Scaramouche, Polichinela terminó de vestirse
apresuradamenteysiguióaRhodomont.Alacercarsealosbastidoresunasalvadeaplausoslosrecibió.Eranalgomásque
aplausos,setratabadeaplausosbastanteinsólitos.Cuandocesaron,seoyólavozdeScaramouchevibrandocomounacampana:
—Ya ves, amigo Léandre, que cuando hablas del Tercer Estado hay queexplicarsemejor.¿Quées,exactamente,elTercerEstado?
—Nada—respondióLéandre.Desdelosbastidoresseoyóelsofocadomurmullodeasombrodelpúblico,pero
enseguidavinootrapreguntadeScaramouche:—Desgraciadamenteescierto.Pero¿quétendríaqueser?—Todo—dijoLéandre.Losespectadoresredoblaronsuovación,ahoramásenérgicaporloinesperadode
laréplica.—Ciertoestambién—dijoScaramouche—,esmás,esoesloqueserá,loqueya
es.¿Acasolodudas?—No, lo espero—dijoLéandre, que todo lo había ensayado en secreto con su
compañero.—Puedes estar seguro—dijo Scaramouche, otra vez enmedio de estruendosas
aclamaciones.PolichinelayRhodomontvolvieronamirarse,yésteguiñóunojonosinalegría.—¡Maldita sea! —rebuznó alguien detrás de ellos—. ¿Otra vez empieza el
granujaconsusmensajespolíticos?LosdosactoressevolvieronparaencontrarsefrenteafrenteconBinet.Apasode
lobohabíallegadohastaellos,yahoraestabaallíconsutrajeescarlatadePantaloneylosojilloscentelleandodeiraaambosladosdesunarizotadecartón.PerodenuevolavozdeScaramouchecaptótodasuatención.Elactorhabíaavanzadohastaelbordedelproscenio.
—Léandre—dijoalpúblico—dudaaveces,porqueesdelosquetodavíaadoranalcarcomido ídolodelPrivilegio.Poreso temecreerenunaverdadqueempiezaaresplandecerparatodoelmundo.¿Podréconvencerle?¿Tendréquedecirlecómounaturbadenobles,escoltadosporcriadosarmados,unosseiscientoshombresen total,tratarondedoblegar alTercerEstadodeRenneshacepocas semanas?¿Tendréquerecordarle la conducta marcial demostrada en esa ocasión por el Tercer Estado, y
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cómolimpiaronlascallesdeesachusmadenoblesencanallados…decettecanaillenoble1?
Undeliranteaplausoloobligóahacerunapausa.LaúltimafrasedelparlamentodeScaramouchehabíapuestoeldedoenlallaga.Alosdelpúblicoquehabíansufridoaquellainfamedenominaciónde«canallas»,lesencantólaocurrenciadequeahorasevolvieracontralosnoblesquelahabíanacuñado.
—Pero quiero hablaros de su jefe —prosiguió Scaramouche dirigiéndose alpúblico—, que es le plus noble de cette canaille ou bien le plus canaille de cesnobles11.Vosotrosleconocéis.Letemeamuchascosas,perosobretodo,alavozdela verdad. Cuando la verdad es dicha con elocuencia, los de su clase tratan desilenciarlaalinstante.Poresoacaudillóasusparesyasusservidumbres,ylesllevóparaqueasesinaranainfortunadosburguesessóloporeldelitodehaberlevantadolavoz.Pero esos infortunadosburgueses se negaron a ser asesinados en las calles deRennes.Selesocurrióqueyaquelosnobleshabíandecretadoquecorrieralasangre,podíamuybienserlasangredelosnobleslaquecorriera.Yformaronenordendebatalla—lanoblechusmacontralachusmadelosnobles—,ylohicierontanbien,que losaristócratas, conel señordeLaTourd'Azyra lacabeza,huyeronen tropelhastarefugiarseenelconventodelosfranciscanos.Graciasaesesagradosantuario,algunossobrevivieronyentreellos,elarrogantejefedetodos,elmarquésdeLaTourd'Azyr.Todosconocéisaeseesforzadomarqués,aesegranseñordehorcaycuchillo.
Lasalaestallóconel ruidodeuna tempestadquesólocesóunpococuandoseoyódenuevolavozdeScaramouche:
—¡Oh, qué espectáculo tan maravilloso fue ver a ese gran cazador corriendocomounaliebreparaesconderseenelconventodelosfranciscanos!DesdeentoncesnadielehavueltoaverporRennes.Ysinembargo,desdeentoncesRennesnoansiaotracosaquevolverloaver.Peroescuriosoquesiendotanvaliente,seatandiscreto.¿Y dónde creéis que se ha refugiado ese gran noble que quería lavar las calles deRennes con la sangre de sus ciudadanos, ese hombre que hubiera hecho unacarniceríaconjóvenesyviejos,concualquieradelosqueélllamalacanaille,contalde silenciar la voz de la razón y la libertad que hoy ya empieza a oírse en todaFrancia?¿Dóndecreéisqueseesconde?Puesaquí,enNantes.
Seoyóotrovocerío,peroScaramoucheprosiguió:—¿Quédecís? ¿Que no puede ser?Pues yo os garantizo, amigosmíos, que en
estemomento está aquí, en este teatro, acechando sin ser visto desde aquel palco.Pero es demasiado tímido para mostrarse en público. ¡Oh, es un caballero tanmodesto! Pero está allí, detrás de esas cortinas. ¿No os mostraréis ante vuestrosamigos,marquésdeLaTourd'Azyr,yyaqueconsideráisquelaelocuenciaesundontanpeligroso,nolesdirigiréisniunasolapalabra?Sinolohacéis;creeránqueestoymintiendocuandolesdigoqueestáisaquí…
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ApesardeloqueAndré-Louispensaradeél,elseñordeLaTourd'Azyrnoerauncobarde.DecirqueseescondíaenNantesnoeracierto.Elmarqués ibayveníapúblicaydescaradamente.LoquepasabaeraqueloshabitantesdeNanteshastaesemomento ignoraban su presencia entre ellos, sólo porque él había desdeñadonotificarlessullegada,delmismomodoquehubieradesdeñadoocultársela.
Al verse así desafiado, y a pesar del peligroso ambiente que se respiraba en elteatro,dondeelpúblicoeramayoritariamenteburgués,elmarquésdeLaTourd'Azyrse opuso a la resistencia de Chabrillanne y descorrió las cortinas del palcomostrándosesúbitamente,pálido,peroecuánimeydesdeñoso.PrimeromiróalosadoScaramoucheyluegoalosquedesdeabajolemanifestabansuhostilidad.Crispandolospuñosyenarbolandoamenazadoresbastonesenelaire,lagentemultiplicabasusalaridos:
—¡Asesino!¡Canalla!¡Cobarde!¡Traidor!Pero el hombre semantenía firme frente a la tormenta, siempre sonriendo con
inefabledesprecio.Esperabaunpocode silencioparahablar.Pero esperó envano,comomuyprontocomprendió.Sumuecadedesprecio,quenosetomóeltrabajodedisimular,sóloservíaparaacicatearelodiohaciaél.
Laplateaseconvirtióenunpandemónium.Aquíyallí loshombresse liabanapuñetazos,yyaseveíanbrillaralgunasespadas,aunqueporsuerteestabantodostanapretujados, que apenas si podían desenvainarlas. Los que iban acompañados dedamas, y los tímidos por naturaleza, abandonaron precipitadamente el teatroconvertidoencampodebatalla,mientras losmás iracundos rompían las sillasparausarlas a guisa de garrotes y arrancaban los candelabros de las paredes usándoloscomo armas arrojadizas. Uno de esos candeleros de aplique, arrojado por unaristócrata desde un palco, estuvo a punto de romperle la cabeza a Scaramouche,quienseguíaenmediodelescenario,contemplandotriunfallasconsecuenciasdesumorcilla convertida en arenga. Conociendo la inflamable sustancia de que estabahechoaquelpúblico,habíaarrojadoconaciertolateadeladiscordia.Allíestabanlosrepresentantes de uno y otro bando enzarzados en aquella reyerta que ya era elpreludio de la gran conmoción que agitaría a toda Francia. Los llamamientosresonabanenelteatro:
—¡Abajolacanaille!—vociferabanunos.—¡Abajolosprivilegiados!—aullabanotros. Y por encima de la gritería, se oía, tenazmente, el grito de: —¡Al palco!¡Muerte al carnicero deRennes! ¡Muerte almarqués de LaTour d'Azyr que le hadeclarado la guerra al pueblo! Una avalancha de gente se abalanzó a una de laspuertasdelaplateaquedabaalaescaleraqueconducíaalospalcos.
Entonces,mientraslaluchayelcaosseesparcíanalavelocidaddeunrayomásalládel teatro, llegando inclusoa la calle, el palcodel señordeLaTourd'Azyr seconvirtióenelcentrodelosataquesdelosburguesesyenelbastiónnosólodelos
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aristócratas,sinotambiéndelosqueenciertaformaestabanligadosalanobleza.ElmarquésdeLaTourd'Azyrhabíadejadosupalcoparaencontrarseconlosque
seleunían.Yahora,enlaplatea,ungrupodefuribundoscaballerostratabadeabrirsepaso hasta el escenario, a través del foso de la orquesta, para castigar al audazcomediante responsable de aquella revuelta. Pero otro grupo de hombres, queapoyabaaAndré-Louis,lesopusoresistenciaobligándolosaretroceder.
En vista de esto, y acordándose del candelera que le habían arrojado,ScaramouchesevolvióaLéandre,quepermanecíaasulado,yledijo:
—Hallegadolahoradeirnos.Léandre,lívidobajoelmaquillaje,sobrecogidoporaquelestallidomultitudinario
que nunca hubiera podido imaginar, tartajeó una frase de asentimiento. Pero erademasiadotarde,puesenesemomentolosatacabanporlaespalda.
El señor Binet había conseguido avanzar dejando atrás a Polichinela y aRhodomont, quienes lo habían contenido hasta el último momento. Seis nobles,asiduosvisitantesdelcamerinodeCliméne,irrumpieronenelescenario,dispuestosadescuartizaralcanallaquehabíaprovocadoaquella riña tumultuaria,y fueronellosquienesapartaronalosdosactoresqueaguantabanaBinet.SeguíanaPantalone,conlas espadas desenvainadas, pero detrás de ellos también venían Polichinela,Rhodomont, Arlequín, Pierrot, Pasquariel y Basque, armados con todo lo quepudieron coger apresuradamente para defender al hombre con quien tantosimpatizabanyenquienahoradepositabantodassusesperanzas.
A la cabeza de los aristócratas avanzaba Binet, corriendo como nunca nadiehubierapodidoimaginarlo,yesgrimiendoellargobastóninseparabledePantalone.
—¡Infamesinvergüenza!—ladraba—.Mehasarruinado,perojuroporDiosquemelaspagarás.
André-Louissevolvióaél.—Confundeslacausaconelefecto—legritó.Pero no dijo más. De un certero golpe, el bastón de Binet se astilló sobre su
hombro.Denoserporqueseapartó rápidamente,elpalo lehubiera roto lacabeza.EntoncesScaramouchesemetiólamanoenelbolsilloyseoyóunadetonación.EraelpistoletazoconqueAndré-Louisreplicabaalbastonazo.
—¡Yatehabíaavisado,inmundoalcahuete!—gritósindejardeapuntarle.Binet se desplomó gritando, mientras que el feroz Polichinela, ahora fiero de
verdad,seacercóaAndré-Louisparasusurrarlerápidamentealoído:—¡Estásloco!¡Noeraparatanto!Tienesqueirteinmediatamenteodejarásaquí
elpellejo.¡Veteahoramismo!Eraunconsejo sensatoyScaramouche loaceptóenseguida.Loscaballerosque
seguíanaBinet,enparteparalizadosporlasimprovisadasarmasdelosactoresy,enparte, por la pistola de Scaramouche, le dejaron escapar. André-Louis llegó a los
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bastidores,dondesetopódemanosabocacondosdelospolicíasqueyainvadíanelteatropararestablecerelorden.Tendríaproblemasconellosporsuosadíadeaquellanocheypor el balazoque lehabía incrustado aBinet en algunapartede suobesocuerpo.Asíqueblandiósupistola,diciéndoles:
—¡Dejadmepasarojuroqueoslevantarélatapadelossesos!Cogidosporsorpresa,asustados,puesno teníanarmasde fuego, losgendarmes
retrocedieron dejándolo escapar. Scaramouche pasó velozmente por delante delcamerinodondelasmujeresdelacompañíasehabíanatrancadohastaquepasaralatormenta,yganó lacallejuelaqueestabadetrásdel teatro.Lacalleestabadesierta.Corriótratandodellegaralaposadapararecogersudineroyalgunaropa,puesahoranopodíapermanecerenlacallevestidoconeltrajedeScaramouche.
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CAPÍTULOPRIMERO
Transición
Es lamentable—escribíaAndré-LouisdesdeParís aLeChapelier, enuna cartaque aún se conserva— que me haya despojado definitivamente del ropaje deScaramouche,puestoquenohayotromásadecuadoparamí.Todopareceindicarquemi papel es provocar siempre la conflagración y luego escapar antes de que mealcanceel fuego.Esalgohumillante.YtratodeconsolarmeconEpicteto—¿lohasleído?—, quien decía que no somosmás que actores de una obra de teatro dondedesempeñamoselpapelquenoshaasignadoeldirector.Sinembargo,nomeconsuelahaber sido escogidoparaunpapel tandespreciableque casi siempre consiste en elartedeescurrirelbulto.Perosinosoyvaliente,almenossoyprudente,demodoquesi me falta alguna virtud, puedo reivindicar otra con creces. En una ocasión fuicondenadoalahorcaporsedición.¿Ibaaquedarmedebrazoscruzadosparaquemeahorcaran? Esta vez me ahorcarían por varios motivos, incluyendo un asesinato,aunque en realidad no sé si el ignominioso Binet está vivo o muerto a causa delplomoquelealojéensuasquerosapanza.Megustaríaqueestuvieramuerto.YenelInfierno.Peroenrealidadmedalomismo.Enelterrenopersonal,tengoproblemas.HegastadolopocoquepudellevarmecuandohuídeNantesaquellaterriblenoche,ylasdosúnicasprofesionesqueconozco—las leyesy el escenario—estáncerradaspara mí, ya que no puedo buscar empleo en ninguna de las dos sin delatarme yponermeenmanosdelverdugo.Asílascosas,esposiblequememueradehambre,sobretodotomandoencuentaelpreciodelosvíveresenestafamélicaciudad.Yotravez busco consuelo en Epicteto: «Esmejor—decía—morir de hambre tras habervivido sin aflicción ni miedo, que vivir en la abundancia pero con el espírituturbado».Lomásprobableesquemueraenlaformaqueélconsideratanenvidiable.Quenomeparezcatanenvidiablenohacemásqueprobarquecomoestoiconodoylatalla.
Existe otra carta suya, fechada en lamisma época y dirigida almarqués deLaTourd'Azyr,quepublicóelseñorÉmileQuersacensulibroCorrientessubterráneasen la revolución de Bretaña, exhumada por él de los archivos de Rennes, dondedepositóesacartaelseñordeLesdiguiéres,quienasuvezlahabíarecibidodemanosdelmarquéscomopartedeladocumentaciónjudicial.
LosperiódicosdeParís—dicelacarta—,quehanreflejadoconlujodedetalleslareyerta en el Teatro Feydau y descubierto la verdadera identidad de su autor,Scaramouche,meinformantambiénquehabéisescapadoaldestinoqueospreparabacuandosuscitéaquelhuracándeindignaciónpública.Nocreáisquelamentovuestra
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salvación.Alcontrario,mealegro.Matarjusticieramentetieneladesventajadequeelajusticiadonoseenteradequesehahechojusticia.Dehabermuertoaquellanoche,dehabersidodescuartizadoenel teatro,ahoraestaríaisdurmiendouneternosueñoimperturbable.Yesomeatormentaría.Esmejorqueelculpableexpíesusdelitoseneltormentoqueenlamuertesúbita.NoestoysegurodequeexistaunInfiernoenlaotravida,perosíséquelohayenésta.Ydeseoquecontinuéisviviendounpoco,paraqueprobéisalgodesuamargura.
Asesinasteis a Philippe de Vilmorin porque temíais lo que llamasteis su«peligroso don de la elocuencia». Aquel día juré que vuestra diabólica acción nodaríafrutos,pueslavozquehabíaisasesinadoresonaríacomounclarínportodoelpaís.Éste esmi conceptodevenganza. ¿Habéis comprobadocómohe empezadoaejecutarlaycómoseguiréhaciéndolocadavezquesepresentelaocasión?Alotrodíade vuestro crimen, durante mi arenga al pueblo de Rennes, ¿no oísteis la voz dePhilippe de Vilmorin proclamando sus ideas con ardor y pasión superiores a lassuyas,graciasaqueelespíritudelajusticiameinflamóconsuayuda?EnNantes,enla voz deOmnesOmnibus —de nuevo mi voz— pidiendo el dominio del TercerEstado, ¿no oísteis otra vez la voz de Philippe deVilmorin? ¿Habéis pensado quefueron sus ideas y no un hombre lo que asesinasteis, ideas resucitadas en mí, suamigo superviviente? ¿Comprendéis que fueron esas mismas ideas las queinvalidaron vuestro recurso a las armas, cuando fuisteis derrotado en Rennes yobligadoaesconderosenelconventodelosfranciscanos?Yaquellanoche,cuandodesdeelescenariodelTeatroFeydaufuisteisdesenmascarado,¿noescuchasteisotravez la voz de Philippe de Vilmorin, aquel peligroso don de la elocuencia que tanneciamentecreísteissilenciarconunaestocada?Asípues,esavozqueresuenadesdelatumba,osperseguirá incansablementehastaqueseáisarrojadoalInfierno.Ahoralamentaréisnohabermematadotambiéncomoosinvitéahacerenaquellaocasión.Disfrutoimaginandolaamarguradevuestroarrepentimiento.Sentirlafrustracióndehaberperdidounaoportunidadcomoaquéllaeselpeor infiernoparaelalma,sobretodoparalavuestra.ÉstassonlasrazonesporlasquemealegrodequeossalvaraisdelabatallacampalenelTeatroFeydau,aunqueconfiesoquenoeraésamiintencióncuando la provoqué. Por eso estoy contento de que sigáis con vida, rabiando ysufriendo en la sombra, sabiendo al fin —puesto que no tuvisteis la lucidez decomprenderloantes—quelavozdePhilippedeVilmorinnodejarádedenunciaros,cada vez con mayor insistencia, hasta que, después de vivir temeroso, caigáisensangrentado amanos del justo castigo que el peligroso don de la elocuencia devuestravíctimahalevantadocontravos.
CuriosamenteenestacartanosemencionaalaseñoritaBinet.Pudieratratarsedeuna falta de sinceridad de su autor, acaso un gesto vanidoso, pues no quiere dar aentenderqueestabaheridoporeldesairedeCliméne,ydeestemodolaacciónque
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protagonizóenelTeatroFeydauaparecesolamentecomopartede lamisiónqueélmismoseimpuso.
Estas dos cartas, ambas fechadas en abril de aquel anode 1789, trajeron comoresultadoqueAndré-LouisMoreaufuerabuscadoconmásintensidad.
LeChapelierlobuscabaparaayudarlo,insistiendoenquesemetieradellenoenla política. Cada vez que había una vacante, los electores de Nantes también lobuscaban,osea,buscabanaOmnesOmnibus,cuyaidentidadrealaúndesconocían.Y,por otra parte, tanto elmarqués deLaTour d'Azyr como el procurador del rey, elseñordeLesdiguiéres,lobuscabanparamandarloalcadalso.
Conafánnomenosvengativo,tambiénlebuscabaBinet,quienpordesgraciasehabíarestablecidodesuheridaparaenfrentarsealaruinatotal.Losmiembrosdesucompañíalehabíanabandonadodurantesuconvalecencia.Ahora,reconstituidabajola dirección de Polichinela, la troupe trataba con algún éxito de seguir el caminoseñalado porAndré-Louis.De resultas delmotín en el teatro, el señormarqués nopudo expresarle personalmente a la señorita Binet su propósito de poner fin a susrelaciones,ysevioobligadoaescribirledesdesucastillounosdíasmástarde.Paraque lamuchachanoquedarademasiado atribulada, también le envióunbillete porvalordecienluises.Apesardelocual,lacartacasifulminóalainfortunadaCliméney, para colmo, su padre volvió a reprocharle que se hubiera entregado tanprematuramentehaciendocasoomisodesussabiosconsejos.PadreehijaatribuíanladecisióndelmarquésalareyertadelTeatroFeydau.Porlodemás,hacíanresponsablede todo a Scaramouche, y pensaban con rencor que elmuy sinvergüenza se habíavengadodemaneradesproporcionada.Sinembargo,CliménellegóaconsiderarquehubierasidomejorseguirconScaramouche,casarseconél,ydejarensusmanoslamisióndellevarlaa lacúspidedesuestrellato,cosaahoradel todoimposible.Esasreflexiones eran suficiente castigo para ella, pues como tan acertadamente escribióAndré-Louis, no hay peor infierno que «la frustración de haber perdido unaoportunidad».
Mientras todos lo buscaban con tanto ahínco, André-Louis Moreau vivíaprácticamente en la clandestinidad. Mientras la policía de París, espoleada por elprocuradordelreydesdeRennes,lebuscabaenvano,élvivíaenunacasaadospasosdelPalaisRoyal,enlarueduHasard,adondeprecisamenteelazarquisollevarlo.
Lo que en su carta a Le Chapelier aparecía como una posibilidad, finalmenteocurrió.Estabaenlamiseria.Sehabíaquedadosindinero,incluyendoelqueobtuvopor la venta de las prendas y otros artículos personales de los que había podidoprescindir.
Tan desesperado estaba que unamañana de abril,mientras andaba curioseandoporlarueduHasard,sedetuvoaleerunanuncioclavadoenlapuertadeunacasaquecaíaalaizquierda,casillegandoalaruedeRichelieu.Talvezelnombredesucalle,
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tanligadoalacasualidad,estabaapuntodeobrarunmilagro.Elavisoestabaescritoamano,conletrarotunda,yanunciabaqueelseñorBertranddesAmis,quevivíaenelsegundopisodeaquellacasa,precisabaunjovenconaposturaquesupieraalgodeesgrima.Cuatro floresde lisydosespadascruzadasblasonabanelanuncio,debajodelcualseleíaenletrasdeoro:
BERTRANDDESAMISMaestrodeEsgrimadelaAcademiadelRey
André-Louis se quedóun rato pensando.Él reunía las cualidades allí descritas.Era joven, apuesto, y enNantes había adquirido las nociones elementales de aquelarte.Porsuaspecto,elavisoparecíareciéncolocado,porlotanto,aúnnodebíandehabersepresentadomuchoscandidatos,ytalvezporesarazónelseñorBertranddesAmisno semostrara tanexigente.Encualquier caso,André-Louis llevaba todoundía sin comer, y aunque aquel empleo—cuya naturaleza a ciencia cierta aún noconocía—noencajabaconsusvocaciones,ahoranoestabaparapequeñeces.
Además, legustóesenombredeBertranddesAmis.Eraunafelizcombinaciónque sugería una mezcla de amistad1 y caballerosidad. Por otra parte, ya que laprofesión de maestro de esgrima era tan caballeresca, lo más probable era queBertranddesAmisnolehicierademasiadaspreguntas.
Asípuessubióhastaelsegundopiso,encuyorellanoviounapuertaconelrótulo«AcademiadelSeñorBertranddesAmis».Laempujóyentróenunaantesalapocoamueblada.Desdeunahabitación cercana, llegabaun ruidodepisadasyde acerosentrechocando, dominados por una voz vibrante, que hablaba ciertamente francés,perounaclasedefrancésquesóloseoyeenunaescueladeesgrima:
—Coulez!Mais, coulez done! ¡Así! ¡Ahora el ataque de cuarta al flanco! ¡Enguardia! ¡Ésta es la respuesta! Empecemos de nuevo. ¡Eso es!Guardia en tercera.Ahora viene el corte y luego la quinta sacando la espada de debajo…Oh, maisallongez! Allongez! Allez au fond! —la voz gritaba en tono de reconvención—.Vamos,esoestámejor.
Lasespadasdejarondechocar.Ydenuevolamismavoz:—Recordad:lamanoinclinadaysinsacarelcododemasiado.Estodoporhoy.El
miércolespracticaremoseltireraumur.Esunaprendizajemáslento,perocuandolecojáiseltranquilloalosmovimientos,aprenderéismásrápido.
Otra voz murmuró una respuesta. Después, un ruido de pasos. La clase habíaterminado.André-Louisllamóalapuerta.
Leabrióunhombrealto,esbelto,garboso,deunoscuarentaaños.Llevabacalzóndesedanegroyzapatosdeuntonoclaro.Estabaenfundadoenunpetodecuero.Sunariz era aquilinay el rostro atezado; losojosgrandesyobscuros, yunabocaque
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expresabafirmeza.Sucoletaeraazabacheconalgunahebradeplataaquíyallá.Llevabadebajodelbrazounacaretaderedmetálicaparaguardarselacaradelos
golpesdelcontrario.SumiradapenetranteexaminóaAndré-Louisdelacabezaalospies.
—¿Señor?—preguntócortésmente.EvidentementeseequivocabaconlacalidaddeAndré-Louis, loqueeranatural,
puesapesardesupobreza,suaspectoexteriorerairreprochable,yelseñorBertrandnopodíaadivinarquesóloposeíaloquellevabapuesto.
—Vengo por el letrero que habéis puesto abajo, señor—dijoAndré-Louis y, ajuzgarporelsúbitobrillodelosojosdelmaestrodeesgrima,pensóquetalycomosospechabaapenassehabíapresentadoningúnaspirante.ElbrillodesatisfacciónenlosojosdeBertrandsetransformóenunamiradadesorpresa:
—¿Venísporeso?André-Louisseencogiódehombrosysonrióamedias.—Dealgohayquevivir—dijo.—Peroentrad.Sentaosallí.Estaréavuestra…estaré libreparaatenderosenun
periquete.André-Louis se sentó enunbanco arrimado a unaparedpintada de blanco.La
salaeralargaydetechobajo,sinalfombra.Habíaotrosbancosdemadera,comoelque ahora él ocupaba, situados a lo largo de las paredes decoradas con panoplias.También había repisas con trofeos de esgrima ymáscaras de esgrima. Aquí y allícolgaban floretes y espadas cruzadas, petos de paja y unagranvariedadde sables,dagas y escudos pertenecientes a diversas épocas y naciones. Había también unretratodeunobesocaballeroconunagrannariz,pelucacomplicadamenterizadayelpecho cruzadopor el cordón azul de laOrdendelEspírituSanto, enquienAndré-Louis reconoció al rey de Francia. Se veía también un pergamino enmarcado quecertificaba que el señorBertrand pertenecía a laAcademia delRey. En un rincón,había una estantería con libros y cerca de ella, frente a la última de las cuatroventanasque iluminaban lahabitación,unsillónyunpequeñoescritorio.Un jovenelegantemente vestido estaba junto a lamesa poniéndose la casaca y la peluca. ElseñorBertrandseleacercó—conextraordinariaelasticidadpensóAndré-Louis—ycharlóconélmientrasleayudabaavestirse.
Finalmenteeljovensefue,nosinantespasarseporlacaraunfinopañueloquedejóunrastroperfumadoenelaire.ElseñorBertrandcerrólapuertaysevolvióalcandidato,queenelactoselevantó.
—¿Dóndehabéisestudiado?—lepreguntóbruscamente.—¿Estudiado?—seextrañóAndré-Louis—.¡Oh,sí!EnelLiceoLouisLeGrand.El señor Bertrand frunció el ceño, interrogándolo con la mirada como si el
aspiranteleestuvieratomandoelpelo.
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—¡Por Dios! No os pregunto dónde cursasteis Humanidades, sino en quéacademiaaprendisteisesgrima.
—¡Ah,laesgrima!—noselehabíaocurridoquelaesgrimafueraalgotanserioque pudiera considerarse como un estudio—. No he estudiado mucho, sólo recibíalgunaslecciones…enmipueblo…hacetiempo.
Elmaestroenarcólascejas.—Pero entonces—exclamó impaciente—, ¿para qué subió los dos pisos hasta
aquí?—El anuncio no exige un alto grado de destreza. Si no soy un profesional, al
menos conozco los rudimentos, y eso es suficiente para empezar a prosperar.Aprendomuyrápido.Además,poseolasotrascualidadesquepideelanuncio.Comoesobvio,soyjoven,yencuantoaapreciarquemipresencianoesdesagradable, lodejoavuestraconsideración.Miprofesiónesladeabogado,soyunhombredetoga,aunqueadviertoqueaquíladivisaesCedattogaarmis.
ElseñorBertrandsonrióconungestodeaprobación.Indiscutiblementeeljoventeníabuenapresenciay,alparecer,erainteligente.Volvióamirarlodelacabezaalospies,examinandosuscondicionesfísicas:
—¿Cuálesvuestronombre?André-Louistitubeóydijo:—André-Louis.Losnegrosojosdelmaestroleobservaronconinsistencia.—André-Louis,¿yquémás?—SóloAndré-Louis.Louisesmiapellido.—¡Quéextrañoapellido!AjuzgarporvuestroacentovenísdeBretaña.¿Porqué
salisteisdeallí?—Para salvarelpellejo—contestó sinpensarlo.Yentonces,paranocomplicar
lascosas,agregó—:tengoallíunenemigo.ElseñorBertrandlemiróintrigadomientrasseacariciabaelmentón.—¿Habéishuido?—Puededecirseasí.—Uncobarde,¿eh?—De ninguna manera —y entonces se inventó una novela. Seguramente un
hombrequevivieradelaespadatendríadebilidadporlonovelesco—Mienemigoesungranespadachín—dijo—.Elmejordelaprovincia,pornodecirdetodaFrancia.Porlomenostieneesafama.PenséqueseríaconvenienteveniraParísparaaprenderelartedelaesgrimayluegovolveralláparamatarle.Parahablarconfranqueza,esofueloquemeatrajoenvuestroanuncio.Tambiéntengoqueconfesarquenopuedopagarmelaslecciones.Penséencontraraquíalgúnempleoenmiprofesión,peronohe tenidosuerte.EnParíshaydemasiadosabogados,ymientrasbuscaba trabajohe
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gastado el poco dinero que tenía. Y en fin… vuestro anuncio me pareció algoprovidencial,comocaídodelcielo.
ElseñorBertrandlecogióporloshombrosylemiróalacara.—¿Todoesoesverdad,amigomío?—Niunasolapalabra—contestóAndré-Louiscediendoalirresistibleimpulsode
decirlomásinesperado.Pero le salió bien, porque el señor Bertrand soltó una carcajada, y después de
desternillarsesedeclaróencantadodelahonradezdelaspirante.—Quitaos la casaca—dijo— y veamos de lo que sois capaz. Por lomenos la
naturaleza os ha designado para espadachín. Sois ligero, activo, flexible, tenéis elbrazolargoyparecéisinteligente.Haréalgodevosyosenseñarélonecesarioparamipropósito,queconsisteenqueimpartáisamisnuevosdiscípulos losrudimentosdeestearteantesdequeyomeencarguedeellos.Perohagamosunaprueba.Tomadaquellacaretayeseflorete,yvenidaquí.
Lollevóalfondodelasala,dondeelsueloestabamarcadoconlíneasdetizaparaquelosprincipiantessupierancómohabíaquecolocarlospies.
Alcabodediezminutos,elseñorBertrandaceptabaaAndré-Louisyleexplicabaendetallecuálseríasutrabajo.Ademásdeiniciarenlosrudimentosdelaesgrimaalosprincipiantes,teníaquebarrerlasalacadamañana,acicalarlosfloretes,ayudaralos discípulos a desvestirse y a vestirse, y en general, trabajar en todo lo que sepresentara.Elsalario,demomento,seríadecuarentalibrasalmesy,sinoteníaotrolugar donde alojarse, podría dormir en una alcoba que estaba detrás de la sala deesgrima.
Como se ve, las condiciones eran un poco humillantes. Pero si André-Louisquería comer, debía empezar por tragarse su orgullo poco a poco, como si fueranentremeses.
—Porlovisto—dijoreprimiendounamueca—aquílatoganosólocedeantelaespada,sinotambiénantelaescoba.Muybien.Estoydeacuerdo.
UnadelascaracterísticasdeAndré-Louiseraquecuandohacíaunaelección,seponíaatrabajarconentusiasmo,poniendoenellotodoslosrecursosdesumenteylasenergíasdesucuerpo.Asíquecuandonoinstruíaalosnovatosenlosrudimentosdelarte, enseñándoles las ocho guardias y el elaborado e intrincado saludo—que enpocos días de práctica ya dominaba a la perfección—, trabajabamuyduro en esasmismasposturas,ejercitandolavista,lamuñecaylasrodillas.
Aladvertirsuentusiasmoyviendolasevidentesposibilidadesqueteníadellegaraserunayudanteeficaz,elseñorBertrandletomómásenserio.
—Vuestraaplicaciónycelo,amigomío,merecenmásdecuarenta librasalmes—le informó al final de la primera semana—. Sin embargo, de momento, oscompensaréiniciándoosenlossecretosdeestenoblearte.Vuestrofuturodependede
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cómoaprovechéislasuertederecibirinstruccióndirectademí.Apartirdeesemomento,cadamañana,antesdeabrirlaacademia,elmaestrole
dedicabamediahoraasunuevoayudante.Graciasaaquelmagisterio,André-Louisavanzabaapasosagigantados,locualhalagabamuchoalseñorBertrand.Elmaestrosehubieramostradomenosorgullosoymásasombrado si supieraque lamitaddelsecreto de los sorprendentes progresos de André-Louis se debía a que estabadevorando labibliotecadesuamo,dondehabíaunadocenade tratadosdeesgrimafirmados por maestros tan grandes como La Boéssiére, Danet, y el síndico de laAcademiadelRey,AugustinRousseau.ParaelseñorBertrand,cuyadestrezaconlaespadasebasabaúnicamenteenlaprácticaynoenlateoría,yqueporlotantonoerateórico ni estudioso en ningún sentido, aquella pequeña biblioteca no eramás queparte del tradicional decorado de una academia de esgrima, poco menos que undetalleornamental.Loslibrosensínoteníanparaélningúnvalor.Nohabíasacadoningún provecho de su lectura, ni siquiera lo había intentado en serio. Por elcontrario,André-Louisestabaacostumbradoalestudio.Ysufacultaddeaprenderlotodoenloslibroshizoqueaquellasobrasfuerandegranprovecho,puesmemorizabasuspreceptos,comparabalasreglasdeunmaestroconlasdeotro,yluegosacabasuspropiasconclusionescuandolasponíaenpráctica.
AlcabodeunmeselseñorBertranddesAmistuvolasúbitarevelacióndequesuayudantesehabíaconvertidoenunespadachínconsiderablementediestro,tantoqueélmismoteníaqueandarseconcuidadoparaquenoloderrotara.
—Desde un principio os dije —confesó un día— que la naturaleza os habíadesignadoparaserespadachín.Eltiempomehadadolarazón,yfijaostambiénconcuántadestrezahemoldeadolamateriaconquelanaturalezaoshadotado.
—Almaestrocorrespondelagloria—dijoAndré-Louis.Sus relaciones con el señor Bertrand llegaron a sermuy amistosas, y ahora el
ayudanteadiestrabaadiscípulosmásaventajadosquelosnovatos.Dehecho,André-Louis,erayaunasistenteenelsentidomásampliodelapalabra.ElseñorBertrand,queeratodouncaballero,envezdeaprovecharsedelasdificultadeseconómicasporlas que atravesaba el joven, supo recompensar su celo aumentándole el salario acuatroluisesalmes.
Graciasalprofundoestudiodelasteoríasdelosgrandesmaestros,sucedióloquesiempresueleocurrir,queAndrédesarrollósuspropiasteorías.Unamañanadejunioestabaensualcoba,detrásdelasaladeesgrima,pensandoenunpasajedeDanetquehabía leído lanocheanteriorsobre ladobley la triplefinta.Leparecióqueelgranmaestrosehabíaquedadoenelumbraldeungrandescubrimientoparaelartedelaesgrima.Siendoesencialmenteunteórico,André-LouispercibióenlateoríadeDanetciertos indiciosquealmismomaestrose lehabíanescapado.Estaba tumbadoen lacama,contemplandolasgrietasdeltechomientrasreflexionabasobreeltemaconesa
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lucidez que suele asaltarnos a primeras horas de la mañana. Durante dos mesesconsecutivoslaespadahabíasidoelejerciciodiariodeAndré-Louisycasisuúnicaideafija.Suconcentraciónenaquelasunto ledabaunaextraordinariacapacidaddevisión.Elartedelaesgrima,talcomoentoncesseaprendíaycomoAndré-Louislapracticaba diariamente, consistía en una serie de ataques y quites, una serie demovimientos defensivos de una línea a otra. Pero siempre una serie limitada. Enrigor, se trataba de unamedia docena de cada lado, por regla general lomás lejosposiblededondevinieraelataque.Yvueltaacomenzar.Peroinclusoasí,esosquiteseranfortuitos.¿Quésucederíasifuerancalculados?
Apartirdeestareflexióndesarrollaríaunadesusteorías.Porotraparte,¿quésucederíasicombinabalasideasdeDanetsobrelatriplefinta
conunaseriedequitesahoracalculadosparaculminarenelcuartooquinto,enunasucesióndeataques,invitandoalarespuestayparandosiempre,noconelintentodetocaralcontrincante,sinosimplementeparajuguetearconsuhojademodoqueéste,a la larga,sevieraobligadoaabrir laguardia,predestinadoarecibirunaestocada?Cadaquitedelosoponentespodríacalcularseparaconseguireseensanchamientoenla postura deguardia, un ensanchamiento tangradual queno serían conscientes deello,ycomotodoeltiempoestaríanatentosadarenelblanco,resultaríantocadosenunodeesosmovimientosdefensivos.
En tiempos André-Louis había sido un buen jugador de ajedrez gracias a sufacultad de ver varios movimientos por adelantado. Esa capacidad de previsión,aplicadaalartedelaesgrima,causaríaunaauténticarevolución.Porsupuesto,yaseaplicaba,perosólodemaneraelementalymuylimitada,ensimplesfintas,doblesotriples. Pero incluso la triple finta sería un recurso chapucero comparado con elmétodoqueélestabacreando.
Mientrasmáspensabaenello,mayorerasuconviccióndequeteníalaclavedeundescubrimiento.Yestabaimpacienteporprobarsuteoría.Ciertamañana,mientraspracticabaconundiscípulomuydiestrocon laespada,decidióponerlaenpráctica.Después de ponerse en guardia, puso en marcha la combinación de movimientosprevista,cuatrofintascalculadas.SeengancharonentercerayAndré-Louisatacóconuna estocada a fondo. Tras la reacción que esperaba de su rival, rápidamentecontrarrestóenquinta,ydenuevoempezóconsuseriecalculada,hastatocarelpechodesuoponente.Lesorprendiólofácilqueresultaba.
Comenzarondenuevo,yobtuvoelmismoresultadoenelquintoquite,yconlamismafacilidad.Entonces,queriendoirmáslejos,decidióhacerloenelsexto,ytuvoelmismoéxitodeantes.
Sucontrincanteseechóareír,peroensuvozhabíauntimbredemortificación:—¡Hoynoestoyenforma!—dijo.—Esoparece—admitiócortésmenteAndré-Louis.Yañadió,siempreparaprobar
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suteoríaalmáximo—:Hastatalpuntoesasíquecasipuedoasegurarqueseríacapazdetocaroscomoycuandoquiera.
ElexperimentadodiscípulomiróaAndré-Louiscasimofándosedeél.—¡Ah,no!¡Esosíqueno!—dijo.—¿Loprobamos?Ostocaréenelcuartoquite.Allons!Engarde!Talcomohabíaanunciado,sucedió.El joven caballero, que hasta esemomento no estimabamucho aAndré-Louis,
pues para él no era más que un buen suplente en ausencia del maestro, abriódesmesuradamente los ojos. Embriagado por el éxito, llevado por su generosidad,André-Louisestuvoapuntodedescubrir sumétodo.Unmétodoquepocodespuésllegaríaaseralgotrivialenlassalasdeesgrima.Perosecontuvoatiempo.Revelarsusecretohubierapodidodestruiresepoderquedebíaperfeccionarejercitándolo.
Almediodía,cuandolaacademiaquedóvacía,elseñorBertrandllamóaAndré-Louisparadarleunadelasocasionalesleccionesqueaúnsolíadarle,yporprimeravez recibió una estocada en el transcurso del primer asalto. Como era generoso,sonriósatisfecho:
—¡Aja!¡Cuandeprisaaprendéis,amiguito!También sonrió, aunque ya no tan satisfecho, cuando lo tocaron en el segundo
asalto.Despuéspusotodosuempeño,ytocótresvecesseguidasaAndré-Louis.LarapidezyladestrezadelmaestrohicieronquelateoríadeAndré-Louissetambaleara,puesporfaltadeprácticaaúnexigíaunamayormadurez.
De todasmaneras, estaba seguro de la eficacia de su teoría y, demomento, secontentabaconeso.Sólolefaltabaperfeccionarsuestrategiaafuerzadepráctica,alocualseconsagróencuerpoyalma,conesapasiónquesuscitatododescubrimiento.Paraempezar,selimitóamediadocenadecombinacionesquepracticóasiduamentehastaquecadaunallegóasercasiautomática.Acontinuación,probósuinfalibilidadconlosmejoresdiscípulosdelseñorBertrand.
Porúltimo,unasemanadespuésdesuúltimoasaltoconelmaestro,éstelellamóparapracticarconél.PeroestaveznopudohacernadacontralosimpetuososataquesdeAndré-Louis.
Despuésdelaterceraestocada,elseñorBertrandretrocedióysequitólamáscara.—¿Quéesesto?—preguntó.Estabamuypálidoyenarcabalasobscurascejas.En
todasuvidanuncahabíasidoheridoensuamorpropio—.¿Oshaenseñadoalguienalgúntrucomágico?
BertranddesAmissiempresehabíajactadodeconocertanafondoelartedelaesgrima,quenocreíaensecretosmágicos,perolahabilidaddeAndré-Louislehacíadudardesusconvicciones.
—No —dijo André-Louis—. Simplemente he trabajado mucho y manejo laespadanosóloconlamuñeca,sinotambiénconlamente.
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—Yaloveo.Muybien,muybien,creoqueyaosheenseñadobastante.Noesmiintencióntenerunayudantesuperioramí.
—No os preocupéis por eso—sonrió André-Louis—.Habéis trabajadomuchotodalamañanayestáiscansado,mientrasqueyoestoyfresco.Éseestodoelsecretodemiéxitomomentáneo.
SutactoyelbuentemperamentodelseñorBertrandevitaronquelarelaciónentreambos se estropeara. A partir de aquel día, cuando practicaban, André-Louis, queseguía perfeccionando diariamente su teoría para formar un sistema casi infalible,procurabaqueelseñorBertrandledieraporlomenosdosestocadasporcadaunadelas suyas. Era lo que le aconsejaba la prudencia, pero nada más. Deseaba que sumaestro fuera consciente de su fuerza, pero sin llegar a descubrir su verdaderamagnitudparaevitarunainnecesariayperjudicialrivalidad.
Apartedeeso,ayudócadadíamásymejorasumaestro,llegandoasersumejorayudante, y una fuente de orgullo, pues nunca había tenido un discípulo tanaventajado como aquél.André-Louis nunca le desilusionó revelándole el hecho dequesudestrezasedebíamásalabiblioteca,yasupropiotalentonatural,quealasleccionesquehabíarecibidodeél.
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CAPÍTULOII
Quosdeusvultperderé
Al igual que hizo en la Compañía Binet, André-Louis desempeñó a las milmaravillas lanuevaprofesión,queabrazópornecesidadyqueademáseraunbuenescondrijoparaescapardequienesqueríanahorcarlo.
Gracias a esta profesión podría haberse considerado—aunque de hecho no lohizo— como un hombre de acción. Seguía siendo un intelectual, y los sucesosacaecidosenlaprimaverayelveranode1789leproporcionaronabundantesmotivosdereflexión.Loquevioyvivióenaquellosdías,queacasoconfiguralapáginamássorprendente de la historia de la evolución humana, le llevó a pensar que susanteriores ideas eran erróneas, pues los que tenían razón eran los idealistasvehementes como Philippe de Vilmorin. En el fondo se enorgullecía de haberseequivocado,pueserasuexcesivalógicaycorduraloquelehabíaimpedidocalibrarconexactitudlamagnituddelalocurahumanaqueahorasedesplegabaantesusojos.Enaquellaprimavera,fuetestigodelhambreydelapobrezacadavezmayoresydelcreciente malestar que el pueblo de París soportaba con paciencia. Toda Franciaestaba comoa la espera, enuna inerte expectación.LaAsambleaGeneral estaba apuntodereunirseparasanearlasfinanzas,abolirlosabusos,repararlasinjusticias,yliberara lagrannaciónde laesclavituden laque la tenía sumidaunaminoríaqueapenasllegabaalcuatroporcientode lapoblación.Acausadeestaexpectación, laindustria estaba paralizada y la impetuosa corriente del comercio habíamenguadohastaconvertirseenunmiserablegoteo.NadiequeríacomprarnivenderhastaquenoestuvieraclarocómoNecker,elbanquerosuizo,pensabasacarlosdeaquelatolladero.De resultas de la paralización de los negocios, los hombres del pueblo no teníantrabajo,ysusfamiliasestabanexpuestasamorirdehambrejuntoconellos.
Contemplando aquel panorama,André-Louis sonreía entristecido.Hasta ahí, nose había equivocado. El que sufría era siempre el proletariado. Los hombres quetrataban de hacer aquella revolución, los electores—en París y en todas partes—,eran burgueses notables, ricos comerciantes. Y mientras éstos, despreciando a lacanallayenvidiandoalosprivilegiados,nodejabandehablardeigualdad—loqueparaellossignificabaequipararsusituaciónconladenobleza—,lostrabajadoresdelpueblosemoríandehambreensuscovachas.
Afinesdemayo,llegaronlosdiputadosparainaugurarenVersalleslaAsambleaGeneral.Entreellos,unodelosmásdestacadoseraLeChapelier,elamigodeAndré-Louis.LosdebatesempezaronaserinteresantesyfueentoncescuandoAndré-Louisempezóadudarseriamentedelasopinionesquehastaentonceshabíasustentado.
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Cuando el rey proclamó que los diputados del TercerEstado debían igualar ennúmeroalosdelosotrosdosestadosjuntos,André-LouiscreyóqueesamayoríadevotosafavordelTercerEstadoharíainevitableslasreformasquetodosansiaban.
Pero no había tenido en cuenta el poder de las clases privilegiadas sobre laarrogante reina austríaca, ni el poder de ella sobre el obeso, flemático y vacilantemonarca. Que los aristócratas librasen batalla en defensa de sus privilegios, esoAndré-Louis lo comprendíaperfectamente.Nadie entrega jamásvoluntariamente loque tiene, lo mismo si ha sido adquirido justa como injustamente. Pero lo quesorprendióaAndré-Louisfueronlosmétodosqueemplearonlosprivilegiadosensubatalla. Oponían la fuerza bruta a la razón y a la filosofía, y los batallones demercenariosextranjerosalasideas.¡Comosilasideaspudieranderrotarseapuntadebayonetas!
Está claro —escribía André-Louis en aquellos días— que todos son como elseñor deLaTour d'Azyr.Nuncame había percatado de hasta qué punto los de suralea pululan en Francia. Casi podría simbolizarse a la nobleza en ese tipo dematasietedispuestoaatravesarconsuespadaacualquieraqueseleoponga.Puestaleselmétodoempleado.DespuésdelafarsadelaprimeraAsamblea, losdelTercerEstadosereunierondiariamenteenelsalóndelosMenusPlaisirs,enVersalles,peronadapodíanhacer,yaque losprivilegiadossenegabana reunirseconellospara lacomún y pública verificación de poderes indispensable como paso preliminar paracrearunaConstitución.En su fantasía, losprivilegiadospensaronqueasí elTercerEstado iría a menos hasta desintegrarse. El absurdo espectáculo de aquel TercerEstado,impotenteeinútildesdeunprincipio,provocabamuchasrisasenelComitéPolignacdominadoporlaneciareina.
Asíempezó laguerraentre losprivilegiadosy lacortecontra laAsambleayelpueblo.
Los miembros del Tercer Estado se contenían y esperaban con su tradicionalpaciencia. Esperaron un mes, mientras la paralización comercial, ahora completa,hacía que el esqueleto del hambre golpeara con su guadaña a las puertas deParís.Esperaron un mes, mientras los privilegiados reunían en Versalles un ejército —formado por quince regimientos, nueve de los cuales eran suizos y alemanes— yemplazabansuspiezasdeartilleríafrentealedificiodondeestabanlosdiputadosdelTercerEstadoparaintimidarlos.Peroéstosnosedejaronintimidar,senegaronaverloscañonesni losuniformesextranjeros,noquisieronverotracosaquenofueraelpropósitoqueloshabíareunidoallíporrealdecreto.
Yasíhastaque llegóeldiezde junio,cuandoelgranpensadorymetafísico,elabateSiéyés,diolaseñal:«Hallegadolahora—dijo—decortarlasamarras».
EntoncesseprocedióallamarformalmentealasdosclasesausentesareunirseenAsambleacomúnconelTercerEstado.
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Perolosprivilegiados,queensuneciatozudez,ensuabsurdacodicia,noveíanadondelosarrastrabanlosacontecimientos,creyendoenlafuerzacomoleysuprema,yconfiandoenelpoderdelosregimientosextranjeros,siguieronnegándoseaaccederalajustademandadelaAsambleaGeneral.
«Dicen—escribió entonces Siéyés— que el Tercer Estado no puede formar élsolounaAsambleaGeneral.Tantomejor:formaráunaAsambleaNacional.»
Esaaspiraciónsecumplió,yelTercerEstado,querepresentabaelnoventayseisporcientodeloshabitantesdelpaís,comenzópordeclararquelanoblezayelcleroerandosestamentosquedeningunamaneraeranrepresentativos.
En el salón del CEil de Boeuf esta noticia suscitó más risas: ¡qué graciosoresultaba el Tercer Estado en sus fantásticas contorsiones! La respuesta fue muysencilla.ConsistióencerrarlaSalledesMenusPlaisirsdondesereuníalaAsamblea.¡Cómo debieron de reírse los dioses ante tanto orgullo y tan temerarias risotadas!André-Louistambiénsonreíacuandoescribió:
«Esotravezlafuerzabrutacontralasideas.OtravezelestilodeLaTourd'Azyr.EvidentementelaAsambleatieneundondelaelocuenciademasiadopeligroso.Pero¿enquécabezacabequebastaconcerrarunsalónparasuspenderlasdeliberacionesde una Asamblea? ¿Acaso no hay otros salones, y si no los hubiera, no puedenreunirsealairelibre?»
Evidentemente losdiputadosdelTercerEstado llegarona lamismaconclusión,puesalverelsalóncerradoycustodiadoporsoldadosquelesnegabanlaentrada,setrasladaronbajo la lluvia a la saladel «juegodepelota1», desprovista demuebles,donde proclamaron que —para demostrar a la corte la futilidad de las medidastomadas contra ellos— donde quiera que ellos estuvieran, estaría la AsambleaNacional. Entonces hicieron su magnífico juramento de no separarse hasta habercumplido el propósito para el que habían sido convocados, o sea, hasta darle aFranciaunaConstitución,yesapromesaterminóentregritosde«Viveleroil».
De esta forma combinaron su declaración de luchar contra aquel viciado ycorrompidosistemaconunadeclaracióndelealtadhacialaelrey.
LeChapelier fuequienmejor resumió el espíritu de aquel día, armonizando sulealtad al trono con su deber de ciudadano, al decir: «… que se informe a SuMajestad que los enemigos del país estaban obsesionados con el trono y que susconsejostendíanacolocaralamonarquíaalacabezadeunpartido».
Pero los privilegiados, tan faltos de imaginación como de previsión, seguíanrepitiendosusviejastácticas.Derepente,alseñorcondedeArtoisseleantojójugarala pelota, así que aquel lunes 22 de junio los miembros del Tercer Estado fueronexcluidosdel«juegodepelota», igualqueanteshabíansidoexpulsadosde laSalledesMenusPlaisirs.Asípues,laerranteysufridaAsamblea,cuyatareamásurgenteeradarpanalaFranciahambrienta,tuvoqueretrasarsusmedidasparaqueelconde
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deArtoispudierajugar.Enfermodelamismamiopíadelosdesuclase,elcondenoveía el siniestro aspecto de su frívola acción. Quos Deus vult perderé…Pacientemente, la Asamblea volvió a trasladarse, y en esta ocasión encontróalojamientoenlaiglesiadeSaintLouis.
LoshumoristasdelsalóndelCEildeBoeuf,llevadosporsuarroganteinsolencia,sepreparabanparahacer correr la sangre.Si aquellaAsambleaNacionalnoqueríadarseporenterada,habríaquehacerlodeunmodomásclaroyenérgico,paraqueloentendierandeunavezpor todas.Envano tratóNeckerde tenderpuentes sobreelabismo;elrey—infortunadocautivodelosprivilegiados—,sedesentendiódetodo.E insistió —seguramente instigado por otros— en que los tres Estados semantuvieran separados. Si querían reunirse, él lo permitiría, pero sólo para tratarasuntosgeneralesquenoincluyerannadaconcernientealosrespectivosderechosdelos tres Estados, ni a la constitución de la futura Asamblea General, ni a losprivilegiospecuniarios,nialaspropiedadesfeudalesyseñoriales.Enotraspalabras,quenosepodíahablardenadaquepudieraalterarelrégimenexistente,deningunodelospropósitosqueeranlarazóndeserdelTercerEstado.
La convocatoria real de esa Asamblea General era una burla insolente, unaengañifayunamistificación.
Los diputados del Tercer Estado acudieron a la Salle des Menus Plaisirs parareunirseconlosmiembrosdelosdemásEstadosyescucharlarealdeclaración.
Neckerestabaausente,inclusocorríaelrumordequeestabaapuntodetomarlasdeVilladiego.Puestoquelosprivilegiadosnoqueríanutilizarelpuentequeéltendía,no quería quedarse ni respaldar con su presencia la declaración que allí iba aformularse.
¿Cómoibaaapoyarlasiaquelladeclaraciónnocambiabanada?Según la declaración, el rey aprobaría la igualdad en el sistema tributario si la
nobleza y el clero renunciaban a sus privilegios pecuniarios; también decía que serespetarían laspropiedades,particularmente losderechosfeudales;queenelasuntodelalibertadindividuallosEstadosquedabaninvitadosabuscaryproponermediosparareconciliarlaabolicióndelaslettresdecachetconlasprecaucionesnecesariasafindenoherirelhonorde las familiasy reprimir losbrotesdesedición;queen lacuestióndelempleopúblicoparatodos,elreydebíaoponerse,particularmenteenlamedidaenqueafectabaalejército,unainstituciónenlacualnodeseabahacernilamásmínimamodificación,locualsignificaquelacarreramilitardebíaseguirsiendoun privilegio de la nobleza, como hasta ahora, y que nadie que no hubiera nacidonoblepodíaaspiraraningúnrangosuperioraldeoficialsubalterno.
Y para que no quedara ni la más leve sombra de duda en la mente de los yabastantedesilusionadosrepresentantesdelnoventayseisporcientodeloshabitantesdelanación,elflemáticoyperezosoreylanzósureto:
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«Simeabandonáisanteunaempresatanmaravillosa,meocuparépersonalmentedelbienestardemipueblo;ysóloyomeconsiderarésuverdaderorepresentante.»
Ydespidiéndolos,dijo:«Yoosordeno,señores,queosseparéisenseguida.Mañanaporlamañanairéisa
lascámarasasignadasalosrespectivosEstadosparareanudarvuestrassesiones.»Traslocual,SuMajestadseretiró,seguidoporlanoblezayelclero.Regresóasu
palacio para recibir las aclamaciones de la realeza.Y la reina, radiante, triunfante,anunció que confiaba la suerte de su hijo, el Delfín, a los nobles. Pero el rey nocompartía el entusiasmo que se extendía por el palacio, estaba malhumorado ysilencioso.Elgélido silenciodelpueblocuando sucochepasóentre sus filas—unsilencioalquenoestabaacostumbrado—lehabíaimpresionadodesfavorablemente.Susnefastos consejeros tuvieronquediscutirmuchoconélparaqueconsistiera enseguiravanzandoporelnefastocaminoquehabíaemprendido.
Elguantearrojadoa laAsamblea fue recogidoporelTercerEstado.Cuandoelmaestro de ceremonias fue a recordarle a Bailly, el presidente, que el rey habíaordenadoqueelTercerEstadoteníaqueirsedeallí,éstelecontestó:«AmímeparecequelaAsambleaNacionalnopuederecibirórdenesdenadie».
Y entonces un gran hombre, Mirabeau —grande en cuerpo y en espíritu—,despidióalmaestrodeceremoniasconvozdetrueno:
—Yahemosoídoloqueotroslehansugeridoalrey,ynooscorrespondeavos,señor,queaquínotenéisnivoznivoto,recordarnosloquedijo.Idosydecidalosqueoshanenviadoqueestamosaquíporvoluntaddelpueblo,yquedeaquísólonossacaránporlafuerzadelasbayonetas.
Aquello sí fue recoger elguante.Y lahistoria cuentaqueel señordeBrézé, eljoven maestro de ceremonias, quedó tan perplejo ante ese rapapolvo, y ante lamajestaddeaquelhombre,yanteladelosmildoscientosdiputadosquelomirabansilenciosamente,que saliódeallídeespaldas, comosi estuvieraenpresenciade larealeza.
Al enterarse de lo ocurrido, lamultitudque estaba afueramarchó furiosahaciapalacio.Seismilhombresinvadieronlospatios,losjardinesylasterrazas.Laalegríadelareinasetransformóenpavor.Eralaprimeravezquelesucedíaalgoasí,peronoseríalaúltima,pueshizooídossordosaestaprimeraadvertencia.Despuésrecibiríavarios avisos como aquél, cada vez más terribles, pero carecía de sabiduría. Sinembargo, ahora, fue tanto su pánico que le suplicó al rey que rápidamente anularatodoloqueellaysusamigoshabíanhecho,yquellamaradenuevoalmagoNecker,queeraelúnicoquepodíasalvarlasituación.
Afortunadamente, elbanquero suizoaúnno sehabíamarchado.Ycomoestabacerca,bajóalpatioparaapaciguaralamultitud:
—¡Sí,sí,hijosmíos!Tranquilizaos.¡Mequedaré!¡Mequedaré!
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Mientras se paseaba entre la muchedumbre, le besaban la mano, y lloróconmovido ante esamanifestación de fe popular.De estemodo, cubriendo con sureputacióndehombrehonradolabrutalestupidezdelacamarilla,obtuvoparaellosunatregua.
Esoocurrióel23dejunio.LanoticiallegórápidamenteaParís.André-Louissepreguntó si eso significabaque laAsambleaNacionalhabíaganadoyque tendríanlugar las reformascadavezmásnecesarias.Ojalá fueraasí,puesenParíscadadíahabíamáshambre,inquietudydesesperación.Lascolascrecíanantelaspanaderíasamedida que se incrementaba la escasez de pan, y las acusaciones de que seespeculaba con el trigo cada vez eran más peligrosas, pues amenazaban condesencadenargravesdisturbios.
Durante dos días no pasó nada. La reconciliación no se confirmó, ni la realdeclaración fue revocada. Parecía como si la corte no pudiera cumplir su palabra.Entonces los electores de París tomaron cartas en el asunto. Siguieron reunidosdespués de las elecciones, y propusieron la formación de una guardia cívica, laorganizacióndeunaComunaelectivaanual,yformularunapeticiónparaqueelreyretirara las tropas acantonadas en Versalles y revocara el real decreto del día 23.AquelmismodíalossoldadosdelaGuardiafrancesadesertarondeloscuartelesparaconfraternizar con el pueblo en el PalaisRoyal y se negaron a obedecer cualquierordencontralaAsambleaNacional.Deresultas,oncesoldadosfueronarrestadosporsucoronel,elseñordeChátelet.
Mientras tanto, la peticiónde los electores llegaba amanosdel rey.Y además,una minoría de la nobleza, con el duque de Orleans a la cabeza, se uníaespontáneamentealaAsambleaNacionalparagranalegríadetodosenParís.
El rey, prudentemente aconsejado por Necker, decidió que se reuniesen losEstados Generales tal como lo pedía la Asamblea Nacional. Hubo gran júbilo enVersalles, y así, aparentemente, se restableció la paz entre los privilegiados y elpueblo.Sihubierasidoasírealmente,todohubieraidobien.Perolosaristócratasnohabían aprendido la lección,ni la aprenderíanhastaque fuesedemasiado tarde.Lareunión no fue más que otra burla, concebida por los contemporizadores nobles,quienes, como empezaba a ser obvio, estaban al acecho, aguardando el primerpretextoparaemplearlafuerza,queeraloúnicoenloquecreían.
Ylaoportunidadsepresentóenlosprimerosdíasdejulio.ElcoroneldeChátelet,hombreautoritarioyaltanero,propusotrasladaralosoncesoldadosarrestadosdesdela cárcel militar de la Abadía a la inmunda prisión de Bicétre, reservada para losdelincuentescomunesdelapeorcalaña.Cuandoelpueblolosupodecidióoponerlaviolenciaalaviolencia.UnascuatromilpersonasentraronenlaAbadíayliberaronnosóloalosonceguardias,sinotambiénalrestodelosprisioneros,exceptoauno,quedevolvieronasucelda,puesdescubrieronqueeraunvulgarladrón.
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Ahorasíhabíatenidolugarunaabiertarebelión,ylosprivilegiadossabíancómotratar adecuadamente a los rebeldes. La garra de hierro de las tropas extranjerasestrangularíaalamotinadoParís.Enseguidasetomaronmedidas.ElviejomariscaldeBroglie, veterano de la guerra de losSieteAños, impregnadode desprecio por losciviles,consideróquecuandovieran losuniformesseríasuficientepara restaurar lapazyelorden,ynombróaBesenvalcomosusegundocomandante.Losregimientosextranjeros se acantonaron en los alrededores de París. Unos regimientos cuyosnombresyaeranunaofensaparaelpueblodeFrancia:elregimientodeReisbach,eldeDiesbach, el deNassau, el Esterhazy y el Roehmer. A la Bastilla semandaronrefuerzos de soldados suizos y en sus almenas ya se veían el 13 de junio lasamenazadorasbocasdeloscañones.
El10dejulioloselectoresdeParíssedirigieronunavezmásalreypidiéndoleque retirara las tropas. ¡Al otro día les contestaron que aquellas tropas servían alpropósito de defender la libertad de la Asamblea! Y al siguiente día, que eradomingo, el filántropo doctor Guillotin—cuya filantrópica máquina de matar sindolor tendríadespués tanto trabajo—salióde laAsamblea,de laqueeramiembro,paraaseguraraloselectoresdeParísquetodoibabien,apesardelasapariencias,yaqueNeckerestabamásfirmequenuncaensupuesto.Nosabíaque,enaquelmismomomento,eltantasvecesdespedidoytantasvecessolicitadoNecker,acababadeserdestituido otra vez por la hostil camarilla de la reina. Los privilegiados queríanmedidastajantes,ylastendrían,perocontraellosmismos.
Almismotiempo,otrofilántropo,tambiéndoctor,untalJeanPaulMara,oriundodeItaliaymásconocidoporMarat—sunombredeadopciónafrancesado—,comohombredeletrasqueeratambién,pueshabíapublicadoenInglaterravarioslibrosdesociología, escribía—: «¡Cuidado! Considerad cuál sería el fatal desenlace de unmovimientosedicioso.Situvieraisladesgraciadecederaeseimpulso,seostrataríacomoaunpueblorebeldeylasangrecorreríaaraudales».
Aquel domingo por la mañana, cuando la noticia de la nueva destitución deNeckersedifundióllevandoconsigoeldesalientoylarabia,André-LouisestabaenlosjardinesdelPalaisRoyal,encuyaplazatodoelmundosedabacita,puesestaballena de pequeñas tiendas, teatros de títeres, circos, cafés, casas de juego yprostíbulos.
André-Louis vio cómo un joven delgado, con una caramarcada por la virueladonde loúnicoquenoera feoeran susojos, se subía aunamesaen la terrazadelCafé de Foy y, empuñando la espada, gritaba: «¡A las armas!». Y al hacerse elsilencio que su grito impuso, el joven soltó un verdadero torrente de inflamadaelocuencia,aunquepormomentostartamudeaba.Dijoalagentequelosregimientosalemanes del Champ de Mars entrarían aquella noche en París para hacer unacarniceríaconsushabitantes.«¡Hagamosunaescarapela!»,gritóarrancandolahoja
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deunárbolqueservíaasupropósito:laescarapelaverdedelaesperanza.El entusiasmo se adueñó de lamultitud, compuesta por hombres ymujeres de
todas las clases, desde vagabundos hasta nobles, desde rameras hasta señorasencopetadas,ysúbitamenteelárbolsequedósinhojas,ylaverdeescarapelasevioencasitodoslossombreros.
—¡Estamosentrelaespadaylapared!—continuólavozincendiaria—.EstamosentrelosalemanesdelChampdeMarsylossuizosdelaBastilla.¡Alasarmas,ahora,alasarmas!
Lamultitudhervíaexcitada.DeunacereríasacaronunbustodeNeckeryotrodeesecomediantedelduquedeOrleans,unodetantosoportunistasenciernesdispuestoa pescar en el río revuelto de aquellos días turbulentos.El busto deNecker quedócubiertodecrespones.
André-Louis sintió miedo al ver todo esto. El panfleto de Marat le habíaimpresionado. Expresaba lo que él mismo había dicho hacía medio año ante elpopulacho deRennes.Había que parar a aquellamultitud.Algo había que hacer oaquel irresponsable incendiaría laciudadantesdelanochecer.El joven,unabogadosin pleitos llamado Camille Desmoulins, que luego sería muy famoso, bajó de lamesa blandiendo la espada y gritando: «¡A las armas! ¡Seguidme!». André-Louisavanzó para subirse a la mesa y tratar de contrarrestar el discurso incendiario deDesmoulins.Alabrirsepasoatravésdelgentío,súbitamentesetopóconunhombrealto,elegantementevestido,decuyobellorostroemanabalamásglacialfirmezayencuyosojos,profundamentesombreados,ardíaunafuriareprimida.
Así,caraacara,mirándosealosojos,sequedaronunrato,mientraslamultitudexcitadapasabaporsulado.EntoncesAndré-Louisseechóareír:
—Esejoventambiéntieneunpeligrosodondeelocuencia,señormarqués—dijo—.YparadesgraciadealgunosparecequeenlaFranciadehoyhaymuchoscomoél.Cualquiera diría que brotan como hongos del suelo que vos y los vuestros habéisregadocon lasangrede losmártiresde la libertad.Quizáseavuestrasangre laquemuyprontolariegue.Latierraestásecaysedientadeella.
—¡Malditopájarodemalagüero!—contestóelmarquésdeLaTourd'Azyr—.Lapolicíaseocuparádeti.LediréalprocuradorgeneralqueestásenParís.
—¡PorDios,señor!—gritóAndré-Louis—.¿Esquenuncaaprenderéis?¿Aquiénse le ocurre hablar ahora de procuradores generales cuando París está a punto dearder? Delatadme ante esta gente, señor marqués; hacedlo y en un instante meconvertiréis en un héroe. ¿O preferís que sea yo quien os denuncie? Sí, eso es lomejor. Ya va siendo hora de que recibáis vuestromerecido. ¡Eh, pueblo de París!¡Escuchad!Voyapresentarosa…
Una oleada de gente lo empujó, arrastrándole y separándole a la fuerza delmarqués,conquiensehabíaencontradodemodotanazaroso.Envanotratódevolver
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adondeestabaelmarqués,quienpudopermanecerenelmismositio,yloúltimoqueAndré-Louisviodeélfueunasonrisasiniestraensubocacrispada.
Mientras tanto, los jardines se fueron quedando vacíos, pues la gente seguía alrevoltoso tartamudo de la escarapela vegetal. El torrente humano, todos con susescarapelas,fluyóporlaruedeRichelieu,yAndré-LouistuvoqueseguirlohastalarueduHasard.Allílogrósepararse,puesnoqueríamorirenmediodeaqueltropeldelocos.Sedesviócalleabajoypudoentrarenlaacademiadeesgrima.Aqueldíanohabíaclases,nisiquieraestabaelmaestroque,aligualqueAndré-Louis,habíasalidoparaenterarsedeloquesucedíaenVersalles.
EsonoeranormalenlaacademiadeBertranddesAmis.PasaraloquepasaseenParís, en la saladeesgrimasiemprehabíaalumnos.Generalmente, elmaestroy suayudantetrabajabandesdelamañanahastalanoche,yAndré-Louiscobrabaporlasleccionesqueimpartía,pueselmaestrolehabíaconfiadolamitaddesusdiscípulos.Los domingos la academia cerraba al mediodía, pero por la mañana solían asistiralgunos alumnos. Sin embargo, aquel domingo, la ciudad estaba en tal estado deefervescenciaquealverquealasoncedelamañananoaparecíanadie,BertrandyAndré-Louis decidieron salir. Poco podían imaginar cuando se despidieronamigablementeaquellamañana,pueshabían llegadoasermuybuenosamigos,quenuncavolveríanaverseenestemundo.
Aquel día, la sangre corrió enParís.En la plazaVendómeun destacamento dedragones aguardaba a la muchedumbre de la que André-Louis había logradoapartarse. Los jinetes cargaron contra el populacho, dispersándolo. Rompieron laefigiedeceradeNeckerymataronaunhombre,undesventuradoguardiafrancésqueno quiso retroceder. Esto fue el comienzo. De resultas, Besenval acudió con sussuizosdelChampdeMarsymarcharon en formacióndebatalla hasta losChampsElysées,dondeemplazaroncuatropiezasdeartillería.LosdragonesseapostaronenlaplazaLouisXV.
Porlanoche,laenormemultitudquefluíaalolargodelosChampsElyséesylosjardines de las Tullerías, contemplaba alarmada aquellos preparativos de guerra.Huboalgunosinsultosalosmercenariosextranjerosysearrojaronalgunaspiedras.
Enloquecido o cumpliendo instrucciones, Besenval ordenó a sus dragones quedispersaran a la gente.Pero aquellamasa erademasiado compactaparadispersarlatan fácilmente y los dragones sólo podíanmoverse atropellando a la gente.Variaspersonasmurieronaplastadas,yenconsecuencia,cuandolosdragones,capitaneadosporelpríncipedeLámbese,penetraronenlosjardinesdelasTullerías,elpopulachoultrajadolosrecibióconundiluviodepiedrasybotellas.
Lámbeseordenóabrirfuego.Elpuebloretrocedióimpetuosamente,enunaestampidaqueseextendiódesdelas
Tullerías a través de toda la ciudad divulgando la noticia de cómo la caballería
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alemanaarremetíacontramujeresyniños,yahoratodoscoreabanlaconsigna«¡Alasarmas!»lanzadaalmediodíaporDesmoulinsenelPalaisRoyal.
Cuandorecogieronlasvíctimas,entreellasestabaBertranddesAmisque—comotodoslosquevivíandelaespada—habíasidounardientedefensordelanoblezaymurióbajoloscascosdeloscaballosdelossoldadosextranjeros,capitaneadosporunnoble,ylanzadoscontraelpuebloporlaaristocracia.
Asípues,André-Louis,queaguardabaen laacademiael regresodesuamigoymaestro,recibiódemanosdecuatrohombresdelpuebloelcuerposinvidadeunadelasprimerasvíctimasdelaRevolución,queahorahabíaempezadoenserio.
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CAPÍTULOIII
ElpresidenteLeChapelier
Las convulsiones que agitaban París y que durante los dos días siguientesconvirtieronlaciudadenuncampodebatallaretrasaronelentierrodeBertranddesAmishastaelmiércolesdeaquellasemana.Enmediodeacontecimientosqueestabansacudiendoloscimientosdelanación,lamuertedeunmaestrodeesgrimapasócasiinadvertida, inclusopara susdiscípulos, lamayoríade los cualesnoacudierona laacademia durante los dos días que el cuerpo del maestro permaneció allí. Sinembargo, unos pocos se presentaron y éstos llevaron la noticia a los demás, demaneraqueel féretrodelmaestro fue llevadoalcementeriodePéreLaChaiseporunaveintenadejóvenes,alacabezadeloscualesibaAndré-Louis.
Él no sabía a qué familiares tenía que avisar, pero una semana después de lamuerte de Bertrand, llegó de Passy una hermana suya reclamando la herencia. Elpatrimonioeraconsiderable,pueselmaestrohabíaahorradobastante, invirtiendolamayorpartedeldineroenlaCompañíadelAguayenladeudapública.André-LouisleindicóalahermanadeBertrandquefueraaveralosabogadosdelfinadoynolavionuncamás.
LamuertedeBertrandlodejótandesoladoquenocayóenlacuentadelasúbitafortuna que automáticamente había dejado en susmanos. La hermana delmaestroheredabalariquezaqueeldifuntohabíareunido,peroaAndré-Louislecorrespondíalaminadedondehabíasalidoaquellariqueza:laescueladeesgrima,puesahorasuprestigioeratalquelosdiscípulosleconsiderabancapazdecontinuarconeltrabajode Bertrand des Amis. Paramayor fortuna, en aquellos tiempos tan convulsos lasacademias de esgrima experimentaron una enorme prosperidad, pues todos loshombresafilabansusespadasyseadiestrabanensumanejo.
TuvieronquetranscurrirquincedíasparaqueAndré-Louiscomprendieraloquerealmente le había sucedido, pues su agotamiento era tan grande que advirtió quellevaba dos semanas haciendo el trabajo de dos hombres. Afortunadamente se leocurrióponera susdiscípulosmásaventajadosapracticarentreellos,puesdeotromodo,nohubierapodidoseguiradelanteconsu tarea.De todasmaneras, teníaqueesgrimirduranteseishorasdiarias,yeratalelcansancioquearrastraba,queapuntoestuvodecaerenfermo.Alfinal,tuvoquecontrataraunayudanteparaqueinstruyeraalosnovatos,queeranlosquemástrabajodaban.PorsuertelohallóenseguidaenLeDue,unodesusdiscípulos.Comoelveranoavanzabayelnúmerodealumnosseguíaaumentando, tuvo que contratar otro ayudante —un joven muy hábil llamadoGaloche—yalquilóotrahabitaciónenelpisodearriba.
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NuncaensuvidaAndré-Louishabíatrabajadotanto,nisiquieraenlostiemposenque organizaba la Compañía Binet, así que también eran días de extraordinariaprosperidad. En susConfesiones, lamenta el hecho de que su amigo Bertrand desAmistuvieralamalasuertedemorirlavísperadeponersedemodalaesgrima.
ElescudodearmasdelaAcademiadelRey,alqueAndré-Louisnoteníaderecho,seguíaenlapuertadelaescuela.
AlamaneradeScaramouche,André-Louisresolvióeseproblema.Dejóelescudoyelrótulo«AcademiadeBertranddesAmis,maestrodeesgrima
delaAcademiadelrey»,peroleañadióestaleyenda:«DirigidaporAndré-Louis».Yanotenía tiempoparapasear,asíqueseenterabaporsusdiscípulosypor los
periódicos—que ahora se multiplicaban en París gracias al establecimiento de lalibertad de prensa—de los procesos revolucionarios que siguieron a la tomade laBastilla.
EstesucesohabíatenidolugarcuandoelcadáverdeBertranddesAmisyacíadecuerpopresente,lavísperadesusepelio,yfueprecisamenteloquemotivósuretraso.
Enparte,aquelacontecimientohabíasidoel resultadode la temerariacargadelpríncipedeLámbese,enlacualhabíamuertoelmaestrodeesgrima.
ElpuebloultrajadohabíaacudidoalHoteldeVille1parapedirlesaloselectoresarmasconquedefendersedelosasesinosextranjerospagadosporeldespotismo.Alfinloselectoresconsintieronendarlesarmas,omejordicho—puesnolashabía—,enpermitirlesquesearmaranellosmismoscomopudieran.Tambiénlesdieronunanuevaescarapela,rojayazul,loscoloresdeParís.Perocomoéstoserantambiénloscolores de la librea del duque de Orleans, se añadió el blanco —el del antiguoestandarte de Francia— y así nació la bandera tricolor. Más tarde, formaron unComitéPermanentedeElectoresparavelarporelordenpúblico.
Ahoraqueestabaautorizado,elpueblotrabajótantoqueentreintayseishorassehabíanforjadosesentamilpicas,yalasnuevedelamañanadelmarteshabíatreintamilhombresanteLes Invalides.A lasonce,habíansaqueadoeldepósitodearmas,sacandodeallíunostreintamilmosquetes,mientrasotrosseapoderabandelarsenalydelpolvorín.
Ahoraestabanpreparadospararesistirelataquequeaquellamismatardesufriríalaciudadensietepuntosdistintos.PeroParísnoesperóaque laatacaran.Tomólainiciativa.Ensuarrebato,losparisiensesconcibieronellocopropósitodeapoderarsedelaimponenteyamenazadorafortalezadelaBastilla,y,comoessabido,latomaronantesde las cincode aquella tarde, ayudadospor los cañonesde lamismaguardiafrancesa.
Lanoticia llegóaVersallesgraciasaLámbese,quehuyóconsusdragonesanteaquellavasta fuerza armadaqueparecíahaberbrotadodel adoquinadodeParís.Elhechoaterrorizóalacorte.Elpuebloestabaenposesióndelarmamentocapturadoen
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laBastilla,estabanlevantandobarricadasenlascallesyemplazandosuartillería.Elataque se había retrasado demasiado. Ahora había que desistir de él, pues seríainfructuosoyperjudicaríaelyadeterioradoprestigiodelarealeza.
Asílascosas,lacorte,acicateadaporunmiedoqueaconsejabaprudencia,prefiriócontemporizar. Llamarían otra vez aNecker y los tres Estados se sentarían juntos,comodemandabalaAsambleaNacional.Eralamáscompletarendicióndelafuerzaantelafuerza,elúnicoargumentoposible.ElreyfuesoloainformaralaAsambleaNacionaldeaquellaresolucióndeúltimahoraparagranaliviodesusdiputados,queveían alarmados el lamentable giro que estaban tomando los acontecimientos enParís.«Nohabrámásfuerzaquelarazónylosargumentos»,erasulema.Yasíseríadurantelosdosañossiguientes,durantelosquerespondieronconpacienciayfirmezaalasincesantesprovocacionesdelosqueaúnnohabíanrecibidosujustocastigo.
CuandoelreysaliódelaAsamblea,unamujerseechóasuspiesy,abrazándolelasrodillas,resumióconestaspalabraslapreguntaquetodaFranciasehacía:
—¡Oh, señor! ¿Sois realmente sincero?¿Estáis segurodequenocambiaréisdeopinión?
Pero esa pregunta no se formuló cuando un par de días después el rey fue sinescoltaaParísaultimarelarreglodelapaz,lacapitulacióndelosprivilegiados.Lacorte estaba aterrorizada. ¿Acaso no eran los «enemigos» aquellos amotinadosparisienses?¿Eraprudentedejarqueelreysemetieraenlabocadellobo?Sielreysentíaaquelmiedo—ysupesimismodabaaentenderquesí—pudocomprobarqueera infundado. Aquellos doscientos mil hombres insuficientemente armados—sinuniformeycon lamásextraordinariamezcladearmasnuncavista— loesperaban,peroparasersuguardiadehonor.
ElalcaldeBailly,enlasbarricadas,lerecibióconlasllavesdelaciudadyledijo:—Éstas son las llaves que fueron presentadas a Enrique IV. Él había
reconquistadoasupueblo.Ahoraelpueblohareconquistadoasurey.EnelHoteldeVille,elalcaldeBaillyleofreciólanuevaescarapela,elsímbolo
tricolordelaFranciaconstitucional,ycuandoelmonarcahubodadosuconformidadalaformacióndelaGardeBourgeoiseyalosacuerdosdeBaillyyLafayette,partiódenuevohaciaVersallesentreaclamacionesde«¡Vivaelrey!»desupuebloleal.
Y por fin los privilegiados se sometieron ante las bocas de los cañones, esoscañonesqueevitaronunbañodesangre,sangresobretodoazul.ElcleroylanoblezaseunieronalaAsambleaNacionalparacolaborarenlacreacióndeunaConstituciónqueregeneraríaaFrancia.Peroesareuniónfueotraburla,igualqueelTeDeumquecantó el arzobispo de París por la caída de la Bastilla, que fue el más grotesco eincreíbledetodosaquellosacontecimientos.LoquerealmentesucediófuequeenlaAsambleaNacional se infiltraronquinientoso seiscientos enemigospara estorbar eimpedirsusdeliberaciones.
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Pero ésta es una historia harto conocida cuyos detalles pueden leerse en otroslibros.Aquísóloaparecen losepisodios registradosen losescritosdeAndré-Louis,expresados casi con sus mismas palabras y que reflejan la evolución de susconvicciones.Ahoracreíaentodaslascosasenlasquenocreíacuandolaspredicaba.
Entretanto,juntoconsuprosperidadeconómica,tambiéndisfrutabadeuncambioen su situación respecto a la ley, y que era consecuencia de lo que ocurría a sualrededor.Yanoteníaqueesconderse.¿Quiénibaaacusarloahoradesediciosoporsus discursos deBretaña? ¿Qué tribunal iba a enviarle a la horca por haber dichoantes que nadie lo que ahora toda Francia decía? En cuanto a la otra posibleacusación,porelasesinatodelmiserableBinet,sirealmentelohabíaasesinadocomoélesperaba,¿quiénpodríaarrestarlosihabíasidoendefensapropia?
Asílascosas,unespléndidodíadeprincipiosdeagosto,André-Louisnotrabajóenlaacademia,queahoramarchabavientoenpopagraciasasusayudantes,alquilóuncocheypartióhaciaVersalles,deteniéndoseenelCafédeAmaury,queeradondesedabancitalosbretones,semillerodedondesurgióaquellaSociedaddeAmigosdela Constitución, más conocidos como jacobinos. André-Louis buscaba a LeChapelier,quehabíasidounodelosfundadoresdelclubysehabíaconvertidoahoraen un hombre prominente. Era presidente de la Asamblea, y en aquella épocadeliberabanprecisamentesobrelaDeclaracióndelosDerechosdelHombre.
La importancia de Le Chapelier se reflejó en lo servicial que se mostró elcamarerocuandoAndré-Louispreguntóporél.El señorLeChapelier estabaarribacon unos amigos. El camarero se desvivía por servir al caballero, pero temíainterrumpirlareuniónenlaqueelseñordiputadoseencontraba.
André-Louislediounamonedadeplataparaanimarloysesentóaunamesademármol,juntoalaventana,paraadmirarlaampliaplazabordeadadeárboles.Allí,enaquellasaladesiertaamediatarde,fueaverleelinsignehombre.HacíaunañoqueAndré-Louis se le había adelantado para la realización de una misión delicada, yahoraeraelotroquienestabaen lacumbre, entre losgrandes líderesde lanación,mientrasAndré-Louissemanteníaabajo,enlasombra,confundidoconlamasa.
Este pensamiento rondaba la mente de ambos mientras examinaban latransformaciónqueunosmeseshabíanoperadoensusrespectivasfisonomías.André-Louis observó en Le Chapelier cierto refinamiento en el vestir y en la apostura.Estabamásdelgado,teníaelrostromáspálidoymirabaasuamigoconojoscansadosa travésdesus lentesconmonturadeoro.Porsuparte,eldiputadobretónnotóenAndré-Louiscambiosaúnmáspronunciados.Elmanejocasiconstantedelaespadalehabíadadoasuamigounagracia,unaelasticidaddemovimientos,unporte,yunnoséquédedignidadydemando.Esolehacíaparecermásaltoy,aunqueconsencillez,ibaelegantementevestido.Llevaba,comoeraderigor,unapequeñaespadaconpuñode plata, y sus cabellos negros, cuyos mechones Le Chapelier recordaba siempre
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caídossobresufrente,estabanahoralustrososybienpeinados.Sin embargo, en ambos las transformaciones eran sólo superficiales, como
enseguidaadvirtieron.LeChapelierseguíasiendoelbretónsinceroyalgobruscodesiempre.Alverlo,sequedóunratosonriendoconunamezcladesorpresayalegría,yluego abrió los brazos. Los dos amigos se abrazaron, bajo la atónita mirada delcamarero,quedesaparecióenelacto.
—¡André-Louis,amigomío!¿Cómoesquetehasdejadocaerporaquí?—Sesuelecaerdearriba.Encambio,yovengodeabajoparacontemplardecerca
aquienestáenlasalturas.—¡Enlasalturas!Túloquisisteasí,puesmuybienpodríasestarocupandoahora
milugar.—Las alturas me dan vértigo, y me parece que allá arriba la atmósfera está
demasiadoenrarecida.Túmismonoparecesmuyagusto,Isaac,tenotomuypálido.—LaAsambleacelebrósesiónhastaaltashorasdelanoche.Poresomevestan
pálido. Esos condenados privilegiados multiplican nuestras dificultades.Evidentementeloseguiránhaciendohastaquedecretemossuabolición.
Losdosamigossesentaronfrenteafrente.—¡Abolición! ¿A tanto aspiras? No es que me sorprenda. Siempre fuiste un
extremista.—Eslaúnicaformadesalvarles.Prefieroabolirlosoficialmenteparasalvarlosde
otraaboliciónmáspeligrosaamanosdeunpuebloqueestáexasperado.—Entiendo.Pero¿yelrey?—Elreyencarnaa lanación.Juntoconella, lo liberaremosdelaesclavituddel
Privilegio.NuestraConstituciónloconseguirá.¿Estásdeacuerdo?—¿Yesoquéimporta?—exclamóAndré-Louisencogiéndosedehombros—.En
políticasoyunsoñador,nounhombredeacción.Enlosúltimostiemposhesidounmoderado,másde loquepiensas.Pero ahora casi soy republicano.Lohepensadodetenidamenteyhecomprendidoqueestereynoesnada,untíterequebailaalsonquetocan.
—¿Este rey, dices? ¿Y en qué otro rey estás pensando? ¿No serás de los quesueñan con el duque de Orleans? Tiene una especie de partido, y numerososseguidoresgraciasalodiopopularhacialareina,puestodossabenqueellaledetesta.Algunos incluso quisieran hacerle Regente, otros van más lejos; Robespierre, porejemplo.
—¿Quién?—preguntóAndré-Louis,quiennuncahabíaoídoaquelnombre.—Robespierre, un ridículo abogado que representa a Arras, un tipo tímido y
zafio,desarrapado,tontoyconvoznasal,quepronunciaarengasquenadieescucha;unultramonárquicoquelosrealistasylosorleanistasmanejanasuantojoparasuspropios fines. Es muy tenaz e insiste en ser escuchado. Puede que algún día lo
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escuchen.Pero¿deahíaqueélolosdemáshaganalgodeOrleans?…¡Bah!…EsoesalgoqueOrleanspuededesear…peroquenoconseguirá.LafraseesdeMirabeau.
CambiódetemaparapreguntarleaAndré-Louisporsuvida.—Nometratastecomoaunverdaderoamigocuandomeescribiste—sequejó—.
Nome indicaste tu paradero ni, por tanto, lamanera de ayudarte.Me teníasmuypreocupado, André-Louis. Sin embargo, a juzgar por tu apariencia, creo que mepreocupéenvano.Parecequegozasdeprosperidad.¿Cómolohasconseguido?
André-Louislecontócontodasinceridadloquelehabíaocurrido.—Loquemehascontadomedejapasmado—dijoeldiputado—.Dela togaal
coturno,ydelcoturnoalaespada.¿Cuálserátufinal?—Probablementelahorca.—¡Bah!Seamosserios.¿PorquénolatogadesenadorenlaFranciasenatorial?
Podríasserloahorasihubierasquerido.—Loqueyodecía,éseeselcaminoseguroparallegaralahorca—dijoAndré-
Louissoltandounacarcajada.LeChapelierhizoungestodeimpaciencia.¿Acasocruzóporsucabezaesafrase
cuando,cuatroañosdespués,ibaenelcarrodelamuertealaplazadeGrévedondeteníanlugarlasejecuciones?
—Somos sesenta y seis diputados bretones en la Asamblea. Si hubiera unavacante,¿aceptaríassersuplente?Unapalabramía,unidaalprestigiodetunombreenRennesyenNantes,bastaría.
André-Louisvolvióareír.—Cadavezqueteveotratasdemetermeenpolítica.—Porquetienesdotes.Nacisteparapolítico.—¿Ah,sí?YatuvebastantehaciendoelpapeldeScaramoucheenelteatropara
hacerlo ahora en la vida real. Dime, Isaac, ¿qué sabes de mi antiguo e íntimoenemigo,elseñordeLaTourd'Azyr?
—¡Mal rayo lo parta! Está aquí, en Versalles. Es uno de los quebraderos decabezadelaAsamblea.Lequemaronsucastillo.Desgraciadamenteélnoestabaallí.Peronisiquieralasllamashanconseguidochamuscarsuinsolencia.Seimaginaquecuandoacabeestafilosóficaaberración,volveráahabersiervosquelereconstruyanlamansión.
—¿EsosignificaquehahabidodisturbiostambiénenBretaña?—André-LouissepusosúbitamenteserioysuspensamientosvolaronaGavrillac.
—¡Claro,comoen todaspartes!¿No tedascuenta?Lagentehapasadomuchahambreenlacomarca,yvarioscastilloshansidopastodelasllamasrecientemente.Loscampesinoscopiaronelejemplodelosparisienses,yvieronunaBastillaencadacastillo.Peroaligualqueaquí,ahorareinadenuevolacalma.
—¿YdeGavrillac?¿Sabesalgo?
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—Creo que todo va bien. El señor deKercadiou no es elmarqués deLaTourd'Azyr. Sus vasallos no le odian. No creo que lo ataquen. Pero ¿no mantienescorrespondenciacontupadrino?
—Actualmente,no.Yloquemecuentascomplicamásmirelaciónconél,puesdebeconsiderarmecomounodelosqueencendieronlateaquehareducidoacenizastantos castillos de los de su clase. Trata de averiguar cómo está, y hazme llegarnoticiassuyas.
—Asíloharé.CuandoAndré-LouisestabaapuntodesubiralcabrioléparavolveraParís,quiso
saberunpocomás:—¿PorcasualidadsabessielmarquésdeLaTourd'Azyrsehacasado?—No lo sé.Y eso quiere decir que no, porque, tratándose de un personaje tan
encumbrado,yahubiéramosoídoalgo.—Eslógico—dijoAndré-Louisconindiferencia—.¡Hastalavista,Isaac!Vena
verme.RueduHasard,número13.Venpronto.—¡Tanpronto comome lopermitanmisobligaciones, quepor elmomentome
tienenencadenado!—¡Pobreesclavodeldeberparacontuevangeliodelalibertad!—Escierto.Yprecisamenteporesoiréaverte.Tengoundeberquecumplircon
Bretaña:convertiraOmnesOmnibusensurepresentanteenlaAsambleaNacional.—Teagradeceréquenocumplasconesedeber—sonrióAndré-Louis,ysefue.
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CAPÍTULOIV
Intermedio
AlospocosdíasLeChapelierledevolvióaAndré-Louislavisita.Aparecióconnoticias frescasdeGavrillac.Todoestabaencalmay lossúbditosdeKercadiounohabíantomadoparteenlosrecientesdisturbiosdelaregión,queporsuerteyahabíanterminado.
Ahora, aunque el aguijón de la escasez seguía ensañándose con los pobres, apesardeque lascolasante laspuertasde laspanaderíasaumentabanamedidaqueavanzaba el otoño, la vida reanudaba su curso. Naturalmente, había en Parísexplosionesdedescontento,perolosparisiensesempezabanaacostumbrarseaviviren esa atmósfera explosiva y no consentían que afectara seriamente sus asuntos niamargara sus diversiones. Por supuesto, aquellos estallidos podían haberse evitado,perolosprivilegiadosestabandecididosalucharhastaquemarelúltimocartucho,yasí,mientrasdeunladooponíanlamásfirmeresistencia,delotrohacíanlosmayoressacrificios en aras de la patria. En septiembre, cuando el pueblo vio llegar elregimientodeFlandesaVersalles,sesintiódenuevoamenazado.Fueunaseñaldequelosprivilegiadosalzabandenuevosuorgullosacabeza.Estabanconspirandoparaobligarlos a la sumisión, haciéndolos morir de hambre si era preciso. De ahí lallamadaexpedicióndeMaenads, lamarchade lasvendedorasdelmercadodeParíssobreVersalles,dirigidasporMaillardy,comoresultado,aprincipiosdeoctubre,eldesalojodetodalachusmaqueinfestabaelPalaciodelasTulleríasparaalojarallíalrey.Elreydebíavivirentresupueblo.Aquelpuebloqueloamaba,queríatenerleenParís,queríatenerlocomorehénparamayorseguridaddetodos.Siteníanquemorirdehambre,éltambiénmoriríaconellos.
André-Louisobservabaestosacontecimientospreguntándoseadondeiríaaparartodoaquello.Losúnicosnoblessensatoseran losquecruzaban la fronteraantesdequelosfanáticos,queconstituíanelgruesodelosdesuclase,acarrearansobreellosla destrucción total. Mientras tanto, André-Louis continuaba tan atareado con sufloreciente academia que pensó en adquirir los bajos del edificio y contratar losserviciosdeuntercerayudante.Peroelinquilinodelosbajos,queeramercero,poníademasiadas condiciones paramarcharse. Salvo ese caso, ya la casa era toda suya.Acababadeadquirirelprimerpiso,convirtiéndoloencómodaviviendaparaélysusdosayudantes.Teníaunamadellavesyunmuchachitocomopaje.
Ahora que la sede de la Asamblea Nacional estaba en París, veía con másfrecuenciaaLeChapelier,ylaintimidadentreambosaumentó.SolíancomerjuntosenelPalaisRoyaloenotrossitios.PormediodeLeChapelier,André-Louisempezó
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a relacionarse, aunque procuraba declinar las frecuentes invitaciones a los salonesdondereinabaelespíritudelosnuevosrepublicanosylosfilósofos.
Sin embargo, una noche de la siguiente primavera asistió a una función de laComediaFrancesa.RepresentabanlatragediaCharlesIX,deChénier,enmediodenopocasprotestas.Fueunavelada tempestuosa: lasalusionesquesalíandelescenarioerancazadasalvueloporelpúblicoparaconvertirseenconsignasque se lanzabanentre sí los partidos políticos hostiles, los del antiguo y el nuevo régimen. Elmomento álgido llegó cuando algunos hombres de la platea insistieron en nodescubrirsuscabezas.LaComediaFrancesateníaunpalcoregio,yunaleynoescritaquedecíaqueporrespetoalarealezaallítodosdebíandescubrirse,aunqueelpalcodestinadoalosreyesestuvieravacío.
Loshombresquesenegaronadescubrirseeranrepublicanos,ylohicieroncomoprotesta contra una ley que consideraban absurda. Pero al ver el rugido deindignaciónquecausabaaquelgestosimbólico,un rugidoquenodejabaoír loquedecían los actores, se apresuraron a quitarse los sombreros. Sin embargo, hubo unhombre que se obstinó en permanecer con el sombrero puesto,mientras volvía sugran cabeza leonina a derecha y a izquierda, riéndose de quienes le pedían que sedescubriera.Depronto,seoyóeltruenodesuvoz:
—Vamosaver,¿quiéneselvalientequemevaaquitarelsombrero?Eraelcolmodelaprovocación.Lasamenazasbrotaronpordoquier.Elhombrese
levantóimpasible,exhibiendounaenormecomplexiónatlética,elcuellohercúleo,lasolapaabiertamostrandoelanchopecho,yunrostroindeciblementehorrible.Serióenlacaradesusdetractoresydeunmanotazosehundiómásaúnelsombreroenlafrente.
—¡Firme como el sombrero de Servandony! —se burló enarbolando un puñodesafiante.
André-Louis tuvoque reírse.Había algogrotescoy tambiénheroicoenaquellagran figura, burlona e impávida en medio del creciente revuelo. De no haberintervenidoatiempolapolicíaparallevárselo,allísehubieraarmadolagorda.Estabaclaroqueaquelhombrenoeradelosqueceden.
—¿Quién es? —le preguntó André-Louis al espectador que estaba a su ladocuandoyatodoestuvoenorden.
—No lo sé —respondió el otro—. Dicen que se llama Danton y que es elfundadordelClubdelosCordeliers.Esunloco,unenergúmeno.Yacabarámal.
Alotrodíaaquelepisodio fue lacomidillade todoParísque,porunmomento,flotó sobre la superficie de asuntosmás graves. En la academia de esgrima no sehablódeotracosaquedelaComediaFrancesaylarivalidadentreTaimayNaudet,queestabaalasazónensuapogeo.PeroprontoAndré-Louistuvoqueconcentrarseenalgomásimportante.HaciaelmediodíarecibiólavisitadeLeChapelier.
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—Te traigo noticias. Tu padrino está en Meudon. Llegó hace dos días. ¿Losabías?
—Claro que no. ¿Cómo iba a saberlo? ¿Y qué hace en Meudon?—preguntóexperimentandounavagainquietudqueapenasconseguíaexplicar.
—Nolosé.HahabidonuevosdisturbiosenBretaña.Puedequesedebaaeso.—¿Havenidoarefugiarseencasadesuhermano?—preguntóAndré-Louis.—Acasadesuhermano,sí,peronoconél.¿Enquémundovives,André?¿No
estásaltantodelasnoticias?ÉtiennedeGavrillacemigróhacemeses.Eradelacasade Artois y cruzó con él la frontera. Sabemos que ambos están en Alemania,conspirandocontraFrancia,quees loquehacen losemigrados.Laaustríacade lasTulleríasacabaráhundiendolamonarquíafrancesa.
—Sí,sí—dijoAndré-Louisimpaciente,puesaquellamañanalapolíticaleteníasincuidado—.Pero¿ymipadrino?
—YatedijequeestáenMeudon,instaladoenlacasaqueledejósuhermano.¿Oesquenohablobienelfrancés?CreoqueRabouillet,suadministrador,haquedadoacargo de Gavrillac. Tan pronto lo supe todo, quise venir a decírtelo. Pensé quequerríasiraMeudon.
—Por supuesto, iré enseguida.Mejor dicho, cuando pueda. Ni hoy ni mañanapodréir.Tengodemasiadotrabajoaquí.
Señalólasala,dedondellegabaelruidodelchoquedeespadas,delaspisadasylavozdelinstructorLeDue.
—Bien,bien.Éseestuproblema.Ycomoestástanocupado,ahoratedejo.EstanochecenaremosenelCafédeFoy.Kersainestaráenlatertulia.
—¡Un momento!—gritó André-Louis cuando su amigo ya se iba—: ¿Está laseñoritadeKercadiouconsutío?
—¿Cómorayosquieresquelosepa?Veallíyaverígualo.Le Chapelier salió y André-Louis permaneció un momento absorto en sus
pensamientos.Luegodiomediavueltayreanudólaexplicaciónqueleestabadandoasudiscípulo,elvizcondeVilleniort,sobrelacontradeDanet,demostrándoleconunapequeñaespadalasventajasdeutilizarla.
Despuéspracticóconelvizcondeque,enaquelentonces,eraquizáselmáshábildesusdiscípulos.PeroenrealidadsuspensamientosvolabanaMeudon,ymientrasrepasaba dememoria las lecciones que tenía que impartir aquel día y al siguiente,trataba de encontrar la forma de aplazarlas sin afectar el ritmo de trabajo de laacademia.Cuandohubotocadoalvizcondetresvecesseguidas,hizounapausay,devueltaalarealidad,seadmiródelaprecisiónconquelehabíaderrotado,pueshabíasidodeunmodototalmenteautomático.Sindedicarleningunaatenciónal juegodesu muñeca, del brazo y de las rodillas, había ejecutado todos los movimientosperfectamentegraciasamásdeunañodepráctica.
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Hasta el domingo no pudo hacer André-Louis lo que había acabado porconvertirse en su mayor anhelo. Más acicalado que de costumbre, exquisitamentepeinadopor unode los peluqueros de la nobleza—unode losmuchos que habíanperdido su empleo por el continuo flujo de emigrantes—,André-Louis subió a unelegantecarruajedealquileryfueaMeudon.
LacasadelhermanomenordelosKercadiouseparecíatanpocoaladelcabezadefamiliacomoamboshermanosentresí.MientrasqueelpadrinodeAndré-Louisera esencialmente un hombre del campo, su hermanomenor era un cortesano, unoficialde lacasadelcondedeArtois,quehabíaedificadoparaélysu familiaunaimponente mansión en el cerro de Meudon, en un parque en miniatura,convenientemente situado amitad de camino entre Versalles y París, y fácilmenteaccesible desde ambos lugares. El señor de Artois—el regio jugador de pelota—había sido uno de los primeros en emigrar, junto con los Conde, los Contis, losPolignacs y otros consejeros privados de la reina, así como el viejo mariscal deBroglie y el príncipe de Lámbese, quienes comprendiendo hasta qué punto susnombres sehabíanhechoodiosospara el pueblo, abandonaronFrancia a raízde latomadelaBastilla.ElcondedeArtoisnosólosehabíaidoajugarapelotaalotrolado de la frontera, sino también a conspirar para destruir la monarquía francesa,comoyahabíanhecho él y los otros cuandovivían enFrancia. Junto con él, entrevarios de sus allegados, se fue Étienne deKercadiou, y con éste, su esposa y suscuatrohijos.Deestaforma,yenausenciadesuhermano,elseñordeGavrillacocupólavilladelcortesanoenMeudon.
A pesar de alegrarse de haber escapado de una provincia tan convulsa comoBretaña —cuyos nobles eran los más intransigentes de Francia—, el padrino deAndré-LouisnosesentíafelizenMeudon.Unhombrecomoél,decostumbrescasiespartanas,habituadoaunestilodevidasencilla,sesentíaalgoincómodoenaquelambientesibarítico,entretantasalfombrasytantosdorados,rodeadoporelbatallónde silenciosos sirvientes que su hermano había dejado atrás. EnGavrillac siempreestabaentretenidoencuestionesagrícolas,yahoraseaburríasoberanamente.Amododedefensa,dormíamuchashorasy,denoserporAline,quenodisimulabaelplacerdeestartancercadeParís,yasehubieralargadodeallí.Quizáconeltiempoacabaríaresignándoseaaquellujotanocioso.Perodemomento,estabairritadoconelcambio.AsíquecuandoAndré-Louisvisitó a supadrinoaquella tardedelmesde junio, seencontróaunseñordeKercadioumalhumoradoysoñoliento.
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CAPÍTULOV
EnMeudon
AAndré-Louisehicieronpasarsinanunciarlo,comoeracostumbreenGavrillac,puesBénoit,elviejoayudadecámaradeKercadiou,habíaacompañadoasuseñorenaquella aventura, y vivía allí soportando las burlas de los criados que el otroKercadiou había dejado al emigrar. CuandoBénoit vio aAndré-Louis se puso tancontentoquecasibrincóa sualrededorcomounperro fielmientras le conducíaalsalóndondeestabaelseñordeGavrillacquien,segúnaseguróelsirviente,tambiénsealegraríadeverlo.
—¡Señor! ¡Señor!—gritónerviosamentemientrasentrabaadelantándoseunpardepasosalvisitante—.AquíestáelseñoritoAndré…Vuestroahijado,quevieneabesaroslamano.¡Aquíestá!…Ytanelegantequenolovaisaconocer.¡Aquíestá,señor!¿Noestáguapo?
Y mientras decía esto, el viejo sirviente se frotaba las manos de alegría,convencidodequesuamocompartiríasuemoción.
André-Louis cruzó aquella gran habitación alfombrada cuyos doradosdeslumbraban.Lasventanasquedabanal jardín eran tan altasquecasi llegabanaltecho de la habitación. Los adornos dorados abundaban en elmobiliario, como seestilaba en las casas de los nobles. En ninguna otra época se usó tanto oro en ladecoracióninterior,apesardequeacuñadoeratandifícildeencontrarquepusieronencirculaciónelpapelmonedaparasuplirsuescasez.André-Louissolíadecirquesilosaristócratassehubierandecididoaempapelarsusparedesconlosbilletesdejandoeloroensusbolsillos,lasfinanzasdelreinosehubieransaneadorápidamente.
ElseñordeKercadiou,delomásemperifolladoparaarmonizarconelentorno,selevantósobresaltadoalverirrumpiraBénoit,quienestabacasitanalicaídocomosuamodesdequehabíallegadoaMeudon.
—¿Qué sucede? ¿Eh? —sus ojos miopes descubrieron al fin al visitante—.¡André!—dijocontonoentresorprendidoysevero.Ysucara,desuyoenrojecida,sepusomáscoloradaaún.
Bénoit,deespaldasasuamo,lehacíamuecasyguiñosaAndré-Louisparaqueno se desanimara ante la aparente hostilidad de su padrino. Cuando terminó susgesticulaciones,elinteligentecriadoseretiródiscretamente.
—¿Quévienesabuscaraquí?—refunfuñóelseñordeKercadiou.—ComodijoBénoit,sólovengoabesarvuestramano,padrino—sumiso,André-
Louis,inclinólacabeza.—Telashasingeniadoparapasardosañossinbesarla.
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—Señor,nomereprochéisahoramiinfortunio.El señordeKercadiouestabamuyenvarado.Echabahacia atrás la cabezay su
claramiradasemostrabaadusta.—¿Yaolvidastequemeofendisteescapandodeunmodotandesconsideradoysin
darnoslamenornoticiadesiestabasvivoomuerto?—Al principio era muy peligroso descubrir mi paradero. Luego, durante un
tiempo, padecí necesidad, estaba casi en lamiseria, pero, después de lo que habíahechoydelaopiniónquedebíaistenerdemí,miorgullomeimpedíaapelaravuestraayuda.Después…
—¿Enlamiseria?—leinterrumpióelseñordeKercadiou.Porunmomento,suslabiostemblaron.Despuésrecobrósupresenciadeánimoy
frunció las cejas mientras observaba el esplendor del vestido de André-Louis, lashebillasylostaconesrojosdesucalzado,laespadaconpuñodeplataincrustadodeperlas,yelcabello—queélsiemprehabíavistodespeinado—ahoracuidadosamentecortadoypeinado.
—Puesahoranoparecesestarenlamiseria—dijomofándosedeél.—Noloestoy.Heprosperadobastantedesdeentoncesacá.Enesomedistingodel
hijopródigoquevuelve sóloparapedirayuda.Yohevueltoúnicamenteporqueosamo,yparadecíroslo.Hevenidoaverosencuantosupedevuestrapresenciaaquí.¡Queridopadrino!—exclamóavanzandoconlamanotendida.
PeroelseñordeKercadioupermanecióinflexible,encastilladoensurencor,ensufríadignidad.
—Cualesquieraquehayansidotustribulaciones,nosonnadacomparadasconloquemerecía tu conducta,y adviertoquenohandisminuido tudescaro. ¿Creesquebastaconllegaraquíyexclamar«¡queridopadrino!»paraquetodoseaperdonadoyolvidado?Estásequivocado.Hashechodemasiadodaño,hasatacadotodocuantoyocreo y sostengo, incluyéndome a mí, pues traicionaste la confianza que habíadepositado en ti. Tú eres uno de los malditos granujas responsables de estarevolución.
—¡Ay,yaveoque incurrísenel errormáscomún!Esosmalditosgranujas sólopidenunaConstitución,comolesprometió laCorona.Ellosnopodíansaberquelapromesaerafalsaoquesurealizaciónseríaobstaculizadaporlasclasesprivilegiadas.Sialguienharadicalizadoestarevoluciónsonlosnoblesyloscuras.
—¿A estas alturas todavía te atreves a decir delante de mí tan abominablesmentiras?¿Teatrevesadecirquelosnobleshanhecholarevolucióncuandomuchosdeellos, siguiendoelejemplodelduquedeAiguillon,handejadosusprivilegiosyhastasustítulosenmanosdelpueblo?¿Acasopuedesnegarlo?
—¡Oh, no! Después de incendiar su casa, ahora tratan de apagar las llamasechándoleagua,ycuandofracasanleechantodalaculpaalfuego.
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—Veoquehasvenidoaquíahablardepolítica.—Nada más lejos de mi intención. He venido, si es posible, a explicarme.
Comprender es siempre perdonar. Eso dijo Montaigne. Si yo pudiera haceroscomprender…
—No puedes. Jamás comprenderé cómo te convertiste en algo tan odioso paraBretaña.
—¿Odioso?Esono.—Digoodiosoparalosqueimportan.DicenqueeresOmnesOmnibus,cosaque
nopuedoniquierocreer.—Puesescierto.ElseñordeKercadiouseatragantó.—¿Confiesasqueerestú?—Loqueunhombresehaatrevidoahacer,debeatreverseaconfesarlo,amenos
queseauncobarde.—¡Oh! Seguramente fuiste muy valiente cada vez que escapabas después de
actuar, cuando te convertiste en cómico de la legua para esconderte mejor y paraseguir haciendomás daño, cuando provocaste una revuelta enNantes y volviste aescaparparaconvertirteenDiossabequécosa…¡Enalgodeshonestoajuzgarporlaropa que llevas! ¡Diosmío!Te aseguro que en estos dos años pasados he deseadomuchasvecesqueestuvierasmuertoymedesilusionaprofundamentesaberquenoloestás.
Entoncesdiounapalmadaygritóconvozchillona:—¡Bénoit!Luegosedirigióalachimeneaconelrostropúrpuraytembloroso.—Muerto —prosiguió—, podría perdonarte como a quien ha pagado sus
maldadesysulocura.Peroestandovivo,jamáspodréperdonarte.Hasidodemasiadolejos,ysóloDiossabecómoacabarás.Bénoit—añadiócuandovioentraralcriado—,acompañaalseñorAndré-LouisMoreaualapuerta.
El tono del anciano era enérgico. Ante aquel rapapolvo a guisa de despedida,André-Louissequedópálido,conteniendoamediassudolor,peroconelcorazónenun puño. Vio al pobre Bénoit, alzando sus brazos temblorosos en un amago dereprocheasuamo.Yentoncesseoyóotravoz,fresca,cantarína,perotambiénalgoindignada:
—¡Tío!—y luego exclamó—: ¡André!—Era una voz calurosa, que denotabaalegría,aunquemezcladaconuntimbredesorpresa.
LostreshombressevolvieronparaveraAlineentrandoporunadelasgrandespuertasventanasdeljardín.Llevabaunadeesascofiasdelecheraqueeranelúltimogritodelamoda,aunquesinlaescarapelatricolorquegeneralmentesolíaadornaresetocado. André-Louis sonrió al verla. A su mente acudió el recuerdo de su último
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encuentroconella.SevioenlascallesdeNantes,ardiendodeindignaciónmientraslacarrozadeAlinesealejabaporlaavenidadeGigan.
Ahora ella venía hacia él con lasmanos tendidas, con lasmejillas ligeramenteruborizadasyunasonrisadebienvenida.Élhizounaprofundareverenciaybesósumanoensilencio.
Entonces,conunamiradayungesto,AlineleindicóaBénoitquepodíaretirarse,yconvozimperiosaseconvirtióenabogadadeAndréantelaásperadespedidaquehabíaescuchadoalasomarsealaventanaquedabaaljardín.
—Queridotío—dijodejandoaAndré-LouisyacercándosealseñordeKercadiou—, me asombra vuestra actitud. ¿Cómo permitís que un mal humor pasajero seasuperioratodoelcariñoquesentísporAndré?
—Yonoletengoningúncariño.Esoeraantes.Élquisoprescindirdemicariño.¡Quesevayaaldiablo!Ynopermitiréqueteinmiscuyasenesteasunto.
—Perosiélmismohaconfesadoquehahechomal…—Élnoconfiesaabsolutamentenada.Vieneaquíadiscutirconmigosobreesos
infernalesDerechosdelHombre.Lejosdearrepentirse,seenorgullecedehabersido,como aseguran todos los bretones, el canalla que se ocultó bajo el seudónimo deOmnesOmnibus.¿Puedoperdonarleeso?
EllasevolvióaAndré-Louis:—¿Es esoverdad? ¿No te arrepientes,André, ni siquiera ahoraquepuedesver
todoeldañoquenoshanhecho?Eraunaclara invitación,unasúplicaparaquesearrepintieraehiciera laspaces
consupadrino.Porunmomento,casiseconmovió.Peroluego,considerandoqueeraunsubterfugioindigno,contestóconeldolorvibrandoensuvoz:
—Confesararrepentimientoseríacomoconfesaruncrimenmonstruoso.¿Noosdaiscuenta?¡Oh,señor,unpocodepaciencia,porfavor,yosloexplicarétodo!Decísquesoyenpartealmenosresponsabledecuantooshasucedido.Misexhortacionesalpueblo,primeroenRennesyluegoenNantes,decísqueinfluyeronenloqueluegoallí tuvo lugar. Es posible. No puedo negarlo categóricamente. Después vino larevoluciónyelderramamientodesangre.Ypuedequeaúnnohayaocurridolopeor.Peroarrepentirsesignificareconocerquesehaobradomal.¿Cómovoyaadmitirqueheobradomalycargarsobremiconcienciacon todaesasangrederramada?Voyahablaros con el corazón en la mano, para que veáis cuan lejos estoy delarrepentimiento. Lo que hice, lo hice contra mis convicciones de aquella época.ComonohabíajusticiaenFranciaparacastigaralasesinodePhilippedeVilmorin,nomequedómásremedioqueseguirmipropiocaminoparaconseguiresepropósito.Entoncesdescubríqueyoestabaenunerror,yquePhilippedeVilmoriny losquepensaban como él tenían razón. Cuando en un gobierno no hay justicia, laemancipacióndelhombreesimposible.Peroyopensabaquefueracualfueralaclase
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quellegaraalgobierno,abusaríadelpoder.Despuéscomprendíquelaúnicagarantíacontraelabusodelpoderesqueelgobiernoestéenmanosdelpueblo.Sinohubieracomprendido esto, ¿cuál sería ahora mi situación? Me remordería la concienciapensando incesantemente que, por una insensata tentativa de venganza, habíaperpetradounmalmuchomásatrozqueelque tratabadevengar.Asípues,debéiscomprenderquenotengonadadequéarrepentirme,sinomásbienalcontrario,puescuandoaFrancialeseaotorgadoelinestimablebeneficiodeunaConstitución,comoprontosucederá,podréenorgullecermedelpapelquehedesempeñadoparaqueesoseaposible.
Hizounapausa.ElrostrodelseñordeKercadiouestabaalrojovivo.—¿Hasterminadoya?—preguntóásperamente.—Simehabéiscomprendido,sí.—¡Oh,sí!Tehecomprendido…yterepitoquetevayas.André-Louisseencogiódehombrosyagachólacabeza.Despuésdelanheloyla
alegría que le había impulsado a acudir allí, lo despedían con cajas destempladas.MiróaAline.Surostroestabapálidoyturbado.Estaveznoseleocurríanadaparaayudarlo.Ensuexcesivahonestidad,André-Louishabíaquemadotodassusnaves.
—Muybien,señor.Quieroquerecordéis,cuandomehayaido,quenohevenidoenbuscadeayudaniobligadoporlanecesidad.Comoyadije,nosoyelhijopródigo.Nada necesito, nada pido, soy dueño demi destino, y sólo vine estimulado por elcariñoylagratitudquecontinuaréprofesándoos.
—¡Oh,sí!—exclamóAlinevolviéndoseasutío.AlfinencontrabaunargumentoafavordeAndré,oalmenosesopensaba—.Ésaeslapuraverdad.Seguroque…
Exasperado,sutíoleordenóquesecallara.—Quizásapartirdeahora—prosiguióAndré-Louis—loqueoshedichosirva
paraquepenséisenmímásbondadosamente.—Apartirdeahoranotendréocasióndepensarenti.Terepitoquetemarches.André-LouismiróuninstanteaAline,comosiaúnvacilara.Ellalecontestómirandoasufuriosotío,encogiéndoselevementedehombrosy
frunciendoelceño,profundamentedesalentada.Eracomosidijera:«Yaveselhumorquetiene.Nohaynadaquehacer».
Conlagraciaquelaprácticadelaesgrimalehabíadado,André-Louissaludóysalió.
—¡Oh,estoescruel,muycruel!—gritóAlineconvozahogada,retorciéndoselasmanosydirigiéndosealapuertaventanaporlaqueanteshabíaentrado.
—¡Aline!¿Adondevas?—gritósutío.—Nosabemosdóndeencontrarle…—Nifaltaquehace…—Puedequenuncavolvamosaverle.
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—Esloquefervientementedeseo.—¡Uf!—exclamóAlineysalióaljardín.Su tío la llamó ordenándole que volviera. Pero Aline, que era una chica
obediente, se tapó los oídos para poder desobedecer y corrió hacia el camino paraalcanzaraAndré-Louis.
Cuando él salía, con el corazón encogido, ella apareció entre los árboles quebordeabanelcamino.
—¡Aline!—exclamóélalegremente.—No quiero que te vayas así. No puedo permitirlo —explicó la joven—. Le
conozcomejorquetúyséquesearrepentirádespués.Seguramentequerrávolveraverte,yentoncesnosabremosdóndeencontrarte.
—¿Realmentelocrees?—Estoy segura. Llegaste en mal momento. El pobre está de muy mal humor
desdequevino aquí.No está acostumbrado a todo este lujo.Se aburre lejos de suentrañableGavrillac,desustierrasydesuscacerías,ylaverdadesqueenelfondoteculpadetodoloquehasucedido.Bretaña,comodebessaber,sehavueltounlugarmuy inseguro. Hace unos meses incendiaron el castillo del marqués de La Tourd'Azyr,aligualqueotrosmuchos.Deunmomentoaotro,laspasionespuedenvolveraestallarenGavrillac.Poresohatenidoqueveniraquí,yporesoteculpaatiyatuscompañeros.Peropronto cambiarádeparecer.Lamentaráhabertedejadopartir así,puesyoséqueteadora,apesardetodo.Asudebidotiempo,seloharécomprender.Yentoncesquerrásaberdóndepodemosencontrarte.
—EnelnúmerotrecedelarueduHasard.Elnúmeroesaciago,peroelnombredelacalletraesuerte.Asíqueambascosassonfácilesderecordar.
—Teacompañaréhastalapuerta—dijolajoven.Yjuntosbajaronlentamenteporel largocamino,a lasombrade losárboles,queatenuabael solde junio—.Tienesmuybuenaspecto.Hascambiadomuchodesdelaúltimavezquetevi,ymealegrodetuprosperidad.—Yentonces,sindarletiempoacontestar,cambióbruscamentedetema—.¡Hedeseadotantoverteduranteestosmeses,André!¡Eraselúnicoquepodíaayudarme,elúnicoquepodíadecirmelaverdad,ymedisgustabaquenoescribierasdiciéndomedóndepodíaencontrarte!
—NomeanimastemuchoquedigamoscuandonosvimosenNantesporúltimavez.
—¿Cómo?¿Todavíameguardasrencor?—Nunca he sido rencoroso. Deberías saberlo —se enorgulleció él, pues se
preciabadeserunestoico—.Perotengounaheridaenelalmaqueserestañaríaconturetractación.
—Puesmeretractodeloquedijeenseguida,André.Yahoradime…—Turetractaciónesinteresada—sonrióAndré—.Esuntomaydaca.Muybien,
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¿quémeibasapreguntar?—Sí,André,dime…—secallótitubeanteyprosiguióbajandolosojos—Dimela
verdadsobreloquesucedióenelTeatroFeydau.Aquella alusión le hizo arrugar la frente. Enseguida sospechó la idea que la
animabaahaceraquellapregunta,ybrevementelecontósuversión.Ellaleescuchóatentamente.Cuandohuboacabado,Alinesuspirópensativa.—Eso fue lo queme contaron—afirmó—. Pero añadieron que el señor de La
Tourd'AzyrhabíaidoalteatroconelpropósitoderomperdefinitivamenteconlahijadeBinet.¿Sabessiesoesverdad?
—No lo sé, ni veo ninguna razón para que así fuera. La hija de Binet leproporcionabalosfavoresalosqueélysusigualesestánacostumbrados…
—Habíaunarazón—leinterrumpióAline—.Yerayo.YohabléconlaseñoradeSautronyledijequenoestabadispuestaacontinuarmirelaciónconunhombrequememanchabadeesamanera.
Lajovenhablabaconciertadificultadysurostrogradualmentesearrebolaba.—Si me hubieras escuchado… —comenzó a decir él, pero ella volvió a
interrumpirlo.—ElseñordeSautronllevómimensajealmarquésydespuésmedijoqueestaba
desesperado,arrepentido,dispuestoaprobarsusinceridadysuamorpormí.MedijoqueelseñordeLaTourd'Azyrlehabíajuradoquenuncamásveríaaesaseñorita.Aldíasiguiente,oídecirquehabíaestadoapuntodeperderlavidaenaquellatrifulca.Después de los juramentos que le hizo al señor de Sautron, después de decir querompería para siempre con la hija de Binet, fue directamente al teatro. Yo estabaindignadaydeclaréquenuncavolveríaaveralseñordeLaTourd'Azyr.Claroqueélinsistióendarmeexplicaciones,diciendoquehabíaidoalteatropararomperconella,peroyonuncalecreí.
—¿Quieresdecirqueahoralocrees?—preguntóAndré-Louis—.¿Porqué?—No he dicho que ahora lo crea. Pero… pero… tampoco tengomotivos para
dejardecreerle.EstandoyaenMeudon,elmarquéshavenidoavermeparajurarmequetodosucediócomoéllocuenta.
—¡Oh,sielseñormarquésdeLaTourd'Azyrlohajurado…!—empezóadecirAndré-Louissonriendosarcásticamente.
—¿Lehasoídomentiralgunavez?—leinterrumpióella—.Despuésdetodo,elseñordeLaTourd'Azyresunhombredehonor,yloshombresdehonornomienten.¿Puedesprobarquealgunavezhayamentido?
—No —admitió André-Louis. La más elemental justicia le hacía confesar, almenos, esa virtud de su enemigo—. No le he oído nunca mentir. Es demasiadoarrogantepararecurriralamentira.Perolehevistohacerotrasvilezas.
—Nadaesmásvilque lamentira—afirmóellaenconsonanciacon losvalores
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que le habían inculcado—. Para los únicos que no hay esperanza es para losmentirosos,primoshermanosde los ladrones.Sóloen la falsedadestá laverdaderapérdidadelhonor.
—Cualquiera diría que estás defendiendo a ese fauno —dijo André-Louisfríamente.
—Quieroserjusta.—Lajusticia teparecerádistintacuandotehayasdecididoaser lamarquesade
LaTourd'Azyr—concluyóeljovenamargamente.—Nocreoquellegueesedía.—Pero,apesardetodo,¿siguessinestarsegura?—¿Hayalgoseguroenestemundo?—Sí.Lanecedad.Ella,onoleoyó,onolehizocaso,ypreguntó:—¿AcasopuedesdecirmequelascosasnoocurrieroncomoelseñordeLaTour
d'Azyrmelashacontado?¿AquéfueaquellanochealTeatroFeydau?—No,nopuedo.Esposiblequesuversiónseacorrecta.Pero¿quéimportatodo
eso?—Síquepuedeserimportante.Ydimeotracosa:¿quéfuedeesamujer?—Nolosé.—¿Nolosabes?—ellasevolvióparamirarlea losojos—.¿Ylodicesconesa
indiferencia?Yopensabaque…quelaamabas…—Asífuedurantepocotiempo.Confiesoquemeequivoqué.Graciasalmarqués
deLaTourd'Azyrdescubrílaverdad.Algunasvecesesoscaballerosresultanútiles.Ayudan a los estúpidos como yo a descubrir la verdad. Tuve suerte de que larevelación, en mi caso, precediera al matrimonio. Ahora puedo mirar atrás y veraquelepisodioconecuanimidad,agradecidoporhaberescapadoalasconsecuenciasdeloquenoeramásqueunaaberracióndelossentidos.Esalgoquefrecuentementesuele confundirse con el amor. El experimento, como puedes ver, fue muyaleccionador.
Ellalemirósorprendida.—Avecespiensoquenotienescorazón,André.—Probablementesedebaaqueavecessoyinteligente.¿Ytú,Aline?Tuactitud
enlacuestióndelmarquésdeLaTourd'Azyr,¿acasodemuestraquetienescorazón?Sitedijeraloqueenrealidaddemuestra,acabaríamosriñendocomolaúltimavez,yDiossabequenoquieroenojarmecontigo…Asíquelomejorseráquecambiemosdetema.
—¿Quéquieresdecir?—Demomento,nada,puestoquenoestásenpeligrodecasarteconesabestia.—¿Ysiloestuviera?
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—¡Ah!Enesecaso,elcariñoquetetengomeharíadescubriralgúnmedioparaimpedirlo,anoserque…
Ysecalló.—¿Ano ser quequé…?—preguntó ella desafiante, irguiéndose en su pequeña
estatura,conmiradaimperiosa.—¡Anoserquetambiénpudierasdecirmequeleamas!—dijoélsencillamentey
con entera serenidad. Y luego añadió, sacudiendo la cabeza—: Pero eso, porsupuesto,esimposible.
—¿Porqué?—preguntóellaahoraenuntonomásamable.—Porque sé cómo eres, Aline. Y sé que eres buena, pura y adorable. Y los
ángelesnosellevanbienconlosdemonios.Podríasllegarasersuesposa,peronuncasucompañera.Nunca.
Habíanllegadoalaverjaquecerrabaelfinaldelcamino.Atravésdelapuertadehierro,vieronelcocheamarilloenquehabíallegadoAndré-Louis.Muycercaseoíaelchirriardeotrasruedas,elruidodeotroscascos,yaparecióotrovehículoquesedetuvoanteelsencillocochedealquiler.Eraunmagníficocarruajeconportezuelasdecaobablasonadasconescudosnobiliarioscuyosdoradosyazulesrutilabanalaluzdelsol.Unlacayoseapeóparaabrirlaportezuela.Ladamaqueviajabaenelcoche,alveraAline,lasaludóconungestoafectuosoydiounaordenallacayo.
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CAPÍTULOVI
LaseñoradePlougastel
Tras abrir la portezuela, el lacayo bajó la escalerilla y extendió un brazo paraayudaraapearseasuseñora.Ladamaeraunamujerdealgomásdecuarentaaños,que debió de haber sidomuy bella y que aún resultaba de buen ver gracias a eserefinamientoqueconlaedadaumentaenalgunasmujeres.Tantosuvestidocomosucochedenotabanunaelevadaalcurnia.—Medespido,puesveoquetienesvisita—dijoAndré-Louis.
—¡Pero si es una antigua conocida tuya! ¿No te acuerdas de la condesa dePlougastel?
Él miró a la señora que se acercaba y hacia la cual ya corría Aline. Hubieradebido reconocerla almomento, aunquehacíadieciséis añosqueno laveía.Ahoraacudíaasurecuerdolapreciosa imagen,untesorodesumemoriaquenuncadebiópermitirqueulterioressucesosborraran.
Cuandoélteníadiezaños,pocoantesdequeloenviaranalaescueladeRennes,aquelladamahabíavisitadoalseñordeKercadiou,queerasuprimo.FuecuandoélvivíaenlacasadeRabouillet,yallílepresentaronalaseñoradePlougastel.Lagrandama,entodoelesplendordesubelleza,consuvoztandulceyconaquellamanerade hablar tan refinada —tan culta que parecía hablar una lengua desconocida enBretaña—, desplegando esamajestuosidad del granmundo, al principio asustó unpocoalniñoqueentoncesélera.Peroprontoelladisipógentilmenteaquellostemoresy,conciertomisteriosoencanto,seganólaadmiracióndelchiquillo.AhoraAndré-Louis recordaba el terror que le sobrecogió cuando le ordenaron que la abrazara ycómo después se separó a regañadientes de aquellos brazos suaves y biencontorneados.Recordabatambiénqueellaolíacomoaperfumedelilas,puesnadaesmástenazquelareminiscenciaolfativa.
DurantelostresdíasqueladamapermanecióenGavrillac,élfuediariamenteasucasa, y pasó varias horas en su compañía. Como ella no tenía hijos y su instintomaternal era muy fuerte, pronto se encariñó con aquel niño de ojos precozmenteinteligentes.
—Dámelo,primoQuintin—recordóqueellaledijoelúltimodíaasupadrino—.DéjamellevarloaVersallescomohijoadoptivo.
PeroelseñordeKercadioudijoquenoconlacabeza,muyserioyensilencio,yno se hablómás del asunto.Y entonces, cuando se despidió de él—sólo ahora lorecordaba—ladamateníalágrimasenlosojos.
—Piensaenmíalgunavez,André-Louis—fueronsusúltimaspalabras.
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Ahoratambiénevocabacuántolehabíahalagadoganarseentanpocotiempoelafectode lagrandama.Esta sensaciónde regocijo leduróvariosmeses,hastaquefinalmentecayóenelolvido.
Peroahora,alcabodedieciséisaños, lorecordaba todonítidamente.¿Cómonoreconocióenseguidaaaquellajovendeentoncestransformadaenunadamamadura,mundana,coneseairedignoysosegadodelosquesesabendueñosdesímismos?André-Louisnodejabadereprochárseloensilencio.
Alinelaabrazócariñosamente,yluego,contestandoalainterrogadoramiradaqueladamadirigióasuacompañante,leexplicó:
—EsAndré-Louis.¿Noosacordáisdeél,señora?Ladama sequedóenvilo, casi sin aliento.Yentonces aquellavozqueAndré-
Louisrecordabatanmusical,ahoramásprofunda,repitiósunombre:—¡André-Louis!Poreltonodesuvoz,André-Louisintuyóquetalvezsunombredespertabaenla
condesarecuerdosasociadosconlajuventudperdida.Ladamasedetuvoaobservarlodurantelargoratoconlosojosmuyabiertos,mientrasélseinclinabaanteella.
—Porsupuestoquemeacuerdodeél—dijoacercándoseytendiéndolelamanoqueélbesósumisaeinstintivamente—.¿Cómohapodidocrecertanto?—seasombrócontemplándoleatentamente.—YAndré-Louissesonrojóaloír la satisfacciónquedelataba lavozde la señora.Ahora leparecíaque súbitamente remontaba aquellosdieciséis años transcurridos, para volver a ser el chiquillo bretón de entonces. LadamasevolvióaAline—:SupongoqueelseñordeKercadiouestaráencantadodehaberlevueltoaver,¿verdad?
—Tanencantado,señora,queenseguidamehapuestodepatitasenlacalle—dijoAndré-Louis.
—¡Ah!—exclamó la dama frunciendo las cejas y sin dejar demirarlo con susojos negros—.Tenemos que arreglar eso,Aline.Debe de estarmuy enfadado convos. Pero ésos no son modos. Yo defenderé vuestra causa, André-Louis. Soy unabuenaabogada.
Éllediolasgraciasysedespidió:—Muyagradecido,dejomicausaenvuestrasmanos.Yospresentomisrespetos,
señora.Y así, a pesar de la mala acogida de su padrino, André-Louis tarareaba una
canciónmientras el coche amarillo lo llevaba de vuelta a su casa en París. AquelencuentroconlaseñoradePlougastellehabíaanimado,ysupromesadedefendersucausajuntoconAlineledabalaseguridaddequetodoacabaríabien.
Esa confianza se confirmó cuando el siguiente jueves, amediodía, el señor deKercadiouaparecióenlaacademiadeesgrima.Gilles,elpaje,leanunciólavisita,yAndré-Louis,interrumpiendoenseguidalalecciónqueestabaimpartiendo,sequitóla
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careta y echó a correr—con su chaleco de gamuza abotonado hasta el cuello y elfloretebajoelbrazo—hastaelmodestosalóndelaplantabajadondeleesperabasupadrino.ElseñordeGavrillacselevantópararecibirlecomosiestuvieraretándolo.
—Mehanconvencidodequedeboperdonarte—anuncióhuraño,comodandoaentenderquehabíaaceptadosóloparaquenoleimportunaranmás.
André-Louisnosedejóengañar.Sabíaquenoeramásqueunaposeadoptadaporsupadrinoparaquedarenposiciónairosa.
—Benditasseanlaspersonasqueosconvencieron.Soytanfelizquemevuelveelalmaalcuerpo,padrino.
TomólamanoqueelseñordeGavrillacleofrecía,ylabesó,cediendoalimpulsodelacostumbredesusdíasinfantiles.Eraunactodetotalsumisión,querestablecíaentreellosellazodeprotegidoyprotector,contodoslosmutuosdeberesyderechosqueeso implicaba.Másque laspalabras, aquelgesto simbolizaba lapazconaquelhombrequetantoloquería.ElrostrodelseñordeKercadiousepusomásrojizoquedecostumbre.Suslabiostemblaroncuando,conlavozroncadeemoción,murmuró:
—¡Hijoquerido!—yentoncesseanimó,irguiendosugrancabezayfrunciendoelceño. Su voz se había aclarado—. Supongo que admitirás que te has portadoterriblemente…terriblemente…eingratamente.
—Esodependedelpuntodevista,¿no?—dijoAndré-Louisconsutonodevozmásamableyconciliador.
—Depende de los hechos y no de los puntos de vista. Y ya que me hanconvencido para que olvide lo pasado, confío en que, de hoy en adelante, tendrásintencióndeenmendarte.
—Tengo la intención de… de no participar en cuestiones políticas —asintióAndré-Louis,puesestoeralomásquepodíadecirsinfaltaralaverdad.
—Algoesalgo.El padrino cedió al ver que por lo menos hacía una concesión a su justo
resentimiento.—¿Noqueréissentaros,padrino?—No,no.Vengoabuscarteparaquemeacompañesahacerunavisita.Miperdón
selodebesalaseñoradePlougastel.Quieroquevengasconmigoadarlelasgracias.—Esquetengoaquícompromisos…—empezóadecirAndré-Louis,perocambió
deidea—:¡Noimporta!Arreglaréelasunto.Essólounmomento…Ycuandosedisponíaavolveralaacademia,supadrinosefijóenelfloreteque
llevababajoelbrazoylepreguntó:—¿Quécompromisos?¿Porcasualidaderesprofesordeesgrima?—Profesorydueñodeestaacademia,queeradeldifuntoBertranddesAmis,la
másflorecientequehayactualmenteentodoParís.Supadrinoquedóestupefacto.
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—¿Eresdueñodetodoesto?—Sí,heredélaacademiacuandomurióBertranddesAmis.Dejando que su padrino siguiera pensando en aquella novedad, André-Louis
subióaarreglarelasuntoconsusayudantesyavestirse.—¿Demodoqueporesoahoraciñesespada?—dijoelseñordeKercadioumás
tarde,cuandosubíaalcocheconsuahijado.—Poreso,yporqueenlostiemposquecorrentodostenemosqueirarmados.—¿Y cómo se explica que un hombre que vive de una profesión honrada,
vinculada sobre todo a la nobleza, pueda al mismo tiempo mezclarse con esospicapleitos, filósofos y panfletistas, que esparcen por doquier la difamación y larebeldía?
—Olvidáisquetambiénsoypicapleitos,yquelosoypordeseovuestro,caballero.ElseñordeKercadiourefunfuñó,tomóunpocoderapé,ylepreguntó:—¿Dicesquelaacademiaesfloreciente?—Asíes.Hetenidoquetomardosayudantes.Yyanecesitountercero.Tenemos
muchotrabajo.—Esosignificaqueestásenunaposiciónholgada.—Nomepuedoquejar.Ganomásdeloquenecesito.—Entonces podrás contribuir a pagar la Deuda Nacional —gruñó el noble,
contentodequeelmalqueAndré-Louishabíafomentadorecayerasobreélmismo.Yentonces laconversaciónsedesvióhacia la señoradePlougastel.Aunqueno
adivinabalarazón,André-LouispudodarsecuentadequealseñordeKercadiounolegustabahaceraquellavisita.Perolaseñoracondesaeraunamujermuytestarudaala que no se podía negar nada, y a la que todo el mundo obedecía. El señor dePlougastelestabaausente,enAlemania,peroregresaríapronto.Eraunaindiscreciónde su padrino, pues esa información permitía inferir fácilmente que el señor dePlougastel era uno de los intrigantes emisarios que iban y venían entre la reina deFranciaysuhermano,elemperadordeAustria.
El carruaje se detuvo ante una hermosa residencia del Faubourg St.Denis quehacía esquina con la rue Paradis. Un sirviente condujo a los visitantes a un salóndonderelumbrabanlosdoradosylosbrocados,convistaaunaterrazaquedabaaunjardín que era más bien un parque en miniatura. Allí les esperaba la condesa. Selevantó,despidióauna jovenquesolía leerle,yavanzandocon lasmanos tendidasfueasaludarasuprimoKercadiou.
—Casitemíaquenocumpliríaisvuestrapalabra—dijo—.Perofuiinjusta,puesveoquehabéis logrado traerle—ysumiradarisueña ledio labienvenidaaAndré-Louis.
Eljovenrespondióconunagalantería:—Vuestro recuerdo, señora, está tangrabadoenmi corazónqueno erapreciso
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convencermeparaqueviniera.—¡Ah,perosiestodounperfectocortesano!—exclamólacondesa,tendiéndole
lamano—.Tenemosquehablar unpoco,André-Louis—añadió conunagravedadqueleinquietóvagamente.
Se sentaron y durante un rato la conversación giró en torno a temas generales,comoel trabajoquedesempeñabaAndré-Louisyotrascosasporelestilo.Mientrastanto, ella nodejabade examinarlo atentamente conojos ávidos, hasta queAndré-Louissesintiódenuevoasaltadoporlainquietud.Intuitivamentesupoqueaquéllanoerauna simplevisitade cortesía, que lehabían llevadoallí por algomuchomenossencillo.
Alfin,comosiestuvieraplaneadodeantemano,elseñordeGavrillac,queeralapersonamenosindicadaparacubrirlasapariencias,selevantóyconelpretextodeiravereljardínsalióalaterraza,sobrecuyabalaustradademármolsederramabanlosgeranios.Despuésdesaparecióentreelfollaje.
—Ahorapodemoshablarconmásintimidad—dijolacondesa—.Sentaosaquí,amilado—dijomostrándolelamitaddesocupadadelsofá.Aunquenolasteníatodasconsigo,André-Louisobedeció.
—Como sabéis—dijo gentilmente, colocando una mano sobre el brazo de suinvitado—,oshabéisportadomalyelresentimientodevuestropadrinoerafundado.
—Siyosupieraeso, señora, seríaelmásdesgraciado,elmásangustiadode loshombres.
Y a continuación argumentó lo mismo que el domingo anterior en casa de supadrino.
—Loquehice sedebióaqueeraelúnicomedioque teníaamano, enunpaísdondelajusticiaestabaatadadepiesydemanosporlosprivilegiados,paradeclararlela guerra al canalla que asesinó a mi mejor amigo. Fue un asesinato brutal einjustificado,queningúnjuezquisocastigar.Yporsifuerapoco,yperdonadmesioshabloconenterafranqueza,esemismoasesinosedujodespuésalamujerconlaquepensabacasarme.
—¡Oh,Diosmío!—exclamóella.—Perdonadme.Séqueeshorrible.Peroasícomprenderéistalvezloquesufrí,y
cómome vi obligado a hacer lo que hice. El último asunto del queme culpan, elmotínenelTeatroFeydau,quedespuésseextendióatodalaciudad,loprovoquéporesarazón.
—¿Yquiéneraella?Comotodaslasmujeres,pensóAndré-Louis,lacondesasólosefijabaenloque
noeraesencial.—¡Oh!Eraunaactriz,unapobreignorantequeahoranolamentohaberperdido.
Binet era suapellido.Enaquel entonces,yo tambiénactuabaen la compañíade la
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leguadesupadre.PorquedespuésdelasuntodeRennes, tuvequeocultarmedetrásdeunamáscara,yaquelajusticiaimperanteenFranciameperseguíaparallevarmealahorca.
—¡Pobre muchacho!—dijo ella tiernamente—. Sólo el corazón de una mujerpuede comprender lo que habéis sufrido. Por eso es más fácil perdonaros. Peroahora…
—Ah,peroveoquenomecomprendéisdeltodo,señora.Siyocreyeraquesólofueron motivos personales los que me hicieron participar en la santa causa de laabolición de los privilegios,me suicidaría.Mi verdadera justificación radica en lafalta de sinceridad de aquellos que quisieron convertir laAsambleaGeneral en unfraudeparaengañaralanación.
—¿Ynoesprudentelainsinceridadenesosasuntos?Éllamiróasombrado.—¿Acasopuedeserprudentelahipocresía?—¡Oh,sí!Puedeserlo.Creedme,tengomásañosyexperienciaquevos.—Yodiría,señora,quenopuedeserprudentenadaquecompliquelaexistencia,y
nadalacomplicatantocomolafaltadesinceridad.—Pero seguramente,André-Louis, no estaréis tan pervertido comopara no ver
quetodoslospaísesnecesitanunaclasegobernante.—Porsupuesto.Perononecesariamenteporderechohereditario.—¿Ydequéotraformaseríaposible?—El hombre —sentenció epigramáticamente André-Louis— es hijo de sus
propiasobras.Esaherenciaesmuchomásimportantequelaprosapia.Unpaísdondeesaherenciapredomineserámuysuperior.
—Pero…entonces¿noleotorgáisningunaimportanciaalacunadondesenace?—Ninguna,señora.Deotromodo,tendríaqueavergonzarmedelamía.Ladamaseruborizó,yAndré-Louiscreyóhaberlaofendidoconsuindelicadeza.
Pero,enlugardelreprochequeesperaba,ellalepreguntó:—¿Ynoosavergüenza?¿Nunca,André?—Nunca,señora.Estoycontento.—¿Nohabéisechadonuncaenfaltaelcuidadodevuestrospadres?Él se echó a reír, sin tomar en serio aquella caritativa pregunta que juzgó tan
superflua.—Alcontrario,señora.Tiembloalpensarloquehubieranpodidohacerdemí,y
estoymuyorgullosodehabermehechoamímismo.Ellalemiróunmomentocontristeza,yluegosonriómoviendograciosamentela
cabeza.—Desde luego, orgullo no os falta. Sin embargo, deberíais ver las cosas desde
otroángulo.Ésteesunmomentodegrandesoportunidadesparaunjovencontalento
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y energía. Yo puedo ayudaros. Quizá podría ayudaros a llegar muy lejos si mepermitieraishacerloamimanera.
Sí, pensóAndré-Louis, le ayudaría enviándole también aAustria conmensajestraidoresdelareina,comoalseñordePlougastel.Esosindudalellevaríamuylejos.Perocontestódiplomáticamente:
—Os lo agradezco, señora. Pero comprenderéis que no puedo servir a ningunacausaqueseopongaamisideales.
—Osdejáis llevarporprejuicios,André-Louis;poragraviospersonales.¿Vaisapermitirqueseinterponganenvuestrocamino?
—Siloqueyollamoidealessonrealmenteprejuicios,¿seríahonestooponermeaellosauncuandosonloquepienso?
—¿Ysiyopudieraconvencerosdequeestáisequivocado?Yopodríaencontrarosunempleodignodevuestrotalento.Enelserviciodelreyprosperaríaisrápidamente.¿Queréispensarlodetenidamenteyvolvemosahablardeltemaenotraocasión?
PeroAndré-Louiscontestóconfríacortesía:—Me temo que es inútil, señora.Me halaga vuestro interés y os lo agradezco.
Peroesunadesgraciaqueyoseatancabeciduro.—¿Yahora,quiéneselquepecadehipócrita?—preguntóella.—Ah, señora, como veréis, es la falta de sinceridad la que nos lleva a
conclusioneserróneas.YentoncesaparecióelseñordeKercadiou,unpoconervioso,diciendoquetenía
queregresaraMeudon,yquesellevaríaasuahijadoparadejarloensucasa.—Quiero que vengáis otra vez,Quintín—dijo la condesa al despedirse de los
dos.—Volveremoscualquierdíadeéstos—contestóvagamenteelseñordeGavrillac
mientrasempujabaasuahijadoparaqueentraraenelcarruaje.Unavezdentrodelvehículo,lepreguntódequéhabíahabladoconlacondesa.
—Esmuyamable,ymuycariñosa—dijoAndré-Louispensativo.—¡Malditasea!Notehepreguntadotuopiniónsobreella,sinoquétehadicho…—Trató de sacarme demi erróneo camino.Habló de las grandes cosas que yo
podríahacer,brindándomesugenerosaayuda,siesquemedecidíaasentarlacabeza.Perocomonoexistenlosmilagros,noledimuchasesperanzas.
—Yaveo.¿Tedijoalgomás?Lapreguntaeratanapremiante,queAndré-Louissevolvióparamirarle.—¿Quémásesperabaisquemedijera,padrino?—¡Oh,nada!—Entonces,¿lavisitaharesultadotanbuenacomoesperabais?—¿Eh?¡Diablos!¿Porquénohablasclaro,demodoquecualquiera teentienda
sintenerquepensartanto?
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Durante el resto del trayecto hasta la rue du Hasard, el señor de Kercadioupermaneciócabizbajoypensativo.OalmenosesoleparecióaAndré-Louis.Alfinal,susilenciosameditaciónsetornópesimista,ajuzgarporsuexpresión.
—NodejesdeveniravernosaMeudon—ledijoaAndré-Louisaldespedirse—.Pero,porfavor,apartirdeahora,siquieresconservarmiamistad,nodebesmeterteenpolíticarevolucionaria.
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CAPÍTULOVII
Lospolíticos
UnamañanadeagostoLeChapelierllegóalaacademiadeesgrimaacompañadoporunhombrecuyahercúleaestaturaydesagradablerostroleresultaronfamiliaresaAndré-Louis.Tendríaunostreintaaños,yunosojosmuypequeñoshundidosenunacaraenorme.
Suspómuloseranprominentes,sunarizestabatorcidacomosilehubierandadounpuñetazo,ysubocacasinoteníaformadebidoaunacicatriz,puesuntorolehabíacorneadolacaracuandoeraniño.
Ypor si fuerapoco,parahacermáshorrible suapariencia, lasmejillas estabanmarcadas por la viruela. Vestía chabacanamente una casaca escarlata que casi lellegabaalostobillosycalzabaunasbotassalpicadasdebarro.
Sucamisa,algoempercudida,estabadesabrochadaenelpecho,dondecaíaunatirilla siempre deshecha, lo cual permitía ver un cuello tan musculoso como sushombros. En su mano izquierda balanceaba sin cesar un bastón, que era casi unacachiporra,yenelsombrerocónicollevabaunaescarapela.Erguíalacabeza,comoenconstantedesafío,ysuaireeratruculento,imponente.
LeChapelier,tambiénconexpresióngrave,selopresentóaAndré-Louis:—ÉsteesDanton,dequienyahabrásoídohablar.Esuncolega,tambiénabogado,
fundadorypresidentedelClubdelosCordeliers.PorsupuestoqueAndré-Louishabíaoídohablardeaquelhombre.¿Quiénnoloconocíaaunquefueradeoídas?Ahorarecordabadónde lehabíavisto.Eraaquelhombrequesehabíanegadoa
quitarse el sombrero en la Comedia Francesa la noche de la tormentosarepresentacióndelatragediaCharlesIX.
Mientraslecontemplaba,André-Louissepreguntóporquécasitodoslosjefesdelarevoluciónteníanlaviruela.
Mirabeau, el periodista Desmoulins, el filántropo Marat, Robespierre, elabogadillo de Arras, aquel colosal Danton y otros que André-Louis recordaba,mostrabanensurostrolascicatricesdelaviruela.Casiestabaporpensarquehabíaalgunarelaciónentreambascosas.
¿Producirían las viruelas ciertos resultados morales que conducían a laRevolución?
ElvozarróndeDantonrompióelhilodesusespeculaciones.—Este…Chapelier,mehahabladodeti.Dicequeeresunpatriota…Másqueporeltono,André-Louissesobresaltóporlasirrepetiblesobscenidades
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queelgiganteprodigabaanteunextraño.Seechóareír.Nopodíahacerotracosa.—Si te ha dicho eso, sólo ha dicho la verdad. Soy un patriota. El resto, mi
modestiameobligaaignorarlo.—Segúnparece,tambiéneresunbromista—vociferóelotro,riéndosecontanta
estridenciaque loscristalesde lasventanas temblaron—.No teofendaspor loquedigo.Asísoyyo.
—¡Quépena!—dijoAndré-Louis.EstafrasedesconcertóaDanton.—¿Eh?¿Quésignificaesto,Chapelier?¿Dequéselasdatuamigo?Elacicaladobretón,quealladodesuacompañanteparecíaunpetimetre,aunque
compartíaconDantonciertabrutalidadensusmodales,seencogiódehombros.—Esquesimplementenolegustantusmaneras,locualnomesorprende,puestu
educaciónesexecrable.—¡Bah!Todos ustedes los…bretones son iguales.Hablemos de lo que nos ha
traídoaquí.¿NosabesloqueocurrióayerenlaAsamblea?¿No?¡Diosmío!¿Enquémundovives?¿Nosabes tampocoqueelotrodía esecanallaque seautodenominareydeFranciapermitiópasarpornuestroterritorioalastropasaustriacasquevanaaplastaralosqueenBélgicaluchanporlalibertad?¿Cómorayosnosabesnadadeesto?
—Sí —dijo André-Louis fríamente, disimulando su indignación ante losaspavientosdesuinterlocutor—.Heoídodeciralgo.
—¡Ah!¿Yquépiensas?Conlosbrazosenjarras,elcolosomirabadesdearribaaAndré-Louis,quiense
volvióaLeChapelier,ydijo:—No entiendo nada. ¿Has traído aquí a este caballero para que examine mi
conciencia?—¡Malditasea!¡Esmásariscoqueunpuercoespín!—protestóDanton.—No, no—dijo Le Chapelier con tono conciliador—. Es que necesitamos tu
ayuda,André-Louis.Danton piensa que tú eres el hombre que necesitamos.Ahoraescucha…
—Esoes.Hablatúconél—agregóDanton—,Amboshablanelmismoremilgadofrancésde….Seguramentequeseentenderán.
LeChapelierprosiguiósinhacercasodelainterrupción:—La violación que ha cometido el rey, quebrantando los más elementales
derechos de un país que está elaborando una Constitución que le hará libre, hadestruidolaspocasilusionesquenosquedaban.AlgunoshanllegadoadecirqueelreyeselpeorenemigodeFrancia.Peroesto,porsupuesto,esexagerado.
—¿Quiéndiceeso?—gritóDantonechandohorriblesmaldicionesparaexpresarsudiscrepancia.LeChapelierlehizoseñaparaquesecallara,ycontinuó:
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—Detodasmaneras,esehechohasidolagotaquecolmaelvaso,puessumadoatodolodemás,haconseguidoalterarlaAsamblea.LaguerrasehadeclaradootravezentreelTercerEstadoylosprivilegiados…
—¿Acasohubopazalgunavez?—Quizá no. Pero ahora todo presenta un nuevo cariz. ¿Nohas oído hablar del
dueloentreLamethyelduquedeCastries?—Esunasuntosinimportancia.—En sus resultados, sí. Pero pudo haber sido peor. En todas las sesiones se
insultaysedesafíaaMirabeau.Peroélnosedejaprovocarysiguesucaminoconsangrefría.Otrosnosontancircunspectos;acadainsultorespondenconotroinsulto,golpe por golpe, y todos los días corre la sangre en duelos personales. Losespadachinesdelanoblezahanreducidoelasuntoaeso.
André-Louis movió la cabeza en un gesto afirmativo. Estaba pensando enPhilippedeVilmorin.
—Sí—dijo—,esunviejoardid.Yestansencilloydirectocomoellosmismos.Loqueme asombra es que no hayan empleado antes ese recurso.En los primerosdías de la Asamblea General, en Versalles, podía haberles resultado muy eficaz.Ahorameparecequeesunpocotarde.
—¡Maldita sea, por eso mismo quieren recuperar el tiempo perdido!—estallóDanton—. Aquí y allí se multiplican los desafíos entre esos matones, que sonespadachinesprofesionales,y lospobresdiablos togadosquesólosabenesgrimir lapluma.Sonverdaderos…asesinatos.Perosiyoempezaraaromperleslascabezasalos nobles con mi bastón y a retorcerles el pescuezo con mis manos, la ley mecondenaríaalahorca.¡Yesoenunpaísqueseesfuerzaporconquistarsulibertad!¡… Dios! Ni siquiera me dejan ponerme el sombrero en el teatro. Pero ellos…esos….
—Tienes razón—dijo Le Chapelier—. La situación es insoportable. Hace dosdías,elseñordeAmblyamenazóaMirabeauconsubastónenpresenciadetodalaAsamblea. Ayer el señor de Faussigny se levantó para arengar a los suyosinvitándolesamatar.«¿Porquénomatáisaesosgranujasconvuestrasespadas?»Esogritódelantedetodos.
—Esoesmuchomássencilloquehacerleyes—dijoAndré-Louis.—Lagron,eldiputadoporAncenis,eneldistritodelLoira,lecontestóalgoque
nooímos.AlsalirdelsalóndelManége,unodeesosmatonesdiestrosenlaespadaleinsultógroseramente.Lagronselimitóadaruncodazoyseguirdelargo;peroaqueltipejo gritó que le había golpeado, y le desafió. Esta mañana se batieron en losChampsElysées,y,porsupuesto,Lagronmurióconelestómagoatravesadoporunhombre que esgrimía como un maestro, mientras que el pobre Lagron ni siquierallevabaespada.Tuvieronqueprestarleuna.
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André-Louis seguía pensando en Philippe de Vilmorin, cuyo caso veía ahorarepetido hasta en losmásmínimos detalles, y sintió que le hervía la sangre en lasvenas.Apretólospuñosylasmandíbulas.LosojillosdeDantonloescudriñaban.
—¿Ybien?¿Quépiensasdetodoeso?«Noblezaobliga»,¿eh?Siellossesientenobligados a honrar su nombre, nosotros también estamos obligados a… a esos….Debemospagarlesconlamismamoneda;lucharconsusmismasarmas,aniquilarlosymandarlosalmismísimoinfierno.
—Sí,pero¿cómo?—¿Cómo?¡Malditasea!¿Nolohedichoya?—Por eso necesitamos tu ayuda —agregó Le Chapelier—. Entre tus mejores
discípulosdebedehaberhombresdesentimientospatrióticos.LaideadeDantonesqueungrupodeellos,digamosunosseiscontigoalacabeza,podríanescarmentaraesosmatones.
André-Louisfruncióelceño.—¿YcómopiensaelseñorDantonqueesopodríahacerse?Elaludidocontestóconvehemencia:—Muysencillo.OsdejamosapostadosenelsalóndelManégealahoraenquese
suspende la sesiónde laAsamblea.Osdecimosquiénesson los seis flebotomianosque nos están desangrando, y dejamos que les insultéis, antes de que ellos tengantiempode insultar a nuestros representantes.Ymañanapor lamañana, esos seis…sangradoresseránasuvezdesangradossecundumartem.Estoasustaráalosotros.Ysifueranecesario,ladosispodríarepetirseparaasegurarlacuración.Cuantosmásdeesos…matéis,mejor.
Secallóysucetrinosemblanteenrojecióentusiasmadoconlaidea.André-Louislecontemplaba,conexpresióninescrutable.
—Ybien,¿quédices?—Queesmuyingeniosalaidea—dijoAndré-Louis,volviéndoseamirarporla
ventana.—¿Yesoestodo?—Nodigotodoloquepiensoporque,probablementenomevaisacomprender.
Almenostú,Danton,tieneslaexcusadequenomeconoces;perotú,Isaac,¿cómoseteocurretraeraquíaestecaballeroconsemejanteproposición?
LeChapelierparecíaconfuso.—Confiesoquevacilé—sedisculpó—.PeroDantonnoquisooírmecuando le
expliquéqueestonoseríadetuagrado.—Noquisecreerte—rugióDantonmanoteándolecasienlacaraaLeChapelier
—, porque me dijiste que este hombre era un patriota. El patriotismo no conoceescrúpulos.¿Ytúlellamaspatriotaaestemelindrosoprofesordeminué?
—¿Teconvertiríastúenasesinoporpatriotismo?
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—Porsupuesto.¿Nohedichoyaquecontentoiríaconmiporraylosaplastaríacomosifueran…cucarachas?
—Yentonces,¿porquénolohaces?—¿Porqué?Tambiénlodijeantes.Porquemeahorcarían.—¿Yquéimportaqueteahorquensiesennombredelapatria?¿Porqué,como
unnuevoCurcio,nosaltasalvacío,siestástansegurodequetupaíssebeneficiaríacontumuerte?
Dantoncontestóexasperado:—Porquemipaíssebeneficiamuchomássiestoyvivo.—Puesyotambiénparticipodeesavanidad,señormío.—¿Tú? ¿Qué peligro habría para ti? Eres un experto, lucharías en un…duelo
igualqueellos.—¿No se te ha ocurrido pensar que la Ley juzgaría implacablemente a un
profesordeesgrimaquemateasuadversario,sobretodosihasidoeseprofesorquienhaprovocadoelduelo?
—¡Diablos!—gritóDantonconungestodedesprecio—.Ahoraresultaquetienesmiedo.
—Si te gusta pensar eso, puedes hacerlo. Tengo miedo de hacer astuta ytraidoramente loqueunapasionadopatriotacomotú tienemiedodehacerfrancayabiertamente.Tengotambiénotrasrazones.Peroconéstabasta.
Danton se quedó boquiabierto, y acto seguido empezó a despotricar echandosaposyculebrasporlaboca.
—¡Malditasea!Tienes razón—admitióparasorpresadeAndré-Louis—Tienesrazónyyoestoyequivocado.Soytancobardeytanmalpatriotacomotú.
EntoncesinvocóatodoslospróceresdelPanteóncomotestigosdesuautocrítica.Yagregó:
—Sóloque, yaves, yo soy alguien importante, y sime cogenyme ahorcan…¡No!Tenemosqueencontrarotraformadehacerlo.Perdonalasmolestias.Adiós.
YtendiósumanazaaAndré-Louis.LeChapelierpermanecíavacilante,alicaído.—André,lamentomucholoocurrido…—Nohacefaltaquedigasnada,porfavor.Vuelveprontoporaquí.Megustaría
quetequedarasunratomás,peroyacasisonlasnueveymiprimerdiscípuloestáalllegar.
—Yotampocopermitiríaquesequedara—dijoDantonmientrasarrastrabaaLeChapelierhastalapuerta—.TenemosqueencontrarelmododesuprimiralseñordeLaTourd'Azyryasusamigos.
—¿Aquién?Lapreguntasonócomounpistoletazoen losoídosdeDanton,haciendoquese
detuvieraenseco.Diomediavuelta,yLeChapeliertambién.
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—HedichoquehayquesuprimiralseñordeLaTourd'Azyr.—¿Esecaballerotienealgoqueverconlaproposiciónquemeacabandehacer?—¡Claroquetienequever!Éleseljefedelosmatones.YLeChapelierañadió:—ÉlfuequienmatóaLagron.—Noseráamigotuyo,¿verdad?—preguntóDanton.—¿Y es a La Tour d'Azyr a quien tengo que matar?—preguntó André-Louis
lentamente,comosumidoensuspensamientos.—Enefecto—dijoDanton—.Ynoes trabajoparaunaprendiz, de esopuedes
estarseguro.—¡Ah,bueno,esoesharinadeotrocostal!—dijoAndré-Louispensandoenvoz
alta—.Esoesunagrantentaciónparamí.—¿Entonces…?—exclamóelhombretóndandounpasohaciaAndré-Louis.—Espera un momento —dijo André-Louis levantando una mano; y entonces,
cabizbajo, paseó por la habitación, como si estuviera ausente, extraviado en susmeditaciones.LeChapelieryDantonsemiraron,luegolemiraronaélyesperaronaquelopensara.
André-Louisestabaadmirado.¿Cómonoselehabíaocurridoantesaquellaideapara saldar la cuenta pendiente con el señor de La Tour d'Azyr? ¿Para qué habíaadquiridotantadestrezaenlaesgrimasinolausabaparavengaraVilmorinyparasalvaraAlinedesupropiaambición?¡QuéfácilseríainsultargravementealseñordeLaTourd'Azyryconcluirelasunto!Esoseríaunasesinato,casitanarterocomoelque cometió el marqués con Philippe de Vilmorin, pues ahora las posiciones sehabían invertido, y era André-Louis quien mejor dominaba la esgrima. Era unobstáculo moral del que André-Louis podía desentenderse. Pero quedaba aún elobstáculo legalqueél lehabíaexpuestoaDanton.Las leyes seguíanexistiendoenFrancia, las mismas leyes que le impidieron actuar legalmente contra el marqués,peroqueenaquelcasocaeríansobreélcontodosupeso.Yentonces,súbitamente,comoenunainspiración,André-Louisvioelcamino.UncaminoqueprobablementeharíarecaerlajusticiasobreelseñordeLaTourd'Azyr,queharíaquefueraélmismoquien,consuinsolencia,consuconfianzaensímismo,searrojarasobrelaespadadeAndré-Louis.
Sevolvióalospolíticosylenotaronmuypálido.Susojosobscurosbrillabandeunmodoenigmático.
—Probablemente resulte un poco difícil encontrar alguien que sustituya a esepobre Lagron —dijo—. Nuestros paisanos no tendrán muchas ganas de moriratravesadosporlasespadasdelosprivilegiados.
—Esbastantecierto—dijoLeChapelier,sombrío,yentonces,comosideprontolehubiera leídoelpensamientoaAndré-Louis,gritó—:¡André-Louis!¿Quieresser
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susuplente?—Esomismoestabapensando.EsolegitimaríamipresenciaenlaAsamblea.Siel
señordeLaTourd'Azyrdecideprovocarme,susangrecaerásobresupropiacabeza.Noseréyoquienloimpida—sonriódeunmodoextraño—.Yonosoymásqueunpícaroquebuscalamaneradeserhonrado.Dehecho,sigosiendoScaramouche;unhijodelasofistería.¿CreéisqueAncenismequerrácomosurepresentante?
—¿Tener a Omnes Omnibus como representante? —exclamó Le Chapelieralborozado—. Para Ancenis eso será el mayor orgullo. No es lo mismo querepresentaraNantesoaRennes,comoantestepropuse.PerodetodasmanerasseráslavozdeBretaña.
—¿TendréqueiraAncenis?—Eso no será necesario. Bastará una carta mía a la municipalidad para que
confirmen tu designación enseguida. No tienes que salir de París. En un par desemanastodoquedaráarreglado.¿Teparecebien?
André-Louis siguió pensando antes de dar una respuesta definitiva. Estaba eltrabajoensuacademia,aunqueLeDueyGalochepodríanencargarsede lasclasesmientras él se limitaba a dirigirlos. Después de todo, ya Le Due era un maestroconsumadoydignodeconfianza.Encualquiercaso,sieranecesario,podíaemplearauntercerayudante.
—Bien,acepto—dijoporfin.LeChapelier le estrechó lamano dándole las gracias, pero el hombretón de la
casacaescarlata,queseguíaenlapuerta,losinterrumpió:—Exactamente¿quéesloquesetraenentremanos?—preguntó—.¿Sitehacen
representantedeBretañanotendrásescrúpuloenmatardeunaestocadaalmarqués?—Si el señormarqués así lo desea, como sin duda sucederá, no tendré ningún
inconveniente.—Advierto la distinción. Eres muy ingenioso —dijo Danton entre burlón y
despreciativo, y volviéndose a Le Chapelier, añadió—: ¿Cómo dices que empezóeste…,comoabogado,verdad?
—Sí,primerofueabogadoydespuéssaltimbanqui.—¡Yheaquíelresultado!—Como si dijéramos.Después de todo, tú y yo nos parecemos en algo—dijo
André-Louis.—¿Qué?—Aligualquetú,unavezyoincitéaotrosparaquemataranalhombrequeyo
queríavermuerto.Porsupuesto,túdiríasqueesoesunacobardía.LeChapeliersepreparóparalopeor,dispuestoasepararalosdoshombres,pues
unnubarrónaparecióen la frentedelgigante.Peroenseguidasedisipó,yunagrancarcajadavibróenlahabitación.
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—Mehastocadoporsegundavez,yenelmismositio.Sevequesabesesgrimir,muchacho. Seremos buenos amigos. Puedes visitarme en la rue des Cordeliers.CualquiergolfoenelbarriotedirádóndeestálacasadeDanton.Desmoulinsviveenlosbajos.Teesperocualquieradeestastardes.Paraunamigosiemprehayunabotelladevino.
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CAPÍTULOVIII
Losespadachines
Después de una ausencia demás de una semana, el señormarqués deLaTourd'AzyrestabaderegresoensuescañodelaAsambleaNacional.Enrealidad,enaquelentoncesya sepodíahablarde él comoel exmarquésdeLaTourd'Azyr, pues enseptiembrede1790,yahacíadosmesesquesehabíaaprobadoeldecreto—puestoenmarchaporLeChapelier,esebretónqueabogabaenprodelaigualdaddederechos—suprimiendolanoblezahereditaria,puesasícomolamarcaconhierrocandenteola horca no ultrajan a los posiblemente honrados descendientes de un malvadopresidiario, tampoco el blasón glorifica automáticamente al posible indignodescendientedealguienquehaprobadosuvalía.Demodoqueaqueldecretoenvióalbasurerodelahistorialosescudosdearmasqueunailustradageneracióndefilósofosno toleraba.El señorcondedeLaFayette,queapoyó lamoción,dejó laAsambleaconvertidosimplementeenelseñorMotier,elgrantribunocondedeMirabeaupasóaser el señor Riquetti, y el marqués de La Tour d'Azyr se transformó en el señorLesarques.LaideasurgióenunodeaquellosmomentosdeexaltaciónmotivadosporlaproximidaddelgranFestivalNacionaldelChampdeMars,ysindudalosqueseprestarona ello se arrepintieronal día siguiente.Deestemodo, apesarde serunanuevaley,nadiesepreocupabaporhacerlarespetar.
En fin, que corría elmesde septiembre, y el tiempo era lluvioso, y algode suhumedad y de su lobreguez parecía haber penetrado en el gran salón delManége,donde en ocho hileras de verdes escaños, dispuestos elípticamente en gradasascendentesenelespacioconocidocomoLaPiste, se sentabanunosochocientosonovecientosrepresentantesdelostresEstadosqueahoracomponíanlanación.
Estaban debatiendo si la Corporación que iba a suceder a la AsambleaConstituyentetrabajaríaconjuntamenteconelrey,siseríaperiódicaopermanente,ysitendríadosCámarasouna.
ElabateMaury—hijodeunzapateroremendón,y,porconsiguiente,enaquellosdíasdeantítesis,oradordelpartidodeladerecha—estabaenlatribunayhablabaafavor de los privilegiados. Parecía aconsejar la adopción de dos Cámaras, sistemacopiado del modelo inglés. Más interminables y monótonos que su hábito, susargumentos adoptaban cada vez más la forma de un sermón, y la tribuna de laAsambleaNacionalpocoapocoseconvirtióenunpulpito;perolosdiputados,alainversa, se parecían cada vez menos a una congregación de feligreses. Aquellapomposaverbosidadempezabaainquietarlos,cuchicheabanentreellos,secambiabande sitio, y en vano los cuatro ujieres con calzones de satén negro y pelucas
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empolvadascirculabanporlasaladandosuavespalmadasysusurrando:«¡Silencio!¡Vuelvanasusescaños!».
También en vano sonaba continuamente la campanilla del presidente desde sumesafrentealatribuna.ElabateMauryhabíahabladodemasiadotiempoyyanadiele escuchaba. Aparentemente se dio cuenta, cesó de hablar, y el zumbido de milconversacionesalavezsehizogeneral.Peroesemurmullodecolmenatambiéncesóbruscamente.Hubo un silencio de expectación, todas las cabezas se volvieron, loscuellosseestiraron.Hastalossecretarios,sentadosalrededordelamesaredondaqueestababajoelestradode lapresidencia,salierondesuhabitualapatíaparamiraraljovenqueporprimeravezsubíaalatribunadelaAsamblea.
—¡André-Louis Moreau, diputado suplente del difunto Emmanuel Lagron porAncenis,eneldistritodelLoira!
ElseñordeLaTourd'Azyrsaliódesumelancólicaabstracción.Cualquieraquefuese el sucesor del diputado a quien él había dadomuerte, debía ser objeto de suinterés. Pero lógicamente ese interés aumentó a oír aquel nombre y reconocer enaquelAndré-LouisMoreaualjovensinvergüenzaqueincesantementesecruzabaensucaminoejerciendocontraéluna siniestra influenciaqueacada instante lehacíalamentar haberle perdonado la vida hacía dos años, enGavrillac.Que aquel jovenpasaraaocuparelpuestodeldifuntoLagron leparecióalseñordeLaTourd'Azyralgomásqueunameracoincidencia,eraundesafíodirecto.
Miróaljovenconmásasombroquerabia,yexperimentóunavagainquietud,casiuna premonición. Desde el primer momento, el abierto desafío que significaba lapresenciadeaquelhombresemanifestódemodoinequívoco.
—Mepresentoantevosotros—comenzóadecirAndré-Louis—comodiputadosuplente para ocupar la plaza de uno de los nuestros que fue asesinado hace tressemanas.
Era una impresionante provocación que al instante suscitó un clamor deindignaciónentrelosderechistasdelaAsamblea.André-Louishizounapausaylosmiró,sonriendoamedias.
—Señor presidente—dijo—, parece que a los caballeros de la derecha no lesgustanmispalabras.Peroesonoesdeextrañar,puescomoessabidonolesgustaoírlaverdad.
Esta vez provocó un alboroto aúnmayor. Los diputados de la izquierda rugíanentrerisaseinjuriasmientraslosdeladerechaprotestabanyproferíanamenazas.Losujierescirculabanconmásrapidezquedecostumbre,yenvanotratabandeimponersilencio.Elpresidentesacudíasucampanilla.PorencimadeaquellaalgarabíaseoyólavozdelseñordeLaTourd'Azyr,quiensehabíalevantadoparagritar:
—¡Saltimbanqui!¡Estonoesunteatro!—No, señor; pero se está convirtiendo en el coto de caza de los espadachines
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asesinos—respondióeloradoryelgriteríoaumentó.Eldiputadosuplentemiróasualrededoryesperóunmomento.Cercadeélestaba
LeChapelier,animándoloconunasonrisaaligualqueKersain,otrodiputadobretónamigosuyo.UnpocomáslejosviolagrancabezadeMirabeau,echadahaciaatrás,mirándoleconojosasombrados.Ymásallá,enmediodeaquelmarderostros,lacaracetrina del abogado Robespierre —o de Robespierre, como se hacía llamarúltimamenteasumiendoesa aristocráticapartícula comoprerrogativadeunhombredesudistinciónenlajuntadesucomarca.Alzandosucabezacuidadosamenterizada,eldiputadoporArrasobservabaaAndré-Louisatentamente.Sehabíaalzadohastalafrente las lentesconmonturadeconchaqueusabapara leer,yahora loexaminabamientras en sus labios se dibujaba aquella sonrisa de tigre que después sería tanfamosacomotemida.
Gradualmente el escándalo fue disminuyendo hasta que pudo oírse la voz delpresidente. Inclinándose hacia delante en su asiento, se dirigió con gravedad alorador:
—Señor, si deseáis ser escuchado, os ruego que no seáis tan provocativo envuestro lenguaje.—Yacto seguido sevolvió a losotros—Señoresmíos, os ruegoquecontengáisvuestrasemocioneshastaqueeldiputadosuplentehayaconcluidosudiscurso.
—Trataré de obedecer, señor presidente, dejando toda provocación para loscaballerosde laderecha.Si laspocaspalabrasquehastaahorahepronunciadohansidoprovocativas, lolamento.Peronopodíadejardealudiraldistinguidodiputadocuyo puesto no soy digno de ocupar, como tampoco podía dejar de referirme alacontecimiento que nos ha puesto en la triste necesidad de sustituirlo. El diputadoLagron era un hombre de singular nobleza de espíritu, abnegado, disciplinado,inflamadoporelaltopropósitodecumplirconsudeberrepresentandoasuselectoresenestaAsamblea.Poseíaloquesusenemigossuelenllamarunpeligrosodondelaelocuencia.
ElseñordeLaTourd'Azyrseretorcióaloíraquellafrasequetanbienconocía.Era su propia frase, la que había usado para justificar el asesinato de Philippe deVilmorin, y que, de vez en cuando, le echaban en cara con un tono tan vengativocomoamenazador.
YentonceslaresueltavozdelhábilCázales,excelenteespadadelpartidodelosprivilegiados,intervinoaprovechandolamomentáneapausahechaporelorador.
—Señorpresidente—preguntócongransolemnidad—,¿eldiputadosuplentehasubidoalatribunaparatomarparteeneldebatedelaconstitucióndelasAsambleasLegislativasoparapronunciarunaoraciónfúnebreporelalmadelfinadoLagron?
Estavezfueronlosdeladerechaquienesestallaronencarcajadas,júbiloqueasuvezinterrumpióeldiputadosuplente:
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—¡Esasrisassonobscenas!Comobuenbretón,arrojabasuguantealrostrodelosprivilegiados,ylassonoras
risas cesaron al instante convirtiéndose en gestos de furia reprimida. André-Louiscontinuósolemnemente:
—TodossabéiscómomurióLagron.Hablardesumuerterequierevalor,reírsedesumuerterequiereotracosaquenovoyacalificar.Sihealudidoasufallecimientoesporquemipresenciaentrevosotrosnecesitaunaexplicación.Amímetocacargarconla responsabilidad que él ha dejado. No pretendo tener la energía, el valor, ni lainteligenciadeLagron;peroporpocasqueseanlasenergías,elcorajeylasabiduríaqueyotenga,sabréllevaresacarga.Y,paraaquellosaquienespuedainteresarconfíoenquelosmediosempleadosparasilenciarlaelocuenciadeLagron,noseadoptaránparaacallarmivoz.
Se oyó un débil murmullo de aplausos a la izquierda y risas desdeñosas a laderecha.
—¡Rhodomont!—legritóalguien.André-Louismiróenladireccióndedondeprocedíaaquellavoz,yvioquevenía
del grupo de espadachines que hacían las veces de matarifes en el partido de laderecha.Enunsusurro,André-Louisrespondió:
—No, amigo; yo soy Scaramouche: el sutil y peligroso Scaramouche, queconsiguesuspropósitostortuosamente.—Yentonces,yaenvozalta,continuó—:Elseñorpresidentehabráadvertidoquealgunosdelosaquípresentesnocomprendenelpropósitopor elquenoshemos reunido,quees eldehacer leyesparaqueFranciapuedagobernarseequitativamente,paraquepuedasalirdelabancarrota,dondecorrepeligro de hundirse para siempre. Pero, según parece, hay algunos que en vez deleyes quieren sangre, y yo solemnemente les advierto que esa sangre acabará porahogarles, si no aprenden a tiempo a renunciar a la fuerza para que prevalezca larazón.
DenuevohuboalgoenaquellafrasequeleresultófamiliaralseñordeLaTourd'Azyr. En el guirigay que siguió, el ex marqués se volvió al caballero deChabrillanne,queestabasentadoasulado,yledijo:
—EsuncanallamuyosadoesebastardodeGavrillac.Chabrillannelemiróconlosojosllameantesyelrostrolívidodeira.—Dejadlequehable.Nocreoquevolvamosaoírlenuncamás.Dejádmeloamí.Despuésdeoíraquellaspalabras,ysinsaberacienciaciertalacausa,elseñorde
LaTourd'Azyrsesintiómásaliviado.Anteshabíapensadoqueteníaquehaceralgo,queaquél eraundesafíoquehabíaqueaceptar.Pero apesarde su rabia, se sentíaextrañamentedesganado.SuponíaqueesasensaciónsedebíaaqueAndré-Louis lehacía recordar el desagradable episodio del joven que había matado cerca de laposadaElBretónArmado, enGavrillac.No era que se reprochara habermatado a
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PhilippedeVilmorin,pueselotroramarquéscreíaplenamentejustificadasuacción.Eraqueensumemoria revivíaunespectáculodesagradable:eldeaquelmuchachodesconsolado, arrodillado junto al cadáver del amigo a quien tanto había amado,suplicándole que lo matara también a él y gritándole, para incitarle, «asesino» y«cobarde».
Mientras tanto,apartándoseahoradel temade lamuertedeLagron,eldiputadosuplente sehabíaconcentradoen la cuestiónque sedebatía.Loquedijonoaportónadanuevo;sudiscursofueinsignificante.Noeraelverdaderomotivoquelehabíaimpulsadoasubiralatribuna,erasóloelpretexto.
Más tarde, cuando André-Louis salía del vestíbulo, acompañado por LeChapelier,seencontródeprontorodeadoporungrupodediputadosqueleservíadeguardia de honor. La mayoría eran bretones que intentaban protegerle de lasprovocacionesquesusaudacespalabrasenlaAsambleapodíanacarrearle.Eneso,elmacizoMirabeauaparecióasulado.
—Le felicito, Moreau —dijo el insigne hombre—. Lo ha hecho muy bien.Evidentementeahoraquerránsusangre.Peroseadiscretoynosedejearrastrarporfalsossentimientosquijotescos. Ignoresusprovocaciones,comohagoyo.Cadavezqueunespadachínmedesafía,loanotoenunalista.Yasonalrededordecincuenta,yahí se quedarán.Niégueles ese placer que ellos llamanuna satisfacción, y todo irábien.
André-Louissonriósuspirando.—Senecesitavalorparaeso—dijohipócritamente.—Porsupuesto.Pero,segúnparece,austedlesobravalor.—Nolosuficiente,quizás.Peroharéloquepueda.Atravesaron el vestíbulo, y aunque allí estaban los aristócratas aguardando
enfurecidos al joven que les había insultado flagrantemente desde la tribuna, laescoltaqueacompañabaaAndré-Louisevitóqueseleacercaran.
Sin embargo, cuando salieron al aire libre, bajo la marquesina de la puertacochera,susimprovisadosguardaespaldassedispersaron.Afuerallovíaacántaros.Elsueloestaballenodebarro,yporunmomento,André-Louis,queseguíaacompañadoporLeChapelier,vacilóantesdesalirbajoaqueldiluvio.
ElvigilanteChabrillannecreyóquehabíallegadolaocasiónqueestabaesperandoy,exponiéndoseamojarseconlalluvia,fueasituarsefrentealosadobretón.Ruda,violentamente,empujóaAndré-Louis,comoparahacersesitiobajolamarquesina.
André-Louis supoal instante cuál era elpropósitodeliberadodeaquelhombre.Todoslosqueestabanasualrededortambiénlocomprendieronytrataronderodearloenvano.André-Louisexperimentóunaprofundadesilusión:noeraaChabrillanneaquien él quería. Al reflejarse en su rostro esa frustración, el otro la interpretóequivocadamente. Pero en fin, siChabrillanne era el designadopara luchar con él,
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procuraríahacerlolomejorposible.—Nome empujéis, caballero—dijo cortésmente, apartando al recién llegadoy
procurandoconservarsusitiodebajodelamarquesina.—¡Tengoqueresguardarmedelalluvia!—vociferóelotro.—Parahacerlo,noes
necesarioquemepiséis.Nomegustaquemepisen.Tengolospiesmuydelicados.Osruegoquenohablemosmás.
—¿Porqué,sitodavíanohehabladoyo,insolente?—clamóelcaballeroentonodescompuesto.—¿Ah,no?Yopensabaqueibaisadisculparos.—¡Disculparme!—gritóChabrillanneyseechóareír—.¿Disculparmeconvos?¡Soismuychistoso!—ysindejardereírse,intentómetersedenuevobajolamarquesina,empujandoaAndré-Louismásviolentamente.
—¡Ay!—gritóAndré-Louishaciendounamuecadedolor—.Mehabéispisadootravez.Yaoshedichoquenomeempujéis.Habíalevantadolavozparaquetodosleoyeran,ydenuevoapartóaChabrillanneenviándolobajolalluvia.Apesardesudelgadez,elconstanteejerciciodelaesgrimalehabíadadoaAndré-Louisunbrazocon músculos de hierro. Así que el otro salió disparado hacia atrás, trastabilló,tropezó conunavigademaderadejada allí por los trabajadores aquellamañana, ycayódenalgasenellodo.
Uncorode risassaludó laespectacularcaídadelcaballero,quese levantó todoembarradoyembistiófuriosamenteaAndré-Louis.Lehabíapuestoenridículo,yesoeraimperdonable.
—Éstamelapagaréis—balbuceó—.Osmataré.SucaraenrojecidaestabacasipegadaaladeAndré-Louis,quienseechóareír.
Enmediodelsilencio,todospudieronoírsurisaysuspalabras:—¿Eraesoloqueestabaisbuscando?¿Porquénolodijisteisantes?Mehubierais
ahorradoeltrabajodelanzarosalsuelo.Yocreíaqueloscaballerosdevuestraclasesiempresecomportabanenestos lancescondecoroyconciertagracia.Dehaberlohechoasí,oshubieraisahorradounoscalzones.
—¿Cuándopodremosconcertarelduelo?—dijoChabrillanne,lívidodefuror.—Cuando os plazca, señor. A vos os corresponde decidir cuándo os conviene
matarme,puestalesvuestraintención,comohabéisanunciado,¿verdad?—MañanaporlamañanaenelBois1.Supongoquetraeréisaunamigo.—En efecto.Mañana por lamañana, pues. Espero que tengamos buen tiempo.
Detestolalluvia.Chabrillannelemiróbastanteasombrado.André-Louissonreíaserenamente.—Noosrobarémástiempo,señor.Todohaquedadoclaroentrenosotros.Mañana
porlamañanaestaréenelBoisalasnueveenpunto.—Esdemasiadotardeparamí,señor.—Otrahoraseríaparamídemasiadotemprano—explicóAndré-Louis—Nome
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gustacambiarmishorarios.Alasnueveenpunto,oaningunahora.—PeroyodeboestarenlaAsambleaalasnueveparalasesióndelamañana.—Mucho me temo que antes tendréis que matarme, y por una especie de
superstición,nomegustamorirantesdelasnuevedelamañana.AquellotrastornabalosprocedimientoshabitualesdelseñordeChabrillanneyno
podíaaguantarlo.AllíestabaaquelrústicodiputadoadoptandoprecisamenteeltonodesiniestraburlaconqueélylosdesuclasesolíantratarasusvíctimasdelTercerEstado. Y para irritarlo más todavía, André-Louis, siempre en su papel deScaramouche,sacósucajaderapéylaalargóconpulsofirmeaLeChapelierantesdeservirseél.
TodoparecíaindicarqueChabrillanne,despuésdeloquehabíatenidoquesufrir,noibaatenernisiquieraunasalidaairosa.
—Deacuerdo,señor—dijo—,alasnueveenpunto.Yaveremossiluegohabláiscontantapetulancia.
Yactoseguidoseescabullóentrelasbefasdelosdiputadosbretones.Paracolmo,tambiénlosrapazuelosqueseencontróalbajarporlarueDauphineseburlarondeél,riéndosedelbarroquemanchabasusfondillosderasoylosfaldonesdesuelegantecasaca.
Pero, aunque exteriormente se mofaban de Chabrillanne, en el fondo losmiembros del Tercer Estado temblaban de miedo e indignación. Aquello erademasiado.Lagronhabíamuertoamanosdeunodeaquellosespadachines,yahorasusucesor tambiéneradesafiado,ymoriríaundíadespuésdeocuparelpuestodelmuerto. Varios diputados le pidieron a André-Louis que no fuera al Bois al díasiguiente, que ignorara el desafío y todo aquel asunto, pues no era más que undeliberado intento de asesinarlo. El joven escuchó seriamente, sacudió la cabeza yprometióquelopensaría.
En la sesión de la tarde estaba otra vez en su escaño de la Asamblea, sereno,comosinadalepreocupara.
Peroalotrodíaporlamañana,cuandolaAsambleasereunió,suasientoyeldelseñor de Chabrillanne estaban vacíos. El temor y la angustia reinaban entre losmiembrosdelTercerEstado,ysusdebatesteníanuntonoásperoquenoerahabitual.Unos desaprobaban la falta de circunspección del recién reclutado diputado, otroscriticaban su temeridad, y sólo unos pocos—los pertenecientes al grupito de LeChapelier—teníanesperanzasdevolverloaver.
Demodoquemuchossesorprendieronaliviadoscuando,unosminutosdespuésdelasdiez,lovieronentrar,tranquiloysereno,ydirigirseasuasiento.Eloradorqueocupabalatribunaenaquelmomento,unmiembrodelpartidodelosprivilegiados,seinterrumpió y le miró boquiabierto, entre incrédulo y desalentado. Había algoincomprensibleen todoaquello.Entonces,comoqueriendoconciliarelasombrode
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ambosbandosdelaAsamblea,alguienexplicódesdeñosamenteloquehabíapasado:—Nohahabidoduelo.Ésteseacobardóenelúltimomomento.Así debía de ser, pensaron todos. Cesó la expectación y todos volvieron a
arrellanarseensusasientos.CuandoAndré-Louisoyóaquellavozexplicandoelcasoparasatisfaccióndetodos,sedetuvounmomentoantesdesentarse.Pensóquedebíaesclarecerloshechos,ydijo:
—Señorpresidente,presentomisexcusasporhaberllegadotarde.Desdeluego,André-Louisnoteníaquedarningunaexplicación.Aquellonoera
más que un golpe de efecto teatral, tan en consonancia con el temperamento deScaramouche,quenopodíarenunciaraél.Poresocontinuó:
—Meheretrasadounpocodebidoauncompromisoimpostergable.TambiénospresentoexcusasennombredelcaballerodeChabrillannequien,desgraciadamente,enlosucesivoestarápermanentementeausentedesupuestodelaAsamblea.
Unsilenciosepulcralcayósobrelosallíreunidos.YAndré-Louissesentó.
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CAPÍTULOIX
ElpaladíndelTercerEstado
ElcaballerodeChabrillanneestabamuyrelacionadoconelasesinatodePhilippedeVilmorin.NosólohabíasecundadoalseñordeLaTourd'Azyr,sinoqueinclusolehabíaincitado.DemaneraqueAndré-Louissesintiójustificadoalmatarloduranteelduelo.Enciertaformaeraelactodejusticiaquenohabíapodidoobtenerporotrosmedios.Porotraparte,ChabrillannehabíaprovocadoaqueldueloconfiadoenqueéleraunexpertoespadachínyAndré-Louis,unburguéssinningunaexperienciaconlaespada. Así pues, moralmente, el caballero de Chabrillanne no era más que unasesino, y merecía morir. Sin embargo, cuando André-Louis comunicó aquellamuertealaAsamblea,habíaensutimbredevozunacentocínico.Esocorroborabano sólo la opinión de Aline, sino también la de otros conocidos suyos, cuandoafirmabanquenoteníacorazón.
Sucrueldadtambiénsepusodemanifiestocuandodescubriólainfidelidaddelahija de Binet y preparó su venganza. De allí nació su desprecio hacia todas lasmujeres, y, si bien no amaba aCliméne tanto comohabía pensado al principio, sureacciónalsentirserechazadoporellapareceindicarquellegóaquererlamásdeloquecreía.NomenoscínicoyfingidoerasudeseodehabermatadoaBinet,aunque,convencido de que era mejor librar al mundo de gentes como él, tampocoexperimentabacompunción.Comoellectorrecordará,teníalararacapacidaddeverlas cosas en su justa dimensión, y jamás las magnificaba ni las reducía porconsideracionessentimentales.Almismotiempo,quecontemplaraelhechodematarcon una ecuanimidad tan cínica, cualquiera que fuera su justificación, era algoabsolutamenteincreíble.
Deigualmodo,ahora,alregresardelBoisdeBoulogne,dondehabíamatadoaunhombre, su falta de seriedad al hablar del caso no revelaba su auténticotemperamento. No se identificaba con Scaramouche hasta ese punto. Pero sí losuficienteparaocultarsiempresusverdaderossentimientostrasunamáscara,ytrocarloque realmentepensabaen frasesocurrentes.Erasiempreelactor,elhombrequecalculaelefectoqueproduciránsuspalabras,yquenuncadejadeocultarsuauténticocaráctertrasunaaparienciaficticia.Entodoaquellohabíaalgodiabólico.
Estaveznadiese riódesu ligereza.Tampocoerasu intenciónprovocar la risa.Másbienqueríaasustar,ysabíaquemientrasmásdesenfadadoeindiferentefuerasutono,másimpresionaría.Asíqueobtuvoexactamenteelefectodeseado.
Esfáciladivinarloquesiguió.Cuandoselevantólasesión,habíaporlomenosseis espadachines aguardándole en el vestíbulo, y esta vez ya no le escoltaban los
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hombres de su partido. Ahora sabían que era capaz de defenderse. Evidentementepodía plantar cara a sus enemigos adoptando sus mismos métodos, así que suscompañerosnosintieronlanecesidaddeprotegerlo.
Alsalir,estudiólahileraderostroshostilesqueleaguardaban.Susactitudes,susgestos,decíanalasclarasparaquéestabanallí.Sinembargo,sedetuvobuscandoalhombre a quien ansiaba desafiar. Pero el señor de La Tour d'Azyr no estaba enaquellafiladeespadachines.Yesoleextrañóbastante.Apartedeprimos,elseñordeLaTourd'Azyryel caballerodeChabrillanneeran íntimosamigos,y seguramentehabíaestadoaqueldíaenlaAsamblea.LociertoeraqueelseñordeLaTourd'Azyrsehabíaquedadodemasiadosorprendidoydesoladoanteelinesperadodesenlace.Yhabíarefrenado,tambiéndeunmodoextraño,suseddevenganza.TalveztambiénélrecordabaelpapelquehabíadesempeñadoChabrillanneenelduelodeGavrillacycomprendíaqueaquelAndré-LouisMoreauque tan tenazmente leperseguíaeraunastutovengador.
La repugnancia que sentía ante la idea de enfrentarse con él, particularmentedespuésdeestaprovocación,leresultabamásenigmáticaquenunca.Peroexistía,yahoraactuabacomounfrenoensuconciencia.
PuestoqueelseñordeLaTourd'Azyrnoestabaenaquelgrupoqueleesperaba,aAndré-Louis le daba lomismo quién fuera el próximo contrincante.Resultó ser elvizcondedeLaMotte-Royau,unadelasespadasmásdiestrasdelanobleza.
Elmiércoles por lamañana, al llegar a laAsamblea, una horamás tarde de loconvenido, André-Louis anunció, en términos similares a los empleados dos díasantes para anunciar la muerte de Chabrillanne, que el señor de La Motte-RoyauprobablementenoalteraríalaarmoníadelaAsambleadurantelaspróximassemanas,pues tardaría en reponerse de los efectos de un desagradable accidente queinesperadamentehabíatenidoaquellamañana.
EljuevesanunciólomismorefiriéndoseaVidamedeBlavon.Elviernesjustificósu retraso diciendo que había tenido una entrevista con el señor deTroiscantins, yluego,volviéndosealosmiembrosdelaladerecha,ymostrándosegrave,añadió:
—Me alegra informaros que el señor de Troiscantins está en manos de unexcelentecirujanoquesindudaoslodevolverárestablecidodentrodealgunosdías.
Aquello era inaudito, fantástico. Tanto sus amigos como sus enemigos en laAsamblea estaban estupefactos ante aquella sucesión de anuncios serenamentehechos por André-Louis. Cuatro de los mejores espadachines estaban fuera decombate por algún tiempo, uno de ellosmuerto. Y todo esto lo había ejecutado yanunciadoconabsolutaindiferenciaydesenfado,unabogaduchodeprovincia.
A los ojos de todos,André-Louis empezó a adquirir el aspecto de un héroe denovelaromántica.Hastaelgrupodelosfilósofosdelalaizquierda,quenoaceptabanotra fuerza que la de la razón, empezaban a mirarle con un respeto y una
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consideraciónquesushazañasretóricasjamáslehubieranproporcionadoaellos.DesdelaAsamblea,sufamafueextendiéndosepocoapocoaParís.Desmoulins
escribiósupanegíricoenelperiódicoLesRevolutions,dondelellamó«ElpaladíndelTercer Estado», nombre que halló feliz acogida en el pueblo y por el que leconocierondurantealgúntiempo.DesdeñosamentetambiénlomencionaronenActesdesApotres,elórganosatíricodelpartidodelosprivilegiados,queeditabaungrupodecaballerosafectadosporunagravemiopíaintelectual.
Elviernesdeaquellasemana tanagitadaparael joven,alsalirde laAsamblea,descubrió que en el vestíbulo no había ningún espadachín esperándolo. A su ladoestaban Le Chapelier y Kersain. André-Louis se sorprendió tanto que se detuvobruscamente.
—¿Yatienenbastante?—lepreguntóaLeChapelier.—Yahantenidobastantecontigo—lerespondiósuamigo—.Ahora trataránde
meterseconotromenosdiestroenlaesgrima.André-Louissequedódesilusionado,puessehabíaprestadoaaqueljuegoconun
solo propósito. Por lo menos la muerte de Chabrillanne, aunque no era lo quebuscaba, teníaalgúnsentido,pueseracomounasuertedepreámbulopara llegaralseñordeLaTourd'Azyr.Pero losotros tresno le importaban.Sehabíaenfrentadocon ellos un poco a regañadientes y sin poner demasiado empeño en el duelo,preocupándosesóloporsuseguridad.¿Yahora,sinmásnimás,ibaacesarsumisiónsinqueelhombrealquequeríamatar sepresentarasiquiera? ¡Enesecaso, tendríaqueforzarlo!
Afuera, bajo lamarquesina, había un grupo de caballeros conversando.André-Louis vio entre ellos al señor deLaTour d'Azyr.Apretó los labios, pues nopodíapartirdeél laprovocación.Teníaquequedarclaroque lospendencieroseranellos.Ya esa mañana Actes des Apotres le había desenmascarado revelando que era unmaestrodeesgrima,elsucesordeBertranddesAmis.Presentándolocomounhombrepeligroso,almismotiempoesainformacióntratabadeexcusarlassucesivasderrotasdelosaristocráticosespadachines.
Pero las cosas no podían quedar como estaban después de tanto esfuerzo.Apartando la vista del grupo de caballeros, André-Louis levantó la voz para quetodospudieranoírlo:
—Según parece, mis temores a pasarme el resto de mis días en el Bois eraninfundados.
Porelrabillodelojopudoadvertirlaagitaciónqueesaspalabrasprovocaronenelgrupo.Loscaballeroslemiraron,peroesofuetodo.André-Louispensóquetendríaquedeciralgomásatrevido.Pasandolentamenteentresusamigos,comentó:
—LomássorprendenteesqueelasesinodeLagronnohayaprovocadoalsucesordeLagron.Talveztengasusrazones.Quizáselcaballeroesmuyprudente.
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Habíapasadodelargopordelantedelgrupocuandodejócaerestaúltimafrase,ala que acompañó con una insolente y provocadora carcajada.No tuvo que esperarmucho. Sintió unos pasos que le seguían y una mano cayó sobre su hombrohaciéndolegirarviolentamentesobresustalones.Ahoraestabafrenteafrenteconelseñor deLaTour d'Azyr, en cuyo rostro sereno había unos ojos llameantes de ira.Detrásde él, venían lentamente algunosde los caballerosque estaban en el grupo.Los otros, al igual que los compañeros deAndré-Louis, contemplaban la escena aprudencialdistancia.
—Sinomeequivoco,creoquehabláisdemí—dijoelmarquéssinalterarse.—Enefecto,hablabadeunasesino.Perosóloestabahablandoconestosamigos
míos.LaactituddeAndré-Louiseratansosegadacomoladesuinterlocutor,oincluso
más,puesdelosdoseraelquemásexperienciateníacomoactor.—Habláis lo bastante alto para ser oído por los demás —dijo el marqués
contestandoalainsinuacióndequeélestabaescuchandoaescondidas.—Losquequierenoírporcasualidad,suelenconseguirloconbastantefrecuencia.—Meparecequetenéislaintencióndeofenderme.—¡Oh,estáisenunerror,señormarqués!Nodeseoofenderos.Peronomegusta
quemepongan lamanoencima,muchomenos tratándosedemanosquenopuedoconsiderarlimpias.Enestascircunstancias,nopuedosercortés.
ElseñordeLaTourd'Azyrparpadeó.CasiadmirabalaactituddeAndré-Louis.Másbien temíasalirperdiendosi lacomparabancon la suya.Yeso losacódesuscasillas.
—MehabéisllamadoelasesinodeLagron.Comoveis,nosoysordo.Ytambiénrecuerdoquenoeslaprimeravez.
—¡Cuántomehalagaqueosacordéisdemí,señor!—Enaquellaocasiónmellamasteisasesinoporqueusémihabilidadparaeliminar
aunfanáticoquerepresentabaunpeligroparamí,nimásnimenoscomohacéisvos,maestro de esgrima, cuando os enfrentáis a otros cuyo dominio de la espada esinferioralvuestro.
Los amigos del señor de La Tour d'Azyr estaban serios y desconcertados. Erarealmente increíble que aquel gran caballero descendiera a discutir con un canallaabogadoespadachín.Y,loqueerapeor,queenaquelladiscusiónquedaraenridículo.
—¿Me enfrento yo a ellos?—dijoAndré-Louis en tono de burla—. Perdonad,señor marqués, pero fueron ellos los que me provocaron estúpidamente. Meempujaban,meabofeteaban,mepisaban lospies,me insultaban.Esono tienenadaqueverconelhechodequeyoseamaestrodeesgrima.¿Acasoporserlotengoquesoportar losmalos tratos de vuestros groseros amigos? ¿O es que de haber sabidoantesqueyoeramaestrodeesgrima,susmodaleshubieransidomáscorrectos?Pero
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yonotengolaculpadeeso.¡Quéinjusticia!—¡Payaso!—leapostrofódesdeñosamenteelmarqués—.Nadade loquedecís
viene al caso. ¿Esos hombres con los que os habéis enfrentadovivende la espadacomovos?
—Alcontrario,señormarqués.Porloquehepodidocomprobar,sonhombresquemuerenporlaespadaconasombrosafacilidad.Nocreoqueseavuestrodeseoserunodeellos.—¿Yporquéno?—dijoelseñordeLaTourd'Azyrconelrostroenrojecido.
—¡Oh! —exclamó André-Louis enarcando las cejas y crispando los labios—.Porque vos, señor, preferís las víctimas fáciles, los Lagron y los Vilmorin de estemundo,merasovejasparavuestromatadero.
El marqués de La Tour d'Azyr le dio una bofetada a André-Louis, quienretrocedió.Susojosbrillaronporunmomento;despuésseechóareírenlacaradesuenemigo.
—Después de todo, sois como los demás. ¡Muy bien! La historia se repite,aunque con ligeras variaciones, pues el pobre Vilmorin no pudo soportar la vilmentira con la que le provocasteis, y entonces os abofeteó; y ahora vos no podéissoportarunaverdadigualmentevil,yporesomeabofeteáis.Perosiemprelavilezaestá de vuestra parte. Y ahora, como entonces, para el que abofetea… —seinterrumpió y luego dijo—: pero, en fin, no hace falta decirlo. Debéis recordarlo,puestoquevosmismoloescribisteisaqueldíaconlapuntadevuestraespada.Yyaque así lo deseáis, caballero, nos batiremos. —¿Y qué otra cosa iba a desear?¿Hablar?André-Louissevolvióasuamigosuspirando.—Comoves,tendréqueirdenuevo al Bois, Isaac. ¿Podrías hacerme el favor de hablar con cualquiera de estosamigos del señormarqués y concertar el duelo paramañana a las nueve en punto,comodecostumbre?
—Mañana,no—ledijoelmarquésaLeChapelier—.Tengoquevisitaraalguienenelcampoynopuedodejardeir.LeChapeliermiróaAndré-Louisyéstedijo:—Entonces nos batiremos el domingo a la misma hora. —Tampoco puedo ir eldomingo—explicóelmarqués—.Nosoytanpaganocomoparainfringirlafiestadeguardar.—PeroseguramenteDiosnocondenaráauncaballero tandevotocomoelseñormarquésporquefalteaunamisa—dijoAndré-Louis—.Muybien,Isaac,fijaelencuentro para el lunes si es que no hay otra solemne festividad ni ningúncompromisoimpostergablequeseloimpidaalseñormarqués.Lodejoentusmanos.
Saludóconelairedealguienaquienaburrenesosdetallesy,cogiendodelbrazoaKersain,sealejó.
—¡Diosmío!¡Quéestilotienesparaestosasuntos!—ledijoKersain,quedeestascosasnosabíanada.
—De ellos lo aprendí—dijo echándose a reír. Estaba de muy buen humor. YKersainsesumóalosquecreíanqueAndré-Louiserauninconscienteounhombre
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sincorazón.Pero en sus Confesiones nos dice —y eso nos permite descubrir al hombre
verdadero detrás de su máscara— que aquella noche se arrodilló para pedirle alespíritudesudifuntoamigoPhilippequefueratestigodecómoestabaaunpasodecumplireljuramentohechosobresucuerpo,hacíadosaños,enGavrillac.
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CAPÍTULOX
Orgulloherido
LapersonaalaqueelseñordeLaTourd'Azyrteníaquevisitarenelcampoeraelseñor de Kercadiou. Ese día muy temprano se dirigió con su coche a Meudon,llevando consigo el último número de Actes des Apotres, cuyas sátiras sobre losinnovadores tanto divertían al señor deGavrillac. El venenoso desprecio destiladocontra aquellos golfos le hacía olvidar los sinsabores que ellos mismos le habíancausadoobligándoloadesterrarsedeBretaña.
Duranteelúltimomes,elmarquéshabíavisitadodosvecesalseñordeGavrillac,yalveraAline,tandulceylozana,tanbellaeinteligente,lascenizasdelpasado,queél creía ya apagadas, volvieron a encenderse. La deseaba más que a nada en elmundo.Creíaqueera supasiónmáspura,yque,dehaberla experimentado siendomás joven, le hubiera convertido en otro hombre.Le había dolido en el alma que,despuésdelasuntodelTeatroFeydau,ellahubieramanifestadoquenoqueríavolveraverle.Deungolpe,acausadeaquelmalhadadomotín,habíaperdidounaamanteque legustabayunamujerque idolatraba.El sórdidoamorde la señoritaBinet lehubierapodidoconsolaralperderelamordeAline,delmismomodoquesuexaltadoamorporAlinelehabíainclinadoasacrificarsurelaciónconlahijadeBinet.Peroaquellariñatumultuariaenelteatrolehabíaprivadodeambasalavez.Fielaloquele había prometido a Sautron, había roto definitivamente con la actriz paraencontrarse conque tambiénAline rompía definitivamente con él.Y cuandoya sehabía recuperado de su pesar, cuando volvió a pensar en la señorita Binet, lacomediantayahabíadesaparecidosindejarrastro.
SeamargabaculpandodetodoestoaAndré-Louis.Esealdeanomalnacidoqueleperseguíaimplacablementeconsuafánjusticiero,convirtiéndoseenlapesadilladesuvida.Sí,esoeraaqueljoven:¡lapesadilladesuvida!Yellancequetendríalugarellunes…No quería pensar en lo que iba a suceder el lunes. No era que le tuvieramiedoalamuerte.Comotodoslosdesuclase,eravaliente,talvezmásdelacuenta,yconfiabademasiadoensudestrezaparapensarniremotamenteenlaposibilidaddemorir en un duelo. Pero aquel duelo le parecía la culminación de todo elmal quehabía sufrido directa o indirectamente por culpa de ese André-Louis Moreau, ypereceramanosdeélseríainnoble.Yacasileparecíaoíraquellainsolenteyburlonavoz, en la primera sesiónde laAsamblea, el lunes por lamañana, proclamando elfestivoanunciodesumuerte.
Enojadopor estasvisiones, elmarqués sacudió la cabeza.Aquello era absurdo.Después de todo, aunque Chabrillanne y La Motte-Royau eran excepcionales
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espadachines,ningunodelosdospodíaigualarseaél.Alverloscamposiluminadosporelsoldeseptiembre,suespíritusereanimóysintiócomounapremonicióndesuvictoria.Sí,ellunespondríafinaesapersecucióndequeeravíctima.Aniquilaríaaaquel impertinente que le hacía la vida imposible.Y diciéndose esto se sintiómásoptimista,yhastaconcibiómayoresesperanzasconAline.
Unmesantes,cuandovolvieronaverse,élfueabsolutamentesinceroconella.Lehabía contado toda la verdad acerca del motivo de su visita al Teatro Feydau,reprochándolequefuerataninjustaconél.Perodeahínopasó.
Sinembargo,paraempezar,conesoerasuficiente,comoquedódemostradoensuúltimoencuentro,dossemanasatrás,cuandoellayalerecibióconfrancacordialidad.Aúnsemostrabaalgoretraída,peroeradeesperarquesecomportaraasíhastaqueélle confesara sus esperanzas de reconquistarla. Había sido una necedad no habervenidoantesydejarquetranscurrierancatorcedíassinverla.
Deestemodo,llenoderenovadaconfianza—unaconfianzanacidadelascenizasdel pesimismo—, elmarqués llegó aquellamañana aMeudon. Semostró alegre yjovialmientras hablaba con el señor deKercadiou en el salón, aunque en realidadaguardabaaqueaparecieralaseñorita.Hablabadelfuturodelpaís,enelquetambiénconfiaba.Yahabíaindiciosdeuncambioenlaopiniónpública,oalmenoseramásmoderada. La nación empezaba a advertir que aquella chusma de abogados laarrastrabaalabismo.SacóelejemplardeActesdesApotresy leyóunpárrafomuydivertido.EntoncesapareciólaseñoritayelmarquésledejóelperiódicoalseñordeKercadiou.
El señor de Gavrillac, preocupado por el futuro de su sobrina, salió a leer elperiódico al jardín, donde ocupó un sitio estratégico, ni tan lejos que no pudieravigilarlos discretamente, ni tan cerca que pudiera oírlos. El marqués aprovechó almáximoaquella breveocasióndehablar con la joven a solas.Ledeclaró su amor,implorando su perdón, suplicándole que, al menos, le permitiera abrigar algunaesperanzadequeundíanomuylejanonosenegaríaainiciarunarelaciónconél.
—Señorita—dijoconvozvibrantedeemoción—,vosnopodéisalbergardudasacercademisinceridad.Lamismaconstanciademissentimientoslodemuestra.Fueunactodejusticiavermedesterradodevuestrapresencia,yaquemedemostróamímismocuanindignoeradelgranhonoralqueaspiraba.Peroesedestierroenmodoalguno ha disminuido mi devoción. Si pudierais imaginar cuánto he sufrido,comprenderíaisqueheexpiadocompletamentemiculpa.
Ellalecontemplóconciertamelancolíaensubellorostro.—Yonodudodevos,señor,sinodemímisma.—¿Devuestrossentimientoshaciamí?—Sí.—Esopuedocomprenderlo.Despuésdelosucedido…
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—Siempre fue así, señor —interrumpió ella suavemente—. Habláis como sihubieraisperdidomicariñoacausadevuestrosactos.Peroesoseríadecirdemasiado.Voyahablarosconelcorazónenlamano.Noeraposiblequeperdieraismicariño.Soyconscientedelgranhonorquemehacéis.Yosaprecioprofundamente…
—Pero entonces —exclamó él en tono esperanzado— con eso basta parainiciar…
—¿Quiénmeaseguraqueesoseaelcomienzodealgo?¿Ysiesesentimientonopasaradeahí?Dehaberosquerido,despuésde lodeaquellanocheenel teatro,oshubiera enviado a buscar. Como mínimo, no os hubiera condenado sin antes oírvuestraexplicación.Peroyaveis…—yencogiéndosedehombros,sonrióamableytristemente.
Pero en su optimismo, el marqués, lejos de darse por vencido, se sentíaestimulado.
—Peroesoesdarmeesperanzas,señorita.Conloqueyamedais,puedoesperarmás confiadamente. Os demostraré que soy digno de vos. Os juro que lo haré.¿Quién,teniendoelprivilegiodeestartancercadevos,noharíacualquiercosapormerecervuestroamor?
Eneso,antesdequeellapudieracontestarle,elseñordeKercadiouentróporlapuertaquedabaaljardínconelrostroenrojecidoylaslentesensufrente.AgitabaelejemplardeActesdesApotresy,alparecer,estabamudodeestupefacción.
De haber podido expresar en voz alta su enojo, el marqués hubiera dicho unagrosería.Peroseresignóamordersela lenguaanteaquella inoportunainterrupción.Alarmadaporlaexcitacióndesutío,Alinesepusoenpiedeunsalto.
—¿Quésucede?—¿Que qué sucede? —exclamó por fin el señor de Kercadiou—. ¡El muy
canalla!¡Eseperroinfiel!Consentíenolvidarelpasadoconlacondicióndequenovolveríaameterseenpolíticaparaapoyaralosrevolucionarios.Aceptóesacondiciónyahora—lediounmanotazoaunapáginadelperiódico—havueltoahacerdelassuyas. No sólo me ha traicionado otra vez metiéndose en política, sino que esmiembrode laAsamblea,y, loqueespeor,usa sudestrezademaestrodeesgrimaparaconvertirseenunespadachínasesino.¡Oh,Diosmío!¿EsquetambiénlasleyeshanemigradodeFrancia?
De pronto, el señor de La Tour d'Azyr sintió que una duda perturbaba susesperanzasconrespectoaAline.UnadudaoriginadaenlaintimidaddeaquelMoreauconelseñordeKercadiou.Sabíacuálhabíasidoantesesarelaciónycómoluegoseinterrumpióacausade la ingratituddeMoreaualvolversecontra laclasea laquepertenecíasubenefactor.Loquenosabíaeraquesehabíanreconciliado.Duranteelúltimomes—puestoquelascircunstanciaslehabíanllevadoarompersupromesadeevitarcualquiercontactoconlospolíticos—,eljovennosehabíaaventuradoapasar
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por Meudon, y su nombre nunca salió a relucir en presencia del marqués en eltranscurso de sus visitas. Por eso, y sólo ahora, elmarqués se enteraba de aquellareconciliación,peroalmismotiempo,seenterabadequelarupturaentrepadrinoyahijadosereiteraba,haciendoqueelabismoentreellosfueramayorquenunca.Asíquenovacilóenrevelarsuverdaderasituación.
—Hayunaley.Laleyqueesejovenimprudenteinvoca:laleydelaespada—dijoelmarquésmuyserio,casitriste,puessabíaqueerauntemadelicado—.Nosepuedepermitir que continúe indefinidamente su carrera de maldad y asesinatos. Tarde otemprano se encontrará con una espada que vengará a las otras.Como sabréis,miprimoChabrillanneestáentresusvíctimas,pueslomatóelmartespasado.
—Sinooshedadomipésame—dijoelcaballerodeKercadiou—,esporquelaindignación ahoga en mí cualquier otro sentimiento. ¡El muy canalla! ¡Decís quetardeotempranoencontraráunaespadaquevengarálasotras!¡QuieraDiosqueseapronto!
—Creoquevuestraoraciónnotardaráenserescuchada—contestóelmarqués—.Esemalditojoventieneotroduelomañana,ypuedequeleajustendefinitivamentelascuentas.
Hablaba con tanta calmay convicción que sus palabras sonaron a sentencia demuerte.SúbitamentedesapareciólarabiadelseñordeKercadiou.Surostropurpúreosetornópálido,yelmiedosereflejóensusojosdesorbitadosyeneltemblordesuslabios. Elmarqués comprendió que la furia del señor deKercadiou contraAndré-Louisnoeramásqueunenfadoirreflexivo,yquesudeseodequealguiencastigarapronto a su ahijado había sido inconscientemente falso. Enfrentado ahora a laposibilidad de que tuviera un justo castigo, la bondad, que era la esencia de sucarácter, triunfó sobre su enojo convirtiéndolo en terror. El cariño que sentía porAndré-Louis surgió a la superficie haciendo que el pecado de su ahijado parecierapocacosacomparadoconelcastigoqueleamenazaba.
ElseñordeKercadiousehumedecióloslabios.—¿Conquiéneselduelo?—preguntóesforzándoseporaparentarserenidad.—Conmigo—contestóelseñordeLaTourd'Azyrbajandolosojos,conscientede
que su respuesta causaría una pena profunda. Enseguida, advirtió el débil grito deAlineyvioqueelseñordeKercadioudabaunpasoatrás.Entoncesprocedióadarlaexplicaciónqueconsiderónecesaria:
—Envistadesusrelacionesconvos,señordeKercadiou,yacausadelprofundorespetoqueosprofeso,tratédeimpedirlo,aunque,comocomprenderéis,lamuertedemiamigoyprimoChabrillanneexigíaunarespuestademiparte.Esosincontarquemicircunspecciónyaempezabaasuscitar lascríticasdemisamigos.Peroayeresetemerario joven hizo lo imposible por sacarme de mis casillas. Me provocódeliberadamente y en público. Me insultó groseramente, y… mañana por la
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mañana…nosbatiremosenelBois.Al final vaciló un poco, consciente de la atmósfera hostil que de pronto le
rodeaba. La hostilidad del señor de Kercadiou ya la esperaba, pues había visto elcambiorepentinoquesehabíaproducidoenél;perolahostilidaddeAlinelecogióporsorpresa.
Elmarquésempezóavislumbraruncúmulodedificultades.Unnuevoobstáculosurgíaen sucamino.Pero suorgulloheridoy su sentidode la justicianoadmitíanningunadebilidad.
Amargamente se daba cuenta, tanto simiraba al tío como a la sobrina, de queaunquemañanalomatara,inclusodespuésdemuertoAndré-Louissevengaríadeél.Nohabíaexageradoaldecirsequeaqueljoveneralapesadilladesuvida.Ahoraveíaclaramenteque,hiciera loquehiciere, jamáspodríavencerlo.André-Louissiemprediría la última palabra. Su amargura, su rabia y su humillación —algo casidesconocidoparaél—revelabansuimpotencia,yesomismohizoquesupropósitofueraaúnmásfirme.
Poresoahorasemostrabasosegadoeinflexible,dandoaentenderqueaceptabaloineluctable.Nohabíaensuactitudnadaquepudierareprocharse,nadaquehicierapensarque renunciaría al funesto encuentro.Así lo advirtió el señordeKercadiou,quiensuspiró:
—¡Diosmío!Comosiempre,elseñordeLaTourd'Azyrhizoloqueeraderigor.Sedespidió,
pues permanecermás tiempo en un sitio donde sus palabras provocaban tal efectohubierasidoimpropio.Demodoquesefueconunaamargurasólocomparableasuanterioroptimismo;lamieldelaesperanzasehabíatransformadoenhielnadamásllevársela a los labios. ¡Oh, sí, la última palabra siempre la tenía André-LouisMoreau!
Tío y sobrina semiraron cuando el caballero salió, y en los ojos de ambos sereflejabaelhorror.LalividezdeAlineeracasicadavéricaynodejabaderetorcerselasmanosangustiada.
—¿Porquénolepediste…porquénolerogaste…?—exclamó.—¿Paraqué?—contestó su tío—.Él tiene razón,y…y…haycosasquenose
puedenpedir,cosasqueseríahumillantepedir—ysesentósuspirando—.¡Oh,pobremuchacho…pobremuchachodescarriado!
Ninguno de los dos tenía la más mínima duda acerca del desenlace de aquelduelo. El aplomo con que había hablado el marqués no auguraba nada bueno. ElseñordeLaTourd'Azyrnuncafanfarroneaba,yellossabíanqueeramuydiestroconlaespada.
—¿Qué importa humillarse cuando la vida deAndré-Louis está en peligro?—protestóAline.
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—Losé…¡Diosmío!Yyomismomehumillaríasisupieraqueasípuedoevitareseduelo.Peroelmarquésesunhombreduro,inflexibley…
Ella le dejó, y salió bruscamente al jardín. Corrió hasta alcanzar al marquéscuandoibaasubiralcarruaje.Aloírsuvoz,élsevolvióyseinclinó.
—¿Señorita?…Enseguidaadivinósupropósito,saboreandoanticipadamentelaamarguradetener
quedecirlequeno.PeroAlineinsistiótantoquevolvióconellaalvestíbulodesueloajedrezadoenblancoynegro.Élseapoyóenunamesaderobleyellasesentóenelsillóntapizadoconsedacarmesíqueestabaallado.
—Señor,nopuedopermitirquepartáisasí.Nopodéisimaginarelgolpequeseríaparamitíosi…simañanatienelugaresefunestoencuentro.Lasexpresionesqueélusóalprincipio…
—Señorita, me he dado cuenta de lo que en realidad significaban esasexpresiones.Creedme,mesientoprofundamentedesoladoante lo inesperadode lascircunstancias.Esprecisoquemecreáis.Estodocuantoospuedodecir.
—¿Esoesrealmentetodo?¡MitíoquieretantoaAndré!—exclamóella.El tono suplicante de Aline hirió al marqués como un cuchillo, y súbitamente
surgióensualmaotraemoción,unaemociónabsolutamenteindignadelorgullodesulinaje, que casi parecía mancharle, pero que no pudo reprimir. Vaciló ante laposibilidad de exteriorizar semejante sospecha, vaciló ante la idea de sugerir niremotamente que un hombre de tan innoble ascendencia pudiera ser su rival. Peroaquelrepentinoataquedecelosfuemásfuertequesuorgullo.
—¿Yvos, señorita? ¿Vos también queréis a eseAndré-LouisMoreau?Os pidoperdónporlapregunta,peronecesitosaberloconclaridad.
Entoncesvioque la joven se ruborizaba.Primerovio en su rostro confusión, yluegoelbrillodelosojosazulesdeAlineleanuncióqueeramásbienenojo.Esoleconsoló,puesal finyalcabo lahabía insultado.Nose leocurriópensarqueaquelenojopudieratenerotroorigen.
—André-Louisyyofuimoscompañerosdejuegosenlainfancia.Tambiényolequiero mucho; casi le considero un hermano. Si yo necesitara algo y mi tío noestuviese a mi lado, André-Louis sería el único hombre a quien iría en busca deayuda.¿Bastaconestarespuesta,caballero?¿Oqueréissaberalgomás?
Élsemordióloslabios.Pensóqueestabanerviosoaquellamañana;deotromodo,noselehubieraocurridohaceraquellaestúpidapreguntaconquelahabíaofendido.Hizounaprofundareverencia.
—Señorita,perdonadqueoshayamolestadoconmipregunta.Habéisdichomásdeloqueyohubierapodidoesperar.
Ynodijonadamásdándoleaellalaposibilidaddeseguirhablando.PeroAlineno sabía qué palabras emplear. Se quedó callada, frunciendo las cejas y
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tamborileando nerviosamente con los dedos en la mesa, hasta que al fin entróprecipitadamenteeneltemaqueleinteresaba.
—Señor,osruegoquesuspendáiseseduelo.Vio cómo el marqués arqueaba ligeramente las cejas, vio su efímera sonrisa
apenada,yprosiguió:—¿Quéhonorpodéissatisfacerensemejanteencuentro?Astutamente ella apelaba a su arrogancia, pues sabía que era el sentimiento
dominanteenelmarqués,unsentimientoquenolehabíasidomuyprovechoso.—Nobuscosatisfacerningúnhonor,señorita,sinojusticia.Elencuentro,comoya
expliquéantes,nolohebuscadoyo.Mehasidoimpuesto,ymihonornomepermiteretroceder.
—¿Qué deshonra puede haber en perdonarle? ¿Acaso alguien osaría poner endudavuestrovalor?Nadiepodríamalinterpretarvuestrosmotivos.
—Os equivocáis, señorita. Sin duda mis motivos serían mal interpretados.Olvidáisqueesejovenhaadquiridoenlaúltimasemanaciertareputacióncapazdehacervacilaracualquieraquevayaaenfrentarseconél.
Ellacontestócasidesdeñosamente,comosiesofueraalgosinimportancia.—Acualquieramenosavos,señormarqués.Sesintióhalagadoporladulzuradesuconfianza.Perodetrásdeaquelladulzura
habíaungranamargor.—Amítambién,señorita,puedoasegurarlo.Yhayalgomás.Esedesafíoalcual
elseñorMoreaumehaforzadonoesningunanovedad.Eslaculminacióndelalargapersecucióndequemehahechovíctima.
—Persecución que os habéis buscado —dijo ella—. Ésa es la verdad, señormarqués.
—Nadamáslejosdemiintención,señorita.—Vosmatasteisasumejoramigo.—En ese sentido no tengo nada que reprocharme.Mi justificación está en las
circunstancias,comohaquedadoconfirmadotraslosdisturbiosquehanestremecidoestedesdichadopaís.
—Y…—Alinetitubeó,apartandoporprimeravezlamirada—.Yvos…vosle…¿YquéhaydelaseñoritaBinet,conlaqueélpensabacasarse?
Éllamirósorprendido.—¿Conlaquepensabacasarse?—repitióincrédulo,casiconsternado.—¿Nolosabíais?—Pero¿ycómolosabéisvos?—¿Noosdijequesomoscasicomohermanos?Élmelodijoantes…antesdeque
voslohicieseisimposible.Éldesviólamirada,pensativoycabizbajo,casiaturdido.
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—Hay—dijo quedamente— una singular fatalidad entre ese hombre y yo quehacequenuestroscaminossecrucenconstantemente…
Trassuspirar,volvióamirarlafrenteafrente,yhablómásenérgicamente.—Señorita,hastaahorayonoteníaconocimiento…noteníanilamenorsospecha
deeso.Pero…—seinterrumpió,pensóuninstanteyseencogiódehombros—:Perosi le hice daño fue inconscientemente. Sería injusto acusarme de lo contrario. Laintenciónesloquecuentaennuestrosactos.
—Peroeldañosiguesiendoelmismo.—Esonomeobligaanegarmea loque irrevocablementehedehacer.Porotra
parte,ninguna justificaciónpodríasermayorque lapenaqueesto leocasionaamibuenamigo,vuestrotío,ytalvezavosmisma,señorita.
Ellaselevantódepronto,desesperada,dispuestaajugarsuúnicacarta.—Señor—dijo—, hoy me hicisteis el honor de hablarme en ciertos términos,
de…dealudiraciertasesperanzasconlasquemehonráis.Éllamirócasiasustado.Ensilencio,esperóaqueellacontinuara.—Yo… yo… Por favor, comprended, señor marqués, que si persistís en ese
asunto,si…noanuláisesecompromisodemañanaenelBois,nodebéisconservarningunaesperanza,puesjamáspodréisvolveraacercarosamí.
Eraloúltimoquepodíahacer.Aélcorrespondíaahoraaprovecharlapuertaqueellaleabríadeparenpar.
—Señorita,vosnopodéis…—Sí puedo hacerlo, señor, irrevocablemente… Por favor, os ruego que lo
comprendáis.Él se puso pálido y lamiró con lástima. Lamano que elmarqués antes había
levantado en señal de protesta empezó a temblar. La dejó caer para que Aline noadvirtieseaqueltemblor.Asípermanecióunbreveinstante,mientrasensuinteriorselibrabaunabatalla,laluchaentresudeseoyloqueledictabasusentidodeldeber,sinpercibir cómo aquel sentido del honor se transformaba en implacable sed devenganza. Suspender el duelo, se dijo, equivaldría a caer en la más abyectavergüenza, y eso era inconcebible. Aline pedía demasiado. No podía saber lo queestaba pidiendo, porque si lo supiera no sería tan injusta, tan poco razonable. Almismotiempo,sabíaqueerainútiltratardequelocomprendiera.
Era el fin.Aunque a lamañana siguientematara aAndré-LouisMoreau, comoesperaba hacer, la victoria siempre sería para aquel intrépido joven.Elmarqués seinclinóprofundamente,conlapenaqueinundabasucorazónreflejadaenelrostro.
—Señorita,ospresentomisrespetos—murmuróysevolvióparairse.Azorada,atolondrada,ellaselevantóllevándoseunamanoalcorazón.Entonces
gritóaterrada:—Pero…¡siaúnnomehabéiscontestado!
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Élsedetuvoenelumbralysevolvió,ydesdelasombradelvestíbuloAlineviosu graciosa silueta recortándose contra el resplandor del sol. Esa imagen suya laperseguiríaobstinadamentecomoalgosiniestroyamenazadoralolargodelashorasdepavorqueseguirían.
—¿Quéqueréis que haga, señorita?Hequerido evitarmey evitaros el dolor deunanegativa.
Ysefue,dejándolaacongojadayfuriosa.Alinesedejócaerdenuevoenelgransillóncarmesíyallípermaneció,acodada
enlamesaycubriéndoseelrostroconlasmanos.Unrostroardientedevergüenzaydepasión.¡Sehabíaofrecidoy lahabían rechazado!Aquello era inconcebible.Leparecía
quesemejantehumillacióneraunamáculaimborrableensuconciencia.
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CAPÍTULOXI
Elregresodelacalesa
AqueldíaelseñordeKercadiouescribióunacarta:
Ahijado—empezabasinningúnadjetivoqueindicaraafecto—,hesabido,conpenaeindignación,queotravezhasfaltadoalapalabraquemedistedeabstenertedetodaactividadpolítica.Conmayorpenaeindignacióntodavía,me he enterado de que, de un tiempo a esta parte, te has convertido enalguienqueabusade la destrezaadquirida en la esgrima contra los demiclase,contralosdelaclasealacualdebestodoloqueeres.Tambiénséquemañanatendrásunencuentroconmibuenamigo,elseñordeLaTourd'Azyr.Uncaballerodesualcurniayabolengotieneciertasobligacionesque,porsunacimiento,leimpidensuspenderuncompromisodeesanaturaleza.Perotúnotienesesadesventaja.Unhombredetuclasepuedenegarseacumpliruncompromiso de honor, o bien dejar de asistir a él sin que eso entrañe unsacrificio.Lospartidariosdetusideasopinaránquepuedeshacerusodeunajustificada prudencia. Por consiguiente, te suplico —y creo que por losfavores que has recibido de mí, podría ordenártelo— que te abstengas deasistiralacitademañana.Simiautoridadnobasta,comosededucedetupasadaconductaenlaqueahorahasreincidido,sitampocopuedoesperardetiunjustosentimientodegratitudhaciamí,entoncesdebessaberqueencasode sobrevivir a ese duelo, no quiero volver a verte, pues para mí habrásmuerto. Si todavía te queda una chispa del afecto que alguna vez medemostraste,osiparatisignificaalgomiafectoque,apesardelospesares,mehaceescribirestacarta,notenegarásahacerloquetepido.
Ciertamentenoeraunacartadiplomática.ElseñordeKercadioucarecíadetacto.Cuando André-Louis la leyó el domingo por la tarde, sólo vio en aquella cartapreocupación por la posible muerte del señor de La Tour d'Azyr, su buen amigo,comolellamaba,yfuturosobrinopolítico.
El mozo que había traído la carta de su padrino y que ahora aguardaba larespuesta, tuvo que esperar una hora mientras André-Louis la redactaba. Aunquebreve,lecostómuchoescribirla.Finalmente,lacartadecía:
Padrino,Hacéisquemeresulteextraordinariamenteduro tenerquenegarmea loqueme
suplicáisenvirtuddelafectoqueosprofeso.Sialgohedeseadotodamivida,hasido
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tenerunaoportunidaddedemostraroseseafecto.Deahíquemesientatandesoladoalverquenopuedodaroslapruebaqueahoramepedís.EsdemasiadograveloqueocurreentreelseñordeLaTourd'Azyryyo.tambiénmeofendéis,amíyalosdemiclase—cualquieraqueéstasea—aldecirinjustamentequenoestamosobligadosporcompromisosdehonor.Hastatalpuntomeobligan,que,aunquequisiera,nopuedoretroceder.
Si en el futuro persistís en vuestra anunciada intención, tendré que seguirsufriendo.Ypodéisestarsegurodequesufriré.
Vuestroafectuosoyagradecidoahijado,André-LouisEntregóelbilletealmozodelseñordeKercadiouysupusoqueconestoquedaba
zanjadoel asunto.Se sentíaheridoen lomáshondo;peroactuabaconese externoestoicismoquetanbiensabíaafectar.
Alotrodíaporlamañana,vinoLeChapelieradesayunarconél.Peroalasochoycuarto,cuandoselevantabandelamesaparadirigirsealBois,suamadellaveslesobresaltóanunciándolelavisitadelaseñoritadeKercadiou.
André-Louis consultó su reloj; aunque su cabriolé ya estaba a la puerta, aúndisponía de unos minutos. Se excusó con Le Chapelier, y salió rápidamente a laantesala.Lajovenavanzóasuencuentro,impaciente,casifebril.—Noignoroaquéhasvenido—dijoélrápidamenteparaabreviar—.Perotengoprisa,yteadviertoquesólounarazóncontundentemeharíadetenermeunsoloinstante.
Ellasesorprendió.Aquelloerayaunanegativaantesdequeellahubierapodidoabrirlaboca,yeraloúltimoqueesperabadeAndré-Louis.Además,notóenélciertodistanciamiento que no era habitual en su trato con ella. Y el tono de su voz eratajanteyfrío.
Estolahirió.Alinenopodíaadivinarelmotivodeaquellareacción.ElmotivoeraqueAndré-Louiscometíaconellaelmismoerrorquelavísperahabíacometidoconlacartadesupadrino.PensabaquetantoélcomoellasóloestabanpreocupadosporlasuertedelmarquésdeLaTourd'Azyrenaquellance.Noeracapazdeconcebirqueelmotivodetantainquietudfueraél.Tanabsolutaerasuconviccióndequesaldríavictoriosodeaquelencuentroquenoseleocurríapensarquealguienpudieratemerporsuvida.
Creyendoquesupadrinoestabaangustiadoporsupredestinadavíctima,sesintióirritadoal leer sucarta;delmismomodoqueahora lavisitadeAline le enfurecía.Sospechabaquelajovennohabíasidofrancaconél;quelaambiciónlaimpulsabaaconsiderarcomounhonorcasarseconelseñordeLaTourd'Azyr.Yeso—apartedevengarelpasado—eraloquemásleacicateabaparabatirseconelmarqués:salvarladecaerensusgarras.
La joven le contempló boquiabierta, asombrada de su serenidad en aquel
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momento.—¡Quétranquiloestás,André!—exclamó.—Yonuncapierdolacalma,delocualmeenorgullezco.—Pero…¡Oh,André!Eseduelonodebe tener lugar—dijoacercándoseaély
poniéndolelasmanosenloshombrosmientraslesosteníalamirada.—¿Conocesalgunarazóndepesoparaquenotengalugar?—dijoél.—Podríasmorir—contestóellaysuspupilassedilataron.Aquelloeratandistintodeloqueélesperabaque,porunmomento,sóloatinóa
mirarlaasombrado.Entoncescreyócomprender.Seechóareírmientrasapartabalasmanosdelajovendesushombrosyretrocedíaunpaso.Aquellonoeramásqueunatrivialestratagema,unaniñeríaindignadeella.
—¿Realmente pensáis, tanto tú como mi padrino, que conseguiréis vuestropropósitotratandodeasustarme?—yseechóareírburlonamente.
—¡Oh! ¡Estás loco de atar! Todo el mundo sabe que el marqués de La Tourd'AzyreselespadachínmáspeligrosodeFrancia.
—Esa fama, como sucede en la mayoría de las ocasiones, es injustificada.Chabrillanneeratambiénunespadachínpeligroso,yestábajotierra.LaMotte-Royaueratodavíamásdiestroconlaespada,yestáenmanosdeuncirujano.Yasísontodosesosespadachines,quenosonmásquematarifesquesueñancondescuartizaraesteabogadodeprovinciacomosifuerauncarnero.Hoyletocaelturnoaljefedetodosellos,esematóndecapayespada.Tenemosquearreglarunaviejacuentapendiente.Y,ahora,sinotienesotracosaquedecir…
EraelsarcasmodeAndré-Louisloqueladejabaperpleja.¿Cómopodíaestartanseguro de que saldría ileso de aquel duelo? Al desconocer su maestría comoespadachín,Alinellegóalaconclusióndequetodaaquellaenterezanoeramásqueotradesuscomedias.YenciertomodoeraverdadqueAndré-Louisestabaactuando.
—¿Recibistelacartademitío?—lepreguntóellacambiandodetáctica.—Sí,yyalacontesté.—Losé.Yloqueteadvierteensucarta,locumplirá.Sillevasacabotuhorrible
propósito,nisueñesconsuperdón.—Ahorasí,esarazónesmáspoderosaquelaotra—dijoél—.Sihayunarazón
enelmundoquepuedaconmoverme,esésa.PeroloqueocurreentreelseñordeLaTourd'Azyryyo es algomuygrave.Por ejemplo, un juramentoquehice sobre elcadáverdePhilippedeVilmorin.JamáspenséqueDiosmeofreceríaunaoportunidadcomoéstaparacumplirmipromesa.
—Aúnnolahascumplido—comentóella.Éllesonrió.—Es verdad. Pero falta poco para las nueve. Permíteme una pregunta —dijo
súbitamente—,¿porquénohasidoconestapeticiónalseñordeLaTourd'Azyr?
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—Ya lo hice —contestó ella ruborizándose al recordar su negativa del díaanterior.Yélinterpretóaquellaseñaldesurostroerróneamente.
—¿Yél?—preguntóAndré-Louis.—ElsentidodelhonordelseñordeLaTourd'Azyr…—empezóadecirlajoven,
perosedetuvoparaañadirbrevemente—:Elmarquéssenegó.—Muybien,muybien.Erasudeber,costaraloquecostara.Y,sinembargo,ensu
lugar,amínomecostaríanada.Pero,yaves,loshombressomosdistintos—suspiró—.Delmismomodo,entulugar,yonohubierainsistidomás.Peroenfin…
—Noteentiendo,André.—Pues está muy claro. Todo en mí está claro. Piénsalo bien. Quizás eso te
consuele—volvió a consultar su reloj y añadió—:Quédate aquí, estás en tu casa.Ahoratengoqueirme.
LeChapelierasomólacabezadesdelapuertadelacalle.—Perdona,André,perosenoshacetarde.—Ya voy—contestóAndré—.Te agradeceré,Aline, que aguardesmi regreso.
Sobretodo,tomandoencuentaloquetutíohadecidido.Ella no le contestó. Había perdido el habla. Confundiendo su silencio con el
consentimiento,André-Louis salió no sin antes inclinarse profundamente ante ella.Como una estatua, Aline oyó alejarse los pasos de André-Louis; lo oyó hablartranquilamenteconLeChapelierynotóquesuvozseguíasiendososegadaynormal.
¡Oh,estabalocodeatar!¡Lavanidadlecegaba!Cuandosucarruajepartió,Alinese sentó con una sensación de cansancio, casi de hastío. Se sentía débil y estabamuerta de horror. André-Louis corría a arrojarse en brazos de la muerte. Esaconvicción—una convicción insensata que probablemente le había transmitido elseñor deKercadiou—embargaba su alma.Así se quedó un rato, paralizada por ladesesperanza.Perode pronto, se puso enpie de un salto, retorciéndose lasmanos.Teníaquehaceralgoparaevitaraquelhorror.Pero¿quépodíahacer?SeguirlohastaelBoisdeBoulogneytratardesepararlosseríadarunescándaloenvano.Lasmáselementalesnormasdeconducta,nacidasdelacostumbre,sealzabananteellacomounabarrerainfranqueable.¿Nohabríanadiecapazdeayudarla?
Apesardeestarfrenéticaenmediodesuimpotencia,oyóenlacalleelruidodeotrocarruajequeseacercabahastadetenerseante laacademiadeesgrima.¿HabríaregresadoyaAndré-Louis?Apasionadamenteseasióaesafrágilesperanza.Alguienllamabaalapuertadelacalle,aporreándolafuertemente.EntoncesoyóloszuecosdelamadellavesdeAndré-Louisbajandoporlaescaleraparaabrir.
Alinecorrióalapuertadelaantesalay,entreabriéndola,escuchójadeante.Lavozqueoyóprocedentedelacallenoeralaquetandesesperadamentenecesitabaoír.EraunavozdemujerpreguntandoconurgenciasielseñorAndré-Louishabíasalido;unavozqueprimeroleresultóvagamentefamiliaraAline,ydespués,muyconocida:era
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lavozdelaseñoradePlougastel.Excitada,Alinecorrióhacialapuertadeentradaatiempoparaoíralaseñorade
Plougastelexclamarconagitación:—¿Sehaidoya?¡Oh!Pero¿cuántotiempohace?Evidentemente el motivo de la visita de la señora de Plougastel debía de ser
idéntico al suyo, pensóAline enmediode su afligida confusión.Despuésde todo,aquellonoteníanadadeasombroso.ElsingularinterésdelaseñoradePlougastelporAndré-Louisleparecíasuficienteexplicación.Sinpensarlodosveces,saliódedetrásdelapuertaycorrióhaciaellaexclamando:
—¡Señora!¡Señora!Larollizaysolemneamadellavesseapartóylasdosdamasseencontraronenel
zaguán.LaseñoradePlougastelestabamuypálida,fatigadayasustada.—¿Aline, túaquí?—exclamó.Yentonces, rápidamente, sinceremonias—:¿Tú
tambiénhasllegadodemasiadotarde?—No,señora;lehevisto,leheimplorado,peronoquisoescucharme.—¡Oh,estoeshorrible!—exclamólaseñoradePlougastelestremecida—.Hace
sólo media hora que me enteré, y he venido inmediatamente para evitarlo a todacosta.
Las dos mujeres se miraron estupefactas, desoladas. Ante la puerta de laacademia, en la calle iluminada por el sol de la mañana, algunos mendigosharapientos se acercaban para admirar el espléndido carruaje de la señora dePlougastelconsuscaballosbayos.Tambiénmirabanconcuriosidadalasdosgrandesdamasdesdeelumbral.Desde laaceradeenfrente llegóelestridentepregóndeunreparadordefuellesambulante:«Araccommoderlesvieuxsouffletsl1».
LaseñoradePlougastelsevolvióalamadellaves.—¿Cuántotiempohacequesalióelseñor?—Apenasunosdiezminutos—dijolacriada,amableperoflemáticamente,pues
pensaba que aquellas grandes damas eran amigas de la última víctima de suinvencibleamo.
LaseñoradePlougastelseretorciólasmanos.—¡Diezminutos!¡Oh!¿Yquécaminotomó?—Eldueloesalasnueveenpunto,enelBoisdeBoulogne—leinformóAline—.
Podríamosirtrasél.Quizápodríamosevitarelencuentro…—¡Oh,Diosmío!¿Perocómovamosallegaratiempo?¡Alasnueveenpunto!Y
un duelo suele durar poco más de un cuarto de hora. ¡Dios mío, Dios mío! —exclamaba angustiada la dama—. ¿Sabes al menos en qué lugar del bosque seencontrarán?
—No;sóloséqueseráallí…enelbosque.—¡En el bosque!—repetía la dama, frenética—. El bosque es casi tan grande
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comoParís.Vamos,Aline,entraenelcoche—agregójadeandoyambassalieronalacalle.Unavezdentrodelcarruaje,laseñoraleordenóasucochero:
—¡AlBoisdeBoulogneporelcaminodelaCourslaReineylomásrápidoquepuedas!Sillegamosatiempo,osregalarédiezpistolas.¡Hala,hombre!
El pesado vehículo, demasiado pesado para una carrera tan rápida, se puso enmarchaalinstante.Ycorrióenloquecidoporlascalles,enmediodelasmaldicionesdelostranseúntesquesaltabanalasacerasparanocaerbajosusruedas.
La señora de Plougastel se recostó en su asiento. Cerró los ojos. Sus labiostemblabanyestabapálida,casiapuntodedesmayarse.Alinelamirabaensilencio.Le parecía que sufría tanto y sentía tanto miedo como ella. Más tarde, Aline seadmiraría de eso. Pero en aquel momento sólo podía pensar en su desesperadamisión.
ElcarruajeatravesólaplazaLouisXV,yalfinseadentróenlaCourslaReine.Alllegar a la bella avenida bordeada de árboles que se extiende entre los ChampsElyséesyelSena,casivacíaaaquellahora,pudieroncorrermás,dejandotrasdesíunanubedepolvo.
Peroapesardelavelocidadvertiginosaalaqueibaelcarruaje,lasdosmujeressentíanquenoerasuficiente.Yaestabanllegandoalbosquecuando,detrásdeellas,una campana dio las nueve. Tanto se impresionaron que, tañido tras tañido, lesparecióqueestabantocandoamuerto.
Al llegar a la barrera de la Cours la Reine, tuvieron que hacer un altomomentáneo.Alinepreguntóal sargentodeguardiacuánto tiempohacíaquehabíapasadouncabriolécuyadescripciónlefacilitó.Elmilitarlerespondióqueharíaunosveinte minutos había pasado por allí un vehículo en que viajaban el diputado LeChapeliery el paladíndelTercerEstado, el señorMoreau.El sargento estabamuybien informado. Según afirmó sonriendo con unamueca, podía adivinar adonde, yconquéfin,ibaelseñorMoreauaesahoratantempranadeldía.
Ahoraelcarruajecorríaacampo traviesa, siguiendoelcaminoquebordeabaelrío. Las dos mujeres viajaban en silencio mientras Aline apretaba con fuerza lasmanosdelaseñoradePlougastel.Alolejos,cruzandolapraderaqueestabaamanoderecha,yapodíanver laobscuralíneadelosárbolesdelBois.Yelcarruajedoblóvelozmente en esa dirección, alejándose del río y tomando por un atajo hacia lasarboledas.
—¡Oh! ¡Es imposible que lleguemos a tiempo! ¡Imposible! —gritó Alinerompiendoelsilencio.
—¡Nodigaseso!—exclamólaseñoradePlougastel.—¡Es que ya sonmás de las nueve, señora!André ha sido puntual, y estos…
asuntosnotomanmuchotiempo.Ya…yahabráacabadotodo.La señora de Plougastel sintió un escalofrío y cerró los ojos. Sin embargo,
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enseguidavolvióaabrirlos,excitada.Entoncessacólacabezaporlaventanilla.—Uncarruajeseacerca—anuncióconvozroncaquehacíaadivinarcuálerasu
temor.—¡Todavía no! ¡Oh, no! —se lamentó Aline expresando el mismo temor.
Respiraba con dificultad, como si se estuviera asfixiando. Tenía un nudo en lagargantayunaespeciedenubeleempañabalavisión.
Enmediodeunagranpolvareda,regresandodelBois,unacalesaseacercabaalcarruajede laseñoraPlougastel.Demudadas,enmudecidas,casisinaliento, lasdosmujereslaveíanvenir.Amedidaqueseaproximaban,amboscochesdisminuíansupaso,pueselcaminoeramuyangosto.AlineylaseñoradePlougastel,asomadasalaventanilla,mirabanconojosasustadoshaciaelinteriordelacalesa.
—¿Cuáldeelloses,señora?—balbuceóAlinetapándoselosojos,sinatreverseamirar.
Dentro de la calesa, a través de la ventanillamás cercana a ellas, vieron a unjoven caballero de piel atezada, que ninguna de las dos conocía. Sonreía hablandoconsucompañero.Entoncesvieronaesteúltimo,queestabasentadoalotrolado.Nosonreía.Tenía la cara rígida, blanca como el papel, sin expresión: era el rostro delmarqués de La Tour d'Azyr. Durante un instante que duró una eternidad, ambasmujeres le contemplaron horrorizadas hasta que, al verlas, el marqués se quedóestupefacto.Entonces,lanzandounsuspiro,AlinesedesmayóaespaldasdelaseñoradePlougastel.
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CAPÍTULOXII
Deducciones
Sucoche iba tan rápidoqueAndré-Louishabía llegadoal lugarde lacitaunosminutos antes de la hora fijada.Allí estaba ya esperándolo elmarqués deLaTourd'Azyr, acompañado por el señor d'Ormesson, un joven caballero moreno, con eluniformeazuldecapitándelaguardiadeCorps.
André-Louishabíahechotodoelviajeensilencio.LepreocupabaelrecuerdodesurecienteconversaciónconlaseñoritadeKercadiouylasprecipitadasconclusionesquehabíasacadoapropósitodelmotivodeaquellavisita.—Decididamente—dijo—esehombretienequemorir.LeChapeliernolehabíacontestado.Casileestremecíala sangre fría de su paisano. Él también era de los que en aquellos últimos díaspensaba que André-Louis Moreau no tenía corazón. Aparte de eso, había algoincomprensible e incoherente en su actitud. Al principio, cuando le propusieronaquellamisión para eliminar a los espadachines de la nobleza, reaccionó de formaaltaneraydesdeñosa.Perodespués,alaceptarla,sehabíamostradoespantosamentecruel,conunaligerezayunaindiferenciaque,aveces,dabanasco.
Lospreparativossehicierondeprisayensilencio,aunquesinprecipitaciónniotraseñal de nerviosismo por ninguna de las dos partes. Ambos adversarios estabansiniestramente decididos a enfrentarse. El contrincante debía morir, allí no podíahabermediastintas.Despojadosdecasacaychaleco,sinzapatosyconlasmangasdelacamisaremangadashastaelcodo,porfinestabanfrenteafrente,decididosasaldardefinitivamente la cuenta pendiente entre ellos. Era como si ninguno de los dosabrigaradudasacercadecuálseríaelresultadofinal.
Tambiénfrenteafrente,alladodecadauno,LeChapelieryeljovencapitánloscontemplabanalertasyvigilantes.
—Allez,messieurs1!Los brillantes y perversamente finos aceros chocaron, y a poco ya era casi
imposible seguirlos con la vista, pues daban vueltas arremolinándose, raudos ycentelleantes como relámpagos. El marqués atacó impetuosa y vigorosamente, yenseguida André-Louis supo que estaba ante un adversario muy superior a losduelistasde la semanaanterior, incluyendoaLaMotte-Royau, cuya reputacióneraterrible.
Elmarquésnosóloposeíalarapidezquedaunacontinuapráctica,sinotambiénunatécnicacasiperfecta.Además,aventajabaaAndré-Louisfísicamenteporsugranresistencia y unamayor estatura. También teníamucha sangre fría y aplomo. ¿Nohabrá nada que le haga temblar?, se admiraba André-Louis, quien quería que el
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castigofuesetancompletocomomerecía.Nocontentoconmataralmarquéscomoélhabíamatadoasuamigo,queríaque,antesdemorir,sesintieratanimpotentecomodebió de sentirse Philippe. Sólo así se sentiría satisfecho André-Louis. El señormarquésdebíaempezarapurandolacopadeladesesperación;esoformabapartedeldesquite.
CuandoAndré-Louis,conunvertiginosomovimiento,parólaprofundaestocadaquerematabalaprimeraseriedefintas,seechóareírcomounniñoquedisfrutaconsujuegofavorito.
AquellaextrañarisaintempestivahizoqueelseñordeLaTourd'Azyrsepusieraenguardiamásdeprisay, por tanto,menosdignamentequede costumbre.Aquellacarcajadalesobresaltó,ytambiénledesconcertabaelhaberfalladoconunaestocadaquesiemprehabíatenidoporcertera.
Éltambiéncomprendíaahoraquelafuerzaylaagilidaddesuoponenteeranmuysuperioresatodoloquehabíaimaginado.Demodoquepusosuscincosentidosparallegarcuantoantesaldesenlace.
Másqueaquelquite,lacarcajadaqueleacompañóparecíademostrarlequeloqueél pensaba era el final no eramásque el principio.Y, sin embargo, era el final dealgo.EraelfindelaabsolutaconfianzaensímismoquehastaentonceshabíatenidoelseñordeLaTourd'Azyr.Yanoestabatansegurodelresultadodeaquelduelo.Siquería ganar, tendría que actuar con más cautela y esgrimir como nunca lo habíahechoensuvida.
Volvieron a enfrentarse. Y considerando que la mejor defensa es el ataque, elmarqués arremetió primero, cosa que André-Louis no sólo le permitía, sino quefomentaba, pues de esemodo su contrincante agotaría su resistencia, quedando endesventajaanteladestrezaacumuladaporel jovenmaestrodeesgrimadurantecasidos años. Limitándose a detener con soltura y elegancia los ataques del marqués,André-Louis se mantuvo a la defensiva en aquel segundo ataque que tambiénculminóenunaestocadadelmarqués.
Esta vez André-Louis estaba esperándola, y pudo pararla desviándola de ungolpe. Y acto seguido avanzó súbitamente, penetrando la guardia de su enemigo,colocándolo tan a sumerced, que elmarqués, como fascinado, ni siquiera atinó acubrirse.
Esta vez André-Louis no se rió. Se limitó a sonreír ante lamirada atónita delmarquésynoaprovechósuevidenteventaja.
—¡Vamos, vamos, señor! —gritó André-Louis enérgicamente—. No me gustaatacaraunhombrequenoestáenguardia.—Deliberadamenteretrocedióparaquesutemblorosocontrariopudieraasumirlaposturacorrecta.
El señor d'Ormesson suspiró aliviado tras unmomento de terror. Le Chapeliermurmuró:«¡Caramba!¡Nohayquetentaralasuerteesgrimiendodeesamaneratan
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demencial!».André-Louisadvirtiólaprofundapalidezquecubríaelrostrodesuadversario.—Señor mío, me parece que empezáis a sentir lo mismo que debió de sentir
PhilippedeVilmorinaqueldíaenGavrillac.Esoera loprimeroqueyoquería.Asíque,ahora,¡vamoshastaelfin!
Y comenzó a luchar con la rapidez del rayo. Por unmomento, la punta de suespadaleparecióalseñordeLaTourd'Azyrqueestabaentodaspartesa lavez,yentonces André-Louis le acometió vigorosamente hasta terminar en una estocadadestinadaatraspasaralmarquésquien,deresultasdeunaseriedeamagosanteriorescalculados por su adversario, había quedado al descubierto. Pero, para asombro ypesardeAndré-Louis,elseñordeLaTourd'Azyrparóelgolpe.Loquemáslepesófuequelohizodemasiadotarde.Dehaberloparadoantes,todohubieraidobienparaAndré-Louis. Pero con aquel quite en la última fracción de segundo, el marquésdesviósuespadaponiendoasalvosucuerpo,aunquenolobastanteparaevitarqueelacerodeAndré-Louislerasgaralosmúsculosdelbrazo.
Ninguno de estos detalles era visible. Lo único que vieron los padrinos fue eltorbellino de las espadas centelleantes y el ataque a fondo de André-Louis, cuyaspiernasseextendieronhastacasitocarelsueloenunaestocadaascendentequehirióalmarquésenelbrazoderecho,justodebajodelhombro.
Laheridahizoque losdedosdel señordeLaTourd'Azyr secrisparandejandocaer su espada.Desarmado,mordiéndose los labios, pálidoy jadeante, semantuvofirme ante su contrario. Con la punta de la espada ensangrentada, André-Louis lemiraba con saña, comoun cazador viendohuir a la presa que por su torpeza se leescapa en el último momento. Más tarde, tanto en la Asamblea como en losperiódicos, dirían que había sido una nueva victoria del paladín delTercerEstado,perosóloélconocíalamagnituddeaquelfracaso.
Ahoraelseñord'Ormessonacudíaenayudadelmarqués.—¡Estáisherido!—gritóestúpidamente.—Noesnada—dijoelseñordeLaTourd'Azyr—.Hasidosólounrasguño.Perosuslabiossecrisparonenunamuecadedolormientraslarasgadamangade
sucamisadecambrayseempapabadesangre.El capitánd'Ormesson, acostumbradoa estos lances, sacóunpañuelodehiloy
rápidamentelorompióentirasimprovisandounvendaje.André-Louiscontinuaba inmóvil,en lamismaposicióndesuestocada,mirando
aturdido. Siguió así hasta que Le Chapelier le tocó en el brazo. Sólo entonces seirguió, suspiró y, tras volver a vestirse, se alejó del lugar sin dignarse mirar a sucontrario.
Mientrasandabalentamenteyensilencio,alladodeLeChapelier,hacialasalidadelbosque,dondehabíandejadosucarruaje,pasóanteelloslacalesaquellevabaal
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señordeLaTourd'Azyryasupadrino,quieneshabíanllegadoencochecasihastaelmismolugardelduelo.Elmarquésllevabaelbrazoenuncabestrilloimprovisadoconel cinturón de su compañero. Con la casaca azul celeste abotonada al cuello, sumangaderechacolgabavacía.Porlodemás,salvociertapalidez,suaspectoeraeldesiempre.
Asíseexplicaqueelmarquésfueraelprimeroensalirdelbosque,yporeso,alverlo regresarensucalesa,aparentementesanoysalvo, lasdosdamasquequeríanevitareldueloconjeturaronquehabíaocurridoloquemástemían.
La señora de Plougastel trató de llamar al marqués; pero su voz se negaba aobedecerla.Tratódeabrirlaportezueladesucarruaje;perosusdedosnoencontrabanlamanija.Mientras la calesapasabadespacio frente a ella, lamiradapesimistadelseñor de La Tour d'Azyr buscaba ansiosamente a Aline. Entonces la señora dePlougastelvioalgomás.Cuandoelseñord'Ormessonseechóhaciaatrásparaquesucompañeropudierasaludaralacondesa,elladescubriólamangavacíadelmarqués.Másaún,comosucasacaazulsóloestabaabotonadaalcuello,tambiénpudoverlamangadelacamisaensangrentada.
LaseñoradePlougastelllegóalalógicaconclusióndeque,apesardehabersidoherido, quizás el marqués había herido más gravemente a su adversario. Al finrecobrólavozylepidióalcocherodelseñordeLaTourd'Azyrquesedetuviera.Elseñord'Ormessonseapeóparaencontrarsecon ladamaenelpequeñoespacioquequedabaentrelosdoscarruajes.
—¿DóndeestáelseñorMoreau?—preguntólacondesadejandoboquiabiertoalamigodelmarqués.
—Indudablemente sois partidaria de él, señora —replicó el capitánsobreponiéndoseasuasombro.—¿Noestáherido?
—Desgraciadamentehemossidonosotroslosque…Peroelseñord'Ormessonnopudo terminar su frase, pues la voz del señor de La Tour d'Azyr le interrumpiósecamente:—EseinterésvuestroporelseñorMoreau,queridacondesa…
Asuvezelmarquésseinterrumpióalnotarunairededesafíoenlaactituddeladamahaciaél.Perosufrasenonecesitabacompletarse.
Se hizo un silencio embarazoso, violento. Después la dama miró al señord'Ormesson. Su actitud cambió, y dijo lo que al parecer era la explicación de suinquietudporAndré-LouisMoreau:
—LaseñoritadeKercadiouvieneconmigo.Lapobreniñasehadesmayado.Hubiera podido decir más, mucho más, de no ser por la presencia del señor
d'Ormesson.AlenterarsedequeallíestabalaseñoritadeKercadiou,yapesardesuherida,el
marquésselevantódeunsalto.—No estoy en condiciones de poder prestaros asistencia, señora; pero…—se
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disculpó y una sonrisa se dibujó en sus pálidos labios. Con la ayuda del señord'Ormesson,yapesardesusprotestas,elmarquéssebajódelacalesa,queahorasehacíaaunladoparadejarpasaraotrocarruajequeveníadelbosque.
Pocodespués, alpasarpor allí aquel cabriolé,dejandoatrás a losdoscarruajesdetenidos,André-Louis pudover una escena realmente conmovedora.Asomándoseunpocoalaventanilla,vioaAlinesentadaenelestribodelcarruajeysostenidaporlaseñoradePlougastel.Enesemomentovolvíadesudesvanecimiento.Apesardesuherida, allí estaba también el señor de La Tour d'Azyr, profundamente angustiado,inclinándoseconsolicitudhacia la joven,mientraselcapitányel lacayodelagrandamapermanecíanrespetuosamenteapartados.
LacondesalevantólosojosyviopasardelargoaAndré-Louis.Elrostrodeellase iluminó, y él casi creyó que iba a llamarle, pero para evitarle la dificultad queentrañaba la presencia allí de su adversario, él se apresuró a saludarla fríamenterecostándosedenuevoensuasientoymirandodeliberadamenteaotraparte.
Despuésdeloquehabíavisto,nonecesitabamáspruebasparareafirmarseensuconviccióndequeAlinelohabíavisitadoaquellamañanasóloparaintercederporelseñor de La Tour d'Azyr. Con sus propios ojos la había visto desmadejada,emocionadaalver la sangrede suqueridoamigo,quien laconsolabaasegurándoleque su herida no era mortal. Mucho después André-Louis se reprocharía aquellaperversa estupidez. Incluso llegó a ser demasiado severo en su flagelación. Pues¿cómohubierapodidointerpretardeotromodoaquellaescena,despuésdelasideaspreconcebidasquetenía?
Lo que antes había sospechado, ahora quedaba confirmado. Aline no le habíadichoconfranquezaloquesentíaporelseñordeLaTourd'Azyr.Perosuponíaqueenestosasuntoslasmujeressuelenserreservadas,yélnodebíaculparla.Tampocopodíaculparlaporhabersucumbidoanteelsingularencantodeunhombrecomoelmarqués,puesnisiquierasuhostilidadpodíacegarlohastaelpuntodenoreconocerlosatractivosdelseñordeLaTourd'Azyr.Queestabaenamoradadeéleraevidente,yporesodesfallecíaanteelespectáculodesuherida.
—¡Diosmío!—exclamóenvozalta—.¡Cuántohabríasufridosihubierallegadoamatarlecomoeramipropósito!
Dehabersidounpocomásfrancaconél,lehubierasidomásfácilaccederaloquelepedía.Dehaberleconfesadoloqueahoraélhabíavisto,queamabaalseñordeLaTourd'Azyr,envezdedejarlesuponerquesuúnicointerésporelmarquésnacíadeunaambiciónindigna,entoncesélhubieracedidoasuruegoinmediatamente.
André-LouislanzóunsuspiroyrezópidiéndoleperdónalasombradeVilmorin.—Alomejorfueunasuertequedesviaramiestocada—dijo.—¿Quéquieresdecir?—preguntóLeChapelier.—Queenesteasuntodeboabandonartodaesperanzadevolveraempezar.
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CAPÍTULOXIII
Hacialaculminación
AlseñordeLaTourd'AzyrnoselevolvióaverenlasaladelManége,nisiquieraenParís,durantelosmesesquesiguieronmientraslaAsambleaNacionalcontinuabasussesionesparadotaraFranciadeunaConstitución.Aunquesuheridaenelbrazohabíasidorelativamenteleve,laquehabíarecibidosuorgulloerarealmentemortal.
Corríanrumoresdequehabíaemigrado.Peroeraunaverdadamedias.LociertoeraquesehabíaunidoaaquelgrupodenoblesqueibanyveníanentrelasTulleríasyelCuartelGeneraldelosemigrados,enCoblenza.Enpocaspalabras,seconvirtióenmiembrodelserviciosecretorealistaquedaríaaltrasteconlamonarquía.
Pero ese momento aún no había llegado. Por ahora, los monárquicos seguíanviendo a los innovadores como unos tipos más o menos raros, y no dejaban deburlarsedeellosenActesdesApotres,elperiódicosatíricoqueeditabanenelPalaisRoyal.
ElseñordeLaTourd'AzyrhabíahechounavisitaaMeudon.YfuebienrecibidoporelseñordeKercadiou,quiendespuésdetodonohabíareñidoconél.PeroAlineno salió de su aposento, firme en su resolución de no volver a verle. De ningunamaneramodificósuactitudlacircunstanciadequeAndré-Louishubierasalidoilesodel duelo.A un cierto precio, implícitamente, se había ofrecido almarqués y él larechazó.SólolahumillaciónqueesosuponíadescartabalaposibilidaddequeAlinevolvieraarecibiralseñordeLaTourd'Azyr.
ElseñordeKercadiouletransmitióalmarqués,lomásdelicadamentequepudo,esaresolucióninquebrantable.Comprendiendo,desdesupuntodevista,laenormidaddelaofensainfligidaalajoven,elmarquéssedespidiódesesperanzado,ynovolviómás.
EncuantoaAndré—Louis,sabedordequeelseñordeKercadiounofaltaríaasupalabra,seresignóaacatarunadecisiónquesuponíairrevocable.Novolvióporcasade su padrino. Pero dos veces en el transcurso de aquel invierno vio al señor deKercadiouyaAline:unavezfueenlaGalériedeBois,enelPalaisRoyal,dondesesaludarondelejos,yenotraocasiónlesvioenunpalcodelThéátreFrancais,peroellosnolevieron.AAlinevolvióaverlaenunaterceraocasión,tambiénenelpalcode un teatro, y esta vez con la señora de Plougastel. Ella tampoco le vio en estaocasión.
Mientrastanto,André-LouiscumplíasusdeberesenlaAsambleacontodoelceloqueleeraposible,yseocupabatambiéndeladireccióndelaacademiadeesgrima,quecontinuabaprosperandosobremanera,pueshabíarecibidounenormeimpulsoa
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raíz del duelo de su director en el Bois durante aquella memorable semana deseptiembre.Limitándoseavivircasiúnicamentedelosdieciochofrancosdiariosdesusalariocomodiputado,susyaconsiderablesahorrosaumentaron.PensóqueseríaprudenteinvertiraqueldineroenAlemania.Teníayabastantesaccionescolocadasenla Compañía del Agua y en la deuda pública, y lo hizo a través de un banqueroalemán en la rueDauphine.Y compró una importante propiedad en las afueras deDresde. Hubiera preferido comprarla en su tierra natal. Pero la propiedad de lastierrasenFrancialeparecía,yconrazón,insegura.Talcomoestabanlascosas,hoyungrupodefrancesespodíadesposeeraotro,mañanaotrogrupopodríadesposeeraaquellos que habían comprado apresuradamente las propiedades de los antiguosdesposeídos.
Esta parte de las Confesiones de André-Louis es muy interesante, pues loautobiográfico semezcla con lahistoriadejándonosunpanoramade la época.AllídescribelaactivavidadeParís,talcomoéllaveía,ylosprincipalesacontecimientosde la Asamblea. Habla del completo restablecimiento del orden y de la paz, delresurgimientoimpetuosodelaindustria,delaabundanciadetrabajoparatodos,ydelaprosperidad económicaqueparecíahaberse instaladoenFrancia. «Laobrade laRevoluciónestácumplida»,dicecitandounafrasedeDupontenlaAsamblea.Yasíera,siemprequelaCoronaaceptaradebuenafeel trabajorealizado,contentándosecongobernar constitucionalmente, circunscribiendo supodery subordinándosea lavoluntaddelanaciónyalbienestargeneral.
Pero¿aceptaría todoesto laCorona?Ésaera lapreguntaquetodossehacían,yqueenciertamedidaquedabaenelaire.Losquemirabanalpasado, recordaban laprimerareunióndelosEstadosGeneralesenlaSalledesMenusPlaisirs,enVersalles,hacíadosaños,yrecordabancuanamenudolaspromesasrealesserompían.Porlotanto, desconfiaban con razón, pues ahora podía ocurrir también. Debido a estasdudasy recelos,provocadosespecialmentepor la reinaysusallegados,persistía laincertidumbre.Habíauna sensación, casiuna intuición,dequequedabamuchoporhacerantesdequeFranciapudieradisfrutarconenteraseguridaddelaigualdadlegalque tan laboriosamente había creadopara sus hijos. ¡Cuántos obstáculos había aúnquevencer,cuántoshorrorestendríanquevivirtodavía!Tantosquenadie,enaquellaprimavera de 1791—ni siquiera los extremistas de los Cordeliers y otros clubesparecidos—,podíasospecharniremotamente.
Aquellaépocadeaparenteprosperidady falsapazduróhastaque tuvo lugar lafuga del rey aVarennes, al siguientemes de junio. Fruto de todas aquellas idas yvenidassecretasentreParísyCoblenza,esafugadestruyólaúltimailusión,poniendofin a la paz e iniciando el reinadode la turbulencia.El ignominioso retornodeSuMajestad,custodiadocomouncolegialquevuelveasucasaparasercastigado,ylosulteriores sucesos de aquel año hasta la disolución de la Asamblea Constituyente,
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estántanminuciosamentedescritosenotroslibros,quenoesprecisorepetirlos,comonoseadesdeelpuntodevistadeAndré-Louis.
LadisolucióndelaAsambleafueenseptiembre.Sutrabajohabíaterminado.Elrey acudió al salón Manége para declarar que aceptaba la Constitución. LaRevolución estaba consumada. Luego siguió la elección de una AsambleaLegislativa, en laqueAndré-Louis representóunavezmás aAncenis.Comoen laAsambleaConstituyentenohabíasidomásquediputadosuplente,noleafectabalamocióndeRobespierre,segúnlacualningúnmiembrodelaConstituyentepodríasermiembrodelaLegislativa.Dehaberobservadosuspropiosdeseostanbiencomolaletradelaley,sehubieraabstenidodeaquellareelección.PeroAndré-Louiseratanquerido en Ancenis, y Le Chapelier insistió tanto, que no pudo por menos desometerse.SusproezascomopaladíndelTercerEstado lehabíanhechopopularentodos los partidos, aun entre los miembros de la antigua ala derecha, y entre losjacobinos, en cuyo club había hablado cordialmente una o dos veces. En aquelentoncesseesperabadeélquehicieragrandescosas.Élmismoloesperaba,puesenaquelmomentocompartíalaerróneayextendidaopinióndequelaRevoluciónhabíaconcluido. Francia ahora sólo tenía que gobernarse dentro de las leyes de laConstituciónqueyatenía.
Como todos los que pensaban así, André-Louis no tomaba en cuenta dosimportantesfactores:elhechodequelacortenoaceptaríaquesealteraraelestadodecosas y que la nuevaAsamblea no tenía la experiencia necesaria para dominar lasintrigasylasfaccionesdentrodelacorte.LaLegislativaeraunaAsambleaintegradapor jóvenes, siendo muy pocos los que pasaban de los veinticinco años.Predominaban los abogados y, entre ellos, el grupo de abogados de La Gironde,inspiradosporunsublimerepublicanismo.Peroningunoteníaexperienciapolítica;y,durante los críticos primeros días, estaban desorientados, y eso, sumado a laconsiguientedebilidad,alentóalpartidodelacorteapresentarlesbatallaotravez.
Alprincipiosólofueunabatalladepalabras,yunaguerraperiodísticaquetuvolugarentrepublicacionescomoL 'AmiduRoy yL'AmiduPeuple, que acababa deaparecerfuriosamenteeditadoporelfilántropoMarat.
Elmalestarpúblicoempezóamanifestarsedenuevo,ylaperpetuatensiónentrelarevoluciónylacontrarrevoluciónvolvióaproyectarlasombradelacrisissobreelamenazadopaís.AhoramediaEuropasearmabaparaarremetercontraFrancia,ysuguerraconFranciaera laguerradelreyfrancés.Ésteeraelhorrorqueestabaenelorigendetodosloshorroresquevendríandespués.Estoeraloqueservíadepretextoa gente comoMarat, Danton, Hébert y otros extremistas para fomentar la ira delpopulacho.
Ymientras la corteproseguía sus intrigas,mientras los jacobinos,dirigidosporRobespierre,ledeclarabanlaguerraalosgirondinos,bajolajefaturadeVergniaudy
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Brisset;mientras los feuillants loscombatíanaambos;ymientras laantorchade lainvasiónextranjeraseencendíaenlafronterayladelaguerracivilyaseinflamabadentrodelanación,André-Louissealejódelcentrodelpolvorín.
Los disturbios contrarrevolucionarios fomentados por el clero tenían lugar entodaspartes,peroenningúnlugarlasituacióneratandifícilcomoenBretaña,yenvistadesusantecedentesydesuinfluenciaensuprovincianativa,laComisióndelosDoce,enaquellosprimerosdíasdelministeriogirondino,adoptandolasugerenciadeRoland,dispusoqueAndré-LouisMoreaufueseaBretañaacombatir,deserposiblepormediospacíficos,lasdiabólicasinfluenciasquesehabíandesencadenado.
En algunos municipios estaba claro a quien pertenecía el poder. Pero otrosmuchos se estabandejandoganarpor los sentimientos reaccionarios.Por esohabíaque enviar un representante con plenos poderes para alertar a aquellas poblacionesdel peligro que corrían. André-Louis debía actuar pacíficamente; pero al mismotiempoestabaautorizadoarecurriraotrosmétodos,puespodíareclamarlaayudadelanaciónsilasituaciónofrecíapeligro.
André-Louisaceptólatareayfueunodeloscincoplenipotenciariosenviadosconelmismopropósitoalasprovinciasaquellaprimaverade1792,cuandoporprimeravezselevantóenelCarrousellamáquinadematardelfilantrópicodoctorGuillotin.
ConsiderandoloquedespuéssucedióenBretaña,nosepuededecirquesumisióntuvieraeléxitoesperado.Peroésaesotrahistoria.LoqueaquíimportaesquegraciasaesamisiónAndré-LouisestuvoausentedeParísduranteunoscuatromeses,yaunhubiera podido ausentarse más tiempo si a principios de agosto no le hubiesenllamadourgentemente.MásinminentequecualquierdisturbioquepudieraocurrirenBretañaeraloqueseestabagestandoenParís,dondeelpanoramapolíticoaparecíamássombríoquenuncadesde1789.
Mientras su coche le llevaba hacia la capital, André-Louis vio señales y oyórumores siempre crecientes que anunciaban ese levantamiento. Indolentementehabían lanzado la tea ardiente en el polvorín que ya era París: esa tea era elmanifiestodeSusMajestadesdePrusiaydeAustriaqueculpabadecuantopudieraocurriratodoslosmiembrosdelaAsamblea,delosdistritos,delasmunicipalidades,a los jueces de paz y a los soldados de la Guardia Nacional, quienes debían sertratadossegúnelfueromilitar.
Era una declaración de guerra, no contra Francia, sino contra una parte deFrancia.Ylomássorprendenteeraqueestemanifiesto,publicadoenCoblenzael26dejulio,yaeraconocidoenParísel28,cosaquedabalarazónaquienesdecíanquenoprocedíadeCoblenza,sinodelasTullerías.Elhechoquedaconfirmadotambién,enciertomodo,porlasMemoriasdelaseñoradeCampan,quiendicequelareina,suseñora,poseíaelitinerariopreparadoporlosprusianos,quienesestabanyaenarmasalas puertas de Francia. Los metódicos prusianos lo habían planeado todo
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minuciosamente.YSuMajestadledioa laseñoradeCampantodoslosdetallesdeaquel itinerario.Taldía losprusianosestaríanenVerdún; talotroenChalons;y talotrodía ante losmurosdeParís, de losquenoquedaríapiedra sobrepiedra segúnjuróBouillé.
Al llegar a París tan prematuramente la noticia de estemanifiesto, quedó claroque la guerra no venía de Prusia, sino del antiguo y detestado régimen que laConstitución creía haber barrido para siempre. El pueblo comprendió con cuántamalafeaquellaConstituciónhabíasidoaceptada.Ycomprendióquesuúnicorecursoera la insurrección antes de que entraran en París los ejércitos extranjeros. AúnestabanenlacapitaltodoslosfederadosprovincialesquehabíanidoconmotivodelaFiestaNacionaldel14dejulio,incluyendolasbandasdemúsicadelosmarselleses,que habían llegado marchando desde el sur al ritmo de su nuevo himno, que tanterrible sonaría luego. Fue Danton quien retuvo en la capital a los marselleses,advirtiéndolesdeloqueseestabapreparando.
Y ahora todo elmundo procedía a armarse.Cumpliendo órdenes, los suizos setrasladarondesdeCourbevoiealasTullerías;losCaballerosdelPuñal—unapandilladealgunoscentenaresdecaballerosquehabíanjuradodefenderel tronoyentre loscualesestabaelmarquésdeLaTourd'Azyr,reciénllegadodelcuartelgeneraldelaemigración— se reunieron en el PalacioReal.Almismo tiempo, en los barrios seforjabanpicas, sedesenterrabanmosquetes, sedistribuíancartuchosysepedíaa laAsambleaqueserompieranlashostilidades.ParísadvertíacómoseibaacercandoelmomentoculminantedeaquellalargaluchaentrelaIgualdadyelPrivilegio.Yhaciaesa ciudad se dirigía velozmente, procedente del oeste, André-LouisMoreau paraencontrarallítambiénlaculminacióndesuaccidentadacarrera.
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CAPÍTULOXIV
Larazónmáscontundente
Enaquelentonces,aprimerosdeagosto,laseñoritadeKercadiouseencontrabaenParísvisitandoalaamigayprimadesutío,laseñoradePlougastel.Apesardelaexplosión que se avecinaba, la atmósfera de alegría, casi de júbilo, reinante en lacorte—adondelaseñoradePlougastelylaseñoritadeKercadiouibancasiadiario—lastranquilizaba.TambiénelseñordePlougastel,quesiempreestabaviajandoentreCoblenza y París —inmerso en esas actividades secretas que le mantenían casisiemprealejadodesuesposa—,leshabíaaseguradoquesehabíantomadotodaslasmedidas, y que la insurrección sería bien recibida, porque sólo podría tener unresultado:elaplastamientofinaldelaRevoluciónenlosjardinesdelasTullerías.Poreso —agregó— el rey permanecía en París. Si no se sintiera seguro, ya hubieraabandonado lacapital escoltadopor sus suizosy susCaballerosdelPuñal.Ellos leabriríancaminosialguientratabadeimpedirlo,peronisiquieraesoseríanecesario.
Sin embargo, en aquellos primeros días de agosto, después de la partida de suesposo, el efecto de sus tranquilizadoras palabras empezaba a desaparecer ante losacontecimientosdequeera testigo laseñoradePlougastel.Finalmente, la tardedeldía 9, llegó al palacete de Plougastel unmensajero procedente deMeudon con unbillete del señor de Kercadiou pidiéndole a su sobrina que regresara enseguida aMeudonyasuanfitrionaquelaacompañara.
El señor deKercadiou tenía amistades en todas las clases sociales. Su antiguolinaje le colocaba en términos de igualdad con los miembros de la nobleza; y susencillez en el trato—con esa mezcla de modales campesinos y burgueses—, asícomosunaturalafabilidad,tambiénlepermitíaganarseelafectodeaquellosqueporsuorigennoeran sus iguales.TodosenMeudon le conocíany le estimaban,y fueRougane,elsimpáticoalcalde,quienleinformóel9deagostodelatormentaqueseestabagestandoparalamañanasiguiente.ComosabíaquelaseñoritaAlineestabaenParís,lerogóqueleavisaraparaquesalieradeallíenmenosdeveinticuatrohoras,pues después los caminos serían zona de peligro para toda persona de la nobleza,sobre todo para aquellos de quienes se sospechaba que tenían conexiones con lacorte.
Ahoraquenohabíadudasacercade lasrelacionesquemanteníaconlacorte laseñora de Plougastel, cuyomarido viajaba sin cesar aCoblenza, inmerso en aquelespionajequeconspirabacontralajovenrevolucióndesdelacuna;lasituacióndelasdosmujeresenParísse tornabamuypeligrosa.Ensuafándesalvarlasaambas,elseñor de Kercadiou envió inmediatamente un mensaje reclamando a su sobrina y
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rogandoa suqueridaamigaque la acompañarahastaMeudon.El amistosoalcaldehizo algo más que avisar al señor de Kercadiou, pues fue su hijo, un inteligentemuchacho de diecinueve años, quien llevó elmensaje a París.A última hora de latarde de aquel espléndido día de agosto, el joven Rougane llegó al palacete dePlougastel.
La señora de Plougastel le recibió gentilmente en el salón cuyo esplendor,sumadoalamajestaddeladama,dejóabrumadoalsencillomuchacho.Lacondesasedecidióenseguida.Elavisourgentedesuamigonohacíamásqueconfirmarsuspropiasdudasysospechas,ydeterminópartiralinstante.
—Muybien,señora—dijoeljoven—.Entoncessólomequedadespedirme.Peroellanoquisoquesemarcharasinqueantesfueraa lacocinaa tomaralgo
mientras ella y la señorita se preparaban para el viaje. Entonces le propuso queviajaraconellasensucarruajehastaMeudon,puesnoqueríaquevolvieraapiecomohabíavenido.
Aunque era lo menos que podía hacer por el muchacho, aquella bondad enmomentos de tanta agitación pronto recibiría su recompensa. De no haber tenidoaquella gentileza, las horas de angustia que pronto viviría la dama hubieran sidomuchopeores.
FaltabaunamediahoraparalapuestadelsolcuandosubieronalcarruajeconlaintencióndesalirdeParísporlaPuertaSaint-Martin.Viajabanconunsololacayoenelestribotrasero.Y—tremendaconcesión—Rouganeibadentrodelcoche,conlasdamas,demodoqueenseguidaquedóprendadodelaseñoritadeKercadiou,quienlepareciólamujermásbellaquehabíavistoensuvida,sobretodoporquehablabaconélsencillamenteysinafectación,comosifuerasuigual.Estoleatolondróunpoco,haciendoquesetambalearanciertasideasrepublicanasenlasquehastaahoracreíaapiesjuntillas.
El carruaje se detuvo en la barrera, donde había un piquete de la GuardiaNacionalante laspuertasdehierro.Elsargentoqueestabaalmandoseacercóa laportezueladelcoche.Lacondesaseasomóalaventanilla.
—Labarreraestácerrada,señora—dijocortésmenteelmilitar.—¡Cerrada! —exclamó ella como en un eco. Aquello le parecía increíble—.
Pero…pero¿quiereesodecirquenopodemospasar?—En efecto, señora. A menos que tenga un permiso —el sargento se apoyó
indolentementeensupica—.Tenemosórdenesdenodejarsalirnientraranadiesinlacorrespondienteautorización.
—¿Quéórdenessonésas?—LasórdenesdelaComuna1deParís.—Puesyotengoquepartirestanochehacialacampiña—dijoladamacasicon
petulancia—.Meestánesperando.
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—Enesecaso,laseñoratendráqueconseguirunpermiso.—¿Dónde?—Enelayuntamientooenelcuartelgeneraldevuestrobarrio.Ladamareflexionóunpocoydijo:—Muybien,vamosal cuartelgeneral.Por favor,decidleamicocheroquenos
llevealbarrioBondy.Elsargentosaludóydiounpasoatrás.—¡AlbarrioBondy,ruedeMorts!—legritóentrerisasalcochero.La condesa se recostó en su asiento presa de la misma agitación que
experimentaba Aline. Rougane trató de tranquilizarlas. En el cuartel general searreglaría todo. Seguramente les darían el permiso. ¿Por qué no iban a hacerlo?Despuésdetodo,noeramásqueunasimpleformalidad.
Eloptimismodelmuchacholascalmóunpoco,peroesosólosirvióparaquelafrustración fueramayor cuando, en la oficina correspondiente, el presidente le diounarotundanegativaalacondesa.
—¿Vuestroapellido,señora?—lepreguntóbruscamente.Eraunhombreáspero,alestilode los republicanosmás radicales,yni siquiera sehabía levantadocuandovio entrar a las damas. Lo más probable es que pensara que él estaba allí paradesempeñar las funciones de su cargo y no para ejercitarse en unas reglas deurbanidadquemásbienparecíanleccionesdeminué.
—Plougastel—repitiódespuésdeoír el apellidode ladama, sin añadirningúntítulo, como si fuera el nombre de un carnicero o un panadero. Cogió un pesadovolumendeunaestanteríaquehabíaasuderecha,loabrióypasólashojas—.CondedePlougastel,palacetePlougastel,rueParadis,¿verdad?
—Esoes,señor—contestóladamadesplegandotodasucortesíaantelagroseríadeaquelindividuo.
Durante un largo silencio el republicano estudió ciertas anotaciones a lápizescritas al margen del nombre del conde. Los cuarteles generales de los distintosbarriosdeParíshabíantrabajadodurantelasúltimassemanasconmuchamáseficaciadelaquecabíaimaginar.
—¿Vuestromaridoos acompaña, señora?—preguntó el hombre secamente, sinsiquieralevantarlavistadelahoja,puesseguíaexaminandolasanotaciones.
—Elseñorcondenoestáconmigo—dijoellaenfatizandoeltítulo.—¿Noestáconvos?—dijoelhombremirándolasuspicazyburlonamente—.¿Y
dóndeestá?—NoestáenParís,señor.—¡Ah!EntoncesestaráenCoblenza,¿no?Unescalofríorecorrióalacondesahelándolelasangre.Habíaalgohumillanteen
todoaquello.¿Porquéloscuartelesgeneralesdelosbarriosteníanqueestaraltanto
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delosmovimientosdesusvecinos?¿Quéestabanpreparando?Teníalasensacióndeestaratrapadaenunaredinvisiblequelehabíanarrojado.
—Nolosé,señor—afirmótitubeante.—Por supuesto que no —comentó el otro, despreciativo—. Es igual. ¿Y vos
tambiénqueréissalirdeParís?¿Adondepensáisir?—AMeudon.—¿Ahacerqué?La sangre se le agolpó en la cara a la condesa. Aquello era una insolencia
intolerable para una mujer acostumbrada a que siempre la trataran con la mayordeferencia, lomismo sus inferiores que sus iguales. Sin embargo, advirtiendo queestaba frente a fuerzas completamente nuevas, se controló, reprimió su rabia ycontestóresueltamente:
—Debollevaraestaamiga,laseñoritadeKercadiou,deregresoacasadesutío,quienresideallí.
—¿Esoestodo?Esopodéishacerlootrodía,señora.Noesnadaurgente.—Perdón,señor.Paranosotrasesmuyurgente.—Nomeconvence.Ylasbarreras
estáncerradasparatodoslosquenopuedanprobarqueunacausaurgentelosobligaasalir.Tendréisqueesperar,señora,hastanuevaorden.Buenasnoches.
—Pero,señor…—Buenasnoches, señora—repitióelhombreenfáticamente.Eraunadespedida
másdespóticaquelaconocidafórmulareal:«tenéispermisopararetiraros».LacondesayAlinesalieron.Ambastemblabandecólera,aunqueporprudencia
lodisimulabanmuybien.Subierondenuevoalcocheyordenaronquelasllevaranasucasa.
El asombrodeRougane se convirtió en desaliento al saber lo ocurrido.—¿Porquénolointentamosenelayuntamiento,señora?—sugirió.
—¿Despuésdeesto?Seríainútil.TenemosqueresignarnosapermanecerenParíshastaqueabrandenuevolasbarreras.
—Talvez entoncesyano tenga sentidoparanosotrasque las abran—comentóAline.
—¡Aline!—exclamólaseñorahorrorizada.—¡Señorita!—exclamóRouganeenelmismotono.EljovencomprendióquelagenteasíretenidaenParísdebíadecorrerunriesgo
aúnpordeterminar,peronoporellomenosterrible,ysepusoapensar.AlacercarsedenuevoalpalacetedelosPlougasteldijoqueteníalasolucióndelproblema.
—Un salvoconducto expedido desde fuera también servirá —anunció—.Escuchadmeyconfiadenmí.YoregresaréaMeudonahoramismo.Mipadremedarádospermisos,unoparamíyotroparatrespersonas,deMeudonaParísyderegresoaMeudon. Volveré a entrar en París con mi salvoconducto, que luego destruiré, y
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juntosnosiremoslostresconelotro,queharáconstarquehemosentradoduranteeldía,procedentesdeMeudon.Esmuysencillo.Simevoyenseguida,podréregresarestamismanoche.
—Pero¿cómosaldréis?—preguntóAline.—¿Yo?¡Bah!Esonodebeinquietaros.MipadreesalcaldedeMeudon.Todoel
mundoloconoce.Iréalayuntamiento,yallídiré,loquedespuésdetodoesverdad,queme he encontrado enParís con todas las barreras cerradas y quemi padremeesperaestanoche.Medaránelpermiso.Esmuysencillo.
De nuevo, su confianza levantó el ánimo de las dos mujeres. Tal como él locontaba,todoparecíamuyfácil.
—Entonces, querido amigo, no olvidéis que nuestro permiso deberá ser paracuatro—dijo la señoradePlougastely le señalóal lacayoqueenesemomento seapeabadelestribo.
Rougane salió confiando en volver pronto, dejándolas a ellas igualmenteesperanzadas con su regreso. Pero las horas pasaron una tras otra, y ya era nochecerradayeljovennoregresaba.
Esperaron hasta la medianoche, tratando cada una de mostrarse confiada parasostener laesperanzade laotra,peroambasexperimentabanunavagapremonicióndealgofunesto.Yapesardetodo,matabaneltiempojugandoalchaqueteenelgransalón, comosinohubieramotivodepreocupación.Por fin, cuandoel relojdio lasdocedelanoche,lacondesaselevantósuspirando:
—Volverámañanaporlamañana—dijosinconvicción.—Por supuesto—agregó Aline—. Era realmente imposible que regresara esta
noche.Y,además,esmuchomejorviajardedía.Unviajeaestashorasdelanocheseríamuyfatigosoparanosotras,señora.
Por la mañana, muy temprano, las despertó un tañido de campanas. Era lallamada de alarma de los barrios. Sorprendidas, oyeron también un redoble detambores y el rumor de una multitud que marchaba. París se sublevaba. Se oíandetonacionesde armasy, a lo lejos, cañonazos.Había empezado la batalla entre elpuebloy los aristócratasde la corte.Elpueblo armadohabía atacado lasTullerías.Corrían los más increíbles rumores, algunos de los cuales llegaron al palacete dePlougastel a través de los sirvientes. Decían que la lucha por la toma del palaciohabía terminado en la inútil matanza de todos aquellos a quienes un invertebradomonarcaabandonóallímientrasibaaponerseconsufamiliabajolaproteccióndelaAsamblea. Irresoluto hasta el final, siempre adoptando el rumbo indicado por suspésimosconsejeros,no sepreparópara resistirhastaque lanecesidad realmente sepresentó, después de lo cual ordenó rendirse, dejando a aquellos que lo apoyaronhastaelúltimominutoamerceddeunafrenéticamuchedumbre.
Y mientras esto sucedía en las Tullerías, las dos damas seguían esperando a
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Rougane en el palacete de Plougastel, cada vez más desalentadas. Y Rougane novolvió. El plan no le pareció tan sencillo al padre como al hijo. Tuvo miedo deinvolucrarseensemejanteenredo.
Fueconsuhijoa informaralseñordeKercadioudeloquehabíasucedidoylecomentó con franqueza la sugerencia delmuchacho que él no se atrevía a llevar acabo.ElseñordeKercadioulerogóqueextendieralossalvoconductos,peroRouganesemantuvofirmeensudecisión.
—Señor—le dijo—, si ese fraude llegara a descubrirse, como inevitablementesucedería,meahorcarían.Apartedeeso,yapesardemideseodeserviros,esoseríafaltaramideber,cosaquenopiensohacer.Nopodéispedirmeeso,señor.
—Pero,yentonces¿quévaasuceder?—preguntóelcaballero,casienloquecido.—Eslaguerra—dijoRougane,queestababieninformado—.Laguerraentreel
puebloylacorte.Lamentoquemiavisohayallegadotantarde.Pero,adecirverdad,nocreoquehayamotivoparaalarmarsemásde lacuenta.Laguerrano tienenadaqueverconlasmujeres.
ElseñordeKercadiouseaferróaestaúltimaideacuandoelalcaldeysuhijosefueron.Peroenelfondo,sabíamuybienenquéasuntosandabametidoelcondedePlougastel.¿Quépasaríasilosrevolucionariostambiénlosabían?Ylomásprobableeraquelosupieran.Noseríalaprimeravezquelasmujeresdelospolíticospagabanpor susmaridos.Enuna conmociónpopular, todo era posible.YAline podía estarexpuestaalosmismospeligrosquelacondesadePlougastel.
Aaltashorasdelanoche,sentadoenlabibliotecadesuhermano,sosteniendolaapagada pipa en la que en vano buscaba consuelo, el señor deKercadiou oyó quellamabanalapuerta.
CuandoelviejomayordomodeGavrillacabrió lapuerta,vioenelumbralaunesbelto joven, con una casaca verde oliva, cuyos faldones le llegaban hasta laspantorrillas.Calzababotasdecuerodeanteyceñíaespada.Llevabaunfajíntricoloryunaescarapela tambiénde trescoloresenelsombrero, locualofrecíaunaspectosiniestramente oficial para los ojos de aquel viejo criado del feudalismo quecompartíatodoslostemoresdesuamo.
—¿Qué desea, señor?—preguntó el mayordomo con unamezcla de respeto ydesconfianza. Entonces una voz desenfadada le dijo: —¿Qué pasa, Bénoit?¡Caramba!¿Yatehasolvidadocompletamentedemí?
Con mano temblorosa, el anciano levantó la linterna hasta que la luz iluminóaquelrostroenjutoconunasonrisadeorejaaoreja.
—¡SeñoritoAndré!—exclamó—.¡SeñoritoAndré!Y entonces, contemplando el fajín y la escarapela tricolor, vaciló como si no
supieraquéhacer.PeroAndré-Louis entró resueltamente en el vestíbulo embaldosado demármol
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blancoynegro.—Si mi padrino todavía está despierto, quiero verlo —dijo—. Y si ya se ha
acostado,igualmentequieroverlo.—¡Oh,claroquesí!Yestoysegurodequesealegrarámuchodeveros.Noseha
acostadotodavía.Poraquí,porfavor.Mediahoraantes,ensucaminoderegresoaParís,André-Louissehabíadetenido
enMeudon,yfueinmediatamenteaveralalcaldeparaconfirmarsieranciertoslosrumoresquehabíaoídoamedidaqueseacercabaalacapital.Rouganeledijoquelainsurrecciónerainminente,quelosbarriosyateníanbarrerasyquenadiepodíaentrarnisalirdeParíssinlossalvoconductosderigor.
André-Louissequedópensativo.Advertíaelpeligrodeestasegundarevolucióndentrodelaprimera,quepodíadestruirtodoloquesehabíahecho,dandolasriendasdelpoder auna faccióndemalvadosque sumiríanalpaís en la anarquía.Másquenunca,ahoratemíaqueesoocurriera.TeníaquellegaraParísaquellamismanoche,yverconsuspropiosojosloqueestabasucediendo.
Antesdedespedirse, lepreguntóaRouganesi el señordeKercadiouseguíaenMeudon.
—¿Leconocéis?—Esmipadrino.—¡Vuestropadrino!¡Ysoisdiputado!Puessoiselhombrequeélnecesita.Entonces Rougane le contó el viaje de su hijo a París aquella tarde y sus
resultados.André-Louisnolopensódosveces.Quesupadrinolehubieraprohibidohacía dos años que entrara en su casa no tenía ninguna importancia en aquelmomento.DejósucarruajeenlaposadayfueaveralseñordeKercadiou.
Sorprendidoaesahoradelanocheporlaintempestivaaparicióndeaquelcontraquien estaba tan resentido, su padrino le recibió casi con lasmismas palabras queempleóantesenunaocasiónsimilar:
—¿Aquéhasvenido?—Aservir,entodoloposible,amipadrino—dijoentonoconciliador.PeroelseñordeKercadiounosedejódesarmar.—Hasestadotantotiempoalejadodemíqueteníalaesperanzadenovolvertea
ver.—Nomehubieraatrevidoadesobedecerossinofueraporqueahorapuedoseros
útil.HehabladoconRougane,elalcalde…—¿Quéquieresdecircuandohablasdedesobediencia?—Meprohibisteisquevolvieraavuestracasa,señor.Supadrinolecontemplabaperplejo,indeciso.—¿Yporesonohasvenidoavermeentodoestetiempo?—Porsupuesto.¿Acasohabíaotrarazón?
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ElseñordeKercadiouseguíamirándolefijamente.Entoncessoltóunapalabrotaenvozbaja.Lemolestabaque tomaran suspalabras tan al piede la letra.DurantelargotiempohabíaesperadoqueAndré-Louisvolviesecontritoaadmitirsufalta,apedirquedenuevolepermitieragozardesuestimación.Yasíselohizosaber.
—Pero ¿cómo podía saber que vuestras palabras no expresaban realmentevuestrosdeseos?¡Fuisteistanrotundoenvuestradeclaración!¿Ycómoibaaexpresarmi contrición si realmente no tengo intención de enmendarme? Porque no estoydispuestoaenmendarme,señor.Delocualdeberíaisestaragradecido.
—¿Agradecido?—Soyunrepresentantedelpueblo.Yesomeotorgaciertospoderes.Vuelvomuy
oportunamenteaParís.¿QueréisquehagaporvosloqueRouganenopudohacer?Sisólo la mitad de lo que sospecho es cierto, la situación es tan grave que menecesitaréis.HayquellevaraAlineaunlugarsegurocuantoantes.
ElseñordeKercadiouserindióincondicionalmente.AvanzóunospasosycogiólamanodeAndré-Louis.
—Hijomío—dijo visiblemente conmovido—, hay en ti cierta nobleza que nopuedesnegar.Si fui duro contigo, eraporque luchaba contra tupropensión almal.Quería apartarte del funesto camino de los políticos que han llevado a nuestrodesdichado país a una situación tan terrible. El enemigo en la frontera y la guerracivil a punto de estallar aquí dentro. ¡Eso es lo que han conseguido tusrevolucionarios!
André-Louisprefiriónodiscutirycambiódetema.—¿YAline?—ycontestóasupropiapregunta—:EstáenParísyhayquesacarla
de allí antes de que empiece la masacre que se ha estado preparando todos estosmeses. El plan del joven Rougane es bueno. Por lo menos, no se me ocurre otromejor.
—Peroelpadrenoquisonioírhablardeél.—Lo que no quiere es cargar con esa responsabilidad. Pero está dispuesto a
colaborar si yo participo. Le he dejado una nota con mi firma ordenando que seexpida un salvoconducto para la señorita Aline de Kercadiou, para ir a París yregresar aMeudon.Tengo suficientepoderparaque surta efecto.Lehedejadoesanota con la expresa condición de que sólo la use en caso extremo, como unjustificantesimástardelehacenpreguntas.Acambio,mehadadoestepermiso.
—¡Lo conseguiste! —exclamó el señor de Kercadiou cogiendo el papel conmanostemblorosas.Seacercóalcandelabroqueiluminabaunaconsolayloleyó.
—Si mañana por la mañana —dijo André-Louis— mandáis ese documento aParísconeljovenRougane,Alineestaráaquíalmediodía.Porsupuesto,estanochenosepodríahacernadasinlevantarsospechas.Esdemasiadotarde.Yahora,padrino,yasabéisexactamenteporquéhevioladovuestraprohibicióndeveniraquí.Sienotra
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cosapuedoserviros,aprovechandoqueestoyaquí,sólotenéisquedecirlo.—Sí. Necesito otro favor, André. ¿No te dijo Rougane que había otras
personas…?—MencionóalaseñoradePlougastelyasulacayo.—¿Yentoncesporqué…?—elseñordeKercadiounosiguióalverqueAndré-
Louismovíasolemnementelacabeza.—Esoesimposible—dijo.ElseñordeKercadiousequedóatónito.—¿Imposible?Pero…¿porqué?—Señor, sólo puedo hacer esto por Aline sin remordimiento. Por Aline sería
capazdefaltaramisprincipios.PeroelcasodelaseñoradePlougastelesdistinto.NiAline ni ninguno de los suyos están implicados en ciertas actividadescontrarrevolucionarias que son el verdadero origen de las calamidades que ahoratienenlugar.PuedoprocurarqueAlinesalgadeParíssintenernadaquereprocharme,convencidodequenohagonadacensurable,ysinexponermeaserinterrogado.PerolaseñoradePlougasteleslaesposadelcondedePlougastel,quecomotodoelmundosabeesunactivoagenteentrelacorteylosemigrados.
—Ellanotienelaculpadeeso—gritóelseñordeKercadiou,consternado.—Esverdad.Peroencualquiermomentopudieranllamarlaparaquepruebeque
no ha tomado parte en esos tejemanejes. Se sabe que hoy ha estado en París. Simañanalabuscaranydescubrieranquesehaido,sindudaseharíaninvestigacionesque demostrarían que he faltado a mi deber abusando de mis poderes para finespersonales. Como comprenderéis, padrino, sería exponerme a un riesgo demasiadograndeporunadesconocida.
—¿Unadesconocida?—lereprochóelseñordeKercadiou.—Prácticamenteloesparamí—dijoAndré-Louis.—Peronoparamí,André.Esmiprimaymimejoramiga.¡Dios mío! Lo que acabas de decir no hace más que confirmar que es
absolutamentenecesarioquesalgadeParís.¡André-Louis,tienesquesalvarlaatodacosta,puessucasoesmuchomásurgentequeeldeAline!
Suplicante,tembloroso,conelrostropálidoylafrenteperladadesudor,aquélnoeraelmismoseñordeKercadiouqueminutosanteshabíarecibidoaAndré-Louis.
—Padrino, no seáis irrazonable. No puedo hacer eso. Rescatarla a ella podríaacarrearleunadesgraciaaAline,ytambiénanosotrosdos.
—Pueshabráquecorrerelriesgo.—Porsupuesto,tenéisrazónalhablarsóloporvos…—Yportitambién,André:puedescreerme,hijomío.¡Portitambién!—exclamó
acercándosealjoven—.Teimploroquecreasenmipalabradehonor,yqueobtengasesepermisoparalaseñoradePlougastel.
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André-Louismirabadesconcertadoasupadrino.—Es increíble—dijo—.Tengoun grato recuerdodel interés que esa damame
demostróduranteunosdías cuandoyo eraunniño, ymás recientemente, enParís,cuandoquisoconvertirmealoqueellasuponíaelcredopolíticomáscorrecto.Peroeso no basta para que arriesgue el pescuezo por ella. No, ni tampoco vuestropescuezonieldeAline.
—¡Pero,André!…—Éstaesmiúltimapalabra,señor.Semehacetardeyestanochequierodormir
enParís.—¡No,no!¡Espera!—elseñordeGavrillacdemostrabaunaindecibleangustia—.
André-Louis,tienesquesalvaraesaseñora…Habíaensuinsistenciayensuexaltaciónalgotandelirante,queAndré-Louisse
vioobligadoapensarquedetrásde todoaquellohabíaalgunaobscuraymisteriosarazón.
—¿Tengoquesalvarla?—repitió—.¿Yporqué?¿Quérazónpodéisofrecerme?—Larazónmáscontundente.—Dejadqueseayoquienjuzguesiesunarazóncontundente—dijoAndré-Louis
aumentandoladesesperacióndelseñordeKercadiou.Arrugandolafrente,empezóadarvueltaspor lahabitacióncon lasmanoscruzadasa laespalda.Al finsedetuvofrenteasuahijado.
—¿No te basta con mi palabra para creer que esa razón existe? —exclamóangustiado.
—¿Enunasuntoenelquemejuegolavida?¡Oh,señor,seamosrazonables!—Sitedijeracuáleslarazón,faltaríaamipalabradehonoryamijuramento—
dijo el señor deKercadiou girando sobre los talones y retorciéndose lasmanos.Yentonces, volviéndose a André-Louis, añadió—: Pero en este caso tan extremo ydesesperado,yaqueinsistescontanpocagenerosidad,nomequedamásremedioquedecírtelo.QueDiosmeayude,puesnotengoelección.Ellalocomprenderácuandoseentere.André,hijomío…—hizounapausa,asustado,ypusounamanoenelhombrodesuahijado,quienseasombróalverquesupadrinoestaballorando—.¡LacondesadePlougastelestumadre!
Sehizounlargosilencio.André-Louisapenaspudocomprenderloqueacababande decirle. Cuando al fin lo comprendió, su primer impulso fue gritar. Pero sedominó, actuando como un estoico. Siempre tenía que estar representando algúnpapel.Estabaensunaturaleza.Unanaturalezaalaqueseguíasiendofielinclusoenaquelmomento supremo. Semantuvo callado hasta que, obedeciendo a su instintohistriónico,pudoconvencerseasímismodequehablabasinemoción.
—¡Ah,yaveo!—dijoconfrialdad.Se remontóalpasado.Rápidamente revivió los recuerdosqueconservabade la
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señoradePlougastel,susingularaunqueesporádicointerésporél,lacuriosaefusióndeafectoyvehemenciaquesiemprelemanifestaba,ysóloentoncescomprendiótodoloquehastaentoncestantolehabíaintrigado.
—¡Ah, ahora comprendo!—dijo y añadió—: ¡Cómo pude ser tan tonto y nodarmecuentaantes!
ElseñordeKercadioufuequiengritó,quienretrocediócomosihubierarecibidounabofetada.
—¡PorelamordeDios,André-Louis!¿Esquenotienescorazón?¿Cómopuedestomarsemejanterevelacióncontantaindolencia?
—¿Ycómoqueréis que la tome? ¿Debe sorprendermedescubrir que tengounamadre?Alfinyalcabo,paranaceresindispensabletenerunamadre.
Entonces se sentó abruptamente, para que no se notara que le temblaban laspiernas. Sacó un pañuelo para secarse la frente sudorosa.Y súbitamente empezó allorar.
Alveraquellaslágrimas,elseñordeKercadiouseacercó,sesentóasuladoyleabrazócariñosamente.
—André-Louis,mi pobremuchacho—murmuró—. Fui… fui lo bastante tontopara creer que no tenías corazón.Me has engañado con tu infernal fingimiento, yahoraveo…veo…
Noestabamuysegurodeloqueveía,omásbienvacilabaalquererexpresarlo.—No es nada, señor. Estoy agotado y… y estoy resfriado. —Entonces
comprendióqueaquelloerasuperiorasusfuerzasy,cansadodefingir,preguntó—:Pero¿porquétantomisterio?¿Porquémeloocultarontodo?
—Asíteníaqueser,André…porprudencia…—Pero¿porqué?Confesadlotodo,señor.Yaquemehabéisdichotanto,necesito
saberelresto.—Tú naciste unos tres años después de la boda de tu madre con el señor de
Plougastel, cuando él llevaba unos dieciochomeses ausente, en el ejército, y unoscuatromesesantesdequeregresaraparareunirseconsuesposa.EstoesalgoqueelcondedePlougastel nuncaha sospechadoyque, por razonesobvias, nuncadeberásospechar. Por eso es un secreto.Y por eso nunca lo ha sabido nadie.Cuando lasapariencias lo aconsejaron, tumadre vino a Bretaña, con un nombre falso, y pasóalgunosmesesenelpueblodeMoreau,dondetúnaciste.
André-Louissequedópensativo.Sehabíaenjugadolas lágrimasyahoraestabamuyserio.
—Sinuncalohasabidonadie,yvoslosabéis,esosignificaquesois…—¡Oh,no,porDios!—exclamóelseñordeKercadiouponiéndoseenpiedeun
salto.Eracomosi lamás leve insinuación lehorrorizara—.Yoeraelúnicoque losabía.Peronopor la razónqueestáspensando,André.¿Cómopuedescreerque te
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mentiría,querenegaríadeti,sifuerasmihijo?—Sivosdecísquenolosoy,señor,conesoessuficiente.—Noloeres.SoyprimodeThéréseytambiénsumejoramigo.En tal apuro, ella sabía que podía confiar en mí, y por eso acudió buscando miprotección.Unosañosantes,yomehubieracasadoconella.Pero,porsupuesto,yonosoyel tipodehombrequeunamujerpuedeamar.Sinembargo,ellasabequelaamo,yquesigosiendofielaaquelsentimiento.—Entonces,¿quiénesmipadre?
—Nolosé.Ellanuncamelodijo.Erasusecretoyyonoselepregunté.Esonoformapartedeminaturaleza,André.
André-Louisselevantó,ymiróensilencioalseñordeKercadiou.—¿Mecrees,André?—preguntósupadrino.—Claroquesí,ylolamento.Siento
muchonohabersidovuestrohijo.ElseñordeKercadiouestrechóefusivamentelamanodesuahijadoylaretuvoun
momentosinhablar.Entoncesseseparóylepreguntó:—¿Y ahora qué harás, André, ahora que lo sabes? André-Louis reflexionó un
momentoyseechóareír.Despuésdetodo,habíaalgocómicoenaquellasituación.Yseexplicó:
—¿Ycuálesladiferenciaahora?¿Acasoelamorfilialnaceespontáneamenteencuantosesabequiéneslamadre?¿Tengoquecometerlaimprudenciadearriesgarelpescuezointercediendoporunamadretanprudentequenoteníalamenorintencióndedarseaconocer?Eldescubrimientoquedaenmeracasualidad,sonlosdadosdelDestinolanzadosalazar.¿Yesovaainfluirenmí?
—Tetocaatidecidirlo,André.—No. Eso está fuera de mi alcance. Que decida quien puede, porque yo no
puedo.—¿Significaquetesiguesnegando?—No.Significaqueconsiento.Dadoquenopuedodecidirquédeberíahacer,sólo
mequedaloqueunhijodeberíahacer.Yaséqueesgrotesco.Perotodoenlavidaesgrotesco.
—Nunca,nuncatearrepentirás.—Esperoqueno—dijoAndré-Louis—.Yapesar de todo, piensoque esmuy
probablequetengaquearrepentirme.AhoradeboiraverdenuevoaRouganeparaobtenerlosotrosdossalvoconductosquehacenfalta.YquizáyomismoloslleveaParíspor lamañana.Simedejáisdormiraquí,os loagradeceré.Confiesoqueestanochemesientotanmalqueyanopuedomás.
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CAPÍTULOXV
Elsantuario
Al final de la tarde de aquel interminable día de horror, con sus continuasalarmas,susdescargasdemosquetes,losprolongadosredoblesdetamborylosgritosdistantesdefuribundasmultitudes,laseñoradePlougastelyAlineseguíanesperandoen el bello palacete de la rue Paradis. Ya no esperaban a Rougane. Habíancomprendido que, fuera cual fuese la causa—y ahora eran muchas— su amablemensajeronovolvería.Peroseguíanesperando, sinsabermuybienquéniaquién.Esperaban cualquier cosa que pudiera ocurrir. En cierto momento, el fragor de labatallaseacercóalpalacetetanvelozmente,aumentandoenintensidadyhorror,queseespantaron.Eraelfrenéticoclamordeunamultitudebriadesangreydispuestaadestruirlo todo. Afortunadamente, no muy lejos de allí, aquella marejada humanacontuvosuturbulentoavance.Lasdosmujeresoyeronqueaporreabanunapuertaconpicasdandoimperiosasórdenesdequeabrieran,yluegohubounruidodemaderasrajadas, cristales astillados y gritos de terror y de rabia mezclados con chillidosbestiales.
Era la caza de dos desventurados guardias suizos que trataban de escapar. Losencontraron en una casa del barrio y allí mismo la diabólica chusma los rematócruelmente. Después los cazadores—hombres ymujeres—, formados en batallón,bajaronporlarueParadiscantandoLaMarsellesa,unacanciónnuevaenelParísdeaquellosdías:
Allonsenfantsdelapatrie.Lejourdegloireestarrive.Contrenousdelatyrannie.L'etendardsanglantestlevé…
Elcoro formadoporunascien roncasvoces se acercaba, convirtiéndoseeneserugidoaterradorquetansúbitamentehabíareemplazadoelairealegreytrivialdelCaira!quehastaentonceshabíasidoelhimnorevolucionario.
Instintivamente,laseñoradePlougastelyAlineseabrazaron.Habíanoídocómolasmultitudeshabían forzado la casavecina,yno sabíanelporqué. ¿Ysi ahora letocaba el turno al palacete de Plougastel? No había razones para temer que lohicieran,perotratándosedeunaturbadesbocada,siemprehabíaquetemerlopeor.
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Elterriblehimno,pavorosamentecantado,yelatronadorruidodepisadassobreelpavimento,pasófrentealacasaysiguiódelargo.Entonceslasdamassuspiraron,comosiunmilagrolashubiesesalvado,paracasienseguidasucumbiranteunnuevoterror, cuando Jacques, el joven lacayo de la condesa, y el más confiable de susservidores, entró alarmado en el salón, anunciandoqueunhombreque acababadesaltarelmurodeljardíndecíaseramigodelaseñorayqueríaverlaurgentemente.
—¡Pareceunsansculotte,señora!—agregóellacayo.LasdosdamascreyeronqueseríaRougane.—Hacedlepasar—ordenólaseñoradePlougastel.Jacquesvolvióenseguida,acompañadodeunhombrealto,vestidoconunlargo,
ancho y raído gabán y un sombrero de ala vuelta hacia abajo con una enormeescarapelatricolor.Alentrar,elreciénllegadosedescubrió.
Jacques,queestabadetrásdeél,notóque loscabellosdeldesconocido,aunqueahoradespeinados,anteshabíanestadoesmeradamenteacicalados. Inclusoseveíanrestosdepolvodetocador.Ellacayosepreguntóquépodríahaberenlacaradeaquelhombre,queahoraledabalaespalda,paraquesuamadieraungritoyretrocediera,peroentoncessuseñora,conungesto,lodespidióbruscamente.
Elreciénllegadoavanzóhastaelcentrodelsalón,lentamente,comosiestuvieraexhaustoyrespirandocondificultad.Entoncesseapoyóenlamesa,frentealaseñoradePlougastel.Ellalemirabahorrorizada.
Desdeelfondodelsalón,acostadaamediasenundiván,Alinemirabaconfusaynosintemoraquelrostroque,aunquedifícildeidentificardetrásdeunamáscaradesangreymugre,leparecíareconocer.Entonceselhombrehabló,einstantáneamentelasdosmujeressupieronqueeralavozdelmarquésdeLaTourd'Azyr.
—Miqueridaamiga—dijo—,perdonadmesiosheasustado.Perdonadmesiheirrumpidoenvuestro jardín, sinprevioaviso,yconesta facha.Pero…mehevistoobligadoahacerloasí,puesestoyhuyendodeesagentualla.Mientrascorríaatontasyalocassemeocurriópensarenvos.Siconseguíallegarhastaaquí,estaríaasalvo,vuestracasaseríamisantuario.
—¿Estáisenpeligro?—¡Enpeligro!—Elcaballeropareciócasireírseanteesapreguntatanociosa—.
Siahoramismopusieraunpieenlacalle,enmenosdecincominutosestaríamuerto.Queridaamiga,estoesunacarnicería.Algunosdelosnuestroshanlogradoescaparde lasTunerías, pero sólo para ser cazados en las calles.Dudomucho que a estashorasquedeunsolosuizovivo.Aesosinfelicesleshatocadolapeorparte,pobresdiablos.Encuantoanosotros,¡Diosmío!,somosmásodiadosquelossuizos.Poresohetenidoqueponermeesteinmundodisfraz.
Sedespojódelraídoabrigoy,arrojándololejosdesí,semostróconelropajederasonegroquehabitualmentedistinguíaaloscienCaballerosdelPuñalqueaquella
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mañanahabíandefendidoasurey.Su casaca estaba rasgada en la espalda, la chorrera y los puños estaban
destrozados y manchados de sangre. Con la cara embarrada y completamentedespeinado, el marqués ofrecía un aspecto terrible. A pesar de lo cual, con suacostumbrada serenidad, besó la temblorosa mano que la señora de Plougastel letendíaenseñaldebienvenida.
—Habéis hechobien envenir aquí,Gervais—dijo ella—.Sí, esto es ahora unsantuario. Estaréis completamente a salvo, por lo menos mientras lo estemosnosotras.Miscriadossondetodaconfianza.Sentaosycontádmelotodo.
Elmarquésobedeció,ycasi sedesplomóenel sillónqueella le señaló.Estabaexhausto,notantofísicamentecomoporelnerviosismo,oporambascosasalavez.Sacóunpañueloyenjugóalgodelamugresanguinolentaquecubríasucara.
—Nohaymuchoquecontar—dijoangustiado—.Esnuestrofin,queridaamiga.¡Qué suerte tienePlougastel estando a estas horas al otro ladode la frontera!PeroPlougastel siempre tuvo buena suerte. Si yo no hubiera sido tan necio como paraconfiarenlosquehoysehanmostradotanpocodignosdeconfianza,tambiénestaríamásalláde la frontera.HabermequedadoenParíshasido lamayorestupidezy lapeor insensatez de una vida llena de locuras y errores.Quizás el colmo haya sidoacudiravosenestahoradetantanecesidad—dijosonriendoconamargura.
Apoyándoseenelsillón,laseñoradePlougastelsehumedecióloslabiosresecos.—¿Y…yahora?—lepreguntó.—Sólome queda escapar en cuanto pueda, si es que eso es posible. Aquí, en
Francia, ya no hay lugar para nosotros, como no sea bajo tierra. Hoy ha quedadodemostrado —dijo levantando los ojos para mirarla, a su lado, tan pálida comoapocada,ylesonrió.Entoncesacariciólafinamanoquedescansabaenelbrazodesusillón—:Mi queridaThérése, amenos que por caridadme deis algo de beber,memorirédesedaquímismoantesdequeesacanallapuedaacabarconmigo.
Ladamasesobresaltó:—¡Cómono lopenséantes!—exclamóy,mirandoal fondodel salón,pidió—:
Aline,dileaJacquesquetraiga…—¡Aline! —dijo él, como un eco, interrumpiendo la orden y volviéndose.
Entonces,alverlalevantándosedeldiván,yapesardesucansancio,sepusoenpiede un salto y la saludó—: Señorita, no sabía que estuvierais aquí—dijomolesto,inquieto,comosilehubieransorprendidoinfraganti.
—Ya me he dado cuenta, señor—dijo ella mientras se disponía a cumplir elencargodelaseñoradePlougastel,yañadió—:Sinceramente,meapenaqueotraveztengamosqueencontrarnosencircunstanciastandolorosas.
DesdeeldíadeldueloconAndré-Louis—cuandoelmarquésviomorirsuúltimaesperanzadereconquistarsuamor—,nohabíanvueltoaversefrenteafrente.
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Pareció que iba a decirle algo a Aline, pero se calló. Dirigió una miradaextraviada a la señoradePlougastel y, con singular reticencia en alguienque teníatantalabia,guardósilencio.
—Perosentaos,porfavor.Estáismuyfatigado—dijoella.—Gracias por ser tan clemente conmigo. Con vuestro permiso —y volvió a
sentarsemientrasAlinesealejabahacialapuertaqueconducíaalacocina.CuandoAlinevolvióaentrarenelsalón,observóque lacondesaysuvisitante
habían cambiado de posición. Ahora la señora de Plougastel estaba sentada en elsillóndebrocadoyoro,mientrasqueelseñordeLaTourd'Azyr,apesardesufatiga,permanecía inclinado sobre el respaldo hablando seriamente con ella, como si lesuplicaraalgo.Cuandovioentraralajoven,élsecallóenelactoapartándosedelaseñoradePlougastel,demodoqueAlinetuvolaimpresióndehabersidoindiscreta,pueslacondesaestaballorando.
DetrásdeAlineentróeldiligenteJacquesllevandounabandejaconvinoyalgodecomer.LaseñoradePlougastelescancióelvinoasuhuésped,quien,trasbeberuntragodeBorgoña,leenseñósusmanossuciaspreguntándolesipodíaasearseunpocoantesdeempezaracomer.
Jacques se ocupó de llevarlo a otra habitación y, al volver, había desaparecidohasta el último vestigio de losmalos tratos que el marqués había recibido. Ahoraestaba como de costumbre: correctamente vestido. Se le veía sereno, solemne yelegante, aunque su cara estaba pálida y marchita como si súbitamente hubieraenvejecidorevelandosuverdaderaedad.
Mientrascomíacongranapetito,puesnohabíacomidonadaentodoaqueldía,contó en detalles los espantosos sucesos que vivió, incluyendo su fuga de lasTullerías,cuandovioque todoestabaperdidoy lossuizos, trasquemarsusúltimoscartuchos,fuerondestrozadosporlafuriosamultitud.
—¡Oh,nopudimoshacerlopeor!—concluyó—.Fuimosdébilescuandoteníamosque ser enérgicos, y enérgicos cuandoya era demasiado tarde.Eso resumenuestrahistoriadesdeelprincipiodeestamalditalucha.Nosfaltóunlíder,yahora,comoyahe dicho, ha llegado nuestro fin. Sólo nos queda escapar si es que encontramos laformadehacerlo.
LaseñoraserefirióaRouganeyalacadavezmásfrágilesperanzaqueteníadesalirdeParís.YestodisipóelpesimismodelseñordeLaTourd'Azyr.
—Pues no debéis abandonar esa esperanza —aseguró—. Si ese alcalde estádispuesto, seguramente su hijo podrá hacer lo que os prometió. Pero anoche erademasiadotardeparaqueélregresara,yhoy,suponiendoquehayallegadoaParís,lehabrásidocasiimposiblellegarhastaaquíatravésdelascallestomadasporelotrobando.Probablementeestéalllegar.RuegoaDiosparaqueasísea,puesdesdeahorametranquilizasaberquetantovoscomolaseñoritadeKercadiouestaréisasalvo.
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—¿Queréisvenirconnosotras?—dijolaseñoradePlougastel.—¡Ah!Pero¿cómo?—El jovenRouganedijo que traería tres salvoconductos: el deAline, el demi
lacayo,Jacques,yelmío.VosocuparíaisellugardeJacques.—OsjuroquecontaldesalirdeParís,nohayhombreenelmundocuyolugarno
ocuparía—dijoechándoseareír.Estolosreanimóylaesperanzarenacía,peroalcaerlanochesinquellegarala
ansiadaliberación,susilusionesseevaporaron.ElseñordeLaTourd'Azyr,alegandocansancio, pidió permiso para retirarse, pues quería descansar un poco y estar enformapara loque tuvieraqueafrontar enun futuro inmediato.Cuandoelmarquéssaliódelsalón, laseñoradePlougastelconvencióaAlineparaquetambiénfueraaacostarse.
—Querida,teavisarétanprontollegueRougane—dijoconentereza,sindejardefingirunoptimismoqueyasehabíadesvanecidoporcompleto.
Aline la besó cariñosamente y salió aparentando la misma serenidad de lacondesa,peropreguntándose si ésta sedaríacuentadelpeligroque secernía sobreellas, un peligro acrecentado hasta el infinito con la presencia en la casa de unhombre tan conocido y odiado como el señor de La Tour d'Azyr, a quienprobablementesusenemigosbuscabanenaquelprecisoinstante.
Cuandosequedósola,laseñoradePlougastelsedejócaerenunsofádelsalón,dedondenoquisomoverse,puesqueríaestarpreparadaparacualquiercontingencia.Eraunacalurosanochedeverano,ylasvidrierasdelaspuertaventanasquedabanalexuberante jardín estaban abiertas para que entrara el aire. El viento traíaintermitentemente ruidos lejanos que demostraban a las claras que el populachoseguíaactivo,comosifueralahorribleresacadeaqueldíasangriento.
Por espacio de una hora, la señora de Plougastel escuchó aquellas resonanciasagradeciendo alCieloque, almenosdemomento, los disturbios tuvieran lugar tanlejos,perosindejardetemerqueencualquiermomentoseacercaranasubarrio,yconvirtieransucasaenescenariodehorroressemejantesaaquelloscuyoecollegabahastasusoídosdesdelosdistritosdelsurydeloeste.
La condesa estaba a obscuras en el sofá, pues todas las luces del gran salónestaban apagadas, a excepción de las velas de un candelabro de platamaciza queestabasobreunamesaredondademarqueteríasituadaenelcentrodelaestancia:unaisladeluzenmediodelaobscuridad.
El reloj que estaba en la repisa de la chimeneadiomelodiosamente las diez, yentonces,depronto,alarmanteensubrusquedad,rompiendoelsilencio,otrosonidovibró en toda la casa, haciendo que la dama se sobrecogiera con sentimientosencontradosdemiedoyesperanza.Alguienaporreababrutalmentelapuertadeabajo.Trasunosminutosdeangustiosaexpectación,Jacquesirrumpióenelsalón.Miróasu
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alrededorsinveralprincipioasuama.—¡Señora,señora!—llamójadeando.—¿Quésucede,Jacques?Ahora que era imperioso dominarse, la voz de la señora de Plougastel sonaba
firme.Resueltamentesaliódelasombraavanzandohastalaisladeluzalrededordelamesa.
—Abajohayunhombre.Preguntapor…quiereverosenseguida.—¿Unhombre?—preguntóella.—Sí…pareceunoficial.Porlomenosllevaelfajíndeoficial.Senegóadecirme
sunombre.Dicequesunombrenoosdiríanada. Insisteenverospersonalmenteyahoramismo.
—¿Unoficial?—seextrañólaseñora.—Unoficial—repitióJacques—.Yonolehubieradejadoentrar,peroélordenó
que le abriera la puerta en nombre del pueblo. Señora, a vos os toca decir quéharemos.Robertestáconmigo.Siqueréis…haremosloquesea…
—¡No, Jacques, por Dios! —dijo ella de lo más tranquila—. Si ese hombrequisierahacernosalgúnmal,novendríasolo.Traedleaquí,ydecidlealaseñoritadeKercadiouquevengatambién.
Jacquessealejó,máscalmado.LaseñoradePlougastelsesentójuntoalamesadondeestabaelcandelabro.Maquinalmentesearreglóelvestido.Leparecíaquesumiedodebía ser tanpasajero como fútiles habían sido sus esperanzas.Comohabíadicho,siaquelhombrenovinieraensondepaz,hubieravenidoacompañado.
Lapuertavolvió a abrirsey reapareció Jacques.Detrásde él, apresuradamente,entróunhombredelgadotocadoconunsombrerodealaanchadondeestabaprendidalaescarapelatricolor.Ciñendosucasacaverdeoliva,llevabaunafajadetelatambiéntricolor.Desucinturacolgabaunaespada.
Sequitóel sombrero,ya la luzde lasvelasdestelló lahebilladeaceroque loadornaba.ElreciénllegadocontemplóensilencioalaseñoradePlougastel.Másquemirarla desdeun rostro enjutoymoreno, aquellos ojos negros la escudriñaban consingularintensidad.
Ladamase inclinó,ysurostrose inundóde incredulidad.Entoncessusojosseiluminaron y el color volvió a sus pálidas mejillas. Súbitamente se puso en pie.Estabatemblando.
—¡André-Louis!—exclamó.
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CAPÍTULOXVI
Labarrera
André-Louis parecía haber perdido el don de la risa. Por primera vez no habíaaquelbrillorisueñoensusojosmientrasescudriñabaaladama.Sinembargo,aunquesumiradaerasombría,suspensamientosnoloeran.Consuimplacablelucidezcapazde traspasar lasmeras apariencias, con su ilimitada capacidad para la observaciónimparcial —que adecuadamente aplicada hubiera podido llevarle muy lejos—percibíalogrotesco,loartificiosodelaemociónqueenesemomentoexperimentaba.Un sentimiento que no quería que lo poseyera. Miraba a la señora de Plougastelconscientedequeerasumadre,comosielhechomásomenosaccidentaldequeellalo hubiera traído al mundo pudiera establecer entre ellos algún lazo real en aquelmomento.Lamaternidadquedaaluzalhijoyluegoloabandona,esinferioraladelos animales.André-Louis había pensado en esto durante las turbulentas horas quenecesitóparacruzarunaconmocionadaciudaddondehabíaquemoverselentamentesiunonoqueríaperderlavida.
Tuvo tiempo, pues, para llegar a la conclusión de que ayudar a la señora dePlougastelenaquellosmomentoseraunquijotismopuramentesentimental.Sabíaquelas condiciones impuestas por el alcalde de Meudon antes de entregarle lossalvoconductos,poníanenpeligronosólosufuturo,sinotalvezhastasupropiavida.Sin embargo, decidió dar aquel paso, no en atención a la realidad, sino porconsideración, él, que toda su vida se había guardadodel señuelo de los inútiles yvacíossentimentalismos.
EnesaespeciededesafíopensabaAndré-Louismientrasmirabaconatenciónaladama, pues era extraordinariamente interesante contemplar conscientemente a sumadre, por primera vez, a la edad de veintiocho años. Por fin dejó de mirarlafijamentey,volviéndoseaJacques,queseguíaesperandoenlapuerta,preguntó:
—¿Podríamoshablarasolas,señora?Ella le hizo una seña al lacayo para que se retirara, y la puerta se cerró. En
emocionadosilencio,sinpreguntarnada,ellaesperóaqueleexplicarasupresenciaallíaaquellahoradelanoche.
—Rougane no podía venir —dijo escuetamente—. Y, a petición del señor deKercadiou,hevenidoensulugar.
—¡Vos! ¡Habéis venido para salvarnos! —la voz de la señora de Plougastelexpresabamássorpresaquealivio.
—Hevenidoaeso,yaconoceros,señora.—¿Aconocerme?Pero¿quéqueréisdecir,André-Louis?
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—EstacartadelseñordeKercadiouosloaclarará.Intrigadaporsuspalabrasyporlaextrañaconductadeljoven,ellacogiólacarta.
Rompióelsello.Yconmanostemblorosas,acercólamisivaalcandelabro.Amedidaqueleía,ensurostrosereflejabaeldisgustoysusmanostemblabancadavezmás.Alllegaralamitaddelacarta,seleescapóungemido.EllalelanzóunamiradacasideterroraAndré-Louis.Peroélpermanecióincreíblementeimpasiblealbordedelhalodeluzquearrojabaelcandelabro,yleindicóquesiguieraleyendo.LaletradelseñordeKercadiou,desuyo indescifrable, sedistorsionabaahoramásante losojosde ladama.Nopodíaseguirleyendo.Además,¿quépodíaimportarloquedijeraelrestodelacarta?Conloquehabíaleídoerasuficiente.Lahojadepapelcayódesusmanossobre la mesa, y un rostro pálido como la cera se levantó melancólicamente paramiraraAndré-Louisconindescriptibletristeza.
—Entonces,¿losabestodo,hijomío?—susurró.—Séquelaseñoraesmimadre.Laseveridad, lasutilmezcladedespiadadaburlayreprocheconquepronunció
esafrasenohizomellaenlaseñoradePlougastel.Volvióapronunciarelnombredesuhijo.Para ella, enaquelmomento, el tiempoyelmundo sehabíandetenido.Elpeligro que corría en París, como esposa de un intrigante instalado en Coblenza,había desaparecido junto con todas las demás consideraciones. Sólo pensaba en elhechodequesuúnicohijoya laconocía,aquelhijodeladulterio,nacido furtivayvergonzosamenteenunremotopueblodeBretaña,hacíaveintiochoaños.Nadapudodistraerlaenaquelinstantesupremo,nitansiquieralaconcienciadequesuinviolablesecretohabíasidotraicionadoolasconsecuenciasqueesopudieraacarrear.
DiounpardepasosvacilanteshaciaAndré-Louis.Abriólosbrazos,yseleanudólavozaldecir:
—¿Nomedasunabrazo,André-Louis?Porunmomento, él titubeó, sorprendidopor aquel gestomaternal, casi irritado
porlarespuestadesucorazón,dondelossentimientosluchabanabrazopartidoconla razón. Su razón le decía que aquello era irreal, pero la emoción que ellademostrabayqueélexperimentabaerafantástica.Ysedejóllevar.Ellaloabrazóysuhúmeda mejilla oprimió fuertemente la de André-Louis, que sentía cómo aquelcuerpo,queconservabasugraciaapesardelosaños,seestremecíaenunatormentadepasión.
—¡Oh, André-Louis, hijo mío, no sabes cuánto he anhelado este abrazo! ¡Sisupierascuántohesufridonegándomeloamímisma!Kercadiounodebiódecírtelonunca,ni siquiera ahora.Eraunmalparanosotrosdos,quizámáspara ti.Hubierasido mejor dejarme abandonada a mi destino, cualquiera que fuera. Y, a pesar detodo, cualesquiera que sean las consecuencias, poderte abrazar, saber que ya meconoces,oírte llamarmemadre, ¡oh,André-Louis!, eso es algode loquenopuedo
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arrepentirme.Nopodía…nopodíaserdeotramanera,aunqueyanoseaunsecreto.—¿Yporquétienequedejardeserunsecreto?—preguntóél,despojándosede
su estoicismo—.Nadie tiene que saberlo. Esto es sólo por esta noche. Esta nochesomos madre e hijo. Mañana cada uno volverá a ocupar su lugar y, al menos enapariencia,olvidaremoslosucedido.
—¿Olvidar?¿Notienescorazón,André-Louis?Estapreguntavolvió a recordarle su actitud ante lavida, esa actitudhistriónica
que para él era la verdadera filosofía. También recordó la situación en que seencontraba,y comprendióqueno sóloéldebía sobreponerse, sino tambiénella,yaquedejarsellevarporlasemociones,enaquellascircunstancias,podíaserdesastrosoparatodos.
—Esome lohanpreguntado tantasvecesqueestoyporcreerqueesverdad—dijo—.Mipasadotienelaculpa.
Ellaloestrechómáscontrasupecho,comosiintuyeraqueélqueríazafarsedesuabrazo.
—¿Me estás culpando de todo lo pasado? Conociendo los hechos, como losconoces, no puedes culparme del todo. Debes ser misericordioso conmigo. Debesperdonarme.Noteníaelección.
—Cuandolosabemostodonosepuedesinoperdonar,señora.Éstaeslaverdadmás profundamente religiosa que se ha escrito jamás. De hecho, esa frase es unareligiónpor símisma, la religiónmásgenerosaquepuedeguiara loshombres.Lodigoparaconsolaros,madre.
Ellaseseparódeél lanzandoungritodeespanto.DetrásdeAndré-Louis,en lapenumbra de la puerta, se dibujaba vagamente una silueta fantasmal. Avanzandohacia la luz, la figura se dejó ver: era Aline. Venía en respuesta a la llamada, yaolvidada, que la señora le había hecho por medio de Jacques. Al entrar, habíareconocidolavozdeAndré-Louisalverloenbrazosdeladamallamándole«madre».Yahoranosabíaquéleasombrabamás:sisupresenciaallíoloqueacababadeoírporcasualidad.
—¿Lohabéisoído,Aline?—exclamólaseñoradePlougastel.—No he podido evitarlo, señora.Me mandasteis a buscar. Lamento si…—se
interrumpióparamirarperplejaaAndré-Louis.Estabapálida,peroserena.Letendiósumanodiciendo—:Alfinhasvenido,André.Podíashaberlohechoantes.
—He venido cuando hacía falta, que es cuando estamos seguros de ser bienrecibidos —contestó sin amargura y, tras besarle la mano a la joven, añadióamablemente, como suplicando—: Espero que sabrás perdonar lo pasado, pues,después de todo, fracasé en mis propósitos. No podía presentarme ante tipretendiendoquefuealgointencionado.Nofueasí.Ysinembargo,segúnparece,notehasaprovechadodeesacircunstancia,puesaúnestássoltera.
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Ellalevolviólaespalda,diciendo:—Haycosasquejamásentenderás.—Lavida,porejemplo—dijoél—.Teconfiesoqueesalgodesconcertante.Las
explicacionesquetratandesimplificarlanohacensinocomplicarlamás—ymientrasdecíaestomirabaalaseñoradePlougastel.
—Supongoqueestástratandodedecirmealgo—dijolaseñorita.—¡Aline!—exclamó la condesa, que conocía el peligro de las revelaciones a
medias—.SéquepuedoconfiarentiyqueAndré-Louisnopondráningunaobjeción.Cogió lacartaparaentregárselaaAline,peroantes interrogóa suhijoconuna
mirada.—Oh,señora,yopormipartenomeopongo—aseguróél—.Esasuntovuestro.Alinelosmirabaalosdosextrañadayvacilandoentomarlacartaquelaseñorale
ofrecía.Cuando lahubo leídodepunta a cabo,pensativa,volvió adejarla sobre lamesa.Porunmomentopermanecióinmóvil,agachandolacabeza,mientrasmadreehijolacontemplaban.Entonces,impulsivamente,abrazóalaseñoradePlougastel.
—¡Aline!—fueungritodeasombro,casidealegría—.¿Nomeaborreces?—¡Queridaamiga!—dijoAlinebesandoelrostrobañadoenlágrimasqueparecía
haberenvejecidoenlasúltimashoras.Manteniéndose en segundo plano, André-Louis luchaba contra la emoción, y
hablóconlavozdeScaramouche:—Sería aconsejable, señoras, que dejáramos las efusiones para otro momento,
cuandotengamosmástiempoymayorseguridad.Sehacetarde.Siqueremossalirdeesteinfierno,hayquehacerloahoramismo.
Era una advertencia tan clara como necesaria. Las dos mujeres volvieron a larealidad,yenseguidafueronahacerlospreparativosdelviaje.
Dejaron solo a André-Louis en el salón, y durante un cuarto de hora pudosoportarsuimpacienciaúnicamenteporqueteníalacabezacomounaolladegrillos.Cuando al fin volvieron las mujeres, las acompañaba un hombre alto, con unsobretodoverdede largos faldonesyunsombreroconelalavueltahaciaabajo.Elindividuopermaneciórespetuosamentejuntoalapuerta,enlasombra.
Entre lasdos lohabían acordadoasí, omásbien fue la condesaquien lohabíadecididocuandoAlineleprevinodequeAndré-Louisnomoveríaundedoparasalvaralmarquéstomandoencuentaelodioqueletenía.
ApesardelaestrechaamistadqueuníaalseñordeKercadiouyasusobrinaconlaseñoradePlougastel,habíaciertosdetallesqueellaignoraba.UnoeraelproyectodematrimonioquealgunavezexistióentreAlineyelmarquésdeLaTourd'Azyr.Aline, tomando en cuenta la confusión de sus emociones, jamás se lo habíacomunicadoasuamiga,nitampocoelseñordeKercadiou,puesdesdesullegadaaMeudonyaveíaqueaquelenlaceseríamuydifícilderealizar.Porotraparte,elseñor
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de La Tour d'Azyr se mostró tan discreto respecto a Aline la mañana del duelo,cuandolaencontródesvanecidaenelcarruajedelaseñoradePlougastel,queéstanosediocuentadenada.TampocosabíalacondesaquelahostilidadentreelmarquésyAndré-Louisnofuerasimplementedecarácterpolítico,puespensabaqueaqueldueloeraotrodelostantosqueelpaladíndelTercerEstadohabíaentabladoenelBoisenaquellosdías.Alinenolehabíadichonadaalrespectoparanoafligiraladamamásdeloqueestaba.Sinembargo,lacondesasedabacuentadeque,aunqueelrencordeAndré-Louisfueraestrictamentepolítico,aqueldueloinconclusoeracausasuficienteparamotivarlostemoresdeAline.
PoresolaseñoradePlougastelhabíaconcebidoelplanmásobvio,delqueAlinesería cómplice pasiva. Pero ambas habían cometido el error de no prevenir nipersuadiralseñordeLaTourd'Azyr.Habíanconfiadoenteramenteensuansiaporescapar de París para que hiciera el papel que le imponían. Es decir, el que ya lehabíanpropuesto:queocuparaellugardeJacques,ellacayo.Peronohabíancontadoconelexageradosentidodelhonordehombrescomoelmarqués,educadosenfalsospreceptos.
Volviéndoseparamiraralhombredisfrazado,André-Louisavanzódesdeelfondoobscuro del salón. La trémula luz de las velas iluminó brevemente su delgado ypálidorostroyelfingidolacayosesobresaltó.Entoncestambiénélseadelantóhacialamesadondeestabaelcandelabroysequitóelsombrero.André-Louisobservóquesumanoerafinayblanca,yqueundiamanterutilabaenunodesusdedos.Aldarsecuentadequiéneraaquelhombre,porunmomentosequedósinhabla.
—Señor—decía en esemomento el orgullosoy altaneromarqués—,nopuedoaprovecharmedevuestraignorancia.Siestasdamashanpodidoconvencerosdequemesalvéis,porlomenosdebéissaberaquiénvaisasalvar.
Permanecía junto a la mesa, envarado y digno, dispuesto a morir como habíavividosiesqueerapreciso,sinmiedoniengañifas.
André-Louiscaminólentamentehasta llegaralotroladodelamesa,yentonceslosmúsculosdesucaraseaflojaronyseechóareír.
—¿Osreís?—dijoelseñordeLaTourd'Azyrfrunciendoelceño,ofendido.—¡Todoestoesterriblementedivertido!—comentóAndré-Louis.—Tenéisunextrañosentidodelhumor,señorMoreau.—¡Oh,sí,loadmito!Loinesperadosiempremehaparecidocómico.Desdeque
nos conocemos, he descubierto en vos muchas cosas. Y lo que esta noche hedescubiertoesloúnicoquenopodíaesperarme:unhombresincero.
ElseñordeLaTourd'Azyrseestremeció.Peronotratódereplicar.—Sólo por eso, señor, estoy dispuesto a ser clemente —dijo André-Louis—.
Probablemente cometo una estupidez. Pero vuestra honradez me ha cogido porsorpresa.Os doy tresminutos para que abandonéis esta casa y os las arregléis por
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vuestrospropiosmediosparasalvarelpellejo.Loqueospuedaocurrirdespués,alláafuera,noesasuntomío.
—¡Oh, no, André! Escucha… —comenzó a decir angustiada la señora dePlougastel.
—Perdón,señora,peroestodoloquepuedohacer,yyaestoyfaltandoamideber.SielseñordeLaTourd'Azyrsigueaquí,nosóloserásufin,sinoelvuestrotambién.Sinosevaenseguida,tendráqueacompañarmealcuartelgeneraldelbarrio,ydentrode una hora su cabeza estará en la punta de una pica. Este señor es un notoriocontrarrevolucionario, unCaballerodelPuñal aquien el populachoenfurecido estádispuesto a exterminar. Ahora, señor, ya sabéis lo que os aguarda. Decidios, yenseguida,aunquesóloseaenconsideraciónaestasdamas.
—Peroesque túnosabes,André-Louis…—laseñoradePlougastel lehablabaahoraconindescriptibleangustiayseacercóasuhijocogiéndoloporunbrazo—.PorelamordeDios,André-Louis,séclementeconél.¡Tienesqueserlo!
—Pero,señora,esoesloqueestoyhaciendo.Estoysiendomuchomásclementede lo que élmerece.Y él lo sabe.El destino ha entreveradode una forma curiosanuestras vidas hasta hacernos coincidir aquí esta noche. Es como si el destino leobligara a recibir el castigo quemerece. Pero por vuestra seguridad, no aprovechoestaocasiónúnicaqueelazarmeofrece,siempreycuandoélhagainmediatamenteloqueleordeno.
Desde el otro lado de la mesa, el marqués habló fríamente mientras su manoderechasedeslizababajolosfaldonesdesugabán.
—Mealegro,señorMoreau,dequeadoptéisesetonoconmigo.Meahorráishastaelúltimoescrúpulo.Acabáisdehablardeldestino,yestoydeacuerdoconvosenquehaobradodeunmodoextrañoennuestrasvidas,aunquequizánoconel finalquesuponéis. Durante años os habéis cruzado en mi camino, siempre estorbando yfrustrándolo todo, siempre sobre mi cabeza como una espada de Damocles.Incesantementehabéis amenazadomivida,primero indirectay luegodirectamente.Vuestroentremetimientoenmisasuntoshaarruinadomismásqueridasesperanzas,quizáconmáseficaciadelaquesuponéis.Soispeorqueunapesadilla.Ysoisunodelosculpablesdelasituacióndesesperadaenquemeencuentroestanoche.
—¡Unmomento!¡Escuchad!—dijoardientementelaseñoradePlougastel,comomovidaporunacorazonadadeloqueibaavenir—.¡Gervais!¡Estoeshorrible!
—Horribletalvez,peroinevitable—dijoelseñordeLaTourd'Azyr—.Asílohaquerido él. Soy un hombre desesperado, el fugitivo de una causa perdida. Estehombre tiene la llave de mi salvación. Además, entre él y yo hay una cuentapendiente.
Entoncessacólamanodedebajodelfaldóndelgabányempuñabaunapistola.LaseñoradePlougastelchillóprecipitándosehaciaelmarqués.Arrodillándoseanteél,le
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sujetó el brazo, aferrándolo tantoque envano elmarqués tratabade librarse de sumano.
—¡Thérése! —gritó—. ¿Estáis loca? ¡Queréis poner en peligro mi vida y lavuestra!Esemonstruotienelossalvoconductosquesonnuestrasalvación.Suvidanovalenada.
Desde el fondo del salón, Aline, que presenciaba horrorizada la escena, hablórápidamenteindicándoleasuamadolaúnicaformadeescapardeaquelcallejónsinsalida.
—¡Quema esos salvoconductos,André! ¡Quémalos enseguida, ahí, en las velasdelcandelabro!
PeroAndré-Louis se había aprovechado del breve forcejeo delmarqués con laseñoradePlougastelparasacartambiénsupistola.
—Creoquelomejorseráquelequemelacabezaabriéndoleunagujero—dijo—.Separaosdeél,señora.
Lejosdeobedeceraquellaordenimperiosa, laseñoradePlougastelselevantóycubrió con su cuerpo almarqués, pero sin dejar de agarrarle lamano para que nopudierausarsupistola.
—¡André!¡PorelamordeDios,André!—leimploróconvozronca.—¡Apartaos, señora! —ordenó André-Louis de nuevo, más enérgicamente—.
Dejadqueesteasesinorecibasumerecido.Élhahechopeligrartodasnuestrasvidas,y ha perdido el derecho a vivir la suya por lo que ha hecho en todos estos años.¡Apartaos!
Entoncesdiounsaltotratandodedispararporencimadelhombrodeladama,yAlinecorrióhaciaél,peroerademasiadotarde.
—¡André!¡André!Con la voz empañada, demudada, anhelante, casi al borde de la histeria, la
afligidacondesapusoalfinunaeficazyterriblebarreraentreaquellosdoshombresqueseodiabanamuerte,decididosaquitarselavidaunoalotro:
—¡Es tupadre,André! ¡Gervais,es tuhijo…nuestrohijo!Leeesacarta…ahí,sobrelamesa.¡Oh,Diosmío!
Y,enervada,cayóalsuelo,yallísequedóacurrucada,sollozandoalospiesdelseñordeLaTourd'Azyr.
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CAPÍTULOXVII
Salvoconducto
Porencimadelcuerpodeaquellamujerquelloraba—madredeunoyamantedelotro— las miradas asombradas de los dos mortales enemigos se encontraron enmediode una curiosidadhorrorizadaqueno admitía palabras.Aline permanecía alotroladodelamesa,petrificadadeespantoporaquellaúltimarevelación.
ElseñordeLaTourd'Azyrfueelprimeroenmoverse.Apesardeldesconcierto,recordóquelaseñoradePlougastellehabíadichoalgoacercadeunacartaqueestabasobrelamesa.Loqueacababadedecirlacondesa,hizoqueavanzararesueltamente,sinmiedo.Pasótambaleándosepordelantedelhijoreciéndescubiertoycogiólahojadepapelqueestabajuntoalcandelabro.Duranteuninstantequeduróunaeternidad,leyó sin que nadie le hiciera caso. Estupefacta y llena de conmiseración, AlinecontemplabaaAndré-Louismientraséstemiraba,perplejoyfascinado,asumadre.
ElseñordeLaTourd'Azyrterminódeleerlacartay,ensilencio,volvióadejarladonde estaba.Reaccionandode formanatural en un hijo de aquel siglo artificioso,severamente educado en la supresión de las emociones, lo primero que hizo fueserenarse. Después volvió al lado de la señora de Plougastel, y se agachó paralevantarla.—¡Thérése!—dijo.
Obedeciendo instintivamente, la dama hizo un esfuerzo para levantarse,dominándose a su vez.Elmarqués la condujo hasta el sillón que estaba junto a lamesa.
André-Louis losmirabaenmudecido,aturdido,sindarniunpasoparaayudaralevantarasumadre.Comoenunsueño,vioalmarquésinclinarsesobrelaseñoradePlougastel.Ycomoenunsueño,leoyópreguntar:
—¿Cuántohacequelosabes,Thérése?—Yo…siemprelohesabido…siempre.SeloconfiéaKercadiou.Yunavezfui
averle,cuandoeraunniño.Peroesoyanoimporta.—¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Por qué me engañaste diciendo que el niño
habíamuertopocosdíasdespuésdenacer?¿Porqué,Thérése?¿Porqué?—Teníamiedo.Pensé…penséqueasíseríamejor…queseríamejorquenadie,
¡nadie!,nisiquieratú,losupiera.Ynadie,exceptoQuintín,lohasabidohastaanochecuandoparainducirleaveniraquíysalvarmesevioobligadoadecírseloaél.
—Pero¿yyo,Thérése?—insistióelmarqués—.Yoteníaderechoasaberlo.—¡Tenías derecho! ¿Y qué hubieras podido hacer? ¿Reconocerle acaso? ¿Y
después,qué?¡Ah!—ladamasonriódesesperada—.Habíaquepensarenmiesposo,yo teníami familia.Túmismohabíasdejadodequererme,pueselmiedoaque se
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descubrieratodohabíaapagadoentielamor.¿Porquénotelodijeentonces?¿Porqué?Tampoco te lohubieradicho ahoradehaber encontradootramanerade…desalvarosalosdos.Yaenciertaocasiónsufríelmismopánico,cuandoosenfrentasteisen el Bois de Boulogne. A mi manera, iba a tratar de evitar aquel duelo cuandonuestros coches se encontraron.Con taldeevitar aquelhorror, enúltima instancia,estabadispuestaarevelarlaverdad.PeroDios,ensuinfinitamisericordia,hizoquenofueranecesario.
Porincreíblequeparecieraaquelladeclaración,aningunodelospresentesselehabía ocurrido ponerla en duda. Incluso si así hubiera sido, estas últimas palabrasdisipaban cualquier duda, pues explicaban lo que hasta ese momento habíapermanecidooculto.
Vencido,elseñordeLaTourd'Azyrsedejócaerenunsillón.Perdiendoporunmomento el absoluto dominio de sí mismo, se llevó las manos al rostro. Por lasabiertas puertaventanas del jardín llegaba el lejano redoble de un tamborrecordándolesloqueocurríaafuera,enlaciudad.Peroaquelruidopasóinadvertidopara todos.Era como si cadaunode ellos estuviera enfrentado a unhorrormuchomayorqueelqueatormenta—ibaaParís.Alfin,André-Louishablóenvozbaja,coninexorableapatía:
—Señor deLaTour d'Azyr, creo que estaréis de acuerdo conmigo en que estedescubrimientoestandesagradableyterribleparavoscomoparamí,yquenoborranadadelosucedidohastaahoraentrenosotros.Sialgoaltera,essóloparaañadiralgomás a la cuenta pendiente. Y, sin embargo… ¡Oh! ¿Para qué sirven ahora laspalabras?AquítenéisestesalvoconductoqueosconvierteenellacayodelaseñoradePlougastel.Huidconéllomejorquepodáis.Acambio,ossuplicoelfavordenovolveravernosniaoírhablardevosjamás.
—¡André!—gritósumadreavanzandohaciaélydenuevosurgiólapregunta—:¿Acasonotienescorazón?¿Quétehahechoparaqueloodiestanto?
—Escuchad,señora.Hacedosaños,enestemismosalón,oshablédeunhombrequehabíaasesinadobrutalmenteamimejoramigoyqueluegohabíaseducidoalamujerconlaqueibaacasarme.EsehombreeselseñordeLaTourd'Azyr.
Portodarespuesta,ladamagimióysecubrióelrostroconlasmanos.Elmarquésvolvióaponerseenpie.Lentamenteseacercóasuhijososteniéndolelamirada.
—Eres duro —dijo severamente—. Pero reconozco ese rasgo de carácter. Nopuedesnegarlasangrequecorreportusvenas.
—Nomelorecordéis—dijoAndré-Louis.Elmarquésbajólacabeza.—No volveré a mencionarlo. Pero deseo que por una vez al menos me
comprendas,y tú también,Thérése.Meacusasdehaber asesinadoa tu amigomásquerido.Admitoque losmedios empleadosquizá fueron indignos.Pero¿quéotros
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mediosteníaamidisposiciónparadefendermedeesasideasquedesdeentoncesmeamenazandía trasdía?PhilippedeVilmorineraun revolucionario,unhombreconideas nuevas, que quería destruir la sociedad para reconstruirla de acuerdo con losidealesdelossuyos.Yopertenecíaalordenestablecidoy,conelmismoderechoqueél,queríaquelasociedadsemantuvieracomoestaba.Nosóloeramejorasíparamíylosmíos,sinoquesigoconvencidodequeeramejorparatodoelmundo,puesnoesposible concebir la sociedad de otromodo. Toda sociedad humana, por fuerza, secomponedevariasclases.Podréistransformarlatemporalmenteenunacosaamorfa,con una revolución como ésta; pero sólo temporalmente. Pronto, después del caossuscitadoporlostuyos,elordenserestableceráolavidadesaparecerá;yjuntoconelordenserestableceráladiferenciaciónsocial,esasdistintasclasesquesonnecesariaspara la organización de cualquier sociedad. Los que ayer estaban en lo alto, en elnuevoordendecosas,serándesposeídossinningúnbeneficioparaelconjuntodelasociedad.Yomeoponíaaestecambio.Éseeraelespíritucontraelqueyo luchabaconlasarmasdequedisponía,dondequieraquelasencontraba.PhilippedeVilmorinera el tipo de revolucionario más subversivo, un hombre elocuente, animado porfalsosideales,unpobreignoranteengañadoquecreíaqueesecambioconvertiríaelmundoenun lugarmejorpara ély losquepiensancomoél.Séqueestoyanteunhombre inteligente y te desafío a contestarme, de todo corazón y a conciencia, sirealmentecreesquesemejantecambioesposible.Sabesquenoloes.Sabesqueesunaperniciosadoctrina,sobretodoenloslabiosdePhilippedeVilmorin,puestoqueera sincero y elocuente. Su voz era un peligro que había que… silenciar. Eranecesario, endefensapropia, y así lohice.Personalmente, yono teníanada contraPhilippedeVilmorin.Eraunhombredemipropiaclase:uncaballeroafable,gentil,inteligenteytalentoso…
Alcabodeunapausa,prosiguió:—Túmeimaginastematándoleporelplacerdematar,comolabestiaqueenla
junglaselanzasobresupresa.Ésehasidotuerrordesdeelprincipio.Loquehice,lohice con dolor de mi alma. ¡Oh, no sonrías de ese modo tan irónico! Jamás hementido. Y juro aquí y ahora, por mi fe en Dios, que lo que digo es cierto. Merepugnó lo que hice. Pero pormi propia seguridad y la demi sociedad, tuve quehacerlo. Pregúntate si hubiera vacilado Philippe deVilmorin enmatarme de habercreídoqueconmimuertepodíaanticiparlarealizacióndesuutopía.Apartirdeaquelmomento,decidistequelamásdulcevenganzaseríafrustrarmipropósitoreviviendola voz que yo había acallado, convirtiéndote en un seguidor del apostolado deigualdad predicado por Philippe de Vilmorin. Enceguecido por la visión de esemundo nuevo, no veías queDios no ha hecho a los hombres iguales. En fin, estanocheestásencondicionesdejuzgarquiéndenosotrosteníarazónyquiénno.YavesloquesucedeenParís.Yaveselenloquecidofantasmadelaanarquíasobrevolando
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este país que sucumbe en medio del caos. Probablemente tengas suficienteimaginaciónparapreveralgodeloquevendrádespués.¿Teengañashastaelpuntodesuponer que de estas ruinas puede nacer una forma ideal de sociedad? ¿Nocomprendesqueesasociedadtendráquereorganizarsetardeotemprano?Pero¿quémásvoyadecir?CreohaberdicholobastanteparaquesecomprendaqueloúnicoquerealmenteimportaesquematéaPhilippedeVilmorincumpliendoconundeberhaciamiclase.Ylaverdad,aunquequizásaúnosofenda,esqueestanochepuedomirarhaciaatrásconecuanimidad,ysinhacermeotroreprocheapartedelhechodequeaquellonosenfrentóatiyamí.AqueldíaenGavrillac,cuandoarrodilladojuntoal cuerpo de Vilmorinme insultaste provocándome, de haber sido yo la fiera quesupones, tehubieramatado también.Comobien sabes, soyunhombredepasionesimpulsivas. Y sin embargo, dominé la ira natural que nacía en mí, porque puedoperdonarunaafrentapersonal,peronounataquecalculadocontramiclase.
El caballero hizo otra pausa. André-Louis permanecía rígido, escuchando yreflexionando.Lasmujerestambién.Entonceselmarquésprosiguió,enunatesituramenosconvincente:
—En cuanto al asunto de la señoritaBinet, fue una desgracia.Hice elmal sinquerer.Noconocíavuestrasrelaciones.
André-Louisleinterrumpióconunapregunta.—¿Hubierasidodeotromododehaberlasconocido?—No —respondió sinceramente el caballero—. Tengo los defectos de los
hombresdemiclase.Nopuedoasegurarquehubierasentidoescrúpulos.Perosierescapazdejuzgarimparcialmente,¿puedesrealmenteconsiderarmeculpabledeeso?
—Señor,sitomamosenconsideracióntantascosas,meveréforzadoallegaralaconclusión de que nadie es culpable de nada en este mundo, pues todos somosjuguetesdeldestino.Porejemplo,fijaosenestareunión,unareunióndefamilia,aquí,estanoche,mientrasalláafuera…¡Oh,Diosmío!Tenemosqueacabarconestodeunavez.Sigamosnuestroscaminosypongamospuntofinalaestehorriblecapítulodenuestrasvidas.
ElseñordeLaTourd'Azyrlemirógrave,triste,ydijoenunhilodevoz:—Quizá lo mejor sea—pero entonces, volviéndose a la señora de Plougastel,
agregó—:Sialgomalohedereprocharmeenestavida,sidealgohedearrepentirmeamargamente,esdeldañoquetehiceati,miquerida…
—¡No,ahorano,Gervais!—balbuceóella,interrumpiéndole.—Ahora,porprimerayúltimavez,osdigoadiós.Noesprobablequevolvamosa
encontrarnos,niqueyovuelvaaveraningunodevosotros,quesoislomáscercanoyqueridoparamí.Élhadichoquesomosjuguetesdeldestino.¡Ah,peronoesdeltodocierto!Eldestinoesunafuerzainteligentequeconduceaunfin.Enlavidapagamosporelmalquehacemos.Éstaeslalecciónqueheaprendidoestanoche.Enunacto
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de traición engendré un hijo desconocido, que tan ignorante como yo de nuestroparentesco, se convirtió en la pesadilla de mi vida, cruzándose en mi camino yentorpeciéndolo,hastaquefinalmente,ayudóaqueotrosmehicierancaerenlaruina.Meparecejusto.Esunactodejusticiapoética.Aceptarresignadamenteestehechoeslaúnicaexpiaciónquepuedoofrecerte.
Seinclinó,ycogiendolamanodelaseñoradePlougastel,dijoconunnudoenlagarganta:
—Adiós,Thérése.Se había acabado su férreo dominio sobre símismo. Sin avergonzarse ante los
presentes, ella le abrazó. Las cenizas delmuerto idilio habían sido profundamenteremovidas aquella noche y algunos rescoldos brillaron antes de apagarse porcompleto. Sin embargo, ella no hizo nada para detenerle. Comprendía que su hijohabía señaladoelúnicocaminoposibleyprudente,yagradecíaqueel señordeLaTourd'Azyrlohubieraaceptado.
—¡Anda conDios,Gervais!—murmuró—.No olvides llevar el salvoconductoy…hazmesaberqueestásasalvoenalgúnlugar.
Élsostuvoel rostrodeThéréseunmomentoentresusmanos.Entonces lobesómuytiernamente,yseseparódeella.Erguido,yenaparienciatranquilo,sevolvióaAndré-Louis,queletendíaunahojadepapel.
—Es el salvoconducto. Tomadlo, señor. Es el primero y el último regalo quepuedoofreceros: el regalo de la vida.De estemodo, en cierto sentido, estamos enpaz.Noesunaironíamía,señor,sinodeldestino.TomadloyquelapazdeDiososacompañe.
ElseñordeLaTourd'Azyrtomóeldocumento.Susojosmirabanansiosamenteeldelgado rostro que estaba frente a él,mirándolo severamente.Metió el papel en lapecheradelgabán,yentonces,abruptamente,tendiólamano.Losojosdesuhijoleinterrogaban.
—Haya paz entre nosotros, en nombre de Dios —dijo el marqués con vozapagada.
LapiedadacabóimponiéndoseenAndré-Louis.Algodelaausteridaddesurostrodesapareciómientrassuspiraba:
—¡Adiós,caballero!—Eresduro—repitiósupadreentristecido—.Perotalveztengasderechoaserlo.
Enotrascircunstancias,mehubierasentidoorgullosodetenerunhijocomotú.Seacomosea…—seinterrumpióbruscamente,yagregó—:Adiós.
Soltólamanodesuhijoydiounpasoatrás.Losdoshombressesaludaronconunainclinación.EntonceselseñordeLaTourd'AzyrhizounareverenciaanteAline,enmediodeunsilencioqueconteníaalgoasícomounadefinitivarenuncia.Yluegosaliódelsalón,ydesusvidas,parasiempre.Unosmesesdespuéssesupoqueestaba
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CAPÍTULOXVIII
Salidadelsol
Al otro día por la mañana, André-Louis tomaba el fresco en la terraza de laresidenciadeMeudon.Eramuy tempranoyel sol acabade salir transformandoendiamanteslasgotasderocíoqueaúnalfombrabanelcésped.Alláabajo,enelvalle,aunascincomillasdedistancia,laneblinamatinalselevantabasobreParís.Apesardesertantemprano,enlacasadelacolina,yatodosestabandespiertos,atareadosenlospreparativosdeunviajeinminente.
André-LouishabíasalidolanocheanteriordeParísconsumadreyconAline,yahoradebíanpartirtodoshaciaCoblenza.
André-Louissepaseabadespaciodeacáparaallá.Nuncaensuvidahabíatenidotantoenquépensar.Asíquecaminabaconlasmanoscruzadasalaespaldaymirandoalsuelocuando,depronto,vioapareceraAlineatravésdelcristaldelapuertadelabiblioteca.
—¡Quétempranotehaslevantado!—lesaludólajoven.—Sí,nisiquierahedormido.Pasélanochesentadojuntoalaventana,pensando.—¡MipobreAndré!—Enefecto.Realmentesoymuypobreporquenosénicomprendonada.Nohay
nada más calamitoso que no comprender una situación. Entonces… —dijolevantandolasmanosydejándolascaerotravez.Alineobservósurostroyvioqueestabaojerosoytrasnochado.
Alinepaseójuntoconélalolargodelabalaustradacubiertaporelmantoverdeyrojodelosgeranios.
—¿Yahasdecididoloquevasahacer?—lepreguntóella.—Hedecidido que no tengo elección.Así que tengoque emigrar también. Por
suerte,esoesaúnposible,delmismomodoquefueunasuertequeayer,enelcaosdeParís,noencontraraanadieaquienpresentarme,comoestúpidamentepensabahacer,en cuyo caso no tendría esta arma poderosa—y sacó de su bolsillo el poderosopasaporte de la Comisión de los Doce: un documento que ordenaba a todos losfrancesesqueprestaranayudaasuportadorenloquefueranecesario,advirtiendo,depaso,quelosquelecrearandificultades,corríanelriesgodeperder lavida—.Conestopodréconducirosa todosypasar la fronteraconseguridad.Alotro ladode lafrontera, laseñoradePlougastelyelseñordeKercadioutendránqueconducirmeamí,yasíestaremosenpaz.
—¿Enpaz?—preguntóella—.¡Peronopodrásregresar!—Porsupuestoqueno,deahímiimpacienciaporpartircuantoantes.Dentrode
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dosotresdíasempezaránlaspesquisas.Empezaránapreguntarsequéhasidodemí.Por fin se sabrá todo.Y entonces empezará la cacería.Pero entoncesya estaré tanlejos que no podrán perseguirme. ¿Crees que yo podría darle al gobierno unaexplicaciónsatisfactoriademiausencia,suponiendoquehayaalgúngobiernoalcualdar explicaciones? —¿Eso quiere decir que… que vas a sacrificar tu futuro, esacarreraquehabíasemprendido?—preguntópasmada.
—Talcomoestánlascosas,nohayaquíningunacarreraparamí,porlomenosnounacarrerahonrada.Yesperoquenopiensesquepuedoconvertirmeenunhombredeshonesto.Ésta es lahorade losDanton,de losMarat, lahorade la chusmaquetomará las riendas del gobierno, embriagada por la vanidad que los Marat y losDanton han infundido en ese populacho. Esto sólo puede conducir al caos y aldespotismomásbrutal.Peronopodrádurar,porqueunanacióngobernadaporesoselementossemarchitaydecae.
—Yocreíaqueerasrepublicano—dijoella.—Claroque lo soy,yhablocomorepublicano.Yosueñoconunasociedadque
escoja a los mejores entre todas las clases, y que niegue a cualquier clase ocorporación—yaseanlosnobles,elclero,losburguesesoelpopulacho—elderechoexclusivo a detentar el poder.Cuando gobierna una sola clase, es fatal para todos.Hacedosañosparecíaquehabíamosrealizadonuestroideal.Elmonopoliodelpoderle había sido arrebatado a la clase que durante tanto tiempo y tan injustamente lohabíaejercidograciasalya inútilderechohereditario.Habíamos repartidoelpoderequitativamente en el Estado, y si los hombres se hubieran contentado con llegarhasta allí, todo hubiera ido bien. Pero nuestro ímpetu nos llevó demasiado lejos,mientraslasclasesprivilegiadasnosprovocabanconsuoposición,yelresultadoeselhorrorquevimosayer,yesoessóloelprincipio.¡No,no!—concluyó—.AquísólopodránhacercarreraenFrancialoshombresvenales,losoportunistas,peronadiequese respete a símismo.Ha llegado lahoradepartir.Ynohagoningún sacrificio alhacerlo.
—Pero¿adondeirás?¿Aquétededicarás?—Oh, haré cualquier cosa. Piensa que en sólo cuatro años he sido abogado,
político,espadachínybufón,especialmenteestoúltimo.SiemprehabráunlugarenelmundoparaScaramouche.Además,¿nosabesque,adiferenciadeScaramouche,enestohesidoprevisor?SoypropietariodeunapequeñahaciendaenSajonia.Creoquelaagriculturamevendrábien.
Esunaocupacióncontemplativa,ydiganloquedigan,yonosoyunhombredeacción.Notengolascualidadesparaserlo.
Ellalecontemplóconsusrisueñosojosazules.—¿Esquehayalgoparaloquenotengascualidades?Measombraría.—¿Realmentepiensaseso?Sinembargo,nopuedesdecirquehayatenidoéxito
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enningunodelospapelesqueheinterpretado.Porquealfinalsiempretengoquehuir.Ahorahuyode laprósperaacademiadeesgrima,que llegaráaserpropiedaddeLeDue. Eso me pasa por habermemetido en política, cosa de la cual también huyoahora.Realmenteenloquesiempremehedestacadoesenelartedelafuga.YéseestambiénunatributodeScaramouche.
—¿Porquésiempretienesqueburlartedetimismo?—preguntóella.—Supongoqueporqueformopartedeunmundoqueestá loco.¿Cómoquieres
quemetomeenserioamímismo?Acabaríaporperderlalucidez,sobretododesdequehedescubiertoquiénessonmispadres.
—¡Nohablesasí,André!—suplicóAline—.Noeressincero.—Claroquenolosoy.¿Cómosepuedeesperarsinceridaddeloshombressi la
hipocresíaeslaverdaderaclavedelanaturalezahumana?Enellanoscrían,enellanos educan, en ella vivimos, aunque rara vez nos demos cuenta. La hemos vistopredominar enFrancia durante los cuatroúltimos años: hipocresía en labios de losrevolucionarios,hipocresíaenbocadelosdefensoresdelantiguorégimen;todoestonohasidomásqueunturbulentoríodehipocresíacuyoresultadoesestecaos.Yyo,que todo lo critico en esta mañana de sol que es un regalo de Dios, soy el másredomadoydespreciablede todos loshipócritas.Estacertidumbrees loquemehatenidoenvelatodalanoche.Durantedosañosheperseguidoportodoslosmediosami alcance… al señor de La Tour d'Azyr… —había hecho una pausa antes depronunciar aquel nombre, como si ahora no supiera cómo debía llamarle—… ydurante estos dos años me he engañado acerca del motivo que me impulsaba. Élhablabademíanochellamándomelapesadilladesuvida,einclusoreconocióqueerajustoqueasífuera.Talveztuvierarazón,puesesprobableque,denohabermuertoPhilippedeVilmorin,todohubierasidoigual.Hoyséquehubierasidoasí.Yporesodigoquesoyunhipócrita,unpobrehipócritaqueseengañaasímismo.
—Pero¿porqué,André?Élsedetuvoparacontemplarla:—Porquetodolohacíaporti,Aline.Porquetúeraslaúnicacausaquemehacía
lucharcontraél,intransigentemente.Porquesólopensabaenderribarleatiempoparaimpedirquefuerasvíctimadetupropiaambición.Nomegustaríatenerquehablardeél más de lo necesario. A partir de este momento espero no tener que volver amencionarlo.Antesdequenuestrasvidassecruzaran,yaleconocíaporlosrumoresque corrían por el campo.Ya entoncesme resultaba detestable.Ya le oíste anochealudiraesainfelizseñorita,laBinet.Habrásoídoqueparajustificarsufalta,sacóarelucirsuestilodevida,suformación.Supongoqueésaessuexplicación.Eseltipodehombrequecorrespondeasuclase.¡Yconesoyaestádichotodo!Peroparamíera la encarnación del mal, del mismo modo que tú has sido siempre lapersonificación del bien. Él representaba al pecado, y tú la pureza. Yo te había
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colocado en un tronomuy alto, Aline. ¿Podía soportar que la ambición te hicieradescenderdeesealtar,queelmalqueyodetestabaseunieraalabondadqueyotantoamaba? ¿Qué podías encontrar en él, como te dije aquel día en Gavrillac, sino lacondenación?Por esomiodiohacia él se convirtió enunasuntopersonal.Resolvísalvartea todacostadeundestino tanhorrible.Simehubiesesdichosinceramentequeleamabas,todohubierasidodistinto.Enesecaso,yohubierapodidoconfiarenqueunauniónsantificadaporelamorlehubierapodidoelevarhastatupureza.Peroque tú, por otras consideraciones, y sin amor, te unieras a él… ¡Oh, eso era unainfamiaymeentristecía!Poresoluchécontraél,comoluchaunratóncontraunleón,implacablemente,hastaquevicómoelamorsustituíaalaambiciónentucorazón.
—¡Hasta que viste cómo el amor sustituía a la ambición enmi corazón!—laslágrimasempañabanlosojosdeAline.Elasombroeramásfuertequesuemoción—.¿Cuándonotasteeso?¿Cuándo?
—Ahora sé que estaba equivocado. Sin embargo, una vez… aquella mañana,cuando viniste a suplicarme que no fuera al duelo con él en el Bois, ¿lo que teimpulsabaeratuinterésporél?
—¿Porél?No,eraporti—exclamóellasinpensarenloquedecía.Peroesonoleconvenció.—¿Pormí? ¡Tú sabías, como todo elmundo, lo quehabía sido capazdehacer
duranteaquellasemana!—Sí,peroélerasuperioratusotrosadversarios.Teníafamadeserinsuperable.
Mitíomeaseguróqueerainvencible,ymeconvenciódequeestabasperdido.Andrélamirófrunciendoelceño.—¿Estás segura, Aline? —preguntó gravemente—. Comprendo que, habiendo
cambiadodesde entonces, ahoraquierasnegar tus sentimientoshacia él, pero…enfin,supongoqueesoesnormalenlasmujeres.
—¿Qué estás diciendo, André? ¡Qué equivocado estás! Sólo te he dicho laverdad.
—¿Y fui yo también la causa de que te desmayaras cuando le viste regresarheridodelduelo?Esomeabriólosojos.
—¿Herido?Yonovisuherida.Levisentadoensucoche,alparecersanoysalvo,ydedujequetehabíamatadocomohabíajuradohacer.¿Quéotracosapodíapensar?
André-Louisviocomouna luzresplandeciente,cegadora,que leasustó.Diounpasoatrásyarrugólafrente:
—¿Yporesotedesmayaste?—preguntóincrédulo.Ella lemiró sin contestar.Ahora empezaba a darse cuenta de cuan lejos había
llegado para darle a entender su error, y a sus ojos asomó unmiedo súbito. Él letendiólasmanos.
—¡Aline! ¡Aline! —dijo con un nudo en la garganta—. Entonces fue por mí
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que…—¡Oh,André-Louis,quéciegoestabas, siemprehasidopor ti, siempre!Nunca
pensé en él, ni siquiera para un matrimonio de conveniencia, excepto durante unbrevetiempo,cuando…cuandoesaactrizentróentuvida—yaquíseinterrumpióyvolviólacaraconexpresióndedesagrado—.Sóloentonces,alverquenoteníaotrocaminoqueseguir,decidídejarmellevarporlaambición.
Aloírla,André-Louissequedóestupefacto.—Estoysoñando,porsupuesto.¿Oestoyloco?—Másbienestásciego,André.Totalmenteciego—aseguróella.—Ciegosóloporqueteníalapresuncióndever.—Y sin embargo, que yo sepa, nunca has sidomuymodesto que digamos—
contestóella,yporuninstantefuelamismaAlinedesiempre.Pocodespués,elseñordeKercadiouseasomóalaventanadelabiblioteca,ylos
viocogidosdelasmanos,contemplándosebeatíficamente,comosicadaunovieraenelrostrodelotroelparaíso.
FIN
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