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Diciembre 2008
Núm. 190
AVANCESCuaderno de Trabajo
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Coordinación de Investigación y Posgrado del Instituto de
La enseñanza del diseño en las universidades
Silvia Verónica Ariza Ampudia
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Comité Editorial de Avances
Dra. Martha Patricia Barraza de Anda
Dra. Consuelo Pequeño Rodríguez Dra. Alba Yadira Corral Avitia
Mtra. Carmen Gabriela Lara Godina Mtro. Gerardo Sandoval Montes
Dra. Magali Velasco Vargas Dr. Ricardo Almeida Uranga
Dra. Sonia Bass Zavala Mtra. Carmen Álvarez González Mtra. Ma. Elena Vidaña Gaytán
Mtro. Oscar Dena Romero Mtra. Katya Butrón Yáñez
Directorio
Jorge Mario Quintana Silveyra Rector
David Ramírez Perea
Secretario General
Martha Patricia Barraza de Anda Coordinadora General de Investigación y Posgrado
Francisco Javier Sánchez Carlos
Director del Instituto de Ciencias Sociales y Administración
Consuelo Pequeño Rodríguez
Coordinadora de Investigación y Posgrado del ICSA
Universidad Autónoma de Ciudad JuárezInstituto de Ciencias Sociales y Administración
H. Colegio Militar # 3775Zona Chamizal
C.P. 32310Ciudad Juárez, Chihuahua, México
Tels. 688-38-56 y 688-38-57Fax: 688-38-57
Correo: [email protected]@uacj.mx
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La enseñanza del diseño en las universidades
Resumen
El objetivo principal del presente trabajo es describir como el diseño, en muy diversas modalidades
y programas educativos, se incorpora a las universidades. Teniendo en cuenta el estado actual del diseño
como profesión, vemos que la universidad se ve comprometida a preparar individuos capaces no sólo de
introducirse de forma adecuada en el complejo mercado de trabajo, sino a contribuir en la mejora de una
profesión que no ha logrado el estatus que otras disciplinas ya tienen. El diseño y la educación superior
son así los temas principales de este trabajo, así como la reflexión sobre la formación de diseñadores en
un espacio que puede ser todavía origen de muchas propuestas que contribuyan positivamente al futuro de
la disciplina.
Introducción
Las rápidas transformaciones que anteceden a este siglo que aún comienza, nos
permiten ver a un mundo enfrentado a varios desafíos: la promoción y consolidación de
un desarrollo económico y social sostenible, la profundización y ampliación de los
procesos de integración cultural y la inserción de nuevos ciudadanos capaces de
enfrentar un mundo en profunda transformación, una evolución que es causada
especialmente, por la revolución científica, tecnológica y productiva pero también por la
interdependencia económica y la movilidad de personas, capitales y mercancías. En este
entorno global, uno de los fenómenos que se suele concebir como medio principal para
enfrentar con éxito los retos del presente y del futuro, es la educación.
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Tal como afirman los expertos “una reflexión sobre los fines de la educación es una
reflexión sobre el destino del hombre, sobre el puesto que ocupa en la naturaleza y sobre
las relaciones entre los seres humanos” (Delval, 1990, p.88). En esta nueva sociedad los
procesos educativos se deben caracterizar por factores como la capacidad del nuevo
hombre y no exclusivamente para adaptarse al cambio, sino para orientarlo, una tarea
muy concreta sobre todo, para los sistemas de educación superior.
En las instituciones educativas contemporáneas tiene lugar un proceso en el que
constituye el centro de atención la formación de jóvenes y futuros profesionistas
correspondiente no sólo con los valores asociados al desempeño y competencia
profesional, sino a los vinculados con una responsabilidad ciudadana y un compromiso
social.
El diseño, visto como algo tan cotidiano, es en cualquiera de sus especialidades y sus
productos una actividad condicionada por el ser humano, por su identidad y su forma de
desenvolverse que le convierten en un destinatario múltiple. En los últimos tiempos el
diseño en el mundo industrializado se ha caracterizado por un grado de diversidad y de
especialización sin precedentes, no solamente en cuanto a las estructuras económicas,
las categorías laborales y el mundo académico sino también y sobre todo, en lo que se
refiere a la actividad del hombre en sus diferentes fases de vida. Por todo ello el diseño
como profesión se ha convertido en una actividad que asume en la sociedad actual, una
creciente responsabilidad y un valor substancial en la satisfacción de sus necesidades.
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En estas circunstancias la disciplina del diseño se ve enfrentada a una extensa
problemática que abarca su teorización, su reflexión, su aplicación concreta y su
enseñanza. Este asunto ha llevado a individuos, instituciones, asociaciones e incluso
empresas de diversos países, a comprometerse en la profundización de un perfil de
diseñador adecuado a la realidad local y global.
Los estudios existentes en este sentido proceden principalmente de las mismas
instituciones educativas para establecer las necesidades del mercado y en especial las
necesidades de la sociedad, estudios para establecer currículas adecuadas que
respondan a la demanda cambiante. Aunque por otro lado están también los textos de
los especialistas, entre los más actuales podemos nombrar Qué es un diseñador:
objetos, lugares, mensajes de Norman Potter, Diseño y comunicación. Teorías y
enfoques críticos de Arfuch, Norberto Chaves y María Ledesma donde se exponen
realidades críticas sobre la profesión y su enseñanza, de Raúl Belluccia El diseño
gráfico y su enseñanza: Ilusiones y desengaños, el nuevo Conversando con estudiantes
de diseño del ya reconocido Andre Ricard o el mismo estudio del ICSID que citaremos en
este trabajo en repetidas ocasiones.
En el país encontramos las cada vez más reconocidas recopilaciones de la Editorial
Designio, por otro lado Imaginación y educación: complejidad y lentitud en el aprendizaje
del diseño de Luis Porter o La creatividad desde la perspectiva de la enseñanza del
diseño, texto producto de una investigación en la Universidad Iberoamericana.
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Hoy en día la educación en diseño se ha extendido a muchas partes del mundo en sus
diversas vertientes, alcanzando la mayoría de ocasiones un nivel formativo universitario.
La presente investigación se presenta enmarcada en este contexto, la finalidad esencial
es hacer una reflexión sobre la formación de los futuros diseñadores.
El diseño trata sobre la creación de objetos y procesos que satisfacen necesidades
explícitas, pero al mismo tiempo es una actividad que trata de dar significado a lo creado.
El diseño trata de la relación entre el hombre y los objetos, entre la forma y la
comunicación. Cuando se habla de diseño se habla de un campo multidisciplinar, un
campo donde la ciencia y el arte se unen, donde toman parte la sociología y la historia
así como la ergonomía y la semiótica; la posición del diseño es ser conductor y formador
de valores populares. El diseño ha evolucionado hasta conformar uno de los campos
más influyentes de la cultura contemporánea. Qué es lo que ha hecho que, pese a ser
reconocido como una disciplina de tales características, el diseño siga siendo enseñado
en muchos casos como un oficio más que cómo una profesión, lo veremos a
continuación.
Es una realidad que muchos de los programas de diseño existentes en diversos niveles
educativos son, al menos conceptualmente, programas de formación vocacional, los
ejemplos varían en cada país, en el nuestro basta ver las retículas de instituciones como
Universidad ICEL con asignaturas en su mayoría de dominio de técnicas o programas
computacionales, o aquellas de un sin fin de instituciones privadas1 que ni siguiera llegan
1 En México según un estudio realizado por el CESU y la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) entre en el periodo de 1994 a 2005, la tasa de crecimiento de las IES privadas fue 3.5 veces mayor en comparación con las públicas, es decir, por cada dos nuevas instituciones de educación superior pública se crearon seis particulares. “Boom de Universidades “patito” de 2000 a 2005: en la última década por cada institución pública aparecieron 3.5 privadas”
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a tener reconocimiento de validez oficial. Aunque cada vez es menor, persiste la
tendencia de algunos programas a dirigir sus estudios como nichos disciplinarios en vez
de fomentar un acercamiento hacia el aprendizaje integrado, un ejemplo de esta
integración es la Universidad Autónoma Metropolitana con su sistema modular. Los
estándares de excelencia y los caminos de progreso de los programas tienden a
valorarse más en términos de especialización que en el de enseñanza, enriquecimiento
personal y educación global.
No es difícil encontrar espacios en donde la educación en diseño se entienda
principalmente como una capacitación profesional y no como una preparación para la
vida, como ya mencionamos hay instituciones que aprovechando la alta demanda del
campo ofrecen carreras con programas copiados de instituciones serias y oficiales, sin
contar tal vez con un respaldo que garantice la calidad de la enseñanza, con el personal
o con la infraestructura necesarios para poner en marcha dichas currículas. En estos
casos, a diferencia de otras carreras, la de diseño no es considerada como aquella que
prepara al estudiante para la generación de soluciones integrales, sino única y
exclusivamente para el uso de las herramientas y técnicas propias del diseño.
Gunnar Swanson explica que las herramientas de análisis y reflexión de muchas
disciplinas tienen utilidad fuera de ellas mismas, aplicaciones que sirven en el
entendimiento del mundo, no obstante que las herramientas del diseño parecen no servir
de mucho a otro propósito que no sea su propio campo de acción (1997, p.71). El autor
Archivo confidencial, Agencia Informativa, Hermosillo, Sonora, 24-Abr-06, desde http://www.archivoconfidencial.com.mx/?c=128&a=2312 [Consulta: 25 Octubre 2008].
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afirma incluso que la educación en diseño generalmente no lo es, sino que es
entrenamiento vocacional y además un entrenamiento especializado bastante cerrado.
Pese a que la mayoría de los programas de diseño tratan de enseñar algo más que
habilidades para la inserción laboral, finalmente la preparación de estudiantes para su
desempeño en el mercado es vista como una formación práctica. Lo que genera un
cuestionamiento en el sentido de que tal entrenamiento para el trabajo pueda ser llamado
justamente educación, por ejemplo el muy socorrido ejercicio de simular un ambiente de
trabajo real en las aulas, una modalidad de enseñanza aprendizaje que no va más allá
de un supuesto y que carece de los fundamentos de una planeación didáctica formal.
Una de las situaciones que se perciben es que, a medida que se van graduando más
diseñadores de los que puede necesitar un espacio social, la tendencia es hacia el
énfasis en el entrenamiento profesional. Las instituciones educativas proveen a sus
alumnos con habilidades de buen nivel para la inserción laboral, creyendo que les
garantizan una mejor oportunidad en el competitivo mercado de trabajo, sin embargo al
prepararlos expresamente en el uso de ciertas herramientas especializadas corren el
riesgo de tener estudiantes obsoletos antes incluso de que egresen. Esto es
especialmente cierto para el diseño, con la introducción de la computadora y la red, ya
que surgen de forma demasiado acelerada nuevas herramientas y nuevas formas de
proyectar soluciones de diseño, demandando de los creadores una adaptación a los
nuevos medios.
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Antes de describir como el diseño se enseña en muy diversas instituciones siendo la
universidad una de las más importantes, hemos de aclarar cierta mezcolanza de orden
terminológico que suele existir cuando se habla formar profesionistas. Definiremos una
serie de términos que suelen utilizarse cuando se elaboran planes de estudios y que son
muchas veces el comienzo de currículas con objetivos mal direccionados o incompletos:
• Educación. Se entiende por educación el proceso por el cual le son transmitidos al
individuo los conocimientos, actitudes y valores que le permiten integrarse en la
sociedad. Este proceso, que se inicia en la familia, afecta tanto a los aspectos
físicos como a los emocionales y morales, se prolonga a lo largo de toda la
existencia humana lo cual hace evidente que cada cultura o época histórica ha
conferido a la educación enfoques diferentes, las visiones que imponían sus
diferentes concepciones filosóficas, políticas e incluso religiosas. En un sentido
extenso, cabría considerar que el proceso educativo consiste en la transmisión de
los valores y conocimientos de una sociedad aunque de manera más específica
se define como educación al proceso intencional que pretende el
perfeccionamiento del individuo como persona y la inserción de éste en el mundo
cultural y social en el que se desarrolla, en todo caso la instrucción por medio de
la acción docente queda generalmente implícita en una gran parte de este
proceso.
• Formación. Aunque en general encontramos que este término se utiliza
principalmente cuando se habla de la educación y preparación en determinada
materia que recibe una persona de cara a su futuro profesional, es también un
concepto que se suele encontrar bastante en las áreas empresariales a diferencia
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del término educación, para la adquisición de nuevos conocimientos y en la
preparación continua de gente que ya tiene una profesión definida, numerosos
textos del tema relacionan el término formación con la adquisición de saberes, de
saber hacer y también del como ser.
• Capacitación. Término bastante general utilizado asiduamente también en el
ámbito de la empresa, como es el hecho de capacitar o capacitarse. Se entiende
como el preparar a una persona o incluso los diccionarios hablan de cosas,
capacitar algo para que esté en condiciones de desempeñar una determinada
función, el hecho es que dado que significa el mejoramiento de la persona y su
preparación para poder ser apta en algo, se relaciona directamente con
actividades que le son relativamente desconocidas a alguien pero que tienen que
ver con la habilidad y el entrenamiento.
• Especialización. Quisimos también definir este concepto debido a su constante
uso en los textos de educación. Es de todos el término que menos suele
confundirse, pues está relacionado con la división del trabajo en operaciones
específicas. Es decir que especializar es formar a una persona como especialista
en una determinada rama de la ciencia o el conocimiento. Tiene que ver con la
particularización, concentración o limitación de un cúmulo de conocimientos.
Gabiña (1995, pp.32-37) muestra algunos otros conceptos que suelen confundirse o
mezclarse como el de instrucción, entendida como la adquisición de saberes o
conocimientos. La calificación, reconocimiento, en un momento dado, del nivel de
formación adquirido, que ordinariamente da lugar a derechos estatuarios (escalas de
remuneración, convenios, negociaciones colectivas). La profesionalidad, comportamiento
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individual que permite efectuar bien un cometido, tomar iniciativas, capacidad de
reacción, de tenacidad y de trabajo en equipo. Y por último competencia, el concepto
más globalizador, entendido como la aptitud para tratar un problema gracias al
conocimiento profundo que se tiene de una materia, aunque no necesariamente haya
correspondencia obligada entre la materia del conocimiento y la naturaleza del problema,
así pues, la competencia es también la capacidad de formarse uno mismo, de formar a
los demás y de llevar a cabo una animación para resolver los problemas.
En teoría los diseñadores reciben básicamente una formación, puesto que están siendo
formados, valga la redundancia, en la disciplina proyectual para poder dedicarse en un
futuro a esa profesión. No obstante deberían, según la evolución de la disciplina y su
importancia social, ser preparados bajo currículas que incluyan cada uno de los
conceptos descritos anteriormente.
La cuestión es que existe una gran variedad de instituciones que ofertan esta disciplina.
Tomemos como muestra al diseño industrial, en el directorio mundial de educación en
esta área elaborado por el International Council of Societies of Industrial Design (ICSID)
podemos ver que la enseñanza del diseño es muy diversa, mucho de ello se explica en la
gran diversidad de prácticas comunes así como de nuevas tendencias que se proyectan
en este campo. Según este documento los programas existen como independientes o
afiliados al arte o la ciencia y su énfasis depende de la filosofía de cada programa. Los
cursos se imparten en universidades, colegios de arte, politécnicos e instituciones de
formación profesional, tanto públicas como privadas (Popovnic, 1999, p.7).
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Escuelas de todo tipo se encargan pues de formar diseñadores, pero lo que queda en
duda es si, en su afán por hacerlo, muchas de ellas pierden de vista la educación tal y
como fue definida anteriormente, anteponiendo en su lugar una mera capacitación de
individuos, lo que implicaría una especie de entrenamiento profesional. No hay problema,
desde nuestro punto de vista, en formar trabajadores del diseño, sin embargo las
exigencias actuales demandan no sólo eso sino pensadores intuitivos, gente que sepa
adaptarse a los cambios constantes de las herramientas materiales y conceptuales con
las que trabaja el diseño.
El poder dar una visión global de la inserción del diseño en las universidades no es tarea
fácil pues cada contexto social en el que se desarrolla el trabajo de un diseñador es
distinto. Cada país o cultura tiene su propia historia y eso afecta al funcionamiento del
diseño y al desarrollo de su enseñanza. En algunos países por ejemplo existe todavía
una bien conocida y difícil yuxtaposición de los estudios de bellas artes con las materias
de diseño. Esto sin duda tiene que ver con la estrecha relación entre arte y diseño en los
inicios de este último, no obstante en la actualidad lo correcto sería como explica N.
Potter, que “la pintura y la escultura se estudiaran junto con la música, la danza, la
poesía, el cine y cualquier otra actividad que interprete, fundamentalmente, la
comprensión psicológica, espiritual y sensual del hombre” (1999, p.19) y no con
disciplinas proyectuales o más relacionadas con la tecnología como la arquitectura o la
ingeniería de producto.
Mientras algunas de estas situaciones se debaten en algunos países en otros, tales
como Canadá, Inglaterra o Japón, la enseñanza del diseño no solamente tiene sus
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propios estudios de licenciatura o ingeniería, sino que se ofrecen especialidades,
maestrías y doctorados desde hace ya bastantes años.
Sucede que, cuando una disciplina es impartida en una universidad, previamente ha sido
considerada como importante para la sociedad, se realizan estudios del campo de
trabajo que permiten incorporar nuevas áreas según el contexto de la comunidad y del
país, su industria, sus empresas y su desarrollo social y cultural. Es común también que,
cuando en su desarrollo las disciplinas logran consolidarse, comienza a visualizarse la
apertura de programas de posgrado que tienen objetivos muy diferentes a los programas
de pregrado.
La inclusión del diseño en las instituciones de educación superior tiene que ver con su
importancia como profesión y con el hecho de que ha logrado establecerse como un área
de conocimiento pese a su compleja evolución. Su introducción en la universidad,
contexto en donde se entrena profesional y técnicamente a los alumnos, además de
inculcárseles unos valores y códigos sociales de acción y de conducta, representa una
gran responsabilidad.
Como sabemos el aparato educativo que cada país tiene es útil para transmitir sus
normas culturales, para especializar a los individuos en el uso de técnicas y en el
dominio de disciplinas teóricas. A la universidad se acude para aumentar los
conocimientos culturales y adquirir una interpretación de la vida social, además de para
procurarse una formación particular que facilite encontrar el día de mañana un puesto de
trabajo. El que una disciplina se ofrezca en una universidad es también un hecho
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recíproco, al tiempo que los países se preocupan por incluir disciplinas para que los
egresados intervengan en su sociedad, el acto educativo a su vez permite mejorar el
desarrollo de la actividad misma.
Para ilustrar esta situación tomemos el ejemplo que da Richard Buchanan quien relata
uno de los cambios que ha traído la educación del diseño, el desarrollo de nuevas áreas
prácticas, en particular el diseño de interacciones o diseño interactivo. El autor explica
que esta área práctica alcanzó conciencia principalmente a través del desarrollo de las
computadoras pero que, aunque es común asociarla con la cultura digital, tiene que ver
con muchas más cuestiones. Estas interacciones significan un nuevo acercamiento que
tiene aplicación en otras áreas de la práctica del diseño tradicionales como el diseño de
información, el diseño de servicios, las diferentes formas de comunicación impresa, el
desarrollo de nuevos productos, la identidad corporativa, el diseño industrial, diseño
organizacional y diseño de sistemas.
Es importante en el diseño la interacción entre los seres humanos y las computadoras,
tanto como lo es en todas las ramas de la disciplina porque trata de las relaciones entre
la gente y particularmente de como las relaciones de los seres humanos están mediadas
por todo tipo de productos. Esta actividad ha sacado, como explica Buchanan, al
profesional del diseño “de una cultura de carteles y tostadores a una nueva cultura de
diseño centrado en los seres humanos” (2004, p. 39). Este ejemplo nos sirve para
reflexionar que ambas cosas, la actividad del diseño tanto como su reconocimiento como
área de estudio, permiten una ampliación de su valor social. Cuando hizo falta un
discurso de diseño, cuando se careció de una base estructural actualizada, de un punto
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de partida para el desenvolvimiento, pudo encontrarse en la educación del diseño a nivel
superior una plataforma para remontar la visión que se tenía de la teoría y la práctica de
la actividad.
Y es que uno de los mayores problemas que se buscaba resolver al incorporar al diseño
en las universidades, era el dejar atrás la aparente poca necesidad de aptitudes y
actitudes para diseñar, es decir que, cuando una formación universitaria en diseño no era
considerada necesaria para practicar la actividad, nadie tenía porque querer escoger esa
rama de estudios. Se creía y en algunos casos se sigue creyendo, que no había una
necesidad para una educación a nivel superior porque el enfoque del trabajo de un
diseñador y su rol en la cultura, no era necesariamente un resultado de la educación
formal o avanzada en el campo.
Cierto es que hay muchos diseñadores en todo el mundo que tienen comienzos
autodidactas, que comenzaron como dice Norman Potter “lanzándose de cabeza en la
piscina con la esperanza de aprender a nadar”. No obstante cada diseñador sin estudios
específicos que ha logrado tener un lugar en la actividad puede haber llegado ahí por
muchas razones según el contexto en donde se haya desarrollado. Los motivos pueden
ir desde la necesidad de cubrir esas labores sin que se ofrecieran esos estudios en el
lugar, hasta el hecho de que hayan estudiado o practicado otra actividad que al final
desembocó en el diseño. Pero hay que decir que pese a todo, el autoaprendizaje precisa
a la vez de mucho trabajo autocrítico, hay quienes se llaman a sí mismos diseñadores,
pero que no han comprendido realmente la labor y por el simple hecho de que puedan
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llegar a reproducirse sus ideas o de dominar de manera aceptable un determinado grupo
de herramientas, no significa que puedan reconocerse como tales.
Esta es en alguna medida una de las razones que contribuyen a la poca validez del
diseño como actividad en la que valga la pena invertir al menos tres o cuatro años de
vida para conocerla y tener un dominio de ella. Aunque hoy todavía hay quien cree que
puede aprender diseño sin pasar por la educación formal cada día se toma más
conciencia de que prepararse integralmente, tal como ofrece una institución de
educación superior o al menos debería, es necesario para lograr la competitividad
requerida por la actual sociedad de la información y el conocimiento.
A medida que los países se han ido desarrollando diversos programas de diseño se
incorporan a sus universidades como resultado de estas reflexiones, mucho tienen que
ver quienes emplean a los profesionales, si para ellos no es palpable la diferencia entre
un diseñador egresado de uno que no lo es, seguirá siendo indiferente el tipo de
preparación que hayan recibido.
Esto nos lleva también a un tema controversial y es que cuando una licenciatura o
ingeniería en diseño no es considerada necesaria para practicar, hay poco valor otorgado
a un título de grado o posgrado. Los empleadores de egresados del diseño no siempre
llegan a valorar la función del diseñador, sobre todo por las razones concernientes a la
desafortunada y errónea percepción de la actividad como un campo carente de rigor
intelectual y contribuciones socioeconómicas tangibles. Al diseñador no se le reconoce
como un profesional, por tanto no se le pide que compruebe que lo es, para muchos es
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suficiente con que tenga alguna idea sobre fundamentos estéticos y compositivos, o
sobre materiales y técnicas, a pesar de ello no van más allá en valorar habilidades de
conceptualización y teorización, originalidad, trabajo en equipo, socialización, ética, etc.,
cosas que se motivan y aprenden en un contexto de educación superior.
En contra de esta perspectiva está, aunque de forma más limitada, la otra cara de la
moneda, ya lo explica M. Rogal “es posible encontrar corporaciones sobre todo
multinacionales que aprecian a los diseñadores con un postgrado que combinan
disciplinas tradicionales y/o se enfocan en la estrategia” (1999, p.23). Es justo reconocer
que hay lugares en donde se aprecia la educación formal de un diseñador, y sobre todo
donde los títulos avanzados tienen más valor, uno de ellos es el contexto académico.
En las universidades se requiere de universitarios para impartir clases y para investigar.
Los diseñadores con estudios avanzados que se dedican a la profesión de maestros en
estas carreras juegan un papel muy significativo en el cumplimiento adecuado del
currículo. Generalmente hay dos clases, por llamarlas de algún modo, de profesores
aquellos que se dedican tiempo completo a la labor docente y los que lo hacen
parcialmente. El ideal es que aquellos que dedican todo su tiempo a la docencia sean los
que cuentan con mayor habilitación, es decir que tengan la experiencia de haber pasado
por posgrados donde adquirieron habilidades tan importantes como la investigación y
que son especialistas en alguna área del diseño. Los profesores que trabajan por horas
en la docencia deben ser los encargados de traer a la universidad los contenidos
actuales de la profesión de ellos se espera que combinen la actividad profesional con la
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docente. De esta manera tanto los egresados de licenciatura como los de algún
posgrado combinan sus conocimientos para dar al alumno una formación completa.
En este sentido cabe mencionar que los requisitos para poder impartir clases en la
universidad son diferentes según requiera cada institución, pero es de suponer que para
poder hacerlo se requiere al menos una experiencia tanto en el campo como en procesos
didácticos. Universidades de algunos países ofrecen al profesorado opciones de
preparación pedagógica, incluso algunas llegan a exigirla, la duración varía según cada
institución. Al margen de esto queremos recalcar que esta labor debe ser considerada de
mucha responsabilidad, es una de las muchas ramas de profesionalización que tiene el
diseño.
Cuando el diseño es visto como una disciplina falta de reflexión y teorización el hecho de
que un diseñador se dedique a la docencia y la investigación resulta de gran ayuda para
la profesión por los alcances que puedan llegar a tener sus resultados, resultados que
pueden ser muy variados, desde materiales teóricos que sirven para el progreso y
reconsideración del diseño hasta innovaciones y nuevas patentes.
La formación de profesionales reflexivos, pues reclama el compromiso de los integrantes
de la comunidad universitaria en la reconsideración y la discusión de los fundamentos
teóricos y metodológicos de las prácticas especializadas del diseño, de tal modo que el
conocimiento y los objetivos que guían su alcance se asienten en una voluntad colectiva,
para la cual se requiere profesores con una preparación integral y una experiencia muy
avanzada. En el caso particular de diseños, el compromiso parece ser aun más urgente a
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causa de su relativamente reciente reconocimiento como profesión autónoma, lo que
como ya mencionamos también, supone en muchos casos una acentuada inestabilidad y
una profusa dispersión en el plano disciplinar.
Nos dicen los expertos que otro motivo de inquietud para el diseño, es la creciente
tendencia a su fragmentación en nuevas especialidades, muchas veces derivadas de
reclasificaciones o reacomodos de orden tecnológico, cuyos mecanismos materiales, al
preceder a su organización formal, actúan como condicionantes de su propio desarrollo y
hasta de sus posibilidades de existencia en una determinada sociedad. En este sentido
el gran compromiso de ofrecer un programa de diseño en la universidad consiste en
determinar un grupo de materias que sean tan flexibles en su interrelación como para dar
al alumno una preparación de calidad pero sobre todo actualizada, es como el caso de
las carreras informáticas, el medio cambia tan frecuentemente que los contenidos tienen
que hacer lo mismo. Y no nos referimos a que la enseñanza del diseño tiene que cambiar
porque cambia la tecnología, tiene que hacerlo por los cambios constantes de la
sociedad, sus costumbres de comunicación, su pensamiento, su tipo de consumo, etc. El
diseño al ser una profesión reflexiva, no puede permitirse quedarse estática ante el
cambio de las características que lo condicionan.
Según se ve, en instituciones de educación superior de todo el mundo ha habido una
notable ampliación de la formación en diseño en los últimos años. Un indicador
importante al menos en el área industrial y de producto, es que la mayoría de los
programas de diseño que menciona la ICSID se enseñan en la universidad o en las
universidades de corte tecnológico, esto es muy significativo en tanto que muestra la
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madurez de la disciplina2. Por otro lado esa ampliación de la educación del diseño en la
universidad incluye el hecho de que los diseños se encuentran ahora ubicados en una
variedad mayor de escenarios disciplinares que circunscriben a otras áreas. Ya no sólo
se ve al diseño en las escuelas de arte, algunos programas están ubicados dentro de los
departamentos de ingeniería y los institutos tecnológicos, otras están ubicadas
determinadas por una visión derivada de, una u otra ciencia social, incluyendo a veces
hasta al campo administrativo.
Pero quizás lo más importante es, que un creciente número de programas de diseño son
entendidos como programas universitarios que enfatizan el humanismo esencial del
trabajo de diseño. Este humanismo en los planes de estudios emergentes debe dar
significado al diseño centrado en las actividades del ser humano, con esta forma de
educación del diseño se puede encontrar un balance o armonía entre los diferentes tipos
de conocimiento que se necesitan para hacer efectivos y valiosos los productos e ideas
diseñados. Se trata a grandes rasgos de buscar equilibrar e integrar aspectos de las
bellas artes, la ingeniería y las ciencias sociales en la actividad de la reflexión del diseño,
es decir encontrar la proporción correcta entre estos factores en vez de enfatizar uno u
otro como el más importante.
El objetivo primordial de la educación del diseño, en una institución como la universidad,
es exactamente el mismo que en cualquier otra área de conocimiento, obtener una
educación formal, que puede ir desde tres hasta siete años aproximadamente y que les
proporciona a los egresados de los programas que ahí se impartan la calificación para
2 De 164 programas incluidos en este directorio de 1999, 95 (un 57.9%) se encuentran en la universidad o instituciones superiores de corte tecnológico.
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ejercer la profesión de diseñadores. El aprendizaje raramente consiste en algo más que
habilidad para dominar técnicas de proyección, cada día que pasa el papel de la
universidad como proveedora de conocimientos, habilidades, valores, etc. es más
meritorio en un mundo diversificado y que evoluciona a gran velocidad.
El valor de una educación formal es algo que sólo pasado el tiempo puede constatarse
de manera real, esto no es un obstáculo para generar desde ahora una conciencia sobre
la relevancia de una buena enseñanza del diseño. En una sociedad post industrial, es
necesario hacer cambios para que la educación de diseñadores les proporcione la
flexibilidad de convertirse en contribuyentes relevantes en la sociedad. El traslado de la
educación del diseño hacia dentro del ámbito universitario se considera una de las
contribuciones más importantes del siglo XX en el campo del diseño al tiempo que
significa un notable desarrollo. Las implicaciones de esta reubicación del diseño son
muchas y siguen todavía desarrollándose pero sin duda comienzan a cambiar la reflexión
sobre el diseño en numerosos aspectos de cara al futuro.
Una forma de conocer hasta donde ha llegado el diseño es saber el nivel educativo en el
que pueden encontrarse programas formativos, otro indicativo son también las
agrupaciones dedicadas a la promoción de la disciplina, el tipo y alcance de estas
organizaciones nos indica como la disciplina en su fase de profesión ha ido tomando un
lugar en la sociedad actual. El área de estudio del diseño es un campo relativamente
nuevo, como se sabe el final de la primera mitad del siglo XX fue el período en el que se
comenzaron a fundar programas de diseño industrial en todo el mundo, cada año se
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establecían uno a uno hasta llegar a la década de 1990 en que comenzó a incrementarse
su número a gran escala.
Como ya mencionamos el diseño se ha visto ligado desde sus inicios al arte y a su
enseñanza. Algunas instituciones usaron su tradición en este campo de las bellas artes,
aprovechando dichos estudios como fundamentos para los de diseño. No obstante con el
tiempo el diseño, sobre todo el industrial, ha ido diversificando su incorporación en las
instituciones educativas. El ICSID nos muestra que actualmente los programas de diseño
industrial puede tener relación, además de con el campo del arte, con otras áreas
diferentes tales como la ciencia o la ingeniería. El énfasis y la ubicación, según esta
asociación, dependen entre otras cosas, de la ideología de cada programa. Veamos la
siguiente tabla elaborada con datos del Consejo Internacional de Sociedades de Diseño
Industrial (Popovic, 1999).
Tipos de instituciones que imparten la carrera de diseño industrial
ICSID, World Directory of Industrial Design Education.
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Del universo de escuelas estudiadas por el ICSID3 se nos muestra que 73 programas
están ubicados en universidad (44%), 22 en universidades tecnológicas (13%), en
institutos de tecnología 13 programas (7.9%) y en escuelas de diseño y academias de
arte 11 programas (6.7%), podemos ver en la tabla la diversidad de instituciones que ha
impartido cursos de diseño en los últimos años.
La duración de los programas de diseño suele ir desde dos hasta los seis años
dependiendo de sus características y obviamente del nivel educativo o grado que las
instituciones ofertan. Antes de abordar que tipo de objetivos se pretende que cumpla
cada nivel educativo aclaremos cuales son esos niveles en un contexto general. Existen
en casi todo el mundo ciertos estándares en cuanto al tipo de estudios que se requieren
para obtener una preparación profesional e investigadora, si bien la cantidad de créditos
o años de estudio no son siempre los mismos. En casi todas las áreas de conocimiento
que se imparten en instituciones de educación superior en Europa y América existen los
siguientes niveles educativos: pregrado, grado y posgrado, en este caso definiremos lo
que se entiende por grado y posgrado.
Los estudios de grado (o undergraduate) incluyen:
• Diplomado, Técnico o Associate. Este grado implica en la mayoría de los casos
estudios de dos años. Esta es una opción para muchos estudiantes que no
pueden o quieren estudiar los cuatro o cinco años que implica una licenciatura,
una opción de titulación que en algunas universidades, como las españolas, son
para aquellos que buscan cursar una parte de los estudios con opción de
3 El documento ICSID, World Directory of Industrial Design Education del International Council of Societies of Industrial Design incluye 164 programas de todo el mundo, p. 8
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completarlos más adelante. En muchos países siempre han existido estudios
específicos en ramas de ciertas áreas de conocimiento, que no requieren de un
alto nivel de especialización o que simplemente no abarcan todos los parámetros
de una profesión, pero sobre todo con la consigna de capacitar jóvenes que
buscan integrarse rápidamente en el ámbito laboral.
• Licenciatura o Ingeniería. Este grado es uno de los más reconocidos en todo el
mundo, en algunos países se le llama Bachelor. Este grado significa que el
estudiante ha adquirido un conjunto de conocimientos en alguna área de estudio y
también un cierto conocimiento general. Varias profesiones tales como médico,
contador, odontólogo, etc., forman parte de este nivel y los que lo obtienen suelen
ser llamados profesionistas, la mayoría tiene una duración de cuatro a cinco años.
Se consideran estudios de posgrado (o graduate):
• Maestría o Master. Este se cursa después de la licenciatura o ingeniería y está por
debajo académicamente del título de Doctor. La tendencia por un tiempo fue que
las maestrías o másteres fueran cursados con propósitos empresariales y los
doctorados con fines o salidas académicas. Este posgrado dura alrededor de uno
o dos años y en la mayoría de los casos un trabajo final de tesis o tesina es
requisito para ser aprobado. Tanto aquí como en el doctorado preponderancia la
tienen la investigación y la creación, eso dependerá de la orientación de la
propuesta, en México se dividen en programas profesionalizantes y programas de
investigación.
• Doctorado. Este es un nivel que proviene de tiempos muy antiguos y hoy en día
posee una gran importancia en especial en el ámbito académico. La tesis doctoral
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y su defensa es siempre el trabajo final y una parte fundamental de los estudios
pues refleja el trabajo investigador y sus aportaciones al conocimiento o
descripción del área de estudio. En algunos países está permitido cursar un
doctorado justo después de la licenciatura como lo era en España hasta antes de
que la entrada al Espacio Europeo de Educación Superior le obligara a poner
como prerrequisito el master, no obstante es más común, como ejemplo nuestro
país, que una maestría sea requerida para poder cursar un programa de
doctorado. La duración depende en muchos casos del tiempo que se toma para
realizar la tesis pero muchos programas plantean enseñanzas de dos años o tres
y luego un tiempo determinado para presentar la disertación doctoral.
En el caso de la duración de los estudios de diseño, la tendencia global según el
Directorio mundial de educación en diseño industrial (Popovic, 1999) es la siguiente:
• Grado de Licenciatura o Ingeniería (Bachelor): tiene una duración de cuatro a seis
años
• Diplomas o Cursos profesionales: tres años
• Diplomas Asociados: dos años
• Certificados: de un año
• Master: de uno a dos años (Coursework masters) o dos y tres años (Masters o
maestrías de investigación)
• Doctorados: mínimo de tres años
La siguiente gráfica muestra los programas que escuelas de diseño industrial inscritas en
el ICSID, ofrecen en cada nivel educativo. Cabe mencionar que aunque hay una clara
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primacía de los programas de grado, los posgrados en especial las maestrías también
demuestran ser un número bastante alto. Desde nuestra perspectiva el rápido
crecimiento de las empresas que reconocen el valor del diseño y su necesidad de
especialistas en diversas áreas de la ingeniería y las áreas multimedia sobre todo, ha
provocado una apertura bastante amplia de programas de especialización o investigación
para los egresados de diseño.
Grados académicos en los que se imparte la carrera de diseño industrial
ICSID, World Directory of Industrial Design Education
Varias instituciones educativas, en particular las universidades, tienen diferentes niveles
de salida para los diseñadores y esto depende en la mayoría de los casos de los niveles
educativos, requerimientos y características de cada región. Así pues este estudio hace
patente que el desarrollo de la educación en diseño está relacionado directamente al
desarrollo industrial de cada región en particular y es que, no por nada la mayoría de la
infraestructura educacional se encuentra dentro de las regiones americana, australiana
asiática y europea, siendo esta última la que tiene el mayor número de instituciones.
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Un último dato interesante que podemos obtener de este directorio de escuelas de
diseño industrial que abarca escuelas de varias partes del mundo es el dedicado al tema
de la investigación. En los posgrados que se ofrecen en este campo se muestra que la
investigación es más de corte aplicado que teórico. Casi la mitad de las instituciones
(49%) direccionan sus programas de master y doctorado hacia la industria y la práctica,
un 34% lo hacen hacia la investigación teórica, cabe mencionar que resto de los
programas no lo especifican.
Tal parece que el mayor cambio en la educación del diseño en los últimos años es el
desarrollo de programas de posgrado y programas de investigación del diseño. Y esto en
el marco de las universidades, que si bien no son las únicas instituciones que imparten
diseño, tienen una doble significación al ser parte de esta entidad y es “la adopción de lo
que ésta comporta en cuanto a construcción de un cuerpo de conocimiento y de un
ámbito de investigación bien delimitado vinculado al desarrollo del sector productivo en
su conjunto” (ANECA, p.8). En este contexto si las licenciaturas e ingenierías tienen
como objetivo preparar estudiantes para desarrollar la profesión del diseño, los
programas de posgrado tienen el objetivo de dar al estudiante una preparación al nivel de
maestría en su disciplina.
La maestría según hemos visto puede ser en dos vertientes: la primera es el dominio de
la práctica profesional, lograda a través de programas de maestría que enseñan a los
estudiantes los más avanzados métodos y técnicas del trabajo del diseño en áreas
específicas del mismo. La otra maestría es la disciplina misma para enseñar e investigar,
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lo cual en algunos países afortunadamente se considera ya como un área de aplicación
profesional en adición a las ramas de diseño digamos de aplicación comercial o social.
Esta es también una de las metas de los nuevos programas doctorales de diseño que
están emergiendo a lo largo de todo el mundo: preparar investigadores.
Según Jorge Frascara (1996, p.52), los programas de posgrado en diseño deben trabajar
a lo largo de las líneas educativas o generar las soluciones del diseño para proyectos
específicos que sobrepasan claramente el nivel normal de calidad en el campo
profesional y que se convierten en modelos de excelencia para practicar diseño. Este
trabajo práctico sin embargo, se debe desarrollar en conjunción de un profundo análisis
teórico de las soluciones de diseño. La profesión según el autor, necesita alejarse de ser
un esfuerzo puramente artístico o proyectual y ser un proceso donde las soluciones se
basen, tanto como sea posible, en procesos de decisión argumentables. Para poder
dirigir los estudios de posgrado hacia el desarrollo de nuevos conocimientos, los
educadores deben concebirlos cualitativamente, esto es, de forma diferente a los de la
licenciatura y no como una mera continuación de los estudios, cualquiera que sean los
objetivos y el grado de aumento de su complejidad.
Los estudios de licenciatura por otro lado, no deben ser vistos como una mera
preparación de los estudiantes para su integración en la industria, estos estudios no son
simplemente un entrenamiento para el trabajo, muchos piensan incluso que no es posible
que cuatro años sean necesarios para una educación profesional. Los programas de este
tipo deben egresar a diseñadores que estén listos para comenzar una carrera
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profesional, que tengan una preparación conceptual que les permita progresar
rápidamente y enriquecer la práctica de la profesión.
Hay una distinción importante entre la educación del estudiante y la educación del
egresado de diseño, la formación de estudiantes se debe centrar en desarrollar sus
habilidades individuales; la que es para egresados debe hacer lo mismo pero en un nivel
más alto y más conceptual, así como también debe contribuir al adelanto del
conocimiento en el campo. Estamos convencidos en que son precisamente las
instituciones de educación superior los mejores espacios desde donde se puede ayudar
a la investigación y el adelanto del conocimiento en el diseño. En especial porque la
práctica profesional no permite tener suficiente tiempo para la investigación, de hecho
cuando se logra desarrollar existe entre los practicantes cierto hermetismo para compartir
la información.
Esta idea de que las universidades deben servir a la investigación no se refiere a que
deban servir directamente a los propósitos del contexto local o nacional en que se
insertan, sino que el conocimiento generado sirva para vincular actividades que permitan
el beneficio de los estudiantes acercando las investigaciones al mundo real y viceversa.
Por otro lado cada vez más las universidades tienden a establecer grupos de
investigación que traten problemas de diseño relacionados con las necesidades
humanas y no sólo de la resolución de problemas de la industria comercial.
Desde la universidad pueden fundarse recursos para desarrollar soluciones, Frascara
hace una reflexión sobre estas tareas “hay una necesidad de trabajar en varios frentes:
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deben desarrollarse centros de referencias donde la información existente pueda ser
almacenada y recuperada, se debe generar mas información a través de dos actividades
de investigación la discusión crítica y experimental del trabajo presente y pasado, deben
desarrollarse redes de comunicación entre los investigadores que sean conducidas de la
mejor forma posible para coordinar los esfuerzos y para evitar la duplicidad de
información” (1996, p.53).
Por su parte Fatina Saikaly, quien recientemente publicó una investigación sobre el
análisis de algunos programas de doctorado en diseño explica que, la mayoría de estos
planes que han sido ideados durante la década de 1990, se ofrecen en diferentes
contextos socioculturales y pertenecen a diferentes sistemas educativos, así mismo que
aunque los temas epistemológicos y metodológicos relacionados con la investigación en
diseño son todavía centro de debate entre la comunidad internacional de investigadores
de diseño, sin duda la investigación en esta área está viva y avanza en un creciente
número de lugares pues su objetivo es el desarrollo, articulación y comunicación del
conocimiento del diseño (Saikaly, 2004, p.1). Nos encontramos en una etapa todavía
temprana en el desarrollo de programas doctorales en diseño pero cada año vemos la
fuerza del crecimiento de este tipo de programas que fortalecen, dan forma a la práctica
y la educación del diseño.
Se dice que si el profesional del diseño debe poder adaptarse a la naturaleza cambiante
de la sociedad e intervenir en procesos de innovación, gestión y anticipación de
escenarios productivos, los estudios conducentes al grado deben también incorporar las
bases para poder desarrollar competencias vinculadas a la fundamentación de la
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disciplina, la investigación, la generación de conocimiento y su evaluación, si bien estas
actividades se corresponden más directamente con los objetivos de formación propios
del posgrado. Un importante documento que trata sobre el tema lo describe de la
siguiente manera:
…los estudios de grado deben venir determinados por aquellos objetivos de carácter
profesional que permitan a los egresados encontrar trabajo y adaptarse a las características
de los empleos en los mercados laborales… por su parte, corresponde a los estudios de
postgrado profundizar y trabajar aquellas competencias específicas y transversales que
permitan a los egresados generar trabajo en el sentido que lo venían haciendo los
profesionales liberales, teniendo en cuenta que, en el mundo contemporáneo, gran parte del
trabajo nuevo que genera trabajo se debe a la aceleración y la versatilidad del sistema
empresarial actual (ANECA, p. 154).
En la siguiente tabla compendiamos las especificidades ya nombradas en cuanto a cada
nivel de estudios, las visiones desde la educación del diseño y conclusiones de estudios
realizados en esta área como el ya mencionado de ANECA, con el fin de ampliar lo que
se considera como finalidad en cada nivel educativo; esta información permite reconocer
la relevancia de cada perfil profesional y la diferencia entre los egresados de cada nivel.
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Objetivos y especificidades de cada nivel educativo en el que se enseña el diseño (V. Ariza)
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Creemos que describir las características y contenidos de los diferentes niveles de
enseñanza del diseño puede servir para establecer límites y pensar en el logro de
objetivos más explícitos. El ideal sería contar en el país con muchos diseñadores con
posgrado pero más que todo deberíamos pensar individuos capaces de afrontar los retos
de la práctica actual y de tiempos posteriores. Deberíamos encontrar mecanismos para
garantizar que las universidades estén formando a los diseñadores que requiere el
mundo contemporáneo, evaluar si los cambios propios de la práctica del diseño se están
tomando en cuenta para los programas educativos que se ofertan y si las investigaciones
sobre el contexto al cual van a entrar los estudiantes cuando se gradúen, forman parte
de las reflexiones cotidianas. En el libro blanco Design Issues in Europe Today
(Macdonald, 2004) se explican algunas características que deben convertirse en guías
para la creación y actualización de programas de diseño:
• Rápidos cambios en la práctica y experiencia del día a día. La práctica del diseño
evoluciona constantemente, y los límites entre las especializaciones formales se
desvanecen cada vez más.
• Competición a nivel local, nacional y global. El diseñar no es más una actividad
local; todo diseñador y práctica de diseño compite, y tiene acceso a cualquier
nivel de práctica y de experiencia.
• Flexibilidad, cambio en el área y en la carrera. Hoy la mayor parte de la práctica
del diseño consiste en equipos que convergen en las diferentes tareas del
proyecto, estos equipos se desintegran y se vuelven a formar con personal de
habilidades y experiencias diferentes. Los diseñadores pues necesitan flexibilidad
y grandes habilidades para el trabajo interdisciplinario y en red.
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• Trabajo en equipo. Pocos proyectos en la actualidad son viables de ser abarcados
por un solo individuo; los diseñadores deben ser capaces de trabajar en equipo y
de tener habilidades para manejar la dinámica de la actividad grupal.
• La creciente importancia del capital intelectual. Se dice que en el mundo
democrático de tecnología de fabricación viviremos de las ideas; diseñar significa
cada vez más el uso de un capital intelectual que el demostrar una habilidad
manual o capacidad artesanal.
• Creatividad. Los diseñadores deben ser hábiles para crear un ambiente apropiado
que promueva el pensamiento creativo y una actividad proyectual que desarrolle
un capital intelectual valioso.
• Abundancia de información. La información es hoy en día bastante asequible,
diariamente somos bombardeados con grandes cantidades de ella. Una aptitud
clave para los diseñadores será la capacidad de saber seleccionar entre toda esa
información y acomodarla para lograr las conexiones necesarias y así crear
nuevos conocimientos (McNally, 2004, pp.48-49).
Queda claro que es por demás difícil lograr que los programas de enseñanza del diseño
estén en constante cambio si la tecnología, la organización de los recursos humanos en
las empresas, o los procesos productivos cambian, cuanto más si sabemos que no es
fácil comprobar si realmente esos cambios impactan en el tiempo adecuado ya en el
mercado de trabajo, cuantificar los resultados de una formación es cuestión de mucho
tiempo. Sin embargo es posible, a través de una práctica reflexiva, introducir en las
currículas estos rasgos mencionados ya que más que todo, implican un cambio de
contenidos actitudinales antes que conceptuales o procedimentales. En concreto
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creemos que desde diversas instancias, pero sobre todo en el contexto universitario
radica un especial poder para transferir a los estudiantes todo aquello que forma parte de
la experiencia profesional real.
Las universidades deben adquirir el compromiso de dotar a sus egresados de las
herramientas necesarias para sobrellevar una cierta profesión cultivando su propio
crecimiento. Es decir que las aptitudes y actitudes que exigen el crecimiento y
competitividad del mercado laboral van más allá de una simple comprobación de
conocimientos. Se requieren profesionistas activos, que apliquen tanto lo imprescindible
de la disciplina estudiada como que generen conocimiento y sean capaces de desarrollar
e improvisar, en situaciones diversas, soluciones a los nuevos problemas que se les
presenten. Hoy más que nunca la sociedad espera recibir individuos que no solamente
cuenten con aptitudes entendidas como saberes, conocimientos y un saber hacer, sino
que también tengan actitudes y comportamientos individuales y colectivos.
Conclusiones
La sociedad y sus expresiones culturales, económicas y tecnológicas, conducen a
una formación superior casi totalmente distinta a la que muchos de nosotros hemos
recibido. La universidad como la institución de educación superior por antonomasia es ya
veterana en la contribución a cambios sociales trascendentales, no obstante aunque gran
parte de su legado debe preservarse, hay que encontrar la manera de hacer que sus
funciones se adapten más rápidamente a los cambios del mundo, conservar lo valioso
pero al mismo tiempo ver panorámicamente hacia el futuro ya que las diversas áreas del
conocimiento evolucionan de forma inesperada, tal como es el caso del diseño.
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Las universidades deben ayudar a sus egresados a ser gente de pensamiento amplio
que ayude a crear una sociedad democrática más que a prepararles para ser
especialistas que dominan ciertas herramientas y procesos de diseño. En este contexto
los educadores del diseño deben examinar las tendencias y tratar de prepararse ellos
mismos y a sus estudiantes para el futuro, no se sabe si las necesidades serán otras, si
las herramientas serán más o menos flexibles o si tomarán un papel aún más
significativo, lo único que se sabe con precisión del futuro es que será diferente al hoy.
Basados en este principio lo mejor que se puede hacer por los estudiantes es fomentar
su adaptabilidad, crear en ellos esa capacidad de acomodarse a las realidades
cambiantes.
El principal tema sobre la enseñanza del diseño en la actualidad es precisamente este, el
debate entre formar expertos en una práctica, formar gente para que utilice de forma
flexible su conocimiento o ambas, una persona adaptable tanto a los cambios que le
ofrecerá el futuro como a las actividades prácticas del diseño.
Las funciones de las instancias que preparan a futuros diseñadores llámense formar,
capacitar o especializar, cambian en intensidad según el nivel de estudios en el que se
pretende integrar al alumno, pero lo verdaderamente importante es la puesta en marcha
de un mecanismo que permita renovar constantemente la enseñanza del diseño, y
reflexionar sobre la labor de las instituciones educativas que ofrecen programas de
diseño en distintos niveles en donde se supone deben educar y al mismo tiempo formar a
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sus estudiantes, no únicamente instruirlos sobre una actividad que suele realizarse con
medios y herramientas altamente cambiantes.
Desde nuestra perspectiva, la cuestión es saber reconocer que los escenarios cambian y
que la educación tiene que hacerlo también, que debe existir un equilibrio entre
egresados intuitivos pero con amplio conocimiento, prácticos pero reflexivos, ambiciosos
pero sensibles a las necesidades de la sociedad. Todo esto en aras de una nueva
concepción de diseñadores que sean capaces de apropiarse del presente y porque no,
del futuro también, en especial que sean colaboradores constantes en la búsqueda y
creación de nuevo conocimiento y nuevas formas de comprender nuestra cultura.
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