monterrey: origen y destino

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Tomo 2: Antiguo Palacio Municipal: de la colonia a los tiempos revolucionarios

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MONTERREYORIGEN Y DESTINO

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MONTERREY

ORIGEN Y DESTINOAntiguo Palacio Municipal:

de la Colonia a los tiempos revolucionarios

Enrique Tovar EsquivelJulia Santa Cruz Vargas

Municipo de MonterreyINAH-NUEVO LEON

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Lic. Adalberto A. Madero QuirogaAlcalde de Monterrey

Ing. Ramón de la Peña ManriqueSecretario de Desarrollo Humano

Lic. José Antonio Olvera SandovalDirector de Cultura

Lic. Ernesto Castillo RamírezEditor

Museo Metropolitano de MonterreyZaragoza y Corregidora, Zona Centro, Monterrey, N.L. Tel. (81) 8344-2503 Fax. (81) [email protected] electrónica en: http://encicloregia.monterrey.gob.mx

Primera edición, 2009Municipio de Monterrey

Instituto Nacional de Antropología e Historia / Nuevo León

Impreso en Monterrey, MéxicoPrinted in Monterrey, México

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ÍNDICEI

9111523

2727283037

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57

576063677577

788183

Presentación

CAPÍTULO I Las Casas Reales de Martín de Zavala. Reconstruyendo espacios para reconstruir existenciasLas Casas Reales de 1655. La impronta de Martín de ZavalaPerspectivas, fachadas y asiento de las Casas Reales de 1655Su efímera presencia en el paisaje urbano de fines del XVII

CAPÍTULO IILas Casas Reales en la segunda mitad del siglo XVIIINoticias de las Casas Reales a inicios del siglo XVIIIDaños al edificio por la inundación de 1752Un intento fallido. Las Casas Reales de 1784Presencia y ausencia de las Casas Reales en tres planos de Monterrey

CAPÍTULO IIILas Casas del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas. La colindancia de lo sagradoLas donaciones de Martín de ZavalaSanctissimum. Comprendiendo la donaciónVenta de las tiendas al Ayuntamiento en 1824.Propiedades heredadas, legados desintegradosUn pleito singular hacia 1796. La legitimidad de las casas del Santísimo y las ÁnimasVenta de las tiendas al Ayuntamiento en 1824 y 1827

CAPÍTULO IVLas Casas Consistoriales en la alborada de un nuevo siglo y un nuevo gobiernoEl ingeniero Antonio Salas y su plano para las nuevas Casas ConsistorialesLa plaza del Mercado y la plazuela de los “Caxones”Del voraz incendio que consumió las Casas Consistoriales en 1847Construcción de la fachada Oriente del Palacio MunicipalConstrucción de los Bajos del Sur y NorteConstrucción de los Altos del NorteProyecto de reconstrucción del Ala Poniente y construcción de los Altos al SurConstrucción del lado PonienteEligio Fernández y su intervención en el Palacio Municipal

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Un pintor saltillense en MonterreyLa versatilidad de Eligio FernándezLas acuarelas del Palacio Municipal en 1897

CAPÍTULO V Evocaciones visuales: imágenes del Palacio Municipal y aquellos pequeños detalles que las acompañanLas vistas exteriores. Mirando pasar la vidaSus imágenes interiores. Una fuente donada y una noria inventadaLa creación del Museo de Historia de Nuevo León. Una restauración integral en 1987Reflexión

Citas bibliográficas

Bibliografía

ANEXO I

ANEXO II

ANEXO III

848486

8989106

124127

128

141

143

145

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PRESENTACIÓN

Podría pensarse que todo está escrito sobre la historia del espacio que ahora ocupa el Museo Me-tropolitano de Monterrey, pareciera que sus fuentes se han agotado y que poco hay que agregar al respecto; pero la Historia no suele someterse a tales pareceres, ya sea por la aparición de nuevas fuentes documentales o por las nuevas interpretaciones a las que son sometidas, la Historia siempre nos dará el privilegio de conocer una nueva faceta. En este caso, las fuentes documentales de primera mano fueron privilegiadas ante las obras que abordan la historia de las antiguas Casas Reales, siendo los acervos del Archivo Histórico Municipal y el Archivo General de la Nación, las fuentes de las cuales bebimos.El edificio que hoy alberga al Museo Metropolitano de Monterrey tiene una historia que se remonta a los orígenes de la fundación de la ciudad misma, esto es más que suficiente para ponderar no sólo su valor histórico, sino también su valor simbólico. Siendo en sus inicios de modesta construcción, adquirió su primer aspecto formal durante el gobier-no de Martín de Zavala, en 1653, con sala de Cabildo, escritorio y cárcel como departamentos prin-cipales; a partir de ese momento, el edificio municipal fue reconstruido en varias ocasiones durante los siglos XVII, XVIII y primera mitad del XIX, cuando se decide llevar a cabo una reconstrucción total de sus espacios, lo que dio como resultado el edificio que hoy subsiste; pero la historia arquitec-tónica del inmueble es sólo parte del contenido de la presente obra; entre sus líneas se entretejen las vivencias de lo ordinario, donde la palabra es tomada por los protagonistas de cada época. Se han integrado a la investigación del inmueble, dos apartados importantes que han sido minimiza-dos e incluso ignorados en el pasado: la cárcel de la ciudad y las tiendas del Santísimo. La primera es un espacio del que sólo se ha tratado brevemente su construcción, olvidando a quienes, sin desearlo, fueron sus inquilinos temporales: ¿cuál era la vida que se desarrollaba en su interior?, ¿por qué motivos se les encarcelaba?, ¿de qué manera se les castigaba?, la impartición de justicia en el Nuevo Reino de León es tema aún no escrito. Las segundas, las “tiendas del Santísimo Sacramento”, eran construcciones que colindaban al norte con las Casas de Cabildo, desde el siglo XVII, y fueron una donación realizada por Martín de Za-vala a la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial y al Santísimo Sacramento del convento franciscano de San Andrés; sitios que subsistieron hasta mediados del siglo XIX, cuando el Ayuntamiento las compró para agrandar la cárcel y, por ende, el espacio del Palacio Municipal.Al final, lo que se ha pretendido es que el lector reconozca uno de los inmuebles más importantes que posee la ciudad de Monterrey y que, a través de su historia, se reconozca como poseedor de un pasado patrimonial escrito en piedra.

Enrique Tovar y Julia Santa CruzCd. de México-Cd. de Monterrey, octubre de 2009

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La historia de un edificio no implica (ni debiera im-plicar) abordarlo únicamente bajo una perspectiva arquitectónica,1 aunque también sería un error ig-norarlo; pues a través del análisis arquitectónico se observan las transformaciones no sólo físicas de su estructura, sino los cambios políticos, económicos y sociales presentes en tales modificaciones. El pro-pósito, a fin de cuentas, es entramar historias sobre las personas que construyeron, modificaron y habi-taron uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Monterrey.

Historia que va de la mano con la fundación misma de Monterrey. El nacimiento de la pobla-ción requería del nombramiento de las autoridades civiles que ejercieran la justicia y ejecutaran las or-denanzas que les fueran enviadas; cuando Diego de Montemayor la fundó el 20 de septiembre de 1596, determinó que la administración de justicia, concejo y cabildo, estuviera compuesta por dos al-caldes, cuatro regidores, un procurador general y un escribano de Cabildo, mismos que cambiarían anualmente.2

El asiento físico para la administración del gobierno de la ciudad debió ubicarse en la plaza principal, tal como se dispuso con la iglesia mayor.Para la erección del edificio público se estableció las haciendas que éste tendría para su construcción y conservación:

[…] señaló a los dichos propios un sitio de estancia de ganado mayor en el río de San Juan, de esa otra parte del río, con cuatro

CAPÍTULO ILas Casas Reales de Martín de Zavala.

Recosntruyendo espacios para reconstruir exstencias

caballerías de tierra, todo lo cual quede la administración de ello a la justicia y Regi-miento de esta ciudad, para las causas que se ofrecieren al bien y adorno de la república y lo que de ello procediere de los frutos y rentas, se distribuya en casas reales.3

La construcción de las Casas Reales debió realizar-se con materiales modestos y perecederos, éstas de-bieron subsistir hasta 1612 cuando una inundación devastó la pequeña población de Monterrey en el margen Norte del arroyo Santa Lucía.4

El traslado de la ciudad al Sur del arroyo Santa Lucía, en su parte más alta, delineó la nue-va población, los inmuebles representativos de los poderes civiles y militares volvieron a levantarse, aunque con muchas carencias; pues los materiales seguían siendo precarios, por lo que las Casas Rea-les solían estar en continua reconstrucción. A esta triste situación se sumaba la escasez de capital, por lo que una de las formas de allegarse fondos para la edificación del edificio de gobierno fue la impo-sición de multas; una de ellas dictaba, en enero de 1629, que en caso de que alguien no aceptase un cargo público pagaría de pena 25 pesos para conti-nuar con las obras.5

Con el nombramiento de Martín de Zavala en 1626 como gobernador y capitán del Nuevo Rei-no de León, fue reconocido como tal “estando en cabildo en las Casas Reales de esta dicha ciudad” de Monterrey, entregándole las varas de justicia el 24 de agosto.6 Al rendirle cuentas del gobierno que

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Primera hoja del contrato para la construcción de las Casas Reales en 1653.

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se tenía antes de su llegada, uno de los puntos que destacaron es que tenían las Casas Reales levanta-das.7 No obstante, algún descuido había en ellas, ya que el gobernador Martín de Zavala recordaría, en 1653, que a su entrada en 1626, pagó de su caudal, el costo y colocación de puertas y ventanas de madera de los tres cuartos que tenían las Casas Reales: una sala, un aposento y un cuarto pequeño que servía de cárcel.8

Las modestas Casas volvieron a sufrir el embate de la naturaleza en septiembre de 1636, las fuertes lluvias de ese mes provocaron una crecida que terminó por derribar “todas las casas de Mon-terrey y las iglesias, dejándolo hecho un desierto”.9 Las Casas Reales debieron caerse como el resto de las construcciones, pero igual volvieron a levantar las en los meses subsiguientes, pues hay noticia del funcionamiento de la cárcel para agosto de 1637.10

En el año de 1642, las lluvias de septiembre nuevamente hicieron estragos, “cayéronse en ellas las más de las casas, sin daño de la gente, por ser de día”.11 Las Casas Reales se dañaron y su compostura no se hizo esperar, una de las formas de allegarse de fondos fue implementar una multa de “cien pesos aplicados para gastos y obras de estas casas reales” a los dos alcaldes ordinarios electos en enero de 1643 si no cumplían con su asistencia diaria a la ciudad seis meses uno y seis meses el otro.12

En junio de ese mismo año, el gobernador Martín de Zavala multó a los alcaldes ordinarios “por el descuido de no compeler a los regidores que cuidasen de lo que era a su cargo acerca del adobo de las casas de cabildo, limpia de la ciudad, venida el agua a ella y defecto de los papeles del cabildo”.13 Destinó 400 pesos de las multas para “adobo y ade-rezo de las Casas de Cabildo [y] obra de la cárcel por no haberla en la ciudad”.14 Si bien la cárcel no estaba en condiciones de ser utilizada, las Casas Reales sí se encontraban en uso, a fines de ese año y durante tres meses, se pegaron en sus puertas, un edicto “para arrendar los indios, tierras y aguas de los propios y consecutivamente los que pertenecen al dicho cabildo”.15

En 1644 cayó fuerte aguacero en las faldas de la sierra de San Gregorio que al bajar a la po-

blación de Monterrey la arremetió “derribando las casas que topaba, haciéndolo todo un mar”.16 Para lamento de las autoridades, las Casas Reales y las construcciones en general sufrieron tales daños que el gobernador Martín de Zavala pagó de su caudal la reconstrucción de ellas, además de ordenar la ade-cuación de “un foso hondo que cerca la villa”; éste evitó que Monterrey quedara nuevamente arrasado por una crecida un miércoles dos de septiembre de 1648.17

No hay noticia de otras inundaciones en años posteriores, cuando el gobernador Martín de Zavala recordaba en febrero de 1653, los temporales que había sufrido el Reino en años anteriores, debió referirse a los ya citados. Que debido a ellos, “se han caído las casas del cabildo que en esta ciudad se fa-bricaron, y la madera de toda ella que tan solamente era una sala y un aposento y otro pequeño que servía de cárcel se ha podrido con las puertas y ventanas”.18 En ese año, las condiciones de las Casas Reales eran realmente deplorables, además de estar caídas y su madera podrida, los animales ya habían excretado dentro de ellas. Motivo por el cual ordenó derribar sus paredes y terrado que quedara, “y quitar la ma-dera por estar de suerte que no puede servir para cosa ni aprovecharla, respecto de estar toda comida y podrida, limpiar el suelo y allanarlo”.19 Asimismo, ordenó se pregonara si había en la ciudad una “per-sona o personas que quieran hacer las dichas casas y acabarlas parezcan ante mi, y haciendo forma y planta de la obra que han de tener y todo lo que de-ban hacer”.20

Las Casas Reales de 1655. La impronta de Mar-tín de Zavala

La obra fue concedida a Juan Alonso Bazán, vecino de la villa de Cerralvo, quien fue el único postor que entregó un plan de construcción, “para lo cual hago presentación de esta planta, cuya obra de ella haré en la forma que en ella aparece”, terminándola en dos años. La obra acordó realizarla con la participación del sargento Juan de Montalvo, albañil, y Rodrigo Nores, maestro de carpintería. A continuación, la memoria que contiene los pormenores de la obra.

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Obra de las casas de Cabildo de la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey21

Sala de quince varas de largo y de ancho de cinco varas,22 con sus paredes a las cabezas; y en la que mira al Norte, puerta principal grande partida en dos, escaleras de madera labrada de tablazón con su clavazón grande y fuerte, armellas y candado grande hechizo,23 quicios y quicialeras; y en la dicha sala, dos ventanas boleadas de verjas24 y sus puertas de cojinillos engoznadas y con sus armellas, cuyas ven-tanas han de caer a la plaza; y delante de la puerta principal que mira al Norte, un portal de cinco va-ras de largo y ancho, con un pilar de vara y media de ancho con cinco esquinas de cal y canto; y seis tirantes,25 las cuatro iguales y las dos de en medio angostas, de madera y debajo de las tirantes ocho canes26 y por cubierta ocho vigas de madera labra-da en cuadro, con codal, azuela27 y cepillo, con dos soleras28 labradas de codal y azuela, cubierto el por-tal de tejamanil,29 carrizo encima por más fortaleza, Al terrado30 que ha de ser de tierra salitre traída de la hacienda del alférez Joseph de Ayala,31 y la sala principal de la Casa del Cabildo ha de llevar veinte y siete vigas labradas de a tercia de alto y cuarto de frente, labradas con juntera (sic), azuela y cepillo, cubierta de tejamanil, carrizo encima. Para más fortaleza, terreada también con la dicha tierra sali-tre que ha de traerse de la misma parte y acarreo, y la fábrica ha de ser de una vara de cimiento abajo y media arriba, y de pared de tapia,32 y de pilar de adobes y cada tapia ha de tener dos varas de largo y una de alto y de ancho tres cuartas, cuatro tapias de alto, sin los pretiles33 que han de ser de a vara, y llevará la dicha sala asentadas las vigas en solera, y en la sala principal ha de tener otra puerta que salga (…) marco ha de tener de alto dos varas y cuarto (…) vara y tercia con su puerta de tabla, claveteado (…) clavos de chanflón, estaría (sic) dos quicios y um-brales, armellas y un candado grande, y el zaguán ha de ser de cuatro varas y medio de hueco y cinco de ancho, cubierto de ocho morillos redondos,34 cu-bierta de carrizo y terrado de salitre y ha de tener dos puertas, una que cae a la calle y otra que entra a la cocina, de dos varas y cuarto de alto y vara y tercia de ancho, con sus quicios y umbrales, con su clavazón

de la calidad de arriba y otro candado grande, arme-llas, y una ventana de cuatro verjas de madera que cae al corral con su marco embebido35 en la pared y sus umbrales,36 y las puertas de la cocina y corral con sus candados y llaves = y la cocina ha de ser de dos varas y cuarta de largo, y tres y cuarta de ancho, en la cual ha de haber una antecocina con pared en medio y puerta en ella y con su chimenea, que ha de armarse sobre dos morillos = y la pared de la dicha chimenea ha de ser de adobe entero con su apoyo en ella de tres cuartas de alto y arriba en el techo ha de haber portañuelas de piedra y cal por donde salga el humo y ha de tener quince morillos redondos y las puertas de la dicha cocina y la que sale al patio ha de tener sus quiciales arriba y la que sale al patio, ni más ni menos. Y el patio ha de tener diez varas de largo y seis de ancho, y todo ello con su cimiento de piedra sacada a punta de barra acarreada para la obra = y así mismo haré pegada a la dicha casa una cárcel, sirviendo la pared de la sala de Cabildo a ella y la otra pared que mire a poniente, cuya cárcel ha de ser de largo de diez varas de largo y de ancho de cinco con diez y ocho morillos redondos, con sus soleras labradas de [codal y azuela], con una venta-na que mira al poniente con nueve verjas, marco y umbrales, y puerta de ventana engoznada y clavada con clavazón de hierro y una reja de hierro que cae al escritorio de papeles con su ventana de cojinillos, y la cubierta de la cárcel de carrizo doblado con la tierra de salitre como la de arriba dicha y con quince canales de madera labrada con azuela, puestas con argamasa de cal y arena = y las casas reales tienen diez canales puestas con el mismo betume = y con catorce almenas37 de piedra y cal labradas de colo-rado, el escritorio de papeles ha de tener ocho vigas labradas de codal y azuela, techo de carrizo doblado con el techado de salitre que las demás = una venta-na que cae al poniente con su marco, umbrales, ver-jas y puertas de cojinillos engaznada y con su aldaba de hierro = dos cepos38 con diez y seis olambreras, el uno con uno de pescuezo y el otro cepo con catorce olambreras, con sus candados grandes fuertes y lla-ves de cruz = y una puerta mas que es la de la cárcel fornida con su marco embebido con sus quicios y umbrales necesarios, armellas y candado fuerte con su llave de cruz, blanqueada de cal la sala de cabil-

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do, y el portal con sus cenefas coloradas. Todo lo que me obligo a hacer por tres mil pesos, con más una mesa grande de tres tablones. Ha de estar en la sala de cabildo, clavadas con veinte y cuatro clavos de chanflón y con dos bancos labrados de codal, azuela y cepillo = y otra mesa un poco menor de la misma obra que sirve en el escritorio con otros dos bancos y mas dos esposas = y horca, escalera para ella = y mas un escudo con las armas reales y cuadro plateado de dos varas en cuadro que obligo a traer de México.

Juan alonso Bazán

El diseño que acompaña a la memoria muestra en planta los espacios que el gobernador Martín de Zavala había solicitado: Casas Reales “con cárcel pegada a ella y escritorio para que sirva de escri-banía […] cocina y corral en ella para el servicio del alcalde de la dicha cárcel”.39 Juan Alonso Ba-zán, de acuerdo con lo solicitado, trazó un plano con un portal, una sala de Cabildo y un patio, mismos que miraban al oriente; en tanto que el escritorio, la cárcel, el aposento del carcelero o za-guán, el aposento de la cocina y la cocina, estaban ubicados al poniente Tanto la memoria como el plano de Juan Alonso Bazán, han permitido una reconstrucción de la planta de las Casas Reales de 1653 empleando medidas métricas en vez de varas. Finalmente, el Norte quedó indicado en el plano reconstruido.40

Plano de las Casas Reales realizado por Juan Alonso Bazán en 1653. AMM. Foto de Óscar Chávez, 2008.

Los tres mil pesos necesarios para la reali-zación de tal obra se juntaron a través de penas im-puestas a la ciudad y, de acuerdo con el testamento del gobernador Martín de Zavala, con dinero suyo. Años después (3 de diciembre de 1671) se interroga-rían a tres testigos con el fin de que manifestaran la procedencia de los dineros de la obra. Declararon Juan de Munguía, de 61 años; el sargento Francis-co Sánchez de la Barrera, de 70 años; y el alférez Pascual de Montalvo, de 50 años. Todos declararon que el dinero provino de las condenaciones que aplicó el gobernador Martín de Zavala a la ciudad de Monterrey y al Reino y no estaban enterados de que el gobernador aportara algún capital. El trabajo se realizó y al término de dos años, para ser precisos el 27 de febrero de 1655, las Casas Reales estaban terminadas.

Dos días después, el gobernador Martín de Zavala ordenó se pagase el dinero restante que se le debía a Juan Alonso Bazán del cobro de las conde-naciones. Dice a la letra:

Don Martín de Zavala, gobernador y capi-tán general del Nuevo Reino de León y sus Provincias por su Majestad. Por la presente mando al general Juan de Zavala […] poder entrar las penas de las condenaciones hechas para las obras públicas, de y pague al alférez Juan Alonso Bazan cuatrocientos y setenta y tres pesos en plata que son los que restan en su poder de las dichas condenaciones cau-sadas hasta hoy, y mas le de y pague al suso-

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Reconstrucción de las C

asas Reales. A

lan Efrem

García M

artínez, Danhia M

ariel de Alejandro Treviño, Irm

a Beatriz H

ernández González y

Enrique Tovar E

squivel. 2008.

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Casas Reales de Monterrey. Año de 1655. Israel Cavazos.42

dicho quinientos veinte y siete pesos en plata para que con ellos se le adjunten al dicho al-férez los mil pesos que se le deben por haber acabado las dichas casas del Cabildo de esta ciudad según y como lo ofreció que por esta y carta de pago del dicho alférez Juan Alonso doy por libre al dicho general Juan de Zavala de los cuatrocientos setenta y tres pesos que son en su poder y los quinientos y veinte y siete restantes, se le aplicaran al dicho gene-ral Juan de Zavala en las primeras condena-ciones de mi juzgado hecho en la ciudad de Monterrey en veinte y nueve días del mes de febrero de mil seiscientos y cincuenta y cinco años. Don Martín de Zavala.41

Perspectivas, fachadas y asiento de las Casas Reales de 1655

Gracias a la existencia del plano y la memoria de obra de las Casas Reales de 1653, éstas han sido interpretadas en perspectiva por diferentes auto-res, la primera se debe a Israel Cavazos. Su mirada

nos ofrece un edificio cercano a la realidad, aunque adolece de precisión al momento de interpretarlo, le agrega una puerta con frente a la calle de la actual Zaragoza que no existió, la ubica entre las ventanas y el patio, dicha puerta, que era del zaguán, estaba en el lado poniente.

Años más tarde, el arquitecto Donald Leslie Cover nos presenta una segunda versión de las Ca-sas Reales de 1655.43 Esta perspectiva es más atracti-va que la anterior, acaso los personajes que aparecen y los colores que le imprime le den vida al antiguo edificio de gobierno. Sin embargo, la libertad en sus trazos sólo lo ha alejado de la realidad. Conserva los vanos (puertas y ventanas) del anterior dibujo, mantiene el mismo error de la inexistente puerta que daba a la calle y le agrega erróneamente, una venta-na con vista al Norte.

Es importante señalar que al construirse las Casas Reales, existían en su lado Norte, un par de tiendas de dos pisos pertenecientes al gobernador Martín de Zavala y que posteriormente donaría al Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial y del templo franciscano de San Andrés.44

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Esta es la razón por la cual, Juan Alonso Ba-zán colocó la ventana del sitio llamado escritorio al poniente y no al Norte, pues en esta última direc-ción tendría por vista un muro. A puertas y venta-nas, el arquitecto Leslie añade jambas y dinteles que el contrato no menciona, además de dos pilastras en sus muros Oriente y Poniente que cargan dos arcos que tampoco aparecen en el contrato de obra.

La tercera y última representación de las Casas Reales de 1655 (si existen otras las descono-cemos) es la que a continuación se presenta.

El dibujo se basó en la reconstrucción reali-zada en un programa de computación por los estu-diantes de Arquitectura del Tecnológico de Monte-rrey: Alan Efrem García Martínez, Danhia Mariel de Alejandro Treviño e Irma Beatriz Hernández González, quienes buscando ejemplos actuales y términos antiguos, dieron forma a las Casas Reales.

El edificio es sencillo en su forma y elemen-tos arquitectónicos. La puerta mostrada al frente en las anteriores interpretaciones ha desaparecido

para ubicarla en el lugar que le corresponde y no hay ventana en el muro Norte del Escritorio como lo había ilustrado el arquitecto Leslie.

El portal observado todavía forma parte de los espacios de muchas casas en Nuevo León; en una segunda perspectiva, queda a la vista la puerta que comunica al área llamada aposento de la cocina con el patio.

A la perspectiva presentada se suman las cua-tro fachadas de las Casas Reales, también realizadas por los estudiantes anteriormente mencionados.

La fachada Norte nos deja a la vista la puerta de dos hojas que daba acceso a la Sala de Cabildo y que debería tener candado, un par de escalones per-mitían su acceso, acaso la existencia de estos escalo-nes permitieron que las corrientes de agua nacidas en época de lluvia, no ingresaran al interior del cuarto. En este perfil es más claro el funcionamiento de los canes, de los tirantes, de las vigas y de las soleras.

La fachada oriente muestra el patio con una barda baja y al fondo la puerta que daba a él; la Sala

Casas Reales. 1655. Arquitecto Donald Leslie Cover.

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Casas Reales de 1655. Bernardo Ramonfaur Garza, 2008.

de Cabildo con sus dos ventanas, cada una volada con puerta de cojinillos, y el portal que dejaba ex-puesta la puerta del escritorio que también llevaba candado.

La fachada Sur sólo deja entrever el muro posterior de la cocina con su chimenea y el espacio del patio con barda perimetral.

Finalmente, la fachada poniente, además de mostrar parte del patio, del largo de la cocina, y el zaguán con su respectiva puerta a la calle, nos deja a la vista el muro de la cárcel con su pequeña ventana embebida, reja fuerte y puerta alta. En el extremo izquierdo, resta por mencionar al Escrito-rio, que también tenía su ventana de reja con puerta de cojinillos.

En cuanto a la ubicación de las Casas Rea-les, es importante hacer algunas observaciones, Israel Cavazos asume que la fachada oriente de las

Casas Reales medían 36.68 m. “Sumadas las cinco varas que medía el portal, con las quince de la sala de Cabildo, cuatro y media del zaguán, dos y cuarto de la cocina y dieciséis del corral; dan justamente, las cuarenta y dos tres cuartos varas […] que mide el actual edificio en su frente a la plaza de Zaragoza”.45 Comete el error de sumar las varas del zaguán y de la cocina que se encontraban del lado poniente.

Lo correcto es indicar que el edificio de 1655 era menor al actual Museo Metropolitano de Mon-terrey (Antiguo Palacio Municipal) y acaso cubriría la fachada del primer cuerpo del edificio sin consi-derar los portales; aún así, las antiguas Casas Reales no ocupaban ese espacio central, sino que estaba recargadas hacia el extremo sur del actual inmueble y no hacían “esquina con las actuales calles de Za-ragoza y de la Corregidora”, como erróneamente se ha interpretado.46

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Perspectiva de las Casas R

eales. Alan E

frem G

arcía Martínez, D

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lejandro Treviño, Irma B

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onzález y Enrique

Tovar Esquivel. 2008.

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19

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Fachada norte y fachada oriente

Fachada sur y fachada ponienteIlustraciones de: A

lan Efrem

García M

artínez, Danhia M

ariel de Alejandro Treviño, Irm

a Beatriz H

ernández González.

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21

La razón es que no había una esquina de calle en ese lugar, sino que colindaba al Norte con un par de casas ocupadas como tiendas y que per-tenecían en 1655 a los bienes de Martín de Zavala, estas tiendas eran las que en realidad hacían esquina con la actual Zaragoza y Corregidora; y son la ra-zón de que las Casas Reales no estén centradas en

el plano del edificio levantado en el siglo XIX. Esta interpretación se encuentra sustentada no sólo por la investigación que se realizó en torno a las Tiendas del Santísimo Sacramento, sino también por una li-tografía de 1846 donde se observan tanto el edificio municipal como las tiendas del Santísimo; es el edi-ficio municipal el que respeta el espacio primigenio

Ubicación de las Casas Reales de 1655 sobre un plano del edificio actual. Enrique Tovar.

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Ubicación en perspectiva de las C

asas Reales de 1655 sobre un plano actual. E

n líneas rojas la ubicación de las tiendas del Santísimo. A

lan Efrem

G

arcía Martínez.

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23

de las Casas Reales terminadas en 1655. Incluso el plano levantado en 1791, de autor anónimo, y en el que se apoya Israel Cavazos para sustentar que “las Casas Reales se ven situadas en el mismo lugar que el actual edificio”, muestra que la edificación que se encuentra en la esquina de Zaragoza y Corregidora no pertenece a las Casas Reales, sino a un estableci-miento conocido como las tiendas del Santísimo Sa-cramento; es observable que entre éstas y el edificio público hay una división que hace la distinción de una y otra construcción, además de que las tiendas tienen dos niveles en tanto que las Casas Reales sólo uno.

Su efímera presencia en el paisaje urbano de fines del XVII

Las Casas Reales terminadas en 1655 debieron dar la imagen de un edificio que perduraría por muchos años, pero esa imagen fue sólo fugaz presencia, ya que comenzó a sufrir el deterioro un año después de levantada, una fuga daba cuenta de algunos morillos caídos de la cárcel.47

Con el paso de los años, las Casas Reales eran vueltas a reparar y se imponían multas para sol-ventar un poco “el adorno de las casas de Cabildo”, como la pena aplicada en 1661 para todos aquellos comerciantes que vendieran el chocolate alterado con chancacas o piloncillos en vez de azúcar como se practicaba en el resto del reino.48

Tanto las Casas Reales como la cárcel se en-contraban en condiciones deplorables, parte de ellas estaban derrumbadas y una lluvia podría derribar-las por completo, así lo testimoniaba Juan Bautista Chapa en julio de 1668, agregando que la ciudad contaba con cuatro caballerías de tierra rentadas al sargento mayor Joseph de Treviño, y de las cuales adeudaba de algún tiempo a esta parte. El goberna-dor Nicolás de Azcárraga ordenó se revisara lo que debía Joseph Treviño y lo pagara, “y entre en poder del regidor más antiguo y del dicho procurador ge-neral a quienes mando esté a su cargo el reparo de las dichas casas de cabildo y cárcel, comenzando la obra con la mayor conveniencia que puedan”.49

A inicios de 1671, el sargento mayor Juan de la Garza Falcón y el capitán Juan Cavazos, regidor

de primer voto y procurador general de la ciudad, respectivamente, se les encargó “el cuidado del ade-rezo de las casas de cabildo de esta dicha ciudad”;50 Un año antes, se habían hecho “tres mil adobes para adornos de las casas reales; los cuales hizo y puso en las dichas casas (el sargento mayor Joseph de Trevi-ño), teniéndole de costa diez pesos cada millar y que por el acarreto de carrizo que hizo con sus indios, a su costa se le regularon cinco pesos, con que mon-taban treinta y cinco pesos”.51

A fines de ese año de 1671, tuvo lugar un intento de venta de las Casas Reales por una deu-da que se tenía con el Rey. La razón es que el di-funto gobernador Martín de Zavala señaló en su testamento que se le debían 500 pesos por haberlos invertido en la construcción de las Casas Reales y dejaba al rey como heredero de sus bienes, la Coro-na demandó a Monterrey el pago de dicha deuda so pena de rematar las Casas Reales, antes, se solicitó al gobernador Nicolás de Azcárraga verificara:

[…] si don Martín de Zavala gastó quinien-tos pesos en las casas de cabildo de la ciudad de Monterrey, que declaren su testamento y constando, los cobre de la labor y propios de aquella ciudad o de sus frutos que por esta causa están embargados […] o de no cobrar, venda la fábrica en que gastó dicha cantidad y de su precio se enteren a su majestad.52

Así lo hizo el gobernador Azcárraga, haciendo tes-tificar a Juan de Murguía, Francisco Sánchez de la Barreda y Pascual de Montalvo, quienes estuvieron cercanos al difunto gobernador. Juan de Murguía, quien asistió a Martín de Zavala durante muchos años, comentó:

[…] de algunas visitas que dicho don Martín de Zavala hizo a los Cabildos de esta ciudad y Reino, resultaron algunas condenaciones que aplicó para obras públicas y que estando caídas las Casas de Cabildo las aplicó para su fábrica y éstas se remataron en el alférez Juan Alonso Bazan, que se obligó a hacerlas y darlas acabadas por cantidad de tres mil pesos y que estas condenaciones paraban en poder de Juan de Zavala, y de ellas se le iba librando a dicho Juan Alonso y que aunque este testigo no sabe […] si la cantidad de

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quinientos pesos los suplió dicho don Mar-tín de Zavala para acabar la dicha obra.53

El segundo testigo, Francisco Sánchez de la Barre-ra, manifestó algo similar al anterior:

[…] que la fábrica de las dichas Casas de Cabildo, se hizo a costa de los vecinos de este reino de condenaciones que resultaron de visitas que hizo al Cabildo y otras per-sonas, y que se remató la obra en el alférez Juan Alonso Bazan, ya difunto, en cantidad de tres mil pesos, los cuales se le fueron li-brando en el general Juan de Zavala en quien pararon dichas condenaciones, con que no sabe este testigo, con qué causa o pretexto declaró dicho difunto deberle dichas Casas de Cabildo la dicha cantidad.54

En ambos testimonios se aseguraba que el dinero que había corrido para la construcción de las Casas Reales era de la ciudad. La declaración del alférez Pascual de Montalvo (maestro albañil) no fue dis-tinto al de los anteriores testigos con respecto a la procedencia del dinero, más aún le extraña la men-ción de la dicha deuda:

[…] no sabe porqué razón le pudiesen que-dar debiendo las dichas Casas a dicho don Martín de Zavala, porque este testigo se acuerda que Juan de Montalvo, su padre, le refirió cómo había sido su fiador del alférez Juan Alonso Bazan, en quien se remató la obra en tres mil pesos, y que se decía que esta cantidad resultó de condenaciones que aplicó dicho don Martín de Zavala para la dicha obra y que oyó decir que se le había pagado a dicho Juan Alonso y jamás oyó ni supo si el dicho don Martín de Zavala había o no suplido algo ni porqué razón.55

Recordemos que Juan de Montalvo, además de ser fiador de Juan Alonso Bazán, también fue uno de los albañiles que intervinieron en la construcción de las Casas Reales. Israel Cavazos menciona como injusto el embargo de los bienes de Martín de Za-vala por parte de la Corona,56 pero como ya se men-cionó, no era deudor a la Corona, sino donador de sus bienes a la misma.57 En todo caso, era injusta la reclamación de los 500 pesos que decía se le debían por la construcción de las Casas de Cabildo.

El 14 de diciembre de 1671, el capitán Juan Cavazos, procurador general Monterrey aseguraba que no estaba justificada la dicha deuda “ni constan de instrumento jurídico”. Añadía “que dichas casas de Cabildo se fabricaron a costa de los vecinos de este Reino, de resulta de condenaciones que hizo y aplicó don Martín de Zavala para ese efecto “y no debe permitir su majestad se vendan las casas de Ayuntamiento que están diputadas para las juntas de Cabildo por deudas a que no son obligados”.58

No obstante, la defensa que se hizo sobre la conservación de las Casas Reales, éstas fueron ta-sadas y rematadas. El 15 de diciembre de 1671, el maestro albañil Pascual de Montalvo:

[…] en conformidad de lo que se le mandó, fue a dichas Casas de Cabildo y entró en todos los cuartos de ellas que se componen de una sala (de Cabildo), un aposentillo (za-guán), un calabozo, otro aposentillo (de la cocina) y una cocina y un patio pequeño, obra de tapias y adobes, la cual declara estar todo muy maltratado por todas partes y que no hay cosa de provecho, sino son las made-ras, puertas y ventanas, con que le parece a este testigo que valdrán las dichas Casas se-gún y de la manera que están cuatrocientos pesos y no más, porque se están cayendo.59

Las Casas Reales fueron rematadas pero no se pre-sentó postor alguno. Lo rescatable del testimonio de Pascual de Montalvo es la descripción de las Casas Reales, ya que nos permite conocer sus condicio-nes, cuando fueron revisadas señaló signos de mal-trato (sabemos que un año después de terminadas comenzó su deterioro). El daño también lo había se-ñalado el gobernador Nicolás de Azcárraga al decir que estaban “caídas”;60 y que no obstante su ruina, las cita como su “morada”,61 que también lo serían del gobernador en turno don Domingo de Pruneda en 1678.62

El siguiente gobernador, don Domingo de Vidagaray y Saraza, recibiría del cabildo, justicia y regimiento de Monterrey el 13 de junio de 1681, una carta donde lamentaban el aspecto de la ciudad, mencionaban que estaba “tan deteriorada, que no tiene ni aún con qué reparar sus casas reales”.63 La queja no cayó en saco roto y el gobernador mandó

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repararlas ante el peligro de caerse, “lo cual ejecu-tó a su costa sin ayuda de la ciudad ni de ningún vecino, por estar tan pobres que no tienen con qué sustentarse”.64 La ciudad de Monterrey también envió una carta al Rey cinco días después (18 de ju-nio de 1681) para informarle de las condiciones de las Casas Reales, la respuesta fue una real cédula que ordenaba a los futuros gobernadores del Nuevo Reino de León que cuidasen de las Casas Reales.

El Rey

Por cuanto el cabildo, justicia y regimiento de la ciudad de Monterrey de la Provincia del Nuevo Reino de León en la Nueva España, me ha repre-sentado en carta de diez y ocho de junio del año pasado de mil seiscientos y ochenta y uno, lo de-terioradas que están las Casas Reales de aquella ciudad en que viven los gobernantes de ella por no haberlas cuidado y estarse cayendo, de calidad que si no hubiera sido porque el gobernador don Domingo de Vidagaray que así que entró en el go-bierno las empezó a reparar, se hubieran caído, lo cual ejecutó a su costa sin ayuda de la ciudad ni de ningún vecino, por estar tan pobres que aún no tienen con qué sustentarse, Suppme. Fuese servido de mandar que los gobernantes que se nombrasen para aquella provincia, tuviesen cuidado de reparar las casas de su habitación y habiéndose visto en mi Consejo Real de las Indias atendiendo a la repre-sentación que me ha hecho la ciudad de Monterrey y a lo que conviene se tenga cuidado en el reparo de las Casas que en ella están destinadas para la vivienda de los gobernantes de la dicha Provincia del Nuevo Reino de León, para que se mantengan sin que se experimente ruina alguna, he tenido por bien de ordenar y mandar (como por la presente ordeno y mando) a los gobernantes que de aquí adelante lo fueren de la dicha ciudad y provincia, que tengan particular cuidado de hacer en ella los reparos que parecieren precisos y necesarios para que permanezcan y se conserven sin que por nin-gún descuido que en ello haya, lleguen a caerse ni

ha dejar de habitarse, y para que esta orden se eje-cute, mando que este despacho se asiente y ponga original en los libros del cabildo de dicha ciudad y que sus capitulares cuiden de hacerle notorio a los gobernantes que se nombrasen al tiempo de tomar la posesión de su gobierno, para que les conste de ello y lo ejecuten (como les mando lo hagan sin omisión alguna, que así conviene a mi servicio). Fecha en Madrid a dos de febrero de mil seiscien-tos y ochenta y dos años.

Yo el Rey.Duplicado [Al margen].Por mandado del rey nuestro señor. Joseph

de Veitia Linage. Rúbricas.65

Ignoramos la repercusión de este edicto, si se tomaron medidas o no para resolver los proble-mas que aquejaban a las Casas Reales, sólo se tie-ne noticia de las sanciones impuestas a los vecinos donde parte de la multa se destinaba a la reparación del edificio público como ocurrió en abril de 1682, al reglamentarse el cuidado del agua y sus acequias, se determinó multar con cinco pesos a quienes no proveyeran el auxilio necesario para su limpieza, aplicando parte de la multa para el “aderezo de las casas de cabildo”.66

En enero de 1683, al tratarse sobre el extravío de unos documentos del archivo generados duran-te el gobierno de don Juan de Echegaray, surge un dato por demás interesante acerca de las Casas Rea-les, la existencia de una torre. Juan Bautista Chapa aseguraba que dichos documentos se pusieron “so-bre un escritorio que estaba en la torre de estas casas reales donde dormía dicho gobernador”.67 Antonio González era del mismo parecer, que los papeles so-licitados estaban “encima del escritorio que estaba en el aposento alto de estas casas reales antes que se fuera dicho gobernador”.68

¿Cuándo se habrá levantado ese “aposento alto” o “torre” en las Casas Reales? ¿Sería levanta-do durante el periodo de gobierno de don Juan de Echegaray? Nada se sabe al respecto, sólo su exis-tencia para ese año de 1683.

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CAPÍTULO IILas Casas Reales en la segunda mitad del siglo XVIII

Noticias de las Casas Reales a inicios del siglo XVIII

Todavía de pie, las Casas Reales levantadas por Juan Alonso Bazán, ofrecían sus espacios para realizar anualmente la elección de sus primeras autoridades, en sus puertas todavía se pegaban algunos autos de interés para la comunidad y su cárcel seguía con-teniendo a todo tipo de infractores. Sin embargo, el evidente deterioro hizo que el alférez Cristóbal González, procurador general de la ciudad de Mon-terrey, solicitara que las Casas Reales fueran aliña-das en agosto de 1700.

Esta ciudad tiene casas Reales que se levan-taron a mucha costa de los vecinos, después de haber estado muchos años destruidas y en ellas se fundó Sala de Ayuntamiento y cárcel pública y algunas separaciones para los pósitos de esta ciudad, que por haber cesado y no haber proseguido a esta loable costumbre como está dispuesto por dicho y costumbre de ciudades, se han experimenta-do muchas necesidades en el común y para que esto tenga remedio y no se experimente en lo de adelante este inconveniente se ha de servir V. S. de mandar se alineen las di-chas Casas de Ayuntamiento, renovándolas de jacales y que juntamente el dicho pósito se ponga como estaba de antes, pues para lo uno y otro están destinados los propios de esta ciudad y otras penas que se deben apli-car a esta obra por ser bien público.69

Refrenda el esfuerzo de los vecinos de la ciudad por levantarlas cuando éstas estuvieron caídas y lamenta que las siguientes generaciones no hayan continua-do su mantenimiento, motivo que lo movió a pedir se les arreglara nuevamente. No fue sino hasta fe-brero de 1705 cuando se decreta el aliño, aunque los

recursos económicos eran insuficientes, cabe seña-lar que en ese mismo año se ordenó “que en la sala no haya registro alguno y que se mude la puerta que de la cárcel cae a ella, para que esté con la decencia que se debe”.70 La sala a la que se refería el Cabildo de la ciudad era la sala llamada escritorio, en el pla-no de 1655 existía una puerta que comunicaba a la cárcel con dicha sala.

Pasaron 25 años cuando nuevamente se re-quirió del arreglo del edificio público, en marzo de 1730, don Pedro de Barreda y Ebra daba cuenta del estado en que se hallaba la casa de Ayuntamiento:

todo descompuesto. […] necesita de alivio para su reparo y compostura en cuya aten-ción y para su composición por el presente mandaba y mandé pase dicho procurador a poner peones operarios para su aliño de di-cho palacio y que se traigan los materiales que se necesitaren así lo ejecutará dicho pro-curador con toda cuenta y razón y para su efecto se saque su costo de la caja marca por no haber propios de esta ciudad.71

El 6 de mayo de ese mismo año se daba razón del gasto erogado por motivo del aliño del real palacio, un total de 23 pesos y siete reales sumados el sala-rio de los operarios y los materiales.72 En octubre de 1732, volvió a invertirse dinero en arreglos del real Ayuntamiento por hallarse sumamente deteriorado, gastando un total de 696 pesos y medio.73

[…] los señores don Francisco Javier Flores, don Juan García de Pruneda, alcaldes ordi-narios por Su Majestad en ella estando en presencia del señor gobernador y capitán general de este reino se les hizo demostra-ción por Su Señoría de una memoria en la cual consta ha gastado dicho señor gober-nador y capitán general en la reedificación del real palacio de esta dicha ciudad hasta

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hoy dicho día (foja 2) la cantidad de seis-cientos noventa y seis y medio mediante haberlo hallado sumamente deteriorado en cuya atención ha puesto la expresada can-tidad de su propio caudal advirtiendo Su Señoría se lo satisfagan de los derechos de la real caja marca y para que así se ejecutase se abrió hoy dicho día con nuestra asistencia y se halló en ella la cantidad de setenta y cin-co pesos y siete reales lo que se le entregó a dicho señor gobernador para en cuenta de lo que fue expresado y para que conste ser así se le devolvió la dicha memoria firmada de nuestra mano y con testigos de asistencia.74

Las Casa no dejaron de arreglarse cada vez que era necesario, en abril de 1737, el gobernador don Joseph Antonio Fernández de Jáuregui, escribió al virrey solicitándole que parte de lo producido en el ramo de alcabalas se destinara a la reedificación de las Casas Reales por encontrarse “sumamente deterioradas”.75 No conocemos la respuesta pero un año después, el capitán Joseph Adriano de la Gar-za, alcalde ordinario de primer voto, se encontraba encargado de la reconstrucción del edificio. Al año siguiente, el 1 de enero de 1739, fue reelegido en vir-tud de “haber demostrado dicho señor capitán gran celo y aplicación en la referida reedificación y demás que ha sido de su obligación y esperarse de sus bue-nas obligaciones lo continúe”.76

En 1741, el gobernador Pedro del Barrio Jun-co y Espriella amenazó multar con 200 pesos a quien extrajera el maíz, en razón de su escasez, destinando las multas “para la composición del palacio de esta capital”.77 Unos años después, la tragedia de una inundación haría que las Casas Reales estuvieran una vez más, en el tintero de los documentos oficiales.

Daños del edificio por la inundación de 1752

Las empobrecidas Casas Reales para mediados del siglo XVIII sufrieron un golpe que fue devastador, una inundación ocurrida en 1752 las arruinó por completo, incluyendo la cárcel. El Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey, recordaba en 1784 aquella desventura.

El año de [17]52 del presente siglo con las irrupciones de las copiosísimas aguas que casi la inundaron, padeció en sus edificios tanta ruina que para reestablecerse en parte, queda-ron sus facultades y las de todos sus habitantes tan demeritadas, que aún subsisten sin vigor expedito, para contribuir al remedio.78

En noviembre de ese año, tomaba posesión como gobernador del Nuevo Reino de León, don Pedro del Barrio Junco y Espriella, sustituyendo a don Vicente Bueno de la Borbolla. Tocó al primero la-mentar la pérdida de las Casas Reales a raíz de la inundación, motivo por el cual se vio “precisado parar y posar en las casas y morada de su propiedad, a causa de no haber Palacio Real ni Casas Reales absolutamente”,79 la casa que habitó también la había reedificado “e hizo desde la destrucción del todo o más de esta ciudad en que peligró el referido Palacio y Casas Reales, en cuyo tiempo pudo ree-dificarse así uno como otro”.80 Acaso la disposición de la ciudad que se observa en el Plano del Presidio y ciudad de Monterrey. Capital del Nuevo Reyno de León, de 1767, levantado por Joseph de Urrutia, sea secuela de la devastación de la inundación de 1753.81

Deja a la vista una ciudad notoriamente despoblada, con escasas construcciones de piedra. Es evidente la ausencia de las Casas Reales frente a la plaza mayor, apenas una construcción que se ocupó como cárcel y frontera a ella, las tiendas del Santísimo, nada más. La devastación, si bien fue general, la afectación en las Casas Reales fue total, se mantuvieron caídas por muchos años y en 1772, el gobernador Francisco de Echegaray, en su breve gobierno de apenas un año y meses, nada pudo ha-cer por arreglarlas, alegando la suma pobreza en la que vivía la población de Monterrey.82

Sería con la llegada del gobernador don Melchor Vidal de Lorca y Villena,83 cuando se co-menzarían las gestiones para la reconstrucción de dichos edificios públicos (Casas Reales y cárcel); solicitó al virrey de la Nueva España, don Antonio María Bucareli y Ursúa, fondos para su reparación. En respuesta, se ordenó el 26 de octubre de 1776 se reglamentase con la “mayor prudencia, suavidad

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y blandura”, una aportación económica “entre los individuos de esta Provincia que fuese bastante al logro de su solicitud, previniéndole llevar individual cuenta del acopio de estas cantidades, [y] distribu-ción en la obra”.84

Así lo procuró el gobernador Melchor Vidal de Lorca, ordenando que todos los partidos del Nue-vo Reino de León ayudaran a la fábrica de las Casas Reales de la ciudad de Monterrey, agregando que ante la ausencia de dichas Casas Reales, ha tenido que alquilar una casa pagando 400 pesos anuales, “no obstante de que se advierte en la superior orden de Vuestra Excelencia: Tiene la provincia obliga-ción de tener en esta capital alojamiento o casa ne-cesaria y decente a la autoridad que representara”.85 Catorce años después (1790), Manuel Bahamonde señalaría que tales órdenes no se llevaron a cabo “en aquél tiempo” por la constante lucha que se soste-nía en contra de los indios bárbaros.86 Se ignora si alguien respondió con buena voluntad para ayudar a la construcción de las Casas Reales, se conserva la que hizo don Joseph Gregorio Fernández de Ti-jerina en 1776, quien ofreció cincuenta sillares para dicha construcción.87

Un intento fallido. Las Casas Reales de 1784

El 6 de marzo de 1784, el Cabildo, Justicia y Regi-miento de la ciudad de Monterrey, solicitaba per-miso al virrey don Matías de Gálvez, el cobro de un impuesto a “las cabezas de ganado de matanza que se cría y vende en esta Provincia”, con el fin de le-vantar:

[…] una casa con algunas oficinas que pue-den servir de cárcel para delincuentes dis-tinguidos, y de cuartel para que la tropa franca logre alguna comodidad; pero para finalizar esta obra y que se fabriquen en ella Altos para Casas Reales, y decente habita-ción de los gobernadores comandantes de esta Provincia.88

El 15 de enero de 1785, el gobernador don Vicen-te González de Santiamén, revisaba el expediente que había solicitado al Ayuntamiento de la ciudad de Monterrey, en el cual constaba el plan “de la

obra de Cárcel y Casas Reales que ha proyecta-do con explicación de lo que está hecho y de lo que conviene aumentar, y la avaluación del cos-to que podrá tener su construcción practicada por los alarifes José Miguel Piña y Josef Ignacio Sánchez”.89

Dicho documento gráfico era el Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad de Monte-rrey, capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784. No se encuentra firmado, ¿Acaso sería una proyección de los alarifes José Miguel Piña y José Ignacio Sánchez? Sin pretender atribuirles el plano, no sería extraña dicha paternidad puesto que ellos iban a construirlo.

La petición no tuvo curso por considerarse los ganados producto de primera necesidad, por lo que la ciudad debía buscar otra opción. El proyecto no se realizó, como tantos otros quedó en el Archivo del Ayuntamiento olvidado; ahí debiera encontrarse, Carlos Pérez Maldonado lo consultó en 1946, seña-lando que tanto el proyecto como el plano “aún se encuentran en el Archivo, pudiendo verse en aquél una fachada de clásico estilo colonial, mucho más atractiva y menos simple y severa que la actual”.90 Un año después, transcribió las notas del mismo, las reproducimos por dos razones; primero, el plano no permite sean leídas con claridad y segundo, la obra de Maldonado donde se reprodujo el texto no es fácil de consultar.

Dice textualmente como sigue: “Plano de las Casas Reales, Cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, proyectada por el ilustre Ayuntamien-to de la dicha ciudad. Año de 1784”.Debajo de la fachada se lee: “Todo el frente de las Casas Reales” y más abajo la siguien-te “NOTA: Que todo frente de las Casas Reales y Cárcel se compone de 42 varas 3 cuartos y de fondo 116 varas”.Al lado izquierdo aparece la planta baja, numerados todos sus departamentos con la siguiente explicación:“1.- Portales de todo el frente; 2.- Oficio Público; 3.- Cuarto del oficio; 4.- Zaguán de las Casas Reales; 5.- Cuarto del Oficio;

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Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784.

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“Todo el frente de las Casas Reales”. Detalle del Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784.

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6.- Cuarto de Ordenanza; 7.- Cuarto del Portero; 8.- Bodega; 9.- Bodega; 10.- Cuar-to para Escalera; 11.- Pasadizo para el Corral de Casas Reales; 12.- Cuarto para Cebada; 13.- Cuarto de Paja; 14.- Cuarto de Coche-ros; 15.- Cochera; 16; Cuarto Común; 17.- Cajón de las Necesarias de Arriba; 18.- Co-rral de Gallinas; 19.- Un portal de 2 arcos que sostienen la zotehuela; 20:- Corral de Caballerizas; 21.- Pesebres con Seis Arcos; 22.- Huerta de Casas Reales; 23.- Portales del patio; 24.- Claro del Patio de Casas Rea-les; 25.- Vivienda del Alcalde de la Cárcel; 26.- Cuarto de Entrada al Callejón de la Cárcel; 27.- Zaguán de la Cárcel; 28.- Ras-trillo; 29.- Tres Calabozos; 30.- Patio de la Cárcel; 31.- Cuatro Bartolinas; 32.- Cajón de las Necesarias de los Presos de Arriba; 33.- Cuarto Común de la Cárcel; 34.- Corral de la Cárcel; 35.- Callejón del patio y comu-nicación de la cárcel; 36.- Escalera para los Cuartos Altos de la Cárcel”.Al lado derecho, debajo del plano del se-gundo piso dice: “ALTOS: A.- Gabinete; a.- Corredor del Frente; B.- Despacho; C.- Recámara; D.- Sala Principal; E.- Secreta-ría; F.- Entrada al Despacho; G.- Recáma-ra; H.- Antesala; I.- Recámara; J.- Entrada a la Sala del Ayuntamiento; K.- Sala del Ayuntamiento; L.- Recámara; M.- Come-dor; N.- Cuarto de Criados; O.- Escalera; P.- Dispensa; Q.- Cocina; R.- Cuarto de Criados; S.- Zotehuela; T.- Necesarias; V.- Corredores; X.- cuatro Salas de Presos de Distinción; Y.- Su Cuarto Común; Z.- Escalera”.91

El plano fue reproducido por Israel Cavazos cua-tro años después,92 sin embargo, no lo cita como documento del Archivo Histórico Municipal sino como “una copia fotostática, en la colección de mapas y planos del Lic. Santiago Roel” ¿Dónde quedó el plano “dibujado a colores” (como cita Cavazos) que perteneció al Archivo Histórico Municipal?.93

El edificio se pretendió de dos pisos. En los bajos, los portales contarían con ocho arcos frontales y dos laterales, en tanto que los Altos sólo tendrían cuatro arcos con su respectivo barandal, en las extremos laterales, dos cuartos esquinados con balcón a la calle principal y entre los vanos de sus ventanas y los arcos, dos esculturas en relieve adosadas, la del lado izquierdo acaso represente a un español y el del lado derecho a un indígena, lo que no cabe duda es que se trata de dos figu-ras humanas flanqueando al escudo real, ubica-do al centro de un remate, en cuyos extremos se localizaría una cornisa almenada y coronada por pináculos.

El gobernador Vicente González de San-tiamén deseaba se construyesen las Casas Reales con “la macicez, amplitud y lucimiento que mani-fiesta el Plan que va agregado al expediente”;94 Las dimensiones del plano iban de la mano con tales deseos, el frente de 42 varas y 3/4 (35.64 m) cu-brían el actual frente del edificio y el fondo de 116 varas (96.74 m) abarcaba no sólo al edificio sino también a la Plaza Hidalgo. De haberse realizado la obra en 1784, las tiendas del Santísimo hubieran desaparecido.

El gobernador no sólo enfatizó los proble-mas que ocasionaba su ausencia, sino que resaltó la importancia de su presencia.

La falta de casas reales que acaso es esta ciudad la única que la experimenta en toda esta Nueva España, y la que menos puede suplirla con otra vivienda para los goberna-dores, ocasiona que éstos no estén alojados con comodidad, ni con la decencia que co-rresponde, demás de derogar el alquiler de la que encuentran, no sin trabajo y a costa de que el dueño de ella se incomode por estar muy escasas, con la dicha [casa] proyectada se subviene a todas estas importancias y se de a la ciudad el esplendor que compete a una capital de provincia y ver que carece [de Casas Reales] después de doscientos años de fundación.95

El problema, lamentablemente, no sería resuelto.

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etropolitano de Monterrey. Enrique Tovar.

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Mapa de la situación de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reyno de León. 1791. Anónimo. AGN.

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Presencia y ausencia de las Casas Reales en tres planos de Monterrey

En los siguientes años, los documentos escritos dejan de mencionar al edificio de gobierno, no obstante, un documento que presenta información sobre el estado de las Casas Reales es el Mapa de la situación de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reyno de León, levantado en 1791, de autor anóni-mo.96 Discusión aparte sería explicar la paternidad de este plano que se atribuye de manera errónea al fraile Bellido y Fajardo, tan sólo hemos de resaltar en dicho plano la presencia de las Casas Reales.

Hay algunos elementos arquitectónicos del espacio urbano de la ciudad de Monterrey en ese año que trascienden en lo particular del edificio pú-blico, por ejemplo, el área que pertenece a las Casas Reales, incluyendo su huerta, carece de una noria, en el plano se marcaron con una X, existían 65 po-zos o norias “que son las que hay en toda la ciudad”, señala la cartela del Mapa…, la existencia de una noria en el espacio de las Casas Reales se verificaría documentalmente a principios del siglo XIX.97

Otro aspecto a considerar es el tipo de cons-trucción de las casas de la ciudad, el autor anónimo tuvo el cuidado de distinguir las casas estaban cons-tituidas de piedra, cantería y mezcla, de aquellas que eran de palos o adobes y techadas de hierba o cáscara de sabino. Las Casas Reales estaban cons-truidas con los primeros materiales. Otro aspecto interesante del Mapa…, es la delimitación de los terrenos, líneas bien definidas que enmarcan las propiedades y cuya generalidad es la presencia de la casa al frente y un amplio terreno atrás de ella; en el caso de las Casas Reales, se mira una amplia huerta cercada de lo que hoy ocupa el espacio público de la Plaza Hidalgo.

Esta huerta tiene referencias en diversos documentos, principalmente en los de compra-venta del siglo XVIII. Al venderse la propiedad de Bartolomé de Arizpe, marcó como lindero, calle de por medio, “la cerca del corral del palacio”.98 En 1716, al donarse un pedazo de tierra a los jesuitas, éste se encontraba sobre la calle que “corre desde las tapias de la huerta o patio del palacio para la puente”.99

También es importante observar que el edifi-cio público cuenta con un segundo nivel significado por una torre al centro, ésta ya había sido mencio-nada a fines el siglo XVII y volvería a mencionarse en el siglo XIX.

Le sigue una casa de dos niveles, que son las que harían actualmente esquina con la calle Corre-gidora y Zaragoza, éstas son las Tiendas del Santí-simo Sacramento donadas por Martín de Zavala. Se observa claramente un acceso principal y un balcón, tal y como se mira en una litografía de mediados del siglo XIX.

Tres años después (abril de 1794), nueva-mente vuelven a referirse a las Casas Reales como “reducidas”,100 la ciudad en ese entonces ya había mostrado un mayor crecimiento pero el edificio pú-blico no mostraba tal avance. En ese año se presentó un proyecto de cárcel para la ciudad de Monterrey levantado por Juan Bautista Crouset, Maestro Ma-yor de Obras, en él no se contemplaba las Casas de Cabildo, pues el gobernador Manuel Bahamonde, en acuerdo con el anterior obispo fray Rafael Ver-ger, tenía planeado trasladar la ciudad de Monterrey a un espacio al Norte de ella, así que no se invirtió demasiado en su reconstrucción o ampliación. Al año siguiente se le harían algunas mejoras a cargo del maestro albañil José Antonio Reyna y seis peo-nes a su cargo, ocupados esporádicamente entre abril y mayo.101

El proyecto de cambiar las Casas Reales al Norte de la ciudad se detuvo a pesar del empeño del obispo en turno Andrés Ambrosio Llanos y Valdés por proseguir el proyecto de las anteriores autorida-des civiles y religiosas. Dicho obispo había solicita-do a Juan Bautista Crouset, un plano de la ciudad que deseaba ver realizada, lamentable dicho plano está perdido.

En 1795, toma posesión como gobernador don Simón de Herrera y Leyva, quien también mos-traría interés por trasladar las Casas Reales al sitio donde ya se tenía planeado.

En la parte norte de esta ciudad en un espa-cioso llano, perteneciente a sus ejidos, dis-tante de ella 1840 varas, se está fabricando la iglesia catedral, hospital real y convento de monjas capuchinas.

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Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey dedicado al Señor don Simón de Herrera y Leiba, Theniente Coronel de Ynfantería y Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reyno de León. Lo delineó Juan Crouset, en Monterrey, en 20 de junio de 1796. AGN.

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Ubicación de las Casas Reales. Detalle del Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey dedicado al Señor don Simón de Herrera y Leiba, ThenienteCoronel de Ynfantería y Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reyno de León. Lo delineó Juan Crouset, en Monterrey, en20 de junio de 1796.

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A mi ingreso a este gobierno fui informado de que estaba también determinado el tras-ladar allí la población, y habiéndose ya in-vertido crecida cantidad de pesos en dichas obras y irse aumentando este vecindario, se hace preciso el que se realice el proyecto.102

Sin embargo, observó algunas anomalías en la for-ma de ejecución del traslado de la ciudad, pues no encontró en el archivo documento aprobado por el virreinato que formalizara el traslado, por lo que frenó las mercedes en ese sitio esperando la debida autorización y ordenando a la vez, el levantamiento de un plano de la nueva ciudad. La tarea fue enco-mendada a Juan Bautista Crouset, quien entregó el 20 de junio de 1796, el Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey dedicado al Señor don Simón de Herrera y Leiba, Theniente Coronel de Ynfantería y Gober-nador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reyno de León.

El plano previo de esta nueva ciudad, “ideado según el modo de pensar del dicho ilustrí-simo señor obispo”,103 fue visto por el gobernador Herrera y Leyva, quien lo rechazó: “No parecién-dome bien la disposición del dicho plan, le mandé a el citado maestro de arquitectura me levantara uno en los términos que eran correspondientes a formalizar una ciudad con otra mejor disposición y con el orden también que se debe”.104 Una de las razones para realizarlo era “para que en adelante no se desfigure y continúe con sujeción a dicho plan o al que vuestra Excelencia tenga bien apro-bar, que guardándolo en el archivo de la ciudad deberá tenerse siempre a la vista para ir mercenan-do en lo sucesivo a los que quieran hacer casas”.105 Es claro el interés del gobernador por mudar de sitio la ciudad y más aún hizo patente su deseo por trasladar en aquél sitio, al edificio de gobierno, ya que careciendo “de casas reales, cárcel, y alhóndi-ga esta ciudad, pueden desde luego fabricarse en el paraje que el plano señala”.106

Efectivamente, el nuevo plano ordenado por el gobernador Simón de Herrera y Leyva, señalaba un espacio para las Casas Reales, justo enfrente de la catedral que se estaba construyendo y al centro del conjunto urbano; le destinaba una manzana completa de 112 varas de frente por 100 varas de fondo. El detalle del Plan de la Nueva Ciudad de Monterrey… muestra cómo las Casas Reales con-frontaban simbólicamente el frente de la catedral, ya no era el espacio religioso que dominaba el paisaje urbano, sino un espacio que era compartido.

Algo disgustó al obispo Llanos y Valdés sobre esa nueva disposición y un año después, en junio de 1797, decidió suspender las obras del hos-pital, el convento de Capuchinas y la catedral mis-ma; por lo que el resto de las obras que se pensaban erigir, entre ellas, las Casas Reales, ya no tuvieron efecto.

Al año siguiente, el gobernador Herrera y Leyva solicitó se levantase otro plano, pero esta vez de la ciudad de Monterrey. Nuevamente, dicha tarea recayó en el Maestro Mayor de Obras, Juan Bautista Crouset, quien el 14 de junio de 1798 lo terminó.

El Plan que demuestra la situación de solares fabricados y sin fabricar de la ciudad de Monterrey del Nuevo Reino de León, levantado de orden del señor Gobernador don Simón de Herrera y Leyva, mos-traba sin mayor minuciosidad, la constitución de la ciudad por manzanas, señalando sus edificios más importantes, incluso de aquellos cuya construcción se abandonó. Sin embargo, Crouset procuró darle mayor detalle al frente de las Casas Reales y cárcel, que aparece con la letra “i” en el plano, la nombra como “Real Cárcel”, aunque ahí también estaban las Casas Reales. Y mientras éstas se mantenían sin mayores cambios al final del siglo XVIII, la ciudad de Monterrey se transformaba a grandes pasos en su derredor.

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CAPÍTULO IIILos cuadros del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio.

La colindancia de lo sagrado

Las donaciones de Martín de Zavala

No podemos abandonar el siglo XVIII y seguir ha-blando de las Casas Consistoriales sin antes haber abordado otro espacio anexo a ellas que existieron desde mediados del siglo XVII y que cerraron su ciclo poco después de la Independencia, nos referi-mos a las tiendas del Santísimo Sacramento.

Apenas terminadas las Casas Reales en fe-brero de 1655 por orden del gobernador Martín de Zavala, éste donó al mes siguiente un par de cons-trucciones adecuadas como tiendas que había man-dado construir en fecha incierta, los beneficiados eran la cofradía del Santísimo Sacramento institui-da en la Iglesia Parroquial y el aceite de la lámpara del Santísimo Sacramento colocado en el conven-to franciscano de San Andrés, en éste último sitio ya existía desde 1634 una cofradía del Santísimo Sacramento,107 sin embargo, la donación no recayó en la cofradía sino en los frailes franciscanos.

Las dos tiendas lindaban con las Casas Rea-les del gobernador “por la parte de abajo”,108 y las puertas de ambas miraban al norte. “Y la una de ellas hace esquina y puerta a la plaza”;109 esa tien-da estuvo en la esquina noreste del actual Museo Metropolitano de Monterrey. Ambas casas las dio con puertas de madera labrada, ventanas y dormi-torios arriba de ellas. La casa de la esquina tenía una división que permitía separar la tienda de un aposento. A cada casa les dejaba una mesa grande para mostrador y un cajón debajo de ellas, “asimis-mo un banco de madera labrada en cada una; y en

cada tienda su candado y llave de cruz y armellas; cuyas tiendas están cubiertas de zacate arriba para asegurarlas de las aguas”.110

Las propiedades serían arrendadas a partir del uno de mayo de 1655 y el producto de sus rentas empleado en la distribución y gasto del aceite de las lámparas de la cofradía y del convento, “dando la mitad de la renta de la una y otra tienda”. Ese fin y no otro, era el objeto de la donación de las dos tiendas, “que nunca falte el aceite a las dichas lám-paras y estén ardiendo todos los días”.111 El deseo de Martín de Zavala fue respetado y años después, al redactar su testamento, declaró en cláusula del 7 de febrero de 1664 por bienes:

Las casas en que vivo, menos las dos tien-das pertenecientes al Santísimo Sacramento: otros dos aposentos que caen a la huerta que así mismo pertenecen a los padres de mi pa-dre San Francisco, dedicados para misas de difuntos naturales, cuya cobranza ha de es-tar a cargo del síndico que fuere del conven-to de esta dicha ciudad para que lo procedi-do de ellos se digan dichas misas a cargo del reverendo padre prelado del dicho convento y de todo lo restante de dichas casas de mi vivienda hago donación al Rey Nuestro Se-ñor para que los que me (sucedan) en este gobierno vivan con comodidad suficiente.112

La huerta formaba parte de las Casas Reales y era el espacio donde años más tarde se ubicaría la pla-za de la Carne y plazuela. Es de notar que dicha huerta Martín de Zavala la destinó para las Ánimas

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Benditas, la segunda devoción en importancia en la Nueva España, siendo la primera, la devoción al Santísimo Sacramento.113 Cabe señalar que en esos años, en el convento de San Andrés estaba institui-da la Cofradía de las Ánimas Benditas de los Natu-rales, recuérdese que por naturales se referían a los indígenas, mismos que estaban bajo la jurisdicción franciscana y que la propiedad de la huerta residía también en éstos últimos.114

También resulta interesante y sobre todo importante, reconocer que las Casas Reales no eran una entidad aislada del resto de las propiedades ur-banas de la incipiente ciudad de Monterrey, ya que al menos en su extremo Norte existían desde 1655 el par de tiendas que mandó construir el goberna-dor Martín de Zavala. ¿Pero cuál era el sentido de la donación al Santísimo Sacramento por parte del gobernador Martín de Zavala? ¿Qué significaba para la comunidad destinar la renta dos inmuebles para la cera del Santísimo? Si por un lado Martín de Zavala se preocupó en darle a la ciudad de Monte-rrey un inmueble digno donde se resolvieran conve-nientemente los asuntos políticos, administrativos y de justicia; con la donación de las tiendas para la cera del Santísimo, cumplía sobremanera con una necesidad espiritual común a todas las poblaciones novohispanas: Mantener la flama prendida frente al Santísimo día y noche.115 Regularmente solían ser dos lámparas, “una delante del altar mayor, y otra delante del sagrario en donde se depositaba el sacramento”.116

Sanctissimum. Comprendiendo la do-nación

El Sanctissimum es lo más santo y hace referencia al Santísimo Sacramento,117 título dado al Sacramento de la Eucaristía,118 indicando “su posición suprema entre todos los sacramentos”.119

La religión cristiana enseña que el sacra-mento de la Eucaristía (en griego acción de gracias) fue instituido por Jesucristo en la

última cena y se define con esta palabra el sacramento del cuerpo y sangre de Jesucris-to bajo las adobes de pan y vino.120

Siendo la Eucaristía el cuerpo y sangre de Cris-to representados en el pan y vino, es dogma “que en cualquiera de las dos especies se contiene tanto como en las dos”.121 Considerada como la devoción más importante de la Iglesia católica, ésta obedeció al punto lo escrito por el Concilio de Trento (1545) que establecía: “5º. Es de fe que el admirable sacra-mento de la Eucaristía debe ser adorado como culto de latría, público y externo, honrado con una fiesta particular, y llevado en las procesiones públicas para recibir las adoraciones de los fieles, según lo dispo-ne la Santa Iglesia”.122 Motivo por el cual, se promo-vió la fundación de cofradías en todos los templos del territorio novohispano tendientes a procurar que “nada faltara a los sagrarios donde necesariamente se guardan las hostias consagradas”.123

La manifestación piadosa del gobernador Martín de Zavala no sólo fue un acto de fe perso-nal, también deja patente la postura política de la Corona para con la Iglesia, donde el Monarca debe obediencia a Dios. “En España, y sobre todo ya en el siglo XVII, los tratados políticos defienden abru-madoramente al príncipe cristiano frente al príncipe político, por lo que la mayoría dedica numerosas pá-ginas a establecer la adecuada relación entre la Co-rona y la Iglesia”.124 No es de extrañar entonces las cesiones otorgadas tanto a la cofradía del Santísimo Sacramento como al convento franciscano de San Andrés, mismas que recibirían por muchos años el peculio necesario para que el Santísimo Sacramen-to de ambos sitios se mantuviera iluminado las 24 horas del día.

Venta de las tiendas en 1726. María Báez Treviño, su nueva propietaria

Si bien, la cláusula testamentaria de Martín de Za-vala señalaba la donación de las tiendas con el fin de que sus rentas se destinaran para el Santísimo

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Sacramento, ellas mudaron de dueño recién entrado el siglo XVII.

El primer inmueble vendido estaba “conti-guo a la tienda de la cofradía del Santísimo y asi-mismo a espaldas de las Casas de Palacio de esta ciudad, al costado derecho de la morada y casa” de María Báez Treviño, calle de por medio,125 viuda para esos años del sargento Pedro Martínez Gua-jardo, “del cual aposento había hecho donación y gracia a este convento el geberal Don Martín de Za-vala, sin pensión alguna de misas, con el designio de que redituase cada año cinco pesos para cera del Monumento de sobre dicho convento”.126 La venta se realizó en virtud de la prohibición a los conven-tos de tener posesiones, misma que redactó el Papa Benedicto XIII en bula de 1726 y la llevó a cabo siendo prior del convento de San Andrés, fray Pedro de Aparicio.

[…] propuso a dicha señora doña María Báez Treviño que ya veía lo adelantada que estaba la fábrica de la Iglesia del convento y sin poder proseguir por falta de medios que se sirviese de ayudar con alguna limosna para este efecto, y que así por razón de lo expresado en dicha bula, como por bien-hechora del convento se dispondría hacerle cesión jurídica de dicho cuarto entregándole la escritura, a que respondió dicha seño-ra que ayudaría nuevamente sobre lo que había dado, con doscientos pesos para la prosecución de dicha iglesia, con tal de que viniese licencia del Muy Reverendo Padre Provincial para que se le hiciese escrito en toda forma, porque deseaba dejar libres a sus hijos de esta pensión.127

El 6 de junio de 1729, el padre provincial Joseph de la Torre, del convento de San Luis Potosí, daba su consentimiento para la escrituración de la tienda y aporta un dato por demás valioso, que el convento lo tenía donado desde años atrás a “María Báez Tre-viño bienhechora de él y en el supuesto de no tener carga alguna de misas dicho cuarto”.128 En carta del

8 de abril de 1731 se reafirma la escritura por parte del prior de San Andrés en Monterrey.

Si bien, se accedió a la escrituración de la tienda en 1729 y se confirmó en 1731, dicha pro-piedad tenía algunos años que estaba en poder de María Báez Treviño y Maya, como ya se dijo; se-guramente desde 1726 cuando se emitió la bula que prohibía a las comunidades mendicantes poseer bienes, incluso antes; ya que en su testamento del 19 de enero de 1726, menciona entre sus propiedades dos casas: una principal, que era donde vivía, con quince piezas, fabricada de cal y piedra, y tasada en 5,500 pesos.129

La segunda casa, que es la que nos interesa, se encontraba frente a la plaza de Armas, lindaba al Norte con el callejón del Palacio, al oriente con la plaza ya mencionada y al Sur con el Palacio y Cárcel Real. Esta propiedad era más modesta, contaba ape-nas con cuatro cuartos, dos bajos y dos altos, hechos de piedra y lodo, y revocados con mezcla. El primer cuarto lo tenía destinado para tienda, cuyo capital invertido en géneros sumaba los 1608 pesos y 5 rea-les. Miraba a la Plaza Mayor y el muro medianero Sur lo compartía con la deteriorada Cárcel Real, dicho cuarto lo había legado a la cofradía del San-tísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial; en tanto que el cuarto inmediato, cuya puerta caía al Norte, frente al callejón del Palacio, “frontero a la puerta de mi tienda”, lo tenía aplicado para cera del San-tísimo del convento de San Andrés.130 A los cuartos ya mencionados le seguía “otro cuarto pequeño que está con los altos de arriba que tiene dicha casa”.131 Éstos últimos no tuvieron destino piadoso, sino que se integraron a la herencia familiar de sus dos hi-jos Domingo Miguel Martínez Guajardo y Joaquín Martínez Guajardo.132

Lo que deriva de este testamento además de la compra de la tienda perteneciente al conven-to franciscano, es que la tienda de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial, no sólo la tuvo en propiedad, sino que en el acta testa-mentaria la regresó a dicha cofradía, respetando las

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donaciones para la compra de aceite que Martín de Zavala había hecho para el Santísimo Sacramento de ambos lugares.

Era natural que las personas devotas dona-ran propiedades a las instituciones religiosas, más aún cuando existían nexos con ellas. En el caso de María Báez Treviño, los legados que concedía a la Cofradía del Santísimo Sacramento y al convento de San Andrés no eran casuales. Además de ser una prolongación del patrocinio iniciado por Martín de Zavala, era también reflejo del compromiso familiar para con la Iglesia y sus devociones. Aunque María Báez Treviño y Pedro Martínez Guajardo rendían especial culto a Nuestra Señora de los Dolores, a quien le promovieron la construcción de un altar en la iglesia parroquial hacia 1712;133 los padres de María Báez, el capitán Francisco Báez de Treviño y Catarina de Treviño y Maya inclinaban sus favores a la Cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia parroquial, donde su padre llegó a ser mayordomo entre 1692 y 1695.134 Siendo además, síndico del convento de San Andrés en 1698.135

La relación que se estableció entre la familia Martínez Guajardo y la Cofradía del Santísimo Sa-cramento perduraría por cerca de cien años. Cuatro generaciones mantuvieron vínculos no sólo religio-sos sino económicos con la cofradía, ya fuera como cofrades, mayordomos, donadores e incluso como deudores por préstamos adquiridos con la institu-ción religiosa, como se verá más adelante.

A partir del testamento de María Báez Tre-viño, las dos tiendas quedan claramente divididas. La tienda del Santísimo Sacramento que retornó a la cofradía del mismo nombre, y la segunda tienda que pasó a manos de sus hijos Domingo Miguel Martínez Guajardo y Joaquín Martínez Guajardo. María Báez murió el 6 de mayo de 1759.136 Dos me-ses atrás (20 de marzo), su hijo Joaquín Martínez Guajardo, señalaba que poseía “dos cuartos que se hallan en el callejón, contiguos a la tienda del Santí-simo Sacramento”,137 que son los que ella donó por vía testamentaria.

Cabe hacer un paréntesis para comentar brevemente la situación de las Casas Reales y la Cárcel durante esos años, no se olvide que la casa de la familia Martínez Guajardo compartía linderos al norte de ellas. Siete años atrás, en 1752, una fuerte lluvia destruyó las Casas Reales y Cárcel, ésta últi-ma se mantuvo trabajosamente en pie, pero nada se menciona de las Casas reales entre 1748 y 1775.

El plano de Joseph de Urrutia de 1767 es re-velador, las Casas Reales no aparecen en el plano, acaso la cárcel sea ese pequeño espacio que sobre-sale al Sur de una construcción más grande ubicada en la esquina nororiente del actual Museo Metropo-litano de Monterrey. Obra que sin duda se refiere a la tienda del Santísimo Sacramento, los cuartos del convento de San Andrés y bienes de la familia Mar-tínez Guajardo.

Esta apreciación es importante, ya que a finales del siglo XVIII, el procurador Joseph Fro-ylán de Mier Noriega cuestiona dichas propieda-des, alegando pertenecer a la Cárcel y por ende, a la ciudad.

Propiedades heredadas, legados desin-tegrados

Durante el periodo colonial, era frecuente que el le-gado familiar recayera en uno de los hijos con el fin de que dichas herencias quedaran instituidas en un miembro de la familia, sin embargo, en el caso que nos ocupa no fue así. Tanto las rentas de las tien-das como los bienes mismos sufrieron un proceso de transformación y desintegración donde nuevos dueños decidirían el destino de las propiedades.

Al heredar María Báez Treviño a sus hijos Domingo y Joaquín Martínez Guajardo una de las tiendas que fueron de Martín de Zavala, se espera-ría que el patrimonio adquirido siguiera la misma línea de legado a sus inmediatos descendientes. No ocurrió así, en primer lugar se registraron algunos cambios en el destino de sus rentas, la donación de la renta que se hacía al convento de San Andrés dejó

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Detalle del mapa de la Situación de la ciudad de Monterrey del Nuevo Reyno de León. 1791. Autor Anónimo. Mapoteca Orozco y Berra.143

de destinarse a la cera del Santísimo Sacramento para aplicarse a la Cofradía de las Ánimas del Pur-gatorio.

Como ya se había mencionado, las cofradías dedicadas a las Ánimas del Purgatorio tenían el se-gundo lugar en importancia dentro de las devocio-nes religiosas, “el español del Viejo y Nuevo Mundo creyó con piedad en las ánimas, e incluso algunos de sus reyes fueron grandes devotos”.139 Su acepta-ción en Monterrey la hizo permanecer hasta bien entrado el siglo XIX, fenómeno que no se reducía al ámbito de la ciudad de Monterrey, “su popularidad y la importancia de los servicios que prestaban en

el Más Allá las habían salvado de la extinción” en territorio novohispano,140 sobreviviendo hasta bien entrado el siglo XX. La salvación del alma debió ser una preocupación para ambos hermanos, sobre todo, cuando Joaquín se encontraba en las postri-merías de su vida.

Por otra parte, Domingo Martínez, a pesar de haberse contraído matrimonio en dos ocasiones, no tuvo descendencia;141 fue distinto con su hermano Joaquín Martínez, quien tuvo con su esposa María Gertrudis Antonia Hurtado de Mendoza y Ruiz de Guadiana, diez hijos. En 1759, poco antes de morir, Joaquín poseía unos cuartos de la tienda, bienes que

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Detalle del Plano del Presidio y ciudad de M

onterrey. Capital del N

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eón, de Joseph de Urrutia, 1767. 138

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de Monterrey, Capital del Nuevo Reyno de León, proyectada por el Ilustre Ayuntamiento de la dicha Ciudad. Año de 1784. Ahí se observó que el ancho de las Casas Reales sería el mismo que hoy posee el inmueble mirando al oriente, lo que seguramente obligaría al Ayuntamiento a comprar la Tienda del Santísimo. Acaso esta fue la intensión de José Froy-lán Mier Noriega, cuando en 1796, puso en duda la posesión de las tiendas y sobre todo, del mal estado en que se encontraban.145 Su carta comienza descri-biendo las tiendas:

[…] a la cárcel pública de esta ciudad, se hayan unidos tres cuartos bajos y un alto, el uno bajo mira al oriente, con frente a la plaza mayor, y se dice pertenece a la Archicofradía del Divinismo Señor Sacramentado, de cuyo mayordomo es don Bartolomé de la Serna y Alarcón, y los otros dos bajos que están a es-paldas de los dichos para el poniente, dicen son de don Marcos de Arredondo de esta vecindad; y como quiera que dichos cuartos están fabricados sobre sitio que indispensa-blemente pertenece a la cárcel para su mayor ampliación y desahogo, pues le quitan la es-quina de la cuadra que mira al norte, y que además de esto, la pared de la cárcel sirve a dichos cuartos, y ésta necesita reedificar-la como se va a hacer, pues por hoy se ha observado se han ido varios presos, pues ha sido tanto el desprecio con que han visto los mayordomos y Arredondo los citados cuar-tos, que la mayor parte de ellos está al caerse y con su deterioro, indecencia y mala fábri-ca, deslustran el lugar en manera que no ha-llo razón para que subsistan, en cuya virtud suplico a V. S. que teniendo por justo este mi pedimento y siendo tan constante a la vista que las paredes de los cuartos que miran al oriente no están arregladas a las de la cárcel y casa de cabildo con cuyo motivo ocultan la vista y no se podrá socorrer cualesquier fuga que se experimente; se digne notificar

recayeron en su hijo Juan José Martínez Guajardo y que posteriormente vendería a su cuñado Marcos de Arredondo, casado con María de la Concepción Martínez Guajardo hacia 1786.142

En el último tercio del siglo XVIII, la situa-ción de las Casas Reales y la cárcel no es nada ha-lagüeño, constantemente se estaban reparando; un año antes, se tuvo la intensión de construirlas desde sus cimientos gravando al ganado pero no fue auto-rizada.144 En el plano de 1791, se observa la tienda del Santísimo, los cuartos de las Ánimas Benditas y los cuartos de Marcos de Arredondo.

Nótese que al Oeste de los cuartos de Arre-dondo, aparece una nueva construcción que sólo en el siglo XIX consigna a sus propietarios. En tanto que las Casas Reales y la cárcel se muestran con unidad arquitectónica. Sin embargo, esa unidad mostrada por el plano es engañosa, las Casas Reales estaban en deplorables condiciones y la cárcel reque-ría reparos constantes, hasta que en 1794 se intentó construir un modelo de cárcel ejemplar, los planos fueron levantados por el arquitecto Juan Bautista Crouset, pero les fue negado el permiso debido a lo costo de la obra, realizarla hubiera obligado a la ne-cesaria compra de los terrenos aledaños a la cárcel, es decir, de las tiendas del Santísimo Sacramento y los cuartos de Marcos de Arredondo.

Un pleito singular hacia 1796. La legiti-midad de las casas del Santísimo y las Ánimas

La intensión de las autoridades de Monterrey por ampliar la cárcel al nivel de las principales de la Nueva España debieron contemplar la compra de los terrenos aledaños a la misma, y aunque les fue negado el permiso para hacerla por onerosa, la idea de adquirir los terrenos colindantes al nororiente debió permanecer como una posibilidad de ensan-chamiento para el futuro, de hecho, ya se había con-siderado esta compra en 1784, cuando se presentó el Plano de las Casas Reales y cárcel para la ciudad

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a los expresados mayordomos y Arredondo, entreguen los títulos de propiedad que ten-gan de dichos cuartos y que agregado a este escrito, se me devuelvan para pedir lo que fuere de justicia ella mediante.146

La respuesta de Marcos de Arredondo ante la mi-siva de Joseph Froylán fue que sus títulos de pro-piedad no los tenía consigo, sólo el testimonio de la escritura de venta otorgado por su cuñado don Juan José Guajardo, ante don Miguel Lozano, cuando fue alcalde ordinario de esta ciudad, la que tiene empeñada lejos de aqu”, y con respecto a “la reedi-ficación de los cuartos, no los ha reedificado, porque la Cofradía de Ánimas no ha quitado de encima el Alto que impide, pero que está pronto a hacerlo”.147 Por otra parte, el bachiller Domingo de Ugarte y Burgoa, defensor de capellanías y obras pías, expre-só en una carta, su molesto sentir al respecto:

[…] que las archicofradías del Santísimo Sacramento y de Ánimas, han estado hasta ahora en pacífica posesión de los cuartos adherentes a la cárcel de esta ciudad y esta misma posesión pacífica y tan diuturna (sic), es título justificado, que les da dere-cho bastante para continuarla, aún en caso de que faltaran otros documentos justifican-tes de su propiedad. En esta virtud no sé de dónde pueda deducir el Procurador que dichos cuartos están fabricados sobre sitio, que indispensablemente pertenece a la cár-cel: la contradictoria es consecuencia más legítima, lo primero por la posesión que, como llevo dicho, está de mucho tiempo de parte de los cuartos; lo segundo, por haber sido fabricados primero que la cárcel, y no es creíble permitiese la Ciudad, se edifica-sen sobre sitio que indispensablemente per-tenecen a la cárcel, de aquí es que tampoco se dice bien, que la pared de la cárcel sirve a los cuartos, sino que debe decirse, que la pared de los cuartos sirve a la cárcel, porque de lo contrario, sin causa se pondera, que ha

sido tanto el desaprecio con que han visto los mayordomos los citados cuartos, que la mayor parte de ellos está al caerse. Y si con su deterioro, indecencia y mala fábrica deslustran el lugar en manera que no halla razón el Procurador para que subsistan, es de aplaudir su buen celo, con que mira por el mayor lustre y decoro de la ciudad. Pero lo restringe demasiado, limitándolo a los cuartos mencionados. Pero dice que sus paredes no están arregladas a las de la cárcel y casa de Cabildo, con cuyo motivo ocultan la vista. A esto se responde, que de industria están fabricadas la casa de Cabildo y Cárcel, retiradas de la línea que dirige la esquina de los cuartos, y se dejó a esta sa-liente, para igualar con ella, los portales que se pensaron echar como lo demuestra el can que se deja ver en la esquina de la casa de Cabildo. Y aún dado caso que se efectuaran los Portales o que se quitara la esquina, nun-ca se podría conseguir se nivelase la cárcel y casa de Cabildo con las demás esquinas co-laterales. Concluye el Procurador su escrito pidiendo a V. S. se digne notificar a los ex-presados mayordomos entreguen los títulos de propiedad que tengan a dichos cuartos. Esto es lo que parece debía haber postulado de una vez desde el principio, porque si con los títulos se convence la propiedad; ¿Qué peso pueden tener las demás razones con que pretende se quiten de allí los cuartos para la ampliación de la cárcel? Y si estas son tan poderosas, que superen el derecho de propiedad que se pueda deducir de las escrituras ¿A qué fin se han de presentar la escrituras? Digo pues que es uno de los pri-vilegios del poseedor pacífico y de buena fe el de no estar obligado a probar que es suya la cosa que posee, sino que lo es de quien pretende poseerla. Y así no deben presentar los mayordomos los títulos de propiedad,

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que tienen las archicofradías de los cuartos mencionados, pues la posesión pacífica en que se han hallado hasta ahora es argumento de que no están fabricados sobre sitio que indispensablemente pertenecen a la cárcel. El Procurador es quien debe exhibir docu-mentos bastantes a probar que el sitio de la cárcel tiene algún derecho legítimo para vindicarse la propiedad de los cuartos. Por tanto sírvase V. S. hacer en el presente litigio según la justicia que favorece a la parte de mi defensa. Juro no ser de malicia y en lo necesario.148

Quizá la ferviente defensa del bachiller Domingo de Ugarte y Burgoa haya motivado a José Marcos de Arredondo escribir otra carta donde refiere que la cárcel se fabricó en tierra de él y por ende, referen-cia misma de la antigüedad de las tiendas; “pues [la cárcel] no sólo está contigua a mis cuartos, sino que

se hizo cuando ya aquellos estaban levantados, de modo que su pared le sirve a la cárcel, y no la de la cárcel a los cuartos”.149

El plano levantado por Juan Bautis-ta Crouset en 1798, muestra sin mayor detalle la manzana marcada con la letra “i”, que identifica a la “Real Cárcel”, en ella sobresale la esquina No-roriente que se encontraba en disputa. Es claro que la casa de Cabildo y la cárcel estaban retiradas de la línea que dirigía la esquina de las tiendas, pero no era equívoco la ubicación tan salida de éstas.

[…] y se dejó a esta saliente, para igualar con ella, los portales que se pensaron echar

como lo demuestra el can que se deja ver en la esquina de la casa de Cabildo. Y aún dado caso que se efectuaran los Portales o que se quitara la esquina, nunca se podría conse-guir se nivelase la cárcel y casa de Cabildo con las demás esquinas colaterales.150

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Efectivamente, el bachiller Domingo Ugarte tenía razón, hoy día es posible ver los portales que dan a la calle de Zaragoza y éstos no se encuentran alinea-dos con las manzanas laterales de la misma calle, se encuentran remetidos. El pleito falló a favor de las cofradías del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio, y de Marcos de Arredondo. La inten-ción por adquirir los terrenos de manera arbitraria no se consumaron.

Marcos de Arredondo ostentaba hacia 1798 el cargo de “Notario Apostólico de la Santa Cruzada de esta Diócesis y Administrador del Real Hospital de esta Ciudad”, y fue en ese año en que decidió comprar la parte de la casa que le tocaba a Ana Ma-ría de San José Martínez Guajardo, su cuñada. Los linderos de la propiedad permiten reconocer la exis-tencia de las tiendas y un dato que no había sido se-

ñalado hasta el momento: La plaza de los Cajones.

La esquina que mira a la Plaza Mayor de esta

ciudad, lindando su frente por el Oriente con calle que entra a la dicha plaza viniendo de norte a sur por el palacio episcopal con don Julián de Arrese; por el poniente con casa y huerta de Juan José Guajardo, y por el sur con la esquina de la obra pía del Santísimo Sacramento, altos de las Ánimas, bajos del comprador y Plaza de los Cajones.151Ç

Venta de las tiendas al Ayuntamiento en 1824

La fortuna de Marcos de Arredondo se incrementa en 1811 con la adquisición de la casa que era de su cuñado José Tomás Martínez y Guajardo, y que la tuvo por herencia de su madre Gertrudis Gregoria Hurtado de Mendoza, sus linderos eran:

Frente a la Plaza mayor de esta dicha ciudad y Plazuela que llaman de los Cajones, lin-dando ésta por el Sur con las referidas Plaza y Plazuela y esquina de la casa del Santísimo Sacramento de esta referida ciudad, por el Oriente con la calle de la Rosa, la que sale

de la dicha Plaza Mayor y termina en el Ojo de agua, por el Norte con casa de Julián de Arrese y doña Petronila Lozano, por el poniente con casa de Juan José Guajardo, la cual parte de casa vende el otorgante al señor comprador.152

Las tiendas vuelven a ser referenciales en una com-pra-venta y la plazuela de los cajones nuevamente es mencionada ubicándola al norte del actual Mu-seo Metropolitano de Monterrey. Años después, la tienda del Santísimo sería comprada por el Ayunta-miento de la ciudad, ante la urgente necesidad de reconstruir las Casas Consistoriales y la cárcel, esto ocurrió el 22 de octubre de 1824.

El ofrecimiento lo hizo el señor don José León Lobo Guerrero, gobernador de la Sagrada Mi-tra al Ayuntamiento, con el fin de que lograra llevar a cabo el plan de construcción de las Casas Consis-toriales y cárcel, esperando que “el terreno donde está ubicado el cuarto que llaman del Santísimo”, fuese comprado en su justo valor y precio.153 Tres días después la respuesta del Ayuntamiento reflejó el innegable interés por adquirir dicha propiedad.

Las justas ideas de que vuestra señoría se halla penetrado en procurar la construc-ción del edificio, que debe servir para casas consistoriales y cárcel que asegure a los de-lincuentes, exigen mi total deferencia a la solicitud que vuestra señoría me manifiesta en oficio de 23 del corriente, sobre venta del cuarto conocido por de Nuestro Amo con-tiguo a las casas consistoriales, puede pues vuestra señoría proceder a su avalúo, y su valor reconocerlo otorgando el documento de seguridad en los términos y modo que me indica en dicho oficio.154

El avalúo se llevó a efecto y las partes aceptaron las condiciones de compra-venta, por lo que el 24 de diciembre de 1824, el doctor don José León Lobo Guerrero, gobernador de la Mitra del Obispado vendió de manera oficial al Ayuntamiento de Mon-terrey:

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[…] una casa que se haya contigua a la cárcel de esta ciudad, en uno de los ángulos de la plaza principal rumbo al Norte, que se com-pone de dos piezas, una de bajos y otra de altos, siendo ambas fincas piadosas, la pri-mera perteneciente a la cofradía de Ánimas y la otra a la del Santísimo y lindan por el Oriente con la misma plaza principal, por el Poniente con la plazuela del mercado, por el Sur con dicha cárcel y por el Norte con casa de don Rafael de la Garza, callejón de por medio que sale de la referida plaza, en cantidad de tres cientos pesos.155

No deja de ser interesante que marque como lindero al poniente la plazuela del Mercado y no propiedad de Marcos de Arredondo. Acaso sus cuartos los vendió a Trinidad Guajardo y José Francisco Mar-quiz, que ya el apellido Guajardo nos hace pensar en un vínculo familiar. Dicha plazuela debió ocupar el terreno de Trinidad Guajardo y José Francisco Marquiz, quienes ofrecieron tres años después al Ayuntamiento su terreno.

Impuesto este Gobierno de que los accio-nistas del terreno que esta rumbo al Norte de las casas consistoriales y a espaldas del curato que llaman del Santísimo propio de la ciudad, tratan de venderlo a esta por la pre-ferencia y colindancia que desde el año de 1822 les manifestó la Corporación, hacién-dolo por constar por acta capitular, según manifiesta V. S. en su oficio 22 del corriente y convencido este Gobierno de lo útil y be-neficioso que le es a la ciudad la adquisición de dicho terreno para la ampliación su cár-cel.156

El Ayuntamiento decidió la compra del terreno por la cantidad de 120 pesos el 25 de agosto de 1827. “A saber, once varas de tierra, que se hallan contiguas a la cárcel de esta ciudad y lindan por el oriente con el cuarto que llaman del Santísimo, propiedad de esta ciudad, por el poniente con la Plazuela del Merca-

do, por el Norte con casa del ciudadano Rafael de la Garza, callejón de por medio y por el Sur con dicha cárcel”.157

Los terrenos que durante más de 172 años compartieron linderos con las Casas Consistoriales y cárcel, terminaron anexándose a ellos. El Ayun-tamiento no tardó en rentar las propiedades com-pradas, en 1825, Mateo Quiroz ya estaba solicitando se le rentara el “cuarto que era del Santísimo […] siendo de su cuenta ponerle “dos puertas, piso y de-más recomposición y adorno del mismo cuarto”.158 En tanto que la propiedad que lindaba al Poniente de dicho cuarto lo tenía en renta hacia 1826 la “tía Paula”, quien lo usaba como cocina, sitio donde vendía comida.159

Estos cuartos se aprovecharon en tanto se determinaba la construcción definitiva de un nue-vo edificio municipal; así se lo explicaron a Miguel Quiroz en noviembre de 1845 cuando solicitó la “casa que está en la esquina de la plazuela (para po-ner) un comercio con calidad de que tan luego como se le diga que lo desocupe, lo verificará sin excusa ni protesta alguna”. Se le dijo que:

[…] no había lugar al pedido en razón de que dicha casa no debe existir allí por ha-ber sido comprada para tumbarla y despejar dicha Plazuela; pues que si no se ha verifi-cado, y por esa razón hasta ha sido ocupada por tropas en bien del vecindario a quien se les ha evitado dar alojamiento por esa causa, es por que no ha habido tiempo de echarla abajo, lo que podrá suceder muy pronto.160

Subsistieron hasta 1851, año en que se presentaba “el presupuesto total de la construcción de los portales del frente de las casas consistoriales con inclusión de las dos piezas de la Vuelta”.161 Las antiguas tien-das ubicadas al nororiente de las Casas Consistoria-les y cárcel aparecen en un plano y dos litografías de 1846, ofreciéndonos las últimas imágenes de su presencia en el contexto de la ciudad de Monterrey.

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En el plano de Mansfield, sobresalen las antiguas tiendas al Nororiente del edificio actual al punto de la invasión de la calle principal, y que para ese año, ya se encontraba plenamente integrado al edificio municipal.

El segundo documento es una litografía cuyo autor fue el capitán John R. Vinton, del Ejérci-to de los Estados Unidos. Probablemente realizada entre octubre y mediados de noviembre de 1846, ya que después de esa fecha, el capitán Vinton partió con las tropas que ocuparon Saltillo, y no regresó a Monterrey.162

El mencionado documento gráfico nos muestra la esquina Nororiental, un cuarto bajo y otro alto con balcón que sobresale por mucho a la fachada de las Casas de Cabildo y cárcel. Las es-caleras en la litografía de Vinton son el elemento arquitectónico que permiten dar ese toque de pro-fundidad que los muros no reflejan a primera vista.

La segunda litografía Monterey, As Seen from a House-top in the Main Plaza, fue elaborada por el capitán Daniel Powers Whiting en octubre

de 1846;164 en el detalle de su litografía, el sentido de profundidad y diferencia entre el edificio municipal y las tiendas de la Santísima lo proporciona la ban-queta del edificio municipal.

Cabe señalar que tanto Vinton como Whi-ting, realizaron sus respectivas litografías en el mis-mo mes y lugar; una no es copia de otra, son traba-jos personales que buscaron retratar la realidad de la plaza principal de la ciudad de Monterrey.

De sobra sabemos que el actual espacio cultural, además de haberse ocupado como el si-tio político-administrativo por excelencia, también compartió lindes con actividades económicas co-bijando bajo su techo, vendimias de carne y otros productos alimenticios. Súmese a ellos un espacio que por más de 172 años permaneció en el olvido, casas que permitieron con sus rentas mantener ilu-minados al Santísimo Sacramento tanto de la igle-sia parroquial como del convento de San Andrés, cumpliendo Martín de Zavala con un compromiso moral y religioso.

Detalle de la Plaza Monterrey. John R. Vinton, 1846.

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CAPÍTULO IVLas Casas Consistoriales en la alborada de un nuevo siglo y un

nuevo gobierno

El ingeniero Antonio Salas y su plano para las nuevas Casas Consistoriales

El silencio que se mantuvo sobre las Casas Reales a finales del siglo XVIII, se mantuvo por algunos años a principios del siglo XIX, uno esperaría que dicho silencio fuera el resultado de un mantenimien-to permanente del edificio pero no era así, lo que se mantenía era su detrimento; pero la paciente espe-ra o inquietante desesperación, hizo que en 1814 el Cabildo solicitara dinero para reparar y mantener el edificio de Ayuntamiento, acordándose en julio su compostura, “no dando más tiempo de espera por amenazar ruina, si no se reparan prontamente”.165 Pasarían algunos días para decidirse la forma de re-unir el dinero necesario, el Cabildo determinó que se citara a los vecinos pudientes de la ciudad para invitarlos a contribuir al reparo del edificio.166 Tal parece que lograron la generosidad de algunos veci-nos, pues en enero de 1815 se comisionaba a Ignacio Martínez “para la compra de maderas que se nece-sitan para compostura o reedificación de las Casas Consistoriales”.167 Así lo hizo dos meses después, pues anunciaba que ya tenía “hecha la compra de la madera para la reedificación o compostura de las ca-sas consistoriales”.168 Algo debió repararse, más no lo suficiente, una queja que hace el Cabildo ocho meses después, permite conocer sus condiciones, que a todas luces mantenían un estado lastimoso a tal grado que hasta puntales había para evitar la caída de los techos.

[…] es manifiesta a todas luces a dar princi-pio a las casas Consistoriales que están bien indecentes para la representación que co-rresponde, y mas en una capital cabecera de las cuatro Provincias y del Obispado, pues

están reducidas a una sala baja de acuerdos, y dos piezas que se ocupan con el archivo de gobierno y Alcalde Ordinario y en tan fatal estado que habiéndose arruinado los techos, a pesar de los Puntales que tenían mucho tiempo ha, en ahorro de gastos, ha sido in-dispensable poner a cubierto en la citada sala, todo el Archivo, mientras se compo-nen, lo que se está verificando actualmente, y se remitirá a Vuestra Señoría, con oportu-nidad en la cuenta próxima, la de los preci-sos gastos que ha sido indispensable invertir por lo pronto = La escasez de los fondos, como de las mismas cuentas se demuestra hay existentes, no permite, es verdad, la construcción de unas Casas Consistoriales propias a esta capital; pero, dando principio, por lo menos se adelantará y tomará dentro de poco el estado de que sean susceptibles en las actuales circunstancias.169

Las constantes composturas que había sufrido el edificio hacían necesario considerar una nueva construcción, pues los arreglos se hacían sobre ajus-tes anteriores. El edificio dejaba de ofrecer la seguri-dad necesaria para las juntas de Cabildo y daba una imagen de poco respeto a la población. El Cabildo resolvió cambiar esa imagen en mayo de 1818.

[…] la total ruina en que se hallan las dos piezas que sirven de casas reales, y la gran-de necesidad que hay de construir nuevas para ahorrar los gastos que se están hacien-do en reparar aquellas, con otras muchas consideraciones que se tuvieron presentes, en consecuencia expusieron haberlo hecho todo presente al Señor Comandante General quien está de acuerdo en que se formalice el

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expediente respectivo mandándose hacer el plan que debe acompañarle para la aproba-ción de la Superioridad a donde deberá ocu-rrirse por el conducto del Señor Intendente en virtud de todo acordaron nombrar para ello al ingeniero don Antonio Salas quien compareció en su persona e instruido de las ideas de esta Corporación quedó de verifi-carlo previo reconocimiento del terreno a que concurrirán con el Señor Regidor don Juan de Arispe (Arizpe) y Síndico Procura-dor General quedando dicho Señor Regidor entendido de acordar con el ingeniero cuan-to conduzca al intento.170

El nombramiento que se le dio al ingeniero Antonio Salas para hacer un plan de las nuevas Casas Reales fue aceptado por éste último, quien acordó recono-cer el terreno y dar un dictamen. En junio de ese año, el ingeniero Antonio Salas entregaba el plano para una nueva construcción de casas consistoria-les, “el que visto acordaron se custodie en un cañón de hoja de lata que se hará al intento, y por lo que respecta a la gratificación u honorario que deba dar-se al ingeniero el mismo Señor Regidor averiguará cual sea la que corresponde”.171 A los pocos días, se resolvió pagarle por sus servicios 200 pesos.172 Y en tanto recibía su pago también se alistaba para sa-lir de Monterrey por orden de la superioridad, por lo que el regidor Juan de Arispe trataba de hacer lo posible por hacerlo regresar, pues ya había empren-dido la marcha.

Y continuar en ella por lo menos el tiempo necesario para dar principios a la construc-ción de las Casas Reales, tanto por los co-nocimientos que tiene, como por haber él mismo formado el prospecto de ellas, siendo al cargo de esta Ciudad cuidar de su persona y conducta con otras varias razones que al intento expuso.173

¿Cuál fue la razón por la que Antonio Salas tuvo que salir del Reino? Y ¿Por qué habría de cuidar Juan de Arispe a Antonio Salas y su conducta? Difícil saberlo, pero al año siguiente (1819) “se permite la construcción de las Casas Consistoriales del Ayun-tamiento de Monterrey”,174 pero la edificación no se realizó.

El triunfo de la Independencia en 1821, hizo que fuerzas armadas (la milicia nacional) se acuarte-laran el 5 de noviembre de ese año en la pieza exte-rior de las Casas Consistoriales.175 Escenario donde días después se juraría la proclamación de Indepen-dencia del imperio mexicano.

El cambio político se reflejaría en el edificio mismo, en marzo de 1822, José Ángel Zambrano es-taría pintando un lienzo con las Armas Imperiales para las casas consistoriales, recibiendo 31 pesos por la hechura.176 No sin antes borrar las armas de España que estaban en la portada de la cárcel.177 En 1824 las autoridades municipales realizaron la compra de las antiguas tiendas del Santísimo, con esa adquisición, el edificio crecería.178 Inicialmente adquiridas para agrandar la cárcel, un año después les encontraron un nuevo destino, el de emprender en ese sitio una obra necesaria: la Alhóndiga, ubica-da a “espaldas de la casa de alto que está contigua a esta cárcel (Tiendas del Santísimo) y se fabrique con la brevedad posible, así lo exige el ornato y utilidad de la ciudad”.179 También se aprobó en octubre 15, el “mapa o diseño formado por el extranjero Juan de Salas, que presenta el mismo Ayuntamiento para la construcción de cárcel y casas consistoriales”.180 Del plano se apuntó que estaba “persuadido según el presupuesto que manifiesta el Mapa, necesitar algunos años y de bastantes miles para ponerlo en práctica en toda su extensión”. Es interesante que en ese año se hiciera una brevísima relación de los espacios que estaban contemplados en el plano, a saber, “salas capitulares, cárcel pública, habitación para los Supremos Poderes del Estado y otros esta-blecimientos útiles a sus fondos, como los portales del Mercado, posito y demás que contiene de mu-cha utilidad y ornato”.181

A pesar de estos buenos deseos, las casas consistoriales no se construyeron.182

Dos años después, en octubre de 1827, se empedraron y blanquearon las casas consistoriales y la cárcel, ocupando para ello un maestro, con un presupuesto de 24 pesos.183 El arreglo o modifica-ción de un cuarto no implicaba únicamente la co-modidad de quien lo iba a usar o la conservación simple y llana del edificio, implicaba considerar la seguridad tanto del exterior como del interior, abrir

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una ventana o cambiar una puerta era tema que había que reflexionar en muchas ocasiones, el as-pecto utilitario estaba por encima del estético. Así lo manifestó José Onofre Tobar en carta enviada al procurador José Alejandro de Uro el 1 de marzo de 1828, que a la letra dice:

Sr. Procurador C. José Alexandro de Uro: Muy señor mío me han informado que el cuarto que esta contiguo a la cocina se está componiendo para la habitación del Alcalde y hallándome en posesión de esta plaza, se me hace de necesidad patentizarle lo inse-guro que se halla dicho cuarto, que así por la comunicación indispensable con las pre-sas de la cocina, como la que le queda con la puerta que se le abrió al calabozo para el referido cuarto; de lo que resulta que de una pronta defensa, o bien por algún asalto de los presos o auxilio que pida la justicia o cuan-do me es preciso comparecer en el oficio al llamado de un alcalde, no puede uno dejar su […] con la seguridad correspondiente, así de armas como los demás muebles que ten-go a mi responsabilidad, por lo que suplico a V. interponga su respeto para que mani-festándoselo al ilustre ayuntamiento, se sirva mandar condenar la puerta que cae para la cocina y que se ponga para la calle y cambiar la de rejas que queda para la plaza en dicho cuarto. José Onofre Tobar.184

La solicitud de José Onofre fue aceptada. En mayo comenzaron “a arrimar materiales para la construc-ción de las piezas que se han de hacer a espaldas de las casas consistoriales”.185 Las Casas Consistoriales fueron adquiriendo los símbolos de la nueva nación, ya se habían borrado las Armas de España y puestas las del Imperio Mexicano, luego cambiarían por el cambio igualmente político. En septiembre de 1829 se encargó una bandera o Pabellón Nacional para las Casas consistoriales.186

En ese año, durante el mes de noviembre se vuelve a referir el reducido tamaño de las casas consistoriales.187 Al año siguiente, en agosto, se am-pliaron “las casas consistoriales y demás piezas de que se compone”.188

En enero de 1831 se presentó un presupuesto del “costo de un torreón en las azoteas de la cárcel para resguardo del centinela”.189 Al no llevarse a cabo, en julio se quejan “por los muchos males que se experimenta sufren los soldados haciendo custo-dia sobre las casas consistoriales por no haber un torreón”,190 por lo que se pide construirlo ¿Qué su-cedió con el torreón que desde el siglo XVII existía? Cayó en la inundación de 1752. La queja tuvo efec-to, ya que en agosto se aprobó el gasto para la cons-trucción del torreón “sobre las azoteas de la cárcel para guardarle al centinela del sol y las lluvias”.191

En septiembre de ese año, el espacio de las casas consistoriales comienza a transformarse, se da noticia de la construcción de una nueva pieza al Norte de ellas,192 al poco tiempo se alquiló,193 y en octubre se generaban las primeras rentas.194 Aunque lenta, la obra prosiguió y en diciembre de 1835 se re-cibían un millar de tabletas para la continuación de la obra de las casas consistoriales,195 además de otros materiales que se recibieron a lo largo de ese mismo año.196 Al mismo tiempo, se estaban construyendo unos portales, al poniente del edificio, lamentándo-se en abril de 1836 la suspensión de los trabajos: “Se ha hecho notable a este gobierno la paralización de la obra comenzada a espaldas de las casas consis-toriales que mira a la plazuela del Mercado, la que a mas de ceder en ornato de la ciudad debe prestar considerable utilidad del fondo municipal”.197

La obra de los portales se realizó al ponien-te, y se buscó arreglar los espacios del Norte; en junio se esperaba la contratación de un sobrestante para la continuación de la dicha obra de los portales así como para demoler las cocinas que existían en el Norte.198 Se hizo la observación de que “los pilares de los portales de la plazuela trazados para altos y de que de ello son capaces, se construyan éstos sobre aquellos por parecer así conveniente”.199

Ya desde marzo de ese año se había inten-tado la contrata de maestro de obras, se propuso a Cristóbal Sánchez, “en razón de que por falta de un Arquitecto es quien tiene bastantes conocimientos para ello pues en otros años que ha sido empleado municipal ha corrido con dicha dirección”.200 No hubo acuerdos en los sueldos, por lo que la Comi-

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sión solicitó se buscase “otro individuo inteligente cuyo honorario sea menos gravoso a la Ciudad”.201

La obra debió llevar buena marcha pues ha-cia 1841, ya se habían encargado al carretero Ignacio González, 40 carretas de laja para las banquetas de las casas consistoriales,202 Estos arreglos se lograban en parte, por los cobros generados por la renta de los locales de los portales del Palacio.

Ya para 1843, los portales del Poniente esta-ban terminados, pues en ese año, José María Boca-negra rentaba por ocho años “la pieza zaguán que se halla bajo de los portales de las Casas Consistoriales por el rumbo de poniente, sita en la Plazuela de la ciudad”.203 Estas piezas coexistieron a la par con un comercio semifijo que se ubicó en la parte Poniente y Norte de las Casas Consistoriales, estos espacios que en sí constituían un solo núcleo, con el tiempo se distinguieron en dos espacios: La plaza del Mer-cado y la plazuela de los “Caxones”.

La plaza del Mercado y la plazuela de los “Caxones”

El origen de estos espacios se remonta al gobierno de don Simón de Herrera y Leyva, cuando permi-tió el establecimiento de productos comestibles en lo que antiguamente fue la huerta de las Casas Consistoriales, espacio que todavía se observa en el plano de 1791, pero que en el plano levantado por Crouset en 1798 ha desaparecido, mostrándose en cambio, un nuevo espacio definido como Plaza del Mercado.

No deja de ser interesante que el espacio para mercado esté plenamente delimitado. ¿Hasta qué punto habrá ocupado parte del espacio del ac-tual edificio aquél viejo mercado? ¿Realmente habrá ocupado parte del patio y ala poniente de lo que fue el Palacio Municipal? El plano pareciera decirnos que no, y el hecho de que se mencione la presencia de la plaza del Mercado atrás de las Casas consisto-riales no implica necesariamente que estuviera tan cercana. La plaza del Mercado fue conocida años después como plaza del Comercio.204

A esta plaza hay que agregar una más pe-queña que se encontraba al Norte del edificio muni-cipal, era conocida como “plazuela de los Caxones”,

por haber en ella, este tipo de estructuras de madera donde se vendían productos diversos, aunque tuvo como principal vocación, la venta de alimentos.

Las dimensiones de los cajones tanto en la plaza del Mercado como en la plazuela de los Ca-jones no eran homogéneas para todos; sin embargo, a manera de ejemplo, proporcionamos las medidas que tenía el cajón de Justo Cárdenas, quien pedía permiso en mayo de 1836 para colocar su cajón en la esquina de la plazuela. Señalaba que su cajón de madera medía 6 ½ varas de largo por 5 ½ de ancho (5.42 m de largo x 4.58 m de ancho).205 El permiso, por cierto, le fue concedido. Debía colocarlo “con el frente principal a la calle del Comercio del Norte”, es decir, en la “plazuela de los Caxones”, sitio que desde 1816 se encontraba empedrado.206

Esta plazuela ya contaba hacia 1825, con unos portales de madera que daban abrigo a los vendedores, su estructura no era del todo adecuada, tenía goteras y el encargado del piso temía que “con el tiempo pueden deteriorarse los Portales de los Cajones por las muchas goteras que en tiempo de aguas tienen”.207 Avisado el Municipio, se procuró su arreglo.

La plazuela tenía en 1826, seis cajones, cua-tro de ellos eran de madera y vendían productos di-versos, uno mas era el de una cocina, perteneciente a Paula de los Santos, mejor conocida como tía Pau-la, el último era el cuarto del Santísimo. Su distribu-ción a lo largo de aquél antiguo callejón (de oriente a poniente) era la siguiente: al frente de la Plaza de Armas y lindando al sur con el Ayuntamiento y cár-cel, estaba la “casa que se conocía por del Santísi-mo” o “Divinismo”, una cocina “que queda a sus espaldas” y en seguida el piso de la Plazuela con sus cuatro cajones.208

En 1832, el Ayuntamiento aprobó destruir algunos de los cajones de la plaza del Mercado, “puesto que los que los ocupaban los (han) dejado, a excepción de uno que se haya en una de sus es-quinas teniendo necesidad de echarse mano de los materiales de que se forman dichos cajones para la continuación de la obra que se está levantando”.209 Un día después se confirma la orden ya que “con-duce al mejor comercio de las tiendas concluidas y hermosura de la referida plaza”.210 El cajón portátil

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de madera que se mencionó como el único ocupado pertenecía a Juan Treviño, quien lo había comprado a Gabino Arámbula, éste último lo había colocado en uno de los cabezales de los portales que entonces había en la plazuela.

Sin embargo, Juan Treviño refiere en febrero de 1833, que estos portales del Mercado ya se habían destruido, quedando su cajón aislado en la plazuela “sin punto fijo de apoyo, porque en la parte que se ha puesto hay varios reclamos por los comerciantes e inquilinos de la ciudad y aun antes se haya intere-sado ponerse su punto donde no es de comercio y el propietario se haya resistido”.211

La suerte que corrieron los portales que ha-bía en la plazuela a cuyo cabezal se hallaba el cajón portátil (eran) contrarios al ornato y decencia de la plazuela, se mandaron quitar de ella por acuerdo de esa Corporación […] claro es que debe suceder lo mismo con el cajón citado que era accesorio a los portales dichos.212

No obstante la decisión del Ayuntamiento, Juan de Treviño hizo un último intento por conservar su cajón el 18 de febrero de 1833.

[…] hace mas de un año que con el fin de promover un corto fijo de tendajo para sub-venir a los gastos de mi crecida familia com-pré al ciudadano Gabino Arámbula con gra-ve sacrificio de mis cortos haberes un cajón de madera movible colocado en la plazuela principal de esta ciudad, en la cantidad de ciento veinte pesos que con su respectiva compostura asciende a doscientos bajo el firme concepto y seguridad de tener permi-so de subsistir en dicho sitio, único en que puede ser valioso dicho cajón […] pero hará cerca de un mes que repentinamente se me previno por uno de los señores alcaldes que lo quitase y desocupase el lugar en que es-taba, semejante despojo que va a privarme de las comodidades bajo las cuales compré dicho mueble, lo he reclamado por repeti-das veces sin efecto ninguno, habiéndoseme designado últimamente horas para su tras-lación: una medida tan gravosa que de un golpe me priva del capital invertido en dicho

mueble sin concedérseme la indemnización que justamente corresponde a un ciudadano honrado que acaba de contribuir al présta-mo forzoso y que siempre ha hecho todas las cargas concejiles onerosas.213

Añade que si no es posible contar con su cajón, se le proporcione una pieza del Ayuntamiento para arren-darla. En marzo de ese año, Juan Treviño se queja nuevamente del despojo de su cajón que fue remo-vido a otro sitio que no se menciona. Finalmente el cajón fue avaluado para indemnizar a Treviño.214

Con la demolición de los cajones comercia-les, la destrucción de las cocinas del lado Norte era inminente, todavía prestaban servicio en 1835 cuan-do las “mesas de vendimia” situadas en la plaza fue-ron mandadas al lugar donde las dichas cocinas se encontraban.215 Al año siguiente, con la intención de terminar los portales que se estaban levantando en la plaza del comercio, se determinó la destrucción de las cocinas de la plazuela de los Cajones.216 La tía Paula, con el resto de las vendedoras de alimentos, debieron mudarse en ese año. Aunque sin duda re-gresaron, pues hay constancia de que por muchos años más, el lugar continuaba con la venta de ali-mentos.

Además de los locales establecidos, la plaza del Mercado y “parajes que ocupan en el callejón de la plaza a la plazuela (de los Cajones) por el lado del norte de las casas consistoriales”, contaban con puestos semifijos o móviles donde ofrecían sus ven-dimias, éstos solían poner sombras de brin; y tanto vendimias como sombras, debían ser retiradas en la noche, al toque de queda, para dejar limpio el sitio para los paseantes, agregando que dichas sombras “no han de ponerse de ninguna manera junto a las paredes de las plazas de la ciudad; y mucho menos a las de propiedad de particulares”.217 Esta última proposición se reafirmó un año después.218 En la realidad, muchas de estas sombras se pegaron a los muros incluso del Palacio Municipal.

En ocasiones, los que contaban con un lo-cal (de los que rentaban al Ayuntamiento), sentían menguados sus intereses por la cercanía de puestos móviles, como ocurrió en 1835 con el señor Quiroz quien “hizo presente (al Ayuntamiento) no conve-nir a sus intereses que el cajón de don Juan Reyes

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continúe donde está, que aumenta dos pesos mas de renta porque se le deje desembarazado el punto”.219 Aceptaron su petición y acordaron que “Reyes le-vante su cajón a donde tiene su tendajo o lo ponga en otro punto avisando previamente donde sea, dán-dosele término para verificarlo el último del presente mes previa la manifestación de sus títulos”.220 Al en-terarse Juan Napoleón Reyes de lo anterior, ofreció “nueve pesos mas de renta de la pieza”.221 Se le con-sideró y no fue retirado. Este no era un caso único, En 15 de noviembre de 1841, los comerciantes arren-datarios de los portales solicitaban la desocupación de éstos por los revendedores;222 además pedían se les rebajara la renta de sus tiendas, en virtud de la decadencia en que se encontraba el comercio.223

Como sitio público, no dejaba de tener de vez en cuando algún conato de violencia, generada por los límites del espacio ocupado de los comer-ciantes, por obstaculizarse y otras razones. Estas riñas, solían convertirse en entretenimiento público, y en lugar de ser detenidas, se les incitaba, como ocurrió en 1845 cuando una pelea de mujeres era vista por la gente incluyendo a un cabo y dos solda-dos que sólo se dedicaron a ver, motivo por el cual se les encarceló.224

La fondas que estaban “en las piezas que es-tán sin concluir al Norte de las casas consistoriales” provocaban tiempo atrás, algunos malestares por la escasa limpieza del sitio y arreglo del edificio; por lo que se propuso “quitar esos arrendamientos y techar dichas piezas pues que según está informado hay para ello madera mas que suficiente”.225 Se acep-tó la propuesta y se ordenó avisar a los inquilinos desalojaran el lugar para el quince de enero de 1850. Las piezas comenzadas del Norte fueron rentadas en agosto a Paconio Rojas y Fermín Rosillo “por el tiempo de la feria”.226

Del voraz incendio que consumió las Ca-sas Consistoriales en 1847

En 1845, las casas consistoriales fueron objeto de nuevos arreglos,227 terminados éstos, se mandaron blanquear.228 También se tuvo por propósito, el arreglo de algunos muebles del interior, como las bancas de la sala capitular que a fuerza de compo-

nerlas una y otra vez, ameritaban se cambiaran por unas nuevas.229 Lo mismo ocurría con el techo de las casas consistoriales, se encontraban en lamentable estado por las diarias pisadas de los soldados que hacían guardia de la cárcel, además “de la mucha suciedad que hay sobre los techos de estas casas”.230 Esta suciedad a la que se hacía referencia era que los soldados, cuando hacían su guardia, evacuaban “sus diligencias corporales con perjuicio de los te-chos, llegando a tal extremo que hasta por los cana-les ha caído los orines”.231

Con la ciudad de Monterrey en manos de los invasores norteamericanos, las casas consistoria-les sufrieron un desafortunado incendio cuyo origen es incierto, Israel Cavazos afirma que éste ocurrió en septiembre de 1846, “durante el sitio de Monte-rrey por los invasores norteamericanos”.232

Si esto fue así, no deja de ser extraño que sea hasta abril de 1847, cuando el “desgraciado suceso del incendio” es mencionado; más aún, durante todo ese mes, la mención del siniestro aparece en cada una de las sesiones cada vez que se pide re-solver algún problema sobre la construcción o re-paros de las casas consistoriales. ¿Porqué no se hizo alusión al incendio entre diciembre de 1846 y enero de 1847?, Meses en que se reportaron arreglos en una de las piezas de las casas consistoriales el 24 de diciembre de 1846.233 Tampoco hay mención alguna cuando se mandaron “cerrar las puertas de las piezas sin techar que están al norte de las casas consistoria-les” el 25 de enero de 1847.234 ¿Porqué prestaron ma-yor atención a reparaciones que sin duda se volvían obras secundarias ante el desastre de las tiendas y calabozo?. Porque el incendio no ocurrió.

¿Acaso este incendio habrá tenido lugar a fi-nales de marzo o principios de abril? Con motivo del incendio, el 10 de abril se señala que se usarían todas las rentas y pensiones a la recomposición de las Ca-sas consistoriales y que “todo el depósito de milicia lo mandó recoger el Gobernador quien dice estará siempre depositado a disposición de la Ciudad”.235 Dos días después, haciendo cuenta de los daños, se menciona que se había consumido casi la mitad del edificio, en tanto que el resto estaba ocupado con los archivos públicos, no habiendo más dónde aco-modarlos. Nuevamente se refiere que “los impues-

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tos y dichos que se cobren sean ingresados al fondo municipal para sus gastos y reposición de las tiendas portales y calabozos que se incendiaron”.236

Otro testimonio que nos hace pensar que el incendio ocurrió en abril de 1847 y no en septiembre de 1846, es que los arrendatarios afectados, hasta el mes de abril solicitaron una disminución en sus ren-tas en “razón de haber los portales menos y carecer-se de este auxilio en las intemperies de que resultará que de los que pagan piso en los días buenos no lo hagan por esta causa en los de lluvias u otros”.237 Ya días antes se había ordenado reparar con la mayor prontitud, “las paredes de las tiendas y portales para librarlos de la intemperie y enseguida se repongan los techos”.238

El 22 de abril, Martín Peña solicitó un des-cuento en la renta de su negocio por la disminución de los Portales; también se acordó ese día compo-ner “uno de los calabozos que le falta un pedazo del techo para que pueda estar la Prisión dentro de la Cárcel”. El 26 de abril nuevamente reportan que los portales continuaban destruidos.239

El regidor del Ayuntamiento Marín Pé-rez, lamentaba que los fondos no alcanzaran para arreglar “con la prontitud que se desea y que de-manda el ornato público la muy necesaria e im-portante obra de las tiendas y portales que se están trabajando”,240 menos en ese momento en que las rentas se vieron menguadas a raíz del incendio.

Todavía en agosto de 1847, Martín de la Peña patentizaba nuevamente su queja con res-pecto a “una tienda que se halla en la esquina del Norte de los Portales de la Plazuela del Comercio […] y en consecuencia del incendio que sufrió la expresada fábrica, tuve que erogar de mi bolsillo el costo de noventa y siete pesos para la recomposi-ción de dicha tienda”.241 Hacia febrero de 1848, se procuró el “acopio de madera para los armazones de las tiendas que están debajo de portales y […] techo de las dos piezas que quedan al costado al Norte de las casas consistoriales”.242 El efecto de aquél incendio se mantuvo por largo tiempo y fue elemento para referir la razón de un arreglo o una petición; un comerciante mencionaba en abril de 1848 lo siguiente:

[…] por el incendio acaecido en las casas consistoriales se ve que por estar quemados los portales, he resentido como contratista del cobro del piso de la plazuela bastante perjuicio con la mucha baja que ha sufrido el producto, que espero que ustedes tomán-dolo en consideración, se servirá moderar la renta en cincuenta pesos que pago cada mes con inclusión de ocho pesos que pago por la tienda que tengo arrendada. Las razones en que fundo mi solicitud son principalmente la carencia de los portales a causa del incen-dio.243

El último registro que hace mención del desastre es del 20 de agosto de 1848, fecha en que se procuró destinar el dinero del derecho de alcabalas a la com-pra de los materiales necesarios para “que con ellos se repusiese en parte la fábrica material de las ca-sas consistoriales casi arruinadas por el horro[ro]so incendio que pocos días antes sufrieron”.244 ¿Otro incendio en 1848? Sin duda existiría más informa-ción al respecto ¿Acaso se refiere al incendio de 1847?. No hay datos precisos de la zona quemada, sólo que las tiendas de los portales se quemaron, y en ese entonces, existían portales al Poniente y al Norte, acaso un dato que nos ubique un poco sea el que además de las tiendas de los portales también se incendiaron los calabozos y éstos, se encontraban al Norte.

Un documento gráfico elaborado el 1 de noviembre de 1846, y que da cuenta del Palacio Municipal antes del incendio de 1847, es la lito-grafía Monterey, As Seen from a House-top in the Main Plaza, del capitán Daniel Powers Whiting;245 Lo primero que se observa es que no hay indicios de incendio alguno. Bien pudiera no ser observable porque sucedió al Norte y poniente, áreas no visi-bles de la litografía.

El edificio no está a paño de la antigua tienda del Santísimo, la banqueta que se encuentra frente al Palacio Municipal muestra la diferencia en-tre uno y otro. Obsérvese el muro que corre por el Sur, no hay construcción alguna en ese lado, sólo una barda que delimita el espacio de la calle con el patio interno del edificio municipal, es importante

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recordarlo porque más adelante. Imágenes de años posteriores revelarán ese mismo muro en tanto que la fachada del edificio ha cambiado, siendo visibles los siete arcos que hoy conocemos. Este muro Sur es importante porque define la ubicación del edificio de 1846 con respecto al inmueble actual.

Al poniente, algunas construcciones dividen lo público de lo privado, es decir, la plaza del Mer-cado y el patio municipal. Ahí estaban los portales que se quemaron junto con los espacios del Norte, hay una vista de Monterrey que si bien no refleja la realidad arquitectónica de la ciudad, sí al menos define el espacio de la dicha plaza y el edificio mu-nicipal, es la View of Monterrey-from the heights south of the city, dibujada por Stephen G. Hill, del 1er. regimiento de voluntarios de Ohio en 1846. Es el único documento gráfico donde se observan los portales del poniente.

En el muro Norte, sitio donde se ubicaba la plazuela de los Cajones, justo atrás de la antigua tienda del Santísimo, está delineado otro alto muro que corre de oriente a poniente (como el muro Sur) cerrando el espacio del patio y el muro de la cárcel.

Para este año, y es muy probable que desde el periodo de gobierno de Simón de Herrera y Le-yva, el espacio de las casas consistoriales estuviera definido con respecto a la plaza del Mercado. Si anteriormente dicha plaza estuvo retraída hacia las casas consistoriales debió ser antes del ascenso del mencionado gobernador.

La ubicación que hemos ofrecido del Pa-lacio Municipal hacia 1846 ha tomado como base, la litografía levantada en ese año, y los tres testigos arquitectónicos que aluden al inmueble anterior a su transformación en 1851.

El primer testigo es el muro que se encuen-tra en la planta baja del lado Norte del edificio, bajo el corredor de los portales, casi llegando al centro del inmueble, el muro hace una escuadra que mues-tra los alcances del edificio anterior. Justo arriba de éste, en la planta alta del corredor Norte se nota di-cho desfase en la línea del muro, creando un ángulo de aproximadamente 30 grados, también es posible observarlo en el interior de la sala conocida como Corregidora.

El tercer testigo arquitectónico se encuentra al Sur del edificio. Exactamente en el corredor Sur de la planta alta, la línea del muro crea un desfase creando un ángulo de aproximadamente 30 grados, es posible observar este desajuste al interior de la sala llamada Hidalgo. Es importante considerar es-tos elementos arquitectónicos pues son los puntos de unión al momento de definirse la construcción de los portales del Norte y Sur para unirlos con el Oriente y Poniente que ya estaban levantados.

Construcción de la fachada Oriente del Palacio Municipal

Acaso el incendio haya sido motivo para reconside-rar la remodelación total del edificio municipal, des-de 1850 se estaban arreglando unas piezas al Norte del mencionado edificio al punto que en febrero de 1851 sólo faltaba techarlas.246 Sin embargo, no se hizo al momento porque en marzo se revisaron “y resultó en este reconocimiento no estar capaces los pilares de las puertas para resistir altos y por lo mismo se hace preciso tumbar las paredes en la parte bastante, y hacerse otro tanto con la pieza de la esquina a cuyo inquilino se le notificará desocupe la pieza”.247

Cinco días después, se discutió si las casas consistoriales debían ejecutarse de acuerdo al plano formado por “el extranjero don Juan Salas”,248 pla-no que por cierto, estaba en poder del “extranjero Blacayer”, debido a que el alcalde del año anterior se lo había entregado con el fin de que lo revisara e hiciera reformas si así era conveniente. El plano en cuestión no lo tenían en el archivo, pues Blacayer se encontraba en Monclova y no sabían dónde lo había dejado. Consideraron como opción el hacer uno nuevo, adecuado a las fábricas del día. Se re-solvió hacer un nuevo plano conferenciándose con Don Papias Anguiano el diseño que se tiene a la vista formado por otro arquitecto existente en esta ciudad.249

El 10 de abril de 1851, se presentó “el presu-puesto total de la construcción de los portales del frente de las casas consistoriales con inclusión de las dos piezas de la vuelta”.250 El propósito de levantar un edificio acorde a los tiempos que se estaban vi-

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Muro del corredor Norte de la planta baja del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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Muro del corredor Norte de la planta alta del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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Muro del corredor Sur de la planta alta del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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Detalle del muro del Corredor Sur de la planta alta del Museo Metropolitano de Monterrey. Enrique Tovar

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viendo comenzó a tener solidez. En 25 de abril, se aporta un dato bastante interesante, el Sr. Valdés, “presidente de la comisión encargada de presentar diseño ó plano para la construcción de la fachada de las casas consistoriales”, señaló “que de los dos (planos) que se han tenido presentes sobre la mesa, ninguno es a propósito según juicio de las persona que entienden y tienen nociones de ello”. Con esta afirmación, queda completamente descartado el uso del plano elaborado por Papias Anguiano y otro propuesto en competencia.251

Se determinó que un arquitecto hiciera “un nuevo plan, sencillo, elegante y sólido, que con-tenga siete arcos y proponga al mismo tiempo los puntos a condiciones que deben tenerse presentes por su parte para llevar a efecto el así presentado”.252 Si bien, el primer plano propuesto por Papias An-guiano fue rechazado, esto debió ir acompañado de algunos consejos para rehacerlo, pues vuelve a pre-sentar una segunda versión. En tanto, el 28 de abril, la obra de la fachada fue suspendida “porque las paredes actuales, en razón de estar sostenidas con lodo, no podrán resistir la nueva fabrica que sobre ellas debe hacerse”, sólo continuarían con el acopio de materiales para cuando pudiera continuarse nue-vamente.253

El 11 de mayo, la comisión decide que deben destruir la pared “que mira al frente de la plaza”, de acuerdo al plano propuesto por Papias Anguiano.254 A dicho plano se le hizo la siguiente observación, que siendo tres los salones que estarán sobre los portales, “estos deben construirse de la siguiente manera: Que el del centro contenga tres balcones y dos cada uno de los laterales”.255

La obra comenzó con la apertura de una zan-ja para la cimentación de “los pilares de los portales que van a construir al frente de la plaza”, a una vara de profundidad encontraron la roca madre, por lo que el comisionado en obras públicas, Jacinto Loza-no, manifestó a Papias Anguiano que era suficiente para la cimentación, sin embargo, Anguiano reco-mendó que “no obstante esa dureza, los cimientos debían profundizarse hasta dos y medio varas, para que puedan formarse las bases de otros pilares”.256 El 27 de mayo, se solicitó que personas peritas en el arte de la arquitectura hicieran “el plan bajo que

han de formarse la obra de los portales”.257 ¿Acaso el plano de Papias Anguiano sólo contemplaba los sa-lones y no los portales? Suena extraño. Todo parece indicar que el plano de Anguiano no fue utilizado, pues meses después se continúa solicitando un pla-no para los portales, como se verá adelante.

El cantero Leandro Aguilar, encargado de trabajar la piedra de los arcos de los portales, pre-sentó el 9 de junio una propuesta para “labrar y po-ner por quinientos pesos toda la piedra que sea ne-cesaria para la formación de los arcos y pilares hasta ponerse en estado de recibir los entresuelos”.258 Su propuesta fue aceptada el 16 de junio y ese mismo se presentó queja de que “Papias Anguiano no cumple con el deber que se contrajo”, por lo que decidieron cesarlo de sus funciones a partir del 17 de junio.259 En tanto realizaba el maestro Aguilar el trabajo de cantería para el cual había sido contratado, le inte-resó rentar una tienda que se estaba terminado al frente del palacio municipal, por lo que la solicitó en cuanto se acabara,260 ésta tienda la rentaba Ramón Quiroz antes que fuese tumbada.261

En 18 de agosto acordaron pintar los porta-les de la plazuela siempre y cuando no sea blanco.262 La actividad laboral en el palacio municipal conti-nuó sin parar hasta la conclusión de la armazón de la tienda del lado norte el 3 de noviembre, sin em-bargo, dicha armazón se mojó con las lluvias de días anteriores, “sufriendo por lo mismo bastante dete-rioro, y que por ponerla en buen estado de servicio pide 20 pesos el carpintero que la hizo”.263 Se aceptó darle sólo la mitad, pues el carpintero fue culpable del deterioro.

El año de 1852 inicia como un periodo de constante labor para la terminación de la fachada del palacio municipal. El 5 de enero, nuevamente se hace un llamado de atención a la falta del pla-no de “la posición que guardan los portales que se están construyendo al frente”.264 El 16 de enero se presentan “las bases que deben preceder a la forma-ción del plano sobre que ha de continuarse la obra del palacio municipal”.265 El 19 de enero la comisión de obras publicas presentó “un diseño de la fachada que ha llevar el palacio municipal, se reservó resol-verse si se adopta o no”.266 En 9 de febrero Papias Anguiano había presentado nuevas proposiciones

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de los planos que había formado de los portales.267 El 12 de febrero se aceptan los planos de Anguiano y se le señalan los puntos que a los que debe su-jetarse para “recibir la dirección de la obra” de las casas consistoriales.268 Un mes después, el día 15, a Norberto Zambrano se le acepta su propuesta para pintar la techumbre del palacio municipal,269 las condiciones bajo las cuales realizaría el trabajo se le dieron tres días después:

1ª. La vara de techumbre en la cual se co-locarán tres vigas, esto es, triple número de vigas al de varas que tenga la techumbre, se […] pagará a trece pesos cuatro reales, a ex-cepción de las piezas que tengan menos de cinco varas de ancho, que se contratarán por separado. 2ª. Las vigas tendrán once pulga-das de alto y cuatro de grueso y llevarán em-butidas en la pared, una tercia de cada lado a lo menos. 3ª. Las soleras serán lisas, bien enclavadas y tendrán una se[…]na de ancho y tres pulgadas de grueso. 4ª. La tableta que será cuando menos de tres cuartos de pulga-da de grueso, se asegurará con clavazón de fierro de las vigas. 5ª. Toda la madera será de la mejor clase. 6ª. El contratista recibirá en los últimos días del mes entrante trescientos pesos […] 7ª. La conducción de madera de la casa del contratista a la obra será por cuenta de la ciudad.270

Hacia el 21 de junio, los dineros no son suficientes para sostener la obra, se acordó suspenderlos, “a ex-cepción únicamente de la labradura de las piedras de la cornisa del portal del palacio Municipal”. 271 Esta situación no duró mucho tiempo, para el 8 de julio, se reanudarían los trabajos del palacio muni-cipal, quedando sólo determinar si habría director y sobrestante de la obra;272 el 12 de julio se decidió que sí eran necesarios.

[…] funciones incompatibles para servirse por una misma persona, pues que las prime-ras solo puede llevarlas el que formó el plano adjuntado y puesto ya en planta, porque de lo contrario cree el Presidente, Comisión y Síndicos que por lo mismo y sin perjuicio de las providencias dictadas, sólo puede ser-lo Don Papias Anguiano, y Sobrestante Don

Juan N. García resultando de aquí la venta-ja, de que la obra, pueda caminar bien.273

Cobraría el primero 35 pesos mensuales, en tanto que el segundo solamente 25 pesos. Los gastos ge-nerados por la obra del palacio municipal mengua-ron sus caudales, éstos comenzaron a escasear y el 25 de octubre se propuso vender “los sitios de China y se haga otro tanto con los sitios y Caballerías que están en la Boca del río San Juan” para continuar solventando el trabajo. Mientras tanto, la pared del frente y fachada del palacio se estaba rebajando su espesor.274 El motivo de la venta de los sitios era que la venta de aguas no alcanzaban a cubrir los gastos de la construcción del palacio, así como no eran su-ficientes los productos ordinarios para cubrir la lista de empleados municipales, por lo que temían se de-tuviera la obra y se perdiera lo invertido en materia-les y trabajo.275 No hay datos que mención la venta de los sitios y el resto del año no registra arreglos en el palacio, sino hasta el año siguiente cuando el 10 de febrero se presentaron varios diseños de bal-cón.276 Los diseños para la construcción del balcón de hierro pertenecían a los artesanos Gregorio Vega y señor Rivier;277 al final, el contrato se celebró con Gregorio Vega.

Primero. El Señor Vega se compromete a hacer el balcón referido según el diseño que tiene presentado á la Muy Y. Corporación a razón de diez y nueve pesos vara, agregán-dose además las perillas que deben ser de bronce según el diseño que tiene presentado también por separado con dos almenas, una en cada esquina del balcón, siendo por su cuenta todo el material que se necesite para dicha obra= Segundo. Se compromete así mismo que la obra estará concluida y puesta en su respectivo lugar para el día 15 de Julio del presente año= Tercero. La Comisión se compromete á darle al Señor Vega PAGINA 04 de pronto cien pesos, el importe del fie-rro cuando el mismo Señor Vega lo pida, y el resto le será entregado á la conclusión de la obra.= Cuarto. La comisión le ofrece ayu-darle con la prisión al acarreo y postura del balcón= Este contrato á fin de que sea escru-pulosamente observado acordaron ambas

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partes contratantes se extendiese por dupli-cado y firmándola por ambos para constan-cia =Monterrey Febrero 28 de 1853.278

En marzo, Santiago Rivier, hijo, se comprometió el 7 de marzo a entregar algunas puertas para el palacio municipal,279 y el 14 de ese mes se presentó el dise-ño “de la cúpula que debe llevar al frente el Palacio municipal con las Armas de la ciudad”.280 El 11 de abril, la comisión decide contratar a Papias Anguia-no “la hechura de la Cúpula que en el frontis ha de

llevar el palacio Municipal conforme al diseño que este tiene presentado al cual deberá agregársele la asta bandera”.281 El 25 de abril se formaliza la con-trata de Anguiano y al mismo tiempo la contratación de Manuel Olivares, vecino de Cadereyta Jiménez, para hacer seis puertas para la obra del palacio.282 El 15 de julio existía un compromiso formal por colocar la herrería que circundaría el segundo piso. Efecti-vamente, fue colocada y al centro de ella, la leyenda: “M. Y. A. 1853”.283

Fachada del Palacio Municipal. 1867 aproximadamente.

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En ese mes, después de verse algunos di-seños para la pintura del Palacio presentados por distintos artesanos, se eligió el de Papias Anguia-no como el más idóneo, se le pagarían 300 pesos y debía estar concluido el 1 de septiembre.284 Día en que seguramente se da por terminada la obra de la fachada del Palacio Municipal. Ese día, el periódico oficial del Gobierno del Estado publicó un artículo sobre el prendido de los faroles de la plaza principal (Zaragoza).

Plaza Principal.- Magnífico y sorprendente estuvo este lugar de recreación el domin-go por la noche (29 de agosto) con motivo de haber estrenado su nuevo alumbrado, a cuyo acto asistió una numerosa concurren-cia. Consiste esta mejora en treinta y dos faroles de un tamaño regular, colocados simétricamente en pies derechos, de fierro, pintados de verde, los cuales arrojan la luz suficiente para presentar a golpe de vista el nuevo y elegante ser que el Gobierno ha dado a la plaza principal con la conclusión de la interesante fachada del Palacio de Ayuntamiento […].285

Por otra parte, en 1856, José Sotero Noriega se refie-re al edificio del Palacio Municipal como:

[…] el único que indica el principio del buen gusto, presentando la parte que mira a la pla-za mayor una vista agradable por la simetría y buen compartimiento de su fachada; quí-tale algo de su hermosura el desmesurado espesor de las columnas de la portalería que forma el primer piso, si no es de una cons-trucción verdaderamente artística, no carece de belleza, y el todo forma juntamente con una casa particular de que más adelante ha-blaremos, el principal y más notable orna-mento de la plaza mayor.286

Los deseos de la Comisión con respecto a las ca-racterísticas formales del edificio se cumplieron. Al exterior, los portales se hicieron con los siete arcos solicitados y en los altos, tres salones, el central más grande que los laterales, además, se cumplió con la petición de hacer siete balcones que se distribuye-ron de la siguiente manera: los tres centrales para el salón medio principal y dos balcones para cada

salón lateral. Además del remate con las Armas de la ciudad de Monterrey y el asta bandera.

El Plano de la ciudad de Monterrey y sus egi-dos, de Isidoro Epstein, publicado en 1865, lleva en su esquina inferior izquierda, una imagen que tituló como Plaza de Zaragoza, Palacio Municipal y Cerro de la Mitra, en ella se observa la fachada del Palacio como se ha descrito líneas arriba. Interesa más aún que en la esquina Sur-oriente, atrás de los portales, se levantó un segundo nivel con tres ventanas o balcones y abajo se abrieron tres puertas. Es igual-mente interesante que la barda Sur que delimitaba el patio del palacio con la calle siga siendo la misma que se observa en la litografía de 1846. Elemento arquitectónico fundamental para ubicar al edificio que existía en ese año.

Construcción de los Bajos del Sur y Norte

Buscando darle simetría al resto del edificio, el 9 de enero de 1854 se consideró “necesario la destrucción de las paredes que existen por la parte del Sur en la pieza que se está construyendo y por razón de utili-dad y conveniencia hacer más piezas que las fabri-cadas al Norte hasta igualar esta línea”.287 El resto del año no hay más arreglos al edificio. El año si-guiente sucede lo mismo, apenas arreglos menores, como la hechura nueve varas tres cuartos de caños para los portales del Palacio.288

Si a Papias Anguiano se le debe la fachada principal del Palacio Municipal, debe mencionarse que fue un tanto irregular en su trabajo, lo mismo sucedió cuando estaba encargado de los empedra-dos en febrero de 1857, siendo dado de baja como director por el presidente de la comisión de obras públicas “porque no hacía nada y por no creerlo tan capaz como a don Antonio Lanfranco, a quien pro-pone se nombre para que lo sustituya”. Agregando que “se la ha confiado al preso Pozuelos que es algo inteligente, ofreciéndole por ello dos reales por el día que trabaje”.289

En los documentos se observa un largo pe-riodo donde el inmueble deja de ser intervenido, no son mencionados ni siquiera arreglos menores. Existe una fotografía que se presume podría ser de

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Palacio Municipal hacia 1880.

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1867,290 difícil precisarlo, pero lo valioso del docu-mento reside en que apenas es visible la planta baja con unas puertas a la calle por el lado Sur del Palacio Municipal. No se advierte modificación alguna más que lo mencionado.

Este largo periodo se rompe en enero de 1872, cuando se retomaron las reformas del edificio.

Ciudadanos Capitulares= Habiendo cam-biado la prisión la Cárcel nueva que está en obra, hemos creído los que suscribimos que deben utilizarse los bajos de este palacio en tiendas amplias y cómodas, y para esto es indispensable hacer las reformas siguientes: Abriremos arcos al sur y norte del edificio, para que tenga portaleria por los cuatro la-dos, pudiendo servir estos para un pequeño Parián que tanto se necesita en este centro tan poblado de la Ciudad: cimentar bien el edificio, nivelar algunos techos, convertir en tiendas las piezas que ahora sirvan de cala-bozos, para que en todo tiempo pueda con-tinuarse la obra sin ningún obstáculo: abrir las puertas de, dichas tiendas una en frente de cada arco de la, portaleria, trabajo indis-pensable para la simetría, vista y sujetar el edificio las reglas de arquitectura y trazar las escaleras en los puntos donde deben estar, por estar incapaz la que sirve provisional-mente.291

Se autorizó la modificación de los bajos del Sur y Norte. Los trabajos comenzaron y llegaron al punto de faltar el techado de las piezas del Sur.292

En septiembre de 1877 se blanquearon las piezas bajas del Palacio y se terraplenaron “algu-nas partes de los suelos de los portales, aunque sea con tierra de corte de sillar”. Por otra parte, se manifestó el ciudadano Juan B. González contra “la existencia de meaderos en el patio de este pa-lacio”, propuso la compra de “una tina y colocarla en uno de los cuartos de la escalera en que puedan satisfacerse las necesidades particulares y mandar destruir aquellos multando a los que lo hagan en el patio referido”. Al mismo tiempo se prohibió la en-trada de los caballos al patio.293 Ninguna de las dos se obedeció, pues tres años después se reiteraban las prohibiciones.

Primera.- No se permitirá bajo motivo ni pretexto alguno, que empleados ó particula-res de la categoría que fueren, introduzcan al patio de este Palacio Municipal, caballos ni otros animales. Segunda.- Se prohíbe igual-mente orinarse en el patio antes indicado, bajo la multa de cinco pesos, para evitar los males que produce en las paredes.294

Construcción de los Altos del Norte

En 1879 se presenta el presupuesto de los altos del ala Norte del Palacio Municipal, es a partir de esta fecha en que se inician los trabajos para darle la for-ma definitiva al edificio municipal.

Presupuesto que contiene la construcción de veinticuatro varas de finca de un salón al norte del Palacio Municipal con cuatro puertas al frente como ya están designadas, cuatro al sur correspondiendo con las ante-riores y otra en el tabique del Poniente, sien-do las paredes dobles de buen material, con techo y entresuelo, arquitrabes, friso y cor-nisa según el orden que lleva, siendo corrido el balaustre hasta el extremo del poniente de dicho salón con sus almenas correspondien-tes, enjarrado éste por dentro y fuera, bajar los enjarres del balcón, echar el suelo con un cordón de piedra azul, labrado de plano, colocado a la línea de la base de los pilares por fuera, teniendo ya que poner la made-ra de techo de veintitrés varas, que será de entregar y recibir, no siendo pasmada ni po-drida, y todos los materiales de albañilería, a excepción de puertas y canales, las que se me darán para colocarlas, todo lo expuesto lo hago por la cantidad de mil novecientos setenta y cinco pesos, además me obligo a poner unos adornos en una puerta interior de dicha obra por la cantidad expresada. Monterrey, el 4 de marzo de 1879. Antonio Salazar.295

Además de la construcción de los altos, se presentó el presupuesto para “la construcción de un corredor que se quiere hacer en los altos del lado del Norte”; el cual constaba de lo siguiente:

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[…] un tabique con una puerta en el Po-niente, de veinticuatro varas de largo con tres arcos, dos colgantes y un arco chico en el centro y otro arco en el extremo del Po-niente con techo y entresuelo, engarrado todo por dentro y el frente del patio hasta abajo, poniendo yo la madera de diecisiete varas de techo, de entregar y recibir y que no han de estar podridas ni pasmadas y todos los materiales de albañilería, exceptuando las puertas que se me darán. Lo hago todo por la cantidad de ochocientos noventa pe-sos. Monterrey, marzo 4 de 1879. Antonio Salazar.296

Ambos presupuestos fueron aceptados y dados a contrato al albañil Antonio Salazar, en agosto de ese año la obra estaba muy avanzada, por lo que el ciudadano “Flores presentó un presupuesto de las puertas del Salón del lado Sur de este Palacio y demás que está para concluir el maestro contratista Salazar, suscrito por el carpintero Nazario Reina”.297 Esta conclusión de obra debe referirse a la planta baja del lado Sur del Palacio Municipal, y aunque se reservó su presupuesto para ver otros, ya no se precisa más adelante si lo realizó o no.

En noviembre de ese año, el trabajo de cons-trucción estaba concluido,298 y un perito de nombre Abraham de la Garza, ingeniero de artes y manufac-turas con especialidad mecánica, fue llamado para evaluar la obra el 20 de diciembre de 1879.

Habiendo sido llamado por el C. alcalde 1º. para calificar como perito la obra material que acaba de construirse en el Palacio Mu-nicipal, la cual fue contratada con el maestro albañil Antonio Salazar por el H. Ayun-tamiento el 4 de marzo del corriente año y habiendo examinado detenidamente la re-ferida obra, certifico que ha sido ejecutada conforme las bases del contrato, no encon-trándole defecto alguno en cuanto a la clase de los materiales y a la solidez de la cons-trucción; pero sí uno gravísimo en cuanto a la distribución de la misma, pues debiendo ser uno solo el plano de las paredes del co-rredor antiguo que se encuentra del lado del Norte y el del las de la nueva, por no ser este

sino una continuación del anterior no suce-de así, lo cual implica una falta de bastante calidad.Es cierto que la misma imperfección exis-te en los bajos sobre cuyas paredes se han levantado las nuevas pero, sin embargo, se podía, y aún se debía haberla corregido en los altos.299

En febrero de 1880 se le cubrieron a Luis Sánchez 300 pesos por “hacer las puertas necesarias para las piezas que se han construido en los altos de este palacio hacia el lado Norte”.300 Con la construcción de los altos del ala Norte, sólo restaba construir los altos del ala Sur y poniente.

Un valioso documento gráfico que da cuen-ta del edificio municipal hacia 1880 fue reproducido por Maldonado en 1946.301 En ese año, la fachada de los altos del lado Sur sólo tiene construida la mi-tad del extremo oriental.

Proyecto de reconstrucción del ala poniente y construcción de los altos al Sur

En 1882, el optimismo por realizar el resto de las obras del edificio se reflejarían en una serie de pro-puestas para su terminación. La primera de ellas es un presupuesto elaborado el 24 de junio de 1882 para reconstruir el lado poniente del Palacio Muni-cipal.

Tumbar el portal o corredor viejo y levantar-lo nuevo desde sus cimientos si fuere nece-sario, repartiendo en él siete o nueve arcos semejantes a los de los lados Norte y Sur, siendo los machones de mas tercias […] y los arcos de buena piedra de labrar, capaz de resistir el peso de los altos, teniendo que poner techo nuevo siendo las vigas de diez pulgadas inglesas de alto por tres y medio de gruesa, y la tableta de tres cuartos, poner suelo con sus correspondientes sardinetas de piedra azul, labrada, enjarrada y chalpa-queada.La fachada de los altos que mide cincuenta y siete varas frente, será igual a la de la plaza de Zaragoza, con todo y escudo, exceptuan-

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do la puerta del centro que será enteramente dórica, en las paredes largueros del centro que forman los dos salones, se repartirán ocho puertas en claros, iguales a los demás interiores.Ambos salones serán divididos por dos tabi-ques de ladrillo, con sus claros de puerta co-rrespondientes, los cuales formarán un paso o gabinete en el centro y por último cerrar el cuadro del corredor al patio.La madera de los techos será de las mismas medidas de la del corredor de abajo arriba expresado; todo esto será hecho con bue-nos materiales, enjarrado y chalpaqueado, y concluidas sus piezas.302

Pablo Salazar y Martínez, autor del presupuesto, proponía traer los materiales de la loma de los Ur-diales; requiriendo para la realización de la obra, 15,200 pesos. El trabajo no se realizó, pero hay in-formación inapreciable sobre algunos elementos ar-quitectónicos del espacio poniente, a saber, la nece-sidad de sustituir los portales viejos, seguramente de madera, para hacerlos de piedra, y la visualización desde entonces, de contar con una fachada igual a la del oriente.

El 10 de octubre se presentaron otros dos presupuestos para construir los altos del ala Sur del Palacio, el primero fue de Luciano de León, quien presentó el presupuesto de un quehacer en el Pala-cio Municipal.

Dicho quehacer es levantar un tramo al lado del Sur, siendo el tramo de veintinueve varas de luz y para el frente del patio son veintidós varas y medio de ancho donde van reparti-dos seis arcos, todo este quehacer irá traba-jado con buena clase de materiales, siendo los sillares de los Urdiales o de las Mesas, y toda clase de piedra de medida de la loma, al frente de la calle habrá que bajar los enjarres hasta el piso de abajo, habiendo que echar el suelo de los portales de abajo llevando seis sardinetas de piedra azul, la conclusión del tramo ha de quedar igual al que está al lado del Norte. La madera de los techos llevan las vigas cuatro pulgadas de grueso por diez de alto, siendo madera de entregar y recibir.303

El segundo fue el de Antonio Reyna, quien presen-tó el Presupuesto del importe de la obra que se ha de hacer en los altos del Palacio Municipal.

Un salón de 28 varas de largo, construido con sillar de las Mesas, y sólo las piedras de medida de la Loma, siendo la madera del te-cho de buena calidad, esto es, de entregar y recibir, y además, un corredor de la misma dimensión con sus arcos correspondientes, poniendo el que suscribe todos materiales con excepción de las puertas que se em-pleen […] Por conclusión de la parte del portal, conforme al lado Norte del mismo Palacio.304

Ignoramos a quién le fue dado el contrato para la obra de los Altos del Sur, pero ya fuese Luciano de León o Antonio Reyna, la obra comenzó en ese oc-tubre de 1882, concluyéndose los mismos en mayo de 1883,305 es probable que se le haya asignado a Antonio Reyna, pues justo en mayo, estaba com-prometido a entregar nueve puertas de mezquite encargadas en enero de ese año.

[…] han contratado nueve puertas de mes-quite por cuatro cientos quince pesos para la obra de este Palacio municipal que se está construyendo al lado Sur iguales las de las piezas del mismo del lado Norte, siete, de tres varas de alto por una y media de ancho a cuarenta y cinco pesos cada una, y dos de tres y media de alto por dos de ancho una, y la otra de una y tres cuartas de ancho por cincuenta pesos cada una, con obligación de entregarlas en el término de cuatro me-ses, excepto los marcos que será dentro de un mes.306

Todavía no terminaban los trabajos de los altos del ala Sur cuando se contrató el 8 de abril a Concep-ción G. Campos para:

[…] la construcción de un arco en el lugar donde está el tabique que divide el salón del lado Sur en el paso alto del Palacio Muni-cipal y la recompostura de toda la fachada oriental del mismo palacio, teniendo que poner el Sr. Campos, las almenas que falten, componer el escudo de armas, arreglándolo de la mejor manera y enjarrándolo por los

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dos lados y hacer las molduras de los arcos de abajo iguales a los demás, obligándose también el Sr. Campos a componer todas las cuarteadoras o grietas que tenga el edificio mencionado y echar todos los enjarres que falten en la misma fachada.307

Construcción del lado poniente

En 1882 se había presentado un proyecto para la re-construcción de los portales del poniente del Palacio Municipal, mismos que no corrieron con suerte; sin embargo, el albañil Pablo Salazar y Martínez pre-sentó nuevamente el proyecto el 2 julio de 1883, con sendas reformas y añadidos y modificando sustan-cialmente el precio.

Presupuesto de la construcción del lado poniente del Palacio Municipal, la que será ejecutada de la manera siguiente:Tumbar los arcos viejos y levantarlos de nuevo, siendo el reparto siguiendo el diseño presentado por el señor don Fernando de la Garza, siendo sus machones de material de […] y el de los arcos de buena piedra de la-brar capaz para cargar el peso de los altos.La fachada exterior de los altos será según el diseño referido y cuanto a la interior idénti-camente a los de los ya concluidos, ponien-do ya la madera de los techos, tanto de los altos como la del corredor de abajo, que será de diez pulgadas inglesas de alto por tres y media de grueso y la tableta de pulgada, no teniendo ya que ver con puertas y escaleras de ninguna especie, ésta quedará enjarrada y chalpaqueada y concluidas sus piezas.En cuanto a la torre, será construida con pie-dra de rostro, el rompimiento de sus paredes para arriba hasta el rompimiento de la bóve-da de material de […] y para arriba hasta su conclusión de piedra tosca o porosa.308

Los materiales serían traídos de la loma de los Urdia-les o las Mesas y el costo de la obra sería de 25,000 pesos. Agrega un dato por demás interesante, decía tener en su poder, dos “planos o croquis, bajo los cuales se comprometía construir el lado poniente de este Palacio Municipal”.309

El 22 de octubre, la Comisión de obras hizo una singular observación de los planos anteriores. “El plano presentado por el maestro Pablo Salazar es una copia reformada del que existe hecho por Fer-nando de la Garza, con algunas pequeñas adiciones y por el cual pide como precio en el presupuesto que presenta, la suma de 25,000 pesos, por la eje-cución de la obra”.310 ¿Cuándo se habrá presentado el plano elaborado por Fernando de la Garza? Ese mismo día la Comisión presentó el dictamen de un segundo presupuesto elaborado por el maestro Concepción Campos, quien ya había trabajado en obras del Palacio Municipal. Ofreció “hacer lo mismo con una diferencia de 1,500 pesos respecto del anterior o 15,000 por hacer la citada obra bajo el mismo orden que la parte oriental, frente a la plaza de Zaragoza”.311

El 10 de octubre, Juan Aldape y Francis-co L. Mier fueron invitados por la Comisión de Obra Pública para que emitieran su juicio sobre los proyectos de construcción del Palacio Muni-cipal en su lado poniente, a lo que expresaron lo siguiente:

En cuanto a su arquitectura, creemos pri-meramente que la construcción simétrica con la construcción y fachada oriental es muy aceptable; puesto que de este modo se obtiene un edificio de forma simétrica y ho-mogénea que es condición siempre aplicada a toda obra arquitectónica; y sólo trae el in-conveniente de distribuir de distinto modo la colocación de las puertas ya construidas en las piezas occidentales.En segundo lugar, en el archivo de la Se-cretaría existe un diseño de la proyección y fachada de la testera dicha, si conforme a él están distribuidas las puertas de las piezas occidentales, y ya iniciada la continuación de la obra en las esquinas suroeste y noroes-te del edificio.Figuran en el referido diseño nueve arcos mirando al poniente y sobre los tres de en medio se apoya una torre.La adopción de ese diseño tuvo por objeto aprovechar el corredor actual de antigua hechura, el cual es más angosto que los de

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nueva construcción y de nueve arcos en lu-gar de siete.Se le imaginó una torre tanto para ajustarse al gusto culto y común adecuado en otras partes a esta clase de edificios, como para disimular la heterogeneidad en construc-ción y dimensiones con las tres testeras de moderna hechura.Pide para su verificación reforzar los pilares y corregir su ornamento.Concluido tal como está diseñado, podría ser muy aceptable, a pesar de su discrepan-cia con el frente y costados ya hechos, pero como su conclusión bajo ese modelo es muy remota, el edificio mientras no sea conclui-do, aparecerá defectuosísimo en su orden arquitectónico.Además hay artesanos que desconfían de los arcos aún después de reforzados, fundán-dose en que observan que la colocación de materiales es viciosa, en que la dimensión de los arcos es diminuta comparativamen-te de cómo se necesitan y en muchos otros defectos de mano de obra, y por consiguien-te creen que es más expedito y ganan todo destruir del todo y construir de nuevo que corregir los defectos existentes […]. Mon-terrey, octubre 10 de 1883. Juan Aldape y Francisco L. Mier.

La Comisión de obras no resolvió en ese momento cederle la obra a alguno de los albañiles, no obstante dejaron plasmado su interés por darle cabida a dicha obra el 22 de octubre.

Un dictamen de los Señores Garza y Garza y Garza Treviño, cuya parte resolutiva dice así. 1a. Se acuerda la conclusión de la parte Po-niente del Palacio Municipal bajo el mismo orden arquitectónico que tiene la del orien-te, con sola diferencia que después se acor-dará en la parte en donde está el escudo de armas de la ciudad. 2a. Para dar principio a esta obra, se con-tratará por la Comisión respectiva, previo acuerdo de la Corporación un maestro di-rector de la obra; el que a su vez contratará

con conocimiento de la Comisión del ramo o la que al efecto se nombre, canteros para labrar la piedra necesaria en la construc-ción de la parte baja del portal; sin hacer la demolición de él, hasta no estar terminada la obra de cantería con todo y piedras de balcón, para que en seguida y cuando esté concluido esto, se haga la demolición y sin demora se siga la apertura de cimientos res-pectivos prosiguiendo la construcción de la nueva obra. 3a. Si al estar terminada la parte baja de un todo, comprendidos los techos, para enton-ces tuviere fondos bastantes el tesoro Muni-cipal, para la continuación del segundo piso, se seguirá hasta su fin; pero si las atenciones del Municipio demandaran suspenderla por causas muy extraordinarias, no será esto, sin dejar completamente concluida la parte baja del portal.312

La parte baja del poniente fue reconstruida dejando los altos para un mejor momento, éste llegaría el 28 de octubre de 1886, cuando el Colegio de Aboga-dos presta al Municipio de Monterrey 2,800 pesos “para que los emplee desde luego en construir la parte del Palacio Municipal, que corresponde a la fachada de la espalda de dicho edificio, haciéndose de preferencia el salón y las dos piezas que a uno y otro lado deben fabricarse conforme al plano del referido edificio”,313 ¿El plano al que aluden habrá sido el que hizo Fernando de la Garza años atrás?

El compromiso era terminarlo en un año, y al término, se le pondría a disposición del mismo Colegio “sin pagar por ello renta alguna al Muni-cipio, compensándose con esto el interés del dine-ro prestado”.314 La ocupación de ninguna manera fue gratuita. El Colegio de Abogados se cobró los intereses generados por el préstamo a través de la mencionada ocupación sin tener que desembolsar un peso por ello.

La piedra clave del primer salón del ala poniente del edificio tiene el año de 1886, regular-mente este tipo de piedras conmemorativas señalan el año de terminación y no de inicio de una obra, es más probable que indique la terminación de ese primer salón. No es aventurado pensar que la obra

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se realizó con rapidez, pues en marzo de 1887 ya se tenía concluido el resto del edificio. El remate que le fue colocado lleva un óvalo con la leyenda siguien-te: “1887. Palacio Municipal”; debajo de éste, otra leyenda enmarcada en una cartela rectangular que dice: “El R. Ayuntamiento de 1886-1887”. La pri-mera indica el año de terminación de la obra, y la segunda señala al Ayuntamiento que le tocó llevar a término los trabajos.

La Memoria del general Bernardo Reyes (1903-1907), nos ofrece la descripción del edificio durante ese periodo, observándose pocas modifica-ciones con respecto al de hoy día.

Consta la construcción de dos pisos, estan-do el inferior circuido de amplios portales con embaldozado de cemento. También son de cemento las banquetas que rodean a los portales.Debido a que el material usual en las cons-trucciones de la ciudad, el sillar, no presenta condiciones de una gran solidez, los pilares que soportan los arcos de los portales son gruesos y sin duda más de lo que demanda la estética, dando al edificio cierto aspecto de pesadez y firmeza, que por otra parte no es del todo inadecuado para el carácter de la construcción de que se trata.Tiene cuatro entradas que dan acceso a un patio enladrillado con arriates donde crecen algunos naranjos. En el piso superior hay co-rredores cubiertos, formados por arcos, en los cuatro lados del patio, y provistos de sus res-pectivos barandales de fierro, a este segundo piso se asciende por dos escaleras de piedra negra, de dos tramos cada una, colocadas a ambos lados de la entrada oriental. Por la par-te exterior, los altos tienen barandales corri-dos que circundan toda la construcción, y el coronamiento de ésta se encuentra adornado con balaustradas de piedra.315

Eligio Fernández y su intervención en el Palacio Municipal

Cuando se pretende la remodelación de un inmue-ble, un proyecto debe considerar primero lo que fue,

no debe ignorar los significados que la construcción trae consigo desde que fue levantada, incluyendo su entorno físico y contexto social. Desde la materia prima utilizada hasta los diseños originales pueden ser en muchas ocasiones registrados en documen-tación de archivo, es dable reconocer en ellos, a las personas que intervinieron en su construcción, los distintos agregados que se les sumaban con el paso del tiempo o las naturales modificaciones que su-frían cuando el uso del espacio arquitectónico cam-biaba. De igual manera, las investigaciones en torno a estos inmuebles no deben ignorar a sus moradores, ya que éstos determinaron su uso y actual estado. Es así como la historia arquitectónica de un inmue-ble se vuelve también una historia social y ésta es precisamente la esencia del objeto estudiado, pues estamos tratando de un objeto cultural, con toda la ideología y pensamiento de la época de su erección, con un sentido definido de uso y una impronta sim-bólica que le da un carácter personal y en ocasiones único. De esta manera, los antecedentes permitirán que las adecuaciones que se realicen estén vincula-das con el diseño original sin menoscabo del nuevo uso al que esté destinado.

En ese marco de investigación documen-tal, generalmente encontramos referencias escritas y en menor proporción, planos, alzados y croquis, las fotografías y las pinturas no son ajenas a la suma de tales investigaciones y suelen ser preferidas por la realidad visual que muestran, y qué decir de las acuarelas, referentes inusuales en los proyectos ar-quitectónicos decimonónicos. Pocas veces el mate-rial gráfico se anexaba a los documentos oficiales y cuando éstos se localizan en dichos expedientes, su valor histórico se funde con su valor estético, aún cuando no haya sido su propósito último. Tal es el caso de unas acuarelas que detallan algunos ele-mentos arquitectónicos del Palacio Municipal de Monterrey a finales del siglo XIX.

Un acuerdo para pintar un inmueble pare-ciera sumarse al cotidiano contractual entre el so-licitante y el prestador del servicio; sin embargo, cuando se trata de un documento que integra al cuerpo del mismo imágenes parciales de un inmue-ble cuyo valor social está interrelacionado con su valor simbólico y su valor de uso actual, entonces,

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el documento contractual adquiere otro matiz; se transforma en un manuscrito inestimable para futu-ras integraciones de elementos arquitectónicos y/o acabados del inmueble que está refiriendo.

Un pintor saltillense en Monterrey

El hallazgo de las acuarelas haciendo referencia a la pintura del Palacio Municipal debe acompañarse de otro dato de gran valía, el nombre de su autor: Eligio Fernández, pintor y fotógrafo que desarrolló su arte en Monterrey durante la segunda mitad del siglo XIX. Nacido en la ciudad de Saltillo el 29 de noviembre de 1842, mudó su hogar a Monterrey.316

Desde su tierna infancia se radicó en esta ciudad de Monterrey al lado de sus padres, talladores de cuerno, en la que vivió en el resto de su larga vida y a la que dispensó siempre un especial cariño. Son estos pri-meros años de su vida mudos testigos de su insólita afición por el arte del diseño, pues a hurtadillas de su padre –transitorio opo-sitor de su incipiente actividad artística- se colaba debajo de la cama para fabricar sus infantiles bocetos.317

A la edad de 20 años comenzó a estudiar de manera formal el arte de la pintura, bajo la tutoría de su “pri-mero y único maestro, un señor pintor y fotógrafo de apellido (Agustín) Flores”.318 Entre su numerosa obra, dejó “apuntes a la acuarela, paisajes de los al-rededores de la ciudad, retratos a lápiz ejecutados con paciencia admirable, dibujos a pluma ilumina-dos a colores y algunos trabajos de aceite que son casi miniatura”.319

Entre sus diversas obras destaca sobrema-nera el óleo Hallazgo de la virgen del Roble, reali-zado en 1885 y que se encuentra actualmente en la Basílica de Nuestra Señora del Roble. Un año atrás había pintado una obra efímera de gran formato so-licitada en 1884 por el obispo José Ignacio Montes de Oca y Obregón, obispo de Linares; era una pers-pectiva del ábside terminado con su baldaquín cen-trado, se pintó sobre el muro que el obispo mandó levantar al final del crucero en lo que se terminaba el ábside del Santuario del Roble. “Quien quiera que, desde el centro de la iglesia, levante los ojos,

podrá ver la bien pintada perspectiva que representa el gran Santuario, tal como quedará cuando se haya ultimado”.320 La obra todavía estaba montada en 1896 cuando fue captada por la lente de Desiderio Lagrange. Poco después de terminado el óleo para la iglesia del Roble.

Destacó sobremanera en la producción de retratos, como el de “Pedro Martínez, que fue al-calde de la ciudad; Benemérito maestro don Serafín Peña” y profesor Pablo Livas, educador nuevoleo-nés, entre muchos otros.321

Mostró un gran interés por representar algu-nos de los edificios más importantes de Monterrey, gusto particular del que carecen la mayoría de los pintores decimonónicos y que con fortuna plasmó con su pincel en esta ciudad. De entre su obra se conserva “El puente de la Purísima”, “El Obispa-do” (1911), “La capilla de la Purísima” (1913),322 y por “encargo de Amado Fernández hizo don Eligio cuatro pinturas que representan la Plaza Zaragoza en otras tantas fechas distintas”.323 También existe una bella acuarela que muestra una perspectiva de “El Palacio de Gobierno”, de 1906.324 Esta particu-laridad tan especial de Eligio Fernández hizo que el fotógrafo Jesús R. Sandoval elogiara su actividad pictórica en 1895, consideraba que había tres gran-des fotógrafos en su tiempo, los llamaba “artistas de la luz”, uno de ellos se manifestaba en su pin-cel: Don Eligio Fernández,325 agregando que eran “cuatro paladines que supieron sentar cátedra de arte en Monterrey”.326 Eligio Fernández igualmente destacó como fotógrafo, tuvo su taller en la calle de Washington No. 120.327 Muere el 1 de diciembre de 1922.328

La versatilidad de un Eligio Fernández

Cuando el Palacio Municipal fue terminado, éste requirió de un regular mantenimiento para su con-servación, sus muros desnudos recibieron una capa de pintura en su fachada en 1853, la autorización se dio el 11 de julio y la tarea se encomendó a Papias Anguiano, después de haberse revisado los diseños propuestos por otros artesanos.329 La necesidad de mantener en buen estado el edificio requirió que éste fuese pintado en más de una ocasión, existe la

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referencia que en 1874, Agustín Flores había pinta-do el Palacio a “un precio moderado”, dejando cin-cuenta pesos en el fondo municipal a cuenta de seis solares que se le mercedaron en 1870.330

En 1897, el Ayuntamiento quiso renovar la pintura “al exterior del Palacio Municipal así como a todos los corredores, zaguanes, puertas y venta-nas, tanto interiores como exteriores del mismo edificio”.331 Ante tal necesidad, el Regidor Comi-sionado de Obra Pública del Ayuntamiento Juan Guzmán, contrató los servicios del pintor Eligio Fernández, para la realización del mismo, firmó un contrato el 1 de diciembre de 1897. conteniendo cuatro cláusulas.

1ª. El señor Fernández ejecutará la obra de que se trata conforme al plano que se acom-

paña empleando para ello los materiales más apropiados, siendo al fresco la pintura de toda la parte del edificio concerniente a albañilería y a óleo el resto, con inclusión de los barandales y escudos de los frentes oriente y poniente del Palacio.2ª. El mismo Fernández entregará concluida la obra de que se trata para el día 15 de enero próximo, a más tardar, debiendo dicha obra ser recibida a satisfacción del Ayuntamien-to, por la comisión de su seno que para el efecto designe.3ª. Por la ejecución de esta obra, objeto de este contrato, recibirá el señor Fernández $ 1,500.00 un mil quinientos pesos, que le serán pagados en cantidades parciales a me-

Rúbrica de Eligio Fernández, 1897.

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dida que vayan avanzando los trabajos.4ª. Ambos contratantes se sujetan para to-dos los efectos de este contrato a las disposi-ciones relativas vigentes en el Estado.332

El contrato no daba mucho margen de tiempo, por lo que Eligio Fernández debió considerar la contra-tación de ayudantes, andamios y material suficiente para terminar en la fecha acordada, tanto interiores como exteriores del edificio municipal.

Para hacerse acreedor a la contratación, Eligio Fernández debió entregar cinco láminas pintadas a mano. La primera no se encuentra en el expediente y es posible que fuera un plano general pues en el contrato está referido. Las cuatro láminas existentes se encuentran numeradas del dos al cinco y están firmadas por Eligio Fernández, quien mues-tra cuatro distintos diseños.333 En sí, tales acuarelas son particularmente excepcionales por su rareza. En una de ellas, Eligio Fernández propuso encalar los muros y en el resto de las láminas, propone pintar los lienzos del Palacio Municipal con una tonalidad mientras que las molduras, pilastras, pináculos, jam-bas, dinteles y balaustradas, con otro color. Incluso las puertas de madera se muestran coloreadas. Algo mas hay que apuntar, la firma de Fernández siempre aparece en tinta roja y sólo se encuentran firmadas las del extremo inferior derecho por haberse hecho dos acuarelas en una sola hoja.

Estas acuarelas se suman a los documentos gráficos que refieren no sólo la presencia del antiguo Palacio Municipal en un instante de la vida cotidia-na del Monterrey del siglo XIX, sino que se erigen como documentos que refieren la diversidad de un pintor que hizo del Palacio Municipal su lienzo.

Las acuarelas del Palacio Municipal en 1897

Las acuarelas del Palacio Municipal no surgen como obras per se, sino como vehículo para abordar un espacio físico de amplias dimensiones; donde éstas nos dejan expuesto a un artista capaz de abordar un asunto donde su obra tiene la función de visualizar el término de una construcción. No deja de sor-prender que un pintor de retratos y paisajes urbanos haya estado dispuesto a tomar la brocha gorda para pintar el edificio municipal; si bien fueron otras ma-nos las que lo pintaron, su presencia en la dirección del acabado debió ser constante.

Las acuarelas debieron ser cinco, pero sólo existen cuatro, se utilizaron dos hojas y en cada una de ellas se pintaron dos acuarelas, firmándose, como se dijo anteriormente, en el extremo inferior derecho de ellas.

El soporte de las acuarelas es de cartoncillo, sin sello de procedencia y algo quebradizo. En ge-neral, las acuarelas muestran cuatro propuestas para el diseño del interior de las molduras rectangulares, en todas las acuarelas están presentes molduras flo-rales fijadas en las cornisas.

La acuarela No. 2 tiene un rosa encarnado en el muro, friso y rosetón, al resto de los elementos arquitectónicos se les dio una tonalidad grisácea. La puerta es verde bandera en su marco y los cuadros de ésta son de un verde diluido.

La acuarela No. 3 tiene una tonalidad pur-púrea en su muro, friso y rosetón, el resto de los elementos arquitectónicos tienen una tonalidad rosa encarnada. La puerta tiene los mismos colores que la anterior.

Eligio Fernández. Detalles del Palacio Municipal de Monterrey. Diciembre de 1897. Acuarelas 2 y 3.

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La acuarela No. 4 es la única que muestra en-calados el muro y el resto de los elementos arquitectó-nicos. En ésta se usaron dos tonalidades muy afines; en el muro, friso, rosetón, moldura rectangular y al-gunas líneas del resto de las molduras sobresale un color arena claro, en el resto de los elementos arqui-tectónicos, el color arena se encuentra más acentua-do, seguramente con la intención de hacer un juego de sombras. La puerta se propuso de verde claro y sus cuadros en café claro.

En la acuarela No. 5, el muro, friso y rosetón se propuso de amarillo, en tanto que el resto de los

elementos arquitectónicos se presentaron con una tonalidad grisácea. La puerta tiene los mismos co-lores que la anterior, sólo que invertidos.

El siglo XIX cerraría con un detalle que no deja de ser curioso y a la vez bastante simbólico. Se ordenó borrar del escudo de la ciudad, mismo que remataba la fachada principal, “la corona que forma parte de él, y que sea sustituido con el gorro frigio emblema de nuestra libertad”.334 Fotografías poste-riores constatarán que dicha orden nunca se llevó a efecto.

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CAPÍTULO VEvocaciones visuales: imágenes del palacio municipal y aquellos

pequeños detalles que las acompañan

Las vistas exteriores. Mirando pasar la vida

El Palacio Municipal de Monterrey guardó, en el primer tercio del siglo XX, su imagen sobria, sin mayor decoración que la elemental, propia de la ar-quitectura norestense, relacionada más con el aspec-to funcional del edificio. No obstante su aparente pesadez, el inmueble poseía una vitalidad generada por los diversos comercios ubicados en sus portales y los espacios comerciales instalados en las piezas bajas. En su interior, el patio había sido remozado dejando de ser aquella caballeriza sucia que poco ofrecía al buen lustre del edificio público.

Los portales del Norte conservaban su an-tigua vocación de venta de alimentos, recordando aquella plazuela de los “Cajones” y sus “cocinas” de cien años atrás. José P. Saldaña recordaba entre re-sonancias, aromas y miradas, los productos alimen-ticios que ahí se guisaban y mercadeaban.

Durante años, que tuvieron su término a principios de este siglo (XX), los bajos del Palacio, en su mayor parte, sirvieron a co-mercios de frutas, dulces, refrescos y fon-das.El ala Norte lo invadían las fondas, dificul-tando el paso de los transeúntes, no siendo raro ver los cabritos balando lastimeramen-te, en espera del sacrificio, y a los pollos, es-forzándose por librarse de los lazos que les sujetaban las patas, como si presintieran su próximo fin. Mesas y bancas de pino, sillas de tule, adentro de los cuartos y en el co-rredor cazuelas enormes con guisos apetito-sos en constante ebullición, jarros y platos

burdos de barro relumbrosos de limpios, manteles a grandes cuadros, de coloridos chillantes, formaban el conjunto de aquél panorama pueblerino.Los pilares del oriente desaparecerían a la vista cubiertos con armazones, que exhibían frutas, dulces, cigarros. Sobre los mostrado-res se alineaban enormes tinajas contenien-do aguas frescas de limón, jamaica, naranja, piña […]335

Entrando el siglo XX, los portales lucían alacenas que vendían toda clase de productos, estanterías promovidas por solicitud de Alejandro Martínez en mayo de 1897, cuyo número sería “tantas cuantas son las columnas de los portales”.

1.- Frente a cada columna de los portales y en contacto inmediato con ella, se colocará una alacena, cuyas dimensiones de acuerdo con el dibujo adjunto serán: frente, un metro cincuenta centímetros; fondo, ochenta cen-tímetros y alto dos metros cincuenta centí-metros.2.- Todas las alacenas quedarán instaladas en un término que no excederá de seis meses.3.-Tendré el derecho de conservar las alace-nas en sus sitios, por un término no menor de cinco años, pudiendo retirarlas antes, si me conviniere.4.- Mientras permanezcan las alacenas en sus sitios, no se permitirá a otra persona que ocupe lugar alguno en los portales con ven-dimias de ningún género.5.- De impuestos el primer año: 50 pesos, el segundo y tercero hasta 60 y el cuarto 70 pesos. 11 de mayo de 1897.336

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Alacena para venta de mercancías. AMM.

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La Comisión había concedido a Alejandro Martínez su instalación;337 no las conservó por mucho tiempo, pues antes de cumplir un año (el 1 de septiembre de 1898) fueron traspasadas a José A. Alatorre bajo las condiciones del contrato ya firmado. El día 12 del mismo mes y año, José Alatorre señalaba que las ventas no producían ganancias ni siquiera para pagar la renta, en parte por “la poca costumbre que el público de esta ciudad tiene de hacer sus com-pras en el sitio de donde dichas alacenas han sido instaladas”.

La queja no tiene fundamento pues el lugar tenía más de cien años de funcionar como espacio comercial; es más probable que la merma se debiera a la existencia del mercado Colón a unas cuantas cuadras de distancia, donde era más probable en-contrar una mayor variedad de productos que en los portales.

Su queja de cualquier manera procedió re-bajándosele a 30 pesos la renta del espacio para las alacenas. José Alatorre tenía derecho de mantener sus alacenas por cuatro años e incluso retirarlas si así fuese de su conveniencia, ya fuese una y otra op-ción, Alatorre no renovó el permiso en virtud de las estrechas ganancias que obtuvo.

Sabemos que no renovó contrato gracias a una fotografía cercana a 1903, donde muestra sus pi-lares sin objeto alguno que lo estorbe.338 El edificio presenta una pintura marmoleada en sus columnas, jambas y dinteles, y un enladrillado aparente en sus muros.

Nótese en la imagen que la actual calle de Corregidora se encontraba empedrada y la piedra para la banqueta de la plaza de Hidalgo (antigua plaza del Comercio) se estaba cortando. En el costa-do Poniente del edificio, se encontraban los coches de sitio que desde 1877 habían obtenido el permiso para permanecer en dicho lugar,339 asimismo se ob-servan los rieles del tranvía que corría por tres de los lados del Palacio Municipal.

Por otro lado, el ingeniero civil Burchard, estaba trazando la segunda ruta del Ferrocarril Ur-bano que pasaría frente al Palacio Municipal en 1889, antes ya estaba puesta la que cruzaba por la actual calle de Corregidora, ésta última es la que se observa en la fotografía anterior a 1903.

Algo que vale la pena observar en el plano de Burchard es que el paño del edificio municipal no está alineado con los edificios que se encuentran en sus costados Sur y Norte, y que es el elemento determinante para el trazo de la vía. Aporta además, un dato importante, el orden de aparición de las ru-tas en esa área en particular, la primera es la que pa-saba por la actual calle de Corregidora, la segunda en trazarse es la que pasaba por la calle de Zaragoza, la tercera que se planeó fue la que se encontraba por la calle de Hidalgo. El Plano de la ciudad de Monte-rrey, Nuevo León, 1894, nos muestra la trayectoria de las tres vías del tranvía de mulitas ya menciona-das (Ilus. XLVI).

Poco cambiarían las rutas con el inicio del nuevo siglo. El Plano de la ciudad de Monterrey, de 1901, muestra sin alteración alguna en rededor del edificio, las rutas que tenían los tranvías de mulitas pertenecientes a Ferrocarriles Urbanos de Monte-rrey, Empresa Mexicana, S. A. Para ese año, la parte posterior del Palacio Municipal era ocupada por la Escuela Normal, en tanto que su frente funcionaba propiamente el edificio municipal.

Los portales del edificio sirvieron de abrigo la noche del 26 de agosto de 1909. En esa fecha, la ciudad de Monterrey sufrió una terrible inunda-ción que cobró la vida de decenas de personas, otras tantas sufrieron la pérdida total de sus propiedades, orillándolos a muchos de ellos, refugiarse en los por-tales del Palacio Municipal careciendo de vestido y alimento.

En los portales del Palacio Municipal cau-saba dolor ver el gran hacinamiento de seres humanos, especialmente por las noches en que por razones de la imperiosidad de los acontecimientos reinaba la promiscuidad, sólo que esa promiscuidad, nada tenía de es-candalosa ni de inmoral, pues aquellas gen-tes, hombres y mujeres, en la plenitud de la vida, sólo pensaban en reaccionar para vol-ver a tomar el ritmo de su vida anterior”.340

En la primera década del siglo XX, el exterior del edificio mantendría su imagen, sólo cambiaría su aspecto marmoleado por uno totalmente aplanado como lo muestra la fotografía del frente del edificio municipal fechada antes de 1912.

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bién un friso de madera como de un metro y medio y una cornisa de madera debajo del cielo falso. En el despacho del Alcalde se estucaron las paredes; se puso cielo de estu-co, se colocaron los vidrios que faltaban, se pintaron las puertas con pintura de aceite, se puso un friso como de metro de alto y se colocó una puerta de sabino de cuatro hojas. Los pisos de los departamentos citados se pavimentaron con mosaicos, y por último, en la puerta de pagos de la Tesorería Muni-cipal, se colocó un cancel de fierro con una plancha de mármol. En los mismos Salones de la Secretaría se repusieron los focos de 6 candiles y cada uno contaba con 57 focos diminutos.342

Hacia 1928, el edificio observa alteraciones en algu-nas de sus partes exteriores, es posible observar una alacena recargada sobre el pilar de la esquina norpo-niente del edificio,343 similar a las instaladas a finales del siglo XIX. Las calles ya estaban pavimentadas para ese año.

El óvalo que daba a la plaza Hidalgo se ha-llaba deteriorado, el año que marcaba la culmina-ción de la sección Poniente se desprendió casi por completo. La palabra “PALACIO” perdió las letras “C” e “I” y la palabra “MUNICIPAL” perdió la le-tra “U”. El mismo descuido se observaba en la base rectangular.

La fachada oriente del edificio también es reveladora para la primera mitad del siglo XX; en una fotografía tomada por Eugenio Espino Barros en 1931,344 se observa casi a la mitad del frente del edificio el poste usado para la toma de corriente del tranvía eléctrico que empezó a funcionar en la ciudad desde 1907 sustituyendo al viejo tranvía de mulitas. A la izquierda de la fotografía el mencio-nado tranvía eléctrico va cruzando sobre la calle de Zaragoza.

Un detalle importante que conviene rescatar de esta imagen, es el escudo de la ciudad de Monte-rrey, en él todavía es posible observar la corona que llegó a ostentar antes de ser erróneamente elimina-da. La imagen, como testimonio documental, crece en estos casos.

El año de 1912 se estableció en virtud de una placa metálica alusiva a la altura en que se encontra-ba Monterrey: “Plano General de comparación para los niveles de la ciudad.534 Metros sobre el nivel del mar. Real Ayuntamiento-1912”, colocada precisa-mente en ese año en el pilar de la esquina Nororien-te y que no aparece en la fotografía aludida.

[…] careciendo la población de una base científica de que partir para la nivelación de las calles, se propuso por parte del Presi-dente Municipal, la colocación de una pla-ca vaciada en bronce, en uno de los pilares frontales del Palacio para que la línea que en la placa se fija, sea en lo sucesivo la base para dichos niveles. Con el mismo objeto se pondrán otras placas pequeñas en diversos puntos de la ciudad.341

En la fotografía se observa en primer plano el edi-ficio municipal; su cara Norte todavía conservaba la moldura geométrica dentro de otra moldura rec-tangular arriba del balcón, hoy día, sólo subsiste la moldura rectangular. La cornisa también observaba una moldura acaso vegetal que también se ha perdi-do. En segundo plano, la fachada del templo de San Andrés que fue destruido dos años después.

El ángulo elegido para la toma fotográfica permite reconocer que sobre la calle de Zaragoza, ninguno de los edificios se encuentra alineado entre sí, como se observa en el plano de 1889, levantado por Burchard. En ese mismo año de 1912:

[…] el Presidente Alfredo Pérez escribe en su informe que el ingeniero Regiomonta-no Luis Palaú, hizo al edificio las mejoras siguientes: Se quitó un techo de treinta metros de largo por cinco de ancho en los altos del referido palacio y se construyó con cemento, poniéndose toda la tableta nueva. Se levantó seis pulgadas el envigado de una parte del Salón de la Secretaría, hasta dejar-lo al nivel que tiene el resto: En los depar-tamentos que ocupan la Secretaría del R. Ayuntamiento y el despacho del C. Alcalde Primero se estucó el Salón, poniéndole cielo raso pintado al óleo, se pintaron con aceite las doce puertas de que consta, se puso tam-

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Detalle de la Fachada posterior del Palacio Municipal. 28 de mayo de 1928. Fototeca de la CNMH

En esos años, existían diversos locales co-merciales, entre ellos, el café Hélice, propiedad del señor Warden, llamado así por exhibir “en una de sus paredes una hélice de madera para avión”, éste se encontraba en la esquina suroeste de la planta baja.345

Un restaurante que también estaba instalado en la planta baja del Palacio Municipal era el Café o Estanquillo Vázquez, por el lado de la calle Corregidora, en la habitación si-guiente a la de la esquina con Zaragoza; era un negocio pequeño manejado por el señor Vázquez y sus dos hermanas, pero la carac-terística de este establecimiento era que allí tenían la concesión para la venta de Timbres Fiscales.346

Además, existían “dos estanquillos pequeños que vendían dulces, chicles, cigarros, cerillos o lotería, acomodados en el lado interior de las co-

lumnas en las dos esquinas del palacio del lado de la calle Zaragoza”.347 En otra habitación de la planta baja del Palacio Municipal, por la calle de Hidalgo “había una estación de Policía que te-nía un área con rejas habilitada como cárcel y allí conservaban provisionalmente a las personas que aprehendían”.348

Los locales de los portales descritos por En-rique Espino Barros Robles, duraron pocos años. Entre 1937 y 1938, se dispuso que dichos los es-pacios ocupados por establecimientos particulares fueran retirados del edificio.349

Las intervenciones, en cuanto al uso de los espacios, no serían tan dañinas como las inter-venciones que sufrió el edificio en algunas de sus partes, principalmente en su escudo; pues mientras la imagen del fotógrafo Espino Barros mostraba al escudo de la ciudad de Monterrey con su corona, una fotografía tomada por M. M. López entre 1932

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y 1945, mostraba al mencionado escudo sin la res-pectiva corona labrada en 1853. Así fue publicada en 1946 por Carlos Pérez-Maldonado, en su obra La ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Mon-terrey.

La corona fue repuesta durante el gobierno de Constancio Villarreal (1942-1945), sólo para re-cibir una mutilación aún más absurda. La destruc-ción total del escudo de 1853. Durante el gobierno del alcalde Félix González Salinas, fue eliminado el escudo original de las Armas de la Ciudad y susti-tuido por otro de cemento.

La leyenda fue grotescamente modificada, ya que inicialmente decía: “EL M. I. A. DE 1853” (EL MUY ILUSTRE AYUNTAMIENTO DE

Detalle de la fachada oriente del Palacio Municipal. 1976.

1853), y se cambio por la leyenda siguiente: “H. AYUNTAMIENTO-1945”. ¿Con qué mérito el alcalde cambió el escudo y la leyenda? La razón es-grimida fue que el anterior era anticuado, actuó con toda la seguridad de su ignorancia.350

Una fotografía de 1976 muestra ese signifi-cativo cambio. Remarcar esta modificación deviene de la implicación simbólica de la leyenda del escu-do, significaba que en el año de 1853 daban por con-cluidos los trabajos de construcción de un edificio cuya envergadura sólo era comparable a la obra del nuevo Palacio Municipal de 1976.

Ademas de la leyenda, los indígenas que acompañaban al escudo fueron cambiados, cierta-mente los indígenas labrados en 1853 eran más rígi-

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dos y planos, a diferencia de los indígenas esculpi-dos en 1945, cuyos cuerpos mostraban proporción y movimiento. No fue lo mismo con las banderas laterales (tres de cada lado), pues las de 1853 se sos-tienen con mayor gracia y movimiento que las de 1945, cuyas telas parecieran almidonadas.

Con la construcción de un nuevo edificio municipal al Sur, el escudo observó ligeras variantes, finalmente, la filactelia de 1853 que llevaba la leyen-da: “ciudad de Monterrey”, era recta y casi rígida, a diferencia de la filactelia de 1945 donde conservó la misma leyenda pero con mayor movimiento.

En la planta alta de la fotografía de 1976 so-bresalían tres equipos de climatización, uno de ellos empotrado en la puerta de la esquina Sur oriente y los otros dos sobre los muros. Además de una pla-ca conmemorativa en el lado izquierdo de la puerta central del balcón.

También se agregó un delgado muro blanco de forma trapezoidal atrás del escudo de la ciudad, rematando al conjunto una campana cuyo cordel salía al frente del escudo bajando hasta la puerta central del balcón para hacerla sonar.

En virtud de haberse construido en 1976 un nuevo Palacio Municipal al Sur oriente del existente, el antiguo inmueble fue desocupado y durante dos años se realizaron trabajos de restauración, “durante estos trabajos previos de restauración se quitaron las tejas, ladrillos y azulejos que se habían puesto en 1937”.351 Al término de los trabajos de remodelación, el inmueble fue destinado al Tribunal Superior de Justicia en 1978, ¿Fue durante estas remodelaciones cuando se retiró el escudo de armas de la ciudad? (Ilus. LVI). En el Tercer informe de la Administra-ción Municipal de Monterrey (1980-82) se observa una fotografía donde el escudo ya no existe.352

Este edificio albergó al Tribunal Superior de Justicia durante el gobierno de Pedro Zorrilla hasta 1987, año en que se propone la creación de un Mu-seo de Historia de Nuevo León. Esto le significó al edificio recibir una nueva remodelación. El 14 de julio de 1987, las oficinas del Tribunal Superior de Justicia pasaron al edificio de la Secretaría de Edu-cación y Cultura.353

Sus imágenes interiores. Una fuente do-nada y una noria inventada

Ha sido tradición, por las personas que visitan y vi-sitaron el Palacio Municipal, señalar que existía al centro del patio una noria, esto no es precisamente correcto, si bien existía un elemento arquitectónico que aludía a una noria, no era un objeto funcional sino meramente ornamental. Lo cierto es que hubo una noria en el Palacio Municipal, citada de manera indirecta y por primera vez, en el gasto de la comida para los presos en 1822, ya que se señala la compra de un cubo de vaqueta “para la noria”,354 segura-mente la noria se había construido mucho antes.

Existe una referencia todavía más antigua registrada en 1817, cuando dos mujeres escaparon de la cárcel por el lado del corral, colocando en la pared “un mecate del cubo con que sacan agua”;355 mención que si bien no precisa que sea de la noria, nos remite necesariamente al sitio de donde se ex-traía. En 1831 la noria vuelve a ser mencionada por la compra de otra cubeta.356

En 1835 se le estaba cambiando el travesaño y comprando nuevamente dos cubetas de vaqueta para la saca del agua.357 Hacia 1890, la noria todavía se encontraba en servicio dentro del patio del Pa-lacio Municipal, en ese año, se había arreglado la bomba que tenía, pues se encontraba en muy mal estado.358 Después de este año no vuelve a mencio-narse su presencia.

Años atrás, en 1879, el patio del edificio mu-nicipal recibió una fuente de piedra hexagonal se-guramente donada por Roberto A. Bremen,359 pues tenía grabado su nombre en la base de ella, al fondo, el acceso de Zaragoza.

Una publicidad lo señalaba como un “hom-bre laborioso y progresista”, agregando que era “per-sona culta y de grandes conocimientos en el ramo de medicamentos”;360 este conocimiento le permitió fundar una droguería y botica llamada “El León” en 1876. Pasado el tiempo, llegó a ser presidente de la Cámara de Comercio de Monterrey en 1922.361

En 1924 se inauguraba “un jardín botánico en el patio central y se le pone el nombre de Felipe

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Patio del Palacio Municipal hasta 1936. Fuente hexagonal donada por Roberto A. Bremer.

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Droguería y botica E

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Patio del Palacio Municipal.

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Patio del Pala-cio Municipal, M o n t e r r e y , N. L. POSTA MEXICO.

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115Cornisa superior sin aplanados repuestos en el patio central lado oriente.

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Fachada lateral norte con arcos sin resanar

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Fachada principal por calle Zaragoza con arcos resanados.

Fachada lateral con andamios para resanar.

Memoria Gráfica de 1987 Exteriores del edificio

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Pasillo de arcada poniente sin aplanados

Pasillo de arcada lado Norte sin aplanados.

Portales

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Pasillo de arcada lado Sur sin aplanados.

Pasillo de arcada oriente con aplanados a base de cal y arena de río.

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Fachadas del patio

Guerra Castro, como un homenaje de admiración y cariño a uno de los personajes más ilustres de la Literatura en el Estado. Se colocó una placa que así lo patentiza”,362 ese jardín es el que muestra la foto-grafía de 1936.

En 1936 el interior del Palacio Municipal adquirió una nueva fisonomía, la de una “repara-ción tipo colonial”. El argumento fue que el Palacio Municipal se encontraba en malas condiciones de conservación “y por esta razón se ordenó la forma-ción de un proyecto para la reparación y arreglo total de las fachadas, exteriores e interiores y patios”.363

No obstante las intenciones de lograr dichas reformas, el municipio no contaba con el suficiente capital para hacerlo, por lo que sólo realizaron obras al interior del inmueble y en el patio del mismo, “si-guiendo el estilo colonial del edificio muy mexicano y muy nuestro; y procediese a decorarlo con azu-lejos y losetas”;364 además de agregar los azulejos, también se reemplazaron las rejas de fierro y se retiró la fuente hexagonal donada por Roberto A. Bremen “y en su lugar se construyó una noria de mamposte-ría de piedra, adecuada al medio”.365

Se pusieron pisos de mosaico y azulejo en la parte central, y en los cuatro pasillos; se colocó un techo de madera con teja espa-ñola, adecuado al mismo estilo colonial; se instalaron farolas también coloniales en el patio central y corredores y continuase esta obra hasta terminar todo el interior del edi-ficio.366

Posteriormente “se pavimentó y colocaron lambrines de un metro veinte centímetros con mosaico rojo y azulejos. Está por terminar la reparación interior y luego se procederá con la exterior”.367 Es muy proba-ble que los mosaicos procedieran de la nueva “Fábri-ca de mosaico, ladrillo y bancas” que el Municipio de Monterrey promovió entre 1936 y 1937.368

La noria decorativa fue construida, como ya se ha mencionado, en 1937, ésta permaneció por muchos años y fue motivo de diversas fotografías a través de su existencia, acaso la primera sea la del fotógrafo García, quien retrató el patio justo des-pués de que terminaron su transformación.

La palmera que se observa en segundo pla-no, sembrada aún antes de esa fecha (se observan

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Cornisa del lado oriente repuesta sin aplanados.

algunas de sus hojas en la fotografía de 1936). Será un determinante elemento cronológico para foto-grafías posteriores, gracias a su natural crecimiento. Nótense los tres escalones que sobresalen del pasi-llo principal (acceso Zaragoza) y la reja que cierra el acceso por Corregidora. Los mosaicos decorados de macetones con flores que flanqueaban los accesos sobresalen del resto. La palmera apenas rebasa el primer piso.

La postal titulada “Vista típica. Monterrey, N. L., México”, muestra a dos personajes con trajes típicos recargados sobre la noria decorativa. Se ob-serva una curiosa maceta sobre el piso en forma de tronco hueco y unas macetas con helechos encima de los postes del travesaño de la noria acusan una cercanía cronológica con la foto anterior.

En años subsiguientes, el encalado de los muros es retirado, así lo denotan las dos siguientes imágenes, donde el muro desnudo es la norma. To-davía se conservaba la maceta en forma de tronco al pie de la noria pero los helechos que coronaban

sus columnas ya no están, fueron desplazados por un par de macetas con cactus.

Sobresalían en la planta superior los azule-jos que adornaban los arcos de la fachada, en tanto que los muros despojados del aplanado muestran un mosaico reticulado de piedras cuadradas con dife-rentes tonalidades.

En la fotografía que fue tomada por POS-TA MÉXICO desde el acceso de la calle de Hi-dalgo con frente al de Corregidora, cuyas puertas abiertas dejaron al descubierto, la fachada de otro edificio que se encontraba cruzando la calle y que ya no existe. Pareciera que las imágenes fueron tomadas al mismo tiempo, sin embargo, basta ob-servar la palmera de una y otra imagen para darnos cuenta que no es así.

La fachada interior del edificio municipal muestra dos ventanas laterales que hoy dieron paso a igual número de puertas; los candiles que colga-ban de la piedra clave de los accesos al patio fueron removidos y la palmera, que en 1937 mostraba un

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Patio

Pozo de cisterna en el patio central.

Espacio de pozo de cisterna ya cubierto

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Cimientos de antiguas construcciones localizadas en el lado oriente del pozo de la cisterna

pequeño tronco bulboso; años después se yergue a una mayor altura, las hojas casi tocan el techo del edificio. El crecimiento de la palmera revela que la fotografía es posterior a 1940 .

Otra fotografía representativa del espacio interno del edificio tampoco está fechada, la toma se realizó desde la esquina sur-poniente, donde el espa-cio de los corredores, los azulejos de los muros, los mosaicos del piso, las jardineras, la decorativa noria, aparecen inmutables en ese marco; sólo la palmera crece a un ritmo propio de su naturaleza, el fuerte tronco se eleva poco más allá del segundo piso, ya no es posible verle las hojas, no obstante, éstas proyectan su sombra sobre el muro Norte. Existen fotografías del exterior donde las hojas de la palmera son distin-guibles, añoso tronco el suyo que en la década de los ochentas dejó de existir.

Otra imágen ofrece desde un ángulo dis-tinto, las hojas de la palmera que rebasan el techo del edificio, la fotografía proviene del libro El muy Ilustre Ayuntamiento…, de 1953, por lo que la foto-grafía es de ese año o anterior. Algo relevante es que esta fotografía nos permite fechar la anterior, ya que

pertenecen al mismo juego de imágenes, ésta con la serie M-12 y la anterior con M-13, seguramente se tomaron el mismo día, puesto que la proyección de la sombra de las hojas cubren el mismo espacio en ambas fotografías. (ver páguinas 115 y 116)

La creación del Museo de Historia de Nuevo León. Una restauración integral en 1987

Ante la necesidad de contar con un edificio que albergara la historia del Estado de Nuevo León, se consideró al antiguo edificio municipal, sitio idóneo para tal fin, para ello, sería necesario re-acondicionarlo para su nueva función. Esta re-modelación estuvo a cargo del arquitecto Oscar Martínez Garza, en mayo de 1989 se inauguró el nuevo museo.

De esta manera, y gracias a la coordina-ción de instituciones como la Secretaría de Educación y Cultura, y la Secretaría de Desarrollo Urbano, por parte del Estado, y el Instituto Nacional de Antropología e

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Diferentes niveles de suelo y relleno localizados en pozo de cisterna.

Historia por parte de la Federación, surge el Museo de Historia de Nuevo León cuyos fundamentales propósitos son difundir entre la comunidad la historia de nuestra entidad y coadyuvar a que el patrimonio cultural y artístico de Nuevo León se conserve para su estudio y difusión.370

La memoria gráfica del Museo de Historia de Nue-vo León, elaborada en 1987 por el Gobierno del Es-tado de Nuevo León y el Instituto Nacional de An-tropología e Historia, está compuesta por 16 hojas de papel cartulina amarilla, engargolada y empasta-da con papel cascarón café. La primera página co-rresponde a la presentación del álbum. La segunda tiene distintos recortes fotocopiados de periódicos de 1987 que aluden a la nueva vocación del edifi-cio. La tercera contiene una Introducción, los logos institucionales del Gobierno del Estado y el INAH; además de una fotografía con los respectivos repre-sentantes de una y otra Institución. La cuarta hoja presenta una reseña histórica del edificio. Las 12 ho-

jas restantes contenían 64 fotografías del desarrollo de los trabajos de restauración.

Al momento de ser revisado, faltaba una fotografía, la que mostraba los “cimientos de anti-guas construcciones localizadas en el lado oriente del pozo de la cisterna”. Sin embargo, existe otra fotografía (ignoramos si es la faltante del álbum o es del autor) publicada en el libro escrito por Is-rael Cavazos Garza, El muy ilustre Ayuntamiento de Monterrey desde 1596, Monterrey, Presidencia Municipal, 1996, p. 12, que nos permite observar los elementos arquitectónicos que seguramente aludían al pie de foto faltante en el álbum. El pie de foto del libro dice: “Muros coloniales encon-trados bajo el patio del antiguo Palacio Municipal durante su restauración”. Cabe señalar que la fo-tografía del libro El muy Ilustre Ayuntamiento… estaba al revés, situación que ha sido corregida en esta nueva publicación. Además de la selección de 38 fotos más que consideramos representativas del álbum.

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Interiores del Edificio

Sala de exposiciones permanentes lado oriente restaurada, faltando la instalación eléctrica.

Sala exposición permanente lado oriente, después del retiro de agregados y antes de retirar ductos y resto de cielo falso e instalación hidráulica.

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El Museo de Historia de Nuevo León per-maneció abierto hasta 1994, año en que su acervo retornó al Museo Regional del Obispado y otras piezas tuvieron por destino el Museo de Historia Mexicana.371 Nuevamente fue reabierto en 1995 como Museo Metropolitano de Monterrey, función que ha mantenido de manera ininterrumpida hasta la fecha. “En el 2001 durante la administración de Felipe de Jesús Cantú Rodríguez, el Archivo His-tórico de Monterrey fue trasladado del segundo piso del lado poniente del Nuevo Palacio Munici-pal al segundo piso del lado poniente del Museo Metropolitano”.372

Reflexión

Durante poco más de 400 años, la sede adminis-trativa y política de la ciudad se mantuvo erguida a pesar de los avatares del tiempo y de los desastres naturales provocados principalmente por las inun-daciones. A cada ruina le sobrevenía una recons-trucción; donde la voluntad de los gobernadores de entonces, imprimieron su carácter y entereza ante la desolación.

A más de 150 años de concluido el edificio que hoy subsiste, sus muros nos ofrecen lecturas sólidas de sus transformaciones, restauraciones y agregados; resguardando en ellos, la historia de sí mismo y de la ciudad, pero no lo hace sólo en su me-moria de piedra, sino en los documentos escritos del Archivo Histórico Municipal que en él se protegen. Y qué decir del acervo de objetos culturales cuyo carácter histórico tienen su sitio en los espacios del Museo. Sitio palpable de vida cada vez que alguien cruza por sus umbrales Inmueble que nos brindó la posibilidad de leer su historia bajo distintas mira-das, sin abandonar por ello, la verdad que pretende mostrar.

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Citas Bibliogràficas

1. Aunque también sería un error ignorarlo; pues a través del análisis arquitectónico se observan las transformaciones no sólo físicas de su estructura, sino los cambios políticos, económicos y sociales que se observan en tales modificaciones

2. 20 de septiembre de 1596. Archivo Histórico Mu-nicipal (en adelante AMM), Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1596/001.

3. Idem.

4. Alonso de León, “Relación y discursos del descu-brimiento, población y pacificación de este Nuevo Reino de León; temperamento y calidad de la tierra. 1649”, en Historia de Nuevo León, estudio preli-minar y notas de Israel Cavazos Garza, Monterrey, Universidad de Nuevo León, 1961, p. 64.

5. 1 de enero de 1626. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1626/001.

6. 24 de agosto de 1626. Ibid., exp. 1626/003.

7. 2 de agosto de 1626. Ibid., exp. 1626/002.

8. AMM, Civil, Vol. 7, Exp. 6.

9. León, op. cit., p. 92.

10. AMM, Causas Criminales, vol. 2, exp. 28.

11. León, op. cit., p. 92.

12. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1643/001.

13. Ibid., exp. 1643/012.

14. Idem.

15. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1643/014

16. León, op. cit., p. 92.

17. Idem.

18. AMM, Civil, Vol. 7, Exp. 6.

19. Idem.

20. Idem.

21. Idem.

22. Vara = 83.4 cm.

23. Hechizo = Agregado.

24. Boleadas = Echadas.

25. Tirante. “Madero horizontal de una armadura de tejado que se coloca para impedir la separación de los pares”. Vocabulario Arquitectónico Ilustrado, México, Secretaría del Patrimonio Nacional, 1975, p. 422. En techos inclinados, el empuje puede ser considerable, por lo que se colocan otras vigas, los tirantes, uniendo horizontalmente los estribos de los dos lados a fin de contrarrestar los empujes opuestos que se producen en ambos apoyos. Estas vigas, que se suelen colocar apareadas, son de notable mayor tamaño que los pares y nudillos (hablan de un al-farje), pues además de tener que trabajar a tracción deben soportar su propio peso con una gran sepa-ración entre apoyos. Para reducir ésta se disponen piezas empotradas funcionando como ménsulas, que se denominan canes o asnados y cuyas cabezas o extremos libres se decoran con formas geométricas, zoomórficas o con cabezas humanas.

26. En construcción, se denomina can a la cabeza de la viga que asoma al exterior y soporta la cor-nisa o alero. Como evolución de esta acepción, el término también puede ser usado para designar la pieza voladiza -de cualquier material- que soporta los extremos de una cubierta o un dintel. Origina-riamente, el can es usado en economía de medios como elemento constructivo para soportar la cornisa aprovechando la propia viga que sustenta el tejado.

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Pero su forma evolucionó para ser empleado como elemento meramente decorativo hasta el punto de perder su utilidad primitiva, pasando a ser una pieza exenta no portante. Ello derivó en numerosas for-mas escultóricas, sirviendo para auxiliar el soporte o simplemente para embellecer las cubiertas exterio-res e interiores, o los dinteles de los vanos.

27. Azuela: Hacha.

28. Solera. “Pieza de madera colocada horizontal-mente, sobre la que asientan otras piezas verticales o inclinadas”. Vocabulario…, op. cit., p. 398.

29. Tejamanil: “Tabla delgada de madera que se coloca como teja en los techos de las casas”. Ibid., p. 410.

30. Terrado: “Sistema constructivo, de cerramiento, que consiste en colocar, sobre la viguería, una cama de tabla o tejamanil, encima de ésta, una cama de tierra o cal, ya sea para formar piso o azotea”. Ibid., p. 420.

31. El salitre es una mezcla de nitrato de sodio y ni-trato de potasio. La tierra salitre que menciona no es una elección fortuita, este tipo de tierra no permite el crecimiento de las plantas. El recubrimiento de-bió ser de cal y arena.

32. Tapia: “Cada uno de los trozos de pared que de una vez se hacen con tierra arcillosa, amasada y api-sonada, dentro de una horma”. Vocabulario…, op. cit., p. 406.

33. Pretil: Se usa también como antepecho, es una pared “que se coloca en un lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer”. Ibid., pp. 32-33.

34. Morillo: “Larguero o viga, generalmente rolliza, sobre la que se clavan las tablas que forman el techo de construcciones rústicas”. Ibid., p. 308.

35. Embebido: encajado o empotrado.

36. Umbral. “Parte inferior de la puerta, contra-puesta al dintel o madero atravesado en lo alto de un vano para sostener el muro que hay encima”. Voca-bulario…, op. cit., p. 446.

37. Almena. Son pequeños pilares salientes coloca-dos de trecho en trecho; su función principal origi-nalmente fue defensiva y con el tiempo se convirtió en elemento ornamental. Ibid., p. 24.

38. Cepo. Instrumento hecho de dos maderos grue-sos, que unidos forman en el medio unos agujeros redondos, en los cuales se aseguraba la garganta o la pierna del reo, juntando los maderos.

39. AMM, Civil, Vol. 7, Exp. 6.

40. Se insertan tanto la paleografía de la memoria de obra como la reconstrucción del plano para facili-tar a los interesados el análisis de los espacios de las Casas Reales de 1653 y permite que los documentos originales se conserven en el estado que hoy día ob-servan.

41. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10.

42. Israel Cavazos Garza, El muy ilustre Ayunta-miento de Monterrey desde 1596, Monterrey, Im-prenta Ríos, 1953, tercera ilustración, entre pp. 14 y 15.

43. Juan Roberto Zavala, La vivienda en la Historia de Nuevo León, Monterrey, Grafo Print Editores, 1997, p. 34.

44. La historia de estas casas son tratadas amplia-mente en el capítulo III.

45. Está considerando el ancho de los portales. Ca-vazos, op. cit., p. 13.

46. Idem.

47. AMM, Causas Criminales, vol. 8, exp. 105.

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48. 24 de septiembre de 1661. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1661/004. La “Chancaca” es “piloncillo, azúcar prieta”. Carlos Montemayor, Diccionario del náhuatl en el español de México, México, UNAM-Gobierno del Distrito Federal, 2007, p. 37.

49. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1668/002.

50. Ibid., exp. 1671/003.

51. Idem.

52. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10.

53. Idem.

54. Idem.

55. Idem.

56. Cavazos, op. cit., p. 14.

57. 8 de agosto de 1664. AMM, Actas de Cabildo, exp. 1664/12.

58. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10, folio 15.

59. Ibid., folio 16.

60. AMM, Civil, vol. 12, exp. 10.

61. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1672/001.

62. Ibid., exp. 1678/001.

63. Ibid., exp. 1681/001.

64. AMM, Principal, vol. 4, exp. 12.

65. Idem.

66. AMM, Actas de Cabildo, vol. 001, exp. 1682/003.

67. Ibid., exp. 1683/005.

68. Idem.

69. AMM, Civil, vol. 22, exp. 5, folio 11.

70. AMM, Actas de Cabildo, vol. 002, exp. 1705/002.

71. Ibid., exp. 1730/002. Nota: El documento en-cuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

72. Ibid., exp. 1730/003. Nota: El documento en-cuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

73. Ibid., exp. 1732/003. Nota: El documento en-cuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

74. Idem.

75. Ibid., exp. 1737/002. Nota: El documento en-cuadernado en: Principal, Vol. 27, exp. 1.

76. Ibid., exp. 1739/001.

77. AMM, Civil, vol. 70, exp. 7.

78. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Ayuntamiento-Obras Públicas, vol. 28, exp. 1, f. 3. Se encuentra una copia en: AMM, Civil, vol. 124, exp. 22. Maldonado refiere equivocadamente que la inundación ocurrió en 1782. La inundación tuvo lugar 30 años atrás. Carlos Pérez-Maldonado, La ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Mon-terrey, Monterrey, Impresora Monterrey, 1946, p. 120.

79. AMM, Civil, vol. 82, exp. 5, f. 1.

80. Idem.

81. Lydia Espinoza Morales, “Un asentamiento fronterizo: Monterrey en 1767”, en ACTAS, Uni-versidad Autónoma de Nuevo León, Vol. II, No. 3, enero-junio de 2003, pp. 72-75.

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82. AMM, Protocolos, vol. 18, exp. 1, folio 91, No. 49.

83. Gobernó el Nuevo Reino de León de 1773 a 1781.

84. AGN, Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7, f. 231v. Véase también: AMM, Correspondencia, vol. 120, exp. 3, f. 24.

85. AMM, Correspondencia, vol. 118, exp. 72.

86. El 20 de marzo de 1790. AGN, Presidios y cár-celes, vol. 31, exp. 7, f. 231v.

87. AMM, Actas de Cabildo, vol. 002, exp. 1776/001.

88. AGN, Ayuntamiento-Obras Públicas, vol. 28, exp. 1, fs. 3-3v. Ver también: AMM, Correspon-dencia, vol. 123, exp. 16.

89. AMM, Correspondencia, vol. 124, exp. 2, folio 1.

90. Pérez-Maldonado, op. cit., p. 121.

91. Ibid., pp. 94-95.

92. Cavazos, op. cit., cuarta ilustración, entre pp. 18 y 19.

93. Ibid., p. 18.

94. AMM, Correspondencia, vol. 124, exp. 2, folio 1.

95. Idem.

96. AGN, Arzobispos y obispos, vol. 10.

97. Mencionada en 1822 cuando se gasta para “un cubo de vaqueta para la noria y una reata para ella. AMM, Correspondencia, vol. 9, exp. 59, folio 12

98. AMM, Protocolos, vol. 9, exp. 1, folio 167 No. 50.

99. Donado por Francisco Alejo de Treviño. AMM, Protocolos, vol. 10, exp. 1, folio 245 No. 149.

100. AMM, Actas de Cabildo, vol. 002, exp. 1794/003.

101. AMM, Misceláneo, vol. 1ª, exp. 1, folio 8.

102. Las cursivas son nuestras. AGN, Presidios y cárceles, Vol. 31, Exp. 7, f. 259.

103. AGN, Provincias Internas, vol. 196, f. 40.

104. Ibid., f. 40v.

105. AGN, Presidios y cárceles, Vol. 31, Exp. 7, f. 259v.

106. Ibid., f. 260.

107. El 8 de noviembre de 1634, Juan López dispuso ser enterrado “en el monasterio del señor San Fran-cisco de Monterrey” de cuya “cofradía del Santísi-mo Sacramento es hermano”. AMM, Protocolos, vol. 4, exp. 1, folio 1.

108. Es decir, hacia el Norte, por ser ladera el terreno donde estaban construidas las Casas Reales. Dicho declive era más evidente que en la actualidad.

109. AMM, Protocolos, vol. 3, exp. 1, folio 49, No. 31.

110. Idem.

111. Es decir, las 24 horas del día. Idem.

112. Las cursivas son mías. AMM, Actas de Cabil-do, vol. 001, exp. 1664/12.

113. Tan importantes eran que, hacia 1794, el arzo-bispo de México Alonso conde de Revillagigedo, al extinguir muchas de las cofradías que existían

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en ese año mandó “que con los bienes de ellas que son cerca de 2000 cabezas de ganado lanar se eri-jan conforme a la Ley de Indias las Cofradías del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas que son las principales que debe haber en cada parroquia”. AGN, Cofradías y Archicofradías, vol. 18, exp. 7, f. 275. Citado por: Alicia Bazarte Martínez, Las co-fradías de españoles en la ciudad de México (1526-1869), México, Universidad Autónoma Metropoli-tana, 1989, p. 144.

114. Existía en la iglesia parroquial otra cofradía de las Ánimas del Purgatorio, y ésta debió estar insti-tuida para misas de españoles.

115. La lámpara consistía “generalmente en un reci-piente colgante de vidrio, lleno de aceite de olivo, en que flota una mecha ardiendo, y se usan en la Iglesia Católica en señal de honor”. Diccionario Enciclopédico de la Fe Católica, México, JUS, 1980, p. 334.

116. Bazarte, op. cit., p. 151.

117. Diccionario… op. cit., p. 527.

118. “Le llaman con muchísimos epítetos, porque no se puede explicar con un nombre tanta grande-za. Se dice Eucharistía, nombre Griego, y simboliza lo mismo, que buena gracia o acción de gracias. Se dice buena gracia, porque contiene a Cristo Señor nuestro, que es la fuente y actor de toda la gracia. Se dice acción de gracias, porque Cristo Señor nues-tro al instituir este Divino Sacramento dio gracias a su Eterno Padre; porque en este Sacramento todos los días se dan gracias a Dios por los beneficios re-cibidos. Se llama Sacrificio, porque en él se ofrece a Cristo, y se sacrifica al Eterno Padre su amantí-simo Hijo. Se llama Sinaxis, que es lo mismo que Comunión, porque por la Eucaristía nos hacemos participantes del Cuerpo y Sangre de Cristo. Se lla-ma Sacramento de Caridad, porque por él se une el hombre con Cristo, y con sus miembros; es a saber, con los fieles, y se hace un cuerpo con ellos. Se lla-ma Viático, porque es el manjar espiritual de todos y especialmente de los enfermos, por lo que, desde lo

primitivo de la Iglesia que se instituyó, se observa y cuida que ningún fiel muera sin este Sacramento. Se llama cena, porque Cristo Señor nuestro lo instituyó en la última cena. Tiene otros infinitos títulos”. An-tonio Lobera y Abio, El Por qué de todas las ceremo-nias de la Iglesia y sus misterios, Madrid, Imprenta Real de la Gazeta, 1770, pp. 487-488.

119. Diccionario… op. cit., p. 530.

120. Bazarte op. cit., p. 84.

121. Diccionario… op. cit., p. 233.

122. Alicia Bazarte Martínez y Clara García Ayluar-do, Los costos de la Salvación. Las cofradías y la ciu-dad de México (siglos XVI al XIX), México, CIDE-Instituto Politécnico Nacional-Archivo General de la Nación, 2001, p. 147.

123. Bazarte, Las cofradías… op. cit., p. 141.

124. Víctor Mínguez, “La Monarquía humillada. Un estudio sobre las imágenes del poder y el poder de la imágenes”, en RELACIONES, México, El Colegio de Michoacán, Vol. XX, No. 77, Invierno, 1999, p. 132.

125. Ubicada al nororiente del Museo Metropolita-no de Monterrey, en la actual esquina de Zaragoza y Corregidora.

126. AMM, Protocolos, vol. 12, exp. 1, folio 142 No. 60.

127. Idem.

128. Idem.

129. En ella fundó una capellanía de 2,500 pesos para que su hermano Juan de Treviño se ordenase como clérigo. El acceso principal estaba al Oriente, frente a la calle que daba a la plaza Mayor, al Sur con el callejón llamado “del Palacio” y al Norte con la calle Real. AMM, Protocolos, vol. 11, exp. 1, folio 350, No. 135.

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130. Idem.

131. Idem.

132. Tales cuartos estaban tasados en setecientos pe-sos. AMM, Protocolos, vol. 13, exp. 1, folio: 402v No. 185.

133. AMM, Protocolos, vol. 9, exp. 1, folio 227 No. 81.

134. Mayordomo en 1692. AMM, Protocolos, vol. 5, exp. 1, folio 76 No. 32.

Mayordomo en 1694. Idem, folio 133 No. 72.Mayordomo en 1695. Idem, folio 155 No. 85.

135. Un síndico es un administrador. AMM, Civil, vol. 22, exp. 5, folio 16.

136. AMM, Protocolos, vol. 16, exp. 1, folio 111 No. 38.

137. Días después Joaquín Martínez murió dejando una deuda a la cofradía del Santísimo Sacramento. Idem, folio 107v No. 36.

138. Plano citado en: Espinoza, op. cit., pp. 72-75.

139. Jaime Ángel Morera y González, Pinturas Co-loniales de Ánimas del Purgatorio, México, UNAM, 2001, p. 58.

140. Ibid., p. 78.

141. En primeras nupcias con Josefa Caballero de los Olivos y en segundas nupcias con Leonor Gó-mez de Castro.

142. AMM, Protocolos, vol. 20, exp. 1, folio 123v No. 78.

143. Erróneamente atribuido al franciscano Cristó-bal Bellido y Fajardo. Mapoteca Orozco y Berra.

144. AGN, Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7, fs. 232-232v.

145. AMM, Civil, vol. 176, exp. 9.

146. Idem.

147. Idem.

148. Idem. “el subrrayado es nuestro”.

149. Idem.

150. Idem.

151. AMM, Protocolos, vol. 24, exp. 1, folio 35v No. 18.

152. AMM, Protocolos, vol. 28, exp. 197.

153. AMM, Correspondencia, vol. 14, exp. 12.

154. 25 de octubre de 1824. Idem.

155. AMM, Protocolos, vol. 33, exp. 59.

156. 23 de agoto de 1827. AMM, Misceláneo, vol. 4, exp. 16, folio 204.

157. AMM, Protocolos, vol. 34, exp. 20.

158. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1825/089.

159. AMM, Misceláneo, vol. 3, exp. 9, f. 12.

160. 10 de noviembre. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1845/076.

161. 10 de abril de 1851. AMM, Actas de Cabildo, vol. 030, exp. 1851/033.

162. Nació en Providence, Rhode Island, Estados Unidos, el 16 Junio de 1801; fue muerto en Veracruz,

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México, el 22 de Marzo de 1847. Tanto la litografía como la información sobre el capitán John R. Vin-ton nos fue proporcionada amablemente por nues-tro buen amigo Amehd Valtier.

163. Agradezco a Ahmed Valtier el envío de esta imagen.

164. Daniel Powers Whiting nació el 31 de julio de 1808 en Kentucky. Murió en Washington, D. C. el 2 de agosto de 1892.

165. AMM, Actas de Cabildo, vol. 003, exp. 1814/052.

166. Ibid., exp. 1814/056.

167. Ibid., exp. 1815/002.

168. Ibid., exp. 1815/014.

169. Ibid., exp. 1815/032.

170. Ibid., exp. 1818/012.

171. Ibid., exp. 1818/015.

172. Ibid., exp. 1818/016.

173. Ibid., exp. 1818/020.

174. AMM, Correspondencia, vol. 7, exp. 8, folio 2.

175. AMM, Actas de Cabildo, vol. 003, exp. 1821/056.

176. AMM, Misceláneo, vol. 2, exp. 13, folio 118.

177. Ibid., exp. 7, folio 66 y 67.

178. AMM, Protocolos, vol. 34, exp. 20. Con mayor claridad podrá leerse en el capítulo III.

179. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1825/055.

180. AMM, Correspondencia, vol. 14, exp. 11.

181. Idem.

182. Ibid., exp. 13.

183. AMM, Misceláneo, vol. 4, exp. 10, folio 111.

184. AMM, Correspondencia, vol. 18, exp. 15, folio 168, folio 168.

185. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1828/038.

186. AMM, Correspondencia, vol. 23, exp. 10 y 24.

187. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1829/072.

188. AMM, Correspondencia, vol. 28, exp. 32, folio 1.

189. AMM, Misceláneo, vol. 7, exp. 17, folio 3.

190. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1831/032.

191. Ibid., exp. 1831/038.

192. Ibid., exp. 1831/045.

193. Ibid., exp. 1831/049.

194. 33 pesos produjeron. Ibid., exp. 1831/053.

195. AMM, Misceláneo, vol. 9, exp. 13, folio 30.196. AMM, Correspondencia, vol. 38, exp. 12, fo-lio, 2.

197. AMM, Misceláneo, vol. 93, exp. 8.

198. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1836/048.Las cocinas eran sitios donde se vendían

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Monterrey: origen y destino

135

alimentos preparados y éstas se encontraban al Nor-te.

199. Ibid., exp. 1836/027.

200. Ibid., exp. 1836/014.

201. Idem.

202. AMM, Correspondencia, vol. 65, exp. 17, folio 3.

203. AMM, Protocolos, vol. 42, exp. 5.

204. Durante el siglo XIX, la Plaza del Mercado mudó su nombre al sitio donde después se levan-taría el Mercado Colón o Parián, sitio que también alguna vez llevó el nombre de Plaza de la Carne.

205. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1836/037. Cajón bastante grande en comparación con uno del mercado de la “Plaza del Volador” de la ciudad de México en esos mismos años, pues me-dían en promedio dos metros cuadrados. María Re-beca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López, Dos mercados en la historia de la ciudad de México, México, INAH, (Col. Divulgación), 1990, p. 201.

206. AMM, Actas de Cabildo, vol. 003, exp. 1816/020.

207. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1825/078.

208. AMM, Misceláneo, vol. 3, exp. 9, f. 12.

209. AMM, Correspondencia, vol. 33, exp. 5, folio 26.210. Ibid., folio 27.

211. AMM, Civil, vol. 227, exp. 21.

212. Idem.

213. Idem.

214. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1833/015.

215. Ibid., exp. 1835/046.

216. Ibid., exp. 1836/048.

217. Ibid., exp. 1834/022.

218. Ibid., exp. 1835/018.

219. Idem.

220. Idem.

221. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1835/019.

222. Ibid., exp. 1841/078.

223. AMM, Civil, vol. 242, exp. 13.

224. AMM, Misceláneo, vol. 21, exp. 2, f. 11.

225. AMM, Actas de Cabildo, vol. 29, exp. 1850/004.

226. Ibid., exp. 1850/046.

227. AMM, Misceláneo, vol. 21, exp. 4, folio 25.

228. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1845/062.

229. AMM, Misceláneo, vol. 21, exp. 10.

230. Ibid., exp. 14, folio 2 y 26.

231. AMM, Correspondencia, vol. 21, exp. 14, folio 26.

232. Cavazos, op. cit., p. 21. Su fuente es AMM, Civil, 1847, “varios asuntos”, exp. 7; sin embargo, ahí no hay referencia alguna al tema del incendio, lo que lo vuelve poco confiable. El expediente que cita está en el vol. 249.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

136

233. AMM, Misceláneo, vol. 22, exp. 4, folio 16; y Misceláneo, vol. 23, exp. 1, folio 9.

234. AMM, Actas de Cabildo, vol. 26, exp. 1847/008. El deterioro de los techos que se sufrían en las piezas principales de las casas consistoriales, también se sufrían al Norte de ellas, al grado de ha-berse colapsado.

235. Ibid., exp. 1847/017.

236. Ibid., exp. 1847/018.

237. Ibid., exp. 1847/021.

238. Ibid., exp. 1847/019.

239. Ibid., exp. 1847/022.

240. AMM, Civil, vol. 249, exp. 9.

241. Ibid., exp. 13.

242. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1848/020.

243. AMM, Misceláneo, vol. 97, exp. 31.

244. AMM, Misceláneo, vol. 24, exp. 17, folio 59.

245. Robert H. Ferrell, Ed., Monterrey is ours!. The Mexican War Letters of Lieutenant Dana. 1845-1847, Kentucky, The University Press of Kentucky, 1990, p. 148.

246. AMM, Actas de Cabildo, vol. 30, exp. 1851/016.

247. Ibid., exp. 1851/021.

248. Es posible que se refirieran a Antonio Salas.

249. AMM, Actas de Cabildo, vol. 30, exp. 1851/023.

250. Ibid., exp. 1851/033.

251. Ibid., exp. 1851/037.

252. Idem.

253. Ibid., exp. 1851/038.

254. Ibid., exp. 1851/043.

255. Idem.

256. Ibid., exp. 1851/044.

257. 27 de mayo de 1851. Ibid., exp. 1851.

258. 9 de junio de 1851. Ibid., exp. 1851.

259. 16 de junio de 1851. Ibid., exp. 1851.

260. Ibid., exp. 1851/062.

261. Ibid., exp. 1851/063.

262. Ibid., exp. 1851/067.

263. Ibid., exp. 1851/084.

264. AMM, Actas de Cabildo, vol. 31, exp. 1852.

265. Ibid., exp. 1852/009.

266. Ibid., exp. 1852. El 22 de enero se anunciaba que el costo del plano eran 70 pesos. 22 de enero de 1852. Ibid., exp. 1852.

267. Ibid., exp. 1852/016.

268. Ibid., exp. 1852/017.

269. Ibid., exp. 1852.

270. 18 de marzo de 1852. Ibid., exp. 1852.

271. Ibid., exp. 1852/049.

272. Ibid., exp. 1852/054.

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Monterrey: origen y destino

137

273. Ibid., exp. 1852/055.

274. Ibid., exp. 1852/075.

275. Ibid., exp. 1852/076.

276. AMM, Actas de Cabildo, vol. 32, exp. 1853/015.

277. Ibid., exp. 1853/018.

278. Ibid., exp. 1853/020.

279. Ibid., exp. 1853/021.

280. Se refiere al diseño del remate. Ibid., exp. 1853.

281. Ibid., exp. 1853/028.

282. Ibid., exp. 1853/030.

283. “Muy Ilustre Ayuntamiento, 1853”.

284. AMM, Actas de Cabildo, vol. 32, exp. 1853/041.

285. Jueves 1 de septiembre de 1853.

286. José Sotero Noriega, “Monterrey”, en Apéndice al Diccionario Universal de Historia y de Geografía, Coor. Manuel Orozco y Berra, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, tomo II, IX de la obra, 1856, p. 884.

287. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1854/004.

288. AMM, Misceláneo, vol. 34, exp. 6, folio 9.

289. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1857/010.

290. Pérez-Maldonado, op. cit., p. 255.

291. AMM, Actas de cabildo, vol. 999, exp. 1872/001.

292. Ibid., 1872/026.

293. Ibid., exp. 1877/043.

294. 23 de febrero de 1880. AMM, Actas de Cabil-do, vol. 999, exp. 1880/009.

295. AMM, Civil, vol. 324, exp. 12.

296. Idem.

297. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1879/037.

298. AMM, Civil, vol. 324, exp. 11. Aunque en abril de 1880 aparece un acta donde se menciona que fal-taba cerrar el segundo piso del Palacio Municipal. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1880/018.

299. AMM, Civil, vol. 324, exp. 12 y Actas de Ca-bildo, vol. 999, exp. 1879/054.

300. AMM, Civil, vol. 324, exp. 11.

301. Pérez-Maldonado, op. cit., p. 255.

302. AMM, Civil, vol. 337, exp. 15.

303. Idem.

304. Idem.

305. Idem, exp. 1.

306. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1883/005; y AMM, Civil, vol. 337, exp. 15.307. AMM, Civil, vol. 337, exp. 15.

308. Idem.

309. Idem.

310. Idem.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

138

311. Idem.

312. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1883/034; y Civil, vol. 337, exp. 15.

313. AMM, Civil, vol. 349, exp. 46.

314. Idem.

315. Archivo General del Estado de Nuevo León, Memoria del general Bernardo Reyes (1903-1907), Monterrey, tomo II, Anexo No. 651 Bis, p. 271.

316. Arturo Berruelo González, Diccionario Biblio-gráfico de Coahuila, Saltillo, Gobierno del Estado de Coahuila, 1999, p. 180.

317. Alfonso Reyes Aurrecoechea, en “Artistas de la Provincia. Don Eligio Fernández”, en Armas y Le-tras, Monterrey, No. 3, 30 de marzo de 1946, p. 3.

318. Idem.

319. Idem.

320. Ignacio Montes de Oca y Obregón, Sermón que en la solemne bendición de la Iglesia de Nuestra Señora del Roble de Monterrey, predicó el ilustrísi-mo Sr. Dr. y maestro don Ignacio Montes de Oca y Obregón, obispo de Linares, el día 8 de septiembre de 1884, Monterrey, Impresora de Antonio Sada, calle de Abasolo, No. 36, 1884, p. 11.

321. Reyes, op. cit., p. 3

322. Obra que fue propiedad de Amado Fernández y posteriormente de Carlos Pérez Maldonado. Idem.

323. Idem.

324. Pertenece al acervo del museo del Obispado y está expuesta en comodato en el Museo del Palacio de Gobierno.

325. Monterrey en 400 fotografías, Monterrey, MUCA, 1996, p. 99.

326. Ibid.

327. Directorio de la ciudad de Monterrey, Monte-rrey, 1901, p. 93.

328. Reyes, op. cit., p. 180.

329. El pago que recibiría por dicho trabajo sería de 300 pesos, AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1853, fs. 53v-54.

330. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1874/029.

331. AMM, Civil, Vol. 408, Exp. 70.

332. Idem.

333. Actualmente las láminas se encuentran des-prendidas del documento original, éstas se encuen-tran en custodia bajo la actual dirección del Archi-vo, previniendo su extravío.

334. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1899/047.

335. José P. Saldaña, Historia y tradiciones de Mon-terrey, Monterrey, Impresora Monterrey, S. A., 1943, p. 6.336. AMM, Civil, vol. 397, exp. 8.

337. En el mercado principal de San Luis Potosí to-davía es posible observar estas alacenas en uso.

338. El fechamiento de la foto entre esos dos años se debe a que tenemos el registro de una postal con esa misma imagen enviada en noviembre de 1903.

339. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1877/043.

340. “Anécdotas y sucesos en Monterrey”, en Ál-bum de Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Monterrey, N. L., Monterrey, director J. Flor Nava-rro, editor J. A. Cruz, 1946, s/p.

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Monterrey: origen y destino

139

341. José Ángel Anguiano Martínez, Historia de las Casas Reales, Monterrey, manuscrito inédito, 2008, p. 17.

342. Idem.

343. En la esquina de la Plaza de Hidalgo y Corre-gidora, nombre impuesto en el año de 1924, llamada anteriormente Doctor Noriega. Jorge Pedraza Sali-nas, Monterrey entre montañas y acero, Monterrey, Villacero, 1996, p. 143.

344. Enrique Espino Barros Robles, El Monterrey de mi niñez, adolescencia y juventud (1930-1950), Monterrey, CONARTE-CONACULTA, 2007, p. 116.

345. Ibid., 119.

346. Para una mayor información sobre los timbres fiscales, se recomienda consultar esta misma obra. Ibid., pp. 119-120.

347. Ibid., 121

348. Ibid., pp. 121-122.

349. Saldaña, op. cit., p. 6.350. Anguiano, op. cit., p. 18. y Roberto Jorge Ro-dríguez, Las Antiguas Casas Reales. Anecdotario, Monterrey, Oficio, 2002, p. 19.

351. Anguiano, Ibid., p. 19.

352. Tercer informe de la Administración Municipal de Monterrey (1980-82) del Presidente Municipal Pedro F. Quintanilla, Monterrey, 1982, p. 38.

353. Hernando Garza, “Antiguo Palacio será Museo de Historia”, en El Norte, 13 de julio de 1987.

354. AMM, Correspondencia, vol. 9, exp. 59, folio 12.

355. AMM, Causas Criminales, vol. 44, exp. 1036.

356. AMM, Misceláneo, vol. 7, exp. 7, folio 3; y Co-rrespondencia, vol. 31, exp. 1, folio 78.

357. AMM, Misceláneo, vol. 9, exp. 13, folio 6.

358. AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1890/046.

359. AGENL. Informe de Gobierno del Lic. Ge-naro Garza García 1877-1879. Anguiano, op. cit., p. 13.

360. México, el país del porvenir. Nuevo León (1922-1923), Monterrey, Gobierno de Nuevo León-Secre-taría de Educación-INAH-UANL, 2008, pp. 77.

361. “Historia Comercial de Monterrey”, en Ál-bum de Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Monterrey, N. L., Monterrey, director J. Flor Nava-rro, editor J. A. Cruz, 1946, s/p.

362. Anguiano, op. cit., p. 18.

363. Monterrey en un año de gobierno 1936-1937, bajo el Ayuntamiento presidido por el coronel Leopol-do Treviño Garza, Monterrey, Talleres Gráficos de la Impresora Monterrey, S. A., 1938, p. 22.

364. Ibid, p. 22.

365. Idem. La fuente fue reubicada en la plaza Gral. Francisco Murguía, creada en 1937 por la construc-ción de un “kindergarten en la colonia Asarco, barrio eminentemente obrero […], lleva el nombre de Ge-neral de División Francisco Murguía, glorificando así a uno de los más conspicuos coahuilenses inicia-dores de la revolución”. Ibid, p. 20-21. La plaza es-taba circundada por las calles Progreso, Gustavo A. Madero, Lerdo de Tejada y Emilio Carranza; al nor-te, sur, oriente y poniente (1948). AMM. Sección Informes Municipales. Informe del C. Presidente Municipal Félix González Salinas 1946-1948.

366. Monterrey, op. cit., p. 22.

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El antiguo Palacio municipal: de la Colonia a los tiempos revolucionarios

140

367. Nota del periódico “El Tiempo”, citado en: Monterrey…, op. cit., p. 27.

368. Ibid., p. 23.

369. “Faro del Comercio”, en Atisbo, Monterrey, Impreso en Sistemedios, Año 1, No. 5, noviembre-diciembre de 2006, pp. 5-12.

370. Anguiano, op. cit., p. 20.

371. Ibid., p. 21.

372. Ibid., p. 22.

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Zavala, Juan Roberto. La vivienda en la Historia de Nuevo León. Monterrey, Grafo Print Editores, 1997.

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ANEXO I

Año de 1784

Representación del Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reino de León sobre reedificación de Casas Reales.

que ocurre al vigilantísimo celo de Vuestra Excelen-cia que en cuanto conduce a la pública utilidad en servicio de Dios y del Rey, es universalmente acla-mado, suplicando a su distinguida piedad se digne concederle gabelar2 las cabezas de ganado de ma-tanza que se cría y vende en esta Provincia en una cuartilla más del valor en que se efectuare la venta de cada una, cuyo producto según arreglado cómputo ascenderá a dos mil y quinientos pesos anuales, y que esta moderada pensión cuasi insensible, así a los vendedores como a los compradores, se establez-ca para propios de esta ciudad perpetuamente, o por el tiempo limitado que fuere del agrado de Vuestra Excelencia, con cuyo auxilio podrá ocurrir a los expresados fines y sostener los esplendores que le corresponden y a que parece justo contribuyan los [que] se interesan tanto en los esquilmos de la Pro-vincia […] cuya gracia espera la benignidad y justi-ficación (f. 4) de Vuestra Excelencia, cuya impor-tante vida conserve la majestad divina por muchos años para el bien y felicidad de esta Nueva España. Monterrey, 6 de marzo de 1784.

FirmasVicente González Santianes; José Alejandro de Uro y Campa, alcalde ordinario; José Froylán de Mier Noriega, alcalde ordinario; José Joaquín Canales, regidor alférez real; Manuel de Sada, regidor con-tador de menores; Pedro José de Elizondo, procu-rador general.

Excelentísimo Sr. Virrey y Cap. Gral.Don Matías de Gálvez

(f. 4v)

Excelentísimo SeñorEl fiscal de lo Civil dice que por las leyes (f. 5) y ór-

Archivo General de la Nación. Ayuntamiento-Obras Públicas, vol. 28, exp. 1.

(f. 2)

Año de 1784Representación del Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Monterrey en el Nuevo Reino de León sobre reedificación de Casas Reales.1

(f. 3)

Excelentísimo SeñorMéxico, 31 de marzo de 1784. Al Señor fiscal de lo Civil.

Señor, el Justicia, Cabildo y Regimiento de esta ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, precisado de las indigencias de ella, hace pre-sente a la Superioridad de Vuestra Excelencia, que el año de [17]52 del presente siglo con las irrupcio-nes de las copiosísimas aguas que casi la inundaron, padeció en sus edificios tanta ruina que para reesta-blecerse en parte, quedaron sus facultades y las de todos sus habitantes tan demeritadas, que aún sub-sisten sin vigor expedito, para contribuir al remedio. Los propios de la ciudad son en el día tan limitados, que sólo alcanzan a ciento y cincuenta pesos anua-les, y el fondo que los produce, empeñado para la erección de una casa con algunas oficinas que pue-den servir de cárcel para delincuentes distinguidos, y de cuartel para que la tropa franca logre alguna comodidad; pero para (f. 3v) finalizar esta obra y que se fabriquen en ella Altos para Casas Reales, y decente habitación de los gobernadores comandan-tes de esta Provincia, ni para subvenir al desempeño de otras obligaciones y cargas que debe reportar la ciudad, carece este Cabildo de todo arbitrio; por lo

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denes novísimas que las mandan guardar, está dis-puesto que no se de curso a constancia ni pretensión alguna, que no venga en el papel que corresponde.

En esta atención y que la presente del Justicia y Re-gimiento de la ciudad de Monterrey contiene este defecto, Vuestra Excelencia se [ha] de servir mandar que no se le de curso. México 2 de abril de 1784.

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ANEXO II

Sobre construcción de cárcel y casas reales (1790-1796)

de vidas y saqueo de bienes que continuamente le causan los insultos de los indios bárbaros y hallán-dose en iguales términos en el día sucede lo mismo sin humano remedio tanto por esta causa como por las hambres que se han experimentado y actualmen-te se padecen por las escaseses de aguas de que ha provenido la falta de semillas.

Continuada la justa pretensión de fábrica de casas Reales y cárcel se ocurrió (f. 232) por este ilustre cabildo a ese superior gobierno el año pasado de [17]85 proponiendo el arbitrio de que se grabase en una cuartilla cada cabeza de ganado menor del que produce esta Provincia al tiempo de su venta; y la Real Audiencia Gobernadora en superior despacho de 7 de abril del mismo año, declaró no haber lugar a esa pensión por estimar dichos ganados en la clase de primera necesidad; pero previno al Ayuntamien-to propusiese otro arbitrio.

Y a vista de lo pedido por el señor fiscal de lo civil encargado de lo criminal en el mismo tiempo estre-chado de los ocursos hechos por varias Justicias con causas formadas de las fugas de muchos reos por el deterioro y poca seguridad de las cárceles, resolvió que el Justicia de cada partido hiciese vista de ojos de las respectivas cárceles de su jurisdicción con uno o dos peritos juramentados en forma para que declarasen su estado y si necesitaban de algún repa-ro o reedificio a fin de evitar las fugas (f. 232v) de los reos, previniendo expresasen éstos como facultati-vos con toda claridad la obra que conviniere deber-se hacer y la cantidad de pesos a que ascendiera su costo y que el Juez territorial propusiese los medios y arbitrios de donde pudieran erogarse.

Pero encontrando en mi tiempo esta prevención sin efecto y lo que es mas, el visible imponderable daño que se siguen de no tener ni casas Reales en qué ejecutar las Actas Capitulares que los mas días

Archivo General de la Nación. Presidios y cárceles, vol. 31, exp. 7.

(f. 230)

Sobre construcción de cárcel y casas reales3

(f. 231)

Excelentísimo SeñorDesde el año de [17]52, del siglo presente, en que una inundación acaecida en esta ciudad arruinó las Casas Reales y cárcel de ellas, no han podido ree-dificarse por faltas de fondos de propios; pues aun-que de pocos años a esta parte tiene el solo haber de ciento y cincuenta pesos anuales de arrendamien-to de tierras y aguas, éstos están paulatinamente cubriendo el costo que causó la misma saca de la acequia y caídos de ella que como nueva padecen muchos.

Pulsando este inconveniente y teniendo a la vista la notoria y sensible falta de cárcel y casas Reales hizo representación a ese superior gobierno mi antecesor el coronel don Melchor Vidal de Lorca y Villena pi-diendo arbitrios para el efecto, y el excelentísimo se-ñor bachiller […] Antonio María Bucareli y Ursúa, virrey que fue de esta Nueva España tuvo a bien mandarle (f. 231v) expedir orden con fecha de 26 de octubre de [17]76, a conformidad de lo pedido por el señor fiscal para que con mayor prudencia, sua-vidad y blandura reglase un repartimiento entre los individuos de esta Provincia que fuese bastante al logro de su solicitud, previniéndole llevar individual cuenta del acopio de estas cantidades, distribución en la obra y que de ello diese aviso a esa superioridad para en caso necesario tomar otras providencias.No se puso en práctica la dictada en tales circuns-tancias en aquél tiempo por advertirse se hallaba esta Provincia respirando inconsolable las pérdidas

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se ofrecen, ni cárcel alguna en qué resguardar los reos de todos delitos pues ésta se reduce a una corta pieza y zaguán de tan deplorable constitución que por su debilidad ella misma franquea salida a los de-lincuentes, y como no hay tropa con qué suprimir los depravados insultos de los transgresores de aquí previene sin disputa su atrevimiento, llegando a tan-to que aún habiendo diez soldados arreglados con su cabo que los custodiaba han hecho varias desde el año de [17]86 hasta el de [17]89, cuyas causas se han (f. 233) remitido a la Real Sala, siendo los más prófugos condenados a sentencia de muerte que no se ha ejecutado por su retirada inaveriguable, y aho-ra últimamente, el día 6 del corriente hicieron fuga a la una de la tarde, cinco reos, hirieron malamente al alcalde o carcelero, de los que sólo pudieron ser ha-bidos tres a esfuerzos de prontas diligencias, siendo uno de los dos fugitivos, reo de muerte por otra que perpetró, y su causa está remitida a la Real Sala.Para remedio pues de tanto mal resultando hasta el día inútiles las solicitudes para la facción de ca-sas Reales y cárcel, y evidente la urgencia de que se verifique aquella, me ha parecido conveniente hacer presente a vuestra excelencia en calidad de propuesta arbitraria, se grave en dos reales cada cabeza de bestia mular de las que en partidas se ex-traen de esta Provincia para otra, y a bien vendidas o por vender, y que todo fabricante de piloncillo de la misma, contribuya una cuartilla sobre cada un peso (f. 233v) de los que producen su cosecha, lo que a unos y otros no será perjudicial en manera alguna, pues noticiosos de que han de hacer esta exhibición proveerán su reembolso antes de cerrar el trato de la venta del efecto y hecho el acopio puede desti-narse no sólo al objeto principal de dichas fábricas, sino que concluidas éstas sirvan de masa o fondo de propios de esta ciudad de que carece en sustancia y tanto necesita para sus constitu[…] atenciones que resultan precisamente en servicio de Dios, del Rey y beneficio del común, para lo cual se nombrarán dos colectores de los más bonificados en su conducta a fin de que se haga la exacción y entrega con toda legalidad dando de las resultas cuenta individual a ese superior gobierno.

Si este proyecto no tiene lugar y por consiguiente queda frustrada tan justa pretensión, sírvase vuestra excelencia valerse en parte de las regias facultades que le asisten para dictar de qué fondo se saque la importancia de las referidas Casas Reales (f. 234) y cárcel, pues de lo contrario se verán la justicia vul-nerada, el público ofendido, los ministros burlados y los reos con mayor descaro y osadía cometerán nuevos insultos de que no se libertarán los mismos jueces a causa de no tener tropa con qué contener-los, y hacer obedecer sus órdenes.

Con este estrecho me veo y para libertarme de la res-ponsabilidad a que seguramente quedaría expuesto para con Dios, el Rey, y el público me ha parecido en obvio de ella ocurrir a la inflexible acreditada jus-tificación de vuestra excelencia para que instruida su alta comprensión en todo lo relacionado dicte y haga (como puede) se ponga en ejecución aquellas providencias que conspiren al intento y considere a estas críticas circunstancias adecuadas.

Dios guarde (f. 234v) la importante vida de vuestra excelencia muchos años. Monterrey, 20 de marzo de 1790.

Excelentísimo SeñorManuel Bahamonde

(Excelentísimo señor virreyConde de Revillagigedo)

(f. 235)

He visto cuánto vuestra excelencia expone en con-sulta de 20 de marzo precedente acerca de construc-ción de cárcel y Casas Reales y arbitrios con que pide verificarse.

Se están solicitando los antecedentes que vuestra señoría cita en ella para proceder con presencia de todo, y oportunamente avisaré lo que se determine, no dudando que mientras llega el caso, dará vuestra

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señoría disposiciones convenientes a la seguridad de los reos y a la conclusión de sus causas para dar-les justo destino y obviar cuidados como los que me representa.

Dios. Abril 28 de 1790Manuel Bahamonde

(f. 236)

Excelentísimo SeñorEn oficio de 28 del pasado abril se ha dignado vuestra excelencia ver mi consulta de 20 del último marzo, sobre cárcel y Casa Reales, mandando se busquen los antecedentes que cito para resolver, de cuya de-terminación me avisará, mereciendo a la benignidad de vuestra excelencia no dudar , que en ínterin no se verifica la indicada construcción, dispondré la con-clusión de las causas de los reos, dándoles a cada uno el justo destino, único medio, que según per-cibo, considera vuestra excelencia pueda relevarme de los cuidados que represento: ojala señor excelen-tísimo, pudiera yo reunir a todos los habitantes de este basto Nuevo Reino de León, para que viendo el ejemplar castigo, que se ejecutará con los reos que encierra la débil cárcel, sirviera de abstraerlos de sus inicuas (f. 236v) maldades, pero como esta reunión es físicamente imposible, y menos lo es aún cuan-do se verificara el perpetuar en ellos este saludable remedio que sirve de freno a sus excesos cuando la experiencia nos está enseñando que en el mismo día que se pone en ejecución la pena ordinaria de horca, tal vez está entrando en captura otros reos, como los que se han presentado al público, para su escarmiento, en tan funesto espectáculo.

Estos sólidos fundamentos me hacen el suplicar a vuestra excelencia, con el debido rendimiento, que tomando el asunto de construcción de cárcel y Casas Reales por uno de los de primera atención, se digne, su bien acreditada integridad, determinar con aque-lla prontitud, que vuestra excelencia graduare, pue-da exigir cuanto he expuesto sobre la materia.

Dios guarde la importante vida de vuestra excelen-cia los muchos años (f. 237) que necesito, y le supli-co. Monterrey, 15 de mayo de 1790.

Excelentísimo SeñorManuel Bahamonde

(Excelentísimo señor Condede Revillagigedo)

(f. 238)

Excelentísimo señorHabiendo representado a vuestra excelencia con fe-cha de 20 de marzo anterior del año que termina, la vigente necesidad que reporta esta ciudad de Casas Reales en que hacer las juntas y actas capitulares que son indispensables, y cárcel en que asegurar los reos de graves y leves delitos, proponiendo para su efecto, en calidad de arbitrio, se gravase en dos reales cada cabeza de bestia mular que saliesen de partida de esta provincia, ya vendidas o por vender-se en otra; y que todo fabricante de piloncillo de la misma, contribuya una cuartilla sobre cada peso de los que produjese su cosecha; se sirvió vuestra ex-celencia contestarme en 28 de abril del propio año, que a consecuencia de mi representación (f. 238v), se estaban solicitando los antecedentes que yo cita-ba, para proceder con vista de todo, y que oportu-namente me avisaría su superior determinación, no dudando que mientras llegase el caso, diere yo dis-posiciones convenientes a la seguridad de los reos y a la conclusión de sus causas, para darles justos des-tinos y obviar cuidados como los que representaba.Así lo he ejecutado, remitiendo estar con toda exac-titud y para custodia de los insinuados reos, y otros que han entrado sucesivamente de iguales crímenes, no habiendo en esta capital tropa alguna de valerme, dicté la providencia desde aquél tiempo, de que se velase la cárcel por medio de cuatro vecinos diaria y alternativamente; pero como éstos son unos pobres que se alimentan así, y sin familia, con el jornal que les produce su personal trabajo, y no se le contribu-ye por aquella ocupación cosa alguna (f. 239) por no haber fondos que lo sufran, ya conocerá la viva com-prensión de vuestra excelencia en qué modo estarán asegurados los reos y verificarán la fatiga los nom-brados, estando muertos de hambre y con el espíritu desconsolado y divertido en contemplar que igual necesidad padece aquél día su infeliz familia, cuya

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sensible miseria muchos de los mismos me han ma-nifestado para su remedio y no teniendo yo arbitrio para ello, sólo me queda el recurso, como lo hago de hacerle presente a la inflexible justificación y notoria piedad de vuestra excelencia para que se digne to-mar en todo la providencia que estime conveniente en el asunto; en el concepto de que hallándose tan mal segura la pieza la pieza de cárcel, como he di-cho, temo, y con razón, que los reos vulnerando los respectos de la Justicia hagan (f. 239v) libremente fuga y se trasladen a otra Provincia quedando sus delitos impunes o en esta perpetren robo y muertes como bandidos.

Dios guarde la importante vida de vuestra excelen-cia muchos años. Monterrey, 31 de diciembre de 1790.

Excelentísimo SeñorManuel Bahamonde

(f. 240)

Lista de los reos que de en esta (sic) del gobernador del Nuevo Reino de León se hallan en la cárcel pú-blica de la ciudad de Monterrey

Agustín Alvarado, sindicado de haber andado con los indios bárbaros, su causa en estado de prueba que está dando.

José Jesús Rosillo, por ladrón famoso su causa en la Real Sala del Crimen.

Joaquín Garza, por una muerte que hizo en el mes de agosto de [17]88, siguiéndose su causa.

El ciego José Antonio Pérez, por la muerte alevosa que hizo en marzo de [17]91, en estado de prueba su causa.

Andrés Méndez, por muerte que se dice hizo en el valle de Labradores, siguiéndose su causa.

José Manuel Moreno, por incesto cometido con su hija en Río Blanco, su causa para remitir a la Real Sala del Crimen

José Bernal, por robo y amancebado con una prima de su mujer, su causa en averiguación.

Tres indios de la misión de Gualaguises llamados Agustín Alvarado, José Manuel y Juan Antonio, por quererse ir a la Sierra, y cuya causa está remitida al señor comandante general.

Seis hombres y una mujer, sindicados de una (f. 240v) de una muerte que se hizo en el paraje del Ca-padero, jurisdicción de Cerralvo, el día 3 de julio de este año, y echaron la culpa a los indios bárbaros.

Diego de la Garza, desertor de la Compañía de la Punta de Lampazos, y José Montoya, licenciado de la Presidaria del Norte, de quienes se ha denuncia-do fueron los que hicieron dicha muerte y se está averiguando.

El alcalde ordinario de 1º. Voto tiene dos reos.

El de segundo voto tiene doce reos.

El teniente de la Acordada tiene dos reos.

Son por todos 34 y una mujer que está apartada. Monterrey y diciembre 3 de 1791.

Manuel Bahamonde

(f. 241)

Excelentísimo señorTengo representado a la superioridad de vuestra ex-celencia en oficios de 20 de marzo y 31 de diciembre del año pasado de [17]90 sobre la infeliz constitución de la cárcel pública de esta ciudad, que se compone de sólo una pieza en que se hallan los reos, que por la debilidad de dicha cárcel y poco seguro han he-cho fuga en diversos tiempos quedándose impunes los delitos, como sucedió el día 6 del citado marzo que a la una de él, hiriendo malamente al alcalde, se huyeron cinco reos de los que sólo pudieron ser habidos tres, cuyo hecho dio motivo a representar sobre el remedio correspondiente conforme tiene

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pedido el señor fiscal de lo civil encargado de lo cri-minal para evitar las causas formadas por las justi-cias por fugas hechas de varios reos.

En el entretanto que por vuestra excelencia se (f. 241v) resolvía aprobar el proyecto que propuse para los costos de dicha cárcel y Casas Reales, obligué a cuatro vecinos que diariamente y desde aquél entonces están custodiando la citada cárcel hasta ahora, y siendo éstos unos pobres, he tenido recla-mo para que los releve de esta pensión, temiendo como es justo, no vayan a cometer una bastardía estrechados de su necesidad, y que en tiempo del comandante general brigadier don Juan de Ugalde, se desaprobó.

Estrechado de estos inconvenientes, y de nuevos cuidados por hallarse en dicha cárcel muchos reos de gravedad cuyas causas estoy siguiendo y cons-tar en la lista que acompaño a vuestra excelencia, temiendo pues no hagan nueva fuga, y en vista de lo que me tiene prevenido la Real Sala del crimen en Auto de 27 de abril del año pasado de [17]90, y cuya conclusión de la respuesta del señor fiscal, es la siguiente: “El estado y constitución deplora-ble en que se dice está aquella cárcel merece toda atención y remedio, pero supuesto que dicho go-bernador según asienta en su precedente consulta lo tiene representado (f. 242) y a vuestro excelentísimo virrey. Vuestra excelencia podrá mandar igualmente se le prevenga continúe con el mismo celo y eficacia hasta lograr resolución con el particular, y que en-tretanto providencie estén los presos con la custodia y seguridad posible, valiéndose para ello de cuantos arbitrios le dicte su prudencia a fin de evitar se repita otra nueva fuga”.

Siendo público y notorio el deplorable estado de di-cha cárcel y de que puede informar de esta verdad el señor brigadier don Pedro de […] comandante ge-neral de las Provincias de Oriente, a quien llevé en persona a que la viera, de que se compadeció mucho de la infelicidad en que se ve reducida, y esta mis-ma dio motivo al ilustrísimo y reverendísimo señor obispo difunto don fray Rafael José Verger para re-presentar sobre remedio (según estoy informado)

suplico a la justificación de vuestra excelencia se sir-va resolver sobre dichas dos representaciones lo que estimare de justicia (f. 242v) cuya resolución hasta ahora habrá pendido de las muchas atenciones de vuestra excelencia.

Dios guarde la importante vida de V. E. muchos años. Monterrey y noviembre 3 de 1791.

Excelentísimo SeñorManuel Bahamonde

(Excelentísimo. señor Conde de Revillagigedo)

(f. 243)

Excelentísimo SeñorTeniendo representado a vuestra excelencia con fe-cha de 20 de marzo, 31 de diciembre, de [17]90, y 3 del mismo mes de [17]91, la ninguna formalidad de Casas Reales y débil consistencia de la cárcel de esta ciudad, proponiendo arbitrio para uno y otro, e igualmente que en precaución de las fugas que perpetran los reos retenidos en ella por la causa expuesta, tenía destinados cuatro vecinos que alter-nativamente la custodiasen, continuando esto en la misma fatiga, no habiendo yo en tan dilatado tiempo logrado la última resolución de vuestra excelencia en el asunto y habiéndoseme presentado las muje-res de aquellos, manifestándome con vivas lágrimas las hambres que estaban sufriendo (f. 243v) porque no comían los días que hacían guardia sus maridos por ser unos pobres jornaleros, sujetos a su personal trabajo para su diaria manutención, condolido de estas verídicas expresiones y temeroso de que estos desvalidos, viéndose en tanta opresión, se trasladen a otros lugares donde puedan vivir con más sobrie-dad, y menos pensiones de que provenga en par-te la desolación de esta ciudad, que ahora se está repoblando, lo hago presente a vuestra excelencia suplicándole encarecidamente se conduela de estos infelices, imponiendo a mi obediencia las órdenes que fueren de su superior agrado.

Dios guarde la importante vida de vuestra excelen-cia muchos años. Monterrey 11 de junio de 1792.

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Excelentísimo SeñorManuel Bahamonde

(Exmo. Sr. Conde de Revillagigedo) (f. 244)

Excelentísimo SeñorEl fiscal de lo civil (f. 245) ha visto este expediente y dice que entre los antecedentes agregados, faltan todavía los que se mandaron solicitar en el superior decreto de 4 de diciembre del año pasado de 1773, y los que instruyeron para expedir los superiores des-pachos que se citan de 26 de octubre de 1776 y 7 de abril de 1785.

Pero por lo resultivo (sic) de los que se tienen a la vista, se deduce que desde el año de 1752, en que se arruinaron los edificios de la ciudad de Monterrey a causa de la inundación, se ha estado tratando de la construcción de Casas Reales y cárcel, cuyos pro-gresos se han imposibilitado por la falta de propios.De los arbitrios propuestos, desechado por este su-perior gobierno el de (f. 245v) gravar en una cuartilla cada cabeza de ganado menor, sólo se aprobó el del repartimiento entre los que reciben el beneficio, lo que es conforme a las leyes del asunto en defectos de caudales de penas de cámara y gastos de justicia.Pero éste tampoco tuvo efecto por las causas de esterilidad y epidemia representadas por el actual gobernador quien vuelve a suscitar el arbitrio ya reprobado de gravar las cabezas de ganado mular, añadiendo que el piloncillo se pensione con una cuartilla en cada peso.

Reflexionado todo, advierte el fiscal que a vista de la falta de propios, de la dificultad de arbitrios, y de no haber querido o podido adoptarse por el gobier-no de (f. 246) Monterrey el del repartimiento entre el vecindario extendiéndose a la Provincia, ha sido falta de discernimiento tratarse a un mismo tiempo de Casas Reales y cárcel, porque según la de pro-pios y escasez de arbitrios, mientras mayores sean los gastos, mayores ha de ser también la dificultad de ocurrir a un tiempo a dos obras públicas que po-

drían y debían haberse emprendido con separación, una después de otra.

Siendo más urgente la necesidad de cárcel, debe contraerse a éste punto el expediente como se ha practicado en otro de igual naturaleza, y antes de tratar de arbitrios, deben regularse los costos que podrá tener, pues con este previo conocimiento, es más fácil adaptar las oportunas providencias siendo la primera diligencia en toda obra, ya (f. 246v) sea particular o pública trazarla y regular sus costos.

En esta inteligencia, vuestra excelencia, si fuere de su superior agrado, podrá mandar se ponga orden al Señor gobernador de Monterrey para que, sin tratar por ahora de Casas reales, haga levantar el plano o mapa de una nueva cárcel, proporcionada al pueblo y correspondiente al número de reos que por lo regular puedan custodiarse, con separación de mujeres y patios de ventilación, lugares comunes y demás oficinas propias de esta clase de obras; que disponga se calcule por perito o (f. 247) inteligente, el costo de materiales y operarios con separación y de cuenta con las diligencias a la superioridad de vuestra excelencia y entonces vuelva el expediente al fiscal México, 24 de noviembre de 1793. Lo tes-tado no vale.

RúbricaMéxico 25 de noviembre de 1793

Como pide el señor fiscal de lo civilRevillagigedo

(f. 248)

Para resolver lo que corresponda en el expediente sobre construcción de cárcel en la capital de esta Provincia cuyo punto se considera de más necesi-dad que el de Casas Reales dispondrá vuestra seño-ría se levante el plano o mapa de nueva cárcel pro-porcionada al pueblo, y correspondiente al número de reos que por lo regular puedan custodiarse en ella, con separación de mujeres y patios de ventila-ción. Lugares comunes y demás oficinas propias de esta clase de obra.

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Asimismo hará vuestra señoría calculen por peritos o inteligentes el costo de materiales y el de operarios con total separación y me remitirá las respectivas diligencias a fin de que en vista de todo recaiga mi resolución.

Noviembre 27 de [17]93

Secretario.4

(Gobernador del Nuevo Reino de León)

(f. 249)

Señor gobernadorEn obedecimiento a la orden que se sirvió vuestra señoría comunicarme días pasados, en que me man-da hacer un plan con sus avalúos de una cárcel para esta ciudad de Monterrey en Nuevo Reino de León,

por la grande necesidad que el celo de vuestra seño-ría ha manifestado varias ocasiones por ser inútil la que existe en el día por muy chica y toda arruina-da; con este motivo he formado un plan de lo más preciso y lo más sencillo por menos costos como vuestra señoría me mandó; y habiendo empleado en él un exacto y prolijo reconocimiento de todo lo que necesita dicha cárcel, y con mi corta práctica y conocimiento de los precios, materiales de este país y escasez de varios que se necesitan hacerlos venir de afuera, y con este motivo más costosos por sus fletes y ser preciso vengan de afuera por la escasez de artistas de varias cosas que necesita dicha obra, como vuestra señoría lo sabe (f. 249v) muy bien por el grande conocimiento que tiene de su gobierno en esta provincia.

Con esto pasaré a informar a vuestra señoría sobre el particular cuanto me fuere posible en los capítulos siguientes.

HERRAMIENTA

12 Barras de fierro que pueden pesar 10 arrobas a razón de 25 pesos 4 reales el quintal 163.636 Azadones de fierro que pueden pesar 1 arroba a 33 pesos quintal 057. 6

2 Pizones grandes de fierro para mayor macicez de los cimientos con peso de 1 quintal a 43 pesos quintal 043.0

100 Cubos para mezclas a 1 peso 100. 0

6 Barriles para agua

200 Palas de madera a 2 [...] reales cada una 062.4

4 Cajones de medir arena y cal con sus escuadros y sus abrazaderas de fierro a 8 pesos cada uno 032.0

Para lazos y reatas durante la obra se regula que se gasten 180 pesos 180.0

50 Cueros de res para zurrones o huacales 050.0

PIEDRA

1,470 Brasas de piedra de cimiento puesta en la obra a 3 pesos brasa 4410.0

36,810 Piedras de sillares comunes de este país puestos en la obra a 15 pesos el ciento, para las paredes fuera de cimientos y para labrar 5521.4

1,800 Carretas de piedra chica para ripio o de granzas de la corriente del país para los techos y pisos bajos en lugar de ladrillo, a 1 [...] carretada 337.4

CAL Y ARENA46,336 Fanegas de cal a 1 [...] reales fanega 8688.0

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57,432 Cajones de arena a [...] real el cajón 3589.4

MADERAS

1,678 Vigas para los techos de las viviendas o para destrozos de puertas y ventanas a 12 reales cada una 2517.0

230 Dichas para ídem a 10 reales 287.4600 Viguetas para andamios del servicio de la obra a 6 reales cada una 450.0

4,500 Tablas para los techos o puertas y ventanas a 3 [...] reales cada una 1968.6

FIERRO

59 Quintales 2 arrobas de fierro platina para hacer 47 rejas de varios tamaños a 20 pesos el quintal puestas en la obra 1190.0

4Quintales 2 arrobas de ídem para hacer 28 cerrojos con sus chapas y 54 chapas de varios tamaños, aldabas, pasadores de ventanas y otras varias menudencias a 20 pesos quintales 090.0

1 Quintal de acero para calzar la herramienta durante la obra a 25 pesos quintal 025.0

HERRERO

Por la manufactura de 47 rejas de varios tamaños con peso de 59 quintales 2 arrobas, que en la regulación del fierro que puede entrar en dichos a 10 pesos quintal por sus mermas 595.0

Por manufactura de 28 cerrojos con sus chapas y 54 chapas de puertas de varios tamaños a 2 pesos cada pieza 164.0

Para calzar toda la herramienta durante la obra, hacer aldabas, paradores en ventanas, claros, y varias menudencias que siempre es preciso en una obra de regular que puede llegar a 180 pesos 180.0

CARPINTEROPor manufactura de 54 puertas de varios tamaños a 10 pesos uno con otro 540.0Por siete puertas de alacena a 5 pesos cada una 035.0Por hacer 47 ventanas de varios tamaños a 6 pesos uno con otro 282.0Por labrar 1550 vigas de los techos a 3 reales 581.2Por labrar 230 vigas medianas a 2 reales 057.4Por labrar las tablas de los techos, ponerlas en dichos y hacer varias menudencias durante la obra, se regula en 150 jornales de carpinteros, a 1 peso 150.0

JORNALES DE OPERARIOS Y SUELDO DEL DIRECTOR Y SOBRESTANTESPor 436 jornales del sobrestante mayor a 12 reales 654.0Por 436 ídem de otro a 10 reales 545.0Por 820 jornales de albañiles y carpinteros para labrar la piedra a 1 peso 820.0Por 1,328 jornales de ídem a 6 reales 996.0Por 13,180 jornales de peones a 3 reales 4,942.4Por el sueldo del director de la obra de un año y medio que puede durar la obra a razón de 500 pesos anuales 750.0

TOTAL GENERAL 41,068.0

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Nota:

Que el sueldo del director de la obra y de los sobres-tantes puede ser poco más o menos, que eso depen-de de muchos o pocos operarios que se emplean en dicha obra.

Importa este avalúo salvo yerro, la cantidad de cua-renta y un mil sesenta y ocho pesos que dividiéndo-lo en cinco partidas es lo siguiente.

Herramienta 701.0Materiales 9,074.0Herrero 939.0Carpintero 1,645.6Sueldos y jornales de operarios 8,707.4Total 41,068.0

(f. 251v)

Cumplido esto como se manifiesta, vuestra señoría puede conocer la cortedad de mi talento y lo poco instruido que me hallo; pero mi voluntad pronta siempre al cumplimiento de mi obligación y a servir a vuestra señoría y en particular creo serán motivos para que me dispense mis defectos.

Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Monte-rrey, 16 de marzo de 1794.

Juan Crouset

Señor gobernador del Nuevo Reino de León don Manuel Bahamonde

(f. 255)

Excelentísimo señorEl gobernador del Nuevo Reino de León dirige el mapa que se le tiene pedido para la construcción de la Real Cárcel y consulta en qué parte se ha de verificar.

Paso a manos de vuestra excelencia el mapa que el facultativo don Juan Crouset ha firmado para la

construcción de la nueva cárcel de esta ciudad en consecuencia del superior oficio de vuestra excelen-cia de veinte y siete de noviembre del año último.Por el oficio que me ha pasado y acompaño dentro del mismo mapa, se hará cargo vuestra excelencia pormenor de los costos que regula para la operación que en suma resultan cuarenta y un mil sesenta y ocho pesos sobre cuyo particular resolverá vuestra excelencia lo que fuere de su superior agrado, su-plicando a el mismo tiempo (f. 255v) que en el caso de verificar su facción se me prevenga si se ha de construir en esta ciudad o en la nueva demarcada en que se está construyendo la Santa Iglesia Catedral por disposición del señor obispo, que dista mil y quinientas varas del centro de esta.

Nuestro Señor que la importante vida de vuestra excelencia muchos años. Monterrey, 24 de marzo de 1794.

Excelentísimo Manuel Vaamonde

Excelentísimo señorEl fiscal de lo Civil

Excelentísimo señor virrey de Nueva España Con-de de Revillagigedo.

(f. 256)

Dice que a consecuencia de lo mandado en supe-rior decreto de 25 de noviembre del año anterior, da cuenta el señor gobernador del Nuevo Reino de León, con las diligencias de reconocimiento, avalúo y plano para la construcción de la cárcel de Mon-terrey.

Se han regulado los costos de esta obra en la exorbi-tante cantidad de cuarenta y un mil sesenta y ocho pesos y para el caso de que llegue a verificarse, con-sulta a la superioridad de vuestra excelencia el señor gobernador, si ha de ser en aquella ciudad o en la nuevamente demarcada, en que se está comenzando la Santa Iglesia Catedral por disposición del ilustrí-simo señor obispo, que dista del centro de la antigua 1500 varas.

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Este punto corresponde que se (f. 256v) resuelva antes de empezarse la obra de la cárcel y también debe discurrirse de dónde han de salir los excesivos costos regulados para la fábrica; y con estos fines, vuestra excelencia siendo servido, podrá mandar, se libre orden al señor gobernador y Ayuntamiento de Monterrey para que sobre todo informe lo que se le ofrezca y parezca, y con las resultas vuelva el expe-diente al fiscal. México, 23 de abril de 1794.5

(Signatura)

México, 26 de abril de 1794

Como dice el fiscal de lo CivilRevillagigedo.

(f. 257)

[...] de la provincia, en cumplimiento de mi orden de 27 de noviembre último, me dio cuenta en car-ta No. 90 de 24 de marzo próximo anterior con el avalúo y plano para la construcción de nueva cárcel que se intenta fabricar en esa capital y cuyo costo se regula en la exorbitante cantidad de 41,068 pesos.Consulta al mismo tiempo si en el caso de que lle-gue a tener efecto la obra, ha de ser en esa ciudad o en la nuevamente demarcada en que se está cons-truyendo la Santa Iglesia Catedral por disposición del señor obispo, y siendo oportuno que este punto se resuelva antes de darle principio a la obra y que también se discurra de dónde han de salir los cos-tos regulados, prevengo a vuestra señoría que sobre ambos particulares me informen lo que se les ofrez-ca y parezca.

Ayuntamiento [...] octubre 30/[17]94Monterrey

(F. 259)

El gobernador de la provincia del Nuevo Reino de León solicita permiso de vuestra excelencia para de-linear la ciudad en el sitio donde se está fabricando la iglesia catedral, hospital y convento para monjas capuchinas.

Excelentísimo señorEn la parte norte de esta ciudad en un espacioso lla-no, perteneciente a sus ejidos, distante de ella 1840 varas, se está fabricando la iglesia catedral, hospital real y convento de monjas capuchinas.

A mi ingreso a este gobierno fui informado de que estaba también determinado el trasladar allí la po-blación, y habiéndose ya invertido crecida cantidad de pesos en dichas obras y irse aumentando este vecindario, se hace preciso el que se realice el pro-yecto.

Se han presentado algunos sujetos, pidiendo se les asigne y señalen solares para fabricar sus casas en el expresado paraje, para poderlo hacer, he buscado en el archivo de mi cargo algún (f. 259v) documento relativo a la trasladación, aprobado por la superio-ridad de los excelentísimos señores virreyes, y no habiéndolo encontrado, ni el del ayuntamiento, no he concedido dichas mercedes hasta obtener el pre-ciso superior consentimiento de vuestra excelencia, para ello he mandado levantar el adjunto plan con sujeción a comprender en él los expresados tres edi-ficios.

Se extiende a mucha mas población de la que por ahora podrá formarse, pero como en lo sucesivo es de esperar pueda crecer, atendiendo a lo fértil del país y sus ricas producciones, me parece convenien-te el que desde ahora se delinee, para que en adelan-te no se desfigure y continúe con sujeción a dicho plan o al que vuestra excelencia tenga bien aprobar, que guardándolo en el archivo de la ciudad deberá tenerse siempre a la vista para ir mercenando en lo sucesivo a los que quieran hacer casas.

Concluida que sea la catedral, es indispensable haga allí su (F. 260) casa el ilustrísimo señor obispo y los señores canónigos y demás dependientes de la santa Iglesia.

Careciendo también de casas reales, cárcel, y alhón-diga esta ciudad, pueden desde luego fabricarse en el paraje que el plano señala, sobre cuyo particular

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representaré a vuestra excelencia por separado, pro-poniendo arbitrio para ello.

Con estas indispensables fabricas y algunas otras que emprendan los que ya han solicitado sitio para ello, en poco tiempo tendrá forma la expresada nueva po-blación, quedando esta como de barrio de aquella, pues aunque hay la distancia dicha desde su centro a la nueva catedral, están las casas tan dispersas que hay algunas a la de 200 varas del hospital.

Las aguas corrientes que en el día sirven para be-ber y regar esta población va con suma facilidad a aquel terreno que está muy próximo a el ojo de agua de santa Lucia, y a el que llaman de la ciudad, tan abundante este, que en las estaciones de mayor seca, ocupa dos acequias en cuadro de cuya agua (f. 260v) se ha hecho hasta ahora muy poco uso por la falta de industria y población, siendo así que es suficiente por regar con ellas, dos o tres leguas de terreno fértil y a propósito para la siembre de caña, trigo, cebada, garbanzo, frijol y maíz, del que se ha-cen dos cosechas al año y produce por lo regular 300 fanegas por una y en muchos hasta 400.

En vista de lo expuesto vuestra excelencia se servirá resolver lo que sea de su superior agrado, que siem-pre será lo mejor.

Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Monterrey 21 de agosto de 1796.

Excelentísimo señorSimón de Herrera

Excelentísimo señor marqués de Branciforte, virrey de estos reinos.

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ANEXO III

Año de 1882-1883Presupuestos relativos a la construcción de los altos de los lados sur y poniente del

palacio municipal y a reparaciones y mejoras del mismoContratos y presupuestos relativos a reparaciones y mejoras al palacio municipal

de los arcos de abajo iguales a los demás, obligán-dose también el mismo señor Campos a componer todas las cuarteadoras o grietas que tenga el edificio mencionado y echar todos los enjarres que falten en la misma fachada, todo lo que hará por la cantidad de $ 325.00, trescientos veinticinco pesos, y para la debida constancia lo firmamos con el contratista en Monterrey, a 8 de abril de 1883.

[…] SepúlvedaJesús Garza Treviño

Concepción G. Campos(f. 1)

Presupuesto que contiene la construcción del lado Poniente del Palacio Municipal, la que será ejecuta-da de la manera siguiente:

Tumbar el portal o corredor viejo y levan-tarlo nuevo desde sus cimientos, si fuere necesario, repartiendo en él siete o nueve arcos semejantes a los de los lados Norte y Sur, siendo los machones de material de queza (sic) y los arcos de buena piedra de labrar, capaz para resistir el peso de los altos, teniendo que poner techo nuevo, siendo las vigas de diez pulgadas inglesas de alto por tres y medio de gruesa, y la tableta de tres cuartos, poner suelo con sus correspondien-tes sardinetas de piedra azul, labrada, enja-rrada y chalpaqueada.

La fachada de los altos que mide cincuenta y seis varas frente, será igual a la de la plaza de Zarago-za, con todo y escudo, exceptuando la puerta del centro que será enteramente dórica, en las paredes largueros del centro que forman los dos salones, se repartirán ocho puertas en claros, iguales a los de-más interiores.

Archivo Histórico Municipal, col.: Civil, vol.: 337, exp.: 15

(s/f)

Por el presente consta, como yo, Nazario Reyna, vecino de esta (ciudad de Monterrey), mayor de edad, y en capacidad de obligación, he celebrado un contrato con el ciudadano alcalde 1º. y comisio-nado de obra pública, de nueve puertas de de mez-quite para la obra del Palacio Municipal que se está construyendo por el lado Sur de éste, de la manera siguiente: 1º. Las puertas serán iguales a las del lado Norte del Palacio Municipal, siendo el precio, de siete puertas de 3 varas por 1 ½ por cuarenta y cinco pesos cada una, y dos de 3 varas y media de alto por dos varas de ancho, una; y la otra de 1 ¾ de ancho por cincuenta pesos cada una, haciendo un total de cuatrocientos quince pesos $ 415.00. 2º. Las puertas las entregaré en el término de cuatro meses, con excepción de los marcos que entregaré en eñ término de un mes, y porque así lo cumpliré firmo el presente en la ciudad de Monterrey, el 31 de enero de 1883.

Nazario Reyna(s/f)

La Comisión que suscribe ha contratado con el ciudadano Concepción G. Campos la construcción de un arco en el lugar en donde está el tabique que divide el salón del lado Sur en el paso alto del Pala-cio Municipal y la recompostura de toda la fachada oriental del mismo Palacio, teniendo que poner el señor Campos, las almenas que falten, componer el escudo de armas, arreglándolo de la mejor manera y enjarrándolo por los dos lados y hacer las molduras

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Ambos salones serán divididos por dos tabiques de ladrillo, con sus claros de puerta correspondientes, los cuales formarán un paso o gabinete en el centro y por último cerrar el cuadro del corredor al patio.

La madera de los techos será de las mismas medidas de la del corredor de abajo, arriba expresado; todo esto será hecho con buenos materiales, enjarrado y chalpaqueado, y concluidas sus piezas, siendo de advertir (f. 1v) que los materiales se traerán de don-de mejor se me proporcionen, ya sea de la Loma de los Urdiales o de las Mesas, como también será por mi cuenta tirar todos los escombros que resulten de la obra quedando en mi favor los materiales viejosTodo lo expuesto poniendo yo todos los materiales de albañilería y maderas de techos, importa la canti-dad de quince mil doscientos pesos $ 15,200.00

Monterrey, junio 24 de 1882Pablo Salazar y Martínez.

(f. 2)

Presupuesto de la construcción del lado Poniente del Palacio Municipal, la que será ejecutada de la manera siguiente:

Tumbar los arcos viejos y levantarlos de nue-vo, siendo el reparto según el diseño presen-tado por el señor don Fernando de la Garza, siendo sus machones de material de queza (sic) y el de los arcos de buena piedra de la-brar capaz para cargar el peso de los altos.

La fachada exterior de los altos será según el dise-ño referido y cuanto a la interior idénticamente a la de los ya concluidos, poniendo yo la madera de los techos, tanto de los altos como la del corredor de abajo, que será de diez pulgadas inglesas de alto por tres y media de grueso y la tableta de pulgada, no te-niendo yo que ver con puertas y escaleras de ningu-na especie, ésta quedará enjarrada y chalpaqueada y concluidas sus piezas.

En cuanto a la torre, será construida con piedra de rostro, el rompimiento de sus paredes para arriba hasta el rompimiento de la bóveda de material de

queza (sic) y para arriba hasta su conclusión de pie-dra tosca o porosa.

Todo lo expuesto poniendo yo los materiales de alba-ñilería y la madera de techos, siendo estos materiales de (f. 2v) donde mejor se me proporcionen, ya sea de la Loma de los Urdiales o las Mesas. Tirando yo los escombros que me resulten de la obra, quedando en mi favor los materiales viejos. Los hago por la cantidad de veinticinco mil pesos $ 25,000.00.

Monterrey, julio 2 de 1883.Pablo Salazar y Martínez

(f. 2v)

Monterrey, julio 23 de 1883Dada cuenta en Cabildo de hoy, con los anteriores presupuestos, suscritos por el albañil Pablo Salazar y Martínez, e igualmente con dos planos o croquis, bajo los cuales se compromete construir el lado Po-niente de este Palacio Municipal, se mandó acumu-lar todo y pasarse a las Comisiones unidas del ramo, Hacienda y Ornato, para que con vista de cuanto convenga, abran dictamen, consultando lo conve-niente la Honorable Asamblea de esta capital, así lo proveyó. Doy fe.

[…] Sepúlveda Serapio Cirlos secretario

(f. 2)6

Contiene 3 fojas útiles

Honorable Ayuntamiento

Al obsequiar los que suscribimos la comisión que se nos ha encomendado para abrir dictamen emitiendo nuestra opinión con respecto al orden y manera de llevar a su fin la obra material del Palacio Municipal en la parte occidental que está sin concluir; debe-mos hacer una ligera observación antes de llegar a la parte final de nuestro dictamen porque ello tiene que servir de guisa, al fundar nuestro juicio.

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No ignora ya ninguno de los miembros que com-ponen esta Honorable Asamblea como se han convocado por medio de avisos contratistas para la construcción de dicha obra, pidiendo presenta-ran los interesados los planos y presupuestos con-siguientes; suponemos igualmente no ignoran que hasta la fecha sólo se han presentado a la secretaría de esta Corporación, un plano y dos presupuestos, teniéndolos a la vista en este momento y encontrán-dose adjuntos, pero que en nuestro concepto (f. 2v) no debe esta Asamblea optar por ninguno, por las razones que enseguida vamos a exponer.

El plano presentado por el maestro ciudadano Pablo Salazar, es una copia reformada del que existe hecha por don Fernando de la Garza, con algunas peque-ñas adiciones y por el cual pide como precio en el presupuesto que presenta, la suma de 25,000 pesos, por la ejecución de la obra. El otro presupuesto, de los dos a que tenemos referidos, es del maestro ciudadano Concepción Campos, ofreciendo hacer lo mismo con una diferencia de $1,500.00 respecto del anterior o $ 15,000.00 por hacer la citada obra bajo el mismo orden que la parte oriental, frente a la plaza de Zaragoza. Sin los conocimientos bastantes esta Comisión, para poder juzgar si los precios que fijan en los mencionados presupuestos, sean jus-tos o exagerados, sólo nos limitaremos por ahora a decir, que es inconveniente para esta Corporación celebrar contrato alguno en tal sentido; por la muy poderosísima razón de no contar en la actualidad en caja ni aún con la mitad del precio más bajo que esta obra pudiera importar; y cree (f. 3) sin embargo esta Comisión, tomando por base los precios indicados, y no obstante la dificultad expresada, esto sea un obstáculo bastante para dejar de dar principio a esta obra, llevándola hasta su conclusión de la manera que vamos a proponer, siempre que fuese aprobado por este Honorable Cuerpo, y recabada la autoriza-ción del Superior.

1ª. Se acuerda la conclusión de la parte Poniente del Palacio Municipal, bajo el mismo orden arquitectó-nico que tiene la del Oriente, con sólo la diferencia que después se acordará en la parte a donde está el escudo de armas de la ciudad.

2ª. Para dar principio a esta obra, se contratará por la Comisión respectiva, previo acuerdo de la Cor-poración, un maestro director de la obra, el que a su vez contratará con conocimiento de la Comisión del ramo o la que al efecto se nombre, canteros para la-brar la piedra necesaria en la construcción de la par-te baja del portal, sin hacer la demolición de él hasta no estar terminada la obra de cantería con todo y piedras de balcón, para que enseguida y cuando (f. 3v) esté concluido todo esto, se haga la demolición y sin demora se siga la apertura de cimientos respecti-vos, prosiguiendo la construcción de la nueva obra.3ª. Si al estar terminada la parte baja de un todo, comprendidos los techos, para entonces tuviese fondos bastantes el tesoro municipal para la cons-trucción del segundo piso, se seguirá hasta su fin, pero si las atenciones del Municipio demandaran suspenderla por causas muy extraordinarias, no será esto sin dejar completamente concluida la parte baja del portal.

Salón de Comisiones. Monterrey, octubre 22 de 1883.

Jesús Garza Treviño Jesús María de la Garza y Garza

(f. 3v)

Monterrey, octubre 22 de 1883De conformidad con el anterior dictamen trascríba-se al Superior Gobierno del Estado en demanda de su aprobación, acompañándose copia de los presu-puestos a que se refiere. El Honorable Ayuntamien-to de esta Capital así lo proveyó. Doy fe.

Serapio Cirlos Secretario(f. 3v)

El 25 del mismo mes y bajo la comunicación número 108, se trascribió al Gobierno del Estado el anterior dictamen, acompañándose copias de los presupues-tos que en él se refieren. Conste.

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(f. 1)

Contiene 3 fojas útilesPresupuesto que presenta el que suscribe al Real Ayuntamiento de esta ciudad, para la conclusión de la parte Sur del Palacio Municipal, conforme al lado Norte, poniendo por mi cuenta los materiales, manufactura y útiles que se necesiten para levantar estos trabajos, a excepción de puertas y techos de madera.

de todo este quehacer poniendo toda clase de mate-riales de albañilería y madera de techos $ 5,400.00 cinco mil cuatrocientos pesos, quedando a mi fa-vor los sillares de un tabique que hay que quitar-se………….. $5,400.00.

Monterrey, octubre 10 de mil ochocientos ochenta y dos. Luciano de León. Una rúbrica.

Es copia. Monterrey, octubre de 1882.

(f. 3)

Presupuesto del importe de la obra que se ha de ha-cer en los altos del Palacio Municipal

Un salón de 28 varas de largo, construido con si-llar de las Mesas, y sólo las piedras de medida de la Loma, siendo la madera del techo de buena calidad; esto es, de entregar y recibir, y además, un corredor de la misma dimensión con sus arcos correspon-dientes, poniendo el que suscribe todos materiales con excepción de las puertas que se empleen_____ $ 5,200.00 Cinco mil doscientos pesos.

Monterrey, octubre 5 de 1882

Firmado Antonio Reyna

Por conclusión de la parte del portal, conforme al lado Norte del mismo Palacio.

Pesos CentSillares… 1,650 a $40 por % 660 00Cuartones para cornisas y balaustrado 110 a $1 cada uno 110 00Piedras cuadradas para las almenas 20 a $1.25 cada una 25 00Por labradura de piedras de medida 365 00Por mezclas 300 00Por laja de ripiar, cascajo y tierra 100 00Manufactura a $40 vara 1,200 00Por valor de corredor 1,000 00

Suma $ 3760 00

Por conclusión de la parte del portal conforme al otro lado.

Monterrey, Septiembre 27 de 1882. A ruego de don Jesús Aldape. Lorenzo Cantú. Una rúbrica.

Es copia. Monterrey, septiembre 28 de 1882.

(f. 2)

Presupuesto de un quehacer en el palacio munici-pal, dicho quehacer es levantar un tramo al lado del Sur, siendo el tramo de veintinueve varas de luz y para el frente del patio son veintidós varas y medio de ancho, donde van repartidos sus arcos. Todo este quehacer irá trabajado con buena clase de materia-les, siendo los sillares de los Urdiales o de las Me-sas, y toda clase de piedra de medida de la Loma. Al frente de la calle habrá que bajar los enjarres hasta el piso de abajo habiendo que echar el suelo de los portales de abajo llevando seis sardinetas de piedra azul, la conclusión del tramo ha de quedar igual al que está al lado del Norte. La madera de los techos llevan las vigas cuatro pulgadas de grueso por diez de alto, siendo madera de entregar y recibir. Valor

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Notas bibliogáficas

1. Se encuentra copia en: AMM, Civil, vol. 124, Exp. 22.

2. Gabelar= impuesto

3. La ortografía fue actualizada y las abreviaturas desatadas.

4. Esta carta también se encuentra en el Archivo Histórico Municipal, Civil, vol. 154, exp. 19.

5. Una carta similar se encuentra en el Archivo Histórico Municpal, Civil, Vol. 154, Exp. 19.

6. No hay foja 1.

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Directorio

Idea y ProyectoAdalberto Madero Quiroga

Coordinación GeneralJosé Antonio Olvera

Coordinación EjecutivaEduardo Cázares

Coordinación EditorialErnesto Castillo

Coordinación de DiseñoMónica Arroyo

Diseño GráficoWendolyne AlemánBelinda Wong

ImagenMelissa Villarreal

FotográfosEric LaraJesús EscandónDiana SalazarBrenda SánchezJessica JaramilloTere González

Correctores de estiloAbel GarzaAna NarváezLuis Enrique GómezRodrigo NavarroJosé Ángel AnguianoTeresa Villarreal

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Esta obra se terminó de imprimir en septiembre de 2009,en los talleres de Imprenta Plata Monterrey, Nuevo León. Se tiraron 1000 ejemplares más sobrantes para reposición.

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