mision cumplida

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Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 1 Esta es nuestra historia, hoy queremos compartirla con cada uno de ustedes, nuestros grandes amigos, para que al leerla la vivan y la disfruten. ¡ ALLALLA ALLALLA ABYA YALA ¡ ¡MISIÓN CUMPLIDA¡

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Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo

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Esta es nuestra historia, hoy queremos compartirla con cada uno

de ustedes, nuestros grandes amigos, para que al leerla la vivan y

la disfruten.

¡ ALLALLA ALLALLA ABYA YALA ¡

¡MISIÓN CUMPLIDA¡

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Cuando recibí la invitación por el señor Coordinar del evento Sr. Alain Dueñas, para

que participe en la caminata Ecoturística desde el Lago Titikaka hasta el Mar, de 400

kilómetros en 15 días lo medité, reflexioné y analicé varias veces, debía enfrentar

condiciones climáticas difíciles y se requería un estado físico riguroso para caminar a

una altura aproximada de 5000 m.s.n.m. en donde se dificulta la respiración y se

presentan problemas con la presión arterial. Debía caminar sobre áreas con lluvia que

provocan la aparición de ampollas y calambres y desiertos extensos que conllevan a la

deshidratación y agotamiento extremo corporal, en fin era un reto que debía asumir

con responsabilidad.

Francis Guzmán un amigo con quien había compartido algunas investigaciones

arqueológicas y caminatas en senderismo, era la persona indicada para formar un

equipo y representar con honor a nuestra tierra Cariamanga Ecuador, Una vez que lo

decidimos comunique de nuestra participación al organizador e iniciamos el

entrenamiento para fortalecer nuestras capacidades motrices y de resistencia.

Habíamos decidido participar en la caminata del Titikaka al Mar como una muestra de

reciprocidad a nuestros hermanos de Perú y Bolivia, Equipos, itinerarios y material de

difusión turístico de Cariamanga y Loja estaban listos para embarcar. Era un reto

asumido para estrechar lazos de amistad, conocer nuevas alternativas de

emprendimiento turístico, revalorar la cultura ancestral de los pueblos del Abya Yala,

promocionar los atractivos turísticos de Calvas y Loja, aportar al turismo de los pueblos

hermanos por donde pasaríamos en la caminata y establecer vínculos con aperadoras,

guías turísticos y autoridades para invitarles a la caminata Wayakuntu 2012 que se

realizará desde Saraguro a Cariamanga desde el 15 al 21 de junio.

El viaje lo realizamos en bus, salimos de Cariamanga, admiramos el verdor de los

paisajes de Colaisaca, Utuana, Sozoranga y Sabiango, en la tarde disfrutamos del calor

de Macará, pasadas unas horas, se esfumaron las arrugadas montañas y era difícil ver

la vegetación. La naturaleza es tan prodigiosa que se encarga de distribuir los encantos

en cada espacio de la Pachamama, ahora admirábamos intensos desiertos con

pinceladas verdes de los cultivos que se están implementando con sistemas de riego

por goteo. Las autopistas son de primera con auxilio de puestos de rescate y ayuda del

soat, cosa que no existe en Ecuador.

La presencia de una multitud de niños y adultos con unos palos y en uno de los

extremos una media botella plástica de gaseosa, nos llamó la atención, se apresuraban

en acercarse a las ventanas de los vehículos a ofrecer sus productos, eran guabas que

al costo de un sol ofrecían a los pasajeros de los diferentes transportes. Su iniciativa de

ofrecer los productos nos llamó la atención y alguien del lugar que viajaba junto a

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nosotros nos explicó que la presencia de los vendedores se debe a que sus tierras han

sido convertidas en cementerios de la naturaleza y que el agua que usaban ha sido

contaminada por los residuos de las mineras que han extirpado la vida de la

Pachamama y que por ello se han visto obligados a emigrar y buscar nuevas formas de

trabajo para sobrevivir.

Cuando había transcurrido una hora de viaje sentimos un aroma fuerte a cítrico,

observamos una franja verde y un movimiento inusual de personas, era la

comercialización del limón. Una comunidad que se había opuesto a la explotación

minera en sus tierras, y que gracias a varias iniciativas han emprendido en la

producción de cítricos.

Fue fácil ver a lo largo del viaje hileras de desechos plásticos y escombros acumulados

como consecuencia de la irresponsable actitud de pasajeros que lanzan sus

desperdicios sin darse cuenta del daño que causan. A la naturaleza.

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Ya en Piura una ciudad comercial, llegamos al terminal de Ittsa una empresa de

primera, con sistemas de seguridad, atención de calidad al cliente, nuestro rumbo era

Lima. Embarcamos nuestro equipaje y subimos a la segunda planta del bus y ocupamos

los primeros lugares con vista panorámica, asientos reclinables en posición cama, una

frazada térmica y una almohada fueron nuestros huéspedes,

El desierto era extenso una geografía de arena esparcida en pequeñas elevaciones sin

esperanzas de encontrar un ser vivo. La recompensa no se hizo esperar, admiramos al

pie del crepúsculo bellos atardeceres en la costa peruana.

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Tuvimos de compañero un emprendedor, nos habló de platos típicos, de costumbres y

del uso de la coca en el sur de Perú y norte de Bolivia, así iniciamos nuestro

aprendizaje vivencial en la universidad de la vida. Al rato la azafata se hizo presente

ofreciéndonos una cena caliente ya eran las 20h00.

Para llegar a Lima habíamos pasado en la noche, diferentes comunidades todas ellas

dentro del desierto. Al amanecer mientras degustábamos el desayuno, la ciudad de

Lima estaba callada mostrando las bondades y bellezas de cada rincón que

admirábamos. Agradecidos por las atenciones nos apresuramos en buscar la empresa

que nos llevaría a Puno nuestra siguiente destino para poder llegar hasta Copacabana

Bolivia.

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Agustín Guzmán un amigo de Ayabaca residente en Lima y dedicado a la investigación

de las bondades de las plantas para la salud y alimentación, nos recibió, era la primera

vez que lo conocíamos en persona. Fuimos en busca de calzado para caminata, pero

estaba cerrado igual quisimos cambiar moneda y aun era muy temprano para hacerlo,

Agustín nos ilustró para que lo hiciéramos más tarde. Y aprovecho unos minutos para

compartir lugares como el estadio Nacional, la casa de justicia, la casa del gobierno

nacional, los parques y su historia, en fin un legado de atractivos para admirar.

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En Lima en los pocos minutos que disponíamos antes de embarcar un nuevo vehículo

gracias a Agustín, pudimos contactarnos con el Arqueólogo Cesar Astuhuamán Alto

funcionario del Ministerio de Cultura de Perú para solicitar la colaboración para la

participación de expedicionarios peruanos en la caminata Saraguro - Cariamanga para

el mes de junio y así ir completando el Qhapaq Ñan. La falta de tiempo no nos permitió

almorzar, por lo que decidimos preparar una de las comidas deshidratadas

conseguidas por María Cueva Cueva. Solicitamos la colaboración a un extranjero para

que traduzca el texto de las indicaciones porque estaban en ingles. Francis mi

compañero de viaje y yo intentamos prepararla, pero no resultó así que decidimos

comerla fría. Llegó Cesar, dialogamos y nos tocó partir.

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Los paros no fueron ajenos a nuestra aventura, Una extensa hilera de carros estaba

esperándonos a causa de la presencia de mineros artesanales recostados en un puente

como una muestra de protesta ante las concesiones mineras a trasnacionales y

exigiendo al gobierno se les permita explotar de manera artesanal.

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La tecnología se hacía presente, el riego por goteo estaba presente con la producción

de uva, aceitunas, parte del desierto ya es terreno productivo. Como compañero de

viaje estaba cerca de nosotros Esteban, un ciudadano Suizo, el nos ayudó a traducir las

instrucciones de la comida deshidratada y logramos entender cuál había sido nuestra

falla.

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Desde Puno (Perú) tomamos otro vehículo hasta Copacabana (Bolivia), Cuando

llegamos a la frontera peruano boliviana, hicimos revisar la documentación,

cambiamos unos cuantos soles a bolivarianos y continuamos el viaje, fue

impresionante ver a 3800 metros el resplandor de un lago que se extendía en los

andes y que por su extensión no se alcanzaba a ver su fin en el horizonte. Plantas de

múltiples colores de quinua despertaban nuestra curiosidad, casas con techo de paja,

agricultores a los dos lados de la vía cultivando plantaciones de habas y de papa, los

rayos del sol de un nuevo día cobijaban con alegría las cristalinas aguas del Titicaca.

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Ya cerca de Copacabana, fuimos avisados de un nuevo paro, era una comunidad que

había obstaculizado la vía ante el incremento del valor de los pasajes. Para suerte

había un atajo, caminamos un kilómetro, A Francis le todo llevar su mochila y la mía,

yo dos pequeñas y el chofer el cartón con comida deshidratada.

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Cuando llegamos a Copacabana tomamos un taxi hasta la Casa del Sol lugar en donde

debíamos llegar para aclimatarnos por dos días.

Nosotros estábamos en un mundo desconocido, no era nada familiar, el clima, la

gente, la arquitectura, el aroma todo era distinto, pero sentíamos a cada paso

energías acogedoras que nos esperaban.

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Habíamos llamado por dos ocasiones y no recibimos respuesta, un buen ciudadano

que trabajaba en una construcción se dirigió a nosotros y con amabilidad nos informó

que habían salido, pero que esperemos que no tardaran en regresar. Apresurado se

veía llegar a una persona, saludo y nos invitó a pasar. Ya en el interior se percibía

tranquilidad, hermandad y un toque de alegría en cada palabra, antes que un hotel el

ambiente era de hogar. Sin esperar más hablamos del propósito de nuestra presencia,

de inmediato nos facilitó una habitación para descansar y guardar nuestro equipaje.

Cuando ingresamos mi amigo Francis le manifestó que la habitación ya ha sido

ocupada porque encontramos dentro otro equipaje, sonriente se acerco nuestro

anfitrión y manifestó que el objetivo es la integración y que el equipaje corresponde a

otro compañero que había salido junto a otros hasta la Isla del Sol dentro del Lago

Titicaca para recolectar el agua Sagrada del Lago. Las palabras de Samuel nuestro

anfitrión, nos dieron confianza y empezamos a preguntar sobre costumbres,

tradiciones y lugares arqueológicos de Copacabana, no queríamos perder un solo

segundo, debíamos aprovechar cada respiro para comprender la cultura de nuestros

hermanos y sentirnos parte de ellos. El cansancio se había esfumado, ahora estábamos

animados en salir a caminar recorrer la ciudad y subir a la roca más alta que inerte

vigilaba como eterna guardián a la hermosa ciudad e Copacabana.

Entre las narraciones de Samuel nos llamó la atención la del centro ceremonial de

Intikala y la orca del inca, dos lugares que nos apresuramos en conocer pero antes

debíamos proveernos de agua.

En 10 minutos llegamos al primer sitio en el que aun estaban como mudas testigas de

un pasado, diversas rocas trabajadas por las manos de culturas ancestrales, ellas

hablaban por si solas, estaban talladas gradas, sillas, canales y conductos que hacían

suponer su uso para rituales. Dos niñas y un niño risueños se acercaron a la roca donde

estábamos contemplando y dijeron “aquí se sentaba el inca y en estos otros lugares

también” agregaron “acá colocaban a la llama acostada y la sacrificaban, la sangre caía

al canal y se desplazaba hasta otro lugar en done se purificaba” eran niños que con

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orgullo describían un pasado que aun vive gracias a las sabiduría de los ancianos. Es un

lugar con historia que permite contemplar una panorámica de la ciudad de

Copacabana.

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Cuando pregúntanos a los niños si conocen el camino que conduce a la cumbre del

cerro en donde está la horca del inca, en coro respondieron “si” y nos invitaron a

caminar ya que dijeron tener permiso de sus padres para hacerlo.

Una niña y una señora que estaban sobre una roca y junto a una puerta nos

informaron que debemos cancelar para ingresar al lugar y una vez que lo hicimos nos

entregaron un ticket. Subimos entusiasmados, era la oportunidad para analizar la

estructura del camino y compartir nuestra experiencia con los niños y niñas que

estaban con nosotros. Cada paso era un nuevo mirador a la ciudad, quienes

construyeron el camino lo hicieron para admirar y sentir las bondades de la

Pachamama, las tranquilas aguas del Lago, el brillo de los blancos nevados, la aparición

y puesta el sol, las estrellas, las aves y la suave brisa que choca en las misteriosas rocas

que nos rodean.

A 20 metros de la cumbre se destacan varias rocas con orificios, otras están

sobrepuestas una sobre otras, todas con la intervención del hombre.

El punto por donde asoma el orto solar en cada 21 de junio y diciembre es cuando el

eje de la tierra ha adquirido la mayor inclinación, estos puntos son llamados los

solsticios del norte y del sur. Precisamente estos conocimientos son ancestrales y se

remontan al origen del reloj solar. Los orificios que existen en las rocas cada solsticio

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permiten que el rayo de luz que aparece a la salida del sol atraviese la roca en

dirección este oeste y sea proyectado en el centro de la barra horizontal que se

encuentras más al oeste

Por estar a dos días del equinoccio (21 de Marzo) nos preocupamos en ver alguna

relación entre los rayos de luz y algún orificio o punta de alguna roca. Fue

sorprendente hallamos una alineación entre el rayo de luz y la punta de una roca en

forma de lanza. La misma que se prolongaba a un orificio, realmente es un

observatorio astronómico que habría que estudiarlo con atención y determinar su

alcance.

Asombrados dialogábamos con Francis y los pequeños que se interesaban por saber

más. In joven se acerco y dijo conocer un lugar que sirvió de medio de comunicación,

nos hizo caminar unos metros más arriba y se sentó en una piedra con una cavidad,

emitió un grito y el eco de su voz se la escuchó en tres tiempos a causa de las

montañas.

Cuando regresamos nuevamente al lugar inicial, encontramos tres señoritas

estudiantes de la universidad de Turismo, hablamos de muestra caminata y ayudaron a

recolectar piedras pequeñas para hacer un reloj solar en el piso y poderles explicar la

tecnología de nuestros antepasados, pusieron mucha atención y juntos bajamos a la

ciudad, ya era tarde y los niños tenían que regresar.

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El atardecer llegó y nos regalo el más bello paisaje, el Lago Titicaca era un espejo en

donde el sol despedía a sus rayos.

Cuando llegamos al hotel encontramos desasnando en la habitación a otro compañero

caminante que había llegado, era David Abad. Luego de ducharnos descansamos

complacido de haber conocido una maravilla más de la naturaleza.

Al siguiente día recorrimos con David y Francis la ciudad: sus calles, el muelle, la

producción y su gente, sus iglesias y comida típica.

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En la tarde ya habían llegado más compañeros, estábamos once, incluido Manuel

Alvarado Quispe de Bolivia, conocedor de la Cosmovisión Andina.

En la fotografía están de izquierda a derecha, Manuel Alvarado Quispe de la Paz

Bolivia, Miguel Zarate de Arequipa Perú, Hernán Fernández de Buenos Aires Argentina,

Francis Guzmán de Cariamanga Ecuador, Samuel Rubín de Celis de Copacabana Bolivia,

Anne Fontaine de la Isla de la Reunión Afro-francesa, Walter Méndez de Caraz Perú,

Jacobo y Timoteo Mamani de Potosí Bolivia, David García de Lima Perú y Rodrigo

Hidalgo de Cariamanga Ecuador.

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En la noche se había sumado al grupo una hermana Argentina, Alain Dueñas de

Arequipa Perú, Berter Estrada Quispe de Tacna Perú, Cristhian Enríquez de Arequipa

Perú Alain Dueñas expedicionario y organizador del evento y el presidente de guías de

Copacabana Jaime Romero. Escuchamos algunas indicaciones sobre la caminata,

compartimos las novedades de algunos hallazgos de Walter e iniciamos un pequeño

ritual que nos permitió meditar y flexionar sobre la naturaleza, el cosmos, la existencia

y la hermandad.

Nuestra hermana de Argentina realizó una limpia y Manuel inspirado en la sabiduría

ancestral compartió con los presentes hojas de coca para continuar con el ritual.

Finalmente Alain Deposito en las manos de los caminantes agua florida para que sea

inhalada.

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Al día siguiente se sumaron dos nuevos caminantes Nohemí Flores y Tito NInaja de

Tarata Perú.

Conforme estuvo planificado se inicio en acto de inauguración en el salón de eventos

del hotel Gloria. En un acto solemne el Gobierno Municipal de Copacabana entregó

acuerdos en los que nombró a cada expedicionario “huésped distinguido” mediante la

ordenanza de reconocimiento. Nº 002-2012, En dicho evento estuvieron presentes el

alcalde de Copacabana, el presidente del concejo y regidores de Copacabana, el

comandante de la marina de Copacabana y otros más. Para este acto también

estuvieron presentes el alcalde y regidores de Sama Perú.

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Horas más tarde en la base naval de Copacabana se realizó bajo la dirección del Hno.

Manuel Alvarado la recolección de agua por parte de los caminantes para ser

depositada al término como ofrenda a la mama qucha (mar). Había llegado el

momento de iniciar la caminata y de despedirnos de nuestro segundo hogar la bella

Copacabana, era notoria la nostalgia, pero había llegado la hora de iniciar la caminata.

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Cuando salimos de la base Naval a unos cien metros estaba aun el presidente del

Concejo en espera de los caminantes para despedirse y expresar su deseo de éxitos en

la caminata. Poco a poco nos alejábamos de la ciudad, el perfil del lago era nuestro

guía y la fresca brisa nuestra inseparable compañera. Manuel Zarate un

experimentado guía tomo la delantera conduciéndonos hasta nuestro siguiente

objetivo la ciudad de Yunguyo. Miguel Zarate, Miky como le llamamos, es de estatura

baja jovial, con vastos conocimientos de montañismo, es el descubridor de la Momia

Juanita, su carácter le permite acercarse con facilidad a la comunidad y despertar

interés con sus conversaciones, su predisposición a colaborar es uno de sus valores.

Cuando llegamos a la frontera Bolivia peruana hicimos nuestro control y al pasar el

arco que divide estos países hermanos, sentimos de lo alto caer pétalos flores frescas,

eran los pobladores de Acaro y Yunguyo que estaban presentes para darnos la

bienvenida, Era fácil sentir la exquisita calidad humana del Alcalde de Acari, los

regidores, la representante de cultura y turismo de Yunguyo y de los habitantes del

sector que con aprecio nos colocaron arcos de flores a cada caminante.

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Cuando arribamos a Yunguyo llegamos a la municipalidad y de inmediato nos

trasladamos al lugar que la municipalidad había facilitado para pernoctar, un nuevo

compañero se sumaba a la caminata el hno. Agustín Guzmán. Luego de recorrer

algunas calles y el parque central buscamos un lugar en donde cenar y comprar lo

necesario para el siguiente día. Tomamos un taxi y regresamos al ligar de nuestro

descanso, por unos momentos reunidos recibimos instrucciones y nos informó el

coordinador que para algunos casos los caminantes debemos contratar la movilidad y

la alimentación. Todos decidimos entonces aportar para adquirir lo necesario y

preparar la alimentación durante los días que toca estar alejados de poblaciones o

comunidades. Finalmente ayudamos a arreglar los trípticos el evento para entregarlos

a lo largo de la caminata y fuimos a disfrutar de un merecido descanso.

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Nos levantamos temprano compramos pan y unas cuantas paltas (aguacates) hicimos

un preparado y a degustar, era nuestro desayuno. Al rato llego la representante del

municipio de Yunguyo y nos invitó a compartir un sabroso desayuno y dimos gracias

por el alimento que llegó a nuestra mesa.

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La caminata debía continuar, Acari era la comunidad que nos estaba esperando para ir

a observar el arte rupestre impregnado en las pareces de una cueva rocosa y un

posible centro ceremonial.

Al caminar disfrutamos del colorido de las plantaciones de haba, papa y quinua,

pudimos admirar el coraje y fortaleza de una mujer comprometida con la Pachamama,

es su manos se notaba el trabajo incansable de sol a sol, el perfume que usaba era el

de la tierra y la naturaleza, era regia como la misma roca, su rostro lacerado por el sol

y la lluvia reflejaba la sabiduría de sus años de existencia y la práctica de valores que al

igual que la tierra cultiva con su entorno. En Acari una pequeña pero próspera

comunidad, estaba a nuestra espera, sus autoridades con un látigo en la mano

imponían autoridad sobre los vecinos del lugar.

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Continuamos con nuestra caminata, al pasar por un camino percibimos un exquisito

aroma, a unos metros encontramos un grupo de mujeres que inquietas trataban de

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ocultar lo que estaban haciendo, nos acercamos y el aroma era más intenso, Ahí

observamos entre lo pudimos alcanzar a distinguir, papas y habas colocadas sobre

unas hojas de plantas desconocidas para nosotros, a un lado un hombre se apresuraba

en sacar y un pescado que humeaba, preguntamos de que se trata esta actividad y nos

explicaron que es tradición colocar madera sobre unas rocas hasta que estén calientes

y luego colocar unas plantas aromáticas del lugar y sobre ellas habas y papas que son

cubiertas con las mismas hojas para que se cocinen con el calor sin usar manteca,

aceite o condimentos. Al pescado se le da el mismo tratamiento, no pudimos resistir la

tentación de probar y solicitamos nos concedan unas cuantas habas para degustar. Su

sabor era extraordinario las habas habían tomado el aroma de las plantas y eran de un

tamaño quizá tres veces mayor a las que conocíamos.

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Una de las autoridades nos acompañaba subido en un caballo, al llegar al lugar de

destino alcanzamos a ver una cueva entre una roca inmensa, parecía una concha

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gigante. Cuando nos acercamos a su parte interna pudimos ver en una de sus paredes

que hacía de tumbado líneas y pequeñas figuras impregnadas con pigmentos de color

rojo. En la cara de la roca sobre la que caminábamos se podía observar unos orificios

circulares tallados por la mano del hombre. Era un lugar que sin lugar a dudas había

estado hace algunas décadas habitado y ocupado por una cultura ancestral que

requiere estudio para afirmar cual fue realmente su uso. Continuamos la caminata por

un fino sendero y al paso se encontraban cactus de especies que no habíamos visto

antes. Finalmente observamos junto al alcalde de Acari, tres monolitos dirigidos a lo

infinito del espacio, según versiones de los lugareños eran un matrimonio o novios en

otra roca encontramos cinco orificios de igual forma que la anterior en línea recta

como una alineación que requiere de un estudio para descifrar su significado y uso.

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Luego regresamos a la comunidad de Acari en donde fuimos invitados por el alcalde ,

autoridades y la comunidad a compartir pampaku de trucha, las habas, papas y trucha

cocinadas con el calor de las piedras que encontramos al inicio.

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Regresamos a Yunguyo unos fuimos al internet otros a buscar donde cenar y comprar

lo necesario para la caminata, finalmente regresamos al lugar de nuestro hospedaje y

se sumó al grupo el hno. Willan Cabrera de Lima.

La noche se hizo corta, unos hablaban del soroche o mal de altura, otros de técnica

para caminar, igual se escuchaban asombrosas experiencias vividas por nuestros

compañeros, Alain compartió hojas de coca para chacchar (poner hojas fragmentadas

de coca en la boca para mantenerlas en forma de bola) mientras el diálogo se volvía

más interesante. Se daban las últimas recomendaciones, beber bastante agua y usar

caramelos de limón para evitar en la caminata que la saliva se espese y provoque

dificultad al respirar. Agustín Guzmán nacido en Ayabaca y residente de Lima, es un

estudioso de la naturaleza, de las cualidades de las plantas, de la sabiduría ancestral,

en el grupo casi no se lo percibe, habla cuando es necesario y contempla

frecuentemente las maravillas de la Pachamama. Es un conocedor de las propiedades

de la hoja de coca y sostiene que la harina contiene proteínas y vitaminas que puede

ser consumida como una ración alimenticia a más de un estimulante energético, en fin

cada uno de los participantes está deseoso por hacer el ascenso al Apu Qhapía.

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Para nosotros había llegado la hora de verificar si el entrenamiento por tres meses de

una a dos horas de trote había sido el adecuado, sin negarlo estábamos inquietos

sobre todo por la altura a la que debíamos subir sin embargo confiábamos en nuestro

estado físico y psicológico y nos empujaba el apoyo de nuestros hermanos que día a

día nos enviaban sus palabras de aliento y apoyo.

Tres de la mañana cuando el silencio cobijaba la habitación en la que descansábamos,

se escucho el canto de un gallo, era el sonido de la alarma de nuestro compañero

David que nos recordaba que ha llegado la hora de partir. En pocos minutos ya todos

estábamos con nuestra mochila de ataque en la puerta del local en donde estábamos

hospedados, subimos al vehículo del Sr. Alcalde de Acari y fuimos conducidos hasta la

base del cerro Qhapía.

Cuando iniciamos el ascenso, se percibía un profundo de silencio y misterio, solo se

veía la luz de las lámparas y el perfil de los hermanos caminantes que permitían

desplazarse por el delgado camino como una multitud de luciérnagas en invierno.

A cada paso que dábamos, el viento se imponía y el frio intenso penetraba por nuestra

ropa. Cada metro que avanzábamos perdíamos energía y se transformaba en sudor.

En la cúspide de la montaña más cercana a nosotros se pudo ver un destello de luz que

paulatinamente cubría el inmenso pajonal, era el sol que había iniciado su ritual

aparición. Dejamos de caminar, nos tomamos de la mano y nos aprestamos a recibir

los primeros rayos en el orto solar, sentíamos como la anergia recorría por nuestro

cuerpo y nos llenábamos de vitalidad.

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Las formas indescriptibles de cada rosa nos hacían pensar de lo compleja que es la

naturaleza, el aire fresco nos animaba a levantar las manos a lo infinito como

queriendo acariciarla lo que quedaba de luna.

El haber llegado casi a la mitad del camino ya era motivo de alegría, sentir el aire puro

y fresco, la libertad de gritar y levantar las manos, era sumarse al vuelo de un cóndor

`por la arrugada geografía de los andes.

Unos aprovecharon el corto descanso para admirar la naturaleza otros para disfrutar

de la compañía de las llamas.

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La caminata debía continuar, Jobo un joven autodidacta y un guía formado en la

universidad de la vida de los pajonales de Bolivia no se descuidaban de estar cerca de

mí para colaborar capturado los mejores paisajes y los eventos más trascendentales de

cada caminata y cuando era necesario buscaba un atajo para desplazarnos más rápido

y llegar a sitos que nos permitan ver una mejor panorámica. Cristhian un talentoso

guía de montaña estaba pendiente de que los caminantes avancen, siempre

incentivando con sus palabras de aliento para llegar a la meta. En momentos cuando

estábamos adelantados al grupo aprovechaba para escalar y luego descansar.

Francis seguía la hilera que habían formado los expedicioncitas, su estatura era una

ventaja para distinguirlo desde la distancia, siempre meditando, tratando de

comprender la misteriosa y compleja existencia y presto a cumplir su objetivo, estaba

aprendiendo a ver el mundo desde otra óptica en base a las experiencias vividas y

compartidas.

Nuestras hermanas de la comunidad Acari se apresuraban antes de que raye el sol,

llevaban sobre su equipaje las papas frescas para brindar con cariño a los caminantes.

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En este tramo que estábamos culminar y llegar a la meta, habíamos dejado atrás el

cansancio y la angustia, sólo pensábamos en que estábamos por lograr un sueño,

llegar a la cumbre del Apu Qhapía.

Con emoción nos acercamos a la cumbre en nuestras manos flameaba la bandera de

Calvas, Hernán un hermano Argentino de contextura delgada y de tamaño regular no

pudo esconder sus emociones y junto a David sostuvieron la Yupala bandera del Abya

Yala (América Latina). Timoteo y Jacobo también levantaron la bandera de Bolivia y

juntos el grupo gritaban a una sola voz una palabra que se había hecho familiar Allalla

allalla Pachamama (viva viva la madre tierra).Hernán y David también fueron

contagiados y con pasión extendieron la bandera de la unidad, la comunidad Acari

extendió la bandera d su comunidad y aprovechamos un instante para acercarnos al

hielo que estaba presente en los abismos de las rocas.

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La ceremonia de pago a la Pachamama estaba por empezar era el momento del ritual

de wajtha (ofrenda). Las hojas de coca debían seleccionarse, uno a uno lo hacían con

respeto. Agustín Guzmán fue requerido para la celebración, flores, incienso y más

complementos estaban listos para ser ofrendados a la madre tierra.

Hombres y mujeres participaron de la ceremonia, fue sorprendente como en ese

preciso lugar dos alcones rodeaban el acontecimiento y acompañaban con sus gritos

en el espacio.

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Ya terminado el ritual iniciamos el descenso, a mitad de camino nos esperaba la

comunidad de Acari para compartir lo que la tierra producía, un almuerzo con habas,

papas y pescado más las ensaladas de cebolla y tomate acompañadas de exquisitas

empanadas. Se extendió un mantel y se depositaron los alimentos que cada familia

había llevado para compartir. Aquí se sentía la fuerza de la unidad e integración

comunitaria, se sentía el compartir entre los que tienen con los que no tienen, no se

percibía diferencia de clases, no era un restaurante sino una mesa de confraternidad,

fue fantástica e inolvidable la lección que recibimos de nuestros hermanos de Acari.

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Anne Fontaine ciudadana afro francesa era nuestra compañera de viaje, baja de

estatura, pelo rizado, de piel blanca y amistosa. Siempre estaba pendiente de sus

hermanos. Su ideal conocer más de cerca la cultura de los pueblos y valorarla a través

de sus bocetos para plasmarlos en dibujos y pinturas que permitan trasmitir un

mensaje de conservación y respeto a la naturaleza.

Mientras se abría el dialogo entre los asistentes algunos caminantes entre ellos Anne

prefirieron dormir y descansar por unos minutos.

Había que continuar y Walter Méndez el guía encargado emprendió junto al grupo con

el descenso.

Cuando estábamos Jobo y yo a unos 100 metros captando las imágenes del regreso, se

acerco el Alcalde de Acari y solicitó a los presentes que visiten el pucará y centro

ceremonial que reposa en la cuchilla de la montaña llamado serpiente, con agrado y

responsabilidad Walter aceptó la invitación y luego de delegar la responsabilidad de

guía del grupo, iniciamos la nueva travesía. En esta ruta el guía era el propio alcalde de

Acari.

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Hernán y Walter iban conmigo, otro grupo Jobo, David, Nohemí y Cristhian estaban

delante con el Alcalde como guía junto a una autoridad local que se había sumado.

Cuando llegamos estábamos a 200 metros de la cumbre, aun nos encontrábamos en

los muros de piedra, al paso por este lugar encontraban al paso fragmentos vasijas de

cerámica, unas sencillos otros con líneas pigmentadas de rojo eran fragmentos quizá

de origen inca, asas de vasijas y otros fragmentos llamaban la atención, ahí

encontramos a Nohemí, nuestra compañera, delgada con gran ímpetu, colaboradora y

atenta a los requerimientos para gestionar con buena voluntad lo que hacía falta en

muchas ocasiones. Era la segunda vez que recorría esta ruta y generalmente sus

amistades nos proporcionaban atenciones a lo largo del camino, también estaba

sorprendida por la cerámica pero había que llegar a la cumbre, el sol se estaba

perdiendo y aun faltaban algunas rocas que superar. En minutos llegamos y a la cima y

como gratificación encontramos una estructura de una casa con paredes de roca,

paredes de protección a su alrededor y una vista panorámica única, valió la pena el

esfuerzo. Cansados, pero satisfechos, retornamos a Acari, nos esperaba el alcalde con

su vehículo, subimos todos a acepto del guía que se quedo en el lugar y llegamos a

Yunguyo a comprar la cena y luego a descansar.

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Al siguiente día luego de desayunar, salimos hasta el centro de la ciudad,

aprovechamos el día de descanso para subir fotografías e información al internet, para

cambiar dinero, y adquirir lo necesario para continuar. Lamentablemente las

computadoras no disponían de lector de memorias, fue imposible poner fotografías en

el facebook, al enterarse Anne nuestra hermana afro francesa, con espíritu de

compañerismo nos obsequio uno y logramos enviar el material fotográfico al mundo.

Cenamos y luego compramos para continuar con el viaje juntamos entre todos dinero

y adquirimos lo necesario para los siguientes tres días en que sería difícil encontrar

comunidades o casas en las que podamos preparar los alimentos.

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Cuando nuevamente cantó el gallo de nuestro amigo David, no tardamos en

levantarnos, doblar las cobijas, separar las mochilas de equipo con la de ataque y salir

para esperar al Alcalde que era la persona contratada para que nos traslade en su

vehículo hasta la comunidad de Masocruz, desde donde iniciaríamos la caminata.

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Cuando eran las tres y media de la madrugada antes de iniciar el viaje hasta nuestro

destino, el alcalde nos condujo hasta un sector de la ciudad para desayunar, un pan y

una funda plástica con colada de quinua fue suficiente, pagamos y con alegría pedimos

al conductor nos haga escuchar la música que disponía, sin dudarlo colocó no sé si fue

casete o CD, pero eran huaynos que dieron buen humor al nuevo día.

A los pocos minutos de viaje se alcanzó a ver a un lado de la franja larga de asfalto un

animal que no hace mucho había sido atropellado, nos bajamos y comprobamos que

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estaba sin vida, era un zorro, Agustín consiguió un saco metió el animal y aunque el

dueño del vehículo se opuso al principio se opuso lo subió y continuamos con el viaje.

La música era nuestra alegría, cada tema era apología a la vida del alcalde una mini

campaña para promoverse con los viajeros.

El carro se detuvo y fue estacionado, había unas pocas casas y una iglesia, estábamos

ya en Masocruz nuestro destino, no había movilidad en el lugar como se había dicho

para transportar los equipajes, alimentos y otras cosas más hasta la nueva parada.

Alain fue a buscar un vehículo para contratar pero no convenimos por el alto costo que

eso representaba, Nuestro compañero Samuel no perdió tiempo y fue con otro

compañero a buscar movilidad (transporte), regresaron contentos habían hablado con

los policías y habían convenido en darles el valor que auparían el combustible, solo

faltaría que Miky se ponga de acuerdo y trasporte el equipaje.

Ahora ya estábamos listos, comprar algún alimento y disfrutar de un exquisito

desayuno, cerca del pequeño parque estaban algunas señoras ofreciendo sus

productos alimenticios, hacia tanto frio que lo primero que solicitamos fue una bebida

caliente. Unos tomamos colada de quinua y otros café, Agustín y otros compañeros

beneficiaron la bebida con una o dos cucharas de harina de hojas coca como

energizarte.

Samuel degustó una sopa o caldo de alpaca el plato predilecto de los nativos del lugar,

otros un seco o estofado pero con una porción de arroz papas y en unos casos

solicitaron chullo. Había que alimentarse porque la jornada que venía era la más

fuerte, en pocos segundos el arroz que estaba expuesto al intenso frio se volvía duro

en forma de grumos, pero en este instante todo se hacía sabroso aunque unos

compañeros se resistían a alimentarse.

Agustín y otros compañeros se dieron modos por sacar la piel del zorro, sacar las

vísceras lavar la carne y colocarla en un saco para llevarla al siguiente punto de

destino.

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Luego del suculento desayuno revisamos el equipaje que sería llevado al siguiente

punto y tomamos lo necesario, agua ropa apropiada para el frio y una que otra cosa

mara comer. Wily Cabrera de origen limeño ya se había sumado al grupo, ahora

disfrutaba de la amistad de un perro que entretenidos esperaban despedirse.

Apenas salía el sol y era hora de unir anergias, de agradecer por los alimentos y la vida,

de pedir para que el grupo permanezca unido y para que las diferencias que pudieran

existir se desvanezcan y sean sustituidas por una empatía sólida de principios en

defensa de la naturaleza.

Agradecidos nos despedimos de las personas que nos atendieron en el desayuno y nos

fuimos perdiendo en el horizonte de esta comunidad mientras el sol se nos unía a una

nueva jornada de caminata.

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El aire puro de la mañana, el azul del cielo reflejado en los espejos de agua cristalina de

los pajonales, y el frio de la brisa del nuevo amanecer eran nuestra inspiración para

caminar en busca del encuentro con la naturaleza.

Al pasar por un puente en el fondo de un riachuelo, estaban unas cuantas

extremidades de llama o alpaca como muestra del sacrificio de estos animales para la

alimentación de los pobladores del lugar.

Nos toco caminar por un segmento de carretera bien compactado se hacía sentir en

los pies el calor acumulado. Fue un tramo que se ejerció más velocidad para caminar el

paso era más largo y rápido debíamos llegar al centro de conservación del Suni la ave

más grande de los andes en peligro de extinción.

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Cruzamos grandes alfombras de pajonales, admiramos patos andinos y alpacas y una

extensa red eléctrica que nos servía de guía. En el camino nos intercepto el vehículo

que trasportaba nuestro equipaje, no era el de la policía sino otro que había

contratado Miky.

Seguimos cruzando el pajonal y por un momento junto a un poste que servía de sostén

a la red eléctrica descansamos, tomamos agua y algo de comer y continuamos

desplazándonos por el escaso follaje.

Cuando quedamos Jobo y yo rezagados del grupo por habernos detenido a tomar fotos

del paisaje y del grupo, decidimos desplazarnos en línea recta y así alcanzar a los

compañeros y aprovechar para tomar fotografías y videos desde una distancia

considerable y de un ángulo diferente. Sabíamos lo que hacíamos y el objetivo era dar

alcance a nuestros compañeros

Cuando escuche de Jobo “cuidado Rodrigo”, ya era tarde, mis pies estaban dentro del

fango de un pequeño pantano junto a un riachuelo que nos aprestábamos cruzar, ya

sin calzado cruzamos el riachuelo y sentíamos penetrar el frio del agua, salimos y

caminamos sobre unas rocas para sentir el masaje y descanso que nos daban las rocas.

Era impresionante el paisaje, disfrutábamos del desplazamiento de nuestros hermanos

caminantes, apenas se los veía como un hijo humano que se movía en el horizonte.

Nuestros compañeros al vernos desplazar en otra dirección preocupados envían al

guía…. Para que nos intercepte y nos unamos al grupo, al rato salió de una pequeña

casa de techo de paja incrustada en la planicie a interrogarnos sobre nuestra presencia

en el lugar, le respondimos y le explicamos de nuestro objetivo y así nos dirigimos al

grupo que estaba descansando a un kilómetro por lo menos. Ya junto nos servimos un

suculento almuerzo un pan con atún y un poco de agua.

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No teníamos mucho tiempo para descansar, fueron suficientes unos pocos minutos

para recuperar fuerzas y continuar con la travesía.

Habíamos cruzado algunas elevaciones, habíamos hecho algunos atajos y el cansancio

ya estaba rondándonos, en un pequeño descanso llenamos nuevamente con agua los

recipientes que disponíamos y continuamos con más lentitud y agotados.

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La recompensa estaba por llegar, a la distancia se vieron unas pequeñas casas y con

entusiasmo con una voz de suspiro Nohemí exclamó “hemos llegado” era el centro de

rescate del Suri, nuestro destino para ese día.

Dejamos las mochilas en una habitación que nos asignaron y otros preferimos la cocina

salimos de inmediato a conocer la ave protegida. No lo podía creer que en los andes

exista una ave similar a la avestruz de África inmensa y aun erguida en busca de su

supervivencia. Era increíble, estaba frente a nuestros ojos el suri, un ave andina de

similar forma y tamaño que un avestruz, era gratificante conocer la existencia de este

bello animal.

Miky apresurado se esforzaba en la cocina por preparar una sopa de fideo para

caliente compartirla con los compañeros, en otra olla hervía el agua para preparar el

ansiado te Agustín y Samuel también se movían en la cocina de un lado a otro mientras

que el resto estaba descansando antes de cenar.

Luego de degustar la cena, la mayoría de compañeros se fueron a descansar, hacia

mucho frio. Aprovechamos esos momentos para cortar la carne de zorro que había

sido cocinada y dejarla enfriar para usarla en el desayuno acompañada de un pan y te

caliente. Samuel motivado por el aroma de la carne terminó extrayendo con sus

dientes la carme que aun estaba adherida en el hueso.

Al siguiente día no todos desayunaron con zorro otros prefirieron pan con mermelada

o mantequilla, quienes lo hicimos, sabíamos que la caminata que nos esperaba era

larga y había que tener el estomago lleno. Al momento de despedirnos recibimos de

los anfitriones una hermosa pluma de Suri y nosotros hicimos la entrega de un video

afiches promocionales de Calvas y Loja, igual lo hicieron las delegaciones de Bolivia y

Tarata, Anne entregó como recuerdo una moneda de su país. Hubo abrazos y

estrechones de mano antes de partir, tomamos las mochilas y las colocamos en

nuestros hombros y nos fuimos perdiendo nuevamente en el pajonal.

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Ya habíamos caminado un gran tramo, no había opción de tomar atajos, la ruta era

caminar en dirección de los cables de la energía eléctrica en línea recta atravesando el

pajonal que en este sector era un tanto más grueso y duro que al pasar se sentía en las

pierdas el roce constante.

El frio de la brisa se intensificaba conforme nos acercábamos a las montañas que

estaban envueltas en nieve. De pronto se obscureció y el frio se apoderaba de nuestro

cuerpos que aun estando abrigados, lo sentíamos más fuerte. Nos detuvimos a

descansar un momento y en ese instante a lo lejos se acercaba rápidamente una

intensa nube negra acompañadas de intensos relámpagos y truenos era la presencia

de una tormenta de granizo que se estaba descarga sobre las montañas y que venía

por nosotros. Apenas nos dio tiempo de sacar nuestra ropa y abrigarnos más, de

colocarnos ropa impermeable y una porción de plástico para evitar que el agua nos

moje., fue tan rápido que en un instante sentíamos como los granizos golpeaban

nuestro cuerpo e intentaban llegar a nuestro rostro, fueron necesarios solo segundos

para que se cubra el pajonal de granizó y el verdor de la escasa vegetación se convierta

en una fina capa de hielo, debíamos sacudir nuestro cuerpo para que el hielo que caía

se deslice y no forme capas más gruesas.

Al seguir en el camino encontramos a tres compañeros sentados cubiertos con un

plástico grande, creo que les invadió el pánico y prefirieron decirnos “sigan sigan ya los

alcanzamos”, nosotros sacando fuerzas del interior, nos motivamos y con regia

decisión emprendimos a paso fuerte nuestra caminata, con respeto a la naturaleza

pero con solida decisión de continuar caminando. Sería una media hora que con gritos

de avanzada nos dábamos ánimo, para contrarrestar la furia de la tormenta, apenas

avanzamos a tomar unas cuantas fotos y el grupo decidió que apaguemos las cámaras

para evitar la atracción de los rayos. Seguimos y seguimos caminando hasta que

sentimos caer agua sobre nuestro calzado, era señal que había pasado la granizada y

que estábamos a salvo, aunque el frio podría provocar en alguno de nosotros

hipotermia.

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Cuando dejo de llover ya estábamos entrando a una pequeña comunidad, ahí en casa

de una lugareña hicimos preparar café, descansamos un rato y luego de abrigarnos

continuamos la travesía.

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Nos habían hablado tanto de la comunidad de Chalapanca que estábamos deseosos de

llegar a nuestro nuevo destino. Usando el programa informático Earth Google

habíamos comprobado que era un lugar ubicado a 5000 m.s.n.m. aproximadamente

cercado de nevados. Nos trasladamos de inmediato al cuartel del ejército lugar que

según el organizador debíamos acampar y pernoctar. Luego de una entrevista con el

encargado de la unidad militar nos informó que no ha recibido órdenes de su superior

para poder alojarnos y que por lo tanto no podíamos quedarnos. El frio era

insoportable, nuestros cuerpos temblaban y surgió la idea que gestionar ante la

comunidad el préstamo de un local en donde poder descansar y protegernos del frio.

El propio militar y una compañera fueron a Clalapalca un caserío de no más de 10

casas. Al retornar trajeron la grata noticia que podemos ocupar la casa comunal y que

el ejército nos facilitaría colchones y frazadas para protegernos el frio. Agradecidos por

la gestión del señor militar fuimos a la comunidad y Nohemí una conocedora del lugar

consiguió que una señora nos facilite su casa para preparar una sopa y cenar.

Cuando llegaron los colchones y las frazadas apresuradas hicimos una cama general

para descansar y abrigarnos, el frio era insoportable y no comprendíamos como la

gente está habituada a vivir bajo estas condiciones. Al rato llegaron los compañeros

con la olla de comida sacamos nuestros recipientes y cenamos.

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Al siguiente día desayunamos unos te con pan, mermelada y una porción de queso y

un té caliente, otros aprovechamos la carne del zorro con pan y te, Agustín hizo su

preparado de siempre, té con harina de hojas de coca y la compartió con algunos

compañeros, en fin fue reconfortante. La señora que nos había facilitado su casa para

preparar los alimentos nos hizo conocer que junto al cuartel militar hay una cárcel de

alta seguridad donde están los delincuentes más peligroso del Perú, es un edificio que

tiene cinco pisos subterráneos y que a pesar de la seguridad se habían escapado más

de 10 reos unos días antes de que lleguemos, uno había sido encontrado en el camino

muerto de hipotermia y el resto capturados cerca de la frontera.

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El agua era insoportable para bañarse, pero la generosidad de la Pachamama había

dado al sector aguas termales, luego de caminar dos horas aproximadamente, junto a

una quebrada cubierta de algas, en una hoyada brota agua caliente uno de los

atractivos singular de la comunidad.

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Ya luego del baño llegó un vehículo sustituto del que el grupo contrató para trasladar

el equipaje y para que nos deje hasta la parte alta de la comunidad y desde ahí

continuar con la caminata hasta Tarata. Al paso disfrutamos de la frescura de los

nevados y empezamos nuevamente a atravesar montañas desérticas en las que

abunda la fina arena y unos cuantos pedazos de roca escondidos en el subsuelo.

Miky siguió el viaje con el equipaje y nosotros emprendimos la caminata. A lo lejos las

nubes se fundían con lo blanco de los nevados y el sol coqueteaba con el agua fundida

del hielo que daba origen a pequeños riachuelos que se deslizaban para humedecer el

suelo árido del lugar. Fue insospechable encontrar en estos terrenos una planta con

flores blancas que complementaba el blancor del horizonte.

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Continuamos el viaje Como guía general estaba Cristhian y como guía nativo nuestro

hermano Tito oriundo de Tarata, mientras caminamos nos habló de la minería y de los

nombres de las montañas y de las comunidades, Jobo y yo encontramos un atajo que

permitía caminar en línea recta, al parecer era un camino antiguo, No tenía sentido

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caminar por la carretera, Wily se acercó, le comentamos sobre el camino y decidió el

grupo continuar por el sendero. Más abajo se hallaron unos pequeños muros y un

empedrado llamativo al parecer sería inca i quizá más antiguo, lo seguimos hasta llegar

a una planicie en donde aprovechamos para almorzar, preparamos con Francis la

comida deshidratada que nos había donado Afranito Rodríguez y María José Cueva

Cueva, incluso la compartimos con unos compañeros a quienes se les había agotado

los alimentos.

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El camino empedrado se prolongó casi hasta llegar a Tarata aunque algunos tramos

estaban interrumpidos por la carretera de asfalto. Ya una vez que salimos a la

carretera ahí nos esperaban algunos regidores y funcionarios el municipio, nos

saludaron y se sumaron al grupo de caminantes. Era indudable que la hospitalidad y

gesto de fraternidad por parte de nuestros hermanos de Tarata fue el primer estimulo

que recibimos a nuestra llegada.

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Ingresamos a la ciudad por un camino empedrado y con pendiente, ahí estaban

periodistas y nuestros primeros anfitriones para darnos la bienvenida, acto que estaba

siendo trasmitido en directo a la comunidad a través de un medio radial.

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Continuamos nuestra avanzada al centro de la ciudad y una estrecha calle con un arco

nos acogían con afecto y hermandad. Solo bastaron unos cuantos pasos para sentir la

energía de los abrazos de las personas que se habían acercado para recibirnos. Este

gesto jamás podrá borrarse de nuestros corazones.

Cuando llegamos al centro estaba la población y autoridades para a nuestra llegada

brindarnos la exquisita chicha de maíz. La Encargada de imagen Institucional de la

Municipalidad y otros funcionarios y autoridades fueron tan generosos que en cada

palabra vertida encontrábamos alegría y confraternidad. Cada uno de los

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expedicionarios se presento y compartió su sueño con los presentes. Fuimos invitados

a pasar al interior de la municipalidad para participar de un acto solemne en el que se

nos entregó a cada uno de los caminantes una medalla como muestra de gratitud por

la promoción turística que nos encontrábamos realizando de cada sector que

visitamos. Aprovechamos de la oportunidad para entregar a la municipalidad un vídeo

de Cariamanga y la provincia de Loja y material de difusión turística. Realmente nos

sentíamos como en nuestra propia casa rodeados de personas con gran valor humano,

Gracias Nohemí y Tito por Haber Coordinado este significativo acto con la

municipalidad y el pueblo de Tarata. Ya en la noche en la movilidad del Municipio

llegamos hasta la comunidad de Ticaco para pernoctar en el hotel Municipal una

infraestructura hotelera de primera. Cenamos y descansamos.

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Al siguiente día cuando las aves alegraban el nuevo amanecer, partimos caminando

hasta la comunidad de Putina, habían transcurrido unos 15 minutos y nuestra sorpresa

fue encontrar un atractivo turístico con infraestructura de primera. Al entrar al lugar

hay un ambiente acogedor y al fondo se observa una piscina con agua temperada que

brota del vientre de la tierra, es tan reconfortadle que uno no quiere salir. Los

compañeros que estuvimos en el lugar unos prefirieron la piscina y otros usamos con

más privacidad los espacios personales. Al salir dejamos constancia de nuestra visita en

el libro diario del establecimiento.

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Al regreso a Ticaco en la municipalidad nos esperaba el alcalde y más autoridades

locales, nos ofrecieron un exquisito maíz tostado y una porción de queso acompañado

de té caliente, estaba tan sabroso que pedí otra porción.

Sonia también fue nuestra anfitriona que se esmeró en atendernos, cuando salimos a

recorrer la población a nuestro paso Jobo saludo en aymará y en quechua a unos dos

adultos mayores que se encontraban sentados en un pequeño parque, nos contaron

algunas anécdotas y posaron para una fotografía del recuerdo, en ella descubrimos

una cuchara de metal fino que brillaba uniendo su chal o pañuelo que cubría sus

hombros algo similar a la cultura Saraguro, supieron decir que en comunidades de

Bolivia existen aun mujeres que se visten con el traje que usa la comunidad Saraguro.

La limpieza de la ciudad es única en estos sectores, un solo papel no encontramos en el

suelo durante el recorrido que hicimos, un mirador con una vista panorámica completa

y un colorido que contrastaba con los vistosos colores de las flores que entregan el

más exquisito aroma.

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En la tarde salimos caminando para conocer el camino ancestral que nos debía

conducir hasta Tarata, con gran entusiasmo iniciamos la caminata mientras Nohemí

nos informaba de cada sector por donde pasábamos. Puentes, senderos empedrados y

un bello atardecer fueron nuestros compañeros, ya cuando la tarde nos cubría

llegamos a un monumento histórico, en se instante decididos con Francis adelantarnos

al grupo y llegar a Tarata para informar a quienes nos esperaban que el grupo está por

llegar. En el camino encontramos un joven que salía de hacer tus tareas de agricultura

y fue nuestro compañero en el viaje, Los habitantes de este sector usan el mínimo

espacio de las laderas para formar con las mismas rocas inmensas terrazas y ahí con

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empeño sembrar papas, maíz y sobre todo lo que llaman con razón el mejor orégano

del mundo.

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Habíamos caminado rápido llegamos a tiempo e informamos que el grupo de

expedicionarios está en camino. Cuando todos ya estábamos reunidos, la

municipalidad nos brindo una exquisita cena, fue el lugar y el momento adecuado para

que por parte de la misma institución se festejara el nacimiento de nuestro hermano

Walter, fue un evento pequeño pero de mucho significado era el grupo consolidado

que estaba compartiendo este momento especial de su vida.

Walter había decidid abandonar la caminata motivos personales le truncaron el deseo

de seguir competiendo la caminata, sin embargo cada uno de nosotros lo llevaríamos

presente como el amigo sincero que compartía a cada paso sus conocimientos, sacaba

de su cofre e recuerdos muchas experiencias y las dejaba a cada uno de nosotros, al

momento de agradecer entre uno de sus bastones con los que habría cruzado

montañas, nevados y desiertos en manos de Nohemí como un recuerdo y el otro me lo

entregó para plasmar con mucha generosidad para plasmar una amistad sincera,

propio de un caballero.

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Habíamos recuperado fuerzas y tocaba partir a la costa atravesando montañas de

arena en pleno desierto, era sin lugar a dudas la parte más difícil de esta travesía.

Primero debíamos llegar a Chutacamani luego a Chipispaya y de ahí llegar al valle de

Sambalay.

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Cuando caminábamos por lo alto de una montaña desértica a través de caminos

improvisados, mientras las piedras rodaban a cada paso que dábamos, al fondo dentro

de un cañón había un sentamiento humano con unas pequeñas porciones de

vegetación, Motivados por Nohemí decidimos bajar y descubrir los encantos de este

extraño lugar. Cuando llegamos al centro poblado nos percatamos que habíamos

llegado a Chutacamani. Descansamos en la municipalidad tomamos agua y se preparo

un improvisado almuerzo pan con atún. Igual que en los casos anteriores, compartimos

la comida deshidratada y continuamos el viaje. Aquí conocí la planta de membrillo y

sabor del refresco que había compartido un lugareño.

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El camino era bien delgado en tramos había que caminar con cautela lo que disminuía

la velocidad de nuestro desplazamiento, pasamos por otro caserío donde la gente nos

sorprendió, sacaban de sus casas frutas que de seguro eran de su consumo para

compartirlas con nosotros, manzanas, peras, tunas y membrillos unas más agradables

que otras, incluso una familia entrego un maceado de durazno, era extraño ser frutas

en una zona árida y extremadamente caliente, pero el tesón y la constancia habían

hecho germinar estos frutos que nos alentaban a continuar.

Ahora la meta era llegara hasta Chipispaya, caminamos más intensamente para que la

noche no se interponga a nuestro reto. En el camino ya motívalos por la cercanía del

poblado junto con Cristhian y Alain decidimos trotar, Cristhian y yo llegamos al

poblado y buscamos la municipalidad para encontrarnos con Miky y Samuel que

habían venido con el equipaje. Dialogamos con el doctor encargado del centro médico

de la localidad para que nos facilite agua para beber. Cuando llegó el grupo nuestra

hermana Anne estaba con ampollas en uno de sus pies y fue atendida en el centro

médico.

Cuando dialogamos con el médico advirtió que es de cuidado la presencia de las arañas

“la viuda negra” que es de consecuencias mortales y que habita frecuentemente

dentro de las casas sin habitar.

Nohemí después de visitar su familia contacto a su tío pata que nos ayude como guía

para que nos conduzca a través del desierto y nos oriente para continuar la caminata.

En la noche Miky había preparado con Samuel una exquisita cena un caldo de gallina

con fideos y papas y un té bien caliente.

Mi aspiración fue comprar en Lima calzado especial para la caminata, lo encontré pero

a precio muy elevado, en Copacabana también intente comprar aunque sea de

segunda, pero no encontré y unos que habían estaban caros y en mal estados, sólo

quedaba la opción de encontrar cuando lleguemos a Tacna, mientras tanto debía

continuar con mis zapatillas ya rotas y en mal estado, de no hallar solo me tocaba

retirarme de la caminata porque no estaban en condiciones de continuar la caminata

en el desierto de la costa. Cristhian me facilitó zapatos que tenia de emergencia pero

no los había ocupado hasta que se terminando de destruir los míos, en la noche me los

pidió y me dijo que si no los ocupo para facilitárselos a Samuel que tiene su calzado

destruido, entonces le facilite a Samuel y me expuse a seguir con los míos arriesgando

que en el camino se destruyan, pero era la oportunidad para que mi amigo continúe.

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Para adecuar nuestro improvisado dormitorio primero revisamos cada espacio y luego

colocamos nuestras bolsas de dormir, otros compañeros prefirieron ir a otra

habitación o armar sus carpas en el patio para evitar las armonías de mis ronquidos. Al

poco rato se terminó el fluido eléctrico y todo quedó en silencio.

Tres de la mañana ya estábamos cada uno con su mochila de ataque, Nohemí ya había

rogado a su familia que mi mochila sea enviada a Tarata y de ahí a Tacna para retirarla

una vez que hayamos cruzado el desierto, aunque esta situación me impacientaba

constantemente porque ahí disponía del equipo que me permitía almacenar las

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fotografías y así continuar descargando las fotos que tomaba, ahora el espacio de la

memoria era limitado y no disponía de energía suficiente para el funcionamiento de la

cámara fotográfica. La caminata debía continuar y adecuarnos con lo que teníamos.

El guía nos condujo por un atajo hasta llegar al final de una carretera, el camino estaba

en partes bloqueado por grandes piedras que habían caído de lo alto y que de alguna

forma nos hacia caminar intranquilos. Antes de iniciar el ascenso por un camino

delgado y en mal estado el guía nos pidió caminar con cuidado ya que la estructura de

la tierra por donde estaba el camino era inestable, así empezamos nuevamente a subir

montañas áridas y arenosas. Cuando aclaro el día ya eran las siete de la mañana,

aprovechamos lo parejo de una cumbre y descansamos unos minutos hasta que todos

los caminantes estén agrupados. Seguimos caminando el cansancio ya se notaba y el

agua se iba agotando, a estas alturas ya no había este liquido donde abastecernos,

pero aun si alguien quería desistir en continuar aun le quedaba la posibilidad de

regresar con el guía y abandonar la caminata.

Habían momentos que nos tocaba bajar hasta la base del cañón formado por las

elevaciones arenosas y de ahí ascender nuevamente para encontrar una fila

interminable de montañas multicolores que contemplándolas con atención tenían

similitud a la superficie de Marte u algún planeta extraño. Ya no se escuchaban aves ni

el murmullo del agua de las quebradas y ríos, los animales y plantas habían quedado

atrás, una montaña con otra no eran diferentes, era un mundo nuevo que estábamos

explorando, solo el guía podía conducirnos ya que los caminos sobre el arena se

pierden al instante.

El guía durante el trayecto final empezó a describir el camino que debíamos seguir,

subir un cerro negro luego descender y subir un cerro café con algo de amarillo,

entonces cuando lleguen a otra elevación ahí deberán subir un camino en forma de

tres “z” (setas) luego continúan caminando hasta encontrar una quebrada seca sin

salirse su dirección continuar hasta llegar a un rio que está cercano a un caserío.

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Un compañero de Tarata sabía lo que había descrito el guía, agradecidos nos

despedimos y continuamos el viaje. A cada segundo se sentía el cansancio, la

temperatura era fuerte, se sentía el reflejo de los rayos del sol que terminaban en la

superficie que sobre la que caminábamos.

El grupo empezó a separarse y quienes venían en la parte posterior corrían el riesgo de

perder el rastro guía y terminar con su vida deshidratados en el arenal.

David, Nohemí y finalmente Miky venían despacio, para Jobo y yo teníamos problema

al desplazarnos para tomar las fotografías, el agua se estaba agotando y el cansancio

se apoderaba de cada uno de nosotros. El ultimo camino para ascender eran las tres

setas, eran caminos interminables, cuando se empezaba a ascender en dirección a la

cumbe parecía estar cerca, pero cuando se avanzaba se alejaba más porque aparecían

otras elevaciones más arriba, parecía un espejismo en el que uno desea sentarse a

descansar, pero aquí no había opción de hacerlo si uno se quedaba unos cuantos

minutos el grupo ya no se lo veía y por tanto el riesgo de perderse aumentaba.

Francis había tomado la delantera un poco más atrás del guía principal cuando llegó a

un parejo grito emocionado pensando que había culminado el ascenso, estaba

equivocado apenas había ascendido la mitad, se veía en algunos compañeros la boca

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seca recubierta con polvo de arena. Según las indicaciones del guía que nos condujo

primero deberíamos llegar a un rio con agua fresca entre las dos o tres de la tarde, eso

nos mantenía con ganas de seguir caminando ya era la una de la tarde y solo nos

faltarían máximo dos horas.

Jobo había mermado el ritmo de su caminata a causa de la aparición de ampollas en

sus pies, pero aun así continuaba ayudándome a tomar fotografías para tener

evidencias de nuestra experiencia.

Cuando ya llegamos a la cumbre nuestros compañeros habían dejado en el piso un

afiche como señal para que sigamos sus rastros. Desde este momento el camino era

más difícil de encontrarlo, una que otra ave de rapiña nos acompañaba a espera de

que alguien de nosotros deje de respirar.

Un grupo encontramos en el camino y otro más se sumó, improvisamos con los

plásticos una cubierta para evitar el intenso sol y de lo poco de comida que había la

compartimos entre todos, agua no había que beber. Ya nadie quedaba atrás y

decidimos continuar, mientras tomábamos fotos una vez más quedamos alejados del

grupo y cuando salimos a una curva escuchamos un grito, era Agustín que intentaba

decirnos que no continuemos que hay un derrumbo hasta que al final comprendimos

que debíamos bajar por otro camino improvisado de piedras sueltas que estabas

esparcidas junto a un abismo de más de 100 metros.

Cuando llegue al lugar que estaba Agustín le solicite me regale un poco de agua,

sonriente me alcanzó una botella plástica con un poco de agua que contenía harina de

coca, le agradecí pero no la consumí, llegó Jobo y me explicó como había sobrevivido

en los cerros secos de Bolivia cuando le tocaba estar cuatro y cinco días cuidando las

llamas. Se agacho y cogió unas diez hiervas secas que estaban plantadas en el piso las

halo y dijo aquí hay agua, chupa, eso hicimos y apenas se humedecieron los labios, lo

mismo seguía haciendo en cuando encontraba la hierba seca.

Jacobo y yo habíamos tomado un atajo y logramos en poco tiempo unirnos al grupo

que estaba delante. En ese instante tomó otra decisión de ir por otro atajo que

supuestamente lo llevaría al rio, pero era una decisión incierta, no estuve de acuerdo y

continúe unido al grupo. En una planicie ya en la tarde Tito llegó y sacó una botella

con poco agua y la compartió igual lo hizo con un poco de leche, por lo menos refrescó

muestra boca.

Otro compañero disponía de agua pero no comento nada, la guardaba como su

reserva, aun no había esperanza de llegar al río. Nos levantamos y continuamos la

caminata, llegamos a otro río seco, las grietas aumentaban lo que hacía más difícil

nuestro viaje, a cada paso que intentábamos dar los pedazos de tierra endurecida por

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el sol se movían y detenían nuestro intento de avanzar rápido, la moral disminuía y el

pánico empezaba a rodearnos.

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Cuando llegamos al rio o quebrada seca, comprendíamos que estábamos cerca,

seguimos la dirección de la quebrada, es más caminamos sobre ella, viendo a cada

paso el mosaico formado por las grietas formadas por el calor, y pensar que esta parte

de la tierra un día fue un gran rio con agua fresca y pura.

Cuando ya eran las cuatro de la tarde sacamos fuerzas de nuestro interior y

caminamos más fuerte porque estábamos por llegar al rió, paramos descansamos, las

últimas gotas del macerado de durazno lo acabamos como fuente de hidratación y

comprendíamos que estábamos perdidos.

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Eran casi las seis de la tarde y no habían esperanzas de hallar agua, paso cerca de mi

Alain en busca del guía para decirle que es necesario regresar porque estábamos

caminando en sentido equivocado, esto puso más en zozobra a los caminantes, alguien

tranquilizó al grupo que estaba un tanto alterado, todos juntos decidimos no regresar

u continuar en la dirección el río seco conforme lo recomendaba el guía.

Bajamos hasta el río seco, ya había anochecido y decidimos armar nuestro

campamento para descansar. Agustín había hablado con tres compañeros Hernán, el

guía y Tito para que vayan en busca del agua, la noche estaba fresca y podrían

caminar un poco más. Eran momentos difíciles, nuestras vidas estaban dependiendo

de la posibilidad de encontrar agua, de no hallar sabíamos que la muerte era segura.

En la noche cada uno meditábamos y reflexionábamos sobre la situación que se estaba

viviendo, el no hacer un reconocimiento previo de la ruta y hacer la señalización era

una falla del evento que estaba exponiendo la vida de los participantes.

Pasadas unas tres hora sentimos llegar a nuestros compañeros, todos ansiosos por

saber el resultado de su sacrifico, salimos y recibimos la noticia de que habían

encontrado el río. Tomamos la suficiente cantidad de agua y nuestros compañeros sin

descansar continuaron caminando para poder llevar el agua a un grupo rezagado que

estaría a dos horas.

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Pero la preocupación aun persistía por Jobo quien desafiante decidió tomar otro

camino. Sin carpa ni sleeping descendió confiado en que hallaría agua, ya en horas de

la noche luego de un sinnúmero de inconvenientes llegó agotado y deshidratado. Jobo

nos contaba “se habían formado dos grupos, yo iba adelante del primero, las ampollas

habían progresado sentía un fuerte dolor en la parte delantera de las plantas, descanse

unos minutos mientras aumenté la dosis de talco en los zapatos, entonces me alcanzó

el otro grupo y caminé junto a ellos, como la marcha de ese grupo era lenta me

adelante, en el afán de no morir en el desierto por falta de agua, en la desesperanza

camine frenéticamente queriendo alcanzar al primer grupo, pero en ese lapso caminé

rio abajo que es donde la huella estaba de ida, pero como ya estaba obscuro no pude

observar las huellas, continúe caminando en dirección del rio hasta que por desgracia

llegue a un barranco profundo, entonces sabía que el grupo no pudo haber bajado por

este lugar y volví de inmediato rio arriba, buscando el desvió de huellas, caminé un

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buen trecho, hasta que encontré un desvió equivocado que también me llevó a otro

barranco, volví rio arriba con el ánimo caído, en busca del desvió del camino, cuando lo

encontré ya estaba bastante agotado había caminado en este día más de 18 horas; ya

en el letargo estaba observando donde descansar, pensé: “recorreré el camino de la

colina por última vez y será el final de la jornada” entonces emprendí la caminata por

la cuchilla de una colina, la visibilidad era escasa la yo estaba la luna en su esplendor,

apenas alcance a ver unas cuantas que serían mi última morada., cuando llegue al sitio

estaba frente a las carpas del primer grupo,. Al rato llegaron los compañeros que

habían salido en busca del agua y de inmediato compartieras el liquido, por un

momento pensé que mis huesos estarían junto a los tantos que había encontrado

esparcidos en este sector.”

Cuando amaneció sabíamos que faltaba poco para llegar al río, nos apresuramos en

comer lo poco que aun les quedaba a algunos compañeros. Desarmamos las carpas y

organizamos nuestros equipajes, sin esperar más a piso agigantado iniciamos la

caminata. Cuando llegamos al río unos compañeros aprovecharon para refrescarse en

las aguas que fluían bajo un puente, otros aprovechamos para llenar nuestros

recipientes y tener agua para el camino.

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Caminamos un poco más ya hidratados y llegamos hasta una casa en el sitio Sambalay,

ahí nos atendía una buena señora y su hija y de inmediato compartió el agua que

disponía en un recipiente, le contamos nuestra experiencia y nos manifestó que del

agua el río ni los animales la consumen peor los humanos, al preguntarle porque? Ella

respondió porque contiene arsénico un mineral nocivo para la salud que es originado

en la explotación minera de hierro y otros minerales que lo hace una empresa china en

la parte alta junto a los nevados. Considero que la insalubridad el agua fue la causante

de tres días de dolor de estomago que algunos de los expedicionarios sufrimos.

Fueron unos cortos instantes que dialogamos y disfrutamos de la dulzura de unas

cuantas granadas (frutas con pepas que disponen de un liquido agradable) que nos

ofreció la dueña de la casa y su amable hija.

En el camino

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Continuamos la trayectoria y en el camino volvimos encontrar grandes extensiones e

ají y ahora de cebolla, llegamos a una pequeña comunidad, ahí estaban nuestros

compañeros unos descansando y otros alimentándose. Apenas ingresamos se acercó

Nohemí y nos alcanzó un plato con maíz tostado y carne frita de chancho, una

verdadera delicia para nuestro maltratado estomago. Al rato nos enteramos que la

dueña de la casa al enterarse sobre la caminata había preparado la exquisita comida

para invitarnos. Estas expresiones de solidaridad eran las que fortalecían cada día

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nuestro espíritu y quizá por ello no flaqueamos en los momentos difíciles que

atravesamos.

Paso no más de unos cinco minutos y el piso se había convertido en una hostería para

los expedicioncitas casi todos estaban dormidos

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El tramo siguiente era muy corto y estábamos cansados, Francis ya había solicitado al

conductor de un camión que nos traslade hasta Sama Inclan. Ya en la noche

adecuamos nuestras bolsas de dormir y luego de una reconfortante cena ofrecida por

la municipalidad descansamos sin sentir las sinfonías de los ronquidos de algunos

caminantes.

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Ahora las zapatillas ya no estaban en condiciones de soportar otro tramo más, sin

esperar, Francis y yo viajamos a Tacna a buscar zapatos que puedan garantizarnos

continuar el viaje, fue reconfortante cuando al fin encontramos y los adquirimos,

aprovechamos unos minutos más para compramos algo de ropa ya que nuestro

equipaje aun no llegaba de Tarata.

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Ya estábamos recuperados y con gran entusiasmo de seguir la caminata, estábamos

cerca de culminar nuestra aventura y la emoción persistía en el corazón de cada

participante. Emprendimos la caminata a Sama Yaras nombre que significa en quechua

“tierra de descanso”, los cultivos de ají se incrementaban a nuestro paso, el sol nos

guiaba a través del desierto, a lo lejos se percibía el movimiento de personas y cuando

llegamos a ellas, por el inmenso calor humano que nos brindaban nos sentíamos

desbordantes de alegría al de cerca tan hermosa bienvenida.

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Ya cerca de la población, imponentes nos esperaban los chalanes en sus regios caballos

de paso, se había formado una calle de honor que nos acompañaron paso a paso. Los

niños de las escuelas flameaban sus globos, en cada rostro se veía alegría cuando

estrechábamos sus manos y los jóvenes de la secundaria avivaban nuestra llegada.

Hubo un instante que corrí un poco más de lo habitual para buscar en un mirador que

estaba en la calle un espacio alto para tomar las fotos, yo estaba emocionado de la

espontaneidad de la comunidad que salían a recibirnos mientras avanzamos hasta la

municipalidad.

En una corta ceremonia pero muy significativa las autoridades nos dieron la bienvenida

y los expedicionarios uno a uno se presentó y exclamo la emoción sentida al estar en

esta hospitalaria ciudad.

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Ahora la municipalidad y la asociación de criadores de caballos de paso nos ofrecieron

a observar una demostración de las destrezas de los caballos y de la habilidad de los

chalanes. “El caballo” un personaje muy conocido en la localidad ponía el toque de

alegría en la mesa, sus improvisadas expresiones, su actitud de cortesía a las damas y

su buen humor hacían más agradable al estadía.

Mientras las monturas de rigor eran colocadas a los caballos la mesa estaba lista para

servir un asado, plato típico de Sama, las papas y ensaladas ponían un toque de

decoración. El alcalde hizo la invitación a degustar y los regidores se sumaron al

ofrecimiento haciendo gala de su hospitalidad. La coordinación estaba a cargo del

director de imagen institucional y de un grupo del personal de la municipalidad que se

esmeraron por atendernos y hacernos sentir como en nuestra propia casa.

Desde el inicio de la exposición de los ejemplares equinos, fue un espectáculo lleno de

habilidad de los chalanes para conducir a los caballos y hacer demostraciones con

elegancia en cada paso que daban y en mucho caso en coordinación de la música.

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El corto tiempo que quedaba en la tarde, lo ocupe para descargar las fotografías y

prepararlas para subirlas al internet, en la municipalidad recibimos el apoyo de Geoana

y su compañero quienes nos brindaron su apoyo y atención. En la noche tuvimos la

oportunidad de degustar una exquisita cena en la que también asimilamos el afecto

con que la habían preparado.

En la noche los habitantes de la comunidad ya se habían reunido en un centro cultural

al aire libre, cuando llegamos se dio inicio a la programación.

Palabras de bienvenida por parte de las autoridades de Sama y tres exposiciones por

parte de los caminantes fue el inicio del acto cultural.

Tres jóvenes se rentaron del graderío adecuaron cada uno sus inmensos tambores y

por lo menos 30 músicos más con sus quenas hicieron retumbar el lugar, eran

explosiones de música alegre folklórica que levantaron el animo a los presentes. Desde

otro extremo del amplio patio formaron hileras hombres y mujeres que al compás de

la música de la banda se deslizaban armónicamente dando un espectáculo de calidad.

Luego de bailar algunos temas, quienes integraban la danza invitaron a bailar a los

expedicionarios para compartir su exquisita cultura.

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El pueblo de Sama también quería compartir su producción agrícola, apenas amaneció

nuestros pies volvieron a moverse hasta llegar al fundo (hacienda) del señor William

Vargas criador de ganado lechero. La calidad y cantidad de la leche que producen sus

vacas se debe al mejoramiento a través de la inseminación artificial, Una baca

ganadora de premios, llega a producir hasta 40 litros al día obtenidos en dos ordenas

de manera mecánica. No existen toros ya que de pequeños son eliminados o

consumidos.

Los productores de leche del lugar fueron por muchos años abastecedores de la

empresa Gloria, tuvieron que pasar algunas décadas para que profesionales logren

poner valor agregado a través de los múltiples productos derivados que actualmente

producen, especialmente yogur y queso.

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Continuamos la caminata ahora nuestro objetivo era llegar a una planta procesadora

de la leche, junto a nosotros estaba como guía el director de imagen de la

municipalidad un funcionario eficiente que al caminar compartía la información sobre

los cultivos forrajeros de alfalfa y sobre las plantaciones de olivos.

Alfredo López, un joven empresario nos esperaba en su fundo para contarnos el

proceso de sus productos y el alcance de su empresa. Luego de recorrer sus

instalaciones degustamos yogur y queso, una delicia para el paladar. La municipalidad

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en un ambiente agradable e improvisado nos brindó un desayuno con choclo cocinado,

pan, queso y yogur.

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El grupo debía continuar hasta ell fundo olivarero del señor, Carlos Vicente flores, ahí

nuestros compañeros admiraron y degustaron las excitas aceitunas, mientras Jobo y yo

nos quedamos en Sama intentando cargar información en el internet para tener

informados a las personas que estaban siguiendo la caminata a través del facebbok.

Cuando ya se terminaron de visitar los lugares de producción, la municipalidad ofreció

un almuerzo con platos típicos, un sabroso caldo de pescado y un picante de mariscos.

Compartimos estos momentos con el director e imagen institucional, los regidores y

personal que labora en la municipalidad. Fue el momento para dejar constancia de

nuestra gratitud por tantas atenciones y de despedirnos, al siguiente día debíamos

continuar la jornada.

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A las tres de la tarde estábamos listos para iniciar la caminata, un vehículo nos traslado

hasta las afueras de la ciudad, ahí estaba un hombre alto, delgado y con gran

experiencia, había caminado desde niño el desierto que teníamos que cruzar hasta

llegar al mar, sólo llevaba una funda con un recipiente con agua, era nuestro nuevo

guía.

Cuando iniciamos la caminata, de inmediato se sentía el calor del desierto, mientras

avanzábamos desaparecían a lo lejos las colinas, estábamos en una inmensa planicie

de arena suelta que a cada paso se volvía más difícil de caminar. Ahora se caminaba

con más cuidado, Cristhian estaba pendiente de las personas que iban al final. Tres o

cuatro compañeros aun estábamos con los estragos del agua contaminada que

habíamos consumido hace algunos días, aún así habían fuerzas para buscar lugares

estratégicos y tomar unas cuantas fotos en el atardecer. Nuestro guía añoraba los

paisajes que había visto en estos mismos lugares en su niñez, inmensos pastizales y las

manadas de guanacos (rumiantes cuadrúpedos similares a las llamas). Con palabras

llenas de tristeza nos dijo: ”Cuando iniciaron los chinos a explotar el hierro y otros

minerales en estas colinas, ahí empezaron a cubrir las colinas unas negras e inmensas

nubes que fueron destruyendo la vegetación y la vida animal”, al rato pidió hacer

silencio y nos preguntó ¿Escucharon ese grito?, ¡fue el una mujer¡, se lo notó

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preocupado y terminó diciendo “no se separen, aquí hay una mujer que atrapa a los

viajeros y no se los vuelve a ver más.”.

Más tarde se escucharon unas explosiones que hacían temblar el desierto, a lo lejos se

veían luces como si fuesen los rayos que cayeron durante la tempestad de granizo que

soportamos. Sin que le preguntáramos algo a nuestro guía dijo: “esas son las

explosiones que hay el diario, es en la mina de hierro”. Nostálgicos de cómo se trataba

a la Pachamama llegamos a una pequeña elevación y ahí decidimos hacer nuestro

campamento para descansar. En la noche llegó en un vehículo un regidor de la

municipalidad de Sama y compartió una agradable cena y un oportuno te caliente.

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Cuando eran las 3 de la mañana Cristhian se encargo de avisarnos que es hora de

partir. Rejuntamos nuestro equipo y nos abastecimos de agua que había llevado Miky

junto al equipaje de los caminantes.

La luna apenas alumbraba la planicie de arena, había huellas de los vehículos que

habían participado en un rally. Ahora tocaba el descender en busca del mar.

Recorrimos algunas colinas y a veces usábamos las quebradas secas y pedregosas

como camino para evitar enterrarnos en la arena. Cuando ya habíamos descendido

algunos kilómetros, empezamos a encontrar paredes con capas de color blanco, eras

miles de conchas que en algún periodo de la formación de la tierra fueron arrastradas

desde el mar y quedaron sepultadas por los sedimentos.

Cuando vimos el mar nos alegramos y tomamos las fotos del recuerdo. Llegamos a una

carretera asfaltada que nos separaba del mar y el guía dijo que aún faltaba para llegar

al reloj solar que era nuestro destino.

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Mientras nos acercamos a la calzada izquierda de la vía, la vista del mar se volvía más

panorámica, Nos llamaron la atención unas rocas negras que estaban junto al mar y

recibían los fuertes golpes de inmensas olas que llegaban. En su cumbre había una

mancha blanca y muchas aves que ahí reposaban listas para lanzarse al mar en busca

de alimento. “Son las islas del guano” dijo el guía y agregó “de aquí se extraía el guano

para llevarlo como abono a las tierras que hoy son desierto” quizá este lugar era

considerado lugar sagrado por los ancestros por que daba vida a las plantas.

Caminamos unas dos horas en dirección norte hasta llegar al sendero que nos llevaría

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hasta el sitio que llaman “camino del Inca”, era un camino inestables marcado con

unas cuantas piedras, a cada paso que dábamos se deslizaba la arena y con ella

nuestro cuerpo, debíamos desplazarnos rápido para evitar caer al abismo.

Nuestra primera sobrepasa fue encontrar un camino de cinco metros de ancho

hábilmente empedrado que nos condujo a una pequeña plataforma en donde se podía

ver desde lo alto una circunferencia grande y otra pequeña a su lado oeste.

Ya sobre el círculo de piedra y con los conocimientos que había adquirido de un amigo

astrónomo sabía que era un reloj solar y que era parte de un complejo laboratorio

astronómico ancestral.

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El conjunto de líneas que pasan por un eje central son las proyecciones de sombra que

se producen en diferentes épocas del año, aquí se pueden ver los solsticios y

equinoccios, la fecha de siembra y cosecha de productos, es un calendario con reloj

incluido, aquí les presentó un diseño de su estructura y ubicación de los puntos

cardinales. Considero que este observatorio astronómico requiere de un cuidado

especial para evitar su destrucción y debe hacerse un instructivo del funcionamiento

para que sea manejado por la comunidad y por las personas encargadas en la

municipalidad. Si nuestra misión en la caminata fue la promoción de lugares turísticos

también lo fue aportar al mejor uso de los recursos naturales y arqueológicos, por ello

de estimarlo conveniente la municipalidad de Sama estaría en condiciones de aportar

en esta tarea.

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Ya en el lugar continuamos la caminata hasta otro sector en done estaba la comunidad

reunida, ahí encontramos también otro reloj de la misma estructura.

Agustín y Francis ya habían conseguido un vehículo para que nos traslade de inmediato

hasta Vila Vila, no disponíamos de más tiempo, debíamos llegar a Tacna y recoger

nuestro equipaje para finalmente llegar al terminal y trasladarnos hasta Lima.

Cuando nos despedimos de nuestros hermanos caminantes, sentí que se desgarraba el

alma, la tristeza me cobijo fácilmente el corazón, es que ya éramos una familia, un

grupo consolidado con ideales en defensa de la naturaleza, en la protección de lugares

arqueológicos, en la revalorización de la cultura ancestral y en el uso del turismo

vivencial como alternativa de promover los atractivos turísticos. Cuando estaba por

terminar mi despedida no pude evitar la caída de mis lágrimas de alegría, sabía que

había hecho grandes amigos y que nuestra misión estaba cumplida.

Las autoridades, funcionarios y el pueblo de Sama ya eran familiares por sus actitudes

de hospitalidad y de derroche de bondades en cada acto realizado, siempre vivirán en

nuestro corazón.

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Al momento que partíamos, interrumpieron el programa y nos entregaron una medalla

de reconocimiento al esfuerzo en esta caminata y hermosos recuerdos que se suman a

los que llevamos dentro de nuestro ser.

Ya en el carro se acercaron unas damas para alcanzarnos un poco de chicha de maíz

para el camino.

Cuando llegamos a Lima, Agustín nos invitó a su casa, aprovechamos el internet y

cargamos nuestras fotos, al rato nos invitó a almorzar y nos encaminó para tomar un

taxi y llegar a tiempo al terminal.

Apenas llegamos a Piura nos trasladamos a la oficina de la Unión Cariamanga,

compramos los pasajes y emprendimos el retorno a Cariamanga.

Como en toda familia o institución las personas en un ambiente de libertad discuten,

dialogan, opinan de distinta manera, tienen creencias opuestas, así ocurrió entre los

expedicioncitas, pero todos juntos vivimos una realidad que nos unió para consolidar

nuestra conciencia para proteger la Pachamama, gracias Alain por habernos dado esta

oportunidad.

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Desde el fondo del corazón un agradecimiento a:

Mónica Luzón, Danilo Martínez, Rodrigo Hidalgo

Ontaneda, Juan Jirón, Paul Terreros, Luis Ludeña,

Fanny Macas, Dickson Rodríguez Carrión, Rodrigo

Rivera, Afranito Rodríguez, Hostal Bermeo Plaza,

Teodoro Vargas, Hostal San Francisco, Cecilia Correa

Chávez, Jenner Vallejo, Mario Cueva Bravo, Rebeca

Torres, Hostal D’rio, Nancy Jaramillo Jiménez, María

Teresa Cueva de Cueva, Diego Vinicio Apolo, María

José Cueva, Willan Castillo, Máximo Calva, Carlos Soto

y Darwin Bravo, José Castillo Loaiza. Radio Ecuasur,

Cariamanga Tv y todo su personal, Hospital José Miguel

Rosilló, Diario La Hora, Revista Mega Publicaciones,

Jorge Dávila y Noemí Jiménez.

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La Pachamama, nuestra casa, la están destruyendo unos cuantos

ambiciosos que extraen de su vientre lo que jamás han guardado

minerales… minerales .. Si continúan lo único que quedará será un

gran desierto. Quienes hemos constatado y hemos sido testigos

del deterioro de la naturaleza, sabemos de esta cruel realidad.

Hoy en día, muchos pueblos y comunidades disponen de ríos que

aun teniendo agua, están inservibles y muertos, está tan

contaminada que ni los animales la consumen- Aquellos

habitantes que están aferrados a su tierra, están hoy en día,

obligados a comprar agua en botellones para sobrevivir…

preguntó: ¿Qué estamos haciendo para evitar que destruyan

nuestra casa y la casa de nuestros hijos?, pensemos,

recapacitemos y sumémonos a proteger la naturaleza.

Escríbenos y haznos conocer tu opinión sobre nuestra caminata y

esta narración.

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