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CAMAREN - IEE, Quito – Ecuador, 2004

Título: Una breve historia del espacio ecuatorianoAutores: Sara Báez, Pablo Ospina Peralta, Galo Ramón ValarezoEje temático: Desarrollo Local con énfasis en la Gestión de los Recursos NaturalesInstitución coordinadora de eje: Instituto de Estudios Ecuatorianos –IEE-Coordinadores de eje: Ana María Larrea, Ángel Bonilla, María Belén Cevallos, Judith Flores.Revisión técnica: Pablo Ospina PeraltaValidación: Promoción 2003Diseño Gráfico: Otonyell, taller de arte y diseñoIlustraciones: Geovanny Bonilla Fotografías: TerranuovaImpresión: Fraga ImpresoresAuspiciantes: COSUDE, Embajada Real de los Países BajosOrganismo internacional asesor: INTERCOOPERATION

CAMAREN: [email protected]. Eloy Alfaro y Amazonas. Piso 7/ 256-3485

IEE: San Ignacio 134 y 6 de DiciembreOf. : 2 / 250 - 4496

C

Instituciones participantes en mesas detrabajoAMINGAY

Ambiente y Sociedad

CAMAREN

Ciudad

COMUNIDEC

EcoCiencia

ETAPA

FUNDECOL

FUNDES

IEE

Ministerio del Ambiente

SALAMANDRA

SENDAS

SNV

TERRANUEVA

Instituciones locales participantesAmazanga

Asamblea Cantonal de Cotacachi

Comuna Agua Blanca

EMAC

OPIP

PROMACH

Universidad del Azuay – IERSE-

En esta sistematización se presentan las propuestas de administración y manejo de recursos naturalesen el territorio del pueblo kichwa de Pastaza agregado en la Organización de Pueblos Indígenas dePastaza, OPIP.

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5CONTENIDO

PRESENTACIÓNINTRODUCCIÓN GENERAL

UNIDAD UNOLA MEMORIA DE LA NATURALEZA, ESPACIO FÍSICO Y ECO-LÓGICO

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1.LOS GRANDES DATOS

CAPÍTULO 2. ESPACIO DE TRANSICIONES MÚLTIPLES

CAPÍTULO 3. MEMORIA DE LA NATURALEZA Y OPORTUNIDADES ECOLÓ-GICAS

UNIDAD DOSMODELOS PRODUCTIVOS Y LÓGICAS DE OCUPACIÓN DELESPACIO (SIGLOS XIX Y XX)

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1. LAS HERENCIAS COLONIALES

CAPÍTULO 2.EL LARGO SIGLO XIX: REGIONES EN BUSCA DE UNA NA-CIÓN2.1. Las costas2.2. Las sierras2.3. Las dos amazonías2.4. Interludio: la crisis de 1920 a 1948

CAPÍTULO 3. EL CORTO SIGLO XX: LA MODERNIZACIÓN3.1. La expansión bananera3.2. Cambios agrarios3.3. La Amazonía las dos caras del progreso3.4. Galápagos: turismo y modernización

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6 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

UNIDAD 3ESTADO, REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL ECUADOR,1808 - 2000INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1.EL ESPACIO EN EL QUE SE CONSTRUIRÁ EL ESTADO NA-CIONAL ECUATORIANO, 1808 - 18301.1 Un país pluricultural1.2 Un espacio regionalizado1.3 Una diversidad de opiniones y creencias1.4 ¿Habían elementos de unidad de la diversidad?

CAPÍTULO 2. LA IDEOLOGÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NA-CIONAL

Un nombre de compromisoEl mito del Ecuador como continuidad del Reino deQuitoLa República como mito fundacional y como utopíaEl mito de la potencialidad política de los criollos yel envilecimiento de los subalternos

CAPÍTULO 3.LOS ACTORES DE LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIO-NAL

Las características centrales de las localidades ainicios del siglo XIXLocalidades y Regiones en la transición: unidades ytensiones

CAPÍTULO 4. LAS LOCALIDADES EN EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓNNACIONAL, 1830-1895

Las localidades en la fase de la institucionalizaciónestatal: 1830-1845Las localidades en los gobiernos marcistas:1845-1861Las localidades en el régimen garciano:1861-1875Las localidades en los gobiernos progresistas:1875-1895

CAPÍTULO 5. REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL PERÍODO DE LA REVOLU-CIÓN LIBERAL, 1895-1925

El auge cacaoteroEl impacto de la revolución liberal en las regionesy localidades

2.12.2

2.32.4

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CAPÍTULO 6. REGIÓN Y LOCALIDADES EN LA REVOLUCIÓN JULIANA YLA ÉPOCA BANANERA: 1925-1960

De la crisis a la época bananeraLas localidades en la fase anti - oligárquica influidapor la revolución juliana: 1925-1945 Las localidades en la época bananera

CAPÍTULO 7.REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL PERÍODO DE INDUSTRIALI-ZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES:1960-1980

La industrialización por sustitución de importacio-nes: 1960-1980Regiones y localidades en la época del estado cen-tralistaCrisis del Modelo de Industrialización Sustitutiva:1980-2000El resurgimiento de lo local

SÍNTESISSISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA DE MANEJO TERRI-TORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1.BREVE APROXIMACIÓN HISTÓRICA: LA REGIÓN COMO ES-PACIO DINÁMICO DE CULTURAS, INTERESES Y CONFLIC-TOS EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XX

Los actores de la época: Estado, empresas, fuerzasarmadas y organizaciones sociales.

CAPÍTULO 2. EL ESPACIO GEOGRÁFICO: EL TERRITORIO DE LA PROVIN-CIA DE PASTAZA2.1. Breve descripción del medio físico

CAPÍTULO 3.DINÁMICAS DE USO Y OCUPACIÓN DEL TERRITORIO

Una mirada panorámicaEl uso del espacio territorial de las comunidades in-dígenas

CAPÍTULO 4. ORGANIZACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA, NOCIÓN DE TE-RRITORIALIDAD, DESARROLLO Y GESTIÓN TERRITORIAL4.1. Organización social

6.16.2

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7.1

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3.13.2

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CONTENIDO

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4.2. Organización económica4.3. Cosmovisión territorial4.4. Desarrollo y gestión territorial

CAPÍTULO 5.REFLEXIONES FINALESBIBLIOGRAFÍA GENERAL

210212219

226231

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO8

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Recostados boca arriba, miramos el cielo de la noche. Es aquí donde comenzaron las historias, bajo la protección de multitud de estrellas que nos escamotean

certezas que a veces regresan como fe. Aquellos que primero inventaron y después nombraron las constelaciones eran narradores.

Trazar una línea imaginaria entre racimos de estrellas les otorgó imagen e identidad.Las estrellas tejidas en esa línea fueron como los sucesos tejidos en una narración.

Imaginar las constelaciones no cambió las estrellas, por supuesto, ni el vacío negro que las circunda.

Lo que cambió fue la forma en que la gente leyó el cielo nocturno

(And our faces, my heart, brief as photos. Nueva York, Vintage Books, 1991.)

Hoy más que nunca en el Ecuador y en América Latina comienza a ser visible la urgencia de recu-perar y ampliar el "conocimiento" diverso. Y parece necesario que los esfuerzos de capacitaciónsean centros de generación, vinculación y ampliación de todos aquellos saberes que matizan el mun-do del desarrollo local.

Hoy tenemos que abrirnos paso por veredas diversas que inicien una nueva forma de impulsar po-líticas locales y nacionales, para permitir que desde muchos rincones, los creadores se acerquen yse narren mutuamente en espacios múltiples, respetuosos y cercanos. Todo esfuerzo por acercar acreadores y lectores fortalecerá la generación, ampliación y fuerza del saber. Y como tal, la crea-tividad social teja, desde lo local, nuestra aspiración de un desarrollo justo. Lo que podría ser elprimer eslabón de un proyecto más amplio que haga florecer sabiduría desde diversos rincones.

En un mundo donde el mercado es omnipresente, el conocimiento se volvió un bien de consumoy empresa individual. Lo que se compra en el mercado, el mercado académico, es la habilidad deun individuo para reproducir conocimiento. El individualismo es la condición para la cosificacióndel conocimiento. Esa producción individualizada de conocimiento restringe el acceso a los siem-pre excluidos.

Acercar a esa multitud de individuos, volverlos colectivo en una permanente conversación; con-versación que es mostrarse cada uno recíprocamente, que es compartir, que es comunidad, que esbailar al ritmo que corresponde con el ciclo de la naturaleza. Acercar a los individuos y a los colec-tivos para entablar un permanente diálogo con la Naturaleza es el propósito de este nuevo Progra-ma de Capacitación que el CAMAREN ha impulsado.

Entregar estos módulos del Programa de Desarrollo Local con énfasis en la Gestión de los Recur-sos Naturales ha constituido un reto que CAMAREN y el Instituto de Estudios Ecuatorianos, conel apoyo de COSUDE, La Embajada Real de los Países Bajos e Intercooperation, han asumido.En este reto se ha logrado plasmar el trabajo colectivo y creativo de un sinnúmero de profesiona-les.

La forma como se constituyeron históricamente los espacios locales del Ecuador es el tema cen-tral de este segundo texto Una breve historia del espacio ecuatoriano, escrito por Sara Baez, Pa-blo Ospina y Galo Ramón.

Los textos presentados abren la posibilidad del encuentro de la palabra y la acción, constituyen elprimer paso hacia el largo camino de la creación del conocimiento y de las herramientas que con-tribuyan a construir los sueños, que nos permitan leer a nuestra manera las estrellas.

Antonio GayborSecretario Ejecutivo

CAMAREN

Ana María LarreaDirectora

Instituto de Estudios Ecuatorianos

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Este texto tiene como objetivocomprender las fuerzas o losprocesos que han influido en latransformación del espacioecuatoriano y los modos de usodel territorio en los siglos XIX yXX. La gestión local es siempre lagestión de un territorio particulary delimitado; para emprender latarea de manejar los espacios lo-cales es necesario comprender laforma en que los espacios seconstruyen en la historia. Un desa-rrollo equilibrado y una conser-vación razonable de los recursosnaturales son, ante todo, el logrode un espacio local equilibrado yrazonablemente organizado. Elmódulo anterior nos acercó a lahistoria de los conceptos de de-sarrollo, de desarrollo sustenta-ble y de desarrollo local. Estemódulo pretende acercarnos a lahistoria de la construcción de lasvariadas formas de localidad enel país. Los siguientes nos introdu-cirán en las fuerzas que moldean,desde fuera y desde dentro, a losactores locales y sus contextos.

Este objetivo merece y requiereun par de aclaraciones concep-tuales. Puede parecer extraña lapretensión de estudiar las trans-formaciones del espacio ecuato-riano. Combinar la geografía conla historia. El espacio con eltiempo. El lugar con la situación.El primer problema es que en elsentido común asociamos el es-pacio a una especie de escenarioinmóvil donde suceden las cosas.El tiempo se asociaría, por el con-trario, con el conjunto de coorde-nadas inflexibles y progresivas enlas cuales las cosas ocurren. Nos

parecen dos dimensiones necesa-rias pero externas a la sociedad,a los hombres y a sus cosas.

Ni una ni otra. Dos coordenadas,dos dimensiones, sí, pero cam-biantes a la escala del cambiohumano. El tiempo no es unamedida fija. Depende del lugar,del punto de referencia, del obje-to al que se aplica. En suma, de-pende del movimiento. Porque,en fin de cuentas, ¿qué es eltiempo sino el ritmo constante-mente inestable de los cambios?Hay muchos tiempos: algunos,como los tiempos geológicos,requieren contarse en millonesde giros de la tierra alrededordel Sol. Otros, como los cambiosen la política, se cuentan a veces,como en coyunturas revoluciona-rias, por los breves giros de latierra sobre sí misma.

Entendido de esa forma ¿es posi-ble una historia del espacio?Cuando hablamos del “espacio”,del “medio” o, a veces, traspo-niendo la ciencia a su objeto,cuando hablamos de la “geogra-fía”, ¿no se trata acaso de unode esos campos donde los cam-bios se producen con infinitalentitud? ¿no necesitamos acasoarcos temporales de dimensionesgeológicas? Los Andes estabanaquí, precisamente en el mismositio y con sus mismas dimensio-nes, cuando los primeros sereshumanos ocuparon el territorioamericano. Las selvas de la Ama-zonía y del Chocó estaban tam-bién allí: no estaban ocupadas nipor una inmensa laguna interiorni invadidas por el océano. Los

11INTRODUCCIÓN GENERAL

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páramos ya se habían formado;las mismas corrientes marinasregulaban el clima; los mismosvientos alojaban la lluvia o desa-lojaban la humedad. La lentaerosión del viento y de la lluviano ha cambiado de forma per-ceptible la altura de las monta-ñas en el curso de dos cortos si-glos humanos.

En realidad lo que aquí entende-remos por el “espacio” está tam-bién compuesto por estructurasque cambian a ritmos dispares.La formación de las cadenasmontañosas o de los sedimentosminerales se forman a un ritmodiferente que el del recorrido delos pequeños y grandes ríos queacaban por formar la cuenca delGuayas. Las grandes formacionesvegetales se forman y desapare-cen a ritmos más lentos que loselementos que las conforman;pero áreas enteras pueden modi-ficarse establemente por catás-trofes geológicas o climáticas encuestión de días. El suelo no essolo una formación mineral: esun proceso infinitamente varia-ble al ritmo de las muertes delas formas de vida que pululanen sus escondrijos y del inter-cambio con la superficie.

La Unidad Uno se ocupará breve-mente de esas características,de esos ritmos, de esas diferen-cias. Tienen su importancia paralo que vendrá después. Lo llama-remos, siguiendo una feliz ex-presión de Olivier Dollfus, la“memoria de la naturaleza”:aquello que las sociedades hu-manas reciben como herencia yque no crearon, ni fueron crea-das por sus antepasados. La re-lación entre seres humanos yentorno natural es muy comple-ja, hay una transformación mu-tua, se imponen mutuamente en

situaciones cambiantes; peroconviene no reservarle a la hu-manidad un rol “creador” queresulta excesivo. El ser humanoparticipa modestamente, comouna fuerza crecientemente deci-siva, pero nunca exclusiva, enlos procesos que crean el mundo.

Pero hay otras dimensiones del“espacio” que nos interesan másaquí. Sobre la memoria de la na-turaleza, entrelazándose históri-camente, los seres humanoscrean estructuras espaciales.Nuevamente, debemos esta ideaa la geografía social francesa, aRoger Brunet y Olivier Dollfus,con sus ilustres predecesores,Vidal de la Blache desde la geo-grafía y Fernand Braudel, desdela historia. Para el Ecuador, lamás completa aplicación de es-tas propuestas metodológicas ala historia es, sin duda, el impre-sionante y todavía vigente librode Jean Paul Deler (1987[1981]), Génesis del espacioecuatoriano, que utilizamos am-pliamente en este texto.

Estamos hablando, pues, del es-pacio humano, de esas construc-ciones sociales que permiten or-ganizar el territorio, el espaciofísico, el medio natural, para fi-nes humanos. Sumariamente po-demos entender las estructurasdel espacio geográfico como lasredes de relaciones que sirvenpara unir sitios. Estas redes derelaciones son a menudo recorri-dos de personas, de cosas, deideas. Medios de comunicación ovías de transporte. En cierto mo-do podríamos decir que son iti-nerarios. Itinerarios repetidosque confluyen en sitios comunesy que, con perdón de la metáfo-ra, se solidifican, se vuelven re-lativamente estables.

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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Entonces, redes de relaciones(de itinerarios, de comunicacio-nes) que sirven para unir sitiosfísicos. ¿Cómo se forman estasestructuras espaciales? El procesode formación del espacio seconstruye aquí en la historia detiempo humano. Un ejemplosencillo sería el espacio delEcuador. ¿Existía antes de 1830?Ciertamente no existía comoEstado. Pero hoy en día un mapaes capaz de representarnos lasdivisiones entre todos los Esta-dos de América del Sur. Esemapa, esa representación del“espacio geográfico”, que ahoranos parece familiar y hasta obvio,era sencillamente impensableen el siglo XVIII.

Las estructuras espaciales se re-presentan con cierta sencillezen un mapa, pero se construyencon enormes dificultades en lahistoria. Se hacen difícilmente,pero se hacen también goberna-das por principios, fuerzas y pro-cesos distintos a los que gobier-nan los cambios en la memoriade la naturaleza. Si la estrecha“geografía” que a menudo nosenseñaron en el colegio gober-nara el mundo (por ejemplo, me-diante el clima), ¿cómo seríanposibles los cambios estructura-les subterráneos que se observanen las historias humanas másrápidas? Las sociedades segobernarían a las velocidadesgeológicas. Hay, en realidad,otras fuerzas y otros procesos adesentrañar: ellos se encuentranen el corazón mismo de la rela-ción entre el espacio físico y lasociedad entera.

La Segunda Unidad hace un aná-lisis de la formación de las es-tructuras espaciales a lo largo dela historia ecuatoriana de los si-glos XIX y XX. Incluir la historiaprecolombina y colonial hubiera

requerido más investigación,más tiempo y más espacio paraescribir; por eso las excluimos.Pero en un tema en el cual seentrelazan tan inextricable-mente los tiempos largos y lostiempos cortos, los movimientospluri – seculares con las coyun-turas que forman y transformanlas estructuras estables; nodejaremos de hacer algunas re-ferencias a ese pasado más anti-guo y más hondo.

En resumen, en la Primera Uni-dad trataremos de mostrar losprincipales factores que formanla “memoria de la naturaleza” yque contribuyen a crear lasestructuras más estables del es-pacio geográfico ecuatoriano.Nos resistimos, como Jean PaulDeler, a llamarlos “limitantes”naturales. Los límites son siem-pre relativos y se forman porreferencia a la sociedad quequiere superarlos. Solo cuandola sociedad se propone superar-los, porque lo necesita o porqueun grupo determinado lo requie-re, entonces aparecen límitescomo tales. Es bueno considerar-los de forma preliminar como da-tos, es decir, como una herencia.

En la Segunda Unidad hacemosreferencia a las principalesestructuras y organizacioneseconómicas que contribuyen atransformar el espacio ecuatoria-no. Cómo se ocupa el espaciopara su explotación, para suacondicionamiento en funciónde usos dominantes. La econo-mía es, probablemente, la acti-vidad humana que más espacioconsume. Es por eso, tal vez,que tiene un papel tan impor-tante en la construcción de lasestructuras espaciales de unanación. ¿Por qué consume tantoespacio? Probablemente Marx te-nía razón al decir que organizar

13INTRODUCCIÓN GENERAL

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la subsistencia tiene un papelcentral en toda sociedad: paravivir hay que tener los mediospara vivir.

Si las primeras Unidades explo-ran la formación de los espaciosnacionales desde una perspecti-va nacional, la Unidad Tres sepreocupa por invertir el puntode partida. Miramos la construc-ción del espacio nacional desdelas localidades y los actores so-ciales. La construcción del espa-cio nacional es una dimensión dela construcción del estado nacio-nal ¿Cómo las elites asumieron ytrataron la diversidad nacionalen el proceso de la construccióndel estado nacional ecuatoriano?Esta pregunta, dirigida a la si-tuación real y a las percepcionesde los protagonistas, organiza elprimer capítulo de la unidad.

Las percepciones y mitos que laselites ecuatorianas crearon paraintegrar a la diversidad ecuato-riana será el tema del segundocapítulo de la unidad: la ideolo-gía de la construcción nacional.Ella nos permitirá calibrar lacapacidad de las elites paracrear la identidad nacional, legi-timar su autoridad y controlar elterritorio, en los inicios del esta-do ecuatoriano. Pero, hay clarasdiferencias entre la ideología dela construcción nacional y la his-toria real. ¿Cuáles eran sus carac-terísticas, cuáles sus intereses yposiciones de los actores de laconstrucción nacional? De mane-ra específica, ¿qué era lo local,o más concretamente los pode-res locales en el siglo XIX? Estaspreguntas serán desarrolladasen el tercer capítulo. El cuartocapítulo de la Tercera Unidadbusca explorar las iniciativasestatales para penetrar la socie-dad. ¿Cómo participaron los po-deres locales en los procesos de

la institucionalización del estadonacional entre 1830 y 1895? ¿Có-mo estos procesos redefinieronlos poderes locales o cómo ellosinfluyeron en la construcción delestado?

Desde el quinto capítulo entra-mos al siglo XX. La relación delestado central, las regiones y lo-calidad con la revolución liberalse analizarán en el capítuloquinto; mientras que en el capí-tulo sexto analizaremos estas re-laciones en la Revolución Julianay la época bananera. A raíz de latraumática derrota frente al Pe-rú, el estado nacional emprendióuna decidida cruzada por inte-grar a zonas todavía marginalesdel territorio, logrando una pre-sencia significativa en todo elespacio, tanto desde el punto devista material, como normativo.Ello fue reforzado con el procesode modernización. ¿Cómo se die-ron estas dinámicas? ¿Qué nuevosactores entraron en el escenario?¿Cómo se remozaron los sistemaslocales de dominación? ¿Cómo secombinaron actores territorialescon actores nacionales de carác-ter mas bien clasista en la cons-trucción del estado nacional?¿Cómo se replanteó el tema dedescentralización y que nuevosactores aparecieron en el esce-nario tras la crisis y en medio deun nuevo proceso de implemen-tación del modelo neoliberal?Estas preguntas articulan alcapítulo séptimo, con el que fi-nalizamos la Unidad Tres.

El Módulo se cierra con la pre-sentación de un estudio de caso:las propuestas de administracióny manejo de recursos naturalesen el territorio del pueblo kichwade Pastaza agregado en la Orga-nización de Pueblos Indígenas dePastaza, OPIP.

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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15INTRODUCCIÓN GENERAL

Mapa 1: Mapa Geomorfológico del Ecuador: relieve y ríos principales. Tomado de Minis-terio del Ambiente, EcoCiencia y UICN (2001: 181).

ZONA DE ALTITUD Y PRINCIPALES RÍOS Y CORDILLERAS DELECUADOR CONTINENTAL

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Mapa 2: División política provincial actual. EcoCiencia

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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1 Un trabajo de síntesis como éste tiene que beneficiarse necesariamente de trabajos anteriores sobre re-giones o épocas específicas. Menciono los trabajos principales, la mayoría de los cuales no están publicados,en los que desarrollé algunos de los planteamientos teóricos y también algunos de los desarrollos específicossobre la historia de regiones particulares. Respecto a la Amazonía del Norte, Ospina (1999); para la Amazoníadel sur en el siglo XIX, Ospina (1996); sobre la Costa, (Ospina 1995 y 1995a); sobre Galápagos (Ospina 2001).Los estudios sobre las estructuras espaciales y los Andes, en Ospina (1999b), el trabajo sobre los Andes en elsiglo XX en Ospina (2002) y también en Guerrero y Ospina (2002).

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Hay muchas cosas importantesque no fueron creadas por la ma-no de los seres humanos. Son he-rencias de una historia anterior.Las sociedades humanas solopueden modelarlas y dejarlesimpresa la huella de su trabajo.El objetivo de esta Unidad esexaminar esas herencias natura-les que deben ser modeladas yque, al serlo, modelan a su vezlas formas sociales que las modi-fican. Los hombres y mujerestransforman lo que les rodea y alhacerlo se transforman ellos mis-mos. Se hacen al hacer mundo asu alrededor.

Empezamos mostrando los gran-des "datos" naturales que, a esca-la nacional, configuran el espaciogeográfico. La cordillera andina,la cuenca del río Guayas y lasselvas amazónica y costera. Ensegundo lugar, desmenuzamoslos factores que provocan varia-ciones naturales menores en talesdatos mayores. Mostramos la in-fluencia de las corrientes mari-nas y los vientos en la transiciónclimática que jalona el territorionacional desde el norte húmedohasta el sur seco. En tercer lugarexaminamos, a una escala menor,las más pequeñas formacionesque recortan esos grandes datosnaturales. La cordillera andinano es homogénea. Se divide enel nudo del Azuay y las formacio-nes orográficas, tanto en la mese-ta andina como en las vertientesoriental y occidental, fragmentanel espacio físico y lo diferencian.Finalmente, factores locales,

climáticos y biológicos, creanparticulares asociaciones vege-tales y animales que distinguenlocalidades variadas y contrastan-tes. Esas asociaciones vegetalescrean oportunidades y limita-ciones, brindan recursos, hacenposible el desarrollo de conoci-mientos especializados. La diversi-dad natural apunta la diversidadcultural.

Esa memoria natural, esa heren-cia que viene de tiempos másremotos que el ser humano mis-mo, no es estática. Cambia conritmos propios y sujeta a regula-ridades que apenas sabemosdescifrar. Del encuentro con lahistoria humana, más rápida ysujeta a distintas normas de fun-cionamiento, se produce una in-teracción constante que tieneefectos en ambas direcciones. Eltexto espera mostrar esas inte-racciones, las constantes socialesy las variaciones culturales quefavorece, como un aporte al es-tudio de una vieja relación queapenas empieza a ser explorada.

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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OBJETIVOS DE APRENDIZAJE

Al final de esta Unidad, los participantes podrán:

1. Identificar los principales factores físicos, climáticos yecológicos que contribuyeron a moldear el espacio ecua-toriano.

LA MEMORIA DE LA NATURALEZA, ESPACIO FÍSICO Y ECOLÓGICO

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20 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

En su clásico trabajo sobre laformación del espacio nacional(un trabajo que usamos amplia-mente), Jean Paul Deler sosteníaque había tres determinantesnaturales de especial importan-cia para el Ecuador. En su termi-nología, había tres datos naturales

cuya combinación determina la“rugosidad” de la epidermis dela tierra en el Ecuador. Estos“datos” mayores de la geografíafísica tenían relaciones impor-tantes con las futuras estructurasmayores del espacio geográfico.

Mapa 3: Obstáculos naturales mayores y organización del espacio nacional (Tomado deDeler 1987 [1981]: 298).

1. Límite del macizo andino (curva de nivel, 1.000 msnm)2. Grandes volcanes y hoyas altas intramontañosas3. Selvas ombrófilas de follaje perenne4. Desierto costero y su límite septentrional5. Cuenca hidrográfica del Guayas

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El primero es la presencia de laCordillera de los Andes. Su forma-ción en el eje “meridiano” está enel origen de la “meridianidad” delas estructuras espaciales delpaís. Y esto, por supuesto, desdetiempos pre - coloniales. Esa su-cesión de montañas y tierrasaltas de aproximadamente 100kilómetros de ancho que atravie-sa todo el territorio, ha dejadosu marca de forma indeleble.Los geólogos han debatido sobresu origen. El consenso es que seprodujeron dos movimientos enel período cretácico: primero,un “pliegue” de la tierra a partirde los primeros movimientos quesepararían a lo que sería Américadel original continente meridio-nal de Gondwana; de allí surgi-rían las rocas metamórficas másantiguas que afloran aquí y alláen estas montañas continentales.En segundo lugar, y de maneramás persistente por espacio deunos treinta millones de años,emergieron como volcanes acti-vos por el proceso de la “subduc-ción”: esto ocurre en tres actos.Primer acto, la placa marina delPacífico se hunde bajo el pesode la placa continental; segundoacto, las enormes masas de rocase funden por el calor de las pro-fundidades de la tierra; terceracto, afloran bajo la forma demagma líquido por los entresijosde las formaciones geológicas dela nueva placa que las acoge. Asísurgió en un proceso lento y vio-lento, la enorme cadena monta-ñosa que marca la vida de lospueblos andinos desde el iniciomismo del poblamiento de Amé-rica del Sur.

El segundo es la presencia dedos masas de espacios selváticosseparados por la cordillera. Lasselvas del Chocó, en el litoral

Pacífico, al oeste, y los bosqueshúmedos tropicales de la vastacuenca del Amazonas, al este.Ambos espacios selváticos opu-sieron obstáculos semejantes ala ocupación: débil densidad depoblación y tardía incorporaciónespacial a las estructuras domi-nantes del territorio. No obstan-te, la selva amazónica tenía unadesventaja adicional: su carác-ter continental y por lo tantoaislado, la inexistencia de ríosnavegables hasta bien entrada lallanura. Por el contrario, la zonaselvática de Esmeraldas gozabade su condición litoral, abiertaal mar y la comunicación exte-rior: el puerto sería el primermodo de integración de esta re-gión con Ecuador y el mundo enel siglo XIX. Las sucesivas histo-rias regionales estarán informa-das por esta doble semejanza yesta diferencia.

El tercero, es la presencia delGolfo de Guayaquil. Es el siste-ma hidrográfico más extenso delPacífico sudamericano, entre 30y 35 mil kilómetros cuadrados.Abre a las aguas del Pacífico unaextensa red de ríos de llanura,es decir, ríos caudalosos y de dé-bil pendiente, que penetranprofundamente tierra adentro.Su situación en el centro delsub - continente y la facilidadque ofrece para el curso de lascomunicaciones no pasaron de-sapercibidas para los pueblosque ocuparon su territorio. Aello se suma la presencia de de-pósitos aluviales de terrenos fér-tiles que albergaron una densaselva menos impenetrable por lapresencia de grandes ríos. Antesde la construcción del ferroca-rril, el Río Guayas y sus afluen-tes marcaban los itinerarios deviajes y comercio entre las tierras

21LA MEMORIA DE LA NATURALEZA, ESPACIO FÍSICO Y ECOLÓGICO

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altas y bajas del litoral. El manejode esta gran cuenca (y su control)es sin duda uno de los grandesdesafíos que se planteó el Estadoy la sociedad ecuatoriana a lolargo de dos siglos. La longevi-dad y tenacidad del proyectoDaule - Peripa puede remitirse,probablemente, a ese reconoci-miento y a esa importancia car-dinal del gran Golfo y la granCuenca, en la configuración de lasestructuras espaciales del país.

Muchas características básicasde las rutas, los itinerarios y losvínculos espaciales, puedenremitirse a estos tres grandes“accidentes” físicos que marcanel Ecuador. La expansión de lainfluencia social y política deGuayaquil sigue el curso de lacuenca que lo alimenta, aunquelas fuerzas económicas y socialesexpanden sus lazos mucho másallá. Pero contribuye a crear unespacio y explicarse su forma ysus dimensiones. Hemos mencio-nado ya la meridianidad de laorganización del espacio (la ubi-cación de las ciudades andinas ode las vías de comunicación),pero también eso obliga a cortarel espacio meridiano en ejestransversales: para hacerlo, las

sociedades humanas de estos te-rritorios se plantearon tempra-namente el vínculo con la Costay con la planicie amazónica comouno de los obstáculos que debíansobrellevar. La apertura de esosejes de relación horizontal sesuperpone a los ejes verticales yal eje diagonal que vincula aQuito con el puerto. La ocupa-ción y la reivindicación de los te-rritorios selváticos será una granconstante desde siglos colonia-les: será una aspiración o másfrecuentemente una queja. El es-pacio reivindicado nunca alcanzólos límites del espacio efectiva-mente controlado. Pero los inten-tos no faltaron.

En efecto, estas grandes “fallas”físicas se extienden en el tiempolargo de los siglos de la ocupa-ción humana del territorio delEcuador actual. Estos ayudan acomprender las formas y deriva-ciones de las grandes estructurasdel espacio ecuatoriano. Pero noson completamente inmóviles ytampoco son las únicas de rele-vancia para armar el poliedro dela ocupación y formación delcambiante espacio nacional. Hayotros sobre los que nos deten-dremos.

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La continuidad del volumen montañoso, la orientación meridianade las grandes estructuras orográficas y la disposición axial delmacizo principal se conjugan para hacer, del efecto andino, unaclave esencial de la organización del espacio (...)

B. Las relaciones tierras altas - tierras bajas

La oposición entre los dominios de montañas y de llanuras es unode los corolarios del efecto andino. Más allá de la gama de varia-ciones ecológicas que introducen los cambios de altura en la zonatropical son, sobre todo, los datos etnológicos, la evolución de lasrelaciones sociales, la génesis de las estructuras regionales, losresponsables de la formación de matrices culturales diferenciadasy de espacios de civilización distintos (...)

RECUADRO 1

Las estructuras elementales del espacio ecuatorianoTomado de Jean Paul Deler (1987 [1981]: 294-5)

A. El efecto andino

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D. El desenganche del eje nacional

Resulta de la combinación de dos fenómenos geográficos queactúan a escalas diferentes. Por una parte, las relaciones entreQuito y Guayaquil que han desempeñado un papel capital en laestructuración del espacio ecuatoriano, trazan una línea de fuerza"diagonal" en un sistema de interrelaciones donde se combinan losejes de comunicaciones naturales, de orientación meridiana y losejes "latitudinales", vueltos necesarios por las complementarieda-des interregionales entre Sierra y Costa. Por otra parte, el eje degravedad de la América andina se ve afectado por un desenganchelateral en las latitudes equinocciales que aparece como una esta-ción "en cerradura" entre la rama septentrional del eje (Colom-bia...) y su rama meridional (Perú...)(...)

Cinco siglos de una historia económica fuertemente marcada porla dependencia del área andina frente a los centros dominantes,situados más allá de los océanos, han determinado una vigorosadisimetría en las relaciones “latitudinales” entre las tierras altas ylos dominios de las llanuras adyacentes, situadas a una y otra partedel macizo andino. El espacio abierto sobre el Pacífico se ha vistoprogresivamente valorizado con relación al espacio amazónico; esteúltimo ha permanecido al margen de los principales flujos interre-gionales hasta una época tanto más reciente cuanto que a diferenciadel Perú, la Costa ecuatoriana, con sus grandes extensiones selvá-ticas de condiciones muy semejantes a las del sector oriental, ofrecíapor sí misma vastas posibilidades de expansión a los frentes pionerosde colonización agrícola (...).

C. El tropismo marítimo y el encerramiento oriental

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F. La bicefalia y la polarización

La existencia de dos ciudades de importancia nacional, a la vezcomplementarias y rivales en sus funciones, es un rasgo determi-nante de la geografía del área andina equinoccial. Hoy día estabicefalia tiende a introducir, pese al carácter fuertemente aniso-trópico de la organización regional (papel fundamental de los ejesestructurales en un espacio heterogéneo), cierta división del espa-cio nacional en dos grandes zonas en vías de polarización, sobreuna u otra de las dos metrópolis: norte del Ecuador gravitando entorno a Quito, metrópoli andina, y sur del país gravitando alrede-dor de Guayaquil, metrópoli costera (...).

La formación del núcleo central del espacio nacional deriva direc-tamente de la existencia del eje diagonal Quito - Guayaquil, refor-zado por la fuerte urbanización relativa de los Andes centrales, poruna parte, y por otra, la valorización progresiva de una gran partede la cuenca del Guayas, transformada en zona agro-exportadorade importancia internacional. En torno a este espacio central sedistribuyen dos tipos de zonas periféricas: las regiones selváticasde Esmeraldas y el Oriente, todavía débilmente servidas por redesnacionales; y los Andes australes y Manabí, zonas de antiguaimplantación humana y focos demográficos importantes, presentancondiciones socio - económicas originales en relación a las matri-ces culturales Sierra o Costa y manifiestan grados variables deautonomía (...).

E. El núcleo central y las periferias

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La meridianidad de los Andes noes homogénea. La gran cadenamontañosa sufre una curiosavariación justo en el entresijo delos actuales territorios ecuato-rianos. En Colombia, los Andesse expanden horizontalmente yse abren en tres ramales más ba-jos surcados de valles profundos(el valle del Cauca y el del Mag-dalena), donde las sociedadesdel norte han ubicado algunas desus principales ciudades y algunosde los cultivos más importantesde exportación. En Perú, las cor-dilleras ya parecen una sola, convalles pequeños, surcados deramales más irregulares que pre-figuran los altiplanos del sur. Noes posible en Perú distinguir ra-males distintos de la cordillera.Hay una sola cadena de montañasa veces cortada por ríos peque-ños, a veces cortada por planiciesde puna.

En el Ecuador se produce la tran-sición geomorfológica desderamales distintos, claramentediferenciados y abiertos por pro-fundos valles, hacia la gran ramaunificada de una cadena esen-cialmente única. En estos Andescasi septentrionales, los vallesson profundos pero no tanto. Losramales son distintos, pero noabsolutamente. En realidad seforman unas curiosas formacio-nes conocidas como “hoyas”interandinas. Las hoyas son va-lles andinos altos (entre 1500 y2500 msnm) flanqueados longi-tudinalmente (en direcciónsur – norte) por las cadenas mon-tañosas más altas de los Andes y

“cerrados” latitudinalmentepor pequeñas cadenas monta-ñosas horizontales (en direccióneste – oeste) llamadas “nudos”.

Los Andes son un continuo demontañas, dentro de las cualesnosotros realizamos cortes, dis-tinguimos variedades y formasdistintas. ¿Dónde se opera elcambio entre el norte y el sur delos Andes? El punto que opera latransición entre este complejode “hoyas” interandinas y lasformaciones más bajas, másirregulares y de valles más pe-queños y superficiales, es el“nudo del Azuay”. Al sur de laactual ciudad de Chunchi, antesde llegar a la actual ciudad deAzogues. Allí donde se abre laciudad de Alausí en un valle pro-fundo que por la cuenca abiertapor el río Chanchán, desembocaen la cuenca del río Guayas. Dis-tinguimos rápidamente allí elabra profunda por la cual se eli-gió tender el paso del ferrocarrila inicios del siglo XX. El nudo delAzuay fue siempre un formidableobstáculo a las comunicaciones.Esa enorme muralla puede servista de otra manera. TeodoroWolf, a fines del siglo XIX, lo lla-mó inmensa “araña” que prolongasus patas en todas direcciones.Así, pues, es como si la “obramagna” hubiera querido desqui-tarse con el pasado. Paso geo-gráfico pero también simbólico.

No es difícil encontrar en lashoyas interandinas el perfil y loslímites centrales de las actuales“provincias” serranas. Pero fueron

La meridianidad de losAndes no es homogé-nea. La gran cadenamontañosa sufre unacuriosa variación justoen el entresijo de losactuales territoriosecuatorianos.

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también la sede de áreas cultu-rales en el período pre – colonial.En las hoyas se aprovechaban losdistintos climas de las distintasalturas para diversificar los cul-tivos. Constituyeron “territorios”identificables como unidades pa-ra pueblos desde hace milenios.Recordemos que toda “hoya”está abierta: tiene una salida.No es una celda encerrada pormontañas sin ventanas al exte-rior. Toda hoya tiene un río quela atraviesa (por eso, precisa-mente, es un “valle”) y que cortalas cadenas montañosas hacia eleste o hacia el oeste. Los pasoshacia el oeste son más numerososque hacia el este. Se distingueen esta formación una doble im-portancia: por un lado serán lospasos “naturales” entre las tierrasaltas y las tierras bajas, seránlos lugares donde la meridiani-dad del espacio andino se cortapor ejes transversales. Allí flore-cerán grupos étnicos “bisagra”que aseguraban el comercio y elintercambio simbólico entreunos pueblos y otros. Por otro la-do, esos cortes de la montañaproducen zonas de valle seco ybajo. Algo parecido a islas de ca-lor en medio del frío andino. Allíse desarrollarán importantes co-lonias multiétnicas de cultivo deproductos de clima cálido, comola coca o, luego, la caña de azú-car. Pimampiro, el Chota, Guay-llabamba, Patate, Paute, sontodas islas de valles secos, bajosy cálidos en medio paisajes andi-nos distintos.

Entonces, retengamos que el“nudo del Azuay”, entre las ac-tuales provincias de Cañar yChimborazo divide dos regionesorográficas distintas en los Andesecuatorianos. Al norte, las cordi-lleras “oriental” y occidental”

se separan dejando un espaciointermedio de valles más o me-nos profundos (entre 1500 y2500 metros) separados entre sípor cadenas montañosas hori-zontales (los “nudos”). Cada unode estos complejos orográficoses conocido como una “hoya” in-terandina. Al sur del “nudo delAzuay”, las cordilleras de vuel-ven más difusas y el territorio sehace más “quebrado”, en unaformación de transición hacialos altiplanos de los “andes depuna”, típicos de Perú y Bolivia,donde las dos cordilleras seunen, se hacen más anchas y for-man grandes extensiones deecosistemas secos y fríos.

A partir del nudo del Azuay, elmás alto y el más abrupto, elmás radical y profundo de todoslos nudos interandinos del Ecua-dor, las montañas se hacen másbajas tanto al este como al oes-te. Esto se debe a una actividadvolcánica distinta: en el norteexiste un volcanismo recienteque acumula materiales moder-nos de un tipo de roca deslavadaque se forma a base de arenafina de andesita asociada a cal-cita comprimida a altas presio-nes; nos estamos refiriendo, porsupuesto, a la cangagua. Estacapa nueva de cangagua produc-to del volcanismo reciente noexiste en el sur, donde las mon-tañas son más viejas y aflorandirectamente a la superficie losminerales que la forman. Se diceentonces, que los suelos de laSierra norte son más ricos quelos de la Sierra sur, donde, encambio, son más visibles los ya-cimientos minerales.

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En el sur todavía es posible dis-tinguir algunas hoyas, pero susperfiles son más borrosos. Lahoya del río Paute, que se abrehacia el oriente, puede todavíadistinguirse con cierta claridad.Pero en Loja, El Oro y el valledel Catamayo, las hoyas son yafrancamente irreconocibles. Así,pues, transición orográfica.

Pero hay otra transición de enor-me importancia ecológica. Estavez el cambio viene del mar. Denuevo, su origen no puede serunilateral. El mar se combinacon los vientos del este y del sur,los alisios, y con la presencia dela cordillera. Se trata, por su-puesto, del país como el lugar dela transición climática entre lazona seca de la América del Sury la zona húmeda, al norte. ¿Porqué el Ecuador se encuentra jus-to en el sitio de cambio? Y hayque decirlo: se encuentra en elmedio casi con precisión mate-mática, como si hubiera sido cal-culada deliberadamente su posi-ción estratégica.

En las Costas del Ecuador se pro-duce la confluencia de dos co-rrientes marinas, una provienedel sur y trae aguas frías produc-to del afloramiento de aguasprofundas en el sur del continen-te; y la otra trae las aguas cáli-das de la zona tropical y recorreen dirección opuesta las Costasamericanas. Humboldt y El Niño.La primera se llama así en honordel primer estudioso que la con-virtió en un problema de investi-gación a inicios del siglo XIX. Lasegunda debe su nombre a loscampesinos y pescadores que laidentificaron con las lluvias deNavidad.

Ambas explican en gran medidalas condiciones lluviosas de lascostas de Panamá (el Darién) yde Colombia (el Chocó), que seconocen como las zonas más hú-medas del mundo por un lado; ypor otro, las costas desérticasdel Perú y del norte de Chile,donde se conocen como las zo-nas más áridas del mundo. Dosextremos climáticos. ¿Por qué?

CUADROHOYAS DEL ECUADOR

Fuente: Terán (1966)

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Porque las aguas frías se evapo-ran con mayor dificultad, mien-tras que las aguas calientes lohacen con mayor facilidad. Peroa configurar esta dualidad con-tribuye el enorme macizo mon-tañoso andino. La enorme cadenamontañosa opera como unabarrera insalvable para las nubescargadas de humedad. En los dossentidos. En las zonas de aguascalientes si los vientos quierenseguir su ruta hacia el este, de-ben remontar las montañas; alhacerlo el frío condensa la hume-dad y desata tormentas intermi-nables y constantes. En las zonasfrías, la cadena de los Andesdetiene los vientos alisios prove-nientes del este, el noreste y elsudeste y descargan la humedadque traen desde el Atlántico odesde la llanura amazónica, an-tes de poder remontarlas. Comoresultado, la Costa (y la Sierra)del norte de América del Sur esdesproporcionadamente húme-da, mientras la Costa central deAmérica del Sur es desproporcio-nadamente seca.

Las costas de Guayaquil y de Ma-nabí son las costas donde se en-cuentra la transición: donde lasdos corrientes se conocen, semezclan y cambian de dirección.Desde allí, ambas se dirigen alcorazón del Océano Pacífico. An-tes de llegar, bañan las aguas delas islas Galápagos. Esto no care-ce de consecuencias ecológicas yhumanas.

Galápagos son islas mundialmen-te famosas. Su fama proviene dela importancia atribuida al archi-piélago en el origen de la teoría

de la evolución por selección na-tural. Aunque en ellas reside unnúmero relativamente pequeñode especies de plantas, animalese insectos, resalta su alto gradode endemismo2 y la vitalidad desus procesos de cambio evolutivo.Ambas características se expli-can por el aislamiento físico enel que han permanecido, aleja-das más de 1.000 kilómetros delcontinente americano, desdeque emergieron en medio delocéano hace 5 millones de años.Además, se encuentran en unazona de confluencia de corrien-tes marinas frías y cálidas, por loque están en una situación de“frontera” ecológica, dondecoexisten climas variados y am-bientes propicios para especiesadaptadas a condiciones muy di-ferentes. Conviven los famosospingüinos de Galápagos con loslobos marinos, especies polaresy especies tropicales. El extraor-dinario estado de conservaciónde los ecosistemas isleños y laausencia de otros archipiélagosoceánicos en similar condiciónhan hecho de ellas un sitio natu-ral de reconocida importanciaecológica global. Así se justificasu fama mundial, el desarrollodel turismo y la creación delárea protegida más antigua delEcuador.

Pero las consecuencias se obser-van también en el continente,aunque con menos fama. LasCostas del norte del Ecuador sonhúmedas, pertenecen a la regiónbiogeográfica del Chocó. LasCostas del sur, pertenecen, porel contrario, a la región biogeo-gráfica del desierto Tumbecino.

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2 Especie "endémica" es aquella que solo existe en un sitio determinado y en ningunaotra parte del planeta.

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En la actual provincia de Manabíse producen todas las transicio-nes, lentas, vacilantes, entreuno y otro. Esas son precisamen-te las áreas más ricas biológica-mente: aquellas que sirven debisagra del cambio y compartencon unas y otras tanto especiescomo distintas poblaciones deuna misma especie. Son tambiénfrágiles. Cualquier cambio bruscolas hace bascular a un extremo oal otro y hace que las especiesque viven en ellas sobrevivanentre sobresaltos y catástrofesinminentes.

Estas diferentes temperaturasdel mar tienen también conse-cuencias sobre la misma riquezadel mar. Las temperaturas bajasfavorecen la presencia de cier-tas especies que se convirtieronen fuentes comerciales de granimportancia en el siglo XX: lassardinas y macarelas. Hacia me-diados del siglo XX las grandesflotas pesqueras se formaronprecisamente al calor de arro-jarse a capturarlas para unanaciente industria de alimentosbalanceados. A fines del sigloesas pesquerías vivían una trage-dia ecológica.

Las temperaturas altas favore-cen, en cambio, la presencia deotras especies de particular in-terés comercial en el siglo XX.Por un lado los camarones. Porotro, los atunes. La flota atunerano solo sería una de las cabezasde lanza de las exportacionesecuatorianas de los años ochentay noventa, sino que protagoniza-ría una de las luchas más deno-dadas de la historia por extenderla soberanía económica y políti-ca del Estado contra la explota-ción de las flotas atunerasextranjeras, en especial de los

Estados Unidos. No falta relaciónentre la decisión del Ecuador de1952 de declarar, junto a Perú yChile la zona de exclusividadeconómica de 200 millas náuti-cas, y el control de las pesque-rías de atún. En 1971 y 1972 esalucha llevaría a lo que se conociócomo la “guerra del atún”. Afines de los años noventa, losatunes se concentran precisa-mente en una de esas zonas deconfluencia de corrientes mari-nas donde abunda la comida ypor lo tanto la pesca: las islasGalápagos. Sitio de confluenciaes sitio de abundancia. El mardel Ecuador se encuentra preci-samente en el encuentro de am-bos: donde se pueden encontrarejemplares de varios sistemasecológicos alejados entre sí. Esla ventaja de encontrarse en esafrontera múltiple.

Pero no solo la Costa sufre de losefectos de las transiciones climá-ticas cuyo principal responsablees el océano. Las Sierras andinastambién son distintas. Tambiénaquí son ayudadas por otra tran-sición curiosa, pero perfecta-mente inter - relacionada conlas anteriores; esta vez de losvientos y las zonas de presionesaltas. La Sierra norte del Ecua-dor es húmeda y se va haciendoprogresivamente seca conformecaminamos hacia el sur. La lla-mada Sierra central (actualesprovincias de Chimborazo, Coto-paxi y Bolívar) ya muestra mayorcarencia de lluvias. Pero las co-sas se vuelven drásticas con labaja de la cordillera y el traspa-so del fatídico Nudo del Azuay.Las Sierras del sur del Ecuadorson ya, característicamente se-cas. Prefiguran parcialmente loque un viejo geógrafo, Carl Troll,llamó en los años treinta del

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siglo XX, los “Andes de Puna”,típicos de la zona central andina:Perú y Bolivia. Por contraste, enel norte dominan unos Andesdistintos, dominados por la hu-medad y por unos ecosistemasespecializados en manejarla, dis-tribuirla y aprovecharla: los“Andes de Páramo”.

Algunos autores han llegado aplantear que existen correspon-dencias entre esas diferenciasecológicas y las formacionessociales y políticas del períodopre – colonial. En los primeros,se desarrollaron las formacionesestatales asentadas en los inter-cambios centralizados entrezonas alejadas: la estructurade “archipiélago” o de “islas”discontinuas espacialmente do-minadas por grupos étnicosencargados de producir para elcentro. De esta manera el cen-tro eludía la formación de mer-cados: los productos circulabansin ferias y sin especialistas en elcomercio. En los segundos, ubi-cados en espacios más pequeños,con estructura de archipiélagopero con unidades domésticascapaces de controlar sus propiosrecursos, se inhibió la formaciónde estructuras estatales centra-les al tiempo que se desarrolla-ban mecanismos de intercambioen mercados dominados por es-pecialistas del comercio. En elnorte, donde existieron estasformaciones, la organizaciónpolítica no superó los señoríospre – estatales. No se trata deestablecer relaciones simplesentre los datos del clima o laorografía y los datos de la políti-ca y la economía. Tal vez hayaque entenderlos como datos quefavorecen ciertas soluciones einhiben otras. Pero no las hacenobligatorias.

Parte de la razón por la cual lasSierras andinas del norte no sontan secas como las del sur nopuede derivarse directamentede las corrientes marinas y de laaltura de la cordillera. Las aguascalientes y la zona tropical pro-duce una zona de altas presionesatmosféricas donde el aire circulaen la dirección de las agujas delreloj. Son los llamados “antici-clones”. Y Ecuador se encuentraen la “zona de convergenciainter - tropical”, es decir, el lugaren el que se chocan, se encuen-tran y se superponen dos antici-clones de orígenes distintos. Elque domina e influencia la zonanorte, proviene de las zonas tro-picales cálidas del Atlántico. Comoresultado, existe una inversiónclimática entre la Amazonía delsur, la Sierra sur y central, porun lado; y toda la Costa, porotro. Es decir, mientras las llu-vias en un lado ocurren en unaépoca del año, en el otro lado sevive la sequía del “verano” tro-pical (es decir, la época seca).La inversión climática favorecela complementariedad agrícola.De nuevo, no obliga a las regio-nes a volverse complementariasen sus regímenes de producciónagropecuaria, pero les ofreceuna oportunidad adicional.

Hasta ahora hemos enfatizadouna serie de algo que podríamosllamar “transiciones ecológicas”en las que el actual territoriodel Ecuador está ubicado, paramostrar que los grandes “datos”naturales presentados por JeanPaul Deler, pueden ser afinadospara encontrar elementos natu-rales que asociarán en diferen-tes estructuras espaciales a lolargo de la historia. Pero hastaahora hemos insistido en la Costay en la Sierra. ¿Hay otros “datos”

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naturales inmediatamente rele-vantes para la selva amazónica?Recordemos que Deler había en-fatizado la dificultad que la selva

imponía a la ocupación humana:débiles densidades demográficasy tardías integraciones al espacionacional.

Mapa 4: Calidad de suelos del Ecuador. Las áreas en anaranjado corresponden a suelosfrágiles. Sistema de Monitoreo Socioambiental - EcoCiencia.

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Mapa 5: Relaciones entre tierras altas y bajas en la época de integración (Tomado de Deler 1987 [1981]: 46).

1. "Puertas del oriente" (contactos con la alta Amazonía)2. Eje probable de difusión del uso de la coca3. Etnias que desempeñaron un papel específico en los intercambios interregio-

nales4. Eje principal de trueque de sal5. Origen transoceánico común (navegación por alta mar)6. Itinerarios de penetración hacia los Andes y etapas de los Karas7. Itinerario de penetración hacia los Andes y etapas de los Quitus8. Tierras andinas altas (curvas de nivel de 2.000 msnm)9. Hoya intramontañosa (curva de nivel de 3.000 msnm)

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Ya mencionamos que los “pasosnaturales”3 hacia la Amazoníason menos numerosos que lospasos hacia el occidente. Ya des-de muy temprano en la historianacional, estos pasos eran deci-sivos debido a la importancia delos flujos interregionales; es de-cir, de los intercambios entre lastierras andinas y las tierras bajasorientales u occidentales. Estosflujos se dibujaban desde el pe-ríodo formativo (es decir, cuandoaparecen las primeras evidenciasde agricultura y de vida aldeana).No obstante, a la llegada de loseuropeos, estos espacios de con-tacto inter - regional eran muyprecisos y desarrollados. De he-cho, el desarrollo social del sigloXIX tendió a hacer más densaslas entradas hacia la Costa dise-ñadas en los siglos XV y XVI y me-nos densas las entradas hacia laAmazonía (por ello las actualesprovincias serranas incluyenzonas bajas hacia el occidentemientras que en el orienteterminan en los límites más altosde la cordillera). Desde tiempospre – coloniales, existieron cua-tro pasos hacia la Amazonía: elde Papallacta, en el norte, en elárea de influencia de Quito; elabra del Pastaza en la Sierracentral, desde Baños; el paso dePaute, que vinculó a los señoríosCañari y su intenso comercio deconcha Spondylus princeps; y elpaso del río Zamora, que podríahaber servido de vínculo entrelos Paltas pre - coloniales (hoydesaparecidos) y los actualesshuar.

Son estos espacios “bisagra”,tanto a un lado como al otro, deantiquísima ocupación humana,las áreas naturales más interve-nidas en las vertientes de cordi-llera. En los siglos XIX y XXfueron las primeras regiones deocupación en procesos de coloni-zación, de origen serrano. Estaocupación se fue haciendo cadavez más densa y se fue consoli-dando por la extensión de la redvial y por la consiguiente inte-gración de dichos espacios a laproducción mercantil. Son estosespacios de vínculo inter - regio-nal los que explican las “intru-siones” hacia las ecorregionesandinas más bajas y boscosas.Estas intrusiones discontinuasestán también en el origen de lafragmentación de estas ecorre-giones. Por último, están en elorigen de una fragmentaciónmayor de los bosques en los decli-ves costeros que en los declivesamazónicos. Evidentemente nose trata de una derivación exclu-siva de la orografía: desde laépoca colonial la obsesión porvincular las tierras altas con laCosta fue mucho más fuerte quela de hacerlo con las planiciesamazónicas.

Un segundo elemento a tenerpresente es la diferencia entrela “alta Amazonía” y la “bajaAmazonía”. La cordillera orien-tal se caracteriza no solo por te-ner menos pasos naturales y porser más alta en promedio que laoccidental; sino también por sermás abrupta en su descenso.

3 Recuerdo que los pasos naturales son las zonas en las que la cordillera oriental secorta por el paso de un río y por lo tanto se vuelve más baja para permitir el paso de loscaminantes.

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Está surcada de mayores precipi-cios y se vuelve menos amigablecon los forasteros. Cubrirla a piees una hazaña en la que segura-mente perecieron miles de per-sonas. Los ríos son quebrados eirregulares y se vuelven enton-ces imposibles de navegar. Lazona es más fría (por la altura) ymucho más lluviosa por razonesque ya mencionamos. Fuera delas zonas de contacto inter – regio-nal, la ocupación de la altaAmazonía tuvo que hacerseexclusivamente bajo los mil me-tros. Será también esa franja lazona de colonización modernamás temprana: desde los añostreinta del siglo XX. Allí se con-centrarán los esfuerzos del esta-do luego de la guerra con el Perúy para los años setenta se con-cluirá un ramal de una carreteraque la atraviesa de norte a sur:una verdadera “vía marginal dela selva”.

En la llanura tal como se la en-tiende en el Ecuador actual,tampoco tienen cabida grandesbarcos. Apenas pequeñas embar-caciones artesanales. Sin embargo,los ríos permiten una comunica-ción más fluida para quienesaprenden y saben el arte de ma-nejar en equilibrio. Esta llanuratampoco es homogénea. Desdelos trabajos de Betty Meggers yEmilio Morán, sabemos distinguiral menos tres grandes formacio-nes ecológicas socialmente sig-nificativas: la “tierra firme”, la“várzea” y el “igapó”.

La várzea es un tipo particularde sistema ecológico caracteri-zado por ubicarse en zonas ribe-reñas de grandes ríos sujetas ainundaciones periódicas. Los ríos“de aguas blancas”, llevan sedi-mentos que recogen de las

regiones por las que han pasadoaguas arriba y los depositan enllanuras aluviales durante laépoca de baja de las aguas (elperíodo de seca, o verano). Allí,en esas zonas temporalmentesecas, es posible una agriculturaintensiva de alta productividad.Además, el verano deja peque-ños (y a veces grandes) “lagos”en los cuales es posible una pes-ca abundante que llega a ser elprincipal rubro de actividad eco-nómica en muchos pueblos yciudades de la baja Amazoníabrasileña. Estas zonas fueron lasmás densamente pobladas en elperíodo pre – colonial, la sede dealgunos de los señoríos más cen-tralizados que se conozcan en laregión y el lugar en el que se de-sarrollaron sistemas de crianzade tortugas de río para comerciode carne y huevos. La várzea es-tá generalmente asociada alpropio río Amazonas y a sus másgrandes afluentes; aunque enEcuador existen algunas limita-das zonas de várzea en el ríoNapo. Se estima que algunas so-ciedades indígenas que vivían enla várzea, en las riberas de losríos, debieron retirarse hacia la“tierra firme” como productodel choque colonial y de la ex-pansión de las enfermedades(que asolaron primero, precisa-mente, las zonas densamentepobladas de la várzea). Un casode ellos podría ser el de los abi-jiras coloniales (los huaoranimodernos).

La tierra firme es la zonainter – ribereña no afectada porlas inundaciones periódicas. Esla más extensa de las áreas eco-lógicas social y culturalmentesignificativas de la Amazonía.Aquí se cumple la conocida fór-mula sobre la relación directa

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entre la abundancia de vegeta-ción y la pobreza de los suelosferrosos de un antiguo mar inte-rior. Las hojas que caen al suelo,las ramas, la rápida pudrición delos materiales orgánicos porefectos del calor, la humedad ylas abundantes colonias de in-sectos, son los que alimentan ala misma vegetación. La densaselva vive de sí misma. Protegeal suelo de una excesiva exposi-ción al sol y al calor, que haríaaflorar los minerales que los for-man y regula la humedad y laproducción de agua dulce. Laselva no produce más oxígenodel que consume: es, por lo ge-neral, una selva en estado climá-tico, o sea, fundamentalmenteestable en lo que concierne laemisión y absorción de gases.

Se conoce como igapó a las zo-nas inundables por ríos de“aguas negras”, es decir, por ríosque se forman en la propia llanu-ra amazónica y que no arrastransedimentos desde las zonas al-tas. Las aguas se vuelven oscuraspor la descomposición del mate-rial vegetal que se acumula en elfondo y que forma el cauce delos ríos. Sufren también, esta-cionalmente, cambios en el nivelde las aguas. Son zonas muy po-co apropiadas para la agriculturae incluso para la pesca. El mayor

complejo amazónico de zonas deigapó se encuentra en el nortedel Amazonas, en el río Negro,que desemboca en Manaus. EnEcuador, en el norte de laAmazonía se encuentra un com-plejo semejante (aunque sensi-blemente más pequeño) en loque actualmente se conoce co-mo la Reserva Faunística de Cu-yabeno. Las sociedades de igapóhan desarrollado sutiles meca-nismos de aprovechamiento delas oportunidades del medio.

Las sociedades amazónicas pu-dieron, entonces, adaptarse yconfigurar relaciones espacialesdistintas según el distinto juegode las combinaciones posibles deestos tres elementos físicos quela naturaleza legó a las socieda-des que se implantaron en la selvaamazónica. Por un lado los pasosnaturales de conexión con lassociedades andinas. Por otro, lasdistinciones entre lugares situa-dos a mayor o menor altura en laAmazonía, con mayor o menorcontacto con el resto de lassociedades vecinas. Por último,las distinciones en la llanura en-tre distintos sistemas ecológicosque ofrecían distintas posibilida-des de organizar sociedades den-samente pobladas, políticamentecentralizadas y económicamentediversificadas.

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Para terminar de presentar loselementos que ayudan a comple-tar el cuadrante de los “datos”de la naturaleza que, en pala-bras de Deler, determinan la“rugosidad” de la tierra en Ecua-dor, sobre la cual deberán orga-nizarse las estructuras espacialesque los seres humanos constru-yen; nos hace falta examinar conmayor detalle el conjunto de lasformaciones vegetales cuya ex-plotación se convierte en unaoportunidad o cuya persistenciase vuelve un obstáculo. Hemosvisto los grandes hechos geológi-cos y su influencia en la determi-nación de los ejes mayores de laestructura del espacio en elEcuador; hemos visto la impor-tancia de las variaciones climáti-cas influenciadas por el mar y sustemperaturas así como por losvientos y sus posiciones; hemosseñalado muy someramente lasconsecuencias que ello tiene nosolo para la variedad ecológica,sino para la explotación econó-mica que, dado un determinadotipo de desarrollo social, el paíspuede hacer de ella; finalmente,hemos mencionado de paso algu-nos factores naturales adiciona-les que pueden jugar en ciertascondiciones, como la presenciade ríos navegables (algo apenasexistente en Ecuador en el Golfode Guayaquil) o de suelos más omenos favorables a la explotaciónagrícola intensiva (como en laszonas de várzea de la Amazonía).

Nos resta examinar con mayordetalle las variantes biológicasque se producen por la singularposición intermedia, o transi-cional, del Ecuador. Estas va-riantes, que se expresan en lasdistintas asociaciones de formasde vida a que da lugar en unespacio determinado (los bio-mas), crean manojos de oportu-nidades u obstáculos para laimplantación humana, para elaprovechamiento económico ypara la creación de estructurasespaciales.

Existe una tradicional dificultadde definir las unidades ecológi-camente significativas en lasque puede dividirse el Ecuador.Esta ha sido una larga discusiónentre los ecólogos de paisajes.Usaremos dos recientes inter-pretaciones que nos permitenaproximaciones bien de grandesespacios (las “ecorregiones”) obien de formaciones más discre-tas y acotadas (las “formacio-nes vegetales”). La primera nosservirá para identificar grandestipos de estructura biológicacon los que se encontraron lassociedades humanas y quetuvieron que modificar; la se-gunda nos servirá para ubicarposibles diferencias más finasen los desafíos espaciales quetuvieron que afrontar distintasregiones, localidades e inclusocomunidades.

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Antes de seguir es bueno distin-guir entre estas nociones y otracon la que a veces se confunde.No estamos hablando de “ecosis-temas”. Ecosistema es una uni-dad funcional, no es una unidadespacial. Cualquier cosa puedeser un ecosistema y no necesa-riamente deben guardar relacio-nes de similitud morfológica (enla forma) ni de comunidadesvivas. Así, por ejemplo, un es-tanque y un bosque pueden for-mar parte del mismo ecosistemaaunque alberguen comunidadesvivas radicalmente distintas.

La búsqueda de “ecorregiones”o de “formaciones vegetales”toma en cuenta básicamente launidad morfológica. Es decir, laexistencia de un tipo de comuni-dad de seres vivos, a veces re-presentados por una especie opor una comunidad vegetal do-minante. Normalmente estascomunidades vivas tienen simili-tudes que derivan de condicionesclimáticas comunes (temperatu-ra, humedad, altura), por lo quea menudo se suelen usar datosclimáticos o de altura para fijarlos límites de cada unidaddiscreta.

En el Ecuador se han identifica-do ocho ecorregiones que por logeneral comparte con sus veci-nos. El Chocó biogeográfico, quecomparte con Colombia; el de-sierto Tumbecino, que compartecon Perú; los páramos húmedos,las vertientes orientales y occi-dentales de la cordillera de losAndes, que comparte con sus dosvecinos; las tierras tropicalesbajas de la Amazonía (várzea,igapó y tierra selvas intefluvia-les), que comparte con otroscinco países sudamericanos; ylas selvas y zonas ribereñas de laCuenca del Guayas, que no com-parte con nadie.

Vemos que se trata de los gran-des “tipos” de estructura bioló-gica que existen en el país. Nosconcentraremos brevemente enlos bosques de declive de la cor-dillera, tanto occidentales comoorientales. Zonas de alta pluvio-sidad y también de ocupaciónrelativamente tardía, salvo enlos espacios acotados de los “pa-sos” transversales de la cordillera.Fueron estas zonas las áreas frá-giles, de fuertes pendientes, debajos rendimientos y de pocainfraestructura que debieron ser“vencidas” a pulso por campesi-nos expulsados en busca de tie-rras. Los sufrimientos paralograrlo fueron grandes. Los re-sultados, exiguos. Los costesecológicos, inmensos. Son estas,en efecto, precisamente, lasáreas de mayor diversidad biológi-ca recientemente “descubiertas”en su valor biológico. Volveremossobre el tema.

Una segunda zona que mereceun tratamiento especial es el delos páramos. Volveremos amplia-mente sobre ellos a propósito dela estructura agraria de los añossesenta. Por el momento valgaseñalar un resultado de enormeimportancia: esas zonas altasviven ahora una época larga deascenso de cultivos y de expan-sión de la ganadería. En los pára-mos de la Sierra norte, central, ycentro – sur, están concentradosante todo pueblos indígenas dehabla quichua. No estuvieronsiempre allí. Fueron llevados ha-cia los páramos por la estructuraagraria de las haciendas y luego,en la época de reparto de tierras(años sesenta y setenta delsiglo XX), fueron las tierras quealcanzaron a ocupar. Son las queestuvieron disponibles a preciosalcanzables en un proceso deredistribución agraria que se hi-zo fundamentalmente por la vía

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del mercado de tierras. La forma-ción de los páramos como un es-pacio étnico, es una construcción

reciente de la historia aunquetenga antecedentes en el tiem-po largo.

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Mapa 6: Formaciones vegetales actuales. La zona en gris representa la zona en uso agro-pecuario (tomado de Sierra et. al. 1999)

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Rodrigo Sierra y sus colaborado-res (1999) trabajaron en la reali-zación de una caracterizaciónmás fina de las formaciones ve-getales existentes en el Ecuador.Además de una cuestión de me-todología, es ante todo unacuestión de escala. Para una ca-racterización del mundo y deAmérica Latina, la escala inmen-sa de las ecorregiones puederesultar apropiada y suficiente.Pero para aproximarnos a proce-sos regionales o micro – regiona-les, ofrece una caracterizacióndemasiado gruesa, casi podría-mos decir grosera.

El esfuerzo colectivo de Sierra ysus colaboradores busca integrarlos grandes niveles bio – regiona-les con la caracterización más fi-na de las formaciones de tiposvegetales. En efecto, toma lasgrandes “bio - regiones” del país

y luego las subdivide en forma-ciones vegetales. Por lo generalcoinciden con las ecorregiones.Las bio – regiones están, ade-más, subdivididas según el cortemeridiano que provoca la cordi-llera andina. Se producen así, almenos seis divisiones mayoresque a su vez pueden ser conside-radas de forma diferente segúnsus tipos de vegetación caracte-rísticos. Esta combinación degrandes divisiones bio – climáticascon pequeñas divisiones morfo-lógicas (por tipo de vegetación),le permite llegar a una gran can-tidad de biotipos. Así, por ejem-plo, los manglares, que en laclasificación anterior aparecensub - sumidos sea en las ecorre-giones de tipo chocoano (húme-das) o en las ecorregiones detipo tumbecino (secas), puedenaparecer en las clasificacionesde Sierra como tipos vegetales

Mapa 7: Formaciones vegetales originales (tal como se supone que existían hace1000 años) (Tomado de Sierra et. al. 1999)

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específicos con sus subdivisionesmorfológicas derivadas parcial-mente de tales diferencias cli-máticas (por ejemplo, los árbolesde mangle de zonas húmedas sonmucho más altos y gruesos queaquellos de zonas secas). Lo mis-mo ocurre con los páramos: lospáramos del sur no solamenteson más secos (y sus funcionesde retención de agua nos apare-cen, por tanto, más valiosas, porefectos de la escasez relativa),sino que pueden aparecer a altu-ras mucho más modestas. Los bos-ques de declives secos de lacordillera sur - oriental, no pue-den considerarse similares a losde los declives húmedos del norte.

¿Cuáles son las implicaciones deesta clasificación más fina y ma-tizada de pequeñas entidadesbiológicas distintas para el temaque nos interesa? Es decir, ¿cómopodemos asumir que esta partede la “memoria de la naturale-za” coincide, se distancia, con-fiere matices específicos, creaobstáculos o brinda oportunida-des, para la estructuración deredes de relaciones sociales en-tre sitios geográficos? ¿Podemosencontrar relaciones entre estasunidades bio – físicas y las es-tructuras espaciales que la so-ciedad ha ido construyendo a lolargo de los últimos dos siglos?Podría postularse la idea o lahipótesis de que estos “datosnaturales” pierden importanciarelativa conforme avanzan lasfuerzas de la tecnología de lascomunicaciones o de la explota-ción de recursos. Mientras más“primitiva” es la tecnología parael uso de los recursos naturales,más dependencias aparecen res-pecto de lo que la naturalezaofrece espontáneamente. Una so-ciedad de cazadores, pescadores

y recolectores, tiene, necesaria-mente, mayor dependencia delo que viene “dado” (y de los co-nocimientos que puede organi-zar a partir de lo dado) que unasociedad industrial, altamentetecnificada.

Ocurre que, precisamente,nuestra sociedad sigue siendo al-tamente dependiente de pro-ductos de recolección: todavíaalrededor de un 60% de la ex-tracción de maderas depende dela extracción en bosques natura-les; todavía la pesca de atún ysardinas alimenta la pesca in-dustrial y hay miles de pescado-res artesanales y recolectoras deconchas a lo largo de toda laCosta. Todavía un 80% de las ex-portaciones nacionales está for-mado por los llamados productos“primarios”. Las actividadesprimarias de explotación de re-cursos, todavía son tributariasdirectas de esas variadas forma-ciones biológicas que se pegancomo moscas a la piel de lasociedad. No son formacionessocialmente indiferentes. La na-turaleza es todavía una prisióncercana.

Pero además, cada vez máslas sociedades industrialesre - encuentran sus lazos umbili-cales perdidos con ese mundonatural del que no pueden des-prenderse. Descubren las opor-tunidades perdidas por lasopciones naturales que dejaronescapar con cada fracción delmundo que destruían sin pregun-tarse si valía la pena guardarlotodavía un poco más. ¿Qué futu-ros distintos podrían vislumbrarseen la diversidad de formas devida que todavía quedan y cuyaspotencialidades en usos directose indirectos nos son ampliamente

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desconocidas? Aparece tambiénen el futuro, el potencial econó-mico del turismo de naturaleza yde otras actividades que valorancada vez más un encuentro con

esas variedades virtualmenteinfinitas de la tierra y que el paístiene todavía para ofrecerse. Lanaturaleza es todavía una liber-tad lejana.

PARA REFLEXIONAR

¿Qué importancia tiene el medio geográfico en laorganización de la sociedad?

Además de los "grandes" datos geográficos del Ecua-dor (como la cuenca del Guayas, las selvas orienta-les y la cordillera andina), ¿qué "datos" geográficoslocales le parece que son fundamentales en la orga-nización social en su localidad, en su municipio?

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NOTAS SOBRE UNA NOCIÓNDIFUSA, LA REGIÓN

La sección que sigue esconde untema implícito: la consideracióny análisis del espacio ecuatorianocomo un “espacio de regiones” oun espacio “regionalizado”. Lasregiones aparecen y desapare-cen, se crean y se descrean.Parecen ser el verdadero prota-gonista de la historia espacialdel país. Esto requiere una míni-ma aclaración conceptual.

Región es una palabra que aludea una relación con el espacio.Eso es todo lo que denota. Nimás ni menos. Fuera de ello, setrata, ante todo, de una palabramarcada por lo que debería cali-ficarse sin rodeos como una ex-trema polisemia funcional. ¿Quéquiere decir esta frase un tantoesotérica? Que el significadovaría según el propósito de quienla emplea. Lo único que quedaen común es la referencia espa-cial. Así, por ejemplo, es corrien-te llamar “regiones” a unidadesespaciales sub – nacionales quetienen algo en común (ese “algo”puede ser muy variado). Perogrupos de países o unidades eco-lógicas o físicas o sociológicas,pueden llamarse perfectamente“regiones”. La libertad del obser-vador para construir su conceptoes prácticamente ilimitada.

En casi ningún caso coincidensimultáneamente las cuencashidrográficas, las unidades mon-tañosas, los espacios privilegia-dos de circulación mercantil, las

elites políticas, los flujos de cir-culación de la energía, los gru-pos étnicos o nacionales. Y allídonde todo parece coincidir porel artificio de la casualidad, esacoincidencia es siempre unaconstrucción estadística. Unaamalgama de probabilidadesmatemáticas. Por fuera existensiempre los límites difusos, lassumas que exceden los totales,las excepciones que no se amol-dan a la regla. Una verdaderailusión de medias móviles.

¿Qué queda entonces? Creo lícitoasumir dos nociones de regiónque estarán en constante ten-sión a lo largo de las siguienteslíneas y desde las cuáles es ne-cesario evaluar su pertinencia ysu coherencia interna. Ambasson nociones construidas al fue-go de un intenso debate quedividió por décadas a los geógra-fos franceses del siglo XX. Nuncase llegó a un consenso académico.Ese consenso tampoco debe bus-carse en las siguientes líneas. Laprimera noción es bastante vaga.Pero tiene el mérito de buscarlas articulaciones entre lo cons-truido por la sociedad y lo here-dado del mundo natural nohumano. La región como unespacio en el que se produce elencuentro de las estructurasconstruidas y la memoria de lanaturaleza. Allí se articulan, seentrecruzan, se moldean recí-procamente. Fuerzas diferentesy muchas veces contradictoriasdeben buscar un compromisoprecario y cambiante. En las re-giones se concentran los esfuerzos

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humanos y se integran lo que,para fines de esta exposición po-demos llamar inadecuadamente,los “datos” naturales.

La segunda noción es un pocomás precisa pero también sujetaa muchas controversias posibles.Acude a los significados ocultosde una palabra que también tie-ne su historia. Región viene de“regis”, “regir”, “rex”. “Regen-tar”, es decir, donde se ejerce laautoridad de un soberano. Enpalabras más modernas, un lugar

construido por el poder. En estanoción vuelve a la carga un sitiopara los actores, para los hom-bres y mujeres que hacen su his-toria. Una región sería así la redde sitios unidos por comunidadeshumanas capaces de imprimirlesu sello, de dejarle herida suhuella, de ordenar y organizarsus formas y sus contenidos. Lasregiones de la historia ecuatoria-na se confunden con el procesopor el cual los actores se hacen así mismos al hacer el territorio enel que viven y del que se nutren.

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OBJETIVOS DE APRENDIZAJE

Terminado el trabajo sobre la Unidad Dos, los participantes estaránen capacidad de:

Identificar las principales regiones económicas y socia-les que se fueron configurando en la historia del sigloXIX, su particular especialización y su conexión con elresto de regiones.

Analizar los factores sociales que participan en la for-mación de las estructuras espaciales y situar en ellossus propias realidades locales.

1.

2.

MODELOS PRODUCTIVOS Y LÓGICAS DE OCUPACIÓN DEL ESPACIO, (SIGLOS XIX Y XX)

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América Latina tuvo un rol des-tacado y preciso en el nacimientodel mundo moderno. Proporcionólos metales preciosos que Euro-pa requería para su comerciocon Asia y sustentó así, también,una cada vez más profunda es-pecialización internacional deltrabajo y la producción. La ex-plotación de las minas de oro yplata, pero sobre todo las deplata, fue la fuerza motora queorganizó la economía, la socie-dad y el espacio colonial ameri-cano. Los centros más destacadosde la minería colonial se ubicaronen México y en el Alto Perú. Enambos casos, la economía y elespacio sufrieron una reorgani-zación profunda.

Carlos Sempat Assadourian(1982) ha llamado, precisamen-te, espacio peruano a esa organi-zación económica colonial quetuvo su epicentro en Potosí yque dominó la vida colonial du-rante casi dos siglos. A partir defines del XVI, cuando empieza laproducción sistemática de plataen ese interminable cerro metá-lico, pero sobre todo a lo largodel siglo XVII, las regiones detodo el Virreinato peruano setransformarán para abastecerese gran centro minero y com-partir su producción de plata.Potosí será no solamente el cen-tro de una vasta red de vías decomunicación; sino el principalpunto de encuentro de los cana-les de comercio de la Américadel Sur controlada por la coronaespañola.

En Potosí se encontrarán trajinesy trajinantes de regiones tan le-janas como la Capitanía Generalde Chile, el Tucumán colonial yde la Audiencia de Quito. Cadazona se especializará en produc-ciones restringidas. Nunca úni-cas, pero siempre ampliamenteprivilegiadas. Esa especializaciónregional será la que permita asitios distantes no solamente vin-cularse entre sí y acceder a pro-ductos de sus vecinos coloniales,sino, ante todo, compartir par-cialmente las inmensas cantidadesde plata que salían a borbotonesdel cerro de Potosí a enormecosto de esfuerzos y vidas huma-nas. Mientras afloraba la plata,la tierra se vaciaba de pueblosenteros en el peor cataclismodemográfico que registre la his-toria humana. Las regiones fue-ron a buscar la plata donde seencontraba. La superabundanciade plata creó la prosperidadeconómica y la amplia circula-ción monetaria del Siglo de Oroespañol. Parte de ese siglo lo vi-vieron también los privilegiadosde América.

La Audiencia de Quito formó par-te de ese vasto espacio virreinalgracias a la especialización en laproducción textil. La Sierra qui-teña se llenó de obrajes textilesy de inmensas poblaciones deovejas. Los cambios espaciales,humanos y ecológicos de seme-jante adaptación a la economíacolonial están apenas empezandoa ser exploradas por los historia-dores. Pero además, la forma fí-

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sica de vincular dichos espaciostenía que ser un puerto: Guaya-quil. La mayor parte de la pobla-ción y la economía de la Audien-cia residía en lo que se conocíacomo la “provincia de Quito”;pero esa provincia se conectabacon el resto del mundo coloniala través de un puerto que creólo que Jean Paul Deler llama un“fuerte tropismo marítimo”, esdecir una especie de “embudo”económico hacia el único sitiode salida de la producción localy de llegada de la producción ex-terna. Guayaquil luchará exito-samente a lo largo de todo el pe-ríodo colonial por mantener elmonopolio del vínculo marítimocon el mundo. Al mismo tiempo,los astilleros del puerto, favore-cidos por la presencia de los bos-ques del Golfo, de Santa Elena ypor la accesibilidad de los ríosde la gran cuenca, ganarán famainternacional. Será el principalastillero de la Costa del Pacífico.La prosperidad de la sociedadcolonial quiteña a lo largo del si-glo XVII no puede explicarse sinesta articulación a la fuente mis-ma de la riqueza del imperio delos Habsburgo: la plata de Po-tosí.

El siglo XVIII asiste a una granreorganización de los espacioscoloniales hispano – americanos.En América del Sur se produce la“disolución del espacio perua-no”. La plata de Potosí se agotay las minas de oro en Nueva Gra-nada no logran cubrir el vacío. Elnudo de articulación de ese vas-to territorio colonial empieza adesatarse. Coincidiendo con elfin de la prosperidad, en Españase produce una Guerra de Suce-sión. La dinastía de los Borbonessucede a la centenaria casade la dinastía de los Austria.

Se encuentran las condicionespolíticas para un intento deadaptación a las nuevas circuns-tancias económicas de Europa yAmérica.

Las reformas borbónicas impul-sadas ante todo por Carlos III enel tercer tercio del siglo XVIIIson, en cierta forma, un intentode responder a esas nuevas cir-cunstancias. El Virreinato delPerú se divide primero en dos(creación del Virreinato de laNueva Granada) y luego en tres(con la creación del Virreinatodel Río de la Plata). Las divisionesadministrativas corren parejascon las nuevas especializacionesy articulaciones económicas re-gionales. Terminada la articula-ción mundial alrededor de laproducción minera, cada regiónse vincula directamente con elmercado mundial a pesar de losintentos de monopolio de la Co-rona española que promovía laintegración administrativa alre-dedor de los puertos de la NuevaEspaña (el actual México).

En la Audiencia de Quito, en lasregiones bajas de la Costa, du-rante los tiempos finales de lacolonia se inicia el primer augecacaotero. La vieja provincia deQuito mantiene su produccióntextil, ahora tratando de conec-tarse con las minas de la NuevaGranada. Lucha también porencontrar su propio puerto desalida, sin pasar por Guayaquil.El sur se articula con las regio-nes comerciales más limitadasdel norte de la Audiencia de Limae inicia lo que luego se convertiráen su propia producción deexportación: la quina. Los vínculosentre las regiones se desintegran,los circuitos antiguos se llenan depolvo, los viejos itinerarios se

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vuelven arcanos y raídos por lafalta de uso. La disolución de launidad comercial del espacioperuano tiene su correlato en ladisolución de la unidad funcionaldel espacio de la Audiencia deQuito.

Esa será, sin duda alguna, la másduradera e impresionante de lasherencias coloniales. De implica-ciones no solo políticas, socialesy culturales, sino de profundashuellas en la organización delespacio. A lo largo de todo el si-glo XIX y parte del siglo XX, laformación del Estado ecuatoria-no será la lucha contra las ten-dencias a la desintegración. Laautonomía reclamada era, en elfondo, una independencia en loscircuitos económicos y cultura-les. Guayaquil fue obligada aunirse a Colombia y Quito encon-tró parcialmente satisfecha subúsqueda de gobernar unaregión más grande que sus posi-bilidades pero más cercana a susaspiraciones. La historia del es-pacio durante el siglo XIX será lahistoria de esas regiones débil-mente articuladas pero que afir-man sus peculiaridades.

Hacia fines del período colonial,los ejes estructurales de la ocu-pación del territorio de la nacien-te República serían, entonces,los siguientes: una zona central,densamente poblada constituidapor el callejón interandino entreLoja y Pasto; un eje transversalque unía el Puerto de Guayaquilcon las ciudades de Cuenca yQuito; un hinterland guayaquile-ño constituido por plantacionesde cacao en la cuenca baja delrío Guayas y una incipiente colo-nización de las zonas norteñasde la actual provincia de Mana-bí, en la Costa; pequeñas “en-tradas” hacia el oriente y laCosta con débil presencia huma-na y flujos comerciales sobre to-do en el camino a Esmeraldas,en la entrada a Quijos y en la en-trada sur hacia las minas de Za-mora. A ello se suma el vasto te-rritorio amazónico creado porlas misiones de jesuitas en Mai-nas.

Podemos empezar con nuestrotema.

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Hay muchas formas de medir eltiempo. Para fines de este traba-jo entenderemos el siglo XIX conlímites un poco diferentes a losque normalmente señala elcalendario. Las guerras de la in-dependencia son una bisagratemporal. Se cierra no solo elsiglo XVIII, sino todo un mundocolonial que no se irá sin despe-didas y pervivencias. El siglo XIXempieza, entonces, con retraso.Las guerras de la independenciamostrarán los entresijos de ladesigual distribución y organiza-ción regional de la Audiencia deQuito. Con muchas dificultades ycon conflictos no resueltos, el si-glo terminará de nacer, penosa-mente, hacia la década de 1820.Y no morirá sino hasta pasada ladécada de 1920, cuando la crisisde la producción cacaotera abri-rá uno de los períodos de las máslargas crisis sociales y políticasconocidas por la república. Escomo si cada siglo necesitara unlargo y doloroso parto. Ese largoperíodo entre dos siglos apenasterminará a fines de los añoscuarenta. El siglo XX apenas na-cerá realmente entonces.

Durante el siglo XIX el Ecuadorabandonaría los territorios ama-zónicos que la Audiencia de Qui-to había contribuido a sometermediante el establecimiento delas misiones religiosas de Mai-nas. El eje de todo el proceso deocupación social del territorio

fue la unión de la Costa con laSierra. Durante un siglo enteroel país se obsesionó con el desa-rrollo de una vía de comunicaciónmoderna que uniera Guayaquilcon Quito. Finalmente el ferroca-rril se concluyó a inicios del sigloXX uniendo no Guayaquil sinoDurán, con la capital. El otroelemento central fue la ocupa-ción cada vez más profunda delos fértiles valles interiores delrío Guayas para fines de explota-ción cacaotera. Muchos de lospequeños campesinos ubicadosen esos terrenos fueron despla-zados hacia el norte, hacia laactual provincia de Manabí a lolargo del siglo XIX.

Los recortes temporales pocoortodoxos que hicimos nos ayu-darán a hacer los recortes de laexposición. Durante ese largosiglo XIX nos concentraremos enel crecimiento de la Costa o deuna de “las Costas” del país. Eseserá el elemento mayor de latransformación de la organiza-ción espacial ecuatoriana. Vere-mos cómo ese polo dinámico devinculación del país con el siste-ma mundial está relativamenteunido pero es ante todo funda-mentalmente independiente delresto de regiones del país. Exa-minaremos algunas de ellas ysus particularidades geográficasy sociales: las costas margina-les, las sierras, el oriente y Ga-lápagos.

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Las guerras de la inde-pendencia son una bi-sagra temporal. Se cie-

rra no solo el sigloXVIII, sino todo un

mundo colonial que nose irá sin despedidas ypervivencias. El si-glo XIX empieza, en-tonces, con retra-

so.

MODELOS PRODUCTIVOS Y LÓGICAS DE OCUPACIÓN DEL ESPACIO, (SIGLOS XIX Y XX)

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Luego vendrá el análisis de latransición entre un siglo y otro:la larga crisis que asolará el paíspor casi tres décadas entre 1920y 1950. Cuáles son los cambiosespaciales inducidos entoncespor la retracción económica y delos espacios productivos. Luegode eso, vendrá un nuevo siglo: elpaís se enfrenta entonces aimportantes cambios en su es-tructura espacial. Se inauguraotra época.

2.1. LLAS CCOSTAS

No una, sino varias. Durante elsiglo XIX, al menos, tres. Las sel-vas esmeraldeñas, en el norte,siguen impermeables a los inten-tos de integración. Pero no deltodo, como veremos. Manabí,forja su independencia económi-ca respecto a la cuenca del Gua-yas, aunque se mantiene distanteen población y en importanciaeconómica. Pero su peso no pue-de considerarse completamentedespreciable. Por otro lado,Guayaquil y su hinterland directo,que incluye fundamentalmente lacuenca del Guayas hasta Baba-hoyo, las ciudades de Durán yMilagro y, hacia el sur, Machala ysu pequeño puerto. Es sin duda,no solo el centro geográfico dela Costa, sino su centro neurálgi-co, económica y socialmente ha-blando. Pero existe una “tercera”Costa, si incluimos los difíciles yfracasados intentos de ocupar elarchipiélago de las islas Galápa-gos. Pero esos intentos están encierta forma todavía articuladosa Guayaquil. Quedan fuera delas Costas ocupadas, aquellosdeclives occidentales de la cor-dillera que están fuera de lasrutas que unen la Sierra con laCosta. Incluso en esos puntos depaso, la presencia humana es

esporádica y puntual. Los declivescordilleranos occidentales estántodavía débilmente ocupados yno existen en realidad para laeconomía nacional. Son todavíafronteras de uso limitado: ape-nas una serie de obstáculos paraunir los espacios centrales de lanación.

En cierto modo, los datos natu-rales que mencionamos en la pri-mera parte de este texto seencuentran con la organizacióneconómica del espacio socialcosteño. Dijimos antes que laCosta no es homogénea desde elpunto de vista de los datos natu-rales que la forman. Casi en elmedio, ligeramente hacia el sur,el Golfo de Guayaquil y la cuencadel Guayas, forman una inmensaruptura del espacio continuo dela Costa sudamericana. Perovimos también que ese mismoaccidente separa las zonas coste-ras secas del sur de las zonascosteras húmedas del norte. Másprecisamente, hacia la penínsulade Santa Elena se encuentranactualmente las áreas más ári-das del país. Pero en el siglo XIXtodo indica que la aridez no eratan marcada: todos los testimo-nios revelan la existencia de im-portantes áreas boscosas haciala península como hacia el inte-rior de la cuenca del Guayas.Esos bosques costeros de mangleo esos bosques interiores de selvadensa y lluviosa, proporcionaronmaterias primas para las princi-pales actividades industriales:los talleres del astillero. Pero nosolamente para las actividadeseconómicas. También para lasviviendas y para los inmuebles.Guayaquil era una ciudad demadera. Fue asolada por los in-cendios más de una vez duranteel siglo.

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Guayaquil, su situación en laboca del Golfo y la progresivaformación de una verdaderaárea de influencia social y eco-nómica, su “periferia” directa,será la primera Costa del sigloXIX. Será el verdadero centrodel litoral y comenzará a dispu-tar el centro del país. ¿Qué ele-mentos caracterizan ese espaciode origen colonial? Primero quenada, será, durante largo tiem-po todavía, la dueña incontes-tada de la población de tierrasbajas. Comparadas con la granciudad portuaria, el resto deciudades costeras semejanpequeños pueblos apenas distin-guibles.

Probablemente el aspecto másnotable de los cambios ocurridosdurante el siglo XIX sea el pro-gresivo pero sistemático creci-miento del peso demográfico yeconómico de esta primeraCosta ecuatoriana. Hacia finesdel siglo XIX Guayaquil es ya laciudad más grande del país. Erala tercera hasta 1830, cuandosupera a Cuenca. Hacia la terce-ra década del siglo XX tenía to-davía una distancia considerablede sus más cercanas sucesoras.Portoviejo, al norte y Machala,al sur, no tenían ni siquiera15.000 habitantes tomadas enconjunto. Guayaquil superaba yalos 100.000.

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Mapa 8: Doblamiento y estruc-turación del espacio costero aprincipios del siglo XIX (Toma-do de Deler 1987 [1981]:176).

1. Capital de provincia2. Cabecera de cantón3. Parroquia rural4. Límite aproximado de la

provincia5. Límite aproximado del

departamento de Guayaquil(1824 - 1845)

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La Costa, tomada en su conjuntotodavía era apenas el 30% de lapoblación del país, pero Guaya-quil era ya más grande que Quito.La concentración regional en ellitoral alrededor de la omnipo-tente Guayaquil era mucho másaguda que en la región serrana,donde Quito era una pequeñaciudad en medio de una inmensamasa de población rural. Asípues, Inmenso polo de atracciónlitoral que refleja una importan-cia económica y comercial cre-ciente con la cual ninguna otraregión litoral está en situaciónde competir lejanamente.

Dos hechos tal vez pueden expli-car esta fuerte concentraciónurbana y unipolar. La primera es

sin duda el monopolio portuario.Guayaquil logró mantenerlo in-tacto durante toda la época colo-nial, pero empezaron a aparecercompetidores a lo largo del XIX.Pero esa competencia no llegónunca a ser de cuidado. La in-mensa cuenca del río Guayas,con sus grandes ríos navegables,ofrecía unas comodidades detransporte y una capacidad deunir un amplio espacio producti-vo mucho más vasto que cual-quiera de los puertos competido-res. Para 1841 los astilleros deGuayaquil lanzan el primer barcode vapor construido en el Pacífi-co latinoamericano que surcaríalas aguas del Guayas hasta Baba-hoyo. Hacia 1863 se funda la“Compañía de Navegación del

Mapa 9: Población y estructu-ración del espacio costero aprincipios del siglo XX (Tomadode Deler 1987 [1981]: 177).

1. Capital de provincia2. Cabecera de cantón3. Parroquia rural4. Límite aproximado de la pro-

vincia5. Límite aproximado del de-

partamento de Guayaquil(1824 - 1845)

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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Guayas por Vapor”. Hasta finesdel XIX nacerían ocho compañíasde navegación fluvial a vapor. Elpequeño puerto de Bahía de Ca-ráquez, al norte; el Puerto Bolí-var, cerca de Machala, al sur; olos pequeños puertos de Macha-lilla, Puerto Cayo, Manglaralto oBallenita; no dispondrán jamásde semejante acceso rápido ybarato a un hinterland tan vas-to. Para 1909, el puerto de Gua-yaquil concentraba dos tercios detodo el peso bruto de las expor-taciones nacionales y el 93% delpeso bruto de todas las importa-ciones. Medidas en valor, las ci-fras eran del 78% y del 91% res-pectivamente (Deler 1987: 206).

Las rutas que vinculaban a Quitocon Guayaquil seguían precisa-mente la ruta de los ríos navega-bles. Los itinerarios comerciales

seguían el curso del Guayas hastael norte de Babahoyo, y remonta-ban la cordillera en mulas ycarretas hasta llegar a la Sierrapor la antigua “vía Flores” (arre-glada en tiempos de GarcíaMoreno) de Guaranda y Ambato.El viaje podía durar semanas,especialmente en época de llu-vias. Habría que esperar los ini-cios del siglo XX para que elferrocarril achicara literalmentelas distancias entre la Costa y laSierra. Poco antes las redes tele-gráficas, inauguradas en 1886 yla red telefónica poco después,en 1920, contribuirían a hacermucho más densas las redes decomunicación entre la Costa y laSierra, entre Guayaquil y Quito:los dos centros del espacio na-cional. El largo siglo XIX fue elsiglo de la obstinada lucha porsoldar las dos regiones.

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RECUADRO 2

EN BUSCA DE LA COMUNIDAD ESQUIVA(Ferrocarril y comunidad nacional)Tomado de Diario La Hora, suplemento sobre la Revolución Liberal,febrero - junio 1995

Pablo Ospina

Durante el siglo XIX el mundo podía identificar con facilidad ferroca-rriles y progreso. Ocurría que nadie pensaba en inoportunas pregun-tas sobre el carácter del "progreso". Significaba para todos aumentode la velocidad, facilidad en las comunicaciones, posibilidades deproducir en mayores cantidades ... en suma, tecnologías y progreso.

Pero el progreso no solo se asociaba a un conjunto de tecnologías yconocimientos, sino a un modo de vida. Por eso muchos autores hanasociado los ferrocarriles y el capitalismo. La difusión de las rielescoincide con la formación de los mercados nacionales, con la unifica-ción de los espacios, con el desarrollo de las exportaciones. Para1913, cuando el Ecuador disponía de casi 1.000 kilómetros de vías fé-rreas, Argentina tenía ya más de 35.000, Chile más de 8.000 y Uru-guay, de dimensiones similares al Ecuador, 2.700.

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Pero no existían solamente desarrollos desiguales del capitalismo. Enel sur predominan las zonas planas. Construir un ferrocarril que atra-vesara los Andes era una verdadera hazaña de la ingeniería. Jean PaulDeler ha dicho que se trató de una de las líneas de ferrocarril más di-fíciles del mundo. Sobre todo, da testimonio de la terquedad de losesfuerzos estatales.

Se ha insistido mucho en la literatura histórica ecuatoriana en el hechode que el ferrocarril fue una obra en la que participaron decisivamen-te las dos figuras más representativas de las tendencias políticas másdistantes de la época: Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro. El líderconservador lo inició y el caudillo radical lo culminó. Aunque distan-tes, ambos concordaban en asociar las comunicaciones modernas y elprogreso.

Los distintos proyectos viales y sus formas de financiamiento fueronmotivo de duros debates parlamentarios y conflictos políticos a lo lar-go de la segunda mitad del siglo pasado. Los costos fueron altos y lasdeudas parecían eternas. Pero el entusiasmo no estaba confinado enlos límites administrativos del Estado. Las solicitudes de vías férreasy las gigantescas obras imaginadas por intelectuales fueron tan nume-rosas como los proyectos diseñados. Con el ferrocarril en funciona-miento el entusiasmo se reforzó. Pío Jaramillo Alvarado pedía, parala segunda década del nuevo siglo, un ferrocarril transamazónico queuniría Quito con el Atlántico.

¿Por qué tantos esfuerzos, imaginaciones, entusiasmos y sacrificios?Se ha hablado de la necesidad de integrar el mercado nacional. Perolos principales productos de exportación no iban de Quito a Guayaquil.El cacao se producía en la Costa y se transportaba mediante barcos avapor que cruzaban el río Guayas. El ferrocarril no vinculaba el puer-to con sus principales centros de producción. En fin de cuentas el ejeeconómico de la Costa no pasaba por Quito. Quito tampoco exporta-ba en grandes magnitudes a través de Guayaquil. Todavía en 1920, losproductos andinos representaban tan solo el 5% de las exportacionesnacionales. El ferrocarril no servía para favorecer una producción ma-niatada por dificultades de transporte. Y sin embargo, la obsesión querecorrió en país desde García Moreno hasta Eloy Alfaro fue unir la Sierracon la Costa. Tan dura parecía la tarea que algunos políticos, casi de-salentados, como el presidente Antonio Flores Jijón, abogaron poruna línea que se detuviera en el piedemonte y se conectara concaminos convencionales para remontar la cordillera.

Por su parte, los mercados internos siguieron siendo abastecidos pri-mordialmente por las respectivas producciones regionales. Es ciertoque a lo largo del siglo XIX, de manera creciente las provincias de laSierra central se vincularon a la Costa. La expansión de la producciónen la Sierra central fue notable a fines del siglo, pero toda su magni-tud parece insuficiente para justificar una empresa de las proporcionesdel ferrocarril. Además, ese crecimiento y esa vinculación se produjotambién en las provincias del sur, a las cuales el ferrocarril no llegósino hasta mediados del siglo XX.

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El mercado interno se transformó por el ferrocarril: cambiaron losdías de feria en la Sierra, ciudades otrora florecientes, prácticamen-te desaparecieron, mientras que ciudades fantasmas de otros tiemposse convirtieron en importantes centros mercantiles. Hubo cambiosdrásticos en los precios de la tierra servidos por el ferrocarril. En su-ma, cambió la geografía económica. El mismo tráfico de mercancíasy pasajeros se dinamizó: de 44.000 toneladas en 1910 se pasó a164.000 toneladas en 1929. Pero, como muestra Jean Paul Deler, esetráfico fue más intenso entre Guayaquil y Riobamba que entre Rio-bamba y Quito; y mucho más marcado desde el puerto hacia la capi-tal que en sentido contrario.

Pero incluso estos significativos cambios fueron posteriores al ferro-carril. El ferrocarril fue menos una respuesta a necesidades mercan-tiles preexistentes que un promotor de cambios en los mercados delinterior. Sin desconocer la importancia del impulso del mercado en laconstrucción, no se encuentran allí las razones principales que moti-varon a aquellos hombres a sobrellevar tantas dificultades y a dotara la empresa de tantos significados.

Así pues, aquella obsesión de cuatro décadas para construir una víade unión entre Quito y Guayaquil, no puede explicarse fundamental-mente por requerimientos de un mercado nacional en expansión. Lí-neas férreas en la Costa, unidas a Guayaquil y redes locales de ferro-carril en la Sierra, habrían bastado para satisfacer las necesidades detransporte de mercancías y pasajeros de aquella época.

Más que unificar mercados, era necesario unir voluntades. Construiruna comunidad nacional. García Moreno inició sus trabajos en 1860,un año después de aquella crisis general que casi separó a Guayaquilde Quito, a Loja de Cuenca y a Cuenca del resto del Ecuador. Para1895, un movimiento liberal fundamentalmente costeño tomaba porasalto las alturas andinas. Era indispensable reafirmar aquella exis-tencia nacional tan frágil y cuestionada.

El ferrocarril fue mucho más un esfuerzo nacional para crear un sím-bolo en común, que el símbolo nacional de un esfuerzo compartido.Los sectores dirigentes del país buscaron así dotar de sentido a aquelespacio que compartían por encima de sus diferencias regionales.Ofrecer un significado a la comunidad nacional que aspiraron a cons-truir durante el siglo XIX.

Ese significado, empero, no derivó solamente de la figura simbólica,sino sobre todo del continuo y creciente tráfico de pasajeros de unaregión a otra. Viajeros y peregrinos se encontraron cada vez con másfrecuencia, recorrieron como suyos los territorios de la región vecinay al vivir un espacio en común, pudieron llegar a sentirlo como "nues-tro". Sin que la comunidad nacional dejara de ser del todo esquiva, elferrocarril contribuyó para que, al fin y al cabo, funcionarios, ne-gociantes y elites regionales intercambiaran sus destinos.

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Pero antes de estos logros tar-díos, ninguna otra ruta permitíaun viaje más cómodo, más rápi-do y más barato. Sin quedarexactamente en su hinterlandinmediato, los productos y bie-nes de Quito, el principal centrode la Sierra, debían pasar inevi-tablemente por el puerto deGuayaquil una vez que los viejosintentos coloniales de armar unanueva ruta por Esmeraldas, fra-casaron una y otra vez. Cuencatampoco tenía muchas opcionesde independencia frente al puer-to. Sin embargo, usó la posibili-dad de acceder a Puerto Bolívar,al sur del puerto de Guayaquil,pera establecer algunas de suslíneas comerciales indepen-dientes.

¿De dónde venía este enormecrecimiento demográfico y co-mercial? ¿Cuál era el sustentomaterial de esta concentraciónregional y nacional de importan-cia central para el futuro del

país? Pues, naturalmente, el ca-cao. A fines de la época colonialse inició un avance en las planta-ciones de matas de cacao. Perola liberación de las regulacionescoloniales, y en particular el finde las restricciones impuestaspor el monopolio acordado por lacorona española al cacao de laCapitanía General de Venezuela,abrió una época de expansión sinprecedentes. El vínculo del anti-guo Virreinato peruano con elsistema mundial o con los mer-cados mundiales, giró durante si-glos alrededor de la plata. Pero afines del siglo XVIII se buscó unanueva articulación que diferen-ciaba regiones según su potencialpara proveer de materias primaso de productos necesitados porun mercado mundial en rápidaexpansión al calor del creci-miento económico de Inglaterray Estados Unidos. Ya desde ini-cios de la República, Ecuador al-canzó un puesto privilegiado enla exportación de cacao.

RECUADRO 3

LOS ESPACIOS DEL CACAOTomado de Diario La Hora, suplemento sobre la Revolución Liberal,febrero - junio 1995

Pablo Ospina

Cuando el 7 de agosto de 1841 el primer barco a vapor construido enlos astilleros de Guayaquil, remontaba por primera vez el río Guayas,nadie preveía la magnitud de los cambios inaugurados en el espacioeconómico nacional. A partir de entonces, las distancias no volveríana ser las mismas.

Ese mismo año una epidemia de fiebre amarilla en la que sucumbirían8.500 personas, interrumpiría una producción cacaotera que conocíadesde fines del siglo anterior una expansión inusitada. La recuperaciónsolo ocurriría casi tres décadas después.

En efecto, la historiografía ecuatoriana suele distinguir dos "ciclos"cacaoteros. El primero se extendió desde 1780 aproximadamente,hasta 1840. Luego, aquel que se sostuvo desde el segundo gobiernode García Moreno, hasta la segunda década del siglo XX.

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En medio de ambos se sitúan los dos acontecimientos con los queiniciamos este artículo: una epidemia que se volvería crónica y elprimer impulso a la navegación a vapor. Ambos acontecimientoscambiaron la geografía del cacao. Hasta 1840 la producción princi-pal se extendía entre el estuario del río Guayas y Machala, al sur,donde las vegas de los ríos eran cacaotales continuos. Se trataba delos principales centros de exportación del país. Una producción quebien podríamos llamar "costera", pues aprovechaba una comunicaciónmarítima más sencilla y barata que la fluvial.

Esta constatación no carece de cierta importancia. Los costos detransporte, más allá de la calidad del producto, volvían difícil laproducción cacaotera en el interior. Las grandes haciendas seconcentraban alrededor de las dos ciudades de la Costa sur. En elinterior se encontraban básicamente fincas de campesinos pequeñosy medianos que complementaban la producción exportadora. Lasgrandes haciendas no dominaban el paisaje. Con altos costos deproducción y transporte, se trató de un grupo de "cacaoteros olvida-dos" que no compartieron la grandeza y la bonanza del puerto prin-cipal. Tampoco pudieron emular a los ilustres hacendados de iniciosdel siglo pasado, aquellos que finalmente lideraron la gesta de laindependencia del puerto.

Todavía a mediados de siglo las descripciones de viajeros y geógra-fos del alto Guayas y de las cabeceras del Daule señalan la existenciade pequeñas propiedades con cacahuales, combinados con ganadopara carne (lo que era, por lo demás, una obligación impuesta porla municipalidad guayaquileña para asegurar el abastecimiento de laciudad), arroz, cultivos de pan llevar y una densa vegetación típicade las selvas ombrófilas. Incluso la producción de canoas y el abas-tecimiento de madera eran insuficientes para que los campesinos"clarearan" completamente aquella selva cuyos árboles servían,adicionalmente, como sombra para las matas de cacao en creci-miento.

El vapor cambió las condiciones de producción del cacao y convirtióesas tierras sin futuro, cedidas a aquellos campesinos que se habíaninstalado a partir del despegue demográfico de la Costa central, enpotenciales y codiciados espacios de producción para la exportación.Los costos y el tiempo de transporte se redujeron notablemente. En-tre Babahoyo y Guayaquil, un viaje podía tomar fácilmente 30 horasen estación seca y 48 en estación lluviosa en 1830. Para 1880, en 6y 9 horas se recorría una distancia que solo en apariencia era la misma.

Una vez que esas tierras se volvieron accesibles, dejaron de ser elpatrimonio de los desposeídos. Se ha insistido mucho en la "fertili-dad" de las tierras de la cuenca del río Guayas. Incluso hoy en díason consideradas entre las mejores del país. Esta fertilidad y lascondiciones climáticas adecuadas para el cultivo del cacao, no eran,sin embargo, directamente utilizables a inicios del siglo XIX. Las

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condiciones "naturales" no se convierten ni fácil ni mecánicamenteen "valores" apropiados por los seres humanos. Hizo falta revolucio-nar los transportes para "valorizar" tierras potencialmente fértiles.

El último cuarto del siglo XIX ha sido caracterizado, en la Costa cen-tral, como una época de "expansión de la frontera agrícola". Para1892 un viajero y geógrafo particularmente atento, Teodoro Wolf,describe las grandes haciendas cacaoteras que aprisionan los paisa-jes de las riberas de los ríos Guayas y Daule. La selva, otrora abun-dante y visible a lo largo del río, aparece a fines de siglo como untelón de fondo para haciendas que podían superar los 10 millones dematas.

Andrés Guerrero ha mostrado cómo operaba esta expansión de lasfronteras de la exportación. Los "sembradores" tumbaban el "monte"pero durante el proceso de crecimiento de las matas, hasta quefueran "cargadoras", ejercían derechos posesorios sobre la tierradesbrozada. Dejaban árboles para sombra y sembraban plátano ycultivos de pan levar entre las hileras de las matas de cacao. No setrataba de monocultivos.

Pero al cabo de siete u ocho años, cuando debían entregar las matasen producción, comenzaban a trabajar los "peones". Estos "semi - asa-lariados" de los grandes cacaoteros se encargaban del mantenimientode los cultivos y de no dejar otras plantas que aquellas directamenteútiles para la producción cacaotera. El paisaje evolucionaba, pues,por etapas.

Pero la evolución del paisaje no consiste solamente en el cambio deselvas a policultivos y luego a monocultivos, sino al desalojo de unapoblación relativamente abundante. La idea de una "expansión de lafrontera agrícola" es, en términos generales, adecuada, pero nosremite exclusivamente a la apropiación de la "naturaleza". En reali-dad el cacao no extendió sus dominios sobre tierras vacías. Fue unproceso de concentración territorial y de despojo social. Se le hallamado "acaparamiento del espacio". Cuando unas tierras "natural-mente" fértiles se volvieron "socialmente" viables, la valorización delos territorios ya no pudo ser delegada a aquellos campesinos deshe-redados que no sabían "aprovecharlas" eficientemente.

Una vez más, aquellos pequeños productores debieron alejarse a lastierras marginales. En su trabajo sobre el agro en Manabí, RosaFerrín, nos describe un modelo de expansión cacaotera bastantedistinto al de la Costa central. Los campesinos tenían acceso direc-to a las tierras; no eran "sembradores" por cuenta de un hacendadocacaotero que les entregaba adelantos en dinero. Funcionaban siste-mas de aparcería campesina, de pequeña y mediana propiedad, deventa "libre" en el mercado. Los pequeños cacaoteros manabitas nohacían más que reproducir los sistemas campesinos de exportaciónde paja toquilla existentes en la zona ... al tiempo que replicaban la

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vida campesina de las cabeceras del Daule, décadas atrás. La histo-ria se repite, pero cada vez más lejos.

Sin vías de comunicación y ubicados en tierras más áridas, por tantomenos aptas para la producción cacaotera, aquellos hombres ymujeres parecían perseguidos por su condición de marginales. Loscampesinos expulsados sea por el despojo, sea por su obligado confi-namiento en tierras "inviables", expandían así las fronteras de la mis-ma sociedad que los expulsaba... Cosas no muy distintas ocurren hoyen día con los manabitas en Esmeraldas o con los lojanos en laAmazonía.

La historia del cacao es, pues, también, la historia de la construcciónde espacios sociales. Podemos hacer el recuento de los despojos y decómo a cada grupo social le correspondieron espacios "naturales"distintos. Es solo una fracción de aquella larga historia de apropiaciónde la naturaleza: esa naturaleza construida por los seres humanos,aquella que puede ser convertida en "valor" y gracias a la cual hemosaprendido durante siglos a organizar con eficiencia las desigualdades.

El cacao provocará entonces laconfiguración de un espacio so-cial y económico particular: seráun gran consumidor de espacio.Si algo caracteriza espacialmen-te el largo siglo XIX es la expan-sión de la frontera cacaotera alo largo de la cuenca del ríoGuayas. El proceso es simultá-neamente una concentración dela propiedad territorial y unaexpansión de la frontera agrope-cuaria. Se trata, pues, de gran-des extensiones de plantacionesde cacao que para inicios delsiglo XX eran ya una clara orga-nización en monocultivo. Perono será así desde el principio. Yel proceso de concentraciónterritorial y de formación de mo-nocultivos está vinculado demanera orgánica con el procesode expansión de la frontera. Sonparte de un modo particular deapropiación y construcción delespacio productivo. ¿En quéconsiste?

Disponemos de descripcionestardías, más específicamentedel segundo gran auge cacaoterode fines del XIX e inicios del si-glo XX, pero es probable que ladinámica fuera similar durantetodo el largo siglo XIX. Sabemosque a fines del siglo XIX se pro-dujo una amplio proceso de ex-pansión de nuevas zonas y deresiembra de una variedad másproductiva de cacao venezolano,lo que facilitó, probablemente,el proceso que vamos a describir.

El sistema de las haciendascacaoteras necesitaba atraerpoblación trabajadora inicial-mente libre. No se trataba deretener mano de obra cautivaheredada del pasado (ese será elproblema, claramente inverso yrelacionado, de las haciendasserranas). Había dos figuras cla-ves en el proceso de trabajo: elsembrador y el peón. El primeroera el encargado de hacer el

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desmonte y sembrar las primerasmatas de cacao. Lo hacía en hi-leras, pero no las sembraba demodo exclusivo. Mientras durabael proceso de crecimiento de lasplantas (de 3 a 5 años hasta con-vertirse en mata cargadora), elsembrador tenía derecho a in-tercalar cultivos de pan llevarpara su subsistencia y la de sufamilia. Incluso para vender enel mercado. No solo eso. El pro-pio crecimiento de las matas decacao exigía, obligaba, a la for-mación de cultivos diversificadospara asegurar la sombra que laplanta requería para un adecua-do y normal crecimiento. El plá-tano fue uno de los cultivos quepermitió cumplir esta funciónproductiva importante y al mis-mo tiempo cubrir las necesida-des del trabajador.

Cuando las matas crecían y laplantación estaba en posición deiniciar la producción regular, elsembrador abandonaba la esce-na. Debía dirigirse a iniciar elproceso de nuevo en otro sitio.La figura del sembrador era la deun trabajador relativamente in-dependiente que trabajaba enlas primeras fases de instalaciónde la plantación. Su existenciaera indisociable del incrementode la superficie. Es de suponerque a veces podía también vol-ver sobre plantaciones viejas,que habían dejado de producir yque requerían la siembra denuevas plantas: cuando se nece-sitaba una renovación de la plan-tación luego de algunos años debarbecho y recuperación delsuelo. El paisaje de la cuencadel río Guayas se convertía du-rante el XIX en áreas ocupadasde plantaciones en proceso per-manente de extensión, entrecru-zadas de áreas en barbecho o

áreas en proceso de crecimiento.No eran siempre y en cada mo-mento, monocultivos monolíticoscomo los que podemos observaren tiempos más recientes.

Una vez establecida la planta-ción, el sembrador volvía a em-pezar el proceso más lejos y elpeón lo sustituía entonces en laslabores de cosecha y beneficio.Los peones respondían muchomás a relaciones típicamentesalariales similares a lo que co-nocemos en la actualidad comojornaleros. Los sembradores, encambio, parecen haber contri-buido no solamente a la exten-sión de los cultivos por cuentade los grandes hacendados ca-caoteros; sino también a la ex-pansión de una serie de cultivosde cacao independiente en zonasmás alejadas e independientes.En búsqueda de tierras hacia elnorte, y en búsqueda de indepen-dencia económica, parecen ha-ber sido una de las fuerzas en lacolonización, ocupación y desa-rrollo de los cultivos de cacao enla norteña provincia de Manabí.

Siguiendo a los sembradores ensu migración hacia el norte, lle-gamos a la segunda Costa delsiglo XIX. Es una Costa que seexpande hacia el norte y queestá compuesta de pequeñosproductores independientes y decomerciantes medianos o peque-ños por comparación a los quedominarán el espacio guayaqui-leño y su hinterland inmediato.En Manabí y en las zonas todavíamás húmedas que en la actuali-dad del norte de la provincia, enese espacio de larga transiciónentre la Costa húmeda y la Costaseca; florecieron no solamente laspequeñas plantaciones campesi-nas de cacao, sino la exportación

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de tagua y la confección de ma-nufacturas (artesanías) de pajatoquilla.

Estos espacios tuvieron suspropios puertos, sus espacios in-dependientes y su autonomíarespecto a la Costa central am-pliamente dominante del largosiglo XIX. Los puertos de Esme-raldas (al sur de la región cho-coana), Bahía de Caráquez yManta serán los puertos de salidade más del 85% de las exporta-ciones de tagua a inicios del sigloXX. La tagua era una recoleccióncampesina independiente forma-da tanto por lugareños (porejemplo, negros libres del norte)como por migrantes de la cuencadel Guayas y de la Sierra. La ta-gua, como sabemos, proviene devarias especies de palma propiade zonas húmedas y sub - tropi-cales. Para nuestros propósitos essuficiente saber que estaba aso-ciada ante todo a la existenciade bosques relativamente am-plios y acceso relativamenteabierto a su recolección. No seconocen muy en detalle los arre-glos de propiedad que hicieronposible esta explotación en elsiglo XIX. Es lícito suponer queante las bajas densidades pobla-cionales de la Costa y de laCosta norte, el acceso a la tierray a los taguales, debió ser rela-tivamente sencillo. No sería raroque una investigación más pro-funda nos señale conflictos yarreglos más complejos; pero nodisponemos de estudios suficien-tes al respecto (el estudio deRosa Ferrín sigue siendo unareferencia obligada; situada a fi-nes del período colonial, MaritzaAráuz ha estudiado también laregión).

Otro producto de recolecciónimportante en la Costa norte,abierto a la existencia de bos-ques húmedos relativamenteamplios; fue la recolección decaucho. Guayaquil concentrabapara inicios del siglo XX aproxi-madamente la mitad de las ex-portaciones de la resina queapoyaría el sostenimiento de lasegunda revolución industrial: larevolución del automóvil y de lostransportes. El auge del cauchoserá sin embargo, mucho másimportante en la Amazonía y supuerto de evacuación será,como veremos, el puerto deIquitos y la larga travesía por elAmazonas. Ese auge dejará me-nos huellas en el Ecuador que enel Perú y en Colombia. Noobstante, tendrá enorme reper-cusión, como veremos, en losdestinos de la soberanía republi-cana sobre la cuenca de laAmazonía.

La paja toquilla, finalmente. Lossombreros fueron importantesen el norte de Manabí, pero tam-bién en la Sierra sur, desde don-de se dirigían hacia Guayaquilpara la exportación. Parte de laproducción independiente deManabí, cuyo epicentro duranteel siglo XIX estuvo en Montecris-ti, se evacuaba directamentehacia Panamá desde el puerto deManta. Eloy Alfaro es tal vez elmás ilustre de los comerciantesmanabitas del siglo XIX. Su pro-ducción era, no obstante, margi-nal respecto de la produccióntotal del país. No se comparaba,ni medianamente, con la pro-ducción y la exportación decacao.

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Mapa 10: Valor declarado de la propiedad ru-ral inmueble, por parroquia (1908) (Tomadode Deler 1987 [1981]: 212, a partir de la GuíaComercial, Agrícola e Industrial de laRepública).

1. Menos de 300.000 sucres2. De 300.000 a 800.000 sucres3. De 800.000 a 1.500.000 sucres4. De 1.500.000 a 3.000.000 sucres5. De 3.000.000 a 4.500.000 sucres6. De 4.500.000 a 6.000.000 sucres7. Límites de provincias

Nota: Dos círculos fuera de serie representan8.100.000 (Vinces) y 11.300.000 (Balao)

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

Recapitulemos. Esta segunda Costa, la del norte, tiene característi-cas espaciales propias. Primero, una relativa independencia respectode los circuitos comerciales que estaban ligados al gran centroportuario de Guayaquil. Se manifiesta claramente en la efusión depuertos independientes, pequeños, pero entre los cuales los más im-portantes llegaron a ser los de Esmeraldas, Bahía de Caráquez y Manta.Esta relativa independencia y autonomía la diferencia de la Costa sur,Machala y Puerto Bolívar, orgánicamente ligadas a las elites y a laproducción guayaquileña.

Segundo, es una construcción del espacio productivo ligado a peque-ños y medianos campesinos autónomos. No existen las grandes plan-taciones propias de los espacios de propiedad territorial altamenteconcentrada como será la zona de la cuenca del Río Guayas. No esdifícil entrever las razones. Las posibilidades de plantación de cacao(y de café también) estaban condenadas, en las colinas manabitas asufrir dos agudas desventajas. La primera era la naturaleza del suelo,mucho más fértil y productiva en la vasta planicie aluvial del río

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Antes de examinar la terceraCosta, la de las islas Galápagos,debemos terminar con una bre-ve discusión respecto a las razo-nes de la decadencia de estaforma de organización del espa-cio, al final del largo siglo XIX.De hecho la coincidencia entreel fin del largo siglo XIX y el finde esta forma de organizaciónespacial no es una pura casuali-dad. Es el resultado de unacrisis mayor de la economía

nacional. La crisis de la explota-ción cacaotera. Así como el finde la minería rompió la articula-ción del enorme espacio delVirreinato peruano, el fin delauge cacaotero representará elfin de este espacio articulado,mucho más modesto en suextensión y en su importanciaeconómica para el sistema mun-dial, pero fundamental para laconfiguración territorial y eco-nómica del país.

MODELOS PRODUCTIVOS Y LÓGICAS DE OCUPACIÓN DEL ESPACIO, (SIGLOS XIX Y XX)

Guayas. La segunda era la facilidad del transporte fluvial que redu-cía costos y mejoraba la comunicación con los grandes centros decomercio mundial. Había una doble “renta diferencial” que podíanaprovechar los grandes hacendados cacaoteros mientras la producciónmanabita debía conformarse con la marginalidad. Lo sorprendente y lla-mativo es que a pesar de sus limitaciones y desventajas estructurales,esa producción pequeña y mediana independiente haya podido man-tenerse. Es posible que existieran también algunos lazos entre una yotra: a veces inversiones comunes, a veces una simple expansión delas mismas haciendas del centro económico de la Costa. Pero la evi-dencia apunta a un espacio diferenciado social y espacialmente.

La tercera diferencia importante es la presencia de amplios espaciosboscosos todavía compactos. Mientras la producción y el “consumo”del espacio en la cuenca del Guayas suponía una conversión paulati-na de la cubierta vegetal original (una verdadera selva tropical); eltipo de explotación selectiva y basada en la recolección de tagua ocaucho (que a veces suponía la tumba del árbol pero que a menudosignificaba una técnica de “sangramiento” paulatino de la resina dela balata), requería amplios espacios boscosos de selva húmeda. Setrataba de bienes de recolección que estaban sometidos a una explo-tación todavía moderada: la densidad poblacional era baja y losespacios abiertos para la recolección eran amplios. Las posibilidadesreales de regeneración del potencial productivo, más allá de algunapolítica explícita al respecto, eran definitivamente mayores.

Las huellas de esta diferenciación en la configuración de los espaciosregionales de la Costa norte respecto a la Costa central y sur, toda-vía pueden distinguirse hoy en día. El área de influencia social y eco-nómica del Guayaquil se extiende siguiendo los pasos de la cuenca deGuayas, en dirección diagonal hacia Quito y se extiende hacia el sur:la Costa sur, pero también el comercio con la Sierra sur, especial-mente con el gran centro artesanal y agropecuario de Cuenca. Comodiría Moses Finley, el pasado muerto no entierra a sus muertos.

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Los historiadores han debatidoampliamente una doble causali-dad en la decadencia de las ex-portaciones cacaoteras en la se-gunda década del siglo XX. El re-ciente artículo de Stuart McCooknos ofrece una espléndida mira-da a esta crisis doble. Hubo unacaída de precios internacionales,el fin de una demanda; pero hu-bo también el azote de una seriede plagas. Ambas se reforzaronen la misma coyuntura. Lo que ledio la efectividad devastadora alas plagas fue, precisamente,que aparecieron en una coyuntu-ra económicamente crítica: unmomento de crisis laboral en laCosta y una época de crisis eco-nómica en la que Brasil y el oes-te de Africa podían ofrecer unaproducción mucho mayor provo-cando una caída brusca y letal delos precios. Ocurrió, pues, enuna época en que los empresa-rios eran menos hábiles paraenfrentar las plagas.

Al margen, conviene decir quetodo hace pensar que los peque-ños productores resultaron sermás hábiles o más robustos pararesistir el ataque de las plagasdebido a la ausencia de mono-cultivos extensos. De hecho, lospequeños productores de cacaotodavía existen en la actualidady todavía son capaces de expor-tar, en cantidades similares a lasde hace un siglo, pero con unaimportancia proporcionalmentemenor en el conjunto de la eco-nomía nacional. Esa habilidadecológica no puede ser desdeña-da en este proceso de ciclo largo.

¿Cuáles fueron las plagas? La pri-mera epidemia se presentó (o fuedetectada) a inicios de la décadade 1910, aunque tal vez existíaya desde 1890: la “Monilia” o

“mancha blanca”. Para 1914 es-taba en Quevedo (al norte de lacuenca del Guayas, al límite dela navegabilidad de los ríos) ypara 1917 en Balao (al sur, cercade Machala). Es una espora quese difunde con el viento que sedifundió rápidamente en las zo-nas húmedas del norte. Es posi-ble que no fuera una plaga forá-nea, sino una vieja amiga deciertos árboles nativos emparen-tados con el cacao. La clave parasu difusión rápida parece ubicar-se en un triple cambio que favo-rece la difusión de los patógenos.El cacao natural local, de bajorendimiento, fue reemplazadopor una variedad más productivaconocida como “cacao venezola-no”, como mencionamos antes.Se produjo un cambio en el“huésped” potencial de la plaga,al cambiar la variedad de cacaosembrado, que tenía, pues, me-nos defensas frente a patógenoslocales. En segundo lugar, seprodujo un cambio en las condi-ciones ambientales generales dela zona cacaotera de modo talque favorecía la rápida difusiónde la plaga. Se concentraron lascantidades de cacao en grandesmonocultivos: los primeros añosdel siglo XX vieron crecer el nú-mero de matas de cacao de for-ma desproporcionada hasta llegara más de 95 millones de matas en1920. Mientras el cacao localcrecía fundamentalmente a lavera de los ríos, la nueva varie-dad se podía cultivar en zonasmás montañosas y de tierra firme.La multiplicación de los huéspe-des en grandes monocultivos solopodía favorecer la expansión delas plagas.

Pero el golpe mortal vendríaen 1913 con la plaga conocidacomo la “escoba de bruja”. Sus

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efectos fueron más rápidos ymás devastadores. Esta plagaafecta todo el árbol y su origenpodría ser Surinam, aunque noestá plenamente confirmado.Las caídas de la producción fue-ron inmediatas y confluyeroncon la redoblada competenciade la producción de otros paísesen el mercado mundial y con lacaída rápida y dramática de losprecios. Crisis económica conrasgos de crisis ambiental, am-bas se refuerzan y a veces ini-cian un efecto acumulativo debola de nieve: la historia se re-petirá años después con otrosproductos.

El siglo XIX es también testigode los intentos de formar una“tercera” Costa. Intentos fraca-sados que tendrán cierto éxitoapenas a fines del período. Nosreferimos a los intentos de ocu-par establemente las islas Galá-pagos. Durante la época colo-nial, este archipiélago habíasido encontrado por casualidad.Nadie mostró mucho interés porocupar islas sin habitantes y conmuy poca agua como para soste-ner una colonia estable. En rea-lidad hubo un grupo interesado;los piratas que asolaron lasCostas de Guayaquil en busca deobligar a la corona española acompartir a rastras el oro y laplata que a todas luces le estabasobrando. Las islas eran un refu-gio temporal donde abastecersede carne de tortugas y llenar deagua las arcas de los barcos. Ensíntesis, durante el período colo-nial, las islas fueron el escenariode las correrías de piratas delviejo continente. Sin implanta-ciones permanentes, fuerontambién el refugio de ballenerosy pescadores ocasionales quediezmaron poblaciones enteras

de tortugas terrestres y lobos dedos pelos para extraer aceite ypieles.

A partir de 1832, y a lo largo detodo el siglo, el Ecuador realizóvarios intentos de colonizaciónpermanente. Floreana, una isladotada de agua, al sur del archi-piélago, fue la primera isla enser ocupada por una colonia quepretendía quedarse para siem-pre. En efecto, ese año, por en-cargo del presidente Juan JoséFlores, un filántropo llamadoJosé Villamil decide instalar unacolonia estable en una isla quebautizó con el nombre de suprotector. Logró establecer lacolonia y afirmar la soberaníanacional en el momento justoen que el buque Beagle, ahoralegendario, cruzaba por las islasy proclamaba la soberanía britá-nica donde encontraba tierrasdesiertas. Un joven científicoacompañaba la expedición, untal Charles Darwin. Desde en-tonces y durante dos siglos, lasislas Galápagos serían un espa-cio en disputa. Por un lado entreun Estado pequeño, débil y po-bre que apenas lograba apoyar alos aventureros que deseabanhacer negocios y no lo lograban;pero por otro, entre los grandesEstados coloniales que no alcan-zaron a ponerse de acuerdo en-tre sí pero que buscaban a todaCosta evitar que su rival se apo-derara de unas islas que pare-cían cada vez más estratégica-mente situadas. En parte porestas disputas y en parte por losintentos repetidos de establecergrupos permanentes, las islaspermanecieron en poder delEcuador. Pero nunca alcanzarona cumplir las promesas que suscolonizadores se hicieron a símismos.

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Los intentos de colonización delsiglo XIX fueron llevados a cabopor “empresas” dirigidas porhombres audaces y violentos,obsesionados por hacer riquezaspero también por construir unmundo nuevo en tierras aisladasy hostiles. Luego de varios fraca-sos, el primer intento “exitoso”tuvo lugar en San Cristóbal, lamás oriental de las islas, cuandoa fines del siglo XIX se instalóuna hacienda azucarera de nom-bre significativo: “El Progreso”.Un poco después, Isabela, al ex-tremo opuesto del archipiélago,viviría también una exitosa ex-periencia de colonización. Así,pues, solo hasta finales del sigloXIX dos empresarios y aventure-ros podrían establecer haciendasen San Cristóbal y en Isabela.Manuel J. Cobos lograría instalaruna hacienda azucarera en laprimera y Antonio Gil lograríainstalar una hacienda aceitera(de aceite de tortuga) y ganadera,en la segunda. Ambos disputaronlas minas de azufre de Isabela, yse dedicaron, cada cual en suzona, a explotar las pieles de loslobos marinos de dos pelos, elaceite de tortuga y las carnes delganado cimarrón ubicado en lasislas respectivas. Ocasionalmen-te intercambiaron trabajadores.

Ambos oficiaron también de au-toridades locales por cuenta delEstado, que no era capaz desobrevivir sin su apoyo. Pero supoder era despótico y su tratoera tiránico. Una rebelión a ini-cios de siglo terminó con la vidade Manuel J. Cobos y con su ha-cienda, que se repartiría entreadministradores y herederos.Antonio Gil, menos odiado ymenos tiránico, murió antes deque hubiera una rebelión y susdescendientes se confundieronluego con los descendientes delos trabajadores liberados de la

vieja hacienda de Santo Tomás.Los descendientes de ambosgrupos todavía dominan la colo-nia de la isla.

Santa Cruz, isla situada en elcentro geográfico del archipié-lago, sería la última en ser ocu-pada de forma permanente poruna colonia civil: hacia 1926 seinstalaron pequeños grupos deeuropeos que huían de una mo-dernidad asfixiante mientrasbuscaban una nueva oportuni-dad para rehacer el mundo des-de el principio sin repetir loserrores del que dejaban atrás.El cuadro general de ocupaciónactual de Galápagos se cierradurante la Segunda Guerra Mun-dial, cuando se construye unabase militar norteamericana enla isla de Baltra, al norte deSanta Cruz. En 1946, no sin con-flictos, esta base pasó a manosecuatorianas.

El largo siglo XIX no produjo unacolonización estable ni un vínculoduradero con los negocios delcontinente. Galápagos pertenecíaa la gobernación de Guayaquil,pero sus lazos eran esporádicos ysu aislamiento era proverbial.Habría de esperar el inicio delcorto siglo XX para que las cosascambiaran para siempre.

2.2. Las Sierras

Las zonas andinas se encuentranen el centro económico y socialdel Ecuador durante todo el sigloXIX. Allí está la capital, allí estála mayor parte de la población,allí está lo esencial de la infraes-tructura económica y cultural.Pero la tendencia secular es a sudebilitamiento. En la Sierra tam-bién existen al menos dos grandes

Las zonas andinas seencuentran en el cen-tro económico y socialdel Ecuador durantetodo el siglo XIX.

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regiones diferentes cortadas lati-tudinalmente: el centro - norte yel sur. Opera como quiebregeográfico el nudo del Azuay.

La Sierra centro – norte habíaentrado en crisis a fines del sigloXVIII por los efectos combinadosde las reformas borbónicas y delfin del espacio organizado entorno a la explotación minera dePotosí, para la cual se había es-pecializado en la produccióntextil. A lo largo de todo el XVIIIpero hasta bien entrado el XIX,la producción textil continuará yse orientará a los mercadosmineros de oro de la NuevaGranada. No obstante, de unaespecialización en cierta formaartesano – industrial, la regiónse concentrará en las activida-des agro – ganaderas. En ciertaforma, como en el México delXIX y en la Europa del Este delsiglo XVI, se produce algo así co-mo un “enfeudamiento” tardío.Un retraimiento de los circuitoscomerciales y una lenta adapta-ción al lento crecimiento delmercado interior. La Sierra cen-tro – norte siempre buscó su sa-lida propia a los mercados inter-nacionales, pero no encontró nilas vías ni los productos adecua-dos para hacerlo. El origen de laestructura agraria que encontra-remos hasta los años cincuentadel siglo XX está en este procesode importancia cardinal: el cen-tro económico serán las variadasformas de las haciendas serra-nas. Mientras en la zona centralsu especialización económica lasllevó a vincularse con el crecien-te espacio litoral y con el abaste-cimiento de la floreciente ciudadde Guayaquil; en la Sierra norte,Quito siguió siendo el mercadomás importante.

Hacia fines del largo siglo XIX,mientras la Costa se sumía en lacrisis cacaotera, la Sierra centro- norte vivía un período de mode-rado pero perceptible crecimientoeconómico. Se vio afectada, porsupuesto, por la retracción de laexpansión cacaotera, pero elcrecimiento de las ciudades cos-teras que acompañó a la crisisde las zonas rurales del litoral,siguió alimentando el mercadonacional para abastecer en elcual la Sierra centro norte se ha-bía especializado. Esta curiosaevolución es impensable sin lainauguración del ferrocarril en1908, que contribuirá notable-mente a ampliar las fronterasdel mercado nacional y será elpunto de arranque de una ciertaprosperidad para la capital.

Lo más notable del período, des-de ese punto de vista, es el cre-cimiento de Ambato. Llegó a serel nudo de intercambios in-ter - regionales entre la Costa,la Sierra y la alta Amazonía y senutría, simultáneamente, de laproducción agropecuaria localde pequeños y medianos produc-tores que se beneficiaron desdemediados del siglo XIX de peque-ñas obras de riego. Ya menciona-mos que la estructura urbana dela Sierra durante el XIX no se pa-recía al aplastante tamaño deGuayaquil: la red era más densay más descentralizada. Cuenca,al sur, constituía un contrapesodistante, pero Ambato, Riobam-ba y Guaranda no eran despre-ciables: para inicios del siglo XXcasi alcanzaban el tamaño deQuito. Además, en esa época, enla provincia de Tungurahua, lasgrandes haciendas no dominabanel paisaje de la región. Laestructura agraria de la actualprovincia de Tungurahua todavía

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tiene esos rasgos característicosy la feria comercial de los díaslunes es todavía la más grandede toda la Sierra, excluida la ca-pital de la República.

Pero en estos años postreros dellargo siglo XIX, la Sierra nortetambién se benefició de un do-ble movimiento. Por un lado, uncrecimiento de las inversionesindustriales y bancarias luego dela crisis de los bancos ligados ala exportación cacaotera. Sedestinaron créditos a la expan-sión de las industrias alimenti-cias y textiles y el peso financierodel recientemente creado BancoCentral del Ecuador (1926), hizocambiar el centro financiero delpaís desde Guayaquil hacia Qui-to. Por otro lado, se produjo uncambio en la organización pro-ductiva de la región de haciendassituadas entre Latacunga y Quito:la zona de Machachi se converti-ría desde inicios del siglo XX enuna región de intensa moderni-zación de haciendas dedicadas ala producción lechera. Será elfoco de la modernización queconfluirá en la reforma agrariade los años sesenta.

Entonces, relativo dinamismo enuna época de vacas flacas. Nadacomparable al crecimiento explo-sivo de las exportaciones cacao-teras, ni a la expansión bananeraque vendrá después. Los ritmosrápidos del litoral muestran rá-pidas adaptaciones a los vínculoscon el mercado mundial. Los rit-mos pausados de los procesoseconómicos de la Sierra nor – cen-tral solo cambiarán con el venda-val de la modernización generaldel país a lo largo de los años porvenir.

La Sierra sur, por el contrario, si-guió cultivando sus relaciones

con el norte del Perú, cuyos es-pacios desérticos ayudaba aabastecer. Los conflictos inter-nacionales y fronterizos fueronun obstáculo, sin duda, a la plenaorganización de un espacio eco-nómico binacional. Pero la circu-lación de mercancías y personasno cesó durante el XIX. Bastarecordar que el general Lamar,cuencano, llegó a ser presidentedel Perú, para convencernos dela importancia de vínculos socia-les continuos.

Sin embargo, Cuenca tuvo supropio vínculo con el mercadointernacional: la explotación dela Quina tanto en las regionesboscosas del oriente, como enlos bosques de la vertiente lito-ral andina. El auge de las Quinascoincide con el retraimiento delos vínculos comerciales con elPerú: hacia mediados de siglo ymucho más luego de la crisis na-cional y la guerra con el Perú de1859. Silvia Palomeque (1990) hadocumentado con detalle estosciclos mercantiles y las socieda-des regionales a que dieron ori-gen. La explotación de la Quinano solamente permitirá organi-zar grandes propiedades desti-nadas a la exportación, sino quepermitirá un vínculo privilegiadocon Guayaquil, como puertoprincipal de evacuación del prin-cipal producto que la ligaba almercado internacional. Tambiénle permitirá desarrollar esfuer-zos para alimentar otro puerto:Puerto Bolívar. Desde aquí co-mienza una serie de itinerariosregionales que perdurarán hastael día de hoy.

Paralelamente a estas haciendasexportadoras, la región de laSierra sur articulada alrededorde la hegemonía cuencana, tam-bién creará una vasta red de

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pequeña y mediana propiedad ru-ral independiente. No era queno existieran grandes haciendasen la zona altoandina, sino quecoexistían con la propiedad in-dependiente ¿Cómo fue posibleque esa característica inusual dela estructura agraria del XIXresultara viable? La pequeña ymediana propiedad rural de laSierra sur dependió de tres tiposde producción artesanal: la pro-ducción de oro y productos arte-sanales de oro; la producción desombreros de paja toquilla parala exportación y el abasteci-miento agro – ganadero de laciudad de Cuenca y de Guaya-quil. En el último, las grandeshaciendas compitieron, pero enlos dos primeros, las elites cuen-canas se contentaron con operarde intermediarias en el espaciodel comercio. En cierto modo, laregión sur conjugaba a un tiempolo que en la Sierra centro – norteestaba escindido en tres sub – con-juntos: la Sierra norte (y su es-tructura claramente hacendaria,vinculada al abastecimiento deQuito y el sur de Colombia), laSierra centro (de medianas pro-piedades independientes vincu-ladas al comercio con la Costa) yla Sierra centro sur, Riobamba(de estructura extremadamentehacendaria vinculada al comer-cio agro - ganadero con la Costa).La diferencia entre el norte y elsur de las alturas andinas residíaen su diferente capacidad devincularse directa y autónoma-mente al mercado internacional.

2.3. Las dos Amazonías

El más completo trabajo sobre laAmazonía ecuatoriana en el sigloXIX es sin duda el de Anne Chris-tine Taylor, publicado en 1994.Seguiremos sus principales ideasy trataremos de conectarlas con

una valoración de las estructurasespaciales que se iban desarro-llando.

La alta Amazonía, esas zonas dedeclive de la cordillera de losAndes, fue el área de más anti-gua ocupación colonial y, hastalo que se conoce, de más densaocupación humana pre - colonial(Taylor 1988, Denevan 1976).Desde el fin del dominio españoly durante casi todo el siglo XIX einicios del siglo XX la alta Ama-zonía fue casi abandonada por elEstado nacional y los esfuerzosde colonización nunca fueronmuy importantes. Predomina-ron, en general, procesos deocupación puntual y la forma-ción de haciendas cañeras oextractivas que funcionabanmediante una forma de sujeciónde la mano de obra conocidacomo el “patronazgo”. Aunquedurante el ciclo del caucho(1850 – 1900) se formaron algu-nas extensas haciendas cauche-ras en la alta Amazonía, su rolfue más bien de provisión de ma-no de obra y de paso hacia laszonas caucheras de la bajaAmazonía ecuatoriana, colom-biana y peruana, cuyo centro deunión y articulación fue la ciu-dad de Iquitos, puerto comercialque servía para organizar eltránsito del caucho hacia elAtlántico (ver al respecto Mura-torio 1987).

Sin embargo, a lo largo del sigloXIX se produjo una diferencia degran importancia entre el nortey el sur de la alta Amazonía. Noes un invento de la nada. Habíaantecedentes en los intercam-bios pre – coloniales y tambiénen los recorridos de los misione-ros coloniales. Esta diferencia-ción regional se reforzará por latendencia a especializar al norte

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Desde el fin del domi-nio español y durantecasi todo el siglo XIXe inicios del siglo XXla alta Amazonía fue

casi abandonada por elEstado nacional y los

esfuerzos de coloniza-ción nunca fueronmuy importantes.

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en la extracción del caucho y alsur en la producción minera. Du-rante el siglo XX la diferencia-ción se acentuará y cambiará delímites con la expansión petrole-ra en el norte y el este. En todocaso, se construye una distincióngeográfica relevante entre el sury el norte de la Amazonía ecua-toriana, con su punto de quiebreen el Puyo (justo al centro).

El siguiente gráfico (llamado co-rema por la geografía socialfrancesa) trata de resumir lasprincipales estructuras de rela-ción espacial en la zona. El cua-drado es el territorio del Ecuador.La figura puntuada que lo divideverticalmente en tres partes, re-presenta la estructura meridianadel espacio ecuatoriano impresapor la presencia de la cordillerade los Andes. A la derecha de lacordillera andina, dos grandesconjuntos relativamente pocorelacionados entre sí, la alta

Amazonía del sur y la alta Ama-zonía del norte. Ambos están re-presentados por dos elipses uni-das por una pequeña flecha ape-nas perceptible. La región delnorte se relaciona fundamental-mente con la Sierra a través delcomercio de caucho; pero lasrelaciones no son tan intensascomo las que ocurren en el surentre la alta Amazonía y la re-gión andina, donde la cascarillay la extracción de oro está or-gánica y socialmente vinculadaa las elites azuayas. Por contras-te, una parte del caucho de laAmazonía del norte (y de sus iti-nerarios comerciales) se conec-ta directamente con la llanu-ra, con Iquitos, a través del ba-jo río Napo y del río Putumayo.En el centro, región bisagra en-tre las dos grandes áreas eco-nómicas amazónicas, una pe-queña franja de relación con losAndes se organiza alrededor delos cultivos de caña de azúcar.

GRÁFICO (COREMA)

LAS RELACIONES ESPACIALES DE LA ALTA AMAZONÍA ECUATORIANA (SIGLO XIX)

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Veamos ahora el detalle historio-gráfico de este esquema de or-ganización espacial de la altaAmazonía durante el largo sigloXIX. Empecemos con el sur.

Sabemos que el siglo XIX es unsiglo de abandono general de laregión amazónica ecuatorianapor parte de la población blan-ca. Sin embargo, durante la pri-mera mitad del siglo XIX, el pesoeconómico y demográfico de laAmazonía se desplazará hacia elsur, desde la región de los Quijoshacia la de Gualaquiza. Para ini-cios del siglo XX Zamora no semenciona y Macas es un remotopueblo de menos de 35 personas(Taylor 1994: 36). Durante estaépoca se producen trascenden-tales cambios en la poblaciónshuar. De especial importanciaes la intensificación de los inter-cambios comerciales con la so-ciedad Apachi (blanca) que sevuelven cada vez más una necesi-dad estructural de funcionamien-to de la sociedad shuar.

A partir de mediados de siglo, elauge de la explotación de lacascarilla (Cinchona sp.) en laregión de Gualaquiza provocaráalgunos cambios en la zona4. Se-gún Silvia Palomeque (1990:39-51) entre 1850 y 1858 desdeGualaquiza se habrían exportadounos 10.000 quintales de casca-rilla. Para 1857 el producto viveuna crisis de precios que harácasi desaparecer la actividadhasta 1861-2, en que se reafirmahasta 1885, cuando se produceuna crisis por la sobre - explota-

ción del recurso y por la pro-ducción de plantaciones en laIndia. Para 1892, Teodoro Wolfreporta que los árboles de Cin-chona están casi extintos. Sinembargo, para 1926, el PadreCrespi dice que los árboles decascarilla son todavía abundan-tes, seguramente por un procesode regeneración natural a pesarde la explotación de que sonobjeto (Salazar 1989: 54).

A fines del XIX la cascarilla eratrocada por los shuar, junto alcaucho, a cambio de escopetas yotras manufacturas con comer-ciantes mestizos que visitabanMacas. Sin embargo, este augede las quinas en la región deGualaquiza no tuvo las dimensio-nes del auge de la extracción delcaucho. De hecho la región semantuvo relativamente al abrigode la penetración directa de lascompañías o los intermediarioscaucheros. Los jívaros trocabandirectamente la "balata" (Casti-lloa elastica, una variedad menoscotizada de caucho) a cambio deproductos manufacturados. Losindígenas de regiones vecinascomo los lamistas, actuaron deintermediarios entre los cauche-ros y los jívaros (Taylor 1994: 43).

Este "boom" intermitente de laexplotación de la quina tiene al-gunas implicaciones importantespara la historia agraria de lazona de estudio porque afectótanto el alto valle del río Upanocomo el río Cuyes según Taylor(1994: 43-6) y Salazar (1989: 54).Por un lado, se trata de un tipo

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4 La explotación de Cinchona tendrá un antecedente en el siglo XVIII en la región andi-na, en particular en Loja, Gualaceo, Paute y Azogues; zonas donde se vivió un fuerte au-ge por la demanda europea. El auge terminará rápidamente debido a la sobre explotaciónde los bosques (Salazar 1989: 53 y 55).

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de actividad extractiva especial-mente perturbadora del medionatural. Los árboles productoreseran desollados y morían o erantumbados para acceder a las ra-mas delgadas de la copa del ár-bol (Salazar 1989: 55). A lo largode la época esta destrucción delrecurso llevó a tomar medidasde adjudicación de tierras agrandes propietarios como unode los mecanismos para asegurarla conservación de los bosquesde Quina. En efecto, la existen-cia de "tierras baldías" era consi-derada una de las causas de ladestrucción de los bosques y estopermitió justificar las adjudica-ciones de tierras (Palomeque1990: 46-7)5. De esta formacomienza la formación de pro-piedades colonas en la zona. Peroeste no es un requisito suficien-te debido a que la explotacióncascarillera es necesariamentemóvil, itinerante. Para estabili-zar las propiedades y los habi-tantes se requieren actividadessedentarias.

La recolección de cascarilla secombinó con la extracción depaja toquilla para la producciónartesanal en la región andina(Palomeque 1990: 49-51). Sobretodo, para inicios del siglo XX lasituación comenzará a estabili-zarse. A partir de ciertos asenta-mientos para la extracción de labalata y de las propiedades for-madas durante el auge de lasquinas, se asentará una suertede "latifundismo selvático" en laregión de Gualaquiza entre 1910y 1920 (Taylor 1994: 46; Salazar1989). Este "latifundismo" con

base cuencana (familias Chacón,Vega, Cordero, etc.) era conoci-do como el "entable". Se tratabade una finca de 100 a 200 hectá-reas con casa de madera, patio yfrutales a su alrededor. Unmayordomo o "entablador" esta-blecía plantaciones de caña deazúcar y destilerías de aguar-diente. Se mantenían en estadosilvestre plantas de paja toquillapara el aprovechamiento porparte de pequeños trabajadoresindependientes conocidos comolos "piqueiros" que la recogíanpara el mercado cuencano. Estashaciendas serían abandonadasluego de 2 ó 3 décadas por pro-blemas de rentabilidad y de difi-cultades en el abastecimiento dealimentos (Salazar 1989: 71-2).

Junto a ello se inician algunosesfuerzos estatales, relativa-mente escasos, para promover lacolonización en la zona. Así, en1924 el Ministerio de Haciendainstala en la zona de Gualaquizaa 30 familias de Gualaceo seña-lándoles terrenos para cultivos(García 1985: 345).

La instalación de las misiones re-ligiosas será importante en estaépoca: funcionarán como oficinasestatales, como ejes de la admi-nistración, como promotoras dela colonización y como base parala integración de la poblaciónshuar de la zona. Sus vicisitudesserán, sin embargo, grandes.La misión franciscana de Zamo-ra, por ejemplo, aunque se ins-taló a fines del siglo XIX, debiócerrarse a inicios de siglo parano reabrirse sino hasta 1921.

5 Además, el gobierno dictó, en 1861, un decreto por el que obligaba a la siembra deárboles de Cinchona por cada unidad destruida. Este decreto nunca pudo aplicarse (Sala-zar 1989: 55).

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La penetración misionera solo po-día coincidir con la expansión dela sociedad nacional y con unamultiplicación de los "frentes depenetración" (Bustamante 1988:128-9). Los primeros bautizos ylos primeros éxitos en la instala-ción de niños shuar en los inter-nados de las misiones francisca-nas datan de inicios de los añoscuarenta (Bustamante 1988: 130).

La misión salesiana, por su par-te, fue erigida oficialmente porel Papa León XIII el 8 de febrerode 1893, pero los primeros reli-giosos se instalarían en Guala-quiza recién en octubre de 1894.El gobierno liberal ordenó aban-donar el territorio a los salesia-nos pero los misioneros deGualaquiza fueron autorizados apermanecer. Sin embargo, debi-do al abandono, tuvieron queretirarse en 1902. No pudieronregresar sino hasta 1914. Los sa-lesianos comenzaron la prácticade establecer internados en zo-na shuar a partir de 1934-5 parala educación y formación deagentes de pastoral.

La misión salesiana participarátambién de los esfuerzos coloni-zadores de las primeras décadasdel siglo. De hecho, el apoyo a lacolonización fue parte del com-promiso de los salesianos con elEstado desde los años veinte(Salazar 1989: 72 y 76). En todoeste proceso histórico del sigloXX es preciso tener presente quelos esfuerzos estatales son indis-pensables para entender la diná-mica colonizadora de la regióndesde inicios de siglo. Por ejem-plo, a principios de siglo se for-jaron grandes proyectos viales,de ferrocarriles trans -amazóni-cos en Zamora y en Pastaza eincluso de colonización de la

región por europeos (Salazar1989: 51). El importante estudiode Natalia Esvertit Cobes (1995:296-300) ha mostrado la estre-cha vinculación entre estosgrandes proyectos viales y elconflicto de límites entre Ecua-dor y Perú, que se agravó desdefines del siglo XIX por efectosdel auge cauchero. Este es elcaso específico del proyecto deferrocarril Puerto Bolívar - Ama-zonas en 1910 - 1911 (EsvertitCobes 1995: 319-20). Pero no so-lo los proyectos viales sino losproyectos de colonización se ve-rán dinamizados por el conflictofronterizo. En efecto, en 1920se promulgó la Ley del Orienteque creó la Dirección Generaldel Oriente, sin mucho presu-puesto y con poco personal malseleccionado. El Estado apoyaráfinancieramente además, las"juntas orientalistas" en cadaprovincia (Salazar 1989: 48).

Hacia 1930 se asentarán nuevoshabitantes alentados por estosauges extractivos y esta instala-ción de haciendas. La región vi-virá también un cierto "boom"aurífero alimentado también porla extracción de madera y la ins-talación de las órdenes religio-sas franciscana en Zamora ysalesiana en Méndez desde1893. A inicios de la tercera dé-cada del siglo XX, doscientosmestizos estaban instalados enZamora, 600 en Méndez y Guala-quiza y se estimaba la existenciade 2.000 ó 3.000 lavadores deoro itinerantes (Taylor 1994:48 y 58). Para 1926 se conoceque Gualaquiza llegó a exportar24 kilogramos de oro (Salazar1989: 73). El apogeo del oro sevivirá en los años treinta y ter-minará a inicios de los cuarenta(Salazar 1989: 74-5).

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Es a partir de entonces que seestructura el frente de coloniza-ción del sur - oriente fundamen-talmente debido a la influenciae interés de parte de los agricul-tores del Azuay y Cañar. Perosobre todo por los esfuerzosestatales que cobrarán fuerza,coherencia y tendrán eficacialuego de la guerra de 1941. Ha-cia la década de 1940 comien-zan, en efecto, por la presióncolonizadora, los primeros movi-mientos migratorios shuar queabandonan los sitios cercanos alos asentamientos mestizos y seradican en sitios menos accesi-bles (Bustamante 1988: 131).

Mientras esto ocurría en el sur,¿qué pasaba en el norte? Aclare-mos primero el sentido de laidea de un desplazamiento delcentro geográfico y económicohacia el sur. No se trata solamen-te de un cambio en la estructura-ción del espacio en la Amazoníaecuatoriana: es una transforma-ción en los ejes de toda la altaAmazonía de la América Andina.El centro de la Amazonía se des-plaza desde Archidona y Maynas,donde estaba su clave durante elsiglo XVIII dominado por las mi-siones jesuitas de la vieja pro-vincia colonial; hasta el sur delMarañón, entre Moyobamba yJaén, en el actual Perú. Dichaexpansión se fortaleció con elauge del caucho a fines del sigloXIX (Taylor 1994: 45-6). Estaexpansión peruana moviliza unatímida reacción del Estado ecua-toriano y por primera vez lasautoridades empiezan a interesar-se en la región (Taylor 1994: 47).

El eje de esta tímida ocupaciónecuatoriana de fines del XIX einicios del XX será la zona central

del Puyo – Shell - Mera, en elcentro de la Amazonía ecuato-riana. La red misionera, muydébil hasta 1870, se ve fortaleci-da bajo la influencia de GarcíaMoreno, que permite el reingre-so de los jesuitas. Los misionerosentran a Quijos, en el norte, pa-ra reconstruir el pasado y des-piertan vivas resistencias (Taylor1994: 51). En 1892 los indígenasde Loreto se rebelan y destruyenla misión de los jesuitas (Murato-rio 1987: 109). En 1896, con elrecién estrenado gobierno libe-ral, los jesuitas fueron nueva-mente expulsados del oriente.Oficialmente la Compañía re-nunció a la misión en 1913. Napoquedó entonces a cargo de la Cu-ria Arzobispal hasta que en 1922entraron los curas josefinos, quepermanecen hasta el día de hoy(Muratorio 1987: 111).

Durante toda esta fase históricauna institución económica man-tuvo la presencia blanca enQuijos: el “patronazgo”. Prácti-camente cada grupo local eracontrolado en Quijos por un“patrón” (Taylor 1994: 57). El sis-tema consistía en un “patrón”que adelantaba bienes manufac-turados sobre - valuados a losindígenas. En contrapartida losindios se comprometían a entre-gar una cantidad determinadade trabajo o productos. El pa-trón era en realidad un “habili-tador” o intermediario de co-merciantes locales. Debido a queel sistema dejaba amplia libertada los indios para pagar “luego”;era preciso acompañarlo de otrasmodalidades que aseguraran elpago y dificultaran la huida. Aun-que en otras zonas se buscaronsoluciones “suaves” (como elcompadrazgo, el protectorado

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e incluso los repetidos matrimo-nios con indígenas), en Quijos secombinó con el desarrollo de“haciendas” pequeñas y con unsistema más coercitivo y de mayorcontrol directo (Taylor 1994: 57).

Este sistema estaba muy estre-chamente vinculado al sistemade “repartos”, con la única ca-racterística especial que conta-ba con una importante presenciade funcionarios gubernamenta-les. Los repartos consistían enventas forzadas de productos aindígenas, generalmente a altosprecios con el fin de ampliar lospequeños mercados internos. Elsistema de repartos se constitu-yó en un importante modo de vi-da de varios agentes estatales yun pequeño grupo de comercian-tes y colonos. Los repartos teníanlugar dos veces al año pagaderosen polvo de oro y pita (Muratorio1987: 91).

Las principales actividades eco-nómicas del norte de la Amazo-nía fueron fundamentalmenteextractivas: la cascarilla, el oro,el caucho. Aparte del oro y la pi-ta (una fibra vegetal), a finesdel siglo XIX empiezan a apare-cer las compañías de extracciónde caucho en la zona de Tena yArchidona (Muratorio 1987: 97).El caucho no tuvo, sin embargo,en el alto Napo, la importanciaque tuvo en las zonas bajas de-bido a varios factores. En primerlugar, la lejanía de Iquitos, cen-tro comercial del boom cauche-ro septentrional. En segundolugar, la existencia de poco cau-cho y de baja calidad. Finalmen-te, la existencia de actividadesauríferas siguió siendo importan-te y nunca pudo ser reemplaza-da por el caucho (Muratorio1987: 145).

Al igual que en la alta Amazoníadel sur, la ocupación de la tierrase empieza a configurar en susformas modernas en los años delcambio de siglo. El apoyo del es-tado a estas tímidas ocupacionesse verá atizado por el temor: elEstado que veía como un peligrola expansión peruana en el sur.De hecho, en 1894 el artículo 5de la Ley de Oriente autorizabaal estado a adjudicar terrenosbaldíos a colonos agricultoressolamente fuera de los sitiosocupados por los indígenas. In-mediatamente abundaron lasdenuncias de terrenos baldíospero precisamente en sitios per-tenecientes a indígenas que loscultivaban (Muratorio 1987: 178,cita a Jouannen 1977: 203). Sinembargo, desde 1895 existenevidencias de solicitudes de te-rrenos baldíos de los propiosindígenas que se ven obligados ahacerlo para poder cultivar sustierras (Muratorio 1987: 179). Se-gún Pío Jaramillo Alvarado, para1921 doce colonos acaparan yatierras en Tena - Archidona (cita-do por Muratorio 1987: 179).

La producción de caña de azúcarpara aguardiente y una pequeñaproducción ganadera eran ya vi-sibles en Napo (Muratorio 1987:137). Aunque la caña debió sermás abundante en zonas másbajas, cercanas a Archidona, losinformantes de Viki Reyes (1997:56) confirman que en una épocase cultivó la caña en Cosanga(zona alto amazónica que conec-ta Quijos con Quito) y prontose abandonó. Luego (en una fe-cha no bien determinada) se ini-ció el cultivo de la naranjilla.Este cultivo fue muy importanteen la zona y se mantuvo hasta1980, cuando la plaga del tizón

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destruyó la cosecha de la épocay se abandonó el cultivo definiti-vamente (Reyes 1997: 57).

Aunque el auge cascarillero ycauchero de fines del siglo XIXgeneró expectativas de un ferro-carril hasta el oriente, para ladécada de 1930 el ferrocarril alCuraray nunca superó los 20 kiló-metros desde Ambato (Muratorio1987: 132). La verdadera histo-ria vial del oriente empieza luegode la guerra con el Perú, en 1942,precisamente cuando empieza elverdadero y corto siglo XX.

2.4. Interludio: la crisis de1920 a 1948

Entre el largo siglo XIX y el cortosiglo XX hubo un doloroso perío-do de transición: casi tres déca-das de crisis social, política yeconómica. El cacao había desa-parecido y no se encontrabansustitutos suficientes. La bancaligada a la exportación de la“pepa de oro” también fuearrastrada junto al fin de las ex-portaciones. La crisis económicamundial no ayudaba a encontraruna salida inmediata. Los con-flictos políticos se agudizabansin solución y se sucedían unos aotros: no existe período compa-rable de la historia republicanacon mayor cantidad de gobiernospor unidad de tiempo. A partirde 1925, con la dirección de lasrecientemente profesionalizadasfuerzas armadas, el Estado bus-caba cierta autonomía económi-ca y política. Pero había pocosresultados halagadores. La crisisfue muy profunda y la inestabili-dad creciente.

En ese ritual de parto, ¿hubocambios significativos en lasestructuras de organización delespacio? Jean Paul Deler cree

que no. Hubo un compás de espe-ra. Pero algunas cosas se consoli-dan o adquieren matices nuevos.Se produjo, en la práctica, unretroceso de los cultivos y de laspoblaciones rurales en la Costa,la región más afectada por la cri-sis. Las haciendas cacaoteras seabandonaron. La mítica hacien-da Tenguel fue embargada y mástarde vendida a la United FruitCompany, en una transacciónque servirá de símbolo a un cam-bio de época.

Crecieron las ciudades. Al pare-cer una parte de los desplazadosrurales iría a engrosar las filas delos desempleados de las ciuda-des. Pero además, la Sierra semantuvo relativamente al abrigode la catástrofe. Allí estaba, enfin de cuentas, la mayor partede la población. Por último, nodebemos olvidar que solo en1930 el espacio nacional recupe-ra el nivel de población que, se-gún todos los datos actualmentedisponibles, ese mismo territoriohabría tenido antes de la con-quista europea.

Durante este período, sin embar-go, el Estado intenta completarlos emprendimientos anteriorespor integrar el espacio nacional.En cierta forma, a pesar de ladebilidad económica y políticaexistente, se trata de consolidarlas estructuras de vínculo espa-cial que habían venido desple-gándose a lo largo del extensosiglo XIX y en las cuales el Esta-do había sido el principal actor(en la Unidad Tres, estos esfuer-zos del Estado se analizan conmás detalle). En estos años seestablecen vuelos regularesentre Quito y Guayaquil; se ter-mina la carretera Panamericanaque une longitudinalmente a los

Entre el largo sigloXIX y el corto sigloXX hubo un dolorosoperíodo de transición:casi tres décadas decrisis social, política yeconómica.

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pueblos de la Sierra; se comple-tan los ejes viales transversalesque unirán Riobamba con Baba-hoyo, Latacunga con Quevedo yQuito con Santo Domingo. Espreciso decir, no obstante, quela construcción del ferrocarrilhabía transformado todos los iti-nerarios y los recorridos comer-ciales del pasado. En lugar de losviejos viajes a través del río, sehabía impuesto la vía por Alausíy por el Nudo del Azuay. Con ellose reorganizó la ubicación de lospueblos y de las ferias regiona-les, de su ubicación y sus días.

Pero sin duda, el elemento másimportante en la organizacióndel espacio de aquellos años se-rá un hecho social y simbólicoque representa bien la crisis ylas dramáticas circunstancias enque un siglo dio paso al otro. Nosreferimos, por supuesto, a laGuerra con el Perú en 1941.

Aunque las operaciones militaresse produjeron en la Costa sur delEcuador y supusieron incluso latoma de Guayaquil por las tropasperuanas; el mayor cambio delargo plazo tuvo lugar en la Ama-zonía. La firma del Protocolo deRío de Janeiro, en enero de1942, sancionó legalmente unproceso que venía anunciándosedesde fines del XIX con la expan-sión de la actividad caucheraperuana que tuvo su centro co-mercial en Iquitos. La ocupaciónecuatoriana había sido una

magra realización de sus aspira-ciones a lo largo de todo un siglolargo. Pero ese hecho secular noatenuaba el amargo sabor de unaguerra perdida y de un territorioque no podría ser recuperado pa-ra las expansiones futuras.

La lección sería clara. Aunque enla historia quedó inscrita una he-rida simbólica reafirmada añotras año por las instituciones es-colares y por los ritos patrióti-cos; hubo efectos organizativosy políticos mucho más prácticos.Las Fuerzas Armadas ecuatoria-nas definieron entonces una es-trategia geopolítica clara: laocupación real de la Amazonía yel desarrollo de un proceso diri-gido de integración de la región.El Estado tomó la batuta del pro-ceso y lo haría con todos losrecursos a su alcance pero tam-bién armado de sus debilidadesestructurales. No podía darle alproceso más fuerza de la quedisponía. Pero tampoco le diomenos.

En cierta forma, la derrota de1941 marca en el plano políticoy en el plano cultural el mismorito de paso que en la economíajugará la expansión de las expor-taciones bananeras. Estamoshablando del nuevo espacioecuatoriano del siglo XX. Iniciaentonces la modernización delpaís y de su territorio, con suslogros admirables y con sus trá-gicos costos.

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¿Qué caracteriza a este reducidosiglo XX desde el punto de vistade la organización del espacionacional? Sin duda, hay una con-tinuidad en las grandes estructu-ras creadas y consolidadas por elpasado. El núcleo central del es-pacio ecuatoriano seguirá siendoel mismo. El triángulo formadopor los vértices de Quito, Guaya-quil y Cuenca seguirá albergandolo más denso de las redes de cir-cuitos de comunicación y podereconómico. Los ejes transversa-les y longitudinales seguirán ha-ciéndose más densos y marcandola organización del espacio. Lasmismas ciudades del pasado es-tarán allí, aunque aparecerán al-gunas nuevas, más grandes, másfuertes, más densas y diversifi-cadas. Esas estructuras espacialestendrán cambios de intensidad,pero no demasiado en su disposi-ción. Resaltaremos, con todo,algunas innovaciones, como lapresencia de Santo Domingo delos Colorados, entre otros, quese vincula no solo al desplaza-miento de las redes de comuni-cación entre Quito y Guayaquilcon el fin del predominio delferrocarril y el inicio de la hege-monía de las carreteras; sino conla diversificación de las planta-ciones de exportación y de pro-ducción agro - industrial.

Sin embargo, al margen de estoscambios, importantes sin duda,

desde el punto de vista de laorganización del espacio, todoparece indicar que el corto sigloXX permitió, ante todo, una inu-sitada expansión de las redes deintegración del espacio nacional.Las zonas marginales se acercanal centro. En posición desventa-josa y subordinada, sin duda,pero se acercan. Con la moder-nización se produce una notableexpansión de las redes que vin-culan las periferias al núcleocentral del espacio ecuatoriano(ese triángulo cuyos polos deatracción son Quito y Guaya-quil). Los mecanismos que lologran son a veces comandadospor la voluntad pero a veces sonel efecto inesperado de accionesemprendidas con otros propósi-tos. A veces también se esperabaalgo parecido pero no se previó nisu forma final ni sus modos derealización.

El vínculo de Galápagos al espa-cio nacional, el tendido de redesde vínculos con la Amazonía y larápida expansión sobre los bos-ques tanto en la Costa norte co-mo en las vertientes occidentalesde la cordillera, son, en realidad,los aspectos sobresalientesde este proceso. En su origen seencuentra, por supuesto, la“modernización” de la sociedady la economía. Tres procesosestán en la matriz de estos cam-bios de importancia pluri - secu-

El triángulo formadopor los vértices deQuito, Guayaquil yCuenca seguirá alber-gando lo más denso delas redes de cir-cuitos de comunica-ción y poder económi-co.

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lar: la expansión bananera, lareforma agraria y el inicio de lasexportaciones petroleras.

3.1. La expansión bananera

La explotación y exportación ba-nanera en el Ecuador surgieronrápidamente. En el curso de dosaños estaba montada una agri-cultura ampliamente extendida.Todos los estudiosos del tema,desde Osvaldo Hurtado hastaCarlos Larrea, coinciden envincularla a un cambio en laestrategia de las compañías co-merciales bananeras norteame-ricanas, que abandonaron loscultivos de Centroamérica,asolados por las plagas y la ines-tabilidad política y decidieroninstalarse en el Ecuador. Fue unaespecie de actividad llegada enparacaídas; un rayo sobre el cie-lo sereno. Fue la solución econó-mica a una crisis de vínculo

internacional que parecía notener fin.El gobierno de Galo Plaza dio to-das las garantías posibles a la in-versión. La superficie cultivada ylas exportaciones crecieron deforma inaudita: estas últimas sedecuplicaron en el curso de 5años. Osvaldo Hurtado (1997[1977]) muestra cómo las nuevasplantaciones bananeras crearonun foco de modernización: crea-ron un espacio de relaciones sa-lariales ampliamente dominanteen la Costa y promovieron, porese camino, la movilidad de lamano de obra y la moderniza-ción de las haciendas en laSierra y el resto de la Costa. Escomo si el capitalismo hubieravenido de fuera.

Pero es necesario distinguir en-tre dos auges bananeros. Ambossignificaron variantes espacialesy sociales importantes.

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Mapa 11: Producción bananera y transformación del espacio agroexportador (1950 - 1970)(Tomado de Deler 1987 [1981]: 261).

1. Límite aproximado al oeste y al sur del cual, en las regiones de la Costa, 6 a 12 me-ses al año son biológicamente secos

2. Áreas de producción bananera. a) colonización reciente, pequeña y mediana planta-ción dominantes; b) colonización antigua, medias y grandes plantaciones dominan-tes, a partir de 1966, desarrollo de bananeras irrigadas en variedad cavendish

3. Capital regional, centro del sistema agro exportador4. Centros regionales de más de 20.000 habitantes; a) crecimiento superior al 100% en

1950 - 62; b) crecimiento inferior al 100%5. Otros centros urbanos de más de 5.000 habitantes (1962); a) y b) igual que para 46. Puertos fluviales de encauzamiento de la cosecha bananera, antes de la apertura de

las vías permanentes7. Vías permanentes carrozables que existían a fines de los años 508. Rutas carrozables permanentes en construcción al final de los años 509. Ferrocarril de Durán a Quito10. Exportación bananera (el tamaño de las flechas corresponde a la importancia relati-

va de los cuatro puertos de exportación durante los años 50)

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Hay una doble distinción, espa-cial y temporal. En la franjacostera (vertical) del norte, laexpansión bananera se hizo apartir de pequeños y medianosproductores. En parte ocupanantiguas zonas cacaoteras y nue-vas áreas de explotación, si-guiendo el curso superior de lacuenca del Guayas y los filos oc-cidentales de la cordillera hastael puerto de Esmeraldas. Conellos, la United Fruit Companyestableció relaciones en la esfe-ra de la circulación: compraba laproducción y se dedicaba a laexportación. En el sur, hubotambién algunas medianas pro-piedades, pero dominaron lasgrandes propiedades, a veces dela propia compañía extranjera, aveces de cultivadores naciona-les. Aquí es donde predominarondesde el principio, las relacionessalariales y las grandes inversio-nes capitalizadas.

Pero a partir de fines de los añoscincuenta, se producen cambiosde importancia social y espacial.En primer lugar, las compañíasextranjeras abandonan el país yregresan a sus plantaciones cen-troamericanas. En segundo lu-gar, se produce un cambio en lavariedad de la principal frutacultivada: la variedad gros mi-chel de la primera época, que seadaptaba bien a las condicionesde tecnificación media o baja,es sustituida por una variedadmás propia de cultivos industria-les, la variedad cavendish. Lasregiones del norte, ocupadaspor pequeños y medianos pro-ductores, quiebran y abandonanel cultivo. Desde entonces, lasregiones bananeras de la Costasur se imponen definitivamentecon su mezcla dominante demedianos productores y grandes

plantaciones. El espacio costerodel banano adquiere la configura-ción que conocemos en la actua-lidad. Como en el cacao, ganaronen el corto plazo los grandes pro-pietarios; pero recordemos queen el primer caso los pequeñosproductores perduraron y que alargo plazo, cuando los preciosbajaron y las plagas destruyeronplantaciones enteras, resultaronmejor adaptados a los cambiosambientales y económicos.

El banano se exportará princi-palmente por el puerto de Gua-yaquil pero también, en gradono despreciable, por el puertode Machala, Puerto Bolívar. Gra-cias al banano, las elites del suralcanzarán una relativa autono-mía de los grupos económicosguayaquileños. Aunque mayorque en el ciclo cacaotero, la in-dependencia de esta región nose comparará con la alcanzadapor las zonas del norte de laCosta, que escapan todavía alpolo de atracción del gran puer-to nacional y su grupo dirigente.El litoral del sur, sigue formandoparte, con menos claridad perocon igual certeza, del hinterlandguayaquileño.

Desde entonces, el espacio pro-ductivo costero queda más omenos establecido tal y como loconocemos en la actualidad. Soloresta mencionar dos grandesprocesos posteriores: la expan-sión maderera en el norte, domi-nada por compañías de fuertebase quiteña; y la notable ex-pansión de la producción cama-ronera, de base guayaquileña,en los estuarios de manglar y enlas zonas salinas. Ambos proce-sos tienen lugar fundamental-mente en los años ochenta.Ambos formarán una especie de

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economía de “enclave” en tie-rras nuevas sobre las que se ex-panden y provocarán importan-tes procesos de concentraciónterritorial en manos de grandescompañías modernas de capitalnacional (hasta los años noventa).

Desde un punto de vista de laconstrucción del espacio nacio-nal, puede verse como un procesodoble. Por un lado, una transfor-mación ecológica de grandeszonas de bosque (bosques demanglar o bosques tropicales hú-medos del norte) que resultanarrasados por la expansión pro-ductiva. Por otro lado, dos polosde atracción económica en cier-ta forma competitivos: mientraslas compañías quiteñas de ex-panden desde las vertientes haciala Costa siguiendo el camino delos bosques tropicales y de lasvías de comunicación; las com-pañías guyaquileñas se expandensiguiendo el curso de la franjacostera y penetran con mayor omenor profundidad en el espaciodel interior. Dos fuerzas deatracción que disputan la hege-monía sobre un territorio endisputa; una región costera sep-tentrional que durante siglos seaferró a la autonomía y a la pre-sencia de grupos campesinos depequeños y medianos producto-res independientes. Los añosochenta y noventa anuncian talvez, un cambio de tendencia enuna característica varias vecessecular.

3.2. Cambios agrarios

Los mapas presentados por elequipo del Proyecto Orellana(León 1997: 20) indican el proce-so de ocupación del espacioecuatoriano durante la segundamitad del siglo XX.

La creación de “parroquias”, entanto unidades administrativasdel Estado, está ligada al creci-miento de la población. Lasfechas de creación legal deparroquias civiles es un buen in-dicador, pues, de la época deocupación efectiva del territorio.Como puede observarse clara-mente en estos mapas, para1950 todo el callejón interandi-no, las principales rutas de acce-so a la Costa, toda la cuenca altadel río Guayas y la actual provin-cia de Manabí estaban ya ocupa-das. Entre 1950 y 1962 se operauna ocupación final de la Costasur y de la mayor parte de laCosta norte mientras la Amazo-nía es fundamentalmente el pro-ducto de la ocupación de losaños 1962-1990, al igual que lavinculación directa entre laSierra norte (Quito) con la Costanorte (Esmeraldas).

Otros mapas presentados porJuan Bernardo León, basados enel Censo de 1990, nos ofrecenuna mirada más específica de losprocesos agrarios en la Sierra yla Costa. Son mapas de tasascomparadas de masculinidad yfeminidad por parroquias ruralesy urbanas.

Los mapas presenta-dos por el equipo delProyecto Orellana(León 1997: 20) indi-can el proceso de ocu-pación del espacioecuatoriano durante lasegunda mitad del si-glo XX.

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Mapa 12: Ocupación del espacio ecuatoriano a partir de la fecha de creación de parro-quias y cantones (1950 - 1990) (Tomado de León 1997: 20)

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Mapa 13: Imagen de las migraciones de población masculina en edad de trabajar (1990)(Tomado de León 1997: 42)

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La proporción de población mas-culina y de población femeninaes bastante equilibrada (aunquecon mayor cantidad de varonesen general) hasta los 15 años.Desde entonces se nota un clarodesbalance regional: la Sierratiene una población mayoritaria-mente femenina y la Costa y laAmazonía una población mayori-tariamente masculina. Las dife-rencias son más notables en losrangos de 15 a 64 años y en laszonas rurales. Es decir, existeuna notable migración de varo-nes jóvenes (en edad de traba-jar) desde las provincias de laSierra hacia el resto del país yen particular desde sus zonas ru-rales. Esta tendencia, clara en1990, viene produciéndose, enrealidad, como vimos, desde laépoca colonial. Pero nada laacentúa más que los procesos demodernización del agro en elsiglo XX.

Desde los años sesenta, con lareforma agraria se ha profundi-zado en el campo ecuatoriano undesarrollo que podríamos llamar“dual”. En la Costa y la Amazo-nía, el proceso de reforma agra-ria activó una ola colonizadoraen tierras de frontera. Una másactiva vinculación a los merca-dos externos en la Costa, facilitóla transición desde las grandeshaciendas tradicionales hacia lasempresas agrícolas, que enmuchos casos ya se había inicia-do antes de 1974 (fecha de ex-pedición de la segunda Ley deReforma Agraria).

El agro de las tres regiones nun-ca sería igual. La modernizaciónarrasó con las relaciones labora-les de antiguo régimen (como elcélebre huasipungo) pero ha

dejado en pie una economíacampesina precaria que todavíapersiste y coexiste con las em-presas agrarias modernas. El en-trelazamiento de ambas formasde economía y sociedades esmuy profundo en las situacionesconcretas del agro. Ese entrela-zamiento ofrece una gran varie-dad de matices y realidadesdignas de todas las épocas detransiciones aceleradas.

Veamos brevemente cuáles fue-ron las principales característi-cas del cambio agrario y de susimplicaciones en la organizacióndel espacio. Las últimas cuatrodécadas han estado caracteriza-das por un proceso simultáneode expansión de la fronteraagropecuaria y de intensifica-ción productiva. Es decir, del au-mento de la superficie total delas tierras destinadas a laboresagropecuarias y de un aumentode la cantidad de producción porunidad de superficie. Solo de esaforma se puede alimentar a lasciudades (gente que ya no pro-duce su propio alimento) y a unapoblación que se duplicó en me-nos de treinta años.

Entre 1954 y 1994 la superficieen uso agropecuario se ha multi-plicado por cuatro (ver Cuadro11). De hecho, la tasa anual deexpansión en los últimos veinteaños fue el doble de la tasa exis-tente en los veinte años prece-dentes.

Desde inicios de los años noven-ta, sin embargo, se aprecia en elpaís un estancamiento de la su-perficie agropecuaria utilizada.Ya no existen nuevas tierras“libres” sobre las cuales expan-dirse.

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EVOLUCIÓN DE LOS USOS DE LA TIERRA(en miles de hectáreas)

Fuentes: Censos Agropecuarios de 1954 y 1974, y Encuesta Agropecuaria 1994

Nota: Recuérdese que en 1954 no se realizó el Censo en las provincias del Oriente.* Corresponde a las tierras censadas (dentro de las propiedades).

En la Sierra, en la actualidad, laexpansión de la frontera agrope-cuaria solo es posible en las zonasde vertiente de la cordillera o enlos páramos puesto que las zonasaccesibles de los valles interandi-nos parecen ya completamenteocupadas. El cálculo realizado por

la Encuesta Agropecuaria realiza-da en lugar del Censo en los pri-meros meses de 2001 es que lasuperficie en uso agropecuario seubicaría efectivamente en un ni-vel similar al del inicio de los añosnoventa: alrededor de ocho millo-nes de hectáreas.

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Pero la expansión de la superfi-cie en uso agropecuario no vinosola. Se acompañó de un proce-so de intensificación de usos. Unindicador de ello es que el áreaen “barbecho y descanso”, quepasó de casi el 17% en 1954 a10% y luego a casi 14% en 1974 y1994 respectivamente. Entre1954 y 1974, la proporción detierra “sin uso agropecuario”frente al total de la tierra censa-da (es decir al interior de la Uni-dades de Producción Agropecua-ria) pasó del 65 al 49%6.

Una tercera característica im-portante del cambio agrario enlas últimas décadas ha sido la es-pecialización productiva, sobretodo el aumento notable de laproporción de los pastos en eluso total agropecuario. En efec-to, la proporción de pastos culti-vados pasó del 25% en 1954 al62% en 19947. Aunque inicial-mente la producción lecheraestuvo asociada a los sectoresempresariales, en los últimosveinte años la ganadería se con-virtió en un importante rubropara los campesinos andinos ysobre todo para los colonos delas tierras bajas y de vertientede la cordillera. La expansión delos pastos, con una muy bajacarga animal por hectárea, estáen la base de la presión agrope-cuaria sobre los bosques nubla-dos y subtropicales. Tanto laintensidad de la carga animalpor hectárea como la productivi-dad del ganado lechero son

mayores en las propiedades másgrandes asociadas al manejoempresarial.

Por último, una cuarta caracte-rística importante del cambioagrario en el país, es el cambioen la estructura de la tenenciade la tierra. Este elemento delcambio agrario requiere unaexposición más detenida.

Se ha discutido mucho si la Re-forma Agraria significó o no unaverdadera redistribución de latierra para pasar desde las ma-nos de los terratenientes hacialas manos de los campesinos.También se ha discutido muchosi ese traspaso de la propiedadfue positivo o no para la produc-ción agropecuaria, es decir, enrealidad, para el aumento de laproductividad de la tierra (que,como vimos, es el aumento de laproducción por unidad de super-ficie, por ejemplo, la cantidadde kilos de maíz que produceuna hectárea de terreno).

Trataremos de hacer algunaspuntualizaciones sobre los cam-bios ocurridos teniendo en cuentala evaluación general de esa dis-cusión. En primer lugar, el cam-bio en la tenencia de la tierra serealizó solo parcialmente por elmecanismo de la afectación (esdecir, la expropiación del pro-pietario) y los juicios de Refor-ma Agraria. La mayor parte delcambio ocurrió por la vía de lacompra – venta de tierras y por

6 Aunque es necesario tener presente que la tierra clasificada como "sin uso agrope-cuario", no necesariamente carecía de este uso (como por ejemplo los páramos y pastosnaturales).7 Si incluimos los pastos "naturales" en los censos de 1954 y 1974, el paso se modera:del 53 al 62%, pero sigue siendo una tendencia importante.

Se ha discutido muchosi la Reforma Agrariasignificó o no una ver-dadera redistribuciónde la tierra para pasardesde las manos de losterratenientes hacia lasmanos de los campesi-nos.

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EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE GANADO BOVINO EN ECUADOR

(en miles de cabezas)

Notas: El Censo de 1974 no incluyó el ganado de Manga del CuraEl ganado bovino de 1954 no incluye el ganado de GalápagosEl total de ganado bovino de 1974 no coincide con la fuente por un error en lasuma de la población de la Amazonía.

Fuentes: Para 1954 y 1974, Censos Agropecuarios; para 1994, INEC. EncuestaAgropecuaria 1994 (SEAN).

el mecanismo de la colonizaciónde tierras en zonas tropicales(Costa y Amazonía).

En 1974 se dictó la segunda Leyde Reforma Agraria y Coloniza-ción y se inició el período demayores entregas de tierras acampesinos de todo el proceso.Entre 1964 y 1993 (año en queprácticamente se paralizó la en-trega de tierras) se entregaron

901.358 has. por Reforma Agra-ria, mientras que se entregaron4.970.796 has. por programas decolonización. Sobre todo, másallá de las entregas de tierraspor parte del Estado por estosdos mecanismo, la nueva legis-lación abrió el paso a un activomercado de tierras que trans-formó la estructura de la pro-piedad rural (Chiriboga 1988).

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ADJUDICACIONES LEGALIZADAS DE TIERRA 1964-1993(No constan datos de 1992)

Fuente: Ruiz (1994)

El resultado de estas tres vías detraspaso de la propiedad de latierra fue el gran aumento de laspropiedades de tamaño medianoque eran, precisamente, las quese adjudicaban típicamente enzonas de colonización. Estasnuevas tierras eran de mayorextensión pero de menor cali-dad, con menos vías de accesoy con menor infraestructuraproductiva (sin riego, sin elec-tricidad, etc.).

El cambio significativo adicionalfue la reducción del tamaño delas grandes propiedades. Aquí

hay que distinguir lo que ocurrióen la Sierra de lo que ocurrió enla Costa. Mientras en la Sierraprácticamente desaparecieronlas propiedades de más de 500hectáreas; en la Costa subsistie-ron algunas grandes plantacionesagro - industriales de cultivos deexportación. En la Costa los da-tos disponibles permiten entre-ver que luego de la ReformaAgraria, las grandes propiedadesvolvieron a reconcentrarse: en-tre 1974 y 1994 las propiedadesde más de 500 hectáreas pasande disponer del 16% de la tierra,a concentrar el 22% .

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No obstante, la reducción de ta-maño promedio de las grandespropiedades provino no solo delas afectaciones y la lucha cam-pesina (que en ambas regionesfue similar, e incluso más fuertey violenta en la Costa), sino dela partición por herencia y laventa anticipada de las hacien-das (o parte de ellas) a adminis-tradores, arrendatarios y cam-pesinos. Este proceso significóque las nuevas unidades produc-tivas eran más pequeñas peroconcentraban las tierras con me-jor infraestructura y con mejorcalidad de suelos.

Los datos de la última gran en-cuesta agropecuaria realizada a

fines de 2000 e inicios de 2001están ya parcialmente disponi-bles y por lo que podemos ver,tienden a confirmar las conclu-siones generales planteadas an-teriormente. Falta todavía, noobstante, una mayor discusiónde sus resultados por parte delos especialistas y de la sociedadentera. Sin distinguir entre re-giones, puede verse que las pro-piedades individuales de menosde 3 hectáreas agrupan a más dela mitad del total de las unida-des de producción agropecuariaestimadas por la encuesta. Esaspequeñas unidades disponenapenas del 4% de toda la tierradisponible.

EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA DE TENENCIA DE LA TIERRA1954-1994

Fuente: Para 1954 y 1974, Censos Agropecuarios; para 1994, Encuesta de Condiciones deVida. Reproducidos en Lanjow (1995: 109).

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NÚMERO DE UNIDADES DE PRODUCCIÓN AGROPECUARIA (UPA)Y SUPERFICIE POR CONDICIÓN JURÍDICA, SEGÚN TAMAÑOS (2001)

Fuente: III Censo Agropecuario 2001, En www.sica.gov.ec

Sin embargo, en las condicionesactuales de la agricultura ecua-toriana, es necesario haceranálisis más detallados de lasunidades de producción agrope-cuaria, porque algunas propieda-des muy pequeñas pueden ser,en realidad, muy tecnificadas ydisponer de muy grandes inver-siones. Es lo que ocurre, porejemplo, con las UPA destinadasa la producción de flores o de

hortalizas para la exportación.El tamaño de la propiedad ya noes una variable de tanta impor-tancia como en el pasado paraexaminar la concentración en latenencia de la tierra. El análisisdel tamaño de la propiedad debeser combinado con un análisismás detallado del nivel de inver-siones que cada propiedad tieney cuánto de estas inversiones seconcentra en pocas propiedades.

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Resaltemos ahora, brevemente,para redondear esta sección, lasimplicaciones que estos grandescambios agrarios tuvieron en laorganización del espacio ruraldel Ecuador.

En primer lugar, los espacios ru-rales andinos y en parte tambiénlos costeños, empiezan a serocupados por pastos destinadosa la crianza de ganado bovino.Se ocupan todos los pastos dis-ponibles, tanto “naturales” co-mo “artificiales”. Los paisajesempiezan a cambiar; ya no sola-mente los valles andinos irriga-dos disponen de pastos en buenestado, sino que las pequeñas ymedianas propiedades de lasvertientes de la cordillera y delos altos parajes andinos, se de-dican también a los pastizales.Los animales brindan un segurode ahorro, mayor ventaja en losprecios y la posibilidad de ingre-sos continuos durante todo elaño. La demanda de leche creceen todo el país por motivo de laexpansión urbana. En la Sierra yla Amazonía del norte se instalauna gran empresa de capitaleseuropeos que reorienta toda sucompra de leche para la trans-formación en productos indus-triales hacia los pequeños ymedianos productores: la com-pañía Nestlé.

Por último, se produce un reor-denamiento espacial de la po-blación nacional. La movilidadde las poblaciones se intensifica.Las tierras bajas de la Costa ad-quieren un peso demográficomayor en el territorio nacional:por primera vez en la historiaconocida, las zonas altas estánen minoría. Hay una ocupaciónde todos los recodos de la Costa,desde las tierras de declive hasta

los espacios antes restringidosde la Costa selvática del norte.Pero se produce también uncrecimiento de las ciudades.También por primera vez en lahistoria conocida, los campostienen menos gente que la densared de ciudades andinas y coste-ñas. El punto de origen de estapoblación es el conjunto de zo-nas rurales andinas deprimidas yempobrecidas. ¿Qué pasó en es-tas áreas?

Los campesinos, aparte de migrary moverse a lo largo de todo elterritorio nacional; se dedican aexpandir los cultivos hacia laspartes altas de los páramos andi-nos. Olivier Dollfus ha menciona-do que los períodos de alza y debaja de los cultivos andinos ha-cia los páramos son una constan-te de toda la historia conocidade los Andes. Estamos asistiendoa una época de subida de los cul-tivos y la ganadería hacia los ex-tremos más altos conocidos, conconsecuencias ambientales ne-gativas. Los páramos se convir-tieron en un espacio étnico apartir de la reforma agraria y laocupación de las tierras de vallepor las secciones modernas delas haciendas.

3.3. La Amazonía: las doscaras del progreso

Recordemos que el largo sigloXIX había hecho girar la vida re-gional del norte al sur de la altaAmazonía. Para 1950 el censo depoblación registra 46.471 perso-nas en toda la Amazonía ecuato-riana de los cuales 30.787 seencuentran en Morona y Zamora.Serán sobre todo las juntas pro-vinciales de ciudadanos azuayoslas impulsoras de este procesoantes de la creación del Centro

Los páramos se con-virtieron en un espacioétnico a partir de la re-forma agraria y la ocu-pación de las tierras devalle por las secciones

modernas de las ha-ciendas.

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de Reconversión Económica delAzuay, Cañar y Morona Santiago(CREA) en 1952, a raíz de la cri-sis de los sombreros de paja to-quilla. Luego, esos mismos sec-tores promoverán la creacióndel Instituto Nacional de Coloni-zación y la promulgación de laLey de Tierras Baldías en 1963.Finalmente, estarán en el origende la creación del Instituto Na-cional de Colonización en 1978(Taylor 1994: 48-9; Salazar1989: 52).

En el norte, terminado el espe-jismo extractivo de la "balata",el Estado delegó a las misionescatólicas entre los años veinte ytreinta, la administración civilde las regiones altas de laAmazonía ecuatoriana. La mayorparte de las misiones se habíanvuelto a instalar en la región afines del siglo XIX. Las zonas dela planicie fueron consideradas(como sigue ocurriendo hasta laactualidad) “territorios de mi-sión”. Esa es la razón por la cualexisten seis “Vicariatos Apostóli-cos” en lugar de los clásicos“obispados”.

Pero las principales transforma-ciones sociales, que marcaríanla vida regional hasta el presen-te, empezarían tardíamente,con el inicio del corto siglo XX.En efecto, tres acontecimientosse encuentran en el origen de lassorprendentes transformacionesque ha vivido y sufrido la regiónamazónica ecuatoriana duranteel presente siglo.

En primer lugar, la guerra con elPerú en 1941. Esta guerra, quecostó al país más de un terciodel territorio que reclamaba co-mo suyo, convirtió a la región enuna frontera de la más alta

importancia estratégica. Paralas Fuerzas Armadas, en particu-lar, la Amazonía se convirtió enuna región de frontera que debíapoblarse de ecuatorianos paraasegurar la estabilidad y la segu-ridad nacionales. Muchas de laspolíticas nacionales para la re-gión se explican por este carácterde frontera incierta y en peligro.Pero la Amazonía, a partir de allíocupó también un espacio en elimaginario, la identidad y lasreivindicaciones nacionales. Elreciente conflicto limítrofe, quetuvo lugar entre enero y marzode 1995, ha confirmado el sitiopreferencial de la región enmedio de las aspiraciones nacio-nales. La paz con el Perú haabierto expectativas que todavíano podemos evaluar seriamente.

En segundo lugar, la crisis de lasestructuras agrarias del país enlos años sesenta y setenta, queya revisamos extensamente,provocó un desplazamiento ma-sivo de poblaciones rurales enbusca de tierras disponibles. Se-mejante desplazamiento fuepropiciado por políticas del Esta-do, en particular la titulación, ola expectativa de titulación, detierras en colonización. Si origi-nalmente la colonización fueconcebida como complementode la Reforma Agraria, en mu-chos casos, le sirvió de sustituto.Vimos ya que la cantidad de tie-rras entregadas por concepto decolonización supera ampliamen-te las tierras afectadas por jui-cios de Reforma Agraria. De estamanera, las necesidades de se-guridad estratégica y un procesosocial de complejas raíces con-tribuían al mismo resultado: unatasa de crecimiento de la pobla-ción regional sin precedentes enla historia.

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En tercer lugar, en 1972 el co-mienzo de las exportaciones pe-troleras provocó cambios muyimportantes en la estructura delespacio regional y en el modo dearticulación de la región. Esteproceso afectó las tierras bajasdel norte, pero se extiende concada nueva ronda de licitacionespetroleras. Permitió, por prime-ra vez, una ocupación y vínculoestable con la llanura, a un cos-to ecológico y humano extraordi-nariamente alto. Por una partese produjeron desplazamientosde poblaciones debido a las ofer-tas de empleo en la región paraocuparse en los servicios indirec-tos requeridos por las empresaspetroleras. Pero sobre todo, la

apertura de vías de comunica-ción permitió habilitar territo-rios amazónicos volviéndolosaccesibles aunque sin considera-ciones sobre sus aptitudes deuso. Ello explica que el ritmo decrecimiento de las provincias pe-troleras sea mayor y en todocaso más explosivo, caótico ydesordenado, que el del resto dela región. El rápido crecimientopoblacional, la desarticulaciónsocial, la deforestación y la con-taminación por desechos de laindustria hidrocarburífera, hansido los signos distintivos de laszonas petroleras. Pero tambiénse acompañan otros problemassociales: alta movilidad, cares-tía, delincuencia y violencia.

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Mapa 14: Mapa petrolero del Ecuador (Ministerio del Ambiente, EcoCiencia y UICN)(2001: 182)

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BLOQUES PETROLEROS Y ÁREAS PROTEGIDAS EN LAAMAZONÍA ECUATORIANA

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Estos masivos desplazamientoshan configurado un espaciovariado y conflictivo. En ellosconviven pueblos indígenas, co-lonos, "nativos" (mestizos de se-gunda y tercera generación),modernas empresas agrícolassituadas por lo general en las es-casas tierras de origen volcánicoubicadas en la planicie de Shus-hufindi (palma africana, té) omineras (fundamentalmente depetróleo y oro). La apertura devías de comunicación y el apare-cimiento de nuevos frentes decolonización suele atraer tam-bién a empresas madereras deasiento quiteño, cuyas fuentesde extracción en Esmeraldas es-tán prácticamente agotadas ycuyas plantaciones abastecenapenas un tercio de sus requeri-mientos.

Pero adicionalmente, este pro-ceso ha reforzado una de lascaracterísticas más complejas ynotorias de la región en lo queconocemos de su historia docu-mentada: su internacionalización.No solamente porque numerosasempresas de diversos países, algu-nas de ellas especialmente pode-rosas, están instaladas en laregión, sino por el creciente in-terés internacional por el valorecológico de la selva tropicalhúmeda más grande del planeta.

La presencia internacional siem-pre ha sido muy relevante en elescenario regional. La influenciade las políticas interamericanasen la Reforma Agraria ecuatoria-na es ampliamente conocida.La presencia de empresas cau-cheras de varios países a iniciosde siglo y la importancia de laexportación para la dinámicaregional, son también datosgeneralmente aceptados. La

importancia de las exportacionespetroleras y de las empresas ex-tranjeras tiene, pues, antiguosantecedentes. La escala de lasintervenciones actuales, quemuy pronto cubrirán toda la re-gión, sin embargo, no conoce losmismos precedentes. Junto aello, algunas actividades total-mente nuevas como la presenciade fuerzas guerrilleras colombia-nas y actividades de narcotráficoen el norte, vuelven a la zonaespecialmente violenta y con-flictiva. Las Iglesias, católica yprotestantes, las OrganizacionesNo Gubernamentales (ONG), lasinstituciones internacionales dedesarrollo e incluso los organis-mos multilaterales de crédito,constituyen una creciente gamade actores con intereses diver-sos, que a veces participan comointermediarios y a veces con vo-ces propias para decir su palabrarespecto al desarrollo regional.

Este complejo escenario socialse complica aún más por lapresencia de las instituciones ypolíticas del Estado. Aunque laspolíticas estatales han sufridocambios profundos en los últimosaños, más allá de las superposi-ciones y contradicciones éstaspueden entenderse mejor comodiferentes aproximaciones a unmismo problema: lograr la inte-gración social y económica de laregión a la sociedad nacional, aveces sin consideración de loscostos que supone la forma dehacerlo. Esta integración ha sidoliderada por el Estado a lo largode la vida republicana del Ecua-dor. Junto a ese esfuerzo estatal,la región conoce una recienteexpansión de su mercado internoy una rápida, aunque desequili-brada, integración al mercadonacional.

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En efecto, esta nueva y numero-sa población migrante extendiólas fronteras del mercado nacio-nal: se dedicó a sembrar y cose-char cultivos comerciales ymantuvo hábitos de consumo deproductos externos a la región.Una zona antiguamente volcadasobre sí misma, que mantuvointercambios pero que nunca de-pendió demasiado de ellos, seconvirtió en una región articula-da al mercado pero atravesadapor desventajas para el comer-cio y para la producción de losartículos de mayor demanda. Lahistoria reciente de la integra-ción de la región a la vida nacio-nal se caracteriza entonces poruna creciente vinculación al mer-cado pero también por los dra-mas de una unión desventajosa.

Resumamos las ideas principalesdistinguiendo las dos Amazonías:“alta” y “baja”. Para mediadosdel siglo XX el proceso más signi-ficativo de la zona alto amazóni-ca es la existencia de grandespropiedades abandonadas. Engeneral sobre esta ocupación“virtual” por parte de propieta-rios ausentistas se superpondríanlas oleadas colonizadoras de losaños 1960 y 1970. De esta formala configuración de las estructu-ras de tenencia de la tierra en laalta Amazonía mostrarán, desdeel principio, una mayor diferen-ciación que en la zona baja y unamayor presencia de conflictoslarvados entre viejos propieta-rios y nuevos ocupantes. Solo enla región central (Mera - Puyo)tuvo importancia la presenciade compañías petroleras que

realizaron extensas tareas deexploración previo a la guerra de1941.

Los años 60 y 70 inauguran lamoderna etapa colonizadora dela región amazónica. El Estadoempieza a apoyar la construc-ción de vías de comunicación, enparte motivado por razones es-tratégicas (fronteras vivas antela presencia peruana) y se dedicatambién a promover la ocupaciónhumana mediante la entrega detierras. La gran mayoría de mi-grantes en la región provinieronde las provincias de la Sierra. Engeneral esta zona sufrió un pro-ceso de ocupación ligeramenteanterior al conjunto de la región.En efecto, con posterioridad a1974 este flujo se estabilizó en lazona alta, mientras que en la ba-ja Amazonía, el flujo migratoriose ha mantenido (aunque máslento en 1990 y desde entonces).

En términos generales, pues, laszonas de alta Amazonía son re-giones donde el flujo migratoriose ha estabilizado y donde se en-cuentra una población relativa-mente antigua y estable (30 añoso más)8. Incluso parece existir,en ciertas áreas, un proceso deemigración en los últimos años(ver Ospina 1999 y 1996). El pro-ceso colonizador en la Amazoníaen general (y en particular en laszonas altas) parece estar llegan-do a su fin por varios motivos in-terrelacionados: paralización enla construcción de vías de comu-nicación, clausura de los proce-sos de entrega y titulación detierras, entrega de tierras a

8 Incluso esto ha provocado en algunas zonas el aparecimiento de una nueva referen-cia de identidad de la población local: los "nativos", habitantes mestizos nacidos en laregión.

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indígenas o creación de áreasprotegidas que han “cerrado” lafrontera, entre otros. La únicaregión de alta Amazonía que nosigue este patrón es la zona sur(Zamora), con motivo de una in-tensa producción aurífera queha permitido mantener las tasasmás altas de crecimiento de lapoblación de la región hasta1990. Sin embargo, la crisis aurí-fera reciente de las minas deNambija parece haber paraliza-do también el crecimiento en lazona norte, mientras que las ex-ploraciones mineras hacia el surpor el curso del alto Nangaritzaestán provocando nuevas expan-siones colonizadoras.

3.4. Galápagos: turismo ymodernización

El corto siglo XX fue también elsiglo de la expansión de la so-ciedad nacional hacia las islasGalápagos. Recordemos que lacolonización hasta entonces fuepequeña, inestable y el Estadoresultó incapaz de asegurar rela-ciones permanentes y fluidasentre islas situadas a mil kilóme-tros mar adentro y el espaciocontinental. El archipiélago deGalápagos fue, auténticamente,la última frontera. Aquí también,como en el caso de la Amazonía,las consideraciones estratégicasy geopolíticas jugaron un rol im-portante. Islas bajo permanenteamenaza de enajenación territo-rial, la lección amarga de 1941sirvió para reforzar los intentosde anexarla verdaderamente.

Los intentos iniciales estuvieronligados a las políticas de coloni-zación y reforma agraria, yadesde los años cincuenta, conrefugiados de los desastres pro-vocados por la erupción del

volcán Tungurahua en 1949. Lue-go se hicieron sistemáticos enlos años sesenta por una políticade entrega y titulación de tie-rras. Los paralelismos con laAmazonía son notables. Las ci-fras de población y de tierras en-tregadas son muy bajos, perosirvieron a su propósito princi-pal: estabilizar la población. Aello contribuyeron, sin duda, losavances en la capacidad de cap-tación de agua potable en islasdonde hay una crónica escasez.Por eso, las primeras coloniza-ciones agrarias de las islas seubicaron en las zonas altas y hú-medas de las islas grandes: lasinstalaciones en los puertos eranraras. Los primeros pobladoresestables eran campesinos.

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El corto siglo XX fuetambién el siglo de la

expansión de la socie-dad nacional

hacia las islasGalápagos.

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Mapa 15: Galápagos, provincia y Reserva Marina (Tomado de Ministerio del Ambiente,Ecociencia y UICN 2001: 196, proveniente de la Fundación Charles Darwin)

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ARCHIPIELAGO DE COLÓN, PROVINCIA DE GALÁPAGOS

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La historia regional cambiaría,sin embargo, por dos hechosconfluyentes. Las islas habíansido objeto de atención de natu-ralistas europeos y norteameri-canos desde el ya mítico viajede Darwin en el Beagle. Por supresión, la antigua Reservacreada en 1936 se transformó,en 1959, con motivo del cente-nario de la aparición de El Origende las Especies, en un Parque Na-cional. Los mismos actores quepromovieron la declaratoria delParque organizaron la instala-ción de una Estación Científicapermanente que sirviera de ba-se para investigaciones biológi-cas y naturalistas. En 1959 secrea la Fundación Charles Dar-win para las Islas Galápagos y en1964 se instala realmente laEstación Científica en las islas.Pero no se instala en la capitalde la provincia, en Puerto Ba-querizo, sino en una isla conmenos habitantes, ubicada en elcentro del archipiélago, cercade la pista de aviación dejadapor la marina de los Estados Uni-dos en Baltra (al norte de SantaCruz) y dotada de una pequeñacolonia de europeos con quienesestos naturalistas tuvieron untrato preferente: en fin decuentas provenían de matricesculturales semejantes y habla-ban el mismo idioma. Este deta-lle será después significativo. Laadministración del Parque Na-cional ecuatoriano no lograríainstalarse sino hasta inicios delos setenta. Desde hace mucho,las islas son famosas entre loscientíficos naturalistas.

El segundo hecho es el desarro-llo del turismo. No son dos acon-tecimientos independientes.Christophe Grenier (1996: 100-10)

ha analizado en detalle la histo-ria del vínculo indisoluble entreel turismo y la investigaciónnaturalista. Es la historia simultá-nea de construcción del archipié-lago como un sitio de peregrinajecientífico y de la promoción co-mercial del último rincón virgendel planeta. Ambos elementoshubieran sido inexplicables sinel desarrollo de una sensibilidadcultural en occidente proclive al“retorno a la naturaleza inma-culada” y cansada frente a unamodernidad asfixiante. Pero elsurgimiento del turismo no soloderivó “espontáneamente” deeste proceso cultural y científi-co, sino que fue una actividadexplícita y pragmáticamentepromovida como una estrategiapara hacer viable la conservacióndel archipiélago y la continuidadde las actividades científicas (esees el sentido del “informe Grim-wood – Snow” de 1966 y del “In-forme Jenning” de 1967; cfr.Grenier 1996: 305-9). El turismoempezó marginalmente desdeprincipios de los años sesenta,pero se inició formalmente en1968 cuando entró a operar elbote turístico “Lina A”, de lacompañía quiteña MetropolitanTouring (Latorre 1999: 386). En1975 la compañía aérea TAME ini-ció sus vuelos regulares hebdo-madarios y para los años ochen-ta el crecimiento económico dela provincia era ya sostenidofundamentalmente por las visi-tas regulares de viajeros extran-jeros. Para ello, aprovechó lapresencia de las instalacionesde la antigua Base Aérea de laMarina de los Estados Unidos,abandonadas en 1946: ellas pro-porcionaron la pista de aterriza-je y las instalaciones iniciales. El turismo reorganizó radical-

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mente el espacio isleño. Trescambios son notables. Primero,el centro poblacional, económi-co y político se trasladó de SanCristóbal y Santa Cruz. La primerasiguió siendo la capital adminis-trativa, pero no podrá competircon el auge creciente de la se-gunda. Segundo, el eje de ocupa-ción territorial pasa de las zonasaltas, húmedas y agrícolas de lasgrandes islas ocupadas, hacia lospuertos, sitios del vínculo privi-legiado con el continente. Terce-ro, la composición de la poblacióncolona cambia radicalmente: yano son campesinos, sino funcio-narios estatales, administrado-res, trabajadores asalariados yalgunos pescadores. El cambiohacia los puertos y hacia la vidaurbana responde y produce, a lavez, este cambio de la poblaciónque vive en las islas.

Junto con estos cambios y con elaumento poblacional, la relacióncon el continente se intensifica.Alrededor de 17.000 personassegún el Censo de 2001, viven enpermanencia en las islas. Esa esla marca de la integración delespacio isleño al espacio nacio-nal. Actualmente existen líneasde teléfono, canales de televi-sión, conexiones de internet,cuatro barcos de cabotaje porquincena y dos vuelos diarios depasajeros. Casi 250 embarcacio-nes pesqueras y cerca de 100embarcaciones turísticas surcanlas aguas del archipiélago y vin-culan las islas entre sí. Una redde instituciones públicas de unadensidad inverosímil para unapoblación tan pequeña, asegurael flujo constante de relacionesentre el Estado central y el lasdependencias públicas isleñas.Una prosperidad sin precedentesha convertido al archipiélago en

el sitio donde se encuentran(a veces para salir rápidamente)alrededor de doscientos millonesde dólares al año entre gastos deturistas, producto de la pesca,de la agricultura y de los gastosdel Estado. Las islas no estánmás en la periferia. Están en elcentro.

Las consecuencias ambientalesno son menores. La condición deexistencia de sus ecosistemas essu aislamiento geográfico y fueese, precisamente, el principalenemigo que la integración delespacio nacional debía derrotar.Ya mencionamos antes la impor-tancia del aislamiento físico enla creación de la variedad bioló-gica de las islas. Pero los conti-nuos viajes entre el continente ylas islas y entre las islas, favore-cen el intercambio de especies,la instalación de nuevas varieda-des que nunca existieron, comomamíferos ungulados e incluso,recientemente, dos especies deanfibios, algo insólito en tierrassecas. El fin del aislamiento ge-nético de poblaciones que evolu-cionaron largo tiempo de formaindependiente se expresa en elcreciente número de especiesintroducidas: es ese el mayorriesgo ambiental y el más difícildesafío presente a la conserva-ción de la vitalidad de los ecosis-temas isleños. La relación entrela pareja siempre cercana delaislamiento y la integración tie-ne en esta región especial esaconnotación trágica.

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PARA REFLEXIONAR

¿Podría usted realizar un "corema" que resuma lasestructuras espaciales de su municipio o localidad?Recuerde que los "coremas" representan esquemáti-camente los principales flujos materiales que unendistintos sitios. ¿Para qué pueden servir estas repre-sentaciones esquemáticas? Diga al menos tres razo-nes por las que son útiles y tres limitaciones a partirdel corema que usted mismo realizó.

¿Por qué razones han cambiado, a lo largo de la his-toria, las principales estructuras espaciales del país?¿Cuáles le parece que son las principales fuerzas queconfiguran el espacio ecuatoriano? ¿cómo se expre-san esas fuerzas a nivel local, en su municipio?

MODELOS PRODUCTIVOS Y LÓGICAS DE OCUPACIÓN DEL ESPACIO, (SIGLOS XIX Y XX)

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104 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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¿Cuáles eran las característicasdel espacio en el que las elitescriollas de la Real Audiencia deQuito, pretendían construir alEcuador a inicios de Siglo XIX?¿Cuánta conciencia tenían esaselites de la enorme diversidadregional, ambiental, étnica, cla-sista, cultural y política quetenía este espacio? Más aún. ¿Có-mo asumieron y trataron esadiversidad en función de la cons-trucción del estado nacionalecuatoriano? Con estas pregun-tas, dirigidas a la situación real ya las percepciones de los prota-gonistas, iniciaremos el primercapítulo de este texto.

Las elites de todo el mundocrearon mitos para fundar losestados nacionales. ¿Cuáles fue-ron esos mitos en el caso ecuato-riano y qué capacidad tuvieronpara integrar a la diversidadecuatoriana y crear la “comuni-dad imaginada para todos”? Estapregunta articula al segundocapítulo, que nos conduce alanálisis de la ideología de laconstrucción nacional. Ella nospermitirá calibrar la capacidadde las elites para crear la identi-dad nacional, legitimar su autori-dad y controlar el territorio, enlos inicios del estado ecuatoriano.

Sin embargo, hay claras diferen-cias entre la ideología de laconstrucción nacional y la histo-ria real. ¿Cuáles eran sus carac-terísticas, cuáles sus intereses yposiciones de los actores de laconstrucción nacional? De mane-ra específica, ¿qué era lo local, omás concretamente los poderes

locales en el siglo XIX? ¿Qué rela-ciones, alianzas y tensiones ha-bía entre estos poderes locales ylos poderes regionales que ac-tuaban en ese tiempo? Estas pre-guntas serán desarrolladas en eltercer capítulo. Su comprensiónnos permitirá evaluar el papelde los poderes locales en laconstrucción de sus “patrias chi-cas” y su articulación con lasregiones y el estado nacional.

El siglo XIX se caracterizó por unavance del poder central sobrela sociedad para crear el estadonacional. En este sentido, losprincipales impulsos y debatesestuvieron fuertemente relacio-nados con las iniciativas delpoder central para penetrar lasociedad. ¿Cómo participaron lospoderes locales en los procesosde la institucionalización del es-tado nacional entre 1830 y 1895?¿Cómo estos procesos redefinie-ron los poderes locales o cómoellos influyeron en la construc-ción del estado? Estas preguntasserán abordadas en el cuartocapítulo y redondearán nuestraaproximación a lo local como unfenómeno que tiene directaconexión con la relación entrecentro y periferia, que constitu-ye el aspecto más sobresalientede la conflictividad en el Ecua-dor del siglo XIX.

A diferencia del siglo XIX, en elque la integración nacional en-frentó a un poder central relati-vamente débil, con poderosossistemas de dominación local yregional, en el siglo XX, las cosascambiaron. El auge cacaotero,

UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

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primero, y el boom bananero,más tarde, crearon redes e in-terrelaciones económicas queredefinieron los espacios regio-nales, y los propios sistemas dedominación local que se diversi-ficaron y complejizaron. En elnivel político, la revolución libe-ral y la revolución juliana cam-biaron las relaciones entre laiglesia y el estado, minaron elabsoluto control ideológico quetenían los sectores confesionalessobre el pueblo, favoreciendo laemergencia de nuevos sectoressociales y políticos que teníanintereses más agregados que losregionales, lo cual cruzó a lossistemas de dominación locales yregionales, obligándolos a repo-sicionarse. La relación del estadocentral, las regiones y las locali-dades con la revolución liberal seanalizarán en el capítulo quinto;mientras que en el capítulo sex-to analizaremos estas relacionesen la Revolución Juliana y laépoca bananera.

A raíz de la traumática derrotafrente al Perú, el estado nacionalemprendió una decidida cruzadapor integrar a zonas todavía mar-ginales del territorio, lograndouna presencia significativa entodo el espacio, tanto desde elpunto de vista material, comonormativo. Ello fue reforzadocon el proceso de modernización,que aunque lento, retrasado yconflictivo, avanzó, especialmen-te, cuando se contaron con los re-cursos petroleros. Sin embargo,los poderes regionales y localesno desaparecieron, lograron pro-cesar estas dinámicas externas.Abandonaron sus veleidades se-paratistas y federalistas, parainscribir sus características en elpropio estado nacional, que fue

organizado a su imagen y seme-janza. Empero, tampoco lascosas terminaron allí. Con la mo-dernización, la aplicación delmodelo de industrialización porsubstitución de importaciones ylos recursos petroleros, el esta-do central se fortaleció, comonunca antes, pasando a desem-peñar un papel central en laeconomía y en la estructura dela propia sociedad. Se creó laimagen de un estado nacionalcentralizado. Ello no era tancierto. Las negociaciones secomplejizaron puesto que in-cluían a sistemas de dominaciónlocal renovados y a una serie deactores con características na-cionales. Con la crisis, el estadoperdió centralidad, y otra vez,hicieron presencia en el escena-rio los sistemas de dominaciónlocal y regional, pero esta vez,expresando una diversidad deposiciones. Lo más novedoso fuela expresión, en lo local, de unsector subalterno, los indios,que habían sido excluidos en elsiglo anterior del proceso deconstrucción nacional.

¿Cómo se dieron estas dinámi-cas? ¿Qué nuevos actores entra-ron en el escenario? ¿Cómo seremozaron los sistemas localesde dominación? ¿Cómo se combi-naron actores territoriales conactores nacionales de caráctermas bien clasista en la construc-ción del estado nacional? ¿Cómose replanteó el tema de descen-tralización y qué nuevos actoresaparecieron en el escenario trasla crisis y en medio de un nuevoproceso de implementación delmodelo neoliberal? Estas pre-guntas articulan al capítulo sép-timo.

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108 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

OBJETIVOS DE APRENDIZAJE

Al finalizar el estudio de esta Unidad, los participantes seráncapaces de:

1. Entender el papel que las localidades (las condicionesparticulares y los agentes sociales nacidos de dichaslocalidades) pueden cumplir en la conformación delespacio nacional.

2. Comprender las relaciones que vinculan la formaciónde las localidades con la formación y la historia delestado nacional ecuatoriano.

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Las elites de Quito, Cuenca yGuayaquil que lideraron el pro-ceso de construcción del estadonacional, tenían conocimientosobre la enorme diversidad regio-nal, ambiental, étnica, clasista,cultural y política que caracteri-zaba al espacio norandino en elque buscaban desarrollar su pro-yecto. Sin embargo, no valoraronpositivamente esa diversidad,porque estaban persuadidos deque ella era un obstáculo para laintegración nacional. Plantearonuna propuesta de integraciónnacional homogeneizadora quechocó duramente con la realidad.

El espacio norandino en el quese construiría el Ecuador eramuy diverso, pequeño, pero ex-traordinariamente complejo.Era y sigue siendo un país conmúltiples ambientes naturales,megadiverso como sabemos hoydía en sus ecosistemas, especiesy variedades genéticas, con di-versas identidades regionales yhasta locales, con una poblaciónsumamente heterogénea en loétnico, social y cultural; concreencias, opiniones e inclusocosmovisiones del mundo dife-renciados; con un territorio pocounificado y sin fronteras nacio-nales claras. Tal es reto del es-pacio ecuatoriano.

Para calibrar y comprender eldesafío que tuvieron los criollosque construyeron el estado

nacional, es necesario caracteri-zar al espacio norandino en lacoyuntura previa a la creacióndel Ecuador. El inicio de la co-yuntura fue marcado por la con-vocatoria a la elección de losrepresentantes de las Coloniaspara integrar las Cortes de Cádiz,que hoy se reconoce como el pri-mer gesto democrático del pro-yecto liberal que en aquelmomento logró expresarse enEspaña. Aunque asignó una re-presentación minoritaria a lasColonias, por primera vez lastrató como parte del imperioespañol y las llamó a ejercer elvoto para elegir sus representan-tes. Este gesto influyó notable-mente en los acontecimientossuscitados en Quito entre 1809 y1812, donde los criollos quiteñosformaron las Juntas Soberanaspara reivindicar su autonomía,en medio de un discurso fuerte-mente influido por el integrismoreligioso y la fidelidad al Rey(Démelas e Yves Saint Geours,1988). Tras un lapso de replie-gue, el proceso independentistamaduró definitivamente en laregión andina, polarizando elenfrentamiento con la Coronadesde 1820. Culminada la inde-pendencia, comenzó la difíciltarea de organizar los estadosnacionales. El primer intento fueel de crear la Gran Colombia. Elensayo duró poco, hasta 1830.Murió enredado en los conflictosregionales. En ese año, los criollos

109ESTADO, REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL ECUADOR, 1808 - 2000

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110 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

quiteños decidieron separarse dela Gran Colombia y emprenderpor su cuenta la construcción delestado nacional ecuatoriano,iniciando una nueva etapa,conocida en el país como la eraRepublicana.

La evaluación del espacio noran-dino entre 1808 y 1830, antes dela construcción del estado nacio-nal, nos permite analizar tanto ladiversidad como los elementos deunidad existentes para examinarcómo los criollos manejaron estoselementos. La diversidad ambien-tal del espacio norandino ha sidoanalizada exhaustivamente en laUnidad Uno. Aquí nos concentra-remos en el análisis de la diversi-dad étnica, regional y de lascreencias y opiniones existentes,así como los elementos de unidadde esa diversidad.

1.1. UUn ppaís ppluricultural

La diversidad de la poblaciónasentada en este espacio, fuemuy visible para los conquistado-res españoles, que en múltiplescrónicas, relaciones, visitas e in-formaciones lo señalaron repeti-damente. Con las informacionesde los españoles, ha sido posibleconfeccionar una lista aproximadadel número de pueblos existentesen el siglo XVI. Ellos podrían clasi-ficarse, por sus formaciones eco-nómicas, sociales y políticas encuatro grandes grupos:

a Las sociedades de sistemaseconómicos basados en archi-piélagos verticales, similaresa los andes de Puna. Estos

sistemas habrían sido impues-tos por una larga presenciatransformadora de los incas,que en un proceso gradual deasimilación, construyeron "ar-chipiélagos cerrados" comomecanismo central de accesoa los recursos productivos,aunque subsistían vestigios delas viejas estructuras norandi-nas basadas en el intercam-bio, alianza y conflicto con lasetnias de las cejas de monta-ña a uno y otro flanco de lascordilleras occidental y orien-tal. En el nivel político, habíauna gradual separación entrelos jefes redistribuidores y lasociedad, al convertir a losredistribuidores en funciona-rios adscritos a la reproduc-ción ampliada del imperio. Aestos sistemas de archipiéla-gos verticales de sociedadesmuy incorporadas al Tawan-tinsuyo, pertenecían, de mo-do genérico, los señoríos delas confederaciones paltas,cañaris y puruháes.

Las sociedades de sistemaseconómicos micro - verticalesy comerciales, que conserva-ban más nítidamente las solu-ciones norandinas para acce-der a los recursos, sin que lapresencia incaica haya logradocambiarlas profundamente.Nos referimos a la región se-rrana al norte de Puruhá, quecomprende los grandes seño-ríos Panzaleo - Quito, y la lla-mada región "Cara" de losseñoríos Cayambe - Otavalo -Carangue"9. En estos señoríos,

9 La frontera entre la zona incanizada de la Sierra central y de la de los Señoríos norte-ños resulta aun difícil de definir, parecería dibujarse más bien un continuun: una zonamuy incanizada hasta el país Puruhá; una zona de transición y de frontera movible en lazona de Quito y los Señoríos de sistemas económicos y políticos más visiblemente loca-les al norte de la cuenca del río Guayllabamba. Pero a pesar de que Quito es una zonade frontera, sus sistemas son mucho más cercanos a los de los Señoríos norteños que alos de los Andes meridionales.

La diversidad de la po-blación asentada eneste espacio, fue muyvisible para los con-quistadores españoles,que en múltiples cró-nicas, relaciones, visi-tas e informaciones loseñalaron repetidamente.

a.

b.

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encontramos tres modalida-des de acceso a los recursos:el control micro - vertical dediversas zonas de produccióna cortas distancias de susllactakuna serranas; la ocu-pación compartida, mediantealianzas simétricas o asimé-tricas, de cuencas producto-ras de artículos estratégicos;y el intercambio, alianza yconflicto con las etnias de lascejas de montaña, "los yum-bos" de ambos lados de lascordilleras (Oberem, 1978;Salomon,1980; Moreno, 1981;Ramón, 1987). Los sistemaspolíticos de estos señoríos seorganizaban aún, alrededordel redistribuidor y del paren-tesco, en los que la sociedadcontrolaba importantes hilosdel poder, aunque, estas es-tructuras vivían un procesode construcción de confede-raciones sobre la base de pro-longadas alianzas y sobretodo, un proceso de constitu-ción de una clase “elitariaintraseñorial” unida por elparentesco, que intentabaromper los hilos que la sujeta-ban a la sociedad.

Las sociedades de sistemascomerciales en la Costa no-randina, algunas de las cualescomplementaban el acceso alos recursos mediante el sis-tema de control vertical, conenclaves ubicados en la cejade montaña, compartiéndoloscon las etnias serranas. A es-tas estructuras pertenecíanlos grandes señoríos situadosentre Tacámez y Túmbez. Enesta región se destacabancinco grandes unidades socio-políticas: el señorío de Salan-gome o manteños, los huanca-vilcas, los punaes o lampunas,

los tumbecinos y los chonos.A su interior, cada una de es-tas grandes unidades teníavarios pueblos y etnias quehabían sido incorporadas ensus procesos de expansión.Los sistemas políticos de es-tas sociedades habían creadouna poderosa clase de merca-deres redistribuidores, clara-mente separados y por encimade la sociedad, configurandouna clara formación estatal.Sin embargo, a pesar de ha-ber estructurado una alianza,denominada "Liga de Merca-deres", no apareció un estadohegemónico costeño.

Las sociedades tribales situa-das en la Amazonía, las cejasde montaña de ambos ladosde la Cordillera y el ejePasto - Esmeraldas. Aunquelas formas de acceso a los re-cursos son diversas, tienendos elementos comunes: unhábitat situado preferente-mente a las orillas de los ríos,que hacen de esta vía decomunicación y acceso, elelemento central de sus mo-vimientos. El otro elementocomún, es la gran autarquía,a partir de una naturalezabondadosa que les permiteacceder a los recursos me-diante la combinación delcultivo, el semi - cultivo, larecolección y caza. Tal capa-cidad de obtener productos,permitió el desarrollo de sis-temas políticos poco centrali-zados, sociedades igualitariasllamadas por los españolesbehetrías. En este modelo desociedad descentralizada, apa-reció la figura del great man,del jefe de guerra investidocomo tal por la sociedad du-rante el período de conflicto

111ESTADO, REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL ECUADOR, 1808 - 2000

c.

d.

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112 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

para ser despojado de su au-toridad apenas superada de lasituación que le dio origen.

A.C. Taylor divide la regiónen cinco zonas: En la zonasur-occidental, entre el ríoChinchipe al Sur hasta el ríoZangorima en el norte seregistraron las siguientes et-nias: Palta - Xiroa, Rabona,Bolona, Xibaro, Bracamoro,Chirino, Perico - Patagón,Bagua y Giuarra. En la zonameridional, en la cuenca delrío Marañón, desde la cordi-llera del Cóndor al oriente, seencuentran, los jívaros (Giua-rra y Cungarapas), Candoa(maynas), Cipitacona, Potros"Chayovitas" y Xeberos. En lazona oriental, en el curso altode los ríos Santiago, Morona,Pastaza y afluentes del Tigre,se ubican los Andoas (Guasa-gas, Guallapayos o Tocureos,los Muratos o Kandoshi), losCoronados, Siona - Secoyatukano, chudavinas Oas, oOaquis - Dequacas, los Romai-na-Zapa, los Pinches, Habi-toas, Pavas, Asarunatoas, Ara-zas, Los Uspas (Ushpas au-cas), los Záparo (Gayes, Semi-gayes o Soronatoas, Nevas yComacores). En la zona sep-tentrional, en la ribera nortedel Pastaza y la rivera sur delCoca y del Napo, se encontra-rían los Tupi (Apana Menor,Omaguas, Yrimara, Yetes,Pariana), los Quijos, Cofanes,Abijiras (Aushiris o Agonis,Waoranis y Sabela), Ardas,Encabellados (tukano). Final-mente, en la zona Norocci-dental, en el río Bomboiza yel Alto Pastaza, se ubicaríanlos Huamboyas, Rabona -

Bracamoros, Xibaros, Xibarosdel Palleque y Proto Achuar 10.

En la ceja de montaña deloeste, comenzando desde elsur, ubicaríamos a los Yaznesen el curso del río Puyango(Caillavet, 1985: 155), losCampaces (Chono - Colorado)en las riveras del alto Daule,los Angamarca - Sigchos en lacuenca del Toachi (Navas,1987), los Colorados (Tzáchila)en las cuencas del Toachi -Qui-nindé, los Yumbos del Sur enlos afluentes del río Blanco,los Yumbos del Norte, en lacuenca del Guayllabamba(Salomon, 1980: 114-119) ylos Niguas en la confluenciadel Guayllabamba con elEsmeradas.

En el eje Pasto - Esmeraldas,en las cuencas de los ríos Mi-ra, Mataje, Santiago, Cayapasy Onzole, se ubicaron: losQuilcas, Litas, los Lachas, losYambas, los Cayapas, los Ma-labas (Palop Martínez, 1986:231ss). También se ubicaronotros grupos difíciles de iden-tificar como los Soncon,Ceronda, Aucaes, Oncones(Ibid: 241). Más al norte, seubicaban en la Sierra los pas-tos y hacia occidente, en elllamado "valle vicioso", los Al-tas, Nurpes, Chilangos y Sin-daguas (Ibid: 244, Moreno, S.1986: 253ss). Todos ellos te-nían cierta filiación Barbacoa,situándose al norte del ríoMira, en las cuencas del Icha-pi, Patía y Telembi. A ellospodrían agregarse los indiosMayasqueros y Pasao en lascuencas bajas del San Juan ydel Patía (Moreno,S. 1986: 258).

10 Renard - Cosevitz, Saynes, Taylor, op. Cit: La reconstrucción de este mapa étnico,fue realizado por Taylor usando documentos del Siglo XVI al XVIII.

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Durante el período colonial, losespañoles buscaron homogenei-zar a los indios para facilitar laevangelización, el cobro de tri-butos y la organización de lasmitas. Las órdenes religiosas hi-cieron un enorme esfuerzo pordifundir el quichua, como la len-gua de los indios. A pesar de queen el siglo XVI, se reconocieroncinco lenguas en las que los reli-giosos debían catequizar, en loshechos, se usó el quichua y elespañol. Ello impactó en la irre-parable pérdida de varios idio-mas como: el palta, el cañari, elpuruha, la lengua cara, la lenguade los pastos, la lengua “marine-ra” de la Costa, para mencionarlas principales. A este procesode homogeneización se sumó unhecho fuertemente devastador:la enorme pérdida de poblaciónproducida por las pestes, enfer-medades y la violencia de laconquista, que liquidaron a pue-blos enteros, o los disminuyerona tal nivel, que fue imposible sumantenimiento como pueblos,especialmente en la Costa y laselva tropical amazónica. El nú-mero de pueblos disminuyó, pe-ro aún así, los pueblos indígenaseran muy diversos cuando loscriollos comenzaban la creacióndel estado nacional del Ecuador.

Este proceso de disminución delos pueblos indios, tuvo una con-trapartida. Los conquistadoresincorporaron a un nuevo grupoétnico, a los negros traídos di-rectamente desde África, o des-de diversos sitios en los que yahabían sido esclavizados. Los ne-gros eran a su vez muy diversos,pero aquí, debieron homogenei-zarse o fundirse con pueblos lo-cales. Particular importanciatiene el grupo de negros que fu-gó de un barco negrero que

encalló en Esmeraldas, del cual,se formó el famoso reino mulatode los Illescas, Arrobes y Manga-ches, que resultó de la fusión delos negros con indios locales comolos Malabas y Cayapas, haciendomás complejo el panorama étni-co de nuestro país. De otra parte,a los nueve meses de la conquis-ta, apareció un nuevo sector, losmestizos, como producto de nu-merosas mezclas de todos losgrupos. Estigmatizado en unprincipio, tanto por indios, ne-gros y blancos, el mestizo se fueabriendo paso y creciendo incon-teniblemente. Al momento de laconstrucción del estado nacio-nal, el mestizo era ya un actorimportante al que había queincorporar. Los criollos utilizaronel “blanqueamiento”, la ciuda-danía y el alejamiento de la con-dición de indio tributario, comolos señuelos para atraer a estesector, que creció considerable-mente.

En esta enorme diversidad depueblos indios, negros, mestizosy blancos, se desarrollaron for-mas de racismo desde los gruposdominantes y aparecieron diver-sas odiosidades raciales, inclusoentre los grupos subalternos;pero también se desarrollaronformas de convivencia pluri -culturales, especialmente entrelos de abajo, hecho que consti-tuye uno de los legados másimportantes que los criollos nosupieron ver, ni desarrollar.

1.2. Un espacioregionalizado

La estructura económica, socialy política de este espacio entre1808 y 1830 era fuertemente re-gionalizada. La historiografíaecuatoriana reconoce a tres

113ESTADO, REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL ECUADOR, 1808 - 2000

La estructura econó-mica, social y política

de este espacio entre1808 y 1830 era fuer-

temente regionalizada.

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114 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

regiones claramente constitui-das: la Sierra centro - norte, laCosta y la Sierra sur. El espaciooriental es marginal y excluido,no tiene atributos de región. Cadauna de las regiones tenían varioselementos de unidad que lesdaban soporte, pero tambiénmostraban importantes tensio-nes internas entre los actoresterritoriales: regionales, provin-ciales y locales. Hagamos un ba-lance de la situación regional aliniciar la construcción del estadonacional.

La Sierra Centro - Norte en 1830,estaba integrada por las provin-cias de Imbabura, Pichincha yChimborazo. Se trataba de unespacio reconocible que teníaantiguos antecedentes, desde el“Gran Quito” en la época incai-ca, y en la jurisdicción de Quitoen la época colonial. La ciudadde Quito, además de ser la capi-tal de la República, era el centroeconómico, político y adminis-trativo de la región. Le seguíanen jerarquía dos ciudades impor-tantes, Ibarra y Riobamba, comocapitales de provincia. En el nor-te había tres antiguas cabeceras

cantonales: Otavalo, Cotacahi yCayambe. En el centro, se suce-dían seis cabeceras cantonales:Machachi, Latacunga, Ambato,Guano, Guaranda y Alausí. Estoscantones tenían 158 parroquiasal iniciar la construcción nacio-nal (Boletín Estadística, APL:131, 1841).

La Sierra centro - norte consti-tuía de lejos, la región másimportante del naciente país,aunque comenzaba a perder po-blación que se desplazaba a laCosta. Su población para 1841era de 427.430 habitantes, delos cuales, el 58.18% eran indíge-nas, el 23.08% blancos, el 17.15%mestizos y el 1.14% negros. Com-parados los porcentajes con1785, se registra una disminu-ción de once puntos en los por-centajes de población indígena yun crecimiento de quince puntosde la población mestiza, cues-tión que expresaba un procesoque se venía operando en lasciudades, que había sido repre-sado por el hecho colonial que seresistía a reconocer al mestizajey que con la independencia en-contró un espacio de expresión.

SIERRA CENTRO - NORTEEVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN 1785-1858

Fuentes: ANH,Q, Empadronamientos, C.26.Censos 776,1781 y 1785; Boletín de Estadísti-ca, APL:1841:131; Avendaño de, Joaquín, Población del Ecuador en 1858, en Nueva Histo-ria, Vol.7:51.

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Era una región que se había ca-racterizado por un dualismo rígi-do entre indios y blancos, quefuncionaba sobre todo en lospueblos y áreas rurales de fuer-te población indígena, que enlos imaginarios de los dos acto-res reproducía la separación en-tre la República de blancos conla de indios (Caillavet 2000:311-326). Este dualismo que es muyvisible en los censos de 1785 enlos que es insignificante la po-blación mestiza, tiende a cam-biar en la época republicana,especialmente en Quito, en don-de comienza a crecer una pro-gresiva identidad mestiza: eldualismo rígido se mantenía enlos pueblos (cantones y parro-quias), mientras había mayorflexibilidad en las ciudades gran-des y medianas. Los mestizos norequerían, como en la Colonia,hacer un juicio para demostrarsu identidad étnica: el estado

criollo les dio una mayor apertu-ra, al convocarlos como ciudada-nos de la República.

El Sistema de hacienda domina-ba la región. La elite terrate-niente había logrado fortalecerel control de la tierra al haberseapoderado de todos los comple-jos de hacienda de los jesuitasexpulsados en 1767. Controlabade manera directa al 49,3% deindígenas tributarios, que los ha-bía enrolado en calidad de con-ciertos o huasipungueros. El otro50,6% eran indios libres que vi-vían en los pueblos (cantones yparroquias). Sin embargo, mu-chos de ellos trabajaban ocasio-nalmente para la hacienda, comoyanaperos, arrimados o peones;otros realizaban trabajos paralos blancos y mestizos puebleri-nos y finalmente otros, habíandesarrollado estrategias de re-producción autónomas.

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INDIOS SUJETOS A LAS HACIENDAS: 1804:05SIERRA CENTRO - NORTE

Fuente: Oberem, Udo, "Indios libres" e "Indios sujetos" a las haciendas en la Sie-rra Ecuatoriana a fines de la Colonia, en Pendoneros 20, 347-349.

ESTADO, REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL ECUADOR, 1808 - 2000

A pesar de ese dominio terra-teniente, se trataba de una ha-cienda en crisis, “de refugio”,que había perdido la rentabili-dad de la producción obrajera,ganado vacuno, caña - aguar-diente y cereales que tuvo enel pasado. La hacienda no

exportaba para los mercadosexternos del Perú y NuevaGranada. Las políticas de librecomercio impulsadas por Es-paña, las crecientes exaccio-nes fiscales impuestas por laCorona y un conjunto de catás-trofes naturales (terremotos

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116 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

y erupciones) y sociales internas(viruela, levantamientos) habíangolpeado a la hacienda y produ-jeron tres efectos demográficos:migración a la Costa, ruraliza-ción de la población y disminu-ción de su peso poblacional. Lacrisis era tal, que en el siglo XIX,el mercado principal de las ha-ciendas era Quito y eran los que-sos frescos, los que lograban lamayor rentabilidad, cuestiónque mostraba la restricción delos mercados de la hacienda. Aello habría que añadir la activi-dad textil, que a pesar de estarmuy golpeada, se mantenía enunas cuantas haciendas de laSierra - norte; la cría de mulasen Chimbo, la producción de fru-tas de Ambato, la producción desal en Tomabela y Salinas de Iba-rra, la de cabuya y sus elabora-dos en la Sierra central y el algo-dón y aguardiente en los valles.

Por su parte, la Sierra - sur esta-ba integrada por las provinciasde Cuenca y Loja. Como regióntenía poca densidad histórica, esmas bien un producto de la épo-ca colonial, cuando se creó unespacio de circulación de bienesy servicios entre Cuenca, Loja,Piura y Paita - Túmbez. Para1830, tiene dos ciudades impor-tantes: Cuenca y Loja. Tiene seiscantones, con sus respectivascabeceras: Cañar, Gualaceo,

Girón, Zaruma, Cariamanga y Ca-tacocha. Se contabilizaban 56parroquias (Boletín EstadísticasAPL, 1841:131).

La población estimada para 1841era de 150.173 personas. Resultadifícil obtener estimaciones ade-cuadas sobre la composiciónétnica, debido a que la fluidezentre la población blanca y mes-tiza producida desde la segundamitad del siglo XVIII, hizo máscompleja, notablemente las esti-maciones de los propios observa-dores de ese tiempo. Con excep-ción de Cañar que tiene unaimportante población indígena yque en rigor reproduce el dualis-mo indio - blanco de la SierraCentro - norte, el resto de laregión muestra un mestizajeavanzado, sobre todo en Loja, enla que, las diferencias étnicas sehabían cruzado ya con aspectosclasistas y de estatus. El dualis-mo rígido había sido matizadopor un fuerte mestizaje que seprodujo por la llegada de gran-des contingentes de migrantesatraídos por un espacio semiva-cío como el lojano. En Cuenca, laemergencia de una sociedad va-riopinta se vivía en medio de unconjunto de nuevos adjetivos einsultos que mostraban la emer-gencia de una población distintaque no podía ser catalogada11.

11 Los insultos de "cholo", "china", "longo" "mitayo","cholo patriota", etc. estaban al

orden del día entre los cuencanos.

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE CUENCA: 1785 - 1858

Fuentes:ANH, Q, Empadronamientos C.26. Censos de 1778 (Cuenca); Villalba, 1980.Censos de 1825 y 1828; Avendaño de, Joaquín, Población del Ecuador en 1858, enNueva Historia, Vol.7:51

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EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE LOJA:1790 -1858

Fuentes:ANH, Q, Descripción de Quito, José del Corral y Narro; Avendaño de, Joaquín,Población del Ecuador en 1858, en Nueva Historia, Vol.7:51

Las estadísticas de Cuenca reve-lan la enorme dificultad que tie-nen los observadores en separara los mestizos de los blancos; entanto, las estadísticas de Lojamuestran adicionalmente, unagran dificultad de separar a losmestizos de los indios, revelán-donos una gran fluidez que se vi-ve en las adscripciones étnicas,que ya no son tan claras comopara establecer clasificacionesrígidas. Va emergiendo un pode-roso mestizaje que terminarápor absorber al mundo indígenaque se integra o queda reducidoa pequeños espacios rurales muymarginales como Saraguro, Na-bón y Oña.

En Cuenca, la principal actividadera la producción de cascarilla,que se exportaba al mercadomundial. En su producción parti-cipaba el sector privado y la RealHacienda. Otro importante ru-bro de producción eran los teji-dos de algodón que se enviabana la Costa peruana, desde la cualtraían a su vez, varios efectos deCastilla, es decir, había un sec-tor comercial significativo. Adi-cionalmente se producía ganadoy trigo para la exportación a

Guayaquil y el consumo de lasciudades (Palomeque 1994: 71).En Loja, la producción de vacu-nos que se enviaban al Perú eramuy importante y la producciónde mulares que servían para eltransporte entre el Perú y Cuen-ca (Saint Geours 1983: 216-221).La cascarilla lojana, entró encrisis a finales del XVIII. La re-gión por tanto mostraba dos rea-lidades distintas: la zona deCuenca con un precaria estabili-dad antes de la independencia yla zona de Loja, encerrada en símisma, golpeada por la crisis dela cascarilla.

La estabilidad de la economíacuencana fue duramente gol-peada por el proceso de transi-ción. Los lazos mercantilesexternos se debilitaron, Cuencase desmonetizó, debió re - arti-cularse sobre su propia demandainterna y crear su propia mone-da. La disminución de la reco-lección de cascarilla se atribuyea la pérdida del control estatalsobre el manejo de los bosquesque ocurrió con la independen-cia, cuestión que permitió alsector privado destrozar de ma-nera desordenada los delicados

ESTADO, REGIÓN Y LOCALIDADES EN EL ECUADOR, 1808 - 2000

Los datos disponibles de Cuencason extremadamente deficientesen cuanto a la clasificación étni-

ca, de manera que preferimosmanejarlos por separado respec-to a los de Loja:

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bosques, con lo cual se cortó laproducción de punta que se recu-perará recién en 1850 (Palome-que 1994: 72). Por su parte,también los textiles sufrieron lacompetencia inglesa: los tocuyosdescendieron abruptamente vein-te y tres veces, de 598.000 varasanuales en 1802 a solo 25.466 en1849; las bayetas descendieron ala mitad, de 125.700 a 63.774 va-ras en el mismo período. Tam-bién bajaron las exportaciones deganado y trigo a Guayaquil, por lacompetencia de productos ex-tranjeros, como por la desorgani-zación que produjo la transición(Chiriboga 1980).

Este proceso de debilitamientode los lazos comerciales, produ-jo una reorientación de la regiónsobre sí misma, sobre su merca-do doméstico, e incluso tuvo quedesarrollar su producción minerapara obtener dinero propio. Cre-ció la producción de maíz, ove-jas, cebada, papas, caña deazúcar y sus derivados. Se activóla producción de plata con laque se fabricó moneda de bajaley para la circulación local,cuestión que acarreará diversosproblemas de circulación de mo-neda. Crecieron y se multiplica-ron los pequeños comerciantes,que mantuvieron activas las re-laciones con Loja y Guayaquil.La feria del Cisne en Loja, seconvirtió en un espacio muy ani-mado para las transacciones delpequeño comercio, especial-mente de sal peruana, jabones,cordovanes, sedas y ropas, co-mercio ilegal que fue reprimidoy controlado a instancias de losgrandes comerciantes. Por suparte, estos últimos, reorienta-ron sus intereses a la compra detierra barata por la crisis, paradedicarla a la producción para el

mercado local (Palomeque 1983:80-84). En Loja los censos levan-tados entre 1826 y 1840 mostra-ban una provincia que producíaespecialmente vacas, cuya pro-ducción calculada en alrededorde 160.000 pesos, supera en 1,5veces a la suma de todos los pro-ductos, mostrando que, al haberperdido su papel de intermedia-ria del comercio entre Cuenca yel Perú, desarrollaba la produc-ción de vacunos para articularsede algún modo al Perú. Tambiénse mantenía la producción demulares y derivados de la cañade azúcar, que juntos llegaban a70,000 pesos (Censos 1826,1827, 1840, en Saint Geours,1983: 230-233).

La región de Guayaquil o de laCosta, estaba integrada por lasprovincias de Guayaquil y Mana-bí, con sus respectivas capitalesGuayaquil y Portoviejo. Teníasiete cantones, Daule, Babaho-yo, Baba, Punta de Santa Elena,Machala, Jipijapa y Montecristi.Se contabilizaban 32 parroquias(Boletín Estadísticas APL,1841:131). Para 1841 la pobla-ción era de 65.364 habitantes,encontrándose en un proceso depleno crecimiento desde 1793,según Laviana Cuetos (1987). Laetnicidad en la Costa tenía ca-racterísticas distintas a las hastaaquí reseñadas. Los observadoresde la época distinguen cuatro gru-pos étnicos: los blancos y los mes-tizos que son vistos como un sologrupo étnico difícil de separar,es decir, es la zona en donde mástempranamente aparece la no-ción de “blanco - mestizos” co-mo grupo unificado y dominante;“los indios” que por no tener unidioma ancestral son tambiénconocidos como cholos; los “par-dos” que están constituidos por

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mulatos, zambos, negros libres ylibertos; y los esclavos (Aráuz2000:48). Como se advierte, laclasificación incorpora etnici-

dad, clase, color y condición deesclavitud, matizando las clasifi-caciones puramente étnicas.

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EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE LA COSTA: 1780 - 1858

Fuentes: Cuetos Laviana, 1987; Aráuz, Maritza, 2000:50; Avendaño de, Joaquín, Poblacióndel Ecuador en 1858, en Nueva Historia, Vol.7:51

Entre 1779 y 1820 se produjo loque se ha denominado como el“primer boom cacaotero”, queincluía la producción y exporta-ción de tabaco y caña - aguar-diente. La exportación de estosproductos, se vio favorecida alfinal de la Colonia por la reduc-ción del almojarifazgo (impuestoa las ventas al exterior), la pro-moción de estos cultivos por laCorona, la eliminación de aran-celes en las remesas para Españay la baja de los intereses a loscréditos (Marchán 1983: 241-242).En cacao, de 40.000 cargasanuales que se exportaban en1775, se subió a 58.000 en 1780,a 87.500 en 1800, a 100.000 en1810, a 130.000 en 1820, convir-tiéndose en el primer productormundial (Hamerly 1976: 121-122). La producción de tabacosubió de 100 mil a 238.865 librasen 1836 y su precio se multiplicópor cuatro, llegando a valorarselas cosechas entre 58 mil y 69mil pesos (Marchán 1987: 243).Por su parte, la producción de ca-ña y elaboración de aguardientese benefició de la prohibición de

las importaciones de vino desdeLima y una subida en el preciode la botija, lo que permitió quela producción anual se elevarahacia 1779 a 16 mil arrobas(Ibid: 245). La producción desombreros de paja toquilla en Ji-pijapa y de sal en Santa Elenacrecieron en el período. Adicio-nalmente se producían otros ar-tículos menores como las frutas(mangos, cocos, naranjas, piñas,bananos, café y tamarindos) quese exportaban a la Costa Pacífi-ca; y productos para el mercadointerno como el arroz y caña deazúcar, ganado vacuno y caba-llar. Con ello, el volumen del co-mercio de exportación por elpuerto de Guayaquil supera porprimera vez las exportaciones ha-cia Colombia. Comienza un des-plazamiento regional de la eco-nomía hacia la Costa, inauguran-do una nueva etapa que cambia-rá radicalmente el destino de es-te espacio: Guayaquil se benefi-ciará claramente del libre merca-do, que en cambio deprimió a laproducción obrajera serrana. Elpaís comienza su articulación

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como productor de materia pri-ma para el mercado mundial,dejando atrás el proto - indus-trialismo obrajero que nos ha-bría permitido una articulaciónmás ventajosa a través de pro-ductos procesados (Miño 1993).

La producción de los diversos ar-tículos incentivó la creación delas enormes plantaciones latifun-distas alrededor del río Guayas ysus afluentes. Los mecanismosde apropiación fueron diversos,pero se usó principalmente la“denuncia” de sitios baldíoscolindantes al núcleo principal,para obtener la legalización res-pectiva. Al lado de estas enormespropiedades, que llegaron a pro-ducir entre 100 mil a 325 mil ma-tas de cacao cada una, existíanmedianas y pequeñas propieda-des de producción diversificada.La fuerza de trabajo de las plan-taciones fue constituida por “in-dios y mestizos migrantes del li-toral y la Sierra” bajo modalida-des precarias como la “sembra-duría o finquería” y la “aparceríay mediería”. “La diferencia en-tre estas dos modalidades eraque en la primera el propietariovendía a crédito una parcela alcampesino, mientras que en lasegunda el latifundista retenía lapropiedad de la tierra, dándolasolo en usufructo al aparcero”(Mills 1983:154). Se creó una cla-se dominante que controlaba to-do el espacio, constituida porpoderosos dueños de plantacio-nes, que tienen una enormefuerza de negociación con lasotras dos regiones, a pesar deque la población a la que repre-sentaban aún era pequeña.

El Oriente o Amazonía ecuatoria-na mostraba entre 1770 y 1840,

un “acentuado decaimiento delos establecimientos coloniales,el fraccionamiento del frentemisionero y una carencia totalde poderío y de control central.Es también el momento en quesurgieron en la región intensasrivalidades entre los dos virrei-natos y luego entre las dos na-ciones Perú - Ecuador. De formacorrelativa, este período se ca-racterizó por un lento aumentodemográfico y por cierta expan-sión territorial de las sociedadesindias que sobrevivieron” (Taylor1994: 20-21). En efecto, las al-deas amazónicas se quedaronsemivacías de blanco mestizos,los franciscanos fracasaron en suintento por recuperar las misio-nes jesuitas, los poderes políti-cos quiteños no mostraban inte-rés alguno por incorporar a estazona, a diferencia de la planifi-cada presencia peruana y portu-guesa que se afincó en la mayorparte del territorio que supues-tamente pertenecía a la Audien-cia. En contrapartida, los gruposétnicos amazónicos lograron uncierto crecimiento demográfico,perceptible en el retorno parcialal control de las orillas de losgrandes ríos abandonados en elsiglo XVI y la aparición de nuevoslugares de asentamiento. En ver-dad, los indios no buscaban, se-gún Taylor, eliminar a los blancomestizos, sino que haya una po-blación pequeña y controlablecon las cual realizar intercam-bios para acceder a algunos bie-nes útiles (ibid: 34-39).

Para 1830 - 40, el Oriente estabacompuesto por dos cantones:Macas y Quijos, dependientes delas provincias de Chimborazo yQuito respectivamente. No cons-tituían en ese momento una

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región, eran un hinterland de laSierra. Para 1830, se calculabauna población de 9.000 habitan-tes. La etnicidad en esa zona,presentaba un dualismo radical-mente rígido: blancos e indios,sin mediaciones de mestizaje.Su participación en la construc-ción del estado nacional fue muymarginal.

1.3. Una diversidad deopiniones y creencias

Las diferencias de opiniones ycreencias políticas entre blancos,mestizos, indios y afro - ecuato-rianos, eran sin duda alguna muyprofundas, aludían incluso a suscosmovisiones. Sin embargo, de-bido a que los mestizos, indios ynegros fueron excluidos del pro-ceso de construcción nacional,estas diferencias no se expresa-ron en lo político. Esta diversidadse expresó en el eje territorial,como diferencias de opiniones ycreencias entre las elites regio-nales y locales. Lo interesantede estas diferencias, es que ellasno expresaban únicamente losintereses regionales, sino, dife-rencias de visión según el gradode influencia del pensamientotradicional, el grado de seculari-zación y de penetración del pen-samiento racional moderno.Varios debates políticos, en tor-no al tipo de estado federal ounitario, así como al nivel decentralismo y el descentraliza-ción en el régimen administrativo,que constituyeron los principalestemas de la época, se relaciona-ron con estas concepciones.

La Sierra centro - norte estabaarticulada por una misma clasedominante de carácter latifun-dista que compartía intereseseconómicos, relaciones familiaresy tenía percepciones ideológicas

similares. Muchos terratenientesque vivían en Quito, tenían pro-piedades en toda la región. Sinembargo, también se podía re-conocer elites locales en Ibarray Riobamba que tenían su resi-dencia en esas localidades. Laelite de Riobamba actuaba mu-chas veces como “una especiede zona tapón atraída progresi-vamente por la Costa” (SaintGeours 1994:145). En los canto-nes también había pequeñaselites pueblerinas que teníanalgunas diferencias con las eli-tes regionales, ellas jugarán unpapel significativo en la cons-trucción de los pueblos y en lanegociación con el GobiernoCentral. En lo ideológico, las eli-tes regionales se percibían comoblancos criollos, despreciabanprofundamente a los mestizos,indios y negros, cuestión que lesimpidió crear una idea de “co-munidad imaginada” común conlos chagras, longos e indios.Tampoco tenían los suficientesrecursos financieros para articu-lar hegemónicamente a los su-balternos, más aún, atravesabanpor un momento de profundacrisis, pero en cambio, compar-tían con el pueblo profundossentimientos católicos, un “inte-grismo religioso” como destacaYves Saint Geours, muy ancladoen el pensamiento tradicionalde “antiguo régimen” que lespermitió mantener el controlpolítico e incluso movilizar a lossectores populares en diversasocasiones alrededor de ideariospolítico - religiosos, como en lasJuntas Soberanas de 1809-1812.

A diferencia de la Sierra centro -norte, en la Sierra Sur, no existíauna clase dominante única conintereses regionales: Cuencatenía una elite local, Loja la

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Las diferencias de opi-niones y creencias po-

líticas entre blancos,mestizos, indios y afro

- ecuatorianos, eransin duda alguna muy

profundas, aludían in-cluso a sus cosmovi-

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suya propia, e incluso cada can-tón tenía una pequeña elitepropia. La ausencia de una eliteregional consolidada, estabarelacionada con varias explica-ciones:

la región tuvo una secular fal-ta de fuerza de trabajo por eldescenso poblacional que ex-perimentó, de manera que lahacienda dispuso de escasamano de obra;

el tipo de suelos favoreció laactividad pecuaria, la produc-ción de ganado y mulas, quefueron más importantes quela actividad agraria, de mane-ra que esta producción teníasus momentos de auge cuandohabía un activo comercio; y

el otro tipo de producción dela región, era muy contin-gente (minerales y cascarilla)que funcionaban de maneraintermitente y muy sujetos ala casualidad. Estas caracte-rísticas del manejo económico,no les permitió, ni interesó en-rolar a inmensas cantidades deconciertos en los predios delas haciendas. En Loja, porejemplo, en 1804, de los2.832 tributarios, los terrate-nientes apenas habían incor-porado a sus haciendas a 465,es decir, el 16% (Oberemop.cit: 349), vale decir, laclase dominante latifundistano tenía ni el poder económicopara enrolar a una importantepoblación, ni para aseguraruna actividad económica esta-ble. El sistema de haciendas,

si bien era importante, no te-nía la fuerza suficiente paraarticular a todo el espacio.Había un numeroso sector decampesinos medios, comer-ciantes y artesanos con ciertacapacidad económica inde-pendiente. Por ello fue nece-sario, que la Iglesia asumierael papel de verdadero articu-lador de la sub - región entérminos ideológicos.

Esta constitución muy local delas elites, que en el caso deCuenca, llegaron únicamente atener propiedades en un máximode dos cantones (Palomeque1994:126), los llevó a tener riva-lidades, incluso entre munici-pios. A nivel regional, se dieronimportantes rivalidades entre laselites de Loja y Cuenca, que in-cluso se expresaron en 1826en labúsqueda de autonomía de Lojafrente al Departamento delAzuay o negociar su pertenenciaa Guayaquil12. A pesar de esa ri-validad entre las elites, habíasignificativos lazos familiaresentre cuencanos y lojanos, debi-do a que, buena parte de la po-blación que se asentó en Loja enla segunda mitad del siglo XVIII ycomienzos del XIX, provenía deCuenca. Muchos comerciantes,mineros y terratenientes deCuenca, Loja, Piura eran empa-rentados, pero en muy contadasocasiones lograron expresionesunificadas. Aunque no se dieronmovimientos de integrismo reli-gioso, también la clase terrate-niente compartía con su puebloprofundas convicciones católi-cas: la Virgen del Cisne ya había

12 Para la Convención de 1826, el delegado de Loja José Félix de Valdivieso, fue en-viado con claras disposiciones de obtener una Intendencia propia en lo civil y un Obispa-do en lo eclesiástico, o en último de los casos, negociar su relación con Guayaquil. Taleran las disputas entre las dos elites, que tenían pocos elementos de unidad.

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sido convertida en un icono re-gional, cuyas fiestas y ritualeseran organizadas por la iglesia,institución que vinculaba real-mente a la clase terrateniente.Por tanto, funcionaba un controlpolítico muy evidente inspiradoen el pensamiento tradicional, apesar de la debilidad económicay del localismo de las elites quetampoco tenían capacidad hege-mónica.

En la Costa, específicamente enGuayaquil, había surgido un sec-tor comercial de fortunas consi-derables, calculadas entre 40 y200 mil, aunque modestas com-paradas con las de otros puertos,dedicados a una serie de activi-dades, como la producción yexportación del cacao que era laactividad predominante, la ex-portación de cascarilla, tabaco,madera y algunos textiles deQuito. También se dedicaban ala industria naval y algunos pro-ductos menores como hene-quén, cera, sombreros de pajatoquilla y otras artesanías. Losproductores y comerciantesguayaquileños se habían benefi-ciado de las Reformas Borbóni-cas impuestas por la Corona queimpulsaron la liberalización delcomercio y la expansión de loscultivos de exportación. Tam-bién se beneficiaron de los aran-celes bajos para la exportaciónde cacao y había surgido un ac-tivo contrabando. De esta situa-ción de bonanza, se derivó suinicial apoyo al régimen españolen los sucesos de 1809 y 1812cuando los quiteños sublevadosorganizaron las Juntas de Go-bierno, posición que reciéncambió diez años más tarde,muy presionados por los hechosirreversibles de la independen-cia (Anhalzer 1997).

Se trataba de una clase domi-nante de nuevo tipo, diferente ala de la Sierra. Era una clase quecreía en el libre comercio y en lainserción en el mercado mun-dial. Tenían menos prejuiciosraciales, puesto que, las dife-rencias estaban marcadas por laposición clasista. En este sentidoeran más abiertos a las relacionesinterétnicas, a punto que teníanrelaciones más fluidas con lossectores subalternos. Anhalzerseñala que en el Puerto “bullíanpersonas de todos los colores,estratos sociales, ocupaciones yprofesiones. En las plantas ba-jas, las tiendas y pulperías seveían atestadas de compradoresy vendedores que “hablaban co-mo cotorras”, pues los guayaqui-leños tendían a hablar mucho y agritos. Los inquilinos habitabanel primer piso y los dueños lospisos altos”. Adrian Terry, un via-jero de principios del siglo XIX,llamó la atención sobre la “fuer-te pasión por la vestimenta, pa-ra cuya satisfacción aprovecha-ban cada oportunidad”, el senti-do del humor, la comprensiónaguda y rápida que caracteriza-ba a los porteños. Sin duda algu-na, las elites guayaquileñas es-taban más cercano a una con-ducta secularizada, racional ymoderna, que le diferenciabaclaramente de las serranas.

1.4. ¿Habían elementos deunidad de la diversidad?

Cuando analizamos las diversida-des del espacio norandino en elque los criollos construyeron alEcuador, daría la impresión deque fue un país inventado, unconjunto de pedacitos mal cosi-dos que se separarían al menorsoplo. Lo sorprendente es quetal cosa no ocurrió, a pesar de

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Cuando analizamos lasdiversidades del espa-

cio norandino en elque los criollos cons-truyeron al Ecua-dor,

daría la impresión deque fue un país inven-

tado, un conjunto depedacitos mal cosidos

que se separarían almenor soplo.

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las más de cien batallas y de lacantidad de sangre y muertosque corrieron por los campos ycalles en la dolorosa historia deenfrentamientos que se produje-ron en el proceso de construc-ción nacional. Mas allá de lasideologías que utilizaron loscriollos para unificar al país des-de arriba, y que las analizaremosen el siguiente capítulo, nos pre-guntamos si existían elementosprofundos de unidad, que apesar de no haber sido potencia-lizados por los criollos, pudieronjugar como telón de fondo favo-rable a un proceso de unidad dela diversidad, a pesar de los tor-pes enfrentamientos protagoni-zados por las elites. Preguntamuy compleja, que nos invita arealizar una lectura al contrariode la que hemos hecho hastaaquí, para enfatizar la unidad enla diversidad: ¿qué unía a los ha-bitantes de este espacio?

Si arrancamos por el análisis delambiente, el espacio norandinoentre Pasto y Cajamarca es clara-mente diferente del resto de losandes. La humedad, la nubosi-dad, la ausencia de estacionesmarcadas, la sucesión de pisosecológicos en distancias cortas,la presencia de bosque húmedosen ambos lados de las cordilleras,las pocas y discontinuas heladas,los valles estrechos y el verdor desus paisajes son ciertamente ele-mentos que nos diferencian delresto de los Andes, y a su vez nosunifican internamente con un en-torno natural de identidad quemarca de manera profunda nues-tro sentido de pertenencia.

Pero no solo ello. En esta sub - re-gión norandina o de páramo, sussociedades idearon soluciones

idiosincráticas, originales yadaptadas a este espacio único ydiferente. En el pasado abori-gen, las sociedades serranas, porejemplo, manejaban simultá-neamente el acceso a diversospisos y nichos ecológicos micro -verticales, el comercio a corta ylarga distancia y el control mul-tiétnico de cuencas cálidas. Estasolución es claramente diferentea las que se desarrollaron en elresto de los Andes: este espacioaparece como un sitio de en-cuentro, como un chaupi, entrelas soluciones surandinas y lasmesoamericanas, reunidas demanera muy original. En lo polí-tico también la originalidad deestas sociedades se manifestóclaramente. La construcción delestado en los grandes señoríosétnicos no adoptó la forma de laconquista como en el Perú yBolivia, sino la construcción deelaboradísimas confederacionesque incluían alianzas para es-tructurar redes de comercio, pa-ra compartir cuencas hídricas,casamientos de las elites y elintercambio de hijos para lacrianza entre señores étnicos,cuestión que nos muestra que encondiciones de relativo equili-brio de señoríos, se prefirió lavía diplomática de consensos yalianzas.

Estas soluciones norandinas nofueron completamente abando-nadas por las haciendas colo-niales. Los famosos juegos ocomplejos de haciendas queconstruyeron los jesuitas, o losgrandes terratenientes, repro-dujeron el control simultáneode varios pisos ecológicos, losintercambios entre zonas diversaspara evitar al máximo las eroga-ciones monetarias y rentabilizar

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la producción que salía al mer-cado. Por ejemplo, en la Sierranorte, los jesuitas tenían uncomplejo regional que integrabalas haciendas de altura de Can-gahua, Cayambe y San Pablo pa-ra la producción de lana, granos,vacunos y papas, es decir, produ-cían la materia prima de lostejidos y artículos para el abas-tecimiento de los trabajadoresde todas las haciendas. En lashaciendas de valle caliente delChota - Mira producían caña yaguardiente, en tanto, en las devalle temperado de Otavalo, Co-tacachi, San Pablo y Agualongoproducían maíz y tejidos. Se in-tercambiaban las produccionesde todas las haciendas paraeliminar los gastos en la manu-tención de los trabajadores, seproducían artículos de mayor va-lor agregado para llevarlos almercado como el aguardiente,la panela y los tejidos, obtenien-do cuantiosas ganancias (Coro-nel 1991: 119-120). Esta mismaracionalidad productiva, la lo-graron en menor escala, losgrandes hacendados que teníanpropiedades que controlabandiversos pisos ecológicos. La ha-cienda Guachalá de Cayambe,por ejemplo, que en 1762 tenía1.008 caballerías realizaba cincoactividades básicas: la produc-ción de textil de jerguetas, baye-tas, lienzo y paño; la producciónde ovejas para la producción delana; la producción agrícola decebada, maíz, trigo, papas, arve-jas y lentejas orientadas al man-tenimiento de la fuerza de traba-jo; la producción quesera, devacunos y cerdos para venderlaen Quito; y la producción demulares para el transporte. Lahacienda fue dividida en tresgrandes zonas de producción

por pisos ecológicos: en el vallela producción textil, la quesería,el ganado de engorde, la produc-ción de maíz, trigo y leche; en laceja de páramo la producción decebada, papa, arveja y lenteja;y en los páramos el pastoreo deovejas, vacunos y mulares(Ramón 1987: 239-254).

También debemos reconocerque, a pesar de las más de cienbatallas libradas entre ecuato-rianos, cuando ya se disolvía elpaís, siempre se buscó la alian-za, como en los tiempos aboríge-nes. En este punto, actuaronmuchas veces los lazos familia-res entre las elites regionales, yen otras ocasiones, el relativoequilibrio y debilidad de las re-giones, en las que todos sabían,que era imposible imponer porla fuerza una hegemonía. A pe-sar de los débiles lazos económi-cos entre las regiones, los ejesde circulación entre Quito yGuayaquil, entre Cuenca, Loja yGuayaquil de alguna manerafuncionaron.

Es bien cierto que los acentos delhabla de los guayaquileños, cuen-canos, lojanos, quiteños o pastu-zos son diferenciados, pero nodebe olvidarse que, en el pasadoaborigen la mayoría de las len-guas tenían origen macro - chib-cha o arawak en el caso de laAmazonía, que luego el runasimio kichwa tuvo un sabor muy no-randino, diferenciado del kechwasureño, y que en el español se ins-cribieron todos estos elementosanteriores. Para alguien de fuera,los ecuatorianos hablamos muyparecido, “los monos” nos llamanlos peruanos, para destacar esedejo norandino que caracteriza alos habitantes de este espacio.

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Algo menos conocido, pero mu-cho más importante en la unidaddel país profundo, son los ele-mentos de convivencia desarro-llados por los grupos subalternos,lo que actualmente denomina-mos la pluri - culturalidad. Esterasgo es muy antiguo. Los gruposserranos aborígenes de este es-pacio aceptaban como sus igua-les a los yumbos de la selva conquienes intercambiaban y hastase unían en matrimonios, cues-tión que por ejemplo, no eraaceptable para los incas. Estasrelaciones de igualdad entre se-rranos y yumbos se mantuvieronen la colonia. Frank Salomon haestudiado las relaciones entre losseñores de Alóag y los Yumbosdel Sur (Ailluriquín y Santo Do-mingo de los Colorados), quefueron sorprendentemente ar-moniosas, aceptables para losyumbos que inclusive les permi-tieron pagar cumplidamente lostributos, cuestión que no habíanlogrado los españoles, ni siquieralas órdenes religiosas (Salomon1997). Las formas de convivenciaentre los diversos están por in-vestigarse, hace falta una relec-tura por ejemplo, de las grandessublevaciones andinas, como lade Otavalo de 1777 que al llegara Agualongo, contaba con unamplio respaldo mestizo. ¿Quéhabía detrás de esta alianza en-tre mestizos e indios?. Convienerevaluar las relaciones fluidasentre las castas en las ciudadesque hacía difícil toda clasifica-ción étnica, o el papel de muchasmujeres indígenas de la ciudad,que tenían un abanico de hijosde padres de diversa condiciónétnica. Démelas y Saint Geourshan llamado la atención sobre elfuncionamiento de “redes verti-cales” en la sociedad quiteña,

que enlazaban a los criollos conlos sectores populares, cuestiónbien diferenciada a los casos dePerú o México (1988:25). Tam-bién funcionaba la idea de la“violencia limitada”, por la cualse prefería enviar al exilio a ene-migos políticos antes que ejecu-tarlos: la ejecución siempre fueuna medida extrema mal vistapor la sociedad.

Otro aspecto de unidad, fue sinduda el de la religiosidad, leídaen su complejidad. Nos referi-mos tanto al integrismo religiosode las elites serranas, que llega-ron a imaginar una utopía reli-giosa que aspiraba crear en esteespacio la “verdadera religión”lejos de la corrupción europea.Con esta propuesta, cientos decuras movilizaron al “pueblocatólico” y a las elites en los su-cesos de 1809 y 1812, que en-contraron un punto de unidad, apesar de sus grandes diferencias(ibid: 85-96) Pero la religión to-có otros aspectos todavía másprofundos: el barroco de los je-suitas, el milenarismo de losfranciscanos, integraron de ma-nera sincrética muchos elemen-tos de la religiosidad andina:cruces de quishuar, el árbol sa-grado de los andes, sobre huacasandinas; panes convertidos enmomias para celebrar el día dedifuntos con rezos incluidos; ex-votos pintados con vírgenes quesimulaban a la pachamama; SanJuan degollado para ser integra-do en los rituales de sangre delas cosechas para propiciar lafertilidad, en fin, un mundo desincretismos que produjeronencuentros entre españoles,mestizos, indios y negros que ma-tizaban las grandes diferenciasétnicas, clasistas y regionales quehabíamos anotado.

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Como hemos dicho, las elites detodo el mundo crearon mitos pa-ra fundar los estados naciona-les. Los mitos de la construcciónnacional, resultaban más poten-tes si lograban reforzar en lapoblación la idea de una “comu-nidad imaginada” para todos. Enel Ecuador, las elites produjeronvarios mitos para crear la nacióndesde arriba. Sin embargo, fue-ron mitos elitistas, algunos neu-tros y de compromiso, otros parajustificar la exclusión de las ma-yorías o para apropiarse de lahistoria india. Ello les restófuerza y capacidad integracio-nista, pero aún así fueron sufi-cientes para fundar el país,mantener una relativa unidadde las elites e incluso paraatraer a buena parte de la po-blación blanco - mestiza a eseproyecto.

2.1. Un nombre decompromiso

Resulta bastante extraño e intri-gante que se haya bautizado conel nombre de Ecuador a un espa-cio que nunca se había identifica-do con tal denominación. ¿Cuán-to perdimos y cuánto ganamoscon el nombre Ecuador? se hanpreguntado insistentemente loshistoriadores. Para muchos lesresultaba incomprensible unadecisión tan poco fundada en lahistoria. Varios de ellos debieronaclarar las confusiones que

produjo y sigue produciendo es-te nombre tan ecuatorial, tantropical, tan anodino. ¿Cómo fueposible que escogieran estenombre? ¿De dónde salió seme-jante idea?.

Enrique Ayala sugiere que la de-signación de Ecuador a nuestropaís, fue el resultado de un actode compromiso entre las elitesregionales. La elección de unnombre neutro, sin historia, decarácter eminentemente geo-gráfico, fue un mero compromi-so de las elites para que losrepresentantes de los Departa-mentos de Guayaquil y Cuencano se sintieran avasallados porel predominio de Quito, a la queconsideraban solamente unaparte del país que se fundaba.Aunque el espacio se denomina-ba Real Audiencia de Quito, lospoderes regionales, no teníanuna clara identificación con esenombre, estaban preocupadospor el equilibrio regional de losactores. Tampoco por esos años,1830, circulaba todavía la ideade que el fundamento históricodel Ecuador era el Reino de Qui-to, por tanto, ni los guayaquile-ños, ni los cuencanos se sentíana esa altura identificados conese mítico reino. Aunque el tex-to de Juan de Velasco que argu-mentaba sobre la existencia delReino de Quito ya estaba escrito,sin embargo, no había sido toda-vía apropiado e interpretado

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Resulta bastante extra-

ño e intrigante que se

haya bautizado con el

nombre de Ecuador a

un espacio que nunca

se había identificado

con tal denominación.

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como fundamento histórico13.Por esta razón, acudieron a unnombre extraído de los estudiosde los geodésicos franceses quehabían medido el meridiano dela tierra un siglo atrás, que alu-día a un hecho geográfico, im-portante, pero no específico,puesto que de la línea ecuatorialparticipan muchos países. A pe-sar de ello, el nombre encontra-do se impuso por su neutralidad.

2.2. El mito del Ecuadorcomo continuidad del Reinode Quito

El padre Juan de Velasco habíasustentado en 1789 la idea deque el territorio ocupado por laReal Audiencia de Quito desde1563, no provenía de una arbi-trariedad española por crear au-diencias con límites antojadizoso guiados por la mera racionali-dad administrativa, sino, esteterritorio tendría una justifica-ción histórica, sociopolítica ycultural, al haber sido asientodel Reino de Quito. De este mo-do, la Audiencia no era sino unacontinuidad del Reino de Quitoque habría sido fundado por losScyris y continuado por Atawalpatras un lapso de adscripción su-bordinada al Tawantinsuyo, yque la lucha con su hermanoWascar sólo pretendía recuperarlos territorios del antiguo Reino.

El territorio que Velasco señalapara el Reino de Quito se exten-día por la Sierra, desde "Huaca,Dehuaca y Tusa" en el norte, has-ta "Ayabaca y Calbay" en el sur;y en la Costa, desde "Tacamez"en el norte, hasta "Tumbez" en elsur, unidos "en un solo cuerpo,en la tercera época de la anti-güedad, con el nombre de Reinode Quito". A este territorio bási-co los españoles, con la conquis-ta y creación de la Audiencia deQuito, le habrían agregado otrasprovincias por el norte y eloriente, de modo que la Audien-cia de Quito limitaría en el nor-te con "el Reino de Granada, enAntioquía"; por el sur "con el Rei-no de Lima en Jaén de Pacamo-res, Muniches y Baradero"; por eloriente confina con los "dominiosde Portugal en río Yavari"; y porel poniente "con las Costas delMar Pacífico" (Velasco 1967). Ve-lasco veía una continuidad totalentre el Reino de Quito y la Au-diencia de Quito, a pesar delcorte colonial.

A muchos lectores les pareciósospechosamente curioso el he-cho de que los límites de la RealAudiencia de Quito, coincidierancon los territorios que Velasco fi-jara para el Reino de los Scyris, sitomamos en cuenta que las fuen-tes tempranas son muy discuti-bles cuando se refieren al "Reinode Quito", peor para señalar

13 La primera edición del Reino de Quito de Juan de Velasco se realizó en Francia en1840. En 1841 Agustín Yerovi realizó una edición ecuatoriana. En 1847 Nicolás Espinozay Agustín Yerovi iniciaron la recopilación de materiales para continuar la historia deVelasco en la época republicana. Será Pedro Fermín Cevallos el que en 1855 incorporalas principales tesis del texto en la perspectiva de la construcción nacional.

La Audiencia no erasino una continuidaddel Reino de Quitoque habría sido fun-dado por los Scyris ycontinuado por Ata-walpa tras un lapso deadscripción subordina-da al Tawantinsuyo, yque la lucha con suhermano Wascar sólopretendía recuperar losterritorios del antiguoReino.

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límites tan precisos. Debieronpasar algunos años de intenso de-bate14, para entender que elpropósito real del padre Velascoera más político que histórico;buscaba fundar una tesis centraldel pensamiento nacional crio-llo: la idea del territorio condensidad histórica y cultural so-bre el que podía levantarse unestado nacional15. En este senti-do, Velasco resultó un adelantadodel pensamiento criollo construc-tor del estado nacional, al dotarde fundamento histórico a eseproyecto, argumentando su legi-timidad, a tiempo que transferíaa los criollos la idea de su conti-nuidad. Era la lectura que esageneración de criollos precisabadel pasado aborigen y colonialpara justificar su proyecto. Loscriollos se asumieron como here-deros y continuadores de losScyris, puesto que eran ellos, yno los indios, los sectores conpotencialidad para llevar ade-lante ese proyecto, en la tesisde Velasco.

Las investigaciones históricashasta aquí realizadas, no han en-contrado pruebas concretas sobrela existencia del Reino de los Scy-ris. Velasco exageró, manipuló,

hasta llevarlo a los límites de laReal Audiencia, el proceso decreación de confederaciones quevivieron los señoríos y los alinea-mientos que se dieron en lasguerras dinásticas. En ambos ca-sos, ni en la etapa de las confe-deraciones preincaicas, comotampoco en los proyectos que semovieron detrás de Atawalpa enel enfrentamiento con Wascar,se aglutinó a todos los señoríosque pertenecieron luego a la Au-diencia de Quito. En verdad, laidea de la existencia de un Reinode Quito, antes de la venida delos incas, era el mito históricoque necesitaban los criollos paradarle raíces en el tiempo a suproyecto. La construcción de es-te mito se cocinó entre 1847 y1855, y fue finalmente elabora-do por el historiador guayaquile-ño Pedro Fermín Cevallos. LaHistoria del Ecuador que publi-cara Cevallos en 1855 (Cevallos1971), plantea que su propósitoes “unir y encadenar la historiaantigua de mi patria con la mo-derna”, para lo cual, “he casiextractado una parte de la delReino de Quito, escrita por elpresbítero Juan de Velasco". Conello, Cevallos trazó una claracontinuidad entre la historia

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14 Las ideas de Velasco, desataron el más largo y candente debate que dominó la li-teratura del 30-60, enfrentando a conservadores con liberales. Sin embargo, aunque segastó mucho papel y corrió mucha tinta, el debate fue poco productivo, cruzado pordeterminaciones ideológicas que más bien lo entorpecieron. Esa literatura ensayista ra-yana en el manifiesto político, recién fue superada en la década de los 70, con trabajoscomo el de Roig et.al. que replantearon el debate sobre la cuestión nacional, situandocon mayor acierto el pensamiento de Velasco.15 La idea del territorio había sido ya cartografiada por otro criollo, don Pedro Maldo-nado en su "Carta de la Provincia de Quito y de sus adyacentes" en 1750. Velasco la argu-mentará históricamente.

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antigua de los Scyris y de Ata-walpa, con aquella que comen-zaban a crear con sus propias ma-nos16. La ideología criolla preci-saba en aquel momento plantea-mientos de unidad territorial,una historia común, una homo-geneidad histórica, un ordenproducido por los hombres due-ños de su propio devenir: el mi-to cumplía su rol político.

2.3. La República comomito fundacional ycomo utopía

Juan Maiguashca propone quelos criollos utilizaron la idea de“república” como un mito fun-dador y como utopía para unifi-car a la nación. “Como mito fun-dador, la república se refirió a larevolución independentista comoun hecho anticolonial. Es decir, alcontrario de lo que sucedió enFrancia, donde el republicanismotuvo que ver con una oposiciónde clase, en la América Latina yen el caso concreto del Ecuadorel republicanismo significó laoposición nación contra imperio.De este modo, la república fueuna especie de partida de naci-miento de los pueblos latinoa-mericanos y, como tal, enfatizóel aspecto unitario más que losconflictos internos de las nuevasnacionalidades.

Como utopía, la república postu-ló un imaginario político, legal ysocial, basado en los principiosde libertad e igualdad. La fun-ción de este imaginario fue el deinspirar y guiar la construcción

de un nuevo orden social quecon el tiempo reemplazaría alorden jerárquico de la colonia”(Maiguashca 1994: 372-373).

Esta larga construcción del nue-vo orden social como utopía,atravesaría en el siglo XIX portres períodos:

entre 1830 y 1845, bajo losregímenes de Flores y Roca-fuerte, se expresó como unideal político jurídico en elque se buscó institucionalizar,en la retórica más que en larealidad, los principios desoberanía del estado o la na-ción, el sufragio popular co-mo método para designar losórdenes estatales, la separa-ción de poderes, el régimenpresidencialista, la idea degobierno responsable y alter-nativo, y las garantías civiles;

entre 1845 y 1861, con laemergencia de un sector so-cial menos aristocrático quemovilizó a sectores mediosblancos y mestizos, “los mar-cistas” liderados por Urvina,imprimieron un ideal econó-mico social al republicanismo,reinvindicando el concepto deigualdad, cuestión que permi-tió importantes reformascomo la emancipación de losesclavos en 1854 y la aboli-ción del tributo de indios en1857; fomentaron la educa-ción básica para cambiar lascostumbres jerárquicas delpasado colonial para crear una“familia política ecuatoriana”

16 El liberal Roberto Andrade, dirá de Pedro Fermín Cevallos, que "fue patriota, honrado,estudioso, observador, hombre de buen criterio; pero en extremo pusilánime" (1982: 64).

Juan Maiguashca pro-pone que los criollosutilizaron la idea de“república” como unmito fundador y comoutopía para unificar ala nación.

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más igualitaria, y en lo eco-nómico, promovieron “el li-bre comercio” para segúnellos, combatir a los monopo-lios económicos y permitir laincorporación de las clasespopulares; y

entre 1861 y 1875, el republi-canismo al encontrar severoslímites en su aplicación porla vía de la modernizaciónsecularizadora, se transfor-mó con García Moreno en unideal ético religioso, que seplasmó en su idea de crearuna “república católica” pa-ra impulsar la “modernidadcatólica”. En esta república,García buscaba que la legiti-midad de la autoridad y delas instituciones derivaran dela ley religiosa y no solo de laley civil, y que la “identidadcolectiva” se fundamentaraen las creencias religiosas, el“pueblo cristiano” y no en lasideas seculares de igualdad ofraternidad (ibid: 373-390).

A lo largo de estas etapas, suby-ace como mito unificador la ideade la construcción de la repúbli-ca como utopía, como forma dearticular a una patria que lasabían “tan dividida por losintereses y pasiones de los par-tidos, de localidades y derazas”, como lo señaló GarcíaMoreno en su Mensaje a laConvención Nacional de 1869.

2.4. El mito de lapotencialidad política de loscriollos y el envilecimientode los subalternos

Reuniendo todos los elementosdel pensamiento criollo que fun-dó el estado nacional, estamosseguros que las elites conocían

perfectamente que existían cla-ras diversidades étnicas, regio-nales, clasistas y de opiniones enel Ecuador. Mas aún, considera-ban que ellas dividían al país,como lo señaló García Moreno.Sin embargo, no evaluaban comopositivas tales diversidades, bus-caban uniformizarlas y estabanconvencidos de que los sectoressubalternos, portadores de talesdiferencias, debían ser unifor-mizados puesto que no teníanningún potencial político paraplantear o constituir una alter-nativa para pensar el país. Ellodio lugar a un nuevo mito: laidea de que la potencialidad his-tórica residía en el pensamientode las elites y que el Ecuador erauna “nación uniforme”.

La idea de que la potencialidadhistórica residía en las elitescriollas, fue planteada tambiénpor Juan de Velasco, el jesuitacriollo que escribió la primerahistoria de Quito en 1789, queseñaló categóricamente que losúnicos que tenían potencial his-tórico eran los blancos criollos,en tanto los indios, mestizos,negros y mulatos no tenían nin-guna potencialidad política, es-taban totalmente envilecidos(Velasco 1977: T. I: 357). Estaidea de profundo raigambre co-lonial, expresaba un proceso dedesvalorización de lo indio im-plantado desde la conquista: losconocimientos, las creencias ylas prácticas indígenas, y por ex-tensión de los grupos subalter-nos, fueron consideradas primi-tivas, incultas o salvajes. Laslenguas, las formas organizati-vas y hasta los productos, califi-cados de “runas” fueron con-siderados de inferior calidad.Peor aún a nivel de las ideas

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Reuniendo todos loselementos del pensa-

miento criollo quefundó el estado nacio-

nal, estamos segurosque las elites conocían

perfectamente queexistían claras diversi-dades étnicas, regiona-

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políticas. El pensamiento indiofue considerado pre - político,parcial, reactivo, anclado en elpasado, en la revancha étnica,en la simple odiosidad. Al deni-grar y desvalorizar lo indio, seesperaba como efecto contrario,uniformizar al país.

La idea de unificar la diversidad,también tenía su propia historia.Uno de los intelectuales másdestacados, Eugenio Espejo,considerado el precursor de laindependencia, pensaba que ladiversidad era una traba para elprogreso. En uno de sus impor-tantes libros “Voto de un Minis-tro Togado”, Espejo abogaba porla unificación de la lengua, elvestido y el pensamiento políticoy religioso, como condición in-dispensable para incorporar a losindios, mestizos y negros al pen-samiento político, y lograr elprogreso (Espejo 1981: 243). Laidea de unificar étnicamente ala nación, se fue convirtiendopoco a poco en un mito. A fuerza

de repetirlo, se fue creando laidea de que el Ecuador era unpaís homogéneo o que transitabahacia ello. Los términos de “ciu-dadano”, la idea de “igualaciónde razas” que se utilizaron pro-fusamente, sobre todo en la eta-pa de la revolución “marcista”,tenía como propósito fomentaren la idea de la ecuatorianidadla homogeneización.

La utilización de todos estos mi-tos en la práctica social del sigloXIX, produjo dos efectos: de unaparte, excluyó a las mayorías, alos subalternos de la construc-ción nacional, puesto que en losimaginarios criollos aparecíancomo obstáculos para su proyec-to. Pero, de otra parte, estosmitos lograron penetrar en losgrupos medios de blanco - mesti-zos, que adhirieron a esta ideo-logía. La actitud dominante dedesvalorización de los indios,negros y cholos, se combinó conla idea de la integración por lavía de la homogeneización.

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El proceso de construcción delestado nacional, “debido al limi-tado desarrollo económico delEcuador en el siglo XIX” tuvo co-mo sus actores protagónicos atres fuerzas que se enfrentarony negociaron a nivel espacial oterritorial, más que en el ejefuncional o clasista: el “podercentral”, “los poderes regiona-les” y “los poderes locales”(Maiguashca 1994). ¿Cómo pode-mos entender a cada uno de es-tos agentes históricos y quiénesrepresentaban de manera espe-cífica a las localidades?

Por “poder central” entendemosa la institución o aparato buro-crático del gobierno central quereside en Quito y que asumió elpapel de integrar al estado na-cional, principalmente desde ladimensión “normativa”, más queen su dimensión “material”, de-bido a la pobreza secular delerario nacional. El poder cen-tral, como institución, fue sinduda alguna, el “motor principaldel proceso de integración na-cional durante todo el siglo XIX”En ausencia de una clase domi-nante nacional y de un mercadointerno con capacidad de inte-grar al espacio ecuatoriano, enmedio de una escasa interrela-ción de las economías regionales,de una marcada fractura socialentre las elites criollas blancas yla sociedad; y de una total exclu-sión de los indios, cholos y ne-gros, el papel de la construcción

del estado nacional, correspon-dió, al menos en su parte nor-mativa, al poder central, comoinstitución burocrática, que asu-mió las tareas de:

institucionalizar el poder delestado;

organizar las entidades admi-nistrativas en el territorio;

forjar la cohesión social y laidentidad nacional; y

la creación de una comunidadpolítica (ibid. 1994).

Por poderes regionales, entende-mos a los “sistemas de domina-ción” económica, social y política,constituidos por las elites deQuito, Guayaquil y Cuenca, quemanejaban y articulaban desdeesas ciudades a sus respectivosespacios regionales. Su papel enla construcción del estado na-cional, fue el de representar ynegociar los intereses de esaselites regionales. Participaronen los debates en torno:

al tipo de estado unitarista ofederalista que debía tener elEcuador;

en las discusiones en torno a lacuestión administrativa: cen-tralismo y descentralismo; y

en el debate en torno a la re-presentación.

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Por poderes locales, entendemosa los espacios sub - regionales,esto es, a las ciudades interme-dias (capitales provinciales) ypueblos (cabeceras cantonales yparroquiales) que constituíantambién, pequeños sistemas dedominación económica, social ypolítica de sus respectivos espa-cios. Se trataba de elites me-dianas y pequeñas, que teníanintereses propios, lo cual a me-nudo los llevaba a enfrentarsecon los grandes poderes regiona-les y el propio aparato central, adesarrollar estrategias de alian-za con otros espacios, aunque,en la mayoría de ocasiones, ac-tuaban articulados a los poderesregionales. De manera específi-ca, cuando hablamos de “las lo-calidades” en el siglo XIX, nosreferimos a estos sistemas dedominación medianos y peque-ños, que generalmente eran re-presentados por los municipiosde las capitales provinciales ycantonales. Ellos participaron en

los debates en torno al tipo deestado, a la cuestión administra-tiva, a su definición étnica y elpago de tributos; a tiempo quemantuvieron una serie de rela-ciones de tensión y articulacióncon los poderes regionales.

La Ley de División Territorial dela República de Colombia de1824, expresa muy bien esa es-tructura jerarquizada de depar-tamentos, provincias y cantonesde los principales actores terri-toriales del naciente estadoecuatoriano. Se reconocieroncinco ciudades intermedias (ca-pitales de provincia, a más delas tres capitales de departa-mentos) y 27 cantones. La pro-vincia de Jaén de Bracamoroscon su capital Jaén, y los canto-nes de Borja y Jeveros no fueronintegrados realmente al estadonacional ecuatoriano, por loque, en rigor, debemos hablar de24 cantones.

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3.1. Las característicascentrales de laslocalidades a iniciosdel siglo XIX

Para 1841, como hemos señaladoanteriormente, existían en elEcuador, tres capitales regiona-les, Quito, Guayaquil y Cuencaque representaban los interesesde las elites regionales quehemos analizado. Bajo esta defi-nición de partida, lo local sedefinía por representar a los es-pacios sub - regionales. En esemomento, “lo local” tomaba laforma de tres espacios territo-riales posibles:

el espacio de las capitalesprovinciales que no eran capi-tales regionales, esto es, lasciudades de Ibarra, Riobam-ba, Loja y Portoviejo;

el espacio de las 24 cabecerascantonales: Machachi, Lata-cunga, Quijos, Esmeraldas,Otavalo, Cotacachi, Cayambe,Ambato, Guano, Guaranda,Alausí, Macas, Cañar, Guala-ceo, Girón, Zaruma, Caria-manga, Catacocha, Daule,Babahoyo, Baba, Punta deSanta Elena y Machala; y

el espacio de las 246 parro-quias. Estas tres distintasformas de lo local en el sigloXIX podían expresarse por se-parado, puesto que teníanimportantes diferencias porsu origen y por sus caracterís-ticas económicas, sociales ypolíticas; pero también po-dían expresarse como aliadoso como integrantes de espa-cios más agregados: un muni-cipio podía expresar a todassus parroquias, o una provin-cia a todos sus municipios. Encualquiera de sus formas,

ellos participaron activamen-te en la construcción nacio-nal. Por ejemplo, fueron losque presionaron con mayorfuerza por un régimen “pro-vincialista”, por la autonomíamunicipal y por defender suidentidad blanco - mestizadiferenciada de los indios. Enotros debates y comporta-mientos, en cambio, estuvie-ron articuladas a sus respec-tivas elites regionales.

Las cuatro capitales provincialesfueron villas o ciudades creadaspor el estado colonial como es-pacios administrativos, de ma-nejo económico y de residenciade españoles, por tanto, perte-necían a la esfera de lo que en lacolonia temprana se denominóla “República de Blancos”. Eranel asiento de elites medianas,que en muchos casos, teníanrivalidades importantes con lascapitales departamentales.

En cambio la mayoría de cabece-ras cantonales y parroquiales,fueron creadas como “asientos”o como “pueblos indígenas” enel proceso de reducciones inicia-do en 1560 para controlar el tri-buto indígena, organizar eladoctrinamiento a los indios,enseñarles normas de vida urba-no occidentales y en muchos ca-sos, para eliminar las relacionesrituales con los territorios ances-trales, que según los españolespermitía el mantenimiento desus idolatrías. Estos pueblosfueron creados como parte de laRepública de Indios. Debemosexceptuar de esta lista a Zaru-ma, que fue creada como villapara blancos por tratarse de unasiento minero, que sin embar-go, por su efímera prosperidad,no logró convertirse en una capi-tal provincial.

Para 1841, como he-mos señalado anterior-mente, existían en elEcuador, tres capitalesregionales, Quito,Guayaquil y Cuencaque representaban losintereses de las elitesregionales que hemosanalizado.

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A pesar de este origen diferen-ciado en los siglos XVII y XVIII,tanto las capitales provinciales,como los asientos y pueblos indí-genas de reducción, tendieron a“unificarse” u “homogenizarse”desde el punto de vista étnico.Ello fue posible, debido a doscambios importantes y significa-tivos que experimentaron lospueblos:

Muchos indios abandonaronlos pueblos de reducciones alo largo de los siglos XVII yXVIII a través de diversas vías:la mitad de ellos se enrolaronen haciendas y obrajes, cues-tión que les permitió regresaro mantenerse en sus residen-cias ancestrales (Ramón 1987);otros se incorporaron de ma-nera clandestina en otrospueblos, algunos se relacio-naron con familias o caciquesindígenas; otros tantos migra-ron a las ciudades o unidadesproductivas de la esfera espa-ñola cambiando incluso deadscripción étnica (Powers1994: 289-316); y unos cuantoshuyeron a zonas inaccesibleso a territorios de frontera,con lo cual los pueblos dismi-nuyeron su población indíge-na. En los pueblos solo sequedaron los indios libres, esdecir, aquellos que no fueronenrolados en las haciendas.Este proceso se dio principal-mente en la Sierra centro -norte; y,

Los pueblos comenzaron a serhabitados por familias de es-pañoles y mestizos pobres,atraídos por el comercio, lasposibilidades de acceso a latierra, el acceso a la fuerza detrabajo de indios libres y even-tuales actividades mineras.

Este proceso se intensificónotablemente en la segundamitad del siglo XVIII, comouna respuesta a la crisis en elcaso de la Sierra, o para arti-cularse a un proceso en ex-pansión, como en el caso dela Costa. De todas maneras,ello cambió radicalmente lacomposición étnica de lospueblos. Para inicios del sigloXIX las cabeceras cantonalese incluso las parroquiales, es-taban mayoritariamente com-puestos por blancos, mestizosy mulatos. Junto a ellos, ha-bía un pequeños número deindios libres y otro pequeñonúmero de indios dedicadosal servicio doméstico en pro-ceso de ladinización. Ello eramuy visible en los pueblos dela Sierra sur y la Costa.

Para ejemplificar este cambioétnico suscitado en los pueblosque en el pasado fueron reduc-ciones indígenas y para profun-dizar en el análisis de algunasparticularidades que desempe-ñaban algunos pueblos respectoa las ciudades intermedias, opara mostrar la presencia depueblos de colonización y la ten-dencia de agrupamiento indíge-na en determinadas parroquiasrurales, veamos la composiciónétnica de los pueblos de Loja enla Sierra sur. Este es un caso re-presentativo de los procesos defuerte mestización ocurridostempranamente en regiones co-mo la Sierra sur. También es uncaso representativo del procesoque vive la Costa, por la fuertepresencia de negros y pardos encamino al mestizaje; y nosmuestra el proceso de agrupa-miento indígena en determina-das parroquias rurales que carac-teriza a la Sierra centro - norte.

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Los 22 pueblos registrados enLoja en 1849 incluyen: una capi-tal provincial (Loja), una villa(Zaruma), dos cabeceras canto-nales (Catacocha y Cariamanga)y 18 parroquias. Los datos nosmuestran que en 11 de ellas lapoblación mayoritaria es blanco- mestiza; en otros cinco, la su-ma de blanco - mestizos y negrostambién es superior al 50%; entanto, en los seis restantes, se

ha producido una reagrupaciónindígena muy significativa, mos-trándonos una tendencia queluego se generalizará en lostodos los pueblos del país. Sinembargo, para un análisis más fi-no, es posible en el ejemplo es-cogido, por su capacidad demostrarnos la tendencia del fu-turo, encontrar cuatro patronesdistintos según su composiciónétnica.

Un primer grupo de cuatro pue-blos donde los blanco mestizosson la mayoría, constituyen másdel 80%: dos son ciudades inter-medias fundadas por españoles(Loja y Zaruma) y los otros dos,son pueblos de reciente forma-ción (Zapotillo y Chaguarpamba)como pueblos de colonización,integrados por blanco - mestizospobres que buscaban oportuni-

dades económicas. Se destacaen Loja la presencia de un im-portante grupo de negros inte-grados al servicio doméstico.

Un segundo grupo de pueblos enlos que los blanco - mestizosconstituyen más del 50% integra-do por siete pueblos: seis deellos son antiguos pueblos de re-ducción de indígenas, en los que

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se ha transformado su composi-ción étnica debido al desastredemográfico indígena y la llega-da de forasteros, mestizos yblancos pobres. El otro, Zumba,es un pueblo de reciente coloni-zación en el oriente. En todosellos los indígenas fluctúanentre el 28% y 46% pero se en-cuentran en pleno proceso deladinización.

Un tercer grupo está integradopor cinco pueblos, en los que losblanco - mestizos fluctúan entreel 30% y el 50%. Hay cuatro pue-blos en los que la población ne-gra es muy alta, fluctúa entre el20% y 35%. Se trata de puebloscon haciendas de valle en lasque fueron enrolada familias ne-gras en calidad de esclavos. Lapoblación indígena es distinta enestos pueblos, fluctúa entre un20% al 50%. Sin embargo, todosellos, tanto indígenas, como ne-gros, se mestizarán durante eltranscurso del siglo.

Finalmente, un cuarto grupo decinco pueblos, integrados mayo-ritariamente por indígenas, enmás del 61% de sus habitantes.Todos ellos son pueblos de altura,donde el descenso poblacionalfue significativamente menor alos pueblos de clima templado yde valle. Dos de estos pueblos,San Sebastián y El Valle, se en-cuentran junto a la ciudad deLoja. Ellos obedecen a un patróncolonial adoptado en el sigloXVIII, de situar pueblos indígenasjunto a las ciudades y pueblosmestizos para que sirvan en acti-vidades de mantenimiento de laciudad (barrer las calles, mante-ner las vías, servir a la iglesia) ypara que sean ocupados en elservicio doméstico. Estos pue-blos integrados a las ciudades,tenderán a mestizarse. Los otros

tres pueblos, Saraguro, Yúlug yChuquiribamba, pertenecen losdos primeros al potente pueblode los saraguros, que tenían unafuerte cohesión étnica por suorigen mitjma, en tanto Chuqui-ribamba pertenece al puebloAmboca que también tiene ori-gen mitjma, puesto que segúnSalinas de Loyola eran de origencañari. Aquí aparece una ten-dencia que luego será muy claraen el país: la población indígenade la Sierra, tenderá a agrupar-se en determinadas parroquiasrurales que constituían los nú-cleos de sus pueblos ancestrales.

Volviendo a nuestro análisis glo-bal, diríamos que los pueblos seconstituyeron en un verdaderocampo de fuerzas en dondeactuaban varios actores socialesdefinidos por una mezcla de fac-tores étnicos, económicos yrelación campo - ciudad; y acto-res institucionales del estadocentral y del ámbito local:la pequeña elite pueblerinablanco - mestiza; los indios li-bres que residían en los pueblosy zonas aledañas; marginalmen-te también hacen presencia losindios de hacienda, aunque suactuación es muy mediatizadapor los terratenientes; los ha-cendados que generalmente noresiden en el pueblo sino entrelas ciudades y las haciendas,pero tienen importante influjoen los pueblos; y los comercian-tes de diverso tamaño. A nivelinstitucional son importantes losMunicipios, el poder estatalrepresentado por los Jefes yTenientes Políticos, y la iglesia.Como campo de fuerza, los pro-cesos que se vivieron en losdiversos pueblos fueron muydiversos, dependieron precisa-mente de la correlación de fuer-zas de los actores.

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Los pueblos comenzaron a dife-renciarse por sus estrategiasproductivas, según el peso quetenía la hacienda, y la presenciade indios libres y de mestizospueblerinos ocupados en la arte-sanía y el comercio. Su papel enel proceso de construcción delestado nacional y su relación conlas elites regionales y provincia-les, tendrá mucha relación conestas diferenciaciones. Son muytípicos los pueblos artesanos co-mo Guano que produce bayetas,Cotacachi como productor deponchos; Atuntaqui que producesombreros y bolsas; Ambato queelabora confecciones de cuero,u Otavalo que es un pueblo arte-sanal. Un Censo de 1861 de Ota-valo nos muestra que el 45,7% dela población son tintoreros, car-gadores, hiladoras, costureras,fregadilleras, contra un 38,7%clasificados como jornaleros ypastores (ANH,Q, Empadrona-mientos, Caja 15). En contraste,hay pueblos caracterizados porel peso de la hacienda, como Ta-bacundo, Machachi, Cusubamba,Pungalá, Quero, Chuquiribambao Cayambe, en este último seregistra en 1862 un 82,3% deagricultores y jornaleros, contraun 12,3% de artesanos (ANH,Q,Empadronamientos, Caja 26).

Sin embargo, de estas diferen-cias, tienen varios elementos encomún. Estas elites pueblerinasse definen por los siguientes ele-mentos:

son elites pequeñas, que de-fienden ardorosamente suidentidad blanco - mestiza omestiza blanqueada, para di-ferenciarse profundamentede los indios de hacienda o delos indios que se han agrupadoen determinadas parroquias

ancestrales. En este procesode construcción de su identi-dad, han creado una nuevafrontera étnica entre la zonaurbana con la que se identifi-can y la zona rural campesina,indígena y sujeta a la hacienda.

están fuertemente interesa-dos en la construcción de suciudad, “sus patrias chicas”que constituye su “comuni-dad imaginada”. Expresan es-ta voluntad a través de susMunicipios, que van convir-tiéndose en organismos queobtienen recursos de susáreas rurales (de las parro-quias) para la construcción dela ciudad. También utilizan lafuerza de trabajo india, sedisputan el uso de la masamonetaria que produce eltrabajo subsidiario y ejercensu poder con los indios libres,antiguos dueños de los pue-blos, a quienes les terminaronarrebatando sus jurisdiccio-nes para ponerlos bajo elmando municipal.

las pequeñas elites puebleri-nas se disputan con las elitesregionales el control de lafuerza de trabajo indígena, latierra y los rendimientos mo-netarios del trabajo subsidia-rio. Por su dimensión y poder,tienen sin embargo escasa ca-pacidad de oposición real,por lo cual actúan de maneraambigua, secundando muchasveces a las elites provincialeso reivindicando sus propiosintereses.

uno de sus papeles más im-portantes en la construcciónde la nueva frontera étnicaserá, en el incorporar y disol-ver a los indios libres, sobre

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todo a los que vivían en laciudad, trabajando por den-tro de sus instituciones.

aunque tienen fuertes lealta-des étnicas, religiosas y políti-cas con los poderes regionalesy los gamonalismos locales,tienen contradicciones quelos llevan a comportamientospolíticos distintos.

3.2. Localidades y Regionesen la transición: unidades ytensiones

Las regiones tenían fuertes ele-mentos de unificación, perotambién tensiones internas. Ca-da una de ellas crearon ámbitosgeográficos reconocibles, crea-ron una esfera de circulacióneconómica en su respectivo ám-bito, tenían elites dominantesque compartían fuertes elemen-tos ideológicos para ejercer undominio tradicional que les otor-gaba gran legitimidad, y lograronen el proceso de construcción delestado ecuatoriano negociar ydotarse de una organización ad-ministrativa en departamentos,provincias, cantones y parro-quias bajo su jurisdicción. Sinembargo, también registrabantensiones internas: tensiones en-tre las elites regionales y provin-ciales, tanto en el caso de la Sie-rra centro norte entre Quito yRiobamba y en el caso de la Sie-rra Sur entre Cuenca y Loja. Es-tas tensiones presionaron por lasupresión de los departamentosy actuaron en favor de un régi-men administrativo basado enlas provincias.

Las tres regiones (Sierra centro -norte, Sierra sur y Costa) eranámbitos económicos, sociales, po-líticos y culturales diferenciados

y con diverso peso y dinamismo.Ellas atravesaban por una coyun-tura que afectó de manera di-versa a las regiones: el libre co-mercio acentuó la crisis de laSierra centro - norte y sur, peroal mismo tiempo favoreció eldespegue de la Costa quecomenzó a articularse al merca-do mundial a través de la ventade cacao. Estas situacionesinfluyeron en el peso políticoque tuvieron en las negociacio-nes para la construcción del es-tado nacional. Los balances depoblación cambiaron notable-mente entre 1780 y 1858. La Sie-rra centro - norte, que es la re-gión más grande, bajó en su pesoporcentual, del 67,9% en 1785 al63,6% en 1858, cediendo pobla-ción a la Costa, cuestión que seacentuó en el segundo boom ca-caotero de la Costa. La Sierrasur, afectada también por la cri-sis, perdió peso, al bajar del24,6% en 1785 al 22,7% en 1858.En cambio, la Costa es la únicaregión en ganar peso porcentualal subir del 7,4% al 13,6% enigual período, mostrando un di-namismo que anuncia un nuevobalance regional que se concre-tará en el segundo boom cacao-tero en el último cuarto de siglo.El crecimiento demográfico ge-neral del Ecuador es modesto,registra una tasa del 0,92% anual,pasando de 409.544 personas en1785 a 803.973 en 1858.

Los enlaces inter - regionaleseran débiles. Desde Quito se lle-vaba a Guayaquil lienzos, papas,cebollas, ajos, jamones, legum-bres y harinas; desde Guayaquila la Sierra algodón, sal, arroz,pescado, cacao, vino y ropa euro-pea. Las vías de transporte eranmalas: la principal vía de Guaya-quil a la Sierra por Guaranda

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duraba cinco días y de ahí sepodía tomar hacia Riobamba ohacia Mocha - Ambato; otro tor-tuoso sendero era el de Guaya-quil - Naranjal - Cuenca; habíaun camino veranero entre Esme-raldas - Mira - Ibarra; otra víaera Guayaquil - Alausí - Riobamba.Hacia el Perú, se había privile-giado la vía Loja - La Toma - Ca-tacocha - Paita/Túmbez, aunquesubsistía la vía por Cariamanga -Ayabaca que era el camino real.Hacia el norte se mantenía la víapor Tulcán. A partir de 1837 sededicaron recursos estatales pa-ra hacer puentes y mantener lasvías. Por barco, los viajes másfrecuentes eran hacia Acapulco yValparaíso; y más frecuentes conPaita y Callao. A partir de 1837comenzó la llegada de barcos in-ternacionales. Sin embargo, lasdifíciles relaciones entre la diná-mica región costeña y la Sierra,los efectos diferenciados del li-bre comercio y las limitacionesde la lógica de articulación almercado mundial a través de laexportación de una materia pri-ma como el cacao, impidieronuna integración real del merca-do interno.

También es visible la incapaci-dad económica de las elites regio-nales, de la Sierra centro - nortey sur, para desarrollar un proyec-to hegemónico para superar lacrisis y para articular a las eliteslocales cantonales y parroquiales,razón por la cual, comenzaron aproducirse desplazamientos depoblación a la Costa en busca deoportunidades y se registraronfisuras entre las pequeñas elitescantonales con las regionales yprovinciales, que en una situa-ción de crisis, se manifestaronen la disputa de la tierra, lafuerza de trabajo indígena y el

comercio. Obviamente, las dife-rencias económicas abismalesque existían entre elites regio-nales y locales impulsaba esascontradicciones. Por ejemplo,en Cayambe y Tabacundo la com-posición de tierras de 1685-96mostró dos estratos brutalmentediferenciados: nueve propieta-rios integrados por órdenes reli-giosas, grandes obrajeros ycomerciantes, la mayoría deellos miembros del Cabildo Qui-teño y antiguos encomenderos,que residen en Quito, controla-ban el 90% de la tierra; mien-tras, en el otro extremo, 28blancos asentados en esos pue-blos apenas accedían al 10% dela tierra. Este es un pueblo con-trolado totalmente por la granhacienda, en la que la “elite lo-cal” es muy débil. Esta situaciónera menos contrastada en ciuda-des intermedias como Otavalo oIbarra, sobre todo en ésta últimaen la que se asentó una importan-te clase terrateniente local. EnOtavalo, se podía distinguir tresestratos: los propietarios que te-nían más de 80 caballerías con-trolaban el 57,6% de la tierra; un27% pertenecía a unidades quetenían entre 10 y 49 caballerías, yel 14,9% restante estaba en poderde unidades menores a 10 caba-llerías. Lo impresionante de estaestratificación no radica sola-mente en su temprana estructu-ración, sino en su mantenimientopor más de trescientos años, co-mo es posible seguirlo a través delos avalúos catastrales de los si-glos XVIII y XIX. Ello nos insinúaque las posibilidades de negocia-ción entre elites regionales, deciudades intermedias y pequeñasestuvieron muy limitadas porestas diferencias económicas tanagudas, cuestión que más biennos advierte la necesidad de

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estudiar las alianzas verticales yhorizontales que pudieron esta-blecerse para aumentar el pesoespecífico de estas pequeñas eli-tes pueblerinas.

Otro elemento importante dedisputa entre las elites regiona-les y locales fue la apropiaciónde la fuerza de trabajo indígena.El acceso a la fuerza de trabajoindígena, no tuvo una relacióndirecta con el tamaño de la pro-piedad. Había otros elementosen juego. Por ejemplo, en laSierra norte en 1830, los datosde ocho pueblos nos muestranque la capacidad de enrolar indí-genas a los predios de haciendatenía relación, en su orden, conlos siguientes aspectos:

el número promedio total deindios que es posible enrolartiene relación con el númerode indios existentes en la pa-rroquia y el número de pro-pietarios blancos;

se relaciona con la fuerza glo-bal que la hacienda ha logra-do en determinado espacio; y

tiene relación con el tamañode la propiedad y la produc-tividad de las tierras. De estamanera se dibujan tres tiposde parroquias: en primer lu-gar aparece Otavalo, que tie-ne numerosos propietariosblancos y alto número de in-dios; luego hay un grupo deparroquias como Cangahua,Cotacachi, Cayambe y San Pa-blo que tienen tierras de altaproductividad y grandes pro-pietarios regionales; y un ter-cer grupo de parroquias comoAtuntaqui, Tabacundo y Toca-chi con tierras más secas ymenos productivas. Ellomuestra que, el acceso a lafuerza de trabajo, comenzó aresolverse al interior de lospueblos, de acuerdo a varia-bles cada vez más internas.En este punto, las elites loca-les se mostraron muy activas,logrando disputar ciertos es-pacios a los grandes terrate-nientes regionales.

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ACCESO A LA FUERZA DE TRABAJO INDÍGENA: 1830

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La incapacidad de las elites paraarticular a sus espacios, consti-tuyó un factor importante paraque terminaran negociando susrelaciones entre sí y con el po-der central, y para que apoyaranel proyecto de construcción delestado nacional. Su adscripcióna este proyecto podría explicar-se por:

la debilidad económica delas elites regionales que difí-cilmente podían imponerunilateralmente una pro-puesta a los restantes acto-res, quedándoles el caminode la negociación;

por las tensiones internasque tenían las regiones, locual no les permitió tener unfrente consolidado, dandopaso a la actoría de las pro-vincias;

por la fuerza de integraciónnormativa que ejerció el go-bierno central, controladopor unitaristas fuertes; y

porque finalmente, compar-tían objetivos clasistas comu-nes y tenían elementos ideo-lógicos unificadores, tanto ensu auto - percepción étnicade criollos, en el desprecio ytemor a los indios, negros ymestizos; como en sus senti-mientos religiosos.

Este último aspecto, el de la et-nicidad y sus percepciones, fuesin lugar a dudas, la variable quemayores cambios registró en latransición. Se produjeron doscambios importantes: primero, anivel de la estadística global delpaís: los indios bajaron especta-cularmente del 65,3% en 1785 al48,6% en 1858, cuestión que nos

advierte de un proceso de cam-bio en la adscripción étnica muypoderoso imputable al destapede las restricciones al reconoci-miento del mestizaje de la Colo-nia, a la acción del poder centralque planteaba una integraciónsocial por la vía de la desindiani-zación y por la incorporación deindios libres en los pueblos. Sur-gió con fuerza una identidadmestiza, que logró un crecimien-to asombroso, del 6,7% al 20,3%,absorbiendo en ese proceso a lospardos, que dejaron de ser unacategoría étnica utilizable. Losblancos como tales perdieronpeso, bajando del 26,7% al20,9%, apareciendo una nuevacategoría, la de blanco - mesti-zos con 9,5% que preanunciaráuna alianza que se consolidará alfinal del siglo; por su parte, lacategoría de esclavos dio paso ala categoría negros. Segundo, seregistran importantes cambios alinterno de las regiones: la Sierracentro - norte caracterizada porun dualismo rígido entre indios yblancos, fue matizada por elsurgimiento de los mestizos, so-bre todo en las ciudades; en lospueblos se vive la construcciónde una nueva frontera étnica en-tre zona urbana y rural (entrehabitantes de los pueblos y loshabitantes de las haciendas); yuna total exclusión del mundoindígena del proceso de cons-trucción del estado nacional. Enla Sierra sur, las diferencias en-tre blancos y mestizos se torna-ron muy difíciles de establecer,se registra un fuerte proceso deladinización de la población in-dígena, lo que permitió el surgi-miento de símbolos compartidospor todos los grupos étnicos. Enla Costa, surgió de manera másclara una identidad blanco -mestiza que buscó crear nueva

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una relación entre criollos ymestizos, a tiempo que, se pro-dujo una mayor fluidez entrezambos, mulatos, mestizos,

negros e indios, que fueroncambiando de “pardos” a unaidentidad mestiza de maneralaxa.

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4.1. Las localidadesen la fase de lainstitucionalizaciónestatal: 1830 - 1845

En esta primera fase de cons-trucción nacional en la que elpoder central buscaba institucio-nalizar los principios de sobera-nía, sufragio popular, presiden-cialismo, separación de poderes,gobierno alternativo y garantíasciviles, los debates, enfrenta-mientos, alianzas y negociacionesentre poder central, regiones ylocalidades, se concentraron entres aspectos básicos:

la organización jurídica polí-tica del estado en departa-mentos o provincias;

el grado de autonomía y elpapel de los municipios; y

el tributo para los blancos yla frontera interna con losindios

La discusión sobre las unidadesjurídico - administrativas en lasque debía organizarse el país,enfrentó dos tendencias: los fe-deralistas y los unitaristas. Laprimera constitución de 1830 de-claró que el estado ecuatorianoera unitario y lo dividió en de-partamentos, provincias, canto-nes y parroquias. Sin embargo,en los hechos, esta división terri-torial consagró un federalismode “facto”, en el que Quito,

Guayaquil y Cuenca reclamabancuotas equivalentes de poder.Frente a ello, el poder central,tanto el gobierno de Flores, co-mo el de Rocafuerte, buscaroneliminar los departamentos, porconsiderar que no habían enla-ces institucionales entre ellos,que no había control suficiente yque representaban intereses re-gionales que minaban la unidadnacional. Para superar este fe-deralismo, el poder centralplanteó la supresión de los de-partamentos y en su lugar, elfortalecimiento de las provin-cias. Este planteamiento, fueresistido por las tres capitales delos departamentos que no esta-ban conformes con la penetra-ción normativa del poder centralen sus jurisdicciones, pero encambio, fue apoyado por las pro-vincias que vieron la oportuni-dad para mejorar su peso frenteal gobierno central, aunque per-diesen parte de su autonomía.También lograban mayor auto-nomía frente a las capitalesdepartamentales, con las quemantenían una serie de discre-pancias. Provincias como Loja,Portoviejo, Riobamba e Ibarraapoyaron con firmeza esta pro-puesta. En efecto, la segundaConstitución de 1835 abolió losdepartamentos y constituyó a laprovincia como la unidad territo-rial principal, pero las sometió ala autoridad del gobernador queera el representante del Ejecuti-vo. En compensación con los

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departamentos, los asuntos reli-giosos, electorales, hacienda,guerra y marina quedaron enesas jurisdicciones (Maiguashca1994: 362; Trabucco 1975: 90).

Rocafuerte en 1837 suprimió lasdoctrinas parroquiales y priva-das, estas últimas creadas porgrandes hacendados en los pre-dios de sus latifundios para quelos curas oficien misas, casa-mientos, bautizos y defunciones,bajo una concepción feudalizan-te de que la hacienda era un uni-verso completo y autosuficiente.Con ello, la organización jurídico- territorial del estado se imponíasobre la antigua organizacióncreada por la iglesia y las ha-ciendas. El poder central tam-bién puso en cuestionamiento laexistencia de los municipios alos que Flores consideraba un re-zago colonial. En verdad nuncalos dotó de recursos, tanto porsu resistencia a estos organismoscomo por la conocida pobrezadel erario nacional: los munici-pios agonizaban en su abandono.La tercera Constitución de 1843,conocida como “Carta de la Es-clavitud” propuso en su lugar, lacreación de un Consejo de ciuda-danos nombrados por el Ejecuti-vo, que auxilie al Gobernador ycumpla funciones locales. En elnivel cantonal funcionarían loscorregidores y en el parroquiallos tenientes, todos ellos depen-dientes del Ejecutivo. Este plan-teamiento fue duramente resis-tido por los Municipios, queconstituían la representación delvecindario blanco - mestizo delos pueblos.

El enfrentamiento entre podercentral y “pueblos” o “poblados”,forma como se los conocía a losvecindarios blanco - mestizos de

las cabeceras cantonales y pa-rroquiales, se profundizó con lacreación de un impuesto llama-do de “blancos”. La ConvenciónNacional por pedido de Floresreformó la base tributaria de losecuatorianos, para incorporar alos blanco - mestizos. En juniode 1843, el Congreso aprobó la“Ley de Contribución General”,que establecía dos tipos de im-puestos: “el primero era un im-puesto sobre los negocios, lasprofesiones y la propiedad urba-na, graduado de acuerdo a la ca-pacidad de pago”. El segundo“era una captación de tres pesospor hombre adulto. Se eximía dela contribución general a los in-dios, a los soldados y a losmiembros de las órdenes reli-giosas, pero los indígenas debíancontinuar pagando el tributo detres pesos y medio, que eraidéntico al nuevo impuesto crea-do para blancos y mestizos”(Van Aken 1995: 318).

La contribución impuesta a losblanco - mestizos irritó profun-damente a los habitantes de lospueblos de la Sierra centro - norte.No aceptaban un impuesto queconsideraban degradante, aligualarlos con los indios. Se sen-tían defraudados de un estadocriollo liberal al que suponían unaliado en su afirmación étnica.Las revueltas blanco - mestizasse produjeron en los pueblos deChambo, Licto, Punín, Guano,Cayambe, Cotacachi, Otavalo,Tabacundo. En varios de estospueblos, la protesta alcanzó unanotoria violencia: en Cayambemataron y arrastraron al coronelKlinger, dueño de la haciendaGuachalá. ex militar y extranje-ro que lo ligaron con el nuevoimpuesto. Los mozos estabanpersuadidos que Klinger reunía

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armas y soldados en su haciendapara atacar al pueblo y realizarla cobranza del impuesto perso-nal. En Otavalo se organizó unejército de unos 1.200 blanco -mestizos proveniente de los pue-blos de Cayambe, Malchinguí,San Pablo, Cotacachi, Otavalo,Ibarra y Atuntaqui, que preten-día llegar a la capital. Flores sevio precisado a enviar a su siem-pre leal Otamendi para reprimira los sublevados, que presenta-ron batalla en la loma de “losReyes”, donde fueron derrotados(Villegas 1988:162-63). Sin em-bargo, Flores debió suspender elcobro de este impuesto.

En estos pueblos, los blanco -mestizos a través de los Munici-pios y tenientes políticos habíanlogrado minar por dentro a lasinstituciones que todavía mante-nían los indios libres, intervi-niendo activamente incluso en elnombramiento de gobernadoresde indios17. La presión por lamestización cultural de losindios libres era intensa en lospueblos, al punto que, en aque-llos donde los indios libres eranuna minoría lo consiguieron. Conello, movieron la frontera étni-ca, creando una zona urbanablanco - mestiza y una zona ruralindígena, controlada general-mente por la hacienda. En estepunto, como lo sostiene Ayala,había un acuerdo muy claro en-tre poder central, poderes regio-nales y locales, para reducir almundo indio a espacios rurales ydeterminadas parroquias.

4.2. Las localidades en losgobiernos marcistas:1845 - 1861

En este segundo momento de laconstrucción del estado nacional,en el que los marcistas dirigidospor Urvina intentaban imprimirun sello económico - social al re-publicanismo, implementandoreformas como la emancipaciónde los esclavos, la abolición deltributo de indios, el fomento dela educación básica, la promo-ción del libre comercio, los de-bates que tocaron directamentelas relaciones entre poder cen-tral y localidades, se concentra-ron en los siguientes temas:

el reforzamiento de las pro-vincias bajo inspiración fede-ralista;

mayor autonomía para los re-gímenes seccionales y am-pliación de la participaciónlocal; y

la participación de las locali-dades en la disolución nacio-nal de 1859 y en la nuevaConstitución de 1861

Los enfrentamientos entre pue-blos y poder central desatadospor Flores a raíz de la imposiciónde la Constitución de 1843, pro-dujeron la revolución marcista,que expresaba a un nuevo actorsocial: los blancos y mestizosmedios. Los marcistas Roca,Noboa, Urvina y Robles, aunquemantuvieron el unitarismo,

17 En Cayambe, por ejemplo, el Alcalde Pedáneo, los tenientes políticos, el cura y elvecindario blanco - mestizo, participaron activamente en un largo litigio por el nombra-miento del Gobernador de Indios, tomando abierto partido por José Manuel Puento, y encontra de Francisco Anrrango. El litigio mostró el grado de penetración blanco - mestizaen los indios libres, que terminaron ladinizados.

En estos pueblos, losblanco - mestizos através de los Munici-pios y tenientes políti-cos habían logrado mi-nar por dentro a lasinstituciones que toda-vía mantenían los in-dios libres, intervi-niendo activamente in-cluso en el nombra-miento de gobernado-res de indios

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buscaron ampliar las autonomíaslocales. Algunos municipios, co-mo el de Guayaquil, comenzarona mejorar sus rentas como pro-ducto de la exportación de ca-cao, en medio de las políticas delibre comercio18. Ello comenzó aintroducir grandes diferenciasentre municipios con capacidadde generar recursos y aquellossumidos en la pobreza. Tambiénlos municipios comenzaron a en-cargarse del cobro del trabajosubsidiario que les permitió rea-lizar obras públicas en la zonaurbana captando en su favor lafuerza de trabajo rural y de en-cuadrar esa fuerza de trabajopara ubicarla en las nuevas uni-dades productivas: el municipioen las zonas de activo dinamis-mo económico, se convirtió enel nuevo intermediario entre lasunidades productivas necesita-das de mano de obra y los asala-riados.

Sin embargo, del interés del po-der central por ampliar la auto-nomía local, persistió la ambi-güedad entre centralización ydescentralización, entre unita-rismo y federalismo, cuestiónque provocó el movimiento fe-deralista de 1859 que creó cua-tro gobiernos federales en Qui-to, Cuenca, Guayaquil y Loja, enla coyuntura de una crisis gene-ralizada con enfrentamientosde caudillos regionales y del

desembarco del Mariscal Casti-lla en Guayaquil. La superaciónde la crisis dio lugar a una nuevanegociación entre los poderesnacionales, regionales y locales,que se expresó tardíamente pa-ra los marcistas, en la séptimaConstitución de 1861, que am-plió la participación de las loca-lidades con el nombramiento delos gobernadores provinciales através del voto ciudadano, pro-fundizó la autonomía de los re-gímenes seccionales y dictó laprimera Ley de Régimen Munici-pal. Esta ley creó las “Corpora-ciones municipales”, en las quese incluían: las juntas provincia-les, los concejos cantonales y losconsejos parroquiales.

Se buscó una relación orgánicaentre Junta Provincial y Conse-jos Parroquiales, puesto que seotorgó la atribución a las Juntasde elegir “según sus convenien-cias” a las parroquias en las quedebían funcionar los ConsejosParroquiales. El mecanismo in-trodujo una disputa entre laJunta Provincial y los Concejoscantonales en su relación conlas parroquias, cuestión que cu-riosamente se ha prolongadohasta el presente. En cuanto alos municipios, esta Ley los libe-ró de la tutela del poder ejecu-tivo. Les otorgó amplias faculta-des para autogobernarse, paraexpedir acuerdos y ordenanzas

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18 El libre comercio fue un dogma introducido por la Ilustración y fue asumido por loscriollos en sus compromisos con Inglaterra, de manera que mantuvieron una aperturaindiscriminada de las exportaciones e importaciones, con lo cual favorecieron a lasexportaciones de cacao, tabaco y balsa de la costa; la de cascarilla y sombreros depaja toquilla de la Sierra Sur que se reactivaron a partir de 1854, y caucho del orien-te, pero quedaron rezagadas todas las actividades orientadas al mercado doméstico. Esdecir, de partida encadenaron al país a las exportaciones de algún producto primariodemandado por el mercado internacional y no permitieron el desarrollo de la indus-tria local que no podía competir con las mercancías de mejor calidad y precio traídaspor los importadores.

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de carácter obligatorio, para au-tofinanciarse, para normar lasactividades laborales y organizarla vida interna de sus comunida-des. Se creó la figura de “el co-mún” para referirse a las juris-dicciones de los pueblos, se losdeclaró los dueños legales de losbienes, rentas y obras públicas.Se creó la “asamblea de ciuda-danos” encargada de elegir a losalcaldes, consejeros, procuradory alguaciles. El municipio tam-bién debía nombrar a los comisa-rios de policía y a los tenientespolíticos parroquiales, cuestiónque les otorgaba autoridad sobreel espacio parroquial.

En este período se completa elavance de la frontera étnica,sobre todo en los pueblos quehabían sido en el pasado reduc-ciones indígenas, a través delmecanismo de apropiación de lastierras de reversión por los mu-nicipios locales. Por ejemplo, enCatacocha, la cabecera del can-tón Paltas en la provincia de Lo-ja, los indios habían recibido del

Rey una legua a la redonda (50cuadras), cuestión que había si-do ratificada a través de diver-sas composiciones de tierras: de1620 y de 1751. Entre esa fechay 1860, se habían instalado en elpueblo numerosos blancos ymestizos, a punto de que el cen-tro urbano estaba ya controladopor ese sector, aunque formal-mente la tierra seguía siendo dela comunidad de indios “Collana-Catacocha”. El Municipio quehabía sido creado con la Consti-tución de 1824 requería asumir laautoridad sobre esas tierras, pa-ra lo cual se utilizó el mecanismode declararlas tierras de rever-sión, es decir, tierras que regre-saban al Municipio por no habersido utilizadas por los indios.También se utilizó la noción de“zona urbana” como sinónimode modernización y se asoció alos indios con el pasado rural,con el desorden, para quitarlesla jurisdicción a los indios, talcomo lo expresa el acta delCabildo de Paltas del 16 de juniode 1860:

El Señor Gobernador propuso la emoción de que el terreno que ocupala localidad de la población, haviendo estado sujeto al capricho de losIndijenas, sin duda por una mala inteligencia de lo que dimana no so-lo la ostrucción del adelantamiento de esta floreciente Billa, porqueaun se priva el que se modifiquen casas en el interesante orden de ca-lles, sino tambien que los mismos indijenas no gozan de aquel derechode comprender el orden de localidades: espresó que debía sujetarseexclusivamente al Ilustre Concejo Municipal la determinación de seña-lar y dar posesiones para casas, tanto a los indijenas como a los blancosque quisieran edificar. Esta moción fue apoyada por el Señor Conseje-ro Primero y en seguida por toda la Ilustre Corporación, de lo queresultó la unánime aprobación acuerdo; y se procedió a fijar las cua-dras que ocupa y debe ocupar la población urbana de esta Billa: se dis-cutió lo suficiente la cuestión bajo el conocimiento pleno que tienenlos honorables miembros, y se resolvio a pluralidad de votos que sondose cuadras de longitud y siete de latitud las que debe tener derechopara la cignación de casas y corrales el Ilustre Concejo Municipal(Acta Municipal de 1860).

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En cuanto a los Municipios Parro-quiales, debían integrarse porun Procurador - Síndico y dosciudadanos elegidos por votouniversal. Sus tareas eran las decuidar el aseo y limpieza de lascalles, plazas y mercados; velarpor la calidad de los alimentos;el establecimiento de cárceles;la provisión de agua potable, elorden, ornato y salubridad, su-pervigilar la educación pública ycoordinar con los concejos can-tonales. Lamentablemente paralos marcistas, la reforma llegódemasiado tarde. Soplaban fuer-te los nuevos vientos garcianosque planteaban una nueva arti-culación entre poder central, ylos poderes locales.

4.3. Las localidades en elrégimen garciano:1861 - 1875

En el tercer período de construc-ción nacional, cuando GarcíaMoreno buscaba construir demanera autoritaria su “repúblicacatólica” y lograr una “moderni-dad católica” derivando su legi-timidad de la ley religiosa y enlas creencias religiosas del “pue-blo cristiano”, los debates entrepoder central y localidades secentraron en:

la directa adscripción de lasprovincias al ejecutivo parafortalecer el unitarismo;

las restricciones a la autono-mía municipal y supresión delos municipios provinciales yparroquiales; y

la disputa por los rendimien-tos del impuesto del trabajosubsidiario.

Apenas asumió el poder GarcíaMoreno en 1861, después de la

Convención Nacional, comenza-ron las quejas de sus ministrosdel interior sobre la excesiva au-tonomía de los municipios, sumal funcionamiento y las con-tradicciones con el poder cen-tral. Para 1865, García pidió alCongreso que restituyera la fa-cultad del Ejecutivo para elegiry destituir a esas autoridades.Como tal facultad no se le con-cedió, en el golpe de estado queprotagonizó en 1869, puso endebate el tema de la “anarquía”que producían en el país las au-tonomías municipales. En esaoctava Constitución de la Repú-blica conocida como “Carta Ne-gra”, García logró la supresiónde los municipios provinciales yparroquiales, dejando única-mente a los cantonales. Fortale-ció la presencia del ejecutivo enlas provincias asumiendo direc-tamente el nombramiento degobernadores, jefes y tenientespolíticos. Sometió adicional-mente todos los acuerdos muni-cipales a la aprobación de losgobernadores. A nivel cantonal,los jefes políticos constituían laprimera autoridad por sobre elmunicipio (Maiguashca 1994:369).

El aspecto que irritó más a los mu-nicipios, fue sin duda la disposi-ción de García Moreno de utilizarel trabajo subsidiario para sus pro-yectos viales nacionales y regiona-les, impuesto que venía siendoutilizado por los Municipios paraconstruir sus ciudades y obras pú-blicas locales. Estos organismoshabían realizado un serio esfuerzopara cobrar este impuesto a tra-vés de una serie de pactos y arre-glos locales. Por ejemplo en Ota-valo, el rendimiento del impuestose había triplicado en solo 11años, entre 1866 y 1875.

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Apenas asumió el po-der García Moreno

en 1861, después de laConvención Nacio-

nal, comenzaron lasquejas de sus minis-

tros del interior sobrela excesiva autonomíade los municipios, sumal funcionamiento y

las contradiccionescon el poder central.

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¿A qué se debía tal efectividaden el rendimiento de este nuevoimpuesto? ¿Cómo fue posible queel poder local blanco "persuadie-ra" a los indios de pagar el im-puesto?: ¿coacción o acuerdo?.Nuestra idea es que tal éxito seexplica debido a que el poder lo-cal blanco - mestizo negoció unacuerdo social con el poder indiorepresentado en sus "curagas". Elmunicipio reconoció el poder delos "curagas" a quienes se les en-cargó del cobro en su respectivaparcialidad, dándoles el títulode "empleados municipales". Acambio de su participación seconvino en mantener su exone-ración al servicio militar, cues-tión que había quedado suprimi-da con el decreto de "igualaciónde razas" al eliminarse el tributoen 185719, pero sobre todo, per-mitieron que los numerosos pe-dazos de tierra municipales y losejidos de cada parcialidad seanocupados por los indios enarrendamiento20, desafiando in-cluso una orden de la Corte Su-perior de Quito que reclamabaal Concejo "reasumir los terre-nos municipales anteriormente

adjudicados a los indígenas", elMunicipio archiva tal orden21.

Varios municipios, sobre todo losde las áreas indígenas, cobrabanestos impuestos en fuerza detrabajo, lo cual les permitía mo-vilizar enormes contingentes hu-manos para realizar las obraspúblicas locales. García Morenono solo que utilizó los recursosmonetarios recaudados por losmunicipios, sino también la fuer-za de trabajo local, que comenzóa ser desplazada a la construc-ción de obras como la vía Molle-turo - Naranjal, Ibarra - SanLorenzo, la de Quito - Sibambe,que llevaba a los indios a zonasdistantes de sus moradas y a zo-nas calientes, lo cual produjoenfermedades y la muerte denumerosas personas.

Estas medidas garcianas fueronresistidas por los indios, que selevantaron en varias oportunida-des, como el levantamiento de1862 de Cañar, el de 1868 de Gua-no, el famoso levantamiento deFernando Daquilema de Chimbo-razo en 1871 y los levantamientos

19 Acta del 4 de julio de 1866. PENDONEROS, op.cit20 Las Actas del Cabildo mencionaban los arrendamientos de 19 terrenos a indios indi-viduales, 50 terrenos al Curaga de Imbabuela y los ejidos de Jatunyacu, Pinsaquí,Quising, Santiaguillo, Ilumán, Azama, Camuendo, la Compañía, Pusaco, Itambi Chiquitoa los curagas de las comunas respectivas21 Acta del 1o de Abril de 1867.PENDONEROS, Op.cit

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del Azuay en ese mismo año, quefueron duramente reprimidos.Por su parte, los municipios co-menzaron a hablar abiertamentede tiranía, provocando un agudodebate con el Ejecutivo. El ase-sinato de García en 1875, pusofin a estas controversias.

4.4. Las localidades en losgobiernos progresistas:1875 - 1895

Este cuarto y final período conque remata el siglo XIX, comien-za por una breve administraciónde Borrero, que al año siguientees reemplazada por Veintimilla.En este momento, todavía hayun intento de las regiones y mu-nicipios por regresar a la Consti-tución de 1861 que les concedíauna amplia autonomía. Porejemplo, cuando el Concejo deGuayaquil decide su apoyo comoJefe Supremo a Veintimilla, se-ñala claramente que lo hace pa-ra impulsar la vigencia de laConstitución de 1861. Sin em-bargo, era ya una discusión ana-crónica. En verdad había unagotamiento muy claro de losprocesos de integración nacio-nal por la vía normativa, queprivilegiaron la acción política,cultural e ideológica. Se busca-ba acciones materiales para ar-ticular al espacio ecuatoriano.Ello fue bien interpretado porlos regímenes autodenominados“progresistas” de Caamaño, An-tonio Flores y Luis Cordero, queintentaron resolver de manerapragmática la integración nacio-nal a través de programas con-cretos de crédito, educación,vías, navegación fluvial e inmi-gración extranjera. Hacen unllamado a la unidad entre libe-rales y católicos, para formar la

Unión Republicana, aunque sololograron atraer a las elites deQuito y Cuenca.

El período coincidió con el segun-do boom cacaotero, cuyos ingre-sos comenzaron a sentirse desde1879. Los progresistas iniciaronun conjunto de actividades paradesarrollar su programa: crearonel Ministerio de Instrucción Pú-blica, separándolo del Ministeriodel Interior para darle mayorempuje a la educación, autoriza-ron el establecimiento de escue-las de los Hermanos Cristianos entodas las cabeceras cantonalesdel país, dispusieron el estable-cimiento de escuelas de artes yoficios en las ciudades de Gua-yaquil, Cuenca y Latacunga e in-formaron que el país tenía másde 40.000 alumnos en los plan-teles oficiales y 11.000 en losprivados. Impulsaron el estable-cimiento de vías: la construcciónde la carretera del norte, laconstrucción de la línea de ferro-carril entre Chimbo - Zibambe,Yaguachi - Durán y el camino deArchidona a Quito. Tambiéninauguraron el telégrafo entreQuito y Guayaquil, contrataronla instalación del alumbradoeléctrico para Quito, Latacunga,Ambato, Riobamba, Loja y Gua-yaquil, y lograron la expediciónde una nueva Ley de División Te-rritorial. Iniciaron el camino desecularización del país, con lafirma de un Decreto en 1889 quesustituyó el diezmo por el im-puesto de tres por mil sobre lapropiedad y por un impuesto deochenta centavos por cada 46Kg. de cacao exportado. Se in-corporó la máquina a vapor querevolucionó el transporte entreGuayaquil, Daule y Babahoyo(Deler 1987:194)

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Este cuarto y final pe-ríodo con que remata

el siglo XIX, comien-za por una breve admi-

nistración de Borrero,que al año siguiente esreemplazada por Vein-

timilla.

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Con estas acciones modestas,pero necesarias y pragmáticas,intentaron despolitizar la rela-ción entre poder central y muni-cipios, pero carecieron de unautopía con capacidad de conec-tarlos con el pueblo. Ese vacío

fue ampliamente llenado porAlfaro, que a pesar de sus nume-rosas derrotas electorales y mi-litares, impregnaba politicidada las relaciones entre las provin-cias y el estado bajo el idearioliberal.

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La revolución liberal fue coman-dada por una burguesía agro - co-mercial costeña que creció con elsegundo boom cacaotero produ-cido desde 1875. La RevoluciónIndustrial europea de finales delXIX produjo una alta demanda deproductos alimenticios para lostrabajadores europeos que vivíanen las ciudades y de materias pri-mas para las industrias. Los paí-ses latinoamericanos pasaron aofertar buena parte de estos pro-ductos. Pero, al mismo tiempoAmérica Latina importó una seriede bienes manufacturados: texti-les, maquinaria y bienes de lujo.Otra importante inversión fue laconstrucción en serie de los fe-

rrocarriles para los diversos paí-ses. De este modo, AméricaLatina adoptó un modelo deproducción dependiente “de lasdecisiones y prosperidad deotras partes del mundo”, acep-tando como “natural” esta divi-sión mundial del trabajo. Talpolítica estaba ampliamentejustificada por el pensamientoliberal que se impuso en Améri-ca Latina que tenía una fe cie-ga en la libertad individual, enel progreso y en la ingenuacreencia en que se desarrollaría“mediante el juego libre de lasfuerzas comerciales” sin haberpasado por la revolución indus-trial (Skidmore y Smith 1984: 55).

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En medio de esta coyuntura eco-nómica de producción y exporta-ción cacaotera, entre 1875 y1925, se produjo la revoluciónliberal que empujo cambiosimportantes en el país, modifi-cando las relaciones y las carac-terísticas del estado central, lasregiones y las localidades. Al fi-nalizar el siglo XIX, a pesar detodo el esfuerzo del estado cen-tral por integrar al país, las re-giones y localidades manteníanfirmes sus bases económicas, so-ciales, políticas e ideológicas depoder. Su fuerza económica radi-caba en el control monopólicode la tierra, de la producción yla comercialización de los princi-pales productos de exportación yconsumo interno. El poder políti-co era controlado a través detodo un sistema de redes socia-les e incluso de parentesco,organizadas alrededor de loslatifundios, que conformabanverdaderas oligarquías locales.Estos latifundios controlaban di-rectamente a los trabajadoresinternos y a las sociedades loca-les a través de una serie de me-canismos como el concertaje, laprisión por deudas, las yanapas,el sistema de partidos, entreotros. Por su parte, la iglesia ca-tólica sostenía y legitimabaideológicamente a estos siste-mas de dominación. Sin embar-go, en varias de las localidades,los poderes locales ya mostrabanalgunas grietas: en unos casos,no lograban integrar a todas laslocalidades, dejando varios es-pacios vacíos; en otros, habíancontrapoderes, sobre todo degrupos de comerciantes (arrieros,contrabandistas y comerciantes),y adicionalmente, existían con-flictos internos al interior de lapropia clase dominante, sobretodo, con las visiones moderni-

zantes surgidas en algunos deestos sectores. La revolución li-beral, expresaba precisamente,la emergencia de actores con-testatarios a estos sistemas dedominación, pero también,expresaba a nuevas formas dedominación surgidas en la Costa,que juntaban control de la tierray comercialización. Estas dife-rencias se expresarán en las eta-pas que tuvo la revolución liberal.

5.1. El auge cacaotero

El cacao se convirtió en el nerviocentral de la economía ecuato-riana, favorecido por la deman-da de los países industrializadosque tenían crecientes exceden-tes para endulzar sus paladares,por la nueva tecnología en laconstrucción de barcos que bajólos precios de la transportación,las excepcionales condicionesnaturales del puerto de Guaya-quil y su sistema fluvial, el climapropicio para el crecimiento dela fruta y las condiciones inter-nas de producción. La venta decacao subió 22.7 veces en el pe-ríodo, de un valor de 1,248,000en la década de 1850-60 a28,356,000 en la década de1920-29, a pesar de la baja delos precios que se produjo desde1907. La dependencia del cacaofue tal que acaparó el grueso delas exportaciones: en la década1850-60 constituían el 53%, subióa constituir el 59% en la década1860-69, para llegar a represen-tar el 70% entre 1870-79 y man-tenerse entre 66 y el 68% hasta1919; para bajar al 48% entre1920-29 (Pineo 1994: 286).

La producción del cacao se reali-zó en enormes latifundios, quese crearon violentamente a tra-vés del despojo a propietarios

El cacao se convirtióen el nervio central dela economía ecuatoria-na, favorecido por lademanda de los paísesindustrializados

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Un balance objetivo de los cam-bios económicos, sociales ypolíticos que produjo el boomcacaotero, entre 1875 y 1925,nos muestra que al igual que enotros países latinoamericanos,se creó un modelo de desarrollobasado en la exportación de pro-ductos agrícolas no procesados yla importación de productosmanufacturados, con lo cual secreó un modelo de desarrollodependiente y de crecientesintercambios desfavorables parael país, a nombre del discursoliberal del libre comercio. Lasimportaciones crecieron almismo ritmo que las exporta-ciones: de diez millones desucres anuales en la década1889-1899 a 43 millones en ladécada de 1920. Las importa-ciones hasta la primera guerramundial fueron dominadas porlos europeos, Gran Bretaña,especialmente, para ser reem-plazadas por Estados Unidos apartir de 1920.

Uno de los rasgos particularesdel caso ecuatoriano, es que elauge cacaotero no logró crearlos suficientes eslabonamientoseconómicos para arrastrar a lasdemás regiones. Se mantuvo unadualidad en el agro ecuatoriano:una economía de exportación enla Costa y el sistema de hacien-da tradicional en la Sierra. Lacordillera andina resultó unenorme obstáculo para la articu-lación de la Sierra, cuestión quese remarcó por la vigencia deuna economía tradicional queno podía ofertar los productosque demandaba la Costa, quedebió importar incluso bienes desubsistencia. Es decir, se produ-jo el crecimiento de una sola re-gión, mientras se mantenía laeconomía rezagada de las de-más, lo cual mas bien introdujonuevas diferencias y distorsionespara un crecimiento más equita-tivo y homogéneo. Jorge Trujilloen su trabajo “Hacienda Serrana1900 - 1930”, muestra que el

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que no tenían títulos de propie-dad, la apropiación de tierrasestatales, y el remate de hipo-tecas a medianos e incluso gran-des propietarios. Para fines del

XIX unas veinte familias acapa-raban el 70% de la tierra. Ma-nuel Chiriboga (1980) elaborauna lista de las principalesfamilias:

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auge cacaotero no dinamizó laproducción de la hacienda serra-na hasta 1914. Con el funciona-miento del ferrocarril y el alzade los bienes de subsistencia quese produjo en la primera guerramundial, comenzó recién un pro-ceso de substitución de importa-ciones agrícolas, cuestión queintrodujo cambios significativosen el proceso productivo de lashaciendas serranas más dinámi-cas, especialmente de la Sierracentro - norte y el desarrollo deactividades industriales y banca-rias en Quito. Ello dio origen alaparecimiento de una oligarquíaserrana con intereses en la tie-rra, la industria y la banca

En la Costa, se desarrolló unaburguesía agro - exportadoraque controlaba la tierra, la ban-ca, las casas de exportación, al-gunas industrias y el sector ser-vicios (Chiriboga 1980). Tambiénapareció una débil actividadagroindustrial: Rafael Guerreroen “Los Ingenios en el Desarrollodel Capitalismo Ecuatoriano”encuentra significativas transfe-rencias de capital hacia la pro-ducción azucarera. Es decir, cre-ció entre la oligarquía guayaqui-leña cierto espíritu empresarial,una industrialización incipientede productos como textiles, cue-ros, bebidas, alimentos y mate-riales de construcción, así comolos ferrocarriles y muelles22; sinembargo lo más notable de estaselites fue el desarrollo de uncomportamiento imitativo deEuropa y Norte América, que los

llevó a dilapidar sus fortunas enlas ciudades europeas y desarro-llar una cultura fuertemente de-sencontrada con lo nacional.

Un aspecto que si logró cambiarel boom cacaotero fue el pesodemográfico y económico de lasregiones. La Costa creció signifi-cativamente hasta representarun 30.42% de la población hacia1909, superando a la Sierra surque representaba el 24.03%. LaSierra centro norte perdió su pe-so decisivo, aunque aún repre-sentaba el 45,53%. Guayaquil seconvirtió en el polo más dinámi-co del desarrollo: creció el movi-miento portuario, de 149 barcosque movilizaban 63.000 tonela-das en 1860 a 400 en 1922 quemovilizaban 400.000 toneladas.El valor de la tierra cambió nota-blemente en favor de las tierrasque podían dedicarse a los pro-ductos de exportación: la Leysobre terrenos baldíos de 1884,estableció que: “el precio de ca-da hectárea será de cuatro rea-les en los terrenos de páramo obosque situados a más de 2.000metros sobre el nivel del mar; deseis reales en los terrenos queestán a una altura de mil metroshasta dos mil metros; y de ochoreales en las llanuras o colinasque no pasen de los mil metrosde elevación...”23. Entre 1884 y1909, el estado traspasó a pro-pietarios individuales tierras bal-días por 69.289 sucres, que a unprecio promedio de seis reales lahectárea, significaban unas115.000 hectáreas.

22 En 1881 se funda el Ingenio azucarero Valdez y en 1887 se inaugura el Ingenio azu-carero San Carlos en Milagro. Para 1890 se inicia la exportación de caña de azúcar. En

1892, se funda en Guayaquil la fábrica de Cigarrillos El Progreso23 Guía Comercial agrícola e industrial de la República del Ecuador, 1909, Talleres deArtes Gráficas.

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Los cambios que el auge cacao-tero produjo en las relacionessociales de producción fueronambiguos, se quedaron en la“transición” entre relaciones nocapitalistas a relaciones salaria-les. De una parte, Andrés Guerre-ro en “Los Oligarcas del cacao”muestra que se desarrollaronmodernas relaciones salarial -capitalistas solo en los procesosde ensacado, transporte y em-barque de cacao, en tanto, semantuvieron las relaciones nocapitalistas en las plantaciones.Manuel Chiriboga, agrega que laredención de cultivos y el peona-je por deudas, fueron efectiva-mente relaciones no capitalistas,que sin embargo se realizaban enun proceso mayor de “valoriza-ción y circulación de mercancías”que las vinculaba de alguna ma-nera al ”salario monetario” y alconsumo de bienes producidos enel mercado mundial. SabineFicher en “Estado, clase e indus-tria” y el citado trabajo de Ra-fael Guerrero muestran que enla actividad azucarera, posteriora la primera guerra mundial, seutilizaron definitivamente rela-ciones de producción salariales,lo cual confirma el carácter detransición que tuvo el cacao enla modernización de las relacio-nes sociales.

El auge cacaotero comenzó adeclinar en 1914 como efectodirecto de la primera guerramundial, lo cual produjo una ba-ja significativa de la demandadel cacao y de sus precios. Sinembargo, el Ecuador estabaatrapado en el modelo agro -exportador de productos prima-rios de la Costa y del sistema dehacienda serrano. Por esta ra-zón, cuando la crisis se profundizóen la década de 1920, la reac-

ción fue buscar otros productosque reemplazaran al cacao, co-mo el café, el arroz, la tagua yel azúcar. Sin embargo, ni losprecios, ni el volumen producidode todos estos nuevos productosde exportación, fueron lo sufi-cientemente importantes comopara reemplazar los ingresos quese obtenían en el auge con el ca-cao. La crisis llegó a su puntocrítico en 1931, año en el quecolapsó el sistema financiero, elBanco Central perdió sus reser-vas, la balanza comercial fuedesfavorable para el país en to-do el período, se produjo unaimportante devaluación moneta-ria, bajó el poder adquisitivo delos ecuatorianos y aumentó eldesempleo en el sector asalaria-do. La crisis impactó en el sectoragrícola agro - exportador queperdió ingresos y también sesintió en las pocas haciendas se-rranas que habían logrado arti-cularse de alguna manera almercado como oferentes de ce-reales, vacunos, leche y deriva-dos (Miño 1990: 41-58).

5.2. El impacto de larevolución liberal enlas regiones y localidades

La revolución liberal puso al de-bate cuatro temas básicos quetocaron la relación estado - re-giones y localidades, en la co-yuntura entre 1895-1925:

la búsqueda de una integra-ción más igualitaria de la so-ciedad, sobre la base de unpensamiento secular y mo-dernizante;

la integración material de laCosta y la Sierra;

una mayor supeditación delos municipios al estado

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La revolución liberalpuso al debate cuatrotemas básicos que to-caron la relación esta-do - regiones y locali-dades, en la coyuntura

entre 1895 - 1925

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central para desarrollar esteprograma de modernización; y,

el inicio de un proceso organi-zativo de algunos sectores po-pulares, atrapados todavía enlos paradigmas liberal -con-servadores. Sin embargo, elperíodo liberal tuvo dos fasesclaramente diferenciadas:una primera, de mayor radi-calidad entre 1895 y 1912, enla que enfatizaron la secula-rización de la sociedad, invo-caron a la igualdad social,promovieron la integraciónmaterial, hablaron de la in-dustrialización del país24 ypusieron bajo su conducción alos municipios. Este ímpetudecayó con el asesinato de Al-faro y el surgimiento del libe-ralismo moderado. La segundafase, entre 1912 y 1925 man-tuvo la idea de la seculariza-ción social que propugnabanlas elites costeñas para arre-batarles el control político eideológico a la aristocraciaserrana, continuaron en la in-tegración material, pero encambio, desapareció la ideade la igualdad, se apagaron lasescasas veleidades industriali-zadoras y los municipios retor-naron al poder de las elites lo-cales (Maiguashca 1992: 199)

La integración social igualitariabasada en la secularización de lasociedad, fue uno de los princi-pales cambios que propuso larevolución liberal, en su primera

fase. Aspiraban cambiar la ideo-logía tradicional religiosa de lasociedad, por una visión moder-na, que liberara a los sectoressubalternos del férreo controlideológico de la iglesia y la claseterrateniente, para que pudie-ran incorporarse a la demandade mano de obra de las planta-ciones cacaoteras y a las deman-das que originaba el comercio,las finanzas y los servicios de lasciudades. En su disputa con laiglesia por el control ideológicodel pueblo a través de la secula-rización de la sociedad, se pro-movieron un conjunto de leyesque lograron cambios importan-tes: se dictó la Ley de Instruc-ción Pública el 29 de mayo de1897 que instituyó la educaciónlaica, gratuita y obligatoria entodo el país que quitaba parcial-mente a la iglesia la formaciónde la juventud y plantearon laseparación de la iglesia del esta-do; en 1898 se reformaron lasrentas eclesiásticas, suprimien-do las contribuciones que susti-tuyeron a los diezmos; en 1902se promulgó la Ley de Matrimo-nio Civil; en 1903 la Ley de Cul-tos que cambió las relacionesentre la Iglesia y el Estado, su-primiendo el cobro de “diezmos,primicias, derechos mortuorios yotros semejantes”; y en 1908 seexpidió la Ley de Manos Muertas,por la cual “todos los bienes raí-ces de las Comunidades Religio-sas establecidas en la República”pasaron a la Beneficencia Públi-ca25. Todo ello chocó rudamente

24 La política industrial fue mas bien retórica. Se quedó en la expedición de la Pri-mera Ley de Protección Industrial en 1906.25 Un resultado no programado que produjo la estatización de los bienes de las Co-munidades Religiosas que pasaron a la Beneficencia Pública, fue la deslegitimación delpacto entre huasipungueros y arrendatarios de las haciendas, que hacia la década del 30,se expresó como una crisis de la autoridad paternal de los hacendados sobre los trabaja-dores, inaugurando una larga fase de lucha por la recuperación de la tierra.

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con la iglesia, especialmente se-rrana. En los cantones y munici-pios se vivió este conflicto quepolarizó a la población y que in-cluso enfrentó a cantones pre-dominantemente liberales conconservadores. El conflicto co-menzó a disminuir, cuando laiglesia quiteña jugó un rol de in-termediaria entre laicismo y con-fesionalismo. En la segunda fasedel período, debido a los siem-pre escasos fondos públicos paraampliar la educación laica, laiglesia había recuperado buenaparte de la educación. En laregión sur, en Cuenca y Loja,controlada por una iglesia ultra -conservadora que se erigió endefensora del confesionalismo, yen una serie de cantones predo-minantemente rurales de la Sie-rra centro - norte, las tensionesentre liberales y conservadoresse prolongaron hasta la décadadel 60.

La política de “igualación” delos indios con la sociedad blanco- mestiza se inició en 1895, conla exoneración del pago del tra-bajo subsidiario. Al mismo tiem-po, el estado proclamó al mesti-zaje como el crisol que uniría a lareconocida diversidad racial. Enel terreno de las ideas, GonzálezSuárez, el arzobispo de Quito,que concilió el liberalismo con laiglesia, jugó un rol muy signifi-cativo. González proclamó almestizaje como fórmula de con-ciliación racial. Escribió que"cuando se formaba poco a pocoen el suelo ecuatoriano la nuevacolonia, la principal parte de lapoblación la constituían los in-dios, muchísimo más numerososentonces que ahora; el númerode europeos era todavía relati-vamente corto: las familias quelos españoles habían formado

estaban en la flor de la vida, ydel abrazo de la raza europeacon la raza americana iba bro-tando una generación llena devigor y dispuesta para lanzarse aempresas aventuradas" (Gonzá-lez Suárez 1970: Tomo 2: 22).Esa nueva raza americana, noera otra sino la mestiza. A losindios los consideró una "razavencida", "subyugada", más aún,situados por fuera de la historia.Para González, los mestizos, notanto por su herencia andina si-no por la española, constituíanel fundamento de la nacionali-dad, era el sector con futuro, losiniciadores de la historia y losque poseen verdadera noción deella. Conjuga una concepción re-ligiosa del mundo como "ordenrecibido" y como "destino provi-dencial" trazado por la voluntaddivina, con la acción de los hom-bres como producto de la "liber-tad humana". En su opinión, losmestizos en su calidad de católi-cos y como "raza" con iniciativa,unen este doble tipo de atribu-tos que los convierte en puebloscon capacidad de "adelantar yengrandecerse moralmente". Encambio, los indios ni son "católi-cos", ni tienen iniciativa, su des-tino final será su incorporación ala "civilización" o su envileci-miento total. Así nos lo dice enuna de sus célebres pastorales:"Hoy, en el Ecuador, los indiosforman un pueblo en medio deotro pueblo; y constituyen unaraza al frente de otra raza: estodepende de sus costumbres, desu jerarquía social, de sus usostradicionales, y, sobre todo, desu lengua; mientras el indio con-serve su lengua materna propia,su civilización, será moralmenteimposible el buen éxito de todareforma" (González Suárez op.cit.: 398).

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El intento por mestizar a los in-dios puso al orden del día, comotema central, la supresión delconcertaje y la servidumbre,que se consideraba el mecanis-mo por el cual los hacendadosserranos vinculaban a los indios ylos mantenían en su condiciónmiserable: en 1916 se suprimióla práctica de las prisiones pordeudas, con lo cual quedó aboli-do el concertaje. Teóricos y polí-ticos como Abelardo Moncayofustigaron el encadenamiento dela fuerza de trabajo, generacióntras generación a los predios dehacienda a través de las deudasy plantearon la necesidad de ge-neralizar las formas asalariadasy de libre contratación, comonueva modalidad de las relacio-nes sociales (Moncayo 1912). Talliberación de la fuerza de traba-jo, produciría, según el pensa-miento liberal, la conversión delos indios en ciudadanos libres,capaces de integrarse al proyectonacional. Entre líneas, la aboli-ción del concertaje buscaba,además de la mestización, libe-rar a esa fuerza de trabajo paraque pueda vincularse a lasdemandas del desarrollo capita-lista. Como ocurrió con todos losprogramas liberales, el radicalis-mo solo llegó hasta la eliminacióndel concertaje. Los hacendadospronto se dieron modos paraaparentar en los libros de cuen-tas que la forma salario eradominante, transformaron endinero todos los socorros y supli-dos, sin grandes adelantos enespecies, total, tenían los sufi-cientes trabajadores, así queresultaba superfluo el endeuda-miento hereditario (Ramón1993). Miles de serranos, sobretodo del campo y de las parro-quias rurales, se desplazaron a laCosta, como fuerza de trabajo de

las dinámicas unidades producti-vas de esa región. La supuestaigualación de los indios, produjosu marginación como puebloscon derechos diferenciados, pro-moviendo su eclipsamiento comoindígenas de la escena nacional,por largo tiempo. En 1921 seprodujo uno de los últimos le-vantamientos caracterizado co-mo de indígenas, el de Guano,Cubijíes y Paquicaguán. Despuésde esa década, comenzaron aexpresarse, o ser vistos, comocampesinos. Los indios se comu-nalizaron y la administración ét-nica del estado se volvió parro-quial, encargada a los tenientespolíticos (Ramón 1993).

En el tema de la integración ma-terial, la revolución liberal pusonotable empeño en la construc-ción del ferrocarril, el telégrafoy el teléfono. La construccióndel ferrocarril entre Guayaquil -Quito - Ibarra, fue sin duda, unade sus mayores realizaciones.Fue una construcción costosaque dejó fuertemente endeuda-do al país. Técnicamente com-pleja por la empinada topografíade los andes que debió vencer.Se realizó a través de negocia-ciones muy desventajosas parael Ecuador y la obra final fue decalidad mediocre por los defi-cientes materiales que utilizarony por los recortes realizados a laruta en el ascenso a la cordille-ra, cuestión que bajó sus capaci-dades de transporte. Aún así, laruta vinculó a las dos terceraspartes de la población nacional ya cuatro de las cinco ciudadesmás grandes del país (Deler1992: 199). Dejó fuera a laSierra sur, Esmeraldas y a laAmazonía, que se rezagaron defi-nitivamente de su integración al

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mercado nacional. Por su parte,la conexión por telégrafo se rea-lizó entre 1880 y 1886, en 1903se fundó la Compañía Nacionalde Teléfonos, pero la conexióntelefónica tomó un tiempo ma-yor, recién en 1920 logró conec-tar a Quito y Guayaquil. Unaconexión aérea comercial co-menzó a funcionar desde 1929(ibid: 204). Si bien el ferrocarrilno se justificaba desde el puntode vista de incorporar a la Sierraa los mercados externos, encambio contribuyó en la forma-ción del mercado nacional y pro-movió cierta modernización delas haciendas serranas cercanasa las líneas férreas de la Sierracentro - norte. En suma, el últi-mo cuarto del siglo XIX y el pri-mero del XX, vencieron la barre-ra de los Andes, permitiendo unaarticulación material básica en-tre Guayaquil y Quito, nuevo ejedel poder nacional.

Los liberales de la primera fasebuscaron consolidar un aparatoburocrático central, que contro-lara y se impusiera sobre las mu-nicipalidades. En muchos sitios,el liberalismo debió crear elaparato local del estado, hastaentonces muy embrionario. Co-menzó a controlar el personalpolítico de las localidades (Go-bernador, Jefes y Tenientes Polí-ticos) escogiéndolos de sus filas.El Estado a nivel local actuó va-rias veces como árbitro de con-flictos interclasistas y comenza-ron a controlar enérgicamente alproceso electoral. Se trataba de

un nuevo avance del estado so-bre las sociedades locales. Ellofue acompañado por un controlterritorial más efectivo a travésde las fuerzas armadas, se creóla policía rural en la Costa y Lojay se organizaron las aduanas enla mayoría de puestos de fronte-ra. El liberalismo creó una red desustentación con los municipiosbeneficiados por su política, queconjuntamente con los jefes po-líticos y las fuerzas armadas quefueron distribuidas siguiendo ladivisión jurídico-política delpaís, fueron el soporte del pro-ceso, incluso de los fraudeselectorales con los que se “legi-timaron” en el poder26. En ver-dad, la coyuntura, entre 1895hasta 1916, estuvo atravesadapor conflictos políticos y arma-dos entre conservadores y libe-rales, primero, y luego, desde1912 hasta el sofocamiento delos últimos conchistas en 1916,por los conflictos entre liberalesradicales y moderados, que en elcaso del coronel Concha se con-virtió en un conflicto regional alhaberse constituido el Gobiernode Esmeraldas. Esta conflictivi-dad y los cambios modernizantes,algunos de alcance nacional, yotros que tocaban por dentro alas localidades, inquietaron pro-fundamente a las elites locales,que reaccionaron de varias for-mas: unos, asumieron una acti-tud de confrontación total;otros, aceptaron las ideas decambio, buscando adaptarse aesta nueva situación, para vol-ver a reconstruir su poder.

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26 Los liberales tuvieron una política ambigua frente a los Municipios. De una parte,buscaron intervenirlos, pero de otra emitieron una ley que fortalecía su autonomía: LaConstitución de 1906, en su artículo 114, reconoció formalmente que "las Municipalida-des, en el ejercicio de sus funciones privativas, serán absolutamente independientes delos otros poderes" (Trabuco 1975:344).

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En la segunda fase, se produjoun notable cambio en la relaciónmunicipios - estado: las redeslocales volvieron al poder de losmunicipios. Los poderes regio-nales, especialmente costeños,impusieron una descentraliza-ción del cobro de los impuestosal comercio local e internacio-nal, lo cual dividió claramente alos municipios en tres tipos, se-gún el volumen de ingresos:

los municipios del interior,ubicados en las rutas comer-ciales marginales, periféricaso de ámbitos económicos pe-queños, que lograban bajísi-mas recaudaciones a travésde los impuestos al comercio,los juegos y los catastros;

los municipios ubicados en ar-terias comerciales importan-tes, sobre todo en el nuevoeje comercial Guayaquil - Qui-to - Ibarra articulado por elferrocarril, que podían acce-der a los impuestos de un nu-trido comercio interregional; y

los municipios situados estra-tégicamente en los puertos einclusive en zonas fronterizascon el Perú y Colombia, quepodían beneficiarse de lasaduanas y el comercio inter-nacional, que lograron recau-dar importantes recursos. Se-gún Federico Trabucco, untercio del presupuesto delmunicipio de Guayaquil en1919, provenía de los impues-tos a la exportación de cacao.Incluso, en modestos canto-nes como el de Macará en lafrontera con el Perú, el ingre-so por aduanas representabaen 1914 el 39,2% del presu-puesto total (18% por ingresode productos extranjeros y el

21,2% por exportación al Pe-rú); el 47,4% provienen de laexportación de chancaca,chanchos y cueros; y solo el13,3% proviene de la subven-ción estatal (Ramón 2002:34).Con estos recursos, los muni-cipios podían construir lasobras públicas y los servicios,de manera que, la legitima-ción del municipio como poderlocal con capacidad de incidiren la economía local, estabadirectamente relacionada conlas rentas logradas por su ubi-cación en los circuitos comer-ciales de circulación nacionale internacional.

Otro elemento muy importanteque explicó el triunfo de los po-deres locales sobre el estado,fue la creación de diverso tipode “juntas” que manejaban demanera autónoma fracciones im-portantes del presupuesto. Co-mo hemos señalado, a partir de1890, con el segundo boom ca-caotero, el estado ecuatorianomejoró sustancialmente sus in-gresos, pero al mismo tiempo, seestructuraron redes clientelaresverticales para manejar esos re-cursos. Las elites de Quito, Gua-yaquil y Cuenca apelaron a lasantiguas redes de parentesco yal intercambio de votos por asig-naciones públicas, para negociarel reparto a través de la “jun-tas”. Por su parte, los gruposmedios y altos de Quito se espe-cializaron en el manejo de loscargos públicos, el tráfico de in-fluencias y hasta del control delmismo ejército. Esta realidadacuñó la tan conocida sentenciadel habla popular: “el que tienepadrinos se bautiza”. Hacia1924, el 80% de los fondos delpresupuesto nacional se habíadescentralizado a las juntas, con

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ii)

iii)

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lo cual, el estado perdió autori-dad nacional y debió endeudarsecon capitalistas nacionales parasolventar sus gastos administra-tivos, lo cual endosó clamorosa-mente el estado central a losprestamistas, especialmentecosteños.

Sin embargo, el aspecto que máscontribuyó al triunfo de lospoderes locales en la época delliberalismo fue la propia condi-ción de clase de los liberales.Como señala Emmanuel Fau-roux, las veleidades moderni-zantes de los liberales, termina-ban cuando comenzaban a tocara sus intereses, en ese momentoreaparecía la “unidad sagrada”entre conservadores y liberales.En Loja, por ejemplo, una zonaen la que las pugnas eran parti-cularmente ardorosas, se dieronvarias manifestaciones de estaunidad: la primera con oportuni-dad de la disputa de los “Egidos”entre 1906 y 1920, cuando elMunicipio Liberal, apoyado porlos grupos de presión local se en-frentaron contra los arrendata-rios y aparceros; otra cuandoreprimieron en 1919 y luego en1936, la huelgas de los minerosde Portovelo, o cuando reaccio-naron contra las burlas del“populacho” que solía abochor-nar a los miembros de la oligar-quía en los espectáculos públicos(Fauroux 1983: 239).

A través de estas tácticas, lospoderes locales retomaron elcontrol de los aspectos sustanti-vos del poder local. Nuevamentetoman las principales decisionesde sus jurisdicciones, por ellospasan los principales problemasy discusiones, en ellos se expresan

los diversos actores sociales y laspersonalidades, y son los interlo-cutores con el poder central. Enlo cantones, los Municipios man-tuvieron su legitimidad, a pesardel funcionamiento muy inci-piente de los partidos políticos.Ella procedía de la elecciónanual de los concejales munici-pales, cuestión que promovíauna constante participación delelectorado. Los electores esco-gían por sus “nombres” a lospersonajes prestantes, a menu-do caciques locales, con los quedesarrollaron fuertes relacionesclientelares. La continua rota-ción de los concejales en un cír-culo de personajes influyentes,su elección popular y la relaciónclientelar, les permitió recons-truir la legitimidad de las elites.

Esta consolidación de los munici-pios como poderes locales, espe-cialmente de aquellos situadosen los ejes de circulación, pro-dujo un cambio en la constitu-ción del estado nacional, comolo anota V.H. Torres “ya no sonexclusivamente la expresión deun poder regional con afanesfederalistas, sino que ante todologran imponer el reconocimien-to de procesos regionales y loca-les como elementos constituti-vos de un proceso “nacional”,pero sustentados en el manejode instancias propias volcadasen la aplicación de políticasimpositivas sobre sus respectivosgrupos sociales subalternos”(Torres 1989: 57).

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La revolución liberal culminó en1925, justo cuando se inició lacrisis de la exportación cacaote-ra. En 1925 se produjo la “Revo-lución Juliana” liderada por ofi-ciales jóvenes del ejército. El 9de julio, los levantados se toma-ron la guarnición de Guayaquil,apresaron a las autoridades gu-bernamentales y conformaronuna Junta Militar de Gobierno.En Quito, los sublevados obliga-ron a dimitir al presidente Córdo-va, desterraron al ex - presidentePlaza y organizaron una Junta Su-prema liderada por el CoronelLuis Telmo Paz y Miño. Esta crisisse resolverá el año siguiente en1926, cuando se constituye unaJunta Civil de Gobierno y senombra como presidente a IsidroAyora. Lo nuevo de esta “Revolu-ción Juliana” es su espíritu anti -oligárquico, que intenta fortale-cer al estado creando el BancoCentral, la Superintendencia deBancos y la Contraloría Generalde la Nación. También busca de-sarrollar un programa social, dic-tando varias leyes como: la deAsistencia Pública, de Sanidad,de Jubilación, Montepío Civil,Reglamentación de la Jornada deTrabajo, el descanso semanal, eltrabajo de mujeres y menores, yde protección de la maternidad.El empuje de este proceso llegahasta 1945, época en la que seinicia una nueva fase sustentadaen la producción bananera quese extiende hasta 1960.

Sin embargo de que los dos pe-ríodos son marcadamente distin-tos en la economía, el primerode crisis y el segundo de bonan-za, tienen en común la revitali-zación de los poderes locales,que terminan imponiéndole susello al estado central. Este pe-ríodo será, de un claro avancedesde las regiones y las localida-des sobre el estado.

6.1. De la crisis a la épocabananera

La crisis económica iniciada en1925, que llegó a su clímax en1931, se prolongará hasta 1939,en medio de una serie de deva-luaciones que buscaban hacercompetitivas las exportaciones yde un conjunto de políticas mo-netarias poco profundas que notuvieron la capacidad de intro-ducir reformas estructurales.Mas bien, un nuevo aconteci-miento, la Segunda Guerra Mun-dial incrementará las exporta-ciones y para fines de la décadadel 40, un nuevo producto de ex-portación, el banano, iniciará unnuevo boom agro - exportadorahogando los tímidos intentos deponer en marcha un nuevo mo-delo de industrialización por sus-titución de importaciones, queotros países latinoamericanoshabían emprendido.

Los países en guerra aumentaronla demanda de arroz, balsa,

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caucho, cascarilla, cacao y cafélo cual permitió una triplicaciónde las exportaciones entre 1939y 1945. Adicionalmente, la ba-lanza comercial desfavorableque el país tuvo hasta 1940 co-menzó a cambiar porque crecióla demanda de Estados Unidosque entró a la guerra y bajaronlas importaciones por problemasde transporte. La Segunda GuerraMundial favoreció la recupera-ción de la economía ecuatoriana:subió el precio de los productosde exportación, aumentó la de-manda de nuevos productoshacia Estados Unidos, y reingre-saron capitales nacionales y ex-tranjeros por la mayor seguridadque les ofrecía un país no involu-crado en la guerra. Sin embargo,el crecimiento del circulanteprodujo una inflación de tres ve-ces entre 1939 y 1944.

Entre 1946 y 1948 las exporta-ciones de café y cacao volvierona incrementarse, respondiendoal ciclo de expansión del capita-lismo mundial. A partir de 1948comenzó el impetuoso creci-miento de la exportación bana-nera favorecido por las plagas,huracanes y ciclones que impacta-ron en las plantaciones centroa-mericanas (Larrea 1980: II, 21). Elprecio del banano subió de 9.53sucres el racimo en 1948, a18.46 sucres en 1952. Las expor-taciones de banano subieron de99.600 toneladas métricas en1948 que significaban un ingresode 2.8 millones de dólares, a

429.800 en 1952 que produjeron21.4 millones de dólares; paraduplicarse a 895.100 toneladasen 1960 que significaron un in-greso de 45.3 millones de dóla-res; y crecer todavía a 1,086.000toneladas en 1964 que se ven-dieron en 69 millones de dóla-res, época en la que se produjosu rápida declinación. Este nue-vo ciclo de agro - exportacionesmostrará cuatro diferencias im-portantes respecto al períodocacaotero.

Primero, fue el estado el que es-timuló las inversiones bananerasa través de créditos, subsidios,entrega de tierra y devaluacio-nes monetarias para mejorar sucompetitividad y las gananciasde los productores y exportado-res, mostrándonos que el discur-so liberal de la “libre iniciativa”se había matizado con aquel queotorgaba al estado un papel im-portante en la economía parafavorecer al mismo modelo agro- exportador, forma como se re-procesó en el Ecuador en estaetapa al discurso de la CEPAL.Segundo, se originó una nueva“burguesía agraria” de pequeñosy medianos productores27, inte-grada por antiguos propietarios,comerciantes y profesionalesque abrieron agresivamentenueva frontera agrícola hacia lasestribaciones de la cordillera,para controlar el 80% de la pro-ducción, en tanto el otro 20%estuvo a cargo de las grandesplantaciones28 (Abad 1970: 196),

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27 El 53,1 del área total dedicadas a la producción bananera (174.361 has clasificadas y15.000 no clasificadas), eran propiedades menores de 100 has; el 34.1% de la tierra estuvoen propiedades medianas de 100 a 500 has; y el 12.8% en propiedades de más de 500 has.28 Las grandes compañías prefirieron el control de la comercialización. Sin embargo,Compañías como La Astral de la Fruit Trading Corporation la combinaron con la posesióndirecta de la tierra para la producción.

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cuestión que muestra que el dis-curso modernizador de la víafarmer del desarrollo agrope-cuario, había calado, matizandoal antiguo modelo extremada-mente concentrador, basado engrandes familias de propietarios,cuestión que adicionalmente se-ñalaba el camino que debía se-guir el proceso reformista quemás tarde afectaría a la hacien-da tradicional serrana. Tercero,las relaciones sociales que esta-blecieron las diversas unidadesde producción fueron definitiva-mente salariales, es decir, sesuperó la ambigüedad de las rela-ciones en “transición” que carac-terizaron a la época cacaotera, yenviaron un importante mensajea la hacienda serrana, sobre to-do a la tradicional, que aúnmantenía las formas serviles tipo“huasipungo” en el campo; ycuarto, sin embargo de estasimportantes matizaciones intro-ducidas al modelo agro - expor-tador, se mantuvo e inclusoacentuó la dependencia, tantoporque el país continuó su papelde exportador de materias pri-mas e importador de bienes decapital, como porque, las gran-des compañías transnacionalescontrolaron la comercialización,que manejaban el 80% de las ex-portaciones en 1954 e incluso su-bieron al 90% en 1964 (Larrea1980: III, 27). De manera margi-nal, algunas empresas ecuato-rianas, algunas muy pequeñas,lograron incorporarse en la co-mercialización.

¿Qué sucedía en la hacienda se-rrana en todo este proceso deauge y crisis del banano? La ha-cienda serrana, desde las trans-formaciones liberales de iniciosdel siglo XX, debió supeditarse al

modo de producción capitalista,aunque conservó a su interiorformas de producción serviles.Andrés Guerrero, ha analizadocon detenimiento la articulaciónorgánica de la renta precapita-lista con el salario y la supedita-ción de la hacienda al modo deproducción capitalista. Al inte-rior de la hacienda, vivía lafamilia huasipunguera ampliada,integrada por la familia nuclear,arrimados y allegados. El hacen-dado se apropiaba de una rentaen trabajo precapitalista de lafamilia huasipunguera nuclear acambio de otorgarles un pedazode tierra, que se complementa-ba con un salario generalmentenominal. Cuando no era suficien-te la fuerza de trabajo de la fa-milia nuclear acudía a la familiaampliada, que se contrataba enciertos picos agrícolas a travésde formas salariales, combinandode esta forma la renta precapita-lista y el salario. El hacendadodebía realizar su producción enel mercado bajo formas de inter-cambio del sistema capitalista ydebía adicionalmente sometersea las relaciones capitalistas ensus empresas industriales y finan-cieras que tenía en la ciudad.

Sin embargo, la articulaciónorgánica entre formas de pro-ducción no capitalistas con el sa-lario, comenzó a entrar en crisispor una baja permanente de laproducción y productividad delos antiguos sistemas agropecua-rios, la hacienda agotó su fronte-ra agrícola, sufrió de un excesode huasipungueros, y experi-mentó con nuevas opciones pro-ductivas e incorporación detecnología. La hacienda se en-contraba frente al dilema demodernizarse o ser intervenida.

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Las haciendas instrumentaronvarias tácticas tradicionales pa-ra intentar revertir la crisis: laampliación de la frontera agríco-la hacia las alturas de los pára-mos desmontando el matorralvirgen, actividad que delegó auna serie de partidarios (aparce-ros), a quienes les entregabatierra virgen para su desmonte ysiembra. Otra táctica fue reubi-car y recortar las parcelas de loshuasipungueros descargando ensus trabajadores parte de la cri-sis, al estrechar las condicionesde su reproducción, ampliandoasí la frontera interna de la ha-cienda. La creciente cantidad deindios en los predios de haciendao alrededor de ella, les permitióinstrumentar una táctica adicio-nal a los terratenientes: conge-lar y disminuir el número dehuasipungueros, acrecentandoen cambio el número de aparce-ros, de arrimados y de yanaperos,a los que se les podía imponer re-laciones aun más desventajosasque a los huasipungueros. Tantoen el caso de los aparceros, arri-mados y yanaperos, la haciendano asumía toda la reproducciónde esa fuerza de trabajo, ellosmás bien se reproducían a partirde su propia unidad doméstica,su relación con huasipungueros oal interior de las comunas, sinque ello le cueste al hacendadoque usufructuaba así de una

fuerza de trabajo barata paralos picos agrícolas. Pero tambiénesta táctica de los hacendadosentró en crisis. Los aparceros yarrimados pugnaban por adquirirtierras de la hacienda y conver-tirse en comuneros29; los yana-peros no soportaban las cada vezpeores condiciones que preten-día imponerles la hacienda, pug-nando también por adquirir tie-rras, ya no de reversión que sehabían agotado, sino de la pro-pia hacienda30.

Todas estas tácticas de la ha-cienda eran tradicionales, en elsentido de buscar soluciones enel marco de los sistemas agríco-las tradicionales y en mantenerla renta aumentando los coefi-cientes de explotación de las re-laciones de servidumbre. Sinembargo, la hacienda instrumen-tó también y al mismo tiempo,salidas modernizadoras basadasen la incorporación de maquina-ria, no tanto para aumentar laproductividad, sino para aho-rrarse fuerza de trabajo; incor-poraron fertilización química almismo tiempo que mantenían laorgánica y comenzaron a experi-mentar con nuevos cultivos paracambiar sus estrategias producti-vas. Vale decir, no establecieronoposición, como se pensó en elpasado, entre crisis local, con-flictividad campesina y búsqueda

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29 Por ejemplo, los aparceros y arrimados de Pesillo, en 1943, piden se les adjudiquen200 has. de tierra, de la que la hacienda reclama propiedad, para constituirse en comu-nidad. Argumentan que "lo único que cuentan para hacer frente a las necesidades de lavida, es el irrisorio salario de veinte centavos diarios que perciben como trabajadores dela hacienda Pesillo". (Archivo de comunas del MAG. Carpeta Cayambe-Pucará, 22Noviembre, 1943)30 Los comuneros de Paccha, en Cangahua repudian la inaceptable condición que lesimpone la hacienda "La Compañía" que por permitirles pastorear las ovejas en páramosde la hacienda pretende que trabajen todos los días por yanapa y entreguen todo elabono orgánico a la hacienda, que lo precisaba para mantener su sistema Agrícola(Archivo Comunas MAG. Carpeta Cayambe-Paccha, 1 Diciembre 1947)

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de modernización pautada y se-lectiva de las haciendas, en me-dio de una coyuntura nacional einternacional que dinamizabaesos cambios.

Esta larga acumulación de opcio-nes y la creciente conflictividad,permitirá que varios hacendadosde “espíritu modernizante” res-pondan a la coyuntura que se di-namizará a partir de la décadadel 60. Los hacendados privile-giarán la producción lechera, nosolo por demandas del mercado,y los estímulos estatales, sinocomo la mejor opción para arre-glar el conflicto con los trabaja-dores, optando por una estrategiaproductiva que la habían experi-mentado largamente. Las rela-ciones internas de la haciendaincluían la explotación, la vio-lencia, pero también el pacto, laresistencia, la ritualización delas relaciones de reciprocidad yredistribución31 e incluso la re-belión si las relaciones se des-bordaban.

6.2. Las localidadesen la fase anti - oligárquicainfluida por la revoluciónjuliana: 1925 - 1945

En 1912 se inició un cambio sig-nificativo en la relación entrecentro y periferia: como había-mos señalado, entre 1830 y 1912el estado mantuvo la iniciativapara penetrar a los poderes re-gionales y locales en el procesode integración nacional. Tras ese“siglo largo” de integración na-cional desde la iniciativa del

poder central, los poderes loca-les y regionales revertieron elproceso hasta 1960, en que elpoder central volvió a tomar lainiciativa con la implementacióndel modelo de industrializaciónpor la vía de la substitución deimportaciones.

Los poderes locales, como siste-mas de dominación construidosen espacios territoriales bien de-finidos y asociados en el siglo XIXcon los territorios de las provin-cias y los cantones que soporta-ron una fuerte penetración desdeel poder central, terminaron fi-nalmente reconstituyéndose eneste período, pero experimenta-ron algunos cambios. El boomcacaotero, el ferrocarril y mástarde, el boom bananero, crea-ron redes de poderes locales,con múltiples enlaces económi-cos entre las localidades y cen-tros urbanos, cuyas economíasse habían diversificado.

Ya en la época cacaotera, secreó una red de pueblos y de co-merciantes parroquianos queunían a Guayaquil, Naranjal,Balao, Machala y Santa Rosa,vinculados “a la circulación demercancías, a los servicios y a laartesanía productiva, necesariapara ciertas labores de las ha-ciendas...”(Chiriboga 1989: 255).Con el ferrocarril, se reforzó eleje Durán, Riobamba, Ambato,Latacunga, Quito, Ibarra. Elboom bananero diversificó lasactividades económicas de lospueblos, creando un mayor nú-mero de complementaridades.

31 Mark Thurner (1989) analiza las obligaciones de reciprocidad y redistribución queobligan al peón y al patrón, que dificultan los cambios laborales que el patrón queríaimplantar.

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Con estos circuitos de articula-ción, los poderes locales de estosejes modernizados se redefinie-ron y entrelazaron, sus elites sevolvieron más complejas paraincluir a los comerciantes, seensancharon sus visiones y seestructuraron poderes que arti-culaban a territorios más exten-sos. Es decir, los poderes localesde los sectores dinámicos de laeconomía del siglo XX, a diferen-cia de aquellos que observamosen el siglo XIX, tienen mayoresenlaces; han redefinido la fron-tera étnica por una cuasi clasista,sus elites manejan cierto discur-so modernizador, han logradomayor legitimidad electoral, hanasumido ciertas lógicas de inter-vención de la racionalidad plani-ficadora, han logrado del estadonacional su reconocimiento co-mo parte constitutiva e inclusopretenden reproducir esa ima-gen en la propia estructura delestado. En cambio, las pequeñaselites de aquellos cantones ubi-cados fuera de los principalescircuitos de articulación comer-cial, pierden su calidad de siste-mas de dominación local, siendoarticulados por aquellos más di-námicos. Es decir que, ya no hayuna correspondencia mecánicaentre poder local y municipio.Hay poder local, en aquellos si-tios en los que logra reconsti-tuirse un sistema de dominaciónlocal con capacidad de articulara su respectiva jurisdicción.

Este proceso de redefinición delos sistemas locales de poder, severá atravesado por una serie deiniciativas nacionales que los im-pactarán. Ello obligará a los po-deres locales a incorporar cam-bios, sobre todo ideológicos, paraadaptarse a estos nuevos pro-cesos. Entre 1925 y 1945, tres

temas atravesaron al período,tocando a la relación entre esta-do, regiones y localidades:

la presencia, en la crisis, deun nuevo actor corporativo,las fuerzas armadas, queirrumpieron en diversos mo-mentos en la dirección delestado con propuestas refor-mistas que demandaron cam-bios y readaptaciones de lospoderes regionales y locales;

la aparición de una nuevafrontera cuasi clasista queoponía a la oligarquía contrael pueblo, que desplazó a laoposición blanco - mestizoscontra indios que caracterizóal siglo anterior, lo cual impac-tó en las relaciones y discursosideológicos de las regiones ylocalidades; y

el aparecimiento de movi-mientos sociales de “carácternacional” que cruzaron a lasregiones y localidades.

El primer tema que puso en eltapete la revolución juliana, fuela búsqueda por imponer los in-tereses de la “nación” sobre los“intereses privados”, la autori-dad central sobre las regiones ylos grupos económicos, y la ins-titucionalización de la “cuestiónsocial” en las políticas del esta-do. (Paz y Miño 2000: 25). Ellollevó a la revolución juliana, alintento por modernizar la admi-nistración pública, desde el puntode vista técnico, administrativo yfinanciero, en lo que se llamó la“revolución institucional” Busca-ba fundamentalmente centrali-zar la recaudación y la inversiónde las rentas públicas (alcoho-les, aguardientes y tabacos,los aranceles aduaneros, tasas

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portuarias, derechos consularesy ley de timbres, impuestossobre herencias, legados y dona-ciones); y poner en orden el sis-tema financiero nacional para locual se invitó a Kemmerer paraponer en práctica las reformasque él había introducido enColombia y Chile, que se concre-taron luego, en el gobierno deIsidro Ayora, en la creación delBanco Central y la promulgaciónde varias leyes de régimen mo-netario, cambiario y hacienda.Estas políticas irritaron profun-damente a los sectores de labancocracia guayaquileña, quepronto esgrimieron su muletillaregionalista. El levantamientode los banqueros de Guayaquilde enero de 1926, que acusaronal Gobierno de querer expropiar-les el oro de los bancos paratraerlo a Quito, ocasionó inclusola renuncia de la Junta deGobierno: tal es la fuerza de lasregiones, especialmente de Gua-yaquil. Ello moderó sustantiva-mente la intervención del Go-bierno Central sobre las regiones.

El segundo tema de la coyunturaque impactó a las relaciones ycaracterísticas de las regiones ylocalidades, entre 1925 y 1945fue el surgimiento de una nuevafrontera entre oligarquía versuspueblo, que desplazó a la fron-tera blanco - mestizos versusindios que constituía hasta en-tonces la contradicción central.El mundo indígena perdió pre-sencia nacional, se había atomi-zado, comunalizándose, esto es,

desapareció la estructura decaciques, mandones y mandonci-llos que representaban ciertacontinuidad de los señoríos étni-cos, para ser reemplazados porparcialidades fuertemente autó-nomas, lo cual les restó capaci-dad de negociación corporativanacional32 (Ramón 1989). Los in-dígenas se habían agrupado en88 parroquias básicamente rura-les, tal como lo mostró el censode 1950, cuestión que ruralizó yconcentró en determinados ámbi-tos su presencia (Knapp 1990)33.El Estado consolidó su adminis-tración de la cuestión étnica,desde las parroquias, en mediode relaciones increíblementeinequitativas entre las autorida-des y los vecinos mestizos, contralos indígenas. Adicionalmente,los indígenas fueron interpeladospor los gremios nacionales comocampesinos, más que como indí-genas, cuestión que sacó al temaétnico de la agenda públicanacional. De otra parte, el creci-miento de la Costa y de las ciu-dades, provocaron la emergenciade nuevos actores asalariados,sub - ocupados y artesanos en cri-sis que constituyeron lo “popular”y que promovieron procesos orga-nizativos nacionales.

Entonces, en las ciudades se vol-vieron más visibles las contradic-ciones clasistas que asumieron laforma de una oposición entrepueblo y oligarquía El surgimien-to de una identidad cuasi clasis-ta de los actores, preocupó a laselites regionales y locales, puesto

32 La comunalización del mundo indígena desplazó el problema étnico a los cantones,y la resistencia tomó la forma de un enfrentamiento inorgánico de la sociedad contra elestado.33 De las 403 parroquias existentes en 1950, en 88 de ellas los indios eran más del50%, y en otras 59 constituían entre el 25 y 49%

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que, ya no era posible instru-mentar la adhesión étnica blan-co - mestiza para contener a lossectores rurales tipificados comoindios. La contradicción clasista,dividía por dentro a la propiasociedad blanco - mestiza. Elloprovocó un cambio en el discur-so de las elites regionales y loca-les, que debieron acudir a lasidentidades locales para buscarprincipios de unidad en torno alterritorio, a los personajes loca-les, a hitos destacados de su his-toria, algunos se apropiaron dela historia indígena local, espe-cialmente de sus héroes, ele-mentos que fueron recogidos enlas monografías que se escribie-ron sobre sus “patrias chicas”. Enestos años, se puso de moda elgénero monográfico: decenas deintelectuales escribieron emo-cionadas historias sobre susterruños, buscando símbolos yelementos de unidad para exor-cizar las diferencias clasistas.

Con el avance de las auto - per-cepciones clasistas de variosactores, creció el proceso organi-zativo de los grupos más radica-les que, a esta altura del proceso,surgieron por fuera del alinea-miento liberales versus conserva-dores. La organización autónomade grupos radicales, comenzó aexpresarse en 1919, con la crea-ción de la Federación de Estu-diantes de la Universidad Central.En 1920 se llevó a cabo el II Con-greso Obrero que congregó a 55sociedades obreras de todo elpaís que formaron la Confedera-ción Obrera Ecuatoriana. Su con-vocatoria los interpeló como“trabajadores” y como “puebloextorsionado”, enfatizando estanueva identidad. En 1922 la pro-testa popular de Guayaquil seexpresó en una huelga reprimida

brutalmente, que se considerael primer bautizo de sangre de laclase obrera. La contradicciónpueblo contra oligarquía fuedesplazando a la ideología libe-ral - conservadora que atravesa-ba a los trabajadores. En 1923 seprodujo la sublevación en laHacienda Leito en Tungurahua,considerada ya como una expre-sión campesina. Desde esteacontecimiento, los movimien-tos rurales, serán interpretados,y ellos mismos se identificarán,como movimientos campesinos.En 1926 se creó el Partido Socia-lista Ecuatoriano, que si bien enuna parte de su manifiesto plan-teaba la oposición clasista entreexplotados y explotadores, ter-minaba postulando la necesidad“del gobierno del pueblo por elpueblo”, reforzando esta nuevaidentidad.

En 1929 se produjo otra subleva-ción campesina en Colta y Co-lumbe, área indígena, que sinembargo se expresó en este nue-vo contexto con una identidadcuasi clasista. En 1934, se reali-zó la primera huelga de obrerosfabriles por crear un Sindicatoen la fábrica Internacional; en1938 se reunió en Ambato el IVCongreso Obrero Nacional; enese mismo año se promulgó elCódigo del Trabajo que estable-ció una jornada laboral de 44 ho-ras. Se creó también la CEDOC,Confederación Ecuatoriana deObreros Católicos, atrapada to-davía en las políticas de controlde la iglesia. La crisis de los años30 y 40, deslegitimó, tanto a lasrelaciones paternalistas al inte-rior de las haciendas y planta-ciones, como a las lealtades deartesanos y trabajadores de laciudad, que se expresaron enfuertes movilizaciones de los

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subalternos y en un avance de suproceso organizativo. Con la“Gloriosa” de 1944, los grupossociales se sacudieron de lassobredeterminaciones liberal -conservadoras: se creó la FEUE,la CTE y en 1945 la FEI. En estascondiciones, las elites regionalesrenovaron su ideología paraidentificar al pueblo con la revo-lución y el caos, en tanto la oli-garquía se auto - percibía comola representante del orden y elprogreso. Utilizaron el discursode las identidades locales, paraincorporar de manera paternalis-ta al pueblo dentro de sus socie-dades jerarquizadas, buscandoanular las oposiciones clasistas.Estos poderes locales, ya nopromovían separatismos federa-listas, como en el pasado, sinoproyectaron la idea de un estadonación corporativo, a su imageny semejanza, como lo sostieneMaiguashca.

El tercer tema que impactó en lacoyuntura, fue el aparecimientode organizaciones y movimientospolíticos de signo anti - oligár-quico, e incluso la aparición deinstituciones nacionales y de unatímida racionalidad planificado-ra desde el estado, que intenta-ron minar el control que teníanlas elites regionales y localessobre sus jurisdicciones. Sin em-bargo, ello no aconteció. Los es-fuerzos anti - oligárquicos seagotaron en 1945, dando paso auna nueva consolidación de lospoderes regionales y locales, so-bre todo de aquellos que mane-jaron los recursos generados porel boom bananero.

La crisis económica que sacudióa las capas medias entre 1925y 1945, impactó en institucio-nes como las fuerzas armadas

constituidas por miembros de estaclase, e integrada mayoritaria-mente por quiteños. Las fuerzasarmadas, más institucionalizadasque en el pasado, participaroncomo un organismo corporativoque buscaba introducir reformas,bajo un sello anti - oligárquico.Su estructura nacional, les permi-tía estar en capacidad de pene-trar a las regiones y localidadespara intentar un nuevo avancesobre estos poderes. Las fuerzasarmadas irrumpieron en el ma-nejo del poder central y partici-paron de una alianza ambiguacon los sectores populares, bajouna propuesta anti - oligárquica,que intentó realizar varias refor-mas, a través de las Constitucio-nes de 1938 y 1945. Ello no cuajó,por la oposición efectiva de laspoderosas elites regionales, peroobligó a esas elites a negociarcon estas nuevas fuerzas.

En esta misma fase, entre 1925 y1945 aparecieron otros organis-mos gremiales de carácter na-cional que cruzaron a las regio-nes y localidades: en 1937 secrearon las Cámaras de Agricul-tura de la Primera y SegundaZona; en 1939 se organizó el Sin-dicato de Escritores y Artistasdel Ecuador; en 1940 se organizóla Unión Nacional de Periodistade Quito; en 1944 se fundó laFederación Médica del Ecuador yen 1945 la Federación de Chofe-res Profesionales. La constitu-ción de estos actores nacionalestambién retaba a las formasclientelares regionales y localesque venían funcionando, peropor las limitaciones económicasy el fuerte localismo de estosactores, no lograron constituirseen interlocutores con capacidadde romper las dinámicas regio-nales.

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6.3. Las localidades en la

época bananera

Con el boom bananero producidoen la segunda fase entre 1946 y1960, el estado central tuvo re-cursos para emprender un nuevoavance en la integración mate-rial del Ecuador. El presupuestodel estado creció y las inversio-nes pasaron de representar el16% en 1950 al 22.5% en 1955.Ello planteó la necesidad de unaplanificación nacional que inten-tara un crecimiento más ordena-do del país. La racionalizaciónde la administración del estado,comenzó con la realización delPrimer Censo Nacional en 1950;continuó con la creación de laJunta de Planificación y Coordi-nación Económica en 1954 y elCenso Agropecuario en ese mis-mo año. En 1952 se creó la Leyde Carrera Administrativa y semejoró la infraestructura física,sobre todo en las zonas produc-toras de banano, azúcar, cacao ycafé, con lo cual, se consolidó eldespegue de las regiones prós-peras, en detrimento de las pro-vincias marginales.

Los intentos planificadores decarácter nacional, debieron ne-gociar con las regiones para suejecución, cuestión que atentócontra su intención nacional.Estas negociaciones se expresa-ron en la creación de varios or-ganismos regionales: el Centrode Recuperación Económica delAustro, CREA en 1952, luego elCEDEGE, CORNOFOR, CORFODEC;en 1958 la Autoridad Portuaria.Estas transacciones con las elitesregionales y las limitaciones delos recursos estatales, impidie-ron una intervención desde unaperspectiva nacional en las regio-nes y localidades. En el balance,

los grupos regionales terminaronapoderándose de los organismosde planificación regional, impri-miéndoles sus propias lógicas.En esas condiciones, estos orga-nismos se convirtieron en espa-cios clientelares en las que laselites regionales y locales teníanel control de sus poblaciones,con lo cual, el estado ecuatoria-no mantuvo su fisonomía parce-lada, como que querían las eli-tes regionales.

También en esta fase aparecie-ron algunos movimientos políti-cos que intentaron crear basenacionales. Eran organizacionesurbanas que expresaban a secto-res populares, como el velas-quismo, primero, y luego el CFPorganizado en 1949. El surgi-miento de instituciones y organi-zaciones nacionales de algunaenvergadura, o de expresionespolíticas de lenguaje “anti - oli-gárquico”, también obligó a laselites regionales a negociar susrelaciones con estos nuevos gru-pos, cuya verborrea populista,pronto dio paso a compromisoscon estos grupos de presión local.

Las elites regionales y locales,pronto asumieron estos nuevosprocesos organizativos naciona-les, creando sus respectivas ex-presiones locales, de maneraque, ello mas bien apuntó a laconstrucción de un estado a suimagen y semejanza. La alianzade las fuerzas armadas con lossectores populares, que mantu-vieron su empuje hasta la Cons-titución de 1945, no tuvieron nilos recursos, ni la organización,ni la radicalidad suficiente paracontrolar a las elites locales y re-gionales, diluyéndose sus inten-ciones en la mera gestualidad.Su expresión anti - oligárquica

Con el boom bananeroproducido en la segun-

da fase entre 1946 y1960, el estado central

tuvo recursos paraemprender un nuevo

avance en la integraci-ón material del Ecua-

dor.

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tuvo un carácter mas bien retó-rico, que pronto dio paso a unanueva ofensiva de las elites re-gionales.

A partir de 1948, con la bonanzabananera, las regiones procesa-ron la recuperación económicade muy diversa manera, hacién-dose más complejas sus diferen-cias. El Ecuador de este período,muestra un enorme desbalanceentre sus regiones y localidades,de manera que, va configurándo-se un nuevo centro en el ejeQuito - Guayaquil, y una perife-ria, a su vez dividida, entre lo-calidades con algún dinamismo yotras muy marginalizadas. Estascaracterísticas de la relacióncentro - periferia, son distintasa las que funcionaban en el sigloXIX, que tenían como único cen-tro a Quito

En efecto, en este período, losgrupos monopólicos financierosy comerciales de Guayaquil es-tablecieron un “dominio férreosobre los pequeños y medianosindustriales y comerciantes re-gionales” como lo destaca LizaNorth (1991:126-129). En Cuen-ca, los nobles locales, “una eliteque ha sido caracterizada comouna casta con poder monopólicoen el campo económico, social ypolítico” (Maiguashca y North1991: 115) se reconstituyeron enmedio de la crisis, controlando alos distintos sectores económi-cos locales y a sus instituciones.En Loja, el poder gamonal con-trolado por una firme alianza deterratenientes e iglesia se con-solidó, controlando a más manode obra, aprovechando la bajade la demanda de la Costa, lo

cual les permitió articular a unafuerte cantidad de “arrimados”,(campesinos mestizos vinculadosa las haciendas que no recibíansalario monetario, sino única-mente una parcela de tierra enla zona de secano, a cambio dela cual se “obligaban” a trabajargratuitamente para la haciendapor cinco días a la semana). Enla Sierra en general, la mayordisposición de mano de obra, lespermitió a los hacendados utili-zar estrategias tradicionales deproducción, mantener el estan-camiento tecnológico, el ejerciciode mayores abusos y la utiliza-ción de sus excedentes fuera delas actividades agrícolas, reali-zando incluso inversiones enotros sitios. A nivel político ins-trumentaron el regionalismocomo forma de controlar el creci-miento de sectores contestata-rios, como los grupos socialistas,y como discurso, para desarrollariniciativas locales de control delcapital financiero, tanto paraarrebatarles el poder a lospequeños chulqueros locales,como para disputarse el podercon otros espacios regionales(Fauroux 1983: 241-44).

Este procesamiento regional dela recuperación económica pro-ducido con el boom bananero,en el balance general, ahondóprofundamente las diferenciasregionales y locales. Se consoli-dó un eje central, integrado porun bi - polarismo Quito - Guaya-quil que accedía al grueso de lasrentas estatales, que se benefi-ciaba de las políticas, de la in-fraestructura y del control del po-der. Cuenca pasó a convertirse enuna región de segunda categoría,

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que en ciertos momentos logra-ba negociar su participación; untercer grupo de ciudades y espa-cios locales como Loja, Ibarra,

Riobamba, Portoviejo con esca-so dinamismo y un cuarto grupode cantones y gobiernos seccio-nales muy debilitados.

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En 1925 con la revolución julianay en medio del inicio de la indus-trialización por sustitución deimportaciones que ocurrió en va-rios países latinoamericanos34,se dictó una ley de protección dela industria nacional en noviem-bre de ese año. Ella buscabaproteger la débil industria dealimentos, bebidas y textiles dela competencia extranjera. Sinembargo, no prosperó: no habíaun sector industrial importanteen el país, la clase dirigente (laburguesía importadora, exporta-dora, financiera y la clase terra-teniente) de entonces estabamás preocupada por resolver lacrisis buscando nuevos productosagrícolas de exportación; elmercado interno era muy reduci-do y persistían las ideas de queel estado debía intervenir pocoen la economía. Es decir, aunque

había márgenes, como en otrospaíses de América Latina, parauna recuperación por la vía deindustrialización sustitutiva, larecuperación en el caso ecuato-riano se produjo por la vía de ladiversificación agrícola, prime-ro, y luego por la agro - exporta-ción del banano. En el ciclo delauge bananero creció y se diver-sificó de alguna manera la in-dustria, pero no tuvo carácterautónomo, estuvo fuertementevinculada a la burguesía tradi-cional. Debió esperarse a la cri-sis del modelo agro - exportadorbananero, para que comience enlos sesenta el proceso de indus-trialización por sustitución deimportaciones en el Ecuador, locual ubicó al país, en lo que seconoció como “los países de in-dustrialización tardía” en Améri-ca Latina.

34 La idea era producir artículos manufacturados que se importaban de Europa y Es-tados Unidos. En países como Argentina, Brasil, Chile y México, los estados pusieron enmarcha importantes procesos de industrialización, crearon barreras arancelarias que ele-varon los precios de los bienes importados, ampliaron la demanda a través de contratoscon el estado e incluso crearon industrias estatales. Este proceso dio resultados inicialespositivos para el desarrollo de sus economías. Sin embargo, en los años sesenta, elmodelo mostraba importantes limitaciones: (i) era porque continuaba dependiendo debienes de producción importados, especialmente maquinaria,; (ii) la demanda interna deproductos industrializados era muy pequeña por las grandes inequidades en el ingreso delas grandes masas de trabajadores; (iii) la tecnología utilizada era muy intensiva, propiade los países desarrollados, cuestión que no creaba puestos de trabajo, sino mas bien losdesplazaba; y (iv) el descontento, sobre todo de la clase obrera que había crecido signi-ficativamente, fue frenado de manera autoritaria y brutal por una serie de dictadurasmilitares.

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El nuevo modelo de industriali-zación por sustitución de impor-taciones, fue sostenido nueva-mente por los militares, enalianza con industriales y bajouna retórica nacionalista. En laprimer fase, entre 1960 y 1972,el proceso tuvo poca fuerza porla debilidad del estado central.Con el inicio de la exportaciónpetrolera y los altos precios quelogró el crudo, el estado le im-primió un fuerte ritmo al desa-rrollo de su modelo hasta 1980,década en la que entró en crisis.

7.1. La industrializaciónpor sustitución deimportaciones: 1960 - 1980

El boom bananero producido en-tre 1948 a 1964, tuvo dos efectosclave que prepararon el procesode industrialización sustitutiva:

se amplió el mercado interno,es decir, crecieron los estra-tos medios de la población,se produjo una mayor urbani-zación y crecieron varias ciu-dades; y

se fortaleció el estado, cues-tión que permitió que asumala planificación y las políticasde desarrollo industrial. Estatendencia se consolidó con uncrecimiento significativo dela inversión externa y la inte-gración sub - regional andinaque favorecieron la sustitu-ción de importaciones. Laimplementación del nuevomodelo implicó una moderni-zación del sector agrario através de la Reforma Agraria,la modernización del sectorindustrial por la vía de la sus-titución de importaciones,una reforma fiscal paracentralizar el cobro de los

impuestos, y una reforma ad-ministrativa, para mejorar alsector público y consolidar elsistema de planificación na-cional.

El nuevo proceso comenzará conla creación del Centro de Desa-rrollo Industrial del Ecuador,CEDES, se trataba de una ofensi-va estatal para crear una fuerzade trabajo calificada. A la par seinicia en 1963, un nuevo plan dealfabetización. También se im-pulsa la modernización del cam-po, a través de la Reforma Agra-ria dictada en 1964, la nueva Leyde Fomento Industrial en esemismo año; y el decreto 1001 de1970. En el campo, comienza atrabajar en esa misma direcciónmodernizadora la OIT a travésdel programa de la Misión Andinadirigida especialmente a los in-dígenas y los programas deAlianza para el Progreso, ALPRO.

La economía nacional experi-mentó un importante creci-miento: el PIB creció al 4.39%entre 1960 y 1969, el PIB indus-trial a un ritmo de 8.32% en elmismo período; la poblacióneconómicamente activa pasó de1´621.000 personas en 1961 a2´131.000 en ese mismo lapso ymejoraron los rendimientos tri-butarios que pasaron de repre-sentar el 15% del PIB en 1960 al18.5% en 1970. Se instalaron va-rias industrias de gran tamaño ycomplejidad, apareció una frac-ción burguesa industrial que im-pulsó el proceso y surgió todauna enorme presión para moder-nizar la agricultura. El estadocomenzó a jugar un rol protagó-nico en la economía: creó la Cor-poración Financiera Nacional en1964 para transferir recursos alos industriales, y controló a los

179

El nuevo proceso co-menzará con la crea-

ción del Centro deDesarrollo Industrial

del Ecuador, CEDES,se trataba de una ofen-siva estatal para crearuna fuerza de trabajocalificada. A la par se

inicia en 1963, un nue-vo plan de Alfabetiza-ción. También se im-

pulsa la moderniza-ción del campo, a tra-

vés de la Reformaagraria

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sectores estratégicos de la eco-nomía: el sector energético através de CEPE, el eléctrico através de IETEL, el transporteaéreo y marítimo a través deTAME y FLOPEC.

La modernización agraria se rea-lizó en una coyuntura en la quese produjo un encuentro entrecondiciones nacionales e inter-nacionales para el cambio. A ni-vel internacional había unaenorme presión norteamericanapara producir cambios que con-jurarán las posibilidades de unarevolución campesina al estilochino o cubano; a nivel interno,el consenso fue impuesto poruna dictadura militar, que contócon el apoyo de la burguesíaindustrial, de un sector de te-rratenientes que actuaron pordentro para darle dirección auna modernización bajo su ini-ciativa, el apoyo de la iglesia yde las universidades y la presióncampesina, que aunque no logróconstituirse en un actor decisi-vo, participó en la coyunturaactivamente. En el nivel ideoló-gico también hubo un encuentroentre el “espíritu de progreso” ola “iniciativa terrateniente” devarios hacendados motivadospor el mercado y la movilizaciónsocial protagonizada por loscampesinos35.

El proceso de modernizaciónagraria cobró mayor impulso conel nuevo boom petrolero de la

década de los setenta, que ledio una capacidad inusitada alestado para intervenir en la eco-nomía, superando largamentetodos los ingresos históricos quehasta aquí había registrado elpaís. La aplicación de la reformaagraria, era en verdad la princi-pal reforma que se había inten-tado para modernizar el agro,para cambiar la estructura detenencia de la tierra y las rela-ciones sociales manejadas porlas poderosas elites regionales ylocales, especialmente de aque-llas reacias a la modernización(Maiguashca 1992: 200-220)36. Apesar de haber sido un procesoque contó con un amplio respaldonorteamericano, de la opiniónpública local, de los gremios yuniversidades, del movimientocampesino y de los industriales,fue realmente tímida. Apenas seintervino 900.000 has, lo queverdaderamente se hizo fue co-lonización y se activó el mercadode tierras. Los grandes grupos dehacendados regionales lograronretener las mejores tierras, ven-der sus tierras de mala calidad yresolver sus conflictos con elcampesinado.

La exportación petrolera se ini-ció en 1972, inaugurando unanueva fase en el país. Era la pri-mera vez que se trataba de unboom minero, no agrícola, ma-nejado básicamente por el esta-do. La producción del crudo seincrementó 54 veces entre 1970

35 En los años 80 se produjo en el país un interesante debate intelectual sobre la inter-pretación de la Reforma Agraria: para un sector (Barsky, Murmis, Arcos; Marchán y otros)se trataba de un proceso motivado por el desarrollo del capitalismo; mientras que paraGuerrero se trataba de una respuesta a las luchas campesinas. La idea de "coyuntura"supera estas dos versiones que polarizaron las respuestas unilateralmente.36 En este acápite, vamos a seguir y desarrollar las tesis propuestas por Juan Maiguashcaen su influyente trabajo de 1992.

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y 1973, al pasar de 1.4 a 76.2millones de barriles por año. Elprecio del petróleo se multiplicópor 14 veces, de 2.50 dólares elbarril en 1972 llegó a 35 dólaresen 1980. Entre 1970 y 79 el PIBcreció al 9%, se profundizó elmodelo de industrialización sus-titutiva, crecieron las capas me-dias, se consolidó un sectorfinanciero e industrial, creció elsector servicios, en medio deuna urbanización constante quealteró definitivamente las carac-terísticas rurales que tenía elEcuador hasta la década del 60.El modelo puso en ejecución unapolítica económica que buscaba,de manera desordenada, tresobjetivos centrales: impulsar unproceso de industrialización porla vía de sustitución de importa-ciones, favoreciendo el desarrollode un sector industrial modernoaltamente protegido, que produ-jera los artículos de consumodoméstico que antes importaba;una ampliación del mercado in-terno, creando sujetos deman-dantes de esos productos por lavía de la modernización de lasociedad; y el crecimiento ymodernización del estado quejugaría un rol central en el reor-denamiento de la sociedad, com-plementándose con una legisla-ción social y laboral que buscarapaliar los desequilibrios socialesque ocasionara el modelo. El im-pulso petrolero fue acompañadopor un agresivo endeudamientoexterno con grandes dosis de co-rrupción, propiciado en granparte por el capital internacio-nal, por la entrada de nuevosacreedores al sistema, especial-mente del Japón, Europa y losexcedentes acumulados por losaltos precios del petróleo. Elproceso tuvo fuerza hasta 1982en que se inició la declinación

del precio del petróleo y comen-zaron los procesos de ajuste es-tructural, que buscó imponer unnuevo modelo de desarrollo neo-liberal, en medio del proceso deglobalización de la economía.

El modelo de industrializaciónpor sustitución de importacionestuvo importantes limitaciones:la industria sobreprotegida y ais-lada de las fuerzas económicasinternacionales, dependía cla-morosa y contradictoriamentede insumos y tecnología impor-tada y contaba además con unmercado interno pequeño quepronto se saturó, de maneraque, no pudo competir en unmercado progresivamente inter-nacionalizado. El crecimientointernacional de los precios deestos productos importados,trasladó los costos a las produc-ciones locales, cuestión que setradujo en inflación y en bajacompetitividad; los términos deintercambio continuaron dete-riorándose, si bien el volumende exportaciones creció, toman-do como índice 100 en 1980 a163 en 1990, el valor unitariodisminuyó de 100 a 66.5, mien-tras las importaciones aumenta-ron de 100 en 1980 a un índicede 372.6 en 1990, pero el volu-men importado descendió a 20.6,lo que significa, en síntesis, quelos productos ecuatorianos seabarataron seis veces respecto alos extranjeros, con lo que im-portamos inflación y cedimos ca-pital (Landázuri 1991: 55-67).

Por su parte, el mercado internono se amplió significativamenteporque el proceso de ReformaAgraria dejó con escasos recur-sos y sin viabilidad económica amiles de campesinos utilizadosestacionalmente como fuerza de

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trabajo barata en las ciudades.Por si esto fuera poco, los incen-tivos y subsidios se dirigieron alas políticas macroeconómicas ysectoriales asociadas con laindustrialización para sustituirimportaciones, premiando a laindustria y a los habitantes delos centros urbanos, discrimi-nando a la agricultura y espe-cialmente al sector campesino eindígena de la zona rural; el apo-yo complementario en insumos,servicios y crédito, y el estímulode los precios que debía garanti-zar el estado fueron muy modes-tos y diferenciales. Se profundi-zaron mas bien las desigualdadesen el acceso a la oferta estatal,y no mejoraron los sistemas deproducción considerados inefi-cientes.

A semejante escenario debeagregarse la corrupción y el malmanejo administrativo que el es-tado y los sectores privados hi-cieron de los desacostumbradosingresos, junto a las exaccionesdel capital financiero internacio-nal, que en su conjunto no per-mitieron sentar las bases delcrecimiento económico del país.La deuda externa creció de4,601.3 millones de dólares en1980 a 11,855.6 millones en1990, vale decir, si cada ecuato-riano debía 597.53 dólares, cadauno de nosotros debía en 1990nada mas que 1,228.70 dólares(ACosta 1991).

La caída de los precios del petró-leo que de 35 dólares por barrilen 1980 descendieron a menosde 10 en 1986, para situarse enpromedios de 13 - 15 dólares en

los últimos años y la reducciónde los créditos externos, que co-menzaron a sentirse con fuerza apartir de 1982, disminuyeron lasrentas fiscales, cuestión queimpidió financiar los gastos pú-blicos y privados de un estadosobredimensionado que habíagastado el 79% de los ingresosdel petróleo en salarios del sec-tor público (CEA, 1988), perosobre todo, resultó imposiblemantener el subsidio a la indus-tria y a los habitantes de las ciu-dades. Es decir, la crisis tocabaaspectos medulares del modelo,dando lugar a un conjunto demedidas inmediatistas, que nohicieron sino agudizar la crisis, atal punto que los indicadores so-ciales y económicos del 90, nosregresaron a situaciones anterio-res a los ochenta, cuestión queen la amplia retórica latinoame-ricana fue bautizada como “ladécada perdida”37.

7.2. Regiones y localidadesen la época del estadocentralista

El modelo de industrializaciónpor sustitución de importacionesiniciado en 1960, fue sostenidopor una alianza de militares,industriales y terratenientes mo-dernos, que tuvo como base desu acción política al estado cen-tral, cuestión que fue más visibleen la segunda fase entre 1972 y1980 impulsada por los ingresospetroleros. El control del estadocentral para implementar elmodelo de industrialización sus-titutiva era absolutamente cru-cial, para imponerles el modelo alas fracciones tradicionales de

37 Para una versión más exhaustiva de este proceso, ver, Ramón, Galo, et. al. (1992).

El modelo de indus-trialización por susti-tución de importacio-nes iniciado en 1960,fue sostenido por unaalianza de militares,industriales y terrate-nientes modernos, quetuvo como base de suacción política alEstado Central

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terratenientes, importadores eincluso exportadores tradiciona-les, renuentes al cambio. Por suinspiración cepalina, el modelofue acompañado por una fuerteretórica nacionalista, moderni-zante e integradora del espacionacional que pretendía ganar elapoyo de los sectores populares,de campesinos y capas mediaspara derrotar a esas fraccionestradicionales de carácter regio-nal y local.

En todo el proceso, se pusieronen debate tres temas centralesque cambiaron la relación entrecentro y periferia:

el nuevo carácter del estado,que comienza a intervenir di-rectamente en la economía,afectando intereses regiona-les y de las fracciones tradi-cionales del capital;

el control de los gobiernosseccionales (Municipios yConsejos Provinciales), al su-peditarlos al presupuestoentregado por el estado, con-trolar sus fuentes financierasy al centralizar una serie deatribuciones y funciones queanteriormente estaban a sucargo; y

la modernización de la so-ciedad y del estado, que pro-mueve el aparecimiento denuevos actores y dinámicassociales que redefinen a laselites locales, creando nue-vas expresiones que se confi-guran nacionalmente.

El nuevo carácter del estado co-mo activador, redistribuidor einterventor en la economía seexpresa claramente en el con-trol directo que ejerce sobre los

sectores estratégicos, en el for-talecimiento de sus aparatos deplanificación, en la participa-ción en las empresas estatalesindustriales y agroindustrialesque para 1979 llegan a 65, en elcrecimiento del número de tra-bajadores del sector estatal quepara 1980 llegan a 140.000, en lapuesta en vigencia de la Ley deSeguridad Nacional y la Ley dePartidos Políticos, en el fortale-cimiento de las Fuerzas Armadasque incluso controlan varias em-presas y en la institucionaliza-ción del papel central del estadoreconocido en la Constitución de1978. Ello le permite negociar yen algunos casos, imponer loscambios a las poderosas elitesterratenientes regionales y esti-mular a las fracciones comercia-les, industriales y financieras.Adicionalmente se consolida laintegración nacional del Ecua-dor: el sistema vial, transportes,telégrafos, teléfonos, correos,radios, prensa y televisión cubrenla mayor parte del territorio na-cional, en tanto, el aparato esta-tal, a través de sus organismospúblicos, la policía y las fuerzasarmadas hacen presencia en elconjunto nacional.

El estado centraliza y asume lamayor parte de funciones y atri-buciones que les correspondíana los Municipios y Consejos Pro-vinciales. Los Municipios perdie-ron visión sobre el desarrollolocal, debieron concentrarse enlas zonas urbanas mientras elcampo quedaba bajo la acción delos Consejos Provinciales, ahon-dándose la brecha entre el cam-po y la ciudad. Para establecermejor las características de estadiferencias entre campo y ciu-dad, tomemos un ejemplo: elcantón Macará: entre 1992-1996,

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i)

ii)

iii)

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la inversión municipal se ocupa,casi de manera exclusiva, de lainfraestructura de servicios en laciudad : vías, saneamiento, em-bellecimiento urbano, servicioscomunales y electrificación. Va-rias de estas obras se las realizaen convenio con organismos na-cionales como el FISE, FONDVIAL,EERSA y con el organismo regionalPREDESUR. La inversión en la zo-na urbana es abrumadoramentesuperior a la de la zona rural enuna relación de más de 3 a 1(76% a 23%)38. Esta preferenciapor el sector urbano, es generalen los municipios ecuatorianos.En estas condiciones, se produceun distanciamiento cada vez másagudo entre ciudad y campo,profundizando la migración delcampo y el crecimiento insoste-nible de las ciudades. Adicional-mente, cada municipio debe ne-gociar con el Gobierno de turnosus rentas, de las que dependeen más del 90%: paternalismo yclientelismo se juntan en estasrelaciones. A ello debe sumarsela creación del Banco de Desa-rrollo del Ecuador, BEDE, para fi-nanciar proyectos municipales,que consolida el control desde elestado a los municipios. Acosa-dos por las demandas locales, losmunicipios pugnan en ese perío-do por ceder todas sus atribucio-nes mientras las rentas petrole-ras sostienen el proceso.

De otra parte, se consolidanorganismos de la sociedad civilde carácter nacional: como losgremios empresariales y profe-sionales, las centrales de traba-jadores CEOLS, CEDOC y CTE, los

organismos campesinos como laFENOC, la FEI, los organismosestudiantiles, entre otros. El Es-tado interviene en la creación denumerosos cantones, hasta hi-pertrofiar su número y actúapoderosamente en la moviliza-ción de la población, sea parafavorecer procesos de coloniza-ción en la región Amazónica yEsmeraldas, sea para incentivarsu salida a la ciudad como fuerzade trabajo barata de la industriaprotegida. En 1988 se agudiza labaja del precio del petróleo, quese sitúa en 14 dólares, que debi-litará al estado central, mien-tras en ese año, la deuda haalcanzado un monto de 11 milmillones de dólares. En 1990 seproduce el levantamiento indí-gena que cuestiona al estadounitario y plantea desde otra óp-tica la necesidad de una reformadel estado.

7.3. Crisis del Modelo deIndustrializaciónSustitutiva: 1980 - 2000

Los ingresos petroleros ayuda-ron a mantener el espejismo deun país que se resistía a la crisisque sacudía a todos los paíseslatinoamericanos. Las elites man-tuvieron un doble discurso: deuna parte bregaban por el neoli-beralismo, de otra, vivían aCosta del estado. La acción delas elites se neutralizó por los in-tereses en pugna: se desataroninmensos apetitos en torno a lasprivatizaciones de las empresasestatales. También ha sido nota-ble la resistencia de los sindica-tos públicos, las organizaciones

38 Actas del Cabildo de Macará, 1992 - 199639 En 1977 se dictó la Ley de Colonizacion de la región Amazónica y se conformó elINCRAE para regular esta actividad

Los ingresospetroleros ayudaron amantener el espejismode un país que seresistía a la crisis quesacudía a todos lospaíses latinoameri-canos.

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sociales y la ciudadanía en gene-ral, que en distintos momentosse opusieron a estos procesos.En el balance, los ajustes fueronsiempre insuficientes, carentesde imaginación, repetitivos,condicionados por los organis-mos internacionales y absoluta-mente inequitativos.

En ese escenario, la crisis se des-bordó en un tiempo récord: en-tre 1995 al 2000, el Ecuador seconvirtió en el país de más ace-lerada caída en el continente yel de mayor inestablidad políti-ca. Las estadísticas del paísresultaron aterradoras. En esoscinco años, cinco presidentes sesucedieron en el poder, mientraslos pobres se duplicaron: de 3.9millones llegaron a 8.4 millones.Sus ingresos bajaron en un 25%;más de 800 mil personas salierondel país en busca de oportunida-des y continúan migrando; entre1998 y 1999 quedaron sin empleoen las ciudades 340.000 perso-nas; cada día hay 1.500 nuevosniños pobres; el gasto social percápita cayó en 22% en educacióny 26% en salud (UNICEF 2000); elpaís registra un 17% de desem-pleo abierto y 52% de subem-pleo; la inflación acumulada enel período bordeó el 700% y apesar de la dolarización conti-núa; la mitad del presupuestoglobal del estado es destinado alservicio de la deuda, entre losindicadores más descollantes. Laperversidad del proceso se mani-fiesta en que, mientras la pobre-za de la mayoría de ecuatorianosse acentuó, se produjo una ma-yor concentración de la riqueza yla desigual distribución del em-pleo: en 1998 el 10% más rico dela población concentró el 42,5%del ingreso, mientras que el 10%más pobre apenas obtuvo el 0,6%.

La pobreza en el área rural esaún más alarmante. El modelode desarrollo subestimó el papelde la agricultura y discriminó alsector agrícola, de manera queal iniciar el siglo XXI, el 90% delos campesinos son pobres: laexclusión y la inviabilidad eneste sector se cuenta por miles.En estas condiciones, las estra-tegias de reproducción socialcampesina se han hecho máscomplejas: los ingresos no agrí-colas han comenzado a tener unpapel gravitante y central en laeconomía, cuestión que ha pro-ducido un proceso masivo deabandono del campo. La pobla-ción rural bajó del 41,8% al 39%entre 1990 y el 2001 (INEC 1990,2001). Los pequeños espacios deviabilidad campesina en “maresde inviabilidad” son aquellosque han logrado procesos de di-versificación productiva con laconstrucción de infraestructurade riego; los que se han dotadode cierta seguridad productivacon la construcción de inverna-deros; los que han explorado enproductos no tradicionales; losque han emprendido procesosagroindustriales y los que produ-cen para los mercados selectivosexternos. Sin embargo, ellos sonmuy pocos.

El gobierno optó por la dolariza-ción, como medida extrema paracontrolar la devaluación que sedesbordaba y buscar un equili-brio macroeconómico. Se elimi-naron la mayor parte de subsi-dios, se redujo modestamente elaparato estatal y se flexibilizó elsistema laboral siguiendo las re-comendaciones del modelo neo-liberal. Tras la crisis bancaria del1999, se han hecho grandes es-fuerzos por reflotar al sistemafinanciero y se intentó avanzar

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en los temas de privatización,sin resultados tangibles. Un ines-perado aumento de los preciosdel petróleo y el ingreso de algu-nos préstamos represados hanlogrado el milagro de sosteneren la pendiente a un país que seprecipitaba al vacío. Sin embar-go el futuro es más incierto quenunca. Aunque se produjo uncrecimiento del PIB en los dosprimeros años, la balanza co-mercial es desfavorable, el costode la vida se ha incrementadobrutalmente y se ha perdido laescasa competitividad de la pro-ducción nacional que está enquiebra. Se discute la necesidadde salir ordenadamente de ladolarización para buscar unareinserción más competitiva.

7.4. El resurgimientode lo local

“Los Municipios ecuatorianos:historia de una derrota” titulabaVíctor Hugo Torres su artículo es-crito en 1989 para destacar lapérdida del papel de los munici-pios como poderes locales frentea la envestida centralista del es-tado de la época petrolera. Po-cos años más tarde, podíamosdecir que “no estaban muertos,solo estaban de parranda”. Lacrisis del estado los resucitó.

El modelo de desarrollo basadoen el estado centralista que tu-vimos en las tres décadas finalesdel milenio anterior, se agotó: elestado perdió su capacidad eco-nómica; no podía asumir las di-versas y complejas demandas dela sociedad ecuatoriana, a puntode estar incapacitado de mane-jar los problemas que afectan alas localidades. En el país se cons-tató una generalizada desilusión

por la planificación central: a ni-vel de la sociedad, en general,se criticó el costo de manteneroficinas, técnicos y administrati-vos en un estado en crisis; seevidenció que los niveles deapropiación de las políticas yproyectos por la población eranbajos, subsistían mientras seejecutaban los proyectos, esdecir, los resultados no eran sos-tenibles en el tiempo; se puso enduda la calidad técnica de estasofertas y también de su agilidad;y se destacó que muchas de laspropuestas tecnológicas, econó-micas y culturales no empatabancon la población con la que setrabajaba. Ello se agravó con elmanejo corrupto facilitado porun excesivo centralismo que notenía transparencia alguna, y ladilapidación de los escasos re-cursos que llegaron a acuñar lafrase ¿dónde está la plata? Por suparte, a nivel de los gobiernosseccionales comenzó a revertir-se la tendencia centralista queellos mismos secundaron en elpasado: cansados de negociar ymendigar políticamente losrecursos con los gobiernos deturno, el movimiento por la des-centralización comenzó en va-rios municipios alternativos,apoyados por la CooperaciónInternacional y ONG nacionales.

Concomitantemente, la globali-zación mostró la caducidad delos conceptos decimonónicos desoberanía interna, territorio ycultura nacional que inspiraron alos estados nacionales. Las gran-des decisiones son ahora trans-nacionales, el territorio nacionales atravesado sin tregua ni per-miso por capitales, informacio-nes y tecnologías. En medio deestos procesos, resurgió lo local

"Los Municipios ecua-torianos: historia deuna derrota" titulabaVíctor Hugo Torres suartículo escrito en1989 para destacar lapérdida del papel delos municipios comopoderes locales frentea la envestida centra-lista del estado de laépoca petrolera.

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y lo regional para proponer pro-cesos de descentralización yautonomía, como una forma deenfrentar la globalización y lacrisis de los estados. En mediode estos procesos, creció paula-tinamente la demanda por de-sarrollar una democracia partici-pativa, cuyo ámbito ideal deejercicio es la localidad, espacioen el cual, los residentes estánmás próximos y pueden partici-par y controlar mejor a sus go-biernos seccionales, lo cual hadado origen a demandas de auto-nomía y descentralización que seimpulsan desde diversas concep-ciones en el país, tanto desde lasoligarquías y poderes locales oregionales, así como, desde lasorganizaciones sociales.

Lo nuevo y específico de esteproceso, que se vive de maneramás o menos generalizada enAmérica Latina, es de una parte,la emergencia de actores exclui-dos, los indios, que a través deuna poderosa revitalización étni-ca que tiene un fuerte carácterterritorial, no solo cuestionaronal estado unitario y centralista,

sino que plantearon su renova-ción desde los poderes secciona-les, lo cual plantea, un cambioen la base misma de los sistemasde dominación local. De otraparte, la otra particularidad delproceso ecuatoriano, es la pre-sencia renovada de diversosactores locales, que se expresande manera muy diversa: en oca-siones como organizaciones so-ciales y étnicas de primero,segundo y tercer grado que bus-can participar en las decisionespúblicas; en otros casos se ex-presan como iniciativas de losgobiernos locales, Juntas Parro-quiales, Municipios y ConsejosProvinciales, muchos de ellosfuertemente atomizados y casiinviables; también se han expre-sado como cuencas o microcuen-cas hidrográficas o lacustres,algunas de ellas incluso binacio-nales; y en otros casos se hanexpresado como corredorestransversales que intentan for-mar regiones. Esta nueva com-plejidad de la relación entrecentro y periferia, se abre confuerza al iniciar el siglo XXI.

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PARA REFLEXIONAR

Hemos visto la gran variedad de situaciones queexisten en la relación entre las localidades y elEstado ecuatoriano a lo largo de los siglos XIX y XX,¿más allá de esa variedad, cuáles son los principalesfunciones que ha cumplido el Estado ecuatoriano enla organización y la unidad del territorio nacional?

¿Le parece que su localidad, su municipio, mantuvouna relación similar a las otras con el Estado ecua-toriano? ¿cuáles han sido los principales reclamos ynecesidades que estas localidades han hecho paraformar la unidad del territorio nacional? Haga unasíntesis de 5 similitudes y 5 diferencias en la actitudde las localidades frente al Estado nacional respec-to a su integración al espacio nacional.

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191EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

El presente trabajo tendrá comoelemento central de reflexiónlas propuestas de administracióny manejo de recursos naturalesen el territorio del pueblo Kichwade Pastaza agregado en la Orga-nización de Pueblos Indígenas dePastaza – OPIP-. Se trata del úni-co caso que ha logrado materiali-zar su reivindicación de derechoterritorial a través de la legaliza-ción, con título de dominio otor-gado por el gobierno de RodrigoBorja en el año 1992, de alrede-dor de 1´300.000 hectáreas de lospueblos Kichwa (en su mayoría),Zápara y Shiwiar.

La propuesta de manejo derecursos naturales de OPIP seinscribe en una iniciativa másamplia de Plan de Desarrollo Au-tónomo de los Kichwas de Pasta-za que contempla una perspecti-va de desarrollo con autonomía,asentado en el control territorial,en los ámbitos de la educación,salud, economía, transporte y co-municación, medio ambiente yadministración de justicia.

Cabe mencionar también que elPlan de Desarrollo Autónomo lla-mado “Plan de Vida” de la OPIP(proyección 2000 – 2012) se con-sidera un proceso en construc-ción pues hasta el momento el

primer paso dado es todavía unejercicio de planeación estraté-gica de la organización. De allípara adelante, a partir de estabase, la estrategia de adminis-tración y manejo de recursos delterritorio kichwa como políticade desarrollo de un gobiernolocal, está aún en discusión.

Con estos antecedentes reitera-mos que la sistematización,comprendida como la reflexiónacerca del camino recorrido deuna experiencia, hará relación al“estado actual de la situación”evitando conclusiones definitivasen torno a un proceso complejo yaún en elaboración. Finalmentees importante señalar, a fin dereconocer los aportes que handado lugar a este trabajo, quelas fuentes primarias de infor-mación han sido las voces dehombres y mujeres de la organi-zación, así como de los y las jó-venes de los equipos de trabajode varios de los proyectos de de-sarrollo ejecutados por la organi-zación. Como fuentes secundariasse incluyen: la base informativade los proyectos de desarrollo, al-gunos trabajos de reflexión teó-rica realizados en torno a éstos ypublicaciones de trabajos deinvestigación de la realidadamazónica.

En esta sistematización se presentan las propuestas de administración ymanejo de recursos naturales en el territorio del pueblo kichwa de Pas-taza agregado en la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza, OPIP

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Hasta los años sesenta la Amazo-nía representaba para el imagi-nario del país un verdadero mitode lo lejano y lo salvaje, algoequivalente al espacio de la “nocivilización”. El proceso de ocu-pación del territorio de la regiónbajo una lógica de dominación eimposición por medio de la fuer-za y el poder, sea este económicocomo político y social, se consoli-daría a partir de este período.

Desde inicios de siglo, con la ex-plotación del caucho, del oro, lapita y la cascarilla y posterior-mente a través de la extracciónde recursos naturales, entreellos fundamentalmente el pe-tróleo, se prefiguró la idea de loque la Amazonía representaríapara el resto del país: una fuenteinagotable de recursos naturales,vasto territorio sin ocupación nidominio exclusivo de propiedad.

La década del sesenta marca elcomienzo de la era de explota-ción petrolera cuyos orígenes seremontan a los años 30 y 40 conlas primeras actividades explo-ratorias. La concesión de grandes

extensiones de territorio a em-presas de capital extranjero tu-vieron lugar bajo el amparo demúltiples garantías y facilidadesque el Estado concedía en favorde la inversión privada. Tanabierta y generosa cesión de de-rechos y beneficios en territorioamazónico abarcaba concesio-nes de cientos de miles de hec-táreas40. Se trataba de la cesiónde recursos plasmados a travésde facilidades contractualesprovenientes de un Estado queapenas si conocía la región, ca-recía de institucionalidad y pre-sencia en la misma y actuaba sinnormatividad jurídica suficientecomo para administrar adecua-damente los recursos soberanos.

Cuando en 1967 se encuentrapetróleo la región y el país ente-ro ingresan aceleradamente a laera de la “modernidad y prospe-ridad”. La Amazonía ecuatoriana,como espacio físico de disponibi-lidad de recursos, pasa vertigino-samente de una región con unamuy incipiente integración a ladinámica nacional, administra-tiva y política, a constituirse en

193EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

40 En 1964 la concesión para la explotación petrolera en la zona nor-oriental, a favordel Consorcio Texaco-Gulf, representó una extensión de 1´431.450 Has, por el lapso de40 años (Natalia Wray 2000).

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194 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

el enclave estratégico de desa-rrollo del país en tanto el petró-leo llegó a representar la primerafuente de divisas de los recursosdel estado. La región, como es-pacio físico “per se”, adquiereun protagonismo vertiginoso. Esde subrayar la noción de espaciofísico “per se” porque a la épocael reconocimiento de la presen-cia de pueblos y culturas queda-ba relegada la concepción de“rezagos” de minorías étnicas enel mejor de los casos.

La economía nacional experimen-taba un espectacular crecimien-to, el andamiaje institucionalestatal se fortalecía y la socie-dad entera se inauguraba en laépoca del bienestar y la moderni-dad. Se iniciaba así el períodode la “estatización” bajo laorientación nacionalista de ladictadura militar del general Ro-dríguez Lara. Como resultado deello con la creación de la Corpo-ración Estatal Petrolera Ecuato-riana - CEPE - el Ecuador dio unsalto al escenario internacionalpor su ingreso a la Organizaciónde Países Exportadores de Petró-leo,OPEP.

La Amazonía se afianzó, en lastres últimas décadas del siglo XXcomo la proveedora de las divi-sas de sostenimiento del estadosin que, paradójicamente, estohaya traído aparejado necesa-riamente beneficio para las po-blaciones locales. Muy por elcontrario, a finales de siglo,consta a la sociedad entera elabismo y la inequidad de larelación entre extracción de re-cursos – riqueza y la pobreza yextrema marginación de las po-blaciones locales. En nombre deldesarrollo nacional se ha afecta-do la gran reserva natural no

solo del país sino del planetamismo sin compensación algunay atención a las necesidades delas gentes que la habitan.

La integración de la región almercado se ha sostenido en tresejes: el proceso de colonizacióny ampliación de la frontera agrí-cola, el petróleo y extracción derecursos naturales, y la ocupa-ción de zonas fronterizas tantoal norte como al sur del país. Delas características del procesode colonización como válvula deescape de las tensiones por lareforma agraria se hará menciónmás adelante, mientras que delpetróleo y de las fronteras, enrelación a la presencia de acto-res y a la estrategia política delestado en la región, se tratará acontinuación.

1.1. Los actores de la época:Estado, empresas, fuerzasarmadas y organizacionessociales.

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Junto al fenómeno económico,en el escenario político y socialemergen también un conjuntode actores que, hasta hoy endía, tienen un peso significativoen la región. El Estado, las em-presas petroleras, los militares ylas organizaciones indígenas se-rán los actores que incidirán de-cisivamente en este contexto.

1.1.1. El Estado

El estado se hace presente en laregión, donde casi nunca habíaactuado, alrededor de los añossesenta. Se establecen las dele-gaciones provinciales de losministerios, los gobiernos sec-cionales, las instituciones espe-cializadas como el INCRAE, enlos inicios, el INEFAN, años mástarde. Apareció entonces unaconstelación de oficinas públicascon más o menos recursos, conpoco personal y sin mayor capa-cidad política administrativa.

No obstante la debilidad en elandamiaje institucional la pre-sencia estatal modificará enor-memente la dinámica de la re-gión. Particularmente en loscentros poblados la instalaciónde oficinas públicas significóoportunidades de empleo. Ellocondujo a una fuerte movilidadpoblacional en tanto las peque-ñas ciudades amazónicas se con-virtieron en un polo de atracciónde empleo para las poblaciones

jóvenes que emergieron del pro-ceso de colonización. El aparatoestatal entonces se constituyó,para la época, en la primerafuente de empleo de las pobla-ciones urbanas. Le seguiría enimportancia, como espacio ge-nerador de empleo, el comercioformal e informal. Las ciudadesde Coca, Lago Agrio o Puyo, dancuenta de estas característicasde polos de desarrollo urbano dela región alrededor de la presen-cia de instituciones estatales ydel comercio.

A pesar del peso de la presenciaestatal en la conformación delos centros poblados éstos nohan sido beneficiarios, sino muymarginalmente, de los recursosque genera la región para el pre-supuesto nacional. Las ciudadesamazónicas son hasta la actuali-dad los centros menos desarrolla-dos y con mayores porcentajesde pobreza si se toman en cuen-ta los indicadores de mediciónconvencional: acceso a serviciosde salud, educación, empleo eingresos per capita.

1.1.2. Las empresas

Las empresas agroindustriales ypetroleras, en particular, inau-guraron una época signada por ladinamización económica de laregión y con profundos cambiosen sus relaciones sociales y depoder. Revertida una tendencia

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Las empresas agroin-dustriales y petroleras,en particular, inaugu-

raron una época signa-da por la dinamización

económica de la re-gión y con profundos

cambios en sus rela-ciones sociales y de

poder.

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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196 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

nacionalista, que en los años1980 y 90 se centró en el estadocomo actor dinamizador de laeconomía, en el marco deldiscurso de modernización víaprivatización se delegó a lasempresas la facultad de inter-vención en el campo de las acti-vidades de explotación de petró-leo que, en principio, constituíapotestad exclusiva del estado.

A las empresas se les delegótambién la relación política,bajo una suerte de regulación /administración, con las comuni-dades indígenas locales para la“negociación” del uso del terri-torio. Tan importante fue, y lo esaún, esta modalidad, que lasempresas diseñaron en los últi-mos años todo un sistema derelaciones comunitarias con con-trol social en las zonas de conce-sión donde se asientan. De laentrega de pequeños regalos, delas prácticas de “buena convi-vencia” hasta la conformación siera necesario de organizaciones“propias” en calidad de socios oaliados, en lenguaje empresa-rial, las empresas han transitadode relacionadores económicos arelacionadores políticos.

El petróleo en las dos últimasdécadas ha garantizado la provi-sión de casi el 50% del presu-puestos general del Estado.Representa hasta la actualidadel primer rubro de ingreso dedivisas para la economía nacio-nal aún y a pesar de la emergen-cia de otros incorporados en elmercado de exportación comocamarones y flores. Por ello laimportancia estratégica econó-mica y política del papel jugadopor las empresas transnacionalesen la dinámica de la región y delpaís. Esto se evidencia en el

hecho de que en tan sólo un de-cenio -el período comprendidoentre 1985 y 1995-, se convoca-ron a ocho rondas de licitaciónpara la exploración y explota-ción petrolera y se asignaron,bajo la modalidad de concesióna favor de las empresas, cuatromillones y medio de hectáreasde las aproximadamente trecemillones que comprende la re-gión en su conjunto.

1.1.3. Las fuerzas armadas

El control fronterizo como estra-tegia política de seguridad na-cional desde los años 1940, araíz de la disputa territorial conPerú, asignó un papel preponde-rante a las fuerzas armadas en elescenario político y económicodel país.

Las FF. AA. tanto por el temafronterizo como por los interesesdirectos en el campo petrolero,fueron siempre y continúan sien-do agentes externos con un pesogravitante en la estrategia decontrol del territorio amazónico.Hay que resaltar que la presen-cia militar para comunidades in-dígenas internadas en selva bajaconstituye el único y exclusivonexo con el estado y el resto dela sociedad. Alrededor de losasentamientos militares, en pun-tos estratégicos de la geografíaregional, se han establecido

El control fronterizocomo estrategia políti-ca de seguridad na-cional desde los años1940, a raíz de la dis-puta territorial con Pe-rú, asignó un papelpreponderante a lasfuerzas armadas en elescenario político yeconómico del país.

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importantes centros de referen-cia de las comunidades. En Pas-taza la dinámica de una de lasasociaciones más representati-vas como Montalvo, por ejem-plo, tiene directa relación con eldestacamento militar establecidoen su territorio que le permiteacceder a medios de comunica-ción por radio, transporte aéreo yun importante flujo comercialcon el Puyo.

Desde la visión estatal y de la so-ciedad en su conjunto la estrate-gia de control y resguardo delterritorio nacional, muy asocia-do con la noción de seguridadexterna, ha sido garantizada conla presencia de las fuerzas ar-madas. No obstante, para lospueblos indígenas la presenciamilitar en sus territorios no ne-cesariamente ha tenido estepropósito. Para ellos esta pre-sencia ha obedecido más quenada a la necesidad de precau-telar los intereses de las empre-sas petroleras cuando la resis-tencia indígena a las actividadesno podía ser controlada.

En Pastaza, dentro del procesode legalización del territorio delpueblo kichwa, el Estado se re-servó como zona de seguridadnacional una franja de 40 Kmcontados desde la línea de fron-tera con Perú. Esta zona fue en-tregada a las Fuerzas Armadas encalidad de “franja de seguridad”aún y a pesar de que las fronte-ras para los pueblos indígenas norepresentan más que un factorexógeno que ha fraccionado la

cultura e identidad de las gran-des familias kichwa, shuaras yachuaras que viven separadasentre los territorios ecuatorianoy peruano.

Luego de la firma de la paz conPerú esta franja no tendría mássentido si se considera que losmotivos que la determinaron,esto es, las razones de amenazaa la seguridad nacional, habríandesaparecido. No obstante, co-mo sostienen las organizaciones,la persistencia del control en es-tos territorios por parte de losmilitares tiene estrecha y direc-ta relación con intereses econó-micos vinculados al petróleo41.

1.1.4. Las organizacionesindígenas

En el contexto nacional de eseperíodo del último cuarto de si-glo, esto es, alrededor de losaños 70, los pueblos indígenasde la región iniciaron su procesode conformación de organizacio-nes en escala mayor: de comuni-dades locales a organizacionesprovinciales e incluso a federa-ciones regionales. La lucha porla defensa y legalización de susterritorios, frente al proceso de

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41 En el análisis para la formulación del Plan de Vida de la OPIP se señala que: "esafranja ya no es más de seguridad y más bien se constituye en una verdadera amenaza ala integridad de los territorios indígenas. Es allí donde el gobierno actual tiene previstohacer concesiones en cerca de 600 mil hectáreas para exploración petrolera..." . Plan deVida OPIP- Plan Estratégico 2000-2012.

En el contexto nacio-nal de ese período del

último cuarto de si-glo, esto es, alrededor

de los años 70, lospueblos indígenas de

la región iniciaron suproceso de conforma-

ción de organizacionesen escala mayor

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198 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

colonización y las actividadespetroleras, fue el eje del proce-so organizativo.

Las comunidades indígenas ini-ciaron entonces su proceso deorganización con característicasde “institucionalización” porconsiderar necesario un nivelinstitucional para la defensa desus derechos ligados estrecha-mente al territorio. A partir de lasegunda mitad de la década de1970 hasta finales de los 1990 seconformaron las federacionesmás importantes. Dio inicio a es-te proceso (1978 – 1984) la orga-nización de Pastaza denominadaFederación de Comunidades In-dígenas. Los principios en losque se reconocieron, fundamen-talmente, tuvieron relación conla exigencia por el reconoci-miento de los espacios tradicio-nales de los pueblos indígenas yla defensa de la identidad cultu-ral. El discurso de la identidadserá de allí para adelante un ele-mento clave en el terreno de lapolítica y el estado, impulsadopor los pueblos indígenas en elpaís y por otros similares en elcontinente.

En el contexto nacional los añosochenta estuvieron marcadospor la emergencia del reconoci-miento de la organización de losPueblos y Nacionalidades. En elimaginario nacional la Amazoníapasa de ser un gran espacio bal-dío de riquezas no aprovechadasa un territorio habitado por Pue-blos y Culturas, cambiando lapercepción del vacío, de la nada,

de la exhuberancia deshabitada,a una idea de la Amazonía comoregión con poblaciones y cultu-ras vivas.

Sin embargo, dada la diversidadde pueblos, muchos de ellos mi-noritarios, el proceso organizati-vo de la Amazonía ecuatorianano fue homogéneo ni tuvo, ob-viamente, la misma fuerza y pe-so en toda la región. Las razonesy principios que motivaron laconformación de organizacionesse diferenciaron en función delas condiciones económicas y po-líticas particulares de las diver-sas zonas. Así, por ejemplo, lospueblos del centro y sur orientese organizaron a partir de la de-fensa del territorio amenazadopor la colonización y ampliaciónde la frontera agrícola. Es el ca-so, justamente, de la provinciade Pastaza. Sólo años más tarde,a partir de la década del 90, lospueblos y organizaciones de estaparte debieron enfrentarse delleno a la presencia de las em-presas petroleras. Mientras lascomunidades y organizacionesdel nororiente, asentadas en loque hoy constituyen las provin-cias de Sucumbíos y Orellana,afectadas directamente por laactividad petrolera desde la ins-talación de ésta y durante lastres últimas décadas, establecie-ron desde el inicio su estrategiaorganizativa de enfrentamiento yresistencia a las petroleras aúnantes de emprender la defensa ylucha por la legalización de susterritorios42.

42 Este elemento, relacionado a las estrategias organizativas de los pueblos de la re-gión y las actividades petroleras, es abordado detenidamente en el estudio realizado porNatalia Wray (2000). Allí se afirma que los primeros pueblos afectados a mediados de ladécada del 60 por Texaco, como el Pueblo Cofán, para ese entonces aún no tenían unaorganización unificada.

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La expansión de la frontera agrí-cola, vía colonización, y la ex-plotación petrolera han sido losfactores que se han colocado enel centro de las estrategias orga-nizativas de los pueblos indíge-nas en defensa de sus derechos.Las estrategias, dada la diversi-dad de situaciones, han tenidodiverso grado de impacto. Orga-nizaciones como las del nororien-te que tuvieron que enfrentar laarremetida de actividades deextracción de sus recursos lohicieron en medio de una debili-dad organizativa y un discursoaún incipiente. El proceso orga-nizativo de los pueblos del cen-tro y sur de la Amazonía se dioen otras condiciones, pues se or-ganizaron en condiciones menosviolentas y lo hicieron desde unaperspectiva estratégica de largoplazo.

En particular los kichwas de Pas-taza lograron formular y desa-rrollar también estrategias derecuperación y defensa territo-rial al tiempo de construir unproceso organizativo que supe-raba lo reivindicativo para llegarincluso a la formulación de de-mandas étnicas frente al estado.Los pueblos kichwas, shiwiar yachuara de esta parte de la re-gión pudieron estructurar mejorsus propuestas y actuar a nivelpolítico con un peso mayor. Elcontexto nacional e internacio-nal, sobretodo, en el que se de-batía ya el reconocimiento dederechos como pueblos fue sinduda un espacio idóneo para lo-grar respaldo a sus tesis43.

La organización de los pueblosindígenas amazónicos adquiriórelevancia para la sociedad na-cional a medida que fue dejandoen evidencia que los problemasde territorio y de extracción derecursos naturales, no son sólouna problemática vinculada a laregión sino que tienen directarelación con el modelo de desa-rrollo impuesto para el país des-de los intereses y necesidad delcapital transnacional.

A pesar del cuestionamientoque levantaron las organizacio-nes indígenas relativo al modelode desarrollo los enlaces conotros actores sociales fueron, enaquellos años de la década delochenta, todavía débiles. Situa-ción que derivó en el hecho deque lo que ocurría en laAmazonía se circunscribía a unproblema de carácter tan solo“local” con un trasfondo discur-sivo aún poco comprendido: elvalor de la identidad y la culturacomo eje de discurso político.

El protagonismo de las organiza-ciones indígenas en general y delas amazónicas en especial, co-mo actores sociales y políticos,creció en los años noventa. Va-rios hechos marcaron profunda-mente la década:

El levantamiento indígena na-cional liderado por la CONAIE,en junio de 1990 y la deman-da del reconocimiento y res-peto de la identidad culturalde los pueblos indígenas exigi-do al estado y la sociedadnacional.

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43 En Pastaza la OPIP había logrado la legalización de gran parte de sus territorios ainicios de la década del 90, lo cual le permitió enfrentar con gran fortaleza y capacidadpropositiva la entrada de las actividades petroleras.

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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200 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

La marcha indígena de 1992organizada por la OPIP en de-manda de legalización de susterritorios, en defensa de lavida y la cultura.

La participación en la escenapolítica formal en 1996 de lospueblos indios a través delMovimiento Pachakutik, bajoel razonamiento de disputarun espacio de participacióndirecta con representaciónpropia.

La lucha por la inclusión y re-conocimiento en la Constitu-ción Política del Estado de losDerechos Colectivos de losPueblos Indígenas, aspectoque se logra cuando en 1998el gobierno ratifica el Conve-nio 169 de la OIT y entra, enel mismo año, en vigencia enla nueva Constitución.

En torno a los específicos proble-mas regionales ya mencionados,en particular referidos a territo-rios y recursos naturales, la for-taleza del período organizativo-no obstante las limitaciones-permitió que el discurso y lasestrategias de las organizacionesindígenas se afiancen. De la posi-ción de denuncia se pasó a estra-tegias innovadoras y de mayorcontenido político. En la décadade los noventa se planteó la mo-ratoria a la explotación petroleraen territorios indígenas mientrasno se respeten y garanticen losderechos colectivos. Esta inicia-tiva logró la adhesión y alianzade sectores nacionales e interna-cionales vinculados a la proble-mática ambiental.

Los planteamientos de la época entorno a la cuestión petrolera, entanto el proceso de colonización

casi había llegado a su fin comoprincipal estrategia estatal en laregión, impulsaron un discursovinculante entre el espacio re-gional de la Amazonía y el restodel país en torno a los aspectoscentrales del modelo de desa-rrollo económico y social. Loselementos centrales de la discu-sión de la época tenían que vercon:

El reconocimiento y aplicaciónde derechos colectivos. Paraello se planteó la urgencia desuspender las concesiones detierras y recursos a las empre-sas mientras no se garanticenla situación legal de los terri-torios indígenas y se apliquenlos derechos colectivos comoel de la consulta a las pobla-ciones, cuando de iniciativasdentro de su espacio se trate.

La adopción de una normativi-dad jurídica acorde a las di-mensiones del problema. Paraesto se demandaron medidasde protección ambiental aten-diendo el derecho de las po-blaciones a vivir en un medioambiente sano.

La incorporación de criteriosde inclusión y equidad en ladistribución de los recursosdel estado. Se demandó unaasignación de recursos delpresupuesto del estado cen-tral provenientes del ingresopetrolero, proporcional a lageneración de réditos del sec-tor y a las necesidades de laregión.

La década del noventa constitu-ye así una coyuntura en la cualse podría afirmar que las organi-zaciones de los pueblos indígenasadquirieron un peso relevante en

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el escenario político nacional,más allá de cuanto reste aún poranalizar si estos logros por sí solos

son suficientes para avanzar enla estructuración de una pro-puesta alternativa para el país.

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202 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

En consideración de que estetrabajo hace referencia a un es-pacio de la región y a una orga-nización en particular como es laOPIP de aquí en adelante lareflexión acerca de las caracte-rísticas del proceso socio organi-zativo y político se realizará entorno a este caso.

2.1. Breve descripción delmedio físico

La provincia de Pastaza está ubi-cada en el centro sur de la re-gión Amazónica. Se extiende enun superficie de 29.375 Km2,con pisos y nichos ecológicos di-ferenciados, donde predominanlos bosques pluviales premonta-nos (bpPM), bajo los 1.400msnm, y zonas de transición debosques muy húmedos premon-tanos a bosque pluvial premon-tano (Amazanga 2001).

Ecológicamente en la Provinciade Pastaza se pueden identificarvarias formaciones como el Bos-que Pluvial Pre-Montano (BpPM)localizado en las estribacionesde la cordillera oriental, entrelos 600 msnm hasta los 1.800 o2.000 metros de altitud. Con llu-vias que van de los 4.000 a los8.000 mm anuales es una de lasformaciones vegetales más llu-viosas que se encuentran enEcuador.

En esta zona, dada su orografía,los vientos húmedos encuentran

los mayores obstáculos y provo-can que la atmósfera, el suelo yla vegetación casi se saturen deagua.

Las características más relevan-tes de este territorio permitenconfigurar un esquema morfoes-tructural y edafológico dentrodel cual se pueden encontrar seisgrandes conjuntos pedo - geo-morfológicos (MAG - PRONAREG -ORSTOM 1980):

la parte cordillerana con alti-tudes superiores a los 1.200msnm;

el piedemonte de la provinciacomprendido entre los 900 ylos 1.200 msnm;

el corredor longitudinal Ara-juno - Canelos que va desdelos 600 a los 900 msnm;

los relieves de mesas con unaaltitud de los 300 a los 600msnm;

las colinas arcillosas por de-bajo de los 300 msnm; y,

las terrazas y llanuras aluviales.

Los suelos de piedemonte, concaracterísticas de textura limo-sa, se caracterizan por su satu-ración de agua en superficie queva desde 100 hasta 300%. Pese alalto contenido de materia orgá-nica éstos son suelos pobres en

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fósforo y potasio, con un pH enagua que va de muy fuerte a me-dianamente ácido. Característi-cas que en conjunto permitencalificarlos como suelos pobrespara uso agrícola y bajos nivelesde rendimiento y productividad.

El corredor longitudinal Arajuno– Canelos, que se extiende desdelas provincias del Napo hasta lade Morona Santiago, está forma-do por sedimentos de arenisca yarcilla. Son suelos poco profun-dos y compactos, con un pH enagua fuertemente ácido, ricosen hierro. Las terrazas aluvialesse diferencian en bajas (de 3 a5m), muy bajas (menos de 3m) eindiferenciadas. Las bajas tie-nen suelos profundos de estruc-tura suelta y variable, con pocamateria orgánica. En las muybajas los suelos al igual que lavegetación son poco desarrolla-dos. Mientras en las terrazasindiferenciadas los suelos sonpoco profundos y con una capafreática que oscila muy cerca dela superficie.

En cuanto a condiciones climáti-cas Pastaza muestra diferenciasde temperatura y precipitaciónen función de los distintos pisosaltitudinales en los que se

extiende su territorio y de lascaracterísticas específicas de laregión amazónica. En general elclima de la Provincia se caracte-riza por una repartición regularde la temperatura y pluviosidad,a lo largo del año, y la ausenciade una estación seca bien mar-cada. Las precipitaciones, siem-pre abundantes y en forma deaguaceros violentos, se repartenuniformemente a lo largo delaño. Cerca de la cordillera lapluviosidad es de 4.000 a 5.000mm y bajo la curva de los 600msnm el índice varía entre 2.000y 3.000 mm (MAG - PRONAREG -ORSTOM 1980). Por la predomi-nancia de los factores climáticosmencionados en la región hayescasez de horas luz, alta hume-dad atmosférica, excesiva nubo-sidad y elevado número de díascon lluvia.

Por su hidrografía la provincia dePastaza está conformada por 6cuencas alimentadas regularmen-te todo el año por los afluentesde los ríos Pastaza, Copataza,Capahuari, Bobonaza, Corrientes,Pindoyacu y Curaray. El área to-tal de cuencas hidrográficas de laProvincia de Pastaza es de2.’247.855,75 has. distribuidasde la siguiente manera:

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Fuente: Instituto Amazanga -PMRNTIP, CLIRSEN-IGM, 2001Elaboración: PMRNTIP-DYGIS, 2001

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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204 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

3.1. Una mirada panorámica

El manejo del territorio amazó-nico de parte del estado colonialy, aún actualmente, del estadomoderno ha estado siempre li-gado a la idea de éste como unagran porción de tierras baldíasque podía y debía ser ocupada enrazón de las necesidades y lógicaseconómicas de la sociedad mayor.

Los espacios de dominio y asen-tamiento tradicional de los pue-blos indígenas en Pastaza hanestado fuertemente vinculados alas cuencas hidrográficas en losterritorios del interior. Sin em-bargo, esta colocación varió sus-tancialmente a causa de los fac-tores externos que presionaronsobre el territorio y que se ini-cian con los intentos de coloniza-ción que datan del siglo VII cuan-do bajo la responsabilidad de lasmisiones religiosas se establecie-ron los primeros centros pobla-dos (Canelos y Arajuno), con elpropósito de racionalizar la admi-nistración y mantener el controlde los asentamientos indígenasen todo el territorio.

En Pastaza, pese a la presenciade las misiones como agentesexternos, el proceso de coloni-zación inició tardíamente, bienentrado el siglo XX, cuando seregistra la presencia de la Leo-nard Exportation Company y laRoyal Dutch Shell. El proceso co-lonizador vía control territorialse consolidaría, años más tarde,a raíz de la construcción de lacarretera que une Ambato conBaños y Puyo en 1935.

La apertura de la región hacia elresto del país, y muy particular-mente con uno de los más diná-micos centros de comercio entreSierra y Costa como es el merca-do de Ambato, daría lugar a unainminente y progresiva introduc-ción de la economía mercantil yel despojo de territorios y recur-sos naturales de los pueblos indí-genas. La concesión otorgada ala Royal Dutch Shell en 1937, de100.000 Km2, permitió que el es-tado, por medio de la instalaciónde campamentos militares juntoa los campamentos petroleros,“asumiera de manera prácticacontacto con los territorios in-dígenas de Arajuno, Villano,Curaray y Montalvo”. Se pre-sentaron entonces “novedadesen cuanto a movimientos pobla-cionales que dibujaban diversasestrategias por ocupar un terri-torio en esencia conflictivo”(Trujillo 2001).

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Debido a la dificultad que pre-sentaba la operación en territo-rios de selva baja (como en lascuencas de Curaray, Villano yMontalvo) la compañía Shell, fa-vorecida con la concesión de te-rritorios por parte del gobiernopara trabajos exploratorios en elcampo petrolero, decidió habili-tar como base de sus operacioneslas inmediaciones en un pequeñopoblado cercano al Puyo. Este sedenominaría más adelante y has-ta la actualidad como “Shell Me-ra”, lugar de residencia de lostécnicos petroleros y base físicade las operaciones aéreas. Allí seinstalaron y funcionan hasta eldía de hoy los hangares para losequipos de vuelo de la compa-ñía. Hoy se mantiene como lapista aérea más importante delas operaciones militares.

El proceso colonizador iniciadoen este período se profundizó entorno a los años sesenta en losque tuvo lugar el proceso de ex-pansión de la frontera agrícolavía reforma agraria y coloniza-ción además de la presencia delas empresas petroleras, aunqueno con la fuerza con la que éstasincursionaron en el nororiente.Con la colonización agraria im-pulsada por el estado los territo-rios se vieron sometidos a unaestrategia extractivista sosteni-da en la explotación intensiva delos recursos naturales, con unalógica de rentabilidad y ganan-cia en términos exclusivamentemonetarios. Se transformaron deesta manera, bajo presión,grandes extensiones de bosqueprimario que pasaron a ser pas-tizales y cultivos intensivos decaña, naranjilla, café y té enmenor medida. En los añosochenta, dos décadas despuésdel inicio del proceso continuo

de colonización agrícola en Pas-taza, se constata la profundiza-ción de la dinámica mercantil deuso y ocupación de parte del te-rritorio indígena.

En la actualidad los paisajes ve-getales prevalecientes en laszonas de comunas indígenas quese ubican junto a la frontera decolonización muestran una he-gemonía del espacio cultivado(AGER) en relación al no cultiva-do (SALTUS). Este indicador deocupación intensiva y permanen-te del espacio obedece tanto alas prácticas de los indígenas ya“incorporados” en la dinámicade producción de mercado comoa las estrategias desarrolladaspor grupos de colonos que llega-ron a ocupar parte del territo-rio. Los mismos que, despuésdel desalojo y reubicación de laque fueron objeto una vez quela OPIP recuperara el dominiodel territorio, se mantuvieroncomo colindantes de los límitesindígenas comunales. Esta cer-canía a la larga ha determinadoen gran medida las tendencias yorientaciones del uso del sueloy manejo de recursos naturalesde la zona.

3.2. El uso del espacioterritorial de lascomunidades indígenas

Dado que el objeto de reflexiónde este trabajo el manejo de losterritorios indígenas, se pondráénfasis entonces en las lógicaspredominantes en el mundo in-dígena aún cuando éstas tenganuna estrecha relación con la di-námica del mundo colono.

La intensidad del procesocolonizador agrario en Pastazallevó a que muchas de las comu-nidades indígenas cambiaran

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Con la colonizaciónagraria impulsada porel estado los territo-rios se vieron someti-

dos a una estrategiaextractivista sosteni-

da en la explotaciónintensiva de los recur-sos naturales, con unalógica de rentabilidady ganancia en térmi-nos exclusivamente

monetarios.

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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206 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

aceleradamente sus prácticasproductivas tradicionales por lainclusión de actividades agrícolasde monocultivo y de ganadería.Esta lógica de uso del espacio nosólo tuvo un efecto físico deter-minado en relación al manejo delos recursos sino, fundamental-mente, un efecto cultural muyacentuado. De pueblos y comuni-dades con prácticas de rotaciónde los espacios, de cacería y pes-ca a cultivadores permanente yganaderos a pérdida.

Tres décadas más tarde los espa-cios prevalecientes en el AGER(espacio cultivado) de las co-munas indígenas de la zona depiedemonte dan cuenta de unalógica que responde de maneramuy parecida al patrón de uso dela tierra de las unidades de pro-ducción campesina. Por un ladose encuentran cultivos que res-ponden a las necesidades deautoconsumo interno y, por otro,cultivos que cubren las exigen-cias del mercado para aquellosproductos que entran en elcircuito intensivo de comerciali-zación como el caso de la naran-jilla44. Como parte del espaciocultivado se encuentran tambiénlas plantas medicinales quealternan con los otros productosen las prácticas de horticultura.

Las tierras de los indígenas aúncuentan, además de las áreas decultivos, con remanentes de bos-que primario en los que es posible

encontrar especies de maderapreciosa. De esta diversidad lasmás cotizadas por la demandaexterna como canelo, guayacán,cedro, laurel y balsa han empe-zado a desaparecer. Justamentepor su gran demanda la extrac-ción de estas especies ha sido in-tensiva sin que a la par se practi-quen acciones de reconstitucióndel paisaje. Tal ha sido el nivelde explotación de la balsa, porejemplo, que en la actualidad laactividad artesanal que gira entorno a ésta tiene que proveersede materia prima de explotacio-nes intensivas de la Costa (SantoDomingo y Quinindé).

En términos generales puedeafirmarse que en las tierras deselva alta de propiedad de lascomunas cuyas característicasde entorno físico, de desarrolloeconómico y organización socialson relativamente –no en lo ab-soluto- coincidentes, es posibleencontrar aún un paisaje vegetalpropio de los pueblos indios aun-que con ciertos niveles de de-gradación. Características quealternan a su vez con un paisajede extensas zonas de monoculti-vo y pastizales y / o cañaveralesestablecidos en áreas de bosquedesmontadas por las prácticasagrícolas de los colonos.

Los asentamientos de selva bajao del interior, organizados enamplios espacios compartidosentre el usufructo colectivo e

44 Como se desprende de la información detallada en el Diagnóstico socio económicodel Proyecto Nunguli, ejecutado bajo acuerdo de cooperación entre la OPIP y TN, ladescripción del paisaje vegetal principal está conformado por los siguientes cultivos:yuca, maíz, plátano, papa china, orito, camote, maní, fréjol, achiote, ají, iwa,achogcha, papa jíbara, papaya, caimito, chontaduro, lima, mandarina, guayaba, entrelos más importantes, todos destinados al consumo interno conforme la dieta cultural delos kichwas. Junto a estos productos se encuentran también: naranjilla, pasto gra-malote, gramalote morado, pasto alemán, pasto micay y caña de azúcar, entre otros.

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individual, cuentan con áreas dereserva conocidos como “cotos”de caza y purinas (zonas de re-serva y descanso de los suelos).En las áreas de usufructo indivi-dual se asientan las chacras ohuertas de cultivo. Por lo demásel espacio del territorio estáfundamentalmente ocupado poráreas de bosque, no exclusiva-mente como podría pensarsepero sí mayoritariamente.

El uso actual del suelo dependeen gran medida de la ubicaciónde las comunidades respecto delas riberas de los ríos y de los me-dios de comunicación con el ex-terior. En todo caso, pese a quepodría pensarse en una racionali-dad enteramente interna centra-da en el autoconsumo, el territo-rio de las llanuras amazónicasestá ocupado también por am-plios espacios dedicados a la pro-ducción hortícola y de otras va-riedades tanto para autoconsumofamiliar como para el mercado.

Entre las especies más comunes,a nivel forestal, se encuentranlas palmas, arbustivas y arbó-reas. Estas últimas colocadasdentro del rango de maderaspreciosas. Una amplísima varie-dad de especies botánicas hacenparte del variado paisaje delbosque y sotobosque amazónicoen Pastaza, lo cual sumado a laenorme variedad de especies defauna de agua dulce han condu-cido a que la OPIP se planteara elreconocimiento de sus territorioscomo “Reserva de la Biosfera” y

última frontera del bosque hú-medo tropical de la porción dela cuenca amazónica ubicada alinterior del estado ecuatoriano.

A todo lo mencionado se cuentatambién una muy importanteagro - biodiversidad que incor-pora tanto una amplia gama deespecies integrantes de la tradi-cional dieta familiar como espe-cies de intercambio mercantil.En una especie de policultivomúltiple se conjugan también enestos espacios del interior de laselva la doble lógica de consumoy mercado45.

En el acápite subsiguiente, altratar la relación entre econo-mía y manejo de recursos natu-rales, se volverá sobre la lógicade mediación entre el mundodel autoconsumo y del intercam-bio mercantil, de cuya dinamiano han estado exentas ni muchomenos ahora las comunidadesdel interior.

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45 En el policultivo se encuentran: la yuca y su veintena de variedades, camote,plátano, maíz, zapallos, fréjol, ají, cebollín, tomatillo y diversos tipos de papa nativa;frutas (papaya, chirimoya, cítricos, chontaduro, chonta, morete, chambira, caimito,aguacate, etc) y plantas medicinales. A la serie de cultivos de consumo interno se sumanlas especies de intercambio mercantil como cacao, café, fibra de chilli, entre otras.

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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208 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

4.1. Organización social

En la Amazonía indígena la orga-nización social “natural” de lospueblos depende de las redes deparentesco y opera a través decriterios de sexo, edad y descen-dencia. La lógica de organiza-ción se articula en función deuna normatividad basada en lasalianzas matrimoniales, núcleode las redes parentales.

Si bien los patrones de organiza-ción social tienen que ver conmúltiples características como lapertenencia a un determinadotronco familiar, la historia delasentamiento en una porción delterritorio, el acceso y control delos recursos, etc., la base de lamisma la constituyen los gruposdomésticos conformados por unapareja y sus descendientes, co-mo unidad básica de produccióny consumo. El grupo provee lasbases de subsistencia para rege-nerarse a sí mismo y a su socie-dad local.

La comunidad está representadaen el mundo amazónico por unconjunto de unidades domésticas,equivalentes a familias ampliadasque articuladas e interdepen-dientes entre sí conforman elgrupo local. La denominación decomuna o comunidad, esencial-mente andina como concepto,proviene de la influencia originadaen la presencia de agentes exter-nos como las misiones religiosas,instituciones estatales y organis-mos de desarrollo tan difusamen-te presentes en esta región.

Los grupos locales en Pastazaequivaldrían a las asociaciones.Estas constituyen el “grupo ma-yor” que incluye a varias comu-nidades y caseríos. En lo que esactualmente el territorio de laOPIP se cuenta con 152 comuni-dades aglutinadas en asociacio-nes mayores. Del conjunto decomunidades miembros de laOPIP se pueden establecer dostipos de pertenencia o identi-dad, por calificar de algún modo.

Las comunidades “nativas”: unidades étnicas que provienen de losgrandes troncos familiares asentados en las cuencas hidrográficas dePastaza. Están conformadas en su mayoría por kichwas y, en menormedida, por achuaras y shiwiars. Diversidad étnica que se explica porla gran movilidad demográfica ocurrida en la región provocada por lapresencia de empresas petroleras, misiones religiosas, haciendas y des-tacamentos militares. La presión sobre los territorios derivada de estaspresencias obligaban a sus habitantes a moverse constantemente. Lasrelaciones interétnicas, extremadamente dinámicas, constituyen la

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En los casos en los que la con-formación de la comunidad nocoincidiera necesariamente enorigen con grupos familiares tra-dicionales, los acuerdos y reglasen torno al acceso a los recur-sos, los derechos de usufructo ylos derechos de propiedad, pu-dieran ser fuente de conflictoen la medida en que, a falta deun pasado de administración derecursos colectivos, las sub -unidades económicas y familiasindividuales ejercen presión porconvertir a las tierras comunita-rias en parcelas individuales.

No obstante, pese a los límitesseñalados de la acción indivi-dual, las estrategias comunita-rias son la base de la mayoría deiniciativas económicas entre losindígenas. Estas incluyen aspec-tos de administración de los re-cursos naturales y manejo de laproducción. Las iniciativas comu-nitarias se afianzan en la accióndirecta vía unidades familiaresnucleares.

génesis de la conformación de las actuales entidades o sociedadeslocales. Los grupos de filiación Zápara, Shiwiar y Achuar se incluye-ron en el espacio étnicamente dominado por los Kichwas, quienesafirman que sus antepasados llegaron de los valles interandinos (Tru-jillo 2001). Con precisión Jorge Trujillo señala que: “hacia el Pasta-za se encuentran los asentamientos Achuar, Maynia Shuar y Shuar.Hacia estas fronteras étnicas se extiende el dominio de la lenguakichwa, aunque, de hecho, los Achuar, los Shiviar, Maynia Shuar yShuar forman parte del complejo lingüístico Jíbaro” (Trujillo 2001: 279).

Los Kichwas representan el grupo predominante del conjunto de pue-blos de Pastaza aunque la OPIP ha incorporado en sus reivindicacio-nes el reconocimiento de la identidad de múltiple influencia de suspueblos, que tienen como origen el encuentro étnico cultural de losAchuar, Kichwa, Shiwiar y Zápara. Considerando el amplio dominiode los Kichwas, particularmente concentrados en el espacio organi-zativo de la OPIP, la Organización ha decidido autodenominarse,aunque aún no ha sido formalizado legalmente como TAKIP que sig-nificaría “Territorio Autónomo de los Kichwas de Pastaza”.

Las comunidades de “selva alta”, ubicadas en las zonas de ceja demontaña, se han estructurado tanto por grupos familiares tradicio-nales, provenientes de los grandes troncos familiares de los pueblosde Pastaza, como por “colonias” conformadas por familias prove-nientes de diversos lugares del interior de Pastaza y de otras zonasdel país como de la Sierra centro sur. Este tipo de comunas abundaa lo largo de los ejes viales que cruzan la provincia. La mayoría delos grupos familiares accedieron a la tierra a través de diversos me-canismos entre los que se incluyen tanto las alianzas matrimonialescomo la compra -venta y / o adjudicación de tierras por vía de la co-lonización. Esta característica determinará en gran medida la orien-tación y estrategias de las comunidades en la producción y manejode recursos naturales.

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4.2. Organización económica

La economía indígena tradicio-nal tiene lugar cuando los gruposlocales se reproducen y desarro-llan basados en relaciones deparentesco y apoyados en los co-nocimientos locales. Los gruposdomésticos, como familias ex-tendidas, constituyen la base dela economía indígena comunita-ria en la medida en que la pro-ducción de cada unidad domésticacircula entre las otras, en fun-ción de las normas de la recipro-cidad, y activa las redes queconstituyen el tejido social. Elgrupo familiar es la unidad decooperación y distribución máscercana46.

Los recursos dentro de la econo-mía indígena pueden estar consi-derados en dos esferas: la mate-rial y la simbólica. El capitaleconómico es aquel que estácompuesto por bienes y recursosmateriales (dinero, tierra, gana-do, por ejemplo), mientras el

capital simbólico estaría consti-tuido por los conocimientos, lasrelaciones sociales y la capaci-dad de liderazgo.

Dependiendo de la posesión deestos elementos la economíaindígena se diferencia interna-mente. El flujo de recursos mo-netarios, sin embargo, no bastapor sí solo para asegurar mejo-res condiciones en el acceso ydistribución de recursos sino es-tá acompañado por el manejodel capital simbólico, base delas relaciones sociales. Quienesson poseedores tanto de capitalmaterial como simbólico asegu-ran, sin duda, una posición másfavorable.

Autoconsumo y mercado en lascomunas indígenas

En el mundo indígena kichwa esposible distinguir dos lógicaseconómicas que interactúancontemporáneamente: la prime-ra que hace alusión a la produc-ción destinada al autoconsumo yla otra que se refiere a la pro-ducción destinada al mercado.Dos esferas que se asocian y quese reflejan en el mundo de lacomplementariedad y que sibien tienen naturaleza distintano se excluyen en las dinámicasde reproducción del mundo indí-gena.

46 La descripción de funcionamiento de una unidad doméstica consta en el trabajo deMaría Antonieta Guzmán (1999). Ella sostiene que "una unidad doméstica independienteestá formada, por lo general, por una pareja con sus hijos (una familia nuclear) y otrosniños o ancianos que viven con ellos. Los miembros de la unidad son los que producen ydisponen de los recursos con los que ésta cuenta. La base económica de ellos depende,sin embargo, de la tierra de la que dispone la pareja fundadora de su grupo familiar, esdecir, sus padres o sus abuelos pues es en la tierra de éstos en donde ellos se asentarán.Depende también de los recursos que los miembros de su grupo familiar (sus padres ohermanos) puedan atraer o conseguir. Esto se debe a que el grupo familiar es la unidadde cooperación y también de distribución más cercana".

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En el caso de Pastaza, donde sehan identificado al menos dosmodos de organización social yeconómica por la ubicación yocupación del territorio, las es-trategias internas y de mercadose desarrollan de manera dife-renciada aunque no totalmenteopuestas. Tanto para las comuni-dades de selva alta como paralas del interior con diferentesgrados de articulación al merca-do, de dominio de territorio, decohesión identitaria, las dos es-feras económicas son parte de lamisma dimensión.

La distinción entre el mundo delautoconsumo y el mundo exter-no del mercado se puede distin-guir, entre otros elementos, enla relación que se establece en-tre producto y productor/a y enla organización del espacio.

La producción de los productostradicionales como la yuca, fré-jol o maní, por ejemplo, serecrea en un conjunto de ele-mentos que hacen parte de lacosmovisión y conocimiento tra-dicional del mundo kichwa. Paraasegurar una buena siembra y,por ende, una buena cosecha serequiere entonces de prácticasrituales como el “ayuno” o lasabstenciones, una correcta in-terpretación del tiempo y el cos-mos (luna llena, luna tierna), laaplicación de pruebas de calidaddel suelo (probándolo directa-mente en la boca), bailes, cantosy, sobre todo, la unción del paju(transmisión de conocimientosde las mujeres mayores a las jó-venes)47. Para la producción deautoconsumo se distinguen, por

último, espacios y roles bien di-ferenciados de “poder” paramujeres y hombres, reconocien-do que la chacra es el espacio dedominio del mundo femenino. Lasiembra de ésta se traduce endefinitiva en la recreación de unconjunto de saberes propios desu cultura.

La lógica de producción para elmercado, por su parte, respondea otro tipo de valoración y orga-nización del proceso productivo.En éste intervienen nuevos ele-mentos como la información dis-ponible en cuanto al uso y costosde los insumos externos a utili-zarse, de las variedades de me-jor venta en el mercado y de lastécnicas de aplicación.

En este caso se incorporan nue-vos conocimientos que se adap-tan a las condiciones del pro-ductor y las particularidades deun medio ambiente frágil parael tipo de agricultura intensiva yextensiva. Los productores, y enestos casos en general y casiexclusivamente hombres, vanprobando los productos nuevos yexperimentando resultados porcuenta propia. Lo que interesaes que los resultados de la cose-cha sean buenos. El conocimien-to entonces se recrea de maneraindividual, no se transmite nece-sariamente como parte de lacultura de reciprocidad.

Sin embargo, pese a estas dife-renciaciones en el manejo de larelación persona – producto, dela organización del espacio y delos roles de hombres y mujeresen la producción, el nivel del

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47 Ibidem

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212 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

autoconsumo y el del mercadono resultan ser completamenteopuestos porque las dos esferas,tanto la mercantil como la deconsumo interno, terminan com-plementándose para asegurar lareproducción de la economía in-dígena en su conjunto.

La convergencia de estas dos ló-gicas ha dado lugar a la adapta-ción de los cultivos de mercado,por ejemplo la naranjilla, cacaoo café, en espacios de policulti-vo tradicional. Recuperando elsentido y la validez de la horti-cultura aplicada por los kichwaslas propuestas de manejo agro -ecológico, para los productosdestinados a la venta como elcaso de la naranjilla, impulsan laimplantación de espacios de po-licultivos mixtos en los que se in-corporan los diferentes produc-tos que conforman el universode la economía indígena. Así enestos espacios se siembran alre-dedor de la naranjilla, para po-ner el ejemplo de este producto,la papa china, la yuca, plátano,frutales y especies forestales.De esta manera se garantizan losproductores varias cosechas a lolargo de todo el año, diversifi-cando riesgos y también oportu-nidades de beneficio.

El mercado del Puyo es un ejem-plo que da cuenta de esta diversi-dad y puede ilustrar lo señalado.En éste se encuentran tanto losproductos que van al mercadogrande de Ambato (naranjilla),como los productos de escalamenor provenientes de los culti-vos familiares como la yuca, plá-tano, oritos. Se encuentran tam-bién porciones de barbasco,maíz, chonta y unas cuantas fru-tas, además de carne de monteen ciertas ocasiones. De las

comunidades del interior los in-tercambios comerciales tienenlugar alrededor de los productoscomo el cacao, achiote, vainilla,café y chili (palma utilizada pa-ra la fabricación de escobas).Los productos de la pesca, adi-cionalmente, son muy aprecia-dos y con una gran demanda enlas ciudades de Shell y Puyo.Constituyen un importante rubrode sustento de la economía localde las comunidades indígenasdado el sistema de comercializa-ción establecido con el Puyo.

Las estrategias económicas delas familias kichwas de Pastazase desarrollan entonces alrede-dor de la doble lógica. Conside-rando que para este trabajo noes objeto de análisis el funciona-miento del mercado y la “viabi-lidad” del productor indígenafrente al mismo, lo que se ha pro-curado destacar es la existenciade estas dos esferas económicasa fin de tener elementos para en-tender a la organización del es-pacio y el manejo de recursosnaturales.

4.3. Cosmovisión territorial

4.3.1. Nociones deterritorialidadcompartidas y distintas

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La relación entre territorio y vi-da constituye el elemento clavede la cosmovisión que sobre te-rritorialidad comparten los pue-blos indígenas amazónicos. Elterritorio como espacio de vidarepresenta un “sistema en el cualcada uno de los elementos es unaforma viviente, independientede la dinámica de las partes. Unescenario vivo, en el que la vidase reproduce y se reproduce bajosu propia lógica, en la que loshombres y mujeres indígenas so-mos parte de ese espacio y no en-tes ajenos y foráneos”.

“Nuestro territorio es un entevivo que nos da vida, nos pro-vee, nos cuida, y por eso noso-tros desde nuestros mayores he-mos cuidado ese espacio. Enton-ces, junto con el territorio estála vida y junto a la vida está ladignidad. Por eso no se trata so-lo de legalizar tierras y territo-rios, sino de reconocer la vida,la cultura, la dignidad de noso-tros como parte de este país”.48

Dicho así la noción de territoria-lidad se expresa como una cons-trucción cultural con valores yprincipios de orden filosófico.De ahí que la territorialidad su-pera el concepto de tierra comoun conjunto de cosas utilizableso aprovechables y como espaciofísico y tangible. El territorio en-traña en esta concepción tantouna dimensión física como espi-ritual. A las lagunas, como recur-so físico real, se les da vida y seles otorga la calidad de espaciossagrados cuando en los relatosde los ancianos hombres y muje-res se cuentan historias de delfi-nes y peces fabulosos, tal vez so-

lo presentes en la mitología kich-wa, tal vez parte también de larica diversidad acuícola existen-te.

El alcance de lo territorial supe-ra entonces la noción de tierraen tanto abarca no sólo los ele-mentos naturales sino tambiény, fundamentalmente, los ele-mentos de historia, cultura eidentidad. Entraña así mismo elderecho al control, administra-ción y manejo de todos sus re-cursos: tierra, bosques, agua,fauna y subsuelo. El territorio co-mo fuente de vida es el espacioen el cual se desarrollan culturasvivas, formas de organización so-cial y sujetos sociales con capa-cidad de autodeterminación. Laterritorialidad se constituye,desde esta perspectiva, como elespacio idóneo para la formula-ción de una política de desarro-llo autónomo como la que hanlevantado los pueblos indígenasen la Amazonía. La noción de au-tonomía está, por ende, íntima-mente vinculada a la noción decontrol colectivo del territorio ysus recursos.

Dada la complejidad y diversi-dad de la geografía humana y so-cial de la Amazonía ecuatorianaes posible advertir también ele-mentos diferenciadores de la di-mensión de territorialidad. Laconcepción de territorio comoun universo amplio, espacio his-tórico y cultural, corresponde-ría al caso concreto del pueblokichwa de Pastaza que, siendomayoritario en la provincia y ha-biendo logrado la legalización deuna parte importante de su te-rritorio, puede considerarse

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48 Plan de Vida de OPIP: palabras de César Cerda, ex Presidente de la Organización

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como una circunscripción terri-torial autónoma en toda la di-mensión del concepto.

Pero también nociones distintasde territorialidad pueden re-crearse cuando por ejemplo enterritorios tradicionales de pue-blos más pequeños del nororien-te, como Sionas, Secoyas o Cofa-nes, han llegado a ocupar espacioy se han asentado comunidadesprovenientes de otros territoriosy pueblos como los kichwas yshuaras. La noción de territoria-lidad para estos pueblos, en unou otro caso, tendrá seguramenteuna dimensión diversa, limitada,constringida tal vez.

Entonces cabría preguntarse:¿cuáles son las nociones de terri-torialidad, pertenencia e identi-dad en los dos lados? ¿Cuáldimensión puede ser concebidatanto por los pueblos cuyosterritorios han debido ser “com-partidos” en ocupación como pa-ra los pueblos llegados, cuyapresencia se debe a la gran mo-vilidad ocasionada por la presen-cia de actividades petroleras yde colonización? ¿Qué alcancepuede tener la territorialidadpara pueblos que sufren fuertespresiones y amenazas de extin-ción? ¿Cuáles niveles de coinci-dencia pueden existir entrepueblos y nacionalidades fuerte-mente diferenciadas en densi-dad poblacional, en formación,en acceso a recursos, en tejidoorganizativo y con capacidadesdiferenciadas de relacionesexternas? ¿Cómo equiparar lavisión territorial de Sionas - Se-coyas y Cofanes con el vasto pue-blo kichwa amazónico? Inclusivevarias interrogantes acerca denociones de territorialidad cabenen casos de pueblos de una

matriz común como los kichwas,por ejemplo, que por razón de ladivisión político - administrativadel estado nacional han sido“colocados” en provincias distin-tas como Sucumbíos, Napo, Ore-llana y Pastaza.

El alcance de lo territorial y susimplicaciones es parte, sin duda,de una discusión íntimamente li-gada a las estrategias de ordenpolítico, sea desde los propiospueblos indígenas como desde elestado mismo. Los contrastes se-ñalados pretenden, en este ca-so, evidenciar los matices de undiscurso que no es unívoco y quedebe ser desentrañado en susmúltiples posibilidades.

Aún y a pesar de las dimensionesen discusión, se precisa volver alos espacios en común. Uno deellos tiene seguramente relacióncon la perspectiva de autonomíavinculada al manejo de los re-cursos naturales de un territorioque apunta a:

la capacidad de autosuficien-cia alimentaria;

la regulación del acceso y usode los recursos naturalesatendiendo a las característi-cas de cada ecosistema local;

la valorización y renovaciónde los saberes tradicionales;

la aplicación de valores y nor-mas en la esfera de las rela-ciones sociales e intercambiode bienes y servicios, con én-fasis en la reciprocidad de laproducción doméstica.

Como lo sugieren los autores(Chase Smith, Tapuy y Wray1995) de varios estudios de casoreferidos a la economía indígenay el desarrollo autónomo de los

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indígenas amazónicos, los recur-sos territoriales podrían ser defi-nidos en torno a cuatro catego-rías: material, organizacional,intelectual y simbólico / emo-cional. Entre los recursos mate-riales se consideran los suelos,subsuelos, agua, plantas y ani-males, es decir, el paisaje en susdiversos pisos y nichos ecológi-cos que está dentro de los lími-tes territoriales. Y es en estadimensión, justamente, donderadica la mayor resistencia delos estados nacionales en cuantoal reconocimiento de derechosde propiedad de los pueblosamazónicos. Los gobiernos deestos estados no están dispues-tos a ceder el usufructo y menosla propiedad de los recursosforestales, hídricos, minas y pe-tróleo. A su vez, para las comu-nidades indígenas amazónicas,esta situación representa unaamenaza para su proyección dedesarrollo sostenible en tantosus territorios están expuestos alas concesiones otorgadas afavor de empresas madereras ycompañías petroleras.

Por recursos organizacionales seentiende la capacidad de organi-zación propia de los pueblos, susmecanismos de autodetermina-ción y control. Este elementoimplicaría la organización deformas administrativas y políti-cas dentro de su territorio. As-pecto que, de hecho, funcionaen la actual organización de lospueblos indígenas y que contras-ta con las formas de institucio-nalidad político administrativadel estado como los municipios ylos consejos provinciales con susautoridades y mecanismos aje-nos, por lo general, al ejerciciode control territorial de las co-munidades indígenas.

Los recursos intelectuales y sim-bólicos comprenden el universode conocimientos de los sereshumanos y su entorno natural.En esta dimensión se incluyenlos conocimientos y sabiduría delos shamanes para curar, el donde las mujeres para sembrar(paju) y las formas de arte y re-laciones sociales.

En conjunto los cuatro elementospueden ser considerados comolos puntos cardinales de las enti-dades indígenas territoriales. Es-ta amplia, compleja y dinámicanoción de territorio, como espa-cio de reproducción de la culturade los pueblos y su capacidad deautodeterminación y autonomía,ha sido el punto de tensión másalto y de mayor resistencia deaceptación de parte de los esta-dos amazónicos en general.

Para el Estado ecuatoriano, con-cebido como uno solo, el reco-nocimiento de propiedad de latierra a los indígenas se materia-lizó a través de las leyes de re-forma agraria y colonización,que implicaron el reconocimien-to únicamente de parcelas fami-liares individuales. Sólo la granpresión política de los pueblos ysus organizaciones ha dado lu-gar, en el conjunto de países dela cuenca amazónica, a un cam-bio de orientaciones de las polí-ticas públicas (véase los casos deColombia y Brasil que han avan-zado sustancialmente en garan-tizar el reconocimiento de losterritorios amazónicos). EnEcuador, a partir de la MarchaIndígena por los Territorios y laVida promovida por la OPIP en elaño 1992, se produjo un recono-cimiento parcial de las deman-das territoriales y la legalizaciónde 1.300.000 hectáreas.

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216 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

4.3.2. Territorialidad yautonomía para loskichwas de Pastaza

En el marco de la intensificacióndel proceso colonizador en laAmazonía ecuatoriana, iniciadoen la década de 1960, nace laFederación de Centros Indígenasde Pastaza (1977) que años mástarde (1981) se reconocerá comoOrganización de Pueblos Indíge-nas de Pastaza. Esta define como“uno de sus ejes de trabajo prio-ritario la defensa de los dere-chos de los pueblos indígenas yla lucha por la legalización de susterritorios” (Amazanga 2001).

La amenaza de la desmembra-ción y desarticulación del terri-torio, particularmente de losespacios colindantes con la fron-tera agrícola de colonización,sería la razón más inmediatapara la conformación de unaOrganización de comunidades in-dígenas en Pastaza. Las accionesde defensa del territorio de lospueblos de Pastaza datan enton-ces de los años 1980. Las fami-lias indígenas iniciaron el proce-so de recuperación de tierrasque habían sido entregadas porvía del IERAC a los grupos decolonos recientemente llegados.Este proceso, enmarcado enacciones de enfrentamiento, se-ría la génesis de la recuperaciónterritorial y de replanteamientode los mecanismos de control.Por un lado se impulsó la recupe-

ración de los territorios de selvaalta y, por otro, hacia selva ba-ja, la preservación y resguardode los mismos. Estos serían loselementos de la doble lógica decontrol.

La “reapropiación” o “reagrupa-ción” del territorio por parte delas comunidades aglutinadas enla OPIP tiene lugar a lo largo delperíodo 1982 - 90 cuando se pro-dujo el desalojo de los colonosasentados en las comunidadesaledañas al Puyo. Mas, a pesarde los logros en cuanto a la recu-peración de territorios indígena,la ampliación de la frontera agrí-cola vía colonización se consti-tuiría de allí para adelante enuna constante de la ocupacióndel territorio. La colonización,como válvula de escape y últimasalida de las tensiones agrariasde la época, se instalaría defini-tivamente en toda la región ydaría lugar a la conformación denuevas identidades regionales.La colonización en la Amazoníatrajo aparejada, además, unproceso de mestizaje hasta esosaños no experimentado por lospueblos indígenas. Pastaza comoprovincia se reconoce desde en-tonces en un espacio donde ha-bitan dos “almas”: la indígena yla mestiza. Principio de co - exis-tencia reconocido incluso por al-gunos dirigentes que provienende esa doble identidad.

La colonización y las nuevas odiversas identidades dieron lugarademás a la conformación de di-námicos centros poblados urba-nos con una fuerte relación conla ruralidad circundante. Tan im-portante ha sido la emergenciade estos polos de desarrollo quees en estos espacios donde sejuega el equilibrio del poder y

En el marco de la in-tensificación del pro-ceso colonizador en laAmazonía ecuatoria-na, iniciado en la dé-cada de 1960, nace laFederación de CentrosIndígenas de Pastaza(1977)

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control territorial. La atenciónestatal, el acceso a recursos yservicios, y en general las opor-tunidades de desarrollo econó-mico han favorecido principal-mente a los centros pobladosurbanos y rurales cercanos. Deahí que si bien la pobreza en laregión, bajo los parámetros re-lacionados a acceso a serviciosbásicos, es generalizada, lo esaún más en las zonas del inte-rior habitadas por los pueblosindígenas.

El control del poder político for-mal se ha condensado y mante-nido en manos de mestizos ycolonos, no solo en las ciudadesy pequeños poblados urbanos si-no inclusive en territorios conuna fuerte presencia indígenacomo es el caso del cantón San-ta Clara para citar un ejemplo.Más allá de cuanto pudiera ser elinterés de las organizaciones in-dígenas de acceder al poder po-lítico formal e institucional (enlos gobiernos seccionales) quedaen evidencia que éste es un es-pacio no controlado por éstasaún y a pesar del peso de supresencia. Siendo así, las orien-taciones del desarrollo promovi-das por los habitantes del mundocolono y mestizo, sustentadasen una visión particular de losrecursos, han estado marcadaspor la clara intencionalidad deincorporar plenamente a la pro-vincia al circuito del mercadovía la intensificación de la pro-ducción agrícola, el fomento dela ganadería, la conformación deuna industria local agroalimen-taria, y, la apertura y apoyo a lasactividades petroleras.

La dinámica social de la provinciase vuelve aún más compleja si seconsidera la cantidad de varia-

bles que se cruzan y contrapo-nen. Por un lado, un sector mes-tizo colono empobrecido que notiene nada más que su fuerza detrabajo y una pequeña porciónde tierras, sin crédito, sin asis-tencia técnica, sin apoyo de nin-gún tipo, así como poblacionesurbanas jóvenes sin oportunida-des de trabajo; y, por otro lado,comunidades indígenas relativa-mente pequeñas (en densidaddemográfica) que detentan grancantidad de territorio, con unadensa y profusa estructura orga-nizativa, con una amplia red decontactos y apoyo, que aspiranpara sí el control de casi todo elterritorio provincial, son algunasde las variables que demandanrespuestas y dan cuenta de lanecesidad de que el desarrollo,y naturalmente la dimensión deterritorialidad, se analice en laperspectiva del reconocimientode identidades colectivas, sinoes el caso de reconocer unaidentidad regional, ciudadaníasy actorías diferentes.

Las políticas del estado que hanpromovido la ocupación y usodel suelo intensivamente no sehan planteado ni lejanamente lanecesidad de un ordenamientoterritorial, ni una caracteriza-ción de los ecosistemas y menosaún de la diversidad cultural y lapresencia de pueblos como enti-dades históricas y políticas. Es-tas políticas tienen, por ende, ladirecta responsabilidad de loslímites del desarrollo, de losfuertes desequilibrios ambienta-les y del atropello de los dere-chos colectivos de los pueblosindígenas.

El estado se vio obligado a en-frentar esta dinámica de con-flicto en la provincia cuando la

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218 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

Organización de Pueblos Indíge-nas inició la demanda por la le-galización de los territorios através de una propuesta de reco-nocimiento de derechos presen-tada al gobierno del presidenteBorja en el año 1990. Propuestaque fuera rechazada por consi-derársela como un intento de se-paración del estado nacional yfraccionamiento del mismo. Po-sición apoyada totalmente porlas Fuerzas Armadas que, adicio-nalmente, a la idea de separatis-mo promovieron la tesis un pro-yecto político militar (de ordensubversivo) de los indígenas apo-yados por agentes externos.

En estas condiciones, en un con-texto nacional no favorable, latesis de las organizaciones indí-genas se plantearon, por prime-ra vez de manera abierta, lanecesidad de las alianzas con elresto de la sociedad nacional. Ladecisión de llevar adelante la le-galización territorial e impulsar,como parte de esta estrategia,la marcha indígena hacia Quito,dio lugar a una intensiva campa-ña de difusión tanto a nivelinterno como internacional. Elrespaldo general fue determinan-te y es que desde el levantamien-to de junio de 1990 las condicio-nes posibilitaron grandemente elapoyo y adhesión a la problemá-tica indígena. La extraordinariacapacidad y visión de una “cul-ta” y formada elite indígenadentro de la OPIP permitió queen esa coyuntura se impulsarafuertemente el reconocimientode los derechos y la identidad, yse posicionara como un interlo-cutor con un peso tal frente alEstado que éste no pudiera eva-dir responsabilidades históricasacumuladas.

Logrado el reconocimiento for-mal de sus derechos y la legali-zación de una buena parte desus territorios, la Organizacióntuvo que enfrentar el reto delmanejo, administración y controlde los mismos con autonomía,concebida como la capacidad pa-ra tomar decisiones y ejecutarlaspartiendo de un código de prin-cipios propios. Todo ello dentrode un orden moral que define loslineamientos y políticas de desa-rrollo, bajo el ordenamientonormativo de formas propias dejusticia ancestral. Los esfuerzospara avanzar hacia el desarrolloautónomo han tenido que pasarpor la reconstitución de los espa-cios territoriales desmembradosy la recuperación de una visiónque tiene presente al territoriocomo el espacio vital para ga-rantizar modos de vida sustenta-bles para sus miembros.

En la actualidad el proceso deorganización en defensa de losderechos colectivos impulsadopor las organizaciones indígenasen general, y por la OPIP en par-ticular, se coloca al interior deun contexto jurídico favorableen el que estos derechos se re-conocen, en principio, en el or-den institucional de las políticasdel estado, una vez ratificadopor parte del estado ecuatorianoel Convenio 169 de la OIT, e in-corporados en la Constitución de1998 los derechos colectivos delos Pueblos Indígenas.

Desde esta concepción de enti-dades territoriales autónomas laOPIP enfrenta el reto de reorga-nizar sus estructuras, redefinir-las y adecuarlas a la dimensiónactual. Se plantea, así mismo, lanecesidad de un plan de gestión

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de recursos naturales. La pre-gunta que sobrevino una vez lo-grada la legalización de parte desus territorios tenía precisamen-te que ver con los mecanismosde preservación de los derechosconquistados. Una vez legaliza-dos los territorios, ¿cómo mante-ner, renovar y preservar sus re-cursos?.

En este marco de reorganiza-ción, la OPIP despliega losesfuerzos por fortalecer el ejer-cicio de democracia interna víala descentralización de decisio-nes y delegación de poder a lasasociaciones y comunidades debase. Se pretende entonces re-formular la actual estructura delaparato organizativo para forta-lecer el rol de las comunidades.

El Plan de Vida es el inicio de es-te desafío. Mas se debe señalartambién que este esfuerzo haencontrado en el camino resis-tencias que superan los discur-sos. El poder acumulado en laestructura dirigente y su resis-tencia a la delegación hacia lasbases ha sido el principal esco-llo. El ejercicio de democraciaparticipativa ha sido, en estesentido, harto limitado en tantoen la formulación del Plan de Vi-da han actuado sobre todo losdirigentes de la estructura deConsejo de Gobierno de la OPIPy los responsables técnicos deproyectos y programas. Lasideas de los líderes naturales, delas mujeres y de jóvenes pocohan tenido que ver con las orien-taciones definidas hasta ahora.Resta que, conforme lo señalanlos responsables de la dirigen-cia, se socialice el Plan y se in-corporen de a poco, a través deun proceso de interiorización delos derechos colectivos, las

voces vivas de hombres, muje-res, niños y jóvenes. Será este elcamino para que el modelo des-centralizado y participativo degestión local pueda ser una rea-lidad que, al momento, no seexpresa como propuesta claradesde una óptica democratiza-dora e intercultural.

4.4. Desarrollo y gestiónterritorial

4.4.1. Plan de vidade la OPIP

Abocada la OPIP a revisar sus es-trategias organizativas y de con-trol territorial bajo formas degestión autónomas, viene traba-jando por su reconstituciónorganizativa con el carácter degobierno autónomo. Se parte delprincipio de que los habitantesde un territorio tienen que cons-truir alguna forma de gobiernolocal, como espacio en el que sedefinen e implementan políticasde desarrollo. La acción de laOPIP se proyecta entonces haciael fortalecimiento interno comoorganización, a la revalorizaciónde la cultura, de las prácticas desalud basada en los conocimien-tos tradicionales, de la educa-ción intercultural bilingüe, deun adecuado manejo de susrecursos naturales, del mejora-miento de los servicios (trans-porte y comunicación, por ejem-plo) y de la diversificación de sus

219

Se parte del prin-cipio de que los habi-

tantes de un territoriotienen que construir

alguna forma de go-bierno local, como es-pacio en el que se de-finen e implementan

políticas de desarrollo.

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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220 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

actividades económicas (turismoy artesanía, por ejemplo).Todoello desde sus propias conviccio-nes, cosmovisiones y requeri-mientos.

Asumiendo que el derecho al te-rritorio conlleva la responsabili-dad de administración, la OPIP,como ya se ha mencionado, seha planteado la importancia deasumir el manejo y gestión desus recursos. Como un gobiernolocal se ha planteado, así mis-mo, un plan de desarrollo propiopara los próximos 12 años, cuyocontenido se condensa en unaprimera fase en el denominadoPlan de Vida de la OPIP que in-corpora las propuestas sectoria-les señaladas anteriormente enel ámbito de: territorios, salud,educación, economía, transpor-te y comunicación, administra-ción de justicia y medio am-biente.

4.4.2. Temas en discusióndel Plan de Vida

4.4.2.1. La estructuraorganizativa

La noción de Organización haestado claramente influenciadapor las formas organizativas gre-miales en las que el poder dedecisión se concentra en el apa-rato y estructura directiva (reco-nocida también por muchos deellos como burocracia).

En la actualidad se pretende darun salto hacia renovadas formasorganizativas que, asumiendo laconcepción del territorio comoespacio de gobierno local, dencuenta de una dinámica que re-conozca e incorpore entre otroselementos la autonomía inclusoa nivel de escala micro. De ahíque se plantean como eje orien-tador el principio de la descen-tralización, el rol de conducciónpolítica de sus líderes naturales(yachacs, hombres y mujeres ma-yores) y una visión de desarrollodesde la perspectiva de la terri-torialidad en su sentido más am-plio histórico, cultural y político.

Este nivel, como se ha señaladoen párrafos anteriores, se en-cuentra uno de los principalesescollos de los postulados dedescentralización en la medidaen que los cambios de la institu-cionalidad son vistos como unaamenaza a la cohesión internade la organización, como unsuerte de deslegitimación de susdirigentes. Asumirse como partedel poder local, como un actormás no como el único, provocamás de una reacción de resisten-cia. En tratándose de limitaciónde poder y autoridad, acumula-dos a lo largo de años de prácti-ca con tintes clientelares, lamayoría de la dirigencia no estádispuesta a “ceder” privilegios.Los aparatos, en la generalidadde los casos de las organizacionesde segundo grado, son tambiénfuente de recursos directos. Unasuerte de aparato burocráticoque ha perdido en gran medidael horizonte de la conducciónpolítica para convertirse en unaespecie de unidad ejecutora deproyectos, con pocos resultadosa causa de las grandes debilida-des administrativas.

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La resistencia a la delegación delas decisiones se profundiza má-xime cuando las experiencias denegociación directa en el ámbitopetrolero que, en algunos casosmuchas comunidades han asumi-do a lo largo de los años de vidade OPIP, han provocado gravestensiones e incluso rupturas. Lasestrategias de relación comuni-taria emprendidas por las em-presas petroleras, que llegandirectamente a las comunidadesa “negociar” el uso de porcionesterritoriales, han terminado pordescalificar la interlocución dela organización49.

En suma, una mayor reflexión einteriorización se requiere preci-samente en torno a estos elemen-tos que constituyen ámbitos pro-blemáticos que chocan entre sí.

4.4.2.2. Las propuestas dedesarrollo y gestión derecursos

De los espacios boscosos de cejade montaña, conocidos comoselva alta, y espacios boscososde declive y las llanuras aluvia-les, reconocidos como selva bajao zona del interior, la estrategiade manejo, administración y ges-tión de los recursos así como laorganización de la producción sereproducen en torno a las nece-sidades internas de las comunascomo a la dinámica externa querodea a los territorios indígenas.

Las estrategias, enmarcadas enuna visión de desarrollo territo-

rial impulsada por la OPIP, seinspiran en los principios de loskichwas de Pastaza como: el Su-mak Kawsay que representa elprincipio de vivir en armonía, deuna vida sana, plena, íntegra yequilibrada; el Tukuy Pacha querepresenta el conocimiento, lasabiduría y la relación entre na-turaleza y vida humana; y elMushuk Allpa que representa larelación sagrada entre los sereshumanos, la tierra y la selva(OPIP 2001).

En 1997 la OPIP elabora el Plande Autodesarrollo de los PueblosIndígenas de Pastaza. En el año2000 el Plan de Vida 2000 - 2012,con su respectivo Plan Operativo2000 - 2003. Todos éstos tienencomo objetivos prioritarios:

Lograr el control y autogestióndel territorio indígena, paramejorar la calidad de vida delos pueblos kichwa y shiwiar

Fortalecer las iniciativas fami-liares en las comunidades,a fin de mejorar su calidad devida.

Fortalecer el gobierno indíge-na con un esquema descentra-lizado y con la plena participa-ción de las Asociaciones.

Invertir en el capital humanomejorando el acceso y la cali-dad de la educación tecnoló-gica que permita lograr undesarrollo armónico en su te-rritorio.

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49 En la actualidad, a noviembre del 2002, justamente, la OPIP enfrenta un conflictointerno con una de sus asociaciones (Parcayacu) que ha resuelto negociar directamentela instalación de las actividades de la empresa CGC en su territorio, mientras otraAsociación como Sarayacu y la OPIP misma se oponen a la presencia de la empresa. LaOPIP ha sido, en la estrategia empresarial, desplazada de la interlocución.

De los espacios bosco-sos de ceja de monta-ña, conocidos como

selva alta, y espa-cios boscosos de decli-

ve y las llanuras alu-viales, reconocidoscomo selva baja o zo-

na del interior, la es-trategia de manejo, ad-ministración y gestiónde los recursos así co-mo la organización dela producción se re-

producen en torno alas necesidades inter-

nas de las comunas.

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222 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

¿Cómo se plasma el primer obje-tivo de control y autogestión te-rritorial en la vida cotidiana y enla práctica?. Fundamentalmentea dos niveles: uno, vía la recupe-ración y fortalecimiento de laproducción para el autoconsumopara asegurar la satisfacción delas necesidades alimentarias yde reproducción social de las fa-milias, así como para preservarla biodiversidad del medio. Dos,a través de la optimización delas prácticas productivas orien-tadas hacia el mercado en la ló-gica de manejo integral del bos-que, por medio de tecnologíasagro - ecológicas apropiadas.

4.4.2.3. La organización de laproducción: tendenciaspredominantes

En selva alta donde prevalece lalógica de colonización como ejearticulador del proceso producti-vo regional predominan los culti-vos mercantiles alternados concultivos para el consumo inter-no. En esta zona se encuentrancaseríos y comunas asentadas alo largo de los ejes viales de laProvincia, por lo general consti-tuidas por familias kichwas nati-vas de la Amazonía y por unamezcla de indígenas e inclusivemestizos de la Sierra centro sur(Tungurahua y Chimborazo).

La cercanía a la ciudad del Puyo,eje dinámico comercial de la re-gión, constituye una condicióndeterminante para la paulatinaampliación del espacio dedicadoal cultivo de naranjilla en áreasnuevas, donde se ha incorporadoel uso intensivo de un paquetede productos agroquímicos. Sinembargo, dada la persistenciade la asociación de cultivos, co-mo característica principal de la

agricultura indígena, en estosespacios también se alternan loscultivos comerciales con los deconsumo doméstico. Las asocia-ciones más recurrentes son: Na-ranjilla + plátano + yuca; +papachina + maíz .

Pese a lo anotado en cuanto a di-versidad de cultivos, la tenden-cia cada vez más creciente almonocultivo tiene que ver con laintensificación de la relación conel mercado y el peso que tienenlos recursos monetarios en eco-nomías cada vez menos autosufi-cientes en términos alimentarios.

Este patrón de agricultura indu-cido por la cercanía con la colo-nización, el acceso al mercado ylos condicionamientos externosde toda una constelación de ins-tituciones, ha llegado también aatravesar las prácticas de con-trol, uso y manejo de los recursosde las comunidades del interior oselva baja. Dada la mayor dispo-nibilidad de recursos en selvabaja, más amplia que la de lascomunidades de ceja de selva,así como las distancias con elmercado y la dificultad de losflujos comerciales, estas econo-mías concentran su reproducciónen las estrategias de autoconsu-mo. Las chacras familiares con laasociación yuca + plátano, asícomo el manejo de animales me-nores, son las prácticas predomi-nantes.

La diversificación de estrategias,gracias a la disponibilidad derecursos en menor grado de de-terioro, permiten a las comuni-dades proyectar actividades demanejo forestal, manejo de ani-males de monte, caza y pesca. Elecoturismo, en este sentido, seproyecta como una actividad

En selva alta donde prevalece la ló-gica de colonizacióncomo eje articuladordel proceso productivoregionalpredominan los culti-vos mercantiles alter-nados con cultivos pa-ra el consumointerno.

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que permitiría conservar recur-sos a la par de establecer activi-dades económicas.

En el interior la economía localse sostiene también en un siste-ma diversificado que combina laproducción hortícola de consu-mo interno con el uso de los re-cursos boscosos y la producciónpara el mercado. El detenidoestudio de Jorge Trujillo (2001:280) corrobora este señalamien-to cuando afirma que ”Aunquebuena parte de éstos (los recur-sos y productos) se dedican a sa-tisfacer las necesidades locales,es apreciable la cantidad que esexportada. Entre estos produc-tos se destaca el Chilli palmáceade la que se extrae la fibra útilpara la fabricación de escobas ycepillos, la canela o ishpingo”.

La producción interna, mencio-nada precedentemente, denotauna muy alta biodiversidad.Cada espacio de chacra familiarincluye entre 25 y 30 especiesdistintas que crecen “natural-mente” o que son parte consti-tutiva del paisaje. Éstas, junto alas especies cultivadas dan comoresultado una importante diver-sidad botánica que incluye hasta50 especies en un solo espacio.Los principales productos o losmás comunes incluyen una aso-ciación de cultivos que alterna:plátano + yuca + papaya + maíz+ zapallo + papa china + camote+ ají + achogcha + tomate +maní + barbasco + piña + yuca +achiote + caimito + chilli + cacao+ café.

Si bien es cierto que el intercam-bio comercial de estas comunida-des está orientado sobretodo a laconsecución de bienes manufac-turados como herramientas, con-fecciones, productos elaborados

como sal y aceite, no es posibledesconocer la creciente deman-da y expectativa por dinero enefectivo para cubrir las necesi-dades de educación y salud es-pecialmente. Trujillo afirma, asímismo, que “los intercambioscomerciales son relativamenteintensos: las venta de ganado,fibras, cacao, café, achiote,huevos, canoas y hamacas sos-tiene un importante rubro co-mercial monetario que permiteel abastecimiento de pertrechosde caza, pesca, herramientas,medicinas, baterías, linternas,ropa y calzado”

Los perfiles demográficos de lapoblación permiten evidenciarla predominancia de un segmen-to de población joven menor de25 años que plantea un serio de-safío en cuanto a disponibilidadde territorio y oportunidades deempleo .

La articulación con el mercado,como se insiste, no es patrimo-nio exclusivo de las zonas máscercanas a los centros de comer-cio. También lo es en las comu-nidades del interior desdecomienzos de siglo con la pre-sencia de haciendas caucheras yla incursión de las empresaspetroleras que incentivaron losflujos comerciales. La tenden-cia, eso sí, se ha vuelto visibledebido a la intensificación de laspresiones tanto externas, quepostulan la opción del “progresoy desarrollo”, como internastambién. Tal es el caso de las fa-milias shuaras inmigrantes queocupan ciertos espacios del te-rritorio kichwa que insisten enun modo de organización econó-mica que sea esencialmente ren-table, para ellos en particularalrededor de la ganadería.

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4.4.2.4. Gestión de recursos ybúsqueda de alternativasproductivas

La gestión de recursos para lascomunidades indígenas de Pasta-za ha estado fuertemente ligadaa la producción agrícola y pecua-ria más que a otro tipo de prác-ticas. La visión de propuestasdesde la organización ha transi-tado por varias etapas, desde laasunción de propuestas producti-vas convencionales hasta la incor-poración del enfoque agro - eco-lógico para manejo de recursos.

Con la idea de que la región seincorporara rápidamente a laeconomía nacional las institucio-nes estatales promovieron loscultivos intensivos comerciales yel impulso de la ganadería bovi-na, bajo un patrón agrícola muysimilar al de la Costa. Las esta-ciones de investigación como elINIAP, años atrás, y las oficinasregionales del MAG promovieronlos cultivos de caña, frutales,palma, cacao y café, predomi-nantemente.

Los límites de la producción, porlas dificultades del medio, porfalta de asistencia técnica e in-vestigación específica para lazona, incidieron directamenteen los fracasos de los múltiplesproyectos ideados. La mismaOPIP, a inicios de la década de1990, se planteaba como priori-tario el desarrollo de proyectosen los rubros de cultivos intensi-vos y permanentes como: naran-jilla, caña, frutales, cacao,café, arroz y maíz. La ganaderíano se excluía de lo previsto. In-cluso, en el imaginario de esosaños, se la catalogaba como laactividad más rentable, capaz

de generar recursos para elsoporte de los costos de la mis-ma organización. La necesidadde fondos para mantener a laestructura institucional hacíapensar en la importancia de pro-yectos productivos rentables.Esto determinaba, y aún hoy,que el aparato institucional seplanteara la necesidad de asumiriniciativas de rédito. De ahí que,en la década del 90, proliferaranlas empresas impulsadas y admi-nistradas por la organización co-mo tiendas comunales, el centrode componentes de madera (pa-ra la producción de muebles), laempresa de servicio aéreo, entrelas más importantes. No obstan-te el apoyo externo que recibíanpara el funcionamiento de lasempresas todas éstas, sin excep-ción, han quedado en la nada ycon un saldo en déficit tantoeconómico como de costos polí-ticos para la organización evi-denciados los límites de capaci-dad de manejo y administración.

4.4.2.5. El paso de la visiónconvencional de la producción ala propuesta agro - ecológica

La agricultura de autoconsumo yde productos tradicionales sedaba por descontada, asumiendoque éstos existían casi como par-te de la regeneración natural delmedio. Sin embargo ante laslimitaciones de recursos de unaeconomía dependiente y débilque no controla en lo absolutolas reglas del mercado, por ini-ciativa de las familias de lascomunidades los últimos años seinicia un proceso de recupera-ción de la agricultura de auto-consumo como centro de la eco-nomía familiar.

La gestión de recursospara las comunidadesindígenas de Pastaza ha estado fuer-temente ligada a laproducción agrícola ypecuaria más que aotro tipo de prácticas.

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La propuesta agro - ecológica,más que una propuesta tecnoló-gica, sustentada en la revalori-zación de conocimientos tradi-cionales y la incorporación de los“occidentales”, ha atravesado lasprácticas de gestión y manejo derecursos. Ésta supone la revalo-rización y fortalecimiento de laagricultura para el autoconsumoal tiempo que garantiza la pre-servación de recursos, a travésdel repoblamiento de las espe-cies en riesgo de extinción, y lasprácticas culturales propias delos pueblos indígenas.

La producción de las chacras tra-dicionales, manejadas por las fa-milias y las mujeres en particular,ha impactado a varios niveles: enla mejora de las condiciones dela dieta al disponer de calidad ycantidad seguras de alimentos demanera permanente; en la gene-ración de importantes rubros deahorro destinados a la compra dealimentos procesados; en la ca-pacidad de disponer incluso deexcedentes que circulan entre lasredes familiares; y, en la revalo-rización de prácticas tradiciona-les de su organización social.

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226 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

El caso de OPIP, como uno de lospocos de entidades territorialesque se plantean una propuestade gobierno territorial con con-trol de sus recursos, constituyeaún un espacio en disputa yconstrucción.

Si bien están identificados losprincipios conductores se re-quiere todavía fortalecer unapropuesta política de desarrolloautónomo. En este horizontevarios nudos críticos y límitesdeben ser desentrañados. Paraempezar debe considerarse ladiferenciada situación de regí-menes de propiedad que vandesde la propiedad privada deparcelas familiares de 50 has(como ocurre con aquellas asen-tadas en la frontera de coloniza-ción) hasta grandes territoriosmulti - comunitarios y multi - ét-nicos agregados en Asociacionesque reconocen como su territoriono sólo el espacio comunal sinoel de las cuencas y sub - cuencasde los grandes ríos.

No se puede aparejar el manejodel espacio de parcelas familia-res semi - contiguas asentadasen un territorio delimitado conel manejo de comunidades quellegan a colindar con áreas defrontera nacional y que en con-junto ocupan miles de hectá-reas, varios nichos ecológicos yáreas de "uso múltiple" que in-cluyen desde sitios sagrados has-ta zonas de reserva y áreas deconservación.

Un plan de manejo territorial re-presenta un desafío harto com-plejo sea para la gobernabilidad(participación en la toma de de-cisiones) como para la adminis-tración y manejo (aplicación denormas de uso de los recursos),máxime cuando como en el casode Pastaza el espacio territorialestá ocupado no sólo por pueblosindígenas sino por otras pobla-ciones como las mestizas asenta-das en los espacios abiertos porefecto de los flujos de coloniza-ción. Más compleja todavía re-sulta la gestión del territoriocuándo éstos han sido interveni-dos y fragmentados en bloquesconcesionados para las empresaspetroleras, como ocurre con lapresencia del Proyecto denomi-nado "Campo Villano" ocupadopor el consorcio de empresasmultinacionales (ARCO - AGIP)que inicia sus operaciones, a fi-nales de los años 80, en el blo-que 10. Justamente alrededorde este proyecto se ha eviden-ciado en los últimos años la con-flictividad del manejo y uso delespacio que dio lugar inclusive ala división de la OPIP y el surgi-miento de una organización pro-movida, para efectos de control,por la empresa petrolera.

La estrategia empresarial, antela reacción de oposición de OPIP,dirigió la atención directa hacialas comunidades con las cualesle interesaba trabajar. Losacuerdos logrados entre ARCO ylas comunidades de Villano no

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sólo fueron materiales, en el sen-tido que aparte de la negociaciónde obras de infraestructura(escuelas, centros de salud, ca-minos) y otros "beneficios" (fon-dos para administración, becas,viajes), se negociaron acuerdospolíticos. La empresa apoyó deci-didamente la conformación deuna nueva organización que, pro-ducto de la ruptura y desprendi-miento de OPIP, les garantizarauna mejor y mayor capacidad decontratación. Se conformó así laASODIRA, que desde sus orígenesrepresenta la escisión de OPIP alservicio de ARCO.

Con la legalización de una partede sus territorios la OPIP em-prendió acciones de más amplioaliento y que pasaron por laalianza con otras organizacionesde la provincia. La organizaciónabrió un proceso de diálogo alque se lo denominó de "negocia-ción estratégica" desde la pers-pectiva de presionar al estado y,obviamente a las empresas pe-troleras, a actuar dentro delmarco del reconocimiento de losderechos de propiedad de susterritorios, del respeto al medioambiente y, sobre todo, del re-conocimiento del rol interlocu-torio y de autoridad de la OPIPen sus territorios, como unasuerte de representante del go-bierno local de los territorios in-dígenas.

Esta estrategia de orden políticotraspasó la esfera de lo local yse posicionó en el escenario in-ternacional a través de mecanis-mos de denuncia e información,con miras a buscar respaldo al

proceso de diálogo estratégico.Tanto fue el peso de la presenciaconstruida que incluso se dieronlas condiciones para que repre-sentantes de la organización sesentaran en la mesa de discusióncon los ejecutivos de ARCO en supropio terreno (oficinas centra-les en Texas, EEUU, en 1994). Laorganización ponía en el tapetede la discusión el reconocimien-to de interlocutor político de lanegociación al subrayar la nece-sidad de participar tanto en latoma de decisiones como en lageneración de beneficios.50

Del nivel político al nivel másoperativo la OPIP planteó la ne-cesidad de:

una evaluación ambientalconjunta en el bloque 10 queestablezca los impactos cul-turales, ambientales y eco-nómicos de la operaciónpetrolera (tomando en cuen-ta que las actividades deARCO habían empezado añosatrás);

la definición de un plan demanejo ambiental para losterritorios indígenas, en par-ticular en el bloque 10;

normativización de las re-glas de juego para el manejode conflictos que pudieranocasionarse;

la creación de un fondo dedesarrollo social orientado ala conservación de la biodi-versidad en los territoriosindígenas de Pastaza.

227

50 La información que se detalla a continuación ha tenido como fuente de consulta eltrabajo de Natalia Wray (2000).

EXPERIENCIA DE MANEJO TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS KICHWAS DE PASTAZA

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228 UNA BREVE HISTORIA DEL ESPACIO ECUATORIANO

A la propuesta de OPIP se suma-ron la FIPRA e incluso la mismaASODIRA dando lugar a la confor-mación del Frente Indígena dePastaza -FIP- (1998) que organiza-do en 3 niveles: político, jurídicoy técnico, trabajó en función delos siguientes aspectos estratégi-cos:

reconocimiento de la plenaparticipación de los pueblosindígenas en estos procesos;

participación económica entérminos de porcentajes delos recursos generados (enese caso en particular del blo-que 10);

transferencia de tecnologías ycapacitación a recursos huma-nos de la organización vincula-dos a este proceso.

El peso del FIP por lo novedosode la estrategia y el peso de losactores locales obligó al Estado ylas petroleras a tener que discu-tir en comisiones de nivel técni-co y político los temas que lospueblos indígenas identificaroncomo centrales, relacionados aevaluaciones de impacto ambien-tal (EIA), planes de manejo am-biental (PMA), todo ello pasandopor la participación en los nive-les de decisión.

El proceso de diálogo impulsadopermitió sentar las bases de dis-cusión de políticas públicas am-bientales para la región, más lacoyuntura que sobrevino en losaños siguientes no sólo ha signi-ficado el estancamiento de lasiniciativas políticas de las orga-nizaciones indígenas en relaciónal control y gestión de sus terri-torios sino que ha puesto en en-tredicho su propia capacidad y

legitimidad de representación ypresión. Los factores que contri-buyeron en esta época al dete-rioro de esta estrategia tuvieronrelación con:

la falta voluntad política delestado y del gobierno de tur-no (fue la época del gobiernode Abdalá Bucaram);

la impunidad de actuación delas empresas en medio de uncontexto de poca o ningunaobligatoriedad jurídica; y,

la debilidad organizativa queafectó en particular a la OPIPen los últimos años a raíz desu infeliz experiencia de par-ticipación en la política for-mal (fueron los tiempos ensus disputados encabezaronlas filas de la corrupción, pro-movieron la división organiza-tiva y se levantaron con todala credibilidad política acu-mulada).

El conflictivo proceso de resis-tencia, inicialmente, y negocia-ción posteriormente, en el casoARCO, a lo largo de un deceniorepresentó para la organización:una concentración de grandes es-fuerzos por hacer prevalecer susderechos; un amplio desplieguede estrategias de concertación yalianzas con el FIP (que incluyó aotras organizaciones indígenas);la trascendencia del conflicto dela esfera nacional; y, la adhesióny respaldo internacional de mo-vimientos ambientalistas.

No obstante el espesor y la vali-des de las estrategias diseñadasla Organización no pudo conte-ner la inclusión violenta de lasactividades petroleras en sus te-rritorios. No ha podido, lo que es

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más grave aún, identificar alter-nativas viables para un desarro-llo sostenible con autonomía ensus territorios. Cabe preguntarseentonces ¿cuáles son las realesposibilidades de ejercicio de de-rechos y de autodeterminación?.En la actualidad, precisamente,en estos días (fines de 2002), enlos territorios del mismo bloque10 la Organización enfrenta unrenovado y a la vez antiguo con-flicto de intereses entre comuni-dades que sostienen que la acti-vidad petrolera puede ser unaoportunidad y que tiene que serasumida como tal ante la faltade alternativas de desarrollo, altiempo que otras, en diferentescondiciones, se oponen radical-mente al ingreso de las empre-sas en sus territorios.

La OPIP entre la presión internade las comunidades y la debili-dad de un discurso, que perdiófuerza a Costa de un acumuladodesgaste de los líderes que con-dujeron el proceso con ARCO yde los avatares de su accidenta-da participación en la política(el último proceso electoral noha estado exento de un profundogrado de conflictividad), seencuentra avocada a asumir ur-gentemente redefiniciones en suestrategia política sobre la basede la propuesta de gestión terri-torial que, de lo que se ha evi-denciado, requiere de innova-ciones de fondo.

Las alternativas hasta ahoraidentificadas ligadas a la promo-ción de un desarrollo sostenibleen territorios de las comunida-des kichwas no difieren enmucho de las propuestas con-vencionales pensadas para otrasrealidades. Si se toma en cuentaque hasta ahora las propuestasde desarrollo y gestión territo-rial han estado relacionadas

sobre todo a las prácticas deagricultura que, pese al énfasisen los principios agro - ecológi-cas y con una atenta mirada am-biental, no han avanzado enmayor medida en los otros cam-pos y dimensiones de la territo-rialidad.

Poco se ha avanzado en las inicia-tivas con visión de territorio. Lasuperación de la gestión micro -territorial aún es objeto deconstrucción. Por ello no debesorprender que las alternativashasta ahora identificadas comotales no superen el ámbito de laproducción a escala comunita-ria. El manejo y la planeación te-rritorial desde un enfoque decuencas, por ejemplo, con unarenovada visión del territorio yla política deberá ser uno de losdesafíos para afrontar.

El impulso del desarrollo autóno-mo de los territorios no podráser tal si la Organización indíge-na no afronta, sin evasiones, lacrisis de legitimidad que le atra-viesa. En este sentido el volver ala reconstrucción de su tejidosocial y organizativo, a la demo-cracia interna y al respeto a unorden moral y de principios querige a los milenarios pueblosindígenas parecería ser el cami-no que queda por recorrer.

Finalmente, si bien es cierto quepese a los límites señalados sehan desplegado esfuerzos entorno a un proceso participativode todos los actores comunita-rios para avanzar en su propues-ta de desarrollo local autónomo,no es menos cierto que si no sedan pasos suficientes para laconcertación y definición depolíticas, de cara al conjuntonacional, el desarrollo autónomocorre el riesgo de quedarse en eldiscurso.

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ARCHIVO DEL PALACIO LEGISLATIVO

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