mínima indagación: emociones

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Título: Mínima indagación sobre la dimensión emocional desde Sartre en un contexto de práctica educativa enmarcado en la propuesta deweyniana de experiencia. Resumen La motivación de este trabajo es la de ser el primer paso en la búsqueda de pistas teóricas 1 para poder abordar la dimensión emocional en mi práctica educativa, en la cual intento integrar la noción de experiencia y arte como experiencia en el sentido deweyniano. Para ello presentaré en una primera instancia una síntesis de los aspectos que integro de la propuesta de John Dewey en mi ejercicio pedagógico, con el fin de justificar la pertinencia del tratamiento sobre las emociones. En un segundo, momento plantearé mis preguntas en relación a lo emocional desde una perspectiva experiencial y hacer el ejercicio de respuesta desde la propuesta de Sartre. Y en un tercer momento buscaré identificar que pistas teóricas he encontrado en este recorrido. Práctica educativa, la experiencia y arte como experiencia Mi interés por el concepto de experiencia y de arte como experiencia John Dewey viene desde hace unos años, porque ha contribuido a fundamentar mi práctica educativa (Freire, 1996: 76-77) aportándome pistas pedagógicas y filosóficas para seguir interpelando la construcción de la misma. En un modo breve el pensamiento pedagógico deweyniano se entrama en la compresión de las relaciones de la humanidad con su medio 2 , esto significa atender al cambio y a la incertidumbre 1 Elementos conceptuales que contribuyan a reflexionar y a generar una revisión crítica del hacer pedagógico. 2 El término “medio” es considerado desde una perspectiva compleja, asociado al concepto de “naturaleza” que es el espacio donde deviene la experiencia, donde se suceden los acontecimientos, que se incluyen todos los elementos que componen el desarrollo de la vida humana, en su dimensión individual y social. 1

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Articulo que explora relación entre Dewey y Sartre, en sus conceptos de experiencia y emoción.

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Page 1: Mínima Indagación: emociones

Título: Mínima indagación sobre la dimensión emocional desde Sartre en un contexto de

práctica educativa enmarcado en la propuesta deweyniana de experiencia.

Resumen

La motivación de este trabajo es la de ser el primer paso en la búsqueda de pistas teóricas1

para poder abordar la dimensión emocional en mi práctica educativa, en la cual intento

integrar la noción de experiencia y arte como experiencia en el sentido deweyniano. Para ello

presentaré en una primera instancia una síntesis de los aspectos que integro de la propuesta

de John Dewey en mi ejercicio pedagógico, con el fin de justificar la pertinencia del

tratamiento sobre las emociones. En un segundo, momento plantearé mis preguntas en

relación a lo emocional desde una perspectiva experiencial y hacer el ejercicio de respuesta

desde la propuesta de Sartre. Y en un tercer momento buscaré identificar que pistas teóricas

he encontrado en este recorrido.

Práctica educativa, la experiencia y arte como experiencia

Mi interés por el concepto de experiencia y de arte como experiencia John Dewey viene

desde hace unos años, porque ha contribuido a fundamentar mi práctica educativa (Freire,

1996: 76-77) aportándome pistas pedagógicas y filosóficas para seguir interpelando la

construcción de la misma.

En un modo breve el pensamiento pedagógico deweyniano se entrama en la compresión de

las relaciones de la humanidad con su medio2, esto significa atender al cambio y a la

incertidumbre (Childs, 1964:18), como constantes en el proceso de conocimiento; y que en

esta búsqueda se han de contemplar las diversas formas de manifestación de la condición

humana: integralidad de la experiencia (Puchet, 1954:211) que conducirá a tener como

principio la continuidad (Dewey; 2004:79). Jugando la educación un papel de brindar las

herramientas al individuo para conducir y capitalizar la diaria experiencia de vida, en sustancia

de aprendizaje.

El concepto de experiencia de Dewey me permite considerar que hay una íntima y necesaria

relación (Dewey; 2004:67) entre experiencia de vida y educación; y también advertírteme

sobre que no toda vivencia es una experiencia (Dewey; 2004:71). Implicando esto último que

1 Elementos conceptuales que contribuyan a reflexionar y a generar una revisión crítica del hacer pedagógico. 2El término “medio” es considerado desde una perspectiva compleja, asociado al concepto de “naturaleza” que es el espacio donde deviene la experiencia, donde se suceden los acontecimientos, que se incluyen todos los elementos que componen el desarrollo de la vida humana, en su dimensión individual y social.

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Page 2: Mínima Indagación: emociones

como educadora he de buscar cómo se establecen las relaciones en una vivencia para que se

vuelva una instancia de aprendizaje una experiencia. En la cual, se integran las distintas

dimensiones que componen la unidad del ser humano, en tanto, vive en un continuo

movimiento de ida y vuelta entre lo emocional y lo racional, entre su vivencia interna y su

relación con el medio, entre el uso del cuerpo y el desenvolvimiento intelectual.

En el entramado de esas relaciones es que se encuentra lo significativo: “Aprender por la

experiencia es establecer una conexión hacia atrás y hacia delante entre lo que nosotros

hacemos a las cosas y lo que gozamos o sufrimos de las cosas, como consecuencia” (Dewey,

1971:154). En mi práctica educativa esto me implica un ejercicio de construir lo dialógico junto

con los educandos a fin de poder develar el entramado de las relaciones poniéndonos como

protagonistas de nuestro aprendizaje. Busca que se genere una actitud abierta que habilite la

posibilidad de un cambio, que en suma es la implicancia de resignificar lo que vamos

vivenciando, haciéndonos productores de nuestro conocimiento.

Entonces, es desde allí, que me fue necesario si quería integrar lo artístico en mi práctica

educativa una noción de arte que me permitiera profundizar en esta perspectiva. Por lo cual,

no tuve reparos en ponerme en diálogo con lo que expone Dewey sobre el arte como

experiencia cuyo fin es el de: “…restaurar la continuidad entre las formas refinadas e intensas

de la experiencia, que son las obras de arte, y los acontecimientos, hechos y sufrimientos

diarios que son reconocidos universalmente como constitutivos de la experiencia” (Dewey

1949: 5).La obra de arte se muestra como producto de una experiencia, reflejo de lo cotidiano,

de las significaciones, se constituye de las idas y vueltas del hacer y el padecer. Dewey plantea

que la razón de la existencia del arte se entiende porque es la forma en que el hombre puede

solucionar lo conflictivo de la vida (Dewey: 1949:14).

Desde esta concepción me ha permitido acercar a los educandos a experimentar lo estético y

lo artístico desde formas no tradicionales. Por un lado porque me posibilita ampliar la

experiencia estética introduciendo elementos de la cultura visual (Miranda: 2007:5), y

también poder ofrecer otra forma de relación con el arte o la cultura visual que se inicia en el

valor del encuentro entre sujetos y objetos. Y he podido observar que es posible lo siguiente:

“abordar el arte desde la perspectiva de la experiencia deslegitima cualquier tensión de

adjudicar valor al arte, fuera de la pueda establecer cada de los individuos que goza. Definir el

arte como experiencia es descargar el peso de la esteticidad en la relación que el sujeto

establezca con el evento o el objeto y remitir el valor de la artisticidad del objeto artístico a su

facultad de generar experiencia estética” (Agirre, 2000:294).

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Page 3: Mínima Indagación: emociones

La integración de esta perspectiva en mi práctica educativa me ha posibilitado que los

educandos se sientan protagonistas en su proceso de aprendizaje, habilitándose que sus voces

se expresen y que se originen momentos de intercambio donde la diferencias conviven y son

fundamentadas en la experiencia.

Implicancias en la práctica educativa experiencial….la emoción… preguntas…

El integrar en la práctica educativa tanto la noción de experiencia y de arte como experiencia,

me ha llevado a considerar la dimensión emocional de los sujetos en la misma ya que como se

ha expuesto anteriormente es necesario de al ser una dimensión constitutiva de la propuesta.

Por otra parte, esta consideración de lo emocional me lleva a las siguientes interrogantes:

¿Cómo considerar lo emocional de la experiencia? ¿Qué lugar darle a las emociones que se

suceden en una situación de experiencia estética? ¿Cómo abordar las emociones para que

estas conlleven hacia algún aprendizaje?

Estas preguntas caben en el marco deweyniano porque lo emocional es una de las

dimensiones de la experiencia pero en lo personal me ha resultado un tanto ambiguo o poco

claro este autor para dar respuestas a estas preguntas. Y estas interrogantes, son fruto de la

observación de las reacciones de educandos frente a propuestas donde se propone una

situación de acercarse al arte como experiencia. En las que he podido observar la presencia del

amor, de la tristeza, de la alegría, del miedo, del éxtasis, de la rabia, del hastío, de la angustia

entre otras emociones, siendo estas en algunos casos posibilitadores de experiencia pero

también en otros casos siendo obturadoras de las mismas.

Por lo cual, en este último tiempo, y podría decir que en un momento de revisión de las

implicancias de trabajar desde esta perspectiva, es que he iniciado una indagación por buscar

perspectivas sobre las emociones que no sean desde un abordaje psicológico sino más bien

filosófico.

Hacia el encuentro con Jean Paul Sartre

La elección de tomar la obra de Sartre “Bosquejo de una teoría de las emociones” (1939) es

porque en ella el autor presenta una perspectiva sobre la emoción humana que busca salirse

de las explicaciones de la psicología tradicional y del psicoanálisis y se acercar a la

comprensión de lo emocional a través de la vía de la fenomenología.

La perspectiva fenomenológica supone ir a las cosas en sí, partiendo de entender una “idea de

hombre que no pueda ser un concepto empírico, producto de generalizaciones históricas”

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Page 4: Mínima Indagación: emociones

(Sartre, 2015:18) sino entender al hombre en su devenir de la existencia. No volviéndolo

objeto, al contrario resguardando su capacidad de transformación en el proceso de vivir,

configurándose como un hombre en situación. Sartre se pregunta qué puede decirnos la

emoción en relación al “ser” y como se constituye una conciencia que es capaz de

emocionarse, buscando el filósofo francés el situarse en la escena de la significación y estudiar

la emoción como un fenómeno (Sartre, 2015:29).

Sartre critica a la teoría psicológica por afirmar que la conciencia de la emoción es

primariamente una conciencia reflexiva, en tanto supone en un inicio un registro de la

emoción y luego la emoción en sí. A modo de ejemplo el “miedo no es originalmente

conciencia de tener miedo” (Sartre, 2015:61-62), sino que el miedo se presenta en un estado a

la conciencia, es una forma de estar en el mundo señala Sartre. Por lo cual, el autor va

plantear que la conciencia emocional es irreflexiva y puede volverse reflexiva una vez que se

ha salido de ese estar.

“La emoción es una determinada manera de aprender en el mundo. (…) el sujeto que busca la s olución a

un problema práctico se halla fuera, en el mundo; aprehende el mundo a cada instante, a través de

todos sus actos. Si fracasa en sus intentos, se irrita; y su irritación es también una manera en que se le

aparece el mundo. Y no es necesario que entre la acción que fracasa y la ira el sujeto vuelva sobre sí

mismo, intercale una conciencia reflexiva. Puede producirse un paso continuo de la conciencia

irreflexiva “mundo actuado” (acción) a la conciencia reflexiva “mundo –odioso” (ira)” (Sartre,

2015:63).

En este sentido Sartre cuestiona la idea cartesiana de que las acciones son primariamente

basadas en un proceso de reflexión, por el contrario lo que él plantea es que la operaciones

que establecemos con el mundo en su mayoría son inicialmente irreflexivas, son guiadas por

las cosas en sí, y que luego puede darse o no una reflexión sobre lo experimentado. Cuestión

que puede acercarse a la descripción que hace Dewey a la hora de hablar de cómo una

vivencia se transforma en experiencia “que ésta es vivida, antes de ser conocida; posee una

cualidad afectiva, antes de revestir un carácter gnoseológico” (Puchet, 1954:203). Continuando

con esta idea encontramos el siguiente pasaje en que Dewey afirma que: “La experiencia es

emocional…. Las emociones están unidas a los acontecimientos y objetos en movimiento. (…)

La emoción pertenece a la certeza del yo. (…) La emoción es fuerza móvil y cimentadora”

(Dewey: 1949:40). Este acercamiento entre autores podría decir que es nominal que si bien

pueden encontrarse en este punto cada uno se posiciona en distintos lugares.

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Page 5: Mínima Indagación: emociones

Volviendo a Sartre, el decir que la emoción es conciencia irreflexiva no supone que esto

provenga del inconsciente tampoco, sino que supone el estar en el mundo de otra forma en

que la conciencia opera en relación con los fenómenos y puede ser conducida por ella, sin

saber está a donde se conduce; implicaría que la conciencia pueda aprehender la complejidad

y las tensiones que se presentan nuestro alrededor. Esta posición frente a las emociones abre

espacios de incertidumbre entre lo que experimentamos y lo que accionamos del mundo,

siendo entonces la emoción una posibilidad emergente de discurrir entre ello.

“Podemos concebir ahora en que consiste la emoción. Es una transformación del mundo.

Cuando los caminos trazados se hacen demasiado difíciles o cuando no vislumbramos caminos,

ya no podemos permanecer en un mundo tan urgente y difícil” (Sartre, 2015:69). Esta

transformación se da en la dimensión de la relación entre sujeto y objeto, eso es lo que se ve

modificado y establecido por medio de la percepción y la acción generando una forma de estar

en el mundo. Es una transformación que no es del orden de lo efectivo, inicialmente no se va a

buscar un cambio en el objeto en sí, sino en la relación que se forma: “en la emoción el cuerpo,

dirigido por la conciencia, transforma sus relaciones con el mundo para que cambie sus

cualidades” (Sartre, 2015:72). Y la emoción adquiere su sentido de transformación en tanto

que va de la mano con la creencia, porque se proyectan cualidades sobre los objetos que le

otorgan el valor de verdadero y hace esto que la forma de percepción de los mismos cambie.

Sartre señala que en tal configuración de la relación del sujeto con el objeto la corporalidad

entra en juego, ya que sucede un doble proceso en el que el cuerpo es objeto del mundo y a su

vez vive el mundo que crea (Sartre, 2015:86). A partir de este doble carácter, podemos

acercarnos a comprender que la emoción ocurre cuando hay “una degradación espontánea y

vivida de la conciencia frente al mundo” (Sartre, 2015:88), de la cual a su vez no tiene

conciencia de tal proceso, viéndose sumida en una forma mágica en la que prima la acción

desde la creencia. La creencia supone que algo que lo sentimos como horrible es porque

concebimos un a priori que cree que el mundo es horrible (Sartre, 2015:100).

La traslación de la conciencia a vivir un mundo mágico guiado por la creencia significa que la

emoción se cautiva a sí misma, se retroalimenta y se identifica con el objeto, dándose una

fusión entre la conciencia y el objeto en la relación. Frente a esta situación, Sartre plantea que

la liberación de la conciencia de la emoción supondría la presencia de la reflexión o la

consumación en sí de lo que ocasionó la aparición de la emoción y en este caso, se plantearía

que “la emoción se separa de sí misma, se trasciende; no es un episodio trivial de nuestra vida

cotidiana, sino intuición de lo absoluto” (Sartre: 2015,92).

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Page 6: Mínima Indagación: emociones

Concluye esta perspectiva que “una emoción remite a lo que significa. Y lo que significa es la

totalidad de las relaciones de la realidad-humana con el mundo” (Sartre: 2015,104),

abriéndonos una forma de comprender la emoción desde la complejidades de la vitalidad

humana, permitiéndonos ver que en ella se expresa nuestras creencias, siendo esto

interesante porque habilita a ampliar la forma que podemos comprender el estar en el mundo

y sin entrar en una esquematización prefijadas de lo que significaciones de las emociones.

Algunas pistas, a modo de síntesis

Dewey y Sartre si bien contemporáneos en tiempos históricos estos autores se posicionan en

lugares diferentes, pragmatista el primero, existencialista el segundo; aquí lo he hecho

dialogar permitiéndome encontrar algunas pistas para pensar posibles abordajes de lo

emocional en mi práctica educativa.

La característica de transformación que otorga Sartre a la emoción en tanto posibilidad de

cambio entre las relaciones del sujeto con el objeto, me resulta interesante de contemplar en

el marco de un trabajo pedagógico desde la experiencia. En tanto, podría trabajar sobre esa

forma de relación y buscar junto a los educandos que posibilidades nos brinda para el

aprendizaje la emoción e investigar en conjunto como darle espacio en lo educativo a esa

forma de estar en el mundo.

La descripción fenomenológica de lo emocional como una emergente de la relación con el

mundo en la cual la conciencia y el objeto se funden, me hace pensar en la revisión de

estrategias metodológicas. Porque cuando la emoción se hace cuerpo, se hace conciencia y

objeto, en el espacio educativo puede ser potenciador tanto como obturador de instancias de

aprendizaje, dándose que como educadora pueda contemplar este fenómeno y poder generar

estrategias para que pueda darse una un separación del sujeto, de la emoción y del objeto sin

el fin de omitir o censurar cada elemento pero si buscando que esto en la línea de continuidad

de la experiencia arribe a un conocimiento.

La observación de la relación entre la emoción y la corporalidad es otra pista que me aporta

Sartre ya que está según el autor se instala en el cuerpo antes que la conciencia registre su

estado emotivo. Por lo cual el cuerpo se hará presente desde lo emocional, brindándome esto

una información para desde la corporalidad registrar que emoción se hace presente y desde

ahí proponer su integración. Y sería este un punto para continuar profundizando en la

propuesta de “somaestéitca” de Schusterman (2002:362) para buscar aún más el integrar la

corporalidad en la práctica educativa.

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Page 7: Mínima Indagación: emociones

La emoción como creencia me abriría espacio en lo pedagógico para generar un proceso de

resignificación de los objetos, o de revisión en tanto, si algo lo vivimos como triste, eso triste es

una composición de nuestra forma de construir el mundo. Esto me da camino para indagar

junto con los educandos desde lo emotivo nuestras ideas, pensamientos y creencias sobre el

mundo, reflexionar críticamente y habilitar la resignificación.

En relación a las preguntas que me planteé inicialmente en este trabajo creo que podido

encontrar respuestas en relación al abordaje, que me contribuyen a pensar la dimensión

emocional como posible un punto más de partida para el trabajo pedagógico con los

educandos.

Por otra parte y llegando al fin de este recorrido considero que la indagación en torno a las

emociones ha de continuar porque si bien la perspectiva de Sartre me ha brindado elementos

para pensar lo fenomenológico y subjetivo de la emoción, este campo no se agota aquí.

Considero por tanto, que debería contemplar voces que puedan hablarme de la relación de la

emoción con lo social y la cultura, porque considero que la forma que aprendemos a sentir

refiere a que somos producto de un entramado histórico, cultural y social.

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Page 8: Mínima Indagación: emociones

Bibliografía

Agirre, I. “Teorías y prácticas en educación artística. Ideas para una revisión pragmatista de la

experiencia estética”, Universidad Pública de Navarra, 2000.

Childs, Lawson, D y Lean. E (1964) Comp. “John Dewey. Visión e influencia de un pedagogo”,

Editorial Nova, Buenos Aires, Argentina, 1966.

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Dewey, J. (1938) “Experiencia y Educación”, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, España, 2004

Dewey, J. (1934) “El arte como experiencia”, Fondo Cultura Económica, 1949.

Dewey, J. (1902) “El niño y el programa escolar” Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, Argentina,

1954.

Freire, P. “Política y Educación”, Ediciones Siglo XXI, México, 1996.

Miranda, F, “Cultura visual y educación: imágenes y públicos” en “Cultura visual: educación y

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Nacional de Bellas Artes, UDELAR, Montevideo, 2007.

Sartre (1939) “Bosquejo de una teoría de las emociones”, Alianza Editorial – Libro de Bolsillo,

Madrid, 2015.

Schusterman, R. “Estética Pragmatista, viviendo la belleza repensando el arte” Idea Books, Barcelona, 2002.

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